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César Vallejo - Artículos Olvidados

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El CI reso por la 1

mt ad de, 1; Cultura es '


una asociacin libre, que
efiende la libertad como
imNca atmsfera p0s1'ble
para que se desenvuelva la
ultura.
Se fund6 en 1950, en una
eumm6n histrica, en que
)articiparon altos repre
entantes intelectuales del
Mundo Libre. En 1951 se
a d la primera declara-
:in en Berln, ar--azado
ntonces por el t c itaris-
no sovidtic
El Congreso pc
bertad de la Cultura care-
e de nexos gubernativos,
, rechaza sistemticamen-
e toda cooperacin I
JW oficial, venga de donde
hiere. Tampoco acepta
nguna colusin, con re-
/irnenes dictatoriales o to-
ditaxios, bajo los cuales
rnposOSIb;e el desarrollo
re una cultura libre.
Se sustenta de sus ,.
bias cotizaciones y de d
iativos privados, prov
tes en su casi totalidi
re Fundaciones particu-
ares. Sostiene Seminarios
Mesas Redondas, revis-
as y conversatorios. En
castt su rgano pea
Cuadernos"
CESAR VALLEJO
R T I C U L O S
L V I D A D O S
Prlogo de Luis Alberto Snchez
Asociacin Peruana por la Libertad de la Cultura
BERIE: LiTERATURA E HiSTORIA N9 4
N O T I C I A
Csar Vallejo sali del Per a mediados de 1923: no
regres ms. Haba publicado ya en prensas peruanas,
"LOS Heraldos negros", "Trilce", "Escalas melografiadas"
y "Fabla salvaje". Esta ltima, breve ensayo de novela
g4
regional, sdi semanas antes de la partida de su autor.
Sin embargo de la ausencia fsica, jams fue interrum-
pido el dilogo del poeta con su gente. Ello se efectu a
travs de colaboraciones periodsticas que Vallejo redact
para diarios y revistas de su tierra, y de que obtena algu-
na retribucin con que se ayudaba a completar su magro
presupuesto niensual.
Dos son las fuentes principales de este aspecto de la
produccin vallejiana: "Mundial" y "Variedades", ambos
hebdomadarios, dirigidos el primero por Andrs A. Aram-
bun Salinas, y el segundo por Clemente Palma. Adems,
Vallejo colabor en "El Norte" de Trujillo, dirigido por
Antenor Orrego y Alcides Spelucn; en "El Comercio"
de Lima, dirigido entonces por Josd Antonio Mir Que-
sada, y en "Amauta", dirigida por Jos Carlos Maritegui.
Los honorarios por cada colaboracin eran modestos,
aunque, comparativamente con los actuales, algo aprecia-
bles. "Mundial", de la que formaba parte el autor de esta
"Noticia", le abonaba veinte soles semanales, o sea ochen-
ta y fraccin al mes. Eso equivala en aquella fecha a unos
cuarenta dlares de los de buena ley, es decir, con un
valor adquisitivo casi triple del actual. Eran w m o cua-
trocientos francos mensuales, de los francos robustos de la
poca del ministerio Poincar.
Vallejo deba escribir sobre temas "amenos": era la
exigencia editorial. Lo hizo cumplidsimamente. Asombra
la agilidad con que se encara a los sucesos bulevarderos.
En la misma poca en que todava privaba la crmca un
tanto barroca al modo de Ventura Garca Caldern, o de
una frivolidad mosqueteril, al modo de Enrique Gmez
Carrillo, las de Vailejo se mantienen en un difcil equi-
librio entre la noticia escueta y el comentario punzante.
A menudo, sobretodo, a partir de fines de 1925, su estilo
se vuelve ms personal, y se atreve a monologar en voz
alta, preguntndose y respondindose. Tienen esas pginas
el acento pattico de algunos de los poemas en prosa que
forman parte de su libro pstumo "Poemas humanos",
al que pusieron Ral Porras, prlogo, y el autor de estas
lneas, colofn.
Es curioso observar el estilo de Vallejo en estas p-
ginas. Desde luego, abundan los galicismos y, ms que eso,
los trminos franceses trasladados sin beneficio de comi-
llas a taracear ei texto castellano. Se advierte que Vallejo
atraviesa un instante de duda entre el francs adviniente y
el castellano celmo y raigal. La solucin, no es recomen-
dable, pero, sin duda, llena de agilidad y gracia. Si los
puristas van a arrugar ms aun el ceo, los no-puristas
extendern ms la sonrisa, regocijadamente. Buena m-
secha.
Las pginas que siguen han sido copiadas bajo la di-
reccin del doctor Jorge Puccinelfi, quien nos ha cedido
el privilegio de usarlas, lo qe hacemos en servicio de una
causa tan alta como es la divulgacin y conocimierrto ple-
no de Vallejo, y sin ningn nimo de lucro. La Institu-
cin patrocinante -la Asociacin Peruana por la Liber-
tad de la Cultura- no retiene para s un solo centavo y,
en cambio, pese a cualquier privilegio que pudiera otorgar
la ley, observa rigurosamente las disposiciones habituales
que, en defensa del autor, norman esta clase de empresas.
Sucesivamente iremos reimprimiendo - d e reimpre-
sin se trata- otros artculos y pginas ditas de Vallejo,
con el propsito de prestar a sus innumerables admirado-
res un servicio, a la vez deleite e informacin, que ellos,
de seguro, apreciarn como es debido.
L. A. S.
I NDI CE
La ~x~os i c i n de Artes Decorativas . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . Guitry. Flammarion. Mangin. Pierre Louys
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Crnica de Pars
La nueva generacin de Francia . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . Los crmenes exticos de la Medicina
El verano en Deauville ..........................
Lo que de m ha hecho Decrefft . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Danza del Leopardo
El Saln de Otoo de Pars . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Del Barrio Negro a los Campos Elseos . . . . . . . . . . .
Entre Francia y Espaa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Un gran libro de Clemenceau . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Influencia del Vesubio en Mussolini ..............
........................ Las pirmides de Egipto
Una gran lucha entre Francia y Estados Unidos . . .
La tumba bajo el Arco del Triunfo . . . . . . . . . . . . . .
Manuscritos inditos de Descartes . . . . . . . . . . . . . . . .
El secreto de Toledo ............................
La diplomacia directa de Briand .................
Los peligros del tennis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pars renuncia a ser centro del mundo ............
La visita de los reyes de Espaa a Pars . . . . . . . . . .
La revancha de los monos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La canonizacin de Poincar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Montaigne sobre Shakespeare ....................
La gran piedad de los escritores de Francia . . . . . . .
El Saln del Automvil de Pars . . . . . . . . . . . . . . . .
El crepsculo de las guilas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El nuevo Renacimiento ..........................
La fiesta de las novias reales en Pars . . . . . . . . . . . .
Un gran descubrimiento cientfico . . . . . . . . . . . . . . . .
Ginebra y las pequeas naciones . . . . . . . . . . . . . . . . .
La muerte de Claude Monet . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La justa distribucin de las horas . . . . . . . . . . . . . . . .
Los premios literarios de Francia . . . . . . . . . . . . . . . .
Pg .
9
14
19
26
33
39
45
49
54
57
61
65
70
74
78
82
87
92
. 96
102
106
111
116
121
126
130
135
139
143
1h7
151
155
160
164
168
Ultimos descubrimientos cientficos ............... 172
Una gran reunin latino-americana ............... 175
La resurreccin de la carne ..................... 179
.............. Los dolos de la vida contempornea 183
........................ Religiones de vanguardia 186
La revolucin en la Opera de Pars ............... 189
........................ La inoculacin del genio 192
............................. Oriente y Occidente 195
........................ Explicaciri de la guerra 198
LA EXPOSICION DE ARTES
DECORATIVAS DE PARIS
Banquete a la Prensa Latino-Americana.-
Los grandes acontecimientos: la guerra de
1914, la revolucin rusa y la Exposicin
Internacional de Pan's.- 200,ooo visitantes
diarios.- Campanas dadastas.- Violines
de los Crpatos y cornamusas de Escocia.
Las diez ~uer t as simblicas.- Teatro me-
dioeval con triple escenario.- Afuera los
cubistas. . .! El affaire Deiaunay.- Mqui-
nas para llorar.- La Walkiria y las prin-
cesas plidas.- Corbatas para mujeres y
corsets para hombres.- Los encajes de
Mistinguette y de la Rubinstein.- Cinco
bacarats para el "Gourmet".
(Especial para Mundial)
Pars, junio, de 1925.
M. Femand Davis, Comisario General de la Expo-
sicin Internacional de Pars, ha querido agradecer a la
Prensa Latinoamericana su propaganda en favor de la
Exposicin, obsequiando con un almuerzo a los periodistas
transatlncos, en el pabelln Armenonville del .Bosque
de Boloa. El seor Davis ha querido, al propio tiempo,
recordamos por medio de esta corts demostracin ofi-
cial, el deber de la prensa en orden a la propaganda de
la Exposicin, ms all de los mares.
Naturalmente. Esta Exposicin Internacional de 1925
reviste una importancia indiscutible. Es un acontecimien-
to cultural que va a la zaga de la revolucin rusa y de
la guerra europea: por su contenido temtico cosmopo-
lita, por su alcance panormico del arte, la ciencia y la
industria modernas, por constituir, en fin, la ms autn-
tica y ancha tabla de las inquietudes contemporneas.
La Exposicin pone de manifiesto la vida y el espritu de
nuestra poca en toda su carnacin elptica y cardaca.
Cuando. despus de haber experimentado talcs emo-
ciones, abandonimos esa ciudad improvisada y fantsti-
ca, donde entre iluminaciones y murmullos inalmbricos,
flamean las banderas de todos los pases (por qu faltan
ah Alemania y Amrica?), sentimos que nos come la boca
por gritar, ante los absortos cielos, las ingentes grandezas
de que son capaces los hombres de buena voluntad sobre
la tierra. As como los caones de 1914 pregonaron la suma
de ruina que es capaz de fraguar el hombre, cuando le
encienden las furias del corazn, as ahora una rosa de
medioda "cuyo corazn atesora lgrimas de amor" como
deca Samain; un ahumado cristal escandinavo, digno del
fuerte acquavit de Stocolmo; una hebra de seda de Indo-
china, una campana dadasta de las fundiciones del Africa
del Norte, y an la corrosiva cabeza de bronce de Lenin
que se encorva en el Pabelln de Soviet, pregonan, justa-
mente, ante el temble Cuartel de los Invlidos, la suma
de amor y perfeccin que es capaz de edificar el hombre
cuando le encienden las Gracias el corazn.
La ceremonia oficial de la inauguracin tuvo lugar
el 28 de abril, aunque la mayor parte de los pabellones
no estuviesen a la sazn terminados. A la inauguracin
asisti el Presidente de la Repblica, rodeado de los miem-
bros del Gobierno y del Cuerpo Diplomtico. Despus de
cantar M. Frantz un solo emocionante de la "Marsellesa",
sostenido por los coros de la Opera, y luego de ejecutar
la orquesta de la Sociedad de los Conciertos del Conserva-
torio la obertura de "Patria" de Bizet, M. Fernand David
dijo en el peristilo del Grand-Palais, donde se instal el
cortejo oficial, las siguientes palabras llenas de verdad.
"El fuego sagrado, - di j o- acabara por apagarse, si
ias chispas del arte y del genio no vinieran a alimentarlo
ms. Contra semejante peligro, los hombres de fe y de
buena voluntad han querido llevar a cabo esta Exposicin.
Todo cuanto ellas muestre a la admiracin de los visitan-
tes, aparecer sellado por una inspiracin nueva y por
un esfuerzo sincero y apasionado hacia la belleza.
'
En este esfuerzo estn ntimamente empeados el ar-
tista que concibe la forma y el realizador que le da la
vida: asociacin necesaria en la actual organizacin social
y que ha de verificarse en nuestra Exposicin, para que
ella deje tras de s resultados fecundos al Bien, en el do-
minio moral, y ambas cosas proceden de la misma nobleza
de inspiracin. No se trata solamente de servir una causa
artstica o econmica; se trata de servir la evolucin hu-
mana, toda entera, esto es, de mantener despierta en el
corazn de todos, la preocupacin del ideal. . . ".
Estas palabras concisas y sobrias expresan muy bien
la vasta significacin del acontecimiento que comentamos,
en el cual no se excluye ninguna actividad cultural. El
arte, la ciencia, la industria, con todos sus progresos, estn
ah, visibles a los millones de visitantes que, en su mayor
parte, son extranjeros venidos especialmente a ver este es-
pectculo, de todos los puntos de la tierra. La estadstica
oficial anuncia doscientos mil visitantes diarios. Durante
todo el da, hasta la madrugada, se observa, an bajo la
terca lluvia de una primavera que no quiere calentar, oca-
nos de cabezas humanas en los parterres, cascadas de
cabezas humanas en las anchas graderas, y remolinos de
cabezas, ya en tomo de la estatua de la risa de Francia,
ya al rededor de una fuente eslava, que lleva inscripcio-
nes sacadas de "Las almas muertas" de Gogol, ya en tomo
de un vago violn de las Crpatos, en que toca algn pe-
regrino, tormentosas tocatas comunistas. . . Las gentes
suelen tambin detenerse, con no se qu entusiasmo in-
quietante, a contemplar el mausoleo, un poco constructivis-
ta y otro poco bizantino, de los hroes de la guerra cuyas
cenizas no se sabe dnde reposan, si no es bajo el Arco
del Triunfo.. . O se paran a respirar no menos plvora
esttica, ante la escultura al fuego que representa "La
Danza triunfal de Palas Atenea".
La Exposicin presenta el aspecto de una cruz inmen-
sa. La Alameda central, que se abre entre el Grand-Palais
y el Petit-Palais, atraviesa la encrucijada de las Naciones,
se prolonga por el puente de Alejandro, sobre el que se ha
edificado una doble galera de lujosas vitrinas de la moda
pansiense, y va a desembocar en la Esplanada de los In-
vlidos, donde estn reunidos los Pabellones del Arte Fran-
cs y las Grandes Galeras de la Exposicin. El otro brazo
de la cruz, que se extiende desde la Plaza de la Concordia
hasta el Puente de Alma, presenta dos filas de Palacios
y Pabellones: la una sobre la orilla derecha del Sena, ofre-
ce la rica diversidad de los edificios extranjeros, y la otra,
que ocupa la margen izquierda del ro, es el dominio de
las provincias francesas.
Diez prticos brillantes tiene esta ciudad de magia,
que los arquitectos Andr Ventre y Henri Favier han re-
vestido de una novedosa superficie metlica, que les da
el aspecto de una preciosa y colosal obra de ferretera.
Hace pocos das empez a funcionar el caprichoso
teatro edificado dentro de la Exposicin para-un ciclo de
representaciones de autores y actores de todos los pases.
El teatro es de un estilo caprichoso, hemos dicho, porque
tiene pretensiones muy modernas, pues, que recuerda la
disposicin escnica de flamante invencin simultanesta
de1 teatro de Beauduint, y, por otro lado, se emparenta
con el escenario medioeval. Otra exposicin que acaba de
abrirse en el local de la Opera para revelar la mise en
scne antigua, nos viene a probar que hace ya siglos
haba teatros de tres escenarios, con un juego de corti-
nas dispuestas de tal manera que permitan utilizarlas
parcial o simultneamente.
A propsito de antigedad. En general se advierte
en la Exposicin una esttica verdaderamente moderna.
Ningn asomo de la mitologa greco-latina. Apenas tal
o cual sirena en los estanques nrdicos del Pabelln de
Dinamarca. Despus, todo es muy moderno, es decir, "muy
moderno y muy antiguo, audaz, cosmopolita". Lo que no
quita que el otro da M. Paul Lon, Director de Bellas
Artes, haya rechazado indignado unos dibujos cubistas
de la Embajada Francesa, cuyo autor era Robert Delau-
nay. "Toda esta Exposicin se debe a nosotros"- -aleg
Delaunay, hablando en nombre de los cubistas. Pero los
dibujos fueron sacados, y la prensa ha hecho un gran es-
cndalo solidarizndose naturalmente con los buenos luz-
beles de la paleta.
El propio Marinetti, que acaba de llegar de Roma
para dirigir una exposicin futurista en el Pabelln Ita-
liano, dice que si no vuelve la tela de Delaunay a la Em-
bajada Francesa, l, Marinetti se vuelve a Roma.. .
La Exposicin de Pars! Una Babilonia adorable, per-
fumada de todos los refinamientos. Maravillas de hierro
y movimiento, que hacen sonreir derechamente a los nor-
teamericanos; concursos de horticultura, mquinas cine-
mtica~, descompuestas al infinito, y cuyos. matices arran- i
can de los ojos del espectador lgrimas, no tanto de emo-
cin, cuanto de imposicin visual; temerarios dibujos ingle-
ses, sobre motivos de "La Walkiria" de Wagner, que hacm
palidecer de ilusin a las imptberes princesitas del bou-
levard Saint-Germain, endiabladas manufacturas de Lyon
y de Beauvais, en que el encaje de seda pensativa, piensa
en Mistinguette o en el prximo viaje que Ida Rubinstein
har en aeroplano, para oir la lectura que, en la tranquila
granja de Gardenia, va a dedicarle D'Annunzio, de tina
ltima tragedia de vrgenes o santos, que el poeta-soldado
est escribiendo especialmente para ella-
La Exposicin de Pars! El Pabelln de Pomona, en
que florecen corbatas ntimas para mujeres y corsets spor- .
tivos para hombres : galeras todopoderosas de diamantes,
cuyo dueo es el seor Citroen, cuyo tallador es el seor
Tennolier y cuyo comprador no ha nacido todava; pabe-
llones de las lindas caas msticas del Japn; mesas del
"gourmet" y bandejas hebreas con los cinco clices de
vino. . .
Se baila, se navega en el Sena, se suea en esta fiesta.
Epicureismo? y el Affaire Delaunay?. . . Y los aires que-
jumbroso~ que los msicos escoceses del Cameron High-
landers, arrancan de sus hoscas cornamusas?. . .
(Mundial, N'? 266, 17 de Julio de 1925).
* Con esta interesantsima crnica sobre el gran 'aconteci-
miento mundial que constituye la maravillosa Exposicin de Artes
Decorativas, inaugurada en Pars, inicia su valiosa colaboracin, el
poeta peruano Csar Vallejo. No necesitamos hacer elogio de este
positivo valor de la literatura nacional, que, como aqu, ha sabido
triunfar en la babilnica Ciuad Luz.
Nuestros lectores apreciarn este esfuerzo de "Mundial" que
envuelve el constante anhelo de mejorar siempre nuestra Revista.
GUITRY, FLAMMARION, MANGIN,
PIERRE LOUYS. . .
Lucien Guitry en "On ne jare pas pour
s'amuser".- El testamento de Flammarion
y el corazn del astrnomo.- Mosc man-
d envenenar a Mangin?- El Microbio de
Rusia en todas partes.- La dbacle del
liberalismo.- Pierre Louys y el desnudo
femenino.- "El creprisculo de las ninfas" y
el boycot del traje de bao.- De Afrodita
a la garpnne; del templo de Astart al
Folies-Brgeres.
La Moda en la muerte, al par que en las mujeres y
en los artistas, se hace cada da ms caprichosa. Y dnde,
si no en Pars. Monpolis incomparable, ha de lucir la
Muerte sus maneras bizarras de maniqu irresistible? En
Pars puede la Muerte aventurar cualquier ademn, su
ms estrafalario escorzo de gran seductora de corazones,
y la airosa salida del ms fino gusto femenino estar
siempre de su parte. En qu lugar del mundo ha matado
la muerte cuerpos de mayor colorido histrico y por medio
de sangras ms pintorescas, distinguidas o canallas? Re-
cordis la muerte de los primeros galos en las remotas
guerras de Anbal? Recordis, sobre todo, la muerte de
aquella extraa hembra -mitad santa, mitad pastora-
que sola aparecerse en las sombras cmaras del Duque
de Agnac, a espantar de la muerte principesca los torvos
pensares desvastadores de los Estados Llanos del manso
Loire?. . . Sin ir tan lejos, supongo que no habris olvi-
dado el cadalso de Mara Antonieta y del pobre rey bo-
nachn y dieciseis. Y la muerte romntica de los mill-
nes de hombres en 1914?. . .
Pero si todo esto no fuese suficiente para dejar afir-
mada la caprichosa, mujeril y artstica manera con que la
Muerte sabe mostrarse en Pars, habr que pensar en Lu-
cien Guitry, en Camille Flammarion, en el General Man-
gin, en Pierre Louys y en el reloj-pulsera, que acaban
de morir en Pars, todos ellos en el breve trozo de tiem-
po de veinte das. Yo le negara el saludo a la Muerte,
si fuese mi amiga; mejor dicho, si fuese mi amiga, me
hara yo su amante por lo rara que es la Muerte, por lo
mujer, por lo artista, por lo inclinada a las modas tru-
culentas. Seducir y llevarse a cosas tan bellas y diversas,
de una sola cada de ojos, de un solo rumor de joyas, de
un solo plegamiento de manto. . .
Mas, deveras Pars est golpeado en el corazn por
la muerte de Guitry, la mscara suprema del teatro fran-
cs y acaso mundial. Puede decirse que de todos estos
muertos ilustres de veinte das, a Guitry le llora Pars
ms que a ninguno.. . Ya os veo sonreir con vuestra lla-
neza impresionable y piadosa. S. Por eso. Porque Gui-
y fue hoinbre decorativo en grado sumo, es decir, porque
fue un ser de moda por excelencia. Los seres de teatro
son seres de moda por excelencia, quieran o no quieran.
Y la Muerte lo hizo suyo por eso, y porque seducir a quie-
nes andan cerca de sus instintos peculiares, como el de la
moda por ejemplo, es moda preferida de la Muerte.
Lucien Guitry, un encarnizado ser de traje! Vesta de
todos los gustos y de todas las pocas: vesta de alumno
del Conservatorio de Pars, y la lnea del peinado estilo
Tercera Repblica, nunca lleg a borrrsele sino al venir de
la madrugada, cuando volva a su primer piso y arrojaba
cl sombrero como quien da vuelta el volante de una m-
quina para dormir su sueo de gran trgico dormido; cal-
1
z ms tarde, en el viejo "Gymnase", el guante provincial
de Armand Duval, para recoger el primer laurel de su
'
carrera teatral; visti de Misntropo, de Tartufo, en fin,
I
interpretando como le vino en gana a Molire, en la Come-
:
dia Francesa, en el Oden, en el Renaissance, en Londres, en
'
San Petersburgo, en Nueva York.. . Guitry fue una estupen-
1
da mscara de estupendo traje. Su perfil posea la malea-
bilidad de las lminas calientes. Hasta que un da em-
pez6 a representar "On ne joue pas pour s'amuser" de
Sacha, y entonces empez a morirse. "On ne joue pas pour
s'amuser", tal fue la frase maliciosa de la Muerte a los odos
de Guitry, una noche del pasado invierno, en tanto la sala
del "Edouard VII" batia su pleno. Ay! "on ne joue pas
pour s'amuser! On ne joue pas pour s'amuser", Lucien
Guitry! . . .
A los cuatro das de Guitry, muere Camille Flam-
marion, el francs, cuyo nombre al decir de muchos, ha
sido con los de Foch, Joffre y Clemenceau, de los ms
universales en los ltimos tiempos. Sin duda ser as.
Porque sus estudios de las ciencias ocultas, su labor de
vulgarizacin de la astronoma, son conocidos en todas
partes. Cuatro espritus de magia e inquietud han tenido
sus citas extraterrestres con ese nombre sonoro y sinfni-
co, al rededor de la mesa litrgica, en la hora de los astros
y de los misterios.. . Flammarion resultaba una existen-
cia nebulosa; acaso viva, acaso muerta, pero siempre ne-
bulosa y presente en todas partes. A tal extremo sus ideas
sobre la espiritualidad del hombre y de las cosas, poseen
contagio potico y soplo de infinito.
Flammarion disfrutaba de la simpata de todos los sis-
temas filosficos de todos los hombres. "Yo me siento
en estrecha afinidad con espritus como el suyo", le deca
Vctor Hugo, mientras, ms tarde, el propio Albert Eins-
tein, refirindose a "La pluralidad de los mundos", deca
a un profesor de la Sorbona: "Flammarion ha compren-
dido y ha realizado como nadie el sentido social de la
Ciencia". Porque el hurao y simptico viejo del "Haute-
Marne" supo jugar muy bien su rol de sabio clsico, a
lo caldeo, realizando lo que quiere Oswaldo Spengler, es
decir, popularizando la ciencia, evangelizando la palabra
silenciosa y eterna de la conciencia csmica. El mismo
Einstein est dado a esta labor de socializar el conoci-
miento de laboratorio y difundir la cifra mstica del teles-
copio, que acrece la belleza y hace dichoso a los hombres.
Flammarion, en este sentido, fue un obrero del amor.
Hasta en la hora de su muerte, dijo con todo ese amor
de sabio de su vida: "Quiero que mi corazn sea extrado
,
de mi cuerpo y entregado al pueblo de mi nacimiento"
Y he aqu que el da de sus funerales, un mdico famoso
de Pan's susurraba al odo del seor Painlev, jefe del
Gobierno y matemtico insigne:
-Dicen que del corazn de los antiguos astrnomos
del Oriente, cuando moran, sola nacer una flor brillante
y extraa de dos ptalos, la cual era conservada en un fino
vaso de oro negro, junto al lecho de plumas de buho de
los strapas; esa flor protega la armona y la paz en el
imperio.
A lo que el seor Painlev responda sutilmente:
-En el corazn de este sabio francs debe estar con-
tenida toda la sangre que derramaron los pueblos justos,
en la guerra mayor de los tiempos".
*
* *
Cuando hace pocos meses me ocupaba yo en tradu-
cir el ltimo libro de Mangin, "Au tour du Continent
Latin", un amigo me deca: "Traducir a Mangin es el
colmo!" Ayer vi a este amigo y, al comentar la actitud
de la Academia Francesa, que acababa de conceder a Man-
gin, a ttulo pstumo, el Gran Premio de Literatura de
este ao, en oposicin a Camille Mauclair, le he dicho:
-Mangin no hacia literatura; Stendhal le habra ama-
do. Mangin escriba por necesidad y no por esclavitud,
que son dos cosas distintas. Mangin escriba por necesi-
dad poltica. Prueba de ello es que se murmura que ha
muerto envenenado por el Soviet, pues, era el soldado ms
grande de la Europa demcrata.
En efecto. El seor Maurras as lo ha dicho. De lo
que resulta que el Soviet paga ahora todos los picantes.
El complot de Sofa fue organizado por Mosc; se des-
cubri un proyecto de atentado contra Chamberlain en
Londres, preparado por Mosc; en la guerra de Marrue-
cos estn las manos de Mosc; los nacionalistas de Mont-
martre cayeron al asalto de los agentes de Mosc; Mosc
subleva a los kurdos contra Turqua.. . Menos mal para
el Kremlin, que los comunistas se conducen con armas pa-
recidas, por su parte. Cuando el General Mangin visit
Amrica, le salieron al encuentro todos los muchachos im-
budos en la pasin de Lenin y le llamaron "sospechoso",
"el de Verdun", etc. El liberalismo ha desaparecido. La
Guerra contina, ms acerba y rencorosa. El gas asfixian-
te mana de la garganta de sangre de los apstoles de nuevo
cuo; la trinchera abrupta se encorva en el rijoso y calo-
friante terreno cuatemario del fascismo, expreso o dis-
frazado.
Lo nico que queda de todas las teoras, es la siembra
1
de pasin humana en uno u otro frente. Mangin ser tan
grande en su bando, como otros tantos hroes del Soviet.
La historia no se sectariza ni se interesa por las ideologas.
'
La historia pertenece a los grandes apasionados, llmense
Platn o Epicuro, Kempis o Zaratustra, no importa la
/
clase de sus ideas o morales.
Justamente, cuando la primavera empezaba a calen-
tar y cuando las mujeres empezaban a mostrarse ms li-
geras de ropas, ha muerto Pierre Louys, el pagano, el
que con la publicacin de su "Afrodita" puso de moda el
desnudo exasperado. Pobre Pierre Louys! Quin le hu-
biera dicho que, precisamente, en sus das de fuego, de
deseo y de azul, se apagara su vida, tras de una lenta
agona, en que estaban ya apagados sus ojos para siem-
pre. Pobre Pierre Louys, el de los muelles dorados de
la dulce y moribunda Alejandra. A la noticia de su muer-
te, las mujeres habrn pensado en las tristes "Chansons
de Bilitis", y los hombres en el doloroso "Crepsculo de
las ninfas". Trs parisien, Pierre Louys! Tanto, que, a la
noticia de su muerte y al empezar las maanas de sol y de
esperanza, las ediciones de sus obras han volado de las
lujosas libreras, como por ensalmo. Porque Pierre Louys
est en el ambiente de Pars, en los caros y profundos ins-
tintos de esta raza de faunos de bronce y de Dianas inm-
viles de mrmol. Antes que griego, francs; antes que pa-
gano, artista.
Ese libro "Afrodita", que no necesit de la Academia
de Francois Coppe para ganar la gloria, puesto que de
golpe vol a toda su escabrosa castidad, que parece es-
crito despus de la guerra, despus del sport americano y
despus de la poesa de Henri de Montherlant. De aqu
que su influencia y actualidad se ha constatado en nuestros
das, ms que en ninguna otra poca. Chrysis est en la
garconne; el templo de Astart est en el Folies-Brgers.
Y no ser acaso "Afrodita" la causa de esta desatentada
e incontenible simplificacin de las modas de la mujer,
que ha llegado hasta dar por tierra con el batik a lo
cowboy o a lo apache, con la sombrilla japonesa, con el
traje de bao, y an con el inocente reloj-pulsera?. . .
Todava ms, no ser acaso "Afrodita" la causa de que
las mujeres prefieran ahora pintarse el rostro, con ama-
'
ranto y pera, entre todos los colores?. . . Al menos, as
lo estn insinuando los modistos y los periodistas.
De todos modos, ese libro ensea a desnddarse cuer-
po y alma.
(Mundial, NQ 267, 24 de Julio de 1925).
CRONICA DE PARIS
Hay Liberalismo y liberalismo.- La nueva
filosofa.- Un sol por quince horas de tra-
bajo en Shan-Ghai.- Golpe comum*sta a
la Legacin de la China en Pars.- Plausi-
bles apstrofes de Len Daudet.- Shehe-
razada en el Grand-Palais.- Las sandalias
estn de moda.- Los ojos le decan a la
Muerte: Basta!- Misteriosas amenazas a
la Polica del Sena.- Mil francos por una
butaca de teatro y dos mil artistas en una
escalera.- La Torre de Eiffel es alquilada
a Citr&n.- Consuelo metafsico de Pas-
cal.- El jabn "Cadum" entre las quime-
ras de N6tre-Dame.- Para investigar la
paternidad.- Introduccin del mtodo so-
crtico a la crnica.- El viaje del explora-
dor Amundsen al Polo Norte.
Liberalismo, dije en mi crnica anterior. Desde cun-
do existe semejante filosofa? Desde la Enciclopedia? Des-
de Lutero? Desde Pico de la Mirandola? Desde cundo?
No ser, por cierto, desde las filosofas orientales, por
sabias que ellas fuesen e inspiradas en la unidad sinttica,
pues, antes bien, las filosofas orientales, de Confucio a
Zoroastro, derramaban sabidura, por todo lo contrario, es
decir, por su intolerancia, por su dogmatismo desptico,
por su sagrada pasin sectarizante, por su maravillosa
xenofobia hacia los otros hombres y hacia los otros sen-
timientos.
Leyendo los "Soliloquios" de San Agustn, puede co-
gerse el hilo del liberalismo religioso que parece arrancar
desde el terrible puetazo que' Jess quera para la otra
mejilla. 'Pero, en verdad, el hilo viene desde ms lejos,
desde Budha. Slo que tanto en el Seor de la manse-
dumbre como en el Maestro de la caridad, el liberalismo
vocea requerir palmas fuertes, fuertes espritus, que recla-
man y reciben el alegato o el lanzazo contrario, con la virtud
sonora de la bveda: devolvindolo. Liberales son, pues, los
poderosos de corazn; liberales, en el sentido puro y cons-
tructivo del vocablo, son los que andan muy cerca de la
serenidad.
Pero ese liberalismo religioso, al hacerse poltico y
caminar de la Bastilla a Versalles, y saltar de tribuna a
tribuna en los Estados Generales, volvise plebeyo, magro,
retrico y lo que fue modo firme, de firme sustancia mo-
ral, se hace cobarde expediente de vacuna debilidad. En
todas las democracias, desde 1789 hasta hoy, los partidos
polticos llamados liberales, son dentaduras de enfermos
que sonren. Ultimamente, este seudo liberalismo, esta
melosa y mujeril tolerancia, sin contenido alguno de afir-
macin vital, que tenan en sus manos los gobiernos de
casi todos los pases europeos hacia 1914, fue la que aus-
pici y precipit la guerra.
Tienen razn los nuevos escritores del mundo, que
en estos momentos marchan contra el liberalismo pol-
tico, tronco de todos los torcidos horizontes. Semejante
reaccin respaldada est de un principio protoplasmtico
de continuacin histrica. Abajo los liberales! Ms pa-
sin selectiva; ms intolerancia, mayor fuerza centrfuga.
No basta decir: mi idea es buena. Menester intolerable.
El liberalismo verdadero, alto, religioso, vital, no significa
una moral defensiva o de fro eclecticismo, sino un tem-
peramento ofensivo, pungente, que logra convertir, en la
fragua interior, lo contrario y adverso, en elemento de
gran amplificacin de s mismo.
La juventud intelectual de la China, que por miles
estudia en la Sorbonne, se ha unido a los obreros chinos
y ha dado un golpe de fuerza a la Legacin de su pas en
Francia, para arrancarle documentos que pueden utilizar
los huelguistas de Shan-Ghai. El gobierno tembloroso y
vacilante del seor Painlev, se sobresalta. Mosc! Mos-
di! Se hacen pesquisas; se arresta a los culpables y se
exigen declaraciones al jefe de ellos. Yen Tchoung Sien,
director de peridicos de propaganda comunista tales co-
mo "Ciel Rouge" y "Rayon Rouge". Los republicanos
del centro y de todas la salas, se agitan y dirigen mira-
das consultivas al seor Len Daudet:
-Qu le parece, seor Daudet! - parecen interrogar
izquierdas y derechas francesas, esperando que el recal-
citrante realista les d una mecha encendida, con estos
apstrofes hermosos, tan hermosos que es como no decir
nada, o como decir halagos refinados.
-Fuego a los chinos de Francia! Bandidos! Traido-
res! Cobardes! Ladrones! etc., etc.
Porque el seor Daudet es muy enojadizo.
Aunque, por otro lado, en Shan-Ghai existen fbricas
inglesas y francesas de hilados, donde trabajan da y no-
che, bajo las banderas de Francia y de Inglaterra, hom-
bres, mujeres y nios chinos, con salarios de dos chelines,
ocho peniques y dos peniques por jornadas de quince ho-
ras. S, seores. Y sin ley de accidente de trabajo, ni
seguro, ni nada.
Mientras los pobres estudiantes chinos se reunan en
algn secreto departamento de la rue de L'Ecole de Me-
decine, en el Barrio Latino, para fraguar su golpe reivin-
dicacionista, he aqu que en casa de los duques de Rouen,
de los condes Greffulhe, de los marqueses de Malayessie,
de los prncipes de Murat, de los barones de la Motte, del
heredero de Suecia, del Mahrajah de Khapurthala, de los
seores de Rothschild, discutan las lindas mujeres ele-
gantes sobre las sorpresas y las nuevas revelaciones que
los modistos de Pars lanzaran en la fiesta de la Nuit
du Grand Palais. Junto al bronce "L'homme au nea
cass" de Rodin, deca una Princesa, un poco entrada en
aos, en tanto acariciaba a un irritado perro de Brie, que
no la dejaba hablar:
-Gell prepara un calzado en oro brasilero, de piel de
cocodrilo y gamo, en un trenzado absolutamente esque-
mtico, a dos o tres correhuelas, a manera de la sandalia
griega.
-Yo esperar ver los dibujos de Les Sieyeux para los
comienzos del verano -aduca una hija de banquer*; me
los han ofrecido para el 16. . . Si la fiesta es justamente el
16.. . No importa. Los esclavos de la moda no somos
los que vestimos, sino los costureros. . . Y los maniques.. .
Y los enamorados!
Luego vino la gran fiesta. Y mientras los obreros
chinos, aguaitando a la polica, se reunan por ltima vez,
en un hotel de los alrededores de Luxemburgo, para sellar
sus acuerdos de rebelin, he aqu que entraban al Grand
Palais las mujeres bonitas, los hombres del gran mundo,
los artistas felices, los escritores afortunados, los ricos ex-
tranjeros, los ttulos nobiliarios . . .
Y, una vez en la sala refulgente y dorada, unos evo-
caban a Scheherazada, otros a Doniazada y quines al #
Sultn melanclico de la noche postrera. Y entonces em-
pezaron a desfilar los heraldos magnficos anunciando las
maravillas que iban a aparecer. Y desfil el cortejo de la
moda, derecha, al sesgo, espasmdica, a los sones de "Sche-
hrrazada" de Korsakoff; el cortejo de los adornos y pie-
dias preciosas, con un gran diamante al centro, anguloso,
cejudo, digno de un dedo mutilado. Desfil el cortejo de
gestos y ademanes de artistas famosos, en trajes de tipo del
teatro de Molire; el cortejo del Baile de los Bailes, el
deslumbrante "Arcoiris", formado de encajes y dibujos
de las ms importantes casas de costura de Pars; y luego,
el cortejo de tipos del teatro de D'Annunzio, a los sones
de las "Sirenas" de Debussy. . . Mistinguette, Ida Rubins-
tein, etc. Los ojos, posesos de la luz y de lnea, le dijeron
a la Muerte: Basta!
Mas a mitad de tan soberbio espectculo, alguien vino
y susurr apresuradamente algunas palabras al odo del
seor Morn. Prefecto de Pars.. . Ya. desde haca das.
hubo annimos, panfletos, amenazas misteriosas en tomo
a la fiesta del Grand-Palais. Se dieron rdenes oficiales.
Revelaron seales de inquietud. Brigadas de agentes y
secciones de bomberos fueron movilizados al instante. El
calofro misterioso penetr hasta la gran escalera, escenario
de la esplndida fiesta. En ese momento tena lugar .la
"Entrada de los Clowns", a los sones pintorescos del "Car-
naval" de Berlioz. La risa qued entonces amarrada en-
tre dos muecas geniales de los Fratellini, que se tomaron
trmulos de efectiva zozobra.
Al da siguiente se ha murmurado tantas cosas treme-
bundas: "Los bolcheviques iban a arrojar una bomba, co-
mo en Sofa, protestando contra tan insultante orga de
dinero y de lujo". "Iba a producirse un incendio de todo
el palacio como la vez pasada, en el Bazar de la Caridad. . . "
"La gran escalera iba a desplomarse bajo el peso de los
innumerables artistas. . . etc.
Total: 600 mil francos de entradas. Una miseria!
Por mucho que cada butaca costaba mil francos y
que tomasen parte en el desfile dos mil artistas de Pan's.
-Fiesta de reclame comercial para las casas de mo-
das, - rezongan los fotofbicos.
Pero, en materia de rclame, no hay para los norte-
americanos. Por ms que el seor CitroZn quiera com-
petirles, no lo conseguir. El gran rival de Ford acaba
de celebrar un contrato con el Municipio de Pars, para
iluminar la Torre de Eiffel con su nombre, es decir, con
el de CitroEn.
Los periodistas, los poetas (que no sean Montherlant,
o Geo Charles), los filsofos espiritualistas, que todava
los hay en Francia, han puesto el grito en el cielo: "No
faltaba ms. El nombre de CitroEn en el mstil de la
torre ms alta del mundo! Ah donde debiera estar el
nombre de Dios!". "Petulancia, ha clamado el seor Mau-
rice de Waleffe, entre espumarajos. Va a ser una nueva
Babel. Dios lanzar su castigo; se confundirn los linde-
ros de las naciones, ms de lo que estn, ya que las len-
guas se hallan ya harto confundidas. Ni ese brbaro de
Ford se ha atrevido a poner su nombre en las iluminacio-
nes de la catarata del Nigara.. ."
-Pero; si es solamente por el tiempo que dure la ex-
posicin de Artes Decorativas, -arguye el seor Citroen;-
y para dar mejor vista a la ciudad por la noche. . .
-No, seor! Ni por una sola noche. El tiempo no
cuenta en ciertos casos. La profanacin no quiere sino
una sola vez, como en los adulterios y en el huevo de Co-
ln.. . Asi, pues, ese contrato es nulo.
Mas, a pesar de las protestas, todo hace creer que el
nombre de Citroen resplandecer en el asta de la mag-
nfica torre, para consuelo metafsico de Pascal, plido
aficionado a las alturas, y para venta de automviles en
serie.
Y lo peor de todo es que el ejemplo cundir entre los
competidores. No habr ninguna razn para negarle a
"Cadum" que coloque su famoso anuncio de jabn entre
las quimeras de Notre-Dame. Las pldoras Pink clavarn
su bandera en la terraza del Arco del Triunfo. Cook ilu-
minar el Obelisco de la Concordia, etc.
*
* *
Cada loco con su tema. Los industriales con los r-
clames y ios fisilogos con los dedos.
Acaba de descubrirse un infalible procedimiento para
investigar la paternidad. Los legisladores y los jueces de-
ben estar de plcemes el derecho civil garantizado y las
mujeres ya no tendrn que alegar tanto para resolver ese
problema que, en verdad, no lo es, pero que a menudo
suele complicarse de manera harto inextricable y escabroso.
El procedimiento es sencillo: una simple comparacin de
seales digitales entre el hijo y el padre posible.
Queris una muestra de la crnica moderna y pari-
siense, rpida, insinuante, cinemtica? All os envo una
sacada de Pars-Midi.
"DE MEDIODIA A MEDIODIA"
"Quin ganar el Gran Premio, "Belfonds" o "Chubas-
co"? El seor Len Daudet ser elegido Senador en el Mai-
ne-etloire, o su contrincante, el seor Villeneau? Las mu-
chachas que irn a Magic-City, encontrarn novio en la
feria, o volvern solteronas? Los tenedores de bonos es-
tn contentos por sus economas del emprstito estipulado
en oro, o no estn satisfechos? El Mariscal Joffre reco-
brar su cdula celeste o ella est perdida para siempre?
"La Comisin Parlamentaria, de retorno de Marrue-
cos, har un viaje o tropezar con occidentes? El cad-
ver descubierto en la floresta de Senart, ser identificado
o quedar annimo? El seor Painlev, despus de una
semana tan recargada, pronunciar realmente hoy dos dis-
cursos de Versalles y en Sena, o dir dos veces el mismo
discurso?
"Las salvas de artillera que lanzarn las nias y las
seoras de Beauvais en honor de Juana Machete, crepi-
tarn o harn un fuego largo? El franco va a subir o ba-
jar?
"Hay que llevar el bastn o el paragua?
"Cuntas incgnitas en un solo da!
Verdad que esto significa la introduccin del mtodo
socrtico en la crnica periodstica? Aunque la factura de
13 muestra, habla ms bien de un tono de orculo po-
pular.
Por otro lado, nuestra poca es eminentemente inte-
rrogativa. Todo es problemtico; todo es una incgnita.
Vivimos entre problemas angustiosos, innumerables, acaso
insolubles muchos de ellos. Tal es la resonancia de la
guerra. .
El gran explorador Noruego Roald Amundsen, vino a
damos hace pocos das otro motivo de interrogacin. Una
buena maana tom un avin en Peary, y siguiendo una
de las direcciones de la aguja magntica, fue a perderse
entre las nieblas polares del norte. Pasaron los das y los
das y el silencio se hizo absoluto tras de las bravas h-
Eces. Entonces surgieron mil preguntas: "Habr muerto
de fro?. . . Habr sufrido una cada y las focas melanc-
licas llorarn junto a sus restos de hroe? Le habrn de-
vorado los monstruosos animales que, como las vrgenes ,
feas tienen dos corazones y de los cuales nos habla Conan
Doyle?. . . Se lo habr tragado otro Malstron de Poe?. . .
Habr llegado al mismo rabo de la tierra y all habr sido
coronado emperador de meridianos y paralelos?. . . Ir a
salir, a lo mejor, por abajo, es decir, por el Polo Antrtico?
Habr descubierto otra Amrica, como Coln?. . .
Fueron de todas partes en su socorro. Y en una tarde
gris volvi el explorador, por va marina. No le haba
sucedido nada. Mejor dicho, la haba sucedido la tragedia
de no sucederle nada.
Mundial N'? 270, 14 de Agosto de 1925.
LA NUEVA GENERACION DE FRANCIA
Candente batalla contra el pasado.- La
vctima de los superrealistas: Madame
Rachi1de.- Ladrones que roban cntando
la Internacional.- Luigi Pirandello en el
Teatro Eduardo VZI.- La crisis de la ha-
bitacin da lugar a la desaparicin del le-
cho conyugal.- La soltera del Presidente
Doumergue y la eleccin de la Reina de
Francia.- Epitalamio indito de Barbey
d'durevill y.
Sabido es que entre los poetas simbolistas, Saint-Pol-
Roux fue, a su hora, el ms rojo y atrevido de todos. Mal-
larm era el jefe, por su rol teorizante de la escuela, pero
Saint-Pol-Roux, por su acendrada prctica de la esttica
simbolista, llevada por l a sus extremas consecuencias,
y por su existencia retirada, de lirn soador, incontaminada
de toda realidad circunstancial, era el tipo representati-
vo y palpitante de los poetas simbolistas. Su desconexin
con la vida social y comn de las gentes, le arrastr hasta
las soledades de Camaret, lejos de Pars y del Mundo, y
ah plant su zaharea pila de mil casas, su rascacielo
lrico, en m a zurda Nueva York de montes y silencio.
En la soledad de Camaret ha estado Saint-Pol-Roux, in-
sepulto y horizontal de olvido, durante aos y aos. Mu-
ri el simbolismo, muri el seo-simbolismo, vino la gue-
rra, naci el cubismo, muri Apollinaire y l segua como
muerto; vino la Paz de Versalles y naci el dadasmo, y
l segua en el olvido; Barrs muri y naci el suprarrea-
lismo, y l segua en Camaret.
Un da, "Les Nouvelles Littraires" trajeron su terce-
ra pgina cocida a grandes hilvanes con esta rbrica que
iba de hombro a hombro de la pgina: "Homenaje a Saint-
Pol-Roux". Y, entre truenos y relmpagos, encendi su
tercer da, el olvidado, entrando a Pars, no ya a lomo de
asno bblico, sino en un tren del Norte. Los truenos re-
ventaban por el lado de los suprarrealistas y los relm-
pagos zeteaban en las seas enigmticas que se hacan
los dems mortales. "Saint-Pol-Roux" -dijeron los SU-
prarrealistas en su homenaje al aeda simbolista-, fue
nuestro Precursor y el nico de entre los viejos, al que po-
demos llamar Maestro. Todos los dems han sido unos
imbciles !"
Pues, sucede que estos suprarrealistas, como buenos
sobrinos de Dad, le han heredado la aficin al escnda-
lo. Quieren imponerse a puetazos. En el simptico tea-
tro de vanguardia "Vieux-Colombier", acaban de armar
la de San Quintin, quebrando sillas, echando sangre, in-
jufiando, descomiendo todas las cortinas y los rabos, a fin
de llamar la atencin y sublevar a la Prudencia bpeda y
al bpedo Equilibrio.
Por mal de sus culpas, los hombres de Letras ponde-
rados, los correctos chalecos de la lira, acadmicos, escri-
tores maduros, muchos que han llegado y otros que ya
van a llegar, todos ellos antiguos compaeros del Pre-
cursor Saint-Pol-Roux, decidieron banquetearle en el fa-
moso caf de "La Closiere des Lilas". Entonces los mu-
chachos malcriados tambin fueron ali. Al primer plato,
empezaron a hacer, como en el colegio, un ruido de tor-
menta con los pies; al segundo, hicieron un moscn ms
amenazador; al tercero; llovieron los gritos y los insultos,
y al cuarto, vino la polica. "Burgueses! Idiotas! Cobardes!
Ladrones!". . . Los suprarrealistas acusaban a las viejas ge-
neraciones y el ataque se hizo hasta personal y por las
vas del hecho.
-Yo vengo navegando desde Camaret, -exclam
Saint-Pol-Roux, tratando de hacer la paz-, y a mi bordo
soy el nico capitn! Seores, contina la sesin. . . Yo
tengo amigos en uno y otro bando!
Fue peor. La vctima propiciatoria fue Madame Ra-
childe. La pobre seora de Vallete se defendi como pudo.
Cuentan -yo estaba en los bajos y el banquete era en
los altos- que a "Monsieur Venus" o "Nueva Elena", como
llaman ciertos peri6dicos a Madame Rachilde, le arranca-
* ron los cabellos, la arrojaron de la mesa, la amenazaron de
muerte y le dijeron que tena setenta aos.. .
Pero eso no fue todo. Los rebeldes hicieron una cosa
terrible, pavorosa, y yo no s cmo no fueron linchados
por accin popular. Figrense Uds. lo que hicieron: se
metieron con la patria. "Abajo Francia! Viva Alemania!
Viva Abd-el-Karim! El Riff para los riffeos!". . .
Bueno! Hacer estas cosas en Pars! A quin se le
ocurre! En Pars, en Francia, cuyo espritu religioso, si
an lo tiene, ha dejado de fundarse en Dios, para fun-
darse en la Patria. El ltimo baluarte del nacionalismo,
seores comunistas de todos los climas, ser Francia. En
todas partes se puede temer el contagio comunista; pero
creer que Francia va a adoptar algn da el sistema co-
munista. . . Primero desaparece el suelo francs!
Los peridicos, las instituciones, las esferas oficiales,
los crculos artsticos y literarios, Pars en masa ha sido
estremecido por la actitud inslita de esos malcriados.
A Madame Rachilde podan hacerle todo; pero a la Pa-
tria!. . .
-Pero si el escritor en el que ms se encarna la
patria francesa, -me argumentaba un librero de la Ave-
nida del Obseryatorio-, es justamente Madame Rachilde.
Al ofenderla, pues, a ella, ofendan a la misma Francia.
Yo no supe qu responderle.
-Y por qu la saa contra Madame Rachilde?
-continu mi interlocutor- Ser porque el "Mercure de
France" sintetiza y representa actualmente la tradicin
de la literatura francesa?. . . Tampoco supe qu contestar-
le por miedo a que se me escapase alguna palabra incon-
veniente. Tratndose de la patria, en Francia, toda dis-
crecin es siempre oportuna.
De la "Closerie" salieron varios presos y contusos.
Al da siguiente, "Le Fgaro" publica un manifiesto
con este ttulo: "Los intelectuales al lado de la patria",
que lleva la firma de numerosos sabios y escritores. La
Sociedad de Gentes de Letras que preside M. Georges Le-
comte, de la Academia Francesa, ha votado la siguiente
orden del da: "El Comit de la Sociedad de Gentes de
Letras, indignado por los acontecimientos ocumdos en un
banquete literario, condena la conducta escandalosa de
algunos asistentes, que han insultado a una mujer de le-
tras, Madame Rachilde, y que han gritado: Abajo Fran-
cia!". De otro lado, la Asociacin de los Escritores Comba-
tientes publica la protesta que sigue: "Vivamente impre-
sionado por la innoble agresin que desde el principio de
un banquete literario y al grito de "Abajo Francia", ha
ejercitado un puado de cobardes contra una mujer de
letras, el Comit de los Escritores Combatientes decla-
r su desprecio pblico a los autores de esa manifesta-
cin premeditada que, por la repercusin que ella ha
tenido, constituye una injuria al pensamiento francs y
un ultraje a todos aquellos que han combatido o han
muerto por l".
Vaya una semana de inauditas sorpresas. Dirase que
ys nada se teme ni se respeta nada. No sabemos si esto
es desvergerza y descaro, o sinceridad salvaje. De todas
maneras ello es que vienen das sin ambajes ni modera-
cin alguna. A las cosas se las llama por sus nombres y
lo que en un momento se piensa se dice, aruique venga
el cadalso. Ntese, adems, que la poltica lo invade todo.
Los literatos obran en la poltica internacional y en forma
traumtica. Los ladrones y necesitados obran tambin
por imperativos de poltica social, y tambin en forma
traumtica, como van ustedes a verlo.
En un tribunal de Amiens se acaba de juzgar a una
banda de ladrones que en 1924 y 1925 han cometido vein-
te robos calificados, acompaados de agresin a mano
armada. Los debates judiciales han dado lugar a vivos
incidentes, de gran sintomatismo moral. El jefe de la
banda, llamado Thimpont Lon, insult a los jueces en
plena audiencia y declar varias veces no lamentar abso-
lutamente los crmenes cometidos. Al terminar la audien-
cia, Len enton un himno de revolucin social. Los otros
acusados hicieron cosa parecida. Cantando la Internacio-
nal entraron en la audiencia y expusieron que todo lo ha-
ban hecho en nombre de un sentimiento de Justicia social,
puesto que eran pobres y no tenan trabajo. Naturalmen-
te, el tribunal ha condenado a Lon a 7 aos de trabajos
forzados y a los otros a diversas prisiones.
Esos no hicieron lo que hizo el otro, que una tarde,
en una de las calles que rodean "Sacre-Coeur", en Mont-
martre, aprovechando la ausencia de los dueos de un de-
partamento, forz la puerta, penetr en l e hizo de las
suyas. Cuando volvi el dueo, encontr al intruso, sen-
tado a la mesa del comedor, haciendo los honores a un
sabroso rosbif con berros.
-No se alarme usted, - d i j o tranquilamente el co-
mensal al dueo de la casa-. No he venido a robarle.
He tenido hambre y slo he entrado a comer algo. No
se alarme usted. En cuanto acabe de comer, me marcho.
El dueo de la casa, convencido de la verdad de las
palabras que acababa de oir, y apiadado en su corazn,
!e sirvi vino, le dej que terminase su rosbif y, al mar-
charse el extrao visitante, le estrech la mano dicindole
en un giro muy campechano y parisiense.
-Hasta luego, mi viejo.
Bulladas cosas en poltica y en moral. Bulladas cosa
ha sido tambin, en la vida teatral de Pars, la llegada
de Luigi Pirandello y de su compaia de Teatro de arte
de Roma, en la que figuran tan egregios comediantes
como Ruggero Ruggeri, Lamberto Picasso y Marta
Abba. . .
Por varias razones, esta temporada de Pirandello ser
el acontecimiento ms notable de la escena francesa en
1925. Primeramente, porque la crtica considera a Piran-
dello, como el. ms. grande dramaturgo del mundo en este
instante, y, luego, porque su compaa trae una mise en
scene original, nueva, arreglada bajo la direccin del pro-
pio Pirandello y que, segn tenamos noticias, constitua
un magnfico complemento de sus magnficas obras.
Pars ansiaba ver, sobre todo, "Seis personajes en
busca de autor", montado en escena segn el pensamien-
to integral del autor. Se nos haba dicho que el aparato
escnico de esta comedia en particular, era una maravilla
y del todo diferente a lo que se ha hecho sobre la misma
obra en Pars y en las otras capitales europeas.
En efecto. Eso est muy bien. En otra ocasin he
escrito ya muy extraos comentarios en tomo al teatro
pirandeliano, a base de las representaciones del ao pa-
sado, por la troupe de Jacques Hbertot, en que figuraban
los incomparables Pitoeff. Hoy solamente podra hacer
notar un hecho, que ya antes he advertido, y que hoy,
ante las representaciones dirigidas por el mismo Pirandello,
se me aparece ms claro y elocuente. "Seis personajes en
busca de autor", la comedia ms valiosa de Pirandello
plantea la crisis del teatro contemporneo. Es menester
advertir que en dicha comedia la situacin dramtica sus-
tancial consiste por entero en la oposicin insoluble que
hay entre la verdad esttica de la vida y la verdad esttica
del tablado. Eso es todo. Lo dems es secundario. Luiggi
Pirandello, as parece darlo a entender con el interesante
artculo que con el titulo "Seis personajes en busca de
autor", publica hoy en la "Revue de Pars".
Las otras obras de Pirandello, tales como "Enrique
IV" y "Cada uno en su rol", pertenecen a una tcnica
teatral corriente, tradicional. No alcanzar Pirandello
a damos ms tarde una obra diversa 'de todas las que ha
hecho hasta ahora y que, resolviendo las nuevas exigen-
cias y obscuros enunciados estticos que se perfilan e; los
''Seis personajes", venga a revelamos un arte nuevo en
literatura? Por lo pronto, me parece que las gentes y los
crticos oficiales sacan su entusiasmo de los resortes ba-
ratos del aparato escnico, es decir, de lo que tiene de
truco el movimiento de actores y personajes de la famosa
comedia.
Y los trucos, como los muebles, pasan de moda, los
unos al ser descubiertos y los otros tambin descubierto
lo que tienen de excesivamente superfluo o de pleonasmo.
Tal se quejaba el otro da la delicada Blanche Vogt
en una de las espirituales notas de "L'Intrant" de que los
honestos ciudadanos de hoy estn desterrando poco a poco
la cama, de la batera mobi-aria. Blanche Vogt encuen-
tra que tal destierro proviene de la crisis de la habitacin.
Como es difcil disfrutar de dormitorio, se hace de una
sola pieza, una especie de "saln-escritorio-sala de fumar-
comedor", donde uno tambin se acuesta. El lecho es
reemplazado as por un sommier completado por un col-
chn y cubierto de un brocado ms o menos fastuoso.
Esta combinacin mobiliaria toma el nombre de divn y
todo el mundo se sienta en l. Y Mlle. Vogt expresa sus
nostalgias: "Antes, dice, un lecho nos vea nacer y nos
vea morir. Me es ahora difcil imaginar una nueva mam
haciendo su convalecencia del dolor de dar a luz, nada
menos que sobre un divn. Quizs porque la gente se di-
vorcia tanto y porque no se tiene hijos, es que ya no se
toma en serio la cama conyugal". . .
Yo no digo nada. Tntas cosas he visto en sueos!. . .
Pero si falta el lecho conyugal, no quiere decir esto
que el amor y las mujeres no lleven a los hombres cada
da ms fuera de s. Pars es ante todo la ciudad de las
mujeres bonitas y del amor multnime: frvolo y verstil
como el amor de los dioses y profundo duradero como el
amor de los hombres. Las formas del amor y de hacer el
amor? En Pars son mltiples. Se ama a las mujeres a
las heronas de la pantalla, a los maniques, a las esta-
tuas, a las princesas, a las midinettes. Ni el sexo influye
en el amor en Pars.
La belleza y slo la belleza. Corydnica como en
Andr Gide, garconnida como en Margueritte, midgina y
literaria como en el Bosque de Boulogne, bajo la luna de
julio. La belleza y slo la belleza, como en la antigua
Hlade.
Las muchachas ms bonitas de las provincias de Fran-
cia, acaban de estar en Pars en calidad de reinas. Reina
de Bretaa, Reina de Normanda, Reina de Aquitania, Rei-
na de Anjou, Reina de la Isla de Francia. Su presencia
ha dado lugar a grandes fiestas. De entre ellas se eligi
a Mlle. Adeline Basso, Reina de las Reinas, es decir, Reina
de Francia, y su coronacin solemne ha tenido lugar, bajo
la presencia de M. Pierre de Nolac, de la Academia Fran-
cesa, en pleno jardn de las Tulleras, tal como si no fuese
de engaos y como si viviramos en el siglo de Mara de
Mdicis.
No falta quien haya hecho una fuga de lgica deli-
ciosa. Una Reina de Francia? El seor Gastn Doumer-
gue, Presidente de la RepGblica, es soltero!. . . No ser
posible un matrimonio en que la democracia y la monar-
qua se fundan para siempre, en una boda nica y defi-
nitiva en la historia?. . .
Y digno de tan fausto y escabroso matrimonio po-
dra ser un epitalamio, mitad salomnico y. mitad victor-
huguesco, un arduo epitalamio a lo Barbey d'Aurevilly.
Se podra hallarlo posiblemente entre los excelsos manus-
critos del gran Condestable de las Letras, cuyo museo
acaba de ser inaugurado en Saint-Sauver-le Vicomte.
Mundial, No 273, 4 de Setiembre de 1925. I
l
LOS CRIMENES EXOTICOS DE LA
MEDICINA
Nuevo concepto cientfico del milagro.-
Importantes opiniones del doctor Biot.-
Egosmo e individualismo.- Una carta de
Napolen Bonaparte a los 14 aos.- En-
cuesta sobre el amor y sobre el mafrimo-
nio.- La ltima moda femenina: las cade-
ras anchaa- Influencia de la estampilla
de correo sobre la mentalidad.- Los pre-
mios de Arte de Roma.
No se apaga todava en Pars la impresin causada
hace algunos meses por el crimen de una actriz polaca
en la persona de su amante, asesinato perpetrado para re-
dimirle del intil y espantoso dolor de un cncer sin re-
medio. El delito reson en toda la redondez de la tierra
;
y an se asegura que fue imitado en ms de una aldea
,
refinada o primitiva, de este o el otro lado del mundo.
I
Se recordar que entonces los mdicos, tocados en el
corazn por una duda trascendental que pona en temble
N aprieto a la ciencia, cayeron en cuenta de que sus diagns-
; ticos no son todo lo concluyentes e infalibles que se
supone. Aquel cncer era, en verdad, incurable? "S y
n", respondieron unnimes los mdicos. Mejor dicho,
ninguno estaba seguro de si poda o no curar al enfermo.
, Los jueces, por su parte, no saban si la actriz no haba
hecho ms que adelantar en algunos das una muerte se-
gura e inevitable, o si la desgraciada enamorada haba
dado muerte a un hombre cuya vida no estaba en peligro.
Mdicos y jueces, y con ellos la sociedad entera, se su-
mieron en una perplejidad calofriante. Uno de los mdicos
consultados, sabio de reconocida. competencia, pudo decir,
en tono bblico y reconfortante: "En verdad os digo que
cualquiera que fuese la gravedad de un paciente, siempre
su curacin est dentro de lo posible; en todo caso, no se
debe cerrar nunca la puerta a la realizacin de un milagro,
es decir, de un acontecimiento que, por lo inesperado e
imprevisto, parece salirse de las leyes de la ciencia y an
de lo natural, pero que, ciertamente, est ajustado a ellas
y es slo la manera cmo se produce lo que se ignora y
nos sorprende". Con todo, la duda prendi en los espritus,
una duda ancha y espesa, que ni Pirron ni los ms es-
peluznantes pesimistas de la historia conocieron.
El doctor Biot, en la gran revista de ciencias "Pgi-
nas medicinales y parisienses", ha vuelto en estos iltimos
das sobre la materia. "El carcter milagroso de una cu-
racin, -dice-, no puede ser objeto de una demostracin
cientfica, en el sentido moderno de la palabra. No se
puede dar de ello una prueba fsica, por decirlo as, ma-
terial. La certeza que de ello se tiene no es del mismo
orden que la certeza de la existencia de los microbios.
As, pues, creer en el milagro, no es de ningn modo sa-
lirse del espritu cientfico. No solamente el mdico que
cree en ello no cesa por eso de conservar el espritu crtico
aguzado; al contrario, saber que existe un lmite en el
dominio del mtodo experimental, es, justamente, dar
prueba de verdadero espritu cientfico. Por lo dems,
creer no significa, de ningn modo, que la razn falla. En
fin, lejos de ser el triunfo del desorden y de los ininte-
lingibles, el milagro es, al contrario, la confirmacin des-
lumbrante del orden, pero de un orden que rebasa las con-
tingencias habituales. Se quiere ms sublime sntesis de
al ciencia y de la f, de lo natural y de lo sobrenatural?
Slo que 'esta misma nocin suprema del orden trascen-
dental de la vida apoyado en todos los contrarios aparen-
tes y limitativos, la haba dado, ya hace algunos aos, el
gran escritor latinoamericano Antenor Orrego, diciendo:
"El Milagro no es lo irrealizable, sino lo que debe rea-
lizarse".
Sucede, pues, que las verdades sumas aman salir de
la boca de un poeta, antes que de boca de un matraz.
No por otro motivo, ha comdo tan bella suerte de siem-
bra esta santa frase nueva, en que late la nueva huma-
nidad, que el novelista ingls Joseph Conrad incluye
en su libro "Remember": "Dadme la palabra justa y el
acento justo, y mover el mundo!". Al apogeo desen-
frenado y ciego de la palanca de Arqumedes, al entusias-
mo groseramente positivo que ha parido el aeroplano bom-
bardeante y el asfixiante gas de las batallas, menester es
que suceda el apogeo del Verbo, que revela, que une y
nos arrastra ms all del inters perecedero y del egosmo.'
Del egosmo, que no hay que confundir con las ce-
sreas exaltaciones de s mismo. Egosta es Epicuro, pero
no es ni el propio Nern ni los grandes yoistas de la his-
toria. El cerdo es egosta, pero no lo es la frvola ardilla
ni el sapo venenoso. Una cosa es el egosta y otra el indi-
vidualista. Lo digo, porque acabo de leer un ensayo en que
se califica a Napolen de egosta, en razn de haber lu-
chado slo en favor de s mismo, desvirtuando el sentido
generoso y democrtico de la Revolucin Francesa. La-
mentable confusin de valores! Lase esta carta que ayer
publicaba la "Reme des Zndpendants". Bonaparte tena
a la sazn 14 aos y era alumno de la Escuela Militar de
Brienne. El 6 de abril de 1783 escriba: "Padre mo: Si t
o mis protectores no me dan los medios de sostenerme
de manera ms honorable, llvame a tu lado. Estoy can-
sado de mostrar mi indignacin y de sufrirla ante insolen-
tes escolares. . . No, padre mo, no. Si la fortuna se niega
absolutamente a mejorar mi suerte, scame de Brienne:
dame, si es necesario, un oficio mecnico. Prefiero ser
el primero en una fbrica, antes que artista desdeado
en una academia". Llamar egosta a tamaa inquietud y
exaltacin individual!
En cosas espirituales, despus de todo, hay para equi-
vocarse todo el da. Hasta ahora los psiclogos, moralis-
tas y poetas no pueden, verbigracia, poner en claro si el
amor nace instantneamente o si requiere tiempo. Los ro-
mnticos, amigos de los mitos siempre, crean en el "coup
de foudre", en el chispazo divino. Posteriormente, los
voluntaristas de nuevo cuo, malos discpulos de Schopen-
hauer, dijeron que no, que el amor nace por acto de nues-
tra voluntad y que no hay tal venida de ese Espritu
Santo. Hasta el noble Stendhal encontraba ridculo el -
amor imprevisto, fulminante e irresistible. Actualmente
todava se preguntan en Pars: Este fenmeno de amor,
que se instala de golpe, como por asalto, en todo su des-
potismo y contra nuestra voluntad, en el momento de una
impresin inicial, es la ley del amor o es una excepcin?
El truculento Francois Mauriac, autor de "Le dsert
de l'amour" opina una cosa ,enorme, singularsima: "El
verdadero amor es un sentimiento raro". Otro escritor.
7
Abel Hermant escribe: "Yo creo que el amor es siempre
instantneo; luego, no hace ms que desenvolverse y evo-
lucionar, pero siempre nace de la primera impresin".
Madame Marcelle Tinayre, artista y bonita, opina mientras
baja los ojos como para dormir: "Estoy segura de que el
amor es siempre un chispazo". En fin, la hermosa come-
dianta de Biarritz, Madame Simone, calzndose una dia-
dema para una escena de reina de celos, dice: "Los gran-
des amores son siempre raros". Falta la docta opinin del
seor Painlev, matemtico del Presidente Doumergue;
del sostenedor empedernido del sionismo, Pierre Benoit. . .
Sern muy sugestivas. Ya las conoceremos.
Sern como las otras, opiniones muy espirituales y,
antes que nada, muy francesas. Porque los franceses po-
nen en todo el espritu de su raza; en las "enquetes" tam-
bin. Ponen el espritu de su raza y tambin el orgullo
de su raza.. . Cuando hace pocos das la revista "Ma-
riage" pregunt "Qu piensa Ud. de la unin matrimo-
,
nial de franceses con extranjeros", las respuestas desfa-
vorables para los extranjeros llovieron. Unos decan: "No
hay dicha posible all donde, bajo un mismo techo, cada
uno sirve a dos patrias". Otros fueron ms abiertamente
patriotas: "Estos matrimonios con extranjeros alejados de- -
nuestra mentalidad y de nuestra raza, deben ser evitados".
A lo largo de las diferentes opiniones expresadas, se ad-
vierte, de manera velada o clara, el instinto de orgullo y
de defensa de la raza y de la nacionalidad francesa. Lo
que motiva, naturalmente, que la mayor parte de las mu-
jeres francesas, por esta y otras causas ms o menos fran-
cesas, vivan una existencia estril y no puedan ser ma-
dres. Una de esas causas es la moda. Una inteligente
periodista contaba el otro da que en un paseo a la Exposi-
,
cin de Artes Decorativas, vi6 que gran nmero de mu-
jeres, que iban en traje de noche, los hombros al aire y
la cabeza descubierta, mostraban el vientre y las caderas
l
con una anchura anormal. La periodista se dijo entonces,
gratamente sorprendida: "He aqu una linda ocasin de
bebs para el prximo otoo".
-Cuando es el feliz advenimiento? -pregunt la in-
teligente mujer de letras a la primera amiga que encontr.
-Por qu? Ests loca? Un nio, ahora que la es-
tampilla )est a treinta cntimos? Dios me guarde!
-Al contrario, Dios lo quiera!
-Qu humor! Lo que te hace creer que voy encinta
es la lnea nueva, mi querida! Mira: llevo "nidos de abe-
jas" sobre el vientre.
Los nidos de abejas son, en lenguaje de costurero,
unos fruncidos en la falda, hechos de tal manera que dan
la sensacin de varias filas de alvolos. Las caderas en-
sanchadas se deban, pues, a la nueva moda que consiste
en la estrechez del busto y la anchura del vientre. La
maternidad en este caso como en muchos otros no cuenta.
iAh Su Majestad la Moda! Hasta dnde conducir
a las pobrecitas hijas de Eva? Los costureros son los amos
de las mujeres. Han acabado por perseguirlas en los fe-
rrocarriles internacionales y en los barcos transatlnticos,
adonde envan "troupes" de lindas maniques, vestidas
con el ltimo grito de la moda. En singular, durante la
estacin de verano, cuando los turistas invaden Pars, las
casas de cossturas suelen enviar a sus encantadoras mo-
delos hasta el Havre, hasta Cherbourg, a las estaciones
de ferrocarril, al centro de turismo areo de la me de las
Pirmides, a la agencia de excursiones de la me de Helder.
,
De esta manera, apenas ponen pie en Pars las mujeres
extranjeras, conocen ya la lea, el color y el estilo de la
l
moda imperante. As es cmo suele verse caravanas de
turistas, ir directamente de la estacin de llegada a la me
de la Paix, a los Grandes Boulevares, a la Avenida de la
l
,
Opera, a !os Campos Elseos, a comprar el zapatito de
N
playa en tela de Persia, el sombrero Imperio en piel de
oro, el perfume Rummel, el collar de Nella, los trajes pin-
tados como lienzos de Museo. . .
Todava ms. Los Modistos, que son grandes psic-
logos del alma femenina, han aprendido a decir, como
elogio supremo de sus mercaderas :
-Aqu tiene usted un par de medias usadas anoche
por la actriz Nikitina, en "Tres Excitantes" del Concert
Mavol. Son un tesoro!
-Aqu tiene usted el perfume Orsay, usado por la
cantatriz Anderson en el Thatre des Arts. Estos polvos
"Housac" estilo Ccile Sorel. . . Gabrielle Robinne llevaba
ayer en Saint-Cloud esta misma fantasa en batista de
Egipto, con mosaicos del mismo color.. .
Esto es verdad. Un periodista ha preguntado a las
grandes artistas de la escena por la suerte que corren los
innumerables y esplndidos vestidos que usan tan slo
un momento, y unas le han dicho que los regalan; otras
que los guardan y otras que los mandan en seguida a
vender en las casas especialistas. Y los trajes usados y
rodeado de tan brillante leyenda, se venden al vuelo,
puesto que acaban de ser lanzados a la moda y en qu
forma, tan notoria y espectacular.
La moda lo domina todo en Pars. En materia arts-
tica estn otra vez de moda los cubistas. La exposicin
de Artes Decorativas ha puesto de manifiesto su influen-
cia decisiva en el mundo entero. Lo que no quita, natu-
ralmente, que tengan siempre su sitio los conservadores,
y que en el Concurso de Roma de este ao hayan obte-
nido los primeros premios la pintora Mlle. Odette Panvert
y el escultor M. Jonchre, con sus obras "La leyenda
de San Romn" y "La Vendimia", respectivamente. Am-
bas obras muy hermosas, de hermosura segunda, medio-
cre. Para qu habrn transcurrido tantos siglos de do-
lores y alegras?. . .
Mundial, NQ 275, 18 de Setiembre de 1925.
EL VERANO EN DEAWILLE
'D
La playa ms lujosa del mundo.- Los
caballos normandos y el fakir Thrat Bey.
, Asimetra en la moda femenina.- Haza-
as de un leopardo en el Bosque de Bou-
1ogne.- Un furibundo ataque de Bernard
Shaw a Pars.- Gahriel D'Annunzio, la
Vida y la Muerte.- La cmara de los
sueos puros.
(Especial para Mundial)
Pars, agosto de 1925.
Fuertes y veleidosas las estaciones del ao en Pars.
A fines de agosto, los das empiezan a ser ms cortos, la
brasa de la luz va desmayando y el traje de la mujer dice,
plegndose: Hasta la vista! Ya los enfermos y los viejos
empiezan a tener miedo del huracn quijarudo y malo, y
climas sin volante, que soplan del Sena y del Mame, ses-
gan agudamente los aleros hacia pechos de novias y de
viudas. Porque cuando el otoo, todas las mujeres son
novias o todas son viudas; la hermana es de la prima-
vera, la esposa del verano y la madre del invierno.
Quienes no han ido afin a la playa, a la montaa, se
van ahora, siquiera sea para despedir un verano que la
estrechez econmica, las ms de las veces, o cualquier
otro motivo, siempre ajeno a los deseos, nos ha hecho pa-
sar en la terrible urbe ahogadora. A Deauville! A Deau-
ville, una sola vez siquiera! Aix-les-Bains, Biarritz, todas
las playas de Bretaa y de Gascua, estn muy lejos; en
Montpellier, en Annecy, en Clermont-Ferrand, soplan tor-
mentas y caen rayos. Adems, Deauville es el mar del da, la
ribera del lujo, la arena de moda, el cielo mgico bajo el
cual van a pasar los ardores del ao todos los poderosos
de las cinco partes del mundo. Deauville! En los ltimos
das de Agosto, Deauville arde y brilla en toda su pleni-
tud de gran sucursal de Pars. Antes, Biarritz. Ahora
Deauville. Ms al sur, San Sebastin mantiene todos los
aos su prestigio, y, ms al norte, Ostende, tambin y ms.
Porque las gentes, franceses y extranjeros, buscan por to-
das partes el embrujamiento de Pars y prefieren siempre
las playas de sello parisiense, tal como Ostende, que es la
ms francesa de las playas de los otros pases. Por lo
dems, Deauville, por s misma, no ofrece mayores encan-
tos. Si hoy es la playa de moda de Europa, ello se debe
a un capricho de las artistas de Pars, que son las que
disponen de cuanto a gustos mundanos se refiere. Las es-
trellas del teatro y del cine, he all las reinas de la vida
mundana. Ellas deciden qu clase de traje se ha de llevar
este otoo, cul ser el propicio para el baccarat., dnde
doce o cien Cresos y reyes cosmopolitas irn a perder sus
millones, para dar como impuesto al Estado Francs, has-
ta 614,509.35 francos en un solo da; cul ser el cocktail
de este invierno y en qu Caf habr que tomarlo, si aqul
ser el Gin-Fizz o el Egg-Nogg, y si ste ser el Delmonico
o el Ciro. Las dichas soberanas decidieron, pues, que la
playa ser Deauville, y se acab.
-No, dice el fino Maurice Rostand, empedernido ve-
raneante de Deauville; la hermosa playa normanda po-
see, entre otros encantos que le son autctonos, el caballo
de pura raza legendaria. Ninguna otra playa puede ufa-
narse de un valor regional de tan alto precio. Qu lindas
cabalgatas, en las maanas al borde del mar, sobre aque-
llos potros de orejas de brjula y cola digna de que nos
roce ciertas vrtebras, biznieto del padrillo que conoci
a Pepino el Breve y primo del rabe suntuoso, del zoquete
cosaco, del gaucho! ensimismado y del cowboy urbano y
espectacular.. . Y, luego, las fiestas del Hipdromo de
Deauville, en las tardes doradas y calientes. El "tout-
Pars" elegante los personajes pintorescos, el rajah do-
liente, diademado de marfil como una mujer, el emperador
del petrleo mexicano; el rey del acero de Canad; el rey
Alfonso XIII, con sus pmulos al desgaire; la reina de
Rumania, bonita y escritora; las chillones "estrellas" cali-
fornianas del cinema; el caballo "Corn", que goza de
todos los pronsticos favorables para el gran Premio de
Saint-Arnould : el no menos esforzado potro "Noeud d'Orn;
d fro rriillonario norteamericano, con su encarnado cuello
de cannigo; la pobre y destronada emperatriz Zita, que
ha escandalizado las cortes reales de Europa, con su de-
cisin de dedicarse al cine, para mantener a sus tiernos
hijos; el fakir Tahra Bey, el de la innata patilla en punta,
pensativo representante de la "Unin Psquica" del Oriente,
con sus blancas ropas talares, que acaba de probar en expe-
riencias pGblicas del teatro de los Campos Elseos y ante
un jurado cientfico de control, que la sugestin, en todas
sus formas, es la suma potencia de que dispone el hombre
a voluntad, para suprimir las enfermedades, el dolor, la
muerte.. . Tahra Bey que se ha muerto varias veces en
pblico y con pasmo de grandes mdicos europeos, que ha
estado sepultado durante varias horas bajo tierra y a
golpe de maza; Tahra Bey, -recalca Rostand, deleitn-
dose interiormente-, es, despus del caballo normando,
la mejor seduccin de Deauville en este ao.. .
Pero el autor de "Insomnios" no nos convence. Deau-
ville est de moda por el solo capricho de las artistas de
Pars. No acaba de salir tambin impuesta por ellas, la
moda femenina asimtrica? Desde hoy llevar la mujer
un abrigo de visita con una manga larga para el brazo
derecho y otra corta para el izquierdo, o una falda de soir6e-
que sube hasta sobre la rodilla derecha y baja en una
lujosa prolongacin por el lado izquierdo, o un traje sastre
que le cubra el seno hasta el mentn, mientras, en revan-
cha, se abre hacia la nuca y la espalda en un gracioso des-
cote en forma de corazn. Encantador! Encantador!
Las endiabladas artistas no pierden ocasin para lan-
zar. sus estridencias suntuarias, tan fascinadoras como
femeninas. El otro da se sali un leopardo de su jaula
del Jardn de Aclimatacin y tom posesin del Bosque
de Boulogne. Bueno! Para que se sali la pobre bestia!
Se arm la de Pars! Tres das enteros con sus noches, se
ocuparon de cazar al leopardo todos los habitantes de la
inquieta urbe. Obreros y empleados tcnicos del Jardn
de Aclimatacin, la polica, la gendarmera, los vagabun-
dos de los alrededores, los crculos cinegticos, hombres
y mujeres, ricos desocupados y pobres noveleros, toda la
ciudad se puso sobre las armas. Y qu decir de los ena-
morados romnticos, que tambin los hay, y de los silva-
nos y ninfas que da y noche rondan el Bosque de marras!
Huyeron como pjaros para volver como muchedumbre a
engrosar la partida de caza, armados hasta los dientes.
Hubo suicidas que, estando ya dentro de la hora fatal
designada para emprender el viaje del que nadie ha vuel-
to, suspendieron el acto, postergndolo hasta despus de
ver en qu paraba la aventura de la fiera, que meda 70
centmetros de altura, era padre de dos tiernos vstagos
y haca apenas tres meses que fu arrancada de las selvas
de Abisinia.
Los peridicos, revistas, affiches comerciales y de
espectculos, se llenaron de fotograbados del escabroso
animal; lleg a decirse a los bebs para que no llorasen:
Ya viene el leopardo. En un letrero de teatro de barrio
se lea este anuncio de rclame: "Cuidado con el leopardo.
Entrad aqu y estareis seguros!", etc.
A los tres das, a las 7 de la maana, en un jard de
la Escuela de Pascal, en las inmediaciones de la Puerta
de la Muerte, la gendarmera di6 muerte con varios tiros
de fusil a la fiera andariega. Muri el leopardo y las
protestas llovieron. Protesta cablegrfica de Kipling; del
seor Berthelot, nieto del gran qumico y amigo de la
trampa; el capitn Roosevelt, hijo del ex-presidente de
los Estados Unidos; protesta de viva voz de Ferdinand
Ossendoswki, el de los "Hombres, dioses y bestias"; del
Director del Jardn de Aclimatacin, del africano que cui-
daba de los leopardos; protesta, en fin, de rugidos lasti-
meros, de los hijos de la vctima.
Pero, salvo los hurfanos y el Estado que tendr que
encomendar la caza de otro ejemplar al Africa, todos los
dems salieron ganando con la hazaa del leopardo. Unos
divirtindose en la caza y otros utilizndola en el rclame
comercial. Y aqu entraron las artistas! Pusieron inme-
diatamente de moda el zapato de cuero de leopardo!
Otras que pierden ahora, son las midinettes, las po-
bres obreritas que, despus de trenzar el zapato de moda,
a cambio de algunos cntimos, abandonan por las tardes
las grandes casas de costura, agotadas, marchitas, en lar-
gas procesiones, hacia la plaza de la Opera, hacia el Jar-
dn de las Tulleras, hacia la plaza de Vendome. Ellas
son las que pierden, dije? Pero y si no trabajasen?. . .
As es Pars, ciudad brillante y cruel, que no hs
sabido comprender el teatro del seor Bemard Shaw, y
contra la que el socarrn autor de "Cndida", ha dirigido
un artculo furibundo. "Pars, este viejo Pars, demod
-dice Bernard Shaw- no ha querido nada con mis obras.
Yo no me he asombrado de ello. El provincialismo in-
tenso de la capital francesa que crey hasta los aos de
la guerra, que ella poda ser el paladn'del mundo, dando
la mano a Luis-Felipe, y que intelectualmente es ahora
un caos hecho de obuses, cubierto de las minas del pasado
y del gusto el siglo XIX, era una de mis teoras mucho
tiempo antes de que Rodin me dijese: "Aqu se me trata
de albail, porque no soy alumno de la Escuela de Bellas
Artes". Mi amigo Anatole France pas aos y aos
en leer la historia del siglo XVI y escribir un libro
que es una obra maestra de chismografas histricas
sobre cuantos nada han tenido que ver con la Don-
cella, descendiendo hasta sus primos ms lejanos, y la
cual obra es, al mismo tiempo, en lo que concierne a la
Doncella, una torpeza tan prodigiosa que slo un francs
realmente grande poda cometerla".
Cul se imaginan ustedes que ha sido la impresin
en Pars, por este artculo? Se le han ido al atrevido
ingls, en carga montn. El ms indignado ha sido Lucien
Descarves, quien en un artculo de L'lntransigeant, le dice,
entre otras cosas, malagradecido y sinvergenza. Pero
ciertamente, si nos colocamos en medio de los contrincan-
tes, tendramos que repetir aqu una cosa justa, serena y
definitiva que el otro da nos deca el gran escritor brasi-
leo Augusto Shaw: "Anatole France es un Bemard Shaw
francs y ste es un Anatole France ingls. Ambos valen
por igual y ambos no valen nada".
De paso, aadamos que del mismo tamao ~y de la
misma calidad esttica es Gabriel D'Annunzio, el maravi-
lloso tuerto de Fiume, que acaba de hacer construir en
el "Vittoriale", museo que Italia ha consagrado a la epo-
peya (epopeya?) d'annunziana, una cmara que el poeta
llama "de los sueos puros" y en la cual debern dormir
-retricamente, ya lo vemos- sus restos mortales, los
que, en verdad, constituyen lo menos mortal que posee
el moderno Tirteo.
Guido Cantorn, el pintor que ornament todo el
museo, ha decorado tambin la capilla "de la vida y de
la muerte", bajo la direccin lrico-elegaca de D'Annun-
zio. "He construido, - di c e ste gimoteando-, en mi
ermita una cmara para 'mis puros sueos y quiero que
sobre la madera del plafn, sobre las puertas de los ar-
marios y sobre las rejas de las ventanas sean pintados en
ritmos los emblemas del Leproso".
Los peridicos cuentan que el lecho que hay en la
cmara, obra del arquitecto Carlo Maroni, no tiene ms
que 60 centmetros de ancho y ofrece una vaga semejanza
con el sarcfago. La cobertura de cuero obscuro, con .un
esplndido sol al centro, es de una extrema riqueza y de
una gran sobriedad y lleva estas palabras: "El da y no
pierde nada". Sin embargo, ah donde D'Annunzio quiere
i
morir, adonde l quiere que se le conduzca despus de su
muerte y ms all de la vida, el poeta pasa hoy sus horas
de recogimiento.
Divididas en dos zonas ideales, las paredes de la c-
mara estn destinadas a contener la figuracin de las
cosas que ms 61 ha amado en su vida, y el plafn aqullas
que pertenecen al cielo. Este plafn contiene la Cruz en
un fondo de oro, con todos los smbolos de la Pasin. En
el centro, la corona de espinas y en tomo de ella la leyen-
da "Et viteo mortisque comes".
En la puerta de entrada hay una pintura en tela:
Cristo y la Magdalena. Es por ah que pasar el cuerpo
del poeta. . .
Un hombre que hace todas estas cosas, -porque,
ciertamente, son cosas-, sobre tales materiales fsicos, con
tales giros est6ticos y al final de tal obra de vida, es, no
cabe duda, un sublime retrico, tan perecedero como
Anatole France y Bemard Shaw.
Mundial, No 277, 9 de Octubre de 1925.
LO QUE DE MI HA HECHO DECREFFT
Hablo del escultor Joseph Decrefft.- A la
manera de M m l Proust.- Lo interpreta-
tivo y lo creador en el arte.- Conflicto
esttico del retrato.
Me parece que las nicas personas que podran apre-
ciar las excelencias de los rretratos, son las que sirvieron
de originales para esos retratos:
-Aqu estoy muy mal.
-Aqu estoy muy bien.
Pero, en verdad existe el retrato en fotografa, pin-
tura, escultura? Temo que me digan que s. Temo que
me digan que no; que el retrato es un gnero artstico ya
desaparecido, una especie esttica, como el nylodn en
zoologa o como el pfeilstrecker de hueso en la escultura
brbara, pertenece ahora a la arqueologa. Pero ms temo
que no se sepa decirme si existe o no el retrato en el arte.
Porque los crticos han llegado a complicamos tnto las
cosas, que ya nada es posible afirmar ni negar; ni el ex-
cepticismo es posible ya en este caso, ese cmodo y co-
barde caballete de patas impares, como no sea trpode,
que odian con tanta justicia los suprarrealistas.
De todas maneras, las nicas personas autorizadas
para emitir juicio acerca de los retratos, son aquellas que
sirvieron de original de esos retratos. As, Jean Cocteau
habla del suyo, bajo Picasso, que es como decir bajo el
Padre Eterno; Pierre Reverdy habla del suyo, tambin
bajo Picasso; Maurice Raynal, habla igualmente del suyo,
bajo Alexandre Archipencko, que es como decir bajo los
solsticios primitivos; Vicente Huidobro habla del suyo,
bajo Lipchitz, que es como decir bajo Lenin. Y, para
que todo est en la masa, Anatole France habla del suyo,
bajo Bourdelle, que es como decir bajo la Roca Tarpe-
ya etc.. . .
Ahora Csar Vallejo habla de su retrato, sobre el
trabajo que Joseph Decrefft acaba de mostrar en la Ex-
posicin Internacional de Pars, pero habla sin tono de
crtico, como hablaba M. Choquet del retrato que le hizo
Paul Cezanne.
Decididamente, declaro que yo no me siento retratado
en lo que de m ha hecho Decrefft. Esto es una cosa muy
distinta de lo que yo soy. Si he de juzgar por mi caso,
dir que el retrato no existe en escultura y no s si ha
dejado de existir o si recin va a existir, puesto que nunca
me he sentido retratado, ni por fotgrafos, ni por escul-
tores, pintores ni literatos. As como Ventura Garca Cal-
.
dern exclamaba una tarde, entre Too Salazar y yo, a la
vista de una caricatura suya : "Parezco un obispo!. . . ", as
yo puedo exclamar ante la obra de Decreft: "Parezco
un caballo". . .
(Acaso, pues, Decrefft ha hecho una caricatura?
Acaso el retrato ha evolucionado hacia una interpreta-
cin ms libre y profunda y ms alta y armoniosa, em-
palmando su espritu con el de lo que hasta aqu hemos
llamado "Caricatura"? 20 acaso el retrato no ha existido
ni existir nunca? La caricatura es cualquier otro gnero
artstico an indito o en marcha? Y, yendo ms lejos
todava ser que, tratndose del retrato, como ha suce-
dido en todos los dems campos del arte, la esttica inter-
pretativa ha muerto, dejando su lugar a la esttica crea-
dora?. . . Es decir :el artista ya no se cie estrechamente
a los datos del original, sino que slo se sirve de l como
de mero punto de partida para crear una cosa absoluta-
mente nueva y distinta?. . .
Preguntas son stas, como se ver, propias de un
profano en la materia, mejor dicho, de un simple mortal.
En lo que me ataera, la escultura de Decreff como a
crtico o iniciado, muchas cosas podra decir ahora, si fue-
ra iniciado o crtico. Dira, verbigracia : " Joseph Decrefft
es un gran escultor. Espaol por sangre y educacin, su
esttica es una esttica genuinamente espaola, pues ella
contina la soberbia tradicin de Goya, Velazquez y Ribe-
ra. . ." O tambin dira: "Las esculturas de este brillante
trabajador acusan un temperamento positivo, entusiasta,
pleno de recursos. Pocos han acopiado a su edad, un tan
sendo (*) grupo de obras bellas y mltiples. Conoce la ma-
* Sic. Ed.
teria, en la que sus manos andan a sus anchas; posee deli-
cada sensibilidad para sacar partido de la diorita, tanto
como de las lnguidas maderas de Sicilia. Decrefft lle-
gar, si contina trabajando. Estamos seguros".
Si yo fuera crtico, dira por otro lado: "En estos
tiempos de desorientacin y de caos, en que todo bulle en
la anarqua psquica y social, el esfuerzo de Joseph De-
crefft tiene que gustar y ser alentado por todos. Advirta-
mos que Decrefft, para llegar a donde ha llegado, ha te-
nido que sostener una terrible lucha en Pars, por el kilo
de pan para los suyos y, durante los aos de la guerra,
visti el desgarrn azul de los pintores de brocha gorda
y de los talladores de iconos litrgicos de la rive gauche".
Ms adelante, escribira: "Se advierte en la talla di-
recta de Decrefft un autntico soplo creador, una distin-
cin y simplicidad arquitectnica que vocean al elegido y
a1 que deja olor de sangre en los museos. Decrefft no es
l picapedrero, como dijo de Mateo Hemndez el endia-
blado Corpus Barga, en quin, dicho sea de paso, ms
hay de Bargas que de Corpus. Decrefft es un escultor de
nobleza innegable, de tajo y araazo miguelanglico y no
ya monoltico. Le falta acaso un poco de coraje en la
tcnica y otro poco de reposo pensativo, que una y otra
cosa, reposo y coraje, se hermanan y suelen frutecer en
cbras mximas".
Tal vez aducira esta otra cosa: "Como en la muerte
de Isolda en Wagner, las mujeres que talla este escultor
tienen un no s qu de aspiracin extraorgnica y abatida,
en sus finas y fusticas gargantas, hechas para los tragos
inefables. Y qu dira de las maternidades esculpidas
por Decrefft, o Dante Gabriel Rossetti? Prerrafaelismo?
Cuatrocentismo? Me quedo con mi opinin indita, lejos
de los patrones y de los crticos de escuelas. Me quedo
con mi impresin escueta e ilusa, con mi analfabetidad
crtica, sentado, absorto ante las maravillas de este artista,
como hacan los amateurs de los semidesnudos del Bsforo,
ante las maravillas lapdeas de los grandes escultores pri-
mitivos, cuyos nombres confusos e imprecisos nos trans-
miten a medias Pausanias y Mximo de Tiro, entre los
antiguos, Winckelmann, por ejemplo, entre los modernos".
Pero, no soy crtico, ni profesional de la literatura;
no dir nada. Ni siquiera vaya a tomrseme como a un
nuevo Marcel Proust, que amasase "pastiches", no ya so-
bre el famoso affaire Lempire, el fabricante de diamantes,
y calcando a Renn, a Saint-Simon y Thefile Gautier,
sino sobre Joseph Decrefft y calcando a cinco o ms es-
; cuyos nombres dejo en las sombras. Nada de esto
quiero hacer al borronear el presente artculo. So-
e quiero agradecer a Joseph Decrefft sus esfuerzos
para retratarme, los mismos que slo han logrado hacer,
no un retrato, sino una creacin absolutamente nueva e
independiente del original. Muchas gracias y muchos
a~lausos.
Alguien me discuta una vez sobre el retrato. Me
arga :
-El parecido en el retrato es lo de menos; lo esencial
es el carcter.
Parecido. Carcter. Qu enredo es ste?
Un retrato ha de contener en esencia a un espritu.
Esencia de un cierto espritu quiere decir una cierta par-
cela individual, una cierta fisonoma que se destaca y di-
ferencia de las dems: una personalidad. Tal personalidad
no es solamente la que corresponde a un instante dado,
sino la personalidad infinita, la figura pasada, presente y
futura de una vida, es decir, su rol esencial. El escultor
entonces tiene que hurgar el misterio de esa vida, descu-
brir su sentido permanente de belleza y hacerlo sensible
1
en lneas y colores, planos y movimientos. Un retrato es
ms que captacin de un momento, la revelacin de una
vida de principio a fin, de su trayectoria. Un retrato es
dato de orculo, cifra de adivinacin, explicacin del mis-
terio. Todo esto es el carcter.
Pero la creacin de un retrato, como todas las crea-
ciones, tiene su heroicidad. Esta heroicidad radica en una
lucha entre el infinito y un ser o sea el carcter, que
es descubierto y revelado por el artista, y la ubicacin de
ese ser es un espacio y tiempo circunstanciales. Esta ubi-
cacin es el parecido. El artista dosificar las partes del
conflicto, segn' su emocin. Mas las circunstancias de
espacio y tiempo, dentro de Ias cuales es sorprendido en
infinito de un espritu, no han de zozobrar ni ser vencidas.
hasta el punto de no ser posible reconocer a la persona
sobre la piedra o el bronce. De un cierto equilibrio mis-
terioso entre la visible y lo invisible de un retrato, entre
lo circunstancial y lo permanente de l, o lo que es igual,
entre el parecido y el carcter, depende la grandeza de la
creacin.
Carcter. Parecido. Son valores en lucha en el retrato
y, por lo mismo, se armonizan y se integran. Ambos tienen
su rol de emocin y plenitud.
Mundial, No 280, 23 de octubre de 1925.
LA DANZA DEL LEOPARDO
i
La Danza del Leopardo.- Una terrible ca-
ricatura de Cai1laux.- El kanguro y la
mujer elegante.- El acontecimiento del
da: El Congreso Espiritista.- Conan
Doyle hechizado por una actriz parisien-
se.- El espiritismo anuncia una guerra
infernal.- Unos pendientes largos y una
mujer misteriosa.- El Ku-Klux-Klan en
Alemania.- Maupassant y Lenin.
Isadora Ducan fue sobre la escena, musa, walkiria,
ninfa, santa, medusa, bruja, fantasma, vapor de agua, hu-
mareda de sangre antigua y moderna. Anna Pavlowa va
a las flores y a !as aves por el amor de la pechuga del
Parclita y del Pecolo que ama al Sol. Aquella genial
Trtola Valencia, que muri (?) de locura en un teatro
de La Habana o' que se ha convertido en ojerosa piedra
de ro en algn pas sagrado, bailaba arqueolgicamente,
columna a columna, crtalo a crtalo, smbolo a smbolo,
al amor de su poderoso vientre sacerdotal, semidescubierto
por el manto de iris. Y en Pars qu comps, qu distole
del pobre corazn humano, no habr sido ya danzado por
las mil bailarinas de la tierra milenaria?. . .
Mas ahora se trata de una especialidad, seores norte-
americanos, especialistas por excelencia, que habis divi-
dido y subdividido la actividad humana en innmeras ca-
sillas. Ahora se trata de una especialidad, y de una es-
pecialidad a base, justamente, de un escndalo zoolgico,
grandes amigos mos, que amis al color crudo, la cruda
salida de tono y ms si viene al lomo de un animal raro
o siquiera endemoniado y temible entre muchos. Se trata
de "La Danza del Leopardo", baile puesto en moda a
raz de la muerte del leopardo escapado del Jardn de
Aclimatacin de Pars. El Moulin Rouge ha ganado es-
ta vez la delantera de los otros music-halls que negocian
con el exotismo y la mansedumbre de los buenazos clien-
tes de ambos lados del Globo.
Las fieras y las aves raras estn de moda en Pars.
Primero el leopardo; luego se ha visto un guila tremenda
y negra, posarse en uno de los muros del Museo de Cluny
y revolotear sobre los mfitiles momllos de los toros mero-
vingios. Un peridico anunci despus que de la Estacin
del Norte, a tiempo en que entraba un tren en que venia
de incgnito el seor Baldwin, Jefe del gobierno britnico
y su esposa, salieron de unos vagones abandonados dos
pjaros de la isla, graznando y como si fuesen heridos.
Un zorro joven y pestilente penetr la otra tarde a la
Opera, refugindose de no se sabe qu persecutores in-
visibles; una de las actrices que a la sazn ensayaba "Bo-
ris Godunof" se desmay y ha perdido la voz para siem-
pre. El teatro Mogador acaba de dar "La rue sauvage".
pelcula de un bisonte que es amado y disputado por una
mujer y una tortuga extraordinaria de tres metros de
coraza. A la cocinela roja y negra con que hasta ayer
adornaban las mujeres la solapa del abrigo o el corpio
y que de tan esplndida manera suplantaba la condecora-
cin de la Legin de Honor, ha sucedido un leopardo
amarillo y negro, semejante a ciertas escarapelas con que
son premiados los salvadores de nufragos en el Oriente.
Y, para que la literatura no se quede en el umbral, viene
M. Emile Gromier, encargado de una misin en el Africa
ecuatorial, por el Museo de Historia Natural, y nos relata
en L'Illustration sus andanzas a travs.de la fauna sal-
vaje del continente negro, entre un clan de elefantes, ver-
daderamente calofriantes y a gran espectculo: el pastoreo
de los preciosos colmillos; el vagabundeo de las parejas
amantes, al caer de las tardes ardientes del desierto; el
natural furor de las grandes bestias de Dios ante los hom-
bres, etc.
Pero, aqu les toca el turno a los caricaturistas. Una
revista de oposicin, que, segn se murmura, sale de la
misma imprenta de "L'Action Fran~aise", -no me vaya
usted a pegar, seor Maurras-, nos ofrece un pvido di-
bujo sobre el viaje del seor Caillaux a Washington, mos-
trndonos que el clebre Ministro de Finanzas, como el
-
leopardo de marras, huye de la jaula y se interna en el
Wall Street, acaso para perder la vida a manos de un
policeman, que puede ser el temble Senador Borah, pon-
gamos por cako.
-Seor Poiret! gritaban anoche unas muchachas bo-
nitas, maniques, duquesas o cocotas. -Y nosotras?. . .
El ilustre modisto, desenguantado y cortesano, segua
bailando un tango de moda y sonrea con toda SU nariz
de emperador de la lea suntuaria. La Peniche "Delices",
donde tena lugar la escena, quemaba toda su plvora de
placer mundano. Las muchachas, cada vez que pasaba
el seor Poiret, volvan a enarbolar sus voces y exclama-
ciones, como banderas revolucionarias en la toma de la
.
Bastilla :
-Seor Poiret! Y para nosotras?. . .
-Para vosotras, el canguro!
Y el asimtrico animal, de cola avergonzada y de pe-
cho enigmtico a lo aprendiz de acrbata, se ha convertido
en la bestia mimada de las mujeres elegantes y en modelo
de cuerpo perfecto. Los modistos dicen que, fuera de al-
gunos raros pases, tales como Turqua y Persia, donde
todava no ha impuesto la moda parisiense la esbeltez fe-
menina, la silueta de curvas pocos acentuadas ha ganado
los sufragios universales. En New York, en Copenhague,
en Roma, en Viena, se multiplican los modelos en que la
delgadez aparece consagrada como un signo de distincin.
Y qu hacer en este caso para afinar la silueta? Todos
los mtodos empleados hasta ahora son imperfectos o no-
civos. Unos zapatos de resorte, que acaba de inventarse,
permiten a las muchachas realizar un ejercicio cotidiano
de menudos saltos, que las har adelgazar y les dar una
forma esbelta y distinguida. Slo que ese ejercicio las
hace semejarse a los canguros en marcha. Adems, de
las "muchachas-canguro" a un "canguro step", que puede
1
ser el baile de este invierno, no hay ms que un paso.. .
Todo esto quiere decir espiritualizarse, tomarse sutil,
'
gil. Ser que los modistos estn de acuerdo con los
filsofos neo-espiritualistas? No sera nada extrao. El
1
propio Conan Doyle, llevado por sus preocupaciones espi-
ritualista~, expresaba en su reciente conferencia de la Sala
Wagram, entre otros imperativos ticos de la secta, que
es necesario desmaterializarse hasta en las modas actua-
les, que son gusaneros de pequeez y chatura terrestre.
A lo que una "vedette" del Concert Mayol, que asista a la
conferencia en compaa de Andr Barde, autor de "Pa&
sur la bouche", respondi con respuesta insultante y ar-
&femenina. Al terminar el espectculo, la mujer capri-
chosa pas delante del autor de "Sherlock Holmes", de-
jando ver en toda su longitud sus pendientes de perlas,
que llegaban hasta la altura de la falda. Conn Doyle
10s vi6 y su sonrisa de hombre de f, creci por el lado
de sus sienes de oso blanco.
A los tres das, venan de Londres noticias segn las
cuales el ilustre Presdente de la Federacin Internacional
Espiritualista, cuyo Congreso acaba de constituir el escn-
dalo filosfico el da, anunciaba que, siguiendo mensajes
llegado del Ms All, el mundo va a sufrir apabullantes
catstrofes,~ todo gnero de guerras infernales, hambres,
terremotos, etc., a fin de que los hombres, sacudidos hasta
el fondo del alma, se convenzan una vez por todas de que
,
este no es todo el universo y que existen otros mundo
,
ms puros y ligeros, a donde van los espritus, vivos y
plenos de actividad infinita.
-Y cmo no nos dijo aqu nada de eso! -argumen-
tan las gentes incrdulas y temerosas.
Lo cierto es que la "vedette" del Mayo1 parece haber
seguido al fornido novelista ingls, pie con pie, durante
toda su permanencia en Pars hasta su partida a Londres.
Andr Barde ha lanzado miradas extraas sobre su linda
amiga :
-Qu ha hecho usted a Conan Doyle, querida ami-
ga? Yo no s qu rencor a Pars ha inspirado usted en l.
Tamaos pendientes contra tan vagas imgenes del ecto-
plasma, era duro e impo, en verdad. Acaso l ha visto
encarnado en usted el zarandeado sibaritismo de Francia.
La inquietante y bonita "vedette" deca, meditativa
y extendiendo sus pendientes infinitos: - S i Conan Doyle
viera la hermosa, la encantada, la recndita mar donde
nacen las perlas que le enojan.. . Ah, qu maremotos ma-
yores anunciaran los espritus a los hombres.
Ella ha sonredo y al ponerse de pie para salir, su
batik de crepsculo ha cado a uno y otro lado de sus
hombros, hasta el suelo, mientras la falda, en cambio, que-
daba suspendida hasta ms arriba de las rodillas.
Entre tanto, todo queda en las tinieblas; el sortilegio
de la actriz parisiense, la Nmesis de Conan Doyle, las
comunicaciones con el ms all, el ectoplasma, todo por
que cada da la vida se vuelve ms azarosa y se puebla
de sombras y misterios ms o menos desagradables. En
una poca tan pobre y egosta, nadie tiene segura ni si-
quiera la vida; mucho menos lo que ser el Ms all.
En Alemania acaba de descubrirse un Ku-Klux-Klan,
mucho ms feroz que el de los Estados Unidos, aunque
el de Alemania estos das, la Orden de los Caballeros 1 -
de la Cruz de Fuego, que consta ya de algunos miles de
adherentes alemanes, comprende varios grados y funciona
bajo la gida de un Senado r, Walhalla, que tiene a su
cabeza a cierto Brandt, empleado de las fbricas elctricas
de Siemens. La mayor parte de los miembros de la So-
ciedad, que contaba ya con similares anteriores a ella,
tales como los "Cascos de Acero", los "Bismarck", etc.,
son pequeos empleados, funcionarios modestos obreros y
algunos, los menos, son comerciantes y estudiantes.
La frmula del juramento que todos los miembros
deben prestar, est contenida en estos trminos.
"En mi calidad de germano honorable, juro cumplir
mi deber para libertar al pueblo germnico. Usar6 de todos
los medios que estn a mi alcance para combatir a los
judos, franceses, poloneses, chinos, japoneses, negros y a
todos los pueblos de color. Odiar a los enemigos; su oro
no deslumbrar mis ojos; destruir sus bienes y les roer
la vida como carroa. Si traiciono los fines de la So-
ciedad, aceptar los peores suplicios; que todos mis hue-
sos sean quemados, mis ojos arrancados, mi cuerpo mu-
tilado y arrojado para pasto de los cuervos. . ."
Tal juramento debe ser prestado ante una calavera,
detrs de la cual habr extendida una bandera bordada
con una cruz negra.
Los franceses han sentido un calofro. Y los peri-
dicos han dicho luego que un Ku-Klux-Klan acaba tam-
bin de organizarse en Francia. Que no lo sepa el seor
Cachin. Ni el seor Krassine, Embajador de Rusia.
Ya el otro da se dijo que un duelo entre el supuesto
Ku-Klux-Klan francs y una avanzada del Soviet tendra
lugar en la ceremonia de inauguracin del monumento a
Maupassant, en el parque del castillo de Miromesnil, acto
al que asistira el Gobierno, tirios y troyanos. Que culpa
tendra el mediocre novelista para que sobre su suelo
natal se quieran dar de puetazos rojos y amarillos? El
haber infludo su obra en la literatura rusa y el que Lenin
hiciera de ella su lectura preferida como lo ha dicho el
seor De Monzie, Ministro de Instruccin?. . .
Mundial, NQ 282, 6 de Noviembre de 1925.
EL SALON DE OTORO DE PARIS
Es este de 1925, mejor Saln que el pasado y que el
antepasado. Mejor pintura, sobre todo, y en cuanto a la
escultura, tablas. Otra ventaja: este ao se ha restrin-
gido ms el nmero de exponentes, aunque ello haya sido
porque el local, - q u e esta vez no es el Grand-Palais-
resultaba estrecho, menos que por rigor selectivo. De to-
dos modos, de cuadro a cuadro hay ahora menos fro es-
ttico, menos vaco. El otoo viene fuerte y la melanco-
la de los das pardos quiere pasar temprano por los
jardines de los Tulleras y por el corazn de las mujeres;
pero as y todo, dentro del Saln, instalado este ao en
la terraza de esos jardines, como en los tiempos de Col-
bert, se est uno bien y hay materia para entretener y
comentar nuestro aburrimiento. (Quin dijo por all que
una de las marcadas tendencias del Saln estaba en las
imitaciones de algunos maestros, tales como Picasso, Van
Dongen, Braque, etc.? Quien esto dijo, est conmigo. De-
veras. Los ms valiosos envos, -valiosos porque des-
pus de todo, denuncian una intrnseca virtualidad crea-
dora-, traen ora la anatoma lineal de Braque, como en
la mujer dormida de Beaudin, ora el mundano fulgor de
joyas y lunares psicolgicos de Van Dongen, como en
Marval, o el muslo excesivo de las hembras de Picasso,
como en cien telas ms.
Pero no olvidemos esta otra escuela de composicin
abundante a lo Tiziano, que sigue Verdeau y que nos dice
como, junto a los convulsos portillos abiertos en el arte
abierto por los modernos, se mantienen abiertas y llenas
las sendas clsicas. Entonces, pues, qu reparos a los
Marval, a los Starling, a los Beaudin.. . Adems creo que
ellos traen sus candados, pistones y dems herramientas
para trochar su camino cada cual.
-Qu representa este lienzo? -me pregunta una
mujer bonita, en el Saln.
-No s nada sobre el particular, -le respondo so-
lcito.
Y como s que a una mujer bonita conviene siempre
decirla hermosos absurdos, agrego relarnindome:
A semejanza de esos juegos de cubos, con carnes ne-
presentar nada. Por eso, justamente agrada. Si repre-
sentase algo, disgustara. Radiguet ha recomendado ba-
nalizarse en lo posible. Qu representa un hombre cuan-
do toma caf con Calvados?. . .
Tratbase de una maravillosa pintura sin nombre y
an ms, que no era posible darle nombre alguno, puesto
que, como muy atinadamente argumentaba la mujer bo-
nita, no representaba nada sustantivo, nada nominable.
A semejanza de esos juegos de cubos, con carne ne-
gras y blancas combinadas, que ciertos fabricantes de
anteojos exhiben dibujados en los muros de los grandes
boulevares, para demostrar la complejidad y limitacin
de nuestra vista, existen algunas obras de arte plstico,
hechas para producir una inquietud y un haz de suge-
rencias exclusivamente fisiolgicas. Cuando, en este caso
quiere la conciencia su parte de emocin y de pensamien-
to, no hay nada que darle. Ya Maurice Raynal ha ori-
llado esta zona del arte plstico.. . No.. . Me parece que
ms bien ha sido Jean Cocteau, en "El Secreto Profesio-
nal". Los romnticos Delacroix y Corot, trabajaron para
eso contra el arte pagano y el Renacimiento, que hicieron
obras por la retina, ms que para el nervio ptico. Pos-
teriormente, el impresionismo fu una reaccin y el color
architorrencial, en Monet e Ingres, relinch para la
fiesta exclusiva del humor vtreo y el humor acuoso. Y
por este camino hemos llegado ahora a un arte de pura
emoci6n animal. El cubismo lo ha realizado, a fuerza
de semicolar y trasparentar la sensacin temtica y todo
el procedimiento. Cretinos sean quienes vieron en el arte
de Picasso, barroquismo. El arte cubista ha triunfado ya,
y su triunfo prueba lo contrario, esto es, su esencia es-
cueta, su simplicidad, extracto lquido de vida.
El ojo, ms que el espritu, gusta lo simple y no lo
intrincado. Catico, o por lo menos, complejo es el arte
que quiere decir algo y significa algo, es decir, el arte he-
cho para el espritu, mientras que este otro arte hecho
para la retina no espira sino al placer fisiolgico, o lo
que es igual, a la dicha subconsciente, profunda, universal,
permanente. La retina y toda nuestra sensibilidad, en ge-
neral; goza cuando est ante algo que no padece de lo que
podra llamarse pedantera de conciencia o pedantera de
smbolo, ste o el otro.
Las obras que realiza en el Saln de Otoo dicho
esfuerzo'nuevo de belleza, son todava muy contadas. No
ha sido suficiente el triunfo tcito e indiscutible que el cu-
bismo ms o menos ortodoxo, acaba de obtener, sellando
con su sello la orientacin artstica de toda la Exposicin
Internacional de Artes Decorativas de Pars. An tendr
que combatirsele. A ms violentas fieras (as se llama
an a los cubistas) ms duros barrotes.
A esa corriente de vanguardia pertenecen las brillan-
tes telas de Tabory, Foujita y las esculturas del genial
Decrefft, de Sargallo, Brecheret y del mexicano Carlos
Bracho, que se muestra un triunfador.
Mundial, N9 285, 27 de Noviembre de 1925.
4
DEL BARRIO NEGRO A LOS CAMPOS
ELf SEOS
Del barrio negro de New York a los Cam-
pos E1seos.- Nueva ofensiva del jazz.-
Estrellas negras de la escena.- La "Santa
Juana" de Bernard Shaw y las envidias
francesas.- Luzmila Pitoeff, la ms gran-
de comediante de Pars.- Pena y proceso
por una cabellera a lo Ninn.- La paz en
Locarno y la paz en los teatros.
No voy a relacionar para nada mis elogios al arte
negro con mi obra potica, ni vaya a verse en aqullos
explicacin alguna de mi esttica. Libre es el blanco de
llamar a mi verso, verso negro, y el negro de llamarlo
blanco o rojo. Yo no me meto en ello, Alberto Rojas (*) di-
jo en "El Mercurio" de Santiago de Chile que ante el revo-
lucionarismo de mi libro "Trilce", resulta ortodoxo y aca-
dmico el disparate de Francis Picabia, y si yo he expre-
sado luego, en una entrevista que me hizo ltimamente
el corresponsal en Pars de "El Diario de la Marina" de
La Habana, que no tuve nunca la mente de seguir al autor
de "Relache" ni a escuela literaria alguna, lo hice s610
respondiendo .a una pregunta categrica del amable pe-
riodista cubano. Siempre gust de no discutir ni expli-
carme, pues creo que hay cosas o momentos en la vida
de las cosas que nicamente al tiempo revela y define.
A lo que voy ahora es a noticiar un acontecimiento
singularsimo: la conquista de Pars por el teatro negro,
*
Alberto Rojas Fimeney, poeta chileno.
57
trado directamente del barrio negro de New York al
Music-Hall de los Campos Eliseos. El ballet negro, he aqu
el convencimiento del da en Pars.
El teatro de los Campos Elseos, cuyo director es el
simpatiqusimo Rolf de Mar, se ha destacado siempre
por su amor a lo extico y a lo desconocido, habiendo in-
troducido por primera vez en Pars, el ballet sueco, las
danzas de Isadora Duncan y de Loie Fuller, los Coros
Ukranianos, los Conciertos Futuristas y el ballet ruso.
Hoy acaba de ofrecer a Paris, tambin por primera vez,
el ballet negro, cuya resonancia artstica viene a probar-
nos, hoy como ayer, la gran envergadura espiritual del
Africa, de esa raza de tringulos y de color "a miel que-
mada", que quiere tomar por los cuernos a la vida, segn
la expresin de Delteil. El pobre Guillermo Apollinaire
habrse estremecido en su panten de hroe, al pefcibir
en el aire del tiempo este ruidoso triunfo dt la estirpe cuya
rionada plstica percibi l, antes que nadie, en los albores
del cubismo.
Un boceto de la danza negra, autntica, haba yo vis-
to ya en pelcula, en casa de Maurice Raynal, el crtico
mayor de Picasso y del cubismo. Ahora se trata, ms
que de una danza plstica, de una danza auditiva. Se
trata de un jazz prstino, original, en toda su salvajez
indita: los huesos ilacos en relincho de sensualidad es-
pasmdica hasta el dolor del alma; el trombn que des-
tiempla los dientes; la serie de tambores y platillos cuya
vibracin se hace polifona soberbia, ululante, seca, heroi-
ca, lnguida, lujuriosa de triste lujuria; el crujido de los
miembros, al danzar, al comps de un auto-tropezn im-
previsto, aunque estilizado estupendamente, o al son de un
sombrero de copa que cae al dar en el tablado y se rompe
en dos tiempos armoniosos. Un wagnerismo bastardeado
a favor del clarinete del deseo?. . . En todo caso, Pars
est asombrado. Nunca haba presenciado semejante mCi-
sica, tales instrumentos monstruosos, cuales refriegas ana-
tmicas del baile salvaje, en que los siete frenos catlicos
de nuestra civilizacin no bastan a amordazar la angustia
misteriosa del animal que se pone de espaldas con el
hombre. Danza de la selva, ante cuya crudez casi me-
ramente zoolgica, no hay moral ni crtica posible.
Picasso, Jean Cocteau, estn de plcemes. Si an vi-
viera Erik Satie, cmo habra gozado el gran viejo ado-
lescente!. . .
Contento tambin est ms de un mtico teatral,
enemigo de Bemard Shaw, que ha enfrentado el xito de
la Revista Negra al xito de "Santa Juana", que por estos
das se da tambin en el Theatre des Arts. Pero lo que
no puede discutirss, sin duda, es el arte de Luzmila Pitoeff,
en su papel de Juana de Arco de la obra de Bemard
Shaw. Ni Ida Rubinstein, en "El Martirio de San Sebas-
tin de D'Annunzio, ni Ccile Sorel en "El Idiota" de
Dostoyewsky pueden igualarla.
La actriz rusa parece ser hoy la ms alta figura de
la escena francesa. Particularmente, en el rol de la
amazona sagrada que echara su caballo de General por
sobre las narices del propio Arzobispo de Reims, la hu-
manidad pursima .de la Pitoeff, su sencillez, el oro nativo
de su arte, sin metalurgia ni artificio alguno, cun lejos
est de los viejos y comadronas de la Comedia Francesa,
y del Oden, inclusive Lambert y Madame Lisika, que
acaban de representar "Polifemo" de Samain en las ruinas
de la Argelia.
En lo tocante a Bemard Shaw, ciertos crticos corres-
pondiendo a los ataques del gran ingls a Pars, lo juzgan
inferior a Pirandello, aunque el teatro del primero posea
un humanismo que no existe en las obras del italiano,
quien quedar tal vez ms como innovador de la tcnica
escnica que como creador de dramas de valor intrnseco
y humano. Cada cual, por lo dems, tiene sus opiniones.
Cada cual tiene sus opiniones y sus gustos y nadie
puede meterse a imponer los suyos a los dems, as se
trate de padres e hijos. Por eso las gentes ya saben a
qu atenerse en lo que se refiere al fallo que dictar la
Corte de Justicia de Dijon, en la demanda interpuesta
por un padre de familia contra el peluquero que cort el
cabello de una linda hija suya, menor, amiga de la falda
a lo Claudina y del pelo a lo Ninn. "Cortarle los cabellos
a mi hija!. . ." ha trinado el padre herido en el corazn
y en su moral, -"Pido, seores, diez mil francos de in-
demnizacin! . . . "
A lo que las gentes sonren maliciosamente, pues estn
seguras de que el peluquero no practic el corte denun-
ciado, por su propio gusto, como el padre, sino a solicitud
de la menor, como dicen los escribanos de Estado en el
Per.
Con todo, hay momentos en que los hombres llegan
a acordar sus opiniones y tendencias. El seor Crmieux,
Presidente de la Federacin Teatral de Pars, que acaba
de hacer una gira profesional por Berl y Mosc, quiere
que las gent ~s de teatro de todos los pases formen una
como Internacional de la escena, y parece que su proyecto
va en camino de realizarse. Ser el Locarno de los teatros
europeos. As como los Gobiernos eurepeos se han pues-
to de acuerdo en Locarno para evitar la guerra, as los
hombres de teatro de Alemania, Rusia, Francia, Inglate-
rra, etc., se van a poner de acuerdo para evitar las guerras
entre los intereses teatrales de dichos pases y para un en-
tendimiento que permita el desarrollo del ideal escnico
en el mundo, cosa que parece, sin embargo, muy difcil,
aunque no tanto como la armona de las naciones. Pero,
si esta internacional del teatro se realiza, el Briand de
este Locamo ser el seor Gmier. Siempre Francia por
delante y sobre todo.
Mundial, NQ 287, 11 de Diciembre de 1925.
ENTRE FRANCIA Y ESPmA
La nueva literatura de Amrica. -Emo-
cin racial de una visita a Espaa.- C-
mo en Prez de Ayala: reconquista del
paisaje.- La ciudad y las sierras.- Ma-
res de smoking.- Osar Wilde y Csar
Vallejo. Ruidosa polmica, sobre las poe-
sas puras.- Espaa y Rusia, los pueblos
l
- ms puros de Europa.
I (Especial para Mundial)
~
1
Biamtz, noviembre de 1925).
Hace algunos meses, en Pars, me diverti'a leyendo un
artculo de Astrana Marn en "El Imparcial" de Madrid,
relativo a mi obra literaria. El ilustre crtico espaol, a ,
quien, dicho sea de paso, no tengo el honor de conocer
ni de vista, iniciaba su artculo con esta salutacin: "Se
renuevan las cosas. La luz nos viene de Amrica. Los poe-
tas del otro mundo se disponen a adoctrinar en su ritmo a
las generaciones castellanas.. ." Dirase una entrada a
Jerusaln, entre palmas y hosannas, Ya, desde algunos
aos, Astrana Marn saludaba la presencia de Vicente
Huidobro en Madrid, en tono parecido. Slo que -y este
era el motivo de mi hilaridad, -al revs de lo que cree
el seor Astrana Marn, yo no he puesto an pi en la
Villa y Corte. De Espaa apenas he conocido hasta ahora.
la verde y horaciana Santander.
Es recin ahora, que voy a Madrid, por la primera
vez, seor Astrana. Desde la costa cantbrica, donde es-
cribo estas palabras, vislumbro los horizontes espaoles,
posedo de no s qu emocin indita y entraable. Voy
a mi tierra, sin duda. Vuelvo a mi Amrica Hispana, re-
encarnada, por el amor del verbo que salva las distancias,
en el suelo castellano, siete veces clavado por los clavos
de todas las aventuras colnidas.
-A qu va usted a ir a Madrid!. . ., -me argumen-
taban como examinadores los amigos de Pars.
-A conocer sus grandezas, las grandezas de Espaa,
los irreprochables descalabros anatmicos del Greco; los
,
autnticos estribos de oro regalados por los Papas a los
grandes Reyes dspotas; la pequea esquina de la demda
Capilla del Obispo, en la Puerta del Moro; los dulces gru-
pos de mujeres de velo, anacrnicas, y sensuales; el alto
y claro cielo; el primer manuscrito del idioma, sobre el
pergamino en que don Rodrigo Daz de Vivar y su mujer
Jimena testan sus heredades.. . etc. A eso hay que ir a
Madrid.
-Bueno, A eso se puede ir, pero para pocos das.
Luego, il n'y a rien faire, --aadan los amigos, perdi-
dos para siempre de parisismo.
Heme, pues, en viaje a Madrid, no en jira literaria.
Dios me libre!, sino en jira de buena voluntad por la
vida. Nada ms, seor Astrana. A Madrid, yo no voy a
"llegar, ver y vencer", como usted cree. Si hay alguna
parte en este mundo, donde ha de triunfarse (t), no ser
por cierto Madrid el ms indicado.
Me he detenido aqu, en Biamtz, a pastar mis fatigas
en las armoniosas vegetaciones de los Pirineos; pueda yo
en esta fuga de Pars, recuperar para el cruento esfuerzo
por la existencia, mi sentimiento de naturaleza inculta y
sin senderos, que advierto un tanto encogidos entre mis
cuitas civiles. Qu amable es deslizarse o pugnar en la
selva virgen y compacta, en atmsfera y tierra sin cami-
nos. Qu amable es perderse por falta de caminos. Aho-
ra tengo ansia de perderme definitivamente, no ya en el
mundo ni en la moral, sino en la vida y por obra de la
naturaleza. Odio las calles y los senderos. Cunto tiem-
po he pasado en Pars, sin el menor peligro de perderme.
La ciudad es as. No es posible en ella la prdida, que
no la perdicin, de un espritu. En ella se est demasiado
asistido de rutas ya abiertas, de flechas y seales ya dis-
puestas, para poder perderse. Al revs de lo que ocum
a Wilde, la maana en que iba a morir en Pars, a m se
me ocurre amanecer en la ciudad, siempre rodeado de
todo, del peine, de la pastilla de jabn, de todo; estoy en
el mundo con el mundo, en-mi mismo conmigo mismo;
llamo e inevitablemente me contestan y se oye mi llama-
mada; salgo a la calle y hay calle; me echo a pensar y
hay siempre pensamiento. Mas ahora n. Ahora, entse
los contrafuertes de los Pirineos y el bello mar gascn,
en das de otoo, cuando, pasada la temporada de verano.
han vuelto todos a Pars, a Londres, a Roma, a Madrid,
a la lejana Amrica, heme por fin libre de calles, de rieles,
esquinas, telgrafos, torres, teatros, peridicos, escritores,
hoteles, peine, jabn, de todo esto que, de una u otra
manera, es camino; heme libre hasta de pensamientos.
S (Ah, mi querido Vicente Huidobro, no he de transigir
nunca con usted la excesiva importancia que usted da a
la inteligencia en la vida. ' Mis votos son siempre por
la posibilidad).
(Bergsonismo? Pas du tout! Pues el seor .Paul Sou-
day, cuyo racionalismo acaba de pulverizar el bravo abate
Brmond en su polmica sobre la "Poesa pura" confunde
la teora de la intuicin del filsofo francs, con la sen-
sibilidad como funcin ms que psquica, fisiolgica, de
que le he hablado a usted algunas veces, mi querido
Vicente).
Aqu, cubierto de mar y de montaa, sin caminos
- que son valores exclusivamente de memoria, puesto que
la idea es mera historia del hecho de la vida, y los caminos
en el mundo son mera historia de la marcha ya efectua-
da-, aqu, repito, sin caminos, saturado de tierra y es-
puma, desaparece en mi boca el sabor del pan del dolor
y del agua de la afliccin, de que vivimos en las urbes,
en las crceles, en los conventos.. . He aqu, ante mis ojos
complacidos, la mvil hoja del lamo internacional, el
viento negrcj y excesivo q,ue ni va ni viene sobre los cerros.
Ms all, el manso Bidasoa fronterizo, la atmsfera, en
fin, en que la espina urbaha se ha quebrado sin lograr pe-
netrarlo. Aqu est Biamtz, sus roquedales de la Virgen,
baados por la olas siempre retozonas; el faro, decorativo
ms que de utilidad para los nufragos; la Chambre d'
Amour; el desolado monte de la Rhume, las barquitas
de pesca a vapor, las blancas villas de tejados rojos, el
viejo puerto melanclico. . . Un panorama encantador! Y
ms abajo, Hendaya, la cenagosa, donde hoy pasa sus das
de exilio el buen don Miguel de Unamuno; al otro lado
del Bidasoa, San Sebastin, cruzado de brazos de mar.
En el horizonte redondo, quin sabe al norte o al poniente,
quedar muy lejos ya de aqu, la zona criselefantina don-
de vivi Pierre Loti; estar, tal vez, muy lejos, lejos. . .
Pero, al fin de cuentas, esta costa vasca, esta cadena
de montaas, qu son sino sucursales de ciudad, solapadas
colonias civiles, trozos de Pars, pingajos de Londres, pos-
tas de urbe! Nada. Los campos de Europa, los mares del
Viejo Continente, son campos de saln, mares en smoking,
urbanos, civilizados, polics. Los mismos calveros entre
los encinares, no son otra cosa que borradores o esqueletos
de plazuelas; un islote entre las olas, es como un monu-
mento en una gradera. Las cosas pueden ser todo lo
pequeas y distanciadas una de otras, pero nunca falta de
ninguna de ellas una mquina en el corredor, un neum- .
tico en una puerta; aquella dominando el ambiente con
su ruido; est regularizando a favor del muro, la entrada
y la salida del amor. La propia torre de una capilla de
casero domeada est de algn reloj, como si la vida en
el tiempo no tuviese tanto que ver con la fe en la eternidad
de la vida. Ya no hay campos ni mares en Europa; ya
no hay templos ni hogares. El progreso mal entendido y
peor digerido los ha aplastado.
Pero esta noche, al reanudar mi viaje a Madrid, sien-
to no s que emocin indita y entraable; me han dicho
que s610 Espaa y Rusia, entre todos los pases europeos,
conservan su pereza primitiva, la pureza de gesta de
Amrica.
(Mundial, NP 290, 19 de Enero de 1926).
UN GRAN LIBRO DE CLEMENCEAU
La lucha de razas.- De qu parte estar
la Amrica Latina en la prxima confla-
gracin mundial?- La invocacin latina
de un diplomtico chileno.- Las fiestas
de Noel y la caresta de la vida.- Una
revolucin en el teatro: "L'Homme au
sable" de Loie Ful1er.- E2 premio Gon-
court de 1925.
' (Especial para Mundial)
Pars, diciembre de 1925.
La lucha de los pueblos ha adquirido de sbito una
gran simplicidad. Nada de partidos polticos, ni de castas
histricas, ni de clases sociales, ni de interesa econmicos.
En un principio se crey que la guerra dejaba un conflicto
exclusivamente poltico y que el nacionalismo y la Inter-
nacional eran en el fondo las dos fuerzas centrales de la
lucha de los pueblos: desaparezca el nacionalismo, se dijo,
y la paz ser entre los hombres. Luego se cay en la
cuenta de que se trataba de viejos resquemores de castas,
. achacndolo todo a los militantistas, a los hombres de la
iglesia, a la burocracia: desaparezca el ejrcito, se argu-
mentaba, y la paz ser entre los hombres. Pero ms
tarde se volvi los ojos a los aristcratas y al pueblo y
se crey que todo era cuestin de patricios y plebeyos:
desaparezcan, los poderosos, se dijo, y la paz vendr a la
tierra. Pero todava ms tarde, se trajo sobre el tapete
al capital y al trabajo y se redujo el problema de todo
bienestar humano a un enunciado econmico. En suma,
las cosas llegaron a complicarse tanto que nadie saba a
qu atenerse.
Hasta que de repente la guerra de Marruecos, la
guerra de Siria, la dbacle de la China, el despertar de
Turqua, la multiplicacin de los Ku-Klux-Klan en Eu-
ropa, el fallo de la Sociedad de las Naciones en el asunto
de Mosul y, en fin, el Pacto de Locarno, han venido a
decirnos que todo el caos contemporneo se reduce simple
y llanamente a un problema de razas. No hay ms que
blancos y hombres de color. He all los dos nicos fac-
tores en lucha. Todos los acontecimientos recientes ates-
tiguan la polarizacin del caos actual en esas dos zonas
nicas de combate. Hombres de gran perspectiva hist-
rica, tales como el ministro francs, M. de Monzie, creen
que la futura conflagracin mundial tendr como polos
centrales a los Estados Unidos y al Japn, y los dems
opinan que esto prueba justamente que esa conflagracin
ser una exclusiva conflagracin de razas, esto es, el en-
contrn histrico que hoy se est fraguando en el mundo
entero. Triunfarn los blancos, anglosajones, norteame-
ricanos, germanos, nrdicos, franceses, italianos, espao-
les, en fin, la civilizacin occidental - O triunfarn los
hombres de color, rusos, japoneses, el Islam, los chinos,
indostanos, en fin, la civilizacin del Oriente? Slo Dios
lo sabe. Y en esta encrucijada qu campo ocuparn los
pueblos de Latino-Amrica? Porque hay quienes piensan
que las razas sudamericanas no tienen en verdad hasta hoy
una afiliacin definida. Son latinos? Y su parte ind-
gena, cuyo origen parece emparentarse, a todas luces, con
el Oriente Antiguo? Adems, este elemento indgena ocupa
las tres cuartas partes de aquellas poblaciones y tltima-
mente la cultura de ellas trata de inspirarse ms y ms
en su tradicin pre-latina. Quien siga de cerca los recien-
tes movimientos culturales de Amrica, no podr pasar
por alto el ahinco que ponen sus dirigentes, escritores, ar-
tistas y profesores, por darse la mano con sus colegas del
Oriente, tales como Gandhi y Tagore. No hace mucho
Abd-el-Krim se puso en relacin con Sudamrica, para
obtener simpatas y auxilios. De otro lado, la influencia
'
lenta pero profunda, del comunismo, es innegable en aque-
llas tierras. En fin, el antagonismo insoluble entre los Es-
tados Unidos y Latino-Amrica, jugar un importante pa-
pel en caso de producirse esa conflagracin. As, pues,
de qu parte se pondrn los pueblos de la Amrica La-
tina? Slo Dios lo sabe. De m s decir que mi creencia
es f i i e aunque nuestra evolucin ir acercndose ms y
ms a la latinidad y que si Amrica llega a ser el centro
de la civilizacin futura, ello se har . a base de nuestro
contacto con el pasado, por medio de la raza latina. En
un artculo que publiqu hace poco en "L'Europe Nou-
velle" de Pars, deca yo, a propsito del porvenir racial
de ~mt i ca: "Si 1'Amrique Latine recoit de plus en plus
des courants d'inmigration europenne, sa race gagnera in-
mensment, car elle deviendra chaque jour plus homo-
gne et accentuera cette filiation ethnique europenne qu'
elle possde depuis plusieurs sicles".
El cario que empieza a sentir Europa por la Amrica
Latina, crece da a da. Singularmente, los pueblos lati-
nos de Europa tratan de acercarse ms y ms a sus pa-
rientes transatlnticos. En Pars funciona, desde hace va-
rios aos, el Bureau de la Prensa Latina del mundo, cuya
sede es "Le Joumal", y en el que estn asociados eminen-
tes representantes del periodismo latino. Con qu fines?
Con un fin de defensa y prosperidad de la raza. En
verdad, sto es lo que se hace? Entonces, por qu en
nuestro almuerzo del lunes pasado, el seor Eliodoro
Yez, delegado de Chile ante la Sociedad de las Naciones,
y director de "La Nacin" de Santiago, nos dijo en su
discurso que la poltica de cada pueblo latino es exclu-
sivamente de campanario y no de amplitud racial? Acaso
lo deca dirigindose a Raymond Poincar, ese toro far-
nesio del nacionalismo francs, que, en su calidad de co-
laborador de "La Nacin" de Buenos Aires, asista a
nuestra mesa?
Una tal innovacin de fraternidad internacional tie-
ne no s qu sabor de amarga experiencia entre los hom-
bres, escuchaba en estos das en que se conmemora el
nacimiento del Hijo del Hombre. Dichosos los nios que,
ajenos a tan hoscas inquietudes, se divierten santamente,
mirando las Exposiciones de Nol de los grandes alma-
cenes de Pars! Que la vida, de otro lado, se hace es-
pantosamente triste, por su caresta? Que un juguete
cuesta mucho? Que un pavo para la cena de Pascua va-
le cien francos? De veras, la vida es triste hasta para los
nios. . . !
Pero nos queda el ensueo y la ilusin, que no cues-
ta nada,' salvo en el Music-Hall de los Campos Elseos,
donde Loie Fuller ofrece en estos das una comedia m-
gica: "L'Homme au sable", maravilloso conjunto de vi-
siones celestiales v fantsticas. de una novedad teatral
desconcertante. N; se trata d nada hablado ni de ar-
gumento alguno. Ninguna palabra ni leyenda escrita a
la manera cinemtica. Ni una hebra de razonamiento a
lo Maeterlinck. Es un cuento infantil, un sueo de hadas
una serie de episodios de gloria, que unos nios, guiados
por un genio propicio, l'homme au sable, ven mientras
duermen: ellos visitan gozosos y maravillados, las nubes,
la luna, el pas del fuego, el mar de las tempestades, las
estrellas, el reino de los ngeles, los parasos verdade-
ros. . . Un viaje de candor y de dicha pura, como en las
vietas de los libros sagrados. En "L'Homme au sable"
todo es posible y hacedero: se atraviesa la roca, se danza
entre las llamas, se pisan las nubes, en fin, se alteran por
milagro, las leyes naturales. Y todo sucede Gnicamente a
base de combinaciones de luces y sombras. Como en el
cinema, el decorado y los ambientes son mltiples y se
suceden vertiginosamente.
"L'homme au sable" viene a revolucionar la escena.
Esta comedia puede situarse entre el teatro y el cinema,
porque participa de ambos, y ella puede ser el punto de
partida de un arte nuevo, cuyos fundamentos irn deli-
nendose y afirmndose poco a poco. Una de las mejo-
res cualidades de esta comedia mgica es que en ella no
hay ningn simbolismo y los valores en accin son direc-
tos, simples, escuetos, vivos por s mismos, sin intelec-
tualismo alguno.
En cambio, M. Clemenceau s que nos acaba de dar
un smbolo en su libro "Demstenes", estrellado de ideas
y pulposo de estilo, cuyos primeros captulos ha publi-
cado "L'Illustration" y cuyo texto completo ver la luz,
segn se dice, despus de la muerte del autor. Hay, de
veras, un smbolo en "Demstenes"? En rigor no los hay.
Slo hay all una ostensible alusin a nuestra poca y en
especial a Francia y a Clemenceau. "En ciertos momen-
tos -dice El Tigre en un pasaje-, del fondo de esta cal-
dera de ideal y de bajas pasiones (habla de la Grecia
bajo Filipo), un hombre surga para mostrar energas con
honda huella su paso por la ciudad. En las luchas sin
fin por la hegemona, Tebas se reconoci en Epaminondas,
Esparta en Lysandro, Atenas en Pericla. Para la propia
Hlade, en la hora trgica en que sus supremas aspira-
ciones iban a expirar en la impotencia de traducirlas en
hechos, el hombre del destino es Demstenes. . . Y ms
adelante afirma: "Un pueblo puede lanzarse emotivamen-
te a la guerra de buen o mal grado. Mantenerse en la
guerra, por el rigor de un clculo de prudencia, imponin-
dose el sacrificio de s mismo, en favor de una causa su-
perior, es ya empresa de otra envergadura. Entonces es
menester un hombre - e l Hombre nico de Ibsen-, para
realizarlo". No est claro el paralelo con la figuracin de
Francia entre los aliados de 1914 y de Clemenceau en
Francia.
Y por fin, aludiendo, sin duda, a la causa aliada en
la gran guerra dice: "Napolen observ con desdn las
batallas de la independencia americana, no en compara-
I
cin de las suyas, sino con un valor de combates prelimi-
I . nares. El no previ que nuestras guerras modernas alinea-
ran efectivos a cuya lado los suyos palidecen a su turno.
Guardmonos de la falta de medir el esfuerzo humano por
el nmero, cuando Maratn y Salamina han hecho ver
precisamente la inanidad de las multitudes militares en la
balanza de las energas, en horas en que el impulso irre-
sistible de la idea lanza al hombre todo entero hacia el
desenlace absoluto. La organizacin, la disciplina, la es-
trategia, podrn a menudo decidir de la victoria. La sim-
ple fuerza de la idea tiene tambin su da.. ."
El libro de Clemenceau ha causado sensacin en Fran-
cia. No tanto como el de Joseph Delteil, "Jeanne d'Arc";
s ms que el de Maurice Gnevoix, "Rabiolit" que ha ob-
tenido el Premio Goncourt de 1925. De aqu que no falta
quien haya reclamado para "Demstenes" el Premio
Goncourt, por ser ms fuerte que el de Gnevoix.
Pobrecito seor Clemenceau! No haberle dado el pre-
mio Goncourt. Habrse visto! Qu injusticia!. . .
6
(Mundial, No 299, 5 de Marzo de 1928).
INFLUENCIA DEL VESUBIO EN
MUSSOLINI
Epoca de trastornos inauditos.- Apologa
de Landr en Berln.- El culto del "Wcm-
doo" en Nueva York.- Veinte y cinco I-
tigos al prroco de Bombn.- Club de
maridos desgraciados.- En el casino de
Pars: el decorado que anda.- El jazz es
de origen francs o americano?- Lucha de
la falda a r t a contra la falda larga.- Una
tercera moda en discordia- El dictador de
Grecia y el instinto pagano del ritmo.
(Especial para Mundial)
Pars, enero de 1926.
"Un viento de perturbacin general sopla, con una
velocidad que rebasa toda medida, sobre nuestro viejo
planeta. . .", exclama un peridico de Pars. Y as es, en
verdad. En los ltimos tiempos han sucedido terribles su-
cesos, ante los cuales son agua de borrajas los cuentos de
Hoffmann, el Libro de los Soles, el Gnesis. El mundo atra-
viesa por un instante de advenimientos inauditos y de
inslitas pesadillas: un nuevo Mesas, el seor Krisna-
murti, ha aparecido sobre la faz del globo y la Liga de
Catlicos de Londres rehusa reconocerle por tal; en Nueva
York se practica el culto del "Woodoo", esto es, el des-
cuartizamiento de mujeres en honor de un trogloditico dios
de la danza; la obra de Anatole France ha cado en des-
gracia universal por influencia misteriosa de una erupcin
del Vesubio; el seor Mussolini transforma el Reino Ita-
liano en Imperio; en Pan's todava se mata por celos; en
un saln de la aristocracia berlinesa se apologiza a Landr
y la asistencia femenina sonre, en seal de aprobacin; los
caballos de Leningrado han formado una "Sociedad Pro-
tectora de Hombres"; en la villa francesa de Bombn, don-
de Foch levantara su tienda de campaa, ha aparecido la
efigie de Nuestra Seora de las Lgrimas y ha designado
como sacerdotisa de su culto a una portera de un inmueble
de alquiler, Su Santidad, Madame la Papisa, Marie Mess-
min.. .
S, seores. Nuestra Seora de las Lgrimas existe.
El cable os habr enterado con lujo de detalles de esta
epifana. Una estatua que de repente empieza a llorar,
debido a la condensacin de la humedad de la portera
donde se yergue. He aqu todo. La portera de la casa, ma-
dame Messmin, se emociona msticamente, como en las apa-
riciones de Fray Anglico, y cree que la Virgen ha descen-
dido a su casa. Las gentes de las aldeas tambin se emo-
cionan y tambin derraman lgrimas. La secta se forma
con la portera de mamas a la cabeza. Es el ao de 1905:
viene luego la guerra; la secta crece. Un da viene un
pobre tonsurado, el cura de Bombn, y exhorta a esos
fanticos a abandonar su culto, por haberse comprobado
que no se trata sino de un fenmeno fsico de condensa-
cin. La Papisa empieza a sufrir de no s qu infortu-
nios y pesadillas nocturnas, cuya causa cree radicar en
la hereja del cura. Preguntados los dems miembros de
la cofrada, responden que ellos tambin padecen de idn-
ticas hechiceras, desde el da en quk el pastor desapro-
bara el culto de Nuestra Seora de las Lgrimas. Mada-
me Messmin se le echa encima al prroco, y un domingo,
despus de misa, va a la sacrista, seguida de sus greyes
militantes y le propina veinte y cinco azotes al pastor
hechicero, que, segn ella, est posedo del diablo.
Para qu le azot al pastor esa mujer de Dios! El he-
cho ha estremecido a Pars entero, y , como os relato, ha ,
sido clasificado entre los acontecimientos ms formida-
bles y apocalpticos de nuestros tiempos. Los historiado-
res, los filsofos, los profetas, aseguran que el flagelo de
Bombn tiene una trascendencia sintomtica mayor que la
de la guerra europea. "Asistimos a una nueva Edad Me-
dia", dicen esos iniciados. "Despus de la guerra, la obs-
curidad, una obscuridad que probablemente durar unos
cuantos siglos hasta que encienda su luz otro Renacimien-
to". La historia se repite, digo yo por mi cuenta, repi-
tiendo lo que afirmaba don Hermenegildo Vsquez, el
profesor de mi pueblo en el Per.
Pero, ya'podis reros de los historiadores. La ley nc
'
tiene nada que ver con ensueos, ni especulaciones ms c
menos filosficas. Los jueces que instruyen la causa de
Bombn, dicen que el hecho no da mrito a procesa y
todo hace creer que los fieles de Nuestra Seora de las
Lgrimas sern absueltos.
Mientras tanto, las gentes que asisten a las actuacio-
nes de la Accin Francesa en provincias, aseguran, con un
tropo excesivo entre los labios, que el abate azotado, e!
igual que M. Daudet despus del famoso proceso de su
hijo, no puede sentarse cmodamente y que durante las
'
noches, dice entre sueos: "Bolo".
Esto les queda, pues, a ciertas vctimas ms o me-
nos presuntas, mientras a otras, tales como los maridos
desgraciados, les queda el entrar al novsimo "Club de
clibes y de esposos desgraciados", cuyo objeto es hacer
una propaganda antineurastnica y filosfica y cuya sede
est en el nmero 45 de la rue del Triste Justamiento, que,
dira el Arcipreste, dialogan de esta manera:
-La primera ves que te engaa tu mujer es falta de
ella; la segunda, es falta tuya (proverbio espaol).
-No se est nunca tan enamorado como uno se ima-
gina (La Rochefoucauld)
-Vale ms casarse con una mujer bonita o con una
mujer que sepa guisar las coles?. . .
Etctera.
En dicha sociedad, a la que, segn, dicen, asiste ese
empedernido soltern que es M. Doumergue, Presidente
de Francia, existe un teatro donde se representan entre-
meses pertinentes, tales como "La Comedia de aqul que
se cas con una mujer muda" de Anatole France, o "Le
Cocu magnifique" de Croemelynk. Hay veces en que al-
gn burlador como el de Sevilla o alguna casta como Su-
sana, aguaitan a los socios, por las rendijas de las venta-
nas. Ellos, naturalmente, no se dan cuenta.
Esto, para mirarlos a ellos, que para ver aquellas cla-
ses de representaciones teatrales, no hay necesidad, pues-
to que otras tantas semejantes se dan afuera en las plazas
y boulevares, a precios moderados: en el teatro Capucines,
en el Atelier, en el Ba-ta-cln, en el Casino de Pars. Sin-
gularmente, en las escenas del Music-Hall. Se trata de pe-
queos cuadros plsticos, a cuyo servicio se ponen los ms
ingeniosos resortes que la ciencia teatral descubre da a da.
Porque no debemos olvidar que los ms frescos descubri-
mientos del arte escnico aparecen antes que en los tea-
tros llamados serios, en los Music-Halls. Ultimamente, en
el Casino de Pars, se ha aportado el movimiento del de-
corado, como en el cinema. Un sistema de relojera apro-
piado, una mquina especial, permite cambiar a voluntad
el escenario, dando la ilusin completa de que la accin
transcurre no ya dentro de los veinte metros- estticos de
la escena consabida, sino en los inmensos, mltiples y ca-
minantes horizontes del mundo. De esta manera, el espec-
tador visita diferentes lugares y recorre calles y ambientes,
en una perspectiva que cambia y se contina lgica y na-
turalmente, sin trucos ni zurcidos espaciales. Una linda
revista que ha empezado a darse en dicho teatro, "Pars
en Fleurs", se representa valindose de dicho procedimien-
to y ha obtenido un triunfo resonante. Como se ver por
los fotograbados, con el decorado que anda, es fcil para
el actor visitar y recorrer, ante el pblico, los lugares ms
diversos, las salas diferentes de un palacio asitico, como
por ejemplo. Con este procedimiento, se tiene la impresin
de que estamos afuera, en el mundo, y no ya en un teatro.
La innovacin es de origen francs, como todas las
innovaciones, asegura M. Paul Le Flem, quien en su pa-
triotismo sumo, llega tambin a aseverar que el jazz es
originario de Francia, pues, la palabra que designa esta
danza es una simple deformacin del vocablo jasse, auto-
grafiado a la inglesa Qu maravilla humana no saldr de
Francia? Un da llegar a decirse que el Universo no fue
creado por Dios, sino por el seor Paul Valery, verbi-
gracia, o por Deschanel, aquel nervioso presidente que
en una noche de luna, cay de un gran expreso europeo.
Pero he aqu que Nueva York se propone ahora le-
gislar en materia de moda femenina, para el mundo ente-
ro, y ha lanzado la falda larga, contra la falda corta,
sostenida por Pars. La lucha es terrible. Y Atenas, tan
armoniosa siempre, ha lanzado para aplacar esa lucha,
una tercera moda en discordia: la falda que es larga y
corta al mismo tiempo, o lo que es igual, la falda que
sube y baja. El hecho es que habiendo prohibido el general
Pangalos la falda corta, las lindas griegas, amantes siem-
pre del ritmo y del desnudo, han inventado una extraa
falda subidiza y bajadiza. Las atenienses, de esta manera,
recorren las calles en traje corto, y en el momento en que
cuando ha pasado el guarda, iZs! otra vez, valindose de
de telones y primales invisibles hacen bajar la falda;
cuando ha pasado el guarda, Zs! otra vez, valiendose de
la misma maniobra, hacen subir la falda.
Esta es manera de zanjar discordias.
(Mundial, N9 301, 19-Marzo- 1926).
LAS PIRAMIDES DE EGIPTO
Los rompecabezas del superrealismo.- Un
inslito detective de Chesterton.- De w-
mo se descubri la Amrica.- Las grandes
aventuras creadmas.- Los detectives d~
la historia.- Lord Carnavon y su mal de
resina.- La tumba del faran Senefr,
veinte siglos antes de Tut-Ank-Amn.-
Nuevas revelaciones del Nilo.
Pars, febrero de 1926.
Andr Bretn cuenta en su "Manifiesto del Super-
lismo", que Philippe Soupault sali una maana de su
casa y se ech a recorrer Pars, preguntando de puerta
en puerta:
-Aqui vive el seor Philippe Soupault?
Despus de atravesar vanas calles, de una casa sa-
lieron a responderle :
-Aqu.
U n detective que figura en una novela de Chesterton,
empeado en encontrar el asilo de un criminal, di6 con
l, guiado y atrado por ciertos detalles raros que ofreca
esa casa en su arquitectura.
U n da que sala yo del Louvre, a un amigo que en-
contr en la puerta del Museo y me pregunt a dnde iba,
le contest:
-Al Louvre.
Lo de Breton, lo de Chesterton y lo mo, indican cla-
ramente que los lugares no siempre estn situados donde
los hemos visto, sino que ellos saben andar y burlarse de
nuestros ojos. Solemos entonces llegar a ellos, alumbrados
por todo lo que vosotros queris, menos por la perspec-
tiva inmediata que tenernos a la vista.
Por otro lado, bueno est recordar que Coln, segn
relata el bigrafo Andr de Loffechi, obtuvo por la pri-
mera vez la ubicacin geogrfica de Amrica, entrando
a su dormitorio, en Gnova. "Si en lugar de entrar a su
dormitorio, observa el seor Loffechi, Coln sale al jar-
dn, pongamos por caso, no habra seguramente ubicado
en su pensamiento al entrevisto hemisferio".
Otros grandes descubrimientos, en la historia como en
la geografa, obedecen, sin duda, al mismo gnero de ba-
nales peripecias, deserciones absurdas entre la subconscien-
cia y el dato de la realidad, o casualidad, como quemis
llamarlas. De ellas se han servido y se sirven, sin darse
cuenta, an los propios hombres de ciencias positivas, ta-
les como los fsicos, qumicos, naturalistas. Nadie nos po-
dr discutir, por ejemplo, que M. Murquet de Vasselot
se vali, acaso sin quererlo, de alguna voltereta en su
cama, para descubrir el principio cientfico se&n el cual
algunos bronces chinos de la poca de la dinasta de Tsing,
mantienen una coloracin azulada al contacto del aire.
Oberkamp tambin ha debido echar mano a parecida ma-
niobra inconsciente, para descubrir el simbolismo de cier-
tas telas persas halladas en el curso de una reciente expe-
dicin arqueolgica.
En el fondo, no se trata de otra cosa que de modos
de intuicin tan antiguos como el mundc, pues ellos se
hallan, en tales o cuales formas y ms o menos tcitos o
expresos, en la psicologa de todas las razas, salvajes o
civilizadas. En ciertas aldeas serranas del Per, los mu-
chachos en sus juegos suelen decidir de una duda o sus-
citar un aporte de esta clase de milagros, si as podernos
llamarlos, diciendo verbigracia : "El primero que llegue
de la calle sabr dnde est la cometa". Otras veces, uno
de los pequeos exclama, de buenas a primeras, en un
grupo que ha lanzado una pelota al techo: "Voy a guar-
dar mi libro y vern que as hago caer la pelota". Traigo
esos ejemplos infantiles, porque es entre los nios que
tales mtodos heroicos de aventura creadora o de descu-
brimiento, son ms frecuentes. Entre los nios y entre los
locos. Entre los hombres n, porque los hombres tienen
la inclinacin a ir sobre seguro, esto es, por las vas in-
mediatas de la realidad lgicamente practicable. Los hom-
bres son muy maliciosos y demasiado prcticos, para fiar-
se de tales aventuras de intuicin de que tratamos.
Los egiptlogos Rowe y Greeless que, bajo la direc-
cin de M. George Reisner, venan realizando importantes
exploraciones arqueolgicas en las grandes pirmides del
Nilo, acaban de descubrir valindose, a no dudarse, del
procedimiento del detective chestertoniano, una esplndida
tumba milenaria, la del faran Senefr, que rein nada
menos que veinte siglos antes que el zarandeado Tut-
Ankh-Amn Quin nos puede discutir que. Rowe y Gree-
less no han actuado de verdaderos detectives en pos de
Senefr, azogado personaje inasible entre las entretelas
mltiples del tiempo de la fbula? Fue que, como hemos di-
cho ya, los lugares -tumbas o cunas- suelen ambular
en el espacio y en el tiempo y burlarse de los ojos del
historiador o del simple mortal. Los lugares son terri-
bles. Saben jugar extraos juegos a escondidas, a tal pun-
to que, como ya dijimos, para dar con ellos no siempre
debe uno guiarse de la perspectiva inmediata y visible, sino
hay que saltar abismos inauditos, apelando consciente o
subconscientemente, a truculentas aventuras y a cbalas
y odiseas absurdas, como en el caso de Soupault, como en
Coln, como en tantos otros burladores de la pobre lgica
de los hombres.
Lord Carnavon, que descubri en febrero de 1923,
en presencia de la reina de Blgica y del Prncipe Leopol-
do, el tercer hipogeo funerario de Tut-Ankh-Amn, pa-
deca, segn se ha sabido despus de su muerte, una mis-
teriosa enfermedad nerviosa. Su compaero de aventura
arqueolgica, Mr. Howard Carter, refiere que el infortu-
nado Lord, estando an en Londres, antes de su hallazgo
faranico cada vez que vena a sus narices algn olor a
resina, sin saber por qu, se pona mal y tena cavila-
ciones melanclicas. Entraba entonces a su biblioteca y
abra sus volmenes. Los Carnavon sufran sin darse cuen-
ta, de "aventura", de aventura de intuicin. Hechos pos-
teriores as nos lo demuestran. El propio Mr. Howard Car-
ter asistido del profesor Douglas Derry y del doctor Sa-
les. Bey Hamdi, al encontrar el otro da el sarcfago de
oro macizo en que estaba encerrada la momia de Tut-
Ankh-Amn, el hroe entresoado y buscado por Car-
navon, ha constatado que dicha momia se hallaba cubierta
de una espesa capa de resina sagrada, que al calor habra
derretido. Esta resina despeda un olor a infinito y a ca-
mino de Lord Carnavon hacia la momia remotamente si-
tuada en la leyenda.
Por lo dems, el hallazgo de esta momia ha sido sen-
sacional. Segn M. Ren La Bruyre, l prueba tres cosas:
primeramente, que los egipcios posean un notable senti-
miento del teatro, pues la figura grabada en la super-
ficie del primer sarcfago medical, establece que Tut-
Ankh-Amn muri de 18 aos de edad, sin que se sepa
la causa de su muerte; y, en fin, el tercer sarcfago, va-
ciado en oro de una sola pieza, vale un milln de francos,
sin contar en ello el valor del cetro, de la mscara, del
buitre y la serpiente simblica y de los miles de piedras
preciosas que rodean a tan brillante cadver.
Tales son, a veces, los resultados de las locuras col-
nidas. Otras veces no se va con ellas a ninguna parte..
Mundial, N9 302, 26 de Mrirzo de 1926.
UNA GRAN LUCHA ENTRE FRANCIA Y
ESTADOS UNIDOS
El eterno conflicto entre materialistas y es-
piritualista~.- E1 fakirismo, contra el pro-
greso occidental.- Imposibilidad de una
misin mesinica en nuestros das.- Dos
enunciados de la civilizacin.- La Prince-
sa Mary de Inglaterra lanza la moda del
smoking femenino.- Por qu fracas Wil-
son.- Hombres trascendentales y hombres
circunstanciales.- Sensacional campeonato
de tennis.- Suzanne Lenglen contra He-
len Wi;ls.- Nenfares del norte y laureles
latinos.
(Especial para Mundial)
Pars, febrero de 1926.
Cuando se piensa en esta mquina multimontada de
antenas y motores, que es la velocidad moderna, - e n
Pars como en Nueva York-, se ve uno precisado a pre-
,guntarse si, al revs de lo que se cree generalmente, los
hombres marchan, por ese camino, hacia un nuevo y des-
conocido oasis de autntica perfeccin. El reciente im-
pulso adquirido por los juegos olmpicos, ha sido sbito y
excesivo; los nmeros de fuerza fsica, se han multiplica-
do y han capturado zonas inmensas y preciosas en nues-
tros das; el progreso material crece y unce a sus cuernos
a los hombres, quieran o no quieran. A dnde vamos en
esta rueda vertiginosa, hecha exclusivamente de tendn y
de comente elctrica?. . . Las dos mentalidades de siem-
pre, -los partidarios del progreso y sus enemigos-, se
han puesto a la lucha con mayor ahinco que nunca. 'l bru-
tal pistonazo de una bomba de Arqumedes y al sutil estre-
mecimiento de una espiral de reloj, ha respondido el fakir
Turah Bey, hundindose en la garganta inmvil e indolente,
un pual metafsico y brillante.. . Ni un alarido, ni .un
leve dolor, ni una gota de sangre en la carne teatral de
Turah Bey.
Los amigos del progreso oyen estas increpaciones, por
ejemplo: A la Tierra Prometida no fueron los hombres en
hidroavin, como va hoy cualquier sargento mayor a Per-
nambuco; a la Tierra Prometida, amada por los tauma-
turgos de todas las pocas, no se va ni siquiera en tren, sino
a pie, -aduce el seor Tagore en el Asia, el seor Speng-
ler en Europa, el seor Antonio Caso en Amrica y el ne-
gro Douglas, el del jazz-band, en los grandes cabarets de
Montrnartre. El propio Renn da a entender que la sal-
vacin de los hombres se hace hoy poco ms que impo-
sible, en este ambiente de Wall Street y de Rue de la
Paix; una intentona mesinica vendra ahora, en tales con-
diciones, a un fracaso absoluto, lastimoso, ridculo, ama-
bilsimo, encantador. Atravesamos entonces por un pe-
rodo de importancia moral y de falencia taumatrgica?
Quiere decir entonces que el advenimiento de un Dios,
que pueda de un solo zarpazo abrir una nueva senda de
perfeccin, es actualmente imposible, a causa de que a
ello se opondra el arrebato y flamgero Olimpo del indus-
trialismo contemporneo?
No! -replican los otros-. El problema de la per-
feccin de los hombres tiene ahora otro enunciado y otra
incgnita, -impugnan los partidarios del progreso, es de-
cir, el seor Marinetti, el seor Montherlant, el seor
Dempsey, el seor Charles Chaplin, el Papa, que acaba
de bendecir los cabellos cortos de las mujeres y la media
"les petits lits blancs" de la Opera, lanzaron la flamant-
docena de novias bonitas que la otra noche, en el baile de
sima moda del smoking femenino, cuyo primer modelo
luci hace das Su Alteza Real, la Princesa Mary de In-
glaterra. El problema de la perfeccin humana, - di cen
estas filas-, se reducen a preguntar de qu manera pue-
de el hombre conquistar su dicha, fundndola justamen-
te tanto en la mquina y en los smoking femeninos, como
en los valores morales y permanentes de la vida. Todos
saben que la dicha suprema radica en la perfeccin inte-
gral, en la plena posesin de una luz infinita, serena y
armoniosa. A ella, por consiguiente deben concurrir cuer-
po y alma, espritu y materia, progreso fsico y cultura
moral. En qu dosis y en qu trminos ha de cultivarse ,
tanto el cuerpo como el alma, para llegar a ese fin de ar-
mona y plenitud. Habr que frenar o, antes bien, ace-
lerar el progreso material? He all el problema. Ya no se
trata, pues, de auspiciar misiones individuales, de predes-
tinacin sobre los dems mortales, sino de efectuar la per-
feccin humana por obra de una racional y solidaria ac-
cin de todas las energas de la vida.
Nada de redentores ni de sortilegios ms o menos di-
vinos o mixtificables. Se acabaron las grandes unidades.
Wilson mismo no pudo ya ser Salvador. En nuestros das
la obra vendr de las manos conscientes y plurales del
pueblo y de la humanidad en masa. A la taumaturgia ha
sucedido la pedagoga.
Hay lugar para que algunos puedan preguntrselo con
todo el candor del mundo. Un seor, vestido de azul y
calzado de marrn dos veces, se abotona cincuenta boto-
nes del traje, toma quince vehculos, se quita y se pone
el abrigo diez veces, que paga y espera veinte veces la
vuelta, que lee tres peridicos y dos revistas ilustradas,
que presta atencin al movimiento de cien mil carros y
cincuenta ascensores, que toma tres pousse-cafs, que ha-
ce diez cortes y tanteos de su caja personal, que duerme
algunas horas, que tiene en fin que echar expertas miradas
n tomo suyo para no dejarse robar por los hombres o trai-
cionar por los amigos.. . todo en un solo pobre da de
24 horas.. . podr tener tiempo para vivir siquiera un li-
gero instante espiritual, desinteresado, universal y puro,
en este pcaro horario de New York o de Pars?. . .
Pero hay ms todava. Si a tal distribucin ordina-
ria del tiempo, se aade otros quehaceres extraordinarios.
alguna ocupacin especial, un juego o distraccin banal,
que viene a sacamos de lo comn tedioso y de la mon-
tona generalidad, tales como el sport, verbigracia, la co-
sa entonces aprieta. De dnde se puede sacar tnto tiempo
para abastecer a tantas actividades? .No les falta, pues,
razn a quienes han clasificado a los hombres en hom-
bres trascendentales y hombres circunstanciales. Ya lo
creo que los hay. O uno se dedica a vivir la permanente,
pura y desinteresada gravitacin de la vida, o uno entre-
ga todo su tiempo a vivir las fugitivas, tiles y ms o
menos coloreadas superficies de la existencia. Mas no
habr quienes sean capaces de unir, refundir y extraer
de esos dos lados de la vida la heroica floracin de pleni-
tud humana que ansas y buscan, por uno u otro camino,
tirios y troyanos, espiritualistas, trascendentales y circuns-
tanciales?
Entre tanto, la vida transcurre, avanza y redondea su
aliento prodigioso. As es cmo Pars acaba de estreme-
cerse con una emocin nueva y delicada, ante el match
de tennis efectuado en Cannes entre Mlle. Suzanne Len-
glen y Mlle. Helen Wills. Europa entera se ha conmovido
ante esta amable lucha, de belleza y sentido verdaderamen-
te moderno, que dos mujeres de ambos lados del mar, han
ofrecido al mundo, al amor de una fina raqueta sonora,
vibrante como el aro del Discbolo, y al amor de una rt-
mica "bala" graciosa y veloz como la flecha de Eros.
Un ruidoso campeonato! Una francesa contra una
norteamericana! Es la primera lucha internacional de su
gnero entre dos mujeres. Su anuncio provoc una expec-
tacin de este y del otro hemisferio, tanto ms intensa
que en 1921, cuando el boxeo entre Dempsey y Carpen-
tier. El pblico mundial se dividi por razas, en latinos y
anglo-sajona, y luego por nacionalismos, en francs y nor-
teamericano. Se han registrado apuestas de mayores mi-
llones que cuando Carpentier y Dempsey, y la pcquea
villa de Cannes ha recibido, con tan delicado motivo, la
visita de millares de aficionados o de simple pGblico ele-
gante, reyes, polticos, estrellas teatrales, millonarios, lin-
das mujeres adlteras a la moda, muchos snobs venidos
de remotos pases.
El triunfo fue de Suzanne Lenglen. Cuando Mlle. He-
len Wills, la americana, volva a su Rolls Royce, vencida y
hermosa, un sector de pblico le ofreci un gran ramo de
nenfares del norte, mientras los laureles latinos llovan
a los pies de la vencedora. Mlle Lenglen haba jugado
mejor; pero Mlle. Wills era ms joven y bonita.
Mundial, NQ 304, 9 de Abril de 1926.
'
LA TUMBA BAJO EL ARCO DEL TRIUNFO
Ilustraciones al espiritismo.- Una esposa
se besaba con un espritu.- De las vrge-
nes locas a las vrgenes prudentes.- Los
flamantes adulterios de la mujer moderna.
La polica explica un suicidio por medio de
palabras cruzadas.- Confidencias del ver-
dugo de Hungra, despus de 43 e j e
cienes.- Psicologa de los condenados.-
La tragedia de la poca de la Comedia
Francesa.
(Especial para Mundial)
Pars, abril de 1926.
Un despacho telegrfico de Bordeaux anuncia que M.
Teineur se ha querellado ante los jueces contra su esposa,
acusndola de que le traiciona con.. . con su primer ma-
rido, fallecido hace algunos aos. Madame Teineur, en
las noches, cuando su marido Iza invita a retirarse al lecho,
no quiere ir a dormir y se queda en su saloncito tapizado
de azul diz que a jugar al espiritismo. El querellante afir-
ma que la espiritista ha legado a conversar en altas horas
de la noche, con el ect i plasma de su primer esposo, lo
cual no es nada honesto en una seora de Bordeaux, ca-
sada en segundas nupcias con un fabricante de corchos,
el mismo que, segn se dice en la regin, lee a Freud y a
Conan Doyle y viste muy bien. M. Teinew agrega al
texto de su querella un otros: la iiltima noche ha odo
l, con sus propios odos, que la culpable se besaba rui-
dosamente con el difunto, a quien ella murmuraba pala-
bras de amor, entre suspiros ms o menos metafsicos. Al
seor Juez solicita M. Teineur que, apreciando su queja en
justicia, imponga a la adtltera la sancin correspondiente.
Los jueces de Bordeaux han convocado por edicto a los
posibles testigos y han ordenado que el querellante pre-
sente ante la ley el cuerpo del delito o, en su defecto
el espritu.. . (Un tema para un cuento de ese gran ima-
ginativo, que es Clemente Palma, autor de "Mors ex
vita") .
A hombres tan celosos como M. Teineur, correspon-
-
deran mujeres muy prudentes, dirn los comentaristas.
En efecto, las mujeres modernas son azaz prudentes, sal-
vo rarsimas excepciones. Las mujeres modernas tratan de
recobrar, por su parte, la sagesse, ponderacin y equilibrio
que los hombres han perdido en las trincheras. En materia
de amor, por ejemplo, ya no existen las "vrgenes locas"
de antes, candorosas, romnticas, que se enamoraban y se
dejaban seducir a toda mquina, sin reparar en las conse-
cuencias. A las "vrgenes locas" han sucedido las "vrgenes
prudentes", como las llama M. Lon-Martin en un libro
reciente, en que trata de reparar la injusticia con que se
ha dado en censurar a la mujer mcderna su buen sentido
de defensa de los intereses de su sexo enfrente de la so-
ciedad. Una herona de Lamartine es un pobre e indefen-
so angelito, un juguete del amor, apenas "una dulce nia
en este mundo de duelo y afliccin", expuesta a todos los
desastres y calamidades. Una heroina de Philippe Sou-
pault es, en cambio, una mujer aguerrida en justas del
corazn, duea siempre de s misma, que reflexiona, cal-
cula y sopesa todos sus actos con amplia previsin y pru-
dencia. Los novelistas a lo Maurice Dekobra, los pintores
a lo Favory, los canzonettistas a lo Chevalier, son los pa-
ladines tutelares de esta nueva mujer que, como Madame
Teineur, en vez de buscar un amante de carne y hueso,
que sera un peligro efectivo para la paz conyugal, slo
se contenta flirteando con el espritu de su primer marido
difunto, y traza as sobre la frente de su actual esposo
no ya los clsicos puntos de los celos, que todo lo ensan-
grientan sino apenas la sombra fugitiva de una alma en-
trometida y problemtica.
Porque todava hay quienes creen que el alma no
existe. La duda en este caso, persiste. Los muertos, de su
lado, parecen que se empecinan en mantenemos en esa in-
certidumbre y an algunos aaden a lo que, por leyes de
Dios, no es posible desentraar, nuevos misterios persona-
les. La polica de Budapest est en apuros ante un enigma
de este gnero. Se ha hallado en el bolsillo de Julius An-
tal, mozo de caf que acababa de matarse de un tiro de
revlver en la sien, un sobre en que se lee: "Explicacin
de mi suicidio". Luego, en el interior del sobre,' la polica
ha encontrado un problema de palabras cruzadas, que des-
de sus primeros signos, parece haber sido planteado con
gran esmero y mucho ingenio.
Una nota marginal advierte a la polica que la solu-
cin del problema suministrar no solamente la llave del
misterioso suicidio sino tambin los nombres de las per-
sonas responsables de la muerte del autor. Durante mu-
chos das se ha tratado de descifrar el "crosswordpuzzle"
de marras, pero, sea por impotencia de la polica o por
suma ingeniosidad del compositor, el enigma ha subsis-
tido y, habiendo vuelto la polica a los mtodos habituales
de investigacin judicial, stos, a la postre tambin han
fracasado. La solucin se hace da a da ms difcil, y las
gentes banales se preguntaban: tJulius Anta1 era un mix-
tificador, que gustaba particularmente del estilo macabro
y se ha suicidado slo con este propsito?. . .
Posiblemente. La muerte ofrece a veces los ms pin-
torescos motivos de diversin, tanto para los muertos como
para los verdugos. No de otro modo se explicara las regoci-
jadas confidencias que hizo un da a los buenos campesi-
nos hGngaros de Ezzck, un verdugo oficial (porque tam-
bin los hay particulares) de nombre Maumer. El nota-
ble hombre de horror, horas despus de ejecutar a un
joven asesino de 24 aos, Paul Vincelic, vendi en el patio
de la prisin, segGn el uso del pas, los trozos de la cuerda
con que fue ahorcado Vincelic y concedi luego a un audaz
periodista una intemiew, con la mejor gracia del mundo:
-Esta ejecucin de hoy, -susurr con argentina voz
el verdugo-, es la nGmero 43. Tengo, pues, una gran ex-
periencia. Nunca he visto a un joven afrontar la zanca-
dilla con mayor coraje. . .
Mauzner desenvuelve extensas consideraciones sobre
su oficio. Dice que entre las vctimas ha constatado una
fuerza moral que impone respeto y que los periodistas ha-
cen mal en burlarse de las ejecuciones, tal como hiciera
Gltimamente un cronista hngaro, que al aludir al mo-
mento en que el verdugo ech la cuerda al cuello de un
condenado, pone en los labios del ejecutante esta cariosa
exclamacin : Salud !
-1nGtil decir, -discurre Mauzner-, que yo nunca
he pronunciado semejantes palabras. Al contrario, algu-
nas veces siento piedad por el condenado y, en la noche,
me atormentan pesadillas espantosas.
Mauzner examina los diversos pases donde ha sido
verdugo :
-En Yugoeslavia ahorqu a 25 y puedo afirmar que
nadie desprecia ms la muerte como el eslavo. En los
Balkanes tambin son valientes. Los macedonios van a la
muerte con la misma tranquilidad con que se, va a un
matrimonio. Ante esta tranquilidad de alma he saboreado
saludables meditaciones. Mis ayudantes y yo ,pertenece-
mos a la Cofrada de San Antonio de Padua y, despus
de cada ejecucin, acudimos a la Iglesia a pedir perdn
a Dios. . .
As habl Mauzner, el verdugo, honrado burgus de
Sarajevo y piadoso cristiano.
No sonriis. Hay verdugos de toda clase. M. Paul
Ravnal nos habla en su flamante y ya clebre tragedia
"Le tombeau sous 1'Arc de Triomphe", de aquellos ver-
dugos apocalpticos aunque discutidos, que en 1914 desen-
cadenaron la matanza mayor de la historia. M. Alexan-
dre y Mlle. Marie Be11 una que otra noche, gimen y
maldicen en la Comedia Francesa, el dolor y la clera, la
protesta y la oracin de esa catstrofe. Una noche de oc-
tubre de 1915, en que el ataque de la Champagne acaba-
ba de dar a Francia una nueva esperanza de victoria, un
"poilu" licenciado, en el curso de un dilogo con su novia,
a quien va a abandonar de nuevo para tomar a la trin-
chera, lanza sobre un pasado culpable y sobre un porvenir
incierto su oalabra de duda de sollozo de amor, su fosfa-
tado aliento de herosmo. Ella, la novia, retuerce su dolor
entre la zarza ardiente de la guerra y, cuando el alba va
a llegar en que ha de partir el hroe, exige de l, sbita-
mente movida por el impulso eterno de la vida una palabra
de fe en su amor. El "poilu" se la da y esta fe en el amor
que todo lo crea, le salva y lo transfigura, llena e ilumina
la tragedia.
M. Raynal, cuya obra levantara tanto ruido en Euro-
pa y fue prohibida por las autoridades de Francia, es un
escritor d'apres guerre y condena la guerra; pero sabe y
confa en que de ella renacer, enaltecido y ms puro, el
corazn humano. De igual manera que los hindes van
por millares cada ao a las orillas del Ganges y toman
en sus aguas el bao sagrado que ha de hacer a los dioses
favorables, la humanidad entera se ve obligada a veces a
atravesar ros de sangre, para lavar sus culpas y sus errores.
No estis viendo el renacimiento que empieza a flo-
recer en el mundo y cuyos avisos son la exuberancia, fres-
cura y castidad de las formas del espritu y del cuerpo?
Cuando Cappella, el Apolo del Casino de Pars, y Roseray,
la Venus de esas tablas, realizan nuevos juegos de euforia
y de gracia, maravillosas sorpresas anatmicas, es posible
que los pblicos polidricos se acuerden an obscuramen-
te de la Comedia Francesa, de M. Paul Raynal, de "Le
Tombeau sous de YArc de Triomphe", de Mlle. Bell, no-
via del hroe, y del fuerte Alexandre inmortal.
Nuestra poca, es sin duda, de renacimiento. Hasta
los sepultos tesoros de las civilizaciones pretritas surgen
entre las ruinas al aire la cabeza de las estatuas griegas,
los fustes de las columnas romanas, los rabos de los te-
mbles monstruos chinos. Tal la ciudad romana de Thu-
bourba Majus, en Tnez, que acaba de ser descubierta con
su soberbia columnata de Petronio, delicada y serena al
sol del Africa.
Mundial, NQ 310, 21 de Mayo de 1926.
MANUSCRITOS INEDITOS DE DESCARTES
Necesidad de mtodo en nuestra poca.-
La borrasca de los tiempos.- Una escue-
la de "Mujercitas en Parsu.- Contra la
Escuela de Vendedores, el Instituto de
Clientes.- La polica prohibe caminar a
M. Raymond Poincar.- Mxima de La
Rochefoucauld sobre los comemiantes.-
Mistinguette y su mono en el Moulin-
Rouge.- El teatro del gesto y del silencio.
La miseria de Mussolini a los doce aos.
(Especial para Mundial)
Pars, abril de 1926.
La reciente publicacin que un editor ingls ha hecho
de valiosas epstolas inditas de Descartes, ha estreme-
cido el templo de la filosofa actual. Las homacinas, las
efigies apostlicas, los diedros y masas de la mltiple ar-
quitectura ideolgica, han cmgido, han esquiciado nuevos
reflejos, han buscado otra luz, otras disciplinas. Mtodo!
Mtodo! - s e ha clamado por todas partes. Mtodo!- han
pedido los maestros de organizacin, los educadores, los
grandes conductores de la vida. "Si queris, -ha dicho
perentoriamente Frank Grane,- que vuestra vida llegue
a la meta que sois, menester es que ella sea conducida
con mtodo.. ." Pero el recuerdo del autor del "Discurso
sobre el Mtodo", resulta como un ferulazo para esta
---stra poca, menor por su incertidumbre y anarqua.
stras pvidas inquietudes d'apres gueve, nuestra po-
87
breza, nuestro disgregamiento social, nuestro desgobierno
~
allan y se crispan ante la sola invocacin de la idea del
mtodo, de orden, de disciplina. Hay quienes creen que 1
hasta nos doleran los labios al pronunciar la palabra "m- 1
todo": tan agudo es nuestro caos. Los propios alemanes
tan metdicos y organizadores, se han habituado a ir al
garete. An los mismos griegos -los griegos de ojos de ~
Minerva- resultan ahora unos libertinos, con su Panga- 1
los y su conflicto de faldas. Dnde est, -exclaman los
filsofos-, el antiguo espritu de mtodo y de equilibrio,
para ordenarlos y disciplinarlos? Quin nos diera el su-
blime espritu del Mtodo!. . .
Una revista ilustrada, '"La Vie Parisienne" nos ofrece
un dibujo muy movido de "Mam'zelle Bourrasque", es de-
cir, de la tormenta contempornea, que es una mujer his-
trica, desbocado el deseo, silbato en mano, rugiente el
ltigo simblico sobre Furias y Molosos, Hecates y bui-
tres. El pobre hombre, en cuya cabeza hinca su pezua la
Borrasca, puede ser, a vuestra voluntad, un estadsta, un
mariscal, un poeta, o un poderoso industrial de la vspera
de la guerra.
No obstante todo esto, algunos afirman que hay hom-
bres de mtodo en nuestros tiempos, y que hay tambin
el mtodo mismo, el equilibrio, la disciplina. All estn la
Escuela de "~hujercitas", la Escuela de Compradores, la
Escuela de peatones y otros numerosos organismos simi-
lares, dispuestos a inculcamos orden y disciplina. La Es-
cuela de "mujercitas" proporciona a las hijas de Eva la
manera de vivir y conducirse como "mujercitas". Vosotros
preguntaris cmo son las "mujercitas". Es difcil, en ver-
dad, saberlo. Ms de un cronista de teatro ha intentado
saberlo y no lo ha logrado. Idntica imposibilidad han
hallado los cronistas de la moda, de la .vida mundana, de
polica. M. Flix Gandera, el celebrado dramaturgo de "La
facon de se donner", rezongaba el otro da, desde un pG1-
pito de conferencista :
-Se me acusa de ser un autor pornogrfico? Exijo
las pruebas! Ni siquiera figuran "mujercitas" en mis co-
medias. . .
Se sabe, pues, que las "mujercitas" existen, pero nadie
quiere decir dnde las ha visto.
Parecida cosa acontece con los alumnos que egresan
de la Escuela de Compradores. Porque la Escuela de Com-
pradores existe en Pars, en competencia o como comple-
mento de la vieja Escuela de Vendedores. El comerciante
cuando ingresa un cliente a su casa, lo primero que hace
es observarle todas sus maneras con gran atencin. El
cliente, por su parte, hace lo mismo con el vendedor. Una
justa psicolgica se traba entre ambos. En la mayora de
'
los casos, el vendedor, cuando ve alejarse al comprador,
sonre para sus adentros, en un hermoso movimiento de
I
seguridad de s mismo: "He aqu un cliente correcto y
sin pretensiones. Nada de escuela, de mtier. Ha pregun-
tado, ha odo, ha adquirido y se ha marchado". . . "Los
vendedores afirman que la Escuela de Clientes es una cosa
que no tiene objeto, pues los compradora siguen siendo
sobrios y honestos, humanos y sin malicia, seguros como
estn de que los vendedores no les roban.
Pero, como en el caso de las "mujercitas", los com-
pradores existen, y prueba de ello es la creencia que tie-
nen los vendedores de que aqullos no existen. La Roche-
foucauld deca que los comerciantes son tan maliciosos
que no creen en la malicia de los dems.
1
I En cuanto a la Escuela de peatones, el seor Morand,
Prefecto de Pars, no consigue hasta ahora ponerla en evi-
dencia. Los accidentes de que son vctimas los transentes,
aumentan da a da. Dnde estn los peatones que en di-
cha Escuela han aprendido a caminar y a librarse de ser
destripados por carros y por mquinas? De otro lado, has-
ta hoy no se han visto los diplomas de transentes. A M.
Raymond Poincar, ex-presidente de Francia, le dijo un
da un agente policial, en momentos en que aqul se dis-
pona a atravesar la calzada de la me Richelieu, a la al-
tura de la Biblioteca Nacional.
-Alto! su carnet de peatn.
El gran hombre de Estado no tena su ttulo de tran-
sente o, por lo menos, no lo mostr al guardia. Este, que
ignoraba que se las estaba viendo con un Inmortal tan emi-
nente, le prohibi seguir caminando, so pena de ser con-
ducido al depsito pblico. M. Poincar, honesto y mo-
desto, se inclin, ante la ley, como un simple hombre pe-
,
recedero. . . Pero se inclin avanzando, es decir, tomando
1 en seguida un automvil. Ladino! - comentaban ciertos
'
peridicos. Ladino, porque supo inclinarse avanzando?. . .
Esto sera no darse cuenta de que la Escuela de cami-
1 nantes slo ha conseguido favorecer a la industria auto-
movilstica, provocando, precisamente, procedimientos se-
mejantes al de M. Poincar, en todos los sectores de la urbe.
Mientras estas Escuelas, tan utilsimas como singu-
lares, son discutidas y hasta negadas, Mistinguette, seten-
tona y genial, lleva todas las noches al Music-Hall del
1
Moulin-Rouge, a su mono de Transvaal y le ensea a
"nio de cuna", ante diez mil espectadores. El mono hace
SU "stage" y, en ocasiones, salta a los hombros de la ar-
tista, y cuando Mistinguette pone una cara triste y mise-
rable, en un sketch de Gold, el simio se rasca las sienes
y se abona a los aplausos enguantados. No falta quien a
aventure la creencia de que este mono gastar toda su
fortuna en el Moulin-Rouge, antes de volverse al Trans-
vaal o de ser asesinado por la polica de Passy o de in-
molarse ante el bravo Voronoff.
El mono de Mistinguette puede resultar con el tiempo,
un eminente miembro de la Comedia Francesa. El teatro
es cuestin de mmica, ha dicho Jean Cocteau y lo pro-
claman a voz herida los cinemistas estremistas. El mono
cuya expresin vital se valvuliza en mucho por la mmi-
ca, pudo muy bien desempear el rol de Romeo, en la
obra que Cocteau escenizara para el teatro-Cigale, la mis-
ma que, segn los crticos, es una obra teatral a base ex-
clusiva de gesto y de ademn. Nuestro excelente simio
ir, pues, a la Comedia, en cuyo solar ilustre puede lle-
gar a ocupar el decanato, en reemplazo de M. de Ferau-
dy que acaba de reemplazar, a su vez, al pobre Silvain,
bajan de la Casa de Moliere y van a representar "Tartufo"
en un modestisimo circo como Empire; otros, como el pe-
queo alumno de Mistinguette, puede, a la inversa, subir
del Moulin-Rouge a la Comedia Francesa, tiene de su par-
te el gesto.. . y el silencio, como quema el intrpido Bidou.
Todos los seres y las cosas tienen su orie?te, su zenit
y su crepsculo. Mussolini tendr tambin su crepsculo,
puesto que ha tenido su oriente. Un documento acaba de
descubrirse, segn el cual hace treinta aos, una seora
llamada Rosa Maltodoni, elev una peticin al Prefecto
de Forti, en Italia, solicitando una subvencin que permi-
tiese a su hijo de doce aos, continuar sus estudios. La
solicitud, fechada el 20 de noviembre de 1895, dice as:
"Las dificultades econmicas en que se halla mi familia,
son tan considerables, que nos vemos obligados a interrum-
pir los estudios de nuestro hijo, de doce aos, que sigue
actualmente los cursos de la Escuela Normal y que, a
juzgar por las alabanzas de su profesor, tiene esperanzas
de porvenir".
La solicitud en cuestin fue naturalmente rechazada.
Otros hay que ya tuvieron su ocaso, como Anatole
France, a quien hoy acusan de plagiario. "Queda averigua-
do, - di c e Noel Sabord-, que un buen tercio de la obra
de France, pertenece a la escritora Amande Caillave,
cuya obra acaba de ser revelada y publicada. El segundo
tercio lo tiene reivindicado Jacques Brousson, en su fa-
moso libro "Anatole France en pantuflas", y las tijeras
han proporcionado el resto".
Terrible ritmo ste, de la aurora y del ocaso univer-
sales.
Mundial, NP 313, 11 de Junio de 1926.
SECRETO TOLEDO
Trenes que pasan y trenes que llegan.-
El peligro de las generaciones- El pue-
blo ms dinmico de la historia.- Dina-
mismo tcito y dinamismo expreso.- Los
malos libros de Maurice Barrs. La his-
toria como memorndum y la historia co-
mo vida.- Un viejo montado en un asno
cristaliza en viva clula que pasa, todas
las catedrales que quedan.
(Especial para Mundial)
Pars, abril de 1926. t
Cuando un tren entra a una estacin de Madrid,
no se tiene la impresin de llegar, sino de pasar.
Cuando un tren entra a una estacin de Pars, la impre-
sin de -llegar, es en cambio, clara, neta. Las estaciones
ferroviarias espaolas canalizan el xodo y lubrifican la
rueda para la mucha curva, para la mucha cuesta. El
viajero que va de Francia siente, al entrar a la estacin
de Irn, la primera de la frontera, que en ese momento
el tren acelera su marcha. Al entrar a la estacin de San
Sebastin, de Burgos, de Valladolid, de Madrid, no se
dira sino que pasamos, pasamos y pasamos, cada vez ms
veloces, sin arribar jams a parte alguna. Pero, al volver
a Francia, las estaciones de este pas parecen entorpecer
el xodo, sujetarnos y hacemos quedar. Al entrar a la es-
tacin de Hendaya, llegamos; al entrar a la de Bayona,
llegamos; al entrar a la de Biamtz, llegamos; al entrar
a la de Bordeaux, llegamos. Cuando alcanzamos a ver los
subterrneos del Quai dYOrsay, nuestra llegada es defi-
nitiva.
Modestas estaciones, estaciones de aldeas, por lo ge-
neral, las de Espaa todas son as: estaciones de trnsito.
Y esto que se siente en la estacin se siente en los pue-
blos o ciudades, si as hay que nombrar a las villas ma-
yores de Espaa. Si la estacin del tren nos dice "Sigue",
el pueblo nos clama "Aljate".
As son los lugares de Espaa; nos inspiran, con slo
aspirar sus aires, la errtil cruzada, el viaje infinito. Ser
I pues, el secreto del movimiento continuo? Ser entonces
la prenda de resarcimiento de todo ambiente de deriva?
Por qu dicen que este pas va a la deriva del progreso a
lo New York? Eso nosotros no lo sabemos. Lo cierto es
que en Espaa no se puede llegar y la quietud no es po-
sible. S, seores socilogos, para quienes resultar ince-
sante el que, contra el dogma de la pereza e indolencia
castellanas, diga yo inquietud y paso eterno.
Habr que tratar alguna vez, y a la mayor brevedad,
de generalizar menos. Generalmente mucho. La deduc-
cin que agrupa y legisla, es mal del hombre. El que dijo
"reposo", dijo ya el reposo para toda la eternidad, siendo
as que el reposo se da a veces en intermitencia o aparen-
temente. El reposo no es, en ocasiones, toda la superficie
ni toda la profundidad. Dentro de una mquina o dentro
de un ser se dan reposos que se mueven y movimientos
fraccionarios. No se hable, pues, de reposo absoluto ni de
movimiento continuo. Una ilustracin: en el santo reposo
de Toledo pint el Greco, es decir, di vida y ech a andar
a cien obras tan inmortales como transentes. Del reposo
nace el movimiento, dira Ovidio. En el dolor est el go-
ce diran las madres al dar a luz y algunos poetas espa-
oles que, como Antonio Machado, cantan a veces canto
bueno. Qu de ms, pues, que en Espaa, tierra sin sofo-
caciones tentaculares ni urgencias visibles, los buenos hom-
bres de Dios tengan ms pata de perro que en otros
pases? Patas de perro, los navegantes, aventureros y des-
cubridores del siglo quince, con Coln a la cabeza; pata
de perro este novsimo comandante Franco, vestido de
kaki, con una pierna en Palos de Moguer y la otra en
Pernambuco. Los espaoles, pues, se mueven. Quines se
han movido ms que ellos en la historia? Slo los portu-
gueses les han competido un poco, y los judos. Don Qui- ,
jote es de una movilidad rayana en el ridculo. Quin ha
caminado ms que l? Slo Jesfis y los Apstoles.
Por eso ser que hay quienes aman la vida de los
pueblos en Espaa, prefiriendo, sin duda, su dinamismo
tcito y esencial, al dinamismo expreso y espordico de
los otros pases europeos. En Espaa nos sentimos des-
prendidos del suelo. Este no nos engancha y es, justa-
mente, tan muelle y suave, que casi no lo sentimos. En
Londres, la esquina, la calzada, la puerta, el ascensor, la
butaca, la ventana, el lecho mismo, no se nos pasan nunca
desapercibidos.
Cuando menos pensamos, una puerta sale a decimos,
en tono muy conciso: Presente! y la esquina salta a de-
cimos: Presente! Si no hemos odo a las buenas esta voz
de presencia, nos la harn or con un grito o con un pu-
etazo en la espalda y a veces con un golpe mortal. En
Madrid es distinto. Cuando se cruza la calle de Alcal,
las buenas puertas nos abren paso sin dejarse sentir y uno
ni se da cuenta de ellas. Es como si no existieran, aunque,
en el fondo, la propia holgura de nuestros movimientos,
nos est diciendo que estamos en un pas de muchas puer-
tas (o en un pas sin puertas, que es lo mismo en este
cay?l
Por eso tambin ser que hay quienes aman Toledo,
por ejemplo, "La ciudad ms ardiente y triste del mundo",
como divagara en hbil libro de estrategia poltica, Mau-
rice Barrs. Pero se ama a Toledo, no por su historia ni
por su pasado, sino por su actualidpd. Hay turistas para
quienes la obra del Greco, los mantos verdes y amarillos
cie sus Apstoles, su casa, su cocina su vajilla, su-jardn,
no les interesa mayormente. Qu les importa la catedral
Primada de Toledo, con sus cinco puertas, sus siete siglos,
sus frescos claustrales, su coro de plata y su encantada
capilla mozrabe?. . . Qu ms le da la Posada de la San-
gre, donde Cervantes escribiera "La Ilustre Fregona"?. . .
Qu les interesa al Alczar de Carlos V, todo de piedra y
su egregio artesonado?. . . Ya puede desaparecer en el da
para ellos, el clebre Castillo de San Servando, al otro
lado del Tajo. Ya pueden desaparecer tambin los sepul-
cros de hroes y cardenales. La Fbrica de Armas de To-
ledo, qu les importa a esos turistas?. . . La fina Mez-
quita del Trnsito, construda en el siglo catorce por el
judo Samuel Lev, qu ms les da?. . . La historia, en
texto, en leyenda, en pintura, en arquitectura, en tradicin,
deja a ciertos turistas absolutamente indiferentes. Mien-
tras el gua les explica en el Puente de Alcntara, la fecha
y circunstancias polticas de su construccin, he aqu que
un alemn, del grupo turista, se vuelve como escolar desa-
plicado y se queda viendo a un viejo toledano, que a la
sazn trabajosamente, en mitad de su sala de recibo. "Ah!
1 bufa ese anciano caballero y empieza a llamar a voces
1
al guardia de la esquina, para que le ayude a desensillar
1 al asno. Esto sucede en la calle que lleva por nombre
/
"Travesa del Horno de los Bizcochos'' o en aquella otra
rua, un poco ms ardua, que se llama "Bajada al Corral
---
1 de don Pedro", la misma que desemboca, precisamente en
la flamantsima calle "Maurice Barrs".
1
Pues bien: esto es lo que interesa a ciertos turistas: la
actualidad de Toledo y no su historia. La historia de To-
l ledo carece para ellos de importancia. Quieren, ms bien,
sumergirse en el otro aspecto de Toledo, en su vida del
instante, en su actualidad viajera, que, a la postre, es la
refundicin y cristalizacin esencial de aquella historia.
La historia, que es tren parado en una estacin y boleto
de arribo de ese tren, no viene bien a ciertas gentes. Quie-
ren el tren que pasa y no el que llega. Ese viejo montado en
un asno, resume en su bufido al Greco, a la Catedral, el
Alczar, la Mezquita, la Fbrica de Armas. Es una escena
viva y transitoria del momento, que sintetiza como una
flor, los hondos fragores y faena difuntas de Toledo. La
historia no se narra, ni se mira, ni se escucha, ni se toca.
La historia se vive.
Mundial, N9 315, 25 de Junio de 1926.
I
+
LA DIPbOMACIA DIRECTA DE BRIAND
Los Estados Generales de las Mujeres.-
Una cada de ojos compromete al Gobier-
no.- Triunfo de la feminidad sobre el fe-
minismo.- Contra una mujer bonita, un
hombre hermoso.- El rapto de las ninfas
electoras.- Un tigre usa bufanda en el de-
sierto.- Las bayaderas tristes y la Geo-
metra.- Rehabilitacin de la Legin de
Honor,
(Especial para Mundial)
Pars, junio de 1926.
Entre agudas sonrisas y rumor de enaguas tormen-
tosas, quinientas mujeres bonitas han abierto ayer en la
Sorbonne los Estados Generales Femeninos. Se trata de
una Asambles que ha proclamado los derechos de la Mu-
jer, de una vez para siempre. Libertad! Igualdad! Frater-
nidad! Las mujeres quieren ser libres, iguales y fraterna-
les con los hombres.
Apenas instalados los Estados Generales Femeninos,
su xito no se ha hecho esperar. El Ministro de Instruc-
cin de Francia, que presida la apertura de las sesiones,
ha pronunciado un discurso, en el que no ha podido me-
nos que prometer ihombre, al fin, este seor Lamoureux!
el apoyo y la simpata del Gobierno en favor de los idea-
les femenistas. Para eso son tan bonitas estas mujeres pr-
ceres. Para eso se ven en las puertas de la Sorbona, a los
encantos en guardia, terciadas las miradas, firmes los vas-
tos vientres poderosos! Para eso los discursos del Con-
greso salen de bocas tan dulces y elocuentes! Sabe Dios
qu vera el seor Ministro, en medio de ese amable ejr-
cito amenazador, para haber prometido tanto!
Estos Estados Generales s que van a cosechar re-
sultados concretos, como no los cosecharan los de la Rr-
volucin Francesa. Estos de la mujer tienen armas fla-
mantes, irresistibles. Hasta ahora las feministas eran unas
viejas repugnantes, pobres e ineficaces paladines de su
sexo, que se lanzaban a las tribunas y a las barricadas,
como ogros deslenguados. Eran inglesas feas con anteojos;
descaderadas sionistas, que lean la Biblia en el caf del
boulevard, o solteronas calabaceadas, entre cuyos encajes
amarillos chorreaban inminentes cordones de caridad.. .
Todo era que un hombre vea a un apstol de este gnero
y ya le naca irresistible aversin a los ideales feminis-
tas. En general los ideales, por s solos, son ya antip-
ticos. Qu ms lo seran en bocas de viejas, en pechos de
mujer fea, en manos que no tuvieran nunca un ramo de
azahares!
-Pero si al menos fuese una buena hembra! -se la-
mentaban los excelentes burgueses, cuando oan un ser-
mn de esos apstoles.
-Que se lo lleven todo, en buena hora, -exclama-
ban otros-, con tal de que sepan miramos dulcemente!. . .
Entonces las abanderadas del feminismo chasquea-
ban la lengua de indignacin, y la clera las haca justa-
mente ms antipticas. El feminismo perda, por este ca-
mino, terreno y simpatas, en vez de avanzar. Hasta que
una linda mujer egipcia, mademoiselle Hoda Pach, salt
-
una maana al medio del mundo batiendo palmas:
-Eureka! Eureka! Compaeras, cmo vamos a ganar
la batalla a los hombres? La batalla vamos a ganarla,
precisamente, como mujeres, es decir esgrimiendo los en-
cantos prapios de nuestro sexo!
Y la nueva estrategia feminista empieza ya a rendir
los mejores frutos. En los Estados Generales de la Sorbona,
por de pronto, ya no operan mujeres feas. Las delegadas
de los cincuenta ~a ses concurrentes. son unos dechados
de gracia femenina. Las hay tan hechiceras, que no hay
Ministro que resista. Adems, se acabaron tambin los razo-
namientos e ideologas ms o menos contundentes y fas-
tidiosas. La reinvindicacin de los derechos femeninos se
hace en la Sorbona por medio de cadas de ojos lapida-
rias. Cuando ingresa a la sala de sesiones un grupo de
hombres decididos a burlarse, como hasta ahora, de las
locas feministas, se ven como fulminados por un sbito
convencimiento de que, en efecto, las mujeres tienen los
derechos a todo, a ser iguala a los hombres, libres, so-
beranas, en fin, a ser lo que quieran. Se necesita ser un
hombre insensible, un fro de corazn, un macho sin pi-
ce de instinto amoroso, para oponer al persuasivo alegato
de unos senos aptos, seso crudo y ojos recalcitrantes. Los
hombres, al salir de los Estados Generales Femeninos,
se muestran colorados, temblorosos, vencidos.
-Se fij usted, - di c e alguno-, en aquella rusa for-
midable, que deca "Los hombres no nos aman como de-
ban. . . " con un lindo mohn de novia apasionada en los
labios perfectos?
Mucha periodistas esperan a la salida a las dele-
gadas, para tomar can ellas el aperitivo. En fin, los hom-
bres de hoy, de hoy para siempre, son los primeros y
ms ardientes partidarios de los ideales feministas.
En cuanto a las mujeres conservadoras, no dejan de
mostrarse hoy mejor que nunca, seguras de su filosofa.
Las conservadoras piensan que la nueva estrategia del fe-
minismo viene a darles la razn y a probar, una vez ms,
que la mujer, para conseguir cuanto quiera en la sociedad,
debe ser, sobre todo, lo ms mujer que pueda. En con-
cepto de las conservadoras, las feministas de los Estados
Generales vuelven al buen camino, no ya porque depon-
gan sus reivindicaciones, sino porque las formulan por me-
dios ms femeninos y menos feministas, que son cosas muy
diferentes. Las conservadoras exclaman :
-Si esto es, justamente, lo que hacemos nosotras. Una
esposa clsica logra, sin alharacas ni doctrinas, hacer lo
que se le da la gana de su marido: casi siempre ella, no
slo es libre dentro del hogar igual y fratemal con su
marido, sino que se constituye, de hecho y tcitamente,
,
en Emperatriz de su marido. En la actualidad, el hom-
bre no es el que elige un diputado, sino su esposa, qu- del
modo ms archifemenino, le susurra al odo, en las horas
apasionadas y tiernas, el nombre del candidato y la direc-
cin cvica que ha de seguir el maridito en su conducta
pblica. El marido, pues, obra actualmente en la poltica,
bajo la inspiracin fratemal o conyugal, como queris, de
su esposa. Se quiere mayores derechos para la mujer?. . .
Las conservadoras que estn seguras de tener en sus ma-
nos aunque no lo parezca, los derechos ms sutiles y fun-
damentales de la vida social, han aprobado, pues gusto-
sas, la flamante media vuelta de las libertarias. Una vez
ms, la feminidad ha triunfado sobre el feminismo.
Pero algunos peridicos no dejan de ver en los Esta-
dos Generales Femeninos un enemigo peligroso de los
hombres. "Si el feminismo quiere ahora, - di c e un cro-
nista de "Le Temps9'-, vencemos, envindonos mujeres
bonitas, nosotros le enviaremos buenos contrincantes, en la
persona de hombres hermosos. Qu mujer feminista po-
dr resistir ante unos riones perfectos o un testuz gallar-
do y apolneo hechos para raptar ninfas electoras o ln-
guidas alcaldesas matinales!
Estos peridicos son excesivamente precavidos y ha-
cen mal en hacer lo que hacen. No reparan en que lo peor
que pueden hacer los hombres para atizar el feminismo,
es prestarle odos. Como el ingls de la fbula, el hombre
debe dejar hablar a la mujer hasta que se canse. Des-
pus, una sola palabra del hombre bastar a convencerla
de lo contrario. La historia de ambos sexos est hecha de
este ritmo.
De otro lado, mientras el Congreso Internacional de
Mujeres funciona en la Sorbona, ya una gran escritora
alemana, madame Michaelis, en el curso de una conferen-
cia sensacional que ha dado en Berln, propone tres ideales
de dicha para las mujeres. Primero: que las mujeres se
casen por unos tres meses para probar si los cnyuges se
armonizan o no, (procedimiento ste que ha sido practi-
cado, dicho sea de paso, por los Incas y ahora por el Soviet,
sin resultado). Segundo: que si el matrimonio contina
la pareja tome, en favor de la mujer, una pliza de se-
guro contra un posible divorcio, como se hace contra un
naufragio o un incendio. Y tercero: madame Michaelis
cree que llegan tiempos en que las mujeres se dividirn
en dos grupos: uno formado por las madres, que educa-
rn a la familia bajo la jefatura del hombre, como en el
pasado, y otro, formado por las trabajadoras, que ganarn
por s mismas su vida y podrh, en consecuencia, "dis-
poner libremente de sus cuerpos". Pero, no obstante que
la conferenciante. declara pertenecer ella misma a este 1-
timo grupo, confiesa tambin que lo mejor ser que el
grupo de las que "disponen libremente de sus cuerpos"
desaparezca y s610 quede en pie el grupo de las madres,
es decir, de las mujeres tradicionales. Total: madame Mi-
chaelis, en sus tres tesis, no hace ms que optar por un
feminismo centrista y conciliador. Es decir, madame Mi-
chaelis se decide, como las lindas oradoras de la Sorbona,
por el tipo clsico de la mujer que har lo que quiera,
siempre que sea cada vez ms femenina y ms mujer.
Todo esto no quiere decir que en la Sorbona reine
absoluto acuerdo, pues que son mujeres las que all es-
tn reunidas. As madame Bougl arguye que se debe ir
contra la serie de prejuicios y absurdos pudores que hoy
rodean a la mujer. Madame Bougl ha dicho:
-En Dinamarca la cosa llega a su colmo. All la de-
cencia prohibe hablar de una camisa de noche. En Norue-
ga no est permitido llamar por su nombre a un calzn de
mujer.
-A diferencia de lo que pasa en Estados Unidos,
-responde una delegada espaola-, donde como antes
del diluvio, los trajes femeninos se reducen a una rosa
-
en la rodilla, una piel de zorro en el cuello, una raz sal-
vaje en el ombligo y una espina olorosa en cada axila.. .
De este modo, -piensa por cuenta propia el cronis-
ta- mientras muchas mujeres simplifican sus trajes y
avanzan hacia la desnudez completa, animales hay que
siguen la trayectoria opuesta. Un explorador del Asia
Central cuenta haber encontrado un tigre esplndido y
enorme, que iba por el desierto ventoso, embozado con una
piel misteriosa. No se sabe si le haban embozado, apesar
Suyo, o el trigre era un dandy que saba arreglrselas para
cubrir su espalda con lujo y elegancia tan humanos. No
ser6 que los animales q u ~ n ser hombres mientras 6s-
tos quisieran ser aqullos?. . .
Tntas cosas raras se han visto. De nada ya puede
uno maravillarse de este mundo. Ese village de Boulogne,
tambin ofrece cosas apabullantes. Un elefante se traga
a un hombre, sin masticarle, como en un cuento de Kip-
ling; un yogui pone sus piernas donde estn sus brazos
y sus brazos donde estn sus piernas y sube para abajo
y baja para arriba; cuatro bayaderas de Ceyln trazan en
las tablas todas las formas de la geometra valindose
apenas de una simple combinacin de tristezas regula-
r a ; y unos nios aprenden a contar hasta 10 y comen
arroz.
Pero cosa ms inesperada todava hizo el otro da
Yvette Guilbert, en un almuerzo muy sonado. De sbito,
dirigindose a M. Briand y a nosotros, los periodistas, dijo: 1
-Ya que nadie hasta ahora se ha acordado de pedir
para m la Legin de Honor, yo mismo la solicito a us-
ted, M. Briand.
M. Briand responda :
-Nunca se est mejor servido sino por uno mismo.. .
Madame Rachilde entonces se despoja de su corazGn
rojo y en un ademn asaz irnico, lo pasa a madame
Guilbert por sobre la cabeza de M. Briand. Madame Guil-
bert exclama, luego, ante la estupefaccin general:
-Yo rehabilitar las condecoraciones de la Legin
de Honor!
El Presidente del Consejo de Ministros, muy turbado,
saca entonces una fina punta inofensiva al incidente:
-Esto se llama en trminos protocolarios, "diplo-
macia directa".
Nosotros como buenos periodistas aplaudimos al Go-
bierno.
Mundial, No 317, 9 de Julio de 1926.
LOS PELIGROS DEL TENNIS
La gimnasia sueca en el sport moderno.-
El Prncipe Olaf y el Prncipe de Gales.-
El planeta Mercurio desmiente a Einstein.
Grandes matchs de box en las iglesias.-
El agua bendita cura los golpes a la fren-
te.- Carrera de lebreles y exposicin de
gatos.- Muere el bandido ms bueno del
mundo.- Una trompeadura en un ballet
ruso de Pars.- Es prohibido hablar de
los Generales en literatura.- El escndalo
de "La Carcasse".
(Especial para Mundial) '
Pars, junio de 1926.
Dicen que la gimnasia nrdica est llamada a per-
durar, porque es producto de una tica excelente del es-
pritu. En el sport moderno la gimnasia sueca conserva
intacta su preponderancia. Estos otros ejercicios de lti-
ma hora, el tennis, el golf, el rugby, no hacen ms que
avanzar de la mano con la gimnasia sueca. Las inglesas,
antes de lanzarse al rectngulo del tennis, han estirado
ya los brazos y han retorcido el espinazo, sensual y feli-
namente, en el lecho, ante el espejo y bajo la ducha ma-
tinal. Dicen, pues, que esta boga permanente del escorzo
noruego, se debe a la gracia enteramente animal y, por
ende, pura de su disciplina. En la gimnasia sueca, la finta
responde a una gana profunda y natural de movimiento.
No hay aqu nada postizo ni violento. Como un gata
estira las piernas bajo el sol, el hombre sin calcular su
inters higinico o de otro orden dobla, naturalmente, el
brazo por el codo. La gimnasia sueca es una cosa honda-
mente animal, inquirida por la inteligencia. Su ritmo est
pleno de gracia fatal o indeclinable. Su tersura y fluidez
vienen de su fatalidad, como entre los griegos.
En las otras disciplinas musculares intervienen ya la
inteligencia y la voluntad, el clculo, la ciencia y el in-
ters consciente, es decir, algo ya tocado de convencin
y pedantera. Se trata entonces de gimnasias menos es-
pontneas, en las que todo est dominado por el "mtier"
y la virtuosidad. As se explica la diferencia de resultados
en ambos ejercicios. La gimnasia sueca tiende a la salud
armoniosa, mientras, por el contrario, se ha podido ya
constatar que un jugador de tennis ha resultado paral-
tico, del mismo modo que un insigne doblador de peri-
dicos resulta tuberculoso. El ejercicio espontneo concu-
rre al desarrollo del rgano; el ejercicio rebuscado lo ma-
l
ta. Donde domina el mtier, muere la vida. El rugby es
puro mtier. Un da no habr rubgy. Pero la flexin cer-
1 vical la habr siempre.

El Prncipe Olaf de Noruega acaba de rehusar el ho-
menaje que quera hacerle el "Roya1 Yatch Club" de
su pas, eligindole su miembro de honor. El Prncipe,
que pertenece a dicho club, como socio corriente, no con-
sidera suficiente su ttulo de miembro de la familia real,
para obtener tan altsimo rango en el sport. Olaf quiere
permanecer en el rango de la generalidad de los socios y
espera distinguirse dentro del club, no por su alcance so-
cial, sino por su mrito exclusivamente sportivo. Pero el
Prncipe de Gales ha hecho otra cosa. Solicitado por el
"Surrey Golf Club" de Inglaterra, para aceptar la ca-
pitana de su equipo, acaba de hacer a los miembros de
ese grupo, el altsimo honor de aceptar. Estos dos pe-
queos hechos dan la medida de la moral sportiva en los
pases escandinavos y entre los sajones. Porque no de-
bemos olvidar que el Prncipe de Gales, fuera de su di-
lettantismo hpico y de su dandysmo ms o menos bmm-
mlico, que no pretoriano, no nos ha asombrado todava
con otras gallardas spotivas.
Todo se hace ahora por snob, en justa muscular,
como en justa cientfica. Se es capitn de golf o impug-
nador de Einstein, slo por prurito de novelera. Todos
quieren aparecer a la Gltima tinta de la moda. Los nor-
teamericanos primero y luego los franceses, se han pro-
puesto derrumbar al filsofo alemn. M. Chazy ha pre-
sentado a la Academia de Ciencias de Pars una tesis en
que dice que los astrnomos venan observando hace
tiempo que para el planeta Mercurio las leyes clsicas
de la mecnica no eran exactamente aplicables: entre el
movimiento previsto y aquel que se observaba en la rea-
lidad, se constataban notables discrepancias. Para hacer-
las desaparecer, se prob de sustituir las leyes clsicas de
la mecnica, con las leyes de Einstein, y result que el
desacuerdo no tena ninguna existencia real, pues, l se
deba a que los matemticos no haban empleado los mis-
mos mtodos de clculo que los astrnomos.
La Iglesia tambin sigue el ritmo de lo nuevo. En
la iglesia se ha introducido ya el jazz-band, el cinema, las
girls, el radio. El reverendo William Norman Guthrie, un
pastor de Saint-Marks, viejo muy socarrn, segn cuentan
y muy dado a liturgias bizarras, es una de las personalida-
des ms originales de la iglesia anglicana. Sus ideas han de-
satado ms de una tempestad y un escndalo. El reve-
rendo Guthrie va a establecer un ring en su iglesia. Algu-
nos pasajes del Viejo Testamento relativos a milagros de
msculos y riones, sern renovados por pgiles msticos
de Angola. La lucha de David y Goliat ser reconstruda
en pleno altar mayor de Saint-Marks, haciendo de "referee"
el propio prroco, que parece haberse entrenado en los
tremendos pugilatos suscitados por su gran sacerdocio
cientfico. Si hay sangre en los matchs litrgicos, ella ser
lavada, segn se proyecta, con agua bendita, pues, dicen
que es muy buena para los golpes en la frente.
Un da de estos habr en las iglesias corridas de le-
breles como en el Jardn de Aclimatacin y exposicin de
gatos como en la Sala Wagram, donde ayer los jaspeados
monteses de Birmania han aullado magnficas ternuras
dorsales. La iglesia va a convertirse en centro de cosas mo-
dernas. La iglesia llegar a albergar ferias de animales,
exhibiciones de modas, laboratorios cientficos, bancos, pe-
luqueras para ambos sexos, gimnasias, cafs-concerts, co-
rrida de toros, etc. La iglesia ha operado siempre con un
gran sentido de medios de persuacin. Catequizar, he all
el empeo. Los Santos Padres, a travs de la historia, se
han unido a los polticos, que es el colmo en materia de
alianzas, y jno van a unirse a los boxeadores que son unos
buenos hombres de Dios, como no den muy fuerte! Ade-
ms, en el ring slo se trata de un juego inofensivo y sin
mayores peligros. El famoso bandido Romanetti, el ms
clebre de los bandoleros de Europa, que acaba de caer
asesinado en Ajaccio, habra tenido casa propia en la Igle-
sia venidera, pues, Maurice Dekobra cuenta que Roma-
netti ha sido el hombre ms bueno, justo y amoroso de los
hombres. Como en el gran Pancho Villa, en Romanetti,
a el hueso iba al Poniente, pero las articulaciones al Lo-
vante.
No hay para qu referir aqu que a la iglesia han lle-
gado tambin los ballets rusos. Ahora que en el teatro Sarah
Bemhardt'se alteman "Mon cur chez les riches" con bal-
lets de Serge Diaghilew, han empezado a advertir que la
Iglesia tiene gran predileccin por estos bailes extraor-
dinarios y novsimos. Nada pues, ms aceptable que, jun-
to al campechano prroco de Vautel. baile su baile cubista
Polichinella, pese a Luis Aragn, Andr Breton y dems
colegas superrealistas, que anoche se trompearon otra vez
con todo el mundo, en plena representacin teatral, slo
por hacer ruido.
As Denis-Amiel, con "La Carcasse". Vaya un escn-
dalo tal en la Comedia Francesa. Pars entero, a las r-
denes del divertido General Calsteneau, han atizado a
Denis-Amiel una paliza en debida forma, por haber pues-
to en ridculo o en trgico, en su obra, a otro General del
Ejrcito Francs. Burlarse de un Militar?. . . Y vino el
huracn. Porque el francs es muy liberal y puede to-
lerarlo todo, menos que se metan con su nacionalismo o
con cuanto se relacione con su nacionalismo. Total; un
xito clamoroso de "La Carcasse".
En cambio, Pars no protesta de otras cosas. Antes
bien, suele sonreir amablemente cuando el clebre actor
italiano Ruggero Ruggieri encarna desastrosamente "Ham-
let" en el Teatro de la Madeleine, o cuando a la danza-
rina hind Kouka Vrandja, sacerdotisa de Zoth, le salen
de repente cuatro brazos en el Concert Mayol, como en
los bajorrelieves de Angkor, o cuando los carniceros de
Montmartre cuelgan ante las cocineras, chanchos impre-
sionistas, vacas neorromnticas, faisanes al leo, tortugas
en talla directa, como resultado de la influencia de las
artes decorativas en el comercio moderno. En estos casos
Pars sonre o se suena las narices seriamente.
1
Mundial, NQ 319, 23 de Julio de 1926.
PARIS RENUNCIA A SER CENTRO DEL
MUNDO
Las mujeres vestirn wmo los hombres.-
Pars abre la boca de asombro ante New
York.- Sensacionales declaraciones de
Tristn Tzara para "Mundial".- La pr-
xima escueL*a literaria: el fascismo.- Hay
una revolucin mstica en los Estados
Unidos.- Un nuevo genio francs: el
novelista Georges Bernanos.- Mi genera-
cin pide otra disciplina de la vida.
(Especial para Mundial)
Pars, junio de 1926.
La prensa norteamericana se re de la clera econ-
mica de Francia. "Los franceses estn atacados de xeno-
fobia, ms que los chinos!" -gritan los peridicos en New
York. A lo que responden los peridicos de Pars que
los franceses estn atacados de xenofobia, porque a ellos
les obliga un temble dolor que obliga a todo: la pobreza.
"Ms que contra los extranjeros en general, -ha declara-
do un gran rotativo parisiense-, los franceses estn in-
dignados contra los norteamericanos, porque son unos
injustos, unos acreedores, unos ricos.. .!"
En Pars, no slo se tiene clera por la deuda a Wall
Street, sino que se desdea o se quiere desdear todo lo
que se refiere a Wall Street. En cuanto se casa un viejo
multimillonario de New York con una adolescente pobre
y pastoril, ya estn en Pars hacindose seas y rindose
del escabroso enlace. Si Mister Ford le da una msera
propina a un chauffew, y su hijo bota, en cambio, cien mil
dlares en un cabaret de la Quinta Avenida, ya estn en
+ Pars atusndose el bigote seriamente. Pero en Pars to-
dos estn tambin de acuerdo en que, por este camino,
no es que se desdeen las cosas norteamericanas, sino que,
por el contrario, se hace de ellas precisamente mucho caso.
Un observador atento podra fcilmente darse cuenta
de que, de poco tiempo a esta parte, o mejor dicho, desde
que Francia debe varios millares a Estados Unidos, toda
ia atencin espiritual francesa est pendiente de la vida
espiritual norteamericana. Ese mismo observador podra
tambin convenir en que New York representa ahora, a
los ojos de Francia, lo que Pars representaba antes de la
guerra, ante los ojos del mundo. Es decir, que New York
es ahora el foco de toda la curiosidad espiritual de Fran-
cia. El menor acontecimiento de Wall Street repercute en
pleno corazn de Pars. Los parisienses sonren, protes-
tan, censuran directamente o guardan silencios alusivos,
pero no se alzan de hombros, cuando Mr. Booth Tarking-
ton, verbigracia, un eminente escritor norteamericano, se
saca de repente los zapatos una maana, en pleno Wall
Street y se pone a predicar en alta voz, ante los transentes,
la prxima desaparicin de las faldas de las mujeres (por
que tambin las hay de hombres, irreprochables seor de
Fouquieres). Mr. Tarkington, con los fuertes zapatos va
cantes en la mano, clama en un tono de gran clavo que
se hunde en gran umbral:
-No hay razn para que las faldas existan todava.
Yo espero, y en verdad os anuncio que se acercan los
tiempos en que las mujeres y los hombres llevarn vesti-
dos absolutamente idnticos. No hay razn de pudor al-
guno que pueda valer contra la estrecha igualdad a que
estn llegando actualmente los hombres y las mujeres.
~
Entonces las palabras de Mr. Tarkington traspasan
los mares y, mientras cualquier sudamericano habra pa-
I
sado de largo ante el verbo proftico del cazurro escritor
newyorkino, he aqu que en Pars las gentes abren la boca
de asombro y resuena ese verbo, como un hecho de pri-
mera importancia en el mundo.
La situacin de Francia se hace, pues, cada da ms
embarazosa. Porque es Pars mismo el que, sin darse cuen-
ta o sin poderlo evitar, est haciendo de New York el
centro del mundo. Es Pars mismo el que, observando la
conducta que hemos indicado, cede poco a poco, sin que
nadie le obligue a ello, su puesto umbilical a New York.
Esto no se puede negar. Los extranjeros, sobre todo, nos
damos de ello exactamente cuenta. Los lectores de cosas
raras, saben ya, al recorrer los peridicos de Pars, que
el buen bocado extico, en materia de noticias, vendr
despachado de Washington. Los pblicos tambin saben
que la nota bizarra y el descoque ms o menos abejeante
y delicioso, materia de teatro, vendrn pintados o brin-
cando al pi de la oreja de Florence Mills, la princesa
negra del jazz, o en el pulso de Miss Bromne, la soberbia
tennista, o en los sobacos de algn infame pintor de Flo-
rida.
El propio Tristn Tzara, ilustre jefe del dadaismo
literario, se pone de codos sobre la mesa y, mientras juega
los dedos entre los cabellos, me dice:
-Importa mucho saber que el dadaismo ha tenido
mejor suerte en Estados Unidos que en ninguna otra par-
te. En la actualidad, existen varias revistas dadaistas en
New York, tales como "Seccessin", "Broomm", "Little
Review" y otras.
Tristn Tzara cree que la siembra dadaista en Esta-
dos Unidos dar cosecha insigne para el porvenir de la
literatura mundial. Fracasado el movimiento superrea-
lista, Tristn Tzara se prepara a requerir de nuevo para
sus manos el cetro revolucionario en poesa. Fund el
dadaismo y va a fundar ahora el fascismo literario.
-Contra el seudo-sovietismo superrealista, que acaba
de abortar -me dice Tristn Tzara-, se impone un fas-
cismo bajo la dictadura del espritu.. .
-Con cules filas cuenta usted, -le pregunt-, para
tamaa empresa?
-Justamente, con numerosos elementos superrealistas
cismticos: Paul Eluard, Loiris y otros. Y, sobre todo,
con la nueva generacin de los Estados Unidos, donde,
como usted sabe, los hombres no son tan felices y porcinos
como se cree, pues un verdadero mal del siglo, una epi-
demia de pesimismo est fermentando en ese pas.
Ese
mal del siglo se expresa en una literatura enteramente re-
novada, que se conoce bastante mal en Francia, pero que
no es otra cosa que una floracin dadaista.
Las opiniones de Tristn Tzara sobre los Estados
Unidos, me recuerdan las de Regis Michaud, quien, refi-
rindose a la civilizacin norteamericana, dice: "La bri-
llante fachada del optimismo norteamericano presentaba,
ya, desde antes de la guerra, grietas y fisuras que no po-
dan pasar inadvertidas para un espritu avisado. En esa
poca, -contina diciendo Michaud un Montaigne yanqui,
Henry Adams, en un libro clebre, declaraba a la civili-
zacin norteamericana en bancarrota, al propio tiempo
que algunos historiadores, muy prudentes y reposados, ha-
blaban en voz alta de decadencia. As, pues, mientras los
viajeros y los crticos oficiales continan celebrando la
"vida intensa", "la energa norteamericana", he aqu que
la inquietud dolorosa trabaja en las lites de ultramar".
M. Regis Michaud alude luego a la flamante labor
literaria de Edgar Masters y Robert Frost, en quienes se
revela un nuevo pensamiento norteamericano, amasado de
espesa inquietud y de hondo quebranto metafsico.
Quienes piensan, pues, que nuestros das son las vs-
peras de una poca despreocupada, en que reinar el jazz,
el football, la aviacin y el cinema, la fuerza, en fin,
muscular o del radio, estn acaso muy cerca de engaarse.
Junto a los negros, vestidos de rojo, que se peinan con al-
quitrn y alzan hasta el cielo las membranosas plantas
sonrosadas, asoma en el ambiente moderno la cabeza
atormentada de un sacerdote o el perfil de un simple agen-
te de polica que, al mediar la noche, entrega la guardia,
despus de haber tenido, a solas, en silencio y ante las
estrellas urbanas del cielo, su militar parada teosfica y
humana.
A este respecto he de citar un libro tremendo, "Bajo
el Sol de Satn", que acaba de publicar Georges Bemanos
y que toda la crtica francesa reputa como una obra ge-
nial. En ese libro hay prrafos espantosos. Se trata de
lo que acabo de expresar: del tormento mstico de nuestra
poca. Para una mentalidad clara, despreocupada y ami-
ga del sport, esta novela ha de parecer una lcera temble.
Yo mismo no he podido sustraerme a la repulsin de ese
libro. Me ha dado nuseas. No, precisamente, porque
se trate all de un gran motivo religioso, a la manera me-
dioeval, sino tal vez porque el seor Bprnanos no ha sa-
bido tratarlo. Qu magnfico marco para una gran obra!
Dios.. . La dicha eterna!. . . La manera de llegar a ella!. . .
Las fuerzas y direcciones del espritu!. . . Las fuerzas y di-
recciones del cuerpo!. . . Las lbregas encrucijadas y los
sutiles y perlados crepsculos del infinito!. . . Pero el se-
or Bemanos olvida que estamos en 1926 y no en el ao
en que murieron Abelardo y Elosa, ni siquiera en los das
de Len Bloy. Su profundo anacronismo psicolgico le
ha perdido, y "Bajo el Sol de Satn" no podr lograr abrir
la brecha espiritual que necesita nuestra poca. A estos
muchachos que se han muerto de todos los dolores, de to-
das las miserias y de todas las tragedias humanas en 1914,
no se les podr tocar el corazn sino mostrndoles otros
dados del destino, otras posibilidades de ascensin, mas
inmediatas, ms humanas, ms universales, que las posi-
bilidades encuadradas dentro de una sola disciplina reli-
giosa, sta o aqulla. El rostro de Satn habra que bus-
carlo fuera de la iconografa catlica; las llagas del mrtir
habra que buscarlas en otra cintura que no fuese la del
abate Donissants.
Estos mozos de ahora han visto ya a Satn en las
trincheras y a los santos penitentes en la Cruz Roja.
Seor Len Daudet! Voto por el gran espritu catlico
de usted! Pero permtame tomar mi sombrero y alejarme
sin ruido del templo, antes de darme cuenta de que el
nuevo cura de Ars, el de M. Bemanos, ha fallecido de mar-
tirio, en la sombra propicia del confesionario.
Mi generacin pide otra disciplina de la vida!. . .
Mundial, NQ 320, 28 de Julio de 1926.
LA VISITA DE LOS REYES DE ESP-A A
PARIS
Un divorcio por causa de tener la mujer
sangre negra.- Las ganancias de los tea-
tros de Pars en 1925.- Las tragedias y
los goces en las grandes urbes.- El pa-
raso de todas las religiones est en una
gran comi..ona.- La nueva obra teatral
de Jean Cocteau.- Los encantos de San
Sebastin.- Malabarismo y humanismo
en la poesa moderna.
(Especial para Mundial).
Decididamente, los negros estn invadiendo los pel-
daos mayores del espectculo mundial. Armados de
tringulos, vestidos de frescas pieles olorosas del pas del
fuego, los negros de tierra, aullando, los negros del mar,
danzando, todos los hombres de la noche van y vienen
por las cuatro vas del escndalo ecumnico. Y los hom-
bres blancos se inclinan ante ellos, les echan frutas o se
ponen a llorar de desconcierto.
En Estados Unidos, pas de las rarezas a base de
dinero, los hombres blancos suelen atesorar en jaulas de
oro especies magnficas de negras y las domestican, para
luego exponerlas en los museos como mujeres o para
echarlas a ondear sobre las tablas de los teatros como cu-
lebras. Hay otros yanquis que fletan negras para Cher-
burgo o Liverpool, en calidad de novias suplementarias de
los mil marinos que en verano suelen divorciarse en
Deauville, en Biarritz, Ostende o San Sebastin. Estos
Yanquis se dan cuenta entonces de que si los negros no
rinden utilidades inmediat en inminentes negocios de
Wall Street, razn por la cu T 1, sin duda, los menosprecian,
son susceptibles, sin embargo, dq rendir utilidades remotas
pero pinges, ms all de los mares.
Estas negras que vienen a Europa en condicin de
novias suplementarias, no son siempre muy obscuras. Son
generalmente las ms claras. Las hay en timbre de her-
moso cobre histrico, en clara ley de tarde de Asia, en
color de pltano de la isla o en sangre azafranada de su-
plicante griega. Qu bellas negras plidas, tan plidas!
He visto atravesar la plaza de la Concordia a dos de esas
morenas y me ha dolido el corazn. Tienen esas hembras
una piel muy plida y funcionalmente blanca, y si no fuese
por la boca excesiva, el gesto de Angola y el cuerpo de
pirmide invertida, se las tomara por blancas. Al millo-
nario norteamericano Rhymelander le aconteci una vez
1
enamorarse de una de estas negras, tomndola por blanca,
y la hizo su esposa, sin saber que se trataba de una negra
(los norteamericanos son muy activos y muy inocentes).
Al cabo de diez aos de vida conyugal, Mr. Rhymelander ~
1
acaba de descubrir que su esposa tiene sangre negra en
,
las venas y solicita una separacin judicial, alegando que
su mujer le haba ocultado siempre sus orgenes obscuros.
Cuando le han narrado a Florence Mills, la estrella
negra de los Ambassadeurs, la historia de Mr. Rhymelan-
der, ha lanzado una mirada sobre su bello anillo de topa-
cios de Otario y ha preguntado al Gerente del gran resto-
rn de los Elseos, por el monto comparado de las ganancias
de todos los teatros de Pars en 1925. El gerente ha res-
pondido, nGmero por nmero, como quien pasa las cuentas
de un rosario pagano y fabuloso:
-La ms fuerte entrada pertenece a la Opera: 15
millones.
Florence Mills ha vuelto a preguntar:
-Y las entradas de los music-halls de Pars?
-La ms fuerte entrada corresponde al Casino de
Pars : 15 millones! . . .
Florence Mills ha aadido entonces estos datos con-
cluyentes :
-La entrada ms alta del ao en la Opera fu en la
noche en que Josephine Baker se present por primera
vez en la gran escalera del primer teatro lrico del mundo:
150,000 francos.
Una vez ms, pues, una, negra sublime y terrible,
112
L
I
Josephine Baker, emperatriz del jazz, hizo sonar ante el
mundo sus dislocados huesos africanos, en ciento cincuen-
ta mil discos de metal. . .
Esto es Pars! Un ambiente propicio a todos los es-
cndalos y a todos los triunfos.
Pero, - di ce Gobart-, Pars es tambin otra cosa.
Para montar la ltima revista de un music-hall de Pars
se han gastado cinco millones. En esta revista aparece
una mujer, ni joven ni vieja, que recibe cinco millones de
francos para vivir y que lleva sobre su cuerpo, en las no-
ches de su presentacin cuatro millones y medio de alhajas.
Su traje, en el primer cuadro de la revista, en el que ella
aparece ante el pblico unos cincuenta segundos, haba
costado 48,000 francos. Esto es Pars. . .
Mr. Gobart agrega todava :
-En un gran restorn hubo la otra noche una fiesta.
La entrada costaba 400 francos, la comida 300 y la botella
de champagne 200 francos. Hubo 168 comensales. Esto
es Pars.. . Ms an. La otra tarde 300 gentlemens deso-
cupados jugaban grandes dineros en un crculo. Un joven
ingls lleg de pronto, arroj a la mesa algunos billetes
arrugados y perdi. Sentse y jug fajos de billetes de
mil francos. Luego se di cuenta de que estaba perdiendo
demasiado lentamente, y tom bonos por valor de cien
mil francos. En ocho minutos perdi 40 bonos. Se puso
entonces muy contento, encendi un cigarrillo y se fu.
Esto es Pars.. . Pero es ms todava. Pierre Duvelent
fu a la guerra en 1917 y perdi un brazo, el que qued
plantado, como una estaca de circo, en un barranco de
Verdun. "Ah estos parisienses!" haba exclamado el jefe,
al entregar la Cruz de Guerra, traduciendo as su admira-
cin. El hroe volvi a Pars, tom un trabajo de bici-
cleta y se cas. En 1919 nace una nia. En 1924 la nia
cae enferma y muere. En 1925 la madre se apercibe que
est tuberculosa, a causa del trabajo, y cuando llega el
invierno, sin recursos, va al hospital. En 1926. Abril,
amanece. Llueve. El hroe est en su bicicleta y entrega
los peridicos a la vendedora del kiosko. Un automvil
desemboca de una calle vecina, pierde la direccin y se
estrella contra el kiosko y el carro. El cadver del manco
de Verdn. 1926.5 Julio. La pobre mujer, en el hospital,
lo sabe todo. La muerte llega a ella suavemente. Y al-
guna persona caritativa rene en una misma tumba a la
criatura, al hroe y a la pobre viuda de 30 aos.. . Esto
es tambin Pars. . .
Con todo, insisten algunos en que la vida avanza
hacia la dicha y hacia la perfeccin. Estos optimistas
dicen que el paraso de todas las religiones no reside, en
verdad, sino en la tierra misma. Jean Cocteau, en su
tragedia "Orfeo", que acaba de estrenarse en el Thatre
des Arts. nos muestra, entre otras bizarras de tcnica y
de fondo, en la obra, que Orfeo y Eurdice, una pareja
burguesa que juega tennis y hace reparar los vidrios rotos
de sus mamparas, aparecen despus de muertos, sentados
no ya a la diestra de Dios Padre, como querran las alego-
ras catlicas, sino en tomo de una mesa de comedor, ha-
ciendo los honores a una magnfica comilona, con vino
de 1900 y cigarros de La Habana, que son los mejores. Tal
es, en concepto de Cocteau, la gloria ultraterrena.
Cocteau acaba de convertirse al culto de la Santa
Madre Iglesia Catlica, al iguzl que Max Jacob, Pierre
Reverdy y otros. Algunos crticos no logran conciliar
este espritu rigurosamente catlico, apostlico y romano,
que ha asumido Cocteau, con la esttica de "Orfeo", don-
de yace un epicuresmo, ms o menos nuevo e inquieto,
pero, en todo caso, contrario al misticismo cristiano. Coc-
teau, en el fondo, es un conservador, pese a sus esfuerzos
y poses modernistas. Sus actitudes son a base de maqui-
llaje; sus acrobacias son clownescas, es decir, falsas. Aden-
tro, en el fondo, duerme la masa vieja y el espritu viejo,
que no ha logrado aligerar el telgrafo sin hilos, ni el
avin. Cocteau, pues, no se ha convertido, sino que ha
fingido convertirse, puesto que en verdad, es, ser y ha
sido catlico. Su "Orfeo", en que la vida se explica cien-
tficamente y en que, por lo tanto, el espritu catlico est
en ridculo, es una cosa falsa en Cocteau, hecha para posar
de moderno y de inquieto y atormentado.
En la tranquila playa de San Sebastin, donde ahora
paso unos das de paz y soledad, leo la encuesta de Ed-
douwel Dujardin, sobre la esencia de la poesa mdema,
de la cual Cocteau es reputado no como una gran sicofante,
sino como un pontfice en Pars. M. Dujardin pregunta:
"Cualquiera que sea el gran talento que se muestre en
poesa, se puede considerar como fondo de sta los mala-
barismo~ y agudezas ms o menos maravillosas, actual-
mente en boga? O debemos esperar una reaccin entera-
mente humana?" Tal es la pregunta principal. Leo las
respuestas de Femand Divoir, de Albert Birot, Paul Va-
,
Jery, Henry Brmond, Jean Casou y me sumerjo en la
emocin de infinito del mar. Cul ser, pues, el .fondo
verdadero de la poesa? Slo s que las olas se han dor-
mido en la argentada playa de la Concha y que yo sigo
sumergido en unas dulces ganas de llorar. Por qu estas
ansias de llorar? Dicen que el lloro viene de la emocin
de la distancia y dicen que la risa viene de la emocin del
tiempo. Puede ser.
El tiempo! Con motivo de la reciente visita del Rey
de Espaa a Pars, un peridico francs ha confrontado lo
que hizo Alfonso XIII la ltima vez que fu a Pars, 1913
y lo que ha hecho ahora, trece aos ms tarde. Qu cosas
tan diferentes! Cmo han cambiado los tiempos! Lo que
hizo Alfonso XIII en 1913 nos hace ahora reir, con no s
qu comicidad de lejana en el tiempo.
Mundial, No 324, 27 de Agosto de 1926.
LA REVANCHA DE LOS MONOS
El injerto de un ovario de mujer en una
mona.- El equilibrio de la naturaleza y
el principio armonioso de la ciencia.-
Ultimas novedades cientficas.- Se descu-
bre la visin extrarretineana.- El profesor
Richet opta por la "hiptesis del porvenir".
Una gran afirmacin religiosa dentro de
un agnosticismo cientfico.- Un hombre
asesinado por medio del radio.- Pars ten-
dr ferrocarril areo en 1928.- Aeroplanos
y trenes de vacaciones.
Pars, agosto de 1926.
(Especial para Mundial)
Ahora viene la revancha de los monos. El seor Vo-
ronoff, cuyo empeo por remozar a la humanidad sigue
impertrrito, ha dado ayer una conferencia en el Congreso
Fisiolgico de Stokolmo, en la cual cuenta haber extrado
el ovario de una mujer, para injertarlo en una mona. El
resultado del injerto ha sido magnfico. La hembra chim-
panc ha podido concebir y se halla en vsperas de dar a
luz. El seor Voronoff confiesa que slo hasta all llega
su proeza cientfica: el haber realizado el injerto de una
matriz de mujer en una mona, despus del ya popular in-
jerto de las glndulas de simio en el hombre. El seor
Voronoff expresa luego su incertidumbre total acerca de
las consecuencias ulteriores de su ensayo e ignora, por
ejemplo, como ser el hijo de la mona en cuestin. Quin
sabe nazca un chimpanc normal o un chimpanc con tales
o cuales aadiduras de criatura humana. Tal vez traiga la
nariz absolutamente sin pelos, o al nacer aventure un tro-
zo decisivo de algn verbo.. . En fin, los crculos cienti-
ficos europeos se encuentran vidos de ver lo que sale de
tamaa experiencia. En cuanto al travieso sabio mosco-
vita, un peridico noruego informa que, al salir del Con-
greso Fisiolgico, el seor Voronoff se estaba riendo a sus
anchas, como si se hubiese vuelto loco. Ese mismo pe-
ridico juzga que esta vez se trata, probablemente, de
una broma deliberada con que quiere divertir a la clien-
tela el ilustre mdico, confirmndonos as su temple genial.
-Y si no nace nada de extraordinario de esa mona?
-le pregunt un periodista escandinavo al seor Voronoff,
a raz de su sensacional conferencia de Stokolmo.
-Si no nace nada de extraordinario, por lo menos, na-
cer un mono comente, en cuyo caso se sabr, de una vez
para siempre, que los rganos fundamentales de las especies
bimanas y cuadrurnanas, les son comunes. En este caso,
muy probable, se abre un camino hacia descubrimientos
ms importantes.
-Podra usted anticipamos alguno de ellos?
-No es aventurado establecer que si la mona da a
luz un mono normal, la mujer, a su vez, pueda servirse
de idnticos rganos de la mona.
-Pero doctor, es de temer que el injerto de rganos
tan esenciales pueda menoscabar los supremos valores que
distinguen al hombre de la bestia.
El seor Voronoff se pone entonces muy serio, casi
violento :
-El injerto sera nocivo a nuestra especie si el vstago
que esperamos de la mona naciera con trazas especiales
que permitan constatar una influencia fsica o moral, de
las formas humanas de la matriz en que ha sido conce-
bido. Slo en este caso se podra tomar, a su turno, una
influencia regresiva del ovario de una mona en la criatura
humana que fuese en l concebido.. .
Estamos, pues, ante una hermosa perspectiva cient-
I fica. Puede que un da veamos entre los miles de nios
que cabalgan sus potros de madera en el Luxemburgo, una
que otra frentecita extraa, sutil y vastamente extraa, o
un tierno mentoncito que, sin saber por qu, nos llame la
atencin, inspirndonos una ganas absurdas de dormir.
Ello sera, de todos modos, la revancha de las glndulas
de mono sobre las glndulas del hombre. Y con ella la
naturaleza no habra hecho sino equilibrar sus fuerzas y
direcciones, porque, en resumen, el sentido de la ciencia
es el equilibrio y la armona universales.
En materia visual acaba de observarse idntico des-
quite de la naturaleza. Los estudios efectuados por Louis
Farigoule, Ren Maullanc y Leita Holterhoff, nos llevan
a la conclusin de que los ciegos poseen una capacidad
especial en los prpados para ver con los ojos cerrados,
con slo la fuerza del pensamiento. Aquellos que han
perdido la vista normal, poseen, en cambio, lo que cient-
ficamente se llama la "visin extrarretineana". El descu-
brimiento del mundo visual por un ciego es, pues, un
hecho cientfico, puesto que ha sido ensayado y verificado
en largos aos de rigurosa experiencia de gabinete. -.
"Yo asisti por la primera vez, - di c e Jean Labadi -,
a las experiencias de Farigoule, en febrero de 1925, en los
talleres de "L'Illustration". La oclusin de los ojos fue
rigurosa, con un doble lienzo de tafetn colocado en cruz
sobre los prpados cerrados, una capa de algodn y unos
lentes metlicos. Bajo esta .slida venda, el sujeto iden-
tific ,los objetos ms diversos e irregulares que le fueron
presentados. A fin de eliminar cualquier posibilidad de
que los objetos fuesen palpados por el sujeto, interrum-
piendo as la comunicacin meramente mental entre aqu-
llos y el ciego, se encerraron en un marco con vidrio algunas
imgenes desconocidas por todos, tales como pginas de
efemrides arrancadas de un block en un gabinete oscuro.
Los resultados de estos ensayos fueron definitivos.
"La condicin esencial, -aade M. Labadie-, para
que la visin extrarretineana se produzca, es una condi-
cin psicolgica. Y cul es esta condicin psicolgica?
La atencin; pero no la atencin ordinaria, ni la otra, la
superior del matemtico, sino una atencin verdaderamen-
te profunda. Un modelo de ella lo suministran todos los
ascetas de la historia, desde los fakires de la India hasta
ciertos empricos modernos, pasando por los extticos cris-
tianos. Se trata de una atencin llevada al mximo de
intensidad y localizada en un solo punto fijo. Esto es lo
contrario de la atencin vulgar.
"En resumen, -termina M. Labadie-, el alcance del
fenmeno extrarretineano en psico-fisiologa es del mismo
orden que el fenmeno radioactivo en fsica. No estamos
ante una simple curiosidad, sino ante las gnesis de una
verdadera revolucin cientfica. Son los primeros pasos
de una revolucin, sin duda, ms profunda de lo que pue-
da suponerse. . . "
Oh las posibilidades de la ciencia! Cuntas cosas lle-
1
gar a descubrir la ciencia con el transcurso de los siglos?
'
Para resolver los ms graves enigmas de la vida y de la
naturaleza, surgirn da a da ms procedimientos de cer-
teza. Los ms reacios misterios podrn ser descifrados.
No importa que ignoremos, por el momento, de qu me-
dios y por cules hiptesis llegad el hombre e esas albas
infinitas. El clebre profesor Richet, de la Academia de
Medicina de Pars, descubridor de la seroterapia, a quien
un da se le pregunt cul era a su parecer el mejor sis-
tema para conocer y dominar toda, toda la realidad sub-
jetiva y objetiva del universo, respondi con todos sus
cincuenta aos de sabio:
-Todas las teoras me parecen en parte admisibles
y en parte inverosmiles. Mi hiptesis por excelencia es
a "hi&tesis desconocida", que nos ofrecer el porvenir y
que nosotros no podemos formular, puesto que no la co-
nocemos.
Esto deca un prcer y venerable hombre de ciencia.
Se contentaba con una gran afirmacin religiosa dentro
de un condescendiente agnosticismo, cientfico. As son
los verdaderos sabios de laboratorio: patas positivistas,
cabezas filosficas, pechos de creyentes. Los qumicos
pequeos acaban escpticos y en el caso del profesor Ri-
chet se habran agarrado a lo sumo al espiritismo en moda.
La explicacin espiritista del universo la habra procla-
mado, en particular, un sabio norteamericano, a base del
,
gusto anglo-sajn por lo fantstico, a lo Conan Doyle, o
a base de la metapsquica policial, a lo Poe.
Justamente, con este criterio estn juzgando los ms
clebres especialistas de los Estados Unidos, el caso de la
"muerte lenta" de M. Robert Morn, cuya extraa defun-
cin acaba de provocar ruidosos comentarios en el mundo
entero. Cuentan los peridicos que se trata de una muerte
que parece haber sido producida lentamente, por medio
de algunos miligramos de radio, ofrecidos como obsequio
a M. Morn, por un yerno suyo que estaba muy apurado
por recoger una herencia de millares (Sic: rniIIiards; es
decir, igual a mil millones Ed.) .
Es el caso que un rico industrial, Robert Morn, de
setenta aos, se present hace algunos meses ante el di-
rector de un sanatorio de Virginia y pidi que le curasen
de un mal indefinible, que le vena quitando toda energa
y le minaba sordamente el organismo, sin que hubiese
manera de reaccionar contra 61, Los mdicos examinaron
pacientemente a M. Morn. Se le puso en observacin
minuciosa, tomndose las precauciones y cuidados necesa-
rios, pero no fue posible obtener ningn diagnstico. El
caso lleg a intrigar fuertemente a clebres hombres de
ciencia, cuando he aqu que, a raz de una ligera opera-
cin sin peligro, para la cual no fu menester anestesiar
al enfermo, el septuagenario agoniz sbitamente, a cau-
sa, sin duda, de una insuficiencia cardaca que un examen
anterior no haba permitido prever. Hasta aqu el aspec-
to, que podramos llamar externo y corriente del caso.
Pero M. Morn tena un yerno, de nombre Oliver
Hall, que haba lanzado su candidatura a la cuantiosa
herencia del suegro. Y las pesquisas mdico-policiales
acaban de establecer que este Oliver Hall es el causante
de la muerte de M. Morn. De qu manera? M. Morn,
durante el Gltimo ao de su vida,. llevaba una hermosa y
extraa sortija que su yerno le haba regalado y por la
cual el inocente anciano senta un gran cario. En el en-
garce de la sortija, en lugar de un diamante, haba una
cpsula minscula que contena.. . unos miligramos qe
radio! Los detectives de Virginia establecen una relacin
entre la sortija de radio y la misteriosa enfermedad del
viejo. Se ha entrevistado luego a los mdicos del Sanatorio
y a eminentes celebridades de New York. En menos de
veinte y cuatro horas, la opinin de las autoridades ha
sido unnime: las emanaciones de la sortija haban pro-
vocado poco a poco, en una consuncin lenta cuyo origen
ignoraba en un principio todo el mundo, el mal inexpli-
cable del cual ha muerto M. Morn.
Como se v, el espritu cientfico-policial de los norte-
americanos bate el rcord en el mundo. Pero Francia
empieza ahora a sentir gran emulacin por aventajarlos,
ya que no en este y otros terrenos ms o menos areos y
radioactivos, siquiera en vuelos ms rudimentarios de k
vida cientfica. As es como M. Desvaux,~ consejero mu-
nicipal de Pars, deposit ayer un proyecto para construir
en breve un ferrocarril areo sobre la vasta ciudad her-
mosa, como en New York. La primera lnea de este fe-
rrocarril ir de la puerta de La Chapelle a la puerta de
Saint-Denis. Su inauguracin queda pactada para 1928.
Mientras llega eso, la circulacin en Pars sigue im-
posible. Menos mal ahora, que hay pocas gentes en la
calle, debido a las vacaciones de verano durante las cuales,
todo el mundo va, cada cual segn sus posibilidades eco-
nmicas, a tomar el aire al mar, a la montaa o simple-
mente a la humilde campia de domingo.
Mundial, No 328, 24 de Setiembre de 1926.
LA CANONIZACION DE POINCARE
O la gloria de un diputado comumsta.-
Nueva interpretacin del gusto decorativo
de la Pompadour.- La crisis de las frases
hechas.- Raymond Poincar contra Fran-
cisco de Ass. D o s , l intelectuales sin
trabajo en Berln.- La Asamblea Nacio-
nal de Versalles y las finanzas francesas.-
Un diputado calvo y un sombrero histri-
co.- Trece suicidios diarios en Pars.
(Especial para Mundial)
Pars, agosto de 1926.
El buen pblico que lee y ama a los clsicos del lugar
comn, a los folletinistas que dicen: "efectivamente", des-
de la ltima pgina de un gran rotativo y a los poetas
que exclaman: "la luz del ideal", entre una seccin de
modas y otra de vida mundana de una revista ilustrada,
est desolado de ver c6mo una veintena de escritores fran-
ceses condenan y se burlan de todos los clichs literarios,
a la sombra de una reciente encuesta de "L71ntransigeant".
Y, cosa rara: quienes echan el cido ms fuerte sobre la
mana del lugar comn, son justamente, el seor Henri
Bordeaux, el seor Van Dongen, el seor Andr de Fou-
quieres, el seor Ernest Prvost, es decir los dolos de ese
pblico. Las obreritas matinales primero olvidan el saco
de maquillaje, antes que una novela del seor Bordeaux.
Las novias de prncipes y las viudas de embajadores han
Uegado a imitar el estilo de las gasas que Van Dongen
pone en sus telas de gruesos marcos de oro. Los jvenes
cancilleres de Legaciones y diputados de la derecha, al anu-
darse la corbata para la tarde en el Claridge o para la
noche en el Quai d'Orsay, buscan el ltimo sesgo que el
seor de Fouquieres mostraba el da anterior en la suya.
Y los vendedores de pimienta y de jabn de las campias
de Pars, se saben de memoria los versos confitados del
poeta Prvost. "En lugar de que te mate otro, --dice el
adagio-, que te mate tu compadre". Los crticos ms
acres e intransigentes -se ha dicho siempre-, son los
peores autores.
En cambio, el pobre lugar comn no ha merecido esta
vez el ataque' de Giraudoux, de Soupault ni de Breton,
.
escritores cuya aversin a la frase hecha llega a lo increible.
Giraudoux, en cuanto ve que se le viene una frase hecha,
zas! la elude gilmente: si el clich viene por la misma
acera y en sentido opuesto a su pensamiento, Giraudoux
toma la otra vereda y, uno a cada lado de la va, se con-
trapesan por lo menos; si el clich avanza por la misma
direccin que su pensamiento y por la acera contraria,
Giraudoux no hace ms que dar la media vuelta y todo
queda al otro lado de las cosas. Soupault tropieza con la
frase hecha, por lo general, en los grandes bares de los
Campos Elseos. Soupault la reduce a la nada, embria-
gndola con whisky. En cuanto a Brethn, la zambulle
en una playa bretona, con un peso de diez toneladas es-
paolas a la cintura.
El clich literario, de todos modos, est en desgracia.
El nacimiento del simbolismo marca el punto de partida
de su depreciacin. El dadasmo lo quem vivo. El su-
perrealismo, no se diga. A parte de este boycoteo delibe-
rado de las lites, parece que el clich literario sufre asi-
mismo, honda crisis en la opinin de esos clsicos del lu-
gar comn de que hemos hablado. En Alemania, las no-
velas por entregas, los poemas y crnicas de folletn, ya
no tienen el xito de antes. Miles de autores de esta lite-
ratura de clich se encuentran en consecuencia, sin trabajo
y los editores arruinados. Una estadstica reciente esta-
blece que de los 27,000 obreros sin trabajo que hay en
Berln y sus arrabales, unos dos mil son escritores. Mu-
chos de stos tienen nombres conocidos y hasta gloriosos.
Con respecto a estas y otras miserias de la poca, M.
Edouard Schneider, escritor que ha vivido largos aos
practicando una vida devota y franciscana, aconseja la
doctrina de Ass, como nico medio de contrarrestar el
mal del hombre moderno. "Para quienes nos hallamos
envuentos en las mltiples miserias de este siglo terrible,
nada ms confortable que aproximamos a la vida fran-
ciscana". A lo que le han replicado de todas partes con
impugnaciones lapidarias. La vida franciscana tuvo pos-
trera encarnacin en un ingenuo encantador de pjaros,
que muri cuando vino la guerra. En la actualidad ya
no hay ese tipo de hechicero desvalido, desligado de toda
preocupacin econmica.
Hoy, el mendigo ms desheredado tiene que vrselas,
por la razn o por la fuerza, con el Fisco y, el da menos
pensado, se muere dejando a la posteridad, no ya un
cuerpo descarnado como smbolo de desinters universal,
sino un grueso fajo de billetes de diez o veinte millones.
Adems, los propios apstoles del franciscanismo, inclusi-
ve M. Schneider, comen y beben muy bien y asisten a una
fiesta en beneficio de los pobres vestidos de frac.
El remedio a la miseria no es ahora oficio del pobre-
cito de Ass. El seor Poincar es quien tiene ahora en
sus manos la salvacin del mundo. Es cierto que el seor
Poincar es plido y cadavrico como los santos clsicos.
anteriores a los gordos y sanguneos eclesisticos nortea-
mericanos que acaban de ser canonizados en patrulla. El
seor Poincar, Ministro de Finanzas, posee, a no dudarlo,
un aire atormentado de estadista y mrtir. Hasta se le
tomara, si se quiere, por un hacendista beatifico o santo
financiero, pero en todo caso, lejos anda de imitar a un
San Francisco que gobernara predicando el desinters de
los bienes de este mundo. Al contrario. El seor Poin-
car, por su espritu de sublime sacrificio en favor de
Francia, podra llegar a otra santidad ms moderna, y
sera un santo poltico, que gobernara predicando lo opues-
to a la doctrina franciscana: el ahorro, verbigracia. El
seor Poincar sera, en todo caso, un santo poltico a lo
Lincoln. Ya el otro da los peridicos anunciaban los
trabajos diplomticos de Washington, encaminados a con-
seguir del Vaticano la canonizacin de Lincoln, en virtud
de la suma austeridad de su vida de estadista.
Mientras el autero jefe del gobierno francs va de-
finiendo lentamente, con la lentitud de los grandes proce-
sos de la historia, su beatitud poltico-hacendaria, sus tra-
bajos por la salvacin econmica de Francia marchan a
buen viento. La reciente Asamblea Nacional reunida en
Versalles para conferir garanta constitucional a la Caja
de Amortizacin de Francia, le ha aclamado como el ni-
co padre de la patria. El diputado comunista Doriot,
nada pudo contra el triunfo democrtico del seor Poin-
car. Lo que consigui Doriot fu su expulsin de la
Asamblea. Y una expulsin bastante escabrosa. El seor
Doriot, que, al ser expulsado, haba olvidado su sombrero,
,
quiso volver por l a la sala de Versalles y ya no le deja-
,
ron entrar. El seor Doriot, calvo y de pantaln Oxford,
j
tom el tren a Pars, mordindose los labios y sin som- 1
brero. I
Slo que el intrpido diputado comunista est seguro
de que as y todo, su gloria de precursor de una nueva
organizacin social en Francia, nadie osar negarla dentro
de dos o tres siglos, cuando a las orillas del Sena suceda
el Soviet al rgimen democrtico. El sombrero del seor ,
Doriot ser entonces conservado y expuesto a la admira-
'
cin del mundo en los brillantes museos de Versalles, de
i
la misma manera que el sombrero de Napolen en el pa-
,
lacio de Fontainebleau. Ya M. Landre Vaillat, erudito /
en materias versallescas, se ha apresurado a opinar sobre
la sala y la clase de vitrina que deber ocupar el fieltro
del seor Doriot, y estima que una sala Pompadour ven-
dra muy a las justas a esta reliquia futura. El erudito
Vaillat alega, al efecto, el gusto por lo nuevo y lo sencillo,
:
que fu siempre la esttica dominante en la bella marque-
sa, contrariamente a la opinin general de los historiado-
res, que dan el nombre de esta dama al estilo ms conser-
vador y acicalado del siglo XVIII. M. Vaillat cree que
Madame Pompadour preferira los objetos modernos que
se hacan en su tiempo a las antiguas lacas de la China
y del Japn, a los bronces e incrustaciones de Boulle y
a las viejas araas de cristal de roca. As pues, una sala
de la Pompadour modernista, ira de perlas al sombrero
de M. Doriot, poltico ultramodernista. Pero si los pala-
dines del comunismo, en Francia como en Rusia, logran,
cada cual segn sus inclinaciones, realizar sus sueos de
gloria, como en el caso del seor Doriot, o sus ansias de
bienestar mundano, como en el caso del elegante y opu-
lento Embajador de Rusia en Pars, en cambio, los pobres
y necesitados que aguardan, a su turno, su salvacin eco-
nmica, como fruto de los esfuerzos comunistas, siguen
murindose de hambre o suicidlndose en series. Ayer in-
formaban los peridicos'" que en las ltimas 24 horas se
han dado la muerte nada menos que trece desesperados,
sin contar un suicida a quin se le hallaron unos malos ver-
sos elegacos en el bolsillo, y a quin yo no s por qu no le
cuentan como desesperado. Una cosa es, sin duda, ma-
tarse sin versos y otra matarse con versos. En el primer
caso, el suicida seguramente "se muere" (con el pronom-
bre "se") y en el segundo caso, el suicida simplemente
muere (sin el pronombre "se"). En algunos casos, la vida
y la muerte no pasan de meros giros de sintaxis.
Mundial, NQ 330, 8 de Octubre de 1926.
MONTAIGNE SOBRE SHAKESPEARE
La poltica en Cervantes, en el Dante y
en Bernard Shaw.- La literatura francesa
y el nacionalismo.- Montaigne, el ms
grande autor trgico del mundo.- La se-
riedad de la fiiosofa y lo frvolo del verso.
Silueta del Deauville cosmopo:ita.- Un
aparato para sorprender los pensamientos
secretos.- Milagros de la polica comunis-
ta.- Una planta que tose y una piedra
que vive.
(Especial para Mundial)
Pars, setiembre de 1926.
Haya de la Torre opina que los factores de belleza
ms grandes de toda obra artstica, han sido siempre fac-
tores polticos. En concepto de Haya de la Torre, el
Quijote es un poltico sin fuerza para imponer sus ideales
de gobierno: el fondo de la "Divina Comedia" no es otra
cosa que un formidable ensayo de organizacin social, y
"Antonio y Cleopatra" de Bemard Shaw pone de mani-
fiesto la excelencia de los mtodos de conquista de la Gran
Bretaa. Pero Vicente Huidobro encuentra del todo inad-
misibles estas apreciaciones de Haya de la Torre y sostiene,
por su parte, que en el arte no tiene nada que ver la poli-
tica, aparte de que el caso del "Quijote", de la "Divina
Comedia" y de "Antonio y Cleopatra", no explica nada,
puesto que son tres obras estpidas y, a lo ms, mediocres.
Con todo, la idea de Haya de la Torre podra tal vez
tener confirmacin, si nos detenemos a mirar, por ejem-
plo, algunas actitudes de propaganda nacionalista de la lite-
ratura francesa. "La literatura francesa, -ha dicho ya
un atinado ensayista espaol-, reposa y tiende, expresa
o tcitamente, a una gran afirmacin nacionalista". En
singular, los crticos literarios de Francia se han esforzado
siempre en juzgar las obras maestras francesas, desde un
1 punto de vista sealadamente nacionalista. Para los cr-
ticos franceses, Molire ha escrito comedias insuperables,
tan insuperables, que hacen de Francia un pas superior,
1 llamado a dirigir a los dems cuando no a imponer sus
ideas, en el arte como en todos los dems terrenos, al
mundo entero. Esta manera de apreciar las obras litera-
rias se halla en los mejores exgetas franceses. Se llega a
lo ingenuo. Se va hasta querer acaparar, fundndose en
hiptesis ms o menos aprioristas, las mejores glorias de
los mejores escritores. M. Fortunat Strowski, miembro
del Instituto, asegura ahora que el teatro de Shakespeare,
1
proviene de varias obras teatrales que Montaigne haba
escrito y de las cuales se aprovech a escondidas el autor
de "Otelo". M. Strowski asevera que Bacon, el famoso
I canciller de la corte de Inglaterra, al saber la muerte de
Montaigne, a quien consideraba como su maestro, envi
1 inmediatamente a un sobrino suvo a Bordeaux. ciudad
donde vivi Montaigne sus ~l t i mos aos. La viuda de
Montaigne y sus herederos, desdeando la poesa o te-
miendo que las piezas de teatro escritas por el autor de
los "J&sayos", pudiesen menoscabar la seriedad de su
obra filosfica, entregaron al sobrino de Bacon cuanto de
verso y poesa quedaba entre los manuscritos de Montaig-
ne. Bacon, a su vez, entreg los dramas inditos de
Montaigne a un cierto actor de nombre Shakespeare, el
cual los acomod a la escena y los hizo representar bajo
su firma. M. Strowski afirma poseer las pruebas fehacien-
tes de su aserto y celebra que las mejores tragedias de la
literatura universal no pertenezcan a la Gran Bretaa
sino a Francia. Es lo que quera demostrar. No es sta
una forma rotunda de llevar a los literatos y sus obras
a servir las exacerbadas rivalidades polticas de Francia
e Inglaterra?. . .
Nada puede apaciguar estos irritados nacionalismos
d'aprs-guerre. El sentimiento nacionalista, robustecido
sana o patolgicamente, aparece en todos los aspectos de
la vida y se manifiesta en todas partes. Un vistazo sobre
los centros cosmopolitas de Europa, basta para convencer-
nos del grado pintoresco, por no decir ridculo, al cual ha
negado el nacionalismo: en Pars hay hoteles exclusiva-
mente para ingleses, o para ma n o s , o para chinos, y hay
restoranes donde las mesas estn clasificadas en mesas
francesas, norteamericanas, rusas, italianas, etc.
En las playas de moda, como Deauville, Biarritz,
Ostende, Aix-les-Bains, la mixtura de .razas y nacionali-
dades, ofrece ms contrapuestas facetas. Por sobre la
preocupacin de homogeneidad que da la moda, cada
colonia reserva, valindose de no s que sutiles procedi-
mientos de afirmacin nacionalista, sus hbitos, y, sobre
todo, su aire de origen. En el Casino de Deauville, la
clientela masculina observa estrictamente los recientes dic-
tados de la moda, el pantaln Oxford, abundante y fan-
farrn o el novsimo matiz cubista de la americana; pero
a cin leguas es fcil distinguir, por sobre la homogeneidad
de estos detalles, al padre de familia griego que luce una
cornalina triangular en cada meique, o a unos mozos
filandeses, de rostro rojizos y como cubiertos de polvo de
camino, o a la sobrina de la Emperatrz Zita, con su fuer-
te mirada'austriaca. Tratndose de las colonias de Am-
rica, ellas denuncian su origen a travs de diez murallas.
No hay raza que conserve mejor su aire nacional en los
centros cosmopolitas, como las gentes de la Amrica del
Sur. Ese es, con toda seguridad, un colombiano!. . .
Aquella dama que conversa en ingls con un caballero, es,
a no dudarlo, una argentina!. . . La linda muchacha que
ayer, en el Gran Prix de la temporada, llevaba una dimi-
nuta sombrilla hecha de una sola lmina de oro, es sin
duda posible, brasilera! . . . Y estos tres viejos que juegan
ajedrez, sin pronunciar palabras, cul ha de ser peruano,
sino ese que mira por los cristales del Casino que dan
sobre el mar, como si afuera lo estuviesen esperando?. . .
La moda, los placeres, la poltica, la literatura, la
gloria, siguen siendo, hoy ms que nunca, vehculos de
nacionalismo, solapados concursos de bandera naciona-
lista.
Se trata aqu de concursos tcitos. No es menester
para el caso, de convocatoria y ni an de voluntad expresa
de parte de los concurrentes. Se muestran ellos griegos,
uruguayos o japoneses, sin intencin deliberada, sin darse
cuenta y, muchas veces, apesar suyo. Los sudamericanos,
verbigracia, ansan todo lo contrario, es decir, ansan eu-
ropeizarse a la fuerza si es posible y, particularmente,
afrancesarse, en Deauville, en Biarritz o en Pars. Pero
es en vano. Su nacionalidad se denuncia a la distancia.
Hay, como es natural, numerosos matices en esto de
querer asumir aspectos de una nacionalidad distinta a la
verdadera. Nos cuentan que en Rusia hay extranjeros que
saben disimular a la perfeccin su nacionalidad, sobre to-
do, cuando proceden de pases reccionarios o anticomu-
nistas. La polica moscovita vigilante y cientfica, se vale
entonces de finos y misteriosos procedimientos para des-
cubrir, en el curso de una investigacin poltica, la ver-
dadera nacionalidad de ciertos extranjeros. Se emplea:
entre otros mtodos, un aparato inventado por el clebre
profesor sueco Kielland, con la ayuda del cual se puede
controlar perfectamente nuestros pensamientos ms se-
cretos. Una membrana de una sensibilidad extrema, se
apoya sobre la sien del objeto. Esta membrana recibe las '
vibraciones de la tensn arteria1 y las reproduce con toda
nitidez, como en el telfono. El profesor Kielland ha ob-
servado que los pensamientos tienen sobre la circulacin
de la sangre una gran influencia y que la sien es el asien-
to de pulsaciones caractersticas, segn sea el gnero de las
ideas. Este sabio, despus de numerosas experiencias, ha
llegado a obtener una base grfica, que vara con todos los
pensamientos. La polica moscovita, a su turno, obtiene
diariamente hermosas revelaciones acerca de las ntimas
ideas polticas de cuantos sujetos caen bajo el estudio del
aparato del seor Kielland.
La ciencia, como el arte, ofrece en ocasiones, descu-
brimientos muy divertidos y extravagantes. De esta enver-
gadura es el descubrimiento ltimamente obtenido de una
planta tropical (tropical haba de ser), que es muy sen-
sible a los ataques de tos, como los nios y los ancianos.
En cuanto hay polvo o una ligera humedad en el aire, la
planta de marras hace una leve explosin de la peluza de
sus hojas, muy semejantes al ruido de un acceso de tos
de una persona constipada.
M. Pierre Audiat nos anuncia, por otro lado, haber
descubierto por s mismo una piedra que vive, suda, se
nutre, odia, ama, sufre, goza y probablemente muere. To-
do junto.
Mundial, NQ 334, 5 de noviembre de
1926.
LA GRAN PIEDAD DE LOS ESCRITORES
DE FRANCIA
Acerca del proletariado literario.- La doc-
trina y el ejemplo de Maurice Barrs.-
La doctrina y el ejemplo de Carl Sand-
burg y de Pierre Hamp.- Una clebre
frase del autor de "La Colina Inspirada".
Los intelectuales tienen derecho a ser ma-
ridos infieles?- El escritor Clement Vau-
te1 gana veinte mil francos diarios.- El
Prncipe de Gales se casar w n la Infanta
Beatriz de Espaa!- El veraneo en Europa
toca a su trmino.
(Especial para Mundial)
Pars, octubre de 1926.
De algn tiempo a esta parte se viene combatiendo
denodadamente en Pars para mejorar la situacin del
proletariado literario de Francia. La Sociedad de Gentes
de Letras, presidida por M. Edouard Etaurni, de la Aca-
demia Francesa, ha reforzado esta campaa da a da, y
la prensa francesa ofrece cotidianamente una rbrica de
propaganda en el mismo sentido, bajo el titulo comn de
"La Gran Piedad de los Escritores de Francia". Por q~e
en Pars existe un proletariado literario enorme, sin pan,
sin techo y atin hasta sin pluma para escribir. Poetas sin
zapatos con qu vagabundear por las vas zarzosas del
enigma; novelistas sin guantes con qu tomar el escalpelo
psicolgico; dramaturgos sin smoking con qu salir a ta-
blas a agradecer las ovaciones del pblico; periodistas sin
sombrero con qu saludar a los Ministros en las entrevis-
tas; en fin, una bailla desarrapada, que lleva en los
bolsillos, en vez de monedas, apenas unos grasientos fs-
foros mentales.
- Qu le vamos a hacer! -clamaba Maurice Barrs,
cuando le hablaban de tales proletarios de la pluma-.
El escritor que no puede ganarse una posicin y un nom-
bre en la vida, es porque carece de talento. No hay nada
qu hacer con ellos. La historia y la experiencia nos de-
muestran que slo las grandes virtualidades creadoras han
triunfado y han ganado el dinero que queran. Los dems,
los que se mueren de hambre, es porque son unos est-
pidos !
El hombre que as hablaba del proletariado literario
era justamente el autor del "Culto del yo", el acadmico,
el diputado, el autor de cien novelas que se vendan como
el pan. El hombre que as hablaba era el nacionalista has-
ta el chauvinismo, el leader de la democracia, el rico bur-
gus que viva en un palacio del Bosque de Boloa, con
treinta criados brillantes y diez secretarios de levita. El
hombre que as hablaba era el magnate de la pluma, po-
deroso personaje inaccesible, a quien se llegaba slo des-
pus de atravesar cien antesalas ms que para llegar al
Presidente de Francia. Qu era, en efecto, el seor Mille-
rand en el Elseo al lado del seor Barrs en su casa?. . .
Y como es natural, un semejante personaje no poda fra-
ternizar con los compaeros pobres.
-Antes de los cuarenta aos -haba graznado Ba-
rrs en su mocedad, en la sala de redaccin de un peri-
dico en Pan*, ser acadmico y millonario!. . .
Y, naturalmente, un semejante personaje estaba in-
'
capacitado, -no es verdad, seor Barbusse?- para apia-
i
darse de los mseros y hambrientos de este valle de lgri-
mas. El seor Barrs, que goza tanto en la vida y a quien
Dios tenga ahora otra vez entre goces celestiales, se opo-
na a toda campaa de piedad por los escritores sin pan.
Apesar de ello, la campaa ha continuado arando el am-
biente y ha llegado, como hemos dicho, a constituir una
gran fuerza social.
Pero, en contra de esta "Gran Piedad de los Escri-
tores de Francia", hay otra corriente doctrinaria, que no
es, por cierto la misma de Barrs. Se trata de una corrien-
te muy antigua, practicada por ,muchos grandes escrito-
des, desde Homero hasta Carl Sandburg y Pierre Hamp,
en nuestros das. Estos escritores repugnan la piedad. Ba-
rrs la crea intil; Sandburg y Hamp la creen ofensiva
para la dignidad del escritor y, sobre todo, nociva al libre
desarrollo del espritu del creador. Sandburg, el yanqui,
y Hamp, el francs, creen que los escritores padecen un error
muy grave .al pretender ganarse la vida exclusivamente
con la pluma y no ya en otro oficio o actividad. Un poeta
piensa que, por ser poeta, no puede ya hacer otra cosa
que versos para ganarse el pan. Da y noche escribe ver-
sos. No quiere ni se esfuerza por franquear los otros cam-
pos de trabajo. Hacer zapatos un poeta? Qu ocurren-
cia! Qu indignidad! Conducir un coche? Qu ofensa! Qu
vergenza! Unas manos que escriben poemas ms o me-
nos perecederos o inmortales, se mancharan y se estropea-
ran; as luego de dejar la pluma pasaran a aserrar ma-
dera.
El poeta, el novelista, el dramaturgo, de este modo,
se han parcializado, sustrayndose a la hermosa plurali-
dad de trayectorias de la vida y amputndose as otras
tantas mltiples vas de sabidura y riqueza emocionales.
Se han profesionalizado. Estn mutilados. Estn perdidos.
Pierre Hamp quiere sacar de este tremendo error a los
escritores. Quiere sacarlos del tintero al campo, al taller,
a la va pblica, al espacio, al mar, a lo desconocido, sin
dejar, por ello, de volver a sus cuartillas. Que el poeta
conozca y sienta directamente, sobre su propia piel, cmo
se raja un leo, cmo se selta un barranco, cmo se abre una
acequia de regado, cmo se carga un fardo, cmo se barre
el suelo, cmo se arrea una partida de puercos gordos, c-
mo se sube una montaa. cmo se rompe el hielo, cmo
ee guisa un guila al vino, cmo se amarra un toro bravo,
cmo se maneja un d amo, cmo se suda en Africa, cmo
se barrena en las minas, cmo duele un golpe de viento so-
bre el mar o sobre un aeroplano, cmo es, en fin, la vida
infinita, unnime, salubre, fuerte, creadora. Haciendo esto,
cuando el escritor no puede ganarse el pan de cada da con
un verso, lo podr ganar de otra manera: como cocinero,
como contador, como acrbata, como portero, sin dejar,
no obstante, de cantar su verso. Por qu no ha de ser as?
Todo trabajo es digno o dignificable, y lo es ms ante el
concepto superior y vidente del artista.
Para salvar de la miseria a los escritores, segn Pierrc
Hamp, no hace falta apiadarse de ellos, haciendo aumen-
tar el precio de los versos, como si se tratase de tallarines
o de esprragos. Para salvar de la miseria a los escritores
no hay sino que desconchar al escritor de su concha profe-
sional y que lance sus tentativas y posibilidades humanas
en todas direcciones. As no se morir de hambre y as,
por otro lado, ganar el arte en riqueza vital, en inspira-
cin csmica, en agilidad, en gracia y en desinters eso
es el arte. Porque es la labor ms libre, incondicionable
y cuyas leyes, linderos y fines no son de una orden inme-
diato como los de las dems actividades.
Como se ve, esta teora se funda en que el escritor
ha de estar dotado de fuerzas para hacerlo todo. Tal un
Rimbaud. Mientras los otros hombres slo pueden ser abo-
gados o tenientes coroneles, y slo tenientes coroneles, y
se limitan y se profesionalizan en esta o aquella actividad,
el artista, en cambio, ha de hacer tabla rasa de las divi-
siones del trabajo, practicndolos todos. Idntica liber-
tad tiene para otros aspectos de la vida. Si un hoinbre
normal est obligado, dentro de la actual sociedad, a ser
un marido fiel, un artista est facultado a no serlo. Ma-
dame Rachilde es la primera en opinar que no debe serlo.
"Un intelectual fiel? -exclama la seora de Vallette-..
A quin y para qu?. . . La fidelidad es una costumbre
y lo contrario de la aventura. Entonces? Un intelectual es
siempre un aventurero y a menudo un bienaventurado!. . . "
Georges Courteline, el regocijado dramaturgo de "Bou-
bouroche", declara que, en general, los maridos que enga-
an a sus mujeres son los mejores mari dos y, an ms, si
son intelectuales. Todos estn, pues, de acuerdo en esto
de la moral sin riberas del artista en materia de matrimo-
nio, salvo Clement Vautel, quien establece que el artista
no debe tener una moral distinta de la de los dems hom-
bres. Y es que Clement Vautel gana veinte mil francos
diarios con su pluma. Esto nos explica por qu se opone
a que los artistas tengan moral diversa a la de los dems
mortales, como tambin nos explica por qu Vautel no tra-
baja en otra cosa que no sea escribir estpidas comedias
como "Mon cur chez les riches", cuyas mil representa-
ciones le han hecho ya rico. Qu necesidad tiene Vautel
de ser picapedrero, si su pluma le d todo el dinero que
quiere? y, correlativamente, qu necesidad tiene Vautel de
engaar a su mujer, si l es un escritor mediocre y ca-
rente en absoluto de inquietudes? Estamos pues, en un
mundo donde todo tiene su explicacin.
Hasta los amores principescos tiene su explicacin,
bien que IDO sentimental, sino meramente poltica. Hoy
ms que nunca, los prncipes se casan por mviles de
orden poltico o policial, si se quiere, y no de orden car-
daco. En este nmero de enlaces figura el que va a con-
traer el Prncipe heredero de Blgica con la Princesa As-
trid de Suecia, y el que probablemente ha de ajustarse
muy en breve entre el inevitable Prncipe de Gales y la
Infanta Beatriz de Espaa, si antes no han destronado
a Alfonso XIII los artilleros ambiguamente republicanos
que se sublevaron ltimamente en los cuarteles de Se-
govia. El heredero ingls pasa, entre tanto, sus vacacio-
nes en Biarritz y una que otra noche da,sus saltos a San
Sebastin, para galantear a hurtadillas a Beatriz, como
cualquier seminarista ertico y precoz.
Mas ya llega el otoo, y las vacaciones, en playas y
montaas, van a terminar. Empiezan las muchachas a
cambiar de trajes y, posiblemente, de amores. El charles-
ton de los dancings, a la orilla del mar o al pie de la
nieve, languidece, y las parejas, en el baile y en la vida, se
dispersan ms pronto en el otoo que en el verano. A Pars
empiezan a volver, para quedarse o de paso a otras urbes,
todos los veraneantes. A veces son los reyes de Yugoeslavia
o el Prncipe Shishibu del Japn, o el Infante don Jaime
de Espaa, o, simplemente, el modesto empleado de Ban-
co, el obscuro negociante en carbn, o el pobre diablo an-
nimo y hastiado. No sera raro que una de estas maa-
nas pasase por Pars el Prhcipe de Gales con la pala al
hombro, es decir, con el presunto noviazgo hecho aicos.
EL SALON DEL AUTOMOVIL DE PARIS
Tres grandes demostraciones de caballos de
fuerza.- EI buen mecnico derrota al gran
pintor.- Se reanuda la vida del gran mun-
do en la ciudad.- Apogeo de la ciencia
industrial.- Elega de las sienes y los vien-
tres.- Viajes por adentro y viajes por afue-
ra.- El pblico que lee a Paul Morand.-
El secreto de la dicha humana est en la
bencina.- El progreso es un simple fen-
meno econmico.
l
(Especial para Mundial)
Pars, octubre de 1926.
Hoy abre sus puertas al pblico de las cuatro es-
quinas del mundo, el XX Saln del Automvil de Pars.
En estos mismos das se inaugura tambin una Feria Au-
tomovilstica en la Puerta de Versalles y un Meeting Nu-
tico a las orillas del Sena. Se ha esperado las primeras
nieblas otoales para lanzar a la vez, estas tres exposi-
ciones de la velocidad, con todos los honores del caso;
asistencia del Presidente la Repblica, discursos, exhibi-
cin de las modas suntuarias de la nueva estacin y, so-
bre todo, concurrencia de los miles de personas del gran
mundo, que acaban de volver de las playas' o que vienen
expresamente para estas fiestas del motor, desde los otros
continentes. De este modo, el Saln del .Automvil cons-
tituye como la primera recepcin social del ao en Pars,
despus de las vacaciones del verano. La vida elegante
de la ciudad slo empieza con la apertura del Saln del
Automvil. Antes, ahora 15 20 aos, la gran vida mun-
dana parisiense empezaba cada ao con el vernissage del
Saln de Otoo. Un da vino la guerra, murieron varios
millones. Sali, como se sabe, mala ficha para los artistas
y buena para los electricistas. Hoy son los automviles los
que mandan y n los cuadros ni las estatuas como suce-
da en las sociedades del Renacimiento. Y este reinado so-
cial de la rueda no sucede siquiera en New York, a la que
poda echarse la culpa de materialismo excesivo, sino en
Pars, que no podr negarla.
Qu gloria para los fanticos del progreso! Qu triun-
fo para los futuristas! Qu poderosa demostracin de ca-
ballos de fuerza! Por las vastas avenidas que rodean al
Grand-Palais, donde est el Saln del Automvil, pasean
victoriosos de esta demostracin, los constructores de ca-
rros, los ingenieros convencidos, los sportmen, las da-
mas-pilotos y sus perros de lujo, los turistas de anteojos, con
el inevitable seor Citroen a la cabeza; hoy ms que nunca,
van y vienen por todas partes, haciendo un ruido pre-
potente de bocinas sobre las cabezas insomnes de las es-'
tatuas inmviles y, lo que es ms, sobre las sienes gr-
vidas de los sacerdotes recalcitrantes, de los aedas, de los
sabios y de las mujeres en cinta, a las que el ms leve es-
tremecimiento puede matar o hacer dar a luz nios ya
muertos para siempre. . . Y qu contentos estn, asimis-
mo, los artistas incipientes de la poca, que hacen versos
cinemticos como el pobre Canudo, cuadros con temas
neumo-gstricos, como Max Ernst, o estatuas formadas
de calderas y termmetros, como mi inquieto amigo
Decrefft. El apogeo de la ciencia industrial no ha sido
hasta hoy mayor como en esta triple exposicin de la
velocidad. As lo aseguraba ayer, paseando los mltiples
stands del Saln de Automvil, Paul Morand, el trashu-
mante novelista de "Rien que la terre", el escritor ultra-
moderno, que hace viajes en tomo del mundo cada veinte
y cuatro horas, y posee la virtud de desconcertar con su
modernismo epilptico y errtil a ms de un escritor gor-
do, gigantesco, rampln y sedentario.
Algunos han salido al encuentro de este espasmo au-
tomovilstico de Pars. Al seor Morand se le ha dicho
que las andanzas y vagabundeos son ms fecundos cuan-
do se operan por los senderos inciertos y sin fin del reino
interior, y n cuando se llevan a cabo sobre sendas ex-
peditas, en un Hispano-Suizo, en un aeroplano o en un
trasatlntico, con pasajes de primera clase, pasaporte di-
plomtico, gorra de antlope y cien mil francos en la car-
tera. Al seor Morand se le ha dicho que es menos inte-
resante viajar, como l lo hace, en condiciones de emplea-
do del Ministerio de Negocios Extranjeros, de New York
a Pekn o de Mosc a Barcelona, que viajar a pie, por
cuenta propia, de la duda a la fe, del dolor a la alegra,
de la vida a la muerte, o de Dios a la Nada. Al seor Mo-
rand se le ha dicho, adems, lo que hace algunos aos
escriba yo, poco ms o menos, a Alcides Spelucn: "El
Universo est en usted mismo, en su jardn, en su cuarto".
Y se le ha recomendado al seor Morand, y en su
persona, a todos los novelistas internacionales y poetas
cosmopolitas de pega, que debe ya tomar un reposo, pues,
segn parece, est en peligro de atrapar en los caminos
un "mal viento", que se explicaran los quechuas de Am-
rica.
Ahora hay que esperar lo que van a decir las mujeres,
en defensa de Paul Morand y de la mana viajera. Paul
Morand es un escritor tan eminente y, ante todo, tan r-
pido, en el sentido viajero del epteto, que su pblico por
excelencia, adems de ciertos escritores gordos, est for-
mado de damas y de damas modernsimas. El ertico fon-
do del temperamento femenino anda muy ntimamente
vinculado a la literatura "nocturna" de Morand y a la ve-
locidad moderna. "El amor a la velocidad, -expresa Er-
nest Naef-, deviene una verdadera pasin entre las mu-
jeres. Estas sienten la necesidad de la ruta y un regocijo
avasallador en dirigir caballos de fuerza. Desgraciado de!
que no puede amar no ya a la sombra de un sauce geme-
bundo, como en tiempos de Musset, sino en un pico Rolls
Royce de seis cilindros. Enamorados del primer cuarto de
siglo XX! Os ha tocado amar sobre las rutas asfaltadas,
a 80 kilmetros por hora. Se da un beso en un viraje, y
Dios sabe en qu garaje nacer una criatura. Todos los
pases se quejan de la baja creciente de la natalidad. No
ser la falta de automviles la causa de ellos? No sabre-
mos decirlo. Lo que est fuera de duda es que la juventud
Bctual deja ya de lado los matrimonios a base de amor y
de agua fresca. En nuestra poca se impone, antes que nada,
la bencina. Dse un poco de bencina a una pareja y de-
jadla en un carro y ya ver cmo aumenta la poblacin.
As se expresa Ernest Naef, hablando de automviles
y mujeres. Y esto y mucho ms se dir en defensa de la
literatura e "wagon-lit" como es la de Morand y compaa.
Slo que estos argumentos en favor del automovilis-
mo son, argumentos de personas ricas y no de gente po-
bre. Probado est que el progreso sirve, al menos hasta
ahora, al dinero y no a los mseros. En el Saln del Auto-
mvil el carro que menos cuesta es diez mil francos, mien-
tras los hay hasta de un milln. La carrera en autom-
vil en Pars empieza con un franco. El pobre, en estos
'
casos, queda relegado al margen del festn. Mientras haya
pobres habr siempre viajeros a pie, pese a todos los pro-
gresos en materia de locomocin. El progreso industrial
es, exclusivamente un fenmeno econmico. Los servicios
que de l emanen dependen de la capacidad econmica
de cada cual para adquirirlos. El progreso ser bueno
cuando sus beneficios estn al alcance de todos.
En otros trminos, la comodidad y bienestar de los
hombres no depende tanto del progreso industrial y cien-
tfico, sino de la justicia social. Si por hacer exposiciones
automovilsticas, se descuida la justa distribucin de las
ganancias de la empresa constructora, entre patrones y
obreros, de nada servir6 que el hombre vaya a la luna, o
coma estrellas fritas, o escuche por inalambrama las mt-
sicas serficas en cuerda viva. Unas parejas de novios se-
guirn besndose, repantigadas entre los cojinetes de un
gran Renault, mientras otros se suicidan por hambre, arro-
jndose, precisamente, bajo las ruedas de los carros per- I
fectos y brillantes.
Mundial, No 338, 3 de diciembre de 1926.
l
EL CREPUSCULO DE LAS AGUILAS
Diferencia entre cosmpolis y ciudad ws -
mica.- Buenos Aires y Pars.- Urbes don-
de se gana y urbes donde se gasta.- Sin-
gularidades de la vida parisiense. -El Per
y la Sociedad de las Naciones.- Debate
sobre la nacionalidad de Paul Gauguin.-
Necesidad de reclamar una gran gloria pe-
ruana.- El duelo entre las guilas y los
aviones.
(Especial para Mundial)
1
Pars, noviembre de 1926.
El contenido csmico y cosmapolita de Pars es tan
grande, su riqueza psicolgica y social es tan universal,
que en esta urbe se encuentran contenidas todas las de-
ms urbes. Pars es New York, Berln, Londres, Roma,
Vena, Moscti y adems Pars. Ni Moscti, se escapa de
estar contenido en Pars. Qu de original habr en la ca-
pital rusa, que no lleva el sello europeo que da Pars?
El elemento comunista no va ms all de la mquina ad-
ministradora. En lo restante, Mosc conserva el tono ciu-
dadano de la urbe europea contempornea, cuyo para-
digma es Pars, no sienten mayor cambio de normas y h-
bitos de vida social. He hablado con muchos de ellos y
me han declarado que la vida de ciudad de Mosc no
difiere esencialmente de la de Pars.
Se ha dicho de la capital francesa que es una cos-
mpolis. Hay que aadir que esta cosmpolis ha progre-
sado y evolucionado hasta convertirse en ciudad csmica.
En la cosmpolis los extranjeros viven de huspedes e
plazo ms o menos largo, y sus intereses materiales y es-
pirituales conservan su sello de origen; en la ciudad cs-
mica, los extranjeros han llegado a un gnero de convi-
vencia ms permanente, ms homognea, humana y uni-
versal. En Buenos Aires, tipo representativo de cosmpo-
lis, las colonias extranjeras no pierden su fisonoma so-
cial y los ciudadanos italianos, ingleses, rusos, espaoles,
son siempre espaoles, rusos, ingleses, italianos. En Pars,
tipo representativo de ciudad csmica, las colonias extran-
jeras pierden su fisonoma social y se parisianizan, es decir,
adoptan el ritmo social de Pars; y es que a Pars no se
viene para enriquecerse, como en Buenos Aires, ni para di-
vertirse y pasar, como en Biarritz o la Costa Azul: a Pa-
rs se viene para vivir ms amplia y noblemente, es decir,
permanecer. A Pars se viene, no ya en exploracin vital
y humana, es decir, generosa y ascendrada. La urbe cos-
mopolita es un fenmeno econmico o mundano; la urbe
csmica es un fenmeno desinteresado y se apoya en pers-
pectivas y necesidades de orden ms generoso, ms pro-
fundo y permanente. Si Pars ha sido, acaso, antes una
simple cosmpolis mundana, he aqu que ahora es ya la
ciudad csmica.
En esta urbe csmica ocurren cada da mil cosas raras,
que marcan por su rareza, los matices y polares y las in-
quietudes extremas de la convivencia humana. Hoy es una
dama pobre que la miseria arrastra al suicidio, arrojn-
dose al Sena. Un guardia de polica la advierte desde un
puente del ro, saca su revlver y la amenaza dispararle
sobre la cabeza, que se debate a flor del agua, si la mujer
no renuncia a suicidarse. Entonces la mujer, que quera
morir, al ver que iba a recibir un balazo en la cabeza si
no obedece al guardia, se llena de miedo y haciendo un
esfuerzo tan supremo como singularsimo, da unas cuan-
tas brazadas y logra salir del ro.. . El guardia, obedecidas
sus rdenes y salvada la mujer, envaina su revlver y
oculta entre sus mostachos una sonrisa dolorosa y des-
medida, que apenas cabe entre sus labios.
El mismo da es una multitud que se arremolina ante
un affiche, en la calle Douane. El affiche dice textual-
mente: "Si buscais trabajo, cuidos de ir al restorn X. . .
de la rue Douane. All son unos ladrones. Me haban
prometido 275 francos mensuales y no me han dado sin3
200. La gorda Angklle de la me du Temple, es una vaca-:
ella me ha hecho arrojar del restorn". El gran affiche
de marras, que lleva el timbre fiscal correspondiente, como
en los affiches de la apotosis de Jaurs, est firmando
as: "Mara la sirvienta". Venganza? Publicidad?. . . R-
clame de la sirvienta o del restarn? Nadie lo sabe. La
multitud lee y se renueva a cada instante, del mismo modo
que ante el curso de los cambios, que emite la Agencia
Havas, por telegrafa sin hilos.
El mismo da es la Sociedad de las Naciones, la que se
queja a grito herido, de que muchas potencias olvidan o ha-
cen que se olvidan de pagar su cuota respectiva para los
gastos que demandan las Asambleas de Ginebra.
Se queja de que Bolivia debe 185,000 francos; Hondu-
ras, 99,997 francos; Lituania, 57,000; Nicaragua, 100,000; y
El Salvador 13,184 francos de oro. La China, a la que' se
ha ofrecido un puesto en el Consejo de la Liga, debe
3.140.000 francos. "Y, cosa extraa y desconcertante, -
comenta un peridico de Pars-, El Per, que hasta aho-
ra era considerado como El Dorado del Mundo, debe al
31 de julio ltimo, 878.168 francos oro a Ginebra". Ad-
virtase bien cules son los pases deudores a Ginebra:
Salvador, Nicaragua, Lituania, Bolivia, Bolivia, China y
E1 Per. Estupendo!
El mismo da es un cablegrama luminoso que anun-
cia, a media noche, en la Plaza de la Opera, que un avin
acaba de vencer a un guila de dos metros de tamao,
a raiz de un terrible torneo de alas, a 700 metros de altura
sobre los Estados Unidos. Las nobles y picas plumas
de la naturaleza han llovido sobre las montaas nortea-
mericana y los pujantes tubos de cobre y las palpitantes es-
feras del avin, han seguido jadeando en el espacio infinito.
Y el mismo da es un ruidoso debate sobre la verda-
dera nacionalidad de Paul Gauguin, el gran pintor sinte-
tista, precursor de todas las inquietudes artsticas d'aprs-
guerre. Se trata de saber si Gauguin es francs o peruano.
"Gauguin tena en su sangre, - di c e Andr Warnod en
un articulo reciente- elementos latino-americanos, pues
su madre fu peruana y, adems, ello se siente en su pin-
tura. Las gentes de all no han tardado de reinvindicarlo
como suyo. Hay en l esa fuerza creatrz que se halla
en el origen de todas las artes, y es verdaderamente rnila-
groso cmo un hombre del siglo diez y nueve haya podido
conservar tan intactos y puros los dones transmitidos por
sus antepasados". Y al seor Warnod le responden otros
crticos franceses, defendiendo la nacionalidad francesa de
Gauguin. La polmica, iniciada ya hace muchos aos, a
raz de la muerte del avtista, acaecida en 1903, vuelve
ahora a encenderse, esta vez en trminos decisivos. Gau-
guin es una gloria francesa o peruana? Mi distinguido
amigo, el gran pintor peruano Feiipe Cosso del Pomar,
me ha dicho lleno de entusiasmo:
-Gauguin, el nieto de Flora Tristn, es, sin disputa,
peruano. ES menester que lo reivindiquemos como gloria
nuestra. Una co~iosa v seria documentacin histrica lo
prueba. Unmonos para esta campaa de reivindica-
cin (*).
En verdad, Gauguin es, por todos respectos, una sen-
sibilidad peruana, cosa que tuve ya ocasin de afirmar
hace mucho tiempo, en un artculo escrito para "Paris
Times". Los amores temticos del gran pintor, su fuerza
temeraria, su exceso insultante, su simplicidad, estn vo-
ceando los Andes, el Amazonas, el Cuzco.
Necesario es reivindicar a Gauguin como peruano.
Es el primer pintor de Amrica y uno de los ms gran-
des de todos los tiempos y pases.
Mundial No 340, 17 de diciembre de 1926.
* F. Cosso del Pomar ha publicado por lo menos dos
Libros sobre Gauguin, su remoto pariente: "Vida y arte de Paul
Gauguin" (Pars, 1929); y "El Hechizo de Gauguin" (Santiago
de Chile, 1938) (Ed.).
EL NUEVO RENACIMIENTO
Regla para distinguir a los grandes juris-
tas.- Signos de la decadencia jurdica en
Roma.- El tiempo del reposo y el tiempo
del trabajo.- Henri de Montherlant, tipo
del hombre nuevo.- Paralelo entre fa ci-
cuta y el helado Pompadour.- El sueo
en los mos, en los jvenes y en los viejos.
Los espritus novisirnos, los "pasadistas" y
los mediocres.- Los trabajos y los pla-
ceres.
(Especial para Mundial)
Pars, noviembre de 1926.
Al seor Henry Robert, miembro de la Academia
Francesa y primer criminalista de Francia, le han pre-
guntado un da, al anochecer:
-A que hora suele usted acostarse a dormir?
-Yo me acuesto a las ocho de la noche, -ha respon-
dido sin precauciones el seor Robert.
-Y a qu hora se levanta usted?
-A las seis de la maana.
Los curiosos y admiradores de Henri Robert empie-
zan a pensar que los criminaiistas son unos hombres del
Renacimiento, puesto que, como los artistas del siglo XV,
aman la luz del da y se horrorizan de las sdmbras noc-
turnas. Se cree que los criminalistas odian la noche a
causa de que en la noche se comete el mayor nmero de
crmenes y natural es que quienes se empean en explicar,
para evitar los hechos criminales, repugnen cuanto con-
tribuya a obscurecer esos hechos y a propiciar a los de-
lincuentes. Slo las rbulas vulgares, los abogadillos de
guiol, cuyo nico papel profesional consiste en enredar
y propagar los actos criminales de la clientela, odian lo
claro, huyen del da y son por ende, nocherniegos. Tal
es la diferencia que hay entre los grandes penalistas y los
pequeos, entre los abogados nobles, idealistas y amantes
de la justicia y los tinterillos grasosos y depravados. Para
reconocer si un abogado es un profesional digno, un hom-
bre de bien, no hay sino que averiguar si es o no tras-
nochador. Su fotofobia ser un sntoma seguro de su pe-
queez. En tiempo de la decadencia del derecho romano,
muchos de los juristas, tales como Papinianus y Cayus el
joven, iban a las audiencias del foro completamente ojero-
sos y no era raro que se pusiesen algunos de ellos a cabe-
cear de sueo, en pleno pblico.
Si esta explicacin no basta a probar que M. Henri
Robert, por el simple hecho de ser un abogado que se
acuesta a las ocho de la noche, es un hombre del Renaci
miento, traigamos en apoyo de esta tesis la circunstancia
de que Henri de Montherlant, poeta claro y armonioso
torero y campen de foot-ball; tambin se acuesta a las
ocho de la noche.
-Tengo un miedo pavoroso a la noche -ha excla-
mado Montherlant-; apenas cae la tarde, me encierro en
mi casa y ya no salgo hasta el da siguiente.
Y nadie podr negar que Montherlant es un perfecto
mozo del Renacimiento Natural de luz, de fuerza y de
gracia singularmente animal o "bestiaria", como l la lla-
ma; poeta pindrico, de grandes vocalizaciones de gesta;
, instinto de tierra anti-metafsico, anti-kantiano y anti-
bergsoniano; hombra de razn y equilibrio, que, a manera
de Scrates, de beber la cicuta, lo hara, no ya para sellar
una misin providencial, sino para probar si el sabor de ese
jugo supera.
El autor de "A l'ombre des epes", es, entre los es-
critores actuales de Francia, el tipo por excelencia del
hombre nuevo.
Traigamos, asimismo, a defender el Renacimiento de
M. Robert, la circunstancia de que Pierre Mille, por el
contrario, no duerme nunca en la noche.
-Y pensar que yo dorma admirablemente hace
veinte aos, -gime lastimeramente el pobre novelista de
folletn.
Nada ms natural. Cuando se es joven, el sueo
144
viene pronto y largo.
Esto probar, por otro lado, que
trasnochan solamente los viejos, mientras que los jvenes,
apenas ponen la cabeza en las almohadas, ya estn al otro
lado de las cosas. Los nios, adems, duermen veintitrs
horas en 24. Se concluye de aqu que la juventud espi-
ritual y fsica no padece insomnios y que, en cambio, se
desvelan y trasnochan nicamente los valetudinarios de
cuerpo y alma.
Partiendo de estas consideraciones y retorciendo un
poco las ltimas consecuencias del tema que nos ocupa,
hay quienes clasifican a los habitantes de Pars, segn el
tiempo en que duermen, en tres categoras: los que, como
Henri Robert y Henri de Montherlant, cierran los ojos
apenas cierra la noche; los que, como Pierre Mille y Fran-
cis Carco, se acuestan al rayar la aurora; y por fin, los que,
como los dems mortales, se acuestan a las doce de la
noche, y se levantan a las ocho de la maana. A la pri-
mera categora pertenecen los espritus novsimos, que tra-
bajan en el da y reposan en la noche, tal como lo quiere
el ritmo cientfico de la naturaleza; a la segunda catego-
ra pertenecen los "pasadistas", que dira Jos Carlos Ma-
ritegui, es decir, los que todava creen en la bohemia, en
el "claro de luna", en fin, los que vagabundean de noche,
en "Le Bouf sur Toit", "Chez Florence", o los "Am-
bassadeurs", a la me Blanche, al Chateau de Madrid, bai-
lando el chrleston o improvisando a su manera poemas,
ideales o proyectos industriales, entre una carrera de au-
tomvil, una cena de faisanes, un beso d'avant-guerre y
una manito de pker. Por ltimo, a la tercera categora
de habitantes de Pars, pertenecen los dems, los que po-
dramos llamar, con criterio parlamentario, "los centris-
tas", puesto que no estn del todo de acuerdo ni con los
espritus novsimos ni con los "pasadistas". Esta catego-
ra est formada por las personas respetables, ecunimes
dentro de su concepcin burguesa de la vida, que trabajan
durante una parte del da - e n lo cual se semejan a los
espritus nuevos- y vagabundean una parte de la noche,
en lo cual se parecen a los "pasadistas". Son los buenazos
mediocres, que no avanzan como los nuevos, ni retroceden
como los retrgados. Las gentes de esta Ciltima categora
. trabajan, van al teatro o a una visita, leen el peridico,
duermen, se peinan y, despus de reir a los criados ma-
hal es, salen a hacer ellos mismos sus compras en los
mercados, como antes de la guerra, y vuelven a sus casas
kunediatamente, para salir y encaminarse atropelladamen-
te, como despus de la guerra, hacia el taller o el bureau.
Una vez all cierran la puerta para atrs y se cogen un
1
dedo en la cerradura. Al medioda se ponen solamente un
poco de yodo domstico en la herida y toman, por todo
alimento, un pedazo de pan negro, como durante la guerra.
Se habr advertido el rol que juega la guerra.en estas
1
clasificaciones de los habitantes de Pars y en los inciden-
tes que caracterizan la vida de cada categora. Todava,
y an por cunto tiempo ms, la guerra manda y man-
dar en el curso y sentido de las sociedades europeas.
Mundial, NQ 341, 24 de diciembre de 1926.
LA FIESTA DE LAS NOVIAS REALES EN
PARIS
Las perturbaciones astronmicas europeas.
Una noche formada de tres noches apunta-
ladas.- En Pars es frecuente que no ama-
nezca.- Bajo el romntico patrocinio de
Santa Catalina.- La crisis del hogar mo-
derno.- Pavorosos corolarios de la guerra.
En busca de un prncipe encantador.- El
drama de la soledad de las mujeres en las
grandes urbes.- La "Bohemia dormida"
de Rousseau.- El black-botton y las can-
ciones de la @erra.
(Especial para Mundial)
Pars, noviembre de 1926.
Hoy en Pars no ha amanecido. En Pars es frecuente
que no amanezca. El reloj marca las siete de la maana,
las ocho, las doce del da, y no amanece. El reloj llega
a marcar las cuatro de la tarde, las cinco y las seis de la
la noche, y no amanece. En Pars es frecuente que una
zona nocturna, marcando las siete, las ocho, las once de
la noche y no amanece. En Pars es frecuente que una
noche salte a la noche siguiente sin que entre ambas haya
da. Se trata entonces de tres noches apuntaladas, o, lo
que es igual, se trata de una sola noche larga, formada de
dos noches normales y de un da que no quiso abrir los
ojos, es decir, que no quiso amanecer. Hoy ha ocurrido
esto en Pars. Escribo estas lneas a las tres de la tarde
y hasta este momento no ha amanecido. La urbe sigue,
desde ayer, sumida en una sola noche larga, en "una sola
sombra larga". La actividad y la vida de los hombres
han amanecido, y los negocios y el trabajo han vuelto a
reanudarse a las horas normales. Pero la luz del da no
ha vuelto, ni volver ms por ahora. Faltan unos cortos
minutos para que, segn ocurre normalmente en esta es-
tacin, torne la noche. As, pues, toda esperanza de luz
del da est por hoy perdida. Hoy en Pars no hay da.. .
La urbe, sin embargo, se mueve y vive como si hu-
biera da y como si nada de extraordinario aconteciera en
el curso de la luz y de la sombra natural. La urbe ha
mostrado abiertos sus almacenes, sus restoranes, sus
bancos, sus oficinas pblicas, y la agitacin en la calle no
difiere en nada a la de los das de luz, a la de los das
que amanecen. Solamente hay una pequea diferencia:
no hay luz solar sino alumbrado elctrico.
Oigo que algunas gentes se preguntan por qu pre-
cisamente hoy, da de las novias de Pars, da de Santa
Catalina, no ha amanecido ni amanecer ya ms? La fies-
ta de las vrgenes, la fiesta de las pberes, est transcu-
mendo ay! bajo los arcos volticos, en lugar de transcurrir,
como conviene a los azahares y a la sangre joven, "bajo
el gran sol de la eterna armona". Las vrgenes en flor,
las pberes hermanas de Santa Catalina, van y vienen por
la urbe, atronando los aires con sus risas, sus cantos, sus
pitos y matracas, sus ropas y sus'trajes, hoy precisamente
hoy que no ha amanecido ni amanecer ya ms en Pars.
Y, bajo una noche larga y trina y repleta de niebla
otoal, la ciudad ha suspendido a medioda sus labores
ordinarias en honor de las "jeunes filles" de Pars, de estas
criaturas de Dios, como las llamaba Anatole France, que
acaban de entrar a la pubertzd y abren por primera vez
sus grandes ojos castos al amor y a la esperanza. La fies-
ta muestra su mejor encanto, su gracia y sugestin ms
romnticas y humanas, en las personas de las novias po-
bres, de "las midinettes", de las plidas obreritas de la
urbe tempestuosa. Las otras, las "jeunes filles" de lor
palacios y del lujo, han acabado por renunciar a la cele-
bracin de Santa Catalina, y miran transcumr esta fiesb
como una cosa extraa a ellas, como algo que nicamente
concierne a las clases populares. Pero, por esto mismo.
el da de Santa Catalina en Pars ha llegado a cobrar,
sobre todo despus de la guerra, un fuerte sabor dramtico
y humano. La poblacin masculina de Francia es en una
tercera parte inferior a la poblacin femenina. Un con-
siderable nmero de mujeres y viven solas y mueren solas,
sin haber logrado formar un hogar. Viven y mueren solas,
sin esposos, sin prole, sin eternidad. Apenas han familia-
rizado con alguna otra amiga sola tambin, que tampoco
pudo formar un hogar. El caso ha sido sealado, desde
el primer momento de la escasez de hombres, por Vctor
Margueritte. Es un hecho natural o un hecho contra na-
tura? Se puede s afirmar, por de pronto, que se trata de
un hecho lgico y probablemente lamentable. Esta es la
impresin que se tiene cuando vemos las diversas mani-
festaciones y festejos de las "catherinettes" de Pars. So-
las o en grupos, las obreritas recorren las avenidas y bu-
levares, entran a los teatros y restoranes, suben a los au-
tomviles y tranvas, invaden las estaciones, las plazas y
los jardines, con cigamllos dorados en los labios, tocadas
de grandes sombreros de fantasa, en tul o papel de co-
lor, los cabellos cortados a lo Ninn, saltando y entonan-
do en coro terrible canciones de guerra que oyeron, hace
unos ocho aos, de boca de los hroes triunfales. Por qu
estas muchachas de ahora, de faldas .a mitad de los mus-
los, la han dado en cantar, en el florido da de las novias,
esas canciones muertas? Por qu, entre un orgistico black
botton, que improvisan y bailan en una esquina, irrumpen
de repente aquellas ya viejas canciones que trajeron de
las trincheras los esposos, los hermanos, los padres, en fin,
los soldados desconocidos?. . .
Esta fiesta de las novias de Pars es, en medio de su
jolgorio excesivo y epilptico, una cosa, sin duda, emocio-
nante y dolorosa. Hay entre las nias que buscan novios
de ilusin, prncipes encantadores, o siquiera un Rodolfo
Valentino, con un poco de "gigol" y un mucho de Apolo
anacrnico, una que otra cabecita ambigua, extraa e in-
quietante. Las dems se acercan a esta nia singular y
sutilmente varonil y se disputan entre s por llevarla del
brazo o por besarla en la mejilla. Se oyen gritos. Cruzan
serpentinas. El pblico re. Se forma un tumulto pinto-
resco. Luego continan pasando las comparsas.
Hay otras "catherinettes" que se han reunido para al-
morzar juntas. A esta nia rubia, de ojos rasgados, alta,
hermosa, la conozco. La ne visto mil veces almorzar y
comer en el restorn "Colbert". Trabaja en los almacenes
del Louvre. Siempre sola, a una hora fija, suele llegar y
salir del restorn. Tendr unos veinte aos. Hoy est al-
morzando en una larga mesa llena de flores, acompaada
de unas diez amigas. Todas estn coronadas de crisan-
temos y de tules caprichosos. Al entrar, he reconocido in-
mediatamente a la rubia del "Colbert". Estaba enrojecida
y sus rasgados ojos de olivo brillaban extraamente. Hay
en la mesa vanas botellas de vino ya vacas. La oigo
hablar de "buena posicin", de "sueldo", de "hotel", de
"trabajo". De sbito una de las amigas la ha tomado
en sus brazos tierna y fraternalmente. Est llorando su
perenne soledad, sin duda, sus das de trabajo intil, sus
estriles esperanzas. Est llorando sus cuarenta aos fu-
turos, sin hogar, sin hijos, sin amor ay! sin eternidad.. .
Existen tambin entre las nias que hoy recorren las
calles buscando novio, muchas que no se hacen cortar el
cabello, que viven sin la esperanza de un amor y que, ade-
ms, carecen del pan del da y de medios honestos de ga-
narlo por s mismas. Estas son las bohemias, de una bo-
hemia inquerida, como reza en el poema de Daro. Cono-
cis la bohemia inquerida? Oh, qu dolor! Yo s de esta
bohemia y conozco su hueso amarillento, su martillo sin
clavos, su par de dados, su gemebundo gallo negativo. Es-
tas "jeunes filles" de Pars, sin pan y sin techo, a pesar
de sus fuerzas y apesar de sus gracias. suelen destacarse
en medio de la turba riente, a causa del quebranto de sus
gestos, que parten el corazn. Es dable encontrar a algu-
na de estas vrgenes bohemias, durante las heladas no-
ches de noviembre, dormidas, al pie de un palacio de Rots-
child o de una fbrica de CitroZn, y dormidas acaso para
siempre. Y, como no son las bohemias pasadas, las profe-
sionales finiseculares, que pint Rousseau, no es posible
encontrar junto a sus cadveres, ni siquiera un violn de
Ingres. Solamente las sigue, an ms all de la muerte,
la hiena fosforosa del destino.
Mundial, NQ 342, 1Q de enero de 1927.
UN GRAN DESCUBRIMIENTO CIENTIFICO
Causa del "surmenage" moderno.- Nueva
ofensiva contra las revoluciones, los terre-
motos y los nios prodigios.- El sentido
econmico de la naturaleza.- C6mo aca-
ban los torbellinos de la historia.- Picas-
- contra el cubismo.- La novsima l i t e
ratura rusa.- Alerta a la juventud litera-
ria de Amrica.- Los Premio Nobel de
1926.
(Especial para Mundial)
Pars, noviembre de 1926.
Vuelve la ofensiva de 10s que creen que la vida abo-
rrece las revoluciones. Nada de terremotos ni motines. El
proceso de perfeccin corre a lo largo de un alambre ex-
tremadamente delgado, que no resiste convulsas urgen-
cias ni velocidades excesivas. La vida repele las improvi-
saciones y los saltos. El viejo apotegma "Natura non sal-
tus" sobrepuja toda objecin, cuando asistimos a he-
chos absurdos, a absortos y fracasos momentneos del
proceso lineal de la vida. La vida no quiere estos fracasos
La vida busca realizarse econmicamente, es decir, sin
desperdiciarse en inopinadas aventuras y precoces alum-
bramientos. La precocidad es otra de las formas de revo-
lucin en la naturaleza, otra de las formas de aborto de
la vida. Los nios prodigios nunca han hecho nada gran-
de y definitivo, pese a la opinidn general de las gentes que
se asustan intilmente ante los seis aos de Mozart. por
ejemplo. Radiguet deca que los nios-prodigio llegan
siempre a ser unos hombres mediocres y unas existencias
fracasadas. La vida quiere, pues, realizarse linealmente,
fluyendo, con justeza y sin apremio, a lo largo de su alam-
bre sutil, de una sutileza heroica y temporal. El tiempo di
el dimetro del alambre. No se puede precipitar ni retar-
dar los acontecimientos. "Natura non saltus". No se salta
hacia adelante ni hacia atrs. Los polticos reaccionarios,
desde este punto de vista, son tan nocivos como los re-
volucionarios.
La historia nos muestra que los movimientos de san-
gre han acabado por dar el paso atrs, enmendndose y
refrenando sus urgencias y excesos. Fu siempre mucho lo
que se quera. La velocidad del movimiento fue siempre
tan excesiva, que se ray6 en lo contrario de lo que se que-
ra. Napolen, porta-estandarte de los derechos del hom-
bre, se hace a la postre y acaso sin darse exacta cuenta,
emperador. Otras veces, esos movimientos de sangre se
reconcilian con las situaciones anteriores, con lo que stas
tienen de justo y natural, en forma ms deliberada. Este es
el caso del Soviet. Los comunistas rusos van rectificn-
dose y morigerando el exceso de sus propsitos, en orga-
nizacin econmica e industrial sobre todo.
Falta saber en qu pararn los polvorazos y sacudi-
mientos que en materia de arte vienen producindose, ao
tras ao, escuela tras escuela, desde los das de la guerra,
en todo el mundo. En qu parar el cubismo, el construc-
tivismo, el dadasmo, el superrealismo. Y en cuestin de
ciencia, falta saber en qu parar al cinematismo, el
avionismo, el radismo y todo este cmulo de nuevas ten-
tativas de vida, a las que ahora damos una importancia
y trascendencia sin lmites. Por de pronto, de Picasso y
Stravinski ya se ha dicho que devienen clsicos, y Len
Daudet, inteligente y sincero espritu, opina ya que el ci-
nema es un arte inmensamiente inferior de lo que se cree.
En cuanto a los caballos de fuerza contemporneos, es
muy posible que el "surmenage" de las grandes capitales
provenga exclusivamente de un desacuerdo entre las posi-
bilidades modernas de la velocidad y nuestros nervios ac-
tuales. Ante un aparato telefnico que no responde inme-
diatamente, las gentes de Pars revientan de rabia. Se exi-
ge de la ciencia demasiado. Queremos que el avin no
deba caer nunca. Las interrupciones atmsfricas del ra-
dio deben ser totalmente evitables y evitadas. "De qu
sirve que haya automviles, - cl aman muchas personas,
echando espumarajos-, si pasamos horas enteras en una
esquina, sin encontrar uno solo desocupado". Estas per-
sonas no se dan cuenta de que la naturaleza no salta. No
hay que exigir demasiado de las cosas. Los inventos no son
todo lo formidable que se piensa. Para que los aviones nos
conduzcan en veinte minutos de Pars a Buenos Aires y,
adems, no suframos nunca cadas, pasarn cientos o mi-
les de aos ms. Entre tanto, oigamos a los que predican
contra los saltos y terremotos, en materia cientfica y en
todo. Estamos en error al ponemos colricos porque el
telfono tarda en respondernos.
Nuestra sensibilidad ha hecho un falso y excesivo
recorrido, ha dado un brusco salto hacia el futuro, yndose
a situar en un punto adonde la realidad telef6nica es in-
capaz de !legar an. Es hora de rectificarse y morigerar
el exceso de nuestro temple motriz. Reconcilimonos con
la modesta evolucin natural de las cosas. No hay que
desbordarse. La rueda de un automvil dista apenas una
aurora muy azul de la pezua de un buey. Para lo de-
ms hace falta todava muchos siglos.
En literatura, el movimiento hacia la modernizacin
y hacia el equilibrio est an ms lejos. Todava hay poetas
que hacen versos negros y los caligramas de Apollinaire
subsisten como norma de inquietud. Apenas de Rusia
empieza a despuntar un nuevo gnero novelesco, sin cor-
'
coveos ni protuberancias clownescas, que no chaplincs-
cas. La novela "El ao desnudo" de Boris Pilniak, recien-
temente traducida al francs, es probablemente el heraldo
de la nueva medida, del nuevo equilibrio, del nuevo es-
pritu. Entre relato intenso y triangulado de dolor, referen-
te a la revolucin de 1917, podra ser una alerta para los
jvenes escritores de Amrica, que parecen empecinados
en seguir, an en 1926, mil escuelas literarias europeas,
falsas, espectaculares, y, lo que es ms lastimoso, lo que
ellas tienen de epidrmico, mujeril y "perim". La juven-
tud de Amrica no debe olvidar que no en vano acaba de
transcurrir el octavo aniversario del Armisticio.
M. George Claude, austero sabio francs, ha anun-
ciado ayer a la Academia de Ciencias de Pars, su in-
vento para convertir al mar en una ingente e inagotable
fuente de energas mecnicas. Basndose en la teora de
Camot sobre mquinas a vapor, M. Claude proyecta trans-
formar en energa mecnica el calor diferencial que exis-
te entre los 25 grados de temperatura que tienen las aguas
de la superficie del mar y los 5 grados de temperatura de
las aguas del fondo. La experiencia de M. Claude, rea-
lizada en la Academia de Ciencias, ha sido concluyente.
Pero he aqu que harn mal los industriales al preten-
der exigir del invento de M. Claude rendimientos desme-
1
didos y abracadabrantes. Las instalaciones de tuberas y
1
turbinas bajo las olas costarn siempre mucha plata y
habr que contentarse con el hecho de que la utilidad pro-
veniente de esta nueva energa mecnica, vaya aumen-
tando lentamente, pero siempre muy lentamente.
Lo que no ser nunca excesivo es la gloria a la que
~
tienen derecho los creadores, en ciencia como en arte. Un
Premio Nobel resulta ridculo para hombres tan merito-
rios como Bernard Shaw y Jean Perrin.
Mundial, NQ 343, 7 de enero de 1927.
GINEBRA Y LAS PEQUEAS NACIONES
Un juez intil y muy cobrador.- La Li-
ga de las Naciones sirve, de todos mo-
dos, para algo.- Unos diputados muelen
caf6 y otros azucar.- El novsimo cdigo
del gesto.- Seis mandamientos de la be-
lleza.- Ultimas novedades teatrales de
Pars.- El robo del "Diamante Rosa" de
Chantil1y.- Joyas de reyes y tumbas de
hroes.- Jules Romains y las dictaduras.
(Especial para Mundial )
Pars, noviembre de 1926.
Dije en otra crnica que la Sociedad de las Naciones
se quejaba de que le deben varios pases, tales como la
1 China, El Salvador, Lituania, Nicaragua, Bolivia y El
Per. Para eso sirve la Sociedad de las Naciones: para
cobrar! No sabe de otra manera de beneficiar a la huma-
nidad, fuera del moderno beneficio de ser acreedor. Crea-
da por Wilson, Presidente de un pas acreedor por exce-
lencia, como los Estados Unidos, la Asamblea de Ginebra
juega en el mundo un papel preferencialmente acreedor
y, antes que ser el rgano mayor de las aspiraciones de
justicia de todos los pueblos, es, sobre todo, una oficina
que cobra. As lo piensan, al menos, los pases deudores
a Ginebra. Qu otros vnculos hay en efecto, entre la
Liga de las Naciones y Nicaragua, sino los de acreedor y
deudor? Ginebra toma en cuenta a Nicaragua tan slo
para cobrarle y nunca para otra cosa, puesto que la pe-
quea repblica centroamericana es harto insignificante
desde el punto de vista poltico. Lo mismo acontece entre
Ginebra y El Salvador, entre Ginebra y Lituania, entre
Ginebra y la China, entre Ginebra y Bolivia y entre Gi-
nebra y El Per. Es verdad que algunos de estos pases
ven acaso en Ginebra algo ms que un acreedor: acaso
ven en ella un plausible juez, que puede ser til y no quie-
re o no le conviene serlo, pero que, de todas maneras,
cobra gruesos honorarios por pleitos eludidos. Mas, de toda
esta tramoya, lo nico que sacan en limpio los clientes
aludidos es que son deudores a una oficina que les cobra
por los peridicos, como a gentes morosas y plebeyas.
La Sociedad de las Naciones, fuera de este rol de
acreedor, sirve, adems, para ensear en Europa la geo-
grafa de esos pequeos pases deudores, pobres, obscu-
ros y remotos. . . Deca ltimamente un cruel escritor po-
ltico de Pars: "Los malos espritus que piensan que la
Liga de las Naciones no sirve para nada, estn en error.
La Socidad de las Naciones nos hace aprender la geo-
grafa. Si no hubiera sido por la Academia de Ginebra,
quizs nos habramos confundido con El Labrador, a la Re-
pblica de Andorra o lo hubisemos tomado por una mo-
neda anloga al marco-oro. Mas he aqu que desde hoy
sabemos que El Salvador se encuentra en la Amrica
Central, que su moneda es el coln; que dos colones, -fe-
lices colones del Salvador-, valen un dlar; que tiene
1'547,346 habitantes y que es una Repblica. El Salvador
tiene, adems, una Constitucin muy sabia. Hay all cua-
renta y dos diputados solamente y no sesionan sino cua-
tro meses al ao, de febrero a mayo. De junio a enero,
los honorables representantes del Salvador son invitados
a moler caf o pilar caa de azcar". . .
-No seor, -me deca, leyendo estas apreciaciones,
el caricaturista salvadoreo, Too Salazar-. La cosa no
es para reirse del todo. Pas por la caa de azcar. Pero,
por el caf. . .
Mas, yo le he respondido que se deje de ironas en este
caso, pues su pas es una cosa seria en Ginebra. "El da
que El Salvador se enoje, -di j eron en Pars muchos, con
ocasin del veto del Brasil contra la entrada de Alemania
a la Liga de Ginebra-, ese da puede temblar el mundo,
pues, un voto del Salvador puede por s solo paralizar
de golpe todo el mecanismo de la Asamblea de las Nacio-
nes y, en consecuencia, hundir a Francia y Alemania
juntas: su voz en Ginebra representa tanto peso como la
de la propia Inglaterra".
1
El gran caricaturista centroamericano haba tomado
!
ya su lpiz y, mientras yo le deca todo esto, dibujaba
aceleradamente mi cabeza. Luego me deca, trazando mis
pmulos difciles :
-Usted no sabe, por lo visto, el cdigo del gesto. Me-
nester es que lea usted a Thooris, a Thumazean y a los
modernos terapeutas ingleses, que tratan de la gimnasia
facial. . .
Aparte de Alcibiades en la antigedad y Deschane1
en los tiempos contemporneos, nadie ha posedo mejo-
res resortes cientficos de tonicidad muscular en la ca-
beza, como los bilogos britnicos. Lea usted a estos sa-
bios y, no solamente sabr posar para los artistas malos
y para las mujeres bonitas, sino que podr usted hasta
Uegar a ser un hombre verdaderamente hermoso.
Entonces, pues, hay el cdigo del gesto. Algunos sa-
bios ingleses se han puesto de acuerdo en que, para ser
bello, menester es aprender y practicar los siguientes man-
damientos fisiolgicos, que constituyen el verdadero c-
digo de la mmica: 1Qno hay que perder ninguna ocasin
para hacer trabajar a los msculos de la cara, sea en el
tranva, en el mnibus, en el metropolitano; 2"runza usted
la cara cuando pueda; 39 sonra a cada instante; 4"omo
la hermosura de los ojos slo puede ser conservada y an
suscitada por el ejercicio continuo de ellos, voltee y mue-
va usted los suyos en lo posible; 5? ejercite la narz, olien-
do, sorbiendo o respirando fuertemente, a fin de dar agi-
lidad y gracia a ese rgano; 6Qhay que masticar mucho
y siempre, para mejorar las lneas del perfil. Cumpliendo
estas prescripciones de los doctores de Londres, las muje-
res pueden estar seguras de que sern bonitas durante
toda su vida. "La gimnasia facial, - opi na el doctor Thoo-
ris-, permite, no solamente consewar la tonicidad de
los trazos, sino tambin luchar contra la pesadez y tor-
peza de los tejidos, que provocan las arrugas. La belleza
es cuestin de salud y, para un morfologista, la salud es el
resultado de una lucha perpetua contra la pesadez de los
tejidos. Hay que aligerar los msculos faciales por la
reeducacin y ejercicio continuo de ellos".
Conforme a este flamante cdigo del gesto, es fcil
ver a las mujeres elegantes de Pars gesticulando sin des-
canso, en sus automviles, entre las cortinas de sus palcos
teatrales, en las salas de ensayo de los costureros, en el
boudoir. El ejemplo lo han dado ya Emma Gramtica, la
trgica italiana, que acaba de trabajar en el Teatro Eduar-
do VII, y la lindsima Yolanda Laffn, que juega actual-
mente el rol de reina de "El Dictador", pieza de Jules
Romains, estrenada esta semana en el Teatro de los Cam-
pos Elseos. A ambas actrices se les ha sorprendido en
plena prctica del "Cdigo del gesto", cuyas prescrip-
ciones, al mismo tiempo que las conserva hermosas, les
da facilidades para encamar mejor los personajes que re-
presentan en la escena.
Aquella reina de "El Dictador" estaba irreprochable.
Hasta el seor Blum gust de ella, este seor Blum, so-
cialista y bigotudo, que ha censurado la obra de Romains,
porque en ella se trata de un diputado socialista que de-
rriba con un gran discurso un ministerio burgus y, lla-
mado a formar el nuevo gobierno, se convierte instant-
neamente en un dictador y de los ms absolutistas del
mundo: disuelve las cmaras, destierra en cierto modo ' a
los reyes, y, lo que es ms gordo, encarcela a todos sus
amigos socialistas de la vspera. A Jules Romains le ha
atacado Len Blum leader socialista del Parlamento fran-
cs, y, con este motivo, "El Dictador" ha hecho gran rui-
do en los crculos polticos y literarios de Pars.
Este diablo de unanimista de Romains es, sin duda,
asaz osado. Ha planteado ya graves situaciones teatrales
a base de una ideologa social ms o menos audaz y co-
munista. Ahora mismo, la crtica empieza a anunciar, en
forma de rumor, que Jules Romains prepara actualmente
una pieza teatral no menos atrevida, basada en el robo
sensacional del "Diamante Rosa7', llamado tambin "Dia-
mante Cond", que ocurri hace pocos das en el histrico
castillo de Chantilly. Los ladrones se valieron de unas
escalas y a las cinco de la maana penetraron, rompiendo
cristales, al Museo, sustrayendo el rico botn, consistente
en el clebre "Diamante Rosa", una cruz de diamantes,
obsequiada por el rey Joseph al barn Aymand, un bello
pual del duque de Aumale y otras valiossimas alhajas.
El robo est avaluado en tres millones. El servicio de
antropometra de Pars dar hoy o maana su dictamen
sobre las huellas dejadas por los ladrones en el Museo.
Entre tanto empieza ya a decirse que dos extranjeros, muy
semejantes a los que compraron las cuerdas para la escala
del robo, han estado ayer bajo el Arco del Triunfo, a de-
jar una corona de crisantemos sobre la tumba del Soldado
Desconocido. Un peridico que hace notar esta semejanza,
ha sido observada y denunciada por uno de sus lectores.
He qu, pues, unos ladrones de diamantes de los an-
tiguos Reyes de Francia, que, luego de vender probable-
mente estas alhajas, compran unas flores para la tumba
de los hroes de 1914. En verdad, hay aqu un sabroso
tema teatral, digno de Jules Romains.
Mundial, NQ 344, 14 de enero de 1927.
LA MUERTE DE CLAUDE MONET
O el ocaso del impresionism0.- Los aps-
toles del arte en pleno aire.- Claude Mo-
net o el nuevo ojo de la pintura.- El im-
presiom'smo y los iconoclastas profesionales.
Autores predilectos de los sportmen.- Un
torneo de absurdos astronmicos.- El
mundo dantesco de la Bolsa.- El da
astronmico y el da sociolgico.
(Especial para Mundial)
Pars, diciembre de 1926.
Resuena el De Profundis en el aire del otoo, ha-
ciendo trizas los linderos. Resuena el De Profundis, en
1 el puro, en el falso, en el lco bordn de gran parada.
Resuenan el De Profundis, el Kyrie, el Sanctus y el Agnus
Dei de la "Misa fnebre" de Schiffels. Resuena el res-
ponso de Nanini y el Dies Irae. La lamentacin del Piete
Jess de Faur se eleva, y se eleva el Beati mourti de
Mendelssohn, el Libera me de Rousseau y el Ego sum
de Gounod. El instante es solemne y la emocin culmina
cuando resuena el Pater Noster. Y, luego, el aire del
otoo dobla todas sus rodillas caminantes, de tres en tres.
armas a la funerala, cuando desfilan sobre el horizonte los
sones de la "Marche Fnebre" de Chopin y la de "El
Crepsculo de los Dioses" de Wagner.
Quin es ste que as se muere -preguntara Verlaine.
como en la "Muerte de Felipe 11". Quin es ste que as se
va del mundo, a "los sones melanclicos de los salterios
de Sin"? Es Claude Monet. Es Claude Monet, el gran
pintor, el jefe del impresionismo.
Es Claude Monet, el
ms ardiente y destacado de los jefes del impresionismo.
Es Claude Monet, aquel que pint "Impresin du Soleil
Levant", cuadro que por su nombre y calidad artstica,
' habra de constiturse en paradigma de medio siglo de
pintura francesa.
Claude Monet muere a los ochenta aos de edad.
Muy viejo ya, y casi ciego del todo, Monet era, con Ar-
mand Guillaumin, uno de los dos nicos sobrevivientes de
la plyade abanderada del impresionismo.
Monet aport a esta escuela un gran descubrimiento
artstico: la pintura en pleno aire, es decir, el elemento
mejor, el aporte ms valioso y caracterstico del impre-
sionismo. Era menester abrir las puertas y las ventanas,
limpiar las paletas, los pinceles y hastas los propios cas-
cos de los caballetes. Era menester la Luz. Haba que
soltar al color en toda su fuerza y frescura, en toda su
crudeza vital. Y, como las ventanas estaban cerradas
haca siglos, a favor de los hierros del Instituto, fu ne-
cesario abrirlas a la fuerza. Monet y sus amigos, Pissarro,
Renoir, Sizle, Manet, Cezanne, Guillaumin, abrieron esas
puertas, rompiendo los vidrios, las maderas, los hierros y
an echando abajo muchos muros seculares. La nueva
esttica floreci en las catedrales con las ninfas, los hongos
y los lamos de Monet y en ellos vinieron a inspirarse las
nuevas generaciones. Monet fu, sin disputa, el alma del
impresionismo y "un nuevo ojo de la pintura", como de-
ca de l, Cezanne.
El impresionismo en estos momentos, ha muerto como
escuela. En 1908 sucedi a su esttica la esttica cubista
de Picasso. Pero, del ciclo impresionista quedan, sin
disputa, obras resplandecientes y nombres imperecederos.
Probablemente, el impresionismo fu, despus de los ro-
mnticos, el ms logrado de los esfuerzos pictricos del
siglo XIX. Esto es indudable. Vano es que los icono-
clastas de todos los tiempos nieguen el valor del impre-
sionismo, para hacer resaltar los posteriores escarceos cu-
bistas, dadastas y superrealistas. Ya los artistas de post-
guerra, pueden, a base de su futurismo cientfico y spor-
tivo, argir lo que quieran en contrario. En gustos no
hay disputas. Y menos, tratndose de gentes ultramo-
dernas, de gentes sportivas.
En estos crculos se dan las cosas ms divertidas y
caprichosas. Jean de Lacomottes preguntaba ltimamente
a los campeones de diversos juegos sportivos cules eran
161
sus autores literarios preferidos. Suzanne Thuault, cam-
peona de ciclismo, dijo que prefera, entre todos los au-
tores, "el autor de sus das". Remy Woll, campen de
nado, dijo que sus autores preferidos eran Maurice Le-
blanc, Conan Doyle, Zola, Gaston Leroux. Henri Deglane
campen olmpico de lucha, dijo que amaba a Vicbr
Hugo, Molire, Lamartine. Andr Reynaud, campen de
atletismo, dijo que prefera a Dumas, Clement Vautel,
Hugo, Dekobra. Lucien Mechard, campen de carrera,
declar que amaba a Hugo, Dumas, Paul Bourget, Ren
Bazin, Henri Bordeaux, Pierre Benoit. Gabriel Poulain,
campen automovilstico, expres su idolatra por Leroux,
Leblanc, Loti.
Como se ve, las gentes de sport poseen, en general,
una gran sensibilidad, moderna, modernsima. Los au-
tores literarios preferidos por los sportmen son, segn se
colige de los nombres citados, los mejores genios del mun-
do. Pobres Goethe, Shakespeare, Dostowieski, Poe! Estos
escritores quedan relegados para ser ledos por los dems
mortales que no son sportmen, que no son modernos, que
no comprenden el sport, en fin, que no avanzan dentro
de los moldes de la nueva verdad humana, que, es, en el
fondo la verdad ms verdadera, puesto que es nuestra
verdad presente.
Sin embargo, existe un autor, que aunque no es ledo
por los modernistas y sportmen, al menos supervive en
nuestros das. Este autor es Dante. Ayer rein en Pars
un verdadero mundo dantesco, a causa de la tenebrosa
'
obscuridad producida por la niebla otoal. Ayer a las '
seis de la maana no amaneci. Mejor dicho, ayer a las - 1
seis de la maana volvi a anochecer. Hemos tenido una
larga noche de veinte y cuatro horas seguidas. Y, como
la vida de los hombres est sujeta, ms que a la rotacin
de los das y las noches astronrnicas, a la rotacin de
los das y las noches anatmicas y sociales, a las seis de
la maana, pese a las tenaces sombras nocturnas, todo el
mundo, como de costumbre, se levant, reanudndose, sin
mayores contratiempos meteorolgicos, la actividad ordi-
naria de la urbe. Humanamente existi da, a pesar de
que astronmicamente reinaron todo el da las tinieblas
de la noche.
En medio de la actividad, astronmicamente nocturna
y sociolgicamente diurna de Pars, la ciudad ofreca los
ms imprevistos espectculos. En ciertos barrios, como el
de la Opera y los grandes boulevares, la noche fu com-
pleta y la actividad financiera de la Bolsa, en esa opor-
162
I
I
tunidad daba una sensacin verdaderamente dantesca. En
las grandes Galeras y el peristilo del edificio rebulla
una muchedumbre frentica, resonando los valores y
sus fluctuaciones, agitando los brazos sobre las pizarras y
los carteles, saliendo y entrando, las caras afiladas de an-
gustia. Hubo una interrupcin de la electricidad y ape-
nas una que otra lucecilla interrninente arrojaba sobre los
rostros reflejos de zozobra, calofriantes y fantsticos.
En cambio, sobre el Sacr-Coeur y Montmartre caa
del cielo un suave resplandor azul, como en un amanecer
inacabable. Por el lado de Versalles y Saint-Cloud, el es-
pacio se vi6 cruzado de vivos meteoros irisados, como una
erupcin volcnica de los ltimos das de Pompeya. Un
poniente de sol verde y doloroso, alumbr un buen rato
sobre el Arco del Triunfo y Longchamps.
En suma, Pars era ayer el teatro de un extrao
torneo de absurdos astronmicos. Ante ellos nada son
los ms irregulares decoradores impresionistas ni los ma-
quillajes de las ms recientes mujeres de Montparnasse.
Mundial, NQ 347, 4 de febrero de 1927.
LA JUSTA DISTRIBUCION DE LAS HORAS
Las disyuntivas de la atmsfera.- La
suerte del ltimo romntico.- El teatro
cuyas representaciones duran tres dias ca-
da una.- Contra el aburrimiento de los
das invernales.- Ms sobre fa influencia
de los negros en Pars.- El Premio Nobel
de la Paz.- Un nuevo sport de invierno;
el push-ball.
(Especial para Mundial)
Pars, diciembre de 1926.
Ahora que en Pars los das son, a causa de la niebla,
tan obscuros como las noches ms lbregas, todas las gen-
tes sufren mil sucesos imprevistos. Los sufren todos. Y
todos estn tambin de acuerdo en que nada debe ni pue-
de lograrse fuera del curso normal de la naturaleza. Los
propios hombres de trabajo, los grandes exigentes de la
voluntad, no llevan su acci6n hasta el punto de transigir
por ejemplo, con las sombras excesivas, por muy prag-
mticas que ellas fuesen. El seor Renault, el seor Ci-
troen, el seor Poincar, que son grandes trabajadores de
Pars, saben que existe una rotacin natural en el curso
de las horas, sin la cual todo esfuerzo fracasa. A las horas
de luz deben seguir las horas de sombra. A las horas de
trabajo deben seguir las horas de reposo. Los grandes
trabajadores de Francia, al igual que el norteamericano
Ford, aman el orden, el equilibrio, la justa basculacin de
los trabajos y los das, como base de hermosos frutos de
toda labor. Hay cosas que no deben hacerse sino en cier-
tas horas del da o de la noche. Hay cosas que realizadas
en la noche, representan un desequilibrio, es decir, una in-
conveniencia, una lesin al ritmo regular del tiempo. An
ms, podra afirmarse que hay cosas cuya plena eficacia
depende del estado de la atmsfera, del calor reinante o de
la clase de luz de cada instante. Los grandes trabajadores,
los grandes pioneros del xito, lo saben muy bien. Un
poco ms cortas las tardes de Locarno o un poco ms tar-
do el sol en ocultarse y, seguramente, el seor Briand y
el seor Stresseman no habran ganado este ao el Premio
Nobel de la Paz, y la concordia europea habra fracasado
para siempre. Un poco ms breves o largas esas tardes
lacustres de la Suiza neutral y el seor Briand habra
seguido siendo pobre, el seor Stresseman, republicano y
europeo, esta elstica amazona de la mitologa, habra
sido lanzado trgicamente del lomo del temble toro, ce-
diendo al arduo cosquilleo poltico del viento.. .
La justa o irregular sucesin de la luz y la sombra
mira, asimismo, hacia el lado del fracaso de las cosas.
Estos grandes hombres de labor conocen tambin hasta
que punto una noche demasiado larga o un da muy nu-
blado pueden determinar las derrotas, las faltas y las ca-
das de los hombres. Jean Richepin se haca tomar un
da fotografas para los prolegmenos de la pelcula
"Chemineau", que se filma actualmente en los alrededores
de Pars. Las placas fueron tomadas en pleno aire. El
objetivo vibr. La cmara obscura guard lo suyo. Jean
Richepin volvi a ponerse el abrigo y a caminar. Pero,
la muerte haba ya tambin abotonado sus botones su-
periores. Y cuando Richepin entr a su casa de regreso,
se encontr consigo mismo, justamente a la altura del es-
pejo de su lecho. Una neumona hizo lo dems. Jean
Richepin ha muerto. Fcil es comprender que, por muy
fotognico que fuese el autor de las "Blasfemias", alguna
cabeza de fsforo debi de haber fallado de encenderse
ese da, ya en el fuego del gran sol o en el fuego de los
ojos del fotgrafo. Decididamente no es posible sustraer-
me de la influencia de la atmsfera. Por eso mismo, no
es nada bueno un da demasiado nublado, en el que no
se ve ya nada y hay necesidad de encender focos elctri-
cos, a espaldas del corazn humano y de los astros.
Si, a causa de estos trastornos atmosfricos, hay
quienes pueden o no recibir premios de Oslo y hay quie-
nes pueden o no recibir la visita de la muerte, pero tambin
existen los dems, que por lo general no llegan en este caso
ms que a aburrirse admirablemente. Porque no hay cosa
ms aburrida que la sombra. La luz es rica en variaciones
nerviosas. La sombra es, sin remedio, simple y absoluta-
mente, invariable, montona, angustiosa, aplastante. La
mucha luz, a lo ms ciega. La mucha sombra mata. La
mucha luz atae solamente a la extensin. La mucha
sombra atae a la profundidad. Se aburre uno a fuerza
de fondo. El aburrimiento, contra lo que alardean las
personas muy ocupadas, es gran trayector de un hombre
o de una raza.
Para los aburridos de los das obscuros de Pars,
acaba de terminar Georges de Bouhelier una obra teatral
cuya representacin durar por lo menos tres das enteros
y seguidos, con slo algunos entreactos para que el espec-
tador pueda beber, comer y dormir un poco.
As las gentes podrn distraer sus largas noches de
invierno. Se entrar al teatro para quedarse en l tres
das sin salir, como quien entra a una clnica. Nadie
podr salir del local mientras dure la representacin de
la obra. Se entrar y ya no se saldr sino al tercer da,
como en el Nuevo Testamento. Al efecto, se construye
un local especial, dentro del cual habr restorn y unas
butacas semejantes a cunas infantiles, a fin de que el es-
pectador que quiera dormir, duerma. Habr tambin
baos. Las madres quedan autorizadas para llevar a sus
nios, con sus respectivas bateras de puericultura. Por
otro lado, el teatro de tres das ofrece una gran ventaja,
cual es la de conjurar en parte la crisis de la habitacin.
Por ltimo, el teatro de Bouhelier representar solamente
tragedias. Definitivo.
Y, como si el teatro de tres das no sea bastante a
divertir los obscuros das de este invierno, se empieza a
hablar de un nuevo sport de la estacin, que ser intro-
ducido en Pars prximamente. Se trata del push-ball,
una especie de rugby africano para mujeres, que se dife-
rencia del rugby europeo en que el baln, en vez de estar
en el suelo, se mantiene en el aire por un gran nGmero de
manos, listas para atraparlo, apenas caiga. Algunos en-
cuentran en este sport un gran efecto plstico, pues re-
cuerda mucho el clebre grupo en bronce de Carpaux.
"Las cuatro partes del mundo", donde aparece el globo
terrestre, sostenido en el aire por las mujeres de todas las
razas, a las que la tierra arrastra, girando el tomo de su
eje. El push-ball har su aparicin en un gran music-
hall de Pars y en el primer match tomarn parte clebres
artistas europeos. No se tiene todava detalles acerca del
traje que convendr llevar en este sport, como no sea
tenue, arrogante y natural que usan las mujeres muscu-
losas y sombras de Togbao.
Mundial, NQ 348, 11 de febrero de 1927.
LOS PREMIOS LITERARIOS DE FRANCIA
El premio Goncourt y el premio Fmina.
Los quinientos premios de la Academia
Francesa- La opinin pblica y la mo-
ralidad de los jurados.- Las fuerzas del ,
torneo: autores, editores, acadmicos, cri-
1
ticos.- Lo que cuesta una cena de Pascua.
M. Briand, soltern y diplomtico.- El di-
nero y la tristeza de Pars en Navidad.
l
(Especial para Mundial)
Pars, diciembre de 1926. 1
El Premio Goncourt no ha de ser dado al mejor libro
del ao, sino al autor que, aunque no ha escrito grandes
obras, ha demostrado sin embargo, poder escribirlas ms
tarde. El Premio Goncourt se da al autor de esperanzas
y no a la gran obra realizada. Por lo menos, as nos lo
han dicho este ao. Muchos, y Frderic Lefvre a la ca-
beza, crean que Georges Bernanos sera indefectiblemente
el laureado, en mrito a su libro "Bajo el sol de Satn",
obra consagrada por la crtica como la ms grande de las
publicadas en 1926. Pero, de repente en vsperas de ser
adjudicado el premio, un miembro de la Academia Gon-
court sali a decir que no. Sali a decir que "Bajo el sol
de Satn" es ya un libro demasiado famoso por s solo
para que necesite de la fama que da el Premio Goncourt.
Y el pblico ha venido entonces a recordar que, en efecto,
en tesis general, los premios literarios se dan nicamente
a los que comienzan, a los incipientes, en fin, a quienes
han menester de estmulo para producir lo que llevan en
potencia en el cerebro. Puedan, pues, los pblicos ex-
tranjeros recordar en esta ocasin que el famoso Goncourt
no es para los grandes autores, sino para los aprendices.
Este mismo valor tienen en Pars los dems premios
literarios? Este mismo sentido tiene el Premio Fmina,
que sigue inmediatamente en importancia al Premio Gon-
court? No parece ser as. Hay casos, al menos entre los
iaureles que discierne la Academia Francesa, de grandes
palmas literarias otorgadas a escritores maduros y hasta
muertos, tales como Georges Courteline, el general Man-
gin, Tristan Bernard, Francois Mauriac y otros. Ante esta
cuestin de premios literarios quiz valdra ms atenerse
a lo que opinan ciertos bellos escritores epilpticos, como
Picabia y Breton, que creen que la existencia actual de
tan crecido nmero de premios literarios en Francia, tes-
timonia un alarmante grado de decadencia intelectual.
Al efecto, se seala la circunstancia, muy significativa por
cierto, de que cada ao la Academia Francesa reparte al-
rededor de quinientos premios literarios entre pecuniarios
y meramente honrosos.
En cuanto a la moralidad de los jurados de estos
premios, la opinin pblica se halla tambin muy dividida.
Tratndose del Premio Goncourt en particular, se sabe
que cada acadmico tiene su "Poulain" y que cada editor
tiene asimismo el suyo. Leon Daudet tena este ao a
Bernanos. Albin Michel tena a Kessel. Cada uno de los
otros "diez" y de los dems editores de Pars patrocinaban
a otros tantos candidatos. Ello se deduce de los cuadros
de los escrutinios sucesivos de la sesin. En cada uno de
los turnos electorales los votos se reparten de uno en uno
entre tantos candidatos como cuentan los electores. Los
escrutinios hablan de un desacuerdo endiablado entre los
acadmicos. La independencia con que se hacen los su-
fragios es absoluta. En un cnclave no domina, proba-
blemente, ms autntica libertad de sufragio. Adems,
hay otra circunstancia que nos confirma la moralidad del
jurado. Cuando el premio fu otorgado a Henri Deberly,
ste ni siquiera lo sospechaba. Encontrbase en ese ins-
tante almorzando en un restorn de Montpamasse. Son
el telfono, en el preciso momento en que Deberly liqui-
daba un sabroso escalope de hgado de vaca y rbanos.
-El Premio Goncourt a m?. . . -exclam fuera de s
el lauread-. Eso no puede ser. Sin duda hay un error.
Yo no conozco a ningn miembro de la Academia Gon-
court. Es imposible. . .
Henri Deberly deca que l no poda ser el agraciado
porque no conoca a ninguno de los "diez". Algunos pe-
ridicos hacen constar esta exclamacin de Deberly y de-
ducen de ella hasta que punto en Francia se tiene la con-
ciencia de que los premios de esta clase son otorgados
siempre cediendo a mviles extraos a los mritos intrn-
secamente artsticos de las obras. A esto hay que aadir
el escndalo producido hace dos aos, cuando fu premia-
do Thierry Sandre. Aquella vez declararon los miembros
de la Academia Goncourt de modo particular y cada cual
por su cuenta, que hablaban en puridad durante el ao,
puesto que nadie tendr la inocencia de creer que los aca-
dmicos tuviesen tiempo y paciencia de leer los miles de
libros que se publican en Francia en un ao, ni mucho
menos de cotejarlos en conciencia y escoger de entre todos
ellos el mejor. Se dice "el mejor libro del ao", por decir
algo, pero no hay tal.
En vista de estas circunstancias, tan contradictorias
como reveladoras, a la opinin pblica no le toca sino ,
mirar con indiferencia estas pintorescas carreras de caba-
llos, que son los Premios Literarios en Francia, en los que
se dan todos los caracteres de verdaderos espectculos
hpicos: los "poulains", que son los candidatos: los due-
os de studs, que son los editores; los jockeys, que son
los miembros de los jurados y, en fin, las apuestas, que
las hay, y muy fuertes, por parte de los aficionados.
As son la mayor parte de los actos peculiares de las
academias e instituciones. O son sabrosos nmeros de
turf o son, a lo ms, grandes recepciones de gala a un
Presidente Wilson o al Rey de los Belgas. En este ltimo
caso, esas instituciones se producen en forma ms ino-
cente aunque no menos espectacular.
De todos modos, Deberly, laureado de los Goncourt,
y Charles Silvestre, laureado del Premio Fmina, diez
mil y cinco mil francos respectivamente, han pasado
preciosas Pascuas, por mucho que la caresta de la vida
no les haya permitido mayores licencias. Una cena en
el Ciro's o en el Caf de Pars, a trescientos francos y
champagne a doscientos francos la botella, puede s e ~ r de
base para una jornada de gastos que no retroceden ms
ac d? la mitad de cualquier premio literario. Agrguese
unos pitos de oro, unos bonetes de seda, una mscara de
marfil y unas guirnaldas de autnticos sarmientos del
Extremo Oriente, y se tendr el total del Premio Goncourt
y del Fmina juntos.
En Pars ninguna suma es demasiado grande. Sobre
170
todo, si la suma proviene de un Premio. An al seor
Briand, premiado por la Academia de Oslo, no le habr
sobrado mucho dinero para su noche de Nol. Soltern
incorregible, diplomtico vencedor en cien Ginebras, hom-
bre de la malicia fina y sonriente (pues la diplomacia y
el amor actuales estn hechos solamente de malicia), el se-
or Briand, con sus sesenta aos, necesita de mucho di-
nero, de ese dinero tan caro al protocolo y al flirt contem-
porneo.
Y para quienes no haya Premio de Pars ni de Norue-
ga, la fiesta de Navidad transcurre bajo un helado cielo
de tristeza, y las almas huyen lejos, hacia las tibias tierras
del recuerdo, como pjaros de fragata, hendiendo los cli-
dos mares de la esperanza, como los submarinos y las
velas.
9
Mundial, NQ 348, 18 de febrero de 1927.
ULTIMOS DESCUBRIMIENTOS
CIENTIFICOS
La sordera curada por medio del ruido.-
Divagaciones estticas y exactitudes cien-
tficas.- Microcosmos humano y micro-
cosmos en marcha.- La mejor arteria
urbana de Pars.- La construccin del
bulevar Haussmam dur setenta aos.-
El invierno en las montaas, en los lagos
y en las calles.- Destino de las viudas de
guerra.
(Especial para Mundial)
Pars, enero de 1927
Un gran fsico ingls acaba de descubrir un ingenioso
aparato para curar la sordera. Viajando en automvil
con un amigo sordo, se di6 cuenta de que cuando el carro
haca ms ruido, su acompaante le oa mejor sus pala-
bras. Luego de largas experiencias en su laboratorio, el
profesor ha podido llegar a construir un "vibrador", des-
tinado a emitir vibraciones de gran intensidad, que van
ms all del lmite de percepcin normal de la oreja. Un
sordo, sometido a oir este excesivo ruido, de manera re-
gular y cotidiana, ha alcanzado a comunicar a sus orejas
un inusitado poder de percepcin de tales sensaciones. Se
espera que el ensayo culmine en la curacin definitiva e
infalible de la sordera.
De este invento se pueden colegir regocijadas y per-
fectas paradojas. Alguna vez escrib yo, a propsito de
Cada cosa contiene en potencia a todas las energas y di-
recciones del universo. No slo el hombre es un micro-
cosmos. Cada cosa, cada fenmeno de la naturaleza es
tambin un microscosmos en marcha.
Con tal de que esta marcha no se haga a lo largo
de un bulevar, porque ello sera muy moroso, debido a
los embotellajes de la circulacin y debido a que las nue-
vas vas urbanas se abren lentamente, cada setenta aos.
El bulevar Haussmann se empez bajo Napolen 111 y so-
lamente ayer, domingo quince de enero (1927), acaba de
terminarse y ha sido entregado al trfico pblico. Esta nue-
e inmensa va de Pars, cuya apertura ha dado lugar a
mil demoliciones y expropiaciones, ha costado mil dos-
cientos millones de francos. Unicamente el terreno cost
sesenta y dos millones, pues ella mide unos dos mil qui-
nientos metros desde lo que fue el antiguo bulevar Haus-
samann hasta la plaza de la Bastilla.
Este bulevar ser muy pronto la ms ancha y larga
va de la ciudad, en la que ha de sentirse, como en nin-
guna otra parte, el sutil y prepotente pulso de la vida de
Pars. Sobre su gran calzada, recin pavimentada, em-
piezan a verse a las mujeres elegantes ir y venir, en sus
tibios trajines de invierno, bajo la nieve, bajo el viento.
En los helados lagos de Pars y en las nieves pireni-
cas y alpinas patinan las mujeres y mueren los cisnes y
los osos blancos. Pero en los bulevares de la urbe, los
vientos vengan a los pobres animales, soplando en direc-
cin de las mujeres, como en las religiones fabulosas.
Slo que en tratndose de mujeres, no hay malos vien-
tos nunca. Ni los vientos de la muerte. Las mujeres
europeas enviudaron en 1914 a millones, y, segn reza
la estadstica, un cuarenta por ciento de ellas se van ca-
sando de nuevo anualmente. En Inglaterra se casan
4,500 viudas de guerra al ao. Y, a falta de un segundo
marido, el charleston es muy buen remedio contra los
malos vientos del corazn.
Mundial, NQ 352, 11 de marm de 1927.
I
UNA GRAN REUNION LATINO-
AMERICANA
Dos esferas de intelectuales hispano-ame-
ricanos.- Escritores oficiales y escritores
no oficiales.- Labor del Instituto Znter-
nacional de Cooperacin Intelectual.- Un
discurso de M. Louchar y otro de Gabriela
Mistral.- Hispano-americamsmo e Zndo-
americanism0.- La continuacin histrica
en el nuevo mundo.- Otros importantes
awntecimientos del da.
(Especial para Mundiai )
Pars, enero de 1927.
Hay en Pars, desde hace pocos aos, dos esferas de
artistas y escritores de Amrica: la oficial y la no oficial.
La esfera oficial est formada por quienes vienen a Pars
a brillar y triunfar y por quienes, debido a sus cargos
diplomticos, estn obligados a una vida espectacular y
cortesana, que muchas veces est lejos de agradarles.
La esfera no oficial est formada por quienes vienen a
Pars a vivir libre y honestamente, sin premuras de llegar,
ni preocupaciones de relumbrn. La esfera oficial opera
de smoking y, en todos los actos pblicos, pasa lista y
dice en el protocolo: presente! La esfera no oficial opera
en particular tcitamente o, mejor dicho, no opera sino
acta, que es muy diferente.
Desde hace relativamente pocos aos, existen en Pars
esos dos hemisferios de artistas y escritores transatlnticos.
Quizs desde hace slo unos quince aos, cuando uno que
otro rebelde como Blanco Fombona y otros colegas
se aburrieron del mujeril espejeo de las revistas ilustradas
y las recepciones y salieron al bulevar a tirar piedras sobre
los salones luminosos y las glaucas redacciones. Poste-
riormente, esta tendencia se ilustraba con Diego Rivera,
Vicente Huidobro y otros. En la actualidad ambas clases
de intelectuales estn tan separadas una de otras, que
muchos elementos de entre ellas no se conocen ni de vista.
Permtaseme una nota personal: yo estoy en el nmero de
los escritores hispano-americanos no oficiales. Mi vida
podr ser todo lo modesta y lacrada de faltas que se
quiera, pero procuro vivirla, siempre honestamente, es de-
cir, sin traicionarme ni traicionar a los dems. No es que
yo desdee por sistema y a priori ese oficialismo. Lo
desdeo porque, despus de haberme asomado a l ce-
diendo a mi inquietud, lo he hallado desagradable, opues-
to a mi manera de ser y, sobre todo, superior a mis fuerzas
y aptitudes cortesanas. Los banquetes, los bailes, las
reuniones con lecturas y t, violentan a tal punto mi
sensibilidad, que antes que ello prefiero sufrir una epide-
mia, con todas sus consecuencias.
Mi excelente amigo, el eminente escritor boliviano Al
cides Arguedas, ha conseguido ayer, como otros buenos
amigos lo han hecho ya en otras ocasiones, hacerme ceder
momentneamente, llevndome al Instituto Internacional
de Cooperacin Intelectual de la Sociedad de Naciones,
donde ha tenido lugar una reunin de intelectuales hispa-
no-americanos. En el Palais-Royal encontr al mundo
oficial de escritores transatlnticos, casi en pleno. M. Lou-
cher, Presidente del Instituto, plante la orden del da
de la reunin: dc cmo deba procederse para hacer co-
nocer en Europa la produccin intelectual y artstica de
la Amrica Latina. En el curso de sus palabras, M.
Loucher dijo que era menester que se haga conocer en
todos los idiomas, nuestras obras maestras, ramas recin
florecidas de la gran tradicin europea. Por su parte,
Gabriela Mistral dijo que para llevar a cabo esa versin
propona gestionar la participacin de un delegado espa-
ol, el que podra ser el jefe moral del Comit que se en-
cargue de dicha labor. "Si prescindimos de Espaa - d i -
jo-, haramos una cosa fea y manca".
M. Loucher quiere que Europa conozca lo que su
cultura ha engendrado en Amrica? Muy insignificantes
cosas hemos producido bajo la egida cultural de Europa.
M. Loucher. Unos pocos pensamientos de Bolvar y Sar-
miento; unos breves paradigmas de estilo de Montalvo y
Ricardo Palma. Nada ms. Que resulta todo esto, al
lado de los formidables y mltiples jalones del pensa-
miento humano que, ustedes, los europeos, han dado con
Homero, Shakespeare, Cervantes, Dostoiewski? Puede es-
tar usted seguro, M. Loucher, que no vale la pena la
versin de nuestras obras. En cuanto a lo propuesto por
Gabriela Mistral, ello nos prueba precisamente que lo que
va a traducirse no nos pertenece del todo, puesto que ese
jefe moral espaol va a dar tono y sentido a nuestras
obras, sellndolas con el pase del ordinario. La idea de
Gabriela Mistral demuestra que carecemos, no solo de
personalidad literaria, sino de mayor edad intelectual.
Desde que an necesitamos de tutor, hay que con-
venir que seguimos siendo una sucursal europea y, por
consiguiente, falta acento propio, valor original a nuestras
obras. Gabriela Mistral acaba de sostener, como quien
no hace la cosa, que el pensamiento novomundial es to-
dava colonial. De acuerdo.
De acuerdo. Cuanto de intelectual se ha producido
en Amrica con posterioridad a la colonizacin espaola,
inclusive la poesa de Gabriela Mistral, no ofrece ms que
un muy mediocre inters para Europa. Toda la produc-
cin hispano-americana, -salvo Rubn Daro, el csmi-
c+, se diferencia poco o casi nada de la produccin ex-
clusivamente espaola. Y es, justamente por esto, que
advierto a M. Loucher que si va a hacerse la versin de
las obras intelectuales suscitadas en Amrica por la tradi-
cin europea, casi nada, desgraciadamente, vamos a ofre-
cer de importante al mundo.
Pero, la cuestin puede ser posible por otros respec-
tos. La versin que hay qu hacer es de las obras rigu-
rosamente indo-americanas y precolombinas. Es all donde
los europeos podrn hallar algn inters intelectual, un
inters, por cierto, mil veces ms grande que el que puede
ofrecer nuestro pensamiento hispano-americano. El folklore
de Amrica, en los aztecas como en los incas, posee ines-
peradas luces de revelacin para la cultura europea. En
artes plsticas, en medicina, en literatura, en ciencias so-
ciales, en lingstica, en ciencias fsicas y naturales, se
pueden verter inusitadas sugestiones, del todo distintas al
espritu europeo. En esas obras autctonas, s que te-
nemos personalidad y soberana, y, para traducirlas y ha-
cerlas conocer, no necesitamos de jefes morales ni patro-
nes. Lo otro no es trabajar por el incremento de nuestras
posibilidades y realizaciones efectivas, sino truncarlas y
destrurlas. Porque no debemos olvidar que, a lo largo
del proceso hispano-americanizante de nuestro pensamien-
to, palpita y vive y corre, de manera intermitente pero
indestructible, el hilo de sangre indgena, como cifra do-
minante de nuestro porvenir.
Tal ha sido, esta reunin en el Instituto de la Socie-
dad de Naciones, el acontecimiento de mayor inters no-
vomundial realizado en estos ltimas das en Pars. De
otra suerte de encanto informativo son el proceso y con-
dena de Riziotti Garibaldi, por traicin a Mussolini y a
todos los polticos de la tierra; el proceso y condena del
coronel Maci, por su movimiento separatista cataln; la
muerte de la ex-emperatriz Carlota de Mxico; la visita
del Lord-Maire de Londres a Pars; la muerte de Turpin,
el clebre inventor de la melinita, terrible explosivo em-
pleado en la ltima guerra, y los funerales del - ~m~er ador
del Japn. .
Mundial, N'? 353, 18 de marzo de 1927.
LA RESURRECCION DE LA CARNE
Resonancias mesinicas en los Campes El-
seos.- El sueo de una noche de Noel.-
Audacias del rclame comercial.- La eter-
na simulacin de la vida.- Una clientela
de viudas de buena voluntad.- Todo re-
sucita y lo dems es cosa de fk y de ilu-
sin.- Vuelve la moda del pantaln a la
rodilla.- Nada hay de nuevo ni de viejo
bajo el sol.
(Especial para Mundial)
Pars, febrero de 1927.
Ahora que los grandes almacenes de modas hacen
su exposicin de blanco, construyendo dentro de sus vi-
trinas regocijadas motivos de decoracin a base de piezas
de ropa albeante, recuerda la clientela el delicioso ingenio
decorativo, desplegado por esos mismos establecimientos,
en las recientes exposiciones de Pascua y Ao Nuevo. Hu-
bo creaciones sorprendentes, por la sutileza de la compo-
sicin, por la audacia de los resortes automticos, por la
aguda actualidad temtica, por el poder de ilusin a gran
torreaje. El "Bon March" mostraba, entre otras curio-
sidades, el sueo de un nio, la noche de Noel. Esto era
un simulacro perfecto, casi vital. El clido nio de marfil
dorma tranquilamente y el ritmo de su respiracin suba
y bajaba entre las sbanas. De improviso su rostro se ba-
aba de una expresin neumtica de ensueo; sus labios
se entreabran de sonrisa y sus prpados se alzaban
solicitados por cazurras pupilas de relojera. A la
sombra del dormitorio suceda un suave resplandor. Los
ojos del nio descubran entonces maravillados la figura
barbada y beatfica del buen padre Noel, asomando a su
lecho. Otra corrientn elctrica, de diversa frecuencia, ha-
ca despus desaparecer la visin encantada en la obscuri-
dad. El nio, luego de buscarla con sus ojos de celuloide,
plegaba sus labios, se cubra con las frazadas y, al que-
darse de nuevo dormido, el ritmo de su pecho de marfil
reanudaba sin violencia el simulado curso biolgico. . . Eso
era un simulacro perfecto, casi vital. Un mueco haba
logrado suplantar a un nio de carne y hueso. Contemplart-
do de cierta distancia aauel remedo. era difcil distineuir
si all estaba actuando la vida verdadera o un simple fan-
toche. Las gentes asistan a ese ensueo, hechizadas, es de-
'
cir, embaucadas deliciosamente.
Pero, las necesidades del rclame comercial y, s obr ~
,
todo, la inquietud hiperfsica de Pars, no se detiene nun-
I
ca. En una polcroma vitrina de los Campos Elseos se
ve en estos das un espectculo incomparable en el gnero.
Se trata de un espectculo que se desarrolla solamente
a la hora del anochecer, a la hora en que los ojos de los
hombres son incapaces de negar una amable cada al Ms
All. El pblico se detiene y contempla.
-iAh! -exclaman las seoritas romnticas (que las
hay): - no .son de carne y hueso, pero all estn muy
bien. Muy bien. Es una adaptacin modernsima, le der-
nier cri del zutomatismo v del s ~r i t .
"
Las preguntas se multiplican, se cruzan. Alguien, un
seor de bigote a lo Gastn Doumergue, y que no lleva
la Legin de Honor, se atreve a preguntar a una empleada
de la casa:
-Y ustedes tienen ya mucha clientela?
Y como la empleada es mujer, sonre y responde.
palpndose el collar de perlas chinas:
-Mucha. Una clientela creciente.
-Y ustedes trabajan en vista de modelos vivos o en
vista de fotografas?
-Nuestros trabajos proceden de ambas maneras, aur'
que, en verdad, la obra es ms factible y ms perfecta.
sobre modelos vivos. Pero nuestros artistas son, ante todo.
creadores, en el amplio sentido de la palabra.. .
-Entonces, ustedes pueden resucitar a los muertos?
-Ni ms ni menos.
La casa comercial expone en sus vitrinas una gran
multitud de muecas en diversas materias, que figuran.
con una fidelidad desconcertante, originales de personas
muertas. El negocio es magnfico para sus creadores, co-
mo para la clientela. Una viuda inconsolable, verbigracia,
puede mandar hacer all, pagando naturalmente su valor,
un mueco que retrate al pie de la letra a su difunto es-
poso. La imitacin es irreprochable. El nucvo vivo anda
por s mismo, mueve sus articulaciones movibles, vuelve
los ojos, habla, respira, se sienta y. . . piensa y siente.
Puede exigirse ms? La simulacin es absolutamente per-
fecta. Ejemplos de ellas son esa caterva de resucitados y
de vivos que actualmente evolucionan y viven su vida re-
lativa ioh misericordioso seor Alberto Einstein! en la vi-
trina luminosa de los Elseos. "Se tiene verdaderas ganas
de tenderles la mano", exclama un comentarista bien edu-
cado.
La viuda del ejemplo puede tener, pues, a su difun-
to esposo, en plena simulacin vital, es decir, resurrecto.
El calor de sus ojos, su talle, la ondulacin de sus cabe-
1 ellos, en fin, su profundo psiquismo, emanan de su total
actitud y hasta de sus trajes que l gustaba en su pri-.
mera vida. Lo dems, -almas de fe, corazones de candor,
pieles hiperestsicas-, es cosa de un poquito de buena vo-
/ luntad y de vehemencia.
No falta quienes, por simple gana, sin duda, de de-
fender el principio de que nada hay de nuevo bajo el sol.
vean en este inocente arte'de resucitar a los desaparecidos,
una cosa tan antigua como la Restauracin. Existen, en
efecto, algunas siluetas en no s qu museo de Pars, he-
chas hacia 1840, d? la misma aagaza de las de ahora,
con slo una diferencia de perfeccin a favor de nuestros
das; los dems arguyen que, justamente todo progreso ra-
dica nada ms que en una mayor perfeccin, y que si na-
da hay de nuevo bajo el sol, nada hay tampoco de viejo
bajo el sol. Los axiomas son, posiblemente, las cosas ms
falsas, an en las propias esferas fsicas del universo.
La inquietud del hombre es eterna. Sus conquistas.
perfectibles al infinito. Todas estas maravillas mecnicas
de hoy, -los muecos de los Campos Elseos, como los
rascacielos del VTall Street-, no sern maana sino gro-
seras formas de nuestra inquietud.
No nos engaemos. No confundamos. Nada se repite
y nada se va del todo. No hay vueltas ni adioses. Hay so-
lamente el ser, uno y mltiple, ido y venido, variable y
constante. Si hoy el seor de Waleffe lanza la moda del
pantaln a la rodilla para el hombre, no quiere decir esto
que tornamos a la poca de los Luises. As tambin con la
I
moda que acaba de lanzarse, de sombreros de todos los
colores para el hombre.
Existe, sin duda, diferencia, entre un duque del siglo
XV y ese aguemdo caballero elegante que anoche, en el
baile de los "Petits Lits Blancs" de la Opera, se atrevi a
lucir, por primera vez en Pars, un hermoso pantaln de
terciopelo, a la altura de una rodilla que se ha hincado
en Verdn heroicamente.
Mundial, NQ 356, 8 de abril de 1927.
LOS IDOLOS DE LA VIDA
CONTEMPORANEA
Hacia la disciplina de la justeza.- Fin del
espritu revolucionario.- Necesidad de un
examen de conciencia individual.- Movi-
miento a favor del buen sentido.- Risas
neumticas y lgrimas de precisin.- El
miedo de los hbiles y la fe de Za vida.-
Equilibrio; n regresin.
(Especial para Mundial)
Pars, marzo de 1927.
La hora del equilibrio se aveciha. Tienden an las re-
voluciones a postular sus mximas exigencias; pero, del
fuego mismo de las rojas banderas, empieza a brotar,
a la derecha, la verdegueante yema de otra bandera: la
del control fecundo. Y, poco o mucho, el tinte del pendn
y el de la yema, obedeciendo a una nueva gracia de mo-
dos comunicantes, vendrn a madurar la esperanza y a
refrescar el fuego de la sangre. Poco a mucho, el centro
vendr a abozalear al espumoso belfo. Ya viene el equi-
librio. El propio espritu revolucionario presiente ya la ne-
cesidad de las contrarias disciplinas de ponderacin y jus-
teza. Basta de pataleos de pesadilla y de angustioso ba-
rroquismo. En el orden poltico, artstico y econmico,
!os ensayos culminan ya y se presiente el advenimiento de
las frmulas cabales, de las frmulas creatrices. Porque
slo lo cabal crea. Slo la mquina, cuyos resortes y pio-
nes han encontrado un ritmo orgnico, es decir, un ritmo
infalible de repeticin cardaca, quiero decir, de prose-
cusin constructiva, est decapitada para funcionar y pa-
ra funcionar vitalmente.
De esta era de exceso a que asistimos, vivir para lo
menos. excesivo. Lo excesivo es bueno solamente a condi-
cin de ser excsso de vida, y nunca exceso de cabeza, ni
exceso de patas. Y, a lo que nos parece, de esta poca
de extremos no operar en el porvenir la extrema izquier-
da, la extrema derecha y ni siquiera el extremo centro.
Operar en el porvenir solamente lo justo, lo exacto de
exactitud histrica.
La boga popular en que estn cayendo los revolucio-
narios es el mejor signo de la agona de las revoluciones
de post-guerra. Ya es difcil encontrar una persona que no
sea revolucionaria o, al menos, que no est adherida al re-
volucionarismo contemporneo. Todos y no por snobis-
mo sino sinceramente, vanguardizan en poltica con los co-
rnunistas integrales, en economa con el marxismo, en li-.
teratura con el superrealismo, en msica con el jazz-band,
en artes plsticas con los negros, en ciencia pura con Eins-
tein, en ciencia aplicada con el cinema, en gimnstica con
el tennis. El pueblo goza ante todo hasta el espasmo. Co-
mo se ve, ya no existe lucha alguna entre los hierofantes
de estas nuevas modalidades de vida, y la vasta y cabe-
zuda clientela. Tales revoluciones han logrado una victo-
ria absoluta. Su jornada histrica, en cuanto espritu re-
volucionario, est, pues, cumplida.
Que se quiera ms? No vemos la causa del espectculo
que ofrecen esos revolucionarios, cuando saltan a mitad
de los grandes bulevares a gritar, con voz de Daniel en
el foso de 16s leones:
-En verdad os digo que las vanguardias salvarn a
ios hombres. En verdad os digo que los vanguardistas son
los enviados de Dios. Abominad a los que no creen en
Charlot, en Josephine Baker, en Lenin, en Einstein, en Su-
zznne Lenglen, en el radio, en los versos con punta, en la
Tour Eiffel, en Tuney, etc.. . .
No vemos el por qu de estas imprecaciones ni con-
tra quines se dirigen, si, como nos dice la experiencia
diana, todos estamos conformes con los flamantes y ya
gloriosos enviados de Dios. Quien es aqul que no lo est?
Quin es aqul que ha negado la divinidad de la negra
Baker, de Einstein, de Douglas Fairbanks ni de Demp-
sey? Millones de millones de hombres se arrodillan al paso
de estos dolos autnticos. Las porteras, los cocineros, los
ministros, los reyes, los pobres, los ricos, los meridianos
nues
res .
l r i ni
mos
S polos de la pobre tierra, los adoran unnimes. A los
juardistas del Soviet, no se diga; a esos vanguardis-
3s que, como el Embajador de Rusia en Inglaterra,
dej, a su muerte, una fortuna de varios millones de libras
en oro sonante. No sabemos, pues, de qu incomprensin
se quejan los apstoles de la revolucin.
Pero ya estamos en vsperas de que se inicie el otro
movimiento, aquel que ha de ir contra lo que hay de tru-
co, de ingenio, de habilidad mecnica, de antivital, en fin,
en todos esos fanatismos de post-guerra. Ese movimiento
no ser de reaccin, joh triste Pero Grullo! sino de equi-
librio dinmico, de justeza evolutiva y de ese buen sentido
que predica Keyserling, tan caro a los creadores, a las
brjulas, al concierto csmico.
Ese movimiento vendr a poner llave y medida a
;tra poca. Y ese mismo movimiento cribar los valo-
actuales, separando la granza del grano. Nadie sabe
,, , ~ e saldr de ese acto de justicia y de rigor. Temo por los
habilidosos, por los prestidigitadores, por los tcnicos, por
los teorizantes, por los "jongleurs" del colmo, por los sutiles
hroes del truco, por las risas neumticas, por las lgri-
mas de precisin.
Y respondo por lo que de vital haya en esos fanatis-,
. Que, probablemente no habr mucho.
Mundial, No 358, 22 de abril de 1927.
RELIGIONES DE VANGUARDIA
Polmica sobre el cine y sobre Charles Cha-
p1in.- Conflicto entre el cine, el circo, el
music-hall y el teatro.- Consecuencias
mundiales del divorcio de Char1ot.- Una
opinin de artista y una opinin de hom-
bre.- Cismas entre los cinemistas.- Dou-
glas Fairbainks y To Jim, personajes de
comedia italiana.- Espritu y hombres de
las minoras modernas.
(Especial para Mundial)
Pars, marzo de 1927.
En estas disputas acerca del cinema, nadie sino un
profano est autorizado a opinar. En asuntos cinemti-
cos, como en todas las artes, los iniciados y profesionales
son los menos llamados a opinar, cuando, sobre todo, se
trata de situar el alcance libremente humano y extra-
tcnico del arte. As, pues, hoy que se busca determinar
si el cinema llena un rol artstico supremo y si, por consi-
guiente, posee propios y peculiares medios de expresin, in-
dependientes de las dems artes, la opinin de los crticos,
a.utores, actores, meteurs-en scne, carece de autoridad. Ni
Jean Epstein, ni Louis Delluc, ni Jannings, ni el mismo
Chapin, diran lo que debe decirse. Los tcnicos hablan
siempre como tcnicos y rara vez como hombres. Es muy
difcil ser hombre, seores norteamericanos! Es muy di-
1
fcil ser esto y aquello, artista y hombre, al mismo tiem-
po. Un hombre, que es artista, ya no puede hacer ni de-
cir nada que se relacione con el arte, sino como artista.
Un poeta juzgar un poema, no como un simple mortal,
sino como poeta y as sucede con los cinestas. Abel Gan-
ce, meteur-en scne de "Mater Dolorosa"; Douglas Fair-
banks, protagonista de "El Pirata Negro"; Charles Cha-
plin, autor, meteur en scrie y actor de "E11 pos del oro";
Len Mousciac, historiador y ensayista del cran, no al-
canzarn a expresar un justo criterio acerca del destino
total y humano del film. Ya sabemos hasta qu punto los
expertos se apalean entre los hilillos de los bastidores y
se fracturan la sensibilidad, cados por el lado flaco del
sistema, del prejuicio o del inters profesional.
En los debates del cinema pueden opinar, a lo ms,
los escritores libres, los que nada tienen que ver con aque-
llas entretelas de la profesin. Por esto, me place, en es-
t polmica, una idea de Paul Valery, de Andr Suarez
de Braise Cendrars o del doctor Allendy, estn o no a mi
gusto. Pero, en general, slo vale en esta cuestin el pa-
recer del hombre rigurosamente profano que no sea, na-
turalmente, un inculto.
Ya los lectores sabrn que, a raz del juicio que a Cha-
plin le sigue su ex-esposa, Lita Gray, un arduo revuelo
polmico se ha suscitado en el mundo, respecto de la per-
sonalidad artstica de Charlot y, por ende, respecto del
valor esttico del cinema. En Pars, un grupo de escri-
tores, encabezados cosa rara! por el poeta catlico Max
Jacob, ha hecho la defensa y apologa de Chaplin y del
cran. De otro lado, un segundo grupo de escritores, a cu-
ya cabeza figura Andr Suarez, carga contra el charlo-
tismo. Un gran peridico parisin publica, en esta oca-
sin, una encuesta sobre el valor del cinema, del circo,
del music-hall y del teatro moderno, en la que aparecen
opiniones de muy significados escritores y artistas de Pa-
rs. De este conflicto nadie sabe an lo que saldr. Quin
sabe caiga el teatro, o el music-hall, o el circo, o los tres
juntos, en obsequio al arte mudo. Nadie an lo sabe.
Lo esencial de la encuesta se reduce a saber si el ci-
nema existe o no como un arte nuevo e independiente de
las dems artes, y, en caso afirmativo, cul es el estado
de su desarrollo y cules sus posibilidades para el porvenir.
La polmica sobre Chaplin tiende, en el fondo, a resolver
idntico postulado. Nadie, repito, presiente los trminos
definitivos de la solucin. Por de pronto, puede ya dedu-
cirse del debate, que "la religin cinemtica o charlotes-
ca", como la llama sarcsticamente Andr Suarez, tiene
acaparado a un 90 por ciento de la poblacin del globo
terrestre. Un 8 por ciento est constitudo por enemigos
acrrimos e irreconciliables del cinema. El 2 por ciento
restante est formado por gente libre y cambiante, que, si-
guiendo los vaivenes de su gusto y las peripecias del de-
senvolvimiento del cinema, logran dar entonacin huma-
na y sincera a sus ataques y a sus elogios, sin sistemati-
zarse ni dejarse llevar por modas ni escepticismos tro-
glodticos.
Existe el cinema? Fuego! Fuego! La pregunta, a estas
horas, quema ya y pocos se atreven a responder negati-
vamente. Un 90 por ciento, hemos dicho, estn listos a
votar por la existencia del cinema. El 8 por ciento votan,
con todas sus manos, en contra. Ni uno ni otro bando, son
pues, honestos, porque ambos estn fanatizados.
Slo interesa la opinin libre y humanamente varia-
ble, segn el mltiple proceso del espritu del 2 por ciento
restante de las gentes. Cuando estas gentes niegan la exis-
tencia del cinema, la niegan honestamente. Cuando la
afirman lo hacen tambin honestamente. Al primer grupo
pertenece "todo el mundo", al segundo pertenece "otro
todo el mundo" y al tercero pertenecen los mejores.
Entre los adoradores del cran, los hay -sin contar
el grueso pblico y operando entre unidades-, que fun-
damentan su fe cinemtica en muy sintomticos motivos.
Madame Rachilde prefiere el cinema, porque es ms ba-
rato. Bill prefiere el cine porque "nada hay en el circo,
en el teatro, ni en el music-hall de comparable al genio
de Chaplin". Gabriel Trarieux cree y espera en el cran,
porque es un arte mundial. "Aparte de la msica, - d i c e
Trarieux-, muy pocas obras artsticas irradian a lo le-
jos". Dominique Braga cree y espera en el cinema, porque
es el arte de la quinta dimensin. "El meteur-en scne,
- d i c e Braga-, llegar a penetrar, desde el ngulo de la
priside-vue en el interior de su personaje, para interpretar
su vida cinemtica, es decir, de una manera, a la vez, pls-
tica e intelectual" y as sucesivamente.
De vez en cuando, se oye una voz discorde, una bo-
fetada al aparato, un bostezo irreverente. Es Leon Dau-
det. O Georges Kaiser. C Henri de Na~ssame. O el pro-
pio Andr Suarez. O alguno que otro cinesta desenga-
ado o moroso, que, como Galtier Boissire, confiesa la
partida oblicuamente. "En la actualidad, -afirma Bois-
sire-, el cinema no es ms que un arte de intrpretes
y con mucha justicia se ha comparado a Douglas, To Jim
y otros a los personajes de la comedia italiana".
La polmica contina y, en ella, las apuestas a favor
del cinema crecen con cada nacimiento y an con cada
muerte. Mundial, N" 359, 29 de abril de 1927.
LA REVOLUCION EN LA OPERA DE
PARIS
Ruidoso festival vanguardista.- "Las Co-
foras" de Milhaud y "El Rey David" de
Homeger.- Relaciones e independencia de
las artes entre s.- Escollos de composito-
res y de crticos.- Guerra a los c1ichs.-
Beethoven, el ms msico de los msicos.-
Pecados y actos de contricin del cronis-
ta.- Las cadas del hombre y las del tc-
nico.
(Especial para Mundial)
Pars, marzo de 1927.
Un paso queda por dar a la msica y es su inde-
pendencia completa de las dems artes. Dominique Braga
sostiene todava que todas las artes deben prestarse entre
s sus medios de expresidn y, lo que es an ms grave, sus
procedimientos. "Lo esencial, - di c e Braga-, es que cada
arte, por encima de tales puntos de contacto, ofrezca un
lenguaje esotrico y peculiar, no asimilable por las otras
artes". As, pues, la msica participa todava de las artes
plsticas, de la danza, de la literatura y del cinema. La mi-
sica pinta, esculpe, consruye, decora, versifica y se mue-
ve. Todava los msicos componen con dibujos, colores,
perspectivas, masas, resistencias, altura, nivel, cesura,
rima, transposiciones, planos, visiones fragmentarias, dis-
tancias, tiempos, gestos y trucos. Todava Ravel titiila
una pieza suya "Pzvana" (ttulo originariamente de dan-
za) para una infanta difunta", y Faure presta de Homero
el nombre de Penlope para drselo a una de sus obras.
Hasta el propio Erik Satie cay en la zancadilla, al com-
poner muchas de sus piezas con los nombres de estatuas.
iudiones, corazas, monedas y maderas. Sin embargo, exis-
ten y es posible crear ttulos exclusivamente musicales,
como los de sinfonas y sonatas. El que menos se ha sa-
lido de la msica propiamente dicha ha sido Beethoven,
a causa, justamente, de ser el compositor ms puro y ms
grande. La mayor parte de sus obras se titulan simple-
mente sinfonas, adagios y sonatas. No ser entonces po-
sible un arte musical que, empezando por los ttulos cie
las composiciones, se baste por s mismo, acusando per-
sonalidad sustantiva e independencia absoluta de las de-
ms artes? Porque lo que pasa con los ttulos de las pie-
zas, sucede con el propio cuerpo esttico de las obras. To-
dava existen obras a base expresa de armona imitativa",
como en "El Tamborin" de Kreisler, o de luz y color,
como en "La isla placentera" de Debussy, o de volmenes
y pesos, como en "Tres movimientos perpetuos" de Pou-
lenc, o de accin cinemtica, como en "Los dos pichones"
de Messager, o de danza, como en ciertos "Croquis" de
Satie. (Ya he dicho en otra ocasin que el futuro de la
danza ser, as como su completa independencia de !a
msica, no slo en cuanto al acompaamiento, como lo
quiere Alfonso Reyes y lo ha realizado Isabella Eches-
saray, sino en cuanto a la estructura esttica y al proce-
dimiento.
Crticos y ensayistas llevan al extremo esta mescolzn-
za e hibridismo de las artes. Cuando quieren exponer y es-
tudiar una obra musical, todava se valen de valores y ~ r -
minos prestados a la literatura, a la plstica, al cine. La
haraganera de mollera y pericardio les ata para juzgar a
la msica, es decir, con sensibilidad y maquinaria estric-
tamente musicales. Se trata de una pera? Echan mano
al libreto, a la tabla literaria. En "Boris Godounow", el cr-
tico dir que las splicas del pueblo, reunido en el patio
del convento de Novedievitch, para que Boris acepte la
corona de zar, estn magistralmente expresadas en el pr-
logo de la partitura. El crtico exclamar: "El acento c-
vico ataca, ms que por medio de los coros, por medio
de los saxofones. Dirase un simple movimiento de an-
siedad anatmica, a lo largo de los bronquios. Si la pre-
sin atmosfrica alcanza en cada aro res~iratorio una aue
otra interlnea extra-anatmica, ser por instinto social de
la elevacin. Los saxofones all son irresistibles. Un pue-
190
blo no deba dirigirse a sus dirigentes poltico por medio
de memoriales en papel sellado, sino por medio de suspi-
ros en saxofones. Boris ceder, ms que a la palabra ;le
los seores del Imperio y de los dignatarios eclesisticos,
al viento fascinante de la orquesta.. ." etc., etc. Todo,
a base de los datos del libreto.
Otras veces el conchabaje para el juicio lo sacan del
titulo. En la "Primavera" de Grieg, el crtico aludir, na-
turalmente, a la eclosin de una flor en cada nota, al ru-
mor de alas en el aire escandinavo, al tibio aliento suave
del sol de la maana. . . Ni ms ni menos. Exacto. Traduc-
cin fiel. Sondaje certero. Espejo de gran reflexin. En este
caso, se hace una literatura excesiva sobre una msica.
asimismo, literaturizable al infinito.
Pero, cuando los crticos llevan a una obra musical sin
titulo, sin libreto, ni explicacin alguna, se caen del tra-
pecio y se salvan refugindose en tpicos de tcnica y
estilo.
Algo de ello sucede ante casi toda la obra de Beetho-
ven. La falta de libreto, lo genrico y vago, en fin, lo mu-
sical de los ttulos, repudia las interpretaciones de cli-
ch. Es esto y aqullo o no lo es. Y, en cuanto al proce-
dimiento, es intil toda exgesis.
Y pensar que yo tambin he hecho a veces lo que
esos crticos. Dios mo! Slveme, al menos, el que yo no
hago de crtico. Como hombres, todos tenemos derecho
a la cada. Como expertos, la cesa cambia. Precisamente,
en esto reside la diferencia entre hombre y tcnico. El
hombre que yerra, est muy bien y no estafa a nadie.
El experto que se equivoca, estafa a los dems y est muy
feo.
El gran festival extraordinario que la Opera ofreci
ayer, con las "Coforas" de Darius Milhaud y "El Rey
David" de Arthinr Xonegger, dos de los ms jvenes com-
positores franceses de vanguardia, exigira otro modo de
exgesis distinto del corriente.
Mundial, NQ 360, 6 de mayo de 1927.
LA INOCULACION DEL GENIO
Sutiles expedientes del "boudoir" moder-
no.- Un genio a palos.- Mecnica secre-
ta de las vigas.- Futura igualdad de las
inteligencias.- Los divorcios aumentan en
invierno.- Las sorpresas de la naturaleza.
Una buena paliza quita la estupidez.- Hu-
morismo en la ciencia y en el arte.- Ac-
cidentes del trabajo y accidentes de la l-
gica.
(Especial para Mundial)
Pars, abril de 1927.
A un pobre obrero le cae de repente en la cabeza una
enorme viga. Del golpe y de resultas de ese golpe, la fi-
siologa cerebral del obrero sufre un cambio radical: una
gran sangra de las sienes le toma un genio. Ha habido
all uno de esos desvos excesivos de piones, que de una
mquina de envolver cigarrillos hace una mquina de
desezvolverlcs o que de una miel muy dulce saca acritud.
El accidente acontece en Pars, en Berln o New York y
no en otro lugar, porque no en todas partes cae una viga
a plomo en la brutez de los obreros. Esto es posible ni-
camente en los lugares y ambientes donde las vigas o ne-
cesitan de mucho peso para dar luz o de poco nivel para
dar sombra, En otra parte la viga habra, a lo sumo,
causado el dolor en la familia del obrero y el pago por
parte del dueo de la construccin de una indemnizacin
por accidentes del trabajo. Pero, en los grandes bu!evsres
de Pars, el accidente trastornara cauces profundos de la
vida del obrero y de la sociedad, pues el nuevo genio
queda en posesin de un 99 por ciento de posibilidades
para convertirse de golpe y por resultas de ese golpe en
la cabeza, el seor entre los hombres y elegido entre las
almas. Es obvio hacer la salvedad de que, si esa enorme
viga cae, no ya en la cabeza de un obrero, sino en los
pies del dueo de la construccin o en el pecho de un
simple y desinteresado transente, las consecuencias del
accidente cambian totalmente.
Como se ve, la naturaleza no quiere si no un pre-
texto para darnos sus mediavueltas. Esto apareja ley sin
excepcin, nmero exactamente divisible. Unas veces el
pretexto reside en un palo en la nuca y tenemos el genio
a palos, o al menos, un ladrn de Stevenson o un mdico
de Moliere. Otras veces, el pretexto viene jineteando en
una aguja teraputica y entonces tenemos que, por influ-
jo de una vulgar inyeccin hipodrmica, un sujeto total-
mente genial, -un Dostoiewski o un Shakespeare-, pue-
de convertirse en un imbcil absoluto, metafsico, admi-
rable. En todos estos casos, la naturaleza ha tomado un
pequeo pretexto para voltearse los guantes burgueses y
lucir al revs arlequinesco e inesperado.
El camino o truco para obtener tales metamorfosis
queda as abierto y expedito. Partiendo de aqu, todo es
posible en la materia. El profesor ingls Low, de Lon-
dres (en Londres tena que suceder) podr entonces for-
rnular declaraciones de esta envergadura: "La teora del
cerebro sinttico acaba de ser encontrada. No queda ms
que desenvolverla y aplicarla. La teora consiste en que
si, por ejemplo, un hombre que se ocupa de descubrimien-
tos, de industria o de literatura, posee una viva imagina-
cin, pero tiene una memoria dbil, podemos estimularle
a voluntad las glndulas de la memoria. Si la falla concier-
ne a la imaginacin, podemos igualmente vitalizarla y cu-
rarla. En ciertos casos podemos an producir un summum
de imaginacin y llegar a hacer de un sujeto corriente un
superhombre. Todo esto equivale a asegurar que un da
muy prximo podremos inocular el genio a un individuo,
como se inocula un suero cualquiera, por medio de una
simple inyeccin hipodrmica. Vamos, pues, a contrarres-
tar seriamente las leyes y taras de la herencia, remediando
de golpe la gran desigualdad humana que pretende que
tal hombre sea inteligente y tal otro idiota. No habr
entonces ms imbciles. La necedad ser curada como se
cura la tifoidea o el paludismo.
Entendido. Con tal de que una sociedad compuesta
de genios de igual potencia creadora no nos mate de tedio
y de monotona. O que, como en una novela de Chster-
ton, no lleguemos a perder el sentido de la desigualdad y
de la diferenciacin a tal punto que ya no sepamos dis-
tinguir nuestra mano derecha de la izquierda.
Decididamente, estos hombres del Tmesis se resba-
lan de una manera asombrosa y casi irreprochable. El
. profesor Low, el de la inoculacin del genio, como Ches-
terton, el de "El hombre que fue jueves".
Dichosos ellos que, al menos, pueden as divorciarse
de las necesidades de la lgica. Hay otros que no se di-
vorcian ni de sus mujeres. Un alto magistrado de Pars
declara que los divorcios se hacen cada da ms escasos.
"Solamente en invierno, -ha dicho el buen juez-, los
divorcios aumentan y a tal extremo que, por juzgaros, no
tengo tiempo ni de besar a mi esposa, razn por la cual
sta acaba de solicitar, a su turno, nuestro divorcio, fun-
dndose en mi falta de calor en el invierno". . . Una dies-
tra escritora de Pars, - q u e no es por cierto la Condesa
de Noailles ni madame Rachilde, que ya lleva abolido
por los aos todo peligro de divorcio-, opina que el asun-
to de las frecuentes separaciones conyugales en invierno,
tiene una explicacin muy natural: los esposos, a causa
del fro, permanecen ms tiempo dentro del hogar, cren-
dose as un ambiente de aburrimiento insoportable. Mien-
tras ms triste es el cielo invernal, el hogar es ms ama-
ble y retentivo, y el divorcio, -aunque parezca parad-
iico-, se impone a la postre y sin remedio. Todo ello
se encadena lgicamente e inevitablemente. En Pars las
causas y los efectos asumen goznes increibles, aunque
justos.
Una sola fuerza vence a estos goznes dolorosos, er,
Pars como en todas partes. Una sola fuerza puede evitar
a las mujeres el divorcio: la bellpza. La esposa ya mar-
chita y crepuscular, que no quiera separarse de su esposo,
puede ocurrir a los ingeniosos procedimientos para embe-
llecer que la especialista Lina Cavallieri propone en sus
recientes tratados del boudoir moderno, fileteados de oro
e ilustrados por el clebre Pavil.
Mundial, N9 362, 26 de mayo de 1927.
ORIENTE Y OCCIDENTE
(Especial para Mundial)
Pars, abril de 1927.
Una reciente encuesta promovida por un gran diario
de Pars, acaba de aclarar en parte, exacerbndolo en mu-
cho, el conflicto entre el Oriente y el Occidente. Las res-
puestas enviadas por eminentes polticos, escritores y fil-
sofos, ponen de manifiesto una fuerte discrepancia de
opiniones. Los criterios extremos estn marcados, de una
parte, por Henri Massis, que cree con Maurras, que el
Asia mira extraamente a Europa, procurando arruinarla,
y, de otra parte, por el austero orientalista francs, Louis
Massignon, para quien el Oriente no hace ms que pe-
dir cuentas a Europa de su alma destruda. "Nosotros
hemos pulverizado a los orientales, en nombre de la civi-
lizacin, - di c e acusadoramente M. Massignon-. El Orien-
te est cansado de nuestra hipocresa y habra preferido
que le dijramos francamente que necesitamos de sus ma-
terias primas y de sus mercados para nuestros productos
manufacturados. Nuestras guitarras de la libertad y del
derecho suenan ya a falso en sus odos. Se le ha enga-
ado como se engaaba a los electores. Su xenofobia es,
pues, justa".
Los golpes de Massis y sus amigos contra el Oriente
y contra los orientalistas, ms o menos francos o disimu-
lados tales como Lenine, Curtius, Keyserling y Spengler,
son golpes defensivos. Massis-no quiere dominar el Orien-
te, sino defender a Europa de lo que l llama "el peligro
oriental". En cambio, los golpes de Massignon y de los
dems orientalistas de la encuesta, son golpes ofensivos,
por lo menos, violentas demandas por delitos de lesa cultu-
ra y humanidad, que ellos se encargan de denunciar y pre-
cisar uno por uno. Europa desconoce totalmente el
Oriente. Se han explotado las riquezas orientales sin me-
dida ni moral alguna. Existan en el pasado del Oriente
muchas cosas interesantes y los europeos las han hecho
desaparecer por completo. En fin, la accin europea ha
producido la dbacle de la vida y de la cultura del Orien-
te. Es hora, pues, de que el Occidente rinda cuenta de
esta ruina absoluta del espritu oriental.. .
Entonces, todo el mundo se pregunta: Los pueblos
del Oriente son capaces de organizarse econmicamente
fuera de Europa y contra Europa? Solamente el Japn
posee industria. La India, el Egipto, la Turqua, empiezan
recin a organizar la suya, y sus fbricas estn todava en
embrin. En el Oriente musulmn no hay todava nada.
Pero la impotencia actual contribuir all a aumentar el
odio, ese odio con el que aquellos pueblos nos empiezan
a conminar al juicio de la historia.
Y el mismo seor Massignon se encarga de definir
este juicio, con las siguientes palabras de conciencia:
"Desde Cristbal Coln, todos los europeos cargamos los
pecados de la mala colonizacin. Hemos arruinado las
filosofas y las religiones del Oriente. Los orientales no
creen ya en nada. Un vaco inmenso se ha producido en
la vida del Oriente y all slo cabe la anarqua o el sui-
cidio. Una gran desgracia las aflige: han perdido su alma
y la han perdido por nosotros. Ahora la reclaman de
Europa y tal es la terrible cuenta que tenemos que rendir
ante el Oriente.. ." palabras tremendas son stas; voces
apocalpticas, cometa de Juicio Final. Porque estas
afirmaciones salen de la conciencia honrada de un hom-
bre insospechable y sabio en la materia. M. Louis Mas-
signon, que es Profesor del Colegio de Francia, ha
vivido largos aos en Marruecos, en Egipto, en Bagdad,
en Constantinopla, en Jerusaln, en los Dardanelos, en
Siria. Sus declaraciones acerca del Oriente nada tienen
de literarias y diplomticas, como las de Paul Morand,
ni de eclesisticas y cortesanas, como las de Tagore. M.
Massignon, que no sirve los intereses de ninguna canci-
llera, ni felicita con voz de pastor alemn a los reyes
y dictadores europeos, es un escritor libre. No es siquiera
un apstol ni un correo de gabinete. M. Massignon ha-
bla solamente como un hombre.
Y quin podra decir de Amrica lo que del Oriente
dice M. Massignon? Quin podra denunciar, una vez
1
por todas, que en Amrica hemos perdido tambin nnes-
tra alma y que la hemos perdido por Europa? Porque
en Amrica (hablo de America Latina) los europeos nos
I
han arruinado todo, filosofas, religiones, industrias, artes
y, del mismo modo que en el Oriente, hay desde el ambo
de Coln, un terrible vaco en nuestra vida. "Al Oriente
s610 le queda ahora la raza y el pas", - di c e Massignon.
1
A Amrica le quedarn tambin la raza y el pas, al me-
nos?. . .
Mundial, No 363, 27 de mayo de 1927.
EXPLICACION GUERRA
Pans, abril de 1927.
Un hombre que ha llegado a adquirir sensibilidad
qumica o, ms precisamente, farmacutica, est, sin duda,
capacitado humanamente para ser herido. Un hombre
que ha descubierto el yodo, qu ha de hacer sino buscar
el ser herido o, por lo menos magullado? Un pueblo que
en mitad de una rfaga de obuses, puede sacar un poco de
ter y unos finos bistures de su invencin, para operar,
inmediatamente a un sargento y evitarle una gangrena,
es, sin rplica, un pueblo que disfruta del derecho a la
batalla. Si no se enoja mucho M. Barbusse en la crcel,
ni el seor Briand en el Quai d'Orsay, same posible aven-
turar que la guerra es acaso hermosa, entre otras cosas,
porque existe el cloroformo. Filosficamente, toda he-
rida tiene su remedio; metafsicamente, a todo remedio
corresponde una herida. Cientficamente tambin es as.
Hay ingentes virtudes medicinales, inditas en la natura-
leza. Para suscitarlas, en bien de la humanidad, existe
un slo y nico reactivo: el dolor. Todo remedio recla-
ma, pues, una herida.
Pero, los moralistas de buena voluntad podrn sos-
tener que no es el remedio el que antecede a la herida y
la suscita, sino al contrario: primero, se produce la herida
y luego se busca el remedio. Los grandes descubrimientos
de medicina y ciruja, - s e dir-, se producen a raz
de las grandes matanzas. Si no hubiera guerra, no sera
posible ningn descubrimiento en la materia. Son, pues,
las heridas las que hacen nacer los remedios y no al revs.
A lo que los grandes msticos de la ciencia podrn argu-
mentar muy sutilmente que en d a d , el potencial far-
macutico existe ya, desde, siempre. en la naturaleza y
que el dolor no viene ms que a precipitarlo. Esto mismo
sucede con todas las energas cientficas. El petrleo ar-
tificial, por ejemplo, que acaba de ser descubierto y fa-
bricado por el eminente qumico francs M. Audibert, en
su laboratorio de Genlis, exista ya en potencia en la na-
turaleza. "Los elementos constitutivos de los hidrocarbu-
ros que forman el petrleo, --dice un crtico de ciencia-,
se hallan dispersos en las formas naturales. De lo que se
trataba solamente era de provocar su combinacin, lo que
se ha logrado por el maravilloso fenmeno de la catlisis".
De todos modos y puestos de lados estos debates
tcnicos a cerca de la relacin de causalidad entre la qu-
mica farmacutica y las guerras, no ser mucho si se
sostiene, por lo menos, que slo Alemania, Francia e Ingla-
terra, tienen derecho a guerrear, a causa de haber creado
mtodos de ciruga, frmulas medicinales, cuerpos tera-
puticos, instrumentos clnicos, medicamentos. La guerra
es buena o mala? Hay sus teoras. De lo que se pu~de
estar seguro es que, si la guerra es mala, lo es menos
cuando la hacen grandes pueblos creadores. En cambio,
de ser mala la guerra, lo es ms cuando la hacen pueblos
inferiores, que los hay. Y que, desde el punto de vista
de la creacin, un fusil es, -d gase lo que se quiera en con-
trario-, una muy bella cosa, funcionando en manos de su
inventor. En manos de su inventor. En manos de otro,
que no lo haya inventado pierde todo su sentido esttico y
biolgico y se toma una cosa monstruosa y antivital. Un
fusil arranca de manos de su inventor, de modo orgnico
y casi vegetal, y puesto en otras manos, ajenas a su inven-
cin, denuncia suplantacin, fraude biolgico. Debe causar
una emocin de afirmacin vital, el espectculo de un
soldado alemn, pongamos por caso, que cae en una ba-
talla y, de pronto, despierta y siente,-constatndose as
mismo en todo ello,- que le asiste un cirujano alemn, que
le aplican remedios de invencin alemana, en f , que vuelve
a ganar la vida, por esfuerzo y creacin alemana.. . Ese
soldado se siente entonces en su propio hogar histrico, en
el seno de su propia entraa cultural, que es la entraa
ms cara del hombre.
No hay aqu nacionalismo, cuestiones raciales y ni
siquiera culturales. Aqu hay una cuestin profundamente
humana, un imperativo de creacin comn a todos los hom-
bres, una necesidad de hogar cultural, Georges Duhame!
ha referido, tal vez, la emocin que el hombre debe sentir
del dolor, al sentirse socomdo y salvado por obra de su
propio estado de cultura, es decir, con los frutos de su
propia vigilia creadora?. . . La ha referido tal vez el mismo
Barbusse? Tal vez Thirry Sandr? o Apollinaire? o Drieu
La Rochelle? Merece este momento de la trinchera haber
sido auscultado. Pero aquel sujeto salvaje, aquel pobr ~
hombre sin historia, a quien se le da un fusil para que
vaya a ciegas al campo de batalla, ha de sufrir sordo sufri-
miento de violencia histrica, cuando siente que una mano
extranjera, -an siendo de su misma raza-, y sin nexo
con su propio temple creador, le aplica en su herida un
medicamento, igualmente extranjero a su estado de cultura.
Ese fusil que l manej no fue hueso de sus manos, y ese
medicamento con el que va a ser curado, no es sangre de
su sangre.
Un hombre cuyo nivel de cultura, -hablo de la cul-
tura sangunea y vital-, est por debajo del esfuerzo crea-
dor que supone la invencidn de un fusil, no tiene derecho
a usarlo. Un pueblo cuyo nivel de cultura est por debajo
del esfuefzo creador que supone un descubrimiento, tam-
poco tiene derecho a hacer la guerra.
Salvo mejor parecer.
Mundial, NQ 364, 3 de junio de 1927
Esta obra se termin de imprimir e;
4 de mayo de 1960, en los Talleres
Grficos P. L. Villanueva, S. A.
Jirn Yauli 1440-50 - Chacra Ros.
Lima, Per.
'1 2 MAYO 1960'

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