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El CI reso por la 1
mt ad de, 1; Cultura es '
una asociacin libre, que efiende la libertad como imNca atmsfera p0s1'ble para que se desenvuelva la ultura. Se fund6 en 1950, en una eumm6n histrica, en que )articiparon altos repre entantes intelectuales del Mundo Libre. En 1951 se a d la primera declara- :in en Berln, ar--azado ntonces por el t c itaris- no sovidtic El Congreso pc bertad de la Cultura care- e de nexos gubernativos, , rechaza sistemticamen- e toda cooperacin I JW oficial, venga de donde hiere. Tampoco acepta nguna colusin, con re- /irnenes dictatoriales o to- ditaxios, bajo los cuales rnposOSIb;e el desarrollo re una cultura libre. Se sustenta de sus ,. bias cotizaciones y de d iativos privados, prov tes en su casi totalidi re Fundaciones particu- ares. Sostiene Seminarios Mesas Redondas, revis- as y conversatorios. En castt su rgano pea Cuadernos" CESAR VALLEJO R T I C U L O S L V I D A D O S Prlogo de Luis Alberto Snchez Asociacin Peruana por la Libertad de la Cultura BERIE: LiTERATURA E HiSTORIA N9 4 N O T I C I A Csar Vallejo sali del Per a mediados de 1923: no regres ms. Haba publicado ya en prensas peruanas, "LOS Heraldos negros", "Trilce", "Escalas melografiadas" y "Fabla salvaje". Esta ltima, breve ensayo de novela g4 regional, sdi semanas antes de la partida de su autor. Sin embargo de la ausencia fsica, jams fue interrum- pido el dilogo del poeta con su gente. Ello se efectu a travs de colaboraciones periodsticas que Vallejo redact para diarios y revistas de su tierra, y de que obtena algu- na retribucin con que se ayudaba a completar su magro presupuesto niensual. Dos son las fuentes principales de este aspecto de la produccin vallejiana: "Mundial" y "Variedades", ambos hebdomadarios, dirigidos el primero por Andrs A. Aram- bun Salinas, y el segundo por Clemente Palma. Adems, Vallejo colabor en "El Norte" de Trujillo, dirigido por Antenor Orrego y Alcides Spelucn; en "El Comercio" de Lima, dirigido entonces por Josd Antonio Mir Que- sada, y en "Amauta", dirigida por Jos Carlos Maritegui. Los honorarios por cada colaboracin eran modestos, aunque, comparativamente con los actuales, algo aprecia- bles. "Mundial", de la que formaba parte el autor de esta "Noticia", le abonaba veinte soles semanales, o sea ochen- ta y fraccin al mes. Eso equivala en aquella fecha a unos cuarenta dlares de los de buena ley, es decir, con un valor adquisitivo casi triple del actual. Eran w m o cua- trocientos francos mensuales, de los francos robustos de la poca del ministerio Poincar. Vallejo deba escribir sobre temas "amenos": era la exigencia editorial. Lo hizo cumplidsimamente. Asombra la agilidad con que se encara a los sucesos bulevarderos. En la misma poca en que todava privaba la crmca un tanto barroca al modo de Ventura Garca Caldern, o de una frivolidad mosqueteril, al modo de Enrique Gmez Carrillo, las de Vailejo se mantienen en un difcil equi- librio entre la noticia escueta y el comentario punzante. A menudo, sobretodo, a partir de fines de 1925, su estilo se vuelve ms personal, y se atreve a monologar en voz alta, preguntndose y respondindose. Tienen esas pginas el acento pattico de algunos de los poemas en prosa que forman parte de su libro pstumo "Poemas humanos", al que pusieron Ral Porras, prlogo, y el autor de estas lneas, colofn. Es curioso observar el estilo de Vallejo en estas p- ginas. Desde luego, abundan los galicismos y, ms que eso, los trminos franceses trasladados sin beneficio de comi- llas a taracear ei texto castellano. Se advierte que Vallejo atraviesa un instante de duda entre el francs adviniente y el castellano celmo y raigal. La solucin, no es recomen- dable, pero, sin duda, llena de agilidad y gracia. Si los puristas van a arrugar ms aun el ceo, los no-puristas extendern ms la sonrisa, regocijadamente. Buena m- secha. Las pginas que siguen han sido copiadas bajo la di- reccin del doctor Jorge Puccinelfi, quien nos ha cedido el privilegio de usarlas, lo qe hacemos en servicio de una causa tan alta como es la divulgacin y conocimierrto ple- no de Vallejo, y sin ningn nimo de lucro. La Institu- cin patrocinante -la Asociacin Peruana por la Liber- tad de la Cultura- no retiene para s un solo centavo y, en cambio, pese a cualquier privilegio que pudiera otorgar la ley, observa rigurosamente las disposiciones habituales que, en defensa del autor, norman esta clase de empresas. Sucesivamente iremos reimprimiendo - d e reimpre- sin se trata- otros artculos y pginas ditas de Vallejo, con el propsito de prestar a sus innumerables admirado- res un servicio, a la vez deleite e informacin, que ellos, de seguro, apreciarn como es debido. L. A. S. I NDI CE La ~x~os i c i n de Artes Decorativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Guitry. Flammarion. Mangin. Pierre Louys . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Crnica de Pars La nueva generacin de Francia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los crmenes exticos de la Medicina El verano en Deauville .......................... Lo que de m ha hecho Decrefft . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Danza del Leopardo El Saln de Otoo de Pars . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Del Barrio Negro a los Campos Elseos . . . . . . . . . . . Entre Francia y Espaa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Un gran libro de Clemenceau . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Influencia del Vesubio en Mussolini .............. ........................ Las pirmides de Egipto Una gran lucha entre Francia y Estados Unidos . . . La tumba bajo el Arco del Triunfo . . . . . . . . . . . . . . Manuscritos inditos de Descartes . . . . . . . . . . . . . . . . El secreto de Toledo ............................ La diplomacia directa de Briand ................. Los peligros del tennis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pars renuncia a ser centro del mundo ............ La visita de los reyes de Espaa a Pars . . . . . . . . . . La revancha de los monos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La canonizacin de Poincar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Montaigne sobre Shakespeare .................... La gran piedad de los escritores de Francia . . . . . . . El Saln del Automvil de Pars . . . . . . . . . . . . . . . . El crepsculo de las guilas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El nuevo Renacimiento .......................... La fiesta de las novias reales en Pars . . . . . . . . . . . . Un gran descubrimiento cientfico . . . . . . . . . . . . . . . . Ginebra y las pequeas naciones . . . . . . . . . . . . . . . . . La muerte de Claude Monet . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La justa distribucin de las horas . . . . . . . . . . . . . . . . Los premios literarios de Francia . . . . . . . . . . . . . . . . Pg . 9 14 19 26 33 39 45 49 54 57 61 65 70 74 78 82 87 92 . 96 102 106 111 116 121 126 130 135 139 143 1h7 151 155 160 164 168 Ultimos descubrimientos cientficos ............... 172 Una gran reunin latino-americana ............... 175 La resurreccin de la carne ..................... 179 .............. Los dolos de la vida contempornea 183 ........................ Religiones de vanguardia 186 La revolucin en la Opera de Pars ............... 189 ........................ La inoculacin del genio 192 ............................. Oriente y Occidente 195 ........................ Explicaciri de la guerra 198 LA EXPOSICION DE ARTES DECORATIVAS DE PARIS Banquete a la Prensa Latino-Americana.- Los grandes acontecimientos: la guerra de 1914, la revolucin rusa y la Exposicin Internacional de Pan's.- 200,ooo visitantes diarios.- Campanas dadastas.- Violines de los Crpatos y cornamusas de Escocia. Las diez ~uer t as simblicas.- Teatro me- dioeval con triple escenario.- Afuera los cubistas. . .! El affaire Deiaunay.- Mqui- nas para llorar.- La Walkiria y las prin- cesas plidas.- Corbatas para mujeres y corsets para hombres.- Los encajes de Mistinguette y de la Rubinstein.- Cinco bacarats para el "Gourmet". (Especial para Mundial) Pars, junio, de 1925. M. Femand Davis, Comisario General de la Expo- sicin Internacional de Pars, ha querido agradecer a la Prensa Latinoamericana su propaganda en favor de la Exposicin, obsequiando con un almuerzo a los periodistas transatlncos, en el pabelln Armenonville del .Bosque de Boloa. El seor Davis ha querido, al propio tiempo, recordamos por medio de esta corts demostracin ofi- cial, el deber de la prensa en orden a la propaganda de la Exposicin, ms all de los mares. Naturalmente. Esta Exposicin Internacional de 1925 reviste una importancia indiscutible. Es un acontecimien- to cultural que va a la zaga de la revolucin rusa y de la guerra europea: por su contenido temtico cosmopo- lita, por su alcance panormico del arte, la ciencia y la industria modernas, por constituir, en fin, la ms autn- tica y ancha tabla de las inquietudes contemporneas. La Exposicin pone de manifiesto la vida y el espritu de nuestra poca en toda su carnacin elptica y cardaca. Cuando. despus de haber experimentado talcs emo- ciones, abandonimos esa ciudad improvisada y fantsti- ca, donde entre iluminaciones y murmullos inalmbricos, flamean las banderas de todos los pases (por qu faltan ah Alemania y Amrica?), sentimos que nos come la boca por gritar, ante los absortos cielos, las ingentes grandezas de que son capaces los hombres de buena voluntad sobre la tierra. As como los caones de 1914 pregonaron la suma de ruina que es capaz de fraguar el hombre, cuando le encienden las furias del corazn, as ahora una rosa de medioda "cuyo corazn atesora lgrimas de amor" como deca Samain; un ahumado cristal escandinavo, digno del fuerte acquavit de Stocolmo; una hebra de seda de Indo- china, una campana dadasta de las fundiciones del Africa del Norte, y an la corrosiva cabeza de bronce de Lenin que se encorva en el Pabelln de Soviet, pregonan, justa- mente, ante el temble Cuartel de los Invlidos, la suma de amor y perfeccin que es capaz de edificar el hombre cuando le encienden las Gracias el corazn. La ceremonia oficial de la inauguracin tuvo lugar el 28 de abril, aunque la mayor parte de los pabellones no estuviesen a la sazn terminados. A la inauguracin asisti el Presidente de la Repblica, rodeado de los miem- bros del Gobierno y del Cuerpo Diplomtico. Despus de cantar M. Frantz un solo emocionante de la "Marsellesa", sostenido por los coros de la Opera, y luego de ejecutar la orquesta de la Sociedad de los Conciertos del Conserva- torio la obertura de "Patria" de Bizet, M. Fernand David dijo en el peristilo del Grand-Palais, donde se instal el cortejo oficial, las siguientes palabras llenas de verdad. "El fuego sagrado, - di j o- acabara por apagarse, si ias chispas del arte y del genio no vinieran a alimentarlo ms. Contra semejante peligro, los hombres de fe y de buena voluntad han querido llevar a cabo esta Exposicin. Todo cuanto ellas muestre a la admiracin de los visitan- tes, aparecer sellado por una inspiracin nueva y por un esfuerzo sincero y apasionado hacia la belleza. ' En este esfuerzo estn ntimamente empeados el ar- tista que concibe la forma y el realizador que le da la vida: asociacin necesaria en la actual organizacin social y que ha de verificarse en nuestra Exposicin, para que ella deje tras de s resultados fecundos al Bien, en el do- minio moral, y ambas cosas proceden de la misma nobleza de inspiracin. No se trata solamente de servir una causa artstica o econmica; se trata de servir la evolucin hu- mana, toda entera, esto es, de mantener despierta en el corazn de todos, la preocupacin del ideal. . . ". Estas palabras concisas y sobrias expresan muy bien la vasta significacin del acontecimiento que comentamos, en el cual no se excluye ninguna actividad cultural. El arte, la ciencia, la industria, con todos sus progresos, estn ah, visibles a los millones de visitantes que, en su mayor parte, son extranjeros venidos especialmente a ver este es- pectculo, de todos los puntos de la tierra. La estadstica oficial anuncia doscientos mil visitantes diarios. Durante todo el da, hasta la madrugada, se observa, an bajo la terca lluvia de una primavera que no quiere calentar, oca- nos de cabezas humanas en los parterres, cascadas de cabezas humanas en las anchas graderas, y remolinos de cabezas, ya en tomo de la estatua de la risa de Francia, ya al rededor de una fuente eslava, que lleva inscripcio- nes sacadas de "Las almas muertas" de Gogol, ya en tomo de un vago violn de las Crpatos, en que toca algn pe- regrino, tormentosas tocatas comunistas. . . Las gentes suelen tambin detenerse, con no se qu entusiasmo in- quietante, a contemplar el mausoleo, un poco constructivis- ta y otro poco bizantino, de los hroes de la guerra cuyas cenizas no se sabe dnde reposan, si no es bajo el Arco del Triunfo.. . O se paran a respirar no menos plvora esttica, ante la escultura al fuego que representa "La Danza triunfal de Palas Atenea". La Exposicin presenta el aspecto de una cruz inmen- sa. La Alameda central, que se abre entre el Grand-Palais y el Petit-Palais, atraviesa la encrucijada de las Naciones, se prolonga por el puente de Alejandro, sobre el que se ha edificado una doble galera de lujosas vitrinas de la moda pansiense, y va a desembocar en la Esplanada de los In- vlidos, donde estn reunidos los Pabellones del Arte Fran- cs y las Grandes Galeras de la Exposicin. El otro brazo de la cruz, que se extiende desde la Plaza de la Concordia hasta el Puente de Alma, presenta dos filas de Palacios y Pabellones: la una sobre la orilla derecha del Sena, ofre- ce la rica diversidad de los edificios extranjeros, y la otra, que ocupa la margen izquierda del ro, es el dominio de las provincias francesas. Diez prticos brillantes tiene esta ciudad de magia, que los arquitectos Andr Ventre y Henri Favier han re- vestido de una novedosa superficie metlica, que les da el aspecto de una preciosa y colosal obra de ferretera. Hace pocos das empez a funcionar el caprichoso teatro edificado dentro de la Exposicin para-un ciclo de representaciones de autores y actores de todos los pases. El teatro es de un estilo caprichoso, hemos dicho, porque tiene pretensiones muy modernas, pues, que recuerda la disposicin escnica de flamante invencin simultanesta de1 teatro de Beauduint, y, por otro lado, se emparenta con el escenario medioeval. Otra exposicin que acaba de abrirse en el local de la Opera para revelar la mise en scne antigua, nos viene a probar que hace ya siglos haba teatros de tres escenarios, con un juego de corti- nas dispuestas de tal manera que permitan utilizarlas parcial o simultneamente. A propsito de antigedad. En general se advierte en la Exposicin una esttica verdaderamente moderna. Ningn asomo de la mitologa greco-latina. Apenas tal o cual sirena en los estanques nrdicos del Pabelln de Dinamarca. Despus, todo es muy moderno, es decir, "muy moderno y muy antiguo, audaz, cosmopolita". Lo que no quita que el otro da M. Paul Lon, Director de Bellas Artes, haya rechazado indignado unos dibujos cubistas de la Embajada Francesa, cuyo autor era Robert Delau- nay. "Toda esta Exposicin se debe a nosotros"- -aleg Delaunay, hablando en nombre de los cubistas. Pero los dibujos fueron sacados, y la prensa ha hecho un gran es- cndalo solidarizndose naturalmente con los buenos luz- beles de la paleta. El propio Marinetti, que acaba de llegar de Roma para dirigir una exposicin futurista en el Pabelln Ita- liano, dice que si no vuelve la tela de Delaunay a la Em- bajada Francesa, l, Marinetti se vuelve a Roma.. . La Exposicin de Pars! Una Babilonia adorable, per- fumada de todos los refinamientos. Maravillas de hierro y movimiento, que hacen sonreir derechamente a los nor- teamericanos; concursos de horticultura, mquinas cine- mtica~, descompuestas al infinito, y cuyos. matices arran- i can de los ojos del espectador lgrimas, no tanto de emo- cin, cuanto de imposicin visual; temerarios dibujos ingle- ses, sobre motivos de "La Walkiria" de Wagner, que hacm palidecer de ilusin a las imptberes princesitas del bou- levard Saint-Germain, endiabladas manufacturas de Lyon y de Beauvais, en que el encaje de seda pensativa, piensa en Mistinguette o en el prximo viaje que Ida Rubinstein har en aeroplano, para oir la lectura que, en la tranquila granja de Gardenia, va a dedicarle D'Annunzio, de tina ltima tragedia de vrgenes o santos, que el poeta-soldado est escribiendo especialmente para ella- La Exposicin de Pars! El Pabelln de Pomona, en que florecen corbatas ntimas para mujeres y corsets spor- . tivos para hombres : galeras todopoderosas de diamantes, cuyo dueo es el seor Citroen, cuyo tallador es el seor Tennolier y cuyo comprador no ha nacido todava; pabe- llones de las lindas caas msticas del Japn; mesas del "gourmet" y bandejas hebreas con los cinco clices de vino. . . Se baila, se navega en el Sena, se suea en esta fiesta. Epicureismo? y el Affaire Delaunay?. . . Y los aires que- jumbroso~ que los msicos escoceses del Cameron High- landers, arrancan de sus hoscas cornamusas?. . . (Mundial, N'? 266, 17 de Julio de 1925). * Con esta interesantsima crnica sobre el gran 'aconteci- miento mundial que constituye la maravillosa Exposicin de Artes Decorativas, inaugurada en Pars, inicia su valiosa colaboracin, el poeta peruano Csar Vallejo. No necesitamos hacer elogio de este positivo valor de la literatura nacional, que, como aqu, ha sabido triunfar en la babilnica Ciuad Luz. Nuestros lectores apreciarn este esfuerzo de "Mundial" que envuelve el constante anhelo de mejorar siempre nuestra Revista. GUITRY, FLAMMARION, MANGIN, PIERRE LOUYS. . . Lucien Guitry en "On ne jare pas pour s'amuser".- El testamento de Flammarion y el corazn del astrnomo.- Mosc man- d envenenar a Mangin?- El Microbio de Rusia en todas partes.- La dbacle del liberalismo.- Pierre Louys y el desnudo femenino.- "El creprisculo de las ninfas" y el boycot del traje de bao.- De Afrodita a la garpnne; del templo de Astart al Folies-Brgeres. La Moda en la muerte, al par que en las mujeres y en los artistas, se hace cada da ms caprichosa. Y dnde, si no en Pars. Monpolis incomparable, ha de lucir la Muerte sus maneras bizarras de maniqu irresistible? En Pars puede la Muerte aventurar cualquier ademn, su ms estrafalario escorzo de gran seductora de corazones, y la airosa salida del ms fino gusto femenino estar siempre de su parte. En qu lugar del mundo ha matado la muerte cuerpos de mayor colorido histrico y por medio de sangras ms pintorescas, distinguidas o canallas? Re- cordis la muerte de los primeros galos en las remotas guerras de Anbal? Recordis, sobre todo, la muerte de aquella extraa hembra -mitad santa, mitad pastora- que sola aparecerse en las sombras cmaras del Duque de Agnac, a espantar de la muerte principesca los torvos pensares desvastadores de los Estados Llanos del manso Loire?. . . Sin ir tan lejos, supongo que no habris olvi- dado el cadalso de Mara Antonieta y del pobre rey bo- nachn y dieciseis. Y la muerte romntica de los mill- nes de hombres en 1914?. . . Pero si todo esto no fuese suficiente para dejar afir- mada la caprichosa, mujeril y artstica manera con que la Muerte sabe mostrarse en Pars, habr que pensar en Lu- cien Guitry, en Camille Flammarion, en el General Man- gin, en Pierre Louys y en el reloj-pulsera, que acaban de morir en Pars, todos ellos en el breve trozo de tiem- po de veinte das. Yo le negara el saludo a la Muerte, si fuese mi amiga; mejor dicho, si fuese mi amiga, me hara yo su amante por lo rara que es la Muerte, por lo mujer, por lo artista, por lo inclinada a las modas tru- culentas. Seducir y llevarse a cosas tan bellas y diversas, de una sola cada de ojos, de un solo rumor de joyas, de un solo plegamiento de manto. . . Mas, deveras Pars est golpeado en el corazn por la muerte de Guitry, la mscara suprema del teatro fran- cs y acaso mundial. Puede decirse que de todos estos muertos ilustres de veinte das, a Guitry le llora Pars ms que a ninguno.. . Ya os veo sonreir con vuestra lla- neza impresionable y piadosa. S. Por eso. Porque Gui- y fue hoinbre decorativo en grado sumo, es decir, porque fue un ser de moda por excelencia. Los seres de teatro son seres de moda por excelencia, quieran o no quieran. Y la Muerte lo hizo suyo por eso, y porque seducir a quie- nes andan cerca de sus instintos peculiares, como el de la moda por ejemplo, es moda preferida de la Muerte. Lucien Guitry, un encarnizado ser de traje! Vesta de todos los gustos y de todas las pocas: vesta de alumno del Conservatorio de Pars, y la lnea del peinado estilo Tercera Repblica, nunca lleg a borrrsele sino al venir de la madrugada, cuando volva a su primer piso y arrojaba cl sombrero como quien da vuelta el volante de una m- quina para dormir su sueo de gran trgico dormido; cal- 1 z ms tarde, en el viejo "Gymnase", el guante provincial de Armand Duval, para recoger el primer laurel de su ' carrera teatral; visti de Misntropo, de Tartufo, en fin, I interpretando como le vino en gana a Molire, en la Come- : dia Francesa, en el Oden, en el Renaissance, en Londres, en ' San Petersburgo, en Nueva York.. . Guitry fue una estupen- 1 da mscara de estupendo traje. Su perfil posea la malea- bilidad de las lminas calientes. Hasta que un da em- pez6 a representar "On ne joue pas pour s'amuser" de Sacha, y entonces empez a morirse. "On ne joue pas pour s'amuser", tal fue la frase maliciosa de la Muerte a los odos de Guitry, una noche del pasado invierno, en tanto la sala del "Edouard VII" batia su pleno. Ay! "on ne joue pas pour s'amuser! On ne joue pas pour s'amuser", Lucien Guitry! . . . A los cuatro das de Guitry, muere Camille Flam- marion, el francs, cuyo nombre al decir de muchos, ha sido con los de Foch, Joffre y Clemenceau, de los ms universales en los ltimos tiempos. Sin duda ser as. Porque sus estudios de las ciencias ocultas, su labor de vulgarizacin de la astronoma, son conocidos en todas partes. Cuatro espritus de magia e inquietud han tenido sus citas extraterrestres con ese nombre sonoro y sinfni- co, al rededor de la mesa litrgica, en la hora de los astros y de los misterios.. . Flammarion resultaba una existen- cia nebulosa; acaso viva, acaso muerta, pero siempre ne- bulosa y presente en todas partes. A tal extremo sus ideas sobre la espiritualidad del hombre y de las cosas, poseen contagio potico y soplo de infinito. Flammarion disfrutaba de la simpata de todos los sis- temas filosficos de todos los hombres. "Yo me siento en estrecha afinidad con espritus como el suyo", le deca Vctor Hugo, mientras, ms tarde, el propio Albert Eins- tein, refirindose a "La pluralidad de los mundos", deca a un profesor de la Sorbona: "Flammarion ha compren- dido y ha realizado como nadie el sentido social de la Ciencia". Porque el hurao y simptico viejo del "Haute- Marne" supo jugar muy bien su rol de sabio clsico, a lo caldeo, realizando lo que quiere Oswaldo Spengler, es decir, popularizando la ciencia, evangelizando la palabra silenciosa y eterna de la conciencia csmica. El mismo Einstein est dado a esta labor de socializar el conoci- miento de laboratorio y difundir la cifra mstica del teles- copio, que acrece la belleza y hace dichoso a los hombres. Flammarion, en este sentido, fue un obrero del amor. Hasta en la hora de su muerte, dijo con todo ese amor de sabio de su vida: "Quiero que mi corazn sea extrado , de mi cuerpo y entregado al pueblo de mi nacimiento" Y he aqu que el da de sus funerales, un mdico famoso de Pan's susurraba al odo del seor Painlev, jefe del Gobierno y matemtico insigne: -Dicen que del corazn de los antiguos astrnomos del Oriente, cuando moran, sola nacer una flor brillante y extraa de dos ptalos, la cual era conservada en un fino vaso de oro negro, junto al lecho de plumas de buho de los strapas; esa flor protega la armona y la paz en el imperio. A lo que el seor Painlev responda sutilmente: -En el corazn de este sabio francs debe estar con- tenida toda la sangre que derramaron los pueblos justos, en la guerra mayor de los tiempos". * * * Cuando hace pocos meses me ocupaba yo en tradu- cir el ltimo libro de Mangin, "Au tour du Continent Latin", un amigo me deca: "Traducir a Mangin es el colmo!" Ayer vi a este amigo y, al comentar la actitud de la Academia Francesa, que acababa de conceder a Man- gin, a ttulo pstumo, el Gran Premio de Literatura de este ao, en oposicin a Camille Mauclair, le he dicho: -Mangin no hacia literatura; Stendhal le habra ama- do. Mangin escriba por necesidad y no por esclavitud, que son dos cosas distintas. Mangin escriba por necesi- dad poltica. Prueba de ello es que se murmura que ha muerto envenenado por el Soviet, pues, era el soldado ms grande de la Europa demcrata. En efecto. El seor Maurras as lo ha dicho. De lo que resulta que el Soviet paga ahora todos los picantes. El complot de Sofa fue organizado por Mosc; se des- cubri un proyecto de atentado contra Chamberlain en Londres, preparado por Mosc; en la guerra de Marrue- cos estn las manos de Mosc; los nacionalistas de Mont- martre cayeron al asalto de los agentes de Mosc; Mosc subleva a los kurdos contra Turqua.. . Menos mal para el Kremlin, que los comunistas se conducen con armas pa- recidas, por su parte. Cuando el General Mangin visit Amrica, le salieron al encuentro todos los muchachos im- budos en la pasin de Lenin y le llamaron "sospechoso", "el de Verdun", etc. El liberalismo ha desaparecido. La Guerra contina, ms acerba y rencorosa. El gas asfixian- te mana de la garganta de sangre de los apstoles de nuevo cuo; la trinchera abrupta se encorva en el rijoso y calo- friante terreno cuatemario del fascismo, expreso o dis- frazado. Lo nico que queda de todas las teoras, es la siembra 1 de pasin humana en uno u otro frente. Mangin ser tan grande en su bando, como otros tantos hroes del Soviet. La historia no se sectariza ni se interesa por las ideologas. ' La historia pertenece a los grandes apasionados, llmense Platn o Epicuro, Kempis o Zaratustra, no importa la / clase de sus ideas o morales. Justamente, cuando la primavera empezaba a calen- tar y cuando las mujeres empezaban a mostrarse ms li- geras de ropas, ha muerto Pierre Louys, el pagano, el que con la publicacin de su "Afrodita" puso de moda el desnudo exasperado. Pobre Pierre Louys! Quin le hu- biera dicho que, precisamente, en sus das de fuego, de deseo y de azul, se apagara su vida, tras de una lenta agona, en que estaban ya apagados sus ojos para siem- pre. Pobre Pierre Louys, el de los muelles dorados de la dulce y moribunda Alejandra. A la noticia de su muer- te, las mujeres habrn pensado en las tristes "Chansons de Bilitis", y los hombres en el doloroso "Crepsculo de las ninfas". Trs parisien, Pierre Louys! Tanto, que, a la noticia de su muerte y al empezar las maanas de sol y de esperanza, las ediciones de sus obras han volado de las lujosas libreras, como por ensalmo. Porque Pierre Louys est en el ambiente de Pars, en los caros y profundos ins- tintos de esta raza de faunos de bronce y de Dianas inm- viles de mrmol. Antes que griego, francs; antes que pa- gano, artista. Ese libro "Afrodita", que no necesit de la Academia de Francois Coppe para ganar la gloria, puesto que de golpe vol a toda su escabrosa castidad, que parece es- crito despus de la guerra, despus del sport americano y despus de la poesa de Henri de Montherlant. De aqu que su influencia y actualidad se ha constatado en nuestros das, ms que en ninguna otra poca. Chrysis est en la garconne; el templo de Astart est en el Folies-Brgers. Y no ser acaso "Afrodita" la causa de esta desatentada e incontenible simplificacin de las modas de la mujer, que ha llegado hasta dar por tierra con el batik a lo cowboy o a lo apache, con la sombrilla japonesa, con el traje de bao, y an con el inocente reloj-pulsera?. . . Todava ms, no ser acaso "Afrodita" la causa de que las mujeres prefieran ahora pintarse el rostro, con ama- ' ranto y pera, entre todos los colores?. . . Al menos, as lo estn insinuando los modistos y los periodistas. De todos modos, ese libro ensea a desnddarse cuer- po y alma. (Mundial, NQ 267, 24 de Julio de 1925). CRONICA DE PARIS Hay Liberalismo y liberalismo.- La nueva filosofa.- Un sol por quince horas de tra- bajo en Shan-Ghai.- Golpe comum*sta a la Legacin de la China en Pars.- Plausi- bles apstrofes de Len Daudet.- Shehe- razada en el Grand-Palais.- Las sandalias estn de moda.- Los ojos le decan a la Muerte: Basta!- Misteriosas amenazas a la Polica del Sena.- Mil francos por una butaca de teatro y dos mil artistas en una escalera.- La Torre de Eiffel es alquilada a Citr&n.- Consuelo metafsico de Pas- cal.- El jabn "Cadum" entre las quime- ras de N6tre-Dame.- Para investigar la paternidad.- Introduccin del mtodo so- crtico a la crnica.- El viaje del explora- dor Amundsen al Polo Norte. Liberalismo, dije en mi crnica anterior. Desde cun- do existe semejante filosofa? Desde la Enciclopedia? Des- de Lutero? Desde Pico de la Mirandola? Desde cundo? No ser, por cierto, desde las filosofas orientales, por sabias que ellas fuesen e inspiradas en la unidad sinttica, pues, antes bien, las filosofas orientales, de Confucio a Zoroastro, derramaban sabidura, por todo lo contrario, es decir, por su intolerancia, por su dogmatismo desptico, por su sagrada pasin sectarizante, por su maravillosa xenofobia hacia los otros hombres y hacia los otros sen- timientos. Leyendo los "Soliloquios" de San Agustn, puede co- gerse el hilo del liberalismo religioso que parece arrancar desde el terrible puetazo que' Jess quera para la otra mejilla. 'Pero, en verdad, el hilo viene desde ms lejos, desde Budha. Slo que tanto en el Seor de la manse- dumbre como en el Maestro de la caridad, el liberalismo vocea requerir palmas fuertes, fuertes espritus, que recla- man y reciben el alegato o el lanzazo contrario, con la virtud sonora de la bveda: devolvindolo. Liberales son, pues, los poderosos de corazn; liberales, en el sentido puro y cons- tructivo del vocablo, son los que andan muy cerca de la serenidad. Pero ese liberalismo religioso, al hacerse poltico y caminar de la Bastilla a Versalles, y saltar de tribuna a tribuna en los Estados Generales, volvise plebeyo, magro, retrico y lo que fue modo firme, de firme sustancia mo- ral, se hace cobarde expediente de vacuna debilidad. En todas las democracias, desde 1789 hasta hoy, los partidos polticos llamados liberales, son dentaduras de enfermos que sonren. Ultimamente, este seudo liberalismo, esta melosa y mujeril tolerancia, sin contenido alguno de afir- macin vital, que tenan en sus manos los gobiernos de casi todos los pases europeos hacia 1914, fue la que aus- pici y precipit la guerra. Tienen razn los nuevos escritores del mundo, que en estos momentos marchan contra el liberalismo pol- tico, tronco de todos los torcidos horizontes. Semejante reaccin respaldada est de un principio protoplasmtico de continuacin histrica. Abajo los liberales! Ms pa- sin selectiva; ms intolerancia, mayor fuerza centrfuga. No basta decir: mi idea es buena. Menester intolerable. El liberalismo verdadero, alto, religioso, vital, no significa una moral defensiva o de fro eclecticismo, sino un tem- peramento ofensivo, pungente, que logra convertir, en la fragua interior, lo contrario y adverso, en elemento de gran amplificacin de s mismo. La juventud intelectual de la China, que por miles estudia en la Sorbonne, se ha unido a los obreros chinos y ha dado un golpe de fuerza a la Legacin de su pas en Francia, para arrancarle documentos que pueden utilizar los huelguistas de Shan-Ghai. El gobierno tembloroso y vacilante del seor Painlev, se sobresalta. Mosc! Mos- di! Se hacen pesquisas; se arresta a los culpables y se exigen declaraciones al jefe de ellos. Yen Tchoung Sien, director de peridicos de propaganda comunista tales co- mo "Ciel Rouge" y "Rayon Rouge". Los republicanos del centro y de todas la salas, se agitan y dirigen mira- das consultivas al seor Len Daudet: -Qu le parece, seor Daudet! - parecen interrogar izquierdas y derechas francesas, esperando que el recal- citrante realista les d una mecha encendida, con estos apstrofes hermosos, tan hermosos que es como no decir nada, o como decir halagos refinados. -Fuego a los chinos de Francia! Bandidos! Traido- res! Cobardes! Ladrones! etc., etc. Porque el seor Daudet es muy enojadizo. Aunque, por otro lado, en Shan-Ghai existen fbricas inglesas y francesas de hilados, donde trabajan da y no- che, bajo las banderas de Francia y de Inglaterra, hom- bres, mujeres y nios chinos, con salarios de dos chelines, ocho peniques y dos peniques por jornadas de quince ho- ras. S, seores. Y sin ley de accidente de trabajo, ni seguro, ni nada. Mientras los pobres estudiantes chinos se reunan en algn secreto departamento de la rue de L'Ecole de Me- decine, en el Barrio Latino, para fraguar su golpe reivin- dicacionista, he aqu que en casa de los duques de Rouen, de los condes Greffulhe, de los marqueses de Malayessie, de los prncipes de Murat, de los barones de la Motte, del heredero de Suecia, del Mahrajah de Khapurthala, de los seores de Rothschild, discutan las lindas mujeres ele- gantes sobre las sorpresas y las nuevas revelaciones que los modistos de Pars lanzaran en la fiesta de la Nuit du Grand Palais. Junto al bronce "L'homme au nea cass" de Rodin, deca una Princesa, un poco entrada en aos, en tanto acariciaba a un irritado perro de Brie, que no la dejaba hablar: -Gell prepara un calzado en oro brasilero, de piel de cocodrilo y gamo, en un trenzado absolutamente esque- mtico, a dos o tres correhuelas, a manera de la sandalia griega. -Yo esperar ver los dibujos de Les Sieyeux para los comienzos del verano -aduca una hija de banquer*; me los han ofrecido para el 16. . . Si la fiesta es justamente el 16.. . No importa. Los esclavos de la moda no somos los que vestimos, sino los costureros. . . Y los maniques.. . Y los enamorados! Luego vino la gran fiesta. Y mientras los obreros chinos, aguaitando a la polica, se reunan por ltima vez, en un hotel de los alrededores de Luxemburgo, para sellar sus acuerdos de rebelin, he aqu que entraban al Grand Palais las mujeres bonitas, los hombres del gran mundo, los artistas felices, los escritores afortunados, los ricos ex- tranjeros, los ttulos nobiliarios . . . Y, una vez en la sala refulgente y dorada, unos evo- caban a Scheherazada, otros a Doniazada y quines al # Sultn melanclico de la noche postrera. Y entonces em- pezaron a desfilar los heraldos magnficos anunciando las maravillas que iban a aparecer. Y desfil el cortejo de la moda, derecha, al sesgo, espasmdica, a los sones de "Sche- hrrazada" de Korsakoff; el cortejo de los adornos y pie- dias preciosas, con un gran diamante al centro, anguloso, cejudo, digno de un dedo mutilado. Desfil el cortejo de gestos y ademanes de artistas famosos, en trajes de tipo del teatro de Molire; el cortejo del Baile de los Bailes, el deslumbrante "Arcoiris", formado de encajes y dibujos de las ms importantes casas de costura de Pars; y luego, el cortejo de tipos del teatro de D'Annunzio, a los sones de las "Sirenas" de Debussy. . . Mistinguette, Ida Rubins- tein, etc. Los ojos, posesos de la luz y de lnea, le dijeron a la Muerte: Basta! Mas a mitad de tan soberbio espectculo, alguien vino y susurr apresuradamente algunas palabras al odo del seor Morn. Prefecto de Pars.. . Ya. desde haca das. hubo annimos, panfletos, amenazas misteriosas en tomo a la fiesta del Grand-Palais. Se dieron rdenes oficiales. Revelaron seales de inquietud. Brigadas de agentes y secciones de bomberos fueron movilizados al instante. El calofro misterioso penetr hasta la gran escalera, escenario de la esplndida fiesta. En ese momento tena lugar .la "Entrada de los Clowns", a los sones pintorescos del "Car- naval" de Berlioz. La risa qued entonces amarrada en- tre dos muecas geniales de los Fratellini, que se tomaron trmulos de efectiva zozobra. Al da siguiente se ha murmurado tantas cosas treme- bundas: "Los bolcheviques iban a arrojar una bomba, co- mo en Sofa, protestando contra tan insultante orga de dinero y de lujo". "Iba a producirse un incendio de todo el palacio como la vez pasada, en el Bazar de la Caridad. . . " "La gran escalera iba a desplomarse bajo el peso de los innumerables artistas. . . etc. Total: 600 mil francos de entradas. Una miseria! Por mucho que cada butaca costaba mil francos y que tomasen parte en el desfile dos mil artistas de Pan's. -Fiesta de reclame comercial para las casas de mo- das, - rezongan los fotofbicos. Pero, en materia de rclame, no hay para los norte- americanos. Por ms que el seor CitroZn quiera com- petirles, no lo conseguir. El gran rival de Ford acaba de celebrar un contrato con el Municipio de Pars, para iluminar la Torre de Eiffel con su nombre, es decir, con el de CitroEn. Los periodistas, los poetas (que no sean Montherlant, o Geo Charles), los filsofos espiritualistas, que todava los hay en Francia, han puesto el grito en el cielo: "No faltaba ms. El nombre de CitroEn en el mstil de la torre ms alta del mundo! Ah donde debiera estar el nombre de Dios!". "Petulancia, ha clamado el seor Mau- rice de Waleffe, entre espumarajos. Va a ser una nueva Babel. Dios lanzar su castigo; se confundirn los linde- ros de las naciones, ms de lo que estn, ya que las len- guas se hallan ya harto confundidas. Ni ese brbaro de Ford se ha atrevido a poner su nombre en las iluminacio- nes de la catarata del Nigara.. ." -Pero; si es solamente por el tiempo que dure la ex- posicin de Artes Decorativas, -arguye el seor Citroen;- y para dar mejor vista a la ciudad por la noche. . . -No, seor! Ni por una sola noche. El tiempo no cuenta en ciertos casos. La profanacin no quiere sino una sola vez, como en los adulterios y en el huevo de Co- ln.. . Asi, pues, ese contrato es nulo. Mas, a pesar de las protestas, todo hace creer que el nombre de Citroen resplandecer en el asta de la mag- nfica torre, para consuelo metafsico de Pascal, plido aficionado a las alturas, y para venta de automviles en serie. Y lo peor de todo es que el ejemplo cundir entre los competidores. No habr ninguna razn para negarle a "Cadum" que coloque su famoso anuncio de jabn entre las quimeras de Notre-Dame. Las pldoras Pink clavarn su bandera en la terraza del Arco del Triunfo. Cook ilu- minar el Obelisco de la Concordia, etc. * * * Cada loco con su tema. Los industriales con los r- clames y ios fisilogos con los dedos. Acaba de descubrirse un infalible procedimiento para investigar la paternidad. Los legisladores y los jueces de- ben estar de plcemes el derecho civil garantizado y las mujeres ya no tendrn que alegar tanto para resolver ese problema que, en verdad, no lo es, pero que a menudo suele complicarse de manera harto inextricable y escabroso. El procedimiento es sencillo: una simple comparacin de seales digitales entre el hijo y el padre posible. Queris una muestra de la crnica moderna y pari- siense, rpida, insinuante, cinemtica? All os envo una sacada de Pars-Midi. "DE MEDIODIA A MEDIODIA" "Quin ganar el Gran Premio, "Belfonds" o "Chubas- co"? El seor Len Daudet ser elegido Senador en el Mai- ne-etloire, o su contrincante, el seor Villeneau? Las mu- chachas que irn a Magic-City, encontrarn novio en la feria, o volvern solteronas? Los tenedores de bonos es- tn contentos por sus economas del emprstito estipulado en oro, o no estn satisfechos? El Mariscal Joffre reco- brar su cdula celeste o ella est perdida para siempre? "La Comisin Parlamentaria, de retorno de Marrue- cos, har un viaje o tropezar con occidentes? El cad- ver descubierto en la floresta de Senart, ser identificado o quedar annimo? El seor Painlev, despus de una semana tan recargada, pronunciar realmente hoy dos dis- cursos de Versalles y en Sena, o dir dos veces el mismo discurso? "Las salvas de artillera que lanzarn las nias y las seoras de Beauvais en honor de Juana Machete, crepi- tarn o harn un fuego largo? El franco va a subir o ba- jar? "Hay que llevar el bastn o el paragua? "Cuntas incgnitas en un solo da! Verdad que esto significa la introduccin del mtodo socrtico en la crnica periodstica? Aunque la factura de 13 muestra, habla ms bien de un tono de orculo po- pular. Por otro lado, nuestra poca es eminentemente inte- rrogativa. Todo es problemtico; todo es una incgnita. Vivimos entre problemas angustiosos, innumerables, acaso insolubles muchos de ellos. Tal es la resonancia de la guerra. . El gran explorador Noruego Roald Amundsen, vino a damos hace pocos das otro motivo de interrogacin. Una buena maana tom un avin en Peary, y siguiendo una de las direcciones de la aguja magntica, fue a perderse entre las nieblas polares del norte. Pasaron los das y los das y el silencio se hizo absoluto tras de las bravas h- Eces. Entonces surgieron mil preguntas: "Habr muerto de fro?. . . Habr sufrido una cada y las focas melanc- licas llorarn junto a sus restos de hroe? Le habrn de- vorado los monstruosos animales que, como las vrgenes , feas tienen dos corazones y de los cuales nos habla Conan Doyle?. . . Se lo habr tragado otro Malstron de Poe?. . . Habr llegado al mismo rabo de la tierra y all habr sido coronado emperador de meridianos y paralelos?. . . Ir a salir, a lo mejor, por abajo, es decir, por el Polo Antrtico? Habr descubierto otra Amrica, como Coln?. . . Fueron de todas partes en su socorro. Y en una tarde gris volvi el explorador, por va marina. No le haba sucedido nada. Mejor dicho, la haba sucedido la tragedia de no sucederle nada. Mundial N'? 270, 14 de Agosto de 1925. LA NUEVA GENERACION DE FRANCIA Candente batalla contra el pasado.- La vctima de los superrealistas: Madame Rachi1de.- Ladrones que roban cntando la Internacional.- Luigi Pirandello en el Teatro Eduardo VZI.- La crisis de la ha- bitacin da lugar a la desaparicin del le- cho conyugal.- La soltera del Presidente Doumergue y la eleccin de la Reina de Francia.- Epitalamio indito de Barbey d'durevill y. Sabido es que entre los poetas simbolistas, Saint-Pol- Roux fue, a su hora, el ms rojo y atrevido de todos. Mal- larm era el jefe, por su rol teorizante de la escuela, pero Saint-Pol-Roux, por su acendrada prctica de la esttica simbolista, llevada por l a sus extremas consecuencias, y por su existencia retirada, de lirn soador, incontaminada de toda realidad circunstancial, era el tipo representati- vo y palpitante de los poetas simbolistas. Su desconexin con la vida social y comn de las gentes, le arrastr hasta las soledades de Camaret, lejos de Pars y del Mundo, y ah plant su zaharea pila de mil casas, su rascacielo lrico, en m a zurda Nueva York de montes y silencio. En la soledad de Camaret ha estado Saint-Pol-Roux, in- sepulto y horizontal de olvido, durante aos y aos. Mu- ri el simbolismo, muri el seo-simbolismo, vino la gue- rra, naci el cubismo, muri Apollinaire y l segua como muerto; vino la Paz de Versalles y naci el dadasmo, y l segua en el olvido; Barrs muri y naci el suprarrea- lismo, y l segua en Camaret. Un da, "Les Nouvelles Littraires" trajeron su terce- ra pgina cocida a grandes hilvanes con esta rbrica que iba de hombro a hombro de la pgina: "Homenaje a Saint- Pol-Roux". Y, entre truenos y relmpagos, encendi su tercer da, el olvidado, entrando a Pars, no ya a lomo de asno bblico, sino en un tren del Norte. Los truenos re- ventaban por el lado de los suprarrealistas y los relm- pagos zeteaban en las seas enigmticas que se hacan los dems mortales. "Saint-Pol-Roux" -dijeron los SU- prarrealistas en su homenaje al aeda simbolista-, fue nuestro Precursor y el nico de entre los viejos, al que po- demos llamar Maestro. Todos los dems han sido unos imbciles !" Pues, sucede que estos suprarrealistas, como buenos sobrinos de Dad, le han heredado la aficin al escnda- lo. Quieren imponerse a puetazos. En el simptico tea- tro de vanguardia "Vieux-Colombier", acaban de armar la de San Quintin, quebrando sillas, echando sangre, in- jufiando, descomiendo todas las cortinas y los rabos, a fin de llamar la atencin y sublevar a la Prudencia bpeda y al bpedo Equilibrio. Por mal de sus culpas, los hombres de Letras ponde- rados, los correctos chalecos de la lira, acadmicos, escri- tores maduros, muchos que han llegado y otros que ya van a llegar, todos ellos antiguos compaeros del Pre- cursor Saint-Pol-Roux, decidieron banquetearle en el fa- moso caf de "La Closiere des Lilas". Entonces los mu- chachos malcriados tambin fueron ali. Al primer plato, empezaron a hacer, como en el colegio, un ruido de tor- menta con los pies; al segundo, hicieron un moscn ms amenazador; al tercero; llovieron los gritos y los insultos, y al cuarto, vino la polica. "Burgueses! Idiotas! Cobardes! Ladrones!". . . Los suprarrealistas acusaban a las viejas ge- neraciones y el ataque se hizo hasta personal y por las vas del hecho. -Yo vengo navegando desde Camaret, -exclam Saint-Pol-Roux, tratando de hacer la paz-, y a mi bordo soy el nico capitn! Seores, contina la sesin. . . Yo tengo amigos en uno y otro bando! Fue peor. La vctima propiciatoria fue Madame Ra- childe. La pobre seora de Vallete se defendi como pudo. Cuentan -yo estaba en los bajos y el banquete era en los altos- que a "Monsieur Venus" o "Nueva Elena", como llaman ciertos peri6dicos a Madame Rachilde, le arranca- * ron los cabellos, la arrojaron de la mesa, la amenazaron de muerte y le dijeron que tena setenta aos.. . Pero eso no fue todo. Los rebeldes hicieron una cosa terrible, pavorosa, y yo no s cmo no fueron linchados por accin popular. Figrense Uds. lo que hicieron: se metieron con la patria. "Abajo Francia! Viva Alemania! Viva Abd-el-Karim! El Riff para los riffeos!". . . Bueno! Hacer estas cosas en Pars! A quin se le ocurre! En Pars, en Francia, cuyo espritu religioso, si an lo tiene, ha dejado de fundarse en Dios, para fun- darse en la Patria. El ltimo baluarte del nacionalismo, seores comunistas de todos los climas, ser Francia. En todas partes se puede temer el contagio comunista; pero creer que Francia va a adoptar algn da el sistema co- munista. . . Primero desaparece el suelo francs! Los peridicos, las instituciones, las esferas oficiales, los crculos artsticos y literarios, Pars en masa ha sido estremecido por la actitud inslita de esos malcriados. A Madame Rachilde podan hacerle todo; pero a la Pa- tria!. . . -Pero si el escritor en el que ms se encarna la patria francesa, -me argumentaba un librero de la Ave- nida del Obseryatorio-, es justamente Madame Rachilde. Al ofenderla, pues, a ella, ofendan a la misma Francia. Yo no supe qu responderle. -Y por qu la saa contra Madame Rachilde? -continu mi interlocutor- Ser porque el "Mercure de France" sintetiza y representa actualmente la tradicin de la literatura francesa?. . . Tampoco supe qu contestar- le por miedo a que se me escapase alguna palabra incon- veniente. Tratndose de la patria, en Francia, toda dis- crecin es siempre oportuna. De la "Closerie" salieron varios presos y contusos. Al da siguiente, "Le Fgaro" publica un manifiesto con este ttulo: "Los intelectuales al lado de la patria", que lleva la firma de numerosos sabios y escritores. La Sociedad de Gentes de Letras que preside M. Georges Le- comte, de la Academia Francesa, ha votado la siguiente orden del da: "El Comit de la Sociedad de Gentes de Letras, indignado por los acontecimientos ocumdos en un banquete literario, condena la conducta escandalosa de algunos asistentes, que han insultado a una mujer de le- tras, Madame Rachilde, y que han gritado: Abajo Fran- cia!". De otro lado, la Asociacin de los Escritores Comba- tientes publica la protesta que sigue: "Vivamente impre- sionado por la innoble agresin que desde el principio de un banquete literario y al grito de "Abajo Francia", ha ejercitado un puado de cobardes contra una mujer de letras, el Comit de los Escritores Combatientes decla- r su desprecio pblico a los autores de esa manifesta- cin premeditada que, por la repercusin que ella ha tenido, constituye una injuria al pensamiento francs y un ultraje a todos aquellos que han combatido o han muerto por l". Vaya una semana de inauditas sorpresas. Dirase que ys nada se teme ni se respeta nada. No sabemos si esto es desvergerza y descaro, o sinceridad salvaje. De todas maneras ello es que vienen das sin ambajes ni modera- cin alguna. A las cosas se las llama por sus nombres y lo que en un momento se piensa se dice, aruique venga el cadalso. Ntese, adems, que la poltica lo invade todo. Los literatos obran en la poltica internacional y en forma traumtica. Los ladrones y necesitados obran tambin por imperativos de poltica social, y tambin en forma traumtica, como van ustedes a verlo. En un tribunal de Amiens se acaba de juzgar a una banda de ladrones que en 1924 y 1925 han cometido vein- te robos calificados, acompaados de agresin a mano armada. Los debates judiciales han dado lugar a vivos incidentes, de gran sintomatismo moral. El jefe de la banda, llamado Thimpont Lon, insult a los jueces en plena audiencia y declar varias veces no lamentar abso- lutamente los crmenes cometidos. Al terminar la audien- cia, Len enton un himno de revolucin social. Los otros acusados hicieron cosa parecida. Cantando la Internacio- nal entraron en la audiencia y expusieron que todo lo ha- ban hecho en nombre de un sentimiento de Justicia social, puesto que eran pobres y no tenan trabajo. Naturalmen- te, el tribunal ha condenado a Lon a 7 aos de trabajos forzados y a los otros a diversas prisiones. Esos no hicieron lo que hizo el otro, que una tarde, en una de las calles que rodean "Sacre-Coeur", en Mont- martre, aprovechando la ausencia de los dueos de un de- partamento, forz la puerta, penetr en l e hizo de las suyas. Cuando volvi el dueo, encontr al intruso, sen- tado a la mesa del comedor, haciendo los honores a un sabroso rosbif con berros. -No se alarme usted, - d i j o tranquilamente el co- mensal al dueo de la casa-. No he venido a robarle. He tenido hambre y slo he entrado a comer algo. No se alarme usted. En cuanto acabe de comer, me marcho. El dueo de la casa, convencido de la verdad de las palabras que acababa de oir, y apiadado en su corazn, !e sirvi vino, le dej que terminase su rosbif y, al mar- charse el extrao visitante, le estrech la mano dicindole en un giro muy campechano y parisiense. -Hasta luego, mi viejo. Bulladas cosas en poltica y en moral. Bulladas cosa ha sido tambin, en la vida teatral de Pars, la llegada de Luigi Pirandello y de su compaia de Teatro de arte de Roma, en la que figuran tan egregios comediantes como Ruggero Ruggeri, Lamberto Picasso y Marta Abba. . . Por varias razones, esta temporada de Pirandello ser el acontecimiento ms notable de la escena francesa en 1925. Primeramente, porque la crtica considera a Piran- dello, como el. ms. grande dramaturgo del mundo en este instante, y, luego, porque su compaa trae una mise en scene original, nueva, arreglada bajo la direccin del pro- pio Pirandello y que, segn tenamos noticias, constitua un magnfico complemento de sus magnficas obras. Pars ansiaba ver, sobre todo, "Seis personajes en busca de autor", montado en escena segn el pensamien- to integral del autor. Se nos haba dicho que el aparato escnico de esta comedia en particular, era una maravilla y del todo diferente a lo que se ha hecho sobre la misma obra en Pars y en las otras capitales europeas. En efecto. Eso est muy bien. En otra ocasin he escrito ya muy extraos comentarios en tomo al teatro pirandeliano, a base de las representaciones del ao pa- sado, por la troupe de Jacques Hbertot, en que figuraban los incomparables Pitoeff. Hoy solamente podra hacer notar un hecho, que ya antes he advertido, y que hoy, ante las representaciones dirigidas por el mismo Pirandello, se me aparece ms claro y elocuente. "Seis personajes en busca de autor", la comedia ms valiosa de Pirandello plantea la crisis del teatro contemporneo. Es menester advertir que en dicha comedia la situacin dramtica sus- tancial consiste por entero en la oposicin insoluble que hay entre la verdad esttica de la vida y la verdad esttica del tablado. Eso es todo. Lo dems es secundario. Luiggi Pirandello, as parece darlo a entender con el interesante artculo que con el titulo "Seis personajes en busca de autor", publica hoy en la "Revue de Pars". Las otras obras de Pirandello, tales como "Enrique IV" y "Cada uno en su rol", pertenecen a una tcnica teatral corriente, tradicional. No alcanzar Pirandello a damos ms tarde una obra diversa 'de todas las que ha hecho hasta ahora y que, resolviendo las nuevas exigen- cias y obscuros enunciados estticos que se perfilan e; los ''Seis personajes", venga a revelamos un arte nuevo en literatura? Por lo pronto, me parece que las gentes y los crticos oficiales sacan su entusiasmo de los resortes ba- ratos del aparato escnico, es decir, de lo que tiene de truco el movimiento de actores y personajes de la famosa comedia. Y los trucos, como los muebles, pasan de moda, los unos al ser descubiertos y los otros tambin descubierto lo que tienen de excesivamente superfluo o de pleonasmo. Tal se quejaba el otro da la delicada Blanche Vogt en una de las espirituales notas de "L'Intrant" de que los honestos ciudadanos de hoy estn desterrando poco a poco la cama, de la batera mobi-aria. Blanche Vogt encuen- tra que tal destierro proviene de la crisis de la habitacin. Como es difcil disfrutar de dormitorio, se hace de una sola pieza, una especie de "saln-escritorio-sala de fumar- comedor", donde uno tambin se acuesta. El lecho es reemplazado as por un sommier completado por un col- chn y cubierto de un brocado ms o menos fastuoso. Esta combinacin mobiliaria toma el nombre de divn y todo el mundo se sienta en l. Y Mlle. Vogt expresa sus nostalgias: "Antes, dice, un lecho nos vea nacer y nos vea morir. Me es ahora difcil imaginar una nueva mam haciendo su convalecencia del dolor de dar a luz, nada menos que sobre un divn. Quizs porque la gente se di- vorcia tanto y porque no se tiene hijos, es que ya no se toma en serio la cama conyugal". . . Yo no digo nada. Tntas cosas he visto en sueos!. . . Pero si falta el lecho conyugal, no quiere decir esto que el amor y las mujeres no lleven a los hombres cada da ms fuera de s. Pars es ante todo la ciudad de las mujeres bonitas y del amor multnime: frvolo y verstil como el amor de los dioses y profundo duradero como el amor de los hombres. Las formas del amor y de hacer el amor? En Pars son mltiples. Se ama a las mujeres a las heronas de la pantalla, a los maniques, a las esta- tuas, a las princesas, a las midinettes. Ni el sexo influye en el amor en Pars. La belleza y slo la belleza. Corydnica como en Andr Gide, garconnida como en Margueritte, midgina y literaria como en el Bosque de Boulogne, bajo la luna de julio. La belleza y slo la belleza, como en la antigua Hlade. Las muchachas ms bonitas de las provincias de Fran- cia, acaban de estar en Pars en calidad de reinas. Reina de Bretaa, Reina de Normanda, Reina de Aquitania, Rei- na de Anjou, Reina de la Isla de Francia. Su presencia ha dado lugar a grandes fiestas. De entre ellas se eligi a Mlle. Adeline Basso, Reina de las Reinas, es decir, Reina de Francia, y su coronacin solemne ha tenido lugar, bajo la presencia de M. Pierre de Nolac, de la Academia Fran- cesa, en pleno jardn de las Tulleras, tal como si no fuese de engaos y como si viviramos en el siglo de Mara de Mdicis. No falta quien haya hecho una fuga de lgica deli- ciosa. Una Reina de Francia? El seor Gastn Doumer- gue, Presidente de la RepGblica, es soltero!. . . No ser posible un matrimonio en que la democracia y la monar- qua se fundan para siempre, en una boda nica y defi- nitiva en la historia?. . . Y digno de tan fausto y escabroso matrimonio po- dra ser un epitalamio, mitad salomnico y. mitad victor- huguesco, un arduo epitalamio a lo Barbey d'Aurevilly. Se podra hallarlo posiblemente entre los excelsos manus- critos del gran Condestable de las Letras, cuyo museo acaba de ser inaugurado en Saint-Sauver-le Vicomte. Mundial, No 273, 4 de Setiembre de 1925. I l LOS CRIMENES EXOTICOS DE LA MEDICINA Nuevo concepto cientfico del milagro.- Importantes opiniones del doctor Biot.- Egosmo e individualismo.- Una carta de Napolen Bonaparte a los 14 aos.- En- cuesta sobre el amor y sobre el mafrimo- nio.- La ltima moda femenina: las cade- ras anchaa- Influencia de la estampilla de correo sobre la mentalidad.- Los pre- mios de Arte de Roma. No se apaga todava en Pars la impresin causada hace algunos meses por el crimen de una actriz polaca en la persona de su amante, asesinato perpetrado para re- dimirle del intil y espantoso dolor de un cncer sin re- medio. El delito reson en toda la redondez de la tierra ; y an se asegura que fue imitado en ms de una aldea , refinada o primitiva, de este o el otro lado del mundo. I Se recordar que entonces los mdicos, tocados en el corazn por una duda trascendental que pona en temble N aprieto a la ciencia, cayeron en cuenta de que sus diagns- ; ticos no son todo lo concluyentes e infalibles que se supone. Aquel cncer era, en verdad, incurable? "S y n", respondieron unnimes los mdicos. Mejor dicho, ninguno estaba seguro de si poda o no curar al enfermo. , Los jueces, por su parte, no saban si la actriz no haba hecho ms que adelantar en algunos das una muerte se- gura e inevitable, o si la desgraciada enamorada haba dado muerte a un hombre cuya vida no estaba en peligro. Mdicos y jueces, y con ellos la sociedad entera, se su- mieron en una perplejidad calofriante. Uno de los mdicos consultados, sabio de reconocida. competencia, pudo decir, en tono bblico y reconfortante: "En verdad os digo que cualquiera que fuese la gravedad de un paciente, siempre su curacin est dentro de lo posible; en todo caso, no se debe cerrar nunca la puerta a la realizacin de un milagro, es decir, de un acontecimiento que, por lo inesperado e imprevisto, parece salirse de las leyes de la ciencia y an de lo natural, pero que, ciertamente, est ajustado a ellas y es slo la manera cmo se produce lo que se ignora y nos sorprende". Con todo, la duda prendi en los espritus, una duda ancha y espesa, que ni Pirron ni los ms es- peluznantes pesimistas de la historia conocieron. El doctor Biot, en la gran revista de ciencias "Pgi- nas medicinales y parisienses", ha vuelto en estos iltimos das sobre la materia. "El carcter milagroso de una cu- racin, -dice-, no puede ser objeto de una demostracin cientfica, en el sentido moderno de la palabra. No se puede dar de ello una prueba fsica, por decirlo as, ma- terial. La certeza que de ello se tiene no es del mismo orden que la certeza de la existencia de los microbios. As, pues, creer en el milagro, no es de ningn modo sa- lirse del espritu cientfico. No solamente el mdico que cree en ello no cesa por eso de conservar el espritu crtico aguzado; al contrario, saber que existe un lmite en el dominio del mtodo experimental, es, justamente, dar prueba de verdadero espritu cientfico. Por lo dems, creer no significa, de ningn modo, que la razn falla. En fin, lejos de ser el triunfo del desorden y de los ininte- lingibles, el milagro es, al contrario, la confirmacin des- lumbrante del orden, pero de un orden que rebasa las con- tingencias habituales. Se quiere ms sublime sntesis de al ciencia y de la f, de lo natural y de lo sobrenatural? Slo que 'esta misma nocin suprema del orden trascen- dental de la vida apoyado en todos los contrarios aparen- tes y limitativos, la haba dado, ya hace algunos aos, el gran escritor latinoamericano Antenor Orrego, diciendo: "El Milagro no es lo irrealizable, sino lo que debe rea- lizarse". Sucede, pues, que las verdades sumas aman salir de la boca de un poeta, antes que de boca de un matraz. No por otro motivo, ha comdo tan bella suerte de siem- bra esta santa frase nueva, en que late la nueva huma- nidad, que el novelista ingls Joseph Conrad incluye en su libro "Remember": "Dadme la palabra justa y el acento justo, y mover el mundo!". Al apogeo desen- frenado y ciego de la palanca de Arqumedes, al entusias- mo groseramente positivo que ha parido el aeroplano bom- bardeante y el asfixiante gas de las batallas, menester es que suceda el apogeo del Verbo, que revela, que une y nos arrastra ms all del inters perecedero y del egosmo.' Del egosmo, que no hay que confundir con las ce- sreas exaltaciones de s mismo. Egosta es Epicuro, pero no es ni el propio Nern ni los grandes yoistas de la his- toria. El cerdo es egosta, pero no lo es la frvola ardilla ni el sapo venenoso. Una cosa es el egosta y otra el indi- vidualista. Lo digo, porque acabo de leer un ensayo en que se califica a Napolen de egosta, en razn de haber lu- chado slo en favor de s mismo, desvirtuando el sentido generoso y democrtico de la Revolucin Francesa. La- mentable confusin de valores! Lase esta carta que ayer publicaba la "Reme des Zndpendants". Bonaparte tena a la sazn 14 aos y era alumno de la Escuela Militar de Brienne. El 6 de abril de 1783 escriba: "Padre mo: Si t o mis protectores no me dan los medios de sostenerme de manera ms honorable, llvame a tu lado. Estoy can- sado de mostrar mi indignacin y de sufrirla ante insolen- tes escolares. . . No, padre mo, no. Si la fortuna se niega absolutamente a mejorar mi suerte, scame de Brienne: dame, si es necesario, un oficio mecnico. Prefiero ser el primero en una fbrica, antes que artista desdeado en una academia". Llamar egosta a tamaa inquietud y exaltacin individual! En cosas espirituales, despus de todo, hay para equi- vocarse todo el da. Hasta ahora los psiclogos, moralis- tas y poetas no pueden, verbigracia, poner en claro si el amor nace instantneamente o si requiere tiempo. Los ro- mnticos, amigos de los mitos siempre, crean en el "coup de foudre", en el chispazo divino. Posteriormente, los voluntaristas de nuevo cuo, malos discpulos de Schopen- hauer, dijeron que no, que el amor nace por acto de nues- tra voluntad y que no hay tal venida de ese Espritu Santo. Hasta el noble Stendhal encontraba ridculo el - amor imprevisto, fulminante e irresistible. Actualmente todava se preguntan en Pars: Este fenmeno de amor, que se instala de golpe, como por asalto, en todo su des- potismo y contra nuestra voluntad, en el momento de una impresin inicial, es la ley del amor o es una excepcin? El truculento Francois Mauriac, autor de "Le dsert de l'amour" opina una cosa ,enorme, singularsima: "El verdadero amor es un sentimiento raro". Otro escritor. 7 Abel Hermant escribe: "Yo creo que el amor es siempre instantneo; luego, no hace ms que desenvolverse y evo- lucionar, pero siempre nace de la primera impresin". Madame Marcelle Tinayre, artista y bonita, opina mientras baja los ojos como para dormir: "Estoy segura de que el amor es siempre un chispazo". En fin, la hermosa come- dianta de Biarritz, Madame Simone, calzndose una dia- dema para una escena de reina de celos, dice: "Los gran- des amores son siempre raros". Falta la docta opinin del seor Painlev, matemtico del Presidente Doumergue; del sostenedor empedernido del sionismo, Pierre Benoit. . . Sern muy sugestivas. Ya las conoceremos. Sern como las otras, opiniones muy espirituales y, antes que nada, muy francesas. Porque los franceses po- nen en todo el espritu de su raza; en las "enquetes" tam- bin. Ponen el espritu de su raza y tambin el orgullo de su raza.. . Cuando hace pocos das la revista "Ma- riage" pregunt "Qu piensa Ud. de la unin matrimo- , nial de franceses con extranjeros", las respuestas desfa- vorables para los extranjeros llovieron. Unos decan: "No hay dicha posible all donde, bajo un mismo techo, cada uno sirve a dos patrias". Otros fueron ms abiertamente patriotas: "Estos matrimonios con extranjeros alejados de- - nuestra mentalidad y de nuestra raza, deben ser evitados". A lo largo de las diferentes opiniones expresadas, se ad- vierte, de manera velada o clara, el instinto de orgullo y de defensa de la raza y de la nacionalidad francesa. Lo que motiva, naturalmente, que la mayor parte de las mu- jeres francesas, por esta y otras causas ms o menos fran- cesas, vivan una existencia estril y no puedan ser ma- dres. Una de esas causas es la moda. Una inteligente periodista contaba el otro da que en un paseo a la Exposi- , cin de Artes Decorativas, vi6 que gran nmero de mu- jeres, que iban en traje de noche, los hombros al aire y la cabeza descubierta, mostraban el vientre y las caderas l con una anchura anormal. La periodista se dijo entonces, gratamente sorprendida: "He aqu una linda ocasin de bebs para el prximo otoo". -Cuando es el feliz advenimiento? -pregunt la in- teligente mujer de letras a la primera amiga que encontr. -Por qu? Ests loca? Un nio, ahora que la es- tampilla )est a treinta cntimos? Dios me guarde! -Al contrario, Dios lo quiera! -Qu humor! Lo que te hace creer que voy encinta es la lnea nueva, mi querida! Mira: llevo "nidos de abe- jas" sobre el vientre. Los nidos de abejas son, en lenguaje de costurero, unos fruncidos en la falda, hechos de tal manera que dan la sensacin de varias filas de alvolos. Las caderas en- sanchadas se deban, pues, a la nueva moda que consiste en la estrechez del busto y la anchura del vientre. La maternidad en este caso como en muchos otros no cuenta. iAh Su Majestad la Moda! Hasta dnde conducir a las pobrecitas hijas de Eva? Los costureros son los amos de las mujeres. Han acabado por perseguirlas en los fe- rrocarriles internacionales y en los barcos transatlnticos, adonde envan "troupes" de lindas maniques, vestidas con el ltimo grito de la moda. En singular, durante la estacin de verano, cuando los turistas invaden Pars, las casas de cossturas suelen enviar a sus encantadoras mo- delos hasta el Havre, hasta Cherbourg, a las estaciones de ferrocarril, al centro de turismo areo de la me de las Pirmides, a la agencia de excursiones de la me de Helder. , De esta manera, apenas ponen pie en Pars las mujeres extranjeras, conocen ya la lea, el color y el estilo de la l moda imperante. As es cmo suele verse caravanas de turistas, ir directamente de la estacin de llegada a la me de la Paix, a los Grandes Boulevares, a la Avenida de la l , Opera, a !os Campos Elseos, a comprar el zapatito de N playa en tela de Persia, el sombrero Imperio en piel de oro, el perfume Rummel, el collar de Nella, los trajes pin- tados como lienzos de Museo. . . Todava ms. Los Modistos, que son grandes psic- logos del alma femenina, han aprendido a decir, como elogio supremo de sus mercaderas : -Aqu tiene usted un par de medias usadas anoche por la actriz Nikitina, en "Tres Excitantes" del Concert Mavol. Son un tesoro! -Aqu tiene usted el perfume Orsay, usado por la cantatriz Anderson en el Thatre des Arts. Estos polvos "Housac" estilo Ccile Sorel. . . Gabrielle Robinne llevaba ayer en Saint-Cloud esta misma fantasa en batista de Egipto, con mosaicos del mismo color.. . Esto es verdad. Un periodista ha preguntado a las grandes artistas de la escena por la suerte que corren los innumerables y esplndidos vestidos que usan tan slo un momento, y unas le han dicho que los regalan; otras que los guardan y otras que los mandan en seguida a vender en las casas especialistas. Y los trajes usados y rodeado de tan brillante leyenda, se venden al vuelo, puesto que acaban de ser lanzados a la moda y en qu forma, tan notoria y espectacular. La moda lo domina todo en Pars. En materia arts- tica estn otra vez de moda los cubistas. La exposicin de Artes Decorativas ha puesto de manifiesto su influen- cia decisiva en el mundo entero. Lo que no quita, natu- ralmente, que tengan siempre su sitio los conservadores, y que en el Concurso de Roma de este ao hayan obte- nido los primeros premios la pintora Mlle. Odette Panvert y el escultor M. Jonchre, con sus obras "La leyenda de San Romn" y "La Vendimia", respectivamente. Am- bas obras muy hermosas, de hermosura segunda, medio- cre. Para qu habrn transcurrido tantos siglos de do- lores y alegras?. . . Mundial, NQ 275, 18 de Setiembre de 1925. EL VERANO EN DEAWILLE 'D La playa ms lujosa del mundo.- Los caballos normandos y el fakir Thrat Bey. , Asimetra en la moda femenina.- Haza- as de un leopardo en el Bosque de Bou- 1ogne.- Un furibundo ataque de Bernard Shaw a Pars.- Gahriel D'Annunzio, la Vida y la Muerte.- La cmara de los sueos puros. (Especial para Mundial) Pars, agosto de 1925. Fuertes y veleidosas las estaciones del ao en Pars. A fines de agosto, los das empiezan a ser ms cortos, la brasa de la luz va desmayando y el traje de la mujer dice, plegndose: Hasta la vista! Ya los enfermos y los viejos empiezan a tener miedo del huracn quijarudo y malo, y climas sin volante, que soplan del Sena y del Mame, ses- gan agudamente los aleros hacia pechos de novias y de viudas. Porque cuando el otoo, todas las mujeres son novias o todas son viudas; la hermana es de la prima- vera, la esposa del verano y la madre del invierno. Quienes no han ido afin a la playa, a la montaa, se van ahora, siquiera sea para despedir un verano que la estrechez econmica, las ms de las veces, o cualquier otro motivo, siempre ajeno a los deseos, nos ha hecho pa- sar en la terrible urbe ahogadora. A Deauville! A Deau- ville, una sola vez siquiera! Aix-les-Bains, Biarritz, todas las playas de Bretaa y de Gascua, estn muy lejos; en Montpellier, en Annecy, en Clermont-Ferrand, soplan tor- mentas y caen rayos. Adems, Deauville es el mar del da, la ribera del lujo, la arena de moda, el cielo mgico bajo el cual van a pasar los ardores del ao todos los poderosos de las cinco partes del mundo. Deauville! En los ltimos das de Agosto, Deauville arde y brilla en toda su pleni- tud de gran sucursal de Pars. Antes, Biarritz. Ahora Deauville. Ms al sur, San Sebastin mantiene todos los aos su prestigio, y, ms al norte, Ostende, tambin y ms. Porque las gentes, franceses y extranjeros, buscan por to- das partes el embrujamiento de Pars y prefieren siempre las playas de sello parisiense, tal como Ostende, que es la ms francesa de las playas de los otros pases. Por lo dems, Deauville, por s misma, no ofrece mayores encan- tos. Si hoy es la playa de moda de Europa, ello se debe a un capricho de las artistas de Pars, que son las que disponen de cuanto a gustos mundanos se refiere. Las es- trellas del teatro y del cine, he all las reinas de la vida mundana. Ellas deciden qu clase de traje se ha de llevar este otoo, cul ser el propicio para el baccarat., dnde doce o cien Cresos y reyes cosmopolitas irn a perder sus millones, para dar como impuesto al Estado Francs, has- ta 614,509.35 francos en un solo da; cul ser el cocktail de este invierno y en qu Caf habr que tomarlo, si aqul ser el Gin-Fizz o el Egg-Nogg, y si ste ser el Delmonico o el Ciro. Las dichas soberanas decidieron, pues, que la playa ser Deauville, y se acab. -No, dice el fino Maurice Rostand, empedernido ve- raneante de Deauville; la hermosa playa normanda po- see, entre otros encantos que le son autctonos, el caballo de pura raza legendaria. Ninguna otra playa puede ufa- narse de un valor regional de tan alto precio. Qu lindas cabalgatas, en las maanas al borde del mar, sobre aque- llos potros de orejas de brjula y cola digna de que nos roce ciertas vrtebras, biznieto del padrillo que conoci a Pepino el Breve y primo del rabe suntuoso, del zoquete cosaco, del gaucho! ensimismado y del cowboy urbano y espectacular.. . Y, luego, las fiestas del Hipdromo de Deauville, en las tardes doradas y calientes. El "tout- Pars" elegante los personajes pintorescos, el rajah do- liente, diademado de marfil como una mujer, el emperador del petrleo mexicano; el rey del acero de Canad; el rey Alfonso XIII, con sus pmulos al desgaire; la reina de Rumania, bonita y escritora; las chillones "estrellas" cali- fornianas del cinema; el caballo "Corn", que goza de todos los pronsticos favorables para el gran Premio de Saint-Arnould : el no menos esforzado potro "Noeud d'Orn; d fro rriillonario norteamericano, con su encarnado cuello de cannigo; la pobre y destronada emperatriz Zita, que ha escandalizado las cortes reales de Europa, con su de- cisin de dedicarse al cine, para mantener a sus tiernos hijos; el fakir Tahra Bey, el de la innata patilla en punta, pensativo representante de la "Unin Psquica" del Oriente, con sus blancas ropas talares, que acaba de probar en expe- riencias pGblicas del teatro de los Campos Elseos y ante un jurado cientfico de control, que la sugestin, en todas sus formas, es la suma potencia de que dispone el hombre a voluntad, para suprimir las enfermedades, el dolor, la muerte.. . Tahra Bey que se ha muerto varias veces en pblico y con pasmo de grandes mdicos europeos, que ha estado sepultado durante varias horas bajo tierra y a golpe de maza; Tahra Bey, -recalca Rostand, deleitn- dose interiormente-, es, despus del caballo normando, la mejor seduccin de Deauville en este ao.. . Pero el autor de "Insomnios" no nos convence. Deau- ville est de moda por el solo capricho de las artistas de Pars. No acaba de salir tambin impuesta por ellas, la moda femenina asimtrica? Desde hoy llevar la mujer un abrigo de visita con una manga larga para el brazo derecho y otra corta para el izquierdo, o una falda de soir6e- que sube hasta sobre la rodilla derecha y baja en una lujosa prolongacin por el lado izquierdo, o un traje sastre que le cubra el seno hasta el mentn, mientras, en revan- cha, se abre hacia la nuca y la espalda en un gracioso des- cote en forma de corazn. Encantador! Encantador! Las endiabladas artistas no pierden ocasin para lan- zar. sus estridencias suntuarias, tan fascinadoras como femeninas. El otro da se sali un leopardo de su jaula del Jardn de Aclimatacin y tom posesin del Bosque de Boulogne. Bueno! Para que se sali la pobre bestia! Se arm la de Pars! Tres das enteros con sus noches, se ocuparon de cazar al leopardo todos los habitantes de la inquieta urbe. Obreros y empleados tcnicos del Jardn de Aclimatacin, la polica, la gendarmera, los vagabun- dos de los alrededores, los crculos cinegticos, hombres y mujeres, ricos desocupados y pobres noveleros, toda la ciudad se puso sobre las armas. Y qu decir de los ena- morados romnticos, que tambin los hay, y de los silva- nos y ninfas que da y noche rondan el Bosque de marras! Huyeron como pjaros para volver como muchedumbre a engrosar la partida de caza, armados hasta los dientes. Hubo suicidas que, estando ya dentro de la hora fatal designada para emprender el viaje del que nadie ha vuel- to, suspendieron el acto, postergndolo hasta despus de ver en qu paraba la aventura de la fiera, que meda 70 centmetros de altura, era padre de dos tiernos vstagos y haca apenas tres meses que fu arrancada de las selvas de Abisinia. Los peridicos, revistas, affiches comerciales y de espectculos, se llenaron de fotograbados del escabroso animal; lleg a decirse a los bebs para que no llorasen: Ya viene el leopardo. En un letrero de teatro de barrio se lea este anuncio de rclame: "Cuidado con el leopardo. Entrad aqu y estareis seguros!", etc. A los tres das, a las 7 de la maana, en un jard de la Escuela de Pascal, en las inmediaciones de la Puerta de la Muerte, la gendarmera di6 muerte con varios tiros de fusil a la fiera andariega. Muri el leopardo y las protestas llovieron. Protesta cablegrfica de Kipling; del seor Berthelot, nieto del gran qumico y amigo de la trampa; el capitn Roosevelt, hijo del ex-presidente de los Estados Unidos; protesta de viva voz de Ferdinand Ossendoswki, el de los "Hombres, dioses y bestias"; del Director del Jardn de Aclimatacin, del africano que cui- daba de los leopardos; protesta, en fin, de rugidos lasti- meros, de los hijos de la vctima. Pero, salvo los hurfanos y el Estado que tendr que encomendar la caza de otro ejemplar al Africa, todos los dems salieron ganando con la hazaa del leopardo. Unos divirtindose en la caza y otros utilizndola en el rclame comercial. Y aqu entraron las artistas! Pusieron inme- diatamente de moda el zapato de cuero de leopardo! Otras que pierden ahora, son las midinettes, las po- bres obreritas que, despus de trenzar el zapato de moda, a cambio de algunos cntimos, abandonan por las tardes las grandes casas de costura, agotadas, marchitas, en lar- gas procesiones, hacia la plaza de la Opera, hacia el Jar- dn de las Tulleras, hacia la plaza de Vendome. Ellas son las que pierden, dije? Pero y si no trabajasen?. . . As es Pars, ciudad brillante y cruel, que no hs sabido comprender el teatro del seor Bemard Shaw, y contra la que el socarrn autor de "Cndida", ha dirigido un artculo furibundo. "Pars, este viejo Pars, demod -dice Bernard Shaw- no ha querido nada con mis obras. Yo no me he asombrado de ello. El provincialismo in- tenso de la capital francesa que crey hasta los aos de la guerra, que ella poda ser el paladn'del mundo, dando la mano a Luis-Felipe, y que intelectualmente es ahora un caos hecho de obuses, cubierto de las minas del pasado y del gusto el siglo XIX, era una de mis teoras mucho tiempo antes de que Rodin me dijese: "Aqu se me trata de albail, porque no soy alumno de la Escuela de Bellas Artes". Mi amigo Anatole France pas aos y aos en leer la historia del siglo XVI y escribir un libro que es una obra maestra de chismografas histricas sobre cuantos nada han tenido que ver con la Don- cella, descendiendo hasta sus primos ms lejanos, y la cual obra es, al mismo tiempo, en lo que concierne a la Doncella, una torpeza tan prodigiosa que slo un francs realmente grande poda cometerla". Cul se imaginan ustedes que ha sido la impresin en Pars, por este artculo? Se le han ido al atrevido ingls, en carga montn. El ms indignado ha sido Lucien Descarves, quien en un artculo de L'lntransigeant, le dice, entre otras cosas, malagradecido y sinvergenza. Pero ciertamente, si nos colocamos en medio de los contrincan- tes, tendramos que repetir aqu una cosa justa, serena y definitiva que el otro da nos deca el gran escritor brasi- leo Augusto Shaw: "Anatole France es un Bemard Shaw francs y ste es un Anatole France ingls. Ambos valen por igual y ambos no valen nada". De paso, aadamos que del mismo tamao ~y de la misma calidad esttica es Gabriel D'Annunzio, el maravi- lloso tuerto de Fiume, que acaba de hacer construir en el "Vittoriale", museo que Italia ha consagrado a la epo- peya (epopeya?) d'annunziana, una cmara que el poeta llama "de los sueos puros" y en la cual debern dormir -retricamente, ya lo vemos- sus restos mortales, los que, en verdad, constituyen lo menos mortal que posee el moderno Tirteo. Guido Cantorn, el pintor que ornament todo el museo, ha decorado tambin la capilla "de la vida y de la muerte", bajo la direccin lrico-elegaca de D'Annun- zio. "He construido, - di c e ste gimoteando-, en mi ermita una cmara para 'mis puros sueos y quiero que sobre la madera del plafn, sobre las puertas de los ar- marios y sobre las rejas de las ventanas sean pintados en ritmos los emblemas del Leproso". Los peridicos cuentan que el lecho que hay en la cmara, obra del arquitecto Carlo Maroni, no tiene ms que 60 centmetros de ancho y ofrece una vaga semejanza con el sarcfago. La cobertura de cuero obscuro, con .un esplndido sol al centro, es de una extrema riqueza y de una gran sobriedad y lleva estas palabras: "El da y no pierde nada". Sin embargo, ah donde D'Annunzio quiere i morir, adonde l quiere que se le conduzca despus de su muerte y ms all de la vida, el poeta pasa hoy sus horas de recogimiento. Divididas en dos zonas ideales, las paredes de la c- mara estn destinadas a contener la figuracin de las cosas que ms 61 ha amado en su vida, y el plafn aqullas que pertenecen al cielo. Este plafn contiene la Cruz en un fondo de oro, con todos los smbolos de la Pasin. En el centro, la corona de espinas y en tomo de ella la leyen- da "Et viteo mortisque comes". En la puerta de entrada hay una pintura en tela: Cristo y la Magdalena. Es por ah que pasar el cuerpo del poeta. . . Un hombre que hace todas estas cosas, -porque, ciertamente, son cosas-, sobre tales materiales fsicos, con tales giros est6ticos y al final de tal obra de vida, es, no cabe duda, un sublime retrico, tan perecedero como Anatole France y Bemard Shaw. Mundial, No 277, 9 de Octubre de 1925. LO QUE DE MI HA HECHO DECREFFT Hablo del escultor Joseph Decrefft.- A la manera de M m l Proust.- Lo interpreta- tivo y lo creador en el arte.- Conflicto esttico del retrato. Me parece que las nicas personas que podran apre- ciar las excelencias de los rretratos, son las que sirvieron de originales para esos retratos: -Aqu estoy muy mal. -Aqu estoy muy bien. Pero, en verdad existe el retrato en fotografa, pin- tura, escultura? Temo que me digan que s. Temo que me digan que no; que el retrato es un gnero artstico ya desaparecido, una especie esttica, como el nylodn en zoologa o como el pfeilstrecker de hueso en la escultura brbara, pertenece ahora a la arqueologa. Pero ms temo que no se sepa decirme si existe o no el retrato en el arte. Porque los crticos han llegado a complicamos tnto las cosas, que ya nada es posible afirmar ni negar; ni el ex- cepticismo es posible ya en este caso, ese cmodo y co- barde caballete de patas impares, como no sea trpode, que odian con tanta justicia los suprarrealistas. De todas maneras, las nicas personas autorizadas para emitir juicio acerca de los retratos, son aquellas que sirvieron de original de esos retratos. As, Jean Cocteau habla del suyo, bajo Picasso, que es como decir bajo el Padre Eterno; Pierre Reverdy habla del suyo, tambin bajo Picasso; Maurice Raynal, habla igualmente del suyo, bajo Alexandre Archipencko, que es como decir bajo los solsticios primitivos; Vicente Huidobro habla del suyo, bajo Lipchitz, que es como decir bajo Lenin. Y, para que todo est en la masa, Anatole France habla del suyo, bajo Bourdelle, que es como decir bajo la Roca Tarpe- ya etc.. . . Ahora Csar Vallejo habla de su retrato, sobre el trabajo que Joseph Decrefft acaba de mostrar en la Ex- posicin Internacional de Pars, pero habla sin tono de crtico, como hablaba M. Choquet del retrato que le hizo Paul Cezanne. Decididamente, declaro que yo no me siento retratado en lo que de m ha hecho Decrefft. Esto es una cosa muy distinta de lo que yo soy. Si he de juzgar por mi caso, dir que el retrato no existe en escultura y no s si ha dejado de existir o si recin va a existir, puesto que nunca me he sentido retratado, ni por fotgrafos, ni por escul- tores, pintores ni literatos. As como Ventura Garca Cal- . dern exclamaba una tarde, entre Too Salazar y yo, a la vista de una caricatura suya : "Parezco un obispo!. . . ", as yo puedo exclamar ante la obra de Decreft: "Parezco un caballo". . . (Acaso, pues, Decrefft ha hecho una caricatura? Acaso el retrato ha evolucionado hacia una interpreta- cin ms libre y profunda y ms alta y armoniosa, em- palmando su espritu con el de lo que hasta aqu hemos llamado "Caricatura"? 20 acaso el retrato no ha existido ni existir nunca? La caricatura es cualquier otro gnero artstico an indito o en marcha? Y, yendo ms lejos todava ser que, tratndose del retrato, como ha suce- dido en todos los dems campos del arte, la esttica inter- pretativa ha muerto, dejando su lugar a la esttica crea- dora?. . . Es decir :el artista ya no se cie estrechamente a los datos del original, sino que slo se sirve de l como de mero punto de partida para crear una cosa absoluta- mente nueva y distinta?. . . Preguntas son stas, como se ver, propias de un profano en la materia, mejor dicho, de un simple mortal. En lo que me ataera, la escultura de Decreff como a crtico o iniciado, muchas cosas podra decir ahora, si fue- ra iniciado o crtico. Dira, verbigracia : " Joseph Decrefft es un gran escultor. Espaol por sangre y educacin, su esttica es una esttica genuinamente espaola, pues ella contina la soberbia tradicin de Goya, Velazquez y Ribe- ra. . ." O tambin dira: "Las esculturas de este brillante trabajador acusan un temperamento positivo, entusiasta, pleno de recursos. Pocos han acopiado a su edad, un tan sendo (*) grupo de obras bellas y mltiples. Conoce la ma- * Sic. Ed. teria, en la que sus manos andan a sus anchas; posee deli- cada sensibilidad para sacar partido de la diorita, tanto como de las lnguidas maderas de Sicilia. Decrefft lle- gar, si contina trabajando. Estamos seguros". Si yo fuera crtico, dira por otro lado: "En estos tiempos de desorientacin y de caos, en que todo bulle en la anarqua psquica y social, el esfuerzo de Joseph De- crefft tiene que gustar y ser alentado por todos. Advirta- mos que Decrefft, para llegar a donde ha llegado, ha te- nido que sostener una terrible lucha en Pars, por el kilo de pan para los suyos y, durante los aos de la guerra, visti el desgarrn azul de los pintores de brocha gorda y de los talladores de iconos litrgicos de la rive gauche". Ms adelante, escribira: "Se advierte en la talla di- recta de Decrefft un autntico soplo creador, una distin- cin y simplicidad arquitectnica que vocean al elegido y a1 que deja olor de sangre en los museos. Decrefft no es l picapedrero, como dijo de Mateo Hemndez el endia- blado Corpus Barga, en quin, dicho sea de paso, ms hay de Bargas que de Corpus. Decrefft es un escultor de nobleza innegable, de tajo y araazo miguelanglico y no ya monoltico. Le falta acaso un poco de coraje en la tcnica y otro poco de reposo pensativo, que una y otra cosa, reposo y coraje, se hermanan y suelen frutecer en cbras mximas". Tal vez aducira esta otra cosa: "Como en la muerte de Isolda en Wagner, las mujeres que talla este escultor tienen un no s qu de aspiracin extraorgnica y abatida, en sus finas y fusticas gargantas, hechas para los tragos inefables. Y qu dira de las maternidades esculpidas por Decrefft, o Dante Gabriel Rossetti? Prerrafaelismo? Cuatrocentismo? Me quedo con mi opinin indita, lejos de los patrones y de los crticos de escuelas. Me quedo con mi impresin escueta e ilusa, con mi analfabetidad crtica, sentado, absorto ante las maravillas de este artista, como hacan los amateurs de los semidesnudos del Bsforo, ante las maravillas lapdeas de los grandes escultores pri- mitivos, cuyos nombres confusos e imprecisos nos trans- miten a medias Pausanias y Mximo de Tiro, entre los antiguos, Winckelmann, por ejemplo, entre los modernos". Pero, no soy crtico, ni profesional de la literatura; no dir nada. Ni siquiera vaya a tomrseme como a un nuevo Marcel Proust, que amasase "pastiches", no ya so- bre el famoso affaire Lempire, el fabricante de diamantes, y calcando a Renn, a Saint-Simon y Thefile Gautier, sino sobre Joseph Decrefft y calcando a cinco o ms es- ; cuyos nombres dejo en las sombras. Nada de esto quiero hacer al borronear el presente artculo. So- e quiero agradecer a Joseph Decrefft sus esfuerzos para retratarme, los mismos que slo han logrado hacer, no un retrato, sino una creacin absolutamente nueva e independiente del original. Muchas gracias y muchos a~lausos. Alguien me discuta una vez sobre el retrato. Me arga : -El parecido en el retrato es lo de menos; lo esencial es el carcter. Parecido. Carcter. Qu enredo es ste? Un retrato ha de contener en esencia a un espritu. Esencia de un cierto espritu quiere decir una cierta par- cela individual, una cierta fisonoma que se destaca y di- ferencia de las dems: una personalidad. Tal personalidad no es solamente la que corresponde a un instante dado, sino la personalidad infinita, la figura pasada, presente y futura de una vida, es decir, su rol esencial. El escultor entonces tiene que hurgar el misterio de esa vida, descu- brir su sentido permanente de belleza y hacerlo sensible 1 en lneas y colores, planos y movimientos. Un retrato es ms que captacin de un momento, la revelacin de una vida de principio a fin, de su trayectoria. Un retrato es dato de orculo, cifra de adivinacin, explicacin del mis- terio. Todo esto es el carcter. Pero la creacin de un retrato, como todas las crea- ciones, tiene su heroicidad. Esta heroicidad radica en una lucha entre el infinito y un ser o sea el carcter, que es descubierto y revelado por el artista, y la ubicacin de ese ser es un espacio y tiempo circunstanciales. Esta ubi- cacin es el parecido. El artista dosificar las partes del conflicto, segn' su emocin. Mas las circunstancias de espacio y tiempo, dentro de Ias cuales es sorprendido en infinito de un espritu, no han de zozobrar ni ser vencidas. hasta el punto de no ser posible reconocer a la persona sobre la piedra o el bronce. De un cierto equilibrio mis- terioso entre la visible y lo invisible de un retrato, entre lo circunstancial y lo permanente de l, o lo que es igual, entre el parecido y el carcter, depende la grandeza de la creacin. Carcter. Parecido. Son valores en lucha en el retrato y, por lo mismo, se armonizan y se integran. Ambos tienen su rol de emocin y plenitud. Mundial, No 280, 23 de octubre de 1925. LA DANZA DEL LEOPARDO i La Danza del Leopardo.- Una terrible ca- ricatura de Cai1laux.- El kanguro y la mujer elegante.- El acontecimiento del da: El Congreso Espiritista.- Conan Doyle hechizado por una actriz parisien- se.- El espiritismo anuncia una guerra infernal.- Unos pendientes largos y una mujer misteriosa.- El Ku-Klux-Klan en Alemania.- Maupassant y Lenin. Isadora Ducan fue sobre la escena, musa, walkiria, ninfa, santa, medusa, bruja, fantasma, vapor de agua, hu- mareda de sangre antigua y moderna. Anna Pavlowa va a las flores y a !as aves por el amor de la pechuga del Parclita y del Pecolo que ama al Sol. Aquella genial Trtola Valencia, que muri (?) de locura en un teatro de La Habana o' que se ha convertido en ojerosa piedra de ro en algn pas sagrado, bailaba arqueolgicamente, columna a columna, crtalo a crtalo, smbolo a smbolo, al amor de su poderoso vientre sacerdotal, semidescubierto por el manto de iris. Y en Pars qu comps, qu distole del pobre corazn humano, no habr sido ya danzado por las mil bailarinas de la tierra milenaria?. . . Mas ahora se trata de una especialidad, seores norte- americanos, especialistas por excelencia, que habis divi- dido y subdividido la actividad humana en innmeras ca- sillas. Ahora se trata de una especialidad, y de una es- pecialidad a base, justamente, de un escndalo zoolgico, grandes amigos mos, que amis al color crudo, la cruda salida de tono y ms si viene al lomo de un animal raro o siquiera endemoniado y temible entre muchos. Se trata de "La Danza del Leopardo", baile puesto en moda a raz de la muerte del leopardo escapado del Jardn de Aclimatacin de Pars. El Moulin Rouge ha ganado es- ta vez la delantera de los otros music-halls que negocian con el exotismo y la mansedumbre de los buenazos clien- tes de ambos lados del Globo. Las fieras y las aves raras estn de moda en Pars. Primero el leopardo; luego se ha visto un guila tremenda y negra, posarse en uno de los muros del Museo de Cluny y revolotear sobre los mfitiles momllos de los toros mero- vingios. Un peridico anunci despus que de la Estacin del Norte, a tiempo en que entraba un tren en que venia de incgnito el seor Baldwin, Jefe del gobierno britnico y su esposa, salieron de unos vagones abandonados dos pjaros de la isla, graznando y como si fuesen heridos. Un zorro joven y pestilente penetr la otra tarde a la Opera, refugindose de no se sabe qu persecutores in- visibles; una de las actrices que a la sazn ensayaba "Bo- ris Godunof" se desmay y ha perdido la voz para siem- pre. El teatro Mogador acaba de dar "La rue sauvage". pelcula de un bisonte que es amado y disputado por una mujer y una tortuga extraordinaria de tres metros de coraza. A la cocinela roja y negra con que hasta ayer adornaban las mujeres la solapa del abrigo o el corpio y que de tan esplndida manera suplantaba la condecora- cin de la Legin de Honor, ha sucedido un leopardo amarillo y negro, semejante a ciertas escarapelas con que son premiados los salvadores de nufragos en el Oriente. Y, para que la literatura no se quede en el umbral, viene M. Emile Gromier, encargado de una misin en el Africa ecuatorial, por el Museo de Historia Natural, y nos relata en L'Illustration sus andanzas a travs.de la fauna sal- vaje del continente negro, entre un clan de elefantes, ver- daderamente calofriantes y a gran espectculo: el pastoreo de los preciosos colmillos; el vagabundeo de las parejas amantes, al caer de las tardes ardientes del desierto; el natural furor de las grandes bestias de Dios ante los hom- bres, etc. Pero, aqu les toca el turno a los caricaturistas. Una revista de oposicin, que, segn se murmura, sale de la misma imprenta de "L'Action Fran~aise", -no me vaya usted a pegar, seor Maurras-, nos ofrece un pvido di- bujo sobre el viaje del seor Caillaux a Washington, mos- trndonos que el clebre Ministro de Finanzas, como el - leopardo de marras, huye de la jaula y se interna en el Wall Street, acaso para perder la vida a manos de un policeman, que puede ser el temble Senador Borah, pon- gamos por cako. -Seor Poiret! gritaban anoche unas muchachas bo- nitas, maniques, duquesas o cocotas. -Y nosotras?. . . El ilustre modisto, desenguantado y cortesano, segua bailando un tango de moda y sonrea con toda SU nariz de emperador de la lea suntuaria. La Peniche "Delices", donde tena lugar la escena, quemaba toda su plvora de placer mundano. Las muchachas, cada vez que pasaba el seor Poiret, volvan a enarbolar sus voces y exclama- ciones, como banderas revolucionarias en la toma de la . Bastilla : -Seor Poiret! Y para nosotras?. . . -Para vosotras, el canguro! Y el asimtrico animal, de cola avergonzada y de pe- cho enigmtico a lo aprendiz de acrbata, se ha convertido en la bestia mimada de las mujeres elegantes y en modelo de cuerpo perfecto. Los modistos dicen que, fuera de al- gunos raros pases, tales como Turqua y Persia, donde todava no ha impuesto la moda parisiense la esbeltez fe- menina, la silueta de curvas pocos acentuadas ha ganado los sufragios universales. En New York, en Copenhague, en Roma, en Viena, se multiplican los modelos en que la delgadez aparece consagrada como un signo de distincin. Y qu hacer en este caso para afinar la silueta? Todos los mtodos empleados hasta ahora son imperfectos o no- civos. Unos zapatos de resorte, que acaba de inventarse, permiten a las muchachas realizar un ejercicio cotidiano de menudos saltos, que las har adelgazar y les dar una forma esbelta y distinguida. Slo que ese ejercicio las hace semejarse a los canguros en marcha. Adems, de las "muchachas-canguro" a un "canguro step", que puede 1 ser el baile de este invierno, no hay ms que un paso.. . Todo esto quiere decir espiritualizarse, tomarse sutil, ' gil. Ser que los modistos estn de acuerdo con los filsofos neo-espiritualistas? No sera nada extrao. El 1 propio Conan Doyle, llevado por sus preocupaciones espi- ritualista~, expresaba en su reciente conferencia de la Sala Wagram, entre otros imperativos ticos de la secta, que es necesario desmaterializarse hasta en las modas actua- les, que son gusaneros de pequeez y chatura terrestre. A lo que una "vedette" del Concert Mayol, que asista a la conferencia en compaa de Andr Barde, autor de "Pa& sur la bouche", respondi con respuesta insultante y ar- &femenina. Al terminar el espectculo, la mujer capri- chosa pas delante del autor de "Sherlock Holmes", de- jando ver en toda su longitud sus pendientes de perlas, que llegaban hasta la altura de la falda. Conn Doyle 10s vi6 y su sonrisa de hombre de f, creci por el lado de sus sienes de oso blanco. A los tres das, venan de Londres noticias segn las cuales el ilustre Presdente de la Federacin Internacional Espiritualista, cuyo Congreso acaba de constituir el escn- dalo filosfico el da, anunciaba que, siguiendo mensajes llegado del Ms All, el mundo va a sufrir apabullantes catstrofes,~ todo gnero de guerras infernales, hambres, terremotos, etc., a fin de que los hombres, sacudidos hasta el fondo del alma, se convenzan una vez por todas de que , este no es todo el universo y que existen otros mundo , ms puros y ligeros, a donde van los espritus, vivos y plenos de actividad infinita. -Y cmo no nos dijo aqu nada de eso! -argumen- tan las gentes incrdulas y temerosas. Lo cierto es que la "vedette" del Mayo1 parece haber seguido al fornido novelista ingls, pie con pie, durante toda su permanencia en Pars hasta su partida a Londres. Andr Barde ha lanzado miradas extraas sobre su linda amiga : -Qu ha hecho usted a Conan Doyle, querida ami- ga? Yo no s qu rencor a Pars ha inspirado usted en l. Tamaos pendientes contra tan vagas imgenes del ecto- plasma, era duro e impo, en verdad. Acaso l ha visto encarnado en usted el zarandeado sibaritismo de Francia. La inquietante y bonita "vedette" deca, meditativa y extendiendo sus pendientes infinitos: - S i Conan Doyle viera la hermosa, la encantada, la recndita mar donde nacen las perlas que le enojan.. . Ah, qu maremotos ma- yores anunciaran los espritus a los hombres. Ella ha sonredo y al ponerse de pie para salir, su batik de crepsculo ha cado a uno y otro lado de sus hombros, hasta el suelo, mientras la falda, en cambio, que- daba suspendida hasta ms arriba de las rodillas. Entre tanto, todo queda en las tinieblas; el sortilegio de la actriz parisiense, la Nmesis de Conan Doyle, las comunicaciones con el ms all, el ectoplasma, todo por que cada da la vida se vuelve ms azarosa y se puebla de sombras y misterios ms o menos desagradables. En una poca tan pobre y egosta, nadie tiene segura ni si- quiera la vida; mucho menos lo que ser el Ms all. En Alemania acaba de descubrirse un Ku-Klux-Klan, mucho ms feroz que el de los Estados Unidos, aunque el de Alemania estos das, la Orden de los Caballeros 1 - de la Cruz de Fuego, que consta ya de algunos miles de adherentes alemanes, comprende varios grados y funciona bajo la gida de un Senado r, Walhalla, que tiene a su cabeza a cierto Brandt, empleado de las fbricas elctricas de Siemens. La mayor parte de los miembros de la So- ciedad, que contaba ya con similares anteriores a ella, tales como los "Cascos de Acero", los "Bismarck", etc., son pequeos empleados, funcionarios modestos obreros y algunos, los menos, son comerciantes y estudiantes. La frmula del juramento que todos los miembros deben prestar, est contenida en estos trminos. "En mi calidad de germano honorable, juro cumplir mi deber para libertar al pueblo germnico. Usar6 de todos los medios que estn a mi alcance para combatir a los judos, franceses, poloneses, chinos, japoneses, negros y a todos los pueblos de color. Odiar a los enemigos; su oro no deslumbrar mis ojos; destruir sus bienes y les roer la vida como carroa. Si traiciono los fines de la So- ciedad, aceptar los peores suplicios; que todos mis hue- sos sean quemados, mis ojos arrancados, mi cuerpo mu- tilado y arrojado para pasto de los cuervos. . ." Tal juramento debe ser prestado ante una calavera, detrs de la cual habr extendida una bandera bordada con una cruz negra. Los franceses han sentido un calofro. Y los peri- dicos han dicho luego que un Ku-Klux-Klan acaba tam- bin de organizarse en Francia. Que no lo sepa el seor Cachin. Ni el seor Krassine, Embajador de Rusia. Ya el otro da se dijo que un duelo entre el supuesto Ku-Klux-Klan francs y una avanzada del Soviet tendra lugar en la ceremonia de inauguracin del monumento a Maupassant, en el parque del castillo de Miromesnil, acto al que asistira el Gobierno, tirios y troyanos. Que culpa tendra el mediocre novelista para que sobre su suelo natal se quieran dar de puetazos rojos y amarillos? El haber infludo su obra en la literatura rusa y el que Lenin hiciera de ella su lectura preferida como lo ha dicho el seor De Monzie, Ministro de Instruccin?. . . Mundial, NQ 282, 6 de Noviembre de 1925. EL SALON DE OTORO DE PARIS Es este de 1925, mejor Saln que el pasado y que el antepasado. Mejor pintura, sobre todo, y en cuanto a la escultura, tablas. Otra ventaja: este ao se ha restrin- gido ms el nmero de exponentes, aunque ello haya sido porque el local, - q u e esta vez no es el Grand-Palais- resultaba estrecho, menos que por rigor selectivo. De to- dos modos, de cuadro a cuadro hay ahora menos fro es- ttico, menos vaco. El otoo viene fuerte y la melanco- la de los das pardos quiere pasar temprano por los jardines de los Tulleras y por el corazn de las mujeres; pero as y todo, dentro del Saln, instalado este ao en la terraza de esos jardines, como en los tiempos de Col- bert, se est uno bien y hay materia para entretener y comentar nuestro aburrimiento. (Quin dijo por all que una de las marcadas tendencias del Saln estaba en las imitaciones de algunos maestros, tales como Picasso, Van Dongen, Braque, etc.? Quien esto dijo, est conmigo. De- veras. Los ms valiosos envos, -valiosos porque des- pus de todo, denuncian una intrnseca virtualidad crea- dora-, traen ora la anatoma lineal de Braque, como en la mujer dormida de Beaudin, ora el mundano fulgor de joyas y lunares psicolgicos de Van Dongen, como en Marval, o el muslo excesivo de las hembras de Picasso, como en cien telas ms. Pero no olvidemos esta otra escuela de composicin abundante a lo Tiziano, que sigue Verdeau y que nos dice como, junto a los convulsos portillos abiertos en el arte abierto por los modernos, se mantienen abiertas y llenas las sendas clsicas. Entonces, pues, qu reparos a los Marval, a los Starling, a los Beaudin.. . Adems creo que ellos traen sus candados, pistones y dems herramientas para trochar su camino cada cual. -Qu representa este lienzo? -me pregunta una mujer bonita, en el Saln. -No s nada sobre el particular, -le respondo so- lcito. Y como s que a una mujer bonita conviene siempre decirla hermosos absurdos, agrego relarnindome: A semejanza de esos juegos de cubos, con carnes ne- presentar nada. Por eso, justamente agrada. Si repre- sentase algo, disgustara. Radiguet ha recomendado ba- nalizarse en lo posible. Qu representa un hombre cuan- do toma caf con Calvados?. . . Tratbase de una maravillosa pintura sin nombre y an ms, que no era posible darle nombre alguno, puesto que, como muy atinadamente argumentaba la mujer bo- nita, no representaba nada sustantivo, nada nominable. A semejanza de esos juegos de cubos, con carne ne- gras y blancas combinadas, que ciertos fabricantes de anteojos exhiben dibujados en los muros de los grandes boulevares, para demostrar la complejidad y limitacin de nuestra vista, existen algunas obras de arte plstico, hechas para producir una inquietud y un haz de suge- rencias exclusivamente fisiolgicas. Cuando, en este caso quiere la conciencia su parte de emocin y de pensamien- to, no hay nada que darle. Ya Maurice Raynal ha ori- llado esta zona del arte plstico.. . No.. . Me parece que ms bien ha sido Jean Cocteau, en "El Secreto Profesio- nal". Los romnticos Delacroix y Corot, trabajaron para eso contra el arte pagano y el Renacimiento, que hicieron obras por la retina, ms que para el nervio ptico. Pos- teriormente, el impresionismo fu una reaccin y el color architorrencial, en Monet e Ingres, relinch para la fiesta exclusiva del humor vtreo y el humor acuoso. Y por este camino hemos llegado ahora a un arte de pura emoci6n animal. El cubismo lo ha realizado, a fuerza de semicolar y trasparentar la sensacin temtica y todo el procedimiento. Cretinos sean quienes vieron en el arte de Picasso, barroquismo. El arte cubista ha triunfado ya, y su triunfo prueba lo contrario, esto es, su esencia es- cueta, su simplicidad, extracto lquido de vida. El ojo, ms que el espritu, gusta lo simple y no lo intrincado. Catico, o por lo menos, complejo es el arte que quiere decir algo y significa algo, es decir, el arte he- cho para el espritu, mientras que este otro arte hecho para la retina no espira sino al placer fisiolgico, o lo que es igual, a la dicha subconsciente, profunda, universal, permanente. La retina y toda nuestra sensibilidad, en ge- neral; goza cuando est ante algo que no padece de lo que podra llamarse pedantera de conciencia o pedantera de smbolo, ste o el otro. Las obras que realiza en el Saln de Otoo dicho esfuerzo'nuevo de belleza, son todava muy contadas. No ha sido suficiente el triunfo tcito e indiscutible que el cu- bismo ms o menos ortodoxo, acaba de obtener, sellando con su sello la orientacin artstica de toda la Exposicin Internacional de Artes Decorativas de Pars. An tendr que combatirsele. A ms violentas fieras (as se llama an a los cubistas) ms duros barrotes. A esa corriente de vanguardia pertenecen las brillan- tes telas de Tabory, Foujita y las esculturas del genial Decrefft, de Sargallo, Brecheret y del mexicano Carlos Bracho, que se muestra un triunfador. Mundial, N9 285, 27 de Noviembre de 1925. 4 DEL BARRIO NEGRO A LOS CAMPOS ELf SEOS Del barrio negro de New York a los Cam- pos E1seos.- Nueva ofensiva del jazz.- Estrellas negras de la escena.- La "Santa Juana" de Bernard Shaw y las envidias francesas.- Luzmila Pitoeff, la ms gran- de comediante de Pars.- Pena y proceso por una cabellera a lo Ninn.- La paz en Locarno y la paz en los teatros. No voy a relacionar para nada mis elogios al arte negro con mi obra potica, ni vaya a verse en aqullos explicacin alguna de mi esttica. Libre es el blanco de llamar a mi verso, verso negro, y el negro de llamarlo blanco o rojo. Yo no me meto en ello, Alberto Rojas (*) di- jo en "El Mercurio" de Santiago de Chile que ante el revo- lucionarismo de mi libro "Trilce", resulta ortodoxo y aca- dmico el disparate de Francis Picabia, y si yo he expre- sado luego, en una entrevista que me hizo ltimamente el corresponsal en Pars de "El Diario de la Marina" de La Habana, que no tuve nunca la mente de seguir al autor de "Relache" ni a escuela literaria alguna, lo hice s610 respondiendo .a una pregunta categrica del amable pe- riodista cubano. Siempre gust de no discutir ni expli- carme, pues creo que hay cosas o momentos en la vida de las cosas que nicamente al tiempo revela y define. A lo que voy ahora es a noticiar un acontecimiento singularsimo: la conquista de Pars por el teatro negro, * Alberto Rojas Fimeney, poeta chileno. 57 trado directamente del barrio negro de New York al Music-Hall de los Campos Eliseos. El ballet negro, he aqu el convencimiento del da en Pars. El teatro de los Campos Elseos, cuyo director es el simpatiqusimo Rolf de Mar, se ha destacado siempre por su amor a lo extico y a lo desconocido, habiendo in- troducido por primera vez en Pars, el ballet sueco, las danzas de Isadora Duncan y de Loie Fuller, los Coros Ukranianos, los Conciertos Futuristas y el ballet ruso. Hoy acaba de ofrecer a Paris, tambin por primera vez, el ballet negro, cuya resonancia artstica viene a probar- nos, hoy como ayer, la gran envergadura espiritual del Africa, de esa raza de tringulos y de color "a miel que- mada", que quiere tomar por los cuernos a la vida, segn la expresin de Delteil. El pobre Guillermo Apollinaire habrse estremecido en su panten de hroe, al pefcibir en el aire del tiempo este ruidoso triunfo dt la estirpe cuya rionada plstica percibi l, antes que nadie, en los albores del cubismo. Un boceto de la danza negra, autntica, haba yo vis- to ya en pelcula, en casa de Maurice Raynal, el crtico mayor de Picasso y del cubismo. Ahora se trata, ms que de una danza plstica, de una danza auditiva. Se trata de un jazz prstino, original, en toda su salvajez indita: los huesos ilacos en relincho de sensualidad es- pasmdica hasta el dolor del alma; el trombn que des- tiempla los dientes; la serie de tambores y platillos cuya vibracin se hace polifona soberbia, ululante, seca, heroi- ca, lnguida, lujuriosa de triste lujuria; el crujido de los miembros, al danzar, al comps de un auto-tropezn im- previsto, aunque estilizado estupendamente, o al son de un sombrero de copa que cae al dar en el tablado y se rompe en dos tiempos armoniosos. Un wagnerismo bastardeado a favor del clarinete del deseo?. . . En todo caso, Pars est asombrado. Nunca haba presenciado semejante mCi- sica, tales instrumentos monstruosos, cuales refriegas ana- tmicas del baile salvaje, en que los siete frenos catlicos de nuestra civilizacin no bastan a amordazar la angustia misteriosa del animal que se pone de espaldas con el hombre. Danza de la selva, ante cuya crudez casi me- ramente zoolgica, no hay moral ni crtica posible. Picasso, Jean Cocteau, estn de plcemes. Si an vi- viera Erik Satie, cmo habra gozado el gran viejo ado- lescente!. . . Contento tambin est ms de un mtico teatral, enemigo de Bemard Shaw, que ha enfrentado el xito de la Revista Negra al xito de "Santa Juana", que por estos das se da tambin en el Theatre des Arts. Pero lo que no puede discutirss, sin duda, es el arte de Luzmila Pitoeff, en su papel de Juana de Arco de la obra de Bemard Shaw. Ni Ida Rubinstein, en "El Martirio de San Sebas- tin de D'Annunzio, ni Ccile Sorel en "El Idiota" de Dostoyewsky pueden igualarla. La actriz rusa parece ser hoy la ms alta figura de la escena francesa. Particularmente, en el rol de la amazona sagrada que echara su caballo de General por sobre las narices del propio Arzobispo de Reims, la hu- manidad pursima .de la Pitoeff, su sencillez, el oro nativo de su arte, sin metalurgia ni artificio alguno, cun lejos est de los viejos y comadronas de la Comedia Francesa, y del Oden, inclusive Lambert y Madame Lisika, que acaban de representar "Polifemo" de Samain en las ruinas de la Argelia. En lo tocante a Bemard Shaw, ciertos crticos corres- pondiendo a los ataques del gran ingls a Pars, lo juzgan inferior a Pirandello, aunque el teatro del primero posea un humanismo que no existe en las obras del italiano, quien quedar tal vez ms como innovador de la tcnica escnica que como creador de dramas de valor intrnseco y humano. Cada cual, por lo dems, tiene sus opiniones. Cada cual tiene sus opiniones y sus gustos y nadie puede meterse a imponer los suyos a los dems, as se trate de padres e hijos. Por eso las gentes ya saben a qu atenerse en lo que se refiere al fallo que dictar la Corte de Justicia de Dijon, en la demanda interpuesta por un padre de familia contra el peluquero que cort el cabello de una linda hija suya, menor, amiga de la falda a lo Claudina y del pelo a lo Ninn. "Cortarle los cabellos a mi hija!. . ." ha trinado el padre herido en el corazn y en su moral, -"Pido, seores, diez mil francos de in- demnizacin! . . . " A lo que las gentes sonren maliciosamente, pues estn seguras de que el peluquero no practic el corte denun- ciado, por su propio gusto, como el padre, sino a solicitud de la menor, como dicen los escribanos de Estado en el Per. Con todo, hay momentos en que los hombres llegan a acordar sus opiniones y tendencias. El seor Crmieux, Presidente de la Federacin Teatral de Pars, que acaba de hacer una gira profesional por Berl y Mosc, quiere que las gent ~s de teatro de todos los pases formen una como Internacional de la escena, y parece que su proyecto va en camino de realizarse. Ser el Locarno de los teatros europeos. As como los Gobiernos eurepeos se han pues- to de acuerdo en Locarno para evitar la guerra, as los hombres de teatro de Alemania, Rusia, Francia, Inglate- rra, etc., se van a poner de acuerdo para evitar las guerras entre los intereses teatrales de dichos pases y para un en- tendimiento que permita el desarrollo del ideal escnico en el mundo, cosa que parece, sin embargo, muy difcil, aunque no tanto como la armona de las naciones. Pero, si esta internacional del teatro se realiza, el Briand de este Locamo ser el seor Gmier. Siempre Francia por delante y sobre todo. Mundial, NQ 287, 11 de Diciembre de 1925. ENTRE FRANCIA Y ESPmA La nueva literatura de Amrica. -Emo- cin racial de una visita a Espaa.- C- mo en Prez de Ayala: reconquista del paisaje.- La ciudad y las sierras.- Ma- res de smoking.- Osar Wilde y Csar Vallejo. Ruidosa polmica, sobre las poe- sas puras.- Espaa y Rusia, los pueblos l - ms puros de Europa. I (Especial para Mundial) ~ 1 Biamtz, noviembre de 1925). Hace algunos meses, en Pars, me diverti'a leyendo un artculo de Astrana Marn en "El Imparcial" de Madrid, relativo a mi obra literaria. El ilustre crtico espaol, a , quien, dicho sea de paso, no tengo el honor de conocer ni de vista, iniciaba su artculo con esta salutacin: "Se renuevan las cosas. La luz nos viene de Amrica. Los poe- tas del otro mundo se disponen a adoctrinar en su ritmo a las generaciones castellanas.. ." Dirase una entrada a Jerusaln, entre palmas y hosannas, Ya, desde algunos aos, Astrana Marn saludaba la presencia de Vicente Huidobro en Madrid, en tono parecido. Slo que -y este era el motivo de mi hilaridad, -al revs de lo que cree el seor Astrana Marn, yo no he puesto an pi en la Villa y Corte. De Espaa apenas he conocido hasta ahora. la verde y horaciana Santander. Es recin ahora, que voy a Madrid, por la primera vez, seor Astrana. Desde la costa cantbrica, donde es- cribo estas palabras, vislumbro los horizontes espaoles, posedo de no s qu emocin indita y entraable. Voy a mi tierra, sin duda. Vuelvo a mi Amrica Hispana, re- encarnada, por el amor del verbo que salva las distancias, en el suelo castellano, siete veces clavado por los clavos de todas las aventuras colnidas. -A qu va usted a ir a Madrid!. . ., -me argumen- taban como examinadores los amigos de Pars. -A conocer sus grandezas, las grandezas de Espaa, los irreprochables descalabros anatmicos del Greco; los , autnticos estribos de oro regalados por los Papas a los grandes Reyes dspotas; la pequea esquina de la demda Capilla del Obispo, en la Puerta del Moro; los dulces gru- pos de mujeres de velo, anacrnicas, y sensuales; el alto y claro cielo; el primer manuscrito del idioma, sobre el pergamino en que don Rodrigo Daz de Vivar y su mujer Jimena testan sus heredades.. . etc. A eso hay que ir a Madrid. -Bueno, A eso se puede ir, pero para pocos das. Luego, il n'y a rien faire, --aadan los amigos, perdi- dos para siempre de parisismo. Heme, pues, en viaje a Madrid, no en jira literaria. Dios me libre!, sino en jira de buena voluntad por la vida. Nada ms, seor Astrana. A Madrid, yo no voy a "llegar, ver y vencer", como usted cree. Si hay alguna parte en este mundo, donde ha de triunfarse (t), no ser por cierto Madrid el ms indicado. Me he detenido aqu, en Biamtz, a pastar mis fatigas en las armoniosas vegetaciones de los Pirineos; pueda yo en esta fuga de Pars, recuperar para el cruento esfuerzo por la existencia, mi sentimiento de naturaleza inculta y sin senderos, que advierto un tanto encogidos entre mis cuitas civiles. Qu amable es deslizarse o pugnar en la selva virgen y compacta, en atmsfera y tierra sin cami- nos. Qu amable es perderse por falta de caminos. Aho- ra tengo ansia de perderme definitivamente, no ya en el mundo ni en la moral, sino en la vida y por obra de la naturaleza. Odio las calles y los senderos. Cunto tiem- po he pasado en Pars, sin el menor peligro de perderme. La ciudad es as. No es posible en ella la prdida, que no la perdicin, de un espritu. En ella se est demasiado asistido de rutas ya abiertas, de flechas y seales ya dis- puestas, para poder perderse. Al revs de lo que ocum a Wilde, la maana en que iba a morir en Pars, a m se me ocurre amanecer en la ciudad, siempre rodeado de todo, del peine, de la pastilla de jabn, de todo; estoy en el mundo con el mundo, en-mi mismo conmigo mismo; llamo e inevitablemente me contestan y se oye mi llama- mada; salgo a la calle y hay calle; me echo a pensar y hay siempre pensamiento. Mas ahora n. Ahora, entse los contrafuertes de los Pirineos y el bello mar gascn, en das de otoo, cuando, pasada la temporada de verano. han vuelto todos a Pars, a Londres, a Roma, a Madrid, a la lejana Amrica, heme por fin libre de calles, de rieles, esquinas, telgrafos, torres, teatros, peridicos, escritores, hoteles, peine, jabn, de todo esto que, de una u otra manera, es camino; heme libre hasta de pensamientos. S (Ah, mi querido Vicente Huidobro, no he de transigir nunca con usted la excesiva importancia que usted da a la inteligencia en la vida. ' Mis votos son siempre por la posibilidad). (Bergsonismo? Pas du tout! Pues el seor .Paul Sou- day, cuyo racionalismo acaba de pulverizar el bravo abate Brmond en su polmica sobre la "Poesa pura" confunde la teora de la intuicin del filsofo francs, con la sen- sibilidad como funcin ms que psquica, fisiolgica, de que le he hablado a usted algunas veces, mi querido Vicente). Aqu, cubierto de mar y de montaa, sin caminos - que son valores exclusivamente de memoria, puesto que la idea es mera historia del hecho de la vida, y los caminos en el mundo son mera historia de la marcha ya efectua- da-, aqu, repito, sin caminos, saturado de tierra y es- puma, desaparece en mi boca el sabor del pan del dolor y del agua de la afliccin, de que vivimos en las urbes, en las crceles, en los conventos.. . He aqu, ante mis ojos complacidos, la mvil hoja del lamo internacional, el viento negrcj y excesivo q,ue ni va ni viene sobre los cerros. Ms all, el manso Bidasoa fronterizo, la atmsfera, en fin, en que la espina urbaha se ha quebrado sin lograr pe- netrarlo. Aqu est Biamtz, sus roquedales de la Virgen, baados por la olas siempre retozonas; el faro, decorativo ms que de utilidad para los nufragos; la Chambre d' Amour; el desolado monte de la Rhume, las barquitas de pesca a vapor, las blancas villas de tejados rojos, el viejo puerto melanclico. . . Un panorama encantador! Y ms abajo, Hendaya, la cenagosa, donde hoy pasa sus das de exilio el buen don Miguel de Unamuno; al otro lado del Bidasoa, San Sebastin, cruzado de brazos de mar. En el horizonte redondo, quin sabe al norte o al poniente, quedar muy lejos ya de aqu, la zona criselefantina don- de vivi Pierre Loti; estar, tal vez, muy lejos, lejos. . . Pero, al fin de cuentas, esta costa vasca, esta cadena de montaas, qu son sino sucursales de ciudad, solapadas colonias civiles, trozos de Pars, pingajos de Londres, pos- tas de urbe! Nada. Los campos de Europa, los mares del Viejo Continente, son campos de saln, mares en smoking, urbanos, civilizados, polics. Los mismos calveros entre los encinares, no son otra cosa que borradores o esqueletos de plazuelas; un islote entre las olas, es como un monu- mento en una gradera. Las cosas pueden ser todo lo pequeas y distanciadas una de otras, pero nunca falta de ninguna de ellas una mquina en el corredor, un neum- . tico en una puerta; aquella dominando el ambiente con su ruido; est regularizando a favor del muro, la entrada y la salida del amor. La propia torre de una capilla de casero domeada est de algn reloj, como si la vida en el tiempo no tuviese tanto que ver con la fe en la eternidad de la vida. Ya no hay campos ni mares en Europa; ya no hay templos ni hogares. El progreso mal entendido y peor digerido los ha aplastado. Pero esta noche, al reanudar mi viaje a Madrid, sien- to no s que emocin indita y entraable; me han dicho que s610 Espaa y Rusia, entre todos los pases europeos, conservan su pereza primitiva, la pureza de gesta de Amrica. (Mundial, NP 290, 19 de Enero de 1926). UN GRAN LIBRO DE CLEMENCEAU La lucha de razas.- De qu parte estar la Amrica Latina en la prxima confla- gracin mundial?- La invocacin latina de un diplomtico chileno.- Las fiestas de Noel y la caresta de la vida.- Una revolucin en el teatro: "L'Homme au sable" de Loie Ful1er.- E2 premio Gon- court de 1925. ' (Especial para Mundial) Pars, diciembre de 1925. La lucha de los pueblos ha adquirido de sbito una gran simplicidad. Nada de partidos polticos, ni de castas histricas, ni de clases sociales, ni de interesa econmicos. En un principio se crey que la guerra dejaba un conflicto exclusivamente poltico y que el nacionalismo y la Inter- nacional eran en el fondo las dos fuerzas centrales de la lucha de los pueblos: desaparezca el nacionalismo, se dijo, y la paz ser entre los hombres. Luego se cay en la cuenta de que se trataba de viejos resquemores de castas, . achacndolo todo a los militantistas, a los hombres de la iglesia, a la burocracia: desaparezca el ejrcito, se argu- mentaba, y la paz ser entre los hombres. Pero ms tarde se volvi los ojos a los aristcratas y al pueblo y se crey que todo era cuestin de patricios y plebeyos: desaparezcan, los poderosos, se dijo, y la paz vendr a la tierra. Pero todava ms tarde, se trajo sobre el tapete al capital y al trabajo y se redujo el problema de todo bienestar humano a un enunciado econmico. En suma, las cosas llegaron a complicarse tanto que nadie saba a qu atenerse. Hasta que de repente la guerra de Marruecos, la guerra de Siria, la dbacle de la China, el despertar de Turqua, la multiplicacin de los Ku-Klux-Klan en Eu- ropa, el fallo de la Sociedad de las Naciones en el asunto de Mosul y, en fin, el Pacto de Locarno, han venido a decirnos que todo el caos contemporneo se reduce simple y llanamente a un problema de razas. No hay ms que blancos y hombres de color. He all los dos nicos fac- tores en lucha. Todos los acontecimientos recientes ates- tiguan la polarizacin del caos actual en esas dos zonas nicas de combate. Hombres de gran perspectiva hist- rica, tales como el ministro francs, M. de Monzie, creen que la futura conflagracin mundial tendr como polos centrales a los Estados Unidos y al Japn, y los dems opinan que esto prueba justamente que esa conflagracin ser una exclusiva conflagracin de razas, esto es, el en- contrn histrico que hoy se est fraguando en el mundo entero. Triunfarn los blancos, anglosajones, norteame- ricanos, germanos, nrdicos, franceses, italianos, espao- les, en fin, la civilizacin occidental - O triunfarn los hombres de color, rusos, japoneses, el Islam, los chinos, indostanos, en fin, la civilizacin del Oriente? Slo Dios lo sabe. Y en esta encrucijada qu campo ocuparn los pueblos de Latino-Amrica? Porque hay quienes piensan que las razas sudamericanas no tienen en verdad hasta hoy una afiliacin definida. Son latinos? Y su parte ind- gena, cuyo origen parece emparentarse, a todas luces, con el Oriente Antiguo? Adems, este elemento indgena ocupa las tres cuartas partes de aquellas poblaciones y tltima- mente la cultura de ellas trata de inspirarse ms y ms en su tradicin pre-latina. Quien siga de cerca los recien- tes movimientos culturales de Amrica, no podr pasar por alto el ahinco que ponen sus dirigentes, escritores, ar- tistas y profesores, por darse la mano con sus colegas del Oriente, tales como Gandhi y Tagore. No hace mucho Abd-el-Krim se puso en relacin con Sudamrica, para obtener simpatas y auxilios. De otro lado, la influencia ' lenta pero profunda, del comunismo, es innegable en aque- llas tierras. En fin, el antagonismo insoluble entre los Es- tados Unidos y Latino-Amrica, jugar un importante pa- pel en caso de producirse esa conflagracin. As, pues, de qu parte se pondrn los pueblos de la Amrica La- tina? Slo Dios lo sabe. De m s decir que mi creencia es f i i e aunque nuestra evolucin ir acercndose ms y ms a la latinidad y que si Amrica llega a ser el centro de la civilizacin futura, ello se har . a base de nuestro contacto con el pasado, por medio de la raza latina. En un artculo que publiqu hace poco en "L'Europe Nou- velle" de Pars, deca yo, a propsito del porvenir racial de ~mt i ca: "Si 1'Amrique Latine recoit de plus en plus des courants d'inmigration europenne, sa race gagnera in- mensment, car elle deviendra chaque jour plus homo- gne et accentuera cette filiation ethnique europenne qu' elle possde depuis plusieurs sicles". El cario que empieza a sentir Europa por la Amrica Latina, crece da a da. Singularmente, los pueblos lati- nos de Europa tratan de acercarse ms y ms a sus pa- rientes transatlnticos. En Pars funciona, desde hace va- rios aos, el Bureau de la Prensa Latina del mundo, cuya sede es "Le Joumal", y en el que estn asociados eminen- tes representantes del periodismo latino. Con qu fines? Con un fin de defensa y prosperidad de la raza. En verdad, sto es lo que se hace? Entonces, por qu en nuestro almuerzo del lunes pasado, el seor Eliodoro Yez, delegado de Chile ante la Sociedad de las Naciones, y director de "La Nacin" de Santiago, nos dijo en su discurso que la poltica de cada pueblo latino es exclu- sivamente de campanario y no de amplitud racial? Acaso lo deca dirigindose a Raymond Poincar, ese toro far- nesio del nacionalismo francs, que, en su calidad de co- laborador de "La Nacin" de Buenos Aires, asista a nuestra mesa? Una tal innovacin de fraternidad internacional tie- ne no s qu sabor de amarga experiencia entre los hom- bres, escuchaba en estos das en que se conmemora el nacimiento del Hijo del Hombre. Dichosos los nios que, ajenos a tan hoscas inquietudes, se divierten santamente, mirando las Exposiciones de Nol de los grandes alma- cenes de Pars! Que la vida, de otro lado, se hace es- pantosamente triste, por su caresta? Que un juguete cuesta mucho? Que un pavo para la cena de Pascua va- le cien francos? De veras, la vida es triste hasta para los nios. . . ! Pero nos queda el ensueo y la ilusin, que no cues- ta nada,' salvo en el Music-Hall de los Campos Elseos, donde Loie Fuller ofrece en estos das una comedia m- gica: "L'Homme au sable", maravilloso conjunto de vi- siones celestiales v fantsticas. de una novedad teatral desconcertante. N; se trata d nada hablado ni de ar- gumento alguno. Ninguna palabra ni leyenda escrita a la manera cinemtica. Ni una hebra de razonamiento a lo Maeterlinck. Es un cuento infantil, un sueo de hadas una serie de episodios de gloria, que unos nios, guiados por un genio propicio, l'homme au sable, ven mientras duermen: ellos visitan gozosos y maravillados, las nubes, la luna, el pas del fuego, el mar de las tempestades, las estrellas, el reino de los ngeles, los parasos verdade- ros. . . Un viaje de candor y de dicha pura, como en las vietas de los libros sagrados. En "L'Homme au sable" todo es posible y hacedero: se atraviesa la roca, se danza entre las llamas, se pisan las nubes, en fin, se alteran por milagro, las leyes naturales. Y todo sucede Gnicamente a base de combinaciones de luces y sombras. Como en el cinema, el decorado y los ambientes son mltiples y se suceden vertiginosamente. "L'homme au sable" viene a revolucionar la escena. Esta comedia puede situarse entre el teatro y el cinema, porque participa de ambos, y ella puede ser el punto de partida de un arte nuevo, cuyos fundamentos irn deli- nendose y afirmndose poco a poco. Una de las mejo- res cualidades de esta comedia mgica es que en ella no hay ningn simbolismo y los valores en accin son direc- tos, simples, escuetos, vivos por s mismos, sin intelec- tualismo alguno. En cambio, M. Clemenceau s que nos acaba de dar un smbolo en su libro "Demstenes", estrellado de ideas y pulposo de estilo, cuyos primeros captulos ha publi- cado "L'Illustration" y cuyo texto completo ver la luz, segn se dice, despus de la muerte del autor. Hay, de veras, un smbolo en "Demstenes"? En rigor no los hay. Slo hay all una ostensible alusin a nuestra poca y en especial a Francia y a Clemenceau. "En ciertos momen- tos -dice El Tigre en un pasaje-, del fondo de esta cal- dera de ideal y de bajas pasiones (habla de la Grecia bajo Filipo), un hombre surga para mostrar energas con honda huella su paso por la ciudad. En las luchas sin fin por la hegemona, Tebas se reconoci en Epaminondas, Esparta en Lysandro, Atenas en Pericla. Para la propia Hlade, en la hora trgica en que sus supremas aspira- ciones iban a expirar en la impotencia de traducirlas en hechos, el hombre del destino es Demstenes. . . Y ms adelante afirma: "Un pueblo puede lanzarse emotivamen- te a la guerra de buen o mal grado. Mantenerse en la guerra, por el rigor de un clculo de prudencia, imponin- dose el sacrificio de s mismo, en favor de una causa su- perior, es ya empresa de otra envergadura. Entonces es menester un hombre - e l Hombre nico de Ibsen-, para realizarlo". No est claro el paralelo con la figuracin de Francia entre los aliados de 1914 y de Clemenceau en Francia. Y por fin, aludiendo, sin duda, a la causa aliada en la gran guerra dice: "Napolen observ con desdn las batallas de la independencia americana, no en compara- I cin de las suyas, sino con un valor de combates prelimi- I . nares. El no previ que nuestras guerras modernas alinea- ran efectivos a cuya lado los suyos palidecen a su turno. Guardmonos de la falta de medir el esfuerzo humano por el nmero, cuando Maratn y Salamina han hecho ver precisamente la inanidad de las multitudes militares en la balanza de las energas, en horas en que el impulso irre- sistible de la idea lanza al hombre todo entero hacia el desenlace absoluto. La organizacin, la disciplina, la es- trategia, podrn a menudo decidir de la victoria. La sim- ple fuerza de la idea tiene tambin su da.. ." El libro de Clemenceau ha causado sensacin en Fran- cia. No tanto como el de Joseph Delteil, "Jeanne d'Arc"; s ms que el de Maurice Gnevoix, "Rabiolit" que ha ob- tenido el Premio Goncourt de 1925. De aqu que no falta quien haya reclamado para "Demstenes" el Premio Goncourt, por ser ms fuerte que el de Gnevoix. Pobrecito seor Clemenceau! No haberle dado el pre- mio Goncourt. Habrse visto! Qu injusticia!. . . 6 (Mundial, No 299, 5 de Marzo de 1928). INFLUENCIA DEL VESUBIO EN MUSSOLINI Epoca de trastornos inauditos.- Apologa de Landr en Berln.- El culto del "Wcm- doo" en Nueva York.- Veinte y cinco I- tigos al prroco de Bombn.- Club de maridos desgraciados.- En el casino de Pars: el decorado que anda.- El jazz es de origen francs o americano?- Lucha de la falda a r t a contra la falda larga.- Una tercera moda en discordia- El dictador de Grecia y el instinto pagano del ritmo. (Especial para Mundial) Pars, enero de 1926. "Un viento de perturbacin general sopla, con una velocidad que rebasa toda medida, sobre nuestro viejo planeta. . .", exclama un peridico de Pars. Y as es, en verdad. En los ltimos tiempos han sucedido terribles su- cesos, ante los cuales son agua de borrajas los cuentos de Hoffmann, el Libro de los Soles, el Gnesis. El mundo atra- viesa por un instante de advenimientos inauditos y de inslitas pesadillas: un nuevo Mesas, el seor Krisna- murti, ha aparecido sobre la faz del globo y la Liga de Catlicos de Londres rehusa reconocerle por tal; en Nueva York se practica el culto del "Woodoo", esto es, el des- cuartizamiento de mujeres en honor de un trogloditico dios de la danza; la obra de Anatole France ha cado en des- gracia universal por influencia misteriosa de una erupcin del Vesubio; el seor Mussolini transforma el Reino Ita- liano en Imperio; en Pan's todava se mata por celos; en un saln de la aristocracia berlinesa se apologiza a Landr y la asistencia femenina sonre, en seal de aprobacin; los caballos de Leningrado han formado una "Sociedad Pro- tectora de Hombres"; en la villa francesa de Bombn, don- de Foch levantara su tienda de campaa, ha aparecido la efigie de Nuestra Seora de las Lgrimas y ha designado como sacerdotisa de su culto a una portera de un inmueble de alquiler, Su Santidad, Madame la Papisa, Marie Mess- min.. . S, seores. Nuestra Seora de las Lgrimas existe. El cable os habr enterado con lujo de detalles de esta epifana. Una estatua que de repente empieza a llorar, debido a la condensacin de la humedad de la portera donde se yergue. He aqu todo. La portera de la casa, ma- dame Messmin, se emociona msticamente, como en las apa- riciones de Fray Anglico, y cree que la Virgen ha descen- dido a su casa. Las gentes de las aldeas tambin se emo- cionan y tambin derraman lgrimas. La secta se forma con la portera de mamas a la cabeza. Es el ao de 1905: viene luego la guerra; la secta crece. Un da viene un pobre tonsurado, el cura de Bombn, y exhorta a esos fanticos a abandonar su culto, por haberse comprobado que no se trata sino de un fenmeno fsico de condensa- cin. La Papisa empieza a sufrir de no s qu infortu- nios y pesadillas nocturnas, cuya causa cree radicar en la hereja del cura. Preguntados los dems miembros de la cofrada, responden que ellos tambin padecen de idn- ticas hechiceras, desde el da en quk el pastor desapro- bara el culto de Nuestra Seora de las Lgrimas. Mada- me Messmin se le echa encima al prroco, y un domingo, despus de misa, va a la sacrista, seguida de sus greyes militantes y le propina veinte y cinco azotes al pastor hechicero, que, segn ella, est posedo del diablo. Para qu le azot al pastor esa mujer de Dios! El he- cho ha estremecido a Pars entero, y , como os relato, ha , sido clasificado entre los acontecimientos ms formida- bles y apocalpticos de nuestros tiempos. Los historiado- res, los filsofos, los profetas, aseguran que el flagelo de Bombn tiene una trascendencia sintomtica mayor que la de la guerra europea. "Asistimos a una nueva Edad Me- dia", dicen esos iniciados. "Despus de la guerra, la obs- curidad, una obscuridad que probablemente durar unos cuantos siglos hasta que encienda su luz otro Renacimien- to". La historia se repite, digo yo por mi cuenta, repi- tiendo lo que afirmaba don Hermenegildo Vsquez, el profesor de mi pueblo en el Per. Pero, ya'podis reros de los historiadores. La ley nc ' tiene nada que ver con ensueos, ni especulaciones ms c menos filosficas. Los jueces que instruyen la causa de Bombn, dicen que el hecho no da mrito a procesa y todo hace creer que los fieles de Nuestra Seora de las Lgrimas sern absueltos. Mientras tanto, las gentes que asisten a las actuacio- nes de la Accin Francesa en provincias, aseguran, con un tropo excesivo entre los labios, que el abate azotado, e! igual que M. Daudet despus del famoso proceso de su hijo, no puede sentarse cmodamente y que durante las ' noches, dice entre sueos: "Bolo". Esto les queda, pues, a ciertas vctimas ms o me- nos presuntas, mientras a otras, tales como los maridos desgraciados, les queda el entrar al novsimo "Club de clibes y de esposos desgraciados", cuyo objeto es hacer una propaganda antineurastnica y filosfica y cuya sede est en el nmero 45 de la rue del Triste Justamiento, que, dira el Arcipreste, dialogan de esta manera: -La primera ves que te engaa tu mujer es falta de ella; la segunda, es falta tuya (proverbio espaol). -No se est nunca tan enamorado como uno se ima- gina (La Rochefoucauld) -Vale ms casarse con una mujer bonita o con una mujer que sepa guisar las coles?. . . Etctera. En dicha sociedad, a la que, segn, dicen, asiste ese empedernido soltern que es M. Doumergue, Presidente de Francia, existe un teatro donde se representan entre- meses pertinentes, tales como "La Comedia de aqul que se cas con una mujer muda" de Anatole France, o "Le Cocu magnifique" de Croemelynk. Hay veces en que al- gn burlador como el de Sevilla o alguna casta como Su- sana, aguaitan a los socios, por las rendijas de las venta- nas. Ellos, naturalmente, no se dan cuenta. Esto, para mirarlos a ellos, que para ver aquellas cla- ses de representaciones teatrales, no hay necesidad, pues- to que otras tantas semejantes se dan afuera en las plazas y boulevares, a precios moderados: en el teatro Capucines, en el Atelier, en el Ba-ta-cln, en el Casino de Pars. Sin- gularmente, en las escenas del Music-Hall. Se trata de pe- queos cuadros plsticos, a cuyo servicio se ponen los ms ingeniosos resortes que la ciencia teatral descubre da a da. Porque no debemos olvidar que los ms frescos descubri- mientos del arte escnico aparecen antes que en los tea- tros llamados serios, en los Music-Halls. Ultimamente, en el Casino de Pars, se ha aportado el movimiento del de- corado, como en el cinema. Un sistema de relojera apro- piado, una mquina especial, permite cambiar a voluntad el escenario, dando la ilusin completa de que la accin transcurre no ya dentro de los veinte metros- estticos de la escena consabida, sino en los inmensos, mltiples y ca- minantes horizontes del mundo. De esta manera, el espec- tador visita diferentes lugares y recorre calles y ambientes, en una perspectiva que cambia y se contina lgica y na- turalmente, sin trucos ni zurcidos espaciales. Una linda revista que ha empezado a darse en dicho teatro, "Pars en Fleurs", se representa valindose de dicho procedimien- to y ha obtenido un triunfo resonante. Como se ver por los fotograbados, con el decorado que anda, es fcil para el actor visitar y recorrer, ante el pblico, los lugares ms diversos, las salas diferentes de un palacio asitico, como por ejemplo. Con este procedimiento, se tiene la impresin de que estamos afuera, en el mundo, y no ya en un teatro. La innovacin es de origen francs, como todas las innovaciones, asegura M. Paul Le Flem, quien en su pa- triotismo sumo, llega tambin a aseverar que el jazz es originario de Francia, pues, la palabra que designa esta danza es una simple deformacin del vocablo jasse, auto- grafiado a la inglesa Qu maravilla humana no saldr de Francia? Un da llegar a decirse que el Universo no fue creado por Dios, sino por el seor Paul Valery, verbi- gracia, o por Deschanel, aquel nervioso presidente que en una noche de luna, cay de un gran expreso europeo. Pero he aqu que Nueva York se propone ahora le- gislar en materia de moda femenina, para el mundo ente- ro, y ha lanzado la falda larga, contra la falda corta, sostenida por Pars. La lucha es terrible. Y Atenas, tan armoniosa siempre, ha lanzado para aplacar esa lucha, una tercera moda en discordia: la falda que es larga y corta al mismo tiempo, o lo que es igual, la falda que sube y baja. El hecho es que habiendo prohibido el general Pangalos la falda corta, las lindas griegas, amantes siem- pre del ritmo y del desnudo, han inventado una extraa falda subidiza y bajadiza. Las atenienses, de esta manera, recorren las calles en traje corto, y en el momento en que cuando ha pasado el guarda, iZs! otra vez, valindose de de telones y primales invisibles hacen bajar la falda; cuando ha pasado el guarda, Zs! otra vez, valiendose de la misma maniobra, hacen subir la falda. Esta es manera de zanjar discordias. (Mundial, N9 301, 19-Marzo- 1926). LAS PIRAMIDES DE EGIPTO Los rompecabezas del superrealismo.- Un inslito detective de Chesterton.- De w- mo se descubri la Amrica.- Las grandes aventuras creadmas.- Los detectives d~ la historia.- Lord Carnavon y su mal de resina.- La tumba del faran Senefr, veinte siglos antes de Tut-Ank-Amn.- Nuevas revelaciones del Nilo. Pars, febrero de 1926. Andr Bretn cuenta en su "Manifiesto del Super- lismo", que Philippe Soupault sali una maana de su casa y se ech a recorrer Pars, preguntando de puerta en puerta: -Aqui vive el seor Philippe Soupault? Despus de atravesar vanas calles, de una casa sa- lieron a responderle : -Aqu. U n detective que figura en una novela de Chesterton, empeado en encontrar el asilo de un criminal, di6 con l, guiado y atrado por ciertos detalles raros que ofreca esa casa en su arquitectura. U n da que sala yo del Louvre, a un amigo que en- contr en la puerta del Museo y me pregunt a dnde iba, le contest: -Al Louvre. Lo de Breton, lo de Chesterton y lo mo, indican cla- ramente que los lugares no siempre estn situados donde los hemos visto, sino que ellos saben andar y burlarse de nuestros ojos. Solemos entonces llegar a ellos, alumbrados por todo lo que vosotros queris, menos por la perspec- tiva inmediata que tenernos a la vista. Por otro lado, bueno est recordar que Coln, segn relata el bigrafo Andr de Loffechi, obtuvo por la pri- mera vez la ubicacin geogrfica de Amrica, entrando a su dormitorio, en Gnova. "Si en lugar de entrar a su dormitorio, observa el seor Loffechi, Coln sale al jar- dn, pongamos por caso, no habra seguramente ubicado en su pensamiento al entrevisto hemisferio". Otros grandes descubrimientos, en la historia como en la geografa, obedecen, sin duda, al mismo gnero de ba- nales peripecias, deserciones absurdas entre la subconscien- cia y el dato de la realidad, o casualidad, como quemis llamarlas. De ellas se han servido y se sirven, sin darse cuenta, an los propios hombres de ciencias positivas, ta- les como los fsicos, qumicos, naturalistas. Nadie nos po- dr discutir, por ejemplo, que M. Murquet de Vasselot se vali, acaso sin quererlo, de alguna voltereta en su cama, para descubrir el principio cientfico se&n el cual algunos bronces chinos de la poca de la dinasta de Tsing, mantienen una coloracin azulada al contacto del aire. Oberkamp tambin ha debido echar mano a parecida ma- niobra inconsciente, para descubrir el simbolismo de cier- tas telas persas halladas en el curso de una reciente expe- dicin arqueolgica. En el fondo, no se trata de otra cosa que de modos de intuicin tan antiguos como el mundc, pues ellos se hallan, en tales o cuales formas y ms o menos tcitos o expresos, en la psicologa de todas las razas, salvajes o civilizadas. En ciertas aldeas serranas del Per, los mu- chachos en sus juegos suelen decidir de una duda o sus- citar un aporte de esta clase de milagros, si as podernos llamarlos, diciendo verbigracia : "El primero que llegue de la calle sabr dnde est la cometa". Otras veces, uno de los pequeos exclama, de buenas a primeras, en un grupo que ha lanzado una pelota al techo: "Voy a guar- dar mi libro y vern que as hago caer la pelota". Traigo esos ejemplos infantiles, porque es entre los nios que tales mtodos heroicos de aventura creadora o de descu- brimiento, son ms frecuentes. Entre los nios y entre los locos. Entre los hombres n, porque los hombres tienen la inclinacin a ir sobre seguro, esto es, por las vas in- mediatas de la realidad lgicamente practicable. Los hom- bres son muy maliciosos y demasiado prcticos, para fiar- se de tales aventuras de intuicin de que tratamos. Los egiptlogos Rowe y Greeless que, bajo la direc- cin de M. George Reisner, venan realizando importantes exploraciones arqueolgicas en las grandes pirmides del Nilo, acaban de descubrir valindose, a no dudarse, del procedimiento del detective chestertoniano, una esplndida tumba milenaria, la del faran Senefr, que rein nada menos que veinte siglos antes que el zarandeado Tut- Ankh-Amn Quin nos puede discutir que. Rowe y Gree- less no han actuado de verdaderos detectives en pos de Senefr, azogado personaje inasible entre las entretelas mltiples del tiempo de la fbula? Fue que, como hemos di- cho ya, los lugares -tumbas o cunas- suelen ambular en el espacio y en el tiempo y burlarse de los ojos del historiador o del simple mortal. Los lugares son terri- bles. Saben jugar extraos juegos a escondidas, a tal pun- to que, como ya dijimos, para dar con ellos no siempre debe uno guiarse de la perspectiva inmediata y visible, sino hay que saltar abismos inauditos, apelando consciente o subconscientemente, a truculentas aventuras y a cbalas y odiseas absurdas, como en el caso de Soupault, como en Coln, como en tantos otros burladores de la pobre lgica de los hombres. Lord Carnavon, que descubri en febrero de 1923, en presencia de la reina de Blgica y del Prncipe Leopol- do, el tercer hipogeo funerario de Tut-Ankh-Amn, pa- deca, segn se ha sabido despus de su muerte, una mis- teriosa enfermedad nerviosa. Su compaero de aventura arqueolgica, Mr. Howard Carter, refiere que el infortu- nado Lord, estando an en Londres, antes de su hallazgo faranico cada vez que vena a sus narices algn olor a resina, sin saber por qu, se pona mal y tena cavila- ciones melanclicas. Entraba entonces a su biblioteca y abra sus volmenes. Los Carnavon sufran sin darse cuen- ta, de "aventura", de aventura de intuicin. Hechos pos- teriores as nos lo demuestran. El propio Mr. Howard Car- ter asistido del profesor Douglas Derry y del doctor Sa- les. Bey Hamdi, al encontrar el otro da el sarcfago de oro macizo en que estaba encerrada la momia de Tut- Ankh-Amn, el hroe entresoado y buscado por Car- navon, ha constatado que dicha momia se hallaba cubierta de una espesa capa de resina sagrada, que al calor habra derretido. Esta resina despeda un olor a infinito y a ca- mino de Lord Carnavon hacia la momia remotamente si- tuada en la leyenda. Por lo dems, el hallazgo de esta momia ha sido sen- sacional. Segn M. Ren La Bruyre, l prueba tres cosas: primeramente, que los egipcios posean un notable senti- miento del teatro, pues la figura grabada en la super- ficie del primer sarcfago medical, establece que Tut- Ankh-Amn muri de 18 aos de edad, sin que se sepa la causa de su muerte; y, en fin, el tercer sarcfago, va- ciado en oro de una sola pieza, vale un milln de francos, sin contar en ello el valor del cetro, de la mscara, del buitre y la serpiente simblica y de los miles de piedras preciosas que rodean a tan brillante cadver. Tales son, a veces, los resultados de las locuras col- nidas. Otras veces no se va con ellas a ninguna parte.. Mundial, N9 302, 26 de Mrirzo de 1926. UNA GRAN LUCHA ENTRE FRANCIA Y ESTADOS UNIDOS El eterno conflicto entre materialistas y es- piritualista~.- E1 fakirismo, contra el pro- greso occidental.- Imposibilidad de una misin mesinica en nuestros das.- Dos enunciados de la civilizacin.- La Prince- sa Mary de Inglaterra lanza la moda del smoking femenino.- Por qu fracas Wil- son.- Hombres trascendentales y hombres circunstanciales.- Sensacional campeonato de tennis.- Suzanne Lenglen contra He- len Wi;ls.- Nenfares del norte y laureles latinos. (Especial para Mundial) Pars, febrero de 1926. Cuando se piensa en esta mquina multimontada de antenas y motores, que es la velocidad moderna, - e n Pars como en Nueva York-, se ve uno precisado a pre- ,guntarse si, al revs de lo que se cree generalmente, los hombres marchan, por ese camino, hacia un nuevo y des- conocido oasis de autntica perfeccin. El reciente im- pulso adquirido por los juegos olmpicos, ha sido sbito y excesivo; los nmeros de fuerza fsica, se han multiplica- do y han capturado zonas inmensas y preciosas en nues- tros das; el progreso material crece y unce a sus cuernos a los hombres, quieran o no quieran. A dnde vamos en esta rueda vertiginosa, hecha exclusivamente de tendn y de comente elctrica?. . . Las dos mentalidades de siem- pre, -los partidarios del progreso y sus enemigos-, se han puesto a la lucha con mayor ahinco que nunca. 'l bru- tal pistonazo de una bomba de Arqumedes y al sutil estre- mecimiento de una espiral de reloj, ha respondido el fakir Turah Bey, hundindose en la garganta inmvil e indolente, un pual metafsico y brillante.. . Ni un alarido, ni .un leve dolor, ni una gota de sangre en la carne teatral de Turah Bey. Los amigos del progreso oyen estas increpaciones, por ejemplo: A la Tierra Prometida no fueron los hombres en hidroavin, como va hoy cualquier sargento mayor a Per- nambuco; a la Tierra Prometida, amada por los tauma- turgos de todas las pocas, no se va ni siquiera en tren, sino a pie, -aduce el seor Tagore en el Asia, el seor Speng- ler en Europa, el seor Antonio Caso en Amrica y el ne- gro Douglas, el del jazz-band, en los grandes cabarets de Montrnartre. El propio Renn da a entender que la sal- vacin de los hombres se hace hoy poco ms que impo- sible, en este ambiente de Wall Street y de Rue de la Paix; una intentona mesinica vendra ahora, en tales con- diciones, a un fracaso absoluto, lastimoso, ridculo, ama- bilsimo, encantador. Atravesamos entonces por un pe- rodo de importancia moral y de falencia taumatrgica? Quiere decir entonces que el advenimiento de un Dios, que pueda de un solo zarpazo abrir una nueva senda de perfeccin, es actualmente imposible, a causa de que a ello se opondra el arrebato y flamgero Olimpo del indus- trialismo contemporneo? No! -replican los otros-. El problema de la per- feccin de los hombres tiene ahora otro enunciado y otra incgnita, -impugnan los partidarios del progreso, es de- cir, el seor Marinetti, el seor Montherlant, el seor Dempsey, el seor Charles Chaplin, el Papa, que acaba de bendecir los cabellos cortos de las mujeres y la media "les petits lits blancs" de la Opera, lanzaron la flamant- docena de novias bonitas que la otra noche, en el baile de sima moda del smoking femenino, cuyo primer modelo luci hace das Su Alteza Real, la Princesa Mary de In- glaterra. El problema de la perfeccin humana, - di cen estas filas-, se reducen a preguntar de qu manera pue- de el hombre conquistar su dicha, fundndola justamen- te tanto en la mquina y en los smoking femeninos, como en los valores morales y permanentes de la vida. Todos saben que la dicha suprema radica en la perfeccin inte- gral, en la plena posesin de una luz infinita, serena y armoniosa. A ella, por consiguiente deben concurrir cuer- po y alma, espritu y materia, progreso fsico y cultura moral. En qu dosis y en qu trminos ha de cultivarse , tanto el cuerpo como el alma, para llegar a ese fin de ar- mona y plenitud. Habr que frenar o, antes bien, ace- lerar el progreso material? He all el problema. Ya no se trata, pues, de auspiciar misiones individuales, de predes- tinacin sobre los dems mortales, sino de efectuar la per- feccin humana por obra de una racional y solidaria ac- cin de todas las energas de la vida. Nada de redentores ni de sortilegios ms o menos di- vinos o mixtificables. Se acabaron las grandes unidades. Wilson mismo no pudo ya ser Salvador. En nuestros das la obra vendr de las manos conscientes y plurales del pueblo y de la humanidad en masa. A la taumaturgia ha sucedido la pedagoga. Hay lugar para que algunos puedan preguntrselo con todo el candor del mundo. Un seor, vestido de azul y calzado de marrn dos veces, se abotona cincuenta boto- nes del traje, toma quince vehculos, se quita y se pone el abrigo diez veces, que paga y espera veinte veces la vuelta, que lee tres peridicos y dos revistas ilustradas, que presta atencin al movimiento de cien mil carros y cincuenta ascensores, que toma tres pousse-cafs, que ha- ce diez cortes y tanteos de su caja personal, que duerme algunas horas, que tiene en fin que echar expertas miradas n tomo suyo para no dejarse robar por los hombres o trai- cionar por los amigos.. . todo en un solo pobre da de 24 horas.. . podr tener tiempo para vivir siquiera un li- gero instante espiritual, desinteresado, universal y puro, en este pcaro horario de New York o de Pars?. . . Pero hay ms todava. Si a tal distribucin ordina- ria del tiempo, se aade otros quehaceres extraordinarios. alguna ocupacin especial, un juego o distraccin banal, que viene a sacamos de lo comn tedioso y de la mon- tona generalidad, tales como el sport, verbigracia, la co- sa entonces aprieta. De dnde se puede sacar tnto tiempo para abastecer a tantas actividades? .No les falta, pues, razn a quienes han clasificado a los hombres en hom- bres trascendentales y hombres circunstanciales. Ya lo creo que los hay. O uno se dedica a vivir la permanente, pura y desinteresada gravitacin de la vida, o uno entre- ga todo su tiempo a vivir las fugitivas, tiles y ms o menos coloreadas superficies de la existencia. Mas no habr quienes sean capaces de unir, refundir y extraer de esos dos lados de la vida la heroica floracin de pleni- tud humana que ansas y buscan, por uno u otro camino, tirios y troyanos, espiritualistas, trascendentales y circuns- tanciales? Entre tanto, la vida transcurre, avanza y redondea su aliento prodigioso. As es cmo Pars acaba de estreme- cerse con una emocin nueva y delicada, ante el match de tennis efectuado en Cannes entre Mlle. Suzanne Len- glen y Mlle. Helen Wills. Europa entera se ha conmovido ante esta amable lucha, de belleza y sentido verdaderamen- te moderno, que dos mujeres de ambos lados del mar, han ofrecido al mundo, al amor de una fina raqueta sonora, vibrante como el aro del Discbolo, y al amor de una rt- mica "bala" graciosa y veloz como la flecha de Eros. Un ruidoso campeonato! Una francesa contra una norteamericana! Es la primera lucha internacional de su gnero entre dos mujeres. Su anuncio provoc una expec- tacin de este y del otro hemisferio, tanto ms intensa que en 1921, cuando el boxeo entre Dempsey y Carpen- tier. El pblico mundial se dividi por razas, en latinos y anglo-sajona, y luego por nacionalismos, en francs y nor- teamericano. Se han registrado apuestas de mayores mi- llones que cuando Carpentier y Dempsey, y la pcquea villa de Cannes ha recibido, con tan delicado motivo, la visita de millares de aficionados o de simple pGblico ele- gante, reyes, polticos, estrellas teatrales, millonarios, lin- das mujeres adlteras a la moda, muchos snobs venidos de remotos pases. El triunfo fue de Suzanne Lenglen. Cuando Mlle. He- len Wills, la americana, volva a su Rolls Royce, vencida y hermosa, un sector de pblico le ofreci un gran ramo de nenfares del norte, mientras los laureles latinos llovan a los pies de la vencedora. Mlle Lenglen haba jugado mejor; pero Mlle. Wills era ms joven y bonita. Mundial, NQ 304, 9 de Abril de 1926. ' LA TUMBA BAJO EL ARCO DEL TRIUNFO Ilustraciones al espiritismo.- Una esposa se besaba con un espritu.- De las vrge- nes locas a las vrgenes prudentes.- Los flamantes adulterios de la mujer moderna. La polica explica un suicidio por medio de palabras cruzadas.- Confidencias del ver- dugo de Hungra, despus de 43 e j e cienes.- Psicologa de los condenados.- La tragedia de la poca de la Comedia Francesa. (Especial para Mundial) Pars, abril de 1926. Un despacho telegrfico de Bordeaux anuncia que M. Teineur se ha querellado ante los jueces contra su esposa, acusndola de que le traiciona con.. . con su primer ma- rido, fallecido hace algunos aos. Madame Teineur, en las noches, cuando su marido Iza invita a retirarse al lecho, no quiere ir a dormir y se queda en su saloncito tapizado de azul diz que a jugar al espiritismo. El querellante afir- ma que la espiritista ha legado a conversar en altas horas de la noche, con el ect i plasma de su primer esposo, lo cual no es nada honesto en una seora de Bordeaux, ca- sada en segundas nupcias con un fabricante de corchos, el mismo que, segn se dice en la regin, lee a Freud y a Conan Doyle y viste muy bien. M. Teinew agrega al texto de su querella un otros: la iiltima noche ha odo l, con sus propios odos, que la culpable se besaba rui- dosamente con el difunto, a quien ella murmuraba pala- bras de amor, entre suspiros ms o menos metafsicos. Al seor Juez solicita M. Teineur que, apreciando su queja en justicia, imponga a la adtltera la sancin correspondiente. Los jueces de Bordeaux han convocado por edicto a los posibles testigos y han ordenado que el querellante pre- sente ante la ley el cuerpo del delito o, en su defecto el espritu.. . (Un tema para un cuento de ese gran ima- ginativo, que es Clemente Palma, autor de "Mors ex vita") . A hombres tan celosos como M. Teineur, correspon- - deran mujeres muy prudentes, dirn los comentaristas. En efecto, las mujeres modernas son azaz prudentes, sal- vo rarsimas excepciones. Las mujeres modernas tratan de recobrar, por su parte, la sagesse, ponderacin y equilibrio que los hombres han perdido en las trincheras. En materia de amor, por ejemplo, ya no existen las "vrgenes locas" de antes, candorosas, romnticas, que se enamoraban y se dejaban seducir a toda mquina, sin reparar en las conse- cuencias. A las "vrgenes locas" han sucedido las "vrgenes prudentes", como las llama M. Lon-Martin en un libro reciente, en que trata de reparar la injusticia con que se ha dado en censurar a la mujer mcderna su buen sentido de defensa de los intereses de su sexo enfrente de la so- ciedad. Una herona de Lamartine es un pobre e indefen- so angelito, un juguete del amor, apenas "una dulce nia en este mundo de duelo y afliccin", expuesta a todos los desastres y calamidades. Una heroina de Philippe Sou- pault es, en cambio, una mujer aguerrida en justas del corazn, duea siempre de s misma, que reflexiona, cal- cula y sopesa todos sus actos con amplia previsin y pru- dencia. Los novelistas a lo Maurice Dekobra, los pintores a lo Favory, los canzonettistas a lo Chevalier, son los pa- ladines tutelares de esta nueva mujer que, como Madame Teineur, en vez de buscar un amante de carne y hueso, que sera un peligro efectivo para la paz conyugal, slo se contenta flirteando con el espritu de su primer marido difunto, y traza as sobre la frente de su actual esposo no ya los clsicos puntos de los celos, que todo lo ensan- grientan sino apenas la sombra fugitiva de una alma en- trometida y problemtica. Porque todava hay quienes creen que el alma no existe. La duda en este caso, persiste. Los muertos, de su lado, parecen que se empecinan en mantenemos en esa in- certidumbre y an algunos aaden a lo que, por leyes de Dios, no es posible desentraar, nuevos misterios persona- les. La polica de Budapest est en apuros ante un enigma de este gnero. Se ha hallado en el bolsillo de Julius An- tal, mozo de caf que acababa de matarse de un tiro de revlver en la sien, un sobre en que se lee: "Explicacin de mi suicidio". Luego, en el interior del sobre,' la polica ha encontrado un problema de palabras cruzadas, que des- de sus primeros signos, parece haber sido planteado con gran esmero y mucho ingenio. Una nota marginal advierte a la polica que la solu- cin del problema suministrar no solamente la llave del misterioso suicidio sino tambin los nombres de las per- sonas responsables de la muerte del autor. Durante mu- chos das se ha tratado de descifrar el "crosswordpuzzle" de marras, pero, sea por impotencia de la polica o por suma ingeniosidad del compositor, el enigma ha subsis- tido y, habiendo vuelto la polica a los mtodos habituales de investigacin judicial, stos, a la postre tambin han fracasado. La solucin se hace da a da ms difcil, y las gentes banales se preguntaban: tJulius Anta1 era un mix- tificador, que gustaba particularmente del estilo macabro y se ha suicidado slo con este propsito?. . . Posiblemente. La muerte ofrece a veces los ms pin- torescos motivos de diversin, tanto para los muertos como para los verdugos. No de otro modo se explicara las regoci- jadas confidencias que hizo un da a los buenos campesi- nos hGngaros de Ezzck, un verdugo oficial (porque tam- bin los hay particulares) de nombre Maumer. El nota- ble hombre de horror, horas despus de ejecutar a un joven asesino de 24 aos, Paul Vincelic, vendi en el patio de la prisin, segGn el uso del pas, los trozos de la cuerda con que fue ahorcado Vincelic y concedi luego a un audaz periodista una intemiew, con la mejor gracia del mundo: -Esta ejecucin de hoy, -susurr con argentina voz el verdugo-, es la nGmero 43. Tengo, pues, una gran ex- periencia. Nunca he visto a un joven afrontar la zanca- dilla con mayor coraje. . . Mauzner desenvuelve extensas consideraciones sobre su oficio. Dice que entre las vctimas ha constatado una fuerza moral que impone respeto y que los periodistas ha- cen mal en burlarse de las ejecuciones, tal como hiciera Gltimamente un cronista hngaro, que al aludir al mo- mento en que el verdugo ech la cuerda al cuello de un condenado, pone en los labios del ejecutante esta cariosa exclamacin : Salud ! -1nGtil decir, -discurre Mauzner-, que yo nunca he pronunciado semejantes palabras. Al contrario, algu- nas veces siento piedad por el condenado y, en la noche, me atormentan pesadillas espantosas. Mauzner examina los diversos pases donde ha sido verdugo : -En Yugoeslavia ahorqu a 25 y puedo afirmar que nadie desprecia ms la muerte como el eslavo. En los Balkanes tambin son valientes. Los macedonios van a la muerte con la misma tranquilidad con que se, va a un matrimonio. Ante esta tranquilidad de alma he saboreado saludables meditaciones. Mis ayudantes y yo ,pertenece- mos a la Cofrada de San Antonio de Padua y, despus de cada ejecucin, acudimos a la Iglesia a pedir perdn a Dios. . . As habl Mauzner, el verdugo, honrado burgus de Sarajevo y piadoso cristiano. No sonriis. Hay verdugos de toda clase. M. Paul Ravnal nos habla en su flamante y ya clebre tragedia "Le tombeau sous 1'Arc de Triomphe", de aquellos ver- dugos apocalpticos aunque discutidos, que en 1914 desen- cadenaron la matanza mayor de la historia. M. Alexan- dre y Mlle. Marie Be11 una que otra noche, gimen y maldicen en la Comedia Francesa, el dolor y la clera, la protesta y la oracin de esa catstrofe. Una noche de oc- tubre de 1915, en que el ataque de la Champagne acaba- ba de dar a Francia una nueva esperanza de victoria, un "poilu" licenciado, en el curso de un dilogo con su novia, a quien va a abandonar de nuevo para tomar a la trin- chera, lanza sobre un pasado culpable y sobre un porvenir incierto su oalabra de duda de sollozo de amor, su fosfa- tado aliento de herosmo. Ella, la novia, retuerce su dolor entre la zarza ardiente de la guerra y, cuando el alba va a llegar en que ha de partir el hroe, exige de l, sbita- mente movida por el impulso eterno de la vida una palabra de fe en su amor. El "poilu" se la da y esta fe en el amor que todo lo crea, le salva y lo transfigura, llena e ilumina la tragedia. M. Raynal, cuya obra levantara tanto ruido en Euro- pa y fue prohibida por las autoridades de Francia, es un escritor d'apres guerre y condena la guerra; pero sabe y confa en que de ella renacer, enaltecido y ms puro, el corazn humano. De igual manera que los hindes van por millares cada ao a las orillas del Ganges y toman en sus aguas el bao sagrado que ha de hacer a los dioses favorables, la humanidad entera se ve obligada a veces a atravesar ros de sangre, para lavar sus culpas y sus errores. No estis viendo el renacimiento que empieza a flo- recer en el mundo y cuyos avisos son la exuberancia, fres- cura y castidad de las formas del espritu y del cuerpo? Cuando Cappella, el Apolo del Casino de Pars, y Roseray, la Venus de esas tablas, realizan nuevos juegos de euforia y de gracia, maravillosas sorpresas anatmicas, es posible que los pblicos polidricos se acuerden an obscuramen- te de la Comedia Francesa, de M. Paul Raynal, de "Le Tombeau sous de YArc de Triomphe", de Mlle. Bell, no- via del hroe, y del fuerte Alexandre inmortal. Nuestra poca, es sin duda, de renacimiento. Hasta los sepultos tesoros de las civilizaciones pretritas surgen entre las ruinas al aire la cabeza de las estatuas griegas, los fustes de las columnas romanas, los rabos de los te- mbles monstruos chinos. Tal la ciudad romana de Thu- bourba Majus, en Tnez, que acaba de ser descubierta con su soberbia columnata de Petronio, delicada y serena al sol del Africa. Mundial, NQ 310, 21 de Mayo de 1926. MANUSCRITOS INEDITOS DE DESCARTES Necesidad de mtodo en nuestra poca.- La borrasca de los tiempos.- Una escue- la de "Mujercitas en Parsu.- Contra la Escuela de Vendedores, el Instituto de Clientes.- La polica prohibe caminar a M. Raymond Poincar.- Mxima de La Rochefoucauld sobre los comemiantes.- Mistinguette y su mono en el Moulin- Rouge.- El teatro del gesto y del silencio. La miseria de Mussolini a los doce aos. (Especial para Mundial) Pars, abril de 1926. La reciente publicacin que un editor ingls ha hecho de valiosas epstolas inditas de Descartes, ha estreme- cido el templo de la filosofa actual. Las homacinas, las efigies apostlicas, los diedros y masas de la mltiple ar- quitectura ideolgica, han cmgido, han esquiciado nuevos reflejos, han buscado otra luz, otras disciplinas. Mtodo! Mtodo! - s e ha clamado por todas partes. Mtodo!- han pedido los maestros de organizacin, los educadores, los grandes conductores de la vida. "Si queris, -ha dicho perentoriamente Frank Grane,- que vuestra vida llegue a la meta que sois, menester es que ella sea conducida con mtodo.. ." Pero el recuerdo del autor del "Discurso sobre el Mtodo", resulta como un ferulazo para esta ---stra poca, menor por su incertidumbre y anarqua. stras pvidas inquietudes d'apres gueve, nuestra po- 87 breza, nuestro disgregamiento social, nuestro desgobierno ~ allan y se crispan ante la sola invocacin de la idea del mtodo, de orden, de disciplina. Hay quienes creen que 1 hasta nos doleran los labios al pronunciar la palabra "m- 1 todo": tan agudo es nuestro caos. Los propios alemanes tan metdicos y organizadores, se han habituado a ir al garete. An los mismos griegos -los griegos de ojos de ~ Minerva- resultan ahora unos libertinos, con su Panga- 1 los y su conflicto de faldas. Dnde est, -exclaman los filsofos-, el antiguo espritu de mtodo y de equilibrio, para ordenarlos y disciplinarlos? Quin nos diera el su- blime espritu del Mtodo!. . . Una revista ilustrada, '"La Vie Parisienne" nos ofrece un dibujo muy movido de "Mam'zelle Bourrasque", es de- cir, de la tormenta contempornea, que es una mujer his- trica, desbocado el deseo, silbato en mano, rugiente el ltigo simblico sobre Furias y Molosos, Hecates y bui- tres. El pobre hombre, en cuya cabeza hinca su pezua la Borrasca, puede ser, a vuestra voluntad, un estadsta, un mariscal, un poeta, o un poderoso industrial de la vspera de la guerra. No obstante todo esto, algunos afirman que hay hom- bres de mtodo en nuestros tiempos, y que hay tambin el mtodo mismo, el equilibrio, la disciplina. All estn la Escuela de "~hujercitas", la Escuela de Compradores, la Escuela de peatones y otros numerosos organismos simi- lares, dispuestos a inculcamos orden y disciplina. La Es- cuela de "mujercitas" proporciona a las hijas de Eva la manera de vivir y conducirse como "mujercitas". Vosotros preguntaris cmo son las "mujercitas". Es difcil, en ver- dad, saberlo. Ms de un cronista de teatro ha intentado saberlo y no lo ha logrado. Idntica imposibilidad han hallado los cronistas de la moda, de la .vida mundana, de polica. M. Flix Gandera, el celebrado dramaturgo de "La facon de se donner", rezongaba el otro da, desde un pG1- pito de conferencista : -Se me acusa de ser un autor pornogrfico? Exijo las pruebas! Ni siquiera figuran "mujercitas" en mis co- medias. . . Se sabe, pues, que las "mujercitas" existen, pero nadie quiere decir dnde las ha visto. Parecida cosa acontece con los alumnos que egresan de la Escuela de Compradores. Porque la Escuela de Com- pradores existe en Pars, en competencia o como comple- mento de la vieja Escuela de Vendedores. El comerciante cuando ingresa un cliente a su casa, lo primero que hace es observarle todas sus maneras con gran atencin. El cliente, por su parte, hace lo mismo con el vendedor. Una justa psicolgica se traba entre ambos. En la mayora de ' los casos, el vendedor, cuando ve alejarse al comprador, sonre para sus adentros, en un hermoso movimiento de I seguridad de s mismo: "He aqu un cliente correcto y sin pretensiones. Nada de escuela, de mtier. Ha pregun- tado, ha odo, ha adquirido y se ha marchado". . . "Los vendedores afirman que la Escuela de Clientes es una cosa que no tiene objeto, pues los compradora siguen siendo sobrios y honestos, humanos y sin malicia, seguros como estn de que los vendedores no les roban. Pero, como en el caso de las "mujercitas", los com- pradores existen, y prueba de ello es la creencia que tie- nen los vendedores de que aqullos no existen. La Roche- foucauld deca que los comerciantes son tan maliciosos que no creen en la malicia de los dems. 1 I En cuanto a la Escuela de peatones, el seor Morand, Prefecto de Pars, no consigue hasta ahora ponerla en evi- dencia. Los accidentes de que son vctimas los transentes, aumentan da a da. Dnde estn los peatones que en di- cha Escuela han aprendido a caminar y a librarse de ser destripados por carros y por mquinas? De otro lado, has- ta hoy no se han visto los diplomas de transentes. A M. Raymond Poincar, ex-presidente de Francia, le dijo un da un agente policial, en momentos en que aqul se dis- pona a atravesar la calzada de la me Richelieu, a la al- tura de la Biblioteca Nacional. -Alto! su carnet de peatn. El gran hombre de Estado no tena su ttulo de tran- sente o, por lo menos, no lo mostr al guardia. Este, que ignoraba que se las estaba viendo con un Inmortal tan emi- nente, le prohibi seguir caminando, so pena de ser con- ducido al depsito pblico. M. Poincar, honesto y mo- desto, se inclin, ante la ley, como un simple hombre pe- , recedero. . . Pero se inclin avanzando, es decir, tomando 1 en seguida un automvil. Ladino! - comentaban ciertos ' peridicos. Ladino, porque supo inclinarse avanzando?. . . Esto sera no darse cuenta de que la Escuela de cami- 1 nantes slo ha conseguido favorecer a la industria auto- movilstica, provocando, precisamente, procedimientos se- mejantes al de M. Poincar, en todos los sectores de la urbe. Mientras estas Escuelas, tan utilsimas como singu- lares, son discutidas y hasta negadas, Mistinguette, seten- tona y genial, lleva todas las noches al Music-Hall del 1 Moulin-Rouge, a su mono de Transvaal y le ensea a "nio de cuna", ante diez mil espectadores. El mono hace SU "stage" y, en ocasiones, salta a los hombros de la ar- tista, y cuando Mistinguette pone una cara triste y mise- rable, en un sketch de Gold, el simio se rasca las sienes y se abona a los aplausos enguantados. No falta quien a aventure la creencia de que este mono gastar toda su fortuna en el Moulin-Rouge, antes de volverse al Trans- vaal o de ser asesinado por la polica de Passy o de in- molarse ante el bravo Voronoff. El mono de Mistinguette puede resultar con el tiempo, un eminente miembro de la Comedia Francesa. El teatro es cuestin de mmica, ha dicho Jean Cocteau y lo pro- claman a voz herida los cinemistas estremistas. El mono cuya expresin vital se valvuliza en mucho por la mmi- ca, pudo muy bien desempear el rol de Romeo, en la obra que Cocteau escenizara para el teatro-Cigale, la mis- ma que, segn los crticos, es una obra teatral a base ex- clusiva de gesto y de ademn. Nuestro excelente simio ir, pues, a la Comedia, en cuyo solar ilustre puede lle- gar a ocupar el decanato, en reemplazo de M. de Ferau- dy que acaba de reemplazar, a su vez, al pobre Silvain, bajan de la Casa de Moliere y van a representar "Tartufo" en un modestisimo circo como Empire; otros, como el pe- queo alumno de Mistinguette, puede, a la inversa, subir del Moulin-Rouge a la Comedia Francesa, tiene de su par- te el gesto.. . y el silencio, como quema el intrpido Bidou. Todos los seres y las cosas tienen su orie?te, su zenit y su crepsculo. Mussolini tendr tambin su crepsculo, puesto que ha tenido su oriente. Un documento acaba de descubrirse, segn el cual hace treinta aos, una seora llamada Rosa Maltodoni, elev una peticin al Prefecto de Forti, en Italia, solicitando una subvencin que permi- tiese a su hijo de doce aos, continuar sus estudios. La solicitud, fechada el 20 de noviembre de 1895, dice as: "Las dificultades econmicas en que se halla mi familia, son tan considerables, que nos vemos obligados a interrum- pir los estudios de nuestro hijo, de doce aos, que sigue actualmente los cursos de la Escuela Normal y que, a juzgar por las alabanzas de su profesor, tiene esperanzas de porvenir". La solicitud en cuestin fue naturalmente rechazada. Otros hay que ya tuvieron su ocaso, como Anatole France, a quien hoy acusan de plagiario. "Queda averigua- do, - di c e Noel Sabord-, que un buen tercio de la obra de France, pertenece a la escritora Amande Caillave, cuya obra acaba de ser revelada y publicada. El segundo tercio lo tiene reivindicado Jacques Brousson, en su fa- moso libro "Anatole France en pantuflas", y las tijeras han proporcionado el resto". Terrible ritmo ste, de la aurora y del ocaso univer- sales. Mundial, NP 313, 11 de Junio de 1926. SECRETO TOLEDO Trenes que pasan y trenes que llegan.- El peligro de las generaciones- El pue- blo ms dinmico de la historia.- Dina- mismo tcito y dinamismo expreso.- Los malos libros de Maurice Barrs. La his- toria como memorndum y la historia co- mo vida.- Un viejo montado en un asno cristaliza en viva clula que pasa, todas las catedrales que quedan. (Especial para Mundial) Pars, abril de 1926. t Cuando un tren entra a una estacin de Madrid, no se tiene la impresin de llegar, sino de pasar. Cuando un tren entra a una estacin de Pars, la impre- sin de -llegar, es en cambio, clara, neta. Las estaciones ferroviarias espaolas canalizan el xodo y lubrifican la rueda para la mucha curva, para la mucha cuesta. El viajero que va de Francia siente, al entrar a la estacin de Irn, la primera de la frontera, que en ese momento el tren acelera su marcha. Al entrar a la estacin de San Sebastin, de Burgos, de Valladolid, de Madrid, no se dira sino que pasamos, pasamos y pasamos, cada vez ms veloces, sin arribar jams a parte alguna. Pero, al volver a Francia, las estaciones de este pas parecen entorpecer el xodo, sujetarnos y hacemos quedar. Al entrar a la es- tacin de Hendaya, llegamos; al entrar a la de Bayona, llegamos; al entrar a la de Biamtz, llegamos; al entrar a la de Bordeaux, llegamos. Cuando alcanzamos a ver los subterrneos del Quai dYOrsay, nuestra llegada es defi- nitiva. Modestas estaciones, estaciones de aldeas, por lo ge- neral, las de Espaa todas son as: estaciones de trnsito. Y esto que se siente en la estacin se siente en los pue- blos o ciudades, si as hay que nombrar a las villas ma- yores de Espaa. Si la estacin del tren nos dice "Sigue", el pueblo nos clama "Aljate". As son los lugares de Espaa; nos inspiran, con slo aspirar sus aires, la errtil cruzada, el viaje infinito. Ser I pues, el secreto del movimiento continuo? Ser entonces la prenda de resarcimiento de todo ambiente de deriva? Por qu dicen que este pas va a la deriva del progreso a lo New York? Eso nosotros no lo sabemos. Lo cierto es que en Espaa no se puede llegar y la quietud no es po- sible. S, seores socilogos, para quienes resultar ince- sante el que, contra el dogma de la pereza e indolencia castellanas, diga yo inquietud y paso eterno. Habr que tratar alguna vez, y a la mayor brevedad, de generalizar menos. Generalmente mucho. La deduc- cin que agrupa y legisla, es mal del hombre. El que dijo "reposo", dijo ya el reposo para toda la eternidad, siendo as que el reposo se da a veces en intermitencia o aparen- temente. El reposo no es, en ocasiones, toda la superficie ni toda la profundidad. Dentro de una mquina o dentro de un ser se dan reposos que se mueven y movimientos fraccionarios. No se hable, pues, de reposo absoluto ni de movimiento continuo. Una ilustracin: en el santo reposo de Toledo pint el Greco, es decir, di vida y ech a andar a cien obras tan inmortales como transentes. Del reposo nace el movimiento, dira Ovidio. En el dolor est el go- ce diran las madres al dar a luz y algunos poetas espa- oles que, como Antonio Machado, cantan a veces canto bueno. Qu de ms, pues, que en Espaa, tierra sin sofo- caciones tentaculares ni urgencias visibles, los buenos hom- bres de Dios tengan ms pata de perro que en otros pases? Patas de perro, los navegantes, aventureros y des- cubridores del siglo quince, con Coln a la cabeza; pata de perro este novsimo comandante Franco, vestido de kaki, con una pierna en Palos de Moguer y la otra en Pernambuco. Los espaoles, pues, se mueven. Quines se han movido ms que ellos en la historia? Slo los portu- gueses les han competido un poco, y los judos. Don Qui- , jote es de una movilidad rayana en el ridculo. Quin ha caminado ms que l? Slo Jesfis y los Apstoles. Por eso ser que hay quienes aman la vida de los pueblos en Espaa, prefiriendo, sin duda, su dinamismo tcito y esencial, al dinamismo expreso y espordico de los otros pases europeos. En Espaa nos sentimos des- prendidos del suelo. Este no nos engancha y es, justa- mente, tan muelle y suave, que casi no lo sentimos. En Londres, la esquina, la calzada, la puerta, el ascensor, la butaca, la ventana, el lecho mismo, no se nos pasan nunca desapercibidos. Cuando menos pensamos, una puerta sale a decimos, en tono muy conciso: Presente! y la esquina salta a de- cimos: Presente! Si no hemos odo a las buenas esta voz de presencia, nos la harn or con un grito o con un pu- etazo en la espalda y a veces con un golpe mortal. En Madrid es distinto. Cuando se cruza la calle de Alcal, las buenas puertas nos abren paso sin dejarse sentir y uno ni se da cuenta de ellas. Es como si no existieran, aunque, en el fondo, la propia holgura de nuestros movimientos, nos est diciendo que estamos en un pas de muchas puer- tas (o en un pas sin puertas, que es lo mismo en este cay?l Por eso tambin ser que hay quienes aman Toledo, por ejemplo, "La ciudad ms ardiente y triste del mundo", como divagara en hbil libro de estrategia poltica, Mau- rice Barrs. Pero se ama a Toledo, no por su historia ni por su pasado, sino por su actualidpd. Hay turistas para quienes la obra del Greco, los mantos verdes y amarillos cie sus Apstoles, su casa, su cocina su vajilla, su-jardn, no les interesa mayormente. Qu les importa la catedral Primada de Toledo, con sus cinco puertas, sus siete siglos, sus frescos claustrales, su coro de plata y su encantada capilla mozrabe?. . . Qu ms le da la Posada de la San- gre, donde Cervantes escribiera "La Ilustre Fregona"?. . . Qu les interesa al Alczar de Carlos V, todo de piedra y su egregio artesonado?. . . Ya puede desaparecer en el da para ellos, el clebre Castillo de San Servando, al otro lado del Tajo. Ya pueden desaparecer tambin los sepul- cros de hroes y cardenales. La Fbrica de Armas de To- ledo, qu les importa a esos turistas?. . . La fina Mez- quita del Trnsito, construda en el siglo catorce por el judo Samuel Lev, qu ms les da?. . . La historia, en texto, en leyenda, en pintura, en arquitectura, en tradicin, deja a ciertos turistas absolutamente indiferentes. Mien- tras el gua les explica en el Puente de Alcntara, la fecha y circunstancias polticas de su construccin, he aqu que un alemn, del grupo turista, se vuelve como escolar desa- plicado y se queda viendo a un viejo toledano, que a la sazn trabajosamente, en mitad de su sala de recibo. "Ah! 1 bufa ese anciano caballero y empieza a llamar a voces 1 al guardia de la esquina, para que le ayude a desensillar 1 al asno. Esto sucede en la calle que lleva por nombre / "Travesa del Horno de los Bizcochos'' o en aquella otra rua, un poco ms ardua, que se llama "Bajada al Corral --- 1 de don Pedro", la misma que desemboca, precisamente en la flamantsima calle "Maurice Barrs". 1 Pues bien: esto es lo que interesa a ciertos turistas: la actualidad de Toledo y no su historia. La historia de To- l ledo carece para ellos de importancia. Quieren, ms bien, sumergirse en el otro aspecto de Toledo, en su vida del instante, en su actualidad viajera, que, a la postre, es la refundicin y cristalizacin esencial de aquella historia. La historia, que es tren parado en una estacin y boleto de arribo de ese tren, no viene bien a ciertas gentes. Quie- ren el tren que pasa y no el que llega. Ese viejo montado en un asno, resume en su bufido al Greco, a la Catedral, el Alczar, la Mezquita, la Fbrica de Armas. Es una escena viva y transitoria del momento, que sintetiza como una flor, los hondos fragores y faena difuntas de Toledo. La historia no se narra, ni se mira, ni se escucha, ni se toca. La historia se vive. Mundial, N9 315, 25 de Junio de 1926. I + LA DIPbOMACIA DIRECTA DE BRIAND Los Estados Generales de las Mujeres.- Una cada de ojos compromete al Gobier- no.- Triunfo de la feminidad sobre el fe- minismo.- Contra una mujer bonita, un hombre hermoso.- El rapto de las ninfas electoras.- Un tigre usa bufanda en el de- sierto.- Las bayaderas tristes y la Geo- metra.- Rehabilitacin de la Legin de Honor, (Especial para Mundial) Pars, junio de 1926. Entre agudas sonrisas y rumor de enaguas tormen- tosas, quinientas mujeres bonitas han abierto ayer en la Sorbonne los Estados Generales Femeninos. Se trata de una Asambles que ha proclamado los derechos de la Mu- jer, de una vez para siempre. Libertad! Igualdad! Frater- nidad! Las mujeres quieren ser libres, iguales y fraterna- les con los hombres. Apenas instalados los Estados Generales Femeninos, su xito no se ha hecho esperar. El Ministro de Instruc- cin de Francia, que presida la apertura de las sesiones, ha pronunciado un discurso, en el que no ha podido me- nos que prometer ihombre, al fin, este seor Lamoureux! el apoyo y la simpata del Gobierno en favor de los idea- les femenistas. Para eso son tan bonitas estas mujeres pr- ceres. Para eso se ven en las puertas de la Sorbona, a los encantos en guardia, terciadas las miradas, firmes los vas- tos vientres poderosos! Para eso los discursos del Con- greso salen de bocas tan dulces y elocuentes! Sabe Dios qu vera el seor Ministro, en medio de ese amable ejr- cito amenazador, para haber prometido tanto! Estos Estados Generales s que van a cosechar re- sultados concretos, como no los cosecharan los de la Rr- volucin Francesa. Estos de la mujer tienen armas fla- mantes, irresistibles. Hasta ahora las feministas eran unas viejas repugnantes, pobres e ineficaces paladines de su sexo, que se lanzaban a las tribunas y a las barricadas, como ogros deslenguados. Eran inglesas feas con anteojos; descaderadas sionistas, que lean la Biblia en el caf del boulevard, o solteronas calabaceadas, entre cuyos encajes amarillos chorreaban inminentes cordones de caridad.. . Todo era que un hombre vea a un apstol de este gnero y ya le naca irresistible aversin a los ideales feminis- tas. En general los ideales, por s solos, son ya antip- ticos. Qu ms lo seran en bocas de viejas, en pechos de mujer fea, en manos que no tuvieran nunca un ramo de azahares! -Pero si al menos fuese una buena hembra! -se la- mentaban los excelentes burgueses, cuando oan un ser- mn de esos apstoles. -Que se lo lleven todo, en buena hora, -exclama- ban otros-, con tal de que sepan miramos dulcemente!. . . Entonces las abanderadas del feminismo chasquea- ban la lengua de indignacin, y la clera las haca justa- mente ms antipticas. El feminismo perda, por este ca- mino, terreno y simpatas, en vez de avanzar. Hasta que una linda mujer egipcia, mademoiselle Hoda Pach, salt - una maana al medio del mundo batiendo palmas: -Eureka! Eureka! Compaeras, cmo vamos a ganar la batalla a los hombres? La batalla vamos a ganarla, precisamente, como mujeres, es decir esgrimiendo los en- cantos prapios de nuestro sexo! Y la nueva estrategia feminista empieza ya a rendir los mejores frutos. En los Estados Generales de la Sorbona, por de pronto, ya no operan mujeres feas. Las delegadas de los cincuenta ~a ses concurrentes. son unos dechados de gracia femenina. Las hay tan hechiceras, que no hay Ministro que resista. Adems, se acabaron tambin los razo- namientos e ideologas ms o menos contundentes y fas- tidiosas. La reinvindicacin de los derechos femeninos se hace en la Sorbona por medio de cadas de ojos lapida- rias. Cuando ingresa a la sala de sesiones un grupo de hombres decididos a burlarse, como hasta ahora, de las locas feministas, se ven como fulminados por un sbito convencimiento de que, en efecto, las mujeres tienen los derechos a todo, a ser iguala a los hombres, libres, so- beranas, en fin, a ser lo que quieran. Se necesita ser un hombre insensible, un fro de corazn, un macho sin pi- ce de instinto amoroso, para oponer al persuasivo alegato de unos senos aptos, seso crudo y ojos recalcitrantes. Los hombres, al salir de los Estados Generales Femeninos, se muestran colorados, temblorosos, vencidos. -Se fij usted, - di c e alguno-, en aquella rusa for- midable, que deca "Los hombres no nos aman como de- ban. . . " con un lindo mohn de novia apasionada en los labios perfectos? Mucha periodistas esperan a la salida a las dele- gadas, para tomar can ellas el aperitivo. En fin, los hom- bres de hoy, de hoy para siempre, son los primeros y ms ardientes partidarios de los ideales feministas. En cuanto a las mujeres conservadoras, no dejan de mostrarse hoy mejor que nunca, seguras de su filosofa. Las conservadoras piensan que la nueva estrategia del fe- minismo viene a darles la razn y a probar, una vez ms, que la mujer, para conseguir cuanto quiera en la sociedad, debe ser, sobre todo, lo ms mujer que pueda. En con- cepto de las conservadoras, las feministas de los Estados Generales vuelven al buen camino, no ya porque depon- gan sus reivindicaciones, sino porque las formulan por me- dios ms femeninos y menos feministas, que son cosas muy diferentes. Las conservadoras exclaman : -Si esto es, justamente, lo que hacemos nosotras. Una esposa clsica logra, sin alharacas ni doctrinas, hacer lo que se le da la gana de su marido: casi siempre ella, no slo es libre dentro del hogar igual y fratemal con su marido, sino que se constituye, de hecho y tcitamente, , en Emperatriz de su marido. En la actualidad, el hom- bre no es el que elige un diputado, sino su esposa, qu- del modo ms archifemenino, le susurra al odo, en las horas apasionadas y tiernas, el nombre del candidato y la direc- cin cvica que ha de seguir el maridito en su conducta pblica. El marido, pues, obra actualmente en la poltica, bajo la inspiracin fratemal o conyugal, como queris, de su esposa. Se quiere mayores derechos para la mujer?. . . Las conservadoras que estn seguras de tener en sus ma- nos aunque no lo parezca, los derechos ms sutiles y fun- damentales de la vida social, han aprobado, pues gusto- sas, la flamante media vuelta de las libertarias. Una vez ms, la feminidad ha triunfado sobre el feminismo. Pero algunos peridicos no dejan de ver en los Esta- dos Generales Femeninos un enemigo peligroso de los hombres. "Si el feminismo quiere ahora, - di c e un cro- nista de "Le Temps9'-, vencemos, envindonos mujeres bonitas, nosotros le enviaremos buenos contrincantes, en la persona de hombres hermosos. Qu mujer feminista po- dr resistir ante unos riones perfectos o un testuz gallar- do y apolneo hechos para raptar ninfas electoras o ln- guidas alcaldesas matinales! Estos peridicos son excesivamente precavidos y ha- cen mal en hacer lo que hacen. No reparan en que lo peor que pueden hacer los hombres para atizar el feminismo, es prestarle odos. Como el ingls de la fbula, el hombre debe dejar hablar a la mujer hasta que se canse. Des- pus, una sola palabra del hombre bastar a convencerla de lo contrario. La historia de ambos sexos est hecha de este ritmo. De otro lado, mientras el Congreso Internacional de Mujeres funciona en la Sorbona, ya una gran escritora alemana, madame Michaelis, en el curso de una conferen- cia sensacional que ha dado en Berln, propone tres ideales de dicha para las mujeres. Primero: que las mujeres se casen por unos tres meses para probar si los cnyuges se armonizan o no, (procedimiento ste que ha sido practi- cado, dicho sea de paso, por los Incas y ahora por el Soviet, sin resultado). Segundo: que si el matrimonio contina la pareja tome, en favor de la mujer, una pliza de se- guro contra un posible divorcio, como se hace contra un naufragio o un incendio. Y tercero: madame Michaelis cree que llegan tiempos en que las mujeres se dividirn en dos grupos: uno formado por las madres, que educa- rn a la familia bajo la jefatura del hombre, como en el pasado, y otro, formado por las trabajadoras, que ganarn por s mismas su vida y podrh, en consecuencia, "dis- poner libremente de sus cuerpos". Pero, no obstante que la conferenciante. declara pertenecer ella misma a este 1- timo grupo, confiesa tambin que lo mejor ser que el grupo de las que "disponen libremente de sus cuerpos" desaparezca y s610 quede en pie el grupo de las madres, es decir, de las mujeres tradicionales. Total: madame Mi- chaelis, en sus tres tesis, no hace ms que optar por un feminismo centrista y conciliador. Es decir, madame Mi- chaelis se decide, como las lindas oradoras de la Sorbona, por el tipo clsico de la mujer que har lo que quiera, siempre que sea cada vez ms femenina y ms mujer. Todo esto no quiere decir que en la Sorbona reine absoluto acuerdo, pues que son mujeres las que all es- tn reunidas. As madame Bougl arguye que se debe ir contra la serie de prejuicios y absurdos pudores que hoy rodean a la mujer. Madame Bougl ha dicho: -En Dinamarca la cosa llega a su colmo. All la de- cencia prohibe hablar de una camisa de noche. En Norue- ga no est permitido llamar por su nombre a un calzn de mujer. -A diferencia de lo que pasa en Estados Unidos, -responde una delegada espaola-, donde como antes del diluvio, los trajes femeninos se reducen a una rosa - en la rodilla, una piel de zorro en el cuello, una raz sal- vaje en el ombligo y una espina olorosa en cada axila.. . De este modo, -piensa por cuenta propia el cronis- ta- mientras muchas mujeres simplifican sus trajes y avanzan hacia la desnudez completa, animales hay que siguen la trayectoria opuesta. Un explorador del Asia Central cuenta haber encontrado un tigre esplndido y enorme, que iba por el desierto ventoso, embozado con una piel misteriosa. No se sabe si le haban embozado, apesar Suyo, o el trigre era un dandy que saba arreglrselas para cubrir su espalda con lujo y elegancia tan humanos. No ser6 que los animales q u ~ n ser hombres mientras 6s- tos quisieran ser aqullos?. . . Tntas cosas raras se han visto. De nada ya puede uno maravillarse de este mundo. Ese village de Boulogne, tambin ofrece cosas apabullantes. Un elefante se traga a un hombre, sin masticarle, como en un cuento de Kip- ling; un yogui pone sus piernas donde estn sus brazos y sus brazos donde estn sus piernas y sube para abajo y baja para arriba; cuatro bayaderas de Ceyln trazan en las tablas todas las formas de la geometra valindose apenas de una simple combinacin de tristezas regula- r a ; y unos nios aprenden a contar hasta 10 y comen arroz. Pero cosa ms inesperada todava hizo el otro da Yvette Guilbert, en un almuerzo muy sonado. De sbito, dirigindose a M. Briand y a nosotros, los periodistas, dijo: 1 -Ya que nadie hasta ahora se ha acordado de pedir para m la Legin de Honor, yo mismo la solicito a us- ted, M. Briand. M. Briand responda : -Nunca se est mejor servido sino por uno mismo.. . Madame Rachilde entonces se despoja de su corazGn rojo y en un ademn asaz irnico, lo pasa a madame Guilbert por sobre la cabeza de M. Briand. Madame Guil- bert exclama, luego, ante la estupefaccin general: -Yo rehabilitar las condecoraciones de la Legin de Honor! El Presidente del Consejo de Ministros, muy turbado, saca entonces una fina punta inofensiva al incidente: -Esto se llama en trminos protocolarios, "diplo- macia directa". Nosotros como buenos periodistas aplaudimos al Go- bierno. Mundial, No 317, 9 de Julio de 1926. LOS PELIGROS DEL TENNIS La gimnasia sueca en el sport moderno.- El Prncipe Olaf y el Prncipe de Gales.- El planeta Mercurio desmiente a Einstein. Grandes matchs de box en las iglesias.- El agua bendita cura los golpes a la fren- te.- Carrera de lebreles y exposicin de gatos.- Muere el bandido ms bueno del mundo.- Una trompeadura en un ballet ruso de Pars.- Es prohibido hablar de los Generales en literatura.- El escndalo de "La Carcasse". (Especial para Mundial) ' Pars, junio de 1926. Dicen que la gimnasia nrdica est llamada a per- durar, porque es producto de una tica excelente del es- pritu. En el sport moderno la gimnasia sueca conserva intacta su preponderancia. Estos otros ejercicios de lti- ma hora, el tennis, el golf, el rugby, no hacen ms que avanzar de la mano con la gimnasia sueca. Las inglesas, antes de lanzarse al rectngulo del tennis, han estirado ya los brazos y han retorcido el espinazo, sensual y feli- namente, en el lecho, ante el espejo y bajo la ducha ma- tinal. Dicen, pues, que esta boga permanente del escorzo noruego, se debe a la gracia enteramente animal y, por ende, pura de su disciplina. En la gimnasia sueca, la finta responde a una gana profunda y natural de movimiento. No hay aqu nada postizo ni violento. Como un gata estira las piernas bajo el sol, el hombre sin calcular su inters higinico o de otro orden dobla, naturalmente, el brazo por el codo. La gimnasia sueca es una cosa honda- mente animal, inquirida por la inteligencia. Su ritmo est pleno de gracia fatal o indeclinable. Su tersura y fluidez vienen de su fatalidad, como entre los griegos. En las otras disciplinas musculares intervienen ya la inteligencia y la voluntad, el clculo, la ciencia y el in- ters consciente, es decir, algo ya tocado de convencin y pedantera. Se trata entonces de gimnasias menos es- pontneas, en las que todo est dominado por el "mtier" y la virtuosidad. As se explica la diferencia de resultados en ambos ejercicios. La gimnasia sueca tiende a la salud armoniosa, mientras, por el contrario, se ha podido ya constatar que un jugador de tennis ha resultado paral- tico, del mismo modo que un insigne doblador de peri- dicos resulta tuberculoso. El ejercicio espontneo concu- rre al desarrollo del rgano; el ejercicio rebuscado lo ma- l ta. Donde domina el mtier, muere la vida. El rugby es puro mtier. Un da no habr rubgy. Pero la flexin cer- 1 vical la habr siempre.
El Prncipe Olaf de Noruega acaba de rehusar el ho- menaje que quera hacerle el "Roya1 Yatch Club" de su pas, eligindole su miembro de honor. El Prncipe, que pertenece a dicho club, como socio corriente, no con- sidera suficiente su ttulo de miembro de la familia real, para obtener tan altsimo rango en el sport. Olaf quiere permanecer en el rango de la generalidad de los socios y espera distinguirse dentro del club, no por su alcance so- cial, sino por su mrito exclusivamente sportivo. Pero el Prncipe de Gales ha hecho otra cosa. Solicitado por el "Surrey Golf Club" de Inglaterra, para aceptar la ca- pitana de su equipo, acaba de hacer a los miembros de ese grupo, el altsimo honor de aceptar. Estos dos pe- queos hechos dan la medida de la moral sportiva en los pases escandinavos y entre los sajones. Porque no de- bemos olvidar que el Prncipe de Gales, fuera de su di- lettantismo hpico y de su dandysmo ms o menos bmm- mlico, que no pretoriano, no nos ha asombrado todava con otras gallardas spotivas. Todo se hace ahora por snob, en justa muscular, como en justa cientfica. Se es capitn de golf o impug- nador de Einstein, slo por prurito de novelera. Todos quieren aparecer a la Gltima tinta de la moda. Los nor- teamericanos primero y luego los franceses, se han pro- puesto derrumbar al filsofo alemn. M. Chazy ha pre- sentado a la Academia de Ciencias de Pars una tesis en que dice que los astrnomos venan observando hace tiempo que para el planeta Mercurio las leyes clsicas de la mecnica no eran exactamente aplicables: entre el movimiento previsto y aquel que se observaba en la rea- lidad, se constataban notables discrepancias. Para hacer- las desaparecer, se prob de sustituir las leyes clsicas de la mecnica, con las leyes de Einstein, y result que el desacuerdo no tena ninguna existencia real, pues, l se deba a que los matemticos no haban empleado los mis- mos mtodos de clculo que los astrnomos. La Iglesia tambin sigue el ritmo de lo nuevo. En la iglesia se ha introducido ya el jazz-band, el cinema, las girls, el radio. El reverendo William Norman Guthrie, un pastor de Saint-Marks, viejo muy socarrn, segn cuentan y muy dado a liturgias bizarras, es una de las personalida- des ms originales de la iglesia anglicana. Sus ideas han de- satado ms de una tempestad y un escndalo. El reve- rendo Guthrie va a establecer un ring en su iglesia. Algu- nos pasajes del Viejo Testamento relativos a milagros de msculos y riones, sern renovados por pgiles msticos de Angola. La lucha de David y Goliat ser reconstruda en pleno altar mayor de Saint-Marks, haciendo de "referee" el propio prroco, que parece haberse entrenado en los tremendos pugilatos suscitados por su gran sacerdocio cientfico. Si hay sangre en los matchs litrgicos, ella ser lavada, segn se proyecta, con agua bendita, pues, dicen que es muy buena para los golpes en la frente. Un da de estos habr en las iglesias corridas de le- breles como en el Jardn de Aclimatacin y exposicin de gatos como en la Sala Wagram, donde ayer los jaspeados monteses de Birmania han aullado magnficas ternuras dorsales. La iglesia va a convertirse en centro de cosas mo- dernas. La iglesia llegar a albergar ferias de animales, exhibiciones de modas, laboratorios cientficos, bancos, pe- luqueras para ambos sexos, gimnasias, cafs-concerts, co- rrida de toros, etc. La iglesia ha operado siempre con un gran sentido de medios de persuacin. Catequizar, he all el empeo. Los Santos Padres, a travs de la historia, se han unido a los polticos, que es el colmo en materia de alianzas, y jno van a unirse a los boxeadores que son unos buenos hombres de Dios, como no den muy fuerte! Ade- ms, en el ring slo se trata de un juego inofensivo y sin mayores peligros. El famoso bandido Romanetti, el ms clebre de los bandoleros de Europa, que acaba de caer asesinado en Ajaccio, habra tenido casa propia en la Igle- sia venidera, pues, Maurice Dekobra cuenta que Roma- netti ha sido el hombre ms bueno, justo y amoroso de los hombres. Como en el gran Pancho Villa, en Romanetti, a el hueso iba al Poniente, pero las articulaciones al Lo- vante. No hay para qu referir aqu que a la iglesia han lle- gado tambin los ballets rusos. Ahora que en el teatro Sarah Bemhardt'se alteman "Mon cur chez les riches" con bal- lets de Serge Diaghilew, han empezado a advertir que la Iglesia tiene gran predileccin por estos bailes extraor- dinarios y novsimos. Nada pues, ms aceptable que, jun- to al campechano prroco de Vautel. baile su baile cubista Polichinella, pese a Luis Aragn, Andr Breton y dems colegas superrealistas, que anoche se trompearon otra vez con todo el mundo, en plena representacin teatral, slo por hacer ruido. As Denis-Amiel, con "La Carcasse". Vaya un escn- dalo tal en la Comedia Francesa. Pars entero, a las r- denes del divertido General Calsteneau, han atizado a Denis-Amiel una paliza en debida forma, por haber pues- to en ridculo o en trgico, en su obra, a otro General del Ejrcito Francs. Burlarse de un Militar?. . . Y vino el huracn. Porque el francs es muy liberal y puede to- lerarlo todo, menos que se metan con su nacionalismo o con cuanto se relacione con su nacionalismo. Total; un xito clamoroso de "La Carcasse". En cambio, Pars no protesta de otras cosas. Antes bien, suele sonreir amablemente cuando el clebre actor italiano Ruggero Ruggieri encarna desastrosamente "Ham- let" en el Teatro de la Madeleine, o cuando a la danza- rina hind Kouka Vrandja, sacerdotisa de Zoth, le salen de repente cuatro brazos en el Concert Mayol, como en los bajorrelieves de Angkor, o cuando los carniceros de Montmartre cuelgan ante las cocineras, chanchos impre- sionistas, vacas neorromnticas, faisanes al leo, tortugas en talla directa, como resultado de la influencia de las artes decorativas en el comercio moderno. En estos casos Pars sonre o se suena las narices seriamente. 1 Mundial, NQ 319, 23 de Julio de 1926. PARIS RENUNCIA A SER CENTRO DEL MUNDO Las mujeres vestirn wmo los hombres.- Pars abre la boca de asombro ante New York.- Sensacionales declaraciones de Tristn Tzara para "Mundial".- La pr- xima escueL*a literaria: el fascismo.- Hay una revolucin mstica en los Estados Unidos.- Un nuevo genio francs: el novelista Georges Bernanos.- Mi genera- cin pide otra disciplina de la vida. (Especial para Mundial) Pars, junio de 1926. La prensa norteamericana se re de la clera econ- mica de Francia. "Los franceses estn atacados de xeno- fobia, ms que los chinos!" -gritan los peridicos en New York. A lo que responden los peridicos de Pars que los franceses estn atacados de xenofobia, porque a ellos les obliga un temble dolor que obliga a todo: la pobreza. "Ms que contra los extranjeros en general, -ha declara- do un gran rotativo parisiense-, los franceses estn in- dignados contra los norteamericanos, porque son unos injustos, unos acreedores, unos ricos.. .!" En Pars, no slo se tiene clera por la deuda a Wall Street, sino que se desdea o se quiere desdear todo lo que se refiere a Wall Street. En cuanto se casa un viejo multimillonario de New York con una adolescente pobre y pastoril, ya estn en Pars hacindose seas y rindose del escabroso enlace. Si Mister Ford le da una msera propina a un chauffew, y su hijo bota, en cambio, cien mil dlares en un cabaret de la Quinta Avenida, ya estn en + Pars atusndose el bigote seriamente. Pero en Pars to- dos estn tambin de acuerdo en que, por este camino, no es que se desdeen las cosas norteamericanas, sino que, por el contrario, se hace de ellas precisamente mucho caso. Un observador atento podra fcilmente darse cuenta de que, de poco tiempo a esta parte, o mejor dicho, desde que Francia debe varios millares a Estados Unidos, toda ia atencin espiritual francesa est pendiente de la vida espiritual norteamericana. Ese mismo observador podra tambin convenir en que New York representa ahora, a los ojos de Francia, lo que Pars representaba antes de la guerra, ante los ojos del mundo. Es decir, que New York es ahora el foco de toda la curiosidad espiritual de Fran- cia. El menor acontecimiento de Wall Street repercute en pleno corazn de Pars. Los parisienses sonren, protes- tan, censuran directamente o guardan silencios alusivos, pero no se alzan de hombros, cuando Mr. Booth Tarking- ton, verbigracia, un eminente escritor norteamericano, se saca de repente los zapatos una maana, en pleno Wall Street y se pone a predicar en alta voz, ante los transentes, la prxima desaparicin de las faldas de las mujeres (por que tambin las hay de hombres, irreprochables seor de Fouquieres). Mr. Tarkington, con los fuertes zapatos va cantes en la mano, clama en un tono de gran clavo que se hunde en gran umbral: -No hay razn para que las faldas existan todava. Yo espero, y en verdad os anuncio que se acercan los tiempos en que las mujeres y los hombres llevarn vesti- dos absolutamente idnticos. No hay razn de pudor al- guno que pueda valer contra la estrecha igualdad a que estn llegando actualmente los hombres y las mujeres. ~ Entonces las palabras de Mr. Tarkington traspasan los mares y, mientras cualquier sudamericano habra pa- I sado de largo ante el verbo proftico del cazurro escritor newyorkino, he aqu que en Pars las gentes abren la boca de asombro y resuena ese verbo, como un hecho de pri- mera importancia en el mundo. La situacin de Francia se hace, pues, cada da ms embarazosa. Porque es Pars mismo el que, sin darse cuen- ta o sin poderlo evitar, est haciendo de New York el centro del mundo. Es Pars mismo el que, observando la conducta que hemos indicado, cede poco a poco, sin que nadie le obligue a ello, su puesto umbilical a New York. Esto no se puede negar. Los extranjeros, sobre todo, nos damos de ello exactamente cuenta. Los lectores de cosas raras, saben ya, al recorrer los peridicos de Pars, que el buen bocado extico, en materia de noticias, vendr despachado de Washington. Los pblicos tambin saben que la nota bizarra y el descoque ms o menos abejeante y delicioso, materia de teatro, vendrn pintados o brin- cando al pi de la oreja de Florence Mills, la princesa negra del jazz, o en el pulso de Miss Bromne, la soberbia tennista, o en los sobacos de algn infame pintor de Flo- rida. El propio Tristn Tzara, ilustre jefe del dadaismo literario, se pone de codos sobre la mesa y, mientras juega los dedos entre los cabellos, me dice: -Importa mucho saber que el dadaismo ha tenido mejor suerte en Estados Unidos que en ninguna otra par- te. En la actualidad, existen varias revistas dadaistas en New York, tales como "Seccessin", "Broomm", "Little Review" y otras. Tristn Tzara cree que la siembra dadaista en Esta- dos Unidos dar cosecha insigne para el porvenir de la literatura mundial. Fracasado el movimiento superrea- lista, Tristn Tzara se prepara a requerir de nuevo para sus manos el cetro revolucionario en poesa. Fund el dadaismo y va a fundar ahora el fascismo literario. -Contra el seudo-sovietismo superrealista, que acaba de abortar -me dice Tristn Tzara-, se impone un fas- cismo bajo la dictadura del espritu.. . -Con cules filas cuenta usted, -le pregunt-, para tamaa empresa? -Justamente, con numerosos elementos superrealistas cismticos: Paul Eluard, Loiris y otros. Y, sobre todo, con la nueva generacin de los Estados Unidos, donde, como usted sabe, los hombres no son tan felices y porcinos como se cree, pues un verdadero mal del siglo, una epi- demia de pesimismo est fermentando en ese pas. Ese mal del siglo se expresa en una literatura enteramente re- novada, que se conoce bastante mal en Francia, pero que no es otra cosa que una floracin dadaista. Las opiniones de Tristn Tzara sobre los Estados Unidos, me recuerdan las de Regis Michaud, quien, refi- rindose a la civilizacin norteamericana, dice: "La bri- llante fachada del optimismo norteamericano presentaba, ya, desde antes de la guerra, grietas y fisuras que no po- dan pasar inadvertidas para un espritu avisado. En esa poca, -contina diciendo Michaud un Montaigne yanqui, Henry Adams, en un libro clebre, declaraba a la civili- zacin norteamericana en bancarrota, al propio tiempo que algunos historiadores, muy prudentes y reposados, ha- blaban en voz alta de decadencia. As, pues, mientras los viajeros y los crticos oficiales continan celebrando la "vida intensa", "la energa norteamericana", he aqu que la inquietud dolorosa trabaja en las lites de ultramar". M. Regis Michaud alude luego a la flamante labor literaria de Edgar Masters y Robert Frost, en quienes se revela un nuevo pensamiento norteamericano, amasado de espesa inquietud y de hondo quebranto metafsico. Quienes piensan, pues, que nuestros das son las vs- peras de una poca despreocupada, en que reinar el jazz, el football, la aviacin y el cinema, la fuerza, en fin, muscular o del radio, estn acaso muy cerca de engaarse. Junto a los negros, vestidos de rojo, que se peinan con al- quitrn y alzan hasta el cielo las membranosas plantas sonrosadas, asoma en el ambiente moderno la cabeza atormentada de un sacerdote o el perfil de un simple agen- te de polica que, al mediar la noche, entrega la guardia, despus de haber tenido, a solas, en silencio y ante las estrellas urbanas del cielo, su militar parada teosfica y humana. A este respecto he de citar un libro tremendo, "Bajo el Sol de Satn", que acaba de publicar Georges Bemanos y que toda la crtica francesa reputa como una obra ge- nial. En ese libro hay prrafos espantosos. Se trata de lo que acabo de expresar: del tormento mstico de nuestra poca. Para una mentalidad clara, despreocupada y ami- ga del sport, esta novela ha de parecer una lcera temble. Yo mismo no he podido sustraerme a la repulsin de ese libro. Me ha dado nuseas. No, precisamente, porque se trate all de un gran motivo religioso, a la manera me- dioeval, sino tal vez porque el seor Bprnanos no ha sa- bido tratarlo. Qu magnfico marco para una gran obra! Dios.. . La dicha eterna!. . . La manera de llegar a ella!. . . Las fuerzas y direcciones del espritu!. . . Las fuerzas y di- recciones del cuerpo!. . . Las lbregas encrucijadas y los sutiles y perlados crepsculos del infinito!. . . Pero el se- or Bemanos olvida que estamos en 1926 y no en el ao en que murieron Abelardo y Elosa, ni siquiera en los das de Len Bloy. Su profundo anacronismo psicolgico le ha perdido, y "Bajo el Sol de Satn" no podr lograr abrir la brecha espiritual que necesita nuestra poca. A estos muchachos que se han muerto de todos los dolores, de to- das las miserias y de todas las tragedias humanas en 1914, no se les podr tocar el corazn sino mostrndoles otros dados del destino, otras posibilidades de ascensin, mas inmediatas, ms humanas, ms universales, que las posi- bilidades encuadradas dentro de una sola disciplina reli- giosa, sta o aqulla. El rostro de Satn habra que bus- carlo fuera de la iconografa catlica; las llagas del mrtir habra que buscarlas en otra cintura que no fuese la del abate Donissants. Estos mozos de ahora han visto ya a Satn en las trincheras y a los santos penitentes en la Cruz Roja. Seor Len Daudet! Voto por el gran espritu catlico de usted! Pero permtame tomar mi sombrero y alejarme sin ruido del templo, antes de darme cuenta de que el nuevo cura de Ars, el de M. Bemanos, ha fallecido de mar- tirio, en la sombra propicia del confesionario. Mi generacin pide otra disciplina de la vida!. . . Mundial, NQ 320, 28 de Julio de 1926. LA VISITA DE LOS REYES DE ESP-A A PARIS Un divorcio por causa de tener la mujer sangre negra.- Las ganancias de los tea- tros de Pars en 1925.- Las tragedias y los goces en las grandes urbes.- El pa- raso de todas las religiones est en una gran comi..ona.- La nueva obra teatral de Jean Cocteau.- Los encantos de San Sebastin.- Malabarismo y humanismo en la poesa moderna. (Especial para Mundial). Decididamente, los negros estn invadiendo los pel- daos mayores del espectculo mundial. Armados de tringulos, vestidos de frescas pieles olorosas del pas del fuego, los negros de tierra, aullando, los negros del mar, danzando, todos los hombres de la noche van y vienen por las cuatro vas del escndalo ecumnico. Y los hom- bres blancos se inclinan ante ellos, les echan frutas o se ponen a llorar de desconcierto. En Estados Unidos, pas de las rarezas a base de dinero, los hombres blancos suelen atesorar en jaulas de oro especies magnficas de negras y las domestican, para luego exponerlas en los museos como mujeres o para echarlas a ondear sobre las tablas de los teatros como cu- lebras. Hay otros yanquis que fletan negras para Cher- burgo o Liverpool, en calidad de novias suplementarias de los mil marinos que en verano suelen divorciarse en Deauville, en Biarritz, Ostende o San Sebastin. Estos Yanquis se dan cuenta entonces de que si los negros no rinden utilidades inmediat en inminentes negocios de Wall Street, razn por la cu T 1, sin duda, los menosprecian, son susceptibles, sin embargo, dq rendir utilidades remotas pero pinges, ms all de los mares. Estas negras que vienen a Europa en condicin de novias suplementarias, no son siempre muy obscuras. Son generalmente las ms claras. Las hay en timbre de her- moso cobre histrico, en clara ley de tarde de Asia, en color de pltano de la isla o en sangre azafranada de su- plicante griega. Qu bellas negras plidas, tan plidas! He visto atravesar la plaza de la Concordia a dos de esas morenas y me ha dolido el corazn. Tienen esas hembras una piel muy plida y funcionalmente blanca, y si no fuese por la boca excesiva, el gesto de Angola y el cuerpo de pirmide invertida, se las tomara por blancas. Al millo- nario norteamericano Rhymelander le aconteci una vez 1 enamorarse de una de estas negras, tomndola por blanca, y la hizo su esposa, sin saber que se trataba de una negra (los norteamericanos son muy activos y muy inocentes). Al cabo de diez aos de vida conyugal, Mr. Rhymelander ~ 1 acaba de descubrir que su esposa tiene sangre negra en , las venas y solicita una separacin judicial, alegando que su mujer le haba ocultado siempre sus orgenes obscuros. Cuando le han narrado a Florence Mills, la estrella negra de los Ambassadeurs, la historia de Mr. Rhymelan- der, ha lanzado una mirada sobre su bello anillo de topa- cios de Otario y ha preguntado al Gerente del gran resto- rn de los Elseos, por el monto comparado de las ganancias de todos los teatros de Pars en 1925. El gerente ha res- pondido, nGmero por nmero, como quien pasa las cuentas de un rosario pagano y fabuloso: -La ms fuerte entrada pertenece a la Opera: 15 millones. Florence Mills ha vuelto a preguntar: -Y las entradas de los music-halls de Pars? -La ms fuerte entrada corresponde al Casino de Pars : 15 millones! . . . Florence Mills ha aadido entonces estos datos con- cluyentes : -La entrada ms alta del ao en la Opera fu en la noche en que Josephine Baker se present por primera vez en la gran escalera del primer teatro lrico del mundo: 150,000 francos. Una vez ms, pues, una, negra sublime y terrible, 112 L I Josephine Baker, emperatriz del jazz, hizo sonar ante el mundo sus dislocados huesos africanos, en ciento cincuen- ta mil discos de metal. . . Esto es Pars! Un ambiente propicio a todos los es- cndalos y a todos los triunfos. Pero, - di ce Gobart-, Pars es tambin otra cosa. Para montar la ltima revista de un music-hall de Pars se han gastado cinco millones. En esta revista aparece una mujer, ni joven ni vieja, que recibe cinco millones de francos para vivir y que lleva sobre su cuerpo, en las no- ches de su presentacin cuatro millones y medio de alhajas. Su traje, en el primer cuadro de la revista, en el que ella aparece ante el pblico unos cincuenta segundos, haba costado 48,000 francos. Esto es Pars. . . Mr. Gobart agrega todava : -En un gran restorn hubo la otra noche una fiesta. La entrada costaba 400 francos, la comida 300 y la botella de champagne 200 francos. Hubo 168 comensales. Esto es Pars.. . Ms an. La otra tarde 300 gentlemens deso- cupados jugaban grandes dineros en un crculo. Un joven ingls lleg de pronto, arroj a la mesa algunos billetes arrugados y perdi. Sentse y jug fajos de billetes de mil francos. Luego se di cuenta de que estaba perdiendo demasiado lentamente, y tom bonos por valor de cien mil francos. En ocho minutos perdi 40 bonos. Se puso entonces muy contento, encendi un cigarrillo y se fu. Esto es Pars.. . Pero es ms todava. Pierre Duvelent fu a la guerra en 1917 y perdi un brazo, el que qued plantado, como una estaca de circo, en un barranco de Verdun. "Ah estos parisienses!" haba exclamado el jefe, al entregar la Cruz de Guerra, traduciendo as su admira- cin. El hroe volvi a Pars, tom un trabajo de bici- cleta y se cas. En 1919 nace una nia. En 1924 la nia cae enferma y muere. En 1925 la madre se apercibe que est tuberculosa, a causa del trabajo, y cuando llega el invierno, sin recursos, va al hospital. En 1926. Abril, amanece. Llueve. El hroe est en su bicicleta y entrega los peridicos a la vendedora del kiosko. Un automvil desemboca de una calle vecina, pierde la direccin y se estrella contra el kiosko y el carro. El cadver del manco de Verdn. 1926.5 Julio. La pobre mujer, en el hospital, lo sabe todo. La muerte llega a ella suavemente. Y al- guna persona caritativa rene en una misma tumba a la criatura, al hroe y a la pobre viuda de 30 aos.. . Esto es tambin Pars. . . Con todo, insisten algunos en que la vida avanza hacia la dicha y hacia la perfeccin. Estos optimistas dicen que el paraso de todas las religiones no reside, en verdad, sino en la tierra misma. Jean Cocteau, en su tragedia "Orfeo", que acaba de estrenarse en el Thatre des Arts. nos muestra, entre otras bizarras de tcnica y de fondo, en la obra, que Orfeo y Eurdice, una pareja burguesa que juega tennis y hace reparar los vidrios rotos de sus mamparas, aparecen despus de muertos, sentados no ya a la diestra de Dios Padre, como querran las alego- ras catlicas, sino en tomo de una mesa de comedor, ha- ciendo los honores a una magnfica comilona, con vino de 1900 y cigarros de La Habana, que son los mejores. Tal es, en concepto de Cocteau, la gloria ultraterrena. Cocteau acaba de convertirse al culto de la Santa Madre Iglesia Catlica, al iguzl que Max Jacob, Pierre Reverdy y otros. Algunos crticos no logran conciliar este espritu rigurosamente catlico, apostlico y romano, que ha asumido Cocteau, con la esttica de "Orfeo", don- de yace un epicuresmo, ms o menos nuevo e inquieto, pero, en todo caso, contrario al misticismo cristiano. Coc- teau, en el fondo, es un conservador, pese a sus esfuerzos y poses modernistas. Sus actitudes son a base de maqui- llaje; sus acrobacias son clownescas, es decir, falsas. Aden- tro, en el fondo, duerme la masa vieja y el espritu viejo, que no ha logrado aligerar el telgrafo sin hilos, ni el avin. Cocteau, pues, no se ha convertido, sino que ha fingido convertirse, puesto que en verdad, es, ser y ha sido catlico. Su "Orfeo", en que la vida se explica cien- tficamente y en que, por lo tanto, el espritu catlico est en ridculo, es una cosa falsa en Cocteau, hecha para posar de moderno y de inquieto y atormentado. En la tranquila playa de San Sebastin, donde ahora paso unos das de paz y soledad, leo la encuesta de Ed- douwel Dujardin, sobre la esencia de la poesa mdema, de la cual Cocteau es reputado no como una gran sicofante, sino como un pontfice en Pars. M. Dujardin pregunta: "Cualquiera que sea el gran talento que se muestre en poesa, se puede considerar como fondo de sta los mala- barismo~ y agudezas ms o menos maravillosas, actual- mente en boga? O debemos esperar una reaccin entera- mente humana?" Tal es la pregunta principal. Leo las respuestas de Femand Divoir, de Albert Birot, Paul Va- , Jery, Henry Brmond, Jean Casou y me sumerjo en la emocin de infinito del mar. Cul ser, pues, el .fondo verdadero de la poesa? Slo s que las olas se han dor- mido en la argentada playa de la Concha y que yo sigo sumergido en unas dulces ganas de llorar. Por qu estas ansias de llorar? Dicen que el lloro viene de la emocin de la distancia y dicen que la risa viene de la emocin del tiempo. Puede ser. El tiempo! Con motivo de la reciente visita del Rey de Espaa a Pars, un peridico francs ha confrontado lo que hizo Alfonso XIII la ltima vez que fu a Pars, 1913 y lo que ha hecho ahora, trece aos ms tarde. Qu cosas tan diferentes! Cmo han cambiado los tiempos! Lo que hizo Alfonso XIII en 1913 nos hace ahora reir, con no s qu comicidad de lejana en el tiempo. Mundial, No 324, 27 de Agosto de 1926. LA REVANCHA DE LOS MONOS El injerto de un ovario de mujer en una mona.- El equilibrio de la naturaleza y el principio armonioso de la ciencia.- Ultimas novedades cientficas.- Se descu- bre la visin extrarretineana.- El profesor Richet opta por la "hiptesis del porvenir". Una gran afirmacin religiosa dentro de un agnosticismo cientfico.- Un hombre asesinado por medio del radio.- Pars ten- dr ferrocarril areo en 1928.- Aeroplanos y trenes de vacaciones. Pars, agosto de 1926. (Especial para Mundial) Ahora viene la revancha de los monos. El seor Vo- ronoff, cuyo empeo por remozar a la humanidad sigue impertrrito, ha dado ayer una conferencia en el Congreso Fisiolgico de Stokolmo, en la cual cuenta haber extrado el ovario de una mujer, para injertarlo en una mona. El resultado del injerto ha sido magnfico. La hembra chim- panc ha podido concebir y se halla en vsperas de dar a luz. El seor Voronoff confiesa que slo hasta all llega su proeza cientfica: el haber realizado el injerto de una matriz de mujer en una mona, despus del ya popular in- jerto de las glndulas de simio en el hombre. El seor Voronoff expresa luego su incertidumbre total acerca de las consecuencias ulteriores de su ensayo e ignora, por ejemplo, como ser el hijo de la mona en cuestin. Quin sabe nazca un chimpanc normal o un chimpanc con tales o cuales aadiduras de criatura humana. Tal vez traiga la nariz absolutamente sin pelos, o al nacer aventure un tro- zo decisivo de algn verbo.. . En fin, los crculos cienti- ficos europeos se encuentran vidos de ver lo que sale de tamaa experiencia. En cuanto al travieso sabio mosco- vita, un peridico noruego informa que, al salir del Con- greso Fisiolgico, el seor Voronoff se estaba riendo a sus anchas, como si se hubiese vuelto loco. Ese mismo pe- ridico juzga que esta vez se trata, probablemente, de una broma deliberada con que quiere divertir a la clien- tela el ilustre mdico, confirmndonos as su temple genial. -Y si no nace nada de extraordinario de esa mona? -le pregunt un periodista escandinavo al seor Voronoff, a raz de su sensacional conferencia de Stokolmo. -Si no nace nada de extraordinario, por lo menos, na- cer un mono comente, en cuyo caso se sabr, de una vez para siempre, que los rganos fundamentales de las especies bimanas y cuadrurnanas, les son comunes. En este caso, muy probable, se abre un camino hacia descubrimientos ms importantes. -Podra usted anticipamos alguno de ellos? -No es aventurado establecer que si la mona da a luz un mono normal, la mujer, a su vez, pueda servirse de idnticos rganos de la mona. -Pero doctor, es de temer que el injerto de rganos tan esenciales pueda menoscabar los supremos valores que distinguen al hombre de la bestia. El seor Voronoff se pone entonces muy serio, casi violento : -El injerto sera nocivo a nuestra especie si el vstago que esperamos de la mona naciera con trazas especiales que permitan constatar una influencia fsica o moral, de las formas humanas de la matriz en que ha sido conce- bido. Slo en este caso se podra tomar, a su turno, una influencia regresiva del ovario de una mona en la criatura humana que fuese en l concebido.. . Estamos, pues, ante una hermosa perspectiva cient- I fica. Puede que un da veamos entre los miles de nios que cabalgan sus potros de madera en el Luxemburgo, una que otra frentecita extraa, sutil y vastamente extraa, o un tierno mentoncito que, sin saber por qu, nos llame la atencin, inspirndonos una ganas absurdas de dormir. Ello sera, de todos modos, la revancha de las glndulas de mono sobre las glndulas del hombre. Y con ella la naturaleza no habra hecho sino equilibrar sus fuerzas y direcciones, porque, en resumen, el sentido de la ciencia es el equilibrio y la armona universales. En materia visual acaba de observarse idntico des- quite de la naturaleza. Los estudios efectuados por Louis Farigoule, Ren Maullanc y Leita Holterhoff, nos llevan a la conclusin de que los ciegos poseen una capacidad especial en los prpados para ver con los ojos cerrados, con slo la fuerza del pensamiento. Aquellos que han perdido la vista normal, poseen, en cambio, lo que cient- ficamente se llama la "visin extrarretineana". El descu- brimiento del mundo visual por un ciego es, pues, un hecho cientfico, puesto que ha sido ensayado y verificado en largos aos de rigurosa experiencia de gabinete. -. "Yo asisti por la primera vez, - di c e Jean Labadi -, a las experiencias de Farigoule, en febrero de 1925, en los talleres de "L'Illustration". La oclusin de los ojos fue rigurosa, con un doble lienzo de tafetn colocado en cruz sobre los prpados cerrados, una capa de algodn y unos lentes metlicos. Bajo esta .slida venda, el sujeto iden- tific ,los objetos ms diversos e irregulares que le fueron presentados. A fin de eliminar cualquier posibilidad de que los objetos fuesen palpados por el sujeto, interrum- piendo as la comunicacin meramente mental entre aqu- llos y el ciego, se encerraron en un marco con vidrio algunas imgenes desconocidas por todos, tales como pginas de efemrides arrancadas de un block en un gabinete oscuro. Los resultados de estos ensayos fueron definitivos. "La condicin esencial, -aade M. Labadie-, para que la visin extrarretineana se produzca, es una condi- cin psicolgica. Y cul es esta condicin psicolgica? La atencin; pero no la atencin ordinaria, ni la otra, la superior del matemtico, sino una atencin verdaderamen- te profunda. Un modelo de ella lo suministran todos los ascetas de la historia, desde los fakires de la India hasta ciertos empricos modernos, pasando por los extticos cris- tianos. Se trata de una atencin llevada al mximo de intensidad y localizada en un solo punto fijo. Esto es lo contrario de la atencin vulgar. "En resumen, -termina M. Labadie-, el alcance del fenmeno extrarretineano en psico-fisiologa es del mismo orden que el fenmeno radioactivo en fsica. No estamos ante una simple curiosidad, sino ante las gnesis de una verdadera revolucin cientfica. Son los primeros pasos de una revolucin, sin duda, ms profunda de lo que pue- da suponerse. . . " Oh las posibilidades de la ciencia! Cuntas cosas lle- 1 gar a descubrir la ciencia con el transcurso de los siglos? ' Para resolver los ms graves enigmas de la vida y de la naturaleza, surgirn da a da ms procedimientos de cer- teza. Los ms reacios misterios podrn ser descifrados. No importa que ignoremos, por el momento, de qu me- dios y por cules hiptesis llegad el hombre e esas albas infinitas. El clebre profesor Richet, de la Academia de Medicina de Pars, descubridor de la seroterapia, a quien un da se le pregunt cul era a su parecer el mejor sis- tema para conocer y dominar toda, toda la realidad sub- jetiva y objetiva del universo, respondi con todos sus cincuenta aos de sabio: -Todas las teoras me parecen en parte admisibles y en parte inverosmiles. Mi hiptesis por excelencia es a "hi&tesis desconocida", que nos ofrecer el porvenir y que nosotros no podemos formular, puesto que no la co- nocemos. Esto deca un prcer y venerable hombre de ciencia. Se contentaba con una gran afirmacin religiosa dentro de un condescendiente agnosticismo, cientfico. As son los verdaderos sabios de laboratorio: patas positivistas, cabezas filosficas, pechos de creyentes. Los qumicos pequeos acaban escpticos y en el caso del profesor Ri- chet se habran agarrado a lo sumo al espiritismo en moda. La explicacin espiritista del universo la habra procla- mado, en particular, un sabio norteamericano, a base del , gusto anglo-sajn por lo fantstico, a lo Conan Doyle, o a base de la metapsquica policial, a lo Poe. Justamente, con este criterio estn juzgando los ms clebres especialistas de los Estados Unidos, el caso de la "muerte lenta" de M. Robert Morn, cuya extraa defun- cin acaba de provocar ruidosos comentarios en el mundo entero. Cuentan los peridicos que se trata de una muerte que parece haber sido producida lentamente, por medio de algunos miligramos de radio, ofrecidos como obsequio a M. Morn, por un yerno suyo que estaba muy apurado por recoger una herencia de millares (Sic: rniIIiards; es decir, igual a mil millones Ed.) . Es el caso que un rico industrial, Robert Morn, de setenta aos, se present hace algunos meses ante el di- rector de un sanatorio de Virginia y pidi que le curasen de un mal indefinible, que le vena quitando toda energa y le minaba sordamente el organismo, sin que hubiese manera de reaccionar contra 61, Los mdicos examinaron pacientemente a M. Morn. Se le puso en observacin minuciosa, tomndose las precauciones y cuidados necesa- rios, pero no fue posible obtener ningn diagnstico. El caso lleg a intrigar fuertemente a clebres hombres de ciencia, cuando he aqu que, a raz de una ligera opera- cin sin peligro, para la cual no fu menester anestesiar al enfermo, el septuagenario agoniz sbitamente, a cau- sa, sin duda, de una insuficiencia cardaca que un examen anterior no haba permitido prever. Hasta aqu el aspec- to, que podramos llamar externo y corriente del caso. Pero M. Morn tena un yerno, de nombre Oliver Hall, que haba lanzado su candidatura a la cuantiosa herencia del suegro. Y las pesquisas mdico-policiales acaban de establecer que este Oliver Hall es el causante de la muerte de M. Morn. De qu manera? M. Morn, durante el Gltimo ao de su vida,. llevaba una hermosa y extraa sortija que su yerno le haba regalado y por la cual el inocente anciano senta un gran cario. En el en- garce de la sortija, en lugar de un diamante, haba una cpsula minscula que contena.. . unos miligramos qe radio! Los detectives de Virginia establecen una relacin entre la sortija de radio y la misteriosa enfermedad del viejo. Se ha entrevistado luego a los mdicos del Sanatorio y a eminentes celebridades de New York. En menos de veinte y cuatro horas, la opinin de las autoridades ha sido unnime: las emanaciones de la sortija haban pro- vocado poco a poco, en una consuncin lenta cuyo origen ignoraba en un principio todo el mundo, el mal inexpli- cable del cual ha muerto M. Morn. Como se v, el espritu cientfico-policial de los norte- americanos bate el rcord en el mundo. Pero Francia empieza ahora a sentir gran emulacin por aventajarlos, ya que no en este y otros terrenos ms o menos areos y radioactivos, siquiera en vuelos ms rudimentarios de k vida cientfica. As es como M. Desvaux,~ consejero mu- nicipal de Pars, deposit ayer un proyecto para construir en breve un ferrocarril areo sobre la vasta ciudad her- mosa, como en New York. La primera lnea de este fe- rrocarril ir de la puerta de La Chapelle a la puerta de Saint-Denis. Su inauguracin queda pactada para 1928. Mientras llega eso, la circulacin en Pars sigue im- posible. Menos mal ahora, que hay pocas gentes en la calle, debido a las vacaciones de verano durante las cuales, todo el mundo va, cada cual segn sus posibilidades eco- nmicas, a tomar el aire al mar, a la montaa o simple- mente a la humilde campia de domingo. Mundial, No 328, 24 de Setiembre de 1926. LA CANONIZACION DE POINCARE O la gloria de un diputado comumsta.- Nueva interpretacin del gusto decorativo de la Pompadour.- La crisis de las frases hechas.- Raymond Poincar contra Fran- cisco de Ass. D o s , l intelectuales sin trabajo en Berln.- La Asamblea Nacio- nal de Versalles y las finanzas francesas.- Un diputado calvo y un sombrero histri- co.- Trece suicidios diarios en Pars. (Especial para Mundial) Pars, agosto de 1926. El buen pblico que lee y ama a los clsicos del lugar comn, a los folletinistas que dicen: "efectivamente", des- de la ltima pgina de un gran rotativo y a los poetas que exclaman: "la luz del ideal", entre una seccin de modas y otra de vida mundana de una revista ilustrada, est desolado de ver c6mo una veintena de escritores fran- ceses condenan y se burlan de todos los clichs literarios, a la sombra de una reciente encuesta de "L71ntransigeant". Y, cosa rara: quienes echan el cido ms fuerte sobre la mana del lugar comn, son justamente, el seor Henri Bordeaux, el seor Van Dongen, el seor Andr de Fou- quieres, el seor Ernest Prvost, es decir los dolos de ese pblico. Las obreritas matinales primero olvidan el saco de maquillaje, antes que una novela del seor Bordeaux. Las novias de prncipes y las viudas de embajadores han Uegado a imitar el estilo de las gasas que Van Dongen pone en sus telas de gruesos marcos de oro. Los jvenes cancilleres de Legaciones y diputados de la derecha, al anu- darse la corbata para la tarde en el Claridge o para la noche en el Quai d'Orsay, buscan el ltimo sesgo que el seor de Fouquieres mostraba el da anterior en la suya. Y los vendedores de pimienta y de jabn de las campias de Pars, se saben de memoria los versos confitados del poeta Prvost. "En lugar de que te mate otro, --dice el adagio-, que te mate tu compadre". Los crticos ms acres e intransigentes -se ha dicho siempre-, son los peores autores. En cambio, el pobre lugar comn no ha merecido esta vez el ataque' de Giraudoux, de Soupault ni de Breton, . escritores cuya aversin a la frase hecha llega a lo increible. Giraudoux, en cuanto ve que se le viene una frase hecha, zas! la elude gilmente: si el clich viene por la misma acera y en sentido opuesto a su pensamiento, Giraudoux toma la otra vereda y, uno a cada lado de la va, se con- trapesan por lo menos; si el clich avanza por la misma direccin que su pensamiento y por la acera contraria, Giraudoux no hace ms que dar la media vuelta y todo queda al otro lado de las cosas. Soupault tropieza con la frase hecha, por lo general, en los grandes bares de los Campos Elseos. Soupault la reduce a la nada, embria- gndola con whisky. En cuanto a Brethn, la zambulle en una playa bretona, con un peso de diez toneladas es- paolas a la cintura. El clich literario, de todos modos, est en desgracia. El nacimiento del simbolismo marca el punto de partida de su depreciacin. El dadasmo lo quem vivo. El su- perrealismo, no se diga. A parte de este boycoteo delibe- rado de las lites, parece que el clich literario sufre asi- mismo, honda crisis en la opinin de esos clsicos del lu- gar comn de que hemos hablado. En Alemania, las no- velas por entregas, los poemas y crnicas de folletn, ya no tienen el xito de antes. Miles de autores de esta lite- ratura de clich se encuentran en consecuencia, sin trabajo y los editores arruinados. Una estadstica reciente esta- blece que de los 27,000 obreros sin trabajo que hay en Berln y sus arrabales, unos dos mil son escritores. Mu- chos de stos tienen nombres conocidos y hasta gloriosos. Con respecto a estas y otras miserias de la poca, M. Edouard Schneider, escritor que ha vivido largos aos practicando una vida devota y franciscana, aconseja la doctrina de Ass, como nico medio de contrarrestar el mal del hombre moderno. "Para quienes nos hallamos envuentos en las mltiples miserias de este siglo terrible, nada ms confortable que aproximamos a la vida fran- ciscana". A lo que le han replicado de todas partes con impugnaciones lapidarias. La vida franciscana tuvo pos- trera encarnacin en un ingenuo encantador de pjaros, que muri cuando vino la guerra. En la actualidad ya no hay ese tipo de hechicero desvalido, desligado de toda preocupacin econmica. Hoy, el mendigo ms desheredado tiene que vrselas, por la razn o por la fuerza, con el Fisco y, el da menos pensado, se muere dejando a la posteridad, no ya un cuerpo descarnado como smbolo de desinters universal, sino un grueso fajo de billetes de diez o veinte millones. Adems, los propios apstoles del franciscanismo, inclusi- ve M. Schneider, comen y beben muy bien y asisten a una fiesta en beneficio de los pobres vestidos de frac. El remedio a la miseria no es ahora oficio del pobre- cito de Ass. El seor Poincar es quien tiene ahora en sus manos la salvacin del mundo. Es cierto que el seor Poincar es plido y cadavrico como los santos clsicos. anteriores a los gordos y sanguneos eclesisticos nortea- mericanos que acaban de ser canonizados en patrulla. El seor Poincar, Ministro de Finanzas, posee, a no dudarlo, un aire atormentado de estadista y mrtir. Hasta se le tomara, si se quiere, por un hacendista beatifico o santo financiero, pero en todo caso, lejos anda de imitar a un San Francisco que gobernara predicando el desinters de los bienes de este mundo. Al contrario. El seor Poin- car, por su espritu de sublime sacrificio en favor de Francia, podra llegar a otra santidad ms moderna, y sera un santo poltico, que gobernara predicando lo opues- to a la doctrina franciscana: el ahorro, verbigracia. El seor Poincar sera, en todo caso, un santo poltico a lo Lincoln. Ya el otro da los peridicos anunciaban los trabajos diplomticos de Washington, encaminados a con- seguir del Vaticano la canonizacin de Lincoln, en virtud de la suma austeridad de su vida de estadista. Mientras el autero jefe del gobierno francs va de- finiendo lentamente, con la lentitud de los grandes proce- sos de la historia, su beatitud poltico-hacendaria, sus tra- bajos por la salvacin econmica de Francia marchan a buen viento. La reciente Asamblea Nacional reunida en Versalles para conferir garanta constitucional a la Caja de Amortizacin de Francia, le ha aclamado como el ni- co padre de la patria. El diputado comunista Doriot, nada pudo contra el triunfo democrtico del seor Poin- car. Lo que consigui Doriot fu su expulsin de la Asamblea. Y una expulsin bastante escabrosa. El seor Doriot, que, al ser expulsado, haba olvidado su sombrero, , quiso volver por l a la sala de Versalles y ya no le deja- , ron entrar. El seor Doriot, calvo y de pantaln Oxford, j tom el tren a Pars, mordindose los labios y sin som- 1 brero. I Slo que el intrpido diputado comunista est seguro de que as y todo, su gloria de precursor de una nueva organizacin social en Francia, nadie osar negarla dentro de dos o tres siglos, cuando a las orillas del Sena suceda el Soviet al rgimen democrtico. El sombrero del seor , Doriot ser entonces conservado y expuesto a la admira- ' cin del mundo en los brillantes museos de Versalles, de i la misma manera que el sombrero de Napolen en el pa- , lacio de Fontainebleau. Ya M. Landre Vaillat, erudito / en materias versallescas, se ha apresurado a opinar sobre la sala y la clase de vitrina que deber ocupar el fieltro del seor Doriot, y estima que una sala Pompadour ven- dra muy a las justas a esta reliquia futura. El erudito Vaillat alega, al efecto, el gusto por lo nuevo y lo sencillo, : que fu siempre la esttica dominante en la bella marque- sa, contrariamente a la opinin general de los historiado- res, que dan el nombre de esta dama al estilo ms conser- vador y acicalado del siglo XVIII. M. Vaillat cree que Madame Pompadour preferira los objetos modernos que se hacan en su tiempo a las antiguas lacas de la China y del Japn, a los bronces e incrustaciones de Boulle y a las viejas araas de cristal de roca. As pues, una sala de la Pompadour modernista, ira de perlas al sombrero de M. Doriot, poltico ultramodernista. Pero si los pala- dines del comunismo, en Francia como en Rusia, logran, cada cual segn sus inclinaciones, realizar sus sueos de gloria, como en el caso del seor Doriot, o sus ansias de bienestar mundano, como en el caso del elegante y opu- lento Embajador de Rusia en Pars, en cambio, los pobres y necesitados que aguardan, a su turno, su salvacin eco- nmica, como fruto de los esfuerzos comunistas, siguen murindose de hambre o suicidlndose en series. Ayer in- formaban los peridicos'" que en las ltimas 24 horas se han dado la muerte nada menos que trece desesperados, sin contar un suicida a quin se le hallaron unos malos ver- sos elegacos en el bolsillo, y a quin yo no s por qu no le cuentan como desesperado. Una cosa es, sin duda, ma- tarse sin versos y otra matarse con versos. En el primer caso, el suicida seguramente "se muere" (con el pronom- bre "se") y en el segundo caso, el suicida simplemente muere (sin el pronombre "se"). En algunos casos, la vida y la muerte no pasan de meros giros de sintaxis. Mundial, NQ 330, 8 de Octubre de 1926. MONTAIGNE SOBRE SHAKESPEARE La poltica en Cervantes, en el Dante y en Bernard Shaw.- La literatura francesa y el nacionalismo.- Montaigne, el ms grande autor trgico del mundo.- La se- riedad de la fiiosofa y lo frvolo del verso. Silueta del Deauville cosmopo:ita.- Un aparato para sorprender los pensamientos secretos.- Milagros de la polica comunis- ta.- Una planta que tose y una piedra que vive. (Especial para Mundial) Pars, setiembre de 1926. Haya de la Torre opina que los factores de belleza ms grandes de toda obra artstica, han sido siempre fac- tores polticos. En concepto de Haya de la Torre, el Quijote es un poltico sin fuerza para imponer sus ideales de gobierno: el fondo de la "Divina Comedia" no es otra cosa que un formidable ensayo de organizacin social, y "Antonio y Cleopatra" de Bemard Shaw pone de mani- fiesto la excelencia de los mtodos de conquista de la Gran Bretaa. Pero Vicente Huidobro encuentra del todo inad- misibles estas apreciaciones de Haya de la Torre y sostiene, por su parte, que en el arte no tiene nada que ver la poli- tica, aparte de que el caso del "Quijote", de la "Divina Comedia" y de "Antonio y Cleopatra", no explica nada, puesto que son tres obras estpidas y, a lo ms, mediocres. Con todo, la idea de Haya de la Torre podra tal vez tener confirmacin, si nos detenemos a mirar, por ejem- plo, algunas actitudes de propaganda nacionalista de la lite- ratura francesa. "La literatura francesa, -ha dicho ya un atinado ensayista espaol-, reposa y tiende, expresa o tcitamente, a una gran afirmacin nacionalista". En singular, los crticos literarios de Francia se han esforzado siempre en juzgar las obras maestras francesas, desde un 1 punto de vista sealadamente nacionalista. Para los cr- ticos franceses, Molire ha escrito comedias insuperables, tan insuperables, que hacen de Francia un pas superior, 1 llamado a dirigir a los dems cuando no a imponer sus ideas, en el arte como en todos los dems terrenos, al mundo entero. Esta manera de apreciar las obras litera- rias se halla en los mejores exgetas franceses. Se llega a lo ingenuo. Se va hasta querer acaparar, fundndose en hiptesis ms o menos aprioristas, las mejores glorias de los mejores escritores. M. Fortunat Strowski, miembro del Instituto, asegura ahora que el teatro de Shakespeare, 1 proviene de varias obras teatrales que Montaigne haba escrito y de las cuales se aprovech a escondidas el autor de "Otelo". M. Strowski asevera que Bacon, el famoso I canciller de la corte de Inglaterra, al saber la muerte de Montaigne, a quien consideraba como su maestro, envi 1 inmediatamente a un sobrino suvo a Bordeaux. ciudad donde vivi Montaigne sus ~l t i mos aos. La viuda de Montaigne y sus herederos, desdeando la poesa o te- miendo que las piezas de teatro escritas por el autor de los "J&sayos", pudiesen menoscabar la seriedad de su obra filosfica, entregaron al sobrino de Bacon cuanto de verso y poesa quedaba entre los manuscritos de Montaig- ne. Bacon, a su vez, entreg los dramas inditos de Montaigne a un cierto actor de nombre Shakespeare, el cual los acomod a la escena y los hizo representar bajo su firma. M. Strowski afirma poseer las pruebas fehacien- tes de su aserto y celebra que las mejores tragedias de la literatura universal no pertenezcan a la Gran Bretaa sino a Francia. Es lo que quera demostrar. No es sta una forma rotunda de llevar a los literatos y sus obras a servir las exacerbadas rivalidades polticas de Francia e Inglaterra?. . . Nada puede apaciguar estos irritados nacionalismos d'aprs-guerre. El sentimiento nacionalista, robustecido sana o patolgicamente, aparece en todos los aspectos de la vida y se manifiesta en todas partes. Un vistazo sobre los centros cosmopolitas de Europa, basta para convencer- nos del grado pintoresco, por no decir ridculo, al cual ha negado el nacionalismo: en Pars hay hoteles exclusiva- mente para ingleses, o para ma n o s , o para chinos, y hay restoranes donde las mesas estn clasificadas en mesas francesas, norteamericanas, rusas, italianas, etc. En las playas de moda, como Deauville, Biarritz, Ostende, Aix-les-Bains, la mixtura de .razas y nacionali- dades, ofrece ms contrapuestas facetas. Por sobre la preocupacin de homogeneidad que da la moda, cada colonia reserva, valindose de no s que sutiles procedi- mientos de afirmacin nacionalista, sus hbitos, y, sobre todo, su aire de origen. En el Casino de Deauville, la clientela masculina observa estrictamente los recientes dic- tados de la moda, el pantaln Oxford, abundante y fan- farrn o el novsimo matiz cubista de la americana; pero a cin leguas es fcil distinguir, por sobre la homogeneidad de estos detalles, al padre de familia griego que luce una cornalina triangular en cada meique, o a unos mozos filandeses, de rostro rojizos y como cubiertos de polvo de camino, o a la sobrina de la Emperatrz Zita, con su fuer- te mirada'austriaca. Tratndose de las colonias de Am- rica, ellas denuncian su origen a travs de diez murallas. No hay raza que conserve mejor su aire nacional en los centros cosmopolitas, como las gentes de la Amrica del Sur. Ese es, con toda seguridad, un colombiano!. . . Aquella dama que conversa en ingls con un caballero, es, a no dudarlo, una argentina!. . . La linda muchacha que ayer, en el Gran Prix de la temporada, llevaba una dimi- nuta sombrilla hecha de una sola lmina de oro, es sin duda posible, brasilera! . . . Y estos tres viejos que juegan ajedrez, sin pronunciar palabras, cul ha de ser peruano, sino ese que mira por los cristales del Casino que dan sobre el mar, como si afuera lo estuviesen esperando?. . . La moda, los placeres, la poltica, la literatura, la gloria, siguen siendo, hoy ms que nunca, vehculos de nacionalismo, solapados concursos de bandera naciona- lista. Se trata aqu de concursos tcitos. No es menester para el caso, de convocatoria y ni an de voluntad expresa de parte de los concurrentes. Se muestran ellos griegos, uruguayos o japoneses, sin intencin deliberada, sin darse cuenta y, muchas veces, apesar suyo. Los sudamericanos, verbigracia, ansan todo lo contrario, es decir, ansan eu- ropeizarse a la fuerza si es posible y, particularmente, afrancesarse, en Deauville, en Biarritz o en Pars. Pero es en vano. Su nacionalidad se denuncia a la distancia. Hay, como es natural, numerosos matices en esto de querer asumir aspectos de una nacionalidad distinta a la verdadera. Nos cuentan que en Rusia hay extranjeros que saben disimular a la perfeccin su nacionalidad, sobre to- do, cuando proceden de pases reccionarios o anticomu- nistas. La polica moscovita vigilante y cientfica, se vale entonces de finos y misteriosos procedimientos para des- cubrir, en el curso de una investigacin poltica, la ver- dadera nacionalidad de ciertos extranjeros. Se emplea: entre otros mtodos, un aparato inventado por el clebre profesor sueco Kielland, con la ayuda del cual se puede controlar perfectamente nuestros pensamientos ms se- cretos. Una membrana de una sensibilidad extrema, se apoya sobre la sien del objeto. Esta membrana recibe las ' vibraciones de la tensn arteria1 y las reproduce con toda nitidez, como en el telfono. El profesor Kielland ha ob- servado que los pensamientos tienen sobre la circulacin de la sangre una gran influencia y que la sien es el asien- to de pulsaciones caractersticas, segn sea el gnero de las ideas. Este sabio, despus de numerosas experiencias, ha llegado a obtener una base grfica, que vara con todos los pensamientos. La polica moscovita, a su turno, obtiene diariamente hermosas revelaciones acerca de las ntimas ideas polticas de cuantos sujetos caen bajo el estudio del aparato del seor Kielland. La ciencia, como el arte, ofrece en ocasiones, descu- brimientos muy divertidos y extravagantes. De esta enver- gadura es el descubrimiento ltimamente obtenido de una planta tropical (tropical haba de ser), que es muy sen- sible a los ataques de tos, como los nios y los ancianos. En cuanto hay polvo o una ligera humedad en el aire, la planta de marras hace una leve explosin de la peluza de sus hojas, muy semejantes al ruido de un acceso de tos de una persona constipada. M. Pierre Audiat nos anuncia, por otro lado, haber descubierto por s mismo una piedra que vive, suda, se nutre, odia, ama, sufre, goza y probablemente muere. To- do junto. Mundial, NQ 334, 5 de noviembre de 1926. LA GRAN PIEDAD DE LOS ESCRITORES DE FRANCIA Acerca del proletariado literario.- La doc- trina y el ejemplo de Maurice Barrs.- La doctrina y el ejemplo de Carl Sand- burg y de Pierre Hamp.- Una clebre frase del autor de "La Colina Inspirada". Los intelectuales tienen derecho a ser ma- ridos infieles?- El escritor Clement Vau- te1 gana veinte mil francos diarios.- El Prncipe de Gales se casar w n la Infanta Beatriz de Espaa!- El veraneo en Europa toca a su trmino. (Especial para Mundial) Pars, octubre de 1926. De algn tiempo a esta parte se viene combatiendo denodadamente en Pars para mejorar la situacin del proletariado literario de Francia. La Sociedad de Gentes de Letras, presidida por M. Edouard Etaurni, de la Aca- demia Francesa, ha reforzado esta campaa da a da, y la prensa francesa ofrece cotidianamente una rbrica de propaganda en el mismo sentido, bajo el titulo comn de "La Gran Piedad de los Escritores de Francia". Por q~e en Pars existe un proletariado literario enorme, sin pan, sin techo y atin hasta sin pluma para escribir. Poetas sin zapatos con qu vagabundear por las vas zarzosas del enigma; novelistas sin guantes con qu tomar el escalpelo psicolgico; dramaturgos sin smoking con qu salir a ta- blas a agradecer las ovaciones del pblico; periodistas sin sombrero con qu saludar a los Ministros en las entrevis- tas; en fin, una bailla desarrapada, que lleva en los bolsillos, en vez de monedas, apenas unos grasientos fs- foros mentales. - Qu le vamos a hacer! -clamaba Maurice Barrs, cuando le hablaban de tales proletarios de la pluma-. El escritor que no puede ganarse una posicin y un nom- bre en la vida, es porque carece de talento. No hay nada qu hacer con ellos. La historia y la experiencia nos de- muestran que slo las grandes virtualidades creadoras han triunfado y han ganado el dinero que queran. Los dems, los que se mueren de hambre, es porque son unos est- pidos ! El hombre que as hablaba del proletariado literario era justamente el autor del "Culto del yo", el acadmico, el diputado, el autor de cien novelas que se vendan como el pan. El hombre que as hablaba era el nacionalista has- ta el chauvinismo, el leader de la democracia, el rico bur- gus que viva en un palacio del Bosque de Boloa, con treinta criados brillantes y diez secretarios de levita. El hombre que as hablaba era el magnate de la pluma, po- deroso personaje inaccesible, a quien se llegaba slo des- pus de atravesar cien antesalas ms que para llegar al Presidente de Francia. Qu era, en efecto, el seor Mille- rand en el Elseo al lado del seor Barrs en su casa?. . . Y como es natural, un semejante personaje no poda fra- ternizar con los compaeros pobres. -Antes de los cuarenta aos -haba graznado Ba- rrs en su mocedad, en la sala de redaccin de un peri- dico en Pan*, ser acadmico y millonario!. . . Y, naturalmente, un semejante personaje estaba in- ' capacitado, -no es verdad, seor Barbusse?- para apia- i darse de los mseros y hambrientos de este valle de lgri- mas. El seor Barrs, que goza tanto en la vida y a quien Dios tenga ahora otra vez entre goces celestiales, se opo- na a toda campaa de piedad por los escritores sin pan. Apesar de ello, la campaa ha continuado arando el am- biente y ha llegado, como hemos dicho, a constituir una gran fuerza social. Pero, en contra de esta "Gran Piedad de los Escri- tores de Francia", hay otra corriente doctrinaria, que no es, por cierto la misma de Barrs. Se trata de una corrien- te muy antigua, practicada por ,muchos grandes escrito- des, desde Homero hasta Carl Sandburg y Pierre Hamp, en nuestros das. Estos escritores repugnan la piedad. Ba- rrs la crea intil; Sandburg y Hamp la creen ofensiva para la dignidad del escritor y, sobre todo, nociva al libre desarrollo del espritu del creador. Sandburg, el yanqui, y Hamp, el francs, creen que los escritores padecen un error muy grave .al pretender ganarse la vida exclusivamente con la pluma y no ya en otro oficio o actividad. Un poeta piensa que, por ser poeta, no puede ya hacer otra cosa que versos para ganarse el pan. Da y noche escribe ver- sos. No quiere ni se esfuerza por franquear los otros cam- pos de trabajo. Hacer zapatos un poeta? Qu ocurren- cia! Qu indignidad! Conducir un coche? Qu ofensa! Qu vergenza! Unas manos que escriben poemas ms o me- nos perecederos o inmortales, se mancharan y se estropea- ran; as luego de dejar la pluma pasaran a aserrar ma- dera. El poeta, el novelista, el dramaturgo, de este modo, se han parcializado, sustrayndose a la hermosa plurali- dad de trayectorias de la vida y amputndose as otras tantas mltiples vas de sabidura y riqueza emocionales. Se han profesionalizado. Estn mutilados. Estn perdidos. Pierre Hamp quiere sacar de este tremendo error a los escritores. Quiere sacarlos del tintero al campo, al taller, a la va pblica, al espacio, al mar, a lo desconocido, sin dejar, por ello, de volver a sus cuartillas. Que el poeta conozca y sienta directamente, sobre su propia piel, cmo se raja un leo, cmo se selta un barranco, cmo se abre una acequia de regado, cmo se carga un fardo, cmo se barre el suelo, cmo se arrea una partida de puercos gordos, c- mo se sube una montaa. cmo se rompe el hielo, cmo ee guisa un guila al vino, cmo se amarra un toro bravo, cmo se maneja un d amo, cmo se suda en Africa, cmo se barrena en las minas, cmo duele un golpe de viento so- bre el mar o sobre un aeroplano, cmo es, en fin, la vida infinita, unnime, salubre, fuerte, creadora. Haciendo esto, cuando el escritor no puede ganarse el pan de cada da con un verso, lo podr ganar de otra manera: como cocinero, como contador, como acrbata, como portero, sin dejar, no obstante, de cantar su verso. Por qu no ha de ser as? Todo trabajo es digno o dignificable, y lo es ms ante el concepto superior y vidente del artista. Para salvar de la miseria a los escritores, segn Pierrc Hamp, no hace falta apiadarse de ellos, haciendo aumen- tar el precio de los versos, como si se tratase de tallarines o de esprragos. Para salvar de la miseria a los escritores no hay sino que desconchar al escritor de su concha profe- sional y que lance sus tentativas y posibilidades humanas en todas direcciones. As no se morir de hambre y as, por otro lado, ganar el arte en riqueza vital, en inspira- cin csmica, en agilidad, en gracia y en desinters eso es el arte. Porque es la labor ms libre, incondicionable y cuyas leyes, linderos y fines no son de una orden inme- diato como los de las dems actividades. Como se ve, esta teora se funda en que el escritor ha de estar dotado de fuerzas para hacerlo todo. Tal un Rimbaud. Mientras los otros hombres slo pueden ser abo- gados o tenientes coroneles, y slo tenientes coroneles, y se limitan y se profesionalizan en esta o aquella actividad, el artista, en cambio, ha de hacer tabla rasa de las divi- siones del trabajo, practicndolos todos. Idntica liber- tad tiene para otros aspectos de la vida. Si un hoinbre normal est obligado, dentro de la actual sociedad, a ser un marido fiel, un artista est facultado a no serlo. Ma- dame Rachilde es la primera en opinar que no debe serlo. "Un intelectual fiel? -exclama la seora de Vallette-.. A quin y para qu?. . . La fidelidad es una costumbre y lo contrario de la aventura. Entonces? Un intelectual es siempre un aventurero y a menudo un bienaventurado!. . . " Georges Courteline, el regocijado dramaturgo de "Bou- bouroche", declara que, en general, los maridos que enga- an a sus mujeres son los mejores mari dos y, an ms, si son intelectuales. Todos estn, pues, de acuerdo en esto de la moral sin riberas del artista en materia de matrimo- nio, salvo Clement Vautel, quien establece que el artista no debe tener una moral distinta de la de los dems hom- bres. Y es que Clement Vautel gana veinte mil francos diarios con su pluma. Esto nos explica por qu se opone a que los artistas tengan moral diversa a la de los dems mortales, como tambin nos explica por qu Vautel no tra- baja en otra cosa que no sea escribir estpidas comedias como "Mon cur chez les riches", cuyas mil representa- ciones le han hecho ya rico. Qu necesidad tiene Vautel de ser picapedrero, si su pluma le d todo el dinero que quiere? y, correlativamente, qu necesidad tiene Vautel de engaar a su mujer, si l es un escritor mediocre y ca- rente en absoluto de inquietudes? Estamos pues, en un mundo donde todo tiene su explicacin. Hasta los amores principescos tiene su explicacin, bien que IDO sentimental, sino meramente poltica. Hoy ms que nunca, los prncipes se casan por mviles de orden poltico o policial, si se quiere, y no de orden car- daco. En este nmero de enlaces figura el que va a con- traer el Prncipe heredero de Blgica con la Princesa As- trid de Suecia, y el que probablemente ha de ajustarse muy en breve entre el inevitable Prncipe de Gales y la Infanta Beatriz de Espaa, si antes no han destronado a Alfonso XIII los artilleros ambiguamente republicanos que se sublevaron ltimamente en los cuarteles de Se- govia. El heredero ingls pasa, entre tanto, sus vacacio- nes en Biarritz y una que otra noche da,sus saltos a San Sebastin, para galantear a hurtadillas a Beatriz, como cualquier seminarista ertico y precoz. Mas ya llega el otoo, y las vacaciones, en playas y montaas, van a terminar. Empiezan las muchachas a cambiar de trajes y, posiblemente, de amores. El charles- ton de los dancings, a la orilla del mar o al pie de la nieve, languidece, y las parejas, en el baile y en la vida, se dispersan ms pronto en el otoo que en el verano. A Pars empiezan a volver, para quedarse o de paso a otras urbes, todos los veraneantes. A veces son los reyes de Yugoeslavia o el Prncipe Shishibu del Japn, o el Infante don Jaime de Espaa, o, simplemente, el modesto empleado de Ban- co, el obscuro negociante en carbn, o el pobre diablo an- nimo y hastiado. No sera raro que una de estas maa- nas pasase por Pars el Prhcipe de Gales con la pala al hombro, es decir, con el presunto noviazgo hecho aicos. EL SALON DEL AUTOMOVIL DE PARIS Tres grandes demostraciones de caballos de fuerza.- EI buen mecnico derrota al gran pintor.- Se reanuda la vida del gran mun- do en la ciudad.- Apogeo de la ciencia industrial.- Elega de las sienes y los vien- tres.- Viajes por adentro y viajes por afue- ra.- El pblico que lee a Paul Morand.- El secreto de la dicha humana est en la bencina.- El progreso es un simple fen- meno econmico. l (Especial para Mundial) Pars, octubre de 1926. Hoy abre sus puertas al pblico de las cuatro es- quinas del mundo, el XX Saln del Automvil de Pars. En estos mismos das se inaugura tambin una Feria Au- tomovilstica en la Puerta de Versalles y un Meeting Nu- tico a las orillas del Sena. Se ha esperado las primeras nieblas otoales para lanzar a la vez, estas tres exposi- ciones de la velocidad, con todos los honores del caso; asistencia del Presidente la Repblica, discursos, exhibi- cin de las modas suntuarias de la nueva estacin y, so- bre todo, concurrencia de los miles de personas del gran mundo, que acaban de volver de las playas' o que vienen expresamente para estas fiestas del motor, desde los otros continentes. De este modo, el Saln del .Automvil cons- tituye como la primera recepcin social del ao en Pars, despus de las vacaciones del verano. La vida elegante de la ciudad slo empieza con la apertura del Saln del Automvil. Antes, ahora 15 20 aos, la gran vida mun- dana parisiense empezaba cada ao con el vernissage del Saln de Otoo. Un da vino la guerra, murieron varios millones. Sali, como se sabe, mala ficha para los artistas y buena para los electricistas. Hoy son los automviles los que mandan y n los cuadros ni las estatuas como suce- da en las sociedades del Renacimiento. Y este reinado so- cial de la rueda no sucede siquiera en New York, a la que poda echarse la culpa de materialismo excesivo, sino en Pars, que no podr negarla. Qu gloria para los fanticos del progreso! Qu triun- fo para los futuristas! Qu poderosa demostracin de ca- ballos de fuerza! Por las vastas avenidas que rodean al Grand-Palais, donde est el Saln del Automvil, pasean victoriosos de esta demostracin, los constructores de ca- rros, los ingenieros convencidos, los sportmen, las da- mas-pilotos y sus perros de lujo, los turistas de anteojos, con el inevitable seor Citroen a la cabeza; hoy ms que nunca, van y vienen por todas partes, haciendo un ruido pre- potente de bocinas sobre las cabezas insomnes de las es-' tatuas inmviles y, lo que es ms, sobre las sienes gr- vidas de los sacerdotes recalcitrantes, de los aedas, de los sabios y de las mujeres en cinta, a las que el ms leve es- tremecimiento puede matar o hacer dar a luz nios ya muertos para siempre. . . Y qu contentos estn, asimis- mo, los artistas incipientes de la poca, que hacen versos cinemticos como el pobre Canudo, cuadros con temas neumo-gstricos, como Max Ernst, o estatuas formadas de calderas y termmetros, como mi inquieto amigo Decrefft. El apogeo de la ciencia industrial no ha sido hasta hoy mayor como en esta triple exposicin de la velocidad. As lo aseguraba ayer, paseando los mltiples stands del Saln de Automvil, Paul Morand, el trashu- mante novelista de "Rien que la terre", el escritor ultra- moderno, que hace viajes en tomo del mundo cada veinte y cuatro horas, y posee la virtud de desconcertar con su modernismo epilptico y errtil a ms de un escritor gor- do, gigantesco, rampln y sedentario. Algunos han salido al encuentro de este espasmo au- tomovilstico de Pars. Al seor Morand se le ha dicho que las andanzas y vagabundeos son ms fecundos cuan- do se operan por los senderos inciertos y sin fin del reino interior, y n cuando se llevan a cabo sobre sendas ex- peditas, en un Hispano-Suizo, en un aeroplano o en un trasatlntico, con pasajes de primera clase, pasaporte di- plomtico, gorra de antlope y cien mil francos en la car- tera. Al seor Morand se le ha dicho que es menos inte- resante viajar, como l lo hace, en condiciones de emplea- do del Ministerio de Negocios Extranjeros, de New York a Pekn o de Mosc a Barcelona, que viajar a pie, por cuenta propia, de la duda a la fe, del dolor a la alegra, de la vida a la muerte, o de Dios a la Nada. Al seor Mo- rand se le ha dicho, adems, lo que hace algunos aos escriba yo, poco ms o menos, a Alcides Spelucn: "El Universo est en usted mismo, en su jardn, en su cuarto". Y se le ha recomendado al seor Morand, y en su persona, a todos los novelistas internacionales y poetas cosmopolitas de pega, que debe ya tomar un reposo, pues, segn parece, est en peligro de atrapar en los caminos un "mal viento", que se explicaran los quechuas de Am- rica. Ahora hay que esperar lo que van a decir las mujeres, en defensa de Paul Morand y de la mana viajera. Paul Morand es un escritor tan eminente y, ante todo, tan r- pido, en el sentido viajero del epteto, que su pblico por excelencia, adems de ciertos escritores gordos, est for- mado de damas y de damas modernsimas. El ertico fon- do del temperamento femenino anda muy ntimamente vinculado a la literatura "nocturna" de Morand y a la ve- locidad moderna. "El amor a la velocidad, -expresa Er- nest Naef-, deviene una verdadera pasin entre las mu- jeres. Estas sienten la necesidad de la ruta y un regocijo avasallador en dirigir caballos de fuerza. Desgraciado de! que no puede amar no ya a la sombra de un sauce geme- bundo, como en tiempos de Musset, sino en un pico Rolls Royce de seis cilindros. Enamorados del primer cuarto de siglo XX! Os ha tocado amar sobre las rutas asfaltadas, a 80 kilmetros por hora. Se da un beso en un viraje, y Dios sabe en qu garaje nacer una criatura. Todos los pases se quejan de la baja creciente de la natalidad. No ser la falta de automviles la causa de ellos? No sabre- mos decirlo. Lo que est fuera de duda es que la juventud Bctual deja ya de lado los matrimonios a base de amor y de agua fresca. En nuestra poca se impone, antes que nada, la bencina. Dse un poco de bencina a una pareja y de- jadla en un carro y ya ver cmo aumenta la poblacin. As se expresa Ernest Naef, hablando de automviles y mujeres. Y esto y mucho ms se dir en defensa de la literatura e "wagon-lit" como es la de Morand y compaa. Slo que estos argumentos en favor del automovilis- mo son, argumentos de personas ricas y no de gente po- bre. Probado est que el progreso sirve, al menos hasta ahora, al dinero y no a los mseros. En el Saln del Auto- mvil el carro que menos cuesta es diez mil francos, mien- tras los hay hasta de un milln. La carrera en autom- vil en Pars empieza con un franco. El pobre, en estos ' casos, queda relegado al margen del festn. Mientras haya pobres habr siempre viajeros a pie, pese a todos los pro- gresos en materia de locomocin. El progreso industrial es, exclusivamente un fenmeno econmico. Los servicios que de l emanen dependen de la capacidad econmica de cada cual para adquirirlos. El progreso ser bueno cuando sus beneficios estn al alcance de todos. En otros trminos, la comodidad y bienestar de los hombres no depende tanto del progreso industrial y cien- tfico, sino de la justicia social. Si por hacer exposiciones automovilsticas, se descuida la justa distribucin de las ganancias de la empresa constructora, entre patrones y obreros, de nada servir6 que el hombre vaya a la luna, o coma estrellas fritas, o escuche por inalambrama las mt- sicas serficas en cuerda viva. Unas parejas de novios se- guirn besndose, repantigadas entre los cojinetes de un gran Renault, mientras otros se suicidan por hambre, arro- jndose, precisamente, bajo las ruedas de los carros per- I fectos y brillantes. Mundial, No 338, 3 de diciembre de 1926. l EL CREPUSCULO DE LAS AGUILAS Diferencia entre cosmpolis y ciudad ws - mica.- Buenos Aires y Pars.- Urbes don- de se gana y urbes donde se gasta.- Sin- gularidades de la vida parisiense. -El Per y la Sociedad de las Naciones.- Debate sobre la nacionalidad de Paul Gauguin.- Necesidad de reclamar una gran gloria pe- ruana.- El duelo entre las guilas y los aviones. (Especial para Mundial) 1 Pars, noviembre de 1926. El contenido csmico y cosmapolita de Pars es tan grande, su riqueza psicolgica y social es tan universal, que en esta urbe se encuentran contenidas todas las de- ms urbes. Pars es New York, Berln, Londres, Roma, Vena, Moscti y adems Pars. Ni Moscti, se escapa de estar contenido en Pars. Qu de original habr en la ca- pital rusa, que no lleva el sello europeo que da Pars? El elemento comunista no va ms all de la mquina ad- ministradora. En lo restante, Mosc conserva el tono ciu- dadano de la urbe europea contempornea, cuyo para- digma es Pars, no sienten mayor cambio de normas y h- bitos de vida social. He hablado con muchos de ellos y me han declarado que la vida de ciudad de Mosc no difiere esencialmente de la de Pars. Se ha dicho de la capital francesa que es una cos- mpolis. Hay que aadir que esta cosmpolis ha progre- sado y evolucionado hasta convertirse en ciudad csmica. En la cosmpolis los extranjeros viven de huspedes e plazo ms o menos largo, y sus intereses materiales y es- pirituales conservan su sello de origen; en la ciudad cs- mica, los extranjeros han llegado a un gnero de convi- vencia ms permanente, ms homognea, humana y uni- versal. En Buenos Aires, tipo representativo de cosmpo- lis, las colonias extranjeras no pierden su fisonoma so- cial y los ciudadanos italianos, ingleses, rusos, espaoles, son siempre espaoles, rusos, ingleses, italianos. En Pars, tipo representativo de ciudad csmica, las colonias extran- jeras pierden su fisonoma social y se parisianizan, es decir, adoptan el ritmo social de Pars; y es que a Pars no se viene para enriquecerse, como en Buenos Aires, ni para di- vertirse y pasar, como en Biarritz o la Costa Azul: a Pa- rs se viene para vivir ms amplia y noblemente, es decir, permanecer. A Pars se viene, no ya en exploracin vital y humana, es decir, generosa y ascendrada. La urbe cos- mopolita es un fenmeno econmico o mundano; la urbe csmica es un fenmeno desinteresado y se apoya en pers- pectivas y necesidades de orden ms generoso, ms pro- fundo y permanente. Si Pars ha sido, acaso, antes una simple cosmpolis mundana, he aqu que ahora es ya la ciudad csmica. En esta urbe csmica ocurren cada da mil cosas raras, que marcan por su rareza, los matices y polares y las in- quietudes extremas de la convivencia humana. Hoy es una dama pobre que la miseria arrastra al suicidio, arrojn- dose al Sena. Un guardia de polica la advierte desde un puente del ro, saca su revlver y la amenaza dispararle sobre la cabeza, que se debate a flor del agua, si la mujer no renuncia a suicidarse. Entonces la mujer, que quera morir, al ver que iba a recibir un balazo en la cabeza si no obedece al guardia, se llena de miedo y haciendo un esfuerzo tan supremo como singularsimo, da unas cuan- tas brazadas y logra salir del ro.. . El guardia, obedecidas sus rdenes y salvada la mujer, envaina su revlver y oculta entre sus mostachos una sonrisa dolorosa y des- medida, que apenas cabe entre sus labios. El mismo da es una multitud que se arremolina ante un affiche, en la calle Douane. El affiche dice textual- mente: "Si buscais trabajo, cuidos de ir al restorn X. . . de la rue Douane. All son unos ladrones. Me haban prometido 275 francos mensuales y no me han dado sin3 200. La gorda Angklle de la me du Temple, es una vaca-: ella me ha hecho arrojar del restorn". El gran affiche de marras, que lleva el timbre fiscal correspondiente, como en los affiches de la apotosis de Jaurs, est firmando as: "Mara la sirvienta". Venganza? Publicidad?. . . R- clame de la sirvienta o del restarn? Nadie lo sabe. La multitud lee y se renueva a cada instante, del mismo modo que ante el curso de los cambios, que emite la Agencia Havas, por telegrafa sin hilos. El mismo da es la Sociedad de las Naciones, la que se queja a grito herido, de que muchas potencias olvidan o ha- cen que se olvidan de pagar su cuota respectiva para los gastos que demandan las Asambleas de Ginebra. Se queja de que Bolivia debe 185,000 francos; Hondu- ras, 99,997 francos; Lituania, 57,000; Nicaragua, 100,000; y El Salvador 13,184 francos de oro. La China, a la que' se ha ofrecido un puesto en el Consejo de la Liga, debe 3.140.000 francos. "Y, cosa extraa y desconcertante, - comenta un peridico de Pars-, El Per, que hasta aho- ra era considerado como El Dorado del Mundo, debe al 31 de julio ltimo, 878.168 francos oro a Ginebra". Ad- virtase bien cules son los pases deudores a Ginebra: Salvador, Nicaragua, Lituania, Bolivia, Bolivia, China y E1 Per. Estupendo! El mismo da es un cablegrama luminoso que anun- cia, a media noche, en la Plaza de la Opera, que un avin acaba de vencer a un guila de dos metros de tamao, a raiz de un terrible torneo de alas, a 700 metros de altura sobre los Estados Unidos. Las nobles y picas plumas de la naturaleza han llovido sobre las montaas nortea- mericana y los pujantes tubos de cobre y las palpitantes es- feras del avin, han seguido jadeando en el espacio infinito. Y el mismo da es un ruidoso debate sobre la verda- dera nacionalidad de Paul Gauguin, el gran pintor sinte- tista, precursor de todas las inquietudes artsticas d'aprs- guerre. Se trata de saber si Gauguin es francs o peruano. "Gauguin tena en su sangre, - di c e Andr Warnod en un articulo reciente- elementos latino-americanos, pues su madre fu peruana y, adems, ello se siente en su pin- tura. Las gentes de all no han tardado de reinvindicarlo como suyo. Hay en l esa fuerza creatrz que se halla en el origen de todas las artes, y es verdaderamente rnila- groso cmo un hombre del siglo diez y nueve haya podido conservar tan intactos y puros los dones transmitidos por sus antepasados". Y al seor Warnod le responden otros crticos franceses, defendiendo la nacionalidad francesa de Gauguin. La polmica, iniciada ya hace muchos aos, a raz de la muerte del avtista, acaecida en 1903, vuelve ahora a encenderse, esta vez en trminos decisivos. Gau- guin es una gloria francesa o peruana? Mi distinguido amigo, el gran pintor peruano Feiipe Cosso del Pomar, me ha dicho lleno de entusiasmo: -Gauguin, el nieto de Flora Tristn, es, sin disputa, peruano. ES menester que lo reivindiquemos como gloria nuestra. Una co~iosa v seria documentacin histrica lo prueba. Unmonos para esta campaa de reivindica- cin (*). En verdad, Gauguin es, por todos respectos, una sen- sibilidad peruana, cosa que tuve ya ocasin de afirmar hace mucho tiempo, en un artculo escrito para "Paris Times". Los amores temticos del gran pintor, su fuerza temeraria, su exceso insultante, su simplicidad, estn vo- ceando los Andes, el Amazonas, el Cuzco. Necesario es reivindicar a Gauguin como peruano. Es el primer pintor de Amrica y uno de los ms gran- des de todos los tiempos y pases. Mundial No 340, 17 de diciembre de 1926. * F. Cosso del Pomar ha publicado por lo menos dos Libros sobre Gauguin, su remoto pariente: "Vida y arte de Paul Gauguin" (Pars, 1929); y "El Hechizo de Gauguin" (Santiago de Chile, 1938) (Ed.). EL NUEVO RENACIMIENTO Regla para distinguir a los grandes juris- tas.- Signos de la decadencia jurdica en Roma.- El tiempo del reposo y el tiempo del trabajo.- Henri de Montherlant, tipo del hombre nuevo.- Paralelo entre fa ci- cuta y el helado Pompadour.- El sueo en los mos, en los jvenes y en los viejos. Los espritus novisirnos, los "pasadistas" y los mediocres.- Los trabajos y los pla- ceres. (Especial para Mundial) Pars, noviembre de 1926. Al seor Henry Robert, miembro de la Academia Francesa y primer criminalista de Francia, le han pre- guntado un da, al anochecer: -A que hora suele usted acostarse a dormir? -Yo me acuesto a las ocho de la noche, -ha respon- dido sin precauciones el seor Robert. -Y a qu hora se levanta usted? -A las seis de la maana. Los curiosos y admiradores de Henri Robert empie- zan a pensar que los criminaiistas son unos hombres del Renacimiento, puesto que, como los artistas del siglo XV, aman la luz del da y se horrorizan de las sdmbras noc- turnas. Se cree que los criminalistas odian la noche a causa de que en la noche se comete el mayor nmero de crmenes y natural es que quienes se empean en explicar, para evitar los hechos criminales, repugnen cuanto con- tribuya a obscurecer esos hechos y a propiciar a los de- lincuentes. Slo las rbulas vulgares, los abogadillos de guiol, cuyo nico papel profesional consiste en enredar y propagar los actos criminales de la clientela, odian lo claro, huyen del da y son por ende, nocherniegos. Tal es la diferencia que hay entre los grandes penalistas y los pequeos, entre los abogados nobles, idealistas y amantes de la justicia y los tinterillos grasosos y depravados. Para reconocer si un abogado es un profesional digno, un hom- bre de bien, no hay sino que averiguar si es o no tras- nochador. Su fotofobia ser un sntoma seguro de su pe- queez. En tiempo de la decadencia del derecho romano, muchos de los juristas, tales como Papinianus y Cayus el joven, iban a las audiencias del foro completamente ojero- sos y no era raro que se pusiesen algunos de ellos a cabe- cear de sueo, en pleno pblico. Si esta explicacin no basta a probar que M. Henri Robert, por el simple hecho de ser un abogado que se acuesta a las ocho de la noche, es un hombre del Renaci miento, traigamos en apoyo de esta tesis la circunstancia de que Henri de Montherlant, poeta claro y armonioso torero y campen de foot-ball; tambin se acuesta a las ocho de la noche. -Tengo un miedo pavoroso a la noche -ha excla- mado Montherlant-; apenas cae la tarde, me encierro en mi casa y ya no salgo hasta el da siguiente. Y nadie podr negar que Montherlant es un perfecto mozo del Renacimiento Natural de luz, de fuerza y de gracia singularmente animal o "bestiaria", como l la lla- ma; poeta pindrico, de grandes vocalizaciones de gesta; , instinto de tierra anti-metafsico, anti-kantiano y anti- bergsoniano; hombra de razn y equilibrio, que, a manera de Scrates, de beber la cicuta, lo hara, no ya para sellar una misin providencial, sino para probar si el sabor de ese jugo supera. El autor de "A l'ombre des epes", es, entre los es- critores actuales de Francia, el tipo por excelencia del hombre nuevo. Traigamos, asimismo, a defender el Renacimiento de M. Robert, la circunstancia de que Pierre Mille, por el contrario, no duerme nunca en la noche. -Y pensar que yo dorma admirablemente hace veinte aos, -gime lastimeramente el pobre novelista de folletn. Nada ms natural. Cuando se es joven, el sueo 144 viene pronto y largo. Esto probar, por otro lado, que trasnochan solamente los viejos, mientras que los jvenes, apenas ponen la cabeza en las almohadas, ya estn al otro lado de las cosas. Los nios, adems, duermen veintitrs horas en 24. Se concluye de aqu que la juventud espi- ritual y fsica no padece insomnios y que, en cambio, se desvelan y trasnochan nicamente los valetudinarios de cuerpo y alma. Partiendo de estas consideraciones y retorciendo un poco las ltimas consecuencias del tema que nos ocupa, hay quienes clasifican a los habitantes de Pars, segn el tiempo en que duermen, en tres categoras: los que, como Henri Robert y Henri de Montherlant, cierran los ojos apenas cierra la noche; los que, como Pierre Mille y Fran- cis Carco, se acuestan al rayar la aurora; y por fin, los que, como los dems mortales, se acuestan a las doce de la noche, y se levantan a las ocho de la maana. A la pri- mera categora pertenecen los espritus novsimos, que tra- bajan en el da y reposan en la noche, tal como lo quiere el ritmo cientfico de la naturaleza; a la segunda catego- ra pertenecen los "pasadistas", que dira Jos Carlos Ma- ritegui, es decir, los que todava creen en la bohemia, en el "claro de luna", en fin, los que vagabundean de noche, en "Le Bouf sur Toit", "Chez Florence", o los "Am- bassadeurs", a la me Blanche, al Chateau de Madrid, bai- lando el chrleston o improvisando a su manera poemas, ideales o proyectos industriales, entre una carrera de au- tomvil, una cena de faisanes, un beso d'avant-guerre y una manito de pker. Por ltimo, a la tercera categora de habitantes de Pars, pertenecen los dems, los que po- dramos llamar, con criterio parlamentario, "los centris- tas", puesto que no estn del todo de acuerdo ni con los espritus novsimos ni con los "pasadistas". Esta catego- ra est formada por las personas respetables, ecunimes dentro de su concepcin burguesa de la vida, que trabajan durante una parte del da - e n lo cual se semejan a los espritus nuevos- y vagabundean una parte de la noche, en lo cual se parecen a los "pasadistas". Son los buenazos mediocres, que no avanzan como los nuevos, ni retroceden como los retrgados. Las gentes de esta Ciltima categora . trabajan, van al teatro o a una visita, leen el peridico, duermen, se peinan y, despus de reir a los criados ma- hal es, salen a hacer ellos mismos sus compras en los mercados, como antes de la guerra, y vuelven a sus casas kunediatamente, para salir y encaminarse atropelladamen- te, como despus de la guerra, hacia el taller o el bureau. Una vez all cierran la puerta para atrs y se cogen un 1 dedo en la cerradura. Al medioda se ponen solamente un poco de yodo domstico en la herida y toman, por todo alimento, un pedazo de pan negro, como durante la guerra. Se habr advertido el rol que juega la guerra.en estas 1 clasificaciones de los habitantes de Pars y en los inciden- tes que caracterizan la vida de cada categora. Todava, y an por cunto tiempo ms, la guerra manda y man- dar en el curso y sentido de las sociedades europeas. Mundial, NQ 341, 24 de diciembre de 1926. LA FIESTA DE LAS NOVIAS REALES EN PARIS Las perturbaciones astronmicas europeas. Una noche formada de tres noches apunta- ladas.- En Pars es frecuente que no ama- nezca.- Bajo el romntico patrocinio de Santa Catalina.- La crisis del hogar mo- derno.- Pavorosos corolarios de la guerra. En busca de un prncipe encantador.- El drama de la soledad de las mujeres en las grandes urbes.- La "Bohemia dormida" de Rousseau.- El black-botton y las can- ciones de la @erra. (Especial para Mundial) Pars, noviembre de 1926. Hoy en Pars no ha amanecido. En Pars es frecuente que no amanezca. El reloj marca las siete de la maana, las ocho, las doce del da, y no amanece. El reloj llega a marcar las cuatro de la tarde, las cinco y las seis de la la noche, y no amanece. En Pars es frecuente que una zona nocturna, marcando las siete, las ocho, las once de la noche y no amanece. En Pars es frecuente que una noche salte a la noche siguiente sin que entre ambas haya da. Se trata entonces de tres noches apuntaladas, o, lo que es igual, se trata de una sola noche larga, formada de dos noches normales y de un da que no quiso abrir los ojos, es decir, que no quiso amanecer. Hoy ha ocurrido esto en Pars. Escribo estas lneas a las tres de la tarde y hasta este momento no ha amanecido. La urbe sigue, desde ayer, sumida en una sola noche larga, en "una sola sombra larga". La actividad y la vida de los hombres han amanecido, y los negocios y el trabajo han vuelto a reanudarse a las horas normales. Pero la luz del da no ha vuelto, ni volver ms por ahora. Faltan unos cortos minutos para que, segn ocurre normalmente en esta es- tacin, torne la noche. As, pues, toda esperanza de luz del da est por hoy perdida. Hoy en Pars no hay da.. . La urbe, sin embargo, se mueve y vive como si hu- biera da y como si nada de extraordinario aconteciera en el curso de la luz y de la sombra natural. La urbe ha mostrado abiertos sus almacenes, sus restoranes, sus bancos, sus oficinas pblicas, y la agitacin en la calle no difiere en nada a la de los das de luz, a la de los das que amanecen. Solamente hay una pequea diferencia: no hay luz solar sino alumbrado elctrico. Oigo que algunas gentes se preguntan por qu pre- cisamente hoy, da de las novias de Pars, da de Santa Catalina, no ha amanecido ni amanecer ya ms? La fies- ta de las vrgenes, la fiesta de las pberes, est transcu- mendo ay! bajo los arcos volticos, en lugar de transcurrir, como conviene a los azahares y a la sangre joven, "bajo el gran sol de la eterna armona". Las vrgenes en flor, las pberes hermanas de Santa Catalina, van y vienen por la urbe, atronando los aires con sus risas, sus cantos, sus pitos y matracas, sus ropas y sus'trajes, hoy precisamente hoy que no ha amanecido ni amanecer ya ms en Pars. Y, bajo una noche larga y trina y repleta de niebla otoal, la ciudad ha suspendido a medioda sus labores ordinarias en honor de las "jeunes filles" de Pars, de estas criaturas de Dios, como las llamaba Anatole France, que acaban de entrar a la pubertzd y abren por primera vez sus grandes ojos castos al amor y a la esperanza. La fies- ta muestra su mejor encanto, su gracia y sugestin ms romnticas y humanas, en las personas de las novias po- bres, de "las midinettes", de las plidas obreritas de la urbe tempestuosa. Las otras, las "jeunes filles" de lor palacios y del lujo, han acabado por renunciar a la cele- bracin de Santa Catalina, y miran transcumr esta fiesb como una cosa extraa a ellas, como algo que nicamente concierne a las clases populares. Pero, por esto mismo. el da de Santa Catalina en Pars ha llegado a cobrar, sobre todo despus de la guerra, un fuerte sabor dramtico y humano. La poblacin masculina de Francia es en una tercera parte inferior a la poblacin femenina. Un con- siderable nmero de mujeres y viven solas y mueren solas, sin haber logrado formar un hogar. Viven y mueren solas, sin esposos, sin prole, sin eternidad. Apenas han familia- rizado con alguna otra amiga sola tambin, que tampoco pudo formar un hogar. El caso ha sido sealado, desde el primer momento de la escasez de hombres, por Vctor Margueritte. Es un hecho natural o un hecho contra na- tura? Se puede s afirmar, por de pronto, que se trata de un hecho lgico y probablemente lamentable. Esta es la impresin que se tiene cuando vemos las diversas mani- festaciones y festejos de las "catherinettes" de Pars. So- las o en grupos, las obreritas recorren las avenidas y bu- levares, entran a los teatros y restoranes, suben a los au- tomviles y tranvas, invaden las estaciones, las plazas y los jardines, con cigamllos dorados en los labios, tocadas de grandes sombreros de fantasa, en tul o papel de co- lor, los cabellos cortados a lo Ninn, saltando y entonan- do en coro terrible canciones de guerra que oyeron, hace unos ocho aos, de boca de los hroes triunfales. Por qu estas muchachas de ahora, de faldas .a mitad de los mus- los, la han dado en cantar, en el florido da de las novias, esas canciones muertas? Por qu, entre un orgistico black botton, que improvisan y bailan en una esquina, irrumpen de repente aquellas ya viejas canciones que trajeron de las trincheras los esposos, los hermanos, los padres, en fin, los soldados desconocidos?. . . Esta fiesta de las novias de Pars es, en medio de su jolgorio excesivo y epilptico, una cosa, sin duda, emocio- nante y dolorosa. Hay entre las nias que buscan novios de ilusin, prncipes encantadores, o siquiera un Rodolfo Valentino, con un poco de "gigol" y un mucho de Apolo anacrnico, una que otra cabecita ambigua, extraa e in- quietante. Las dems se acercan a esta nia singular y sutilmente varonil y se disputan entre s por llevarla del brazo o por besarla en la mejilla. Se oyen gritos. Cruzan serpentinas. El pblico re. Se forma un tumulto pinto- resco. Luego continan pasando las comparsas. Hay otras "catherinettes" que se han reunido para al- morzar juntas. A esta nia rubia, de ojos rasgados, alta, hermosa, la conozco. La ne visto mil veces almorzar y comer en el restorn "Colbert". Trabaja en los almacenes del Louvre. Siempre sola, a una hora fija, suele llegar y salir del restorn. Tendr unos veinte aos. Hoy est al- morzando en una larga mesa llena de flores, acompaada de unas diez amigas. Todas estn coronadas de crisan- temos y de tules caprichosos. Al entrar, he reconocido in- mediatamente a la rubia del "Colbert". Estaba enrojecida y sus rasgados ojos de olivo brillaban extraamente. Hay en la mesa vanas botellas de vino ya vacas. La oigo hablar de "buena posicin", de "sueldo", de "hotel", de "trabajo". De sbito una de las amigas la ha tomado en sus brazos tierna y fraternalmente. Est llorando su perenne soledad, sin duda, sus das de trabajo intil, sus estriles esperanzas. Est llorando sus cuarenta aos fu- turos, sin hogar, sin hijos, sin amor ay! sin eternidad.. . Existen tambin entre las nias que hoy recorren las calles buscando novio, muchas que no se hacen cortar el cabello, que viven sin la esperanza de un amor y que, ade- ms, carecen del pan del da y de medios honestos de ga- narlo por s mismas. Estas son las bohemias, de una bo- hemia inquerida, como reza en el poema de Daro. Cono- cis la bohemia inquerida? Oh, qu dolor! Yo s de esta bohemia y conozco su hueso amarillento, su martillo sin clavos, su par de dados, su gemebundo gallo negativo. Es- tas "jeunes filles" de Pars, sin pan y sin techo, a pesar de sus fuerzas y apesar de sus gracias. suelen destacarse en medio de la turba riente, a causa del quebranto de sus gestos, que parten el corazn. Es dable encontrar a algu- na de estas vrgenes bohemias, durante las heladas no- ches de noviembre, dormidas, al pie de un palacio de Rots- child o de una fbrica de CitroZn, y dormidas acaso para siempre. Y, como no son las bohemias pasadas, las profe- sionales finiseculares, que pint Rousseau, no es posible encontrar junto a sus cadveres, ni siquiera un violn de Ingres. Solamente las sigue, an ms all de la muerte, la hiena fosforosa del destino. Mundial, NQ 342, 1Q de enero de 1927. UN GRAN DESCUBRIMIENTO CIENTIFICO Causa del "surmenage" moderno.- Nueva ofensiva contra las revoluciones, los terre- motos y los nios prodigios.- El sentido econmico de la naturaleza.- C6mo aca- ban los torbellinos de la historia.- Picas- - contra el cubismo.- La novsima l i t e ratura rusa.- Alerta a la juventud litera- ria de Amrica.- Los Premio Nobel de 1926. (Especial para Mundial) Pars, noviembre de 1926. Vuelve la ofensiva de 10s que creen que la vida abo- rrece las revoluciones. Nada de terremotos ni motines. El proceso de perfeccin corre a lo largo de un alambre ex- tremadamente delgado, que no resiste convulsas urgen- cias ni velocidades excesivas. La vida repele las improvi- saciones y los saltos. El viejo apotegma "Natura non sal- tus" sobrepuja toda objecin, cuando asistimos a he- chos absurdos, a absortos y fracasos momentneos del proceso lineal de la vida. La vida no quiere estos fracasos La vida busca realizarse econmicamente, es decir, sin desperdiciarse en inopinadas aventuras y precoces alum- bramientos. La precocidad es otra de las formas de revo- lucin en la naturaleza, otra de las formas de aborto de la vida. Los nios prodigios nunca han hecho nada gran- de y definitivo, pese a la opinidn general de las gentes que se asustan intilmente ante los seis aos de Mozart. por ejemplo. Radiguet deca que los nios-prodigio llegan siempre a ser unos hombres mediocres y unas existencias fracasadas. La vida quiere, pues, realizarse linealmente, fluyendo, con justeza y sin apremio, a lo largo de su alam- bre sutil, de una sutileza heroica y temporal. El tiempo di el dimetro del alambre. No se puede precipitar ni retar- dar los acontecimientos. "Natura non saltus". No se salta hacia adelante ni hacia atrs. Los polticos reaccionarios, desde este punto de vista, son tan nocivos como los re- volucionarios. La historia nos muestra que los movimientos de san- gre han acabado por dar el paso atrs, enmendndose y refrenando sus urgencias y excesos. Fu siempre mucho lo que se quera. La velocidad del movimiento fue siempre tan excesiva, que se ray6 en lo contrario de lo que se que- ra. Napolen, porta-estandarte de los derechos del hom- bre, se hace a la postre y acaso sin darse exacta cuenta, emperador. Otras veces, esos movimientos de sangre se reconcilian con las situaciones anteriores, con lo que stas tienen de justo y natural, en forma ms deliberada. Este es el caso del Soviet. Los comunistas rusos van rectificn- dose y morigerando el exceso de sus propsitos, en orga- nizacin econmica e industrial sobre todo. Falta saber en qu pararn los polvorazos y sacudi- mientos que en materia de arte vienen producindose, ao tras ao, escuela tras escuela, desde los das de la guerra, en todo el mundo. En qu parar el cubismo, el construc- tivismo, el dadasmo, el superrealismo. Y en cuestin de ciencia, falta saber en qu parar al cinematismo, el avionismo, el radismo y todo este cmulo de nuevas ten- tativas de vida, a las que ahora damos una importancia y trascendencia sin lmites. Por de pronto, de Picasso y Stravinski ya se ha dicho que devienen clsicos, y Len Daudet, inteligente y sincero espritu, opina ya que el ci- nema es un arte inmensamiente inferior de lo que se cree. En cuanto a los caballos de fuerza contemporneos, es muy posible que el "surmenage" de las grandes capitales provenga exclusivamente de un desacuerdo entre las posi- bilidades modernas de la velocidad y nuestros nervios ac- tuales. Ante un aparato telefnico que no responde inme- diatamente, las gentes de Pars revientan de rabia. Se exi- ge de la ciencia demasiado. Queremos que el avin no deba caer nunca. Las interrupciones atmsfricas del ra- dio deben ser totalmente evitables y evitadas. "De qu sirve que haya automviles, - cl aman muchas personas, echando espumarajos-, si pasamos horas enteras en una esquina, sin encontrar uno solo desocupado". Estas per- sonas no se dan cuenta de que la naturaleza no salta. No hay que exigir demasiado de las cosas. Los inventos no son todo lo formidable que se piensa. Para que los aviones nos conduzcan en veinte minutos de Pars a Buenos Aires y, adems, no suframos nunca cadas, pasarn cientos o mi- les de aos ms. Entre tanto, oigamos a los que predican contra los saltos y terremotos, en materia cientfica y en todo. Estamos en error al ponemos colricos porque el telfono tarda en respondernos. Nuestra sensibilidad ha hecho un falso y excesivo recorrido, ha dado un brusco salto hacia el futuro, yndose a situar en un punto adonde la realidad telef6nica es in- capaz de !legar an. Es hora de rectificarse y morigerar el exceso de nuestro temple motriz. Reconcilimonos con la modesta evolucin natural de las cosas. No hay que desbordarse. La rueda de un automvil dista apenas una aurora muy azul de la pezua de un buey. Para lo de- ms hace falta todava muchos siglos. En literatura, el movimiento hacia la modernizacin y hacia el equilibrio est an ms lejos. Todava hay poetas que hacen versos negros y los caligramas de Apollinaire subsisten como norma de inquietud. Apenas de Rusia empieza a despuntar un nuevo gnero novelesco, sin cor- ' coveos ni protuberancias clownescas, que no chaplincs- cas. La novela "El ao desnudo" de Boris Pilniak, recien- temente traducida al francs, es probablemente el heraldo de la nueva medida, del nuevo equilibrio, del nuevo es- pritu. Entre relato intenso y triangulado de dolor, referen- te a la revolucin de 1917, podra ser una alerta para los jvenes escritores de Amrica, que parecen empecinados en seguir, an en 1926, mil escuelas literarias europeas, falsas, espectaculares, y, lo que es ms lastimoso, lo que ellas tienen de epidrmico, mujeril y "perim". La juven- tud de Amrica no debe olvidar que no en vano acaba de transcurrir el octavo aniversario del Armisticio. M. George Claude, austero sabio francs, ha anun- ciado ayer a la Academia de Ciencias de Pars, su in- vento para convertir al mar en una ingente e inagotable fuente de energas mecnicas. Basndose en la teora de Camot sobre mquinas a vapor, M. Claude proyecta trans- formar en energa mecnica el calor diferencial que exis- te entre los 25 grados de temperatura que tienen las aguas de la superficie del mar y los 5 grados de temperatura de las aguas del fondo. La experiencia de M. Claude, rea- lizada en la Academia de Ciencias, ha sido concluyente. Pero he aqu que harn mal los industriales al preten- der exigir del invento de M. Claude rendimientos desme- 1 didos y abracadabrantes. Las instalaciones de tuberas y 1 turbinas bajo las olas costarn siempre mucha plata y habr que contentarse con el hecho de que la utilidad pro- veniente de esta nueva energa mecnica, vaya aumen- tando lentamente, pero siempre muy lentamente. Lo que no ser nunca excesivo es la gloria a la que ~ tienen derecho los creadores, en ciencia como en arte. Un Premio Nobel resulta ridculo para hombres tan merito- rios como Bernard Shaw y Jean Perrin. Mundial, NQ 343, 7 de enero de 1927. GINEBRA Y LAS PEQUEAS NACIONES Un juez intil y muy cobrador.- La Li- ga de las Naciones sirve, de todos mo- dos, para algo.- Unos diputados muelen caf6 y otros azucar.- El novsimo cdigo del gesto.- Seis mandamientos de la be- lleza.- Ultimas novedades teatrales de Pars.- El robo del "Diamante Rosa" de Chantil1y.- Joyas de reyes y tumbas de hroes.- Jules Romains y las dictaduras. (Especial para Mundial ) Pars, noviembre de 1926. Dije en otra crnica que la Sociedad de las Naciones se quejaba de que le deben varios pases, tales como la 1 China, El Salvador, Lituania, Nicaragua, Bolivia y El Per. Para eso sirve la Sociedad de las Naciones: para cobrar! No sabe de otra manera de beneficiar a la huma- nidad, fuera del moderno beneficio de ser acreedor. Crea- da por Wilson, Presidente de un pas acreedor por exce- lencia, como los Estados Unidos, la Asamblea de Ginebra juega en el mundo un papel preferencialmente acreedor y, antes que ser el rgano mayor de las aspiraciones de justicia de todos los pueblos, es, sobre todo, una oficina que cobra. As lo piensan, al menos, los pases deudores a Ginebra. Qu otros vnculos hay en efecto, entre la Liga de las Naciones y Nicaragua, sino los de acreedor y deudor? Ginebra toma en cuenta a Nicaragua tan slo para cobrarle y nunca para otra cosa, puesto que la pe- quea repblica centroamericana es harto insignificante desde el punto de vista poltico. Lo mismo acontece entre Ginebra y El Salvador, entre Ginebra y Lituania, entre Ginebra y la China, entre Ginebra y Bolivia y entre Gi- nebra y El Per. Es verdad que algunos de estos pases ven acaso en Ginebra algo ms que un acreedor: acaso ven en ella un plausible juez, que puede ser til y no quie- re o no le conviene serlo, pero que, de todas maneras, cobra gruesos honorarios por pleitos eludidos. Mas, de toda esta tramoya, lo nico que sacan en limpio los clientes aludidos es que son deudores a una oficina que les cobra por los peridicos, como a gentes morosas y plebeyas. La Sociedad de las Naciones, fuera de este rol de acreedor, sirve, adems, para ensear en Europa la geo- grafa de esos pequeos pases deudores, pobres, obscu- ros y remotos. . . Deca ltimamente un cruel escritor po- ltico de Pars: "Los malos espritus que piensan que la Liga de las Naciones no sirve para nada, estn en error. La Socidad de las Naciones nos hace aprender la geo- grafa. Si no hubiera sido por la Academia de Ginebra, quizs nos habramos confundido con El Labrador, a la Re- pblica de Andorra o lo hubisemos tomado por una mo- neda anloga al marco-oro. Mas he aqu que desde hoy sabemos que El Salvador se encuentra en la Amrica Central, que su moneda es el coln; que dos colones, -fe- lices colones del Salvador-, valen un dlar; que tiene 1'547,346 habitantes y que es una Repblica. El Salvador tiene, adems, una Constitucin muy sabia. Hay all cua- renta y dos diputados solamente y no sesionan sino cua- tro meses al ao, de febrero a mayo. De junio a enero, los honorables representantes del Salvador son invitados a moler caf o pilar caa de azcar". . . -No seor, -me deca, leyendo estas apreciaciones, el caricaturista salvadoreo, Too Salazar-. La cosa no es para reirse del todo. Pas por la caa de azcar. Pero, por el caf. . . Mas, yo le he respondido que se deje de ironas en este caso, pues su pas es una cosa seria en Ginebra. "El da que El Salvador se enoje, -di j eron en Pars muchos, con ocasin del veto del Brasil contra la entrada de Alemania a la Liga de Ginebra-, ese da puede temblar el mundo, pues, un voto del Salvador puede por s solo paralizar de golpe todo el mecanismo de la Asamblea de las Nacio- nes y, en consecuencia, hundir a Francia y Alemania juntas: su voz en Ginebra representa tanto peso como la de la propia Inglaterra". 1 El gran caricaturista centroamericano haba tomado ! ya su lpiz y, mientras yo le deca todo esto, dibujaba aceleradamente mi cabeza. Luego me deca, trazando mis pmulos difciles : -Usted no sabe, por lo visto, el cdigo del gesto. Me- nester es que lea usted a Thooris, a Thumazean y a los modernos terapeutas ingleses, que tratan de la gimnasia facial. . . Aparte de Alcibiades en la antigedad y Deschane1 en los tiempos contemporneos, nadie ha posedo mejo- res resortes cientficos de tonicidad muscular en la ca- beza, como los bilogos britnicos. Lea usted a estos sa- bios y, no solamente sabr posar para los artistas malos y para las mujeres bonitas, sino que podr usted hasta Uegar a ser un hombre verdaderamente hermoso. Entonces, pues, hay el cdigo del gesto. Algunos sa- bios ingleses se han puesto de acuerdo en que, para ser bello, menester es aprender y practicar los siguientes man- damientos fisiolgicos, que constituyen el verdadero c- digo de la mmica: 1Qno hay que perder ninguna ocasin para hacer trabajar a los msculos de la cara, sea en el tranva, en el mnibus, en el metropolitano; 2"runza usted la cara cuando pueda; 39 sonra a cada instante; 4"omo la hermosura de los ojos slo puede ser conservada y an suscitada por el ejercicio continuo de ellos, voltee y mue- va usted los suyos en lo posible; 5? ejercite la narz, olien- do, sorbiendo o respirando fuertemente, a fin de dar agi- lidad y gracia a ese rgano; 6Qhay que masticar mucho y siempre, para mejorar las lneas del perfil. Cumpliendo estas prescripciones de los doctores de Londres, las muje- res pueden estar seguras de que sern bonitas durante toda su vida. "La gimnasia facial, - opi na el doctor Thoo- ris-, permite, no solamente consewar la tonicidad de los trazos, sino tambin luchar contra la pesadez y tor- peza de los tejidos, que provocan las arrugas. La belleza es cuestin de salud y, para un morfologista, la salud es el resultado de una lucha perpetua contra la pesadez de los tejidos. Hay que aligerar los msculos faciales por la reeducacin y ejercicio continuo de ellos". Conforme a este flamante cdigo del gesto, es fcil ver a las mujeres elegantes de Pars gesticulando sin des- canso, en sus automviles, entre las cortinas de sus palcos teatrales, en las salas de ensayo de los costureros, en el boudoir. El ejemplo lo han dado ya Emma Gramtica, la trgica italiana, que acaba de trabajar en el Teatro Eduar- do VII, y la lindsima Yolanda Laffn, que juega actual- mente el rol de reina de "El Dictador", pieza de Jules Romains, estrenada esta semana en el Teatro de los Cam- pos Elseos. A ambas actrices se les ha sorprendido en plena prctica del "Cdigo del gesto", cuyas prescrip- ciones, al mismo tiempo que las conserva hermosas, les da facilidades para encamar mejor los personajes que re- presentan en la escena. Aquella reina de "El Dictador" estaba irreprochable. Hasta el seor Blum gust de ella, este seor Blum, so- cialista y bigotudo, que ha censurado la obra de Romains, porque en ella se trata de un diputado socialista que de- rriba con un gran discurso un ministerio burgus y, lla- mado a formar el nuevo gobierno, se convierte instant- neamente en un dictador y de los ms absolutistas del mundo: disuelve las cmaras, destierra en cierto modo ' a los reyes, y, lo que es ms gordo, encarcela a todos sus amigos socialistas de la vspera. A Jules Romains le ha atacado Len Blum leader socialista del Parlamento fran- cs, y, con este motivo, "El Dictador" ha hecho gran rui- do en los crculos polticos y literarios de Pars. Este diablo de unanimista de Romains es, sin duda, asaz osado. Ha planteado ya graves situaciones teatrales a base de una ideologa social ms o menos audaz y co- munista. Ahora mismo, la crtica empieza a anunciar, en forma de rumor, que Jules Romains prepara actualmente una pieza teatral no menos atrevida, basada en el robo sensacional del "Diamante Rosa7', llamado tambin "Dia- mante Cond", que ocurri hace pocos das en el histrico castillo de Chantilly. Los ladrones se valieron de unas escalas y a las cinco de la maana penetraron, rompiendo cristales, al Museo, sustrayendo el rico botn, consistente en el clebre "Diamante Rosa", una cruz de diamantes, obsequiada por el rey Joseph al barn Aymand, un bello pual del duque de Aumale y otras valiossimas alhajas. El robo est avaluado en tres millones. El servicio de antropometra de Pars dar hoy o maana su dictamen sobre las huellas dejadas por los ladrones en el Museo. Entre tanto empieza ya a decirse que dos extranjeros, muy semejantes a los que compraron las cuerdas para la escala del robo, han estado ayer bajo el Arco del Triunfo, a de- jar una corona de crisantemos sobre la tumba del Soldado Desconocido. Un peridico que hace notar esta semejanza, ha sido observada y denunciada por uno de sus lectores. He qu, pues, unos ladrones de diamantes de los an- tiguos Reyes de Francia, que, luego de vender probable- mente estas alhajas, compran unas flores para la tumba de los hroes de 1914. En verdad, hay aqu un sabroso tema teatral, digno de Jules Romains. Mundial, NQ 344, 14 de enero de 1927. LA MUERTE DE CLAUDE MONET O el ocaso del impresionism0.- Los aps- toles del arte en pleno aire.- Claude Mo- net o el nuevo ojo de la pintura.- El im- presiom'smo y los iconoclastas profesionales. Autores predilectos de los sportmen.- Un torneo de absurdos astronmicos.- El mundo dantesco de la Bolsa.- El da astronmico y el da sociolgico. (Especial para Mundial) Pars, diciembre de 1926. Resuena el De Profundis en el aire del otoo, ha- ciendo trizas los linderos. Resuena el De Profundis, en 1 el puro, en el falso, en el lco bordn de gran parada. Resuenan el De Profundis, el Kyrie, el Sanctus y el Agnus Dei de la "Misa fnebre" de Schiffels. Resuena el res- ponso de Nanini y el Dies Irae. La lamentacin del Piete Jess de Faur se eleva, y se eleva el Beati mourti de Mendelssohn, el Libera me de Rousseau y el Ego sum de Gounod. El instante es solemne y la emocin culmina cuando resuena el Pater Noster. Y, luego, el aire del otoo dobla todas sus rodillas caminantes, de tres en tres. armas a la funerala, cuando desfilan sobre el horizonte los sones de la "Marche Fnebre" de Chopin y la de "El Crepsculo de los Dioses" de Wagner. Quin es ste que as se muere -preguntara Verlaine. como en la "Muerte de Felipe 11". Quin es ste que as se va del mundo, a "los sones melanclicos de los salterios de Sin"? Es Claude Monet. Es Claude Monet, el gran pintor, el jefe del impresionismo. Es Claude Monet, el ms ardiente y destacado de los jefes del impresionismo. Es Claude Monet, aquel que pint "Impresin du Soleil Levant", cuadro que por su nombre y calidad artstica, ' habra de constiturse en paradigma de medio siglo de pintura francesa. Claude Monet muere a los ochenta aos de edad. Muy viejo ya, y casi ciego del todo, Monet era, con Ar- mand Guillaumin, uno de los dos nicos sobrevivientes de la plyade abanderada del impresionismo. Monet aport a esta escuela un gran descubrimiento artstico: la pintura en pleno aire, es decir, el elemento mejor, el aporte ms valioso y caracterstico del impre- sionismo. Era menester abrir las puertas y las ventanas, limpiar las paletas, los pinceles y hastas los propios cas- cos de los caballetes. Era menester la Luz. Haba que soltar al color en toda su fuerza y frescura, en toda su crudeza vital. Y, como las ventanas estaban cerradas haca siglos, a favor de los hierros del Instituto, fu ne- cesario abrirlas a la fuerza. Monet y sus amigos, Pissarro, Renoir, Sizle, Manet, Cezanne, Guillaumin, abrieron esas puertas, rompiendo los vidrios, las maderas, los hierros y an echando abajo muchos muros seculares. La nueva esttica floreci en las catedrales con las ninfas, los hongos y los lamos de Monet y en ellos vinieron a inspirarse las nuevas generaciones. Monet fu, sin disputa, el alma del impresionismo y "un nuevo ojo de la pintura", como de- ca de l, Cezanne. El impresionismo en estos momentos, ha muerto como escuela. En 1908 sucedi a su esttica la esttica cubista de Picasso. Pero, del ciclo impresionista quedan, sin disputa, obras resplandecientes y nombres imperecederos. Probablemente, el impresionismo fu, despus de los ro- mnticos, el ms logrado de los esfuerzos pictricos del siglo XIX. Esto es indudable. Vano es que los icono- clastas de todos los tiempos nieguen el valor del impre- sionismo, para hacer resaltar los posteriores escarceos cu- bistas, dadastas y superrealistas. Ya los artistas de post- guerra, pueden, a base de su futurismo cientfico y spor- tivo, argir lo que quieran en contrario. En gustos no hay disputas. Y menos, tratndose de gentes ultramo- dernas, de gentes sportivas. En estos crculos se dan las cosas ms divertidas y caprichosas. Jean de Lacomottes preguntaba ltimamente a los campeones de diversos juegos sportivos cules eran 161 sus autores literarios preferidos. Suzanne Thuault, cam- peona de ciclismo, dijo que prefera, entre todos los au- tores, "el autor de sus das". Remy Woll, campen de nado, dijo que sus autores preferidos eran Maurice Le- blanc, Conan Doyle, Zola, Gaston Leroux. Henri Deglane campen olmpico de lucha, dijo que amaba a Vicbr Hugo, Molire, Lamartine. Andr Reynaud, campen de atletismo, dijo que prefera a Dumas, Clement Vautel, Hugo, Dekobra. Lucien Mechard, campen de carrera, declar que amaba a Hugo, Dumas, Paul Bourget, Ren Bazin, Henri Bordeaux, Pierre Benoit. Gabriel Poulain, campen automovilstico, expres su idolatra por Leroux, Leblanc, Loti. Como se ve, las gentes de sport poseen, en general, una gran sensibilidad, moderna, modernsima. Los au- tores literarios preferidos por los sportmen son, segn se colige de los nombres citados, los mejores genios del mun- do. Pobres Goethe, Shakespeare, Dostowieski, Poe! Estos escritores quedan relegados para ser ledos por los dems mortales que no son sportmen, que no son modernos, que no comprenden el sport, en fin, que no avanzan dentro de los moldes de la nueva verdad humana, que, es, en el fondo la verdad ms verdadera, puesto que es nuestra verdad presente. Sin embargo, existe un autor, que aunque no es ledo por los modernistas y sportmen, al menos supervive en nuestros das. Este autor es Dante. Ayer rein en Pars un verdadero mundo dantesco, a causa de la tenebrosa ' obscuridad producida por la niebla otoal. Ayer a las ' seis de la maana no amaneci. Mejor dicho, ayer a las - 1 seis de la maana volvi a anochecer. Hemos tenido una larga noche de veinte y cuatro horas seguidas. Y, como la vida de los hombres est sujeta, ms que a la rotacin de los das y las noches astronrnicas, a la rotacin de los das y las noches anatmicas y sociales, a las seis de la maana, pese a las tenaces sombras nocturnas, todo el mundo, como de costumbre, se levant, reanudndose, sin mayores contratiempos meteorolgicos, la actividad ordi- naria de la urbe. Humanamente existi da, a pesar de que astronmicamente reinaron todo el da las tinieblas de la noche. En medio de la actividad, astronmicamente nocturna y sociolgicamente diurna de Pars, la ciudad ofreca los ms imprevistos espectculos. En ciertos barrios, como el de la Opera y los grandes boulevares, la noche fu com- pleta y la actividad financiera de la Bolsa, en esa opor- 162 I I tunidad daba una sensacin verdaderamente dantesca. En las grandes Galeras y el peristilo del edificio rebulla una muchedumbre frentica, resonando los valores y sus fluctuaciones, agitando los brazos sobre las pizarras y los carteles, saliendo y entrando, las caras afiladas de an- gustia. Hubo una interrupcin de la electricidad y ape- nas una que otra lucecilla interrninente arrojaba sobre los rostros reflejos de zozobra, calofriantes y fantsticos. En cambio, sobre el Sacr-Coeur y Montmartre caa del cielo un suave resplandor azul, como en un amanecer inacabable. Por el lado de Versalles y Saint-Cloud, el es- pacio se vi6 cruzado de vivos meteoros irisados, como una erupcin volcnica de los ltimos das de Pompeya. Un poniente de sol verde y doloroso, alumbr un buen rato sobre el Arco del Triunfo y Longchamps. En suma, Pars era ayer el teatro de un extrao torneo de absurdos astronmicos. Ante ellos nada son los ms irregulares decoradores impresionistas ni los ma- quillajes de las ms recientes mujeres de Montparnasse. Mundial, NQ 347, 4 de febrero de 1927. LA JUSTA DISTRIBUCION DE LAS HORAS Las disyuntivas de la atmsfera.- La suerte del ltimo romntico.- El teatro cuyas representaciones duran tres dias ca- da una.- Contra el aburrimiento de los das invernales.- Ms sobre fa influencia de los negros en Pars.- El Premio Nobel de la Paz.- Un nuevo sport de invierno; el push-ball. (Especial para Mundial) Pars, diciembre de 1926. Ahora que en Pars los das son, a causa de la niebla, tan obscuros como las noches ms lbregas, todas las gen- tes sufren mil sucesos imprevistos. Los sufren todos. Y todos estn tambin de acuerdo en que nada debe ni pue- de lograrse fuera del curso normal de la naturaleza. Los propios hombres de trabajo, los grandes exigentes de la voluntad, no llevan su acci6n hasta el punto de transigir por ejemplo, con las sombras excesivas, por muy prag- mticas que ellas fuesen. El seor Renault, el seor Ci- troen, el seor Poincar, que son grandes trabajadores de Pars, saben que existe una rotacin natural en el curso de las horas, sin la cual todo esfuerzo fracasa. A las horas de luz deben seguir las horas de sombra. A las horas de trabajo deben seguir las horas de reposo. Los grandes trabajadores de Francia, al igual que el norteamericano Ford, aman el orden, el equilibrio, la justa basculacin de los trabajos y los das, como base de hermosos frutos de toda labor. Hay cosas que no deben hacerse sino en cier- tas horas del da o de la noche. Hay cosas que realizadas en la noche, representan un desequilibrio, es decir, una in- conveniencia, una lesin al ritmo regular del tiempo. An ms, podra afirmarse que hay cosas cuya plena eficacia depende del estado de la atmsfera, del calor reinante o de la clase de luz de cada instante. Los grandes trabajadores, los grandes pioneros del xito, lo saben muy bien. Un poco ms cortas las tardes de Locarno o un poco ms tar- do el sol en ocultarse y, seguramente, el seor Briand y el seor Stresseman no habran ganado este ao el Premio Nobel de la Paz, y la concordia europea habra fracasado para siempre. Un poco ms breves o largas esas tardes lacustres de la Suiza neutral y el seor Briand habra seguido siendo pobre, el seor Stresseman, republicano y europeo, esta elstica amazona de la mitologa, habra sido lanzado trgicamente del lomo del temble toro, ce- diendo al arduo cosquilleo poltico del viento.. . La justa o irregular sucesin de la luz y la sombra mira, asimismo, hacia el lado del fracaso de las cosas. Estos grandes hombres de labor conocen tambin hasta que punto una noche demasiado larga o un da muy nu- blado pueden determinar las derrotas, las faltas y las ca- das de los hombres. Jean Richepin se haca tomar un da fotografas para los prolegmenos de la pelcula "Chemineau", que se filma actualmente en los alrededores de Pars. Las placas fueron tomadas en pleno aire. El objetivo vibr. La cmara obscura guard lo suyo. Jean Richepin volvi a ponerse el abrigo y a caminar. Pero, la muerte haba ya tambin abotonado sus botones su- periores. Y cuando Richepin entr a su casa de regreso, se encontr consigo mismo, justamente a la altura del es- pejo de su lecho. Una neumona hizo lo dems. Jean Richepin ha muerto. Fcil es comprender que, por muy fotognico que fuese el autor de las "Blasfemias", alguna cabeza de fsforo debi de haber fallado de encenderse ese da, ya en el fuego del gran sol o en el fuego de los ojos del fotgrafo. Decididamente no es posible sustraer- me de la influencia de la atmsfera. Por eso mismo, no es nada bueno un da demasiado nublado, en el que no se ve ya nada y hay necesidad de encender focos elctri- cos, a espaldas del corazn humano y de los astros. Si, a causa de estos trastornos atmosfricos, hay quienes pueden o no recibir premios de Oslo y hay quie- nes pueden o no recibir la visita de la muerte, pero tambin existen los dems, que por lo general no llegan en este caso ms que a aburrirse admirablemente. Porque no hay cosa ms aburrida que la sombra. La luz es rica en variaciones nerviosas. La sombra es, sin remedio, simple y absoluta- mente, invariable, montona, angustiosa, aplastante. La mucha luz, a lo ms ciega. La mucha sombra mata. La mucha luz atae solamente a la extensin. La mucha sombra atae a la profundidad. Se aburre uno a fuerza de fondo. El aburrimiento, contra lo que alardean las personas muy ocupadas, es gran trayector de un hombre o de una raza. Para los aburridos de los das obscuros de Pars, acaba de terminar Georges de Bouhelier una obra teatral cuya representacin durar por lo menos tres das enteros y seguidos, con slo algunos entreactos para que el espec- tador pueda beber, comer y dormir un poco. As las gentes podrn distraer sus largas noches de invierno. Se entrar al teatro para quedarse en l tres das sin salir, como quien entra a una clnica. Nadie podr salir del local mientras dure la representacin de la obra. Se entrar y ya no se saldr sino al tercer da, como en el Nuevo Testamento. Al efecto, se construye un local especial, dentro del cual habr restorn y unas butacas semejantes a cunas infantiles, a fin de que el es- pectador que quiera dormir, duerma. Habr tambin baos. Las madres quedan autorizadas para llevar a sus nios, con sus respectivas bateras de puericultura. Por otro lado, el teatro de tres das ofrece una gran ventaja, cual es la de conjurar en parte la crisis de la habitacin. Por ltimo, el teatro de Bouhelier representar solamente tragedias. Definitivo. Y, como si el teatro de tres das no sea bastante a divertir los obscuros das de este invierno, se empieza a hablar de un nuevo sport de la estacin, que ser intro- ducido en Pars prximamente. Se trata del push-ball, una especie de rugby africano para mujeres, que se dife- rencia del rugby europeo en que el baln, en vez de estar en el suelo, se mantiene en el aire por un gran nGmero de manos, listas para atraparlo, apenas caiga. Algunos en- cuentran en este sport un gran efecto plstico, pues re- cuerda mucho el clebre grupo en bronce de Carpaux. "Las cuatro partes del mundo", donde aparece el globo terrestre, sostenido en el aire por las mujeres de todas las razas, a las que la tierra arrastra, girando el tomo de su eje. El push-ball har su aparicin en un gran music- hall de Pars y en el primer match tomarn parte clebres artistas europeos. No se tiene todava detalles acerca del traje que convendr llevar en este sport, como no sea tenue, arrogante y natural que usan las mujeres muscu- losas y sombras de Togbao. Mundial, NQ 348, 11 de febrero de 1927. LOS PREMIOS LITERARIOS DE FRANCIA El premio Goncourt y el premio Fmina. Los quinientos premios de la Academia Francesa- La opinin pblica y la mo- ralidad de los jurados.- Las fuerzas del , torneo: autores, editores, acadmicos, cri- 1 ticos.- Lo que cuesta una cena de Pascua. M. Briand, soltern y diplomtico.- El di- nero y la tristeza de Pars en Navidad. l (Especial para Mundial) Pars, diciembre de 1926. 1 El Premio Goncourt no ha de ser dado al mejor libro del ao, sino al autor que, aunque no ha escrito grandes obras, ha demostrado sin embargo, poder escribirlas ms tarde. El Premio Goncourt se da al autor de esperanzas y no a la gran obra realizada. Por lo menos, as nos lo han dicho este ao. Muchos, y Frderic Lefvre a la ca- beza, crean que Georges Bernanos sera indefectiblemente el laureado, en mrito a su libro "Bajo el sol de Satn", obra consagrada por la crtica como la ms grande de las publicadas en 1926. Pero, de repente en vsperas de ser adjudicado el premio, un miembro de la Academia Gon- court sali a decir que no. Sali a decir que "Bajo el sol de Satn" es ya un libro demasiado famoso por s solo para que necesite de la fama que da el Premio Goncourt. Y el pblico ha venido entonces a recordar que, en efecto, en tesis general, los premios literarios se dan nicamente a los que comienzan, a los incipientes, en fin, a quienes han menester de estmulo para producir lo que llevan en potencia en el cerebro. Puedan, pues, los pblicos ex- tranjeros recordar en esta ocasin que el famoso Goncourt no es para los grandes autores, sino para los aprendices. Este mismo valor tienen en Pars los dems premios literarios? Este mismo sentido tiene el Premio Fmina, que sigue inmediatamente en importancia al Premio Gon- court? No parece ser as. Hay casos, al menos entre los iaureles que discierne la Academia Francesa, de grandes palmas literarias otorgadas a escritores maduros y hasta muertos, tales como Georges Courteline, el general Man- gin, Tristan Bernard, Francois Mauriac y otros. Ante esta cuestin de premios literarios quiz valdra ms atenerse a lo que opinan ciertos bellos escritores epilpticos, como Picabia y Breton, que creen que la existencia actual de tan crecido nmero de premios literarios en Francia, tes- timonia un alarmante grado de decadencia intelectual. Al efecto, se seala la circunstancia, muy significativa por cierto, de que cada ao la Academia Francesa reparte al- rededor de quinientos premios literarios entre pecuniarios y meramente honrosos. En cuanto a la moralidad de los jurados de estos premios, la opinin pblica se halla tambin muy dividida. Tratndose del Premio Goncourt en particular, se sabe que cada acadmico tiene su "Poulain" y que cada editor tiene asimismo el suyo. Leon Daudet tena este ao a Bernanos. Albin Michel tena a Kessel. Cada uno de los otros "diez" y de los dems editores de Pars patrocinaban a otros tantos candidatos. Ello se deduce de los cuadros de los escrutinios sucesivos de la sesin. En cada uno de los turnos electorales los votos se reparten de uno en uno entre tantos candidatos como cuentan los electores. Los escrutinios hablan de un desacuerdo endiablado entre los acadmicos. La independencia con que se hacen los su- fragios es absoluta. En un cnclave no domina, proba- blemente, ms autntica libertad de sufragio. Adems, hay otra circunstancia que nos confirma la moralidad del jurado. Cuando el premio fu otorgado a Henri Deberly, ste ni siquiera lo sospechaba. Encontrbase en ese ins- tante almorzando en un restorn de Montpamasse. Son el telfono, en el preciso momento en que Deberly liqui- daba un sabroso escalope de hgado de vaca y rbanos. -El Premio Goncourt a m?. . . -exclam fuera de s el lauread-. Eso no puede ser. Sin duda hay un error. Yo no conozco a ningn miembro de la Academia Gon- court. Es imposible. . . Henri Deberly deca que l no poda ser el agraciado porque no conoca a ninguno de los "diez". Algunos pe- ridicos hacen constar esta exclamacin de Deberly y de- ducen de ella hasta que punto en Francia se tiene la con- ciencia de que los premios de esta clase son otorgados siempre cediendo a mviles extraos a los mritos intrn- secamente artsticos de las obras. A esto hay que aadir el escndalo producido hace dos aos, cuando fu premia- do Thierry Sandre. Aquella vez declararon los miembros de la Academia Goncourt de modo particular y cada cual por su cuenta, que hablaban en puridad durante el ao, puesto que nadie tendr la inocencia de creer que los aca- dmicos tuviesen tiempo y paciencia de leer los miles de libros que se publican en Francia en un ao, ni mucho menos de cotejarlos en conciencia y escoger de entre todos ellos el mejor. Se dice "el mejor libro del ao", por decir algo, pero no hay tal. En vista de estas circunstancias, tan contradictorias como reveladoras, a la opinin pblica no le toca sino , mirar con indiferencia estas pintorescas carreras de caba- llos, que son los Premios Literarios en Francia, en los que se dan todos los caracteres de verdaderos espectculos hpicos: los "poulains", que son los candidatos: los due- os de studs, que son los editores; los jockeys, que son los miembros de los jurados y, en fin, las apuestas, que las hay, y muy fuertes, por parte de los aficionados. As son la mayor parte de los actos peculiares de las academias e instituciones. O son sabrosos nmeros de turf o son, a lo ms, grandes recepciones de gala a un Presidente Wilson o al Rey de los Belgas. En este ltimo caso, esas instituciones se producen en forma ms ino- cente aunque no menos espectacular. De todos modos, Deberly, laureado de los Goncourt, y Charles Silvestre, laureado del Premio Fmina, diez mil y cinco mil francos respectivamente, han pasado preciosas Pascuas, por mucho que la caresta de la vida no les haya permitido mayores licencias. Una cena en el Ciro's o en el Caf de Pars, a trescientos francos y champagne a doscientos francos la botella, puede s e ~ r de base para una jornada de gastos que no retroceden ms ac d? la mitad de cualquier premio literario. Agrguese unos pitos de oro, unos bonetes de seda, una mscara de marfil y unas guirnaldas de autnticos sarmientos del Extremo Oriente, y se tendr el total del Premio Goncourt y del Fmina juntos. En Pars ninguna suma es demasiado grande. Sobre 170 todo, si la suma proviene de un Premio. An al seor Briand, premiado por la Academia de Oslo, no le habr sobrado mucho dinero para su noche de Nol. Soltern incorregible, diplomtico vencedor en cien Ginebras, hom- bre de la malicia fina y sonriente (pues la diplomacia y el amor actuales estn hechos solamente de malicia), el se- or Briand, con sus sesenta aos, necesita de mucho di- nero, de ese dinero tan caro al protocolo y al flirt contem- porneo. Y para quienes no haya Premio de Pars ni de Norue- ga, la fiesta de Navidad transcurre bajo un helado cielo de tristeza, y las almas huyen lejos, hacia las tibias tierras del recuerdo, como pjaros de fragata, hendiendo los cli- dos mares de la esperanza, como los submarinos y las velas. 9 Mundial, NQ 348, 18 de febrero de 1927. ULTIMOS DESCUBRIMIENTOS CIENTIFICOS La sordera curada por medio del ruido.- Divagaciones estticas y exactitudes cien- tficas.- Microcosmos humano y micro- cosmos en marcha.- La mejor arteria urbana de Pars.- La construccin del bulevar Haussmam dur setenta aos.- El invierno en las montaas, en los lagos y en las calles.- Destino de las viudas de guerra. (Especial para Mundial) Pars, enero de 1927 Un gran fsico ingls acaba de descubrir un ingenioso aparato para curar la sordera. Viajando en automvil con un amigo sordo, se di6 cuenta de que cuando el carro haca ms ruido, su acompaante le oa mejor sus pala- bras. Luego de largas experiencias en su laboratorio, el profesor ha podido llegar a construir un "vibrador", des- tinado a emitir vibraciones de gran intensidad, que van ms all del lmite de percepcin normal de la oreja. Un sordo, sometido a oir este excesivo ruido, de manera re- gular y cotidiana, ha alcanzado a comunicar a sus orejas un inusitado poder de percepcin de tales sensaciones. Se espera que el ensayo culmine en la curacin definitiva e infalible de la sordera. De este invento se pueden colegir regocijadas y per- fectas paradojas. Alguna vez escrib yo, a propsito de Cada cosa contiene en potencia a todas las energas y di- recciones del universo. No slo el hombre es un micro- cosmos. Cada cosa, cada fenmeno de la naturaleza es tambin un microscosmos en marcha. Con tal de que esta marcha no se haga a lo largo de un bulevar, porque ello sera muy moroso, debido a los embotellajes de la circulacin y debido a que las nue- vas vas urbanas se abren lentamente, cada setenta aos. El bulevar Haussmann se empez bajo Napolen 111 y so- lamente ayer, domingo quince de enero (1927), acaba de terminarse y ha sido entregado al trfico pblico. Esta nue- e inmensa va de Pars, cuya apertura ha dado lugar a mil demoliciones y expropiaciones, ha costado mil dos- cientos millones de francos. Unicamente el terreno cost sesenta y dos millones, pues ella mide unos dos mil qui- nientos metros desde lo que fue el antiguo bulevar Haus- samann hasta la plaza de la Bastilla. Este bulevar ser muy pronto la ms ancha y larga va de la ciudad, en la que ha de sentirse, como en nin- guna otra parte, el sutil y prepotente pulso de la vida de Pars. Sobre su gran calzada, recin pavimentada, em- piezan a verse a las mujeres elegantes ir y venir, en sus tibios trajines de invierno, bajo la nieve, bajo el viento. En los helados lagos de Pars y en las nieves pireni- cas y alpinas patinan las mujeres y mueren los cisnes y los osos blancos. Pero en los bulevares de la urbe, los vientos vengan a los pobres animales, soplando en direc- cin de las mujeres, como en las religiones fabulosas. Slo que en tratndose de mujeres, no hay malos vien- tos nunca. Ni los vientos de la muerte. Las mujeres europeas enviudaron en 1914 a millones, y, segn reza la estadstica, un cuarenta por ciento de ellas se van ca- sando de nuevo anualmente. En Inglaterra se casan 4,500 viudas de guerra al ao. Y, a falta de un segundo marido, el charleston es muy buen remedio contra los malos vientos del corazn. Mundial, NQ 352, 11 de marm de 1927. I UNA GRAN REUNION LATINO- AMERICANA Dos esferas de intelectuales hispano-ame- ricanos.- Escritores oficiales y escritores no oficiales.- Labor del Instituto Znter- nacional de Cooperacin Intelectual.- Un discurso de M. Louchar y otro de Gabriela Mistral.- Hispano-americamsmo e Zndo- americanism0.- La continuacin histrica en el nuevo mundo.- Otros importantes awntecimientos del da. (Especial para Mundiai ) Pars, enero de 1927. Hay en Pars, desde hace pocos aos, dos esferas de artistas y escritores de Amrica: la oficial y la no oficial. La esfera oficial est formada por quienes vienen a Pars a brillar y triunfar y por quienes, debido a sus cargos diplomticos, estn obligados a una vida espectacular y cortesana, que muchas veces est lejos de agradarles. La esfera no oficial est formada por quienes vienen a Pars a vivir libre y honestamente, sin premuras de llegar, ni preocupaciones de relumbrn. La esfera oficial opera de smoking y, en todos los actos pblicos, pasa lista y dice en el protocolo: presente! La esfera no oficial opera en particular tcitamente o, mejor dicho, no opera sino acta, que es muy diferente. Desde hace relativamente pocos aos, existen en Pars esos dos hemisferios de artistas y escritores transatlnticos. Quizs desde hace slo unos quince aos, cuando uno que otro rebelde como Blanco Fombona y otros colegas se aburrieron del mujeril espejeo de las revistas ilustradas y las recepciones y salieron al bulevar a tirar piedras sobre los salones luminosos y las glaucas redacciones. Poste- riormente, esta tendencia se ilustraba con Diego Rivera, Vicente Huidobro y otros. En la actualidad ambas clases de intelectuales estn tan separadas una de otras, que muchos elementos de entre ellas no se conocen ni de vista. Permtaseme una nota personal: yo estoy en el nmero de los escritores hispano-americanos no oficiales. Mi vida podr ser todo lo modesta y lacrada de faltas que se quiera, pero procuro vivirla, siempre honestamente, es de- cir, sin traicionarme ni traicionar a los dems. No es que yo desdee por sistema y a priori ese oficialismo. Lo desdeo porque, despus de haberme asomado a l ce- diendo a mi inquietud, lo he hallado desagradable, opues- to a mi manera de ser y, sobre todo, superior a mis fuerzas y aptitudes cortesanas. Los banquetes, los bailes, las reuniones con lecturas y t, violentan a tal punto mi sensibilidad, que antes que ello prefiero sufrir una epide- mia, con todas sus consecuencias. Mi excelente amigo, el eminente escritor boliviano Al cides Arguedas, ha conseguido ayer, como otros buenos amigos lo han hecho ya en otras ocasiones, hacerme ceder momentneamente, llevndome al Instituto Internacional de Cooperacin Intelectual de la Sociedad de Naciones, donde ha tenido lugar una reunin de intelectuales hispa- no-americanos. En el Palais-Royal encontr al mundo oficial de escritores transatlnticos, casi en pleno. M. Lou- cher, Presidente del Instituto, plante la orden del da de la reunin: dc cmo deba procederse para hacer co- nocer en Europa la produccin intelectual y artstica de la Amrica Latina. En el curso de sus palabras, M. Loucher dijo que era menester que se haga conocer en todos los idiomas, nuestras obras maestras, ramas recin florecidas de la gran tradicin europea. Por su parte, Gabriela Mistral dijo que para llevar a cabo esa versin propona gestionar la participacin de un delegado espa- ol, el que podra ser el jefe moral del Comit que se en- cargue de dicha labor. "Si prescindimos de Espaa - d i - jo-, haramos una cosa fea y manca". M. Loucher quiere que Europa conozca lo que su cultura ha engendrado en Amrica? Muy insignificantes cosas hemos producido bajo la egida cultural de Europa. M. Loucher. Unos pocos pensamientos de Bolvar y Sar- miento; unos breves paradigmas de estilo de Montalvo y Ricardo Palma. Nada ms. Que resulta todo esto, al lado de los formidables y mltiples jalones del pensa- miento humano que, ustedes, los europeos, han dado con Homero, Shakespeare, Cervantes, Dostoiewski? Puede es- tar usted seguro, M. Loucher, que no vale la pena la versin de nuestras obras. En cuanto a lo propuesto por Gabriela Mistral, ello nos prueba precisamente que lo que va a traducirse no nos pertenece del todo, puesto que ese jefe moral espaol va a dar tono y sentido a nuestras obras, sellndolas con el pase del ordinario. La idea de Gabriela Mistral demuestra que carecemos, no solo de personalidad literaria, sino de mayor edad intelectual. Desde que an necesitamos de tutor, hay que con- venir que seguimos siendo una sucursal europea y, por consiguiente, falta acento propio, valor original a nuestras obras. Gabriela Mistral acaba de sostener, como quien no hace la cosa, que el pensamiento novomundial es to- dava colonial. De acuerdo. De acuerdo. Cuanto de intelectual se ha producido en Amrica con posterioridad a la colonizacin espaola, inclusive la poesa de Gabriela Mistral, no ofrece ms que un muy mediocre inters para Europa. Toda la produc- cin hispano-americana, -salvo Rubn Daro, el csmi- c+, se diferencia poco o casi nada de la produccin ex- clusivamente espaola. Y es, justamente por esto, que advierto a M. Loucher que si va a hacerse la versin de las obras intelectuales suscitadas en Amrica por la tradi- cin europea, casi nada, desgraciadamente, vamos a ofre- cer de importante al mundo. Pero, la cuestin puede ser posible por otros respec- tos. La versin que hay qu hacer es de las obras rigu- rosamente indo-americanas y precolombinas. Es all donde los europeos podrn hallar algn inters intelectual, un inters, por cierto, mil veces ms grande que el que puede ofrecer nuestro pensamiento hispano-americano. El folklore de Amrica, en los aztecas como en los incas, posee ines- peradas luces de revelacin para la cultura europea. En artes plsticas, en medicina, en literatura, en ciencias so- ciales, en lingstica, en ciencias fsicas y naturales, se pueden verter inusitadas sugestiones, del todo distintas al espritu europeo. En esas obras autctonas, s que te- nemos personalidad y soberana, y, para traducirlas y ha- cerlas conocer, no necesitamos de jefes morales ni patro- nes. Lo otro no es trabajar por el incremento de nuestras posibilidades y realizaciones efectivas, sino truncarlas y destrurlas. Porque no debemos olvidar que, a lo largo del proceso hispano-americanizante de nuestro pensamien- to, palpita y vive y corre, de manera intermitente pero indestructible, el hilo de sangre indgena, como cifra do- minante de nuestro porvenir. Tal ha sido, esta reunin en el Instituto de la Socie- dad de Naciones, el acontecimiento de mayor inters no- vomundial realizado en estos ltimas das en Pars. De otra suerte de encanto informativo son el proceso y con- dena de Riziotti Garibaldi, por traicin a Mussolini y a todos los polticos de la tierra; el proceso y condena del coronel Maci, por su movimiento separatista cataln; la muerte de la ex-emperatriz Carlota de Mxico; la visita del Lord-Maire de Londres a Pars; la muerte de Turpin, el clebre inventor de la melinita, terrible explosivo em- pleado en la ltima guerra, y los funerales del - ~m~er ador del Japn. . Mundial, N'? 353, 18 de marzo de 1927. LA RESURRECCION DE LA CARNE Resonancias mesinicas en los Campes El- seos.- El sueo de una noche de Noel.- Audacias del rclame comercial.- La eter- na simulacin de la vida.- Una clientela de viudas de buena voluntad.- Todo re- sucita y lo dems es cosa de fk y de ilu- sin.- Vuelve la moda del pantaln a la rodilla.- Nada hay de nuevo ni de viejo bajo el sol. (Especial para Mundial) Pars, febrero de 1927. Ahora que los grandes almacenes de modas hacen su exposicin de blanco, construyendo dentro de sus vi- trinas regocijadas motivos de decoracin a base de piezas de ropa albeante, recuerda la clientela el delicioso ingenio decorativo, desplegado por esos mismos establecimientos, en las recientes exposiciones de Pascua y Ao Nuevo. Hu- bo creaciones sorprendentes, por la sutileza de la compo- sicin, por la audacia de los resortes automticos, por la aguda actualidad temtica, por el poder de ilusin a gran torreaje. El "Bon March" mostraba, entre otras curio- sidades, el sueo de un nio, la noche de Noel. Esto era un simulacro perfecto, casi vital. El clido nio de marfil dorma tranquilamente y el ritmo de su respiracin suba y bajaba entre las sbanas. De improviso su rostro se ba- aba de una expresin neumtica de ensueo; sus labios se entreabran de sonrisa y sus prpados se alzaban solicitados por cazurras pupilas de relojera. A la sombra del dormitorio suceda un suave resplandor. Los ojos del nio descubran entonces maravillados la figura barbada y beatfica del buen padre Noel, asomando a su lecho. Otra corrientn elctrica, de diversa frecuencia, ha- ca despus desaparecer la visin encantada en la obscuri- dad. El nio, luego de buscarla con sus ojos de celuloide, plegaba sus labios, se cubra con las frazadas y, al que- darse de nuevo dormido, el ritmo de su pecho de marfil reanudaba sin violencia el simulado curso biolgico. . . Eso era un simulacro perfecto, casi vital. Un mueco haba logrado suplantar a un nio de carne y hueso. Contemplart- do de cierta distancia aauel remedo. era difcil distineuir si all estaba actuando la vida verdadera o un simple fan- toche. Las gentes asistan a ese ensueo, hechizadas, es de- ' cir, embaucadas deliciosamente. Pero, las necesidades del rclame comercial y, s obr ~ , todo, la inquietud hiperfsica de Pars, no se detiene nun- I ca. En una polcroma vitrina de los Campos Elseos se ve en estos das un espectculo incomparable en el gnero. Se trata de un espectculo que se desarrolla solamente a la hora del anochecer, a la hora en que los ojos de los hombres son incapaces de negar una amable cada al Ms All. El pblico se detiene y contempla. -iAh! -exclaman las seoritas romnticas (que las hay): - no .son de carne y hueso, pero all estn muy bien. Muy bien. Es una adaptacin modernsima, le der- nier cri del zutomatismo v del s ~r i t . " Las preguntas se multiplican, se cruzan. Alguien, un seor de bigote a lo Gastn Doumergue, y que no lleva la Legin de Honor, se atreve a preguntar a una empleada de la casa: -Y ustedes tienen ya mucha clientela? Y como la empleada es mujer, sonre y responde. palpndose el collar de perlas chinas: -Mucha. Una clientela creciente. -Y ustedes trabajan en vista de modelos vivos o en vista de fotografas? -Nuestros trabajos proceden de ambas maneras, aur' que, en verdad, la obra es ms factible y ms perfecta. sobre modelos vivos. Pero nuestros artistas son, ante todo. creadores, en el amplio sentido de la palabra.. . -Entonces, ustedes pueden resucitar a los muertos? -Ni ms ni menos. La casa comercial expone en sus vitrinas una gran multitud de muecas en diversas materias, que figuran. con una fidelidad desconcertante, originales de personas muertas. El negocio es magnfico para sus creadores, co- mo para la clientela. Una viuda inconsolable, verbigracia, puede mandar hacer all, pagando naturalmente su valor, un mueco que retrate al pie de la letra a su difunto es- poso. La imitacin es irreprochable. El nucvo vivo anda por s mismo, mueve sus articulaciones movibles, vuelve los ojos, habla, respira, se sienta y. . . piensa y siente. Puede exigirse ms? La simulacin es absolutamente per- fecta. Ejemplos de ellas son esa caterva de resucitados y de vivos que actualmente evolucionan y viven su vida re- lativa ioh misericordioso seor Alberto Einstein! en la vi- trina luminosa de los Elseos. "Se tiene verdaderas ganas de tenderles la mano", exclama un comentarista bien edu- cado. La viuda del ejemplo puede tener, pues, a su difun- to esposo, en plena simulacin vital, es decir, resurrecto. El calor de sus ojos, su talle, la ondulacin de sus cabe- 1 ellos, en fin, su profundo psiquismo, emanan de su total actitud y hasta de sus trajes que l gustaba en su pri-. mera vida. Lo dems, -almas de fe, corazones de candor, pieles hiperestsicas-, es cosa de un poquito de buena vo- / luntad y de vehemencia. No falta quienes, por simple gana, sin duda, de de- fender el principio de que nada hay de nuevo bajo el sol. vean en este inocente arte'de resucitar a los desaparecidos, una cosa tan antigua como la Restauracin. Existen, en efecto, algunas siluetas en no s qu museo de Pars, he- chas hacia 1840, d? la misma aagaza de las de ahora, con slo una diferencia de perfeccin a favor de nuestros das; los dems arguyen que, justamente todo progreso ra- dica nada ms que en una mayor perfeccin, y que si na- da hay de nuevo bajo el sol, nada hay tampoco de viejo bajo el sol. Los axiomas son, posiblemente, las cosas ms falsas, an en las propias esferas fsicas del universo. La inquietud del hombre es eterna. Sus conquistas. perfectibles al infinito. Todas estas maravillas mecnicas de hoy, -los muecos de los Campos Elseos, como los rascacielos del VTall Street-, no sern maana sino gro- seras formas de nuestra inquietud. No nos engaemos. No confundamos. Nada se repite y nada se va del todo. No hay vueltas ni adioses. Hay so- lamente el ser, uno y mltiple, ido y venido, variable y constante. Si hoy el seor de Waleffe lanza la moda del pantaln a la rodilla para el hombre, no quiere decir esto que tornamos a la poca de los Luises. As tambin con la I moda que acaba de lanzarse, de sombreros de todos los colores para el hombre. Existe, sin duda, diferencia, entre un duque del siglo XV y ese aguemdo caballero elegante que anoche, en el baile de los "Petits Lits Blancs" de la Opera, se atrevi a lucir, por primera vez en Pars, un hermoso pantaln de terciopelo, a la altura de una rodilla que se ha hincado en Verdn heroicamente. Mundial, NQ 356, 8 de abril de 1927. LOS IDOLOS DE LA VIDA CONTEMPORANEA Hacia la disciplina de la justeza.- Fin del espritu revolucionario.- Necesidad de un examen de conciencia individual.- Movi- miento a favor del buen sentido.- Risas neumticas y lgrimas de precisin.- El miedo de los hbiles y la fe de Za vida.- Equilibrio; n regresin. (Especial para Mundial) Pars, marzo de 1927. La hora del equilibrio se aveciha. Tienden an las re- voluciones a postular sus mximas exigencias; pero, del fuego mismo de las rojas banderas, empieza a brotar, a la derecha, la verdegueante yema de otra bandera: la del control fecundo. Y, poco o mucho, el tinte del pendn y el de la yema, obedeciendo a una nueva gracia de mo- dos comunicantes, vendrn a madurar la esperanza y a refrescar el fuego de la sangre. Poco a mucho, el centro vendr a abozalear al espumoso belfo. Ya viene el equi- librio. El propio espritu revolucionario presiente ya la ne- cesidad de las contrarias disciplinas de ponderacin y jus- teza. Basta de pataleos de pesadilla y de angustioso ba- rroquismo. En el orden poltico, artstico y econmico, !os ensayos culminan ya y se presiente el advenimiento de las frmulas cabales, de las frmulas creatrices. Porque slo lo cabal crea. Slo la mquina, cuyos resortes y pio- nes han encontrado un ritmo orgnico, es decir, un ritmo infalible de repeticin cardaca, quiero decir, de prose- cusin constructiva, est decapitada para funcionar y pa- ra funcionar vitalmente. De esta era de exceso a que asistimos, vivir para lo menos. excesivo. Lo excesivo es bueno solamente a condi- cin de ser excsso de vida, y nunca exceso de cabeza, ni exceso de patas. Y, a lo que nos parece, de esta poca de extremos no operar en el porvenir la extrema izquier- da, la extrema derecha y ni siquiera el extremo centro. Operar en el porvenir solamente lo justo, lo exacto de exactitud histrica. La boga popular en que estn cayendo los revolucio- narios es el mejor signo de la agona de las revoluciones de post-guerra. Ya es difcil encontrar una persona que no sea revolucionaria o, al menos, que no est adherida al re- volucionarismo contemporneo. Todos y no por snobis- mo sino sinceramente, vanguardizan en poltica con los co- rnunistas integrales, en economa con el marxismo, en li-. teratura con el superrealismo, en msica con el jazz-band, en artes plsticas con los negros, en ciencia pura con Eins- tein, en ciencia aplicada con el cinema, en gimnstica con el tennis. El pueblo goza ante todo hasta el espasmo. Co- mo se ve, ya no existe lucha alguna entre los hierofantes de estas nuevas modalidades de vida, y la vasta y cabe- zuda clientela. Tales revoluciones han logrado una victo- ria absoluta. Su jornada histrica, en cuanto espritu re- volucionario, est, pues, cumplida. Que se quiera ms? No vemos la causa del espectculo que ofrecen esos revolucionarios, cuando saltan a mitad de los grandes bulevares a gritar, con voz de Daniel en el foso de 16s leones: -En verdad os digo que las vanguardias salvarn a ios hombres. En verdad os digo que los vanguardistas son los enviados de Dios. Abominad a los que no creen en Charlot, en Josephine Baker, en Lenin, en Einstein, en Su- zznne Lenglen, en el radio, en los versos con punta, en la Tour Eiffel, en Tuney, etc.. . . No vemos el por qu de estas imprecaciones ni con- tra quines se dirigen, si, como nos dice la experiencia diana, todos estamos conformes con los flamantes y ya gloriosos enviados de Dios. Quien es aqul que no lo est? Quin es aqul que ha negado la divinidad de la negra Baker, de Einstein, de Douglas Fairbanks ni de Demp- sey? Millones de millones de hombres se arrodillan al paso de estos dolos autnticos. Las porteras, los cocineros, los ministros, los reyes, los pobres, los ricos, los meridianos nues res . l r i ni mos S polos de la pobre tierra, los adoran unnimes. A los juardistas del Soviet, no se diga; a esos vanguardis- 3s que, como el Embajador de Rusia en Inglaterra, dej, a su muerte, una fortuna de varios millones de libras en oro sonante. No sabemos, pues, de qu incomprensin se quejan los apstoles de la revolucin. Pero ya estamos en vsperas de que se inicie el otro movimiento, aquel que ha de ir contra lo que hay de tru- co, de ingenio, de habilidad mecnica, de antivital, en fin, en todos esos fanatismos de post-guerra. Ese movimiento no ser de reaccin, joh triste Pero Grullo! sino de equi- librio dinmico, de justeza evolutiva y de ese buen sentido que predica Keyserling, tan caro a los creadores, a las brjulas, al concierto csmico. Ese movimiento vendr a poner llave y medida a ;tra poca. Y ese mismo movimiento cribar los valo- actuales, separando la granza del grano. Nadie sabe ,, , ~ e saldr de ese acto de justicia y de rigor. Temo por los habilidosos, por los prestidigitadores, por los tcnicos, por los teorizantes, por los "jongleurs" del colmo, por los sutiles hroes del truco, por las risas neumticas, por las lgri- mas de precisin. Y respondo por lo que de vital haya en esos fanatis-, . Que, probablemente no habr mucho. Mundial, No 358, 22 de abril de 1927. RELIGIONES DE VANGUARDIA Polmica sobre el cine y sobre Charles Cha- p1in.- Conflicto entre el cine, el circo, el music-hall y el teatro.- Consecuencias mundiales del divorcio de Char1ot.- Una opinin de artista y una opinin de hom- bre.- Cismas entre los cinemistas.- Dou- glas Fairbainks y To Jim, personajes de comedia italiana.- Espritu y hombres de las minoras modernas. (Especial para Mundial) Pars, marzo de 1927. En estas disputas acerca del cinema, nadie sino un profano est autorizado a opinar. En asuntos cinemti- cos, como en todas las artes, los iniciados y profesionales son los menos llamados a opinar, cuando, sobre todo, se trata de situar el alcance libremente humano y extra- tcnico del arte. As, pues, hoy que se busca determinar si el cinema llena un rol artstico supremo y si, por consi- guiente, posee propios y peculiares medios de expresin, in- dependientes de las dems artes, la opinin de los crticos, a.utores, actores, meteurs-en scne, carece de autoridad. Ni Jean Epstein, ni Louis Delluc, ni Jannings, ni el mismo Chapin, diran lo que debe decirse. Los tcnicos hablan siempre como tcnicos y rara vez como hombres. Es muy difcil ser hombre, seores norteamericanos! Es muy di- 1 fcil ser esto y aquello, artista y hombre, al mismo tiem- po. Un hombre, que es artista, ya no puede hacer ni de- cir nada que se relacione con el arte, sino como artista. Un poeta juzgar un poema, no como un simple mortal, sino como poeta y as sucede con los cinestas. Abel Gan- ce, meteur-en scne de "Mater Dolorosa"; Douglas Fair- banks, protagonista de "El Pirata Negro"; Charles Cha- plin, autor, meteur en scrie y actor de "E11 pos del oro"; Len Mousciac, historiador y ensayista del cran, no al- canzarn a expresar un justo criterio acerca del destino total y humano del film. Ya sabemos hasta qu punto los expertos se apalean entre los hilillos de los bastidores y se fracturan la sensibilidad, cados por el lado flaco del sistema, del prejuicio o del inters profesional. En los debates del cinema pueden opinar, a lo ms, los escritores libres, los que nada tienen que ver con aque- llas entretelas de la profesin. Por esto, me place, en es- t polmica, una idea de Paul Valery, de Andr Suarez de Braise Cendrars o del doctor Allendy, estn o no a mi gusto. Pero, en general, slo vale en esta cuestin el pa- recer del hombre rigurosamente profano que no sea, na- turalmente, un inculto. Ya los lectores sabrn que, a raz del juicio que a Cha- plin le sigue su ex-esposa, Lita Gray, un arduo revuelo polmico se ha suscitado en el mundo, respecto de la per- sonalidad artstica de Charlot y, por ende, respecto del valor esttico del cinema. En Pars, un grupo de escri- tores, encabezados cosa rara! por el poeta catlico Max Jacob, ha hecho la defensa y apologa de Chaplin y del cran. De otro lado, un segundo grupo de escritores, a cu- ya cabeza figura Andr Suarez, carga contra el charlo- tismo. Un gran peridico parisin publica, en esta oca- sin, una encuesta sobre el valor del cinema, del circo, del music-hall y del teatro moderno, en la que aparecen opiniones de muy significados escritores y artistas de Pa- rs. De este conflicto nadie sabe an lo que saldr. Quin sabe caiga el teatro, o el music-hall, o el circo, o los tres juntos, en obsequio al arte mudo. Nadie an lo sabe. Lo esencial de la encuesta se reduce a saber si el ci- nema existe o no como un arte nuevo e independiente de las dems artes, y, en caso afirmativo, cul es el estado de su desarrollo y cules sus posibilidades para el porvenir. La polmica sobre Chaplin tiende, en el fondo, a resolver idntico postulado. Nadie, repito, presiente los trminos definitivos de la solucin. Por de pronto, puede ya dedu- cirse del debate, que "la religin cinemtica o charlotes- ca", como la llama sarcsticamente Andr Suarez, tiene acaparado a un 90 por ciento de la poblacin del globo terrestre. Un 8 por ciento est constitudo por enemigos acrrimos e irreconciliables del cinema. El 2 por ciento restante est formado por gente libre y cambiante, que, si- guiendo los vaivenes de su gusto y las peripecias del de- senvolvimiento del cinema, logran dar entonacin huma- na y sincera a sus ataques y a sus elogios, sin sistemati- zarse ni dejarse llevar por modas ni escepticismos tro- glodticos. Existe el cinema? Fuego! Fuego! La pregunta, a estas horas, quema ya y pocos se atreven a responder negati- vamente. Un 90 por ciento, hemos dicho, estn listos a votar por la existencia del cinema. El 8 por ciento votan, con todas sus manos, en contra. Ni uno ni otro bando, son pues, honestos, porque ambos estn fanatizados. Slo interesa la opinin libre y humanamente varia- ble, segn el mltiple proceso del espritu del 2 por ciento restante de las gentes. Cuando estas gentes niegan la exis- tencia del cinema, la niegan honestamente. Cuando la afirman lo hacen tambin honestamente. Al primer grupo pertenece "todo el mundo", al segundo pertenece "otro todo el mundo" y al tercero pertenecen los mejores. Entre los adoradores del cran, los hay -sin contar el grueso pblico y operando entre unidades-, que fun- damentan su fe cinemtica en muy sintomticos motivos. Madame Rachilde prefiere el cinema, porque es ms ba- rato. Bill prefiere el cine porque "nada hay en el circo, en el teatro, ni en el music-hall de comparable al genio de Chaplin". Gabriel Trarieux cree y espera en el cran, porque es un arte mundial. "Aparte de la msica, - d i c e Trarieux-, muy pocas obras artsticas irradian a lo le- jos". Dominique Braga cree y espera en el cinema, porque es el arte de la quinta dimensin. "El meteur-en scne, - d i c e Braga-, llegar a penetrar, desde el ngulo de la priside-vue en el interior de su personaje, para interpretar su vida cinemtica, es decir, de una manera, a la vez, pls- tica e intelectual" y as sucesivamente. De vez en cuando, se oye una voz discorde, una bo- fetada al aparato, un bostezo irreverente. Es Leon Dau- det. O Georges Kaiser. C Henri de Na~ssame. O el pro- pio Andr Suarez. O alguno que otro cinesta desenga- ado o moroso, que, como Galtier Boissire, confiesa la partida oblicuamente. "En la actualidad, -afirma Bois- sire-, el cinema no es ms que un arte de intrpretes y con mucha justicia se ha comparado a Douglas, To Jim y otros a los personajes de la comedia italiana". La polmica contina y, en ella, las apuestas a favor del cinema crecen con cada nacimiento y an con cada muerte. Mundial, N" 359, 29 de abril de 1927. LA REVOLUCION EN LA OPERA DE PARIS Ruidoso festival vanguardista.- "Las Co- foras" de Milhaud y "El Rey David" de Homeger.- Relaciones e independencia de las artes entre s.- Escollos de composito- res y de crticos.- Guerra a los c1ichs.- Beethoven, el ms msico de los msicos.- Pecados y actos de contricin del cronis- ta.- Las cadas del hombre y las del tc- nico. (Especial para Mundial) Pars, marzo de 1927. Un paso queda por dar a la msica y es su inde- pendencia completa de las dems artes. Dominique Braga sostiene todava que todas las artes deben prestarse entre s sus medios de expresidn y, lo que es an ms grave, sus procedimientos. "Lo esencial, - di c e Braga-, es que cada arte, por encima de tales puntos de contacto, ofrezca un lenguaje esotrico y peculiar, no asimilable por las otras artes". As, pues, la msica participa todava de las artes plsticas, de la danza, de la literatura y del cinema. La mi- sica pinta, esculpe, consruye, decora, versifica y se mue- ve. Todava los msicos componen con dibujos, colores, perspectivas, masas, resistencias, altura, nivel, cesura, rima, transposiciones, planos, visiones fragmentarias, dis- tancias, tiempos, gestos y trucos. Todava Ravel titiila una pieza suya "Pzvana" (ttulo originariamente de dan- za) para una infanta difunta", y Faure presta de Homero el nombre de Penlope para drselo a una de sus obras. Hasta el propio Erik Satie cay en la zancadilla, al com- poner muchas de sus piezas con los nombres de estatuas. iudiones, corazas, monedas y maderas. Sin embargo, exis- ten y es posible crear ttulos exclusivamente musicales, como los de sinfonas y sonatas. El que menos se ha sa- lido de la msica propiamente dicha ha sido Beethoven, a causa, justamente, de ser el compositor ms puro y ms grande. La mayor parte de sus obras se titulan simple- mente sinfonas, adagios y sonatas. No ser entonces po- sible un arte musical que, empezando por los ttulos cie las composiciones, se baste por s mismo, acusando per- sonalidad sustantiva e independencia absoluta de las de- ms artes? Porque lo que pasa con los ttulos de las pie- zas, sucede con el propio cuerpo esttico de las obras. To- dava existen obras a base expresa de armona imitativa", como en "El Tamborin" de Kreisler, o de luz y color, como en "La isla placentera" de Debussy, o de volmenes y pesos, como en "Tres movimientos perpetuos" de Pou- lenc, o de accin cinemtica, como en "Los dos pichones" de Messager, o de danza, como en ciertos "Croquis" de Satie. (Ya he dicho en otra ocasin que el futuro de la danza ser, as como su completa independencia de !a msica, no slo en cuanto al acompaamiento, como lo quiere Alfonso Reyes y lo ha realizado Isabella Eches- saray, sino en cuanto a la estructura esttica y al proce- dimiento. Crticos y ensayistas llevan al extremo esta mescolzn- za e hibridismo de las artes. Cuando quieren exponer y es- tudiar una obra musical, todava se valen de valores y ~ r - minos prestados a la literatura, a la plstica, al cine. La haraganera de mollera y pericardio les ata para juzgar a la msica, es decir, con sensibilidad y maquinaria estric- tamente musicales. Se trata de una pera? Echan mano al libreto, a la tabla literaria. En "Boris Godounow", el cr- tico dir que las splicas del pueblo, reunido en el patio del convento de Novedievitch, para que Boris acepte la corona de zar, estn magistralmente expresadas en el pr- logo de la partitura. El crtico exclamar: "El acento c- vico ataca, ms que por medio de los coros, por medio de los saxofones. Dirase un simple movimiento de an- siedad anatmica, a lo largo de los bronquios. Si la pre- sin atmosfrica alcanza en cada aro res~iratorio una aue otra interlnea extra-anatmica, ser por instinto social de la elevacin. Los saxofones all son irresistibles. Un pue- 190 blo no deba dirigirse a sus dirigentes poltico por medio de memoriales en papel sellado, sino por medio de suspi- ros en saxofones. Boris ceder, ms que a la palabra ;le los seores del Imperio y de los dignatarios eclesisticos, al viento fascinante de la orquesta.. ." etc., etc. Todo, a base de los datos del libreto. Otras veces el conchabaje para el juicio lo sacan del titulo. En la "Primavera" de Grieg, el crtico aludir, na- turalmente, a la eclosin de una flor en cada nota, al ru- mor de alas en el aire escandinavo, al tibio aliento suave del sol de la maana. . . Ni ms ni menos. Exacto. Traduc- cin fiel. Sondaje certero. Espejo de gran reflexin. En este caso, se hace una literatura excesiva sobre una msica. asimismo, literaturizable al infinito. Pero, cuando los crticos llevan a una obra musical sin titulo, sin libreto, ni explicacin alguna, se caen del tra- pecio y se salvan refugindose en tpicos de tcnica y estilo. Algo de ello sucede ante casi toda la obra de Beetho- ven. La falta de libreto, lo genrico y vago, en fin, lo mu- sical de los ttulos, repudia las interpretaciones de cli- ch. Es esto y aqullo o no lo es. Y, en cuanto al proce- dimiento, es intil toda exgesis. Y pensar que yo tambin he hecho a veces lo que esos crticos. Dios mo! Slveme, al menos, el que yo no hago de crtico. Como hombres, todos tenemos derecho a la cada. Como expertos, la cesa cambia. Precisamente, en esto reside la diferencia entre hombre y tcnico. El hombre que yerra, est muy bien y no estafa a nadie. El experto que se equivoca, estafa a los dems y est muy feo. El gran festival extraordinario que la Opera ofreci ayer, con las "Coforas" de Darius Milhaud y "El Rey David" de Arthinr Xonegger, dos de los ms jvenes com- positores franceses de vanguardia, exigira otro modo de exgesis distinto del corriente. Mundial, NQ 360, 6 de mayo de 1927. LA INOCULACION DEL GENIO Sutiles expedientes del "boudoir" moder- no.- Un genio a palos.- Mecnica secre- ta de las vigas.- Futura igualdad de las inteligencias.- Los divorcios aumentan en invierno.- Las sorpresas de la naturaleza. Una buena paliza quita la estupidez.- Hu- morismo en la ciencia y en el arte.- Ac- cidentes del trabajo y accidentes de la l- gica. (Especial para Mundial) Pars, abril de 1927. A un pobre obrero le cae de repente en la cabeza una enorme viga. Del golpe y de resultas de ese golpe, la fi- siologa cerebral del obrero sufre un cambio radical: una gran sangra de las sienes le toma un genio. Ha habido all uno de esos desvos excesivos de piones, que de una mquina de envolver cigarrillos hace una mquina de desezvolverlcs o que de una miel muy dulce saca acritud. El accidente acontece en Pars, en Berln o New York y no en otro lugar, porque no en todas partes cae una viga a plomo en la brutez de los obreros. Esto es posible ni- camente en los lugares y ambientes donde las vigas o ne- cesitan de mucho peso para dar luz o de poco nivel para dar sombra, En otra parte la viga habra, a lo sumo, causado el dolor en la familia del obrero y el pago por parte del dueo de la construccin de una indemnizacin por accidentes del trabajo. Pero, en los grandes bu!evsres de Pars, el accidente trastornara cauces profundos de la vida del obrero y de la sociedad, pues el nuevo genio queda en posesin de un 99 por ciento de posibilidades para convertirse de golpe y por resultas de ese golpe en la cabeza, el seor entre los hombres y elegido entre las almas. Es obvio hacer la salvedad de que, si esa enorme viga cae, no ya en la cabeza de un obrero, sino en los pies del dueo de la construccin o en el pecho de un simple y desinteresado transente, las consecuencias del accidente cambian totalmente. Como se ve, la naturaleza no quiere si no un pre- texto para darnos sus mediavueltas. Esto apareja ley sin excepcin, nmero exactamente divisible. Unas veces el pretexto reside en un palo en la nuca y tenemos el genio a palos, o al menos, un ladrn de Stevenson o un mdico de Moliere. Otras veces, el pretexto viene jineteando en una aguja teraputica y entonces tenemos que, por influ- jo de una vulgar inyeccin hipodrmica, un sujeto total- mente genial, -un Dostoiewski o un Shakespeare-, pue- de convertirse en un imbcil absoluto, metafsico, admi- rable. En todos estos casos, la naturaleza ha tomado un pequeo pretexto para voltearse los guantes burgueses y lucir al revs arlequinesco e inesperado. El camino o truco para obtener tales metamorfosis queda as abierto y expedito. Partiendo de aqu, todo es posible en la materia. El profesor ingls Low, de Lon- dres (en Londres tena que suceder) podr entonces for- rnular declaraciones de esta envergadura: "La teora del cerebro sinttico acaba de ser encontrada. No queda ms que desenvolverla y aplicarla. La teora consiste en que si, por ejemplo, un hombre que se ocupa de descubrimien- tos, de industria o de literatura, posee una viva imagina- cin, pero tiene una memoria dbil, podemos estimularle a voluntad las glndulas de la memoria. Si la falla concier- ne a la imaginacin, podemos igualmente vitalizarla y cu- rarla. En ciertos casos podemos an producir un summum de imaginacin y llegar a hacer de un sujeto corriente un superhombre. Todo esto equivale a asegurar que un da muy prximo podremos inocular el genio a un individuo, como se inocula un suero cualquiera, por medio de una simple inyeccin hipodrmica. Vamos, pues, a contrarres- tar seriamente las leyes y taras de la herencia, remediando de golpe la gran desigualdad humana que pretende que tal hombre sea inteligente y tal otro idiota. No habr entonces ms imbciles. La necedad ser curada como se cura la tifoidea o el paludismo. Entendido. Con tal de que una sociedad compuesta de genios de igual potencia creadora no nos mate de tedio y de monotona. O que, como en una novela de Chster- ton, no lleguemos a perder el sentido de la desigualdad y de la diferenciacin a tal punto que ya no sepamos dis- tinguir nuestra mano derecha de la izquierda. Decididamente, estos hombres del Tmesis se resba- lan de una manera asombrosa y casi irreprochable. El . profesor Low, el de la inoculacin del genio, como Ches- terton, el de "El hombre que fue jueves". Dichosos ellos que, al menos, pueden as divorciarse de las necesidades de la lgica. Hay otros que no se di- vorcian ni de sus mujeres. Un alto magistrado de Pars declara que los divorcios se hacen cada da ms escasos. "Solamente en invierno, -ha dicho el buen juez-, los divorcios aumentan y a tal extremo que, por juzgaros, no tengo tiempo ni de besar a mi esposa, razn por la cual sta acaba de solicitar, a su turno, nuestro divorcio, fun- dndose en mi falta de calor en el invierno". . . Una dies- tra escritora de Pars, - q u e no es por cierto la Condesa de Noailles ni madame Rachilde, que ya lleva abolido por los aos todo peligro de divorcio-, opina que el asun- to de las frecuentes separaciones conyugales en invierno, tiene una explicacin muy natural: los esposos, a causa del fro, permanecen ms tiempo dentro del hogar, cren- dose as un ambiente de aburrimiento insoportable. Mien- tras ms triste es el cielo invernal, el hogar es ms ama- ble y retentivo, y el divorcio, -aunque parezca parad- iico-, se impone a la postre y sin remedio. Todo ello se encadena lgicamente e inevitablemente. En Pars las causas y los efectos asumen goznes increibles, aunque justos. Una sola fuerza vence a estos goznes dolorosos, er, Pars como en todas partes. Una sola fuerza puede evitar a las mujeres el divorcio: la bellpza. La esposa ya mar- chita y crepuscular, que no quiera separarse de su esposo, puede ocurrir a los ingeniosos procedimientos para embe- llecer que la especialista Lina Cavallieri propone en sus recientes tratados del boudoir moderno, fileteados de oro e ilustrados por el clebre Pavil. Mundial, N9 362, 26 de mayo de 1927. ORIENTE Y OCCIDENTE (Especial para Mundial) Pars, abril de 1927. Una reciente encuesta promovida por un gran diario de Pars, acaba de aclarar en parte, exacerbndolo en mu- cho, el conflicto entre el Oriente y el Occidente. Las res- puestas enviadas por eminentes polticos, escritores y fil- sofos, ponen de manifiesto una fuerte discrepancia de opiniones. Los criterios extremos estn marcados, de una parte, por Henri Massis, que cree con Maurras, que el Asia mira extraamente a Europa, procurando arruinarla, y, de otra parte, por el austero orientalista francs, Louis Massignon, para quien el Oriente no hace ms que pe- dir cuentas a Europa de su alma destruda. "Nosotros hemos pulverizado a los orientales, en nombre de la civi- lizacin, - di c e acusadoramente M. Massignon-. El Orien- te est cansado de nuestra hipocresa y habra preferido que le dijramos francamente que necesitamos de sus ma- terias primas y de sus mercados para nuestros productos manufacturados. Nuestras guitarras de la libertad y del derecho suenan ya a falso en sus odos. Se le ha enga- ado como se engaaba a los electores. Su xenofobia es, pues, justa". Los golpes de Massis y sus amigos contra el Oriente y contra los orientalistas, ms o menos francos o disimu- lados tales como Lenine, Curtius, Keyserling y Spengler, son golpes defensivos. Massis-no quiere dominar el Orien- te, sino defender a Europa de lo que l llama "el peligro oriental". En cambio, los golpes de Massignon y de los dems orientalistas de la encuesta, son golpes ofensivos, por lo menos, violentas demandas por delitos de lesa cultu- ra y humanidad, que ellos se encargan de denunciar y pre- cisar uno por uno. Europa desconoce totalmente el Oriente. Se han explotado las riquezas orientales sin me- dida ni moral alguna. Existan en el pasado del Oriente muchas cosas interesantes y los europeos las han hecho desaparecer por completo. En fin, la accin europea ha producido la dbacle de la vida y de la cultura del Orien- te. Es hora, pues, de que el Occidente rinda cuenta de esta ruina absoluta del espritu oriental.. . Entonces, todo el mundo se pregunta: Los pueblos del Oriente son capaces de organizarse econmicamente fuera de Europa y contra Europa? Solamente el Japn posee industria. La India, el Egipto, la Turqua, empiezan recin a organizar la suya, y sus fbricas estn todava en embrin. En el Oriente musulmn no hay todava nada. Pero la impotencia actual contribuir all a aumentar el odio, ese odio con el que aquellos pueblos nos empiezan a conminar al juicio de la historia. Y el mismo seor Massignon se encarga de definir este juicio, con las siguientes palabras de conciencia: "Desde Cristbal Coln, todos los europeos cargamos los pecados de la mala colonizacin. Hemos arruinado las filosofas y las religiones del Oriente. Los orientales no creen ya en nada. Un vaco inmenso se ha producido en la vida del Oriente y all slo cabe la anarqua o el sui- cidio. Una gran desgracia las aflige: han perdido su alma y la han perdido por nosotros. Ahora la reclaman de Europa y tal es la terrible cuenta que tenemos que rendir ante el Oriente.. ." palabras tremendas son stas; voces apocalpticas, cometa de Juicio Final. Porque estas afirmaciones salen de la conciencia honrada de un hom- bre insospechable y sabio en la materia. M. Louis Mas- signon, que es Profesor del Colegio de Francia, ha vivido largos aos en Marruecos, en Egipto, en Bagdad, en Constantinopla, en Jerusaln, en los Dardanelos, en Siria. Sus declaraciones acerca del Oriente nada tienen de literarias y diplomticas, como las de Paul Morand, ni de eclesisticas y cortesanas, como las de Tagore. M. Massignon, que no sirve los intereses de ninguna canci- llera, ni felicita con voz de pastor alemn a los reyes y dictadores europeos, es un escritor libre. No es siquiera un apstol ni un correo de gabinete. M. Massignon ha- bla solamente como un hombre. Y quin podra decir de Amrica lo que del Oriente dice M. Massignon? Quin podra denunciar, una vez 1 por todas, que en Amrica hemos perdido tambin nnes- tra alma y que la hemos perdido por Europa? Porque en Amrica (hablo de America Latina) los europeos nos I han arruinado todo, filosofas, religiones, industrias, artes y, del mismo modo que en el Oriente, hay desde el ambo de Coln, un terrible vaco en nuestra vida. "Al Oriente s610 le queda ahora la raza y el pas", - di c e Massignon. 1 A Amrica le quedarn tambin la raza y el pas, al me- nos?. . . Mundial, No 363, 27 de mayo de 1927. EXPLICACION GUERRA Pans, abril de 1927. Un hombre que ha llegado a adquirir sensibilidad qumica o, ms precisamente, farmacutica, est, sin duda, capacitado humanamente para ser herido. Un hombre que ha descubierto el yodo, qu ha de hacer sino buscar el ser herido o, por lo menos magullado? Un pueblo que en mitad de una rfaga de obuses, puede sacar un poco de ter y unos finos bistures de su invencin, para operar, inmediatamente a un sargento y evitarle una gangrena, es, sin rplica, un pueblo que disfruta del derecho a la batalla. Si no se enoja mucho M. Barbusse en la crcel, ni el seor Briand en el Quai d'Orsay, same posible aven- turar que la guerra es acaso hermosa, entre otras cosas, porque existe el cloroformo. Filosficamente, toda he- rida tiene su remedio; metafsicamente, a todo remedio corresponde una herida. Cientficamente tambin es as. Hay ingentes virtudes medicinales, inditas en la natura- leza. Para suscitarlas, en bien de la humanidad, existe un slo y nico reactivo: el dolor. Todo remedio recla- ma, pues, una herida. Pero, los moralistas de buena voluntad podrn sos- tener que no es el remedio el que antecede a la herida y la suscita, sino al contrario: primero, se produce la herida y luego se busca el remedio. Los grandes descubrimientos de medicina y ciruja, - s e dir-, se producen a raz de las grandes matanzas. Si no hubiera guerra, no sera posible ningn descubrimiento en la materia. Son, pues, las heridas las que hacen nacer los remedios y no al revs. A lo que los grandes msticos de la ciencia podrn argu- mentar muy sutilmente que en d a d , el potencial far- macutico existe ya, desde, siempre. en la naturaleza y que el dolor no viene ms que a precipitarlo. Esto mismo sucede con todas las energas cientficas. El petrleo ar- tificial, por ejemplo, que acaba de ser descubierto y fa- bricado por el eminente qumico francs M. Audibert, en su laboratorio de Genlis, exista ya en potencia en la na- turaleza. "Los elementos constitutivos de los hidrocarbu- ros que forman el petrleo, --dice un crtico de ciencia-, se hallan dispersos en las formas naturales. De lo que se trataba solamente era de provocar su combinacin, lo que se ha logrado por el maravilloso fenmeno de la catlisis". De todos modos y puestos de lados estos debates tcnicos a cerca de la relacin de causalidad entre la qu- mica farmacutica y las guerras, no ser mucho si se sostiene, por lo menos, que slo Alemania, Francia e Ingla- terra, tienen derecho a guerrear, a causa de haber creado mtodos de ciruga, frmulas medicinales, cuerpos tera- puticos, instrumentos clnicos, medicamentos. La guerra es buena o mala? Hay sus teoras. De lo que se pu~de estar seguro es que, si la guerra es mala, lo es menos cuando la hacen grandes pueblos creadores. En cambio, de ser mala la guerra, lo es ms cuando la hacen pueblos inferiores, que los hay. Y que, desde el punto de vista de la creacin, un fusil es, -d gase lo que se quiera en con- trario-, una muy bella cosa, funcionando en manos de su inventor. En manos de su inventor. En manos de otro, que no lo haya inventado pierde todo su sentido esttico y biolgico y se toma una cosa monstruosa y antivital. Un fusil arranca de manos de su inventor, de modo orgnico y casi vegetal, y puesto en otras manos, ajenas a su inven- cin, denuncia suplantacin, fraude biolgico. Debe causar una emocin de afirmacin vital, el espectculo de un soldado alemn, pongamos por caso, que cae en una ba- talla y, de pronto, despierta y siente,-constatndose as mismo en todo ello,- que le asiste un cirujano alemn, que le aplican remedios de invencin alemana, en f , que vuelve a ganar la vida, por esfuerzo y creacin alemana.. . Ese soldado se siente entonces en su propio hogar histrico, en el seno de su propia entraa cultural, que es la entraa ms cara del hombre. No hay aqu nacionalismo, cuestiones raciales y ni siquiera culturales. Aqu hay una cuestin profundamente humana, un imperativo de creacin comn a todos los hom- bres, una necesidad de hogar cultural, Georges Duhame! ha referido, tal vez, la emocin que el hombre debe sentir del dolor, al sentirse socomdo y salvado por obra de su propio estado de cultura, es decir, con los frutos de su propia vigilia creadora?. . . La ha referido tal vez el mismo Barbusse? Tal vez Thirry Sandr? o Apollinaire? o Drieu La Rochelle? Merece este momento de la trinchera haber sido auscultado. Pero aquel sujeto salvaje, aquel pobr ~ hombre sin historia, a quien se le da un fusil para que vaya a ciegas al campo de batalla, ha de sufrir sordo sufri- miento de violencia histrica, cuando siente que una mano extranjera, -an siendo de su misma raza-, y sin nexo con su propio temple creador, le aplica en su herida un medicamento, igualmente extranjero a su estado de cultura. Ese fusil que l manej no fue hueso de sus manos, y ese medicamento con el que va a ser curado, no es sangre de su sangre. Un hombre cuyo nivel de cultura, -hablo de la cul- tura sangunea y vital-, est por debajo del esfuerzo crea- dor que supone la invencidn de un fusil, no tiene derecho a usarlo. Un pueblo cuyo nivel de cultura est por debajo del esfuefzo creador que supone un descubrimiento, tam- poco tiene derecho a hacer la guerra. Salvo mejor parecer. Mundial, NQ 364, 3 de junio de 1927 Esta obra se termin de imprimir e; 4 de mayo de 1960, en los Talleres Grficos P. L. Villanueva, S. A. Jirn Yauli 1440-50 - Chacra Ros. Lima, Per. '1 2 MAYO 1960'