La Gran Transformacion Karl Polanyi
La Gran Transformacion Karl Polanyi
La Gran Transformacion Karl Polanyi
LA GRAN
Los orígenes políticos y económicos
de nuestro tiempo
Prólogo de
STIGLITZ
JOSEPH
Introducción de
FREDBLOCK
Polanyi, Karl
La gran transformación: los orígenes políticos y eco-
nómicos de nuestro tiempo l Karl Polanyi ; trad. de
Eduardo L. Suárez ; prol. de Joseph E. Stiglitz ; introd.
de Fred Block ; trad. del prol. e iritrod. de Ricardo Rubio.
- 2" ed. - México : FCE, 2003
400 p. ; 2 1 x 14 c m - (Colec. Economía)
Titulo original The Great Transformation. The Political
and Economic Origins of Our Time
ISBN 968-1 6-7078-7
.-- '9
Distríbució~zmundial en español -===-=-%
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Título original: The Great Transformation. The Political and Economic Origins o f Our Eme
O 2001, Beacori Press, Boston, Massachusetts (segunda edición en nística)
ISBN 968-16-7078-7
Impreso en México Prinred in Mexico
XVII. EL DEBILITAMIENTO
DE LA AUTORREGULACI~N
I
argumento en términos diferentes, y que si uno de ellos era falso también
lo era el otro. William Cunningham o Adolph Wagner demostraron las fala-
c i a ~cosmopolitas del libre comercio, pero no las conectaron con el dinero;
1 por otra parte, Macleod o Gesell atacaron las teorías clásicas del dinero mien-
l
tras se adherían a un sistema de comercio cosmopolita. La importancia cons-
titutiva..de_ .la_.moneda en el establecimiento de la nac'ión como la unidad
económica y política decisiva de la época era pasada por alto por los escri-
tores
---
de la Ilustración liberal tan completamente como la existencia de la
historia había sido omitida por sus predecesores del siglo x m . Tal fue la po-
sición adoptada por los más brillantes pensadores económicos, desde Ri-
cardo hasta Wieser, desde John Stuart Mil1 hasta Marshall y Wicksell, mien-
(
I
tras que el común de los hombres educados creía que la Preocupación por
el problema económico de la nación o de la moneda marcaba a una perso-
na con el estigma de la inferioridad. La combinación de estas falacias en la
monstruosa proposición de que las monedas nacionales desempeñaban un
papel vital e n El mecanismo institucional de nuestra civilización habría sido
----- .
juzgada como una paradoja sin sentido, desprovista de significado.
En realidad, la nueva unidad nacional y la nueva moneda nacional eran
inseparables. Era -- la moneda la que proveía a los sistemas nacionales e in-
ternacionales
--
--- de
- - su mecánica e introducía al cuadro los rasgos que genera-
7
ban lo -abrupto del rompimiento. El sistema monetario en el que se basaba
el crédito se había convertido en la línea vital de la economía nacional e in-
f
1
ternacional.
+ E] proteccionismo era una carrera en tres direcciones. La tierra, la mano
de obra y el dinero desempeñaban su papel particular, pero mientras que 1a
tierna y la mano de obra se ligaban a estratos sociales definidos aunque ani-
plios, como los trabajadores o el campesinado, el proteccionismo
--
maneta-
rio era en mayor medida un factor nacional, que a menudo fundía intere-
ses diversos en Úñtodo c o l e c t i v o ~ q u también
e la política monetaria
dividir al igual que unir, el sistema monetario era objetivamente ]a más vi-
gorosa de las fuerzas económicas integradoras de la nación.
La mano de obra y la tierra explicaban primordialmente la legislación so-
cial y los aranceles de los granos, respectivamente. LOSagricultores protes-
tarían contra las cargas que beneficiaban al trabajador y elevaban los sala-
rios, mientras que los trabajadores objetarían a todo incremento de los precios
de 10s alimentos. Pero una vez que las leyes de granos y las leyes laborales
'1 l
,
:
estaban en vigor -en Alemania desde principios de los años ochenta- ha-
bría resultado difícil la derogación de las primeras sin la derogación de las
últimas y a la inversa. La relación era más estrecha aún entre los aranceles
agrícolas y los industriales. Dado que la idea del proteccionismo total había
sido popularizada por Bismarck (1879), la alianza política de terratenientes I
,
I
e industriales para la salvaguardia recíproca de 10s aranceles había sido una 1
l
característica de la política alemana; el apoyo recíproco de 10s aranceles era i
tan común como la creación de carteles para obtener beneficios privados de 1
l
los aranceles. i
' El proteccionismo interno y el externo, el social y el nacional, tendían a a
Kbdirse.2 El creciente costo de la vida inducido por las leyes de granos pro-
vocaba la demanda de aranceles protectores por parte de los fabricantes,
quienes raras veces dejaban de utilizarlos como un implemento de la
tica del cartel. Los sindicatos insistían naturalmente en la elevación de los
salarios para compensar los incrementos del costo de la vida, y no podían
objetar los aranceles aduaneros que permitían al empleador satisfacer una
nómina salarial inflada. Pero una vez que la contabilidad de la legislación
social se basaba en un nivel salarial condicionado por los aranceles, no podía
esperarse en justicia que los empleadores soportaran la carga de tal legisla-
ción si no se les aseguraba una protección continua. Por cierto, ésta era la
escueta base fáctica de la acusación de una conspiración colectivista qÜe
DEB~LITAMIENTODE LA A U T O R R E G U L A C I ~ N 265
,
era responsable del movimiento proteccionista. Pero así se
5,. confunde el efecto con la causa. El origen del movimiento fue espontáneo
#. ? .
&: muy disperso, pero una vez iniciado no podía dejar de crear los intereses
,
-F paral&lo~ ---- - comprometidos
> .
con su continuación.1
&.- Más importante que la semejanza de interese; era la difusión uniforme de
,ir las condiciones reales creadas por los efectos combinados de tales medidas.
.g
Si la vida era diferente en países diferentes, como había ocurrido siempre, la
g . disparidad podía imputarse ahora a actos legislativos y administrativos bien
,
de las-restricciones
-- - - -
impuestas al comercio exterior. Entre más numerosos
fuesen los obstáculos opuestos al movimiento de bienes y hombres a través
de las fronteras, más efectivamente debía salvaguardarse la libertad de los
pagog El dinero a corto plazo se movía de un punto a otro del globo en el
curso de una hora; las modalidades de los pagos internacionales entre go-
biernos y entre corporaciones privadas o individuos estaban uniformemente
reguladas; el repudio de las deudas externas, o los intentos de manipulación
de las garantías presupuestarias, incluso por parte de gobiernos atrasados,
consideraba como un ultraje y se castigaba con el destierro a la Oscuridad
exterior de quienes fuesen indignos de crkdito. En todas las cuestiones rele-
vantes para el sistema monetario mundial, se crearon instituciones simila-
res por todas partes, como los organismos representativos, las constituciones
escritas que definían su jurisdicción y regulaban la publicación de presu-
puestos, la promulgación de leyes, la ratificación de tratados, los métodos
para la contratación de obligaciones financieras, las reglas de la contabili-
dad pública, los derechos de los extranjeros, la jurisdicción de los tribunales,
el domicilio de las letras de cambio y, por implicación, la posición del banco
de emisión, de los tenedores de bonos extranjeros, de los acreedores de todas
clases. Esto involucraba la conformidad en el uso de billetes bancarios y de
metales preciosos, de las regulaciones postales, y de los métodos de la bolsa
de valores y de la banca. Ningún gobierno, con la posible excepción de los
más poderosos, podía pasar por alto los tabúes del dinero. Para propósitos
internacionales, la moneda era la nación; y ninguna nación podía existir
por largo tiempo fuera del sistema internacional.
En contraste con los hombres y los bienes, el dinero estaba libre de todas
las medidas restrictivas y continuaba desarrollando su capacidad para rea-
lizar transacciones comerciales a cualquier distancia y en todo tiempo. En-
tre más difícil se volvía el desplazamiento de los objetos reales, más fácil
se volvía la transmisión de derechos sobre ellos. Mientras se frenaba el co-
mercio de bienes y servicios y su balanza oscilaba precariamente, la balan-
za de pagos se mantenía líquida en forma casi automática con el auxilio de
préstamos a corto plazo que viajaban por todo el globo, y de operaciones
de financiamiento que sólo débilmente tomaban en cuenta al comercio
visible.rfos pagos, las deudas y los créditos no se veían afectados por las
i,
crecien s barreras erigidas en contra del intercambio de bienes; la elasti-
cidad rápidamente creciente y la universalidad del mecanismo monetario
internacional estaba compensando en cierto modo la contracción ince-
sante de los canales del comercio mundial. A principios de los años trein-
ta, cuando el comercio mundial se había reducido a un mínimo, ---
los prés-
tamos internac6nales a corto plazo alcanzaron una movilidad jamás vista.
Mientras funcionara el mecanismo de los movimientos internacioñalés del
capital y de los créditos a corto plazo, ningún desequilibrio del comercio
real era demasiado grande para que no se superara con los métodos de
la contabilidad. Se evitaba la dislocación social con el auxilio de los mo-
vimientos del crédito; el desequilibrio económico se corregía por medios
financiero;. '
En última-instancia, el debilitamiento de la autorregulrición del mercado
c o n d ~ ~aj ola intervención política) Cuando el ciclo económico no pudo com-
pletarse para restablecer el empleó, cuando las importaciones no produje-
---
ron exportaciones, cuando las regulaciones de las reservas bancarias amena-
=ron con un pánico, cuando los deudores extranjeros se negaron a pagar,
los gobiernos debieron responder a la emergencia2la unidad de la sociedad
se asrmaba por medio de la intervención en tal situación.
La medida en que el Estado se viera inducido a interferir dependía de la
constitución de la esfera política y del grado de la aflicción económica./Mien-
tras que el voto estuviese restringido y pocos individuos ejercieran inflüencia
p_olíticaTelintenrencionismo era un problema mucho menos urgente que el
surgido cuando el sukagio universal hizo del Estado el órgano del millón
gobernante:.----
el mismo mfilón que, en el campo económico, debía llevar a rne-
núdo la carga amarga de los gobernados. Y mientras que el empleo fiiese abun-
dante, los ingresos est~iviesenasegurados, la producción fuese continua, los
. niveles de vida fuesen confiables y los precios estables, la presión interven-
:cionista sería naturalmente menor de lo que llegó a ser cuando los estanca-
mientos prolongados hicieron de la industria un cementerio de herramientas
ociosas y de esfuerzos frustrado s..^
C
+
rienéra
--
bancariaiEn la teoria liberal, Gran Bretaña era simplcmcnte otro
átomo en el universo d comercio internacional, exactamente igual que Di-
namarca y Guatemala. iEn realidad, el mundo tenía un número limitado de
países, divididos en países prestamistas y prestatarios, exportadores y prác-
ticamente autosuficientes, países de variadas exportaciones y otros que de-
pendían para sus importaciones y sus préstamos externos de la venta de un
solo producq como el trigo o el café. La teoria podía omitir tales diteren-
cias, pero sus consecuencias no podían pasarse por alto cn la práctica.rCon
L
frecuencia, los países extranjeros se veían incapacitados para pagar sus deu-
das a~e_nas,-osus monedas se depreciaban poniendo en peligro su solven-
cia; a veces decidían corregir la balanza por medios políticos e interferían con
la propiedad de los inversionistas extranjeros. En ninguno de estos casos
podía confiarse en los procesos de autocorrección económica, aunque de
acuerdo con la doctrina clásica tales procesos le pagarían infaliblemente al
acreedor, restablecerían la moneda v salvaguardarían al extranjero contra
la repetición de pérdidas similares. Pero esto habría requerido que los baí-
ses involucrados participaran más o menos igualmente en un sistema de
-
división mundial del trabajo, lo que desde luego no ocurría. Era- inútil espe-
rar que el país cuya moneda se demimbaba incrementara invariablemente
y de manera automática sus exportaciones, para restaurar así su balanza de
pagos, o que su necesidad de capital extranjero 10 obligara a compensar al
Gxtranjero y reanudar el servicio de SU deuda. 'El aumento de las ventas de
café o de nitratos, por ejemplo, podría sacar del mercado a los exportadores
marginales, y repudio de una deuda externa usuraria parecería preferible
a una depreciación de la moneda nacional. El mecanismo del mercado mun-
3
dial no podía correr tales riesgos Por el contrario, se enviarían de inmedia-
to las cañoneras, y el gobierno moroso afrontaría la alternativa del bombar-
deo o el arreglo, independientemente de que SU mora fuese fraudulenta o no.
No se disponía de ningún otro método para obligar al pago, evitar grandes
pérdidas y mantener en marcha al sistema. Una práctica similar se había usa-
do para inducir a los pueblos coloniales a reconocer las ventajas del comer-
cio cuando el argumento teóricamente infalible de la ventaja recíproca no
era entendido por los nativos con rapidez o de ninguna manera. Más evi-
dente aún era la necesidad de los métodos intervencionistas cuando la re-
gión en cuestión era rica en materias primas requeridas por los fabricantes
europeos, mientras que ninguna armonía previamente establecida asegura-
ba el surgimiento de una demanda de manufacturas europeas por parte.de
los nativos cuyas necesidades naturales habían tomado antes una dirección
enteramente diferente. Por supuesto, se suponía que ninguna de estas dih-
cultades surgiría bajo un sistema autorregulado. Pero entre más frecuentes
fuesen los pagos hechos sólo bajo la amenaza de la intervención armada, 1
con mayor frecuencia se mantendrían abiertas las rutas comerciales sólo con
el auxilio de las cañoneras; entre más a menudo siguiera el comercio a la
bandera, mientras que la bandera seguía a las necesidades de los gobiernos
invasores, más patente se hacía que debían usarse instrumentos políticos
para mantener el equilibrio en la economía mundial.