EL EXAMEN DE CONCIENCIA, ORACION DEL CRISTIANO1

El examen de conciencia es oracin? Controlar pensamientos, palabras y acciones, no parece, en principio, que pueda convertirse en un dilogo con Dios (descripcin de la oracin) Sin embargo, el examen es la oracin que mejor ayuda a cumplir con todas las exigencias que nos pide el bautismo cristiano. La oracin sobre la vida cotidiana es la accin del Seor que es Espritu (2 Cor. 3,18). El examen de conciencia ms genrico, es el de la conciencia pecadora que precede a la confesin. Esta clase de examen se caracteriza por considerar el tiempo transcurrido desde la ltima confesin para detectar los pecados ms o menos graves que se han cometido, las imperfecciones, las negligencias que se han deslizado. Examinada de este modo la conciencia, se pedir perdn y propondremos, confiando en la ayuda de la gracia de Dios, la enmienda. Sin embargo la conciencia del cristiano es algo ms. Un examen de conciencia ms amplio implica una mirada sobre mi mismo que ya no es simplemente la toma de conciencia de lo que soy y de lo que he hecho, tras lo cual me volvera hacia Dios para solicitar su perdn, sino, tambin, la presencia y la accin de Dios en mi vida cotidiana. El examen de conciencia, en su sentido ms pleno, implica una mirada sobre la realidad de mi vida; que implica la realidad de la accin de Dios. En general las recomendaciones para el examen de conciencia ofrecen un catlogo de pecados, cuya consideracin respecto de un periodo determinado de tiempo, habra que considerar para saber en qu hemos pecado. Esta consideracin no es suficiente si no reconocemos la presencia y la accin de Dios en nuestras vidas. Dios est presente en las horas de alegra, en la familia, en el trabajo, cuando me responsabilizo de los dems. Este reconocimiento implica que por su gracia y en su Bondad nos va haciendo a su imagen. l es quin nos revela cuando, en determinado momento de la jornada, lo he conocido mejor. Si he estado ms atento para con l, o lo he amado ms, es porque nos ha regalado con ms generosidad su Espritu. l siempre est actuando en lo que puedo admirar alrededor mo. An en mis propios pecados, est el Seor presente, actuando, como Aquel de quine he elegido privarme. Ms profundamente, Dios es el Padre que me ama hasta entregar a la muerte a su Hijo nico por m, y que en el momento en que yo me alejaba, me atraa hacia s ofrecindome su perdn (Lc 15, 11-32). La accin divina que se entreteje con mi accin humana no es algo marginal en mi examen de conciencia porque de lo contrario se hace imposible conocer nuestro pecado. El pecado no es un punto fallado en el tejido de mi vida, y menos an, aquello que me lleva a la desesperanza por no poder cambiar mis debilidades. Conocer mi pecado en toda su profundidad, las races del pecado, es saber que he rechazado el amor actuante de Dios en el da de hoy. El pecado es la resistencia a aceptar el amor de Dios que me invita a descubrir, en cada una de mis faltas, al Padre Misericordioso que lo perdona todo (Parbola del Hijo prdigo).
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F. Marty SJ. Boletn de Espiritualidad SJ. N 56. Bs. As. Junio de 1978.

La precepcin de la presencia y la accin de Dios en mi vida, como fuente de todo bien y perdn, requiere un segundo momento de internalizacin. Es necesario comprender que Dios tiene un designio particular, un plan personal para cada persona. Esta es la clave de un buen examen de conciencia. La novedad del examen de conciencia hecho oracin implica un punto de partida para la vida espiritual de todo creyente. Hemos escuchado que la Voluntad de Dios es la misma para todos los creyentes, y que ella se expresa en los diez Mandamientos de Dios y en los Preceptos de la Iglesia que nos ensea el Catecismo. Es por ello que la mayora de los exmenes preparatorios para la confesin sacramental se limitan a la fidelidad de estas obligaciones generales. Sin embargo, nos damos cuenta con realismo, que no todo est regulado por los mandamientos o por los preceptos universales, en su enunciacin general. Hay que orar, pero cundo? cunto tiempo? cmo? dnde? Esto se deduce del primer mandamiento general. Es necesario superar el primer estadio de la ley universal, y ver, an ms all de ella que me obliga a m al igual que a todas las personas-. Dios tiene un querer sobre m como persona individual, miembro de una familia, comunidad y sociedad. Tengo que estar atento no slo a la Ley Universal, sino tambin a los Deseos sobre tal o cual forma de oracin, tal o cual forma de entrega. Otras veces las circunstancias de mi vida me impondrn, con mucha claridad, el designio actual, el plan o proyecto de Dios sobre mi vida particular. En todos estos casos, si me remito a un tratado de Moral, este me dir que est permitido hacer y no puede ser de otra manera porque est escrito para todas las circunstancias en general. Si queremos conocer la paz y la alegra, es necesario aprender a discernir la Voluntad de Dios sobre m, que no es la misma para cualquier otro que no sea yo, aqu y ahora. Dios tiene un designio, un plan, sobre cada uno de nosotros, adems de exigir, de todos, el acatamiento de los mandamientos vlidos para todos, pues hay muchas maneras buenas en s o indiferentes, de cumplir con las obligaciones que ellos enuncian. El designio de Dios sobre m, en particular, es lo que conforma la imagen de hijos a su Imagen y nos gua hacia la plenitud de su amor. Dando un paso ms, para profundizar, diremos que si el examen es el descubrimiento de la presencia actuante de Dios en nuestra vida cotidiana, hay que descubrir la forma y realidad de esta conduccin de Dios. Esto se hace mediante la fe, pues todo lo que tratamos es la accin del Espritu en nuestra alma, accin de dios que es Espritu (2 Cor. 3,18). Es l quien nos manifiesta nuestro rostro filial, hacindole decir, a cada persona y con su propio acento: Abb, Padre (Rom. 8,15). Este Espritu est en nosotros desde el Bautismo, y nos ensea de continuo; slo basta estar atentos y hacer silencio para percibir su voz.
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Pero no hay que engaarse! No toda mocin que hay en nosotros, viene del Espritu de Dios. Junto al deseo del bien, hay inclinaciones malas: el diablo ronda como len rugiente, buscando a quin devorar (1 Ped. 5,8); y a veces incluso se disfraza de ngel de luz (2 Cor. 11,14). Esto nos lo enseara la experiencia personal, y luego nos lo confirmar la direccin espiritual. Todas estas mociones se descubren de a poco, muy sencillamente, en los exmenes de conciencia diarios, que nos ayudar a detectar la presencia del mal espritu, enemigo de natura humana (EE 7). Tambin nos ayudar a percibir los pasos de Dios (Gn. 3,8), su constante acercarse hacia nosotros as como reconocemos a un amigo por el ruido familiar de sus pasos, o por la manera en que golpea la puerta. Hacer el examen de conciencia no es solamente una bsqueda de los pecados cometidos, sino sobre todo constatar a presencia activa de Dios en nuestra vida cotidiana, y la presencia tambin activa y permitida por el Seor, del enemigo de natura humana. La reflexin humana es incapaz de encontrar los signos de la presencia de Dios en mi vida cotidiana. Dios es el nico que puede llamarnos a conversar con l. Por eso el examen de conciencia es Oracin en su forma ms intensa: es un escuchar a Dios que me habla y que me ensea a hablarle. La primera actitud en la oracin y en los exmenes propuestos por San Ignacio es la Adoracin: un paso o dos antes del lugar donde hago el examen, alzar el entendimiento, considerando cmo Dios nuestro Seor me mira (la mirada del Seor clave para comenzar cualquier hora de oracin) y hacer una reverencia (EE 75) As pues, lo primero es ponerme en presencia del Seor que me mira y me escucha. La segunda actitud, la nica posible ante el Seor, es la del mendigo, el pobre que pide luz para poder ver con fe mi vida cotidiana (Lc 18, 13. La oracin del publicano). La tercera actitud es, conocida su Bondad, dar gracias. No es una actitud egocntrica que slo piensa en los dones recibidos sino, que adems, agradece lo bienes derramados en los dems. La cuarta actitud es demandar cuenta al nima (EE 43), palabras que a veces han entorpecido el examen, porque quien juzga es Dios y no nosotros. El juicio de Dios sobre mi vida ha de ser escuchado para en adelante ir mejorando mis actitudes. El esquema literario sigue un orden Bblico: en los Profetas se habla de un proceso en el que Yahv llama a juicio ante un tribunal donde l es el acusador, y luego ser el juez (Dt 32,1-25; Salmos 81, 95). La respuesta del pecador ser escuchar con mucha humildad: todo lo puedo en Aqul que me conforta (Flp. 4,13). Para luego ofrecerme a Dios, seguro de que me enseara a servirle cada da, en ese tejido de mi vida cotidiana donde le he reconocido actuando y perdonando. El examen nos hace revalorar el momento presente, pero no basta saber intelectualmente que Dios est ah, me obliga a obrar en consecuencia. El obrar comienza en el momento mismo del examen ya que en la adhesin sincera a Dios me preparo para los hechos venideros. El conocimiento terico del examen separado de la accin queda en una vaga o vana resolucin/ propsito. Desde el examen mismo debo tomar la actitud espiritual que
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desembocar, cuando la ocasin se presente, en accin (Mt 24, 45-51; 25, 12: el servidor fiel) La adhesin al Seor en mi vida concreta y cotidiana no es una voluntad abstracta, sino un poner el corazn en accin, un afecto y adhesin a Dios desde lo profundo. Poner el corazn en las cosas es una frase corriente, y a veces banalizada, porque designa un conjunto de sentimientos superficiales, separados de las fuerzas vitales del conocer y del querer. Sin embargo el corazn designa, en el lenguaje bblico, el centro espiritual y litrgico de mi vida (la conciencia espiritual). El corazn es la fuente de donde brota la unidad de la persona, el cuerpo y el alma (Karl Rahner: devocin al Sagrado Corazn). En el caso de los propsitos, sern ms reales si hago el examen con mayor frecuencia, pensando de acuerdo a mis deberes de estado cmo me portar cuando est con mi familia, amigos, trabajo, descanso? En muchos casos la adhesin al Seor se manifestar de forma dudosa. Entonces pesaremos en la balanza del corazn, y frente al Seor, la decisin que debo tomar. Cuando no veo claramente lo que debo hacer y cul es el deseo del Seor, har oracin sobre ello, considerando las circunstancias objetivas y la luz interior suficiente para decidirme. Hay que evitar los escrpulos que transforman la decisin en un interminable y agotador desfile de pros y contras. El examen debe ser lo ms sencillo posible, confiando en las intuiciones interiores y ofrecindolas a Dios en las horas siguientes. Esta forma de oracin permite que la persona interior se desarrolle y madure, hacindose cargo de la adhesin al Seor. Se madura retornando con frecuencia, a lo ms ntimo de nosotros mismos al corazn-, o la conciencia que es lo mismo. Esta actitud, si se hace habitual, facilitar que la voluntad de Dios se manifieste desde los profundo y no como algo exterior a nosotros (Ez 11,19; 36, 26; 2Cor, 3,3). Cuando el examen nos conduce a lo ms intimo de nosotros mismos (Gal.4,6), encontramos a Aqul que est en nosotros ms intimo que nosotros mismos (San Agustn, Conf. Libro X, VIII- XXVII). Desde ah el Seor habla con una voz que hay que aprender a discernir. El examen de conciencia cotidiano, como oracin prctica, es un aprendizaje constante. Mediante esta prctica es posible hacer de nuestra vida una oracin continua (oracin de Jess), vivir una vida en la presencia del Seor, en la accin, y atento a los rostros de Dios en mis hermanos (Mt. 25, 35-40).