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.. CRITERIOS. Antologas representativas de un autor, pas,
o ecclon I . h .. problemtica o enfoque que, al igual que revi sta divulgan en el mundo de habla hispana lo mas actual e Importante del pensamiento terico-cultural que se otros Con este, su quinto volumen, la colecclon Imclo lo sene Alemania en el pensamiento actual. Ttulos publicados: PATRICE PAVIS: El teatro y su recepcin. Semiologa, cruce de culturas y postmodemismo. Intertextuolit. Francia en el origen de un trmino y el desarrollo de un concepto. rbol del mundo. Diccionario de imgenes, smbolos y trminos mitolgicos. Image l. Teora francesa y francfona del lenguaje visual y pictrico I
TERT UALI a LA TEORA DE LA INTERTEXTUALIDAD EN ALEMANIA Seleccin y traduccin del alemn y el ingls Desiderio Navarro Prefacio Manlred Plister @D CASA DE LAS AMRICAS UNEAC 1 C I ccin CRITERIOS. Antologas representativas de un autor, pas, o :blemtica o enfoque que, al igual que la revista homnima, en el mundo de habla hispana lo ms octual e importante del pensamiento teri co-cultural que se otros Con este, su quinto volumen, la colecClon IniCIO la sene Alemania en el pensamiento adual. Ttulos publicados: PATRICE PAVIS: El teatro y su recepcin. Semiologa, cruce de culturas y postmodernismo. Intertextualit. Francia en el origen de un trmino y el desarrollo de un concepto. rbol del mundo. Diccionario de imgenes, smbolos y trminos mitolgicos. Image 1. Teoro francesa y francfona del lenguaje visual y pictrico I
T R UALI A LA TEORA DE LA INTERTEXTUALIDAD EN ALEMANIA Seleccin y traduccin del alemn y el ingls D siderio Navarro Prefacio Manfred Pfister @) CAS DE LAS AMRICAS UNEAC dici u: Desiderio Navarro Diseo de cubierta: Ric;ur(/o RaJel Vil/ares mplane: Jorg hi nltjll e De la seleccin y la traduccin: Desiderio Navarro, 2004 Todos los derechos reservados { Sobre la presente edi cin: Casa de las Amricasflll\'EAC. 2004 SR 95 -2 0-086-4 CRITERIOS Casa de la, Amri ca. 3ra y G, El Vedado. La Habana, Cuba criterio@cLlbaI1e. cult.cu Al lector Desi derio Navarro El libru que tiene c!n l/S memo el lector es la continuacin de un ambicioso conjunto de antologas que. baja el ttulo de Summa ntertextual, he venido pre- parando para la Coleccin Criterios en la ltima d 'cada y qlle incluye 'in1;O volmenes de teora de la interfextuafidad, cuatro de los cuales stn dedi adas a la produccin terica de lengua (m I/ cesa. alemana, polaca e inglesa re pecti- vamente, y un quil/to a lu de lenguas del mundo (ruso. e -1ovaco, croata, rumano. holands, etc). En 1997, en ocasin del 30 aniversario de la introduc- cin d./ t/'mino interle.r:tualidad por Julia Kristeva. apareci el primer yolu- men del COl/jullto: Intertcxtualit. Francia en el origen de un trmin y el desa- rrollo de un concepto, que reuni 'atoree trabajos de ol1e autores. Con el presente libro la coleccin Criterios no slo da continuidad a la Summa intc rtextu 1, sino qlle, al mismo tiempo. inaugura Sil serie Alemania en el pensamiento actual. la r.: ual vielle a ampliar y diversificar considerahle- mente los ahiertos por las series homlogas dedi ' adas a Francia (va con tres ttulos publirado. ) y Rusia, y prximamente acrecentados por la consagrada a Polonia. con lINO vasta antologa de la obra esttica ms re- ciente de Stefan Morawski. La extraordinaria riqueza y vari edad interna del pensamiento fe rico alemn a llIal sobr lit ra/ura, artes y cultura sigue siendo. lamenrablemen- te. desconocida e inac e.l'ible para la casi totalidad de los estudiosos cubanos Y. tambin, aunque en menor medida -gracias al inters ocasional de n /- nos editores espaoles-, para la mayor parte de los estudiosos hspall/o- nos. Por diversas y cambiuntes razones - muy lo ales v aj eno (y resistentes) a mi volun/o -. s iemprp he di.\pue to di> relat ivamente poca i/lformacilI 6 esi dcrio av ITO telricli alemana)' apenas he podido traduci r F divulgar ele es e ere ente acervo teric 17 Trabajos de esttica, teora literarlu y teora del teatro - IIII/y /)OCOs s i ,1" los compara, por ejemplo, eOIl los 45 trabajos polacos, los 55ji'unces s , o lus 104 rusos que he traducido y publicodo hosla hoy, casi sielrl/Jre (/ IrClVt!S de Criterios. A p esar de las diJicultades), obstculos, me cabe lu .l'ati.ljccin de haber escogido y oFeeido s i mp re sfo nornbres de primera lnea en los re pectivos momentos del p ' flsamiel/ to culrural alemn: de Erich K6hler a Dieler Schlel/- stedt, de Peter Brger a Erika Fischr-LichTe. Y de que haJ'a sido precisanw/lte con e/ nombre de un destacoclo investigador alemn COII/ O \4ollj i 'ed Pfl.\rcr con el que se inici la presen ia de la tcoria dc la interfcxtualidud en riteri os. Ya en el prlogo a Inrertextualite y o evocab 1 cmo afines de la dcada de los 80 ritcri os dirigi .w atencin a la inlertextualidad en rCfl'Oa/imenladora res- puesta al creciente in ter,!\, local por el pastiche, la purodia, el remake, la cita y otras j nnas d ' illfertextllalidad, det(!rlll inudo . uhr!? fodo pUl' la ori el /tucin creadora de la jo ve 11 plstica de eSa dcada, as CUll10 p or el eilcltt!l1lro de un pblico nuevu con la ed:irll cubanll de (1988), El nombre de la rosa y JJ1uchas otra.\' tIluestras del ar/e postmodel'llisli.li>. Y. Iras re 'orc!al' que el/ I 98Y, como invilado al JI Encu nlro InternaC'o flal de Criterius, lvfan{red Pjister di ct() en la Casa de las Amricas, durante una semana, un ciclo de conferencias so- bre la intertextualidad, destacaba que, con la publicacin, en Sil nO 29, de una de las conjerencias ledas por l, Criterios comenz a o/j.'eLer el! sus sucesivas entregas trabajos r 'dentes sobre 1(1 interlextualidad de tericos de Europa y Amrica del Norte - ye.:: , HI/tch UII, Puvlicic, Glowit1skl, Ha/fen ... - , y, clltre ellos, algunos de los aqt/ recugidos, de;,'de hace m/lchu dificilllFn/e accesibles n nlmeros agotadus de la r vista. Con esta I/ueva ull t%:;i a se le presenfan al le 'fOr los ms imjJorfan/es pensadures alemanes subre el tema con textos que han devenido, por as de- ir, 'Isicos, mencionados C/1 las bibliograjias de casi rodas los artculos y Ii- broe\' alemanes posteriores, va menudo citados y tomados en ellos como jn- .lamento o como objeto de discusin. EIl los s iete trabclj os aqu reunidos de Rena/e La 'hmal1l1, MU/!fi'ed Pjister, Heinrich Plctt y Iriel! Eroich se tn1Z11!1 niveles del concepto de illlertex/ualidfld, s discute la in7uyente /luci n de in- terreXfo uni versal, se examinan la gradaclJ/l y 10,\ 1II0dos de marcacin de la infcrfextulidad. y se estlldian las relaciones de 'sla CU/1 f enmenus como la dialogicidad, el sin 're fiSlllo y el posfill odernisl1Iu. En el ya citado prlugo " l nt rtextua l te, y o le reprochaba a la mayura de los foricos de la int rte.xfualidacl, fi-ancloflos ' 11 ahisro}'icismo, su desiltc- rlis pOr la dimensin coml/nicocional e histrico-social de la intutextualidad. Sil atencin X 'Iusiva a la ontologa de la intertextualidad, a la descripcin y ta.wnoll/ic/ de SI /,\ formas y estrllcturas. En aquel momento eso s 'In haca I lector 7 partic1IIarmente evidenfe cll ondo los conji'olltabll CO/1 Ins fericos de lenguII "lemanc/ que huMa p odido leer por enf()nceS, ell su lIIuy oru atenfus a lo di- IIlI1irC/ , las(lIl1cionl" , la pragmtica y la recepeln dI! eSl/sfimllas en el mar- cO dI:' lus pt'oc:esos comunicociol/ales literarios y sociales . Esa dilerencia, liien visible en el presente volumen de la antologa en los texToS de Lachmonl/ y Ppster, lo 'er tambin en trahujos incluidos en el . eglll1do volllmen, como los de Bernd Schulte-1Hiddelich y Wolf-Dieter Stempel. Ahora bien, si el prlogo a Intertextualit e me liber de 1(./ necesidad de comenzar aqu haciendo toda una serie de observaciones y reflex iones his- tricl/, sobrl! el frmi no y el concepfo. su des tino y SI/ .\' eCiJS illt el'llaciol7 ales y locales , el orientador y COl/ciso prefac io del Prof Dr. Manfrt:d Pjls fN lile exi/l tl!' ahora de la tarea de realizar UT/ U bre ve p resentacin inicial de los avatares alemal/ es die. ll7 teuru i/l tert extual. prl!. ' n/acin que nunca hubiera podido <.I lcon:;: r la (; umpl! ff::,ncia v perspicacia de uno de SI/S ms des racadus prlita onlstas. Sobre la ver in al espaiiul, he de advertir que, en consonancia cml el principio se uido rigurosamente por Criterius de 110 publicar rraducciones de traducciones - (./ In /10.1 que la tradl"'cin prilll era hubiera sirio realizada pOr el propio aufor del original o que el rexto en la leng1/ (/ original hubiera des- aparecido--, las (radl/ L'ciones del II/gl,\ que aqu aparecell nu son re-{ 'u- ducciolll:'.\' al espiJIl() l de traducciol/es al il/gls de !exto.\' publicae/us uriginal- ment e en ( lell7n, sil/O fraduccione,\ de frabaios publicudos originalmente en ingls pUl' alltores alemanes 'Iue, como anglislas, desarrollan parte de Slt ac- ti vidad cienfijica il/ternaciol/al en la lengua de la literatura que estudian. En los originales escogidos para los dos l'ol1l1fflleS de esta antolog a. hllllO en los e crito,l en aleml/ , (.'omo en los e 'critos en ingls, aparel 'en, con in es de ej emplificacin. ('i tns y tit/llu,' de ohras literaria ' en il/gls, francs e italiallo. ada f a cOlllpl,ja l7(/flirale=u textu,,1 IlI lel'( x tl/ ul (en II/ s plal/os sil/ tctico, esti lstico y hasta grjlco) de II/uchos dI! ello,', impos ihl: de rep/'oduc ir \'({ tis/actoriulI/ente ell Jl lI ft stru lellguLl, he decidido proceder de igllal /}/cll7c:ra que 10,1' tericos allfologados: reproducir las citas r ttulos C/I su leTI.''/Iu ex/r /ljera ol'if!, il/ol sin intentar oli'ecer una tradllccin'propia. En cambio, las citas de obras tericas en illgls, fi 'QllcJs o ituliano, 4ue no plll - 11:'01/ tales prohlcmas spc:c[ticos v {ormun part e el/cial de la expasictJI1. las relJroduzco exclu, i\fumente Cl/ tradl/ccin al CSP ( lll - a /lleNOS que en el IJri- p'inal el aulo/" llame: ,(/ atellcill especialmenfe sobre los trlllil/os u expresiu- usado.\ origina!mPllte el/ la lengua ex frmlj ero. . (}1I/ 0 bien dice Rellal! Ludw/atll! 11 el artculo qll e da inicio a esta ,m' tologa: (Los propios fe(nJ,\' dl la illt ' rtex fz/CIIiJud representan Tl n modelo de la intertextualidad, en la IIIt'dida el/ que el ent,. la=amicnto de sus prodl/c- l os ferico, por 'i fas, alus iones y rplicas ya par ce delil/ear un lluevo tipo 8 Desidcrill Navarro de discllrso cielltfco/it rario,)! E a in ferlextllalidad enrre los tericos. que en alguna medida q;/iso reflejar 1 diseo de la cubierta del presente libro. es la que el texto el /(1 propia Lac/ mann ilustra tan bien y por fa que aqu lo he- mos sitllado como puente o bisagra ideal entre nuestra anterior al/ tologa d tericos Fanceses. l ntertextuali t. y la presente. de tericos alemanes. Como l/l/a monii' 'lacin ms de la gran ji-ecuencia de esas iTl ter- 'itas en la teora in- terlexflIal, en los lrabaj os de este libro son ji-ecuentes las re}' reflea, a textos tericos f ranceses ya [raducidos y publicados en l ntertextual it y (J textos teri- cos ulemanes traducidos v publicados en este mismo primer volumen de Tnter- textualitat o que lo sern el/ el segundo volumell; con el fil/ de evitar numerosas r peticiones (l largas referencias hibliogrjicas, he decidido usar como sea- les respectivas de las refel' n 'as los iconos: ..." para la prcedente ,diet n de Intert xh.lali t' : Francia en el origen de un tnnino y el desarroll de un on- cepto (selee 'in y traduL' inn del francs por Desiderio Navarro, Criterios, La Habana, 1997); 9. pCII'O la presente edic:: in de rntertexlualitiit l . y <3" , para la fut ura edicin de IntertcxtualiUH 2, Al igual que en l ntertextual it, he compilado y aI/ adido al final de este volumen IIna bibliografla selectiva de la literatura que sobre la interlextll ali- dad ha sido prodll da por Gutores alemanes o en lengua alemana. una bi- b!iogra/la que aspiro sea hoy la ms omplefa en lo que respecta a la p ro- du ci6/1 terico-general. Para terminar, deseo expresar aqu mi ms prof undo agradecimiento {/ todos los aulores que autorizaron generosamente la publicacin de sus traba- jos. as amo a Brigitte Narr, de St wjJenhurg Verlag. por. 1/ desintere.wda autori=acinn para publicar el texto de SI/sal/ne Hol/hus. Al Prol DI', Ulrieh Braieh, onocedor del espaol, le agrade:::co, adems, la amabilidad de repi- sar mi tradllccin de Sil trbajo, Y al Pro! Dr. Mal?!,. d Pflster, con cuya amistad y colaboracin he tenido el privilegio de poder contar para publica- cion s y ventos que he organizado el! Cuba y Venezuela, vaya mi especial gratitud por su sintti :u y certero prefaci Al r.oe/h -JI/slil uf te agradezco las de isivas posibifidades/inancie/"Gs con- cedidas a Criterios para ,'ea/izar es/a edicin, con la que espero poder (' omerl- za/" una lahor divul,galiva r guiar desde la nuel'a serie Alemania en el pensa- me to a rual-espemnza irrealizable. desde 11Iego, sin el apoyo de ins/itucio- 11 S e intelectuales al manes, En la comprensil/ y el in/eres demns- trtldos por el Sr, Diermar Geisend01i y su cr. lahoradura. la Dra. Pelra R()(!h!er, j emn/zllldamentales para el despegue de este largamellt acariciado provec- t(, untento de sumar nuevas l'uliu 'as voces a{ poflogo de Criterios, dejo ahora al lector en/re sus textos. Lo Nar'anios. diciembr de! 2003 Prefacio Manfred Pfister Tom einte aos para que el concepto de intert xhlalidaID> de Julia Krist va lh:gara realmente a la teora literaria y cul tural al mana, y ahora hac otros veinte aos desde el primer t1orecimiento de lo estu- dios intertextuales n Alemani : tiempo para una e aluacin de la for- tuoa, logros y estado actual de la teora intertextual en un pas que to- dava dividido poltica y culturalmente cuando primero ella hizo irrupcin n la escena y que ahora est reunificado. Recordemos uno cuantos hechos y fechas : fue en 1966 cuando la Kristeva acu el tnnino intertextuatidaro> en un ensayo impreso el ao siguiente. I El contexto era tina situacin cultural revolucionaria en Francia, en la cual el concepto de Mijil Bajtn de la dialogicidad in- trnseca del discurso literario. recibido en Occidente con alguna demo- ra, estimuJ una acuacin que era an ms radicalmente subversiva que la de Bajtn para las nociones hurgue a de un sujeto autoral aut- n fiO y un texto independiente. Las primeras noticias pblicas de esto llegaron a Alemania -o. para ser precisos, a Alemania Occidental, ya que los criticas de la RDA demoslraron ser capaces de ofrecer gran re- I K8akhtioe, le mot, le dialogue 1 le romao. Cri/h/ue, 23, 1967, pp, 438-465. rN. del E.: er. traJ.. al espaol en Inlerlextuulit: Francia en el origNI dtI !/II lJ"mit/o y /t i lt.\Clrrollo de un concepto sclcc, y lmd, por Dcsidcrio 8\' 3rro. riteros. Li! l/abana. 1997. En Cldelante: "' J sistencia- por la a de la traduccin media dcada ms tarde': y por la va de un primer r 'sum crlico de Kl aus W. Hl!mpfer una dcada ms tarde. 1 Si n embargo, fue slo entre principios y mediados de los aos l Oen adelante uc la transmigracin de la teora y el anlisis in- t rtextllule. de la Ru ia oVI!lica a Francia y ms all d hallaron un particu larmente recept ivo en Alemania. Su impact n los tu i literario al manes ha ll su ms visible expre in en cierto nmer o de recopi laciones de ensayos dedi cadas a los conceptos rcla- onados de intertextualidad y dia logici ad: Di al /Jgizi fit de Rl: nate La 1U11ann y Di"l og del' TeXl e de Wol f Schmi d y Wo lf-Dieter Stempel, ambas concentradas en contextos eslavos y romances; ll1terf(!Xlua{Uiit de U Irieh Broich y de quien cscri b " e.las lneas, e fnh"exlllu1iry de Heinrich F. PleU, ambas proyectos de anglistns alemnnes. 4 Lo que caracteriza la mayora de e. as apropiac iones alemana des- de I principio es el intento de contener o desact ivar el principio ex- plosi vo d una intertextualidad general de todos los textos, que acaba- ra de una vez por toJa con todos los conceptos Je intencin autoral, unidad texlual o lectura coherente: el intento de alinear los e tudi os in- tert xtuales con Jos standard' filolgico d\: inter::.ubjetividad anallica, transparencia racional y responsabi lidad hermenutica. En el centr de los estudios interte tuales alemane estn, pues, no la visiones verti gi- 110 'as d un Lmiverso de textos en el que cada texto resuena con todos los otros en un regressllS ad inftnilll/ll que desalla toda exgesis conlr - lada, si no lo ms pLmt uales dilogos entre t xto y gneros como se han inscrito en su lenguaje y estructura. en citas, alusione " ecos, in- r i n s irnicas O r escri tura" pardicas. l La traducci ll alemana, Wort, Dialog und Roman bei B chtil1, por el. primera en Jens Ihwe. ed., Literatunvisse/lSchaft l/nd Linguillik. Frankfurl, 1972, 01. ,pp. 345-375. 3 K.W. Hcmpfer. Postslrukfural r: Texllheol'ic /(Ild narralil'e Praxis. Munich. 1976, pp .. -3-55. Renal' Lachmann. eLl., Dia/og i :: itCit , TI corie und Ge:-c hichte del" Literatur lInd der Schbncn Knste, A, 1, MlLl1ich. 1982; Wl.llf SchmJ y Wolf-Diclcr tempel, eds .. Ditdog del" T"xte. I l amburgel" Ko//oqui 1ll1l :ur Inlcrtexl /la/iriif. iener Slawistischer Almanach. Sondcrbund 11, Viena, 1983: Irich Rroidl y a freu Pfsler. eds .. llllertextuali rl. Formell . Funkiollell, al1g/i l' liscf ful/s/ udi en, Konzeptc der Sprach - und Lilerat llfwissenscha l'l. 5. Tubin- ga. I 5 Heinrkh F. Pletl, cd., !nfer lexl llaltt)'. Re earch in Texl Thcory / Un, Icrsuchungetl zur Texttheorie, 15 , Berlln, 199 1. Prefacio 11 Si bien e o implil.:l cierto estrechamiento del foco de la atencin,5 tiende, al mi '!UO tiempo, a promover una mayor di ferenciacin de con- ceptos ri alizantes de diversa forma ' de intertextualidad, esto ltimo inspirado a menudo por la obra del crtico francs Grard Genetl e, Pa- 1impsesfe.-, . La 1irtrarur a/1 secnnd degr. 6 Ello tambin conduj o a abrir el mod lo iolerte tual de anlisi . a gneros previamente pasados por al to por lus e tudi literarios, como, por ejemplo. los escritos de viajes,' y a campos ms amplio ms all d lo meramente literario y textual. En este e ntexto, las nuevas formaciones lex.icales con el prefijo inter-, que al ud n a la acuacin de la Kristeva, han demostrado ser maravillo- samente prolficas. Hasta la palabra interpretacin con "agrada por el tiempo - en el triple entido de traduccin, perfoffilan e y comenta- rio- apar c ahora casi como un neologismo acuado segn el modelo de la int rtextualidad: es u 'ada de una maner qu de taca caua traduc- cin de una lengua a otra, cada pelformance de un libreto, guin o parti- tura, cada lectura y cada exgesis, como un nUevo intertcxto que a su vez, prO\ oca ult ' r iores intertextos. En e. te conlexto r na Scbabert, por ejemplo, a LUi la p labra lnleraukfnr ialil al (<< i nterautoral idad) para llamar I atenci' n sobre las muchas obras de ficcin actuales en las que aotores postmodernos participa n en un d ilogo meta fi ' cional con la vida y las obra. de L1n aut r d 1 Lo qu e ms importante: los dilog ntre obras d arte, que inculan la Literatura a otros media y a las otras artes, han sido subsumidos explcitamente haj o el m delo inter- textual con etiquetas como l nferart [interarte] o In f rmedialitat" [inter- medi abdad] yeso ha esti mulado la investigacin extensiva sobre, diga- mos, obras dramticas y novelas puestas en scena, fil madas, televisadas Tal estrec hamientu del oco de la ate ncin aparece, por ejemplo, en e ludi os cstrud ura li stas allamente especializados de procedi mientos intcrtextuales par- ticular s, como el marcaje de la intertexluali dad: cf. J5rg llclbig, l nler/ex - /l/ ah/M lI nd Mar/..i erung. Lln/er l/chungell : /11' Sy.\(emalik I/Ild Funkri oll der Signa/isierung von I nrcrt ex/lI ulilt Beitrage zm neuereD Lite mt rgcschichte, 14 L HcidelbepT, 1996. h G rard Gcnetlc. La /i lfrufurl! al l secrmd degr, Pars, l 82. el'. Manfrcd Plisler, <dntcrt xtuellc5 Reisen, odcr: Der Reiseb richt al. lnter- tc>.. 1 , en: Folti nek el alii (eds.), Tale.> ane! '/hei r lC'iling difl erel7ce '. Festschri(rj/"ir Fran:: K. Sfanze/, Heidelberg, 1993. pp. [09- 1 2. , [ , na Schaberl , lnl rauktorialilal . Deutsche Viertelj ahres,\'chrij fr Life- I"uturwis cl1schaji 1/17c1 57, 1983, pp. 679-701. lI a-Brilla Lage rth, Hand Lund y ri k Hed lmg. eds. , I nterarl Poeti cs. Ess Iys 0/7 1111:' Jn/erre/ali oll\" o( /he ,41'/.1" and Media, l ntcrnationa le Forschungen L2 klmrjreu Pjlsrer o convertidas en p r , obre la kfra is literaria la representaci ' n verbal de obras de art isual o msica,JO Inspirados por la teora foucaul - tiana, los crti o hablan abora de Inrerdis/..:urse [interdiscurso] o lnter- diskursiv;tit [interdi cursi vidad] - una nocin que extiende la intertex- tualidad ms all de lo textos individuales a fom1acion discursivas ms ampl ias, tales como el discurso de la razn o de la exualidad en un perodo particul ar, convirti n o as la intertextu alidad en UD caso espe- cial de la interdis ursi idad. JI Y, apUll tando a eue ti ones an am- plias, el trmin In! rkufluralitiit [intercultural idad] ha deveni do progra- mtico para los e tudio" de relacione intertextuales e interdi cursiva entre diferent s cultura , en particular las vinculada en un pasado colo- nial o un presente postcolonial c mpartid sY amo indican estos trminos reci entemente acuados, la teora y anlisi de la intertextuali ad en lemania y en otras partes ha devenido parte inkgral de al unos de los ms vitales proyect s de investigacin en los ltimos veinte atlaS aproximadamente: conceptos cenlrale de lo E- tudios oloniales y Postcoloni ales com el Imperio e cribe repli can- do,1J hibridez14 o pasajes15 implican palinlpse to negociacio- zur Ilgemein o II d Ve rgI ichend n Literatllfwiss(: n chaft, 24, Am terdam, J 97 eter imt, ed., Literal/Ir intermedia/: Musik Ma/erei - Phulographie - Film. Da rmstadt, J 995; Jorg Helbig, Jnlermedialii1l. Theorie //11 / Prax is eines interdiszip/indrcl1 Forschul/g'gebiets, Berln, ) 998. 10 Kl alls D irscherl, cd .. B ild 11 l1d Texl i m Dia/o Pa. sauer lnle rdi sziplinarc K Iloqui cn, 3, Passau, 1993: Mari o Klarer, ed .. W()rd & l mage. A Journa/ 01' V rba/ and Visual lnCJ ll il J' , vol. 15, 1; nmero monogriico especial Ekfra; l .. II Jrgen l ink U la Link-Heer, DiskurslI nlerdiskurs und Li t ralurana lysc. Zeilschri Jiir Literalllnvissenschafr IJnd Lingui. lik, 20/77, 1990 pp. 88-99. l2 M.K . La atowicl, cd " Interkll l/ lI/'olitl in Li ferata,. und ::'J/"Jche. Oppeln, 1 9' A. Wierlach r, ( lnterku1 tura1itat: Zur Konzeptuali icrung eines L itb - griffs inlcrkulturel! cr Litcraturwissenschaft\\, en: Henk de Berg y Matthiac Pran 'el, eds., Interpretation 2UOO. Posi/iollen und Kontrover 'en Heidelberg, 1999, pp. 155-181. IJ William AsbcroCt, ill iam Gr fiths y Helen Tiffin. The Emp ire Wrires Back Theory a/'ld Pradi e in pos/- ColoniClI Litera/ll res , Londres, J 989, [ . del T. La fra e inglesa lbe Empir Writes Baek (<<el Imperi o escribe repli ando) juega 1,;011 el l rulo del conocido 1ilme The mpire , /ri kes Bac:k (<<El imperi( contraataca epi 'odi ) V de La uerra de las Ga/a.xiu I'.] :; Monika Fludemik. : .. Hybridity and p os/colonialism, Tubinga, 1998. Tobla:; DtirlOg. nbbean-English Passage.l' : lnler/exrl/ Tl ily in a Post '%nial Tradirion, L ndre., 20 2. Prefacio 13 nes intertextuale, la condicin intemledi [in-betweelllless] de 1 s espa io en que ello ocurren es tambin una condicin intermedi entre lenguaj es. discursos y textos. De manera similar, I Estudios de Gnero emplean e n fre uencia m ' todo y nociones d rivadas de la teora inter- textual: el concepto ampliamente ti li zado de una re-e critura femini - ta de los textos mascul inos canni coc s aqu un ca o ilustrativo. lb El m evo y acalorado debate sobre lo ' e' n nes nacionaleL e int roa ' io- nales que s propag de los E tados Unido a Alemania en 1 s aos 90, invoca constante 1ente dilogos interte tuales a lrav de I s lmite d perodos y cult uras c mo un medio crucial de formacin de cnoneS,17 Los cnone on una parte central de lo que ha venido a ser llamado klll/ur 1I Gediichlnis (<< memoria cultural), es archivo de text s, im- gene"' y ri tuale compartido a travs de lo. u les un' cultura particular defin y proye la su identidad y que ahora es estudiad muy te en Aqu, la nocin mi ' Ola de lIn archivo d textos re-util i- zado, re-perfom1ado, re-ciclado tr s de los" iglos, e t endeudada con las t orias de la interte tualidad, com lo est la nocin de la cultura no como un texto e ttico, si no como una perfonnance y re-p rformance de sus textos e imt:>enes fundacionales,'9 Si la t ra intertextual y lo ' estudios intcrtext uales todava estn vivitos y coleando en Alemania en e to das, eso, ciert, mente ti ene mucho ue er on lo que acabo de de. cribir: u dispersin a tra s del amplio espectro de enfoques crti o actuales de texto y culturas en el presente. Como esboc brevemente en el prrafl anterior, la n ci ' n de intert xLualidad se presta a ser. ub umida bajo na gran variedad de inter ses tericos ms amplios, Otra razn para que la ntertextuali- dad siga gozando de buena alud hoy da es. seguramente, el hecho d que los fen 'meno que eUa conceptual iza no slo siguen e tando toda- 1(, Hadumod Bus mann y Renatc Bor, eds., Genu. : Zur Ge.\'ch/e h/erJi/lerenz iTl den Ku/ rll/1viss ITsella/ren, Stuttgart , 1995; l oa Schabert, Litera- rurge. 'chic'lIle (IlIS del' Sicht de/' Geschlechtelforschung, Stuttgart, 1997. 17 Cf Maria Mong- rnewal d, ed., Kal10n l/li d The!Jrie, Heidelb rg, 1997, y r nate von Heyd;brand, d., Kanon - Mac}r KII {//I/,. Stultgart, 199R. IR Jan Assm nn y Tonio Holscher, ed . . , Kulrur /lnd Gedichrllis, Fraokl'urt, 1988; Al eida Assmann y Dictri ch llartb, eds., \./rzemu.\)'ne. Formen IInd FlIl/ktiunell del' kulture/len rillnerung. Frankfurt, 19<J l . IY on respecto a e'ltudios de performance y culturas pt:rfoflTlati vas, cf Erika ri scher-Lichtc y Doris Kolesch. eds., Paragrrll1a, 7/ 1, J99R : nmero mono- grfico especial Ku/lurcn des Perjol'mutiven. 14 va con nosot ro ,sill quc es tn ms bien aumenlando que di smi nu - yendo: la actual prod . ccin stlica --en I paises de len ' ua alemana, por ejemplo, las piezas de Heincr Mller () Botho Straus. , la novelas de W.G. "bald o ehri topil Rans mayr, la poesa d Oskar P stior o Dors Grnb in o las pinturas de Ans 1m Ki fer- ha permanecido con- centrada en pr cticas y procedimientos intertextualc ' y contina as re- afi nna ndo la tidel d 1 paradigma de la investi gacin intertextual. Y, ltimos n orden ero n n importancia, lo ' ' ambios hi:stricos qUl! han recorrido el mundo desde la acui'acin nici 1 d I trmi no - la ca- da del Muro de Berln, del Teln de Hieno en uropa y una globaliza- cin en dramt ico aument , por una parle, han abierto nuevos pasa- . s de int rcambio intertextual y, por olra, ponen en peligro tale. negociacione e intercambi{ hasta el punto e e la di ferenci' cul tu- ral es niv lada en una culhlra global hegemnica bajo Jos auspicios de una indu tria del entr tenimiento dominada por los Estados Unido '. En e t contexto, la n cin de intertextualitlad, de intercambi dialgico y negociaci nes, ha recuperad en estos das su urgencia poltica original de ubv in resi, t neia . Univer. idad Libre de Berln Dici mbre del 2003 Niveles del concepto de intertextualidad* Renate Lachmann El concepto de intert ext u lidad ha adqui rido en lo ltimos as dimensiones inqui (antes : ramifi cndo e c nceptual mcnle, de bordan- do terminolgicamente. I1n surgido un gran nmer de ubcon ept s que se tras lapan, ue giran en tomo al fenmen de la intertextuali- dad; obsrvese la discusin ostenida en el contexto franc I n rela- cin con la interpretacin anagramtica de J. Kri te a::: y 1. Slar - binskP o la documentada discus in estadounidense en el representativo volumen del New York Li/eral)' ForulTI titulado I nfertexllI ali ly,' o lo' anlisi de Riffaterre,< la m ' reciente pal! a t rminol ' giea para (ornar * Ebcne des rnt rl Lua li tatsb 'griffs> , en Das Gesprach, d. por Karlheinz Stierl e y Rai ner Warning, Munich, Wi Ihelm Fink, 1984, pp. 3-1 38. I J. Kri slcva, Le fex/e du /"0111 ;./11 , Pars, 1970, y Semeiotik Rec/ erche pour IIn s Pars, 1964, n esp\.:ci ' I 1 ensayo Pour un!.: smiologic des paragramme ., pp. 174-207. tid al o 1 <"l66. J. Starobi n. ki , Le /IIu l.\ !iOUS le' Les a/lagrommes de Ferdinand de S IIISswe, Pars, 1971, v. all rrabaj anteriores, del ao J 64. sobre eSle lema. Po/I<7/1e. 27, 1976. /7/erlextllali(v - perspetti\'f!s ill Criticismo ed. p r J. Pari sier- Plottel y 11. ell York U/eral)' Fom m, 2, ucva Y rk, 197 . M. Ri ff tcrre, emio/ ics o( Poet,}' . Blo mingt n - Londrcs, 1978. y La prodll l'ti (lI/ du /exte, Pars. 1979. 6 Rel1eile Luchmann aliento en Palimp de Genette o los esfuerzos orientados a la vez tc ica y analf Licamente de uno de los ltim s volmenes de Semeio- lik de Tartu. 7 La terminologa oscila entre subtexto, hipotexto, hi p rt exto, ( anatexto, parate to, interte tO, translex to y texto D el texto - en conjuncin On genotexto. fenotexto, J11etatexto y autotextm)- y qui ' iera aadir a continuacin el de text o implicito), para nombrar respectivos matices del complejo fe- n ro no del contacto texto-texto. Pero eso no es ms que un costado del asunto, el otro concierne a la e ten in del concepto. Se puede establecer la <<lntertextual idad como categora que nombra una dimensin general d los textos, la implicatividad de stos? O se puede utilizar restringidamente el concepto n el . enti do de tilla categora puramente de criptiva par' text s cuya e tructura est organizada por la interferencia de textos o element s de textos . O es lo e. encial del concepto un potencial crti- e li terar io, al poner en tela de j ui cio concepto exi. tentes sobr la literatura (unicidad, carcter cerrado. totalidad e tructl/ral , si temi- ci dad)') Lo propios tericos de la inteTtextualidad representan UD modelo de la intertextualidad, en la medida en que el entrelazamiento d su product s tericos por citas, alusiones y rplica, ya P' rece de1io ar un nuevo ti po de discur o cientficoliterario. Las pistas tennioolgicas y conceptuales se traslapan y e mezclan: desde Bajti n, que de manera francamente explcita tra lad de la palabn al texto su teorema de la dialogicidad, pasando por la concepcin de enlace kristeviana de la in- tcrtextualidad, n 1" que ha entrado tanto el coup anagrama-paragra- roa ( in embargo, no un I!olpe en falso) de Sau sure como una ver- sin de la gramtica lransformacional, as como detemlinados aspectos de la criti ca derrideana del logocentrismo y su concepto de rilure, y por la amalgamac in riffaterreana de Saussure, Freud y conceptos de la retrica, hasta el trabajo de L. que replica a e os y otros planteamientos (H. Bloom, McLuhan), cmpi za de muy alTs e intro- du e precisiones, y la investigacin construida n grande de Genette que r sume posiciones importantes y fomlUla nuevos planteo. Sin em- /, G_ Genette, Palmpsesles - La Lillrafure all.l'eUJlld degr, Pari ' , 1982, 7 rel. sl l' l e kslC, Trudy po =nakovyrn .vistemmn, 14, Tartu, 191l . . ( a . tralegie de Ja forme, en Potique, '27, 1976. pp. """ _ Nil 'eles del r;ullcepto de i nrrtexfllal idad l 7 bargo, la poca <.le la. monografas concluyent y lo simposio d evaluaci n no ha lI gado toda a. El concepto parece por ahora indis- ciplinable y su pol ivalencia, irreducibl e. Me parece que valdra la p na segui r pensando sobre ese cncep- 10 en las tre perspectiva sealadas: las de la teora del texto, la de - cripcin del texto y la crit ica de la literatu ra, () bi en de la cultura. La perspecti a de la teora del texto, que e t interesada t::n perfi lar el conce to i.mplica tambien aspectos de una mitopotica que lo inter- textuaLista existente entre los aulore mismo fomuJlan han formu- lado. La per pecti a del anlisis del texto plantea ante lodo el de a- rrollo de un aparato de criptivo, lal vez con emprstitos de la retrica, como ha moslTad convincentemente Jenny, o la investigaci n de la anab'Tamtica, para descri bir estrategi as especticas de la intertextua- lidad ' L1s fULl ciones. Par te domi n.io, e cuestin de di tingui r la intertextuali dad intencional , qu organiza la uperfi cie del texto, de una intertextualidad latente que no perturba la uperfi cie del inlratex- to y, si n mbargo. determina la const ituci n del 'enrido. y es ueslin de distinguir esa inlertextualidad de la produccin de la intertextual i- dad de la recepcin, que desde iempre fue un hall azgo de la esttil:a de la recepcin. En l tima instancia, se debera resolver el problema de la conglo- bacin [Komplexionl del entido, al que lodas las tentativa analticas parecen a rcarse. En procedimientos como el almacenamiento de tex- tos ajeno o elementos de textos ajeno en el texto actual (en calidad de cita, alu i ' n, remioi cencia. etc.) o el cruce y acoplamiento, W10 o- bre otro, de un gran nmero de textos ajenos que pertenecen a dife- rentes poticas (heterogeneizacin br olage) la re-e'critura y con- tra-escritura de un texto como rpl ica, contrafactura. parodia, tc. , no se trata ni de la evocacin de un beattico mundo de tradic in literaria, n i de la demostracin de una imborrable forma- cin, ue es hundida como cila en el texto. sino de la expl osin se- mnt ica que ocurre en el contacto de lo. textos de la produccin de una di ferencia esttica y semnt ica. I texto intertexlualmente organizado, que renuncia a su identidad puntual. se produce mediante un procedimienlo de ref renCla (des - con.lructi o, sumalivo, reconstruct ivo) a otros t xto . E a relacin de Contacto entre texto y texto(s), cuya expres in ms trivial es la de la refer ncia, debera er des rita como un trabajo de as imi lac in, tran - 18 R fiare La ' /l1l a l1 l'l posicin y transformacin digno ' aj , no .. Concepto como, limpscsto , anagrama >, sobredetenmnaCIrl y do?le c dlftca- cin, que se ofrecen como <.: onceptos descnptlvo. prelmullares, su- gieren la latencia del t xto (signo del texto) aj no y, sobre la base de determinada sei'ales, al mismo tiempo la presencia de ste. El P''l- limpsesto, t escri to d bl e, a travs del cual es legible I prim r s- crito. y la sobredetemunaciu (el s igno onrico produce un sentido de superfi cie lin al y al mismo tiempo regi tra el . enti do reprimido) interpretan la con litucin de s olido de un t xto n el que s encuen- tran. unos con otros, signos de dos cont xtos, signos de un lcxto ms viejo con los de uno ms reciente, Doble codifi cacin ignifica que la producci n de sentid no es programada por las re erva gnicas del texto dado, sino que sobre uno llama la atencin el o ro, ambin el conc pio de anagrama, en las interpre taciones y adaptaciones efe tuadas por 'tarobin ki, Kristeva y Ri ffat rr en rel acin con Jos estudios saussureanos, puede ser aceptado como un acercami oto al fe- nmeno inteliextual. Para Starobinski,9 el anagrama indi ca un texto escondido. uyQ carcter oculto, sin embargo, est marcado por seal s gi bJe . El texto escondi do pued s r otro t xto concr to (como originalmente en Saussure) pero tambi n pura y simplemente el conlinuum de l xto , que se extiende a trav de un text , lo prec de y en el que tod te to de embo 'a, La K..riste a l o perfila el aspecto de la bi ignicidad [Doppel- zeichenhaftigkdt] J el anagrama, o bien del paragrama I ual exige una lectura que, en el ra treo de las huell a de textos ajenos, revuel e la superfici t ' tual conft rmada line 1m nle, Tambin para Riffaterre, el senti do no se produce en la comprensin de 1 se uencia ti si gn )s leda lin almente, si no fuera d 1 texto con re pecto a la oferta de sen- tido de otros textos. Contra la idea de anagrama, que palie de una pa- labra gua, mol inducLew' (<<mot-themc) que, distorsionada, desaco- plada el smembrada, se e conde en el texLo manifiesto, y que ten una cualidad principalmente fontico-grfica, Riffaterre propone el concepto del < p rarrrarna semntico, que despliega sintagmticamente en el texto un dato semntico pre io (<<donne smantique) , J J 'i L".I' tuts , JO Pour une srniologie, p, 182 Y s. J t La producfiol1 du l ex/e, p. 76. Nivele.l' de! con 'epl o de illl errexluCJlidad 19 En el on 'el'to de silepsis12 tr ta de unir el de sobre- determinacin con el de anagrama: si el texto de . uper fic ie dado re- prime otro p sible entido del text , es es compensado al generar la eliminacin mi ma un texto, es decir, al aparecer el sentid reprimi - do como ecuencia verb 1. Por lo dems, ah s sea la un aspecto de ueneraci n d I texto que es constitutiv de la teora en alguna con- o tribuciones de la Kristcva, La interpretacin generativi la di ana- grama y u asoc iacin Con el modelo transfonnacional g nerativo biescalonado desarrollauo por S. Shaumin - con lo conceptos del genotexto y el fenole tO13 - condll c n a una te ra compleja. an no satisfactoriamente apreciada, de la int rtextual idad como transfor- macin, El planteami ento de RiffaLerre e aqu menos general. La silepsis, como l ]a enti ende. capta el encuentro del texto manifiesto con aque- lla referenci al texto aj no que l denomina i ntertexto, La con e- cuencia que l puede pres ntar en un gran nmero de minuciosos an- lisis en los que las h leilas estil st icas de otros textos son rey lada como formadoras d i . entido ( formadoras del dobl e senti d ,es la necesidad d la segunda lect ura que sigue a la primera, que, al 11 gar, encuentra el texto monosmico, unvoco y lo hace bis ' mico, equvo- co, De ambas lecturas resulta una indecidibi lidad,14 garanta para la su- pervivenci a . emntica del texto. que siempre puede llamar nuevas di- ferencias de sent ido, Al par cer, el anl isis del texl d bl emenle codificado debe tomar en consid racin que la . obredetemlinacin intel1extual n es ninguna magnitud fij a, El complejo signic de la codifi cacin latente puede desaparecer de la m moria cultural (por l menos transitoriamente). Es decir, el reduccioni mo de las lectura. que fue rza a la mono- semi zaci n de los texto, puede er rechazado, es cierto, pero nc) el trato concreto, hislril.: ament local izable, con el presupuest sgnico de un texto, un trato que sigue e lando neceo ari ament ligado al hori - zonte. Al anal izar el t xto organizado intertextualment ( un texlo con orienta in a la intertextualidad" debera s r cue ,t i' TI --con inclu- 12 La syll cp (; intcrt XllI t: ll e, ",n Poel il.ue, 40, 1979, pp. 496- 501 J) Le ll!xte du romal1. <.:a p. La mlhoue IransfolmalioneHe, pp. 36 7R, J4 M. Ri ffa terre, La sylkpse Intcrtc: luclk, p, 50 r. 20 Reno/e LLlc!Imanll . . 1 del as de la lectura- de establecer, aunque fuera provisio- SIOI . 'd nalmente, varia magnitudes convenci on le , 1 que seran sometI a a prueba en anlisis indi iduales. Yo podra imaginanne ante todo las cuatro iguientes: 1) fenolexto; 2) texto de referencia; 3) s ul de referencia y 4) intertextual idad (c mo aquell a Dl! va cualidad t xt ll l que resulta de la reJa impli cati a, gara ntizada por la ::.eal de referencia, entre ti not xto y texto de referencia) . La nue a ualidad te tual puede oncreti zarla el rec ptor. lo o- bre la base de la id ntificaci ' n de la seal de referenc ia; l la experi- menta amo am ivalencia o poli valencia del texto. Parel,; e que la con- gl obacin de entido lograda en el ti notext por la intertextuali da afecta al te to de refer ncia; que el pro e o dinamizador del nt ldo abarca ambos te t S, los cuales entran en contacto como evoeante- evocad . La seal de referencia - 1 ablando con propiedad: la marca- ci n- que p ne d mani esto la doble codificacin (p rturbacin de la isotopa del lext ) indica rincipalmcnte dos relaci ne entre fcno- te to t xto de ret renci a, qu - on conceptos conocido - pueden ser designados como reta in de cont i idad relacin de semejan- za. tamos ante la r lacin de ntig idad cuando en el fen te to se repite un elemento constitutivo de un texto ajeno a su ni vel t mtico, narralivo-secuencial o estilstico) que evoca el texto de r ferencia com un todo, O cuando se r presenta una e.trategia textual ignifi ativ de un texto ajeno que evoca el texto de referencia en su p rtenencia a una potica, a una convencin potica con m delos e - ti listicos, temticos o narrativos especficos. de luego, esta relacin pars-prO-loto tod va n dice nada obre el tipo y modo - pardlc , afi rmad r, etc.- de la evocacin, Cuando en el fenotexto se seali - zan tructura como equivalentes a e tructuras de un texto aj eno, se pL d hablar d una relacin de emejanza. Esta relacin n se reali- z en elem ntos o procedimientos citados, ino en la estructura de es- trategias anloga que tienen sus correspondencias en determll1ados t : t de referencia. La analoga puede s ignilicar en esto una equiva- 15 r. tambin el planteo de cri ptivo-analtico en Z. Bcn-Porat, Tll e Poeti cs of Literary AIl u ion, en Journal o/ Del'criptive Po ti '. rt/uJ Theury 01 Lile- /'LllIIre, 1, 1976 pp. 1 5- 1 n. Niveles del concepto de inlerte 'tualidad 21 lencia fi Olla 1 1,; n una completa reva[oracin dI:: la fun in la equi- valenci a func ional con una completa reocupacin de la forma. Las pr pias eale de referencia e tn di. pue tas e el fenotexto de taL 111 do que en l e pueden leer d tipos de estnlcturas de inter- textuaLidad (progra man las corr pondientes act itudes d lectLUa) que se pueden de cri bir con concepto' introducidos com contaminacin en el prim r caso anagrama en el segundo (ambos conceptos se han de ent nder record ndo el incremento de su connotaciones en el marco del debate de la inlertextualidad). La contaminacin aparece como resultado de la seleccin de ele- mentos in ividuales de diferente textos de reti rencia (o d estr tegia textuales que perten >cen a diferentes poticas) y u combinacin - en el sent ido de un montaje- o un obreacop[amiento y entre- acoplamiento [ber- und fll eincl/1derschal tll ng] en el fenotexto. E' decir, se abandona el marco de r ferencia Oliginal de un el mento, u valor posicional en una totalidad t xtual, y se pr duce un contacto con otros elem nto. de textos ajeno , De ese mo o surgen serie o capas heterognea ; a un proceso de dispersin ' igue el de una ensambladura en un nuevo complejo textual. El anagran1a, po el contrario, se compone de element s dispersos por el fe otexto que, juntados, permiten recon cer la estructura cohe- rente de un texto aj eno; el texto de referencia est pre ente com anatexto. La . eaJizacin anagramtica crea una estructura de enigma que es de codificada por una lcctllra ombinatoria, que 'cmite hacia detrs y hacia delante. La seal contaminadora exige una le tura que restabl zca ompensatoriamente las respect ivas ordena iones textua- les originales y remita de regre o en sus ma rcos los lemento identi- ficados , si demoler, al hacerlo, la conglobacin de sentido que se pudo producir en la beterogeneizacin (ldicra) de los elemento . La determinacin de la conglobacin de 'en ti do y de los gesto' va- lorativos ue la integran --eso gestos se han d establecer entre des- Constru cin de un texto individual, de una convencin potica, de toda la trad icin literaria, y la continuac ' n repl icante, el re-arreglo 0- no puede prescindir de los conccpto de omunidad sg- I1lca y si tuacin gnica. Lo autore l del crculo de Bajtn tambin 11, Esp. V. Vol hinov. Slovo v zbizni i slovo v po ji,), en Z l' e::dCl, 6, 1926, pp. 244-267. han temati zado es te a p et . n e arece imp r tant tomarlo en consideracin. 1 conl xt sgni co al d text se entr laza e ' lo que todava no ha devenid texto, lo sobrentendid ( <<1 odra:::w nevaemoe), 17 que posee validez bre la ba e una exp re n ia cult ural comn. El contexto social corno c ntex to sgnico func iona como un en time- mm) l' de si gnos y e peri encia textual, de los que se si rve el respecti- vo texto act uali zado. La ins rcin de l text en el contexto sgnico marca tambi en el lugar cultural e ideol ' que r vela las funci nes del cruce s gn ico, las funci one de la organizacin intertextual d I tex- to mismo. As pues, el texto aparece en el contexto social c mo ac- cin ideolgica (para Volshinov la acci n ideolgic es siempre y ex- clusivament una accin sgnica) gu int r"ien en el c nt ' to sgnico social. Con las palabras insertarse [s ' insrer] o inscribi rse [8 'ins rire] 19 la Kris teva def ne la especfica ej ecucin semnti ca del texto en el e, pacio de la historia y la sociedad, del texto en su fun- cin como ideologema. Del conc pto d Volshi nov y del de la KrLteva, que parece ha- cer suyo el primero, 'e deri a Wla consecuencia que permite po, tul ar una dimensin text ual que abarca la funci n intertex tual y la funcin ideologemtica del te to: la di m n in d l texto implci to. , 1 tex- to implcito es el lugar de la interseccin del texto pre ente y 1 texto ausente, el lugar de la interferenci a de textos que hao transmitido y codificado experienci as culturale con experienc ias comuni cat ivas . Como suma dc los int rtextos, el texto implci to. en la remi sin a l textos ajenos, remite a si mismo y constituye as su propio mctatex- lo. La repr scntacin de la int erferencia y la autorreOexin te tual ( 1 te. xto en el tex to s text sobre el text ) lU y l ent m .ma, qu ro- dea 1 contacto de l texto e O el contexto sociaL determinan el espa- ci o del texto implc it , as com el si mpre s obr ntendido t nd d textos exist nt s, del s ublexlo, que J. tarob in ki den mina ((i nfra - estructura, conteni do lat ntc o antecedente.21 Sin embargo, la 17 lbdem, p. 250. l.; Ibdem. p. 25 l. 1') Poll e unt.: smiol ogi.e, p. 18 L 2n f. la [ornlul acin de Vulshinov, ( El di scurso en el discursu cliscurS(l so- br el discurso, en Mnrxis/Ilus ull d Sprachphilosuphif', ed. por S, Weber , Frankfurt. 1975, p. 178. Lt's mM\ , p. 153. Ni veles del conClpto de inf er/extllulidud 23 consccuen.c ia que e d b con el texto mi smo es tambin pre- texto, subtexto de un texto siauiente - una consecuencia qu" Staro- binskj formul a as: Esto Gonduce a p reguntarse si, rccprocam nte, todo discur. o que tenga provis iona lmente e l stat u de conj u to no puede ser con iderado como el sube njunto de una lotalidad no re- conocida. Todo te, ro cngl )ba y es englobado. Todo texto es un pro- ducto productivo-Y abandona la ilusi n de un cerco si st mt ico. Siempr I texto implcito slo puede s;; r definid aprox imada- mente como lugar de la constituci n de s nt ido p lural dinmica qu programa la e municaci n t tica como apertura/amp li acin del po- tencial de s nti do serl a lizado - en r s umi das cuentas- por e l recep- tor (el recep tor omo intrpretc. i nterLext ador, autor), en lo cual e multiplican a pecIos segn lo lt im que in troduj Starobinski: 1) La representac in de l<l interferencia de los t 'xtos, es decir, la intertextuaLi dad ,eal izada, marcada: 2) la autolrfl xi6u te t ual , es decir. la metatextuali dad: 3) la implicati vdad, lo sobrentend ido, es decir, el subtexto' 4) la preli minariedad. la im 1 icabilidad. es decir la pretextualidad (habl ando on propi dad, la subtext ualidad intturo); 5) la autOlT basabil ida [Sr.:/b.\liibers hreitbarkeilj, es deci r. la transtex- tualidad. Slo los d s primeros a pectos (que d j an er el hall azg de la intertextual idad manifiesta y la intcrtextuali dad latente) pueden plan- tear la pretensin de analizabilidad. Y preci ament en e e campo se mueven In in ves tigacione. corre pond ntes . A l se ha de incu lar la cuestin del t ipo de intertextual idad. del modo de constitucin del sentido y p r ltimo, de la funcin de la inlertextualidad . La intertex- tualidad d sconstruc!i ra y la cOflseltadoru, la <U urpadora-aul orita- ria y la di a lgi a, marca n. cada una. una re pect iva iotenci ' 11 de sentido. Es s ignificativo, por lo dems, quc los tericos de la int r- sigu n procurando ma ntener e pie e l concepl de l en- tldo en resumida cuentas lIf/V, Jenny intr duc ' el tex10 centradom 21 para refrenar las estrategias intertextualcs: tambin la praxis anal- tica que rastrea el intertexlo de Rirraterre muestra en e l sealamiento de las sil epsis y las estructuras dobles una constitucin de sentido de Ihdcl11. 2:\ La st ratgie. p. 202 : recurr iendo a 1. AITiv, Pour une lhorie d : tcxlcS poly-isotopiquc , en Lut/Rages. 3 1, t 973. habla de texto ( .. ) que pe .meee centrado por u s nti d() , ibdem, p. 2 7 24 Rl:'lw l ' Lachmann la que responde el texto aut?ri tar io ue denlr de lmites . ambin las t ntattvas de tlpol glzaclOn. como las ofrece Genett . tn, en su prepara in de un instrumental descr iptivo, d di- cadas a la rea demi zacin del concepto. El desarrollo de un metalen- guaje de la intertextualidad d n ta la iva prote 1 del SlTllcluralismo contra un pensamiento poslestructural que reba a la estructura (del texto individual). El logo entTi: mo se imp n com sentitlocentrismo o estmcturocentrismo para controlan) el grad d la transtextuaJidad. Tambin las tentati vas de refrenamiento son orrelato de mecani 'mos cul turale ue e tn expue to a las provocaciones de explosiones de sent ido y comienzan a procesarlas. Tradul,;cin del alemn Concepciones de la intertextualidad* Manfred Pfister 2. Intertexto universal vs. intertextllalidad e pecfica No podemos ni queremos e cribir aqu ninguna historia ronol lca- mente ordenada de las in e tigaciones y la teora ino que trataremos de delimitar y co rdinar las posiciones e enciales dentro de este deba- te, para de ah poder ntonces sacar consecuencia para nuestra propia conceptualizacin de la intertextualidad. Queremos, pues, al extraer las consecuencias de nuestro tema para nuestr propio di cu o, relacio ar entre s dialgicamente los di tintos punt S de ista sobr aspectos par- ciales de la intertextualidad y no presentar simplemente breves caracte- rizaciones ai ladas de 1" ms importantes len '0. de I intertextuali - dad dispue las en uce in histrica. Como esquema de ordenamiento utilizaremos una categorizacin de la Kri teva que di stingue ntre una dimensin hnri::onlal, en la que el texto es referido al sujel del modo de escribir y a los destinatarios. y una dimensi ' n vertical, en la que el texto se on uta al corpus literario precedente sincrnico. ' Al hacerlo, * Unidades 2 y de! artculo KOnZeple der fille r cxlualital , en: Broich y Pfj, : r, eds .. Interf?X!lIal itt. Formen, FlIllktionen. unglislische F rllsl udiell , TUbinga. Max Niemeyer erlag, 1985, pp. 11 -30. , Smeiufik: Redlerche: pou/" un smanalyse. Pars, 1969, p. 145; en alemn, en Bachtiu, da. Wort, der Oialog und der Roman, J. Thwe, l'd., Literatur- wlssenschaft und Linguistik, Frankrurt. 1972, TII, p. 147 ''''' . 5011105 consciente de que e.IO n puede ser ms un e mlu y . . nal que es descan lruido por las IInplI aClOn s mas ra lea es proVISIO .' " " .' de la propia t ora de la lllt ertextualIdad. Dent ro de esas dos (iIme,nslO- nes de aut r/recept r y Lext /pre-tcxto, part ir mo: en cada oca.:' loo de las conc pcion ms va tas y enlon ' es les opondr mos e ncepciones ms strecha y pr cisas. 2.1. Texto y pre-texto La teora de la int rtextualiJ au I;:S la teOla de la reIa iones entre tex- os. no e i. ute; se dI scute, in cmbarg , qu tipos de relaciones deben er compn::ndidas en elt . Y segn cuntos se comprendan en ella la intcrtextualidad aparece como una propiedad de los t xtos en o c mo una pr piedao e pe rica de detem1inados textos o cia- ses de textos . La conccpci ' n ms amplia y radical en sus implicaciones para la t ora d I textl parte Je que en la comunicaci . n no hay tabilla rasa, de que el espaci en el que un te to individual se in cribe, iempre es ya un e paca scrito. Todo texto es reaccin l textos precedentes. y stos a Sll vez on re c iones a otros, y a suce. ivamcnte en un ad I?flnitum t do texto, es decir, in lo el texto I terario o texto literario m derno o el texto dialgicO) en el sentIdo de 8aJ- ln ino tambin tod( texto discur i\io-edtic y todo eounciado del ha- normal y cotidiana! Todo objeto al que un texto pueda referirse, siempre es ya un objeto del que. e ha hablado o se ha escrito, y cada uno de sus elem ntos estructurales, de de las palabra, pa and por la ntaxis b sta determinados modelo!; de e. pecies de texto y propicda- de generales de l texto, no le pel1enecc solamente a l sino que lo comparte con otros textos. en ms de un respecto (;on toJos lo otro textos . A , para R land Barthes, todo texto es una camara de CCOS,l y el mi 111 estado de cosa' lo fonnulan otros crti cos en una argumen- tacin apodictica de ' provi sta de metforas: todo texto es, egt'In Mi- chael Riffaterre, un conjunto de pre uposicione. de otros textos,' y pr eso, para L la idea misma de textllalidao [e ] in ' eparable de la 2 R"lcmJ Bailh ' par Rlcmd Barfhes, Paris, 1975. p. 7'j1, [N. del T. : Aqu y en adc- lant 1 autor cita directamente en l;: lengua d 1 respeeti\ 1 ori ginal] ; en alem: en: Rolcmd Bar/he.I : " h:r mir'h se!bSI , trad .. por J. Joch. Munich. 1978, p. 81 , 1 (L syll cp. intertcxluell\:)" POI!tique, n" 40, 1979, pp. 4%-50 1, aqui: p. 496 'C, ConcepciOll es d > la in/er t 'x tualidaJ 27 intertcxtua lidad est basada en lla.l JonaLhan uller parte de la naturalez intertextual de todo constructo y tambin la lio- gstica del texto se ha adherido a le a ha como intclte tualIdad I dependenCIa entre produCClO11 o reccpclon de un texto d do y los conocimi nlos de lo. participantes d la comu- nicacin obre otro textoim, y ha deducido del oncepro mi mo de la textualidad el postu lado de la inves tigac in de la infl ue n ia de la intertextualidad como una inspeccin del pr ceder de las acti vi- dades comunicali a en su conj unto6 Al condi ionarse as mut ua- mente textuali dad e intertextualidad. para el lexto individual vale lo si- ouiente: No hay te t qu n sea inl rtexto (Char! s Ori vel), o en := una formulacin an ms acentu ada: El texto no es un obj eto autno- mo o unifi cado sino un conjunto de r laciones con otro te to . ( ... ) Todo texto es inl rt xtO (Vincent B. Leit h). 7 Esta concepci n del texto como int lit: xl tiende a disol er el texto como unidad e identi- dad cerrada: aunque e t cem dn el plano sintagmt i o, en el pl ano paradigmtico d la relacin con otros textos est li berad de su carc- ter limitado. La consecuencia de ello, la negac in de la existencia e los textos individuales, la extrae, por ej emplo. Harold Blool11, cuando establece que no hay t xtos. sino slo relaciones ntre texto A esta id a de un intertexl uuiver ' al corr sponden, d l iado de los otros textos que xi ten antes del text ,e tru(;turas t xt uales, c6dig s y sistemas de signifi cacin. de modo que a tamp ca aqu e pueden ai - lar pre-textos inJividuales. Yeso es realmente el inter( to: , e rib Barthes n Le plaisir du lexte, la imposi bilidad el e vivir fuera del te ' to infinito -sea ste Proust, el peridico, o la pantalla d televi in.'1 La eleccin de lo. ej mpl deb d j ar claro que aqur ya o estn privi- legiados los te tos d la al ta li teratura, y ni siquiera los textos verbales Syllepsis, Critica! /nqllir)' , nO 6, 1980, pp. 25 638, aqu: p. 625. The Put'.\' lIil n( Signs , Londres, 198 1, p. 10 1. 1, R.-A. de Bcaugrandc W. LJ . Drcssler, Ein(/rung in die Textlil/>{ISlik, Tu- binga, I9 1, pp. l M8 Jo 2 15. Ch. Grivel , Thescs prparatoires sur les intcrtcxtcS, en: R. Lachma.nn, cd., Dia!ogi::: i liit, Mu nich, 19R2, pp. 23 7-24R , aqu : 240 "-' , y Y. B. Lcitch, DecolI.\'tm L'li vc ./' i tici .'>m: AI1 Advunced lntrodll cfi oll , onilles, IR . p. 59. / Map vI Misreading, . ueva York. 1975. p. 3. Le plaisir dll te..r:le, Pars, ) 973, p. 59; n alemn en: Die LIISI Qm Text, lrad. por T. oni!,!., Frank.fi lrl, 1982, p. 53 Y ss. 28 A-f, PJ; ter sino que tambin los texto mul timediales o no-verbales pueden er igualmente pertinentes. l subraya eso tambin en su autopresentacin ficcionalizada, Roland Bar/hes par Roland Barthes, al . ealar con n- fasis la importancia de texto no-poticos, y hasta textos tTiviales, para el juego intertextual: El intert xt no barca solamente textos escogi- do's on d Ii a eza, amados en secreto libres, discret s, genero o , sino tambin texto comune , ttiunfantes .lo Y esle interl xto como es- pa i que el nuevo texlo comp rte on el ajeno y preexjstente, deviene una especie de nube de sonido que todo texto, al tej er, emplea a ma- nera de un eductor canto d irena, pues <el int rtexlo no es necesaria- mente un campo de influencias es ms bi en una ms ica de figura:;, de metforas, de pens mi olos-pal abras; es el signifi cante como sirena.!! Lo que en Barthes es evocado rapsdicament, TI otros tericos suena tal vez ms fro, pero encierra lo mismo: en todo texto se inscriben las huell as -por muy vaga y borrosas que sea del lmiverso entero de los texLos, del texto general en el que, para Derri da, se ba disuelto la realidad, o, c roo dice Charles rive! en una metfora que r cuerda a Borge , la Bibli ot ca general. " As, pre-texto de todo texto indivi- dual no slo el conjunto de todos los text S ( n el m ampli enti- do), 'ino, adem , el conjunto de todos lo ' cdigos y i lemas de senti- do en que se basan s s textos. Esta concep in g! bal de un iOlerte to infinito se e re tringi da all dondl:: se la reclama ante todo para los textos literarios o poticos y de esa manera e la define como lo especfico de la li terariedad o la p eticidad. Pr ei, amenle en la obra de arte verbal se condensara esa intertextualidad lmiversal, y esa 'ondel sa in sera una cualidad dife- rencial del lenguaje hiperconfom1ado Una defin icin as de la obra literaria eom eonstnlcto intertextual es la que ofrece por ej emplo Laurent Jenny: Fuera de la intertcxtualidad la obra li terario scra llana y sim- lemente imperceptible, de la misma manera que el babia de una lengua an desconocida. De hecho, lo aprehendemos el entido y la estructura de una obra literaria en su relacin con 10 RolanJ Bar/hes par Rol md Barll es, p. 51 ; en alemn en ber mich selbsf, p. 52. 11 Ibdem, p. 148 en alemn. p. I - R. 12 Ch. ri v 1. Thses . p. 245 . Concepciones de la ill /e r/ex/l/alidl1/ 29 arqu tipos, bstraidos. a su vez, de largas seri s de textos de lo que son n ci r La manera la invariante. Eso arquetipos, na- cidos de otros tanto (ge tos lit rarios, odi tican las formas de uso de se lenguaj e secundario (Lotman) que es la litera- tura. Con los model s arquetipicos, la obra literaria eolra iem- pre en una relacin de realiz.aci6n, de transfomlacin o de tran..<; - gresin. Y. en gran medida, es esa relacin lo que la define. 13 Aqu no se habl a ya en general de t xLos . . ino expresamente de textos literarios, y una reslriccin o focalizacin semejanle ha de er sobren- tendida a m nudo en tTas definici ne del texto como intertexto. Eso es aplicable, por ejemplo a Harold Bloom, que por texlO si empre en- tiende implcitamente el texlo potico y en ms de una ocasin tam- bin subraya e explcitamente: Pocas ideas son m dificiles de disipar que la dictada por el sentido comn de que un texto potico es independiente, de que ti n un significado o si gnificado averiguable s in refe- renci a a OLTOS textos poticos. (o . ) Desgraciadamente, lo poe- mas no on co, as, . ino olamellte pa labras que s refieren a otras palabra , y aquellas palabra se refieren a otras palabras ms, as ucesivamenle en I mundo densam nle uper- poblado del lenguaje literari . Todo p ema es un nter-poema, y toda lectura de un poema es una inter-lectura.!4 En Bloom, el intertexto permanece, pue , en el dominio d la literatura Y_la tanto el t xto como los pre-textos son textos poticos, y, anadlra el conocedor de los trabajos de Bloom, no si mplemente Lextos sino 1 s grandes poemas canonizado ' de una tradicin, que se II1scnben li nos en otros al tratar de de alojarse unos a otros. E a misma restriccin a los intertextos iterari s se halla en la base de la mayora de I 'l . os ana 1 IS con retos existentes sobre la ntcrtextualidad, sea . j ITI- en virtud de la eleccin del objeto, o sea por razones de pri n- CIpIO en la que m adelante entrare m s. Mientras que en Jenny y Bloom todo texto literaro tiene sus pre- a vez l iterarios, Michael Rifaterre, por ejemplo, parte lam- len, es CIerto, de una intertextua li dad general de los textos poticos, u L !4 a slratgi' de la foone, P(Jlique, nO 27, 1976. pp. 257-nl; aqu: p. 257 '>. POf.'lIy and Repr essiof/, Ncw H ven, j 976, p. 2 Y ss. 30 Manlied PjlSfer cuando escribe qu el poema est complI e to de textos, de fragmentos de tcxtos, i ntegrados, habiend sufrid o no una conversin, a un nue- vo sistema pero, para l , los precedente pre-textu l s no estn res- tringidos al dominio de la literatura y la poesa. Sus hipogram s >, a los que un te to se refi er , s ' lo en casos excep ional s son text os lite- rarios ; en la mayor a de los ca os pres upos ici ones t" Xl ales o clichs, y pueden ser potenci ales, y por ende observahles en el len- guaje, o actuales, y por ende observable en un texto anterioD> .15 Pero el concepto de la intertextual idad ser decididamente m re - tringido o e pe ifcado all donde ya no designa un aspecto parcial ge- neral, siempr n dado, de la textua lidad po ' -ica o lit rari a. sino lI na pro- piedad parti cular de determi nados textos li terarios o e pecies de textos literario . En este sentido, Renale Lacrunann dis tinguc. con referencia al concepto afm de dial gicidad, entre un aspecto de ontologa del tex- to y un aspecto de des rip In del texto, entre dialogicida como una dimensi n g neral d los textos en gen ral (del te l O como parte constitutiva de un "universo" de texto que estn en corre pondencia unos con otro. , como acumu lacin de "experiencia" textua l), que dramos de ignar como la estructura implicati a de los mism s como inmanencia textual abarcadora, y dial ogicidad como fomla especfi - ca de la consti tuci n del sentido de los t xtoS, como el dilogo con textos ajenos (intertextualidad), el dilogo con di fer ntes "dialectos so- ciale, " que compiten en un contexto cul tural (pluralidad de di cursos) o el dil g con una posi in de sent ido aj ena que st registrada en la "palabra bivocal" que fundan do instancia ' discur ivas que se interfie- ren (dialogici dad en I sentido primaro)>> .16 Y Wolfgang Prei sendanz valora esta oposi" in para los te tos poti cos en I senti d de que la intertextualidad no se manifie ta como principio universal d la litera- t ura o de la rec pein estti ca, si n como una posibilidad, una alterna- ti va, un proC" dimicnto de la construccin del ignifi c do d la obra li - teraria) .17 De esa manera la inl rtextualidad deviene concepto genric para esos procedi miento de una referencia ms o menos consci oteo y 15 Semiolics al" Poe/rv, Londres. l <n8, pp. 164 Y 23 SS. JI, Dia/ogzittit. p. 8 r. 17 " Zll m Beitrag von R. Lachmann ' Dialogi zltill und fJoctis ' he Sprache' , en /Ji dogizital, pp. 25-2R, aqu: p. 26 Y f. tambi n R. Lachmann, <dnler- al Sinnkoostirll tion. Andrej Bel yjs Pelersburg unu di e 'fremdcn Po rica, nO 15, pp . 66-107. Concepciunes de la illlcrtc:({l/(.Jlidad 31 tambin apr hensibl concretamente de al guna manera en el texto mis- mo, a pre-textos individuales. gmpos de pre-textos o cdigos y siste- mas de sentido en que tos se basan, como hasta ahora ya los ha ma- nejado la ciencia literaria bajo con eplos como fuentes influenc ia cita y alusin. parodia y travesti, imitacin, traduccin y adaptacin, ; como ahora deben er defi nidos y categori zad s de mim ra ms precisa y concluyente dentro del nuevo marco sistemtico. se el de intertextualidad en que se basa la mayora de los estudIOS ma, detallados sobre la misma - y hasta e puede decir qU,e. se volver en la medida en que los distintos tericos y cntlcos emprendan analt SlS concretos de textos. Hasta crticos qu , como Jenny, parten enrgicamvnte d 1 axioma ontolgicotextual de un intertexto global, estrechan su perspectiva tan pronto como se dedican a los anlisis concr tos de la intertextualidad. Esto tampoco sorprende, porque un con epto ue e tan uni versal qu ya no es concebibl nin - guna alternativa a l ni, en ms de una ocasin, la negacin del mi smo, es necesanamente de exiguo potencial heurstico para el anlisis v la interpretacin. Por eso e que da en I vaco, por ej emplo, la de Cull er a la te?edura de libros por part ida doble de Jenny-18 tamblen su alegato en favor de Wla perspectiva de anlisis lo ms am- plia posible, por ms convincente y teori cotextual que pued, s r ado- lece de. sigue si endo un llamado aco y no puede ser trasladado a procedllTllentos de anli ic concretos y operacionalizados: La intcrtcxlualidad tiene, pues un doble foco. Por una parte llama nu stra atencin obre la importancia de los textc s ante- riores , in istieodo en que la autonoma de I.os texl s es una engai'iosa y n que una obra ti ene el signifi cado que tiene solo p rque cIertas cosas han sido e critas an! riomlente. Sin embargo, en la medida en que se concentra en la intelifbili- dad, en el significado la i nlerle ' tua lidad nos lleva a derar los texto anteriore::. como conlribuciooe, a un cdig que ha e posibl e los di ersos efectos d significacin . As, la IOtertextllati dad deviene no tanto un nombre para la relaci ' n de una obra con textos anteriores particulares como una denomi- nacin de la participacin de la mi ma en el e paei di scursivo de una cultura: la relacin entre 1m texto y los diversos lenguaj e IR Pres .. . UPpOSltlOn and Intcrtextual ily, en: J. Culler, The Pursuil o} Signs , pp. 100-108, aqu: p. 104 Y ss. 32 " hmlicd Pfister o prcticas ignificantes de una cul tura y u relacin con aque- Llos textos que articulan para L las p s biLidades de una ultu- ra. As, el estudio de la intertextua lidad no es la investigacin de fuent infl uencias como se la ha concebido tradicional - mente; arroj a su red con mayor ampli tud para in lu ir las prc- ticas di curs i a annimas cdigos cuyos orgenes estn per- dido ,qu hacen p sible las prcti as s ignifi antes d texto posteri res. Barthes advi rte que desde la pers pecti va de la intertextuaJidad las .itas de que st hecho un texto son an- nimas, d origene. impo ibl e de ballar, , sin mbargo, ya le- das; funcionan -est s lo decisivo-- como ya ledo.19 Lo deja fu (iaqu se ha de sobrentt:nd r el del concep- to de leChtra, caracterstico de Barthes !), que en su totali dad gl obal da el horizonte de la pr duccin y la rec pcin d l text% se condensa precisamente en referencias acentuadas [poinlicrlen] a ot ros text s y si t mas de textos y lo en sta h de ser atrapado analt icamente. En todo ca o, la pr pue, ta pr pia de Cull er, que presenta la 'tructura de imp licac iones uni versal e IDO un conjunto de presuposi iones lgicas y pragmtic s, no resuelve ese dilema. El bo uejo ms ampliam ote di fer nciado hasta ahora de una t ora de la inlertex lidad como conjunto de las difer ntes fonnas de refer n- cias acentuadas entre textos literarios s Palimpsestes: La Iittralure au second degr de Grard Genett 21 En juego autoirnico con un cl erroche francamente escolstico de nomenclatura, subdivid la abarcadora trans- textualidad --que l deftne corno la trascendencia textual del texto, como todo lo que lo pone en relacin, manifiesta o secreta, con otros te, to 22_ en cinco ubcat goras: en (1 ) la intert xtual idad c mo la co- presencia d dos o ms textos, la pre encia palpable de un tcxt en otro (ci ta, alusin, piagi ,etc.); (2) la paratextualidad como las r laciones en- tre un texto y su ttulo prl go, eplogo, lema y otros por el sti lo; (3) la 1<; bid .m, p. 103. 20 Cull er ci ta aqu De l" o uvrt: au texle) . Revue n 24, 1971 t pp. 22 --232, aqu: 229. , Par , I 2. La metfora del ttulo convence slo primera vi ta, porque, en (Cl ntr le con la intertextualidad, n el pa limpsesto la re lacin entr 1 texto bsico J esv nec ido y el texto e crito enc ima d l ' puramente ca. ua!. r al respecto K. ticr! , Werk unJ tnt rl xtuu!ital>), en: . Schmid/W.D. Stem- pel. eds .. Dialog del" Texfe, V ena, 19X3, pp. 7-2 aqu: p. 26 Co' . P I a imp este. , p. 7. COll cep iones de la interfexlualidad 33 metatextualidad como la r rerencia comentadora y a menudo rtica de un texto a un prc-texto; (4) la rupertextualidad, en la que un texto t ma al otro como fondo ( imitacin adaptacin, ontinuac in, parodia, et .), y, por ltimo, (5) la archit xtualidad como las relaciones genri cas de Ull textO. Esas cill o clases on, a su vez, subcateg rizadas de una manera diferenci ada, en ocasiones x esiva - n 10 ual la hip rtextualidad re- sulta particularmente pr ductiva-, y los di tint tipo y subtipos son ilustrados Y ej mplificados entonces con Wla impresi nante cantidad de textos de toda la li teratura mundi al. Aqu no tenemos tiempo p entrar a presentar y ' riti car d manera diferenciada e a red sutilmente urdida desde el punto de ista t rmin lgico. Para nuestro contexto de la argu- mentacin de una gradacin de los nceptos de intertextualidad, lo ni - co importante e que la intertextualidad por l llamada tran textualidad permanec limada a r lacion s entre textos literarios;!3 que stas s n relaciones especficas y precisa. , y que los pr cedent s inter- o trans- textuales qu han entrad en el texto, no 'stn limitados a pr -textos in- dividuales, sino que tambi n in luyen sistemas de textos com los de los gneros. Aqu, pu ,en este lti m punto, diverg n de nuevo las opinione .. Mientras qu como Genette ab rcall baj o el concepto de la illter- o transtextuali dad tanto las referencias de un texto a pr -textos individuales como la refl rencias a si, tema. que abarcan t xto , a mo- delos y cdigo en que se basan texto. otr s dist inguen entre inter- textualidad, por una pane, y referencia a un sistema, por otra. En esto el ms decidido e Klau W. lIemprer, quie en explicito c otra. te con la Kri steva, aplica el e ncepto de inl rtextualidad solament a re- laciones entre texto individuales, es decir, nlre tos de parole. la que han de ser istinguidas de la r lacione entre si. tema y actualiLa- cin. 24 Parecidamente restrictiva es la definicin del concepto que propone Rol f Kloepfer: 23 Abril::ndo una perspecLiva, aborda tambin las relacion s hipcrcstt icas) ntre pocmas y pinturas, piezas musicales y obras literarias, y a . ., uccsivamente; eL Palimp.l' e.l"tes. p. 435. 24 b.erlcgungeo zu eioem Glligk 'ilskritcr ium fur Jnterpretat ionen)} , pp. 14-18, aqu1: p. 15; cf. del mism autor, POslSf r uktl/ r a/e Texttheorie und narrafve Praxis, Muni ch. 1976. p. 54 Y ss. La distinci n de Hcmpfer entre inlel1extua li- dad y re!" reneia al si stema aparece en L. Jenny como diferenci ac in cntre ti- pos. de la intcrtextualidad. a aber, entre cxpl ita e impl cita, La stratgie de la forme. p. 257 Y ss . Ante t do, intertextualidad 00 J b coincidir con cdigo. I i tema e 1i tico vi rtual del que se nutre toda r alizal.:in textual y cuya fonna de vi da e la vari ada praxi text ual. De - pu ' s se ha de separar int rtexto de contexto, con el que se ha de designar la si tuacin comunicativa, eo la medida n ue s presenta textualmente. Se puede con ebir el cont\! to de una manera m" estrecha: como I , textos circundantes o un ci clo po ' t i o, como prlogo acompaante o hasta como 1 s otros scri to contemporneo' del autor (a stos se los podra ll amar tambin el e -texto), o se lo pued c ncebi r m am- pliament : omo la obra del autor n u coojunt lo textos Je sus amigo y enemigos directos 0, por l ti mo. la tradi cin a partir de la cual l e cribe. fntertextm er , enton es, una fonn a esp c fica y ms estrecha de la re ferencia si ntclica en el co- y el ontexto, sea explcita, como en la cita, la al u, in, la e ti I izacin o la parodia . ea ms bien implcita, como en mu- 'hos pro edi mi nto que varan, proce an o de gastan un mo- delo conocido por la historia eguramente, no e ninguna ca ualidad que em j ant restriccin del con pto se bail e ant t do n cr tico al emane y rod ia mu endeu- dados con el e tnlcturalismo, A ellos les importa d !TI nera e pccial por una parte, extingui r gradual ment o, por lo meno , desacti al IU!i radi al s implicacione que en materia de epi, temologa, fi losofia del lenguaje y teora del texto tiene la concepcin postestnlcturali ta o de - construccioni, ta de la intertextualidad, y, por tra, ILmitar el concepto a una di mensin que posibilite o facilite su operaciona)zacin en la prcti ca analtica y no ponga en peligro la unidad d I texto como obra de arte. l b 15 Grundlagen dcs ' dialogi chen in der it\:rat un, n: Dialogi::ifiil. pp. 85-106, aqtl: p. 92 Y s . Lo que aqu es cxcluido del inl rtext mo C()- t ' - to , Lucien Dall enl 3ch lo tomar en consideracin como lntertexlualidad in- t m }), cf. (nterlcxte el autote. le, Pofique, nO 27. 1976, pp. 282-296 Tambin la diferenl:ial:in conceptual de Klocpfcl (ntertexlualidad e lntencxtQ) - ( Hintcncxtualidad conlll principi o I! " interlexlo" como una de- tcmlinada relacin cntre dos textos (p. 93)- no coincide enn la reglamenta- ci n hasta abara del uso del lenguaje; ante tlldo, se desvla del concep- to del inlcrlexto}) en Barthes. que fue quien lo acu. 11> Cf al resp eto K. Sl ierle, Werk und IntertextualiUit, pp. 7-24. de la illfertextua/i dod 35 En esto surgen. in embargo, di fi u ltades que no se deben pasar or alto. A , mediante e a dicotoma de inlertextualidad y re rerencia p . 1 d '1 ' [ ' . al sistema se para a roenuuo en os categonas que. segun a II1lUl- cin, forma una unidad. La par di a un texto indi vidual, por ej em- plo. es cargada en la cuenta de la intertextualidad mi ntTa que la pa- rodia de modelos gen' ricos - -como, por ej empl , en la mock-heroic- es asentada 'omo r ferencia al ' istema. En el ca o concreto. sin embal'- lo qu ocurre la mayora de la veces e qu emej ante parodia de todo un gn r e compone de un gran nmero dI:: referencias par- dicas a realizaciones mdividuales de ese modelo gen Adems, las trallSIClon entre te t indi idual, eOlpara tex.tuales ms pequeos y ms estrecham nte unido: por obra de densas hum logia estructura - les, y gneros defini dos m amplia mente. son flu idas. del mi 010 modo que, en general , la po icin entre i tema y act ualizaci ' n d I sistema es entcramel tc dcsconstruible, Un sistema, n general, slo es aprehensible a travs de sus actualizaciones. que se basan en l, y t do sistema es ' imultn amente la actualiL3\,;in de un sistema abslra lO, del mismo modo 4ue la actualizacin misma tiene, a su vez. carcter de sistema. El propio texto literario individual ti ene, pues carcter de sistema y es, al mi smo tiempo, la actualiz' c in de si t ma abar- cadores e mo, por ejemplo, el gnero. y el gnero es un sistema ,al mismo ti empo, la act ualtzacin de i tema ms ab tracto, como el del modo de scribir suprahistric o el lenguajeY y, por ltim , pre- cisamente una investigacin de la intertextualidad deftnida de manera tan estrecha e t particularmente expuesta al peli grn de degenerar en una investigacin tradicional de sOlln:t?s-and-alIalogues [fuentes y an- logos]. de e tudiar bajo la etiqueta nueva de moda nexos entre texto individuaJ e que siempre se estudi aron, y de , eguir practicando e o tambin d I mi ma man ra de de el punto de vista del mtodo. De de luego. no debe ser as. porque tampoco aqu la investigacin de la intertcxtualJdad debe sign ificar implemente b ' queda de pi ta , sino que la int gracin de la diferente referencia intcrt xtuales de un tex- to, la aCci n e ordi nada de los diferentes procedimientos intertextuales y de las fu nciones de sto pueden t:r ef caces com nuevo foco de anlisis. 27 L. Jcnny con ' id ca la rerc rcOl: ia a un cdig de gnero como estmc: turalmcntc equi val entc a la r (i r l1<.: ia a un texto part icular, p r e en e 'e caso se Irata de una referencia a un archilc ' lo, el'. La tratgic de la form ')j, p. 264. 3 ,d l' 1St r Al lado d esta reservacin del concepto de la intertextualidad para la referencia de un t xto literario a pre-textoc individuales, se hallan otras tentat; a ms, en otros plano, de darle al <.:oncepto mayor preci- sin m di ante una restriccin. La mayora de las veces conciernen a la dimensin horizontal de autor y rec ptor, a la que queremos dedi carnos a ontinua iD. Dos critelio se refieren, si n embargo, a la relacin en- tr t xto pre-texto y por e o todava debemos anotarlos aqur breve- mente. st, ante todo, la propuesta de hablar de intertextualidad sl o cuando la relacin entre texto y pr -t xto no es meramente puntual, sino que s basa en homolQgas estructm ales entre texto y pre-texto. Por es , para crtic , como Laurenl Jenny, la itas, alusione . o rcmini - cencia puntuale ocasionales caen fueTa del dominio central de la inter- texh.Jalidad y son con ideradas, a lo sumo, como fornla dbil>} d la in- tertex tualidad, mientra. que la intensidad de sta crece, cuant o ms altamente e ' tructuradas on las relaciones entre texto y pre-t La egunda restriccin concierne a la r l' cin mntica entre texto y pre- texto y en fa or de ella ha hecho propaganda rep tidamente ante todo Mi hae! Riffaterre. Para l. la interte tualidad supone un connicto en- tre texto y pre-texto, que ha de er ente Idid com diferencia o diver- gencia semntico-ideolgica, y es s incompatibilidades i nfertexlua- les se in criben en el text mismo como eal de intertextualidad, ya que la huellas del texto ajeno no se in ertan sin costuras en el te to, ' ino qu causan anomalas sintctica. y faltas gramaticales en el senti - do ms am lio, que incluye Lambin la si ntaxis del texto y la gramtica del texto. 29 Pero, puesto qu la completa ausencia de conflicto, diferen- cia y divergencia es inconcebible, porque -como demuestra sagaL- In ut Jorge Luis B rges en el modelo fccional de Pierre Mnard, au- t r del Quijote- , hasta en el caso en que se repite palabra p r palabra un text entero, el contexto distinto hace que surj an divergencias fun- cionale entre el pr -texto y su dupli cado. tambin el intento de Riffa- lerre de restringir el concepto de intertextualidad desemboca en un cri- terio para ordenarla en una escala que dist ingue intertextualidades ms fu Ttes o ms dbiles . Y ese criterio coincide en gran parte, in que Riffaterre ea conscient de eUo, con la definicin que dio Baj tn de la i 1 gi.cidad c mo con11icto de puntos de vista. 2:< Ibdem, . 262 cq S emiOli . o/ Pae!).", p. 130; cf. tamhin pp. l Oo y 165 COII epcill/1es de /(1 i nfl!rlextuali dad 37 2.2. Autor y receptor Las conc p 'ione po. te. tructuralistas de la intertextualidad parten, en esto en e 11 onancia con la e. ttica de la recepcin, ms bien del lec- tor que del autor. 30 Pero, tambin para un semit ico del texto com Riffaterrc, el lector es el nico que hace la conexiones entre texto, intcrpretante e intertexto, el nic en cuya menle tiene lugar la tran - ferencia semitica de signo a , ignQ, y la propia intertextualidad es esencial m nte un modo de percepcin del extQ}) y el mecanism propio de la lectura I Y de manera an ms decidida Bartiles hace al lector el lugar de clearing de las transac iones inter- textuales. El texto es, para l, un tejido de citas extradas de los il - numerable centros de cultura; pero prosigue l, hay un lugar donde se concentra esta multiplicidad y ese lugar e el lect r, y no, como se deca hasta ahora, el autor. El lector es 1 espado en el que se inscriben t das las cila . que corup - nen un e crit . ( ... ) La unidad de un texto UD reside en su ori- gen, sino en su destinacin JZ Sin embargo, para los postestructuralistas, ese sujeto del lector ya no es, en modo alguno. una identidad fija como en Ri ffaterre, si no que, como el texto de Barthes, l mismo se ha disuelto a n una infi nita pluralidad de referencias intertextuales: yv no e un sujeto inocente anterior al text y qu despus ha- ra u, de l corno de un objeto que se ha de desmontar o un lugar que se ha de cercar. Ese yo que se acerca al texto es ya. l mismo. una pluralidad de otros textos de cdigos infini- tos, m exactamente, perdidos (cuyo origen se pierd V JO El pol o opue lo humani sta lo ocupa en este respecto 1. S habert, TOler- allktoriali ll1(, DVjs. nO 57, 19R pp.(179-901. JI SemiOlic.v ofPoetry, p. l64; La syll cpst! intcrtextuelle , p. 496. En Semiotics uf Poelry, p. 136 Y ' ., Rifaterr describe con lod\) detalle te me anismo de la lectura intcrtextual; f. al re p elo t siguient de W. D. Ster pe!. que pone de reli eve pos itivamenl la orien lae i' 11 al lector de Rifa terre : Inlcr textuatitlit U.l1d Rezeptiom>. en Dialog del" Texle. pp. M5-109. aqUl : pp. -90 3" . J2 -\, Imag . Music. Text. Nueva York., 1977, pp. 146 Y 148. Cf. al re ' pecto J. ClIller, On Decon l rucfiolJ . Theory a/1(i Criticism q/ter SIrl/elUralism. L(mdre . 1983. p. 32 Y s . SIZ, Paris, 1970, p. 16; n al emn en: Sil. Frankfurt. 1976, p. 14. Cf. sobre la desean ' trueci . n del mismo se!!] Y. B. L ildl, De OI1SlrIlclive Cri l ir , m, p. 111 Y s. Mall!i'cd PI; ter -:. la mi sma di sol uci n del sujeto en una pluralidad de otros l s, de . digas infinito , conc ierne, naturalmente, Lambin al autor. "obre t do porque el autor iempre l!S, a la un lector - el lector del (<f exte gn 'ra/) y el lect r de su propio texto. Ambos, au- tor y 1 lar, en e 1 e ncepcill , en general slo son oncebib le nt r d I universo de los textos, aune ut! ese univers de texto t mbin est matizado de modo di fe rente para cada autor indiviJuul y cada lect r ind ividual segn a re:pecti va persp cti va. El un iver, de los t xtos, en s mismo ya en conti nuo movimiento y tran 'forma- cin, se I pre enta, pues, a cada individuo de otro modo, y I indi- viduo panici pa en l no slo cuando consci ente y deli beradamcnte ev ca o ci la d terminados textos indi viduales. ropoi o cdigo. sino que lo ti ne in ' crit en e tructur ciones incons ' ientes, en reminis- cencias emienterradas y en t da rcfle in de precedentes huella de aj nas y pensami en l aj eno. As , tambin el autor es una cmara de ecos, ll eno de la resonanc ia y 1 murmull o de ( LOS ajeno. , y el lect r lec el texto en 111 [l cto de inlerte, tualizacin {1 trav de la Biblioteca (. .. ), a t ravs de 'Slante ente ros de la Si- bliot eca)).'' En todas es tas llama la atenci n que las misma pueden defin ir en igual medi da al autor, al texto . al lect r, y que. por ende. en 1 marco de le teora post ' stmcturalis ta esa dis- ti n in el mental se vuelve caduca o es dt: con truida consci nt.- m nte; los tres, autor, te ' to y lector devienen un campo infini to para el ' uego e crituralJS La ubicacin de los sujetos y los texto en el interte; t universal no res ul ta. segn la teora poste tmclural ista, de un a miento o aUlU-coloca in consci ntemente d eado. ino que es in table. Pero no carece de funcin: sin embargo, es ista com fun - ci onalmente ambi valente: por una parte intcrtexlualidad ignifica compulsin a repetir, a hablar con la voz prefabricada, inautenticidad, uni rrni ad resultante de la ava alladora pre in social dirigida a grar la nformidad de la conducta in di idual con la de la lectivi- dad, y por otra, es <da respecti va diferenci a con relacin a los otTO texto . previamente dados, es confu!;in de [as lenguas. es Babel y h. Grivcl. e prparatoin.: s, p. 24l . . L. Pcm ne.- Moiss, L ' interl cx tualile ; ritiquc, <;;11 1'(1(:li'llIe. n 27. 1976. pp 3S3 " C/JII Cf>pc i OI1 -'S de l a i ll l e/"tex t /l u l i daJ 39 "ruptura de 1 da las reglas" (Ri mbaud) ;l" por una parte, enreda al jeto en las palabra , norma ' y verdades previamente dadas, y, por aIra, le ofrece la posibi lidad d la desviacin, del j uego dist nciador, del aprovechamiento de la ri al id.ad enl r sist mru y puntos de vi la diver- LTcnles y de I dif(;rance (Jacques Derrida) com un diferir direren- b ciar que nunca ce a, que difiere tilla y otra \' ez la autoridad del origen y de una v rdad ltima. Por eso puede ser lanto el , igno de una Lite- rature of Exhausti 11 [Iiterahlra del ag !.amiento 1 alejandrina del perio- do tinal de una ' poca, como el de una LiteraLure or Rep!enislU11ent Lli - teratura d I rellenarni nlo] subversiva e innovati vaY O, como escribe Vincent B. L iLch, resumi ndo con predsin la posicin de Barthes: Para Barthes, pues, la imcrtcxtual idad muestra do caras: se presenta c mo una cripta histrica, e dccir. corno una forma- cin de ideologa culhlral: y aparece como un procedimiento tctico para la descon. lmcci n cri tica. En el primer papel, pa- rece una prisi' n; eo el segtU1do, una ll ave de Cierto es que esas dos funciones de sentido contrario, basada n la relaciones de repeticin y diferencia, se dan siempre simultneamente, pero la domi nancia de una LI otra funcin e nstituye la especificidad histrica d la intertextllalidad en una dett;nninada poca. En el clasi- cismo, por ej emplo, domina la funcin conservadora, afi nnadora del cdigo y el i tema pre iamente dado ; en el moderni mo, tambin al - tamente intelie tual, domina, por el contrario. la funcin opuesta de la desestabil izacin y la innovacin. 39 En el interior de tales abarcadores modelos funci onales para el in- tertextn univ rS3!, al que toda produccin y recepcin de te tos estn JI, Asi lo plantea Rol ph Klocpfer, resumiend en atencin a su umbivah;ncia las e puestas 'n Constan/a por Gr i el , en Grundlagen des Prin7.i ps ' in der Lit ralul". p. 9 1 ss . )7 3:.:
As se titu lan dos ensayos de 101m Barr h: Thc Litcralurc of x ha us ti[I (1967). en Tlle Novel Tuday C OIllt!mpOI"(1)! W/"ilen o n Al udcm Fictio!1 , ed. M. Bradbury, Londres, 1 '-i77. pp. 70-83, Y ( Thc Litcrat ure of Repl nishment: Postmodern Fict i( n. Tll e Allulllic. 24 - , enero de 1980, pp. 65-7 1. D('C01/Sf/1/Clive Criticismo p. 110. Cf. obre esa amb1 alcnela R. Lachmann, <d . bcnen des Intcrtc. tUll lit1t! bcgriffs, en: K Sti erlc y R. Warning. cds. , Das Jesprich, Mun ich. 1984. pp. 133- 138, aqu: p. 131'1 , . ef. al respecto r lumthor, Le carrelour des rhloriqueur . InlertcxllIaJil et Rhtoriquc, Poli qllc, n 27. !'-}7, pp. 3 17-337. aqu: p. 336. 4 \;!{m/i' ,el Pfi ter 111 orada a travs de los cdigos comune y lo si tema. an ms abstracto y a travs del regressus ad infi ll tum de los texto , las con i- dcraci on . .'obre si un autor conoci un dctemlinado texto y se refiere ' ons iente e intencIOnalmente a l y s i el receptor di pone de l mi ' mo r p rton de t xto que el autor, no desempean papel alguno o lo un papel subalterno, La interrogantes sobr los conocimiento. y la. nt n i nes de l autor , ol re la inten ionali dad d 1 texto y sobre las i tencja d in rmaci n en el receptor y la conduccin de la recep- ci n por el texto mismo, que estn en la b se de las actualizacione concreta del potencial de refen:ncia intertextual, quedan de provista. de imp rtancja en vi. ta del de c ntramiento de los sujeto' y de la su- presin de las frontera de los textos, y ha ta repr sentan una re ada n mi to human istas burgucse, . Sin embargo, pr ci amente a tal pregwltas regresan los approaches de orientacin estructurali ta o her- menuti ca n el uomi nio de la teora y la investigal;in de la intertex- tualidad. [ntentos dl) semejante diferenciacin ntr intertextual idad incons- cient y con cienle. entr no- intencionada e intencionada , por ende, ntre interte tualidad como potencial de referencia o como actualiza- cin de ste, hallamos desde luego, tambin en el interio' de la teora po testructuralista, pero all ms bien en la forma de una diferen ia- cin ' ubaltema o subordinada. As. harles Grivel distingue entre las lases inlencionale. y la, clase no intencionale de repeticone y uenta eotr la!:> primt;ras la cita, la parodia, la toma en prstamo de fuentes y (ya problemtica) la influencia; entre las eglUlda ', el clich y el estereot ipo,41J Ambas formas, sin embargo, on incluidas en la in- tertextualidad, El I.:gundo tipo es el decisivo desue el pW1l0 de vista de la eoria del texto mientras que, a la inver 'a, tentativas es ructurali tas y b de eadan restringir el concepto de la intertextuahdad precisamente a las primeras formas . Aqu se di tingu . desde 1 punto de vista de la esttica d la produ\.:cin. entre r mini cenei s del autor e ,uale y a menudo incon cientes, que. ciertamente, entran en 1 lex- l P ro cuyo de cubrimiento no le concede al mi mo ningn significa- adicional acentuado, y la alusi . n intertextual propiamente dicha. que el autor e propone y dl:lbe ser reconocida por el lector, si se ha ue agotar J potencial de enLido d' l texto. Slo en el egundo caso cst<l- .. u fhescs pnSparatoires, p. 241; c[ tambin p. 46. COllcejh'iol1 s de lu i lllerl exlllal idac! 41 mo s ante sistemas contextua les verticales, ' 01110 llama Clae, Schaar a la intertextualidad: e infracontexto , es decir, pre-textos, son slo aquellos a lo que el autor alude con cient , intencional y acentua- da01enle Y que l deseara que fueran reconocidos por el lector y explo- rados c mo planos aiciona!e de la constitucin del sentido. Semej an- te arqueolog<'1 del texto se diferencia entonces, de la n ve Ligacin de la fuentes y las influencias por el he ho de que no es ya lUla bs- queda e lo odgcoe ' uese el punto de vista dI.: la gentica de la obra, sino un intento d ampliar y estratificar el significado.41 En el entido de Seha' r, tambin Wol f Schmid distingue entre una arqueol ga del texto metdicament controlada (l emplea la misma imagen) y una ljbre asociacin de entido . que, respecto a la intencin de la obra tiene un carcter exc!u ' i amente ca ' ua1. 4 - Y hasta Michael RiffaL !Te a pe ar de su amplia concepcin de la intertextualidad. con- sidera las referencias inLertextuale ' no como un salvoconducto para cualqui er a ' ciacin del receptor. sino, p r el contrario. como un constreimiento ejercido sobre la lectura, como pilotaje de la recep- cin por el texto mismo: lo hipogramas que sirven de ba e al texto 'iempre estn in ompletos n I poema: o son ealado por gno textuales o son adualizados fragmentariamente. ( ... ) La arquitectura riginal de eso, tros textos, u gramtica, la di tribucin ue ' u lxico, la de LIS componentes, son, no obstante. obvias para el lector, puesto qUe. on parte d II competencia ling tica; l est, por lo tanto, bajo una e - tricta gua y control cuando est llenando la:s lagunas y resol- viendo el rompecabeza De manera anloga a e o tericos, tambin Karlheinz Stierle parte de que, ante todo, entre una obra. us fuentes qut.: lo sirven como est- mulo y su diferentes versiones, hay relaci nes inlcrlextualc relevan- tes exclu ivamente de de el punto de vi ta e la estetica d la pr du -
4, .. u <, erlical e ntext systcm >l , en- H. Ringbohm y tros, SI I'I and Text. Estoc lmo 197 - , pp. 145- 157. aqui : p. 149. Cr. tambin del autor, Lncar Sequencc. Spalial Stru;turc. Comr1ex Signo and Vertical Conle t Sys tem, Poeti cs, n" 7, 1978. pp, 377 3x8, y Tll e /idl- voi 'd ({uin! b ,/rm. Ver- tical ('J11Iext s).'stems in 'F'aradise Los! '. LunLl, 19B2. lntertcxtualiliil und Kmposi tion in Puschkins Nl1\ r ellen Del' cll7Is.I' und De,. P()\'fhaften>. POC'tica. n" 13. t 9R 1, pp. 1<2- 32, aqu( ' p. 127 . Syll epsis. p. 628. ) emioJio uf Pil e/n' p. 165. 4 \ ((/17(" el Pjisl 'r cin, del mismo modo que hay una inlerte tualidad propia xclusiva- mente de la t ' ti ca de la re epcin, porque por principio toda obra es corrcl acionable l:on toda otra obra. on tales referenci as interlexluale relevante s lo desd el punto de vista de la e ttica de la producci . n o desde I d la slti ca de la recepcin, re, pect ivamente. contrasta, sin cmbarg , la intertcxtual idad propiamc.!ote dicha, In relacin pri ilegia- da, puesta de relieve, que se caracteriza p r I hecho de que el 1 xto mi mo indica una o ms re larion intel1extual s. l lexto ti ene la posibil idad de establecer un medio de reflexin en I que l se pre enta como una dife- renciad ra toma de di. tancia r spccto de uno o ms textos e inscrib esa toma de en la 'onslitucin concreta de la obra. 44 Desde la perspectiva de ese conceplo ms preci o (,10 la intertex- tuali dad, l' strud lll'a Je remisin potencialmente infinila, de la qu parten la concepcin de la intcrlexl ualil ad de la Kri -teva y la idea, lanzada por Derrida, dI,; un juego de la dil france abierto hacia tl do la os, sl o es . ti ca y cstti cam nle rel van te i la unidad de [a obra es rota onsci ntemente. es de ir, c 1110 e cribe Rainer Warning, a condicin de que se trate de ficc iones que s an, ella. mismru , metforas de la diferencia semitica. Pero esa condicin la cumple el dern, no pueJe s.!r generalizada nornlati va- mente. Ms bien, de, de el pWlto de vi:ta de e. ta dialctica [Je dij/ rance intertextual y unidad discur iva J I habla] se debe di rerenciar hi, lricamente d concept general de intertcx- lu ti ad potica, si ste ha de con ervar su v' lor El intertt:xto universal y su estructura de remi in d I regr 'SSlIS /./(/ inflnitum de ienen en esta pel pectiva un axioma histricamente l.:spe- c ICO de la potica del Moderno y el Poslm derno. +1 Werk und Intertcxtualitt . p. 10. ., l mitali o und IfIlCrlcxluali lal. lur lies 'hi l: hIC Dekn. trukt ion der Amortheol ogi e: Dante, Pctrarca. Bauuel nirc. cn /l/leJ';l'e/lll i onen. Da.\' Para- digma del' ul'Opii i.H: hen Renilissancc-Ule/'alllr. 'eoilschrij ji//' . (red No)'('r- lVeic/ner, eu. K. W. lIempfer y J. Regn, Wiesbaden. 91D, pp. 28R-J 17. aqu: r 300. CrJl/ 'c!/iCi 111'.\ de /a i f/(ertex/lIolidad 43 3. Gradacin de la il11ertextualidad Nuestra sinops is de la evolucin Je la teora de la intcrte ' rualidad y del estado actual d la discusin ha mostrado qu en lo csenci 1, dos con- cepciones r:i ali zan enlr s: el m delo global del postestru turalismo, en el que todo texto aparee l:omo parte de un intertexlo universal, que lo condi ciona en todos sus aspecto, y mod los eSlructural islas o hermenuti cos m precio os, en lo cua le el concept o de la int r- textualidad es restringi do a referencia ' e nsciente . intenci nada y marcadas, entre un te to y te tos o grupos de 1 xtos pr sentes. Ambo model os ti enen, lo hemos sealado, respec ti v potencial cognos- citivo propio y su upuesto n en materia de teora d I lenguaj , teora del texto y le ra del conocimi nlO, p ro tambi'l1 on lastrados por sus respectivos problema::; de mtodo. Para el anlisis y la interpret cin del texto, 1 modelo ms fnl cll'ero es, seguramente, el ms estrecho y ms preci so, p rque puede ser trasladado ms fci lmente a categoras y procedimienl analt icos operacional izados, mientra . qu el modelo ms amplio e dt: mayor aJean e tericol iterari o, yeIl aun I.:uando uno no quiera saber nada de su' implica iones dcscontruccioni ta'i radica- les - reduccin det _ igno al 'ignificante, disolucin de t xto ' ujeto. Nos parece que una po ible s liJ a de e le dilema s halla n la tentativa d mediar ambo m delos. E ro 11 s parece po ible ya por el hecho de que ambos modelo. no se excluyen un al otro, no que, ms bien, los que el rn ' estrecho quiere.:: abarcar on claras actualizaciones de aquella inlcrlextualidad global a la que apunta 1 m. amplio. En nue'lro modelo de mediacin queremos, pues, partir del model abarcador de la int..;rtcxtualidad y, en el inte- rior de esa int rtcxtualidad ampliamente definida, dif, renciarla y gra- duarla entonce s gn los grados de la intensidad de la referencia intertext ua J. Tra ladado a ti na imagen e acial, nueslro modelo , e presenta m un sistema de crculos o nvolturas concnlrico ', cuyo punto central marca la ms alta nlen 'dad y cond;;/lsacin posible de la intertextualidad, mientras que esta, cuanto m. nos al jamos del ncleo dur del c ntro, tanto m dis minuye y 'e acerca asint- ticamente al valor c [0. 4 (' Esto. nall.lratmente, no es ms que una i ma- ." D e una gradaci . n dt: la inlertexluali dad parte t mbin la 1 'nlal iva re' l i7.aua de. le las posic iones U\; la lingstica del te l0 pur R.-A. de Beaugrandc y . U Dress!t:r. quiene. ordenan '0 una seala con arreglo a de la mediaci n: 44 f(llf(i 'e P/h-ter "en visual , tambin la expresione matemticas las empleamos 1 lite de manera metafrica, No ob tante, resultar claro que este mdel implica la necesidad de que . den cri t rios o parmetros para la intensidad de la intertextualidad. En esto, como ba dejado ver 1 ramente nue tro bo quej del debate sobre la ioterte tualidad, no ba ta on un criterio, sino que se debe aplicar un haL de criterio ; entonce , para dctcrmiJ?ar l grado de in t n idad de una determinada remisin intertextual, se deben LOmar en consideracin lodo lo va- lore de sos diferentes panimclro . . Tambin en este ca o las formu- laciones matemticas e han de entender de manera ms bien metafri- a, pues estamos muy lej os de la mensurabilidad exacla aqu supuesta, i es que sta no es impo ' ibl e en general. Adems, tambin el pr ble- Ola de la diferente jerarqllizacin de los distinto' criterios es dificil de re olver. Los criterios para la inlensidad de la remi. in intertextual que que- remos proponer tentalvamente, son deducidos de la discusin terica y, en lo que a esto concierne representan tambin el i.ntento de sinteti- zarla, Di. tinguimo aqu entre criterios cual itativo y cuantitali os y e 'bozaremos ante todo los criterios ms dcci ivos, lo cua/ifmi l'os. (1) Para el primer riteri o partimo de la distincin ling lica en- tre use y mention, , tambin, re(er fO. 47 As como podemo o mera- mente emplear una palabra o una estructura Img tica, o tambin lla- mar la atencin sobre ella, tambin podemos servirnos simplemente de t xlos o tipo, de di curso previamente dados, o referimos a ellos. Por eso, a este criterio lo llamamos referel/cialidad y po t1.l1amos que una rela in entre textos es tanto m intensamente intertextual cuan- to m ' un texto tematiza al otro, poniend al de. nudo> su peculiari - Cuanto mayor es el tiempo tTanscurndo, y anle todo la acti\ idad de elabora- cin, entre el t:mpleo del t xtn actual y los textos onocido de ante. , tanto mayor cs la med iacIn. u escala $C extiende de la exigua mediacin ntre UD enunci ado y los precedentes en la conversaci n, f'asando por la ' it a y la alusin a delern,inados textos, bi en conocid(\s ha ta la media in expandida en el empleo de cSf'ecies de textos: as el grado de mediaci lO es inver 'amente proporcional a Ilue tro grado de intensidad. sta ordenacin en una escala coincide en gran parte con la realizada nueslro qu into erilo.:rio de inten- SIdad. Cf. Eillfiihrung in Jif:' Text/llgui.\'lik, Tubinga, 198 J , pp. 181.< -215, qu : p. 18 . f.. p r ejemplo, J. Lyons, Sem(wtics, Cambridge, 1977, J, pp. 5- 10. ol1cep 'iones de lu imerte.l'fua! idad 45 dad - para adoptar una fon u!acin de los formalistas n1sos . Una cita. or ejemplo, cuya funcin consi t sl en la adop ' i 'n de un giro aje- que se incorpora sin ca tura al contexto propio, e sirve de ese giro v del texto del que se lo toma, y e , por es . de poca intensidad inter- extuaL mientra que, por otra parte, en la medida en que 1 carcter de cita sea realzado y puesto al desnudo y se ll ame as la atencin obre la cita y su contexto origi nal, la inten. idad de la referen 'ia intertextual aumenta. En e a medida, tambin el texto ' ub iguiente deviene el me- tatexto de l pre- texto metatexto aqu no meramente en el senl ido cronolgico d ms tarde sino. adems, en el sentido emi tico de sobre. As la intertexttlalidad siempre hace que swja, en ciert gra- do, metatextualidad, un metatextuali dad que comenta pone en pers- pectiva e interpreta el pre-lexto y as tematiza el esta bl ecimiento de una ligaz ' n con l o la toma de distancia respeclo de l. lientras que en este criteri e l texto mismo. e halla en el entro, el segundo incluye la pragmti a d autor y lector. (2) on el criterio de la omunicatividad ordenamo en una escala las referen ia intertextuale con arreglo a u relevancia comuni cati a. es decir, segn el grado de la conciencia de la referencia intertextual en el autor y n el receptor, de la intencionalidad, y de la claridad del marcaje en el texto mi mo Lo pre-te to o fon os textuales trados al texto slo por la gentica de la obra o slo arbitrariamente por los receptores, con til uyen, conforme a ste criterio, tan slo reti rencia intertextualcs dbile , mientras que aqu el ncleo duro de mxima in- tensidad lo al canzan los casos en que el autor e consciente de la refe- rencia intertextual, parte de que el pre-texto le e familiar tambin al receptor y r mite a l de una manera clara y unvoca mediante un mar- caje consciente n el lexto. Como tos entran entonces en on j - deracin anle todo los te to canonizados de la literatura mundial o precisam 3 nte textos de actualidad, de ampli a recepcin y ampliamente discutido . lo, pre-texlo esotricos. por el contrario, slo pueden de- venir comunicativamente relevantes de manera directa para una coterie como pblico lector en el que se puso la mira. Un grado de inlensidad ms alt o ms bajo egn este criterio n tiene que coincidir - y e to vale d . manera gener I pnra todos nuestros criterios- con Wl grado ms alto ms bajo egn los otro criterio', "1 plagio. p r ej mplo, que, se n el crit rio de la corresp ndenc ia estructtlral con el modelo que debem s definir ms ade lante por la precisin de la referencia a 46 Mw!/h!/ P/ister un texto indi dua l, es inten ' amente int rtcxtua l. cs, egn el criterio de la comuni catividad, a como segn el de la referencialidad, tan slo dbilmellt int rt xtual , porque, ciertamente, el allt r es muy on cien- te de la d pendencia de un modelo, pero no sl no se prop ne, sino que pre ' isamente trata de impedir por todos los medios que esa depen- dencia se uelva con ' cl 'nte tambin para el receptor. Conforme a 'ste ritcrio. tambin, on de p ca intensidad, en la mayora de 1 s ca os, las referenci as intel1extuales qUe! 'e asocian u conceptos como intluencia y epigonismo: a menudo no son consciente para el autor y son experi- mentadas p r l de manera no tant intencionada como pa iva, (3) El tercer criterio est estrechamente relacionado con lo d s pri meros: deseara llamarlo alltorreflexividad. - 1 grad de intensidad de la intertextual idad -egn los dos primeros criterios todava puede ser aumentado por el hecho de que el autor no slo p nga en un texto remis ione interlextuales conSCIentes y claramente marcadas, si no qlll: tambin reflexione sobre el carcter condici onado y retcrido de su t x- L en ese mismo texto s decir de que n s' lo marque la inlertextuali- dad, ino que la tematice, ju ' titiqu o problcmatice los supue tos y re- sultado de la mi ma. -1 grado de intertexlualidad particularmente alto de las literatura m )dema y poslmodema, que ha ' e que stas devengan una y ot ra vez paradigma de la intertextualidad en general, est dado, entre otras cosas. precisamente por la part icular importancia de ese as- pectO metacomunicativo en ellas, y su importancia crece an ms en el caso de lo textos que fueron escritos ya en cl horizonte de la Leora de la intertextual idad. como, por ejemplo, G/as de Derrida (1974) u otros t xtos de lo' deseon tmccioni tas que suprimen las fronteras entre tex- t s terico y textos poticos. El critelio de la autorrellexividad puede ser ul teriormente graduado con arreglo a cun explicita o implcita- mente se realiza e a mctacomunicacin sobre la intertextualidad. (4) El cuarto criteri o de la estructura/ idad a la integra- cin si ntagmtica de lo' pre-textos en el tCXll) . Segn este criterio. el citar pre-texto de manera meramente puntual y oca ional da por resul- tad tan slo un exiguo grado de intensidad de la intertextualidad, mi otras que no ' acercamo ' I centro d mxima intensidad en la me- di d( en que Wl pr -texto deviene fondo estructural de lLn texlo cntero. Confonne a eso, las obras capitale del modernismo, que entretanto se \; lvi el' ico, como The Was(e Lund de Eliol y el Ulvsses de Joycc, . on en alL graJo intcrtextuales y 1 son tambin 011 arreglo a oLros COt/cepcione\' de la i lltert eJ."flllllidad 47 criterios nue tras. Sin embargo, el fenmeno mismo 110 est limi tado, en modo alguno, al Moderno, sino que , e halla a en la Antigedad (por ejempl , en la relacin del epa de Virgili con lo po ma pi os homricos) Y en fonna como I parodia. el travest i y la cOnlrafactura o la traduccin, la imitacin y la adaptacin cn todas las pocas litera- rias. Por doqu.ier apare en aqu lo: procedimicnt s puntuales de la cita o la alusin dilatado para formar modelos que, omo fondos estructu- rales, int gran partes del texto mayores o. al fi n y al cabo, el texto entero. (5) n el qui nto riterio querem S barcar lo diferentes grado ' en la preci in de la remisin inlertextual. Lo 1 1 ama remo ' selectividad, porque aqu se trata dI;: cun acentuadamcnte un determinado lcmento es escogido de un pre-t xlo como fondo de referenci a y puesto d relie- ve y cun excl usi va o inclusivamente s aprehendido el pre-texlo, es decir, en qu ' nive de abstraccin ste se con, tituye. Aqu a una cita textual, que apar ce como partcula claram nte dclimit.:1da d un texto ajeno en el nue o. tiene una mayor intensidad intcrtextual que una alu- sin, que e refiere globalmente a un pre-texto eot ro ,por lo m nos_ a un aspc t abarcador de ste, As. por la cita de 1m ver o de Hamlet es una r misin ms precisa, m acentuada, al Haml ( de Shakespear que la mencin o la caracterizacin peri fr 'tic, d I hroe cuyo nombre le da ttulo a la obra. y, d manera anloga. la remisi n a un pre-texto individual es ms preci a Y. por e ' , rn inten a que la referenci a la nomlas y ' 00 ene iones de lUl gnero, < Jetenninados topoi y mitos. o a si temas dI;: constitu in de textos, definidos de lilla manera an ms ab tracta. 4X [ 1 ncleo duro lo eala aqu, pues, la cita textual procedente de un pre-texto individual, mientra, que la relat;in entre text exclu ivamente sobre la base de su textualidad representa un grado de desaparicin, perifrico, de la intertextualidad, Y cuanto ms sele tiva y precisa es la remi sin inlt:rtextual, tanto ms tiene ella la eSlruct Ira y funcin de una sincdoque, del pm:\' /)1'0 toto: con el de- talle escogido de manera a entuada se evo a el contexto total del qu IX (' onforme a ello, la serie dc texlllS ue D. Sc hwan il en <dnter- textual itiU und Aquivalendllnktionali smus : VorschHige lU e ine r ergl'ichen- den. Arull ityl vOn Geschichten, en Dialog dar Texte. pp, 27-51 . es. en la ma- yona de . us miembros. de poca intensidad intertextual , porque se basa eo una cstnlctura profunda tan ab Imela de la hisloria, que su corpus es ampliable casi a vol untad. ambin es de poca intcn idad intertc (ual segn lus cnteril.>s 1 -3, 4 MlIl1(red >ji. ler urgil ; e n la cita reve e incluy el pre-texto entero en la nueva eonstitu -in de sentido. (6) Nu tro ltimo criteri cuali t ivo conduce de regreso al punto d parti da d la le ra d la intertextualidad. a la dialogicidad de Bajtn. Este criterio di ce que - c mo siempre ceferis I'(.}ri hlls- una remi i6n a texto o sistemas de discur o previamente dado es d una inten idad intertextual tanto ms alta, cuando m fuerte sea la tensin semntica e ideolgi a n que se hallen entr s el con- t xto riginal y el nue na elaboracin dd texto a contrap l del ori ginal. 1 citar un texto relativizndol o irnicamente y minandu su supu to ideolgi O. , un apr vechamiento distanciador de la i[eren ia cutre el vi j o cont xto de la palabra aj ena y su nueva onte tualizacin - todos e ' o on ca os de una intertextual idad articularmente inten 'a, mientras que, por ejemplo, la fUer traduc- ci ' n lo ms fiel p si ble de una lengua a otra, la mera tran posici' n de un si tema de . ignos a otro (dramat izacin. versin cinematogr- fica, vers i ' n opertica) que conserva el enti do del texto, o una imi- taci n motivada cxclu ivamentc por la admiracin por el original. y una cita como argumentum Lid IIclorifatem, son d poca intensidad intertextuaL Y, por l ti mo, ci rto e qu (a pura negacin antte i ' del pre-te lo e m ' d ialgica que la repet icin tota l o afirma- ci n, pero ell a. por su parte, se queda mu p r dctr de una dial - tica di D reneiada de establecimiento de una ligazn y toma de dis- tancia como lo ptimo en mat ria de dialogicidad, Si aplicaroo ' juntamente eso seis riterio, en el centro oe in- tensida mxima e hall n especies de t xtos como la de la parodia o textos indi viduales como The Waste Land: en ello. n implemen- te se erupl an textos tipos de di cur ' o previamcnte dados , sino que se ll ama la atencin sobre ellos (1). las referencias interlexlua- I , intencion les y marcadas, son de alta relevancia comunicati va (2), se articul a en una metacomunicacin m ' o m nos explcita una onciencia autorreflcxiva de la intertcxtualidad (3). la citas y alu- i n fOffilan un model o estructural (4), s itan de manera acen- t uada y prec i a textos individuales o estructuras especficas de gru- pos de texto (5). y, por lt imo, todo eso irve al aprovechamiento de la di erencia tex tual y a la relalivizacin d ialgica de las pala- bras, [ s texto y lo . istemas d n mlas en que stos se bu an (6). Concepciolles de l a interte."'allalidad 49 Este h z dc criterios cualitativos todava debe ser com letado me- :liante 'terios cuantitati\'o , si se quiere detenninar la imp rtancia de inter! xruaJidad en obras parti ulares, en autores particulare o hasta en poca, particulare ", qu 011 de importancia ante todo do fa tore : por una parte, la den idad y frecuencia de la!) referencias nterte tuale . y por la otra. el nmero y e. de los cn juego. y tambi n n este re pecto la literatura modernlsla se VIdenCIa como intcrtext ual en un grado patticularment alt . 0010 ejemplo modelo remitimos a lo. l im nueve er o. de Th, Waste Land, qu , en un macarrnic collage de ci tas. yuxtaponen fragmento de texto en cinco lenguas ingl provenzal, latn medio, francs y snscrito) y remiten a por lo menos ocho texto ' que repre entan la literatura mundial de de la Antigeda hasta el siglo XIX. La poesa del clasicismo, por el contra- rio, es tam in altamente intertexul' l en lo que concierne a la frecucn- cia de eitas al u iones; si n embarg ,sta e refieren la mayora de las veces a un corpus e encialmente ms homogneo de pre-textos . Los cri terios aqu propue tos para la gradacin de la intertextuali- dad no aspiran, en el e pritu de un positivismo ingenuo, a una me- dicin de la inten dad intertextual, sino que (lO entendido omo constructos heursticos para la diferencia 'in tip lgica de diver a' referencias interte ' tuale . Slo cuando est elaborada una t ipol gia tal que tom en con. ideracin tanto la insercin e tntctural y marcaje de los s en el texto mi 1110 como la relacin en tre texto y pre-text y la. act ividades comunicativas de autor y receptor, e pondr a nue tro alcanc I!I proyecto de una historia de la intertextua- lidad, de _ us estru turru, e. trategias y funcione Traduccin del al mn Intertextualidades * Heinrich Plett ioler-texto. U ando repit iendo mis propios t xt s aol riores y los de otros. Il aciendo pasar los viejos poemas a tra vs de los nue- vos, haci end de las viejas lneas un hito que hago pasar a travs del de la. palabras lUC estoy cosiendo. oni do y sentid . Lo pavoroso. 1. Enfoques de la infertextllalidad rin Mure, tbe Act ', FlIrioll.\ (roronlo, An8osi. 198H) Actualmente. es un tnnino de moda. pero ca i todo el que lo 1I a lo ntlende de una manera algo diferent . La multitud de publica ione so .re el asunto no ha logrado ambiar esta situacin. Al su nmero ere iente no ha hecho ms que aumentar la con- fhsl n. n cuarto de glo despus de que el tnnino fue acuado de una m lera ms bien casual (Kristeva 1%7), est empezando realmen- te a florecer. Concebido y u ado originalmente por una vanguardia cr. Uca omo una forn1<:1 de protesta contra valores culturales y ocialcs e tabtecldos, hoy da le irve incluso a studioso litcrarios cons rva- d res para dar muestras de su presunta modernidad. * en: Il1Ierlcxlllu/i ty, ed. por lIenrich F. Plen, Walter de Gruy:cr. erl lO - NU'va York, 1991. pp. 3-19. 11/1 'rll!xt ll ll / 5] l. t. Actitudes Se presentan do f,rrupos de intertextuali tas: los progre istas y los tra- dicionalista . ell os . e les enfrenta una falange d anti -intertextua- listas. /./.1. Los "Iertexlllalislas Los progr si ta . tratan dI! cultivar y desarrollar la herencia revolucIo- naria de los creadores del nuevo concepl. u. repre entante no 'e cansan de cillir, para frasear e interpretar los e eri los de Bajtn, Barthes. la Kristeva. Derrida otras autoridades. Las ideas que ello propagan consisten en una elaborad' mez la d marxismo y freudi ruo, semiti- ca y filosofa. Por lo tanto, son compren ibles s' lo para los c culos elitistas que estn dedicad s excl usivamente al esludio de los mae tros (MOI'son 1986; Worton & Sli ll 1990). Aunque num ' ricame te peque- o, este grup de origen francs ha logrado extender internac ional- mente sus actividades y establecer L1cursale en L do, Jos pa e' del helllisferi occ idental. Indcp ndientemente dI: si se llaman a s mis- mos postestru lural istas. desGontruccionistas o postmodernistas. u propsito b ico es idntico: acar a la en anza ac' dmica de L1 ' amarraderos tradicional 's. Pero el dt!rrocamient de la vieja orto- doxia, paradjicamente no in una lgica propia. slo ha onducido al establecimi oto de una nueva ortodoxia. Uni ver idade, asa editoria- les y pre li gio as publ icaci neS peridicas proporcionan un amplio foro para el enfoque progresi la. Sin mbargo. el onocimiento ntimo de este di scurso intert xtual est ' li mitado a relali amente pocos crcu- los elitist, . E O se debe, probablemente, a la orientacin bsicamente tilosfica del mismo. pero la tellnin loga esotric tambin desempe- 11a un papel en ello. sta e cllt!la nunca na dc;sarrollado un mtodo comprensible yen. eablc de anlisis textual. ' us publi caci ne. e Ln marcadas p r un car Ler e traal1lcnte abstracto, decididamente alej a- do de la reali dad. Tales cualidades no slo impiden la comprensibil i- dad de las misma . sino que lambin rodean :u empresa crtica con un aura de mi. terio y excl u ividad. Los Ira icionalistas pertenecen casi exclusivamente al grupo de los estudiosos li terarios convencionales. No son lingi ta ni semitico " menos an fi l ' sofos o sO i' logos. leriados por la reaccin pblica a la obra d I poste tnlctucaLi tas y lo d scontrucGioni. ta. e pregun- taron d ' d ' d d I '1 ' . . I . - es pues e un peno o e cautl: osa vac! 1 ClOn- SI os conoel- 52 He/m eh PIel! mi nt alcanzados en el debate de la intertextualidad podran ser apli- cado prov eh samente el sus propios a unto En dependencia de su n a is critico. u re puestas difieren , Los inve tigadore de inclina- cin analtica han redescubierto la cita, la alusin y el centn com for- ma intertextuaJe , Lo tericos d 1 gnero sealrul la intertextualidad de la parodia, el travesti y el collage. os especialistas en traduccin y eo los media so tienen que 1 nuevo enfoque puede ser ventajoso tam- bin para sus respectivos campos de inters. Aquello e tudioso que estn seriamente interesados en los avances terico en us disciplinas. 1I an intertextualidad) como un tm1ino general para mejorar su ins- t rumental metodolgico y ternlnolgico. As han logrado. al menos parcialmente, hacer m ' aplicable el nuevo enfoque. Sin embargo, Jos peligros de tal empeo son fc il m nte visibles. El inters en i temati- zar conducc fcilmente a una manera estre ha de pt:nsar; el nfasis en la terminologa. a bateras de nomenclaturas escol. ticas. en gran me- dida desprovistas de contenido, E. lO ob truye el dinami mo de los procesos sgnicos intertextuales. ste cs reemplazado por una contabi- lidad fenomenolgica esttica. Es an peor clland los estudiosos usan el trmino interte,' tuaJidad sin haber examinado crticament el con- cepto, slo para que parezca que estn al da. fntertextuali dad)} cam palabra de moda : sa e la cara negativa de la moneda, 1.1.2. LQs anli-inler(extualistas Por consiguiente, urge un tercer gnIPO: la oposicin al nuevo enfoque. u actitud bsicamentc negativa se expresa en do. di ferentes estrategia. de argumentacin. A lo progresista, a los e peculativos, implemente no se los entiende; son acu ados de subjetividad e irracionalidad y de una falta total de cientificidad, Pero an ms fuerte es la oposicin a la variante tTadicionalista, pragmtica. Los runi-intertextualistas no se can- san de subrayar que ellos mismos siempre han trabajado intertextual- mente. Sostienen que toda rama de los estudio literarios serios, espe- cialmente los estudios comparativos que parecen estar particularmente bien calificados, procede de esa manera. Semejante tradicin, despu de todo, se remonta a la imita/io G/lCfOmm de la Antigedad greco-romana y a la alegoresi tipolgica del helenismo y la patrstica: en resumen, sultara una venerable prctica de ms de dos mil aos. El crunbio en la lenni nologia, se arguye, no cambi nada su tancialmente. Todo lo CO/l- ITario: tal engao o rotulado slo aparenta un carcter progresi ta que nO InferfeXliJalidades S3 , " te real mente De esa manera, la intertextualidad es sometida a evera "1' 'lcusada d ser incomprensible, por una parte, y de ser vino viejo en IL, ' , . _ ' en odres nuevos, por la otra. Un oposi tor afmlla que no entIende nada, el otro insist n que siempre ha s bi do eso. Hay tanto anI H nterte>..tua- listas como intertextualistas hay - se es el resultado. 1.2. Los concepto Qu es un intertexto? La re ' puesta u esta pregunta puede ser:, un en/re otros texto ' Por lo menos eso es lo que una conslderaclOn etimolgica puede ugerir, Sin embargo, de cmo se interprete la pre- posicin entre depende enteramente cmo se explica el Se pueden concebir conceptos. De la naturaleza de los mismos de- pende sobre cules elemento ' con tituyentes e afirma que componen un intertexto y sobre cules no. Sc le debe conceder gran 1I11 portancla al papel del autor y del ledor. Ambos (y algunos otros factores comu- nicativos realmente hacen visible y comunicable I!l intertexto. Las pregunta. importantes que un estudioso ha de plantear cn sle respecto, son las siguient : qu marcadores sealan un intertexto? y qu cate- goras pueden servir para describirlo? Aqu se hace necesario un siste- ma de in tic dore y categora. anali ticas. Tal sistema pre upone la existencia de un abarcador aro eual gJco inlelt xtual. Mientras exi ta solamente uu comprensin rudimenlaria de semejante r pertorio, al- gunas pr piedades pertinente, del fenmeno slo pueden ser deduci- das tentati am oteo 1.2.1. Texto vs. illtertexto Todos los intertextos son textos - eso es lo que la lti ma mitad del tr- mino sugi ere. Sin embargo, la inversin de esta ecuacin no implica automticamente que todos los textos sean intertexto . . En tal ca o. te, to e intcrtexto . eran idnticos y no habra ninguna necesidad de uo inten> qu lo distinguiera . n texto puede er considerado como una estructura sgnica autnoma, delimitada y coherente. Sus lmites estn indicados por su principio, medio y fin; y u coherencia, p r la onjun- cin deliberadamente interrel aci onada de su ' elemento c nstitu entes. Un inteltexto, por el contrario, est caracterizado por atributos que van ms all de l. No est delimitado. ino de -limitado, porque sus ele- mentos e n ' tituyentes se refieren a elementos constituyentes de otro(s) texto(s). Por lo tanto liene una dohle oherencia; una intratextual que garantiza la integridad inmanente del texto, y una in/ertextuaJ que crea 54 Hi.!inric/ PI!!ff i nes e o'ucturales entre l mism y otros textos. E ta doble renca nt ribuye a la riquea y complej idad del intertcxto, pero Lam- bil, statu problemtico. Pod mas imagin r dos tOt1l1a extrema:'>, que podramos expresar en la paradoja: un texto que no es ningn int rtexto, y un intertexto que no s ninon te. too Qu significa esto? El texto que no tiene ninguna interrelacin con otros texto ' en absoluto, realiza su autonoma perfccla- ment . E: aut suficiente, idntico a s mismo, una mn da completa en s mi sma - pero ya no es comuni ' able. P r el contrario, el intertexto co- ff el riesgo de di olverse completamente cn sus interrelaci mes con otros text S. n casos extremos cambi a completamente II coherencia intcma por una externa. Su disolucin total lo hace renunciar a II princi- pio, medio y fin. Pierde su identidad y se desintegra en numerosas paIt- culas t xtualc que 61 tienen una referenci extrinseca. Es dudoso que intertexto radical sea cOl1llUlicabl en modo alguno. Lo. ejemplos mencionados son xtrern S. Los supuestos texto pel s e intertexto per se di t1ci lmente son posibles en la realidad de la co- municacin sgnica. Pero, con arreglo a las premisas de la definicin que dimos anlerionnente. es posible la participacin gradual del texto en la inlertextual idad y dd intertexto n la texhtalidad. As, podemos po lular una e ' cala de intertcx uali dad creciente y decreciente. En el ca u de la inlcrtextual idad negada predomina la idea de autonoma textual; en el caso de la intertextualidad intencional, el principio rcet r e : Todo texto es un iotertexto (Leitch 19U. 59) . /.2.2. RedIlCciOTli.\'Ilw vs. totalidad Dadas las fluct uaciones a que e t sujeto un intertexlo, parece que casi no tiene ninguna po ibiLi dad de xito intentar Jescribirlo sistem- ticam nte. Semejante empre5a presupondra que 1.: 1 flujo intertextual puede er detenido. por lo nenas inlermilentemente. Slo entonceS puede un e5(udi so alcal1Lar una p sicin fija desde la cllal de arrollar categoras, y mlodos para de codificarlo. tales pr cedimicntos contravienen fundamentalmente las intenciones de los cread re del intertexto. porqul:! stos mantienen inllcxiblemente d principi o de que d intertexlo no puede ser inmovilizado. Con palabras de R land BarLhes (19g6, 5H): C .. j el Texto es experime/ltudo solamente en una act ividad. en // l1a prodllcci n e sigue que el Texto no puede detenerse (por JI/ fer/ ex/ u (dades 55 ej emplo, en un e tante dI:! una biblioteca); su d emento consti- ttlt o es el 'Jl ravesar (en particular. pued 3 atrave ar la obra, varias obras). En la medida en que el intertexlo slo exist en el .comunicati - vo real - \.:omo un en pernlanenle oscllaclon-, no p demos hac r afim acione def ni da!> acerca de l. Aparece. 'amo parte de una pragmti ca que reconoce sol amente el acto comunIcatI VO md - vidual. Esta actitud mi ma. sin embargo, implica UJla clara reduccin del intertexto. la cual no puede ha el' estado en la intencin de los que lo propusieron originalmente. P rque el intertexto se presta a ms enfo- ques que el de Wla pragmtica que de cansa en casos Singulares de re- cepcin. Si lo consideramos como un signo - de ma nera anloga a aquellos procedimi ntos que los li ngistas del texto emplean para constituir Ll objeto-, podemos analilar el intertexto en una tripk: perspectiva semitil:3 (Morris 193R) : sintcticamente, como signo ba- sado en rel aciones en!r textos; pragmticamente. como la relacin en- tre emisor/!" eptor e intertexto: y so;;mnticamente. con respecto a la refercncial idad del intert xto. El intertexto como un todo no I con. ti- tuye ninguna ola perspectiva cmilica, ino nicamente la combi na- cin de las mi ma ' . En este re pe to, el inlerte o n di fiel' de ningn otro signo. lingistic o no-lingstico. Esto si oni fica. por otra partl:, que cada perspectiva 'emitica aisla- da es una abstraccin del intcrtexto y hasta una di torsin de ste. Un procedimie to cientfco que trate no te mar partido y no seguir im- perativos id olgicos, Jebe inlentar apn.:hcnder su objet desde todos los ngulos. 1.2.3. Material v . e. trlle/lIral Los intertexl se componen Je signos. Los ignos fonnan parte de c- digos. Los digos tienen dos componentes: signos y reglas. Los sig- nos repres ntan el aspec10 material del cdigo; las reglas, el aspecto estructural. -xi ten tipos de intertextualidad anlogos :1 los componen- tes del cdi o: 1) intertextualidad material (particularizante) - () sea, repeticin de . igno ; 2) intt:Ite tualidad estructural (gencralizante) -{) sea, repeticin de Tegla ; 56 Hdwich PI If J) intertextualidad material-e. tnlctural (particularizante-genera- lizante) -o ea, rep [icin di:! signos y reglas en do o ms texto ' . En su mayor p:lrte, los crtico conceptual izan la interte tualidad con arreglo a (1). -1 as m delo en lo que respecta al tra lado de signos de un text a otro, es la cita. Pero los signos del cdigo no son l s ni- cos fa tares transtcxtuales. ino que tambin lo son la..., reglas del cdi- go. Esta ltimas son el requisito para la constitucin de clases y ub la ' es de textos. Los signos si n reglas no tienen ninguna estnlctura, las reglas sin signos pennanecen ab tractas. Por lo tanto, el tercer Lipo de intertexlualidad es un cas muy \.:omn, aunque a menud se hace ca o omiso de l. Uno de muchos ejemplos ilustrativo' de los tres tipos de inlertcx- tualidad e el mod de elocucin del ciceroniam mo. El aspect mate- rial de esta intertextua!Jdad est ba ado en el lxico de las obras com- pletas dc Cicern. in tomar en consideracion si e e lxico C)\iste en forma primaria (las fuentes mismas) o CI mo derivacione ' eculldarias (diccionarios, tesauros.* concordancia realiLadas mediante computa- dor ). La intertextualidad e truetural del ciceronianismo est e tableci- da en gramticas estilstIcas pre criptiva que contienen m ticulo!ias reglas para la c mposidn de cola. colocacione lex malica: e/o u- sulae specfico . Pero es lgico quc el inventario de iguos materiale de Cicern no pueda ser empl ado sin pre tar atencin a la respectiva gramati a esll tica, y vicevcr:;a: IDO depende de la otra. E por eso que el tipo mixto de intertextualjdad es umamente comun en ci e- ronianismo, La referencia a textos es c mplementada por una reteren- cia sistemtica y as! combina intertcxtualidad material inlerlextuali dad estructural. 1.3. Decisiones Una teora intertextual tendiente a la claridad la precisin tiene que t mar de\.:isiollcs metodolgicas que restringen el campo de investiga- cin. Una semio!:iis total del intertexto ' eguir icndo un bjetivo ideal y, por ende, jam llegar a er puesta en prctica. A ' pue', la exclu- in de ciertos aspect " e har necesaria Una exclusin as tendr que afectar a la dimcn in 'emntica de la intertexlualidad. La especifi i- dad de esta dimensin con!-\Isle en que el referente del texto no es la * . del T. Tltesaurus (ingl, ): Dic ion .. rilJ de palabras y frase" agrupadas arreglo a . emejam:as en . us Oicl.:ionano de ideas afines. Jllferfexlualidades 57 'calidad extema, sin solamente otro referente ue texto. Por compleja I Uc parez a el; ta di mensin semitica, parece ser de importancia Sc- qundaria para el pr lema de la intertextllalidad como tal. Otra exclu- cl' n afecta aquellos aspectos pragmticos subjetivo que no pueden s ser control ado cien ficamentc. Esto implica el abandono de un con- cepto intertextual que recurre a asociaciones indiv iduales y va as im- presiones de da lu, tanto, ljlledan dos analticas: la sintctica Y la pragmatlca. Pueden ser con. Iderada. Iguales a lo concept de langue y parole de Saussure y a los teoremas de com- pelence perjomance de Chomsky. Ambas po ibilitan la construc i ' n de modelos que constituyen el m' rco par la intertextualidad. El mode- lo sintcti co refigura la po ibil idades de una gramtica iotertextual: el pragmt ico, la, de la cOD1tmicacin intertcxtual. 2. Vil estudio de caso illtertextual: la cita El campo entero de los fenmenos intertextuale es tan vasto que es di - fcil escog r uno que se preste a una semio is sintctica y a una semiosis pragmtica. Al escoger la cita, e tamos optando por una uni- dad inteliextual que es bien conocida tambin fuera del discur o de los estudioso . Se dic que los sacerd tes citan pasajes de la Biblia. pero tambin que los compo, itores citan de lma sinfOla, o los pin- tores, de un cuadro. Esto mdica que la cita representa una variedad mu- terial de inlertexluaJidad. Lo que ' e repr duce no es una regla e tructu- ral , sino un igno textllal. La ndole material de ste . ign textual puede ser tanto verbal como no-verbal. Como puede ver ' c a partir de estas esca a' ob 'ervaciones, la cita e t compuesta. obviamente, de un haz bastante esp cJil;O de caractersticas, que hace de l un objeto casi ideal para un estudio de caso (Plett 19R8). 2.1. La gramtica de la cita Una gram ica de la cita debe tomar en cuenta los siguiente elementos estructurales bsicos: 1) el texto de la cita (TI)' o 'ea, el texto en que ocurre la cita (= texto de destino); 2) el pre-texto (T,), o sea, I texLo del ual es t mada la cila texto de partida); 3) la ci ta propiamente dicha (C). 58 H'll rich Plel l E: tos elementos requieren un an' lisi s ueta llado cuyos principi s e n- ductoT 'crn la cantidad, la calidad la distri buci n. la fTecuencia, la int rferen ia y lo marcadores de las cila . El centr de la atencin de la presente in estigacin ser la ci a verbal que se produce en textos verbal es. Una ci ta mue tr ari a ' caract rsticu inconf undible que la dis- ti nguen como tal. Su m obvia caracterstica cs. probablemente, la re- p t i 'in intertextual : un pre-texto e. reproducido en tUl text posterior. Otro rasgo de la ' ita e ' su carcter s gm ntal, porqu , por recrIa gene- ral, el pre-texto no es reproducido ntegramente, in l'1 l de manera parcial, como pan pro fOfO. tercer lugar, 'e sigue que la cita, en esencia, nunca autosuficente, sino que representa UlI segmento tex- tual derivati vo. Como tal n cuarto lugar, no constituye una parte Of- onica del 1 xto, sino Ull elemento extrailo exti rpable, o, para fonnular- lo de LUla manera diferente. UlI segment - impl'opi e que su lituye a un hipott ico egmenlo-proprie. Para sumar estas caraeter. t ieas en una definicin pro isional: Una cita r pite un segmento derivado de LID pre-t xto dentro de un texto po ' lerior, en el cual l reemplaza a un seg- mento-proprie. 2.1.1. Cantidad Con respecto a la cantidad, las citas mue (Tan una gran variabilidad. Habitualmente con. j . ten en unidade morfolgica ' o sintct icas, m raras veces in luyen secciones ms vastas de textos, 0, en un caso I!. - cepcional, hasta el pre-texto completo. Algunos Llulos de obras Gtera- Tias bien onocidas contienen citas de palabras o de oraciones: Tire So(- WeeJ-FlIclor de John Barth repite el titulo de un poema satri co de Ebenezer Cooke; Ev eless in Ga-:a de Aldous Huxley e refiere a un segmento de un verso de Sam.wlI de John Mlt on (4 1), Y Rosencl'UlI 1.: and Guildenstern are Dcad de Tom Stoppard cita una I - nca de Hamlet (V.2.376). 2.1.2. Calidad ahor hemos supue to tt tam nte que, al pasar del lexto ori gi nal al t xl de destino, las citas permanecen inalteradas. Sin embargo, esta suposicin requiere alguna modfi aci )nes. v rdad que los lextoS cientfico o j udi ciales deberan citar de la manera ms exacta posible, O sea, in alter r el pre-texto. Los textos poetico , por el contrario mues- tran u naturaleza especfica en el hecho Je que no integran elementos l nterfextllulidades 59 textuales prefabricados Sin alterarlos. sino que m ,bien I s rcmodelan . les propor ionan nu vo slgmficados .. P resta razon, es precl o nar la cila en lo que respecta a su calld d. Para hact:rl es nece ana la siguiente distin in: la forma que habitualmente ll amamos cita posee una existenci a d ble: por una parte, Como un segmento del pre-texto T! (== Q: ), y por la otra: como un segm nto del texto de la cit: T) (= Q). Q I == Q, signi fi ca denlldad mtertextual; y Q, Q:. desvlaclOn Il1tcrtc tua\. Las -desvi iones intertex tuales. al igual que las de ' iacion s ;11(ro- textuales., pueden ser dcscrilas en una gramtica secundaria. Aqu se han de distingui r do, ni eles: expres in contenido, o para emplear una ter- minologa diferente. estructura de superficie y estructura profunda. La esfructura de s1/perficie de las desviaciones citacionales puede ser descrita en trminos de tra nsformacione . tas son b icamente idnticas a los tipos de transfonnaci ones en la leora e tils- tica y la gramtica trall: f'rmacional generativa; la nica diferencia cs que su presente campo de apE :. defi nido en t' rminos intertex- tuales. Las n.:-spectivas transformacione soo la ad k, in, la u traCCi?l1. la sustitucin, la permutacin y la repeticin (Plell 1979. 14 - 149) . Es- tas se refieren a unidades lin ' stica de I ngitud rariabk: fonol gicas o morfolgi cas, . ntcticas O te ' tuales. Un ejemplo t mado de Hugh Se/wvn Mauber/e v de zra P uml puede ilustrar las ariaciones lran - de- tlll detemIinado pre-texto. El t xto de la cita uel qu' se trata, comprende la. dos lnea ' Died some, pro patri a, non dulce) non t decon>. que fraccion n y reordL:nan la bi en conocida l nea del pre-texto de Horacio Dulc et decorum est pro patria mori (caml . m.2.12). Las lneas dt! Pound ilustran las siguientes operacione intel1exluaJe: sustraccin d la frase verbal laLina Est [ ... ] mori y sustitucin de la misma por el verb ingls (.ii cd, sustraccin del morfema terminal { -um l en decorum >, pennutacin sintcti ca del pre-texto. adicin y repeticin ele la negaci6u non que falla en Horaci o. E. tas operacio- nes involucran unid de y sintctic s del texto. Las () - millas efectan una adicin intcrsegmental. Re isando e tos procedil1licnt rran sformacionales ms bien complej os, no damos Cuenta ele qu LI S resultad - la cilas- pueden er designado me- 60 Hl!ilwicJ PI /t Jiante la nomenclaturas retricas clsicas, por ejemplo: el ipsis, apco- p nstrofe. E las tiguras r trica. no indican, pues, desviaciones dentro de un texto, sino las existentes ent,.e textos (Jenny 1976). Un eloque de los aspectos de la estructura prol undu intertexllJal de la. ' itas permite tambin una comparacin con la relrica, El pro e- climiento de citar se a emeja al de tropificacin, puesto que el texto re- sultante siempre e prest a do interpretaciones, a saber: una literal y llila no- li teral. Por esta razn. un texto que ci a puede ser considerado como un signo dual (Rifaterre 1(80). pue to que admite llila lectura prop,.ie, as omo una ms lectura improprie. El ttulo de Arms and l he Man de G. B. Shaw, por ejemplo, se refiere en su cnlido litera l (primari ) directamente a los acontecimientos de la pieza. mientras que su sent ido adicional (secundario) se deriva del hecho de que el mi mo es tambin una c ita (traducida) del verso injcial de la Enei da oe Virgilio. As, p r regla general. una cita no incluye nicamente un solo nivel (isotpic ) de significado sino do ' o ms (poli- isotpicos) que requi ren que el recept r los interrelaci neo E ta interrelacin o, para emplear el tm no de Baj tin (198 1), este di logo, e extiende mu- cho m all del elemento citado y e barca tambin los contextos prima- rio y secundario del mismo . Cuanto ms citas t ' n coditicadas en UD te to potico. tanto ms compleja ser u estructura profunda lntertex- tual, tanto ms p lifnico ser el dilogo textual. 2.1.3. Distribucin Adem de la cantidad y la calidad, hay otros dos critt:rio relevantes para la estructura de la cita: la di tribucin y la frecuencia. stas son cameter licas de la cita que, cuando son tomadas por si soLas. pare- cen relativamente simples, pero, cuando son correlacionadas con otras caractersticas, revelan un alto grado de complej idad. Puesto que tanto a la di tribucin coro a la frecuencia nos hemos referido implci tamente a menudo en la presente nve ligacin aqu l0 se- r n t ratadas de manera bre e. La distribucin de la cita puede ser de crita con a la posiciones ms de tacadas del texto de la ci ta: pri ncipio. fin medio. La po icin inicial es lo mism que el L- tul el epgrafe o la primera oracin; la posi in tinal puede ser un aforismo de condusin. El hecho de que po iciones e tructura- l , cuand estn provi tas de citas, son importante para la e mpren- si '11 de la obra entera, Jo ilustra The Wsf Land de T. S . . liot, en la (nl erfexfualid" des 61 , 1 trul o, el eplgrafe y la fnn la de concl usin repre entan citas que lO; . d) 1 . .. d' (los pre-textos : Malory. Petroni , los s . posLclOn la te xto ' cual quiera qu ste sea) pemnte una gama tan amplIa de en un \ . " , .. , ltes citacionale que no tendn a entIdo entrar aqui en mas de- vall al . , talles. 2, J.4. Frecuellcia Si slo se pre. enlan unas pocas citas dentro de un texto,. su. impacto en "tructura Y signi ll cado puede ser relatIvamente lTlslgmficant . En su es ' . este caso, la influencia determi nante del de La cita re ulta ms fuerte que la de las ciLas mismas, La SItuaCIn, m embarg , am- bia cuando las int rpolaciones del pre-texto . umentar en frecuencIa . En ese caso la influencia d 1 contexto disminuye proporcionalmente. La etapa final en semejante desarrollo se alcanza CO? un texto c mple- tamente compuesto de citas. En ese punto ya no ex! te un contexto en el sentido de una creacin original. Su papel es a ' umido por la cita. que preceden y siguen a cada cita. Como hay un mu lti plicacin de ci- tas, hay tambin una multipl icacin de contextos. El resultado ral de este pr ocedimiento puede ser denominado collage y el procedi - miento mismo, montaj e (Klotz 1976). 2.1.5. Interferencia Una cita siempre est incrustada en dos contextos: el contexto del texto de la cita el y el contexto del pre-texto Ce' Como estos contexto. SOD, pe,. definilionem, no-identicos, toda cita impl ica un confllct ntre la cita y su nuevo contexto. Este conll lcto podemos describirlo como una interfer ncia. Para i1u trar lo fen6m nos de interferencia e coge- remos el e di go como un criterio apropiado, Tiene lugar una interfe- rencia de cdigos cuando a cita y l cont xto C I ditieren en uanto a lenguaje, dial e to, soci olect reg tr , manera de escri bir las palabras. prosodia, etc. En estos casos hablamos de interferencia interl ingual, diatpica, da trtica, di atpica. grafmica, prosdica, tc. Las inter- ferencias e di as de los tipos interl inguaL y grafmico on empleadas a menudo en los Cantos de Ezra Powld, en los que las citas de literaturas extranjeras n pre entada en los caracteres de sus lenguas por ejempL , en letras griegas o ideogramas chino'. A vece las citas en lenguas e 'tranjeras D traducidas al ingl . a veces los ideogramas chinos son r producido en letras latinas. sos son ca os de tran co- diticacin Eco 1976). Todo procedimiento de (ranscodificacin im- 62 f!cillrc/ Ple/l plica uoa asi mi laci n de la iLa a su nuevo contexto y, por eso, una dis- minuc in de las interferencias citac ionales. 2./.6. Marcadores Una gramt ic de la cita no puede trabajar sin un si, tema de marca- dores que indiquen que tienen lugar cita dentro del texto. Estos mar- cadores on de natur al za dectica, porque hacen visi bles las costu- raS entre cit a y contexto (C I ) . Ha costuras manitiestas y OCll lt, ' ; por s exi len ci tas manifi estas y ultas, en dependencia de si el autor desea subrayar o disimular la interferencia entre el marco y lo <<in- sert ado ( ternberg J 982). El nmero y tipo de la seale lextua les vara en conformidad. i e tablece una escala de nitidez decrecien- te los marcadore, de la cita son explcitos, implicitos o simpl ement inexistentes. Los marL;adorcs engaJ'osos o p cudomarcadore const i- tuyen una clase especi al que modifica las categoria pr imera y segun- da. Los marcadores explcitos indican una cita de manera direcla, o medi ante un verbo pcrfom1ativo como cltm) , o una fm1 ula e tanda- ri zada como prio' ipio de la cita - fin de la cita, o incluso nom- brando la fuente directamente. En contraste con e. tos marcadore' intratextuales. las nota, glosas marginales, ndices de fuente, prefa- cios y po. t s ' ripta, as como los e mentarios, estn si hlados fuera de! t xto propiamente dicho. Si .on ublicados conjuntamente con el texto, tal v z hasta como una parte integral de . te, adquieren tahlS de un s ubtexto. Los marcadores implcitos on ora rasgos inherentes a la cita. ora ra ' gos ai'adidos a la cita. Como rasgo. aadidos. pueden aparecer, en el ni vel fonolgico, omo pausa. antes y de pu ' de la cila, 0, en el ni- el grafmico, como conullas, do puntos, cursivas o espacios vacio . Son, si n embargo, ambiguo en la medida en que no slo sealan cita, sino tambin orros ra go textuales (por ejemplo. las comillas tambin s n una s al de irona). Corno ra!>gos inberentes a la cita misma, los mar"'adores implcitos slo se toman efecti vos en los casos n que exde una interferenc ia cdi a enlre la cita y u contexto. A pesar de esta restriccin, sin embargo, se le puede atri buir una ambivalencia an ms fu rle a este tipo de marcadores implcitos. Porque las djferencias d,,! ipo descrito pueden referirse tambin a caractersticas n -citacio- nales de texLOs po t ic s, cuando, por ejemplo. una pieza incluye hablantes de diale to' o lenguas extranjeras. c mo el gals Fluel len en 1171erlextualidades 63 HemT Vd hakespeare o el t francs Riccaut de la Marlini' re n Min/1G van Bornhe!m de Lesslllg. e A causa de la naturaleza mbigua de los marcadore de ci ta impl- citos. slo los explcitos parecen apropiado para indicar una cita de I la manera contiable. Pero hasta estos ltimos han de ser cons iderad s ti . con cautela, porque el comentario puede ser un pseudocomentano, y la cita marcada amo tal puede re uItar una p e udocita (Bol ler and George 1989). Por lo tanto, le corresponde a la competencia ita- cional del receptor decidir i una ita e. no una cita. La ompeten- cia citacional se e desafi ada en parti cular medida cuando un texto ca- rece de marcadores tanto explcitos como implcitos. En e te caso el carcter citaci onal de un segmento lingstico slo ' par ce sobr 1 base de una presuposicin pragmti a ( ul It:r 1976: Leps 1979- 1980), la cual, adems del individuo que comunica, incluye tambin la evidencia concreta del pre-texto. 2.2. La pragmtica de la cita Las observacione. reali zadas en la primera parte han il vaeJo la argu- mentacin, de la gramtica. a la pragmtica. En la sigui ente explora- cin, pragmtica ignifi ca la comunicacin de citas. sta incluy ml- tiples factor : emisor, ree ptor, cdig , lugar. ti mpo, medio, funcin, etc . En inters de la simplicidad, est s factores ern subsumido bajo dos aspecto centrales: 1) el emi. or como punto de partida para modos funcionales de citas. y 2) d receptor como punto de partida para mo- dos percepci onales de citas. Aunque estos aspectos no cubren nlera- mente la pragmti ca de la ita,. on apropiados para arroj ar luz sobr al- gunas de sus cara tersttcas esenciales. 2.2.1. Modos funciol1ales Si un emisor, o sea, un hablante o un escritor hace uso de una cita, DO lo hace arbitrariam nte, sino con ciertas intenciones. E tas int encio- nes, a su vez, son modificadas por las convenciones de la situacin comunicat iva escogida. Corno hay s itua;iones comunicativas ms o menos con enci na lizadas, se sigue que tambin hay funcione cita- cionales ms o menos convcncionalizadas. Stefan Moraw ki (1970) esa p r picaz observacin en su tipologa de la funciones cltacionale_ que l traza en tnnlOs de una escala de fuerzas normati- vas decreci entes. l distingue lres funciones de la cita: de autoridad. erudita y ornamental. Esto, tipos fun ' ionales, evidentemente, son reali- 64 f1ein,-;" f Plett z dos textos no-l iterarios, pero, indiscutiblemente, . pre entan t<lmbin en t xtos Li t rario . La siguiente discusin com nzar con la tipologa de Morawski y despus pasar a delinear uno. cuantos a, pec- tos funcionales de la cita potica. 2.2.1.1. La cita de autoridad La cita de autoridad se produce en si tua i nes comunicativas que le imponen al emisor una bligacin de citar. Taks situaciones comuni- cati a e tn ntimamente asociadas a instituciones sociales; por eso el acto de la cita cobra un carcter ritual izado. Ejemplos ilustrativos , on los actos acros y legales, donde los sacerdotes y predicadores, jueces y abogados apoyan su razonamiento mediante ita dc [a Biblia o de la L y, respectivamente. Dentro de su rac\i de validez, la autoridad recla- mada tales libros no admite dudas acerca de la legitimidad de I s mismos. Estos mantienen el status de (<libros sagrados, ea la Biblia el Corn el COrpill Imis Civilis o el Cdigo Civil, 0 , para aventurarnos en el campo de la doctrina poltica, la obr a de Marx, Engels y Mao Tse-Tung (de ah el tnuiuo <da Biblia de Mao) . P r lo tanto, todo te, t de referencia (por ejemplo, lo comentari s bblicos) y toda cIta tomada de ellos tn sujetos a un radio dc aplicacin muv es- trecho, com' nmente le carcter exegtico. Cuando en su pretensin de aut ridad una cita no e cuestionada en absoluto tambin se puede considerar que su funcin es (id olgica. 2.2.J .2. La cita erudita La ci:u erudita se presenta principalmente en lo' textos cientficos que , e refieren a otros texto' cientficos. Como la cita teolgica, puede , er usada para contar con la autoridad del conocimiento indi cut ible. Di- fiere, sin embargo. de la cita de autoridad en la medida en que tambin puede cue ' tionar u alidez. Mientras que la cita de autoridad exige W13 contextualizacin afirmativa, la cita erudita e t abierta a una di - cusin de lo pros y Jos contra. Admite ms d un punto de vista y has- ta su r futaL;in. En cuanto a la pluralidad de funciones que es probable que asuma, esta cita tambin puede ser llamada argumentativa. 2.2. 1.3. La cita ornamental La c ita oma lental e ttl. todava men s subordinada a las fuerzas nor- mali . as de Wla ituacin comtmicativa. ti espectro e aplica ' in es amplio porque incluye numero as especie de di mso ocasional: car- ta , anuncio " discur o ceremoniale, obituarios, folleti nes, ensayos. l nlerlextualidades 65 Si en esOS texto ' borran completam nte las citas ,el ro comuni cati vo no fraca a. pue to que e preserva la lIlformaCI n ac . l ' 1 . bsica. Esto e debe a que las citas omamenta s. o o sIrven como lbellecimiento d coratl VO. aadidos a la sub tanel a de un texto. Por la relacin funci onal entre texto y cita sufre un cambio decisivo: :Mientras que en el caso de la funcin de afirrnar una autoridad el t x- to sirve a la ci ta, aqu ta di po icin es la inversa (Morawski 1970, 696) . Al ser un estmulo sttico para el deleite del n:::ceptor, la cita or- namental mue tra la ms ntima afi nidad con la cita po tica. En ste respecto, di ficr notablemente del control ideolgico de la cita de auto- ridad Y de la fuerza per 'ua iva d la cila erudita. 2.2.1.4. La cita potica En comparacin con los tipos no-poticos de ci ta, la cita po ' tica se caracteri za por ' u carencia de un prop ' ito prctico inmediato. Sin embargo, se pu de lograr un propsi to de esa ir dole cuando un pol- tico, un periodista o un vendedor emplea una cita potica en un texto no-potico. En este ca o la cita potica es despoeti zada, s decir, de:s- provista de su funcin autotlica e investi da con la funci n prct" ca del respectivo contexto de la cita. Por el contraIio se produce una in- versin de e te procedimi nlo cuando una cita no-po 'tica es in erta- da en un discurso potic . n e caso l cita e poetizada, es de ir. liberada de los constreimientos de una util idad prctica inmediata y transferida a un e tado de confomc\ad a un fin sin un fin que cau- sa satisfaccin desintere ada Kant). Podemos bailar ejemplo, de este mtodo en Tristram Shandy de Laurence Sterne, que contiene citas de tratados de medicina (Robert Burton) y de filos fi a (John Locke) y hasta de una frmula medieval de excomll nin (Obispo Ernulfo de Rochester) . Resultados de un desarrollo m dero son los poemas hallado del autor anadicnse John Robert olombo, com- puestos enterament de cita de te 'tos no- literarios, como reportajes de peridicos, discursos pol ticos, artculos de diccionarios, etc. Tan- to la po tizac in como la espoetizac in de una cita repre entan cambios funci onales que son condicionado por la intluencia domi- nante del contexto de la ci ta. El autor que reemplea fragmentos de (pre-)textos poticos en u propio texto potico. act as con ciertas intenciones. Sin embargo, re- sulta difcil ualquier a lITuacin de ndol general, pue to que ignifi- ca una redu cin de las alternativas posibles. Un comn denominador 66 J-h:inridl Plell negativo podra r que I prop ') ito pri mari del autor n es llevar su auditorio a una confrontacin inmediata con la reaJ i lad, sino solamen- te con espejos de la rea lidad. o sea, COD la lit ralma - eces ms y a veces menos , en depend ncia d la cant idad de citas. l se repli ega, para usar el bien conocido t tulo del libro de Fredri c Jame on (1972), en la crcel del lenguaj e. Por eso los textos lit rarios co n una alta frecuenci a de citas encaman la si gu iente paradoja: la r alidad d la li - teratura hecha d li teratura es li teratura. No hay mej or ilustracin de esto que el excepcional caso d una cita-dentro-de-una-ci ta en un texto potico (Smimov 1983) que denota una realidad ficcional tr vece apartad' de la rea lidad factual. 2.2. 2. Modos de percepcin El re ept r, ea. l oy nte o lector, que se tropieza on un texto que cita, puede notar las cita o no. Si no la. e, el t xto no logra :u prop- it que:: c nsiste e n ab ir dil gos cnt e pre-textos y textos que citan. I reo de tal fracaso esttic no puede. er Identi ficado fcilmente. Par- t de la re ponsabilidad recae en el autor, que deb ra senti rse obli gado a umini trar las citas con marcadores de manera que se hiciera clara- mente visibl la doble c difi cacin de las misma . Eu su libro Cita .1' alusin literarias. E. E. Kell t 0 969,3) escribe al efecto. He aqu un hombre que roba _ alardea de sus hurto: cubre su par des con pinturas. y proclama abiertam nt que fu ,ron sa- cadas de una Galera Naci onal. o e c rno l muchacho espartano lj ue robaba y ganab gloria si no era descubi rto: ' 1 d seu ser descubi rto, y deli beradamente deja indic ios para guiar a sus perseguidores ha. ta la presa. Autores como J' mes Joyce y Amo Schmidt, in embarg , no iempre p rmanecen fi eles a e ta mxima, sino que ocultan su. citas tan c uida- dosamente que se ha escrito un si nnmero d libr s artculos sobre Joy e y, n 1 ca o d chmi dt, una agencia descifrad ra ha estado tratando du rante aos de verificar h ta cita. y alusione. remotas en sus n vdas . La literatura de esta esp cie tiene corno autor a un poeta doctu y r qui ere com receptor a un lilleralll.' doctus. 2.2.2. 1. Dep tos de memoria Por e. a raZn ambos deben e tar provistos de uicientes conocimiento de historia li t raria. stos conocimient s soo almacenado en tres tipo. J nl er/e.\ IUl1TiduJC's 67 d > Jl)sito de m moria que marcan tr s etapa en el progres de la ci- de q . , . . . d 1 0' 11 ' 1) indi dual 2) Impre.o, y 3) electronJco. La memoria In 1- Vllzacl . , . . . . vidual consti tuye la base de la de la literatura oral en las socle- d d anterior s a I alfab tLlaClon. on 1 ad enllment de la ra de a . I d Gutenberg la memoria individua l fue 'uplI da, n reemp aza . a, la mem ria impre a (la mem n a escnta no es mas que una etapa m- en I desarrollo) e mpagnon 1979, 2 3-356; Ong 19 2). te . de memoria pretende tener la ntaJ a de ser extrapersonal ,por tipO . . .. . L d ' apaz de recibir una ma ' r cant idad de expenencl a Iteran a. o en e,1,.; . almacenes de la cita impr a fueron llamados LIbros de ligare . nes. Thesauri, Callee/anea, Po!y olltlJea; podemos rastrear su hI stOrI a hasta las Gefliigelte Worte de Bchmann y The Oxfol'd D/(;t/O/1 1)' o/ Q/lotaLions. El primer autor exi toso en est ampo fue Era 010; sus Adagio, Apophth(7gmata y Parubolae estuvieron entre los I/ers de SI alo n la e ra I ctrnica las ba s de dato d las computadoras su b . asumen el papel de l soportes d in. ormacin impre a. Ellas k cionan a la human idad la a d' una ampliacin ca: i II1fi lllta de su memoria (citaci onal) ' olecti va. Este avanc ' in embargo, no torna superflua a la m moria indi idua l, porque sta sigue repre, entando el nico instntmento e descodificar las citas en la comlillt aClon ra\. 2.2.2.2. Etapas de la percepcin La recepcin di. texto que citan no anscurre par. jamente si n que es retardada una y otra vez por umbrale de c Ila. Las cItas constituyen b. tculo5 de recepcin que e torban el proc o de co- municacin d l texto Las costuras entre la cita y su contexto no slo ponen en pcligr la h mogeneidad de la estructura literaria ino tam- bin la uni ad de la percepcin. La percepcin e. di trada por algo extrao e inesperado que requiere integracin. Colocada en un e que- ma simpl e, la recepcin de las cita avanza en tre etapa. : Etapa 1: Desi legracin del conli nuo de la percepcin (contexto de la cita) por la intrusin de lltl elem n1 extrao (l a cIta); Etapa 2: V r ificacin (e interpretacin) de l d m n to cxtra ( ' ita) m di antc una n en la ar ueol o a d l texto (e l pre- te to); Etapa 3: Reintegrac i del el ment xtra (cita) y rcasuncin del cont inuo de la percepcin Ce ntext de cita) o un niv l de onci nci a avanzado ( nriquecido) . 68 Heillrich P!etl Si la cita pennanece inad ertida, no se pone en accin en absoluto esta secuencia de etapas d la percepcin. Si la cita no es veriticada, no e realizan las etapas 2 y 3. i la cita no puede er integrada en el texto, se ha de d cartar la etapa 3. En lo dos ltimos casos el proceso de percepcin p tica se interrumpe en la etapa de alienacin. La inte- lTUpcill del proceso commllcati d j el texto de la cita en una con- di cin de fragmentacin que ya no merece el epteto aristotli co de hen kai hlon. La tmidad de la bra de art deja entonces de existir. Semejante [ra a o pued que incl uso no e deba a la incapacidad per pti va del receptor, sino que a eces concuerda con la. intenciones artsti ca del autor. 2.2.2 . . Estancamiento Si los textos se vuelven tan bi n c nacidos que se desarroll an hasta convelii rse en a macene de citas, el usuario d esas ci tas puede perder de vista fcilment sus contextos originales. La citas entonces se vuelven unidades de lenguaje autnomas y asumen el status de adagios y af orismos. Eso I S ha estado ocurriendo a las citas durante sigl ' . Con gran frecuencia el resultad es que, estando faltas de us pr -tex- tos, se tornan manidas com las metforas muertas. Por esa razn han de s r re italizadas mediante tcni cas espec ficas (<<des familia- rizant s) a fi n de recuperar u energa semntica. ob tanteo ellexto de la cita carecer en gran medida de la friccin que tiene su origen en una colisi n de C I y C l (que ahora ya no se produce). El scenso en la espontaneidad pu de incluso afectar a un pre- exto t da a no olvida- do, como lo atestigua el soLil quio de Hamlel que comienza con la l- nea Ser o no ser: esa e la cuestin (Bloomfi Id 1976). El re. ultado es que este discurso e' un de los textos ms frecuentemente parodia- d s n la literatura mundial. Por eso hay un gran pel igro de que la humoristizacin invada tambin la fuente de la cita. a carene' a d sig- nifi cado y el ridcul : sos son los tribulos que Ull a cita a menudo ti ne que pagar por su fama. 3. I ntertextualidades La ent ncia de harl es Grivel, No hay tex.to que no sea intertexto (19,82, 240), sostiene que ningn texto exisle aislado, si no que siempre esta conectado un uni verso de t xtos (Grivel 1978). Cada vez que un IUlevo te to viene al mundo, e relaciona con textos anteriores y, a //lter/extua/idades 69 SU vez, de ien ' 1 precur or de textos subsiguientes, Lo que e puede decir a propsito de la produccin de textos, vale tambin para su re- cepcin. Ningn acto hennenutico puede considerar un solo texto se- paradamente. M' bien es una experien ia con una dimensin retros- pectiva, a como con una dimensin prospectiva. En lo que re pecta al texto, so signifi a que el mismo e, un intert xto, es decir, imult- neamente post-texto y pr -texto. Stephen Heath p rcibe aqu en accin un proceso continuo de transformacin: ( Lej os de ser la creacin nica del autor corno fuente originaria, todo t xto s siempre tro(s) te to( ) que l rehace, com nta, de pLaza, prolonga, a ume. ( 1972, 24). Por consiguiente, todo texto es omet ido iempre a un proceso de repeti- cin. Existe como una perenne interaccin entre identidad y diferencia. Eso es lo que constituye su intertextualidad. 3.1. Repeticin Si los intert xtos e. tn basados en el principio de la repeticin, surgen las siguient s interrogantes: 1. Qu tipo de r peticin es uficiente para asegurar la identidad intertextual (Mi ll er 1985)7 2. Quin ecide i una repeticin es intertextual? 3. A qu convenciones evaluativa es sometida una repeticin inter- textual? Ninguna de esas interrogantes puede er respondida de manera exhaus- tiva en el marco del presente articulo. 3.1.1. Deci iones Qu tipo de repeticin constitu e un texto en intertextua1? Una res- puesta a ta preglUlta puede part ir de una con ideracin de los crite- rios de cantidad cal idad y frecuencia. A stos los haUamos tambi 'n en la gramti a de la cita, donde, evidentemenLe, no plantean ningn pro- blema. Sin embarg , en casos es pe iale pueden urgir cierto proble- mas. As , es eue ti nable si la repeticin de un 010 grafema --como en M de G orge TabOli, que e refiere a la Medea de Eurpides- es ya una cita. Si se es un caso de identidad mnima, la repeticin de un tex- to entero - por ejemplo. en Play de Beckett- constituy un caso de identidad mxima. E o e todava intertextualidad, o 6Lo llana y i.m- pie repeticin? Al pasar a los criterios cualitativos, las dificultade in- cluso aumentan. Por4ue uno podra so tener que la identidad material de los signos empl ados -por ejemplo, la Lengua inglesa- ya propor- 70 Heillrc!t PI f( ciona 5uft i nte condicione para permitimos hablar de inrertextuali- dad. Si e te ni vel cualitativo par e difcilmente ace tabl ", cun! ms duJoso s el intent de algunos crll 'os de demostrar que la r alidad como tal e un te. t general o macro(iuter)t xto. En ese caso se pre u- pone una naturaleza del signo que, en ltima instancia, ti ne su. funda- m nto en el concepto medieval de mundus Un concepto de sta especie es, sin embargo, totalmellle incompatible con la nocin de Ja arbitrariedad del iguo de la semi tica moderna. En cuanto al t r- cer criterio la frecuencia, queda p r decidi r qu nmero de repetici _ nes de un l.amaI1o y calidad e pecft c hacen que Wl te to se vuelva un intertexto: una, arias, mltiples'? El mism cri terio puede tambin ayudar a d ci dir si . en relacin con la cant idad de intertextos, un pl:ro- do literari puede ser catal gado de intert xtual o (a nli -i nLertex- tual. Toda esa son interrogante que lo pueden ser respondidas por una a ci n normativa. Pero, al fin y al cabo, todas la. re. puestas conc b blc. apenl!i ocultarn aporas insolubles. 3.1.2. Norma ' La a 'cin nonnat iva que ha de decidir cul repeticin es intcrtextual y cul no, uede : er local izada en difer nt s especies de emisor Ir cer- tare . l tipo subj tivo es el indi iduo produ tivolrecepti cuya llrs ombi" Ilor mnemotcnica es una f ueot de continuas intcrt x- tualidades. Pero esta acc )0 no ne esariamente distingue entre los sig- nos y ' u repeticin. sino que n realidad recurre a un macro(inter)texto fluctu nte de significantes libremelll disponibles. La norma intcrtex- tu al ' t basada, en este Clli en la experienci a personal de uno. El re- sultado es a menudo la arbitrariedad combinatori a. P ra limitar! , po- dramo idear un urchi-intertextuali ta -amllogo al { (/rchilec(eun> de Rifaterre (1971)- que abarcara todas la exp riencias intertextua- J s de todos lo emi ores/receptores pasados. Si n embargo, esa r con _ trucein emprica de un intertextuali ta tran -indi idual sera ba tamc c mpli cada. ya que no est claro i le ebiera ser una persona culta o algUIen con conoci miento promedios. Una tercera posibilidad ra la e n truccin de n hab antejo ente idea! que hara cas omiso de cada aso intertextuaJ concreto. operara como un 'enerudor elec- lrnic de intenexlos que mue tr t das las repcticioDe ' intertextuales de a 011 instruccione . pec fi as. Aq u se podra obj lar quc su . 1 nivel de la competencia 1 impid hacerle justicia las pertorman e intertextuale. indi vidual '. Para reswnir. hay tres admi- InlerleXllIal i dade 7 ( ni stradores concebibles que podri n definir la n rma inlcrtcxtual: ( 1) el ' ntertextualista ndi ' idual. (2) el mprico. (3) el id al. E. t'n ligados tres conceptos: (1 impre ioni mo ,ubjetiv , (_) po ilvi mo histri- co, y ( ) automatismo generati o. Ca a uno tiene sus entajas y des- ventajas que no ti enen qu . er de cr itas aqu en detalle. 3.1.3. E,'alllflciolles La intertext ualidad no existe en un reino exento valores, ino que depend d las convenciones culturales Estas dan resul- tado, entr otras cosas. cuatro actitudes e al u Uva: firmaclon. nega- cin, in ersin. relatividad. La intertextualidad afirmativa surge de la suposici n de que la repeticin inten extual es una caractersti ca positi - va del resp ctivo texto. El ideal de la imi/a/io ve/erum de la potica clasi ci ta re li za ta posi ci n en su fomla ms pura. De acuerdo con l, In e lidad esttica de un te to l detenninada por el grado en que ste reemplea lus renlas e tructurales pre-texto del e non cl. ico - con el prop ilo, sin embargo, de uperar a lo antiguos en su ofici . La intertextualidad negativa e t estrictamente opuesta a esa act itud, ora explcita ora implcitamente. rnmediatamcnte de pu del romant i- cismo. ella in iSle en la inal ienable originalidad de los te tos, en u ca- rcter 'separado con re pecto a cuates lui ra otro: textos. El objetivo l- timo e un texto autosut ciell te, libre de int rtexto que -com lo conciben alguno Iingiiist s generativo. - ti ene 'u pr pia gramtica y su propi v cabulari o. Sin mbargo, parece casi imposible una reali- zacin de este postulado. Ni siquiera WordSwotih y Maflarm pudieron prescindi r de mouelos . La inlertextualidad illl'ertida e!; un tipo ms ldicro. La hallamos de manera ms \, isible en la parodia, C)U tr:ln po- ne tpic , personajes. motivos y acciones bajos a un estilo cl va- do, y n el travesti . que. a la inversa, tran ' pone tpico. personaj es, moti vos aCci nt!s elevados a un estilo bajo. Tales, procedimien- tos causan una r cons ideracin de los valores y por eso participan tanto en la intertextualida afmnativa como en la ne ati a. Si las convencio- nes fij a dejan de exi tir y dan paso a una multi tud de po iciones igual- mente vlidas. la evaluacin positiva y la negaliva arecen, mbas, de i!Dponanci' . Cualquier eo, a puede er combinada con cualquier cosa. Este es el camp de la intertextual idad relalil iSla. Su manifestaciones son el ollage y el montaje. que cue tionan todo. hasla II propio latu . Hall amo ' esta posicin de intertexlualidad i n po icin en ciertos a - pectos del modemi mo, pero an ms en el postmodemismo. que es un 72 H /l/" 'h Ple/t pr ce'o perenne de auto-intertextualiza in. Un ejempl< d ' le fenmeno e Travesti de Tom Stoppard, cuyo titulo (plural !) ya indi ca u tendencia. Este lt imo tipo redondea Wla gama de actitude evaluativas que d muestran qu la repeticin nterte tual no s sola- mente un m djo est il tico y un mtodo de onst itucin del te to, sino que tambin eomunica una visin especfi ca del refer oteo Perspectiva sil111lar s ya han ido fom1Uladas en la retrica, la p y la esttica. 3.2. Transformaciones En nue tro contexto la transformacione son procedimientos para tran formar la textuali dad n intertextualidad. Ya eran vis ib le en la di cusi 6n e la cita (2. 1.2.), aunqu > subordinada a riterios gramatica- les. Aqu e inveliir el nfasis. Se sigue que los criterios menciona- dos no pu den er tomados en con ideracin en todos los caso . e pone meno el nfa is n una no in 'egmental de la intertextl.lalidad ---como en el caso de la cita- que en una nocin holstica de la misma. Lo textos e refieren a t xto , las estructuras se refieren a e tructura . El carcter de signo de los te to ser definido por extenso. Abarcar no slo los signi lcantes vcrbale' ino tambin los no-verbale . 3.2.1. Substitucin ste tip de transformacin es frecuentsimo. Abarca signos y e tructu- ras y genera una multitud de e mbinacione p ' ibles. La substitucin d signos puede ocurrir en clases de signos idntica o diferentes . La substitucin estructural funciona de manera anloga. 3.2.1.1. Substitucin medial Los signos dc diferentes clases son, por ejemplo, verbales, vi- suales, a ' slicos. Como onsecuencia, e hace posible un paradigma substitucional d sei tran ferencias de signos: (1) signos lingsticos visuale. ejemplu: piezas de Shakespeare las ilu 'tra ione de tas por Henri Fu 'el i (2) igno. lingiisticos ac. ' /ieo . jemplo: Fausl de Goet he Eine Faust-SYmphonie. In drei Charakterbildern (naeh Goelhe) de Franz Liszt (3) signo,; vi ' uaLe. lingsticos jemplo: 77 cuadros d Reo Magritle la nov la La bell copfive de Alan Robbe-Grillet [nfert extualidades 73 (4) signos visllales Clcslicos ejemplo: cuadros de Victor llartmann C/ladro' n ul/a expo- 'icin de Mode t Mussorgsky (5) signos lingsticos ejemplo: la Kreulzersonaf e de Beethoven la Sal/ala a Kreulzer de Tolstoi (6) signos aclsticos visuales ejemplo: e l Bole/'o de Mauri e Ravel e l ballet Bolero de Maurice Bjart Como sugiere la variedad de las Hu traciones, cada e1a e de ad- mi t una divi in en subclases, por ejemplo: la da e visual puede ser di vidida en cuadros estticos y mvile , bidimensi nales y tridimen- sional e > monocromo y polcromos. Al mi . mo t iempo, los ejemplos indi can cun dificil es efectuar y describir tale, tmn ferencias de nos . Comnmenle, no son significante solos lo. que . on intercambia- dos p r otro. ignjficante . ino temas, motivos, e cenas o inclu o estados anmicos de un pre-tcxto que cobran fomla en un medium dife- rente. A , parece justIfi cable llamar intermedialidad a esta e pecie de inter xtualidad. L s re pectivos problemas sl pueden er resueltos dentro del marco de una semi 'tka general y una ciencia de los media que tendra que investigar la converti ilidad de los signos y su acom - dacin n diferentes media. 3.2. 1.2. Substitucin ling tica Lo. jgno. verbales que pueden reemplazarse unos a otros procedeD de diferentes subclase . . El re uJtado de tales operaciones e. una lra- duc ' io en un sentido m amplio -por ejemplo, del habla corriente (p. j .. el ingls estndar) a una lengua extranjera (p. ej . el alto ale- mn), a un estadio l ingl lico anterior (p. j., el ingls antiguo), a un dialecto regional (p. ej., '1 ingl d Gales), a UD lecto (p. ej .. el lenguaje de la cultura juvenil). a un registro lingstico especfico (p. ej., oloquial) , etc. Ejemplos de transformacin interlingual .on 1 Hom ro ingls de Alexander Pope y el Shakespear alemn de SChl egel, Tieck y Baudi sin. En Max und Morilz de Wilhelm Busch hay un abarcador corpus de transformaciones interLinguales. di acrnicas y diatpicas. Esta categor a comprende todos los tipo de act ualizacin lingstica, lran esti lizacin o poetizacin (Genette 1982). Se pueden hallar detalles en las gramtica. manuales de estilo. obra de referencia y otras de uso prctico. Esta mue lran claramente 74 Heillr J P/efl qu t al s (rraducciones consisten no solamente en la substituci n de signo ', sin tambin en la ub ti tuci ' n de e. tructura Ambos tipos de trao. fom1a'Ciones an de la mano. sto es particularmente obvio en l tipo de texto de la parfrasis (N lan 1970; Fuchs 1982). La parfrasis t xtos arcaico, poticos o mdico requiere ms que una '00 er- sin de sigtlitIcantes uno por LIno: requi re una estrategia ling tica. 3.2.1.3. SUbstitucin estructural La substit u'cin estructural tiene lugar cuando un conj tmto de reglas s reemplazad p r otro. En literatura la transfonnacin ms visible ele ta e peci es tel cambio genrico. Partiendo de la triada clsica de l ri ca. pica draJma. se pueden revelar los siguientes cambios genricos: ( 1) IriG:a ( a) pica. (b) drama' (2) pic;a (a) lrica (b) el ama; (3) dra1rna (a) lr' ca, (b) pica. Semejante paradigma, sin embargo. no deja vcr las ml tiples dificulta- des inhcrerlte a la substitucin estructural. Porque no da cu nta de subdivision'es genricas como el epigrama, el ooeto y la bal ada (en la lrica) ; el Ylerso pico, la novela y el cuento corto (en la pica)' la tra- gedia, la lf4tgicomedia y la farsa (en 1 drama), todas dlas regidas por r gla pror" ias. Esas subdivisiones. a su vez. estn sUJctas a subs- titucionc CJ]ue aum otan considerablemente el nmero de tmnsronna- CiODCS (p. e;j . pica en verso novela. novela tragedia, tragedia ---,j balada). ASi la intcrtcxtualidad genrica o imagen ricidad adopta un Ce rcter SUIlnamente complejo al que 1 estudio' del gnero casi no le han dado lal debida atencin. Los asuntos se uelvcn an ms complc- jos cuand la trada tradicional es abandonada en favor de un sistema menos jer:irrquico. m ' democrtico, de tipos de textos literarios y no- li terarios. ;in tomar en con ideracin tales divisiones y subdiVIsiones. se puede atJirmar que la intertextualidad genrica no puede ser eparada de su contrc.:lparte material. Esto e hace tanto ms evident las regla e tnllcturales del istema sgnico verbal son parcialmente reem- plazada pO)r las de un istema no- erbal (p. ej ., pictrico verbal en lo' carmil1a figura/a O la poes a concreta). Dan por resultado hbridos interte ' tuat4!S lanto en materia como en manera. 3.2.2. Adic.I;n La .. transfOIrmacione aditivas generan otros textos a partir de un pre- lextl.J dad que sirve de fuente material de lo mi<;mos. Por eso a tales lnte/'textu 7S text . se les puede a "ignar W1 ' tatus etw1dario, puesto que dependen de su predece or para una eomprenjn pi na. La suy es una autono- ma limitada que a menudo hall a expresin en el hecho de que 1 pr - texto Y el post-texto e tn contenidos n una misma publ icacin; si ese no s el ;on frecu n ia e provee al post-texto de un titulo o ttul o que indique su carct r derivado. La moda lidad r rereneial el I intet e to puede ser de c ordinacin o de subordinacin. Coordi nacin qui ere decir ulla extensin espacial del texto original. sta puede er situada en el fina l del mi smo (p. ej.,l Fausf Il d Goethe) o en su principio (p. j ., King Leal' 's Wife de Gordon Bottomle ). Ms rara vece. rnejante suplem nt r toma expande la parte central de un texto (p.e). . Ophelia und die Wor/er de Gerhard Ri.1hm) . Las adiciones coordinada ocurren a menudo en la novela. donde producen erie en- teras d t xtos (p. ej .. The FOl'syte Saga de John GalswOIthy). Adi ciones ubordi nada son lo prefacios, epgrafes, eplogo:,), post scripta, apndic s, nota, glosas al margen, solapas y otros textos suplementarios. Gendte ( 1987) denomina tales adiciones epitext S ) y las distingue de los (pcritexto . esto es, 1 s anuncios, entrevi tas, dia- rios y reseas que, aunque ntimamente relacionad s con I t xto origi- nal, no son pul licados necesariamente junto con . te. l subsume ambos tipos de te to bajo el tnnino parale lO y llega a la tormula: pora/exlo = peri fexto + epirexto. Lo peritextos pueden de enir pi- textos, y lo epi textos, peritextos, segn la OlaJlera en que sean publica- dos. Aqu parece apropiada otra ob, ervacin tenninolgica. Las adicio- nes subordinadas o paratextos a umen a menudo el status de lo que e conocido como metatexto por los e tudios literarios. Un mctatexto es un t xto que coment otro texto. Por eso, todo artkulo o libro rudi to que trate . obre te ' los li terarin. pertencc a e ta categ ra, pero tam- bin los prefaci os. notas y re ea antes mencionados. Sem j ante in- vencin continua de lluevas terminologas puede parecer una faena in- necesaria y ha. ta onerosa; sin embargo, apare.:e a una luz di ferente cuando es relacionada con los diferentes tipos de nfa,-is - transfomla- cill. publicacin, rct1exividad- puestos en el mismo fenmeno. A , como un camaleon, la intertexlualidad cambia con taulementc de as- pecto, iguiendo la p rspectiva escogida por el receptor. 3.2. 3. Sub fraccin Una trallSfolll1acin sub tractiva pu de afectar al tcxto completo o slo a palie de l. i afecta al texto completo, el resultado puede . er un lipa 76 Heilll'iCh Plef! d texto como el re umen ola sinop. s. Es generado ora como una par ' fTa abreviada o amo una exci in de segmentos de l too Un ej mplo ilustrativo de la primera I con tituyen los Tales (i'om hake '] eare de Chark s y Mary Lamb . y de la segunda, Tlle Fffteen Minute Haml t del Ltimo Tom Stoppard, que ondensa la pieza de Shake peare hasta ll evarla a una extensin de diez pginas y, en un encore, incl u o a una extensin de dos pginas, lo cual es una eon- d nsacin de una condensacin. El pr ceder de Stoppard est basado n La exci i6n de segmentos de texto y la unin de los fragmentos res- tantes. Si es manej ado hbilmente, emejal1te collage le permitir al re- ceplor reconstruir el pre-texto. La omisin de detalles textuale. es una prctica comn en las representaciones teatrales en las que el texto del drama sufre cortes de lneas y oracion s de monlogos y dilogos, y hasta de escenas enteras. Por regla general, al receptor no se le pide en este caso que entre en un dilogo intertextual entre el pre-texto y el post-texto, sino slo que disfrute una b\lena n che de diversin. Un ejemplo entre muchos e The War oI the Roses de John Barton y Peter Hall , una ersin considerablemente abreviada de las tres partes de Hemy VI y de Ri 'hard Ili. Aunque en ella e omitieron y lran pll ieron s gmeutos de texto de diverso tamai1o, no e tenIa el prop ito de enta- blar ningn dil ogo intertextua l con el auditorio, excepto quizs en lo que respectaba a aquel lo e tudiosos a qlli nes le gu ta analizar la adaptaciones de Shakespeare. 3.2.4. Permutacin Esta transformacin dividt: un texto en fragmentos y lo' redispone en W1 orden diferente. El poeta dadasta Tri tn Tzara en lo Travestis de Toro Stoppard da Wla d mostracjn palpable del principio de trabajo de la permutacin. Corta en pedazos el soneto 18 de Shakespeare, es- crito s bre papel, y une los pedazo de manera ateatoria. Ningn igno li ngstico particular conserva su posicin anterior, sino que sufre una pennlltacin. La r-criture resultante es Wl collage que no significa (casi) nada. Est incrustado - COI o una mise en ahvme estructural (Dallenbach 1976)- en otro collag de citas shake pe"afianas tomadas d diferentes piezas. Se puede consi derar que la tcnica del e llage- dentro-det-cottage e t extendida por toda la pieza. sta, en su totali- dad, est compuesta no sl de permutacione dI::: un texto de un autor (el s J" de Shakespearc) o de varios textos de un autor (piezru de Shakespe re), sino de peonutaciones de varios texto de varios auto- Inrert exllIalidades 77 res (Th [mpor/once of Being Earnest de O. Wil de, el Ulvsses de Joyce, ele. ). Los texto lindan con textos, se basan en textos, 'tran for- man tex tos, se refugia n en tex tos: un perenne proce o de inter- text ualizacin. 3.2. 5. Complejidades Las transfoonacione. intert xt uale. tienen lugar dentro de los ejes ho- rizontal (sintagmtico) y ertical (paradigmtico) de la comunicacin sgnica. La int rtextualidad sintagmtica, cuando e, mul tiplicada, da por resultado erie. de int rtexto ; la intertextualidad paradi gmtica, cuando es multiplicada, crea condensaciones de intertextos. 3.2.5.1 . erializacio La intertextuali ad intagmtica e ' modelada segn el siguiente para- digma transformacional: ( 1) un texto un texto O sea, el prototip de la intert xtualidad qLle sin embargo. si- gue siendo una abstraccin en su unidimensionaUdad. (2) IIn texto muchos textos o sea, una serie de ntertextos provenientes de un texto. (3) muchos lex(OS un O . ea, un collage centn, si est compuesto de segmentos heterogneos de pretex tos. (4) mucho textos muchos texto.' o sea, la experi encia promedio de la intertextuaLidad. El tip (2) e la base de la serializacin intertcxlUal. La novela Robinson Cl'usoe de Defoe, por ejemplo, dio origen a una multitud de sucesoras que fo rman lln grupo especfico de textos, 1 s Robin- sonadas. La tapia de Tbomas More hasta inici un subgnero na- rrat ivo, la novela utpica, que marca un viraj e de la intertextualidad mat rial a la e tructural. Un soLo texto puede er tambin la fuente de una inversin intertextual (parodia, travesti) y una neuacin inler- (ant inovela, coul1ter-blazon) y por ello crear alternativas ge- nenea y subgenricas. Una bien conocida serie intertextual puede ilustrar la e mplejidad de la intertextual idad sintagmtica. La interpreta in dc Salom como femme fata/e)} puede ser seguida a travs de varias etapas sucesivas: 78 H, m'icll PIel! (a) la rsin potica de Heinri ch lleine en su pica satrica Allel Troll (1 847) (b) los cuadro de (a) por Gustave Moreau (por ejemplo, Salom. L 'Apparilion r 11n 6]) (e) la descripcin pictrica el (b) por Joris K. Huysmans en su n - vel a A R haurs ( 1884) d) la dramati zacin de (e) por O car Wilde en su pi za -vers in franc sa- )a/om ( 1893) (e) la traduccin inglesa (1 894) de (d) por Lord Alfred Douglas (f) las lIu. trae iones de (c: ) por Aubr y Beardsley (g) la traduccin alemana (1903) de (d) por Hedwig Lachmann (h) la vers in opertica ( 1905) de (g) por Richard Straus . Los e 'labones de esta cadena muestran lru , iguicntes tranSfOnll a- ciones: A. en el campo de la intertexlual idad ma/erial: 1. intermed ial : l. verbal no-verbal a) pictrica (a b, e f) b) ac stica (g h) 2. no verbal v rbal (b e) n. intcrlingua!: 1. franc ' ingl ' (d e) 2. francs alemn (d g) B. en el campo d la intertextualidad genrica ' pica drama (e d). stc cuadro analt ico revela s lamente una part de las compleji dadc involucradas n la serializacin intertextual. e ha hecho caso omi o de todas las adic iones, . ubstracci oes y pennutaciool!s que acompaan cada etapa de la tran f'Onl13Cin. El espectro de los intert extos se am- pla con cada prol ongaci n de la rie e istente (por ej mpl , por las representaciones leatrale , las vers iones flmi cas). Tanto ms dificil es par el r ceptor la tarea de desenredar los hi los del lejido inlertextllal. 3.2.5.2. Condensacin De ni nguna manera es una casuali dad que la per de Richard SLraus r -sulte el ms 'omplej o es labn en l a cadena de los intertcxtos de Salom. l1a da cuerpo a una intertexl ualidad ml ti pl e, Lan! material co mo e ' lructural. La parte material e t compue ta, entre otras cosa . dc signos lingsticos, mu cale . coreogrficos. escnicos de vestua- rio. Cada ti po e nst ituye un estralo intertext ual propio que se refe- l nlerlexllla/idades 79 re , por jemplo a pre-te tos musicales (por ej emplo, una f uga) O coreogrfi co (por ej emplo. una danza oriental). Si e lo toma junta- mcnt ,esos estratos prouuc n una intertexruali ad matcrial de capas. Lo mi mo vale para la inlergener icidad ramtica y op rtica. La inlertextualidad maleri al y la tructural no e i. ten sucesi amente. s ino si mul tneamente. us diver ' os e tratos o sotopas es tn uper- puest .. Engendran as una condensaci n paradigmt ica de pol i- intertextual es. Cada vez ue I miembro,' de un h bri do intcrtextua l como la pera estn en de acuerdo cnlre s la arm na de su complejas rela- ciones se ve perturbada. El principal med de efectuar esa penw'ba- cin es la irona. Sus re ultados s on la parodi a, e l trave ti y la stira. Destacadas muestra de esa in ersin mt rtextual son las peras cmi- cas de Ja ' gues Offenbach y las avoy Operas de Gi lbert y uUivan, y, adems, The Beggar 's Opera de John Gay y J hann Chri toph Pepusch y su in tert exto del sigl o XX, Di Dr igroschenaper de Bertolt Br cht y Kurt Wei l. T das el las ridiculizan topi, motivos, frases, estructuras y gneros li terari os y y crean as complej os intertextos irni- cos. La desarticulacin y la discontinuidad son con derada a menudo como s ntomas de modernidad intertextual. Los ejemplos de Gay, Offenbach Gilbert y Sull ivan corrigen sa opini ' n e indi an qu esa pretendid modernidad se remonta hasta tiempos remotos. 3.3. Olas de intertextuatidad La temporalidad e un factor d primera importancia en la intertextuali- dad. Es interpretada de de dos pcrsp ct ivas radicalm nte opue ta . una sincrni ca y la otra diacrnica. La perspectiva sincrnica sostiene que t - dos los texto po een una exi tencia simuJtnea. Esto ocasiona la ni ela- cin de todas la difcnmcias temporales; la hi trie suspendida en fa- vor de la co-presencia del pasado. Siempre que. e acepte esta opinin, cualquier texto pu de r interrelacionado eOIl cualquier otro texto. Una interminable ars comhinatoria tiene lugar en lo que ha sido denonnado museo imaginario (Malraux), cmara de ecos (Barthes) o Biblio- teca general (Orivel). La lo alidad designada por esas metfora' - la memoria- puede ser concebida com personal o como colectiva En ia prim ra posibilidad de la alternativa el can n de textos est basado en La experi encia individual; \::11 el segundo caso, quizs en in titllciont!s cultu- rales. A pesar de e. ta diferenciacin, el intertextualista es absolutamente 80 Heinrich Ple;1 libre de de' ubrir rel a ,j nes ntrc textos. ta libertad causa UD placer del textOJ) (Bartbes 197 ), o ms bien del intertexto, Semejante acti tud es conveniente para el artista creativo, no para el estudioso perspicaz. na per pectiva radicalmente sincrnica e tableee al arti ta como textualista, sea en calidad de escritor o de crti co, En contras1 con es opi ni' n, la perspe tiva diacrnica propone al histori ador (de la li teratura, el arte, la msica, la danza) como textualista, Teniendo ms de tradi cionali ta que de progresista, ste no anda en busca de sonido en una dj fusa cmara de ee , ino ue ms bi en prefiere archi vos bien ordenados (Foucault) de intertcx tua- li dades meticulosamente in es li gadas , stos contjenen la crnica. intertextuales de todos los cdigo y registran las continuidad y dis- continuidade de estos ltimos. S mejante concepto, sin em argo, en- ierra alguno peligros. Aunque proclamada en una fecha tan temprana como 1968. la muerte del autoO} (Barthes) no ocurri r almente en la t ori a intertext llal, porqu el autor y el lector haban sido siempre, al meno implci tamente, un a unt de e nsderacin. De mayor pe , sin embargo, parece ser la de atencin del contexto oci ocultural (Ette 1985). Esta situacin e ti mula una tendenci a estLi ca comparable a la del New Criticism, Se la puede evitar integrando la tercera dimensin semitica, la semntica, Desde emej ante po icin m todolgica una remodclacin intercultural del c n epto de int rtext ualidad parecera liberar al intertexto de su cr el de signos y estructuras y hac rlo re- anudar su dil ogo con la realidad (Morgan 19H5, 8- 13: Orr 1986) . La intertextualidad no e Wl rasgo ligado a un periodo en la litera- tura y las artes. No obstante, es obvio que ciertos perodos culturales se inclinan a l ms que otros. El siglo XX ha ' ido test igo de dos fases as: el modernismo y el postmodemi mo. En el perodo modernista, la interte tualidad es visi le en todos Jos sectores d la cult ura: la litera- tura (Eliot, Joyce), el arte (Pica so, Ernst), la m ica (Stra insky, Mahler) la fotografia (Heartfield Hausmann), etc., aunque es interpre- tada de diferentes manera. El p stmodernismo muestra un aumento d e. la tendencia que ahora incl uye al fil me (por ejempl , it Again, Sam de Woody Allen) y la arquitectura (por ejemplo, la Piazza d'lt alia d barles Moore, en New Orleans) . e pu de considerar como el clmax de esta moda la pseudo- i.ntertextualidad, lo que signifi- ca que un texto se refiere a otro texto que implemente no existe (por ej emplo, las Ficciones de Borges). Con referencia a Borges, Joho Intertextualidode ' 81 Barth, l mismo un autor de uent y novelas intertextuales, escribe en su en ayo La li teratura del agotamilmtm> (1 982 1): Con agotamiento> no quiero decir algo tan can ado e 1110 1 suj eto de la decadencia fs ica, moral o intelectual, si no sola- mente 10 gastado de cierta,> fonnas o el agotamiento de ciertas posibilidade n mod alguno necesariamente un motivo de de esp racin. El escepticismo inherente a semej ante afi nnacin suscita las siguientes pregunta : se puede c n iderar que interlextualidad e. igual a deca- dencia cultural? E tamos aqu ante un alejandrinismo, ante un m ro epigoni smo? En su libro Statl einer Lileraturgeschichle. Walter Jens (1978, 13) hizo tUl acertado comentario sobre la historicidad y valor de una cultura de citas: En una cultura tarda el mundo deviene abarcable con la visla. Se ordena y se rec pila, ,e bu can paralelos y e hal lan analo- gas por todas partes. La vista se desliza hacia atrs; el poeta cila, saca a la luz una vez ms el pasado, ir njcamenlc refrac- tado, paroJi a 1 estilo de lo milenios, repite y fij a, se e fuer- za por representar y muestra a ulla nueva luz lo ya olvidado, Alejandra e. el El Dorado del redescubrinl iento; el helen.i mo, la hora avanzada de las ne rologas psrumas , En vez de plan- teamientos se dan nfitrin 38, Ulises, lo idus de marzo. Cuando el presente ya no proyecta ninguna sombra, para definir la situacin propia s necesita la silueta del pret- rito perfecto; cuando ya no xi te el estilo se d ben dominar los estil s, tambin la cita y el montaje son arte, y bacer pro- ductivo el legado nos parece un oficio digno de todo respeto. Casi no hay nada que aadir a esta justifica in de una literatura que no se refiere a la ida, sino ms bien a si misma. En la literatura de vanquardla de h y la r-criture an domina a la crilure; el ingeniero de textos, al inspirado visionario; el citacionista (Millon). al autor qu procura escapar a la angustia de la inflUl:D ia (Bloom), La inver- sin de esta tendencia no es ms que una cuesLin de tiempo. Trauuccin del ingls 2 I-fl'llr icf Pie/! Bibliografa HAKI-ITJ ,MIKJI,\IL 1. ( 19lil) . The Dia/ogic Imagi llalltm. cd. M. Holquist , trad. p H' ' . merson y M. HoI4Ui 't, Aus tin, niversity of T xas Prcss. BARTA, J I)H)\' ( 1982), The L ilera/I/re ofExhmiSlion 0/1(/ The Lilera/I/ r e. a{ Rel'/eni.\ h- ment, orthri dge, Cali fornia, Lord John Pre s. B RTHES, ROL.\'f) (l Q/i R) , La mOrl de l' ilutcllm, Manleia 5, pp. 12-1 7. Trad. ingl. : r he Deat h of the utho[' en St phen Heal h, ed. , l mag(' Mus' - 7 exl , Londres. Fonlana, ueva York, HiLI & W,mg, 1977. pp. J 42- 148. -------- ( 197 ). 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En este capt ulo, por el contrario, se part ir de un concept de inter- textuali dad ms e trecho. 2 Segn este concepto, hay intertextualidad cuando un autor, al componer su texto, no lo es con ciente del em- pleo de tro, textos, . ino que tambin I!spera del receptor que reconoz- ca e a relacin entre su texto y otros textos como una rclaci ' n que el autor se propuso y como una relacin irup rtanle para la comprensin * ( Fonnen der Mark ierung \'on Interl xtualitll t, en: Ulri ch Broi h J Manfrcd Pfister , eds .. Intertex!ualilat. Formen, Funlionen, anglisti.l'che Fal/studien, Tu inga. Max Niemeycr Verlag. 1985, pp. 3 l -47. ! Bakhtinc, le mot , le ialogue et le romaml. r i!fue, 23, n 239, 1967, pp. 438-465 ; aqu: pg. 440 Y . s. '- . f. el capitulo 1 J I presente libr [N. del r .: l:.. n el libro original el autor remi- t al capru[ l: Ilsti luio por el lrabajo Con;cpcionl!s de la intertextualidad d' Manfred Pfster, par ialmcnte incluido en la presente antologla.] 86 Ulrich Br eh de t to. La intert extu lidad en l: te entiuo ms e. tr che supone, pue , el x ito d un pr e. e municacinal compktamente det rmi- nado. en el ua l no slo el autor y c1 lcctor son consel ntes de la II1ter- t xt uali dad de un te lo, sino ql1 cada uno de los dos Jcl pr ceso comunicacional. adem " incl uye en el clculo tambin la con- ciencia de la intertextualidad de su nterl culor. Es fci I de entender, pues, que el autor de tales lexto ' marque de alguna manera la' referen as intertextuales de los mi mos. para que el lector ea esas referencias y la recon zca como intencional s . A pues, tal com ,por ejemplo, la irona es marcada menudo con Se- dI,; irona, tambin la intertextualdad puede ser sealaJa con eale, de intertextualidad . Por el ontrario, en textos que no entran en la arriba menciona- da d fi ni ' in de intertextllalidad y qu de touo ' modo, on intcrtex- tuale. en el sentid de la defi n ic in ampl ia de la Kristcva, se bus- carn mucho menos tales eales. As , p r ejempl un texto puede tar intlui do por otro textos s in que el autor s a c n cient ' de sa inDu n ia o si n que l \; onsidcre el reconocimi ento de e a innuen- cia por el lector como una condicin previa p ra la adecuada l:om- prcnsin d u t ,to.' En eS caso, probabl mente , faltan todas las eale, de inlcrtextuulidad. Con 111 yor razn s vale para texto, que se han de caracteriz' r como plagios. En CSl ca , al autor lo que le interesa inclll: es velar lo mej or posible la referenci a Je su te to al text o plagiado. 4 \ Har Id Bloom, en su libro The Al1xiely c/lnfluencc (Nue va York. 1l73) ve marcada la reaein lit 'rJria por el afn de lo autores de sustraerse al po- derossim infl ujo de lo. pr dccesores. 'so, aulores saben, naturalmente. por qu otroS autores han sido influidos en su creacin. Pero n much casos ese conocllniento, segn Bloom, conduce a qu pro uren borrar las hu llas de ca inlluencia. 4 Autores p stmouerno (C0Il10, por ejem lo, Raymond Feunnanl y critj; os P OS! stru turalis tas (como, por ej emp lo, Roland Barthes, J cqu . Derrida. Geoffrey Hartman Peter Krumml: han tratado ltimam nte de l:uli fica toda creacin lit rar ia l:omo plagi o. Al hacerlo, ell os, naturalmente. emplean el concepto de plagio en un muy amplio. que enloll Ccs coincide parcial- mente con '1 conceplo de inlertex tualidad en d que aqu no basamos. Con- lTariam 'IHe al pl a", i , en la falsifi cacin - CQmo, por c:j mplo, en Ossian dI! Macphen;on o en I'oems hv Thomos ROlV/n - la rcrer nci a al texl o ajcnn dcb ser marcada de m8.Del:a part icularmente' dara. Formas de marcacin de lu inlerlex fllalidad 87 bora bien. si en la definicin de la intertextualidaJ ' 11 la que no basamos e supone un inters del autor por hacer con ciente al lect r de la r la in de su lex to con otros lexlos, eso, naturalmente, no sig- ,fica que la intertexlualidau d ba e lar marcada en todo' los casos mediante las corre. pondientes ' e' I s. que la condicin de marcada sea, pu $ , un COn tituyente necesario de la inlertextualidad. As, un autor puede, por cjempl , 1' mnci ar a toda cuan- do su propio te to remite a textos qu son conocido de un ms am- plio pbl i ' o leclor. ; se es ms a m nudo el caso. por ejemplo. en la remi i61l a ct ieos o la As, el director leatra l Peler PalitL l:h, en la adapta in que de 1 [ en,-)' I V de Shakespeare 1 izo n StUltg:lrt. en el epi odio de GaJshil l, cuando Hal y P ins han escondido el caballo de Fal taff, hace exclam' r a Fa lstaff: Un caballo! i 'n caballo! i n reino por un aball o l )) .6 Aunque falta una marcacin, esa pninte inter- text u I fue captada en el ato. Palitzs h pudo contar pr cisamente con que hakespcare un cl ico alemn . En las nov la. de mo Schmidl, que pre ' entan un mo aic fran- cam;; nt gigante ' \,:O de remisi Des a otros te tos y a e le re pecto pue- den s r con. ideradas como tpicas d la novela po tmoderna, tambin a menudo esas referen ias SOn no marcadas, aunque con fTecuencia se relaci onan con texto J i ta tes, \.:on cidos slo para un in-grollp de c - nocedore. de lite ratura. Pero Schmidt ha e crito su no el as precisa- mente para un pequeo crculo de conocedores; de cllalquier modo. en much s 'a o tampoco esos c nocedore pueden prescindir d la ayu- da del as 11 maJo de descifraJore . cuyos miembro dcsJe hace aos e esfuerzan, entre otras cosas. por de. cifrar tambin las dist ante citas y alusiones interlextuale, en sus novela . Ms de un al tor incluso h' di cho explci tamente que rl:outlcia a toda marcacin oe sus rcmi iones intertextuales y por que razones. As escribe, por I!jemplo, Loui Aragon en una not al pie de una edicin posterior Oc ti Al'e111UreS de Tlnwque, cuyo texto se compon en gran parte de citas de otros textos: Cf , por ejemplo. el eapitul n Vr. 2. del presente li bro. [N. del T. : En el libro or igi nal el autor remite a la un idau de ese cap tulo esl con ' 1HU ida por su 'stuui ,<lntertcxtualittit in .loe,,/ ' Indrell's . ] P. Pa lilzsch y J. Wehmeier, lIeinrich 1V. BeCl rheifllng I1lJch W/Iiam Shakes- p are. manuscrito no publi 'aoo y no paginado (Stuttgart, 1970), 6, J. r. tamhin la cr:;in inmediatamente como un retrucano en Botho trauss : iUn iUn sentido! Mi reino p r un s'ntidu t ) (KolI- dCMey Farce. Muni ch y I na, 4". ed., 1983 [ 1". ed .. 198 11. p. 50). 88 frieh Broich [ ... ] en la n ta siguientes no e le sealarn al leclor los nu- meros s prstamos, a vece de varias pgina , que toma el au- tor d las obra ms diversas (de Fnclon a Jules Lermina), a fin de procurar! el placer de descubrirlos por . mismo [y] re- gocij arse con su propia erudi in. 7 aturalmcntc, tambin esa nota al pe puede ser onsiderada como una e pecie de marcacin! De todos modos, se ha de parti r d que la intertextualidad a m - nudo es marcada y de que esa n areacin se rea li za eon mayor o menor fuerza y en el caso extremo puede e tar e nSli tuida solamen- te, por as decir. por unas comillas invisibles, que, por ejemplo, al leer en alla voz se deben in nuar mediante la entonacin. Para la fuerza de la marcacin existen criterios indudablemente objeti os, como, por ejempl o, el nmero de los markers. As, la referencia , L Don QuUote de Cervante en Mnnsignor Quixote de Graham Greene es mar ada mucho ms l menudo ue en Joseph AnJre.l' de Fielding. Pero adem del nmero de los markers, tambin la xplic itez la I a!lzacin de 1 mismo. en la obra de empean un papel. Por ejemplo, una remis in en el ttulo de un texto al pre-tex- lo re ultar, egn la circun, taneia , m eficaz que varios marca- dores es ondido. en el text . Adems, la reconocibi I idad de la marcacin tambin depende en muchos respectos del receptor. As. para un lect r muy led lo umbra les de seab)8 en las marcaciones de la intertextualidad e hallan mucho ms abajo que en los JceLore ocasi nales. Por otra parte, C00 la reciente di taneia temporal del texto o del pre-text el umbral de eal e t, por el contrarlo, m alto en muchos receptores posteriore cuando el contexto contem- porneo no e tA ya directamente pre ente. 2. Estado de la in ve ligacill En los numerosos trabajos sobre la intertextualidad la cue tin de la mar acin apenas ha sido tratada; esto vale tambin para las investi - 7 r . . e . ~ aventures de Tf'? ! ' maqlle, Par5, 1966, p. 107 s. f. sobre este concepto ya a R Waming, dronicsignalc und ironi,' he Soli- arisiernng, en Das Komische, d. R. Waming y W. Prei cnanz, PoeLik und Hermeneulik, 7. Munich., 1916. pp. 416-423, aqu : pp. 420-422. Formas de marca in de la inferfex /ualidad 89 gacione. li ng ticas orrespondientes. 9 lo dos artculos de Ziva Sen-Porat y Carmela Perr se han ocupado d tendarnente d ese as- pecto, y en su caso se trata de contribu iones estructmalistas y no postestructuralistas y el objeto de las mismas es una forma li mitada de la intertextualidad. a saber, la alu. in. Desd luego, os artculo no conducen mucho ms lej ni SI- qui era en lo que resp cta al caso especial d la alu in. Ben-Porat de- fine el marker com referencia a otro text de la manera siguiente: El marcador i mpre es identi ficable como un el ement o pa- tr 1 perteneciente a otro te to independiente. 1u Aqu , pues por marcacin no se entiende 'in una rep tici' n de ele- mentos o estructl ras del pre-te to en un nuevo texto. Pero ahora la intertextual idad puede ser defi nida como una asuncin de elementos de un pre-texto en un te too Cnlertextualidad (e decir, l marcado) y marca .i n eran, pue , en gran parte lo mismo. Ms all de la refe- renci a a la mera repeticin de elemento o de e tructuras, para una definiciu diferenciada se deben, pues, 110m rar las posibilidades de marcacin adicionales qu l advierten a Jos receptores ms explfci - tamente de la presencia de intertextuali drld. La Perri por el contrario, d fme el marker en las alusiones tera- rias mediante su carcter de referencia o ndice : marcador e. 1 igno - simple o cOl11plejo- que apunta a un referente repitindolo de cier- ta man ra, un signo que denota un texto-fuente. I I La Perri mencio- na acto eguido tres formas de la marcacin: el nombrar propiamente dicho, las descripciones defin idas y la cita. Sin embargo, e tas c - tegoras, excepto el nombrar propiamente dicho son, problemtica . Lo que la Perri entiende por descripcione definiJa. queda o curo. La cita>! como marcacin de una aIu 'jn e Judo a en la medida en que la cita y la alll In son ti nna verdaderamente diferentes, y ha ta opue _ tas, de intertcxtualidad. Pero, ante todo, hay con toda cguridad mucha ms formas de marcacin que lru; mencionadas por la Pem. In I! f. R.-A. de Beaugrande. Text, Discvurse. and Pncess: Towar I (J MlI /lidis- ip/inClIJ' Science of Texts . Norwood. N. J, ) 980, p. 20, 1% Y pas im. pero ant todo R.- A.- de Bcaugrandc y W. U. Dress ler, Einj iihnll/g in die Text- lingllisrik, Tubinga, 198 1, en particular pp. 188-215. Tbe Poctics of Litcrary Allusio!1, PTL, l . 1976, pp. 105- 1 2R. aqu : pg. 108. TI AlI uding, Poelics, 7, 1978, pp. 289-307. aql.l : pg. 290 Y 295 . 90 Ulrich Broich Una d fan i in apropiada Je la marcaci.n debe pues, ms all de las f nnula 'iones generales de la repeti in de element os o del ec , partir de los markers adicionalc", concretos, para los recepto- no deb s r reducida precipitadament a unas pocas formas de re , marcaci n. Por eso, en las pgi na que si guen se tratar de emprender un in- ventario m abarcador el e las formas de marcacin. Sin embarg ,en atencin al estado de la investi gacin descrito, la . igu ient xpo icin ti ene slo un carcter pr liminar y, en e enca. no pu de ir m ' all d una recol ccin art icul ada de material s bre la que ' e deber an basar futuros tra bajo , llegado el ca ' o. 3. La marcacin en paralexto [Nebelltexlenl Ante to J, un autor tiene la posibili dad de localizar en el paratcxlo marcaei nes de los prc-textos pre ent " en un texto E. te proc dimi\!n- lO no e , en m do alguno, u ' ual olamente n los trabaj os cienti- fico lit rarios (que, nat ural mente, muestran un alto grado de inlertex- tuali dad, pero, como textos no li t rarios, quedan fuera de e t examen), sino que a ece se puede dcmo ' trar su pre encia tambin en textos literari os. A f P r ejemplo, Pope identific unv camente en su mock- notes para su D/ll7ciad Variorum una serie de texto ajenos que l ha- bia integrado en la fomla de Uteral es o de alu iones en la Dun- ciad. Y T. S. El iot. que. por 10 visto. parti ante todo de que su lector reconocera todas la ' rem iones intertextuales en The Wa te La/ld. uno ao ms tarde, sin embargo escribi las cOlTe pondient s no- tas al pie con precisas inJieaciones tle las fuentes . Por lt imo, un autor pucde ir tan lej os que haga imprimir al lado de Sll propio texto el texto ajeno entero c n el que . relaciona 1 uyo. Esto lo han hecho aIgun s clasicistas ingle es en SlIS imi/alion.\' de poe- mas antiguos, como, por ejemplo, Pope en sus [mitaliolls of l-lorace. Pero se cs tambin el caso cuando en una edicin bi linge el origi- nal es impreso al lado de la traduccin - un procedimicnto que fran- cam nte desaf a a una recepcin inl erlextual. "n la mayora de lo. ca os, in mbargo, el autor de imitafiol/s y traducciones se contenla on rnarc:u el texto de referencia en su t tulo por ejemplo. en lo. <;O" LLentes te tos d Pope: The lIiad Of Ilomcr, trans lated b Me Pope The First Salire Of The Second Book Of Horaec. lmitated. FormLlS dI!' l17urcacil1 de la illfertextualidad 9 1 En las p rodia travesti s la referencia al texto ajeno tambi n a menudo es marcada por el t tul o. M ' nc ionemos como ejemplos de ttulos de parodIa Shamelu de Fiel ding, Rebet' ca and Rowcl1a de Thack ray o Frellden desjungen Werthers, y com<.> ejemplos de ttu- los de tra vesl is, Lfe' Virg il Ira est i de Scarron o S '([ rronides ; Or, Virgi!e Travestie de eotton (con una marcacin tanto del t xto aj eno travestIdo como del imitado), n representacin de mucha otras obras. Tambi n cuando un texto se relaciona de una manera menos direc- ta con un pre-te, to, el t tu lo es probablemente el medio empleado con la mayor frecuen ia para seilalar esa referencia, porque el ttulo de UIla obra tiene un carcter de seal incluso cuando la referencia al pre-tcxlo conteOlda en l no ee t marcada. Ya en el sig lo xvru tajes t tu los intertextuales fueron empleados gustosamente - pinse e, por ej em- plo, en Joseph Andrews de Fi Idi ng, que se'i ala la referencia d la no- vela tanto al Jos del Viejo Testam nto como a la Pamel a Andrews de Richardson, J2 o en The f emu. ! Quixote de Chaf lotte Lennox. Sin em- bargo, esta marcaci n de la relacin in! !1extual entre un texto y un pre-texto e part ieulaollente frecuente en la literatura del presente. He aqu slo unos cuantos ej empl os de ello. El Ulys ' s de Jo ce, MOll r- ning becol1l s Electra de O' cill y Monsi nor Ouixole de Graham Grecne conti enen en el ttulo Jos n mbres de los del text de referencia; Di neuen Leiden des j ungel1 W. d Plenzdorf emplea, es ', ' lo la lcial del protagonista del pretexto. pero en el resto ImIta el tItulo del pre-text( de tina manera fcilment reconocible para el lector; y el ttulo The SO{- "'leed Fa 'tor de Jolm Barlh coinci de ha la literalmente con el ttulo del texto de reD rencia, un poem atr ico de Eben zer Cooke. L s autores contemporneo emplean en sus ttu lo de maner.a igua lmente frecuente conociJas citas de textos con los yue sus PropI OS textos e relacionan de manera e. encia 1. As L el ttulo Rosencral1{z and Guildenst rn Ar Dead de Stoppard representa una CIta del Hundel de Shakespeare, que le sirve conlimlamente al drama de Stoppard como texto d referenci a. ambin ellitulo de varias no- velas de Aldous IIuxlcy - Antic Hay, Bravt: Nel'\' Wor/d, Time mUsl hove a Stop, Aft r Many ti Summer- son citas de dI' mas de MarIowe y Sha espear , as com de un poema de Tenny on, mediantc las cua- les se le agrega al texto un plan e significado, El ltul o Darklles ' 12 Cf . I VI ) r 1 [ , 'apnu o , - . . ( e T.: vase la 1 del T al final de la nota 5. ] 92 Ufrie/ Broich Visih/e de Wi lli m Golding cita un conocido pasaje de Paradise Los! de 1i lt n, el uaI s de importancia de isi a para la comprensin de la isin del mund de la n vela. El fi lme de Helmut Kautner, que em- prende una t ransposicin d I Hamlel al perod de po. tguerra alemn, one en laro esa referencia mediante la eleccin d una ci ta de Hamlet como tt ulo: El resto es silencio. Por l timo un ttu l como Truv sties de ' t ppard se relaciona no con elltul o d los textos que son obj eto de referencia de la intertextual idad en esa pieza, sino con la forma de la intertextualidad. Tambin el subttulo puede servir para marcar referencia intertex- luales . Como ejemplo men ionemos aqu solamente el ubttulo de Joseph Andrews de Fielding: Written in Imilation of tbe Manncr of Cervante , Author of Don Quixote. Pero, adems, el thl lo o subttulo de un texto puede marcar tam- bi ' n la referenci a un grupo d re-textos. . e es en particular el c' so cuando al lect or se le deb sealar la referencia de un texto un g- nero litera io y el texto, naturalmente, puede tanto cumplir como de- ' epcionar la exp ct ti a genri cas del leclor. A los ttulo de A Modern Utopia de H. G. We ll s, Ne ws from Nowhere de Wi lli m Morri , Erewhon de SamueI Butler y Ec%pia de Emest Call enbach remiten no ' lo a Utopia d Morus, sino tambi ' n, al mismo ti mpo, a la utopia como gnero li terario. Lo mismo ale para un subt tulo como, por ej mpl , <Una novela utpica. Los t tulo de las novelas policiales, por el contrario, sealan siempre exclusivamente la referen- cia del te, to al gnero, Todo el que quiere comprar una novela p li- cial y adquiere n la librera una no ela con I ttulo The Murder oj. ., por regla general ha entendido corr ctamente la s al int rtextual dd ttul o - ja menos que c mpre por equivocacin Mlfrder in the Cathe- dral de T. S. Eli ot! Por ltim , lo al margen remitamos al conoci- do hecho de que tambin el ttulo de una serie (como por ej emplo, rorOro thriller o Los libros de m dial1 che) O la pre enta in externa de la misma puede ser una seal de intertextualidad que marca la re- ferencia d un tex to a un gnero de textos .') Adems del Utulo y el subttulo, a menudo un motto, un prlogo un eplog del autor o un texto de solapa es empleado para marcar t ' r. . Broich, \(Der 'cntfcsscltc' Dctekti roman, en: U. Broich, Cut/l/nRen des f1wdel7/t!1l englischel/ Roman.\, Wi esbaden, 1975. pp. 17-56; aqul: pg. 18. Formas de marcacin e la ill lertextlllllidad 93 referencias intertext uale . En Le gommes de Alai n Robbe-GrilJet el 1110110 procedente del dipo de Sfocl s - ' El tiempo que vela por t do, di la ol ucin a pes r tuyo. - es ha ta casi la nica indicacin que induce al lector a leer la hi _ toria de un detective que, al final, sin aberl o, mata de un t iro al pre- sunto sobre el fondo del dram de Sfocles, en I que el hIJO, tambl en SI I1 saberlo, mata a su padre. . Como ej emplo de una marcacin mediant un prlogo pueden ser- vIr Tll e des ol March de Thorton Wi ldcr y Dogg " lIamlel, Cahoot 's Macheth de Stoppard. As. Wilder e cribe, en el prl ogo a su novel sobre 1 Ca ar, que, en verdad, la mayora de I s documentos en ella son fi cticios, per en los poemas y el pasaj e tinal e trata de cita de la lrica de Catulo, o de De vira Caesarum de Suetonio. y mient ras q.ue Stoppard en Jumpers. uno de sus primeros dramas, haba dejado Slll rr:arcar la r ferencia a la tilosofa del l nguaj de Wittgenstein. en el prologo u pos terior ,drama indica in quvo amente que u pieza ha de ser leIda como una Jugueton' discusin con la l ndagacion fl- losficas de Wittgens tein: Dogg 's Ram/el se dra de una s cci' n de las tigaciones filo ficas de Wittgen teio; 14 y seguidamente Stoppard Justra hasta de manera explcita e a re:G rencia t man O como ejemplo una escena. Umb rto Eco, por el contrario, slo con posterioridad marca UDas refer neia menos manifi e tas de su Dovela JI nOme del/a rosa a pre- textos. En las Postille a l/nome del/a rosa publicadas separadamen- declara que la e cena de amor central de la novel est ' montada Juntand puras ci ta. reli gio as, desde el Cantar de lo C' ntares hasta on lairvaux, Jean d Fecamp e Hildcgard van Bingem), y el ha 11gaJo (<<co l legare) lo mejor po. ible las uturas para dsi- mul ao> la iDtertextualidau de esa escena ( <[ ... ] perch si vedesser ancora meno le uture ).1- Asimi mo, slo en sus Pos tille indica que 14 Londre .. 1989 [ 1" eJ ., 197 ). p. 7. 15 Qchschrift :um Namell der Ros ', trad. B. Krocber Munich, 1984, p. 51 . Post!le a f/ lIome della rosa, Mailand, 1984, p. 27: ( E chiaro che la cena del!' . mples ' () in CUCina e costruita con citazioni da le ti religios i, partire d I anllco del Cantlcl si no a san Bernardo e a Jean de Fecamp o sanla Hilde- garda di Bingen. ' 94 Ulric/ Broi h 1 , o la ha di f razado omo ci tas de l' poca itas de Wittgen- n a n . . l It . d 11> Eco rea li za un J'uego con el lector. al dI Imu ar y ocu al e st CII1 . mento algunas de las referenci a a pre-tcxtos en su no y reve- guiando un oj , lo en us apostillas. Tambi :n David L re ela slo en ti Afterword}) a The British Museu/JI IS Fo/hng el modelo fundamental intertextllal de . II no ela -para I I ctOl', s que basta entonce' no lo han notado: onstata q le n su novela hay iez pasaj e de par dia o past iche, pero nombra los autores de los prc-textos en orden alfabtico, ipara que 'n este r mpecabezas' I lector todavia le quede de s bra por hacer! I Por ltim , en Lo main roug de lment Lpidis . e emplea el tex- to de . olapa para aclararle al lector que e te dJ:aml:l que e, dI;! arrolla n 1 a o 1927 en la ciu ad francesa de Bellevll le e relaCIOna con la Electro de S ' focle e mo Mourning Becomes Electro de O'Neill: Y qu hay ms natural que imaginar que en vil le donde la angre de los Atndas haya escogIdo \; orrer . (, y por qu no Elcctra en Belleville, en 1927?1 Adems los autore , na turalment , pueden ma rcar la referencia intertextuales dc 'u obras tambi 'o en d cl ara iones ue 11 son pu- bli adas en rel a in con e as obras amo, por ej mplo, Joyce n ,' U cartas a ' rank Budgen, Will iam olding en us entr vi tas con Jack r. Bil es, o Raym nd F derman, quien en la n ela Take it or Le (ll'e ;! remite a la estructura intertexlu I de alglUlos de su te ' tos antenore . 4. La marcacill en el si 'tema comllllicacional interno 'En tod , estos la ma rcacin tiene 1 gar en pa ratexlos que se di rigen exclusivarnente al receptor a travs del sistema comuni ci nal III , (7 hs hrift. p. R8. Pos/if /e, p. 43: r ... ] mast:heravo autori po te- riuri (come Wi ltgenstein) fae ndol ' passare per cl tazlOne del! epocn. i1 Tll e Brilisll MIIsewn is Fa/fi n,f.! DOII'Il . lladmond worth. 1983 [ 1", 1965). p. 168. indj -uc i ' n se la agradezco a G. enelte, Pulimpsesles. Par i' , 1. 82, p. 352. Adem{s, Lpidls wmbien emplea un mullo procedent e oe la El' 'Ira de S6f()cle . PI er .. p r jt:mplo. J . J. Hiles, Tulk: COnl'erw/ium IVil/ Wi/liam Golding, . u: va York. 1970. p. 7 Y ! 1 Y ss. : adems, R. edennan, Take It 0 1' I.eave /1, Nu;va York. 1 76 --el texlO no ti ene paginacin. Formas de marcacin de la il/(er/ex!lIolidod 9S ex terno. As , el ttulo Ulise, es t d stinado olamente al le toro y los per onaj de la novela de Joyce no on en modo al guno, conscien- tes d 1 hecho de que su vida sigue el p Cl ltem de la Odisea e Home- ro. Pero una marcacin pu 'de ser emprendida tambi 'n cn el sistema comunicat.: ional intemo, gracias a qu los p rsonajes d un texto lite- rario l en otro textos, di cuten obre ellos, se id nti1ican con ell os o se distancian de ell o . A , la relaci n entre el Don Quijote novel as de caballera e marcada en prim r t ' rmi no por el hecho de que el h ' roe cuyo nom- bre ap rece n I t tulo del libro J e precisamente esas novelas, e identifica con sus protagoni las y por ese moti vo lo otros p rsonaje de la novela e burlull d l. De manera anloga, n un con iderable nm ro d t xto se le exige al lector leerl o sobre el fondo del H WI - el de Shakc, peare, gracias a que los personajes del texto, por su par- te, leen I Hamlel, discuten sobre l y I toman com modelo -des- de el Wilhelm Meister de Goethe hasta el drama Th J lom/et o/Stemey Creen de Bemard K ps. En e te tipo de marcacin un autor puede has- ta ha er ms de la cuenta -como, por ej emplo. Graham reene en su nov la U nsigl10r Quixote, cuy hroe, un lrigo de nuestro ti m- pos, casualmente lleva el nombre del hroe de Cervante y ca ualroen- te vi e n El y por e o hace con tantemente p ralel o, entr su vida y la de su antepa ado de ficcin, y hasta llega tan Lj como para llamar San ha a su amigo y Rocinante a su de vendjad t uta. Tambin estamos ante una [omla particulannente manilie ta de la marcacin dentro del sistema comunicacjonal interno uando el autor in- troduce c mo un objeto fisico el texto con el que ' 1 pone su propio text en una relacin afirm tiva o crtica. As, el Robinson femenino en la no- vela Suzanne el le ?Clcifl 'jue de Jiraudoux halla en una isla de ierta del Pacfic un ej mplar de Robinson Crusoe de Defoe. Suzanne lee esa novela y decide vivir n la j la de una manera t talmente dis- tinta que Robinson, al cual ella considera un latoso y pedante. De ma- nera anloga, Edgar Wibeau, d hroe de Die neuen Leiden des jungen W. d Ulrich Plenzdorf, halla en un peque'io jardn de las afueras una edicin del Werther de Goethe de la editorial Reclam en la letrina de una caseta. Puesto que la cubierta y las pJimeras pginas ya haban sido empleada e n fin ajenos a la lectura por un 1I. Hari anterior del re- trete, l, naturalmente. tiene -y, por eso, tambin elledor, a menos que haya entendido ya la referencia inter extual del titulcr- difi ultade algo 96 Ulrih Bmich mayores para identitlcar ese text o de referencia que la Suzanne de raudou . De una manera un poco men s fuerte e t marcada la remis in intcrtextll al en el drama Comedians de Trevor Grifflh. Aqu el come- di anl Price saca de un bolsillo un p dazo de papel y le di e a su maes- tro Waters: 1 found this in another book. 1 brought it to how you. '- ome say the world wi ll end in fire. Sorne say in ice. From what T've tasted of desire 1 hold with those who favour fire, but if J had t perish twice. 1 t!li nk 1 know enough of hate to say tbat for destruction ice i also gr at and would suffi ce. (He fo lds the paper, puts it back in his pocket [ ... ])20 Tambi 'n en e te caso el personaje de ficcin es onsciente del he- cho de que est tralando con otro tex t , y tambin en e te caso ese pre- texto t presente como objeto f. ico. Pero, como Price n li ene la obras completas de Robert Frost en la mano, ino slo un peda- zo de papel y, adems, no m ociona el nombre de l autor (tal vez ni i lui ra l mismo lo conoce) , slo el conocedor de Robert Fro. t iden- tifi car el texto de referencia. Sin embargo, por lo menos la referen- cia de ese pasaj a un texto lrico ajen est suti cicnlemellte marca- da tambin para otros receptores, gracias a que Pri ce lee en una h ja las lneas arriba ci tadas -y a que e as lneas riman, por lo cual en la superfi ie del texto se produce una ruptura reconocible por todo yente. Por ltimo, estamos ant una forma part iculannente extrema de mar acin d una referencia intertexrual en el sistema comunicaci nal inmanente' la obra cuando un autor hace pre cntarse en pe! ona en su texto a figuras de otro textos li terarios. As, en Joseph ndrews de Fi elding la Pamela de R.ichardson que al princi pio del li bro acta slo como destinataria de cartas de su hermano Jo ' inventado por Fielding, hacia el tinal se pre, enta personaLmente - y, por aadidura, tambin su mari.do y su padres, igualmente cono idos de la no la de Richard- ,on. En la novela Die Versuche und Hindernisse Ka,-Is, de la litera- n.J.ra romntica alemana, el hroe cuyo nombre figura en el ttulo del li bro da on un carruaje, es saludado por un pasaj ero y repent inamente la C/JlJl edians. Londres, 1976, p. 67. Formas de marC/Jl1 de la imertexlllalidad 97 rce Doce para ' U sorpresa en el que lo sal uda a Wilhelm Meistem. 21 y en la novela 11 barolle rampante de Italo Calvino el protagonista v desde su rbol no l a Napolen, sino tambin al prncipe Andrei de La :'uerra Y la paz de Tolstoi. Th odore Zi lkowski ha reunido en una di er tacin una serie de tale figuras fiadas, que no en ltimo tr- mi.no s irven a la marcacin de las referenci as inlertextuales. n 5. La marcacin en el sistema comllnicacional externo La marcacin de referenci as intertextuales e produce con ms fre- cuencia en el texto propiamente dicho que en paratexto , y, con ms frecuencIa que en el si tema c munieacional inmanente a la obra ocu- rre manifiestamente de una manera de la que el lect r tien miento, pero no los pers najes d I texto. A menudo en esos casos la marcacin scr menos f uerte o evidente, pero no acune as necesaria- mente. Como primera de las numerosas posibilidades para una marcacin que e producen exclusivamente en el si tema comunjcacional exter- no, se debe mencionar la eleccin de nombres. A continuacin ofre- cemo, dos ej emplos cuya marcacin s tan vistosa que J.ifcilmenle L1 n lect r plleda pasarla por alto. En la Dovela 11 nome del/a rosa d Eco que se desarrolla en la Edad Media. en verdad se marcan numero 'as ref rencias intertextualesomo por ejemplo, las que se bacen a la Potica de Ari ttcles y al Apocalipsis- en el sistema cornuokacionaJ inmanente a la ()bra, pero, cornprensiblemente, no la refl rencia a las hi tori as policacas de COllan Doyle: aqu se produce la marcacin ha- ciendo caso de las evidentes analoga entre la accin polica- ca d ' la novela de Eco y una t pica plol de Conan Doyle, slo mediante la leccin del Hombre de l detective mOnacal y su acompai'iante: 21 Fac mi I de la edicin de 1 )l08, Ver Doppelruman dCI" Berlin"r Romal/lik, d. por H. Rogge, dos tomo ' , Lc ipzig. 1926, 1, 168 Y ss. on autores de esa 1]( ve la K A. Varn hagcn, W. Neumann, A. F. Bernhardi y F. de la Molle- Fouqu. 22 Figuren auf Pump. Zur f ikti onal iliH de. spraehlichen Kunstwerks, en Akf11 de.' Vi. Il/lematLOllalcl/ Germcmi Sf(!lI kollgresscl' Ba.ld / 980, Berna, 1981. pp. 16- 176. Cf. adems, una versin cmica de este procedimi ento en: Woody ABen, he Kugelma s Episode, en TI/C Pengll in Book o/ Mudern fll/ m OIl l", d. por A. Coren, Hardmond ",orth, ! 983 [1 ', 1982], pp. 15 27. 98 {.l/rieh Broich Bask rvill e y Adso! Tambi n en Die neu n Leiden d s jUl1gen W, de Plenzdorf Jos nombre coci rran tales alusiones. El nombre Wibeau recuerda p r ,' u letra ni a l a Wcrther, mientras que el nombre de su amada, harlie, representa una forma corla Charlotte y de esa ma- nera alude a la Lotl a de Werther. Adem , las referencias interle tualcs pueden, por ejemplo. ser marcadas nicamente mediante el empIco de comilla , otr tipos de letra u otro ojo d letra. Antes de que T. S. El iot n una edicin pOs- terior identiticara expressis verbis en notes la' referencias intertextua- le. de Tite Wast Land, una serie de pa aj e. tornado. de otro texto fue mar,;ada . olamente mediante cursi as -y, adems. mediante la lengua extranjera. As, Eliot cita al fi nal del poema, n tres lneas su- ee. iva , a Dante en italiano, el Pervigilium Veneris en latn y a Grard de Ner al en francs y, adems pone en cm. va esas ci tas: Poi s 'ascos e l1el foco che gh a.fj7na QuanJo Ji am uli chelidon - O . wallow swallow Le Prince d 'Aquitaille a /0 tour abolie f. . .} 2.1 n ej >mpl o parecido son las citas del Wcrther de Goelhe en Die nel/C'/1 Leid /1 des j Ul1gen W.: Ah (as citas de Werth r son ante todo marca- das slo gracia, a lue, en conlra te con el t xto restante, slo. e em- plean minsculas y se colocan t razos oblicuo en el luga r de lo pun- tos y coma, (1 que e fundamenta en 1 text con que el pr tagonista di ' e esas cita a una cinta magnetofnic y le enva entonces las cin- tas a su amigos para conmocionarlos) . A esto se aade que el hroe y narrador de Plenzdor[ habla un slang que en la invesligacin ha sido designado repetidamente como prosa dejean:m, y al prin ipio e burla de estil o de las citas del Werther una y otra vez como (presuntuoso e <<impo ible) .24 As pues, tambin un contraste de est il o puede ser empleado e 010 seal de intertext uali dad (y, adems, marcar la pol ifonia de un texto en l sentid bajti ni ano) . Fielding e contenta en todos los ca o con una marcacin a en los mo k -heroic passages de su Dovela collll1utando cada vez de ma- n ra francamente audible al plano esti li tico ms alto. al pasar del es- trato e tistico d 1 narrador al slIl lime style del ep S25 1.. o/Iected PoenlS 909- 1935, Londres, 1958 (hay edici one ' po teriores), p. 77. 14 Suhrkamp Taschenbudt, 300. sin indicaci n de lugar. 1980. pp. ) y 19. 2, Cf. el captulo Vl , 2. [N. del T.: Vase n(lt 5.] Formas de marcacin de la inlel'feXfuafi dad 99 n autor puede, adems. primero marcar c iertas referencia' in- lert x tuClles en e l s is t ma eomunicacional inmanente a la obra y. cuando la conciencia de la intertextual idad que po ee el lector est aguzada, renunc io r a una marca ' in en e e plano. Si rva como ejem- pl o de ello la esc na de amor entre Tristan Tzara y Gwe dolen en Troveslies de toppard, que se caracteriza por sus referencia' al texto de Shake peare. - o esa e cena Gwendolen cita ante todo el soneto 18 de hakespeare, que es identificado como tal por Tzara. 2 " Poco antes Tzara ha cor tado e n trozos el texto de ese s ne- to y acto seguido ha montad( Jos pedacitos en un poema nuevo, da- da sta. El mismo procedimiento !o escoge ah ra Stoppard al confor- mar el dilogo que Tzara y Gwend len so tienen entre la lectura del soneto ori ginal de Shakespeare y la lectura de su ver. in dada ta: GWE : TZA A: TZARA: GWEN: ruly J ish the godo had made thee poet ical. 1 o not know what poetical s. Is it hone. 1 in word and deed? ls it a true Ihing? Sure he lhar made u ' \ th such large discourse, looking bef re and artero gave us not Ihal capability, and god-li e rea:on lO fu t in liS unus d. 1 was not bom under a rhyrniug planet. Those fe ll of infinitc tongue t hat can rbyme themselve into ladi e 'fa- ours, they do reason thems Ives out again. And tllar \Vould set my teeth nothing on edge - l10thing so much as minc- ing poetr . [ ... ] Thy hones J and love doth mince this matter -- Put your bonnct for his right use. ' lis for the head! [ ... ] J had rat her than fort shi lling my bo k of ong and sonnets here. [ ... ] TZARA: [ ... J Bul sill ce he died, and p el better proveo his for his style you'l l read, mine for my - Este dilogo es un coll agc de ci tas de Shakespeare; por ejemplo. de Hum/et IV, 4 36; MI/eh AJo Ahoul Nothil1f{ V, 2, 40; Hamlet V. 2,94; The Merr:v Wi ves o/ WinJsor 1. 1, 205, Y el soneto 32. En contraste con el sondo 18, estas cita no :on identificada en el si tema COI1lU- 2(> TrClves lies , Lond es, 1975, p. 53 . .11 P. 4. 100 U/rich Broich nicacional inman nte a la obra. Pero, gracias a que el speclador hace mucho tiempo h re onoci do en se pasaje que Stoppard n te dra- ma ju ga ' onstaot ment c n citas d los clsi cos y a CJl.I e, despu , mediante la remisi ' n explcita al soneto liS la atencin del e pecla- dor ha 'ido dirigida peci almente a hakespeare, Stoppard puJo re- nunciar a una ident ifi cacin o marcacin de las otras citas de . hake - reare, tanto ms cuanto qu tambi ' n aqu el ontra le de e tilo. entre las cita y el mod d hablar habitual d Gwendolen y Tzara representa una marcacin. Tambin en aquella cita y alusione en la n el as de Arno Schmid t qu . ms arriba. fueron calificada. inicial mente de no mar- cadas, se da, por lo meno' para el crcul de con ced r . a tos que las no las de Schmidt se diri gen en primer trmino, alg as como una marcacin, a mediante el contexto. Al citar en sus novelas una y lra vez. manera abierta y [re uente, otros textos indicando las fuente. , Am Schmidt crea un conte to d int rtextualidad permanen- te, el cual inducc al lector a buscar tambin ci tas y al u iones menos abi rtas o ha ta no mar adas. En todo caso, ,n te procedimi ento de marca in. como en el siguiente. se trata m bien de cas s l mites, cuand ' e t man com ba e 1 s cri terio. d la tentativa de d fi ni in preli minar. e mo ltim j emplo para una marcacin de la intcrtextuaJidad mediante el contexto rvan las analogas entre escenas de Jo epI An y la Biblia. 2 En el primer libro de e ta novela. el hroe cuyo n mbr figura en el t tulo es desvalijado por sal teadores de camino. y s . dirige a los ocupantes de una diligenci con el mego de auxil io. Vario viaj eros niegan ayuda por diferente razones, y sl o el ms pobre de los ocupantes, un postilln I ayuda. . ta escena e t e ntor- mada videntemente en analoga c o la parbola del buen samaritano; esta referencia intertextual es cierto, no es arcada de manera expli- cita, pero s pu sta de relie e mo claramente ree nocible mediante la repeli ' in de d elem ntos de contcllIdo y stmcturales de la parbola bblica de todos conocida. O spu en el cur o ulterior de la novela, retoman an var ias escenas en las que un hombre ' e ha- ll a .n apmos, vanos hombres le niegan su ayuda y slo el ltimo lo ayu a - por jemplo, cuando Fanny p rece se r . ecueslrada por los r. el captulo Vl. 1 [N. del T: L nota 5. ] Furmas de marcacin de la inferlextua/idad t 01 cmplice del r a ti ng quire o cuand el hij o d Pars n Adams ca al agua. En to o eso casos el pGltern tomado de la parbola del bu n samari tano ara mucho ms en Lo qu re pecta al conteni do y a la forma. Si n embargo, 1 lector pued darse cuenta de que tambin e as escena e relacionan con la parb la bblica - y el amor al prj imo representa el tema principal y [a virt ud uprema en Josep h Andrews- cuando la relaciona unas con otras y las lee en part icular obre l fondo de la e cena del Libro Primero, donde domina inequvocament el paral elo con la parbola del buen samari t.ano. 6. La accin conjunta de varias formas de marcacin y la dinamizacin de la marcacin Hasta aqu b mo des rit separadamente los diferentes lugares en lo que puede producir e una marcacin de referenc ia: intert xtuales, as como algunas form s de marcacin. En el texto ai lado, in emb rg , a menudo una ref reoci intertextuaL es ma.r a a simultneamente en di- ferente planos y mediante diferentes procedimientos. E to ocurre n particular cuando el autor quiere asegurar que el lector reconozca de todos modos una eferen i int rtextual. s Plcnzd rf no e contenta con marcar la referencia de su nov la al Werlher d G ethe mediante el ttulo de la misma, ' in que emplea, ad m , un gran nmer de otras formas d marcaci n - desde la mencin del ttulo de la no la de Goethe, pa ando por cita mar adas del Werrher y un umario en pro- sa de j ean.m, hasta la em j anza ' de los nombres de 1 s personajes. Tambi ' n Fielding marc de mltiples ma eras las referencia de su Joseph Andrews a P me/a de Richardson, pero, probablemente. no tanto porque l temiera que, de lo contrario u lector n reconociera las re- ferencias a Pamela, ino porque su inten ' i6n critico-pardica n hubiera llegado a ser sufcientem nte clara y por es no Se I raria el fecto que l se propona. 29 En contraste con eso, renunci, om ya e expuso, a una marcacin xpl it de [a referencia de escena ai ladas a la par- bol a del buen . amantano, Una razn para ello es, seguramente, qu , para l, en este ca o no se trata de parodia y crtica; otra, que l po- lO Pr habl emcnte, d tcnninad fomas de la intertextua lidad - como. por ejem- plo, la par dia. el tra e ti o 1 molto- siempr e tn marcadas con ms fuerza que otras -c mo. por j mplo, la alusin. 102 Utrie/ Oroic!1 d a pr suponer el con cimiento de la Biblia en sus lectores y, en e a m dida, para u tiempo - obviamente a diferencia de la . ituacin ac- tual-, partir de un muy bajo umbral de sea!. La mayora de las eces, d tod . modos, los autores que quieren marcar de manera rec nocible l as referencias inl rtextualcs d LIS tex- to . emplean varias po ibili dades de [a marca in. Pero, adems, la marcacin de la intertextualida puede tener tamhi n un componen le dinmico, s decir, la. refl rencia a un mismo pre-text pueden ser, en el curso de un texto, de claridad creciente o decr ci nle. ms de un caso la remisi ' n a un pr texto se produ e la primera vez todava de una manera relati amenl ms manifi esta. para despu en el curso ulterior, cuando I autor puede e..:star seguro de ue el I clor ha descubierto la referencia intertextual, ser marcada de una manera cada vez meno clara. As, la claridad de las referencias a Ovidio d crece de cuento en cuen- to en los cuatro cuentos cort s de John Cheever publicad s bajo el l- tulo Mefamorphoses . :; n cambio, en la remisi n a la robinsonada Tht Coral ", !and de B' llantyne en Lord o( fh e Flies de William Goldi ng, es al revs. I captulo in icial de la no ela de Golding recu rda el g' ner de la robinsonada prim 'ro slo de manera gen ral. y remite, adem!. , a la no ela de Ballantyne en particular slo m diante uno pocos detalles mo, p r ejemplo gracias a que en Golding como n Ball alyn do de los !re. jvene de mayor edad se llaman Jack y Ralph y a que la tlora y fauna de ambas i. las muestran semejanzas. Pero, despus e produ- ce en los jvene de Golding una primero todav. vag remini cenci a del pre-lexlo: Hcre al la t was lhe irnagmed bul never fully rcalizcd place leapi n ) into real life; y, p (; despus, los jvenes comparan ' s vel' hs u isla con la de la novela de Ballantyne: like in a book. At once there a clamour. [oo .] Coral r land _ )} JO iA ms tardar en estos pasajes tendr lugar tambin la ivencia-aj* intertextual del lector meno alento! 10 Lordolthe FlieJ, Loudr\,;s, 19 - 5 (hay cdic ionc, posl>riorcs), pp. 16 Y 3X. Cf. j rcspccl tambin l . Broich, Die ' Anti-Robinsonatle ' . -:n : U. Broich. * Gtlltllngen des moe/emel/ ellgtisc:hell Ramans, pp. 57-9 . aqu : p. 74. del T . En el ori ginal al mn: Aha-Er/ebnis: trmino psicot . gico que dc- ign,l el dar e cuenta sbitamente de un nexo de sentido. Forma.\ de f1lurc: aL'icn JI! la i nl el'( .xfllalidad 103 Pero la claridad de..: la marcacin de la int rtextualidad de un tex- to pu de de' iarse en una u Olra direccin tambi 'n en el curso de la hi stori a de u surgimiento y publ ic cin. n 010 imi nI n direccin a una mar acin clara ya lo hemos con. ignado n The Waste Lalld de T. S. Eliot. donde en la prim ra ver j ' n impresa numerosas remi- siones intert xtuales fueron marcadas slo de manera inoir cta, mi en- tras que en una ersin posterior, a peticin de u edil r, El iot identi- fic explci tamente document en notes esas remision S . JI (Con mayor razn los editores edi iones crti a. en 'po as po t riores deben expli citar a menudo referencias intertextuales. mientras que para los lectores contemporneos de la obra stas no necesi taban ninguna identifi cacin.) Auden, por el contrario n su New Yeol' L fIel' va por el camino inverso: mientra que la primera versin contena ampli as notes en la que, entre otras co as, se identi ficab n los pre-texto , las suprimi m tarde en sus Collecled Poems. De manera anloga pro- cedi Joyce en su UI1'sses: en una anteri or versin toda a todos los ttulos de los capitulos de su novela remiten a d terminados canto de la Odi ea; ms larde, por el contrario, suprimi e os ttulos y cons r- v nicamente d ttul de la novela corno mareaci n explcita d la referencia entre su novela y la Odis a. 7. Marcacin) desarrollo hi tricoliterario sta es la cuestin de si tambin en el curso de l de arrollo hist- ri \:ol iterario hay tendencia semejantes, es decir, . i pocas que tendan a una marcacin ms explcita fueron relevadas por otra que marca- ban us referell cias II1tertcxtuale. ms bi n de una manera velada, y vic veLa . Tambin a cuestin de s determinadas poca prefieren determinadas ti marcal,; in era un remunerador objeto de inv ti gacin . :\1 Algunas de e. las no/es por lo dems. una prueba de que e slen tambin marcaciones de la inlerlextuali dad que inducen a error. En todo cas , h Y da prob blcmeule ya no s.: puede d 'cidi r con s.: guridad si Ellot induj en error al lector de ll1nncra consc ientc o in\,;on cicnte. En call1bi . estamos ante una inducci n -onscienlc en error, por ejemp lo. en 'Emp/ni dll femps de Micnel BUlor, donde mt:diant\,; numerosas remisiones interlcxtuale a la no e la poli- cial c1 ica se s u ci ta en el lector (como. por lo dems. tambin en el prota- gonista) la impresin de que se Irata de un caso rimi nnl c1. ico que podra er resuello con los medios trath ionu!cs de la no elu p licia!. 104 UI/' f BroieJ En 1 pr sente e tado de conocimientos sa interrogantes no se pueden responder ni s iquiera de manera preliminar. En todo caso, se d ber partir de que en todas la po;as histricoliteraria exist ieron al mi mo tiempo, lLOas al lado de otras, diversas formas de mar a- cin y que e a diversidad d penda, 00 n l timo trmino. del estra- t de receptores al que el autor se diriga en primer tnnino. As pue , n todas las . pocas han xistido autore que escrib n para un peque- o pblico de conoced res y que por e o marcan las referencias inter- textual s de sus textos ms bi en de una manera velada -desde los son t istas d I Renacimiento ita lian0 32 hasta, por j emplo, Amo Schmidt- y as imismo . e hallan en todas las pocas escritores que tienden a una marcacin ms clara y explci ta - desde el ervantes de Don QuUote ha. ta el Greene de Monsignor Quixote. Sin embargo, dentro de los ltimos siglos se perfila uoa tenden- cia fun damental. poca anteriores preferan siempre una marcacin ms cl ara e inequvoca. Est vale ineJu o para la li teratura cl as icista de principios del siglo XVlU, que e di rigi siempre al lector entdito: no sin razn l rvin Ehrenpreis ha hablad , aunque en otro contexto de la tend neia de la lit ratura del clasicismo ingls a la explicitnes ..3) La literatura modernista y la postmodemisra pr fieren, por el ontra- rio, una marcacin m velada y menos inequ ca o explcita 'omo el las en general dej an en sus textos ms l ugares vac s y de e e modo le abren a la act ividad del lector -y con ello tambin a la sub- jetiv.l ad de ste- un espacio de Iib rtad mu ho mayor].! Pero, aunque esos texto ' en general marcan us referencias inter- textuales de manera mcnos abierta y en parte no las marcan del todo, 'e podr deci r que sus autores, en su mayora no slo declaran abier- tamente su adhesin de principio a los eco, de la intertextualidaID> (<< echi tI a la convicc in de que lodos [o [ibro, [ ... ] siempre [hablan] de atTO s libros y toda hi tor ia [cuenta] una his- Jl er., por ejemplo, A. Noycr-Weidner, Zu Ta os 'btnnenpoetischer' ll . ei nan- dersetz.ung mit Bembo - ( amt absclllies ' cnden Hinweis allf das Des ideratum ei nt!J' kr iti"chcn Ausgabc von Bembl) Rime)>> , en l/alen und die Romaniu in Humanismus al/lid ed. K. W. llempfi r y E. Slraub. Wicsbaden. 1983, pp. 177-196. J. xpt i..: itn s i.n Augustan Literaturc, en: I. Ehr npreis, Lilerarv Meull ing and Al/gustan Vall/es , harlottesvillc, 1974, pp. 1-4 l.j 1'. W. Is .1', Del' Ak de. Lesens , TH. Muni ch, 1976, esp. pp. 315-327 FormCls ele marcar.ion de la in/ertext/lulidad 105 toria ya sino que ponen de relieve programticamenle el carcter intertextual de us texto. como consti tuyente deci'ivo. Slo aparentemente est en contradiccin con esto lo que Raymond Feder- man, desde el punto de vista de los postmodernistas, - . eguramente n sin cierta coquetera- dice sobre su obra: Por lo tanto, no revelar mi. fuente", porque esas fuentes ahora stn perdidas en mi propio discurso, y, adems porque no hay fuente agradas para el pensamiento y la escri tura. JO La confesin abierta de la intertextualidad del texto propio tambin se halla con frecuencia en el clasicismo ingl . En contraste, [a lri ca del romanticismo ingl y la novela del realismo ingls n el siglo XIX, como demuestra Laurence Lerner,37 ti enden a una intertextualidad negada, a una negacin de la referencia de un texto a otro texto y a la acentua in de Su ori ginalidaw>. Sin embargo, stas son m bien hiptesis que conocimientos se- guros. Todava est por cri bi r una presentacin de l cambio histri- co en las fonnas de la marcacin de la rntertextuaJidad - as como una historia oela propia intcl1extualidad. Traduccin del alemn .l; Eco, Nnr'hsl' /r i{r. p.2X; Pos/ i l/e, p. 15: i libri parlano scmpre di allri libri e ogni sto ria racconta una sloria gia JI, <dmagillution as Plagian . I11 [ao unf nishcd paper. .. j, Nel\' Litera,.." Hisro,.y, 7, 1975- 1976, pp 563-57l\ , aq u: 566. 17 Cf. el captulo VI, 1. [ . del T. : En el libro original el aulor remite a la uni - dad de ese capt ulo I.{ue Cl>t l;onstituida por el estudio Romantik. Realismus und negiertc Interlextlw[iltit. de Laurence p. 27R-2Q( J Dialogicidad y lenguaje potico * Renate Lachmann 1 En su tipologa de la palabra prosstica, I Bajtn int roduj o, al lado de la palabra directa, d llotativa, descri ptiva, que puede ser cons iderada como expre i ' n del establ cimiento de un senti do autoral concluso por parte del habla nte. y de la palabra obj etual, la p labra de la persona re- presentada, un tercer tipo: la palabra c n orientacin hacia una pal abra ajena, la palabra bivocal. A partir de e. ta r lacin alabra/palabra aj ena Baj t n desarrol la s u ncepto de la dialogicidad, para la cual l demanda una nueva discipli na: la metal ingstica. La palabra aj ena. que <contraexpresa 11 fonna como la estil izacin, la parodia, el habla de rol**, la polmi ca etc., n adquiere ella misma prcsencia al- guna, es una palabra sobreent ndida. implcita. Quisi era, ante todo, expl icar eso: a la palabra univocant , id;l1l i- fica nte, que f unc iona sobre la bas e de un proceso sgni co binari o ( ignijiant/signijhj), es decir, a la palabra monolgica que no es tam- bin respue la. a un estab lecimi ento [SetzlIllg] que 11 es tambi n '" DialogiziUit und poeti sche Sprach, en Dialvgi: ilat , ed. por Rcnat c Lach- mano , Munich. Wilhclm Fi nk Vt;r1ag, 1982, pp. 5 1-62. 1 Prob/eme der Poet ik Dostof'vskijs, Muni cb, 197 1, pp. 22 2 Y "s. ** N. del . En alemn: Rollenspl'f'chen: di scurso que I'cpre cnta 1 monMngo de un t pico, con lUla monera c ial de hablar y pensar, de ver y ferre- se11tr. DialogiCidad y potico 107 una traducci n [be/'setzung]. Bajtn opuso la palabra dialgica origi - nada por el contacto con la ajena, que perturba el binarismo gni co, al desmentir el respectivo carcter concluible d I proceso sgnico, el arc- ter defi nit i o de la relacin comprobad!:! ntre signjficante y signifi cado, mediante el carcter no conc!uible de un proceso sgnico dial gico. El concepto bajtiniano de dial gi cidad ti ne dos ant podas : 1) el lenguaj e oficial d un can n uni fi cado con j erarquas semnticas e - tablecidas, qUl: es a partir de una nica pretensin de valor y verdad; y 2) el lengLlaje potico (en el senti do d I lenguaje de la l ri ca, o, mejor dicho. de aquel lenguaj e que en la estructura de la jerarqua de lenguaj es de una cult ura ocupa el lugar del lenguaj potico). El len- guaje po ;t il: o en est 'entido, ori entado al cdigo de normas de una cultura ofici al, regulado por mecanismos sttico y est il t ico (tam- bin cuando los neutraliza) s monolgi co o ti nde a la mon logici dad. l texto lrico s mono lgico. S eu el lenguaje de la pI' a en el qu Baj tn ve realizada la ca de [a dial gi cidad. Espe -ialmente el gn ro prossti o de la novela devien la hi pstasis dl: la dialogicidad de UJl juego de 1 nguaj li bera- do del mOl1ol ingismo, de la mODO alencia, del spacio de dominacin de la verdad una. en la frontera de d s c nciencias. do ' posici on s de sent ido. dos acentos de valor. La palabra dialgica, que s const ituye como dialgi a en el cruce con una erdad ajena, es biv cal: en la bivocalidad se encuentrarl el yo y l otro (signiJicante en [a imagen del d ble), el yo y [ otro ft lldan bivo ' alm nle el dilogo. El texto com dil ogo potencialmente no conduible aparece, por lo tanto, como interaccin d detem1inadas po- sicl nes de entido in referencia explicita a UD sujeto hablant indivi- dual izable, aunque esta refereo 'i<l no es extnguida t talmente. 2 En la nov las de Dostoievski - que Bajtn quiere ver dentro d una tradicin, que s r monta a la Antigedad, e un gnt: ro quc ha asimi lado lanto principios estructurales del dilogo poi' mi o de la tira menipea como forolas del carnaval que han penctrado en la lite- rat ura pro. . t ca- , d investiga la dial ogi idad como principio de con lru cin que no admite una palabra deflll itiva, concluyente, deler- f. la inl rprcta -in cr tica, que pone acento:; pwpi o , de J. Lchmann, bi val enz und Dial ogiL' itiit Zur Thcoric der Red be ; Michail Bacht il1 . 'n Urs:::ellen. ed. por F A. Kitt ler y H. Turk. Frank rurt am Main, 1977, PI . 355- 380, aqu: p. 369. 108 Renafe Lochmal1f1 minante de una vez por toda ' .1 La palabra fija, muerta, conclusa, no re ' pondJ d , que ya ha dicho lo ltim no e iste en el mundo de len- guaj de Dostoiev ki . El di' lago en Dostoievski no es ya un medio, . no un fi n ltimo, n un umbral hacia la accin, sino acci 'n misma; la infini tud potencial del dil go uspende tambin al sujeto. Y en una formulac in an m aguda: Todo s medio, slo el dilogo es fin. Una voz indi vidual no termina ada y no decide nada. Dos v ce son el mnimo de la vida.5 El punto de partida de Baj tn e la estru tura con ersac ional del mundo, la que la palabra se imprime como respu sta y para tod ha- blar es vl ido lo s igui ente: La compren n que responde es un factor e encal que participa en la formacin de la palabra y es, al mismo tiempo, una comprensin a ti va que e. experimentada como una resis- tencia nriquecedora o como apoyo enriquecedor a la palabra. En su contribucin Bakhtine et l'alterit, T. Todoro ha tratado d fundar la dialogicidad bajti ni ana en el concepto de la subjetividad com alt fidad , del autor como el otro, y ha reducido eso a la frmu- la paronomstica: tre/autre [w;er/olrm>].7 El discurso del otro no es el del inconscienLe (en el sentido de Lacan), si no que significa el cam- po ocial de t dos lo hablantes)}, de todos lo sujeto participantes en la comunidad Una comUnIdad sgnica en la que el lengua- je no est en ci rculacin ni como el sistema abstracto de formas lin- gstica., en el sentido de la {al1gue sau, sureana, ni como enuncia- cin monolgica ai lada, en el ent ido d la paro/e, sino como el acontecimiento ocial de la interaccin lingistica, que se realiza me- diante enunciacin y contracnunciacin. Este acontecimiento es concebible como proceso de compren- sin que 'e efecta como re puestas con Sigl10S a ignos . '1 I texto J Probleme del' Poetik Do. p. 284. 4 Ibdem. 5 Ibdm, p. 285 . Die ,t/etik des Wor/es, eu. R. Grbel . Fraukfun, 1979, p. 173. Bajtn habla en otra parte del mis mo probl Ola de I ( hennen ' utica de la GOl idianidad, ibdem, p. 226. 7 En Poetique, nm. 40 (l979). pp. 502-523 . Aqu : p. 504. .1. Lehmann. Amhivalenz, p. 370. , Marxismll. und Sprachphilo.ophie. d. S. M. Weber, trad. de R. Horle- mann, Frankrun., 1985, p. 57 La vinculacin de comprensin y es Dia/ogicidud y /wguai e potico 109 dialgi co reflej a sa interaccin entre autor y oyente, lo ' que no on dclin ado . en ningn caso, como magnitudes exteri res al texto, sino e mo instancias onstituti as del t xto (autor implci to - oyente im- plcito). La estructura hablante/oyente, como inter. eccin de experien- ci as textuales y punto de interseccin de discursos xtemo t: internos, marca el textu. Lo discursos pre entes y ausentes. on conducidos as en el texto dial gico a constitutr la ambivalencia, una ambival encia que re. ulta del carct r procesual de la inconcluiblc fonnacin de la comprensin y crea una in ' uprimtble diferencia para la r duce in a la univocidad. Ambi val encia que se sustrae a la riguro idad y nOlmalividad de la pun- tua in oficia!. No e por casualidad que los conceptos de enunciado bivo- calidad (que se ve aumentada en el concepto de la plurivocali- da )}, de la polifona, en el espacio de la novela en que se runn mucha oces), y, adems, rplica en un sentido directo, di cur- so interiom/discur exterion>. autor o hablante/oyente, con t ituti- vo de la concepcin de Bajln/ Volsbinov, perfilan el terreno de la voz, no el de l a escritura, crilure. Esto se puede interpretar de la manera s iguiente: en la voz como rpJjca al tro. e articula el yo del ha lant, urge el espacio libre cont ra la e criturizaci 'n [Ver- schri(tlfl7g]. Contra la, letras arr mete la bivocaJidad' con tra la <<li- teratura la forma del (<skaz, que realiza una e tilizacin de la orali dad. La novela, como lugar de una praxi. sgnica carnavale ca, infringe , en su polivalencia genrica, el canon de la literatura en la m dida en que hace sonar la. voces de otros texto, rompe la je- rarqua lablecida del lengu je literario mediante el ao de los di cur os vivientes. El descubrir las voces como bivocalidad y poli- forua, la vocalizacin [Ven/immlichung] del texto ledo como ac- ci n contra una leclura fij adora, el or en vez del leer, encierran una op icin, que parece invertir aquella de la que se deriva el concep- fOffilulada de Wla manera aun ms a en d SIguiente pasaje (p. 124): e- remos ms tarJe qut: precis::uncnt 'cmejantc compren 'In en el sentIdo propio de I palabra, la comprensin del dcvenir, sirve dc base la n.:puesta, e' decir, a la interaccin verbal. Entre la cumprensin y la re puesta no se puede trazar en modo alguno unrl frontera J:11I. roda comprcnsin responde, es decir, tras- lada 10 que s ha de e mprendcr a un nuevo e ntexto. al posible contexto de la respuesta. I 10 Rel/ af" LacflmrJl lfI lO de c?C!"i f ll re de Dern da: 1U la voz escriturizada. que en la escritura hac I alIabl e u rastro de amblvaknl:i a y reacciona contra la letras de la ley y la cri!ure. que en la cifra de la c. critura manitiesta contra el log centri mo contra la ' oz de la ley. A la hi p. tass de la letra opu o Baj tn la hipstasis de la voz, la oz representada, el discurso e crituri7ado. que es de -escriturizado, o exactamente: de. gramatizado. por el reconocimiento de la huell a d la voz. Partiendo de la oz como voz ambivalente y como voz do- ble, su idea conduce a una diafonol ga, no a una gramatologa. As nlenddo, e pucde hablar <.le 1 texto (Voclico de la novela. cuya lensin <.le ambivalencia se despliega en la insuperable diferencia entre fijaci n eSl:[ita, que parece da r garantas autorales para la verdad una, y la poli fona, que se pre cnta como la fuerza cenlr ruga anli- autoral. Es ti na ambivalencia que refleja [a de la comunidad sgnica: dominacin ofi cia l/espacio no oticial libre de dominacin. Es el oca- li 111 0 el que, por enci ma de las tendenc ias j erarquizantes, centrpetas, le abre las fronteras genricas a la esponta neidad de la poli fona. de la pl uralidad de h:: nJ:,ruaj es. La novela, que siempre se presenta con o r t iea de los cdigos a los que ella e debe, se delinea nuevament en la rplica a los otros textos Concr tos. Crea tradit;in y la supera y puede as er oneebl- da como gnero que repi te, entre retro pectiva y potencialidad infinita, el gesto camavale. co ambivalente en el sentido de Bajtn. Pero el es- crito acta como fijac in , como in icio del arch iv , que empuja la entropa polifnica a la redundancia hornofnica. Pongamos de reli eve una vez ms que la concepcin del lenguaje de Baj tnJVolshinov ha de ser vista sobre el fondo de un con ept de signo interpretado de una manera rigurosamente binarista, de pro ve- niencia saussureana, con las implicaci ones Itll1guepar ole, por una par- te. y di acrona/sincrona, por la ot ra: como un intento de superar en la dialogicidad del enunciado eSa!) opos iciones en la ambivalencia . La posillvidad del pro eso lineal es susti tuida por la negatividad de la rup- pura, en la que se hace p resente a la h istoricidad linea l como una dia rona acumulada en la sincrona, para decirlo con un concepto de R. Jakob 0 11. La superacin de la dicot una pura fanguepa/'ofe i- \" e l'. J. Hu isch, i lllroJucciIl a J. Derrida, D I(> Slimm(- II/I(J Plui nllllll!/I . rall kfurt , 1979. Dialogicidad y leng uaje pot ico 11 1 la al enunciado en el c:onl inll um discursivo del espacio sobre el que ya se ha habl ado. Pero el t: l1illlciado no se real iza slo medi ante estrate- cr ias d seleccin y combinacin, ti dimensiones no S011 las clases equi valencia del sistema y la linealidad de la oracin concreta, 100 un proceder sumativo dt! las referencias a otros enunciados. JI La riguros idad con que Baj tn ayuda a que sus conceptos dc d ialu- gi cidad y ambivalencia consigan vali dez exclusivamente para el domi- nio del lenguaje pros stico, se debe a la bipolaridaJ d su idea guaj e. El hall azgo de lo di algico no tiene ni nguna importanci a par' el lenguaje pot ico en sentido estr icto; a ste lt imo se lo as cia con el princ ipio monolgico. El lenguaje del gnero potic es el mundo tol maico uni tario y nico, fuera de! cual no hay nada y no hace falta que haya nada. La idea de la pluralidaJ de mundos de lenguaj e (. .. ) est cerrada para el e tilo ['otico. 11 Baj lin parte de que el lenguaje poti- co omo lenguaje especial reprime la dialogicidad natmal d I lenguaje y tiende a lo dogmtico-autori tari o. Concibe la palabra potic al go carente de supuestos, que n necesita ningn contexto, que se bas- ta a s mismo y puede abstenerse de toda interrclac1n con una palabra aena. El pocta aparece como un sujeto hablante unitario. solo con su n ico lenguaje y el mundo sobre el que todava no se ha hablado. Un lenguaje as concebido no puede tomar ninguna distancia de ; toda palabra. en su fa lta dI; distancia respecto de s misma como falta de distancia respecto de un significante, slo le est obl igada al obj eto, no a otros posible s igni ficantes . Un dilogo con olro textos que rebase el texlo, est excluido de la misma manera que la alteridad del sujeto poeta. Al conceder BaJtn que esos juicios pueden ser revisados con res- pecto a la ltica moderna --l quiere decir la futurista- (a la que, cier- tamente, le reprocha 'omo fi losofema utpico la idea del lenguaj e se- parado, unitario y nico de la poesa), insiste, a pesar de todo, en que la monologicidad potica vigente para el texto lrico tiene una act itud lin- ()stica diametralmente opuesta a la palabra prosstica. Su fondo es, \ 1 Die hetk p 17X. 112 Nena/e LachTl1cmll aqul. evidentemente. el lenguaj e establecido, oficializado. de la lrica, que est sometida a los rigores ue un sistema de estilos dividido jerr- quicamente, a una doctrina de las figlLfus y los tropos, y que se halla en la conti nuidad de una concepcin del lenguaje, orientada de manera ta- j antemente dicotmica, que distingue entre trivial y subllfllC, propio e impropio. Pone al descubierto, por as decir. toda la tradicin oficial global del lenguaje, que Bajtin rechaza tanto en Saussure comO en el pensamiento dicotmico de los formalistas, cuya contraposicin COll- vencionalista de los lenguajes potico y prctico participa en un pensa- miento retrico estable. Es comprensible que el binarismo de la teoria bajtiniana no pueda renunc iar a la dicotoma monolgi co/dlalglco, pero la cuestin es si entonces el lenguaje potico se/HU sfriclO. el lenguaje del texto Itrico. est excluido como lugar del discurso ambivalente. Ya el planteo ret- rico del lenguaj e permite una determinada posicin ante la di al o- gicidad . Ante todo. las estrategias de desviacin quc una retrica (como gramtica secundaria) describe y prescribe. ratifican la concep- cin dicotmica del lenguaje, sin aprehender como tcnsin de ambi- valencia la interaccin entre los dos polos que ellas constituyen: es decir, la relacin de ambivalencia entre cdigo primario y cdigo secundario no es tematizada. Sin embargo, una relaclOn semejante e:. concebible como contacto dialgico entre los dos cdigos (entre proprium e improprium) : el signo de lo improprilll11 dellengllaje se- cundario aparece como rplica al primario, que. por <u parte, es revo- cado por ste y pemlaneee encerrado en l. La dialogicIdad del signo secundario -por ejemplo, del tropo- puede constituir la poetic idaJ de un texto como ambivalencia semntica (ambigedad). El tropo sc vuelve contra la palabra hallada al llegar y acosrumbra- da de la cOlISlIeludo (contra la palabra otra, ajena) y la incluye al mis- mo tiempo. En esta doble orientacin de la palabra trpica reside la posibilidad de construir un texto doblemente orientado (el dollble- sensed message de Jakobson) , en el que el grado y el modo de lo tr- pico (la tropicidad) y la dIalogicidad se condicionen mutuamente. La retrica como instancia que apoya la implantacin de un sistema esta- ble, jerrquicamente ordenado. de formas de comunicacin. decide tambin sobre la admisibilidadJinadl11isibiLidad de determinados tipos de ITopicidad, con lo cual se restringe y regula la dIalogicidad. En el ejemplo de la metafrica se pUl!dc mostrar la tendencia a una dialo- Dialogicidad y lenguaie potiCO 113 .7ici dad desplegada, por Wla parte, y a una refrenada, por otra. La meta- => fri ca topolgica ya no deja percibir como dia lgica la tensin entre proprium e impropr;um; esta ltima est reglamentada. La metafrica innovadora, en cambio, intensifica la referencia dialgica mediante la infraccin de las reglas. En la doctrina poetolgica del concettismo del siglo XVII, la evasin de la regla mono lgica hacia la regla de la sig- nificatione ingegnosa. corno dice en el Cannochia/e Aristotelico ( 1655) de Emmanuele Tesauro, deviene un aumento de la equjvoci - dad aumentada. precisamente en relacin con formas equvocas ya ha- lladas, encontradas aJ Uegar. 1 programa de Bajtn se cierra a las posibilidades dialgicas de una potica as. El mundo de la poesa empieza a resplandecer ( .. ,) en una palabra unitaria e indscutida. Conlradicciones, con11ictos y duda permanecen en el objeto. en los pensamientos. en las vivencias, en re- sumen: en el materia l; pero no pasan al lenguaje. En la poesa, la pala- bra sobre la duda debe estar libre de dudas como palabra,13 Aqu no ha sido tomada en cuenta aquella inlportante estmctura de doble senti- do, como slo puede producirla precisamente una lrica que avance pa- sando por muchos grados de refinamiento semntico (y que mire atrs una y otra vez), una lrica del lipo del que precisamente se trataba. El orden ingenioso de los signos lingsticos que esta llrica crea, pone de manifiesto el doble sentido en la duda que se tiene del sentido uno con que ella se encuentra, El doble sentido como sentido de duda se des- pliega en las formas de la ambiguifas, la equivocQfio (hasta llegar a la oh,'icurilas). en las formas de manifestacin de la antJominofio, la traducfio, la paronomasia. etc. En el tratado cOllcettista de Cas imir Sarbievius, De ClCIICO el (U'gufo (J el Iusus verborum aparece corno puesta al descubierto de la dubia significatio que es inberente al lenguaje; y el oxmoron homnimo. como forma suprema de la exhibicin de su ambigedad. La dubia significatio se presenta como defomlacin del lenguaje normal, como sincretismo semntico que, en su negacin del automatismo (consuellldo) semntico del lenguaje co- t idi ano que reprime la ambigedad. penetra en el espacio del lenguaje I.! Cit. segn la edicin de A. Buck, Bad Homburg - Berlin - Zurich, 1968, p. 13 Alle/ik de., Wur/es, p. 178. 14 En Wl'klady poefl'ki (ProeceplCl pvetiCd) , eJ . y trad. <.le SI. Skimina, Bibli oteka pisarzw Seria B. n 5, Wroclil\V - Cracovia. 1958. pp. 486-492. 1 14 RI!I/( tI.! 1 () hmunn no oficial. I dubi us sensus realiza la labilidad semnt ica potencial del lenguaj contra la d minacin del anon, contra el lenguaje unita- rio - en el sentido de Baj tn-, entra 1 decretada identidad del len- guaje. P ro '0 no e. lo que Bajtn quera d 'ir. A '1 no le interesaban las 1'0- sibil idadc semnt ica del lenguaj e, ino la conformacin de lo qu est edimentado en el lenguaje.l.\ Lo que. para Baj tn, crea el espacio li bre d la ambival ncia y la polivalencia no e la innovacin (d struccin), ino la heterogeneizacin, la atomizacin ':1 la di persin del sentido que se con- solida, que niega esas sedimentacionc . . la ambigedad puede sig illcar la inclu in del otro significado, pero slo la ambi alcncia incluye el otro significado como expresin de un ac nto de valoo>, d una decisi n de alor. Lo que en la concepcin de Bajtn garantiza la (mbivalencia no es, pue , la confon1l8 in de la labilidad emnlic de la su potencia ldicra que se suprime a s misma (aunque sta, sin embargo, pudi ra r re onoeida como e tinein gradual de la funcin puramente prctica del lenguaje, que confirma el can n otcial del lcng laj e). sino la capacidad que ll ene la palabra de vocar otro. c ntexto 'emntico como dcsm 'nti- do del sentido uno. Y sta 610 u de surgir cn 1 gnero pro stico sincr- tico, no canonizado o slo tardamente canonizado, de la novela (que, en d fond no sobr vivi a u can nizacin). La palabra lrica, sometida a un sistema g nrico. n e capaz de: ambivalencia. Tambin all donde Bajt n hace conc siones, la exclu in de la lrica sigue siendo radical. i el lenguaje en el texto l rico puede al- idarlo t do, borrar las hu Has dejadas en l por anteriores contextos. en- tonces vale, en verdad. la siguiente re. triccin: <<la lengua slo puede acordar 'e de su ida en contexto p ticos (aqu puede haber tambin re- miniscencias concretas)>>.lb Sin embargo, esta concesin quiere decir ex- clusivamente: dentro del mundo tablecido, de origen no indagable, ce- rrado en s mi mo, de texto poticos que se refier n uno. a otros. surge alg as como Ulla dialogicidad. e deci , una dialo cidad re!,'lIlada. una intertexluali dad esotrica. A pe 'ar de los excesos de lenguaje 11 el sent ido de la salida de s del Lenguaje como los produce la invencin de metforas del oncettismo preciosi. ta, esta lrica sigue "iendo, para emplear la sent ncia de Bajlfn, el puro producto de una renwlcia de 10- 1 .- . . Adll l/k des Worres . pp. 169 Y ss . p. lS!S. Dialogicidad y lenguaje potico 115 dos Jos del lenguaje a intenci ne y acentos aj eno mediante la amqulla Ion de todas las huell as de la pluridiscursi ida y el plurilin- gi sm sociales.17 Cuando una c n encin potica (lri ca) c. no s ' lo n utraliz da sino. d stru ida por la infraccin de [as regla, la innovacin lo. de la de automat izacin y el extraamiento ex!r ro , toda- vl a e ,del h,all azgo bajtiniano del lenguaje unitario lri o. Aqu no surge nll1gun dia logo aqu no e agrega ninguna nueva V07; una v z sol amente releva a la otra o la supera. Por eso se p cele tam- bin el que Bajtn ondcne la crea in !ngi.istica lriea - una creacin a partir de la nada d I lenguaj e. La posici n de BaJtn en el debate con la concepcin del lenguaj e de lo la y la mitologa ele! lenguaje de los fu turistas adquiere rasgos ngldos: ( ... ). el lenguaj e de lo. gneros poticos ( e vuelve) con frecuencia .autontan?, dogmtico y con ervador. Precisamente por eso en p t! ha podIdo 1, <.lea del "lenguaj e potico" e pecial, del lenguaje de 1 s dIO e , del' lenguaje sacerdotal" cnlr l:ro) . 18 Baj ln la dicotoma formali ta-ari. tot 'lica d p tico y I nguaJc practICO, de sublime y tri ial automatizado sometido a J Transversalmente a ella corre la S1.Iya propIa de ofiCIal/no ollclal, lenguaje unitario/pluridiscUT ividad mo- nol ogi ci dad/ dialogicidad. qlle no puede integrar la prelen in fu'turi _ ta- fonnalista del lenguaje pot ico nuevo (sin anleced nte), re olu io- nador del lenguaje existente. ! concepto de l despl azami nto semntico no tiene para Baj ti n nin- guna unpoltan la. El xf>l7ik()// del lenl:,'Uaje, la g/otta la palabra ( volu- ITImo a,I'i que exige una nueva percepcin (creando nuevas valencias est y cogni tivas), son aspecto de una concep In de[ lenguaje qu . no al modelo bajtiniallo del lenguaje. La palabra por. SI mI ma, la palabra como tal) (Jlbnikov, Kruchionyj, Mal akovskl) crea ulla ambivalencia e olrl:a (extrasocial), que al fin y al cabo no afecta al i. lema existente del lenguaje (por con iguiente, 1-' Ibdem. p. 189. Ib' l I em. p. 179. 19 e . el concepto del lenguaje potico t: 11 V. Shkl\l"ski , V slov3 . nn Ptcrsbu rg\l. 19 14, que ' C remile a la Potica dc riSllel s (cap. 22) val fUlunstn Kruchionyj . - 1 16 Rel/f lle Ludmwn/l no es ni nguna ambivalencia que constnlya un conlramundo, ninguna 8mbival ncia surgida de la competenl,; ia entre dos voces) . Para Bajtn. el neologismo potico s extremadamente monol- gi ; una palabra que slo . e toma n consideracin a s misma. Es caracterstico qu el poeta, i no acepta el lenguaje elevado dado, , uea m bien con la produccin artific ial de un lenguaje nuevo, especfica- l11 ent potico, que con la utilizacin de dialecto ' sociales reales, dis- ponibles .20 Es bastante sorprendente que Bajtn no se dej e afectar por el amaval de lenguaje de la po , a mctalgica fu turista del zaum' y no quiera tomar nota de lo no-oficial y subversivo y lo no-clsico y no-canni'o de ese concepto y de esa prax L' de lenguaje. Asi , l no integra, en su afmidad conceptual. la definil:in de Jlbnikov: Crear palabras e romp r el silencio del lenguaje, de las capas sordomudas de l lenguaje.ll como tampoco recon ce, en sus implicaciones dia- lgi as, las definicione , referidas a la praxis p tica concreta, de los procedimientos del (zvukovo sdvig (desplazamiento en el nivel del anido como fusin de dos palabra. o lementos de palabras en una nueva palabra) y el smyslov i sd (de plazamiento en el nivel se- mntico como equivocidad. construccin de un contexto paralelo, de un segundo conte too elc.) en la Sdvigolo!,."'uiia 12 de Kruchionyj Y A la negativa a repetir el ignificaJo encontrado al llegar (comprometido) ) la polis mia ilimitada (el signiticado liberado), Bajtn opone el cruce de diferentes posi jone. de significado que representan experiencias sociale, y culturales, opone la lucha, la suma, la rplica, le, reconoce su derel,;ho una y otra vez a la, voce ajenas, exige la infinita inclu- sividad de todos lo enunciados, para detener el proceso de aislamienlo de los mi mas en lo univoco claro y finito. Al no turnar en cuenta todo los a pecto que pudieran marcar los contactos de ambos conceptos, re mita una oposicin en el uso del len- guaje que se destaca significativamente, por una parte, en la prosa co- mo ska:. (discurso con orientacin a un medio ling tico oral aj no) y, des Wor l e.\", p. 179. 21 ( Nasha osnov<!, en Sohmllie svchi l7lmi i , t. 5, L nin!:,'l'3do, 1933, p. 229. 22 Sobre la interpretacin de la teora del : allm ' de K.ruchionyj y Jlbnikov en re- laei n con 108 llimlJs aspectos menciOnados, cf. los resultados del trabajo de maest ra de W_ Beilenhofr. Zur Theol'ie des r/l.'Isi, chl'tI Fulllrismus. Bochllln, 197 1. !l Sdl'ig%glliia russkogo .\'Ilja, Mosc, 1923. Dialog/(.:idad y lengua)" polico J 17 por otra, en la poesa metalgica fuluri ta com neologismo p tico (pal abra que est sola cOI1.<;igo misma). Bajto ha as ciado tan ri gurosamente su cone pto con fu idea del gnero prosstico sincrtico (que infringe la e tmctura genrica oficial) y la idea de la plurid i cur ividad (que infringe el pri ncipio cen- tra li sta del lenguaje Wlitario, al que se . omete la lrica), que rechaza como potencial para su concepto las tenden ia de la lrica fulurisla an- tes sealadas. No r conoce correctamente a pluri discur i dad lrica en Maiakovski (la absorcin de esti lo Ilgilstico sociales ajenos, el cruce de e tilos genricos), ni la concepcin y la praxi de la lri ca del acm smo. que parece cumplir francamente todas las exigencias de su ideologa del lenguaj e y las supera, si es p sible, en la dialogizacin de forma de I nguaje N La vehemente articul acin de la d ctrina baj ti niana del lenguaje est dirigida contra el formali , mo, como i se trat ara de la doctrina ofici al dominante a la que se le debera imputaT aquel obj eti vo de cen tra li zacin que (desde la potica aristotlica, la potica car- tesi ana, la gramtica universal de Leibniz y el ideologi 1110 concreto de Humboldt) esclaviza con el concepto de s istema de lenguaj e a los ot ros lenguaj S.25 Ambos. el formalismo (que, por lo dems en el marco de la ideo- loga oficial del lenguaje en lo aos 20 ya haba llegado a ser altamen- te sospechoso) y la E cuela de Bajtn, t ienen su raz de una manera ?bli ua y polmica, para tomar una idea de nti trabajo El concepto de Imagen de Potebni, en la teora esttica del lenguaje de Potebni. Los a pectos de la ambivalencia, del dinamismo semntico, del alma- de experiencia cultural y emntica en los signos-palabras, como el concepto del responder, por una parte. y la CI On eotre lenguaje de la prosa y lenguaje de la poesa (p1'Ozaichno. t' Y poeti -Irnust '), como los polo, del lenguaje dt=sga ' tado, endurecido, y el lenguaje viviente creati vo, por la otra, provienen de esa tradicin (en resumIdas tuenta. , humboldtiana). El [om1alismo (ante todo, V. Shklov- 24 .. l. do!> inler1tos de definir estructura dialgico-llllertcxiua[ s en la lr i- ca: R. Lac hmann, Llllertex tualiLil t in der Lyrik - Zu Maja o ' Oda revo! iulsi i'. en Wi/mt!r Slawisti.\c/If?r A /m{JIIG 'h, n" 5. 1980, pp. 5- 23, Y Bac!: lms Dla[og l.ltat llnd die Ak.m islischc Mylhopocl ik a[s Paradigma dls logls1crter Lynk. (pr ' mamente eu PO(!fik IlIId IIerml!lIt!lIfik, ' l) . 2, .. . Astherd des WOrres, pp. 164 Y ss, 1 18 R<:ITU/ l ' La hmann ski) y la . cuela de Bajt n se h' n remitido a esa tradicin. En el pcn a- po 1 lgico de R. Jakobson ell a .. Sin duda, ha, dej ado huellas. Jakob n le debe a la esttica del lenguaje de Potebllla el com:ept de la ( p eti chnosl' (poeticidad), as como la Idea, para este cant e t de la esencia imbl i a, mlti pl e y pohsemantlca de la } e a, o le la plurivo dad como consecuencia ab ol utamente nece- inal ienabl e, de toda comunicacin c ntrada en mi mm>. es de- cir el men aje de doble . ignificad 26 (Juuble-:;'ensed message), que. ci 'namcntt: n el mar o de su concepto de la proyeccin i'iobre ejes es obj eto de nueva fundamentacin. El uspe to de la d.upli,cacin, y. de la plurivocidad puede <er trabajad , ms all de la genenca. para un d ternlinado tipo de empleo del lenguaJc, COJl1? lo trata de dcs- ribir de pus J. Kri teva en sus bosqu JOs de le nas dedicada al double y la ( ambi val e . El conc pto d paragrama de la Krist va. que empalma con la ?Ia- I gi cidatl de Baj tn los anagrammes de Sau. sur, generalIza, ms all de las fronteras genrica, 1 lenguaje p tico como lenguaJe dialogizado. E' decir, ella llama Iangage potique a aquel lipo de cm leo dalogi.lado y ambivalente del le nguaje que pu ?t..: r tanto en la l rica como la novela. o e lrata tle na hlp sta IaClon de la posie (por a decir. como lo contrario de la hip . ue la n vela por Baj t n), sino de la colocacin d l lengua.! poetlco en el conjunto de los gesto igni1icanles de la colectividad productora)) ."' Al con e plO de la (<int r1exlualit que es desarrollado en el eJem- pi de la novela medieval, se acerca el d paragrammc, que el tculo citado as como en el libro La rvolul ioll du ongage poeflq uc. es IDO trado en la lrica. o ob tame, ambos conceptos. que perfil an 1/, LinClui stik lInd r lik ([ 960), en R. JaJ..ob. on, Pndik. ed. E Ilo!cnstci n, rankfurt. 1979, pp R3- lllJ. Aqu: pp. ) 10 Y S. "7 K.Iistcva de. arroll de manenl parti cularmente precisa su c m:epcin conrinua dora de Bajtin y de Saussure n ( Le mol, le di alogue el le rOlU}Jl ( [ 966), en Semeio/ikc. Rt!cher;h': l pUl/r l/ lit' smwwl vs ' . Pars. 1969, pp. 143- 173 , Y Pour une scmiologic des paragrammes ( 19M , ihidem. pp. 17420 2R Paragrammes. p. \ 75. -Q Par , 1974. El concepto de la inlcrleXlualit aqu su , tiluido p,)r d de ((ranSpOsilion (pp. 5 Y ss.), por una partc, para suprimi r la egcnera;I )(l huci la crt ica de las fuet tes) que el primero ha experimentado en su apli ca ci n. y. por otra, para defini r d contact y la transposicin (en .cl scntidl' de Lolman, que emplea el mismo e m:Crkl) de diferentes sistcnlls SlgIlICOS. DialoMic ud l' lenguaje potico 119 una orientacin del compacto complej o bajtiniano de la dialogicidad: dilogo entre lo textos - ntert rtua/i t- , y dl og en la palabra - pa/'agrmnme- indican la posibil idad de c ntinuar, e cierto. el pen- sami enl bajti niano del lenguaje y el gnero en su opositi vidad [OppO, vi/t ], s de ir. de conser ar las opos iciones oficial/n -ofi - cia l, monovalcnte/a mbival nte. pero desprendi ' ndolas de la oposi in pr o. (novela)/ t rica. La <\ci encia paragramtica qu la Kristeva propone de arr ll ar. podra cumplir la e ' ig ncja de la melali ngstica bajtiniana de hact;r de la doble orientacin de la palabra (a s misma y a la otra pal abra) el obj lo de inve tigacin, por ende: el igno ioble (<<para ramme) substituye al igno simple (<<signe)}) . La paragramtica kr isteviana (como nueva disciplina de una potica dialgica) r 1IJ1t: ti nue o al fin y al cabo los aspectos -el borados anle todo a partir de la dialogi- cidad bajtiniana- de lo doble y la ambivalencia en el nivel d I texto y en el nivel de la palal ra: el lenuuaj e potico e un dilog de do dis- Cuf s. Un te ' lu xlrao entra en la red dI.: la escri tura. JO El tcxt lit - rari o aparece como reminiscencia}>, s decir: e ocacin d otra s- crihlra y 01110 urna. e d cir, transfonnacin de e a escritura. 11 Me parece que el dialogismo bajtiniano c n su implicaciones d 1 fin di ferido y de la ltima palabra denegada. de la pr . te ta contra la ca- noni2ada verdad una, el cJi g lingstico lino y el texto fini t , s r in- terpretado con ecuentemente en la iguiente defi nicin: JI lenguaj potico en el espaci interior del texlo, as como en el espacio de 1 textos, es un doble. El paragramu potico de que habla Saussure (<<Anagrammes} se exti nde de cero a d : en su campo 1 <1 ' definicin, a verdad) no existe. Eso quiere decir que la defin in, la deteffilinacil1, el signo = y el concepto mi. m de sign que supone una . eg- menlacin vertical Uerrquica) significanl -sjgnifi 'ado, n pueden ser aplicados al lenguaje potico, que es una infinidad de acoplamientos y .10 Pa grammc. . p. 1 R l. ) 1 Ibdem, pp. 1 g 1 Y s' . II L mob), p. 150. En (,Paragrammesl> , p. 182, en lo q UI! respecta a Lautra- mont I!!l eSle s.::ntjdo se constata: < As! _011. por ejemplo, l .-?s de MLlldurur y, 120 Rell ,1te Luthmann Con esas palabras se hace valer la dialogicidad . '1 11terpretada intertextual Y paragramatlcameote- para una dl- I1lana - _,\ . . , del len o u a]' e potico que no puede ser reclamada eXl; USI va- men, lon b mente ni para la novela. ni para la lrica. Tradu' 'in del alemn an ms las Posies de Laulramonl , que ofrecen una pol ivalencia ma tiesta, nic ed la literatura moderna. Son tcxtosdilogos, es decir : 10 tamo por, la unin de los sintab'Tl13S tomo por el caracter de los grammus sm;os y foneh- COS, e dirigen a orro tcxro; 2 su lgica 110 es 13 de u.n SI tema . Omel!(j? a, 1 ley (Dios. mOfal burgue. a. censuras), sino de u espacIO que procede por diadas oposiciooaJe ' 'n las cales d I csta ImplIclto, transgredido. Leen el cdigo psicolgico y romntico, I y lo redu- en. tro libro est presente constantemente en el li bro., y es a partIr de l. por enci ma de l y a pe ar Je l que se construyen Les Chal/Is tle MaleJo/'ur las P"sies.) El sincretismo como provocacin al estilo * Renate Lachmann A Wolfgang Iser, en ocasin de su 60 cumplcail os Si partimo de una relacin dicotmica entre estilo. por una parte, y sincretismo por la tra, entonces podemo considerar el estilo, respec- to al gnero, el lenguaje y la cultura, como tm conjunto de strategias de exclusin y homogen izacin, pero, al mi mo tiempo, tambin como W1 modelo de interpretacin que procura hacer un todo de los do- minios mencionados. El inereti mo. por el contrario, aparece como orientacin destotaliza<.lora, que se dirige contra el e til al entrar en los terreno a por la exclusin y al traspasar los lmites de la homogeneizacin. Amba orientaciones, la estilslica y la anties- tit tica, determinan en u juego antagnico la historia de los texto eu- ropeos (y de las teoras que a ellos corresponden) . Mientras que el concepto del estilo coro componente fundamen- tal de la retrica y la doctrina de los tres estilos, es decir, como ele- mento de metatextos culturales, puede reivindicar una tradicin que desde la Antigedad regula la interrelacin entre el concepto y la pro- du ' cin de textos. el d sincretismo, ' in un lugar sistemtico en la gramt;a cultural , es un concepto a admico tardo que, desde la * ynkretis!l1us ls Provokation von Sti!, en: IIans Ulrich Gumhrccht y K. Ludwig Pfciffer, cds .. Stir Gesc/i c!t en l/lid FUllkl ionen e ines kultur- wissenscha{l lichen Dislatrs eleme/1ls, Frank furt, Suhrkamp, 191\6. IIp. 541 - 5Sg. 122 Re/lot La Jmann perspectiva de La historia de la y d In ,reli gin, pro ura de - cribir los pr ce 'os de fus ln reli gIosos y fdos fi os d Ios pnmeros tres siglos despus de Cri sto, de los que surgi la gno. is. La Il1 terpr - taci n d- este acontecer dc amalgamamiento Y mczcla como una s- pecie de traslado anrquico de lo pagano a lo cri tjano y ice ersa, es de ir, como colocac in catica de s ignos culturales, le trajo al conc pto su connotacin peyorativa. Ll eg a ser el trmino para un concepto que significa, pUC5, traspasos d fronteras , mezcl as cultura- les, heterog neizaci n y desj rarquizaci 1n. 'la connotaci ' n p ora- tiva puede el' leda adicionalmente -aunque ahora 'C hace valer el concepto como un concepto descri pt ivo para el domi nio d lo ant les- tilstico y com tal s . I r v ' lora -, con lo cual sigue presente el punto de vista del o rd In> que es pert urbado por los acto t rans - gresores. P rque el concepto ta mbin req ui .f\: su fondo de normas cuando es defini o -como en la pgi nas que s iguen- como m do, signo y significado para generar e interpretar, es decir, como concep- t qu pone en m rcha proc . os semnti co . La metfora de la mezcla, de la promiscuidad semit ica, que des- cribe el contacto y la contaminacin mutua de cdi gos cultural es heterogneos, es uno de los pseudnimos d I comportamiento antiesti- lstico. La mezcla, lo sincrti co, . de ser entendido como una opera- cin que, al no elar la diferencia a la que ell a e debe, bosquej a lo h terogneo como cual idad propia. on ta defin icin se hat:e pen.:ep- tibIe el ineretismo como aspect central de la intertextuali dad, an ms exactamente: amo ti complemento, en la med 'da n que la mez- cla d cdi gos textuale!:>, conv nciones genricas o proc dimi ntos estilsticos (en el senti do e tricto) , como marca los intertex- tual mente cstrud ura o est en deuda e n el pri nci pio !:> incrti co. En otra. palabras, int rt xtualidad qu iere decir una dimen ion textual; sincretismo, una cualidad textual y un conj unto de procedi mient s que la produc . En el texto intertextual el si ncret ismo realiza una sincr niza in. pero tambin una contaminacin de esti l s heterogneos y d la cxpe- rienc semnti as y culturales acumuladas en ell os. Aqu la apelacifl a las estrategias de otras convencionc stilsticas puede significar que det mnados elemento n el t to son ad )ptado de una manera en la que stos s pr sentan a la vez como mi mbres de su estructura mani- fi esta y a mo elementos que perturban la eoh rellcia d superfi cie al El s i ncretislII) 'omo provocacin al estilo 1.23 reJ1utlr la convencin estil ti a ajena de la q le provienen. I e ti- lema ajeno, que es empleado de manera autorref rencia! y hete- rorren rencial, es una de las condicione de la doble odificacin oel texto. G/'osso modo, podemos habl ar d una presentacin anagramtica del rilo ajeno, de su lrans-posicin en el nuevo contexto. I in- eretismo se des taca c mo nmeno semntico y textual que c rre - ponde a un modelo cultural que logra vigenci a alternadameote en la historia de los tipos culturales que e relevan. El ' incr tismo. principalmente un .nmeno del texto semntica- mente complejo. es tambin 1 peli gro pot encia! en la produccin de todo texto. Porq el es til no mezcl ado, el llamado tilo puro, Jo ll ega a real izarse mediante medida . le tivas que se ri entan ean . . o cntenos supraordinados -estticos, lgicos. tico. La ' igen ia ret- rica dd decorum, al igual que la de una r lac in de corresponden ia entre res y verba, s b sa en un criterio as. En el metatexto r trico. las restricciones que formulan el resultado de los pr ce os de selec- cin, on r gi tradas como regl as. La doctrina de los esti los construida tri dieamentc y las in trucci ones que regulan la ad ripci ' n de estrato lingstico, g 'n .1'0 y tema, ilustran documentalm nte la orientacin. e- gn id a como ap/um, c1ariras o perspicuitas. La doctrina d I tr estilos, que representa un si stema di fer "nciado y t rmi nante d a igna- ciones y corre, pondencias, no sl sonde cont xt cultural s en los qu logr igcocia el mat ria! lingii tic o all ya existente en 1) que concerna a determinad obj etivos comunicaci nales, ino que tam- bi ' n fij las rela iones entr las instancias parti ipantes en la comuni- cacin. El resul tado es una rela in de corre'pondencia, por as d eir, carente d [aguna. que ata al gnero discursivo, al bjetivo del dis- cur o, al estrato lingi tico, al tema d 1 discurso. Toda n lin- gstica est referida a un estil o an lado en la jerarqua lri ica, y cada uno de lo estil o di pone d su propio repert rio de procedimientos (tropo, figuras) (cf. Dyck, J. , 1966, Y FischeL L.. 196 ). La subdi i- sin del g enu.\' di C' l!lI d i en sli fu s suhlimi., gru vis, medills sive jloridus infimlls si l't! lamifiaris, ti ene on ecuencias para el orden - mi nlo d los temas de que e ha de hablar, de [a p rsonas a quiene . se habla y que hablan, dc los afe tos de que e sirve la persona hablan- te con rela in a un objetivo del discurs , de los obj etivos mismo del discurso, , por lti mo, de (os procedi mjcotos. de I s estratos lings- ticos. 12 4 L l/IIwnn n sistema estil stico tan rigurosamente regulador se basa en la ex- clu in la r ducciD. Tod lfa paso de la front eras es una infraccin de las . gla . Se comprende por s mismo que todas las 11 rmas de la 111 z la (fonnas macarrnicas, mixobarbarismos ) que escapan al cnle- ri o del decorurn no ti enen ni nguna oportunidad frente a una latinitas si n m zcl a. La fatinitas, que incluye la idea de la laritas y I pers- pi ' l/ iras as como todas las propiedades con ti tuti a orden esL- listico correcto, y que asci nde as al rango de la propnetas de todo lenguaje, devien el ideal estilstico de aquella lenguas I aC,ionale' que han adoptado la interpretacin retric del uso del lenguaje, Los ma- nuale retri o de diferentes paises europeos pueden i ustr r docu- mentalmente la imperativa vigencia de la doctrina de 1 s tres estilos hasta muy entrado el siglo XVllI (Lachmann, R., 1983 a).1 E. o quiere decir que contra el sincretismo, que poda hacer e tallar una y vez el orden e ti lstico y desordenar las rel ciones de con' spondencla. s deban pro lamar y mantener regla de restri ccin diferenciada . Puesto que el estilo sincrtico, al reaccionar al jerrquico, pre ret1exiona al mismo tiempo 'obre aqul, e pI' enta como un de una ms alta e mplej idad. o tambin como un estilo que es no 010 contra-e tilo y e tilo de desviacin ino tambin meta-e tilo. La ms alta complej idad. desde luego, puede el' J erivada no slo de la secun- dariedad del sincreti mo. sin tambin de su primariedad. sta idea fue f rrnulada en la potica histrica ni a (Ve. elov ki, A., 1913). egn ella. sera concebible que un sincreti mo elemental, por as decir al'- caico - qUl:, en lo posible, corre pontla a la polifuncional idad dl: una ituacin \.:omunicacional primaria que no requera la tlifer nciacin en gner . discursivo ' y corre pondientes e tilo - uniera sonido (msi- ca), gesto (danza) y palabra (poe a), antes de que comenzara lm desa- rrollo que diversificara los sistemas sgnicos. E. te sincretismo arcaiCO, primario, fue discipli nado -eso deberamos con luir- por el surgi- miento dI.: distintos objeti os comunicacional s y la introduccin de la reglas restri vas que garantizan esos obj etivos, y as., al ti n y al cabo, e lo hizo dcsaparccer. Com contra-reacci ' n po terior e. concebible un incr tismo secundario que se opuso a la jerarqua de stilos y desarroll las e trat gias del traspaso de las frontera hasta convertirlas I Ejemplar en lo que t: oncieme a la retrica del decorulII (bajo cuyo innujo e hall a tambi n la tradicin rusa de este tipo) es De eloquentia .l'u<.'I'a el human(l, libri XVI (Pars. 16 19) de ic l de ('usa. El s incretismo COfl/ O provocacin al es tilo J 25 en una especie tic contra-retrica (que, omo tal, in embargo, no lleg a er un metalext explcito). Sem j ante situacin (cuya reconstruccin tiene, confonne a su na turaleza, rasgos es la que parec refl .iar la me[\1pea. A saber, con ella aparece el ' illcreti mo de estilos omo esti lo que, en mpetencia con el sistema tridico orientado al el corllm, cre una tradicin propia. Si aceptamos una idea ms de la potica hi ' trica rusa, a aber: la de que los gneros art ticos con ervan la mcmoria de su po a arcaica. el contexto comunicativo original, el factor creativ (Bajtn, M., 197 1, p. l J 8),2 entonce podemo, n lo referente al ner- tismo. partir de que ha con ervado caractersticas de su poca arcaica y, para ser m precio os, lo ha hel: ho especialmente en el gnero mixto de la menipea. En otras palabras, la forolas e til ticas mi mas, lo estilos individuales, pueden er considerados com portadores de me- moria. El estilo incrtico incorp ra 1I memoria al texto individual concreto. Este a pecto del in retism incluye el cruce y la mezcla de di ferentes sistemas signico (como corre. pondi a la situacin arcai- ca), es decir, incluye el factor multimedial, que desempea un pap 1 central en la historia del sincretismo. Ahora bien el ncretismo como pr cedimiento mezclador de esti- los podemos ob ervarlo tambin fuera del prominente gnero mixto d la menipea; por ejemplo, en la linca del Barroco manierista. Y con ello se plantea tambin la cuestin, situada en LlIl marco ms amplio. del paradigma cultural que favorece e pecialmente el sncreti mo o. de manera ms general, de un modelo cultural corre pondiente al sin- cr tismo. Naturalmente, tampoco n esto podemos decir nada segur ,a lo urna podemos sugerir una idea, a saber: la de un mecanismo cultu- ral que o funciona :ncrnicamente como onfront' cin de un model cultural j errquico-purista, organizad() cenLrpetamente, con uno centr- fug , de jerarquizante, o aparece como alternacin de esos do ' mode- I .3 Tal vez se puede hablar tambin de la dominancia alternante de Bajtn tomo, evidentemente, de Veselo"ski las ideas. e ntraJes para su esttica, del neretismo arcaico y de la func in de almacn que de empean las tormas cnncas. 3 La idea de un modelo cultural hinariu y un mecanisnH) cultural determinado por l se deriva de la tipologa cul tura l de !. Lotm 10 (Lolman. [u .. 1974: Lotm"n, lu./Uspenski , S., 1 (77) . Apli cada al complejo que aquf nos interesa, resulta ei siguiente esquema binario: I 26 R/:' lI u/td LeI hmonll los dos moclel ,porque ninguno de Jos dos es elimi nad nunca del lodo. Mienlras el paradigma cultural centrpeto o, mej or dicho. retri co y lilocntrico, empuja a la unificaci ' n por e, o impide pr. ceso poli mi os, I paradigma centri fugo, propiamente pol l-l sotoplco, da c; pacio para la conforma in proli fi rante y el senti do proli ferante, Ofrece cada vez interpretaciones de la cultura a la cual s aphca- bJ . La tend nc ia a la creacin de formas sincrticas ( Lotman habl a de creol izacin; Bajtn, de hibridi zacin), como 's comprobabl e en el Renacimient , n 1 mani eri mo del peroJo barroco. en el r manti- ci smo, etc., st: manifiesta en una serie de acciones cul turale, di ferentes que, sin emba rgo. es tn en cor espondencia una ' con otras. En la praxis t rica del Renacimi ento, por ejemplo, podem s distinguir la ab orcin de teoremas iil os ' ficos heterogneos (del neoplatonism , de la gnosis, de la 'bala, d I sri t teli 010) que convergen con los de las l: iencia e acta', la medicina y la jurisprudencia. La misma relacin de c ntacto, cruce y solapamiento va l > pa ra la praxis literaria. Esto lo pued uocumenlar j mplarmente un texto 0010 urgul1l la y P m/u- gruel. en t! 1 que, en el nivcl temLieo, , e parodia, en la inversin, la Wl' crlllismu w l/ll ral (modelos de repre!>entaci on y nnacin) Jerarquizaci n Desj crarquizacin Ex ' Iusn Inc! u: in nifcacin Canonizacin Tutalizacin Cunsenso 01'j' i31 Medida Positividad I eleologa Monovnl ' m:ia Me/G/ I:tos cl/lturales Retrica aristotlica Diversi [icul:in
DcstotaJiz;in T ndencia al esoteri:.mo Hiprbole. refinamiento I egatividad A Iclcolllg mbivalencia Anli-rClric;m. Rh/oriqul! Il IJ i re R , (970) a del bOIlg Jt COl1cI.'lli!>mo Ft>rmal ismo f Ne(l- Ebttica del lenguaje de llumboldl New Crit ici:;m } arist otelismo (en Rusia: Potcbni Bajlill) Estructurali ' mo Post-estructuralismo (eSlrudura, i::.tcma 1 (dialogic idad, inl ' rtexlua li tlad, s incretismo) El como provocacin al est ilo 127 mezcla de los L oremas procedentes de los dominios y e boza una e tructura plurvoca mediante la sorprendente absorcin de clement s de la cultura popular de la risa. de la cultura carnavalesca. La novela de R'lbe lai s CS, como ha demo tra Bajt in (Bajln M" 1986), una obra dentro de la tradicin de la meoip a, el gnero silJcrtico par excell nce, que permite lodo. los hbridos. Precisamente con esa bra se puedt: documentar la perlin nci' del mod lo cullural centrfugo, poli-isotpico. En la interpretacin de Baj t n, el Renaci- mi oto upar ce como las nupcias de un increti ' mo cultural que fu io- na la cultura del pueblo -y la s ya una forma mixla por lo ar ' ajeo de su orig n- con la alta cultum. En IJ obra de Rabelais ,e vuelve manifi e to ese cruce de las cultura, de u funci nes (como oficial y como no oficial) y sus tradicione' (neoplatoni 'm heml ti 'mo, mito- lo a). El sincretismo de Rabelais deja ver claramente. en particular en el trato on los estil o' a 'enos absorbido ' , que lodo estilo individual que es transfomludo parodi ado y elaborado de cualquier manera que sea, adquiere car t r de rol. Al practi car ese jueg d roles, el sinereti 1110 0 0 lo exhibe la sedimentaeion 'emnticas que transporta liD e _ tilo 0010 estil o histrico, . ino que tambin sa a de la in ongruenclas semnti ca' que surgen en el contacto de tilos formas de l pluri- vocidad. Por esa razn se toma comprensible el elemento generalmen- te ldicro, 10 carnavalesco de este tipo de textos, del cual tambin ur- ge la ri a. Por el contrario, la produccin de texto purista, jerrquica- eria, qu es fundamentalmente agclsica. le reconoce a la risa, al rislIS como afecto que ocupa un lugar despu del e/hos y el patllO . un espacio li- bre estrechamente de limitado us licencias controladas retricamen- te permiten hast formas de la exageracin y la mezcla, El ioeando ad rsum movere pernlite salirse de la relacin de corre. pondencia regula- da entre r es y lIerba, precisamente para posibilitar el afecto de la risa. As la comicidad del lenguaje con i :fue una oportunidad: la amphi- bofia, la metfora cmica. el barbarismo, el soloecismlls, la ridicula hyperhola y 1- ridi 'ul a amplifica/jo .on formas en las que tiene la oca- sin de aCluar, al igual que en el ornatw, empleado irnicamente, es d .cir, inadecuado al objeto. Pero tambin las inslruccione' retricas aflojadas bajo el afecto del risus , on, al fn y al cabo. sujetadru por el de orum. Entre las dos po ibilidade del iocandi genus: el hones/uf11. /f rbanum genu. y el i ndef..'ens, scurri lum genu .. la regla de la adecua- 128 Rnnale Lachmann cin le da la preferencia a la primera. La ontrapo cin de IIrhanita.' (o sea. 1 ideal estilstico aristotlico del asle;vn) y. deja v r 'Iaramente que. lo la ltima sera la erdadera transgre in de los limit : el juego de chocarrer . los marcos del manejo sincrtico del lenguaje, el demento l- di ro st l igado no slo a lo mico. ino tambin. como fomla lpertro(jada, a lo grote co, m nstruoso y excntrico. Lo mon t ruoso. en su doble acepcin de descomunah> y que-se-mue tra , es un rasgo en particular de la lrica manierista. En el proccdimiento princi- p i de la lrica manierista, el 'Ol1ce/to, La. estrategias incrti as de la violacin del de Ol1un, la poi isemia, la hipertrofia, son concentradas h ta f nnar un contra-e tilo, que tambin es sometido a reflexin y r pr sentado en una teora propia: en la doctrina del (/Ulfnen (Lach- mann, R., b. 'ierto e que ta e parte de la doctrina retrica. pero -como dt:muestran los ms prominente tralados de l con- cetti tas- l deroga onceptualmente. El procedimiento del anties- lilo, elevado a esti lo, "S capaz de establecer durante cierto tie mpo un standard, aunque esotrico. En el concepto del C01/celto se ve fundamentada por vez primera en la hisloria de los e tilo ' una idea esti lstica que suspende el oncep- to del srillls, del genus dicendi, de la retrica transmitida en el curso del tiempo. Puest que en los e rrespondientes metatexlU el con"elfo e perfilado como fomla de la hipertrofia, de la metfora monstruosa que deroga el cdIgo de la 'Iemejanza e tablecido, como fonna del ex- tremo verbal, de la mezcla , pero. ante todo, del juego de pa labra poli l11ico, l cicnde basta el rango de un contrae ncepLO respecto l sti/us, un contra oncepto que est asegurado tericamente y que recla- ma un status mctatextual. Es dt:cir. slo con el siglo XVll hay en el ni- vel de los meta textos una simetra entre los lm1ino de la retrica qw.: favorece a la trada de est i los y a su restrictiva esttica de procedimien- tos y lo. trminos de una tTatadstica que positiviza el contraconcepto. As el conc;ello como concepto posi ti vo su tituyc aquellos conceptos que catican de manera puramentt: negativa como falsa o corrupta eloquelltia, con lo que en la historia de la retrica y de la doctrina de lo tres estilos se aracterizaron las infraccione ', y stas eran siempre las del sincretismo. Es, ciertamente. significativo que en el cur o de la er cicnte critica al conccttismo y del graduul de mantelamiento del mi 'mo e r vital izaron argumentos que en nada se diferencian de la E/ s incretismo COlnO provocacil/ al eSfilo 129 t pologa nega tiva de lo juicio de crtica del esl ilo de la Antige- dad. Los argumento del buon gusto, la exigencia del decorlllJ/ de la Arcad ia y de las re tantes scuelas elasicizantes del In lizante igl VIr. emplean una temlinologa y una argumentacin amo las que '. tn trazadas en l Dialogus de oratorihus de Tcito (cf. Heldmann, K., 1980). El COI/ 'ello, el sincreti mo po illvizado, cae ya en el campo de la fa lta de gu to y no tiene ninguna oportunidad en el nivel de los m la- textos paradigmtic ., pero, en cambio, su accin en l terreno de la pr oduccin de textos no carece de consecuencias. La cuestin del des- tino ulterior del sincretismo en el nivel de los meta textos se impone. En las poticas del romantici mo y, mas tarde, cn las del simboli mo, 1 p stsimbolismo, el surrealismo, ctc. - metatcxto , pues, que no sc hallan ya en confrontacin dire ta con la doctrina retrica ortodoxa-, conceptos como grote co, arabes;o (tras ladado a los fenme nos li- t rarios. por lo menos desde el romanticismo), imbolo, el absurdo. ex- traamiento. pueden er a ot.:iados con la tradicin sincrtica. De cen- tramiento pllral izacin del scnudo, onglobacin [Komplexion] del sentido y di 'persin del sentido ti rmulan asp ctos parciales; tambin los conceptos de dialogicicL.'\d e intertextualidad e tn d ntro de la tra- di cin del pen amiento sincrtico. Ciertamente, a Bajto, 00 sus conceptos centrales le corre. pond .tar dentro de t:sa tradicin (La hmann, R. , 1984): u interpretacin de Rabelai s, ' u definiCIn del Renacimiento l:omo cultura sincrtrca (panl nuestra tipologa, un lipa ideal) y su historiografa de la stira menipea (sutira - satura) como la historia de la mezcla de gnero o de discur s de ' de la nti gcdad ha ta el siglo XIX (una historia que s puede seguir escribiendo) demuc tran documentalmente que lliene su lugar en la disputa entre las posiciones ortodoxa y n ortodoxa. La t .ora bajtiniana se dc taca n particular n el dominio de la definicin d la mczcla de lenguajes y la interferencia lingstica. En Esttica de la creadn erIJal, Bajtn l socia la me7cla como fenmeno de orden li ngstico. textual y cu ltural con u Wllcepto de La palabra dialgica. Por eso su definicin de la pa labra hbrida se refiere tambin a la dialgica. J1e ayu la cita : Llamam s con truccin hbrida a aquel enunciad que por sus caracterst ic gramat icales (sintcticas) y composicionale a un ni co hablante, pero en el que, en realidad. se 130 Renal Lachmann mezclan dos enunciado, do maneras de hablar dos estilos, dos lenguas, dos horizontes de entido y de valoracin. (Bajtn, M.,197,p. 195)' Do. e tilos --en otra parte l habla de ms estilo , de pluralidad de est ilo - que son mediados en un enunciado por un sujeto hablante, son la condensacin del mismo procedimiento que vale para un texto entero. Porque lo que Bajtin quera decir con supresin de las fronteras de 1 intctico y lo composicional e apli abl e al texto completo en la medida en que ste funciona como un enunciado. (Lo mismo se puede decir de la cultura como un texto.) A Bajtn lo que le intere 'a entonces es principalmente hacer prevalecer su categoria de lo dialgico, una ca- tegora positiva desde el punto de vista comunicativo, concil iadora, que deSCribe la descri pcin [die Besch/'eihung (.. ) heschreibt] de una conglobacin emntica dinmi ca. Para er ms pr cisos. que lo hace d modo que, en el contacto dialgico que produce el texto manifiesto en las relaciones de ontigidad de los esti los ajenos reunidos, el gesto de desprender precisamente eso estilos ajenos de sus respecti vos con- textos par ce lIperado Qmo en una sintesis semntica. Pero, suponemos d minante el aspecto de la difer ncia semntica que surge mediante la fric in de los e tilo, mediante la heterogen idatl monstruosa, entonces se pre. eota a la vista algo ms bien inamlruco. La dispersin del entido uno que el sincretismo produc , significa que la cultura no puede llegar a estar n calma. ta no puede adquirir una fonna ni cuaj ada ni verdadera, puesto que el texto se niega a reproducir- la. La menipea tiende, a pesar de su realismo - y esto 1 demuestra tambin el anlisis bajtiniano- a la desi ntegracin de la imagen de Wla realidad concreta. La accin de sentido sincrti a es la de la di olucin del ncleo de sentido y el imultneo despliegue proliferante Jel sentido acumul ado procedente de diferentes contexto . Ahora la mezcla y la proliferacin pueden ser inLerpretadas como expresin de lma negati vidad (el sentido pcmlanentemente m . vil y escu- rridizo, la realidad no representable y, por ltimo, lo ineffbile de la verdad), puest que la farola hbrida. dialgica-plurvoca, la palabra e mo contra-palabra que cruza di ferentes posiciones de :entido y como parodia, impide la mnada de sentido. La difusin del entdo aspira al sta posicin bajti niana, en mi opinin, debera er ista siempre en conexin con la idea. desarroll ada por V. VoJ6shinov, de la inlerferencia d discursos (re hevaia intelferemsiia) ( olsltinov, V., 1975) . El S il/<..'I'eti.\' m n como provocaci!m al estilo 131 metasentido, que rebasa la expresabilidad. Nos limitamos a ugerir e a impli cacn. tanto ms lIanLo que no es aplicable a todos los estili tas del sincretismo. Sin embargo. vale, ciertamente. para los magos del jue- go de palabras (Morgenstern. Jlbnikov y otros) entre ello . A saber: en el elemento ldicro mismo, que logra realizarse tanto en el ocultamiento d l sentido como en la demostracin de la forma. e unen el carnaval del lenguaje y la magia del lenguaj e. El refinamiento del . increLism trabaja con sus procedimientos de la alusin, el enmascara.mienlo, la polisemia, el rodeo (que nunca llega a la meta) y por ende con su ohscuritas, am- bigufus y omphibolia, en lma esttica negativa de la impropiedad y. en fom1a agudizada, de la criptomana semntica. Los estilistas prominen- te del neretismo (Rabelail" los concettistas-manierista" lean Paul, H ine, Dostoiev ki, Belyi, Nabokov - todos, s in excepcin, jugadores con el estilo ajeno y el sentido ajeno) son criptmanos que provocan el arte del desciframiento de los receptores. la cryptogrammic paper- chase (Nabokov, V., 1955 de) cntido ex-cntrico. Pero la esttica negativa de esto y otros autores no e slo crl ptica; tambin es demo trativa. D mostrativa porque pone al desnu- do sus fonnas como formas (por ende, un arte formalista negativo) y porque es teatral. A saber: los estilos ajenos (roles y m cara inclui- dos) son citados, declamado, trados en una mi<;e en scene al escenario del te to o Teatral es tambin su orientacin multi medial , como, or ej mplo, se presenta en el letrismo, en las carmina j tgurata y formas comparables, del manierismo al dadasmo y el futuri mo. Teatral es tambin, por ltimo. el juego que pone al de nudo la palabra, que ex- pulsa de ella la univocidad del sentido, la hace ex-cntrica. La tras-po- si in del ncleo semntico de la palabra ocurre a travs d la contami- nacin con otras, a travs de la transgresin semntica, pero tambin a travs del despliegue del recuerdo semntico que una palabra le impri- me a la. otras. En suma : las accione textuaJes sincrticas del texto cr an de manera demostrativo-juguetona y crptico-mgica lo ex-cn- trico del sentido. Sin entrar en la cuestin de si las distinta ' literaturas nacionales han prodllcido tradicione propias ue sincretismo, uebemos caracteri- zar en tres ejemplos formas sincrticas de la literatura rusa. que en lo posible dan ocasin de poner de relieve determinados tipos, o por lo meno funciones, de lo sincrtico. Se trata de Do toievski , Belyi y Maiakovski . 132 R"" IJ{<, LacltmullI / D . roi vski, al que BajtLIl pre enta como continuador de la tradi- ci n menipea (qu se ha vu lI crptica y ha ca do en el in 'onsciente literar io) y como un hiperbl ico de l principio polifnico en I co- mienzo de la novela europea moderna, ahora, en efecto, puede ser ca- li fi ca o d sincretista dI:! corte (mezcla) esp cia\. No slo la di men- in macrotextual de sus novelas (y relatos) es afectada por un trazo mezcJanle, que amalgama k)s ms diferente modos narrativos, cntimentali ta-realistas contemporneos y hagiogrficos obsoleto: la potica de l asesinato, el suil.:idio, el S re to y la tensin de la gothic novel en la ersin purifi cada y enturbiada a la vez de la cole franr;aise (Vctor Bugo, Eug ' ne Sue, Juks Janin) y en la conti nua- cin refinada (E. A. Poe) se encuentra con el estilo sensaeionali ta y anecdtico de la prensa callejera, ab orbe elemento de la novela rusa nti mental y del realismo. y para ser ms precisos, de un reali mo que traslada tul cone pto de realidad de lo xtremo, fantstico y gro- tesco. sta es la confirmacin de la formacin de hbridos inmanente al gnero de la novela, argun ento en favor de las race menipeas de la mi ma. Dostoievski fllnde esos modos en el trazo de t.ra tados hi torio 'ficos del siglo XIX. de di putas religioso-filosfica, deja oir la entonacin de los manifiestos que u'atan sobre terrorismo, anar- quismo y socia lismo y deja que se trasluzca un fondo -y este sera ei modo obsoleto- que inserta modelos narrati vos de las vidas de santos fusas antigua ' y de la literatura hertica. (Aqu no es preciso tratar. en absoluto, obre cmo Dostoievski emplea esas diferentes t radiciones al parodiar gnero serios, nobilitar g ' nero " triviales. etc.) . Ahora bien, esta mixtura de tonnas que aso ian distint o gne- ro que constituye la macroest ructura de la novela. liene tambin consecuenc ias para la lllicroestruclura de ta en particular en el do- lll lnio de lo semnt ico. los estilos de representacin a que ha apelado Dostoie ski transportan, para l, un modelo de interpretacin para la elaboracin de la historia, d la realidad, del tnwldo, 'uy substrato mtico l sabe liberar. Pero son e labonados unos con otros de tal ma- nera que Se interpretan muruamenle. El modelo hertico interpreta el anrquico; el d novela de horror, el apocalptico. Pero eso dista de ser todo. Dostoicvski hace suyos tambin modos contemporneos de interpr lacin (al te todo, los que pueden ser considerados como anti- i[la i ' n d conceptos psi anal ticos oncernienles a los fenme- nos de la histeria y la epileps ia- ) que l , no por casual idad, asocia a El sincretis/l/o C:U/1J(J provocacin al estilo 133 otro conceptos, una vez ms en estructura explicativa, que se cru- zan. Son los de la bufonera en eri to, el doble, la po esin, lo extti- co, etc. En suma, lo que encontramos es un sincretismo semntico de los igniti cados mvile , que se dominan uno." a otros aiternativamet te, en cada oCHsin temporalmente, lo. cuales contradicen toda fonnacin de j erarqua. Se 11 ga a estratificaciones de tondos de sentido en Wl nico ignificante; por ende, a codifica iones mltiples. Son Jo. protagonis- tas de sus novelas, enredados en accione excntri cas, pos edores de psi que, excntricas (<<grotescas dira Bajtn), expresadores de ideo 10- gema, mitologemas excntricos, los que asumen eso. papele de ignificantes y padee 11 esas codificaciones mltiples. Todo persona- j (esto vale especialmente para Lo.<; diahlos), aunque entone su re pec- ti va voz propia, est penetrado por ese modelo heterogneo. Y todos los per onajes en el conjunto representan un tipo de trans-sujeto que une las duplicaciones y multipl icaciones. Cada personaje individual aparece como hbrido y como instancia que tra, ciende u propia voz en la polifona de la novela. As pu s, la polifona - una de las palabra cl a e de Bajtn- deviene aqu estrategi central del sincreti roo. Para ser ms preciso: como orqucstacill de po, iciones comp t idoras, ri alizantes. antinmicas o simplement opuestas ninglma de las cua- les se presenta como nica articulacin de la verdad y ninguna de las cuales puede prometer la nica nota final {acorde, armona). Ms bien, los dislinto idiomas especiales. lo religiosos, polticos, axiolgi- c s, tienden a acercar e y de lluevo a apartar e, in eliminar a ninguno de eUos y 'i.o establecer un orden de rango. T da voz est en s escin- dida, e una voz doble, logra realizar un acto dialgico del habla n l que por Jo menos do voces entran en contacto (Bajtin, M .. 1971 ). 5 Tambin la novela de Dosloievski como un todo tiene una doble orientacin: una es nalTaliva, lineal, la otra es semnt ica, reiterativa. cclica. La orientacin llanativa despliega en u enfoque leleolgico a la semntica, que es ateleolgica. Y precisamente en ese plano semn- ticamente e tructurado se destaca el refinamiento extremado del sin- retismo: las alusiones, seales, citas, ' on depositadas en un sistema de cruces, traslapamientos, repeli iones, inversiones, e. calada " etc., en un sistema que, desde luego, posee un alto grado de organizaci6n -la , Cf. ~ o b r e esto el examen .:rtico que aparece en W. Schmitl ( 1973). 134 Renote Lachmann regulan ad de (o irr guIar. Esta estructura semntica, como caracteriza tambin a otras novelas de Dostoiev ki, ale para una serie de textos incr ti os, en particular para los del presente, \:u los que la orientacin leleolgica est siendo reducida en una medida creciente. La excentri- cidad del texto sincrtico, que domina el te los narrativo, revela la excentricidad del sentido. En el caso d Dostoievski, el sincretismo es una clara expresin de una esttica negativa. Andrei Belyi, te ' rico de la intertextualidad <wval/I la leftre y uno de sus ms artificioso. practieantes, desarrolla en su novela Pefersbllr- go (J 91 3) un 'incretismo que -aunque basndo e en una seria filo- sofa de la cultura- en la transformacin de estilo ajeno y mitos practica un juego predominantemente pardico con ellos. El e tilo aje- no es e ocado como representante de una tradicin potica, una poca literaria o Un autor mediante la cita de sus seales caractersticas. A , por ejemplo, etimologas poticas, alogismo , retrucanos. repeticiones de onidos y procedimientos de criptivos evocan la imagen del e ti - lo de Ggol. La estructura narrdtiva de su novela resulta un montaje dt: Los diablos de Dostoievski (en todo 1 s aspectos antes mencionados), de El jinete de bronce de Pu hkin, de elementos rcverbalizados de la per La dama de piq/le de Chaikov ki (a la que, a su vez, le sirve de base el tcxto de Pushkin), de lemenlo' de obra de Tolstoi y Chjov (HoltllUscn, J" L 979; del mismo autor, 1985; Steinb rg, A. , 1977). Este sincreti mo no es aditivo, sino implicativo, y permite recono- cer, a travs de la parodizacin, un concepto que positiviza la proyec- tabilidad de lextos en textos, de culturas en cultura (Lachmann, R., 1983 e) . O en otras palabras: la experiencia codificada en los textos y los modo de codificacin que almacenan sa experiencia construyen una di m nsin textual en expansin, que pennile que en toJo nUt;VO texto sean escrito. simultneamente y desp rtad s nuevamente lo. tex- tos ms viejos, casi muertos. Todo si!:,rrlo introducido en la circulacin cultural se reflej a en la memoria de la cultura y est as disponjble. Por con iguiente, el acto sincrtico es, al mi mo tiempo. un acto sumalivo, que se realiza a lo largo de un eje temporal. Tal vez se puede hablar aqu de un sincretismo de capas cullurales representadas por textos, cada una las cuales retlexiona obre la subyacentes e decir, 1Il1 increlismo de capas con orientacin fuertemente diacrnica. Esto se vuelv particularmente perceptible en los procedimientos transfonna- dore de mitos. As por jemplo, en la reconstruccin del miLO de El sillcretismv como provOLGcin al e filo 135 Saturno o de los mitos de Apol o y Di onisos e intercalan lo mi 000 mitologemas de la tradicin hermtic que la oposicin nitzscheana de apol neo y dion isaco; antroposofismos steineriano ' se fusi onan con elementos significativos de las mitologas hind, persa y egipcia y, no en lti mo tnnino, con dogmas de la tradicin hertica ru a. Este bricol age no almacena los citado mitologem8s unos al lado de los otro , sino uno. dentro de los tros, y produce una peculiar tran pa- ren ia de s ntido. S, sugiere la idea de una reencarnacin del sentido, una idea que, por la ludicridad pardica de la no ela, pierde, de de lue- go, su peso pattico. El pronunciado aspecto diacrnico del mezclar, que posibilita ha. ta cierto punto (en la reencarnacin) una conglobacin una intensiJicacin (lento aumento del poten ial de sentido), es despoten- ciado por uno de sentido contrario, el de la difilsin y la dispersill. Am- bo valen para la praxis d Belyi y ambos hallan su posterior eco terico en la teora de la novela de Bajtin. La idea de las hu 1Ia que todo signo trae de los contextos en que estaba activo e introduce (almacenndolas) en el nuev cont xto, compite con la de la atomizacin del sentido en el contacto con otro signos. Por ende: la disper in en la acumulacin, la composicin n la dto: composicin del entido. Ambos movimientos, el del sincretismo. la suma y la acumul acin, y el de la dispersin y la diso- lu in,!lo admiten consolida i nes. Maiakovski, en la Oda a la Revolucin, se sirve del sincretismo p rsua ivamente para hacer prevalecer lma te is de crtica d i len'ruaje y del estilo, que est dirigida al panegrico contemporneo de la Revo- lucin. La confrontacin dem strativa de do estilos y dos capas de lenguaje que parece reflexionar alternativamente sobre la funcin ideo- lgica de stos, pasa a ser el verdadero tema, La anttesis empleada re- tricamente entre el ms alto ni el de la trada de esti los, como era obligatoria para la lengua literaria rusa del siglo xvnr, y los vulga- rismo. de los sublenguajes, an no admitidos como lengua literaria del mundo del trabajo y del ej rcito, es lo que dev iene el princi- pio organizador de la oda a la Revolucin. La confrontacin de los campos I xica[ s admite la crcoJizacin de los mismos (el propio Maiakovski habla de mezc[M, smes). La lengua creolizada de un tex- to, que no hace ca o de ataduras e tilsticas y genricas. la entiende Maiakovski como una reaccin a la. < paJabrru. congeladas (zastyvshie slova) de una lengua a la qu le est negado el contacto dialgico con toda otra. La friccin de un material de palabras heterogneo, cuyo 136 Rel1(/fC L aclmlClf/lI modelo e:'t s alado en el t tul Oda a la Revol ucin, produce vio- leniam ole ese onlaCto (((Jnincro y devotos inciensadores, carbo- nilla y ( aureola). Las palabras, sobre todo las sublimt:s (eslavismo" eclesisti c s, arcasmos), arrastran consi go su dependencia funci nal d detemnado. estil os (est il o elevado) y stos, a su vez. de determi - nad -s gneros (oda). S hace evidente que los Jislintos lexema sumergidos en el cri 01 son empleados por Maiakovski tambin como 'ales de reD renci a que e asocian a una determinada con encin estilsti ca o genrica. Lexemas como oda, oh, gloria, o solemnes frases de oda e mo en xtasis exalto yo, indican esa funcin, pero preci am nte sos gi- ro son tambin los que incorporan un vocabulario panegrico aj eno, que tiene su PUl.;. to en la oda cort esana de alabanza del siglo XVUL El que Maiakov ki se sirva de e ' as formas prefabricadas y de las tradicio- nes estticas e ideal' gicas que ellas representan, tanto al uti lizar como al parodiar el p tencial retrico de la oda panegrica, hace aparecer la {(creolizacin como crtica de la ideologa e impide que la oda se presente como da. El gner de la oda citado, que apela a la actitud afimlativa del pa- negrico Jel siglo XVlll, aqu no tiene que ser restaurado para la ala- banza de la Revolucin de Octubre. Porque la refracci n del pathos en el hbrido neutraliza no slo la funcin alirmativo-panegrica de la tra- di cin histrica de la oda, sino tanlbin la tendencia odi fi cante del len- guaje oficio o de la Revolucin (Lacbmann, R., 1980). Oda y Revolu- ci n se apartan como acciones culturales incompatible" . Y, s in embargo, la mezcla crea un dilogo de la ambivalencia que se mani- fiesta en los predicados oximornicos de la Revolucin enumerados en la forma de letana (citada) (heroico y bmtal, mezquino su- blime). Y por este rodeo - es decir, la usurpacin dialgica del estilo de la oda, la revelacin de su ideologa afirmativa- Maiakovski puede reideologizar la oda sin exlinguir la ambivalencia. Es la ambivalencia d lo poti co (poerovo) en oposicin a la palabra ofkio a lo que Maiakovski le imprime al lenguaje que bosquej a la imagen de la Re 0- lucin. una ambivalencia que ha tenido su origen en la mezcla qu ha de enmascarado los l!stilos como estilos en su dimensin ideolgica. o tres ejemplos, que se hallan entre los extremo de un sin- -eh mo funcionalmente libre, por as decir, descubierto, y un sincre- tismo funcional mente comprometido, pragmtico. lib ran el potencial El .\'i/lc/'ef i .\ /IIo ClIl/IO provocaci 6n al esfi l o l37 semntico y cultural de los estilos, gnero. y milOS en recproco desen- ma caramiento, comentario y descampo icin. Parece que slo el gesto sincrtico es capaz de realizar e 0 , porque recibe los elementos reunidos en su respectiva aj enidad (<una sntesis in ocultamiento de la heterogeneidad de lo itado dentro.6 Esta accin anti-esti lo, arcaica (primaria) y renexiva (. ecundaria) a la vez, que bo. quej a sumas de cul- tura y I s cancela a la vez, remite tambin en d sentido excntrico, no localizable, a la memoria de la cultura. 7 raduccin del alemn Bi bliografa BAJTI J , M. ( J 97 1), p.ob/t1me de- Poelik Dos/ojevskijs. Munich. ----( 1979). Di!! .r!t<l lik d <!.\ Worfes, ed. por R. Grilbel, Frank.furt . ----( 1986), Rahelais l/nd seil/e Welt. Volkskultlll' ,lis GegPlIkl/ltul', ed. por R. Lachmann, Fmnkfurt . BARTlI E . R. ( 1970), L' rbtoriqut!}), en Commu/licati olls, 1 (J . BELYI, A. ( 1982). P tersburg. lrat!uccin alemana tle la lercem edicin ru a de 1922, trad. p Ir F. Dali tz, Berln. DOSTOIEVSK1. F. ( 1977), Di Domonen. trat!o por . Munich. DYCK, 1. ( 1 \}(6), Tichl-Kull.\' (. 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Para blandir una etiqueta como esa, mi conciencia de la volubilidad de tal es r tu lados y mi escepti cismo respecto a tale c m trucciones d la hi toria que lo abarc 11 tod 1 ndran que estar men desarrollado_ obre todo. alguna versiones de este concepto estn inspirada por tituues hacia la realidad contempornea que hallo extremada m nt du- dosas, y la gama entera de ver iones del postmodernismo cubre con '- tru<.;ciones de la relacin entre pasado y presente que son dema iado di vergentes para invitar a una aceptacin al por mayor (Ptz/Free e 1984). La razones por las que este concepto ha sido acuado y por tas que ha llegado a e t nderse tan amplirunente como etiqueta periodsti - ca, son fci lmente comprensibles; de pus de todo, el modernismo. que se ha dedicad tan enrgicamente a ser contemporneo y de actua- lidad. no puede permanecer por seis, ocho o diez dcadas in perder LIS facultade .. de provocacin y deteriorarse hasta wnvertir e en modernismo c1 ' ico. No ob ' tanteo hasta donde puedo entender la * .How Postmodem i Inlertcxtuality')>> , maou crito, lexto d.: una de las cinco e nfereocia. o[rt:l:idas por el autor en el marco del 11 Encuent ro Internacional de Criterios (La Il abana. febrero-maJ7.o de 198 ). Fue publicado m tarde en Heinr ich F. PI n, ed., Infe/'Iextuuliry, Berln - ' ueva York. de Gruyter, 1991, pp. 207-224. nc e ' dad de un nuevo concepto para nuevas especie de contempora- nei ud, ha lo dificil incluir constntccion s p r completo divergentes de la e ntemporaneidad bajo el solo epgrafe de postmodemismo. En cuanto a la relacin entre modemi roo y PQstmodemi 1110, p r lo roen tres concepciones diferentes y del todo heterogneas e tn compiti endo ntre . L La ; rimera, que tiende a tomar la arquitectura omo u paradigma, e n ' Jera el po tmoderni mo com un movimi n- t revisi nista, como el intento de deshacer el modernismo - en esle 'aso el funcionali. mo de la Escuela de la Bauhaus- y regresar a lU1 esti lo sincrti co que vuelve a rep tir las formas arquitectnicas de perodos anteriores incluso vu Ive a emplear I ornamento, que en otro tiempo, en el apogeo del modernismo, era ca ' ligado corno un cri- men por el intluyente Adolpb Loos. Una segunda versin del postmo- dernismo, de la cual Le 1 ic Fi dler puede servir de ejempl , ve el postmoderni. mo no mo un mod mi mI) sino como una r uptura con el modernismo, un rompimiento 011 el modernismo al 19ual qu con todas las cosas del pasado, lUla revuel ta que est orienta- ua hacia 1 futuro y tiene sus races en las mitologa triviah.::s de los medios masivo y la cultura pop y no, como el modernismo, en la one- r osa carga de la hi toria y su her ncia cuJtural (Fiedler 1965 y 1975). La ter 'era ver in, la de, por ejemplo, Ihab Hassan, Gerald Graf!' y Jean-Franr;:ois Lyotard (Hassan len 1, Graf 1973, Lyotard 1979), pre- enta el postrnodemism como la lgica exten in y culminacin dd modernismo. como una vuelta adicional y final de la tuerca de ese pro- ce:o de modernizacin que omenz en el 'iglo XIX, si no ante. Si hay algn denominador comn para estas diferentes construc- c iones del mo, est n el elemento de lo para itario: la c uJtura p stmod mista se pr enta como una j uguetona mise ell scrme de materiales y procedim.entos dado - de antemano, y tos pueden ser tomados del museo imaginario de los eslilo. histricos, o del almacn de artefacto por todava no tocados por la Alta Cultura (Jameson 1984), del repertorio de las estticas y las prcticas modernistas. En un mundo que es xperimentado como totalmente contingente y fortui - to' bajo el sol poniente del jln de millnaire, cuando la hi toria parece baber llegado a su fin y cuando todo lo que parece posible es algn sai- I t L 1ft rpece] postbistrico. algn post ludIO carnavalesco' en un ca- lle' n sin sali da POlilico en el que la ontradiccioncs conmicas, cco- Iv ica e ide lgicas, particulannente en las ,ol,;iedades occidentales CI/n po. tmoderna es / I nte,-t xllIa/idad? 141 ms avanzadas. estn pasando cada vez a er consideradas inacce- sibles al anli i racional y a la planwt3cin instrumental e insoluble mediante esto; en un nivel de conciencia que ya n nos penne on - j- der:.tr la realidtld como algo que ha de ,'er experimentado de man ra di- recta e inmediata, puesto que no. llega siempre pre-estnlcturada por el lenguaje, pre-fomlaJa por la cultura y filtrada a travs de los medios masivos; en tal situacin, en la que <<algo a. como un e pacio natural sobre que no se haya hablado, libre, se ha vuelto tan bueno como in- concebible}) (SchOpp L 985. 333), tiene que surgir un nuevo alcjan- drinismo de la cita, la parodia y el 'ravesti, * que juegue o d scsperados j uego ' con los obrantes de la herencia cultural y los de perdicios de la indllstria cul rural. Perdido en la casa de espejos}) : a es la metafora de John Barth para e e e tado de con- ciencia que es a la vez. de euforia y de de l;oncerto (Barth 1968). Perdido en uu laberin o de espejos: a ' Ambrose, hroe de Barth, va haciendo eses a travs de Wl laberinto de ficciones que s reflejan lUla a otras, a trav. de uu munJo en I que espejos reflejados n e pejos son toJo el e. pe tculo (Yeats 1950,375). En tal situacin, el arte y la litcratma no pueden seguir siendo un si mple refl jo de la realidad, los tradicionale specufum vitae y e pej so, tenido ante la natllrc leza, puesto que ' e vuelven espejo distor ionadore que eflejan otras im- g nes de espejo y proyectan ms reflejos en e. te pramo de e pej La pI' duccin de arte y li teratura bajo e ' los au picios d vien ms bi n un rec iclaje de material de de cho qu un act de crea- cin; se con erte en una tecnologa de saber simblico ga')tadm) y un reciclaje de 1 s desecbo . emoti co , para itar metforas de Botho Slrauss tomadas de la tecnologa nuclear (Strauss 1977. 85). E te desa- rrollo no ha tenido lugar en un vaco terico; en realidad, ha estad acompaado por una leora particul ar que lo legitima y que redefine el stalu de los t xlo y de !lUS productore . E a teora es la teora de la ioterte tualidad, que i> urgi en rancia en el contexto de la revolucin ultural del 68 y de la que vidamente tomaron pose in los poslmo- demi ' tas n rteameril:anos. En el mismo ao de 1967 en que Julia K.ris- te va acu, II m' bien puso en cirtulacin, la palabra inte/'Icx/Ualil (Kristeva L 67), el novelista y profesor estadounidense de literatura 101m Barlh Ilunci lue habamos eniTad en un nueva fase en la hi.-)- >1< l. de l T. : Burla aliriea dI! una obra, en la cua l (3 difercncia de la parodia) sc mant i 'ne el conteni do y cambia la forma. J 42 Manlrcd Pjisler loria titeraria, una fase dominada por la literatura del agotamiento Bartb 1982), una fa terminal en la que todo el mpetu creativo esta- ba agotado y en la que la originalidad s61 obrevivira en la fornla d juego. ofislicados con los texto existente. las estructuras tradicio- nale', es decir, en la forma de alusin, cita, parodia y collage. La in- tenciones que se hallan tra la formulaciones programticas de la K.ri tev y Barth on diferente. : en el caso de la Kristeva. son revolu- cionarias y de crtica de la ubjetividad burgue. a, mientras que Barth est marcado por una act itud ambigua hacia el hallt gOul de la cultura burguesa reciente. Lo que compal1en es, sin embargo. la idea de que cada texto e t atrapado en una red de relaciones y referencia con otros textos. De manera similar. Raymond Federman, crtico y novelis- ta al igual que Barth, ve la produc in literaria como un ca. o de pla(y)giarism* continuado, es decir, como una combinacin de lo l- dicro con lo intertextual. como un plagio juguetn y consciente de s (Federman 1975/76). Y, para mencionar un ejemplo ms, Harold Bloom, un de lo lideres de la Escuela de Yale describe la historia li- teraria en trmino de un guin de antagonl 'mo, en el cual cada poeta mayor, al sufrir de La angustia de la influencia, idea su propia indi - vidualidad y originalidad en contraste con la de ma siros anteriores. part icipando as en un dialogo intensivo, aunque mayormente negativo. con ellos (Bloom 1973). En Poesa y represin. da un paso mas y des- mantela completamente la nocin ideali ta tradicional de UD text completo en s mismo. autnomo: Pocas ideas on ms difciles de disipar que la dictada por el sentido comn de que un texto potico e completo en s mis- mo, de que Liene un signHicado o significados averiguable sin referencia a otro textos poticos. l. .. ) Por desgracia, los poe- mas no on cosas, ' ino slo palabras que se refieren a otras pa- labras, y e. (1, palabras se refieren a otras palabras m" y a ucesivamente en el mundo densamente superp blado del len- guaje literario. Todo poema es un interpoema, y toda lectura de un poema es una interlectura. (Bloom 1976, 2 Y s.) En e te momento la ntcrtextualidad ha devenido la marca de fbrica misma del postmodemismo. Uno de lo ms influyentes propagadore. del postmodernismo, i no su inventor, Thab Hassan, considera que la * N. d ' 1 T.: (palabra-matel:\)) que combina ls vocablos m g l c s e ~ plagiari m (plagio) y <play (juego) . /Cllcn {los/moderna es 111 inter/extualidad? 1.13 conciencia de que la riginalidad en estos ultimas dlas en la hi toria s610 puede re dir en una novela que trate con material de segunda mano, es el sello distintivo de un postmodemi mo atrapado en la com pulsin de repetir intermlnablemcnte y de maneras siempre nuevas lo que ha sido pensado y dicho antes (Ha ' san 982) . Leslie Fiedler, Gerald Graff y los dems voceros en el debate norteamencano obre la exi tencia y esencia del po tmod mismo. estn de acuerdo con l. Un ob. ervador distanciado de de Europa, Douwe W. Fokkema, tambi n est de acuerdo y define el postmoderni roo en trminos de intertextua- lidad: El postmoderni ta e t convencido de que el ntexto SOCIal est constituido por palabras, y de que cada nuevo texto e. t escrito en- cima de uno anteri 11> (Fokkema 1984.46). Fok.kema af\llTla que el ori- gen de esla imagen del palimpsesto, de un te to que est oculto debajo de otr . se remonta a la descripcin que en 1931 dio dmund Wilson del Work in Progres de Joyce - que habia de devenir el Finnegalls Wake- e mo un palimpsesto, y al brar a , con ierte la obra de Joyce en un texto postmodemista avan! la lettre; tambin podra baber- ' e referido al ltimo Canto de Pound. que apostrofa, en una mirada retrospectiva, al ciclo entero de lo Cantos como un palimpsesto enor- me y de muchas capas (Pound 1975, 797). Pero, si e. o es cierto. si realmente el po tmodemismo y la intertex- tual idad son tratados como sinnimos en e to das. por qu nlonces pregmltar cun postlllodema es la interrcxtualidad?? Por qu pro- voca inquietud l con enso de es ritore , crticos e hisloriadores litera- rios? Pues bien, plantear esta cue. ti6n. en todo caso. vale la pena, porque, aunque el concepto de la intertextualidad ha ido acuado bajo los auspicios del postmodernism , sta es un fenmeno que en modo alguno est restringid a la escritura postmoderni ta. De de los ms tempranos rgene detectables en adelante, lo textos literario 'iero- pre se han referido no lo a la realidad (imitalio vitae), sino tambin a otros textos anteriores (imitatio velerum). y las diversas prcticas inter- textuales de aludir y citar. de parafl'a ' ear y traducir, de continuacin y adaptacin, de parodia y travest, florecieron en determinados perodos mucho antes del postmodemismo - por ejemplo, en la Alejandri:l cl- ica de los ltimos tiempos, en el Renacimiento, en el oeoclasici ro _' de de luego, en el modernismo clsico . Hemos de preguntar, p r 1 tanto. si hay un tipo especficamente postmod mi ta. de intertexll\ali- dad, si el postmoderrusmo emplea la intertextualidad de na manera 144 Ma/l fred Pfister pecfica. con estrategias y func iones especficas, que nos pennitiran di tinguir la inlertextuaLidad postmodemista de la. rom1as anteriores de intertextualidad, y en particular de las del modemismo. Un proble- ma aclicional implicad en mi pregunta es que el concepto de intertex- tualidad e por lo menos tan debatido como el de postmodemismo. y que tenemos que tratar de nuevo con varias nociones ri valizantes. P r lo tanto, primero tratar de separar las dos escuela mayore' de pensamiento, antes de pa ar a la cuestin de una intertextualidad espe- c fi camente postmoderni ta .(EI ~ i g u i e n t e captulo st basado en Pu ter 1985, 1-30 ) 2. Intertextualitlalf: estrllctul'alista y postestructuralista Para empezar, e ha de tener presente que el concepto de intertextuali - dad de la Kristeva es m. bien de criptivo que programtico. E to dis- tingue el significado original del concepto respecto del uso que se hace de l en el conlext del debate estadouni dense sobre el postmoder- nisIDo. Segun la teOrla de la Krist va, (odos lo textos son intertex- tuales no slo los t xto modemi tas o po tmodernistas, y u concep- to, por lo tant , aspira a caracterizar el tatus ontolgico de los texto en general. En el debate estadouniden e. por el contrario, ha habido un desplazamiento del nfasis de lo de criptivo a lo programLico y de lo ontolgico a lo histrico: la intertextualidad ahora denota una nonna ideal a la que aspira el texto po, tmodemista. Tambin en Europa se ha producido un reenroque del concepto. pero de una ndole algo diferente. Aqu, los crticos estmcturalistas han objetado contra la Kristeva y sus seguidores que un concepto omni- abarcante de la intertexlualidad es poco til cuando I toca interpretar textos individualc, o grupo especfico de textos (Hempfer 1976, 53- 55; Hempf r 1983, 14-18; Kloepfer 1982; Stierle J (83). Al adoptar e te trmino, han estrechado su significado de de l kristeviano dt: princjpio general de los textos que presuponen otros textos. al de con- junto de pr cedimientos con que un texto se refiere sealadamente a otro, u pre-texto. Slo cuentan como intertextuales las referenc ias ue d autor e propuso claramente. que e rn marcadas con ni tidez en d texto y son recoo cidas y comprendidas por el lector. En esta ver- sin eslnlcturalista de la inlertext ualidad, el autor conserva la auloridad ; Cun po (moderna es la i nferrex ll lalidad" 145 sobre su t xlO, la unidad y la autonoma del texto pennanecen iota tas y I lector no se pierde en uoa red laberntica de re[er ncia posibles , sino que e da cuenta de las intenciones del aut r descodifi ando las eal es y marca inscr itas en el texto. En su impresi nante e tudio Palimpsestes: La littrature ou second degr (Genette 1982), Grard Genette ha seguido este nfoqu estructura li sta de la intertextualidad on ms ri gor sistemti o y fuerza argumentati va que cualquier olr ideando una cl asificaci n coh rente d Jos diversos procedimientos intertextual , e ilustrndol s con ej emplos tomados de una vasta gama de textos de todos I s perodos y de muchas literaturas nacionales dife- rentes . Vista desde la perspectiva postestmcturali sta co-i naugurada por la Kristeva, semejante reduccin de la int rt xtualidad a las reD rencias ntidas y sealadas de un t xto particular a otro e opone a la naturale- za italmente e pansiva de este pr inci pio. o s ms que UIl ano int nto acad 'mi co de domar lo tndomable, un intento burgus de desacti var su poten ial xplosivo y r volucionario que aspi ra a de en- mascarar todas las noci ones de autonom a y unidad del suj eto y del texto como fi cciones ideolgicas. De pu' de todo, cuando la Kristeva acu este trmino, : u intencin no era proporcionar un nuev pgrafe para las di ersas formas de alusin y cita y esti mular cla ificaciones ms til es y sistemti ' as, sino revoluci nar nuestras nociones darte, literatura, tex! ubjet idad. Ete p tencial radi al y explosivo caracteriz ya la prehistoria J el conc pto, sus ra ces en I concepto de dialogi cidad o dialo- gi smo de Mijal Bajtn. La Kristeva acu su propio con ' cpto a la luz dc un modelo te' rico que el estudioso ruso-so itico haba ideado durante la r voluci ' n cultural de los aos 20 y haba elaborado en a- rios estudios histricos sobre la stira m ni pea, sobre el carnaval y sobre la no ela. Lo qu ms 1 interesaba a Baj tn en esto era el di- logo Je voc $ dcntr de UD texto - un di logo que oeava la autori- dad de toda voz nica- y la poli fona de cada enunciado, la cual resulta de que cada palabra concreta (el enullci ado) siempre hall a lo ' objet s a que se r fi ere ya cubiertos por anteriores QlllJeiados, di cusi nes y evaluaciones, sombreado, por una aga ni ebla de pa- labras o, por el c ntrario, iluminaJ os por otras pal abras dichas sobre los mismos anterionnente (Baj tn 1979, 169). La novela poli fni ca, por ejempl o, establece un mi rocosmos de la pluralidad de voces 14 Afun/red y, c rn o tal, puede encerr r la total idad de las voces oc ioi deo- IC1j ca de una poca (Baj tn 1979, 290) . Por lo tan o, el di log den/ro de un te, to es. al mi m tiempo, un dilogo con todas las vo- ce ji.ercl de l, desde el 1 nguaj e . oez del mercado y la voces profa- na y de acra!i zadoras del carnaval hasta la voces de la autoridad y d Ios pre-textos literarios canonizados. A la Kristeva la la tcor a de Bajtl porque . ta I p rmila ir ms all de illl modelo estructural esttic de los textos literari os. En u opillin, tal dinamizaci6n del estructurali mo slo po ible si se da por supuesto, con Baj t n, que la palabra literaria no e un punt (un sentido Jjo). sino un erue de superficies textuales. un dilogo de varias e erituras: del escritor. del de. tinatan (o d 1 P rsonaj ). del e ntexto cul- tura l actual () anterior. (Kri teya 1969, 144) Para la Kristeva, el concepto d dialog' 010 de Baj tn es esencialmente dinmico, hasta revolucionari ,y lo que ese concepto trataba de re- vol uc i nar d inmica mente era no 610 e l es nlctural ism . si no la cultural en general. Al propagar la relatividad de cada posicin mdl vldual. la autocrtica de cada pa labr , el . oca amiento de todo m nologi mo dogmtico y oficial, la profanacin cama alesca de lOdo I agrado y la subversin de toda autoridad, Baj t n e taba lu hando contra la creciente rigidez de la poltica cultural l,)oviti a postrevolu- cionaria y la canonizacin doctrinaria del realismo socia li. tao De hc- eh , e taba continuando la lucha revol ucionaria contra la represin cre- iente. Fue I potencial explo ivo de la cTtica bajtiniana del monol \Tismo id ol ico lo qu fascin a la Kri Leva y a OLTO escri tores y del Cl'culo de Te) Quel a fine de los aos 60. y ellos, a su vez, emplearon el concepto bajtiniano de dialogismo en su propia lucha contra la ideo- loga burgue a ) de la autonoma y unidad de la conciencia individual el ignifi cado completo en s mi roo de los textos. n eso fueron in- cll! o all de Bajtn: mientras que para Bajt n el dialogismo era una cualIdad de textos parti ulares. y particularmente valiosos (la sri- I'a Rabelais, Shakespearc, Dostoievski) para ellos es una ca- ractenstI ca de todos los texto. : tod texto se con truye como un mo aico de citas, todo texto es ab orcin y t ransformacin de otro texto. En el lugar de la i. Cun pus/moderna es la il/ (l!l'le.xl Ll olidad :) 147 nocin de intersubjetividad e lablecc la de interte tuaJidad. y I lenguaj potico e lee como un lenguaj e por lo menos do- ble. (Kri teva 1969, 146) Tambin yendo ms all de Baj tn, expanden la nocin de texto de una manera tan radical qu al fn y al cabo, todo -i), por lo menos, toda foml aci n cultu ral- cuenta e mo lext dentro de esta semit ica gene- ral de la cultura. Es esta noci n global de texto lo que con. tituye la base de la defi nicin u intertextualidad de la Kristeva: L1amaremo TNTERTEXTUALl DAD a esa inter-accin tex- tua l que e produce dentro de un nico texto. Para el suj eto cognoscente, la intcrtextualidad es una nocin que er el ndi- ce del modo 0111 un text lee la historia y se inserta en ella. (Kristeva 19 9a, 443) in embargo, mientras qu Bajtn todava insista en el contacto de los suj el s detrs del contacto dialgico entr textos (Bajtn 1979, 353), la Kristeva emplea la intertcxlualidad omo la palanc lingstica y semitica para acar de . LI S goznes a todas las noc iones burguesas de un ujet autnomo, y como la ms importante he rramienta en u desconstruccin del sujet y del texto. En el marco de e ta t ora, el autor de un texto, en otro tiempo un creador y un genio, pierdl! impor- tanc ia su papel se ve reducido al de proporcionar el si ti o o e pacio para la interaccin de lo texto. a creati idad y la producti vidad son tran. Ceridas del autor al texto: As pues. el texto es una producti idad. lo que quiere decir que: 1) su r lacin con la lengua en la que se sita e redistri - butiva (destruGti vo-con. truct iva) [oO .] 2) l es una permutacin de texto , una intertextualidad: en el cspacio de un texto varios enunciados, tom los de otr textos . SI:: el Izan y se neutrali- zan. (Kri tev J 969, 113) En la medida en que la creatividad y la productividad son transferidos al texto, o ms bien a la interaccin de los texto" la <;ubjeLividad indi- vidual de l autor d saparece y su autoridad obre el texto se desvanece. Segn la Kriste a, Gsto ocurre especialmcnte en la poesa, el mismo tipo de discurso que en el romanticismo todava era considerado el lti- mo r fugio de la subjeti idad no alienada y autntica: El lenguaje potico, mediant el cmpl o de marcas y huellas. disuclve al sujeto. (citado segun GrUbel 19R ,221), 148 MW?/;'eJ Pfister nl suj to q aqu est siendo di suelt es n s61 el del autor, sin tambi '11 I d I lector. Ambos, autor le tor, devienen una mera (c- mara de ecos)} (Barthe' 1975, 7 ), qUe resuena con las r onanci as y 1 ruido de otros te tos y tanto el yo del autor como el dIle t r dejan de ser enti dad s estables y dadas de antemano: <yo no es un sujeto ino- cente, ant ri r al texto [ ... ] Ese mi sm yO qu s ac r a al text es ya una pl uralidad d otros te tos, de cdigos infioi t s, o ms exacta- mente: perdido (cuyo origen se pierde > (Barth s 1970, 16). Tanto la 1 ctura como la e cri tura son, por lo tanto, actos de intertextuali za- cim> y se lee y s escrib - para emplear una imagen de Charl s Gri- vel que recuerda una de la biblioteca de Babel de Borges- < trav d la Bibl iot ca [ .. . ]. a travs de paos enter s de la Bibliote a (Gri- vel 1982. 240). Corresp ndiendo a la di olucin de los sujet s, hay al mismo tiem- po una disol ucin del texto como unidad coherente y ompleta en s mi ma de igni ficado. No hay te tos, sino s610 r lac iones entre tex- tos, escribi de manera categrica Harold Blo m (Bloom 1975, 3), re- pitiendo s lamente lo que antes que l haba di cho Mich 1 Butor: o hay bra individual. La obra de un indivi duo una e peci de nudo que se produce dentro de un tejido cultural. (Bulor 1969. 2). Por lo tant , la metf ra de una cmara de os se apli ca de la mi ma manera al propi texto que a los uj eto de) aut r y ) I ctor. El juslam nte lla- mado mberto Eco hizo el mismo descubrimiento de los ecos de in- tert xtllalidad cuando escribi I1 Nome de/la Rosa: He descubierto as lo que lo e critores siempre han sabido (y tantas veces nos han djcho) : los libros hablan siempre de otros libro: y tod hi storia cuenta lila hi to ia ya c nlada. to puede oler demasiado al sofocante aire de las bibli oteca ', como si la intertextualidad slo tuviera que ver con libros, volmenes polvo- ri entos engpndrados a part ir de otro olmenes pol vorientos. Pero, despus d t do. el perdido segundo libro de la Potica de Ari t6teles, el que versa sobre la comedia. est situado en el mi sterioso centr de la novela de co, y u Aristteles baj tiniano abre ) texto, en la teor a de la subver i6n dialgica y arnaval , ca, a todas las voce , no slo a aquellas de las bibliotecas, de la poesa y la erudi cin (c f. chick 1984). Sin du a, Eco, el docto profesor de semiologa, estar a de acuer- do con s u colega Roland Barthes cuando ste recalcaba una y otra vez que el intert xt no abarca solamente textos escooidos con deli ade- Cu/l po ' moderna es la interrexlualidad? 149 za, amados n secreto, li bres discret ,genero os, si no tambin te to comune , triunfantes (Barthe 1975, 5 1). Para Barthes, el inLerte to qui ere decir no slo 1 texto mi 'ffiO ino tambi ' n el espacio entre to- dos lo text s, en el que nos mov mos, y tenernos que movemo , todo el ti emp . Como escribe en Le Plaisir du texte: Yeso es realmente el interte to: la imposibil idad de vivi r fuera del lexto infin ito -sea ese texto Proust, o 1 peridico, o la pantalla d televisin. (Barthe 1973, 59) El descentramiento del suj eto depone el viejo di. curso de un yo o de la <ddentidad personal corno gastado autoengaos idealistas; la di- solucin de los lfmites de los texto abre cada texto a todo. lo otro textos, incl uso al ruido de la maquinaria ideolgi ca, al aturdi dor estr- pito de los medio ma iv s y a los dictados. ubcollscientes o el clamor del con. umi mo. Tomados juntamente, e tos componente invocan la imagen de un <<universo de textos (Gri el 1978) en el u todos esos texto. sin sujeto se refieren. en un regresslfs ad infinitum, a otros tex- tos y. n principio, a todos los otros textos . Todos ello mero frag- mentos del nico texte gnral (D rrrda 1973, 3 10), con ergen con la historia y la reaHdad, las que, u vez. slo existen para Dosotro en forma textual izada. E te modo d er excluye dos ideas: en primer lu- gar la de un signo que se refiere a la realidad, y, n segundo lugar. la d> la realidad misma que exi te de modo natural y no text1lalizada, in- dependiente de los proce os semiticos. No e sorprendente, pues, que los ms avanzados descoDstruct r ,Derrida y sus seguidores e. tado- uni den es, reduzcan la relacion emitica bipolar de . ignific nte y sig- nificado al solo significante, con la con iglliente reduccin de toda co- municaci n a un libre juego de los significante. (Coward/Ell i 1977, 122-1 26; Warning 1983, 298-300) . En efecto una perspecti va vertigj- nosa, una vi 'i n apocalptica -y. por esa misma razn, tan fa cinante para una conciencia postmoderna, que e ve a misma en fin de toda la historia, privada de todo futuro imaginable que fuera mas que. la prolongacin del final de partida que avanza. el postllldjo el la hi tona! 3. La intertextllalidad postmoderni la Mi le is e' la siguiente: la interte tual idad po tmodemista es la mter- text ualidad y realizada dentro del marco de una teora eSlructuralista de la intertextllalidad. Con e t' definicin la especlficl- 150 ,'vt1l1/1 d P/isfc?f dad hi lrica de la inteltextualidad postmodernista se vuelve un asunto de di nn in ms bien categorial que cuantitativa. Si, por el contrario. trnt ' m d definir la intcrtextuaJidad po tmodemi ta slo en tml i- nos de un awnento en la referencias intertextuales. la diferencia entre, di gamos, la intertextuaUdaJ modernista y la po tmodemi ta s ' lo po- dra ser una diferenci a relaliva, y bras cen tra l s del modern ismo lsico como Tlle Wasle Lancl de Eliot, los Can los de Pound o el Ulysses de Joyce tendran que ser promo idas al statu de obras postmodernista ovan! la lellle. La intertextualidad post modcrnista dentro del mar de una teo- ria po te tructural ista quiere deci r que aqu la intertextualidad no es meramente usada como un procedimiento entre otros. sino que es puest' en primer plano, exhibida, tematizada y teorizada como un pr incipio cons tr uctivo cenlraL n contexto soc iolgico relevante para sta autoconciencia' utorreJlexiva de la intertextualidad post- modernista es el buom sin prec\.:delltes de los studio literario, la crtica y la tt:ora en la mayora de los e acadmicu, del mundo occidental. y en particular en los Estados Uni dos . En es le ontexto, una literatura ingenua lericamente. men s autocon riente -una literatura cruda en ontraste con una cocinada- , difci l- mente p dra sobrevivir o era marginalizada como trivial. n iSle- ma acadmico que produce m teora literaria, incluso m inter- pretacione de Hom/et, que lo que cualquiera puede digeri r, alienta un tipo de produccin literaria que es igualmente auton'efiexiva . autoconsciente, una literatura que, por as deci r, tiene su origen en los seminario' lInivcr ' itario' y le vuelve a proporcionar a lO ma- terial nuevo para anlisis e investigacin. Las figuras clave del postm derni mo literario estadounidense - Barth, Barthelme, F demlan, Pynchon Compaa- pertenecen, todas, al establishmC'l1t acadmico o por lo menos provienen de l. Co o nuevos mil' '-sir)' l\'ilS, * tos poelae doc:ti postmodernos produ- cen no slo texto literarios, ino tambin textos cticos, y h cen que tos reflexionen unos sobre los otros. in embargo, an m ' all de la mera un in personal deltradicioDal poeta-cr tico al aspirar a un nuevo ti po tle texto que dcsconstruiria todas las di linci I1CS entre discurso . del T. nil'ersity wils: ingeniosos con educacin ttnivl!rs iLaria en la poca de . Clln !10 .l'lmoJenw /a inler{e,xtl/' Il<!acl:' l:l pot ico y di curso terico, entre prctica e tLica y reflexin te6ri n. El text po tmodernista del tipo ideal e , pue , un metatexto, o . ea, un text obre textos o sobre I textualidad, un lexto autorretlexi y autorreferencial, que tematiza s u propio latus textual y los procedi- mientos en que ste est ba ado. En el entro temtico de e ta meta- comunicacin de l texto po tmodernista sobre s mismo halIamo una y otra vez su intertcxtualiJad. E lO no o UITe por orpre a, pue to que, por una parte, la intertextual idad e li no de liS procedimientos centra- les y. por la otra. la intertextualidad. que siempre implica alguna refe- rencia interpretativa y per pcctivizante a tros textos, tiene en s mis- ma un a pecto ml:talextual. Unos pocos ej emplos debern bastar. El cuento que da ttulo al li- bro LuSI i n ,he Funhollse (Barth 196R) de John Barth, trala sobre un' tamilia que va de a Ocean Cily. El cuento, sin embargo, e interrumpido una y otra eL por la renexin d l narrador obre su ma- nera de narrarlo, y e a digresiones metacomunicativas amenazan con imp dir qUe se lo cuente ClI S\I totalidad. El narrador pierde continua- mente su hilo narrativo y se extrava en reflexiones, iempr nueva so- bre lo diver os mtodos y estru\.:tura de la narracin que l pudiera emplear. De esc modo. las coofu. ione. y la perdida de la iJentidad que Ambro e, el hr e de 1 historia. ufre en el laberinto de espej os en el parque oe diversiones, devienen la metfora central para los enredo intcrlextuales del narrad r. l. del mismo mod que el jl ven Ambrose, se pierde en un laberinto d espejos: en su caso, son los espejo de otro textos - escritos por Aristteles, Gll stav Freytag, Dos Passos, James J yce y mll ho otros- que estn hecho para reflejar su pro- pia opcione ' , decisione ' y dilemas narrativos. La coleccin de cuentos como un todo tambin coloca en primer plano la intcrtexlualidad, cam- biando si temticamente, de UI cuento a otro, la matriz genrica sub- yacente, del mito, 1<\ po\::sa pica la m ditacin a la alltobiogratla, la novela y el cuento corto. Adl:ms, los dos texto ' que estn en el ceotro de la coleccin tienen ttulos que se refieren a las dos metforas ms corrientes de la teora de la intertextualidad: el labe- ri nto de espejos n Perdido en la ca a de espejo y la cmara de eco en <Ec ). Sin embargo, la rererenl: ia ms explcita a la teora intcr- textualista est contenida n el texto titulado TtulD -un texto que temat iza de manera autoconsciente su propia (lutoconci ocia ( 110) Y e pierde de maner tan completa en el laberinto de e pejos (t08) 152 MUI/J;-ed Pjisfel' de las referencias intert xtuales y las reflexione metatex tuale. que nunca e ocu pa de e utar u historia. Es aqu donde, trasladados de los escritos crtic s de Barth a su texto de ficcin, los principios central s de su teona de una literatura del agotamiento (Bartb 1982; ori ginal- m !l te 1967) son objeto de r ferencia explcita y e los hace justificar las est rategias intertextuales de esta coleccin d cuentos: La posi bilidad fi nal es volver la condicin de postreros [u/ti- macy ], el agotamiento, la autoconciencia paralizante y el peso adjet ivo de acumulados .. . Contin a. Contina. Volver la condi - cin de postreros contra misma para hacer algo nuevo y vli- do, la esencia de lo cual sera la imposibil idad de hacer algo nuevo. (l06) Empleando com ejempl o un texto nanativo escrito por John Barth, he mostrado cmo el metacomentario explcito y la m e t ~ ras recurren- tes de espejos yecos pueden poner en primer plano la intertexhlalidad y tematizarla en tmnos de la leora po t structuraJista. Otro pr cedi- miento mediante el cual se puede lograr eso, 10 il ustrar -en ob equi o de la br vedad- haciendo referencia a l U1 texto po ' tico. El poema ue e coj o fue escrito por un aut r estadounidense, que t da la es d scono- ci do en Alemania a pe ar de repeti do ' e fuerzos realizados por a Hesse para llamar la aten in sobre ' 1 (Laughl in 196 ; He se 1986) y que hasta ahoTa slo ha desempeado un papel muy menor en el debate bre el po, trnodemismo, porque slo muy recientemente se ha post- mod mizado a s mismo. Estoy hablando de James LaugWin. fundador de la fi rma editora New Drections y, desde los ao 30, simultnea- mente poeta y editor. Como el m importante editor e tadouni dense d I moderrusmo internacional , tambin public la bras de Ezra Pound. Sin embargo. u propio verso Iacni o ha resistido por largo tiempo a las tendencia modern istas hacia una intertextual idad alta- ment culta y enldita, apuntando m bien al idioma estadouni dense popll lar favorecido por Will iam Carlos Wi lliams, otro de los autore. publicado por l. Laughlin slo se abri paso h ia el postmodemis- mo en 1985 con una coleccin de poemas cuyo t tulo ya des taca progranl' ti camente la intertextualidad de lo mismos: Poemas robados .1' cOl/taminados. Fue en ese momento cuando los enredos intertextuale ' latentes d s u poes a anterior se hicier n evidentes por vez primera y cuando l comenz a vincular e con teoras postestru\.: turalistas. Cun po ' fmoderna es la imerre."Ctualiclad:! 153 Un titulo como El hombre desconstruido Laugblin 1985, 19 1-4) remite a l lector inmediatamente al marco terico postestructural ista, que el poem pre upone. El poema acta la desconstruccin e la iaen- tidad personal del hablante y halla el origen de esta remontndose en trminos freudiano a su inicios en la niez temprana, cuando el ba- blante estaba bajo el cuidado, tan amoroso como estricto, de u madre: 1 am the deconstructed man my parts are scattered on lhe nursery floor and can't be put together again b cause tbe instruction book is los1 clean up your mess in the muo ery rny mother says J am the deconstructed man (193) 1&'11 al que Humpty-Dumpty en el poem para nio" el hroe es hecho aicos de manera irreparable. y 'u vida adolescente y adulta, una odi- s a de ulteriore relaciones on mujeres, conti na e te proceso de des- integracin y dispersin. La diversas estaciones de esta bsqueda er- lica son modelada ' enterament e segun paradigmas literari s, de de Homero, Catulo, Cavalcanti y las peras de Mozart hasta P und. Eliol, Gertrude St in y Wil liam arios WilJiams. Sus Circes son <(Una Lista de ticciones (1 91). ({Una Ji la de ficcion s de hernlOsas e nlTadiccio- nes> ( 192), Y SllS aventuras erticas s n al mismo ti empo las aventura de un lector. Lo que me interesa en esto, sin embargo, no e' la mera densidad y ganla de la referencias intertextuales. la pltora poliglota de citas y la notas al pie jocosamente eruditas que la identifican. Todo esto era ya parte de la convencin modernista inaugurada en The Wasle Lana. Lo que me interesa es ms bien un procedimiento particu- lar que con dero que cs otra caracterst ica especfica de la intertexhla- lidad postmodemista y que me gustara llamar la cita citada (Smir- nov 1983) o la cita a la segunda potencia. Citar una cita o elevar una cita a la segunda potencia es un proc - dimiento que, en s mism , pon en primer plano a la intertextualidad y fundamenta con hechos la opinin poste tructuralista segn la cual cad texto se retiere a pre-textos y aquellos, a su vez, se refieren a otros , y as ' ucesivamente ad infinilum. Cuando Laughn, en su poe- ma, cita El Desdichado de Grard de Nerval .- <d'ai rev dans la grotte Ol! nage la irene>>---, est citando a la ez una famo a cita de ese verso en Love Song of J. Alfred Prufrock de Eliot -<<1 have l54 Mlll7/i'ed P(/SIer red io the chamber of the ea. Una superposicin simil ar de ni- eles intertextuales se produce cuando Laughlin inici a su p ema ci- tand del annen 10 1 ) de Catulo. el ver o Multas per gentes et Ol ul ta per aequora eclus (<<[fe viajado desd lej s por mar a trav, de muchos pa s s). y despus contina con et multas per vias quoque acreas ( (y l:on mucha ' JJncas area) La referencia intcr- text ual a Catul o es aqu mediada y refractada a travs de un prisma modemo - el de RobeJ1 itzgerald, el traductor e tadounidcnse de Catulo. a quien Laughlin le debe e la continuacin del ver o original relacionada con la actual idad. La mayora de las cita.' que n cila- da- de nuevo por Laughlin vienen de zra Pound. Laugblin cita I s poema de CavaIcanti y Bertrand de Born (192, 194), traducidos y frecuent mente citados o aludido ' por POllnd, y la, palabras hom- ricas perip /ufn y (<po lllmet.s tambin son mediadas a travs de los Cantos de Pound, doncle se d<!stacan como concepto cla e . Hasta Waitillg!rJr Godor y Elldgame de Beckett entran n I texto de Laugh- [in por la puerta trasera del comentario poundian) : C'est moj dans la poubelle (194). A medida que el poema se de, envuel e, nos damos cucnta de que e , por lo menos en un nivd, un a ELra Pounel, otro hombre de construido. Por lo tanto. re ulta apropiado que t mli ne con una plegaria ha ta su tumba: <die quiet EZrJ there in your campo 'ant o on San M ichele (194). E in lu o e te gesto final da a ce, o a istas enleras de niveles intertcxluales: el primer Caot )) de Pound, que concluye con un homenaje a Andrea Divus ((Lie quiet Oivus); e la. traducciones lat ina de Homero por un humanista del R nacimiento: el en ayo de Pound sobre <{Los primeros tradudores de Homero y. por ltimo, el lexto de Homero, especialmente el epi- sodi del Hades en el onc no canto, el cual. segn Pound. se remonta a los ms antib'lIOS mitos el la humanidad, al trastiempo [ hinter- time] ms all de toda la hi toria de todo los textos. "SO no es exactamente una cita a la segunda potencia. ino por lo menos a la CL arta . f J definir la intertextualidatl po tmodernista como intertextualidad puest en primer plano de manera uutocon. ciente. como intertextuali- aJ tericamente conceptual izada dentro de la ' mismas, hemos d fin ido a la vez el postmodemi mo como un ulterior dc:arrollo y raJi- cali Laci n del moderni ' mo. En esto nos hallamos de acuertlo c n Jean- Fran 'ois Lyotard. para quien el post.moderni ' mo es indudablemente el/i/ll posl/1/ oaenw es la i nter l (!X {lIolid<l(f:> J SS una parte de 1 modemo, o, para citar la interpreta.:i60 que de Ly lard ha hecho Fredric James n un momento ell la "revolucin" e inn) a- cin p rpetua del alto 1110dcmi '1110 ( ... ), un momento c \jco qu retor- na antes de [a aparicin de moderni mos siempre nuevos en el entido ms estricto (Ly tard 1984, 79 Y X VT) . Una defnjcin de esla e pe- cic. al estar enteramente ocupada con la rclaci ' n diacrnica inmanente entre po tmodcmismo y modernismo. no lom en consideracin sin embargo. el cant e to social y las afini dade ideolgicas del arte post- modernista. Nos cuparemos ahora de sa cuesli ' n. examinndola de nuevo desde el ngulo de la intertextualidad. Arriesgndol1\.l a cierto grado de simpl iticacin, rodramo decir que los pre-textos del texto modernista son canonizados y normativos. El dilogo int rtextual puede involucrar pre-textos de una amplia gama de pocas y cultura, pero incluso dentro de esa amplia gama on iem- pre lo textos canoniz.ados y clsicos lo ' que on pri ikgiados clara- mente. Si se hace alguna referencia a la cultura popular contempor- nea, ti nd a ser c n un tono despecli vo o denigrante. Cuando, por ej mplo, T. S. Eliot en rile Waste Land (lnea 128-130) alude a (hat ' hakespeherian Rag s deganl / s intelligcnt - una cancin esta- dow1 d n e en l'GC!time. que fue un xito de lo Foll ie de Ziegfeld en 1912- , lo hace con la principal intencin de de enmascarar 01110 tri- viales y banal lo productos de la industria del entr tenimiento. La cancin no alcanza el nivel de los otro pre-texto. que la rodean; com- parada con Shakespeare, Keat , Baudelair y Wagner, cs desechada com demasiado ligera. demasiado superticial. Este acto de 'oncederle una prerrogativa a las pieza m presti- gio as de n\le tra herencia cultural es elimi na o elegante y resuelta- mente en I texto postmodernisla. Hemo. isto ya un enfticamen- te abogaba Roland Barl hes por la igualdad de derechos intertextuales del ru ido de los medios masivos y el canto de la,' musa . El po tmo- dernismo estad unidcnse da un paso ms all y hasta da prioridad a los mito y clich de la cultura pop sobre lus obras de la Alta Cultw'a, re petada' por su antigedad. La basura erbal y la inundacin de im- genes producidas por una industria siempre creci ente, e tablecida para entretener a nuestra ociedad de consumo, deviencn as los pre-texto privilegiados del art postmodcmista. En la novela SnO>I' White de 00- nuld Barthclme. Dan, li no de lo' Siete Enanitos en este travesfi tle un cuento de hadas, di ' erta exlensamente sobre la basura verbal y el modo 15 .'vfanJred Pji lltr de d sha erse de los de echos, para Llegar a 1 conclusin de que l a ue ti o con ierte, de cuestin de deshacerse de e ta "basura " en Clle ,tin de apr ciar sus uali dades (Barthelmc J 972, 97) . Estas est- ticas de la pila de dese h s derivan sus nOl/veauxjrissons* de los ma- teri al s mismo que lo poetas del modernismo c1 ico haban desaten- dido desaprobado en sus reivindi caciones cultural s eli tistas, y cuyos atracti os estticos propios lo I Pop Art de I s aos 50 y post rior s des ubri. Entre basura, salga arte: ese e el 1 roa proclamado por Barthelm en una entre ista (BartheLm 198 1, 202), Y su propios cuentos demuestran brillantemente cmo desperdi io ntrante pue- den ser reciclados para obtener arte a la s lida. Sin embargo, Barthelme sera gravemente mal entendido si se con- siderara que su lema quiere decir que bajo la directiva del po tmo- demi mo la ba ma est dentro y el arte e t fuerID>. La cuestin no e el Pato Donal o Dant , c merciales de la TV o orneille, ta t food o haute cuisine. Esta cuestin e. t fuera de lugar en el contexto de una sttica que, despus de t do, se propone desc n truir las jerarqua.<; evaluativa d a e pecie. Es ms bien un asunto de Pal Donald y Dante, com rciale de la TV y Corneille, fast ti od Y haute cuisine, porque, egn ese modo de ver, lo lWO e ' de echos y desperdicios en la misma medida que lo otro. La yuxtaposicin serenamente de, preocupa- da que el postmodemismo hace de lo pop y lo clsico, de los desperdi- cios de lo medio masi os del presente y de los desechos ulturale del pasa o, tiene com su v rdadero propsito nivelar, baj ando lo alto, todas las distinciones tradicionales entre alt y bajo. A un Andy Warhol le da lo mismo usar para u propios fines la imagen lich de Marilyn M nr e que la e Karl Marx -para l, ambos on icono triviales de la mitologa popular, intercambiables y 10 profundidad histrica. La visin de T. S. Eliot de una existencia simultnea y un orden simultneo d las grandes obras artsticas de toda, las 'pocas y cu tturas (Eliot 1953. 2 ) es reproyectada aqu en uoa distorsin perversa que borra no s610 todas la diferencias histricas, sino tambin junto con ellas, todas las distinci ne de alar. El mu eo imagi nario dd postmodernismo s una m zcla al azar d pasad y presente. clsico pop, arte y comercio, to- dos ello reducidos al mismo status de materiale desechables y esti- mulos d , uperfici e . . N. del T. En francs: <mue o stremecimi ento )1. un postllloderna e La nterrexlL/alidad'! 157 No hay mensaje, sino slo mensajeros, y e e e el mensaje - as es cmo Raymond Federman resUl la situaci n n una paradoj a el gantemente in isiva (Federman 1981 ,25). Ni siquiera el medio ' l mensaj , como era todava el caso con McLuhan; ahora el roen aje es, ms bien, qu todos los medios y todos lo ' portadores de mensajes son intercambiable , puesto que sus men aj e ' no son ms que con m lclos hechos al azar y arbitrariamente desechables sin referencia alguna a la realidad o a alguna verdad bligatoria. Con arreglo a e te modo de er e que Paul. el po ta entre los Siete Enanitos en Snow Whife de Bar- tbelmc. c I1sidera la pali nodia, el gnero potico de la retractaci6n, com su ms alta a pi raci ' n y su forma favorita: Tal vez t mal tener fav ritas entre las formas, pens. Per la r tractacin tiene una atraccin especial para m . Yo d ear a retractarme de todo i pudi ra, de modo que todo el mundo e erito fuera ... Barthelme 1972, 13) Tal palinodia omniabarcante y universal har una vez ms un pase de revista de t d la poe a y I arte, s6l para de cartar su, r i indicacio- !le d> autenticidad y verdad de una vez por todas -quiz on un ape- sadumbrado enc gimiento de hombros, pero tambin con un suspiro de al i io. A 1, por ejempl o, el narrador hace un pa e de revista de las di- ersas unidades del curriculum de Blancani eves en una univ rsidad moderna, que se extiende de de La mujer moderna, us privilegio y responsabi lidades, pasando por Guitarra clsica 1 y Poeta romn- ticos ingl se, 11 >, basta Fundamentos tericos de la ps icologa y ( Realism e id ali IDO en la novela italinna contempornea (25 y s.). La form puramente enumerati va y aditiva del catlogo y la h te- rognea abundancia de us unidades ugiere una imagen de la universi- dad estadounidense como un enorme supermercado de autoservicio: tanto eo sta como en aqu '1 los stantes rebosan de mercanca, , y en ambos caso eso no crea a iedad ni tedio sin la febril euforia de l c n umi smo. El arte e reducido al status de una mercan a entre muchas otras y se somete gu tosamente n '610 a las leyes de la Waren1isthetik* (Haug 1976), que exigen envase, , iempre nuevos y atractivo para Jo que sigue siendo e encialmente la mi rua mercanca. sino tambi ' n a la. Jeye econmicas de una circulacin de mercanca, 'N. del T. En alemn: esttica dc la mercanca. 15 8 lan/red Pfistr siempr' creciente y cada vez m' rpida. Donde lodo Liene el mismo valor. nada es de alor J uno al fm y al cano. Es oherente con esto el que Fedem1an sc niegue a r velar su. fuentes y pre-textos. Tal gesto le atribuira un rango especial, un valor y originalidad utnti cos, los cuales 610 podran ser ilusorios porque n hay fuentes sag adas para el pensamiento y la escritura Fedennan 1975/6, 566) . Vale todo [ <Anything goes]: esta frmula, con la que Lyotan.l ha resumido el ec lect icismo de la intertextua li ad post moderoi ' la (Lyotard 1984, 76). est escrita tambin con grandes letras de una parte a otra de las Veotanas de oro dd teatro de Robert Wilson. u teatro es J teatro de Babel, el teatro de una pltora heterognea de diferentes discursos . De ah que ti obra en p rticular se preste tan fcilmente para ilustrar la naturalela de la intertextualidad en el teatro postmodcr- nista, Los ensueo' puestos en escena por l son collagcs de palabras, imgenes y sonidos tomado. de muchas fuente y combinados con me- ticulo o cuidado. La seleccin de los pre-textos est hecha ca i al azar; el ordenamiento d los mi mas, sin embargo. e de gran preci in for- mal. Despu ' s de todo, WilsOll n ) ita o alud a ellos para entablar un di logo con su significad o ignificativi dad histricos, sino para poner en j uego u sugesti vidad que apela a los sentidos. Apelacin a l s el1 - tido , y no sentido, es lo que le interesa al br olage inLertexlual de Wilson, por ende las cualidades de sus materiales que apelan a los . entidos son acentuadas mediante yuxpo iciones calculadas con preci- sin, m dia ntc repetidos efect s de movimiento lenlo o la hipntica in- 010 il idad de los tableaux Pfister 1985 b). Las presentaciones de Wilson equivalen a una nueva es pe ie de Ge. amrkuns/werlm* y, como tales, emplean lodas las fomlas, gne- r s y estilos del arte - la pantomima, el baltel, la msica, la pera. el filme y arl s visuales; el cuento de hadas, la cienci ficcin y el oe te; la tragedia elevada, la pi za histrica, e l drama de y I tnasque;** el surrealismo, el minimatismo, el t'l/l'ironment. el es- pectculo op rtico y el performance. Al igual que Andy Warhol, l gll . ta d ut ilizar personajes o moti vo Lomados de la historia o del pr sente que ya hayan sido transfomlados en mitos de la imaginac in >,; .del T. "'"o alemn: obr:, de arte tota l, ** N. del T. 1\1/, \'q"e: drama en 'erso, a mClludu con n1l1sica, baile. trajes esp! ' n- drdos y pompa, espec ialmente () n10 se [lfcsenti:lban en los castillos y ;''l'andcs m a nSIOIl C, ,'!1 Inglaterra durante los s iglos XVI y XVII. el/cm pos/moderna es la int,; rt' tria I dad:' 159 P?ptllar -el protagoni ta 1 psicoanli i en Tlle Lije wld Times 01 Slgmlllul Freud ( 1969), el tIrano monstruoso en The Life and Time6 01 Jos ph Stalin ( 1973). la reina virtuosa en A LeNer (O,. Dlteen Victoria (1 974), el genio de la ciencia en Einstein on rhe Beaci;(976), el in- ventor arquet pi c en Edisvn ( 1979) Y Hemy ord y Rudolf Hes en Detllh Des/me/ion & Del/'oi f (1979) . Nada es dcma iad sublime ni demasiado balad para ser recibido en el panten pop de Wil OD, que compite COIl el museo de cera de Madame LIS aud y Disneylanda en ' u crena desatencin a la per pect iva h istrica. Por ej mplo, en la pali e correspondiente a Colonia dd proyecto CiViL WarS. planeado para lo Juegos Olmpico de Lo Angeles en 1984, Federico el Grande iba a la deriva sobre un hielo Ootante en un marco que suge- ra pinturas de Ca par David Frledrich, o cantaba, montado a caballo. el rlk6nig d Goethe y Schuberl. En la parle correspondiente a Roma. Abrabam Lil1coln caminaba on calma por en tre lUla multi - tud de indios h pi que bailaban al son de una msica nada pretencio- sa de Pllilip Glass. y Garibaldi, r spaldado por lUl coro de animales y con la antorcha olmpica en una mano, cantaba I:::I'SOS de Sneca que proclamaban la paz mundial. 1986 fue el t urno d Alcestes: primeramente. el drama de Euripidc. en Cambridge, Massachusetts, I:::n una mise ?ll scime que concctaba en con c ircuito la alta tecnolo- ga del lser con las resonancias del mito y mostraba a la herona, en una ng/ige neoclsica, en el proce. o de mor lr sobre ulla cama ma- trimonial moderna con el acompaamiento de ms ica ountl}'-al1d- western pro edente del radio transistor: despus, la ' pera de Gluck en Stultgart, tll ada en una extraa Arcadia en e tilo Bauhaus baada de colores de Schlemmer y veleada con diseo de Feil1inger por una sofisticada coreografia dI! luz, y que destacaba a personajes que e movan con gesto distinguidos en sus trajes del Trecento, entre ellos Hrcules, mitad tosco patn del campo, mitad hroe barroco (o la pa- rodia de un hroe barroco). La colaboracin entre Wilson y el dramalurgo Heiner Mller -l tambin un gran inlel1exlual ista- desde el proyecto CIVIL WarS, ha inten iticado ms el carcter intertextual de su trabajo teatral y ha am- pliado la gama de los pre-textos puestos n juego. AJ mismo tiempo, tanto la participacin de Mller en el Alcestis de Cambridge como la de WilsOll en las producciol1e de Hamlelmaschine de Mller en Nueva York y Hamburgo (ambas en 1986) han mostrado que Wi on y Mller 160 MCII !fr d Pfi. ter son intertextualista de una [tldole muy diferente. Ha ta cierto puut , su colab ra n t basarul en un malcntendi d ,aunque ese malenten- dido haya resultado extremadamente pro u"tivo. Mientra q ue los collagcs de materiales textual e heterogneos de Mller estn siempre al servi cio de una funcin crtica directa al exponer il usiones engaos y contradicciones ideolgi as, el eclectici roo de Wilson sigue siendo un art pour l'arl enamorado de s mismo, de fascinante belleza e irri- tante rareza. Esta diferencia y tensin entre 1 de Mller y la apelacin a 1 S sentidos de Wilson, entre la agresividad cida de MlJ er y el en an- to sugerente de WiJson en sus respectiva. man ras de tratar con los materiales textuales y tipos de discurso transmitidos por la tradicin, puede ser entendida en una per pectiva ms amplia como una diferen- cia que omp ndia la existente entre la teora d con tructivi ta de la intertextualidad des rrollada en Europa y la prctica de la inlertextuali- dad caracterstica del postmodemi Ino es tadouniden e. Mientras que Bajtn, la Kristeva y el grupo Tel Quel desan oll aron su teora de la iD- leli xtualidad para ele con truil' la ideologa burguesa del sujet y mi - nar todas la certidurubr s y autoridad s tradicionales, el canibali smo al azam (Jameson d 1 movimiento postm derni ta e tadouniden- e ha tendi do a con ' umirse en la vi olencia arbitraria y la uf ria. El carnaval que ste pone en escena ya no amenaza a ru nguJl a autoridad; por el contrario, se carnaval e tolerado o inc\ u o bienvenido por los que e tll n en poder. puesto que ayuda a apartar la. mentes de la gen- te de aquellos hechos que pOllen en peligro la vida y qu , entretanto, son provocados afano amente por el! s. en secreto. Tampoco el dilo- go de texto ' y discursos sirve ya para de plegar de nuevo dif r ncia5 con un propsi to crtico y analtico; ms bien sirve para e timular los ofi ticados pl aceres de lo di par y lo heterogneo. La literatura del agotamiento, que todava cono i las penas de la autent i idad y la r alidad perdida y padeci de la compul .. in de repetir lo dja vu, lo dja tu, lo dj a vclI una y otra vez hace mucho tiempo le ha dado paso en la t ora de Barth a una li teratura del rellenamiento (Bartb 1980 y 19 2), que celebra que todo sea desechable al azar y compite alegrement en u abundancia heterclita con los catlogos de encargo por corre los estantes de l s supermercados, los canales de los me- dios masivos y ias modas febrilmente cambiantes en el empaqueLa- miento, la publi ... idad y d vestuario. El arte postmodemista amenaza Cun poslmoderna es la l nter rex tuolidad? 161 con legenerar en lo que el con umisrn postmoderno y la 1I1dustria del entretenimiento ya han d venido: LUla lUani bra d ingeniera . ocial que nos ayuda a reprimir nuestras angustias en lo tocante a In dismi nu- cin d los re urso n t urale , mediant la estimula i6n de una euforia artificia l de la abundancia. Sin embargo, en la medida en qu el arte po tmodcmi ta e rinda a 10 que l debiera anal izar y criticar, se volve- r redundante y retroceder quedando a la zaga d J proyecto del mo- demism . Lo que es necesario, por lo tanto, t; un postmodernismo que siga sienu resistent a e as presiones de asimilacin. Tendra que hallar un nuevo suelo en aquellos remanente de naturaleza c u an se l' han aneglado para, obrevivir en tomo a nosotros, y dentro de noso- tros. Aqu, en [a ecologa material y psicolgica, podra. quizs. hallar su punto de apoyo arquimdico. Traduccin del ingls Bibliografa El IITI, M rKHAIL ( 1979). Die )lfctik de,. Wones, etl. R. Grb 1, Frnnkfurt. BARTH, JOHN ( 1968), LO.l'I in lhe Funho/lse, Nueva Yurk. ----( 1980), ( The Literature of Replcnislunent : Postmodem Ficl iou, ?'l/e! AI{Uflti c, 245, pp. 65-71. ----( 1982), Th Literntun' 4 EX/Wlislion and Tlle Lirera/ure of ep{enishmell /, Northridgc/CaL OARTHELME, DON LD ([ 972). 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Pero excl uye aquellos sobre autores poco o nada conocidos en el mundo de habl a hi puna. Por ltimo, en lo que re pecta a la seleccin de los trabajos estrictamente lericos, no se limita a los altculos y libros sobre la intertextualidad y sus as- pectos y nexos ms gen rales, no que abarca tambin estudios sobre fen- menos que actual mente se consideran como formas particulares dI:; la intertex- tualidad: centn, parodia, pa ti che. alusin, ci ta, elC. Al lLERS, Mll.Hi\EL, Die Sti mme d".I Mellclaos: frJlcrtexlualJlt lmd Mefakommunika- lioll in Te:rten rier Metaficlicm, Wr7burg, Konigshausen und umann, 1992, ALBER 'EN, L L. , Der Begriff des Paslich , Or bi,I' Lillef'llrum, 1971,26. pp. 1-8. ASHOL ,Wu I-'IJANG, [ mer texlllalirl IInd SlIbversi vi liit, Heidelberg. Winter, 1994. SKE, C IiA R! UlIE E., Gerold Spii(h l/lid die Rapperswiler Texle: UnrersuclmngeJl ZLI Intertextllaliriil lll1 Im/tureller /den/itiil, Berna - Berlln - Bruselas - Fnmkfurt- ueva York Oxforu - Viena. 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