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Petición de Principio

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CRTICA, Revista Hispanoamericana de Filosofa. Vol. 43, No.

127 (abril 2011): 2757


PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM
Y FUNDAMENTACIN DEL CONOCIMIENTO
JAVIER VILANOVA ARIAS
Departamento de Lgica
Facultad de Filosofa
Universidad Complutense de Madrid
vilanova@los.ucm.es
RESUMEN: Se examina el problema de la circularidad argumental en la fundamenta-
cin del conocimiento desde la teora de la argumentacin. Los argumentos dirigidos
a probar que sabemos (argumentos fundamentadores) son sospechosos de dos fala-
cias: peticin de principio y apelacin a la ignorancia. Se examinan las deniciones
clsicas de ambas falacias y se dictamina que bajo tales deniciones los argumentos
fundamentadores seran falaces. A continuacin se proporcionan nuevas deniciones
de ambas falacias, ms acordes con el trabajo reciente en teora de la argumentacin
y se sostiene que, bajo estas deniciones, no todos los argumentos fundamentadores
son falaces.
PALABRAS CLAVE: argumentacin, circularidad argumental, elusin del problema,
justicacin epistmica
SUMMARY: In this paper I examine the problem of circularity in the justication
of knowledge from the point of view of argumentation theory. I introduce the
expression founding argument for the arguments we use to try to prove that we
know, and explain the classical account of the two fallacies that may be committed:
ad ignorantiam and petitio principii. A new denition of both fallacies, based on
recent work in the theory of argumentation, is used to show that not every founding
argument is fallacious.
KEY WORDS: argumentation, argument circularity, begging the question, epistemic
justication
1 . Fundamentacin del conocimiento
En las pginas que siguen me ocupar de una pequea parte de ese
gran problema que llamamos fundamentacin del conocimiento. Y
el aspecto que me preocupa no es otro que las suspicacias que des-
de el punto de vista lgico (o, en una perspectiva ms amplia, desde
el punto de vista de la teora de la argumentacin) despiertan los
argumentos con los que intentamos averiguar si sabemos.
Para poder ir al grano cuanto antes, expondr el problema a travs
del siguiente argumento, que reconstruye el que Moore 1940 ofrece
como prueba de que sus sentidos son una buena fuente para obtener
conocimientos en torno al mundo fuera de su cabeza. El argumento
de Moore posee una cantidad innumerable de premisas, cada una de
las cuales describe una ocasin en la que sus sentidos le informaron
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de algn hecho que fue corroborado por otras vas. As, por ejemplo,
en t
1
sus ojos le informaron de que algo slido se aproximaba a
su cara y ms tarde sinti un impacto en su rostro, o en t
2
sus
ojos le informaron de que haba una silla al otro extremo del pasillo
y a continuacin su amigo Juan le corrobor tal hecho. Podemos
esquematizar el argumento (que Moore calica como inductivo o
analgico) de la siguiente manera (es importante que tengamos en
cuenta que la evidencia perceptiva para M
n
no es la misma que la
expresada por M
n
bis):
ARGUMENTO MOORE
(M
1
) En t
1
mis sentidos me informaron de que p
1
.
(M
1
bis) Es el caso que p
1
.
(M
2
) En t
2
mis sentidos me informaron de que p
2
.
(M
2
bis) Es el caso que p
2
.
. . .
(M
n
) En t
n
mis sentidos me informaron de que p
n.
.
(M
n
bis) Es el caso que p
n
.
(M) Mis sentidos son ables (es decir, aquello de
lo que me informan mis sentidos es el caso).
Inmediatamente detectamos de dnde vienen las suspicacias con
MOORE, y es que al menos parte de las razones que Moore posee
para creer cada una de las premisas M
n
bis es de origen perceptivo,
y por lo tanto slo es genuina su justicacin si sus sentidos son
ables. As que, prima facie, parece que Moore ya debera saber M
antes de seguir este argumento, y por lo tanto el argumento no parece
ser una va adecuada para que Moore pruebe que sus sentidos son
ables. En este trabajo defender que, a pesar de las apariencias, no
hay nada malo en el argumento MOORE. Por el contrario, el siguien-
te argumento, que reproduce el que aparece en Cohen 2002, es en
mi opinin (como en la de Cohen) un intento fallido de probar la
conclusin:
ARGUMENTO COHEN
(C
1
) Hay un objeto rojo encima de la mesa.
(C
2
) Si hay un objeto rojo encima de la mesa, entonces en este
momento mis sentidos proporcionan informacin able en torno
al mundo externo.
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(C
3
) Por lo tanto, mis sentidos proporcionan informacin able
sobre el mundo externo en este momento.
La premisa (C
1
) se justica a partir de la experiencia perceptiva que
estoy teniendo en este momento de que hay un objeto rojo encima
de la mesa. La premisa (C
2
) se obtiene a travs del razonamiento
que, a partir del hecho de que hay un objeto rojo encima de la mesa
y del dato de que yo he llegado a saber tal cosa a travs del uso
de los sentidos, concluye que al menos en esta ocasin mis senti-
dos han sido una fuente verdica de conocimiento sobre el mundo
externo.
1
A esta caracterstica de un argumento de suponer o utilizar la
conclusin de alguna manera (ya que, como veremos, hay varias
formas en que esto puede suceder) antes de haber llegado a ella se
le conoce como circularidad argumental o, ms brevemente, como
circularidad. En el siguiente apartado efectuaremos un anlisis ms
pormenorizado de la circularidad argumental y las dicultades ligadas
a ella, pero ahora quisiera hacer unos comentarios generales sobre el
tipo de tarea que se pretende llevar a cabo con argumentos como
los anteriores. Como ya hemos dicho antes, ese tipo de tarea queda
reunida bajo el rtulo de fundamentacin del conocimiento, que
consiste en la obtencin de justicaciones de que sabemos. Explicar
esto un poco mejor.
Llamar procedimientos o acciones epistmicas a aquellas acciones
que llevamos a cabo con el n de obtener nuevas creencias y cono-
cimientos. Como resultado de una accin epistmica obtenemos una
nueva informacin, un nuevo elemento de juicio a tener en cuenta
a la hora de formarnos una creencia. Llamar a tales informaciones
evidencias. Se han postulado distintas fuentes de evidencias, que
segn el hombre o la poca han sido aceptadas o no (los sentidos,
la intuicin racional, el testimonio, el sentido comn, la revelacin
divina, etc.). Cuando las evidencias que han dado lugar a la creencia
en p son, objetivamente, una buena razn para creer que p, dir que
son una justicacin, o una buena justicacin para creer p.
Por otro lado, una accin epistmica casi nunca constituye un acto
aislado. Habitualmente se integra dentro de un sistema en el que
1
El lector habr percibido una notable diferencia entre ambos argumentos:
MOORE es un argumento inductivo, mientras que COHEN es un argumento deducti-
vo. Me apresurar a advertir que, en mi opinin, el carcter deductivo o inductivo
del argumento no afecta en absoluto al fenmeno de la circularidad. En la seccin 8
de este trabajo fundamentar esta armacin y explicar mejor este punto.
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han sido jados (al menos idealmente) los procedimientos a seguir
a la hora de recoger evidencias, y es en el marco de la metodologa
global del programa de investigacin y de los datos ya obtenidos que
la accin epistmica puede servir de justicacin para una creencia.
Debemos tener en cuenta, pues, procedimientos epistmicos dentro
de los cuales se encontrarn las acciones epistmicas concretas que
llevemos a cabo. Un procedimiento epistmico es un tipo de accin
epistmico; por ejemplo, aplicar un modus ponens a proposiciones
que recogen creencias ya justicadas, o sumergir una sustancia en
agua regia, y comprobar si se disuelve o no. Un sistema epistmico
ser un conjunto de procedimientos epistmicos. La forma ms senci-
lla de entender un sistema epistmico es como un conjunto de reglas,
a las que llamar reglas epistmicas, que al ser aplicadas nos propor-
cionan justicaciones para nuestras evidencias. Una regla epistmica
tpica sera: lleva a cabo la accin epistmica X, si obtienes el dato Y,
entonces ests justicado para creer Z. Por ltimo, llamar proyecto
epistmico a cualquier sistema epistmico enriquecido con una serie
de objetivos o preguntas ms una serie de evidencias previas y quizs
algunos supuestos (podemos identicar un proyecto epistmico con
lo que ms tarde llamar un contexto epistmico, as que dejar la
explicacin para ms tarde).
En una aproximacin un tanto grosera pero efectiva, podemos de-
nir la tarea de fundamentacin del conocimiento como la tarea de ob-
tencin de justicaciones sucientes para nuestras armaciones de
que sabemos, o, lo que es lo mismo, justicaciones de que las eviden-
cias que respaldan nuestras creencias son buenas justicaciones. A
los argumentos que, como MOORE o COHEN, pretenden obtener tales
justicaciones los denominar argumentos fundamentadores. Un par
de observaciones aclararn mejor estas nociones.
En primer lugar, que nuestras evidencias son buenas justicaciones
est directamente relacionado con la calidad, la abilidad si se
preere, de nuestras acciones epistmicas. Dicha abilidad depende
en parte, claro est, de la situacin concreta en que ha sido llevada
a cabo. Especialmente se vera daada si concurren circunstancias
excepcionales que hacen imposible aplicar una regla epistmica que
normalmente funciona bien. Pero adems y sobre todo depende de
la abilidad del procedimiento epistmico instanciado en la accin y
la regla epistmica correspondiente. Y dado que, como hemos dicho,
casi siempre (y al menos en los casos interesantes) la evidencia de
una accin epistmica slo puede entenderse como justicacin en
el marco de un conjunto estructurado de reglas epistmicas, la tarea
de fundamentacin del conocimiento no es ms que la defensa de
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nuestros sistemas epistmicos. Una clase de sistemas epistmicos son
los programas de investigacin que estructuran la actividad cientca,
y los momentos en que el problema de la fundamentacin cientca se
maximiza coinciden, evidentemente, con las crisis cientcas. Pero
tambin debemos tomar en consideracin sistemas y procedimientos
ms modestos, que en algn momento pueden suscitar preguntas
sobre su credibilidad. El recetario tradicional para prevenir el tiempo
que viene, el uso de enciclopedias (o internet) para resolver dudas
geogrcas, o el recurso a la encuesta para conocer el estado de
opinin de una poblacin, pueden todos ellos embarcarnos en tareas
de fundamentacin del conocimiento.
En segundo lugar, entiendo que el objetivo de fundamentar el co-
nocimiento es activado por una duda genuina cuya solucin, positiva
o negativa, no slo afecta a nuestras pretensiones de conocimiento
sino que tiene consecuencias prcticas para nuestros proyectos epis-
tmicos, ya que nos puede llevar a abandonarlos o emprender serias
reformas si el resultado es negativo, o a aanzarnos en ellos si es
positivo. En este sentido, los casos interesantes, y los nicos que
me ocuparn aqu, son aquellos en los que hay una posibilidad real
de que la respuesta a la pregunta sobre si sabemos sea negativa. Es
importante que reparemos en que pudiera haber ocurrido que Moore
o cualquier otra persona, al recopilar sus experiencias perceptivas
pasadas, detectara contradicciones, huecos y otros problemas que le
llevaran a desconar del uso de sus sentidos y replantearse la manera
en que obtiene conocimiento a travs de ellos. Por poner un ejem-
plo un tanto trivial pero bastante grco, todos los que somos
miopes en algn momento hemos seguido un razonamiento similar
al de Moore, pero con conclusiones negativas en cuanto eso s,
exclusivamente al sentido de la vista. Pero lo mismo les ocurre,
en todo el mundo, a personas que sufren graves trastornos de la
percepcin como agnosias o afasias mnsicas, o incluso desrdenes
psicolgicos tales como en el clebre caso del matemtico John Nash.
En tercer lugar, no es necesario que un argumento fundamentador
pruebe por s solo de manera denitiva e irrefutable su conclusin
para que sea pertinente. Basta con que aada algo de plausibilidad,
o que aumente el grado de conrmacin de la conclusin. Este rasgo
se sigue de un hecho general sealado por la teora de la argumen-
tacin, segn la cual en las situaciones reales nunca o casi nunca
se consigue probar un enunciado mediante un solo argumento, sino
que son necesarios una serie de argumentos convergentes que van
eliminando alternativas y sumando plausibilidad a la proposicin que
se quiere probar. No es necesario, pues, que un argumento como
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MOORE decida de una vez y para siempre la cuestin de la abilidad
del conocimiento perceptivo, algo ya de por s difcil si se tiene en
cuenta que el argumento no es de naturaleza deductiva. Basta con
que, en el momento en que se formula, sea una buena razn (entre
y junto a otras) para conar en nuestros sentidos, incluso aunque la
aparicin de evidencias posteriores nos hagan retractarnos de nuestra
postura de conanza.
En buena medida, si insisto en estas consideraciones previas es
con el objeto de aclarar que, tal y como yo lo entiendo, el problema
de la fundamentacin del conocimiento no es un mero pasatiempo
losco, ni las dudas escpticas simples retos intelectuales, sino que
deben ser tomadas como problemas reales insertos en la vida de
individuos particulares, en la actividad de comunidades cientcas o
en la dinmica de grupos sociales. Con ello, mi enfoque se desva
desde el principio de uno muy popular en la epistemologa contem-
pornea que, siguiendo a Wittgenstein (1969), tiende a considerar
toda empresa de fundamentacin del conocimiento como un absurdo
losco completamente desconectado de los intereses y conictos de
nuestra vida.
2 . El punto de vista de la teora de la argumentacin
En este trabajo seguir una va que recientemente han explorado
Martin Davies (2004 y 2006) y, de manera independiente, Douglas
N. Walton (2006), si bien mis planteamientos y resultados dieren
considerablemente de los de ambos. Siguiendo esta va, examinar el
problema de la circularidad en la fundamentacin del conocimiento
a partir de los resultados ya existentes en el mbito de la teora de la
argumentacin sobre argumentos circulares. Aunque a primera vista
los argumentos tienen nalidades distintas (en el caso argumentativo,
convencer con buenas razones al oyente; en el caso epistmico, produ-
cir nuevos conocimientos) y distintos criterios de correccin, lo cierto
es que ambos casos comparten entre s una importante propiedad: la
introduccin de consideraciones pragmticas y contextuales, que no
son tenidas en cuenta en el enfoque lgico.
Podemos caracterizar esquemticamente el contexto en que apare-
ce un argumento a travs de los participantes y la serie de proposi-
ciones que ellos proeren o que intervienen en la argumentacin de
otra manera. As, un contexto argumental est constituido por un
conjunto de preguntas (enunciados en torno a cuyo valor de verdad
se argumenta) una serie de participantes, cada uno con una serie
de compromisos (enunciados cuya verdad acepta); un conjunto de
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supuestos, incluyendo tanto supuestos de fondo (enunciados que to-
dos los participantes aceptan al principio de la argumentacin) como
supuestos que se han ido abriendo a lo largo de la argumentacin
y un historial de movimientos previos, ya sea la formulacin de ar-
gumentos o la introduccin de nuevos compromisos, preguntas o
supuestos. Un contexto epistmico est conformado por un conjunto
de objetivos (enunciados cuyo valor de verdad desea ser conocido),
uno o varios sujetos epistmicos cada uno con un conjunto de creen-
cias, un conjunto de supuestos tanto de fondo como introducidos en
el curso de la argumentacin, y un historial de movimientos previos,
incluyendo el recorrido de argumentos y la introduccin de eviden-
cias y supuestos nuevos. En ambos casos, adems, existen una serie
de reglas (argumentales o epistmicas, segn el caso) que determi-
nan qu movimientos son lcitos en cada momento y cules son las
consecuencias de los mismos respecto a los conjuntos de objetivos,
supuestos y compromisos o creencias. En particular, tales reglas de-
terminan cuando la adopcin de un compromiso, la apertura de un
supuesto, o, en el caso epistmico, una creencia, son lcitos o no.
Utilizar aqu el trmino general de aceptar p para todas estas
actitudes proposicionales, y el trmino respaldo para referirme a
los razones que hacen de la aceptacin de p algo lcito. En el caso
especial de la creencia, seguir la convencin habitual de denominar
a tal respaldo justicacin.
Como he dicho al comienzo de este apartado, mi intencin es
examinar un asunto epistemolgico desde la teora de la argumenta-
cin, as que, por razones puramente metodolgicas (ya que deseamos
hablar de falacias), entender a partir de ahora los contextos epist-
micos como una clase de contextos argumentales, para lo cual basta
que tomemos los objetivos como una clase de preguntas, las creencias
como una clase de compromisos, la introduccin de evidencias como
una clase de introduccin de nuevos compromisos, y las reglas epis-
tmicas como una clase de reglas argumentales. Para el caso en que
haya slo un sujeto epistmico basta con entender que en todos los
argumentos el proponente y el receptor son el mismo participante.
2
2
Una comparacin atenta de ambos tipos de contextos tendra un indudable
inters terico, pero seguramente acabara alejndonos de nuestro camino. En mi
opinin, en muchos casos no vale la pena distinguir entre ambos contextos; por
ejemplo, en una argumentacin en la que el principal objetivo sea cognoscitivo y
los participantes compartan los datos de partidos, el contexto argumental es, direc-
tamente, un contexto epistmico. En algunos casos de contextos epistmicos tal vez
resulte forzado hablar de contexto argumentativo: por ejemplo, cuando un indivi-
duo se forma creencias perceptivas sin que medien (o parezcan mediar) inferencias.
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La manera ms habitual de obtener un respaldo para aceptar un
enunciado es introduciendo un argumento. En este caso, las premisas
del argumento son el respaldo de la conclusin. La propiedad ms
interesante de un argumento en un contexto argumentativo es muy
similar a la propiedad estrella desde el punto de vista epistmico,
y por ello utilizar la misma palabra en ambos casos: convincente.
Un argumento es convincente en un contexto argumental si fuerza
al participante al que va dirigido a comprometerse o aumentar el
compromiso con la conclusin. Un argumento es convincente en un
contexto epistmico si proporciona al sujeto epistmico que lo sigue la
justicacin para creer la conclusin, o aumenta la justicacin para
creer la conclusin. De otra manera: un argumento es convincente
si las premisas son un respaldo para la aceptacin de la conclusin
en el contexto en que se introduce el argumento. Que un argumento
sea convincente o no en un determinado contexto depende de las
reglas argumentales o epistmicas. Cuando un argumento que no
es convincente conduce a un participante en una argumentacin a
adoptar (no forzadamente) el compromiso con la conclusin, o a un
sujeto epistmico a creer (no justicadamente) la conclusin, decimos
que se ha producido una falacia.
3
Mi propsito con respecto a argumentos fundamentadores como
MOORE es determinar si son convincentes, y si no es as, cul o
cules falacias de las distintos tipos que se discuten en la teora
de la argumentacin tiene la culpa de ello. Como veremos, algunos
autores (entre los que me encuentro) deenden que un argumento
Igualmente, en algunos casos de contextos argumentativos como los de la clsica
disputatio, en que el principal objetivo es persuasivo, la dimensin epistmica apa-
rece ms difuminadamente. En los casos que tratamos en este artculo, en los que
uno o varios sujetos intentan averiguar si saben o no saben determinados enunciados,
pienso que no slo conviven ambas dimensiones epistmica y argumentativa, sino
que prcticamente se identican.
3
Nota bene: digo forzar y no incitar o impulsar porque el hecho de que el
oyente deba o no comprometerse con la conclusin depende, como venimos diciendo,
de reglas constitutivas de las prcticas argumentativas, y no del capricho o la buena
voluntad del oyente. Tal y como yo lo entiendo, la propiedad de ser convincente
posee un carcter normativo y objetivo (aunque relativo al contexto) de la que
carece la propiedad ms dbil de ser persuasivo, de marcado carcter psicolgico.
En ocasiones se utilizan en castellano trminos como conclusivo, correcto o
simplemente bueno para referirse a esta propiedad, mientras que en ingls es muy
habitual utilizar el trmino cogent. Ntese tambin que hablo de aumentar el
compromiso con la conclusin porque, para que un argumento sea convincente,
no es imprescindible que zanje denitivamente la cuestin. No incluir este elemento
gradual dejara fuera no slo los argumentos inductivos que discutimos aqu, sino
tambin muchos argumentos deductivos (sobre esto volver en la seccin 8).
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circular puede ser convincente en algunos contextos argumentales,
as que es necesario que comencemos dando una denicin neutral
del fenmeno de la circularidad.
Denicin de Circularidad. Un argumento A es circular en un con-
texto argumentativo CA cuando se ha hecho uso de la conclusin C
de A en el contexto CA. Se hace uso de C en un contexto CA si:
(a) C es una de las premisas del argumento A, o se sigue directa-
mente de una o ms premisas de A (circularidad de premisas);
(b) C es uno de los supuestos del contexto CA, o se sigue directa-
mente de uno o ms de los supuestos de CA (circularidad de
supuestos);
(c) C es una premisa de uno o varios argumentos que aparecen
anteriormente a A en el historial de CA, o se sigue directamente
de una o ms premisas que aparecen anteriormente a A en el
historial de CA (circularidad cclica);
(d) C es la descripcin de una regla de inferencia que ha sido
utilizada en algn argumento previo a A en el historial de CA
(circularidad de reglas).
MOORE ejemplica la circularidad de supuestos. El argumento (B) en
la secuencia de argumentos siguiente, que se basa en la que aparece
en Walton 1994, es un ejemplo de circularidad cclica:
ARGUMENTO ECONOMA
(A) (E
1
) Las empresas abandonan el pas.
(E
2
) Si las empresas abandonan el pas, la economa anda mal.
(E
3
) Por lo tanto, la economa anda mal.
(B) (E
3
) La economa anda mal.
(E
4
) Si la economa anda mal, las empresas abandonan el pas.
(E
5
) Por lo tanto, las empresas abandonan el pas.
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Un buen ejemplo de circularidad de reglas, muy discutido ltima-
mente, es el argumento que propone Boghossian 1996 para justicar
la regla de modus ponens utilizando el mismo modus ponens.
ARGUMENTO BOGHOSSIAN
(B
1
) Si signica lo que signica, entonces el modus ponens
(MP) es vlido.
(B
2
) signica lo que signica.
ergo, (B
3
) El modus ponens es vlido.
Para el caso (a) vale cualquier argumento del tipo A, por lo tanto A.
Aprovechar para hacer una observacin. Como se desprende de
los ejemplos proporcionados, la circularidad no es un fenmeno aso-
ciado slo al conocimiento de naturaleza perceptiva. Tambin se hace
presente en mbitos del conocimiento a priori, como el matemtico,
el lgico, o el autoconocimiento. Si bien hay sucientes similaridades
entre los distintos casos como para poder hablar de un fenmeno
general comn, existen algunas peculiaridades que haran el trata-
miento simultneo excesivamente prolijo, por lo que en lo que resta
de trabajo me centrar en los argumentos fundamentadores asociados
al conocimiento perceptivo, dejando para un formato ms extenso la
ms ambiciosa empresa general.
4
3 . Peticin de principio
Vayamos ahora con la consideracin de las falacias que se pueden
estar cometiendo en MOORE y argumentos anes. El candidato ms
obvio es, por supuesto, la falacia de peticin de principio. Hablando
informalmente, alguien comete esta falacia cuando, intentando probar
un enunciado C, introduce indebidamente en el curso de la argumen-
tacin a C, con lo cual termina concluyendo C slo por el hecho
de que ya haba partido de l. Supongamos que Carlos me dice que
lo que dice Juan ahora es verdad, y que sabe tal cosa porque Juan
siempre dice la verdad, pero cuando le pregunto como sabe que
Juan siempre dice la verdad l me responde diciendo que Juan se lo
4
En Vilanova 2007 se examina el problema de la circularidad en el conocimiento
lgico, y en Vilanova 2009 discuto problemas asociados a la justicacin del conoci-
miento introspectivo.
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ha dicho.
5
Parece obvio que, en este caso, Carlos puede concluir que
Juan siempre dice la verdad simplemente porque est suponiendo tal
cosa. Si alguien, por ejemplo Pedro, piensa que Juan es un redomado
embustero, entonces el argumento de Carlos no servir para alejarle
ni un pice de su creencia. Esto nos sirve para obtener la clave de la
peticin de principio: si alguien duda de la conclusin, entonces no
puede aceptar las premisas como respaldo de la conclusin. Advir-
tase que esto no ocurre con todos los argumentos: normalmente, si
pensamos que el argumento es vlido (deductiva o inductivamente)
y dudamos de la conclusin, tenemos buenas razones para dudar de
las premisas, pero seguimos teniendo buenas razones para pensar que
si las premisas fueran verdaderas la probabilidad (o la plausibilidad)
de que la conclusin fuera verdadera aumentara. Si dudo que Juan
sea una buena persona, dudar que ayude al prjimo, pero seguir
pensando que sera una buena razn para pensar que Juan es una
buena persona el contemplar cmo ayuda al prjimo. Sin embargo,
si dudo que Juan sea sincero, no slo dudare que me dice la verdad
cuando me dice que l es sincero, sino que adems no podr seguir
pensando que es una buena razn para pensar que Juan es sincero
el hecho de que Juan me lo ha dicho. En la mayora de los casos,
la duda de la conclusin lleva a la duda sobre las premisas; en el
caso de la peticin de principio, la duda de la conclusin lleva a la
duda sobre la misma relacin entre premisas y conclusin. Por eso
el argumento que comete peticin de principio no es convincente:
uno no puede verse forzado a aceptar la conclusin ya que si duda
de la conclusin duda de que las premisas le fuercen a aceptar la
conclusin. Adems, ste es un fenmeno exclusivo de la falacia de
peticin de principio, que no se da en otras falacias, as que hemos
llegado a una primera denicin general de la peticin de principio:
Denicin de Peticin de Principio 1. En un argumento A en un
contexto argumental CA hay peticin de principio cuando una duda
sobre su conclusin C produce inmediatamente que las premisas PP
no puedan ser aceptadas como un respaldo para C en el contexto CA.
En la literatura sobre peticin de principio uno se encuentra de-
niciones ms especcas (y ms largas). Ello se debe al hecho de
que el autor tiene en mente un tipo de circularidad concreta: de pre-
misas, de supuestos, de reglas, o cclica. Lo cierto es que especicar
5
El ejemplo es menos nimio de lo que puede parecer a simple vista, pues de
hecho es anlogo a un muy debatido postulado de las religiones de la revelacin.
As, para muchos telogos cristianos la mayor evidencia de que la Biblia es palabra
de Dios es precisamente que en la Biblia se dice que la Biblia es palabra de Dios.
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la denicin para un tipo de especialidad tiene sentido, porque los
requisitos que han de darse para que se produzca peticin de prin-
cipio pueden variar de un tipo a otro. Sin ir ms lejos, hay buenas
razones para pensar que la circularidad de reglas es un caso muy es-
pecial, pues la duda sobre la conclusin no interere con una actitud
proposicional (creer una premisa, adoptar un supuesto), sino con un
saber cmo (saber cmo hacer un tipo de inferencias, por ejemplo).
Pero es importante no perder de vista el fenmeno general. Primero,
porque de la comparacin entre los distintos tipos de circularidad
podemos extraer enseanzas importantes, como se ver en apartados
siguientes. Y segundo, porque en las argumentaciones reales muchas
veces no est claro el lugar que ocupa una proposicin, por lo que
tal distincin slo aparece en el anlisis terico. Sin ir ms lejos, en
el ejemplo recin citado tendramos dicultades para elegir entre las
siguientes esquematizaciones:
ARGUMENTO JUAN 1 (circularidad de premisas)
(1) Juan dice que todo lo que dice Juan es verdadero.
(2) Todo lo que dice Juan es verdadero.
(3) Por lo tanto, todo lo que dice Juan es verdadero.
ARGUMENTO JUAN 2 (circularidad cclica)
(A)
(1) Todo lo que dice Juan es verdadero.
(2) Por lo tanto, si algo es dicho ahora por Juan es verdadero.
(B)
(2) Si algo es dicho ahora por Juan, es verdadero.
(3) Lo que dice Juan ahora es que todo lo que dice Juan ahora es
verdadero.
(4) Por lo tanto, todo lo que dice Juan es verdadero.
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PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 39
ARGUMENTO JUAN 3 (circularidad de supuestos)
(1) Lo que dice Juan ahora es verdadero.
(2) Lo que dice Juan ahora es que todo lo que dice Juan es verda-
dero.
(3) Por lo tanto, todo lo que dice Juan es verdadero.
Donde el respaldo para aceptar (1) es que he odo a Juan decir (1),
bajo el supuesto de que todo lo que dice Juan es verdadero.
ARGUMENTO JUAN 4 (circularidad de reglas)
(1) Juan dice que todo lo que dice Juan es verdadero.
(2) Por lo tanto, todo lo que dice Juan es verdadero.
Donde (2) se inere de (1) mediante la siguiente regla de inferencia:
De Juan ha dicho p inere p.
En cualquier caso, como he dicho, es conveniente disponer de
deniciones ms especcas. Comenzar dando, de manera tentativa,
el siguiente paquete de deniciones, que pretenden recoger las ca-
racterizaciones ms clsicas de la peticin de principio,
6
y que, ya lo
advierto, en apartados posteriores revisaremos crticamente:
Denicin de peticin de principio 1.1. Un argumento A circular de
premisas comete la falacia de peticin de principio en un contexto
argumental CA si la duda de la conclusin C produce de manera
inmediata que no se pueda aceptar una premisa o varias de las
premisas PP de A en el contexto CA.
Denicin de peticin de principio 1.2. Un argumento A circular
cclico comete la falacia de peticin de principio en un contexto
argumental CA si la duda de la conclusin C produce que no se
puedan aceptar uno o varios argumentos que han aparecido en el
6
As, la denicin 1.1 se basa en la de Copi 1961, de la que se puede encontrar
una versin renada en Davies 2006. La denicin 1.2 se basa en la que proporciona
Jackson 1987. La denicin 1.3 se basa en la de Hamblin 1971. La denicin 1.4
recoge una caracterizacin provisional de Boghossian 1996 del tipo de circularidad
presente en la fundamentacin del conocimiento lgico.
Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
critica / c127Vilanova / 13
40 JAVIER VILANOVA ARIAS
contexto argumental CA, y el rechazo de tales argumentos produce
que no se pueda aceptar el respaldo para una o varias de las premisas
PP de A en el contexto CA.
Denicin de peticin de principio 1.3. Un argumento A circular de
supuestos comete la falacia de peticin de principio en un contexto
argumental CA si la duda de la conclusin C produce que no se puede
aceptar un supuesto de CA, y el rechazo de tal supuesto produce que
no se puede aceptar el respaldo para una o varias de las premisas PP
de A en el contexto CA.
Denicin de peticin de principio 1.4. Un argumento A circular
de reglas comete la falacia de peticin de principio en un contexto
argumental CA si la duda de la conclusin C produce que no se
pueda aceptar una regla de inferencia que es necesaria para derivar
C de las premisas PP de A.
Advirtase que las deniciones 1.2 y 1.3 tienen un rasgo en comn,
rasgo que no poseen las restantes. Y es que, en ambos casos, la duda
de la conclusin produce el rechazo del respaldo para una o varias de
las premisas. En el primer caso ello se debe a que tenemos que revisar
argumentos que han aparecido anteriormente en la argumentacin.
En el segundo caso se debe a que hemos de revisar algunos de
nuestros supuestos. Pero en los dos la duda sobre la conclusin afecta
a la relacin entre el respaldo de las premisas y las premisas. Debido
a esta anidad, en este trabajo me centrar en estos dos tipos de
circularidad. La circularidad de premisas podemos dejarla fuera por
ser muy grosera, y la circularidad de reglas requiere un tratamiento
especial que nos tomara demasiado tiempo y nos desviara de nuestro
objetivo principal.
7
4 . Apelacin a la ignorancia
En la literatura reciente sobre la circularidad en la fundamen-
tacin del conocimiento siempre se hace referencia a la falacia de peti-
cin de principio. Curiosamente, casi nunca se menciona la falacia
de apellatio ad ignorantiam, a pesar de que sta ocupa un lugar
central en el reto planteado por el escptico a los sistemas epistmi-
cos o a las fuentes de evidencias.
Intentar mostrar cmo se llega a esta nueva acusacin. Una vez
que el escptico (Sexto Emprico, Hume, Kripkenstein o cualquier
7
Vase Vilanova 2007 para una discusin de la circularidad de reglas y el argu-
mento de Boghossian.
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PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 41
otro) denuncia la circularidad presente en argumentos fundamenta-
dores, no se contenta con obtener la consecuencia de que nunca
podremos llegar a saber la conclusin del argumento, sino que deriva
un resultado mucho ms inquietante: que de hecho nunca hemos
sabido las premisas. En el caso de MOORE, la queja del escptico
es que, teniendo en cuenta que podemos derivar el hecho de que
nuestro sistema perceptivo funciona bien desde nuestras creencias
de origen perceptivo, entonces deberamos saber que nuestro sistema
perceptivo funciona bien antes de empezar a obtener nuestras creen-
cias perceptivas. Dicho en trminos que agradaran a un profesor
de Lgica: si saber las premisas es una causa suciente para saber
la conclusin, entonces saber la conclusin es una causa necesaria
para saber las premisas. Esto demuestra, segn el escptico, que el
movimiento ilcito se haba dado ya al principio, cuando empezamos
a formarnos creencias en torno a lo que ocurra en el mundo externo
a partir del testimonio de nuestros sentidos, sin habernos asegurado
previamente de que nuestros sentidos funcionaban correctamente. La
nica defensa que podemos alegar ante el escptico es que, cuando
comenzamos nuestro proyecto epistmico (en el caso de Moore, cuan-
do empez a acumular evidencias perceptivas), no disponamos de
elementos de juicio para llevar a cabo la tarea de fundamentar nues-
tras reglas epistmicas. Es decir, no es que tuviramos evidencias
a favor de la abilidad de nuestros sentidos, sino que no tenamos
evidencias en contra: no haba razones para dudar de ellos. Dicho
ms coloquialmente, dado que no tenamos ninguna evidencia de
que algo iba mal, simplemente actuamos como si todo fuera bien.
Por muy honesto que este ltimo movimiento sea por nuestra parte,
plantea una nuevo problema, y es que el argumento recin invocado
(que supusimos que nuestros sentidos nos daban informacin able
porque no tenamos razones en contra) recuerda demasiado la falacia
de apelacin a la ignorancia.
La falacia de la apelacin a la ignorancia es mucho ms simple
que la peticin de principio, as que no tomar mucho tiempo ca-
racterizarla. En esencia, se produce cuando inferimos indebidamente
p del hecho de que no sabemos no p, o, en el caso ms sosticado,
del hecho de que no poseemos evidencias en contra de p. Es una
falacia especialmente peligrosa, pues puede llegar a persuadir de las
ideas ms excntricas o levantar los cargos ms insospechados. As,
alguien puede concluir que existen duendes invisibles que habitan
en los ultramarinos del hecho de que nadie tiene ninguna prueba en
contra, o alguien puede concluir que Juan es un redomado hipcrita
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42 JAVIER VILANOVA ARIAS
que oculta sus autnticos sentimientos a todo el mundo del hecho,
una vez ms, de que nadie puede probar lo contrario.
De acuerdo con este anlisis provisional, que recoge el tratamiento
clsico,
8
llegamos a la siguiente denicin:
Denicin de Apelacin a la ignorancia 1. Un argumento A en un
contexto argumental CA comete la falacia de apelacin a la ignorancia
cuando tiene la forma:
(1) No hay evidencias en contra de que p.
(2) Por lo tanto, p.
Es cierto que en el caso epistmico casi nunca uno ha seguido ex-
plcita y conscientemente el argumento de la denicin de apelacin
a la ignorancia 1, sino que se confa en la fuente de evidencias de
una manera natural, espontnea. Pero no creo que estemos forzando
las cosas si decimos que el argumento se est siguiendo inconsciente-
mente en el momento en que se confa espontneamente en la fuente
de evidencias o, cuando menos, que dicho argumento aparece en la
reconstruccin que el propio sujeto epistmico efectuara a la hora
de acometer la tarea de fundamentacin de su conocimiento.
9
En el
caso tanto de MOORE como de COHEN hemos de incluir el siguiente
argumento en la reconstruccin terica:
(1) No tengo evidencias en contra de que mis sentidos funcionen
defectuosamente.
(2) Por lo tanto, tengo un respaldo para aceptar el supuesto de que
mis sentidos funcionan correctamente.
Ahora que ya hemos hecho un primer anlisis aunque provisio-
nal de las falacias de peticin de principio y apelacin a la ignoran-
cia, es el momento de aplicarlo a los argumentos fundamentadores.
8
Por ejemplo, Copi 1961.
9
Para autores como Alston 1986 o Davies 2004 la cuestin de si el supuesto es
o no consciente s es importante. En el caso de Davies, incluso determina que haya
peticin de principio (paradjicamente, si el supuesto es consciente). En Vilanova
2008 discuto esta postura (as como la postura ms radical de Prior 2004, para quien
el supuesto no es necesario ni siquiera tomado inconscientemente), discusin en la
que no entro aqu porque, como he dicho, es suciente considerar que el supuesto se
hace consciente al menos en el momento en que se inicia la tarea de fundamentacin.
Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
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PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 43
Son nuestros dos ejemplos de argumentos fundamentadores doble-
mente falaces? En el caso de COHEN es clarsimo que el argumento
es culpable de ambos cargos. Si alguien duda de la conclusin, es
decir, si duda que sus sentidos estn funcionando correctamente en
el momento en que percibe el objeto rojo encima de la mesa, entonces
no podr seguir aceptando su experiencia perceptiva como una buena
justicacin para creer la premisa 1. Adems, teniendo en cuenta que
la nica justicacin que se haba dado para tomar como supuesto
que sus sentidos funcionaban correctamente era que no haba evi-
dencia en contra, el argumento claramente incurre en apelacin a la
ignorancia.
Qu ocurre con MOORE? Lamentablemente, de acuerdo con las
deniciones que hemos proporcionado el argumento es tambin do-
blemente falaz. Por un lado, G.E. Moore no proporciona razones para
adoptar el supuesto de que sus sentidos son ables. En segundo lugar,
si eliminamos ese supuesto desaparece el respaldo para cada premisa
de la forma Es el caso que p
n
. Y sin embargo, uno no puede dejar
de pensar que, si bien COHEN es un argumento perfectamente intil
para fundamentar nuestro conocimiento perceptivo, MOORE ofrece
algn tipo de evidencia (por muy pequea que sta sea) a favor de
que nuestros sentidos no funcionan mal. Efectivamente, es de sen-
tido comn que el hecho de que nuestras experiencias perceptivas
concuerden entre s y se conrmen unas a otras es, cuando menos,
una buena razn para pensar que todo va bien. De hecho, en los casos
mencionados de personas con desrdenes perceptivos o psicolgicos
tal concordancia no se da, y precisamente eso hace factible que estas
personas lleguen a darse cuenta de sus problemas. Que la indagacin
pueda llegar a un resultado negativo es una prueba de que no hemos
hecho trampa. Es decir, que Moore no obtiene el resultado de que
sus sentidos son ables simplemente porque lo supuso al principio,
sino que hay algo ms que le permite inferir (M
3
). Ese algo ms es
precisamente lo que falta en el caso en el que se llega a una respuesta
negativa.
Si se est de acuerdo con la consideracin previa, entonces nuestro
siguiente paso es detectar qu errores cometimos en nuestras deni-
ciones de ambas falacias, y proceder a su reformulacin.
5 . Legitimacin
Comencemos con la apelacin a la ignorancia. Para empezar, hay
algunos contextos epistmicos en los que la ausencia de evidencias en
contra de p es una buena justicacin para creer que p. Esto ocurre
Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
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44 JAVIER VILANOVA ARIAS
cuando tenemos alguna justicacin para creer que, de ser p falso,
deberamos tener evidencias de ello. Si, por ejemplo, efectuamos una
minuciosa investigacin para comprobar que Pedro no roba material
de ocina de su lugar de trabajo y obtenemos resultados negativos,
podemos concluir justicadamente que Pedro no roba material de
ocina. La estructura del argumento es ahora distinta:
AD IGNORANTIAM 2
(1) No hay evidencias en contra de que p.
(2) Si p fuera falso, deberamos poseer alguna evidencia en contra
de que p.
(3) Por lo tanto, p.
No parece, sin embargo, que este argumento pueda resolver por
s solo el problema en el caso epistmico. El supuesto de que la
fuente de evidencias es able funciona desde el principio del proyecto
epistmico. En el caso de MOORE, desde el primer momento en
que Moore comenz a adquirir creencias de origen perceptivo. Y
en ese momento no slo no hay evidencias ni a favor ni en contra
del supuesto, sino tampoco evidencias a favor de (1). De hecho,
no se dispone de tales evidencias hasta que se comienza la tarea de
fundamentacin del conocimiento y se formula el argumento MOORE.
As que dejar a un lado, de momento, el argumento 2 (sobre el que
volver ms adelante).
Afortunadamente, el argumento 2 no es la nica posibilidad. Hay
que tener en cuenta que la nocin de respaldo y la nocin empa-
rentada de aceptacin son muy generales, y que admiten distintas
variantes cada una con sus propias cualicaciones. En concreto, el
tipo de respaldo para adoptar un supuesto es ms fcil de obtener
que el tipo de respaldo para la creencia. En el caso de la creencia,
el respaldo, la justicacin, est ligado a la verdad de la proposicin
creda: si un sujeto epistmico S posee una justicacin para creer
una proposicin p, entonces S debe tener razones para creer que es
ms probable que p sea verdadera que si no tuviera tal justicacin.
Para el caso de la adopcin de un supuesto, sin embargo, basta con
poseer alguna razn de ndole pragmtica que aconseja la adopcin
del supuesto de que p. Walton 1999 da un magnco ejemplo al res-
pecto: si uno no tiene pruebas a favor de que el arma est descargada,
Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
critica / c127Vilanova / 18
PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 45
es conveniente adoptar el supuesto de que el arma est cargada mien-
tras la manipula. En este caso, la estructura del argumento obedece
al siguiente esquema:
AD IGNORANTIAM 3
(1) No hay evidencias en contra de que p.
(2) Hay razones pragmticas para adoptar el supuesto de que p.
(3) Por lo tanto, suponemos que p.
El tipo de razones pragmticas a tener en cuenta puede variar mu-
cho de un contexto argumental a otro, aunque en general tendrn
mucho que ver con el objetivo de la argumentacin (en el ejemplo
de Walton es de suponer que el objetivo es decidir un curso de ac-
cin relacionado con el arma). Adems, puede haber tambin algn
tipo de justicacin terica a favor de que las razones pragmticas
aducidas son las adecuadas (evidentemente, en el caso del arma hay
algunas consideraciones tericas de fondo sobre el funcionamiento de
las armas y las consecuencias fsicas de un disparo). Por otro lado,
no hay ningn impedimento para que combinemos 2 y 3 y producir
un argumento mucho ms fuerte:
AD IGNORANTIAM 4
(1) No hay evidencias en contra de que p.
(2) Si p fuera falso, deberamos poseer alguna evidencia en contra
de que p.
(3) Hay razones pragmticas para adoptar el supuesto de que p.
(4) Por lo tanto, p.
Utilizar, para ese tipo de respaldo ms dbil que la justicacin,
el nombre de legitimacin.
10
Como ya indiqu antes, la nica
10
Tomo el trmino en el sentido en que lo usa Wright 2004, donde se explica
con detalle tanto la nocin como la estrategia para resolver el problema de la
fundamentacin del conocimiento a partir de ella. Me apresurar a advertir que
mi solucin global ser muy distinta, y opuesta, a la de Wright, quien opina que
los argumentos fundamentadores son todos falaces. Vase Vilanova 2008 para un
examen crtico de la postura de Wright.
Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
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46 JAVIER VILANOVA ARIAS
diferencia entre la justicacin y la legitimacin es la relacin que
guarda con el hecho expresado por p. La legitimacin no requiere
evidencias o indicios de que la proposicin legitimada es verdadera.
Si X es una justicacin para p, que yo posea X hace a p ms
probable (o verosmil) para m que si no poseyera X. En cambio, si
X es una legitimacin para p, que yo posea X no hace ms probable
(o verosmil) p que si yo no poseo X. Esta diferencia determina cules
son las actitudes epistmicas que pueden respaldar. La justicacin
puede servir de respaldo para una creencia o un conocimiento. La
legitimacin slo puede servir de respaldo para actitudes epistmicas
ms dbiles: la adopcin de un supuesto, el compromiso, o el actuar
como si p fuera verdadero.
En el caso de un proyecto epistmico, el objetivo es siempre obte-
ner conocimiento, as que uno estar legitimado para suponer que p
si tiene razones para pensar que esto ayudar a llevar a buen puerto
su proyecto epistmico. Desde luego, no cualquier supuesto vale.
No valdrn, por ejemplo, supuestos para los que haya evidencias en
contra, o supuestos demasiado excntricos. Por ejemplo, si hubiera
un orculo divino que me comunicara telepticamente el tiempo que
va a hacer maana cada vez que cierro los ojos y dejo mi mente
en blanco, no cabe duda de que constituira una va inmejorable
para hacer predicciones metereolgicas, pero est claro que no tengo
legitimidad alguna para hacer tal supuesto. Hay otras consideraciones
que se podran tener en cuenta aqu. Por ejemplo, si es una buena
razn para suponer que p el hecho de que slo bajo el supuesto de
que p puedo tener alguna posibilidad de obtener conocimientos. O
si razones de ndole meramente material, como la capacidad de pro-
cesamiento, los lmites de espacio y tiempo e incluso el presupuesto
econmico del que se dispone pueden ser tenidos en cuenta. Pero,
para no abundar demasiado, basta con entender que en un proyecto
epistmico uno est legitimado a adoptar p como supuesto si tiene
razones para pensar que es ms probable que obtenga mejores y ms
conocimientos si supone p que si no supone p.
Adems, razones de ese tipo se pueden obtener mediante algn
clculo a priori, o comparando proyectos epistmicos previos (si es
que los hay), as que en muchos casos (incluyendo los casos que nos
interesan) el esquema de argumento ad ignorantiam 3 puede ser
seguido, y obtener una legitimacin para hacer la suposicin antes
de que el proyecto epistmico sea puesto en marcha. En el caso de
MOORE, uno puede mediante pura reexin llegar a la conclusin
de que tiene ms probabilidades de obtener conocimientos sobre el
mundo externo haciendo el supuesto de que sus sentidos son ables
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PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 47
que adoptando cualquier otro supuesto que se le ocurra, incluyendo
orculos divinos y similares. Tenemos as un nuevo contexto argu-
mental para MOORE, en el que se ha propuesto el argumento que
sigue el esquema ad ignorantiam 3, y en el que no se comete la
falacia de apelacin a la ignorancia.
6 . Peticin de principio reformulada
Vayamos ahora con la peticin de principio. Sin salirse del mbito de
la teora de la argumentacin, hay ya varias razones para pensar que
tanto la denicin 1.3, que es la que aqu interesa, como la denicin
emparentada 1.2, son demasiado restringidas.
11
Para empezar (y aunque este punto no es especialmente relevante
aqu) incluso en los casos ms agrantes de peticin de principio
los argumentos pueden resultar tiles en el curso de una argumen-
tacin. Obviamente no pueden servir para convencer a nadie de su
conclusin, pero s pueden servir para que quien ya est convencido
previamente de su conclusin se percate de una relacin lgica entre
sus compromisos.
12
Este dato nos pone sobre aviso con respecto al
hecho de que hay que tomar en consideracin todos los aspectos del
contexto de argumentacin en un sentido amplio, tales como el ob-
jetivo del argumento. No siempre es el de demostrar denitivamente
que la conclusin es verdadera. Puede haber otros objetivos, como
explicitar una relacin lgica (de esto se sigue necesariamente esto,
esto es contradictorio con esto, esto aumenta la probabilidad de esto,
etc.) o, como vimos antes, justicar un supuesto. De hecho, en la
mayora de las situaciones reales, en las que la informacin dispo-
nible es parcial y la disponibilidad de tiempo limitada, casi nunca
el objetivo es el de demostrar la conclusin, sino uno ms modesto:
aadir verosimilitud. Es poco habitual que en un contexto argumental
estemos en disposicin de probar una proposicin mediante un solo
argumento. Normalmente acumulamos argumentos que proporcionan
11
En este apartado sigo especialmente los trabajos de Douglas N. Walton que se
citan en la bibliografa. De l tomo prestados sobre todo los ejemplos y la casustica,
si bien tanto mi forma de presentar las cosas como la caracterizacin nal de la
peticin de principio es diferente.
12
Es por ello que algunos autores consideran que argumentos como estos no son
falaces cuando la nalidad es distinta a la de convencer o zanjar la cuestin en torno
a la conclusin. As, Jackson 1987 habla de la funcin de resaltar (teasing out) y
Davies 2006 de la funcin de decidir que creer (deciding what to believe) para el
caso epistmico. Dado que voy a defender la tesis ms ambiciosa de que se puede
evitar la falacia incluso en los casos en que la funcin del argumento es contribuir a
convencer o zanjar la cuestin, no me detendr en este trabajo a examinar dicha va.
Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
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48 JAVIER VILANOVA ARIAS
una verosimilitud creciente hasta llegar a concluir que la proposicin
en cuestin es considerablemente ms verosmil que cualquier otra
hiptesis. Cualquier argumento que proporciona mayor verosimilitud
a su conclusin, por pequea que sta sea, es pertinente en contexto
argumentativo, y por lo tanto no es falaz.
En segundo lugar, represe en que no en todo contexto de ar-
gumentacin sera rechazada una cadena de argumentos como la de
ECONOMA. En ocasiones se producen en los sistemas econmicos
estos canales de retroalimentacin (peor economa produce ms xo-
do, que a su vez produce peor economa, que a su vez produce ms
xodo. . . ), y pueden aducirse como explicacin causal. El crculo
argumental no hara aqu ms que reejar el crculo vicioso en la
situacin real. Recordemos que un argumento no tiene que zanjar
denitivamente la cuestin sobre si su conclusin es verdadera para
ser convincente; basta con que aumente el grado de verosimilitud en
la conclusin. Es posible que, en tanto que explicacin causal, ECO-
NOMA no sea suciente (falta, por ejemplo, dar cuenta del suceso
que dispar el crculo vicioso) pero puede ser una buena razn para
inclinarnos a pensar que hay un proceso de xodo empresarial en
marcha.
En tercer lugar, advirtase que en una argumentacin pueden
aparecer o desaparecer dudas, segn vayan variando los intereses de
los participantes. No hay nada ilcito en que un participante plantee
una pregunta que no se haba contemplado al principio, siempre y
cuando no se desve demasiado el tema de conversacin y todos los
participantes estn de acuerdo. En ocasiones, la nueva duda puede
solucionarse simplemente recordando algn resultado previo de la
argumentacin, lo que provocar un crculo argumental que, sin
embargo, no ser falaz. Esto se produce en el siguiente ejemplo de
historial argumentativo, que es una reescritura de uno proporcionado
por Walton 1994:
EJEMPLO DUDA
(A)
(1) Es el caso que p.
(2) Si es el caso que p, entonces es el caso que q.
(3) Es el caso que q.
Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
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PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 49
(B) DUDO que p.
(C)
(4) Es el caso que q.
(5) Si es el caso que q, entonces es el caso que p.
(6) Es el caso que p.
En este caso, el proponente del argumento (C) estara haciendo ver
a la persona que plante la duda (B) que rechazar p supone rechazar
un compromiso anterior, a saber, el compromiso con q, y para ello
invoca la nueva evidencia de que q implica p (premisa (5)). Ante
esto, el participante que efectu el movimiento (B) puede hacer
varias cosas: quizs se desdiga tambin de q, lo cual puede exigir
ulteriores revisiones del historial de la argumentacin (entre (A) y
(B) q puede haber sido utilizado como premisa de otros argumentos),
o quizs opte por aceptar p (tal vez recordando las razones por las que
acept en su momento la premisa (1)) y eliminar la duda planteada,
teniendo en cuenta su compromiso anterior con q. Una vez ms, el
argumento (B) no zanja completamente la cuestin, pero es evidente
que introduce un nuevo elemento de juego en la argumentacin (una
razn para aceptar p) y no es completamente banal.
Si nos jamos en lo que tienen en comn los dos ejemplos ante-
riores y que no comparten los ejemplos ms claramente falaces como
JUAN o COHEN, obtenemos un diagnstico ms certero con respecto
a la peticin de principio. Al formular los argumentos que comenten
la peticin de principio no se obtiene ningn respaldo para aceptar
la conclusin que sea distinto de aquel del que ya se dispona antes
de seguirlo, ya sea que la conclusin fuera un supuesto o un com-
promiso. Por ello no son convincentes, y por eso resultan peligrosos
en la argumentacin, porque al seguirlos alguien puede pensar que
dispone de una evidencia nueva a favor de la conclusin, y a raz
de ello fortalecer su compromiso con la misma o, en el peor de los
casos, dejar de considerarla un supuesto para pasar a tomarla como
una proposicin probada. Por el contrario, cuando uno sigue un argu-
mento circular convincente obtiene un respaldo diferente para creer
la conclusin de que se dispona antes de seguirlo, y ello porque el
argumento produce una evidencia nueva que no se haba tomado en
cuenta cuando la conclusin se acept (ya sea como supuesto o como
compromiso) antes de seguir el argumento. Que esta evidencia nueva
Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
critica / c127Vilanova / 23
50 JAVIER VILANOVA ARIAS
sea condicional con respecto a la aceptacin de la conclusin como
supuesto obviamente disminuye la fuerza probativa del argumento,
pero no la reduce a cero. Esto demuestra que las deniciones es-
peccas de peticin de principio 1.1 y 1.3 fueron formuladas con
demasiada celeridad: se detenan en el hecho de que la duda de la
conclusin produca dudas sobre el respaldo a una o ms premisas
sin tener en cuenta las nuevas consideraciones que introducan las
premisas mismas.
Para explicar bien este punto, que es decisivo, quisiera hacer una
reexin global en torno a la estructura y la funcin de nuestras
prcticas argumentativas. Dado que en un argumento siempre en-
tran en juego evidencias y creencias previas, estrictamente hablando
el argumento no introduce justicaciones nuevas (como s lo hara,
por ejemplo, un nuevo dato perceptivo), sino que reorganiza las ya
disponibles para sacarles ms partido y permitirnos justicar una
nueva creencia o adoptar un nuevo compromiso (la conclusin del
argumento, claro). En general, un argumento nos proporciona infor-
macin sobre determinadas relaciones entre los respaldos RR que
se poseen para cada una de las premisas de PP tomados a la vez.
Estas relaciones se expresan de manera indirecta a travs de la rela-
cin de inferencia entre las premisas y la conclusin. Es decir, la
relacin entre respaldos que introduce en la discusin o investigacin
el nuevo argumento consiste en que de ciertas proposiciones res-
paldadas por RR (las premisas del argumento) se sigue cierta otra
proposicin (la conclusin). Un argumento es pertinente y til si,
como dijimos antes, las relaciones entre respaldos expresadas por el
argumento introducen alguna consideracin nueva en la argumenta-
cin, que no se tena en cuenta cuando consideramos aisladamente la
relacin de cada respaldo con su premisa respaldada. Tomemos ahora
un argumento circular cualquiera, A, con premisas PP y conclusin
C. Sea PPC el subconjunto del conjunto de las premisas PP del ar-
gumento A en cuyo respaldo interviene la conclusin C, ya sea como
supuesto de que el respaldo alegado es genuino, ya sea como premisa
en un argumento previo. En el caso de los argumentos circulares,
comoquiera que la conclusin C ya forma parte del respaldo de las
premisas PPC, se requiere, para que el argumento sea convincente,
que la relacin entre premisas y conclusin aada algo distinto a la
relacin entre cada proposicin de PPC y su respaldo. Si no es as,
hay falacia. Esto puede expresarse de la siguiente manera: la relacin
entre cada proposicin y su respaldo no es la misma que la relacin
entre las premisas y la conclusin. Llegamos, de este modo, a la
siguiente reformulacin de las deniciones 1.2 y 1.3:
Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
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PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 51
Denicin de peticin de principio 2.2. Un argumento A circular
cclico con premisas PP y conclusin C comete la falacia de peticin
de principio en un contexto argumental CA si (i) la duda de la con-
clusin C produce que no se puedan aceptar uno o varios argumentos
que han aparecido en el contexto argumental CA, y (ii) el rechazo de
tales argumentos produce que no se pueda aceptar el respaldo RC
para una o varias de las premisas PC de PP, y (iii) para cada una de
las premisas PC y su respaldo correspondiente RC, un participante
posee el respaldo RC para PC si y slo si uno posee el respaldo
PP para C.
Denicin de peticin de principio 2.3. Un argumento A circular
de supuestos con premisas PP y conclusin C comete la falacia de
peticin de principio en un contexto argumental CA si (i) la duda de
la conclusin C produce que no se puede aceptar un supuesto de CA,
y (ii) el rechazo de tal supuesto produce que no se puede aceptar el
respaldo RC para una o varias de las premisas PC de PP, y (iii) para
cada premisa PC y su respaldo correspondiente RC, un participante
tiene el respaldo RC para PC si y slo si tiene el respaldo PP para C.
Obsrvese que 2.2 y 2.3 no nos obligan a abandonar la denicin
general de peticin de principio 1: si dudamos de la conclusin
C, segn la clusula (ii) en ambos casos no ser posible aceptar el
respaldo RC para las premisas PC, y comoquiera que por la clausura
(iii) las premisas son un respaldo para la conclusin slo si RC son
respaldos para PC, entonces las premisas dejan de ser un respaldo
para la conclusin. Tenemos, as, un indicio indirecto de que las
deniciones 2.2 y 2.3 no son ad hoc, pues caen bajo la caracterizacin
general de la peticin de principio.
7 . Argumentos que s fundamentan
Aplicando las nuevas deniciones al caso epistmico enseguida nos
percatamos de que MOORE es convincente y COHEN no lo es. En el
caso de COHEN el respaldo R1 para aceptar la premisa (C
1
) es que
la impresin sensorial de que hay un objeto encima de la mesa junto
con el supuesto de que el sistema perceptivo funciona bien en este
momento. Pero se es precisamente el presunto respaldo que (C
1
) y
(C
2
) ofrecen para (C
3
): que la impresin sensorial ha producido una
creencia verdadera. As que si uno tiene el respaldo R1 para (C
1
)
automticamente tiene el respaldo (C
1
) y (C
2
) para (C
3
): no cabe
imaginarse una situacin en la que alguien que tuviera el respaldo
R1 no tuviera tambin las premisas (C
1
) y (C
2
).
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En el caso de MOORE, formulado en el contexto argumental en el
que se ha seguido el esquema de argumento ad ignorantiam 3, por
el contrario, al tomar todas las premisas a la vez, aparece un respaldo
nuevo para la conclusin que es distinto del respaldo que tenamos
para aceptar cada una de las premisas (M
n
bis). En efecto, el respal-
do para aceptar la premisa (M
1
bis) es una determinada experiencia
perceptiva P
1
bis junto con el hecho de que es pragmticamente ade-
cuado tomar mis experiencias perceptivas como ables (conclusin
de ad ignorantiam 3). El respaldo para aceptar la conclusin (M)
es que cada premisa (M
n
) se ve corroborada por la premisa corres-
pondiente (M
n
bis). Pero uno puede poseer ese respaldo para alguna
de las premisas, por ejemplo (M
1
bis) y todava no poseer el respaldo
para el resto de premisas. De hecho, podra ser el caso que (M
1
bis)
fuera verdadero, y que (M) fuera falso: mis sentidos podran haber
funcionado bien cuando obtuve la experiencia perceptiva P
1
bis y
haber funcionado mal en un nmero considerable de otras ocasiones.
Incluso podran haber funcionado mal en todos los casos restantes
que recogen las premisas del argumento MOORE. As que aqu no se
cumple la condicin (iii) de la denicin de peticin de principio 2.3:
uno puede poseer el respaldo RC para una de las premisas PC y no
poseer el respaldo PP para la conclusin C.
Como es evidente, la defensa que se ha dado para la acusacin de
apelacin a la ignorancia cumple un papel estratgico en el rechazo de
la acusacin de peticin de principio. Pero tambin se da la recproca
aqu, ya que nuestra respuesta a la acusacin de peticin de principio
tambin contribuye a la absolucin denitiva respecto a la apelacin a
la ignorancia. En la seccin 5 proporcion un esquema de argumento
ad ignorantiam, el esquema 4, que era ms fuerte que el esquema de
argumento 3 que he venido utilizando hasta ahora. En l, junto a las
razones pragmticas para la adopcin de p como supuesto, se aada
la consideracin de que si p fuera falso deberamos poseer alguna
evidencia en contra de que p. Esto ltimo se daba cuando habamos
llevado a cabo una investigacin dirigida a recoger evidencias en
contra de que p, y esa investigacin haba dado resultados negativos,
algo que no poda ser el caso cuando se supona p al comienzo del
proyecto epistmico. Pero eso s puede ocurrir en el momento en
que se pone en marcha la tarea de fundamentacin del conocimiento,
cuando el proyecto ya lleva andando un buen trecho. Es decir, eso
ocurre cuando uno sigue el argumento MOORE y descubre la con-
cordancia entre nuestras experiencias perceptivas: hay razones para
pensar que si nuestro sistema perceptivo no funciona correctamente,
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PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 53
entonces apareceran contradicciones entre nuestras distintas creen-
cias perceptivas. Es decir, hay razones para pensar que si fuera falso
que nuestro sistema perceptivo funciona correctamente, entonces de-
beramos tener evidencias de ello. Como no las hay, podemos seguir
el esquema ad ignorantiam 4 y concluir p no slo como supuesto,
sino como algo ms fuerte: como creencia.
8 . Inferencia y proyecto cognitivo
Hasta ahora no he dicho nada acerca del tipo de inferencia que
tiene lugar en MOORE y otros tipos de argumentos fundamentadores.
Aunque he podido llevar esta indagacin hasta buen puerto (o as
confo) sin tocar ese punto, lo cierto es que tiene relevancia a la
hora de determinar el tipo de respaldo cognitivo obtenido para su
conclusin. As que antes de rematar este trabajo, es de justicia echar
un vistazo a la misma.
Lo cierto es que Moore no hace ms que algunos vagos comentarios
sobre el tipo de inferencia involucrado en su argumento, sealando,
como he dicho, que puede tratarse de un argumento analgico o
inductivo. Desde luego, no se trata de un argumento deductivo. Y
resulta muy problemtico, igualmente, considerar MOORE como un
argumento analgico. Ms satisfactoria es la invitacin a entenderlo
como argumento inductivo: del hecho de que en n casos sus sentidos
han tenido xito en la formacin de creencias en torno al mundo
externo, Moore concluye que sus sentidos tienen xito en la formacin
de creencias en torno al mundo externo.
13
En todo caso, queda claro que MOORE no es deductivo, y COHEN
aparentemente lo es. Esto podra hacer pensar que para que un
argumento fundamentador sea cogente es un requisito necesario que
no sea deductivo. Y, ciertamente, que un argumento fundamentador
sea deductivo concede al escptico una baza importante en su intento
de derribar nuestras pretensiones de conocimiento. Si el argumento
es deductivo, entonces es vlido si y slo si es imposible que las
premisas sean verdaderas y la conclusin falsa al mismo tiempo. El
escptico proporciona contraejemplos, situaciones en que las premisas
seran verdaderas y la conclusin falsa recurriendo a la construccin
13
Una manera ms sutil de entenderlo es como un argumento abductivo, del tipo
inferencia a la mejor explicacin: la mejor explicacin de que nuestras creencias
perceptivas concuerden entre s es que nuestro sistema perceptivo es una fuente
able de evidencias. De hecho, no hay ningn problema para entenderlo de ambas
maneras a la vez o, hablando ms rigurosamente, de recorrer dos argumentos,
MOORE
1
como inductivo, y MOORE
2
como abductivo.
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54 JAVIER VILANOVA ARIAS
de escenarios tipo genio maligno o cerebro en la tina. As que
parece que deberamos descartar los argumentos deductivos.
Sin embargo, existen argumentos fundamentadores que aparente-
mente siguen las leyes de la lgica clsica de primer orden. BOGHOS-
SIAN es un buen ejemplo de ello. Otro ejemplo es la secuencia de
argumentos que Descartes traza en las Meditaciones metafsicas,
cuando intenta probar que la intuicin racional es una buena va de
conocimiento a priori recurriendo a resultados obtenidos mediante la
intuicin.
14
O bien, en una aproximacin naturalista quizs un tanto
extrema, los argumentos que dedujeran la correccin de nuestro sis-
tema perceptivo de teoras cientcas aceptadas tambin se podran
considerar deductivos.
As pues, qu ocurre con el reto del escptico? Son inservibles
para la fundamentacin del conocimiento tales argumentos? Si fuera
as, habra que preguntarse qu es lo que les hace no ser convincentes,
a pesar de ser deductivamente vlidos. En los trabajos recientes sobre
esta cuestin se soluciona este problema distinguiendo entre cierre de
respaldo (closure of warrant) y transmisin de la justicacin (trans-
mission of justication),
15
y vinculando slo el primero a la validez
deductiva. Estas soluciones, sin embargo, tienen la consecuencia de
que no slo los argumentos recin citados, sino tambin MOORE y el
resto de argumentos fundamentadores comenten la falacia de peticin
de principio o, cuando menos, no sirven para aumentar el grado de
compromiso con la conclusin. As que a m no me sirve, obviamen-
te, esta solucin. Afortunadamente, hay una solucin a mi entender
mucho ms simple, y que es consistente con mi planteamiento. Y es
que argumentos como BOGHOSSIAN slo aparentemente siguen las
leyes de la lgica clsica. En realidad, la lgica que se est utilizando
es una lgica no montona.
Explicar esto un poco mejor. Hay cuatro propiedades de la lgica
no montona
16
que nos hacen pensar que es la utilizada (junto con
procedimientos inductivos, abductivos y analgicos) en la tarea de
14
Vase, por ejemplo, la reconstruccin de Sosa 1997, para quien los argumentos
cartesianos no son falaces.
15
Los trminos provienen de Wright 1985, quien a su vez se basa en conceptos
de F. Drestke y R. Nozick, y es ampliamente utilizado en Wright 2004, Davies 2004
y Davies 2006.
16
Existen varios sistemas de lgica no montona en el mercado, y no voy a entrar
aqu a discutir cul es la genuina lgica no montona (aunque cabe pensar que para
nuestro caso la ms prxima y til es la lgica autoepistmica), as que hablar sin
ms de la lgica no montona.
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PETITIO PRINCIPII, AD IGNORANTIAM 55
fundamentacin del conocimiento, y aclaran algunos aspectos proble-
mticos de la misma.
Para empezar, las constantes lgicas que utilizan la lgica clsica y
la lgica no montona son las mismas, y tambin son muy parecidas
las reglas de inferencia. Esto hace que, a la hora de formalizar un ar-
gumento del lenguaje natural, la cuestin sobre cul de las dos lgicas
utilizar no tenga una respuesta sencilla. No ocurre, pues, lo mismo
que con la lgica modal, donde enseguida se advierte la presencia de
operadores lgicos de los que carece la lgica clsica (es necesario
que, posiblemente. . . ), o con la lgica intuicionista, donde de
manera inmediata se observa que hay teoremas de la lgica clsica
que no se cumplen. En realidad, slo cuando se modican elementos
del contexto argumental y eso altera el conjunto de consecuencias
de los compromisos (tal y como se explica ms adelante) es posible
identicar claramente una inferencia no montona. Esto sirve para
explicar por qu argumentos como y similares pueden haber confun-
dido a muchos.
En segundo lugar, una inferencia no montona vlida no garantiza
la verdad de la conclusin, sino que tan slo aporta una plausibilidad
relativa: en el mejor de los casos muestra que la conclusin es la
ms verosmil de las alternativas disponibles. Este hecho concuerda
perfectamente con mi anlisis de los argumentos fundamentadores, ya
que defend que normalmente uno de ellos no es suciente para zanjar
denitivamente la cuestin sobre la conclusin, sino que simplemente
introduce evidencias a favor de la conclusin, que a su vez aumentan
el grado de conanza en la misma.
En tercer lugar, al contrario de la lgica clsica, la relacin de
inferencia no depende slo de cules sean las premisas y cul la con-
clusin, sino que introduce un tercer elemento de clara naturaleza
cambiante y contextual, el cual recibe distintos nombres segn la
versin de la lgica no montona en cuestin (base de datos en
la lgica de la circunscripcin de McCarthy, descripcin de un mun-
do en la lgica por defecto de Reiter, o base de conocimientos en
la lgica autoepistmica). Esta propiedad reeja a la perfeccin el
hecho ya sealado de que el argumento es convincente o no respecto
al contexto epistmico.
En cuarto lugar, y ste es el punto ms importante aqu, las in-
ferencias no montonas son inferencias por defecto. Es decir, son
inferencias que tienen un carcter provisional, condicionado por
las evidencias disponibles y, consecuentemente, pueden ser revisa-
das ante la aparicin de nuevas evidencias. Como ilustra el clebre
ejemplo de Tweety.
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Tweety es un pajaro. Tweety es un pjaro.
Los pajaros vuelan. Los pjaros vuelan.
pero Tweety es un pingino.
Tweety vuela. Tweety no vuela.
La no monotona no slo explica que un sistema epistmico para
el que en un momento determinado creemos justicadamente que
est bien fundamentado, pueda, a medida que avanza el proyecto
epistmico y aparecen nuevas evidencias, entrar en crisis y perder la
fundamentacin. Adems, explica el hecho aparentemente paradjico
que, como veamos al comienzo de este apartado, irritaba al escp-
tico. La propiedad de monotona de la lgica clsica dice que si de
PP se sigue C, entonces de PP y R se sigue C. En las lgicas no
montonas este principio no se cumple siempre, lo que explica por
qu si bien de las premisas de un argumento fundamentador convin-
cente se sigue (no montonamente) la conclusin, de las premisas de
dicho argumento fundamentador junto con la hiptesis del escptico
(por ejemplo, el genio maligno) no se sigue (no montonamente) la
conclusin.
17
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Este trabajo se llev a cabo al amparo de los proyectos HUM 200604955 y FFI
200803092 del Ministerio Espaol de Ciencia e Innovacin y el grupo Complutense-
Comunidad de Madrid 930174. Versiones preliminares han sido presentadas en el
Instituto de Investigaciones Filoscas de la UNAM y en el Coloquio Compostelano
de Filosofa Analtica, y discutidas con miembros de los proyectos. Quisiera agrade-
cer a todos ellos sus muchas sugerencias y ayuda, as como, de una manera especial,
a los annimos rbitros de esta revista y a los profesores Antonio Blanco y Carlos
Pereda por su auxilio en la mejora del texto y contenido de la versin nal.
Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
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Crtica, vol. 43, no. 127 (abril 2011)
critica / c127Vilanova / 31

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