CAPTULO III MISIN Y COMUNIN CON EL PAPA, LOS OBISPOS Y LOS SACERDOTES

VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA, VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO

Esta doble afirmacin dirigida por Cristo a sus discpulos tiene mucho de sorprendente: vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo. Que Jess diga esto de l mismo: Yo soy la sal de la tierra, Yo soy la luz del mundo, lo comprendemos fcilmente y lo aceptamos sin dificultad. Pero, que lo diga de nosotros? Sin embargo Jess no es un adulador que vive a expensas de aquellos que lo escuchan. Viniendo de l, tales afirmaciones no pueden ms que ser verdaderas. Estas palabras impresionan, obligan a reflexionar, a meditar y a vivir. S, no hay lisonjas en estos trminos, sino una exigencia de vivir en el mundo segn el plan de Dios. Jess se dirige a sus discpulos. La escena se desarrolla en una de las montaas cercanas a la ciudad de Cafarnan.

Apstoles y discpulos, escuchad: vosotros sois la sal de la tierra

Apstoles y discpulos, escuchad: vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mudo. Pero si no respondis a vuestra misin, os convertiris en sal inspida e intil. Nada podr devolveros el sabor si ya Dios no ha podido droslo Vuestra sal no ser entonces ms que cascajo donde se encuentra perdido el pobre grano de sal, cascajo que rechina entre los dientes, que deja en la boca un regusto a tierra y vuelve la comida repugnante y desagradable. Ni siquiera ser buena para usos inferiores, pues un saber empapado en los siete vicios daara incluso a las misiones humanas. Y entonces la sal no ser buena ms que para tirarse y para ser hollada a los pies despreocupados de los hombres.

Vosotros sois la luz del mundo

Vosotros sois la luz del mundo. Sois como esa cima que ha sido la ltima en perder al sol y la primera en recibir la plateada luz de la luna. Aquel que se encuentra en lo alto brilla, y se le ve porque el ojo, incluso el ms distrado, se posa algunas veces en las alturas. Dira que el ojo fsico, que se dice es el espejo del alma, refleja el deseo del alma: el deseo, frecuentemente inadvertido pero siempre vivo mientras que el hombre no sea un demonio, el deseo de las alturas, las alturas donde la razn coloca instintivamente al Ms Alto. Y buscando los Cielos posa, aunque sea algunas veces en el transcurso de su vida, el ojo hacia las alturas. El ojo se eleva hacia lo alto. Por eso os ruego acordaros de nuestros viajes. Hacia dnde va nuestro ojo, como para olvidar el largo camino, el cansancio, el calor o el fango? Hacia las cimas, incluso si son un tanto altas, si estn un tanto lejos. Y cmo nos tranquiliza

verlas aparecer cuando estamos en un valle uniformemente plano! Aqu abajo hay fango? En lo alto est la pureza. Aqu abajo hay un calor agobiante? En lo alto est la frescura.

Abajo el horizonte es limitado? En lo alto se extiende sin lmites. Y tan slo mirndolos, pareciera que el da fuera menos caluroso, el fango menos pegajoso, la marcha menos triste. Y luego, si una ciudad brilla en la cima de una montaa, entonces no hay ojos que no la admiren. Dirase incluso que una localidad sin importancia se embellece si se le coloca, casi area, en la cima de una montaa. Y es por eso que tanto la religin verdadera como las falsas, todas las creencias que lo han podido, han construido sus templos en un lugar elevado; y, si no haba colinas o montaas, les han hecho un pedestal de piedra, construyendo con sus propias manos una plataforma para colocarlos sobre ella. Por qu reaccionar as? Porque se quiere que el templo se vea, para que recuerde con su visin el pensamiento dirigido hacia Dios. Dira tambin que vosotros sois una luz. Quien por la noche enciende una lmpara en su casa, dnde la pone? En un agujero, bajo el horno? En la cueva que sirve de bodega? O la encierra en un cofre? O, tal vez, simple y sencillamente, la esconde tras las tuberas? No, porque entonces sera intil encenderla. Ms bien coloca la lmpara en lo alto de una consola o la cuelga para que, situada en lo alto, ilumine toda la pieza y a los ocupantes de la misma que se encuentren all. Pero precisamente porque se le coloca en lo alto debe recordar a Dios y dar luz, debe estar a la altura de su deber.

Debis recordar al Dios Verdadero, debis llevar la luz de Dios

Vosotros que debis recordar al Dios Verdadero, debis hacerlo sin que anide en vosotros el septipartito paganismo. Porque si no os convertiris en altos lugares profanos con
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bosquecillos sagrados, dedicados a tal o cual dios, y arrastraris a vuestro paganismo a aquellos que os miran como templos de Dios. Debis llevar la luz de Dios. Una lmpara sucia, una lmpara que no est provista de aceite, ahma y no da luz. Huele mal y no ilumina. Una lmpara oculta tras un cristal de cuarzo sucio no produce el gracioso esplendor, no produce el brillante juego de la luz sobre el mineral limpio, sino que languidece tras el velo de humo negro que vuelve opaca su diamantina proteccin.

La luz de Dios resplandece all donde se halla una voluntad frrea que se deshace cada da de las escorias que produce el trabajo mismo, con sus contactos inevitables, sus reacciones, sus decepciones. La luz de Dios resplandece cuando la lmpara est provista de un lquido abundante de oracin y caridad. La luz de Dios se multiplica en infinitos resplandores cuando conjuga las perfecciones de Dios, y cada una de stas suscita en el santo una virtud que se ejerce heroicamente si el siervo de Dios mantiene el cuarzo inatacable de su alma al abrigo del humo negro de todas las humeantes malas pasiones. Cuarzo inatacable. Inatacable! Slo Dios tiene el derecho y el poder de rayar ese cristal, de escribir su santo Nombre con el diamante de su voluntad. Entonces ese Nombre se convierte en un adorno que multiplica las caras de belleza sobrenatural de ese cuarzo tan puro.

Desdichados los malos pastores!

Desdichados! Tres veces sean desdichados los malos pastores que pierden la caridad, que se niegan a subir da tras da para as hacer subir al rebao que espera que emprendan su
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ascesis para subir a su vez. Yo los golpeara hacindolos caer de su sitio, extinguiendo as todo su humo. Desdichados! Tres veces sean desdichados los malos pastores que rechazan la Sabidura para saturarse de una ciencia frecuentemente perjudicial, siempre orgullosa, algunas veces satnica porque los reduce a su humanidad ya que escuchad bien y recordad-, si bien el destino de todo hombre es llegar a ser lo ms parecido a Dios por medio de la santificacin que hace del hombre un hijo de Dios, el maestro, el sacerdote debera ya desde esta tierra poseer ese aspecto, el nico, de hijo de Dios. Debera tener el aspecto de una criatura toda alma y perfeccin. Debera tenerlo, para guiar hacia Dios a sus discpulos. Anatema a los maestros de sobrenatural doctrina que se convierten en dolos del saber humano. Desdichados! Siete veces sean desdichados quienes, entre mis sacerdotes cuyo espritu est muerto, se hayan vuelto pusilnimes. Cuya carne sufra de una tibieza enfermiza, cuyo sueo est lleno de apariciones alucinantes de todo aquello que existe, salvo de Dios Uno y Trino; lleno de toda clase de clculos, salvo del deseo sobrenatural de aumentar las riquezas del corazn y de Dios. Viven sepultados en su humanidad, mezquinos, ablicos, arrastrando hacia sus aguas muertas a aquellos que los siguen, creyendo que son la vida. Caiga la maldicin de Dios sobre aquellos que corrompen mi pequeo rebao, mi amado rebao. No es a quienes perecen a causa de vuestra indolencia, oh malos servidores del Seor, sino a vosotros a quienes pedir cuentas e impondr un castigo, por todas las horas y el tiempo desperdiciados, por todo el mal que haya sido o vaya a ser ocasionado! Recordad estas palabras. Y ahora, marchaos. Voy a subir hasta la cima. Pero ustedes, dormid. Maana, el Pastor abrir los pastos de la Verdad para el rebao.1

En Jesucristo, el Reino de Dios se aproxima

Ya lo hemos mencionado: en la persona de Jesucristo, el reino de Dios se aproxima a los hombres. La proclamacin y la instauracin del Reino de Dios son adems el objeto mismo de su misin en la Tierra: tengo que anunciar el Evangelio del reino de Dios, pues para esto he sido enviado (Lc 4, 43). Jess hace esta proclamacin a travs de diversos viajes por las tierras de Israel, pero su palabra se dirige a la humanidad entera. En los encuentros de Jess con los paganos se ve con claridad que la entrada al Reino acaece mediante la fe y la conversin, y no por la mera pertenencia tnica.2 Pero, puede considerarse que Jess es el nico ser por medio del cual podemos tener acceso al reino de los cielos? Dicho de otra forma, no podemos alcanzar su salvacin en cualquier otra religin? Nadie llega al Padre, sino por m (Jn 14, 6), nos responde Jesucristo. S, Cristo es el nico mediador entre Dios y
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Valtorta, Mara, op. cit., vol. 3, cap. 169 (extractos). Juan Pablo II, Carta encclica Redemptoris Missio (sobre la permanente validez del mandato misionero), 7 de diciembre de 1990, 13. 5

los hombres, porque Dios es nico, y nico es tambin el mediador entre Dios y los hombres: un hombre, Cristo Jess, que se entreg a s mismo como rescate por todos (1 Tim 2, 5-6). As, Cristo no solamente anunci el Reino, sino que es en l que el Reino se hace presente y se realiza: Pero sobre todo el reino se manifiesta en la persona del mismo Cristo, Hijo del Hombre, que vino a servir y a dar su vida para redencin de muchos3. El reino de Dios no es un concepto, una doctrina o un programa sujeto a libre elaboracin, sino que es ante todo una persona que tiene el rostro y el nombre de Jess de Nazaret, imagen del Dios invisible4. Ahora bien, Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4), es decir, de Jesucristo. Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todos los hombres y que as la Revelacin llegue hasta los confines del mundo: Dios quiso que lo que haba revelado para salvacin de todos los pueblos se conservara por siempre ntegro y fuera transmitido a todas las generaciones5.

La Iglesia, signo e instrumento de salvacin

Dos pasajes del Evangelio subrayan con fuerza que la Iglesia es signo e instrumento de salvacin: Primero, la investidura de Pedro como jefe de los apstoles: t eres Pedro; sobre esta piedra edificar mi Iglesia y las puertas del Hades no podrn contra ella. Yo te dar las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, atado ser en los cielos; y todo lo que desates en la tierra, desatado ser en los cielos (Mt 16, 18-19). Retomemos con calma los propsitos de Jesucristo: sobre esta piedra edificar mi Iglesia. As, es posible crear una iglesia al lado de aquella que Cristo mismo instituy, pero no puede reivindicarse que se trate de la Iglesia de Cristo. La Iglesia instituida por Jesucristo solo puede ser aquella que reconoce a Pedro como jefe. Y Jess da a Pedro un privilegio y una responsabilidad fuera de lo comn: te dar las llaves del reino de los cielos. Precisemos que la exgesis catlica indica que esas promesas eternas tienen validez no nicamente para la persona de Pedro (hijo de Jons), sino tambin para sus sucesores. Efectivamente, aunque esta consecuencia no sea explcitamente sealada en el texto, sin embargo es legtima en razn de la intencin evidente de Jess de cuidar el futuro de su Iglesia por medio de una institucin que, tras la muerte de Pedro, no caduque. El segundo pasaje es aquel que concluye con el envo en misin de setenta y dos discpulos: Quien a vosotros escucha, a m me escucha; y a quien vosotros desprecia, a m
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Concilio Ecumnico Vaticano II, Constitucin dogmtica Lumen gentium sobre la Iglesia, 5. Juan Pablo II, Carta encclica Redemptoris Missio, op.cit., 18. 5 CIC 74. 6

me desprecia. Pero quien me desprecia a m, desprecia a aquel que me ha enviado (Lc 10, 16). Es una frase ms que fuerte. El magisterio de la Iglesia estar entonces por encima de la palabra de Dios? No, el

magisterio de la Iglesia no est por encima de la palabra de Dios, pero la escucha, la sirve, la transmite por mandato de Dios, con la asistencia del Espritu Santo. Anunciar el Evangelio no es motivo de gloria. Es una necesidad que incumbe a todos los cristianos. S, ay de m, si no anuncio el Evangelio (1 Cor 9, 16). el Reino no puede ser separado de la Iglesia. Ciertamente, sta no es fin para s misma, ya que est ordenada al Reino de Dios, del cual es germen, signo e

instrumento. Sin embargo, a la vez que se distingue de Cristo y del Reino, unida est a

indisolublemente

ambos. Cristo ha dotado a la Iglesia, su Cuerpo, de la plenitud medios de de los bienes y el

salvacin;

Espritu Santo mora en ella, la vivifica con sus dones y carismas, la santifica, la gua y la renueva sin cesar. De ah deriva una relacin singular y nica que, aunque no excluya la obra de Cristo y del Espritu

Santo fuera de los confines visibles de la Iglesia, le confiere un papel especfico y necesario. De ah tambin el vnculo especial de la Iglesia con el Reino de Dios y de Cristo, dado que tiene la misin de anunciarlo e instaurarlo en todos los pueblos.6

Qu es el apostolado?
Jess instituy apstoles, trmino que significa enviado, mensajero, es decir, misionero. As, podemos adivinar fcilmente el significado del trmino apostolado: el apostolado es la actividad de la Iglesia que consiste en llevar la Luz al mundo, en propagar el Reino de Cristo por toda la tierra.7 Todos los evangelistas, cuando relataron el reencuentro del Resucitado con los apstoles, concluyeron con el envo en misin: Se me ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discpulos a todos los pueblos () Y mirad: yo estoy con vosotros todos los das hasta el final de los tiempos8. Vemos aqu el carcter universal de la tarea confiada a los apstoles: todos los pueblos y el sentimiento de seguridad dado por el Seor de que no estarn solos para cumplir esta misin: yo estoy con vosotros todos los das hasta el final de los tiempos.

A travs de los apstoles es a la Iglesia, su cuerpo mstico, a quien Cristo confa esta misin de extender el reino hasta los confines de la tierra. Pues la primera beneficiaria de la salvacin es la Iglesia. Cristo la ha adquirido con su sangre y la ha hecho su colaboradora en
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Juan Pablo II, Carta encclica Redemptoris Missio, op.cit., 18. CIC 863. 8 Mt, 28, 18-20; Mc 16, 15-18; Lc 24, 46-49; Jn 20, 21-23. 8

la obra de la salvacin universal. En efecto, Cristo vive en ella; es su esposo; fomenta su crecimiento; por medio de ella cumple su misin9. En el comentario que haremos del artculo 6 de nuestra Regla al final de este captulo, plantearemos una pregunta prctica: cmo ser misionero?. Pero demos ya los principales elementos que permitirn responder a esta pregunta: tengamos el sabor que da la sal a los alimentos. Llevemos la luz de Dios bien alto en nuestras vidas, es decir, en nuestras palabras, nuestros actos y, ante todo, en nuestra comunin los unos con los otros.

QUE TODOS SEAN UNO

Descubramos ahora cmo Francisco se somete al Papa y cul es el profundo respeto que testimonia a los sacerdotes.

La Iglesia en la hoguera de las sectas

Recordemos: Francisco comprende el mensaje del crucifijo de San Damin cuando escucha a un sacerdote proclamar la lectura del evangelio. Despus de que el padre le confirmase el significado de esa pgina del evangelio, Francisco se lanza por los caminos a predicar. Tan slo pocos das despus de que comenzase su predicacin hubo personas que abandonaron todo para seguirle. Notemos que Francisco no pide al Seor hermanos para acompaarse en sus gestiones, sino que es el mismo Seor quien se los da10. Pronto son una docena que viven en la paz, la alegra, la pobreza y el cuidado de los leprosos. Es entonces cuando Francisco redacta un texto, en unas pocas palabras muy sencillas, que se resume en vivir segn la forma del santo Evangelio11. Tras esto, Francisco querr cumplir una diligencia que lo distinguir de numerosos reformadores de la poca. La mayora de esos reformadores viven una existencia pobre y casta y se refugian en el Evangelio pero, al mismo tiempo, critican abiertamente al clero respecto de las frecuentes faltas que comete una parte de sus miembros. Es intil precisar que no se refieren al Soberano Pontfice en olor de santidad, porque l es el jefe de semejante banda de pecadores. Entonces esas personas se erigen en reformadores de la Iglesia. No obstante, adems del hecho de que desarrollan frecuentemente una curiosa teologa (recordemos la hereja ctara), la reforma quiere construirse desde el exterior de la Iglesia, o, lo que viene siendo lo mismo, poner a la Iglesia en la hoguera para crear una nueva, la suya, la nica capaz de conducir a los hombres a la salvacin. Francisco, por su parte, va a cumplir una diligencia que lo distingue verdaderamente de todos esos reformadores: va a ir a ver al Papa de la poca, Inocencio III, para pedirle la aprobacin de su regla de vida. Subrayemos esta gestin, porque no es menos importante que
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Juan Pablo II, Carta encclica Redemptoris Missio, op.cit., 9. Test 14: Y despus que el Seor me dio hermanos. 11 Ibidem: nadie me mostraba qu deba hacer, sino que el mismo Altsimo me revel que deba vivir segn la forma del santo Evangelio. 9
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la aprobacin pontificia en s misma. Francisco y sus primeros once compaeros quieren vivir el Evangelio sin arrancar las pginas que molestan a algunos, como t eres Pedro; sobre esta piedra edificar mi Iglesia. Ah, cmo parece difcil vivir con esta frase del Evangelio para esos reformadores que sin embargo se llaman del Evangelio! Y cmo Francisco, por su parte, ha vivido esta frase concreta, simplemente, y adems desde el inicio de la Orden. No obstante, la primera acogida del Papa cuando recibe a Francisco y a sus compaeros es ms bien de tipo glacial y, tal vez disuadi a ms de uno de dirigirse a una persona tan directa y exigente! Pero no vayamos tan rpido.

El camino hacia Pedro

Francisco se dirige a sus once compaeros: Veo, hermanos, que quiere el Seor aumentar misericordiosamente nuestra congregacin. Vamos, pues, a nuestra santa madre la Iglesia de Roma y manifestemos al sumo pontfice lo que el Seor empieza a hacer por nosotros, para que de voluntad y mandato suyo prosigamos lo comenzado (TC 12, 46). El discurso agrada a los hermanos y todos, con el corazn rebosante de alegra, se dirigen hacia Roma a pie. La ciudad de Roma dista unos 200 kilmetros de Ass. Lo nico que llevan en la boca esos hermanos que recorren el camino son las palabras del Seor. Cuando llegan a Roma, la Providencia los va a ayudar a ser recibidos por el Papa ya que, si bien se han desplazado para verlo, no llevan en el bolsillo ninguna carta de recomendacin, ningn salvoconducto, ninguna visa ni ninguna cita concertada con antelacin. El Papa, por su parte, est viviendo12 uno de los perodos ms problemticos y duros de su difcil pontificado. En el plano poltico, acaba de vivir la amarga y decepcionante experiencia que supuso la cuarta cruzada. Adems, Alemania le preocupa particularmente, ya que se libra una lucha encarnizada por la sucesin del imperio. Sobre todo en el plano religioso hay graves inquietudes que vienen del sur de Francia, donde las herejas valdense y ctara encuentran en todo momento la ocasin de extender su campo de accin, a pesar de combatir entre ellas mismas. Pedro de Castelnau, legado pontificio, acaba de ser asesinado por un escudero del conde de Tolosa, que crea que al hacer esto agradaba a su Seor13. En aquella primavera de 1210, estas graves tensiones constituyen verdaderamente el problema ms preocupante para Inocencio III. Entonces, imaginad, nuestro pobre Francisco con sus compaeros! La providencia les hace encontrarse con el obispo de Ass, que estaba entonces de viaje en Roma, y que de inmediato se preocup por su presencia all. Acaso tienen la
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El viaje a Roma se sita hacia 1209-1210. El asesinar a un legado pontificio para agradar a mi Seor permite percatarse del ambiente reinante en ese entonces en el sur de Francia, sobre todo porque se trata de un crimen, en esos tiempos, de una gravedad inimaginable: en efecto, un legado era considerado casi como un alter ego del Soberano Pontfice. Manselli, Raoul, Saint Franois dAssise, op. cit., p. 97. 10

intencin de abandonar Ass? No, por Dios! Slo es para encontrarse con el Papa! Entonces el obispo los presenta a un cardenal de la curia, monseor Juan de San Pablo, que los alberga durante varios das, lo cual le brinda la oportunidad de conocer a profundidad su proyecto de vida. Es este cardenal quien logra arreglar un encuentro entre el apstol y los doce hermanos; no en gran pompa, por supuesto, sino en una sala llamada Espejo, en el palacio de Letrn. El Papa se paseaba a todo lo largo, sumido en profundas reflexiones14.

El primer encuentro

Francisco expone entonces todo su proyecto religioso: vivir segn la regla del santo Evangelio y observar en todo momento la perfeccin evanglica. El Papa lo escucha atentamente hasta que Francisco termina su explicacin. El soberano Pontfice, hombre mesurado y prudente, responde a Francisco y a sus compaeros de la siguiente manera: Demasiado dura y spera es vuestra vida, si, queriendo formar una agrupacin, os proponis no poseer nada en este mundo. Y de dnde sacaris cunto necesitis? El bienaventurado Francisco le respondi: Seor, confo en mi Seor Jesucristo, pues quien se comprometi a darnos vida y gloria en el cielo, no nos privar, al debido tiempo, de lo que necesitan nuestros cuerpos en la tierra. Le replic el Papa: Est muy bien lo que dices, hijo; pero la naturaleza humana es frgil y jams persevera en un mismo nimo (LP 34). Algunos
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Estos detalles nos son revelados por San Buenaventura, LM 3, 9. 11

cardenales que estaban presentes agregan que es una novedad y una empresa que se sita ms all de la fuerza humana. Pero el cardenal Juan de San Pablo interviene a favor del proyecto: Si rechazamos la demanda de este pobre como cosa del todo nueva y en extremo ardua, siendo as que no pide sino la confirmacin de la forma de vida evanglica, guardmonos de inferir con ello una injuria al mismo Evangelio de Cristo. Pues si alguno llegare a afirmar que dentro de la observancia de la perfeccin evanglica o en el deseo de la misma se contiene algo nuevo, irracional o imposible de cumplir, sera convicto de blasfemo contra Cristo, autor del Evangelio (LM 3, 9). El Papa dice entonces: Hijo, ve y pide a Dios que se digne revelarte si esto que buscis procede de su voluntad, para que, siendo Nos sabedor del divino beneplcito, accedamos a vuestros deseos (TC 12, 49). Muchos pueden creer

que este primer encuentro habra bastado para apagar la alegre llama de entusiasmo que calienta el corazn de nuestros

compaeros. Pero no es el caso. El Papa no ha dicho que no. Aunque, ya lo hemos dicho, es un hombre prudente y mesurado. No otorga fcilmente una

aprobacin al primer mstico que llega, aunque haya sido

presentado y recomendado por uno de sus cardenales. Comienza por sealar un problema

prctico: Y de dnde sacaris cunto necesitis?. Sabe de lo que habla cuando se refiere a la inestabilidad del ser humano, pues la ha constatado con frecuencia desde el inicio de su pontificado15. Entonces, por qu acordar inmediatamente una confianza ciega a este Francisco y a sus compaeros? Al llamarlo hijo enva a Francisco a recogerse en la oracin y lo invita a volver a verlo si Dios le revela que lo que ellos desean

Otn de Brunswick haba ido a Italia para ser solemnemente coronado emperador por el Papa. En ese momento haba hecho la solemne promesa de obedecer a la Iglesia. Poco despus viol sus compromisos anteriores y, en contra de la volutad expresa de Inocencio III, decidi atacar el reino de Sicilia, cuyo rey era Federico Roger, el futuro Federico II, que contaba con catorce aos de edad en ese entonces. 12

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vivir procede en verdad de su voluntad. Resulta que la condicin impuesta por el Santo Padre se va a realizar gracias a una parbola que Francisco recibe como inspiracin del cielo.

rase una vez una mujer pobre pero hermosa

Tal como el Papa le haba sugerido, Francisco se va a orar, y vuelve algunos das ms tarde con sus hermanos para contarle al Papa la parbola que el Seor le ha inspirado: Viva en el desierto un mujer pobrecilla y hermosa; prendado un rey poderoso de su hermosura, quiso tomarla como esposa, porque crea que de ella podra tener hijos hermosos. Contrado y consumado el matrimonio, nacieron muchos hijos. Ya adultos, les habl su madre, dicindoles: Hijos mos, no os avergoncis, pues sois hijos del rey. Id, pues, a su corte, y l os dar todo lo que necesitis. Cuando se presentaron ante el rey, ste qued cautivado con su hermosura y, reconociendo en ellos su verdadero retrato, les pregunt: De quin sois hijos?. Y como le contestasen que eran hijos de una mujer pobrecita que viva en el desierto, el rey los abraz con ntima complacencia y les dijo: Nada temis, porque sois hijos mos. As, pues, si los extraos se alimentan de mi mesa, con mayor razn vosotros, que sois mis hijos legtimos. Y mand el rey a aquella mujer que le enviara a palacio a todos los hijos procreados con l, para que all se criaran16. Al terminar su relato, Francisco continu comentando la parbola: Yo soy, seor, esta mujer pobrecita a quien el amantsimo Seor, por su misericordia, ha honrado de esta manera y de la que ha querido procrear para l hijos legtimos. Y me dijo el Rey de los reyes que criara a todos los hijos que por mi medio procreara, porque, si alimenta a los extraos, con mayor razn ha de alimentar a los legtimos. Si Dios concede a los pecadores bienes temporales por amor a los hijos que han de criar, mucho ms los otorgar a los varones evanglicos, a quienes por mrito se les deben tantos bienes17.

La mujer pobre al auxilio de Letrn

El Papa est muy sorprendido al escuchar esta parbola. Francisco explica, de manera clara y precisa, sin negar sus ideas anteriores, por el contrario, confirmndolas en espritu, cmo piensa resolver el problema prctico planteado: abandonndose a la bondad del Creador, que hace salir el sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos
TC 12, 50. Este episodio de la vida de Francisco lo consigna tambin Eudes de Chriton (conde de Kent) en su recopilacin de sermones para los evangelios del domingo (1219). Este es el texto, an ms detallado y colorido que el mencionado en las otras biografas de Francisco: Se le hizo esta objecin a Francisco: Quin va a proveer de alimento a tus hermanos, ya que tu aceptas sin preocupaciones a todos aquellos que se te presentan? l responde: Una mujer fue un da violada por un rey en el bosque. Tuvo un hijo al que aliment algn tiempo, y despus se dirigi a la Corte para pedirle al rey que se encargase de l a partir de entonces. El rey respondi: Hay tantos bribones e intiles en mi palacio: es justo que mi hijo sea alimentado al igual que ellos en mi mesa. Para explicar esa parbola, dijo que esa mujer, era l mismo: el Seor lo haba fecundado a travs de su Palabra, y l haba engendrado hijos espirituales. Y ya que el Seor alimenta a tantos injustos, no hay que sorprenderse de que provea tambin de alimento a sus propios hijos. Desbonnets, Thopile y Vorreux, Damien, Saint Franois dAssise. Documents, Ed. Franciscaines, 1981, 2C 16, nota 2, p. 336. 17 Segn TC 12, 51. 13
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(Mt 5, 45).

Hemos dicho muy sorprendido! Es verdad que el Papa lo est tambin por la

constancia de Francisco. Pero hay algo ms. Desde la primera visita de Francisco, Inocencio III tuvo un sueo. Ms que un sueo, se trataba ms bien de una pesadilla de la que se esforzaba por horadar su sentido: la iglesia de Letrn18 se caa en ruinas, y un religioso bajito
18 La iglesia de Letrn es una de las cuatro baslicas mayores de Roma. En la poca de Francisco, el Papa no resida en el Vaticano sino en Letrn. Es entonces normal que haya sido esa iglesia la que el Papa vio tambalearse, ya que simbolizaba en ese tiempo la barca de Pedro. 14

y de aspecto miserable la sostena con su propia espalda. Inocencio III se despert espantado y paralizado. Efectivamente, con todos los ataques que sufra entonces la Iglesia, haba comenzado a desmoronarse y amenazaba con ser pronto un manojo de ruinas susceptible tan slo de inspirar versos a ciertos poetas romnticos del pasado. Y he aqu que Francisco, contra todo pronstico, se le presenta de nuevo. Cuando el Papa ve a Francisco, ese miserable y bajito religioso tan afanado por servir a Dios, relaciona su propia visin con la parbola que acaba de contarle Francisco y comienza a decirse a s mismo: Helo aqu, este hombre religioso y santo que elevar y sostendr la Iglesia de Dios!. Entonces el Papa lleva a cabo un gesto que difiere mucho de la actitud que tuvo en el primer encuentro: besa a Francisco. Tras esto, aprueba la regla y le concede, as como a sus hermanos, la autorizacin penitencia poniendo de por como predicar todos la

lados,

condicin,

empero, que los hermanos que prediquen obtengan primero la autorizacin de Francisco.

La Iglesia en el corazn de Francisco

Esta visita y sumisin al Soberano Pontfice da a la primitiva fraternidad una fisionoma plenamente evanglica. Le da un rostro que la distingue netamente de los diferentes movimientos evanglicos de la poca. Todas las sectas (que son muy numerosas) predican el retorno al Evangelio en cuanto a la pobreza, la misin y la fraternidad. En este plano, nada diferencia a Francisco y a sus compaeros de un Pedro Valdo, por ejemplo, tambin comerciante convertido al Evangelio. Pero lo que los separa radicalmente son sus diferentes actitudes respecto a la Iglesia institucional.

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 Francisco no se erige en censor; tampoco en reformador o en profeta. Se sabe y se considera muy poco para eso. Es verdad, ve los abusos de la Iglesia y sufre. Pero no vitupera contra nadie. Frente a la corrupcin de ciertos clrigos, l y sus hermanos se niegan a jugar a los puros y a los autnticos. Adems, ni siquiera se les ocurre. Simplemente se ofrecen como penitentes venidos de Ass. Quieren ser, en todo el sentido del trmino, hermanos menores. En todos los escritos de Francisco, se busca en vano la menor lnea, la menor palabra que exprese una actitud fiscal respecto a la Iglesia y a su jerarqua; no hay el menor rastro de protesta. Lo que s se encuentra, por otra parte, es un gran respeto a la Institucin y una voluntad claramente expresada de sumisin filial, inspirada en una profunda fe19. Es cierto que no todos pueden gozar de la oportunidad de ser recibidos por el Papa! Pero el encuentro con el Soberano Pontfice no hace que a Francisco y a sus hermanos se les suban los humos. Por el contrario, Francisco pedir ms tarde al Papa que le conceda un obispo, el de Ostia, para que lo represente con veces de Papa, para que la Orden no moleste al Soberano Pontfice por cosas de poca importancia (2C 17, 25). Hay que aadir que esta actitud filial de Francisco no se limita al servidor de servidores. Claro que no! No podemos cerrar esta parte del captulo sin evocar los sentimientos que alimenta Francisco respecto al clero. Invita a todos sus hermanos del momento, as como a todos aquellos que se unirn a la Orden tras su muerte, a compartir esos sentimientos con l. Un pasaje de la vida del rey David resume muy bien ese sentimiento que Francisco experimenta hacia los sacerdotes y, sobre todo, la ntima razn que lo origina. Volveremos a Francisco tras haber relatado ese evento que es ms que una simple ancdota.

Pues es el ungido de Yahveh

Recordemos un poco. David mata al gigante Goliat en un singular combate y, gracias a este acto, salva al pueblo hebreo del yugo de los filisteos. Entonces todas las mujeres de Israel bailan cantando: Sal mat a mil, y David a diez mil (1 Sam 18, 7). Cuando el rey Sal escucha estos cantos, se enfada mucho al ver que se cantan miradas para David y solamente millares para l. Terriblemente celoso del xito de David, acaba por perseguirlo con el fin de matarlo. David, para salvar su vida, debe huir. Entonces, un da en que David y sus amigos se ocultan en el fondo de una gruta, Sal pasa con sus hombres, siempre en busca de David. Pero la naturaleza est tan bien hecha que incluso un rey debe ir a los servicios, al igual que el ms humilde de los hombres de la tierra. Sal siente unas ganas muy naturales de hacer sus necesidades y entra, sin saberlo, en la gruta donde est David. Los amigos de David lo instan a aprovechar la inesperada oportunidad de matar a quien le desea tanto mal. Pero David no hace nada. Se acerca sin ruido detrs de Sal y, con su cuchillo, corta furtivamente un pedazo del manto de Sal. El rey sale de la gruta y monta en su caballo, pero David sale en ese
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Leclerc, Eloi, Franois dAssise. Le retour lEvangile, op. cit., cap. 6, p. 120. 16

instante y le dice: Mi seor, el rey!. Sal volvi la vista atrs y David se inclin rostro en tierra y se postr. Dijo entonces David a Sal: Por qu das odos a las habladuras de la gente que te dice: Mira que David busca hacerte mal? Hoy mismo han visto tus ojos que Yahveh te entregaba en mis manos en la cueva. Se me incitaba a matarte; pero sent piedad de ti y me dije: No extender yo mi mano contra mi seor, pues es el ungido de Yahveh. Mira, padre mo; mira en mi mano la orla de tu manto. Yo te la cort, pero no te mat. Reconoce y mira que no hay maldad ni rebelda (1 Sam 24, 9-12). Viendo esto, el rey Sal dijo: T eres ms justo que yo, porque t me has hecho bien mientras yo he procurado hacerte mal. T me has mostrado hoy que eres benvolo conmigo, ya que Yahveh me ha entregado en tus manos, pero t no me has matado. Pues cuando uno encuentra a su enemigo, le deja seguir su
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camino en paz? Que Yahveh te recompense por tu buena accin de hoy. Ahora veo claramente que t has de reinar y que el reino de Israel se consolidar en tus manos (1 Sam 24,
18-21).

La uncin en la simbologa bblica y antigua

David se niega a alzar su mano en contra del rey Sal porque es el ungido de Yahveh. Pero, de qu se trata esto? Qu quiere decir eso del ungido? Ante todo, sealemos que en el Antiguo Testamento todos los sacerdotes son ungidos, as como los reyes, pero no el resto de los hombres. El ungido es aquel que ha recibido una uncin. Esta uncin confiere al que la recibe un carcter sagrado: es el Ungido de Yahveh. Hay que tomar en cuenta sobre todo dos cosas respecto a esta uncin: primero, hay que considerar el signo de la uncin en s mismo. Segundo, hay que considerar lo que la uncin designa e imprime: el sello espiritual. La uncin posee numerosos significados: el leo es signo de abundancia y de alegra. Purifica. Proporciona agilidad20. Es el signo de la curacin, puesto que suaviza las contusiones y las heridas21. Da belleza resplandeciente, salud y fuerza22. Por medio de esta uncin, el confirmado recibe la marca, es decir, el sello, de aquel que se lo imprime. El sello es el smbolo de la persona (Gn 38, 18), signo de su autoridad, de su propiedad sobre un objeto. Por eso se marcaba a los soldados con el sello de su jefe y a los

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En la antigedad, los atletas y los luchadores solan embadurnarse el cuerpo con aceites. Lc 10, 34: se acerc a l, le vend las heridas despus de habrselas ungido con aceite y vino. 22 Segn CIC 1293. 18

esclavos con el de su seor23. Tratndose del rey Sal, el sello es el de Dios, y ms precisamente el del Espritu Santo. Sal pertenece a Dios. Es gracias a esta pertenencia que David rehsa alzar su mano contra l, a pesar de todo el mal que ste le desea. La uncin de Sal se sita por encima de todo ante los ojos de David, e incluso prima sobre lo que hoy llamamos legtima defensa.

A causa de su carcter sacerdotal

Pues bien, ese es exactamente el sentimiento que Francisco testimonia a los sacerdotes, no importa el tipo de vida que lleven! Ningn texto, de entre todos los escritos de Francisco y sus biografas, resume mejor ese profundo respeto que su propio Testamento: Despus, el Seor me dio, y me sigue dando, tanta fe en los sacerdotes que viven segn la forma de la santa Iglesia Romana, por su ordenacin, que, si me persiguieran, quiero recurrir a ellos. Y si tuviera tanta sabidura como la que tuvo Salomn y me encontrara con los pobrecillos sacerdotes de este mundo, no quiero predicar en las parroquias en que habitan si no es conforme a su voluntad. Y a stos y a todos los dems sacerdotes quiero temer, amar y honrar como a mis seores. Y no quiero tomar en consideracin su pecado, porque veo en ellos al Hijo de Dios y son mis seores (Test 6-9). Francisco no mira, ni quiere mirar, la paja que puede haber en el ojo ajeno. Al contrario, se preocupa nicamente por descubrir la persona viva y activa de Cristo en sus hermanos, y en particular en aquellos que son sacerdotes. Adems nos dice por qu: a causa de su carcter sacerdotal. As es, todo lo que hemos podido leer respecto a la uncin de los sacerdotes y de los reyes del Antiguo Testamento se aplica a la Iglesia, y con razn! Aquel que era esperado ha llegado y ha venido realmente para permitirnos participar en su uncin.

El espritu de Dios reposa en m

Por supuesto, hubo ungidos por el Seor en la Antigua alianza, el rey David especialmente (1 Sam 16, 13). Pero Jess es el Ungido de Dios de una manera nica. Es sobre l que trata el libro de Isaas: El Espritu del Seor est sobre m, porque me ha ungido (Is 61, 1; Lc 4, 18). Por medio de Jess hecho hombre, la humanidad entera es ungida del Espritu Santo. La plenitud del Espritu no debe quedarse nicamente en el Mesas. Debe ser comunicada a todo el pueblo mesinico. Esta comunicacin se realiza en concreto por la va sacramental y, sobre todo, gracias a los sacramentos de la iniciacin: el Bautismo, la Confirmacin y la Eucarista. En el rito del Bautismo, la uncin con el santo crisma significa el don del Espritu Santo al nuevo bautizado. Es la vida de Dios que brota en l. Ha llegado a ser un cristiano,

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Segn CIC 1295. 19

es decir, ungido por el Espritu Santo, incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y rey24.

Por medio de la Confirmacin, el cristiano participa plenamente en la misin de Jesucristo y en la plenitud del Espritu Santo que ste posee, para que toda su vida desprenda el buen olor de Cristo25. Mientras que el Bautismo procura el sacerdocio comn de los fieles, la Confirmacin procura el poder de confesar la fe de Cristo pblicamente, en virtud de un deber. Finalmente, con la Eucarista culmina la iniciacin cristiana. Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados ms profundamente con Cristo por la Confirmacin, participan por medio de la Eucarista con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Seor26. l nutre su vida sobrenatural. La Eucarista es fuente y culmen de toda la vida cristiana. Los dems sacramentos, como tambin todos los ministerios

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Segn CIC 1241. Segn CIC 1294. 26 Segn CIC 1322. 20

eclesiales y las obras de apostolado, estn unidos a la Eucarista y a ella se ordenan. La sagrada Eucarista, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua27. Ahora bien, slo los sacerdotes han recibido ese ministerio de poder consagrar el pan y el vino. Francisco nos precisa en su

Testamento que l no quiere tomar en cuenta el pecado de los sacerdotes. Y nos precisa: Y lo hago por esto: porque en este mundo nada veo corporalmente del mismo altsimo Hijo de Dios sino su santsimo cuerpo y su santsima sangre, que ellos reciben y slo ellos administran a los dems (Test 10). Algunos dirn que no actuaba para las personas en s mismas, sino (solamente)

para Dios. De hecho, vemos verdaderamente la aplicacin

concreta de la Fe y de la Caridad. Para Francisco, amar a Dios se conjuga necesariamente con amar a su prjimo.

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Segn CIC 1324. 21

MISIN Y COMUNIN CON EL PAPA, LOS OBISPOS, LOS SACERDOTES

Artculo 6 Sepultados y resucitados con Cristo en el Bautismo, que los hace MIEMBROS VIVOS DE LA IGLESIA, y a ella ms estrechamente vinculados por la Profesin, hganse testigos e instrumentos de su misin entre los hombres, anunciando a Cristo con la vida y con la palabra. Inspirados en San Francisco y con l llamados a reconstruir la Iglesia, empense en vivir en plena comunin con el Papa, los obispos y los sacerdotes, en abierto y confiado dilogo de creatividad apostlica.28

Sepultados y resucitados con Cristo en el Bautismo

En griego, bautismo significa inmersin. El bautismo de conversin que San Juan Bautista practicaba en el Jordn consista en sumergir en sus aguas a las personas que lo reciban. Adems, y durante mucho tiempo en la Iglesia, los catecmenos bautismo inmersin a reciban travs completa de en el una un

baptisterio de tamao apropiado. As, por medio del bautismo, el cristiano es sumergido en el misterio de Cristo sepultado y resucitado. Pero, qu quiere decir sepultados y resucitados con Cristo en el Bautismo? Primero, partamos de la evidencia de que un elemento esencial del sacramento del Bautismo es la utilizacin del agua. Cuando el sacerdote bautiza en nombre del Padre, del Hijo y del Espritu Santo, lo hace derramando agua sobre la cabeza del bautizado, agua que es entonces signo visible de la gracia invisible. Es tal vez en la oracin de bendicin del agua bautismal, que pronuncia el sacerdote durante la liturgia de la Vigilia Pascual, que encontramos la explicacin ms clara para comprender esta afirmacin: sepultados y resucitados con Cristo en el Bautismo. Esta bendicin del agua bautismal nos demuestra que el agua puede ser, o smbolo de muerte, o smbolo de vida.

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Pablo VI, Discurso a los Terciarios, III, 19/05/1971. 22

Durante esta ceremonia, la Iglesia comienza haciendo un solemne recordatorio de los grandes eventos de la historia de la salvacin de la Antigua Alianza, que prefiguraban ya el misterio del Bautismo:
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Oh Dios! que realizas en tus sacramentos obras admirables con tu poder invisible, y de diversos modos te has servido de tu criatura el agua para significar la gracia del Bautismo. (Tu) Espritu, en los orgenes del mundo, se cerna sobre las aguas, para que ya desde entonces concibieran el poder de santificar.29 Incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nacimiento de la nueva humanidad, de modo que una misma agua pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.30 Hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abraham, para que el pueblo liberado de la esclavitud del faran fuera imagen de la familia de los bautizados.31 Luego la bendicin recuerda el Bautismo de Cristo: Tu Hijo bien amado, bautizado por Juan en las aguas del Jordn, recibi la uncin del Espritu Santo. Cuando estaba en la cruz, de su costado abierto brot sangre y agua; y cuando resucit, dijo a sus discpulos: Id, pues, y haced discpulos a todos los pueblos, bautizndolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo.32 La bendicin contina evocando el Bautismo en la Iglesia: Ahora, Seor, mira con amor a tu Iglesia y haz brotar en ella la fuente del Bautismo. Que el Espritu Santo otorgue, por medio de esta agua, la gracia de Cristo para que el hombre, creado a tu imagen y semejanza, sea lavado por el Bautismo de las manchas que deforman esa imagen, y renazca del agua y del Espritu a la vida nueva como hijo de Dios.33 Te rogamos Seor: por la gracia de tu Hijo, que el poder del Espritu Santo caiga sobre esta agua para que todo hombre que sea bautizado, sepultado en la muerte con Cristo, resucite junto con l a la vida nueva.34
Desde el origen del mundo, el agua, criatura humilde y admirable, es la fuente de la vida y de la fecundidad. La Sagrada Escritura dice que Dios se cerna sobre ella. CIC 1218. 30 La Iglesia ha visto en el Arca de No una prefiguracin de la salvacin por el Bautismo. En efecto, por medio de ella unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvados a travs del agua. CIC 1219. Y, Si el agua de manantial simboliza la vida, el agua de mar es un smbolo de la muerte. Por lo cual, pudo ser smbolo del misterio de la Cruz. Por este simbolismo el Bautismo significa la comunin con la muerte de Cristo. CIC 1220. 31 Es sobre todo el paso del mar Rojo, verdadera liberacin de Israel de la esclavitud de Egipto () el que anuncia la liberacin obrada por el Bautismo. CIC 1221. 32 Todas las prefiguraciones de la antigua Alianza culminan en Cristo Jess. Comienza su vida pblica despus de hacerse bautizar por San Juan Bautista en el Jordn y, despus de su Resurreccin, confiere esta misin a sus Apstoles: Id, pues, y haced discpulos a todos los pueblos, bautizndolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo, y ensendoles a guardar todo lo que yo os he mandado. CIC 1223. 33 En su Pascua, Cristo abri a todos los hombres las fuentes del Bautismo. En efecto, haba hablado ya de su pasin que iba a sufrir en Jerusaln como de un Bautismo con que deba ser bautizado. La sangre y el agua que brotaron del costado traspasado de Jess crucificado son figuras del Bautismo y de la Eucarista, sacramentos de la vida nueva: desde entonces es posible nacer del agua y del Espritu para entrar en el Reino de Dios. CIC 1225. 24
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As, por medio del Bautismo, Cristo nos hace participar en su muerte y resurreccin.

Ms estrechamente vinculados a la Iglesia por la profesin

Este superlativo (ms estrechamente vinculados) podra sorprender. Acaso la profesin se sita por encima del Bautismo para que, por medio de ella, estemos ms estrechamente vinculados a la Iglesia? Es evidente que tal interpretacin debe ser descartada. Contemplarla significara considerar (orgullosamente) que los hermanos y hermanas de San Francisco, por medio de su profesin, son sper-cristianos situados por encima de todos los dems. En realidad, la profesin franciscana, en este pasaje, es ms o menos asimilable al sacramento de la Confirmacin. Y no se trata de decir o de sugerir que la profesin franciscana reemplace al sacramento de la Confirmacin, o bien que sea en s misma un sacramento. Pero lo que s podemos afirmar es que la profesin franciscana es una suerte de manifestacin sensible, de aplicacin concreta del sacramento de la Confirmacin. Es en este sentido que ese pasaje debe ser ledo. Dos argumentos principales atestiguan la justicia de esta interpretacin: en primer lugar el vocabulario utilizado; y luego, la posicin de la afirmacin misma en el contexto del artculo 6. Volvamos al vocabulario utilizado en el artculo 6 y comparmoslo al que encontramos en la definicin del sacramento de la Confirmacin y de las gracias que procura: a ella (la Iglesia) ms estrechamente vinculados (los hermanos seculares de San

Segn el Apstol san Pablo, por el Bautismo el creyente participa en la muerte de Cristo; es sepultado y resucita con l: O es que ignoris que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jess, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con l sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, as tambin nosotros vivamos una vida nueva. CIC 1227. 25

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Francisco) por la Profesin. Ahora bien, en el catecismo de la Iglesia catlica podemos encontrar las indicaciones siguientes: Por la Confirmacin, los cristianos, es decir, los que son ungidos, participan ms plenamente en la misin de Jesucristo y en la plenitud del Espritu Santo que ste posee35; y un poco ms adelante: Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados ms profundamente con Cristo por la Confirmacin36. Adems, podemos leer en la introduccin al rito de la Confirmacin: Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepcin de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal37. Vemos as que las explicaciones concernientes al sacramento de la Confirmacin utilizan los mismos superlativos respecto al Bautismo, tal como el artculo 6 de nuestra regla lo hace a propsito de la profesin. El segundo argumento es la posicin que ocupa la frase ms estrechamente vinculados por la profesin respecto al texto que la precede y al que la sucede. El que la precede es el que se refiere al Bautismo que los convierte en miembros vivos de la Iglesia. Ahora bien, los dos sacramentos, Bautismo y Confirmacin, transmiten el Espritu Santo y sus dones, pero como el nacimiento y el crecimiento no pueden ser invertidos, es por eso que el sacramento del crecimiento en el Espritu Santo debe ser precedido por el del renacimiento a la vida nueva. Por otra parte, el texto que la sucede es el siguiente: hganse testigos e instrumentos de su misin entre los hombres38. Si con el Bautismo cada uno se vuelve miembro de la Iglesia, con la Confirmacin aparece otro elemento: no slo cada miembro necesita a la comunidad, sino que tambin la comunidad vive de la doble responsabilidad y de la profesin de cada uno. La Confirmacin subraya especialmente este aspecto y anima al joven cristiano, que est lleno del Espritu Santo, a estar disponible en el futuro para la tarea misionera de la Iglesia. As, el sacramento de la Confirmacin los une ms ntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espritu Santo. De esta forma quedan obligados an ms, como autnticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras.39

CIC 1294. Cfr. el apartado El espritu de Dios reposa en m. CIC 1322. Cfr. el apartado El espritu de Dios reposa en m. 37 CIC 1285. Por qu entonces un sacramento de la Confirmacin aparte (o adems)? Los reformadores del siglo XVI negaron la Confirmacin como un sacramento pues pensaban (como en el caso de Calvino) que se desvalorizaba al Bautismo si se le consideraba como incompleto, como algo que deba completarse. Si hacemos caso omiso del lazo entre el Bautismo y la Confirmacin, esta crtica podra justificarse. Pero no es esa la enseanza del Concilio Vaticano II. Cfr. Schnborn, Christoph, Liturgie et Sacrements, captulo 25, Le Baptme et la Confirmation, Ed. Saint Paul, 1999, p. 83 (edicin castellana: Schnborn, Christoph, Fuentes de nuestra fe: liturgia y sacramentos en el catecismo de la Iglesia Catlica, Ed. Encuentro, Espaa, 2000). Una parte de este prrafo que trata de la Confirmacin ha sido extrada de dicha obra. 38 En la persona de Jesucristo, el reino de Dios se aproxima a los hombres. La proclamacin y la instauracin del reino de Dios son adems el objeto mismo de su misin en la tierra: tengo que anunciar el Evangelio del reino de Dios, pues para esto he sido enviado (Lc 4, 43). Y nos invita a seguirle el paso, a anunciarlo a todos los pueblos y a todos los hombres para que la Revelacin llegue a todos los rincones del mundo. 39 CIC 1285. 26
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De esta manera, a ella ms estrechamente vinculados por la profesin significa que la profesin en la Orden Franciscana Seglar debe ser pronunciada y entendida como una manifestacin sensible, como una aplicacin concreta del sacramento de la Confirmacin.

Testigos e instrumentos de su misin

El destino de todo hombre es el de convertirse en imagen de Dios por medio de la santificacin que hace del hombre un hijo de Dios. No es verdad que Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4), es decir, de Jesucristo? Vosotros, en cambio, sois linaje escogido, sacerdocio regio, nacin santa, pueblo adquirido por Dios, para anunciar las magnificencias del que os llam de las tinieblas a su maravillosa luz (1 Pe 2, 9). El apostolado es verdaderamente la actividad de la Iglesia que

consiste en llevar la Luz al mundo, en propagar el reino de Cristo por toda la tierra.40 El da de la Ascensin, el Seor se dirige a sus apstoles en estos trminos: recibiris la fuerza del Espritu Santo que vendr sobre vosotros y seris testigos mos en Jerusaln y en toda Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra (Hch 1, 8). Igual que en otras ocasiones sealadas el Evangelio, Jess se dirige aqu especficamente a sus apstoles41. Pero entonces, hay que sacar como conclusin que ciertas palabras de Cristo nos son completamente ajenas porque se dirigen a los apstoles? Eso sera tan inexacto como el querer recibirlas como si nosotros mismos furamos apstoles llamados por Cristo y la Iglesia. Sin embargo, por medio de sus apstoles, l se dirige a cada uno de nosotros. Y qu nos dice? Nos dice que gracias a la
CIC 863. En efecto, no se puede considerar que todas las palabras que Jess dirige a sus apstoles y que se consignan en los evangelios nos conciernen en la misma medida que a aqullos. Es as, por ejemplo, en Quien a vosotros escucha, a m me escucha (Lc 10, 16), o incluso en la institucin de la Eucarista: Haced esto en conmemoracin ma (Lc 22, 19). 27
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fuerza del Espritu Santo, somos testigos e instrumentos de su misin entre los hombres. La actividad misionera a la que estamos invitados se expresa en todos los lugares de la tierra. En primer lugar, en la ciudad o pueblo en el que nos encontramos. Para Francisco, primero fue Ass, su propia ciudad. Es esta cercana la que expresa Jess hablando de Jerusaln. Y luego en su propia regin, Judea para los apstoles, Umbra para Francisco, y nuestra comunidad para nosotros mismos. Despus en la regin que se encuentra justo al lado, Samaria, y finalmente hasta los confines de la tierra, igual que una onda provocada por un guijarro lanzado a la superficie de un lago. El artculo 6 no nos indica mtodos prcticos para ser misionero. Respecto a este tema, habla ms bien de creatividad apostlica, lo que significa que la misin no se encierra en una metodologa o en una logstica establecida y oficial, sino que corresponde a cada uno de nosotros hacerla vivir. Pero entonces, si no hay mtodos prcticos para ser misionero, cmo se puede ser misionero?

Cmo ser misionero?

La fuerza misionera no viene de nuestra propia fuerza sino de una total confianza en Dios. Se trata en verdad de vivir en el mundo segn el plan de Dios. Recordemos la respuesta que dio Francisco al Soberano Pontfice cuando ste le seal que demasiado dura y spera es vuestra vida. Francisco le responde confo en mi Seor Jesucristo. Y cuando Francisco vuelve una segunda vez y cuenta la historia de la mujer pobre pero hermosa, su conclusin es la misma: confiar en la bondad del Creador, que hace salir el sol cada da sobre malos y buenos, y caer la lluvia sobre justos e injustos. Entonces no nos corresponde frenar al Espritu Santo que sopla en nuestros corazones para extender el reino de Cristo sobre la tierra. No creamos que la misin est reservada a una lite intelectual. Estaremos excluidos o, peor an, exonerados de ser misioneros por el hecho de no haber concluido largos y brillantes estudios? Cuando Jess se dirige a sus apstoles y a sus discpulos y les dice sois la sal de la tierra, sois la luz del mundo, habla a todos los que estn presentes, ricos y menos ricos, en trminos de cultura intelectual, sobre todo. Adems, no es verdad que el primer Papa que eligi era pescador de oficio? Confiemos en Dios cada da. Vivamos en el mundo segn el plan de Dios, a travs de la palabra, los actos y, sobre todo, la comunin. Entonces seremos misioneros.

A travs de la palabra
Al principio ya exista la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba al principio junto a Dios. Todo lleg a ser por medio de ella; y sin ella nada se hizo de cuanto fue hecho. En ella estaba la vida, y esta vida era la luz de los hombres; esta luz resplandece en las tinieblas, pero las tinieblas no la recibieron (Jn 1, 1-5). Esta
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introduccin del Evangelio de san Juan nos muestra muy bien que el Verbo (la Palabra) no es solamente un atributo divino sino que es Dios mismo. La misin de Cristo en la tierra se expresa a travs de su palabra, una palabra de vida, como nos los recuerda Simn Pedro: Seor, a quin vamos a ir? T tienes palabras de vida eterna! (Jn 6, 68)42.

La palabra es una de las facultades propias del hombre. Nos recuerda que l es el nico ser que fue creado a imagen y semejanza de Dios. Le permite expresar su pensamiento, sus sentimientos, su fe en su creador. En efecto, ninguna otra criatura puede expresarse por medio de la palabra. Y las palabras ms bellas que podemos decir para expresar nuestra fe son las mismas que Jesucristo nos ha transmitido: Quieres curarte? (Jn 5, 6). Pues yo tampoco te condeno; vete, y desde ahora en adelante no peques ms (Jn 8, 11). Zaqueo, baja de prisa; porque conviene que hoy me quede en tu casa (Lc 19, 5). T sgueme (Jn 21, 22). Nuestra regla nos invita a ser testigos e instrumentos de la misin de Cristo a travs de la palabra. Seamos entonces misioneros a travs de la palabra. Nunca se valora en su justa
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En este mismo sentido: De verdad os aseguro: el que guarda mi palabra no ver la muerte jams (Jn 8, 51). 29

medida cunto bien puede hacer la palabra a aquel que la escucha, o, por el contrario, cunto mal puede hacer, pues es desde el corazn que el hombre extrae las palabras pronunciadas43. Y hablar es relativamente fcil. Si analizamos bien la situacin, una palabra cuesta menos esfuerzo que hacer un favor. Puede comparrsele a la sal que se pone en la comida. La sal no representa ms que una nfima parte del conjunto, y sin embargo es esta nfima parte la que da sabor a la integralidad. As es la palabra. Acaso ciertas palabras pronunciadas por los cnyuges en su vida de pareja no nutren ms que los alimentos consumidos? El alimento nutre al cuerpo, pero la palabra de amor, por su parte, satisface al corazn. La palabra es uno de los niveles de la misin, pero no es el nico. En efecto, para poder transmitir la Palabra, hay que conocerla, experimentarla. Sin esta experiencia, la palabra puede perder lo esencial de su sabor para aquel que la recibe. Entonces, la palabra misionera debe acompaarse de una cosita que se llama los actos.

A travs de los actos

Todos, en la palabra acto, adivinamos la palabra accin. Las dos tienen su origen etimolgico en el verbo latino Agere, que quiere decir hacer, actuar. Ahora bien, para dar a la palabra todo su poder, el que la pronuncia debe acompaarla con actos concretos, visibles. La ausencia de accin desacredita a la palabra, incluso llega a anularla completamente. El Nuevo Testamento no cesa de recordrnoslo: No todo el que me dice: Seor, Seor!, entrar en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que est en el cielo (Mt 7, 21). En la ctedra de Moiss se han sentado los escribas y los fariseos. Seguid, pues, practicando y observando todo lo que os diga, pero no los imitis en sus obras; porque dicen y no hacen (Mt 23, 2-3).44 T crees que hay un solo Dios? Haces bien. Tambin los demonios creen y tiemblan. Quieres saber, hombre necio, cmo la fe sin las obras es estril? (Sant 2, 19-20). Si retomamos la imagen de la vida conyugal, los te amo no bastan por s mismos. No es acaso necesario que se acompaen de la ayuda mutua que se deben los esposos y que justamente caracteriza ese amor conyugal? Imaginemos que uno de los esposo declara con frecuencia su fervor por el otro pero nunca lo ayuda en los actos que conlleva la vida en el hogar (a menos que est fsicamente impedido). Qu resonancia pueden provocar en el
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por el fruto se conoce el rbol. Raza de vboras! Cmo podris decir cosas buenas, siendo malos? Porque de lo que rebosa del corazn habla la boca. El hombre bueno de su buen tesoro saca lo bueno; y el hombre malo de su mal tesoro saca lo malo. () Porque tus palabras te justificarn y tus palabras te condenarn (Mt 12, 33-37). 44 Hacer lo que ellos dicen en cuanto transmiten la doctrina tradicional que recibieron de Moiss. Esta invitacin no compromete sus interpretaciones personales, de las cuales ya Jess ha mostrado lo que se debe pensar. Cfr. Mt 15, 1-20; 16, 6; 19, 3-9. 30

cnyuge esos te amo? Volvamos a la frase de san Juan antes mencionada y reemplacemos, en este caso, la palabra fe por la palabra amor: mustrame tu amor sin los actos; yo, por mi parte, te mostrar mi amor por medio de actos.

El anuncio de Cristo no es una excepcin a esta evidencia: este anuncio debe hacerse no solamente por medio de la palabra sino sobre todo por medio de los actos. Es precisamente esto lo que sus contemporneos descubrieron en Francisco. Este hombre de Dios no se pona por encima de ellos. Entre los pecadores, apareca como uno de ellos. Era verdaderamente su amigo. Y con esta amistad, tanto los hombres menos recomendables como los excluidos, comprendieron que Dios se haba acercado a ellos: nadie era rechazado. Enseguida tuvieron la certeza de que, por ms miserables que fuesen, ellos tambin eran amados por Dios, se haban reconciliado con l. Francisco poda decir a estos hombres turbados por semejante revelacin: l os ha perdonado, haced lo mismo. Acogeos los unos a los otros como l os ha acogido .45 El evangelio del juicio final traduce con fuerza el valor de estos actos. No son aquellos que han hablado quienes recibirn el reino como herencia, sino aquellos que han actuado: Venid, benditos de mi Padre: tomad en herencia el reino que para vosotros est reparado desde la creacin del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; () Entonces le respondern los justos: Seor, Cundo te vimos hambriento y te dimos de comer; o sediento y te dimos de beber? () Y el rey les responder: Os lo

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Leclerc, Eloi, Franois dAssise. Le retour lEvangile, op. cit., p. 102. 31

aseguro: todo lo que hicisteis con uno de estos hermanos ms pequeos, conmigo lo hicisteis. (Mt 25, 34-40).

En realidad, existe tambin una tercera forma de testimoniar la existencia de Cristo. Y esta ltima es la ms importante de las tres

A travs de la comunin
Podemos decir y hacer, pero la intencin interior manifestada a travs de la palabra o del acto cumplido cobra, a los ojos de nuestro Creador, una importancia capital. Recordemos las ofrendas de Can y Abel: los dos presentan una ofrenda a Dios. Yahveh se complaci en Abel y en su ofrenda pero no en Can y la suya (Gn 1, 4-5). El resto del relato nos permite pensar claramente que el amor estaba ausente de la ofrenda de Can. Slo cumpla con un ritual. Dijo Yahveh a Can: Por qu te enfureces y andas cabizbajo? Acaso no andaras con la cabeza alta si hicieras el bien? Como no actas correctamente, el pecado est a la puerta, al acecho, codicindote; pero t debes dominarlo (Gn 4, 6-7). Y san Pablo nos recuerda con insistencia la necesidad de la caridad46 en el cumplimiento de cualquier acto: Si

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A diferencia del amor pasional y egosta, la caridad (agap) es una dileccin que ansa el bienestar del prjimo. Su fuente est en Dios, que es el primero que ha amado y ha entregado a su Hijo para redimir a los pecadores y as convertirlos en elegidos, en sus hijos. Atribuido en primer lugar a Dios Padre, este amor que es la 32

hablo las lenguas de los hombres y de los ngeles, pero no tengo amor, soy como bronce que suena o como cmbalo que retie. () Y si doy en limosnas todo lo que tengo, y entrego mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me sirve (1 Cor 13, 1-3). Recordemos bien que en lo relativo al apostolado la caridad, conseguida sobre todo en la Eucarista, siempre es como el alma de todo apostolado.47 Volvamos a nuestro

ejemplo de la vida conyugal, pero esta vez agregando a los frutos de ese amor, es decir, a los hijos. Para el correcto equilibrio y realizacin de los pequeos, los gestos de afecto y de ternura que se ofrecen a los hijos constituyen los Te amo en su beneficio. materiales Los que cuidados les son

prodigados (alimento, vestido, etc.) concretizan el amor que se les tiene. Sin embargo, todo esto no produce ms que un efecto muy pequeo en el equilibrio y la realizacin del nio si no percibe en sus padres una comunin, un amor mutuo resplandeciente. Un estmago lleno, ropa caliente y limpia, e incluso un afecto desbordante hacia el nio, no pueden compensarle esa imperiosa necesidad de unidad conyugal. En la palabra comunin encontramos tambin la palabra unin. Pues bien, esta unin, esta comunin entre cristianos, es la que manifiesta mejor ante los ojos del mundo su fe en Jesucristo! Si bien no es nica, puesto que estn tambin la palabra y los actos, sin embargo la comunin entre los cristianos sigue siendo el mejor testimonio, el medio
naturaleza misma de Dios se encuentra igualmente en el Hijo, que ama al Padre como l lo ama, y como ama a los hombres, por quienes se ha entregado. En fin, es el amor del Espritu Santo que se extiende en los corazones de los cristianos, dndoles as la misin de cumplir ese precepto esencial de la Ley que es el amor hacia Dios y el prjimo. Pues el amor entre hermanos, e incluso entre enemigos, es la necesaria continuacin y la verdadera prueba del amor de Dios, el nuevo mandamiento que ha dado Jess y que sus discpulos no cesan de inculcar. As, Pablo ama a los suyos y es amado tambin. Esta caridad, a base de sinceridad y humildad, de olvido y de entrega, de servicio y de apoyo mutuo, debe probarse a travs de los actos y cumplir los mandamientos del Seor, volviendo efectiva a la fe. Es el lazo de la perfeccin y envuelve los pecados. Apoyndose en el amor de Dios, no teme nada. Ejercindose en la verdad, da un verdadero sentido moral y abre al hombre al conocimiento espiritual del misterio divino, del amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento. Haciendo vivir a Cristo y a toda la Trinidad en el alma, nutre una vida de virtudes teologales donde es la reina, pues no se perder sino que alcanzar su plenitud en la visin, cuando Dios otorgue a sus elegidos los bienes que ha prometido a aquellos que lo aman. Citado en la versin francesa de La Bible de Jerusalem, Ed. du Cerf, 1956, nota a) de la Primera carta a los corintios, p. 1522, relativa a la palabra caridad. 47 CIC 864. 33

apostlico ms poderoso. Amaos los unos a los otros!. El amor, an el amor, siempre el amor. S! Es este amor mutuo al que Jess nos invita con insistencia el que mejor testimonia al Dios de Amor y de Verdad.

Concluiremos este captulo recordando las ltimas palabras de Jesucristo la noche del Jueves Santo. Esa velada pasada con sus apstoles es de una intensidad y de una densidad sin igual. Es en el transcurso de la cena que nuestro Salvador instituye la Eucarista. En el transcurso de esa cena anuncia a sus apstoles que va a dejarlos. En el transcurso de esa cena les comunica que les enviar al Espritu Santo. En el transcurso de esa cena se despide de ellos. Al final de la cena, sabiendo que su agona comenzar pronto, Jess dirige a su Padre una oracin de oblacin y de intercesin. Sin faltarle al respeto, podemos comparar la insistencia con la que Jess reza a su Padre por la unidad de los cristianos con otra insistencia. La que un hombre justo puede dirigir a sus descendientes que lo rodean antes de dar su ltimo suspiro. El justo habla a sus hijos, a sus hijas, a sus yernos y a sus nueras, a sus nietos y bisnietos. En el silencio religioso que rodea su cama en el momento de su gran partida, el justo dice lo que le parece esencial. Y mientras su aliento sople, repetir, insistir en sus ltimas voluntades. Escuchemos a Jess cuando nos habla en la oracin dirigida a su Padre: Padre santo, gurdalos en tu nombre, en ese nombre que me has dado, para que tambin ellos, lo mismo que nosotros, sean uno (Jn 17, 11). No slo por stos te ruego, sino tambin por los que, mediante su palabra, creern en m. Que todos sean uno. Como t, Padre, en m y yo en ti, que tambin ellos estn en nosotros, y as el mundo crea que t me has enviado. La gloria que me has dado yo se la he dado a ellos, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y t en m, para que lleguen a ser consumados en uno, y as el mundo conozca que t me has enviado y que los has amado como t me has amado a m
(Jn 17, 20-23). 34

PREGUNTAS He aprendido bien?

1) Puedo recordar el objetivo principal de la misin de Cristo en la tierra? 2) Francisco escribe en su Testamento que incluso si fuera perseguido por los sacerdotes, a pesar de todo seguira recurriendo a ellos. Cmo justifica Francisco esta confianza sin lmites? 3) Cul es el secreto de la fuerza misionera? Y, cules son las tres formas de testimonio misionero a las cuales es llamado cada bautizado?

Para profundizar
1) En la celebracin del bautizo de un niito, cul es el signo que me marca ms? Qu pensar del bautizo de los pequeos? Qu piensa nuestro entorno? 2) Cules son los medios concretos que debo poner en prctica para estar en plena comunin con el Papa, los obispos y los sacerdotes? Debo aceptar el hacer esfuerzos para vivir plenamente esta comunin? 3) La regla nos invita a renovar la Iglesia gracias a la inspiracin de san Francisco. Entonces, cul(es) es (son) el (los) pasaje(s) de la vida de Francisco que me ayuda(n) ms a renovar la Iglesia? Jess es la verdadera cepa y nosotros los sarmientos. Transplantado a la rama franciscana, puedo testimoniar, con sencillez, acciones concretas o mutaciones interiores que esta situacin de transplante haya provocado en m?

Referencias evanglicas sobre el tema de la misin y de la comunin con el Papa

En el evangelio segn san Mateo: 5, 13-16: ...Sal de la tierra y luz del mundo. 5, 19: el que os cumpla y los ensee (los mandamientos), se ser grande en el reino de los cielos. 7, 17: As, todo rbol bueno da frutos buenos, y el rbol podrido da frutos malos. 8, 18-22: Exigencias de la vocacin apostlica. 8, 26: por qu tenis miedo, hombres de poca fe? 9, 38: rogad, pues, al dueo de las mies que enve obreros a sus mies. 10, 1-42: Discurso de Jess sobre la misin de los discpulos. 12, 33: por el fruto se conoce el rbol. 13, 4-9; 18-23: Parbola del sembrador. 13, 31-32: Parbola del grano de
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mostaza. 16, 13-22: Profesin de fe y primaca de Pedro. 25, 14-30: Parbola de los talentos. En el evangelio segn san Marcos: 1, 8-13: Bautizo de Jess y tentacin en el desierto. 4, 20: son los que oyen la palabra y la aceptan en su corazn y dan fruto. 4, 30: Parbola del grano de mostaza. 13, 10-11: primero, el evangelio tiene que ser predicado. 14, 26-31: Prediccin de la negacin de Pedro. 14, 66-72: Negacin de Pedro. 16, 15: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda la creacin. En el evangelio segn san Lucas: 4, 24: ningn profeta es bien acogido en su tierra. 4,

43: tambin a otras ciudades tengo que anunciar el evangelio del reino de Dios. 6, 43: no hay rbol bueno que d fruto podrido; ni tampoco rbol podrido que d fruto bueno. 9, 2: Los envo a predicar el reino de Dios y a curar. 9, 60: Deja que los muertos entierren a sus muertos. 10, 16: Quien a vosotros escucha, a m me escucha. 12, 8: yo os digo: respecto a todo aquel que se declare en mi favor delante de los hombres, el Hijo del hombre tambin se declarar a favor suyo delante de los ngeles de Dios. 13, 6: Parbola de la higuera estril. En el evangelio segn san Juan: 13, 20: el que reciba al que yo enve, a m me recibe. 15,

8: En esto consiste la gloria de mi Padre: en que deis mucho fruto y as manifestis ser mis discpulos. 15, 26: Cuando venga el Parclito. 16, 2: llega la hora en que todo aquel que os mate creer dar culto a Dios. 17: Oracin sacerdotal. 21, 15-17: Simn, hijo de Juan, me amas ms que a stos? () Apacienta mis corderos.

Referencias franciscanas sobre el tema de la misin y de la comunin con el Papa

Admoniciones: 3: Obediencia perfecta y obediencia imperfecta. 7: Saber, pero para obrar bien. 23: Aceptacin de los reproches. 26: Honrar a los clrigos. Primera regla: Prlogo. 1: Pobreza, castidad y obediencia. 5: La correccin de los hermanos que han pecado. 14: Cmo han de ir los hermanos por el mundo. 16: Los que van entre sarracenos y otros infieles. 17: Los predicadores. 19: Los hermanos vivan catlicamente. 21: Exhortacin y loa que pueden hacer todos los hermanos. Segunda regla: 1: Prlogo. 3: El oficio divino, el ayuno, y cmo han de ir los hermanos por el mundo. 9: Los predicadores. 12: Los que van entre sarracenos y otros infieles. Testamento: 6-9: La fe en los sacerdotes. 2526: no se atrevan a pedir a la curia romana. Testamento de Siena: 5: y que vivan siempre fieles y sujetos a los prelados y a todos los clrigos de la santa madre Iglesia. Celano: Vida primera: 9, 46, 62, 75: El gran respeto que Francisco testimonia a los sacerdotes. 22: El evangelio del envo de los discpulos. 23: Cmo predicaba el Evangelio. 29: Cmo envi a sus hermanos de dos en dos. 32-33: Redaccin y aprobacin de la Primera Regla. 55-57: Viajes a Espaa y Siria. 62: la santa Iglesia romana, en la cual solamente se encuentra la salvacin. 72: aquella su seguridad en la predicacin proceda de la pureza de su espritu. 73: Sermn ante el Papa Honorio. 73-75: Cmo se confa a monseor Hugolino, obispo de Ostia. 97: Difunda el Evangelio por toda la tierra. 100: Cuando Francisco predice al obispo de Ostia que ser Papa.

Celano: Vida segunda: 8: El gran respeto que Francisco testimonia a los sacerdotes. 16: Aprobacin de la Regla. La parbola que propuso ante el Papa. 24: Cmo encomienda su Orden a la Iglesia romana. 107: La eficacia de su palabra. 146: la sumisin para con los clrigos que quera en los hermanos y por qu. 147: La reverencia que mostr al obispo de Imola. 152: Cmo describi al verdadero obediente y tres clases de obediencia. 163: Qu cualidades debe tener el predicador. 164: Contra los que ambicionan vana alabanza. Exposicin de un pasaje proftico. 194: La ciencia observabahace indciles a muchos. 201: Si me sucediere encontrarme al mismo tiempo con algn santo que viene del cielo y con un sacerdote pobrecillo.

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CARTA AL MAESTRO DE NOVICIOS (sobre los captulos 1 al 3) Tres captulos en tres meses!
Querido maestro de novicios, bravo! Has logrado una verdadera hazaa: ensear a tu(s) novicio(s) los tres primeros captulos en tres meses. Si lo deseas, puedes enorgullecerte de esta proeza aunque es intil. En efecto, si existe algo que, en principio, no presenta el menor inters en el dominio del aprendizaje, es la prisa. Me preocupo ms de las respuestas que puedas dar a las siguientes preguntas.

Tu novicio se ha percatado de que Dios nos ama con un Amor sin lmites?
Si la respuesta es s, entonces da gracias a Dios. En su infinita misericordia te ha dado la gracia de ser el testigo de una conversin que llena a los cielos de alegra. Pues lo sabes bien, se puede estar bautizado desde hace mucho tiempo y a la vez sentir la necesidad de convertirse abriendo el corazn y la inteligencia a lo esencial: Dios es amor. Te deca hace un momento que podas enorgullecerte de algo intil. Pero esto, por favor, no lo hagas. Da gracias a Dios; da gracias a Dios! Pues, se jacta el hacha ante quien corta con ella? se engre la sierra ante quien tira de ella? (Is 10, 15). Si la respuesta es no, entonces acompaa a tu novicio; tmate el tiempo de caminar a su lado, pues slo le falta algo para ser dichoso: saberse amado por su creador Uno y Trino. S, compadcete de l tal y como te invita el hermano Francisco: Dichoso el hombre que, en su fragilidad, soporta a su prjimo en aquellos que querra que le soportaran a l si estuviera en una situacin semejante (Adm 18, 1).

Tu novicio pasa del Evangelio a la vida, y de la vida al Evangelio?

S! Entonces llnate de una verdadera alegra y ruega al Seor para que ese movimiento de vaivn no cese jams. Pues es la obra de nuestro Creador lo que tienes ante tus ojos. Dichoso aquel () que no encuentra deleite y alegra sino en las santsimas palabras y obras del Seor, y con ellas mueve a los hombres al amor de Dios con gozo y alegra (Adm 20, 1-2). No! Entonces pregntate qu es lo que no funciona. Si el vaivn entre el Evangelio y la vida no funciona, no ser porque el apetito de tu novicio por escuchar la palabra de Dios no existe? En efecto, una alacena puede estar bien llena; pero si el comensal ignora que su contenido puede saciar su hambre, la alacena permanecer tristemente cerrada. En ese caso, reacciona! Al igual que Francisco, pon vida a tu discurso. Cuando cuentes una pgina del 38

Evangelio, no dudes en subirte a las sillas o en rodar por el piso si es necesario. Termina siempre tu relato planteando esta pregunta: Cmo voy a vivir esta palabra de Cristo, concretamente, hoy da?. Recuerda que el vaivn entre el Evangelio y la vida, entre la vida y el Evangelio, pasa necesariamente por dos etapas: escuchar la Palabra, y vivirla.

Tu novicio vive la comunin fraternal con su cura y su fraternidad?

La pregunta puede sorprender. Podra ser otra cualquiera, pero esta tiene la ventaja de ser bien concreta. Permite medir los progresos realizados o que an deben realizarse. Si la respuesta es afirmativa, te invito desde ahora a tomar a tu novicio como modelo, pues tienes el insigne privilegio de codearte con un santo. Si la respuesta es negativa, entonces recuerda la respuesta que dio Francisco al telogo dominico sobre la explicacin de este pasaje de Ezequiel: si no le avisas ni hablas, avisando al malvado de su mala conducta, para que viva, l, como malvado, morir por su culpa, pero reclamar su sangre de tu mano (Ez 3, 18). Pero, cmo advertir al malo de su impiedad sin faltar a la caridad?, se pregunta finalmente el telogo. Y Francisco responde: el siervo de Dios debe arder por su vida y santidad, de forma que con la luz del ejemplo y con el testimonio de la vida reprenda a todos los malvados. Quiero decir que el resplandor de su vida y el aroma de su fama harn saber a todos su iniquidad (2C 103). Esta es la manera ms perfecta de hacer progresar a tu novicio, ms por tu ejemplo de santidad que por tus palabras.

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ndice
CAPTULO III ......................................................................................................................... 1 MISIN Y COMUNIN CON EL PAPA, ............................................................................... 1 LOS OBISPOS Y LOS SACERDOTES ................................................................................... 1
VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA, VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO .... 2
Apstoles y discpulos, escuchad: vosotros sois la sal de la tierra ............................................................ 2 Vosotros sois la luz del mundo ................................................................................................................. 2 Debis recordar al Dios Verdadero, debis llevar la luz de Dios .............................................................. 3 Desdichados los malos pastores! ............................................................................................................. 4 En Jesucristo, el Reino de Dios se aproxima ............................................................................................ 5 La Iglesia, signo e instrumento de salvacin ............................................................................................ 6 Qu es el apostolado? .............................................................................................................................. 8

QUE TODOS SEAN UNO ............................................................................................................... 9

La Iglesia en la hoguera de las sectas ....................................................................................................... 9 El camino hacia Pedro ............................................................................................................................ 10 El primer encuentro ................................................................................................................................ 11 rase una vez una mujer pobre pero hermosa ......................................................................................... 13 La mujer pobre al auxilio de Letrn ........................................................................................................ 13 La Iglesia en el corazn de Francisco ..................................................................................................... 15 Pues es el ungido de Yahveh .............................................................................................................. 16 La uncin en la simbologa bblica y antigua ......................................................................................... 18 A causa de su carcter sacerdotal............................................................................................................ 19 El espritu de Dios reposa en m ............................................................................................................. 19

MISIN Y COMUNIN CON EL PAPA, LOS OBISPOS, LOS SACERDOTES.................. 22

Sepultados y resucitados con Cristo en el Bautismo ............................................................................... 22 Ms estrechamente vinculados a la Iglesia por la profesin ................................................................... 25 Testigos e instrumentos de su misin ..................................................................................................... 27 Cmo ser misionero? ............................................................................................................................ 28 A travs de la palabra.............................................................................................................................. 28 A travs de los actos ............................................................................................................................... 30 A travs de la comunin ......................................................................................................................... 32

preguntas ......................................................................................................................................... 35
He aprendido bien? ............................................................................................................................... 35 Para profundizar...................................................................................................................................... 35

CARTA AL MAESTRO DE NOVICIOS (sobre los captulos 1 al 3) ........................................ 38

Tres captulos en tres meses! ................................................................................................................. 38 Tu novicio se ha percatado de que Dios nos ama con un Amor sin lmites? ........................................ 38 Tu novicio pasa del Evangelio a la vida, y de la vida al Evangelio?..................................................... 38 Tu novicio vive la comunin fraternal con su cura y su fraternidad? ................................................... 39

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