El Compromiso Cristiano Ante Los Pobres
El Compromiso Cristiano Ante Los Pobres
El Compromiso Cristiano Ante Los Pobres
econmica: amigos, compaeros, familiares que van quedando marginados. Slo piensan en su propia familia. En este sector crece fcilmente la indiferencia y el individualismo. El sector amenazado Son los que ven ya en peligro su futuro laboral y su estabilidad social. Viven al da. Con contratos temporales, jubilacin anticipada, trabajos precarios. Con hijos que van creciendo y no encuentran trabajo. Se ven as impotentes para cumplir sus proyectos. En cualquier momento pueden caer en el camino irreversible hacia la pobreza. El sector excluido Son los que han quedado ya fuera. Sin trabajo y sin posibilidades de integrarse en la sociedad del bienestar. Europa no es para ellos. Este sector se va progresivamente empobreciendo a nivel econmico, social, cultural. No pueden mantener el nivel de vida de antes (vacaciones, fines de semana, viajes, restaurantes, relaciones,... ). Su vida familiar se deteriora. Pierden la confianza en s mismos. No esperan gran cosa de la sociedad (partidos, sindicatos). Nunca pensaron encontrarse en este tnel sin salida. Pero hoy no ven futuro a sus vidas.
mujeres abandonadas sin medios pata subsistir con sus hijos; nios sin hogar acogedor y sin experiencia de amor paternal; adolescentes hundidos en el fracaso escolar; jvenes inadaptados, de familias conflictivas e inestables, con riesgo de caer en la delincuencia, droga, alcohol. En torno a las dependencias Las diferentes dependencias van creando otro sector creciente de pobres: alcohlicos, drogadictos, adictos al juego. Un tipo de marginado abocado a una degradacin progresiva: enfermedad, SIDA, deterioro psquico, soledad, prostitucin, incomunicacin, autodestruccin. En torno a la vejez La vejez es, con frecuencia, otro factor de marginacin y sufrimiento. Junto al deterioro fsico y psquico propios de la edad, se produce muchas veces aislamiento, falta de afecto de los seres queridos, incapacidad para defender sus derechos. Son muchos los mayores recluidos en su propio hogar o en residencias, que van viviendo los ltimos aos de su vida hundidos en la depresin, la soledad o la desesperanza. En torno a la inmigracin En nuestro pas los inmigrantes son un nuevo rostro de la pobreza. Miles de personas, muchas de ellas sin trabajo y en situacin ilegal, totalmente desarraigadas de su lengua, cultura y ambiente de origen, se afanan por abrirse paso en un mundo que, muchas veces, se torna agresivo y excluyente hacia ellos. Los pobres de rostro indefinido Junto a los pobres de siempre, vagabundos, sin techo, desarraigados, sin vinculacin familiar, con graves deterioros psquicos, camino de una progresiva autodestruccin, la sociedad moderna genera otro tipo de pobres con rostro indefinido. Personas solas, no queridas por nadie; gentes depresivas a las que todo el mundo .rehuye; esposos y esposas traicionados o abandonados por el cnyuge querido; personas mentalmente dbiles; pobres vergonzantes; gentes solitarias sin entorno familiar.
justicia. Si de verdad reina Dios entre los hombres, en esa misma medida, ya los poderosos no reinarn sobre los dbiles, los ricos no explotarn a los pobres, los varones no abusarn de las mujeres, el Primer Mundo no oprimir a los pueblos pobres de la Tierra. Por otra parte, si reina de verdad Dios y reina su amor y su justicia, ya no reinarn el dinero, el lucro, el propio bienestar, como seores absolutos. Ya lo dijo Jess: No se puede servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero (Lc 16, 13). All donde se est trabajando en la lnea del Reino de Dios y su justicia, all habr siempre buenas noticias para los pobres, aquello ser bueno para los pobres. Y, viceversa, all donde los pobres no noten nada bueno, donde no perciban ninguna buena noticia para ellos, all sigue ausente el Reino de Dios. Si nuestra vida est al servicio del Reino de Dios, esa vida ser algo bueno para los pobres. Pero si nuestra vida no es percibida como algo bueno por los necesitados, los abandonados, los que sufren soledad y marginacin, nos tendremos que preguntar al servicio de qu Dios estamos trabajando.
caminos comulgo con Cristo? Si no miro con amor a los pobres, si no los defiendo, si no estoy cerca de ellos, a qu Jesucristo miro con amor, a qu Jesucristo defiendo, a qu Jesucristo sigo? Si, de alguna forma, n vida no es compromiso a favor de los pobre cmo entiendo y vivo mi compromiso cristiano?
preferentemente a los no-hombres; M. Fraij habla de la predileccin de Jess por lo dbil, por el que no es capaz de valerse por s mismo. El compromiso cristiano va creciendo en nosotros cuando comenzamos a interesarnos ms por los dbiles, cuando en nuestro corazn hay una tendencia a acercamos a los que estn abajo, en ltimo lugar, cuando sentimos predileccin por los dbiles y nos ponemos de su lado de forma concreta y comprometida. Salvar lo perdido Es otro rasgo de Jess. Casi una obsesin. Jess habla en sus parbolas de la oveja perdida, del hijo prdigo, de la moneda extraviada . Es el lema de su vida: El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19, 10). Este es el dato: dentro de la sociedad israelita, Jess se hace presente all donde la vida aparece ms amenazada y deteriorada. El se siente enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mt 15, 24), es decir, los excluidos, los ltimos, los perdidos, los que la sociedad de Israel ha ido dejando fuera. La gente abandonada, traicionada por sus dirigentes: Al ver a la gente, sinti compasin de ella porque estaban cansados y agotados, como ovejas sin pastor (Mt 9, 3 8). Jess entiende que as ha de ser tambin la actuacin de sus discpulos: Dirigos alas ovejas perdidas de Israel (Mt 10, 6). Jess se pone al servicio de toda la sociedad (ricos y pobres, santos y pecadores), pero comienza a partir de los ltimos. Esta es la manera cristiana de situarse en la sociedad. Estar junto a los ltimos, acercarse a los que se estn perdiendo, defender y elevar las vidas que se estn echando a perder. Esta cercana de Jess a los perdidos est hecha de gestos concretos de apoyo, acogida personal, defensa, curacin, escucha, perdn, rehabilitacin, integracin a la convivencia. Con su actuacin, Jess les va revelando un nuevo rostro de Dios. Les hace palpable la ternura y el cario de Dios. Sus gestos encarnan y hacen realidad el amor del Padre hacia esos seres, los ms perdidos y desvalidos. As lo han percibido los leprosos excluidos de la convivencia, los enfermos psquicos, los mendigos de Jerusaln, las viudas desvalidas, los samaritanos discriminados como extranjeros, los desamparados por la ley, los pecadores excluidos del templo, las gentes agobiadas por la vida, los nios, los pequeos. Dice Marcelino Legido que le han reconocido como la mano amorosa del Padre extendida hacia ellos. Con su vida y servicio, Jess es el signo de que Dios no los abandona. Por ah va el compromiso cristiano. Hacerse presente all donde la vida aparece ms deteriorada y malograda, y, desde ese servicio al hombre humillado, desvalido, pobre y enfermo, anunciar a todos que Dios es amigo de la vida, de la dicha, de la salvacin de todo ser humano.
necesario defender a la persona, como valor primero que no debe ser sacrificado a nada ni a nadie. Nada puede justificar que se sacrifique a los ms desafortunados de la sociedad, mientras el resto vivimos cada vez mejor. Hay una sentencia del Eclesistico que hemos de recordar en esta sociedad, cada uno desde su propia responsabilidad: Privar de alimento al pobre es como asesinarlo (Eclo 34, 22). Hay ya entre nosotros sectores que no tienen lo suficiente para subsistir, pues han sido marginados por medidas econmicas que los han dejado sin trabajo, por medidas legales que impiden la integracin de extranjeros, etc. La reaccin fcil de la sociedad es la discriminacin, el olvido de los parados, el resentimiento hacia los extranjeros, la xenofobia, la defensa de la seguridad ciudadana contra los delincuentes, etc. Pero, quin piensa en esas personas despojadas de futuro, metidas en un tnel sin salida? El compromiso cristiano significa siempre defensa de las personas: ayudar a los parados, luchar contra la discriminacin, reaccionar contra el rechazo a los extranjeros, defender a los maltratados por la sociedad, estar junto a los presos, sostener a la familia que se hunde. En una palabra, buscar siempre el bien de la persona, defender sus derechos y su dignidad.
1. Concienciacin
El punto de partida de todo compromiso es la concienciacin. El cristiano, trabajado por su fe, comienza a mirar el sufrimiento de los marginados con ojos diferentes, no se siente indiferente ante las diversas injusticias que se producen ante sus ojos, se sensibiliza cada vez ms ante las necesidades de los ltimos. Poco a poco va creciendo en l el inconformismo ante una sociedad en la que est ausente el Reino de Dios y su justicia. Sabe que un mundo donde no hay justicia, ni siquiera como ideal o bsqueda, no es un mundo humano. Poco a poco se va despertando en l un deseo de vivir de una manera diferente, trabajando por el desarrollo de una vida ms humana para todos. Se va suscitando en l la vocacin cristiana a introducir el Reino de Dios y su justicia en la sociedad actual.
trabajar en equipo, le va enraizando en valores como la crtica constructiva, la gratuidad, la solidaridad, el trabajo creativo.
Por otra parte, este carcter estable del compromiso es importante, pues implica con ms fuerza a la persona, le ayuda a conocer con ms profundidad los problemas y sus races, permite una mayor experiencia y capacitacin.
6. Servicio gratuito
Otro rasgo del compromiso voluntario es su carcter no retribuido. El voluntario escucha en su corazn la invitacin de Jess: Gratis lo recibisteis, dadlo gratis (Mt 10, 8). Esta gratuidad no es slo un rasgo admirable de su amor generoso y desinteresado. Es un gesto que invita a una cultura alternativa. Ese trabajo realizado de manera gratuita rompe la dinmica consumista y competitiva. En una sociedad donde todo tiene un precio, esa gratuidad es un gesto de protesta que cuestiona el valor absoluto que se le concede a lo econmico. El dinero no lo es todo. Se puede servir a los dems de una manera nueva y diferente. Por otra parte, cmo se puede retribuir la escucha, la cercana, la amistad ofrecida al pobre? Cmo se puede pagar el amor?
7. Vida solidaria
Todo el compromiso del voluntario est motivado, orientado y realizado por el sentido de solidaridad. Juan Pablo II describe en su Encclica Sollicitudo Rei Socialis cuatro momentos en el proceso de hacerse solidario: sentir los males de tantas personas cercanas o lejanas; tomar conciencia de la interdependencia que existe entre los hombres y entre los pueblos; llegar a la firme conviccin de que lo que frena un desarrollo ms humano es el afn de ganancia y la sed de poder; por ltimo, tomar la determinacin firme y perseverante de empearse por el bien comn; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos (n 38). La persona comprometida en un trabajo voluntario va creciendo en vida solidaria: siente las necesidades de los otros como propias; se siente responsable del bien de los dems; es capaz de dar la cara por otros; sabe defender algo no para s, sino para beneficio de los dems; en vez de competir, se dedica a compartir; en vez de obsesionarse por ganar, sabe dar y ayudar. Poco a poco, su vida se hace cada vez ms fraterna y solidaria.
8. Formacin adecuada
Para vivir de manera responsable el compromiso de servicio a los marginados no basta la buena voluntad. Es necesaria una preparacin adecuada. Una formacin inicial para capacitarse, y una formacin permanente para seguir actualizando y desarrollando esa capacitacin primera.
Es conveniente que esta formacin se lleve a cabo no slo de forma terica sino en contacto con la problemtica concreta en que trabaja el voluntario. Y no de manera individual y aislada, sino en grupo. En el documento La Iglesia y los pobres publicado por la Comisin Episcopal de Pastoral Social, en febrero de 1994, se dice as: El voluntario es portador de una cultura de la gratuidad y de la solidaridad, en medio de nuestra sociedad competitiva, interesada y pragmtica, hedonista, insolidaria e individualista. Los voluntarios sociales, por no tener otra motivacin en su trabajo ms que el respeto y el amor a sus semejantes, suponen un grito Proftico en favor de la fraternidad y de la solidaridad, testificando da a da que la ltima -palabra no debe tenerla el intercambio ni la contraprestacin, sino el reconocimiento del otro y sus necesidades. Nuestra sociedad y nuestra Iglesia estn necesitando de un verdadero ejrcito de voluntarios, no para la guerra, el odio y la violencia. sino para la paz, la justicia y el amor: de un ejrcito de voluntarios sociales que se ocupen y preocupen de acoger, atender; escuchar; orientar, ayudar; sostener y levantar a todos aquellos ciudadanos y hermanos a los que la sociedad empobrece y maltrata (n 85).