Este documento examina los problemas de circularidad en la fundamentación del conocimiento desde la teoría de la argumentación. Se analizan dos argumentos clásicos, el de Moore y el de Cohen, que intentan probar que sabemos. Se argumenta que el argumento de Moore no es circular ni falaz, mientras que el de Cohen sí lo es. Además, se proporcionan nuevas definiciones de las falacias de petición de principio y apelación a la ignorancia para evaluar los argumentos fundamentadores del conocimiento.
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Este documento examina los problemas de circularidad en la fundamentación del conocimiento desde la teoría de la argumentación. Se analizan dos argumentos clásicos, el de Moore y el de Cohen, que intentan probar que sabemos. Se argumenta que el argumento de Moore no es circular ni falaz, mientras que el de Cohen sí lo es. Además, se proporcionan nuevas definiciones de las falacias de petición de principio y apelación a la ignorancia para evaluar los argumentos fundamentadores del conocimiento.
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CRTICA, Revista Hispanoamericana de Filosofa. Vol. 43, No.
127 (abril 2011): 2757
PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM Y FUNDAMENTACIN DEL CONOCIMIENTO JAVIER VILANOVA ARIAS Departamento de Lgica Facultad de Filosofa Universidad Complutense de Madrid vilanova@los.ucm.es RESUMEN: Se examina el problema de la circularidad argumental en la fundamenta- cin del conocimiento desde la teora de la argumentacin. Los argumentos dirigidos a probar que sabemos (argumentos fundamentadores) son sospechosos de dos fala- cias: peticin de principio y apelacin a la ignorancia. Se examinan las deniciones clsicas de ambas falacias y se dictamina que bajo tales deniciones los argumentos fundamentadores seran falaces. A continuacin se proporcionan nuevas deniciones de ambas falacias, ms acordes con el trabajo reciente en teora de la argumentacin y se sostiene que, bajo estas deniciones, no todos los argumentos fundamentadores son falaces. PALABRAS CLAVE: argumentacin, circularidad argumental, elusin del problema, justicacin epistmica SUMMARY: In this paper I examine the problem of circularity in the justication of knowledge from the point of view of argumentation theory. I introduce the expression founding argument for the arguments we use to try to prove that we know, and explain the classical account of the two fallacies that may be committed: ad ignorantiam and petitio principii. A new denition of both fallacies, based on recent work in the theory of argumentation, is used to show that not every founding argument is fallacious. KEY WORDS: argumentation, argument circularity, begging the question, epistemic justication 1 . Fundamentacin del conocimiento En las pginas que siguen me ocupar de una pequea parte de ese gran problema que llamamos fundamentacin del conocimiento. Y el aspecto que me preocupa no es otro que las suspicacias que des- de el punto de vista lgico (o, en una perspectiva ms amplia, desde el punto de vista de la teora de la argumentacin) despiertan los argumentos con los que intentamos averiguar si sabemos. Para poder ir al grano cuanto antes, expondr el problema a travs del siguiente argumento, que reconstruye el que Moore 1940 ofrece como prueba de que sus sentidos son una buena fuente para obtener conocimientos en torno al mundo fuera de su cabeza. El argumento de Moore posee una cantidad innumerable de premisas, cada una de las cuales describe una ocasin en la que sus sentidos le informaron critica / c127Vilanova / 1 28 JAVIER VILANOVA ARIAS de algn hecho que fue corroborado por otras vas. As, por ejemplo, en t 1 sus ojos le informaron de que algo slido se aproximaba a su cara y ms tarde sinti un impacto en su rostro, o en t 2 sus ojos le informaron de que haba una silla al otro extremo del pasillo y a continuacin su amigo Juan le corrobor tal hecho. Podemos esquematizar el argumento (que Moore calica como inductivo o analgico) de la siguiente manera (es importante que tengamos en cuenta que la evidencia perceptiva para M n no es la misma que la expresada por M n bis): ARGUMENTO MOORE (M 1 ) En t 1 mis sentidos me informaron de que p 1 . (M 1 bis) Es el caso que p 1 . (M 2 ) En t 2 mis sentidos me informaron de que p 2 . (M 2 bis) Es el caso que p 2 . . . . (M n ) En t n mis sentidos me informaron de que p n. . (M n bis) Es el caso que p n . (M) Mis sentidos son ables (es decir, aquello de lo que me informan mis sentidos es el caso). Inmediatamente detectamos de dnde vienen las suspicacias con MOORE, y es que al menos parte de las razones que Moore posee para creer cada una de las premisas M n bis es de origen perceptivo, y por lo tanto slo es genuina su justicacin si sus sentidos son ables. As que, prima facie, parece que Moore ya debera saber M antes de seguir este argumento, y por lo tanto el argumento no parece ser una va adecuada para que Moore pruebe que sus sentidos son ables. En este trabajo defender que, a pesar de las apariencias, no hay nada malo en el argumento MOORE. Por el contrario, el siguien- te argumento, que reproduce el que aparece en Cohen 2002, es en mi opinin (como en la de Cohen) un intento fallido de probar la conclusin: ARGUMENTO COHEN (C 1 ) Hay un objeto rojo encima de la mesa. (C 2 ) Si hay un objeto rojo encima de la mesa, entonces en este momento mis sentidos proporcionan informacin able en torno al mundo externo. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 2 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 29 (C 3 ) Por lo tanto, mis sentidos proporcionan informacin able sobre el mundo externo en este momento. La premisa (C 1 ) se justica a partir de la experiencia perceptiva que estoy teniendo en este momento de que hay un objeto rojo encima de la mesa. La premisa (C 2 ) se obtiene a travs del razonamiento que, a partir del hecho de que hay un objeto rojo encima de la mesa y del dato de que yo he llegado a saber tal cosa a travs del uso de los sentidos, concluye que al menos en esta ocasin mis senti- dos han sido una fuente verdica de conocimiento sobre el mundo externo. 1 A esta caracterstica de un argumento de suponer o utilizar la conclusin de alguna manera (ya que, como veremos, hay varias formas en que esto puede suceder) antes de haber llegado a ella se le conoce como circularidad argumental o, ms brevemente, como circularidad. En el siguiente apartado efectuaremos un anlisis ms pormenorizado de la circularidad argumental y las dicultades ligadas a ella, pero ahora quisiera hacer unos comentarios generales sobre el tipo de tarea que se pretende llevar a cabo con argumentos como los anteriores. Como ya hemos dicho antes, ese tipo de tarea queda reunida bajo el rtulo de fundamentacin del conocimiento, que consiste en la obtencin de justicaciones de que sabemos. Explicar esto un poco mejor. Llamar procedimientos o acciones epistmicas a aquellas acciones que llevamos a cabo con el n de obtener nuevas creencias y cono- cimientos. Como resultado de una accin epistmica obtenemos una nueva informacin, un nuevo elemento de juicio a tener en cuenta a la hora de formarnos una creencia. Llamar a tales informaciones evidencias. Se han postulado distintas fuentes de evidencias, que segn el hombre o la poca han sido aceptadas o no (los sentidos, la intuicin racional, el testimonio, el sentido comn, la revelacin divina, etc.). Cuando las evidencias que han dado lugar a la creencia en p son, objetivamente, una buena razn para creer que p, dir que son una justicacin, o una buena justicacin para creer p. Por otro lado, una accin epistmica casi nunca constituye un acto aislado. Habitualmente se integra dentro de un sistema en el que 1 El lector habr percibido una notable diferencia entre ambos argumentos: MOORE es un argumento inductivo, mientras que COHEN es un argumento deducti- vo. Me apresurar a advertir que, en mi opinin, el carcter deductivo o inductivo del argumento no afecta en absoluto al fenmeno de la circularidad. En la seccin 8 de este trabajo fundamentar esta armacin y explicar mejor este punto. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 3 30 JAVIER VILANOVA ARIAS han sido jados (al menos idealmente) los procedimientos a seguir a la hora de recoger evidencias, y es en el marco de la metodologa global del programa de investigacin y de los datos ya obtenidos que la accin epistmica puede servir de justicacin para una creencia. Debemos tener en cuenta, pues, procedimientos epistmicos dentro de los cuales se encontrarn las acciones epistmicas concretas que llevemos a cabo. Un procedimiento epistmico es un tipo de accin epistmico; por ejemplo, aplicar un modus ponens a proposiciones que recogen creencias ya justicadas, o sumergir una sustancia en agua regia, y comprobar si se disuelve o no. Un sistema epistmico ser un conjunto de procedimientos epistmicos. La forma ms senci- lla de entender un sistema epistmico es como un conjunto de reglas, a las que llamar reglas epistmicas, que al ser aplicadas nos propor- cionan justicaciones para nuestras evidencias. Una regla epistmica tpica sera: lleva a cabo la accin epistmica X, si obtienes el dato Y, entonces ests justicado para creer Z. Por ltimo, llamar proyecto epistmico a cualquier sistema epistmico enriquecido con una serie de objetivos o preguntas ms una serie de evidencias previas y quizs algunos supuestos (podemos identicar un proyecto epistmico con lo que ms tarde llamar un contexto epistmico, as que dejar la explicacin para ms tarde). En una aproximacin un tanto grosera pero efectiva, podemos de- nir la tarea de fundamentacin del conocimiento como la tarea de ob- tencin de justicaciones sucientes para nuestras armaciones de que sabemos, o, lo que es lo mismo, justicaciones de que las eviden- cias que respaldan nuestras creencias son buenas justicaciones. A los argumentos que, como MOORE o COHEN, pretenden obtener tales justicaciones los denominar argumentos fundamentadores. Un par de observaciones aclararn mejor estas nociones. En primer lugar, que nuestras evidencias son buenas justicaciones est directamente relacionado con la calidad, la abilidad si se preere, de nuestras acciones epistmicas. Dicha abilidad depende en parte, claro est, de la situacin concreta en que ha sido llevada a cabo. Especialmente se vera daada si concurren circunstancias excepcionales que hacen imposible aplicar una regla epistmica que normalmente funciona bien. Pero adems y sobre todo depende de la abilidad del procedimiento epistmico instanciado en la accin y la regla epistmica correspondiente. Y dado que, como hemos dicho, casi siempre (y al menos en los casos interesantes) la evidencia de una accin epistmica slo puede entenderse como justicacin en el marco de un conjunto estructurado de reglas epistmicas, la tarea de fundamentacin del conocimiento no es ms que la defensa de Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 4 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 31 nuestros sistemas epistmicos. Una clase de sistemas epistmicos son los programas de investigacin que estructuran la actividad cientca, y los momentos en que el problema de la fundamentacin cientca se maximiza coinciden, evidentemente, con las crisis cientcas. Pero tambin debemos tomar en consideracin sistemas y procedimientos ms modestos, que en algn momento pueden suscitar preguntas sobre su credibilidad. El recetario tradicional para prevenir el tiempo que viene, el uso de enciclopedias (o internet) para resolver dudas geogrcas, o el recurso a la encuesta para conocer el estado de opinin de una poblacin, pueden todos ellos embarcarnos en tareas de fundamentacin del conocimiento. En segundo lugar, entiendo que el objetivo de fundamentar el co- nocimiento es activado por una duda genuina cuya solucin, positiva o negativa, no slo afecta a nuestras pretensiones de conocimiento sino que tiene consecuencias prcticas para nuestros proyectos epis- tmicos, ya que nos puede llevar a abandonarlos o emprender serias reformas si el resultado es negativo, o a aanzarnos en ellos si es positivo. En este sentido, los casos interesantes, y los nicos que me ocuparn aqu, son aquellos en los que hay una posibilidad real de que la respuesta a la pregunta sobre si sabemos sea negativa. Es importante que reparemos en que pudiera haber ocurrido que Moore o cualquier otra persona, al recopilar sus experiencias perceptivas pasadas, detectara contradicciones, huecos y otros problemas que le llevaran a desconar del uso de sus sentidos y replantearse la manera en que obtiene conocimiento a travs de ellos. Por poner un ejem- plo un tanto trivial pero bastante grco, todos los que somos miopes en algn momento hemos seguido un razonamiento similar al de Moore, pero con conclusiones negativas en cuanto eso s, exclusivamente al sentido de la vista. Pero lo mismo les ocurre, en todo el mundo, a personas que sufren graves trastornos de la percepcin como agnosias o afasias mnsicas, o incluso desrdenes psicolgicos tales como en el clebre caso del matemtico John Nash. En tercer lugar, no es necesario que un argumento fundamentador pruebe por s solo de manera denitiva e irrefutable su conclusin para que sea pertinente. Basta con que aada algo de plausibilidad, o que aumente el grado de conrmacin de la conclusin. Este rasgo se sigue de un hecho general sealado por la teora de la argumen- tacin, segn la cual en las situaciones reales nunca o casi nunca se consigue probar un enunciado mediante un solo argumento, sino que son necesarios una serie de argumentos convergentes que van eliminando alternativas y sumando plausibilidad a la proposicin que se quiere probar. No es necesario, pues, que un argumento como Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 5 32 JAVIER VILANOVA ARIAS MOORE decida de una vez y para siempre la cuestin de la abilidad del conocimiento perceptivo, algo ya de por s difcil si se tiene en cuenta que el argumento no es de naturaleza deductiva. Basta con que, en el momento en que se formula, sea una buena razn (entre y junto a otras) para conar en nuestros sentidos, incluso aunque la aparicin de evidencias posteriores nos hagan retractarnos de nuestra postura de conanza. En buena medida, si insisto en estas consideraciones previas es con el objeto de aclarar que, tal y como yo lo entiendo, el problema de la fundamentacin del conocimiento no es un mero pasatiempo losco, ni las dudas escpticas simples retos intelectuales, sino que deben ser tomadas como problemas reales insertos en la vida de individuos particulares, en la actividad de comunidades cientcas o en la dinmica de grupos sociales. Con ello, mi enfoque se desva desde el principio de uno muy popular en la epistemologa contem- pornea que, siguiendo a Wittgenstein (1969), tiende a considerar toda empresa de fundamentacin del conocimiento como un absurdo losco completamente desconectado de los intereses y conictos de nuestra vida. 2 . El punto de vista de la teora de la argumentacin En este trabajo seguir una va que recientemente han explorado Martin Davies (2004 y 2006) y, de manera independiente, Douglas N. Walton (2006), si bien mis planteamientos y resultados dieren considerablemente de los de ambos. Siguiendo esta va, examinar el problema de la circularidad en la fundamentacin del conocimiento a partir de los resultados ya existentes en el mbito de la teora de la argumentacin sobre argumentos circulares. Aunque a primera vista los argumentos tienen nalidades distintas (en el caso argumentativo, convencer con buenas razones al oyente; en el caso epistmico, produ- cir nuevos conocimientos) y distintos criterios de correccin, lo cierto es que ambos casos comparten entre s una importante propiedad: la introduccin de consideraciones pragmticas y contextuales, que no son tenidas en cuenta en el enfoque lgico. Podemos caracterizar esquemticamente el contexto en que apare- ce un argumento a travs de los participantes y la serie de proposi- ciones que ellos proeren o que intervienen en la argumentacin de otra manera. As, un contexto argumental est constituido por un conjunto de preguntas (enunciados en torno a cuyo valor de verdad se argumenta) una serie de participantes, cada uno con una serie de compromisos (enunciados cuya verdad acepta); un conjunto de Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 6 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 33 supuestos, incluyendo tanto supuestos de fondo (enunciados que to- dos los participantes aceptan al principio de la argumentacin) como supuestos que se han ido abriendo a lo largo de la argumentacin y un historial de movimientos previos, ya sea la formulacin de ar- gumentos o la introduccin de nuevos compromisos, preguntas o supuestos. Un contexto epistmico est conformado por un conjunto de objetivos (enunciados cuyo valor de verdad desea ser conocido), uno o varios sujetos epistmicos cada uno con un conjunto de creen- cias, un conjunto de supuestos tanto de fondo como introducidos en el curso de la argumentacin, y un historial de movimientos previos, incluyendo el recorrido de argumentos y la introduccin de eviden- cias y supuestos nuevos. En ambos casos, adems, existen una serie de reglas (argumentales o epistmicas, segn el caso) que determi- nan qu movimientos son lcitos en cada momento y cules son las consecuencias de los mismos respecto a los conjuntos de objetivos, supuestos y compromisos o creencias. En particular, tales reglas de- terminan cuando la adopcin de un compromiso, la apertura de un supuesto, o, en el caso epistmico, una creencia, son lcitos o no. Utilizar aqu el trmino general de aceptar p para todas estas actitudes proposicionales, y el trmino respaldo para referirme a los razones que hacen de la aceptacin de p algo lcito. En el caso especial de la creencia, seguir la convencin habitual de denominar a tal respaldo justicacin. Como he dicho al comienzo de este apartado, mi intencin es examinar un asunto epistemolgico desde la teora de la argumenta- cin, as que, por razones puramente metodolgicas (ya que deseamos hablar de falacias), entender a partir de ahora los contextos epist- micos como una clase de contextos argumentales, para lo cual basta que tomemos los objetivos como una clase de preguntas, las creencias como una clase de compromisos, la introduccin de evidencias como una clase de introduccin de nuevos compromisos, y las reglas epis- tmicas como una clase de reglas argumentales. Para el caso en que haya slo un sujeto epistmico basta con entender que en todos los argumentos el proponente y el receptor son el mismo participante. 2 2 Una comparacin atenta de ambos tipos de contextos tendra un indudable inters terico, pero seguramente acabara alejndonos de nuestro camino. En mi opinin, en muchos casos no vale la pena distinguir entre ambos contextos; por ejemplo, en una argumentacin en la que el principal objetivo sea cognoscitivo y los participantes compartan los datos de partidos, el contexto argumental es, direc- tamente, un contexto epistmico. En algunos casos de contextos epistmicos tal vez resulte forzado hablar de contexto argumentativo: por ejemplo, cuando un indivi- duo se forma creencias perceptivas sin que medien (o parezcan mediar) inferencias. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 7 34 JAVIER VILANOVA ARIAS La manera ms habitual de obtener un respaldo para aceptar un enunciado es introduciendo un argumento. En este caso, las premisas del argumento son el respaldo de la conclusin. La propiedad ms interesante de un argumento en un contexto argumentativo es muy similar a la propiedad estrella desde el punto de vista epistmico, y por ello utilizar la misma palabra en ambos casos: convincente. Un argumento es convincente en un contexto argumental si fuerza al participante al que va dirigido a comprometerse o aumentar el compromiso con la conclusin. Un argumento es convincente en un contexto epistmico si proporciona al sujeto epistmico que lo sigue la justicacin para creer la conclusin, o aumenta la justicacin para creer la conclusin. De otra manera: un argumento es convincente si las premisas son un respaldo para la aceptacin de la conclusin en el contexto en que se introduce el argumento. Que un argumento sea convincente o no en un determinado contexto depende de las reglas argumentales o epistmicas. Cuando un argumento que no es convincente conduce a un participante en una argumentacin a adoptar (no forzadamente) el compromiso con la conclusin, o a un sujeto epistmico a creer (no justicadamente) la conclusin, decimos que se ha producido una falacia. 3 Mi propsito con respecto a argumentos fundamentadores como MOORE es determinar si son convincentes, y si no es as, cul o cules falacias de las distintos tipos que se discuten en la teora de la argumentacin tiene la culpa de ello. Como veremos, algunos autores (entre los que me encuentro) deenden que un argumento Igualmente, en algunos casos de contextos argumentativos como los de la clsica disputatio, en que el principal objetivo es persuasivo, la dimensin epistmica apa- rece ms difuminadamente. En los casos que tratamos en este artculo, en los que uno o varios sujetos intentan averiguar si saben o no saben determinados enunciados, pienso que no slo conviven ambas dimensiones epistmica y argumentativa, sino que prcticamente se identican. 3 Nota bene: digo forzar y no incitar o impulsar porque el hecho de que el oyente deba o no comprometerse con la conclusin depende, como venimos diciendo, de reglas constitutivas de las prcticas argumentativas, y no del capricho o la buena voluntad del oyente. Tal y como yo lo entiendo, la propiedad de ser convincente posee un carcter normativo y objetivo (aunque relativo al contexto) de la que carece la propiedad ms dbil de ser persuasivo, de marcado carcter psicolgico. En ocasiones se utilizan en castellano trminos como conclusivo, correcto o simplemente bueno para referirse a esta propiedad, mientras que en ingls es muy habitual utilizar el trmino cogent. Ntese tambin que hablo de aumentar el compromiso con la conclusin porque, para que un argumento sea convincente, no es imprescindible que zanje denitivamente la cuestin. No incluir este elemento gradual dejara fuera no slo los argumentos inductivos que discutimos aqu, sino tambin muchos argumentos deductivos (sobre esto volver en la seccin 8). Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 8 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 35 circular puede ser convincente en algunos contextos argumentales, as que es necesario que comencemos dando una denicin neutral del fenmeno de la circularidad. Denicin de Circularidad. Un argumento A es circular en un con- texto argumentativo CA cuando se ha hecho uso de la conclusin C de A en el contexto CA. Se hace uso de C en un contexto CA si: (a) C es una de las premisas del argumento A, o se sigue directa- mente de una o ms premisas de A (circularidad de premisas); (b) C es uno de los supuestos del contexto CA, o se sigue directa- mente de uno o ms de los supuestos de CA (circularidad de supuestos); (c) C es una premisa de uno o varios argumentos que aparecen anteriormente a A en el historial de CA, o se sigue directamente de una o ms premisas que aparecen anteriormente a A en el historial de CA (circularidad cclica); (d) C es la descripcin de una regla de inferencia que ha sido utilizada en algn argumento previo a A en el historial de CA (circularidad de reglas). MOORE ejemplica la circularidad de supuestos. El argumento (B) en la secuencia de argumentos siguiente, que se basa en la que aparece en Walton 1994, es un ejemplo de circularidad cclica: ARGUMENTO ECONOMA (A) (E 1 ) Las empresas abandonan el pas. (E 2 ) Si las empresas abandonan el pas, la economa anda mal. (E 3 ) Por lo tanto, la economa anda mal. (B) (E 3 ) La economa anda mal. (E 4 ) Si la economa anda mal, las empresas abandonan el pas. (E 5 ) Por lo tanto, las empresas abandonan el pas. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 9 36 JAVIER VILANOVA ARIAS Un buen ejemplo de circularidad de reglas, muy discutido ltima- mente, es el argumento que propone Boghossian 1996 para justicar la regla de modus ponens utilizando el mismo modus ponens. ARGUMENTO BOGHOSSIAN (B 1 ) Si signica lo que signica, entonces el modus ponens (MP) es vlido. (B 2 ) signica lo que signica. ergo, (B 3 ) El modus ponens es vlido. Para el caso (a) vale cualquier argumento del tipo A, por lo tanto A. Aprovechar para hacer una observacin. Como se desprende de los ejemplos proporcionados, la circularidad no es un fenmeno aso- ciado slo al conocimiento de naturaleza perceptiva. Tambin se hace presente en mbitos del conocimiento a priori, como el matemtico, el lgico, o el autoconocimiento. Si bien hay sucientes similaridades entre los distintos casos como para poder hablar de un fenmeno general comn, existen algunas peculiaridades que haran el trata- miento simultneo excesivamente prolijo, por lo que en lo que resta de trabajo me centrar en los argumentos fundamentadores asociados al conocimiento perceptivo, dejando para un formato ms extenso la ms ambiciosa empresa general. 4 3 . Peticin de principio Vayamos ahora con la consideracin de las falacias que se pueden estar cometiendo en MOORE y argumentos anes. El candidato ms obvio es, por supuesto, la falacia de peticin de principio. Hablando informalmente, alguien comete esta falacia cuando, intentando probar un enunciado C, introduce indebidamente en el curso de la argumen- tacin a C, con lo cual termina concluyendo C slo por el hecho de que ya haba partido de l. Supongamos que Carlos me dice que lo que dice Juan ahora es verdad, y que sabe tal cosa porque Juan siempre dice la verdad, pero cuando le pregunto como sabe que Juan siempre dice la verdad l me responde diciendo que Juan se lo 4 En Vilanova 2007 se examina el problema de la circularidad en el conocimiento lgico, y en Vilanova 2009 discuto problemas asociados a la justicacin del conoci- miento introspectivo. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 10 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 37 ha dicho. 5 Parece obvio que, en este caso, Carlos puede concluir que Juan siempre dice la verdad simplemente porque est suponiendo tal cosa. Si alguien, por ejemplo Pedro, piensa que Juan es un redomado embustero, entonces el argumento de Carlos no servir para alejarle ni un pice de su creencia. Esto nos sirve para obtener la clave de la peticin de principio: si alguien duda de la conclusin, entonces no puede aceptar las premisas como respaldo de la conclusin. Advir- tase que esto no ocurre con todos los argumentos: normalmente, si pensamos que el argumento es vlido (deductiva o inductivamente) y dudamos de la conclusin, tenemos buenas razones para dudar de las premisas, pero seguimos teniendo buenas razones para pensar que si las premisas fueran verdaderas la probabilidad (o la plausibilidad) de que la conclusin fuera verdadera aumentara. Si dudo que Juan sea una buena persona, dudar que ayude al prjimo, pero seguir pensando que sera una buena razn para pensar que Juan es una buena persona el contemplar cmo ayuda al prjimo. Sin embargo, si dudo que Juan sea sincero, no slo dudare que me dice la verdad cuando me dice que l es sincero, sino que adems no podr seguir pensando que es una buena razn para pensar que Juan es sincero el hecho de que Juan me lo ha dicho. En la mayora de los casos, la duda de la conclusin lleva a la duda sobre las premisas; en el caso de la peticin de principio, la duda de la conclusin lleva a la duda sobre la misma relacin entre premisas y conclusin. Por eso el argumento que comete peticin de principio no es convincente: uno no puede verse forzado a aceptar la conclusin ya que si duda de la conclusin duda de que las premisas le fuercen a aceptar la conclusin. Adems, ste es un fenmeno exclusivo de la falacia de peticin de principio, que no se da en otras falacias, as que hemos llegado a una primera denicin general de la peticin de principio: Denicin de Peticin de Principio 1. En un argumento A en un contexto argumental CA hay peticin de principio cuando una duda sobre su conclusin C produce inmediatamente que las premisas PP no puedan ser aceptadas como un respaldo para C en el contexto CA. En la literatura sobre peticin de principio uno se encuentra de- niciones ms especcas (y ms largas). Ello se debe al hecho de que el autor tiene en mente un tipo de circularidad concreta: de pre- misas, de supuestos, de reglas, o cclica. Lo cierto es que especicar 5 El ejemplo es menos nimio de lo que puede parecer a simple vista, pues de hecho es anlogo a un muy debatido postulado de las religiones de la revelacin. As, para muchos telogos cristianos la mayor evidencia de que la Biblia es palabra de Dios es precisamente que en la Biblia se dice que la Biblia es palabra de Dios. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 11 38 JAVIER VILANOVA ARIAS la denicin para un tipo de especialidad tiene sentido, porque los requisitos que han de darse para que se produzca peticin de prin- cipio pueden variar de un tipo a otro. Sin ir ms lejos, hay buenas razones para pensar que la circularidad de reglas es un caso muy es- pecial, pues la duda sobre la conclusin no interere con una actitud proposicional (creer una premisa, adoptar un supuesto), sino con un saber cmo (saber cmo hacer un tipo de inferencias, por ejemplo). Pero es importante no perder de vista el fenmeno general. Primero, porque de la comparacin entre los distintos tipos de circularidad podemos extraer enseanzas importantes, como se ver en apartados siguientes. Y segundo, porque en las argumentaciones reales muchas veces no est claro el lugar que ocupa una proposicin, por lo que tal distincin slo aparece en el anlisis terico. Sin ir ms lejos, en el ejemplo recin citado tendramos dicultades para elegir entre las siguientes esquematizaciones: ARGUMENTO JUAN 1 (circularidad de premisas) (1) Juan dice que todo lo que dice Juan es verdadero. (2) Todo lo que dice Juan es verdadero. (3) Por lo tanto, todo lo que dice Juan es verdadero. ARGUMENTO JUAN 2 (circularidad cclica) (A) (1) Todo lo que dice Juan es verdadero. (2) Por lo tanto, si algo es dicho ahora por Juan es verdadero. (B) (2) Si algo es dicho ahora por Juan, es verdadero. (3) Lo que dice Juan ahora es que todo lo que dice Juan ahora es verdadero. (4) Por lo tanto, todo lo que dice Juan es verdadero. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 12 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 39 ARGUMENTO JUAN 3 (circularidad de supuestos) (1) Lo que dice Juan ahora es verdadero. (2) Lo que dice Juan ahora es que todo lo que dice Juan es verda- dero. (3) Por lo tanto, todo lo que dice Juan es verdadero. Donde el respaldo para aceptar (1) es que he odo a Juan decir (1), bajo el supuesto de que todo lo que dice Juan es verdadero. ARGUMENTO JUAN 4 (circularidad de reglas) (1) Juan dice que todo lo que dice Juan es verdadero. (2) Por lo tanto, todo lo que dice Juan es verdadero. Donde (2) se inere de (1) mediante la siguiente regla de inferencia: De Juan ha dicho p inere p. En cualquier caso, como he dicho, es conveniente disponer de deniciones ms especcas. Comenzar dando, de manera tentativa, el siguiente paquete de deniciones, que pretenden recoger las ca- racterizaciones ms clsicas de la peticin de principio, 6 y que, ya lo advierto, en apartados posteriores revisaremos crticamente: Denicin de peticin de principio 1.1. Un argumento A circular de premisas comete la falacia de peticin de principio en un contexto argumental CA si la duda de la conclusin C produce de manera inmediata que no se pueda aceptar una premisa o varias de las premisas PP de A en el contexto CA. Denicin de peticin de principio 1.2. Un argumento A circular cclico comete la falacia de peticin de principio en un contexto argumental CA si la duda de la conclusin C produce que no se puedan aceptar uno o varios argumentos que han aparecido en el 6 As, la denicin 1.1 se basa en la de Copi 1961, de la que se puede encontrar una versin renada en Davies 2006. La denicin 1.2 se basa en la que proporciona Jackson 1987. La denicin 1.3 se basa en la de Hamblin 1971. La denicin 1.4 recoge una caracterizacin provisional de Boghossian 1996 del tipo de circularidad presente en la fundamentacin del conocimiento lgico. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 13 40 JAVIER VILANOVA ARIAS contexto argumental CA, y el rechazo de tales argumentos produce que no se pueda aceptar el respaldo para una o varias de las premisas PP de A en el contexto CA. Denicin de peticin de principio 1.3. Un argumento A circular de supuestos comete la falacia de peticin de principio en un contexto argumental CA si la duda de la conclusin C produce que no se puede aceptar un supuesto de CA, y el rechazo de tal supuesto produce que no se puede aceptar el respaldo para una o varias de las premisas PP de A en el contexto CA. Denicin de peticin de principio 1.4. Un argumento A circular de reglas comete la falacia de peticin de principio en un contexto argumental CA si la duda de la conclusin C produce que no se pueda aceptar una regla de inferencia que es necesaria para derivar C de las premisas PP de A. Advirtase que las deniciones 1.2 y 1.3 tienen un rasgo en comn, rasgo que no poseen las restantes. Y es que, en ambos casos, la duda de la conclusin produce el rechazo del respaldo para una o varias de las premisas. En el primer caso ello se debe a que tenemos que revisar argumentos que han aparecido anteriormente en la argumentacin. En el segundo caso se debe a que hemos de revisar algunos de nuestros supuestos. Pero en los dos la duda sobre la conclusin afecta a la relacin entre el respaldo de las premisas y las premisas. Debido a esta anidad, en este trabajo me centrar en estos dos tipos de circularidad. La circularidad de premisas podemos dejarla fuera por ser muy grosera, y la circularidad de reglas requiere un tratamiento especial que nos tomara demasiado tiempo y nos desviara de nuestro objetivo principal. 7 4 . Apelacin a la ignorancia En la literatura reciente sobre la circularidad en la fundamen- tacin del conocimiento siempre se hace referencia a la falacia de peti- cin de principio. Curiosamente, casi nunca se menciona la falacia de apellatio ad ignorantiam, a pesar de que sta ocupa un lugar central en el reto planteado por el escptico a los sistemas epistmi- cos o a las fuentes de evidencias. Intentar mostrar cmo se llega a esta nueva acusacin. Una vez que el escptico (Sexto Emprico, Hume, Kripkenstein o cualquier 7 Vase Vilanova 2007 para una discusin de la circularidad de reglas y el argu- mento de Boghossian. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 14 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 41 otro) denuncia la circularidad presente en argumentos fundamenta- dores, no se contenta con obtener la consecuencia de que nunca podremos llegar a saber la conclusin del argumento, sino que deriva un resultado mucho ms inquietante: que de hecho nunca hemos sabido las premisas. En el caso de MOORE, la queja del escptico es que, teniendo en cuenta que podemos derivar el hecho de que nuestro sistema perceptivo funciona bien desde nuestras creencias de origen perceptivo, entonces deberamos saber que nuestro sistema perceptivo funciona bien antes de empezar a obtener nuestras creen- cias perceptivas. Dicho en trminos que agradaran a un profesor de Lgica: si saber las premisas es una causa suciente para saber la conclusin, entonces saber la conclusin es una causa necesaria para saber las premisas. Esto demuestra, segn el escptico, que el movimiento ilcito se haba dado ya al principio, cuando empezamos a formarnos creencias en torno a lo que ocurra en el mundo externo a partir del testimonio de nuestros sentidos, sin habernos asegurado previamente de que nuestros sentidos funcionaban correctamente. La nica defensa que podemos alegar ante el escptico es que, cuando comenzamos nuestro proyecto epistmico (en el caso de Moore, cuan- do empez a acumular evidencias perceptivas), no disponamos de elementos de juicio para llevar a cabo la tarea de fundamentar nues- tras reglas epistmicas. Es decir, no es que tuviramos evidencias a favor de la abilidad de nuestros sentidos, sino que no tenamos evidencias en contra: no haba razones para dudar de ellos. Dicho ms coloquialmente, dado que no tenamos ninguna evidencia de que algo iba mal, simplemente actuamos como si todo fuera bien. Por muy honesto que este ltimo movimiento sea por nuestra parte, plantea una nuevo problema, y es que el argumento recin invocado (que supusimos que nuestros sentidos nos daban informacin able porque no tenamos razones en contra) recuerda demasiado la falacia de apelacin a la ignorancia. La falacia de la apelacin a la ignorancia es mucho ms simple que la peticin de principio, as que no tomar mucho tiempo ca- racterizarla. En esencia, se produce cuando inferimos indebidamente p del hecho de que no sabemos no p, o, en el caso ms sosticado, del hecho de que no poseemos evidencias en contra de p. Es una falacia especialmente peligrosa, pues puede llegar a persuadir de las ideas ms excntricas o levantar los cargos ms insospechados. As, alguien puede concluir que existen duendes invisibles que habitan en los ultramarinos del hecho de que nadie tiene ninguna prueba en contra, o alguien puede concluir que Juan es un redomado hipcrita Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 15 42 JAVIER VILANOVA ARIAS que oculta sus autnticos sentimientos a todo el mundo del hecho, una vez ms, de que nadie puede probar lo contrario. De acuerdo con este anlisis provisional, que recoge el tratamiento clsico, 8 llegamos a la siguiente denicin: Denicin de Apelacin a la ignorancia 1. Un argumento A en un contexto argumental CA comete la falacia de apelacin a la ignorancia cuando tiene la forma: (1) No hay evidencias en contra de que p. (2) Por lo tanto, p. Es cierto que en el caso epistmico casi nunca uno ha seguido ex- plcita y conscientemente el argumento de la denicin de apelacin a la ignorancia 1, sino que se confa en la fuente de evidencias de una manera natural, espontnea. Pero no creo que estemos forzando las cosas si decimos que el argumento se est siguiendo inconsciente- mente en el momento en que se confa espontneamente en la fuente de evidencias o, cuando menos, que dicho argumento aparece en la reconstruccin que el propio sujeto epistmico efectuara a la hora de acometer la tarea de fundamentacin de su conocimiento. 9 En el caso tanto de MOORE como de COHEN hemos de incluir el siguiente argumento en la reconstruccin terica: (1) No tengo evidencias en contra de que mis sentidos funcionen defectuosamente. (2) Por lo tanto, tengo un respaldo para aceptar el supuesto de que mis sentidos funcionan correctamente. Ahora que ya hemos hecho un primer anlisis aunque provisio- nal de las falacias de peticin de principio y apelacin a la ignoran- cia, es el momento de aplicarlo a los argumentos fundamentadores. 8 Por ejemplo, Copi 1961. 9 Para autores como Alston 1986 o Davies 2004 la cuestin de si el supuesto es o no consciente s es importante. En el caso de Davies, incluso determina que haya peticin de principio (paradjicamente, si el supuesto es consciente). En Vilanova 2008 discuto esta postura (as como la postura ms radical de Prior 2004, para quien el supuesto no es necesario ni siquiera tomado inconscientemente), discusin en la que no entro aqu porque, como he dicho, es suciente considerar que el supuesto se hace consciente al menos en el momento en que se inicia la tarea de fundamentacin. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 16 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 43 Son nuestros dos ejemplos de argumentos fundamentadores doble- mente falaces? En el caso de COHEN es clarsimo que el argumento es culpable de ambos cargos. Si alguien duda de la conclusin, es decir, si duda que sus sentidos estn funcionando correctamente en el momento en que percibe el objeto rojo encima de la mesa, entonces no podr seguir aceptando su experiencia perceptiva como una buena justicacin para creer la premisa 1. Adems, teniendo en cuenta que la nica justicacin que se haba dado para tomar como supuesto que sus sentidos funcionaban correctamente era que no haba evi- dencia en contra, el argumento claramente incurre en apelacin a la ignorancia. Qu ocurre con MOORE? Lamentablemente, de acuerdo con las deniciones que hemos proporcionado el argumento es tambin do- blemente falaz. Por un lado, G.E. Moore no proporciona razones para adoptar el supuesto de que sus sentidos son ables. En segundo lugar, si eliminamos ese supuesto desaparece el respaldo para cada premisa de la forma Es el caso que p n . Y sin embargo, uno no puede dejar de pensar que, si bien COHEN es un argumento perfectamente intil para fundamentar nuestro conocimiento perceptivo, MOORE ofrece algn tipo de evidencia (por muy pequea que sta sea) a favor de que nuestros sentidos no funcionan mal. Efectivamente, es de sen- tido comn que el hecho de que nuestras experiencias perceptivas concuerden entre s y se conrmen unas a otras es, cuando menos, una buena razn para pensar que todo va bien. De hecho, en los casos mencionados de personas con desrdenes perceptivos o psicolgicos tal concordancia no se da, y precisamente eso hace factible que estas personas lleguen a darse cuenta de sus problemas. Que la indagacin pueda llegar a un resultado negativo es una prueba de que no hemos hecho trampa. Es decir, que Moore no obtiene el resultado de que sus sentidos son ables simplemente porque lo supuso al principio, sino que hay algo ms que le permite inferir (M 3 ). Ese algo ms es precisamente lo que falta en el caso en el que se llega a una respuesta negativa. Si se est de acuerdo con la consideracin previa, entonces nuestro siguiente paso es detectar qu errores cometimos en nuestras deni- ciones de ambas falacias, y proceder a su reformulacin. 5 . Legitimacin Comencemos con la apelacin a la ignorancia. Para empezar, hay algunos contextos epistmicos en los que la ausencia de evidencias en contra de p es una buena justicacin para creer que p. Esto ocurre Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 17 44 JAVIER VILANOVA ARIAS cuando tenemos alguna justicacin para creer que, de ser p falso, deberamos tener evidencias de ello. Si, por ejemplo, efectuamos una minuciosa investigacin para comprobar que Pedro no roba material de ocina de su lugar de trabajo y obtenemos resultados negativos, podemos concluir justicadamente que Pedro no roba material de ocina. La estructura del argumento es ahora distinta: AD IGNORANTIAM 2 (1) No hay evidencias en contra de que p. (2) Si p fuera falso, deberamos poseer alguna evidencia en contra de que p. (3) Por lo tanto, p. No parece, sin embargo, que este argumento pueda resolver por s solo el problema en el caso epistmico. El supuesto de que la fuente de evidencias es able funciona desde el principio del proyecto epistmico. En el caso de MOORE, desde el primer momento en que Moore comenz a adquirir creencias de origen perceptivo. Y en ese momento no slo no hay evidencias ni a favor ni en contra del supuesto, sino tampoco evidencias a favor de (1). De hecho, no se dispone de tales evidencias hasta que se comienza la tarea de fundamentacin del conocimiento y se formula el argumento MOORE. As que dejar a un lado, de momento, el argumento 2 (sobre el que volver ms adelante). Afortunadamente, el argumento 2 no es la nica posibilidad. Hay que tener en cuenta que la nocin de respaldo y la nocin empa- rentada de aceptacin son muy generales, y que admiten distintas variantes cada una con sus propias cualicaciones. En concreto, el tipo de respaldo para adoptar un supuesto es ms fcil de obtener que el tipo de respaldo para la creencia. En el caso de la creencia, el respaldo, la justicacin, est ligado a la verdad de la proposicin creda: si un sujeto epistmico S posee una justicacin para creer una proposicin p, entonces S debe tener razones para creer que es ms probable que p sea verdadera que si no tuviera tal justicacin. Para el caso de la adopcin de un supuesto, sin embargo, basta con poseer alguna razn de ndole pragmtica que aconseja la adopcin del supuesto de que p. Walton 1999 da un magnco ejemplo al res- pecto: si uno no tiene pruebas a favor de que el arma est descargada, Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 18 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 45 es conveniente adoptar el supuesto de que el arma est cargada mien- tras la manipula. En este caso, la estructura del argumento obedece al siguiente esquema: AD IGNORANTIAM 3 (1) No hay evidencias en contra de que p. (2) Hay razones pragmticas para adoptar el supuesto de que p. (3) Por lo tanto, suponemos que p. El tipo de razones pragmticas a tener en cuenta puede variar mu- cho de un contexto argumental a otro, aunque en general tendrn mucho que ver con el objetivo de la argumentacin (en el ejemplo de Walton es de suponer que el objetivo es decidir un curso de ac- cin relacionado con el arma). Adems, puede haber tambin algn tipo de justicacin terica a favor de que las razones pragmticas aducidas son las adecuadas (evidentemente, en el caso del arma hay algunas consideraciones tericas de fondo sobre el funcionamiento de las armas y las consecuencias fsicas de un disparo). Por otro lado, no hay ningn impedimento para que combinemos 2 y 3 y producir un argumento mucho ms fuerte: AD IGNORANTIAM 4 (1) No hay evidencias en contra de que p. (2) Si p fuera falso, deberamos poseer alguna evidencia en contra de que p. (3) Hay razones pragmticas para adoptar el supuesto de que p. (4) Por lo tanto, p. Utilizar, para ese tipo de respaldo ms dbil que la justicacin, el nombre de legitimacin. 10 Como ya indiqu antes, la nica 10 Tomo el trmino en el sentido en que lo usa Wright 2004, donde se explica con detalle tanto la nocin como la estrategia para resolver el problema de la fundamentacin del conocimiento a partir de ella. Me apresurar a advertir que mi solucin global ser muy distinta, y opuesta, a la de Wright, quien opina que los argumentos fundamentadores son todos falaces. Vase Vilanova 2008 para un examen crtico de la postura de Wright. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 19 46 JAVIER VILANOVA ARIAS diferencia entre la justicacin y la legitimacin es la relacin que guarda con el hecho expresado por p. La legitimacin no requiere evidencias o indicios de que la proposicin legitimada es verdadera. Si X es una justicacin para p, que yo posea X hace a p ms probable (o verosmil) para m que si no poseyera X. En cambio, si X es una legitimacin para p, que yo posea X no hace ms probable (o verosmil) p que si yo no poseo X. Esta diferencia determina cules son las actitudes epistmicas que pueden respaldar. La justicacin puede servir de respaldo para una creencia o un conocimiento. La legitimacin slo puede servir de respaldo para actitudes epistmicas ms dbiles: la adopcin de un supuesto, el compromiso, o el actuar como si p fuera verdadero. En el caso de un proyecto epistmico, el objetivo es siempre obte- ner conocimiento, as que uno estar legitimado para suponer que p si tiene razones para pensar que esto ayudar a llevar a buen puerto su proyecto epistmico. Desde luego, no cualquier supuesto vale. No valdrn, por ejemplo, supuestos para los que haya evidencias en contra, o supuestos demasiado excntricos. Por ejemplo, si hubiera un orculo divino que me comunicara telepticamente el tiempo que va a hacer maana cada vez que cierro los ojos y dejo mi mente en blanco, no cabe duda de que constituira una va inmejorable para hacer predicciones metereolgicas, pero est claro que no tengo legitimidad alguna para hacer tal supuesto. Hay otras consideraciones que se podran tener en cuenta aqu. Por ejemplo, si es una buena razn para suponer que p el hecho de que slo bajo el supuesto de que p puedo tener alguna posibilidad de obtener conocimientos. O si razones de ndole meramente material, como la capacidad de pro- cesamiento, los lmites de espacio y tiempo e incluso el presupuesto econmico del que se dispone pueden ser tenidos en cuenta. Pero, para no abundar demasiado, basta con entender que en un proyecto epistmico uno est legitimado a adoptar p como supuesto si tiene razones para pensar que es ms probable que obtenga mejores y ms conocimientos si supone p que si no supone p. Adems, razones de ese tipo se pueden obtener mediante algn clculo a priori, o comparando proyectos epistmicos previos (si es que los hay), as que en muchos casos (incluyendo los casos que nos interesan) el esquema de argumento ad ignorantiam 3 puede ser seguido, y obtener una legitimacin para hacer la suposicin antes de que el proyecto epistmico sea puesto en marcha. En el caso de MOORE, uno puede mediante pura reexin llegar a la conclusin de que tiene ms probabilidades de obtener conocimientos sobre el mundo externo haciendo el supuesto de que sus sentidos son ables Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 20 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 47 que adoptando cualquier otro supuesto que se le ocurra, incluyendo orculos divinos y similares. Tenemos as un nuevo contexto argu- mental para MOORE, en el que se ha propuesto el argumento que sigue el esquema ad ignorantiam 3, y en el que no se comete la falacia de apelacin a la ignorancia. 6 . Peticin de principio reformulada Vayamos ahora con la peticin de principio. Sin salirse del mbito de la teora de la argumentacin, hay ya varias razones para pensar que tanto la denicin 1.3, que es la que aqu interesa, como la denicin emparentada 1.2, son demasiado restringidas. 11 Para empezar (y aunque este punto no es especialmente relevante aqu) incluso en los casos ms agrantes de peticin de principio los argumentos pueden resultar tiles en el curso de una argumen- tacin. Obviamente no pueden servir para convencer a nadie de su conclusin, pero s pueden servir para que quien ya est convencido previamente de su conclusin se percate de una relacin lgica entre sus compromisos. 12 Este dato nos pone sobre aviso con respecto al hecho de que hay que tomar en consideracin todos los aspectos del contexto de argumentacin en un sentido amplio, tales como el ob- jetivo del argumento. No siempre es el de demostrar denitivamente que la conclusin es verdadera. Puede haber otros objetivos, como explicitar una relacin lgica (de esto se sigue necesariamente esto, esto es contradictorio con esto, esto aumenta la probabilidad de esto, etc.) o, como vimos antes, justicar un supuesto. De hecho, en la mayora de las situaciones reales, en las que la informacin dispo- nible es parcial y la disponibilidad de tiempo limitada, casi nunca el objetivo es el de demostrar la conclusin, sino uno ms modesto: aadir verosimilitud. Es poco habitual que en un contexto argumental estemos en disposicin de probar una proposicin mediante un solo argumento. Normalmente acumulamos argumentos que proporcionan 11 En este apartado sigo especialmente los trabajos de Douglas N. Walton que se citan en la bibliografa. De l tomo prestados sobre todo los ejemplos y la casustica, si bien tanto mi forma de presentar las cosas como la caracterizacin nal de la peticin de principio es diferente. 12 Es por ello que algunos autores consideran que argumentos como estos no son falaces cuando la nalidad es distinta a la de convencer o zanjar la cuestin en torno a la conclusin. As, Jackson 1987 habla de la funcin de resaltar (teasing out) y Davies 2006 de la funcin de decidir que creer (deciding what to believe) para el caso epistmico. Dado que voy a defender la tesis ms ambiciosa de que se puede evitar la falacia incluso en los casos en que la funcin del argumento es contribuir a convencer o zanjar la cuestin, no me detendr en este trabajo a examinar dicha va. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 21 48 JAVIER VILANOVA ARIAS una verosimilitud creciente hasta llegar a concluir que la proposicin en cuestin es considerablemente ms verosmil que cualquier otra hiptesis. Cualquier argumento que proporciona mayor verosimilitud a su conclusin, por pequea que sta sea, es pertinente en contexto argumentativo, y por lo tanto no es falaz. En segundo lugar, represe en que no en todo contexto de ar- gumentacin sera rechazada una cadena de argumentos como la de ECONOMA. En ocasiones se producen en los sistemas econmicos estos canales de retroalimentacin (peor economa produce ms xo- do, que a su vez produce peor economa, que a su vez produce ms xodo. . . ), y pueden aducirse como explicacin causal. El crculo argumental no hara aqu ms que reejar el crculo vicioso en la situacin real. Recordemos que un argumento no tiene que zanjar denitivamente la cuestin sobre si su conclusin es verdadera para ser convincente; basta con que aumente el grado de verosimilitud en la conclusin. Es posible que, en tanto que explicacin causal, ECO- NOMA no sea suciente (falta, por ejemplo, dar cuenta del suceso que dispar el crculo vicioso) pero puede ser una buena razn para inclinarnos a pensar que hay un proceso de xodo empresarial en marcha. En tercer lugar, advirtase que en una argumentacin pueden aparecer o desaparecer dudas, segn vayan variando los intereses de los participantes. No hay nada ilcito en que un participante plantee una pregunta que no se haba contemplado al principio, siempre y cuando no se desve demasiado el tema de conversacin y todos los participantes estn de acuerdo. En ocasiones, la nueva duda puede solucionarse simplemente recordando algn resultado previo de la argumentacin, lo que provocar un crculo argumental que, sin embargo, no ser falaz. Esto se produce en el siguiente ejemplo de historial argumentativo, que es una reescritura de uno proporcionado por Walton 1994: EJEMPLO DUDA (A) (1) Es el caso que p. (2) Si es el caso que p, entonces es el caso que q. (3) Es el caso que q. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 22 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 49 (B) DUDO que p. (C) (4) Es el caso que q. (5) Si es el caso que q, entonces es el caso que p. (6) Es el caso que p. En este caso, el proponente del argumento (C) estara haciendo ver a la persona que plante la duda (B) que rechazar p supone rechazar un compromiso anterior, a saber, el compromiso con q, y para ello invoca la nueva evidencia de que q implica p (premisa (5)). Ante esto, el participante que efectu el movimiento (B) puede hacer varias cosas: quizs se desdiga tambin de q, lo cual puede exigir ulteriores revisiones del historial de la argumentacin (entre (A) y (B) q puede haber sido utilizado como premisa de otros argumentos), o quizs opte por aceptar p (tal vez recordando las razones por las que acept en su momento la premisa (1)) y eliminar la duda planteada, teniendo en cuenta su compromiso anterior con q. Una vez ms, el argumento (B) no zanja completamente la cuestin, pero es evidente que introduce un nuevo elemento de juego en la argumentacin (una razn para aceptar p) y no es completamente banal. Si nos jamos en lo que tienen en comn los dos ejemplos ante- riores y que no comparten los ejemplos ms claramente falaces como JUAN o COHEN, obtenemos un diagnstico ms certero con respecto a la peticin de principio. Al formular los argumentos que comenten la peticin de principio no se obtiene ningn respaldo para aceptar la conclusin que sea distinto de aquel del que ya se dispona antes de seguirlo, ya sea que la conclusin fuera un supuesto o un com- promiso. Por ello no son convincentes, y por eso resultan peligrosos en la argumentacin, porque al seguirlos alguien puede pensar que dispone de una evidencia nueva a favor de la conclusin, y a raz de ello fortalecer su compromiso con la misma o, en el peor de los casos, dejar de considerarla un supuesto para pasar a tomarla como una proposicin probada. Por el contrario, cuando uno sigue un argu- mento circular convincente obtiene un respaldo diferente para creer la conclusin de que se dispona antes de seguirlo, y ello porque el argumento produce una evidencia nueva que no se haba tomado en cuenta cuando la conclusin se acept (ya sea como supuesto o como compromiso) antes de seguir el argumento. Que esta evidencia nueva Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 23 50 JAVIER VILANOVA ARIAS sea condicional con respecto a la aceptacin de la conclusin como supuesto obviamente disminuye la fuerza probativa del argumento, pero no la reduce a cero. Esto demuestra que las deniciones es- peccas de peticin de principio 1.1 y 1.3 fueron formuladas con demasiada celeridad: se detenan en el hecho de que la duda de la conclusin produca dudas sobre el respaldo a una o ms premisas sin tener en cuenta las nuevas consideraciones que introducan las premisas mismas. Para explicar bien este punto, que es decisivo, quisiera hacer una reexin global en torno a la estructura y la funcin de nuestras prcticas argumentativas. Dado que en un argumento siempre en- tran en juego evidencias y creencias previas, estrictamente hablando el argumento no introduce justicaciones nuevas (como s lo hara, por ejemplo, un nuevo dato perceptivo), sino que reorganiza las ya disponibles para sacarles ms partido y permitirnos justicar una nueva creencia o adoptar un nuevo compromiso (la conclusin del argumento, claro). En general, un argumento nos proporciona infor- macin sobre determinadas relaciones entre los respaldos RR que se poseen para cada una de las premisas de PP tomados a la vez. Estas relaciones se expresan de manera indirecta a travs de la rela- cin de inferencia entre las premisas y la conclusin. Es decir, la relacin entre respaldos que introduce en la discusin o investigacin el nuevo argumento consiste en que de ciertas proposiciones res- paldadas por RR (las premisas del argumento) se sigue cierta otra proposicin (la conclusin). Un argumento es pertinente y til si, como dijimos antes, las relaciones entre respaldos expresadas por el argumento introducen alguna consideracin nueva en la argumenta- cin, que no se tena en cuenta cuando consideramos aisladamente la relacin de cada respaldo con su premisa respaldada. Tomemos ahora un argumento circular cualquiera, A, con premisas PP y conclusin C. Sea PPC el subconjunto del conjunto de las premisas PP del ar- gumento A en cuyo respaldo interviene la conclusin C, ya sea como supuesto de que el respaldo alegado es genuino, ya sea como premisa en un argumento previo. En el caso de los argumentos circulares, comoquiera que la conclusin C ya forma parte del respaldo de las premisas PPC, se requiere, para que el argumento sea convincente, que la relacin entre premisas y conclusin aada algo distinto a la relacin entre cada proposicin de PPC y su respaldo. Si no es as, hay falacia. Esto puede expresarse de la siguiente manera: la relacin entre cada proposicin y su respaldo no es la misma que la relacin entre las premisas y la conclusin. Llegamos, de este modo, a la siguiente reformulacin de las deniciones 1.2 y 1.3: Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 24 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 51 Denicin de peticin de principio 2.2. Un argumento A circular cclico con premisas PP y conclusin C comete la falacia de peticin de principio en un contexto argumental CA si (i) la duda de la con- clusin C produce que no se puedan aceptar uno o varios argumentos que han aparecido en el contexto argumental CA, y (ii) el rechazo de tales argumentos produce que no se pueda aceptar el respaldo RC para una o varias de las premisas PC de PP, y (iii) para cada una de las premisas PC y su respaldo correspondiente RC, un participante posee el respaldo RC para PC si y slo si uno posee el respaldo PP para C. Denicin de peticin de principio 2.3. Un argumento A circular de supuestos con premisas PP y conclusin C comete la falacia de peticin de principio en un contexto argumental CA si (i) la duda de la conclusin C produce que no se puede aceptar un supuesto de CA, y (ii) el rechazo de tal supuesto produce que no se puede aceptar el respaldo RC para una o varias de las premisas PC de PP, y (iii) para cada premisa PC y su respaldo correspondiente RC, un participante tiene el respaldo RC para PC si y slo si tiene el respaldo PP para C. Obsrvese que 2.2 y 2.3 no nos obligan a abandonar la denicin general de peticin de principio 1: si dudamos de la conclusin C, segn la clusula (ii) en ambos casos no ser posible aceptar el respaldo RC para las premisas PC, y comoquiera que por la clausura (iii) las premisas son un respaldo para la conclusin slo si RC son respaldos para PC, entonces las premisas dejan de ser un respaldo para la conclusin. Tenemos, as, un indicio indirecto de que las deniciones 2.2 y 2.3 no son ad hoc, pues caen bajo la caracterizacin general de la peticin de principio. 7 . Argumentos que s fundamentan Aplicando las nuevas deniciones al caso epistmico enseguida nos percatamos de que MOORE es convincente y COHEN no lo es. En el caso de COHEN el respaldo R1 para aceptar la premisa (C 1 ) es que la impresin sensorial de que hay un objeto encima de la mesa junto con el supuesto de que el sistema perceptivo funciona bien en este momento. Pero se es precisamente el presunto respaldo que (C 1 ) y (C 2 ) ofrecen para (C 3 ): que la impresin sensorial ha producido una creencia verdadera. As que si uno tiene el respaldo R1 para (C 1 ) automticamente tiene el respaldo (C 1 ) y (C 2 ) para (C 3 ): no cabe imaginarse una situacin en la que alguien que tuviera el respaldo R1 no tuviera tambin las premisas (C 1 ) y (C 2 ). Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 25 52 JAVIER VILANOVA ARIAS En el caso de MOORE, formulado en el contexto argumental en el que se ha seguido el esquema de argumento ad ignorantiam 3, por el contrario, al tomar todas las premisas a la vez, aparece un respaldo nuevo para la conclusin que es distinto del respaldo que tenamos para aceptar cada una de las premisas (M n bis). En efecto, el respal- do para aceptar la premisa (M 1 bis) es una determinada experiencia perceptiva P 1 bis junto con el hecho de que es pragmticamente ade- cuado tomar mis experiencias perceptivas como ables (conclusin de ad ignorantiam 3). El respaldo para aceptar la conclusin (M) es que cada premisa (M n ) se ve corroborada por la premisa corres- pondiente (M n bis). Pero uno puede poseer ese respaldo para alguna de las premisas, por ejemplo (M 1 bis) y todava no poseer el respaldo para el resto de premisas. De hecho, podra ser el caso que (M 1 bis) fuera verdadero, y que (M) fuera falso: mis sentidos podran haber funcionado bien cuando obtuve la experiencia perceptiva P 1 bis y haber funcionado mal en un nmero considerable de otras ocasiones. Incluso podran haber funcionado mal en todos los casos restantes que recogen las premisas del argumento MOORE. As que aqu no se cumple la condicin (iii) de la denicin de peticin de principio 2.3: uno puede poseer el respaldo RC para una de las premisas PC y no poseer el respaldo PP para la conclusin C. Como es evidente, la defensa que se ha dado para la acusacin de apelacin a la ignorancia cumple un papel estratgico en el rechazo de la acusacin de peticin de principio. Pero tambin se da la recproca aqu, ya que nuestra respuesta a la acusacin de peticin de principio tambin contribuye a la absolucin denitiva respecto a la apelacin a la ignorancia. En la seccin 5 proporcion un esquema de argumento ad ignorantiam, el esquema 4, que era ms fuerte que el esquema de argumento 3 que he venido utilizando hasta ahora. En l, junto a las razones pragmticas para la adopcin de p como supuesto, se aada la consideracin de que si p fuera falso deberamos poseer alguna evidencia en contra de que p. Esto ltimo se daba cuando habamos llevado a cabo una investigacin dirigida a recoger evidencias en contra de que p, y esa investigacin haba dado resultados negativos, algo que no poda ser el caso cuando se supona p al comienzo del proyecto epistmico. Pero eso s puede ocurrir en el momento en que se pone en marcha la tarea de fundamentacin del conocimiento, cuando el proyecto ya lleva andando un buen trecho. Es decir, eso ocurre cuando uno sigue el argumento MOORE y descubre la con- cordancia entre nuestras experiencias perceptivas: hay razones para pensar que si nuestro sistema perceptivo no funciona correctamente, Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 26 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 53 entonces apareceran contradicciones entre nuestras distintas creen- cias perceptivas. Es decir, hay razones para pensar que si fuera falso que nuestro sistema perceptivo funciona correctamente, entonces de- beramos tener evidencias de ello. Como no las hay, podemos seguir el esquema ad ignorantiam 4 y concluir p no slo como supuesto, sino como algo ms fuerte: como creencia. 8 . Inferencia y proyecto cognitivo Hasta ahora no he dicho nada acerca del tipo de inferencia que tiene lugar en MOORE y otros tipos de argumentos fundamentadores. Aunque he podido llevar esta indagacin hasta buen puerto (o as confo) sin tocar ese punto, lo cierto es que tiene relevancia a la hora de determinar el tipo de respaldo cognitivo obtenido para su conclusin. As que antes de rematar este trabajo, es de justicia echar un vistazo a la misma. Lo cierto es que Moore no hace ms que algunos vagos comentarios sobre el tipo de inferencia involucrado en su argumento, sealando, como he dicho, que puede tratarse de un argumento analgico o inductivo. Desde luego, no se trata de un argumento deductivo. Y resulta muy problemtico, igualmente, considerar MOORE como un argumento analgico. Ms satisfactoria es la invitacin a entenderlo como argumento inductivo: del hecho de que en n casos sus sentidos han tenido xito en la formacin de creencias en torno al mundo externo, Moore concluye que sus sentidos tienen xito en la formacin de creencias en torno al mundo externo. 13 En todo caso, queda claro que MOORE no es deductivo, y COHEN aparentemente lo es. Esto podra hacer pensar que para que un argumento fundamentador sea cogente es un requisito necesario que no sea deductivo. Y, ciertamente, que un argumento fundamentador sea deductivo concede al escptico una baza importante en su intento de derribar nuestras pretensiones de conocimiento. Si el argumento es deductivo, entonces es vlido si y slo si es imposible que las premisas sean verdaderas y la conclusin falsa al mismo tiempo. El escptico proporciona contraejemplos, situaciones en que las premisas seran verdaderas y la conclusin falsa recurriendo a la construccin 13 Una manera ms sutil de entenderlo es como un argumento abductivo, del tipo inferencia a la mejor explicacin: la mejor explicacin de que nuestras creencias perceptivas concuerden entre s es que nuestro sistema perceptivo es una fuente able de evidencias. De hecho, no hay ningn problema para entenderlo de ambas maneras a la vez o, hablando ms rigurosamente, de recorrer dos argumentos, MOORE 1 como inductivo, y MOORE 2 como abductivo. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 27 54 JAVIER VILANOVA ARIAS de escenarios tipo genio maligno o cerebro en la tina. As que parece que deberamos descartar los argumentos deductivos. Sin embargo, existen argumentos fundamentadores que aparente- mente siguen las leyes de la lgica clsica de primer orden. BOGHOS- SIAN es un buen ejemplo de ello. Otro ejemplo es la secuencia de argumentos que Descartes traza en las Meditaciones metafsicas, cuando intenta probar que la intuicin racional es una buena va de conocimiento a priori recurriendo a resultados obtenidos mediante la intuicin. 14 O bien, en una aproximacin naturalista quizs un tanto extrema, los argumentos que dedujeran la correccin de nuestro sis- tema perceptivo de teoras cientcas aceptadas tambin se podran considerar deductivos. As pues, qu ocurre con el reto del escptico? Son inservibles para la fundamentacin del conocimiento tales argumentos? Si fuera as, habra que preguntarse qu es lo que les hace no ser convincentes, a pesar de ser deductivamente vlidos. En los trabajos recientes sobre esta cuestin se soluciona este problema distinguiendo entre cierre de respaldo (closure of warrant) y transmisin de la justicacin (trans- mission of justication), 15 y vinculando slo el primero a la validez deductiva. Estas soluciones, sin embargo, tienen la consecuencia de que no slo los argumentos recin citados, sino tambin MOORE y el resto de argumentos fundamentadores comenten la falacia de peticin de principio o, cuando menos, no sirven para aumentar el grado de compromiso con la conclusin. As que a m no me sirve, obviamen- te, esta solucin. Afortunadamente, hay una solucin a mi entender mucho ms simple, y que es consistente con mi planteamiento. Y es que argumentos como BOGHOSSIAN slo aparentemente siguen las leyes de la lgica clsica. En realidad, la lgica que se est utilizando es una lgica no montona. Explicar esto un poco mejor. Hay cuatro propiedades de la lgica no montona 16 que nos hacen pensar que es la utilizada (junto con procedimientos inductivos, abductivos y analgicos) en la tarea de 14 Vase, por ejemplo, la reconstruccin de Sosa 1997, para quien los argumentos cartesianos no son falaces. 15 Los trminos provienen de Wright 1985, quien a su vez se basa en conceptos de F. Drestke y R. Nozick, y es ampliamente utilizado en Wright 2004, Davies 2004 y Davies 2006. 16 Existen varios sistemas de lgica no montona en el mercado, y no voy a entrar aqu a discutir cul es la genuina lgica no montona (aunque cabe pensar que para nuestro caso la ms prxima y til es la lgica autoepistmica), as que hablar sin ms de la lgica no montona. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 28 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 55 fundamentacin del conocimiento, y aclaran algunos aspectos proble- mticos de la misma. Para empezar, las constantes lgicas que utilizan la lgica clsica y la lgica no montona son las mismas, y tambin son muy parecidas las reglas de inferencia. Esto hace que, a la hora de formalizar un ar- gumento del lenguaje natural, la cuestin sobre cul de las dos lgicas utilizar no tenga una respuesta sencilla. No ocurre, pues, lo mismo que con la lgica modal, donde enseguida se advierte la presencia de operadores lgicos de los que carece la lgica clsica (es necesario que, posiblemente. . . ), o con la lgica intuicionista, donde de manera inmediata se observa que hay teoremas de la lgica clsica que no se cumplen. En realidad, slo cuando se modican elementos del contexto argumental y eso altera el conjunto de consecuencias de los compromisos (tal y como se explica ms adelante) es posible identicar claramente una inferencia no montona. Esto sirve para explicar por qu argumentos como y similares pueden haber confun- dido a muchos. En segundo lugar, una inferencia no montona vlida no garantiza la verdad de la conclusin, sino que tan slo aporta una plausibilidad relativa: en el mejor de los casos muestra que la conclusin es la ms verosmil de las alternativas disponibles. Este hecho concuerda perfectamente con mi anlisis de los argumentos fundamentadores, ya que defend que normalmente uno de ellos no es suciente para zanjar denitivamente la cuestin sobre la conclusin, sino que simplemente introduce evidencias a favor de la conclusin, que a su vez aumentan el grado de conanza en la misma. En tercer lugar, al contrario de la lgica clsica, la relacin de inferencia no depende slo de cules sean las premisas y cul la con- clusin, sino que introduce un tercer elemento de clara naturaleza cambiante y contextual, el cual recibe distintos nombres segn la versin de la lgica no montona en cuestin (base de datos en la lgica de la circunscripcin de McCarthy, descripcin de un mun- do en la lgica por defecto de Reiter, o base de conocimientos en la lgica autoepistmica). Esta propiedad reeja a la perfeccin el hecho ya sealado de que el argumento es convincente o no respecto al contexto epistmico. En cuarto lugar, y ste es el punto ms importante aqu, las in- ferencias no montonas son inferencias por defecto. Es decir, son inferencias que tienen un carcter provisional, condicionado por las evidencias disponibles y, consecuentemente, pueden ser revisa- das ante la aparicin de nuevas evidencias. Como ilustra el clebre ejemplo de Tweety. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 29 56 JAVIER VILANOVA ARIAS Tweety es un pajaro. Tweety es un pjaro. Los pajaros vuelan. Los pjaros vuelan. pero Tweety es un pingino. Tweety vuela. Tweety no vuela. La no monotona no slo explica que un sistema epistmico para el que en un momento determinado creemos justicadamente que est bien fundamentado, pueda, a medida que avanza el proyecto epistmico y aparecen nuevas evidencias, entrar en crisis y perder la fundamentacin. Adems, explica el hecho aparentemente paradjico que, como veamos al comienzo de este apartado, irritaba al escp- tico. La propiedad de monotona de la lgica clsica dice que si de PP se sigue C, entonces de PP y R se sigue C. En las lgicas no montonas este principio no se cumple siempre, lo que explica por qu si bien de las premisas de un argumento fundamentador convin- cente se sigue (no montonamente) la conclusin, de las premisas de dicho argumento fundamentador junto con la hiptesis del escptico (por ejemplo, el genio maligno) no se sigue (no montonamente) la conclusin. 17 REFERENCES Alston, W.P., 1986, Epistemic Circularity, Philosophy and Phenomeno- logical Research, vol. 47, no. 1, pp. 130. Boghossian, P., 1996, Analyticity Reconsidered, Nos, vol. 30, no. 3, pp. 360391. Boghossian, P. y C. Peacocke (comps.), 2000, New Essays on the A Priori, Clarendon Press, Oxford. Cohen, S., 2002, Basic Knowledge and the Problem of Easy Knowledge, Philosophy and Phenomenological Research, vol. 67, pp. 309329. Copi, I.M., 1961, Introduction to Logic, Macmillan, Nueva York. Davies, M., 2006, Two Purposes of Arguing and Two Epistemic Projects, en I. Ravenscroft (comp.), Minds, Ethics, and Conditionals: Themes 17 Este trabajo se llev a cabo al amparo de los proyectos HUM 200604955 y FFI 200803092 del Ministerio Espaol de Ciencia e Innovacin y el grupo Complutense- Comunidad de Madrid 930174. Versiones preliminares han sido presentadas en el Instituto de Investigaciones Filoscas de la UNAM y en el Coloquio Compostelano de Filosofa Analtica, y discutidas con miembros de los proyectos. Quisiera agrade- cer a todos ellos sus muchas sugerencias y ayuda, as como, de una manera especial, a los annimos rbitros de esta revista y a los profesores Antonio Blanco y Carlos Pereda por su auxilio en la mejora del texto y contenido de la versin nal. Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011) critica / c127Vilanova / 30 PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 57 from the Philosophy of Frank Jackson, Oxford University Press, Lon- dres/Nueva York, pp. 337385. 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