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Stalin Obras Escogidas PDF

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OBRAS ESCOGIDAS
J. V. Stalin
Edicin: Nentori, Tirana 1979. Lengua: Castellano. Digitalizacin: Koba. Distribucin: Lluita Comunista. (Partit Comunista del Poble de Catalunya)

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ndice EL NOMBRE Y LA OBRA DE J. V. STALIN SON INMORTALES .........................................................1 PREFACIO ................................................................3 BREVEMENTE SOBRE LAS DISCREPANCIAS EN EL PARTIDO. .....................................................6 EL MARXISMO Y LA CUESTIN NACIONAL. 20 1. La nacin .........................................................21 2. El movimiento nacional ..................................24 3. Planteamiento de la cuestin ...........................27 4. La autonoma cultural-nacional .......................30 5. El bund, su nacionalismo y su separatismo .....34 6. Los caucasianos, la conferencia de los liquidadores .........................................................39 7. La cuestin nacional en Rusia .........................43 CON MOTIVO DE LA MUERTE DE LENIN ......47 LENIN .....................................................................50 LOS FUNDAMENTOS DEL LENINISMO ...........54 I. Las races histricas del leninismo...................55 II. El mtodo........................................................57 III. La teora ........................................................60 IV. La dictadura del proletariado ........................67 V. La cuestin campesina....................................72 VI. La cuestin nacional......................................77 VII. Estrategia y tctica .......................................81 VIII. El partido ....................................................87 IX. El estilo en el trabajo .....................................93 TROTSKISMO O LENINISMO? .........................95 I. Hechos acerca de la insurreccin de Octubre ..95 II. El partido y la preparacin de Octubre ...........97 III. Trotskismo o Leninismo? ..........................102 LA REVOLUCIN DE OCTUBRE Y LA TCTICA DE LOS COMUNISTAS RUSOS ......106 I. Las condiciones exteriores e interiores de la revolucin de Octubre .......................................106 II. Dos particularidades de la revolucin de Octubre, u Octubre y la teora de la revolucin permanente de Trotski ...................................107 III. Algunas particularidades de la tctica de los bolcheviques en el perodo de la preparacin de Octubre ..............................................................113 IV. La revolucin de Octubre, comienzo y premisa de la revolucin mundial ...................................119 CUESTIONES DEL LENINISMO .......................121 I. Definicin del Leninismo ..............................121 II. Lo fundamental en el Leninismo ..................122 III. La cuestin de la revolucin permanente 123 IV. La revolucin proletaria y la dictadura del proletariado .......................................................124 V. El partido y la clase obrera dentro del sistema de la dictadura del proletariado .........................127 VI. La cuestin del triunfo del socialismo en un solo pas .............................................................138 VII. La lucha por el triunfo de la edificacin socialista ............................................................143 UNA VEZ MS SOBRE LA DESVIACIN SOCIALDEMCRATA EN NUESTRO PARTIDO ...............................................................................149 I. Observaciones previas .................................. 149 1. Contradicciones del desarrollo interno del partido .......................................................... 149 2. Origen de las contradicciones dentro del partido .......................................................... 151 II. Particularidades de la oposicin en el PC(b) de la URSS ............................................................ 152 III. Las discrepancias en el PC(b) de la URSS . 155 1. Cuestiones de la edificacin socialista ..... 155 2. Los factores de la tregua ...................... 156 3. Unidad e indivisibilidad de las tareas nacionales e internacionales de la revolucin ..................................................................... 157 4. En torno a la historia del problema de la edificacin del socialismo ............................ 158 5. Particular importancia del problema de la edificacin del socialismo en la URSS en el momento presente ........................................ 160 6. Acerca de las perspectivas de la revolucin ..................................................................... 161 7. Como se plantea la cuestin en realidad .. 162 8. Las probabilidades de vencer ................... 162 9. Discrepancias de carcter poltico prctico ..................................................................... 163 IV. Los oposicionistas en accin ...................... 164 V. Por que alaban a la oposicin los enemigos de la dictadura proletariado ................................... 165 VI. La derrota del bloque oposicionista ........... 167 VII. Sentido practico y significacin de la XV Conferencia del PC(b) de la URSS .................. 168 PROBLEMAS DE LA REVOLUCIN CHINA . 169 I. Perspectivas de la revolucin china .............. 169 II. Primera etapa de la revolucin china ........... 169 III. Segunda etapa de la revolucin china ........ 170 IV. Errores de la oposicin ............................... 171 ACERCA DE LOS PROBLEMAS DE LA REVOLUCIN CHINA ....................................... 173 EL CARCTER INTERNACIONAL DE LA REVOLUCIN DE OCTUBRE .......................... 176 INFORME POLTICO ANTE EL XV CONGRESO DEL PC(b) DE LA URSS .................................... 180 DISCURSO EN EL VIII CONGRESO DE LA UJCL DE LA URSS........................................................ 182 I. Fortaleced la combatividad de la clase obrera .......................................................................... 182 II. Organizad la crtica de masas desde abajo... 183 III. La juventud debe dominar la ciencia .......... 184 SOBRE EL PELIGRO DE DERECHA EN EL PC(b) DE LA URSS........................................................ 186 SOBRE LA INDUSTRIALIZACIN DEL PAS Y LA DESVIACIN DE DERECHA EN EL PC(b) DE LA URSS........................................................ 192 I. La cuestin del ritmo del desarrollo de la industria ............................................................ 192 SOBRE LA DESVIACIN DERECHISTA EN EL PC(b) DE LA URSS ............................................. 196

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ndice II. Los cambios en las relaciones de clase y nuestras discrepancias ....................................... 196 III. Discrepancias en cuanto a la Internacional Comunista ......................................................... 199 IV. Discrepancias en poltica interior ................ 202 V. Cuestiones de la direccin del partido .......... 219 EN TORNO A LAS CUESTIONES DE LA POLTICA AGRARIA DE LA URSS .................. 223 I. La teora del equilibrio............................... 224 II. La teora de la espontaneidad en la edificacin socialista ................................................................ 225 III. La teora de la estabilidad de la pequea hacienda campesina........................................... 225 IV. La ciudad y el campo .................................. 227 V. La naturaleza de los koljoses ........................ 229 VI. Los cambios en las relaciones de clase y el viraje en la poltica del partido .......................... 230 VII. Conclusiones.............................................. 232 INFORME ANTE EL XVII CONGRESO DEL PARTIDO ACERCA DE LA ACTIVIDAD DEL CC DEL PC(b) DE LA URSS ..................................... 233 I. La persistente crisis del capitalismo mundial y la situacin internacional de la Unin Sovitica ... 233 III. El partido ..................................................... 239 SOBRE LOS DEFECTOS DEL TRABAJO DEL PARTIDO Y SOBRE LAS MEDIDAS PARA LIQUIDAR A LOS ELEMENTOS TROTSKISTAS Y DEMS ELEMENTOS DE DOBLE CARA .... 247 I. Despreocupacin poltica ............................... 247 II. El cerco capitalista........................................ 249 III. El trotskismo de nuestros das ..................... 250 IV. Los lados negativos de los xitos econmicos ........................................................................... 252 V. Nuestras tareas.............................................. 253 Discurso de clausura ......................................... 258 SOBRE EL MATERIALISMO DIALECTICO Y EL MATERIALISMO HISTRICO .......................... 266 INFORME PRESENTADO AL XVIII CONGRESO DEL PARTIDO ACERCA DE LA ACTIVIDAD DEL CC DEL PC(b) DE LA URSS ...................... 282 I. La situacin internacional de la Unin Sovitica ...........................................................................282 III. El reforzamiento continuo del PC(b) de la URSS .................................................................288 EL MARXISMO Y LOS PROBLEMAS DE LA LINGSTICA ......................................................292 Acerca del marxismo en la lingstica ..............292 En torno a algunas cuestiones de la lingstica .302 Respuestas a unos camaradas ............................304 PROBLEMAS ECONMICOS DEL SOCIALISMO EN LA URSS ........................................................308 Observaciones sobre cuestiones de economa relacionadas con la discusin de noviembre de 1951 ...................................................................308 1. El carcter de las leyes econmicas en el socialismo..........................................................308 2. La produccin mercantil en el socialismo .....310 3. La ley del valor en el socialismo ...................314 4. La supresin de la oposicin entre la ciudad y el campo, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual y la liquidacin de las diferencias entre ellos ...................................................................316 5. La disgregacin del mercado mundial nico y el ahondamiento de la crisis del sistema capitalista mundial..............................................................317 6. La inevitabilidad de las guerras entre los pases capitalistas .........................................................318 7. Las leyes econmicas fundamentales del capitalismo moderno y del socialismo ..............320 8. Otras cuestiones ............................................322 9. Importancia internacional de un manual marxista de economa poltica ...........................323 10. Como se puede mejorar el proyecto de manual de economa poltica .........................................323 Respuesta al camarada Aleksandr Ilich Notkin.324 Los errores del camarada L. D. Yaroshenko .....327 Respuesta a los camaradas A. V. Sanina Y V. G. Venzher .............................................................336

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EL NOMBRE Y LA OBRA DE J. V. STALIN SON INMORTALES El 21 de diciembre prximo se cumplen 100 aos desde el da en que naci J. V. Stalin, gran revolucionario y gran pensador marxista-leninista, discpulo, colaborador y fiel continuador de la obra de Lenin, destacado dirigente del proletariado mundial e ntimo y querido amigo del pueblo albans. El nombre y la obra de J. V. Stalin son inmortales. Los ataques y las calumnias de los enemigos burgueses y revisionistas nunca podrn deslucir sus mritos histricos a los ojos del pueblo sovitico, del proletariado internacional y de los pueblos del mundo. J. V. Stalin se alinea junto a nuestros grandes clsicos, C. Marx, F. Engels y V. I. Lenin. El defendi magistralmente y con singular resolucin los principios fundamentales del marxismoleninismo, los enriqueci y desarroll an ms en las nuevas condiciones histricas. La obra de J. V. Stalin es un valioso tesoro siempre actual, una poderosa arma en manos del proletariado mundial en la lucha por el triunfo de la revolucin, del socialismo y del comunismo. Al lado de Lenin, J. V. Stalin combati por el triunfo de la Gran Revolucin Socialista de Octubre, para fundar y edificar el primer Estado socialista en el mundo. A lo largo de 30 aos consecutivos, organiz y dirigi, a la cabeza del Partido Bolchevique y del Estado sovitico, la lucha para materializar el genial plan leninista para edificar la sociedad socialista, defender y consolidar incesantemente la dictadura del proletariado, en encarnizada lucha contra los enemigos externos e internos de la Unin Sovitica, contra los oportunistas y los revisionistas de toda laya, trotskistas, bujarinistas, nacionalistas burgueses, etc. La edificacin del socialismo en la Unin Sovitica bajo la direccin de J. V. Stalin constituye una rica experiencia, de la cual los marxista-leninistas han aprendido y siempre aprendern. J. V. Stalin nos da un brillante ejemplo de combatiente resuelto contra los enemigos de la clase, el imperialismo y la reaccin, en defensa de las conquistas de la revolucin, de la dictadura del proletariado y de la patria socialista. Como gran estratega, dirigi la Gran Guerra Patria del pueblo sovitico y la condujo a una victoria de importancia histrica mundial. Bajo su direccin, el ejrcito sovitico sostuvo el peso principal de la Guerra Antifascista y dio una decisiva contribucin al desbaratamiento del fascismo y a la liberacin de los pueblos avasallados. J. V. Stalin pertenece a todo el comunismo internacional, al proletariado y a los trabajadores del mundo entero. Como gran internacionalista proletario y eminente dirigente del movimiento comunista internacional, ha jugado un gran papel engrandecindolo y fortalecindolo, en la bolchevizacin de los partidos comunistas y en la elaboracin de una estrategia y tctica correctas, revolucionarias, lo que condujo a la formacin del campo socialista y al desarrollo del movimiento revolucionario y de liberacin de los pueblos. A l corresponde el mrito histrico de haber descubierto y denunciado la traicin de la direccin revisionista yugoslava, que fue la primera variante del revisionismo moderno en el poder. Contrariamente a los intentos de los revisionistas soviticos, chinos y dems de rehabilitar al revisionismo yugoslavo, la vida ha confirmado enteramente la valoracin de Stalin, segn el cual el titismo ha sido y sigue siendo una agencia del imperialismo, cuyo objetivo es dividir el movimiento comunista, sabotear la revolucin y minar la lucha de liberacin de los pueblos. J. V. Stalin era un ntimo y querido amigo del pueblo albans. En los ardorosos aos de la Lucha de Liberacin Nacional el nombre y la obra de J. V. Stalin se convirtieron para nuestro pueblo en un smbolo de lucha y de victoria sobre los ocupantes fascistas y los traidores del pas; miles de guerrilleros albaneses, con su nombre en los labios, combatieron heroicamente y dieron su vida por la liberacin de la Patria. En los difciles momentos de los primeros aos despus de la Liberacin J. V. Stalin, como un verdadero internacionalista, dio al pueblo albans una importante ayuda para la defensa de sus derechos en la arena internacional, para la restauracin del pas devastado por la guerra, para la edificacin y la defensa del socialismo. J. V. Stalin ha sido y sigue siendo un gran marxista-leninista. Su obra, independientemente de las calumnias de los revisionistas soviticos, titistas, chinos y eurocomunistas, es y ser tambin en el

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2 futuro bandera de lucha y de victoria para el proletariado mundial y terror para los enemigos de la revolucin, del socialismo y de la dictadura del proletariado. La campaa contra J. V. Stalin, emprendida por los revisionistas jruschovistas en su tristemente clebre XX Congreso, como ha recalcado hace tiempo nuestro Partido, no tena otro objetivo que repudiar el leninismo, abrir paso a la restauracin del capitalismo en la URSS y otros pases, golpear a las verdaderas fuerzas revolucionarias marxistaleninistas, hacer degenerar a los partidos comunistas y sabotear la revolucin. Marchando en este camino, la camarilla revisionista de Jruschov y Brezhnev liquid las conquistas de la Revolucin Socialista de Octubre, la luminosa obra de V. I. Lenin y J. V. Stalin y transform la Unin Sovitica de centro de la revolucin mundial en un Estado socialimperialista. Nuestro Partido ha considerado y considera la defensa de J. V. Stalin y de su obra como una importante cuestin de principios. Defender a J. V. Stalin significa defender al marxismo-leninismo, la revolucin, el socialismo, la dictadura del proletariado, ser combatiente resuelto contra el imperialismo, la burguesa internacional y toda suerte de revisionismo, defender la causa de la libertad y la independencia de los pueblos, mantener en alto la bandera del internacionalismo proletario. Extracto de la decisin del Comit Central del Partido del Trabajo de Albania para conmemorar el centenario del nacimiento de J. V. Stalin Tirana, 20 de marzo de 1979.

J. V. Stalin

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PREFACIO Esta recopilacin de obras escogidas de J. V. Stalin, comprende algunos de los trabajos ms importantes del autor. J. V. Stalin, en tanto que terico y gran pensador marxista-leninista, en sus numerosas obras defendi el leninismo de manera magistral y en base a los principios; defendi y enriqueci an ms la doctrina marxista-leninista sobre la dictadura del proletariado, sobre la lucha de clases, sobre el partido marxistaleninista de la clase obrera y su papel dirigente, sobre el imperialismo, sobre la cuestin nacional, sobre los problemas de la edificacin del socialismo y del comunismo, etc. Las obras incluidas en la presente recopilacin, vienen dispuestas por orden cronolgico a excepcin de los dos primeros escritos dedicados a V. I. Lenin. En su discurso Con motivo de la muerte de Lenin, en el II Congreso de los Soviets de la Unin Sovitica, J. V. Stalin, en nombre del Partido Bolchevique, hizo el solemne juramento de guardar como algo sagrado las recomendaciones de V. I. Lenin y llevarlas a la prctica; en tanto que en el discurso Lenin pronunciado en la velada dedicada a la memoria de Lenin, celebrada en enero de 1924, expuso algunas de las virtudes de V. I. Lenin en tanto que gran pensador y gran estadista revolucionario. Los fundamentos del Leninismo es una obra capital, dedicada a argumentar tericamente el leninismo como desarrollo ulterior del marxismo de La poca del imperialismo y de las revoluciones proletarias. J. V. Stalin habla de La dictadura del proletariado y de sus tareas histricas y remarca que la cuestin de la dictadura del proletariado es la cuestin fundamental del marxismo-leninismo. J. V. Stalin analiza de manera completa y armnica el fundamento de la estrategia y la tctica revolucionarias del leninismo. En dicha obra se encuentra desarrollada, y argumentada la teora leninista del partido como destacamento de vanguardia, consciente y organizado de la clase obrera, en tanto que la ms alta expresin de la organizacin de clase del proletariado. Esta obra desempe un inmenso papel a la hora de armar al partido con la teora leninista, en su lucha contra los trotskistas y todos los dems enemigos del bolchevismo que a su vez eran enemigos del pueblo. En el trabajo La Revolucin de Octubre y la tctica de los comunistas rusos, est sintetizada tericamente la experiencia de la Gran Revolucin Socialista de Octubre, est argumentada y desarrollada an ms la teora de Lenin acerca de la victoria del socialismo en un solo pas. Asimismo, El carcter internacional de la Revolucin de Octubre, y otros escritos, revelan la trascendencia histrica mundial de la Gran Revolucin Socialista de Octubre, que marca un viraje radical desde el capitalismo al comunismo en la historia de la humanidad y la victoria del marxismo-leninismo sobre la social-democracia. Por primera vez en el ao 1926 se despliega la lucha del Partido Bolchevique por aplicar la lnea general del Partido y del Poder Sovitico, orientada hacia la industrializacin socialista. En esa poca, en Cuestiones del leninismo y otras obras, J. V. Stalin desenmascara las tergiversaciones hostiles realizadas por el grupo de Zinviev-Kmenev, defiende las resoluciones del XIV Congreso del PC(b) de la Unin Sovitica, denuncia los intentos de la nueva oposicin de propasar en el Partido la desconfianza en la victoria del socialismo en la U.R.S.S. J. V. Stalin desenmascara los esfuerzos de los trotskistas y los zinovievistas por sustituir el leninismo por el trotskismo. En esta obra, al analizar las caractersticas y la amplitud de las tareas de la revolucin proletaria, J. V. Stalin desarrolla todava ms la teora de la dictadura del proletariado en tanto que cuestin principal de la revolucin proletaria, como continuacin de la lucha de clases bajo formas nuevas, como una forma peculiar de la alianza de clase del proletariado con el campesinado y las dems capas no proletarias de los trabajadores, dirigidas por un solo partido - el partido comunista. J. V. Stalin hace un nfasis especial en la necesidad de salvaguardar y reforzar los rganos de la dictadura del proletariado en las condiciones de la existencia del cerco capitalista y del peligro de la intervencin. J. V. Stalin presta una gran atencin a la cuestin del partido comunista y a su papel dirigente en el sistema de la dictadura del proletariado. En el informe Una vez ms sobre la desviacin socialdemcrata en nuestro Partido, presentado al VII Pleno ampliarlo del Comit Ejecutivo de la

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4 Internacional Comunista, J. V. Stalin defiende y desarrolla la doctrina marxista-leninista sobre el Partido en tanto que la principal fuerza dirigente y orientadora del Estado Sovitico; en l desenmascara las teoras hostiles de los lderes del bloque trotskista-zinovievista y su actividad de zapa en el PC(b) de la Unin Sovitica y en la Internacional Comunista. Cuando la consolidacin de la economa socialista de la U.R.S.S., hizo que estallara con gran dureza la lucha de los Estados imperialistas contra la Unin Sovitica y la de los elementos capitalistas existentes en el interior de pas; cuando contra el Poder Sovitico se cre una especie de frente nico, en l que se encontraban desde Chamberlain hasta Trotski, en el informe Una vez ms sobre la desviacin socialdemcrata en nuestro Partido y en otros trabajos, J. V. Stalin desarrolla una serie de cuestiones ligadas a la teora y la prctica de la industrializacin socialista, a la construccin del socialismo en la U.R.S.S., a la vez que subraya la unidad, la relacin indivisible existentes entre las tareas nacionales y las internacionales de la revolucin socialista, defiende la lnea del Partido en las condiciones del peligro de una nueva agresin y plantea nuevas tareas respecto al fortalecimiento de la capacidad defensiva de la Unin Sovitica. Cuando el Partido inici la ofensiva contra los kulaks, el grupo enemigo de los capituladores de derecha, encabezado por Bujarin y Rykov, se quit la careta y se manifest abiertamente contra la poltica del Partido. En esos momentos, en sus discursos Sobre el peligro de derecha en el PC(b) de la U.R.S.S., Sobre la industrializacin del pas y la desviacin de derecha en el PC(b) de la U.R.S.S., y en otros escritos, J. V. Stalin pone al desnudo la esencia contrarrevolucionaria y a favor de los kulaks de la desviacin derechista, desenmascara la actividad de zapa de los capituladores de derecha y de la organizacin antisovitica clandestina trotskista y seala la necesidad de desplegar una lucha intransigente en dos frentes, concentrando el fuego sobre la desviacin derechista. En estos escritos, J. V. Stalin argumenta la necesidad indispensable de desarrollar a rpidos ritmos la industria, en tanto que base de la edificacin socialista y de la defensa del pas, plantea la tarea de formar nuevos cuadros, salidos de las filas de la clase obrera y capaces de dominar la ciencia y la tcnica. J. V. Stalin subraya la necesidad imperiosa de desarrollar al mximo la crtica y la (auto crtica, en tanto que mtodo bolchevique de educar a los cuadros, en tanto que fuerza motriz del desarrollo de la sociedad sovitica. En los aos 1929-1930, cuando el partido bolchevique despliega la ofensiva general del socialismo en todos los frentes e imprime un viraje decisivo a la poltica - el paso de la poltica de restriccin de los kulaks a la poltica de liquidacin

J. V. Stalin de los kulaks como clase, sobre la base de la colectivizacin total - y cuando el Partido resuelve la tarea histrica ms difcil de la revolucin proletaria despus de la toma del Poder - la tarea de poner a millones de haciendas campesinas individuales en el camino de los koljoses, en el camino del socialismo. J. V. Stalin en el discurso Sobre la desviacin derechista en el PC(b) de la U.R.S.S. y en otras obras, hace un anlisis de los cambios que se haban producido en las relaciones de clase en la U.R.S.S. y en los pases capitalistas, argumenta la necesidad de la ofensiva del socialismo contra los elementos capitalistas de la ciudad y del campo, y, en relacin con esto, el estallido de la agudizacin de la lucha de clases. J. V. Stalin desenmascara la fraccionalista actividad antipartido del grupo de Bujarin, su doblez, sus cambalaches secretas con los trotskistas para organizar un bloque contra el Partido. J. V. Stalin subraya que el peligro principal en aquel perodo era la desviacin derechista y la actitud conciliadora hacia ella, desenmascara a los capituladores de derecha como enemigos del leninismo, como agentes de los kulaks, pone de relieve la esencia liberal burguesa y antirrevolucionaria de la teora oportunista de derecha de la integracin pacfica de los kulaks en el socialismo. En el combate contra los oportunistas de derecha, J. V. Stalin contina la defensa y el desarrollo de la doctrina marxistaleninista sobre el Estado y sobre la dictadura del proletariado. En el discurso En torno a las cuestiones de la poltica agraria de la U.R.S.S., J. V. Stalin denuncia las teoras burguesas y oportunistas de derecha, las teoras del equilibrio, las teoras de la espontaneidad en la edificacin socialista, las teoras de la estabilidad de la pequea hacienda campesina, y demuestra la superioridad de la gran hacienda colectiva en la agricultura. J. V. Stalin define la naturaleza del koljos como forma socialista de la economa y argumenta ampliamente el viraje que supone el paso de la poltica de limitacin y eliminacin de los elementos capitalistas del campo a la poltica de liquidacin de los kulaks como clase, sobre la base de la completa colectivizacin. El discurso pronunciado en el Pleno del CC del PC(b) de la Unin Sovitica en marzo de 1937 Sobre los defectos en el trabajo del Partido y las medidas adoptadas para liquidar a los elementos trotskistas y otros elementos de doble faz, constituye un claro programa para fortalecer los rganos del Partido y de los Soviets, para elevar la vigilancia poltica, pertrechando de este modo al partido en su lucha contra los enemigos encubiertos del pueblo, como eran los renegados de la banda bujarinista-trotskista-zinovievista, que tenan como fin la destruccin del Partido y del Estado Sovitico, el minar la defensa del pas, facilitar la intervencin extranjera y preparar la derrota del Ejrcito Rojo.

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Prefacio
En la obra Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico, que J. V. Stalin escribi en 1938, como parte del Breve curso de la historia del PC(b) de la Unin Sovitica, encontramos una especificacin completa, harmnica y sistemtica de los fundamentos de la filosofa marxista. Con su definicin del materialismo dialctico como concepcin del Partido marxista-leninista, J. V. Stalin demostr el papel extraordinariamente grande que juega la filosofa cientfica en la lucha de la clase obrera y de su partido para transformar el mundo. En esta obra, estn presentadas de una forma clara y sencilla, las caractersticas fundamentales del mtodo dialctico marxista del materialismo filosfico marxista y del materialismo histrico. El presente volumen incluye extractos del informe pronunciado en el XV Congreso del PC(b) de la Unin Sovitica, donde se habla del aparato del Estado y de la lucha contra el burocratismo, as como de la consigna leninista en relacin con la revolucin cultural. En los extractos sacados del Informe al XVII Congreso, J. V. Stalin habla del desarrollo de la crisis econmica y la agravacin de la situacin poltica en los pases capitalistas, y advierte que es necesario robustecer la capacidad defensiva del Pas Sovitica, para as rechazar los ataques de los Estados imperialistas. En el informe al XVIII Congreso en el ao 1939, J. V. Stalin hace un profundo anlisis de la situacin internacional en vsperas de la Segunda Guerra Mundial y traza importantes tareas ligadas a la defensa ante el peligro de la guerra mundial que preparaban celosamente los Estados imperialistas. A las cuestiones de la economa poltica del socialismo est dedicada la obra Problemas econmicos del socialismo en la U.R.S.S., escrita por J. V. Stalin en 1952. En ella, se analizan los problemas del carcter de las leyes econmicas en el socialismo, de la produccin de mercancas y de la ley del valor en el socialismo, de la supresin de los contrastes entre la ciudad y el campo, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, as como, de la eliminacin de las diferencias entre ellos, de la disgregacin del mercado mundial nico y de la exacerbacin de la crisis del sistema capitalista mundial, de las leyes econmicas fundamentales del capitalismo actual y del socialismo, etc. En esta obra se critica duramente los puntos de vista no marxistas en la cuestin del papel de las fuerzas productivas y de las relaciones de produccin en el desarrollo de la sociedad. En su obra El marxismo y los problemas de la lingstica, J. V. Stalin ofrece una slida base marxista a la ciencia de la lingstica y especifica una serie de problemas del materialismo dialctico e histrico, enriqueciendo con nuevas tesis, la teora marxista-leninista del desarrollo de la lengua y de la

5 cultura nacional bajo el socialismo y el comunismo, en particular, y bajo la filosofa marxista-leninista, en general. Las obras tericas de J. V. Stalin ocupan un importante lugar en el tesoro del marxismoleninismo, colocan a J. V. Stalin en las filas de los tericos marxistas ms preclaros. Casa Editora 8 NENTORI

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BREVEMENTE SOBRE LAS DISCREPANCIAS EN EL PARTIDO. La socialdemocracia es la fusin movimiento obrero con el socialismo. Carlos Kautsky del actubamos antes, pero nuestras actividades eran dispersas y carecan de organizacin. Ya antes habamos intentado unificarnos; precisamente para ello convocamos el I Congreso del Partido (1898), y hasta llegamos a unificarnos en apariencia, pero esta unidad exista slo de palabra: el Partido continuaba fraccionado en diferentes grupos, sus fuerzas todava se hallaban dispersas y necesitaban la unificacin. Y el II Congreso del Partido deba agrupar las fuerzas diseminadas y fundirlas en un todo. Debamos crear un partido nico. Pero de hecho result que nuestras esperanzas eran, hasta cierto punto, prematuras. El Congreso no pudo darnos un partido nico e indiviso; tan slo sent los cimientos de tal partido. En cambio, el Congreso nos mostr claramente que en el Partido existen dos tendencias: la tendencia de Iskra (se trata de la vieja Iskra2) y la tendencia de sus adversarios. De acuerdo con esto, el Congreso se dividi en dos partes: mayora y minora. La primera se adhiri a la tendencia de Iskra y se agrup en torno a ella; en cuanto a la segunda, como adversaria de Iskra, ocup la posicin opuesta. As, pues, Iskra se convirti en la bandera de la mayora del Partido y la posicin de Iskra pas a ser la posicin de la mayora. Qu camino segua Iskra, qu defenda? Para comprenderlo, es necesario conocer las condiciones en que Iskra entr en la palestra de la historia. Iskra comenz a salir en diciembre de 1900. Era la poca en que se iniciaba la crisis en la industria rusa. El florecimiento industrial, acompaado de diversas huelgas econmicas (18961898), se vio sustituido paulatinamente por la crisis. La crisis se fue agravando de da en da y vino a
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Qu importunos son nuestros mencheviques! Hablo de los mencheviques de Tiflis. Han odo decir que en el Partido hay discrepancias y repiten machacones: quieras que no, siempre y en todas partes hemos de hablar de discrepancias; quieras que no, hemos de increpar a diestro y siniestro a los bolcheviques! E increpan a ms y mejor, como energmenos. En todas las esquinas, estn entre propios o extraos, en una palabra, venga o no a cuento, vociferan lo mismo: cuidado con la mayora, son gente extraa, hombres de otra fe! No contentos con el campo ordinario de su actividad, han llevado el asunto a las publicaciones legales y han puesto as una vez ms de manifiesto su... importunidad1. De qu se acusa a la mayora? Por qu se encorajina tanto nuestra minora? Veamos la historia. ----La mayora y la minora surgieron por primera vez en el II Congreso del Partido (1903). Fue el Congreso en el que nuestras fuerzas dispersas deban agruparse en un partido nico y poderoso. Nosotros, los activistas del Partido, ciframos grandes esperanzas en este Congreso. Por fin exclamamos con alegra- llegaremos a la unificacin en un solo partido y podremos actuar con arreglo a un solo plan!... Naturalmente que ya
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El folleto de J. V. Stalin Brevemente sobre las discrepancias en el Partido fue escrito a fines de abril de 1905. Era la respuesta a los artculos de N. Zhordania Mayora o minora?, aparecido en Sotsial-Demokrat; Qu es el Partido?, publicado en Mogzauri, y otros. La aparicin del folleto de J. V. Stalin Brevemente sobre las discrepancias en el Partido no tard en conocerse en el centro bolchevique del extranjero. El 18 de julio de 1905, N. K. Krpskaia, en carta al Comit de la Unin del Cucaso del POSDR, rogaba que el folleto fuese enviado al extranjero. El folleto Brevemente sobre las discrepancias en el Partido adquiri vasta difusin en las organizaciones bolcheviques de la Transcaucasia; por l los obreros avanzados conocieron las discrepancias que existan en el Partido y la actitud de V. I. Lenin, de los bolcheviques. El folleto fue editado en la imprenta clandestina de Avlabar de la Unin del Cucaso del POSDR en mayo de 1905, en georgiano, y en junio, en ruso y armenio, con una tirada de 1.500 a 2.000 ejemplares en cada lengua.

Iskra (La Chispa): primer peridico clandestino marxista de toda Rusia, fundado en 1900 por V. I. Lenin. El primer nmero de la Iskra leninista apareci el 11 (24) de diciembre de 1900 en Leipzig. Los nmeros siguientes salieron en Munich, desde abril de 1902 en Londres y desde la primavera de 1903 en Ginebra. En diversas ciudades de Rusia (Petersburgo, Mosc y otras) se organizaron grupos y comits del POSDR de orientacin leninista-iskrista. En la Transcaucasia las ideas de Iskra eran defendidas por el peridico clandestino Brdzola, rgano de la socialdemocracia revolucionaria georgiana. (Acerca de la importancia y del papel de Iskra, v. la Historia del PC(b) de la URSS, pgs. 38-49, ed. en espaol, Mosc, 1947).

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Brevemente sobre las discrepancias en el partido


obstaculizar las huelgas econmicas. A pesar de ello, el movimiento obrero se abra paso y avanzaba: los diferentes arroyuelos se fundan en un torrente, el movimiento adquira un matiz de clase y poco a poco emprenda el camino de la lucha poltica. El movimiento obrero creca con sorprendente rapidez... Lo nico que no se vea era el destacamento de vanguardia, la socialdemocracia3, que introdujera en este movimiento la conciencia socialista, lo uniese con el socialismo y, de tal modo, imprimiera a la lucha del proletariado un carcter socialdemcrata. Qu hacan, pues, los socialdemcratas de entonces (se les llamaba economistas)? Incensaban el movimiento espontneo y repetan con toda despreocupacin: la conciencia socialista no es tan necesaria para el movimiento obrero, tambin sin ella ste alcanzara felizmente su meta, lo esencial es el propio movimiento. El movimiento lo es todo, y la conciencia, una nimiedad. Un movimiento sin socialismo: a eso tendan. En qu consiste, pues, en tal caso la misin de la socialdemocracia de Rusia? Debe ser un instrumento dcil del movimiento espontneo afirmaban-. No es asunto nuestro introducir la conciencia socialista en el movimiento obrero, no es asunto nuestro ponernos al frente de este movimiento: sera ejercer una violencia infructuosa; nuestro deber consiste tan slo en seguir con atencin el movimiento y sealar exactamente lo que ocurre en la vida social: nosotros debemos ir a la zaga del movimiento espontneo4. En una
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7 palabra, la socialdemocracia era presentada como un lastre superfluo en el movimiento. Quien no admite la socialdemocracia, no debe admitir tampoco el Partido Socialdemcrata. Precisamente por eso los economistas afirmaban con tanta obstinacin que la existencia de un partido poltico del proletariado en Rusia es imposible. Que se ocupen de la lucha poltica los liberales -decan-, esto es mas propio de ellos. Y qu haremos nosotros, los socialdemcratas? Nosotros debemos seguir existiendo como hasta ahora, en forma de crculos dispersos y actuar aisladamente, cada uno en su rincn. No el Partido, sino el crculo!, decan ellos. As, pues, de un lado, el movimiento obrero creca y necesitaba un destacamento dirigente de vanguardia, y de otro lado, la socialdemocracia, representada por los economistas, en lugar de encabezar el movimiento, se negaba a s misma e iba a la zaga del movimiento. Haba que exponer pblicamente la idea de que el movimiento obrero espontneo sin socialismo equivale a un vagar en las tinieblas, que si conduce algn da al objetivo, nadie sabe cundo ser ni a costa de qu sufrimientos, y que, por consiguiente, la conciencia socialista tiene una importancia muy grande para el movimiento obrero. Haba que decir tambin que la portadora de esta conciencia, la socialdemocracia, est obligada a introducir la conciencia socialista en el movimiento obrero, a marchar siempre a la cabeza del movimiento y no contemplar el movimiento obrero espontneo al margen de l, no ir a la zaga. Haba que expresar asimismo la idea de que la obligacin directa de la socialdemocracia de Rusia es reunir los diferentes destacamentos avanzados del proletariado, agruparlos en un partido nico y poner fin as de una vez para siempre a la dispersin del Partido. Y fue Iskra la que emprendi precisamente el cumplimiento de estas tareas. He aqu lo que dice en su artculo programtico (v. Iskra, nm. 1): La socialdemocracia es la fusin del movimiento obrero con el socialismo5, es decir, el movimiento sin socialismo o el socialismo al margen del movimiento es un fenmeno indeseable contra el que debe luchar la socialdemocracia. Y como los economistas y los partidarios de Rabcheie Dielo se prosternaban ante el movimiento espontneo, como rebajaban la importancia del socialismo, Iskra sealaba: Separado de la socialdemocracia, el movimiento obrero se empequeece y necesariamente se aburguesa. De acuerdo con ello, es obligacin de la socialdemocracia sealar a este movimiento su objetivo final, sus tareas polticas, salvaguardar su
(economistas). La revista se edit en Ginebra de 1899 a 1902. 5 Vase: V. I. Lenin, Obras, t. 4, pg. 343, 4 ed. en ruso.

La socialdemocracia es el destacamento de vanguardia del proletariado. En este destacamento entra todo luchador socialdemcrata, sea obrero o intelectual. 4 Nuestro Sotsial-Demokrat se ha inflamado de pasin por la crtica (v. el nm. 1, Mayora o minora?), pero yo debo sealar que dicho peridico define errneamente a los economistas y a los partidarios de Rabcheie Dielo (se diferencian muy poco los unos de los otros). La cuestin no reside en que despreciaban las cuestiones polticas, sino en que iban a la zaga del movimiento y repetan lo que el movimiento les sugera. Hubo un tiempo en que slo se producan huelgas. Entonces ellos propugnaban la lucha econmica. Lleg el tiempo de las manifestaciones (1901), se verti sangre, soplaron vientos de decepcin, y los obreros recurrieron al terror, suponiendo que el terror les salvara de los tiranos. Entonces los economistas y los partidarios de Rabcheie Dielo se sumaron tambin al coro general y declararon, dndose aires de gran importancia: es hora de recurrir al terror, de asaltar las crceles, de liberar a los camaradas, etc. (v. Un viraje histrico, Rabcheie Dielo). Como veis, eso no significa en manera alguna despreciar las cuestiones polticas. El autor ha tomado su crtica de Martnov, pero sera ms til que conociese la historia. Sotsial-Demokrat (El Socialdemcrata): peridico clandestino de los mencheviques caucasianos; se public en lengua georgiana en Tiflis desde abril hasta noviembre de 1905. Dirigi el peridico N. Zhordania. El primer nmero de SotsialDemokrat sali como rgano del Comit de Tiflis del POSDR); en lo sucesivo el peridico se denomin rgano de las organizaciones obreras socialdemcratas del Cucaso. Rabcheie Dielo (La Causa Obrera): rgano no peridico de la Unin de socialdemcratas rusos en el extranjero

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8 independencia poltica e ideolgica. Qu obligaciones recaen sobre la socialdemocracia de Rusia? De aqu se desprende por s misma -contina Iskra- la tarea que est llamada a realizar la socialdemocracia rusa: introducir en la masa del proletariado las ideas socialistas y la conciencia poltica de s mismo y organizar un partido revolucionario, indisolublemente ligado al movimiento obrero espontneo; es decir, debe estar siempre a la cabeza del movimiento y su obligacin primordial es fundir en un solo partido las fuerzas socialdemcratas del movimiento obrero. As fundamenta su programa la redaccin de Iskra6. Realiz Iskra este excelente programa? De todos es sabida la abnegacin con que llev a la prctica estas importantsimas ideas. Nos lo demostr claramente el II Congreso del Partido, que por 35 votos reconoci a Iskra como rgano central del Partido. Despus de esto, no resulta acaso ridculo que ciertos marxistas de pacotilla se pongan a cubrir de improperios a la vieja Iskra? He aqu lo que escribe sobre Iskra el menchevique Sotsial-Demokrat: Ella (Iskra) deba haber hecho un anlisis de las ideas del economismo, impugnar las falsas concepciones, aceptar las verdaderas y llevarlo a un nuevo cauce... Pero no ocurri as. La lucha contra el economismo origin otro extremismo: el menoscabo de la lucha econmica, una actitud despectiva hacia ella y el reconocimiento de la importancia predominante en favor de la lucha poltica. Una poltica sin economa: he aqu la nueva tendencia (v. Sotsial-Demokrat, nm. 1, Mayora o minora?). Pero, dnde, cundo y en qu pas ha ocurrido todo esto, honorable crtico? Qu hicieron Plejnov, Axelrod, Zaslich, Mrtov, Starovier?, por qu no encauzaron la Iskra por el camino de la verdad, ya que constituan la mayora en la redaccin? Y dnde se hallaba usted mismo hasta ahora, respetabilsimo seor?, por qu no puso en guardia al II Congreso del Partido, que en tal caso no habra reconocido a Iskra como rgano central? Mas dejemos al crtico. El caso es que Iskra seal con justeza las cuestiones palpitantes, sigui precisamente el camino de que yo hablaba antes y aplic de un modo abnegado su programa. De manera an ms precisa y convincente ha expresado la posicin de Iskra Lenin en su admirable libro Qu hacer?.
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J. V. Stalin Detengmonos en este libro. Los economistas se prosternaban ante el movimiento obrero espontneo, pero, quin no sabe que el movimiento espontneo es un movimiento sin socialismo, es tradeunionismo7 que no quiere ver nada ms all de los lmites del capitalismo? Quin no sabe que el movimiento obrero sin socialismo significa estancamiento en el marco del capitalismo, un errar en torno a la propiedad privada, que si conduce algn da a la revolucin social, nadie sabe cundo ser ni a costa de qu sufrimientos? Acaso para los obreros es indiferente llegar a la tierra de promisin en un plazo prximo o despus de largo tiempo, por una va fcil o por una va difcil? Est claro que todo el que exalte el movimiento espontneo y se prosterne ante l, independientemente de su voluntad abre un abismo entre el socialismo y el movimiento obrero, rebaja la importancia de la ideologa socialista, la proscribe de la vida e independientemente de su voluntad somete a los obreros a la ideologa burguesa, pues no comprende que la socialdemocracia es la fusin del movimiento obrero con el socialismo8, que todo lo que sea prosternarse ante la espontaneidad del movimiento obrero, todo lo que sea rebajar el papel del elemento consciente, el papel de la socialdemocracia, equivale -en absoluto independientemente de la voluntad de quien lo hace- a fortalecer la influencia de la ideologa burguesa sobre los obreros9. Expliqumonos ms detenidamente. En nuestro tiempo pueden existir slo dos ideologas: la burguesa y la socialista. La diferencia entre ellas consiste, entre otras cosas, en que la primera, es decir, la ideologa burguesa, es mucho ms antigua, est ms difundida y ha arraigado ms profundamente en la vida que la segunda; con las concepciones burguesas tropezamos en todas partes y en todos los terrenos, en nuestro propio ambiente y en el extrao, mientras que la ideologa socialista empieza a dar los primeros pasos, no hace sino empezar a abrirse camino. Huelga sealar que si se trata de la difusin de las ideas, la ideologa burguesa, es decir, la conciencia tradeunionista, se difunde con mucha ms facilidad y abarca mucho ms ampliamente el movimiento obrero espontneo que la ideologa socialista, que est dando tan slo sus primeros pasos. Esto es tanto ms cierto cuanto que el movimiento espontneo -el movimiento sin socialismo- de todos modos marcha precisamente hacia su subordinacin a la ideologa burguesa10. Y la subordinacin a la ideologa burguesa significa el desplazamiento de la ideologa socialista, por
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La redaccin de Iskra se compona entonces de seis miembros: Plejnov, Axelrod, Zaslich, Martv, Starovier (seudnimo de A. N. Potrsov) y Lenin.

Lenin: Qu hacer? Kautsky: El programa de Erfurt, edicin del CC. 9 Lenin: Qu hacer? 10 Lenin: Qu hacer?
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Brevemente sobre las discrepancias en el partido


cuanto ambas se niegan recprocamente. Cmo -se nos preguntar-, acaso la clase obrera no tiende al socialismo? S, tiende al socialismo. De no ser as, la actividad de la socialdemocracia sera infructuosa. Pero tambin es cierto que a esta tendencia se opone, obstaculizndola, otra tendencia: la tendencia a la ideologa burguesa. Acabo de decir que nuestra vida social est impregnada de ideas burguesas, por lo que es mucho ms fcil difundir la ideologa burguesa que la socialista. No debe olvidarse que, al mismo tiempo, los idelogos burgueses no se duermen, se presentan a su manera bajo la cobertura socialista y, sin cesar tratan de subordinar a la clase obrera a la ideologa burguesa. Y si adems los socialdemcratas, a ejemplo de los economistas, se tumban a la bartola y van a la zaga del movimiento espontneo (y el movimiento obrero es precisamente espontneo cuando la socialdemocracia se conduce as), cae por su peso que el movimiento obrero espontneo seguir ese camino trillado y se subordinar a la ideologa burguesa, por supuesto hasta que largas bsquedas y sufrimientos le obliguen a romper los vnculos que le unen a la ideologa burguesa y a emprender la senda de la revolucin social. Esto es precisamente lo que se llama tendencia a la ideologa burguesa. He aqu lo que dice Lenin: La clase obrera tiende de un modo espontneo al socialismo, pero la ideologa burguesa, la ms difundida (y resucitada sin cesar en las formas ms diversas), se impone, sin embargo, espontneamente ms que nada al obrero11. Precisamente por eso el movimiento obrero espontneo, mientras es espontneo, mientras no se ha unido a la conciencia socialista, se subordina a la ideologa burguesa y tiende a esa subordinacin12. Si esto no fuese as, sera superflua la crtica socialdemcrata, la propaganda socialdemcrata, seria superflua tambin la fusin del movimiento obrero con el socialismo. La socialdemocracia est obligada a luchar contra esta tendencia a la ideologa burguesa y prestar su concurso a la otra tendencia: la tendencia al socialismo. Naturalmente, algn da, tras largas bsquedas y penalidades el movimiento espontneo tambin alcanzar el objetivo sin ayuda de la socialdemocracia, llegar al umbral de la revolucin social, ya que la clase obrera tiende de un modo espontneo al socialismo13. Pero y hasta entonces, qu debemos hacer? Cruzarnos de brazos, como los economistas, y ceder el terreno a los Struve y a los Zubtov? Dar de lado a la socialdemocracia y contribuir as al dominio de la
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9 ideologa burguesa, de la ideologa tradeunionista? Echar al olvido el marxismo y no fundir el socialismo con el movimiento obrero? No! La socialdemocracia es el destacamento de vanguardia del proletariado14, y su deber consiste en ir siempre al frente del proletariado, su deber es hacer que el movimiento obrero abandone esta tendencia espontnea del tradeunionismo a cobijarse bajo el ala de la burguesa y atraerlo hacia el ala de la socialdemocracia revolucionaria15. El deber de la socialdemocracia es introducir la conciencia socialista en el movimiento obrero espontneo, fundir el movimiento obrero con el socialismo y dar as a la lucha del proletariado un carcter socialdemcrata. Dicen que en algunos pases la clase obrera ha elaborado ella sola la ideologa socialista (el socialismo cientfico) y que ella sola la elaborar tambin en los pases restantes, por lo que es completamente superfluo introducir la conciencia socialista en el movimiento obrero desde fuera. Pero esto es un profundo error. Para elaborar el socialismo cientfico, hay que ir a la vanguardia de la ciencia, hay que estar pertrechado con los conocimientos cientficos y saber investigar profundamente las leyes del desarrollo histrico. Pero la clase obrera, mientras siga siendo clase obrera, no est en condiciones de ponerse al frente de la ciencia, de hacerla avanzar y de investigar cientficamente las leyes histricas: carece de tiempo y de medios para ello. El socialismo cientfico puede surgir nicamente sobre la base de profundos conocimientos cientficos... -dice C. Kautsky-. ...Pero el portador de la ciencia no es el proletariado, sino la intelectualidad burguesa (subrayado por C. Kautsky). Es del cerebro de algunos miembros de esta capa de donde ha surgido el socialismo moderno, y han sido ellos quienes lo han transmitido a los proletarios destacados por su desarrollo intelectual...16. En relacin con ello, Lenin dice: todo el que se prosterna ante el movimiento obrero espontneo y, cruzndose de brazos, lo contempla desde el margen, el que disminuye constantemente la importancia de la socialdemocracia y cede el terreno a los Struve y a los Zultov, se imagina que este movimiento elaborar por s solo el socialismo cientfico. Pero esto es un profundo error17. Algunos piensan que los obreros de Petersburgo, en
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Lenin: Qu hacer? Lenin: Qu hacer? 13 Lenin: Qu hacer?

C. Marx: Manifiesto. Vase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. I, pg. 34, ed. en espaol, Mosc, 1951. 15 Lenin: Qu hacer? 16 Lenin: Qu hacer?, donde estn reproducidas estas lneas de Kautsky de su conocido artculo publicado en Neue Zeit,1901-1902, nm. 3. Die Neue Zeit (Tiempos Nuevos): revista de la socialdemocracia alemana, que se public en Stuttgart desde 1883 hasta 1923. 17 Lenin: Qu hacer?

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10 las huelgas de los aos del 90, posean una conciencia socialdemcrata, pero eso tambin es un error. No tenan tal conciencia, ni podan tenerla. Esta (la conciencia socialdemcrata) slo poda ser introducida desde fuera. La historia de todos los pases atestiguan que la clase obrera, exclusivamente con sus propias fuerzas, slo est en condiciones de elaborar una conciencia tradeunionista, es decir, la conviccin de que es necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar del gobierno la promulgacin de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc. En cambio, la doctrina del socialismo ha surgido de teoras filosficas, histricas y econmicas, elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, por los intelectuales. Los propios fundadores del socialismo cientfico moderno, Marx y Engels, pertenecan por su posicin social a los intelectuales burgueses18. Esto no significa, naturalmente, contina Lenin, que los obreros no participen en esta elaboracin. Pero no participan en calidad de obreros, sino en calidad de tericos del socialismo, como los Proudhon y los Weitling (ambos eran obreros); en otros trminos, slo participan en el momento y en la medida en que logran, en mayor o menor grado, dominar la ciencia de su siglo y hacerla avanzar19. Todo esto podemos representrnoslo, ms o menos, de la manera siguiente. Existe el rgimen capitalista. Hay obreros y hay patronos. Entre ellos se entabla la lucha. Todava no se ve en parte alguna el socialismo cientfico. No exista en parte alguna el socialismo cientfico ni siquiera en la imaginacin, cuando los obreros luchaban ya. S, los obreros luchan, pero luchan dispersos contra sus patronos, chocan con sus autoridades locales: all organizan huelgas, aqu van a mtines y manifestaciones, en unos sitios exigen derechos a las autoridades, en otros declaran el boicot, unos hablan de la lucha poltica, otros de la lucha econmica, etc. Pero esto por s solo no quiere decir que los obreros tengan conciencia socialdemcrata, esto por s solo no quiere decir que el objetivo de su movimiento sea la demolicin del rgimen capitalista, que estn tan seguros del derrocamiento del capitalismo y de la implantacin del rgimen socialista como estn seguros de la inevitabilidad de la salida del sol, que estiman la conquista de su dominio poltico (dictadura del proletariado) como el instrumento indispensable para la victoria del socialismo, etc. Mientras tanto, se desarrolla la ciencia. El movimiento obrero atrae paulatinamente su atencin. La mayor parte de los hombres de ciencia llegan a la idea de que el movimiento obrero es un motn de revoltosos a los que no estara mal hacer
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J. V. Stalin entrar en razn a fustazo limpio. Otros, en cambio, consideran que la obligacin de los ricos es dar a los pobres unas migajas, es decir, que el movimiento obrero es un movimiento de mendigos, cuya finalidad estriba en recibir una limosna. Y entre mil hombres de ciencia como stos puede aparecer quiz uno que aborde cientficamente el movimiento obrero, investigue cientficamente toda la vida social, siga de cerca la colisin de las clases, preste odo atento a las sordas protestas de la clase obrera y, en fin, demuestre cientficamente que el rgimen capitalista no es de ningn modo algo eterno, que es tan pasajero como el feudalismo, que tras l debe llegar con toda inevitabilidad el rgimen socialista, que es su negacin y que slo puede ser implantado por el proletariado mediante la revolucin social. En una palabra, se elabora el socialismo cientfico. Naturalmente, si no hubiera capitalismo ni lucha de clases, tampoco habra socialismo cientfico. Pero asimismo es cierto que esos pocos hombres, por ejemplo, Marx y Engels, no habran elaborado el socialismo cientfico sino hubiesen posedo conocimientos cientficos. Qu es el socialismo cientfico sin movimiento obrero? Una brjula que, al no ser utilizada, puede nicamente cubrirse de herrumbre, y entonces habr que arrojarla por la borda. Qu es el movimiento obrero sin socialismo? Un barco sin brjula, que an as llegar a la otra costa, pero que de tener brjula alcanzara la costa mucho antes y tropezara con menos peligros. Unid lo uno y lo otro y tendris un excelente barco, que a toda marcha se dirigir derecho a la otra costa y llegar inclume al puerto. Unid el movimiento obrero con el socialismo y tendris un movimiento socialdemcrata que se dirigir veloz por el camino recto a la tierra de promisin. As, pues, el deber de la socialdemocracia (y no slo de los intelectuales socialdemcratas) es unir el socialismo con el movimiento obrero, introducir en el movimiento la conciencia socialista y dar as al movimiento obrero espontneo un carcter socialdemcrata. Esto es lo que dice Lenin. Algunos afirman que, en opinin de Lenin y de la mayora, el movimiento obrero, si no est unido a la ideologa socialista, fracasar, no llegar a la revolucin social. Pero eso es una invencin, una invencin de hombres ociosos, que en todo caso slo poda ocurrrseles a marxistas de pacotilla como An (v. Qu es el Partido?, nm. 6 de Mogzauri20).
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Lenin: Qu hacer? Lenin: Qu hacer?

Mogzauri (El Viajero): revista histrico-arqueolgica y geogrfico-etnogrfica; apareci en Tiflis de 1901 a noviembre de 1905. En enero de 1905 Mogzauri pas a ser publicacin semanal literario-poltica de los socialdemcratas georgianos,

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Brevemente sobre las discrepancias en el partido


Lenin afirma terminantemente que la clase obrera tiende de un modo espontneo al socialismo21, y si no se detiene ms en ello es slo porque considera superfluo demostrar lo que ya est demostrado. Adems, Lenin no se haba planteado en modo alguno investigar el movimiento espontneo; slo ha querido demostrar a los militantes dedicados al trabajo prctico qu deben hacer conscientemente. He aqu lo que dice Lenin en otro lugar, donde polemiza con Mrtov: Nuestro Partido es el intrprete consciente de un proceso inconsciente. Exacto. Y precisamente por eso es un error pretender que todo huelguista pueda adjudicarse el ttulo de miembro del Partido, porque si toda huelga no fuera slo la expresin espontnea de un poderoso instinto de clase y de una lucha de clases que conduce inevitablemente a la revolucin social, sino una expresin consciente de eso proceso..., entonces nuestro Partido... acabara de golpe con toda la sociedad burguesa22. Como veis, en opinin de Lenin, tambin la lucha de clases y los choques de las clases que no pueden ser denominados socialdemcratas, conducen, sin embargo, inevitablemente a la clase obrera a la revolucin social. Si os interesa igualmente la opinin de otros representantes de la mayora, escuchad. He aqu lo que dice en el II Congreso del Partido uno de ellos, el camarada Gorin: Cul sera la situacin si el proletariado fuera abandonado a su propia suerte? La situacin seria anloga a lo que ocurri en vsperas de la revolucin burguesa. Los revolucionarios burgueses carecan de toda ideologa cientfica. Y, no obstante, surgi el rgimen burgus. El proletariado sin idelogos, naturalmente, al fin y al cabo, actuara en el sentido de la revolucin social, pero por instinto... El proletariado llevara a la prctica el socialismo tambin por instinto, pero no poseera la teora socialista. Ahora bien, el proceso sera lento y ms doloroso23. Las aclaraciones estn de ms. As, pues, el movimiento obrero espontneo, el movimiento obrero sin socialismo, inevitablemente se empequeece y adquiere un carcter tradeunionista; se somete a la ideologa burguesa. Puede deducirse de aqu que el socialismo lo es todo y el movimiento obrero nada? Naturalmente que no! As hablan tan slo los idealistas. Algn da, al cabo de mucho tiempo, el desarrollo econmico llevar inevitablemente a la clase obrera
bajo la direccin de F. Majaradze. En Mogzauri, al lado de artculos de autores bolcheviques, aparecan tambin artculos de mencheviques. 21 Lenin: Qu hacer? 22 Lenin: Un paso adelante, dos pasos atrs. 23 Actas del II Congreso del Partido.

11 a la revolucin social y, por lo tanto, la obligar a romper toda clase de vnculos con la ideologa burguesa. La cosa estriba nicamente en que este camino ser muy largo y doloroso. Por otra parte, el socialismo sin movimiento obrero, cualquiera que sea la base cientfica sobre la que haya surgido, no pasar, sin embargo, de ser una frase huera y perder su importancia. Se puede deducir de aqu que el movimiento lo es todo y el socialismo nada? Naturalmente que no! As piensan tan slo los marxistas de pacotilla, para quienes la conciencia no tiene importancia alguna, ya que es engendrada por la propia vida social. El socialismo puede ser unido al movimiento obrero, y convertido, por tanto, de frase huera en un arma afilada. Conclusin? La conclusin es la siguiente: el movimiento obrero debe ser unido al socialismo, la actividad prctica y el pensamiento terico deben fundirse en un todo y dar as al movimiento obrero espontneo un carcter socialdemcrata, pues la socialdemocracia es la fusin del movimiento obrero con el socialismo24. Entonces el socialismo, unido con el movimiento obrero, de frase vaca se convierte, en manos de los obreros, en una fuerza grandiosa. Entonces el movimiento espontneo, convertido en movimiento socialdemcrata, marchar a pasos acelerados y por una senda segura hacia el rgimen socialista. As, pues, cul es la misin de la socialdemocracia de Rusia? Qu debemos hacer? Nuestra obligacin, la obligacin de la socialdemocracia, es hacer que el movimiento espontneo de los obreros abandone el camino tradeunionista y tome el camino socialdemcrata. Nuestra obligacin es introducir en este movimiento la conciencia socialista25 y agrupar a las fuerzas de vanguardia de la clase obrera en un partido centralizado. Nuestro deber es ir siempre a la vanguardia del movimiento y luchar infatigablemente contra todos los que estorben la realizacin de estas tareas, sean enemigos o amigos. Tal es, en lneas generales, la posicin de la mayora. A nuestra minora no le gusta la posicin de la mayora: no es marxista, est en contradiccin radical con el marxismo! Es as, respetabilsimos seores? Dnde, cundo, en qu planeta es esto as? Leed nuestros artculos, dicen, y os convenceris de que tenernos razn. Bien, vamos a leerlos. Tenemos ante nosotros el artculo titulado Qu es el Partido? (v. Mogzauri, nm. 6). De qu acusa el crtico An a la mayora del Partido?
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Kautsky: El programa de Erfurt, edicin del CC. que elaboraron Marx y Engels.

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12 Esta (la mayora)... se proclama cabeza del Partido... y exige la subordinacin de los dems... y para justificar su conducta, a menudo inventa hasta nuevas teoras, como por ejemplo: los obreros no pueden asimilar (subrayado por m) con sus propias fuerzas los altos ideales, etc.26. Cabe ahora preguntar: expone y ha expuesto alguna vez la mayora semejantes teoras? En ninguna parte, nunca! Por el contrario, el representante ideolgico de la mayora, el camarada Lenin, dice con absoluta precisin que la clase obrera asimila muy fcilmente los altos ideales, asimila muy fcilmente el socialismo. Escuchad: Con frecuencia se oye decir: la clase obrera tiende de un modo espontneo al socialismo. Esto es por entero justo en el sentido de que la teora socialista determina, con ms profundidad y exactitud que ninguna otra, las causas de las calamidades que padece la clase obrera, y precisamente por ello los obreros la asimilan con tanta facilidad27. Como veis, en opinin de la mayora, los obreros asimilan fcilmente los altos ideales que llamamos socialismo. Entonces, por qu sutiliza de esa manera An, de dnde ha exhumado su extrao descubrimiento? El asunto, lectores, estriba en que el crtico An se refera a otra cosa completamente distinta. Se refera al lugar del libro Qu hacer? en el que Lenin habla de la elaboracin del socialismo, en el que Lenin afirma que la clase obrera no puede elaborar con sus propias fuerzas el socialismo cientfico28. Pero cmo es esto? -diris-. Una cosa es la elaboracin del socialismo y otra su asimilacin. Por qu ha olvidado An las palabras de Lenin que tan claramente hablan de la asimilacin de los altos ideales? Tenis razn, lectores, pero qu puede hacer An, si le gusta tanto ser crtico? Ved qu heroicidad: idear su propia teora, atribursela al adversario y despus bombardear l mismo el fruto de su fantasa. As se hace la crtica! En todo caso es indudable que An no ha podido asimilar con sus propias fuerzas el libro de Lenin Qu hacer?. Abramos ahora el llamado Sotsial-Demokrat. Qu dice el autor del artculo titulado Mayora o minora?? (v. Sotsial-Demokrat, nm. 1). Muy envalentonado, arremete con gran alboroto contra Lenin porque, en su opinin, el desarrollo natural (debera decir: espontneo) del movimiento obrero no tiende al socialismo, sino a la ideologa burguesa29. El autor, por lo visto, no comprende que el movimiento obrero espontneo es
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J. V. Stalin un movimiento sin socialismo (que el autor demuestre que no es as), y tal movimiento se somete indefectiblemente a la ideologa burguesa tradeunionista, tiende a ella, pues en nuestro tiempo pueden existir tan slo dos ideologas: la socialista y la burguesa, y donde no est la primera, indefectiblemente aparece la segunda y ocupa el lugar de aqulla (demostrad lo contrario!). S, Lenin dice eso precisamente. Pero al propio tiempo no olvida la otra tendencia inherente al movimiento obrero: la tendencia al socialismo, que solamente hasta cierto momento es velada por la tendencia a la ideologa burguesa. Lenin dice explcitamente que la clase obrera tiende de un modo espontneo al socialismo30, y seala con toda justicia que la obligacin de la socialdemocracia es acelerar la victoria de esta tendencia, entre otras cosas tambin mediante la lucha contra los economistas. Por qu, pues, usted, respetable crtico, no ha trascrito en su artculo estas palabras de Lenin? Es que no pertenecen al mismo Lenin? No le convena a usted, verdad? A juicio de Lenin...-contina el autor-, el obrero por su situacin (subrayado por m) es mas bien burgus que socialista...31. Vaya una necedad, que yo no esperaba ni siquiera de este autor! Acaso Lenin habla de la situacin del obrero, acaso afirma que el obrero por su situacin es burgus? Qu necio puede decir que el obrero es burgus por su situacin, el obrero, que est privado de los instrumentos de produccin y vive de la venta de su fuerza trabajo? No! Lenin dice algo completamente distinto. El asunto estriba en que yo puedo ser proletario, y no burgus por mi situacin, pero al mismo tiempo no tener conciencia de mi situacin y, en vista de ello, someterme a la ideologa burguesa. Precisamente as ocurre, en el caso presente, con la clase obrera. Y esto es algo muy distinto. En general, el autor gusta de emplear palabras vacas, de pronto las lanza sin pensarlo ms! Por ejemplo, el autor repite obstinadamente que el leninismo est en contradiccin radical con el marxismo32, y lo repite sin comprender a dnde le conduce esa idea. Convengamos con l por un instante en que el leninismo, en efecto, est en contradiccin radical con el marxismo. Y qu ms? Qu se desprende de ello? Helo aqu. El leninismo arrastr consigo a Iskra (a la vieja Iskra) -esto no lo niega tampoco el autor-; por consiguiente, tambin Iskra est en contradiccin radical con el marxismo. El II Congreso del Partido, por 35 votos, reconoci a Iskra como rgano central del Partido y dedic

Mogzauri, nm. 6. Lenin: Qu hacer? 28 Lenin: Qu hacer? 29 Sotsial-Demokrat, nm. 1.

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Lenin: Qu hacer? Sotsial-Demokrat, nm. 1. 32 Sotsial-Demokrat, nm. 1.


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grandes elogios a sus mritos33; por consiguiente, tanto este Congreso, como su programa, como su tctica estn en contradiccin radical con el marxismo... Es ridculo, verdad, lectores? El autor, no obstante, contina: En opinin de Lenin, el movimiento obrero espontneo va hacia la unin con la burguesa... S, s, el autor indudablemente va hacia la unin con la necedad, y estara bien que se apartara de ese camino. Mas dejemos al crtico. Volvamos al marxismo. El respetable crtico repite obstinadamente que la posicin de la mayora y de su representante, Lenin, est en contradiccin radical con el marxismo, pues tanto Kautsky como Marx y Engels dicen, segn l, lo contrario de lo que sostiene Lenin!, Es as? Veamos! C Kautsky -nos informa el autor- escribe en su Programa de Erfurt: Los intereses del proletariado y de la burguesa son hasta tal punto opuestos, que las aspiraciones de estas dos clases no pueden coincidir durante un tiempo ms o menos prolongado. En todo pas con modo capitalista de produccin, la participacin de la clase obrera en la poltica tiene que llevarla tarde o temprano a separarse de los partidos burgueses y formar un partido independiente, el partido obrero. Pero, qu se desprende de esto? Tan slo que los intereses de la burguesa y del proletariado estn en mutua contradiccin, que tarde o temprano el proletariado se separar de la burguesa formando un partido obrero independiente (tenedlo en cuenta: partido obrero y no partido obrero socialdemcrata). El autor supone que Kautsky discrepa aqu de Lenin! Pero Lenin dice que el proletariado, tarde o temprano, no slo se separar de la burguesa, sino que llevar a cabo la revolucin social, es decir, derrocar a la burguesa34. La tarea de la socialdemocracia -aadees procurar que esto se lleve a cabo cuanto antes y se lleve a cabo conscientemente. S, conscientemente, y no de una manera espontnea, ya que Lenin trata precisamente de esta conciencia. ...All donde las cosas han llegado hasta la formacin de un partido obrero independiente contina el crtico, citando el libro de Kautsky-, este partido, tarde o temprano, debe por necesidad natural asimilar las tendencias socialistas, si no est inspirado en ellas desde el comienzo mismo; debe, en fin de cuentas, convertirse en partido obrero socialista, es decir, en socialdemocracia35. Qu significa esto? Exclusivamente que el partido obrero asimilar las tendencias socialistas.
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13 Pero es que Lenin lo niega? De ningn modo! Lenin dice terminantemente que no slo el partido obrero, sino tambin toda la clase obrera asimila el socialismo36. Entonces qu tontera se le ocurre a este Sotsial-Demokrat y a su mentiroso hroe? A qu vienen con absurdos de todo gnero? Como se dice, han odo campanas y no saben dnde. Precisamente esto es lo que ha ocurrido con nuestro embrollado autor. Segn veis, Kautsky no disiente aqu ni en un pice de Lenin. Pero, en cambio, todo ello demuestra, con excepcional claridad, la insensatez del autor. Dice Kautsky algo a favor de la posicin de la mayora? He aqu lo que escribe en uno de sus notables artculos, en el que analiza el proyecto de programa de la socialdemocracia austriaca: Muchos de nuestros crticos revisionistas (seguidores de Berntein) entienden que Marx ha afirmado que el desarrollo econmico y la lucha de clases, adems de crear las premisas para la produccin socialista, tambin engendran directamente la conciencia (subrayado por C. Kautsky) de su necesidad. Y he aqu que esos crticos replican que Inglaterra, el pas de mayor desarrollo capitalista, es ms ajeno que ningn otro pas a esta conciencia. A juzgar por el nuevo proyecto (austriaco), se podra creer que esta... concepcin... es compartida tambin por la comisin que redact el programa austriaco. El proyecto dice: Cuanto ms aumenta el proletariado con el desarrollo del capitalismo, tanto ms obligado se ve a emprender la lucha contra el capitalismo y tanto mas capacitado est para emprenderla. El proletariado llega a adquirir la conciencia de la posibilidad y de la necesidad del socialismo. En este orden de ideas, la conciencia socialista aparece como el resultado necesario y directo de la lucha de clase del proletariado. Pero esto es falso... La conciencia socialista moderna puede surgir nicamente sobre la base de profundos conocimientos cientficos... Pero el portador de la ciencia no es el proletariado, sino la intelectualidad burguesa (subrayado por C. Kautsky). Es del cerebro de algunos miembros de esta capa de donde ha surgido el socialismo moderno, y han sido ellos quienes lo han transmitido (el socialismo cientfico) a los proletarios destacados por su desarrollo intelectual, los cuales lo introducen luego en la lucha de clase del proletariado... De modo que la conciencia socialista es algo introducido desde fuera en la lucha de clase del proletariado, y no algo que ha surgido espontneamente dentro de ella. De acuerdo con esto ya el viejo programa de Heinfeld37
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Vase las actas del II Congreso del Partido. En ese mismo lugar aparece la resolucin en que Iskra es llamada autntica defensora de los principios de la socialdemocracia. 34 Vase: Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrs. 35 Sotsial-Demokrat, nm. 1.

Lenin: Qu hacer? El programa de Heinfeld fue aprobado en el Congreso de constitucin de la socialdemocracia austriaca en 1888, en la ciudad de Heinfeld. Este programa, en la exposicin de

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14 deca con todo fundamento que es tarea de la socialdemocracia llevar al proletariado la conciencia de su situacin y de su misin...38. No recordis, lectores, anlogas ideas de Lenin sobre esta cuestin, no recordis la conocida posicin de la mayora? Por qu el Comit de Tiflis y su Sotsial-Demokrat han ocultado la verdad, por qu el respetable crtico, al hablar de Kautsky, no reprodujo en su artculo estas palabras de Kautsky? A quin engaan esos honorabilsimos seores, por qu mantienen una actitud tan despectiva hacia el lector? No ser porque... temen la verdad, se esconden de la verdad y piensan que tambin la verdad puede ser escondida? Se parecen al ave que esconde la cabeza bajo el ala y se imagina que nadie la ve! Pero se equivocan, como se equivoca el ave. Si la conciencia socialista fue elaborada sobre una base cientfica, si esta conciencia es introducida gracias a los esfuerzos de la socialdemocracia39 en el movimiento obrero desde fuera, es evidente que todo esto ocurre porque la clase obrera, mientras sigue siendo clase obrera, no puede ponerse a la vanguardia de la ciencia y elaborar con sus propias fuerzas el socialismo cientfico: carece de tiempo y de medios para ello. He aqu lo que dice C. Kautsky en su Programa de Erfurt: ... El proletario puede, en el mejor de los casos, asimilar parte de los conocimientos elaborados por la erudicin burguesa y adaptarlos a sus fines y necesidades, pero mientras siga siendo proletario, carece de tiempo libre y de medios para elaborar independientemente la ciencia ms all de los lmites alcanzados por los pensadores burgueses. Por eso precisamente, el socialismo obrero original deba llevar todos los rasgos esenciales del utopismo40 (utopismo: teora falsa, no cientfica). El socialismo utpico de este gnero adquiere con frecuencia un carcter anrquico, contina Kautsky, pero ...como es sabido, en todas partes donde el movimiento anarquista (comprendiendo por tal el utopismo proletario. C. Kautsky) ha calado verdaderamente en las masas y se ha convertido en un movimiento de clase, siempre, tarde o temprano, a pesar de su aparente radicalismo, ha terminado transformndose en el movimiento puramente gremial ms estrecho41. En otros trminos, si el movimiento obrero no
principios, contena diversas tesis que enfocaban acertadamente el curso del desarrollo social y las tareas del proletariado y del partido proletario. Ms tarde, en el Congreso de Viena, celebrado en 1901, el programa de Heinfeld fue sustituido por otro nuevo, que contena tesis revisionistas. 38 Neue Zeit, 1901-1902, XX, nm. 3. Este notable artculo de Kautsky ha sido transcrito por Lenin en Qu hacer?. 39 Y no slo de los intelectuales socialdemcratas. 40 Kautsky: El programa de Erfurt, edicin del CC. 41 Kautsky: El programa de Erfurt, edicin del CC.

J. V. Stalin est unido al socialismo cientfico, se empequeece inevitablemente, adquiere un carcter estrechamente gremial y, por lo tanto, se somete a la ideologa tradeunionista. Esto es humillar a los obreros, esto es encumbrar a los intelectuales!, claman nuestro crtico y su Sotsial-Demokrat!... Pobre crtico, lamentable Sotsial-Demokrat! Ellos consideran al proletariado como a una damisela caprichosa a la que no se puede decir la verdad y a la que siempre hay que dirigir cumplidos para que no salga corriendo! No, honorabilsimos seores! Nosotros tenemos fe en que el proletariado manifestar ms firmeza de lo que vosotros pensis. Nosotros tenemos fe en que no se asustar de la verdad! Pero vosotros... Qu podemos deciros? Tambin en este caso os habis asustado de la verdad y en vuestro artculo no habis transmitido al lector las autnticas ideas de Kautsky... Por lo tanto, el socialismo cientfico sin movimiento obrero son palabras vacas, siempre fciles de echar al viento. Por otra parte, el movimiento obrero sin socialismo es un errar tradeunionista, que algn da, naturalmente, conducir a la revolucin social, pero a costa de largos sufrimientos y dolores. Conclusin? El movimiento obrero debe unirse con el socialismo: la socialdemocracia es la fusin del movimiento obrero con el socialismo42. As habla Kautsky, terico del marxismo. Hemos visto que lo mismo dicen Iskra (la vieja) y la mayora. Hemos visto que en la misma posicin se mantiene el camarada Lenin. As, pues, la mayora se mantiene firmemente en las posiciones marxistas. Est claro que la actitud despectiva hacia los obreros, el encumbramiento de los intelectuales, la posicin no marxista de la mayora y dems perlas parecidas tan profusas en los crticos mencheviques, no son otra cosa que palabras altisonantes, pura fantasa de los mencheviques de Tiflis. Por el contrario, veremos que en realidad la propia minora de Tiflis, el Comit de Tiflis y su Sotsial-Demokrat estn en contradiccin radical con el marxismo. Pero de esto hablaremos despus. Por ahora dirijamos nuestra atencin a lo siguiente. En confirmacin de sus juicios, el autor del articulo Mayora o minora? aduce unas palabras de Marx (?): el terico de una u otra clase llega tericamente a la conclusin hacia la que la propia clase ha llegado ya en la prctica43. Una de dos. O el autor no sabe el georgiano o es
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Kautsky: El programa de Erfurt, edicin del CC. Sotsial-Demokrat, nm. 1.

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una errata del cajista. Ni una sola persona letrada dir hacia la que ha llegado ya. Lo correcto sera decir: a la que ha llegado ya o hacia la que se dirige ya. Si el autor tiene en cuenta lo ltimo (hacia la que se dirige ya), debo advertir que transmite errneamente las palabras de Marx; Marx no dijo nada parecido. Y si el autor se refiere a la primera formulacin, la frase transcrita por l adquirir este giro: el terico de una u otra clase llega tericamente a la conclusin a la que ha llegado ya en la practica la propia clase. Dicho de otra forma, si Marx y Engels llegaron tericamente a la conclusin de que el hundimiento del capitalismo y la edificacin del socialismo son inevitables, esto significa que el proletariado ha rechazado ya el capitalismo prcticamente, ha hundido al capitalismo y ha edificado en su lugar la vida socialista! Pobre Marx! Quin sabe cuantos disparates le atribuirn an nuestros marxistas de pacotilla! Dice realmente eso Marx? He aqu lo que en verdad dice: los representantes tericos de la pequea burguesa se ven tericamente impulsados a los mismos problemas y a las mismas soluciones a que impulsan prcticamente a los pequeos burgueses el inters material y la situacin social. Tal es, en general, la relacin que existe entre los representantes polticos y literarios de una clase y la clase por ellos representada44. Como veis, Marx de ningn modo dice ha llegado ya. Estas palabras filosficas han sido inventadas por el respetable crtico. En este caso, las palabras de Marx adquieren un sentido completamente distinto. Qu idea desarrolla Marx en la tesis que hemos transcrito? Slo que el terico de una u otra clase no puede crear el ideal cuyos elementos no existen en la realidad, que no puede ms que captar los elementos del porvenir y sobre esta base crear tericamente el ideal al que una u otra clase llega en la prctica. La diferencia est en que el terico se adelanta a la clase y capta antes que ella los grmenes del futuro. Esto es, precisamente, lo que se llama llegar a algo tericamente. He aqu lo que dicen Marx y Engels en su Manifiesto. Prcticamente, los comunistas (es decir, los socialdemcratas) son, pues, el sector ms resuelto de los partidos obreros de todos los pases, el sector que siempre impulsa adelante; tericamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visin de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario. S, los idelogos impulsan adelante, ven
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15 mucho ms all que el resto del proletariado, y en ello est todo el quid. Los idelogos impulsan adelante, y precisamente por ello la idea, la conciencia socialista, tiene gran importancia para el movimiento. Por eso precisamente ataca usted a la mayora, honorable crtico? Entonces despdase del marxismo y sepa que la mayora est orgullosa de su posicin marxista. La situacin de la mayora en el caso presente recuerda mucho la situacin de Engels en los aos del 90. La idea es la fuente de la vida social, afirmaban los idealistas. A su juicio, la conciencia social es el fundamento sobre el que se construye la vida de la sociedad. Por eso se les llamaba idealistas. Era preciso demostrar que las ideas no caen del cielo, que son originadas por la vida misma. En la palestra de la historia aparecieron Marx y Engels, que cumplieron a maravilla este papel. Demostraron que la vida social es la fuente de las ideas, por lo que la vida de la sociedad es el fundamento sobre el que est edificada la conciencia social. As cavaron la fosa al idealismo y desbrozaron el camino al materialismo. Algunos semimarxistas lo comprendieron en el sentido de que la conciencia, las ideas tienen en la vida una importancia insignificante. Era preciso demostrar la gran importancia de las ideas. Entonces intervino Engels y en sus cartas (18911894) subray que las ideas, ciertamente, no caen del cielo, sino que son engendradas por la propia vida, pero, una vez surgidas, adquieren gran importancia, unen a los hombres, los organizan e imponen su sello a la vida social que las ha engendrado: las ideas tienen gran importancia en el movimiento histrico. Eso no es marxismo, eso es una traicin al marxismo, alborotaron Benstein y sus semejantes. Los marxistas se burlaron de estos gritos... En Rusia ha habido semimarxistas: los economistas. Afirmaban que como las ideas son engendradas por la vida social, la conciencia socialista tiene una importancia insignificante para el movimiento obrero. Era preciso demostrar que la conciencia socialista tiene gran importancia para el movimiento obrero, que sin ella el movimiento no es sino un errar tradeunionista, del que no se sabe cundo se librar el proletariado y cundo llegar a la revolucin social. Y entonces apareci lskra, que cumpli magnficamente tal papel. Sali a la luz el libro Qu hacer?, en el que Lenin subraya la gran importancia de la conciencia socialista. Se form la mayora en el seno del Partido, que emprendi con firmeza este camino.

Si no tenis El Dieciocho Brumario, ved las Actas del II Congreso del Partido, donde se reproducen estas palabras de Marx. Vase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. 1, pg. 250, ed. en espaol, Mosc, 1951.

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16 Mas entonces intervienen los pequeos Bernsteines y comienzan a alborotar: eso est en contradiccin radical con el marxismo! Pero sabis vosotros, pequeos economistas, qu es el marxismo? -------Es extrao! -dir el lector-. De qu se trata? preguntar-. Por qu Plejnov escribi su artculo crtico contra Lenin? (v. la nueva Iskra, nms. 70, 71). Por qu censura a la mayora? Acaso los marxistas de pacotilla de Tiflis y su SotsialDemokrat no repiten las ideas expuestas por Plejnov? Si, las repiten, pero tan torpemente, que repugna orles. S, Plejnov ha criticado. Pero sabis de qu se trata? Plejnov no discrepa de la mayora ni de Lenin. Y no slo Plejnov, tampoco Mrtov, ni Zaslich, ni Axelrod. Realmente, en la cuestin de que hemos tratado ms arriba, los jefes de la minora no discrepan de la vieja Iskra. Y la vieja Iskra es la bandera de la mayora. No os asombris! He aqu los hechos. Conocemos el articulo programtico de la vieja Iskra (vase ms arriba). Sabemos que en este artculo est expresada plenamente la posicin de la mayora. A quin pertenece este artculo? A la redaccin de entonces de la Iskra. Quines formaban parte de esta redaccin? Lenin, Plejnov, Axelrod, Mrtov, Zaslich y Starovier. De ellos, en la actualidad, slo uno, Lenin, forma parte de la mayora, los cinco restantes dirigen la minora; pero el hecho sigue siendo, no obstante, un hecho: el artculo programtico de Iskra apareci bajo su redaccin, y, por consiguiente, no deberan abjurar de sus palabras, ya que, al parecer, crean en lo que escriban. Pero, si se quiere, dejemos a Iskra. Veamos lo que escribe Mrtov: De tal manera, la idea del socialismo surgi por vez primera no entre las masas obreras, sino en los despachos de los hombres de ciencia salidos de la burguesa45. Veamos lo que escribe Vera Zaslich: Hasta la idea de la solidaridad de clase de todo el proletariado... no es ya tan sencilla como para engendrarse por s sola en la cabeza de cada obrero... El socialismo... tampoco nace, ni mucho menos, en las cabezas de los obreros por si solo... La teora socialista fue preparada por todo el desarrollo tanto de la vida como del conocimiento... y creada por una mente genial dotada de este conocimiento. Y el comienzo de la difusin de las ideas del socialismo entre los obreros se debi tambin, en casi todo el continente europeo, a los socialistas que haban recibido instruccin en los centros de enseanza para las clases superiores46.
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J. V. Stalin Oigamos ahora a Plejnov, que con tales aires de importancia y en tono tan solemne ha escrito contra Lenin en la nueva Iskra (nms. 70, 71). La cosa ocurre en el II Congreso del Partido. Plejnov polemiza con Martnov y defiende a Lenin. Reprocha a Martnov, que, agarrndose a una frase de Lenin, pas por alto el libro Qu hacer? en su conjunto, y prosigue: El procedimiento del camarada Martnov me recuerda a un censor que deca: dadme el padrenuestro, permitidme arrancar de l una frase y os demostrar que su autor deba ser ahorcado. Pero todos los reproches dirigidos contra esta malhablada frase (de Lenin), y no slo por el camarada Martnov, sino tambin por otros muchsimos, se basan en un malentendido. El camarada Martnov cita unas palabras de Engels; El socialismo moderno es la expresin terica del movimiento obrero moderno. El camarada Lenin tambin est de acuerdo con Engels... Pero las palabras de Engels son una tesis general. La cuestin estriba en quin formula por primera vez esta tesis terica. Lenin no escriba un tratado de filosofa de la historia, sino un artculo polmico contra los economistas, que decan: debemos esperar a ver a qu llega la clase obrera por s sola, sin ayuda del bacilo revolucionario (es decir, sin la socialdemocracia). A esta ltima se le prohiba decir nada a los obreros, precisamente porque es el bacilo revolucionario, es decir, posee conciencia terica. Pero si eliminis el bacilo, queda sola la masa inconsciente, en la que la conciencia debe ser introducida desde fuera. Si quisierais ser justos con Lenin y leyerais atentamente todo su libro, verais que eso es precisamente lo que l dice47. As hablaba Plejnov en el II Congreso del Partido. Y ese mismo Plejnov, instigado por esos mismos Mrtov, Axelrod, Zaslich, Starovier y otros, unos meses despus interviene de nuevo y, aferrndose a esa misma frase de Lenin que defendiera en el Congreso, declara: Lenin y la mayora no son marxistas. l sabe que si se arranca una frase del mismo padrenuestro y se la interpreta por aislado, su autor podra ir a parar a la horca como hereje. l sabe que esto sera injusto, que un crtico imparcial no procede as, pero, no obstante, arranca esa frase del libro de Lenin; no obstante, procede con injusticia y se denigra pblicamente a s mismo. Y Mrtov, Zaslich, Axelrod y Starovier le hacen coro, publican bajo su redaccin en la nueva Iskra el artculo de Plejnov (nms. 70, 71) y se cubren as una vez ms de ignominia.
al mismo tiempo que el peridico Iskra, con una redaccin comn. La revista se edit en Stuttgart desde abril de 1901 hasta agosto de 1902. 47 Actas del II Congreso del Partido.

Mrtov, La Bandera Roja. 46 Zari, nm. 4. Zari (La Aurora): revista terica de la socialdemocracia de Rusia; fundada por V. I. Lenin, se publicaba

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Por qu han manifestado tal inconsecuencia, por qu estos jefes de la minora se han denigrado a s mismos, por qu han renegado del artculo programtico de Iskra que ellos firmaran, por qu han renegado de sus propias palabras? Se ha visto alguna vez semejante falsedad en un partido socialdemcrata? Qu ha sucedido, pues, en los pocos meses transcurridos entre el II Congreso y la aparicin del artculo de Plejnov? Se trata de lo siguiente. De los seis redactores, el II Congreso eligi redactores de Iskra slo a tres: Plejnov, Lenin y Mrtov. En cuanto a Axelrod, Starovier y Zaslich, el Congreso los llev a otros puestos. El Congreso, naturalmente, tena derecho a ello, y todos estaban obligados a someterse a l: el Congreso es el intrprete de la voluntad del Partido, el rgano supremo del Partido, y quien va contra sus decisiones, pisotea la voluntad del Partido. Ahora bien, estos obstinados redactores no se sometieron a la voluntad del Partido, a la disciplina del Partido (la disciplina del Partido es la voluntad del Partido). Resulta que la disciplina del Partido ha sido ideada para simples militantes como nosotros! Ellos se revolvieron airados contra el Congreso, porque no los eligi redactores, se colocaron al margen, arrastraron consigo a Mrtov y formaron la oposicin. Declararon el boicot al Partido, se negaron a efectuar el trabajo de partido y empezaron a amenazar al Partido: elegidnos para la redaccin, para el Comit Central, para el Consejo del Partido; si no, provocaremos la escisin. Y comenz la escisin. As pisotearon una vez ms la voluntad del Partido. He aqu las exigencias de los redactores en huelga: Se restablece la vieja redaccin de Iskra (es decir, dadnos tres puestos en la redaccin). Se da entrada en el Comit Central a un determinado nmero de miembros de la oposicin (es decir, de la minora). Se asignan en el Consejo del Partido dos puestos a los miembros de la oposicin, etc. Presentamos estas condiciones como las nicas que aseguran al Partido la posibilidad de evitar un conflicto que pone en peligro la propia existencia del Partido (es decir, satisfaced nuestras demandas; si no, provocaremos en el Partido una gran escisin)48. Qu les contest el Partido? El Comit Central, representante del Partido, y otros camaradas les declararon: no podernos ir contra el Congreso del Partido; las elecciones son asunto del Congreso; sin embargo, nosotros intentaremos establecer la paz y la concordia, aunque, a decir verdad, es vergonzoso luchar por
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17 los puestos; vosotros queris escindir el Partido por los puestos, etc. Los redactores en huelga se sintieron ofendidos, su situacin se hizo embarazosa -en realidad, result que haban emprendido la lucha por los puestos-, arrastraron a su lado a Plejnov49 y dieron comienzo a su heroica empresa. Necesitaban hallar una discrepancia ms importante entre la mayora y la minora y demostrar as que no luchaban por los puestos. Buscaron, buscaron y encontraron en el libro de Lenin un lugar que, arrancndolo del texto e interpretndolo aisladamente, en realidad poda servirles de agarradera. Feliz idea -pensaron los jefes de la minora-: Lenin es el dirigente de la mayora, denigremos a Lenin e inclinaremos as al Partido a nuestro lado. Y entonces comenzaron las disquisiciones de Plejnov acerca de que Lenin y sus adeptos no son marxistas. Cierto, todava ayer defendan esa misma idea del libro de Lenin contra la que hoy arremeten, pero as son las cosas: al oportunista se le llama precisamente oportunista porque los principios no gozan de su favor. He ah por qu se denigran a s mismos, he ah el origen de la falsedad. Pero esto no es todo. Pas cierto tiempo. Los jefes de la minora vieron que, fuera de unos cuantos ingenuos, nadie haca caso de su agitacin contra la mayora y contra Lenin; vieron que los asuntos les iban mal y resolvieron cambiar una vez ms de careta. Ese mismo Plejnov, esos mismos Mrtov y Axelrod
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Comentarios a las Actas de la Liga.

Posiblemente el lector preguntar cmo pudo ocurrir que Plejnov se pasara a la minora, el mismo Plejnov que era partidario acrrimo de la mayora. Se trata de que entre l y Lenin surgi una discrepancia. Cuando la minora se enfureci y declar el boicot, Plejnov mantuvo el punto de vista de que era necesario ceder en toda la lnea. Lenin no estuvo de acuerdo con l. Plejnov comenz paulatinamente a inclinarse a la minora. Las divergencias entre ellos fueron en aumento y por ltimo, la cosa lleg a que un buen da Plejnov se convirti en adversario de Lenin y de la mayora. He aqu lo que escribe Lenin acerca de esto: ...Unos das despus fui, en efecto, a ver a Plejnov con un miembro del Consejo, y nuestra conversacin con Plejnov tom este cariz: - Sabe? A veces hay mujeres tan escandalosas (es decir, la minora) -dijo Plejnov-, que es necesario ceder ante ellas para evitar histerismos y un ruidoso escndalo en pblico. - Tal vez -repuse-, pero hay que ceder de forma que uno conserve la fuerza suficiente para no permitir un escndalo an mayor (v. los Comentarios a las Actas de la Liga, pg. 37, donde se transcribe la carta de Lenin). Vase: V. I. Lenin, Obras, t. 7, pg. 177, 4 ed. en ruso. Lenin y Plejnov no llegaron a un acuerdo. A partir de ese momento se inici el paso de Plejnov a la minora. Hemos sabido de fuentes fidedignas que Plejnov abandona tambin la minora y ha fundado ya su propio rgano, el Dnievnik Sotsial- Demokrata. Dnievnik Sotsial-Demokrata (Diario del Socialdemcrata): revista editada no peridicamente en Ginebra por G. V. Plejnov desde marzo de 1905 hasta abril de 1912. Publicaron 16 nmeros. En 1916 apareci otro nmero de la revista.

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18 han presentado el 10 de marzo de 1905 en nombre del Consejo del Partido una resolucin en la que, entre otras cosas, se dice: Camaradas! (se dirigen a la mayora)... Ambas partes (es decir, la mayora y la minora) han expresado reiteradamente su conviccin de que las discrepancias en el terreno de la tctica y de la organizacin no son de tal carcter que hagan imposible el trabajo en el marco de una organizacin nica del Partido50, por lo cual, dicen, reunamos un tribunal de camaradas (integrado por Bebel y otros) y ventilemos nuestro pequeo litigio. En una palabra, las discrepancias en el Partido no son ms que rencillas, en las que debe entender un tribunal de camaradas, pero nosotros, dicen, constituimos un todo nico. Pero, cmo es esto? A nosotros, no marxistas, se nos llama a las organizaciones del Partido, nosotros constituimos, segn ellos, un todo nico y dems cosas por el estilo... Qu significa esto? Esto es una traicin al Partido por vuestra parte, jefes de la minora! Acaso se puede colocar al frente del Partido a no marxistas? Acaso los no marxistas pueden estar en el Partido Socialdemcrata? O tal vez tambin vosotros habis traicionado al marxismo y por eso habis cambiado de frente? Mas sera ingenuo esperar respuesta. El problema es que estos notables jefes tienen en el bolsillo unos cuantos principios, y cuando necesitan uno cualquiera, lo sacan. Como suele decirse, cambian de opinin como de camisa!... Tales son los jefes de la llamada minora. Es fcil imaginarse cul debe ser la cola de tales jefes: esa, por llamarla de algn modo, minora de Tiflis... La desgracia consiste, adems, en que la cola, en ocasiones, no obedece a la cabeza y cesa de subordinarse. Por ejemplo, mientras los jefes de la minora consideran posible la reconciliacin y llaman a los militantes responsables del Partido a la concordia, la minora de Tiflis y su SotsialDemokrat continan declarando rabiosamente: entre la mayora y la minora la lucha es a vida o muerte51 y debemos exterminamos unos a otros! Cada uno va a lo suyo. La minora se queja de que les llamamos oportunistas (sin principios). Pero cmo llamar a esto ms que oportunismo, si reniegan de sus propias palabras, si van de aqu para all, si eternamente titubean y vacilan? Es posible que un verdadero socialdemcrata cambie a cada paso de conviccin? No se cambia tan a menudo ni de pauelo. Nuestros marxistas de pacotilla repiten con terquedad que la minora tiene un carcter
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J. V. Stalin autnticamente proletario. Es as? Veamos. Kautsky dice que para el proletario es ms fcil compenetrarse con los principios del Partido; el proletario tiendo a una poltica de principios, que no depende del humor del momento, de intereses personales o locales52. Y la minora? Tiende tambin a seguir una poltica que no dependa del humor del momento ni de cosas por el estilo? Al contrario: vacila sin cesar, titubea eternamente, odia una poltica firme, de principios, prefiere no atenerse a los principios, se deja guiar por el humor del momento. Ya conocemos los hechos. Kautsky dice que al proletario le gusta la disciplina del Partido: El proletario no es nada mientras contina siendo un individuo aislado. Toda su fuerza, toda su capacidad de progreso, todas sus esperanzas y anhelos los extrae de la organizacin.... Precisamente sta es la razn de que no se deje llevar ni por el inters personal, ni por la gloria personal, cumple su deber dondequiera que lo coloquen, sometindose voluntariamente a la disciplina, de la que est penetrado todo su sentir, todo su pensar53. Y la minora? Est igualmente penetrada de disciplina? Al contrario, desprecia la disciplina del Partido y se re de ella54. El primer ejemplo de infraccin de la disciplina del Partido lo han dado los jefes de la minora. Recordad a Axelrod, Zaslich, Starovier, Mrtov y otros, que no se sometieron a la decisin del II Congreso. Otra cosa muy distinta es lo que ocurre con el intelectual -contina Kautsky-. Con gran trabajo se somete a la disciplina del Partido, y an esto forzosamente, que no de buen grado. Reconoce la necesidad de la disciplina nicamente para la masa, pero no para los espritus selectos. l, naturalmente, se cuenta entre los espritus selectos... Un ejemplo perfecto de intelectual enteramente penetrado de espritu proletario, que... trabajaba fuese cual fuese el puesto para el que se le nombraba, se someta por entero a nuestra gran causa y despreciaba las lamentaciones plaideras... que con frecuencia escuchamos de los intelectuales... cuando les ocurre que se quedan en minora; un modelo perfecto de intelectual de ese tipo... era Liebknecht. Debe citarse tambin aqu a Marx, que nunca trataba de abrirse paso hacia el primer puesto y se someti de manera ejemplar a la disciplina de partido en la Internacional, donde ms de una vez qued en minora55. Y la minora? Se ha manifestado en ella de
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Iskra, nm. 91. Vase: Sotsial-Demokrat, nm. 1.

Kautsky: El programa de Erfurt, edicin del CC. Vase: Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrs, en la que se reproduce estas palabras de Kautsky. 54 Vase las Actas de la Liga. 55 Vase: Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrs, en la que se reproduce estas palabras de Kautsky.

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Brevemente sobre las discrepancias en el partido


algn modo el espritu proletario? Se parece su conducta a la conducta de Liebknecht y de Marx? Al contrario: hemos visto que los jefes de la minora no sometieron su yo a nuestra sagrada causa, hemos visto que precisamente estos jefes se entregaron a lamentaciones plaideras cuando quedaron en minora en el II Congreso, hemos visto que despus del Congreso fueron ellos precisamente los que lloraron la prdida de los primeros puestos y precisamente por esos puestos fraguaron la escisin del Partido... Es se vuestro carcter proletario, honorables mencheviques? Entonces, por qu en algunas ciudades los obreros estn a nuestro lado?, nos preguntan los mencheviques. Si, es verdad, en algunas ciudades los obreros estn al lado de la minora, pero esto no demuestra nada. Los obreros van tambin tras los revisionistas (los oportunistas de Alemania) en algunas ciudades, pero esto no quiere decir que la posicin de los revisionistas sea proletaria, esto no quiere decir que no sean oportunistas. En cierta ocasin hasta el cuervo hall una rosa, pero eso no significa que el cuervo sea un ruiseor. No en vano se dice: Encuentra una rosa el cuervo Y ya se cree ruiseor. *** Ahora est claro sobre qu base surgieron las discrepancias en el Partido. Como se ve, en nuestro Partido se han manifestado dos tendencias: la tendencia de la firmeza proletaria y la tendencia del titubeo intelectualista. Y el exponente de este titubeo intelectualista es precisamente la actual minora. El Comit de Tiflis y su SotsialDemokrat son esclavos sumisos de esta minora! Aqu est el quid de la cuestin. Cierto, nuestros marxistas de pacotilla gritan a menudo que estn contra la psicologa intelectualista e intentan acusar de titubeo intelectualista a la mayora, pero esto recuerda el caso del ladrn que, despus de haber robado el dinero, se puso a gritar: Al ladrn!. Adems, ya se sabe que cada uno habla de lo que lo duele. Se publica de acuerdo con el texto del folleto editado en mayo de 1905 por el Comit de la Unin del Cucaso del POSDR. Traducido del georgiano.

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EL MARXISMO Y LA CUESTIN NACIONAL. El perodo de la contrarrevolucin en Rusia no ha trado solamente rayos y truenos, sino tambin desilusin respecto al movimiento, falta de fe en las fuerzas comunes. Cuando crea en un porvenir luminoso, la gente luchaba junta, independientemente de su nacionalidad: los problemas comunes ante todo! Pero cuando en el espritu se insinuaron las dudas, la gente comenz a dispersarse por barrios nacionales: que cada cual cuente slo consigo! El problema nacional ante todo! 56 Al mismo tiempo, se produca en el pas una seria transformacin en la vida econmica. El ao 1905 no pas en vano: los restos de la servidumbre en el campo sufrieron un nuevo golpe. Las cosechas
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El artculo El marxismo y la cuestin nacional fue escrito a fines de 1912 y comienzos de 1913 en Viena; en este mismo ao se public por primera vez, con la firma de K. Stalin, en los nmeros 3, 4 y 5 de la revista Prosveschenie, con el ttulo La cuestin nacional y la socialdemocracia. En 1914 el artculo de J. V. Stalin fue publicado en folleto aparte, bajo el ttulo de La cuestin nacional y el marxismo, por la editorial Pribi de Petersburgo. El folleto fue retirado de todas las bibliotecas y salas de lectura pblicas por disposicin del ministro del Interior. En 1920 el trabajo fue reeditado por el Comisariado del Pueblo de las Nacionalidades en la Coleccin de artculos de J .V. Stalin sobre la cuestin nacional (Editorial del Estado, Tula). En 1934 incluyse el artculo en el libro de J. Stalin El marxismo y la cuestin nacional y colonial, Recopilacin de artculos y discursos escogidos. En el artculo Sobre el programa nacional del POSDR, Lenin, sealando las causas de que la cuestin nacional fuese destacada en aquel perodo, escriba: En la literatura terica marxista, dicha situacin y las bases el programa nacional de la socialdemocracia han sido y analizadas ltimamente (aqu destaca, en primer trmino, el artculo de Stalin). En febrero (nuevo cmputo) de 1913, Vladmir Ilich escriba a A. M. Gorki: Entre nosotros se halla ahora un maravilloso georgiano que est escribiendo un extenso artculo para Prosveschenie. A ese fin ha reunido todos los materiales austriacos y otros. Al saber que se pensaba estimar el artculo de J. V. Stalin como artculo de discusin, Lenin se opuso de manera resuelta: Como es natural, nosotros estamos absolutamente en contra. El artculo es muy bueno. La cuestin es batallona y no cederemos ni una pulgada de nuestras posiciones de principio frente a la canalla bundista (Archivo del Instituto Marx-Engels-Lenin). Al poco de la detencin de J. V. Stalin, en marzo de 1913, V. I. Lenin escriba a la redaccin de Sotsial-Demokrat: ...Hemos sufrido detenciones dolorosas. Han detenido a Koba... Antes de su detencin ha podido escribir un extenso artculo (para tres nmeros de Prosveschenie) sobre la cuestin nacional. Muy bien! Hay que combatir por la verdad contra los separatistas y oportunistas del Bund y de los liquidadores (Archivo del Instituto Marx-Engels-Lenin).

buenas que siguieron a los aos de hambre y el auge industrial que se produjo despus, hicieron avanzar al capitalismo. La diferenciacin en el campo y el crecimiento de las ciudades, el desarrollo del comercio y de las vas de comunicacin dieron un gran paso adelante. Esto es particularmente cierto en lo que se refiere a las regiones de la periferia y no poda por menos de acelerar el proceso de consolidacin econmica de las nacionalidades de Rusia. Estas tenan necesariamente que ponerse en movimiento Contribuy tambin al despertar de las nacionalidades el rgimen constitucional, instaurado durante este perodo. El aumento de los peridicos y de la literatura en general, cierta libertad de prensa y de las instituciones culturales, el desarrollo de los teatros populares, etc. contribuyeron, sin duda, a fortalecer los sentimientos nacionales. La Duma, con su campaa electoral y sus grupos polticos, dio nuevas posibilidades para reavivar las naciones y un nuevo y amplio campo para movilizarlas. La ola del nacionalismo belicoso levantada desde arriba y las numerosas represiones desencadenadas por los investidos de Poder para vengarse de la periferia por su amor a la libertad, provocaron, como reaccin, una ola de nacionalismo desde abajo, que a veces llegaba a ser franco chovinismo. El fortalecimiento del sionismo57 entre los judos, el creciente chovinismo en Polonia, el panislamismo entre los trtaros, el recrudecimiento del nacionalismo entre los armenios, los georgianos y los ucranianos, la propensin general de las gentes de espritu pequeoburgus al antisemitismo, son hechos conocidos por todos. La ola del nacionalismo avanzaba ms y ms, amenazando envolver a las masas obreras. Y cuanto ms decreca el movimiento de liberacin, ms esplendorosamente floreca el nacionalismo. En este momento difcil, incumba a la socialdemocracia una alta misin: hacer frente al nacionalismo, proteger a las masas contra la
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Sionismo: corriente reaccionaria nacionalista de la burguesa juda y que tena partidarios entre la intelectualidad y las etapas ms atrasadas de los obreros judos. Los sionistas trataban de aislar a las masas obreras judas de la lucha general del proletariado.

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epidemia general. Pues la socialdemocracia, y solamente ella, poda hacerlo contraponiendo al nacionalismo el arma probada del internacionalismo, la unidad y la indivisibilidad de la lucha de clases. Y cuanto ms fuerte fuese la oleada de nacionalismo, ms potente deba resonar, la voz de la socialdemocracia en pro de la fraternidad y de la unidad de los proletarios de todas las nacionalidades de Rusia. En estas circunstancias, se requera una firmeza especial por parte de los socialdemcratas de las regiones perifricas, que chocaban directamente con el movimiento nacionalista. Pero no todos los socialdemcratas, y en primer lugar los de las regiones perifricas, acreditaron estar a la altura de su misin. El Bund, que antes destacaba las tareas comunes, empez a poner en primer plano sus objetivos particulares, puramente nacionalistas: la cosa lleg a tal extremo, que proclam como uno de los puntos centrales de su campaa electoral la celebracin del sbado y el reconocimiento del idish58. Tras el Bund sigui el Cucaso: una parte de los socialdemcratas caucasianos, que antes rechazaba, con los dems socialdemcratas caucasianos, la autonoma cultural-nacional, la presenta ahora como reivindicacin inmediata59. Y no hablemos ya de la conferencia de los liquidadores, que sancion diplomticamente las vacilaciones nacionalistas. De esto se deduce que las concepciones de la socialdemocracia de Rusia en cuanto a la cuestin nacional no estn claras an para todos los socialdemcratas. Es imprescindible, evidentemente, proceder a un estudio serio y completo de la cuestin nacional. Es necesario un trabajo coordinado e infatigable de los socialdemcratas consecuentes contra la niebla nacionalista, de dondequiera que venga. 1. La nacin Qu es una nacin? Una nacin es, ante todo, una comunidad, una determinada comunidad de hombres. Esta comunidad no es de raza ni de tribu. La actual nacin italiana fue constituida por romanos, germanos, etruscos, griegos, rabes, etc. La nacin francesa fue formada por galos, romanos, bretones, germanos, etc. Y otro tanto cabe decir de los ingleses, alemanes, etc., cuyas naciones fueron formadas por gentes de razas y tribus diversas. Tenemos, pues, que una nacin no es una comunidad racial o tribal, sino una comunidad de hombres histricamente formada. Por otro lado, es indudable que los grandes Estados de Ciro o de Alejandro no podan ser llamados naciones, aunque se haban formado en el transcurso de la historia y haban sido integrados por
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21 diversas razas y tribus. Esos Estados no eran naciones, sino conglomerados de grupos, accidentales y mal vinculados, que se disgregaban o se unan segn los xitos o derrotas de tal o cual conquistador. Tenemos, pues, que una nacin no es un conglomerado accidental y efmero, sino una comunidad estable de hombres. Pero no toda comunidad estable constituye una nacin. Austria y Rusia son tambin comunidades estables, y, sin embargo, nadie las llama naciones. Qu es lo que distingue a una comunidad nacional de una comunidad estatal? Entre otras cosas, que una comunidad nacional es inconcebible sin un idioma comn, mientras que para un Estado no es obligatorio que haya un idioma comn. La nacin checa, en Austria, y la polaca, en Rusia, no seran posibles sin un idioma comn para cada una de ellas, mientras que para la integridad de Rusia y de Austria no es un obstculo el que dentro de sus fronteras existan varios idiomas. Y al decir esto, nos referimos, naturalmente, a los idiomas que habla el pueblo y no al idioma oficial de cancillera. Tenemos, pues, la comunidad de idioma como uno de los rasgos caractersticos de la nacin. Esto no quiere decir, como es lgico, que diversas naciones hablen siempre y en todas partes idiomas diversos ni que todos los que hablen uno y el mismo idioma constituyan obligatoriamente una sola nacin. Un idioma comn para cada nacin, pero no obligatoriamente diversos idiomas para diversas naciones! No hay nacin que hable a la vez diversos idiomas, pero esto no quiere decir que no pueda haber dos naciones que hablen el mismo idioma! Los ingleses y los norteamericanos hablan el mismo idioma, y a pesar de esto no constituyen una sola nacin. Otro tanto cabe decir de los noruegos y los daneses, de los ingleses y los irlandeses. Y por qu, por ejemplo, los ingleses y los norteamericanos no forman una sola nacin, a pesar de tener un idioma comn? Ante todo, porque no viven conjuntamente, sino en distintos territorios. La nacin slo se forma como resultado de relaciones duraderas y regulares, como resultado de la convivencia de los hombres, de generacin en generacin. Y esta convivencia prolongada no es posible sin un territorio comn. Antes los ingleses y los norteamericanos poblaban un solo territorio, Inglaterra, y constituan una sola nacin. Ms tarde, una parte de los ingleses emigr de este pas a un nuevo territorio, el Norte de Amrica, y aqu, en el nuevo territorio, form a lo largo del tiempo una nueva nacin, la norteamericana. La diversidad de territorios condujo a la formacin de naciones diversas. Tenemos, pues, la comunidad de territorio como uno de los rasgos caractersticos de la nacin. Pero esto no es todo. La comunidad de territorio

Vase: Informe de la IX Conferencia del Bund. Vase: Comunicado de la Conferencia de Agosto.

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22 por s sola no determina todava la nacin. Ha de concurrir, adems, un vnculo econmico interno que suelde en un todo nico las diversas partes de la nacin. Entre Inglaterra y Norteamrica no existe este vnculo; por eso constituyen dos naciones distintas. Y los mismos norteamericanos no mereceran el nombre de nacin si los diversos confines de Norteamrica no estuviesen ligados entre s en una unidad econmica gracias a la divisin del trabajo establecida entre ellos, al desarrollo de las vas de comunicacin, etc. Tomemos, por ejemplo, a los georgianos. Los georgianos de los tiempos anteriores a la reforma vivan en un territorio comn y hablaban un mismo idioma, pero, con todo, no constituan, estrictamente hablando, una sola nacin, pues, divididos en varios principados sin ninguna ligazn entre s, no podan vivir una vida econmica comn; se pasaron siglos guerreando y arruinndose mutuamente, azuzando unos contra otros a los persas o a los turcos. La unificacin efmera y accidental de estos principados, que a veces consegua llevar a cabo cualquier rey afortunado, slo abarcaba, en el mejor de los casos, las esferas superficiales, las esferas administrativas, y pronto saltaba hecha aicos al chocar con los caprichos de los prncipes y la indiferencia de los campesinos. Dada la dispersin econmica de Georgia, no poda ser de otro modo. Georgia no se revel como nacin hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando la cada del rgimen de servidumbre y el desarrollo de la vida econmica del pas, el desarrollo de las vas de comunicacin y el nacimiento del capitalismo establecieron una divisin del trabajo entre sus distintas regiones, quebrantaron por completo el aislamiento econmico de los principados y los unieron en un todo. Y lo mismo hay que decir de otras naciones que han pasado por la fase del feudalismo y en cuyo seno se ha desarrollado el capitalismo. Tenemos, pues, la comunidad de vida econmica, la ligazn econmica como una de las particularidades caractersticas de la nacin. Pero tampoco esto es todo. Adems de lo dicho, hay que tener en cuenta tambin las particularidades de la fisonoma espiritual de los hombres unidos en una nacin. Las naciones no slo se distinguen unas de otras por sus condiciones de vida, sino tambin por su fisonoma espiritual, que se expresa en las particularidades de la cultura nacional. En el hecho de que Inglaterra, Amrica del Norte e Irlanda, an hablando el mismo idioma, formen, no obstante, tres naciones distintas, desempea un papel de bastante importancia la psicologa peculiar que se ha ido formando en cada una de estas naciones, de generacin en generacin, a consecuencia de condiciones de existencia diferentes. Claro est que, por s sola, la psicologa, o el carcter nacional, como otras veces se la llama, es

J. V. Stalin algo imperceptible para el observador; pero como se expresa en las peculiaridades de la cultura comn a toda la nacin, es aprehensible y no puede ser dejada de lado. Huelga decir que el carcter nacional no es algo que exista de una vez para siempre, sino que cambia con las condiciones de vida; pero, por lo mismo que existe en cada momento dado, imprime su sello a la fisonoma de la nacin. Tenemos, pues, la comunidad de psicologa, reflejada en la comunidad de cultura, como uno de los rasgos caractersticos de la nacin. Con esto, hemos sealado todos los rasgos distintivos de una nacin. Nacin es una comunidad humana estable, histricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida econmica y de psicologa, manifestada sta en la comunidad de cultura. Adems, de suyo se comprende que la nacin, como todo fenmeno histrico, se halla sujeta a la ley del cambio, tiene su historia, su comienzo y su fin. Es necesario subrayar que ninguno de los rasgos indicados, tomado aisladamente, es suficiente para definir la nacin. Ms an: basta con que falte aunque slo sea uno de estos rasgos, para que la nacin deje de serlo. Podemos imaginarnos hombres de carcter nacional comn, y, sin embargo, no podremos decir que forman una nacin si estn desligados econmicamente, si viven en territorios distintos, hablan idiomas distintos, etc. As, por ejemplo, los judos de Rusia, de Galitzia, de Amrica, de Georgia y de las montaas del Cucaso no forman, a juicio nuestro, una sola nacin. Podemos imaginarnos hombres con comunidad de territorio y de vida econmica, y, no obstante, no formarn una nacin si entre ellos no existe comunidad de idioma y de carcter nacional. Tal es el caso, por ejemplo, de los alemanes y los letones en la regin del Bltico. Finalmente, los noruegos y los daneses hablan un mismo idioma, pero no forman una sola nacin, por no reunir los dems rasgos distintivos. Slo la presencia conjunta de todos los rasgos distintivos forma la nacin. Podra pensarse que el carcter nacional no es uno de los rasgos distintivos, sino el nico rasgo esencial de la nacin, y que todos los dems constituyen, propiamente hablando, condiciones para el desarrollo de la nacin, pero no rasgos de sta. En este punto de vista se colocan, por ejemplo, los tericos socialdemcratas de la cuestin nacional R. Springer y, sobre todo, O. Bauer, conocidos en Austria. Examinemos su teora de la nacin. Segn Springer, la nacin es una unin de

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hombres que piensan y hablan del mismo modo. Es una comunidad cultural de un grupo de hombres contemporneos, no vinculada con el suelo60. (Subrayado por nosotros.) As, pues, una unin de hombres que piensan y hablan del mismo modo, por muy desunidos que se hallen unos de otros y vivan donde vivan. Bauer va todava ms all. Qu es una nacin? -pregunta-. Es la comunidad de idioma lo que une a los hombres en una nacin? Pero los ingleses e irlandeses hablan la misma lengua, y no forman, sin embargo, un solo pueblo; y los judos no tienen lengua comn alguna, y, sin embargo, forman una nacin61. Qu es, pues, una nacin? La nacin es una comunidad relativa de carcter.62 Pero qu es el carcter, y aqu, en este caso, el carcter nacional? El carcter nacional es la suma de rasgos que distinguen a los hombres de una nacionalidad de los de otra, el conjunto de rasgos fsicos y espirituales que distinguen a una nacin de otra63. Bauer sabe, naturalmente, que el carcter nacional no cae del cielo; por eso aade: El carcter de los hombres no se determina sino por su destino La nacin no es ms que la comunidad de destino, determinada a su vez por las condiciones en que los hombres producen sus medios de existencia y distribuyen los productos de su trabajo64. De este modo, llegamos a la definicin ms completa, segn la expresin de Bauer, de la nacin. Nacin es el conjunto de hombres unidos en una comunidad de carcter sobre la base de una comunida de destinos.65 As, pues, una comunidad de carcter nacional sobre la base de una comunidad de destinos, al margen de todo vnculo obligatorio con una
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23 comunidad de territorio, de lengua y de vida econmica. Pero, en este caso, qu queda en pie de la nacin? De qu comunidad nacional puede hablarse respecto a hombres desligados econmicamente unos de otros, que viven en territorios diferentes y que hablan, de generacin en generacin, idiomas distintos? Bauer habla de los judos como de una nacin, aunque no tienen lengua comn alguna66; pero qu comunidad de destinos y qu vnculos nacionales pueden mediar, por ejemplo, entre judos georgianos, daguestanos, rusos y norteamericanos, completamente desligados los unos de los otros, que viven en diferentes territorios y hablan distintos idiomas? Indudablemente, los mencionados judos viven una vida econmica y poltica comn con los georgianos, los daguestanos, los rusos y los norteamericanos, en una atmsfera cultural comn, y esto no puede por menos de imprimir su sello al carcter nacional de estos judos. Y si en ellos queda algo de comn, es la religin, su mismo origen y algunos vestigios del carcter nacional. Todo esto es indudable. Pero cmo se puede sostener seriamente que unos ritos religiosos fosilizados y unos vestigios psicolgicos que van esfumndose influyan en el destino de los mencionados judos con ms fuerza que la vida econmica, social y cultural que los rodea? Y es que slo partiendo de este supuesto, puede hablarse, en general, de los judos como de una sola nacin. En qu se distingue, entonces, la nacin de Bauer de ese espritu nacional mstico y que se basta a s mismo de los espiritualistas? Bauer establece un limite infranqueable entre el rasgo distintivo de la nacin (el carcter nacional) y las condiciones de su vida, separando el uno de las otras. Pero qu es el carcter nacional sino el reflejo de las condiciones de vida, la condensacin de las impresiones recibidas del medio circundante? Cmo es posible limitarse a no ver ms que el carcter nacional, aislndolo y separndolo del terreno en que brota? Adems, qu era lo que distingua concretamente la nacin inglesa de la norteamericana, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, cuando Amrica del Norte se llamaba todava Nueva Inglaterra? No era, por cierto, el carcter nacional, pues los norteamericanos eran oriundos de Inglaterra y haban llevado consigo a Amrica, adems de la lengua inglesa, el carcter nacional ingls y, como es lgico, no podan perderlo tan pronto, aunque, bajo la influencia de las nuevas condiciones, se estaba formando, seguramente, en ellos su propio carcter. Y, sin embargo, pese a la mayor o menor comunidad
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Vase: R. Springer, El problema nacional, pg. 43, ed. (en ruso) Obschstvennaia Polza, 1909. 61 Vase: O. Bauer, La cuestin nacional y la socialdemocracia, pgs. 1-2, ed. (en ruso) Serp, 1909. 62 O. Bauer, obra cit., pg. 6. 63 O. Bauer, obra cit., pg. 2. 64 O. Bauer, obra cit., pgs. 24-25. 65 O. Bauer, obra cit., pg. 139.

O. Bauer, obra cit., pg. 2.

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24 de carcter, ya entonces constituan una nacin distinta de Inglaterra. Evidentemente, Nueva Inglaterra, como nacin, no se diferenciaba entonces de Inglaterra, como nacin, por su carcter nacional especial, o no se diferenciaba tanto por su carcter nacional como por el medio, por las condiciones de vida, distintas de las de Inglaterra. Est, pues, claro que no existe, en realidad, ningn rasgo distintivo nico de la nacin. Existe slo una suma de rasgos, de los cuales, comparando unas naciones con otras, se destacan con mayor relieve ste (el carcter nacional), aqul (el idioma) o aquel otro (el territorio, las condiciones econmicas). La nacin es la combinacin de todos los rasgos, tomados en conjunto. El punto de vista de Bauer, al identificar la nacin con el carcter nacional, separa la nacin del suelo y la convierte en una especie de fuerza invisible y que se basta a s misma. El resultado no es una nacin viva y que acta, sino algo mstico, imperceptible y de ultra-tumba. Repito, pues, qu nacin juda es sa, por ejemplo, compuesta por judos georgianos, daguestanos, rusos, norteamericanos y otros judos que no se comprenden entre s (pues hablan idiomas distintos), viven en distintas partes del planeta, no se vern jams unos a otros y no actuarn jams conjuntamente, ni en tiempos de paz ni en tiempos de guerra? No, no es para estas naciones, que slo existen sobre el papel, para las que la socialdemocracia establece su programa nacional. La socialdemocracia slo puede tener en cuenta naciones reales, que actan y se mueven y, por tanto, obligan a que se las tenga en cuenta. Bauer, evidentemente, confunde la nacin, que es una categora histrica, con la tribu, que es una categora tnica. Por lo dems, el mismo Bauer se da cuenta, a lo que parece, de la endeblez de su posicin. Despus de presentar decididamente en el comienzo de su libro a los judos como nacin67, al final del mismo se corrige, afirmando que la sociedad capitalista no les permite en absoluto (a los judos) subsistir como nacin, asimilndolos a otras naciones. La razn reside, segn l, en que los judos no poseen un territorio delimitado de colonizacin68, mientras que los checos, por ejemplo, que segn Bauer deben conservarse como nacin, tienen ese territorio. En una palabra: la causa est en la ausencia de territorio. Argumentando as, Bauer quera demostrar que la autonoma nacional no puede ser una reivindicacin de los obreros judos69, pero al mismo tiempo ha refutado sin querer su propia teora, que niega la comunidad de territorio como uno de los rasgos distintivos de la nacin.
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J. V. Stalin Pero Bauer va ms all. Al comienzo de su libro declara resueltamente que los judos no tienen lengua comn alguna, y, sin embargo, forman una nacin70. Y apenas al llegar a la pgina 130 cambia de frente, declarando no menos resueltamente: Es indudable que no puede existir una nacin sin un idioma comn71. (Subrayado por nosotros.) Aqu Bauer quera demostrar que el idioma es el medio ms importante de relacin entre los hombres72, pero al mismo tiempo ha demostrado, sin darse cuenta, algo que no se propona demostrar, a saber: la inconsistencia de su propia teora de la nacin, que niega la importancia de la comunidad de idioma. As se refuta a s misma esta teora, hilvanada con hilos idealistas. 2. El movimiento nacional La nacin no es simplemente una categora histrica, sino una categora histrica de una determinada poca, de la poca del capitalismo ascensional. El proceso de liquidacin del feudalismo y de desarrollo del capitalismo es, al mismo tiempo, el proceso en que los hombres se constituyen en naciones. As sucede, por ejemplo, en la Europa Occidental. Los ingleses, los franceses, los alemanes, los italianos, etc. se constituyeron en naciones bajo la marcha triunfal del capitalismo victorioso sobre el fraccionamiento feudal. Pero all, la formacin de naciones significaba, al mismo tiempo, su transformacin en Estados nacionales independientes. Las naciones inglesa, francesa, etc. son, al mismo tiempo, los Estados ingls, etc. El caso de Irlanda, que queda al margen de este proceso, no cambia el cuadro general. En la Europa Oriental, las cosas ocurren de un modo algo distinto. Mientras que en el Oeste las naciones se desarrollan en Estados, en el Este se forman Estados multinacionales, Estados integrados por varias nacionalidades. Tal es el caso de AustriaHungra y de Rusia. En Austria, los ms desarrollados en el sentido poltico resultaron ser los alemanes, y ellos asumieron la tarea de unificar las nacionalidades austriacas en un Estado. En Hungra, los ms aptos para la organizacin estatal resultaron ser los magiares -el ncleo de las nacionalidades hngaras-, y ellos fueron los unificadores de Hungra. En Rusia, asumieron el papel de unificadores de las nacionalidades los grandes rusos, a cuyo frente estaba una potente y organizada burocracia militar aristocrtica formada en el transcurso de la historia. As ocurrieron las cosas en el Este. Este modo peculiar de formacin de Estados slo poda tener lugar en las condiciones de un feudalismo
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O. Bauer, obra cit., pg. 2. O. Bauer, obra cit., pg. 388. 69 O. Bauer, obra cit., pg. 396.

O. Bauer, obra cit., pg. 2. O. Bauer, obra cit., pg. 130. 72 O. Bauer, obra cit., pg. 130.
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todava sin liquidar, en las condiciones de un capitalismo dbilmente desarrollado, en que las nacionalidades relegadas a segundo plano no haban conseguido an consolidarse econmicamente como naciones integrales. Pero el capitalismo comienza a desarrollarse tambin en los Estados del Este. Se desarrollan el comercio y las vas de comunicacin. Surgen grandes ciudades. Las naciones se consolidan econmicamente. Irrumpiendo en la vida apacible de las nacionalidades postergadas, el capitalismo las hace agitarse y las pone en movimiento. El desarrollo de la prensa y el teatro, la actuacin del Reichsrat (en Austria) y de la Duma (en Rusia) contribuyen a reforzar los sentimientos nacionales. Los intelectuales que surgen en las nacionalidades postergadas se penetran de la idea nacional y actan en la misma direccin. Pero las naciones postergadas que despiertan a una vida propia, ya no se constituyen en Estados nacionales independientes: tropiezan con la poderossima resistencia que les oponen las capas dirigentes de las naciones dominantes, las cuales se hallan desde hace largo tiempo a la cabeza del Estado. Han llegado tarde!... As se constituyeron como nacin los checos, los polacos, etc. en Austria; los croatas, etc. en Hungra; los letones, los lituanos, los ucranianos, los georgianos, los armenios, etc. en Rusia. Lo que en la Europa Occidental era una excepcin (Irlanda) se convierte en regla en el Este. En el Oeste, Irlanda contest a su situacin excepcional con un movimiento nacional. En el Este, las naciones que haban despertado tenan que hacer lo mismo. As fueron crendose las circunstancias que empujaron a la lucha a las naciones jvenes de la Europa Oriental. La lucha comenz y se extendi, en rigor, no entre las naciones en su conjunto, sino entre las clases dominantes de las naciones dominadoras y de las naciones postergadas. La lucha la libran, generalmente, la pequea burguesa urbana de la nacin oprimida contra la gran burguesa de la nacin dominadora (los checos y los alemanes), o bien la burguesa rural de la nacin oprimida contra los terratenientes de la nacin dominante (los ucranianos en Polonia), o bien toda la burguesa nacional de las naciones oprimidas contra la aristocracia gobernante de la nacin dominadora (Polonia, Lituania y Ucrania, en Rusia). La burguesa es el principal personaje en accin. El problema fundamental para la joven burguesa es el mercado. Dar salida a sus mercancas y salir vencedora en su competencia con la burguesa de otra nacionalidad: he ah su objetivo. De aqu su deseo de asegurarse su mercado, un mercado propio. El mercado es la primera escuela en que la

25 burguesa aprende el nacionalismo. Pero, generalmente, la cosa no se limita al mercado. En la lucha se mezcla la burocracia semifeudal-semiburguesa de la nacin dominante con sus mtodos de agarrar y no soltar. La burguesa de la nacin dominadora -lo mismo da que se trate de la gran burguesa o de la pequea- obtiene la posibilidad de deshacerse ms rpida y ms resueltamente de su competidor. Las fuerzas se unifican, y se empieza a adoptar toda una serie de medidas restrictivas contra la burguesa algena, medidas que se convierten en represiones. La lucha pasa de la esfera econmica a la esfera poltica. Limitacin de la libertad de movimiento, trabas al idioma, restriccin de los derechos electorales, reduccin de escuelas, trabas a la religin, etc., etc. llueven sobre la cabeza del competidor. Naturalmente, estas medidas no sirven slo a los intereses de las clases burguesas de la nacin dominadora, sino tambin a los objetivos especficos de casta, por decirlo as, de la burocracia gobernante. Pero, desde el punto de vista de los resultados, esto es absolutamente igual: las clases burguesas y la burocracia se dan la mano en este caso, ya se trate de Austria-Hungra o de Rusia. La burguesa de la nacin oprimida, que se ve acosada por todas partes, se pone, naturalmente, en movimiento. Apela a los de abajo de su pas y comienza a clamar acerca de la patria, haciendo pasar su propia causa por la causa de todo el pueblo. Recluta para s un ejrcito entre sus compatriotas en inters de la patria. Los de abajo no siempre permanecen sordos a sus llamadas, y se agrupan en torno a su bandera: la represin de arriba les afecta tambin a ellos, provocando su descontento. As comienza el movimiento nacional. La fuerza del movimiento nacional est determinada por el grado en que participan en l las extensas capas de la nacin, el proletariado y los campesinos. Que el proletariado se coloque bajo la bandera del nacionalismo burgus, depende del grado de desarrollo de las contradicciones de clase, de la conciencia y de la organizacin del proletariado. El proletariado consciente tiene su propia bandera, ya probada, y no necesita marchar bajo la bandera de la burguesa. En cuanto a los campesinos, su participacin en el movimiento nacional depende, ante todo, del carcter de la represin. Si la represin afecta a los intereses de la tierra, como ocurra en Irlanda, las grandes masas campesinas se colocan inmediatamente bajo la bandera del movimiento nacional. Por otra parte, si en Georgia, por ejemplo, no existe un nacionalismo anti-ruso ms o menos serio, es, sobre todo, porque all no hay terratenientes rusos ni una gran burguesa rusa que pudieran dar pbulo a

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26 este nacionalismo en las masas. En Georgia hay un nacionalismo anti-armenio, pero es porque all existe adems una gran burguesa armenia que, al batir a la pequea burguesa georgiana, an dbil, empuja a sta al nacionalismo anti-armenio. Con sujecin a estos factores, el movimiento nacional o asume un carcter de masas, creciendo ms y ms (Irlanda Galitzia), o se convierte en una serie de pequeas colisiones que degeneran en escndalos y en una lucha por cuestiones de rtulos (como en algunos pueblos de Bohemia). El contenido del movimiento nacional no puede, naturalmente, ser el mismo en todas partes: est determinado ntegramente por las distintas reivindicaciones que presenta el movimiento. En Irlanda, este movimiento tiene un carcter agrario; en Bohemia, gira en torno al idioma; en unos sitios, reclama igualdad de derechos civiles y libertad de cultos; en otros, sus propios funcionarios o su propia Dieta. En las diversas reivindicaciones se traslucen, frecuentemente, los diversos rasgos que caracterizan a una nacin en general (el idioma, el territorio, etc.). Merece notarse que no se encuentra en parte alguna la reivindicacin de ese carcter nacional de Bauer, que lo abarca todo. Y es lgico: por s solo, el carcter nacional es inaprensible, y, como observa acertadamente J. Strasser, con l no hay nada que hacer en la poltica73. Tales son, a grandes rasgos, las formas y el carcter del movimiento nacional. Por lo expuesto se ve claramente que, bajo el capitalismo ascensional, la lucha nacional es una lucha entre las clases burguesas. A veces, la burguesa consigue arrastrar al proletariado al movimiento nacional, y entonces exteriormente parece que en la lucha nacional participa todo el pueblo, pero eso slo exteriormente. En su esencia, esta lucha sigue siendo siempre una lucha burguesa, conveniente y grata principalmente para la burguesa. Pero de aqu no se desprende, ni mucho menos, que el proletariado no deba luchar contra la poltica de opresin de las nacionalidades. La restriccin de la libertad de movimiento, la privacin de derechos electorales, las trabas al idioma, la reduccin de las escuelas y otras medidas represivas afectan a los obreros en grado no menor, si no es mayor, que a la burguesa. Esta situacin no puede por menos de frenar el libre desarrollo de las fuerzas espirituales del proletariado de las naciones sometidas. No se puede hablar seriamente del pleno desarrollo de las facultades espirituales del obrero trtaro o judo, cuando no se le permite servirse de su lengua materna en las asambleas o en las conferencias y cuando se le cierran las escuelas. La poltica de represin nacionalista es tambin peligrosa en otro aspecto para la causa del proletariado. Esta poltica desva la atencin de
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J. V. Stalin extensas capas del mismo de las cuestiones sociales, de las cuestiones de la lucha de clases hacia las cuestiones nacionales, hacia las cuestiones comunes al proletariado y a la burguesa. Y esto crea un terreno favorable para las prdicas mentirosas sobre la armona de intereses, para velar los intereses de clase del proletariado, para esclavizar moralmente a los obreros. De este modo, se levanta una seria barrera ante la unificacin de los obreros de todas las nacionalidades. Si hasta hoy una parte considerable de los obreros polacos permanece bajo la esclavitud moral de los nacionalistas burgueses, si hasta hoy se mantiene al margen del movimiento obrero internacional, es, principalmente, porque la secular poltica anti-polaca de los investidos de Poder crea un terreno favorable para esta esclavitud y entorpece la liberacin de los obreros de la misma. Pero la poltica de represin no se detiene aqu. Del sistema de opresin pasa no pocas veces al sistema de azuzamiento de unas naciones contra otras, al sistema de matanzas y pogromos. Naturalmente, este ltimo sistema no es posible siempre ni en todas partes, pero all donde es posible -cuando no se cuenta con las libertades elementalestoma no pocas veces proporciones terribles, amenazando con ahogar en sangre y en lgrimas la unin de los obreros. El Cucaso y el Sur de Rusia nos dan no pocos ejemplos de esto. Divide e impera: he ah el objetivo de la poltica de azuzamiento. Y en cuanto esta poltica tiene xito, representa un mal tremendo para el proletariado, un obstculo formidable que se levanta ante la unin de los obreros de todas las nacionalidades que integran el Estado. Pero los obreros estn interesados en la fusin completa de todos sus camaradas en un ejrcito internacional nico, en su rpida y definitiva liberacin de la esclavitud moral a que la burguesa los somete, en el pleno y libre desarrollo de las fuerzas espirituales de sus hermanos, cualquiera que sea la nacin a que pertenezcan. Por eso, los obreros luchan y lucharn contra todas las formas de la poltica de opresin de las naciones, desde las ms sutiles hasta las ms burdas, al igual que contra todas las formas de la poltica de azuzamiento de unas naciones contra otras. Por eso, la socialdemocracia de todos los pases proclama el derecho de las naciones a la autodeterminacin. El derecho de autodeterminacin significa que slo la propia nacin tiene derecho a determinar sus destinos, que nadie tiene derecho a inmiscuirse por la fuerza en la vida de una nacin, a destruir sus escuelas y dems instituciones, a atentar contra sus hbitos y costumbres, a poner trabas a su idioma, a restringir sus derechos. Esto no quiere decir, naturalmente, que la

Vase su obra Der Arbeiter und die Nation, 1912, pg. 33.
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socialdemocracia vaya a apoyar todas y cada una de las costumbres e instituciones de una nacin. Luchando contra la violencia ejercida sobre las naciones, slo defender el derecho de la nacin a determinar por s misma sus destinos, emprendiendo al mismo tiempo campaas de agitacin contra las costumbres y las instituciones nocivas de esta nacin, para dar a las capas trabajadoras de dicha nacin la posibilidad de liberarse de ellas. El derecho de autodeterminacin significa que la nacin puede organizarse conforme a sus deseos. Tiene derecho a organizar su vida segn los principios de la autonoma. Tiene derecho a entrar en relaciones federativas con otras naciones. Tiene derecho a separarse por completo. La nacin es soberana, y todas las naciones son iguales en derechos. Eso, naturalmente, no quiere decir que la socialdemocracia vaya a defender todas las reivindicaciones de una nacin, sean cuales fueren. La nacin tiene derecho incluso a volver al viejo orden de cosas, pero esto no significa que la socialdemocracia haya de suscribir este acuerdo de tal o cual institucin de una nacin dada. El deber de la socialdemocracia, que defiende los intereses del proletariado, y los derechos de la nacin, integrada por diversas clases, son dos cosas distintas. Luchando por el derecho de autodeterminacin de las naciones, la socialdemocracia se propone como objetivo poner fin a la poltica de opresin de las naciones, hacer imposible esta poltica y, con ello, minar las bases de la lucha entre las naciones, atenuarla, reducirla al mnimo. En esto se distingue esencialmente la poltica del proletariado consciente de la poltica de la burguesa, que se esfuerza por ahondar y fomentar la lucha nacional, por prolongar y agudizar el movimiento nacional. Por eso, precisamente, el proletariado consciente no puede colocarse bajo la bandera nacional de la burguesa. Por eso, precisamente, la poltica llamada evolutivo-nacional, propuesta por Bauer, no puede ser la poltica del proletariado. El intento de Bauer de identificar su poltica evolutivo-nacional con la poltica de la clase obrera moderna74 es un intento de adaptar la lucha de clase de los obreros a la lucha de las naciones. Los destinos del movimiento nacional, que es en sustancia un movimiento burgus, estn naturalmente vinculados a los destinos de la burguesa. La cada definitiva del movimiento nacional slo es posible con la cada de la burguesa. Slo cuando reine el socialismo se podr instaurar la paz completa. Lo que s se puede, incluso dentro del marco del capitalismo, es reducir al mnimo la lucha nacional, minarla en su
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27 raz, hacerla lo ms inofensiva posible para el proletariado. As lo atestiguan aunque slo sean los ejemplos de Suiza y Norteamrica. Para ello es necesario democratizar el pas y dar a las naciones la posibilidad de desarrollarse libremente. 3. Planteamiento de la cuestin La nacin tiene derecho a determinar libremente sus destinos. Tiene derecho a organizarse como le plazca, naturalmente, siempre y cuando no menoscabe los derechos de otras naciones. Esto es indiscutible. Pero cmo, concretamente, debe organizarse, qu formas debe revestir su futura constitucin, si se toman en cuenta los intereses de la mayora de la nacin y, ante todo, los del proletariado? La nacin tiene derecho a organizarse sobre la base de la autonoma. Tiene derecho incluso a separarse. Pero eso no significa que deba hacerlo bajo cualesquiera condiciones, que la autonoma o la separacin sean siempre y en todas partes ventajosas para la nacin, es decir, para la mayora de ella, es decir, para las capas trabajadoras. Los trtaros de la Transcaucsia, como nacin, pueden reunirse, supongamos, en su Dieta, y, sometindose a la influencia de sus beys y mulhas, restaurar en su pas el viejo orden de cosas, decidir su separacin del Estado. Conforme al punto de la autodeterminacin, tienen perfecto derecho a hacerlo. Pero ira esto en inters de las capas trabajadoras de la nacin trtara? Podran los socialdemcratas contemplar indiferentes cmo los beys y los mulhas arrastraban consigo a las masas en la solucin de la cuestin nacional? No debera la socialdemocracia inmiscuirse en el asunto e influir sobre la voluntad de la nacin en un determinado sentido? No debera presentar un plan concreto para resolver la cuestin, el plan ms ventajoso para las masas trtaras? Pero qu solucin sera la ms compatible con los intereses de las masas trabajadoras? La autonoma, la federacin o la separacin? Todos estos son problemas cuya solucin depende de las condiciones histricas concretas que rodean a la nacin de que se trate. Ms an; las condiciones, como todo, cambian, y una solucin acertada para un momento dado puede resultar completamente inaceptable para otro momento. A mediados del siglo XIX, Marx era partidario de la separacin de la Polonia rusa, y con razn, pues entonces se planteaba el problema de liberar una cultura superior de otra cultura inferior que la destrua. Y entonces el problema no se planteaba solamente en teora, de un modo acadmico, sino en la prctica, en la realidad misma A fines del siglo XIX, los marxistas polacos se manifiestan ya en contra de la separacin de Polonia, y tambin ellos tienen razn, puesto que en los

O. Bauer, obra cit., pg. 166.


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28 ltimos cincuenta aos se han producido cambios profundos en el sentido de un acercamiento econmico y cultural entre Rusia y Polonia. Adems, durante este tiempo, el problema de la separacin ha dejado de ser un problema prctico para convertirse en un tema de discusiones acadmicas, que tal vez apasiona slo a los intelectuales residentes en el extranjero. Esto no excluye, naturalmente, la posibilidad de ciertas coyunturas interiores y exteriores en las cuales el problema de la separacin de Polonia puede estar de nuevo a la orden del da. De ello se desprende que la solucin de la cuestin nacional slo es posible en conexin con las condiciones histricas, tomadas en su desarrollo. Las condiciones econmicas, polticas y culturales que rodean a una nacin dada constituyen la nica clave para la solucin del problema de cmo debe organizarse concretamente tal o cual nacin, de qu formas debe revestir su futura constitucin. Adems, puede ocurrir que cada nacin requiera su propia solucin del problema. Si hay algn terreno en que sea necesario plantear el problema de manera dialctica, es precisamente aqu, en la cuestin nacional. En virtud de esto, debemos declararnos decididamente contra un mtodo muy extendido, pero tambin muy simplista, de resolver la cuestin nacional, que tiene sus orgenes en el Bund. Nos referimos al fcil mtodo de remitirse a la socialdemocracia austriaca y a la sudeslava75, que, segn se dice, han resuelto ya la cuestin nacional y de las que los socialdemcratas rusos deben simplemente tomar prestada su solucin. Se parte del supuesto de que todo lo que es acertado para Austria, por ejemplo, lo es tambin para Rusia. Se pierde de vista lo ms importante y decisivo del caso presente: las condiciones histricas concretas de Rusia, en general, y de la vida de cada nacin dentro de las fronteras de Rusia, en particular. Escuchad, por ejemplo, al conocido bundista V. Kossovski: Cuando en el IV Congreso del Bund se debati la cuestin (se refiere a la cuestin nacional. J. St.) desde el punto de vista de los principios, la solucin de la misma -propuesta por uno de los miembros del Congreso- en el espritu de la resolucin del Partido Socialdemcrata Sudeslavo, encontr la aprobacin general76. En consecuencia, el Congreso adopt por unanimidad la autonoma nacional. Y eso fue todo! Ni un anlisis de la realidad rusa, ni un examen de las condiciones de vida de los judos
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J. V. Stalin en Rusia. Lo primero que se hizo fue tomar prestada la solucin del Partido Socialdemcrata Sudeslavo, luego aprobarla y despus adoptarla por unanimidad! As plantean y resuelven los bundistas la cuestin nacional en Rusia Sin embargo, Austria y Rusia presentan condiciones totalmente distintas. As se explica por qu los socialdemcratas de Austria, al aprobar el programa nacional en Brnn (1899)77, inspirndose en la resolucin del Partido Socialdemcrata Sudeslavo (con algunas enmiendas insignificantes, es cierto), abordaron el problema de una manera completamente no rusa, por decirlo as, y lo resolvieron, naturalmente, de una manera no rusa. Veamos, ante todo, el planteamiento de la cuestin. Cmo plantean la cuestin Springer y Bauer, los tericos austriacos de la autonoma cultural-nacional, esos intrpretes del programa nacional de Brnn y de la resolucin del Partido Socialdemcrata Sudeslavo? Dejamos sin respuesta aqu -dice Springer- la cuestin de si es posible, en general, un Estado multinacional y de si, en particular, las nacionalidades austriacas estn obligadas a formar un todo poltico; estas cuestiones vamos a darlas por resueltas. Para quien no est conforme con esta posibilidad y necesidad, nuestra investigacin carecer, ciertamente, de fundamento. Nuestro tema es el siguiente: puesto que dichas naciones estn obligadas a llevar una existencia conjunta, qu formas jurdicas les permitirn convivir mejor?78. (subrayado por Springer) Tenemos, pues, la integridad estatal de Austria como punto de partida. Y lo mismo dice Bauer: Partimos del supuesto de que las naciones austriacas permanezcan dentro de la misma unin estatal en que ahora conviven, y preguntamos cules sern, dentro de esta unin, las relaciones de las naciones entre s y de todas ellas con el Estado79. Nuevamente la integridad de Austria en primer trmino. Puede la socialdemocracia de Rusia plantear as la cuestin? No, no puede. Y no puede porque se atiene desde el primer momento al punto de vista de la autodeterminacin de las naciones, en virtud de la cual la nacin tiene derecho a separarse. Hasta el bundista Goldblat reconoci en el II
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La socialdemocracia sudeslava acta en el Sur de Austria. Vase: V. Kossovski, Problemas de las nacionalidades, 1907, pgs. 16-17.

El Congreso de Brnn de la socialdemocracia austriaca tuvo lugar del 12 al 17 (24-29) de septiembre de 1899. El texto de la resolucin aprobada por el Congreso en cuanto a la cuestin nacional es reproducido por J. V. Stalin en el captulo siguiente del presente trabajo. 78 Vase: R. Springer, El problema nacional, pg.14. 79 O. Bauer, obra cit., pg. 399.

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Congreso de la socialdemocracia de Rusia que sta no puede renunciar al punto de vista de la autodeterminacin. He aqu lo que dijo entonces Goldblat: Contra el derecho de autodeterminacin no puede objetarse nada. Si una nacin lucha por su independencia, nadie debe oponerse a ello. Si Polonia no quiere contraer un matrimonio legal con Rusia, no somos nosotros quienes hemos de ponerle obstculos. Todo esto es as. Pero de aqu se deduce que los puntos de partida de los socialdemcratas austriacos y rusos, lejos de ser iguales, son, por el contrario, diametralmente opuestos. Puede, despus de esto, hablarse de la posibilidad de tomar prestado de los austriacos el programa nacional? Prosigamos. Los austriacos piensan realizar la libertad de las nacionalidades mediante pequeas reformas a paso lento. Proponiendo la autonoma cultural-nacional como medida prctica, no cuentan para nada con cambios radicales, con un movimiento democrtico de liberacin, que ellos no tienen en perspectiva. En cambio, los marxistas rusos vinculan el problema de la libertad de las nacionalidades con probables cambios radicales, con un movimiento democrtico de liberacin, no teniendo razones para contar con reformas. Y eso hace cambiar esencialmente la cuestin, en lo que se refiere a los probables destinos de las naciones en Rusia. Naturalmente -dice Bauer-, es difcil creer que la autonoma nacional haya de obtenerse como fruto de una gran decisin, de una accin enrgica y audaz. Austria marchar hacia la autonoma nacional paso a paso, por un proceso lento y doloroso, a travs de una dura lucha, como resultado de la cual la legislacin y la administracin se encontrarn en un estado de parlisis crnica. S, el nuevo rgimen jurdico del Estado no se crear por medio de un gran acto legislativo, sino de una multitud de leyes aisladas, promulgadas para determinados territorios y para comunidades determinadas80. Y lo mismo dice Springer: S muy bien -escribe Springer- que las instituciones de este gnero (los organismos de la autonoma nacional. J. St.) no se crean en un ao ni en diez. La sola reorganizacin de la administracin prusiana exigi largo tiempo Prusia necesit dos decenios para establecer definitivamente sus principales instituciones administrativas. Por eso, nadie debe pensar que yo ignoro cunto tiempo y cuntas dificultades le costar a Austria81.
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Todo eso es muy preciso, pero pueden acaso los marxistas rusos no vincular la cuestin nacional a acciones enrgicas y audaces? Pueden ellos contar con reformas parciales, con una multitud de leyes aisladas, como medio para conquistar la libertad de las nacionalidades? Y si no pueden ni deben hacer esto, no se deduce claramente de aqu que los mtodos de lucha y las perspectivas de los austriacos y de los rusos son completamente distintos? Cmo, en esta situacin, es posible limitarse a la autonoma cultural-nacional, unilateral y a medias, de los austriacos? Una de dos: o los partidarios de la solucin prestada no cuentan con acciones enrgicas y audaces en Rusia, o cuentan con ellas, pero no saben lo que hacen. Finalmente, Rusia y Austria se hallan ante tareas inmediatas completamente distintas, razn por la cual tambin es distinto el mtodo que se impone para la solucin de la cuestin nacional. Austria vive bajo las condiciones del parlamentarismo; sin parlamento, no sera posible el desarrollo de aquel pas en las circunstancias actuales. Pero en Austria la vida parlamentaria y la legislacin se paralizan completamente, no pocas veces, a causa de graves choques entre los partidos nacionales. As se explica la crisis poltica crnica que desde hace largo tiempo viene padeciendo Austria. Esto hace que la cuestin nacional sea all el eje de la vida poltica, un problema de vida o muerte. No es sorprendente, por tanto, que los polticos socialdemcratas austriacos se esfuercen en resolver, ante todo, de un modo o de otro, el problema de los choques nacionales; en resolverlo, claro est, sobre la base del parlamentarismo existente, por mtodos parlamentarios. No ocurre as en Rusia. En primer lugar, en Rusia no tenemos, gracias a Dios, parlamento82. En segundo lugar -y esto es lo fundamental-, el eje de la vida poltica de Rusia no es la cuestin nacional, sino la agraria. Por eso, los destinos del problema ruso, y, por consiguiente, tambin los de la liberacin de las naciones, estn vinculados en Rusia a la solucin de la cuestin agraria, es decir, a la destruccin de los restos feudales, es decir, a la democratizacin del pas. A ello se debe que en Rusia la cuestin nacional no se presente como una cuestin independiente y decisiva, sino como parte del problema general y ms importante de liberar al pas de los restos feudales. La esterilidad del parlamento austriaco -escribe Springer- se debe precisamente a que cada reforma engendra dentro de los partidos nacionales contradicciones que destruyen su cohesin; por eso
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O. Bauer, obra cit., pg. 422. R. Springer, obra citada., pgs. 281-282.

No tenemos, gracias a Dios, parlamento: palabras pronunciadas en la Duma de Estado por V. Kokvtsev, ministro zarista de Hacienda (ms tarde, primer ministro), el 24 de abril de 1908.

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30 los jefes de los partidos rehyen cuidadosamente todo lo que huele a reforma. En Austria, el progreso slo es concebible en el caso de que a las naciones se les concedan posiciones legales imprescriptibles que les releven de la necesidad de mantener en el parlamento destacamentos de lucha permanentes y les permitan entregarse a la solucin de los problemas econmicos y sociales83. Y lo mismo dice Bauer: La paz nacional es necesaria ante todo para el Estado. El Estado no puede en modo alguno tolerar que la legislacin se paralice por una estpida cuestin de idioma, por la ms leve querella entre las gentes excitadas en cualquier zona plurilinge, por cada nueva escuela84. Todo esto es comprensible. Pero no menos comprensible es que en Rusia la cuestin nacional est situada en un plano completamente distinto. No es la cuestin nacional, sino la cuestin agraria la que decide el destino del progreso en Rusia; la cuestin nacional es una cuestin subordinada. Tenemos, pues, un planteamiento distinto de la cuestin, distintas perspectivas y distintos mtodos de lucha, distintas tareas inmediatas. Acaso no es evidente que, en esta situacin, slo hombres aficionados al papeleo, que resuelven la cuestin nacional fuera del espacio y del tiempo, pueden seguir el ejemplo de Austria y tomar prestado su programa? Repito: condiciones histricas concretas como punto de partida y planteamiento dialctico de la cuestin como el nico planteamiento acertado: sa es la clave para la solucin del problema nacional. 4. La autonoma cultural-nacional Ms arriba hemos hablado del aspecto formal del programa nacional austriaco, de los fundamentos metodolgicos en virtud de los cuales los marxistas rusos no pueden simplemente tomar ejemplo de la socialdemocracia austriaca y hacer suyo el programa de sta. Hablemos ahora del programa mismo en su aspecto sustancial. As, pues, cul es el programa nacional de los socialdemcratas austriacos? Este programa se expresa en dos palabras: autonoma cultural-nacional. Ello significa, en primer lugar, que la autonoma no se concede, supongamos, a Bohemia o a Polonia, habitadas principalmente por checos y polacos, sino a los checos y polacos en general, independientemente del territorio y sea cual fuere la regin de Austria en que habiten.
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J. V. Stalin Es sta la razn de que tal autonoma se denomine nacional y no territorial. Ello significa, en segundo lugar, que los checos, los polacos, los alemanes, etc., diseminados por los distintos confines de Austria, considerados individualmente, como personas distintas, se organizan en naciones ntegras y entran, como tales, a formar parte del Estado austriaco. Y as Austria no ser una unin de regiones autnomas, sino una unin de nacionalidades autnomas, constituidas independientemente del territorio. Ello significa, en tercer lugar, que las instituciones nacionales de tipo general que han de ser creadas con estos fines para los polacos, los checos, etc. no entendern en los asuntos polticos, sino solamente en los culturales. Las cuestiones especficamente polticas se concentrarn en el parlamento (Reichsrat) de toda Austria. Por eso, esta autonoma se denomina, adems, cultural, cultural-nacional. He aqu el texto del programa aprobado por la socialdemocracia austriaca en el Congreso de Brnn de 189985. Despus de indicar que las disensiones nacionales en Austria impiden el progreso poltico, que la solucin definitiva de la cuestin nacional es, ante todo, una necesidad cultural y que esta solucin slo es posible en una sociedad autnticamente democrtica, constituida sobre la base del sufragio universal, directo e igual, el programa contina: La conservacin y el desarrollo de las particularidades nacionales86 de todos los pueblos de Austria slo es posible sobre la base de la plena igualdad de derechos y de la ausencia de toda clase de opresin. Por tanto, debe ser rechazado, en primer trmino, todo centralismo burocrtico del Estado, lo mismo que los privilegios feudales de los territorios. En estas condiciones, y solamente en estas condiciones, se podr establecer en Austria el orden nacional en vez de las disensiones nacionales; precisamente sobre la base de los siguientes principios: 1. Austria debe ser transformada en un Estado que represente una unin democrtica de nacionalidades. 2. En lugar de los territorios histricos de la Corona deben formarse corporaciones autnomas nacionalmente delimitadas, en cada una de las cuales
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R. Springer, obra citada., pg. 36. O. Bauer, obra cit., pg. 401.

Por dicho programa votaron tambin los representantes del Partido Socialdemcrata Sudeslavo. Vase: Debates sobre la cuestin nacional en el Congreso de Brnn del Partido, 1906; pg.72. 86 La traduccin rusa de M. Panin (v. el libro de Bauer, traducido por Panin), en lugar de particularidades nacionales dice individualidades nacionales. Panin traduce errneamente este pasaje, pues en el texto alemn no existe la palabra individualidades, sino nationalen Eigenart, es decir, particularidades, lo que dista mucho de ser una y la misma cosa.

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la legislacin y la administracin se confen a cmaras nacionales elegidas sobre la base del sufragio universal, directo e igual. 3. Todas las regiones autnomas de una y la misma nacin forman en conjunto una unin nacional nica, que resuelve sus asuntos nacionales de una manera absolutamente autnoma. 4. Los derechos de las minoras nacionales son garantizados por una ley especial promulgada por el Parlamento imperial. El programa termina con un llamamiento a la solidaridad de todas las naciones de Austria87. No es difcil advertir que en este programa han quedado algunas huellas de territorialismo, pero en trminos generales es la formulacin de la autonoma nacional. No en vano Springer, el primer agitador en pro de la autonoma cultural-nacional, lo acoge con entusiasmo88. Bauer lo aprueba tambin, calificndolo de victoria terica89 de la autonoma nacional; nicamente, en inters de una mayor claridad, propone sustituir el punto 4 por una formulacin ms precisa, que hable de la necesidad de constituir la minora nacional dentro de cada regin autnoma como una corporacin de derecho pblico, para regentar los asuntos de las escuelas y otros asuntos culturales. Tal es el programa nacional de la socialdemocracia austriaca. Examinemos sus fundamentos cientficos. Veamos cmo fundamenta la socialdemocracia austriaca la autonoma cultural-nacional, por la que aboga. Dirijmonos a los tericos de esta ltima, a Springer y Bauer. El punto de partida de la autonoma nacional es el concepto de la nacin como una unin de personas, independientemente de todo territorio determinado. La nacionalidad -segn Springer- no guarda la menor relacin sustancial con el territorio; la nacin es una unin autnoma de personas90. Bauer habla tambin de la nacin como de una comunidad de personas, a la que no se otorga una dominacin exclusiva en ninguna regin determinada91. Pero las personas que componen una nacin no siempre viven agrupadas en una masa compacta; frecuentemente se dividen en grupos, y en esta forma se incrustan en organismos nacionales ajenos. Es el capitalismo el que las acucia a ir a diversas regiones
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31 y ciudades a ganar su pan. Pero al entrar en territorios nacionales ajenos, formando en ellos minoras, estos grupos sufren a consecuencia de las trabas que las mayoras nacionales del sitio en que residen ponen a su idioma, a sus escuelas, etc. De aqu los conflictos nacionales. De aqu la inutilidad de la autonoma territorial. La nica salida de esta situacin, a juicio de Springer y de Bauer, es organizar las minoras de una nacionalidad dada, dispersas por las diversas regiones del Estado, en una sola unin nacional general, comn a todas las clases. Slo semejante unin podra defender, a juicio de ellos, los intereses culturales de las minoras nacionales, slo ella sera capaz de poner fin a las discordias nacionales. De esto se deduce -dice Springer- la necesidad de constituir las nacionalidades, de dotarlas de derechos y deberes92 Por cierto, una ley se promulga fcilmente, pero tendr la eficacia que de ella se espera? Si queris crear una ley para las naciones, lo primero que tenis que hacer es crear estas naciones93 Sin constituir las nacionalidades, es imposible crear el derecho nacional y eliminar las disensiones nacionales94. Bauer se manifiesta en el mismo sentido cuando formula como una reivindicacin de la clase obrera la constitucin de las minoras en corporaciones de derecho pblico, basadas en el principio personal95. Pero cmo han de organizarse las naciones? Cmo ha de determinarse cundo un individuo pertenece a sta o a la otra nacin? La nacionalidad -dice Springer- se determina por medio de certificados nacionales; cada individuo que viva en una regin dada estar obligado a declarar a qu nacionalidad pertenece96. El principio personal -dice Bauer- presupone que la poblacin se dividir por nacionalidades sobre la base de la libre declaracin de los ciudadanos adultos, para lo cual deben organizarse censos nacionales97. Y ms adelante: Todos los alemanes -dice Bauer- domiciliados en regiones nacionalmente homogneas y todos los alemanes inscritos en los censos nacionales de las regiones mixtas, constituirn la nacin alemana y elegirn un consejo nacional.
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Vase: Verhandlungen des Gesammtpartcitages Brnn, 1899. 88 R. Springer, obra cit., pg. 286. 89 O. Bauer, obra cit., pg. 549. 90 R. Springer, obra cit., pg. 19. 91 O. Bauer, obra cit., pg. 286.

R. Springer, obra cit., pg. 74. R. Springer, obra cit., pgs. 88-89. 94 R. Springer, obra cit., pg. 89. 95 O. Bauer, obra cit., pg. 552. 96 R. Springer, obra cit., pg. 226. 97 O. Bauer, obra cit., pg. 368.

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32 Otro tanto hay que decir de los checos, los polacos, etc. El consejo nacional es -segn Springer- el parlamento cultural-nacional, llamado a fijar los principios y aprobar los medios necesarios para velar por la enseanza nacional, la literatura nacional, el arte y la ciencia, la organizacin de academias, museos, galeras, teatros, etc.98. Tal es la organizacin de una nacin y su institucin central. Formando tales instituciones, comunes a todas las clases, el Partido Socialdemcrata Austriaco aspira, en opinin de Bauer, a convertir la cultura nacional en patrimonio de todo el pueblo, y de este modo -el nico posible- unir a todos los miembros de la nacin en una comunidad nacional-cultural99. (subrayado por nosotros.) Podra pensarse que todo esto slo guarda relacin con Austria. Pero Bauer no est conforme con ello. Afirma resueltamente que la autonoma nacional es tambin obligatoria para los dems Estados constituidos, como Austria, por varias nacionalidades. A la poltica nacional de las clases poseedoras, a la poltica de la conquista del Poder en un Estado multinacional, el proletariado de todas las naciones contrapone -segn Bauer- su reivindicacin de la autonoma nacional100. Y luego, sustituyendo imperceptiblemente la autodeterminacin de las naciones por la autonoma nacional, prosigue: Y as, la autonoma nacional, la autodeterminacin de las naciones, se convierte inevitablemente en el programa constitucional del proletariado de todas las naciones que viven dentro de un Estado multinacional.101 Pero Bauer va todava ms lejos. Est profundamente convencido de que las uniones nacionales comunes a todas las clases, constituidas por l y por Springer, habrn de servir de prototipo para la futura sociedad socialista. Pues sabe que el rgimen social socialista desmembrar a la humanidad en comunidades nacionalmente delimitadas102, que en el socialismo se realizar la agrupacin de la humanidad en

J. V. Stalin comunidades nacionales autnomas103, que, de este modo, la sociedad socialista presentar, indudablemente, un cuadro abigarrado de uniones nacionales de personas y de corporaciones territoriales104 y que, por tanto, el principio socialista de la nacionalidad es la sntesis suprema del principio nacional y de la autonoma nacional105. Creemos que es suficiente. Tal es la fundamentacin de la autonoma cultural-nacional en las obras de Bauer y Springer. Ante todo, salta a la vista la sustitucin absolutamente incomprensible y no justificada, en modo alguno, de la autodeterminacin de las naciones por la autonoma nacional. Una de dos: o Bauer no comprende lo que es autodeterminacin o lo comprende y, por una u otra razn, restringe deliberadamente este concepto. Pues es indudable: a) que la autonoma cultural-nacional implica la integridad del Estado compuesto por varias nacionalidades, mientras que la autodeterminacin se sale del marco de esta integridad; b) que la autodeterminacin da a la nacin toda la plenitud de derechos, mientras que la autonoma nacional slo le da derechos culturales. Esto, en primer lugar. En segundo lugar, cabe perfectamente dentro de lo posible que en el futuro concurran tales circunstancias interiores y exteriores, que esta o la otra nacionalidad se decida a salirse del Estado multinacional de que forma parte, por ejemplo, de Austria (acaso en el Congreso de Brnn los socialdemcratas rutenos no se declararon dispuestos a unir en un todo las dos partes de su pueblo?106). Qu hacer, en tal caso, con la autonoma nacional inevitable para el proletariado de todas las naciones? Qu solucin del problema es sta, que encaja mecnicamente a las naciones en el lecho de Procusto de la integridad de un Estado? Prosigamos. La autonoma nacional est en contradiccin con todo el curso del desarrollo de las naciones. Da la consigna de organizar las naciones. Pero pueden las naciones soldarse artificialmente, si la vida, si el desarrollo econmico desgaja de ellas a grupos enteros y los dispersa por diversos territorios? No cabe duda de que en las primeras fases del capitalismo las naciones se cohesionan. Pero asimismo es indudable que en las fases superiores del capitalismo comienza un proceso de dispersin de las naciones, un proceso en el que se separa de las naciones toda una serie de grupos que salen a ganarse el pan y que acaban asentndose definitivamente en otros territorios del Estado. De este modo, los grupos que cambian de residencia pierden los viejos vnculos y adquieren otros nuevos en los nuevos
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R. Springer, obra cit., pg. 234. O. Bauer, obra cit., pg. 553. 100 O. Bauer, obra cit., pg. 337. 101 O. Bauer, obra cit., pg. 333. 102 O. Bauer, obra cit., pg. 555.

O. Bauer, obra cit., pg. 556. O. Bauer, obra cit., pg. 543. 105 O. Bauer, obra cit., pg. 542. 106 Vase: Debates sobre la cuestin nacional en el Congreso de Brnn, pg. 48.
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sitios, asimilan, de generacin en generacin, nuevos hbitos y nuevos gustos, y, tal vez, tambin un nuevo idioma. Y se pregunta: es posible fundir en una sola unin nacional a estos grupos, disociados unos de otros? Dnde estn los aros mgicos con los cuales pudiera unirse lo que no tienen unin posible? Sera concebible cohesionar en una nacin, por ejemplo, a los alemanes del Bltico y a los alemanes de la Transcaucasia? Y si todo esto es inconcebible e imposible, en qu se distingue, en este caso, la autonoma nacional de la utopa de los viejos nacionalistas, que se esforzaban en volver atrs el carro de la historia? Pero la unidad de una nacin no se desmorona solamente por efecto de las migraciones. Se desmorona tambin por causas internas, por efecto de la agudizacin de la lucha de clases. En las primeras fases del capitalismo an poda hablarse de la comunidad cultural del proletariado y la burguesa. Pero, con el desarrollo de la gran industria y con la agudizacin de la lucha de clases, esta comunidad comienza a esfumarse. No es posible hablar seriamente de comunidad cultural de una nacin, cuando los patronos y los obreros de la misma nacin dejan de entenderse unos a otros. De qu comunidad de destinos puede hablarse cuando la burguesa est sedienta de guerra y el proletariado declara la guerra a la guerra? Se puede, con estos elementos antagnicos, organizar una unin nacional nica y comn a todas las clases? Es posible, despus de esto, hablar de la unin de todos los miembros de la nacin en una comunidad nacionalcultural107? No se desprende claramente de aqu que la autonoma nacional se contradice con toda la marcha de la lucha de clases? Pero admitamos por un momento que la consigna de organizad la nacin! sea una consigna viable. Todava podra uno comprender a los parlamentarios nacionalistas burgueses, que se esfuerzan en organizar la nacin con objeto de obtener ms votos. Pero desde cundo los socialdemcratas se dedican a organizar naciones, a constituir naciones, a crear naciones? Qu socialdemcratas son esos que, en una poca de la ms intensa agudizacin de la lucha de clases, se ponen a organizar uniones nacionales comunes a todas las clases? Hasta ahora, la socialdemocracia austriaca, como todas las dems, tena una sola misin: organizar al proletariado. Pero, por lo visto, esta misin est anticuada. Ahora Springer y Bauer sealan una misin nueva, ms sugestiva: la de crear, la de organizar la nacin. Por lo dems, la lgica obliga: quien acepta la autonoma nacional tiene que aceptar tambin esta nueva misin; pero eso equivale a abandonar las posiciones de clase, a pisar la senda del
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33 nacionalismo. La autonoma cultural-nacional de Springer y Bauer es una sutil variedad del nacionalismo. Y no es, ni mucho menos, fortuito que el programa nacional de los socialdemcratas austriacos imponga la obligacin de velar por la conservacin y el desarrollo de las particularidades nacionales de los pueblos. Fijaos bien en lo que significara conservar tales particularidades nacionales de los trtaros de la Transcaucasia como la autoflagelacin en la fiesta del Shajsei-Vajsei o desarrollar tales peculiaridades nacionales de los georgianos como el derecho de venganza!... Este punto estara muy en su lugar en un programa rabiosamente burgus-nacionalista, y si figura en el programa de los socialdemcratas austriacos es porque la autonoma nacional tolera puntos semejantes y no est en contradiccin con ellos. Pero la autonoma nacional, inservible para la sociedad presente, lo es todava ms para la futura, para la sociedad socialista. La profeca de Bauer de la desmembracin de la humanidad en comunidades nacionalmente delimitadas108 queda refutada por toda la trayectoria del desarrollo de la humanidad moderna. Las barreras nacionales, lejos de reforzarse, se desmoronan y caen. Ya en la dcada del 40, Marx deca que el aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de da en da y que el dominio del proletariado los har desaparecer ms de prisa todava109. El desarrollo ulterior de la humanidad, con el crecimiento gigantesco de la produccin capitalista, con la mezcolanza de nacionalidades y la unificacin de los individuos en territorios cada vez ms vastos, confirma rotundamente la idea de Marx. El deseo de Bauer de presentar la sociedad socialista bajo la forma de un cuadro abigarrado de uniones nacionales de personas y de corporaciones territoriales es un tmido intento de suplantar la concepcin de Marx del socialismo por la concepcin, reformada, de Bakunin. La historia del socialismo revela que todos los intentos de este gnero llevan siempre en su seno los elementos de una bancarrota inevitable. Y no hablemos ya de ese principio socialista de la nacionalidad ensalzado por Bauer y que es, a juicio nuestro, la sustitucin del principio socialista de la lucha de clases por un principio burgus, por el principio de la nacionalidad. Si la autonoma nacional arranca de un principio tan dudoso, necesario es reconocer que slo puede inferir dao al movimiento obrero.
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O. Bauer, obra cit., pg. 553.

Vase el comienzo de este captulo. Vase el II captulo del Manifiesto del Partido Comunista de C. Marx y F. Engels (C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. I, pg. 39, ed. en espaol, Mosc, 1951).

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34 Es cierto que este nacionalismo no se transparenta tanto, pues se enmascara hbilmente con frases socialistas; por eso es tanto ms daoso para el proletariado. Al nacionalismo franco siempre se le puede batir: no es difcil discernirlo. Es mucho ms difcil luchar contra un nacionalismo enmascarado y no identificable bajo su careta. Protegido con la coraza del socialismo, es menos vulnerable y ms vivaz. Como vive entre los obreros, emponzoa la atmsfera, sembrando ideas dainas de desconfianza mutua y de aislamiento entre los obreros de distintas nacionalidades. Pero el dao que causa la autonoma nacional no se reduce a esto. No slo prepara el terreno al aislamiento de las naciones, sino tambin a la fragmentacin del movimiento obrero unido. La idea de la autonoma nacional sienta las premisas psicolgicas para la divisin del partido obrero unido en diversos partidos organizados por nacionalidades. Tras los partidos se fraccionan los sindicatos, y el resultado es un completo aislamiento. Y as, un movimiento de clase unido se desparrama en distintos riachuelos nacionales aislados. Austria, cuna de la autonoma nacional, nos proporciona los ms deplorables ejemplos de este fenmeno. El Partido Socialdemcrata Austriaco, en otro tiempo unido, comenz ya en 1897 (en el Congreso de Wimberg110) a fraccionarse en distintos partidos separados. Despus del Congreso de Brnn (1899), en que se aprob la autonoma nacional, el fraccionamiento se acentu todava ms. Por ltimo, la cosa ha llegado hasta el punto de que, en vez de un partido internacional unido, hoy existen seis partidos nacionales, de los que uno, el Partido Socialdemcrata Checo, no quiere incluso tener la menor relacin con la socialdemocracia alemana. A los partidos estn vinculados los sindicatos. En Austria, lo mismo en unos que en otros, la labor principal pesa sobre los mismos obreros socialdemcratas. Haba, pues, razones para temer que el separatismo en el seno del partido llevase al separatismo dentro de los sindicatos, que stos se fraccionasen tambin. Y as ha ocurrido, en efecto: los sindicatos se han dividido tambin por nacionalidades. Y ahora las cosas llegan no pocas veces al extremo de que los obreros checos rompan una huelga sostenida por los obreros alemanes o luchen en las elecciones municipales junto a la burguesa checa contra los obreros de nacionalidad alemana. De lo expuesto se desprende que la autonoma cultural-nacional no resuelve la cuestin nacional. Lejos de ello, la exacerba y la embrolla, abonando el terreno para escindir la unidad del movimiento
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J. V. Stalin obrero, para aislar a los obreros por nacionalidades, para acentuar las fricciones entre ellos. Tales son los frutos de la autonoma nacional. 5. El bund, su nacionalismo y su separatismo Hemos dicho ms arriba que Bauer, reconociendo que la autonoma nacional es necesaria para los checos, los polacos, etc., se declara, no obstante, contrario a esta autonoma para los judos. A la pregunta de debe la clase obrera reivindicar la autonoma para el pueblo judo?, Bauer contesta que la autonoma nacional no puede ser una reivindicacin de los obreros judos111. La causa reside, a juicio de Bauer, en que la sociedad capitalista no les permite (a los judos. J. St.) subsistir como nacin112. Resumiendo: la nacin juda est dejando de existir; por tanto, no hay para quin reivindicar la autonoma nacional. Los judos van siendo asimilados. Esta opinin acerca de los destinos de los judos como nacin no es nueva. Marx la expres ya en la dcada del 40113, refirindose, principalmente, a los judos alemanes. Kautsky la repiti en 1903114, refirindose a los judos rusos. Ahora la repite Bauer con relacin a los judos austriacos. Con la diferencia, sin embargo, de que l no niega el presente, sino el futuro de la nacin juda. Bauer explica la imposibilidad de que los judos subsistan como nacin por el hecho de que los judos no poseen un territorio delimitado de colonizacin115. Esta explicacin, acertada en principio, no expresa, sin embargo, toda la verdad. La razn estriba, ante todo, en que los judos no tienen una capa de poblacin extensa y estable ligada a la tierra y que cohesione de un modo natural a la nacin, no slo como su osamenta, sino tambin como mercado nacional. De los 5 6 millones de judos rusos, slo un 3 4% se halla vinculado de un modo o de otro a la agricultura. El 96% restante trabaja en el comercio, en la industria, en las instituciones urbanas, y, en general, habita en las ciudades y, adems, diseminado por toda Rusia, sin constituir la mayora ni en una sola provincia. De este modo, incrustados como minoras nacionales en territorios de otra nacionalidad, los judos sirven principalmente a naciones ajenas como industriales y comerciantes y tambin ejerciendo profesiones liberales, adaptndose de un modo natural a las naciones ajenas en cuanto al idioma, etc. Todo esto, sumado a la creciente mezcolanza de las nacionalidades, peculiar de las
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El Congreso de Viena (o de Wimberg, por el nombre del hotel de Viena en que celebr sus sesiones) del Partido Socialdemcrata Austriaco tuvo lugar del 25 al 31 de mayo (6-12 de junio) de 1897.

O. Bauer, obra cit., pg. 381-396. O. Bauer, obra cit., pg. 389. 113 C. Marx, Sobre la cuestin juda, 1906. 114 C. Kautsky, La matanza de Kishiniov y la cuestin juda, 1903. 115 O. Bauer, obra cit., pg. 388.

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formas desarrolladas del capitalismo, conduce a la asimilacin de los judos. La abolicin de las zonas de asentamiento no har ms que acelerar esta asimilacin. Por esta razn, la cuestin de la autonoma nacional reviste, en lo que a los judos rusos se refiere, un carcter un tanto peregrino: se propone la autonoma para una nacin cuyo futuro se niega y cuya existencia necesita todava ser demostrada! No obstante, el Bund se coloc en esta posicin peregrina y precaria, al adoptar en su VI Congreso (1905) un programa nacional en el espritu de la autonoma nacional. Dos circunstancias indujeron al Bund a dar este paso. La primera circunstancia es la existencia del Bund como organizacin de los obreros socialdemcratas judos y solamente judos. Ya antes de 1897 los grupos socialdemcratas que trabajaban entre los obreros judos se propusieron el objetivo de crear una organizacin obrera especficamente juda116. En 1897 crearon esta organizacin unificndose en el Bund. Ocurri esto en la poca en que, de hecho, la socialdemocracia de Rusia no exista an como un todo. Desde entonces, el Bund ha ido creciendo y extendindose continuamente, destacndose cada vez ms sobre el fondo de los das grises de la socialdemocracia de Rusia Pero he aqu que llegan los aos del novecientos. Comienza el movimiento obrero de masas. Crece la socialdemocracia polaca y arrastra a la lucha de masas a los obreros judos. Crece la socialdemocracia de Rusia y se atrae a los obreros bundistas. El marco nacional del Bund, carente de una base territorial, comienza a hacerse estrecho. Ante el Bund se plantea el problema de disolverse en la ola internacional general o defender su existencia independiente, como organizacin extraterritorial. Y el Bund opta por lo segundo. As se crea la teora del Bund, como nico representante del proletariado judo. Pero justificar esta extraa teora de una manera ms o menos sencilla resultaba imposible. Era necesario encontrar una base de principio, una justificacin de principio. La autonoma culturalnacional result ser esta base. Y el Bund se aferr a ella, tomndola prestada de la socialdemocracia austriaca. Si los austriacos no hubiesen tenido semejante programa, el Bund lo habra inventado para justificar en el terreno de los principios su existencia independiente. De este modo, despus del tmido intento hecho en 1901 (IV Congreso), el Bund adopta definitivamente el programa nacional en 1905 (VI Congreso). La segunda circunstancia es la situacin especial de los judos como minoras nacionales en las
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35 regiones con mayoras compactas de otras nacionalidades. Ya hemos dicho que esta situacin mina la existencia de los judos como nacin, situndolos en el camino de la asimilacin. Pero esto es un proceso objetivo. Subjetivamente, en las mentes de los judos provoca una reaccin y plantea el problema de las garantas para los derechos de la minora nacional, de las garantas contra la asimilacin. Predicando la vitalidad de la nacionalidad juda, el Bund no poda por menos de situarse en el punto de vista de las garantas. Y, una vez adoptada esta posicin, no poda por menos de aceptar la autonoma nacional, pues si el Bund haba de acogerse a una autonoma cualquiera, sta no poda ser otra que la nacional, es decir, culturalnacional: la carencia de un territorio definido e ntegro no permita ni hablar de una autonoma poltico-territorial para los judos. Es significativo que el Bund subrayase desde el primer momento el carcter de la autonoma nacional como garanta de los derechos de las minoras nacionales, como garanta del libre desarrollo de las naciones. Y tampoco es casual que Goldblat, el representante del Bund en el II Congreso de la socialdemocracia de Rusia, formulase la autonoma nacional como instituciones que les garanticen (a las naciones. J. St.) plena libertad de desarrollo cultural117. La misma proposicin presentaron a la minora socialdemcrata de la IV Duma los partidarios de las ideas del Bund As fue como el Bund adopt la peregrina posicin de la autonoma nacional de los judos. Ms arriba hemos analizado la autonoma nacional en lneas generales. Este anlisis ha puesto de manifiesto que la autonoma nacional conduce al nacionalismo. Ms adelante veremos que el Bund ha llegado a ese mismo final. Pero el Bund enfoca, adems, la autonoma nacional en un aspecto especial, como garanta de los derechos de las minoras nacionales. Examinemos tambin la cuestin en este aspecto especial. Ello es tanto ms necesario por cuanto la cuestin de las minoras nacionales, y no slo de las judas, encierra para la socialdemocracia una gran importancia. Tenemos, pues, instituciones que garanticen a las naciones plena libertad de desarrollo cultural. Pero qu instituciones son sas que garantizan, etc.? (Subrayado por nosotros. J. St.) Ante todo, el consejo nacional de SpringerBauer, algo por el estilo de una Dieta para asuntos culturales. Pero acaso pueden estas instituciones garantizar la plena libertad de desarrollo cultural de la nacin? Acaso puede una Dieta para asuntos culturales garantizar a la nacin contra las represiones nacionalistas?
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Vase: Formas del movimiento nacional, etc., redactado por Kastellanski, pg. 772.

Vase Actas del II Congreso, pg. 176.

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36 El Bund entiende que s. Pero la historia dice lo contrario. En la Polonia rusa existi en un tiempo una Dieta, una Dieta poltica, y sta, naturalmente, se esforzaba por garantizar la libertad de desarrollo cultural de los polacos, pero no slo no lo consigui, sino que por el contrario- ella misma sucumbi en lucha desigual contra las condiciones polticas generales imperantes en Rusia. En Finlandia existe desde hace largo tiempo una Dieta, que tambin se esfuerza por defender a la nacionalidad finlandesa contra los atentados. Pero si puede hacer mucho en este sentido, es cosa que est a la vista de todo el mundo. Naturalmente que no todas las Dietas son iguales, y con la Dieta democrticamente organizada de Finlandia no es tan fcil arreglrselas como con la Dieta aristocrtica polaca. Pero lo decisivo no es, sin embargo, la Dieta misma, sino el orden general de cosas reinante en Rusia. Si hoy existiese en Rusia un orden de cosas poltico-social tan brutalmente asitico como en el pasado, en los aos en que fue abolida la Dieta polaca, a la Dieta finlandesa le ira mucho peor. Por otra parte, la poltica de atentados contra Finlandia se acenta, y no se puede decir que esta poltica sufra derrotas Y si as se presentan las cosas tratndose de instituciones antiguas, formadas en el transcurso de la historia, de Dietas polticas, menos han de poder garantizar el libre desarrollo de las naciones Dietas jvenes, instituciones jvenes y, adems, tan dbiles como las Dietas culturales. La cuestin no estriba, evidentemente, en las instituciones, sino en el orden general imperante en el pas. Si en el pas no hay democratizacin, no hay tampoco garantas para la plena libertad de desarrollo cultural de las nacionalidades. Con seguridad puede decirse que cuanto ms democrtico sea el pas, menos atentados habr a la libertad de las nacionalidades y mayores sern las garantas contra esos atentados. Rusia es un pas semiasitico, y por eso la poltica de atentados reviste all, no pocas veces, las formas ms brutales, formas de pogromo. Huelga decir que en Rusia las garantas han sido reducidas al mnimo. Alemania es ya Europa, con mayor o menor libertad poltica. No es de extraar que all la poltica de atentados no revista nunca formas de pogromo. En Francia, naturalmente, hay todava mayores garantas, pues Francia es un pas ms democrtico que Alemania. Y no hablemos ya de Suiza, donde gracias a su elevada democracia, aunque burguesa, las nacionalidades viven libremente, lo mismo si son minora que mayora. El Bund sigue, pues, un camino falso, al afirmar que las instituciones pueden por s solas garantizar

J. V. Stalin el pleno desarrollo cultural de las nacionalidades. Podr objetarse que el mismo Bund considera la democratizacin de Rusia como condicin previa para la creacin de estas instituciones y para las garantas de la libertad. Pero eso es falso. Por el Informe de la VIII Conferencia del Bund118 se ve que ste piensa conseguir esas instituciones sobre la base del actual orden de cosas vigente en Rusia, por medio de una reforma de la comunidad juda. La comunidad -dijo en esta Conferencia uno de los lderes del Bund- puede convertirse en el ncleo de la futura autonoma cultural-nacional. La autonoma cultural-nacional es la forma en que las naciones se sirven a s mismas, la forma de satisfacer las necesidades nacionales. Bajo la forma de la comunidad se alberga el mismo contenido. Son eslabones de la misma cadena, etapas de la misma evolucin119. Partiendo de esto, la Conferencia acord que era necesario luchar por la reforma de la comunidad juda y por transformarla legislativamente en una institucin laica, democrticamente organizada.120 (Subrayado por nosotros. J. St.) Est claro que el Bund no considera como condicin y garanta la democratizacin de Rusia, sino la futura institucin laica de los judos, que ha de obtenerse mediante la reforma de la comunidad juda, por va legislativa, digmoslo as, a travs de la Duma. Pero ya hemos visto que, por s solas, sin un orden de cosas democrtico vigente en todo el Estado, las instituciones no pueden servir de garantas. Ahora bien, qu ocurrir bajo un futuro rgimen democrtico? No sern tambin necesarias, bajo la democracia, instituciones especiales, instituciones culturales que garanticen, etc.? Cmo se presentan las cosas, a este respecto, en la democrtica Suiza, por ejemplo? Existen all instituciones culturales especiales por el estilo del consejo nacional de Springer? No, no existen. Pero no sufren por ello los intereses culturales de los italianos, por ejemplo, que constituyen all una minora? Al parecer, no. Y la cosa es lgica: la democracia en Suiza hace superfluas todas esas instituciones culturales especiales, que, segn se pretende, garantizan, etc. Por tanto, impotentes en cuanto al hoy y superfluas en cuanto al maana, as son las instituciones de la autonoma cultural-nacional, as es la autonoma nacional. Pero esta autonoma resulta an ms perjudicial
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La VIII Conferencia del Bund se celebr en septiembre de 1910 en Lvov. 119 Vase: Informe de la VIII Conferencia de Bund, 1911, pg, 62. 120 Vase: Informe de la VIII Conferencia de Bund, 1911, pgs, 83-84.

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cuando se le impone a una nacin cuya existencia y cuyo porvenir estn en tela de juicio. En tales casos, los partidarios de la autonoma nacional estn obligados a proteger y conservar todas las particularidades de la nacin, no slo las tiles, sino tambin las perniciosas, con tal de salvar a la nacin de ser asimilada, con tal de preservarla. El Bund tena que emprender indefectiblemente este peligroso camino. Y lo emprendi en efecto. Nos referimos a los conocidos acuerdos de las ltimas Conferencias del Bund sobre el sbado, sobre el idish, etc. La socialdemocracia postula el derecho de emplear la lengua materna para todas las naciones; pero el Bund no se da por satisfecho con esto y exige que se defiendan con especial insistencia los derechos de la lengua juda121. (Subrayado por nosotros. J. St.) Y el mismo Bund, en las elecciones a la IV Duma, da preferencia a los (compromisarios) que se obliguen a defender los derechos de la lengua juda122. No es el derecho general a emplear la lengua materna, sino el derecho particular a emplear la lengua juda, el idish! Que los obreros de cada nacionalidad luchen ante todo por su propia lengua: los judos por el judo, los georgianos por el georgiano, etc. La lucha por los derechos generales de todas las naciones es una cosa secundaria. Podis incluso no reconocer el derecho a emplear la lengua materna para todas las nacionalidades oprimidas, pero si reconocis el derecho a emplear el idish, ya sabis que el Bund votar por vosotros, que el Bund os dar preferencia. En qu se distingue, entonces, el Bund de los nacionalistas burgueses? La socialdemocracia postula el establecimiento de un da obligatorio de descanso a la semana, pero el Bund no se da por satisfecho con esto y exige que se asegure al proletariado judo, legislativamente, el derecho a celebrar el sbado, relevndole de la obligacin de celebrar tambin otro da123. Es de esperar que el Bund dar un paso adelante y exigir el derecho a celebrar todas las viejas fiestas judas. Y si, para desgracia del Bund, los obreros judos se han curado de prejuicios y no desean celebrar esas fiestas, el Bund, con su campaa de agitacin por el derecho del sbado, les recordar el sbado, cultivar en ellos, por decirlo as, el espritu del sbado Por eso se comprenden perfectamente los fogosos discursos pronunciados en la VIII Conferencia del Bund pidiendo hospitales judos, reivindicacin sta que se razonaba diciendo que el enfermo se siente mejor entre los suyos, que el
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37 obrero judo se sentir mal entre obreros polacos y se sentir bien entre tenderos judos124. Conservar todo lo judo, preservar todas las peculiaridades nacionales de los judos, hasta las que se sabe de antemano que son perjudiciales para el proletariado, separar a los judos de todo lo que no sea judo, llegando hasta a construir hospitales especiales: fijaos cun bajo ha ido a parar el Bund! El camarada Plejnov tena una y mil veces razn al decir que el Bund adapta el socialismo al nacionalismo. Naturalmente, V. Kossovski y otros bundistas como l pueden motejar a Plejnov de demagogo125, -el papel lo aguanta todo-, pero conociendo la actuacin del Bund, no es difcil comprender que estas bravas gentes temen sencillamente decir la verdad acerca de s mismas y se escudan en improperios a propsito de la demagogia Pero, al mantener tal posicin en el problema nacional, el Bund, naturalmente, tena que emprender tambin en materia de organizacin la senda del aislamiento de los obreros judos, la senda de las curias nacionales dentro de la socialdemocracia. Tal es la lgica de la autonoma nacional! Y, en efecto, de la teora del nico representante el Bund pasa a la teora del deslindamiento nacional de los obreros. El Bund exige de la socialdemocracia de Rusia que introduzca en la estructura de su organizacin un deslindamiento por nacionalidades126. Y del deslindamiento da un paso adelante hacia la teora del aislamiento. No en vano en la VIII Conferencia del Bund resonaron discursos sosteniendo que en el aislamiento es donde reside la existencia nacional127. El federalismo en la organizacin alberga en su seno elementos de descomposicin y de separatismo. El Bund marcha hacia el separatismo. Y en realidad, no le queda otro camino. Ya su misma existencia como organizacin extraterritorial le empuja a la senda del separatismo. El Bund no posee un territorio ntegro y definido; opera en territorios ajenos, mientras que la socialdemocracia polaca, la letona y la rusa, entre las que se mueve, son colectividades territoriales
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Vase: Informe de la VIII Conferencia de Bund, 1911, pg,

68.
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Vase: Informe de la VIII Conferencia del Bund, pg. 85. Vase: Informe de la IX Conferencia del Bund, 1912, pg. 42. 123 Vase: Informe de la VIII Conferencia del Bund, pg. 83.

Vase: Nasha Zara, 1912, nm. 9-10, pg. 120. G. V. Plejnov, en el artculo Otra Conferencia escisionista, publicado en el peridico Za Partiu (Por el Partido) del 2 (15) de octubre de 1912, conden la Conferencia de Agosto de los liquidadores y calific la posicin de los bundistas y de los socialdemcratas caucasianos como adaptacin del socialismo al nacionalismo. En una carta a la redaccin de la revista liquidadora Nasha Zari, el lder bundista Kossovski critic a Plejnov. 126 Vase: Comunicado sobre el VII Congreso del Bund, pg. 7. El VII Congreso del Bund Se celebr en Lvov a fines de agosto y comienzos de septiembre (nuevo cmputo) de 1906. 127 Vase: Informe de la VIII Conferencia del Bund, pg. 72.

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38 internacionales. Pero ello hace que cada ampliacin de estas colectividades represente para el Bund una prdida, una reduccin de su campo de accin. Una de dos: o toda la socialdemocracia de Rusia debe reorganizarse sobre los principios del federalismo nacional, en cuyo caso el Bund obtiene la posibilidad de asegurarse el proletariado judo; o se mantiene en vigor el principio territorial internacional de estas colectividades, en cuyo caso el Bund tiene que reorganizarse sobre los principios internacionalistas, como ocurre con la socialdemocracia polaca y la letona. Esto explica por qu el Bund exige desde el primer momento la reconstruccin de la socialdemocracia de Rusia sobre principios federativos128. En 1906, el Bund, cediendo a la ola de unificacin nacida en la base, eligi el camino intermedio, ingresando en la socialdemocracia de Rusia. Pero cmo ingres? Mientras que la socialdemocracia polaca y la letona ingresaron en ella para trabajar pacfica y conjuntamente, el Bund ingres con el fin de guerrear por la federacin. El lder de los bundistas, Medem, as lo dijo entonces: No vamos a un idilio, sino a la lucha. No hay idilio y slo los Manlov pueden esperar que lo haya en un porvenir prximo. El Bund debe entrar en el Partido armado de pies a cabeza129. Sera un error ver en esto mala voluntad por parte de Medem. No se trata de mala voluntad, sino de la posicin especial del Bund, en virtud de la cual ste no puede por menos de luchar contra la socialdemocracia de Rusia, organizada sobre los principios del internacionalismo. Ahora bien, luchando contra ella, el Bund, naturalmente, infringa los intereses de la unidad. Por ltimo, la cosa lleg hasta la ruptura formal del Bund con la socialdemocracia de Rusia: el Bund, violando los estatutos, se uni, en las elecciones a la IV Duma, con los nacionalistas de Polonia contra los socialdemcratas polacos. El Bund encontr, por lo visto, que la ruptura era la mejor manera de asegurar su actuacin independiente. As fue como el principio del deslindamiento en el terreno de la organizacin condujo al separatismo, a la completa ruptura. Polemizando acerca del federalismo con la vieja Iskra, el Bund escriba en cierta poca: La Iskra quiere convencernos de que las relaciones federativas del Bund con la
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J. V. Stalin socialdemocracia de Rusia deben debilitar los vnculos entre ellos. No podemos refutar esta opinin remitindonos a la experiencia de Rusia, por la sencilla razn de que la socialdemocracia de Rusia no existe como una unin federativa. Pero podemos referirnos a la experiencia extraordinariamente instructiva de la socialdemocracia de Austria, que asumi carcter federativo sobre la base del acuerdo del Congreso del Partido celebrado en 1897130. Esto fue escrito en 1902. Pero ahora estamos en 1913. Ahora tenemos tanto la experiencia de Rusia como la experiencia de la socialdemocracia de Austria. Qu nos dicen estas experiencias? Comencemos por la experiencia extraordinariamente instructiva de la socialdemocracia de Austria. Hasta 1896, an exista en Austria un partido socialdemcrata nico. En ese ao, los checos por primera vez reclaman y obtienen en el Congreso Internacional de Londres una representacin aparte. En 1897, en el Congreso del Partido celebrado en Viena (en Wimberg), se liquida formalmente el partido nico y se constituye en su lugar una unin federativa de seis grupos socialdemcratas nacionales. Ms adelante, estos grupos se convierten en partidos independientes. Poco a poco, los partidos van rompiendo los vnculos entre s. Tras los partidos se escinde la minora parlamentaria y se forman clubs nacionales. Les siguen los sindicatos, que se fraccionan tambin por nacionalidades. La cosa llega hasta las cooperativas, para cuyo fraccionamiento exhortan a los obreros los separatistas checos131. Y no hablemos ya de cmo la agitacin separatista entibia en los obreros el sentimiento de solidaridad, empujndolos no pocas veces a la senda de los rompehuelgas. Vemos, pues, que la experiencia extraordinariamente instructiva de la socialdemocracia de Austria habla en contra del Bund y a favor de la vieja Iskra. En el partido austriaco, el federalismo condujo al separatismo ms vergonzoso y a la destruccin de la unidad del movimiento obrero. Ya hemos visto ms arriba que la experiencia de Rusia nos dice lo mismo. Los separatistas bundistas, al igual que los checos, rompieron con la socialdemocracia comn, con la socialdemocracia de Rusia. En cuanto a los sindicatos, a los sindicatos bundistas, estuvieron organizados, desde el primer momento, sobre los principios de la nacionalidad, es decir, estaban desligados de los obreros de otras
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Vase: En torno a la cuestin de la autonoma nacional y la reconstruccin de la socialdemocracia de Rusia sobre principios federativos, ed. del Bund, 1902. 129 Vase: Nashe Slovo, nm. 3, pg. 24, Vilna, 1906.

Vase: En torno a la cuestin de la autonoma nacional, etc., pg. 17, ed. del Bund, 1902. 131 Vase en Dokumente des Separatismos las palabras tomadas del folleto de Vanek, pg. 29. Karl Vanek: socialdemcrata checo, que sustentaba una posicin abiertamente chovinista y separatista.

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nacionalidades. Completo aislamiento, completa ruptura: he ah lo que pone de manifiesto la experiencia rusa del federalismo. No es extrao que este estado de cosas repercuta entre los obreros, entibiando el sentimiento de solidaridad y provocando la desmoralizacin, la cual penetra tambin en el Bund. Nos referimos, al decir esto, a los conflictos cada vez ms frecuentes entre los obreros judos y polacos a causa del paro forzoso. He aqu los discursos que resanaron, a este propsito, en la IX Conferencia del Bund. Consideramos como pogromistas, como amarillos, a los obreros polacos que nos desalojan del trabajo, y no apoyamos sus huelgas, las rompemos. En segundo lugar, contestamos al desalojamiento con el desalojamiento: como rplica a la no admisin de los obreros judos en las fbricas, no dejamos que los obreros polacos se acerquen a los bancos de trabajo manual... Si no tomamos este asunto en nuestras manos, los obreros se irn con otros.132 (Subrayado por nosotros. J. St.) As es como se habla de la solidaridad en la Conferencia de los bundistas. No se puede ir ms lejos en la senda del deslindamiento y del aislamiento. El Bund ha alcanzado sus objetivos: deslinda a los obreros de distintas nacionalidades hasta llegar a la pendencia, hasta hacer de ellos rompehuelgas. Y no puede ser de otro modo: Si no tomamos este asunto en nuestras manos, los obreros se irn con otros. Desorganizacin del movimiento obrero, desmoralizacin en las filas de la socialdemocracia: he ah a dnde conduce el federalismo bundista. As, pues, la idea de la autonoma culturalnacional y la atmsfera que crea han resultado ser todava ms dainas en Rusia que en Austria. 6. Los caucasianos, la conferencia de los liquidadores Ms arriba hemos hablado de las vacilaciones de una parte de los socialdemcratas caucasianos, que no pudieron resistir a la epidemia nacionalista. Estas vacilaciones se expresaron en el hecho de que los mencionados socialdemcratas siguieron -por extrao que ello parezca- las huellas del Bund, proclamando la autonoma cultural-nacional. Autonoma regional para todo el Cucaso y autonoma cultural-nacional para las naciones que viven en el Cucaso: as es como formulan su reivindicacin estos socialdemcratas, que, dicho sea de paso, se han adherido a los liquidadores rusos. Oigamos a su reconocido lder, al clebre N.:

39 De todos es sabido que el Cucaso se distingue profundamente de las provincias centrales, tanto por la composicin racial de su poblacin, como por el territorio y la agricultura. La explotacin y el desarrollo material de una regin como sta requieren hombres nacidos en ella, que conozcan las particularidades locales y estn acostumbrados al clima y a la cultura local. Es necesario que todas las leyes que persigan fines de explotacin del territorio local sean promulgadas en el pas mismo y puestas en prctica por elementos locales. Consiguientemente, ser de la competencia del rgano central de la administracin autnoma caucasiana la promulgacin de leyes sobre problemas locales De esta manera, las funciones del centro caucasiano consistirn en la promulgacin de aquellas leyes que persigan fines de explotacin econmica del territorio local y la prosperidad material de la regin133. Tenemos, pues, la autonoma regional para el Cucaso. Si prescindimos de los argumentos de N., un tanto confusos e incoherentes, hay que reconocer que la conclusin a que llega es exacta. La autonoma regional del Cucaso, dentro del marco de la constitucin general del Estado -cosa que N. no niega- es, en realidad, necesaria, en virtud de las particularidades de su composicin y de sus condiciones de vida. Esto ha sido reconocido tambin por la socialdemocracia de Rusia, que en el II Congreso proclam la administracin autnoma regional para todos los territorios perifricos que, por sus condiciones de vida y su poblacin, se distinguen de los territorios propiamente rusos. Al someter este punto a la discusin del II Congreso, Mrtov lo razon diciendo que la enorme extensin de Rusia y la experiencia de nuestra administracin centralizada nos dan motivos para considerar necesaria y conveniente la existencia de una administracin autnoma regional para unidades tan grandes como Finlandia, Polonia, Lituania y el Cucaso. De ah se desprende que por administracin autnoma regional hay que entender la autonoma regional. Pero N. va ms lejos. A su juicio, la autonoma regional del Cucaso abarca solamente un aspecto de la cuestin. Hasta aqu hemos hablado solamente del desarrollo material de la vida local. Pero al desarrollo econmico de la regin contribuye no slo la actividad econmica, sino tambin la actividad
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Vase: Informe de la IX Conferencia del Bund, pg. 19.

Vase el peridico georgiano Chveni Tsjovreba, 1912, nm. 12. Chveni Tsjopreba (Nuestra Vida): diario de los mencheviques georgianos; se public en Kutas del 1 al 22 de julio de 1912.

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40 espiritual, cultural Una nacin culturalmente fuerte es tambin fuerte en el terreno econmico Pero el desarrollo cultural de las naciones slo es posible sobre la base del idioma nacional Por eso, todos los problemas relacionados con el idioma materno son problemas cultural-nacionales. Tales son los problemas de la enseanza, del procedimiento judicial, de la iglesia, de la literatura, de las artes, de las ciencias, del teatro, etc. Si el desarrollo material de la regin unifica las naciones, los asuntos nacional-culturales las desunen, colocando a cada una de ellas en un palenque distinto. Las actividades del primer gnero estn vinculadas a un determinado territorio No sucede as con los asuntos culturalnacionales. Estos no estn vinculados con un territorio determinado, sino con la existencia de una nacin determinada. Los destinos del idioma georgiano interesan por igual a los georgianos, dondequiera que stos vivan. Sera prueba de supina ignorancia decir que la cultura georgiana slo atae a los georgianos que viven en Georgia. Tomemos, por ejemplo, la iglesia armenia. En la administracin de sus asuntos toman parte armenios de diferentes lugares y Estados. Aqu el territorio no desempea papel alguno. O, por ejemplo, en la creacin del museo georgiano estn igualmente interesados los georgianos de Tiflis y los de Bak, Kutas, San Petersburgo, etc. Esto quiere decir que la administracin y direccin de todos los asuntos cultural-nacionales deben entregarse a las mismas naciones interesadas. Nosotros proclamamos la autonoma cultural-nacional de las nacionalidades caucasianas.134. Resumiendo: puesto que la cultura no es el territorio, ni el territorio es la cultura, es necesaria la autonoma cultural-nacional. Eso es todo lo que en apoyo de sta nos puede decir N. No vamos a examinar aqu una vez ms la autonoma nacional-cultural en trminos generales; ya hemos hablado ms arriba de su carcter negativo. Quisiramos solamente poner de relieve que, si en general resulta inservible, teniendo en cuenta las condiciones del Cucaso es, adems, disparatada y absurda. He aqu por qu. La autonoma cultural-nacional presupone unas nacionalidades ms o menos desarrolladas, con una cultura y una literatura desarrolladas. Sin estas condiciones, dicha autonoma pierde todo sentido, se convierte en un absurdo. Pero en el Cucaso viven numerosos pueblos con una cultura primitiva, con su propia lengua, pero sin una literatura propia, pueblos que, adems, se hallan en un estado de transicin, que en parte van siendo asimilados y en parte continan desarrollndose. Cmo aplicar a estos
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J. V. Stalin pueblos la autonoma cultural-nacional? Qu hacer con ellos? Cmo organizarlos en distintas uniones cultural-nacionales, como, indudablemente, presupone la autonoma cultural-nacional? Qu hacer con los mingrelios, abjasianos, adzharianos, svanetos, lesgos, etc., que hablan lenguas diferentes, pero que no poseen su propia literatura? Entre qu naciones deben ser comprendidos? Es posible organizarlos en uniones nacionales? En torno a qu asuntos culturales organizarlos? Qu hacer con los osetinos, entre los cuales los de la Transcaucasia estn siendo asimilados (pero distan mucho todava de haber sido asimilados) por los georgianos, mientras los de la Ciscaucasia en parte van siendo asimilados por los rusos y en parte siguen desarrollndose, creando su propia literatura? Cmo organizarlos en una unin nacional nica? En qu unin nacional deben ser comprendidos los adzharianos, que hablan el georgiano, pero que viven la cultura turca y profesan el islamismo? No habr que organizarlos aparte de los georgianos en lo tocante a los asuntos religiosos, y junto con los georgianos en lo tocante a otros asuntos culturales? Y los kobuletes? Y los ingushos? Y los inguilos? Qu autonoma es esa que excluye de la lista a tantos pueblos? No, sa no es la solucin de la cuestin nacional; eso es el fruto de una fantasa ociosa. Pero admitamos lo inadmisible y supongamos que la autonoma nacional-cultural de nuestro N. se haya puesto en prctica. A dnde conduce?, a qu resultados? Tomemos, por ejemplo, a los trtaros transcaucasianos, con su porcentaje mnimo de personas que saben leer y escribir, con sus escuelas regentadas por los omnipotentes mulhas, con su cultura impregnada de espritu religioso No es difcil comprender que el organizarlos en una unin cultural-nacional significara colocar al frente de ellos asus mulhas, significara dejarlos a merced de los reaccionarios mulhas, significara crear una nueva fortaleza para la esclavizacin espiritual de las masas trtaras por su ms enconado enemigo. Pero desde cundo los socialdemcratas se dedican a llevar el agua al molino de los reaccionarios? No han podido los liquidadores caucasianos proclamar otra cosa mejor que la delimitacin de los trtaros transcaucasianos en una unin culturalnacional, que conducira a la esclavizacin de las masas por los ms enconados reaccionarios? No, sa no es la solucin de la cuestin nacional. La cuestin nacional del Cucaso slo puede resolverse en el sentido de llevar a las naciones y pueblos rezagados al cauce comn de una cultura superior. Slo esta solucin puede ser progresiva y aceptable para la socialdemocracia. La autonoma regional del Cucaso es aceptable, precisamente,

Vase el peridico georgiano Chveni Tsjovreba, 1912, nm. 12.

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porque incorpora a las naciones rezagadas al desarrollo cultural comn, les ayuda a romper el cascarn del aislamiento propio de las pequeas nacionalidades, las impulsa a marchar hacia adelante y les facilita el acceso a los valores de una cultura superior. En cambio, la autonoma cultural-nacional acta en un sentido diametralmente opuesto, pues recluye a las naciones en sus viejos cascarones, las mantiene en los grados inferiores del desarrollo de la cultura y les impide elevarse a los grados ms altos de la misma. De este modo, la autonoma nacional paraliza los lados positivos de la autonoma regional y la reduce a la nada. Por eso, precisamente, no sirve tampoco ese tipo mixto de autonoma que propone N., en el que se combinan la autonoma nacional-cultural y la autonoma regional. Esta combinacin antinatural no mejora la cosa, sino que la empeora, pues, adems de entorpecer el desarrollo de las naciones rezagadas, convierte la autonoma regional en arena de choques entre las naciones organizadas en uniones nacionales. De este modo, la autonoma cultural-nacional, inservible en general, se convertira, en el Cucaso, en una empresa reaccionaria absurda. Tal es la autonoma cultural-nacional de N. y de sus correligionarios caucasianos. Darn los liquidadores caucasianos un paso adelante y seguirn tambin al Bund en el terreno de la organizacin? El futuro lo dir. Hasta hoy, en la historia de la socialdemocracia, el federalismo en el terreno de la organizacin ha precedido siempre a la autonoma nacional en el programa. Los socialdemcratas austriacos aplicaron ya en 1897 el federalismo en el terreno de la organizacin, y slo a la vuelta de dos aos (en 1899) adoptaron la autonoma nacional. Los bundistas hablaron por primera vez de un modo inteligible de la autonoma nacional en 1901, mientras que el federalismo en el terreno de la organizacin lo practicaban ya desde 1897. Los liquidadores caucasianos han empezado por el final, por la autonoma nacional. Si siguen marchando sobre las huellas del Bund, tendrn que demoler previamente todo el edificio de la organizacin actual, levantado ya a fines de la dcada del 90 sobre los principios del internacionalismo. Pero todo lo que ha tenido de fcil aceptar la autonoma nacional, incomprensible todava para los obreros, lo tendr de difcil demoler un edificio que ha costado aos enteros construir y que ha sido levantado y cuidado con tanto amor por los obreros de todas las nacionalidades del Cucaso. Bastar que comience esta empresa de Erstrato, para que los obreros abran los ojos y comprendan la esencia nacionalista de la autonoma cultural-nacional. *** Mientras los caucasianos resuelven la cuestin

41 nacional de una manera comn y corriente, por medio de debates verbales y de una discusin literaria, la Conferencia de los liquidadores de toda Rusia ha discurrido un procedimiento completamente desusado. Un procedimiento fcil y sencillo. Escuchad: Habiendo odo la comunicacin hecha por la delegacin caucasiana acerca de que es necesario plantear la reivindicacin de la autonoma nacionalcultural, la Conferencia, sin pronunciarse acerca del fondo de esta reivindicacin, hace constar que tal interpretacin del punto del programa en que se reconoce a cada nacionalidad el derecho de autodeterminacin, no va en contra del sentido preciso de dicho programa. As, ante todo, sin pronunciarse acerca del fondo de esta cuestin, y luego hacer constar. Peregrino mtodo!... Qu es lo que hace constar esta original Conferencia? Pues que la reivindicacin de la autonoma nacional-cultural no va en contra del sentido preciso del programa en que se reconoce el derecho de las naciones a la autodeterminacin. Examinemos esta tesis. El punto de la autodeterminacin habla de los derechos de las naciones. Segn este punto, las naciones no slo tienen derecho a la autonoma, sino tambin a la separacin. Se trata de la autodeterminacin poltica. A quin han querido engaar los liquidadores, intentando tergiversar totalmente este derecho de autodeterminacin poltica de las naciones, establecido desde hace largo tiempo en toda la socialdemocracia internacional? O tal vez los liquidadores quieran escurrir el bulto, escudndose tras el sofisma de que la autonoma cultural-nacional no va en contra de los derechos de las naciones? Es decir, que si todas las naciones de un Estado determinado se ponen de acuerdo para organizarse segn los principios de la autonoma cultural-nacional, esta suma de naciones tiene perfecto derecho a hacerlo y nadie puede imponerles por la fuerza otra forma de vida poltica. Nuevo e ingenioso. Por qu no aadir que, en general, las naciones tienen derecho a derogar su propia Constitucin, a sustituirla por un sistema de arbitrariedad, a retrotraerse al viejo orden de cosas, pues las naciones y solamente ellas tienen derecho a determinar sus propios destinos? Repetimos: en este sentido, ni la autonoma cultural-nacional ni ninguna otra tendencia reaccionaria en la cuestin nacional va en contra de los derechos de las naciones. No era eso lo que quera decir la respetable Conferencia? No, no era eso. Dice concretamente que la autonoma cultural-nacional no va en contra, no de

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42 los derechos de las naciones sino del sentido preciso del programa. Aqu se trata del programa y no de los derechos de las naciones. Y es comprensible. Si a la Conferencia de los liquidadores se hubiese dirigido una nacin cualquiera, la Conferencia podra haber hecho constar sencillamente que una nacin tiene derecho a la autonoma cultural-nacional. Pero a la Conferencia no se dirigi una nacin, sino una delegacin de socialdemcratas caucasianos, malos socialdemcratas, es cierto, pero, con todo, socialdemcratas. Y stos no preguntaron acerca de los derechos de las naciones, sino si la autonoma cultural-nacional no contradice a los principios de la socialdemocracia, si no va en contra del sentido preciso del programa de la socialdemocracia. As, pues, los derechos de las naciones y el sentido preciso del programa de la socialdemocracia no son una y la misma cosa. Evidentemente, hay reivindicaciones que, an no yendo en contra de los derechos de las naciones, pueden ir en contra del sentido preciso del programa. Un ejemplo. En el programa de los socialdemcratas figura un punto sobre la libertad de conciencia. Segn este punto, cualquier grupo de personas tiene derecho a profesar cualquier religin: el catolicismo, la religin ortodoxa, etc. La socialdemocracia luchar contra toda persecucin de las religiones, contra las persecuciones de que se haga objeto a los ortodoxos, catlicos y protestantes. Quiere decir esto que el catolicismo, el protestantismo, etc. no van en contra del sentido preciso del programa? No, no quiere decir esto. La socialdemocracia protestar siempre contra las persecuciones de que se haga objeto al catolicismo y al protestantismo, defender siempre el derecho de las naciones a practicar cualquier religin; pero, al mismo tiempo, partiendo de una comprensin acertada de los intereses del proletariado, har propaganda en contra del catolicismo, en contra del protestantismo, en contra de la religin ortodoxa, con el fin de hacer triunfar la concepcin socialista del mundo. Y obrar as porque el protestantismo, el catolicismo, la religin ortodoxa, etc., sin ningn gnero de dudas, van en contra del sentido preciso del programa, es decir, en contra de los intereses bien comprendidos del proletariado. Otro tanto hay que decir de la autodeterminacin. Las naciones tienen derecho a organizarse con arreglo a sus deseos, tienen derecho a conservar las instituciones nacionales que les plazcan, las perniciosas y las tiles: nadie puede (nadie tiene derecho!) inmiscuirse por la fuerza en la vida de las naciones. Pero esto no quiere decir que la socialdemocracia no haya de luchar, no haya de hacer propaganda en contra de las instituciones

J. V. Stalin nocivas de las naciones, en contra de las reivindicaciones inadecuadas de las naciones. Por el contrario, la socialdemocracia est obligada a realizar esta propaganda y a influir en la voluntad de las naciones de modo que stas se organicen en la forma que mejor corresponda a los intereses del proletariado. Precisamente por esto, luchando en favor del derecho de las naciones a la autodeterminacin, realizar, al mismo tiempo, una campaa de propaganda, por ejemplo, contra la separacin de los trtaros y contra la autonoma cultural-nacional de las naciones caucsicas, pues tanto una como otra, si bien no van en contra de los derechos de estas naciones, van, sin embargo, en contra del sentido preciso del programa, es decir, de los intereses del proletariado caucsico. Evidentemente, los derechos de las naciones y el sentido preciso del programa son dos planos completamente distintos. Mientras que el sentido preciso del programa expresa los intereses del proletariado, formulados cientficamente en su programa, los derechos de las naciones pueden expresar los intereses de cualquier clase: de la burguesa, de la aristocracia, del clero, etc., con arreglo a la fuerza y a la influencia de estas clases. All son los deberes del marxista, aqu los derechos de las naciones, integradas por diversas clases. Los derechos de las naciones y los principios de la socialdemocracia pueden ir o no ir en contra los unos de los otros, de la misma manera, por ejemplo, que la pirmide de Keops y la famosa Conferencia de los liquidadores. Son, sencillamente, magnitudes incomparables. Pero de aqu se desprende que la respetable Conferencia ha confundido de la manera ms imperdonable dos cosas totalmente distintas. El resultado no ha sido la solucin de la cuestin nacional, sino un absurdo en virtud del cual los derechos de las naciones y los principios de la socialdemocracia no van en contra los unos de los otros; y, por consiguiente, toda reivindicacin de las naciones puede ser compatible con los intereses del proletariado; y por consiguiente, ni una sola reivindicacin de las naciones que aspiran a la autodeterminacin ir en contra del sentido preciso del programa! Ni la menor compasin con la lgica Este absurdo ha servido de base al ya clebre acuerdo de la Conferencia de los liquidadores, segn el cual la reivindicacin de la autonoma nacionalcultural no va en contra del sentido preciso del programa. Pero la Conferencia de los liquidadores no infringe solamente las leyes de la lgica. Infringe, adems, su propio deber para con la socialdemocracia de Rusia, al sancionar la autonoma cultural-nacional. Infringe del modo ms definido el sentido preciso del programa, pues es sabido que

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El marxismo y la cuestin nacional


el II Congreso, en el que se aprob el programa, rechaz resueltamente la autonoma culturalnacional. He aqu lo que se dijo, a este propsito, en el Congreso: Goldbtat (bundista): Y Yo considero necesario crear instituciones especiales que aseguren la libertad del desarrollo cultural de las nacionalidades, razn por la cual propongo que se aada al 8 lo siguiente: y creacin de las instituciones que les garanticen plena libertad de desarrollo cultural (que es, como se sabe, la formulacin bundista de la autonoma cultural-nacional. J. St.). Martnov seala que las instituciones generales deben organizarse de tal modo que garanticen tambin los intereses privados. No es posible crear ninguna institucin especial que asegure la libertad de desarrollo cultural de la nacionalidad. Egrov: En la cuestin de la nacionalidad slo podemos adoptar proposiciones negativas, es decir, somos contrarios a toda restriccin de la nacionalidad. Pero a nosotros, como socialdemcratas, nos tiene sin cuidado que esta o aquella nacionalidad se desarrolle como tal. Esto es materia de un proceso espontneo. Koltsov: Los delegados del Bund se ofenden siempre que se habla de su nacionalismo. Y sin embargo, la enmienda propuesta por el delegado del Bund tiene un carcter puramente nacionalista. Exigen de nosotros medidas puramente ofensivas para defender incluso a aquellas nacionalidades que se van extinguiendo. En consecuencia, la enmienda de Goldblat es rechazada por mayora de votos contra tres. Est, pues, claro que la Conferencia de los liquidadores ha ido en contra del sentido preciso del programa, ha infringido el programa. Ahora, los liquidadores intentan justificarse, remitindose al Congreso de Estocolmo, que, segn ellos, ha sancionado la autonoma cultural-nacional. Y as, V. Kossovski escribe: Como es sabido, segn el acuerdo adoptado en el Congreso de Estocolmo, se dej al Bund en libertad para conservar su programa nacional (hasta la solucin de la cuestin nacional en el Congreso de todo el Partido). Este Congreso reconoci que la autonoma nacional-cultural no contradice, en todo caso, el programa general del Partido135. Pero los esfuerzos de los liquidadores son vanos. El Congreso de Estocolmo no pens siquiera en sancionar el programa del Bund; se avino sencillamente a dejar abierta, por el momento, la cuestin. Al valiente Kossovski le falt valor para
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43 decir toda la verdad. Pero los hechos hablan por s solos. Helos aqu: Galin presenta una enmienda: La cuestin del programa nacional queda abierta, en vista de que no ha sido examinada por el Congreso. (En pro 50 votos, en contra 32.) Una voz: Qu quiere decir que queda abierta? Presidente: Cuando decimos que la cuestin nacional queda abierta, eso significa que el Bund puede mantener su decisin acerca de esta cuestin hasta el Congreso siguiente136. (Subrayado por nosotros. J. St.) Como veis, el Congreso no examin siquiera la cuestin del programa nacional del Bund: se limit a dejarla abierta, concediendo al mismo Bund libertad para decidir los destinos de su programa hasta el siguiente Congreso general. En otros trminos: el Congreso de Estocolmo rehuy la cuestin, no enjuici la autonoma cultural-nacional, ni en un sentido ni en otro. En cambio, la Conferencia de los liquidadores enjuicia el asunto con toda concrecin, reconoce como admisible la autonoma cultural-nacional y la sanciona en nombre del programa del Partido. La diferencia salta a la vista. De este modo, la Conferencia de los liquidadores, pese a todos los subterfugios, no ha hecho avanzar ni un solo paso la cuestin nacional. Bailarle el agua al Bund y a los nacionalliquidadores caucasianos: eso es todo lo que ha sabido hacer. 7. La cuestin nacional en Rusia Nos resta sealar la solucin positiva de la cuestin nacional. Partimos del hecho de que esta cuestin slo puede ser resuelta en indisoluble conexin con el momento que actualmente se vive en Rusia. Rusia vive en una poca de transicin, en que no se ha instaurado todava una vida normal, constitucional, en que la crisis poltica no se ha resuelto todava. Nos esperan das de tormenta y de complicaciones. De aqu el movimiento, el presente y el venidero, que se propone como objetivo la plena democratizacin. En relacin con este movimiento es como debe ser examinada la cuestin nacional. Tenemos, pues, la plena democratizacin del pas como base y condicin para solucionar la cuestin nacional. Para resolver la cuestin es necesario tener en cuenta no slo la situacin interior, sino tambin la situacin exterior. Rusia se encuentra enclavada entre Europa y Asia, entre Austria y China. El crecimiento
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Vase: Nasha Zara, 1912, nm. 9-10, pg. 120.

Vase: Nashe Slovo, 1906, nm. 8, pg. 53.

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44 de la democracia en Asia es inevitable. El crecimiento del imperialismo en Europa no es un fenmeno casual. En Europa el capital se va sintiendo estrecho y pugna por penetrar en pases ajenos, buscando nuevos mercados, mano de obra barata, nuevos lugares de inversin. Pero esto conduce a complicaciones exteriores y a guerras. Nadie puede decir que la guerra de los Balcanes137 sea el fin y no el comienzo de las complicaciones. Por eso, cabe perfectamente dentro de lo posible que se d una combinacin de circunstancias interiores y exteriores en que una u otra nacionalidad de Rusia crea necesario plantear y resolver la cuestin de su independencia. Y, naturalmente, no es cosa de los marxistas poner obstculos en tales casos. Pero de aqu se deduce que los marxistas rusos no pueden prescindir del derecho de las naciones a la autodeterminacin. Tenemos, pues, el derecho de autodeterminacin como punto indispensable para resolver la cuestin nacional. Prosigamos. Qu hacer con las naciones que por unas u otras causas prefieran permanecer dentro del marco de un Estado multinacional? Hemos visto que la autonoma cultural-nacional es inservible. En primer lugar, es artificial y no viable, pues supone agrupar artificialmente en una sola nacin a gentes a quienes la vida, la vida real, desune y dispersa por los diversos confines del Estado. En segundo lugar, impulsa hacia el nacionalismo, pues lleva al punto de vista del deslindamiento de los hombres por curias nacionales, al punto de vista de la organizacin de naciones, al punto de vista de la conservacin y cultivo de las particularidades nacionales, cosa que no cuadra en absoluto a la socialdemocracia. No es un hecho casual que los separatistas moravos en el Reichsrat, despus de separarse de los diputados socialdemcratas alemanes, se uniesen a los diputados moravos burgueses, para formar, como si dijsemos, un kolo moravo. Ni es un hecho casual tampoco que los separatistas del Bund se empantanasen en el nacionalismo, exaltando la celebracin del sbado y el idish. En la Duma no figuran todava diputados bundistas, pero en el radio de accin del Bund hay una comunidad juda clerical-reaccionaria, en cuyas instituciones dirigentes organiza el Bund, por el momento, una unin entre los obreros y los burgueses judos138. Tal es, en efecto, la lgica de la autonoma culturalnacional. La autonoma nacional no resuelve, pues, la cuestin.
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J. V. Stalin Dnde est la salida? La nica solucin acertada es la autonoma regional, la autonoma de unidades tan definidas como Polonia, Lituania, Ucrania, el Cucaso, etc. La ventaja de la autonoma regional consiste, ante todo, en que aqu no tenemos que habrnoslas con una ficcin sin territorio, sino con una poblacin determinada, que vive en un territorio determinado. Adems, no deslinda a los hombres por naciones, no refuerza las barreras nacionales, sino que, por el contrario, rompe estas barreras y agrupa a la poblacin para abrir el camino a un deslindamiento de otro gnero, al deslindamiento por clases. Finalmente, permite utilizar del mejor modo las riquezas naturales de la regin y desarrollar las fuerzas productivas, sin esperar a que la solucin venga del centro, funciones stas que la autonoma cultural-nacional no concede. Tenemos, pues, la autonoma regional como punto indispensable para resolver la cuestin nacional. No cabe duda de que en ninguna de las regiones se da una homogeneidad nacional completa, pues en todas ellas hay enclavadas minoras nacionales. Tal ocurre con los judos en Polonia, con los letones en Lituania, con los rusos en el Cucaso, con los polacos en Ucrania, etc. Se puede temer, por esta razn, que las minoras sean oprimidas por las mayoras nacionales. Pero este temor slo tiene fundamento si el pas sigue viviendo bajo el viejo orden de cosas. Dad al pas plena democracia, y este temor perder toda base. Se propone articular a las minoras dispersas en una unin nacional. Pero lo que necesitan las minoras no es una unin artificial, sino derechos reales en el sitio en que viven. Qu puede darles semejante unin sin plena democracia? o para qu es necesaria esa unin nacional bajo una completa democracia? Qu es lo que inquieta especialmente a una minora nacional? Lo que produce el descontento de esta minora no es la falta de una unin nacional, sino la falta del derecho a usar su lengua materna. Permitidle servirse de su lengua materna, y el descontento desaparecer por s solo. Lo que produce el descontento de esta minora no es la falta de una unin artificial, sino la falta de escuelas en su lengua materna. Dadle estas escuelas, y el descontento perder toda base. Lo que produce el descontento de esta minora no es la falta de una unin nacional, sino la falta de la libertad de conciencia (la libertad de cultos), de movimiento, etc. Dadle estas libertades, y dejar de estar descontenta. Tenemos, pues, la igualdad nacional de derechos en todas sus formas (idioma, escuelas, etc.) como punto indispensable para resolver la cuestin

La primera guerra de los Balcanes comenz en octubre de 1912 entre Bulgaria, Servia, Grecia y Montenegro, de una parte, y Turqua, de la otra. 138 Vase: Informe de la VIII Conferencia del Bund, final de la resolucin sobre la comunidad.

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El marxismo y la cuestin nacional


nacional. Se precisa, por tanto, una ley general del Estado basada en la plena democratizacin del pas y que prohba todos los privilegios nacionales sin excepcin y todas las trabas o limitaciones puestas a los derechos de las minoras nacionales. Esto, y solamente esto, puede ser la garanta real y no ficticia de los derechos de las minoras. Se podra discutir o no la existencia de una relacin lgica entre el federalismo en el terreno de la organizacin y la autonoma cultural-nacional. Lo que no se puede discutir es que sta crea una atmsfera propicia para un federalismo ilimitado, que acaba transformndose en completa ruptura, en separatismo. Si los checos en Austria y los bundistas en Rusia, comenzando por la autonoma y pasando luego a la federacin, terminaron en el separatismo, en ello desempe, sin duda, un gran papel la atmsfera nacionalista que emana naturalmente de la autonoma cultural-nacional. No es casual que la autonoma nacional y la federacin en el terreno de la organizacin se den la mano. La cosa es lgica. Tanto una como otra exigen el deslindamiento por nacionalidades. Tanto una como otra presuponen la organizacin por nacionalidades. La analoga es indudable. La nica diferencia es que all se deslinda la poblacin en general, y aqu a los obreros socialdemcratas. Sabemos a qu conduce el deslindamiento de los obreros por nacionalidades. Desintegracin del Partido obrero nico, divisin de los sindicatos por nacionalidades, exacerbacin de las fricciones nacionales, rompehuelgas nacionales, completa desmoralizacin dentro de las filas de la socialdemocracia: he ah los frutos del federalismo en el terreno de la organizacin. La historia de la socialdemocracia en Austria y la actuacin del Bund en Rusia lo atestiguan elocuentemente. El nico medio contra todo esto es la organizacin basada en los principios del internacionalismo. La unin de los obreros de todas las nacionalidades de Rusia en colectividades nicas e integras en cada localidad y la unin de estas colectividades en un Partido nico: he ah la tarea. De suyo se comprende que esta estructura del Partido no excluye, sino que presupone una amplia autonoma de las regiones dentro del Partido como un todo nico. La experiencia del Cucaso pone de manifiesto toda la conveniencia de este tipo de organizacin. Si los caucasianos han logrado vencer los rozamientos nacionales entre los obreros armenios y trtaros, si han logrado poner a la poblacin a salvo de matanzas y choques armados, si en Bak, en este caleidoscopio de grupos nacionales, hoy son ya imposibles los choques de carcter nacional, si all se ha conseguido incorporar a los obreros al cauce nico de un potente movimiento, en todo ello ha desempeado un papel considerable la estructura internacional de la

45 socialdemocracia caucasiana. El tipo de organizacin no influye solamente en el trabajo prctico. Imprime un sello indeleble a toda la vida espiritual del obrero. El obrero vive la vida de su organizacin; en ella se desarrolla espiritualmente y se educa. Por eso, al actuar dentro de su organizacin y encontrarse siempre all con sus camaradas de otras nacionalidades, librando a su lado una lucha comn bajo la direccin de la colectividad comn, se va penetrando profundamente de la idea de que los obreros son, ante todo, miembros de una sola familia de clase, miembros del ejrcito nico del socialismo. Y esto no puede por menos de tener una importancia educativa enorme para las grandes capas de la clase obrera. Por eso, el tipo internacional de organizacin es una escuela de sentimientos de camaradera, una propaganda inmensa en favor del internacionalismo. No ocurre as con la organizacin por nacionalidades. Organizados sobre la base de la nacionalidad, los obreros se encierran en sus cascarones nacionales, separndose unos de otros con barreras en el terreno de la organizacin. No se subraya lo que es comn a los obreros, sino lo que diferencia a unos de otros. Aqu, el obrero es, ante todo, miembro de su nacin: judo, polaco, etc. No es de extraar que el federalismo nacional en la organizacin inculque a los obreros el espritu del aislamiento nacional. Por eso, el tipo nacional de organizacin es una escuela de estrechez nacional y de rutina. Tenemos, pues, ante nosotros, dos tipos de organizacin distintos por principio: el tipo de la unin internacional y el del deslindamiento de los obreros por nacionalidades. Hasta hoy, las tentativas que se han hecho para conciliar estos dos tipos de organizacin no han tenido xito. Los estatutos conciliatorios de la socialdemocracia austriaca, elaborados en Wimberg en 1897, quedaron en el aire. El partido austriaco se fraccion arrastrando tras de s a los sindicatos. La conciliacin no slo result ser utpica, sino, adems, nociva. Strasser tiene razn cuando afirma que el separatismo obtuvo su primer triunfo en el Congreso de Wimberg del Partido139. Otro tanto acontece en Rusia. La conciliacin con el federalismo del Bund en el Congreso de Estocolmo acab en una completa bancarrota. El Bund hizo fracasar el compromiso establecido en Estocolmo. Al da siguiente del Congreso de Estocolmo, el Bund se convirti en un obstculo para la unin de los obreros de cada localidad en una organizacin nica, que englobase a los obreros de todas las nacionalidades. Y el Bund prosigui aplicando tenazmente su tctica separatista, a pesar de que, tanto en 1907 como en 1908, la socialdemocracia de Rusia exigi repetidas
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Vase: J. Strasser, Der Arbeiter und die Nation, 1912.

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46 veces que fuese realizada por fin la unidad por la base entre los obreros de todas las nacionalidades140. Habiendo comenzado por la autonoma nacional en el terreno de la organizacin, el Bund pas de hecho a la federacin, para acabar en la completa ruptura, en el separatismo. Y, rompiendo con la socialdemocracia de Rusia, llev a las filas de sta la confusin y la desorganizacin. Basta recordar aunque no sea ms que el caso de Jagiello141. Por eso, la senda de la conciliacin debe ser descartada como utpica y nociva. Una de dos: o el federalismo del Bund, y entonces la socialdemocracia de Rusia se reorganiza sobre los principios del deslindamiento de los obreros por nacionalidades; o el tipo internacional de organizacin, y entonces el Bund se reorganiza sobre los principios de la autonoma territorial, segn el modelo de la socialdemocracia caucasiana, letona y polaca, abriendo el camino a la unificacin directa de los obreros judos con los obreros de las dems nacionalidades de Rusia. No hay trmino medio: los principios vencen, los principios no se concilian. Tenemos, pues, el principio de la unin internacional de los obreros como punto indispensable para resolver la cuestin nacional. Viena, enero de 1913. Publicado por primera vez con la firma de K. Stalin en marzo-mayo de 1913, en los nms. 3-5 de la revista Prosveschenie.

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Vanse los acuerdos de la IV Conferencia (III Conferencia de toda Rusia) del POSDR, que se celebr del 5 al 12 de noviembre de 1907, y los de la V Conferencia del POSDR (Conferencia de toda Rusia de 1908), que tuvo lugar del 21 al 27 de diciembre de 1908 (3-9 de enero de 1909) (v. El PC(b) de la URSS en las resoluciones y acuerdos de los Congresos y Conferencias y de los Plenos del CC,parte 1, pgs. 118 y 131, 6a ed. en ruso, 1940). 141 E. I. Jagiello: miembro del Partido Socialista Polaco; fue elegido diputado en Varsovia a la IV Duma de Estado por el bloque del Bund y del Partido Socialista Polaco con los nacionalistas burgueses contra los socialdemcratas polacos. La minora socialdemcrata de la Duma, por mayora de votos de los mencheviques liquidadores (los siete diputados mencheviques) contra los 6 diputados bolcheviques, aprob una resolucin admitiendo a Jagiello en la minora socialdemcrata.
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CON MOTIVO DE LA MUERTE DE LENIN Discurso pronunciado en el II Congreso de los Soviets de la U.R.S.S.142 26 de enero de 1924 Camaradas: Nosotros, los comunistas, somos hombres de un temple especial. Estamos hechos de una trama especial. Nosotros formamos el ejrcito del gran estratega proletario, el ejrcito del camarada Lenin. No hay nada ms alto que el honor de pertenecer a este ejrcito. No hay nada ms alto que el ttulo de miembro del Partido cuyo fundador y jefe es el camarada Lenin. No es dado a todos ser miembros de este Partido. No es dado a todos resistir los infortunios y las tempestades a que estn expuestos los miembros de este Partido. Los hijos de la clase obrera, hijos de la miseria y de la lucha, hijos de privaciones inconcebibles y de esfuerzos heroicos; ellos son, ante todo, los que deben militar en este Partido. Por eso, el Partido de los leninistas, el Partido de los comunistas, se llama tambin el Partido de la clase obrera. AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS LEGO QUE MANTUVIRAMOS EN ALTO Y CONSERVSEMOS INMACULADO EL GRAN TITULO DE MIEMBRO DEL PARTIDO. TE JURAMOS, CAMARADA LENIN, QUE CUMPLIREMOS CON HONOR ESTE TU MANDAMIENTO! Durante 25 aos, el camarada Lenin forj amorosamente nuestro Partido e hizo de l el Partido obrero ms fuerte y mejor templado del mundo. Los golpes del zarismo y de sus esbirros, la rabia furiosa de la burguesa y de los terratenientes, los ataques
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armados de Kolchak y Denikin, la intervencin armada de Inglaterra y de Francia, las mentiras y las calumnias del coro de la prensa burguesa; todos esos escorpiones se lanzaron constantemente contra nuestro Partido en el transcurso de cinco lustros. Pero nuestro Partido se mantena como una roca, rechazando los innumerables golpes de sus enemigos y llevando a la clase obrera adelante, hacia la victoria. En duros combates forj nuestro Partido la unidad y la cohesin de sus filas, y gracias a esta unidad y a esta cohesin, conquist la victoria sobre los enemigos de la clase obrera. AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS LEGO QUE CUIDRAMOS DE LA UNIDAD DE NUESTRO PARTIDO COMO DE LAS NIAS DE LOS OJOS. TE JURAMOS, CAMARADA LENIN, QUE TAMBIN CUMPLIREMOS CON HONOR ESTE TU MANDAMIENTO! Dura e insoportable es la vida de la clase obrera. Angustiosos y crueles son los sufrimientos de los trabajadores. Esclavos y esclavistas, siervos y seores, campesinos y terratenientes, obreros y capitalistas, oprimidos y opresores: as estuvo estructurado el mundo desde tiempos inmemoriales, y as lo est todava en la inmensa mayora de los pases. Decenas y centenares de veces en el transcurso de los siglos intentaron los trabajadores librarse de sus opresores y hacerse dueos de su propio destino. Pero siempre, batidos y humillados, tuvieron que emprender la retirada, guardando en el fondo de su alma el dolor y la humillacin, la desesperacin y la ira, y levantando los ojos hacia el ignoto cielo, donde esperaban encontrar la salvacin. Las cadenas de la esclavitud permanecan intactas o las viejas cadenas eran reemplazadas por otras nuevas, tan pesadas y ultrajantes. Slo en nuestro pas consiguieron las masas trabajadoras, oprimidas y aplastadas, sacudirse la dominacin de los terratenientes y los capitalistas y establecer en su lugar la dominacin de los obreros y los campesinos. Vosotros sabis, camaradas, y hoy el mundo entero lo reconoce, que aquella lucha gigantesca fue dirigida por el camarada Lenin y por su Partido. Lenin es grande, ante todo, porque, al crear la Repblica de los Soviets, mostr con hechos a las masas oprimidas

El II Congreso de los Soviets de la U.R.S.S. se celebr en Mosc del 26 de enero al 2 de febrero de 1924. En la primera sesin del Congreso, consagrada a la memoria de V. I. Lenin, J. V. Stalin pronunci un discurso en el cual prest, en nombre del Partido Bolchevique, el gran juramento de velar por el cumplimiento de los mandamientos de Lenin. Con motivo de la muerte de Lenin, el Congreso aprob el mensaje A la humanidad trabajadora. Para perpetuar la memoria de Lenin, el Congreso acord editarlas Obras de Lenin, dar el nombre de Leningrado a Petrogrado, establecer un da de luto y levantar el Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Mosc y monumentos en las capitales de las repblicas federadas, as como en Leningrado y en Tashkent. El 31 de enero, el Congreso aprob la primera Constitucin (Ley Fundamental) de la U.R.S.S., redactada bajo la direccin de J. V. Stalin.

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48 del mundo entero que la esperanza en la salvacin no est perdida, que la dominacin de los terratenientes y de los capitalistas no es eterna, que el reino del trabajo puede ser creado por los esfuerzos de los trabajadores mismos, que el reino del trabajo es preciso crearlo en la tierra, y no en el cielo. De esta manera, prendi en los corazones de los obreros y de los campesinos del mundo entero la esperanza de la liberacin. Esto, precisamente, explica que el nombre de Lenin sea el nombre ms querido por las masas trabajadoras y explotadas. AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS LEGO QUE CONSERVRAMOS Y FORTALECISEMOS LA DICTADURA DEL PROLETARIADO. TE JURAMOS, CAMARADA LENIN, QUE NO ESCATIMAREMOS ESFUERZO PARA CUMPLIR TAMBIN CON HONOR ESTE TU MANDAMIENTO! La dictadura del proletariado se cre en nuestro pas sobre la base de la alianza de los obreros y los campesinos. Esta es la base primera y esencial de la Repblica de los Soviets. Los obreros y los campesinos no habran podido vencer a los capitalistas y a los terratenientes sin esa alianza. Los obreros no habran podido derrotar a los capitalistas si no hubieran tenido el apoyo de los campesinos. Los campesinos no habran podido derrotar a los terratenientes si no hubieran sido dirigidos por los obreros. As lo evidencia toda la historia de la guerra civil en nuestro pas. Pero la lucha por el fortalecimiento de la Repblica de los Soviets est lejos de haber concluido: nicamente ha tomado una nueva forma. Antes, la alianza de los obreros y los campesinos revesta la forma de alianza militar, porque iba dirigida contra Kolchak y Denikin. Ahora, la alianza de los obreros y los campesinos debe tomar la forma de una colaboracin econmica entre la ciudad y el campo, entre los obreros y los campesinos, porque esta alianza va dirigida contra el comerciante y el kulak, porque su fin es que los campesinos y los obreros se abastezcan recprocamente de todo lo necesario. Vosotros sabis que nadie luch con tanto tesn como el camarada Lenin por llevar a cabo esta tarea. AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS LEGO QUE FORTALECISEMOS CON TODAS NUESTRAS ENERGAS LA ALIANZA DE LOS OBREROS Y CAMPESINOS. TE JURAMOS, CAMARADA LENIN, QUE TAMBIN CUMPLIREMOS CON HONOR ESTE TU MANDAMIENTO! La segunda base de la Repblica de los Soviets es la alianza de los trabajadores de las diferentes nacionalidades de nuestro pas. Rusos y ucranianos,

J. V. Stalin bashkires y bielorrusos, georgianos y azerbadzhanos, armenios y daguestanos, trtaros y kirguires, uzbecos y turcomanos, todos estn interesados por igual en el fortalecimiento de la dictadura del proletariado. No slo la dictadura del proletariado libra a estos pueblos de las cadenas y de la opresin; estos pueblos, con su fidelidad sin reservas a la Repblica de los Soviets y su disposicin a sacrificarse por ella, preservan a nuestra Repblica de los Soviets de las maquinaciones e intentonas de los enemigos de la clase obrera. Por eso, el camarada Lenin nos hablaba incesantemente de la necesidad de la alianza voluntaria entre los pueblos de nuestro pas, de la necesidad de su colaboracin fraternal dentro del marco de la Unin de Repblicas. AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS LEGO QUE FORTALECIRAMOS Y EXTENDISEMOS LA UNIN DE REPBLICAS. TE JURAMOS, CAMARADA LENIN, QUE TAMBIN CUMPLIREMOS CON HONOR ESTE TU MANDAMIENTO! La tercera base de la dictadura del proletariado reside en nuestro Ejrcito Rojo y en nuestra Flota Roja. Ms de una vez nos repiti Lenin que la tregua que hemos arrancado a los Estados capitalistas puede ser de corta duracin. Lenin nos indic reiteradas veces que el fortalecimiento del Ejrcito Rojo y su perfeccionamiento constituyen una de las tareas ms importantes de nuestro Partido. Los acontecimientos relacionados con el ultimtum de Curzon y con la crisis en Alemania143 han confirmado una vez ms que Lenin tena, como siempre, razn. Juremos, pues, camaradas, que no escatimaremos fuerzas para robustecer nuestro Ejrcito Rojo y nuestra Flota Roja. Nuestro pas se yergue como una roca formidable en medio del ocano de los Estados burgueses. Las olas se abaten una tras otra sobre l, amenazando con hundirlo y barrerlo. Pero la roca se mantiene inconmovible. En qu reside su fuerza? No slo en que nuestro pas descansa sobre la alianza de los obreros y los campesinos, en que encarna la alianza de nacionalidades libres y est defendido por el potente brazo del Ejrcito Rojo y de la Flota Roja. La fuerza de nuestro pas, su potencia y su solidez residen en la profunda simpata y en el apoyo inquebrantable que encuentra en los corazones de los obreros y campesinos del mundo entero. Los obreros
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Se alude a la crisis econmica y poltica de 1923 en Alemania. En el pas se desarroll un movimiento revolucionario de masas, como resultado del cual fueron formados gobiernos obreros en Sajonia y en Turingia y tuvo lugar en Hamburgo una insurreccin armada. Despus de aplastado el movimiento revolucionario en Alemania; se acentu la reaccin burguesa en toda Europa, as como el peligro de una nueva intervencin contra la Repblica Sovitica.

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Con motivo de la muerte de Lenin y campesinos del mundo entero quieren que perdure la Repblica de los Soviets, flecha lanzada por la mano firme del camarada Lenin en el campo enemigo, apoyo de sus esperanzas de liberarse de la opresin y de la explotacin, faro seguro que les indica el camino de la liberacin. Quieren que perdure y no permitirn a los terratenientes y a los capitalistas que la destruyan. En ello reside nuestra fuerza, En ello reside la fuerza de los trabajadores de todos los pases. En ello reside tambin la debilidad de la burguesa del mundo entero. Lenin nunca consider a la Repblica de los Soviets un fin en s. Siempre la consider un eslabn indispensable para reforzar el movimiento revolucionario en los pases del Occidente y del Oriente, un eslabn indispensable para facilitar la victoria de los trabajadores del mundo entero sobre el capital. Lenin saba que tal concepcin es la nica acertada, no slo desde el punto de vista internacional, sino tambin desde el punto de vista del mantenimiento de la Repblica de los Soviets misma. Lenin sabia que slo as se puede inflamar el corazn de los trabajadores del mundo entero para las batallas decisivas por su liberacin. Por eso, Lenin, el ms genial entre los jefes geniales del proletariado, sent, al da siguiente de la instauracin de la dictadura del proletariado, los cimientos de la Internacional de los obreros. Por eso no se cansaba de ensanchar y de fortalecer la unin de los trabajadores del mundo entero: la Internacional Comunista. En estos ltimos das habis visto la peregrinacin de decenas y centenares de miles de trabajadores, que han desfilado ante el fretro del camarada Lenin. Dentro de algn tiempo veris la peregrinacin a su tumba de representantes de millones de trabajadores. Podis estar seguros de que, a los representantes de millones de trabajadores, seguirn despus los representantes de decenas y centenares de millones de trabajadores de todos los confines del mundo, para atestiguar que Lenin fue el jefe, no slo del proletariado ruso, no slo de los obreros europeos, no slo de los trabajadores de las colonias del Oriente, sino de todos los trabajadores del globo terrestre. AL DEJARNOS, EL CAMARADA LENIN NOS LEGO QUE PERMANECISEMOS FIELES A LOS PRINCIPIOS DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA. TE JURAMOS, CAMARADA LENIN, QUE NO REGATEAREMOS NUESTRA VIDA PARA FORTALECER Y EXTENDER LA UNIN DE LOS TRABAJADORES DEL MUNDO ENTERO: LA INTERNACIONAL COMUNISTA! Publicado el 30 enero de 1924 en el nm. 23 de Pravda.

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LENIN Discurso pronunciado en una velada de los alumnos de la escuela militar del Kremlin 28 de enero de 1924 Camaradas: Me comunicaron que habais organizado una velada en memoria de Lenin y que estaba invitado como uno de los informantes. Considero que no es preciso hacer una exposicin sistematizada de las actividades de Lenin. Creo que sera mejor circunscribirse a relatar varios hechos que subrayan ciertas particularidades de Lenin como hombre y como poltico. Quizs no haya relacin interna entre estos hechos, pero eso no puede ser bice para que os hagis una idea general de Lenin. Sea como fuere, en este momento no puedo daros ms de lo que acabo de prometer. El guila de las montaas Conoc a Lenin en 1903. Por cierto, este conocimiento no fue personal. Nos conocimos por correspondencia. Pero ello me produjo una impresin indeleble, que no se ha desvanecido en todo el tiempo que llevo trabajando en el Partido. Me encontraba entonces en Siberia, deportado. Al conocer la actuacin revolucionaria de Lenin en los ltimos aos del siglo XIX y, sobre todo, despus de 1901, despus de la publicacin de Iskra144, me convenc de que tenamos en l a un hombre extraordinario. No era entonces, a mis ojos un simple jefe del Partido; era su verdadero creador, porque slo l comprenda la naturaleza interna y las necesidades imperiosas de nuestro Partido. Cuando lo comparaba con los dems dirigentes de nuestro Partido, me pareca siempre que los compaeros de lucha de Lenin -Plejnov, Mrtov, Axelrod y otrosestaban a cien codos por debajo de l; que Lenin, en comparacin con ellos, no era simplemente un dirigente, sino un dirigente de tipo superior, un guila de las montaas, al que era ajeno el miedo en la lucha y que llevaba audazmente el Partido hacia adelante, por los caminos inexplorados del movimiento revolucionario ruso. Esta impresin haba calado tan hondo en mi alma, que sent la necesidad de escribir de ello a un amigo ntimo, emigrado entonces en el
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extranjero, pidindole su opinin. Al cabo de algn tiempo, cuando ya me encontraba deportado en Siberia -era a fines de 1903-, recib una contestacin entusiasta de mi amigo y, acompandola, una carta sencilla, pero de profundo contenido, escrita por Lenin, a quien mi amigo haba dado a conocer mi carta. La esquela de Lenin era relativamente corta, pero contena una crtica audaz, una crtica valiente de la labor prctica de nuestro Partido, as como una exposicin magnficamente clara y concisa de todo el plan de trabajo del Partido para el perodo prximo. Slo Lenin saba escribir sobre las cuestiones ms complejas con tanta sencillez y claridad, con tanta concisin y audacia; en l, cada palabra, ms que palabra, es un disparo. Esta esquela sencilla y audaz me reafirm en el convencimiento de que en Lenin tena nuestro Partido un guila de las montaas. No puedo perdonarme el haber quemado aquella carta de Lenin, lo mismo que muchas otras, siguiendo mi costumbre de viejo revolucionario clandestino. De entonces datan mis relaciones con Lenin. La modestia Vi por primera vez a Lenin en diciembre de 1905, en la Conferencia bolchevique de Tammerfors (Finlandia). Esperaba ver al guila de las montaas, al gran hombre de nuestro Partido, a un hombre no slo grande desde el punto de vista poltico, sino tambin, si queris, desde el punto de vista fsico, porque me imaginaba a Lenin como a un gigante apuesto e imponente. Cul no sera mi decepcin, cuando vi a un hombre de lo ms corriente, de talla inferior a la media y que no se diferenciaba en nada, absolutamente en nada, de los dems mortales... Es costumbre que los grandes hombres lleguen tarde a las reuniones, para que los asistentes esperen su aparicin con el corazn en suspenso; adems, cuando va a aparecer el gran hombre, los reunidos se advierten: -Chist, silencio..., ah viene!. Este ceremonial no me pareca superfluo, pues impone, inspira respeto. Cul no sera mi decepcin, cuando supe que Lenin haba llegado a la reunin antes que los delegados y que, metido en un rincn, platicaba del modo ms sencillo y natural con los delegados ms sencillos de la Conferencia. No oculto que esto me pareci entonces una infraccin de ciertas normas imprescindibles.

Iskra (La Chispa): primer peridico marxista clandestino para toda Rusia; fue fundado por V. I. Lenin en diciembre de 1900 en el extranjero, de donde se introduca clandestinamente en Rusia.

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Lenin Slo ms tarde comprend que esta sencillez y esta modestia de Lenin, este deseo de pasar inadvertido o, en todo caso, de no llamar la atencin, de no subrayar su alta posicin, que este rasgo constitua una de las mayores virtudes de Lenin como jefe nuevo de las masas nuevas, de las sencillas y corrientes masas de las capas bajas ms profundas de la humanidad. La fuerza de la lgica Admirables fueron los dos discursos que Lenin pronunci en esta Conferencia: sobre el momento y sobre la cuestin agraria. Por desgracia no se han conservado. Fueron unos discursos inspirados, que arrebataron de clamoroso entusiasmo a toda la Conferencia. La extraordinaria fuerza de conviccin, la sencillez y la claridad de los argumentos, las frases breves e inteligibles para todos, la falta de afectacin, de gestos aparatosos y de frases efectistas, dichas para producir impresin, todo ello distingua favorablemente los discursos de Lenin de los discursos de los oradores parlamentarios habituales. .Pero no fue este aspecto de los discursos de Lenin lo que me cautiv entonces. Me subyug la fuerza invencible de su lgica, que, si bien era algo seca, dominaba al auditorio, lo electrizaba poco a poco y despus, como suele decirse, haca que se le rindiera incondicionalmente. Recuerdo que muchos de los delegados decan: La lgica en los discursos de Lenin es como unos tentculos irresistibles que le atenazan a uno por todos lados y de los que no hay modo de zafarse: hay que rendirse o disponerse a sufrir un fracaso rotundo. Creo que esta particularidad de los discursos de Lenin es el lado ms fuerte de su arte oratorio. Sin lloriqueos Vi a Lenin por segunda vez en 1906, en el Congreso de Estocolmo de nuestro Partido145. Es sabido que en este Congreso los bolcheviques quedaron en minora y sufrieron una derrota. Por vez primera vi a Lenin en el papel de vencido. No se pareca ni en un pice a esos jefes que, despus de una derrota, lloriquean y se desaniman. Al contrario, la derrota convirti a Lenin en la personificacin de la energa, que impulsaba a sus partidarios a nuevos combates, a la victoria futura. He dicho la derrota de Lenin. Pero qu derrota fue aqulla? Haba que ver a los adversarios de Lenin, a los vencedores del Congreso de Estocolmo, a Plejnov, a Axelrod, a Mrtov y a los dems: se parecan muy poco a verdaderos vencedores, porque Lenin, con su crtica implacable del menchevismo, no les dej, como suele decirse, hueso sano. Me acuerdo de que
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51 nosotros, los delegados bolcheviques, agrupndonos en torno suyo, mirbamos a Lenin, pidindole consejo. Los discursos de algunos delegados dejaban traslucir el cansancio, el desaliento. Me acuerdo que Lenin, contestando a aquellos discursos, dijo mordaz, entre dientes: No lloriqueis, camaradas; venceremos sin duda alguna, porque tenemos razn. Del odio a los intelectuales llorones, de la fe en las fuerzas propias, de la fe en la victoria: de esto nos habl entonces Lenin. Se adverta que la derrota de los bolcheviques era pasajera, que los bolcheviques haban de vencer en un porvenir prximo. No lloriquear en caso de derrota: ste es el rasgo peculiar de la actividad de Lenin que le ayud a agrupar en torno suyo un ejrcito incondicionalmente fiel a la causa y con fe en sus propias fuerzas. Sin presuncin En el Congreso siguiente, celebrado en Londres146 en 1907, fueron los bolcheviques quienes salieron vencedores. Entonces vi por primera vez a Lenin en el papel de vencedor. Generalmente, la victoria embriaga a cierta clase de jefes, los llena de vanidad, los hace presuntuosos. En tales casos, se ponen las ms de las veces a cantar victoria y se duermen en los laureles. Pero Lenin no se pareca ni en un pice a esta clase de jefes. Al contrario, precisamente despus de la victoria pona de manifiesto una vigilancia y una prudencia particulares. Recuerdo que Lenin repeta entonces con insistencia a los delegados: Lo primero es no dejarse deslumbrar por la victoria y no envanecerse de ella; lo segundo, consolidar el xito obtenido; lo tercero, rematar al enemigo, porque slo est batido y dista an mucho de haber sido rematado. Se burlaba, mordaz, de los delegados que afirmaban, a la ligera: Se ha acabado para siempre con los mencheviques, Al l le fue fcil demostrar que los mencheviques tenan todava races en el movimiento obrero y que haba que combatirlos con habilidad, evitando por todos los medios la sobreestimacin de las fuerzas propias y, sobre todo, el menosprecio de las fuerzas del enemigo. No envanecerse de la victoria: ste es el rasgo peculiar del carcter de Lenin que le permita medir con ponderacin las fuerzas del enemigo y poner al Partido a salvo de cualquier eventualidad. La fidelidad a los principios Los jefes de un partido no pueden menospreciar la opinin de la mayora de su partido. La mayora es una fuerza que un jefe no puede dejar de tener en cuenta. Lenin lo comprenda tan bien como cualquier otro dirigente del Partido. Pero Lenin nunca fue
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El Congreso de Estocolmo o IV Congreso del POSDR (llamado tambin Congreso de Unificacin) se celebr del 10 al 25 de abril (del 23 de abril al 8 de mayo) de 1906.

El V Congreso (Congreso de Londres) del POSDR se celebr del 30 de abril al 19 de mayo (del 13 de mayo al 1 de junio) de 1907.

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52 prisionero de la mayora, sobre todo cuando la mayora no se apoyaba en una base de principios. Hubo momentos en la historia de nuestro Partido en los que la opinin de la mayora o los intereses momentneos del Partido chocaban con los intereses fundamentales del proletariado. En tales casos, Lenin, sin vacilar, se pona resueltamente al lado de los principios, en contra de la mayora del Partido. Es ms; en tales casos no tema luchar, literalmente, solo contra todos, estimando, como deca a menudo, que una poltica de principios es la nica poltica acertada. A este respecto, son particularmente caractersticos los dos hechos siguientes: Primer hecho. Perodo de 1909-1911, cuando el Partido, derrotado por la contrarrevolucin, estaba en plena disgregacin. Era un perodo de falta de fe en el Partido, un perodo en que no slo los intelectuales, sino tambin parte de los obreros, desertaban en masa del Partido, un perodo en que se rechazaba toda actividad clandestina, un perodo de liquidacionismo y desmoronamiento. No slo los mencheviques, sino tambin los bolcheviques, estaban divididos entonces en numerosas fracciones y tendencias, en su mayora desvinculadas del movimiento obrero. Es sabido que fue precisamente en aquel perodo cuando naci la idea de liquidar por completo las actividades clandestinas del Partido y organizar a los obreros en un partido legal, liberalstolipiniano. Lenin fue entonces el nico que no se dej ganar por el contagio general y que mantuvo en alto la bandera de la lucha en pro del Partido, reuniendo con una paciencia asombrosa, con un tesn sin precedentes, las fuerzas del Partido, dispersas y deshechas, combatiendo todas las tendencias hostiles al Partido en el seno del movimiento obrero, defendiendo el Partido con un valor extraordinario y una perseverancia inaudita. Es sabido que, ms tarde, Lenin sali vencedor de aquella lucha por el Partido. Segundo hecho. Perodo de 1914-1917, en plena guerra imperialista, cuando todos los partidos socialdemcratas y socialistas, o casi todos, llevados por la embriaguez patriotera general, se haban puesto al servicio del imperialismo de sus respectivos pases. Era el perodo en que la II Internacional inclinaba sus banderas ante el capital, en que incluso hombres como Plejnov, Kautsiky, Guesde, etc. no resistieron a la oleada de chovinismo. Lenin fue entonces el nico, o casi el nico, que emprendi la lucha decidida contra el socialchovinismo y el socialpacifismo, puso al desnudo la traicin de los Guesde y de los Kautsiky y estigmatiz la actitud equvoca de los revolucionarios que nadaban entre dos aguas. Lenin comprenda que slo le segua una minora insignificante, pero esto no tena para l una importancia decisiva, porque saba que la nica poltica acertada, a la que pertenece el porvenir, es la

J. V. Stalin del internacionalismo consecuente; porque saba que una poltica de principios es la nica poltica acertada. Sabido es que tambin en aquella lucha por una nueva Internacional, Lenin result vencedor. Una poltica de principios es la nica poltica acertada: sta es precisamente la frmula que ayudaba a Lenin a tomar por asalto nuevas posiciones inexpugnables, ganando para el marxismo revolucionario a los mejores elementos del proletariado. La fe en las masas Los tericos y los jefes de partido que conocen la historia de los pueblos y que han estudiado detalladamente, desde el principio hasta el fin, la historia de las revoluciones, padecen a veces una enfermedad indecorosa. Esta enfermedad se llama temor a las masas, falta de fe en la capacidad creadora de las masas. A veces, esa enfermedad origina cierta actitud aristocrtica de los jefes haca las masas, poco iniciadas en la historia de las revoluciones, pero llamadas a destruir lo viejo y a construir lo nuevo. El temor a que los elementos puedan desencadenarse, a que las masas puedan hacer demasiados estropicios, el deseo de representar el papel de ayas que se esfuerzan por instruir a las masas de un modo libresco, pero que no quieren aprender de las masas; tal es el fondo de semejante actitud aristocrtica. Lenin era la anttesis de semejantes jefes. No conozco a ningn revolucionario que haya tenido una fe tan profunda en las fuerzas creadoras del proletariado y en el acierto revolucionario de su instinto de clase como la que tena Lenin. No conozco a ningn revolucionario que haya sabido flagelar tan implacablemente a los presuntuosos crticos del caos de la revolucin, y de la bacanal de los actos arbitrarios de las masas como los flagelaba Lenin. Recuerdo que, en una conversacin, Lenin replic sarcsticamente a un camarada, que haba dicho que despus de la revolucin deba establecerse un orden normal: Malo es que quienes desean ser revolucionarios olviden que el orden ms normal en la historia es el orden de la revolucin. De aqu su desdn hacia todos los que miraban a las masas por encima del hombro e intentaban instruirlas de un modo libresco. Por eso, Lenin enseaba incansablemente que haba que aprender de las masas, comprender el sentido de sus acciones, estudiar atentamente la experiencia prctica de su lucha. La fe en las fuerzas creadoras de las masas: tal era el rasgo peculiar de la actividad de Lenin que le permita comprender el sentido del movimiento espontneo de las masas y orientarlo por el cauce de la revolucin proletaria.

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Lenin El genio de la revolucin Lenin haba nacido para la revolucin. Fue realmente el genio de los estallidos revolucionarios y el gran maestro en el arte de la direccin revolucionaria. Nunca se senta tan a gusto, tan contento, como en la poca de las conmociones revolucionarias. Con esto no quiero decir, de ninguna manera, que Lenin aprobaba toda conmocin revolucionaria o que se pronunciara siempre y en cualquier circunstancia a favor de los estallidos revolucionarios. De ningn modo. Quiero decir solamente que nunca la clarividencia genial de Lenin se manifestaba con tanta plenitud, con tanta precisin, como durante los estallidos revolucionarios. En los das de virajes revolucionarios, pareca literalmente, un hombre nuevo, se converta en un vidente, intua el movimiento de las clases y los zigzags probables de la revolucin, como si los leyese en la palma de la mano. Con razn se deca en el Partido: Ilch sabe nadar entre las olas de la revolucin como el pez en el agua. De aqu la asombrosa claridad de las consignas tcticas de Lenin y la vertiginosa audacia de sus planes revolucionarios. Me vienen a la memoria dos hechos que subrayan particularmente esta peculiaridad de Lenin. Primer hecho. Perodo en vsperas de la Revolucin de Octubre, cuando millones de obreros, campesinos y soldados, empujados por la crisis en la retaguardia y en el frente, exigan la paz y la libertad; cuando el generalato y la burguesa preparaban una dictadura militar para hacer la guerra hasta el fin; cuando toda la sedicente opinin pblica y todos los sedicentes partidos socialistas estaban contra los bolcheviques y los calificaban de espas alemanes; cuando Kerenski intentaba hundir al Partido Bolchevique en la ilegalidad y ya lo haba conseguido en parte; cuando los ejrcitos, todava poderosos y disciplinados, de la coalicin austroalemana se alzaban frente a nuestros ejrcitos cansados y en estado de descomposicin, y los socialistas de la Europa Occidental seguan, tranquilamente, en bloque con sus gobiernos, para hacer la guerra hasta la victoria completa. Qu significaba desencadenar una insurreccin en aquel momento? Desencadenar una insurreccin en tales condiciones, era jugrselo todo. Pero Lenin no tema el riesgo, porque saba y vea con su mirada clarividente que la insurreccin era inevitable, que la insurreccin vencera, que la insurreccin en Rusia preparara el final de la guerra imperialista, que la insurreccin en Rusia pondra en movimiento a las masas exhaustas del Occidente, que la insurreccin en Rusia transformara la guerra imperialista en guerra civil, que de esta insurreccin nacera la Repblica de los Soviets, que la Repblica de los Soviets servira de baluarte al movimiento

53 revolucionario en el mundo entero. Sabido es que aquella previsin revolucionaria de Lenin haba de cumplirse con una exactitud sin igual. Segundo hecho. Primeros das despus de la Revolucin de Octubre, cuando el Consejo de Comisarios del Pueblo intentaba obligar al faccioso general Dujonin, el Comandante en Jefe, a suspender las hostilidades y entablar negociaciones con los alemanes a fin de concertar un armisticio. Recuerdo como Lenin, Krilenko (el futuro Comandante en Jefe) y yo fuimos al Estado Mayor Central, en Petrogrado, para ponernos en comunicacin con Dujonin por cable directo. Era un momento angustioso. Dujonin y el Cuartel General se haban negado categricamente a cumplir la orden del Consejo de Comisarios del Pueblo. Los mandos del ejrcito se encontraban enteramente en manos del Cuartel General. En cuanto a los soldados, se ignoraba lo que dira aquel ejrcito de catorce millones de hombres, subordinado a las llamadas organizaciones del ejrcito, que eran hostiles al Poder de los Soviets. En el mismo Petrogrado, como es sabido, se gestaba entonces la insurreccin de los cadetes. Adems, Kerenski avanzaba en tren de guerra sobre Petrogrado. Recuerdo que, despus de un momento de silencio junto al aparato, el rostro de Lenin se ilumin de una luz extraordinaria. Se vea que Lenin haba tomado ya una decisin. Vamos a la emisora de radio -dijo Lenin-; nos prestar un buen servicio: destituiremos, por orden especial, al general Dujonin, nombraremos Comandante en Jefe al camarada Krilenko y nos dirigiremos a los soldados por encima de los mandos, exhortndoles a aislar a los generales, a cesar las hostilidades, a entrar en contacto con los soldados austro-alemanes y a tomar la causa de la paz en sus propias manos. Era un salto a lo desconocido. Pero Lenin no tena miedo a aquel salto; al contrario, iba derecho a l, porque saba que el ejrcito quera la paz y que la conquistara barriendo todos los obstculos puestos en su camino, porque saba que aquel modo de establecer la paz impresionara, sin duda alguna, a los soldados austro-alemanes y dara rienda suelta al anhelo de paz en todos los frentes, sin excepcin. Es sabido que tambin esta previsin revolucionaria de Lenin haba de cumplirse con toda exactitud. Clarividencia genial, capacidad de aprehender y adivinar rpidamente el sentido interno de los acontecimientos que se avecinaban: ste era el rasgo peculiar de Lenin que le permita elaborar una estrategia acertada y una lnea de conducta clara en los virajes del movimiento revolucionario. Publicado el 12 de febrero de 1924 en el nm. 34 de Pravda.

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LOS FUNDAMENTOS DEL LENINISMO Conferencias pronunciadas en la Universidad Sverdlov147 A la promocin leninista J. Stalin Los fundamentos del leninismo: el tema es vasto. Para agotarlo, hara falta un libro entero. Ms an: hara falta toda una serie de libros. Por eso es natural que mis conferencias no puedan ser consideradas como una exposicin completa del leninismo. Sern tan slo, en el mejor de los casos, un resumen sucinto de los fundamentos del leninismo. No obstante, estimo til hacer este resumen, a fin de ofrecer algunos puntos fundamentales de partida, necesarios para estudiar con fruto el leninismo. Exponer los fundamentos del leninismo no es an exponer los fundamentos de la concepcin del mundo de Lenin. La concepcin del mundo de Lenin y los fundamentos del leninismo no son, por su volumen, una y la misma cosa. Lenin es marxista, y la base de su concepcin del mundo es, naturalmente, el marxismo. Pero de esto no se desprende, en modo alguno, que la exposicin del leninismo deba comenzar por la de los fundamentos del marxismo. Exponer el leninismo es exponer lo que hay de peculiar y de nuevo en las obras de Lenin, lo aportado por Lenin al tesoro general del marxismo y lo que est asociado a su nombre de modo natural. Slo en este sentido hablar en mis Conferencias de los fundamentos del leninismo. Qu es, pues, el leninismo? Unos dicen que el leninismo es la aplicacin del marxismo a las condiciones peculiares de la situacin rusa. Esta definicin contiene una parte de verdad, pero dista mucho de encerrarla toda. En efecto, Lenin aplic el marxismo a la realidad de Rusia, y lo aplic magistralmente. Pero si el leninismo no fuese ms que la aplicacin del marxismo a la situacin peculiar de Rusia, el leninismo sera un fenmeno pura y exclusivamente nacional, pura y exclusivamente ruso. Sin embargo, sabernos que el leninismo es un fenmeno internacional, que tiene races en todo el
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Las conferencias de J. V. Stalin Los fundamentos del leninismo fueron publicadas en Pravdaen abril y mayo de 1924. En mayo de 1924 apareci el folleto de J. V. Stalin Acerca de Lenin y el leninismo, en el que figuraban su discurso titulado Lenin y las conferencias Los fundamentos del leninismo.

desarrollo internacional, y no un fenmeno exclusivamente ruso. Por eso, yo entiendo que esa definicin peca de unilateral. Otros dicen que el leninismo es la resurreccin de los elementos revolucionarios del marxismo de la dcada del 40 del siglo pasado, a diferencia del marxismo de aos posteriores, que, segn ellos, se hizo moderado y dej de ser revolucionario. Si pasamos por alto esa divisin necia y vulgar de la doctrina de Marx en dos partes, una revolucionaria y otra moderada, hay que reconocer que incluso esa definicin, ntegramente defectuosa e insatisfactoria, tiene un algo de verdad. Ese algo de verdad consiste en que Lenin resucit, efectivamente, el contenido revolucionario del marxismo, enterrado por los oportunistas de la II Internacional. Pero esto no es ms que un algo de verdad. La verdad entera del leninismo es que no slo hizo renacer el marxismo, sino que dio un paso adelante, prosiguiendo el desarrollo del marxismo bajo las nuevas condiciones del capitalismo y de la lucha de clase del proletariado. Qu es, pues, en fin de cuentas, el leninismo? El leninismo es el marxismo de la poca del imperialismo y de la revolucin proletaria. O ms exactamente: el leninismo es la teora y la tctica de la revolucin proletaria en general, la teora y la tctica de la dictadura del proletariado en particular. Marx y Engels actuaron en el perodo prerrevolucionario (nos referimos a la revolucin proletaria), cuando an no haba un imperialismo desarrollado, en un perodo de preparacin de los proletarios para la revolucin, en el perodo en que la revolucin proletaria no era an directa y prcticamente inevitable. En cambio, Lenin, discpulo de Marx y de Engels, actu en el perodo del imperialismo desarrollado, en el perodo en que se despliega la revolucin proletaria, cuando la revolucin proletaria ha triunfado ya en un pas, ha destrudo la democracia burguesa y ha inaugurado la era de la democracia proletaria, la era de los Soviets. Por eso el leninismo es el desarrollo ulterior del marxismo. Suele destacarse el carcter extraordinariamente combativo y extraordinariamente revolucionario del leninismo. Esto es muy cierto. Pero esta particularidad del leninismo se debe a dos causas: en

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Los fundamentos del leninismo primer lugar, a que el leninismo brot de la entraa de la revolucin proletaria, cuyo sello no puede por menos de ostentar; en segundo lugar, a que se desarroll y se fortaleci en las batallas contra el oportunismo de la II Internacional, combatir al cual ha sido y sigue siendo una premisa necesaria para luchar con xito contra el capitalismo. No hay que olvidar que entre Marx y Engels, de una parte, y Lenin, de otra, media todo un perodo de dominio indiviso del oportunismo de la II Internacional, la lucha implacable contra el cual no poda menos de ser una de las tareas ms importantes del leninismo. I. Las races histricas del leninismo El leninismo se desarroll y se form bajo el imperialismo, cuando las contradicciones del capitalismo haban llegado ya a su grado extremo, cuando la revolucin proletaria se haba convertido ya en una cuestin de la actividad prctica inmediata, cuando el antiguo perodo de preparacin de la clase obrera para la revolucin haba llegado a su tope, cediendo lugar a un nuevo perodo, al perodo de asalto directo del capitalismo. Lenin llam al imperialismo capitalismo agonizante. Por qu? Porque el imperialismo lleva las contradicciones del capitalismo a su ltimo lmite, a su grado extremo, ms all del cual empieza la revolucin. Entre estas contradicciones, hay tres que deben ser consideradas como las ms importantes. La primera contradiccin es la existente entre el trabajo y el capital. El imperialismo es la omnipotencia de los trusts y de los sindicatos monopolistas, de los bancos y de la oligarqua financiera de los pases industriales. En la lucha contra esta fuerza omnipotente, los mtodos habituales de la clase obrera -los sindicatos y las cooperativas, los partidos parlamentarios y la lucha parlamentaria- resultan absolutamente insuficientes. Una de dos: u os entregis a merced del capital, vegetis a la antigua y os hunds cada vez ms, o empuis un arma nueva: as plantea la cuestin el imperialismo a las masas de millones de proletarios. El imperialismo lleva a la clase obrera al umbral de la revolucin. La segunda contradiccin es la existente entre los distintos grupos financieros y las distintas potencias imperialistas en su lucha por las fuentes de materias primas, por territorios ajenos. El imperialismo es la exportacin de capitales a las fuentes de materias primas, la lucha furiosa por la posesin monopolista de estas fuentes, la lucha por un nuevo reparto del mundo ya repartido, lucha mantenida con particular encarnizamiento por los nuevos grupos financieros y por las nuevas potencias, que buscan un lugar bajo el sol, contra los viejos grupos y las viejas potencias, tenazmente aferrados a sus conquistas. La particularidad de esta lucha furiosa entre los distintos grupos de capitalistas es que entraa como elemento

55 inevitable las guerras imperialistas, guerras por la conquista de territorios ajenos. Esta circunstancia tiene, a su vez, la particularidad de que lleva al mutuo debilitamiento de los imperialistas, quebranta las posiciones del capitalismo en general, aproxima el momento de la revolucin proletaria y hace de esta revolucin una necesidad prctica. La tercera contradiccin es la existente entre un puado de naciones civilizadas dominantes y centenares de millones de hombres de las colonias y de los pases dependientes. El imperialismo es la explotacin ms descarada y la opresin ms inhumana de centenares de millones de habitantes de las inmensas colonias y pases dependientes. Extraer superbeneficios: tal es el objetivo de esta explotacin y de esta opresin. Pero, al explotar a esos pases, el imperialismo se ve obligado a construir en ellos ferrocarriles, fbricas, centros industriales y comerciales. La aparicin de la clase de los proletarios, la formacin de una intelectualidad del pas, el despertar de la conciencia nacional y el incremento del movimiento de liberacin son resultados inevitables de esta poltica. El incremento del movimiento revolucionario en todas las colonias y en todos los pases dependientes, sin excepcin, lo evidencia de modo palmario. Esta circunstancia es importante para el proletariado, porque mina de raz las posiciones del capitalismo, convirtiendo a las colonias y a los pases dependientes, de reservas del imperialismo, en reservas de la revolucin proletaria. Tales son, en trminos generales, las contradicciones principales del imperialismo, que han convertido el antiguo capitalismo floreciente en capitalismo agonizante. La importancia de la guerra imperialista desencadenada hace diez aos estriba, entre otras cosas, en que junt en un haz todas estas contradicciones y las arroj sobre la balanza, acelerando y facilitando con ello las batallas revolucionarias del proletariado. Dicho en otros trminos: el imperialismo no slo ha hecho que la revolucin sea prcticamente inevitable, sino que se hayan creado las condiciones favorables para el asalto directo a la fortaleza del capitalismo. Tal es la situacin internacional que ha engendrado al leninismo. Todo eso est bien, se nos dir; pero qu tiene que ver con esto Rusia, que no era ni poda ser el pas Clsico del imperialismo? Qu tiene que ver con esto Lenin, que actu, ante todo, en Rusia y para Rusia? Por qu fue precisamente Rusia el hogar del leninismo, la cuna de la teora y de la tctica de la revolucin proletaria? Porque Rusia era el punto de convergencia de todas estas contradicciones del imperialismo. Porque Rusia estaba preada de revolucin ms

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56 que ningn otro pas del mundo, y eso haca que slo ella se hallase en estado de resolver estas contradicciones por va revolucionaria. Sealaremos en primer lugar que la Rusia zarista era un foco de todo gnero de opresin -capitalista, colonial y militar- en su forma ms inhumana y ms brbara. Quin ignora que, en Rusia, la omnipotencia del capital se funda con el despotismo zarista; la agresividad del nacionalismo ruso, con las atrocidades del zarismo contra los pueblos no rusos; la explotacin de zonas enteras -Turqua, Persia, China-, con la anexin de estas zonas por el zarismo, con las guerras anexionistas? Lenin tena razn cuando deca que el zarismo era un imperialismo militar-feudal. El zarismo era la condensacin de los aspectos ms negativos del imperialismo, elevados al cubo. Adems, la Rusia zarista no slo era una importantsima reserva del imperialismo occidental porque habra sus puertas de par en par al capital extranjero, que tena en sus manos ramas tan decisivas de la economa nacional de Rusia como los combustibles y la metalurgia, sino tambin porque poda poner al servicio de los imperialistas occidentales millones de soldados. Recordad el ejrcito ruso de catorce millones de hombres, que derram su sangre en los frentes imperialistas para asegurar fabulosas ganancias a los capitalistas anglofranceses. Adems, el zarismo no slo era el perro de presa del imperialismo en el Oriente de Europa, sino tambin el agente del imperialismo occidental para exprimir de la poblacin centenares de millones: los intereses de los emprstitos que el zarismo obtena en Pars y en Londres, en Berln y en Bruselas. Finalmente, el zarismo era el aliado ms fiel del imperialismo occidental en el reparto de Turqua, de Persia, de China, etc. Quin ignora que el zarismo haca la guerra imperialista aliado a los imperialistas de la Entente y que Rusia era un elemento esencial en esta guerra? Por eso, los intereses del zarismo y del imperialismo occidental se entrelazaban y acababan fundindose en una sola madeja de intereses del imperialismo. Acaso poda el imperialismo del Occidente resignarse a la prdida de un puntal tan poderoso en el Oriente y de una fuente tan rica en fuerzas y en recursos, como era la vieja Rusia zarista y burguesa, sin poner a prueba todas sus fuerzas para sostener una lucha a muerte contra la revolucin en Rusia, a fin de defender y conservar el zarismo? Naturalmente que no! Pero de aqu se desprende que quien quera golpear al zarismo, levantaba inevitablemente la mano contra el imperialismo; que quien se sublevaba contra el zarismo, tena que sublevarse tambin contra el imperialismo, pues quien derrocara al

J. V. Stalin zarismo, si en realidad no pensaba slo en derribarlo, sino en acabar con l definitivamente, tena que derrocar tambin al imperialismo. La revolucin contra el zarismo se aproximaba de este modo a la revolucin contra el imperialismo, a la revolucin proletaria, y deba transformarse en ella. Entretanto, en Rusia iba en ascenso la ms grande de las revoluciones populares, a cuyo frente se hallaba el proletariado ms revolucionario del mundo, un proletariado que dispona de un aliado tan importante como los campesinos revolucionarios de Rusia. Hace falta, acaso, demostrar que una revolucin as no poda quedarse a mitad de camino; que, en caso de triunfar, deba seguir adelante, enarbolando la bandera de la insurreccin contra el imperialismo? Por eso Rusia tena que convertirse en el punto de convergencia de las contradicciones del imperialismo, no slo porque en Rusia, precisamente, estas contradicciones se ponan de manifiesto con mayor facilidad a causa de su carcter tan escandaloso y tan intolerable, y no slo porque Rusia era el puntal ms importante del imperialismo occidental, el puntal que una al capital financiero del Occidente con las colonias del Oriente, sino tambin porque solamente en Rusia exista una fuerza real capaz de resolver las contradicciones del imperialismo por va revolucionaria. Pero de esto se desprende que la revolucin en Rusia no poda menos de ser proletaria, no poda menos de revestir, desde los primeros momentos de su desarrollo, un carcter internacional, y no poda, por tanto, menos de sacudir los cimientos mismos del imperialismo mundial. Acaso los comunistas rusos podan, ante semejante estado de cosas, limitarse en su labor al marco estrechamente nacional de la revolucin rusa? Naturalmente que no! Por el contrario, toda La situacin, tanto la interior (profunda crisis revolucionaria) como la exterior (la guerra), los empujaba a salirse en su labor de ese mareo, a llevar la lucha a la palestra internacional, a poner al desnudo las lacras del imperialismo, a demostrar el carcter inevitable de la bancarrota del capitalismo, a destrozar el socialchovinismo y el socialpacifismo y, por ltimo, a derribar el capitalismo dentro de su pas y a forjar para el proletariado un arma nueva de lucha -la teora y la tctica de la revolucin proletaria-, con el fin de facilitar a los proletarios de todos los pases el derrocamiento del capitalismo. Los comunistas rusos no podan obrar de otro modo, pues slo siguiendo este camino se poda contar con que se produjesen en la situacin internacional ciertos cambios, capaces de garantizar a Rusia contra la restauracin del rgimen burgus. Por eso, Rusia se convirti en el hogar del leninismo, y el jefe de los comunistas rusos, Lenin, en su creador.

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Los fundamentos del leninismo Con Rusia y con Lenin ocurri aproximadamente lo mismo que haba ocurrido con Alemania y con Marx y Engels en la dcada del 40 del siglo pasado. Entonces, Alemania estaba preada, como la Rusia de comienzos del siglo XX, de una revolucin burguesa. Marx escribi entonces en el Manifiesto Comunista: Los comunistas fijan su principal atencin en Alemania, porque Alemania se halla en vsperas de una revolucin burguesa y porque llevar a cabo esta revolucin bajo las condiciones ms progresivas de la civilizacin europea en general, y con un proletariado mucho ms desarrollado que el de Inglaterra en el siglo XVII y el de Francia en el XVIII, y, por lo tanto, la revolucin burguesa alemana no podr ser sino el preludio inmediato de una revolucin proletaria. Dicho en otros trminos: el centro del movimiento revolucionario se desplazaba a Alemania. No cabe duda de que precisamente esta circunstancia, apuntada por Marx en el pasaje citado, constituy la causa probable de que fuese Alemania la cuna del socialismo cientfico, y los jefes del proletariado alemn, Marx y Engels, sus creadores. Lo mismo hay que decir, pero en mayor grado todava, de la Rusia de comienzos del siglo XX. En ese perodo, Rusia se hallaba en vsperas de la revolucin burguesa y haba de llevar a cabo esta revolucin en un ambiente ms progresivo en Europa y con un proletariado ms desarrollado que el de Alemania en la dcada del 40 del siglo ltimo (sin hablar ya de Inglaterra y de Francia); adems, todo indicaba que esta revolucin deba servir de fermento y de prlogo a la revolucin proletaria. No puede considerarse casual el hecho de que ya en 1902, cuando la revolucin rusa estaba todava en sus comienzos, Lenin dijese, en su folleto Qu hacer?, estas palabras profticas: La historia plantea hoy ante nosotros (es decir, ante los marxistas rusos. J. St.) una tarea inmediata, que es la ms revolucionaria de todas las tareas inmediatas del proletariado de ningn otro pas. ...la realizacin de esta tarea, la demolicin del ms poderoso baluarte, no ya de la reaccin europea, sino tambin (hoy podemos afirmarlo) de la reaccin asitica, convertira al proletariado ruso en la vanguardia del proletariado revolucionario internacional (v. t. IV, pg. 382). Dicho en otros trminos: el centro del movimiento revolucionario deba desplazarse a Rusia. Sabido es que el desarrollo de la revolucin en Rusia ha justificado, y con creces, esta prediccin de Lenin. Y, siendo as, tiene algo de asombroso que el

57 pas que ha llevado a cabo semejante revolucin y que cuenta con semejante proletariado haya sido la patria de la teora y la tctica de la revolucin proletaria? Tiene algo de asombroso que el jefe del proletariado de Rusia, Lenin, haya sido, a la par, el creador de esta teora y de esta tctica y el jefe del proletariado internacional? II. El mtodo He dicho ms arriba que entre Marx y Engels, de una parte, y Lenin, de otra, media todo un perodo de dominio del oportunismo de la II Internacional. Para ser exacto, debo aadir que no se trata aqu de un predominio formal del oportunismo, sino de un dominio efectivo. En apariencia, al frente de la II Internacional se encontraban marxistas fieles, ortodoxos: Kautsky y otros. Sin embargo, la labor fundamental de la II Internacional segua, en la prctica, la lnea del oportunismo. Los oportunistas, por su innato espritu de adaptacin y su naturaleza pequeoburguesa, se amoldaban a la burguesa; los ortodoxos, a su vez, se adaptaban a los oportunistas, para mantener la unidad con ellos, en aras de la paz en el partido. Resultaba de todo esto el dominio del oportunismo, pues la poltica de la burguesa y la de los ortodoxos eran eslabones de una misma cadena. Fue se un perodo de desarrollo relativamente pacfico del capitalismo, el perodo de anteguerra, por decirlo as, en que las contradicciones catastrficas del imperialismo no haban llegado an a revelarse en toda su evidencia; un perodo en que las huelgas econmicas de los obreros y los sindicatos se desenvolvan ms o menos normalmente; en que se obtenan triunfos vertiginosos en la lucha electoral y en la actuacin de las fracciones parlamentarias; en que las formas legales de lucha se ponan por las nubes y se crea matar al capitalismo con la legalidad; en una palabra, un perodo en el que los partidos de la II Internacional iban echando grasa y no queran pensar seriamente en la revolucin, en la dictadura del proletariado, en la educacin revolucionaria de las masas. En vez de una teora revolucionaria coherente, tesis tericas contradictorias y fragmentos de teoras divorciados de la lucha revolucionaria viva de las masas y convertidos en dogmas caducos. Naturalmente, para guardar las formas se invocaba la teora de Marx, pero con el fin de despojarla de su espritu revolucionario vivo. En vez de una poltica revolucionaria un filistesmo flcido y una politiquera de practicismo mezquino, diplomacia parlamentaria y combinaciones parlamentarias. Naturalmente, para guardar las formas se adoptaban resoluciones y consignas revolucionarias, pero con el nico fin de

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58 meterlas bajo el tapete. En vez de educar al partido y de ensearle una tctica revolucionaria acertada, a base del anlisis de sus propios errores, se eludan meticulosamente los problemas candentes, se los velaba y encubra. Naturalmente, para guardar las formas hablaban a veces de los problemas candentes, pero era con el fin de terminar el asunto con cualquier resolucin elstica. He ah cules eran la fisonoma, los mtodos de trabajo y el arsenal de la II Internacional. Entretanto, se acercaba un nuevo perodo de guerras imperialistas y de batallas revolucionarias del proletariado. Los antiguos mtodos de lucha resultaban, a todas luces, insuficientes y precarios ante la omnipotencia del capital financiero. Se impona revisar toda la labor de la II Internacional, todo su mtodo de trabajo, desarraigando el filistesmo, la estrechez mental, la politiquera, la apostasa, el socialchovinismo y el socialpacifismo, Se impona revisar todo el arsenal de la II Internacional, arrojar todo lo herrumbroso y todo lo caduco y forjar nuevas armas. Sin esta labor previa, no haba que pensar en lanzarse a la guerra contra el capitalismo. Sin esto, el proletariado corra el riesgo de encontrarse, ante nuevas batallas revolucionarias, mal armado o, incluso, inerme. El honor de llevar a cabo la revisin general y la limpieza general de los establos de Augias de la II Internacional correspondi al leninismo. Tales fueron las circunstancias en que naci y se forj el mtodo del leninismo. Cules son las exigencias de este mtodo? Primera: comprobar los dogmas tericos de la II Internacional en el fuego de la lucha revolucionaria de las masas, en el fuego de la prctica viva; es decir, restablecer la unidad, rota, entre la teora y la prctica, terminar con el divorcio entre ellas, porque slo as se puede crear un partido verdaderamente proletario, pertrechado de una teora revolucionaria. Segunda: comprobar la poltica de los partidos de la II Internacional, no por sus consignas y sus resoluciones (a las que no se puede conceder ningn crdito), sino por sus hechos, por sus acciones, pues slo as se puede conquistar y merecer la confianza de las masas proletarias. Tercera: reorganizar toda la labor de partido, dndole una orientacin nueva, revolucionaria, con el fin de educar y preparar a las masas para la lucha revolucionaria, pues slo as se puede preparar a las masas para la revolucin proletaria. Cuarta: la autocrtica de los partidos proletarios, su instruccin y educacin mediante el anlisis de los propios errores, pues slo as se pueden formar verdaderos cuadros y verdaderos dirigentes de partido. Tales son los fundamentos y la esencia del mtodo del leninismo.

J. V. Stalin Cmo se ha aplicado este mtodo en la prctica? Los oportunistas de la II Internacional tienen varios dogmas tericos, de los cuales arrancan siempre. He aqu algunos de ellos. Primer dogma: sobre las condiciones de la toma del Poder por el proletariado. Los oportunistas afirman que el proletariado no puede ni debe tomar el Poder si no constituye la mayora dentro del pas. No se aduce ninguna prueba, pues no hay forma de justificar, ni terica ni prcticamente, esta absurda tesis. Admitamos que sea as, contesta Lenin a los seores de la II Internacional. Pero, si se produce una situacin histrica (guerra, crisis agraria, etc.), en la cual el proletariado, siendo una minora de la poblacin, tiene la posibilidad de agrupar en torno suyo a la inmensa mayora de las masas trabajadoras, por qu no ha de tomar el Poder? Por qu el proletariado no ha de aprovechar una situacin internacional e interior favorable, para romper el frente del capital y acelerar el desenlace general? Acaso no dijo ya Marx, en la dcada del 50 del siglo pasado, que la revolucin proletaria en Alemania podra marchar magnficamente si fuera posible apoyarla, digmoslo as, con una segunda edicin de la guerra campesina148? No sabe, acaso, todo el mundo que en Alemania haba en aquel entonces relativamente menos proletarios que, por ejemplo, en Rusia en 1917? Acaso la experiencia de la revolucin proletaria rusa no ha puesto de manifiesto que este dogma predilecto de los hroes de la II Internacional no tiene la menor significacin vital para el proletariado? Acaso no es evidente que la experiencia de la lucha revolucionaria de las masas rebate y deshace ese dogma caduco? Segundo dogma: el proletariado no puede mantenerse en el Poder si no dispone de suficientes cuadros, de hombres ilustrados y de administradores ya hechos, capaces de organizar la gobernacin del pas. Primero hay que preparar estos cuadros bajo el capitalismo, y luego, tomar el Poder. Admitmoslo, contesta Lenin, Pero por qu no se pueden hacer las cosas de modo que primero se tome el Poder, se creen las condiciones favorables para el desarrollo del proletariado, y luego se avance a pasos agigantados para elevar el nivel cultural de las masas trabajadoras, para preparar numerosos cuadros dirigentes y administrativos de procedencia obrera? Acaso la experiencia de Rusia no ha demostrado que bajo el Poder proletario los dirigentes de procedencia obrera se forman de un modo cien veces ms rpido y mejor que bajo el Poder del capital? Acaso no es evidente que la experiencia de la lucha revolucionaria de las masas tambin deshace implacablemente este dogma terico de los oportunistas? Tercer dogma: el mtodo de la huelga general
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Se alude a las palabras de C. Marx en su carta a F. Engels del 16 de abril de 1856.

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Los fundamentos del leninismo poltica es inaceptable para el proletariado, ya que resulta tericamente inconsistente (v. la crtica de Engels), prcticamente peligroso (puede desorganizar la marcha normal de la vida econmica del pas y puede dejar vacas las cajas de los sindicatos) y no puede sustituir a las formas parlamentarias de lucha, que constituyen la forma principal de la lucha de clase del proletariado. Bien, contestan los leninistas. Pero, en primer lugar, Engels no critic toda huelga general, sino un determinado tipo de huelga general: la huelga general econmica de los anarquistas149, preconizada por stos en sustitucin de la lucha poltica del proletariado. Qu tiene que ver con eso el mtodo de la huelga general poltica? En segundo lugar, quin ha demostrado, y dnde, que la forma parlamentaria de lucha sea la forma principal de lucha del proletariado? Acaso la historia del movimiento revolucionario no demuestra que la lucha parlamentaria no es ms que una escuela y una ayuda para la organizacin de la lucha extraparlamentaria del proletariado, y que, bajo el capitalismo, las cuestiones fundamentales del movimiento obrero se dirimen por la fuerza, por la lucha directa de las masas proletarias, por su huelga general, por su insurreccin? En tercer lugar, de dnde se ha tomado eso de la sustitucin de la lucha parlamentaria por el mtodo de la huelga general poltica? Dnde y cundo han intentado los partidarios de la huelga general poltica sustituir las formas parlamentarias de lucha por las formas extraparlamentarias? En cuarto lugar, acaso la revolucin rusa no ha demostrado que la huelga general poltica es una gran escuela de la revolucin proletaria y un medio insustituible para movilizar y organizar a las ms amplias masas del proletariado en vsperas del asalto a la fortaleza del capitalismo? A qu vienen esas lamentaciones de filisteo sobre la desorganizacin de la marcha normal de la vida econmica y sobre las cajas de los sindicatos? Acaso no es evidente que la experiencia de la lucha revolucionaria destruye tambin este dogma de los oportunistas? Y as sucesivamente. Por eso Lenin deca que la teora revolucionaria no es un dogma y que slo se forma definitivamente en estrecha relacin con la experiencia prctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario (La enfermedad infantil), porque la teora debe servir a la prctica, porque la teora debe dar respuesta a las cuestiones planteadas por la prctica (Los amigos del pueblo), porque debe contrastarse con hechos de la prctica. En cuanto a las consignas polticas y a los acuerdos polticos de los partidos de la II Internacional, basta recordar la historia de la
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59 consigna de guerra a la guerra para comprender toda la falsedad y toda la podredumbre de la prctica poltica de estos partidos, que encubren su obra antirrevolucionaria con pomposas consignas y resoluciones revolucionarias. Todo el mundo recuerda las aparatosas manifestaciones hechas por la II Internacional en el Congreso de Basilea150, en las que se amenazaba a los imperialistas con todos los horrores de la insurreccin, si se decidan a desencadenar la guerra, y en las que se lanz la temible consigna de guerra a la guerra. Pero quin no recuerda que, poco tiempo despus, ante el comienzo mismo de la guerra, la resolucin de Basilea fue metida bajo el tapete, dndose a los obreros una nueva consigna: la de exterminarse mutuamente para mayor gloria de la patria capitalista? Acaso no es evidente que las resoluciones y las consignas revolucionarias no valen nada si no son respaldadas por los hechos? No hay ms que comparar la poltica leninista de transformacin de la guerra imperialista en guerra civil con la poltica de traicin de la II Internacional durante la guerra, para comprender toda la trivialidad de los politicastros del oportunismo y toda la grandeza del mtodo del leninismo. No puedo por menos de reproducir aqu un pasaje del libro de Lenin La revolucin proletaria y el renegado Kautsky, en el que Lenin fustiga duramente la tentativa oportunista del lder de la II Internacional C. Kautsky de no juzgar a los partidos por sus hechos, sino por sus consignas estampadas sobre el papel y por sus documentos: Kautsky lleva a cabo una poltica tpicamente pequeoburguesa, filistea, imaginndose... que con lanzar una consigna cambian las cosas. Toda la historia de la democracia burguesa denuncia esta ilusin: para engaar al pueblo, los demcratas burgueses han lanzado y lanzan siempre todas las consignas imaginables. El problema consiste en comprobar su sinceridad, en contraponer las palabras con los hechos, en no contentarse con frases idealistas o charlatanescas, sino en indagar su fondo de clase (v. t. XXIII, pg. 377). No hablo ya del miedo de los partidos de la II Internacional a la autocrtica de su costumbre de ocultar los errores, de velar los problemas espinosos, de disimular los defectos con una ostentacin de falsa prosperidad que embota el pensamiento vivo y frena la educacin revolucionaria del partido sobre la base
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Se alude al artculo de F. Engels Los bakuninstas en accin.

El Congreso de Basilea de la II Internacional se celebr del 24 al 25 de noviembre de 1912. Fue convocado con motivo de la guerra de los Balcanes y el peligro inminente de guerra mundial. El Congreso discuti una sola cuestin; la situacin internacional y las acciones conjuntas contra la guerra. El manifiesto aprobado por el Congreso llamaba a los obreros a utilizar la organizacin y la fuerza del proletariado para la lucha revolucionaria contra el peligro de guerra e invitaba a declarar la guerra a la guerra.

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60 del anlisis de sus propios errores, costumbre que Lenin ridiculiz y puso en la picota. He aqu lo que en su folleto La enfermedad infantil escriba Lenin acerca de la autocrtica en los partidos proletarios: La actitud de un partido poltico ante sus errores es uno de los criterios ms importantes y ms seguros para juzgar de la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes hacia su clase y hacia las masas trabajadoras. Reconocer abiertamente los errores, poner al descubierto sus causas, analizar la situacin que los ha engendrado y discutir atentamente los medios de corregirlos: eso es lo que caracteriza a un partido serio; en eso consiste el cumplimiento de sus deberes; eso es educar e instruir a la clase, y despus a las masas (v. t. XXV, pg. 200). Hay quien dice que el poner al descubierto los errores propios y practicar la autocrtica es peligroso para el Partido, pues eso puede aprovecharlo el enemigo contra el Partido del proletariado, Lenin consideraba ftiles y completamente errneas tales objeciones. He aqu lo que deca al respecto en su folleto Un paso adelante ya en 1904, cuando nuestro Partido era an dbil y pequeo: Ellos (es decir, los adversarios de los marxistas. J. St.) observan con muecas de alegra maligna nuestras discusiones; procurarn, naturalmente, entresacar para sus fines algunos pasajes aislados de mi folleto, consagrado a los defectos y deficiencias de nuestro Partido. Los socialdemcratas rusos estn ya lo bastante fogueados en el combate para no dejarse turbar por semejantes alfilerazos y para continuar, pese a ellos, su labor de autocrtica, poniendo despiadadamente al descubierto sus propias deficiencias, que de un modo necesario e inevitable sern enmendadas por el desarrollo del movimiento obrero (v. t. VI, pg. 161). Tales son, en general, los rasgos caractersticos del mtodo del leninismo. Lo que aporta el mtodo de Lenin encerrbase ya, en lo fundamental, en la doctrina de Marx, que, segn la expresin de su autor, es, por su propia esencia, crtica y revolucionaria. Este espritu crtico y revolucionario, precisamente, impregna desde el principio hasta el fin el mtodo de Lenin. Pero sera errneo suponer que el mtodo de Lenin no es ms que una simple restauracin de lo aportado por Marx. En realidad, el mtodo de Lenin no se limita a restaurar, sino que, adems, concreta y desarrolla el mtodo crtico y revolucionario de Marx, su dialctica materialista. III. La teora Analizar tres cuestiones de este tema:

J. V. Stalin a) importancia de la teora para el movimiento proletario, b) crtica de la teora de la espontaneidad, c) teora de la revolucin proletaria. 1) Importancia de la teora. Hay quien supone que el leninismo es la primaca de la prctica sobre la teora, en el sentido de que para l lo fundamental es aplicar los principios marxistas, dar cumplimiento a estos principios, al tiempo que manifiesta bastante despreocupacin por la teora. Sabido es que Plejnov se burl ms de una vez de la despreocupacin de Lenin por la teora, y en especial por la filosofa. Tambin es sabido que muchos leninistas ocupados hoy en el trabajo prctico no son muy dados a la teora, por efecto, sobre todo, de la enorme labor prctica que las circunstancias les obligan a desplegar. He de declarar que esta opinin, por dems extraa, que se tiene de Lenin y del leninismo es completamente falsa y no corresponde en modo alguno a la realidad; que la tendencia de los militantes ocupados en el trabajo prctico a desentenderse de la teora contradice a todo el espritu del leninismo y est preada de grandes peligros para la causa. La teora es la experiencia del movimiento obrero de todos los pases, tomada en su aspecto general. Naturalmente, la teora deja de tener objeto cuando no se halla vinculada a la prctica revolucionaria, exactamente del mismo modo que la prctica es ciega si la teora revolucionaria no alumbra su camino. Pero la teora puede convertirse en una formidable fuerza del movimiento obrero si se elabora en indisoluble ligazn con la prctica revolucionaria, porque ella, y slo ella, puede dar al movimiento seguridad, capacidad para orientarse y la comprensin de los vnculos internos entre los acontecimientos que se producen en torno nuestro; porque ella, y slo ella, puede ayudar a la prctica a comprender, no slo cmo se mueven y haca dnde marchan las clases en el momento actual, sino tambin cmo deben moverse y haca dnde deben marchar en un futuro prximo. Quin sino Lenin dijo y repiti decenas de veces la conocida tesis de que: Sin teora revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario151 (v. t. IV, pg. 380). Lenin comprenda mejor que nadie la gran importancia de la teora, sobre todo para un partido como el nuestro, en virtud del papel de luchador de vanguardia del proletariado internacional, que le ha correspondido, y de la complicada situacin interior e internacional que lo rodea. Previendo en 1902 este papel especial de nuestro Partido, Lenin consideraba ya entonces necesario recordar que:
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Subrayado por m. J. St.

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Los fundamentos del leninismo Slo un partido dirigido por una teora de vanguardia puede cumplir la misin de combatiente de vanguardia (v. t. IV, pg. 380). No creo que haya necesidad de demostrar que ahora, cuando la prediccin de Lenin sobre el papel de nuestro Partido se ha convertido ya en realidad, esta tesis de Lenin adquiere una fuerza y una importancia especiales. Quiz la expresin ms clara de la alta importancia que Lenin otorgaba a la teora, sea el hecho de que fuera precisamente l quien asumi el cumplimiento de una tarea tan grande como la de sintetizar, desde el punto de vista de la filosofa materialista, los ms importantes adelantos de la ciencia en el perodo comprendido desde Engels hasta Lenin y de someter a profunda crtica las tendencias antimaterialistas entre los partidarios del marxismo. Cada descubrimiento trascendental deca Engels- obliga al materialismo a cambiar de forma152. Es sabido que fue precisamente Lenin quien, en su notable libro Materialismo y empiriocriticismo, cumpli esta tarea en relacin con su poca. Es sabido que Plejnov, a quien gustaba burlarse de la despreocupacin de Lenin por la filosofa, no se decidi siquiera a abordar seriamente la realizacin de semejante tarea. 2) Crtica de la teora de la espontaneidad, o sobre el papel de la vanguardia en el movimiento. La teora de la espontaneidad es la teora del oportunismo, la teora de la prosternacin ante la espontaneidad en el movimiento obrero, la teora de la negacin prctica del papel dirigente de la vanguardia de la clase obrera, del Partido de la clase obrera. La teora de la prosternacin ante la espontaneidad es una teora decididamente contraria al carcter revolucionario del movimiento obrero, contraria a la orientacin del movimiento hacia la lucha contra los fundamentos del capitalismo; aboga por que el movimiento marche exclusivamente por la senda de las reivindicaciones posibles, aceptables para el capitalismo, aboga de manera absoluta por la va de la menor resistencia La teora de la espontaneidad es la ideologa del tradeunionismo. La teora de la prosternacin ante la espontaneidad es decididamente contraria a que se imprima al movimiento espontneo un carcter consciente, regular, es contraria a que el Partido marche al frente de la clase obrera, a que el Partido haga conscientes a las masas, a que el Partido marche a la cabeza del movimiento; aboga por que los elementos conscientes del movimiento no impidan a ste seguir su camino, aboga por que el Partido no
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61 haga ms que prestar odo al movimiento espontneo y se arrastre a la zaga de l. La teora de la espontaneidad es la teora de la subestimacin del papel del elemento consciente en el movimiento, es la ideologa del seguidismo, la base lgica de todo oportunismo. Prcticamente, esta teora, que sali a escena ya antes de la primera revolucin rusa, llev a que sus adeptos, los llamados economistas, negaran la necesidad de un partido obrero independiente en Rusia, se manifestasen contra la lucha revolucionaria de la clase obrera por el derrocamiento del zarismo, predicaran una poltica tradeunionista en el movimiento, y en general, abandonasen a la burguesa liberal la hegemona en el movimiento obrero. La lucha de la vieja Iskra y la brillante crtica de la teora del seguidismo hecha por Lenin en su folleto Qu hacer?, no slo derrotaron al llamado economismo, sino que, adems, sentaron las bases tericas para un movimiento realmente revolucionario de la clase obrera rusa. Sin esta lucha, ni siquiera hubiera podido pensarse en creer en Rusia un partido obrero independiente, ni en el papel dirigente de ste en la revolucin. Pero la teora de la prosternacin ante la espontaneidad no es un fenmeno exclusivamente ruso. Esta teora se halla muy extendida, cierto es que bajo una forma algo distinta, en todos los partidos de la II Internacional, sin excepcin. Me refiero a la llamada teora de las fuerzas productivas, vulgarizada por los lderes de la II Internacional, teora que lo justifica todo y reconcilia a todos, que registra los hechos, los explica cuando ya todo el mundo est harto de ellos y, despus de registrarlos, se da por satisfecha. Marx deca que la teora materialista no puede limitarse a interpretar el mundo, sino que, adems, debe transformarlo153. Pero a Kautsky y Ca. no les preocupa esto y prefieren no rebasar la primera parte de la frmula de Marx. He aqu uno de tantos ejemplos de aplicacin de esta teora. Dcese que, antes de la guerra imperialista, los partidos de la II Internacional amenazaban con declarar la guerra a la guerra, en el caso de que los imperialistas la comenzaran. Dcese que, en vsperas de la guerra, estos partidos metieron bajo el tapete la consigna de guerra a la guerra y aplicaron la consigna contraria, la consigna de guerra por la patria imperialista. Dcese que este cambio de consignas caus millones de vctimas entre los obreros. Pero sera un error pensar que alguien tuvo la culpa de ello, que alguien fue infiel o traidor a la clase obrera. Nada de eso! Ocurri lo que tena que ocurrir. En primer lugar, porque resulta que la Internacional es un instrumento de paz, y no
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Vase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. II, pg. 347, ed. en espaol, Mosc, 1952.

C. Marx, Tesis sobre Feuerbach (vase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. II, pg. 378, ed. en espaol, Mosc, 1952).

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62 de guerra; y, en segundo lugar, porque, dado el nivel de las fuerzas productivas en aquel entonces, ninguna otra cosa poda hacerse. La culpa es de las fuerzas productivas. As, exactamente, nos lo explica la teora de las fuerzas productivas del seor Kautsky. y quien no crea en esta teora, no es marxista. El papel de los partidos? Su importancia en el movimiento? Pero qu puede hacer un partido ante un factor tan decisivo como el nivel de las fuerzas productivas?... Podramos citar todo un montn de ejemplos semejantes de falsificacin del marxismo. No creo que sea necesario demostrar que este marxismo contrahecho, destinado a cubrir las vergenzas del oportunismo, no es ms que una variante a la europea de esa misma teora del seguidismo combatida por Lenin ya antes de la primera revolucin rusa. No creo que sea necesario demostrar que demoler esa falsificacin terica es una condicin preliminar para la creacin de partidos verdaderamente revolucionarios en el Occidente. 3) Teora de la revolucin proletaria. La teora leninista de la revolucin proletaria parte de tres tesis fundamentales. Primera tesis. La dominacin del capital financiero en los pases capitalistas adelantados; la emisin de ttulos de valor, como una operacin importantsima del capital financiero; la exportacin de capitales a las fuentes de materias primas, como una de las bases del imperialismo; la omnipotencia de la oligarqua financiera, como resultado de la dominacin del capital financiero; todo esto pone al descubierto el burdo carcter parasitario del capitalismo monopolista, hace cien veces ms doloroso el yugo de los trusts y de los sindicatos capitalistas, acrecienta la indignacin de la clase obrera contra los fundamentos del capitalismo y lleva las masas a la revolucin proletaria como nica salvacin. (v. El imperialismo, de Lenin). De aqu se desprende la primera conclusin: agudizacin de la crisis revolucionaria en los pases capitalistas; acrecentamiento de los elementos de un estallido en el frente interior, en el frente proletario de las metrpolis. Segunda tesis. La exportacin intensificada de capitales a las colonias y los pases dependientes; la extensin de las esferas de influencia y de los dominios coloniales, que llegan a abarcar todo el planeta; la transformacin del capitalismo en un sistema mundial de esclavizacin financiera y de opresin colonial de la gigantesca mayora de la poblacin del Globo por un puado de pases adelantados; todo esto, de una parte, ha convertido las distintas economas nacionales y los distintos territorios nacionales en eslabones de una misma cadena, llamada economa mundial; de otra parte, ha dividido a la poblacin del planeta en dos campos: el

J. V. Stalin de un puado de pases capitalistas adelantados, que explotan y oprimen vastas colonias y vastos pases dependientes, y el de la enorme mayora de colonias y pases dependientes, que se ven obligados a luchar por liberarse del yugo imperialista (v. El imperialismo). De aqu se desprende la segunda conclusin: agudizacin de la crisis revolucionaria en las colonias; acrecentamiento de la indignacin contra el imperialismo en el frente exterior, en el frente colonial. Tercera tesis. La posesin monopolista de las esferas de influencia y de las colonias; el desarrollo desigual de los pases capitalistas, que lleva a una lucha furiosa por un nuevo reparto del mundo entre los pases que ya se han apoderado de los territorios y los que desean obtener su parte; las guerras imperialistas, como nico medio de restablecer el equilibrio roto; todo esto conduce al fortalecimiento del tercer frente, del frente intercapitalista, que debilita al imperialismo y facilita la unin de los dos primeros frentes -el frente proletario revolucionario y el frente de la liberacin colonial- contra el imperialismo (v, El imperialismo). De aqu se desprende la tercera conclusin: ineluctabilidad de las guerras bajo el imperialismo e inevitabilidad de la coalicin de la revolucin proletaria de Europa con la revolucin colonial del Oriente, formando un solo frente mundial de la revolucin contra el frente mundial del imperialismo. Lenin suma todas estas conclusiones en una conclusin general: El imperialismo es la antesala de la revolucin socialista154 (v. t. XIX, pg. 71). En consonancia con esto, cambia el modo mismo de abordar el problema de la revolucin proletaria, de su carcter, de su extensin y profundidad, cambia el esquema de la revolucin en general, Antes, el anlisis de las premisas de la revolucin proletaria sola abordarse desde el punto de vista del estado econmico de tal o cual pas. Ahora, este modo de abordar el problema ya no basta. Ahora hay que abordarlo desde el punto de vista del estado econmico de todos o de la mayora de los pases, desde el punto de vista del estado de la economa mundial, porque los distintos pases y las distintas economas nacionales han dejado ya de ser unidades autnomas y se han convertido en eslabones de una misma cadena, que se llama economa mundial; porque el viejo capitalismo civilizado se ha transformado en imperialismo, y el imperialismo es un sistema mundial de esclavizacin financiera y de opresin colonial de la inmensa mayora de la poblacin del Globo por un puado de pases adelantados. Antes sola hablarse de la existencia o de la ausencia de condiciones objetivas para la revolucin
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Los fundamentos del leninismo proletaria en los distintos pases o, ms exactamente, en tal o cual pas desarrollado. Ahora, este punto de vista ya no basta. Ahora hay que hablar de la existencia de condiciones objetivas para la revolucin en todo el sistema de la economa imperialista mundial, considerado como una sola entidad; y la presencia, dentro de este sistema, de algunos pases con un desarrollo industrial insuficiente no puede representar un obstculo insuperable para la revolucin, si el sistema en su conjunto o, mejor dicho, puesto que el sistema en su conjunto est ya maduro para la revolucin. Antes sola hablarse de la revolucin proletaria en tal o cual pas desarrollado como de una magnitud autnoma, que se contrapona, como a su antpoda, al respectivo frente nacional del capital. Ahora, este punto de vista ya no basta. Ahora hay que hablar de la revolucin proletaria mundial, pues los distintos frentes nacionales del capital se han convertido en otros tantos eslabones de una misma cadena, que se llama frente mundial del imperialismo y a la cual hay que contraponer el frente general del movimiento revolucionario de todos los pases. Antes se conceba la revolucin proletaria como resultado exclusivo del desarrollo interior del pas en cuestin. Ahora, este punto de vista ya no basta. Ahora, la revolucin proletaria debe concebirse, ante todo, como resultado del desarrollo de las contradicciones dentro del sistema mundial del imperialismo, como resultado de la ruptura de la cadena del frente mundial imperialista en tal o cual pas. Dnde empezar la revolucin?, dnde podr romperse, en primer lugar, el frente del capital?, en qu pas? All donde la industria est ms desarrollada, donde el proletariado forme la mayora, donde haya ms cultura, donde haya ms democracia, solan contestar antes. No, objeta la teora leninista de la revolucin, no es obligatorio que sea all donde la industria est ms desarrollada, etc. El frente del capital se romper all donde la cadena del imperialismo sea ms dbil, pues la revolucin proletaria es resultado de la ruptura de la cadena del frente mundial imperialista por su punto ms dbil; y bien puede ocurrir que el pas que haya empezado la revolucin, el pas que haya roto el frente del capital, est menos desarrollado en el sentido capitalista que otros pases, los cuales, pese a su mayor desarrollo, todava permanezcan dentro del marco del capitalismo. En 1917, la cadena del frente imperialista mundial result ser ms dbil en Rusia que en los dems pases. Fue aqu donde se rompi, dando paso a la revolucin proletaria. Por qu? Porque en Rusia se desarrollaba una gran revolucin popular, a cuya cabeza marchaba el proletariado revolucionario, que contaba con un aliado tan importante como los

63 millones y millones de campesinos oprimidos y explotados por los terratenientes. Porque frente a la revolucin se alzaba aqu un representante tan repulsivo del imperialismo como el zarismo, falto de todo ascendiente moral y que se haba ganado el odio general de la poblacin. En Rusia, la cadena result ser ms dbil, aunque este pas estaba menos desarrollado en el sentido capitalista que Francia o Alemania, Inglaterra o los Estados Unidos, pongamos por caso. Dnde se romper la cadena en el prximo futuro? Volver a romperse all donde sea ms dbil. No est excluido que la cadena pueda romperse, por ejemplo, en la India. Por qu? Porque en la India hay un proletariado joven, combativo y revolucionario, que cuenta con un aliado como el movimiento de liberacin nacional, aliado indudablemente fuerte, indudablemente importante. Porque frente a la revolucin se alza all un enemigo de todos conocido, el imperialismo extranjero, privado de crdito moral y que se ha ganado el odio general de las masas oprimidas y explotadas de la India. Tambin es perfectamente posible que la cadena se rompa en Alemania. Por qu? Porque los factores que actan, por ejemplo, en la India, empiezan a actuar tambin en Alemania; y se comprende que la inmensa diferencia entre el nivel de desarrollo de la India y el de Alemania no puede dejar de imprimir su sello a la marcha y al desenlace de la revolucin en Alemania. Por eso, Lenin dice: Los pases capitalistas de la Europa Occidental llevarn a trmino su desarrollo hacia el socialismo... no por un proceso gradual de maduracin del socialismo en ellos, sino mediante la explotacin de unos Estados por otros, mediante la explotacin del primer Estado entre los vencidos en la guerra imperialista, unida a la explotacin de todo el Oriente. Por otra parte, el Oriente se ha incorporado de manera definitiva al movimiento revolucionario, gracias precisamente a esta primera guerra imperialista, vindose arrastrado definitivamente a la rbita general del movimiento revolucionario mundial (v. t. XXVII, pgs. 415-416). Resumiendo: como regla general, la cadena del frente imperialista debe romperse all donde sus eslabones sean ms dbiles y, en todo caso, no necesariamente all donde el capitalismo est ms desarrollado, o donde los proletarios constituyan un determinado tanto por ciento de la poblacin, los campesinos otro tanto por ciento determinado, etc., etc. Por eso, los clculos estadsticos sobre el porcentaje de proletariado en la poblacin de un pas determinado pierden, cuando se trata de resolver el

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64 problema de la revolucin proletaria, la importancia excepcional que gustaban de atribuirles los exgetas de la II Internacional, que no han sabido comprender el imperialismo y temen a la revolucin como a la peste. Adems, los hroes de la II Internacional afirmaban (y siguen afirmando) que entre la revolucin democrtico-burguesa, de una parte, y la revolucin proletaria, de otra, media un abismo o, por lo menos, una muralla de China, que separa la una de la otra por un lapso de tiempo ms o menos largo, durante el cual la burguesa, entronizada en el Poder, desarrolla el capitalismo, y el proletariado acumula fuerzas y se prepara para la lucha decisiva contra el capitalismo. Generalmente, este lapso se cuenta por decenios y decenios, si no ms. No creo que sea necesario demostrar que, en el imperialismo, esta teora de la muralla de China carece de toda base cientfica y no es ni puede ser ms que un medio para encubrir, para disimular con bellos colores los apetitos contrarrevolucionarios de la burguesa. No creo que sea necesario demostrar que en el imperialismo, preado de colisiones y guerras, que en la antesala de la revolucin socialista, cuando el capitalismo floreciente se convierte en capitalismo agonizante (Lenin) y el movimiento revolucionario crece en todos los pases del mundo ; cuando el imperialismo se coliga con todas las fuerzas reaccionarias, sin excepcin, hasta con el zarismo y el servidumbre, haciendo as necesaria la coalicin de todas las fuerzas revolucionarias, desde el movimiento proletario del Occidente hasta el movimiento de liberacin nacional del Oriente; cuando se hace imposible derrocar las supervivencias del rgimen feudal y de la servidumbre sin una lucha revolucionaria contra el imperialismo; no creo que sea necesario demostrar que en un pas ms o menos desarrollado la revolucin democrtico-burguesa tiene que aproximarse, en estas condiciones, a la revolucin proletaria, que la primera tiene que transformarse en la segunda. La historia de la revolucin en Rusia ha evidenciado que esta tesis es cierta e indiscutible. Por algo Lenin, ya en 1905, en vsperas de la primera revolucin rusa, presentaba la revolucin democrtico-burguesa y la revolucin socialista, en su folleto Dos tcticas, como dos eslabones de la misma cadena, como un lienzo nico y completo de la magnitud de la revolucin rusa. El proletariado debe llevar a trmino la revolucin democrtica, atrayndose a la masa de los campesinos, para aplastar por la fuerza la resistencia, de la autocracia y paralizar la inestabilidad de la burguesa. El proletariado debe llevar a cabo la revolucin socialista, atrayndose a la masa de los elementos semiproletarios de la poblacin, para romper por la fuerza la resistencia de la burguesa y paralizar la inestabilidad de los

J. V. Stalin campesinos y de la pequea burguesa. Tales son las tareas del proletariado, que los partidarios de la nueva Iskra conciben de un modo tan estrecho en todos sus razonamientos y resoluciones sobre la magnitud de la revolucin (v. Lenin, t. VIII, pg. 96.). Y no hablo ya de otros trabajos posteriores de Lenin, en los que la idea de la transformacin de la revolucin burguesa en revolucin proletaria est expresada con mayor realce que en Dos tcticas, como una de las piedras angulares de la teora leninista de la revolucin. Segn algunos camaradas, resulta que Lenin no concibi esta idea hasta 1916, y anteriormente consideraba que la revolucin en Rusia se mantendra dentro de un marco burgus y que, por lo tanto, el Poder pasara de manos del organismo de la dictadura del proletariado y del campesinado a manos de la burguesa, y no a manos del proletariado. Se dice que esa afirmacin se ha deslizado incluso en nuestra prensa comunista. Debo sealar que esa afirmacin es completamente falsa, que no corresponde, en lo ms mnimo, a la realidad. Podra remitirme al conocido discurso pronunciado por Lenin en el III Congreso del Partido (1905), en el que no calific la dictadura del proletariado y del campesinado, es decir, el triunfo de la revolucin democrtica, de organizacin del orden, sino de organizacin de la guerra (v. t. VII, pg. 264). Podra remitirme, adems, a los conocidos artculos de Lenin Sobre el gobierno provisional (1905)155, en los que, describiendo la perspectiva del desarrollo de la revolucin rusa, plantea al Partido la tarea de conseguir que la revolucin rusa no sea un movimiento de algunos meses, sino un movimiento de muchos aos, que no conduzca tan slo a obtener pequeas concesiones de los detentadores del Poder, sino al derrumbamiento completo de ste, y en los que, desarrollando todava ms esta perspectiva y relacionndola con la revolucin en Europa, prosigue: Y si esto se logra, entonces..., entonces las llamas del incendio revolucionario prendern en Europa; el obrero europeo, cansado de la reaccin burguesa, se levantar a su vez y nos ensear cmo se hacen las cosas; entonces el impulso revolucionario de Europa repercutir a su vez en Rusia y har de una poca de algunos aos de revolucin una poca de varios decenios de revolucin... (v, lugar citado, pg. 191). Podra remitirme, asimismo, a un conocido artculo de Lenin, publicado en noviembre de 1915,
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J. V. Stalin se refiere a los artculos de V. I. Lenin, escritos en 1905.

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Los fundamentos del leninismo que dice: El proletariado lucha y seguir luchando abnegadamente por la conquista del Poder, por la repblica, por la confiscacin de las tierras, por la participacin de las masas populares no proletarias en la obra de liberar a la Rusia burguesa del imperialismo militar-feudal (es decir, el zarismo). Y el proletariado aprovechar inmediatamente156 esta liberacin de la Rusia burguesa del yugo zarista, del poder de los terratenientes sobre la tierra, no para ayudar a los campesinos acomodados en su lucha contra los obreros agrcolas, sino para llevar a cabo la revolucin socialista en alianza con los proletarios de Europa (v. t. XVIII, pg. 318). Podra, finalmente, remitirme al conocido pasaje del folleto de Lenin La revolucin proletaria y el renegado Kautsky, en que, refirindose al pasaje ms arriba citado de Dos tcticas sobre la magnitud de la revolucin llega a la siguiente conclusin: Ha ocurrido tal y como nosotros dijimos. La marcha de la revolucin ha confirmado la certeza de nuestro razonamiento. Al principio, con todos los campesinos, contra la monarqua, contra los terratenientes, contra el medievalismo (y en este sentido, la revolucin sigue siendo burguesa democrtico-burguesa). Despus, con los campesinos pobres, con el semiproletariado, con todos los explotados, contra el capitalismo, comprendidos los ricachos del campo, los kulaks, los especuladores, y, por ello, la revolucin se transforma en revolucin socialista. Querer levantar una artificial muralla de China entre ambas revoluciones, separar la una de la otra por algo que no sea el grado de preparacin del proletariado y el grado de su unin con los campesinos pobres, es la mayor tergiversacin del marxismo, es adocenarlo, reemplazarlo por el liberalismo (v. t. XXIII, pg. 391). Me parece que con eso basta. Bien, se nos dir, pero por qu, en este caso, Lenin combati la idea de la revolucin permanente (ininterrumpida)? Porque Lenin propona sacar todo el partido posible de la capacidad revolucionaria del campesinado y utilizar hasta la ltima gota su energa revolucionada para la destruccin completa del zarismo, para pasar a la revolucin proletaria, mientras que los partidarios de la revolucin permanente no comprendan el importante papel del campesinado en la revolucin rusa, menospreciaban la fuerza de la energa revolucionaria de los campesinos, menospreciaban la fuerza y la capacidad
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65 del proletariado ruso para llevar tras de s a los campesinos y, de este modo, dificultaban la liberacin de los campesinos de la influencia de la burguesa, la agrupacin de los campesinos en torno al proletariado. Porque Lenin propona coronar la revolucin con el paso del Poder al proletariado, mientras que los partidarios de la revolucin permanente queran empezar directamente por el Poder del proletariado, sin comprender que, con ello cerraban los ojos a una pequeez como las supervivencias del rgimen de servidumbre y no tomaban en consideracin una fuerza tan importante como el campesinado ruso, sin comprender que semejante poltica nicamente poda ser un freno para la conquista de los campesinos por el proletariado. As, pues, Lenin no combata a los partidarios de la revolucin permanente por la cuestin de la continuidad, pues el propio Lenin sostena el punto de vista de la revolucin ininterrumpida, sino porque menospreciaban el papel de los campesinos, que son la reserva ms importante del proletariado, y no comprendan la idea de la hegemona del proletariado. No puede decirse que la idea de la revolucin permanente sea una idea nueva. El primero que la formul fue Marx, a fines de la dcada del 40, en su conocido Mensaje a la Liga de los Comunistas (1850). De este documento fue de donde sacaron nuestros permanentistas la idea de la revolucin ininterrumpida. Debe sealarse que, al tomar esta idea de Marx, nuestros permanentistas la modificaron un tanto, y, al modificarla, la estropearon, hacindola inservible para el uso prctico. Fue necesario que la mano experta de Lenin corrigiese este error, tomase la idea de Marx sobre la revolucin ininterrumpida en su forma pura e hiciese de ella una de las piedras angulares de la teora leninista de la revolucin. He aqu lo que dice Marx, en su Mensaje, sobre la revolucin ininterrumpida (permanente), despus de haber enumerado una serie de reivindicaciones revolucionario-democrticas, a cuya conquista llama a los comunistas: Mientras que los pequeos burgueses democrticos quieren poner fin a la revolucin lo ms rpidamente que se pueda, despus de haber obtenido, a lo sumo, las reivindicaciones arriba mencionadas nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolucin permanente hasta que sea descartada la dominacin de las clases ms o menos poseedoras, hasta que el proletariado conquiste el Poder del Estado, hasta que la asociacin de los proletarios se desarrolle, y no slo en un pas, sino en todos los pases predominantes del mundo, en proporciones tales, que cese la competencia entre los proletarios de estos pases, y

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66 hasta que por lo menos las fuerzas productivas decisivas estn concentradas en manos del proletariado. En otras palabras: a) Marx no propona, en modo alguno, comenzar la revolucin, en la Alemania de la dcada del 50, directamente por el Poder proletario, contrariamente a los planes de nuestros permanentistas rusos; b) Marx slo propona que se coronase la revolucin con el Poder estatal del proletariado, desalojando paso a paso de las alturas del Poder a una fraccin de la burguesa, tras otra, para, una vez instaurado el Poder del proletariado encender la revolucin en todos los pases. De completo acuerdo con lo enunciado est todo lo que ense y llev a la prctica Lenin en el transcurso de nuestra revolucin, aplicando su teora de la revolucin proletaria en las condiciones del imperialismo. Resulta, pues, que nuestros permanentistas rusos no slo menospreciaban el papel del campesinado en la revolucin rusa y la importancia de la idea de la hegemona del proletariado, sino que modificaban (empeorndola) la idea de Marx sobre la revolucin permanente, hacindola inservible para su aplicacin prctica. Por eso Lenin ridiculizaba la teora de nuestros permanentistas calificndola de original y de magnfica y acusndolos de no querer reflexionar acerca del por qu la vida llevaba diez aos, ni ms ni menos, pasando de largo por delante de esta magnfica teora (el articulo de Lenin fue escrito en 1915, a los diez aos de aparecer en Rusia la teora de los permanentistas. Vase t. XVIII, pg. 317). Por eso Lenin tildaba esta teora de semimenchevique, diciendo que toma de los bolcheviques el llamamiento a la lucha revolucionaria decidida del proletariado y a la conquista del Poder poltico por ste, y de los mencheviques, la negacin del papel de los campesinos (v. el artculo de Lenin Sobre las dos lneas de la revolucin, lugar citado). Esa es lo que hay en cuanto a la idea de Lenin sobre la transformacin de la revolucin democrtico-burguesa en revolucin proletaria, sobre el aprovechamiento de la revolucin burguesa para pasar inmediatamente a la revolucin proletaria. Adems, antes se crea imposible la victoria de la revolucin en un solo pas, suponiendo que, para alcanzar la victoria sobre la burguesa, era necesaria la accin conjunta de los proletarios de todos los pases adelantados o, por lo menos, de la mayora de ellos. Ahora, este punto de vista ya no corresponde a la realidad. Ahora hay que partir de la posibilidad de este triunfo, pues el desarrollo desigual y a saltos de los distintos pases capitalistas en el imperialismo, el desarrollo, en el seno del imperialismo, de contradicciones catastrficas que llevan a guerras

J. V. Stalin inevitables, el incremento del movimiento revolucionario en todos los pases del mundo; todo ello no slo conduce a la posibilidad, sino tambin a la necesidad del triunfo del proletariado en uno u otro pas. La historia de la revolucin en Rusia es una prueba directa de ello. nicamente debe tenerse en cuenta que el derrocamiento de la burguesa slo puede lograrse si se dan algunas condiciones absolutamente indispensables, sin las cuales ni siquiera puede pensarse en la toma del Poder por el proletariado. He aqu lo que dice Lenin acerca de estas condiciones en su folleto La enfermedad infantil: La ley fundamental de la revolucin, confirmada por todas las revoluciones, y en particular por las tres revoluciones rusas del siglo XX, consiste en lo siguiente: para la revolucin no basta con que las masas explotadas y oprimidas tengan conciencia de la imposibilidad de seguir viviendo como viven y exijan cambios; para la revolucin es necesario que los explotadores no puedan seguir viviendo y gobernando como viven y gobiernan. Slo cuando los de abajo no quieren y los de arriba no pueden seguir viviendo a la antigua, slo entonces puede triunfar la revolucin. En otras palabras, esta verdad se expresa del modo siguiente: la revolucin es imposible sin una crisis nacional general (que afecte a explotados y explotadores)157. Por consiguiente, para hacer la revolucin, hay en primer lugar, que conseguir que la mayora de los obreros (o en todo caso la mayora de los obreros conscientes, reflexivos, polticamente activos) comprenda profundamente la necesidad de la revolucin y est dispuesta a sacrificar la vida por ella; en segundo lugar, es preciso que las clases gobernantes atraviesen una crisis gubernamental que arrastre a la poltica hasta a las masas ms atrasadas, que reduzca a la impotencia al gobierno y haga posible su rpido derrocamiento por los revolucionarios (v, t. XXV, pg. 222). Pero derrocar el Poder de la burguesa e instaurar el Poder del proletariado en un solo pas no significa todava garantizar el triunfo completo del socialismo. Despus de haber consolidado su Poder y arrastrado consigo a los campesinos, el proletariado del pas victorioso puede y debe edificar la sociedad socialista. Pero significa esto que, con ello, el proletariado lograr el triunfo completo, definitivo, del socialismo, es decir, significa esto que el proletariado puede, con las fuerzas de un solo pas, consolidar definitivamente el socialismo y garantizar completamente al pas contra una intervencin y, por tanto, contra la restauracin? No. Para ello es necesario que la revolucin triunfe, por lo menos, en algunos pases. Por eso, desarrollar y apoyar la
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Los fundamentos del leninismo revolucin en otros pases es una tarea esencial para la revolucin que ha triunfado ya. Por eso, la revolucin del pas victorioso no debe considerarse como una magnitud autnoma, sino como un apoyo, como un medio para acelerar el triunfo del proletariado en los dems pases. Lenin expres este pensamiento en dos palabras, cuando dijo que la misin de la revolucin triunfante consiste en llevar a cabo el mximo de lo realizable en un solo pas para desarrollar, apoyar y despertar la revolucin en todos los pases (v. t. XXIII, pg. 385). Tales son, en trminos generales, los rasgos caractersticos de la teora leninista de la revolucin proletaria. IV. La dictadura del proletariado Analizar tres cuestiones fundamentales de este tema: a) la dictadura del proletariado como instrumento de la revolucin proletaria; b) la dictadura del proletariado como dominacin del proletariado sobre la burguesa; e) el Poder Sovitico como forma estatal de la dictadura del proletariado. 1) La dictadura del proletariado como instrumento de la revolucin proletaria. La cuestin de la dictadura del proletariado es, ante todo, la cuestin del contenido fundamental de la revolucin proletaria. La revolucin proletaria, su movimiento, su amplitud, sus conquistas, slo toman cuerpo a travs de la dictadura del proletariado. La dictadura del proletariado es el instrumento de la revolucin proletaria, un organismo suyo, su punto de apoyo ms importante, llamado a la vida, primero, para aplastar la resistencia de los explotadores derribados y consolidar las conquistas logradas y, segundo, para llevar a trmino la revolucin proletaria, para llevarla hasta el triunfo completo del socialismo. Vencer a la burguesa y derrocar su Poder es cosa que la revolucin podra hacer tambin sin la dictadura del proletariado. Pero aplastar la resistencia de la burguesa, sostener la victoria y seguir avanzando hasta el triunfo definitivo del socialismo, la revolucin ya no puede si no crea, al llegar a una determinada fase de su desarrollo, un organismo especial, la dictadura del proletariado, que sea su principal apoyo. La cuestin del Poder es la fundamental en toda revolucin (Lenin). Quiere esto decir que todo queda limitado a la toma del Poder, a la conquista del Poder? No. La toma del Poder no es ms que el comienzo, La burguesa, derrocada en un pas, sigue siendo todava durante largo tiempo, por muchas razones, ms fuerte que el proletariado que la ha derrocado. Por eso, todo consiste en mantenerse en el Poder, en consolidarlo, en hacerlo invencible. Qu se precisa para alcanzar este fin? Se precisa cumplir,

67 por lo menos, las tres tareas principales que se le planteaba a la dictadura del proletariado al da siguiente de la victoria: a) vencer la resistencia de los terratenientes y capitalistas derrocados y expropiados por la revolucin, aplastar todas y cada una de sus tentativas para restaurar el Poder del capital; b) organizar la edificacin de modo que todos los trabajadores se agrupen en tomo al proletariado y llevar a cabo esta labor con vistas a preparar la supresin, la destruccin de las clases; c) armar a la revolucin, organizar el ejrcito de la revolucin para luchar contra los enemigos exteriores, para luchar contra el imperialismo. Para llevar a cabo, para cumplir estas tareas, es necesaria la dictadura del proletariado. El paso del capitalismo al comunismo -dice Lenin- llena toda una poca histrica. Mientras esta poca histrica no finaliza, los explotadores siguen, inevitablemente abrigando esperanzas de restauracin, esperanzas que se convierten en tentativas de restauracin. Despus de la primera derrota seria los explotadores derrocados, que no esperaban su derrocamiento, que no crean en l, que no aceptaban ni siquiera la idea de l, se lanzan con energa decuplicada, con pasin furiosa, con odio centuplicado, a la lucha por la restitucin del paraso que les ha sido arrebatado, por sus familias, que antes disfrutaban de una vida tan regalada y a quienes ahora la canalla vil condena a la ruina y la miseria (o a un trabajo vil...). Y tras de los capitalistas explotadores se arrastra una vasta masa de pequea burguesa, de la que decenios de experiencia histrica en todos los pases nos dicen que titubea y vacila, que hoy sigue al proletariado y maana se asusta de las dificultades de la revolucin, se deja llevar del pnico ante la primera derrota o semiderrota de los obreros, se pone nerviosa, se agita, lloriquea, pasa de un campo a otro (v. t. XXIII, pg. 355). La burguesa tiene sus razones para hacer tentativas de restauracin, porque despus de su derrocamiento sigue siendo, durante mucho tiempo todava, ms fuerte que el proletariado que la derroc. Si los explotadores son derrotados solamente en un pas -dice Lenin-, y ste es, naturalmente, el caso tpico, porque la revolucin simultnea en varios pases constituye una excepcin rara, seguirn siendo, no obstante, ms fuertes que los explotados (v. obra citada, pg. 354). En qu consiste la fuerza de la burguesa derrocada?

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68 En primer lugar, en la fuerza del capital internacional, en la fuerza y la solidez de los vnculos internacionales de la burguesa (v, t. XXV, pg. 173). En segundo lugar, en que, durante mucho tiempo despus de la revolucin, los explotadores siguen conservando, inevitablemente, muchas y enormes ventajas efectivas: les quedan el dinero (no es posible suprimir el dinero de golpe) y algunos que otros bienes muebles, con frecuencia valiosos; les quedan las relaciones, los hbitos de organizacin y administracin, el conocimiento de todos los secretos (costumbres, procedimientos, medios, posibilidades) de la administracin; les quedan una instruccin ms elevada y su intimidad con el alto personal tcnico (que vive y piensa en burgus); les queda (y esto es muy importante) una experiencia infinitamente superior en lo que respecta al arte militar, etc., etc. (v. t. XXIII, pg. 354). En tercer lugar, en la fuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequea produccin. Porque, desgraciadamente, queda todava en el mundo mucha, muchsima pequea produccin, y la pequea produccin engendra capitalismo y burguesa constantemente, cada da, cada hora, espontneamente y en masa..., porque suprimir las clases no slo significa expulsar a los terratenientes y a los capitalistas -esto lo hemos hecho nosotros con relativa facilidad-, sino tambin suprimir los pequeos productores de mercancas; pero a stos no se les puede expulsar, no se les puede aplastar; con ellos hay que convivir, y slo se puede (y se debe) transformarlos, reeducarlos, mediante una labor de organizacin muy larga, lenta y prudente (v. t. XXV, pgs. 173 y 189). Por eso, Lenin dice: La dictadura del proletariado es la guerra ms abnegada y ms implacable de la nueva clase contra un enemigo ms poderoso, contra la burguesa, cuya resistencia se ve decuplicada por su derrocamiento, la dictadura del proletariado es una lucha tenaz, cruenta e incruenta, violenta y pacfica, militar y econmica, pedaggica y administrativa contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad (v. obra citada, pgs. 173 y 190). No creo que sea necesario demostrar que es absolutamente imposible cumplir estas tareas en un plazo breve, llevar todo esto a la prctica en unos cuantos aos. Por eso, en la dictadura del proletariado, en el paso del capitalismo al comunismo, no hay que ver un perodo efmero, que revista la forma de una serie de actos y decretos revolucionarsimos, sino toda una poca histrica, cuajada de guerras civiles y de choques exteriores, de una labor tenaz de organizacin y de edificacin

J. V. Stalin econmica, de ofensivas y retiradas, de victorias y derrotas. Esta poca histrica no slo es necesaria para sentar las premisas econmicas y culturales del triunfo completo del socialismo, sino tambin para dar al proletariado la posibilidad, primero, de educarse y templarse, constituyendo una fuerza capaz de gobernar el pas, y, segundo, de reeducar y transformar a las capas pequeoburguesas con vistas a asegurar la organizacin de la produccin socialista. Tenis que pasar -deca Marx a los obreros- por quince, veinte, cincuenta aos de guerras civiles y batallas internacionales, no slo para cambiar las relaciones existentes, sino tambin para cambiar vosotros mismos y llegar a ser capaces de ejercer la dominacin poltica (vase: C. Marx y F. Engels, Obras, t. VIII, pg. 506). Continuando y desarrollando la idea de Marx, Lenin escribe: Bajo la dictadura del proletariado, habr que reeducar a millones de campesinos y de pequeos propietarios, a centenares de miles de empleados, de funcionarios, de intelectuales burgueses, subordinndolos a todos al Estado proletario y a la direccin proletaria; habr que vencer en ellos los hbitos burgueses y las tradiciones burguesas; habr tambin que reeducar en lucha prolongada, sobre la base de la dictadura del proletariado, a los proletarios mismos, que no se desembarazan de sus prejuicios pequeoburgueses de golpe, por un milagro, por obra y gracia del espritu santo o por el efecto mgico de una consigna, de una resolucin o un decreto, sino nicamente en una lucha de masas prolongada y difcil contra la influencia de las ideas pequeoburguesas entre las masas. (v. t. XXV, pgs. 248 y 247). 2) La dictadura del proletariado como dominacin del proletariado sobre la burguesa. De lo dicho se desprende ya que la dictadura del proletariado no es un simple cambio de personas en el gobierno, un cambio de gabinete, etc., que deja intacto el viejo orden econmico y poltico. Los mencheviques y oportunistas de todos los pases, que le temen a la dictadura como al fuego y, llevados por el miedo, suplantan el concepto dictadura por el concepto conquista del Poder, suelen reducir la conquista del Poder a un cambio de gabinete, a la subida al Poder de un nuevo ministerio, formado por individuos como Scheidemann y Noske, MacDonald y Henderson. No creo que sea necesario explicar que estos cambios de gabinete y otros semejantes no tienen nada que ver con la dictadura del proletariado, con la conquista del verdadero Poder por el verdadero proletariado. Los MacDonald

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Los fundamentos del leninismo y los Scheidemann en el Poder, dejando intacto el antiguo orden de cosas burgus, sus gobiernos llammoslos as- no pueden ser ms que un aparato al servicio de la burguesa, un velo sobre las lacras del imperialismo, un instrumento de la burguesa contra el movimiento revolucionario de las masas oprimidas y explotadas. Esos gobiernos los necesita el capital como pantalla, cuando para l es inconveniente, desventajoso, difcil, oprimir y explotar a las masas sin una pantalla. Naturalmente, la aparicin de esos gobiernos es sntoma de que entre ellos (es decir, entre los capitalistas), en Chipka158, no reina la tranquilidad, pero, no obstante, los gobiernos de este tipo son, inevitablemente, gobiernos del capital enmascarados. De un gobierno MacDonald o Scheidemann a la conquista del Poder por el proletariado hay tanto trecho como de la tierra al cielo. La dictadura del proletariado nos es un cambio de gobierno, sino un Estado nuevo, con nuevos organismos de Poder centrales y locales; es el Estado del proletariado, que surge sobre las ruinas del Estado antiguo, del Estado de la burguesa. La dictadura del proletariado no surge sobre la base del orden de cosas burgus, sino en el proceso de su destruccin, despus del derrocamiento de la burguesa, en el curso de la expropiacin de los terratenientes y los capitalistas, en el curso de la socializacin de los instrumentos y los medios de produccin fundamentales, en el curso de la revolucin violenta del proletariado. La dictadura del proletariado es un Poder revolucionario que se basa en la violencia contra la burguesa. El Estado es una mquina puesta en manos de la clase dominante para aplastar la resistencia de sus enemigos de clase. En este sentido, la dictadura del proletariado realmente no se distingue en nada de la dictadura de cualquier otra clase, pues el Estado proletario es una mquina para aplastar a la burguesa. Pero hay aqu una diferencia esencial. Consiste esta diferencia en que todos los Estados de clase que han existido hasta hoy han sido la dictadura de una minora explotadora sobra una mayora explotada, mientras que la dictadura del proletariado es la dictadura de la mayora explotada sobre la minora explotadora. En pocas palabras: la dictadura del proletariado es la dominacin del proletariado sobre la burguesa, dominacin no limitada por la ley y basada en la violencia y que goza de la simpata y el apoyo de las masas trabajadoras y explotadas (Lenin, El Estado y la revolucin).
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69 De aqu se desprenden dos conclusiones fundamentales. Primera conclusin. La dictadura del proletariado no puede ser plena democracia, democracia para todos, para los ricos y para los pobres; la dictadura del proletariado debe ser un Estado democrtico, de manera nueva (para159 los proletarios y los desposedos en general) y dictatorial de manera nueva (contra160 la burguesa) (v. t. XXI, pg. 393). Las frases de Kautsky y Ca. sobre la igualdad universal, sobre la democracia pura, la democracia perfecta, etc., no son ms que la tapadera burguesa del hecho indudable de que la igualdad entre explotados y explotadores es imposible. La teora de la democracia pura es una teora de la aristocracia obrera, domesticada y cebada por los saqueadores imperialistas. Esta teora fue sacada a luz para cubrir las lacras del capitalismo, para disfrazar el imperialismo y darle fuerza moral en la lucha contra las masas explotadas. Bajo el capitalismo no existen ni pueden existir verdaderas libertades para los explotados, aunque no sea ms que por el hecho de que los locales, las imprentas, los depsitos de papel, etc., necesarios para ejercer estas libertades, son privilegio de los explotadores. Bajo el capitalismo, no se da ni puede darse una verdadera participacin de las masas explotadas en la gobernacin del pas, aunque no sea ms que por el hecho de que, bajo el capitalismo, an en el rgimen ms democrtico, los gobiernos no los forma el pueblo, sino que los forman los Rothschild y los Stinnes, los Rockefeller y los Margan. Bajo el capitalismo, la democracia es una democracia capitalista, la demacrada de la minora explotadora, basada en la restriccin de los derechos de la mayora explotada y dirigida contra esta mayora. Slo bajo la dictadura proletaria puede haber verdaderas libertades para los explotados y una verdadera participacin de los proletarios y de los campesinos en la gobernacin del pas. Bajo la dictadura del proletariado, la democracia es una democracia proletaria, la democracia de la mayora explotada, basada en la restriccin de los derechos de la minora explotadora y dirigida contra esta minora. Segunda conclusin. La dictadura del proletariado no puede surgir como resultado del desarrollo pacfico de la sociedad burguesa y de la democracia burguesa; slo puede surgir como resultado de la demolicin de la mquina del Estado burgus, del ejrcito burgus, del aparato burocrtico burgus, de la polica burguesa. La clase obrera no puede simplemente tomar posesin de la mquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines, dicen Marx y Engels en el prefacio al Manifiesto del Partido Comunista. La revolucin proletaria debe no hacer pasar de
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Parfrasis de la expresin En Chipka reina la tranquilidad, que se refiere a la historia de la guerra ruso-turca de 1877-1878. Mientras en el desfiladero de Chipka se libraban encarnizados combates, el Estado Mayor de las tropas zaristas comunicaba en sus partes de guerra: En Chipka reina la tranquilidad. (N. del T.)

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70 unas manos a otras la mquina burocrtica-militar, como vena sucediendo hasta ahora, sino demolerla... y sta es la condicin previa de toda verdadera revolucin popular en el continente, dice Marx en una carta a Kugelmann, escrita en 1871. La salvedad hecha por Marx respecto al continente ha servido de pretexto a los oportunistas y mencheviques de todos los pases para gritar que Marx admita la posibilidad de transformacin pacfica de la democracia burguesa en democracia proletaria, por lo menos en algunos pases que no forman parte del continente europeo (Inglaterra, Norteamrica). Marx admita, en efecto, esta posibilidad, y tena fundamento para ello en el caso de Inglaterra y Norteamrica en la dcada del 70 del siglo pasado, cuando an no exista el capitalismo monopolista, cuando no exista el imperialismo y estos pases no tenan an, debido a las condiciones especiales en que se desenvolvieron, un militarismo y un burocratismo desarrollados. As fue hasta la aparicin del imperialismo desarrollado. Pero luego, treinta o cuarenta aos ms tarde, cuando la situacin en estos pases cambi radicalmente, cuando el imperialismo se desarroll, abarcando a todos los pases capitalistas, sin excepcin, cuando el militarismo y el burocratismo hicieron su aparicin en Inglaterra y en Norteamrica, cuando las condiciones especiales del desarrollo pacfico de Inglaterra y de Norteamrica desaparecieron, la salvedad hecha con respecto a estos pases deba desaparecer por s sola. Ahora, en 1917, en la poca de la primera gran guerra imperialista -dice Lenin-, esta salvedad hecha por Marx pierde su razn de ser. Inglaterra y Norteamrica, los principales y los ltimos representantes -en el mundo entero- de la libertad anglosajona en el sentido de ausencia de militarismo y de burocratismo, han rodado definitivamente al inmundo y sangriento pantano, comn a toda Europa, de las instituciones burocrtico-militares, que todo lo someten y todo lo aplastan. Ahora, en Inglaterra y en Norteamrica es condicin previa de toda verdadera revolucin popular demoler, destruir la mquina estatal existente (que ha sido llevada all, en los aos de 1914 a 1917, a la perfeccin europea, a la perfeccin comn a todos los pases imperialistas) (v. t. XXI, pg. 395). En otras palabras: la ley de la revolucin violenta del proletariado, la ley de la destruccin de la mquina del Estado burgus, como condicin previa de esta revolucin, es una ley inexcusable del movimiento revolucionario en los pases imperialistas del mundo. Claro est que, en un porvenir lejano, si el proletariado triunfa en los pases capitalistas ms

J. V. Stalin importantes y el actual cerco capitalista es sustituido por un cerco socialista, ser perfectamente posible la trayectoria pacfica de desarrollo para algunos pases capitalistas, donde los capitalistas, debido a la desfavorable situacin internacional, juzguen conveniente hacer voluntariamente al proletariado concesiones importantes. Pero esta hiptesis slo se refiere a un porvenir lejano y probable. Para un porvenir cercano, esta hiptesis no tiene ningn fundamento, absolutamente ninguno. Por eso, Lenin tiene razn cuando dice: La revolucin proletaria es imposible sin la destruccin violenta de la mquina del Estado burgus y sin su sustitucin por una mquina nueva. (v, t. XXIII, pg. 342). 3) El Poder Sovitico como forma estatal de la dictadura del proletariado. El triunfo de la dictadura del proletariado significa el aplastamiento de la burguesa, la destruccin de la mquina del Estado burgus, la sustitucin de la democracia burguesa por la democracia proletaria. Eso est claro. Pero por medio de qu organizaciones se puede llevar a cabo esta gigantesca labor? Difcilmente podr dudarse de que las viejas formas de organizacin del proletariado, surgidas sobre la base del parlamentarismo burgus, son insuficientes para ello. Cules son, pues, las nuevas formas de organizacin del proletariado aptas para desempear el papel de sepultureras de la mquina del Estado burgus, aptas, no slo para destruir esta mquina y no slo para sustituir la democracia burguesa por la democracia proletaria, sino para constituir la base del Poder estatal proletario? Esta nueva forma de organizacin del proletariado son los Soviets. En qu consiste la fuerza de los Soviets, en comparacin con las viejas formas de organizacin? En que los Soviets son las organizaciones de masas del proletariado ms vastas, pues los soviets, y slo ellos, encuadran a todos los obreros, sin excepcin. En que los Soviets son las nicas organizaciones de masas que engloban a todos los oprimidos y explotados, a los obreros y los campesinos, a los soldados y los marinos, y que, en consecuencia, permiten a la vanguardia de las masas, el proletariado, ejercer con la mayor sencillez y la mayor plenitud la direccin poltica de la lucha de las masas. En que los Soviets son los organismos ms poderosos de la lucha revolucionaria de las masas, de las acciones polticas de las masas, de la insurreccin de las masas, organismos capaces de destruir la omnipotencia del capital financiero y de sus apndices polticos. En que los Soviets son organizaciones directas de

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Los fundamentos del leninismo las mismas masas, es decir, las organizaciones ms democrticas y, por tanto, las que gozan de mayor prestigio entre las masas. Los Soviets facilitan al mximo la participacin de las masas en la organizacin del nuevo Estado y en su gobernacin y abren el mximo campo de accin a la energa revolucionaria, a la iniciativa y a la capacidad creadora de las masas en la lucha por la destruccin del antiguo orden de cosas, en la lucha por un orden de cosas nuevo, por un orden de cosas proletario. El Poder Sovitico es la unificacin y estructuracin de los Soviets locales en una organizacin general de Estado, en la organizacin estatal del proletariado como vanguardia de las masas oprimidas y explotadas y como clase dominante, su unificacin en la Repblica de los Soviets. La esencia del Poder Sovitico consiste en que las organizaciones ms de masas y ms revolucionarias de las clases que, precisamente, eran oprimidas por los capitalistas y terratenientes, constituyen ahora la base permanente y nica de todo el Poder estatal, de todo el aparato del Estado, en que, precisamente a estas masas, que hasta en las repblicas burguesas ms democrticas, an siendo iguales en derechos segn la ley, se vean apartadas de hecho, por mil procedimientos y artimaas, de la participacin en la vida poltica y privadas de los derechos y de las libertades democrticos, se les da ahora una participacin permanente, ineludible, y adems decisiva, en la direccin democrtica del Estado161 (v. Lenin, t. XXIV, pg. 13). Por eso, el Poder Sovitico es una nueva forma de organizacin estatal, que se distingue por principio de la vieja forma democrtico-burguesa y parlamentaria, un nuevo tipo de Estado, no adaptado para la explotacin y la opresin de las masas trabajadoras, sino para la liberacin completa de estas masas de toda opresin y de toda explotacin, adaptado para las tareas de la dictadura del proletariado. Lenin tiene razn cuando dice que, con la aparicin del poder Sovitico, la poca del parlamentarismo democrtico-burgus ha terminado y se abre un nuevo captulo de III histeria universal: la poca de la dictadura proletaria. En qu consisten los rasgos caractersticos del Poder Sovitico? En que el Poder Sovitico es la organizacin del Estado ms de masas y ms democrtica de todas las organizaciones del Estado posibles mientras existan las clases, pues, siendo el terreno en que se realiza la alianza y la colaboracin de los obreros y de los campesinos explotados en la lucha contra los explotadores, y apoyndose para su labor en esta alianza y en esta colaboracin, Constituye, por ello,
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71 el Poder de la mayora de la poblacin sobre la minora, el Estado de esa mayora, la expresin de su dictadura. En que el Poder Sovitico es la ms internacionalista de todas las organizaciones estatales de la sociedad de clases, porque, destruyendo toda opresin nacional y apoyndose en la colaboracin de las masas trabajadoras de distintas nacionalidades, facilita, por ello, la agrupacin de estas masas en una sola entidad estatal. En que el Poder Sovitico facilita, por su misma estructura, la direccin de las masas oprimidas y explotadas por su vanguardia, por el proletariado, el ncleo ms cohesionado y ms consciente de los Soviets. La experiencia de todas las revoluciones y de todos los movimientos de las clases oprimidas, la experiencia del movimiento socialista mundial -dice Lenin-, nos ensea que slo el proletariado es capaz de reunir y de llevar tras de s a las capas dispersas y atrasadas de la poblacin trabajadora y explotada (v. t. XXIV, pg. 14). Y la realidad es que la estructura del Poder Sovitico facilita la aplicacin de las enseanzas de esa experiencia. En que el Poder Sovitico, al fundir el Poder legislativo y el Poder, ejecutivo en una organizacin nica de Estado y sustituir los distritos electorales de tipo territorial por las unidades de produccin -las fbricas-, pone a las masas obreras, y a las masas trabajadoras en general, en relacin directa con el aparato de direccin del Estado y las ensea a gobernar el pas. En que slo el Poder Sovitico es capaz de liberar al ejrcito de su subordinacin al mando burgus y de convertirlo, de un instrumento para oprimir al pueblo, como es bajo el rgimen burgus, en un instrumento que libera al pueblo de] yugo de la burguesa, tanto de la propia como de la ajena. En que slo la organizacin sovitica del Estado puede en realidad demoler de golpe y destruir definitivamente el viejo aparato, es decir el aparato burocrtico y judicial burgus (v. lugar citado). En que slo la forma sovitica de Estado, que incorpora a la participacin permanente e incondicional en la direccin del Estado a las organizaciones de masas de los trabajadores y explotados, es capaz de preparar la extincin del Estado, lo que constituye uno de los elementos fundamentales de la futura sociedad sin Estado, de la sociedad comunista. La Repblica de los Soviets es, por lo tanto, la forma poltica buscada, y al fin descubierta, dentro de cuyo marco debe alcanzarse la liberacin econmica del proletariado, el triunfo completo del socialismo. La Comuna de Pars fue el germen de esta forma. El Poder Sovitico es su desarrollo y su coronamiento. Por eso, Lenin dice que:

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72 La Repblica de los Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Campesinos no es slo una forma de instituciones democrticas de tipo ms elevado..., sino la nica162 forma capaz de asegurar el trnsito menos doloroso al socialismo (v. t. XXII, pg. 131). V. La cuestin campesina Analizar cuatro cuestiones de este tema: a) planteamiento de la cuestin; b) el campesinado durante la revolucin democrtico-burguesa; c) el campesinado durante la revolucin proletaria; d) el campesinado despus de la consolidacin del Poder Sovitico. 1) Planteamiento de la cuestin. Algunos piensan que lo fundamental en el leninismo es la cuestin campesina, que el punto de partida del leninismo es la cuestin del campesinado, de su papel, de su peso especfico. Esto es completamente falso. La cuestin fundamental del leninismo, su punto de partida, no es la cuestin campesina, sino la cuestin de la dictadura del proletariado, de las condiciones en que sta se conquista y de las condiciones en que se consolida. La cuestin campesina, como cuestin del aliado del proletariado en su lucha por el Poder, es una cuestin derivada. Sin embargo, esta circunstancia no reduce en lo ms mnimo la grande y candente importancia que tiene, sin duda, esta cuestin para la revolucin proletaria. Es sabido que, entre los marxistas rusos, la cuestin campesina empez a estudiarse a fondo en vsperas precisamente de la primera revolucin (1905), cuando, el derrocamiento del zarismo y la realizacin de la hegemona del proletariado se plantearon en toda su magnitud ante el Partido y la cuestin del aliado del proletariado en la revolucin burguesa inminente adquiri un carcter palpitante. Es sabido tambin que la cuestin campesina cobr en Rusia mayor actualidad todava durante la revolucin proletaria, cuando la cuestin de la dictadura del proletariado, de su conquista y de su mantenimiento plante el problema de los aliados del proletariado en la revolucin proletaria inminente. Es comprensible: quien marcha hacia el Poder y se prepara para l, no puede dejar de interesarse por el problema de sus verdaderos aliados. En este sentido, la cuestin campesina es una parte de la cuestin general de la dictadura del proletariado y, como tal, una de las cuestiones ms palpitantes del leninismo. La indiferencia, e incluso la actitud francamente negativa de los partidos de la II Internacional ante la cuestin campesina, no se debe slo a las condiciones especificas del desarrollo en el occidente se debe, ante todo, a que esos partidos no creen en la
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J. V. Stalin dictadura del proletariado, temen la revolucin y no piensan en llevar el proletariado al Poder. Y quien teme la revolucin, quien no quiere llevar a los proletarios al Poder, no puede interesarse por la cuestin de los aliados del proletariado en la revolucin; para esa gente, la cuestin de los aliados es una Cuestin sin importancia, sin ninguna actualidad. Los hroes de la II Internacional consideran su actitud irnica hacia la cuestin campesina como de buen tono, como marxismo autntico. En realidad, esta actitud no tiene ni un pice de marxismo, pues la indiferencia ante una cuestin tan importante como la campesina, en vsperas de la revolucin proletaria, es el reverso de la negacin de la dictadura del proletariado, un sntoma indudable de franca traicin al marxismo. La cuestin se plantea as: estn ya agotadas las posibilidades revolucionarias que, como resultado de determinadas condiciones de su existencia, encierra en su seno la masa campesina o no lo estn? Y, si no lo estn, hay la esperanza de aprovechar estas posibilidades para la revolucin proletaria, de convertir al campesinado, a su mayora explotada, de reserva de la burguesa, como lo fue durante las revoluciones burguesas del Occidente y lo sigue siendo en la actualidad, en reserva del proletariado, en aliado de ste", hay fundamento para ello? El leninismo da a esta pregunta una respuesta afirmativa, es decir, reconoce la existencia de una capacidad revolucionaria en la mayora de los campesinos y la posibilidad de aprovechar esa capacidad en inters de la dictadura del proletariado. La historia de tres revoluciones en Rusia confirma plenamente las conclusiones del leninismo a este respecto. De aqu la conclusin prctica de apoyar a las masas trabajadoras del campo en su lucha contra el sojuzgamiento y la explotacin, en su lucha por redimirse de la opresin y de la miseria. Esto no significa, naturalmente, que el proletariado deba apoyar todo movimiento campesino. Debe apoyar, concretamente, los movimientos y las luchas de los campesinos que contribuyan directa o indirectamente al movimiento de liberacin del proletariado, que, de una u otra forma, lleven el agua al molino de la revolucin proletaria, que contribuyan a convertir a los campesinos en reserva y aliado de la clase obrera. 2) El campesinado durante la revolucin democrtico-burguesa. Este perodo se extiende de la primera revolucin rusa (1905) a la segunda (febrero de 1917) inclusive. El rasgo caracterstico de este perodo consiste en que los campesinos se emancipan de la influencia de la burguesa liberal, en que los campesinos se apartan de los demcratas constitucionalistas, en que viran hacia el proletariado, hacia el Partido Bolchevique. La historia de este perodo es la historia de la lucha entre los demcratas constitucionalistas (burguesa liberal)

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Los fundamentos del leninismo y los bolcheviques (proletariado) por conquistar a los campesinos. La suerte de esta lucha la decidi el perodo de las Dumas, pues el perodo de las cuatro Dumas fue para los campesinos una leccin palmaria, y esa leccin les hizo ver con toda nitidez que de manos de los demcratas constitucionalistas no recibiran ni la tierra ni la libertad, que el zar se hallaba por entero al lado de los terratenientes y que los demcratas constitucionalistas apoyaban al zar; que la nica fuerza con cuya ayuda podran contar eran los obreros de la ciudad, el proletariado. La guerra imperialista no hizo ms que confirmar la leccin del perodo de las Dumas, apartando definitivamente a los campesinos de la burguesa, aislando definitivamente a la burguesa liberal, pues los aos de guerra demostraron qu vano y qu ilusorio era esperar la paz de manos del zar y de sus aliados burgueses. Sin las palmarias enseanzas del perodo de las Dumas hubiera sido imposible la hegemona del proletariado. As fue como se lleg a la alianza de los obreros y los campesinos en la revolucin democrticoburguesa. As fue como se lleg a la hegemona (direccin) del proletariado en la lucha conjunta por el derrocamiento del zarismo, hegemona que llev a la revolucin de febrero de 1917. Las revoluciones burguesas del Occidente (Inglaterra, Francia, Alemania, Austria) siguieron, como es sabido, otro camino. All la hegemona no perteneci al proletariado, que por su debilidad no era ni poda ser una fuerza poltica independiente, sino a la burguesa liberal. All, los campesinos no obtuvieron su liberacin del rgimen de servidumbre de manos del proletariado, poco numeroso y mal organizado, sino de manos de la burguesa. All, los campesinos marchaban contra el antiguo orden de cosas al lado de la burguesa liberal. All, los campesinos eran una reserva de la burguesa. All, la revolucin se tradujo, por las causas sealadas, en un enorme aumento del peso poltico de la burguesa. En Rusia, por el contrario, la revolucin burguesa tuvo resultados diametralmente opuestos. En Rusia, la revolucin no se tradujo en el fortalecimiento, sino en el debilitamiento de la burguesa como fuerza poltica; no aument sus reservas polticas, sino que le hizo perder su reserva fundamental: el campesinado. En Rusia, la revolucin burguesa no coloc en primer plano a la burguesa liberal, sino al proletariado revolucionario, agrupando en torno a ste a los millones y millones de campesinos. A sta, entre otras razones, se debe el que la revolucin burguesa en Rusia se trasformase, en un plazo relativamente breve, en revolucin proletaria. La hegemona del proletariado fue el germen de su dictadura, el peldao que llev hasta ella. A qu se debe este fenmeno peculiar de la revolucin rusa, este fenmeno sin precedente en la historia de las revoluciones burguesas del Occidente?

73 Cul es el origen de esta peculiaridad? Se debe a que la revolucin burguesa tuvo lugar en Rusia en condiciones de un mayor desarrollo de la lucha de clases que en el Occidente, a que el proletariado ruso constitua ya, a la sazn, una fuerza poltica independiente, mientras que la burguesa liberal, asustada por el espritu revolucionario del proletariado, haba perdido todo tinte revolucionario (particularmente despus de las enseanzas de 1905) y haba virado hacia una alianza con el zar y con los terratenientes contra la revolucin, contra los obreros y los campesinos. Conviene fijar la atencin en las siguientes circunstancias, que determinaron el carcter peculiar de la revolucin burguesa rusa: a) La extraordinaria concentracin de la industria rusa en vsperas de la revolucin. Es sabido, por ejemplo, que el 54% de todos los obreros de Rusia trabajaban en empresas de ms de 500 obreros, mientras que en un pas tan desarrollado como los Estados Unidos slo trabajaban en empresas anlogas el 33% de los obreros. No creo que sea necesario demostrar que ya esta sola circunstancia, unida a la existencia de un partido tan revolucionario como el Partido Bolchevique, haca de la clase obrera de Rusia la fuerza ms importante en la vida poltica del pas. b) Las escandalosas formas de explotacin que imperaban en las empresas, unidas al intolerable rgimen policaco de los esbirros zaristas, hacan de toda huelga importante de los obreros un acto poltico formidable y templaban a la clase obrera como una fuerza consecuentemente revolucionaria. c) La flaqueza poltica de la burguesa rusa, que despus de la revolucin de 1905 se transform en servilismo ante la autocracia zarista y en contrarrevolucin manifiesta, no slo porque el espritu revolucionario del proletariado ruso hizo a la burguesa rusa lanzarse en brazos del zarismo, sino tambin porque esta burguesa dependa directamente de los encargos del gobierno. d) La existencia de los vestigios ms escandalosos y ms intolerables del feudalismo en el campo, complementados por la omnipotencia de los terratenientes, circunstancia que ech a los campesinos en brazos de la revolucin. e) El zarismo, que ahogaba todo lo vivo e intensificaba con sus arbitrariedades la opresin ejercida por los capitalistas y los terratenientes, circunstancia que fundi la lucha de los obreros y de los campesinos en un solo torrente revolucionario. f) La guerra imperialista, que fundi todas estas contradicciones de la vida poltica de Rusia en una profunda crisis revolucionaria y di al empuje de la revolucin una fuerza increble. En estas condiciones, hacia dnde podan orientarse los campesinos? En quin iban a buscar apoyo contra la omnipotencia de los terratenientes,

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74 contra las arbitrariedades del zar, contra la guerra desastrosa, que arruinaba sus haciendas? En la burguesa liberal? La burguesa liberal era enemiga; as lo haba demostrado la larga experiencia de las cuatro Dumas. En los eseristas? Los eseristas eran, naturalmente, mejores que los demcratas constitucionalistas y tenan un programa aceptable, casi campesino; pero qu podan darles los eseristas, si pensaban apoyarse slo en los campesinos y eran dbiles en la ciudad, de donde, ante todo, sacaba sus fuerzas el enemigo? Dnde estaba la nueva fuerza que no se detendra ante nada, ni en el campo ni en la ciudad, que se situara valientemente en las primeras filas en la lucha contra el zar y los terratenientes, que ayudara al campesinado a romper las cadenas de la esclavitud, de la falta de tierra, de la opresin, de la guerra? Exista, en general, en Rusia semejante fuerza? S, s que exista. Era el proletariado ruso, que haba puesto ya de manifiesto en 1905 su fuerza, su capacidad para luchar hasta el fin, su valenta, su espritu revolucionario. En todo caso, no exista ninguna otra fuerza semejante, ni haba de dnde sacarla. Por eso, los campesinos, despus de apartarse de los demcratas constitucionalistas y de acercarse a los eseristas, llegaron a comprender la necesidad de someterse a la direccin de un jefe de la revolucin tan valiente como el proletariado ruso. Tales fueron las circunstancias que determinaron el carcter peculiar de la revolucin burguesa en Rusia. 3) El campesinado durante la revolucin proletaria. Este perodo se extiende de la revolucin de febrero (1917) a la Revolucin de Octubre (1917). Es un perodo relativamente breve, en total ocho meses, pero, desde el punto de vista de la formacin poltica y de la educacin revolucionaria de las masas, esos ocho meses bien pueden ser equiparados a largos decenios de desarrollo constitucional ordinario, pues son ocho meses de revolucin. El rasgo caracterstico de este perodo es que los campesinos se hacen ms revolucionarios, se desengaan de los eseristas, se apartan de ellos y dan un nuevo viraje para agruparse de manera directa en torno al proletariado, como nica fuerza revolucionaria consecuente hasta el fin, capaz de llevar el pas a la paz. La historia de este perodo es la historia de la lucha de los eseristas (democracia pequeoburguesa) y de los bolcheviques (democracia proletaria) por conquistar a los campesinos, por ganarse a la mayora de los campesinos. Decidieron la suerte de esta lucha el perodo de la coalicin, el perodo de la kerenskiada, la negativa de los eseristas y los mencheviques a confiscar las tierras de los terratenientes, la lucha de los eseristas y los mencheviques por la continuacin de la guerra, la ofensiva de junio en el frente, la pena de muerte para los soldados y la sublevacin de Kornlov.

J. V. Stalin Si antes, en el perodo anterior, la cuestin fundamental de la revolucin era derrocar al zar y el Poder de los terratenientes, ahora, en el perodo siguiente a la revolucin de febrero, en el que ya no haba zar, y la guerra, interminable, daba el golpe de gracia a la economa del pas, arruinando enteramente a los campesinos, la cuestin fundamental de la revolucin era acabar con la guerra. El centro de gravedad se haba desplazado, sin dejar lugar a dudas, de las cuestiones de carcter puramente interior a la cuestin fundamental: a la cuestin de la guerra. Poner fin a la guerra, librarse de la guerra: tal era el clamor general del pas extenuado y, sobre todo, de los campesinos. Ahora bien, para librarse de la guerra, haba que derrocar al Gobierno Provisional, haba que derrocar el Poder de la burguesa, haba que derrocar el Poder de los eseristas y los mencheviques, porque eran ellos, y slo ellos, quienes dilataban la guerra hasta la victoria final. En realidad, no haba ms camino para salir de la guerra que el derrocamiento de la burguesa. Fue aqulla una nueva revolucin, una revolucin proletaria, porque arrojaba del Poder a la ltima fraccin, a la fraccin de extrema izquierda de la burguesa imperialista, a los partidos eserista y menchevique, para crear un nuevo Poder, un Poder proletario, el Poder de los Soviets, para llevar al Poder al Partido del proletariado revolucionario, al Partido Bolchevique, al Partido de la lucha revolucionaria contra la guerra imperialista y por una paz democrtica. La mayora de los campesinos apoy la lucha de 1015 obreros por la paz, por el Poder de los Soviets. Para los campesinos no haba otra salida. No poda haber otra salida. El perodo de la kerenskiada fue, por tanto, la enseanza ms palmaria para las masas trabajadoras del campo, pues demostr evidentemente que, bajo el Poder de los eseristas y de los mencheviques, el pas no se librara de la guerra y los campesinos no obtendran ni la tierra ni la libertad; que los mencheviques y los eseristas slo se distinguan de los demcratas constitucionalistas por sus discursos melifluos y sus promesas engaosas, practicando, en realidad, la misma poltica imperialista que los demcratas constitucionalistas; que el nico Poder capaz de sacar al pas del atolladero era el Poder de los Soviets. La prolongacin de la guerra no hizo ms que confirmar lo acertado de esta leccin, espoleando la revolucin e impulsando a millones y millones de campesinos y soldados a agruparse de manera directa en torno a la revolucin proletaria. El aislamiento de los eseristas y de los mencheviques lleg a ser un hecho indudable. Sin las enseanzas palmarias del perodo de la coalicin, no hubiera sido posible la dictadura del proletariado. Tales fueron las circunstancias que facilitaron el

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Los fundamentos del leninismo proceso de transformacin de la revolucin burguesa en revolucin proletaria. As se lleg en Rusia a la dictadura del proletariado. 4) El campesinado despus de la consolidacin del Poder Sovitico. Si antes, en el primer perodo de la revolucin, la cuestin consista principalmente en derrocar el zarismo, y ms tarde, despus de la revolucin de febrero, consista, ante todo, en salir de la guerra imperialista mediante el derrocamiento de la burguesa, ahora, despus de terminada la guerra civil y consolidado el Poder Sovitico, pasan a primer plano las cuestiones de la edificacin econmica. Reforzar y desarrollar la industria nacionalizada; ligar, a este efecto, la industria con la economa campesina a travs del comercio regulado por el Estado; sustituir el sistema de contingentacin por el impuesto en especie, para luego, disminuyendo gradualmente este impuesto, pasar al cambio de artculos industriales por productos de la economa campesina; reanimar el comercio y desarrollar la cooperacin, atrayendo a sta a millones de campesinos: as esbozaba Lenin las tareas inmediatas de la edificacin econmica, encaminada a sentar los cimientos de la economa socialista. Dicen que esta tarea puede ser superior a las fuerzas de un pas campesino como Rusia. Algunos escpticos llegan incluso a afirmar que esta tarea es puramente utpica, irrealizable, porque las campesinos son campesinos, es decir, pequeos productores, y no pueden, por tanto, ser utilizados para organizar los cimientos de la produccin socialista. Pero los escpticos se equivocan, porque no toman en consideracin algunas circunstancias que tienen, en este caso, una importancia decisiva. Veamos las principales. Primera. No hay que confundir al campesinado de la Unin Sovitica con el campesinado del Occidente. Un campesinado que ha pasado por la escuela de tres revoluciones, que ha luchado del brazo del proletariado y bajo la direccin del proletariado contra el zar y el Poder burgus, un campesinado que ha recibido de manos de la revolucin proletaria la tierra y la paz y que, por ello, se ha convertido en reserva del proletariado, este campesinado no puede por menos de diferenciarse del campesinado que ha luchado en la revolucin burguesa bajo la direccin de la burguesa liberal, ha recibido la tierra de manos de esta burguesa y se ha convertido, por ello, en reserva de la burguesa. Huelga demostrar que el campesino sovitico, acostumbrado a apreciar la amistad poltica y la colaboracin poltica del proletariado y que debe su libertad a esta amistad y a esta colaboracin, no puede por menos de estar extraordinariamente predispuesto a colaborar econmicamente con el proletariado.

75 Engels deca que la conquista del Poder poltico por el partido socialista se ha ido dibujando como una meta prxima, que, para conquistar el Poder poltico, este partido tiene antes que ir de la ciudad al campo y convertirse aqu en una potencia (v. Engels, El problema campesino, ed. 1922). Engels escribi estas palabras en el ltimo decenio del siglo pasado, refirindose a los campesinos del Occidente. Es necesario demostrar que los comunistas rusos, que han llevado a cabo en este terreno una labor gigantesca en el transcurso de tres revoluciones, han conseguido crearse ya en el campo una influencia y un apoyo con los que nuestros compaeros del Occidente no pueden ni siquiera soar? Cmo es posible negar que esta circunstancia no puede por menos de facilitar de modo radical el establecimiento de la colaboracin econmica entre la clase obrera y los campesinos de Rusia? Los escpticos repiten machaconamente que los pequeos campesinos son un factor incompatible con la edificacin socialista. Pero escuchad lo que dice Engels a propsito de los pequeos campesinos del Occidente: Nosotros estamos resueltamente de parte del pequeo campesino; haremos todo cuanto es admisible para hacer ms llevadera su suerte, para hacerle ms fcil el paso al rgimen cooperativo, caso de que se decida a l, e incluso para facilitarle un largo plazo de tiempo para que lo piense en su parcela, si no se decide a tomar todava esta determinacin. Y lo hacemos as, no slo porque consideramos posible el paso l nuestro lado del pequeo campesino que trabaja su tierra, sino adems por un inters directo de partido. Cuanto mayor sea el nmero de campesinos a quienes ahorremos su cada efectiva en el proletariado, a quienes podamos ganar ya para nosotros como campesinos, ms rpida y fcilmente se llevar a cabo la transformacin social. No est en nuestro inters el tener que esperar, para esta transformacin, a que se desarrolle en todas partes, hasta sus ltimas consecuencias, la produccin capitalista, a que hayan cado en las garras de la gran produccin capitalista hasta el ltimo pequeo artesano y el ltimo pequeo campesino. Los sacrificios materiales que haya que hacer en este sentido en inters de los campesinos, a costa de los fondos pblicos, podrn ser considerados, desde el punto de vista de la economa capitalista, como dinero tirado, pero sern, a pesar de eso, una excelente inversin, pues ahorrarn, tal vez, una cantidad decuplicada en los gastos de la reorganizacin de la sociedad en general. Por tanto, en este sentido podremos proceder con los campesinos muy generosamente" (v. obra citada). As hablaba Engels, refirindose a los campesinos del Occidente. Pero no est claro, acaso, que lo que

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76 Engels dice no puede llevarse a cabo en ningn sitio con tanta facilidad ni plenitud como en el pas de la dictadura del proletariado? Acaso no est claro que slo en la Rusia Sovitica puede darse sin dilacin e ntegramente el paso a nuestro lado del pequeo campesino que trabaja por su cuenta y que los sacrificios materiales y la generosidad respecto a los campesinos, necesarios para ello, as como otras medidas anlogas en beneficio de los campesinos, se aplican ya en Rusia? Cmo puede negarse que esta circunstancia tiene, a su vez, que facilitar e impulsar la edificacin econmica del Pas Sovitico? Segunda. No hay que confundir la agricultura de Rusia con la del Occidente. En el Occidente, la agricultura se desarrolla siguiendo la ruta habitual del capitalismo, en medio de una profunda diferenciacin de los campesinos, con grandes fincas y latifundios privados capitalistas en uno de los polos, y, en el otro, pauperismo, miseria y esclavitud asalariada. All son completamente naturales, a consecuencia de ello, la disgregacin y la descomposicin. No sucede as en Rusia. En nuestro pas, la agricultura no puede desarrollarse siguiendo esa ruta, ya que la existencia del Poder Sovitico y la nacionalizacin de los instrumentos v medios de produccin fundamentales no permiten semejante desarrollo. En Rusia, el desarrollo de la agricultura debe seguir otro camino, el camino de la cooperacin de millones de campesinos pequeos y medios, el camino del desarrollo de la cooperacin en masa en el campo, fomentada por el Estado mediante crditos concedidos en condiciones ventajosas. Lenin indicaba acertadamente, en sus artculos sobre la cooperacin, que el desarrollo de la agricultura de nuestro pas deba seguir un camino nuevo, incorporando a la mayora de los campesinos a la edificacin socialista a travs de la cooperacin, introduciendo gradualmente en la economa rural el principio del colectivismo, primero en la venta de los productos agrcolas y despus en su produccin. En este sentido, son sumamente interesantes algunos fenmenos nuevos que se presentan en el campo, en relacin con la cooperacin agrcola. Es sabido que en el seno de la Unin de Cooperativas Agrcolas han surgido, en diferentes ramas de la economa rural -en la produccin de lino, de patata, de manteca, etc.-, nuevas y fuertes organizaciones con un gran porvenir. Entre ellas figura, por ejemplo, la Cooperativa Central del Lino, que agrupa a toda una red de cooperativas campesinas de produccin de lino. La Cooperativa Central del Lino se ocupa de suministrar a los campesinos semillas e instrumentos de reproduccin, compra despus a los mismos campesinos toda su produccin de lino, la vende en gran escala en el mercado, garantiza a los campesinos una participacin en los beneficios y, de este modo, liga la economa campesina, a travs de la Unin de Cooperativas Agrcolas, con la industria del

J. V. Stalin Estado. Qu nombre debe darse a semejante forma de organizacin de la produccin? Se trata, a mi juicio, de un sistema domstico de gran produccin agrcola socialista de Estado. Hablo de un sistema domstico de produccin socialista de Estado por analoga con el sistema de trabajo a domicilio del capitalismo, por ejemplo, en la industria textil, donde los artesanos, que reciban del capitalismo la materia prima y los instrumentos de trabajo y le entregaban toda su produccin, eran de hecho obreros semiasalariados a domicilio. Este es uno de los numerosos ejemplos indicadores del camino que debe seguir en nuestro pas el desarrollo de la agricultura. Ya no hablo aqu de otros ejemplos de la misma ndole en otras ramas de la agricultura. No creo que sea necesario demostrar que la inmensa mayora de los campesinos seguirn de buen grado esta nueva va de desarrollo, rechazando la va de los latifundios privados capitalistas y de la esclavitud asalariada, la va de la miseria y de la ruina. He aqu lo que dice Lenin de las vas del desarrollo de nuestra agricultura: Todos los grandes medios de produccin en poder del Estado y el Poder del Estado en manos del proletariado; la alianza de este proletariado con millones y millones de pequeos y muy pequeos campesinos; asegurar la direccin de los campesinos por el proletariado, etc., acaso no es esto todo lo que se necesita para edificar la sociedad socialista completa partiendo de la cooperacin, y nada ms que de la cooperacin, a la que antes tratbamos de mercantilista y que ahora, bajo la Nep, merece tambin, en cierto modo, el mismo trato; acaso no es esto todo lo imprescindible para edificar la sociedad socialista completa? Eso no es todava la edificacin de la sociedad socialista, pero s todo lo imprescindible y lo suficiente para esta edificacin (v, t. XXVII, pg. 392). Hablando ms adelante de la necesidad de prestar apoyo financiero y de toda otra ndole a la cooperacin, como a un nuevo principio de organizacin de la poblacin y a un nuevo rgimen social bajo la dictadura del proletariado, Lenin dice: Todo rgimen social surge exclusivamente con el apoyo financiero de una clase determinada. Huelga recordar los centenares y centenares de millones de rublos que cost el nacimiento del libre capitalismo. Ahora debemos comprender, para obrar en consecuencia, que el rgimen social al que en el presente debemos prestar un apoyo extraordinario es el rgimen cooperativo. Pero hay que apoyarlo en el verdadero sentido de la palabra, es decir, no basta con entender por tal apoyo la ayuda prestada a cualquier cambio cooperativo, sino que por tal apoyo

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Los fundamentos del leninismo hay que entender el prestado a un cambio cooperativo en el que participen efectivamente verdaderas masas de la poblacin (v, lugar citado, pg. 393). Qu nos dicen todas estas circunstancias? Nos dicen que los escpticos no tienen razn. Nos dicen que quien tiene razn es el leninismo, que ve en las masas trabajadoras del campo la reserva del proletariado. Nos dicen que el proletariado en el Poder puede y debe utilizar esta reserva, para vincular la industria a la agricultura, para impulsar la construccin socialista y dar a la dictadura del proletariado la base que necesita y sin la cual es imposible el paso a la economa socialista. VI. La cuestin nacional Analizar dos cuestiones fundamentales de este tema: a) planteamiento de la cuestin, b) el movimiento de liberacin de los pueblos oprimidos y la revolucin proletaria. 1) Planteamiento de la cuestin. Durante los dos ltimos decenios, la cuestin nacional ha sufrido una serie de cambios muy importantes. La cuestin nacional del perodo de la II Internacional y la cuestin nacional del perodo del leninismo distan mucho de ser lo mismo. No slo se diferencian profundamente por su extensin, sino por su carcter interno. Antes, la cuestin nacional no se sala, por lo comn, de un estrecho crculo de problemas, relacionados principalmente con las nacionalidades cultas. Irlandeses, hngaros, polacos, finlandeses, serbios y algunas otras nacionalidades europeas: tal era el conjunto, de pueblos sin plenitud de derechos por cuya suerte se interesaban los personajes de la II Internacional. Los pueblos asiticos y africanos decenas y centenares de millones de personas-, que sufren la opresin nacional en su forma ms brutal y ms cruel, quedaban generalmente fuera de su horizonte visual. No se decidan a poner en un mismo plano a los blancos y a los negros, a los pueblos cultos y a los incultos. De dos o tres resoluciones vacuas y agridulces, en las que se eluda cuidadosamente el problema de la liberacin de las colonias, era todo de lo que podan vanagloriarse los personajes de la II Internacional. Hoy, esa doblez y esas medias tintas en la cuestin nacional deben considerarse suprimidas. El leninismo ha puesto al desnudo esta incongruencia escandalosa, ha demolido la muralla entre los blancos y los negros, entre los europeos y los asiticos, entre los esclavos cultos e incultos del imperialismo, y con ello ha vinculado la cuestin nacional al problema de las colonias. Con ello, la cuestin nacional ha dejado de ser una cuestin particular e interna de los Estados

77 para convertirse en una cuestin general e internacional, en la cuestin mundial de liberar del yugo del imperialismo a los pueblos oprimidos de los pases dependientes y de las colonias. Antes, el principio de la autodeterminacin de las naciones sala interpretarse desacertadamente, reducindolo, con frecuencia, al derecho de las naciones a la autonoma. Algunos lderes de la II Internacional llegaron incluso a convertir el derecho a la autodeterminacin en el derecho a la autonoma cultural, es decir, en el derecho de las naciones oprimidas a tener sus propias instituciones culturales, dejando todo el Poder poltico en manos de la nacin dominante. Esta circunstancia haca que la idea de la autodeterminacin corriese el riesgo de transformarse, de un arma para luchar contra las anexiones, en un instrumento para justificarlas, Hoy, esta confusin debe considerarse suprimida. El leninismo ha ampliado el concepto de la autodeterminacin, interpretndolo como el derecho de los pueblos oprimidos de los pases dependientes y de las colonias a la completa separacin, como el derecho de las naciones a existir como Estados independientes. Con ello, se elimin la posibilidad de justificar las anexiones mediante la interpretacin del derecho a la autodeterminacin como el derecho a la autonoma. El principio mismo de autodeterminacin, que en manos de los socialchovinistas sirvi, indudablemente, durante la guerra imperialista, de instrumento para engaar a las masas, convirtise, de este modo, en instrumento para desenmascarar todos y cada uno de los apetitos imperialistas y maquinaciones chovinistas, en instrumento de educacin poltica de las masas en el espritu del internacionalismo. Antes, la cuestin de las naciones oprimidas sola considerarse como una cuestin puramente jurdica. Los partidos de la II Internacional se contentaban con la proclamacin solemne de la igualdad de derechos de las naciones y con innumerables declaraciones sobre la igualdad de las naciones, encubriendo el hecho de que, en el imperialismo, en el que un grupo de naciones (la minora) vive a expensas de la explotacin de otro grupo de naciones, la igualdad de las naciones es un escarnio para los pueblos oprimidos. Ahora, esta concepcin jurdica burguesa de la cuestin nacional debe considerarse desenmascarada. El leninismo ha hecho descender la cuestin nacional, desde las cumbres de las declaraciones altisonantes, a la tierra, afirmando que las declaraciones sobre la igualdad de las naciones, si no son respaldadas por el apoyo directo de los partidos proletarios a la lucha de liberacin de los pueblos oprimidos, no son ms que declaraciones huecas e hipcritas. Con ello, la cuestin de las naciones oprimidas se ha convertido en la cuestin de apoyar, de ayudar, y de ayudar de un modo real y constante, a las naciones oprimidas en su lucha

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78 contra el imperialismo, por la verdadera igualdad de las naciones, por su existencia como Estados independientes. Antes, la cuestin nacional se enfocaba de un modo reformista, como una cuestin aislada, independiente, sin relacin alguna con la cuestin general del Poder del capital, del derrocamiento del imperialismo, de la revolucin proletaria. Dbase tcitamente por supuesto que la victoria del proletariado de Europa era posible sin una alianza directa con el movimiento de liberacin de las colonias, que la cuestin nacional y colonial poda resolverse a la chita callando, de por s, al margen de la va magna de la revolucin proletaria, sin una lucha revolucionaria contra el imperialismo. Ahora, este punto de vista antirrevolucionario debe considerarse desenmascarado. El leninismo demostr, y la guerra imperialista y la Devolucin en Rusia lo han corroborado, que el problema nacional slo puede resolverse en relacin con la revolucin proletaria y sobre la base de ella; que el camino del triunfo de la revolucin en el Occidente pasa a travs de la alianza revolucionaria con el movimiento de liberacin de las colonias y de los pases dependientes contra el imperialismo. La cuestin nacional es una parte de la cuestin general de la revolucin proletaria, una parte de la cuestin de la dictadura del proletariado. La cuestin se plantea as: se han agotado ya las posibilidades revolucionarias que ofrece el movimiento revolucionario de liberacin de los pases oprimidos o no se han agotado? Y si no se han agotado, hay la esperanza de aprovechar estas posibilidades para la revolucin proletaria, de convertir a los pases dependientes y a las colonias, de reserva de la burguesa imperialista, en reserva del proletariado revolucionario, en aliado suyo?, hay fundamento para ello? El leninismo da a esta pregunta una respuesta afirmativa, es decir, reconoce que en el seno del movimiento de liberacin nacional de los pases oprimidos hay fuerzas revolucionarias y que es posible utilizar esas fuerzas para el derrocamiento del enemigo comn, para el derrocamiento del imperialismo. La mecnica del desarrollo del imperialismo, la guerra imperialista y la revolucin en Rusia confirman plenamente las conclusiones del leninismo a este respecto. De aqu la necesidad de que el proletariado de las naciones imperiales apoye decidida y enrgicamente el movimiento de liberacin nacional de los pueblos oprimidos y dependientes. Esto no significa, por supuesto, que el proletariado deba apoyar todo movimiento nacional, siempre y en todas partes, en todos y en cada uno de los casos concretos. De lo que se trata es de apoyar los movimientos nacionales encaminados a debilitar el imperialismo, a derrocarlo, y no a reforzarlo y

J. V. Stalin mantenerlo. Hay casos en que los movimientos nacionales de determinados pases oprimidos chochan con los intereses del desarrollo del movimiento proletario. Cae de su peso que en esos casos ni siquiera puede hablarse de apoyo. La cuestin de los derechos de las naciones no es una cuestin aislada, independiente, sino una parte de la cuestin general de la revolucin proletaria, una parte supeditada al todo y que debe ser enfocada desde el punto de vista del todo. En los aos del 40 del siglo pasado, Marx defenda el movimiento nacional de los polacos y de los hngaros contra el movimiento nacional de los checos y de los sudeslavos. Por qu? Porque los checos y los sudeslavos eran por aquel entonces pueblos reaccionarios, puestos avanzados de Rusia en Europa, puestos avanzados del absolutismo, mientras que los polacos y los hngaros eran pueblos revolucionarios, que luchaban contra el absolutismo. Porque apoyar el movimiento nacional de los checos y de los sudeslavos significaba entonces apoyar indirectamente al zarismo, el enemigo ms peligroso del movimiento revolucionario de Europa. Las distintas reivindicaciones de la democracia dice Lenin-, incluyendo la de la autodeterminacin, no son algo absoluto, sino una partcula de todo el movimiento democrtico (hoy, socialista) mundial. Puede suceder que, en un caso dado, una partcula se halle en contradiccin con el todo; entonces, hay que desecharla (v. t. XIX, pgs. 257~258). As se plantea la cuestin de los distintos movimientos nacionales, y del carcter, posiblemente reaccionario, de estos movimientos, siempre y cuando, naturalmente, que no se los enfoque desde un punto de vista formal, desde el punto de vista de los derechos abstractos, sino en un plano concreto, desde el punto de vista de los intereses del movimiento revolucionario. Otro tanto hay que decir del carcter revolucionario de los movimientos nacionales en general. El carcter indudablemente revolucionario de la inmensa mayora de los movimientos nacionales es algo tan relativo y peculiar, como lo es el carcter posiblemente reaccionario de algunos movimientos nacionales concretos. El carcter revolucionario del movimiento nacional, en las condiciones de la opresin imperialista, no presupone forzosamente, ni mucho menos, la existencia de elementos proletarios en el movimiento, la existencia de un programa revolucionario o republicano del movimiento, la existencia en ste de una base democrtica. La lucha del emir de Afganistn por la independencia de su pas es una lucha objetivamente revolucionaria, a pesar de las ideas monrquicas del emir y de sus partidarios, porque esa lucha debilita al imperialismo, lo descompone, lo socava. En cambio,

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Los fundamentos del leninismo la lucha de demcratas y socialistas, de revolucionarios y republicanos tan radicales como Kerenski y Tsereteli, Renaudel y Scheidemann, Cherna v y Dan, Henderson y Clynes durante la guerra imperialista era una lucha reaccionaria, porque el resultado que se obtuvo con ello fue pintar de color de rosa, fortalecer y dar la victoria al imperialismo. La lucha de los comerciantes y de los intelectuales burgueses egipcios por la independencia de Egipto es, por las mismas causas, una lucha objetivamente revolucionaria, a pesar del origen burgus y de la condicin burguesa de los lderes del movimiento nacional egipcio, a pesar de que estn en contra del socialismo. En cambio, la lucha del gobierno obrero ingls por mantener a Egipto en una situacin de dependencia es, por las mismas causas, una lucha reaccionaria, a pesar del origen proletario y del ttulo proletario de los miembros de ese gobierno, a pesar de que son partidarios del socialismo. Y no hablo ya del movimiento nacional de otras colonias y pases dependientes ms grandes, como la India y China, cada uno de cuyos pasos por la senda de la liberacin, an cuando no se ajuste a los requisitos de la democracia formal, es un terrible mazazo asestado al imperialismo, es decir, un paso indiscutiblemente revolucionario. Lenin tiene razn cuando dice que el movimiento nacional de los pases oprimidos no debe valorarse desde el punto de vista de la democracia formal, sino desde el punto de vista de los resultados prcticos dentro del balance general de la lucha contra el imperialismo, es decir, que debe enfocarse no aisladamente, sino en escala mundial (v, t. XIX, pg. 257). 2) El movimiento de liberacin de los pueblos oprimidos y la revolucin proletaria. Al resolver la cuestin nacional, el leninismo parte de los principios siguientes: a) el mundo est dividido en dos campos: el que integran un puado de naciones civilizadas, que poseen el capital financiero y explotan a la inmensa mayora de la poblacin del planeta, y el campo de los pueblos oprimidos y explotados de las colonias y de los pases dependientes, que forman esta mayora; b) las colonias y los pases dependientes, oprimidos y explotados por el capital financiero, constituyen una formidable reserva y el ms importante manantial de fuerzas para el imperialismo; c) la lucha revolucionaria de los pueblos oprimidos de las colonias y de los pases dependientes contra el imperialismo es el nico camino por el que dichos pueblos pueden emanciparse de la opresin y de la explotacin; d) las colonias y los pases dependientes ms importantes han iniciado ya el movimiento de liberacin nacional, que tiene que conducir por fuerza a la crisis del capitalismo mundial;

79 e) los intereses del movimiento proletario en los pases desarrollados y del movimiento de liberacin nacional en las colonias exigen la unin de estas dos formas del movimiento revolucionario en un frente comn contra el enemigo comn, contra el imperialismo; f) la clase obrera en los pases desarrollarlos no puede triunfar, ni los pueblos oprimidos liberarse del yugo del imperialismo, sin la formacin y consolidacin de un frente revolucionario comn; g) este frente revolucionario comn no puede formarse si el proletariado de las naciones opresoras no presta un apoyo directo y resuelto al movimiento de liberacin de los pueblos oprimidos contra el imperialismo de su propia patria, pues el pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre (Engels); h) este apoyo significa: sostener, defender y llevar a la prctica la consigna del derecho de las naciones a la separacin y a la existencia como Estados independientes; i) sin poner en prctica esta consigna es imposible lograr la unificacin y la colaboracin de las naciones en una sola economa mundial, que constituye la base material para el triunfo del socialismo en el mundo entero; j) esta unificacin slo puede ser una unificacin voluntaria, erigida sobre la base de la confianza mutua y de relaciones fraternales entre los pueblos. De aqu se derivan dos aspectos, dos tendencias en la cuestin nacional: la tendencia a liberarse polticamente de las cadenas del imperialismo y a formar Estados nacionales independientes, que ha surgido sobre la base de la opresin imperialista y de la explotacin colonial, y la tendencia al acercamiento econmico de las naciones, que ha surgido a consecuencia de la formacin de un mercado y una economa mundiales. El capitalismo en desarrollo -dice Lenin- conoce dos tendencias histricas en la cuestin nacional. Primera: el despertar de la vida nacional y de los movimientos nacionales, la lucha contra toda opresin nacional, la creacin de Estados nacionales. Segunda; el desarrollo y la multiplicacin de vnculos de todo gnero entre las naciones, la destruccin de las barreras nacionales, la creacin de la unidad internacional del capital, de la vida econmica en general, de la poltica, de la ciencia, etc. Ambas tendencias son una ley mundial del capitalismo. La primera predomina en los comienzos de su desarrollo; la segunda caracteriza al capitalismo maduro, que marcha hacia su transformacin en sociedad socialista (v, t. XVII, pgs. 139-140). Para el imperialismo, estas dos tendencias son

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80 contradicciones inconciliables, porque el imperialismo no puede vivir sin explotar a las colonias y sin mantenerlas por la fuerza en el marco de un todo nico; porque el imperialismo no puede aproximar a las naciones ms que mediante anexiones y conquistas coloniales, sin las que, hablando en trminos generales, es inconcebible. Para el comunismo, por el contrario, estas tendencias no son ms que dos aspectos de un mismo problema, del problema de liberar del yugo del imperialismo a los pueblos oprimidos, porque el comunismo sabe que la unificacin de los pueblos en una sola economa mundial slo es posible sobre la base de la confianza mutua y del libre consentimiento y que para llegar a la unin voluntaria de los pueblos hay que pasar por la separacin de las colonias del todo nico imperialista y por su transformacin en Estados independientes. De aqu la necesidad de una lucha tenaz, incesante, resuelta, contra el chovinismo imperialista de los socialistas de las naciones dominantes (Inglaterra, Francia, Estados Unidos de Amrica, Italia, Japn, etc.), que no quieren combatir a sus gobiernos imperialistas ni apoyar la lucha de los pueblos oprimidos de sus colonias por liberarse de la opresin, separarse y formar Estados independientes. Sin esta lucha es inconcebible la educacin de la clase obrera de las naciones dominantes en un espritu de verdadero Internacionalismo, en un espritu de acercamiento a las masas trabajadoras de los pases dependientes y de las colonias, en un espritu de verdadera preparacin de la revolucin proletaria. La revolucin no habra vencido en Rusia, y Kolchak y Denikin no hubieran sido derrotados, si el proletariado ruso no hubiese tenido de su parte la simpata y el apoyo de los pueblos oprimidos del antiguo Imperio Ruso. Ahora bien, para ganarse la simpata y el apoyo de estos pueblos, el proletariado ruso tuvo, ante todo, que romper las cadenas del imperialismo ruso y librarlos de la opresin nacional. De otra manera, hubiera sido imposible consolidar el Poder Sovitico, implantar el verdadero internacionalismo y crear esa magnfica organizacin de colaboracin de los pueblos que lleva el nombre de Unin de Repblicas Socialistas Soviticas y que es el prototipo viviente de la futura unificacin de los pueblos en una sola economa mundial. De aqu la necesidad de luchar contra el aislamiento nacional, contra la estrechez nacional, contra el particularismo de los socialistas de los pases oprimidos, que no quieren subir ms arriba de su campanario nacional y no comprenden la relacin existente entre el movimiento de liberacin de su pas y el movimiento proletario de los pases dominantes. Sin esa lucha es inconcebible defender la poltica independiente del proletariado de las naciones oprimidas y su solidaridad de Clase con el

J. V. Stalin proletariado de los pases dominantes en la lucha por derrocar al enemigo comn, en la lucha por derrocar al imperialismo. Sin esa lucha, el internacionalismo sera imposible. Tal es el camino para educar a las masas trabajadoras de las naciones dominantes y de las oprimidas en el espritu del internacionalismo revolucionario. He aqu lo que dice Lenin de esta doble labor del comunismo para educar a los obreros en el espritu del internacionalismo: Esta educacin... puede ser concretamente igual en las grandes naciones, en las naciones opresoras, que en las pequeas naciones oprimidas, en las naciones anexionistas que en las naciones anexionadas? Evidentemente, no. El camino hacia el objetivo comn -la completa igualdad de derechos, el ms estrecho acercamiento y la ulterior fusin de todas las naciones- sigue aqu, evidentemente, distintas rutas concretas, lo mismo que, por ejemplo, el camino conducente a un punto situado en el centro de esta pgina parte hacia la izquierda de una de sus mrgenes y hacia la derecha de la margen opuesta. Si el socialdemcrata de una gran nacin opresora, anexionista, profesando, en general, la teora de la fusin de las naciones, se olvida, aunque slo sea por un instante, de que su Nicols II, su Guillermo, su Jorge, su Poincar, etc., etc. abogan tambin por la fusin con las naciones pequeas (por medio de anexiones) -Nicols II aboga por la fusin con Galitzia, Guillermo II por la fusin con Blgica, etc.-, ese socialdemcrata resultar ser, en teora, un doctrinario ridculo, y, en la prctica, un cmplice del imperialismo. El centro de gravedad de la educacin internacionalista de los obreros de los pases opresores tiene que estar necesariamente en la prdica y en la defensa de la libertad de separacin de los pases oprimidos. De otra manera, no hay internacionalismo. Tenemos el derecho y el deber de tratar de imperialista y de canalla a todo socialdemcrata de una nacin opresora que no realice tal propaganda. Esta es una exigencia incondicional, aunque, prcticamente, la separacin no sea posible ni realizable antes del socialismo ms que en el uno por mil de los casos. Y, a la inversa, el socialdemcrata de una nacin pequea debe tomar como centro de gravedad de sus campaas de agitacin la primera palabra de nueva frmula general: unin voluntaria de las naciones. Sin faltar a sus deberes de internacionalista, puede pronunciarse tanto a favor de la independencia poltica de su nacin como a favor de su incorporacin al Estado vecino X, Y, Z, etc. Pero deber luchar en todos los casos contra la mezquina

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Los fundamentos del leninismo estrechez nacional, contra el aislamiento nacional, contra el particularismo, por que se tenga en cuenta lo total y lo general, por la supeditacin de los intereses de lo particular a los intereses de lo general. A gentes que no han penetrado en el problema, les parece contradictorio que los socialdemcratas de las naciones opresoras exijan la libertad de separacin y los socialdemcratas de las naciones oprimidas la libertad de unin". Pero, a poco que se reflexione, se ve que, partiendo de la situacin dada, no hay ni puede haber otro camino hacia el internacionalismo y la fusin de las naciones, no hay ni puede haber otro camino que conduzca a este fin (v. t. XIX, pgs. 261-262). VII. Estrategia y tctica Analizar seis cuestiones de este tema: a) la estrategia y la tctica como la ciencia de dirigir la lucha de clase del proletariado; b) las etapas de la revolucin y la estrategia; c) los flujos y reflujos del movimiento y la tctica; d) la direccin estratgica; e) la direccin tctica; f) la tctica reformista y la tctica revolucionaria. 1) La estrategia y la tctica como la ciencia de dirigir la lucha de clase del proletariado. El perodo en que domin la II Internacional fue, principalmente, un perodo de formacin y de instruccin de los ejrcitos polticos proletarios en unas condiciones de desarrollo ms o menos pacfico. Fue el perodo del parlamentarismo como forma preponderante de la lucha de clases. Las cuestiones de los grandes choques de clases, de la preparacin del proletariado para las batallas revolucionarias, de las vas para llegar a la conquista de la dictadura del proletariado, no estaban entonces -as lo pareca- a la orden del da. La tarea reducase a utilizar todas las vas de desarrollo legal para formar e instruir a los ejrcitos proletarios, a utilizar el parlamentarismo adaptndose a las condiciones dadas, en las cuales el proletariado asuma y deba asumir -as lo pareca- el papel de oposicin. No creo que sea necesario demostrar que, en ese perodo y con semejante concepcin de las tareas del proletariado, no poda haber ni una estrategia coherente ni una tctica bien elaborada. Haba pensamientos fragmentarios, ideas aisladas sobre tctica y estrategia, pero no haba ni tctica ni estrategia. El pecado mortal de la II Internacional no consiste en haber practicado en su tiempo la tctica de utilizar las formas parlamentarias de lucha, sino en haber sobreestimado la importancia de estas formas, considerndolas casi las nicas; y cuando lleg el perodo de las batallas revolucionarias abiertas y el problema de las formas extraparlamentarias de lucha pas a primer plano, los partidos de la II Internacional volvieron la espalda a las nuevas tareas, renunciaron a ellas.

81 Una estrategia coherente y una tctica bien elaborada de la lucha del proletariado slo pudieron trazarse en el perodo siguiente, en el perodo de las acciones abiertas del proletariado, en el perodo de la revolucin proletaria, cuando la cuestin del derrocamiento de la burguesa pas a ser una cuestin de la actividad prctica inmediata, cuando la cuestin de las reservas del proletariado (estrategia) pas a ser una de las cuestiones ms palpitantes, cuando todas las formas de lucha y de organizacin tanto parlamentarias como extraparlamentarias (tctica)- se revelaron con tolda nitidez. Fue precisamente en este perodo cuando Lenin sac a la luz las geniales ideas de Marx y Engels sobre tctica y estrategia, emparedadas por los oportunistas de la II Internacional. Pero Lenin no se limit a restaurar las distintas tesis tcticas de Marx y Engels. Las desarroll y las complet con nuevas ideas y principios, compendindolas en un sistema de reglas y principios de orientacin para dirigir la lucha de clase del proletariado. Obras de Lenin como Qu hacer?, Dos tcticas, El imperialismo, El Estado y la revolucin, La revolucin proletaria y el renegado Kautsky y La enfermedad infantil sern, indiscutiblemente, una valiossima aportacin al tesoro general del marxismo, a su arsenal revolucionario. La estrategia y la tctica del leninismo son la ciencia de la direccin de la lucha revolucionaria del proletariado. 2) Las etapas de la revolucin y la estrategia. La estrategia consiste en determinar la direccin del golpe principal del proletariado, tomando por base la etapa dada de la revolucin, en elaborar el correspondiente plan de disposicin de las fuerzas revolucionarias (de las reservas principales y secundarias), en luchar por llevar a cabo este plan a todo lo largo de la etapa dada de la revolucin. Nuestra revolucin ha pasado ya por dos etapas y ha entrado, despus de la Revolucin de Octubre, en la tercera. De acuerdo con esto, ha ido cambiando de estrategia. Primera etapa. 1903 - febrero de 1917. Objetivo: derrocar el zarismo, suprimir por completo las supervivencias medievales. Fuerza fundamental de la revolucin: el proletariado. Reserva inmediata: el campesinado. Direccin del golpe principal: aislar a la burguesa liberal monrquica, que se esforzaba en atraerse a los campesinos y en poner fin a la revolucin mediante una componenda con el zarismo. Plan de disposicin de las fuerzas: alianza de la clase obrera con los campesinos. El proletariado debe llevar a trmino la revolucin democrtica, atrayndose a la masa de los campesinos, para aplastar por la fuerza la resistencia de la autocracia y paralizar la inestabilidad de la burguesa (v. Lenin, t. VIII, pg. 96). Segunda etapa. Marzo de 1917 - octubre de 1917. Objetivo: derrocar el imperialismo en Rusia y salir de

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82 la guerra imperialista. Fuerza fundamental de la revolucin: el proletariado. Reserva inmediata: los campesinos pobres. Como reserva probable, el proletariado de los pases vecinos. Como factor favorable, la guerra, que se prolongaba, y la crisis del imperialismo. Direccin del golpe principal: aislar a la democracia pequeoburguesa (mencheviques y eseristas), que se esforzaba en atraerse a las masas trabajadoras del campo y en poner fin a la revolucin mediante una componenda con el imperialismo. Plan de disposicin de las fuerzas: alianza del proletariado con los campesinos pobres. El proletariado debe llevar a cabo la revolucin socialista, atrayndose a la masa de los elementos semiproletarios de la poblacin, para romper por la fuerza la resistencia de la burguesa y paralizar la inestabilidad de los campesinos y de la pequea burguesa (v. lugar citado). Tercera etapa. Comienza despus de la Revolucin de Octubre. Objetivo: consolidar la dictadura del proletariado en un solo pas, utilizndola como punto de apoyo para vencer al imperialismo en todos los pases. La revolucin rebasa el marco de un solo pas; comienza la poca de la revolucin mundial. Fuerzas fundamentales de la revolucin: la dictadura del proletariado en un pas y el movimiento revolucionario del proletariado en todos los pases. Reservas principales: las masas semiproletarias y las masas de pequeos campesinos en los pases desarrollados, as como el movimiento de liberacin en las colonias y en los pases dependientes. Direccin del golpe principal: aislar a la democracia pequeoburguesa, aislar a los partidos de la II Internacional, que son el puntal ms importante de la poltica de componendas con el imperialismo. Plan de disposicin de las fuerzas: alianza de la revolucin proletaria con el movimiento de liberacin de las colonias y de los pases dependientes. La estrategia se ocupa de las fuerzas fundamentales de la revolucin y de sus reservas. Cambia al pasar la revolucin de una etapa a otra, permaneciendo, en lo fundamental, invariable a lo largo de cada etapa en cuestin. 3) Los flujos y reflujos del movimiento y la tctica. La tctica consiste en determinar la lnea de conducta del proletariado durante un perodo relativamente corto de flujo o de reflujo del movimiento, de ascenso o de descenso de la revolucin; la tctica es la lucha por la aplicacin de esta lnea de conducta mediante la sustitucin de las viejas formas de lucha y de organizacin por formas nuevas, de las viejas consignas por consignas nuevas, mediante la combinacin de estas formas, etc., etc. Mientras el fin de la estrategia es ganar la guerra, supongamos, contra el zarismo o, contra la burguesa, llevar a trmino la lucha contra el zarismo o contra la burguesa, la tctica persigue objetivos menos

J. V. Stalin esenciales, pues no se propone ganar la guerra tomada en su conjunto, sino tal o cual batalla, tal o cual combate, llevar a cabo con xito esta o aquella campaa, esta o aquella accin, en correspondencia con la situacin concreta del perodo dado de ascenso o descenso de 1 revolucin. La tctica es una parte de la estrategia, a la que est supeditada, a la que sirve. La tctica cambia con arreglo a los flujos y reflujos. Mientras que durante la primera etapa de la revolucin (1903 febrero de 1917) el plan estratgico permaneci invariable, la tctica se modific varias veces. En 1903-1905, la tctica del Partido fue una tctica ofensiva, pues se trataba de un perodo de flujo de la revolucin; el movimiento iba en ascenso, y la tctica deba partir de este hecho. En consonancia con ello, las formas de lucha eran tambin revolucionarias y correspondan a las exigencias del flujo de la revolucin. Huelgas polticas locales, manifestaciones polticas, huelga poltica general, boicot de la Duma, insurreccin, consignas revolucionarias combativas: tales fueron las formas de lucha que se sucedieron durante este perodo. En relacin con las formas de lucha, cambiaron tambin, en este perodo, las formas de organizacin. Comits de fbrica, comits revolucionarios de campesinos, comits de huelga, Soviets de Diputados Obreros, el Partido obrero ms o menos legal: tales fueron las formas de organizacin durante este perodo. En el perodo de 1907-1912, el Partido vise obligado a pasar a la tctica de repliegue, pues asistamos a un descenso del movimiento revolucionario, a un reflujo de la revolucin, y la tctica no poda por menos de tener en cuenta este hecho. En consonancia con ello, cambiaron tanto las formas de lucha como las de organizacin. En vez del boicot de la Duma, participacin en ella; en vez de acciones revolucionarias abiertas fuera de la Duma, acciones dentro de la Duma y labor en ella; en vez de huelgas generales polticas, huelgas econmicas parciales, o simplemente calma. Se comprende que el Partido hubo de pasar en este perodo a la Clandestinidad; las organizaciones revolucionarias de masas fueron sustituidas por organizaciones culturales y educativas, por cooperativas, mutualidades y otras organizaciones de tipo legal. Otro tanto puede decirse de la segunda y la tercera etapas de la revolucin, en el transcurso de las cuales la tctica cambi decenas de veces, mientras los planes estratgicos permanecan invariables. La tctica se ocupa de las formas de lucha y de organizacin del proletariado, de los cambios y de la combinacin de dichas formas. Partiendo de una etapa dada de la revolucin, la tctica puede cambiar repetidas veces, con arreglo a los flujos y reflujos, al ascenso o al descenso de la revolucin.

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Los fundamentos del leninismo 4) La direccin estratgica. Las reservas de la revolucin pueden ser: Directas: a) el campesinado y, en general, las capas intermedias del pas; b) el proletariado de los pases vecinos; c) el movimiento revolucionario de las colonias y de los pases dependientes; d) las conquistas y las realizaciones de la dictadura del proletariado, a una parte de las cuales puede el proletariado renunciar temporalmente, reservndose la superioridad de fuerzas, con objeto de sobornar a un adversario fuerte y conseguir una tregua. Indirectas: a) las contradicciones y conflictos entre las clases no proletarias del propio pas, contradicciones y conflictos que el proletariado puede aprovechar para debilitar al adversario y para reforzar las propias reservas; b) las contradicciones, conflictos y guerras (por ejemplo, la guerra imperialista) entre los Estados burgueses hostiles al Estado proletario, contradicciones, conflictos y guerras que el proletariado puede aprovechar en su ofensiva o al maniobrar, caso de verse obligado a batirse en retirada. No vale la pena detenerse en las reservas de la primera categora, ya que su significacin es clara para todo el mundo. En cuanto a las reservas de la segunda categora, cuya significacin no es siempre clara, hay que decir que tienen a veces una importancia primordial para la marcha de la revolucin. Difcilmente podr negarse, por ejemplo, la inmensa importancia del conflicto entre la democracia pequeoburguesa (eseristas) y la burguesa liberal monrquica (demcratas constitucionalistas) durante la primera revolucin y despus de ella, conflicto que contribuy, indudablemente, a liberar al campesinado de la influencia de la burguesa. y an hay menos razones para negar la importancia gigantesca que tuvo la guerra a muerte librada entre los principales grupos imperialistas en el perodo de la Revolucin de Octubre, cuando los imperialistas, ocupados en guerrear unos contra otros, no pudieron concentrar sus fuerzas contra el joven Poder Sovitico, siendo precisamente esta circunstancia la que permiti al proletariado entregarse de lleno a organizar sus fuerzas, a consolidar su Poder y a preparar el aplastamiento de Kolchak y Denikin. Es de suponer que hoy, cuando las contradicciones entre los grupos imperialistas se acentan cada vez ms y se hace inevitable una nueva guerra entre ellos, esta clase de reservas tendr para el proletariado una importancia cada vez mayor. La misin de la direccin estratgica consiste en saber utilizar acertadamente todas estas reservas, para conseguir el objetivo fundamental de la revolucin en cada etapa dada de su desarrollo. En qu consiste el saber utilizar acertadamente las reservas? En cumplir algunas condiciones necesarias, entre

83 las que deben considerarse principales las siguientes: Primera. Concentrar contra el punto ms vulnerable del adversario las principales fuerzas de la revolucin en el momento decisivo, cuando la revolucin ha madurado ya, cuando la ofensiva marcha a todo vapor, cuando la insurreccin llama a la puerta y cuando el acercar las reservas a la vanguardia es una condicin decisiva del xito. Como ejemplo demostrativo de lo que es saber utilizar de este modo las reservas puede considerarse la estrategia del Partido en el perodo de abril a octubre de 1917. Es indudable que el punto ms vulnerable del adversario durante este perodo era la guerra. Es indudable que, tomando precisamente este problema como el problema bsico, fue como el Partido agrup en tomo a la vanguardia proletaria a las ms amplias masas de la poblacin. La estrategia del Partido en dicho perodo consista en entrenar a la vanguardia en acciones de calle, por medio de manifestaciones y demostraciones, y, al mismo tiempo, en acercar las reservas a la vanguardia, a travs de los Soviets en la retaguardia y de los comits de soldados en el frente. El resultado de la revolucin demostr que se haba sabido utilizar acertadamente las reservas. He aqu lo que a propsito de esta condicin del empleo estratgico de las fuerzas revolucionarias dice Lenin, parafraseando las conocidas tesis de Marx y Engels sobre la insurreccin: 1) No jugar nunca a la insurreccin, y, una vez empezada sta, saber firmemente que hay que llevarla a trmino. 2) Hay que concentrar en el lugar y en el momento decisivos fuerzas muy superiores, porque, de lo contrario, el enemigo, mejor preparado y organizado, aniquilar a los insurrectos. 3) Una vez empezada la insurreccin, hay que proceder con la mayor decisin y pasar obligatoria e incondicionalmente a la ofensiva. La defensiva es la muerte de la insurreccin armada. 4) Hay que esforzarse en pillar al enemigo desprevenido, hay que aprovechar el momento en que sus tropas se hallen dispersas. 5) Hay que esforzarse en obtener xitos diarios, aunque sean pequeos (incluso podra decirse que a cada hora, si se trata de una sola ciudad), manteniendo a toda costa la superioridad moral (v. t. XXI, pgs. 319-320). Segunda. Descargar el golpe decisivo, comenzar la insurreccin, cuando la crisis ha llegado ya a su punto culminante, cuando la vanguardia est dispuesta a luchar hasta el fin, cuando la reserva est dispuesta a apoyar a la vanguardia y el desconcierto en las filas del enemigo ha alcanzado ya su grado mximo.

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84 Se puede considerar completamente maduro el momento de la batalla decisiva -dice Lenin- si (1) todas las fuerzas de clase que nos son adversas estn suficientemente sumidas en la confusin, suficientemente enfrentadas entre s, suficientemente debilitadas por una lucha superior a sus fuerzas; si (2) todos los elementos vacilantes, volubles, inconsistentes, intermedios, es decir, la pequea burguesa, la democracia pequeo burguesa, que se diferencia de la burguesa, se han desenmascarado suficientemente ante el pueblo, se han cubierto suficientemente de oprobio por su bancarrota prctica; si (3) en las masas proletarias empieza a aparecer y a extenderse con poderoso impulso el afn de apoyar las acciones revolucionarias ms resueltas, ms valientes y abnegadas contra la burguesa. En ese momento es cuando est madura la revolucin, en ese momento nuestra victoria est asegurada, si hemos sabido tener en cuenta... todas las condiciones indicadas ms arriba y hemos elegido acertadamente el momento (v. t. XXV, pg. 229). La insurreccin de Octubre puede considerarse un modelo de esa estrategia. El incumplimiento de esta condicin conduce a un error peligroso, a lo que se llama perder el ritmo, que es lo que ocurre cuando el Partido queda a la zaga de la marcha del movimiento o se adelanta demasiado, exponindose al peligro de fracasar. Como ejemplo de lo que es perder el ritmo, como ejemplo de desacierto al elegir el momento de la insurreccin hay que considerar el intento de una parte de los camaradas de comenzar la insurreccin deteniendo a los miembros de la Conferencia Democrtica, en septiembre de 1917, cuando en los Soviets se notaban an vacilaciones, el frente estaba an en la encrucijada y las reservas no haban sido an aproximadas a la vanguardia. Tercera. Seguir firmemente el rumbo tomado, por encima de todas y cada una de las dificultades y complicaciones que se interpongan en el camino hacia el fin perseguido. Esto es necesario para que la vanguardia no pierda de vista el objetivo fundamental de la lucha y para que las masas, que marchan hacia ese objetivo y se esfuerzan por agruparse en torno a la vanguardia, no se desven del camino. El incumplimiento de esta Condicin conduce a un enorme error, bien conocido por los marinos, que lo llaman perder el rumbo. Como ejemplo de lo que es perder el rumbo hay que considerar la conducta equivocada de nuestro Partido inmediatamente despus de la Conferencia Democrtica, al acordar tomar parte en el anteparlamento. Era como si el Partido se hubiese olvidado, en aquel momento, de que el anteparlamento era una tentativa de la burguesa para desviar al pas del camino de los Soviets al camino del parlamentarismo burgus y de que la

J. V. Stalin participacin del Partido en una institucin de esta ndole poda confundir todas las cartas y desviar de su camino a los obreros y campesinos, que libraban una lucha revolucionaria bajo la consigna de Todo el Poder a los Soviets!. Este error fue corregido con la retirada de los bolcheviques del anteparlamento. Cuarta. Saber maniobrar con las reservas con vistas a un repliegue ordenado cuando el enemigo es fuerte, cuando la retirada es inevitable, cuando se sabe de antemano que no conviene aceptar el combate que pretende imponernos el enemigo, cuando, con la correlacin de fuerzas existente, la retirada es para la vanguardia el nico medio de esquivar el golpe y de conservar a su lado las reservas. Los partidos revolucionarios -dice Lenin- deben completar su instruccin. Han aprendido a desplegar la ofensiva. Ahora deben comprender que esta ciencia hay que completarla con la de saber retirarse acertadamente. Hay que comprender -y la clase revolucionaria aprende a comprenderlo por su propia y amarga experiencia - que no se puede triunfar sin aprender a desplegar la ofensiva y a retirarse con acierto (v. t. XXV, pg. 177). El fin de esta estrategia consiste en ganar tiempo, desmoralizar al adversario y acumular fuerzas, para luego pasar a la ofensiva. Puede considerarse modelo de esta estrategia la firma de la paz de Brest-Litovsk, que permiti al Partido ganar tiempo, aprovechar los choques en el campo del imperialismo, desmoralizar a las fuerzas del enemigo, conservar a su lado a los campesinos y acumular fuerzas para preparar la ofensiva contra Kolchak y contra Denikin. Concertando la paz por separado -dijo entonces Lenin-, nos libramos, en el mayor grado posible en el momento actual, de ambos grupos imperialistas contendientes aprovechndonos de su hostilidad y de su guerra -que les dificulta el cerrar un trato contra nosotros-; as conseguimos tener las manos libres durante cierto tiempo para proseguir y Consolidar la revolucin socialista (v, t. XXII, pg. 198). Ahora, hasta el ms necio ve -deca Lenin tres aos despus de firmarse la paz de Brest-Litovskque la paz de Brest-Litovsk fue una concesin que nos fortaleci a nosotros y dividi las fuerzas del imperialismo internacional (v. t. XXVII, pg. 7). Tales son las principales condiciones que aseguran una direccin estratgica acertada. 5) La direccin tctica. La direccin tctica es una parte de la direccin estratgica, a cuyos objetivos y exigencias se supedita. La misin de la direccin tctica consiste en dominar todas las formas de lucha y de organizacin del proletariado y

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Los fundamentos del leninismo en asegurar su empleo acertado para lograr, teniendo en cuenta la correlacin de fuerzas existente, el mximo resultado necesario para la preparacin del xito estratgico. En qu consiste la utilizacin acertada de las formas de lucha y de organizacin del proletariado? En cumplir algunas condiciones necesarias, entre las cuales hay que considerar coma principales las siguientes: Primera. Poner en primer plano precisamente las formas de lucha y de organizacin que mejor correspondan a las condiciones de flujo y de reflujo del movimiento en el momento dado y que faciliten y permitan conducir a las masas a posiciones revolucionarias, incorporar a millones de hombres al frente de la revolucin y distribuirlos en dicho frente. Lo que importa no es que la vanguardia se percate de la imposibilidad de mantener el antiguo orden de cosas y de la inevitabilidad de su derrocamiento. Lo que importa es que las masas, millones de hombres, comprendan esa inevitabilidad y se muestren dispuestas a apoyar a la vanguardia. Pero las masas slo pueden comprenderlo por experiencia propia. Dar a las masas, a millones de hombres, la posibilidad de comprender por experiencia propia que el derrocamiento del viejo Poder es inevitable, poner en juego mtodos de lucha y formas de organizacin que permitan a las masas comprender ms fcilmente, por la experiencia, lo acertado de las consignas revolucionarias: sa es la tarea. La vanguardia habra quedado desligada de la clase obrera, y la clase obrera hubiera perdido el contacto con las masas, si el Partido no hubiese resuelto oportunamente participar en la Duma, si no hubiese resuelto concentrar sus fuerzas en el trabajo en la Duma y desenvolver la lucha a base de esta labor, para facilitar que las masas se convenciesen por experiencia propia de la inutilidad de aquella Duma, de la falsedad de las promesas de los demcratas constitucionalistas, de la imposibilidad de un acuerdo con el zarismo, de la necesidad inevitable de una alianza entre los campesinos y la clase obrera. Sin la experiencia de las masas durante el perodo de la Duma, habra sido imposible desenmascarar a los demcratas constitucionalistas y asegurar la hegemona del proletariado. El peligro de la tctica del otsovismo consista en que amenazaba con desligar a la vanguardia de sus reservas de millones y millones de hombres. El Partido se habra desligado de la clase obrera y la clase obrera hubiera perdido su influencia en las amplias masas de campesinos y soldados, si el proletariado hubiese seguido a los comunistas de izquierda, que incitaban a la insurreccin en abril de 1917, cuando los mencheviques y los eseristas no se haban desenmascarado an como partidarios de la guerra y del imperialismo, cuando las masas no haban podido an convencerse por experiencia

85 propia de la falsedad de los discursos de los mencheviques y de los eseristas sobre la paz, la tierra y la libertad. Sin la experiencia adquirida por las masas durante el perodo de la kerenskiada, los mencheviques y los eseristas no se habran visto aislados, y la dictadura del proletariado hubiera sido imposible. Por eso, la tctica de explicar pacientemente los errores de los partidos pequeoburgueses y de luchar abiertamente dentro de los Soviets era entonces la nica tctica acertada. El peligro de la tctica de los comunistas de izquierda consista en que amenazaba con transformar al Partido, de jefe de la revolucin proletaria, en un puado de conspiradores vacuos y sin base. Con la vanguardia sola -dice Lenin- es imposible triunfar. Lanzar sola a la vanguardia a la batalla decisiva, cuando toda la clase, cuando las grandes masas no han adoptado an una posicin de apoyo directo a esta vanguardia o, al menos, de neutralidad benvola con respecto a ella... sera no slo una estupidez, sino, adems un crimen. Y para que realmente toda la clase, para que realmente las grandes masas de los trabajadores y de los oprimidos por el capital lleguen a ocupar esa posicin, la propaganda y la agitacin, solas son insuficientes. Para ello se precisa la propia experiencia poltica de las masas. Tal es la ley fundamental de todas las grandes revoluciones, confirmada hoy, con fuerza y realce sorprendentes, no slo por Rusia, sino tambin por Alemania. No slo las masas incultas, y en muchos casos analfabetas, de Rusia, sino tambin las masas de Alemania muy cultas, sin un solo analfabeto, necesitaron experimentar en su propia carne toda la impotencia, toda la veleidad, toda la flaqueza, todo el servilismo ante la burguesa, toda la infamia del gobierno de los caballeros de la II Internacional, toda la ineluctabilidad de la dictadura de los ultrarreaccionarios (Kornlov en Rusia, Kapp y Ca. en Alemania), nica alternativa frente a la dictadura del proletariado, para orientarse decididamente hacia el comunismo (v. t. XXV, pg. 228). Segunda. Encontrar en cada momento dado, en la cadena de procesos, el eslabn particular que permita, aferrndose a l, sujetar toda la cadena y preparar las condiciones para obtener el xito estratgico. Se trata de destacar, entre las tareas que se le plantean al Partido, precisamente la tarea inmediata cuya solucin constituye el punto central y cuyo cumplimiento garantiza la feliz solucin de las dems tareas inmediatas. Podra demostrarse la importancia de esta tesis con dos ejemplos, uno tomado del pasado lejano (del perodo de la formacin del Partido) y otro, de un

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86 pasado reciente (del perodo de la Nep). En el perodo de la formacin del Partido, cuando los innumerables crculos y organizaciones no estaban an ligados entre s, cuando los mtodos artesanos de trabajo y el espritu de crculo corroan al Partido de arriba abajo, cuando la dispersin ideolgica era el rasgo caracterstico de la vida interna del Partido, en este perodo, el eslabn fundamental de la cadena, la tarea fundamental entre todas las que tenia planteadas el Partido, era la fundacin de un peridico clandestino para toda Rusia (de la Iskra). Por qu? Porque slo por medio de un peridico clandestino para toda Rusia poda crearse dentro del Partido, en las condiciones de aquel entonces, un ncleo slido, capaz de unir en un todo nico los innumerables crculos y organizaciones, preparar las condiciones para la unidad ideolgica y tctica y sentar, de este modo, los cimientos para la formacin de un verdadero partido. En el perodo de transicin de la guerra a la edificacin econmica, cuando la industria vegetaba entre las garras de la ruina y la agricultura sufra escasez de artculos de la ciudad, cuando la ligazn entre la industria del Estado y la economa campesina se convirti en la condicin fundamental del xito de la edificacin socialista; en este perodo, el eslabn fundamental en la cadena de los procesos, la tarea fundamental entre todas era el desarrollo del comercio. Por qu? Porque, en las condiciones de la Nep, la ligazn entre la industria y la economa campesina slo es posible a travs del comercio; porque, en las condiciones de la Nep, una produccin sin venta es la muerte para la industria; porque la industria slo puede ampliarse aumentando la venta mediante el desarrollo del comercio; porque slo despus de consolidarse en la esfera del comercio, slo dominando el comercio, slo dominando este eslabn, puede ligarse la industria con el mercado campesino y resolver con xito otras tareas inmediatas, a fin de crear las condiciones para echar los cimientos de la economa socialista: No basta con ser revolucionario y partidario del socialismo, o comunista en general... -dice Lenin-. Es necesario saber encontrar en cada momento el eslabn particular al cual hay que aferrarse con todas las fuerzas para sujetar toda la cadena y preparar slidamente el paso al eslabn siguiente... En el momento actual... ese eslabn es la reanimacin del comercio interior, regulado (orientado) con acierto por el Estado. El comercio, he ah el eslabn de la cadena histrica de acontecimientos, de las formas de transicin de nuestra edificacin socialista en 1921-1922, al cual hay que aferrarse con todas las fuerzas... (v. t. XXVII, pg. 82).

J. V. Stalin Tales son las principales condiciones que garantizan el acierto en la direccin tctica. 6. La tctica reformista y la tctica revolucionaria. En que se distingue la tctica revolucionaria de la tctica reformista? Algunos creen que el leninismo est, en general, en contra de las reformas, de los compromisos y de los acuerdos. Eso es completamente falso. Los bolcheviques saben tan bien como cualquiera que, en cierto sentido, del lobo, un pelo; es decir, que en ciertas condiciones las reformas, en general, y los compromisos y acuerdos en particular, son necesarios y tiles. Hacer la guerra -dice Lenin- para derrocar a la burguesa internacional, una guerra cien veces ms difcil, prolongada y compleja que la ms encarnizada de las guerras corrientes entre Estados, y renunciar de antemano a toda maniobra, a explotar los antagonismos de intereses (aunque slo sean temporales) que dividen a nuestros enemigos, renunciar a acuerdos y compromisos con posibles aliados (aunque sean provisionales, inconsistentes, vacilantes, condicionales), no es, acaso, algo indeciblemente ridculo? No viene a ser eso como si, en la difcil ascensin a una montaa inexplorada, en la que nadie hubiera puesto la planta todava, se renunciase de antemano a hacer a veces zigzags, a desandar a veces lo andado, a abandonar la direccin elegida al principio para probar otras direcciones? (v, t. XXV, pg. 210). No se trata, evidentemente, de las reformas o de los compromisos y acuerdos en s, sino del uso que se hace de ellos. Para el reformista, las reformas son todo, y la labor revolucionara cosa sin importancia, de la que se puede hablar para echar tierra a los ojos. Por eso, con la tctica reformista, bajo el Poder burgus, las reformas se convierten inevitablemente en instrumento de consolidacin de este Poder, en instrumento de descomposicin de la revolucin. Para el revolucionario, en cambio, lo principal es la labor revolucionaria, y no las reformas; para l, las reformas son un producto accesorio de la revolucin. Por eso, con la tctica revolucionaria, bajo el Poder burgus, las reformas se convierten, naturalmente, en un instrumento para descomponer este Poder, en un instrumento para vigorizar la revolucin, en un punto de apoyo para seguir desarrollando el movimiento revolucionario. El revolucionario acepta las reformas para utilizarlas como una ayuda para combinar la labor legal con la clandestina, para aprovecharlas como una pantalla que permita intensificar la labor clandestina de preparacin revolucionaria de las masas con vistas a derrocar a la burguesa. En eso consiste la esencia de la utilizacin

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Los fundamentos del leninismo revolucionaria de las reformas y los acuerdos en las condiciones del imperialismo. El reformista, por el contrario, acepta las reformas para renunciar a toda labor clandestina, para minar la preparacin de las masas con vistas a la revolucin y echarse a dormir a la sombra de las reformas otorgadas desde arriba. En eso consiste la esencia de la tctica reformista. As est planteada la cuestin de las reformas y los acuerdos bajo el imperialismo. Sin embargo, una vez derrocado el imperialismo, bajo la dictadura del proletariado, la cosa cambia un tanto. En ciertas condiciones, en cierta situacin, el Poder proletario puede verse obligado a apartarse temporalmente del camino de la reconstruccin revolucionaria del orden de cosas existente, para seguir el camino de su transformacin gradual, el camino reformista, como dice Lenin en su conocido artculo Acerca de la significacin del oro163, el camino de los rodeos, el camino de las reformas y las concesiones a las clases no proletarias, a fin de descomponer a estas clases, dar una tregua a la revolucin, acumular fuerzas y preparar las condiciones para una nueva ofensiva. No se puede negar que, en cierto sentido, este camino es un camino reformista. Ahora bien, hay que tener presente que aqu se da una particularidad fundamental, y es que, en este caso, la reforma parte del Poder proletario, lo consolida, le da la tregua necesaria y no est llamada a descomponer a la revolucin, sino a las clases no proletarias. En estas condiciones, las reformas se convierten, como vemos, en su anttesis. Si el Poder proletario puede llevar acabo esta poltica, es, exclusivamente, porque en el perodo anterior la revolucin ha sido lo suficientemente amplia y ha avanzado, por tanto, lo bastante para tener a dnde retirarse, sustituyendo la tctica de la ofensiva por la del repliegue temporal, por la tctica de los movimientos de flanco. As, pues, si antes, bajo el Poder burgus, las reformas eran un producto accesorio de la revolucin, ahora bajo la dictadura del proletariado las reformas tienen por origen las conquistas revolucionarias del proletariado, las reservas acumuladas en manos del proletariado y compuestas por dichas conquistas. Slo el marxismo -dice Lenin- ha definido con exactitud y acierto la relacin entre las reformas y la revolucin si bien Marx tan slo pudo ver esta relacin bajo un aspecto, a saber; en las condiciones anteriores al primer triunfo ms o menos slido, ms o menos duradero del proletariado, aunque sea en un solo pas. En tales condiciones, la base de una
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87 relacin acertada era sta: las reformas son un producto accesorio de la lucha revolucionaria de clase del proletariado... Despus del triunfo del proletariado, aunque slo sea en un pas, aparece algo nuevo en la relacin entre las reformas y la revolucin. En principio, el problema sigue planteado del mismo modo, pero en la forma se produce un cambio, que Marx, personalmente, no pudo prever, pero que slo puede ser comprendido colocndose en el terreno de la filosofa al de la poltica del marxismo... Despus del triunfo, ellas (es decir, las reformas. J. St.) (aunque en escala internacional sigan siendo el mismo producto accesorio) constituyen adems, para el pas en que se ha triunfado, una tregua necesaria y legtima en los casos en que es evidente que las fuerzas, despus de una tensin extrema no bastan para llevar a cabo por va revolucionaria tal o cual transicin. El triunfo proporciona tal reserva de fuerzas, que hay con qu mantenerse, tanto desde el punto de vista material como del moral, an en el caso de una retirada forzosa (v. t. XXVII, pgs. 84-85). VIII. El partido En el perodo prerrevolucionario, en el perodo de desarrollo ms o menos pacfico, cuando los partidos de la II Internacional eran la fuerza predominante en el movimiento obrero y las formas parlamentarias de lucha se consideraban las fundamentales, en esas condiciones, el Partido no tena ni poda tener una importancia tan grande y tan decisiva como la que adquiri ms tarde, en las condiciones de choques revolucionarios abiertos. Kautsky, defendiendo a la II Internacional contra los que la atacan, dice que los partidos de la II Internacional son instrumentos de paz, y no de guerra, y que precisamente por eso se mostraron impotentes para hacer nada serio durante la guerra, en el perodo de las acciones revolucionarias del proletariado. Y as, es, en efecto. Pero qu significa esto? Significa que los partidos de la II Internacional son inservibles para la lucha revolucionaria del proletariado, que no son partidos combativos del proletariado y que conduzcan a los obreros al Poder, sino mquinas electorales, apropiadas para las elecciones al parlamento y para la lucha parlamentaria. Ello, precisamente, explica que, durante el perodo de predominio de los oportunistas de la II Internacional, la organizacin poltica fundamental del proletariado no fuese el Partido, sino la minora parlamentaria. Es sabido que en ese perodo el Partido era, en realidad, un apndice de la minora parlamentaria y un elemento puesto a su servido. No creo que sea necesario demostrar que, en tales condiciones y con semejante partido al frente, no se poda ni hablar de preparar al proletariado para la revolucin. Pero las cosas cambiaron radicalmente al llegar el nuevo perodo. El nuevo perodo es el de los choques

Vase el trabajo de V. I. Lenin Acerca de la significacin del oro en la actualidad y despus de la victoria completa del socialismo

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88 abiertos entre las clases, el perodo de las acciones revolucionarias del proletariado, el perodo de la revolucin proletaria, el perodo de la preparacin directa de las fuerzas para el derrocamiento del imperialismo y la conquista del Poder por el proletariado. Este perodo plantea ante el proletariado nuevas tareas: la reorganizacin de toda la labor del Partido en un sentido nuevo, revolucionario la educacin de los obreros en el espritu de la lucha revolucionaria por el Poder, la preparacin y la concentracin de reservas, la alianza con los proletarios de los pases vecinos, el establecimiento de slidos vnculos con el movimiento de liberacin de las colonias y de los pases dependientes, etc., etc. Creer que estas tareas nuevas pueden resolverse con las fuerzas de los viejos partidos socialdemcratas, educados bajo las condiciones pacficas del parlamentarismo, equivale a condenarse a una desesperacin sin remedio, a una derrota inevitable. Hacer frente a estas tareas con los viejos partidos a la cabeza, significa verse completamente desarmado. Huelga demostrar que el proletariado no poda resignarse a semejante situacin. De aqu la necesidad de un nuevo partido, de un partido combativo, de un partido revolucionario, lo bastante intrpido para conducir a los proletarios a la lucha por el Poder, lo bastante experto para orientarse en las condiciones complejas de la situacin revolucionaria y lo bastante flexible para sortear todos y cada uno de los escollos, que se interponen en el camino hacia sus fines. Sin un partido as, no se puede ni pensar en el derrocamiento del imperialismo, en la conquista de la dictadura del proletariado. Este nuevo partido es el Partido del leninismo. . Cules son las particularidades de este nuevo partido? 1) El Partido como destacamento de vanguardia de la clase obrera. El Partido tiene que ser, ante todo, el destacamento de vanguardia de la clase obrera. El Partido tiene que incorporar a sus filas a todos los mejores elementos de la clase obrera, asimilar su experiencia, su espritu revolucionario, su devocin infinita a la causa del proletariado. Ahora bien, para ser un verdadero destacamento de vanguardia, el Partido tiene que estar pertrechado con una teora revolucionaria, con el conocimiento de las leyes del movimiento, con el conocimiento de las leyes de la revolucin. De otra manera, no puede dirigir la lucha del proletariado, no puede llevar al proletariado tras de s. El Partido no puede ser un verdadero partido si se limita simplemente a registrar lo que siente y piensa la masa de la clase obrera, si se arrastra a la zaga del movimiento espontneo de sta, si no sabe vencer la inercia y la indiferencia poltica del movimiento espontneo, si no sabe situarse por encima de los intereses momentneos del proletariado, si no sabe elevar a las masas hasta la

J. V. Stalin comprensin de los intereses de clase del proletariado. El Partido tiene que marchar al frente de la clase obrera, tiene que ver ms lejos que la clase obrera, tiene que conducir tras de s al proletariado y no arrastrarse a la zaga del movimiento espontneo. Los partidos de la II Internacional, que predican el seguidismo, son vehculos de la poltica burguesa, que condena al proletariado al papel de instrumento de la burguesa. Slo un partido que se site en el punto de vista del destacamento de vanguardia del proletariado y sea capaz de elevar a las masas hasta la comprensin de los intereses de clase del proletariado, slo un partido as es capaz de apartar a la clase obrera de la senda del tradeunionismo y hacer de ella una fuerza poltica independiente. El Partido es el jefe poltico de la clase obrera. He hablado ms arriba de las dificultades de la lucha de la clase obrera, de la complejidad de las condiciones de la lucha, de la estrategia y de la tctica, de las reservas y de las maniobras, de la ofensiva y de la retirada. Estas condiciones son tan complejas, si no ms, que las de la guerra. Quin puede orientarse en estas condiciones?, quin puede dar una orientacin acertada a las masas de millones y millones de proletarios? Ningn ejrcito en guerra puede prescindir de un Estado Mayor experto, si no quiere verse condenado a la derrota. Acaso no est claro que el proletariado tampoco puede, con mayor razn, prescindir de este Estado Mayor, si no quiere entregarse a merced de sus enemigos jurados? Pero dnde encontrar ese Estado Mayor? Slo el Partido revolucionario del proletariado puede ser ese Estado Mayor. Sin un partido revolucionario, la clase obrera es como un ejrcito sin Estado Mayor. El Partido es el Estado Mayor de combate del proletariado. Pero el Partido no puede ser tan slo un destacamento de vanguardia, sino que tiene que ser, al mismo tiempo, un destacamento de la clase, una parte de la clase, ntimamente vinculada a sta con todas las races de su existencia. La diferencia entre el destacamento de vanguardia y el resto de la masa de la clase obrera, entre los afiliados al Partido y los sin-partido, no puede desaparecer mientras no desaparezcan las clases, mientras el proletariado vea engrosar sus filas con elementos procedentes de otras clases, mientras la clase obrera, en su conjunto, no pueda elevarse hasta el nivel del destacamento de vanguardia. Pero el Partido dejara de ser el Partido si esta diferencia se convirtiera en divorcio, si el Partido se encerrara en s mismo y se apartase de las masas sin-partido. El Partido no puede dirigir a la clase si no est ligado a las masas sin-partido, si no hay vnculos entre el Partido y las masas sin-partido, si estas masas no aceptan su direccin, si el Partido no goza de crdito moral y poltico entre las masas. Hace poco se di ingreso en nuestro Partido a

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Los fundamentos del leninismo doscientos mil obreros. Lo notable aqu es la circunstancia de que estos obreros, ms bien que venir ellos mismos al Partido, han sido enviados a l por toda la masa de los sin-partido, que ha intervenido activamente en la admisin de los nuevos afiliados, que no eran admitidos sin su aprobacin. Este hecho demuestra que las grandes masas de obreros sin-partido ven en nuestro Partido su partido, un partido entraable y querido, en cuyo desarrollo y fortalecimiento se hallan profundamente interesados y a cuya direccin confan de buen grado su suerte. No creo que sea necesario demostrar que sin estos hilos morales imperceptibles que lo unen con las masas sin-partido, el Partido no habra podido llegar a ser la fuerza decisiva de su clase. El Partido es parte inseparable de la clase obrera. Nosotros -dice Lenin- somos el Partido de la clase, y, por ello, casi toda la clase (y en tiempo de guerra, en poca de guerra civil, la clase entera) debe actuar bajo la direccin de nuestro Partido, debe tener con nuestro Partido la ligazn ms estrecha posible; pero sera manilovismo y seguidismo creer que casi toda la clase o la clase entera pueda algn da, bajo el capitalismo, elevarse hasta el punto de alcanzar el grado de conciencia y de actividad de su destacamento de vanguardia, de su partido socialdemcrata. Ningn socialdemcrata juicioso ha puesto nunca en duda que, bajo el capitalismo, ni an la organizacin sindical (ms rudimentaria, ms asequible al grado de conciencia de las capas menos desarrolladas) est en condiciones de englobarla toda o a casi toda la clase obrera. Olvidar la diferencia que existe entre el destacamento de vanguardia y toda la masa que gravita hacia l, olvidar el deber constante que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a capas cada vez ms amplias a su avanzado nivel, sera nicamente engaarse a s mismo, cerrar los ojos ante la inmensidad de nuestras tareas, restringir nuestras tareas (v. t. VI, pgs. 205-206). 2) El Partido como destacamento organizado de la clase obrera. El Partido no es slo el destacamento de vanguardia de la clase obrera. Si quiere dirigir realmente la lucha de su clase, tiene que ser, al mismo tiempo, un destacamento organizado de la misma. Las tareas del Partido en el capitalismo son extraordinariamente grandes y diversas. El Partido debe dirigir la lucha del proletariado en condiciones extraordinariamente difciles de desarrollo interior y exterior; debe llevar al proletariado a la ofensiva cuando la situacin exija la ofensiva; debe sustraer al proletariado de los golpes de un enemigo fuerte cuando la situacin exija la retirada; debe inculcar en las masas de millones y millones de obreros sinpartido e inorganizados el espritu de disciplina y el mtodo en la lucha, el espritu de organizacin y la firmeza. Pero el Partido no puede cumplir estas

89 tareas si l mismo no es la personificacin de la disciplina y de la organizacin, si l mismo no es un destacamento organizado del proletariado. Sin estas condiciones, ni hablar se puede de que el Partido dirija verdaderamente a masas de millones y millones de proletarios. El Partido es el destacamento organizado de la clase obrera. La idea del Partido como un todo organizado est expresada en la conocida frmula, expuesta por Lenin en el artculo primero de los Estatutos de nuestro Partido, donde se considera al Partido suma de sus organizaciones, y a sus miembros, afiliados a una de las organizaciones del Partido. Los mencheviques, que ya en 1903 rechazaban esta frmula, proponan, en su lugar, el sistema, de auto adhesin al Partido, el sistema de extender el ttulo de afiliado al Partido a cualquier profesor y a cualquier estudiante, a cualquier simpatizante y a cualquier huelguista que apoyara al Partido de un modo u otro, aunque no formara ni desease formar parte de ninguna de sus organizaciones. No creo que sea necesario demostrar que este original sistema, de haber arraigado en nuestro Partido, habra llevado inevitablemente a inundarlo de profesores y estudiantes y a su degeneracin en una entidad vaga, amorfa, desorganizada, que se hubiera perdido en el mar de los simpatizantes, habra borrado los lmites entre el Partido y la clase y malogrado la tarea del Partido de elevar a las masas inorganizadas al nivel del destacamento de vanguardia. Huelga decir que, con un sistema oportunista como se, nuestro Partido no habra podido desempear el papel de ncleo organizador de la clase obrera en el curso de nuestra revolucin. Desde el punto de vista del camarada Mrtov dice Lenin-, las fronteras del Partido quedan absolutamente indeterminadas, porque cualquier huelguista puede declararse miembro del Partido. Cul es el provecho de semejante vaguedad? La gran difusin del ttulo. Lo que tiene de nocivo consiste en que origina la idea desorganizadora de la confusin de la clase con el Partido (v. t. VI, pg. 211). Pero el Partido no es slo la suma de sus organizaciones. El Partido es, al mismo tiempo, el sistema nico de estas organizaciones, su fusin formal en un todo nico, con organismos superiores e inferiores de direccin, con la subordinacin de la minora a la mayora, con resoluciones prcticas, obligatorias para todos los miembros del Partido. Sin estas condiciones, el Partido no podra formar un todo nico y organizado, capaz de ejercer la direccin sistemtica y organizada de la lucha de la clase obrera.

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90 Antes -dice Lenin-, nuestro Partido no era un todo formalmente organizado, sino, simplemente, una suma de diversos grupos, razn por la cual no poda de ningn modo existir entre ellos ms relacin que la de la influencia ideolgica. Ahora somos ya un partido organizado, y esto entraa la creacin de una autoridad, la transformacin del prestigio de las ideas en el prestigio de la autoridad, la sumisin de las instancias inferiores a las instancias superiores del Partido (v. t. VI, pg. 291). El principio de la subordinacin de la minora a la mayora, el principio de la direccin de la labor del Partido por un organismo central suscita con frecuencia ataques de los elementos inestables, acusaciones de burocratismo, de formalismo, etc. No creo que sea necesario demostrar que la labor sistemtica del Partido como un todo y la direccin de la lucha de la clase obrera no seran posibles sin la aplicacin de estos principios. El leninismo en materia de organizacin es la aplicacin indefectible de estos principios. Lenin califica la lucha contra estos principios de nihilismo ruso y de anarquismo seorial, digno de ser puesto en ridculo y repudiado. He aqu lo que dice Lenin, en su libro Un paso adelante, a propsito de estos elementos inestables: Este anarquismo seorial es algo muy peculiar del nihilista ruso. La organizacin del Partido se le antoja una fbrica monstruosa; la sumisin de la parte al todo y de la minora a la mayora le parece un avasallamiento...; la divisin del trabajo bajo la direccin de un organismo central le hace proferir alaridos tragicmicos contra la transformacin de los hombres en ruedas y tornillos...; la sola mencin de los estatutos de organizacin del Partido suscita en l un gesto de desprecio y la desdeosa... observacin de que se podra vivir sin estatutos. Est claro, me parece, que los clamores contra el famoso burocratismo no son ms que un medio de encubrir el descontento por la composicin de los organismos centrales, no son ms que una hoja de parra... Eres un burcrata, porque has sido designado por el Congreso sin mi voluntad y contra ella! Eres un formalista, porque te apoyas en los acuerdos formales del Congreso, y no en mi consentimiento! Obras de un modo brutalmente mecnico, porque te remites a la mayora mecnica del Congreso del Partido y no prestas atencin a mi deseo de ser cooptado! Eres un autcrata, porque no quieres poner el poder en manos de la vieja tertulia de buenos compadres!164 (v. t. VI, pgs. 310 y 287).

J. V. Stalin 3) El Partido como forma superior de organizacin de clase del proletariado. El Partido es el destacamento organizado de la clase obrera. Pero el Partido no es la nica organizacin de la clase obrera. El proletariado cuenta con muchas otras organizaciones, sin las cuales no podra luchar con xito contra el capital: sindicatos, cooperativas, organizaciones fabriles, minoras parlamentarias, organizaciones femeninas sin-partido, prensa, organizaciones culturales y educativas, uniones de la juventud, organizaciones revolucionarias de combate (durante las acciones revolucionarias abiertas), Soviets de Diputados como forma de organizacin del Estado (si el proletariado se halla en el Poder), etc. La inmensa mayora de estas organizaciones son organizaciones sin-partido, y slo unas cuantas estn directamente vinculadas al Partido o son ramificaciones suyas. En determinadas circunstancias, todas estas organizaciones son absolutamente necesarias para la clase obrera, pues sin ellas no sera posible consolidar las posiciones de clase del proletariado en los diversos terrenos de la lucha, ni sera posible templar al proletariado como la fuerza llamada a sustituir el orden de cosas burgus por el orden de cosas socialista. Pero cmo llevar a cabo la direccin nica, con tal abundancia de organizaciones? Qu garanta hay de que esta multiplicidad de organizaciones no lleve a incoherencias en la direccin? Cada una de estas organizaciones, pueden decirnos, acta en su propia rbita y por ello no pueden entorpecerse las unas a las otras. Esto, naturalmente, es cierto. Pero tambin lo es que todas estas organizaciones tienen que desplegar su actividad en una misma direccin, pues sirven a una sola clase, a la clase de los proletarios. Quin -cabe preguntarse- determina la lnea, la orientacin general que todas estas organizaciones deben seguir en su trabajo? Dnde est la organizacin central que no slo sea capaz, por tener la experiencia necesaria, de trazar dicha lnea general, sino que, adems, pueda, por tener el prestigio necesario para ello, mover a todas estas organizaciones a aplicar esa lnea, con el fin de lograr la unidad en la direccin y excluir toda posibilidad de intermitencias? Esta organizacin es el Partido del proletariado. El Partido posee todas las condiciones necesarias para ello: primero, porque el Partido es el punto de concentracin de los mejores elementos de la clase obrera, directamente vinculados a las organizaciones sin-partido del proletariado y que con frecuencia las dirigen; segundo, porque el Partido, como punto de concentracin de los mejores elementos de la clase obrera, es la mejor escuela de formacin de jefes de la clase obrera, capaces de dirigir todas las formas de organizacin de su clase; tercero, porque el Partido, como la mejor escuela para la formacin de jefes de la clase obrera, es, por su experiencia y su prestigio,

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Se alude a la tertulia de Axelrod, Mrtov, Potrsov y otros, que no se sometieron a los acuerdos del II Congreso y acusaban a Lenin de burocratismo. J. St.

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Los fundamentos del leninismo la nica organizacin capaz de centralizar la direccin de la lucha del proletariado, haciendo as de todas y cada una de las organizaciones sin-partido de la clase obrera organismos auxiliares y correas de transmisin que unen al Partido con la clase. El Partido es la forma superior de organizacin de clase del proletariado. Esto no quiere decir, naturalmente, que las organizaciones sin-partido, los sindicatos, las cooperativas, etc., deban estar formalmente subordinadas a la direccin del Partido. Lo que hace falta es, simplemente, que los miembros del Partido que integran estas organizaciones, en las que gozan de indudable influencia, empleen todos los medios de persuasin para que las organizaciones sin-partido se acerquen en el curso de su trabajo al Partido del proletariado y acepten voluntariamente la direccin poltica de ste. Por eso, Lenin dice que el Partido es la forma superior de unin de clase de los proletarios, cuya direccin poltica debe extenderse a todas las dems formas de organizacin del proletariado (v. t. XXV, pg. 194). Por eso, la teora oportunista de la independencia y de la neutralidad de las organizaciones sin-partido, que produce parlamentarios independientes y publicistas desligados del Partido, funcionarios sindicales de mentalidad estrecha y cooperativistas imbuidos de espritu pequeoburgus, es completamente incompatible con la teora y la prctica del leninismo. 4) El Partido como instrumento de la dictadura del proletariado. El Partido es la forma superior de organizacin del proletariado. El Partido es el factor esencial de direccin en el seno de la clase de los proletarios y entre las organizaciones de esta clase. Pero de aqu no se desprende, ni mucho menos, que el Partido pueda ser considerado como un fin en s como una fuerza que se baste a s misma. El Partido no slo es la forma superior de unin de clase de los proletarios, sino que es, al mismo tiempo, un instrumento del proletariado para la conquista de su dictadura, cuando sta no ha sido todava conquistada, y para la consolidacin y ampliacin de la dictadura, cuando ya est conquistada. El Partido no podra elevar a tal altura su importancia, ni ser la fuerza rectora de todas las dems formas de organizacin del proletariado, si ste no tuviera planteado el problema del Poder, si las condiciones creadas por el imperialismo, la inevitabilidad de las guerras y la existencia de las crisis no exigieran la concentracin de todas las fuerzas del proletariado en un solo lugar, la convergencia de todos los hilos del movimiento revolucionario en un solo punto, a fin de derrocar a la burguesa y conquistar la dictadura del proletariado. El proletariado necesita del Partido, ante todo, como Estado Mayor de combate, indispensable para la conquista victoriosa del Poder.

91 No creo que sea necesario demostrar que, sin un partido capaz de reunir en torno suyo a las organizaciones de masas del proletariado y de centralizar, en el curso de la lucha, la direccin de todo el movimiento, el proletariado de Rusia no hubiera podido implantar su dictadura revolucionaria. Pero el proletariado no necesita del Partido solamente para conquistar la dictadura; an le es ms necesario para mantenerla, consolidarla y extenderla, para asegurar la victoria completa del socialismo. Seguramente -dice Lenin-, hoy casi todo el mundo ve ya que los bolcheviques no se hubieran mantenido en el Poder, no digo dos aos y medio, sino ni siquiera dos meses y medio, sin la disciplina rigurossima, verdaderamente frrea, de nuestro Partido, sin el apoyo, total e indefectible prestado a l por toda la masa de la clase obrera, es decir, por todo lo que ella tiene de consciente, honrado, abnegado, influyente y capaz de conducir tras de s o de arrastrar a las capas atrasadas (v. t. XXV, pg. 173). Pero qu significa mantener y extender la dictadura? Significa inculcar a las masas de millones y millones de proletarios el espritu de disciplina y de organizacin; significa dar a las masas proletarias cohesin y proporcionarles un baluarte contra la influencia corrosiva del elemento pequeoburgus y de los hbitos pequeoburgueses; reforzar la labor de organizacin de los proletarios para reeducar y transformar a las capas pequeoburguesas; ayudar a las masas proletarias a forjarse como fuerza capaz de destruir las clases y de preparar las condiciones para organizar la produccin socialista. Pero todo esto sera imposible hacerlo sin un partido fuerte por su cohesin y su disciplina. La dictadura del proletariado -dice Lenin- es una lucha tenaz, cruenta e incruenta, violenta y pacfica, militar y econmica, pedaggica y administrativa, contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad. La fuerza de la costumbre de millones y decenas de millones de hombres es la fuerza ms terrible. Sin un partido frreo y templado en la lucha, sin un partido que goce de la confianza de todo lo que haya de honrado dentro de la clase, sin un partido que sepa pulsar el estado de espritu de las masas e influir sobre l, es imposible llevar a cabo con xito esta lucha (v. t. XXV, pg. 190). El proletariado necesita del Partido para conquistar y mantener la dictadura. El Partido es un instrumento de la dictadura del proletariado. Pero de esto se deduce que, con la desaparicin de las clases, con la extincin de la dictadura del proletariado, deber desaparecer tambin el Partido.

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92 5) El Partido como unidad de voluntad incompatible con la existencia de fracciones. La conquista y el mantenimiento de la dictadura del proletariado son imposibles sin un partido fuerte por su cohesin y su disciplina frrea. Pero la disciplina frrea del Partido es inconcebible sin la unidad de voluntad, sin la unidad de accin, completa y absoluta, de todos los miembros del Partido. Esto no significa, naturalmente, que por ello quede excluida la posibilidad de una lucha de opiniones dentro del Partido. Al revs: la disciplina frrea no excluye, sino que presupone la crtica y la lucha de opiniones dentro del Partido. Tampoco significa esto, con mayor razn, que la disciplina debe ser ciega. Al contrario, la disciplina frrea no excluye, sino que presupone la subordinacin consciente y voluntaria, pues slo una disciplina consciente puede ser una disciplina verdaderamente frrea. Pero, una vez terminada la lucha de opiniones, agotada la crtica y adoptado un acuerdo, la unidad de voluntad y la unidad de accin de todos los miembros del Partido es condicin indispensable sin la cual no se concibe ni un Partido unido ni una disciplina frrea dentro del Partido. En la actual poca de cruenta guerra civil -dice Lenin-, el Partido Comunista slo podr cumplir con su deber si se halla organizado del modo ms centralizado, si reina dentro de l una disciplina frrea, rayana en la disciplina militar, y si su organismo central es un organismo que goza de gran prestigio y autoridad, est investido de amplios poderes y cuenta con la confianza general de los afiliados al Partido (v. t. XXV, pgs. 282-283). As est planteada la cuestin de la disciplina del Partido en las condiciones de la lucha precedente a la conquista de la dictadura. Otro tanto hay que decir, pero en grado todava mayor, respecto a la disciplina del Partido despus de la conquista de la dictadura. El que debilita, por poco que sea -dice Lenin-, la disciplina frrea del Partido del proletariado (sobre todo en la poca de su dictadura), ayuda de hecho a la burguesa contra el proletariado (v. t. XXV, pg. 190). Pero de aqu se desprende que la existencia de fracciones es incompatible con la unidad del Partido y con su frrea disciplina. No creo que sea necesario demostrar que la existencia de fracciones lleva a la existencia de diversos organismos centrales y que la existencia de diversos organismos centrales significa la ausencia de un organismo central comn en el Partido, el quebrantamiento de la unidad de voluntad, el debilitamiento y la descomposicin de la disciplina, el debilitamiento y la descomposicin de

J. V. Stalin la dictadura. Naturalmente, los partidos de la II Internacional, que combaten la dictadura del proletariado y no quieren llevar a los proletarios a la conquista del Poder, pueden permitirse un liberalismo como la libertad de fracciones, porque no necesitan, en absoluto, una disciplina de hierro. Pero los partidos de la Internacional Comunista, que organizan su labor partiendo de las tareas de conquistar y fortalecer la dictadura del proletariado, no pueden admitir ni el liberalismo ni la libertad de fracciones. El Partido es la unidad de voluntad, que excluye todo fraccionalismo y toda divisin del poder dentro del Partido. De aqu, que Lenin hablara del peligro del fraccionalismo para la unidad del Partido y para la realizacin de la unidad de voluntad de la vanguardia del proletariado, condicin fundamental del xito de la dictadura del proletariado. Esta idea fue fijada en la resolucin especial del X Congreso de nuestro Partido Sobre la unidad del Partido... De aqu, que Lenin exigiera la supresin completa de todo fraccionalismo y la disolucin inmediata de todos los grupos, sin excepcin, formados sobre tal o cual plataforma, so pena de expulsin incondicional e inmediata del Partido" (v. la resolucin Sobre la unidad del Partido). 6) El Partido se fortalece depurndose de los elementos oportunistas. El fraccionalismo dentro del Partido nace de sus elementos oportunistas. El proletariado no es una clase cerrada. A l afluyen continuamente elementos de origen campesino, pequeoburgus e intelectual, proletarizados por el desarrollo del capitalismo. Al mismo tiempo, en la cspide del proletariado, compuesta principalmente de funcionarios sindicales y parlamentarios cebados por la burguesa a expensas de los superbeneficios coloniales, se opera un proceso de descomposicin. Esa capa -dice Lenin- de obreros aburguesados o de aristocracia obrera, enteramente pequeoburgueses por su gnero de vida, por sus emolumentos y por toda su concepcin del mundo, es el principal apoyo de la II Internacional, y, hoy da, el principal apoyo social (no militar) de la burguesa. Porque son verdaderos agentes de la burguesa en el seno del movimiento obrero, lugartenientes obreros de la clase de los capitalistas..., verdaderos vehculos del reformismo y del chovinismo (v. t. XIX, pg. 77). Todos estos grupos pequeoburgueses penetran de un modo o de otro en el Partido llevando a ste el espritu de vacilacin y de oportunismo, el espritu de desmoralizacin y de incertidumbre. Son ellos, principalmente, quienes constituyen la fuente del fraccionalismo y de la disgregacin, la fuente de la desorganizacin y de la labor de destruccin del Partido desde dentro. Hacer la guerra al imperialismo teniendo en la retaguardia tales aliados, es verse en la situacin de gente que se halla entre dos fuegos,

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Los fundamentos del leninismo tiroteada por el frente y por la retaguardia. Por eso, la lucha implacable contra estos elementos, su expulsin del Partido es la condicin previa para luchar con xito contra el imperialismo. La teora de vencer a los elementos oportunistas mediante la lucha ideolgica dentro del Partido, la teora de acabar con estos elementos dentro del marco de un partido nico es una teora podrida y peligrosa, que amenaza con condenar al Partido a la parlisis y a una dolencia crnica, que amenaza con entregar el Partido a merced del oportunismo, que amenaza con dejar al proletariado sin Partido revolucionario, que amenaza con despojar al proletariado de su arma principal en la lucha contra el imperialismo. Nuestro Partido no hubiera podido salir a su anchuroso camino, no hubiera podido tomar el Poder y organizar la dictadura del proletariado, no hubiera podido salir victorioso de la guerra civil, si hubiese tenido en sus filas a los Mrtov y a los Dan, a los Potrsov y a los Axelrod. Si nuestro Partido ha conseguido forjar dentro de sus filas una unidad interior y una cohesin nunca vistas, se debe, ante todo, a que supo librarse a tiempo de la escoria del oportunismo y arrojar del Partido a los liquidadores y a los mencheviques. Para desarrollar y fortalecer los partidos proletarios, hay que depurar sus filas de oportunistas y reformistas, de socialimperialistas y social-chovinistas, de social-patriotas y social-pacifistas. El Partido se fortalece depurndose de los elementos oportunistas. Teniendo en las propias filas a los reformistas, a los mencheviques -dice Lenin-, no es posible triunfar en la revolucin proletaria, no es posible defenderla. Esto es evidente desde el punto de vista de los principios. Esto lo confirman con toda claridad la experiencia de Rusia y la de Hungra... En Rusia, hemos atravesado muchas veces por situaciones difciles, en que el rgimen sovitico habra sido irremisiblemente derrotado si hubiesen quedado mencheviques, reformistas, demcratas pequeo burgueses dentro de nuestro Partido... en Italia, donde, segn la opinin general, las cosas marchan hacia batallas decisivas entre el proletariado y la burguesa por la conquista del Poder del Estado. En tales momentos, no slo es absolutamente necesario expulsar del Partido a los mencheviques, a los reformistas, a los turatistas, sino que puede incluso resultar til apartar de todos los puestos de responsabilidad a quienes, siendo excelentes comunistas, sean susceptibles de vacilaciones y manifiesten inclinacin hacia la unidad con los reformistas... En vsperas de la revolucin y en los momentos de la lucha ms encarnizada por su triunfo, la ms leve vacilacin dentro del Partido puede echarlo todo a perder, hacer fracasar la revolucin, arrancar el Poder de manos del

93 proletariado, porque este Poder no est todava consolidado, porque las arremetidas contra l son todava demasiado fuertes. Si, en tal momento, los dirigentes vacilantes se apartan, eso no debilita al Partido, sino que fortalece al Partido, al movimiento obrero, a la revolucin (v. t. XXV, pgs. 462, 463 y 464). IX. El estilo en el trabajo No se trata del estilo literario. Me refiero al estilo en el trabajo, a lo especfico y peculiar que hay en la labor prctica del leninismo y que crea el tipo especial del militante leninista. El leninismo es una escuela terica y prctica, que moldea un tipo especial de dirigente del Partido y del Estado, que crea un estilo especial de trabajo, el estilo leninista. Cules son los rasgos caractersticos de este estilo? Cules son sus particularidades? Estas particularidades son dos: a) el mpetu revolucionario ruso y b) el sentido prctico norteamericano. El estilo leninista es la combinacin de estas dos particularidades en la labor del Partido y del Estado. El mpetu revolucionario ruso es el antdoto contra la inercia, contra la rutina, contra el conservadurismo, contra el estancamiento mental, contra la sumisin servil a las tradiciones seculares. El mpetu revolucionario ruso es la fuerza vivificadora que despierta el pensamiento, que impulsa, que rompe el pasado, que brinda una perspectiva. Sin este mpetu, no es posible ningn movimiento progresivo. Pero el mpetu revolucionario ruso puede muy bien degenerar en vacuo manilovismo revolucionario, si no se une al sentido prctico norteamericano en el trabajo. Ejemplos de este tipo de degeneracin los hay sobrados. Quin no conoce la enfermedad del arbitrismo revolucionario y de la planomania revolucionaria, cuyo origen es la fe puesta en la fuerza del decreto que puede arreglarlo y transformarlo todo? Un escritor ruso, I. Ehrenburg, dibuja en el cuento El homcomper (El hombre comunista perfeccionado) un tipo de bolchevique atacado de esta enfermedad, que se ha propuesto trazar el esquema del hombre idealmente perfecto y... se ahoga en esta labor. El cuento exagera mucho la nota, pero es indudable que pita la enfermedad con acierto. Sin embargo, yo creo que nadie se ha burlado de esos enfermos con tanta saa y de un modo tan implacable como Lenin. Presuncin comunista; as calificaba Lenin esa fe enfermiza en el arbitrismo y en la decretomania. La presuncin comunista -dice Lenin- significa que una persona que est en el Partido Comunista y no ha sido todava expulsada de l por la depuracin, cree que puede resolver todos los problemas a fuerza de decretos comunistas... (v, t. XXVII, pgs. 50-51).

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94 107, 108 y 111 de "Pravda". Lenin sola oponer a la verborrea revolucionaria, el trabajo sencillo, cotidiano, subrayando con ello que el arbitrismo revolucionario es contrario al espritu y a la letra del autntico leninismo. Menos frases pomposas -dice Lenin- y ms trabajo sencillo, cotidiano... Menos estrpito poltico y mayor atencin a los hechos ms sencillos, pero vivos... de la edificacin comunista... (v. t. XXIV, pgs. 343 y 335). El sentido prctico norteamericano es, por el contrario, un antdoto contra el manilovismo revolucionario y contra las fantasas del arbitrismo. El sentido prctico norteamericano es una fuerza indomable, que no conoce ni admite barreras, que destruye con su tenacidad prctica toda clase de obstculo y que siempre lleva a trmino lo empezado, por mnimo que sea; es una fuerza sin la cual no puede concebirse una labor constructiva seria. Pero el sentido prctico norteamericano puede muy bien degenerar en un utilitarismo mezquino y sin principios, si no va asociado al mpetu revolucionario ruso. Quin no conoce la enfermedad del practicismo mezquino y del utilitarismo sin principios, que suele llevar a algunos bolcheviques a la degeneracin y al abandono de la causa de la revolucin? Esta enfermedad peculiar ha encontrado su reflejo en el relato de B. Pilniak El ao desnudo, en el que se pinta a tipos de bolcheviques rusos llenos de voluntad y de decisin prctica, que funcionan muy enrgicamente, pero que carecen de perspectiva, que no saben el porqu de las cosas y, debido a ello, se desvan del camino del trabajo revolucionario. Nadie se ha burlado con tanta saa como Lenin de esta enfermedad del mezquino utilitarismo. Practicismo cretino, utilitarismo estpido: as calificaba Lenin esta enfermedad. Lenin sola oponer a esto la labor revolucionaria viva y la necesidad de una perspectiva revolucionaria en toda nuestra labor cotidiana, subrayando con ello que el utilitarismo mezquino y sin principios es tan contrario al autntico leninismo como el arbitrismo revolucionario. La unin del mpetu revolucionario ruso al sentido prctico norteamericano: tal es la esencia del leninismo en el trabajo del Partido y del aparato del Estado. Slo esta unin nos da el tipo acabado del militante leninista y el estilo del leninismo en el trabajo. Publicado el 26 y 30 de abril y el 9, 11, 14, 15 y 18 de mayo de 1924 en los nms. 96, 97, 103, 105,

J. V. Stalin

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TROTSKISMO O LENINISMO? Discurso en el Pleno del grupo comunista del Consejo Central de los Sindicatos Soviticos 19 de noviembre de 1924 Camaradas: Despus del detallado informe que ha hecho Kmenev, me queda poco que decir. Me limitar por ello a desenmascarar ciertas leyendas, propaladas por Trotski y sus correligionarios, acerca de la insurreccin de Octubre, acerca del papel de Trotski en la insurreccin, acerca del Partido y la preparacin de Octubre, etc., etc. Adems, hablar del trotskismo como de una ideologa peculiar, incompatible con el leninismo, y de las tareas del Partido en relacin con los ltimos escritos de Trotski. I. Hechos acerca de la insurreccin de Octubre Ante todo, acerca de la insurreccin de Octubre. Entre los miembros del Partido es difundido intensamente el rumor de que el CC, en su conjunto, estaba en contra de la insurreccin en octubre de 1917. Suelen decir que el 10 de octubre, cuando el CC tom el acuerdo de organizar la insurreccin, la mayora del CC se manifest al principio contra la insurreccin, pero que en aquel mismo instante irrumpi en el local donde se celebraba la reunin un obrero y dijo: Vosotros os manifestis en contra de la insurreccin, pero yo os digo que, a pesar de todo, habr insurreccin. Y cuentan, adems, que despus de estas amenazas el CC se acobard, volvi a plantear el asunto de la insurreccin y acord organizarla. Esto, camaradas, no es simplemente un rumor. De ello habla en su libro Diez das el clebre John Reed, que estaba muy lejos de nuestro Partido y no poda, naturalmente, conocer la historia de nuestra reunin secreta del 10 de octubre, por lo que mordi el anzuelo de las calumnias propaladas por los Sujnov. Este cuento se reproduce y repite en muchos folletos salidos de plumas trotskistas, entre ellos uno reciente de Sirkin acerca de Octubre. Estos rumores los alimenta celosamente Trotski en sus ltimos escritos. No creo que sea necesario demostrar que todos estos cuentos rabes y otros semejantes no corresponden a la verdad, que en realidad nada parecido ocurri -ni poda ocurrir- en la reunin del CC. Siendo as, bien podramos desdear estos absurdos rumores: qu rumores no se fabricarn en los despachos de los oposicionistas y de la gente lejana al Partido! Y as lo hemos venido haciendo hasta hoy, sin prestar atencin a los errores de John Reed, por ejemplo, y sin preocuparnos de corregirlos. Pero, despus de los ltimos escritos de Trotski, ya no se pueden pasar por alto esas leyendas, pues con ellas tratan ahora de educar a la juventud y, desgraciadamente, han logrado ya en esa labor algunos resultados. Por ello debo oponer a esos absurdos rumores la verdad de los hechos. Tomo las actas de la reunin del CC de nuestro Partido del 10 (23) de octubre de 1917. Asisten: Lenin, Zinviev, Kmenev, Stalin, Trotski, Sverdlov, Uritski, Dzerzhinski, Kollontay, Bbnov, Soklnikov y Lmov. Se discute en torno al momento y a la insurreccin. Despus de los debates, se vota la resolucin del camarada Lenin acerca de la insurreccin. La resolucin es aprobada por una mayora de 10 votos contra 2. Parece que est claro: el CC, por una mayora de 10 votos contra 2, acuerda pasar a la organizacin prctica de la insurreccin. En esta misma reunin, el CC elige un centro poltico para dirigir la insurreccin, al que da el nombre de Bur Poltico. Lo forman: Lenin, Zinviev, Stalin, Kmenev, Trotski, Soklnikov y Bbnov. Tales son los hechos. Estas actas destruyen de golpe varias leyendas. Destruyen la leyenda de que la mayora del CC era contraria a la insurreccin. Destruyen tambin la leyenda de que en el problema de la insurreccin el CC estuvo a punto de escindirse. Las actas evidencian que los enemigos de la insurreccin inmediata -Kmenev y Zinviev- pasaron a integrar el organismo de direccin poltica de la insurreccin al lado de los partidarios de ella. No hubo, ni poda haber, nada parecido a una escisin. Trotski asegura que Kmenev y Zinviev eran en Octubre el ala derecha de nuestro Partido, casi socialdemcratas. No se comprende cmo, en tal caso, no se produjo una escisin en el Partido, cmo las divergencias con Kmenev y Zinviev duraron tan slo unos das ni cmo estos camaradas, a pesar de esas divergencias, fueron colocados por el Partido en puestos de la mayor importancia y elegidos para formar parte del centro poltico de la insurreccin,

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96 etc., etc. El Partido conoce bastante bien lo implacable que era Lenin con los socialdemcratas; el Partido sabe que Lenin no hubiera accedido ni por un instante a tener en el Partido, y menos an en puestos de la mayor importancia, a camaradas de mentalidad socialdemcrata. A qu se debi que en el Partido no se produjera una escisin? Se debi a que, a pesar de las divergencias, esos camaradas eran viejos bolcheviques y pisaban el terreno comn del bolchevismo. Qu terreno comn era se? La unidad de criterios respecto a las cuestiones fundamentales: el carcter de la revolucin rusa, las fuerzas motrices de la revolucin, el papel del campesinado, los principios de direccin del Partido, etc. Sin ese terreno comn, la escisin hubiera sido inevitable. No hubo escisin, y las divergencias duraron en total unos das, por la nica y exclusiva razn de que Kmenev y Zinviev eran leninistas, bolcheviques. Veamos ahora la leyenda sobre el papel particular de Trotski en la insurreccin de Octubre. Los trotskistas propalan insistentemente rumores de que Trotski fue el inspirador y el nico dirigente de la insurreccin de Octubre. Esos rumores los propala con particular empeo Lentsner, el llamado redactor de las obras de Trotski. El propio Trotski, dando sistemticamente de lado al Partido, al CC del Partido y al Comit de Petrogrado del Partido, silenciando el papel dirigente de estas organizaciones en la insurreccin y presentndose machaconamente a s mismo como la figura central de la insurreccin de Octubre, contribuye, quiralo o no, a propalar esos rumores acerca de su papel particular en la insurreccin. Estoy lejos de negar el papel, indudablemente importante, desempeado por Trotski en la insurreccin. Pero debo decir que Trotski no desempe, ni poda desempear, ningn papel particular en la insurreccin de Octubre, y que, siendo presidente del Soviet de Petrogrado, se limitaba a cumplir la voluntad de las correspondientes instancias del Partido, que dirigan cada uno de sus pasos. A los filisteos como Sujnov todo eso puede parecerles extrao, pero los hechos, los hechos reales, confirman por entero lo que digo. Tomemos las actas de la reunin siguiente del CC, celebrada el 16 (29) de octubre de 1917. Participan en ella los miembros del CC ms representantes del Comit de Petrogrado y representantes de la organizacin militar, de los comits de fbrica, de los sindicatos y de los ferroviarios. Entre los asistentes, adems de los miembros del CC figuran: Krilenko, Shotman, Kalinin, Volodarski, Shlipnikov, Lacis y otros. En total, 25 personas. Se discute el problema de la insurreccin desde un punto de vista puramente prctico y organizativo. Se aprueba la resolucin de Lenin sobre la insurreccin por una mayora de 20 votos contra 2, y 3 abstenciones. Se elige un centro prctico para dirigir la organizacin de la

J. V. Stalin insurreccin. Quines pasan a formar parte de dicho centro? Para l son elegidos cinco camaradas: Sverdlov, Stalin, Dzerzhinski, Bbnov y Uritski. Tareas del centro prctico: dirigir todos los organismos de preparacin prctica de la insurreccin, de acuerdo con las directivas del Comit Central. Como veis, en esta reunin del CC ocurri algo terrible, es decir, Trotski, el inspirador, la figura principal, el nico dirigente de la insurreccin, no fue elegido, de modo extrao, para el centro prctico llamado a dirigir la insurreccin. Cmo compaginar este hecho con esa difundida opinin acerca del papel particular de Trotski? No es verdad que todo ello es algo extrao, como dira Sujnov, o como diran los trotskistas? Sin embargo, no hay en ello, hablando en propiedad, nada de extrao, pues Trotski, por ser entonces relativamente nuevo en el Partido, no desempe ni poda desempear ningn papel particular en el Partido ni en la insurreccin de Octubre. Lo mismo que todos los dems funcionarios en puestos de responsabilidad; era nicamente un ejecutor de la voluntad del CC y de sus organismos. Quien conozca el mecanismo de direccin del Partido Bolchevique, comprender sin gran trabajo que no poda ser de otro modo: en cuanto Trotski no hubiera acatado la voluntad del CC, habra perdido toda influencia sobre el curso de los acontecimientos. Las habladuras acerca del papel particular de Trotski son una leyenda propalada por complacientes comadres del Partido. Eso no quiere decir, naturalmente, que la insurreccin de Octubre no tuviera su inspirador. La insurreccin tuvo su inspirador y su dirigente. Pero fue Lenin, y nadie ms que Lenin, cuyas resoluciones aprob el CC al decidir el problema de la insurreccin; Lenin, a quien la clandestinidad no impidi ser el verdadero inspirador de la insurreccin, a despecho de las afirmaciones de Trotski. Es necio y ridculo querer ocultar ahora con habladuras acerca de la clandestinidad el hecho indudable de que el inspirador de la insurreccin fue V. I. Lenin, el jefe del Partido. Tales son los hechos. Admitmoslo, nos dicen, pero no se puede negar que Trotski pele bien en el perodo de Octubre. S, eso es cierto, Trotski pele bien en el perodo de Octubre. Pero en el perodo de Octubre no slo Trotski pele bien; ni siquiera pelearon mal gentes como los eseristas de izquierda, que entonces marchaban hombro a hombro con los bolcheviques. Debo decir, en general, que en el perodo de la insurreccin triunfante, cuando el enemigo est aislado y la insurreccin se extiende, no es difcil pelear bien. En esos momentos, hasta los elementos atrasados se hacen hroes. Pero la lucha del proletariado no es una ofensiva continua, una cadena de xitos constantes. La lucha

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Trotskismo o leninismo? del proletariado tiene que pasar tambin por sus pruebas y sufrir sus derrotas. Y verdadero revolucionario no es quien da muestras de valor en el perodo de la insurreccin triunfante, sino quien, peleando bien cuando la revolucin despliega una ofensiva victoriosa, sabe asimismo dar muestras de valor en el perodo de repliegue de la revolucin, en perodo de derrota del proletariado; quien no pierde la cabeza y no se acobarda ante los reveses de la revolucin, ante los xitos del enemigo; quien no se deja llevar del pnico ni cae en la desesperacin en el perodo de repliegue de la revolucin. Los eseristas de izquierda no lucharon mal en el perodo de Octubre, apoyando a los bolcheviques. Pero quin ignora que esos denodados combatientes se dejaron llevar del pnico en el perodo de BrestLitovsk, cuando la ofensiva del imperialismo alemn les hizo caer en la desesperacin y en el histerismo? Es muy de lamentar, pero es un hecho indudable que a Trotski, que pele bien en el perodo de Octubre, le falt valor en el perodo de Brest-Litovsk, en un perodo de reveses temporales de la revolucin, para dar muestras de suficiente firmeza en tan difcil momento y no seguir las huellas de los eseristas de izquierda. Es indiscutible que el momento era difcil, que haba que poner de manifiesto gran valenta y una serenidad extraordinaria para no desconcertarse, para replegarse a tiempo, para aceptar la paz en el momento oportuno, salvar al ejrcito proletario del golpe que quera asestarle el imperialismo alemn, conservar las reservas campesinas y, despus de haber obtenido, de tal modo, una tregua, caer sobre el enemigo con nuevas fuerzas. Pero, desgraciadamente, Trotski no tuvo esa valenta ni esa firmeza revolucionaria en un momento tan difcil. Segn opina Trotski, la principal enseanza de la revolucin proletaria consiste en no acobardarse en Octubre. Eso es falso, porque la afirmacin de Trotski no encierra ms que una partcula de la verdad acerca de las enseanzas de la revolucin. Toda la verdad acerca de las enseanzas de la revolucin proletaria consiste en no acobardarse no slo en los das de ofensiva de la revolucin, sino tampoco en los das de repliegue, cuando el enemigo obtiene ventajas y la revolucin sufre reveses. La revolucin no queda circunscrita a Octubre. Octubre no es ms que el comienzo de la revolucin proletaria. Malo es acobardarse cuando la insurreccin va en ascenso. Pero an es peor acobardarse cuando llegan duras pruebas para la revolucin, despus de la toma del Poder. Mantenerse en el Poder al da siguiente de la revolucin es tan importante como tomarlo. Si Trotski se acobard en el perodo de Brest-Litovsk, en un perodo de duras pruebas para nuestra revolucin, cuando la cosa lleg casi a la entrega del Poder, debe comprender que los errores de Kmenev y de Zinviev en Octubre no tienen nada

97 que ver con esto. Esto es lo que hay en cuanto a las leyendas acerca de la insurreccin de Octubre. II. El partido y la preparacin de Octubre Pasemos ahora al problema de la preparacin de Octubre. Escuchando a Trotski, podra suponerse que en todo el perodo de preparacin, de marzo a octubre, el Partido Bolchevique no haca sino agitarse sin ton ni son; que estaba corrodo por contradicciones internas y pona a Lenin toda clase de estorbos, y que, de no haber sido por Trotski, nadie sabe cmo habra terminado la Revolucin de Octubre. Hasta cierto punto divierten estas peregrinas palabras acerca del Partido en boca de Trotski, quien en el mismo prefacio al tomo III declara que el fundamental instrumento de la revolucin proletaria es el Partido, que, sin el Partido, haciendo caso omiso del Partido, dando de lado al Partido, con un sucedneo del Partido, la revolucin proletaria no puede vencer. En fin, ni el mismsimo Al alcanzar a comprender cmo pudo triunfar nuestra revolucin si su fundamental instrumento result inservible y si, dando de lado al Partido, no hay ninguna posibilidad de vencer. Pero no es la primera vez que Trotski nos obsequia con tales extravagancias. Es de suponer que estos divertidos razonamientos acerca de nuestro Partido sean las habituales extravagancias de Trotski. Examinemos, brevemente, la historia de la preparacin de Octubre por perodos. 1) El perodo de nueva orientacin del Partido (marzo-abril). Hechos principales de este perodo: a) el derrocamiento del zarismo; b) la formacin del Gobierno Provisional (dictadura de la burguesa); c) la aparicin de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados (dictadura del proletariado y del campesinado); d) la dualidad de poderes; e) la manifestacin de abril; f) la primera crisis de Poder. El rasgo caracterstico de este perodo es que existen, una al lado de otra, juntas, al mismo tiempo, la dictadura de la burguesa y la dictadura del proletariado y del campesinado, con la particularidad de que la segunda tiene confianza en la primera, supone en ella anhelos de paz, entrega voluntariamente el Poder a la burguesa y se convierte, de este modo, en un apndice suyo. Aun no hay conflictos graves entre las dos dictaduras. Pero, en cambio hay una comisin de enlace165.
165

La comisin de enlace, fue nombrada por el Comit Ejecutivo Central menchevique-eserista del Soviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado el 7 de marzo de 1917 para establecer contacto con el Gobierno Provisional, influir en l y controlar su actuacin. De hecho, la comisin de enlace ayudaba a aplicar la poltica burguesa del Gobierno Provisional e impeda a las masas obreras emprender una lucha revolucionaria

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98 Fue ste un grandioso viraje en la historia de Rusia y un viraje inusitado en la historia de nuestro Partido. La vieja plataforma de derrocamiento directo del gobierno, formulada antes de la revolucin, era clara y concreta, pero ya no serva para las nuevas condiciones de la lucha. Ahora ya no se poda marchar directamente al derrocamiento del gobierno, porque estaba ligado a los Soviets, que se hallaban bajo la influencia de los defensistas, y el Partido hubiera tenido que sostener una guerra superior a sus fuerzas contra el gobierno y contra los Soviets. Pero tampoco se poda aplicar una poltica de apoyo al Gobierno Provisional, porque era un gobierno del imperialismo. Se impona una nueva orientacin del Partido en las nuevas condiciones de la lucha. El Partido (su mayora) marchaba a tientas haca esa nueva orientacin. Adopt la poltica de presin de los Soviets sobre el Gobierno Provisional en el problema de la paz y no se decidi a pasar de golpe, de la vieja consigna de dictadura del proletariado y del campesinado, a la nueva consigna del Poder de los Soviets. Con esta poltica de medias tintas se quera que los Soviets pudieran ver en las cuestiones concretas de la paz la verdadera naturaleza imperialista del Gobierno Provisional y apartarlos as de l. Pero sa era una posicin profundamente errnea, pues engendraba ilusiones pacifistas, llevaba el agua al molino del defensismo y dificultaba la educacin revolucionaria de las masas. Esa posicin errnea la comparta yo entonces con otros camaradas del Partido y no la abandon del todo hasta mediados de abril, cuando me solidaric con las tesis de Lenin. Se impona una nueva orientacin. Esa nueva orientacin la di Lenin al Partido en sus famosas Tesis de Abril. No voy a extenderme acerca de las tesis, pues todos y cada uno de vosotros las conocis. Tuvo entonces el Partido divergencias con Lenin? S, las tuvo. Cunto duraron esas divergencias? Dos semanas, a lo sumo. La Conferencia local de Petrogrado166 (segunda quincena de abril), que aprob las tesis de Lenin, fue un punto crucial en el desarrollo de nuestro Partido. La Conferencia de toda Rusia celebrada a fines de abril no hizo ms que llevar a trmino en escala nacional lo hecho por la Conferencia de Petrogrado, agrupando en torno a una posicin nica del Partido a las nueve dcimas partes de ste. Ahora, siete aos despus, Trotski manifiesta una alegra maligna por las pasadas divergencias entre los bolcheviques y las presenta casi como una lucha de dos partidos en el seno del bolchevismo. Pero, en primer lugar, Trotski exagera y abulta las cosas desmesuradamente, pues el Partido Bolchevique sali
activa por el paso de todo el Poder a los Soviets. 166 La Conferencia local de Petrogrado del P.O.S.D.R.(b) se celebr del 27 de abril al 5 de mayo (del 14 al 22 de abril) de 1917. Asistieron a la Conferencia 57 delegados. En las labores de la Conferencia participaron V. I. Lenin y J. V. Stalin.

J. V. Stalin de estas divergencias sin haber sufrido la menor conmocin. En segundo lugar, nuestro Partido sera una casta, y no un partido revolucionario, si no admitiera en su seno matices del pensamiento. Adems, es sabido que tambin en el pasado hubo entre nosotros divergencias, por ejemplo, en el perodo de la III Duma, lo que no fue bice para que nuestro Partido se mantuviese unido. En tercer lugar, no estar de ms que preguntemos cul era entonces la posicin del propio Trotski, que ahora manifiesta sin recato una alegra maligna con motivo de las pasadas divergencias de los bolcheviques. Lentsner, el llamado redactor de las obras de Trotski, asegura que las cartas americanas de Trotski (marzo) se adelantaron en todo a las Cartas de lejos de Lenin (marzo), que sirvieron de base a las Tesis de Abril de Lenin. As lo dice: Se adelantaron en todo. Trotski no pone peros a esa analoga, aceptndola, por lo visto, con agradecimiento. Pero, en primer lugar, las cartas de Trotski no se parecen en nada a las de Lenin ni por su espritu ni por las conclusiones, pues reflejan enteramente la consigna antibolchevique de Trotski sin zar, por un gobierno obrero, consigna que significa: revolucin sin los campesinos. Basta con leer estas dos series de cartas para convencerse de ello. En segundo lugar, cmo explicar, en tal caso, que Lenin estimara necesario desolidarizarse de Trotski al da siguiente de haber llegado del extranjero? Quin no conoce las reiteradas declaraciones de Lenin de que la consigna de Trotski sin zar, por un gobierno obrero es un intento de saltar por encima del movimiento campesino, cuyas posibilidades no han sido agotadas, que esa consigna es jugar a la toma del Poder por un gobierno obrero167? Qu puede haber de comn entre las tesis bolcheviques de Lenin y el esquema antibolchevique de Trotski con su juego a la toma del Poder? De dnde saldr esa propensin de la gente a comparar una casucha con el Monte Blanco? Qu falta le haca a Lentsner sumar tan irreflexivamente al montn de viejas leyendas sobre nuestra revolucin esa otra leyenda de que las cartas americanas de Trotski se adelantaron a las conocidas Cartas de lejos de Lenin168?
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V. las Obras de Lenin, t. XX, pg. 104. V. tambin los informes en la Conferencia local de Petrogrado y en la Conferencia de toda Rusia del POSDR (b) (mediados y fines de abril de 1917) 168 Entre esas leyendas hay que incluir tambin la muy difundida versin de que Trotski es el nico o el principal organizador de las victorias en los frentes de la guerra civil. Debo declarar, camaradas, en aras de la verdad, que esa versin no corresponde en absoluto a la realidad de los hechos. Estoy lejos de negar el importante papel desempeado por Trotski en la guerra civil. Pero debo declarar categricamente que el alto honor de haber organizado nuestras victorias no corresponde a esta o aquella persona sino a la gran colectividad de los obreros avanzados de nuestro pas, al Partido Comunista de Rusia. Quizs no est de ms que cite algunos ejemplos. Vosotros sabis que se

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Trotskismo o leninismo? Por algo se dice que un oso servicial es ms peligroso que un enemigo. 2) El perodo de movilizacin revolucionaria de las masas (mayo-agosto). Hechos principales de este perodo: a) la manifestacin de abril en Petrogrado y la formacin de un gobierno de coalicin, en el que participan los socialistas; b) la manifestacin del Primero de Mayo en los principales centros de Rusia, con la consigna de paz democrtica; c) la manifestacin de junio en Petrogrado con la consigna fundamental de Abajo los ministros capitalistas!; d) la ofensiva de junio en el frente y los reveses del ejrcito ruso; e) la manifestacin armada de julio en Petrogrado y la salida de los ministros demcratas constitucionalistas del gobierno; f) la llegada de tropas contrarrevolucionarias sacadas del frente, el asalto y la destruccin de la redaccin de Pravda, la lucha de la contrarrevolucin contra los Soviets y la formacin de un nuevo gobierno de coalicin encabezado por Kerenski ;
consideraba a Kolchak y a Denikin los principales enemigos de la Repblica Sovitica. Sabis que nuestro pas no respir a sus anchos hasta que no hubo derrotado a estos enemigos. Pues bien, la historia evidencia que a estos dos enemigos, es decir, a Denikin y a Kolchak, los remataron nuestras tropas a pesar de los planes de Trotski. Juzgad vosotros mismos. 1) Sobre Kolchak. Verano de 1919. Nuestras tropas avanzan contra Kolchak y combaten en las cercanas de Uf. Se rene el Comit Central. Trotski propone que se detenga la ofensiva en la lnea del ro Bilaia (cerca de Uf), dejando los Urales en manos de Kolchak, y que se retire parte de las tropas del Frente del Este para trasladarlas al Frente del Sur. Tienen lugar acalorados debates. El Comit Central no est de acuerdo con Trotski, estimando que no se puede dejar en manos de Kolchak los Urales con sus fbricas y su red de ferrocarriles, pues all puede reponerse fcilmente, reunir fuerzas y aparecer de nuevo a orillas del Valga. Lo primero que hay que hacer es arrojar a Kolchak al otro lado de los Urales, a las estepas siberianas, y slo despus de ello ocuparse del traslado de tropas al Sur. El Comit Central rechaza el plan de Trotski. Este presenta la dimisin. El Comit Central no la acepta. El Comandante en Jefe, Vacietis, partidario del plan de Trotski, dimite. Su puesto lo ocupa un nuevo Comandante en Jefe, Kmenev. A partir de este momento, Trotski deja de participar directamente en los asuntos del Frente del Este. 2. Sobre Denikin. Otoo de 1919. La ofensiva contra Denikin no da el resultado apetecido. El anillo de hierro en torno a Mmontov (la incursin de Mmontov) fracasa, sin duda alguna. Denikin toma Kursk, Denikin se aproxima a Oriol. Trotski es llamado del Frente del Sur para que asista a una reunin del Comit Central. El Comit Central estima que la situacin es alarmante y acuerda enviar al Frente del Sur a nuevos dirigentes militares y retirar de all a Trotski. Los nuevos dirigentes militares exigen la no ingerencia de Trotski en los asuntos del Frente del Sur. Trotski deja de participar directamente en los asuntos del Frente del Sur. Las operaciones en el Frente del Sur, Incluida la toma de Rostov del Don y de Odesa, se desarrollan sin Trotski. Que prueben a refutar estos hechos.

99 g) el VI Congreso de nuestro Partido, que lanza la consigna de preparacin de la insurreccin armada; h) la contrarrevolucionaria Conferencia de Estado y la huelga general de Mosc; i) la fracasada ofensiva de Kornlov sobre Petrogrado, la vivificacin de los Soviets, la dimisin de los demcratas constitucionalistas y la formacin del Directorio. El rasgo caracterstico de este perodo es la agudizacin de la crisis y la ruptura del inestable equilibrio entre los Soviets y el Gobierno Provisional, equilibrio que -bien o mal- exista en el perodo precedente. La dualidad de poderes se ha hecho insostenible para ambas partes. El frgil edificio de la comisin de enlace vive sus ltimos das. Crisis de Poder y carrousel ministerial eran en aquellos momentos las palabras ms en boga. La crisis en el frente y la ruina en la retaguardia hacen su obra, reforzando los flancos extremos y presionando por ambos lados a los conciliadores defensistas. La revolucin se moviliza, haciendo con ello que se movilice la contrarrevolucin. La contrarrevolucin, a su vez, espolea a la revolucin, suscitando nuevas oleadas de la marea revolucionaria. La cuestin del paso del Poder a una nueva clase se pone a la orden del da. Haba entonces divergencias en nuestro Partido? S, las haba. Pero se referan exclusivamente a cuestiones de carcter prctico, contrariamente a lo que afirma Trotski, quien trata de descubrir un ala derecha y un ala izquierda en el Partido. Es decir, haba esas divergencias sin las que, en general, no existe una vida activa de Partido y un verdadero trabajo de Partido. No tiene razn Trotski cuando afirma que la manifestacin de abril en Petrogrado suscit divergencias en el seno del Comit Central. El Comit Central se mantuvo absolutamente unnime en esta cuestin, condenando el intento de un grupo de camaradas de detener al Gobierno Provisional en un momento en que los bolcheviques estaban en minora en los Soviets y en el ejrcito. Si Trotski no escribiera la historia de Octubre a lo Sujnov, sino basndose en documentos fidedignos, se convencera sin gran trabajo de que su afirmacin es errnea. No tiene absolutamente ninguna razn Trotski cuando afirma que el intento, a iniciativa de Lenin, de organizar una manifestacin el 10 de junio fue tachado de aventura por los derechistas del Comit Central. Si Trotski no escribiera a lo Sujnov, sabra seguramente que la manifestacin del 10 de junio fue aplazada de pleno acuerdo con Lenin y que precisamente Lenin defendi la necesidad de aplazarla en un gran discurso pronunciado en la conocida reunin del Comit de Petrogrado (v. las actas del Comit de Petrogrado). No tiene ninguna razn Trotski cuando habla de divergencias trgicas en el seno del CC con motivo

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100 de la manifestacin armada de julio. Trotski, sencillamente, inventa, suponiendo que algunos miembros del grupo dirigente del CC deban ver en el episodio de julio una aventura nociva. Trotski, que entonces an no formaba parte de nuestro CC y era tan slo un parlamentario nuestro en los Soviets, poda, naturalmente, no saber que el CC consideraba la manifestacin de julio como un mero medio para tantear al enemigo; que el CC (y Lenin) no queran ni pensaban convertir la manifestacin en insurreccin en un momento en que los Soviets de la capital seguan an a los defensistas. Es muy posible que algunos de los bolcheviques lloriquearan, en efecto, con motivo de la derrota de julio. Yo s, por ejemplo, que algunos de los bolcheviques detenidos entonces estaban incluso dispuestos a abandonar nuestras filas. Pero hacer de aqu deducciones contra algunos supuestos derechistas, a los que se dice miembros del CC, es tergiversar desvergonzadamente la historia. No tiene razn Trotski cuando declara que en los das de la kornloviada se puso de manifiesto en parte de los dirigentes del Partido la tendencia a concertar un bloque con los defensistas, a apoyar al Gobierno Provisional. Se trata, naturalmente, de esos mismos supuestos derechistas que quitan el sueo a Trotski. Trotski no tiene razn, pues existen tales documentos como el rgano Central del Partido, que echa por tierra la declaracin de Trotski. Este invoca la carta de Lenin al CC previniendo contra el apoyo a Kerenski. Pero Trotski no comprende las cartas de Lenin, ni su significado, ni su misin. A veces, Lenin se adelanta deliberadamente en sus cartas a los acontecimientos, llevando a un primer plano errores posibles, y criticndolos por anticipado, a fin de prevenir al Partido y ponerlo a salvo de ellos, o, a veces, exagera las pequeeces y hace de una mosca un elefante, con el mismo fin pedaggico. El jefe del Partido, sobre todo si se encuentra en la clandestinidad, no puede obrar de otro modo, pues debe ver ms all que sus compaeros de lucha y est obligado a dar la seal de alarma con motivo de cualquier error posible, incluso con motivo de pequeeces. Pero sacar de estas cartas de Lenin (que no son pocas) la conclusin de que hubo divergencias trgicas y alborotar a cuenta de ello significa no comprender las cartas de Lenin, no conocer a Lenin. Quiz sea sta la explicacin de que Trotski no d a veces en el clavo. Resumiendo: en el CC no hubo ninguna divergencia, absolutamente ninguna, en los das de la intentona de Kornlov. Despus de la derrota de julio, entre el CC y Lenin surgieron, efectivamente, divergencias respecto a la suerte de los Soviets. Es sabido que Lenin, deseando concentrar la atencin del Partido en los preparativos de la insurreccin fuera de los Soviets, prevena contra el excesivo entusiasmo por los Soviets, considerando que stos, envilecidos por

J. V. Stalin los defensistas, ya no tenan ningn valor. El Comit Central y el VI Congreso del Partido adoptaron una lnea ms prudente, considerando que no haba fundamento para estimar excluida una vivificacin de los Soviets. La intentona de Kornlov demostr que esta decisin haba sido acertada. Por lo dems, esas divergencias no fueron una cuestin de actualidad para el Partido. Lenin reconoci posteriormente que la lnea del VI Congreso haba sido acertada. Es interesante que Trotski no se haya aferrado a esta divergencia ni la haya abultado hasta darle proporciones monstruosas. Un partido unido y monoltico, centro de la movilizacin revolucionaria de las masas: tal es el cuadro de la situacin de nuestro Partido en este perodo. 3) El perodo de organizacin del asalto (septiembre-octubre). Hechos principales de este perodo: a) la convocatoria de la Conferencia Democrtica y el fracaso de la idea de formar un bloque con los demcratas constitucionalistas; b) paso de los Soviets de Mosc y de Petrogrado al lado de los bolcheviques; c) el Congreso de los Soviets de la Regin del Norte169 y la resolucin del Soviet de Petrogrado contra la evacuacin de las tropas; d) la resolucin del CC del Partido sobre la insurreccin y la formacin del Comit Militar Revolucionario del Soviet de Petrogrado; e) la resolucin de la guarnicin de Petrogrado sobre el apoyo armado al Soviet de Petrogrado y la organizacin del sistema de comisarios del Comit Militar Revolucionario; f) las fuerzas armadas de los bolcheviques se lanzan a la calle; detencin de los miembros del Gobierno Provisional; g) la toma del Poder por el Comit Militar Revolucionario del Soviet de Petrogrado y la formacin del Consejo de Comisarios del Pueblo por el II Congreso de los Soviets. El rasgo caracterstico de este perodo es la rpida agravacin de la crisis, el completo desconcierto de los crculos gobernantes, el aislamiento de los eseristas y los mencheviques y el paso en masa de los elementos vacilantes al lado de los bolcheviques. Conviene sealar una particularidad original de la tctica de la revolucin en este perodo. Consiste esta particularidad en que cada paso, o casi cada paso, de su ofensiva la revolucin procura dado como si fuera
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El Congreso de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados de la Regin del Norte se celebr del 24 al 26 (del 11 al 13) de octubre de 1917 en Petrogrado, bajo la direccin de los bolcheviques. El Congreso aprob una resolucin sobre la necesidad del paso inmediato del Poder a los Soviets en el centro y en provincias, llam a los campesinos a apoyar la lucha por el Poder de los Soviets y a los Soviets mismos a acciones enrgicas y a la creacin de Comits Militares Revolucionarios para organizar la defensa armada de la revolucin.

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Trotskismo o leninismo? un paso defensivo. Es indudable que la negativa a evacuar las tropas de Petrogrado fue un serio paso de la ofensiva de la revolucin, pero, no obstante, esa ofensiva se hizo bajo la consigna de defensa de Petrogrado contra una posible ofensiva del enemigo exterior. Es indudable que la formacin del Comit Militar Revolucionario fue un paso todava ms importante de la ofensiva contra el Gobierno Provisional, pero, no obstante, se di bajo la consigna de organizar el control de los Soviets sobre la actividad del Estado Mayor de la Zona. Es indudable que el paso franco de la guarnicin al lado del Comit Militar Revolucionario y la organizacin del sistema de comisarios soviticos sealaron el comienzo de la insurreccin, pero, no obstante, estos pasos los di la revolucin bajo la consigna de defensa del Soviet de Petrogrado contra posibles acciones de la contrarrevolucin. Pareca como si la revolucin camuflara sus acciones de ofensiva con la envoltura de la defensa para que le fuese ms fcil arrastrar a su rbita a los elementos indecisos, vacilantes. A ello se debe, quiz, el carcter aparentemente defensivo de los discursos, artculos y consignas de este perodo, que, no obstante, tienen un carcter profundamente ofensivo por su contenido interno. Hubo en este perodo divergencias en el seno del Comit Central? S, y no pequeas. Ya he hablado de las divergencias en el problema de la insurreccin, reflejadas ntegramente en las actas del CC del 10 y del 16 de octubre. Por ello no voy a repetir lo dicho antes. Ahora es necesario detenerse en tres cuestiones: la participacin en el anteparlamento, el papel de los Soviets en la insurreccin y la fecha de la insurreccin. Es tanto ms necesario por cuanto Trotski, en su afn de situarse en lugar visible, ha falseado involuntariamente la posicin de Lenin en las dos ltimas cuestiones. Es indudable que las divergencias respecto al anteparlamento fueron serias. Cul era el fin, por decirlo as, del anteparlamento? Ayudar a la burguesa a relegar los Soviets a segundo plano y echar los cimientos del parlamentarismo burgus. Si poda o no el anteparlamento alcanzar ese fin en la situacin revolucionaria de entonces, es ya otra cuestin. Los acontecimientos demostraron que ese fin era inalcanzable y que el propio anteparlamento era un aborto de la korniloviada. Pero es indudable que con el anteparlamento los mencheviques y los eseristas perseguan precisamente ese fin. A qu poda llevar en tales condiciones la participacin de los bolcheviques en el anteparlamento? nicamente a desorientar a las masas proletarias respecto a la verdadera faz del anteparlamento. A ello, principalmente, se debe la vehemencia con que fustiga Lenin en sus cartas a los defensores de la participacin en el anteparlamento. La participacin en el anteparlamento fue, sin duda, una grave

101 equivocacin. Pero sera errneo suponer, como lo hace Trotski, que los defensores de la participacin fueron al anteparlamerrto con el fin de desarrollar all una labor orgnica, con el fin de llevar el movimiento obrero al cauce de la socialdemocracia. Eso es completamente falso. Eso es mentira. Si eso fuera cierto, el Partido no habra logrado corregir esta equivocacin en un dos por tres, retirndose ostensiblemente del anteparlamento. La vitalidad y la fuerza revolucionaria de nuestro Partido se expresaron, entre otras cosas, en que enmend esta equivocacin en un abrir y cerrar de ojos. Ahora, permitidme que corrija una pequea inexactitud que se ha deslizado en la relacin que Lentsner, el redactor de las obras de Trotski, hace de la reunin del grupo bolchevique en que se resolvi la cuestin del anteparlamento. Lentsner dice que en la reunin hubo dos informantes: Krnenev y Trotski. Eso no es cierto. En realidad, los informantes fueron cuatro: dos en favor del boicot del anteparlamento (Trotski y Stalin) y dos en favor de la participacin (Kmenev y Nogun). An procede peor Trotski cuando se refiere a la posicin de Lenin en cuanto a la forma de la insurreccin. Segn Trotski, resulta que Lenin quera que el Partido tomase en octubre el Poder independientemente del Soviet y a espaldas de ste. Criticando despus esta necedad atribuida a Lenin, Trotski galopa y caracolea, soltando, por ltimo, esta condescendiente frase: Eso hubiera sido un error. Aqu Trotski no dice la verdad acerca de Lenin, tergiversa la idea de Lenin acerca del papel de los Soviets en la insurreccin. Podra citar un montn de documentos demostrativos de que Lenin propona tomar el Poder a travs de los Soviets, del de Petrogrado o del de Mosc, y no a espaldas de ellos. Qu fin persigue Trotski con esa leyenda, ms que extraa, acerca de Lenin? Trotski no procede mejor cuando analiza la posicin del CC y de Lenin en cuanto a la fecha de la insurreccin. Al relatar la clebre reunin del CC del 10 de octubre, Trotski afirma que en esta reunin se adopt una resolucin diciendo que la insurreccin debera producirse, a ms tardar, el 15 de octubre. Resulta que el CC seal para el 15 de octubre la fecha de la insurreccin y que luego, faltando l mismo a su acuerdo, la aplaz hasta el 25 de octubre. Es cierto eso? No, no es cierto. El Comit Central slo adopt en este perodo dos resoluciones sobre la insurreccin, la del 10 y la del 16 de octubre. Leamos estas resoluciones. Resolucin del 10 de octubre: El CC reconoce que tanto la situacin internacional de la revolucin rusa (insurreccin en la flota alemana, manifestacin extrema de la marcha ascendente, en toda Europa, de la revolucin

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102 socialista mundial, y, adems, la amenaza de una paz170 de los imperialistas, con el fin de estrangular la revolucin en Rusia) como la situacin militar (decisin indudable de la burguesa rusa y de Kerenski y Cia. de entregar Petrogrado a los alemanes) y la conquista de la mayora dentro de los Soviets por el Partido proletario -todo ello, unido a la insurreccin campesina y al viraje de la confianza del pueblo hacia nuestro Partido (elecciones de Mosc)-, as como, finalmente, la preparacin manifiesta de una segunda korniloviada (evacuacin de tropas de Petrogrado, envo de cosacos a esta capital, cerco de Minsk por los cosacos, etc.), ponen a la orden del da la insurreccin armada. Reconociendo, pues, que la insurreccin armada es inevitable y que ha alcanzado plena madurez, el CC insta a todas las organizaciones del Partido a guiarse por ello y a examinar y resolver desde este punto de vista todos los problemas prcticos (Congreso de los Soviets de la Regin del Norte, evacuacin de tropas de Petrogrado, acciones en Mosc y en Minsk, etc.). Resolucin de la reunin del CC con camaradas en puestos de responsabilidad del 16 de octubre: La reunin aprueba y apoya por completo la resolucin del CC, llama a todas las organizaciones y a todos los obreros y soldados a preparar en todos sus aspectos y con toda intensidad la insurreccin armada y a apoyar el Centro creado para ello por el Comit Central, y expresa su plena seguridad en que el CC y el Soviet indicarn oportunamente el momento propicio y los procedimientos de ofensiva ms convenientes. Ya veis que la memoria le ha sido infiel a Trotski en cuanto a la fecha de la insurreccin y a la resolucin del CC sobre la insurreccin. Trotski no tiene ninguna razn cuando afirma que Lenin menospreciaba la legalidad de los Soviets, que Lenin no comprenda la gran importancia de la toma del Poder por el Congreso de los Soviets de toda Rusia el 25 de octubre y que, precisamente por ello, insista en que se tomara el Poder antes del 25 de octubre. Eso no es cierto. Lenin propona tomar el Poder antes del 25 de octubre por dos razones: En primer lugar, porque los contrarrevolucionarios podan entregar Petrogrado en cualquier momento, lo que hubiera enervado a insurreccin en ascenso, por lo que cada da era precioso. En segundo lugar, porque el error del Soviet de Petrogrado, que seal abiertamente e hizo pblica la fecha de la insurreccin (25 de octubre), no poda ser enmendado ms que por la insurreccin efectiva antes de esta fecha legal de la insurreccin. Lo que ocurre es que Lenin consideraba la insurreccin
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J. V. Stalin como un arte y no poda menos de saber que el enemigo, prevenido (por la imprudencia del Soviet de Petrogrado) de la fecha sealada para la insurreccin, se preparara sin falta para ese da, por lo que era imprescindible adelantrsele, es decir, comenzar la insurreccin, inexcusablemente, antes del plazo legal. A ello, principalmente, se debe la vehemencia con que Lenin fustigaba en sus cartas a los fetichistas del 25 de octubre. Los acontecimientos demostraron que Lenin tena toda la razn. Sabido es que la insurreccin empez antes del Congreso de los Soviets de toda Rusia. Sabido es que el Poder fue tomado, de hecho, antes de la apertura del Congreso de los Soviets de toda Rusia, y que no lo tom el Congreso de los Soviets, sino que lo tomaron el Soviet de Petrogrado y el Comit Militar Revolucionario. El Congreso de los Soviets se limit a recibir el Poder de manos del Soviet de Petrogrado. Por eso, los largos razonamientos de Trotski acerca de la importancia de la legalidad de los Soviets son completamente superfluos. Un partido lleno de vitalidad y fuerza, encabezando a las masas revolucionarias, que se lanzan al asalto del Poder burgus y derrocan ese Poder: tal es la situacin de nuestro Partido en ese perodo. Esto es lo que hay en cuanto a las leyendas sobre la preparacin de Octubre. III. Trotskismo o Leninismo? Hemos hablado anteriormente de las leyendas contra el Partido y acerca de Lenin propaladas por Trotski y sus partidarios en relacin con Octubre y su preparacin. Hemos desenmascarado y desmentido esas leyendas. Pero se pregunta: para qu ha recurrido Trotski a todas esas leyendas acerca de Octubre y de la preparacin de Octubre, acerca de Lenin y del Partido de Lenin? Qu fin persiguen los nuevos escritos de Trotski contra el Partido? Cul es el sentido, el objetivo, el fin de esos escritos, ahora, cuando el Partido no quiere discutir, cuando el Partido tiene ante s un cmulo de tareas inaplazables, cuando el Partido necesita un trabajo acorde para restaurar la economa nacional, y no una nueva lucha sobre cuestiones viejas? Para qu quiere Trotski arrastrar el Partido hacia atrs, a nuevas discusiones? Trotski asegura que todo eso es necesario para estudiar Octubre. Pero acaso no se puede estudiar Octubre sin dar una vez ms coces al Partido y a Lenin, su jefe? Qu historia de Octubre es esa que empieza y termina desacreditando al principal dirigente de la insurreccin de Octubre, desacreditando al Partido, que fue quien organiz y llev a cabo la insurreccin? No, el quid de la cuestin no reside en el estudio de Octubre. As no se estudia Octubre. As no se escribe la historia de Octubre. Por lo visto, hay ah otro designio. Y ese

Por lo visto, debe decir: una paz separada. J. St.


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Trotskismo o leninismo? designio consiste, a juzgar por todo, en que Trotski hace en sus escritos otro intento (uno ms!) de preparar las condiciones para suplantar el leninismo por el trotskismo. Trotski necesita, a ms no poder, desacreditar al Partido, a sus cuadros, que realizaron la insurreccin, para pasar de esta labor de descrdito del Partido a la labor de descrdito del leninismo. Y el descrdito del leninismo es necesario para meter de contrabando el trotskismo, como la nica ideologa proletaria (no va en broma!). Todo ello, naturalmente (oh, naturalmente!), se hace bajo la bandera del leninismo, para que la operacin de meter el trotskismo de contrabando sea lo menos dolorosa posible. Este es el fondo de los ltimos escritos de Trotski. Por ello, esos escritos de Trotski plantean de plano la cuestin del trotskismo. As, pues, qu es el trotskismo? El trotskismo tiene tres particularidades, que lo ponen en contradiccin insoluble con el leninismo. Qu particularidades son sas? Primera. El trotskismo es la teora de la revolucin permanente (ininterrumpida). Y qu es la revolucin permanente, tal como la entiende Trotski? Es la revolucin haciendo caso omiso de los campesinos pobres como fuerza revolucionaria. La revolucin permanente de Trotski es, como dice Lenin, saltar por encima del movimiento campesino, jugar a la toma del Poder. Por qu es peligrosa esa revolucin? Porque, de intentar llevarla a cabo, desembocara en un fracaso inevitable, porque apartara del proletariado ruso a su aliado, es decir, a los campesinos pobres. A ello se debe la lucha que el leninismo sostiene contra el trotskismo desde 1905. Cmo considera Trotski el leninismo desde el punto de vista de esa lucha? Lo considera como una teora con rasgos antirrevolucionarios. En qu se basa tan airado juicio del leninismo? En que el leninismo defenda y logr imponer en su tiempo la idea de la dictadura del proletariado y del campesinado. Pero Trotski no se limita a ese airado juicio. Va ms all, afirmando: Todo el edificio del leninismo se basa hoy da en la mentira y en la falsificacin y lleva en s el principio venenoso de su propia descomposicin (v. la carta de Trotski a Chjedze en 1913). Como veis, nos hallamos ante dos lneas opuestas. Segunda. El trotskismo es la desconfianza hacia el principio bolchevique del Partido, hacia la cohesin monoltica del Partido, hacia su hostilidad a los elementos oportunistas. El trotskismo en materia de organizacin es la teora de la convivencia de los revolucionarios y los oportunistas, de sus grupos y grupitos en el seno de un mismo partido. Seguramente, conocis la historia del Bloque de Agosto de Trotski, donde colaboraban en buena

103 armona los martovistas y los otsovistas, los liquidadores y los trotskistas, hacindose pasar por un verdadero partido. Sabido es que ese partido hecho de retazos persegua el fin de destruir el Partido Bolchevique. En qu consistan entonces nuestras divergencias? En que el leninismo vea la garanta del desarrollo del Partido proletario en la destruccin del Bloque de Agosto, mientras que el trotskismo vea en este bloque la base para la creacin de un verdadero partido. De nuevo, como veis, dos lneas opuestas. Tercera. El trotskismo es la desconfianza en los jefes del bolchevismo, un intento de desacreditarlos, de difamarlos. No conozco ni una tendencia en el Partido que pueda compararse con el trotskismo en cuanto a la difamacin de los lderes del leninismo o de las instituciones centrales del Partido. Qu no vale, por ejemplo, el amable juicio de Trotski acerca de Lenin caracterizndolo como a un explotador profesional de todo atraso en el movimiento obrero ruso (v. lugar citado). Y ste no es, ni mucho menos, el ms amable entre todos los amables juicios que ha emitido Trotski. Cmo ha podido ocurrir que, llevando a cuestas tan desagradable fardo, Trotski figurara, a pesar de todo, en las filas de los bolcheviques durante el movimiento de Octubre? Ocurri eso porque Trotski abandon entonces (lo abandon de hecho) su fardo, escondindolo en el armario. Sin esta operacin, hubiera sido imposible una verdadera colaboracin con Trotski. La teora del Bloque de Agosto, es decir, la teora de la unidad con los mencheviques, ya haba sido derrotada y barrida por la revolucin, pues, de que unidad poda hablarse cuando se libraba una lucha armada entre bolcheviques y mencheviques? A Trotski no le qued ms remedio que reconocer que esa teora era inservible. Con la teora de la revolucin permanente ocurri la misma desagradable historia, pues ninguno de los bolcheviques pensaba en la toma inmediata del Poder al da siguiente de la revolucin de febrero, y Trotski no poda ignorar que los bolcheviques no le permitiran, como deca Lenin, jugar a la toma del Poder. A Trotski no le qued ms remedio que aceptar la poltica bolchevique de lucha por la influencia en los Soviets, de lucha por conquistar al campesinado. En cuanto a la tercera particularidad del trotskismo (la desconfianza en los lderes bolcheviques), deba, como es natural, pasar a segundo plano, en vista del evidente fracaso de las dos primeras particularidades. Poda Trotski, en tal situacin, no esconder su fardo en el armario y no seguir a los bolcheviques? Poda obrar de otro modo Trotski, a quien no segua ningn grupo poltico algo importante y que vino a los bolcheviques siendo un hombre sin ejrcito y en plena soledad poltica? Naturalmente que no! Qu enseanza se desprende de esto? Una sola

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104 enseanza: una colaboracin prolongada de los leninistas con Trotski slo es posible si ste desecha por completo su viejo fardo, si se adhiere plenamente al leninismo. Trotski escribe de las enseanzas de Octubre, pero se olvida de que, entre ellas, hay una enseanza de Octubre, la enseanza de que acabo de hablar, que tiene para el trotskismo una importancia primordial. Al trotskismo no le vendra mal tener tambin presente esta enseanza de Octubre. Pero, a lo que se ve, esta enseanza no le ha aprovechado al trotskismo. Lo que ocurre es que el viejo fardo del trotskismo, escondido en el armario en las jornadas del movimiento de Octubre, lo sacan ahora nuevamente a la luz del da, con la esperanza de realizarlo, ya que, afortunadamente, nuestro mercado se ampla. Es indudable que los nuevos escritos de Trotski son un intento de volver al trotskismo, de superar el leninismo, de meter de contrabando e imponer todas las particularidades del trotskismo. El nuevo trotskismo no es una simple repeticin del viejo trotskismo, pues est muy ajado y maltrecho, es incomparablemente ms blando de carcter y ms moderado en las formas que el viejo trotskismo, pero, indudablemente, conserva, en el fondo, todas las particularidades del viejo trotskismo. El nuevo trotskismo no se decide a manifestarse como una fuerza combativa contra el leninismo, prefiere hacer sus manejos bajo la comn bandera del leninismo, bajo la consigna de la interpretacin y el perfeccionamiento del leninismo. Obra as por su debilidad. No puede considerarse casual el hecho de que la salida a escena del nuevo trotskismo haya coincidido con la muerte de Lenin. Si Lenin viviera, el trotskismo no se habra atrevido a dar tan arriesgado paso. Cules son los rasgos caractersticos del nuevo trotskismo? 1) La cuestin de la revolucin permanente. El nuevo trotskismo no considera necesario defender de manera abierta la teora de la revolucin permanente. Deja sentado, simplemente, que la Revolucin de Octubre ha confirmado con toda plenitud la idea de la revolucin permanente. De ello saca la siguiente conclusin: es importante y admisible en el leninismo lo que corresponde al perodo de despus de la guerra, al perodo de la Revolucin de Octubre; y, por el contrario, es desacertado e inadmisible en el leninismo lo anterior a la guerra, lo anterior a la Revolucin de Octubre. De aqu la teora de los trotskistas de la divisin del leninismo en dos partes: el leninismo de antes de la guerra, el viejo leninismo, el leninismo inservible, con su idea de la dictadura del proletariado y el campesinado, y el leninismo nuevo, el leninismo de despus de la guerra, el leninismo de Octubre, que ellos quieren adaptar a las exigencias del trotskismo. Esta teora de la divisin del leninismo la necesita el trotskismo como el primer

J. V. Stalin paso, ms o menos aceptable, para facilitar sus pasos siguientes en la lucha contra el leninismo. Pero el leninismo no es una teora eclctica, pegada de diversos elementos y susceptible de ser dividida. El leninismo es una teora coherente, nacida en 1903, que ha pasado por las pruebas de tres revoluciones y que ahora avanza triunfante, como bandera de combate del proletariado mundial. El bolchevismo -dice Lenin- existe como corriente del pensamiento poltico y como partido poltico desde 1903. Slo la historia del bolchevismo en todo el perodo de su existencia puede explicar de un modo satisfactorio porqu el bolchevismo pudo forjar y mantener, en las condiciones ms difciles, la disciplina frrea necesaria para la victoria del proletariado (v, t. XXV, pg. 174). El bolchevismo y el leninismo son una y la misma cosa. Son dos denominaciones de una misma cosa. Por eso, la teora de la divisin del leninismo en dos partes es la teora de la destruccin del leninismo, la teora de la suplantacin del leninismo por el trotskismo. Huelga decir que el Partido no puede admitir esa extraa teora. 2) La cuestin del principio del Partido. El viejo trotskismo trataba de socavar el principio bolchevique del Partido valindose de la teora (y la prctica) de la unidad con los mencheviques. Pero esa teora se puso hasta tal punto en evidencia, que ahora ni siquiera desean recordarla. Para quebrantar el principio del Partido, el trotskismo contemporneo ha ideado una teora nueva, una teora menos comprometedora y casi democrtica, la teora de oponer a los viejos cuadros los jvenes militantes del Partido. Para el trotskismo no existe una historia nica y coherente de nuestro Partido. El trotskismo divide la historia de nuestro Partido en dos partes de desigual valor: la parte anterior a Octubre y la parte posterior a Octubre. La parte de la historia de nuestro Partido anterior a Octubre no es historia, propiamente hablando, sino prehistoria, un perodo sin importancia o, en el mejor de los casos, poco importante, de preparacin de nuestro Partido. La parte de la historia de nuestro Partido posterior a Octubre es verdadera historia, historia autntica. All, los viejos cuadros de nuestro Partido, cuadros prehistricos y de poco valor. Aqu, un partido nuevo, verdadero, histrico. No creo que sea necesario demostrar que ese original esquema de la historia del Partido es un esquema destinado a quebrantar la unidad entre los viejos y los nuevos cuadros de nuestro Partido, un esquema para destruir el principio bolchevique del Partido. Huelga decir que el Partido no puede admitir ese extrao esquema. 3) La cuestin de los lderes del bolchevismo. El

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Trotskismo o leninismo? viejo trotskismo trataba de desacreditar a Lenin ms o menos abiertamente, sin temer las consecuencias. El nuevo trotskismo procede con mayor cautela. Procura continuar la obra del viejo trotskismo encubrindose con alabanzas a Lenin, con loas a Lenin. Creo que vale la pena citar algunos ejemplos. El Partido conoce a Lenin como a un revolucionario implacable. Pero sabe tambin que Lenin era prudente, que no le gustaba la gente que perda la cabeza y con frecuencia pona freno, con mano firme, a los que se entregaban al terrorismo, entre ellos al mismo Trotski. Trotski trata este tema en su libro Acerca de Lenin. Pero, segn la apreciacin que en l da, resulta que Lenin no haca otra cosa sino inculcar en cada momento propicio la idea de que el terrorismo es inevitable. Da la impresin de que Lenin era el ms sanguinario entre todos los bolcheviques sanguinarios. Qu fin persigue Trotski con esa exageracin innecesaria y sin posible justificacin? El Partido conoce a Lenin como a un militante ejemplar, a quien no gustaba resolver las cuestiones por s solo, al margen del grupo de camaradas dirigentes, ni de golpe, sin un meticuloso tanteo y una cuidadosa comprobacin. Trotski trata tambin en su libro este aspecto. Pero en el libro de Trotski no vemos a Lenin, sino a un mandaran chino que resuelve las cuestiones ms importantes en la quietud de su despacho, por intuicin. Queris saber cmo resolvi nuestro Partido la disolucin de la Asamblea Constituyente? Escuchad a Trotski: Est claro que hay que disolver la Asamblea Constituyente -deca Lenin-, pero, y los eseristas de izquierda? Sin embargo, nos di una gran alegra el viejo Natansn. Pas a vemos, para aconsejarse, y de buenas a primeras dijo: - Me parece que tendremos que disolver por la fuerza la Asamblea Constituyente. - Bravo! -exclam Lenin-. Muy bien! Pero, darn "ese paso los suyos? - Algunos vacilan, pero creo que, en fin de cuentas, estarn de acuerdo -respondi Natansn. As se escribe la historia. Queris saber cmo resolvi el Partido el problema del Consejo Militar Supremo? Escuchad a Trotski: Sin militares serios y expertos no saldremos de este caos -deca yo a Vladmir Ilich- cada vez que volva del Estado Mayor. - Quiz tenga usted razn. Pero, no nos traicionarn? - Le pondremos a cada uno un comisario. - O mejor dos -exclam Lenin-, dos que tengan buenas zarpas. No puede ser que no tengamos comunistas con buenas zarpas. - As surgi la estructura del Consejo Militar

105 Supremo. As escribe Trotski la historia. Qu fin persegua Trotski con estos cuentos rabes que desacreditan a Lenin? Ensalzar a V. I. Lenin, al jefe del Partido? No lo parece. El Partido conoce a Lenin como al ms gran marxista de nuestros tiempos, como a un profundo terico y un revolucionario de la mayor experiencia, en quien no haba ni sombra de blanquismo, Trotski trata tambin en su libro este aspecto. Pero en su apreciacin no vemos al Lenin gigante, sino a un pigmeo blanquista, que en los das de Octubre aconseja al Partido tomar el Poder con sus propias manos, independientemente del Soviet y a sus espaldas. Pero ya he dicho que esta apreciacin no corresponde en lo ms mnimo a la realidad. Qu fin persigue Trotski con esa escandalosa... inexactitud? No hay en ello una tentativa de desacreditar un poquitin a Lenin? Tales son los rasgos caractersticos del nuevo trotskismo. Cul es el peligro del nuevo trotskismo? Que el trotskismo, por todo su contenido interno, tiene todas las probabilidades de convertirse en el centro y en el punto de concentracin de todos los elementos no proletarios, que anhelan el debilitamiento y la descomposicin de la dictadura del proletariado. Y bien, diris vosotros, cules son las tareas inmediatas del Partido en relacin con los nuevos escritos de Trotski? El trotskismo ha emprendido todo eso ahora para desacreditar el bolchevismo, para minar sus cimientos. La tarea del Partido consiste en enterrar el trotskismo como corriente ideolgica. Hablan de represiones contra la oposicin y de posibilidad de escisin. Eso son tonteras, camaradas. Nuestro Partido es fuerte y poderoso. No consentir ninguna escisin. En cuanto a las represiones, estoy decididamente contra ellas. Lo que ahora necesitamos no son represiones, sino una amplia lucha ideolgica contra el trotskismo, en trance de resurreccin. Nosotros no queramos y no buscbamos esta discusin literaria. El trotskismo nos la impone con sus escritos antileninistas. Pues bien, estamos dispuestos, camaradas. Publicado el 26 de noviembre de 1924 en el nm. 269 de Pravda.

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LA REVOLUCIN DE OCTUBRE Y LA TCTICA DE LOS COMUNISTAS RUSOS Prefacio al libro Camino de Octubre171 I. Las condiciones exteriores e interiores de la revolucin de Octubre Tres circunstancias de orden exterior determinaron la relativa facilidad con que la revolucin proletaria en Rusia logr romper las cadenas del imperialismo y derrocar, de este modo, el Poder de la burguesa. En primer lugar, la circunstancia de que la Revolucin de Octubre comenz durante un perodo de pugna encarnizada entre los dos principales grupos imperialistas, el anglo-francs y el austroalemn, cuando estos grupos, enzarzados en mortal combate, no tenan ni tiempo ni medios para dedicar una atencin seria a la lucha contra la Revolucin de Octubre. Esta circunstancia tuvo una importancia enorme para la Revolucin de Octubre, pues le permiti aprovechar los cruentos choques en el seno del imperialismo para consolidar y organizar sus fuerzas. En segundo lugar, la circunstancia de que la Revolucin de Octubre empez en el curso de la guerra imperialista, cuando las masas trabajadoras, extenuadas por la guerra y ansiosas de paz, se vieron nevadas, por la lgica misma de las cosas, a la revolucin proletaria, como nico medio de salir de la guerra. Esta circunstancia tuvo una importancia inmensa para la Revolucin de Octubre, pues puso en sus manos el poderoso instrumento de la paz, ofrecindole la posibilidad de conjugar la revolucin sovitica con la terminacin de la odiosa guerra y, de este modo, granjearse la simpata de las masas, tanto en el Occidente, entre los obreros, como en el Oriente, entre los pueblos oprimidos. En tercer lugar, el poderoso movimiento obrero en Europa y la crisis revolucionaria que, engendrada por la prolongada guerra imperialista, maduraba en el Occidente y en el Oriente. Esta circunstancia tuvo para la revolucin en Rusia una importancia inapreciable, pues le asegur fuera de Rusia aliados
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El libro de J. V. Stalin Camino de Octubre apareci en dos ediciones en enero y mayo de 1925. La mayor parte del prefacio, bajo el ttulo La Revolucin de Octubre y la tctica de los comunistas rusos, vi la luz en diferentes colecciones de artculos y en folletos y, adems, en todas las ediciones del libro de J. V. Stalin Cuestiones del leninismo.

fieles en su lucha contra el imperialismo mundial. Pero, aparte de las circunstancias de orden exterior, la Revolucin de Octubre tuvo a su favor muchas condiciones interiores que coadyuvaron a su triunfo. Entre estas condiciones, las principales son las siguientes. Primera: la Revolucin de Octubre contaba con el apoyo ms enrgico de la inmensa mayora de la clase obrera de Rusia. Segunda: contaba con el apoyo indudable de los campesinos pobres y de la mayora de los soldados, ansiosos de paz y de tierra. Tercera: tena a la cabeza, como fuerza dirigente, un partido tan probado como el Partido Bolchevique, fuerte no slo por su experiencia, no slo por su disciplina, forjada durante aos, sino tambin por su gran ligazn con las masas trabajadoras. Cuarta: la Revolucin de Octubre se enfrentaba con enemigos relativamente fciles de vencer, como eran la burguesa rusa, ms o menos dbil, la clase de los terratenientes, totalmente desmoralizada por los motines campesinos, y los partidos conciliadores (menchevique y eserista), que en el transcurso de la guerra quedaron en plena bancarrota. Quinta: dispona de los inmensos espacios del joven Estado, donde poda maniobrar libremente, retroceder cuando las circunstancias lo exigiesen, tomar aliento, reponer sus fuerzas, etc. Sexta: la Revolucin de Octubre poda contar, en su lucha contra la contrarrevolucin, con suficientes reservas de vveres, combustible y materias primas en el interior del pas. Estas circunstancias exteriores e interiores, sumadas, crearon la peculiar situacin que hizo relativamente fcil el triunfo de la Revolucin de Octubre. Eso no quiere decir, naturalmente, que a la Revolucin de Octubre no se opusieran condiciones exteriores e interiores desfavorables. No fue, por ejemplo, muy desfavorable la soledad de la Revolucin de Octubre, el hecho de que no tuviera al lado, junto a sus fronteras, un pas sovitico en el que pudiera apoyarse? Es indudable que una futura revolucin, en Alemania, por ejemplo, se encontrara, en este sentido, en situacin ms ventajosa, pues tendra al lado a un pas sovitico tan fuerte como

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La revolucin de octubre y la tctica de los comunistas rusos nuestra Unin Sovitica. Y no hablo ya de la desventaja que para la Revolucin de Octubre supona el que los proletarios no fuesen mayora en el pas. Pero estas circunstancias desfavorables no hacen ms que subrayar la enorme importancia de la peculiaridad de las condiciones interiores y exteriores de la Revolucin de Octubre de que hemos hablado anteriormente. No se debe olvidar ni por un instante esa peculiaridad. Conviene sobretodo recordarla al analizar los acontecimientos de otoo de 1923 en Alemania. La debe recordar, en primer trmino, Trotski, que establece muy a la ligera una analoga entre la Revolucin de Octubre y la revolucin de Alemania y vapulea sin piedad al Partido Comunista de Alemania por sus errores reales e imaginarios. En la situacin concreta de 1917, situacin extraordinariamente original desde el punto de vista histrico -dice Lenin-, a Rusia le fue fcil empezar la revolucin socialista, pero continuarla y llevarla a trmino le ser ms difcil que a los pases europeos. A comienzos de 1918 hube ya de indicar esta circunstancia, y la experiencia de los dos aos transcurridos desde entonces ha venido a confirmar enteramente la justeza de tal consideracin. Condiciones especficas como fueron: 1) la posibilidad de conjugar la revolucin sovitica con la terminacin, gracias a ella, de la guerra imperialista, que haba extenuado hasta lo indecible a los obreros y a los campesinos; 2) la posibilidad de sacar provecho, durante cierto tiempo, de la lucha a muerte en que estaban enzarzados los dos grupos ms poderosos de los tiburones imperialistas del mundo, grupos que no podan coligarse contra el enemigo sovitico; 3) la posibilidad de soportar una guerra civil relativamente larga, en parte por la extensin gigantesca del pas y por sus malas comunicaciones; 4) la existencia, entre los campesinos, de un movimiento revolucionario democrtico-burgus tan profundo, que el partido del proletariado hizo suyas las reivindicaciones revolucionarias del partido de los campesinos (del partido eserista profundamente hostil, en su mayora, al bolchevismo) y las realiz inmediatamente gracias a la conquista del Poder poltico por el proletariado; tales condiciones especficas no existen hoy en la Europa Occidental y la repeticin de estas condiciones o de condiciones anlogas no es nada fcil. Por ello, entre otras razones, a la Europa Occidental le es ms difcil que a nosotros comenzar la revolucin socialista (v. t. XXV, pg. 205). Estas palabras de Lenin no deben olvidarse. II. Dos particularidades de la revolucin de Octubre, u Octubre y la teora de la revolucin

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permanente de Trotski Hay dos particularidades de la Revolucin de Octubre que es indispensable esclarecer, sobre todo para comprender el sentido interno y la importancia histrica de esta revolucin. Qu particularidades son sas? En primer lugar, el que la dictadura del proletariado haya nacido en nuestro pas como un Poder surgido sobre la base de la alianza entre el proletariado y las masas trabajadoras del campesinado, dirigidas por el proletariado. En segundo lugar, el que la dictadura del proletariado se haya afianzado en Rusia a consecuencia de la victoria del socialismo en un solo pas, poco desarrollado en el sentido capitalista, mientras que el capitalismo subsiste en los otros pases, con un mayor desarrollo capitalista. Esto no quiere decir, naturalmente, que la Revolucin de Octubre no tenga otras particularidades. Pero las que nos importan en este momento son precisamente estas dos, y no slo porque expresan con nitidez la esencia de la Revolucin de Octubre, sino tambin porque revelan a las mil maravillas la naturaleza oportunista de la teora de la revolucin permanente. Examinemos con brevedad esas particularidades. El problema de las masas trabajadoras de la pequea burguesa urbana y rural, el problema de atraer a estas masas al lado del proletariado, es un problema importantsimo de la revolucin proletaria. A quin apoyar, en la lucha por el Poder, la gente trabajadora de la ciudad y del campo: a la burguesa o al proletariado? De quin ser reserva: de la burguesa o del proletariado? La suerte de la revolucin y la solidez de la dictadura del proletariado dependen de ello. Las revoluciones de 1848 y 1871 en Francia fracasaron, principalmente, porque las reservas campesinas estuvieron al lado de la burguesa. La Revolucin de Octubre triunf porque supo arrancarle a la burguesa sus reservas campesinas, porque supo conquistar estas reservas para la causa del proletariado y el proletariado fue en esta revolucin la nica fuerza dirigente de las vastas masas de gente trabajadora de la ciudad y del campo. Quien no haya comprendido esto no comprender jams ni el carcter de la Revolucin de Octubre, ni la naturaleza de la dictadura del proletariado, ni las peculiaridades de la poltica interior de nuestro Poder proletario. La dictadura del proletariado no es una simple lite gubernamental, inteligentemente seleccionada por la mano solcita de un estratega experimentado y que se apoya sabiamente en tales o cuales capas de la poblacin. La dictadura del proletariado es la alianza de clase del proletariado y de las masas trabajadoras del campo para derribar el capital, para el triunfo definitivo del socialismo, a condicin de que la fuerza dirigente de esa alianza sea el proletariado.

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108 No se trata, por tanto, de menospreciar un poquito o de sobreestimar un poquito las posibilidades revolucionarias del movimiento campesino, como gustan de expresarse ahora algunos diplomticos defensores de la revolucin permanente. Se trata de la naturaleza del nuevo Estado proletario, nacido como resultado de la Revolucin de Octubre. Se trata del carcter del Poder proletario, de las bases de la dictadura misma del proletariado. La dictadura del proletariado -dice Lenin- es una forma especial de alianza de clase entre el proletariado vanguardia de los trabajadores, y las numerosas capas trabajadoras no proletarias (pequea burguesa, pequeos patronos, campesinos intelectuales, etc.) o la mayora de ellas, alianza dirigida contra el capital, alianza cuyo objetivo es el derrocamiento completo del capital, el aplastamiento completo de la resistencia de la burguesa y de sus tentativas de restauracin, alianza cuyo objetivo es la instauracin y la consolidacin definitiva del socialismo (v. t. XXIV, pg. 311). Y ms adelante: La dictadura del proletariado, si traducimos esta expresin latina, cientfica histrico-filosfica, a un lenguaje ms sencillo, quiere decir lo siguiente: slo una clase determinada -a saber: los obreros de la ciudad y, en general, los obreros de las fbricas, los obreros industriales- est en condiciones de dirigir a toda la masa de los trabajadores y los explotados en la lucha por derrocar el yugo del capital, en el proceso mismo de su derrocamiento, en la lucha por mantener y consolidar la victoria, en la creacin de un nuevo orden social socialista, en toda la lucha por la supresin total de las clases (v. t. XXIV, pg. 336). Tal es la teora de la dictadura del proletariado formulada por Lenin. Una de las particularidades de la Revolucin de Octubre consiste en que esta revolucin es una aplicacin clsica de la teora leninista de la dictadura del proletariado. Algunos camaradas opinan que esta teora es puramente rusa, que slo guarda relacin con la realidad rusa. Eso es falso, completamente falso. Cuando habla de las masas laboriosas de las clases no proletarias dirigidas por el proletariado, Lenin no se refiere solamente a los campesinos rusos, sino tambin a los elementos trabajadores de las regiones perifricas de la Unin Sovitica, que hace bien poco an eran colonias de Rusia. Lenin no se cansaba de repetir que, sin una alianza con estas masas de otras nacionalidades, el proletariado de Rusia no podra triunfar. En sus artculos sobre la cuestin nacional y

J. V. Stalin en los discursos pronunciados en los Congresos de la Internacional Comunista, Lenin dijo reiteradas veces que la victoria de la revolucin mundial es imposible sin una alianza revolucionaria, sin un bloque revolucionario del proletariado de los pases avanzados con los pueblos oprimidos de las colonias esclavizadas. Y qu son las colonias sino esas mismas masas laboriosas oprimidas y, ante todo, las masas trabajadoras del campesinado? Quin ignora que el problema de liberar a las colonias es, en el fondo, el problema de liberar del yugo y de la explotacin del capital financiero a las masas trabajadoras de las clases no proletarias? Pues de esto se desprende que la teora leninista de la dictadura del proletariado no es una teora puramente rusa, sino una teora obligatoria para todos los pases. El bolchevismo no es un fenmeno exclusivamente ruso. El bolchevismo -dice Lenines un modelo de tctica para todos (v. t. XXIII, pg. 386). Tales son los rasgos que caracterizan la primera particularidad de la Revolucin de Octubre. Qu se puede decir de la teora de la revolucin permanente de Trotski, desde el punto de vista de esta particularidad de la Revolucin de Octubre? No vamos a extendernos sobre la posicin de Trotski en 1905, cuando se olvid, simplemente, del campesinado como fuerza revolucionaria, lanzando la consigna de sin zar, por un gobierno obrero, es decir, la consigna de una revolucin sin los campesinos. Incluso Rdek, este diplomtico defensor de la revolucin permanente, se ve obligado a reconocer ahora que en 1905 la revolucin permanente significaba un salto en el vaco, fuera de la realidad. Hoy todo el mundo, por lo visto, est conforme en que no merece la pena ocuparse de ese salto en el vaco. Tampoco vamos a extendernos sobre la posicin de Trotski durante la guerra, en 1915, por ejemplo, cuando en su artculo La lucha por el Poder, partiendo de que vivimos en la poca del imperialismo, de que el imperialismo no contrapone la nacin burguesa al viejo rgimen, sino el proletariado a la nacin burguesa, negaba a la conclusin de que el papel revolucionario de los campesinos deba decrecer, de que la consigna de la confiscacin de la tierra no tena ya la importancia de antes. Es sabido que Lenin, analizando este artculo de Trotski, le acusaba entonces de negar el papel del campesinado y deca que Trotski ayuda de hecho a los polticos obreros liberales de Rusia, quienes por negacin- del papel de los campesinos entienden el no querer levantarlos a la revolucin (v. t. XVIII, pg. 318). Pasemos mejor a trabajos posteriores de Trotski acerca de esta cuestin, a las obras escritas en el perodo en que la dictadura del proletariado estaba ya afianzada y cuando Trotski haba podido comprobar

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La revolucin de octubre y la tctica de los comunistas rusos en la prctica su teora de la revolucin permanente y corregir sus errores. Tomemos el Prefacio de Trotski escrito en 1922 para su libro 1905. He aqu lo que Trotski dice en este Prefacio sobre la revolucin permanente: Precisamente en el intervalo entre el 9 de enero y la huelga de octubre de 1905 fue cuando lleg el autor a las concepciones acerca del carcter del desarrollo revolucionario de Rusia que han recibido el nombre de teora de la revolucin permanente. Esta denominacin abstrusa expresaba la idea de que la revolucin rusa, ante la cual se alzan de manera inmediata objetivos burgueses, no podr, sin embargo, detenerse en ellos. La revolucin no podr resolver sus tareas burguesas ms inmediatas sino colocando en el Poder al proletariado. Y este ltimo, al tomar el Poder en sus manos, no podr por menos de rebasar el marco burgus en la revolucin. Al contrario: precisamente para asegurar su victoria, la vanguardia proletaria tendr que hacer, desde los primeros pasos de su dominacin, las ms profundas incursiones no slo, en la propiedad feudal, sino tambin en la propiedad burguesa. Este modo de proceder le llevar a choques hostiles, no slo con todos los grupos burgueses que le apoyaron en los primeros momentos de su lucha revolucionaria, sino tambin con las vastas masas campesinas, con ayuda de las cuales ha llegado al Poder. Las contradicciones en la situacin del gobierno obrero en un pas atrasado, en el que la mayora aplastante de la poblacin est compuesta de campesinos, podrn ser solucionadas slo en el plato internacional, en la palestra de la revolucin mundial del proletariado. As habla Trotski de su revolucin permanente. Basta comparar esta cita con los pasajes de las obras de Lenin acerca de la dictadura del proletariado reproducidos anteriormente, para comprender qu abismo media entre la teora leninista de la dictadura del proletariado y la teora de la revolucin permanente de Trotski. Lenin habla de la alianza entre el proletariado y las capas trabajadoras del campo como de la base de la dictadura del proletariado. En Trotski, por el contrario, nos encontramos con choques hostiles entre la vanguardia proletaria y las vastas masas campesinas. Lenin habla de la direccin, por el proletariado, de las masas trabajadoras y explotadas. En Trotski, por el contrario, nos encontramos con contradicciones en la situacin del gobierno obrero en un pas atrasado, en el que la mayora aplastante de la poblacin est compuesta de campesinos. Segn Lenin, la revolucin saca sus fuerzas, ante todo, de los obreros y los campesinos de Rusia misma. En Trotski, por lo contrario, resulta que las fuerzas indispensables pueden sacarse nicamente de

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la palestra de la revolucin mundial del proletariado. Y qu hacer si la revolucin internacional ha de demorarse? Le queda a nuestra revolucin algn rayo de esperanza? Trotski no nos deja ningn rayo de esperanza, pues las contradicciones en la situacin del gobierno obrero... podrn ser solucionadas slo... en la palestra de la revolucin mundial del proletariado. Con arreglo a este plan, a nuestra revolucin no le queda ms que una perspectiva: vegetar en sus propias contradicciones y pudrirse en vida, esperando la revolucin mundial. Qu es, segn Lenin, la dictadura del proletariado? La dictadura del proletariado es un Poder que descansa en la alianza del proletariado con las masas trabajadoras del campo para el derrocamiento completo del capital, para la instauracin y la consolidacin definitiva del socialismo. Qu es, segn Trotski, la dictadura del proletariado? La dictadura del proletariado es un Poder que llega a choques hostiles con las vastas masas campesinas y que busca la solucin de las contradicciones nicamente en la palestra de la revolucin mundial del proletariado. En qu se diferencia esta teora de la revolucin permanente de la conocida teora del menchevismo que niega la idea de la dictadura del proletariado? En el fondo, no se diferencia en nada. No cabe duda: la revolucin permanente no se limita a menospreciar las posibilidades revolucionarias del movimiento campesino. La revolucin permanente menosprecia el movimiento campesino hasta tal extremo, que es la negacin de la teora leninista de la dictadura del proletariado. La revolucin permanente de Trotski es una variedad del menchevismo. Esto es lo que puede decirse en cuanto a la primera particularidad de la Revolucin de Octubre. Cules son los rasgos caractersticos de la segunda particularidad de la Revolucin de Octubre? Estudiando el imperialismo, sobre todo en el perodo de la guerra, Lenin descubri la ley del desarrollo econmico y poltico desigual y a saltos de los pases capitalistas. Segn esta ley, el desarrollo de las empresas, de los trusts, de las ramas de la industria y de los diversos pases no se produce en forma igual, con arreglo a un orden de sucesin establecido, de modo que un trust, una rama de la industria o un pas marchen constantemente a la cabeza y otros trusts u otros pases vayan a la zaga, sujetndose a ese orden de sucesin, sino que se desarrollan a saltos, con interrupciones en el desarrollo de unos pases y saltos adelante en el desarrollo de otros. Adems, la tendencia, completamente legtima.., de los pases que se quedan atrs a conservar sus antiguas posiciones y la

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110 no menos legtima tendencia de los pases que saltan adelante a apoderarse de nuevas posiciones, hacen que las colisiones blicas entre los pases imperialistas sean una necesidad ineluctable. As ha ocurrido, por ejemplo, con Alemania, que hace medio siglo era, en comparacin con Francia e Inglaterra, un pas atrasado. Lo mismo puede decirse del Japn, en comparacin con Rusia. Sin embargo, es notorio que, ya a principios del siglo XX, Alemania y el Japn haban dado un salto tan grande, que la primera haba sobrepasado a Francia y comenzaba a desplazar a Inglaterra en el mercado mundial y el segundo a Rusia. De estas contradicciones, como es sabido, surgi la reciente guerra imperialista. Esta ley parte de que: 1) El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de sojuzgamiento colonial y de estrangulacin financiera de la inmensa mayora de la poblacin del planeta por un puado de pases adelantados (v. el prlogo a la edicin francesa de El imperialismo, de Lenin, t. XIX, pg. 74). 2) El reparto de este botn se efecta entre dos o tres potencias rapaces, y armadas hasta los dientes, que dominan en el mundo (Estados Unidos, Inglaterra, el Japn) y arrastran a su guerra, por el reparto de su botn, a todo el planeta (v. lugar citado). 3) Al agravarse las contradicciones dentro del sistema mundial de opresin financiera, al hacerse inevitables los conflictos blicos, el frente mundial del imperialismo se hace fcilmente vulnerable para la revolucin, y es factible su ruptura por ciertos pases. 4) Lo ms probable es que esta ruptura se produzca en los lugares y pases donde la cadena del frente imperialista sea ms dbil, es decir, donde el imperialismo est menos fortificado y la revolucin pueda desarrollarse con mayor facilidad. 5) Por ello, la victoria del socialismo en un solo pas -an en el caso de que ese pas est menos desarrollado en el sentido capitalista y el capitalismo subsista en otros pases, aunque estos pases estn ms desarrollados en el sentido capitalista- es perfectamente posible y probable. Tales son, en pocas palabras, los fundamentos de la teora leninista de la revolucin proletaria. En qu consiste la segunda particularidad de la Revolucin de Octubre? La segunda particularidad de la Revolucin de Octubre consiste en que esta revolucin es un modelo de aplicacin prctica de la teora leninista de la revolucin proletaria. Quien no haya comprendido esta particularidad de la Revolucin de Octubre, jams comprender ni el carcter internacional de esta revolucin, ni su formidable potencia internacional, ni su peculiar poltica exterior.

J. V. Stalin La desigualdad del desarrollo econmico y poltico -dice Lenin- es una ley absoluta del capitalismo. De aqu se deduce que es posible que la victoria del socialismo empiece por unos cuantos pases capitalistas, o incluso por un solo pas capitalista. El proletariado triunfante de este pas, despus de expropiar a los capitalistas y de organizar la produccin socialista dentro de sus fronteras, se enfrentara con el resto del mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases: oprimidas de los dems pases, levantando en ellos la insurreccin contra los capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus Estados. Pues la libre unin de las naciones en el socialismo es imposible sin una lucha tenaz, ms o menos prolongada, de las repblicas socialistas contra los Estados atrasados (v. t. XVIII, pgs. 232-233). Los oportunistas de todos los pases afirman que la revolucin proletaria slo puede comenzar -si es que ha de comenzar, en general, en alguna parte, segn su teora- en los pases industrialmente desarrollados; que cuanto ms desarrollados industrialmente estn esos pases, tanto mayores sern las probabilidades de triunfo del socialismo. Ellos descartan, como algo totalmente inverosmil, la posibilidad de la victoria del socialismo en un solo pas, y por aadidura, poco desarrollado en el sentido capitalista. Ya durante la guerra, Lenin, apoyndose en la ley del desarrollo desigual de los Estados imperialistas, opone a los oportunistas su teora de la revolucin proletaria, que afirma la posibilidad de la victoria del socialismo en un solo pas, an cuando este pas est menos desarrollado en el sentido capitalista. Sabido es que la Revolucin de Octubre confirm plenamente la justeza de la teora leninista de la revolucin proletaria. Qu podemos decir de la revolucin permanente de Trotski, desde el punto de vista de la teora leninista sobre la victoria de la revolucin proletaria en un solo pas? Tomemos el folleto de Trotski Nuestra revolucin (1906). Trotski dice: Sin un apoyo estatal directo del proletariado europeo la clase obrera de Rusia no podr mantenerse en el Poder y transformar su dominacin temporal en una dictadura socialista duradera. De ello no cabe dudar ni un instante. Qu dice esta cita? Que la victoria del socialismo en un solo pas, en este caso en Rusia, es imposible sin un apoyo estatal directo del proletariado europeo, es decir, mientras el proletariado europeo

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La revolucin de octubre y la tctica de los comunistas rusos no conquiste el Poder. Qu hay de comn entre esta teora- y la tesis de Lenin sobre la posibilidad de la victoria del socialismo en un solo pas capitalista? Evidentemente, nada. Pero admitamos que este folleto de Trotski, publicado en 1906, cuando era difcil definir el carcter de nuestra revolucin, contiene errores involuntarios y no responde por entero a las concepciones sustentadas por Trotski posteriormente. Examinemos otro folleto de Trotski, El programa de la paz, publicado en Vsperas de la Revolucin de Octubre, en 1917, y reeditado ahora (1924) en el libro 1917. En este folleto, Trotski critica lo que dice la teora leninista de la revolucin proletaria sobre la victoria del socialismo en un solo pas, oponindole la consigna de los Estados Unidos de Europa. Trotski afirma que el socialismo no puede triunfar en un solo pas, que la victoria del socialismo slo es posible a condicin de que triunfe en algunos de los principales pases de Europa (Inglaterra, Rusia, Alemania), agrupados en los Estados Unidos de Europa, siendo en otro caso totalmente imposible. Dice con toda claridad que una revolucin victoriosa en Rusia o en Inglaterra es inconcebible sin la revolucin en Alemania, y viceversa. La nica consideracin histrica ms o menos concreta -dice Trotski- contra la consigna de los Estados Unidos ha sido formulada en el SotsialDemokrat de Suiza (entonces rgano central de los bolcheviques. J. St.), en la siguiente frase: La desigualdad del desarrollo econmico y poltico es una ley absoluta del capitalismo. De aqu deduca Sotsial-Demokrat que la victoria del socialismo en un solo pas es posible y, por tanto, no hay por qu supeditar la dictadura del proletariado en cada pas a la formacin de los Estados Unidos de Europa. Que el desarrollo capitalista de los distintos pases es desigual, es una afirmacin absolutamente indiscutible. Pero esta desigualdad es ella misma sumamente desigual. El nivel capitalista de Inglaterra, de Austria, de Alemania o de Francia no es el mismo. Pero, en comparacin con frica y Asia, todos estos pases representan la Europa capitalista, madura ya para la revolucin social. Que ningn pas debe aguardar a los otros en su lucha, es una idea elemental que es til y necesario repetir, para que la idea de una accin internacional paralela no sea sustituida por la idea de una inactividad internacional expectante. Sin aguardar a los dems, comenzamos y continuamos la lucha en el terreno nacional, con la plena seguridad de que nuestra iniciativa impulsar la lucha en otros pases; y, si esto no sucediese, no hay ningn fundamento para suponer -as lo atestiguan la experiencia histrica y las consideraciones tericas- que la Rusia revolucionaria, por ejemplo, podra sostenerse frente

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a la Europa conservadora o que la Alemania socialista podra subsistir aislada en un mundo capitalista. Como veis, estamos ante la misma teora del triunfo simultneo del socialismo en los principales pases de Europa, que desearla, como regla general, la teora leninista de la revolucin sobre la victoria del socialismo en un solo pas. Cierto es que, para la victoria completa del socialismo, para la garanta completa contra la restauracin del antiguo orden de cosas, son indispensables los esfuerzos conjuntos de los proletarios de unos cuantos pases. Cierto es que, sin el apoyo del proletariado de Europa a nuestra revolucin, el proletariado de Rusia no habra podido resistir la presin general, del mismo modo que el movimiento revolucionario del Occidente, si no lo hubiera apoyado la revolucin de Rusia, no habra podido desarrollarse con el ritmo que adquiri despus de la instauracin de la dictadura proletaria en Rusia. Cierto es que necesitamos apoyo. Pero qu es el apoyo del proletariado de la Europa Occidental a nuestra revolucin? La simpata de los obreros europeos por nuestra revolucin, su disposicin a desbaratar los planes de intervencin de los imperialistas, constituye todo esto un apoyo, una ayuda seria? Indudablemente. Sin ese apoyo, sin esa ayuda, no slo de los obreros europeos, sino tambin de las colonias y de los pases dependientes, la dictadura proletaria de Rusia se vera en un trance muy difcil. Ha bastado hasta ahora con esa simpata y con esa ayuda, unidas al podero de nuestro Ejrcito Rojo y a la disposicin de los obreros y campesinos de Rusia a defender con su pecho la patria socialista? Ha bastado todo eso para repeler los ataques de los imperialistas y conquistar las condiciones necesarias para una seria labor de edificacin? S, ha bastado. Y esa simpata, crece o disminuye? Indudablemente, crece. Tenemos, pues, condiciones favorables, no slo para llevar adelante la organizacin de la economa socialista, sino tambin para prestar, a nuestra vez, apoyo a los obreros de la Europa Occidental y a los pueblos oprimidos del Oriente? S, tenemos esas condiciones. Los siete aos de historia de la dictadura proletaria en Rusia lo atestiguan elocuentemente. Puede, acaso, negarse que en nuestro pas ha comenzado ya un poderoso auge del trabajo? No, no se puede negar. Qu puede significar, despus de todo eso, la declaracin de Trotski de que la Rusia revolucionaria no podra resistir ante una Europa conservadora? No puede significar ms que una cosa: en primer lugar, que Trotski no percibe la potencia interior de nuestra revolucin; en segundo lugar, que Trotski no comprende la importancia inapreciable del apoyo moral que los obreros del Occidente y los campesinos del Oriente prestan a nuestra revolucin;

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112 en tercer lugar, que Trotski no percibe el mal interior que corroe actualmente al imperialismo. Llevado por el apasionamiento en su crtica de la teora leninista de la revolucin proletaria, Trotski, sin darse cuenta, se ha derrotado a s mismo en su folleto El programa de la paz, publicado en 1917 y reeditado en 1924. Pero quizs este folleto de Trotski haya tambin envejecido y no corresponda por una u otra razn a sus puntos de vista actuales? Tomemos trabajos ms recientes de Trotski, escritos despus del triunfo de la revolucin proletaria en un solo pas, en Rusia. Tomemos, por ejemplo, el Eplogo que escribi en 1922 para la nueva edicin de su folleto El programa de la paz. He aqu lo que dice en ese Eplogo: La afirmacin, varias veces repetida en El programa de la paz, de que la revolucin proletaria no puede terminar victoriosamente dentro de un marco nacional, parecer quiz a algunos lectores desmentida por la experiencia de casi cinco aos de vida de nuestra Repblica Sovitica. Pero semejante conclusin sera infundada. El hecho de que el Estado obrero haya resistido contra el mundo entero en un solo pas, y adems en un pas atrasado, atestigua la potencia colosal del proletariado, que en otros pases ms adelantados y ms civilizados ser capaz de hacer verdaderos milagros. Pero, habiendo logrado mantenemos como Estado en el sentido poltico y militar, no hemos llegado todava, ni siquiera nos hemos acercado a la creacin de la sociedad socialista... Mientras en los dems Estados europeos se mantenga en el Poder la burguesa, nos veremos obligados, en la lucha contra el aislamiento econmico, a buscar acuerdos con el mundo capitalista; al mismo tiempo, puede afirmarse con toda certidumbre que estos acuerdos pueden, en el mejor de los casos, ayudarnos a cicatrizar una u otra herida econmica, a dar uno u otro paso adelante, pero el verdadero auge de la economa socialista en Rusia no ser posible ms que despus de la victoria172 del proletariado en los pases ms importantes de Europa. Esto es lo que dice Trotski, pecando manifiestamente contra la realidad y esforzndose a toda costa por salvar del naufragio definitivo la revolucin permanente. Resulta que, por ms vueltas que se le d, no slo no hemos llegado, sino que ni siquiera nos hemos acercado a la creacin de la sociedad socialista. Resulta que alguien abrigaba la esperanza de llegar a acuerdos con el mundo capitalista, pero resulta tambin que de estos acuerdos tampoco sale nada, pues, por ms vueltas que se le d, el verdadero auge de la economa socialista no se alcanzar
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J. V. Stalin mientras el proletariado no haya vencido en los pases ms importantes de Europa. Y como an no se ha obtenido la victoria en el Occidente, a la revolucin de Rusia no le queda ms que un dilema: o pudrirse en vida o degenerar en un Estado burgus. Por algo hace ya dos aos que Trotski viene hablando de la degeneracin de nuestro Partido. Por algo Trotski profetizaba el ao pasado el hundimiento de nuestro pas. Cmo se puede conciliar esta extraa teora con la teora de Lenin sobre la victoria del socialismo en un solo pas? Cmo se puede conciliar esta extraa perspectiva con la perspectiva de Lenin, segn la cual la nueva poltica econmica nos permitir echar los cimientos de la economa socialista? Cmo se puede conciliar esta desesperanza permanente con las siguientes palabras de Lenin, por ejemplo? Hoy, el socialismo no es ya un problema de un futuro remoto, ni una visin abstracta o un icono. De los iconos seguimos teniendo la opinin de antes, una opinin muy mala. Hemos hecho penetrar el socialismo en la vida diaria, y de eso es de lo que debemos ocuparnos. Esa es la tarea de nuestros das, sa es la tarea de nuestra poca. Permitidme que termine expresando la seguridad de que, por ms difcil que sea esa tarea, por ms nueva que sea, en comparacin con nuestra tarea anterior y por ms dificultades que nos origine, todos nosotros, juntos, y no maana, sino en el transcurso de unos cuantos aos, todos nosotros, juntos, la resolveremos a toda costa, de modo que de la Rusia de la Nep salga la Rusia socialista (v. t. XXVII, pg. 366). Cmo se puede conciliar la falta permanente de perspectivas de Trotski con las siguientes palabras de Lenin, por ejemplo? En efecto, todos los grandes medios de produccin en poder del Estado y el Poder del Estado en manos del proletariado; la alianza de este proletariado con millones y millones de pequeos y muy pequeos campesinos; asegurar la direccin de los campesinos por el proletariado, etc., acaso no es esto todo lo que se necesita para edificar la sociedad socialista completa partiendo de la cooperacin, y nada ms que de la cooperacin a la que antes tratbamos de mercantilista y que ahora, bajo la Nep, merece tambin, en cierto modo, el mismo trato; acaso no es esto todo lo imprescindible para edificar la sociedad socialista completa? Eso no es todava la edificacin de la sociedad socialista, pero s todo lo imprescindible y lo suficiente para esta edificacin (v. t. XXVII, pg. 392).

Subrayado por m. J. St.


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La revolucin de octubre y la tctica de los comunistas rusos Es evidente que todo eso no se concilia ni puede conciliarse. La revolucin permanente de Trotski es la negacin de la teora leninista de la revolucin proletaria, y viceversa: la teora leninista de la revolucin proletaria es la negacin de la teora de la revolucin permanente. La falta de fe en la fuerza y en la capacidad de nuestra revolucin, la falta de fe en las fuerzas y en la capacidad del proletariado de Rusia: tal es el fondo de la teora de la revolucin permanente. Hasta ahora sola sealarse un solo lado de la teora de la revolucin permanente: la falta de fe en las posibilidades revolucionarias del movimiento campesino. Ahora, para ser justos, hay que completar ese lado con otro: la falta de fe en las fuerzas y en la capacidad del proletariado de Rusia. En qu se diferencia la teora de Trotski de la teora corriente del menchevismo, segn la cual la victoria del socialismo en un solo pas, por aadidura atrasado, es imposible sin la victoria previa de la revolucin proletaria en los principales pases de la Europa Occidental? En el fondo, no se diferencia en nada. No cabe duda: la teora de la revolucin permanente de Trotski es una variedad del menchevismo. ltimamente han aparecido en nuestra prensa diplomticos podridos, que se esfuerzan por hacer pasar la teora de la revolucin permanente como algo compatible con el leninismo. Naturalmente dicen-, esta teora result inservible en 1905. Pero el error de Trotski consiste en haberse adelantado entonces, intentando aplicar a la situacin de 1905 lo que en aquel tiempo no se poda aplicar. Pero ms tarde -dicen-, por ejemplo, en octubre de 1917, cuando la revolucin haba alcanzado plena madurez, la teora de Trotski estaba completamente en su lugar. No cuesta trabajo adivinar que el principal de estos diplomticos es Rdek. Escuchad lo que dice: La guerra ha abierto un abismo entre los campesinos, que aspiran a conquistar la tierra y la paz, y los partidos pequeoburgueses; la guerra ha puesto a los campesinos bajo la direccin de la clase obrera y de su vanguardia, el Partido Bolchevique. Lo que se ha hecho posible no es la dictadura de la clase obrera y de los campesinos, sino la dictadura de la clase obrera, apoyada en los campesinos. Lo que Rosa Luxemburgo y Trotski propugnaban en 1905 contra Lenin (es decir, la revolucin permanente. J. St.) ha resultado ser, de hecho, la segunda etapa del desarrollo histrico. Cada una de estas palabras es una falsedad. Es falso que durante la guerra lo que se ha hecho posible no es la dictadura de la clase obrera y de los campesinos, sino la dictadura de la clase obrera, apoyada en los campesinos. En realidad, la

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revolucin de febrero de 1917 fue la realizacin de la dictadura del proletariado y de los campesinos, entrelazada de modo peculiar con la dictadura de la burguesa. Es falso que la teora de la revolucin permanente, que Rdek silencia pdicamente, fuese formulada en 1905 por Rosa Luxemburgo y Trotski. En realidad, esa teora la expusieron Parvus y Trotski. Ahora, a los diez meses, Rdek se rectifica y estima necesario reprochar a Parvus la revolucin permanente. Pero la justicia exige de Rdek que los reproches alcancen tambin a Trotski, el socio de Parvus. No es cierto que la revolucin permanente, refutada por la revolucin de 1905, haya resultado acertada en la segunda etapa del desarrollo histrico, es decir, durante la Revolucin de Octubre. Todo el curso de la Revolucin de Octubre, todo su desarrollo han revelado y demostrado la inconsistencia absoluta de la teora de la revolucin permanente, su absoluta incompatibilidad con los fundamentos del leninismo. Con discursos melifluos y diplomacia podrida no se puede cubrir la profunda sima que separa la teora de la revolucin permanente y el leninismo. III. Algunas particularidades de la tctica de los bolcheviques en el perodo de la preparacin de Octubre Para comprender la tctica de los bolcheviques en el perodo de la preparacin de Octubre, hay que conocer, por lo menos, algunas particularidades sumamente importantes de esta tctica. Ello es tanto ms necesario, por cuanto en los numerosos folletos acerca de la tctica de los bolcheviques se pasa por alto precisamente esas particularidades. Qu particularidades son sas? Primera particularidad. Oyendo a Trotski, podra creerse que en la historia de la preparacin de Octubre existen tan slo dos perodos: el perodo de reconocimiento y el perodo de la insurreccin, y que lo que es ms de esto, de mal procede. Qu fue la manifestacin de abril de 1917? La manifestacin de abril, que tom ms a la izquierda de lo necesario, fue una operacin de reconocimiento para pulsar el estado de nimo de las masas y sus relaciones con la mayora de los Soviets. Y qu fue la manifestacin de julio de 1917? Segn Trotski, tambin esta vez la cosa se redujo, en el fondo, a un nuevo reconocimiento, ms profundo, en una etapa nueva y ms elevada del movimiento. Ni que decir tiene que la manifestacin de junio de 1917, organizada a instancias de nuestro Partido, con mayor razn debe ser calificada, segn Trotski, de reconocimiento. Resulta pues que en marzo de 1917 los bolcheviques tenan ya preparado un ejrcito poltico de obreros y campesinos y que, si no lo emplearon

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114 para la insurreccin ni en abril, ni en junio, ni en julio y slo se dedicaron a hacer reconocimientos, ello fue, nica y exclusivamente, porque los datos de los reconocimientos no proporcionaban entonces indicios favorables. Ni que decir tiene que esta concepcin simplista de la tctica poltica de nuestro Partido no es sino una confusin de la tctica militar corriente con la tctica revolucionaria de los bolcheviques. En realidad, todas aquellas manifestaciones fueron, ante todo, resultado de la acometividad espontnea de las masas, resultado de su indignacin contra la guerra, indignacin que pugnaba por manifestarse en la calle. En realidad, el papel del Partido consista entonces en dar a las acciones espontneas de las masas una forma y una direccin que respondiesen a las consignas revolucionarias de los bolcheviques. En realidad, los bolcheviques no tenan ni podan tener en marzo de 1917 un ejrcito poltico preparado. Lo fueron formando (y lo formaron, por fin, hacia octubre de 1917) slo en el transcurso de la lucha y de los choques de clases de abril a octubre de 1917; lo formaron pasando por la manifestacin de abril, y por las manifestaciones de junio y julio, y por las elecciones a las Dumas de distrito y urbanas, y por la lucha contra la korniloviada, y por la conquista de los Soviets. Un ejrcito poltico no es lo mismo que un ejrcito militar. Mientras que el mando militar comienza la guerra disponiendo ya de un ejrcito formado, el Partido debe crear su ejrcito en el curso de la lucha misma, en el curso de los choques entre las clases, a medida que las masas mismas se van convenciendo, por propia experiencia, de que las consignas del Partido son acertadas, de que su poltica es justa. Naturalmente, cada una de esas manifestaciones arrojaba, al mismo tiempo, cierta luz sobre correlaciones de fuerzas imperceptibles a simple vista; constitua, en cierto modo, un reconocimiento, pero ste no era el motivo de la manifestacin, sino un resultado natural de ella. Analizando los acontecimientos de vsperas de la insurreccin de octubre y comparndolos con los acontecimientos de abril-julio, Lenin dice: La situacin se presenta, precisamente, de modo distinto a como se presentaba en vsperas del 20 y el 21 de abril, del 9 de junio y del 3 de julio, pues entonces nos hallbamos ante una efervescencia espontnea, que nosotros, como partido, no percibamos (20 de abril), o contenamos, dndole la forma de una manifestacin pacfica (9 de junio y 3 de julio). Porque entonces sabamos bien que los Soviets no eran todava nuestros, que los campesinos crean todava en el camino liberdansta-chernovsta, y no en el camino bolchevique (el de la insurreccin); que, por consiguiente, no podamos

J. V. Stalin contar con la mayora del pueblo y, por ello, la insurreccin sera prematura (v. t. XXI, pg. 345). Es evidente que slo con reconocimientos no se puede ir muy lejos. Por lo visto, no se trata de reconocimientos sino de que: 1) durante todo el perodo de la preparacin de Octubre, el Partido no dej un momento de apoyarse, para su lucha, en el auge espontneo del movimiento revolucionario de las masas; 2) al apoyarse en este auge espontneo, el Partido conservaba en sus manos la direccin indivisa del movimiento; 3) tal direccin del movimiento le facilitaba la formacin del ejrcito poltico de masas para la insurreccin de Octubre; 4) tal poltica deba necesariamente llevar a que toda la preparacin de Octubre se hiciese bajo la direccin de un solo partido, el Partido Bolchevique; 5) tal preparacin de Octubre llev a su vez, a que, como resultado de la insurreccin de Octubre, el Poder quedase en manos de un solo partido, el Partido Bolchevique. Por tanto, la direccin indivisa de un solo partido, del Partido Comunista, como factor esencial de la preparacin de Octubre: tal es el rasgo caracterstico de la Revolucin de Octubre, tal es la primera particularidad de la tctica de los bolcheviques en el perodo de la preparacin de Octubre. No creo que sea necesario demostrar que, sin esta particularidad de la tctica de los bolcheviques, la victoria de la dictadura del proletariado, bajo el imperialismo, hubiera sido imposible. Por esto, la Revolucin de Octubre se distingue ventajosamente de la revolucin de 1871 en Francia, donde compartan la direccin de la revolucin dos partidos, de los cuales ninguno puede ser calificado de partido comunista. Segunda particularidad. La preparacin de Octubre se llev a cabo, pues, bajo la direccin de un solo partido, del Partido Bolchevique. Pero cmo ejerca el Partido esa direccin, hacia dnde la orientaba? Esa direccin se orientaba al aislamiento de los partidos conciliadores, por ser los grupos ms peligrosos en el perodo de desencadenamiento de la revolucin, al aislamiento de los eseristas y los mencheviques. En qu consiste la regla estratgica fundamental del leninismo? Consiste en reconocer que: 1) el ms peligroso apoyo social de los enemigos de la revolucin, en el perodo en que se avecina un desenlace revolucionario, lo constituyen los partidos conciliadores; 2) es imposible derrocar al enemigo (al zarismo o a la burguesa) sin haber aislado a estos partidos; 3) en el perodo preparatorio de la revolucin, los

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La revolucin de octubre y la tctica de los comunistas rusos principales tiros deben, por ello, dirigirse a aislar a estos partidos, a desgajar de ellos a las amplias masas trabajadoras. En el perodo de la lucha contra el zarismo, en el perodo preparatorio de la revolucin democrticoburguesa (1905-1916), el apoyo social ms peligroso del zarismo era el partido liberal-monrquico, el partido de los demcratas constitucionalistas, Por qu? Por ser un partido conciliador, el partido de la conciliacin entre el zarismo y la mayora del pueblo, es decir, el campesinado en su conjunto. Es natural que el Partido dirigiese entonces sus principales golpes contra los demcratas constitucionalistas, pues sin aislarlos no poda contarse con la ruptura de los campesinos con el zarismo, y sin asegurar esta ruptura no poda contarse con la victoria de la revolucin. Muchos no comprendan entonces esta particularidad de la estrategia bolchevique y acusaban a los bolcheviques de inquina excesiva a los demcratas constitucionalistas, afirmando que la lucha contra los demcratas constitucionalistas haca que los bolcheviques perdieran de vista la lucha contra el enemigo principal: el zarismo. Pero estas acusaciones, infundadas, revelaban una incomprensin evidente de la estrategia bolchevique, que exiga el aislamiento del partido conciliador para facilitar y acercar la victoria sobre el enemigo principal. No creo que sea necesario demostrar que, sin esta estrategia, la hegemona del proletariado en la revolucin democrtico-burguesa hubiera sido imposible. En el perodo de la preparacin de Octubre, el centro de gravedad de las fuerzas en lucha se desplaz a un nuevo plano. Ya no haba zar. El partido demcrata constitucionalista se haba transformado; de fuerza conciliadora, en fuerza gobernante, en la fuerza dominante del imperialismo. La lucha ya no se libraba entre el zarismo y el pueblo, sino entre la burguesa y el proletariado. En este perodo, el apoyo social ms peligroso del imperialismo lo constituan los partidos democrticos pequeoburgueses, los partidos eserista y menchevique. Por qu? Porque estos partidos eran entonces partidos conciliadores, partidos de la conciliacin entre el imperialismo y las masas trabajadoras. Es natural que los principales golpes de los bolcheviques fueran dirigidos entonces contra estos partidos, pues sin el aislamiento de estos partidos no se poda contar con la ruptura de las masas trabajadoras y el imperialismo, sin conseguir esta ruptura no se poda contar con la victoria de la revolucin sovitica. Muchos no comprendan entonces esta particularidad de la tctica bolchevique, acusando a los bolcheviques de excesivo odio a los eseristas y a los mencheviques y de olvido del objetivo fundamental. Pero todo el

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perodo de la preparacin de Octubre evidencia elocuentemente que slo gracias a esta tctica pudieron los bolcheviques asegurar la victoria de la Revolucin de Octubre. El rasgo caracterstico de este perodo consiste en una revolucionarizacin ms profunda de las masas trabajadoras del campo, en su decepcin respecto a los eseristas y los mencheviques, en su alejamiento de estos partidos, en su viraje para agruparse directamente en tomo al proletariado, nica fuerza consecuentemente revolucionaria, capaz de llevar el pas a la paz. La historia de este perodo es la historia de la lucha entre los eseristas y los mencheviques, de una parte, y los bolcheviques, de otra, por atraerse a las masas trabajadoras del campo, por conquistar a estas masas. Decidieron la suerte de esta lucha el perodo de la coalicin, el perodo de la kerenskiada, la negativa de los eseristas y los mencheviques a confiscar las tierras de los terratenientes, la lucha de los eseristas y los mencheviques por la continuacin de la guerra, la ofensiva de junio en el frente, la pena de muerte para los soldados y la sublevacin de Kornlov. Y estos factores decidieron la suerte de esa lucha exclusivamente en favor de la estrategia bolchevique. Pues, sin aislar a los eseristas y a los mencheviques era imposible derrocar al gobierno de los imperialistas, y sin derrocar a este gobierno era imposible salir de la guerra. La poltica de aislamiento de los eseristas y los mencheviques result ser la nica poltica acertada: As, pues, aislamiento de los partidos menchevique y eserista, como lnea principal de la direccin de la preparacin de Octubre: tal es la segunda particularidad de la tctica de los bolcheviques. No creo que sea necesario demostrar que, sin esta particularidad de la tctica de los bolcheviques, la alianza entre la clase obrera y las masas trabajadoras del campo hubiera quedado suspendida en el vaco. Es significativo que, en sus Enseanzas de Octubre, Trotski no diga nada, o casi nada, de esta particularidad de la tctica bolchevique. Tercera particularidad. La direccin del Partido en la preparacin de Octubre se orientaba, pues, a aislar a los partidos eserista y menchevique, a desgajar de estos partidos a las amplias masas obreras y campesinas. Pero cmo consegua, concretamente, el Partido llevar a cabo este aislamiento?, en qu forma y bajo qu consigna? Lo llevaba a cabo en la forma de un movimiento revolucionario de las masas por el Poder de los Soviets, bajo la consigna de Todo el Poder a los Soviets!, luchando por transformar a los Soviets, de organismos de movilizacin de las masas, en organismos de la insurreccin, en organismos de Poder, en el aparato de un nuevo Estado, del Estado proletario. Por qu se aferraron los bolcheviques

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116 precisamente a los Soviets como a la palanca fundamental de organizacin, que poda contribuir al aislamiento de los mencheviques y de los eseristas, que poda impulsar la revolucin proletaria y estaba llamada a llevar a las masas de millones y millones de trabajadores a la victoria de la dictadura del proletariado? Qu son los Soviets? Los Soviets -deca Lenin ya en septiembre de 1917- son un nuevo aparato de Estado que, en primer lugar, proporciona la fuerza armada de los obreros y de los campesinos, fuerza que no est, como lo estaba la del viejo ejrcito permanente, apartada del pueblo, sino ligada a l del modo ms estrecho; en el sentido militar, esta fuerza es incomparablemente ms poderosa que las anteriores; en el sentido revolucionario, no puede ser reemplazada por ninguna otra. En segundo lugar, este aparato proporciona una ligazn tan estrecha e indisoluble con las masas, con la mayora del pueblo, una ligazn tan fcil de controlar y renovar, que en vano buscaremos nada anlogo en el viejo aparato de Estado. En tercer lugar, este aparato, por ser elegibles y revocables a voluntad del pueblo, sin formalidades burocrticas, los hombres que lo integran, es mucho ms democrtico que los aparatos anteriores. En cuarto lugar, este aparato proporciona una slida ligazn con las profesiones ms diversas, facilitando de este modo, sin burocracia, las ms distintas y ms profundas reformas. En quinto lugar, proporciona una forma de organizacin de la vanguardia, es decir, de la parte ms consciente, ms enrgica y ms avanzada de las clases oprimidas, de los obreros y de los campesinos, constituyendo, de este modo, un aparato por medio del cual la vanguardia de las clases oprimidas puede elevar, educar, instruir y guiar a toda la gigantesca masa de estas clases, que hasta hoy permaneca completamente al margen de la vida poltica, al margen de la historia. En sexto lugar, proporciona la posibilidad de conjugar las ventajas del parlamentarismo con las ventajas de la democracia inmediata y directa, es decir, rene en la persona de los representantes elegidos por el pueblo la funcin legislativa y la ejecucin de las leyes. Comparado con el parlamentarismo burgus, es un avance de trascendencia histrica mundial en el desarrollo de la democracia... Si la iniciativa creadora popular de las clases revolucionarias no hubiera organizado los Soviets, la revolucin proletaria en Rusia se vera condenada al fracaso, pues, con el viejo aparato, el proletariado no habra podido, indudablemente, mantenerse en el Poder. En cuanto al nuevo aparato, es imposible crearlo de golpe (v. t. XXI, pgs. 258-259): Por eso, los bolcheviques se aferraron a los Soviets como al eslabn fundamental, que poda

J. V. Stalin facilitar la organizacin de la Revolucin de Octubre y la creacin del nuevo y poderoso aparato del Estado proletario. Desde el punto de vista de su desarrollo interno, la consigna de Todo el Poder a los Soviets! pas por dos etapas: la primera, hasta la derrota de los bolcheviques en julio, durante la dualidad de poderes, y la segunda, despus de la derrota de la sublevacin de Kornlov. En la primera etapa, esta consigna significaba la ruptura del bloque de los mencheviques y los eseristas con los demcratas constitucionalistas, la formacin de un gobierno sovitico, integrado por mencheviques y eseristas (pues los Soviets estaban entonces en sus manos), la libertad de agitacin para la oposicin (es decir, para los bolcheviques) y libertad de lucha entre los partidos en el seno de los Soviets, con la esperanza de que esta lucha permitira a los bolcheviques conquistar los Soviets y modificar la composicin del gobierno sovitico mediante un desarrollo pacfico de la revolucin. Este plan no era, naturalmente, la dictadura del proletariado. Pero, sin duda alguna, facilitaba la preparacin de las condiciones necesarias para asegurar la dictadura, pues al colocar en el Poder a los mencheviques y los eseristas y al obligarles a poner en prctica su plataforma antirrevolucionaria, aceleraba el desenmascaramiento de la verdadera naturaleza de esos partidos, aceleraba su aislamiento, su separacin de las masas. Sin embargo, la derrota de los bolcheviques en el mes de julio interrumpi este proceso, dando ventaja a la contrarrevolucin de los generales y los demcratas-constitucionalistas y arrojando a los eseristas ya los mencheviques en sus brazos. Esta circunstancia oblig al Partido a retirar por el momento la consigna de Todo el Poder a los Soviets!, para volver a lanzarla cuando se produjera un nuevo auge de la revolucin. La derrota de la sublevacin de Kornlov inaugur la segunda etapa. La consigna de Todo el Poder a los Soviets! se puso de nuevo a la orden del da. Pero ahora esta consigna no significaba ya lo mismo que en la primera etapa. Su contenido haba cambiado radicalmente. Ahora, esta consigna significaba la ruptura completa con el imperialismo y el paso del Poder a los bolcheviques, pues los Soviets eran ya, en su mayora, bolcheviques. Ahora, esta consigna significaba que la revolucin abordaba el establecimiento de la dictadura del proletariado mediante la insurreccin. Es ms: esta consigna significada ahora la organizacin de la dictadura del proletariado y su constitucin en Estado. La tctica de transformacin de los Soviets en organismos de Poder del Estado tena una importancia inapreciable, porque apartaba del imperialismo a las masas de millones y millones de trabajadores, desenmascaraba a los partidos menchevique y eserista como instrumentos del

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La revolucin de octubre y la tctica de los comunistas rusos imperialismo y nevaba a las masas por va directa, digmoslo as, a la dictadura del proletariado. Por tanto, la poltica de transformacin de los Soviets en organismos de Poder del Estado, como la condicin primordial para el aislamiento de los partidos conciliadores y para la victoria de la dictadura del proletariado: tal es la tercera particularidad de la tctica de los bolcheviques en el perodo de la preparacin de Octubre. Cuarta particularidad. El cuadro quedara incompleto si no examinramos cmo y por qu consiguieron los bolcheviques transformar las consignas de su Partido en consignas para las masas de millones y millones de trabajadores, en consignas que impulsaban la revolucin; cmo y por qu lograron convencer de que su poltica era acertada, no slo a la vanguardia y no slo a la mayora de la clase obrera, sino tambin a la mayora del pueblo. La realidad es que, para el triunfo de una revolucin, si esta revolucin es autnticamente popular y engloba a millones de hombres, no basta que las consignas del Partido sean acertadas. Para que la revolucin triunfe, es necesario, adems, otra condicin indispensable, a saber: que las masas se convenzan ellas mismas, por propia experiencia, de que esas consignas son acertadas. Slo en tal caso las consignas del Partido se convierten en consignas de las masas mismas. Slo en tal caso la revolucin se convierte en una autntica revolucin popular. Una de las particularidades de la tctica de los bolcheviques durante el perodo de la preparacin de Octubre es que supo trazar certeramente las rutas y los virajes que llevan de un modo natural a las masas a identificarse con las consignas del Partido, al umbral mismo, por decirlo as, de la revolucin, y de este modo hacen ms fcil para ellas el percibir, comprobar y reconocer, por propia experiencia, que esas consignas son acertadas. En otros trminos: una de las particularidades de la tctica de los bolcheviques es que no confunde la direccin del Partido con la direccin de las masas; que ve claramente la diferencia entre esa primera direccin y la segunda; que no slo es, por tanto, la ciencia de dirigir al Partido, sino tambin la de dirigir a las masas de millones y millones de trabajadores. La experiencia de la convocatoria y disolucin de la Asamblea Constituyente es una manifestacin patente de esa particularidad de la tctica bolchevique. Sabido es que los bolcheviques haban lanzado la consigna de Repblica de los Soviets ya en abril de 1917. Sabido es que la Asamblea Constituyente era un parlamento burgus, en contradiccin flagrante con los principios de la Repblica de los Soviets. Cmo pudo ocurrir que los bolcheviques, marchando hacia la Repblica de los Soviets, exigieran al mismo tiempo del Gobierno Provisional la convocatoria inmediata de la Asamblea

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Constituyente? Cmo pudo ocurrir que los bolcheviques, no slo participaran en las elecciones, sino que convocaran ellos mismos la Asamblea Constituyente? Cmo pudo ocurrir que un mes antes de la insurreccin, cuando se estaba pasando de lo viejo a lo nuevo, los bolcheviques admitieran la posibilidad de una combinacin temporal de la Repblica de los Soviets y de la Asamblea Constituyente? Ocurri esto porque: 1) la idea de la Asamblea Constituyente era una de las ideas ms extendidas entre las amplias masas de la poblacin; 2) la consigna de convocatoria inmediata de la Asamblea Constituyente permita desenmascarar con ms facilidad la naturaleza contrarrevolucionaria del Gobierno Provisional; 3) para desprestigiar ante las masas populares la idea de la Asamblea Constituyente, era indispensable llevar a estas masas, con sus reivindicaciones sobre la tierra, la paz y el Poder de los Soviets, hasta los muros de la Asamblea Constituyente, hacindolas chocar, de esta manera, con la Asamblea Constituyente real y viva; 4) sta era la nica forma de hacer que las masas se convencieran fcilmente, por experiencia propia, del carcter contrarrevolucionario de la Asamblea Constituyente y de la necesidad de su disolucin; 5) todo esto implicaba, naturalmente, la posibilidad de una combinacin temporal de la Repblica de los Soviets y de la Asamblea Constituyente, como uno de los medios de eliminar a esta ltima; 6) semejante combinacin, llevada a cabo siempre y cuando que todo el Poder pasase a los Soviets, slo poda significar la supeditacin de la Asamblea Constituyente a los Soviets, su transformacin en un apndice de los Soviets, su extincin sin dolor. No creo que sea necesario demostrar que, sin semejante poltica de los bolcheviques, la disolucin de la Asamblea Constituyente no habra sido tan fcil, y que las acciones posteriores de los eseristas y los mencheviques bajo la consigna de Todo el Poder a la Asamblea Constituyente! no habran fracasado con tal estrpito. Participamos -dice Lenin- en las elecciones al parlamento burgus de Rusia, a la Asamblea Constituyente, en septiembre-noviembre de 1917. Era acertada nuestra tctica o no?... Acaso nosotros, los bolcheviques rusos, no tenamos en septiembre-noviembre de 1917 ms derecho que todos los comunistas del Occidente a considerar que el parlamentarismo haba sido superado polticamente en Rusia? Lo tenamos, naturalmente, pues la cuestin no estriba en si los parlamentos burgueses existen desde hace mucho o poco tiempo, sino en si las granees masas trabajadoras estn

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118 preparadas (ideolgica, poltica y prcticamente) para adoptar el rgimen sovitico y disolver (o permitir la disolucin) del parlamento democrtico burgus. Que la clase obrera de las ciudades, los soldados y los campesinos de Rusia estaban, en septiembre-noviembre de 1917, en virtud de una serie de condiciones particulares, excepcionalmente preparados para adoptar el rgimen sovitico y disolver el parlamento burgus ms democrtico, es un hecho histrico absolutamente indiscutible y plenamente establecido. Y, no obstante, los bolcheviques no boicotearon la Asamblea Constituyente, sino que participaron en las elecciones, tanto antes como despus de la conquista del poder poltico por el proletariado (v. t. XXV, pgs. 201-202). Y por qu no boicotearon 100 bolcheviques la Asamblea Constituyente? Porque, dice Lenin: Incluso unas semanas antes de la victoria de la Repblica Sovitica, incluso despus de esta victoria, la participacin en un parlamento democrticoburgus, lejos de perjudicar al proletariado revolucionario, le permite demostrar ms fcilmente a las masas atrasadas por qu semejantes parlamentos merecen ser disueltos, facilita el xito de su disolucin, facilita la superacin poltica del parlamentarismo burgus (v. lugar citado). Es significativo que Trotski no comprenda esta particularidad de la tctica de los bolcheviques y grua contra la teora de la combinacin de la Asamblea Constituyente y de los Soviets, tildndola de hilferdingada. No comprende que, una vez lanzada la consigna de insurreccin y cuando el triunfo de los Soviets es probable, admitir esa combinacin, admitir la convocatoria de la Asamblea Constituyente constituye la nica tctica revolucionaria, que no tiene nada de comn con la tctica a lo Hilferding de transformar los Soviets en un apndice de la Asamblea Constituyente; no comprende que el error de algunos camaradas en este problema no le autoriza a vituperar la posicin absolutamente acertada de Lenin y del Partido en cuanto a la posibilidad de un Poder estatal combinado, en ciertas condiciones (cfr. t. XXI, pg. 338). No comprende que, sin su poltica peculiar en relacin con la Asamblea Constituyente, los bolcheviques no habran logrado ganarse a millones y millones de hombres del pueblo y que, sin ganarse a estas masas, no habran podido transformar la insurreccin de Octubre en una profunda revolucin popular. Es interesante ver cmo Trotski grue hasta contra las palabras pueblo, democracia revolucionaria, etc., etc., que suelen encontrarse en

J. V. Stalin los artculos de los bolcheviques y que l considera indecorosas para un marxista. Por lo visto, Trotski olvida que incluso en septiembre de 1917, un mes antes de la victoria de la dictadura del proletariado, Lenin, marxista indudable, escriba sobre la necesidad del paso inmediato de todo el Poder la manos de la democracia revolucionaria, con el proletariado revolucionario a la cabeza (v, t. XXI, pg. 198). Por lo visto, Trotski olvida que Lenin, marxista indudable, citando la conocida carta de Marx a Kugelmann173 (abril de 1871) donde se dice que la demolicin del aparato burocrtico-militar del Estado es condicin previa de toda verdadera revolucin popular en el continente, escribe, con claridad meridiana, las siguientes lneas: Merece especial atencin la observacin extraordinariamente profunda de Marx de que la demolicin de la mquina burocrtico-militar del Estado es condicin previa de toda verdadera revolucin popular. Este concepto de revolucin popular parece extrao en boca de Marx, y los adeptos de Plejnov y los mencheviques rusos, esos discpulos de Struve que quieren hacerse pasar por marxistas, podran tal vez calificar de lapsus esta expresin de Marx. Esa gente ha hecho, una tergiversacin tan liberal e indigente del marxismo, que para ellos no existe nada sino la anttesis entre revolucin burguesa y revolucin proletaria, y hasta esta anttesis la conciben de un modo a ms no poder escolstico... En la Europa de 1871, el proletariado no formaba en ningn pas del continente la mayora del pueblo. La revolucin no poda ser popular ni arrastrar verdaderamente a la mayora al movimiento, si no englobaba tanto al proletariado como a los campesinos. Ambas clases formaban entonces el pueblo. Une a estas clases el hecho de que la mquina burocrtico-militar del Estado las oprime, las esclaviza, las explota. Destruir, demoler esta mquina, eso es lo que aconsejan los verdaderos intereses del pueblo, de su mayora, de los obreros y de la mayora de los campesinos, y tal es la condicin previa para una alianza libre de los campesinos pobres con los proletarios; y sin esa alianza, la democracia es precaria y la transformacin socialista imposible (v. t. XXI, pgs. 395-396). Estas palabras de Lenin no deben olvidarse. As, pues, lograr que las masas se convenzan por experiencia propia de que las consignas del Partido son acertadas, llevando a estas masas a posiciones revolucionarias, como la condicin primordial para la conquista de millones de trabajadores en favor del Partido: tal es la cuarta particularidad de la tctica de
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Vase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. II, pgs. 434-435, ed. en espaol, Mosc 1952.

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La revolucin de octubre y la tctica de los comunistas rusos los bolcheviques durante el perodo de la preparacin de Octubre. Creo que lo dicho es suficiente para comprender bien los rasgos caractersticos de esta tctica. IV. La revolucin de Octubre, comienzo y premisa de la revolucin mundial Es indudable que la teora universal del triunfo simultneo de la revolucin en los principales pases de Europa, la teora de la imposibilidad de la victoria del socialismo en un solo pas, ha resultado ser una teora artificial, una teora no viable. La historia de siete aos de revolucin proletaria en Rusia no habla en favor, sino en contra de esa teora. Esa teora no slo es inaceptable como esquema del desarrollo de la revolucin mundial, ya que est en contradiccin con hechos evidentes. Es todava ms inaceptable como consigna, porque no libera, sino que encadena la iniciativa de los distintos pases que, en virtud de ciertas condiciones histricas, adquieren la posibilidad de romper ellos solos el frente del capital; porque no estimula a los distintos pases a emprender una arremetida enrgica contra el capital, sino a mantenerse pasivamente a la expectativa, en espera del desenlace general; porque no fomenta en los proletarios de los distintos pases la decisin revolucionara, sino las dudas a lo Hamlet: y si los dems no nos apoyan?. Lenin tiene completa razn al decir que la victoria del proletariado en un solo pas es un caso tpico, que la revolucin simultnea en varios pases slo puede darse como una excepcin rara. (v. t. XXIII, pg. 354). Pero la teora leninista de la revolucin no se circunscribe, como es sabido, a este solo aspecto del problema. Es, al mismo tiempo, la teora del desarrollo de la revolucin mundial174. La victoria del socialismo en un solo pas no constituye un fin en s. La revolucin del pas victorioso no debe considerarse como una magnitud autnoma, sino como un apoyo, como un medio para acelerar el triunfo del proletariado en todos los pases. Porque la victoria de la revolucin en un solo pas, en este caso en Rusia, no es solamente un producto del desarrollo desigual y de la disgregacin progresiva del imperialismo. Es, al mismo tiempo, el comienzo y la premisa de la revolucin mundial. Es indudable que las vas del desarrollo de la revolucin mundial no son tan sencillas como podan parecer antes de la victoria de la revolucin en un solo pas, antes de la aparicin del imperialismo desarrollado, antesala de la revolucin socialista. Porque ha surgido un factor nuevo tan importante como la ley del desarrollo desigual de los pases capitalistas, que rige bajo las condiciones del imperialismo desarrollado y evidencia la inevitabilidad de los conflictos armados, el
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debilitamiento general del frente mundial del capital y la posibilidad de la victoria del socialismo en algunos pases por separado. Porque ha surgido un factor nuevo tan importante como el inmenso Pas Sovitico, situado entre el Occidente y el Oriente, entre el centro do la explotacin financiera del mundo y el teatro de la opresin colonial, un pas cuya sola existencia, revoluciona el mundo entero. Todos estos factores (por no citar otros de menor importancia) no pueden ser pasados por alto al estudiar las vas de la revolucin mundial. Antes sola suponerse que la revolucin ira desarrollndose por maduracin gradual de los elementos de socialismo, ante todo en los pases ms desarrollados, en los pases adelantados. Ahora, esta idea debe ser modificada de modo substancial. El sistema de las relaciones internacionales -dice Lenin- es actualmente tal, que uno de los Estados de Europa, Alemania, se ve avasallado por los Estados vencedores. Por otra parte, diversos Estados, por cierto los ms antiguos del Occidente, se hallan, gracias a la victoria, en condiciones de poder aprovechar esa misma victoria para hacer a sus clases oprimidas una serie de concesiones, que, si bien son insignificantes, retardan el movimiento revolucionario en estos pases, creando una apariencia de paz social. Al mismo tiempo, otros muchos pases -el Oriente, la India, China, etc.- se han visto definitivamente sacados de su carril, precisamente por causa de la ltima guerra imperialista. Su desarrollo se ha orientado definitivamente por la va general del capitalismo europeo. En esos pases ha comenzado la misma efervescencia que se observa en toda Europa. Y para todo el mundo es ahora claro que ellos han entrado en un proceso de desarrollo que no puede por menos de conducir a la crisis de todo el capitalismo mundial. En vista de esto y en relacin con ello, los pases capitalistas de la Europa Occidental llevarn a trmino su desarrollo hacia el socialismo... de un modo distinto a como esperbamos anteriormente. No lo llevan a trmino por un proceso gradual de maduracin del socialismo en ellos, sino mediante la explotacin de unos Estados por otros, mediante la explotacin del primer Estado entre los vencidos en la guerra imperialista, unida a la explotacin de todo el Oriente. Por otra parte, el Oriente se ha incorporado de manera definitiva al movimiento revolucionario, gracias precisamente a esta primera guerra imperialista, vindose arrastrado definitivamente a la rbita general del movimiento revolucionario mundial (v, t. XXVII, pgs. 415416). Si a esto se aade que no slo los pases vencidos y las colonias son explotados por los pases

Vase antes: Los fundamentos del leninismo. J. St.


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120 vencedores, sino que, adems, una parte de los pases vencedores cae en la rbita de la explotacin financiera de los pases vencedores ms poderosos, de los Estados Unidos e Inglaterra; que las contradicciones entre todos estos pases constituyen el factor ms importante de la disgregacin del imperialismo mundial; que, adems de estas contradicciones, existen y se estn desarrollando otras contradicciones, profundsimas, dentro de cada uno de estos pases; que todas estas contradicciones se ahondan y se agudizan por el hecho de existir al lado de esos pases la gran Repblica de los Soviets; si tomamos todo eso en consideracin, tendremos una idea, ms o menos completa, de la peculiaridad de la presente situacin internacional. Lo ms probable es que la revolucin mundial se desarrolle del siguiente modo: nuevos pases se desgajarn del sistema de los pases imperialistas por va revolucionaria, siendo apoyados sus proletarios por los proletarios de los pases imperialistas. Vemos que el primer pas que se ha desgajado, el primer pas que ha vencido, es apoyado ya por los obreros y las masas trabajadoras de los otros pases. Sin este apoyo no podra mantenerse. Es indudable que este apoyo ir cobrando mayor intensidad y fuerza. Pero tambin es indudable que el mismo desarrollo de la revolucin mundial, el mismo proceso por el que se desgajen del imperialismo nuevos pases se operar con tanta mayor rapidez y profundidad cuanto ms firmemente se vaya consolidando el socialismo en el primer pas victorioso, cuanto ms rpidamente se transforme este pas en una base para el desarrollo sucesivo de la revolucin mundial, en una palanca de la disgregacin sucesiva del imperialismo. Si es cierta la tesis de que el triunfo definitivo del socialismo en el primer pas liberado no es posible sin los esfuerzos comunes de los proletarios de varios pases, no menos lo es que la revolucin mundial se desarrollar con tanta mayor rapidez y profundidad, cuanto ms eficaz sea la ayuda prestada por el primer pas socialista a los obreros y a las masas trabajadoras de todos los otros pases. En qu debe consistir esta ayuda? En primer lugar, en que el pas que ha triunfado lleve a cabo el mximo de lo realizable en un solo pas para desarrollar, apoyar y despertar la revolucin en todos los pases (v. Lenin, t. XXIII, pg. 385). En segundo lugar, en que el proletariado triunfante de un pas, despus de expropiar a los capitalistas y de organizar la produccin socialista dentro de sus fronteras, se enfrente con el resto del mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las Clases oprimidas de los dems pases, levantando en ellos la insurreccin contra los capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus Estados (v, Lenin, t. XVIII, pgs. 232-233).

J. V. Stalin La particularidad caracterstica de esta ayuda del pas victorioso no slo consiste en que acelera la victoria del proletariado de los otros pases, sino tambin en que, al facilitar esta victoria, asegura el triunfo definitivo del socialismo en el primer pas victorioso. Lo ms probable es que, en el curso del desarrollo de la revolucin mundial, se formen, al lado de los focos de imperialismo en distintos pases capitalistas y al lado del sistema de estos pases en todo el mundo, focos de socialismo en distintos pases soviticos y un sistema de estos focos en el mundo entero, y que la lucha entre estos dos sistemas llene la historia del desarrollo de la revolucin mundial. Pues, la libre unin de las naciones en el socialismo -dice Lenin- es imposible sin una lucha tenaz, ms o menos prolongada, de las repblicas socialistas contra los Estados atrasados (v. lugar citado). La importancia mundial de la Revolucin de Octubre no slo reside en que es la gran iniciativa de un pas que ha abierto una brecha en el sistema del imperialismo y constituye el primer foco de socialismo en medio del ocano de los pases imperialistas, sino tambin en que es la primera etapa de la revolucin mundial y una base potente para su desenvolvimiento sucesivo. Por eso no slo yerran quienes, olvidando el carcter internacional de la Revolucin de Octubre, afirman que la victoria de la revolucin en un solo pas es un fenmeno pura y exclusivamente nacional; yerran tambin quienes, sin olvidar el carcter internacional de la Revolucin de Octubre, propenden a considerarla como algo pasivo, sujeto nicamente al apoyo que pueda recibir del exterior. La realidad es que no slo la Revolucin de Octubre necesita del apoyo de la revolucin de los otros pases, sino que tambin la revolucin de estos pases necesita del apoyo de la Revolucin de Octubre para acelerar e impulsar el derrocamiento del imperialismo mundial. 17 de diciembre de 1924.

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CUESTIONES DEL LENINISMO A la organizacin de Leningrado del PC(b) de la URSS. J. Stalin I. Definicin del Leninismo En el folleto Los fundamentos del leninismo se da la conocida definicin del leninismo, que ha obtenido ya, por lo visto, carta de ciudadana. Dice as: El leninismo es el marxismo de la poca del imperialismo y de la revolucin proletaria. O ms exactamente: el leninismo es la teora y la tctica de la revolucin proletaria en general, la teora y la tctica de la dictadura del proletariado en particular. Es exacta esta definicin? Yo entiendo que s lo es. Es exacta, en primer lugar, porque indica acertadamente las races histricas del leninismo, conceptundolo como el marxismo de la poca del imperialismo, por oposicin a algunos crticos de Lenin, que entienden equivocadamente que el leninismo surgi despus de la guerra imperialista. Es exacta, en segundo lugar, porque seala acertadamente el carcter internacional del leninismo, por oposicin a la socialdemocracia, que entiende que el leninismo slo es aplicable a las condiciones nacionales rusas. Es exacta, en tercer lugar, porque seala acertadamente la ligazn orgnica que existe entre el leninismo y la doctrina de Marx, conceptundolo como el marxismo de la poca del imperialismo, por oposicin a algunos crticos del leninismo, que no ven en ste un nuevo desarrollo del marxismo sino simplemente la restauracin del marxismo y su aplicacin a la realidad rusa. No creemos que sea necesario detenerse a comentar esto. Sin embargo, en nuestro Partido hay, por lo visto, quienes consideran necesario definir el leninismo de un modo algo diferente. As, por ejemplo, Zinviev cree que: El leninismo es el marxismo de la poca de las guerras imperialistas y de la revolucin mundial, revolucin que se ha iniciado directamente en un pas que predomina el campesinado.

Qu pueden significar las palabras subrayadas por Zinviev? Qu significa introducir en la definicin del leninismo el atraso de Rusia, su carcter campesino? Significa convertir el leninismo, doctrina proletaria internacional, en un producto de las condiciones especficas rusas. Significa hacer el juego a Bauer y Kautsky, que niegan la posibilidad de aplicar el leninismo a otros pases ms desarrollados en el sentido capitalista. Es indudable que la cuestin campesina tiene para Rusia una importancia enorme, que nuestro pas es un pas campesino. Pero qu importancia puede encerrar este hecho, a la hora de definir los fundamentos del leninismo? Acaso el leninismo se form, exclusivamente en las condiciones de Rusia y para Rusia, y no en las condiciones del imperialismo y para los pases imperialistas en general? Acaso obras de Lenin como El imperialismo, fase superior del capitalismo, El Estado y la revolucin, La revolucin proletaria y el renegado Kautsky, La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, etc., slo tienen importancia para Rusia y no para los pases imperialistas en general? Acaso el leninismo no es la sntesis de la experiencia del movimiento revolucionario de todos los pases? Acaso los fundamentos de la teora y de la tctica del leninismo no son vlidos y obligatorios para los partidos proletarios de todos los pases? Acaso Lenin no tena razn cuando deca que el bolchevismo puede servir de modelo de tctica para todos? (v, t. XXIII, pg. 386)175. Acaso Lenin no tena razn cuando hablaba de la significacin internacional del Poder Sovitico y de los fundamentos de la teora y de la tctica bolcheviques? (v. t. XXV, pgs. 171-172). Acaso no son exactas, por ejemplo, las siguientes palabras de Lenin? En Rusia, la dictadura del proletariado tiene que distinguirse inevitablemente por ciertas particularidades en comparacin con los pases avanzados como consecuencia del inmenso atraso y
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Aqu y en las siguientes referencias a los trabajos de V. I. Lenin, los nmeros romanos corresponden a los tomos de la 3 edicin en ruso de las Obras de V. I. Lenin.

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122 del carcter pequeoburgs de nuestro pas. Pero las fuerzas fundamentales -y las formas fundamentales de la economa social- son, en Rusia, las mismas que en cualquier pas capitalista, por lo que estas particularidades pueden referirse tan slo a lo que no es esencial* (v. t. XXIV, pg. 508). Y si todo eso es cierto, no se desprende, acaso, de ello que la definicin del leninismo que da Zinviev no puede considerarse exacta? Cmo se puede compaginar esta definicin del leninismo, que lo limita a un marco nacional, con el internacionalismo? II. Lo fundamental en el Leninismo En el folleto Los fundamentos del leninismo se dice: Algunos piensan que lo fundamental en el leninismo es la cuestin campesina, qua el punto de partida del leninismo es la cuestin del campesinado, de su papel, de su peso especfico. Esto es completamente falso. La cuestin fundamental del leninismo, su punto de partida, no es la cuestin campesina, sino la cuestin de la dictadura del proletariado, de las condiciones en que sta se conquista y de las condiciones en que se consolida. La cuestin campesina, como cuestin del aliado del proletariado en su lucha por el Poder, es una cuestin derivada176. Es exacto este planteamiento? Yo entiendo que s lo es. Este planteamiento se desprende ntegramente de la definicin del leninismo. En efecto, si el leninismo es la teora y la tctica de la revolucin proletaria, y si lo que constituye el contenido fundamental de la revolucin proletaria es la dictadura del proletariado, resulta evidente que lo principal en el leninismo es la cuestin de la dictadura del proletariado, es el estudio de esta cuestin, es su fundamentacin y concrecin. Sin embargo, Zinviev no est, por lo visto, de acuerdo con este planteamiento. En su artculo En memoria de Lenin, dice: La cuestin del papel del campesinado es, como ya he dicho, la cuestin fundamental177del bolchevismo, del leninismo. Como veis, este planteamiento de Zinviev se desprende ntegramente de su falsa definicin del leninismo. Por eso, es tan falso como su definicin del leninismo. Es exacta la tesis de Lenin de que la dictadura del proletariado forma el contenido esencial de la revolucin proletaria? (v. t. XXIII, pg. 337).
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J. V. Stalin Indiscutiblemente, es exacta. Es exacta la tesis de que el leninismo es la teora y la tctica de la revolucin proletaria? Entiendo que es exacta. Qu se deduce entonces de esto? De esto se deduce que la cuestin fundamental del leninismo, su punto de partida, su base, es la cuestin de la dictadura del proletariado. Acaso no es cierto que la cuestin del imperialismo, la cuestin del desarrollo a saltos del imperialismo, la cuestin del triunfo del socialismo en un solo pas, la cuestin del Estado del proletariado, la cuestin de la forma sovitica de este Estado, la cuestin del papel del Partido dentro del sistema de la dictadura del proletariado, la cuestin de los caminos de la edificacin del socialismo; acaso no es cierto que todas estas cuestiones fueron esclarecidas precisamente por Lenin? Acaso no es cierto que son precisamente estas cuestiones las que forman la base, el fundamento de la idea de la dictadura del proletariado? Acaso no es cierto que sin esclarecer estas cuestiones fundamentales seria inconcebible el esclarecimiento de la cuestin campesina desde el punto de vista de la dictadura del proletariado? Es indudable que Lenin era un profundo conocedor de la cuestin campesina. Es indudable que la cuestin campesina, como la cuestin del aliado del proletariado, tiene enorme importancia para el proletariado y es parte integrante de la cuestin fundamental, la cuestin de la dictadura del proletariado. Pero acaso no es evidente que si ante el leninismo no se hubiera planteado la Cuestin fundamental, la de la dictadura del proletariado, no habra existido tampoco la cuestin derivada de sta, la cuestin del aliado del proletariado, la cuestin de los campesinos? Acaso no es evidente que si ante el leninismo no se hubiera planteado la cuestin prctica de la conquista del Poder por el proletariado, no habra existido tampoco la cuestin de la alianza con el campesinado? Lenin no sera el idelogo ms grande del proletariado, como indiscutiblemente lo es, sino que sera un simple filsofo campesino, como con frecuencia lo pintan los filisteos literarios del extranjero, si en vez de esclarecer la cuestin campesina sobre la base de la teora y la tctica de la dictadura del proletariado, lo hubiese hecho independientemente y al margen de esta base. Una de dos: o bien la cuestin campesina es lo fundamental en el leninismo, y entonces el leninismo no es vlido ni obligatorio para los pases desarrollados en el sentido capitalista, para los pases que no son campesinos; o bien lo fundamental en el leninismo es la dictadura del proletariado; y entonces el leninismo es la teora internacional de los proletarios de todos los pases, vlida y obligatoria para todos los pases, sin excepcin, incluyendo los pases desarrollados en el

Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pgs. 126-127, ed. en espaol. Subrayado por m. J. St.

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Cuestiones del leninismo sentido capitalista. Hay que optar por una de las dos cosas. III. La cuestin de la revolucin permanente En el folleto Los fundamentos del leninismo, a la teora de la revolucin Permanente se la juzga como una teora que menosprecia el papel del campesinado. All se dice lo siguiente: As, pues, Lenin no combata a los partidarios de la revolucin permanente por la cuestin de la continuidad, pues el propio Lenin sostena el punto de vista de la revolucin ininterrumpida, sino porque menospreciaban el papel de los campesinos, que son la reserva ms importante del proletariado.178 Hasta estos ltimos tiempos, esta manera de conceptuar a los permanentistas rusos gozaba del asentimiento general. Sin embargo, an siendo en general acertada, no puede considerarse todava como completa. La discusin de 1924, de una parte, y, de otra, el estudio minucioso de las obras de Lenin han demostrado que el error de los permanentistas rusos no consista solamente en menospreciar el papel del campesinado, sino tambin en menospreciar la fuerza y la capacidad del proletariado para conducir a los campesinos tras de s, en la falta de fe en la idea de la hegemona del proletariado. Por eso, en mi folleto La Revolucin de Octubre y la tctica de los comunistas rusos (diciembre de 1924) ampli esta caracterizacin y la sustitu por otra ms completa. He aqu lo que se dice en el citado folleto: Hasta ahora sola sealarse un solo lado de la teora de la revolucin permanente: la falta de fe en las posibilidades revolucionarias del movimiento campesino. Ahora, para ser justos, hay que completar ese lado con otro: la falta de fe en las fuerzas y en la capacidad del proletariado de Rusia179. Esto no significa, naturalmente, que el leninismo haya estado o est en contra de la idea de la revolucin permanente, sin comillas, proclamada por Marx en la dcada del 40 del siglo pasado180. Al contrario, Lenin fue el nico marxista que supo comprender y desarrollar de un modo acertado la idea de la revolucin permanente. La diferencia entre Lenin y los permanentistas, en esta cuestin, consiste en que los permanentistas tergiversaban la idea de la revolucin permanente de Marx, convirtindola en sapiencia inerte y libresca,
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123 mientras que Lenin la tom en su forma pura e hizo de ella uno de los fundamentos de su teora de la revolucin. Conviene recordar que la idea de la transformacin de la revolucin democrticoburguesa en revolucin socialista, expresada por Lenin ya en 1905, es una de las formas en que encarna la teora de la revolucin permanente de Marx. He aqu lo que Lenin escriba a este respecto ya en 1905: De la revolucin democrtica comenzaremos a pasar en seguida, y precisamente en la medida de nuestras fuerzas, de las fuerzas del proletariado consciente y organizado, a la revolucin socialista. Nosotros somos partidarios de la revolucin ininterrumpida.181 No nos quedaremos a mitad de camino... Sin caer en el aventurerismo, sin traicionar nuestra conciencia cientfica, sin buscar popularidad barata, podemos decir y decimos solamente una cosa: ayudaremos con todas nuestras fuerzas a todo el campesinado a hacer la revolucin democrtica para que a nosotros, al Partido del proletariado, nos sea ms fcil pasar lo antes posible a una tarea nueva y superior: a la revolucin socialista (v. t. VIII, pgs. 186-187). Y he aqu lo que dice Lenin a este propsito diecisis aos ms tarde, despus de la conquista del Poder por el proletariado: Los Kautsky, los Hilferding, los Mrtov, los Chernov , los Hillquit , los Longuet, los MacDonald, los Turati y otros hroes del marxismo segundo y medio no han sabido comprender... la correlacin entre la revolucin democrtico-burguesa y la revolucin proletaria socialista. La primera se transforma en la segunda.182 La segunda resuelve de paso los problemas de la primera. La segunda consolida la obra de la primera. La lucha, y solamente la lucha, determina hasta qu punto la segunda logra rebasar a la primera (v. t. XXVII, pg. 26). Llamo especialmente la atencin acerca de la primera cita, tomada del artculo de Lenin La actitud de la socialdemocracia ante el movimiento campesino, publicado el 1 de septiembre de 1905. Subrayo esto para conocimiento de aquellos que an siguen afirmando que Lenin no lleg a la idea de la transformacin de la revolucin democrticoburguesa en revolucin socialista, es decir, a la idea de la revolucin permanente, hasta despus de empezada la guerra imperialista. Esta cita no deja lugar a dudas de que esa gente se equivoca de medio a medio.
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Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pg. 107, ed. en espaol. Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pg. 397, ed. en espaol. 180 Vase: C. Marx y F. Engels, Mensaje del Comit Central a la Liga de los Comunistas (Obras escogidas en dos tomos, t. I, pgs. 92102, ed. en espaol, 1951).

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124 IV. La revolucin proletaria y la dictadura del proletariado Cules son los rasgos caractersticos de la revolucin proletaria, que la distinguen de la revolucin burguesa? La diferencia entre la revolucin proletaria y la revolucin burguesa podra resumirse en cinco puntos fundamentales: 1) La revolucin burguesa comienza, generalmente, ante la presencia de formas ms o menos plasmadas de economa capitalista, formas que han surgido y madurado en el seno de la sociedad feudal ya antes de la revolucin manifiesta; mientras que la revolucin proletaria comienza con la ausencia total o casi total deformas plasmadas de economa socialista. 2) La tarea fundamental de la revolucin burguesa se reduce a conquistar el Poder y ponerlo en consonancia con la economa burguesa existente; mientras que la tarea fundamental de la revolucin proletaria consiste en construir, una vez conquistado el Poder, una economa nueva, la economa socialista. 3) La revolucin burguesa termina, generalmente, con la conquista del Poder; mientras que para la revolucin proletaria la conquista del Poder no es ms que el comienzo, con la particularidad de que en este caso el Poder se utiliza como palanca para transformar la vieja economa y organizar la nueva. 4) La revolucin burguesa se limita a sustituir en el Poder a un grupo de explotadores por otro grupo de explotadores, razn por la cual no necesita destruir la vieja mquina del Estado; mientras que la revolucin proletaria arroja del Poder a todos los grupos explotadores, sin excepcin, y coloca en l al jefe de todos los trabajadores y explotados, a la clase de los proletarios, razn por la cual no puede dejar de destruir la vieja mquina del Estado y sustituirla por otra nueva. 5) La revolucin burguesa no puede agrupar en torno a la burguesa, por un perodo ms o menos largo, a los millones de hombres de las masas trabajadoras y explotadas, precisamente porque se trata de trabajadores y explotados; mientras que la revolucin proletaria puede y debe unirlos al proletariado en una alianza duradera, precisamente por tratarse de trabajadores y explotados, si es que quiere cumplir su tarea fundamental de consolidar el Poder del proletariado y construir una nueva economa, la economa socialista. He aqu algunas tesis fundamentales de Lenin a este respecto: Una de las diferencias fundamentales -dice Lenin- entre la revolucin burguesa y la revolucin socialista consiste en que para la revolucin burguesa, que brota del feudalismo, se van creando

J. V. Stalin gradualmente, en el seno del viejo rgimen, nuevas organizaciones econmicas, que modifican poco a poco todos los aspectos de la sociedad feudal. La revolucin burguesa tena una sola tarea: barrer, arrojar, romper todas las ataduras de la sociedad anterior. Al cumplir esta tarea, toda revolucin burguesa cumple con todo lo que de ella se exige: intensifica el desarrollo del capitalismo. Muy distinta es la situacin en que se halla la revolucin socialista. Cuanto ms atrasado es el pas que, en virtud de los zigzags de la historia, ha tenido que comenzar la revolucin socialista, ms difcil le resulta pasar de las viejas relaciones capitalistas a las relaciones socialistas. Aqu, a las tareas destructivas se aaden otras nuevas, de inaudita dificultad: las tareas de organizacin (v. t. XXII, pg. 315). Si la obra creadora popular de la revolucin rusa -prosigue Lenin-, que pas por la gran experiencia de 1905, no hubiera creado los Soviets va en febrero de 1917, stos no habran podido, en modo alguno, tomar el Poder en octubre, pues el xito slo dependa de que el movimiento, que embarcaba a millones de hombres, contase con formas de organizacin ya plasmadas. Estas formas ya plasmadas fueron los Soviets, y por eso en el terreno poltico nos esperaban tan brillantes xitos y una marcha triunfal ininterrumpida como la que hemos realizado, pues la nueva forma del Poder poltico estaba ya dispuesta y slo nos restaba transformar mediante algunos decretos aquel Poder de los Soviets que en los primeros meses de la revolucin se hallaba en estado embrionario, en la forma legalmente reconocida y afianzada en el Estado ruso: en la Repblica Sovitica de Rusia (v, t. XXII, pg. 315). Quedaban todava -dice Lenin- dos problemas de una dificultad inmensa, cuya solucin no poda ser de ningn modo aquel camino triunfal por el que avanz en los primeros meses nuestra revolucin (v, lugar citado, pg. 315). En primer lugar, las tareas de organizacin interna, que se le plantean a toda revolucin socialista. La diferencia entre la revolucin socialista y la revolucin burguesa est precisamente en que en el segundo caso existen formas plasmadas de relaciones capitalistas, mientras que el Poder Sovitico, Poder proletario, no se encuentra con relaciones plasmadas, si se prescinde de las formas ms desarrolladas del capitalismo, que en el fondo slo abarcan a unas pocas posiciones elevadas de la industria y an muy escasamente a la agricultura. La organizacin de la contabilidad, el control sobre las empresas ms fuertes, la transformacin de todo el mecanismo econmico del Estado en una sola gran mquina, en un organismo econmico que funcione de modo que centenares de millones de personas se rijan por un solo plan: he ah la formidable tarea de organizacin que cay sobre nuestros hombros. Dadas las condiciones actuales del trabajo, este

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Cuestiones del leninismo problema no admita en absoluto una solucin audaz, como las que solamos dar a los problemas de la guerra civil". (v. lugar citado, pg. 316). La segunda dificultad inmensa... era la cuestin internacional. Si hemos podido acabar tan fcilmente con las bandas de Kerenski, si hemos instaurado con tanta facilidad nuestro Poder, si hemos conseguido sin la menor dificultad los decretos de socializacin de la tierra y del control obrero; si hemos logrado tan fcilmente todo esto, se debe exclusivamente a que las condiciones favorables creadas durante breve tiempo nos protegieron contra el imperialismo internacional. El imperialismo internacional, con todo el podero de su capital, con su mquina blica altamente organizada, que constituye la verdadera fuerza, la verdadera fortaleza del capital internacional, no poda, en modo alguno ni bajo ninguna condicin, acostumbrarse a vivir al lado de la Repblica Sovitica, tanto por su situacin objetiva como por los intereses econmicos de la clase capitalista que en l encarna; no poda, en virtud de los vnculos comerciales, de las relaciones financieras internacionales. Aqu el conflicto es inevitable. En ello reside la ms grande dificultad de la revolucin rusa, su problema histrico ms grande: la necesidad de resolver los problemas internacionales, la necesidad de provocar la revolucin internacional (v. t. XXII, pg. 317). Tal es el carcter intrnseco y el sentido fundamental de la revolucin proletaria. Se puede llevar a cabo una reconstruccin tan radical del viejo rgimen, del rgimen burgus, sin una revolucin violenta, sin la dictadura del proletariado? Evidentemente que no. Quien crea que semejante revolucin puede llevarse a cabo pacficamente, sin salirse del marco de la democracia burguesa, adaptada a la dominacin de la burguesa, ha perdido la cabeza y toda nocin del sentido comn, o reniega cnica y abiertamente de la revolucin proletaria. Hay que subrayar este planteamiento con tanta mayor fuerza y tanto ms categricamente, por cuanto se trata de una revolucin proletaria que hasta ahora slo ha triunfado en un pas, cercado por pases capitalistas hostiles y cuya burguesa no puede por menos de ser apoyada por el capital internacional. Por eso dice Lenin que: La liberacin de la clase oprimida no slo es imposible sin una revolucin violenta, sino tambin sin la destruccin del aparato del Poder estatal, creado por la clase dominante (v. t. XXI, pg. 373). Que antes -mantenindose en pie la propiedad privada, es decir, el Poder y el yugo del capital- la mayora de la poblacin se pronuncie a favor del partido del proletariado ; slo entonces podr y deber ste tomar el Poder, dicen los demcratas

125 pequeoburgueses, de hecho criados de la burguesa, que se llaman socialistas. (v. t. XXIV, pg. 647). Que antes el proletariado revolucionario derribe a la burguesa, acabe con la opresin del capital, destruya el aparato del Estado burgus; entonces podr el proletariado victorioso ganarse rpidamente las simpatas y el apoyo de la mayora de las masas trabajadoras no proletarias, satisfaciendo las necesidades de estas masas a expensas de los explotadores, decimos nosotros (v. lugar citado). Para atraer a su lado a la mayora de la poblacin, el proletariado -prosigue Lenin- tiene, en primer lugar, que derribar a la burguesa y aduearse del Poder del Estado; tiene, en segundo lugar, que implantar el Poder Sovitico, haciendo aicos el viejo aparato estatal, con lo cual quebranta inmediatamente la dominacin, el prestigio y la influencia de la burguesa y de los conciliadores pequeoburgueses entre las masas trabajadoras no proletarias. Tiene, en tercer lugar, que acabar con la influencia de la burguesa y de los conciliadores pequeoburgueses entre la mayora de las masas trabajadoras no proletarias, dando satisfaccin revolucionara a las necesidades econmicas de estas masas a expensas de los explotadores (v, lugar citado pg. 641). Tales son los signos caractersticos de la revolucin proletaria. Cules son, en relacin con esto, los rasgos fundamentales de la dictadura del proletariado, si se reconoce que la dictadura del proletariado forma el contenido fundamental de la revolucin proletaria? He aqu la definicin ms general de la dictadura del proletariado que da Lenin: La dictadura del proletariado no es la terminacin de la lucha de clases, sino su continuacin bajo nuevas formas. La dictadura del proletariado es la lucha de clase del proletariado que ha triunfado y ha tomado en sus manos el Poder poltico contra la burguesa que ha sido vencida, pero que no ha sido aniquilada, que no ha desaparecido, que no ha dejado de oponer resistencia; contra la burguesa cuya resistencia se ha intensificado(v. t. XXIV, pg. 311). Al oponerse a que se confunda la dictadura del proletariado con un Poder de todo el pueblo, elegido por todos, con un Poder que no es de clase, Lenin dice: La clase que ha tomado en sus manos el Poder poltico, lo ha tomado consciente de que es ella sola183 la que se hace cargo de l. Esto entra en el concepto de dictadura del proletariado. Y este
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126 concepto slo tiene sentido cuando una clase sabe que es ella sola la que toma en sus manos el Poder Poltico y no se engaa a s misma ni engaa a los dems hablando de un Poder de todo el pueblo, elegido por todos y refrendado por todo el pueblo (v. t. XXVI, pg. 286). Sin embargo, esto no significa que el Poder de una sola clase, la clase de los proletarios, Poder que sta no comparte ni puede compartir con otras clases, no necesita, para alcanzar sus objetivos, la ayuda de las masas trabajadoras y explotadas de otras clases, la alianza con esas masas. Al contrario, este Poder, el Poder de una sola clase, slo se puede afianzar y ejercer totalmente mediante una forma especial de alianza de la clase de los proletarios con las masas trabajadoras de las clases pequeoburguesas, y ante todo, con las masas trabajadoras del campesinado. Cul es esta forma especial de alianza y en qu consiste? No se encuentra esta alianza con las masas trabajadoras de otras clases no proletarias en contradiccin con la idea de la dictadura de una sola clase? Lo que distingue a esta forma especial de alianza es que el proletariado constituye en ella la fuerza dirigente. Lo que distingue a esta forma especial de alianza es que el dirigente del Estado, el dirigente en el sistema de la dictadura del proletariado, es un solo partido, el Partido del proletariado, el Partido Comunista, que no comparte ni puede compartir la direccin con otros partidos. Como veis, no se trata ms que de una contradiccin aparente. La dictadura del proletariado -dice Lenin- es una forma especial de alianza de clase184 entre el proletariado, vanguardia de los trabajadores, y las numerosas capas trabajadoras no proletarias (pequea burguesa, pequeos patronos, campesinos, intelectuales, etc.) o la mayora de ellas, alianza dirigida contra el capital, alianza cuyo objetivo es el derrocamiento completo del capital, el aplastamiento completo de la resistencia de la burguesa y de sus tentativas de restauracin, alianza cuyo objetivo es la instauracin y la consolidacin definitiva del socialismo. Es una alianza de tipo especial, que se forma en condiciones especiales, precisamente en las condiciones de una furiosa guerra civil; es una alianza de los partidarios resueltos del socialismo con sus aliados vacilantes, y a veces con los neutrales (en cuyo caso, de pacto de lucha, la alianza se convierte en pacto de neutralidad); es una alianza entre clases diferentes desde el punto de vista econmico, poltico, social y espiritual (v. t. XXIV, pg. 311). Tratando de rebatir esta interpretacin de la
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J. V. Stalin dictadura del proletariado, Kmenev dice en uno de sus informes de orientacin: La dictadura no es185 la alianza de una clase con otra. Creo que Kmenev se refiere aqu, ante todo, a un pasaje de mi folleto La Revolucin de Octubre y la tctica de los comunistas rusos, donde se dice: La dictadura del proletariado no es una simple lite gubernamental, inteligentemente seleccionada por la mano solcita de un estratega experimentado y que se apoya sabiamente en tales o cuales capas de la poblacin. La dictadura del proletariado es la alianza de clase del proletariado y de las masas trabajadoras del campo para derribar el capital, para el triunfo definitivo del socialismo, a condicin de que la fuerza dirigente de esa alianza sea el proletariado186. Sostengo enteramente esta definicin de la dictadura del proletariado, pues entiendo que coincide ntegra y plenamente con la definicin de Lenin que acabo de citar. Afirmo que la declaracin de Kmenev de que la dictadura no es la alianza de una clase con otra, hecha de una forma tan categrica, no tiene nada que ver con la teora leninista de la dictadura del proletariado. Afirmo que de este modo slo pueden hablar quienes no hayan comprendido el sentido que encierra la idea de la ligazn, de la alianza entre el proletariado y el campesinado, la idea de la hegemona del proletariado dentro de esta alianza. nicamente puede hablar as quienes no hayan comprendido la tesis leninista de que: Slo el acuerdo con el campesinado187 puede salvar a la revolucin socialista en Rusia, en tanto que no estalle la revolucin en otros pases (v. t. XXVI, pg. 238) nicamente puede hablar as quienes no hayan comprendido la tesis de Lenin de que: El principio supremo de la dictadura188 es mantener la alianza entre el proletariado y el campesinado, para que el proletariado pueda conservar el papel dirigente y el Poder estatal (v. lugar citado, pg. 460). Sealando uno de los objetivos ms importantes de la dictadura, el de aplastar a los explotadores,
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Subrayado por m. J. St. Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pg. 381, ed. en espaol. 187 Subrayado por m. J. St. 188 Subrayado por m. J. St.

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Cuestiones del leninismo Lenin dice: Cientficamente, dictadura no significa ms que un Poder no limitado por nada, no restringido por ninguna ley, absolutamente por ninguna regla, un Poder que se apoya directamente en la violencia (v. t. XXV, pg. 441). Dictadura significa -tenedlo en cuenta de una vez para siempre, seores demcratas constitucionalistas!- un Poder ilimitado que se apoya en la fuerza, y no en la ley. Durante la guerra civil, el Poder victorioso, sea el que fuere, slo puede ser una dictadura (v. t. XXV, pg. 436). Pero, naturalmente, la dictadura del proletariado no se reduce solamente a la violencia, aunque sin violencia no puede haber dictadura. Dictadura -dice Lenin- no significa solamente violencia, aunque aqulla no es posible sin la violencia; significa tambin una organizacin del trabajo superior a la precedente (v. t. XXIV, pg. 305). La dictadura del proletariado... no es slo el ejercicio de la violencia sobre los explotadores, ni siquiera es principalmente violencia. La base econmica de esta violencia revolucionaria, la garanta de su vitalidad y de su xito, est en que el proletariado representa y pone en prctica un tipo ms elevado de organizacin social del trabajo que el del capitalismo. Esto es lo esencial. En ello radica la fuerza y la garanta del triunfo inevitable y completo del comunismo (v. t. XXIV, pgs. 335-336). Su esencia fundamental (es decir, la de la dictadura. J. St.) reside en la organizacin y disciplina del destacamento avanzado de los trabajadores, de su vanguardia, de su nico dirigente: el proletariado. Su objetivo es crear el socialismo, suprimir la divisin de la sociedad en clases, convertir a todos los miembros de la sociedad en trabajadores, destruir la base sobre la que descansa toda explotacin del hombre por el hombre. Este objetivo no puede alcanzarse de un golpe; ello exige un perodo de transicin bastante largo del capitalismo al socialismo, tanto porque reorganizar la produccin es empresa difcil, como porque se necesita tiempo para introducir cambios radicales en todos los dominios de la vida, y porque la enorme fuerza de la costumbre de dirigir de un modo pequeo burgus y burgus la economa, slo puede superarse en una lucha larga y tenaz. Precisamente por esto habla Marx de todo un perodo de dictadura del proletariado como perodo de transicin del capitalismo al socialismo (v. lugar citado, pg. 314). Tales son los rasgos caractersticos de la dictadura del proletariado. De aqu los tres -aspectos fundamentales de la

127 dictadura del proletariado: 1) Utilizacin del Poder del proletariado para aplastar a los explotadores, para defender el pas, para consolidar los lazos con los proletarios de los dems pases, para desarrollar y hacer triunfar la revolucin en todos los pases. 2) Utilizacin del Poder del proletariado para apartar definitivamente de la burguesa a las masas trabajadoras y explotadas, para consolidar la alianza entre el proletariado y estas masas, para hacer participar estas masas en la edificacin socialista, para asegurar al proletariado la direccin estatal de estas masas. 3) Utilizacin del Poder del proletariado para organizar el socialismo, para suprimir las clases, para pasar a una sociedad sin clases, a la sociedad socialista. La dictadura proletaria es la suma de estos tres aspectos. Ni uno solo de estos aspectos puede considerarse como el nico rasgo caracterstico de la dictadura del proletariado; y la inversa, basta con que falte aunque slo sea uno de ellos, para que, existiendo el cerco capitalista, la dictadura del proletariado deje de ser dictadura. Por eso, no se puede prescindir de ninguno de estos tres aspectos sin correr el riesgo de tergiversar la idea de la dictadura del proletariado. Solamente estos tres aspectos, juntos, nos dan una idea completa y acabada de la dictadura del proletariado. La dictadura del proletariado tiene sus perodos, sus formas especiales, sus diversos mtodos de trabajo. Durante el perodo de la guerra civil, salta sobre todo a la vista el lado de violencia de la dictadura. Pero de aqu no se desprende, ni mucho menos, que durante el perodo de la guerra civil no se efecte ninguna labor constructiva. Sin una labor constructiva es imposible sostener la guerra civil. Por el contrario, durante el perodo de edificacin del socialismo, salta sobre todo a la vista la labor pacfica, organizadora y cultural de la dictadura, la legalidad revolucionaria, etc. Pero de aqu no se desprende tampoco, ni mucho menos, que el lado de violencia de la dictadura haya desaparecido o pueda desaparecer durante el perodo de edificacin. Los rganos de represin, el ejrcito y otros organismos, siguen siendo tan necesarios ahora, en el perodo de edificacin, como lo fueron en el perodo de la guerra civil. Sin estos organismos no se puede asegurar, por poco que sea, la labor constructiva de la dictadura. No debe olvidarse que hasta ahora la revolucin no ha triunfado ms que en un solo pas. No debe olvidarse que, mientras exista el cerco capitalista, subsistir el peligro de intervencin, con todas las consecuencias derivadas de este peligro. V. El partido y la clase obrera dentro del sistema de la dictadura del proletariado Ms arriba he hablado de la dictadura del

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128 proletariado desde el punto de vista de su inevitabilidad histrica, desde el punto de vista de su contenido de clase, desde el punto de vista de su carcter como Estado y, por ltimo, desde el punto de vista de sus tareas destructoras y creadoras, que se realizan a lo largo de todo un perodo histrico, llamado perodo de transicin del capitalismo al socialismo. Ahora hemos de hablar de la dictadura del proletariado desde el punto de vista de su estructura, desde el punto de vista de su mecanismo, desde el punto de vista del papel y del significado de las correas de transmisin, palancas y fuerza orientadora, que en conjunto forman el sistema de la dictadura del proletariado (Lenin) y por medio de las cuales sta realiza su labor diaria. Cules son esas correas de transmisin o palancas dentro del sistema de la dictadura del proletariado? Cul es esa fuerza orientadora? Para qu son necesarias? Las palancas o correas de transmisin son aquellas organizaciones de masas del proletariado, sin ayuda de las cuales es imposible ejercer la dictadura. La fuerza orientadora es el destacamento de avanzada del proletariado, su vanguardia, que constituye la fuerza dirigente fundamental de la dictadura del proletariado. El proletariado necesita esas correas de transmisin, esas palancas y esa fuerza orientadora porque sin ellas se encontrara, en su lucha por el triunfo, en la situacin de un ejrcito inerme frente al capital organizado y armado. El proletariado necesita estas organizaciones porque sin ellas sera derrotado indefectiblemente en su lucha por el derrocamiento de la burguesa, en su lucha por la consolidacin de su propio Poder, en su lucha por la edificacin del socialismo. La ayuda sistemtica de estas organizaciones y la fuerza orientadora de la vanguardia son necesarias porque sin estas condiciones es imposible una dictadura del proletariado ms o menos duradera y estable. Cules son estas organizaciones? En primer lugar, los sindicatos obreros, con sus ramificaciones en el centro y en la periferia, bajo la forma de toda una serie de organizaciones de empresa, culturales, educativas, etc. Estas organizaciones agrupan a los obreros de todos los oficios. No son una organizacin de partido. Puede decirse que los sindicatos son la organizacin de toda la clase obrera, que en nuestro pas es la clase dominante. Los sindicatos son una escuela de comunismo. Destacan de su seno a los mejores hombres para la labor dirigente en todas las ramas de la administracin. Sirven de enlace entre los elementos avanzados y los elementos rezagados de la clase obrera. Unen a las masas obreras con la vanguardia de la clase obrera.

J. V. Stalin En segundo lugar, los Soviets, con sus numerosas ramificaciones en el centro y en la periferia, bajo la forma de organizaciones administrativas, econmicas, militares, culturales y dems organizaciones del Estado, unidas a las innumerables asociaciones de masas de los trabajadores, creadas por iniciativa de stos, que rodean a esas organizaciones y las unen con la poblacin. Los Soviets son una organizacin de masas de todos los trabajadores de la ciudad y del campo. No son una organizacin de partido. Los Soviets son la expresin directa de la dictadura del proletariado. A travs de los Soviets se realizan todas y cada una de las medidas de consolidacin de la dictadura y de la edificacin del socialismo. Por medio de los Soviets el proletariado ejerce la direccin estatal de los campesinos. Los Soviets unen a las masas de millones de trabajadores con la vanguardia del proletariado. En tercer lugar, todos los tipos de cooperacin, con todas sus ramificaciones. La cooperativa no es una organizacin de partido; es una organizacin de masas de los trabajadores que los agrupa, ante todo, como .consumidores y tambin, con el transcurso del tiempo, como productores (en las cooperativas agrcolas). Esta organizacin adquiere una importancia especial despus de la consolidacin de la dictadura del proletariado, durante el perodo en que se desarrolla ampliamente la labor de construccin. La cooperacin facilita la ligazn entre la vanguardia del proletariado y las masas campesinas y permite atraer a stas al cauce de la edificacin socialista. En cuarto lugar, la Unin de la Juventud. Es sta una organizacin de masas de la juventud obrera y campesina. No es una organizacin de partido, pero es afn al Partido. Su misin es ayudar al Partido a educar a la joven generacin en el espritu del socialismo. Proporciona reservas jvenes a todas las dems organizaciones de masas del proletariado, en todas las ramas de la administracin. La Unin de la Juventud ha adquirido una importancia especial despus de la consolidacin de la dictadura del proletariado, durante el perodo en que se desarrolla ampliamente la labor cultural y educativa del proletariado. Por ltimo, el Partido del proletariado, su vanguardia. La fuerza del Partido consiste en que absorbe a los mejores hombres del proletariado, salidos de todas sus organizaciones de masas. Su misin consiste en coordinar la labor de todas las organizaciones de masas del proletariado, sin excepcin, y en encauzar su actividad hacia un mismo objetivo, hacia la liberacin del proletariado. Y esto, coordinar y encauzar a estas organizaciones hacia un mismo objetivo, es absolutamente necesario, pues de otro modo es imposible la unidad de la lucha del proletariado, de otro modo es imposible dirigir a

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Cuestiones del leninismo las masas proletarias en su lucha por el Poder, en su lucha por la edificacin del socialismo. Pero slo la vanguardia del proletariado, su Partido, es capaz de coordinar y encauzar la labor de las organizaciones de masas del proletariado. Slo el Partido del proletariado, slo el Partido de los comunistas es capaz de desempear este papel de dirigente principal dentro del sistema de la dictadura del proletariado. Por qu? Primero, porque el Partido es el punto de concentracin de los mejores elementos de la clase obrera, directamente vinculados a las organizaciones sin-partido del proletariado y que con frecuencia las dirigen; segundo, porque el Partido, como punto de concentracin de los mejores elementos de la clase obrera, es la mejor escuela de formacin de jefes de la clase obrera, capaces de dirigir todas las formas de organizacin de su clase; tercero, porque el Partido, como la mejor escuela para la formacin de jefes de la clase obrera, es, por su experiencia y su prestigio, la nica organizacin capaz de centralizar la direccin de la lucha del proletariado, haciendo as de todas y cada una de las organizaciones sin-partido de la clase obrera organismos auxiliares y correas de transmisin que unen al Partido con la clase (v. Los fundamentos del leninismo189). El Partido es la fuerza dirigente fundamental dentro del sistema de la dictadura del proletariado. El Partido es la forma superior de unin de clase del proletariado (Lenin). As, pues, los sindicatos, como organizacin de masas del proletariado, que liga al Partido con la clase, sobre todo en el terreno de la produccin; los Soviets, como organizacin de masa de los trabajadores, que liga al Partido con estos, sobre todo en el terreno de la labor estatal; la cooperacin, como organizacin de masas, principalmente del campesinado, que liga al Partido con las masas campesinas, sobre todo en el terreno econmico, en el terreno de la atraccin de los campesinos a la edificacin socialista; la Unin de la Juventud, como organizacin de masas de la juventud obrera y campesina, llamada a facilitar a la vanguardia del proletariado la educacin socialista de la nueva generacin y la formacin de reservas juveniles; y, finalmente, el Partido, como fuerza orientadora fundamental dentro del sistema de la dictadura del proletariado, llamada a dirigir a todas estas organizaciones de masas. Tal es, a grandes trazos, el cuadro del mecanismo de la dictadura, el cuadro del sistema de la dictadura del proletariado. Sin el Partido, como fuerza dirigente fundamental, no puede haber una dictadura del proletariado ms o
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129 menos duradera y estable. De este modo, para decirlo con las palabras de Lenin, se obtiene, en conjunto, un aparato proletario, formalmente no comunista, flexible y relativamente amplio, potentsimo, por medio del cual el Partido est estrechamente ligado a la clase y a las masas y a travs del cual se ejerce, bajo la direccin del Partido, la dictadura de la clase (v, t. XXV, pg. 192). Esto no significa, naturalmente, que el Partido pueda o deba sustituir a los sindicatos, a los Soviets y a las dems organizaciones de masas. El Partido ejerce la dictadura del proletariado, pero no la ejerce directamente, sino con la ayuda de los sindicatos, a travs de los Soviets y de sus ramificaciones. Sin estas correas de transmisin, sera imposible una dictadura ms o menos estable. No es posible -dice Lenin- ejercer la dictadura sin que haya algunas correas de transmisin entre la vanguardia y la masa de la clase avanzada, entre sta y la masa de los trabajadores (v. t. XXVI, pg. 65). El Partido absorbe, por decirlo as, a la vanguardia del proletariado, y esta vanguardia ejerce la dictadura del proletariado. Y sin una base como los sindicatos, no se puede ejercer la dictadura, no se pueden cumplir las funciones del Estado. Estas, a su vez, tienen que realizarse a travs de una serie de instituciones especiales, tambin de nuevo tipo; concretamente: a travs190 del aparato sovitico (v, t. XXVI, pg. 64). La expresin suprema del papel dirigente del Partido, por ejemplo, en nuestro pas, en la Unin Sovitica, en el pas de la dictadura del proletariado, es el hecho de que no hay una sola cuestin poltica o de organizacin importante que los Soviets u otras organizaciones de masas de nuestro pas resuelvan sin las directivas del Partido. En este sentido, podra decirse que la dictadura del proletariado es, en el fondo, la dictadura de su vanguardia, la dictadura de su Partido, como fundamental fuerza dirigente del proletariado. He aqu lo que Lenin deca a este respecto en el II Congreso de la Internacional Comunista191: Tanner dice que l es partidario de la dictadura del proletariado, pero que concibe la dictadura del proletariado en forma algo distinta a como la concebimos nosotros, Dice que, en esencia192 nosotros entendemos por dictadura del proletariado la
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Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pgs. 185-186, ed. en espaol.

Subrayado por m. J. St. El II Congreso de la Internacional Comunista se celebr del 19 de julio al 7 de agosto de 1920. J. V. Stalin cita un pasaje del discurso pronunciado por V. I. Lenin Sobre el papel del Partido Comunista. 192 Subrayado por m. J. St.

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130 dictadura de su minora organizada y consciente. En efecto, en la poca del capitalismo, cuando las masas obreras se hallan sometidas a permanente explotacin y no pueden desarrollar sus facultades humanas, lo que ms caracteriza a los partidos polticos obreros es, precisamente, el hecho de que stos slo pueden abarcar a una minora de su clase. Un partido poltico slo puede agrupar a la minora de la clase, del mismo modo que los obreros realmente conscientes de toda sociedad capitalista slo forman una minora dentro de la totalidad de los obreros. Esto nos obliga a reconocer que slo esta minora consciente puede dirigir a las grandes masas obreras y hacer que la sigan. Y si el camarada Tanner afirma que es enemigo del partido, pero que al mismo tiempo es partidario de que la minora de los obreros mejor organizados y ms revolucionarios seale el camino a todo el proletariado, entonces yo digo que, en realidad, no hay diferencia entre nosotros" (v. t. XXV, pg. 347). Sin embargo, esto no debe interpretarse en el sentido de que entre la dictadura del proletariado y el papel dirigente del Partido (dictadura del Partido) se puede poner un signo de igualdad, que se puede identificar la primera con el segundo, que se puede sustituir la primera por el segundo. Son, por ejemplo, dice que la dictadura del proletariado es la dictadura de nuestro Partido. Como veis, esta tesis identifica la dictadura del Partido con la dictadura del proletariado. Puede reputarse exacta esta identificacin sin salirse del terreno del leninismo? No, no se puede. Y he aqu por qu. Primero. En el pasaje arriba citado de su discurso ante el II Congreso de la Internacional Comunista, Lenin no identifica en modo alguno el papel dirigente del Partido con la dictadura del proletariado. Dice nicamente que slo la minora consciente (es decir, el Partido. J. St.) puede dirigir a las grandes masas obreras y hacer que la sigan y que en este sentido, precisamente, entendemos, en esencia193, por dictadura del proletariado la dictadura de su minora organizada y consciente. Decir en esencia no equivale a decir ntegramente. Con frecuencia decimos que la cuestin nacional es, en esencia, la cuestin campesina. Y esto es muy cierto. Pero esto no significa todava que la cuestin nacional coincida en toda su extensin con la cuestin campesina, que la cuestin campesina sea, por sus proporciones, igual a la cuestin nacional, que la cuestin campesina equivalga a la cuestin nacional. Huelga demostrar que la cuestin nacional es, por sus proporciones, una cuestin ms amplia y ms rica que la cuestin campesina. Otro tanto cabe decir, por analoga, del papel dirigente del Partido y de la dictadura del proletariado. Si el Partido ejerce la dictadura del
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J. V. Stalin proletariado, y en este sentido la dictadura del proletariado es, en esencia, la dictadura de su Partido, esto no significa todava que la dictadura del Partido (su papel dirigente) sea idntica a la dictadura del proletariado, que la primera sea, por sus proporciones, igual a la segunda. Huelga demostrar que la dictadura del proletariado es, por sus proporciones, ms amplia y ms rica que el papel dirigente del Partido. El Partido ejerce la dictadura del proletariado, la del proletariado, y no otra cualquiera. Quien identifica el papel dirigente del Partido con la dictadura del proletariado, sustituye la dictadura del proletariado por la dictadura del Partido. Segundo. Ni una sola decisin importante de las organizaciones de masas del proletariado se adopta sin las directivas del Partido. Esto es muy cierto. Pero significa esto, acaso, que la dictadura del proletariado se reduzca a las directivas del Partido? Significa esto, acaso, que, por tal razn, las directivas del Partido puedan identificarse con la dictadura del proletariado? Naturalmente que no! La dictadura del proletariado consiste en las directivas del Partido, ms el cumplimiento de estas directivas por las organizaciones de masas del proletariado, ms su puesta en prctica por la poblacin. Aqu tenemos, como puede verse, toda una serie de transiciones y grados intermedios, que constituyen un elemento nada despreciable de la dictadura del proletariado. Entre las directivas del Partido y su puesta en prctica, media, pues, la voluntad y la accin de los dirigidos, la voluntad y la accin de la clase, su disposicin (o su falta de disposicin) a apoyar estas directivas, su aptitud (o ineptitud) para cumplirlas, su aptitud (o ineptitud) para cumplirlas precisamente en la forma que exige la situacin. No creo que sea preciso demostrar que el Partido, que se ha hecho cargo de la direccin, no puede dejar de tener en cuenta la voluntad, el estado y el grado de conciencia de los dirigidos, no puede descartar la voluntad, el estado y el grado de conciencia de su clase. Por eso, quien identifica el papel dirigente del Partido con la dictadura del proletariado, sustituye la voluntad y la accin de la clase por las directivas del Partido. Tercero. La dictadura del proletariado -dice Lenin- es la lucha de clase del proletariado que ha triunfado y ha tomado en sus manos el Poder poltico (v, t. XXIV, pg. 311). Cmo puede manifestarse esta lucha de clase? Puede manifestarse en una serie de acciones armadas del proletariado contra las intentonas de la burguesa derrocada o contra la intervencin de la burguesa extranjera. Puede manifestarse en la guerra civil, si el Poder del proletariado no se ha consolidado an. Puede manifestarse, ya despus de la consolidacin del Poder, en una amplia labor organizativa y constructiva del proletariado, atrayendo a esta obra a las grandes masas. En todos estos casos, el personaje

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Cuestiones del leninismo en accin es el proletariado como clase. No se ha dado el caso de que el Partido, de que el Partido solo, haya organizado todas estas acciones nica y exclusivamente con sus fuerzas, sin el apoyo de la clase. Generalmente, el Partido no hace ms que dirigir estas acciones, y las dirige en la medida en que cuenta con el apoyo de la clase. Pues el Partido no puede coincidir en extensin con la clase, no puede sustituirla. Pues el Partido, con toda la importancia de su papel dirigente, sigue siendo, no obstante, una parte de la clase. Por eso, quien identifica el papel dirigente del Partido con la dictadura del proletariado, sustituye la clase por el Partido. Cuarto. El Partido ejerce la dictadura del proletariado. El Partido es la vanguardia del proletariado, vanguardia que ejerce directamente el Poder; el Partido es l dirigente (Lenin). En este sentido, el Partido toma el Poder, el Partido gobierna el pas. Pero esto no significa que el Partido ejerza la dictadura del proletariado pasando por alto el Poder del Estado, sin el Poder del Estado; que el Partido gobierne el pas prescindiendo de los Soviets, y no a travs de los Soviets. Esto no quiere decir todava que se pueda identificar al Partido con los Soviets, con el Poder del Estado. El Partido es el ncleo central del Poder. Pero no es el Poder del Estado ni se le puede identificar con l. Como partido gobernante -dice Lenin-, no podamos dejar de fundir las capas superiores de los Soviets con las capas superiores del Partido: en nuestro pas, estn y seguirn estando fundidas (v. t. XXVI, pg. 208). Esto es muy cierto. Pero con esto Lenin no quiere decir, ni mucho menos, que todas nuestras instituciones soviticas -por ejemplo, nuestro ejrcito, nuestro transporte, nuestras instituciones econmicas, etc.- sean instituciones de nuestro Partido, que el Partido pueda sustituir a los Soviets y a sus ramificaciones, que pueda identificarse al Partido con el Poder del Estado. Lenin ha dicho ms de una vez que el sistema de los Soviets es la dictadura del proletariado, que el Poder Sovitico es la dictadura del proletariado (v, t. XXIV, pgs. 15 y 14), pero no ha dicho nunca que el Partido sea el Poder del Estado, que los Soviets y el Partido sean una y la misma cosa. El Partido, que cuenta con centenares de miles de miembros, dirige los Soviets y sus ramificaciones en el centro y en la periferia, que abarcan decenas de millones de personas, comunistas y sin-partido. Pero el Partido no puede ni debe sustituirlos. Por eso, Lenin dice que la dictadura la ejerce el proletariado organizado en los Soviets y dirigido por el Partido Comunista Bolchevique, que toda la labor del Partido se realiza a travs194 de los Soviets, que agrupan a las masas trabajadoras, sin distincin de oficios (v, t.
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131 XXV, pgs. 192 y 193), que la dictadura ha de ejercerse... a travs195 del aparato sovitico (v, t. XXVI, pg. 64). Por eso, quien identifica el papel dirigente del Partido con la dictadura del proletariado, sustituye los Soviets; es decir, el Poder del Estado, por el Partido. Quinto. El concepto de dictadura del proletariado es un concepto estatal. La dictadura del proletariado encierra forzosamente la idea de violencia. Sin violencia no puede haber dictadura, siempre y cuando que la dictadura se entienda en el sentido exacto de la palabra. Lenin define la dictadura del proletariado como Poder que se apoya directamente en la violencia (v. t. XIX, pg. 315). Por eso, hablar de dictadura del Partido con respecto a la clase de los proletarios e identificarla con la dictadura del proletariado, significa decir que el Partido debe ser, en cuanto a su clase, no slo el dirigente, no slo el jefe y el maestro, sino una especie de dictador que emplea la violencia con respecto a ella, lo cual, naturalmente, es falso de raz. Por eso, quien identifica la dictadura del Partido con la dictadura del proletariado, presupone tcitamente que el prestigio del Partido se puede basar en la violencia ejercida con respecto a la clase obrera, cosa absurda y absolutamente incompatible con el leninismo. El prestigio del Partido descansa en la confianza de la clase obrera, Pero la confianza de la clase obrera no se adquiere por la violencia -la violencia no hace ms que destruir la confianza-, sino por la teora acertada del Partido, por la poltica acertada del Partido, por la fidelidad del Partido a la clase obrera, por su ligazn con las masas de la clase obrera, por su disposicin y por su capacidad para convencer a las masas de lo acertado de sus consignas. Qu es lo que se desprende de todo esto? De esto se desprende: 1) que Lenin no habla de dictadura del Partido en el sentido literal de la palabra (Poder que se apoya en la violencia), sino en un sentido figurado, indicando con ello que el Partido ejerce la direccin de un modo exclusivo: 2) que quien identifica la direccin del Partido con la dictadura del proletariado, tergiversa a Lenin, atribuyendo falsamente al Partido funciones de violencia con respecto a la clase obrera en su conjunto; 3) que quien atribuye al Partido funciones de violencia, que no le son propias, con respecto a la clase obrera en su conjunto, falta a las exigencias elementales a que deben responder; para ser acertadas, las relaciones entre la vanguardia y la clase, entre el Partido y el proletariado. De este modo, entramos de lleno en la cuestin de las relaciones entre el Partido y la clase, entre los miembros del Partido y los sin-partido de la clase
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132 obrera. Lenin las define como relaciones de confianza mutua196 entre la vanguardia de la clase obrera y la masa obrera (v. t. XXVI, pg. 235). Qu significa esto? Significa, en primer lugar, que el Partido debe estar muy atento a la voz de las masas; que debe tener muy en cuenta el instinto revolucionario de las masas; que debe estudiar la experiencia de la lucha de las masas, comprobando a travs de ella si su poltica es acertada; que, por tanto, no slo debe ensear a las masas, sino tambin aprender de ellas. Significa, en segundo lugar, que el Partido debe conquistar, da tras da, la confianza de las masas proletarias; que, mediante su poltica y su labor, debe ganarse el apoyo de las masas; que no debe ordenar, sino ante todo persuadir, ayudando a las masas a convencerse por propia experiencia de lo acertado de la poltica seguida por el Partido; que, por tanto, debe ser el dirigente, el jefe y el maestro de su clase. Faltar a estas condiciones equivale a infringir las relaciones que deben existir entre la vanguardia y la clase, quebrantar la confianza mutua y destruir tanto la disciplina de clase como la de partido. Seguramente -dice Lenin-, hoy casi todo el mundo ve ya que los bolcheviques no se hubieran mantenido en el Poder, no digo dos aos y medio, sino ni siquiera dos meses y medio, sin la disciplina rigurossima, verdaderamente frrea, de nuestro Partido, sin el apoyo total e incondicional prestado a l por toda la masa de la clase obrera197, es decir, por todo lo que ella tiene de consciente, honrado, abnegado, influyente y capaz de conducir tras de s o de arrastrar a las capas atrasadas (v. t. XXV, pg. 173). La dictadura del proletariado -dice Lenin ms adelante- es una lucha tenaz, cruenta e incruenta, violenta y pacfica, militar y econmica, pedaggica y administrativa, contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad. La fuerza de la costumbre de millones y decenas de millones de hombres es la fuerza ms terrible. Sin un partido frreo y templado en la lucha, sin un partido que goce de la confianza de todo lo que haya de honrado dentro de la clase198, sin un partido que sepa pulsar el estado de espritu de las masas e influir sobre l, es imposible llevar a cabo con xito esta lucha (v, t. XXV, pg. 190). Pero cmo adquiere el Partido esta confianza y este apoyo de la clase? Cmo se forja en la clase obrera la frrea disciplina, necesaria para la dictadura del proletariado? Sobre qu terreno brota? He aqu lo que dice Lenin a este respecto:

J. V. Stalin Cmo se mantiene la disciplina del partido revolucionario del proletariado? Cmo se comprueba? Cmo se refuerza? Primero, por la conciencia de la vanguardia proletaria y por su fidelidad a la revolucin, por su firmeza, por su espritu de sacrificio, por su herosmo. Segundo, por su capacidad de ligarse, de acercarse y, hasta cierto punto, si queris, de fundirse con las ms amplas masas trabajadoras199, en primer trmino con las masas proletarias, pero tambin con las masas trabajadoras no proletarias. Tercero, por lo acertado de la direccin poltica que ejerce esta vanguardia, por lo acertado de su estrategia y de su tctica polticas, a condicin de que las masas ms extensas se convenzan de ello por experiencia propia. Sin estas condiciones, no es posible la disciplina en un partido revolucionario verdaderamente apto para ser el partido de la clase avanzada, llamada a derrocar a la burguesa y a transformar toda la sociedad. Sin estas condiciones, los intentos de implantar una disciplina se convierten, inevitablemente, en una ficcin, en una frase, en gestos grotescos. Pero, por otra parte, estas condiciones no pueden brotar de golpe. Van formndose solamente a travs de una labor prolongada, a travs de una dura experiencia; su formacin slo se facilita con una acertada teora revolucionaria que, a su vez, no es un dogma, sino que slo se forma definitivamente en estrecha relacin con la experiencia prctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario (v. t. XXV, pg. 174). Y en otro lugar: Para alcanzar la victoria sobre el capitalismo, hace falta una correlacin acertada entre el partido dirigente -el Partido Comunista-, la clase revolucionaria -el proletariado- y las masas, es decir, la totalidad de los trabajadores y explotados. Slo el Partido Comunista, si realmente forma la vanguardia de la clase revolucionaria, si encuadra a los mejores representantes de la misma, si est formado por comunistas conscientes y fieles a carta cabal, instruidos y templados en la experiencia de una tenaz lucha revolucionaria, si ha sabido ligarse inseparablemente a toda la vida de su clase y, a travs de ella, a toda la masa de los explotados, e inspirar a esta clase y a esta masa confianza plena200; slo un partido de esta naturaleza es capaz de dirigir al proletariado en la lucha ms implacable, en la lucha decisiva, en la lucha final, contra todas las fuerzas del capitalismo. Por otra parte, slo bajo la direccin de un partido de esta naturaleza puede el proletariado desplegar toda la potencia de su empuje revolucionario, reduciendo a la nada la inevitable
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Cuestiones del leninismo apata -en ocasiones resistencia- de esa pequea minora que integran la aristocracia obrera, corrompida por el capitalismo, los viejos lderes de las tradeuniones y de las cooperativas, etc.: slo as puede el proletariado desplegar toda su fuerza, que, por la estructura econmica misma de la sociedad capitalista, es inconmensurablemente mayor que la proporcin que representa en la poblacin (v, t. XXV. pg. 315). De estas citas se desprende lo siguiente: 1) que el prestigio del Partido y la disciplina frrea de la clase obrera, indispensables para la dictadura del proletariado, no se basan en el temor ni en los derechos "ilimitados del Partido, sino en la confianza que la clase obrera deposita en el Partido, en el apoyo que la Clase obrera presta al Partido; 2) que la confianza de la clase obrera en el Partido no se adquiere de golpe ni por medio de la violencia sobre la clase obrera, sino mediante una larga labor del Partido entre las masas, mediante una acertada poltica del Partido, por la capacidad del Partido para lograr que las masas se persuadan por propia experiencia de lo acertado de la poltica del Partido, por la capacidad del Partido para asegurarse el apoyo de la clase obrera y hacer que le sigan las masas de la clase obrera; 3) que sin una acertada poltica del Partido, reforzada por la experiencia de la lucha de las masas, y sin la confianza de la clase obrera, no hay ni puede haber verdadera labor de direccin del Partido; 4) que el Partido y su labor de direccin, si aqul goza de la confianza de la clase y si esa direccin es una verdadera direccin, no pueden ser opuestos a la dictadura del proletariado, pues sin la labor de direccin del Partido (dictadura del Partido), que goza de la confianza de la clase obrera, no puede haber una dictadura del proletariado ms o menos estable. Si no se dan estas condiciones, el prestigio del Partido y la disciplina frrea de la clase obrera sern frases hueras o baladronadas y afirmaciones aventuradas. No se puede contraponer la dictadura del proletariado a la direccin (dictadura) del Partido. No se puede, puesto que la labor de direccin del Partido, es lo principal de la dictadura del proletariado, si se trata de una dictadura ms o menos estable y completa, y no como, por ejemplo, la Comuna de Pars, que fue una dictadura incompleta e inestable. No se puede, puesto que la dictadura del proletariado y la labor de direccin del Partido siguen, por decirlo as, una misma lnea de trabajo, actan en la misma direccin. El solo hecho -dice Lenin- de plantear la cuestin de dictadura del Partido o dictadura de la clase?, dictadura (partido) de los jefes o dictadura

133 (partido) de las masas?, atestigua la ms increble e irremediable confusin de ideas... De todos es sabido que las masas se dividen en clases..., que las clases estn, habitualmente y en la mayora de los casos, por lo menos en los pases civilizados modernos, dirigidas por partidos polticos; que los partidos polticos estn dirigidos, por regla general, por grupos ms o menos estables, integrados por las personas ms prestigiosas, influyentes y expertas, elegidas para los cargos de mayor responsabilidad y llamadas jefes... Llegar... a contraponer la dictadura de las masas a la dictadura de los jefes es un absurdo ridculo y una necedad (v. t. XXV, pg. 187 y 188). Esto es muy cierto. Pero esta tesis acertada parte de la premisa de que existan relaciones acertadas entre la vanguardia y las masas obreras, entre el Partido y la clase. Parte del supuesto de que las relaciones entre la vanguardia y la clase sigan siendo, por decirlo as, normales, se mantengan dentro de los lmites de la confianza mutua. Ahora bien, y si son infringidas las relaciones acertadas entre la vanguardia y la clase, las relaciones de confianza mutua entre el Partido y la clase? Y si el propio Partido comienza a ponerse, de un modo o de otro, frente a la clase, violando los principios en que se basan las relaciones acertadas con la clase, violando los principios en que se basa la -confianza mutua? Pueden darse, en general, casos de stos? S, pueden darse. Y pueden darse: 1) si el Partido comienza a erigir su prestigio entre las masas, no sobre la base de su labor y de la confianza de estas masas, sino sobre la base de sus derechos ilimitados; 2) si la poltica del Partido es manifiestamente falsa, y el Partido no quiere revisarla ni corregir su error; 3) si, an siendo su poltica, en general, acertada, las masas no estn todava preparadas para asimilarla, y el Partido no quiere o no sabe esperar a que las masas puedan convencerse por su propia experiencia de lo acertado de la poltica del Partido y trata de imponrsela. La historia de nuestro Partido ofrece toda una serie de casos de stos. Diversos grupos y fracciones de nuestro Partido han fracasado y se han disgregado por haber faltado a una de estas tres condiciones, y a veces a las tres juntas. Pero de aqu se desprende que contraponer la dictadura del proletariado a la dictadura (direccin) del Partido, slo puede reputarse falso en los casos siguientes: 1) si la dictadura del Partido respecto a la clase obrera no se entiende como una dictadura en el sentido directo de esta palabra (Poder que se apoya

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134 en la violencia), sino tal y precisamente como la entiende Lenin: como la direccin del Partido, que descarta toda violencia sobre la clase obrera en su conjunto, sobre su mayora; 2) si el Partido cuenta con las condiciones necesarias para ser el verdadero dirigente de la clase; es decir, si la poltica del Partido es acertada, si esta poltica corresponde a los intereses de la clase; 3) si la clase, si la mayora de la clase acepta esta poltica, la hace suya, se convence, gracias a la labor del Partido, de lo acertado de esta poltica, confa en el Partido y lo apoya. Si se falta a estas condiciones, surge inevitablemente un conflicto entre el Partido y la clase, una escisin entre ellos, su contraposicin. Se puede, acaso, imponer por la fuerza a la clase la direccin del Partido? No, no se puede. En todo caso, semejante direccin no podra ser ms o menos duradera. El Partido, si quiere mantenerse como Partido del proletariado, debe saber que, ante todo y sobre todo, es el dirigente, el jefe y el maestro de la clase obrera. No podemos olvidar las palabras escritas por Lenin a este propsito en el folleto El Estado y la revolucin: Educando al Partido obrero, el marxismo educa a la vanguardia del proletariado, vanguardia capaz de tomar el Poder y de conducir a todo el pueblo al socialismo, de dirigir y organizar el nuevo rgimen de ser el maestro, el dirigente y el jefe201 de todos los trabajadores y explotados en la obra de organizar u propia vida social sin la burguesa y contra la burguesa (v, t. XXI, pg. 386). Puede, acaso, considerarse el Partido como el verdadero dirigente de la clase, si su poltica es desacertada, si su poltica choca con los intereses de la clase? Naturalmente que no! En tales casos, el Partido, si quiere mantenerse como dirigente, debe revisar su poltica, debe corregir su poltica, debe reconocer su error y enmendarlo. En confirmacin de esta tesis, podramos remitirnos aunque slo fuese a un hecho tomado de la historia de nuestro Partido: al perodo de la abolicin del sistema de contingentacin, cuando las masas obreras y campesinas estaban manifiestamente descontentas de nuestra poltica y cuando el Partido accedi, franca y honradamente, a revisar esa poltica. He aqu lo que dijo entonces Lenin, en el X Congreso, a propsito de la abolicin del sistema de contingentacin y de la implantacin de la nueva poltica econmica: No debemos tratar de ocultar nada, sino decir francamente que el campesinado est descontento de la forma de relaciones establecidas entre l y nosotros, que no quiere esa forma de relaciones y que no est dispuesto a seguir as. Esto es indiscutible.
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J. V. Stalin Esta voluntad se ha manifestado de un modo resuelto. Es la voluntad de masas enormes de la poblacin trabajadora. Debemos tenerla en cuenta, y somos polticos lo suficientemente sensatos para decir abiertamente: Vamos a revisar nuestra poltica con respecto al campesinado! (v. t. XXVI, pg. 238). Puede, acaso, considerarse que el Partido debe asumir la iniciativa y la direccin en la organizacin de las acciones decisivas de las masas basndose slo en que su poltica es, en general, acertada, si esta poltica no goza an de la confianza y del apoyo de la clase, a causa, pongamos por ejemplo, del atraso poltico de sta, si el Partido no ha logrado convencer an a la clase de lo acertado de su poltica, a causa, pongamos por ejemplo, de que los acontecimientos no estn todava lo suficientemente maduros? No, no se puede. En tales casos, el Partido, si quiere ser un verdadero dirigente, debe saber esperar, debe convencer a las masas de lo acertado de su poltica, debe ayudar a las masas a persuadirse por experiencia propia de lo acertado de esta poltica. Si el partido revolucionario -dice Lenin- no cuenta con la mayora dentro de los destacamentos de vanguardia de las clases revolucionarias ni dentro del pas, no se puede hablar de insurreccin (v. t. XXI, pg. 282). Si no se produce un cambio en las opiniones de la mayora de la clase obrera, la revolucin es imposible, y ese cambio se consigue a travs de la experiencia poltica de las masas (v. t. XXV, pg. 221). La vanguardia proletaria est conquistada ideolgicamente. Esto es lo principal. Sin ello es imposible dar ni siquiera el primer paso hacia el triunfo. Pero de esto al triunfo hay todava un buen trecho. Con la vanguardia sola es imposible triunfar. Lanzar sola a la vanguardia a batalla decisiva, cuando toda la clase, cuando las grandes masas no han adoptado an una posicin de apoyo directo a esta vanguardia o, al menos, de neutralidad benvola con respecto a ella y no son completamente incapaces de apoyar al adversario, sera no slo una estupidez, sino, adems, un crimen. Y para que realmente toda la clase, para que realmente las grandes masas de los trabajadores y de los oprimidos por el capital lleguen a ocupar esa posicin, la propaganda y la agitacin, solas, son insuficientes. Para ello se precisa la propia experiencia poltica de las masas (v. lugar citado, pg. 228). Es sabido que as fue como procedi nuestro Partido durante el perodo que media entre las Tesis de Abril de Lenin y la insurreccin de Octubre de 1917. Y precisamente por haber actuado conforme a estas indicaciones de Lenin, fue por lo que triunf en

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Cuestiones del leninismo la insurreccin. Tales son, en lo esencial, las condiciones para que las relaciones entre la vanguardia y la clase sean acertadas. Qu significa dirigir, si la poltica del Partido es acertada y no se infringen las relaciones acertadas entre la vanguardia y la clase? Dirigir, en estas condiciones, significa saber convencer a las masas del acierto de la poltica del Partido: significa lanzar y poner en prctica consignas que lleven a las masas a las posiciones del Partido y les ayuden a convencerse por su propia experiencia del acierto de la poltica del Partido; significa elevar a las masas al nivel de conciencia del Partido y asegurar as el apoyo de las masas, su disposicin para la lucha decisiva. Por eso, el mtodo fundamental en la direccin de la clase obrera por el Partido es el mtodo de la persuasin. Si hoy, en Rusia -dice Lenin-, despus de dos aos y medio de triunfos sin precedentes sobre la burguesa de Rusia y la de la Entente, estableciramos como condicin para el ingreso en los Sindicatos el reconocimiento de la dictadura, cometeramos una tontera, quebrantaramos nuestra influencia sobre las masas y ayudaramos a los mencheviques, pues la tarea de los comunistas consiste en saber convencer a los elementos atrasados, en saber trabajar entre ellos, y no en aislarse de ellos mediante consignas sacadas de la cabeza e infantilmente izquierdistas (v. t. XXV, pg. 197). Esto no significa, naturalmente, que el Partido deba convencer a todos los obreros, del primero al ltimo; que slo despus de haberlos convencido a todos se pueda pasar a los hechos, que slo entonces se pueda empezar a actuar. Nada de eso! Significa nicamente que, antes de lanzarse a acciones polticas decisivas, el Partido debe asegurarse, mediante una labor revolucionarla prolongada, el apoyo de la mayora de las masas obreras, o, por lo menos, la neutralidad benvola de la mayora de la clase. De lo contrario, carecera en absoluto de sentido la tesis leninista que plantea como condicin indispensable para el triunfo de la revolucin que el Partido conquiste a la mayora de la clase obrera. Ahora bien, qu ha de hacerse con la minora, si sta no quiere, si no est de acuerdo en someterse de buen grado a la voluntad de la mayora? Puede el Partido, debe el Partido, gozando de la confianza de la mayora, obligar a la minora a someterse a la voluntad de la mayora? S, puede y debe hacerlo. La direccin se asegura por el mtodo de persuadir a las masas, como mtodo fundamental del Partido para influir sobre stas. Pero ello no excluye el empleo de la coercin, sino que, por el contrario, lo presupone,

135 siempre y cuando que esta coercin se base en la confianza y en el apoyo que la mayora de la clase obrera presta al Partido, siempre y cuando que esta coercin se emplee con respecto a la minora despus de haber sabido convencer a la mayora. Sera conveniente recordar las controversias suscitadas a este respecto en nuestro Partido en la poca de la discusin sobre los sindicatos. En qu consisti entonces el error de la oposicin, el error del Tsektrn202? Acaso en que la oposicin considerara posible por aquel entonces emplear la coercin? No, no era en eso. El error de la oposicin consisti entonces en que, sin estar en condiciones de persuadir a la mayora de lo acertado de su posicin y habiendo perdido la confianza de la mayora, comenz, no obstante, a emplear la coercin, a insistir en sacudir a los hombres que gozaban de la confianza de la mayora. He aqu lo que dijo entonces Lenin, en el X Congreso del Partido, en su discurso sobre los sindicatos: Para establecer relaciones mutuas, una confianza mutua entre la vanguardia de la clase obrera y la masa obrera, era necesario, si el Tsektrn haba cometido un error..., era necesario que lo corrigiese. Pero si se empieza a defender el error, esto se convierte en fuente de un peligro poltico. Si no se hubiese hecho todo lo posible para ampliar la democracia, teniendo en cuenta el estado de nimo que expresa aqu Kutzov, hubiramos llegado a la bancarrota poltica. Ante todo debemos persuadir, y luego recurrir a la coercin. Cueste lo que cueste, primero debemos persuadir, y luego recurrir a la coercin203. No hemos sabido convencer a las grandes masas y hemos infringido la correlacin acertada entre la vanguardia y las masas (v. t. XXVI, pg. 285). Esto mismo dice Lenin en su folleto Sobre los sindicatos: Slo hemos empleado acertada y eficazmente la coercin, cuando hemos sabido crearle antes la base de la persuasin (v. lugar citado, pg. 74). Y esto es muy cierto, pues sin ajustarse a esas
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Tsektrn: Comit Central del Sindicato nico de Ferroviarios y de Trabajadores del Transporte Fluvial y Martimo, constituido en septiembre de 1920. En este ao y a principios de 1921, la direccin del Tsektrn se hallaba en manos de los trotskistas, que aplicaban en el trabajo sindical exclusivamente el mtodo de la coercin y del ordeno y mando. El Primer Congreso Unificacin de toda Rusia de los ferroviarios y de los trabajadores del transporte fluvial y martimo, celebrado en marzo de 1921, expuls de la direccin del Tsektrn a los trotskistas, eligi un nuevo Comit Central del sindicato y traz nuevos mtodos de trabajo sindical. 203 Subrayado por m. J. St.

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136 condiciones no hay direccin posible; pues slo de ese modo se puede asegurar la unidad de accin en el Partido, si se trata del Partido, o la unidad de accin de la clase, si se trata de la clase en su totalidad. De otro modo, sobreviene la escisin, la confusin, la descomposicin dentro de las filas de la clase obrera. Tales son, en general, las bases en que ha de descansar la direccin acertada de la clase obrera por el Partido. Toda otra interpretacin de lo que significa la direccin, es sindicalismo, anarquismo, burocratismo, todo lo que se quiera menos bolchevismo, menos leninismo. No se puede contraponer la dictadura del proletariado a la direccin (dictadura) del Partido, si existen relaciones acertadas entre el Partido y la clase obrera, entre la vanguardia y las masas obreras. Pero de aqu se desprende que con mucha menos razn se puede identificar el Partido con la clase obrera, la direccin (dictadura) del Partido con la dictadura de la clase obrera. Basndose en que la dictadura del Partido no se puede contraponer a la dictadura del proletariado, Sorin llega a la conclusin falsa de que la dictadura del proletariado es la dictadura de nuestro Partido. Pero Lenin no slo dice que esa contraposicin es inadmisible, sino que dice al mismo tiempo que es inadmisible contraponer la dictadura de las masas a la dictadura de los jefes. No se os ocurre identificar, basndoos en esto, la dictadura de los jefes con la dictadura del proletariado? De pensar as, deberamos decir que la dictadura del proletariado es la dictadura de nuestros jefes. A esta necedad precisamente es a lo que conduce, propiamente hablando, la poltica que identifica la dictadura del Partido con la dictadura del proletariado... Cul es la posicin de Znviev a este respecto? Zinviev mantiene, en el fondo, el mismo punto de vista de identificar la dictadura del Partido con la dictadura del proletariado que mantiene Sorin, con una diferencia, sin embargo: la de que Sorin se expresa con ms claridad y franqueza, mientras que Zinviev hace equilibrios. Para convencerse de ello, basta leer el siguiente pasaje del libro de Zinviev El leninismo: Qu representa -dice Zinviev- el rgimen existente en la URSS, desde el punto de vista de su contenido de clase? Es la dictadura del proletariado. Cul es el resorte inmediato del Poder en la URSS? Quin ejerce el Poder de la clase obrera? El Partido Comunista! En este sentido, en nuestro pas204 rige la dictadura del Partido. Cul es la forma jurdica del Poder en la URSS? Cul es el nuevo tipo del rgimen de Estado creado por la Revolucin de Octubre? El sistema sovitico. Lo uno no contradice en modo alguno a lo otro.
204

J. V. Stalin Lo de que lo uno no contradice a lo otro es, naturalmente, cierto, si por dictadura del Partido respecto a la clase obrera en su conjunto se entiende la direccin del Partido. Pero cmo se puede, sobre esta base, poner un signo de igualdad entre la dictadura del proletariado y la dictadura del Partido, entre el sistema sovitico y la dictadura del Partido? Lenin identificaba el sistema de los Soviets con la dictadura del proletariado, y tenia razn, pues los Soviets, nuestros Soviets, son la organizacin cohesionadora de las masas trabajadoras en torno al proletariado, bajo la direccin del Partido. Pero cundo, dnde, en qu obra pone Lenin un signo de igualdad entre la dictadura del Partido y la dictadura del proletariado, entre la dictadura del Partido y el sistema de los Soviets, como lo hace ahora Zinviev? No slo no est en contradiccin con la dictadura del proletariado la direccin (dictadura) del Partido, sino que tampoco lo est la direccin (dictadura) de los jefes. No se os ocurre proclamar, basndoos en esto, que nuestro pas es el pas de la dictadura del proletariado, es decir, el pas de la dictadura del Partido, es decir, el pas de la dictadura de los jefes? A esta necedad precisamente es a lo que conduce el principio de la identificacin de la dictadura del Partido con la dictadura del proletariado, que Zinviev sustenta furtiva y tmidamente. En las numerosas obras de Lenin, slo he logrado anotar cinco casos en los que Lenin toca de pasada el problema de la dictadura del Partido. El primer caso, en una polmica con los eseristas y los mencheviques, donde dice: Cuando se nos reprocha la dictadura de un solo partido y se nos propone, como habis odo, un frente nico socialista, decimos: S, dictadura de un solo partido! Sobre este terreno pisamos y no podemos salirnos de l, pues se trata de un partido que ha conquistado, a lo largo de varios decenios, el puesto de vanguardia de todo el proletariado fabril e industrial (v. t. XXIV, pg. 423). El segundo caso, en la Carta a los obreros y campesinos con motivo de la victoria sobre Kolchak, donde dice: Tratan de intimidar a los campesinos (particularmente los mencheviques y los eseristas, todos ellos, hasta los de izquierda) con el espantajo de la dictadura de un solo partido, del partido de los bolcheviques-comunistas. Con el ejemplo de Kolchak, los campesinos han aprendido a no temer a este espantajo. O la dictadura (es decir, el poder frreo) de los terratenientes y de los capitalistas, o la dictadura de la clase obrera (v. t. XXIV, pg. 436).

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Cuestiones del leninismo El tercer caso, en el discurso pronunciado por Lenin en el II Congreso de la Internacional Comunista, en la polmica con Tanner. Este discurso lo he citado ya ms arriba. El cuarto caso, en unas lneas del folleto La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo. Las citas correspondientes han quedado ya transcritas ms arriba. Y el quinto caso, en el esbozo de esquema de la dictadura del proletariado, publicado en el tercer tomo de la Recopilacin Leninista, en el que hay un punto que dice: Dictadura de un solo partido (v. el tomo III de la Recopilacin Leninista, pg. 497). Conviene indicar que en dos casos de los cinco, en el ltimo y en el segundo, Lenin pone entre comillas las palabras dictadura de un solo partido, queriendo hacer resaltar, manifiestamente, el sentido inexacto y figurado de esta frmula. Conviene indicar tambin que, en todos estos casos, Lenin entiende por dictadura del Partido la dictadura (el poder frreo) con respecto a los terratenientes y los capitalistas, y no con respecto a la clase obrera, pese a las calumniosas supercheras de Kautsky y compaa. Es significativo que ni en una sola de sus obras, ni en las fundamentales ni en las secundarias, en las que Lenin trata o simplemente menciona la dictadura del proletariado y el papel del Partido en el sistema de la dictadura del proletariado, se alude siquiera a que la dictadura del proletariado es la dictadura de nuestro Partido. Por el contrario, cada pgina, cada lnea de estas obras es un grito de protesta contra semejante frmula (v. El Estado y la revolucin, La revolucin proletaria y el renegado Kautsky, La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo, etc.). Y an es ms significativo que en las tesis del II Congreso de la Internacional Comunista205 sobre el papel del partido poltico, redactadas bajo la direccin inmediata de Lenin y a las que Lenin alude reiteradamente en sus discursos cmo a un modelo de definicin acertada del papel y de las tareas del Partido, no encontremos ni una palabra, literalmente ni una sola, sobre la dictadura del Partido. Qu indica todo esto? Indica: a) que Lenin no consideraba irreprochable ni exacta la frmula dictadura del Partido, razn por la cual muy rara vez la emplea en sus obras y la pone a veces entre comillas; b) que en los pocos casos en que Lenin se vea obligado, en sus polmicas con los adversarios, a hablar de la dictadura del Partido, hablaba generalmente de dictadura de un solo partido; es decir, de que nuestro Partido est en el Poder solo, de
205

137 que no comparte el Poder con otros partidos, y, adems, siempre aclaraba que por dictadura del Partido con respecto a la clase obrera se debe entender la direccin del Partido, su papel dirigente; c) que en todos los casos en que Lenin crea necesario definir cientficamente el papel del Partido dentro del sistema de la dictadura del proletariado, hablaba exclusivamente (y estos casos son innumerables) del papel dirigente del Partido con respecto a la clase obrera; d) que fue precisamente por esto por lo que a Lenin no se le ocurri incluir en la resolucin fundamental sobre el papel del Partido -me refiero a la resolucin del II Congreso de la Internacional Comunista- la frmula dictadura del Partido; e) que no tienen razn desde el punto de vista del leninismo y padecen miopa poltica los camaradas que identifican o tratan de identificar la dictadura del Partido -y tambin, por consiguiente, la dictadura de los jefes- con la dictadura del proletariado, pues con ello infringen las condiciones para que las relaciones entre la vanguardia y la clase sean acertadas. Y no hablemos de que la frmula dictadura del Partido, tomada sin las reservas indicadas ms arriba, puede crear toda una serie de peligros y de desventajas polticas en nuestra labor prctica. Con esta frmula, tomada sin reservas, es como si se dijese: a) a las masas sin-partido: no os atrevis a contradecir, no os atrevis a razonar, porque el Partido lo puede todo, ya que tenemos la dictadura del Partido! b) a los cuadros del Partido: actuad con mayor osada, presionad con mayor rigor, se puede no prestar odo a la voz de las masas sin-partido, pues tenemos la dictadura del Partido! c) a los dirigentes del Partido: podis permitiros el lujo de cierta suficiencia y, tal vez, hasta podis caer en el engreimiento, puesto que tenemos la dictadura del Partido y, por consiguiente, la dictadura de los jefes! Es conveniente recordar estos peligros precisamente ahora, en el perodo de ascenso de la actividad poltica de las masas, cuando la disposicin del Partido a prestar odo atento a la voz de las masas tiene para nosotros una importancia especial; cuando el prestar atencin a las exigencias de las masas es el mandamiento fundamental de nuestro Partido; cuando se requiere del Partido una prudencia y una flexibilidad especiales en su poltica; cuando el peligro de caer en el engreimiento es uno de los peligros ms serios que amenazan al Partido en la obra de dirigir acertadamente a las masas. No se puede por menos de recordar las preciosas palabras pronunciadas por Lenin en el XI Congreso de nuestro Partido:

Las tesis del II Congreso de la Internacional Comunista sobre El papel del Partido Comunista en la revolucin proletaria fueron aprobadas romo resolucin del Congreso.

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138 A pesar de todo, nosotros (los comunistas. J. St.) somos en la masa del pueblo como una gota en el mar, y slo podemos gobernar cuando expresamos acertadamente lo que el pueblo piensa. De otra manera, el Partido Comunista no conducira al proletariado, ni el proletariado conducira a las masas, y toda la mquina se desencuadernara (v, t. XXVII, pg. 256). Expresar con acierto lo que el pueblo piensa: sta es, precisamente, la condicin indispensable que garantiza al Partido el honroso papel de fuerza dirigente fundamental en el sistema de la dictadura del proletariado. VI. La cuestin del triunfo del socialismo en un solo pas El folleto Los fundamentos del leninismo (primera edicin, mayo de 1924) contiene dos formulaciones de la cuestin del triunfo del socialismo en un solo pas. La primera dice as: Antes se crea imposible la victoria de la revolucin en un solo pas, suponiendo que, para alcanzar la victoria sobre la burguesa, era necesaria la accin conjunta de los proletarios de todos los pases adelantados o, por lo menos, de la mayora de ellos. Ahora, este punto de vista ya no corresponde a la realidad. Ahora hay que partir de la posibilidad de este triunfo, pues el desarrollo desigual y a saltos de los distintos pases capitalistas en el imperialismo, el desarrollo, en el seno del imperialismo, de contradicciones catastrficas que llevan a guerras inevitables, el incremento del movimiento revolucionario en todos los pases del mundo; todo ello no slo conduce a la posibilidad, sino tambin a la necesidad del triunfo del proletariado en uno u otro pas (v. Los fundamentos del leninismo206). Este planteamiento es completamente acertado y no necesita comentarios. Combate la teora de los socialdemcratas, que consideran como una utopa la toma del Poder por el proletariado en un solo pas, si no va acompaada al mismo tiempo de la revolucin victoriosa en otros pases. Mas en el folleto Los fundamentos del leninismo hay tambin otra formulacin, que dice: Pero derrocar el Poder de la burguesa e instaurar el Poder del proletariado en un solo pas no significa todava garantizar el triunfo completo del socialismo. Queda por cumplir la misin principal del socialismo: la organizacin de la produccin socialista. Se puede cumplir esta misin, se puede lograr el triunfo definitivo del socialismo en un solo pas sin los esfuerzos conjuntos de los proletarios de unos cuantos pases adelantados? No, no se puede.
206

J. V. Stalin Para derribar a la burguesa, bastan los esfuerzos de un solo pas, como lo indica la historia de nuestra revolucin. Para el triunfo definitivo del socialismo, para la organizacin de la produccin socialista, ya no bastan los esfuerzos de un solo pas, sobre todo de un pas tan campesino como Rusia; para esto hacen falta los esfuerzos de los proletarios de unos cuantos pases adelantados (v. Los fundamentos del leninismo, primera edicin207). Esta segunda formulacin combate la afirmacin de los crticos del leninismo, de los trotskistas, de que la dictadura del proletariado en un solo pas, sin el triunfo en otros pases, no podra sostenerse frente a la Europa conservadora. En este sentido -pero slo en este sentido-, esa formulacin era entonces (mayo de 1924) suficiente, y fue, sin duda, de cierta utilidad. Pero ms tarde, cuando ya se haba vencido dentro del Partido la crtica al leninismo en este aspecto y se puso a la orden del da una nueva cuestin, la cuestin de la posibilidad de edificar la sociedad socialista completa con las fuerzas de nuestro pas y sin ayuda exterior, la segunda formulacin result ser ya insuficiente a todas luces y, por tanto, inexacta. En qu consiste el defecto de esta formulacin? Su defecto consiste en que funde en una sola dos cuestiones distintas: la cuestin de la posibilidad de llevar a cabo la edificacin del socialismo con las fuerzas de un solo pas, cuestin a la que hay que dar una respuesta afirmativa, y la cuestin de si un pas con dictadura del proletariado, puede considerarse completamente garantizado contra la intervencin y, por tanto, contra la restauracin del viejo rgimen, sin una revolucin victoriosa en otros pases, cuestin a la que hay que dar una respuesta negativa. Esto, sin hablar de que dicha formulacin puede dar motivo para creer que es imposible organizar la sociedad socialista con las fuerzas de un solo pas, cosa que, naturalmente, es falsa. Basndome en esto, en mi folleto La Revolucin de Octubre y la tctica de los comunistas rusos (diciembre de 1924), he modificado y corregido esta formulacin, dividiendo la cuestin en dos: en la cuestin de la garanta completa contra la restauracin del rgimen burgus y en la cuestin de la posibilidad de edificar la sociedad socialista completa en un solo pas. He conseguido esto, primero, al presentar la victoria completa del socialismo como garanta completa contra la restauracin del antiguo orden de cosas, garanta que slo se puede obtener mediante los esfuerzos conjuntos de los proletarios de unos cuantos pases, y, segundo, al proclamar, basndome en el folleto de Lenin Sobre la cooperacin, la verdad Indiscutible
207

Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pg. 100, ed. en espaol.

Vase: el folleto de J. V. Stalin Acerca de Lenin y el leninismo.

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Cuestiones del leninismo de que contamos con todo lo necesario para edificar la sociedad socialista completa (v. La Revolucin de Octubre y la tctica de los comunistas rusos)208. Esta nueva formulacin es la que sirvi de base a la conocida resolucin de la XIV Conferencia del Partido Sobre las tareas de la Internacional Comunista y del PC(b) de Rusia, que trata de la cuestin del triunfo del socialismo en un solo pas, en relacin con la estabilizacin del capitalismo (abril de 1925), y que considera posible y necesaria la edificacin del socialismo con las fuerzas de nuestro pas. Esta formulacin ha servido tambin de base a mi folleto Balance de los trabajos de la XIV Conferencia del PC(b) de Rusia, publicado inmediatamente despus de esta Conferencia, en mayo de 1925. Respecto al planteamiento de la cuestin del triunfo del socialismo en un solo pas, he aqu lo que se dice en este folleto: Nuestro pas nos muestra dos grupos de contradicciones. Uno de ellos lo forman las contradicciones interiores, entre el proletariado y el campesinado (aqu se trata de la edificacin del socialismo en un solo pas. J. St.). El otro, las contradicciones exteriores, entre nuestro pas, como pas del socialismo, y todos los dems pases como pases del capitalismo (aqu se trata del triunfo definitivo del socialismo. J. St.) Quien confunde el primer grupo de contradicciones, que es perfectamente posible vencer con los esfuerzos de un solo pas, con el segundo grupo de contradicciones, para vencer las cuales hacen falta los esfuerzos de los proletarios de unos cuantos pases, comete un gravsimo error contra el leninismo, y es un confusionista o un oportunista impenitente (v, Balance de los trabajos de la XIV Conferencia del PC(b) de Rusia209). Respecto a la cuestin del triunfo del socialismo en nuestro pas, este folleto dice: Podemos llevar a cabo la edificacin del socialismo, y lo iremos edificando juntamente con el campesinado y bajo la direccin de la clase obrera..., pues bajo la dictadura del proletariado se dan en nuestro pas... todas las premisas necesarias para edificar la sociedad socialista completa, venciendo todas y cada una de las dificultades internas, pues podemos y debemos vencerlas con nuestras propias fuerzas (v. lugar citado210).
208

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Respecto a la cuestin del triunfo definitivo del socialismo, el folleto dice: El triunfo definitivo del socialismo es la garanta completa contra las tentativas de intervencin y, por tanto, tambin de restauracin, pues una tentativa de restauracin de alguna importancia slo puede producirse con un considerable apoyo del exterior, con el apoyo del capital internacional. Por eso, el apoyo de los obreros de todos los pases a nuestra revolucin, y con mayor razn el triunfo de estos obreros, aunque slo sea en unos cuantos pases, es condicin indispensable para garantizar plenamente al primer pas victorioso contra las tentativas de intervencin y de restauracin, es condicin indispensable para el triunfo definitivo del socialismo. (v. lugar citado211). Me parece que est claro. Es sabido que en igual sentida se interpreta este problema en mi folleto Preguntas y respuestas (junio de 1925) y en el informe poltico del CC ante el XIV Congreso del PC(b) de la URSS212 (diciembre de 1925). Tales son los hechos. Creo que estos hechos los conocen todos los camaradas, y Zinviev entre ellos. Si hoy, casi a los dos aos de la lucha ideolgica sostenida en el seno del Partido, y despus de la resolucin adoptada en la XIV Conferencia del Partido (abril de 1925), Zinviev, en su discurso de resumen, pronunciado en el XIV Congreso del Partido (diciembre de 1925), cree posible sacar a relucir la vieja frmula, completamente insuficiente, del folleto de Stalin, escrito en abril de 1924, como base para resolver el problema ya resuelto del triunfo del socialismo en un solo pas, este modo de proceder peculiar de Zinvev slo atestigua que se ha hecho un verdadero lo en esta cuestin. Tirar del Partido hacia atrs, cuando ya ste haba ido adelante, eludir la resolucin de la XIV Conferencia del Partido, despus de haber sido confirmada por el Pleno del CC213, significa atascarse irremisiblemente en contradicciones, no tener fe en la edificacin del socialismo, desviarse del camino de Lenin y suscribir la propia derrota. Qu significa la posibilidad del triunfo del socialismo en un solo pas? Significa la posibilidad de resolver las contradicciones entre el proletariado y el campesinado con las fuerzas internas de nuestro pas, la posibilidad de que el proletariado tome el Poder y lo utilice para edificar la sociedad socialista completa
211 212

Esta nueva formulacin vino luego a reemplazar a la vieja en las ediciones posteriores del folleto Los fundamentos del leninismo. 209 Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 7, pgs. 112 y 122, ed. en espaol. 210 Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 7, pgs. 113 y 118-119, ed. en espaol.

Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 7, pg. 121, ed. en espaol. Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 7, pgs. 269-408, ed. en espaol. 213 Se alude al Pleno del Comit Central del PC(b) de Rusia, celebrado del 23 al 30 de abril de 1925.

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140 en nuestro pas, contando con la simpata y el apoyo de los proletarios de los dems pases, pero sin que previamente triunfe la revolucin proletaria en otros pases. Sin esta posibilidad, la edificacin del socialismo es una edificacin sin perspectivas, una edificacin que se realiza sin la seguridad de llevarla a cabo. No se puede edificar el socialismo sin tener la seguridad de que es posible dar cima a la obra, sin tener la seguridad de que el atraso tcnico de nuestro pas no es un obstculo insuperable para la edificacin de la sociedad socialista completa. Negar esta posibilidad es no tener fe en la edificacin del socialismo, es apartarse del leninismo. Qu significa la imposibilidad del triunfo completo y definitivo del socialismo en un solo pas sin el triunfo de la revolucin en otros pases? Significa imposibilidad de tener una garanta completa contra la intervencin y, por consiguiente, contra la restauracin del rgimen burgus, si la revolucin no triunfa, por lo menos, en varios pases. Negar esta tesis indiscutible es apartarse del internacionalismo, es apartarse del leninismo. No vivimos solamente - dice Lenin - dentro de un Estado, sino dentro de un sistema de Estados, y no se concibe que la Repblica Sovitica pueda existir mucho tiempo al lado de los Estados imperialistas. En fin de cuentas acabar triunfando lo uno o lo otro. Pero antes de que se llegue a esto, es inevitable una serie de choques terribles entre la Repblica Sovitica y los Estados burgueses. Esto significa que si la clase dominante, el proletariado, quiere dominar y ha de dominar, tiene que demostrarlo tambin por medio de su organizacin militar (v. t. XXIV, pg. 122). Estamos -dice Lenin en otro lugar- ante un equilibrio sumamente inestable, pero, con todo, ante cierto equilibrio indudable, indiscutible. Durar mucho tiempo? Lo ignoro, y no creo que pueda saberse. Por eso, debemos mostrar la mayor prudencia. Y el primer mandamiento de nuestra poltica, la primera enseanza que se deriva de nuestra labor de gobierno durante este ao, enseanza que todos los obreros y campesinos deben aprender, es la necesidad de estar en guardia, la de tener presente que nos hallamos rodeados de hombres, de clases y de gobiernos que manifiestan abiertamente el mayor odio hacia nosotros. Es preciso tener presente que estamos siempre a un paso de una intervencin (v. t. XXVII, pg. 117). Me parece que est claro. Cmo presenta Zinviev la cuestin del triunfo del socialismo en un solo pas? Escuchad: Por triunfo definitivo del socialismo se debe
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J. V. Stalin entender, por lo menos: 1) la supresin de las clases y, por tanto, 2) la abolicin de la dictadura de una sola clase, en este caso, de la dictadura del proletariado... Para percatarse con mayor exactitud -dice ms adelante Zinviev- de cmo se plantea este problema en nuestro pas, en la URSS, en 1925, hay que distinguir dos cosas: 1) la posibilidad garantizada de edificar el socialismo, posibilidad que tambin puede concebirse plenamente, claro est, en el marco de un solo pas, y 2) la edificacin definitiva y la consolidacin del socialismo, es decir, la creacin del rgimen socialista, de la sociedad socialista. Qu puede significar todo esto? Que Zinviev no entiende por triunfo definitivo del socialismo en un solo pas la garanta contra la intervencin y la restauracin, sino la posibilidad de llevar a cabo la edificacin de la sociedad socialista. Y por triunfo del socialismo en un solo pas Zinviev entiende una edificacin del socialismo que no puede ni debe conducir a la edificacin completa del socialismo. Una edificacin al azar, sin perspectivas, una edificacin del socialismo emprendida con la imposibilidad de llevar a cabo la edificacin de la sociedad socialista: tal es la posicin de Zinviev. Edificar el socialismo sin la posibilidad de llevar a cabo su edificacin, edificar a sabiendas de que la edificacin no se llevar a cabo; he ah a qu incongruencias llega Zinviev. Pero esto es burlarse del problema, y no resolverlo! He aqu otro pasaje tomado del discurso de resumen de Zinviev en el XIV Congreso del Partido: Ved, por ejemplo, a dnde ha ido a parar el camarada Ykovleven la ltima Conferencia del Partido de la provincia de Kursk. Estando rodeados de enemigos capitalistas por todas partes, acaso podemos en estas condiciones -pregunta-, llevar a cabo la edificacin del socialismo en un solo pas?. Y contesta: Basndonos en todo lo expuesto, tenemos derecho a decir que no slo estamos edificando el socialismo, sino que, a pesar de ser por el momento los nicos, a pesar de ser el nico pas sovitico, el nico Estado sovitico del mundo, llevaremos a cabo la edificacin del socialismo (Krskaia Pravda, nm. 279, 8 de diciembre de 1925). Acaso es sta una manera leninista de plantear el problema? -pregunta Zinviev-, acaso no huele esto a estrechez nacional214?. Por tanto, segn Zinviev, resulta que reconocer la posibilidad de llevar a cabo la edificacin del socialismo en un solo pas significa adoptar una posicin de estrechez nacional, y negar esta posibilidad significa adoptar la posicin del
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Cuestiones del leninismo internacionalismo. Pero, de ser esto cierto, acaso valdra la pena de luchar por el triunfo sobre los elementos capitalistas de nuestra economa? No se desprende de aqu la imposibilidad de este triunfo? Capitulacin ante los elementos capitalistas de nuestra economa: he aqu a lo que conduce la lgica interna de la argumentacin de Zinviev. Y esta incongruencia, que no tiene nada que ver con el leninismo, Zinviev nos la ofrece como internacionalismo, como leninismo cien por cien! Yo afirmo que, en el importantsimo problema de la edificacin del socialismo, Zinviev se aparta del leninismo, rodando hacia las concepciones del menchevique Sujnov. Recurramos a Lenin. He aqu lo que ya antes de la Revolucin de Octubre, en el mes de agosto de 1915, deca Lenin acerca del triunfo del socialismo en un solo pas: La desigualdad del desarrollo econmico y poltico es una ley absoluta del capitalismo. De aqu se deduce que es posible que la victoria del socialismo empiece por unos cuantos pases capitalistas, o incluso por un solo pas capitalista. El proletariado triunfante de este pas, despus de expropiar a los capitalistas y de organizar la produccin socialista dentro de sus fronteras215, se enfrentara con el resto del mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los dems pases, levantando en ellos la insurreccin contra los capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus Estados (v. t. XVIII, pgs. 232-233). Qu significa la frase de Lenin que subrayamos: despus de organizar la produccin socialista dentro de sus fronteras? Significa que el proletariado del pas victorioso, despus de la toma del Poder, puede y debe organizar en su pas la produccin socialista. Y qu significa organizar la produccin socialista? Significa llevar a cabo la edificacin de la sociedad socialista. No creo que haga falta demostrar que este planteamiento de Lenin, claro y terminante, no necesita ms comentarios. De otro modo, seran incomprensibles los llamamientos de Lenin para que el proletariado tomase el Poder en octubre de 1917. Veis, pues, que este planteamiento tan claro de Lenin se distingue como el cielo de la tierra del planteamiento confuso y antileninista de Zinviev, de que podemos emprender la edificacin del socialismo en el marco de un solo pas an siendo imposible acabar de edificarlo.
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141 El planteamiento de Lenin corresponde a 1915, antes de que el proletariado tomara el poder. Pero se modificaron, tal vez, sus concepciones despus de la experiencia de la toma del Poder, despus de 1917? Consultemos el folleto de Lenin Sobre la cooperacin, escrito en 1923: En efecto -dice Lenin -, todos los grandes medios de produccin en poder del Estado y el Poder del Estado en manos del proletariado; la alianza de este proletariado con millones y millones de pequeos y muy pequeos campesinos; asegurar la direccin de los campesinos por el proletariado, etc., acaso no es esto todo lo que se necesita para edificar la sociedad socialista completa partiendo de la cooperacin, y nada ms que de la cooperacin, a la que antes tratbamos de mercantilista y que ahora, bajo la Nep, merece tambin, en cierto modo, el mismo trato; acaso no es esto todo lo imprescindible para edificar la sociedad socialista completa216?. Eso, no es todava la edificacin de la sociedad socialista, pero s todo lo imprescindible y lo suficiente para esta edificacin217 (v. t. XXVII, pg. 392). En otras palabras: podemos y debemos edificar la sociedad socialista completa, pues disponemos de todo lo necesario y lo suficiente para esta edificacin. Parece que es difcil expresarse con mayor claridad. Comparad este planteamiento clsico de Lenin con el rspice antileninista de Zinviev a Ykovlev, y comprenderis que Ykovlev no hizo sino repetir las palabras de Lenin sobre la posibilidad de llevar a cabo la edificacin del socialismo en un solo pas, mientras que Zinviev, al manifestarse en contra de este planteamiento, al fustigar a Ykovlev, se apart de Lenin, adoptando el punto de vista del menchevique Sujnov, el punto de vista de la imposibilidad de llevar a cabo la edificacin del socialismo en nuestro pas, en razn de su atraso tcnico. No se comprende entonces para qu tomamos el Poder en octubre de 1917, si no nos proponamos llevar a cabo la edificacin del socialismo. No se debi tomar el Poder en octubre de 1917; he aqu la conclusin a que conduce la lgica interna de la argumentacin de Zinviev. Afirmo, adems, que, en la importantsima cuestin del triunfo del socialismo, Zinviev procede en contra de acuerdos precisos de nuestro Partido, estampados en la conocida resolucin de la XIV Conferencia del Partido Sobre las tareas de la Internacional Comunista y del PC(b) de Rusia, en relacin con el Pleno ampliado del CE de la Internacional Comunista. Veamos esta resolucin. He aqu lo que dice
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142 acerca del triunfo del socialismo en un solo pas: La existencia de dos sistemas sociales diametralmente opuestos provoca la amenaza constante de un bloqueo capitalista, de otras formas de presin econmica, de la intervencin armada y de la restauracin. La nica garanta para el triunfo definitivo del socialismo, es decir, la garanta contra la restauracin218, es, por tanto, la revolucin socialista victoriosa en varios pases.... El leninismo ensea que el triunfo definitivo del socialismo, en el sentido de garanta completa contra la restauracin219 de las relaciones sociales burguesas, slo es posible en un plano internacional.... De aqu no se desprende220 en modo alguno que sea imposible la edificacin de la sociedad socialista completa221 en un pas tan atrasado como Rusia sin la ayuda estatal (Trotski) de los pases ms desarrollados en el aspecto tcnico y econmico (v. la resolucin). Veis, pues, que esta resolucin presenta el triunfo definitivo del socialismo como una garanta contra la intervencin y la restauracin, todo lo contrario de como lo presenta Zinviev en su libro El leninismo. Veis, pues, que esta resolucin reconoce la posibilidad de edificar la sociedad socialista completa en un pas tan atrasado como Rusia sin la ayuda estatal de los pases ms desarrollados en el aspecto tcnico y econmico, o sea, todo lo contrario de lo que afirma Zinviev en el rspice que da a Ykovlev en su discurso de resumen pronunciado en el XIV Congreso del Partido. Qu otro nombre merece esto ms que el de lucha de Zinviev contra la resolucin de la XIV Conferencia del Partido? Naturalmente, a veces las resoluciones del Partido no son intachables. Puede ocurrir que las resoluciones del Partido contengan errores. Hablando en trminos generales, podemos suponer que la resolucin de la XIV Conferencia del Partido contiene tambin ciertos errores. Es posible que Zinviev considere que esta resolucin es equivocada. Pero, en este caso, hay que decirlo clara y francamente, como corresponde a un bolchevique. Sin embargo, Zinviev no lo hace, por algn motivo. Prefiere seguir otro camino, el camino de atacar por la espalda la resolucin de la XIV Conferencia del Partido, silenciando esta resolucin, sin criticarla abiertamente en lo ms mnimo. Zinviev cree, por lo visto, que este camino le conduce mejor a su objetivo. Y su objetivo no es ms que uno: mejorar la resolucin y enmendarle la plana un poquito a
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J. V. Stalin Lenin. No creo que sea preciso demostrar que Zinviev se ha equivocado en sus clculos. De dnde proviene el error de Zinviev? Dnde reside la raz de su error? La raz de este error reside, a mi juicio, en que Zinviev est convencido de que el atraso tcnico de nuestro pas es un obstculo insuperable para la edificacin de la sociedad socialista completa, de que el proletariado no puede llevar a cabo la edificacin del socialismo debido al atraso tcnico de nuestro pas. Zinviev y Kmenev haban intentado una vez exponer este argumento en una de las sesiones de CC del Partido, en vsperas de la Conferencia celebrada por el Partido en abril222. Pero se les di la rplica adecuada, y se vieron obligados a retroceder, sometindose formalmente al punto de vista opuesto, al punto de vista de la mayora del CC. Pero, con ese sometimiento formal Zinviev ha proseguido durante todo el tiempo su lucha contra este punto de vista de la mayora del CC. He aqu lo que dice a propsito de este incidente, producido en el CC del PC(b) de Rusia, el Comit de Mosc de nuestro Partido, en su Respuesta a la carta de la Conferencia del Partido de la provincia de Leningrado223: No hace mucho tiempo, Kmenev y Zinviev mantuvieron en el Bur Poltico el punto de vista de que, a causa de nuestro atraso tcnico y econmico, no podremos vencer las dificultades interiores, a menos de que venga a salvarnos la revolucin internacional. Pero nosotros, con la mayora del CC, entendemos que podemos edificar el socialismo, que lo estamos edificando y que terminaremos de edificarlo, no obstante nuestro atraso tcnico y a pesar de l. Entendemos que esta edificacin ir, naturalmente, mucho ms despacio de lo que ira bajo las condiciones de un triunfo mundial, pero, sin embargo, avanzamos y seguiremos avanzando. Entendemos asimismo que el punto de vista de Kmenev y Zinviev expresa la falta de fe en las fuerzas internas de nuestra clase obrera y de las masas campesinas que la siguen. Creemos que sustentar ese punto de vista es desviarse de la posicin mantenida por Lenin (v. la Respuesta). Este documento apareci en la prensa durante las primeras sesiones del XIV Congreso del Partido. Zinviev pudo, naturalmente, manifestarse en contra de este documento ya en el mismo Congreso. Es significativo que Zinviev y Kmenev no encontrasen argumentos que oponer a esta grave acusacin lanzada contra ellos por el Comit de
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Se alude a la XIV Conferencia del PC(b) de Rusia, celebrada del 27 al 29 de abril de 1925. 223 La respuesta del Comit de Mosc del PC(b) de Rusia a la carta de la XXII Conferencia de la organizacin del Partido de la provincia de Leningrado, carta que era una maniobra fraccional de los partidarios de Zinviev y Kmenev.
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Cuestiones del leninismo Mosc de nuestro Partido. Es esto casual? Yo creo que no es casual. Por lo visto, la acusacin acert en el blanco. Zinviev y Kmenev dieron la callada por respuesta a esta acusacin, porque no tenan con qu matarla. La nueva oposicin se siente ofendida porque se acuse a Zinviev de falta de fe en el triunfo de la edificacin socialista en nuestro pas. Pero si Zinviev, despus de un ao entero de discutirse la cuestin del triunfo del socialismo en un solo pas; despus de haber sido rechazado por el Bur Poltico del CC (abril de 1925) el punto de vista de Zinviev; despus de haberse formado en el Partido una opinin definida a este respecto, expresada en la conocida resolucin de la XIV Conferencia del Partido (abril de 1925); si, despus de todo esto; Zinviev se decide a manifestarse en su libro El leninismo (septiembre de 1925) en contra del punto de vista del Partido; si, ms tarde, repite estas manifestaciones en el XIV Congreso, cmo puede explicarse todo ello, esa obstinacin, esa contumacia en defender su error, como no sea porque Zinviev est contaminado, incurablemente contaminado, de la falta de fe en el triunfo de la edificacin socialista en nuestro pas? Zinviev quiere presentar su falta de fe como internacionalismo. Pero desde cundo se acostumbra entre nosotros a considerar como internacionalismo el desviarse del leninismo en una cuestin cardinal del leninismo? No sera ms exacto decir que quien peca aqu contra el internacionalismo y la revolucin internacional, no es el Partido, sino Zinviev? Pues qu es nuestro pas, el pas del socialismo en construccin, sino la base de la revolucin mundial? Pero puede, acaso, nuestro pas ser la verdadera base de la revolucin mundial si no es capaz de llevar a cabo la edificacin de la sociedad socialista? Acaso puede nuestro pas seguir siendo el poderoso centro de atraccin para los obreros de todos los pases, como lo es indudablemente en la actualidad, si no es capaz de conseguir dentro de sus fronteras el triunfo sobre los elementos capitalistas de nuestra economa, el triunfo de la edificacin socialista? Yo entiendo que no. Y acaso no se desprende de esto que la falta de fe en el triunfo de la edificacin socialista, que el predicar esta falta de fe conduce a desprestigiar a nuestro pas como base de la revolucin mundial, y que este descrdito de nuestro pas conduce, a su vez, a debilitar el movimiento revolucionario mundial? Cules eran los medios de que se valan los seores socialdemcratas para ahuyentar de nuestro lado a los obreros? Ellos afirmaban que los rusos no conseguirn nada. Con qu batimos nosotros ahora a los socialdemcratas, atrayendo una serie interminable de delegaciones obreras y reforzando con ello las posiciones del comunismo en el mundo entero? Con

143 nuestros xitos en la edificacin del socialismo. Y acaso no est claro, despus de esto, que quien predica la falta de fe en nuestros xitos en la edificacin del socialismo, ayuda indirectamente a los socialdemcratas, debilita la amplitud del movimiento revolucionario internacional, se aparta inevitablemente del internacionalismo? Como veis, el internacionalismo de Zinviev no sale mejor parado que su leninismo cien por cien en lo referente a la edificacin del socialismo en un solo pas. Por eso, el XIV Congreso del Partido ha procedido acertadamente al definir las concepciones de la nueva oposicin como falta de fe en la edificacin del socialismo y como tergiversacin del leninismo. VII. La lucha por el triunfo de la edificacin socialista Entiendo que la falta de fe en el triunfo de la edificacin socialista es el error fundamental de la nueva oposicin. Este error es, a mi juicio, el fundamental, porque de l derivan todos los dems errores de la nueva oposicin. Sus errores en las cuestiones de la Nep, del capitalismo de Estado, del carcter de nuestra industria socialista, del papel de la cooperacin bajo la dictadura del proletariado, de los mtodos de lucha contra los kulaks, del papel y del peso del campesinado medio; todos estos errores derivan del error fundamental de la oposicin, de su falta de fe en la posibilidad de llevar a cabo la edificacin de la sociedad socialista con las fuerzas de nuestro pas. Qu significa la falta de fe en el triunfo de la edificacin socialista en nuestro pas? Significa, ante todo, falta de seguridad en que las masas fundamentales del campesinado, debido a determinadas condiciones del desarrollo de nuestro pas, puedan incorporarse a la edificacin socialista. Significa, en segundo lugar, falta de seguridad en que el proletariado de nuestro pas, dueo de las posiciones dominantes de la economa nacional, sea capaz de atraer a las masas fundamentales del campesinado a la edificacin socialista. De estas tesis parte tcitamente la oposicin en sus razonamientos sobre el camino de nuestro desarrollo, y lo mismo da que lo haga consciente o inconscientemente. Se puede incorporar a la masa fundamental, del campesinado sovitico a la edificacin socialista? En el folleto Los fundamentos del leninismo hay a este respecto dos tesis esenciales: 1) No hay que confundir al campesinado de la Unin Sovitica con el campesinado del Occidente. Un campesinado que ha pasado por la escuela de tres revoluciones, que ha luchado del brazo del proletariado y bajo la direccin del proletariado

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144 contra el zar y el Poder burgus, un campesinado que ha recibido de manos de la revolucin proletaria la tierra y la paz y que, por ello, se ha convertido en reserva del proletariado, este campesinado no puede por menos de diferenciarse del campesinado que ha luchado en la revolucin burguesa bajo la direccin de la burguesa liberal, ha recibido la tierra de manos de esta burguesa y se ha convertido, por ello, en reserva de la burguesa. Huelga demostrar que el campesino sovitico, acostumbrado a apreciar la amistad poltica y la colaboracin poltica del proletariado y que debe su libertad a esta amistad y a esta colaboracin, no puede por menos de estar extraordinariamente predispuesto a colaborar econmicamente con el proletariado. 2) No hay que confundir la agricultura de Rusia con la del Occidente. En el Occidente, la agricultura se desarrolla siguiendo la ruta habitual del capitalismo, en medio de una profunda diferenciacin de los campesinos, con grandes fincas y latifundios privados capitalistas en uno de los polos, y, en el otro, pauperismo, miseria y esclavitud asalariada. All son completamente naturales, a consecuencia de ello, la disgregacin y la descomposicin. No sucede as en Rusia. En nuestro pas, la agricultura no puede desarrollarse siguiendo esa ruta, ya que la existencia del Poder Sovitico y la nacionalizacin de los instrumentos y medios de produccin fundamentales no permiten semejante desarrollo. En Rusia, el desarrollo de la agricultura debe seguir otro camino, el camino de la cooperacin de millones de campesinos pequeos y medios, el camino del desarrollo de la cooperacin en masa en el campo, fomentada por el Estado mediante crditos concedidos en condiciones ventajosas. Lenin indicaba acertadamente, en sus artculos sobre la cooperacin, que el desarrollo de la agricultura de nuestro pas deba seguir un camino nuevo, incorporando a la mayora de los campesinos a la edificacin socialista a travs de la cooperacin, introduciendo gradualmente en la economa rural el principio del colectivismo, primero en la venta de los productos agrcolas y despus en su produccin... No creo que sea necesario demostrar que la inmensa mayora de los campesinos seguir de buen grado esta nueva va de desarrollo, rechazando la va de los latifundios privados capitalistas y de la esclavitud asalariada, la va de la miseria y de la ruina224. Son exactas estas tesis? Yo creo que estas dos tesis son exactas e irrefutables para todo nuestro perodo de edificacin, bajo las condiciones de la Nep. No son sino la expresin de las conocidas tesis de Lenin de la alianza del proletariado y el
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J. V. Stalin campesinado, de la incorporacin de las haciendas campesinas al sistema del desarrollo socialista del pas, de la necesidad de que el proletariado marche hacia el socialismo con las masas fundamentales del campesinado; de que la incorporacin de las masas de millones y millones de campesinos a la cooperacin es el principal camino de la edificacin socialista en el campo; de que, con el crecimiento de nuestra industria socialista, para nosotros, el simple desarrollo de la cooperacin se identifica... con el desarrollo del socialismo (v. t. XXVII, pg. 396). En efecto, cul es el camino que puede y debe seguir en nuestro pas el desarrollo de la economa campesina? La economa campesina no es una economa capitalista. La economa campesina, si nos fijamos en la aplastante mayora de las haciendas campesinas, es una economa de pequea produccin mercantil, Y qu es la economa campesina de pequea produccin mercantil? Es una economa que se halla en una encrucijada entre el capitalismo y el socialismo. Puede evolucionar hacia el capitalismo, que es lo que ocurre actualmente en los pases capitalistas, o hacia el socialismo, que es lo que debe ocurrir en nuestro pas, bajo la dictadura del proletariado. De dnde provienen esa inestabilidad y esa falta de independencia de la economa campesina? Cmo se explican? Se explican por la dispersin de las haciendas campesinas, por su falta de organizacin, por su dependencia de la ciudad, de la industria, del sistema de crdito, del carcter del Poder imperante en el pas; finalmente, por el bien conocido hecho de que el campo marcha y tiene necesariamente que marchar, tanto en el aspecto material como en el cultural, tras la ciudad. El camino capitalista de desarrollo de la economa campesina pasa a travs de una profundsima diferenciacin del campesinado, creando, en un polo, grandes latifundios y, en el otro polo, depauperacin en masa. Este camino de desarrollo es inevitable en los pases capitalistas, porque el campo, la economa campesina, depende de la ciudad, de la industria, del crdito concentrado en la ciudad, del carcter del Poder, y en la ciudad impera la burguesa, la industria capitalista, el sistema capitalista de crdito, el Poder capitalista del Estado. Es acaso forzoso que las haciendas campesinas sigan este camino en nuestro pas, donde la ciudad presenta una fisonoma completamente distinta, donde la industria est en manos del proletariado, donde los transportes, el sistema de crdito, el Poder del Estado, etc. estn concentrados en manos del proletariado, donde la nacionalizacin de la tierra es ley que rige para todo el pas? Naturalmente que no es forzoso! Por el contrario, precisamente porque la ciudad dirige al campo, y quien impera en la ciudad

Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 6, pgs. 137, 139-140 y 141, ed. en espaol.

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Cuestiones del leninismo en nuestro pas es el proletariado, en cuyas manos estn todas las posiciones dominantes de la economa nacional; precisamente por esto, las haciendas campesinas tienen que seguir en su desarrollo otro camino, el camino de la edificacin socialista. En qu consiste este camino? Este camino consiste en incorporar en masa los millones de haciendas campesinas a todas las formas de la cooperacin; en unir las haciendas campesinas dispersas en torno a la industria socialista; en implantar los principios del colectivismo entre el campesinado, primero en lo tocante a la venta de los productos agrcolas y al abastecimiento de las haciendas campesinas con artculos de la ciudad, y luego en lo que se refiere a la produccin agrcola. Y cuanto ms lejos se vaya, ms inevitable ser este camino en las condiciones de la dictadura del proletariado, pues la incorporacin al rgimen cooperativo en el terreno de la venta, en el abastecimiento y, por ltimo, en el terreno del crdito y de la produccin (cooperativas agrcolas), es el nico camino para elevar el bienestar en el campo, es el nico medio para salvar a las grandes masas campesinas de la miseria y de la ruina. Se dice, que, por su situacin, el campesinado de nuestro pas no es socialista y que, debido a esto, es incapaz de desarrollarse en un sentido socialista. Naturalmente, es cierto que el campesinado, por su situacin no es socialista. Pero esto no es un argumento en contra del desarrollo de las haciendas campesinas por el camino del socialismo, una vez sentado que el campo sigue a la ciudad y que en la ciudad domina la industria socialista. Durante la Revolucin de Octubre, el campesinado tampoco era socialista por su situacin y no quera, ni mucho menos, implantar el socialismo en nuestro pas. Luchaba entonces, principalmente, por acabar con el poder de los terratenientes, poner fin a la guerra y establecer la paz. Y, sin embargo, sigui entonces al proletariado socialista. Por qu? Porque el derrocamiento de la burguesa y la toma del Poder por el proletariado socialista era entonces el nico camino para salir de la guerra imperialista, el nico camino para establecer la paz. Porque entonces no haba ni poda haber otros caminos. Porque nuestro Partido logr entonces hallar, descubrir un grado de conjugacin de los intereses especficos del campesinado (el derrocamiento de los terratenientes, la paz) con los intereses generales del pas (dictadura del proletariado), un grado de subordinacin de los primeros a los segundos que result aceptable y ventajoso para el campesinado. Y, pese a no ser socialista, el campesinado sigui entonces al proletariado socialista. Lo mismo hay que decir acerca de la edificacin socialista en nuestro pas y de la incorporacin del campesinado a los cauces de esta edificacin. El campesinado no es socialista por su situacin. Pero

145 tiene que seguir, y seguir forzosamente, el camino del desarrollo socialista, pues fuera de la alianza con el proletariado, fuera de la ligazn con la industria socialista, fuera de la incorporacin de las haciendas campesinas al cauce general del desarrollo socialista mediante la incorporacin en masa del campesinado al rgimen cooperativo, no hay ni puede haber otros caminos para salvar al campesinado de la miseria y de la ruina. Por qu ha de ser precisamente mediante la incorporacin en masa del campesinado al rgimen cooperativo? Porque en la incorporacin en masa al rgimen cooperativo hemos encontrado el grado de conjugacin de los intereses privados, de los intereses comerciales privados, con los intereses generales, los mtodos de comprobacin y de control de los intereses privados por el Estado, el grado de su subordinacin a los intereses generales (Lenin), aceptable y ventajoso para el campesinado y que permite al proletariado incorporar a la masa fundamental del campesinado a la edificacin socialista. El campesinado encuentra ventajas en organizar la venta de sus mercancas y en el abastecimiento de sus haciendas con mquinas mediante el sistema de la cooperacin, y, precisamente por ello, el campesinado tiene que seguir y seguir el camino de la incorporacin en masa al rgimen cooperativo. Y qu significa la incorporacin en masa de las haciendas campesinas al rgimen cooperativo, contando con la supremaca de la industria socialista? Significa que la economa campesina de pequea produccin mercantil abandonar el viejo camino capitalista -que entraa la ruina en masa del campesinado- y tomar un nuevo camino, el camino de la edificacin socialista. He aqu porqu la lucha por el nuevo camino de desarrollo de la economa campesina, la lucha por la incorporacin de la masa fundamental del campesinado a la edificacin del socialismo es una tarea inmediata de nuestro Partido. El XIV Congreso del PC(b) de la URSS ha procedido, por tanto, acertadamente, al decir que: El camino fundamental de la edificacin del socialismo en el campo, a condicin de que sea cada vez mayor la direccin econmica ejercida por la industria estatal socialista, por las instituciones estatales de crdito y por otras posiciones dominantes en manos del proletariado, es el de incorporar la masa fundamental del campesinado a la organizacin cooperativa y asegurar el desarrollo socialista de esta organizacin, utilizando, venciendo y eliminando a sus elementos capitalistas (v, la resolucin del Congreso sobre el informe del CC). El profundsimo error de la nueva oposicin

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146 consiste en no tener fe en este nuevo camino de desarrollo del campesinado, en no ver o no comprender que bajo la dictadura del proletariado ese camino es inevitable. Y no lo comprende porque no tiene fe en el triunfo de la edificacin socialista en nuestro pas, porque no tiene fe en la capacidad de nuestro proletariado para conseguir que el campesinado le siga por el camino del socialismo. De aqu la incomprensin del doble carcter de la Nep, la exageracin de los lados negativos de la Nep y su interpretacin como un retroceso, fundamentalmente. De aqu que se exagere el papel de los elementos capitalistas de nuestra economa y se disminuye el papel de las palancas de nuestro desarrollo socialista (la industria socialista, el sistema de crdito, la cooperacin, el Poder del proletariado, etc.). De aqu la incomprensin del carcter socialista de nuestra industria estatal y las dudas en cuanto al acierto del plan cooperativo de Lenin. De aqu que se exagere el proceso de diferenciacin en el campo; de aqu el pnico ante el kulak y que se disminuye el papel de los campesinas medios; de aqu los intentos de malograr la poltica del Partido encaminada a asegurar una alianza slida con el campesino medio, y, en general, los continuos saltos de un extremo a otro en la cuestin de la poltica del Partido en el campo. De aqu la incomprensin de la enorme labor realizada por el Partido para incorporar a las masas de millones y millones de obreros y de campesinos a la construccin de la industria y de la agricultura, a la obra de vivificar las cooperativas y los Soviets, a la administracin del pas, a la lucha contra el burocratismo, a la lucha por el mejoramiento y la transformacin de nuestro aparato estatal, lucha que marca una nueva fase de desarrollo y sin la que no es concebible ninguna edificacin socialista. De aqu la desesperacin y la desorientacin ante las dificultades de nuestra obra de edificacin, las dudas respecto a la posibilidad de llevar a cabo la industrializacin de nuestro pas, la charlatanera pesimista sobre la degeneracin del Partido, etc. All, en el campo burgus, todo marcha ms o menos bien; en cambio en nuestro campo, en el campo proletario, todo marcha ms o menos mal; si la revolucin de los pases occidentales no llega a tiempo, nuestra causa est perdida: he ah el tono general de la nueva oposicin, tono que es, a mi juicio, liquidacionista, pero que la oposicin quiere hacer pasar, por alguna razn (probablemente, para despertar la hilaridad), por internacionalismo. La Nep es el capitalismo, dice la aposicin. La Nep es, fundamentalmente, un retroceso, dice Zinviev. Todo eso es, naturalmente, falso. En realidad, la Nep es una poltica del Partido que admite la lucha entre los elementos socialistas y capitalistas y que se propone el triunfo de los

J. V. Stalin elementos socialistas sobre los elementos capitalistas. En realidad, slo el comienzo de la Nep ha sido un repliegue; pero lo que se persigue es efectuar en el curso del repliegue un reagrupamiento de fuerzas e iniciar la ofensiva. En realidad, llevamos ya unos cuantos aos luchando con xito a la ofensiva, pues vamos desarrollando nuestra industria, vamos desarrollando el comercio sovitico, vamos desalojando de sus posiciones al capital privado. Pero cul es el sentido de la tesis de que la Nep es el capitalismo, de que la Nep es, fundamentalmente, un retroceso? De qu parte esta tesis? Parte del falso supuesto de que en nuestro pas se est llevando a cabo actualmente una simple restauracin del capitalismo, un simple retorno del capitalismo. Slo este supuesto puede explicar las dudas de la oposicin respecto al carcter socialista de nuestra industria. Slo este supuesto puede explicar el pnico de la oposicin ante el kulak. Slo este supuesto puede explicar la prisa con que la oposicin se ha agarrado a las cifras falsas sobre la diferenciacin del campesinado. Slo este supuesto puede explicar que la oposicin olvide con tanta facilidad que el campesino medio es, en nuestro pas, la figura central de la agricultura. Slo este supuesto puede explicar el menosprecio del peso del campesino medio y las dudas respecto al plan cooperativo de Lenin. Slo este supuesto puede motivar la falta de fe de la nueva oposicin en el nuevo camino de desarrollo del campo, en el camino de la incorporacin del campo a la edificacin socialista. En realidad, en nuestro pas no se est produciendo actualmente un proceso unilateral de restauracin del capitalismo, sino un proceso bilateral de desarrollo del capitalismo y de desarrollo del socialismo, un proceso contradictorio de lucha de los elementos socialistas contra los elementos capitalistas, un proceso en el que los elementos socialistas van venciendo a los elementos capitalistas. Esto es tan indiscutible respecto a la ciudad, donde la base del socialismo es la industria del Estado, como respecto al campo, donde el asidero fundamental para el desarrollo socialista es la cooperacin en masa ligada con la industria socialista. La simple restauracin del capitalismo es imposible, por el mero hecho de que el Poder, en nuestro pas, es un Poder proletario, de que la gran industria est en manos del proletariado, de que los transportes y el crdito se hallan a disposicin del Estado proletario. El proceso de diferenciacin en el campo no puede revestir las proporciones anteriores, el campesino medio sigue constituyendo la masa fundamental del campesinado, y el kulak no puede recobrar su fuerza anterior, aunque slo sea por el

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Cuestiones del leninismo hecho de que en nuestro pas la tierra est nacionalizada, ha dejado de ser una mercanca y nuestra poltica comercial, crediticia, fiscal y cooperativa tiende a restringir las tendencias explotadoras de los kulaks, elevar el bienestar de las grandes masas del campesinado y nivelar los extremos en el campo. Prescindo del hecho de que la lucha contra los kulaks se desarrolla actualmente en nuestro pas no slo en la vieja direccin, en la de organizar a los campesinos pobres contra los kulaks, sino tambin en una nueva direccin, en la de consolidar la alianza del proletariado y de los campesinos pobres con las masas de campesinos medios contra los kulaks. El que la oposicin no comprenda el sentido y el alcance de la lucha contra los kulaks en esta segunda direccin, confirma una vez ms que la oposicin se desva hacia el viejo camino de desarrollo del campo, hacia el camino del desarrollo capitalista, en el que el kulak y los campesinos pobres constituan las fuerzas fundamentales del campo, mientras que los campesinos medios mermaban. La cooperacin es una modalidad del capitalismo de Estado, dice la oposicin, remitindose al folleto de Lenin El impuesto en especie, razn por la cual la oposicin no tiene fe en la posibilidad de utilizar la cooperacin como asidero principal para el desarrollo socialista. La oposicin comete tambin aqu un error gravsimo. Esta interpretacin de la cooperacin era suficiente y satisfactoria en 1921, cuando fue escrito el folleto El impuesto en especie, cuando no tenamos una industria socialista desarrollada, cuando Lenin conceba el capitalismo de Estado como posible forma fundamental de nuestra actividad econmica y vea la cooperacin en conexin con el capitalismo de Estado. Pero hoy, este modo de tratar el asunto ya no basta y est superado por la historia, pues de entonces ac los tiempos han cambiado, la industria socialista se ha desarrollado, el capitalismo de Estado no ha echado races en la medida apetecida, y la cooperacin, que hoy abarca ms de una decena de millones de miembros, ha comenzado a ligarse ya con la industria socialista. Cmo, si no, puede explicarse que, ya a los dos aos de haber escrito El impuesto en especie, es decir, en 1923, Lenin comenzase a considerar la cooperacin de un modo distinto, entendiendo que bajo nuestras condiciones, a cada paso la cooperacin coincide plenamente con el socialismo? (v. t. XXVII, pg. 396). Cmo se explica esto si no es por el hecho de que durante estos dos aos la industria socialista tuvo tiempo de desarrollarse, mientras que el capitalismo de Estado no arraig lo bastante, razn por la cual Lenin comenz a considerar la cooperacin, ya no en conexin con el capitalismo de Estado, sino en conexin con la industria socialista? Las condiciones de desarrollo de la cooperacin

147 haban cambiado. Y, con ellas, tena que cambiar tambin el modo de abordar el problema de la cooperacin, He aqu, por ejemplo, un notable pasaje tomado del folleto de Lenin Sobre la cooperacin (1923), que arroja luz en este problema: En el capitalismo de Estado, las empresas cooperativas se diferencian de las empresas capitalistas de Estado, en primer lugar, en que son empresas privadas y, en segundo lugar, en que son empresas colectivas. Bajo nuestro rgimen actual, las empresas cooperativas se diferencian de las empresas capitalistas privadas por ser empresas colectivas, pero no se diferencian225 de las empresas socialistas, siempre y cuando que se basen en la tierra y empleen medios de produccin pertenecientes al Estado, es decir, a la clase obrera (v. t. XXVIII, pg. 396). En este breve pasaje se resuelven dos grandes problemas. Primero, el problema de que nuestro rgimen actual no es el capitalismo de Estado. Segundo, el problema de que las empresas cooperativas, consideradas en conexin con nuestro rgimen, no se diferencian de las empresas socialistas. Creo que es difcil expresarse con mayor claridad. Y he aqu otro pasaje tomado del mismo folleto de Lenin: Para nosotros, el simple desarrollo de la cooperacin se identifica (salvo la pequea excepcin indicada ms arriba) con el desarrollo del socialismo, y al mismo tiempo nos vemos obligados a reconocer el cambio radical producido en todo nuestro punto de vista sobre el socialismo (v. lugar citado). Es evidente que el folleto Sobre la cooperacin nos sita ante un nuevo modo de apreciar la cooperacin, cosa que la nueva oposicin no quiere reconocer, silencindolo cuidadosamente, a despecho de la realidad, a despecho de la verdad evidente, a despecho del leninismo. Una cosa es la cooperacin considerada en conexin con el capitalismo de Estado y otra cosa es la cooperacin considerada en conexin con la industria socialista. Sin embargo, de esto no se puede sacar la conclusin de que entre el trabajo El impuesto en especie y el folleto Sobre la cooperacin media un abismo. Esto es, naturalmente, falso. Basta con remitirse, por ejemplo, al siguiente pasaje tomado de El impuesto en especie, para comprender en seguida el lazo indisoluble que hay entre este trabajo y el folleto Sobre la cooperacin, en lo que se
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148 refiere al modo de apreciar la cooperacin. He aqu el pasaje en cuestin: El paso de la prctica concesionista al socialismo es el paso de una forma de gran produccin a otra forma de gran produccin. El paso de la cooperacin de los pequeos productores al socialismo es el paso de la pequea produccin a la gran produccin, es decir, una transicin ms compleja, pero capaz, en cambio, de abarcar, en caso de xito, a masas ms extensas de la poblacin, capaz de extirpar races ms profundas y ms vivaces de las viejas relaciones presocialistas226, e incluso precapitalistas, que son las que mas resistencia oponen a toda innovacin (v, t. XXVI, pg. 337). Por esta cita se ve que ya en el perodo de El impuesto en especie, cuando todava no tenamos una industria socialista desarrollada, Lenin reputaba posible transformar la cooperacin, en caso de xito, en un poderoso medio de lucha contra las relaciones presocialistas, y, por tanto, contra las relaciones capitalistas tambin. Creo que fue precisamente esta idea la que le sirvi ms tarde de punto de partida para su folleto Sobre la cooperacin. Pero qu se desprende de todo esto? De todo esto se desprende que la nueva oposicin no aborda el problema de la cooperacin de un modo marxista, sino de una manera metafsica. No ve en la cooperacin un fenmeno histrico, enfocado en conexin con otros fenmenos, en conexin, por ejemplo, con el capitalismo de Estado (en 1921) o con la industria socialista (en 1923), sino como algo inmutable, plasmado de una vez para siempre, como una cosa en s. De aqu provienen los errores de la oposicin en el problema de la cooperacin; de aqu su falta de fe en que el campo se desarrolle hacia el socialismo a travs de la cooperacin; de aqu su desviacin hacia el viejo camino, hacia el camino de desarrollo capitalista del campo. Tal es, en trminos generales, la actitud de la nueva oposicin ante los problemas prcticos de la edificacin socialista. Slo cabe una conclusin: la lnea de la oposicin -en la medida en que tiene una lnea-, las vacilaciones y titubeos de la oposicin, su falta de fe en nuestra causa y su desorientacin frente a las dificultades, llevan a la capitulacin ante los elementos capitalistas de nuestra economa. En efecto, si la Nep es, fundamentalmente, un retroceso, si se pone en duda el carcter socialista de la industria de Estado, si el kulak es casi omnipotente, si hay que cifrar pocas esperanzas en la cooperacin, si el papel del campesino medio baja en proporcin progresiva, si el nuevo camino de desarrollo del campo es dudoso, si el Partido
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J. V. Stalin degenera o poco menos, y si la revolucin en los pases occidentales no est todava cerca, qu queda, despus de todo esto, en el arsenal de la oposicin?, con qu cuenta la oposicin para la lucha contra los elementos capitalistas de nuestra economa? Pues no se puede emprender la lucha contando solamente con la Filosofa de la poca227. Es evidente que el arsenal de la nueva oposicin, si es que a eso se le puede llamar arsenal, no tiene nada de envidiable. No es un arsenal de armas para la lucha. Y mucho menos para el triunfo. Es evidente que el Partido se vera perdido en un dos por tres si se lanzara a la pelea con semejante arsenal. Tendra que capitular lisa y llanamente ante los elementos capitalistas de nuestra economa. Por eso, el XIV Congreso del Partido ha procedido con todo acierto al dejar sentado que la lucha por el triunfo de la edificacin socialista en la URSS es la tarea fundamental de nuestro Partido; que una de las condiciones para cumplir esta tarea es la lucha contra la falta de fe en la edificacin del socialismo en nuestro pas y contra las tentativas de considerar a nuestras empresas, que son empresas de tipo consecuentemente socialista (Lenin), como empresas capitalistas de Estado; que semejantes corrientes ideolgicas, al hacer imposible una actitud consciente de las masas ante la edificacin del socialismo en general y de la industria socialista en particular, slo sirven para frenar el desarrollo de los elementos socialistas de la economa y para facilitar la lucha del capital privado contra ellos; y que el Congreso considera, por tanto, necesario desplegar una amplia labor educativa con el fin de eliminar estas tergiversaciones del leninismo (v. la resolucin sobre el informe del CC del PC(b) de la URSS). La significacin histrica del XIV Congreso del PC(b) de la URSS consiste en que ha sabido poner al desnudo hasta sus races los errores de la nueva oposicin, en que ha repudiado su falta de fe y sus lamentaciones, en que ha trazado clara y ntidamente el camino para seguir luchando por el socialismo, en que ha dado al Partido perspectivas de triunfo y, con ello, ha infundido al proletariado una fe inquebrantable en el triunfo de la edificacin socialista. 25 de enero de 1926.

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Filosofa de la poca: ttulo de un artculo antipartido escrito por Zinviev en 1925.


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UNA VEZ MS SOBRE LA DESVIACIN SOCIALDEMCRATA EN NUESTRO PARTIDO Informe ante el VII Pleno ampliado del CE de IC del 7 de diciembre de 1926 I. Observaciones previas Camaradas: Antes de pasar al fondo de la cuestin permitidme que haga algunas observaciones previas. 1. Contradicciones del desarrollo interno del partido La primera cuestin se refiere a la lucha dentro de nuestro Partido, lucha que no empez ayer y que no cesa. Si se toma la historia de nuestro Partido desde 1903, en que naci como grupo de los bolcheviques, y se siguen sus etapas posteriores, hasta nuestros das, puede decirse sin exageracin que la historia de nuestro Partido es la historia de la lucha de las contradicciones en su seno, la historia de la superacin de esas contradicciones y del fortalecimiento gradual de nuestro Partido sobre la base de la superacin de esas contradicciones. Podra creerse que los rusos son demasiado pendencieros, que les gusta discutir, que engendran discrepancias y que, por eso, su Partido se desarrolla superando las contradicciones internas. Eso no es cierto, camaradas. No se trata de que seamos pendencieros. Se trata de la existencia de discrepancias de principio que surgen en el curso del desarrollo del Partido, en el curso de la lucha de clase del proletariado. Se trata de que las contradicciones slo pueden ser superadas mediante la lucha por unos y otros principios, por unos u otros objetivos de la lucha, por unos u otros mtodos de la lucha que conduce a un determinado objetivo. Se puede y se debe llegar a toda clase de acuerdos con los que piensan de otro modo dentro del Partido, cuando se trata de cuestiones de la poltica diaria, de cuestiones de carcter puramente prctico. Pero si esas cuestiones van ligadas a discrepancias de principio, ningn acuerdo, ninguna lnea intermedia puede salvar la situacin. No hay ni puede haber lnea intermedia en las cuestiones de principio. El trabajo del Partido debe basarse en unos principios o en otros. La lnea intermedia en cuestiones de principio es la lnea de la confusin, la lnea de velar las discrepancias, la lnea de la degeneracin ideolgica del Partido, la lnea de la muerte ideolgica del Partido. Cmo viven y se desarrollan hoy da los partidos socialdemcratas del Occidente? Hay dentro de ellos contradicciones, discrepancias de principio? Claro que s. Sacan a la superficie esas contradicciones y tratan de superarlas honrada y abiertamente, a la vista de las masas del partido? No. Claro que no! La labor prctica de la socialdemocracia consiste en esconder, en ocultar esas contradicciones y discrepancias. La labor prctica de la socialdemocracia consiste en hacer de sus conferencias y congresos una vaca mascarada de bonanza de relumbrn, encubriendo y velando celosamente las discrepancias internas. Pero eso no puede llevar ms que a la confusin y al empobrecimiento ideolgico del partido. Esa es una de las causas de la cada de la socialdemocracia europea occidental, en tiempos revolucionaria y ahora reformista. Pero nosotros no podemos vivir ni desarrollarnos as, camaradas. La poltica de la lnea intermedia, cuando se trata de principios, no es nuestra poltica. La poltica de la lnea intermedia, cuando se trata de principios, es la poltica de los partidos en decadencia y degeneracin. Esa poltica no puede por menos de convertir el partido en un huero aparato burocrtico, que da vueltas como una rueda loca y se encuentra divorciado de las masas obreras. Ese camino no es el nuestro. Todo el pasado de nuestro Partido refrenda la afirmacin de que su historia es la historia de la superacin de las contradicciones en su seno y del fortalecimiento constante de sus filas sobre la base de esa superacin. Tomemos el primer perodo, el perodo de la Iskra, o el del II Congreso de nuestro Partido, cuando por primera vez aparecieron dentro de l discrepancias entre bolcheviques y mencheviques y cuando las altas esferas de nuestro Partido se dividieron, en fin de cuentas, en dos partes: la parte bolchevique (Lenin) y la parte menchevique (Plejnov, Axelrod, Mrtov, Zaslich y Potrsov). Lenin estaba entonces solo. Si supieseis la de gritos y alaridos que entonces se levantaron en torno a los insustituibles, que se haban alejado de Lenin! Pero la experiencia de la lucha y la historia del Partido mostraron que esa divergencia tena una base

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150 de principios, que esa divergencia era una etapa necesaria para el nacimiento y el desarrollo de un partido verdaderamente revolucionario y verdaderamente marxista. La experiencia de la lucha mostr entonces, en primer lugar, que lo importante no era la cantidad, sino la calidad, y, en segundo lugar, que lo que haca falta no era una unidad formal, sino que la unidad tuviese una base de principios. La historia mostr que Lenin tena razn y que los insustituibles no la tenan. La historia mostr que, si no se hubieran superado esas contradicciones entre Lenin y los insustituibles, no tendramos un verdadero partido revolucionario. Tomemos el perodo siguiente, el perodo de vsperas de la revolucin de 1905, cuando los bolcheviques y los mencheviques seguan enfrentados todava en el seno de un mismo partido, formando dos campos con dos plataformas completamente distintas; cuando los bolcheviques pisaban el umbral de la escisin formal del Partido y cuando, para defender la lnea de nuestra revolucin, se vieron obligados a convocar un congreso aparte (el III Congreso). Por qu venci entonces el sector bolchevique del Partido?, por qu se gan las simpatas de la mayora del Partido? Porque no vel las discrepancias de principio y luch para superarlas aislando a los mencheviques. Podra referirme tambin a la tercera fase del desarrollo de nuestro Partido, al perodo que sigui a la derrota de la revolucin de 1905, al perodo de 1907, cuando una parte de los bolcheviques, los llamados otsovstas, encabezados por Bogdnov, se apartaron del bolchevismo. Fue ese un perodo crtico en la vida de nuestro Partido. Fue un perodo en que bastantes bolcheviques de la vieja guardia abandonaron a Lenin y su Partido. Los mencheviques voceaban entonces la muerte de los bolcheviques. Sin embargo, el bolchevismo no muri, y la experiencia de la lucha demostr, en cosa de ao y medio, que Lenin y su Partido tenan razn al luchar por la superacin de las contradicciones dentro de las filas del bolchevismo. Esas contradicciones no fueron superadas velndolas, sino ponindolas de relieve y luchando para bien y provecho de nuestro Partido. Podra referirme asimismo al cuarto perodo de la historia de nuestro Partido, al perodo de 1911-1912, cuando los bolcheviques reconstruyeron el Partido, casi destrozado por la reaccin zarista, y expulsaron a los liquidadores. Y en ese perodo, como en los precedentes, los bolcheviques reconstruyeron y consolidaron el Partido, no velando las discrepancias de principio con los liquidadores, sino ponindolas de relieve y superndolas. Podra sealar, despus, la quinta fase del desarrollo de nuestro Partido, el perodo anterior a la Revolucin de Octubre de 1917, cuando una parte de los bolcheviques, encabezada por ciertos lderes del Partido, vacil y no quiso ir a la insurreccin de

J. V. Stalin Octubre, considerndola una aventura. Es sabido que los bolcheviques superaron tambin esa contradiccin, no velando las discrepancias, sino en lucha abierta por la Revolucin de Octubre. La experiencia de la lucha mostr que de no haber superado esas discrepancias hubiramos podido colocar la Revolucin de Octubre en una situacin crtica. Podra citar, en fin, los perodos siguientes del desarrollo de nuestra lucha en el seno del Partido, el perodo de la paz de Brest-Litovsk, el perodo de 1921 (discusin sobre los sindicatos) y los otros perodos, que vosotros conocis y acerca de los cuales no voy a extenderme aqu. Es sabido que en todos esos perodos, lo mismo que en el pasado, nuestro Partido creci y se robusteci superando las contradicciones internas. Qu resulta de todo esto? Resulta que el PC(b) de la URSS ha crecido y se ha vigorizado superando las contradicciones internas. Resulta que la superacin de las contradicciones internas mediante la lucha es ley del desarrollo de nuestro Partido. Podr objetarse que se trata de una ley vlida para el PC(b) de la URSS, pero no para los dems Partidos proletarios. Eso no es cierto. Se trata de una ley del desarrollo de todos los partidos ms o menos grandes, lo mismo si se trata del Partido proletario de la URSS que de los Partidos proletarios del Occidente. Si en un partido pequeo de un pas pequeo se puede de una manera u otra velar las discrepancias, tapndolas con la autoridad de una o varias personas, en un partido grande de un pas grande es inevitable que el partido se desarrolle, crezca y se vigorice superando las contradicciones. As fue en el pasado. As es en el presente. Yo deseara remitirme a la autoridad de Engels, quien dirigi con Marx, durante varios decenios, los Partidos proletarios del Occidente. Me refiero a la dcada del ochenta del pasado siglo, cuando en Alemania imperaba la ley de excepcin contra los socialistas228, Marx y Engels se encontraban emigrados en Londres y Der Sozialdemokrat229, rgano clandestino de la socialdemocracia alemana, editado en el extranjero, diriga de hecho la labor de este partido. Bernstein era entonces marxista revolucionario (an no se haba pasado a los
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La ley de excepcin contra los socialistas fue decretada en Alemania, en 1878, por el gobierno Bismarck. Dicha ley prohiba todas las organizaciones del Partido Socialdemcrata, las organizaciones obreras de masas y la prensa obrera. En virtud de la ley de excepcin se confiscaba la literatura socialista, y los socialdemcratas eran objeto de represiones. El Partido Socialdemcrata Alemn se vi obligado a pasar a la clandestinidad. Bajo la presin del movimiento obrero de masas, la ley fue abolida en 1890. 229 Der Sozialdemokrat (El Socialdemcrata): peridico clandestino, rgano de la socialdemocracia alemana; se public desde septiembre de 1879 hasta septiembre de 1890, primero en Zurich (Suiza) y a partir de octubre de 1888 en Londres.

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Una vez ms sobre las desviaciones socialdemcratas en nuestro partido reformistas), y Engels mantena con l animada correspondencia acerca de las cuestiones ms candentes en la poltica de la socialdemocracia alemana. Por aquel entonces (en 1882), Engels escribi a Bernstein: Al parecer, todo partido obrero de un pas grande slo puede desarrollarse en lucha interna, en consonancia completa con las leyes del desarrollo dialctico en general. El partido alemn ha llegado a ser lo que es a travs de la lucha librada entre los eisenachianos y los lassalleanos, y la pelea misma desempe aqu un papel importante. La unificacin slo fue posible cuando ya se haba desgastado la banda de desclasados que Lassalle form especialmente para que le sirviese de instrumento; y an entonces los nuestros aceptaron con demasiada presteza la unificacin. En Francia, esas gentes que han sacrificado, bien es verdad, la teora bakuninista, pero que continan utilizando los medios de lucha bakuninistas y, al mismo tiempo, quieren sacrificar el carcter de clase del movimiento a sus fines particulares, debern tambin desgastarse antes de que vuelva a ser posible la unificacin. Predicar en estas circunstancias la unificacin sera una solemne estupidez. Los sermones de moral no curarn las enfermedades infantiles, que en las circunstancias actuales son inevitables (v. Archivo de C. Marx y F. Engels, libro I, pgs. 324-325230). Y aade Engels (en 1885) en otro lugar: Las contradicciones nunca pueden ser veladas por mucho tiempo y se resuelven mediante la lucha (v. lugar citado, pg. 371). As, ante todo, debe explicarse la existencia de contradicciones en el seno de nuestro Partido y el desarrollo de ste superando las contradicciones mediante la lucha. 2. Origen de las contradicciones dentro del partido Pero de dnde proceden esas contradicciones y discrepancias?, cul es su origen? Creo que el origen de las contradicciones en el seno de los Partidos proletarios reside en dos circunstancias. Qu circunstancias son sas? Me refiero, en primer lugar, a la presin de la burguesa y de la ideologa burguesa sobre el proletariado y su Partido en el ambiente de la lucha de clases, presin a la que a menudo ceden las capas menos firmes del proletariado y, por tanto, las capas menos firmes del Partido proletario. No puede considerarse que el proletariado est aislado por
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Vase la carta de F. Engels a Eduarto Bernstein del 20 de octubre de 1882.

completo de la sociedad, que se encuentre al margen de la sociedad. El proletariado es una parte de la sociedad, est ligado por numerosos hilos a las diversas capas de la sociedad. Pero el Partido es una parte del proletariado. Por eso, tampoco puede verse libre del contacto y de la influencia de las diversas capas de la sociedad burguesa. La presin de la burguesa y de su ideologa sobre el proletariado y su Partido se manifiesta en que las ideas, las costumbres, los hbitos y el estado de nimo de los burgueses penetran a menudo en el proletariado y su Partido a travs de ciertas capas del proletariado, ligadas de una u otra manera con la sociedad burguesa. Me refiero, en segundo lugar, a la heterogeneidad de la clase obrera, a la existencia de diversas capas dentro de la clase obrera. A mi modo de ver, el proletariado, como clase, podra ser dividido en tres capas. Una capa la compone la masa fundamental del proletariado, su ncleo, su parte permanente; es la masa de proletarios puros, que rompi hace ya mucho los lazos con la clase de los capitalistas. Esta capa del proletariado es el apoyo ms seguro del marxismo. La segunda capa la componen gentes salidas hace poco de clases no proletarias, de los campesinos, de las filas pequeoburguesas, de los intelectuales. Esas gentes proceden de otras clases, hace poco que han pasado a formar parte del proletariado y llevan a la clase obrera sus hbitos, sus costumbres, sus vacilaciones, sus titubeos. Esta capa ofrece el terreno ms propicio para el surgimiento de grupos anarquistas, semianarquistas y ultraizquierdistas de toda ndole. Finalmente, la tercera capa la compone la aristocracia obrera, la lite de la clase obrera, la parte ms acomodada del proletariado, con sus tendencias al compromiso con la burguesa, con su aspiracin predominante a adaptarse a los poderosos del mundo, con su afn de hacer carrera. Esta capa ofrece el terreno ms propicio para los reformistas y oportunistas declarados. A pesar de su diferencia exterior, estas dos ltimas capas de la clase obrera constituyen un medio ms o menos comn, que nutre al oportunismo en general: al oportunismo declarado, cuando predominan las tendencias de la aristocracia obrera, y al oportunismo encubierto con frases de izquierda, cuando predominan las tendencias de las capas semipequeoburguesas de la clase obrera, que no han roto an por completo con el medio pequeoburgus. El hecho de que las tendencias ultraizquierdistas coincidan muy a menudo con las tendencias del oportunismo declarado no tiene nada de asombroso. Lenin dijo en repetidas ocasiones que la oposicin ultraizquierdista es el reverso de la oposicin derechista, menchevique, declaradamente

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152 oportunista. Y eso es muy cierto. Si el ultraizquierdista defiende la revolucin slo porque espera maana mismo su triunfo, est claro que deber caer en la desesperacin y desilusionarse de la revolucin si sta se retrasa, si no triunfa maana mismo. Es lgico que a cada viraje en el desarrollo de la lucha de clases, a cada agudizacin de la lucha y aumento de las dificultades, la diferencia de opiniones, de hbitos y de estado de nimo de las distintas capas del proletariado se deje sentir forzosamente en forma de determinadas discrepancias en el Partido; y la presin de la burguesa y su ideologa debe acentuar necesariamente esas discrepancias, dndoles salida en forma de lucha dentro del Partido proletario. Tal es el origen de las contradicciones y las discrepancias en el seno del Partido. Es posible evitar esas contradicciones y discrepancias? No, no lo es. Suponer que puedan ser evitadas significara engaarse a s mismo. Engels tena razn al decir que es imposible velar durante mucho tiempo las contradicciones en el seno del Partido, que esas contradicciones se resuelven mediante la lucha. Eso no significa que el Partido deba convertirse en un club de debates. Al contrario. El Partido proletario es y debe seguir siendo la organizacin combativa del proletariado. nicamente quiero decir que es imposible desentenderse de las discrepancias dentro del Partido y cerrar los ojos a ellas si son discrepancias de principio. nicamente quiero decir que slo mediante la lucha por una lnea basada en los principios marxistas se podr salvaguardar al Partido proletario de la presin y la influencia de la burguesa. nicamente quiero decir que slo superando sus contradicciones internas es posible sanear y fortalecer el Partido. II. Particularidades de la oposicin en el PC(b) de la URSS Permitidme ahora que pase de las observaciones previas al problema de la oposicin en el PC(b) de la URSS Querra, ante todo, sealar algunas particularidades de la oposicin en el seno de nuestro Partido. Me refiero a las particularidades externas, a las que saltan a la vista, sin tocar por el momento las discrepancias de fondo. Creo que se podran reducir a tres particularidades principales. Se trata, en primer lugar, de que la oposicin en el PC(b) de la URSS es una oposicin unificada, y no una simple oposicin, una oposicin cualquiera. Se trata, en segundo lugar, de que la oposicin se esfuerza por encubrir su oportunismo con frases de izquierda, haciendo alarde de consignas revolucionarias. Se trata, en tercer lugar, de que la oposicin, por ser amorfa desde el punto de vista de los principios, se

J. V. Stalin queja a cada paso de que no la han comprendido, de que sus lderes constituyen, en realidad, una fraccin de incomprendidos. Empecemos por la primera particularidad. A qu se debe que la oposicin acte en nuestro Partido como oposicin unificada, como un bloque de todas las Corrientes condenadas antes por el Partido, y que, adems, no acte tan sencillamente sino encabezada por el trotskismo? Se debe a las circunstancias siguientes. En primer lugar, a que todas las corrientes unificadas en el bloque -los trotskistas, la nueva oposicin, los restos del centralismo 231 democrtico y los restos de la oposicin obrera232- son, en uno u otro grado, corrientes oportunistas, que lucharon contra el leninismo desde que surgieron o que han empezado a combatirlo en los ltimos tiempos. Ni que decir tiene que este rasgo comn deba facilitar su unificacin en un bloque para la lucha contra el Partido. En segundo lugar, al carcter crtico del perodo que atravesamos, a la circunstancia de que el actual perodo crtico ha vuelto a plantear tajantemente los problemas fundamentales de nuestra revolucin; y como todas esas corrientes divergieron y continan divergiendo de nuestro Partido en unos u otros problemas de la revolucin, es natural que el carcter del perodo presente, resumen y balance de todas nuestras discrepancias, haya empujado a todas esas Corrientes a formar un bloque nico, un bloque contra la lnea fundamental de nuestro Partido. Huelga decir que esa circunstancia no ha podido por menos de facilitar la unificacin de las diversas corrientes oposicionistas en un campo comn. En tercer lugar, a la circunstancia de que la fuerza poderosa y la cohesin de nuestro Partido, de un lado, y la debilidad de todas las corrientes oposicionistas, sin excepcin, y su divorcio de las masas, de otro lado, deban condenar obligatoria y
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Se alude al grupo antipartido en el PC(b) de Rusia, que se intitulaba grupo del centralismo democrtico. Este grupo se form en el perodo del comunismo de guerra. Los centralistas democrticos negaban el papel dirigente del Partido en los Soviets, se pronunciaban contra el mando nico y la responsabilidad personal de los directores en la industria, contra la orientacin leninista en las cuestiones de organizacin y pedan la libertad de fracciones y grupos en el Partido. El IX y el X Congresos del Partido condenaron categricamente a los centralistas democrticos. En 1927, el grupo de los centralistas democrticos, con los elementos ms activos de la oposicin trotskista, fue expulsado del Partido por el XV Congreso del PC(b) de la URSS. 232 La oposicin obrera: grupo antipartido anarco-sindicalista en el PC(b) de Rusia; lo encabezaban Shlipnikov, Medvidev y otros. El grupo se form en la segunda mitad de 1920 y luch contra la orientacin leninista del Partido. El X Congreso del PC(b) de Rusia conden a la oposicin obrera y determin que la propaganda de las ideas de la desviacin anarco-sindicalista era incompatible con la pertenencia al Partido Comunista. Ms tarde, los restos de la oposicin obrera derrotada se unieron al contrarrevolucionario trotskismo y fueron aplastados, como enemigos del Partido y del Poder Sovitico.

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Una vez ms sobre las desviaciones socialdemcratas en nuestro partido evidentemente al fracaso la lucha de esas corrientes por separado contra el Partido; de ah que las corrientes oposicionistas debieran ir inevitablemente a la unificacin de sus fuerzas, para compensar con la suma de los diversos grupos su debilidad y elevar, de este modo, aunque fuera en apariencia, las probabilidades de la oposicin. Y a qu se debe que sea precisamente el trotskismo el que marcha a la cabeza del bloque oposicionista? En primer lugar, a que el trotskismo es la corriente ms acabada del oportunismo en nuestro Partido entre todas las corrientes oposicionistas (el V Congreso de la Internacional Comunista estaba en lo cierto al calificar al trotsikismo de desviacin pequeoburguesa233). En segundo lugar, a que ninguna otra corriente oposicionista en el seno de nuestro Partido sabe con tanta habilidad y arte como el trotskismo enmascarar su oportunismo con frases de izquierda y rrrrevolucionarias. Este no es el primer caso en la historia de nuestro Partido en que el trotskismo se pone a la cabeza de las corrientes oposicionistas para atacar al Partido. Querra remitirme a un conocido precedente en la historia de nuestro Partido, de los aos 1910-1914, cuando, encabezado por Trotski, se form el bloque de corrientes oposicionistas antipartido que recibi el nombre de Bloque de Agosto. Querra remitirme a ese precedente porque es como un prototipo del actual bloque oposicionista. Entonces Trotski colig contra el Partido a los liquidadores (Potrsov, Mrtov y otros), a los otsovistas (grupo de Vperiod) y a su propio grupo. Y ahora trata de unificar en un bloque oposicionista a la oposicin obrera, a la nueva oposicin y a su propio grupo. Es sabido que Lenin luch entonces contra el Bloque de Agosto en el transcurso de tres aos. He aqu lo que Lenin deca del Bloque de Agosto entonces, en los comienzos de su formacin: Por eso declaramos, en nombre del Partido en su conjunto, que Trotski mantiene una poltica antipartido, que l rompe con las leyes del Partido y entra en la va de la aventura y la escisin... Calla Trotski esta verdad indiscutible porque los fines reales de su poltica no soportan la verdad. Y los fines reales se ponen cada vez ms en claro y se hacen evidentes incluso para los militantes menos perspicaces. Esos fines reales son el bloque antipartido de los Potrsov con los de Vperiod, bloque que Trotski apoya y organiza... Este bloque,
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naturalmente, apoyar el fondo de Trotski y la conferencia antipartido que l convoca, pues los Potrsov y los de Vperiod obtienen aqu lo que necesitan: libertad para sus fracciones, consagracin de stas, encubrimiento de su actividad y su defensa abogacil ante los obreros. Y precisamente desde el punto de vista de las bases de principio, no podemos por menos de estimar este bloque una aventura en el sentido ms exacto de la palabra. Trotski no se atreve a decir que en Potrsov y en los otsovistas ve a marxistas autnticos, a verdaderos defensores de los principios socialdemcratas. La esencia de la posicin del aventurero reside en que se ve obligado a escurrir el bulto permanentemente El bloque de Trotski con Potrsov y los de Vperod es una aventura precisamente desde el punto de vista de las bases de principio. No es menos cierto esto desde el punto de vista de las tareas polticas del Partido... La experiencia del ao transcurrido desde el Pleno ha mostrado en la prctica que precisamente los grupos de Potrsov, precisamente la fraccin de Vperiod encarnan esta influencia burguesa en el proletariado.... Por ltimo, en tercer lugar, la poltica de Trotski es una aventura en el sentido de organizacin, pues, segn hemos sealado ya, rompe con las leyes del Partido y, al organizar la conferencia slo en nombre de un grupo del extranjero (o en nombre del bloque de dos fracciones antipartido: la de Golos Sotsial-Demokrata y la de Vperiod), entra francamente en la va de la escisin (v. t. XV, pgs. 6.5, 67-70). As se manifestaba Lenin acerca del primer bloque, encabezado por Trotski, de corrientes antipartido. Lo mismo debe decirse, en lo fundamental, pero con mayor crudeza todava, del bloque actual, tambin encabezado por Trotski, de corrientes antipartido. A eso obedece que nuestra oposicin acte ahora como oposicin unificada, y no sencillamente, sino encabezada por el trotskismo. Eso es lo que se puede decir de la primera particularidad de la oposicin. Pasemos a la segunda particularidad. Ya he dicho que la segunda particularidad de la oposicin consiste en sus grandes esfuerzos para encubrir su labor oportunista con frases de izquierda, revolucionarias. No creo posible extenderme aqu acerca de los hechos demostrativos de las constantes divergencias entre las palabras revolucionarias y la labor oportunista de nuestra oposicin. Bastar examinar las tesis sobre la oposicin aprobadas en la XV Conferencia del PC(b) de la URSS234, para
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El V Congreso Mundial de la Internacional Comunista, celebrado en Mosc del 17 de junio al 8 de julio de 1924, despus de discutir La situacin econmica de la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas y la discusin en el PC(b) de Rusia, apoy unnimemente al Partido Bolchevique en su lucha contra el trotskismo.

La XV Conferencia del PC(b) de la URSS se celebr del 26 de octubre al 3 de e noviembre de 1926. J. V. Stalin, por encargo del Bur Poltico del C.C. del PC(b) de la URSS, escribi las

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154 comprender el mecanismo de ese enmascaramiento. Yo deseara aducir nicamente algunos ejemplos de la historia de nuestro Partido, indicativos de que dentro de l todas las corrientes oposicionistas surgidas en el perodo posterior a la toma del Poder, han tratado de solapar sus actos no revolucionarios con frases revolucionarias, criticando invariablemente desde la izquierda al Partido y su poltica. Tomemos, por ejemplo, a los comunistas de izquierda, que intervinieron contra el Partido en el perodo de la paz de Brest-Litovsk (1918). Es sabido que criticaban al Partido desde la izquierda, manifestndose contra la paz de Brest-Litovsk y calificando la poltica del Partido de oportunista, de no proletaria, de conciliadora en relacin con los imperialistas. Y en la prctica result que, al manifestarse contra la paz de Brest-Litovsk, los comunistas de izquierda impedan al Partido obtener una tregua, necesaria para organizar y fortalecer el Poder Sovitico, ayudaban a los eseristas y a los mencheviques, contrarios entonces a la paz de Brest-Litovsk, y facilitaban la labor del imperialismo, que quera estrangular en ciernes al Poder Sovitico. Tomemos la oposicin obrera (1921). Es sabido que tambin ella criticaba al Partido desde la izquierda, machacando por todos los medios la poltica de la Nep, haciendo aicos la tesis de Lenin de que la restauracin de la industria deba empezar por el desarrollo de la agricultura, que proporciona a la industria las materias primas y los comestibles necesarios; estigmatizando esta tesis de Lenin como un olvido de los intereses del proletariado y como una desviacin campesina. Y en la prctica result que, sin la poltica de la Nep, sin el desarrollo de la agricultura, que proporciona materias primas y comestibles a la industria, no tendramos industria alguna, y el proletariado se habra visto en un estado de desclasamiento. Adems, sabido es hacia dnde se desarroll despus de esto la oposicin obrera, si fue hacia la derecha o hacia la izquierda, Tomemos, finalmente, el trotskismo, que lleva ya varios aos criticando a nuestro Partido desde la izquierda y es, al mismo tiempo, como acertadamente lo calific el V Congreso de la Internacional Comunista, una desviacin pequeoburguesa, Qu puede haber de comn entre una desviacin pequeoburguesa y el verdadero espritu revolucionario? No est claro que, en este caso, las frases revolucionarias no son sino la cobertura de la desviacin pequeoburguesa? No hablo ya de la nueva oposicin, cuyos gritos izquierdistas tienen por objeto encubrir su entrega al trotskismo.
tesis El bloque de oposicin en el PC(b) de la URSS. El 3 de noviembre, las tesis fueron aprobadas unnimemente por la Conferencia como resolucin de la misma.

J. V. Stalin Qu nos dicen todos estos hechos? Que el enmascaramiento izquierdista de la labor oportunista es uno de los rasgos ms caractersticos de todas y cada una de las corrientes oposicionistas dentro de nuestro Partido en el perodo posterior a la toma del Poder. A qu se debe este fenmeno? Se debe al espritu revolucionario del proletariado de la URSS, a las formidables tradiciones revolucionarias vivas en el seno de nuestro proletariado. Se debe al odio manifiesto de los obreros de la URSS a los elementos antirrevolucionarios, a los elementos oportunistas. Se debe a que nuestros obreros no haran el menor caso a un oportunista declarado; por eso, el enmascaramiento revolucionario es el cebo que, aunque slo sea por sus apariencias, debe de llamar la atencin de los obreros e infundirles confianza en la oposicin. Nuestros obreros no pueden comprender, por ejemplo, cmo los obreros ingleses no han cado hasta ahora en la cuenta de ahogar a los traidores del tipo de Thomas, de echarlos a un pozo. Cualquiera que conozca a nuestros obreros, comprender fcilmente que individuos de la calaa de Thomas, que oportunistas como Thomas no podran vivir tranquilamente entre los obreros soviticos. Es sabido, sin embargo, que los obreros ingleses, lejos de manifestar el propsito de ahogar a los seores Thomas, todava los reeligen para el Consejo General235, y no los reeligen simplemente, sino incluso organizan una manifestacin. Est claro que para esos obreros no hace falta poner al oportunismo una careta revolucionaria, pues no tienen ningn inconveniente en admitir en su seno a los oportunistas tal y como son. A qu se debe esto? Se debe a que los obreros ingleses carecen de tradiciones revolucionarias. Esas tradiciones revolucionarias se estn formando ahora. Nacen y se desarrollan, y no hay motivo para dudar de que los obreros ingleses se estn templando en combates revolucionarios. Y mientras eso no exista, la diferencia entre los obreros ingleses y los obreros soviticos seguir en pie. Ello, precisamente, explica la circunstancia de que en nuestro Partido sea peligroso para los oportunistas acercarse a los obreros de la URSS sin cierto enmascaramiento revolucionario. Ah radican las causas del enmascaramiento revolucionario del bloque oposicionista. Finalmente, acerca de la tercera particularidad de la oposicin. Ya he dicho que esa particularidad consiste en la amorfia del bloque oposicionista en cuanto a los principios, en su carencia de principios, en su carcter amiboideo y en las quejas de los lderes de la oposicin -quejas derivadas de todo esocuando dicen a cada paso que no los han
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El Consejo General: rgano ejecutivo del Congreso de las Tradeuniones Britnicas; fue elegido por primera vez en 1921.

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Una vez ms sobre las desviaciones socialdemcratas en nuestro partido comprendido, que los han tergiversado, que les han atribuido lo que no dijeron, etc. Se trata, en verdad, de la fraccin de los incomprendidos. La historia de los Partidos proletarios dice que esa particularidad (no nos han comprendido!) es la ms frecuente y la ms extendida entre el oportunismo en general. Debis saber, camaradas, que exactamente lo mismo les sucedi a Bernstein, a Vollmar, a Auer y a otros notorios oportunistas en las filas de la socialdemocracia alemana a fines del ltimo decenio del siglo XIX y comienzos del siglo XX, cuando la socialdemocracia alemana era revolucionaria y cuando esos oportunistas recalcitrantes estuvieron lamentndose muchos aos de que no los haban comprendido, de que los haban tergiversado. Es sabido que la fraccin de Bernstein era llamada entonces por los socialdemcratas revolucionarios alemanes la fraccin de los incomprendidos. No puede estimarse una casualidad el que, como vemos, haya que clasificar al bloque oposicionista en la categora de las fracciones de incomprendidos. Tales son las particularidades principales del bloque oposicionista. III. Las discrepancias en el PC(b) de la URSS Basemos a las discrepancias de fondo. Me parece que nuestras discrepancias podran concretarse en unas cuantas cuestiones fundamentales. No voy a referirme a ellas detalladamente, pues hay poco tiempo y el informe ya se va alargando. Tanto ms cuanto que disponis de materiales acerca de las cuestiones en el PC(b) de la URSS, los cuales, aunque adolecen, ciertamente, de algunos errores de traduccin, dan una idea clara de las discrepancias en nuestro Partido. 1. Cuestiones de la edificacin socialista Primera cuestin. La primera cuestin es la que se refiere a la posibilidad del triunfo del socialismo en un solo pas, a la posibilidad de la edificacin victoriosa del socialismo. No se trata, claro, de Montenegro, ni siquiera de Bulgaria, sino de nuestro pas, de la URSS. Se trata de un pas en el que existi y se desarrollaba el imperialismo, en el que hay cierto mnimo de gran industria, en el que hay cierto mnimo de proletariado, en el que hay un partido que dirige al proletariado. Es posible, pues, la victoria del socialismo en la URSS, se puede llevar a cabo en ella la edificacin del socialismo basndose en las fuerzas interiores de nuestro pas, basndose en las posibilidades de que dispone el proletariado de la URSS? Pero qu significa llevar a cabo la edificacin del socialismo, si expresamos esta frmula en un lenguaje concreto de clase? Llevar a cabo la edificacin del socialismo en la URSS significa vencer en el curso de la lucha, con nuestras propias

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fuerzas, a nuestra burguesa, a la burguesa Sovitica. El problema se reduce, por tanto, a saber si el proletariado de la URSS, es capaz de vencer a la burguesa propia, a la burguesa sovitica. Por eso, cuando se pregunta si es posible llevar a cabo la edificacin del socialismo en la URSS, con ello se quiere decir: es capaz el proletariado de la URSS de vencer con sus propias fuerzas a la burguesa de la URSS? As y slo as se plantea la cuestin cuando se trata de resolver el problema de la edificacin del socialismo en nuestro pas. El Partido da una respuesta afirmativa, pues arranca de la idea de que el proletariado de la URSS, la dictadura proletaria en la URSS, puede vencer a la burguesa del pas con sus propias fuerzas. Si esto no fuese as, si el Partido no tuviese base para afirmar que el proletariado de la URSS es capaz de llevar a cabo la edificacin de la sociedad socialista, a pesar del relativo atraso tcnico de nuestro pas, no tendra ningn fundamento para seguir en el Poder, debera abandonar el Poder, de una manera o de otra, y pasar a ser un partido de oposicin. Porque una de dos: o podemos edificar el socialismo y dar cima a su edificacin, venciendo a nuestra burguesa nacional, en cuyo caso el Partido est obligado a seguir en el Poder y a dirigir la edificacin socialista en el pas, en aras de la victoria del socialismo en todo el mundo; o no estamos en condiciones de vencer con nuestras propias fuerzas a nuestra burguesa, en cuyo caso, tomando en consideracin la falta de apoyo inmediato del exterior, por parte de una revolucin victoriosa en otros pases, debemos abandonar honrada y francamente el Poder y orientarnos a la organizacin de otra revolucin en la URSS en el futuro. Puede un partido engaar a su clase, en este caso a la clase obrera? No, no puede. El partido que lo hiciese merecera ser destrozado. Pero precisamente porque nuestro Partido no tiene derecho a engaar a la clase obrera, debera decir sin rodeos que la falta de confianza en la posibilidad de llevar a cabo la edificacin del socialismo en nuestro pas conduce al abandono del Poder y al paso de nuestro Partido de la situacin de partido gobernante a la de partido de oposicin. Nosotros hemos conquistado la dictadura del proletariado y creado con ello la base poltica para el avance hacia el socialismo. Podemos crear con nuestras propias fuerzas la base econmica del socialismo, los nuevos cimientos econmicos, necesarios para llevar a cabo la edificacin del socialismo? Cul es la esencia econmica, la base econmica del socialismo? No ser hacer de la tierra un paraso celestial y conseguir que todo el mundo viva en la abundancia? No, no se trata de eso. Esa es

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156 una idea adocenada y pequeoburguesa de la esencia econmica del socialismo. Crear la base econmica del socialismo significa fundir la agricultura con la industria socialista en un todo econmico nico, subordinar la agricultura a la direccin de la industria socialista, organizar las relaciones entre la ciudad y el campo sobre la base del intercambio de productos de la agricultura y de la industria, cerrar y suprimir todos los canales que contribuyen a la gestacin de las clases y, en primer trmino, del capital; crear, en fin de cuentas, unas condiciones de produccin y de distribucin que conduzcan de manera directa e inmediata a la supresin de las clases. He aqu lo que deca a este particular el camarada Lenin en el perodo en que se implantaba la Nep y, el problema de la construccin de los cimientos socialistas de la economa nacional se plante en toda su magnitud ante el Partido: Sustituir el sistema de contingentacin por el impuesto; su significacin de principio: del comunismo de guerra a unos cimientos socialistas acertados. Ni el sistema de contingentacin ni el impuesto, sino el intercambio de productos de la gran industria (socializada) por productos campesinos: tal es la esencia econmica del socialismo, su base (v. t. XXVI, pgs. 311-312) As entiende Lenin el problema de la creacin de la base econmica del socialismo. Ahora, bien, para fundir la agricultura con la industria socializada se necesita disponer, ante todo, de una amplia red de organismos de distribucin de productos, de una amplia red de cooperativas, lo mismo de consumo que agrcolas, o de produccin. Lenin parta precisamente de esa tesis cuando dijo en su folleto Sobre la cooperacin: Bajo nuestras condiciones, a cada paso la cooperacin coincide plenamente con el socialismo (v. t. XXVII, pg. 396). As, pues, puede el proletariado de la URSS construir con sus propias fuerzas la base econmica del socialismo en las condiciones de cerco capitalista en que se encuentra nuestro pas? El Partido da a esta pregunta una respuesta afirmativa (v, la resolucin de la IV Conferencia del PC(b) de Rusia236). Lenin da a esta pregunta una respuesta afirmativa (v., aunque slo sea, su folleto Sobre la cooperacin). Toda nuestra labor prctica de edificacin da a esta pregunta una respuesta afirmativa, pues la parte del sector socialista de nuestra economa crece, de ao en ao, a cuenta de la
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J. V. Stalin parte del capital privado, lo mismo en la produccin que en la circulacin, al tiempo que, de ao en ao, decae el papel del capital privado en relacin con el papel de los elementos socialistas de nuestra economa. Y cmo responde a esa pregunta la oposicin? La oposicin da a esta pregunta una respuesta negativa. Resulta que la victoria del socialismo en nuestro pas es posible, que puede considerarse garantizada la posibilidad de construir la base econmica del socialismo. Significa esto que pueda calificarse tal victoria de victoria completa, de victoria definitiva del socialismo, que garantice al pas constructor del socialismo contra todo peligro del exterior, contra el peligro de intervencin imperialista y contra el consiguiente peligro de restauracin? No, no significa eso. Mientras el problema de llevar a cabo la edificacin del socialismo en la URSS es el de vencer a la burguesa propia, a la burguesa nacional, el problema de la victoria definitiva del socialismo es el de vencer a la burguesa mundial. El Partido dice que el proletariado de un solo pas no est en condiciones de vencer con sus propias fuerzas a la burguesa mundial. El Partido dice que, para la victoria definitiva del socialismo en un solo pas, se necesita vencer, o por lo menos neutralizar, a la burguesa mundial. El Partido dice que esa tarea nicamente puede ser cumplida por el proletariado de varios pases. Por eso, la victoria definitiva del socialismo en uno u otro pas presupone el triunfo de la revolucin proletaria en unos cuantos pases, por lo menos. Este problema no despierta en nuestro Partido discrepancias particulares y, por eso, no me extender en l; quien se interese, puede recurrir a los materiales del CC de nuestro Partido, distribuidos hace unos das entre los miembros del Pleno ampliado del CE de la Internacional Comunista. 2. Los factores de la tregua Segunda cuestin. La segunda cuestin se refiere al problema de la presente situacin internacional de la URSS, de las condiciones del perodo de tregua en cuyo curso empez y se ha desarrollado en nuestro pas la edificacin del socialismo. Nosotros podemos y debemos edificar el socialismo en la URSS Mas, para edificar el socialismo, lo primero que hace falta es existir. Se necesita una tregua, se necesita que no haya guerra, que no haya tentativas de intervencin; se necesita conquistar cierto mnimo de condiciones internacionales, indispensables para existir y edificar el socialismo. Cabe preguntar: en qu descansa la actual situacin internacional de la Repblica de los Soviets?, a qu se debe el actual perodo pacfico de desarrollo de nuestro pas en sus relaciones con

Se alude a la resolucin de la XIV Conferencia del PC(b) de Rusia Sobre las tareas de la Internacional Comunista y del PC(b) de Rusia, en relacin con el Pleno ampliado del CE de la Internacional Comunista.

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Una vez ms sobre las desviaciones socialdemcratas en nuestro partido los pases capitalistas?, en qu se basa la tregua o el perodo de tregua conquistado, que no permite al mundo capitalista tentativas inmediatas de intervencin seria y que crea las necesarias condiciones exteriores para la edificacin del socialismo en nuestro pas, habindose demostrado que el peligro de intervencin existe y existir todava y que este peligro nicamente puede ser suprimido por la victoria de la revolucin proletaria en varios pases? El actual perodo de tregua se basa, por lo menos, en cuatro hechos principales: Primero, en las contradicciones en el campo de los imperialistas, que no se debilitan y dificultan una confabulacin contra la Repblica de los Soviets. Segundo, en las contradicciones entre el imperialismo y las colonias, en el ascenso del movimiento de liberacin en las colonias y pases dependientes. Tercero, en el ascenso del movimiento revolucionario en los pases capitalistas y la creciente simpata de los proletarios de todos los pases hacia la Repblica de los Soviets. Los proletarios de los pases capitalistas no estn todava en condiciones de apoyar a los proletarios de la URSS con la revolucin contra sus capitalistas. Pero los capitalistas de los Estados imperialistas no estn ya en condiciones de lanzar a sus obreros contra el proletariado de la URSS, pues las simpatas de los proletarios de todos los pases hacia la Repblica de los Soviets aumentan y no pueden por menos de ser mayores cada da. Y ahora es imposible hacer la guerra sin los obreros. Cuarto, en la fuerza y el podero del proletariado de la URSS, en los xitos de su edificacin socialista, en la fuerza de la organizacin de su Ejrcito Rojo. Estas condiciones y otras semejantes, conjugadas, originan el perodo de tregua que caracteriza la presente situacin internacional de la Repblica de los Soviets. 3. Unidad e indivisibilidad de las tareas nacionales e internacionales de la revolucin Tercera cuestin. La tercera cuestin se refiere al problema de las tareas nacionales e internacionales de la revolucin proletaria en uno u otro pas. El Partido arranca del criterio de que las tareas nacionales e internacionales del proletariado de la URSS se funden en una misma tarea, en la tarea general de liberar del capitalismo a los proletarios de todos los pases; de que los intereses de la edificacin del socialismo en nuestro pas y los intereses del movimiento revolucionario de todos los pases se funden ntegra y completamente en un mismo inters, en el inters general de la victoria de la revolucin socialista en todos los pases. Qu ocurrira si los proletarios, de todos los pases no simpatizasen con la Repblica de los Soviets y no le prestasen su apoyo? Tendramos la

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intervencin y la derrota de la Repblica de los Soviets. Qu ocurrira si el capital consiguiera derrotar a la Repblica de los Soviets? Advendra la poca de la reaccin ms negra en todos los pases capitalistas y en las colonias, empezaran a aplastar a la clase obrera y a los pueblos oprimidos, seran barridas las posiciones del comunismo internacional. Qu ocurrir si se incrementan y crecen la simpata y el apoyo de los proletarios de todos los pases a la Repblica de los Soviets? Esto facilitar sobremanera la edificacin del socialismo en la URSS. Qu ocurrir si aumentan en la URSS los xitos de la edificacin socialista? Esto mejorar sobremanera las posiciones revolucionarias de los proletarios de todos los pases en su lucha contra el capital, quebrantar las posiciones del capital internacional en su lucha contra el proletariado y elevar a un escaln superior las probabilidades del proletariado mundial. Pero de eso se deduce que los intereses y las tareas del proletariado de la URSS se entrelazan y se ligan indisolublemente con los intereses y las tareas del movimiento revolucionario de todos los pases; y viceversa, las tareas de los proletarios revolucionarios de todos los pases se ligan indisolublemente con las tareas y los xitos de los proletarios de la URSS en el frente de la edificacin socialista. Por eso, contraponer las tareas nacionales de los proletarios de uno u otro pas a las tareas internacionales, significa cometer un profundsimo error en poltica. Por eso, presentar el afn y la pasin en la lucha de los proletarios de la URSS en el frente de la edificacin socialista como indicio de aislamiento nacional y de estrechez nacional, como a veces lo hacen nuestros oposicionistas, significa perder el juicio o volver a la infancia. Por eso, la afirmacin de la unidad y la indivisibilidad de los intereses y las tareas de los proletarios de un pas con los intereses y las tareas de los proletarios de todos los pases, es el camino ms seguro para la victoria del movimiento revolucionario de los proletarios de todos los pases. Precisamente por eso, la victoria de la revolucin proletaria en un solo pas no es un fin en s, sino un medio y una ayuda para el desarrollo y la victoria de la revolucin en todos los pases. Por eso, edificar el socialismo en la URSS significa impulsar la causa comn de los proletarios de todos los pases, significa forjar la victoria sobre el capital, no slo en la URSS, sino en todos los pases capitalistas, pues la revolucin de la URSS es parte de la revolucin mundial, es el principio y la base de su desarrollo.

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158 4. En torno a la historia del problema de la edificacin del socialismo Cuarta cuestin. La cuarta cuestin se refiere a la historia del problema que examinamos. La oposicin afirma que el problema de la edificacin del socialismo en un solo pas fue planteado por primera vez en nuestro Partido en 1925. En todo caso, Trotski manifest claramente en la XV Conferencia: Por qu se pide el reconocimiento terico de la posibilidad de llevar a cabo la edificacin del socialismo en un solo pas? De dnde ha salido esa perspectiva? Por qu no plante nadie este problema hasta 1925? Resulta, pues, que hasta 1925 el problema no fue planteado en nuestro Partido. Resulta que slo Stalin y Bujarin lo han planteado en el Partido, y que lo hicieron en 1925. Es cierto eso? No, no lo es. Yo afirmo que el problema de la edificacin de la economa socialista en un solo pas fue planteado por primera vez en el Partido por Lenin, ya en 1915. Yo afirmo que fue precisamente Trotski quien entonces se manifest en contra de Lenin. Yo afirmo que, a partir de entonces, es decir, a partir de 1915, el problema de la edificacin de la economa socialista en un solo pas ha figurado repetidas veces en nuestra prensa y en nuestro Partido. Acudamos a los hechos. a) Ao 1915. Artculo de Lenin en el rgano Central de los bolcheviques (Sotsial-Demokrat237): La consigna de los Estados Unidos de Europa. He aqu lo que dice Lenin en este artculo: Como consigna independiente, la de los Estados Unidos del mundo dudosamente sera justa, en primer lugar, porque se funde con el socialismo y, en segundo lugar, porque podra conducir a la falsa idea de la imposibilidad de la victoria del socialismo en un solo pas y a una interpretacin errnea de las relaciones de este pas con los dems. La desigualdad del desarrollo econmico y poltico es una ley absoluta del capitalismo. De aqu se deduce que es posible que la victoria del socialismo empiece por unos cuantos pases capitalistas, o incluso por un solo pas capitalista. El proletariado triunfante de este pas, despus de expropiar a los capitalistas y de organizar la produccin socialista dentro de sus fronteras238, se
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J. V. Stalin enfrentara con el resto del mundo, con el mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los dems pases, levantando en ellos la insurreccin contra los capitalistas, empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las clases explotadoras y sus Estados... Pues la libre unin de las naciones en el socialismo, es imposible sin una lucha tenaz, ms o menos prolongada, de las repblicas socialistas contra los Estados atrasados (v. t. XVIII, pgs. 232-233). Y he aqu lo que Trotski replica el mismo ao de 1915, en Nashe Slovo239, peridico que l diriga: La desigualdad del desarrollo econmico y poltico es una ley absoluta del capitalismo. De aqu deduca Sotsial-Demokrat (en 1915 rgano central de los bolcheviques, que insert el artculo de Lenin. J. St.) que la victoria del socialismo en un solo pas es posible y, por tanto, no hay por qu supeditar la dictadura del proletariado en cada pas a la formacin de los Estados Unidos de Europa... Que ningn pas debe aguardar a los otros en su lucha, es una idea elemental que es til y necesario repetir, para que la idea de una accin internacional paralela no sea sustituida por la idea de una inactividad internacional expectante. Sin aguardar a los dems, comenzamos y continuamos la lucha en el terreno nacional, con la plena seguridad de que nuestra iniciativa impulsar la lucha en otros pases; y, si esto no sucediese, no hay ningn fundamento para suponer -as lo atestiguan la experiencia histrica y las consideraciones tericasque la Rusia revolucionaria, por ejemplo, podra sostenerse frente a la Europa conservadora o que la Alemania socialista podra subsistir aislada en un mundo capitalista. Examinar las perspectivas de la revolucin social dentro de un marco nacional significara ser vctima de esa estrechez nacional que constituye la esencia del social-patriotismo240 (Trotski, 1917, t. III, parte I, pgs. 89-90). Veis, pues, que de la organizacin de la produccin socialista habl Lenin ya en 1915, en vsperas de la revolucin democrtico-burguesa de Rusia, en el perodo de la guerra imperialista, cuando el problema de la transformacin de la revolucin democrtico-burguesa en revolucin Socialista estaba a la orden del da. Veis, pues, que quien entonces se opuso al camarada Lenin fue precisamente Trotski; y ste saba, evidentemente, que el artculo de Lenin trataba de la victoria del socialismo y de la posibilidad de organizar la produccin socialista en un solo pas. Veis, pues, que la imputacin de estrechez
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Sotsial-Demokrat (El Socialdemcrata): peridico clandestino, rgano central del P.O.S.D.R. Se public desde febrero de 1908 hasta enero de 1917, salieron 58 nmeros. El primer nmero apareci en Rusia; posteriormente, se edit en el extranjero, al principio en Pars y luego en Ginebra. A partir de diciembre de 1911, el Sotsial-Demokat era redactado por V. 1. Lenin. En el peridico aparecieron varios artculos de J. V. Stalin. El artculo de V. 1. Lenin La consigna de los Estados Unidos de Europa fue publicado el 23 de agosto de 1915 en el nm. 44 de Sotsial-Demokrat. 238 Subrayado por m. J. St.

Nashe Slovo (Nuestra Palabra): peridico mencheviquetrotskista; se public en Pars desde enero de 1915 hasta septiembre de 1916. 240 Subrayado por m. J. St.

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Una vez ms sobre las desviaciones socialdemcratas en nuestro partido nacional la hizo por primera vez Trotski ya en 1915, no contra Stalin o Bujarin, sino contra Lenin. Ahora Zinviev lanza a menudo la ridcula Imputacin de estrechez nacional. No comprende, por lo visto, que repite y, de ese modo, restaura la tesis de Trotski, dirigida contra Lenin y su Partido. b) Ao 1919. Artculo de Lenin La economa y la poltica en la poca de la dictadura del proletariado. Dice Lenin en este artculo: Por ms que mientan y calumnien los burgueses de todos los pases y sus cmplices francos o encubiertos (los socialistas de la II Internacional), es indudable que, desde el punto de vista del problema econmico fundamental de la dictadura del proletariado, en nuestro pas est asegurada la victoria del comunismo sobre el capitalismo. Si la burguesa de todo el mundo est enrabiada y enfurecida contra el bolchevismo, si organiza invasiones armadas, complots, etc. contra los bolcheviques, es precisamente porque comprende muy bien lo inevitable de nuestra victoria en la reestructuracin de la economa social, a menos que nos aplaste por la fuerza militar. Pero no consigue aplastarnos por ese procedimiento241 (v. t. XXIV, pg. 510). Veis, pues, que en este artculo de Lenin se trata del problema econmico de la dictadura del proletariado, de la reestructuracin de la economa social con vistas a la victoria del comunismo. Y qu son el problema econmico de la dictadura del proletariado y la reestructuracin de la economa social bajo la dictadura del proletariado? No son sino la edificacin del socialismo en un solo pas, en nuestro pas. c) Ao 1921. Folleto de Lenin Sobre el impuesto en especie. La conocida tesis de que podemos y debemos construir los cimientos socialistas de nuestra economa (v. Sobre el impuesto en especie). d) Ao 1922. Intervencin del camarada Lenin en el Soviet de Mosc, donde dice que hemos hecho penetrar el socialismo en la vida diaria, que de la Rusia de la Nep saldr la Rusia socialista (v. t. XXVII, pg. 366). Objeciones de Trotski en su Eplogo a El programa de la paz, en 1922, sin indicacin directa de que polemiza con Lenin. He aqu lo que dice Trotski en ese Eplogo: La afirmacin, varias veces repetida en El programa de la paz, de que la revolucin proletaria no puede terminar victoriosamente dentro de un marco nacional, parecer quiz a algunos lectores desmentida por la experiencia de casi cinco aos de vida de nuestra Repblica Sovitica. Pero semejante
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conclusin sera infundada. El hecho de que el Estado obrero haya resistido contra el mundo entero en un solo pas, y adems en un pas atrasado, atestigua la potencia colosal del proletariado, que en otros pases ms adelantados y ms civilizados ser capaz de hacer verdaderos milagros. Pero habiendo logrado mantenernos como Estado en el sentido poltico y militar, no hemos llegado todava, ni siquiera nos hemos acercado a la creacin de la sociedad socialista. La lucha en defensa de la revolucin y del Estado ha trado en este perodo un extraordinario descenso de las fuerzas productivas, siendo as que el socialismo slo se concibe sobre la base de su desarrollo y florecimiento. Las negociaciones comerciales con los Estados burgueses, las concesiones, la Conferencia de Gnova, etc., son un testimonio demasiado evidente de la imposibilidad de la edificacin socialista aislada dentro del marco nacional de un Estado El verdadero auge de la economa socialista en Rusia no ser posible ms que despus de la victoria del proletariado en los pases ms importantes de Europa242 (Trotski, -1917, t. III, parte I, pgs, 9293). A quin objeta aqu Trotski cuando habla de la imposibilidad de la edificacin socialista aislada dentro del marco nacional de un Estado? Naturalmente que no objeta a Stalin o a Bujarin. Trotski objeta aqu al camarada Lenin, y no acerca de un problema cualquiera, sino acerca del problema fundamental: la posibilidad de la edificacin socialista dentro del marco nacional de un Estado. e) Ao 1923. Folleto de Lenin Sobre la cooperacin, que constituye su testamento poltico. He aqu lo que dice Lenin en este folleto: En efecto, todos los grandes medios de produccin en poder del Estado y el Poder del Estado en manos del proletariado; la alianza de este proletariado con millones y millones de pequeos y muy pequeos campesinos; asegurar la direccin de los campesinos por el proletariado, etc., acaso no es esto todo lo que se necesita para edificar la sociedad socialista completa partiendo de la cooperacin, y nada ms el que de la cooperacin, a la que antes tratbamos de mercantilista y que ahora, bajo la Nep, merece tambin, en cierto modo, el mismo trato; acaso no es esto todo lo imprescindible para edificar la sociedad socialista completa? Eso no es todava la edificacin de la sociedad socialista, pero s todo lo imprescindible y lo suficiente para esta edificacin243 (v. t. XXVII, pg. 392). Parece que es difcil expresarse con mayor claridad.
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160 Segn Trotski, resulta que la edificacin socialista dentro del marco nacional de un Estado es imposible. Lenin afirma, en cambio, que nosotros, es decir, el proletariado de la URSS, ahora, en el perodo de la dictadura del proletariado, tenemos todo lo imprescindible y lo suficiente para edificar la sociedad socialista completa. La oposicin entre las dos opiniones es completa. Tales son los hechos. Ves, pues, que el problema de la edificacin del socialismo en un solo pas fue planteado en nuestro Partido ya en 1915, que lo plante el propio Lenin, con quien polemiz a este propsito Trotski, precisamente, acusando a Lenin de estrechez nacional. Ya veis que, a partir de entonces, el problema no desapareci del amen del da del trabajo de nuestro Partido hasta la muerte misma del camarada Lenin. Ya veis que, de un modo o de otro, Trotski plante varias veces este problema en forma de polmica solapada, pero perfectamente definida, con el camarada Lenin, y cada una de estas veces Trotski no trat el problema de acuerdo con Lenin y el leninismo, sino contra Lenin y el leninismo. Ya veis que Trotski falta abiertamente a la verdad al afirmar que el problema de la edificacin del socialismo en un solo pas no lo plante nadie hasta 1925. 5. Particular importancia del problema de la edificacin del socialismo en la URSS en el momento presente Quinta cuestin. La quinta cuestin se refiere al problema relativo a la actualidad de la tarea de la edificacin del socialismo en el momento presente. Por qu el problema de la edificacin del socialismo ha adquirido particular actualidad ahora precisamente, precisamente en los ltimos tiempos? Por qu, por ejemplo, en 1915, 1918, 1919, 1921, 1922 y 1923, el problema de la edificacin del socialismo en la URSS se debata de tarde en tarde, en artculos sueltos, mientras que en 1924, 1925 y 1926 ha pasado a ocupar un lugar destacadsimo en la labor prctica de nuestro Partido? A qu se debe esto? Se debe, a mi modo de ver, a tres causas principales. En primer lugar, a que estos ltimos aos ha bajado el ritmo de la revolucin en los otros pases, se ha producido la llamada estabilizacin parcial del capitalismo. De ah la pregunta de s la estabilizacin parcial del capitalismo no lleva a la disminucin o incluso a la eliminacin de las posibilidades de edificar el socialismo en nuestro pas. De ah que haya crecido el inters hacia el problema de la suerte del socialismo y de la edificacin socialista en nuestro pas. En segundo lugar, a que hemos implantado la

J. V. Stalin Nep, admitido el capital privado y procedido a cierto repliegue para reagrupar las fuerzas y pasar despus a la ofensiva. De ah la pregunta de si la implantacin de la Nep no puede contribuir la amenguar las posibilidades de la edificacin socialista en nuestro pas. De ah un nuevo motivo de creciente inters hacia el problema de la posibilidad de la edificacin socialista en nuestro pas. En tercer lugar, a la circunstancia de que ganamos la guerra civil, expulsamos a los intervencionistas y conquistamos una tregua, alejando la guerra, y garantizando la paz, garantizando un perodo de paz que ofrece condiciones favorables para acabar con la ruina econmica, restablecer las fuerzas productivas del pas y entregarse a la construccin de la nueva economa en nuestro pas. De ah la pregunta de en qu direccin debe efectuarse la edificacin de la economa: en direccin al socialismo o en otra direccin cualquiera. De ah la pregunta: caso de que orientemos la edificacin hacia el socialismo, hay razones para pensar que podemos edificar el socialismo dentro de las condiciones de la Nep y con la estabilizacin parcial del capitalismo? De ah el enorme inters de todo el Partido y de toda la clase obrera por el problema de la suerte de la edificacin socialista en nuestro pas. De ah los clculos anuales de toda clase, que los organismos del Partido y del Poder Sovitico efectan desde el punto de vista del aumento del peso relativo de las formas socialistas de economa en la industria, en el comercio y en la agricultura. Ah tenis las tres causas principales, indicativas de que el problema de la edificacin del socialismo es hoy un problema de la mxima actualidad para nuestro Partido y para nuestro proletariado, lo mismo que para la Internacional Comunista. La oposicin se imagina que el problema de la edificacin del socialismo en la URSS tiene nicamente inters terico. Eso no es cierto. Eso es una equivocacin profundsima. Esa manera de enfocar el problema puede deberse nicamente a que la oposicin se encuentra desligada por completo de la labor prctica del Partido, de nuestra edificacin econmica, de nuestra edificacin cooperativa. El problema de la edificacin del socialismo tiene una enorme importancia prctica ahora, cuando hemos acabado con la ruina econmica, restaurado la industria y entrado en la fase de reorganizacin de toda la economa nacional sobre la base de un nuevo equipamiento tcnico. Hacia dnde debemos conducir la edificacin econmica?, en qu direccin debe construirse?, qu hay que construir?, cules deben ser las perspectivas de nuestra edificacin? Los dirigentes honrados y serios de la economa, los dirigentes que quieran afrontar las cuestiones de la edificacin con verdadera conciencia y meditando bien las cosas, no podrn dar un paso adelante sin solucionar todos estos problemas.

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Una vez ms sobre las desviaciones socialdemcratas en nuestro partido Construimos para abonar el terreno a la democracia burguesa o para edificar la sociedad socialista? Esa es hoy la esencia de nuestro trabajo de edificacin. Tenemos la posibilidad de edificar la economa socialista ahora, dentro de las condiciones de la Nep, con la estabilizacin parcial del capitalismo? Ese es hoy uno de los problemas ms importantes de la labor del Partido y de los Soviets. Lenin di a esta pregunta una respuesta afirmativa (v., aunque slo sea, el folleto Sobre la cooperacin). El Partido ha dado a esta pregunta una respuesta afirmativa (v. la resolucin de la XIV Conferencia del PC(b) de Rusia). Y la oposicin? Ya he dicho antes que la oposicin responde negativamente a esta pregunta. Deca yo en mi informe ante la XV Conferencia del PC(b) de la URSS y ahora me veo obligado a repetir aqu que Trotski, lder del bloque de oposicin, afirm hace muy poco, en septiembre de 1926, en su conocido mensaje a los oposicionistas, que, para l, la teora del socialismo en un solo pas es la justificacin terica de la estrechez nacional (v. el informe de Stalin en la XV Conferencia del PC(b) de la URSS244). Comparad esa cita de Trotski (1926) con su artculo de 1915, en el que, polemizando con Lenn acerca de la posibilidad de la victoria del socialismo en un solo pas, inculp por primera vez de estrechez nacional al camarada Lenin y a los leninistas; comparadla y comprenderis que Trotski sigue manteniendo su vieja actitud de negacin socialdemcrata en el problema de la edificacin del socialismo en un solo pas. Precisamente por eso afirma nuestro Partido que el trotskismo es una desviacin socialdemcrata dentro de sus filas. 6. Acerca de las perspectivas de la revolucin Sexta cuestin. La sexta cuestin se refiere al problema de las perspectivas de la revolucin proletaria. Trotski dijo en su discurso ante la XV Conferencia del Partido: Lenin consideraba que en 20 aos no lograramos, de ninguna manera, edificar el socialismo, atendido el atraso de nuestro pas campesino, y que tampoco en 30 aos lo edificaramos. Supongamos que harn falta de 30 a 50 aos, como mnimo, Tengo que decir aqu, camaradas, que esta perspectiva, imaginada por Trotski, no tiene nada que ver con la perspectiva del camarada Lenin acerca de la revolucin en la URSS. A los pocos minutos, el propio Trotski empieza a rebatir en su discurso esta perspectiva, pero eso es ya cosa suya. Por mi parte, debo decir que ni Lenin ni el Partido pueden responder de esa perspectiva que Trotski ha imaginado ni de las conclusiones que de ella se
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derivan. El hecho de que Trotski, autor de esa perspectiva, empiece despus en su discurso a combatir su propio engendro, no hace sino evidenciar que Trotski se ha hecho definitivamente un lo y se ha puesto en ridculo. Lenin no deca, ni mucho menos, que no lograramos, de ninguna manera, edificar el socialismo en 30 50 aos. Lo que en realidad dijo Lenin es lo siguiente: 10 20 aos de relaciones acertadas con los campesinos, y estar asegurada la victoria en escala mundial (aunque se retrasen las revoluciones proletarias, que maduran); de otro modo, 20 40 aos de sufrimientos bajo el terror blanco (v, t. XXVI, pg. 313). Se puede concluir de esta tesis de Lenin que no lograremos, de ninguna manera, edificar el socialismo en 20 30, o en 50 aos? No, no se puede. De esa afirmacin slo es posible extraer las conclusiones siguientes: a) manteniendo relaciones acertadas con los campesinos, tendremos asegurada la victoria (es decir, la victoria del socialismo) en 10 20 aos; b) sta no ser slo una victoria en la URSS, sino una victoria en escala mundial; c) si no alcanzamos la victoria en ese plazo, ello ser indicio de que nos han destrozado y de que el rgimen de dictadura del proletariado ha sido sustituido por un rgimen de terror blanco, que puede durar de 20 a 40 aos. Naturalmente, se puede aceptar o no aceptar esa tesis de Lenin y las conclusiones que de ella se derivan, pero lo que no se puede es adulterarla, como lo hace Trotski. Y qu significa la victoria en escala mundial? Significa que esa victoria equivale a la victoria del socialismo en un solo pas? No, no significa eso. Lenin hace una marcada distincin en sus obras entre la victoria del socialismo en un solo pas y la victoria en escala mundial. Al referirse a la victoria en escala mundial, Lenin quiere decir que los xitos del socialismo en nuestro pas, la victoria de la edificacin socialista en nuestro pas tiene una importancia internacional tan inmensa, que esa victoria no puede circunscribirse a nuestro pas, sino que debe despertar un poderoso movimiento hacia el socialismo en todos los pases capitalistas, con la particularidad de que, si no coincide en el tiempo con la victoria de la revolucin proletaria en otros pases, en todo caso debe iniciar un vigoroso movimiento de los proletarios de otros pases hacia la victoria de la revolucin mundial. Tal es la perspectiva de la revolucin segn Lenin, si nos referimos a la perspectiva de la victoria de la revolucin, que es, concretamente, de lo que se trata en nuestro Partido.

Vase: J. V. Stalin, La desviacin socialdemcrata en nuestro Partido (Obras, t. 8, pgs. 247-313, ed. en espaol).

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162 Confundir esta perspectiva con la perspectiva de los 30 50 aos de que habla Trotski, significa calumniar a Lenin. 7. Como se plantea la cuestin en realidad Sptima cuestin. Admitmoslo, nos dice la oposicin, pero con quin es preferible, en fin de cuentas, mantener la alianza: con el proletariado mundial o con el campesinado de nuestro pas?, a quin debemos otorgar la preferencia: al proletariado mundial o al campesinado de la URSS? Y el asunto se presenta como si el proletariado de la URSS tuviera que elegir entre dos aliados: el proletariado mundial, dispuesto a derribar inmediatamente a su burguesa, pero que para ello aguarda nuestro preferente acuerdo, y nuestro campesinado, dispuesto a ayudar al proletariado de la URSS, pero no del todo seguro de que ste vaya a aceptar la ayuda. Este, camaradas, es un planteamiento pueril de la cuestin, y no tiene nada que ver ni con la marcha de la revolucin en nuestro pas ni con la correlacin de fuerzas en el frente de la lucha entre el capitalismo mundial y el socialismo. Perdonadme la expresin, pero slo unas colegialas pueden plantear as la cuestin. Lamentablemente, las cosas no son tal como nos las pintan algunos oposicionistas; adems, no hay motivos para dudar de que aceptaramos con satisfaccin la ayuda de una y otra parte si slo dependiera de nosotros. No, en la vida, en la realidad, la cuestin no se plantea de este modo. La cuestin se plantea as: teniendo en cuenta que el ritmo del movimiento revolucionario mundial ha disminuido, que el socialismo no ha triunfado an en el Occidente y que el proletariado de la URSS est en el Poder, lo fortalece de ao en ao, agrupa en torno suyo a las masas fundamentales del campesinado, ha alcanzado ya progresos importantes en el frente de la edificacin socialista y estrecha con xito los lazos de amistad con los proletarios y los pueblos oprimidos de todos los pases, hay motivos para negar que el proletariado de la URSS pueda vencer a su burguesa y continuar la edificacin victoriosa del socialismo en nuestro pas, a pesar del cerco capitalista? As es como est planteado ahora el problema, en el caso, naturalmente, de que no se parta de fantasas, como lo hace el bloque oposicionista, sino de la correlacin efectiva de fuerzas en el frente de la lucha entre el socialismo y el capitalismo. El Partido responde a esa pregunta afirmando que el proletariado de la URSS puede, en esas condiciones, vencer a su burguesa nacional y edificar con xito la economa socialista. La oposicin, en cambio, dice que: Sin un apoyo estatal245 directo del proletariado europeo, la clase obrera de Rusia no podr
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J. V. Stalin mantenerse en el Poder y transformar su dominacin temporal en una dictadura socialista duradera (v. Trotski, Nuestra revolucin, pg. 278). Cul es el sentido de esta cita de Trotski?, qu significa eso del apoyo estatal del proletariado europeo? Significa que sin la victoria previa del proletariado en el Occidente, sin la toma previa del Poder por el proletariado del Occidente, el proletariado de la URSS no slo ser incapaz de vencer a su burguesa y de edificar el socialismo, sino que ni siquiera podr mantenerse en el Poder. As es como se plantea la cuestin y ah reside el quid de nuestras discrepancias. En qu se diferencia esta posicin de Trotski de la posicin del menchevique Otto Bauer? Lamentablemente en nada. 8. Las probabilidades de vencer Octava cuestin. Admitmoslo, dice la oposicin, pero quin tiene ms probabilidades de vencer: el proletariado de la URSS o el proletariado mundial? Es posible imaginarse -dice Trotski en su discurso ante la XV Conferencia del PC (b) de la URSS- que en el transcurso de 30 50 aos el capitalismo europeo se ir pudriendo y que el proletariado ser incapaz de realizar la revolucin? Yo pregunto: por qu debo tomar esa premisa, que no se puede calificar ms que d premisa de un negro e infundado pesimismo con relacin al proletariado europeo?... Yo afirmo que carezco de todo fundamento terico o poltico para pensar que junto con el campesinado nos ser ms fcil edificar el socialismo que al proletariado europeo tomar el Poder (v. el discurso de Trotski en la XV Conferencia del PC(b) de la URSS). En primer lugar, debe excluirse en absoluto la perspectiva del estancamiento de Europa en el transcurso de 30 50 aos. Nadie ha obligado a Trotski a partir de esa perspectiva de la revolucin proletaria en los pases capitalistas del Occidente, de esa perspectiva que no tiene nada que ver con la perspectiva de nuestro Partido. El propio Trotski se ha impuesto esa perspectiva ficticia y l es quien debe responder de las consecuencias de tal manipulacin. Yo opino que este plazo debe ser reducido, por lo menos, a la mitad, si se toma en consideracin la perspectiva real de la revolucin proletaria en el Occidente. En segundo lugar, Trotski decide sin reservas que los proletarios del Occidente tienen muchas mayores probabilidades, de vencer a la burguesa mundial, que ahora est en el Poder, que el proletariado de la URSS de vencer a su burguesa nacional, la cual, en el sentido poltico, est ya aplastada, ha sido arrojada de las posiciones dominantes de la economa

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Una vez ms sobre las desviaciones socialdemcratas en nuestro partido nacional, y en el terreno econmico se ve obligada a retroceder bajo la presin de la dictadura del proletariado y de las formas socialistas de nuestra economa. Yo considero errneo ese planteamiento de la cuestin. Yo considero que, al plantear las cosas as, Trotski se delata por completo. Acaso no nos decan lo mismo los mencheviques en octubre de 1917, cuando gritaban a los cuatro vientos que los proletarios del Occidente tenan muchas ms probabilidades de derribar a la burguesa y de tomar el Poder que los proletarios de Rusia, pas mal equipado tcnicamente y donde el proletariado es poco numeroso? Y acaso no es un hecho que, a pesar de las jeremiadas mencheviques, los proletarios de Rusia tuvieron en octubre de 1917 ms probabilidades de tomar el Poder y derrocar a la burguesa que los proletarios de Inglaterra, Francia o Alemania? Acaso la experiencia de la lucha revolucionaria en todo el mundo no ha mostrado y demostrado que no puede plantearse la cuestin como lo hace Trotski? El problema de quin tiene ms probabilidades de lograr una pronta victoria no se resuelve contraponiendo el proletariado de un pas al proletariado de los otros pases, o el campesinado de nuestro pas al proletariado de los otros pases. Esa contraposicin es un juego infantil a las comparaciones. El problema de quin tiene ms probabilidades de lograr una pronta victoria lo resuelve la situacin internacional real, la verdadera correlacin de fuerzas en el frente de la lucha entre el capitalismo y el socialismo. Puede ocurrir que los proletarios del Occidente venzan a su burguesa y tomen el Poder antes de que, nosotros hayamos logrado construir los cimientos socialistas de nuestra economa. Eso no est descartado, ni mucho menos. Pero tambin puede ocurrir que el proletariado de la URSS logre construir los cimientos socialistas de nuestra economa antes de que los proletarios del Occidente derriben a su burguesa. Eso tampoco est descartado. La solucin del problema de las probabilidades de lograr una pronta victoria depende, nica y exclusivamente, de la situacin real en el frente de la lucha entre el capitalismo y el socialismo. 9. Discrepancias de carcter poltico prctico Tales son las bases de nuestras discrepancias. De estas bases se desprenden discrepancias de carcter poltico prctico, lo mismo en poltica exterior e interior que en la esfera puramente del Partido. Esas discrepancias constituyen la materia de la novena cuestin. a) El Partido, arrancando del hecho de la estabilizacin parcial del capitalismo, considera que atravesamos un perodo interrevolucionario, que en los pases capitalistas vamos hacia la revolucin y

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que la tarea principal de los Partidos Comunistas consiste en abrirse camino hacia las masas, en fortalecer la ligazn con las masas, en conquistar las organizaciones de masas del proletariado y en preparar a las amplias masas obreras para los futuros choques revolucionarios. Pero la oposicin, que no tiene fe en las fuerzas internas de nuestra revolucin y teme la estabilizacin parcial del capitalismo, creyndola un factor capaz de matar nuestra revolucin, considera (o consideraba) posible negar el hecho de la estabilizacin parcial del capitalismo, considera (o consideraba) la huelga en Inglaterra246 un sntoma del fin de la estabilizacin del capitalismo; y cuando, sin embargo, se ha visto que la estabilizacin es un hecho, la oposicin afirma que tanto peor para los hechos y que, por consiguiente, podemos saltarnos los hechos, haciendo alarde, al mismo tiempo, de estridentes consignas que propugnan la revisin de la tctica de frente nico, la ruptura con el movimiento sindical en el Occidente, etc. Pero qu significa no tener en cuenta los hechos, el curso objetivo de los acontecimientos? Significa abandonar el terreno de la ciencia y meterse a curandero. De ah el aventurerismo en la poltica del bloque de oposicin. b) El Partido, arrancando del criterio de que la industrializacin es la va fundamental de la edificacin socialista, y de que el mercado fundamental para la industria socialista es el mercado interior de nuestro pas, considera que la industrializacin debe desarrollarse sobre la base del constante mejoramiento de la situacin material de la masa fundamental del campesinado (sin hablar ya de los obreros), que la ligazn entre la industria y la economa campesina, entre el proletariado y el campesinado, y la direccin de esta ligazn por el proletariado son, como Lenin dice, el alfa y el omega del Poder Sovitico y de la victoria de nuestra edificacin, que, en relacin con ello, nuestra poltica en general, la poltica fiscal y la poltica de precios en particular, deben ser estructuradas de tal manera que favorezcan a esa ligazn. Pero la oposicin, que no cree en la posibilidad de incorporar el campesinado a la edificacin del socialismo y supone, por lo visto, que la industrializacin se puede llevar adelante en perjuicio de la masa fundamental del campesinado, se desva hacia los mtodos capitalistas de industrializacin, ve en el campesinado una colonia, un objeto de explotacin por parte del Estado proletario, y propone medidas de industrializacin (aumento de la presin fiscal sobre el campesinado, elevacin de los
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Se alude a la huelga general de los obreros ingleses del 3 al 12 de mayo de 1926. Participaron en la huelga ms de cinco millones de obreros sindicados de las ms importantes ramas de la industria y el transporte.

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164 precios de fbrica para los artculos manufacturados, etc.) que nicamente pueden deshacer la ligazn de la industria con la economa campesina, quebrantar la situacin econmica de los campesinos pobres y medios y destruir los fundamentos mismos de la industrializacin. De ah la actitud adversa de la oposicin a la idea del bloque entre el proletariado y el campesinado y de la hegemona del proletariado en ese bloque, actitud propia de la socialdemocracia. c) Nosotros arrancamos del criterio de que el Partido, el Partido Comunista, es el instrumento fundamental de la dictadura del proletariado; de que la direccin que ejerce un solo partido, que no comparte ni puede compartir esa direccin con otros partidos, es la condicin bsica sin la que resulta inconcebible una dictadura del proletariado ms o menos slida y desarrollada. Por ello consideramos intolerable la existencia de fracciones dentro de nuestro Partido, pues es de por si evidente que la existencia de fracciones organizadas dentro del Partido lleva a la disgregacin de ste, como entidad nica, en organizaciones paralelas, a la formacin de grmenes y clulas de un nuevo partido o de nuevos partidos en el pas y, por tanto, a la descomposicin de la dictadura del proletariado. Pero la oposicin, an no objetando pblicamente nada contra esas tesis, parte en su actividad prctica del criterio de que es necesario debilitar la unidad del Partido, de que es necesaria la libertad de fracciones dentro del Partido, es decir, de que es necesaria la formacin de elementos para un nuevo partido. De ah la poltica escisionista en la labor prctica del bloque de oposicin. De ah los alaridos de la oposicin acerca del rgimen en el Partido, que en el fondo reflejan las protestas de los elementos no proletarios del pas contra el rgimen de dictadura del proletariado. De ah el problema de los dos partidos. Tales son en conjunto, camaradas, nuestras discrepancias con la oposicin. IV. Los oposicionistas en accin Pasemos ahora a ver cmo se han manifestado estas discrepancias en el trabajo prctico. As, pues, qu ha hecho, en realidad, nuestra oposicin en su labor prctica, en su lucha contra el Partido? Es sabido que la oposicin no slo ha desplegado su tejemaneje en nuestro Partido, sino tambin en otras secciones de la Internacional Comunista, por ejemplo, en Alemania, en Francia, etc. Por eso debemos preguntar: cul ha sido, en realidad, la labor prctica de la oposicin y de sus secuaces, tanto en el PC(b) de la URSS como en otras secciones de la Internacional Comunista? a) Labor prctica de la oposicin y de sus secuaces en el PC(b) de la URSS. La oposicin

J. V. Stalin empez su trabajo lanzando gravsimas acusaciones contra el Partido. La oposicin declar que el Partido se desliza hacia el oportunismo. La oposicin afirm que la poltica del Partido va contra la lnea de clase de la revolucin. La oposicin afirm que el Partido degeneraba e iba a un termidor. La oposicin manifest que nuestro Estado dista mucho de ser un Estado proletario. Todo esto se ha dicho o en declaraciones pblicas y en discursos de representantes de la oposicin (Pleno del CC y de la CCC de julio de 1926), o en documentos clandestinos de la oposicin, difundidos por sus partidarios. Pero, al lanzar contra el Partido esas graves acusaciones, la oposicin desbrozaba el terreno para la organizacin de clulas paralelas dentro del Partido, para la organizacin de un centro paralelo del Partido, para la creacin de un nuevo partido. Uno de los proslitos de la oposicin, el seor Ossovski, ha afirmado sin ambages en sus artculos que el partido que tenemos, nuestro Partido, defiende los intereses de los capitalistas, por lo que es necesario formar otro partido, un partido puramente proletario, que exista y acte junto al partido que hoy tenemos. La oposicin puede objetar que no es responsable de la actitud de Ossovski. Pero eso no es cierto. La oposicin responde plena e ntegramente de las hazaas del seor Ossovski. Es notorio que Ossovski se inclua abiertamente entre los adeptos de la oposicin, cosa que sta no trat de desmentir ni siquiera una vez. Es notorio asimismo que Trotski defendi a Ossovski en el Pleno de julio del CC contra el camarada Mlotov. Es notorio, en fin, que, a pesar de la opinin unnime del Partido, contraria a Ossovski, la oposicin vot en el CC contra la expulsin de Ossovski del Partido. Todo eso demuestra que la oposicin se hizo moralmente responsable de las hazaas de Ossovski. Conclusin: la labor prctica de la oposicin dentro del PC(b) de la URSS se ha expresado en la actitud de Ossovski, en su prdica de la necesidad de formar en nuestro pas un nuevo partido, paralelo y contrario al PC(b) de la URSS. Y no poda ser de otro modo, pues una de dos: o la oposicin no crea ella misma en la seriedad de sus graves acusaciones Contra el Partido y las haca nicamente para alardear, y entonces desorientaba a la clase obrera, lo que es criminal; o la oposicin crea y sigue creyendo en la seriedad de sus acusaciones, y entonces deba orientarse, como, en efecto, lo ha hecho, al aplastamiento de los cuadros dirigentes del Partido, a la formacin de un nuevo partido. Tal ha sido la fisonoma de nuestra oposicin en su labor prctica contra el PC(b) de la URSS en octubre de 1926. b) Labor prctica de los secuaces de la oposicin

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Una vez ms sobre las desviaciones socialdemcratas en nuestro partido en el Partido Comunista Alemn. Apoyndose en las acusaciones que contra el Partido ha lanzado nuestra oposicin, los ultrazquierdistas de Alemania, encabezados por el seor Korsch, han hecho por su cuenta nuevas conclusiones, poniendo los puntos sobre las es. Como es sabido, Korsch, ese idelogo de los ultraizquierdistas de Alemania, afirma que nuestra industria socialista es una industria puramente capitalista. Como es sabido, Korsch califica a nuestro Partido de kulakizado y a la Internacional Comunista de organizacin oportunista. Se sabe tambin que, por esa causa, Korsch preconiza la necesidad de una nueva revolucin contra el Poder existente en la URSS. La oposicin puede decir que no es responsable de la actitud de Korsch. Pero eso no es cierto. La oposicin responde plena e ntegramente de las hazaas del seor Korsch. Lo que Korsch afirma es la conclusin lgica de las premisas que los lderes de nuestra oposicin ofrecen a sus adeptos al lanzar las conocidas acusaciones contra el Partido. Pues, si el Partido se desliza hacia el oportunismo, si su poltica diverge de la lnea de clase de la revolucin, si degenera y va hacia un termidor, y nuestro Estado dista mucho de ser un Estado proletario, slo puede haber una conclusin: una nueva revolucin dirigida contra el Poder kulakizado. Aparte de eso, se sabe que los ultraizquierdistas de Alemania, comprendidos los de Wedding247, votaron contra la expulsin de Korsch del Partido, hacindose as moralmente responsables de la propaganda contrarrevolucionaria de Korsch. Y quin ignora que los ultraizquierdistas se solidarizan con la oposicin en el PC (b) de la URSS? c) Labor prctica de los secuaces de la oposicin en Francia. Lo mismo debe decirse de los secuaces de la oposicin en Francia. Me refiero a Souvarne y su grupo, que han anidado en cierta revista francesa. Apoyndose en las premisas que le ofrece nuestra oposicin con sus acusaciones contra el Partido, Souvarne concluye que el enemigo principal de la revolucin es la burocracia del Partido, el grupo dirigente de nuestro Partido. Segn afirma Souvarne, la salvacin slo puede ser una nueva revolucin orientada contra el grupo dirigente del Partido y del Poder, una nueva revolucin dirigida, ante todo, contra el Secretariado del CC del PC(b) de la URSS. En Alemania, una nueva revolucin dirigida contra el Poder existente en la URSS. En Francia, una nueva revolucin dirigida contra el Secretariado
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del CC. Pero cmo se puede organizar esa nueva revolucin? Es posible organizarla sin un partido especial, adaptado a los objetivos de esa nueva revolucin? Claro que no. De ah el problema de la formacin de un nuevo partido. La oposicin puede decir que no es responsable de lo que Souvarne escribe. Pero eso no es cierto. Es sabido, en primer lugar, que Souvarne y su grupo son partidarios de la oposicin, en especial de su parte trotskista. Es sabido, en segundo lugar, que hace muy poco la oposicin albergaba el proyecto de colocar al seor Souvarne en la redaccin del rgano central del Partido Comunista Francs. Cierto, el proyecto no cuaj. Pero no por culpa de nuestra oposicin, sino por desgracia para ella. Resulta, pues, que en su trabajo prctico la oposicin, si la tomamos no como ella misma se pinta, sino tal como se manifiesta en el curso de su actividad, lo mismo en nuestro pas, en la URSS, que en Francia y Alemania, resulta digo, que en su trabajo prctico la oposicin ha llegado a plantear el problema de destrozar a los cuadros actuales de nuestro Partido y de formar un nuevo partido. V. Por que alaban a la oposicin los enemigos de la dictadura proletariado Por qu alaban a la oposicin los socialdemcratas y los demcratas constitucionalistas? O expresndonos de otra manera: el sentir de quin refleja la oposicin? Os habr llamado, seguramente, la atencin que el titulado problema ruso se haya convertido en los ltimos tiempos en un problema de actualidad para la prensa socialdemcrata y burguesa del Occidente. Es eso casual? Naturalmente que no. El desarrollo del socialismo en la URSS y el ascenso del movimiento comunista en el Occidente no pueden por menos de provocar muy honda alarma en las filas de la burguesa y de sus agentes en la clase obrera: los lderes socialdemcratas. La divisoria entre la revolucin y la contrarrevolucin es hoy la lnea del odio feroz de los unos y de la amistad fraterna de los otros respecto al Partido proletario de la URSS La enorme importancia internacional del "problema ruso es hoy un hecho que los enemigos del comunismo deben forzosamente tener en cuenta. En torno al problema ruso se han formado dos frentes: el de los enemigos de la Repblica de los Soviets y el de sus abnegados amigos. Qu quieren los enemigos de la Repblica de los Soviets? Tratan de crear entre las amplias masas de la poblacin las premisas ideolgicas y morales para la lucha contra la dictadura del proletariado. Qu quieren los amigos de la Repblica de los Soviets? Tratan de Crear entre las amplias capas del proletariado las premisas ideolgicas y morales para apoyar, para defender a la Repblica de los Soviets.

Los de Weddirig: uno de los grupos ultraizquierdistas del PC Alemn. Los dirigentes de la oposicin de Weddirig se solidarizaron con el bloque de oposicin trotskista-zinovievista en el PC(b) de la URSS. El VII Pleno ampliado del CE de la IC conden resueltamente a la oposicin de Wedding, exigi de ella que cesara por completo en su actividad fraccional, rompiera todas sus relaciones con los expulsados del PC Alemn y con los elementos hostiles a ste y se sometiera incondicionalmente a las decisiones del PCA. y de la IC.

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166 Veamos ahora por qu alaban a nuestra oposicin los socialdemcratas y los demcratas constitucionalistas de la emigracin burguesa rusa. He aqu lo que dice, por ejemplo, Paul Levi, renombrado lder socialdemcrata alemn: Nosotros ramos de la opinin de que los intereses particulares de los obreros, en fin de cuentas los intereses del socialismo, estn en contradiccin con la existencia de la propiedad campesina; de que la identidad de intereses de los obreros y los campesinos no existe sino en apariencia y que el desarrollo de la revolucin rusa agudizara y hara ms evidente esa contradiccin. La idea de la comunidad de intereses es, para nosotros, una variedad de la idea de la coalicin. Si el marxismo tiene siquiera sea un asomo de fundamento, si la historia se desarrolla dialcticamente, esa contradiccin deba haber roto la idea de la coalicin del mismo modo que ha ocurrido en Alemania... Para nosotros, que examinamos los acontecimientos de la URSS desde fuera, desde la Europa Occidental, est claro que nuestras opiniones coinciden con las opiniones de la oposicin... Es un hecho evidente que en Rusia empieza de nuevo un movimiento independiente y anticapitalista bajo el signo de la lucha de clases (Leipziger Volkszeitung, 30 de julio de 1926). Es evidente que en esta cita hay una confusin en lo relativo a la identidad de los intereses de los obreros y de los campesinos. Pero tambin es indudable que Paul Levi alaba a nuestra oposicin por su lucha contra la idea del bloque de los obreros y los campesinos, contra la idea de la alianza de los obreros y los campesinos. He aqu lo que dice de nuestra oposicin el famoso Dan, lder de la socialdemocracia rusa, lder de los mencheviques rusos, que preconizan la restauracin del capitalismo en la URSS: Con su crtica del rgimen existente, que repite casi al pie de la letra la crtica de la socialdemocracia, la oposicin bolchevique prepara los cerebros... para la aceptacin de la plataforma positiva de la socialdemocracia. Y sigue: La oposicin cultiva no slo en las masas obreras, sino tambin en los medios de los obreros comunistas, brotes de ideas y estados de nimo que, bien cuidados, pueden fcilmente dar frutos socialdemcratas (Sotsialistcheski Vstnik, nm. 17-18). Parece que est claro. Y he aqu lo que dice de nuestra oposicin

J. V. Stalin Poslidnie Nvosti248, rgano central del contrarrevolucionario partido burgus de Milukov: Hoy, la oposicin socava la dictadura; cada publicacin nueva de la oposicin emplea palabras ms terribles; la oposicin misma evoluciona hacia ataques cada vez ms violentos contra el sistema imperante; y eso basta por ahora para aceptarla agradecidamente como portavoz de las amplias capas de la poblacin descontenta en el terreno poltico (Poslidnie Nvosti, nm. 1990). Y dice adems: El enemigo ms terrible para el Poder Sovitico es ahora el que se le acerca imperceptiblemente, lo rodea por todos los lados con sus tentculos y lo suprime antes de que ese Poder pueda darse cuenta de que ha sido suprimido. Ese papel, precisamente, inevitable y necesario en el perodo preparatorio, del que todava no hemos salido, es el que desempea la oposicin sovitica (Poslidnie Nvost, nm. 1983, 27 de agosto del ao en curso). Me parece que huelgan los comentarios. Teniendo en cuenta la premura de tiempo, me limito a estas citas, aunque podra dar decenas y centenares de otras semejantes. Ah tenis por qu alaban a nuestra oposicin los socialdemcratas y los demcratas constitucionalistas. Es esto casual? No, no lo es. Se deduce, pues, que la oposicin no refleja el estado de nimo del proletariado de nuestro pas, sino el de los elementos no proletarios, descontentos con la dictadura del proletariado, enfurecidos contra la dictadura del proletariado y que aguardan impacientes su descomposicin y su cada. De este modo, la lgica misma de la lucha fraccional de nuestra oposicin ha conducido, de hecho, a que el frente de la oposicin se haya fundido objetivamente con el frente de los adversarios y los enemigos de la dictadura del proletariado. Lo quera as la oposicin? Seguramente, no lo quera. Pero la cosa no depende de lo que la oposicin quiera o no quiera, sino de a dnde conduce objetivamente su lucha fraccional. La lgica de la lucha fraccional es ms fuerte que los deseos de unas u otras personas. Y, precisamente por ello, ha ocurrido que el frente de la oposicin ha llegado a fundirse, de hecho, con el frente de los adversarios y los enemigos de la dictadura del proletariado. Lenin nos ensea que el deber fundamental de los comunistas consiste en defender y robustecer la dictadura del proletariado. Y las cosas han tomado tal
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Poslidnie Nvosti (Ultimas Noticias): diario, rgano central del partido burgus contrarrevolucionario de Miliukov; se public desde abril de 1920 hasta julio de 1940 en Pars.

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Una vez ms sobre las desviaciones socialdemcratas en nuestro partido cariz, que la oposicin, en virtud de su poltica fraccional, ha ido a parar al campo de los adversarios de la dictadura del proletariado. Por eso decimos que la oposicin ha roto con el leninismo, no slo en la teora, sino tambin en la prctica. Y no poda ser de otra manera. La correlacin de fuerzas en el frente de la lucha entre el capitalismo y el socialismo es tal, que en las filas de la clase obrera slo es posible ahora una de dos polticas: o la del comunismo, o la de la socialdemocracia. El intento de los oposicionistas de ocupar una tercera oposicin, agudizando la lucha contra el PC(b) de la URSS, deba terminar inevitablemente en que la oposicin habra de verse lanzada por el curso de la lucha fraccional al campo de los adversarios del leninismo. Y as ha ocurrido, segn lo evidencian los hechos citados. Ah tenis por qu alaban a nuestra oposicin los socialdemcratas y los demcratas constitucionalistas. VI. La derrota del bloque oposicionista Deca yo antes que, en su lucha contra el Partido, la oposicin oper lanzando contra l acusaciones gravsimas. Deca yo que, en su actividad prctica, la oposicin lleg al umbral mismo del problema de la escisin y de la formacin de un nuevo partido. De ah se desprende la pregunta: cuanto tiempo consigui mantenerse la oposicin en esa actitud escisionista? Los hechos dicen que slo pudo mantenerse en esa actitud unos cuantos meses. Los hechos dicen que, a principios de octubre de este ao, la oposicin se vi obligada a reconocer su derrota y a dar marcha atrs. A qu se debe el repliegue de la oposicin? Me parece que el repliegue de la oposicin se debe a las causas siguientes. Primero, a que la oposicin se vi en la URSS sin ejrcito poltico. Es muy posible que la organizacin de un nuevo partido sea una tarea sugestiva. Pero si despus de la discusin resulta que no hay gente para formar el nuevo partido, est claro que la nica salida, es el repliegue. Segundo, a que, en el curso de la lucha fraccional, a la oposicin se adhirieron elementos inmundos de toda laya, lo mismo en nuestro pas, en la URSS, que en el extranjero, y los socialdemcratas y los demcratas constitucionalistas empezaron a entonarle alabanzas sin cuento, cubrindola, con sus sculos, de oprobio y vergenza ante los ojos de los obreros. La oposicin se vi en el dilema de aceptar las alabanzas y los sculos de los enemigos, como algo bien merecido, o dar bruscamente marcha atrs, para que se le desprendieran automticamente todos los apndices sucios adheridos a ella. Con su repliegue y con el reconocimiento que hizo de l, la oposicin admiti que la nica salida aceptable para ella era la

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segunda. Tercero, a la circunstancia de que la situacin en la URSS, era mejor de lo que la oposicin supona y de que las masas del Partido eran ms conscientes y estaban ms cohesionadas de lo que la oposicin poda imaginarse al principio de la lucha. Naturalmente, si en el pas hubiera crisis, si aumentase el descontento de los obreros y si el Partido hubiera manifestado menos cohesin, la oposicin habra seguido otro camino y no se habra decidido a retroceder. Pero los hechos han demostrado que los clculos de la oposicin resultaron fallidos tambin en este terreno. De ah la derrota de la oposicin. De ah su retroceso. La derrota de la oposicin ha pasado por tres etapas. La primera etapa es su declaracin del 16 de octubre de 1926. La oposicin renunciaba en ese documento a la teora y a la prctica de la libertad de fracciones y a los mtodos fraccionales de lucha, reconociendo de manera pblica e inequvoca sus errores en este terreno. Pero la oposicin no renunci slo a esto. Por cuanto en su declaracin se apartaba de la oposicin obrera y de los Korsch y los Souvarne de toda laya, la oposicin renunci a las posiciones ideolgicas que la ligaban hasta hace poco con esas corrientes. La segunda etapa es el abandono real de las acusaciones que hace poco presentaba la oposicin al Partido. Debe reconocerse, y al reconocerlo debe subrayarse, que la oposicin no se ha atrevido a repetir ante la XV Conferencia del PC(b) de la URSS sus acusaciones contra el Partido. Si comparamos las actas del Pleno de julio del CC y de la CCC con las actas de la XV Conferencia del PC(b) de la URSS, no podremos por menos de advertir que en stas no ha quedado ni rastro de las viejas acusaciones de oportunismo, de termidorismo, de apartamiento de la lnea de clase de la revolucin, etc. Si se toma, adems, en consideracin la circunstancia de que muchos delegados han preguntado a la oposicin por las viejas acusaciones y que la oposicin ha seguido sin despegar los labios sobre el particular, no puede por menos de reconocerse que, en la prctica, ha abandonado sus viejas acusaciones contra el Partido. Puede decirse que esa circunstancia representa, de hecho, la renuncia de la oposicin a una serie de posiciones ideolgicas suyas? Se puede y se debe. La oposicin ha arriado conscientemente su bandera de combate al verse denotada. Y no poda ser de otra manera. Las acusaciones se hacan con vistas a la formacin de un nuevo partido. Pero, habiendo fallado los planes, deban abandonarse, por lo menos temporalmente, las acusaciones. La tercera etapa es el aislamiento completo de la oposicin en la XV Conferencia del PC(b) de la URSS. Debe sealarse que la oposicin no obtuvo en

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168 la XV Conferencia ni un solo voto, es decir, que se vi completamente aislada. Recordad el alboroto y la algazara que la oposicin levant a fines de septiembre ltimo al emprender la campaa, la campaa abierta contra el Partido, y comparad esa algaraba con su aislamiento en la XV Conferencia, donde se qued sola, como suele decirse, y comprenderis que no se le poda desear una derrota mejor. Se puede negar la circunstancia de que la oposicin ha renunciado en la prctica a sus acusaciones contra el Partido y no se ha atrevido a repetirlas ante la XV Conferencia, pese a las demandas de los delegados? No, no se puede negar, porque es un hecho. Por qu ha entrado la oposicin en esa va?, por qu ha arriado su bandera? Porque levantar la bandera ideolgica de la oposicin significa, obligatoria e inevitablemente, la proclamacin de la teora de los dos partidos, la reanimacin de los Katz, los Korsch, los Maslow, los Souvarne y dems elementos inmundos, el desencadenamiento de las fuerzas antiproletarias en nuestro pas, las alabanzas y los sculos de los socialdemcratas y los burgueses liberales de la emigracin rusa. La bandera ideolgica de la oposicin mata a la oposicin: ah est el quid del asunto, camaradas. Por eso, para no pudrirse definitivamente, la oposicin se ha visto obligada a replegarse y a echar a un lado su bandera. Esta es la base de la derrota del bloque de oposicin. VII. Sentido practico y significacin de la XV Conferencia del PC(b) de la URSS Termino, camaradas. Me resta decir unas palabras de conclusin en cuanto al sentido y la significacin de las decisiones de la XV Conferencia de PC(b) de la URSS. La primera conclusin es que la Conferencia ha hecho un balance de la lucha desarrollada dentro del Partido despus del XIV Congreso, ha refrendado la victoria del Partido sobre la oposicin y, aislando a sta, ha puesto fin a la bacanal fraccionalista que la oposicin impuso al Partido en el perodo precedente. La segunda conclusin es que la Conferencia ha agrupado a nuestro Partido ms estrechamente que nunca sobre la base de la perspectiva socialista de nuestra edificacin, sobre la base de la idea de la lucha por la victoria de la edificacin socialista, contra todas las corrientes oposicionistas de nuestro Partido, contra todas las desviaciones en nuestro Partido. El problema ms actual para nuestro Partido es hoy el de la edificacin del socialismo en nuestro pas. Lenin estaba en lo cierto al decir que todo el mundo tena la vista puesta en nosotros, en nuestra

J. V. Stalin edificacin econmica, en nuestros xitos en el frente de la edificacin. Mas, para lograr xitos en este frente, es necesario que el instrumento fundamental de la dictadura del proletariado, nuestro Partido, est preparado para ello, comprenda la importancia de esta tarea y pueda servir de palanca para 1a victoria de la edificacin socialista en nuestro pas. El sentido y la significacin de la XV Conferencia, estriban en que ha pertrechado plenamente a nuestro Partido con la idea de la victoria de la edificacin socialista en nuestro pas. La tercera conclusin es que la Conferencia se ha manifestado enrgicamente contra las vacilaciones ideolgicas de todo gnero en nuestro Partido, facilitando as el triunfo completo del leninismo en sus filas. Si el Pleno ampliado del Comit Ejecutivo de La Internacional Comunista aprueba las decisiones de la XV Conferencia del PC(b) de la URSS y estima acertada la poltica de nuestro Partido respecto a la oposicin -no tengo motivos para dudar de que as ser-, ello nos ha de llevar a La cuarta conclusin: la XV Conferencia ha preparado algunas condiciones importantes, necesarias para que el leninismo triunfe en toda la Internacional Comunista, en las filas del proletariado revolucionario de todos los pases y pueblos. Publicado el 9, 10, 19, 21 y 22 de diciembre de 1926 en el peridico Pravda.

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PROBLEMAS DE LA REVOLUCIN CHINA Tesis para los propagandistas, aprobadas por el CC del PC(b) de la URSS. I. Perspectivas de la revolucin china Hechos principales que determinan el carcter de la revolucin china: a) situacin semicolonial de China y dominio econmico y financiero del imperialismo; b) yugo de las supervivencias feudales, acentuado por el yugo del militarismo y la burocracia; c) creciente lucha revolucionaria de las masas de millones de obreros y de campesinos contra la opresin ejercida por los feudales y los funcionarios, contra el militarismo, contra el imperialismo; d) debilidad poltica de la burguesa nacional, su dependencia del imperialismo, su temor ante las proporciones del movimiento revolucionario; e) creciente actividad revolucionaria del proletariado, aumento de su prestigio entre las masas de millones de trabajadores; f) existencia de la dictadura proletaria en un pas vecino de China. De ah dos posibles caminos de desarrollo de los acontecimientos en China: o bien la burguesa nacional destrozar al proletariado, cerrar un trato con el imperialismo y se pondr a su lado en campaa contra la revolucin, para terminar sta con el establecimiento de la dominacin del capitalismo; o bien el proletariado apartar del camino a la burguesa nacional, consolidar su propia hegemona y llevar tras de s a las masas de millones de trabajadores de la ciudad y del campo, para vencer la resistencia de la burguesa nacional, conseguir el triunfo completo de la revolucin democrticoburguesa y encauzarla despus gradualmente hacia la revolucin socialista, con todas las consecuencias que de esto se desprenden. Una de dos. La crisis del capitalismo mundial y la existencia de la dictadura proletaria en la URSS, cuya experiencia puede ser bien aprovechada por el proletariado chino, facilitan considerablemente la posibilidad de que la revolucin china siga el segundo camino. De otro lado, el imperialismo mantiene, en lo fundamental, un frente nico en su ofensiva contra la revolucin china; ahora no hay entre los imperialistas la escisin y la guerra que existan en el campo del imperialismo, por ejemplo, en vsperas de la Revolucin de Octubre y que debilitaban al imperialismo; este hecho nos dice que la revolucin china encontrar en su camino hacia la victoria muchas ms dificultades que la revolucin rusa y que, en el curso de la revolucin china, habr muchos ms trnsfugas y traidores que en el perodo de la guerra civil en la URSS. Por eso, la lucha entre estos dos caminos es un rasgo caracterstico de la revolucin china. Precisamente por eso, la tarea principal de los comunistas es luchar por el triunfo del segundo camino de la revolucin china. II. Primera etapa de la revolucin china En el primer perodo de la revolucin china, en el perodo de la primera marcha al Norte, cuando el ejrcito nacional se acercaba al Yang-tse-kiang, obteniendo una victoria tras otra, y el poderoso movimiento de los obreros y campesinos no haba tenido an tiempo de desplegarse, la burguesa nacional (no los compradores249) estaba al lado de la revolucin. Fue sta una revolucin del frente nico nacional. Eso no significa que no hubiera contradicciones entre la revolucin y la burguesa nacional. Significa nicamente que la burguesa nacional, al apoyar a la revolucin, trataba de utilizarla para sus fines, de modo que, orientndola principalmente hacia las conquistas territoriales, perdiese amplitud. La lucha entre la derecha y la izquierda en el Kuomintang fue, en dicho perodo, reflejo de estas contradicciones. La tentativa de Chang Kai-shek de expulsar del Kuomintang a los comunistas en marzo de 1926, fue el primer intento serio de la burguesa nacional para poner freno a la revolucin. Como se sabe, el CC del PC(b), de la URSS estimaba ya entonces necesario atenerse a la lnea de que el Partido Comunista permanezca dentro del Kuomintang, estimaba
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Compradores: intermediarios entre el capital extranjero y el mercado local, que constituyen parte de la gran burguesa comercial indgena en las colonias y los pases dependientes. En China, los compradores fueron agentes del imperialismo extranjero y enemigos jurados de la revolucin china de los aos 1925-1927.

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170 preciso llevar las cosas de manera que los elementos de derecha salgan o sean expulsados del Kuomintang (abril de 1926). Esta lnea iba encaminada al desarrollo de la revolucin, a la colaboracin estrecha de los izquierdistas y los comunistas dentro del Kuomintang y en el gobierno nacional, al robustecimiento de la unidad del Kuomintang y, al mismo tiempo, al desenmascaramiento y aislamiento de los kuomintanistas de derecha, a la subordinacin de los derechistas a la disciplina del Kuomintang, a la utilizacin de la derecha, de sus relaciones y experiencia, si se sometan a la disciplina del kuomintang, o su expulsin del Kuomintang si vulneraban esta disciplina y traicionaban los intereses de la revolucin. Los acontecimientos subsiguientes confirmaron por entero lo acertado de esta lnea. El poderoso desarrollo del movimiento campesino y la organizacin de uniones campesinas y comits campesinos, la pujante ola de huelgas en las ciudades y la creacin de consejos sindicales, el avance victorioso de las tropas nacionales hacia Shanghai, asediado por la flota y las tropas de los imperialistas, y otros hechos semejantes dicen que la lnea adoptada entonces era la nica acertada. Slo esta circunstancia puede explicar que la intentona de los derechistas, de escindir en febrero de 1927 el Kuomintang y de crear en Nan-chang un centro nuevo, fracasara por la repulsa unnime del Kuomintang revolucionario en Wuhan. Pero esa intentona era indicio de que en el pas se operaba una reagrupacin de las fuerzas de clase, de que los derechistas y la burguesa nacional no iban a conformarse e intensificaran su labor contra la revolucin. El CC del PC(b) de la URSS tena, por eso, razn al decir en marzo de 1927 que: a) actualmente, a consecuencia de la reagrupacin de las fuerzas de clase y de la concentracin de los ejrcitos imperialistas, la revolucin china atraviesa un perodo crtico y sus victorias slo sern posibles con una orientacin enrgica hacia el desarrollo del movimiento de masas; b) es necesario orientarse al armamento de los obreros y los campesinos, es necesario convertir los comits campesinos en organismos que de hecho ejerzan el Poder y dispongan de grupos armados de defensa local; c) el Partido Comunista no debe ocultar la poltica traidora y reaccionaria de los kuomintanistas de derecha y debe movilizar a las masas en torno al Kuomintang y al Partido Comunista Chino desenmascarando a los derechistas (3 de marzo de 1927). Era fcil comprender, por ello, que el vigoroso auge de la revolucin, por un lado, y la presin de los

J. V. Stalin imperialistas en Shanghai, por otro, no podran por menos de arrojar a la burguesa nacional china al campo de la contrarrevolucin, del mismo modo que la toma de Shanghai por las tropas nacionales y las huelgas de los obreros de esta ciudad no podran por menos de unir a los imperialistas para sofocar la revolucin. As ha ocurrido. La masacre de Nankn fue, en este sentido, la seal para un nuevo deslindamiento de las fuerzas chinas en lucha. Al disparar sobre Nankn y presentar su ultimtum, los imperialistas queran decir que buscaban el apoyo de la burguesa nacional para la lucha conjunta contra la revolucin china. Al ametrallar los mtines obreros y organizar su golpe, Chang Kai-shek, como en respuesta a la invitacin de los imperialistas, anunciaba que estaba dispuesto a ir con la burguesa nacional al contubernio con los imperialistas, contra los obreros y los campesinos de China. III. Segunda etapa de la revolucin china El golpe de Chang Kai-shek indica que la burguesa nacional ha abandonado la revolucin, que ha nacido un centro de la contrarrevolucin nacional y se ha cerrado el trato de los kuomintanistas de derecha con el imperialismo, contra la revolucin china. El golpe de Chang Kai-shek significa que en el Sur de China habr de ahora en adelante dos campos, dos gobiernos, dos ejrcitos, dos centros: el centro de la revolucin, en Wuhan, y el centro de la contrarrevolucin, en Nankn. El golpe de Chang Kai-shek significa que la revolucin ha entrado en la segunda etapa de su desarrollo, que ha empezado un viraje de la revolucin del frente nico nacional a la revolucin de las masas de millones y millones de obreros y campesinos, a la revolucin agraria, la cual intensificar y ensanchar la lucha contra el imperialismo, contra la gentry y los terratenientes feudales, contra los militaristas y el grupo contrarrevolucionario de Chang Kai-shek. Esto significa que la lucha entre los dos caminos de la revolucin, entre los partidarios de llevarla adelante y los partidarios de ponerle trmino, se agudizar de da en da, ocupando todo el actual perodo de la revolucin. Esto significa que el Kuomintang revolucionario, en Wuhan, se ir convirtiendo de hecho, con una lucha enrgica contra el militarismo y el imperialismo, en el rgano de la dictadura democrtico-revolucionaria del proletariado y el campesinado, mientras que el grupo contrarrevolucionario de Chang Kai-shek, en Nankn, apartndose de los obreros y los campesinos y acercndose al imperialismo, compartir, en fin de cuentas, la suerte de los militaristas.

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Problemas de la revolucin china Pero de esto se deduce que la poltica de conservacin de la unidad del Kuomintang, la poltica de aislamiento de los derechistas dentro del Kuomintang y de su utilizacin con fines revolucionarios, no responde ya a las nuevas tareas de la revolucin. Esta poltica debe ser sustituida por la poltica de expulsin enrgica de los derechistas del seno del Kuomintang, por la lucha decidida contra los derechistas hasta su completa eliminacin poltica, por la poltica de concentracin de todo el Poder del pas en manos del Kuomintang revolucionario, del Kuomintang sin los elementos de derecha, del Kuomintang como bloque de los kuomintanistas de izquierda y los comunistas. De esto se deduce, adems, que la poltica de estrecha colaboracin de los izquierdistas y los comunistas en el seno del Kuomintang adquiere, en la actual etapa, vigor e importancia particulares; que esta colaboracin refleja la alianza de obreros y campesinos que se est formando fuera del Kuomintang; que sin esa colaboracin la revolucin no puede vencer. De esto se deduce tambin que lo que dar principalmente fuerza al Kuomintang revolucionario es el desarrollo sucesivo del movimiento revolucionario d los obreros y los campesinos y el fortalecimiento de sus organizaciones de masas -los comits campesinos revolucionarios, los sindicatos obreros y dems organizaciones revolucionarias de masas-, como elementos preparatorios de los futuros Soviets; que la garanta principal de la victoria de la revolucin reside en una mayor actividad revolucionaria de las masas de millones de trabajadores y que el principal antdoto contra la contrarrevolucin es armar a los obreros y a los campesinos. De esto se deduce, por ltimo, que, al luchar en las mismas filas con los kuornintanistas revolucionarios, el Partido Comunista debe conservar ms que nunca su independencia, como condicin necesaria para asegurar la hegemona del proletariado en la revolucin democrtico-burguesa. IV. Errores de la oposicin El error principal de la oposicin (Rdek y compaa) es que no comprende el carcter de la revolucin china, no comprende qu etapa atraviesa en el momento presente esta revolucin, no comprende su actual situacin internacional. La oposicin pide que la revolucin china se desenvuelva al mismo ritmo, ms o menos, que march la Revolucin de Octubre. La oposicin se muestra descontenta de que los obreros de Shangha no aceptaran el combate decisivo contra los imperialistas Y sus secuaces. Pero no comprende que la revolucin china no puede avanzar rpidamente, entre otras cosas porque la situacin internacional es hoy menos favorable que

171 en 1917 (no hay guerra entre los imperialistas). No comprende que no se puede aceptar el combate decisivo en condiciones desfavorables, cuando las reservas no han sido concentradas todava; los bolcheviques, por ejemplo, no aceptaron tampoco el combate decisivo ni en abril ni en julio de 1917. La oposicin no comprende que no eludir el combate decisivo en condiciones desfavorables (cuando se puede eludir) significa facilitar la obra de los enemigos de la revolucin. La oposicin pide la formacin inmediata de Soviets de diputados obreros, campesinos y soldados en China. Pero qu significa crear los Soviets ahora? En primer lugar, no es posible crear los Soviets en cualquier momento: se crean slo en el perodo de particular ascenso del oleaje revolucionario. En segundo lugar, los Soviets no se crean para dedicarse a la charlatanera: se crean, ante todo, como rganos de lucha contra el Poder existente, como rganos de lucha por el Poder. As fue en 1905. As fue en 1917. Pero qu significa crear los Soviets actualmente en la zona del gobierno de Wu-han, por ejemplo? Significa dar la consigna de lucha contra el Poder vigente en esa zona. Significa dar la consigna de crear nuevos rganos de Poder, dar la consigna de lucha contra el Poder del Kuomintang revolucionario, que integran los comunistas en bloque con los kuomintanistas de izquierda, pues el nico Poder que all hay ahora es el del Kuomintang revolucionario. Significa tambin confundir la tarea de formar y robustecer las organizaciones de masas de los obreros y los campesinos, como son los comits de huelga, las uniones y los comits campesinos. los consejos sindicales, los comits fabriles, etc., en los que ya ahora se apoya el Kuomintang revolucionario, con la tarea de crear el sistema sovitico como tipo nuevo de Poder del Estado, para reemplazar el Poder del Kuomintang revolucionario. Significa, en fin, no comprender qu etapa atraviesa actualmente la revolucin china. Significa poner en manos de los enemigos del pueblo chino nuevas armas para la lucha contra la revolucin, para fabricar nuevas leyendas acerca de que en China no se produce una revolucin nacional, sino una trasplantacin artificial de la sovietizacin moscovita. As, pues, la oposicin hace el juego a los enemigos de la revolucin china al plantear la consigna de crear actualmente los Soviets. La oposicin no estima conveniente la participacin de los comunistas en el Kuomintang. La oposicin estima conveniente, por tanto, que el Partido Comunista se retire del Kuomintang. Pero qu significa la retirada del Partido Comunista del

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172 Kuomintang ahora, cuando toda la jaura imperialista y todos sus secuaces exigen que se expulse a los comunistas del Kuomintang? Significa abandonar el campo de batalla y desamparar a los aliados del Partido en el Kuomintang, con gran contento de los enemigos de la revolucin. Significa debilitar el Partido Comunista, torpedear el Kuomintang revolucionario, facilitar la obra de los Cavaignac de Shangha y poner la bandera del Kuomintang, la ms popular en China, en manos de los kuomintanistas de derecha. Eso es, precisamente, lo que exigen ahora los imperialistas, los militaristas y los kuomintanistas de derecha. Resulta, pues, que la oposicin hace el juego a los enemigos de la revolucin china al manifestarse partidaria de que el Partido Comunista se retire actualmente del Kuomintang. El reciente Pleno del CC de nuestro Partido tena, por eso, completa razn al rechazar de plano la plataforma oposicionista250. Publicado el 21 de abril de 1927 en el nm. 90 de Pravda.

J. V. Stalin

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Se alude al Pleno del CC del PC(b) de la URSS, que se celebr del 13 al 16 de abril de 1927. El Pleno aprob la poltica del Bur Poltico del CC en la cuestin internacional y rechaz categricamente la plataforma antipartido de la oposicin trotskista-zinovievista.
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ACERCA DE LOS PROBLEMAS DE LA REVOLUCIN CHINA Respuesta al camarada Marchulin Me han remitido, para que la conteste, su carta a la redaccin de Derevienski Komunist251 acerca de los Soviets en China. En el supuesto de que no tendr nada en contra, le envo una breve respuesta. Me parece, camarada Marchulin, que su carta obedece a un malentendido. Y ver por qu. 1) Las tesis de Stalin para los propagandistas hablan contra la formacin inmediata de Soviets de diputados obreros, campesinos y soldados en la China actual. Usted, objetando a Stalin, invoca las tesis y el discurso de Lenin ante el II Congreso de la Internacional Comunista, donde se habla nicamente de Soviets campesinos, de Soviets de trabajadores, de Soviets del pueblo trabajador, pero no se dice ni una palabra de la formacin de Soviets de diputados obreros. Por qu no habla Lenin de la formacin de Soviets de diputados obreros ni en sus tesis ni en su discurso? Porque Lenin se refiere en su discurso y en sus tesis a pases donde no puede ni hablarse de un movimiento puramente proletario, donde casi no hay proletariado industrial (v. t. XXV, pg. 353). Lenin dice bien claramente en su discurso que se refiere a pases como los del Asia Central, como Persia, donde casi no hay proletariado industrial (v, lugar citado). Puede incluirse entre esos pases a China, con sus centros industriales como Shanghai, Han-kao, Nankn, Chang-sha, etc., donde hay ya unos tres millones de obreros sindicados? Claro que no. Es evidente que, cuando se habla de la China de nuestros das, donde existe cierto mnimo de proletariado industrial, no debe tenerse en cuenta simplemente la creacin de Soviets campesinos o de Soviets de los trabajadores, sino la formacin de Soviets de diputados obreros y campesinos. Otra cosa sera si se tratara de Persia, de Afganistn etc. Pero las tesis de Stalin se refieren, como es sabido, a China, y no a Persia, Afganistn, etc. Por eso son errneas y carecen de fundamento su
251

Derevienski Kommunist (El Comunista Rural) : revista quincenal para el activo del Partido en el campo, rgano del CC del PC(b) de la URSS La revista sali desde diciembre de 1924 hasta agosto de 1930.

objecin a Stalin y su referencia al discurso y a las tesis de Lenin en el II Congreso de la Internacional Comunista. 2) Cita usted en su carta fragmento de las Tesis complementarias del II Congreso de la Internacional Comunista acerca de la cuestin nacional y colonial, en el que se dice que en el Oriente los partidos proletarios deben mantener una intensa propaganda de las ideas comunistas e instituir Soviets obreros y campesinos a la primera oportunidad. Y presenta usted las cosas como si esas Tesis complementarias y el fragmento que usted cita pertenecieran a Lenin. Esto no es cierto, camarada Marchulin. En eso se equivoca usted, sencillamente. Las Tesis complementarias pertenecen a Roy, y as se aprobaron en el II Congreso, como tesis de Roy, adoptadas como complemento a las tesis de Lenin (v. II Congreso de la Internacional Comunista, actas taquigrficas, pgs. 122-126). Para qu hacan falta las Tesis complementarias? Para distinguir de las colonias atrasadas, sin proletariado industrial, a otros pases, como son China y la India, de los cuales no se puede afirmar que en ellos casi no hay proletariado industrial. Lea esas Tesis complementarias y comprender que en ellas se trata, principalmente, de China y la India (v, II Congreso de la Internacional Comunista, actas taquigrficas, pg. 122). Cul fue la causa de que hicieran falta unas tesis especiales de Roy como complemento, a las tesis de Lenin? Las tesis de Lenin fueron escritas y publicadas mucho antes de la apertura del II Congreso, mucho antes de que llegaran los representantes de las colonias y se celebrara la discusin en la comisin especial del II Congreso. Y como la discusin en la comisin puso de relieve la necesidad de destacar a China y la India de entre las colonias atrasadas del Oriente, hubo necesidad de las Tesis complementarias. Por ello no se debe confundir el discurso y las tesis de Lenin con las Tesis complementarias de Roy, como no se puede olvidar que, cuando se trata de pases como China y la India, hay que tener en cuenta la formacin de Soviets obreros y campesinos, y no simplemente de Soviets campesinos. 3) Habr que formar en China Soviets obreros y

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174 campesinos? S, habr que formarlos necesariamente. De ello hablan sin rodeos las tesis de Stalin para los propagandistas, en las que se dice: Lo que dar principalmente fuerza al Kuomintang revolucionario es el desarrollo sucesivo del movimiento revolucionario de los obreros y los campesinos y el fortalecimiento de sus organizaciones de masas -los comits campesinos revolucionarios, los sindicatos obreros y dems organizaciones revolucionarias de masas-, como elementos preparatorios de los futuros Soviets...252 Todo el problema se reduce a cundo crearlos, en qu condiciones, en qu situacin. Los Soviets de diputados obreros son, una organizacin omnmoda y, por eso, la mejor organizacin revolucionaria de la clase obrera. Pero esto no significa que sea posible crearlos siempre y en todas las condiciones. Cuando Jrustaliov, primer presidente del Soviet de Diputados Obreros de Petersburgo, plante, en el verano de 1906, despus del reflujo de la revolucin, la necesidad de formar Soviets de diputados obreros, Lenin se opuso, diciendo que, en aquel momento, cuando la retaguardia (el campesinado) no se haba unido an a la vanguardia (al proletariado), no era conveniente la creacin de Soviets de diputados obreros, y Lenin tena completa razn, Por qu? Porque los Soviets de diputados obreros no son una simple organizacin de los obreros. Los Soviets de diputados obreros son rganos de lucha de la clase obrera contra el Poder existente, rganos de la insurreccin, rganos del nuevo Poder revolucionario, y slo como tales pueden desarrollarse y robustecerse. Y si no hay condiciones para la lucha directa de las masas contra el Poder existente, para la insurreccin de las masas contra ese Poder, para la organizacin del nuevo Poder revolucionario, la creacin de Soviets obreros no es conveniente; pues, de no darse dichas condiciones, corren el riesgo de podrirse y de transformarse en arena de vacos pugilatos verbales. Deca Lenin de los Soviets de diputados obreros: Los Soviets de diputados obreros son rganos de lucha directa de las masas... No fue una teora cualquiera, ni los llamamientos de nadie, ni una tctica inventada por alguien, ni una doctrina de partido, sino la fuerza de las cosas lo que condujo a estos rganos sin-partido, de masas, a la necesidad de la insurreccin y los hizo rganos de la insurreccin. Y actualmente instituir esos rganos significa crear los rganos de la insurreccin; llamar a instituirlos significa llamar a la insurreccin. Olvidar esto o velarlo ante las amplias masas del pueblo sera la miopa ms imperdonable y la peor de las
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J. V. Stalin polticas253 (v. t. X, pg. 15). Y aade en otro sitio: Toda la experiencia de ambas revoluciones, lo mismo la de 1905 que la de 1917, al igual que todas las decisiones del Partido Bolchevique, todas sus declaraciones polticas de muchos aos coinciden en que el Soviet de Diputados Obreros y Soldados no es factible ms que como rgano de la insurreccin, ms que como rgano del Poder revolucionario. Fuera de esta tarea, los Soviets son un simple juguete que conduce inevitablemente a la apata, a la indiferencia, al desencanto de las masas, hastiadas ya, con toda razn, de la repeticin interminable de resoluciones y protestas254 (v. t. XXI, pg. 288). Qu significa, si tenemos esto en cuenta, llamar a la formacin inmediata de Soviets de diputados obreros, campesinos y soldados en la actual China del Sur, en la zona del gobierno de Wu-han, pongamos por caso, donde tiene el Poder ahora el Kuomintang revolucionario, donde el movimiento se desarrolla ahora bajo la consigna de todo el Poder al Kuomintang revolucionario? Llamar ahora a la formacin de Soviets de diputados obreros y campesinos en esta zona significa llamar a la insurreccin contra el Poder del Kuomintang revolucionario. Es esto conveniente? Claro que no lo es. Claro que quien llama ahora a la creacin inmediata de Soviets de diputados obreros en esta zona, trata de saltarse la fase kuomintanista de la revolucin china, corre el riesgo de poner la revolucin de China en una situacin dificilsima. As estn las cosas, camarada Marchulin, por lo que se refiere a la formacin inmediata de los Soviets de diputados obreros, campesinos y soldados en China. En el II Congreso de la Internacional Comunista se aprob una resolucin especial titulada Cundo y en qu condiciones se pueden crear Soviets de diputados obreros. Fue aprobada en vida de Lenin, le recomiendo su lectura. No carece de inters (v. II Congreso de la Internacional Comunista, actas taquigrficas, pgs. 580-583). 4) Cundo ser preciso formar en China los Soviets de diputados obreros y campesinos? Habr necesidad imperiosa de crearlos en China en el momento en que la revolucin agraria triunfante alcance su mximo desarrollo, cuando el Kuomintang, como bloque de los populistas revolucionarios de China (Kuomintang de izquierda) y del Partido Comunista, no responda ya a la nueva situacin, cuando la revolucin democrticoburguesa, que todava no ha vencido y que tardar an en vencer, empiece a poner de manifiesto sus
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Acerca de los problemas de la revolucin china rasgos negativos, cuando del actual tipo kuomintanista de organizacin del Estado haya que ir paulatinamente al tipo nuevo, proletario, de organizacin del Estado. As es como debe comprenderse el conocido prrafo relativo a los Soviets obreros y campesinos de las Tesis complementarias de Roy, aprobadas en el II Congreso de la Internacional Comunista. Ha llegado ya ese momento? No es preciso demostrar que ese momento no ha llegado todava. Y qu hacer ahora? Hay que ampliar y profundizar la revolucin agraria de China. Hay que crear y fortalecer toda clase de organizaciones de masas de los obreros y campesinos, desde los consejos sindicales y los comits de huelga hasta las uniones campesinas y los comits revolucionarios campesinos, para transformarlos, a medida que crezca el movimiento revolucionario y aumenten sus xitos, en bases organizativas y polticas de los futuros Soviets de diputados obreros, campesinos y soldados. Esta es ahora la tarea. 9 de mayo de 1927. Publicado con la firma de J. Stalin el 15 de mayo de 1927 en el nm. 10 de la revista Derevienski Komunist.

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EL CARCTER INTERNACIONAL DE LA REVOLUCIN DE OCTUBRE En el X aniversario de Octubre La Revolucin de Octubre no se puede considerar slo una revolucin circunscrita a un marco nacional. Es, ante todo, una revolucin de carcter internacional, de carcter mundial, pues representa un viraje radical en la historia de la humanidad, un viraje del viejo mundo, del mundo capitalista, al mundo nuevo, al mundo socialista. En el pasado, las revoluciones acababan, generalmente, con la sustitucin de un grupo de explotadores por otro grupo de explotadores en el timn del gobierno. Cambiaban los explotadores, pero la explotacin continuaba. As ocurri en la poca de los movimientos libertadores de los esclavos. As ocurri en el perodo de las sublevaciones de los siervos. As ocurri en el perodo de las Conocidas grandes revoluciones de Inglaterra, de Francia y de Alemania. No me refiero a la Comuna de Pars, que fue el primer intento del proletariado -glorioso y heroico, pero, con todo, un intento fallido- de volver la historia contra el capitalismo. La Revolucin de Octubre se distingue por principio de estas revoluciones. Se propone como objetivo, no el que una forma de explotacin sustituya a otra forma de explotacin, que un grupo de explotadores reemplace a otro grupo de explotadores, sino la supresin de toda clase de explotacin del hombre por el hombre, la supresin de todos y cada uno de los grupos de explotadores, la instauracin de la dictadura del proletariado, la instauracin del Poder de la clase ms revolucionada entre todas las clases oprimidas que han existido hasta hoy, la organizacin de una nueva sociedad, de la sociedad socialista sin clases. Precisamente por eso, el triunfo de la Revolucin de Octubre marca un cambio radical en la historia de la humanidad, un cambio radical en los destinos histricos del capitalismo mundial, un cambio radical en el movimiento de liberacin del proletariado mundial, un cambio radical en los mtodos de lucha y en las formas de organizacin, en el modo de vida y en las tradiciones, en la cultura y en la ideologa de las masas explotadas del mundo entero. En esto reside la razn fundamental de que la Revolucin de Octubre sea una revolucin de carcter internacional, de carcter mundial. Y a esto mismo obedece la profunda simpata de las clases oprimidas de todos los pases por la Revolucin de Octubre, en la cual ven la garanta de su liberacin. Podran sealarse varias cuestiones fundamentales en las que la Revolucin de Octubre influye sobre el desarrollo del movimiento revolucionario del mundo entero. 1. La Revolucin de Octubre se caracteriza, ante todo, por haber roto el frente del imperialismo mundial, por haber derribado la burguesa imperialista en uno de los mayores pases capitalistas y haber colocado en el Poder al proletariado socialista. La clase de los asalariados, la clase de los perseguidos, la clase de los oprimidos y de los explotados se elev por vez primera en la historia de la humanidad a la posicin de clase dominante, contagiando con su ejemplo a los proletarios de todos los pases. Esto significa que la Revolucin de Octubre inici una nueva poca, la poca de las revoluciones proletarias en los pases del imperialismo. Esta revolucin desposey a los terratenientes y capitalistas de los instrumentos y medios de produccin, convirtindolos en propiedad social y contraponiendo, de este modo, la propiedad socialista a la propiedad burguesa. De esta manera, puso en evidencia la mentira de los capitalistas de que la propiedad burguesa es inviolable, sagrada, eterna. Esta revolucin arranc el Poder a la burguesa, despoj de los derechos polticos a la burguesa, destruy la mquina del Estado burgus y entreg el Poder a los Soviets, contraponiendo, de este modo, al parlamentarismo burgus, como democracia capitalista, el Poder socialista de los Soviets, como democracia proletaria. Tena razn Lafargue al decir, ya en 1887, que, al da siguiente de la revolucin, todos los antiguos capitalistas seran privados de los derechos electorales. De esta manera, la Revolucin de Octubre puso en evidencia la mentira de los socialdemcratas de que hoy es posible el trnsito pacfico al socialismo por la senda del parlamentarismo burgus. Pero la Revolucin de Octubre no se detuvo ni poda detenerse aqu. Despus de destruir lo viejo, lo

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El carcter internacional de la Revolucin de Octubre burgus, emprendi la edificacin de lo nuevo, de lo socialista. Los diez aos de Revolucin de Octubre son diez aos de edificacin del Partido, de los sindicatos, de los Soviets, de las cooperativas, de las organizaciones culturales, del transporte, de la industria y del Ejrcito Rojo. Los xitos indiscutibles, alcanzados por el socialismo en la URSS en el frente de la edificacin, han demostrado claramente que el proletariado puede gobernar con xito el pas sin burguesa y en contra de la burguesa, puede levantar con xito la industria sin burguesa y en contra de la burguesa, puede dirigir con xito toda la economa nacional sin burguesa y en contra de la burguesa, puede edificar con xito el socialismo, a pesar del cerco capitalista. La vieja teora de que los explotados no pueden arreglrselas sin los explotadores, al igual que la cabeza y las otras partes del cuerpo no pueden arreglrselas sin el estmago, no es patrimonio exclusivo de Menenio Agrpa, el clebre senador romano de que nos habla la historia antigua. Esta teora es hoy la piedra angular de la filosofa poltica de la socialdemocracia, en general, y de la poltica socialdemcrata de coalicin con la burguesa imperialista, en particular. Esta teora, que ha adquirido el carcter de prejuicio, es actualmente uno de los obstculos ms graves para la revolucionarizacin del proletariado de los pases capitalistas. Uno de los resultados ms importantes de la Revolucin de Octubre consiste en que ha asestado un golpe mortal a esta falsa teora. Acaso es necesario todava demostrar que estos resultados, y otros semejantes, de la Revolucin de Octubre no han podido ni pueden dejar de ejercer gran influencia sobre el movimiento revolucionario de la clase obrera de los pases capitalistas? Hechos tan notorios para todo el mundo como los progresos del comunismo en los pases capitalistas, como la creciente simpata de los proletarios de todos los pases hacia la clase obrera de la URSS y, por ltimo, la afluencia de delegaciones obreras al Pas de los Soviets, indican de un modo indiscutible que la semilla lanzada por la Revolucin de Octubre empieza ya a dar sus frutos. 2. La Revolucin de Octubre hizo cuartearse al imperialismo, no slo en los centros de su dominacin, no slo en las metrpolis. Fue tambin un golpe contra la retaguardia del imperialismo, contra su periferia, minando la dominacin del imperialismo en las colonias y en los pases dependientes. Al derrocar a los terratenientes y a los capitalistas, la Revolucin de Octubre rompi las cadenas de la opresin nacional y colonial y liber de ellas a todos los pueblos oprimidos de un vasto Estado, sin excepcin. El proletariado no puede liberarse sin liberar a los pueblos oprimidos. Rasgo caracterstico de la Revolucin de Octubre es el haber llevado a

177 cabo, en la URSS, estas devoluciones nacionales y coloniales, no bajo la bandera de la hostilidad nacional y de los choques entre las naciones, sino bajo la bandera de la confianza mutua y de la amistad fraternal entre los obreros y los campesinos de los pueblos de la URSS, no en nombre del nacionalismo, sino en nombre del internacionalismo. Precisamente por esto, porque en nuestro pas las revoluciones nacionales y coloniales transcurrieron bajo la direccin del proletariado y bajo la bandera del internacionalismo, precisamente por esto, los pueblos parias, los pueblos esclavos, se han elevado por vez primera en la historia de la humanidad a la condicin de pueblos verdaderamente libres y verdaderamente iguales, contagiando con su ejemplo a los pueblos oprimidos del mundo entero. Esto significa que la Revolucin de Octubre inici una nueva poca, una poca de revoluciones coloniales, que se llevan a efecto en los pases oprimidos del mundo en alianza con el proletariado, bajo la direccin del proletariado. Antes, se admita que el mundo estaba dividido, desde tiempos inmemoriales, en razas inferiores y superiores, en negros y blancos, de los cuales los primeros no son aptos para la civilizacin y estn condenados a ser objeto de explotacin, mientras que los segundos son los nicos exponentes de la civilizacin, llamados a explotar a los primeros. Hoy, esta leyenda: hay que considerarla destruida y desechada. Uno de los resultados ms importantes de la Revolucin de Octubre consiste en que ha asestado un golpe mortal a esta leyenda, demostrando en la prctica que los pueblos no europeos liberados, incorporados al cauce del desarrollo sovitico, son tan capaces como los pueblos europeos de impulsar una cultura realmente avanzada y una civilizacin realmente avanzada. Antes, se admita que el nico mtodo para liberar a los pueblos oprimidos era el mtodo del nacionalismo burgus, el mtodo de separacin de las naciones unas de otras, el mtodo de desunirlas, el mtodo de acentuar la hostilidad nacional entre las masas trabajadoras de distintas naciones. Hoy, esta leyenda hay que considerarla refutada. Uno de los resultados ms importantes de la Revolucin de Octubre consiste en que ha asestado un golpe mental a esta leyenda, demostrando en la prctica la posibilidad y la conveniencia del mtodo proletario, internacionalista, de liberacin de los pueblos oprimidos, como el nico mtodo acertado, demostrando en la prctica la posibilidad y la conveniencia de una alianza fraternal entre los obreros y campesinos de los ms diversos pueblos sobre los principios del libre consentimiento y del internacionalismo. La existencia de la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas, prototipo de la futura unificacin de los trabajadores de todos los pases en una sola economa mundial, no puede por

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178 menos de servir de prueba inmediata de esto. Huelga decir que estos resultados, y otros semejantes, de la Revolucin de Octubre no podan ni pueden dejar de ejercer una gran influencia sobre el movimiento revolucionario de las colonias y los pases dependientes. Hechas como el incremento del movimiento revolucionario de los pueblos oprimidos en China, en Indonesia, en la India, etc., y la creciente simpata de estos pueblos hacia la URSS lo evidencian de modo indiscutible. Ha pasado la era en que se poda explotar y oprimir con toda tranquilidad a las colonias y a los pases dependientes. Ha comenzado la era de las revoluciones libertadoras en las colonias y en los pases dependientes, la era del despertar del proletariado de estos pases, la era de su hegemona en la revolucin. 3. Al arrojar la semilla de la revolucin tanto en los centros del imperialismo como en su retaguardia, al debilitar la potencia del imperialismo en las metrpolis, y al hacer vacilar su dominacin en las colonias, la Revolucin de Octubre ha puesto en tela de juicio la pervivencia misma del capitalismo mundial en su conjunto. Si, bajo las condiciones del imperialismo, el desarrollo espontneo del capitalismo se ha transformado -en virtud de su desigualdad, en virtud del carcter inevitable de los conflictos y de los choques armados y, por ltimo, en virtud de la carnicera imperialista sin precedentes- en un proceso de descomposicin y agona del capitalismo, la Revolucin de Octubre y, como resultado de ella, el desprendimiento de un pas enorme del sistema mundial del capitalismo, no podan por menos de acelerar este proceso, socavando, paso a paso, las bases mismas del imperialismo mundial. Ms an. La Revolucin de Octubre, al hacer cuartearse el imperialismo, cre, al mismo tiempo, con la primera dictadura proletaria, una base potente y abierta para el movimiento revolucionario mundial, base que este movimiento no haba tenido jams, antes y en la que ahora puede apoyarse. Cre un centro potente y abierto del movimiento revolucionario mundial, centro que no haba tenido jams antes y en torno al cual ese movimiento puede ahora adquirir cohesin, organizando el frente nico revolucionario de los proletarios y de los pueblos oprimidos de todos los pases contra el imperialismo. Esto significa, en primer lugar, que la Revolucin de Octubre infiri una herida de muerte al capitalismo mundial, de la que ste no se repondr jams. Y por eso precisamente, el capitalismo jams recobrar el equilibrio y la estabilidad que tena antes de Octubre. El capitalismo podr estabilizarse parcialmente, podr racionalizar su produccin, entregar el gobierno del pas al fascismo, reprimir temporalmente a la clase obrera, pero no volver

J. V. Stalin jams a disfrutar de la tranquilidad y la seguridad, del equilibrio y la estabilidad de que haca gala antes, pues la crisis del capitalismo mundial ha alcanzado un grado tal de desarrollo, que la hoguera de la revolucin se encender inevitablemente, ya en los centros del imperialismo, ya en la periferia, haciendo trizas los remiendos capitalistas y aproximando, da tras da, la cada del capitalismo. Punto por punto como en la conocida fbula: -s saca el rabo, se le hunde el hocico; si saca el hocico, se le hunde el rabo. Esto significa, en segundo lugar, que la Revolucin de Octubre elev a cierta altura la fuerza y la importancia, la valenta y la voluntad combativa de las clases oprimidas del mundo entero, obligando a las clases dominantes a tenerlas en cuenta como un factor nuevo e importante. Hoy, ya no se puede ver en las masas trabajadoras del mundo una multitud ciega que vaga en las tinieblas y carece de horizontes, ya que la Revolucin de Octubre encendi el faro que les alumbra el camino y les brinda perspectivas. Si antes no haba una tribuna universal pblica, desde la que se pudieran manifestar y plasmar los anhelos y las aspiraciones de las clases oprimidas, hoy esta tribuna existe y es la primera dictadura proletaria. Acaso puede dudarse de que si esta tribuna fuese destruida, sobre la vida poltico-social de los pases adelantados se abatiran para largo tiempo las tinieblas de una negra y desenfrenada reaccin? No puede negarse que el simple hecho de la existencia del Estado bolchevique pone un freno a las negras fuerzas de la reaccin y facilita a las clases oprimidas la lucha por su liberacin. Y esto es precisamente lo que explica ese odio bestial que los explotadores de todos los pases sienten hacia los bolcheviques. La historia se repite, aunque sobre bases nuevas. Lo mismo que antiguamente, en la poca de la cada del feudalismo, la palabra jacobino provocaba en los aristcratas de todos los pases horror y repugnancia, tambin hoy, en la poca de la cada del capitalismo, la palabra bolchevique provoca horror y repugnancia en la burguesa de todos los pases. Y a la inversa: as como antes el asilo y la escuela de los elementos revolucionarios de la burguesa ascensional era Pars, hoy el refugio y la escuela de los elementos revolucionarios del proletariado ascensional es Mosc. El odio a los jacobinos no salv al feudalismo del derrumbamiento. Acaso puede dudarse de que el odio a los bolcheviques no salvar tampoco al capitalismo de su cada inevitable? Ha pasado la era de la estabilidad del capitalismo, arrastrando consigo la leyenda de la inamovilidad del orden burgus. Ha comenzado la era del hundimiento del capitalismo. 4. No se debe considerar que la Revolucin de

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El carcter internacional de la Revolucin de Octubre Octubre afecte slo a las relaciones econmicas y poltico-sociales. Es, al mismo tiempo, una revolucin en los cerebros, una revolucin en la ideologa de la clase obrera. La Revolucin de octubre surgi y se consolid bajo la bandera del marxismo, bajo la bandera de la idea de la dictadura del proletariado, bajo la bandera del leninismo, que es el marxismo de la poca del imperialismo y de las revoluciones proletarias. Representa, por tanto, el triunfo del marxismo sobre el reformismo, el triunfo del leninismo sobre el socialdemocratismo, el triunfo de la III Internacional sobre la II Internacional. La Revolucin de Octubre abri un abismo infranqueable entre el marxismo y la ideologa socialdemcrata, entre la poltica del leninismo y la poltica de la socialdemocracia. Antes, hasta el triunfo de la dictadura del proletariado, la socialdemocracia poda alardear con la bandera del marxismo, sin negar abiertamente la idea de la dictadura del proletariado, pero sin hacer tampoco nada, absolutamente nada, por acercar la realizacin de esta idea; se comprende que esta actitud de la socialdemocracia no supona amenaza alguna para el capitalismo. Entonces, en aquel perodo, la socialdemocracia se identificaba formalmente, o casi se identificaba, con el marxismo. Hoy, despus del triunfo de la dictadura del proletariado, cuando todo el mundo ha visto con claridad meridiana a dnde conduce el marxismo y qu puede significar su triunfo, la socialdemocracia ya no puede alardear con la bandera del marxismo, ya no puede coquetear con la idea de la dictadura del proletariado, sin crear cierto peligro para el capitalismo. Despus de haber roto hace ya mucho con el espritu del marxismo, se ha visto obligada a romper tambin con la bandera del marxismo, enfrentndose abierta y francamente contra la obra del marxismo, contra la Revolucin de Octubre, contra la primera dictadura del proletariado habida en el mundo. Ahora tena que desentenderse y se desentendi, en efecto, del marxismo, ya que, en las condiciones actuales, no es posible llamarse marxista sin apoyar abierta y abnegadamente la primera dictadura proletaria del mundo, sin librar una lucha revolucionaria contra la propia burguesa, sin crear las condiciones para el triunfo de la dictadura del proletariado en el propio pas. Entre la socialdemocracia y el marxismo se ha abierto un abismo. Desde ahora, el nico portador y baluarte del marxismo es el leninismo, el comunismo. Pero las cosas no han parado aqu. Despus de deslindar los campos entre la socialdemocracia y el marxismo, la Revolucin de Octubre fue ms all, arrojando a la primera al campo de los defensores directos del capitalismo contra la primera dictadura proletaria habida en el mundo. Cuando seores como

179 los Adler y Bauer, los Wels y Levi, los Longuet y Blum difaman al rgimen sovitico, ensalzando la democracia parlamentaria, quieren decir con ello que luchan y seguirn luchando en pro de la restauracin del orden capitalista en la URSS, en pro del mantenimiento de la esclavitud capitalista en los Estados civilizados. La actual ideologa socialdemcrata es el puntal ideolgico del capitalismo. Lenin tena mil veces razn al decir que los actuales polticos socialdemcratas son verdaderos agentes de la burguesa en el seno del movimiento obrero, lugartenientes obreros de la clase de los capitalistas y que, en la guerra civil entre el proletariado y la burguesa, se colocaran inevitablemente al lado de los versalleses contra los comuneros255. No se puede acabar con el capitalismo sin acabar con la ideologa socialdemcrata en el movimiento obrero. Por eso, la era de la agona del capitalismo es, al mismo tiempo, la era de la agona de la ideologa socialdemcrata en el movimiento obrero. La gran importancia de la Revolucin de Octubre reside, entre otras cosas, en que anuncia el triunfo inevitable del leninismo sobre la ideologa socialdemcrata en el movimiento obrero mundial. Ha terminado la era de la dominacin de la Ir Internacional y de la ideologa socialdemcrata en el movimiento obrero. Ha comenzado la era de la dominacin del leninismo y de la III Internacional. Publicado con la firma de J. Stalin el 6 y el 7 de noviembre de 1927 en el nm. 255 de Pravda.

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Se alude a la resolucin del VII Pleno ampliado del CE de la IC sobre la situacin en China, aprobada el 116 de diciembre de 1926. V. la resolucin del Pleno en el libro: Tesis y resoluciones del VII Pleno ampliado del CE de la IC., MoscLeningrado, 1927.

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INFORME POLTICO ANTE EL XV CONGRESO DEL PC(b) DE LA URSS (Extractos) El aparato del Estado y la lucha contra el burocratismo. Del burocratismo se habla tanto, que huelga extenderse al respecto. Es indudable que en el aparato del Estado, en el de las cooperativas y en el del Partido existen elementos de burocratismo. Tambin es un hecho que la lucha contra los elementos de burocratismo es necesaria y que esta tarea la tendremos planteada siempre, mientras exista en el pas el Poder pblico, mientras exista el Estado. Pero, con todo, hay que tener sentido de la medida. Llevar la lucha contra el burocratismo en el aparato del Estado hasta la destruccin de este aparato, hasta desacreditarlo, hasta las tentativas de destruirlo, es ir contra el leninismo, es olvidar que nuestro aparato es un aparato sovitico, un aparato de Estado superior, por su tipo, a todos los dems aparatos de Estado existentes en el mundo. En qu consiste la fuerza del aparato de nuestro Estado? En que, a travs de los Soviets, vincula el Poder a las masas de millones de obreros y campesinos. En que los Soviets son una escuela de gobernacin para decenas y cientos de miles de obreros y campesinos. En que el aparato del Estado no se asla de las masas, de los millones de hombres del pueblo, sino que se funde con ellos a travs de innumerables organizaciones de masas, de todo gnero de comisiones, secciones, conferencias, reuniones de delegadas, etc., que rodean a los Soviets y que apoyan as a los rganos de Poder. En qu consiste la debilidad del aparato de nuestro Estado? En la existencia de elementos burocrticos en el mismo, que estropean y deforman su trabajo. Para extirpar de l el burocratismo y eso no se puede hacer en un ao o en dos-, hay que mejorar sistemticamente el aparato del Estado, acercarlo a las masas, renovarlo con hombres nuevos, fieles a la causa de la clase obrera, hay que transformarlo en el espritu del comunismo, y no destruirlo, no desacreditarlo. Lenin tena mil veces razn cuando afirmaba: Sin aparato, nos hubiramos hundido hace tiempo. Sin una lucha sistemtica y tenaz por mejorar el aparato, nos hundiremos antes de haber logrado construir la base del socialismo256. No vaya detenerme en los defectos del aparato de nuestro Estado, que saltan por s solos a la vista. Me refiero, ante todo, al papeleo. Tengo a mano un montn de documentos que evidencian el papeleo y denuncian la negligencia criminal de varias organizaciones judiciales, administrativas, de seguros, cooperativas, etc. Aqu se habla de un campesino que ha hecho veintin viajes para acudir a una oficina de seguros, a fin de que le hiciesen justicia, y sin resultado. Otro campesino, un viejo de 66 aos, ha recorrido a pie 600 verstas para poner en claro un asunto en la oficina de previsin social del distrito, y no ha podido conseguir nada. Una vieja aldeana de 56 aos ha recorrido a pie 500 verstas y en carro ms de 600, citada por el tribunal popular, y, con todo, no ha podido conseguir que se le hiciese justicia. Podra citar un sinfn de casos anlogos. No vale la pena enumerarlos. Pero esto es una vergenza para nosotros, camaradas! Cmo se puede tolerar semejante escndalo? Finalmente, los hechos relativos a los relegados. Resulta que; adems de la gente promovida entre los obreros, existe la gente relegada, retirada a un segundo plano por sus propios camaradas, y no por incapacidad o porque no sepan trabajar sino a causa de su conciencia y honradez en el trabajo. Aqu tenis el caso de un obrero, mecnico herramentista, promovido para cierto puesto en la fbrica como hombre capaz e insobornable. Trabaj un ao, otro trabaj honradamente, imponiendo el orden, luchando contra la mala administracin y el despilfarro. Sin embargo, su labor afect los intereses de un grupillo de compadres comunistas, alter la tranquilidad de stos. Y qu diris que ha ocurrido? Pues que ese grupito de compadres comunistas empieza a ponerle la zancadilla y le obliga, as, a relegarse. Has querido ser ms listo que nosotros? No nos dejas vivir y lucrarnos tranquilamente? Retrate, amiguito. Ved el caso de otro obrero, tambin mecnico, ajustador de tornos de roscar, promovido a cierto
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V. I. Lenin-. Plan del folleto Sobre el impuesto en especie.


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El carcter internacional de la Revolucin de Octubre cargo en la fbrica. Trabaja con celo y honestidad. Pero con su labor perturba la tranquilidad de ciertos individuos. Y qu diris que ha pasado? Se ha encontrado un pretexto para deshacerse de ese inquieto camarada. Qu pensaba al abandonar su puesto ese camarada dirigente salido de entre los obreros?, qu senta? Pensaba y senta as: En todos los puestos, para los que se me nombr, hice lo posible por justificar la confianza depositada en m. Pero jams olvidar la mala pasada que me han jugado con esta promocin. Me han cubierto de lodo. Mi deseo de poner todas las cosas en claro no se ha visto cumplido. Ni el comit sindical de la fbrica, ni la direccin, ni la clula del Partido han querido siquiera escucharme. Para la promocin yo he muerto: aunque me cubran de oro, no ir a ningn sitio (Trud257, nm. 128, del 9 de junio de 1927). Pero esto es una vergenza para nosotros, camaradas! Cmo se puede tolerar semejantes escndalos? Es tarea del Partido cauterizar, en la lucha contra el burocratismo y por mejorar el aparato del Estado, abusos como los que acabo de citar, en nuestro trabajo diario. La consigna leninista respecto a la revolucin cultural. La mejor arma para combatir el burocratismo es la elevacin del nivel cultural de los obreros y de los campesinos. Se puede censurar y criticar el burocratismo del aparato del Estado, se puede vituperar y poner en la picota el burocratismo en nuestro trabajo diario, pero si no existe cierto nivel cultural entre las amplias masas obreras, un nivel cultural que cree la posibilidad, el deseo y los conocimientos necesarios para controlar el aparato del Estado desde abajo, por las propias masas obreras, el burocratismo subsistir, pase lo que pase. Por eso, el desarrollo cultural de la clase obrera y de las masas trabajadoras del campesinado -no slo en el sentido de fomentar la instruccin, aunque la instruccin constituye la base de toda cultura, sino ante todo, en el sentido de adquirir hbitos y capacidad para incorporarse a la gobernacin del pas- es la palanca principal para mejorar el aparato del Estado y cualquier otro aparato. En eso reside el sentido y la importancia de la consigna leninista acerca de la revolucin cultural. He aqu lo que dijo al respecto Lenin en marzo de 1922, antes de la apertura del XI Congreso de nuestro Partido, en la carta que, para el Comit Central, envi al camarada Mlotov: Nada necesitamos tanto como cultura, saber gobernar... Econmica y polticamente, la NEP nos asegura por completo la posibilidad de sentar los fundamentos de la economa socialista258 Lo
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181 nico que hace falta es que el proletariado y su vanguardia cuenten con hombres cultos259. No se debe olvidar estas palabras de Lenin, camaradas. De aqu la tarea del Partido: reforzar la lucha por la elevacin cultural de la clase obrera y de las capas trabajadoras del campesinado. Publicado el 6 y el 9 de diciembre de 1927 en los nms. 279 y 282 de Pravda.

Trud (El trabajo): diario, rgano del Consejo Central de los Sindicatos Soviticos. 258 Subrayado por m. J. St.

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V. I. Lenin. Carta a V. M. Mlotov acerca del plan de informe poltico para el XI Congreso del Partido.

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DISCURSO EN EL VIII CONGRESO DE LA UJCL DE LA URSS 16 de mayo de 1928260 Camaradas: En los Congresos es costumbre hablar de los xitos. No cabe duda de que hemos logrado xitos. Estos xitos no son, naturalmente, pequeos, y no hay por qu silenciarlos. Pero, camaradas, en los ltimos tiempos se habla entre nosotros tanto de los xitos, y a veces tan empalagosamente, que no queda ninguna gana de repetir lo dicho. Por eso me permitiris que altere el orden habitual y os diga unas palabras; no acerca de nuestros xitos, sino acerca de nuestras debilidades y de las tareas que de ellas se desprenden. Me refiero, camaradas, a las tareas relativas a las cuestiones de nuestra edificacin interior. Estas tareas ataen a tres cuestiones: a la cuestin de la lnea de nuestro trabajo poltico; a la cuestin de elevar la actividad de las grandes masas populares en general, de la clase obrera en particular, y de luchar contra el burocratismo; y, finalmente, la cuestin de forjar nuevos cuadros para nuestra edificacin econmica. I. Fortaleced la combatividad de la clase obrera Empecemos por la primera cuestin. La peculiaridad caracterstica del momento que estamos viviendo consiste en que llevamos ya doce aos edificando en unas condiciones de desarrollo pacfico. Digo desarrollo pacfico, no slo en el sentido de que no hay guerra con los enemigos exteriores, sino tambin en el sentido de que no hay elementos de guerra civil en el interior del pas. Eso es lo que nosotros llamamos condiciones de desarrollo pacfico de nuestra edificacin. Sabis que combatimos tres aos contra los capitalistas del mundo entero para conquistar estas condiciones de desarrollo pacfico. Sabis que conquistamos esas condiciones y que consideramos esta circunstancia como nuestra mayor realizacin. Pero, camaradas, toda conquista, incluida sta, tiene
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El VIII Congreso de la UJCL de la URSS se celebr en Mosc del 5 al 16 de mayo de 1928. En el Congreso se discutieron las siguientes cuestiones: balance y perspectivas de la edificacin socialista y tareas de la educacin comunista de la juventud, etc. J. V. Stalin pronunci un discurso el 16 de mayo, en la reunin de clausura del Congreso.

tambin sus lados negativos. Las condiciones de desarrollo pacfico no han pasado en balde para nosotros. Han impreso su sello en nuestro trabajo, en nuestros funcionarios, en su psicologa. En estos cinco aos hemos avanzado sin tropiezos, como un tren por sus rieles. Debido a ello, en muchos de nuestros funcionarios se ha creado la mentalidad de que todo marchar como sobre ruedas, de que vamos montados en un tren expreso, por decirlo as, y que, sin necesidad de transbordos, avanzamos directamente hacia el socialismo. Sobre esta base ha nacido la teora de la espontaneidad, la teora de que todo saldr bien, la teora de que todo se arreglar por s solo, de que en el pas no hay clases, nuestros enemigos se han apaciguado y todo marchar a las mil maravillas. De aqu cierta tendencia a la inercia, al letargo. Pues bien, esta psicologa del letargo, esta psicologa de la espontaneidad en el trabajo es, precisamente, lo que constituye el lado negativo del perodo de desarrollo pacfico. En qu consiste el peligro de ese estado de nimo? En que echa tierra a los ojos de la clase obrera, le impide distinguir a sus enemigos, la adormece con jactanciosos discursos acerca de la debilidad de nuestros enemigos y mina su combatividad. No debemos consolarnos con el hecho de que en el Partido hay un milln de militantes, en el Komsomol dos millones y en los sindicatos diez y que, de esta manera, lo tenemos todo asegurado para la victoria definitiva sobre nuestros enemigos. Eso es errneo, camaradas. La historia dice que los mayores ejrcitos sucumbieron por haberse engredo, por creer demasiado en sus fuerzas, por menospreciar demasiado las fuerzas de sus enemigos, por haberse aletargado, haber perdido su combatividad y haberse dejado pillar por sorpresa en los momentos crticos. El mayor de los partidos puede ser pillado por sorpresa, el mayor de los partidos puede sucumbir si no toma en consideracin las enseanzas de la historia, si no forja, da tras da, la combatividad de su clase. Ser pillado por sorpresa es muy peligroso, camaradas. Ser pillado por sorpresa significa ser vctima de eventualidades, vctima del pnico ante el enemigo. Y el pnico lleva a la descomposicin, a la derrota, a la muerte.

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Discurso en el VIII Congreso de la UJCL de la URSS Podra citaros muchos ejemplos de la vida de nuestros ejrcitos durante la guerra civil, cuando pequeos destacamentos aniquilaban a grandes unidades, que no tenan la necesaria combatividad. Podra contaros que en 1920 tres divisiones de caballera, que constaban por lo menos de cinco mil sables, fueron derrotadas y puestas en desordenada fuga por un batalln de infantera. Y eso ocurri exclusivamente, porque las divisiones de caballera, pilladas por sorpresa, fueron vctimas del pnico ante un enemigo que no conocan, que era muy poco numeroso y al que hubiesen podido aplastar de un solo golpe si las divisiones no se hubieran encontrado primero en un estado de letargo y, luego, de pnico, de desconcierto. Lo mismo hay que decir de nuestro Partido, de nuestro Komsomol, de nuestros sindicatos, de nuestras fuerzas en general. No es cierto que no tengamos ya enemigos de clase, que hayan sido batidos y eliminados. No, camaradas, nuestros enemigos de clase viven. Y no slo viven, sino que crecen, tratando de actuar Contra el Poder Sovitico, As lo evidencian las dificultades de este invierno en los acopios, cuando los elementos capitalistas del campo intentaron desbaratar la poltica del Poder Sovitico. As lo evidencia el asunto de Shajti, expresin de acciones conjuntas del capital internacional y de la burguesa de nuestro pas contra el Poder Sovitico. As lo evidencian numerosos hechos de la poltica interior y exterior, hechos que conocis y en los que no vale la pena extenderse aqu. No se puede callar la existencia de esos enemigos de la clase obrera. Es criminal presentar ms dbiles de lo que son las fuerzas de los enemigos de clase de la clase obrera. No se puede silenciar todo eso particularmente ahora, en el perodo de nuestro desarrollo pacfico, cuando la teora del letargo y de la espontaneidad, que mina la combatividad de la clase obrera, encuentra cierto terreno abonado. La inmensa importancia educativa de la crisis de acopios y del asunto de Shajti consiste en que han sacudido a todas nuestras organizaciones, han quebrantado la teora de la espontaneidad y han subrayado una vez ms la existencia de enemigos de clase, que viven, que no duermen, y contra los cuales hay que robustecer las fuerzas de la clase obrera, su vigilancia, su espritu revolucionario y su combatividad. De aqu la tarea inmediata del Partido, la lnea poltica en su trabajo cotidiano: elevar la combatividad de la clase obrera contra sus enemigos de clase. No se puede menos de sealar que el presente Congreso del Komsomol y, particularmente, Komsomlskaia Pravda, han abordado ms de cerca que nunca esta tarea. Sabis que en los discursos de los oradores, lo mismo que en los

183 artculos de Komsomlskaa Pravda, se seala la importancia de esta tarea. Eso est muy bien, camaradas. nicamente es necesario que esa tarea no se considere temporal y efmera, porque la tarea de reforzar la combatividad del proletariado es una tarea que debe inspirar todo nuestro trabajo mientras haya clases en el pas y mientras exista el cerco capitalista. II. Organizad la crtica de masas desde abajo La segunda cuestin se refiere a las tareas de la lucha contra el burocratismo, a las tareas de la organizacin de la crtica de nuestros defectos por las masas, a la tarea del control de masas desde abajo. El burocratismo es uno de los peores enemigos de nuestro avance. Alienta en todas nuestras organizaciones, tanto en las del Partido y del Komsomol, como en las sindicales y administrativas. Cuando se habla de los burcratas, suele sealarse con el dedo a los viejos funcionarios sin-partido, a los que se suele dibujar con gafas en las caricaturas. Eso no es del todo acertado, camaradas. Si se tratara slo de los viejos burcratas, la lucha contra el burocratismo sera la cosa ms fcil. La desgracia es que no se trata de los viejos burcratas. Se trata, camaradas, de los nuevos burcratas, se trata de los burcratas que simpatizan con el Poder Sovitico, se trata, por ltimo, de burcratas que militan en el Partido. El burcrata comunista es el tipo de burcrata ms peligroso. Por qu? Porque enmascara su burocratismo con el ttulo de militante del Partido. Y por desgracia, esos burcratas comunistas no escasean entre nosotros. Tomad nuestras organizaciones del Partido. Seguramente, habris ledo acerca del asunto de Smolensk, del asunto de Artimovsk, etc. Qu es eso, una casualidad? A qu se deben esos hechos vergonzosos de descomposicin y de corrupcin moral en algunos eslabones de nuestras organizaciones del Partido? A que se ha llevado al absurdo el monopolio del Partido, a que se ha amordazado a los militantes de base, a que se ha aniquilado la democracia interna del Partido, a que se ha implantado el burocratismo. Cmo se debe luchar contra ese mal? Opino que no hay ni puede haber ms medio para luchar contra ese mal que la organizacin del control por las masas del Partido desde abajo, que implantar la democracia interna del Partido. Qu se puede objetar a que se encienda la furia de las masas del Partido contra esos elementos degenerados y se les d la posibilidad de arrojarlos a puntapis? Difcilmente podr objetarse nada contra ello. O tomemos, por ejemplo, el Komsomol. No vais a negar, por supuesto, que en algunas organizaciones del Komsomol hay elementos completamente degenerados, contra los que es absolutamente indispensable luchar sin cuartel. Pero dejemos a un lado a los degenerados. Tomemos el ltimo hecho de

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184 la lucha de grupos, lucha sin principios, que se ha desarrollado en el Komsomol en torno a determinadas personas, de esa lucha que envenena la atmsfera en el Komsomo1. A qu se debe que en el Komsomol haya cuantos kosarievistas y sobolievistas se quiera, mientras que a los marxistas hay que buscarlos con candil? Qu evidencia este hecho sino que en algunos eslabones de las altas esferas del Komsomol se est desarrollando un proceso de anquilosamiento burocrtico? Y los sindicatos? Quin va a negar que en los sindicatos hay cuanto burocratismo se quiera? Tenemos reuniones de produccin en las empresas. Tenemos comisiones provisionales de control en los sindicatos. La tarea de estas organizaciones consiste en despertar a las masas, en poner al desnudo nuestros defectos y trazar las vas para mejorar nuestra edificacin. Por qu estas organizaciones no se desarrollan? Por qu en ellas no bulle la vida? No est claro que el burocratismo en los sindicatos, sumado al burocratismo en las organizaciones del Partido, no deja que se desarrollen estas importantsimas organizaciones de la clase obrera? Finalmente, nuestras organizaciones econmicas. Quin va a negar que a nuestros organismos econmicos los aqueja la dolencia del burocratismo? Tomad, por ejemplo, el asunto de Shajti. Acaso el asunto de Shajti no evidencia que nuestros organismos econmicos no avanzan, sino que se arrastran? Cmo se puede poner fin al burocratismo en todas esas organizaciones? Para ello no hay ms que un camino: organizar el control desde abajo, organizar la crtica de las vastas masas de la clase obrera contra el burocratismo de nuestras instituciones, contra sus defectos, contra sus errores. Yo s que al encender la furia de las masas trabajadoras contra las deformaciones burocrticas de nuestras organizaciones hay que meterse a veces con algunos de nuestros camaradas que tienen mritos contrados en el pasado, pero que ahora padecen la dolencia del burocratismo. Mas acaso puede eso detener nuestra labor de organizacin del control desde abajo? Creo que ni puede ni debe. Por los viejos mritos hay que inclinarse ante ellos, pero por sus errores y su burocratismo actuales podra drseles un buen estacazo. Se puede, acaso, proceder de otro modo? Por qu no hacerlo, si lo exigen los intereses de la causa? Se habla de crtica desde arriba, de crtica por parte de la Inspeccin Obrera y Campesina, del CC de nuestro Partido, etc. Todo eso, naturalmente, est bien. Pero dista mucho de ser suficiente. Es ms, hoy lo principal no consiste, ni mucho menos, en eso. Lo principal consiste hoy en levantar una vasta ola de crtica desde abajo contra el burocratismo en general

J. V. Stalin y contra los defectos de nuestro trabajo en particular. Slo organizando una doble presin, desde arriba y desde abajo, slo desplazando el centro de gravedad a la crtica desde abajo se podr contar con el xito en la lucha por extirpar el burocratismo. Sera errneo pensar que slo los dirigentes poseen experiencia de edificacin. Eso es equivocado, camaradas. Las vastas masas obreras que levantan nuestra industria acumulan da tras da una enorme experiencia de edificacin, tan valiosa para nosotros como la experiencia de los dirigentes. La crtica de masas desde abajo, el control desde abajo son necesarios, entre otras cosas, para que esa experiencia de las vastas masas no se pierda sin provecho, para tenerla en cuenta y darle aplicacin prctica. De aqu la tarea inmediata del Partido: luchar implacablemente contra el burocratismo, organizar la crtica de masas desde abajo, tener en cuenta esta crtica en las decisiones prcticas relativas a la eliminacin de nuestros defectos. No puede decirse que el Komsomol y, sobre todo, Komsomlskaia Pravda, no tomen en consideracin la importancia de esta tarea. Lo malo es que a menudo no se cumple esa tarea con toda consecuencia. Y para cumplirla con toda consecuencia no slo hay que tomar en consideracin la crtica, sino, tambin, los resultados de la crtica, las mejoras que se hacen como resultado de la crtica. III. La juventud debe dominar la ciencia La tercera tarea se refiere a la cuestin de organizar nuevos cuadros para la edificacin socialista. Ante nosotros, camaradas, se alzan las ingentes tareas de la reconstruccin de toda nuestra economa nacional. En el dominio de la agricultura, debemos sentar los cimientos de la gran hacienda colectiva unida. Por el mensaje del camarada Mlotov261, publicado hoy, debis de saber que el Poder Sovitico plantea la dificilsima tarea de agrupar las pequeas y dispersas haciendas campesinas en haciendas colectivas y de crear grandes haciendas cerealistas soviticas. Si no se cumplen estas tareas es imposible un avance serio y rpido. Si en la industria el Poder Sovitico se apoya en la produccin ms grande y concentrada, en la agricultura se apoya en la ms dispersa y pequea economa campesina, de tipo semimercantil y que proporciona mucho menos grano mercantil que la economa de anteguerra, a pesar de que en las superficies de siembra se ha alcanzado el nivel de anteguerra. Ese es el origen de todas las posibles
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Se trata del llamamiento del CC del PC(b) de la URSS. Por la transformacin socialista del campo (Tareas fundamentales de las secciones de trabajo en el campo). El llamamiento se public el 16 de mayo de 1928, en el nm. 112 de Pravda.

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Discurso en el VIII Congreso de la UJCL de la URSS dificultades futuras en la esfera de los acopios de cereales. Para salir de esta situacin, hay que ponerse de lleno a organizar la gran produccin colectiva en la agricultura. Mas, para organizar la gran produccin, hay que conocer las ciencias agrcolas y para conocerlas, hay que estudiar. Entre nosotros son vergonzosamente pocos los que conocen las ciencias agrcolas. He aqu la tarea de crear cuadros nuevos, jvenes, de constructores de la nueva agricultura, de la agricultura colectiva. En el dominio de la industria, las cosas estn mucho mejor. Pero tambin en esta esfera la escasez de cuadros nuevos de constructores frena nuestro avance. Basta recordar el asunto de Shajt para comprender lo apremiante que es la cuestin de los nuevos cuadros de constructores de la industria socialista. Naturalmente, tenemos viejos especialistas de edificacin de la industria. Pero, en primer lugar, son pocos; en segundo lugar, no todos ellos quieren edificar la nueva industria; en tercer lugar, muchos de ellos no comprenden las nuevas tareas de la edificacin, y, en cuarto lugar, muchos de ellos son ya viejos y van quedando fuera de combate. Para que la cosa avance, hay que forjar a marchas forzadas nuevos especialistas salidos de la clase obrera, de los comunistas, de los komsomoles. Hombres deseosos de edificar y de dirigir la edificacin nos sobran, tanto en el dominio de la agricultura como en el de la industria. Pero hombres que sepan edificar y dirigir tenemos vergonzosamente pocos. En cambio, en este terreno, la ignorancia es infinita. Es ms, hay entre nosotros gente dispuesta a ensalzar nuestra incultura. Si eres analfabeto o escribes con faltas y te jactas de tu atraso, eres un obrero autntico, y se te deben honores y respeto. Si has vencido tu incultura, si has estudiado, si has dominado la ciencia, eres un extrao, te has apartado de las masas, has dejado de ser obrero. Creo que no adelantaremos ni un paso mientras no extirpemos esa barbarie y ese salvajismo, ese criterio brbaro respecto a la ciencia y la gente culta. La clase obrera no puede ser verdadera duea y seora del pas si no logra salir de la incultura, si no consigue crear sus propios intelectuales, si no domina la ciencia y no sabe gobernar la economa basndose en la ciencia. Hay que comprender, camaradas, que las condiciones de la lucha son hoy otras que en el perodo de la guerra civil. En el perodo de la guerra civil podan tomarse las posiciones del enemigo empujando, con valenta, con audacia, mediante cargas de caballera. Ahora, en las condiciones de la edificacin econmica pacfica, las cargas de caballera nicamente pueden estropear las cosas. La valenta y la audacia son hoy tan necesarias como antes, pero con valenta y audacia a secas no se puede ir muy lejos. Para derrotar ahora al enemigo

185 hay que saber edificar la industria, la agricultura, el transporte, el comercio, hay que desechar la actitud seorial y despectiva hacia el comercio. Para edificar, hay que saber, hay que dominar la ciencia. Y para saber, hay que estudiar. Hay que estudiar tenazmente, con paciencia. Hay que aprender de todos, de los enemigos y de los amigos, sobre todo de los enemigos. Hay que estudiar apretando los dientes, sin que nos importe que los enemigos se burlen de nosotros, de nuestra ignorancia, de nuestro atraso. Ante nosotros se alza una fortaleza. Esa fortaleza es la ciencia, con todas sus numerosas ramas del saber. Esa fortaleza debemos tomarla cueste lo que cueste. Esa fortaleza debe tomarla la juventud, si quiere ser constructora de la nueva vida, si quiere llegar a ser un verdadero relevo de la vieja guardia. Nosotros no podemos limitarnos ahora a formar cuadros comunistas en general, cuadros bolcheviques en general, que sepan charlar de todo un poco. El diletantismo y la omnisapiencia son ahora cadenas para nosotros. Ahora necesitamos bolcheviques especialistas en metales, en el textil, en combustibles, en qumica, en agricultura, en economa, en el transporte, en el comercio, en la contabilidad, etc., etc. Ahora necesitamos grupos enteros, centenares, millares de nuevos cuadros bolcheviques que puedan ser verdaderos entendidos en las ms diversas ramas del saber. De otra manera, no se puede ni hablar de un ritmo rpido en la edificacin socialista de nuestro pas. De otra manera, no se puede ni hablar que sabremos alcanzar y sobrepasar a los pases capitalistas adelantados. Dominar la ciencia, forjar nuevos cuadros bolcheviques especialistas en las distintas ramas del saber, estudiar, estudiar y estudiar con la mayor tenacidad, sa es ahora la tarea. Una campaa masiva de la juventud revolucionaria para conquistar la ciencia, eso es lo que ahora necesitamos, camaradas. Publicado el 17 de mayo de 1928 en el nm. 113 de Pravda.

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SOBRE EL PELIGRO DE DERECHA EN EL PC(b) DE LA URSS Discurso en el Pleno del Comit de Mosc y de la Comisin de Control de Mosc del PC(b) de la URSS el 19 de octubre de 1928 Creo, camaradas, que es necesario, ante todo, dejar a un lado las pequeeces, las cuestiones personales, etc., para resolver el problema que nos interesa, que es el de la desviacin de derecha. Existe en nuestro Partido un peligro de derecha, un peligro oportunista? Existen condiciones objetivas favorables para este peligro? Cmo se debe luchar contra l? Esas son las cuestiones que hoy se nos plantean. Pero no resolveremos el problema de la desviacin de derecha si no dejamos a un lado todas las pequeeces y todos los elementos extraos que lo envuelven y nos impiden comprender su esencia. No tiene razn Zapolski cuando cree que el problema de la desviacin de derecha es un problema accidental. Zapolski afirma que el problema todo no es una desviacin de derecha, sino chismes, intrigas personales, etc. Admitamos por un instante que aqu, como en toda lucha, desempeen cierto papel los chismes y las intrigas personales. Pero explicarlo todo como efecto de chismes y no ver detrs de stos el fondo del problema, es apartarse del camino acertado, del camino marxista. No es posible que una organizacin tan grande, tan vieja, tan unida como lo es, sin duda, la organizacin de Mosc, pueda verse sacudida de arriba abajo y puesta en movimiento por unos cuantos chismosos o intrigantes. No, camaradas, tales milagros no suelen darse bajo la capa del cielo. Y no hablo ya de que no se puede apreciar tan a la ligera la fuerza y el poder de la organizacin de Mosc. Es evidente que aqu han actuado causas ms profundas, que no tienen nada que ver ni con los chismes ni con las intrigas. Tampoco tiene razn Fruntov, quien, an reconociendo la existencia del peligro de derecha, no lo considera digno de que se ocupen a fondo de l gentes sensatas y serias. Segn el, el problema de la desviacin de derecha es un asunto propio de charlatanes y no de gente seria. Comprendo perfectamente a Fruntov, pues est tan absorbido por el trabajo prctico cotidiano, que no tiene tiempo de pararse a pensar en las perspectivas de nuestro desarrollo. Pero esto no quiere decir que debamos erigir en dogma de nuestro trabajo de edificacin el practicismo estrecho de algunos militantes del Partido. El practicismo sano es buena cosa, pero si pierde de vista las perspectivas del trabajo y no supedita su labor a la lnea fundamental del Partido, se convierte en un estorbo. Y sin embargo, no es difcil comprender que el problema de la desviacin derechista es el problema de la lnea fundamental de nuestro Partido, el problema de saber si es acertada o errnea la perspectiva de desarrollo trazada por nuestro Partido en su XV Congreso. Tampoco tienen razn los camaradas que, al enjuiciar el problema de la desviacin de derecha, lo centran todo en la cuestin de las personas que la encarnan. Sealadlos, dicen estos camaradas, a los derechistas o a los conciliadores, decidnos quines son, para que podamos ajustarles las cuentas. Este planteamiento del problema es equivocado. Naturalmente, las personas desempean cierto papel. Pero de lo que se trata aqu no es de las personas, sino de las condiciones, de la situacin que engendra el peligro de derecha en el Partido. Se puede apartar a las personas, pero esto no quiere decir que, con ello, hayamos arrancado las races del peligro derechista en nuestro Partido. Por eso, la cuestin de las personas no resuelve el problema, aunque tiene un inters indudable. No puede por menos de recordarse, a propsito de esto, mi episodio ocurrido en Odesa hacia fines de 1919 y comienzos de 1920, cuando nuestras tropas, despus de arrojar a los denikinistas de Ucraina, estaban aniquilando a los ltimos restos de las tropas de Denikin en la zona de Odesa. Algunos combatientes del Ejrcito Rojo se dedicaron a buscar en Odesa afanosamente a la Entente, convencidos de que, si daban con ella, se acabara la guerra. Cabe suponer que los combatientes del Ejrcito Rojo podran haber cazado en Odesa a algn representante de la Entente, pero con ello no se habra resuelto, claro est, el problema de la Entente, ya que las races de sta no estaban en Odesa, aunque esa zona fuese el ltimo territorio ocupado por las tropas de Denikin, sino en el capitalismo mundial. Lo mismo puede decirse de algunos de nuestros camaradas, que centran el problema de la desviacin de derecha en las personas que encarnan esta

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Sobre el peligro de derecha en el PC(b) de la URSS desviacin y olvidan las condiciones que la engendran. Por eso, lo primero que tenemos que esclarecer aqu son las condiciones que han originado la desviacin de derecha, as como la desviacin de izquierda (trotskista) respecto de la lnea leninista. La desviacin derechista en el comunismo, bajo las condiciones del capitalismo, es la tendencia, la propensin de una parte de los comunistas -sin forma definida an, verdad es, y quiz inconsciente, pero propensin, a pesar de todo- a apartarse de la lnea revolucionaria del marxismo, inclinndose hacia la socialdemocracia. Cuando ciertos crculos comunistas niegan la oportunidad de la consigna de clase contra clase en la lucha electoral (en Francia) o se manifiestan contrarios a que el Partido Comunista presente una candidatura independiente (en Inglaterra) o no quieren agudizar el problema de la lucha contra la socialdemocracia de izquierda (en Alemania), etc., etc., eso significa que dentro de los Partidos Comunistas hay gente que pugna por adaptar el comunismo a la socialdemocracia. El triunfo de la desviacin de derecha en los Partidos Comunistas de los pases capitalistas supondra la derrota ideolgica de los Partidos Comunistas y un fortalecimiento enorme de la socialdemocracia. Y qu es un fortalecimiento enorme de la socialdemocracia? Es reforzar y robustecer el capitalismo, pues la socialdemocracia es el sostn fundamental del capitalismo dentro de la clase obrera. Por tanto, el triunfo de la desviacin de derecha en los Partidos Comunistas de los pases capitalistas conduce al desarrollo de las condiciones necesarias para el mantenimiento del capitalismo. La desviacin de derecha en el comunismo, bajo las condiciones de desarrollo sovitico, cuando el capitalismo ha sido ya derrocado, pero cuando todava no han sido extirpadas sus races, significa la tendencia, la propensin de una parte de los comunistas -sin forma definida an, verdad es, y quiz inconsciente, pero propensin, a pesar de todoa apartarse de la lnea general de nuestro Partido, inclinndose hacia la ideologa burguesa. Cuando algunos crculos de nuestros comunistas intentan hacer que nuestro Partido se aparte, marchando hacia atrs, de los acuerdos del XV Congreso y niegan la necesidad de la ofensiva contra los elementos capitalistas del campo; o exigen que se reduzca nuestra industria, por entender que el rpido ritmo de su desarrollo actual es ruinoso para nuestro pas; o niegan la conveniencia de las asignaciones para la organizacin de koljoses y sovjoses, por creer que esto es dinero tirado a la calle; o niegan la conveniencia de la lucha contra el burocratismo sobre la base de la autocrtica, por entender que la autocrtica quebranta nuestro aparato; o exigen que se suavice el monopolio del comercio exterior, etc.,

187 etc., eso quiere decir que en las filas de nuestro Partido hay gente que -quiz sin que ella misma se d cuenta- intenta adaptar nuestra edificacin socialista a los gustos y a las necesidades de la burguesa sovitica. El triunfo de la desviacin de derecha en nuestro Partido supondra un fortalecimiento enorme de los elementos capitalistas en nuestro pas. Y qu significa fortalecer los elementos capitalistas en nuestro pas? Significa debilitar la dictadura del proletariado y acrecer las posibilidades de restauracin del capitalismo. Por tanto, el triunfo de la desviacin de derecha en nuestro Partido significara el desarrollo de las condiciones necesarias para la restauracin del capitalismo en nuestro pas. Existen en nuestro pas, en el Pas Sovitico, condiciones que hagan posible la restauracin del capitalismo? Si, existen. Tal vez eso parezca extrao, pero es un hecho, camaradas. Hemos derrocado el capitalismo, hemos implantado la dictadura del proletariado y desarrollamos a ritmo acelerado nuestra industria socialista, ligando a ella la economa campesina. Pero an no hemos extirpado las races del capitalismo. Dnde anidan esas races? Anidan en la produccin mercantil, en la pequea produccin de la ciudad y, sobre todo, del campo. La fuerza del capitalismo reside, como dice Lenin, en la fuerza de la pequea produccin. Porque desgraciadamente, queda todava en el mundo mucha, muchsima pequea produccin, y la pequea produccin engendra capitalismo y burguesa constantemente, cada da, cada hora, espontneamente y en masa (v. t. XXV, pg. 173). Es evidente que como la pequea produccin tiene en nuestro pas un carcter masivo y hasta predominante, y cmo engendra capitalismo y burguesa constantemente y en masa, sobre todo bajo las condiciones de la Nep; se dan en nuestro pas condiciones que hacen posible la restauracin del capitalismo. Existen en nuestro pas, en el Pas Sovitico, los medios y las fuerzas necesarios para destruir, para eliminar la posibilidad de restauracin del capitalismo? S, existen. Por eso, precisamente, es acertada la tesis de Lenin sobre la posibilidad de edificar en la URSS la sociedad socialista completa. Para ello es necesario consolidar la dictadura del proletariado, fortalecer la alianza de la clase obrera y los campesinos, desarrollar nuestras posiciones dominantes desde el punto de vista de la industrializacin del pas, imprimir un ritmo rpido al desarrollo de la industria, electrificar el pas, dar a toda nuestra economa nacional una nueva base tcnica, organizar la cooperacin en masa de los campesinos y elevar el rendimiento de sus haciendas, agrupar gradualmente las haciendas campesinas individuales en haciendas colectivas, desarrollar los

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188 sovjoses, limitar y vencer a los elementos capitalistas de la ciudad y del campo, etc., etc. He aqu lo que dice Lenin a propsito de esto: Mientras vivamos en un pas de pequeas haciendas campesinas, el capitalismo tendr en Rusia una base econmica ms slida que el comunismo. Es necesario recordarlo. Todo el que observa atentamente la vida del campo, comparndola con la vida de la ciudad, sabe que no hemos extirpado las races del capitalismo, ni hemos eliminado el fundamento, la base del enemigo interior. Este se apoya en la pequea hacienda, y para quebrantarlo no hay ms que un medio: dar a la economa del pas, comprendida la agricultura, una nueva base tcnica, la base tcnica de la gran produccin moderna. Y esta base no puede ser ms que una: la electricidad. El comunismo es el Poder Sovitico ms la electrificacin de todo el pas. De lo contrario, el pas seguira siendo un pas de pequeos campesinos, y es necesario que nos demos cuenta de ello con toda claridad. Somos ms dbiles que el capitalismo no slo en escala mundial, sino tambin dentro del pas. Eso es bien notorio. Nosotros lo hemos comprendido y haremos de manera que la base econmica, constituida hoy por la pequea produccin campesina, pase a ser la gran industria. Y slo cuando el pas est electrificado, cuando hayamos dado a la industria, a la agricultura y al transporte la base tcnica de la gran industria moderna, slo entonces venceremos definitivamente (t. XXVI, pgs. 46-47). Resulta, en primer lugar, que mientras vivamos en un pas de pequeas haciendas campesinas, mientras no hayamos extirpado las races del capitalismo, ste tendr en nuestro pas una base econmica ms slida que el comunismo. A veces se derriba un rbol, pero no se extirpa sus races, por faltar las fuerzas para ello. De aqu, precisamente, dimana la posibilidad de la restauracin del capitalismo en nuestro pas. Resulta, en segundo lugar, que, adems de la posibilidad de la restauracin del capitalismo, existe tambin, en nuestro pas, la posibilidad del triunfo del socialismo, ya que podemos destruir la posibilidad de restauracin del capitalismo, podemos extirpar las races del capitalismo y conseguir el triunfo definitivo sobre ste en nuestro pas si desplegamos una intensa labor de electrificacin del pas, si damos a la industria, a la agricultura y al transporte la base tcnica de la gran industria moderna. De aqu, precisamente, dimana la posibilidad del triunfo del socialismo en nuestro pas. Resulta, por ltimo, que no es posible edificar el socialismo slo en la industria, dejando la agricultura a merced del desarrollo espontneo, con el criterio de que el campo seguir por s mismo a la ciudad. La

J. V. Stalin existencia de una industria socialista en la ciudad es un factor fundamental para la transformacin socialista del campo. Pero eso an no quiere decir que este factor sea del todo suficiente. Para que la ciudad socialista pueda llevar tras de s definitivamente al campesinado, es necesario, como dice Lenin, dar a la economa del pas, comprendida la agricultura,262 una nueva base tcnica, la base tcnica de la gran produccin moderna. No se halla en contradiccin con esta cita de Lenin otra cita tomada de sus obras, segn la cual la Nep nos asegura por completo la posibilidad263 de construir los cimientos de la economa socialista? No; no hay tal contradiccin. Lejos de ello, ambas citas coinciden por entero. Lenin no dice, ni mucho menos, que la Nep nos depare el socialismo ya hecho. Lo nico que nos dice es que la Nep nos asegura la posibilidad de construir los cimientos de la economa socialista. Entre la posibilidad de llevar a cabo la edificacin del socialismo y su construccin efectiva hay una gran diferencia. No hay que confundir la posibilidad con la realidad. Precisamente para convertir esta posibilidad en realidad es para lo que Lenin propone la electrificacin del pas y que se d la base tcnica de la gran industria moderna a la industria, a la agricultura y al transporte, como condicin del triunfo definitivo del socialismo en nuestro pas. Pero no es posible realizar en uno o dos aos esta condicin necesaria para llevar a cabo la edificacin del socialismo. No es posible en uno o dos aos industrializar el pas, construir una potente industria, organizar en cooperativas a masas de millones de campesinos, dar una nueva base tcnica a la agricultura, agrupar las haciendas campesinas individuales en grandes haciendas colectivas, desarrollar los sovjoses, limitar y vencer a los elementos capitalistas de la ciudad y del campo. Para esto hacen falta aos y aos de intensa labor constructiva de la dictadura del proletariado. Y mientras no se haga esto -y no se har de repente-, seguiremos siendo un pas de pequeas haciendas campesinas, en el que la pequea produccin engendrar capitalismo y burguesa constantemente y en masa y donde seguir existiendo el peligro de restauracin del capitalismo. Y como el proletariado de nuestro pas no vive en el vaco, sino dentro de la vida ms real y concreta, con toda su diversidad, los elementos burgueses, que surgen sobre la base de la pequea produccin, cercan al proletariado por todas partes de elemento pequeoburgus, lo impregnan de este elemento, lo corrompen con l, provocan constantemente en el seno del proletariado recadas de pusilanimidad pequeoburguesa, de atomizacin, de individualismo, de oscilaciones entre la exaltacin y
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Subrayado por m. J. St. Subrayado por m. J. St.

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Sobre el peligro de derecha en el PC(b) de la URSS el abatimiento (Lenin, t. XXV, pg. 189) e infunden, de este modo, al proletariado y a su Partido ciertas vacilaciones, cierta indecisin. Ah reside la raz y la base de todo gnero de vacilaciones y desviaciones contra la lnea leninista en las filas de nuestro Partido. Por eso no hay que considerar como un asunto balad el problema de la desviacin derechista o izquierdista- dentro de nuestro Partido. En qu consiste el peligro de la desviacin de derecha, francamente oportunista, dentro de nuestro Partido? En que menosprecia la fuerza de nuestros enemigos, la fuerza del capitalismo, en que no ve el peligro de restauracin del capitalismo, en que no comprende la mecnica de la lucha de clases en las condiciones de la dictadura del proletariado, por cuya razn hace con tanta facilidad concesiones al capitalismo, exigiendo que se amortige el ritmo del desarrollo de nuestra industria, exigiendo que se den facilidades a los elementos capitalistas del campo y de la ciudad, exigiendo que se relegue a segundo plano el problema de los koljoses y de los sovjoses, exigiendo que se suavice el monopolio del comercio exterior, etc., etc. Es indudable que el triunfo de la desviacin de derecha en nuestro Partido desencadenara las fuerzas del capitalismo, minara las posiciones revolucionarias del proletariado y aumentara las probabilidades de restauracin del capitalismo en nuestro pas. En qu consiste el peligro de la desviacin izquierdista (trotskista) dentro de nuestro Partido? En que sobrestima la fuerza de nuestros enemigos, la fuerza del capitalismo, en que ve nicamente la posibilidad de restauracin del capitalismo y no advierte la posibilidad de llevar a cabo la edificacin del socialismo con las fuerzas de nuestro pas, en que se deja llevar de la desesperacin y se ve obligado a consolarse hablando de un supuesto termidorismo en nuestro Partido. De las palabras de Lenin cuando dice que, mientras vivamos en un pas de pequeas haciendas campesinas, el capitalismo tendr en Rusia una base econmica ms slida que el comunismo, de estas palabras de Lenin, la desviacin de izquierda saca la falsa conclusin de que en la URSS es absolutamente imposible llevar a cabo la edificacin del socialismo, de que no se conseguir nada con los campesinos, de que la idea de la alianza de la clase obrera con los campesinos es una idea caduca, de que si no llega a tiempo en nuestra ayuda la revolucin victoriosa en Occidente, la dictadura del proletariado en la URSS deber hundirse o degenerar, de que si no se acepta un plan fantstico de superindustrializacin, aunque para realizarlo haya que romper con los campesinos, se tendr que dar por fracasada la causa del socialismo en la URSS. De aqu el aventurerismo en la poltica de los

189 desviacionistas de izquierda. De aqu los saltos sobrehumanos en la poltica. Es indudable que el triunfo de la desviacin de izquierda en nuestro Partido llevara a que la clase obrera se alejase de su base campesina, a que la vanguardia de la clase obrera se alejase del resto de la masa obrera, lo que, a su vez, conducira a la derrota del proletariado y facilitara la restauracin del capitalismo. Como veis, ambos peligros, el de izquierda y el de derecha, ambas desviaciones respecto de la lnea leninista, es decir, la desviacin de derecha y la de izquierda, llevan, aunque partiendo de diferentes extremos, al mismo resultado. Cul de estos peligros es el peor? Yo creo que ambos son peores. La diferencia entre esas dos desviaciones, desde el punto de vista de una lucha eficaz contra ellas, consiste en que el peligro de la desviacin de izquierda es ms claro para el Partido, en este momento, que el de la desviacin de derecha. La circunstancia de que llevemos ya varios aos luchando intensamente contra la desviacin de izquierda no poda, naturalmente, pasar en vano para el Partido. Es evidente que, en los aos de la lucha contra la desviacin izquierdista, contra la desviacin trotskista, el Partido ha aprendido mucho, y ya no es fcil engaarlo con frases izquierdistas. Por lo que se refiere al peligro de derecha, que exista ya antes y que ahora se manifiesta ms acusadamente a consecuencia de haberse fortalecido el elemento pequeoburgus debido a la crisis del ao pasado en los acopios, yo creo que es menos claro para ciertos sectores de nuestro Partido. Por eso, la tarea consiste en acentuar la lucha contra la desviacin de derecha sin atenuar ni un pice la lucha contra el peligro izquierdista, contra el peligro trotskista, y en tomar todas las medidas necesarias para conseguir que el peligro de esa desviacin sea tan claro para el Partido como lo es el peligro trotskista. El problema de la desviacin de derecha quiz no se planteara ante nosotros con un carcter tan agudo como el que hoy presenta, si no estuviese relacionado con el problema de las dificultades de nuestro desarrollo. Pero el hecho es, precisamente, que la existencia de la desviacin derechista complica las dificultades de nuestro desarrollo y frena su superacin. Precisamente por eso, porque el peligro derechista entorpece la lucha para vencer estas dificultades, es por lo que el problema de eliminar ese peligro adquiere para nosotros particular importancia. Dos palabras sobre el carcter de nuestras dificultades. Conviene tener presente que nuestras dificultades no pueden de ningn modo ser consideradas dificultades debidas a una situacin de estancamiento o de decadencia. Hay dificultades

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190 derivadas de la decadencia de la economa o de su estancamiento, en cuyo caso se hacen esfuerzos por conseguir que el estancamiento sea menos doloroso o la decadencia de la economa menos profunda. Nuestras dificultades no tienen nada de comn con eso. El rasgo caracterstico de nuestras dificultades consiste en que son dificultades de ascenso, dificultades de crecimiento. Cuando nosotros hablamos de dificultades, nos referimos, generalmente, al tanto por ciento en que debemos elevar nuestra industria, al tanto por ciento en que debemos aumentar la superficie de siembra, a la cantidad de puds en que hay que elevar la cosecha por hectrea, etc., etc. Y precisamente porque nuestras dificultades son dificultades ligadas al ascenso, y no dificultades originadas por la decadencia o el estancamiento, no representan para el Partido un gran peligro. Pero las dificultades son, con todo y con eso, dificultades. Y como para vencerlas hace falta poner en tensin todas las fuerzas, hacen falta firmeza y tenacidad, y no todos poseen estas cualidades en grado suficiente, tal vez por cansancio o por agotamiento o porque se prefiera una vida ms tranquila, sin luchas ni zozobras, comienzan precisamente las vacilaciones y la indecisin, los virajes hacia la lnea de menor resistencia; empieza a hablarse de la necesidad de atenuar el ritmo de desarrollo de la industria, de dar facilidades a los elementos capitalistas; se niegan los koljoses y los sovjoses y, en general, todo lo que se salga de la situacin habitual y apacible del trabajo cotidiano. Pero no podremos avanzar si no vencemos las dificultades que se alzan ante nosotros. Y para vencer esas dificultades, lo primero que hace falta es acabar con el peligro de derecha, lo primero que hace falta es vencer a la desviacin derechista, que frena la lucha contra las dificultades e intenta quebrantar la voluntad de nuestro Partido en la lucha por vencer esas dificultades. Me refiero, naturalmente, a la lucha real, y no a la lucha verbal, a la lucha sobre el papel contra la desviacin de derecha. Hay en nuestro Partido gente dispuesta, para tranquilizar su conciencia, a proclamar la lucha contra el peligro de derecha de manera parecida a la que emplean a veces los popes al cantar el Aleluya, aleluya, pero que no toman ninguna medida prctica, absolutamente ninguna, para organizar sobre una base firme la lucha contra la desviacin derechista y vencerla de hecho. Esa tendencia la llamamos nosotros transigencia con respecto a la desviacin de derecha, francamente oportunista. No es difcil comprender que la lucha contra esta transigencia es inseparable de la lucha general contra la desviacin derechista, contra el peligro de derecha, pues es imposible vencer la desviacin derechista, la desviacin oportunista, sin luchar sistemticamente contra los transigentes, que

J. V. Stalin dan amparo bajo sus alas a los oportunistas. La cuestin de los portadores de la desviacin derechista tiene, indudablemente, inters, aunque no es lo que resuelve el problema. Tuvimos ocasin de tropezar con portadores del peligro derechista en las organizaciones de base de nuestro Partido el ao pasado, durante la crisis en los acopios de cereales, cuando muchos comunistas de los subdistritos y de las aldeas se manifestaron contra la poltica del Partido, actuando en pro de la alianza con los kulaks. Como sabis, esos elementos han sido expulsados de nuestro Partido esta primavera, cosa que se menciona especialmente en el conocido documento del CC de nuestro Partido, publicado en febrero de este ao. Pero sera una equivocacin decir que en el Partido no queda ya ninguno de esos elementos. Si subiramos de la base a las organizaciones distritales y provinciales del Partido y escarbsemos a fondo en el aparato de los Soviets y de las cooperativas, podramos descubrir tambin en ellos, sin gran esfuerzo, portadores del peligro derechista y de la transigencia con ste. Son conocidas las cartas, declaraciones y otros documentos de varios funcionarios del aparato de nuestro Partido y de los Soviets en los que se refleja de un modo muy concreto la inclinacin hacia la desviacin derechista. Como sabis, a estas cartas y documentos se aluda en el acta taquigrfica del Pleno de julio del CC. Si nos remontamos todava ms y planteamos la cuestin respecto a los miembros del CC, habremos de reconocer que tambin en l hay elementos, aunque ciertamente muy insignificantes, de transigencia con el peligro de derecha. El acta taquigrfica del Pleno de julio del CC es una prueba palmaria de ello. Y en el Bur Poltico? Hay en el Bur Poltico alguna desviacin? No; en nuestro Bur Poltico no hay derechistas, ni izquierdistas, ni transigentes con unos ni con otros. Esto hay que decirlo aqu del modo ms categrico. Ya es hora de acabar con los chismes de los enemigos, del Partido y de los oposicionistas de toda clase, que dicen que en el Bur Poltico de nuestro CC existe una desviacin derechista o una actitud transigente respecto a ella. Se han producido vacilaciones y titubeos en la organizacin de Mosc o en su rgano dirigente, el Comit de Mosc? S, se han producido. Sera necio querer afirmar ahora que no se han dado titubeos y vacilaciones. El sincero discurso de Penkov es una prueba palmaria de ello. Penkov no es un hombre de ltima fila en la organizacin y en el Comit de Mosc. Y ya habis escuchado cmo ha reconocido, abierta y francamente, sus errores en muchos e importantsimos problemas de la poltica de nuestro Partido. Eso no quiere decir, naturalmente, que todo el Comit de Mosc se haya dejado llevar por esas vacilaciones. Nada de eso. Documentos como el

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Sobre el peligro de derecha en el PC(b) de la URSS mensaje dirigido en octubre de este ao por el Comit de Mosc a los afiliados de su organizacin demuestran de un modo indudable que el Comit de Mosc ha logrado sobreponerse a las vacilaciones de algunos de sus miembros. Y no dudo de que el ncleo dirigente del Comit de Mosc lograr corregir definitivamente la situacin. Algunos camaradas estn disgustados porque las organizaciones distritales del Partido han tomado cartas en el asunto, planteando la necesidad de acabar con los errores Y las vacilaciones de tales o cuales dirigentes de la organizacin de Mosc. No acierto a comprender las razones de ese disgusto. Qu puede haber de malo en que los activos distritales de la organizacin de Mosc hayan hecho or su voz, exigiendo la eliminacin de los errores y las vacilaciones? Acaso nuestro trabajo no transcurre bajo el signo de la auto crtica desde abajo? Acaso no es un hecho que la autocrtica estimula la actividad de la base del Partido y de la masa proletaria en general? Qu tiene, pues, de malo o de peligroso el que los activos distritales hayan estado a la altura de las circunstancias? Ha procedido acertadamente el CC al intervenir en este asunto? Yo creo que el CC ha procedido acertadamente. Berzin estima que el CC procede con excesiva dureza, al plantear que se destituya a un dirigente de una organizacin de distrito, contra el que se manifest su organizacin. Pero esto es completamente errneo. Podra recordarle a Berzin algunos episodios de 1919 1920, cuando ciertos miembros del CC, que cometieron errores, no muy graves, a mi juicio, respecto a la lnea del Partido, fueron ejemplarmente sancionados, a propuesta de Lenin; y, por cierto, uno de ellos fue destinado al Turkestn y otro estuvo a punto de ser expulsado del CC. Tena razn Lenin, al proceder as? Yo creo que tena toda la razn. La situacin en el CC no era entonces la de hoy. La mitad del CC segua a Trotski, y no exista una situacin firme en el seno del propio CC. Hoy, el CC procede de un modo incomparablemente ms suave. Por qu? Acaso porque nosotros pretendamos ser ms benignos que Lenin? No, no es por eso. Lo que ocurre es que hoy la situacin del CC es ms firme que entonces y esto le permite proceder con mayor suavidad. Tampoco tiene razn Srajov al afirmar que el CC no tom cartas en el asunto con la rapidez debida. Y no tiene razn, pues l ignora, al parecer, que, en rigor, el CC empez a ocuparse del asunto en febrero de este ao. Sjarov, si lo desea, puede convencerse de ello. Es cierto que la intervencin del CC no di inmediatamente resultados positivos. Pero sera peregrino echarle la culpa al CC. Conclusiones: 1) el peligro derechista es un peligro grave para nuestro Partido, pues tiene sus races en la situacin

191 econmico-social de nuestro pas; 2) el peligro de la desviacin derechista lo agrava la existencia de dificultades que es imposible vencer si no se vence la desviacin derechista y la transigencia con ella; 3) en la organizacin de Mosc ha habido vacilaciones y titubeos, ha habido elementos de inestabilidad; 4) el ncleo del Comit de Mosc, con la ayuda del CC y de los activos de las organizaciones de distrito, ha tomado todas las medidas necesarias para acabar con las vacilaciones; 5) no puede caber duda de que el Comit de Mosc lograr sobreponerse a los errores que se han perfilado; 6) la tarea consiste en acabar con la lucha interna, en fundir en un solo bloque la organizacin de Mosc y en llevar a cabo con xito las nuevas elecciones de dirigentes de las clulas sobre la base de una amplia autocrtica. Publicado el 23 de octubre de 1928 en el nm. 247 de Pravda.

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SOBRE LA INDUSTRIALIZACIN DEL PAS Y LA DESVIACIN DE DERECHA EN EL PC(b) DE LA URSS Discurso en el Pleno del CC del PC(b) de la URSS del 19 de noviembre 1928264 (Extracto) I. La cuestin del ritmo del desarrollo de la industria Nuestras tesis arrancan de que el rpido ritmo del desarrollo de la industria en general, y de la produccin de medios de produccin en particular, es el principio fundamental y la clave de la industrializacin del pas, el principio fundamental y la clave de la transformacin de toda nuestra economa nacional sobre la base del desarrollo socialista. Pero qu significa un ritmo rpido del desarrollo de la industria? Significa ms inversiones capitales en ella. Y esto hace que todos nuestros planes, tanto el presupuestario como el extrapresupuestario, sean muy duros. Y, en efecto, el rasgo caracterstico de nuestras cifras control en los ltimos tres aos, en el perodo de la reconstruccin, consiste en que se fijan y cumplen bajo el signo de una gran tensin de fuerzas. Lo mismo si tomis nuestras cifras control y examinis nuestros clculos presupuestarios que si conversis con nuestros camaradas de Partido -tanto con los que trabajan en las organizaciones del Partido como con los que dirigen nuestra edificacin sovitica, econmica y cooperativa- percibiris siempre un rasgo caracterstico: la dureza de nuestros planes. Surge la cuestin de si necesitarnos en general que los planes sean tan duros. No podramos prescindir de esa dureza? Acaso no se puede trabajar a un ritmo ms lento, en un ambiente de mayor tranquilidad? No se deber el rpido ritmo de desarrollo de la industria a que los miembros del Bur Poltico y del Consejo de Comisarios del Pueblo son hombres demasiado inquietos? Est claro que no! En el Bur Poltico y en el Consejo de Comisarios del Pueblo, la gente es serena
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El Pleno del Comit Central del PC(b) de la URSS se celebr del 16 al 24 de noviembre de 1928. El Pleno examin las cifras control de la economa nacional para 1928-1929 y tambin otras cuestiones. El 19 de noviembre, J. V. Stalin intervino en la sesin del Pleno sobre la primera cuestin del orden del da, pronunciando su discurso La industrializacin del pas y la desviacin de derecha en el PC(b) de la URSS.

y tranquila. Hablando en abstracto, haciendo abstraccin de la situacin exterior e interior, podramos, naturalmente, aminorar el ritmo. Pero lo que ocurre es que, en primer trmino no podemos hacer abstraccin de la situacin exterior e interior y, en segundo trmino, si partimos de la situacin circundante, no podemos por menos de reconocer que es precisamente esa situacin la que nos impone un rpido ritmo de desarrollo de nuestra industria. Permitidme que pase a analizar esa situacin, esas condiciones de ndole exterior e interior que nos imponen un rpido ritmo de desarrollo de la industria. Condiciones exteriores. Nosotros hemos llegado al Poder en un pas de tcnica terriblemente atrasada. Al lado de escasas grandes empresas industriales dotadas, ms o menos, de maquinaria moderna, tenemos miles de fbricas cuya maquinaria no resiste la menor crtica desde el punto de vista de los adelantos de nuestros das. Mientras tanto, nos rodean pases capitalistas que poseen una tcnica industrial mucho ms desarrollada y ms moderna que la de nuestro pas. Fijaos en los pases capitalistas y veris que en ellos la tcnica no slo marcha, sino que corre adelante, sobrepasando a las viejas formas de la tcnica industrial. Y resulta que en nuestro pas tenemos, de una parte, el rgimen ms avanzado, el rgimen sovitico, y el Poder ms avanzado del mundo, el Poder Sovitico y, de otra parte, una tcnica industrial extraordinariamente atrasada, como base del socialismo y del Poder Sovitico. Creis que puede lograrse la victoria definitiva del socialismo en nuestro pas mientras exista esa contradiccin? Qu hacer para eliminar esa contradiccin? Para ello hay que alcanzar y sobrepasar la tcnica avanzada de los pases capitalistas desarrollados. Nosotros hemos alcanzado y sobrepasado a los pases capitalistas adelantados en cuanto al establecimiento de un nuevo rgimen poltico, del rgimen sovitico. Eso est bien. Pero no basta. Para lograr la victoria definitiva del socialismo en nuestro pas es necesario, adems, alcanzar y sobrepasar a esos pases en el aspecto tcnico-econmico. O lo hacemos as o nos aplastarn. Eso no slo es cierto desde el punto de vista de la

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Sobre la industrializacin del pas y la desviacin de derecha en el PC(b) de la URSS edificacin completa del socialismo. Lo es tambin desde el punto de vista de la garanta de la independencia de nuestro pas en una situacin de cerco capitalista. Es imposible garantizar la independencia de nuestro pas si no se cuenta con una base industrial suficiente para la defensa. Es imposible crear esa base industrial si la industria no dispone de una tcnica de primera clase. Para eso necesitamos, y eso es lo que nos lo impone, un rpido ritmo de desarrollo de la industria. El atraso tcnico-econmico de nuestro pas no lo hemos inventado nosotros. Es un atraso secular, que hemos heredado de toda la historia de nuestro pas. Ese atraso se dejaba sentir como un gran mal ya antes, en el perodo anterior a la revolucin, y se deja sentir tambin despus, en el perodo posterior a la revolucin. Lo que haca Pedro el Grande cuando, al tener que vrselas con pases del Occidente ms adelantados, construa febrilmente fbricas para abastecer al ejrcito y reforzar la defensa del pas, era un intento sui generis de salir del atraso. Sin embargo, es bien comprensible que ninguna de las viejas clases, ni la aristocracia feudal, ni la burguesa, pudiera cumplir la tarea de sacar del atraso a nuestro pas. Es ms, esas clases no slo no podan realizar esta tarea, sino que ni siquiera eran capaces de plantearla en forma ms o menos satisfactoria. El atraso secular de nuestro pas nicamente puede ser eliminado sobre la base de la edificacin socialista victoriosa. Y eso slo puede hacerlo el proletariado, que ha erigido su dictadura y tiene en sus manos la direccin del pas. Sera necio consolarse pensando que, si el atraso de nuestro pas no ha sido inventado por nosotros, sino que nos ha sido legado por toda su historia, no podemos y no debemos responder de l. Eso sera equivocado, camaradas. Si hemos llegado al Poder y nos hemos impuesto la tarea de transformar el pas sobre principios socialistas, respondemos y tenemos que responder de todo de lo malo y de lo bueno. Y precisamente porque respondemos de todo, debemos eliminar nuestro atraso tcnico-econmico. Debemos hacerlo obligatoriamente, si es que queremos de verdad alcanzar y sobrepasar a los pases capitalistas adelantados. Y eso podemos hacerlo slo nosotros, los bolcheviques. Precisamente para cumplir esta tarea, debemos imprimir sistemticamente un ritmo rpido al desarrollo de nuestra industria. Y que ya hemos dado un ritmo rpido al desarrollo de nuestra industria lo ve ahora todo el mundo. La cuestin de que es preciso alcanzar y sobrepasar a los pases capitalistas adelantados en el aspecto tcnico-econmico no es para nosotros, los bolcheviques, nada nuevo ni inesperado. Esta cuestin surgi ya en 1917, en el perodo precedente a la Revolucin de Octubre. La plante Lenin ya en septiembre de 1917, en vsperas de la Revolucin de Octubre, en el perodo de la guerra imperialista, en su

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folleto La catstrofe que nos amenaza y cmo combatirla. He aqu lo que deca Lenin al respecto: La revolucin hizo que en algunos meses Rusia alcanzase por su rgimen poltico a los pas adelantados. Pero esto no basta. La guerra es implacable y presenta la cuestin con despiadada agudeza: perecer o alcanzar y sobrepasar tambin econmicamente a los pases adelantados... Perecer o avanzar a todo vapor. As plantea la historia la cuestin (t. XXI, pg. 191). Ya veis con qu crudeza planteaba Lenin la cuestin de eliminar nuestro atraso tcnicoeconmico. Lenin escribi todo eso en vsperas de la Revolucin de Octubre, antes de la toma del Poder por el proletariado, cuando los bolcheviques no tenan an ni el Poder, ni una industria socializada, ni una amplia red de cooperativas que abarcan a millones de campesinos, ni los koljoses, ni los sovjoses. Ahora, cuando ya poseemos algo esencial para eliminar de raz nuestro atraso tcnicoeconmico, podramos parafrasear a Lenin ms o menos como sigue: Hemos alcanzado y sobrepasado a los pases capitalistas adelantados en el sentido poltico, construyendo la dictadura del proletariado. Pero eso no basta. Debemos utilizar la dictadura del proletariado, nuestra industria socializada, el transporte, el sistema de crdito, etc., las cooperativas, los koljoses, los sovjoses, etc., para alcanzar y sobrepasar tambin econmicamente a los pases capitalistas adelantados. La cuestin del rpido ritmo de desarrollo de la industria no se planteara con tanto apremio como se plantea hoy si tuviramos una industria y una tcnica tan desarrolladas como, pongamos por caso, las de Alemania, si el peso relativo de la industria en toda la economa nacional fuese en nuestro pas tan elevado como, pongamos por caso, en Alemania. De darse esas condiciones, podramos desarrollar la industria a un ritmo menos rpido, sin el temor de quedar a la zaga de los pases capitalistas y con la certidumbre de que podramos aventajarles de un solo impulso. Pero entonces no padeceramos el gran atraso tcnico-econmico que padecemos hoy. El quid de la cuestin reside, precisamente, en que en este sentido estamos ms atrasados que Alemania y muy lejos de haberla alcanzado en el aspecto tcnico-econmico. La cuestin del rpido desarrollo de la industria no se planteara con tanto apremio si, en vez de ser el nico pas de dictadura del proletariado, fusemos uno entre otros pases de dictadura del proletariado, si hubiese dictadura proletaria no slo en nuestro pas, sino tambin en otros pases ms adelantados, como Alemania y Francia, pongamos por caso.

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194 De darse esas condiciones, el cerco capitalista no representara para nosotros el grave peligro que representa hoy, el problema de la independencia econmica de nuestro pas quedara, naturalmente, relegado a segundo plano, podramos incluirnos en el sistema de los Estados proletarios ms desarrollados, podramos recibir de ellos mquinas para fecundizar nuestra industria y nuestra agricultura, a cambio de materias primas y de vveres; podramos, por tanto, desarrollar nuestra industria a un ritmo menos rpido. Pero vosotros sabis bien que esas condiciones no se dan an y que seguimos siendo, hoy por hoy, el nico pas de dictadura del proletariado, un pas cercado de pases capitalistas, muchos de los cuales nos llevan gran ventaja en el aspecto tcnico-econmico. Por eso Lenin planteaba el problema de alcanzar y sobrepasar econmicamente a los pases adelantados como una cuestin de vida o muerte para nuestro desarrollo. Tales son las condiciones exteriores que nos imponen un ritmo rpido de desarrollo industrial. Condiciones interiores. Pero, adems de las condiciones exteriores, hay condiciones interiores que nos imponen un rpido ritmo de desarrollo de nuestra industria, principio rector de toda nuestra economa nacional. Me refiero al extraordinario atraso de nuestra agricultura, de su tcnica, de sus mtodos de cultivo. Me refiero a que en nuestro pas constituyen una mayora aplastante los pequeos productores de mercancas, con su produccin atomizada y de un atraso absoluto, en comparacin con la cual nuestra gran industria socialista es como una isla en medio del mar, una isla cuya base se ensancha cada da, pero que no por ello deja de ser una isla en medio del mar. Suele decirse que la industria es el principio rector de toda la economa nacional, comprendida la agricultura, que la industria es la clave para reconstruir sobre la base del colectivismo la agricultura, atrasada y atomizada. Eso es absolutamente cierto. Y no debemos olvidarlo ni un solo instante. Pero hay que recordar tambin que, si bien la industria es el principio rector, la base de su desarrollo es la agricultura, lo mismo como mercado que absorbe su produccin que como proveedora de materias primas y vveres y como fuente de las reservas de exportacin necesarias para importar las instalaciones precisas a la economa nacional. Se puede impulsar la industria dejando a la agricultura en un completo atraso tcnico, sin asegurar a la industria su base agrcola, sin transformar la agricultura y adaptarla a la industria? No, no se puede. De aqu la tarea de proporcionar a la agricultura el mximo de instrumentos y medios de produccin necesarios para acelerar e impulsar su reconstruccin sobre una nueva base tcnica. Ahora bien, para ello es imprescindible que nuestra industria se desarrolle

J. V. Stalin a un ritmo rpido. La reconstruccin de la agricultura, atomizada y dispersa, es, claro est, incomparablemente ms difcil que la reconstruccin de la industria socialista, unida y centralizada. Pero esta tarea est an por resolver y debemos cumplirla. Y la nica forma de cumplirla es desarrollar la industria a un ritmo rpido. No es posible que el Poder Sovitico y la edificacin socialista descansen indefinidamente, es decir, durante un perodo demasiado largo, sobre dos bases distintas: la base de la industria socialista, la ms grande y unificada, y la base de la economa campesina ms atomizada y atrasada, de escasa produccin mercantil. Hay que dar gradual, pero sistemtica y tenazmente a la agricultura una nueva base tcnica, la base de la gran produccin, acercndola a la industria socialista. O cumplimos esta tarea, en cuyo caso estar asegurada la victoria definitiva del socialismo en nuestro pas, o la abandonamos, no la cumplimos, en cuyo caso la regresin al capitalismo puede llegar a hacerse inevitable. He aqu lo que dice Lenin a este propsito: Mientras vivamos en un pas de pequeas haciendas campesinas, el capitalismo tendr en Rusia una base econmica ms slida que el comunismo. Es necesario recordarlo. Todo el que observa atentamente la vida del campo, comparndola con la vida de la ciudad, sabe que no hemos extirpado las races del capitalismo, ni hemos eliminado el fundamento, la base del enemigo interior. Este se apoya en la pequea hacienda, y para quebrantarlo no hay ms que un medio: dar a la economa del pas, comprendida la agricultura, una nueva base tcnica, la base tcnica de la gran produccin moderna. Y esta base no puede ser ms que una: la electricidad. El comunismo es el Poder Sovitico ms la electrificacin de todo el pas" (t. XXVI, pg. 46). Como veis, por electrificacin del pas no entiende Lenin la construccin de alguna que otra central elctrica, sino el proceso gradual de dar a la economa del pas, comprendida la agricultura,265 una nueva base tcnica, la base tcnica de la gran produccin moderna, ligada, de uno u otro modo, directa o indirectamente, con la electrificacin. Este discurso lo pronunci Lenin en el VIII Congreso de los Soviets, en diciembre de 1920, en vsperas de la implantacin de la Nep, cuando fundament el llamado plan de electrificacin, conocido por plan Goelr. Algunos camaradas afirman, basndose en ello, que las tesis contenidas en esa cita no pueden aplicarse a la presente situacin. Por qu?, pregunto yo. Porque -dicen ellos- desde entonces ha llovido mucho. Naturalmente, es cierto que desde entonces ha
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Subrayado por m. J. St.

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Sobre la industrializacin del pas y la desviacin de derecha en el PC(b) de la URSS llovido mucho. Ahora tenemos una industria socialista desarrollada, tenemos los koljoses, como fenmeno de masas, tenemos los viejos y los nuevos sovjoses, tenemos una amplia red de cooperativas desarrolladas, tenemos las estaciones de alquiler al servicio de las haciendas campesinas, practicamos el mtodo de la contratacin, como nueva forma de la ligazn, y podernos poner en juego todos estos y muchos otros resortes para dar gradualmente a la agricultura una nueva base tcnica. Todo eso es cierto. Pero tambin lo es que, no obstante, seguimos siendo un pas de pequeas haciendas campesinas con predominio de la pequea produccin. Eso es lo fundamental. Y en tanto ello sea as, conservar tambin su vigor la tesis de Lenin de que, mientras vivamos en un pas de pequeas haciendas campesinas, el capitalismo tendr en Rusia una base econmica ms slida que el comunismo, de que, por consiguiente, el peligro de restauracin del capitalismo no es una frase vaca. Lo mismo dice Lenin, pero en forma ms tajante, en su plan del folleto Sobre el impuesto en especie, escrito ya despus de la implantacin de la Nep (marzo-abril de 1921): Si llevamos a cabo la electrificacin dentro de 10 20 aos, no pueden causarnos ni sombra de temor el individualismo del pequeo agricultor ni su comercio libre en escala local. Si no llevamos a cabo la electrificacin, de todas maneras ser inevitable la vuelta al capitalismo. Ms adelante dice: 10 20 aos de relaciones acertadas con los campesinos, y estar asegurada la victoria en escala mundial (aunque se retrasen las revoluciones proletarias, que maduran); de otro modo, 20 40 aos de sufrimientos bajo el terror blanco (t. XXVI, pg. 313). Ah tenis lo terminantemente que plantea Lenin el problema: o electrificacin, es decir, dar a la economa del pas, comprendida la agricultura, una nueva base tcnica, la base tcnica de la gran produccin moderna, o la vuelta al capitalismo. Ah tenis cmo entiende Lenin el problema de las relaciones acertadas con el campesinado. No se trata de hacer mimos al campesino como forma de crear relaciones acertadas con l, pues con los mimos no se puede ir muy lejos; de lo que se trata es de ayudar al campesino a dar a su hacienda una nueva base tcnica, la base tcnica de la gran produccin moderna, ya que sa es la va principal para liberar al campesinado de la miseria. Pero es imposible dar a la economa del pas una nueva base tcnica sin desarrollar a un rpido ritmo nuestra industria y, ante todo, la produccin de

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medios de produccin. Esto es lo que puede decirse de las condiciones interiores que nos imponen un ritmo rpido de desarrollo industrial. He ah las condiciones de orden exterior e interior determinantes de que las cifras control de nuestra economa nacional requieran una gran tensin para su cumplimiento. Esa es la causa de que nuestros planes econmicos, tanto el presupuestario como el extrapresupuestario, exijan para su cumplimiento una gran tensin de fuerzas y grandes inversiones en obras bsicas a fin de mantener el rpido ritmo de desarrollo de nuestra industria. Puede preguntarse dnde se habla de eso en las tesis, en qu lugar se dice. (Una voz: S, dnde se dice?). De ello habla en las tesis la suma de las inversiones capitales en la industria para 1928-1929. Las tesis se denominan tesis sobre las cifras control. No es as, camaradas? (Una voz: As es) Pues bien, en esas tesis se dice que en 1928-1929 invertimos en obras bsicas para la industria 1.650 millones de rublos. Con otras palabras: invertimos este ao en la industria 330 millones de rublos ms que el ao pasado. Resulta, pues, que no slo mantenernos el ritmo del desarrollo de la industria, sino que damos un paso ms, invirtiendo en la industria ms que el ao pasado, es decir, aumentando absoluta y relativamente las obras bsicas en la industria. Ese es el quid de las tesis sobre las cifras control de la economa nacional. Pero algunos camaradas no han advertido el elefante. Han criticado por todos los lados las tesis sobre las cifras control, fijndose en pequeeces, pero no han visto lo principal. Publicado el 24 de noviembre de 1928 en el nm. 273 de Pravda.

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SOBRE LA DESVIACIN DERECHISTA EN EL PC(b) DE LA URSS Discurso en el Pleno del CC y de la CCC del PC(b) de la URSS el abril de 1929 (Extractos) II. Los cambios en las relaciones de clase y nuestras discrepancias En qu consisten nuestras discrepancias?, a qu cuestiones se refieren? Se refieren, ante todo, a los cambios en las relaciones de clase que se vienen produciendo ltimamente en nuestro pas y en los pases capitalistas. Ciertos camaradas piensan que las discrepancias existentes en nuestro Partido tienen un carcter casual. Esto es falso, camaradas, absolutamente falso. Las discrepancias existentes en el seno de nuestro Partido provienen de los cambios aperados en las relaciones de clase, se deben al recrudecimiento de la lucha de clase que se viene produciendo en estos ltimos tiempos y que determina un viraje en la marcha de las cosas. El error fundamental del grupo de Bujarin consiste en no ver estos cambios operados en las relaciones y este viraje, en no verlos y no querer advertirlos. Eso explica, en realidad, su incomprensin de las nuevas tareas del Partido y de la Internacional Comunista, incomprensin que constituye el rasgo caracterstico de la oposicin bujarinista. Habis observado, camaradas, cmo, en sus discursos ante el Pleno del CC y de la CCC, los dirigentes de la oposicin bujarinista han eludido en absoluto el problema de los cambios en las relaciones de clase ocurridos en nuestro pas, no han dicho ni una palabra acerca del recrudecimiento de la lucha de clases y no han aludido siquiera de pasada a la relacin que guardan nuestras discrepancias precisamente con este recrudecimiento de la lucha de clases? Han hablado de todo; han hablado de filosofa y de teora; pero no han dicho ni una palabra de los cambios en las relaciones de clase, que son los que determinan la orientacin y la actuacin prctica de nuestro Partido en el momento actual. A qu obedece este hecho tan peregrino? Se deber al olvido? Naturalmente que no! Los polticos no pueden olvidar lo principal. La cosa obedece a que no ven ni comprenden los nuevos procesos revolucionarios que se estn produciendo en la actualidad, tanto en nuestro pas como en los pases capitalistas. La cosa obedece a que se les ha escapado lo fundamental, a que no advierten esos cambios en las relaciones de clase que no se le deben escapar al poltico. Ello explica, principalmente, la perplejidad y la indefensin de que la oposicin bujarinista da pruebas ante las nuevas tareas de nuestro Partido. Recordad los ltimos acontecimientos producidos dentro de nuestro Partido. Recordad las consignas que nuestro Partido lanz ltimamente en razn de los nuevos cambios de las relaciones de clase operados en nuestro pas. Me refiero a consignas como la de autocrtica, como la de intensificacin de la lucha contra el burocratismo y de depuracin del aparato sovitico, la de capacitacin de nuevos cuadros dirigentes de la economa y de especialistas rojos, la de fortalecimiento del movimiento koljosiano y sovjosiano, la de ofensiva contra el kulak, la de reduccin del precio de coste y la de mejoramiento radical de la labor prctica de los sindicatos, la de depuracin del Partido, etc. Para ciertos camaradas, estas consignas eran sorprendentes y desconcertantes, cuando se ve a las claras que son las consignas ms necesarias y ms oportunas del Partido en el momento presente. La cosa comenz cuando, en relacin con el asunto de Shajti266, planteamos de un modo nuevo el problema de los nuevos cuadros dirigentes de la economa, el problema de la formacin de especialistas rojos, salidos de la clase obrera, para sustituir a los viejos tcnicos. Qu ha revelado el asunto de Shajti? Ha revelado que la burguesa no est, ni mucho menos, aplastada: que organiza y seguir organizando el sabotaje contra nuestra edificacin econmica; que nuestras organizaciones econmicas y sindicales y, en parte, las organizaciones de nuestro Partido no advertan la labor de zapa de nuestros enemigos de clase y que, por tanto, era necesario fortalecer y perfeccionar nuestras organizaciones, por todos los medios y poniendo a contribucin todas las fuerzas, y desarrollar y fortalecer su vigilancia de clase. Con este motivo se haca hincapi en la consigna
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Se refiere a la labor subversiva de la organizacin contrarrevolucionaria de especialistas burgueses que de 1923 a 1928 actu en Shajti y en otros distritos de la cuenca del Donetz.

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS de autocrtica. Por qu? Porque no es posible mejorar nuestras organizaciones econmicas, sindicales y del Partido, no es posible impulsar la edificacin del socialismo y poner coto al sabotaje de la burguesa, sin desplegar al mximo la crtica y la autocrtica, sin poner bajo el control de las masas la labor de nuestras organizaciones. Es un hecho que el sabotaje no se manifestaba ni se sigue manifestando slo en las zonas hulleras, sino tambin en la metalurgia, en la industria de guerra, en el Comisariado del Pueblo de Vas de Comunicacin, en la industria del oro y del platino, etc., etc. De ah la consigna de la autocrtica. Adems, teniendo en cuenta las dificultades del acopio de cereales y los ataques de los kulaks contra la poltica sovitica de precios, planteamos con firmeza la necesidad de impulsar por todos los medios la formacin de koljoses y sovjoses, la ofensiva contra el kulak y la organizacin del acopio de cereales, presionando, a este fin, sobre los kulaks y los elementos acomodados del campo. Qu revelaron las dificultades del acopio de cereales? Revelaron que el kulak no se dorma, que creca, que organizaba la labor de zapa contra la poltica del Poder Sovitico y que las organizaciones de nuestro Partido, de los Soviets y de las cooperativas, cuando menos una parte de ellas, o no vean al enemigo, o se adaptaban a l, en vez de combatirlo. De aqu que se hiciera nuevamente hincapi en la consigna de la autocrtica, en la consigna de fiscalizacin y perfeccionamiento de las organizaciones de nuestro Partido, de las cooperativas y de las de acopios en general. Adems, ligada a las nuevas tareas de reestructuracin de la industria y de la agricultura sobre la base del socialismo, plantebase la consigna de reducir sistemticamente el coste de produccin, de fortalecer la disciplina de trabajo, de desarrollar la emulacin socialista, etc. Y estas tareas exigan la revisin de toda la labor prctica de los sindicatos y del aparato de los Soviets, una reanimacin a fondo de estas organizaciones y su depuracin de elementos burocrticos. De aqu que se hiciera hincapi en la consigna de lucha contra el burocratismo en los sindicatos y en el aparato de los Soviets. Finalmente, el porqu de la consigna de depuracin del Partido. Sera ridculo pensar en la posibilidad de fortalecer nuestras organizaciones soviticas, econmicas, sindicales y cooperativas, en la posibilidad de limpiarlas de la basura del burocratismo, sin aguzar el filo del Partido mismo. Es indudable que los elementos burocrticos no anidan slo en las organizaciones econmicas y cooperativas, sindicales y soviticas, sino tambin en las organizaciones del propio Partido. Y si ste es la fuerza rectora de todas esas organizaciones, es

197 evidente que la depuracin del Partido constituye una premisa obligada, sin la cual no puede llevarse a trmino la vivificacin y el mejoramiento de todas las dems organizaciones de la clase obrera. De ah la consigna de depuracin del Partido. Son casuales estas consignas? No, no son casuales. Vosotros mismos veis que no lo son. Estas consignas son eslabones necesarios de una cadena ininterrumpida, que se llama ofensiva del socialismo contra los elementos del capitalismo. Estas consignas responden, ante todo, al perodo de la reestructuracin de nuestra industria y de nuestra agricultura sobre la base del socialismo. Y qu es la reestructuracin de la economa nacional sobre la base del socialismo? Es la ofensiva del socialismo, desplegada en todo el frente contra los elementos capitalistas de la economa nacional. Es un avance importantsimo de la clase obrera de nuestro pas hacia la edificacin del socialismo. Ahora bien, para poder llevar a cabo dicha reestructuracin, lo primero es mejorar y fortalecer los cuadros de la edificacin socialista, tanto los cuadros dirigentes de la economa, de los Soviets y de los sindicatos, como los del Partido y de las cooperativas; es necesario aguzar el filo de todas nuestras organizaciones, limpiarlas de basura, redoblar la actividad de las grandes masas de la clase obrera y del campesinado. Adems, estas consignas responden a la resistencia que los elementos capitalistas de la economa nacional ofrecen a la ofensiva del socialismo. El llamado asunto de Shajti no se puede considerar fortuito. Actualmente hay shajtstas en todas las ramas de nuestra industria. Muchos de ellos han sido capturados, pero no todos, ni mucho menos. El sabotaje de los intelectuales burgueses es una de las formas ms peligrosas de la resistencia contra el avance del socialismo. Y este sabotaje es tanto ms peligroso por cuanto est en contacto con el capital internacional. El sabotaje burgus es prueba indudable de que los elementos capitalistas no se han dado por vencidos, ni mucho menos, sino que acumulan fuerzas para lanzarse a nuevas ofensivas contra el Poder Sovitico. Por lo que se refiere a los elementos capitalistas del campo, todava son menos las razones para calificar de casual los ataques que desde hace ya ms de un ao vienen manteniendo los kulaks contra la poltica sovitica de precios. Muchos no pueden explicarse hasta ahora por qu los kulaks estuvieron entregando voluntariamente el trigo hasta 1927 y a partir de esta fecha dejaron de hacerlo. Pero esto no tiene nada de asombroso. Si antes el kulalk era relativamente dbil y no estaba en condiciones de montar en serio su hacienda, no contaba con capital bastante para fortalecerla, lo cual le obligaba a lanzar al mercado todo o casi todo el excedente de su produccin de cereales, ahora, despus de varios aos de buena cosecha, cuando ha conseguido

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198 organizar su hacienda y reunir el capital necesario, se siente ya capaz de maniobrar en el mercado, puede almacenar trigo -la divisa de las divisas-, hacindose una reserva personal, y prefiere llevar al mercado carne, avena, cebada y otros productos de cultivos secundarios. Hoy sera ridculo confiar en que el kulak va a entregarnos el trigo voluntariamente. Ah est el quid de la actual resistencia del kulak a la poltica del Poder Sovitico. Y qu significa la resistencia de los elementos capitalistas de la ciudad y del campo a la ofensiva del socialismo? Significa la reagrupacin de las fuerzas de los enemigos de clase del proletariado con objeto de defender lo viejo contra lo nuevo. Fcil es comprender que esto tiene que recrudecer forzosamente la lucha de clases. Mas, para aplastar la resistencia de los enemigos de clase y despejar el camino para los avances del socialismo, hace falta, aparte de otras cosas, aguzar el filo de todas nuestras organizaciones, limpiarlas de burocratismo, mejorar sus cuadros y movilizar masas de millones de hombres de la clase obrera y de las capas trabajadoras rurales contra los elementos capitalistas de la ciudad y del campo. A estos cambios en las relaciones de clase obedecen las actuales consignas de nuestro Partido. Otro tanto hay que decir de los cambios en las relaciones de clase producidos en los pases capitalistas. Sera ridculo pensar que la estabilizacin del capitalismo no ha sufrido modificaciones. Y an ms ridculo sera afirmar que la estabilizacin se afianza y va adquiriendo solidez. En realidad, la estabilizacin del capitalismo est siendo minada y se quebranta cada mes, cada da que pasa. La intensificacin de la lucha por los mercados exteriores y las materias primas, el aumento de los armamentos, la agudizacin del antagonismo entre Norteamrica e Inglaterra, los progresos del socialismo en la URSS, la radicalizacin de la clase obrera de los pases capitalistas, la ola de huelgas y de batallas de clase en los pases europeos, el auge del movimiento revolucionario en las colonias, comprendida la India, el avance del comunismo en todos los pases del mundo: todos estos hechos revelan de modo indudable que en los pases del capitalismo estn madurando los elementos de un nuevo auge revolucionario. De ah la tarea de agudizar la lucha contra la socialdemocracia y, ante todo, contra su ala izquierda, como soporte social del capitalismo. De ah la tarea de agudizar, en el seno de los Partidos Comunistas, la lucha contra sus elementos de derecha, como vehculos de la influencia socialdemcrata. De ah la tarea de agudizar la lucha contra las tendencias conciliadoras para con la desviacin derechista, tendencias que sirven de refugio al oportunismo en los Partidos Comunistas.

J. V. Stalin De ah la consigna de depurar de tradiciones socialdemcratas los Partidos Comunistas. De ah la llamada nueva tctica del comunismo en los sindicatos. Ciertos camaradas no comprenden el sentido y la importancia de estas consignas. Pero el marxista comprender siempre que, sin llevar a la prctica estas consignas, es imposible preparar a las masas proletarias para las nuevas batallas de clase, es imposible la victoria sobre la socialdemocracia, es imposible seleccionar lderes verdaderos del movimiento comunista, capaces de llevar a la clase obrera a la lucha contra el capitalismo. He ah, camaradas, los cambios en las relaciones de clase producidos en nuestro pas y en los pases del capitalismo y sobre la base de los cuales han ido surgiendo las presentes consignas de nuestro Partido, lo mismo por lo que se refiere a su poltica interior que a la Internacional Comunista. Nuestro Partido ve estos cambios en las relaciones de clase, comprende la importancia de las nuevas tareas y moviliza las fuerzas para realizarlas. Por eso hace frente a los acontecimientos pertrechado con todas las armas. Por eso no teme las dificultades que se alzan ante l, ya que est preparado para vencerlas. La desgracia del grupo de Bujarin consiste en que no ve estos cambios en las relaciones de clase y no comprende las nuevas tareas del Partido. Y precisamente por eso, porque no las comprende, le domina por completo el desconcierto, est dispuesto a rehuir las dificultades, a retroceder ante ellas y abandonar las posiciones. Habis visto alguna vez a los pescadores capear el temporal en un ro caudaloso, como, por ejemplo, el Yenis? Yo los he visto en varias ocasiones. Unos pescadores, al ver que se avecina la tormenta, despliegan todas sus energas, animan a los compaeros y ponen audazmente proa al temporal: Animo, muchachos! Sujetad bien el timn y hendid las olas. Saldremos adelante!. Pero hay otra clase de pescadores que, en cuanto barruntan la tempestad, se desaniman, comienzan a lamentarse y desmoralizan a su gente: Qu desgracia, se acerca la borrasca! Tumbaos en el fondo de la barca, muchachos, y cerrad los ojos; tal vez las olas nos lleven a la orilla!. Creo que no hace falta demostrar que la actitud y la conducta del grupo de Bujarin se parecen como dos gotas de agua a la actitud y la conducta de los segundos pescadores, los que retroceden despavoridos ante las dificultades. Nosotros decimos que en Europa estn madurando las condiciones para un nuevo auge revolucionario y que esta circunstancia nos dicta nuevas tareas en cuanto al reforzamiento de la lucha contra la desviacin de derecha dentro de los Partidos Comunistas y a la expulsin del Partido de los

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS desviacionistas de derecha, al reforzamiento de la lucha contra el espritu de conciliacin que encubre a los desviacionistas de derecha, al reforzamiento de la lucha contra las tradiciones socialdemcratas dentro de los Partidos Comunistas, etc., etc. Pero Bujarin nos contesta que todo esto son futesas, que no tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en realidad, la cosa se reduce a que la mayora del Comit Central desea meterse con l. Decimos que los cambios en las relaciones de clase producidos en nuestro pas nos dictan tareas nuevas, las cuales requieren reduccin sistemtica del coste de produccin y el fortalecimiento de la disciplina de trabajo en las empresas, y que es imposible cumplir estas tareas sin un cambio radical en toda la labor prctica de los sindicatos. Pero Tamski nos contesta que todo esto son futesas, que no tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en realidad, la cosa se reduce a que la mayora del Comit Central quiere meterse con l. Decimos que la reestructuracin de la economa nacional nos dicta nuevas tareas en cuanto al reforzamiento de la lucha contra el burocratismo del aparato sovitico y econmico, en cuanto a la depuracin de este aparato de elementos podridos y extraos, de saboteadores, etc., etc. Pero Rykov nos contesta que todo esto son futesas, que no tenemos ninguna tarea nueva de ese tipo y que, en realidad, la cosa se reduce a que la mayora del Comit Central quiere meterse con l. No es ridculo esto, camaradas? No es evidente que Bujarim, Rykov y Tomski no ven ms all de sus narices? La desgracia del grupo de Bujarin consiste en que no percibe los nuevos cambios en las relaciones de clase ni comprende las nuevas tareas del Partido. Precisamente por eso, porque no las comprende, se ve obligado a ir a remolque de los acontecimientos y a capitular ante las dificultades. Ah est el quid de nuestras discrepancias. III. Discrepancias en cuanto a la Internacional Comunista Ya he dicho que Bujarin no ve ni comprende las nuevas tareas que se imponen a la Internacional Comunista -expulsar a los elementos de derecha de los Partidos Comunistas, poner freno a las tendencias conciliadoras y depurar de tradiciones socialdemcratas los Partidos Comunistas-, tareas que dictan las condiciones del nuevo auge revolucionario que est madurando. As lo confirman plenamente nuestras discrepancias sobre cuestiones referentes a la Internacional Comunista. Cmo empezaron las discrepancias en este terreno? Empez la cosa con las tesis sobre la situacin

199 internacional que Bujarin present al VI Congreso267. De ordinario, las tesis eran examinadas previamente en el seno de la delegacin del PC(b) de la URSS. Pero, en este caso, dicha condicin no fue observada. Las tesis, con la firma de Bujarin, fueron enviadas a la delegacin del PC(b) de la URSS al mismo tiempo que a las delegaciones extranjeras del VI Congreso. Pero estas tesis resultaron insatisfactorias en numerosos puntos, y la delegacin del PC(b) de la URSS hubo de presentar unas 20 enmiendas. Esta circunstancia coloc en una situacin algo violenta a Bujarin. Pero quin tena la culpa? Para qu necesitaba Bujarin enviar las tesis a las delegaciones extranjeras antes de ser examinadas por la delegacin del PC(b) de la URSS? Poda esta ltima abstenerse de presentar enmiendas, si las tesis no eran satisfactorias? Resultado: de la delegacin del PC(b) de la URSS salieron unas tesis sobre la situacin internacional que eran nuevas en el fondo y que las delegaciones extranjeras empezaron a contraponer a las viejas tesis suscritas por Bujarin. Es evidente que esta violenta situacin no se habra producido si Bujarin no se hubiese precipitado en enviar sus tesis a las delegaciones extranjeras. Yo deseara sealar cuatro enmiendas fundamentales, presentadas a las tesis de Bujarin por la delegacin del PC(b) de la URSS. Deseara sealar estas enmiendas fundamentales para que se vea con mayor claridad el carcter de las divergencias relativas a problemas de la Internacional Comunista. Primera cuestin: el carcter de la estabilizacin del capitalismo. Segn las tesis de Bujarin resultaba que en los momentos actuales no hay nada nuevo que quebrante la estabilizacin capitalista; por el contrario, el capitalismo se rehace y se mantiene, en lo fundamental, con ms o menos solidez. Es evidente que la delegacin del PC(b) de la URSS no poda aceptar esta apreciacin del llamado tercer perodo, es decir, del perodo que estamos atravesando. No poda aceptarla, porque el haber mantenido esta apreciacin del tercer perodo habra podido dar pbulo a nuestros crticos para decir que adoptbamos el punto de vista del llamado saneamiento del capitalismo, es decir, el punto de vista de Hilferding, que los comunistas no podemos
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El VI Congreso de la Internacional Comunista se celebr en Mosc del 17 de julio al 1 de septiembre de 1928. El Congreso seal en sus acuerdos el aumento de las contradicciones internas del capitalismo, las cuales llevaban inevitablemente al quebranto de la estabilizacin capitalista y a una gran agudizacin de la crisis general del capitalismo. El Congreso determin las tareas de la Internacional Comunista dimanantes de las nuevas condiciones de la lucha de la clase obrera, moviliz los Partidos Comunistas para el reforzamiento de la lucha contra la desviacin de derecha, como peligro principal, y contra las tendencias de conciliacin con ella. J. V. Stalin tom parte en la direccin de las labores del Congreso, fue elegido miembro de su presidencia y para la Comisin del programa y la Comisin poltica encargada de redactar las tesis sobre la situacin internacional y las tareas de la Internacional Comunista.

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200 aceptar. En vista de ello, la delegacin del PC(b) de la URSS present una enmienda, haciendo resaltar que la estabilizacin capitalista no es ni puede ser slida, sino que la quebranta y la seguir quebrantando la marcha de los acontecimientos, debido a la agravacin de la crisis del capitalismo mundial. Esto tiene, camaradas, importancia decisiva para las secciones de la Internacional Comunista. De que la estabilizacin capitalista se quebrante o se afiance depende toda la orientacin de los Partidos Comunistas en su labor poltica diaria. De que atravesemos un perodo de descenso del movimiento revolucionario, un perodo de simple acumulacin de fuerzas, o de que vivamos un perodo de maduracin de las condiciones para un nuevo auge revolucionario, un perodo de preparacin de la clase obrera para las luchas de clases venideras, depende la orientacin tctica de los Partidos Comunistas. La enmienda de la delegacin del PC(b) de la URSS, aceptada luego por el Congreso, era buena, precisamente, porque ofreca una orientacin clara hacia la segunda perspectiva, hacia la perspectiva de maduracin de las condiciones para un nuevo auge revolucionario. Segunda cuestin: la lucha contra la socialdemocracia. En las tesis de Bujarin se deca que la lucha contra la socialdemocracia es una de las tareas fundamentales de las secciones de la Internacional Comunista, lo cual es exacto, naturalmente. Pero eso no basta. Para combatir con xito a la socialdemocracia es necesario hacer hincapi en la lucha contra la llamada ala izquierda de la socialdemocracia, contra esa ala izquierda que, jugando con frases izquierdistas y engaando as hbilmente a los obreros, acta de freno para que las masas obreras no abandonen la socialdemocracia. Es evidente que, sin derrotar a los socialdemcratas de izquierda, es imposible vencer a la socialdemocracia en general. Pues bien, las tesis de Bujarin daban de lado en absoluto el problema de la socialdemocracia de izquierda; eso, claro est, constitua una gran deficiencia, en vista de lo cual la delegacin del PC(b) de la URSS hubo de presentar a las tesis de Bujarin la correspondiente enmienda, aceptada luego por el Congreso. Tercera cuestin: el espritu conciliador dentro de las secciones de la Internacional Comunista. En las tesis de Bujarin se hablaba de la necesidad de combatir la desviacin de derecha, pero no se deca una palabra de luchar contra las tendencias de conciliacin con ella. Eso, naturalmente, era una gran deficiencia. El caso es que, cuando se declara la guerra a la desviacin de derecha, sus adeptos se disfrazan generalmente de conciliadores y colocan al Partido en una situacin difcil. Para salir al paso a esta maniobra de los desviacionistas de derecha, es necesario plantear la lucha resuelta contra el espritu

J. V. Stalin conciliador. Por eso, la delegacin del PC(b) de la URSS consider necesario presentar a las tesis de Bujarin la correspondiente enmienda, aceptada luego por el Congreso. Cuarta cuestin: la disciplina de Partido. En las tesis de Bujarin no se hablaba para nada de la necesidad de mantener una disciplina frrea dentro de los Partidos Comunistas. Eso era tambin un defecto bastante apreciable. Por qu? Porque en el perodo de reforzamiento de la lucha contra la desviacin de derecha, en el perodo en que se aplica la consigna de depurar de elementos oportunistas a los Partidos Comunistas, los desviacionistas de derecha se organizan generalmente en fracciones y establecen su propia disciplina fraccional, quebrantando e infringiendo la disciplina de Partido. Para mantener el Partido a salvo de estos manejos fraccionales de los desviacionistas de derecha, es necesario exigir una disciplina frrea dentro del Partido, a la cual los miembros del Partido se deben someter incondicionalmente. De otro modo, no hay ni que pensar en una lucha seria contra la desviacin derechista. Por eso, la delegacin del PC(b) de la URSS present a las tesis de Bujarin la correspondiente enmienda, aceptada luego por el VI Congreso. Podamos nosotros dejar de presentar estas enmiendas a las tesis de Bujarin? Es evidente que no. Los antiguos decan refirindose a Platn: Somos amigos de Platn, pero somos an ms amigos de la verdad. Lo mismo podemos decir nosotros de Bujarin: somos amigos de Bujarin, pero somos an ms amigos de la verdad, del Partido, de la Internacional Comunista. Por eso, la delegacin del PC(b) de la URSS se vi obligada a presentar estas enmiendas a las tesis de Bujarin. Tal fue, por decirlo as, la primera etapa de nuestras discrepancias en las cuestiones referentes a la Internacional Comunista. La segunda etapa de nuestras discrepancias est relacionada con lo que se conoce con el nombre de caso Wittorf y Thlmann. Wittorf, entonces secretario de la organizacin de Hamburgo, fue acusado de malversacin de fondos del Partido y expulsado por esta causa. Los conciliadores del Comit Central del Partido Comunista de Alemania, aprovechndose de las estrechas relaciones existentes entre Wittorf y el camarada Thlmann, aunque ste nada tena que ver con el delito de Wittorf, convirtieron el asunto Wittorf en asunto Thlmann y emprendieron el asalto a la direccin del Partido Comunista Alemn. Leerais en la prensa, claro est, que los conciliadores Ewert y Gerhart consiguieron ganarse por algn tiempo la mayora del Comit Central del Partido Comunista de Alemania contra el camarada Thlmann. Y qu pas? Que apartaron a Thlmann de la direccin y le acusaron de concusin, procediendo a publicar la resolucin

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS correspondiente sin que el Comit Ejecutivo de la Internacional Comunista la hubiese conocido ni sancionado. De este modo, en vez de cumplir la indicacin del VI Congreso de la IC acerca de la lucha contra el espritu conciliador, en vez de luchar contra la desviacin derechista y el espritu conciliador, lo que, en realidad, se haca era infringir de la manera ms burda esa indicacin y luchar contra la direccin revolucionaria del Partido Comunista Alemn, contra el camarada Thlmann, para encubrir la desviacin derechista y afianzar las tendencias conciliadoras en las filas de los comunistas alemanes. Pues bien, en vez de dar marcha atrs y corregir la situacin, en vez de poner en vigor la indicacin del VI Congreso, que haba sido infringida, llamando al orden a los conciliadores, Bujarin propuso en su conocida carta que se sancionase el golpe de los conciliadores, que se les entregara el Partido Comunista de Alemania y que el camarada Thlmann fuera nuevamente difamado en la prensa, publicndose otra declaracin de su culpabilidad. Y un hombre as se llama dirigente de la Internacional Comunista! Vaya un dirigente! El CC examin la propuesta de Bujarin y la rechaz. A Bujarin esto no le hizo gracia, claro es. Pero quin tena la culpa? Los acuerdos del VI Congreso no se tomaron para vulnerarlos, sino para cumplirlos. Y si el VI Congreso resolvi declarar la guerra a la desviacin de derecha y a las tendencias de conciliacin con ella, manteniendo en la direccin del Partido Comunista de Alemania su ncleo fundamental, con el camarada Thlmann a la cabeza, y a los conciliadores Ewert y Gerhart se les ocurri echar por tierra este acuerdo, el deber de Bujarin era llamar al orden a los conciliadores y no dejar en sus manos la direccin del Partido Comunista de Alemania. La culpa la tena Bujarin, que se olvid de los acuerdos del VI Congreso. La tercera etapa de nuestras discrepancias est relacionada con la lucha contra los derechistas dentro del Partido Comunista de Alemania, con el aplastamiento de la fraccin Brandler y Thalheimer y la expulsin del Partido Comunista Alemn de los lderes de esta fraccin. La actitud de Bujarin y sus amigos ante este problema cardinal consista en permanecer constantemente al margen cuando se trataba de darle solucin. Decidase, en el fondo, la suerte del Partido Comunista de Alemania. Pero Bujarin y sus amigos, que lo saban, pasaban el tiempo frenando el asunto y brillaban sistemticamente por su ausencia en las reuniones de los organismos correspondientes. Para qu? Tal vez para presentarse limpios tanto ante la Internacional Comunista como ante la derecha del Partido Comunista Alemn. Para poder decir ms tarde: No hemos sido nosotros, los bujarinistas, sino ellos, la mayora del Comit Central, los que han impuesto la

201 expulsin de Brandler y Thalheimer del Partido Comunista. Y a esto se llama luchar contra el peligro de derecha! Finalmente, la cuarta etapa de nuestras discrepancias. Est relacionada con la reclamacin que Bujarin formul en vsperas del Pleno de noviembre del CC268, de retirar de Alemania a Neumann y de que se llamase al orden al camarada Thlmann, quien en un discurso haba criticado, al parecer, el informe de Bujarin en el VI Congreso. No podamos aceptar, naturalmente, la reclamacin de Bujarin, al no tener en nuestro poder documento alguno que la justificase. Bujarin se comprometi a presentar documentos contra Neumann y Thlmann, pero no present ninguno. En vez de documentos, lo que hizo fue enviar a los miembros de la delegacin del PC(b) de la URSS el conocido discurso de Humbert-Droz ante el Secretariado Poltico del CE de la IC, el mismo discurso que el Presdium del CC de la IC calific ms tarde de oportunista. Al enviar este discurso a los miembros de la delegacin del PC(b) de la URSS y recomendarlo como material contra Thlmann, Bujarin pretenda demostrar que le asista la razn cuando peda que se retirase de Alemania a Neumann y se llamase al orden al camarada Thlmann. Pero lo que en realidad demostr de esa manera fue su solidaridad con Humbert-Droz, cuya posicin haba calificado de oportunista el CE de la IC. He ah, camaradas, los principales puntos de nuestras discrepancias en cuando a la Internacional Comunista. Bujarin piensa que, al luchar contra la desviacin derechista y las tendencias de conciliacin con ella dentro de las secciones de la Internacional Comunista, al depurar de elementos y tradiciones socialdemcratas el Partido Comunista Alemn y el Partido Comunista Checoslovaco, al expulsar de los Partidos Comunistas a los Brandler y a los Thalheimer, lo que hacemos es descomponer y hundir la Internacional Comunista. Nosotros pensamos lo contrario: al practicar esta poltica y al insistir en la lucha contra la desviacin de derecha y las tendencias de conciliacin con ella, lo que hacemos es fortalecer la Internacional Comunista, depurada de oportunistas, bolchevizar sus secciones y ayudar a los Partidos Comunistas a preparar a la clase obrera para los combates revolucionarios que se avecinan, pues el Partido se fortalece cuando se limpia de la podredumbre. Como veis, no son simples cuestiones de matiz en el seno del CC del PC(b) de la URSS, sino discrepancias bastante hondas, que afectan a cuestiones cardinales de la poltica de la
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Se trata del Pleno del Comit Central del PC(b) de la URSS, en el que participaron los miembros de la Comisin Central de Control y de la Comisin Revisora Central, celebrado del 16 al 24 de noviembre de 1928.

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202 Internacional Comunista. IV. Discrepancias en poltica interior He hablado ms arriba de los cambios aperados en las relaciones de clase y de la lucha de clases dentro de nuestro pas. Deca que el grupo de Bujarin est contagiado de ceguera y no ve estos cambios, no comprende las nuevas tareas del Partido. Deca que eso origina en la oposicin bujarinista un estado de desconcierto, temor a las dificultades, predisposicin a capitular ante ellas. No se puede afirmar que estos errores de los bujarinistas hayan cado del cielo. Lejos de ello, estn relacionados con la fase de desarrollo superada ya, y que se llama perodo de restauracin de la economa nacional, durante el cual el trabajo de edificacin marchaba por una va pacfica, pudiramos decir que de por s, durante el cual no se daban an esos cambios en las relaciones de clase que se producen ahora, ni exista an esa agudizacin de la lucha de clases que en los momentos actuales observamos. Pero hoy estamos en una nueva fase de desarrollo, distinta del perodo anterior, del perodo de la restauracin. Hoy nos encontramos en un nuevo perodo de edificacin, en el perodo de la reestructuracin de toda la economa nacional sobre la base del socialismo. Este nuevo perodo origina nuevos cambios en las relaciones de clase, agudiza la lucha de clases y requiere nuevos mtodos de lucha, que reagrupemos nuestras fuerzas, mejoremos y fortalezcamos todas nuestras organizaciones. La desgracia del grupo de Bujarin consiste, precisamente, en que vive en el pasado, en que no ve los rasgos caractersticos de este nuevo perodo y no comprende la necesidad de aplicar nuevos mtodos de lucha. De ah su ceguera, su desconcierto, su pnico ante las dificultades. a) La lucha de clases Cul es la base terica de esta ceguera y de este desconcierto del grupo de Bujarin? Yo creo que la base terica de esta ceguera y de este desconcierto es el modo falso, no marxista, que Bujarin tiene de abordar el problema de la lucha de clases en nuestro pas. Me refiero a La teora no marxista de Bujerin sobre la integracin de los kulaks en el socialismo, a su incomprensin de la mecnica de la lucha de clases bajo la dictadura del proletariado. Se ha citado aqu varias veces el conocido pasaje del folleto de Bujarin El camino hacia el socialismo, que habla de la integracin de los kulaks en el socialismo. Pero se ha citado con algunas mutilaciones. Permitidme que yo lo lea ntegro. Es necesario hacerlo as, camaradas, para poner de manifiesto hasta qu punto se aparta Bujarin de la teora marxista de la lucha de clases. Escuchad:

J. V. Stalin

La red fundamental de nuestras organizaciones cooperativas campesinas estar formada por clulas cooperativas no de tipo kulak, sino de trabajadores, que se integrarn en el sistema de nuestros organismos del Estado y se convertirn, de este modo, en eslabones de la cadena nica de la economa socialista. De otra parte, los nidos cooperativos de los kulaks irn integrndose, exactamente del mismo modo, a travs de los Bancos, etc., en este sistema; pero sern, hasta cierto punto, un cuerpo extrao, al estilo, por ejemplo, de las concesiones.269 Al citar este pasaje del folleto de Bujarin, algunos camaradas prescindieron, no s por qu, de la ltima parte, que habla de los concesionarios. Rozit, deseoso, por lo visto, de ayudar a Bujarin, lo aprovech para gritar desde su asiento que se tergiversaba el texto de Bujarin. Y lo notable es que la sal de toda la cita reside, precisamente, en esta ltima parte, referente a los concesionarios. Pues, si se coloca en un mismo plano a los concesionarios y a los kulaks, y stos se integran en el socialismo, a qu conclusin se llega? Slo se puede llegar a una conclusin, a saber: que tambin los concesionarios se integran en el socialismo, que en el socialismo no se integran solamente los kulaks, sino tambin los concesionarios. Tal es la conclusin obligada. Rozit: Bujarin dice un cuerpo extrao. Stalin: Bujarin no dice un cuerpo extrao, sino hasta cierto punto, un cuerpo extrao. Es decir, que los kulaks y los concesionarios son, hasta cierto punto, un cuerpo extrao dentro del sistema del socialismo. Pero el error de Bujarin consiste, precisamente, en esto, en creer que los kulaks y los concesionarios se integran en el socialismo a pesar de ser, hasta cierto punto, un cuerpo extrao. He ah a qu estupideces lleva la teora de Bujarin. Los capitalistas de la ciudad y del campo, los kulsks y los concesionarios, integrndose en el socialismo: hasta esa estupidez ha llegado Bujarin. No, camaradas, no es se el socialismo que nosotros necesitamos. Que se quede con l Bujarin. Hasta ahora, los marxista-leninistas habamos pensado que entre los capitalistas de la ciudad y del campo, de una parte, y, de otra parte, la clase obrera, existe un antagonismo irreconciliable de intereses. En ello, precisamente, descansa la teora marxista de la lucha de clases. Pero ahora, segn la teora de Bujarin acerca de la integracin pacfica de los capitalistas en el socialismo, todo esto se trastrueca, desaparece el antagonismo irreconciliable entre los intereses de clase de los explotadores y de los
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Subrayado por m. J. St.

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS explotados, y los explotadores se integran en el socialismo. Rozit: Eso no es cierto, pues se presupone la dictadura del proletariado. Staln: Pero la dictadura del proletariado es la forma ms aguda de la lucha de clases. Rozit: De eso se trata. Stalin: Y por lo que dice Bujarin, se llega a la conclusin de que los capitalistas se van integrando en esta misma dictadura del proletariado. Cmo no lo comprende, Rozit? Contra quin se debe luchar?, contra quin se debe dirigir esta forma de la lucha de clases, la ms aguda de todas, si los capitalistas de la ciudad y del campo van integrndose en el sistema de la dictadura del proletariado? La dictadura del proletariado es necesaria para mantener una lucha implacable contra los elementos capitalistas, para aplastar a la burguesa y extirpar las races del capitalismo. Pero si los capitalistas de la ciudad y del campo, si el kulak y el concesionario se van integrando en el socialismo, qu falta hace la dictadura del proletariado?; y si hace falta, para aplastar a qu clase? Rozit: De eso se trata, de que, segn Bujarin, la integracin presupone lucha de clases. Stalin: A lo que se ve, Rozit se ha juramentado para ayudar a Bujarin. Pero le presta un flaco servicio, como el oso de la fbula, pues, queriendo salvarle, lo que en realidad hace es empujarle para que se ahogue sin remedio. Bien se dice que Un oso servicial es ms peligroso que un enemigo. Una de dos: o entre la clase capitalista y la clase obrera, que lleg al Poder y ha implantado su dictadura, media un antagonismo irreductible de intereses, o no media este antagonismo de intereses, en cuyo caso no quedar ms camino que proclamar la armona de los intereses de clase. Una de dos: o la teora marxista de la lucha de clases, o la teora de la integracin de los capitalistas en el socialismo; o el antagonismo irreductible de los intereses de clase, o la teora de la armona de los intereses de clase. Todava puede uno comprender a socialistas del tipo de Brentano o de Sidney Webb, que predican la integracin del socialismo en el capitalismo y del capitalismo en el socialismo, pues estos socialistas son, en el fondo, antisocialistas, son unos liberales burgueses. A quien no se puede comprender es a un hombre que, deseando ser marxista, predique la teora de la integracin de la clase capitalista en el socialismo. En su discurso, Bujarin ha intentado respaldar la teora de la integracin de los kulaks en el socialismo con una conocida cita de Lenin, afirmando que Lenin dice lo mismo que l. Esto es falso, camaradas. Esto es una burda e intolerable calumnia contra Lenin. He aqu esa cita de Lenin:

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Naturalmente, en nuestra Repblica Sovitica, el rgimen social se basa en la colaboracin de dos clases, los obreros y los campesinos, colaboracin en la que ahora se admite tambin, bajo ciertas condiciones, a los nepmanes, es decir, a la burguesa (t. XXVII, pg. 405). Como veis, aqu no se habla para nada de la integracin de la clase capitalista en el socialismo. Lo nico que se dice es que, bajo ciertas condiciones, en la colaboracin de las obreros y los campesinos admitimos tambin a los nepmanes, es decir, a la burguesa. Qu significa esto? Significa que as admitimos la posibilidad de que los nepmanes vayan integrndose en el socialismo? Naturalmente que no. Esta cita de Lenin slo puede ser interpretada as por quien haya perdido la vergenza. Esto quiere decir, simplemente, que, por ahora, no aniquilamos la burguesa, que, por ahora no le confiscamos sus bienes, sino que le permitimos que siga existiendo bajo ciertas condiciones, es decir, siempre y cuando se someta sin reservas a las leyes de la dictadura del proletariado, que conducen a la progresiva limitacin de los capitalistas y a su desplazamiento gradual de la vida econmica. Se puede desplazar a los capitalistas y extirpar las races del capitalismo sin una encarnizada lucha de clases? No, no se puede. Se puede suprimir las clases propugnando, en la teora y en la prctica, la integracin de los capitalistas en el socialismo? No, no se puede. Esa teora y esa actuacin prctica slo sirven para fomentar y perpetuar las clases, pues la tal teora es opuesta a la teora marxista de la lucha de clases. Pues bien, la cita de Lenin se basa absoluta e ntegramente en la teora marxista de la lucha de clases bajo la dictadura del proletariado. Qu puede haber de comn entre la teora de Bujarin sobre la integracin de los kulaks en el socialismo y la teora de Lenin sobre la dictadura como forma encarnizada de la lucha de clases? Es evidente que entre una y otra no hay ni puede haber la menor afinidad. Bujarin entiende que, bajo la dictadura del proletariado, la lucha de clases debe extinguirse y desaparecer para que se llegue a la supresin de las clases. Lenin, por el contrario, ensea que las clases slo pueden ser suprimidas mediante una lucha de clases tenaz, lucha que bajo la dictadura del proletariado es todava ms encarnizada que antes. La supresin de las clases -dice Lenin- es obra de una larga, difcil y tenaz lucha de clases, que no desaparece (como se lo imaginan los banales

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204 personajes del viejo socialismo y de la vieja socialdemocracia) despus del derrocamiento del poder del capital, despus de la destruccin del Estado burgus, despus de la implantacin de la dictadura del proletariado, sino que se limita a cambiar de forma, hacindose en muchos aspectos todava ms encarnizada (t. XXIV, pg. 315). Eso es lo que Lenin dice acerca de la supresin de las clases. Supresin de las clases mediante una encarnizada lucha de clase del proletariado: tal es la frmula de Lenin. Supresin de las clases mediante la extincin de la lucha de clases y la integracin de los capitalistas en el socialismo: tal les la frmula de Bujarin. Qu puede haber de comn entre estas dos frmulas? La teora bujarinista de la integracin de los kulaks en el socialismo es, por tanto, el abandono de la teora marxista-leninista de la lucha de clases y una aproximacin a la teora del socialismo de ctedra270. Ah est el origen de todos los errores de Bujarin y de sus amigos. Podr objetarse que no vale la pena extenderse demasiado en la teora bujarinista de la integracin de los kulaks en el socialismo, puesto que ella misma habla -y no slo habla, sino que clama- en contra de Bujarin. Eso es falso, camaradas! Mientras esta teora permaneca en estado latente, poda no prestrsele atencin, pues no son pocas las necedades que se encuentran en los escritos de diferentes camaradas! As lo hicimos hasta ahora. Pero ltimamente la situacin ha cambiado. La fuerza ciega del elemento pequeoburgus, desatada estos ltimos aos, empez a dar vida a esta teora antimarxista, por lo cual cobr actualidad. Hoy ya no es posible decir que esta teora permanece en estado latente. Hoy, esta peregrina teora de Bujarin
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J. V. Stalin pretende ser la bandera de la desviacin derechista en nuestro Partido, la bandera del oportunismo. Por eso, no podemos ya pasar de largo ante ella, sino que tenemos el deber de deshacerla como teora falsa y daina, para facilitar a nuestros camaradas del Partido la lucha contra la desviacin de derecha. b) La agudizacin de la lucha de clases El segundo error de Bujarin, derivado del primero, consiste en su modo falso, no marxista, de abordar el problema de la agudizacin de la lucha de clases, del incremento de la resistencia de los elementos capitalistas contra la poltica socialista del Poder Sovitico. De qu se trata? No ser que los elementos capitalistas se desarrollan ms rpidamente que el sector socialista de nuestra economa, por lo que intensifican su resistencia, minando la edificacin socialista? No, no se trata de eso. Adems, es falso que los elementos capitalistas se desarrollen ms rpidamente que el sector socialista. Si fuera as, la edificacin socialista se hallara ya al borde de la ruina. De lo que se trata es de que el socialismo mantiene eficazmente la ofensiva contra los elementos capitalistas, de que el socialismo crece ms rpidamente que los elementos capitalistas, de que, en consecuencia, disminuye el peso relativo de los elementos capitalistas y, precisamente porque disminuye el peso relativo de los elementos capitalistas, stos se ven en peligro mortal y redoblan su resistencia. Y por el momento pueden hacerlo, no slo porque cuentan con el apoyo del capitalismo mundial, sino porque, a pesar de disminuir su peso relativo y a pesar de disminuir tambin su desarrollo relativo, comparado con el del socialismo, sigue el desarrollo absoluto de los elementos capitalistas, lo que, en cierto grado, les permite acumular fuerzas para oponerse al ascenso del socialismo. Sobre esta base es como, en la fase actual del desarrollo y bajo la presente correlacin de las fuerzas, se agudiza la lucha de clases y aumenta la resistencia de los elementos capitalistas de la ciudad y del campo. El error de Bujarin y de sus amigos consiste en que no comprenden una verdad tan sencilla y tan evidente como sta. Su error consiste en que no abordan la cuestin de un modo marxista, sino al modo filisteo, intentando explicar la agudizacin de la lucha de clases con todo gnero de razones fortuitas: la ineptitud del aparato sovitico, la poltica imprudente de los dirigentes locales, la falta de flexibilidad, las exageraciones, etc., etc. He aqu, por ejemplo, una cita tomada del folleto de Bujarin El camino hacia el socialismo, que muestra la carencia absoluta de un criterio marxista al abordar el prob1ema de la agudizacin de la lucha

Socialismo de ctedra: corriente de la ideologa burguesa, principalmente en la economa poltica burguesa. Los partidarios de esta corriente, profesores liberales burgueses, que actuaban desde las ctedras universitarias (de donde procede la denominacin de socialismo de ctedra), combatan el marxismo y el movimiento obrero revolucionario en ascenso, procuraban ocultar las contradicciones del capitalismo y predicaban la conciliacin de las clases. Los socialistas de ctedra negaban el carcter de clase, explotador, del Estado burgus y afirmaban que este es capaz, mediante reformas sociales, de perfeccionar el capitalismo. Engels escribi acerca de los socialistas de ctedra alemanes: Los socialistas de ctedra no rebasaron nunca, en el sentido terico, el nivel de los economistas vulgares inclinados a la filantropa, y en el presente han cado hasta el nivel de los simples apologistas del socialismo de Estado de Bismarck. Las ideas reformistas liberales burguesas de los socialistas de ctedra las propagaron en Rusia los marxistas legales. Los mencheviques rusos, los partidos oportunistas de la II Internacional y los socialistas de derecha contemporneos, en su deseo de subordinar el movimiento obrero a los intereses de la burguesa y en su prdica de la integracin pacfica y gradual del capitalismo en el socialismo, se deslizaron tambin hasta el socialismo de ctedra.

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS de clases: Aqu y all, la lucha de clases en el campo estalla en sus antiguas manifestaciones; esta agudizacin la provocan, por lo comn, los elementos kulaks. Cuando, por ejemplo, los kulaks o las gentes que se lucran a costa del prjimo, y que se infiltraron en los organismos del Poder Sovitico, comienzan a disparar contra los corresponsales rurales, esto es una manifestacin de la lucha de clases en su forma ms aguda. (Lo cual es falso, pues la forma ms aguda de la lucha de clases es la insurreccin. J. St.) Pero estos casos suelen darse, generalmente, all donde el aparato local sovitico es todava dbil. A medida que se mejore este aparato, a medida que se fortalezcan todas las clulas de base del Poder Sovitico, a medida que mejoren y se refuercen las organizaciones locales del Partido y del Komsomol en la aldea, esta clase de fenmenos se harn cada vez ms raros, cosa que es de una evidencia meridiana, y acabarn por desaparecer sin dejar huella.271 Resulta, pues, que la agudizacin de la lucha de clases obedece a razones imputables al aparato de los Soviets, a la aptitud o la ineptitud, a la fuerza o la debilidad de nuestras organizaciones de base. Resulta, por ejemplo, que el sabotaje de los intelectuales burgueses en Shajti, que es una forma de resistencia de los elementos burgueses al Poder Sovitico y una forma de agudizacin de la lucha de clases, no lo explica la correlacin de las fuerzas de clase, los progresos del socialismo, sino la ineptitud de nuestro aparato. Resulta que, hasta que se di el sabotaje en masa en el distrito de Shajti, nuestro aparato era bueno; pero despus, en el momento de producirse ese sabotaje en masa, el aparato convirtise de sbito en algo completamente inservible. Resulta que, hasta el ao pasado, cuando el acopio de cereales marchaba por inercia y la lucha de clases no se haba agudizado todava particularmente, nuestras organizaciones locales eran buenas y hasta ideales; pero el ao pasado, cuando la resistencia de los kulaks adquiri formas especialmente agudas, nuestras organizaciones se convirtieron de sbito en algo malo e inservible en absoluto. Esto no es explicacin, sino una caricatura de explicacin; esto no es ciencia, sino charlatanera. Cmo se explica, en realidad, esta agudizacin de la lucha de clases? La explican dos causas. Primera: nuestros avances, nuestra ofensiva, el desarrollo de las formas socialistas de la economa, tanto en la industria como en la agricultura, desarrollo que lleva aparejado el desplazamiento
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205 correspondiente de ciertos grupos de capitalistas de la ciudad y del campo. Todo consiste en que estamos viviendo bajo la frmula de Lenin de quin vencer a quin: o nosotros les hacemos morder el polvo a los capitalistas, y les damos, como deca Lenin, la batalla final y decisiva; o ellos nos hacen morder el polvo a nosotros. Segunda: la circunstancia de que los elementos capitalistas no estn dispuestos a retirarse voluntariamente de la escena, sino que se resisten y seguirn resistindose al socialismo, pues ven que se les acerca su ltima hora. Y pueden todava ofrecer resistencia, porque, a pesar de la disminucin de su peso relativo, siguen creciendo en trminos absolutos: la pequea burguesa de la ciudad y del campo hace brotar de su seno, como deca Lenin, cada da y cada hora, capitalistas de mayor o menor cuanta, y estos elementos capitalistas toman todas las medidas para defender su existencia. En la historia no se ha dado jams el caso de que las clases moribundas se retirasen voluntariamente de la escena. No se ha dado jams en la historia el caso de que la burguesa agonizante no apelase a sus ltimas fuerzas para defender su existencia. Lo mismo si nuestro aparato sovitico de base es bueno que si es malo, nuestros avances, nuestra ofensiva, reducirn y desplazarn a los elementos capitalistas, y stos, las clases agonizantes, ofrecern resistencia por encima de todo. Tales son las razones de la agudizacin de la lucha de clases en nuestro pas. El error de Bujarin y de sus amigos consiste en que identifican el aumento de la resistencia de los capitalistas con el aumento de su peso relativo. Pero esta identificacin carece de todo fundamento. Y carece de fundamento porque si los capitalistas se resisten, esto no quiere decir, ni mucho menos, que hayan negado a ser ms fuertes que nosotros. Ocurre, precisamente, lo contrario. Las clases agonizantes no ofrecen resistencia porque sean ms fuertes que nosotros, sino porque el socialismo crece ms rpidamente que ellas, y ellas se hacen ms dbiles que nosotros. Y precisamente porque se hacen ms dbiles, presienten que se acerca su ltima hora y se ven obligadas a resistirse con todas sus fuerzas, por todos los medios. Tal es la mecnica de la agudizacin de la lucha de clases y de la resistencia de los capitalistas en el momento histrico actual. Cul debe ser la poltica del Partido ante ese estado de cosas? El Partido debe poner en guardia a la clase obrera y a las masas explotadas del campo, elevar su combatividad y desarrollar su capacidad de movilizacin para la lucha contra los elementos capitalistas de la ciudad y del campo, para la lucha contra los enemigos de clase que se resisten. La teora marxista-leninista de la lucha de clases

Subrayado por m. J. St.


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206 es buena, entre otras cosas, porque facilita la movilizacin de la clase obrera contra los enemigos de la dictadura del proletariado. Por qu son nocivas la teora bujarinista de la integracin de los capitalistas en el socialismo y la concepcin bujarinista del problema de la agudizacin de la lucha de clases? Porque adormecen a la clase obrera, quitan capacidad de movilizacin a las fuerzas revolucionarias de nuestro pas, desmovilizan a la clase obrera y facilitan la ofensiva de los elementos capitalistas contra el Poder Sovitico. c) El campesinado El tercer error de Bujarin se refiere al campesinado. Es sabido que la cuestin de los campesinos es una de las ms importantes de nuestra poltica. En nuestras condiciones, el campesinado lo forman diversos grupos sociales: campesinos pobres, campesinos medios y kulaks. Es lgico que nuestra actitud ante esos grupos no pueda ser la misma. Los campesinos pobres son un pilar de la clase obrera, los campesinos medios son aliados y los kulaks son enemigos de clase: tal es nuestro criterio ante esos grupos sociales. Todo ello es lgico y sobradamente conocido. Sin embargo, Bujarin ve las cosas de manera algo distinta. En su modo de enjuiciar a los campesinos, desaparece toda diferenciacin de stos, toda clasificacin en grupos sociales, y slo subsiste una mancha gris llamada aldea. Para l, el kulak no es kulak, el campesino medio no es campesino medio, y todo es miseria en la aldea. As lo ha dicho aqu en su discurso: acaso nuestro kulak puede ser llamado kulak? Si es un mendigo, ha dicho. Y nuestro campesino medio se parece en algo a un campesino medio?, preguntaba aqu Bujarin. Es un pordiosero, un muerto de hambre. Se comprende que ese punto de vista acerca de los campesinos es falso de arriba abajo e incompatible con el leninismo. Lenin deca que los campesinos individuales son la ltima clase capitalista. Es exacta esta afirmacin? S, absolutamente exacta. Por qu se califica a los campesinos individuales de ltima clase capitalista? Porque, de las dos clases fundamentales que integran nuestra sociedad, el campesinado es una clase cuya economa se basa en la propiedad privada y en la pequea produccin mercantil. Porque, el campesinado, mientras lo compongan campesinos individuales dedicados a la pequea produccin mercantil, engendrar y no podr por menos de engendrar capitalistas, constante e ininterrumpidamente. Esta circunstancia tiene para nosotros una importancia decisiva, cuando se trata de nuestra actitud marxista ante el problema de la alianza de la clase obrera con los campesinos. Esto significa que lo que nosotros necesitamos no es una alianza

J. V. Stalin cualquiera con los campesinos, sino nicamente una alianza basada en la lucha contra los elementos capitalistas del campesinado. Como veis, la tesis de Lenin sobre el campesinado como ltima clase capitalista, lejos de contradecir la idea de la alianza de la clase obrera con el campesinado, da una base a esta alianza, como alianza de la clase obrera con la mayora de los campesinos contra los elementos capitalistas en general, y contra los elementos capitalistas del campesinado, de la aldea, en particular. Lenin plante esta tesis para mostrar que la alianza de la clase obrera con los campesinos slo puede ser slida a condicin de que se base en la lucha contra esos mismos elementos capitalistas que el campesinado engendra. El error de Bujarin consiste en que no comprende ni admite esta cosa tan sencilla, en que se olvida de los grupos sociales existentes en la aldea, en que de su campo visual se esfuman los kulaks y los campesinos pobres, quedando solamente una masa nica de campesinos medios. Esto es una indudable desviacin de Bujarin hacia la derecha, contraria a la desviacin izquierdista, trotskista, que no ve en la aldea ms grupos sociales que los campesinos pobres y los kulaks, y de cuyo campo visual se esfuman los campesinos medios. Cul es la diferencia entre el trotskismo y el grupo de Bujarin en lo que se defiere a la alianza con los campesinos? Que el trotskismo se declara contra la poltica de una alianza slida con las masas de campesinos medios, mientras que el grupo bujarmista es partidario de cualquier alianza con el campesinado en general. Huelga demostrar que ambas orientaciones son falsas y que tanto vale la una como la otra. El leninismo ahoga sin reservas por una alianza slida con las masas fundamentales campesinas, por la alianza con los campesinos medios, pero no por una alianza cualquiera, sino por una alianza con stos que asegure el papel dirigente de la clase obrera que fortalezca la dictadura del proletariado y que facilite la obra de la supresin de las clases. Por acuerdo entre la clase obrera y el campesinado -dice Lenin- puede entenderse lo que se quiera. Si no se tiene presente que, desde el punto de vista de la clase obrera, el acuerdo slo es tolerable, acertado y posible en principio cuando apoya a la dictadura de la clase obrera y constituye una de las medidas encaminadas a la supresin de las clases, la frmula del acuerdo de la clase obrera con el campesinado no es, naturalmente, ms que una frmula que mantienen en sus concepciones todos los enemigos del Poder Sovitico y todos los enemigos de la dictadura (t. XXVI, pg. 387). Y ms adelante:

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS Ahora -dice Lenin-, el proletariado tiene en sus manos el Poder y lo dirige. El proletariado dirige al campesinado. Qu significa dirigir al campesinado? Significa, en primer lugar, orientarse hacia la supresin de las clases, y no hacia el pequeo productor. Si nos desviramos de esta lnea fundamental y cardinal, dejaramos de ser socialistas y caeramos en el campo de esos pequeoburgueses, en el campo de los eseristas y mencheviques, que son hoy los ms encarnizados enemigos del proletariado (lugar citado, pgs. 399-400). Tal es el punto de vista de Lenin sobre la alianza con las masas fundamentales del campesinado, con los campesinos medios. El error del grupo de Bujarin, en lo que se refiere a los campesinos medios, consiste en que no ve el doble carcter, la doble situacin que ocupa el campesino medio entre la clase obrera y los capitalistas. Los campesinos medios son una clase vacilante, deca Lenin. Por qu? Porque el campesino medio de una parte, es un trabajador, cosa que lo acerca a la clase obrera, mientras que, de otra parte, es un propietario, cosa que lo acerca a los kulaks. De ah las vacilaciones del campesino medio. Y esto no es cierto slo desde el punto de vista terico. Estas vacilaciones se manifiestan tambin en la prctica todos los das y a todas horas. El campesino -dice Lenin-, como trabajador, se inclina hacia el socialismo, prefiriendo la dictadura de los obreros a la dictadura de la burguesa. Pero, como vendedor de cereales, el campesino se inclina hacia la burguesa, hacia el comercio libre, es decir, vuelve la vista atrs, al capitalismo habitual, al viejo capitalismo tradicional (t. XXIV, pg. 314). Por eso, la alianza con el campesino medio slo puede ser slida si va dirigida contra los elementos capitalistas, contra el capitalismo en general, si asegura el papel dirigente de la clase obrera dentro de esta alianza y si facilita la obra de supresin de las clases. El grupo de Bujarin olvida estas cosas tan sencillas y tan lgicas. d) La NEP y las relaciones mercantiles El cuarto error de Bujarin se refiere a la cuestin de la Nep (nueva poltica econmica). Aqu el error de Bujarin consiste en no ver el doble carcter de la Nep, en no ver ms que uno de sus aspectos. Cuando, en 1921, implantamos la Nep, dirigimos su filo contra el comunismo de guerra, contra el rgimen y el orden de cosas que prohiban toda libertad para el comercio privado. Entendamos y seguimos entendiendo que la Nep significa cierta libertad para el comercio privado. Bujarin se acuerda de este

207 aspecto del asunto. Y eso est muy bien. Pero Bujarin se equivoca al creer que la Nep no tiene ms que ese aspecto. Olvida que tambin tiene otro. Se trata de que la Nep no significa en absoluto la libertad completa para el comercio privado, el libre juego de precios en el mercado. La Nep es libertad para el comercio privado dentro de ciertos lmites, dentro de cierto marco, a condicin de que se asegure el papel regulador del Estado en el mercado. Este es, precisamente, el segundo aspecto de la Nep, aspecto ms importante para nosotros que el primero. En el mercado de nuestro pas no existe el libre juego de precios, como ocurre ordinariamente en los pases capitalistas. Nosotros fijamos el precio de los cereales en lo fundamental. Fijamos los precios de los artculos manufacturados. Nos esforzamos en aplicar una poltica de reduccin del coste de produccin y de rebaja de precios de los artculos manufacturados, tratando de mantener la estabilidad de los precios de los productos agrcolas. No es evidente que este rgimen peculiar y especfico del mercado no existe en ningn pas capitalista? De aqu se desprende que, mientras haya Nep, tienen que subsistir sus dos aspectos: el primero, dirigido contra el rgimen del comunismo de guerra, y cuya finalidad es proporcionar cierta libertad para el comercio privado, y el segundo, dirigido contra la plena libertad para el comercio privado, y cuya finalidad es asegurar el papel regulador del Estado en el mercado. Eliminad uno de los aspectos, y habr desaparecido la nueva poltica econmica. Bujarin cree que a la Nep slo puede amenazarle el peligro de izquierda, de quienes pretenden acabar con toda libertad de comercio. Esto es falso. Esto es un craso error. Adems, este peligro es ahora el menos real, pues no hay actualmente o casi no hay en nuestros organismos locales ni centrales quien no comprenda toda la necesidad y la conveniencia de mantener cierta libertad de comercio. Mucho ms real es el peligro de derecha, el peligro que representan quienes pretenden suprimir el papel regulador del Estado en el mercado, quienes pretenden emancipar el mercado y abrir as una era de plena libertad para el comercio privado. No cabe la menor duda de que este peligro de ruptura de la Nep desde la derecha es hoy da mucho ms real. Conviene no olvidar que la fuerza ciega del elemento pequeoburgus acta precisamente en este sentido, en el sentido de hacer fracasar la Nep desde la derecha. Conviene tambin recordar que las lamentaciones de los kulaks y de los elementos acomodados, que las lamentaciones de los especuladores y acaparadores, por las que se dejan influir a menudo muchos de nuestros camaradas, disparan contra la Nep precisamente desde este flanco. El hecho de que Bujarin no vea este segundo peligro, verdaderamente real, de ruptura de la Nep,

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208 atestigua de modo indudable que ha cedido a la presin de la fuerza ciega del elemento pequeoburgus. Bujarin recomienda normalizar el mercado y maniobrar con los precios de acopio de los cereales por zonas, es decir, la subida de los precios de los cereales. Qu significa esto? Significa que no le satisfacen las condiciones soviticas del mercado, que desea acabar paulatinamente con el papel regulador del Estado sobre el mercado y que propone hacer concesiones a la fuerza ciega del elemento pequeo burgus que torpedea la Nep por la derecha. Supongamos por un momento que seguimos los consejos de Bujarin. Qu ocurrira? Elevaramos los precios de los cereales, pongamos por caso, en el otoo, al comenzar el perodo de los acopios. Pero como en el comercio hay siempre gente, especuladores y acaparadores de toda laya, que pueden pagar los cereales tres veces ms cara, y como nosotros no podemos competir con los especuladores, pues ellos compran, a lo sumo, unos diez millones de puds, mientras que nosotros tenemos que comprar cientos de millones, resultar que los poseedores de cereales seguirn retenindolos, esperando a que suban todava ms los precios. Es decir, que al llegar la primavera, que es cuando el Estado empieza a sentir ms necesidad de cereales, tendramos que volver a aumentar los precios. Y qu significara subir los precios de los cereales en la primavera? Significara sacrificar a los pobres y a las gentes modestas del campo -que se ven obligados a comprar cereales, en la primavera, en parte para la siembra y en parte para el consumo-, pues compraran los mismos cereales que vendieron en el otoo a precio ms bajo. Es que, con estas operaciones, bamos a conseguir algn resultado serio, en el sentido de obtener la cantidad suficiente de cereales? Lo ms probable es que no logrsemos nada, pues siempre habra especuladores y acaparadores que se las arreglaran para pagar de nuevo el doble y el trip1e por esos mismos cereales. Y tendramos que estar dispuestos a elevar nuevamente los precios de los cereales, esforzndonos en vano en atajar a los especuladores y acaparadores. De eso se deduce que, puestos en el camino de elevar los precios de los cereales, tendramos que seguir levndolos constantemente, sin la menor garanta de poder conseguir cereales en cantidad suficiente. Pero la cosa no para ah: En primer lugar, la elevacin de los precios de acopio de los cereales nos obligara luego a elevar tambin los precios de las materias primas que produce la agricultura, para mantener cierta proporcin en los precios de los productos agrcolas. En segundo lugar, la elevacin de los precios de acopio de los cereales nos impedira mantener el bajo

J. V. Stalin precio del pan en las ciudades; es decir, que tendramos que subir tambin los precios de venta del pan. Y como no podemos ni debemos perjudicar a los obreros, nos veramos obligados a elevar rpidamente los salarios. Y esto conducira forzosamente a aumentar tambin los precios de los artculos manufacturados, pues, de lo contrario, se producira un trasiego de recursos de la ciudad al campo, perjudicial para la industrializacin. Y como resultado de esto, tendramos que nivelar los precios de los artculos manufacturados y los productos agrcolas, no sobre la base de precios con tendencia a la baja o, por lo menos, estabilizados, sino sobre la base de precios con tendencia al alza, tanto del pan como de los artculos manufacturados. Dicho en otros trminos: tendramos que orientarnos al encarecimiento de los artculos manufacturados y de los productos agrcolas. Fcil es comprender que estas maniobras con los precios acabaran forzosa y totalmente con la poltica sovitica de precios, acabaran con el papel regulador del Estado en el mercado y dejaran en libertad completa la fuerza ciega del elemento pequeo burgus. Quin saldra ganando con ello? Slo los sectores acomodados de la ciudad y del campo, pues el encarecimiento de los artculos manufacturados y de los productos agrcolas los hara forzosamente inasequibles tanto para la clase obrera como para los campesinos pobres y los sectores modestos del campo. Saldran ganando los kulaks y los campesinos acomodados, los nepmanes y otras clases pudientes. Tambin esto sera una ligazn, pero una ligazn muy particular: la ligazn con los sectores pudientes del campo y de la ciudad. Y los obreros y los sectores modestos del campo tendran perfecto derecho a preguntarnos: qu Poder es ste, de los obreros y campesinos o de los kulaks y los nepmanes? La ruptura con la clase obrera y con los sectores modestos del campo y la ligazn con los sectores pudientes del campo y de la ciudad: eso es lo que nos traera la normalizacin bujarinista del mercado y las maniobras con los precios de los cereales por zonas. Es evidente que el Partido no puede seguir ese camino funesto. Hasta qu punto embrolla Bujarin todas las ideas sobre la Nep y hasta qu punto es prisionero de la fuerza ciega del elemento pequeoburgus se ve, entre otras cosas, por su actitud ms que negativa hacia las nuevas formas de intercambio de mercancas entre la ciudad y el campo, entre el Estado y los campesinos. Bujarin se indigna y denosta porque el Estado sea un proveedor de mercancas para los campesinos, y stos se vayan convirtiendo en proveedores de cereales para el Estado. Segn l, esto es vulnerar todas las normas

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS de la Nep, poco menos que torpedearla. Por qu? nos preguntamos, a ttulo de qu? Qu puede haber de malo en que el Estado, la industria del Estado, sea la que provea de mercancas a los campesinos sin intermediarios, y en que los campesinos sean los que suministren cereales para la industria, para el Estado, sin intermediarios tambin? Qu puede haber de malo, desde el punto de vista del marxismo y de la poltica marxista, en que los campesinos se hayan convertido ya en proveedores de algodn, de remolacha y de lino para las necesidades de la industria del Estado, y la industria del Estado en proveedora de mercancas urbanas, de simientes y de instrumentos de produccin para estas ramas de la economa rural? El mtodo de la contratacin es aqu el fundamental para fijar estas nuevas formas de intercambio de mercancas entre la ciudad y el campo. Pero acaso el mtodo de contratacin es incomparable con los postulados de la Nep? Qu puede haber de malo en que los campesinos se hagan proveedores del Estado tambin en cereales, y no slo en algodn, remolacha y lino, utilizando el mismo mtodo de la contratacin? Por qu al comercio en partidas pequeas, al comercio al por menor se le puede llamar intercambio de mercancas, y el comercio en partidas grandes, sobre la base de contratos previamente establecidos (contratacin) que determinen los precios y la calidad de los productos, no se puede considerar como intercambio de mercancas? Acaso es difcil comprender que estas nuevas formas de intercambio en masa de mercancas con arreglo al mtodo de la contratacin entre la ciudad y el campo han surgido precisamente sobre la base de la Nep y constituyen un importantsimo paso adelante de nuestras organizaciones hacia el fortalecimiento de la direccin socialista, planificada, de la economa nacional? Bujarin ha dejado de comprender estas cosas tan sencillas y tan lgicas. e) El llamado tributo El quinto error de Bujarin (me refiero a los errores principales) consiste en la deformacin oportunista de la lnea del Partido en el problema de las tijeras entre la ciudad y el campo, en el problema del llamado tributo. A qu se refiere la conocida resolucin de la reunin conjunta del Bur Poltico y del Presdium de la CCC. (febrero de 1929) acerca de las tijeras? Se refiere a que, adems de los impuestos ordinarios, directos e indirectos, que los campesinos satisfacen al Estado, abonan otro superimpuesto, al pagar de ms los artculos manufacturados y al cobrar de menos los precios de los productos agrcolas. Es cierto que existe en la realidad ese superimpuesto satisfecho por el campesinado? S, es

209 cierto Qu otros nombres tiene? Se le llama tambin tijeras, trasiego de recursos de la agricultura a la industria con objeto de impulsar ms rpidamente esta ltima. Es necesario ese trasiego? Entre nosotros no hay discrepancias acerca de que el trasiego, como medida provisional, es necesario, si es que de veras queremos mantener el rpido ritmo de desarrollo de la industria. Y el crecimiento rpido de la industria debemos mantenerlo a toda costa, pues no lo requiere slo la propia industria, sino que en primer lugar lo exige la agricultura, lo exigen los campesinos, quienes necesitan ahora ms que nada tractores, maquinaria agrcola y abonos. Podemos suprimir ahora mismo ese superimpuesto? Por desgracia, no. Deberemos suprimirlo en la primera oportunidad, dentro de unos aos, pero ahora no podemos hacerlo. Y ese superimpuesto, obtenido como resultado de las tijeras, constituye algo semejante a un tributo. No es tributo, sino algo semejante a un tributo. Es algo semejante a un tributo que satisfacemos por nuestro atraso. Ese superimpuesto es necesario para impulsar el desarrollo de la industria y terminar con nuestro atraso. No significar esto que explotamos al campesinado al gravarlo con ese impuesto adicional? No, no significa eso. La naturaleza del Poder Sovitico no permite que el Estado explote a los campesinos de ninguna manera. En los discursos de nuestros camaradas en el Pleno de julio272 se dijo explcitamente que dentro del rgimen sovitico quedaba excluida la explotacin de los campesinos por el Estado socialista, pues el ascenso constante del bienestar de los campesinos trabajadores es ley del desarrollo de la sociedad sovitica, y esto descarta toda posibilidad de explotacin del campesinado. Puede soportar el campesinado ese impuesto adicional? S, puede soportarlo. Por qu? Porque, primero, el pago de ese impuesto adicional coincide con un ambiente de mejoramiento continuo de la situacin material del campesinado. Porque, segundo, el campesino tiene su hacienda personal, cuyos ingresos le permiten satisfacer el impuesto adicional, cosa que no puede decirse del obrero, el cual carece de hacienda personal y entrega, a pesar de ello, todas sus energas a la causa de la industrializacin. Porque, tercero, la cuanta del impuesto adicional disminuye de ao en ao. Hacernos bien en calificar el impuesto adicional de algo semejante a un tributo? Sin duda alguna. Estas palabras suscitan en nuestros camaradas la idea de que el impuesto adicional es algo desagradable e indeseable y de que no se debe admitir su vigencia durante mucho tiempo. Al calificar as el impuesto
272

Se tiene en cuenta el Pleno del Comit Central del PC(b) de la URSS, celebrado del 4 al 12 de julio de 1928.

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210 adicional sobre el campesinado, queremos decir que lo descontamos, no porque se sea nuestro deseo, sino por necesidad, que los bolcheviques debemos tomar todas las medidas para acabar con este impuesto adicional a la primera posibilidad, cuanto antes. Tal es el fondo del problema de las tijeras, del trasiego, del superimpuesto, de lo que en los documentos antes aludidos se califica de algo semejante a un tributo. Bujarin, Rykov y Tomski trataron de aferrarse a la palabra tributo y empezaron a acusar al Partido de seguir una poltica de explotacin militar-feudal del campesinado. Pero ahora, hasta los ciegos ven que se trataba de un intento deshonesto de los bujarinistas de difamar de la manera ms grosera a nuestro Partido. Hasta ellos mismos se ven ahora obligados a reconocer tcitamente el estrepitoso fracaso de sus habladuras acerca de la explotacin militar-feudal. Una de dos: o bien los bujarinistas admiten que en el momento actual son inevitables las tijeras y el trasiego de recursos de la agricultura a la industria, y entonces deben reconocer el carcter calumnioso de sus acusaciones y la completa razn que asista al Partido; o bien niegan que en el momento actual sean inevitables las tijeras y el trasiego; pero, en este caso, que lo digan abiertamente, para que el Partido pueda incluirlos en la categora de los adversarios de la industrializacin de nuestro pas. Yo podra, en todo caso, mencionar varios discursos de Bujarin, Rykov y Tomski, en los que admiten sin reservas, como algo inevitable en el momento presente, las tijeras, el trasiego de recursos de la agricultura a la industria. Y eso es reconocer la frmula de algo semejante a un tributo. Y bien, siguen manteniendo el punto de vista del trasiego, el punto de vista de la conservacin de las tijeras en el momento presente, s o no? Que lo digan sin rodeos. Bujarin: El trasiego es necesario, pero tributo es una palabra desgraciada. Stalin: Quiere decir que con relacin al fondo del problema no tenemos discrepancias; quiere decir que el trasiego de recursos de la agricultura a la industria, las llamadas tijeras, el impuesto adicional, ese algo semejante a un tributo, constituye un recurso necesario, pero temporal, de la industrializacin del pas en el momento presente. Muy bien. De qu se trata, pues?, a qu viene ese alboroto? No agrada la palabra tributo o algo semejante a un tributo por considerar que no debe emplearse en la literatura marxista? Pues bien, hablaremos de la palabra tributo. Yo afirmo, camaradas, que esta palabra hace ya mucho que adquiri carta de naturaleza en nuestra

J. V. Stalin literatura marxista, por ejemplo, en los artculos del camarada Lenin. Eso puede asombrar a gentes que no leen a Lenin, pero es as, camaradas. Bujarin se ha desgaitado aqu afirmando que la literatura marxista no puede admitir la palabra tributo. Le indigna y le asombra que el CC del Partido y los marxistas en general se permitan emplear la palabra tributo. Pero qu tiene eso de particular, si est probado que esta palabra adquiri hace mucho carta de naturaleza en los artculos de un marxista como el camarada Lenin? O es que Lenin no rene los requisitos necesarios para un marxista desde el punto de vista de Bujarin? Pues bien, decidlo abiertamente, queridos camaradas. Tomad, por ejemplo, el artculo de un marxista como Lenin Acerca del infantilismo de izquierda y del espritu pequeoburgus (mayo de 1918) y leed el pasaje siguiente: El pequeoburgus que esconde sus miles es un enemigo del capitalismo de Estado y aspira a invertir esos miles nica y exclusivamente en provecho propio, en contra de los pobres, en contra de toda clase de control del Estado; y el conjunto de estos miles forma una base de muchos miles de millones para la especulacin, que malogra nuestra edificacin socialista. Supongamos que determinado nmero de obreros aporta en varios das valores por una suma igual a 1.000. Supongamos, adems, que de esta suma tenemos una prdida igual a 200, como consecuencia de la pequea especulacin, de las dilapidaciones de todo gnero y de las maniobras de los pequeos propietarios para salvar las normas y los decretos soviticos. Todo obrero consciente dir: si yo pudiera aportar 300 de esos 1.000, a condicin de que se implantase un orden y una organizacin mejores, aportara con gusto 300 en lugar de 200, ya que con el Poder Sovitico reducir luego este tributo, supongamos, hasta 100 50 ser una tarea muy fcil, una vez que se impongan el orden y la organizacin, una vez que sea vencido por completo el sabotaje de la pequea propiedad privada contra todo monopolio de Estado (t. XXII, pg. 515). Me parece que est claro. Diris, basndoos en esto, que el camarada Lenin era partidario de la poltica de explotacin militar-feudal de la clase obrera? Probad a hacerlo, queridos camaradas! Una voz: Sin embargo, nunca se ha empleado el concepto de tributo para el campesino medio. Stalin: No pensar usted que el campesino medio est ms cerca del Partido que la clase obrera? Es usted un marxista de pacotilla. Si se puede hablar de tributo refirindose a la clase obrera, de la que nosotros somos el Partido, por qu no se va a poder decir lo mismo del campesino medio, que no es, en fin de cuentas, ms que un aliado nuestro? Habr gente reparona capaz de pensar que la

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS palabra tributo es en el artculo Acerca del infantilismo de izquierda un lapsus del camarada Lenin, un lapsus casual. La comprobacin muestra, sin embargo, que las sospechas de la gente reparona carece de toda base. Tomad otro articulo, ms bien un folleto del camarada Lenin, Sobre el impuesto en especie (abril de 1921) y leed la pgina 324 (t. XXVI, pg. 324). Veris que el camarada Lenin repite literalmente el prrafo que acabo de citar acerca del tributo. Tomad, en fin, el artculo del camarada Lenin Las tareas inmediatas del Poder Sovitico (t. XXII, pg. 448, marzo-abril de 1918) y veris que Lenin tambin habla all del tributo (ya sin comillas) que pagamos por nuestro atraso en la organizacin de la contabilidad y del control ejercidos desde abajo por todo el pueblo. Resulta que la palabra tributo est muy lejos de ser un vocablo casual en los artculos de Lenin. El camarada Lenin emplea esta palabra para subrayar el carcter temporal del tributo, para poner en tensin la energa de los bolcheviques y orientarla en el sentido de suprimir, a la primera posibilidad, ese tributo que la clase obrera paga por nuestro atraso, por nuestros defectos. Resulta que, al emplear la expresin algo semejante a un tributo, me encuentro en compaa de marxistas bastante buenos, en compaa del camarada Lenin. Bujarin deca aqu que los marxistas no deben tolerar en su literatura la palabra tributo. A qu marxistas se refera? Si se refera a marxistas, dicho sea con perdn, del estilo de Slepkov, Maretski, Petrovski, Rozit, etc., que tiran mucho ms a liberales que a marxistas, se comprende muy bien la irritacin de Bujarin. Pero si se refera a marxistas de veras, al camarada Lenin, por ejemplo, hay que decir que la palabra tributo adquiri hace ya mucho entre ellos carta de naturaleza, y Bujarin, que conoce poco las obras de Lenin, se ha equivocado de medio a medio. Pero el problema del tributo no termina aqu. No es casual que Bujarin y sus amigos la tomaran con la palabra tributo y hablaran de poltica de explotacin militar-feudal del campesinado. Es indudable que con el alboroto acerca de la explotacin militar-feudal queran significar su extremo descontento por la poltica de nuestro Partido que, con relacin a los kulaks, aplican nuestras organizaciones. El descontento por la poltica leninista del Partido en la direccin del campesinado, el descontento por nuestra poltica de acopio de cereales, el descontento por nuestra poltica de desarrollo mximo de los koljoses y los sovjoses, el deseo, en fin, de emancipar el mercado y de establecer la plena libertad para el comercio privado: eso es lo que reflejan los alaridos de Bujarin acerca de la poltica de explotacin militar-feudal del campesinado.

211 No conozco en la historia de nuestro Partido otro ejemplo de que se le acusase de seguir una poltica de explotacin militar-feudal. Tal arma contra el Partido no procede del arsenal marxista. De dnde procede? Del arsenal de Miliukov, el lder de los demcratas constitucionalistasCuando los demcratas constitucionalistas quieren encizaar a la clase obrera y al campesinado, suelen decir: ustedes, seores bolcheviques, edifican el socialismo sobre los huesos del campesinado. Con sus vociferaciones acerca del tributo, Bujarin hace coro a los seores Miliukov, marcha a remolque de los enemigos del pueblo. f) El ritmo del desarrollo de la industria y las nuevas formas de ligazn entre la ciudad y el campo Y, por ltimo, el ritmo del desarrollo de la industria y las nuevas formas de la ligazn entre la ciudad y el campo. Es sta una de las cuestiones ms importantes en nuestras discrepancias. Su importancia reside en que en ella vienen a confluir todos los hilos de muestras discrepancias prcticas en orden a la poltica econmica del Partido. Qu formas nuevas de ligazn son stas?, qu significa eso desde el punto de vista de nuestra poltica econmica? Significa, ante todo, que, adems de las viejas formas de ligazn entre la ciudad y el campo, en que la industria satisfaca principalmente las necesidades personales del campesino (en cuanto a percal, calzado, artculos textiles en general, etc.), necesitamos nuevas formas de ligazn, en que la industria satisfaga las necesidades de produccin de la hacienda campesina (en cuanto a maquinaria agrcola, tractores, simientes escogidas, abonos, etc.). Si antes satisfacamos principalmente las necesidades personales del campesino, preocupndonos poco de las necesidades de produccin de su hacienda, ahora, sin dejar de atender a sus necesidades personales, debemos preocuparnos intensamente del abastecimiento de maquinaria agrcola, tractores, abonos, etc., cosa que se relaciona directamente con la reestructuracin de la produccin agrcola sobre una nueva base tcnica. Mientras se trataba de levantar la agricultura y de que los campesinos pusieran en cultivo las tierras que pertenecieron a los terratenientes y kulaks, podamos contentarnos con las viejas formas de ligazn. Pero ahora, que se trata de la reestructuracin de la agricultura, esto ya no basta. Ahora hay que ir ms all, ayudando al campesinado a reestructurar la produccin agrcola sobre la base de una nueva tcnica y del trabajo colectivo. Esto significa, en segundo lugar, que, a la par que reequipamos nuestra industria, debemos comenzar a reequipar tambin en serio nuestra agricultura. Estamos reequipando, y en parte hemos reequipado ya, nuestra industria, dndole una nueva base tcnica,

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212 dotndola de mquinas nuevas modernas y de cuadros nuevos y ms capaces. Estamos construyendo fbricas nuevas y modernizando y ampliando las antiguas; impulsamos la metalurgia, la industria qumica y la construccin de maquinaria. Sobre esta base crecen las ciudades, se multiplican los nuevos centros industriales y se amplan los antiguos. Sobre esta base aumenta la demanda de productos alimenticios y de materias primas para la industria. Pero la agricultura sigue empleando los viejos aperos y los viejos y patriarcales mtodos de cultivo de la tierra, los viejos y primitivos medios tcnicos, ya hoy inservibles o casi inservibles, las viejas formas de gestin y de trabajo, propias de la pequea hacienda campesina individual. Qu nos dice, por ejemplo, el hecho de que, mientras antes de la revolucin haba en nuestro pas unos 16 millones de haciendas campesinas, hoy haya 25 millones por lo menos? Qu significa esto sino que la agricultura va tomando un carcter ms atomizado y disperso? Y una particularidad de las pequeas haciendas dispensas es que no pueden utilizar debidamente la tcnica, la maquinaria, los tractores, los adelantos de la ciencia agronmica y producen poco para el mercado. De ah la escasez de produccin agrcola de uso mercantil. De ah el peligro de una ruptura entre la ciudad y el campo, entre la industria y la agricultura. De ah la necesidad de impulsar la agricultura, de imprimirle el ritmo de desarrollo de nuestra industria. Pues bien, para eliminar este peligro de ruptura es necesario comenzar a reequipar a fondo la agricultura sobre la base de una nueva tcnica. Y para ello es preciso ir agrupando paulatinamente en grandes haciendas, en koljoses, las haciendas campesinas individuales dispersas; es necesario organizar la agricultura sobre la base del trabajo colectivo, ampliar las colectividades; es necesario desarrollar los viejos sovjoses y organizar nuevos, aplicar sistemticamente las formas de la contratacin en masa en todas las ramas fundamentales de la agricultura; es necesario fomentar el sistema de las estaciones de mquinas y tractores, que ayudan a los campesinos a aprender el manejo de los nuevos elementos tcnicos y a colectivizar el trabajo. En una palabra, es necesario ir pasando gradualmente las pequeas haciendas campesinas individuales a la gran produccin colectiva, pues slo la gran produccin de tipo colectivo es capaz de utilizar ntegramente las realizaciones de la ciencia y los nuevos elementos tcnicos y de hacer avanzar con pasos de siete leguas nuestra agricultura. Eso no quiere decir, naturalmente, que debamos abandonar las haciendas individuales de los campesinos pobres y medios. No, no quiere decir eso. La hacienda individual de los campesinos pobres y medios desempea y seguir desempeando en el futuro inmediato un papel predominante en cuanto al

J. V. Stalin suministro de vveres y materias primas para la industria. Precisamente por ello es necesario apoyar a las haciendas individuales de los campesinos pobres y medios no agrupados an en koljoses. Pero esto significa que la sola hacienda campesina individual ya no es suficiente. De ello dan fe nuestras dificultades en punto al acopio de cereales. Por eso hay que complementar el fomento de la hacienda individual del campesino pobre y medio impulsando por todos los medios las formas colectivas de la economa y los sovjoses. Por eso es necesario tender un puente entre las haciendas individuales de los campesinos pobres y medios y las famas colectivas de la economa mediante la contratacin en masa, las estaciones de mquinas y tractores, desarrollando por todos los medios el movimiento cooperativo, para facilitar a los campesinos el paso de su pequea hacienda individual al cauce del trabajo colectivo. Sin observar estas condiciones, ser imposible dar un impulso serio a la agricultura. Sin estas condiciones, ser imposible resolver el problema cerealista. Sin estas condiciones, ser imposible sacar a los campesinos modestos de la ruina y de la miseria. Esto significa, finalmente, que es necesario desarrollar en todos los sentidos nuestra industria como el medio principal que ayude a reestructurar la produccin agrcola, que es necesario impulsar la metalurgia, la industria qumica y la construccin de maquinaria; que es necesario construir fbricas de tractores, fbricas de maquinaria agrcola, etc. Huelga demostrar que es imposible el desarrollo de los koljoses, que es imposible el desarrollo de las estaciones de mquinas y tractores, sin incorporar a las masas fundamentales campesinas a las formas de gestin colectiva a travs de la contratacin en masa, sin dotar a la agricultura de una cantidad considerable de tractores, de mquinas agrcolas, etc. Pero sin desarrollar nuestra industria a ritmo acelerado es imposible proporcionar al campo maquinaria agrcola y tractores. De ah el ritmo rpido de desarrollo de nuestra industria, como clave para la reestructuracin de la agricultura sobre la base del colectivismo. Tales son el sentido y la importancia de las nuevas formas de la ligazn. El grupo de Bujarin se ve obligado a reconocer de palabra la necesidad de las nuevas formas de la ligazn. Pero no es ms que un reconocimiento verbal, hecho con el propsito de hacer pasar, bajo la tapadera del reconocimiento verbal de las nuevas formas de la ligazn, algo que es todo lo contrario. En realidad, Bujarin est en contra de las nuevas formas de la ligazn. Para Bujarin, el punto de partida no es el ritmo rpido de desarrollo de la industria, como palanca para la reestructuracin de la produccin agrcola, sino el desarrollo de la hacienda

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS campesina individual. Para l, en primer plano figura la normalizacin del mercado y la admisin del libre juego de los precios en el mercado de los productos agrcolas, la admisin de la libertad completa para el comercio privado. De ah su recelo hacia los koljoses, lo que se advirti en su discurso en el Pleno de julio del CC, y en las tesis que present en vsperas de este mismo Pleno. De ah su enemiga a todas y cada una de las medidas extraordinarias contra los kulaks para el acopio de cereales. Es sabido que Bujarin huye de las medidas extraordinarias como el diablo del agua bendita. Es sabido que Bujarin sigue todava sin poder comprender que, en las condiciones actuales, el kulak aportar de buen grado, espontneamente, la suficiente cantidad de cereales. As lo demuestran dos aos de experiencia de trabajo nuestro en el acopio de cereales. Y qu hacer si, a pesar de todo, escasea el grano mercantil? Bujarin contesta: no molestis a los kulaks con medidas extraordinarias y traed trigo del extranjero. No hace mucho que nos propona importar unos 50 millones de puds de trigo, es decir, que invirtisemos en ello unos 100 millones de rublos en moneda extranjera. Y si necesitamos las divisas para importar maquinaria con destino a la industria? Bujarin replica: hay que dar preferencia a la importacin de trigo, relegando a un segundo plano, por lo que se ve, la importacin de maquinaria para la industria. Se llega, pues, a la conclusin de que, para resolver el problema cerealista v reestructurar la agricultura, lo principal no es el rpido ritmo de desarrollo de la industria, sino el fomento de la hacienda campesina individual, incluyendo la hacienda del kulak, sobre la base del mercado libre con el libre juego de los precios. Por donde nos encontramos con dos planes diferentes de poltica econmica. Plan del Partido: 1. Estamos reequipando la industria (reestructuracin). 2. Comenzamos a reequipar en serio la agricultura (reestructuracin). 3. Para esto es necesario ampliar la organizacin de koljoses y sovjoses y emplear la contratacin en masa y las estaciones de mquinas y tractores como medios para establecer una ligazn de produccin entre la industria y la agricultura. 4. Por lo que se refiere a las dificultades de acopio de cereales en estos momentos, es necesario reconocer como admisibles las medidas extraordinarias pasajeras, respaldadas por el apoyo social de las masas de campesinos pobres y medios, como uno de los recursos para vencer la resistencia de los kulaks y sacarles la mayor cantidad posible de excedentes de grano, indispensables para evitar las

213 importaciones de trigo y destinar las divisas al desarrollo de la industria. 5. La hacienda individual de los campesinos pobres y medios ocupa y seguir ocupando todava una situacin predominante en cuanto al abastecimiento del pas de vveres y materias primas, pero ella sola de por s no basta ya; por eso hay que complementar el desarrollo de las haciendas individuales de los campesinos pobres y medios con el desarrollo de los koljoses y sovjoses, con la contratacin en masa y con el desarrollo intensivo de las estaciones de mquinas y tractores, para facilitar el desplazamiento de los elementos capitalistas de la agricultura y el paso gradual de las haciendas campesinas individuales al cauce de las grandes haciendas colectivas, al cauce del trabajo colectivo. 6. Mas, para conseguir todo esto, es necesario, ante todo, intensificar el desarrollo de la industria, de la metalurgia, de la industria qumica y de la construccin de maquinaria, la construccin de fbricas de tractores, de maquinaria agrcola, etc. De otro modo, ser imposible resolver el problema de los cereales, lo mismo que ser imposible reestructurar la agricultura. Conclusin: la clave para la reestructuracin de la agricultura est en el rpido ritmo de desarrollo de nuestra industria. Plan de Bujarin: 1. Normalizacin del mercado, admisin del libre juego de los precios en el mercado y elevacin de los precios de los cereales, sin reparar en que esto puede conducir al encarecimiento de los artculos manufacturados, de las materias primas y del pan. 2. Estimular por todos los medios las haciendas campesinas individuales amortiguando en cierta medida el ritmo de desarrollo de los koljoses y sovjoses (tesis de Bujarin en julio, discurso de Bujarin en el Pleno de julio). 3. Dejar que los acopios marchen por s solos excluyendo siempre, y cualesquiera que sean las condiciones, incluso la aplicacin parcial de medidas extraordinarias contra los kulaks, aunque estas medidas tengan el apoyo de la masa de los campesinos medios y pobres. 4. En caso de escasez de trigo, importado, invirtiendo en ello unos 100 millones de rublos. 5. Si no hay bastantes divisas para cubrir la importacin de trigo y de maquinaria industrial, reducir la importacin de esta ltima y, por tanto, amortiguar el ritmo de desarrollo de nuestra industria; de lo contrario, la agricultura se estancar o incluso decaer. Conclusin: la clave para la reestructuracin de la agricultura est en desarrollar la hacienda campesina individual. Tal es el giro que toman las cosas, camaradas! El plan de Bujarin es un plan de amortiguamiento del ritmo de desarrollo de la industria y de

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214 quebrantamiento de las nuevas formas de la ligazn. Tales son nuestras disensiones. A veces preguntan: no nos habremos retrasado en cuanto al desarrollo de las nuevas formas de la ligazn, en cuanto al desarrollo de los koljoses, de los sovjoses, etc.? Hay quien afirma que el Partido se ha retrasado dos aos, por lo menos, en este asunto. Eso es falso, camaradas. Es absolutamente falso. Eso slo pueden decirlo los vocingleros izquierdistas, que no tienen idea de lo que es la economa de la URSS. Qu significa retrasarse en este asunto? Si se trata de haber previsto la necesidad de los koljoses y los sovjoses, diremos que lo hicimos ya durante la Revolucin de Octubre. Que el Partido previ la necesidad de los koljoses y sovjoses ya entonces, en el perodo de la Revolucin de Octubre, es cosa que nadie puede poner en duda. Finalmente, se puede consultar nuestro programa, aprobado en el VIII Congreso del Partido (en marzo de 1919). En l aparece formulada con toda claridad la necesidad de los koljoses y sovjoses. Pero el simple hecho de que la direccin de nuestro Partido previese la necesidad de los koljoses y sovjoses no bastaba para despertar y organizar un movimiento de masas en pro de ellos. Por tanto, de lo que se trata no es de prever, sino de realizar el plan de la organizacin de koljoses y sovjoses. Mas, para realizar este plan, eran necesarias diversas condiciones, que no se daban antes en nuestro pas y que no se han dado hasta estos ltimos tiempos. Ah est la cuestin, camaradas. Para poder llevar a la prctica el plan de un movimiento de masas en pro de los koljoses y sovjoses, era necesario, ante todo, que la direccin del Partido tuviese en este aspecto el apoyo del Partido en su conjunto. Y nuestro Partido, como se sabe, pasa de un milln de afiliados. Por tanto, era necesario convencer a la gran masa del Partido de que la poltica de su direccin era acertada. Esto en primer lugar. Para ello era necesario tambin que entre los campesinos se produjese un movimiento de masas en pro de los koljoses, que los campesinos no desconfiasen de los koljoses, sino que afluyesen a ellos por su propio impulso, convencindose en la prctica de las ventajas de los koljoses sobre la hacienda individual. Y eso es un asunto serio, que requiere cierto tiempo. Esto en segundo lugar. Para ello era necesario, adems, que el Estado dispusiese de los medios materiales precisos para financiar la organizacin de los koljoses, para financiar los koljoses y sovjoses. Y eso supona cientos y cientos de millones de rublos, queridos camaradas. Esto en tercer lugar. Para ello era necesario, finalmente, un desarrollo de la industria en grado ms o menos suficiente, a fin de proporcionar a la agricultura maquinaria agrcola,

J. V. Stalin tractores, abonos, etc. Esto en cuarto lugar. Se puede afirmar que todas estas condiciones concurran ya en nuestro pas hace dos o tres aos? No, no se puede afirmar. No se debe olvidar que somos un partido gobernante, y no un partido de oposicin. Los partidos de oposicin pueden lanzar consignas -me refiero a las consignas prcticas cardinales del movimiento- para cumplirlas despus de la toma del Poder. Nadie puede reprochar a un partido de oposicin que no cumpla sus consignas cardinales al momento, pues todo el mundo comprende que no es l quien gobierna, sino que son otros partidos. Pero la cosa cambia por completo cuando se trata de un partido gobernante, como lo es nuestro Partido Bolchevique. Las consignas de un partido as no son simples consignas de agitacin, sino mucho ms, pues tienen la fuerza de decisiones prcticas, fuerza de ley, de algo que es necesario realizar inmediatamente. Nuestro Partido no puede lanzar una consigna prctica y luego dar largas a su realizacin. Esto sera engaar a las masas. Para lanzar una consigna prctica, sobre todo una consigna tan importante como la del paso de masas de millones de campesinos al cauce del colectivismo, es menester que se den ya las condiciones necesarias para poder cumplirla inmediatamente; es necesario, finalmente, crear, organizar estas condiciones. Por eso no bastaba con que la direccin del Partido hubiera previsto la necesidad de los koljoses y sovjoses. Por eso necesitbamos tambin las condiciones necesarias para realizar, para llevar a la prctica inmediatamente nuestras consignas. Estaba la masa de nuestro Partido dispuesta a impulsar por todos los medios la organizacin de koljoses y sovjoses hace dos o tres aos, pongamos por caso? No, entonces todava no estaba dispuesta a hacerlo. El viraje serio de las masas del Partido hacia las nuevas formas de la ligazn no comenz a producirse hasta que se presentaron las primeras dificultades importantes en el acopio de cereales. Hubieron de darse estas dificultades para que la masa del Partido advirtiese en todo su alcance la necesidad de apresurar la creacin de las nuevas formas de la ligazn y, sobre todo, de los koljoses y sovjoses, y apoyase resueltamente en esta empresa a su Comit Central. Ah tenis una condicin con la que no contbamos antes y que ahora existe. Haba, hace dos o tres aos, un movimiento serio de las masas de millones de campesinos en favor de los koljoses y de los sovjoses? No, no lo haba. Todo el mundo sabe que hace dos o tres aos los campesinos miraban con malos ojos a los sovjoses y despreciaban a los koljoses, viendo en ellos una especie de intiles comunas. Y ahora? Ahora, es otra cosa. Ahora tenemos ya capas enteras de campesinos que ven en los sovjoses y los koljoses una fuente de ayuda a sus haciendas en forma de

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS semillas, de ganado de raza, de maquinaria, de tractores, etc. Ahora no hay ms que darles mquinas y tractores, y la organizacin de koljoses avanzar con ritmo acelerado. A qu se debe este viraje producido en ciertas capas, bastante amplias, de los campesinos? Qu favoreci este viraje? Ante todo, el desarrollo de las cooperativas y del movimiento cooperativo. No cabe duda de que sin el potente desarrollo de la cooperacin, sobre todo de las cooperativas agrcolas, que han abonado entre los campesinos el terreno psicolgico en sentido propicio para los koljoses, no existira esa inclinacin hacia los koljoses, que se manifiesta ahora en capas enteras de la masa campesina. Tambin tuvo gran importancia la existencia de koljoses bien organizados, que daban a los campesinos buenos ejemplos de cmo se poda mejorar la agricultura, unificando las pequeas haciendas campesinas en grandes haciendas colectivas. Y cumpli tambin su papel la existencia de sovjoses bien organizados, que ayudaban a los campesinos a mejorar sus haciendas. No me refiero ya a otros factores que todos vosotros conocis sobradamente. Ah tenis otra condicin con la que no contbamos antes y que ahora existe. Puede afirmarse, adems, que hace dos o tres aos estbamos en condiciones, de financiar en serio los koljoses y los sovjoses, invirtiendo en ello cientos de millones de rublos? No, no puede afirmarse. Sabis perfectamente que entonces escaseaban los recursos incluso para impulsar ese mnimo de industria sin el cual es imposible toda industrializacin; eso sin hablar ya de reestructurar la agricultura. Podamos retirar estos recursos de la industria, base de la industrializacin del pas, y transferirlos a los koljoses y los sovjoses? Es evidente que no podamos hacerlo. Y ahora? Ahora poseemos recursos para desarrollar los koljoses y los sovjoses. Se puede, finalmente, afirmar que hace dos o tres aos contaba ya nuestra industria con una base suficiente para proporcionar a la agricultura mquinas, tractores, etc. en grandes cantidades? No, no se puede afirmar. La tarea consista entonces en crear una base industrial mnima para dotar a la agricultura de mquinas y tractores en el futuro. La creacin de esta base absorba por aquel entonces nuestros exiguos recursos financieros. Y ahora? Ahora disponemos de esa base industrial para la agricultura. O, cuando menos, se est creando con ritmo acelerado. Vemos, por tanto, que las condicionas necesarias para el desarrollo en masa de los koljoses y los sovjoses no han sido creadas en nuestro pas hasta los ltimos tiempos. As es como estn las cosas, camaradas.

215 Por eso no se puede afirmar que hayamos emprendido con retraso el desarrollo de las nuevas formas de la ligazn. g) Bujarin como terico Tales son, en lo fundamental, los principales errores de Bujarin, terico de la oposicin derechista, en los problemas capitales de nuestra poltica. Se dice que Bujarin es un terico de nuestro Partido. Eso es cierto, naturalmente. Pero le ocurre que, en cuanto a teora, no lo tiene todo en su sitio. Basta fijarse en el cmulo de sus errores relativos a los puntos de la teora y la poltica del Partido que acabamos de examinar. No es posible que esos errores que se refieren a la Internacional Comunista, a la lucha de clases, a la agudizacin de la lucha de clases, al campesinado, a la Nep, a las nuevas formas de la ligazn, no es posible que todos esos errores sean fruto de la casualidad. No, esos errores no son casuales. Esos errores de Bujarin responden a su viciosa orientacin terica, a sus lagunas tericas. S, Bujarin es un terico, pero no es un terico marxista a carta cabal, es un terico que tiene todava mucho que aprender para ser un terico marxista. Se habla de la conocida carta del camarada Lenin sobre Bujarin como terico. Veamos lo que dice esa carta: En cuanto a los jvenes miembros del CC -dice Lenin-, dir algunas palabras acerca de Bujarin y de Piatakov. Son, a mi juicio, los que ms se destacan (entre los ms jvenes), y en ellos se debera tener en cuenta lo siguiente: Bujarin no slo es un valiossimo y notable terico del Partido, sino que, adems, se le considera legtimamente el favorito de todo el Partido; pero sus concepciones tericas muy difcilmente pueden calificarse de enteramente marxistas, pues hay en l algo escolstico (jams ha estudiado y creo que jams ha comprendido por completo la dialctica)273 (Acta taquigrfica del Pleno de julio de 1926, fase. IV, pg. 66). Es, por tanto, un terico sin dialctica. Un terico escolstico. Un terico cuyas concepciones tericas muy difcilmente pueden calificarse de enteramente marxistas. As define Lenin a Bujarin como terico. Comprenderis, camaradas, que un terico semejante tiene todava que aprender. Y si Bujarin comprendiese que su formacin como terico no est an terminada, que todava necesita aprender, que es un terico que an no domina todava la dialctica, cuando la dialctica es el alma del marxismo; si comprendiese esto, sera ms modesto, con lo cual el Partido slo saldra ganando. Pero lo malo es que Bujarin no peca de modesto. Lo malo es que, lejos de pesar de modesto, se atreve incluso a dar lecciones a
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Subrayado por m. J. St.

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216 nuestro maestro Lenin en buen nmero de problemas, sobre todo en la cuestin del Estado. Eso es lo malo de Bujarin. Permitidme que me remita con este motivo a la conocida discusin terica promovida en 1916 entre Lenin y Bujarin a propsito del Estado. Ello nos es importante para que se vea qu desmedidas pretensiones alimenta Bujarin, quien aspira a dar lecciones a Lenin, y dnde estn las races de sus fallas tericas en problemas tan importantes como la dictadura del proletariado, la lucha de clases, etc. Como es sabido, la revista La Internacional Juvenil274 public en 1916 un artculo de Bujarin, con la firma de Nota Bene, que, en el fondo, atacaba al camarada Lenin. Bujarin escriba en ese artculo: ...Es completamente errneo querer buscar las diferencias entre los socialistas y los anarquistas en el hecho de que los primeros sean partidarios y los segundos adversarios del Estado. En realidad, la diferencia entre ellos consiste en que la socialdemocracia revolucionaria pretende organizar la nueva produccin social como produccin centralizada, es decir, la ms progresiva tcnicamente, mientras que la produccin descentralizada de los anarquistas no significara sino un paso atrs a la vieja tcnica, a la vieja forma de empresa... ...Para la socialdemocracia, que es, o por lo menos debiera ser, la educadora de las masas, hoy ms que nunca es necesario subrayar su hostilidad de principio frente al Estado... La actual guerra ha puesto de manifiesto lo profundas que son las races de la concepcin estatal en el espritu de los obreros. Lenin critic estas opiniones de Bujarin en un conocido artculo, que se public en 1916: Esto es falso. El autor plantea la cuestin de la diferente actitud de los socialistas y los anarquistas respecto al Estado, pero su respuesta no se refiere a esta cuestin, sino a otra, a la de su diferente actitud ante la base econmica de la sociedad futura. Esto es, indudablemente, muy importante y necesario. Pero de aqu no se desprende que se pueda olvidar lo fundamental de la diferente actitud de los socialistas y los anarquistas ante el Estado. Los socialistas son partidarios de utilizar el Estado moderno y sus instituciones en la lucha por la emancipacin de la clase obrera, y tambin defienden la necesidad de utilizar el Estado como forma peculiar de transicin
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J. V. Stalin del capitalismo al socialismo. Esa forma de transicin, que tambin es Estado, es la dictadura del proletariado. Los anarquistas pretenden abolir el Estado, hacerlo saltar (sprengen), como dice en un pasaje el camarada Nota Bene, atribuyendo por error esta idea a los socialistas. Los socialistas -el autor cita, por desgracia de un modo demasiado incompleto, unas palabras de Engels que guardan relacin con el tema- reconocen la muerte lenta, la extincin paulatina del Estado despus de la expropiacin de la burguesa... Para subrayar la hostilidad de principio respecto al Estado, es necesario comprenderla con toda claridad y la claridad es, precisamente, lo que le falta al autor. Y la frase sobre las races de la concepcin estatal no puede ser ms confusa, no es ni marxista ni socialista. No es la concepcin estatal la que choca con la negacin del Estado, sino la poltica oportunista (es decir, la actitud oportunista, reformista, burguesa ante el Estado) la que choca con la poltica revolucionaria socialdemcrata (es decir, con la actitud revolucionaria socialdemcrata ante el Estado burgus y ante la utilizacin del Estado contra la burguesa, para derrocarla). Son cosas muy, muy distintas (t. XIX, pg. 296). Creo que est clara la cuestin, como tambin est claro en qu charca semianarquista haba cado Bujarin! Sten: Lenin no haba expuesto todava en aquel entonces en forma amplia la necesidad de hacer saltar el Estado. Bujarin, con sus errores anarquistas, se acercaba a la formulacin de este problema. Stalin: No, ahora no se trata de eso, sino de la actitud ante el Estado en general; se trata de que, segn Bujarin, la clase obrera debe ser, por principio, enemiga de todo Estado, comprendido el Estado de la clase obrera. Sten: Lenin slo hablaba en aquel entonces de la utilizacin del Estado, pero sin referirse para nada en su crtica de Bujarin al concepto de hacer saltar el Estado. Stalin: Se equivoca usted: hacer saltar el Estado no es una frmula marxista, sino anarquista. Me atrevo a asegurarle que de lo que en este caso se trata es de que los obreros deben, segn Bujarin (y los anarquistas), subrayar su hostilidad de principio contra todo Estado y, por tanto, tambin contra el Estado del perodo de transicin, contra el Estado de la clase obrera. Pruebe a explicar a nuestros obreros que la clase obrera debe mantener una hostilidad de principio contra la dictadura proletaria, que tambin es un Estado. La posicin de Bujarin, expuesta en su artculo de La Internacional Juvenil, niega el Estado en el

La Internacional Juvenil (Jugend Internationales): revista, rgano de la Unin Internacional de Juventudes Socialistas; apareci en Zurich desde septiembre de 1915 hasta mayo de 1918. De 1919 a 1941 se public como rgano del Comit Ejecutivo de la Internacional Juvenil Comunista.

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS perodo de transicin del capitalismo al socialismo. Bujarin se deja escapar una pequeez: todo el perodo de transicin, durante el cual la clase obrera, si realmente quiere aplastar a la burguesa y edificar el socialismo, no puede prescindir de su propio Estado. Esto lo primero. Segundo: es falso que el camarada Lenin no se refiriese, en su crtica de entonces, a la teora de hacer saltar, de abolir el Estado en general. Lenin no slo se refera a esta teora, segn se ve por las citas que acabo de mencionar, sino que la critic como teora anarquista, contraponindole la teora de la creacin y utilizacin de un Estado nuevo despus del derrocamiento de la burguesa, el Estado de la dictadura proletaria. Finalmente, no se debe confundir la teora anarquista de hacer saltar y abolir el Estado con la teora marxista de la extincin del Estado proletario o de la demolicin, de la destruccin de la mquina estatal burguesa. Hay quien propende a confundir estas dos ideas distintas, creyendo que son expresiones de un mismo pensamiento. Pero esto es falso. Lenin criticaba la teora anarquista de hacer saltar, de abolir el Estado en general, partiendo precisamente de la teora marxista de la demolicin de la mquina estatal burguesa y de la extincin del Estado proletario. Tal vez no estar de ms citar aqu, para mayor claridad, unas cuartillas del camarada Lenin acerca del Estado, escritas muy probablemente a fines de 1916 o a comienzos de 1917 (antes de la revolucin de febrero de 1917). Este manuscrito nos permite comprobar fcilmente: a) que, al criticar los errores semianarquistas de Bujarin en la cuestin del Estado, Lenin arrancaba de la teora marxista de la extincin del Estado proletario y de la demolicin de la mquina estatal burguesa, b) que, aunque Bujarin, segn la expresin de Lenin, estuviese ms cerca de la verdad que Kautsky, sin embargo, en vez de desenmascarar a los kautskianos, les ayuda con sus propios errores. Dice as este manuscrito: La carta de Engels a Bebel del 18-28 de marzo de 1875 tiene una importancia excepcional para el problema del Estado. Copio literalmente el pasaje ms importante: ...El Estado popular libre se ha convertido en el Estado libre. Gramaticalmente hablando, Estado libre es un Estado que es libre respecto a sus ciudadanos, es decir, un Estado con un gobierno desptico. Habra que abandonar toda esa charlatanera acerca del Estado, sobre todo despus de la Comuna, que no era ya un Estado en el verdadero sentido de la palabra. Los anarquistas nos han echado en cara ms de la cuenta eso del Estado popular, a pesar de que ya la obra de Marx contra Proudhon, y luego el

217 Manifiesto Comunista, dicen claramente que, con la implantacin del rgimen social socialista, el Estado se disolver por s mismo (sich auflst) y desaparecer. Siendo el Estado una institucin meramente transitoria, que se utiliza en la lucha, en la revolucin, para someter por la violencia a los adversarios, es un absurdo hablar de Estado popular libre: mientras el proletariado necesite (subrayado por Engels) todava del Estado, no lo necesitar en inters de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejar de existir. Por eso nosotros propondramos decir siempre, en vez de la palabra Estado (subrayado por Engels), la palabra Comunidad (Gemeinwesen), una buena y antigua palabra alemana, que equivale a la palabra francesa Commune. Este es, quizs, el pasaje ms destacado y, sin duda alguna, el ms duro, por decirlo as, contra el Estado, de Marx y Engels. (1) Hay que abandonar toda esa charlatanera acerca del Estado. (2) La Comuna no era ya un Estado, en el verdadero sentido de la palabra (qu era, pues? una forma de transicin del Estado al no Estado, evidentemente!). (3) Los anarquistas nos han echado en cara bastante (in die Zhne geworfen; literalmente: restregado las narices), eso del Estado popular (o sea, que a Marx y Engels les avergonzaba este error manifiesto de sus amigos alemanes; sin embargo, pensaban y en las circunstancias de entonces tenan, claro, razn- que ese error era incomparablemente menos grave que el de los anarquistas. NB esto!!). (4) El Estado se descompone (se disuelve) por s mismo (Nota Bene) y desaparece... (comparad ms adelante: se extingue) con la implantacin del rgimen social socialista... (5) El Estado es una institucin transitoria, necesaria en la lucha, en la revolucin... (necesaria para el proletariado, se entiende)... (6) El Estado se necesita no para la libertad, sino para someter (Niederhaltung no significa, hablando con exactitud, someter, sino impedir la restauracin, mantener sumisos) a los adversarios del proletariado. (7) Cuando haya libertad, no habr Estado. (8) Nosotros (o sea, Engels y Marx) propondramos decir siempre (en el programa), en vez de Estado, Comunidad (Gemeinwesen) Commune!!! De ah se desprende hasta qu punto han vulgarizado y adulterado a Marx y Engels, no slo los oportunistas, sino tambin Kautsky. Los oportunistas no han comprendido ni una sola de estas 8 riqusimas ideas!! Han tomado solamente las necesidades prcticas del presente: utilizar la lucha poltica, utilizar el

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218 Estado actual para instruir y educar al proletariado, para arrancar concesiones. Esto es exacto (contra los anarquistas), pero no es todava ms que 1/100 de marxismo, si cabe emplear un trmino aritmtico. En su obra de propagandista y en su labor toda de publicista, Kautsky ha ocultado totalmente (o ha olvidado? o no ha comprendido?) los puntos 1, 2, 5, 6, 7, 8 y el Zerbrechen de que, habla Marx (en su polmica con Pannekoek en 1912 1913 (v. ms abajo, pgs. 45-47), Kautsky ha cado ya por completo en el oportunismo al tratar esta cuestin). De los anarquistas nos distingue (a) la utilizacin del Estado ahora y (b) durante la revolucin proletaria (dictadura del proletariado), puntos de la mayor importancia prctica, en este mismo momento. (Y es esto lo que olvid Bujarin!) De los oportunistas, verdades ms profundas, ms eternas" sobre (aa) el carcter temporal del Estado, (bb) el dao de las charlataneras acerca de ese carcter ahora, (cc) el carcter de la dictadura del proletariado, que no tiene enteramente el carcter de Estado, (dd) la contradiccin entre el Estado y la libertad, (ee) la mayor exactitud de la idea (concepcin, trmino programtico) de comunidad en vez de Estado, (ff) la destruccin (Zerbrechen) de la mquina burocrtico-militar. No hay que olvidar tampoco que la dictadura del proletariado la impugnan directamente los oportunistas declarados de Alemania (Bernstein, Kolb, etc.), e indirectamente el programa oficial y Kautsky, al silenciarla en su propaganda diaria y al tolerar a renegados como Kolb y Ca. A Bujarin se le escribi en agosto de 1916: deja que terminen de madurar tus ideas sobre el Estado. Pero l, sin dejarlas madurar, se lanz a la prensa como Nota Bene y lo hizo de tal modo que, en vez de desenmascarar a los kautskianos, les ayud con sus propios errores!! Aunque, en el fondo, Bujarin est ms cerca de la verdad que Kautsky. Tal es la breve historia de esta polmica terica sobre el Estado. Parece que la cosa est clara: Bujarin cometi errores semianarquistas: es tiempo de corregir estos errores y seguir en adelante las enseanzas de Lenin. Pero as slo pueden pensar los leninistas. Segn resulta, Bujarin no es de este parecer. Afirma lo contrario: que quien incurri en error no es l, sino Lenin; que no es l quien sigui o tiene que seguir las enseanzas de Lenin, sino, al contrario, fue Lenin quien hubo de seguir las enseanzas de Bujarin. Os parece inverosmil, camaradas? Entonces, seguid escuchando. Despus de esta polmica, sostenida en 1916, al cabo de nueve aos, durante los cuales Bujarin guard silencio, al ao de la muerte de Lenin, precisamente en 1925, Bujarin public en la recopilacin de trabajos titulada La revolucin del Derecho, un artculo Aportacin a la teora del

J. V. Stalin Estado imperialista, no aceptado en tiempos por la redaccin de Sbrnik Sotsial-Demokrata275 (es decir, por Lenin). En una nota de este artculo Bujarin declara abiertamente que en esta polmica quien tena la razn era l, y no Lenin. Podr parecer inverosmil, pero es un hecho, camaradas. Escuchad lo que dice esa nota: A este artculo, publicado en La Internacional Juvenil, V. I. (es decir, Lenin) replic con un suelto. El lector advertir fcilmente que yo no incurra en el error que se me achacaba, pues comprenda claramente la necesidad de la dictadura del proletariado; y, de otra parte, leyendo el suelto de Ilich, se ve que, por aquel entonces, l mantena una posicin falsa ante la tesis de hacer saltar el Estado (el Estado burgus, se entiende), confundiendo este problema con el de la extincin de la dictadura del proletariado276. Tal vez yo hubiera debido desarrollar ms entonces el tema de la dictadura. Pero, para descargo mo, dir que por aquel entonces estaba tan extendida la epidemia socialdemocrtica de ensalzamiento del Estado burgus, que era natural que yo concentrase toda la atencin en el problema de hacer saltar esta mquina. Cuando volv de Norteamrica a Rusia y vi a Nadiezhda Konstantnovna (en nuestro VI Congreso, celebrado en la clandestinidad, cuando V. r. estaba oculto), sus primeras palabras fueron stas: V. I. me encarga que le diga que ahora ya no discrepa de usted en cuanto al problema del Estado. Estudiando el problema, Ilich haba llegado a las mismas conclusiones277 respecto a la idea de hacer saltar el Estado; pero l desarroll este tema y luego el de la dictadura de tal modo, que sent toda una poca en la evolucin del pensamiento terico en este sentido. As escribe Bujarin de Lenin al ao de la muerte de ste. Ah tenis un botn de muestra de la fatuidad verdaderamente hipertrofiada de un terico que tiene todava mucho que aprender! Es muy posible que, efectivamente, Nadiezhda Konstantnovna dijese a Bujarin algo de lo que ste escribe. Pero qu se deduce de ello? Se deduce simplemente que Lenin tena ciertas razones para pensar que Bujarin haba renunciado o estaba dispuesto a renunciar a sus errores. Nada ms. Pero Bujarin lo interpret de otro modo. Y decidi que en adelante el creador, o por lo menos el inspirador, de la teora marxista del Estado no deba ser considerado Lenin, sino l, Bujarin.
275

Sbrnik Sotsial-Demokrata (Recopilacin del Socialdemcrata); lo edit el CC del POSDR en 1916 bajo la direccin inmediata de V. I. Lenin. 276 Subrayado por m. J. St. 277 Subrayado por m. J. St.

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS Hasta hoy nos habamos considerado y seguimos considerndonos leninistas. Pero ahora resulta que tanto Lenin como nosotros, sus discpulos, somos bujarinistas. Resulta un poco ridculo, camaradas. Pero qu queris? As ocurre cuando tenemos que habrnoslas con esa desmesurada fatuidad de Bujarin. Podra, tal vez, pensarse que Bujarin cometi un lapsus en la nota al artculo a que hacamos referencia, que dijo una necedad y luego se olvid de ella. Pero ocurre que no es as. Resulta que Bujarin hablaba completamente en serio. A esa conclusin se llega, entre otras cosas, porque la afirmacin hecha en esa nota acerca de los errores de Lenin y la razn de Bujarin fue repetida no hace mucho, en 1927, es decir, a los dos aos de su primer ataque contra Lenin, en la semblanza biogrfica que de Bujarin hizo Maretski, sin que a Bujarin se le ocurriese siquiera protestar de ese... atrevimiento de Maretski. Es evidente que el ataque de Bujarin contra Lenin no puede atribuirse al azar. Resulta, pues, que quien tiene razn es Bujarin, y no Lenin, y de que el inspirador de la teora marxista del Estado no es Lenin, sino Bujarin. Tal es, camaradas, el panorama de las adulteraciones tericas y las pretensiones tericas de Bujarin. Y despus de todo eso, este hombre se atreve a decir aqu, en su discurso, que en la posicin terica de nuestro Partido hay algo podrido, que en la posicin terica de nuestro Partido existe una desviacin hacia el trotskismo! Y eso lo dice el mismo Bujarin que incurre (y que ha incurrido en el pasado) en numerosos y crasos errores tericos y prcticos, el mismo Bujarin que hasta hace poco tena por maestro a Trotski y que todava ayer buscaba el bloque con los trotskistas contra los leninistas y corra hacia ellos por la puerta falsa! No es ridculo todo esto, camaradas? V. Cuestiones de la direccin del partido Hemos enumerado, pues, todas las cuestiones principales de nuestras discrepancias, tanto en la teora como en la poltica aplicada por nuestro Partido en los problemas de la Internacional Comunista y en los de orden interior. De lo dicho se desprende que la afirmacin de Rykov de que tenemos una sola lnea no corresponde a los hechos. De lo dicho se desprende que, en realidad, tenemos dos lneas. Una es la lnea general del Partido, la lnea revolucionaria y leninista de nuestro Partido. La otra es la lnea del grupo de Bujarin. Esta segunda lnea no est an completamente definida, en parte porque dentro del grupo de Bujarin reina una confusin inconcebible de ideas, y en parte porque, debido a lo dbil que es, a su poco peso dentro del Partido, procura disfrazarse de distintos modos. Pero,

219 a pesar de todo, esta lnea existe, segn veis, y existe como lnea diferente de la lnea del Partido, como lnea que se contrapone a la lnea general del Partido en casi todas las cuestiones de nuestra poltica. Esta segunda lnea es una lnea de desviacin derechista. Pasemos ahora a las cuestiones de la direccin del Partido. a) El fraccionalismo del grupo de Bujarin Bujarin deca que en nuestro Partido no hay oposicin, que su grupo no es oposicin. Eso no es cierto, camaradas. Los debates del Pleno han revelado palmariamente que el grupo de Bujarin es una nueva oposicin. La labor oposicionista de ese grupo consiste en que trata de revisar la lnea del Partido y abona el terreno para sustituirla por otra lnea, por la lnea de la oposicin, que no puede ser sino una lnea de desviacin derechista. Bujarin deca que ellos tres no constituyen un grupo fraccionalista. Eso no es cierto, camaradas. El grupo de Bujarin contiene todos los elementos del fraccionalismo. Hay plataforma, hay exclusivismo fraccionalista, hay poltica de dimisiones, hay lucha organizada contra el CC. Qu ms quieren an? Para qu ocultar la verdad del fraccionalismo del grupo de Bujarin, cuando es una cosa evidente? Para eso se ha reunido el Pleno del CC y de la CCC., para que se diga aqu toda la verdad acerca de nuestras discrepancias. Y la verdad es que el grupo de Bujarin constituye un grupo fraccionalista. Y no es simplemente un grupo fraccionalista; yo dira que es el grupo fraccionalista ms enojoso y ms mezquino de todos los que hubo en nuestro Partido. As nos lo dice aunque slo sea el hecho de que ahora trata de aprovechar para sus mviles fraccionalistas una pequeez tan minscula como los desrdenes de Adzharia. En efecto, qu es esa titulada insurreccin de Adzhara si se la compara con la de Cronstadt, por ejemplo? Creo que, si las comparamos, la titulada insurreccin de Adzhara no es siquiera una gota en el mar. Hubo casos en que los trotskistas o los zinovievistas procuraran aprovechar el importante levantamiento de Cronstadt en contra del CC, en contra del Partido? Debemos reconocer, camaradas, que no hubo tales casos. Al contrario, los grupos oposicionistas existentes en nuestro Partido en el perodo de ese importante levantamiento, ayudaron al Partido a sofocarlo, sin atreverse a aprovecharlo contra el Partido. Y qu hace ahora el grupo de Bujarin? Habis tenido ocasin de convenceros de que trata de aprovechar en contra del Partido de la manera ms mezquina y ms indecente, esa microscpica insurreccin de Adzharia. Qu es eso sino ceguera fraccionalista y mezquindad fraccionalista llevadas al colmo? Se nos pide, por lo visto, que no se produzcan alteraciones en las regiones perifricas, que limitan

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220 con Estados capitalistas. Se nos pide, por lo visto, una poltica que satisfaga a todas las clases de nuestra sociedad, a ricos y pobres, a obreros y capitalistas. Se nos pide, por lo visto, que no haya en nuestro pas elementos descontentos. No habrn perdido el juicio estos camaradas del grupo de Bujarin? Cmo es posible pedir de nosotros, los hombres de la dictadura del proletariado, que mantienen la lucha con el mundo capitalista lo mismo dentro que fuera de nuestro pas, cmo es posible pedir que no haya en el pas descontentos y que no se produzcan jams desrdenes en algunas regiones perifricas limtrofes con Estados que nos son hostiles? Para qu existe entonces el cerco capitalista, si no es para que el capital internacional concentre sus esfuerzos en la organizacin de actos contra el Poder Sovitico en las zonas fronterizas, a cargo de los elementos descontentos que haya en nuestro pas? Quin puede, fuera de los vacuos liberales, exigir tal cosa de nosotros? No se ve claro, acaso, que la mezquindad fraccional es capaz de llevar a veces a la gente hasta una ceguera y una cerrazn propias de liberales? b) La lealtad y la direccin colectiva Afirmaba Rykov aqu que Bujarin es uno de los militantes ms intachables y leales en su actitud hacia el CC de nuestro Partido. Permtaseme que lo ponga en duda. Nosotros no podemos creer a Rykov de palabra. Pedimos hechos, que es lo que Rykov no puede proporcionar. Tomemos, por ejemplo, un hecho como las negociaciones entre telones de Bujarin con el grupo de Kmenev, ligado con los trotskistas, acerca de la organizacin de un bloque fraccionalista, de la modificacin de la poltica del CC, de cambios en el Bur Poltico, del aprovechamiento de la crisis de los acopios de cereales para actuar contra el CC. Dnde est, preguntamos, la lealtad de Bujarin, lo intachable de su actitud hacia su CC? No es eso, por el contrario, la infraccin por un miembro del Bur Poltico de toda lealtad hacia su CC, hacia su Partido? Si a eso se le llama lealtad para con el CC, qu ser entonces la traicin a su CC? A Bujarin le gusta hablar de lealtad, de honradez; pero por qu no intenta examinar su conducta y preguntarse si no infringe del modo ms deshonesto los requisitos elementales de lealtad a su CC al sostener negociaciones entre bastidores con los trotskistas contra el CC, traicionndole de tal modo? Hablaba Bujarin aqu de falta de direccin colectiva en el CC del Partido, afirmndonos que la mayora del Bur Poltico del CC no cumple los requisitos de la direccin colectiva. Naturalmente, nuestro Pleno lo aguanta todo. Puede aguantar tambin esa desvergonzada e hipcrita manifestacin de Bujarin. Pero hay que

J. V. Stalin haber perdido de veras la vergenza para atreverse a hablar as ante el Pleno contra la mayora del CC. En efecto, de qu direccin colectiva puede hablarse, si la mayora del CC, que se ha unido al carro del Estado y lo conduce adelante poniendo en tensin todas sus fuerzas, pide al grupo de Bujarin que le ayude en esta difcil obra, y el grupo de Bujarin, lejos de ayudar a su CC, hace todo lo contrario, le interpone toda clase de obstculos, le levanta barreras, amenaza con dimitir y se confabula con los enemigos del Partido, con los trotskistas, contra el CC de nuestro Partido? Quin podr negar, fuera de los hipcritas, que Bujarin, que entra en bloque con los trotskistas contra el Partido y traiciona a su CC, no desea y no practicar la direccin colectiva en el Comit Central de nuestro Partido? Quin dejar de ver, fuera de los ciegos, que si Bujarin sigue charlando, pese a todo, de direccin colectiva en el CC, al mismo tiempo que dirige los tiros contra la mayora del CC, lo hace para enmascarar su posicin de traidor? Debe sealarse que no es la primera vez que Bujarin falta a los postulados elementales de la lealtad y de la direccin colectiva en relacin con el CC del Partido. La historia de nuestro Partido conoce varios ejemplos. As, en el perodo de la paz de Brest-Litovsk, en vida de Lenin, Bujarin, que se haba quedado en minora en el problema de la paz, acudi a los eseristas de izquierda, a unos enemigos de nuestro Partido, y mantuvo con ellos conversaciones secretas, esforzndose por ensamblar juntos un bloque contra Lenin y el CC. Lamentablemente, no conocemos todava278 acerca de qu se confabul con los eseristas de izquierda. Sabemos, s, que los eseristas de izquierda tenan entonces el propsito de detener a Lenin y dar un golpe antisovitico... Pero lo ms estupendo de todo es que Bujarin, al tiempo que acuda a los eseristas de izquierda y conspiraba con ellos contra el CC, segua hablando a gritos, lo mismo que ahora, de la necesidad de la direccin colectiva. La historia de nuestro Partido conoce tambin otros ejemplos. En vida de Lenin, contando con la mayora del Bur de nuestro Partido de la regin de Mosc y teniendo tras de s al grupo de comunistas
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En el perodo de la paz de Brest-Litvosk (1918), Bujarin y el grupo que l diriga de comunistas de izquierda, de acuerdo con Trotski, mantuvieron dentro del Partido una lucha encarnizada contra Lenin, reclamando la continuacin de la guerra, a fin de exponer la joven Repblica Sovitica, carente an de ejrcito, a los golpes del imperialismo alemn. En 1938, en el proceso del antisovitico bloque de trotskistas y derechistas, se comprob que Bujarin y el grupo de comunistas de izquierda que l diriga, con Trotski y los eseristas de izquierda, haban montado un complot contrarrevolucionario secreto contra el Gobierno Sovitico, con el propsito de torpedear el tratado de paz de Brest-Litovsk, detener y asesinar a V. I. Lenin, J. V. Stalin e Y. M. Sverdlov y formar un gobierno compuesto de bujarinistas, trotskistas y eseristas de izquierda.

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Sobre la desviacin de derechista en el PC(b) de la URSS de izquierda, Bujarin exhort a todos los miembros del Partido a expresar su desconfianza al CC, a no subordinarse a l y a plantear el problema de la escisin en nuestro Partido. Era en el perodo de la paz de Brest-Litovsk, cuando el CC haba convenido ya en la necesidad de aceptar las condiciones de la paz de Brest-Litovsk. Tales son la lealtad y la direccin colectiva de Bujarin. Rykov hablaba aqu de la necesidad del trabajo colectivo, sealando con el dedo a la mayora del Bur Poltico y afirmando que l y sus amigos ntimos son partidarios del trabajo colectivo y que, por tanto, la mayora del Bur Poltico es contraria al trabajo colectivo. Pero Rykov no ha expuesto ni un solo hecho que avalase sus manifestaciones. Para disipar esta fbula de Rykov, se me permitir que cite unos cuantos hechos, unos cuantos ejemplos demostrativos de cmo practica Rykov el trabajo colectivo. Primer ejemplo. Ya conocis la historia del envo de oro a Norteamrica. Muchos de vosotros pensaris que el oro se envi a Norteamrica por acuerdo del Consejo de Comisarios del Pueblo, o del CC, o con el consentimiento del CC, o con el conocimiento del CC. Pero no es as, camaradas. El CC y el Consejo de Comisarios del Pueblo no tienen la menor relacin con este asunto. Existe el acuerdo de que no se puede exportar oro sin la sancin del CC. Pero el acuerdo no fue cumplido. Quin autoriz el envo? Resulta que el oro se envi con el permiso de un adjunto de Rykov, con el conocimiento y el acuerdo de Rykov. Qu es esto?, trabajo colectivo? Segundo ejemplo. Se refiere a las negociaciones con uno de los mayores Bancos privados de Norteamrica, cuyos bienes fueron nacionalizados despus de la Revolucin de Octubre y que ahora pide una indemnizacin por los daos. El CC se enter de que un representante de nuestro Banco del Estado mantena negociaciones con ese Banco acerca de las condiciones de dicha indemnizacin. La satisfaccin de las reclamaciones de particulares es como sabis, una de las cuestiones ms importantes relacionadas directamente con nuestra poltica exterior. Podra parecer que las negociaciones se mantenan con el visto bueno del Consejo de Comisarios del Pueblo o del CC. Pero no era as, camaradas. El CC y el Consejo de Comisarios del Pueblo no tenan nada que ver con el asunto. Posteriormente, al enterarse de esas negociaciones, el CC dispuso que se cortasen. Pero queda una cuestin: quin sancion esas negociaciones? Resulta que las haba sancionado un adjunto de Rykov con el conocimiento y el acuerdo de Rykov. Qu es esto?, trabajo colectivo? Tercer ejemplo. Se refiere al abastecimiento de maquinaria agrcola a los kulaks y campesinos

221 medios. El Consejo Econmico de la RSFSR, que preside uno de los adjuntos de Rykov en la RSFSR, dispuso disminuir el nmero de mquinas agrcolas destinadas a los campesinos medios y aumentar el nmero destinado a las capas superiores del campo, es decir, a los kulaks. Dice as esa disposicin antipartido y antsovitica del Consejo Econmico de la RSFSR: Para las RSSA, de Kazajia y Bashkira, los territorios de Siberia y del Bajo Volga y las regiones del Volga Medio y de los Urales, los porcentajes de venta de maquinaria y aperos agrcolas sealados en el presente punto se elevan al 20% para las capas superiores de la aldea y se rebajan al 30% para las capas medias. Qu os parece? El Consejo Econmico de la RSFSR, en un perodo de intensa ofensiva del Partido contra los kulaks y de organizacin de las masas de campesinos pobres y medios contra los kulaks, acuerda rebajar la norma de venta de maquinaria a los campesinos medios y elevar la norma de venta a las capas superiores de la aldea. Y eso se llama poltica leninista, comunista! Posteriormente, cuando el CC se enter del caso, anul la decisin del Consejo Econmico. Pero quin sancion esta disposicin antisovitica? La sancion uno de los adjuntos de Rykov, con el conocimiento y el acuerdo de Rykov. Qu es esto?, trabajo colectivo? Me parece que bastan estos ejemplos para mostrar cmo practican el trabajo colectivo Rykov y sus adjuntos. c) La lucha contra la desviacin de derecha Bujarin hablaba de la ejecucin civil de tres miembros del Bur Poltico, con quienes, segn sus palabras, se metan las organizaciones de nuestro Partido. Ha dicho que el Partido haba decretado la ejecucin civil de tres miembros del Bur Poltico, Bujarin, Rykov y Tomski, criticando sus errores en la prensa y en asambleas, mientras ellos, estos tres miembros del Bur Poltico, se vean obligados a callar. Todo esto son estupideces, camaradas. Estas son falsedades de un comunista liberalizante, que intenta debilitar al Partido en su lucha contra la desviacin derechista. Segn Bujarin, si l y sus amigos se hunden en los errores de una desviacin derechista, el Partido no es quin para desenmascarar estos errores y debe cesar la lucha contra la desviacin derechista en espera de que a Bujarin y a sus amigos se les antoje rectificarlos. No nos pedir Bujarin demasiado? Cree, acaso, que el Partido existe para l, y no l para el Partido? Quin le obliga a callar, a cruzarse de brazos cuando el Partido entero est movilizado contra la desviacin

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222 derechista y desencadena ataques resueltos contra las dificultades? Por qu Bujarin y sus amigos ntimos no intervienen ahora y no emprenden una lucha decidida contra la desviacin derechista y contra la actitud conciliadora hacia ella? Puede nadie dudar de que el Partido vera con agrado que Bujarin y sus amigos ntimos se decidiesen a dar este paso, que no es tan difcil? Por qu no se deciden a dar este paso, que es, en fin de cuentas, una obligacin para ellos? No ser porque los intereses de su grupo estn, para ellos, por encima de los intereses del Partido y de su lnea general? Quin tiene la culpa de que Bujarin, Rykov y Tomski brillen por su ausencia en la lucha contra la desviacin de derecha? No es evidente que esa charlatanera acerca de la ejecucin civil de tres miembros del Bur Poltico no es sino un intento mal disfrazado de estos tres miembros del Bur Poltico de obligar al Partido a callar y a suspender la lucha contra la desviacin derechista? La lucha contra la desviacin derechista no se puede considerar una tarea secundaria de nuestro Partido; la lucha contra la desviacin derechista es una de las tareas decisivas de nuestro Partido. Si en nuestro propio seno, dentro de nuestro propio Partido, en el Estado Mayor poltico del proletariado, que dirige el movimiento y lleva adelante al proletariado; si en el seno de ese Estado Mayor permitisemos la libre existencia y la libre actuacin de los desviacionistas de derecha, que intentan desmovilizar al Partido, descomponer la clase obrera, adaptar nuestra poltica al gusto de la burguesa sovitica y capitular, de este modo, ante las dificultades de nuestra obra de edificacin socialista; si permitisemos todo esto, qu significara? No significara que acabbamos paulatinamente con la revolucin, que descomponamos nuestra obra de edificacin socialista, rehuamos las dificultades y abandonbamos las posiciones a los elementos capitalistas? Comprende el grupo de Bujarin que renunciar a la lucha contra la desviacin derechista equivale a traicionar a la clase obrera, a traicionar la revolucin? Comprende el grupo de Bujarin que, sin derrotar a la desviacin derechista y la actitud conciliadora hacia ella, es imposible vencer las dificultades que se alzan ante nosotros, y que, sin vencer estas dificultades, jams podremos lograr xitos decisivos en la edificacin del socialismo? Qu vale, despus de todo esto, esa lamentable frase de la ejecucin civil de tres miembros del Bur Poltico? No, camaradas, los bujarinistas no asustarn al Partido con esas charlataneras liberales de ejecuciones civiles. El Partido exige de ellos una lucha resuelta contra la desviacin derechista y contra la actitud conciliadora hacia ella, hombro con hombro con todos los miembros del CC de nuestro

J. V. Stalin Partido. Y exige esto del grupo de Bujarin para facilitar la movilizacin de la clase obrera, romper la resistencia de los enemigos de clase y organizar la lucha enrgica contra las dificultades con que tropieza nuestra edificacin socialista. O los bujarinistas cumplen esta condicin del Partido, que, en tal caso, los recibir con los brazos abiertos, o no la cumplen, y entonces habrn de atenerse a las consecuencias.

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EN TORNO A LAS CUESTIONES DE LA POLTICA AGRARIA DE LA URSS Discurso en la Conferencia de especialistas agrarios marxistas 27 de diciembre de 1929279 Camaradas: El hecho principal de nuestra vida econmica y social en el momento presente, y que a todos llama la atencin, es el gigantesco desarrollo del movimiento koljosiano. El rasgo distintivo del actual movimiento koljosiano estriba en que a los koljoses no afluyen slo grupos sueltos de campesinos pobres, como ocurra hasta ahora, sino tambin las masas de campesinos medios. Esto quiere decir que el movimiento koljosiano, que antes abarcaba nicamente algunos grupos y capas de trabajadores campesinos, se ha convertido en un movimiento de millones y millones de campesinos, de las masas fundamentales campesinas. Eso, entre otras cosas, es lo que explica el hecho extraordinariamente importante de que el movimiento koljosiano, transformado en creciente y poderoso alud contra los kulaks, barra a su paso la resistencia del kulak, acabe con el kulakismo y abra el camino para una amplia obra de edificacin socialista en el campo. Pero, si tenemos razones para enorgullecernos de los xitos prcticos logrados en la edificacin socialista, no podemos decir lo mismo en cuanto a los xitos de nuestra labor terica por lo que se refiere a la economa en general, y a la agricultura en particular. Lejos de ello, hay que reconocer que nuestra teora va retrasada de nuestros xitos prcticos, que existe cierta disparidad entro los xitos prcticos y el desarrollo de la teora. Y, sin embargo, es necesario que la labor terica no slo no se quede atrs de la prctica, sino que se adelante a ella, pertrechando a nuestros trabajadores prcticos en su lucha por el triunfo del socialismo. No voy a detenerme a demostrar la importancia de la teora. Vosotros la conocis de sobra. Es sabido que la teora, cuando lo es de veras, da a los trabajadores prcticos capacidad de orientacin,
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La Conferencia de especialistas agrarios marxistas, convocada por la Academia Comunista aneja al CEC de la URSS, transcurri del 20 al 27 de diciembre de 1929. J. V. Stalin pronunci su discurso En torno a las cuestiones de la poltica agraria de la URSS el 27 de diciembre, en la reunin plenaria de clausura de la Conferencia.

claridad de perspectivas, seguridad en el trabajo, fe en el triunfo de nuestra causa. Y todo ello tiene -y no puede ser de otra manera- una importancia formidable para nuestra obra de edificacin socialista. Lo malo es que empezamos a flaquear precisamente en este terreno, en el estudio terico de las cuestiones de nuestra economa. Cmo, si no, se explica que en nuestro pas, en nuestra vida poltica y social, sigan circulando an diversas teoras burguesas y pequeoburguesas en torno a las cuestiones de nuestra economa? Cmo se explica que estas teoras de mayor o menor vuelo no hayan encontrado hasta ahora la rplica adecuada? Cmo se explica que comiencen a ser relegadas al olvido, que no se popularicen en nuestra prensa, que no se destaquen a primer plano, no se sabe por qu, algunas tesis fundamentales de la economa poltica marxista-leninista, que san el antdoto ms eficaz contra esas teoras burguesas y pequeoburguesas? Acaso es difcil comprender que, sin una lucha implacable contra las teoras burguesas, sostenida sobre la base de la teora marxista-leninista, es imposible el triunfo completo sobre los enemigos de clase? La nueva experiencia prctica suscita un nuevo modo de abordar los problemas de la economa del perodo de transicin. De un modo nuevo se plantean ahora las cuestiones de la Nep, de las clases, del ritmo de la edificacin, de la ligazn de los obreros y los campesinos de la poltica del Partido. Y para no quedarse atrs de la experiencia prctica, hay que preocuparse ahora mismo de estudiar todos estos problemas desde el punto de vista de la nueva situacin. De otra manera ser imposible acabar con esas teoras burguesas, que ofuscan a nuestros trabajadores prcticos. De otra manera ser imposible extirpar esas teoras, que adquieren la solidez de prejuicios, pues slo luchando contra los prejuicios burgueses en el terreno de la teora podremos fortalecer las posiciones del marxismo-leninismo. Permitidme que pase a examinar los rasgos caractersticos siquiera sea de algunos de esos prejuicios burgueses que ostentan el nombre de teoras, y demostrar su inconsistencia al tiempo que esclarecemos algunos de los problemas cardinales de nuestra edificacin.

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224 I. La teora del equilibrio Sabris, sin duda alguna, que a estas alturas todava circula entre los comunistas la llamada teora del "equilibrio de los sectores de nuestra economa nacional. Esta teora no tiene, naturalmente, nada de comn con el marxismo. Sin embargo, la propagan algunos individuos del campo de los desviacionistas de derecha. Segn esa teora, tenemos ante todo un sector socialista, que forma una especie de compartimento, y, adems, un sector no socialista, capitalista si queris, que forma otro compartimento diferente. Ambos compartimentos se deslizan por carriles distintos y avanzan tranquilamente, sin rozarse siquiera. La geometra nos dice que dos lneas paralelas no se encuentran nunca. Pero los autores de esta magnifica teora entienden que esos sectores paralelos llegarn a reunirse un da, y que el da en que se renan advendr en nuestro pas el socialismo. Esa teora no tiene en cuenta que detrs de tales compartimentos estn las clases, y que los compartimentos en cuestin avanzan en medio de una furiosa lucha de clases, de una lucha a vida o muerte, de urna lucha bajo el signo de quin vencer a quin. No es difcil comprender que esa teora no tiene nada de comn con el leninismo. No es difcil comprender que, objetivamente, esa teora se marca la finalidad de defender las posiciones de la hacienda campesina individual, de proporcionar a los elementos kulaks una nueva arma terica en su lucha contra los koljoses y de desacreditar las posiciones de los koljoses. Y, sin embargo, esa teora sigue hasta hoy circulando en nuestra prensa. Y no se puede decir que nuestros tericos la hayan combatido en serio, ni mucho menos que le hayan asestado golpes demoledores. Cmo se explica esta incongruencia, si no es por el atraso de nuestra teora? Bastara, sin embargo, con sacar del arsenal del marxismo la teora de la reproduccin y contraponerla a esa teora del equilibrio de los sectores, para que no quedase de esta ltima piedra sobre piedra. En efecto, la teora marxista de la reproduccin nos ensea que la sociedad moderna no puede desarrollarse sin acumular ao tras ao, y para poder acumular no hay ms camino que la reproduccin ampliada de ao en ao. Esto es claro y comprensible. Nuestra gran industria socialista centralizada se desarrolla segn la teora marxista de la reproduccin ampliada, pues su volumen crece todos los aos, tiene sus acumulaciones y avanza a pasos de siete leguas. Pero nuestra gran industria no es toda la economa nacional. Al contrario: en nuestra economa nacional sigue predominando an la pequea hacienda campesina. Se puede afirmar que nuestra pequea hacienda campesina se rige, en su desarrollo, por el

J. V. Stalin principio de la reproduccin ampliada? No, no puede afirmarse. Nuestra pequea hacienda campesina, lejos de ajustarse, en su conjunto, a la reproduccin ampliada de ao en ao, experimenta lo contrario, pues es muy raro que pueda incluso llegar a la reproduccin simple. Se puede impulsar con ritmo acelerado nuestra industria socializada, teniendo una base agrcola como la pequea hacienda campesina, incapaz de la reproduccin ampliada y que, por si fuera poco, es la fuerza predominante de nuestra economa nacional? No, no es posible. Se podra, durante un perodo ms o menos largo, asentar el Poder Sovitico y la edificacin socialista sobre esas dos bases distintas: sobre la base de la industria socialista, la ms grande y concentrada, y sobre la base de la pequea economa mercantil campesina, la ms dispersa y atrasada? No, esto no sera posible. Tarde o temprano conducirla necesariamente a un total derrumbamiento de toda la economa nacional. Dnde est, pues, la solucin? La solucin est en ampliar las haciendas agrcolas, en hacer la agricultura apta para la acumulacin, para la reproduccin ampliada, transformando de este modo la base agrcola de la economa nacional. Pero cmo conseguirlo? Para ello hay dos caminos. Existe el camino capitalista, que consiste en ampliar mediante su fusin las haciendas agrcolas implantando en ellas el capitalismo, lo cual implica el empobrecimiento del campesino y el desarrollo de empresas capitalistas en la agricultura. Nosotros rechazamos ese mtodo como incompatible con la economa sovitica. Pero hay otro camino, el camino socialista, el cual consiste en organizar en la agricultura los koljoses y sovjoses y que conduce a la agrupacin de las pequeas haciendas campesinas en grandes haciendas colectivas, equipadas con los elementos de la tcnica y la ciencia y capaces de seguir progresando, puesto que pueden ejercer la reproduccin ampliada. Por tanto, la cuestin est planteada as: o un camino, u otro; o marchamos hacia atrs, hacia el capitalismo, o hacia adelante, hacia el socialismo. No hay ni puede haber un tercer camino. La teora del equilibrio es el intento de trazar un tercer camino. Precisamente por eso, porque basa sus clculos en ese (inexistente) tercer camino, es una teora utpica y antimarxista. Como veis, bastaba contraponer la teora de Marx sobre la reproduccin a la teora del equilibrio de los sectores, para que no quedase de esta ltima piedra sobre piedra. Por qu no lo hacen nuestros especialistas agrarios marxistas? A quin puede beneficiar que esa ridcula teora del equilibrio siga circulando en nuestra prensa y, en cambio, permanezca archivada la teora marxista de la reproduccin?

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En torno a la cuestin de la poltica agraria de la URSS II. La teora de la espontaneidad en la edificacin socialista Pasemos a examinar el segundo prejuicio arraigado en la economa poltica, la segunda teora de tipo burgus. Me refiero a la teora de la espontaneidad en la edificacin socialista, teora que nada tiene que ver con el marxismo y que, sin embargo, propagan celosamente nuestros camaradas del campo derechista. Los autores de esta teora afirman, sobre poco ms o menos, lo siguiente: en nuestro pas exista el capitalismo, la industria se desarrollaba sobre una base capitalista, y el campo marchaba detrs de la ciudad capitalista de un modo espontneo, de por s, transformndose a imagen y semejanza de la ciudad capitalista. Pues bien, si bajo el capitalismo ocurra as, por qu no ha de ocurrir lo mismo con la economa sovitica? Por qu el campo, la pequea hacienda campesina, no puede marchar espontneamente tras de la ciudad socialista, transformndose tambin espontneamente a imagen y semejanza de ella? Los autores de esta teora afirman, apoyndose en este argumento, que el campo puede marchar tras de la ciudad socialista de un modo espontneo. De ah la pregunta: merece la pena preocuparse tanto de la creacin de sovjoses y koljoses?, merece la pena que rompamos lanzas por ello, si el campo puede, sin necesidad de ms, marchar tras de la ciudad socialista? Ah tenis otra teora que, objetivamente, se propone colocar en manos de los elementos capitalistas del campo una nueva arma para su lucha contra los koljoses. El fondo antimarxista de esa teora no deja lugar a dudas. No es extrao que nuestros tericos no hayan encontrado an, a estas alturas, tiempo para demoler tan peregrina teora, que ofusca a nuestros trabajadores prcticos del movimiento koljosiano? El papel dirigente de la ciudad socialista respecto al campo individualista, en el que prevalece la pequea hacienda campesina, es, sin duda, grande e inestimable. En ello, precisamente, se basa el papel transformador de la industria con relacin a la agricultura. Pero acaso basta eso para que el campo, con su pequea hacienda campesina, marche por propio impulso tras de la ciudad por el cauce de la edificacin socialista? No, no basta. Bajo el capitalismo, el campo segua espontneamente a la ciudad, porque la economa capitalista de la ciudad y la pequea economa mercantil del campesino individual son, en el fondo, un solo tipo de economa. Naturalmente, la pequea economa mercantil del campesino no es an una economa capitalista. Pero, en el fondo, es el mismo tipo de economa que el capitalismo, puesto que se apoya en la propiedad privada sobre los medios de produccin. Lenin tiene mil veces razn cuando, en

225 sus notas relativas al folleto La economa del perodo de transicin de Bujarin, habla de la tendencia mercantil-capitalista de los campesinos en contraste con la tendencia socialista del proletariado. Eso, precisamente, explica por qu la pequea produccin engendra capitalismo y burguesa constantemente, cada da, cada hora, espontneamente y en masa (Lenin). Puede afirmarse que la pequea economa mercantil campesina sea tambin, en esencia, un mismo tipo de economa que la produccin socialista de la ciudad? Es evidente que no puede afirmarse tal cosa sin romper con el marxismo. De otro modo, Lenin no dira que mientras vivamos en un pas de pequeas haciendas campesinas, el capitalismo tendr en Rusia una base econmica ms slida que el comunismo. Por tanto, la teora de la espontaneidad en la edificacin socialista es una teora podrida, antileninista. Por tanto, para que el campo, con sus pequeas haciendas campesinas, siga a la ciudad socialista, hace falta, aparte de todo lo dems, una cosa: implantar en el campo grandes haciendas socialistas, bajo la forma de sovjoses y koljoses, como base del socialismo, capaces de arrastrar consigo, con la ciudad socialista a la cabeza, a las grandes masas campesinas. Por tanto, la teora de la espontaneidad en la edificacin socialista es una teora antimarxista. La ciudad socialista slo puede arrastrar consigo al campo, con sus pequeas haciendas campesinas, implantando koljoses y sovjoses en el campo y transformando la aldea de un modo nuevo, al modo socialista. Es extrao que esta teora antimarxista de la espontaneidad en la edificacin socialista no haya encontrado hasta hoy la merecida rplica por parte de nuestros tericos agrarios. III. La teora de la estabilidad de la pequea hacienda campesina Pasemos a examinar el tercer prejuicio arraigado en la economa poltica: la teora de la estabilidad de la pequea hacienda campesina. Nadie ignora las objeciones de la economa poltica burguesa a la conocida tesis del marxismo, que afirma las ventajas de las grandes explotaciones sobre las pequeas, tesis que, segn sus impugnadores, slo rige para la industria, pero que es inaplicable a la agricultura. Los tericos socialdemcratas del tipo de David y de Hertz, que propugnan esta teora, intentan apoyarse en el hecho de que el pequeo campesino es paciente y sufrido, que est dispuesto a afrontar todas las privaciones con tal de defender su puado de tierra, por cuya razn la pequea hacienda campesina da muestras de estabilidad en la lucha contra la gran hacienda agrcola.

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226 No es difcil comprender que semejante estabilidad es peor que cualquier inestabilidad. No es difcil comprender que el mvil de esta teora antimarxista no es otro que ensalzar y afianzar el rgimen capitalista, ruinoso para las masas de millones de pequeos campesinos. Precisamente por eso, porque persigue ese mvil, es por lo que a los marxistas les ha sido tan fcil destruir esta teora. Pero ahora no se trata de eso. De lo que se trata es de que nuestra experiencia prctica, la realidad de nuestro pas aporta nuevos argumentos contra esa teora, y nuestros tericos, inexplicablemente, no quieren o no saben utilizar esta nueva arma contra los enemigos de la clase obrera. Me refiero a la experiencia prctica de la supresin de la propiedad privada sobre la tierra, a la experiencia prctica de la nacionalizacin de la tierra en nuestro pas, que emancipa al pequeo campesino del apego servil a su puado de tierra, facilitando con ello el paso de la pequea hacienda campesina a la gran hacienda colectiva. En efecto, qu es lo que inspiraba, lo que inspira y lo que todava seguir inspirando al pequeo campesino de la Europa Occidental ese apego por su pequea hacienda mercantil? Ante todo y sobre todo, el puado de tierra de su propiedad, la propiedad privada sobre la tierra. Se pasaba aos enteros ahorrando para comprar unos terrones y, cuando lograba adquirirlos, era natural que no quisiera perderlos, que prefiriera pasar por toda clase de privaciones, que prefiriera vivir en el salvajismo y en la miseria, antes que perder ese puado de tierra, base de su hacienda individual. Puede afirmarse que ese factor sigue existiendo en la misma forma en nuestro pas, dentro de las condiciones del rgimen sovitico? No, no puede afirmarse. No puede afirmarse, porque en nuestro pas no hay propiedad privada sobre la tierra. Y precisamente por ello, porque en nuestro pas no hay propiedad privada sobre la tierra, nuestros campesinos no tienen ese apego servil por la tierra que sienten los campesinos del Occidente. Y esta circunstancia no puede por menos de facilitar el paso de la pequea hacienda campesina al cauce de los koljoses. Tal es una de las causas de que a las grandes haciendas agrcolas, a los koljoses, les sea tan fcil, en nuestro pas, bajo las condiciones creadas por la nacionalizacin de la tierra, demostrar sus ventajas sobre la pequea hacienda campesina. Ah reside la gran importancia revolucionaria de las leyes agrarias soviticas, que suprimieron la renta absoluta del suelo, abolieron la propiedad privada sobre la tierra y decretaron su nacionalizacin. Y esto nos brinda, por tanto, un nuevo argumento contra los economistas burgueses, que proclaman la estabilidad de la pequea hacienda campesina en la lucha de sta contra la hacienda grande.

J. V. Stalin Por qu nuestros tericos agrarios no utilizan a fondo este nuevo argumento en su lucha contra toda suerte de teoras burguesas? Al proceder a la nacionalizacin de la tierra, partimos, entre otras cosas, de las premisas tericas que contienen el tercer tomo de El Capital, la conocida obra de Marx Teoras de la plusvala y los trabajos agrarios de Lenin, que son un riqusimo venero de pensamientos tericos. Al decir esto, me refiero a la teora de la renta del suelo en general, y a la teora de la renta absoluta del suelo en particular. Hoy es evidente que las tesis tericas contenidas en estas obras han sido brillantemente confirmadas por la experiencia prctica de nuestra edificacin socialista en la ciudad y en el campo. Lo nico que no se comprende es por qu las teoras anticientficas de los economistas soviticos tipo Chainov pueden circular libremente en nuestra prensa y los geniales trabajos de Marx, Engels y Lenin sobre la teora de la renta del suelo y de la renta absoluta del suelo, lejos de ser popularizados y destacados a un primer plano, deben permanecer arrumbados. Recordaris, sin duda, el conocido folleto de Engels El problema campesino. Recordaris, sin duda, con qu prudencia aborda Engels el problema del paso de los pequeos campesinos a la senda de la economa cooperativa, a la senda de la economa colectiva. Permitidme que cite el pasaje del folleto de Engels que trata de esto: Nosotros estamos resueltamente de parte del pequeo campesino; haremos todo cuanto sea admisible para hacer ms llevadera su suerte, para hacerle ms fcil el paso al rgimen cooperativo, caso de que se decida a l, e incluso para facilitarle un largo plazo de tiempo para que lo piense en su parcela,280 si no se decide a tomar todava esta determinacin.281 Veis con qu prudencia aborda Engels la cuestin del paso de la hacienda campesina individual a la va del colectivismo. Cmo se explica esa prudencia de Engels, que a primera vista podra parecer exagerada? De qu premisa parte al razonar as? Indudablemente, parte de la existencia de la propiedad privada sobre la tierra, del hecho de que el campesino posee su parcela, de la cual le costar trabajo desprenderse. Tal es el campesino del Occidente. Tal es el campesino de los pases capitalistas, en los que existe la propiedad privada sobre la tierra. Se comprende que en este caso se requiera gran prudencia.
280 281

Subrayado por m. J. St. F. Engels, El problema campesino en Francia y en Alemania, pg. 66, ed. en ruso, 1922 (vase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. II, pg. 409, ed. en espaol, Mosc, 1952).

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En torno a la cuestin de la poltica agraria de la URSS Puede afirmarse que en nuestro pas, en la URSS, exista la misma situacin? No, no puede afirmarse. Y no puede afirmarse, porque en la URSS no existe propiedad privada sobre la tierra, que es lo que infunde al campesino el apego a su hacienda individual. No puede afirmarse, porque en la URSS la tierra est nacionalizada, y ello facilita el paso del campesino individual al cauce del colectivismo. He ah una de las causas de la facilidad y la rapidez relativas con que en nuestro pas se desarrolla ltimamente el movimiento koljosiano. Es lamentable que nuestros tericos agrarios no hayan intentado an poner de relieve con la debida claridad esta diferencia entre la situacin del campesino en la URSS y en el Occidente. Esta labor tendra, sin embargo, una importancia formidable no slo para nosotros, para los militantes soviticos, sino tambin para los comunistas de todos los pases; pues para la revolucin proletaria en los pases capitalistas no es lo mismo que, al da siguiente de la toma del Poder por el proletariado, haya que edificar el socialismo sobre la base de la nacionalizacin de la tierra o sin esta base. En un artculo publicado hace poco en la prensa (El ao del gran viraje), expona yo los conocidos argumentos en pro de la superioridad de la gran hacienda agrcola sobre la pequea, refirindome a los grandes sovjoses. Huelga demostrar que todos esos argumentos son ntegra y completamente aplicables a los koljoses, que tambin son grandes unidades econmicas. Y al decir esto, no me refiero solamente a los koljoses ms desarrollados, que poseen una base de mquinas y tractores, sino tambin a los koljoses de tipo primario, que representan, por decirlo as, el perodo manufacturero del desarrollo de los koljoses y que se valen de los aperos de los campesinos. Me refiero a esos koljases de tipo primario que se crean actualmente en las zonas de colectivizacin total y que se basan en la simple reunin de los instrumentos de produccin de los campesinos. Tomemos, por ejemplo, los koljoses de la zona del Jopior, en la antigua regin del Don. A primera vista, si tomamos en consideracin los elementos tcnicos, estos koljoses no parecen diferenciarse en nada de la pequea hacienda campesina (pocas mquinas, pocos tractores). Sin embargo, la simple reunin de los instrumentos campesinos en los koljoses produce un efecto con el que ni siquiera haban soado nuestros trabajadores prcticos. Cmo se concreta este efecto? El paso de los campesinos a los koljoses se ha traducido en un aumento del 30, del 40 y del 50% del rea de cultivo. Cmo explicarse este efecto vertiginoso? Por el hecho de que los campesinos, impotentes bajo el rgimen del trabajo individual, se han convertido en una fuerza poderossima al reunir sus instrumentos de trabajo y agruparse en los koljoses. Por el hecho

227 de que los campesinos se han puesto en condiciones de explotar las tierras baldas y vrgenes, que bajo el rgimen de trabajo individual eran difcilmente cultivables. Por el hecho de que los campesinos se han colocado en condiciones de tomar las tierras vrgenes en sus manos, de poner en cultivo los yermos, los pegujales, los linderos, etc. El cultivo de las tierras baldas y vrgenes es de importancia capital para nuestra agricultura. Como sabis, la cuestin agraria fue en tiempos pasados el eje del movimiento revolucionario en Rusia. Sabis que el movimiento agrario se propona, entre otras cosas, acabar con la escasez de tierras. Haba por aquel entonces muchos que pensaban que la escasez de tierras era absoluta; es decir, que en Rusia no haba ya tierras libres aptas para el cultivo. Y qu ha demostrado la realidad? Hoy es de una evidencia absoluta que en la URSS haba y hay decenas de millones de hectreas de tierras incultas; pero el campesino, con sus pobres instrumentos de trabajo, no tena la menor posibilidad de cultivarlas. Precisamente por eso, porque se vea imposibilitado de cultivar las tierras vrgenes y baldas, se senta atrado por las tierras fciles, por las tierras de propiedad de los terratenientes, por las tierras que el campesino poda cultivar con sus aperos y su trabajo individual. Este era el origen de la escasez de tierras. No es, pues, extrao que nuestro Trust de los cereales, dotado de tractores, est hoy en condiciones de poner en explotacin unos veinte millones de hectreas de tierras incultas, no ocupadas por los campesinos y que habra sido imposible cultivar bajo el sistema del trabajo individual y con los aperos de la pequea hacienda campesina. La importancia del movimiento koljosiano en todas sus fases -tanto en su fase primaria como en su fase ms avanzada, en que ya est dotado de tractores- estriba, entre otras cosas, en que los campesinos pueden poner ahora en cultivo las tierras baldas y vrgenes. Ese es el secreto del formidable aumento de la superficie de siembra, tan pronto como los campesinos pasan al sistema del trabajo colectivo. Ah reside una de las causas de la superioridad de los koljoses respecto a la hacienda campesina individual. Huelga decir que la superioridad de los koljoses respecto a la hacienda campesina individual ser todava ms innegable cuando esos koljoses de tipo primario de las zonas de colectivizacin total cuenten con la ayuda de nuestras estaciones y columnas de mquinas y tractores, cuando los koljoses mismos puedan concentrar en sus manos los tractores y las segadoras-trilladoras. IV. La ciudad y el campo Hay un prejuicio, cultivado por los economistas burgueses, el de las llamadas tijeras, al que se debe declarar una guerra implacable, como a todas las dems teoras burguesas extendidas, por desgracia,

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228 en la prensa sovitica. Me refiero a la teora de que la Revolucin de Octubre ha dado a los campesinos menos que la revolucin de febrero, de que, hablando en propiedad, la Revolucin de Octubre no ha dado nada a los campesinos. Este prejuicio lo mantuvo algn tiempo en circulacin en nuestra prensa un economista sovitico. Cierto que ese economista sovitico se desdijo ms tarde de su teora. (Una voz: Quin era?.) Era Groman. Pero la oposicin trotskistazinovievista la recogi y la utiliz contra el Partido. Y no hay razn alguna para afirmar que en la actualidad no siga circulando entre los medios soviticos. Es un problema muy importante, camaradas. Es algo que afecta a las relaciones entre la ciudad y el campo, a la supresin de la oposicin entre la ciudad y el campo; afecta al candente problema de las tijeras. Por eso creo que merece la pena que nos ocupemos de esta peregrina teora. Es cierto que la Revolucin de Octubre no ha dado nada a los campesinos? Acudamos a los hechos. Tengo aqu el conocido resumen del conocido especialista en estadstica camarada Nernchnov, publicado en mi artculo En el frente de los cereales282. De este resumen se desprende que, antes de la revolucin, los terratenientes producan un mnimo de 600 millones de puds de cereales. Es decir, que los terratenientes disponan entonces de unos 600 millones de puds de cereales. Segn ese resumen, los kulaks producan en aquella poca 1.900 millones de puds. Era una fuerza muy considerable la que los kulaks posean entonces. Los campesinos pobres y medios producan, a su vez, segn el mismo resumen, 2.500 millones de puds. Tal era la situacin en la vieja aldea, en la aldea de antes de la Revolucin de Octubre. Qu cambios se han operado en el campo despus de Octubre? Tomar las cifras del citado resumen estadstico. Fijmonos, por ejemplo, en 1927. Cunto produjeron ese ao los terratenientes? Es lgico que no produjeron ni podan producir nada, ya que los terratenientes fueron suprimidos por la Revolucin de Octubre. Y es bien comprensible que esto deba ser un gran alivio para los campesinos, que de tal modo se libraron del yugo de los terratenientes. Esto ha sido, indudablemente, un gran beneficio para los campesinos, beneficio que deben a la Revolucin de Octubre. Cunto produjeron los kulaks en 1927? 600 millones de puds de cereales, en vez de 1.900 millones. Es decir, que el perodo posterior a la Revolucin de Octubre redujo la fuerza de los kulaks a menos de un tercio. Es bien comprensible que esto deba ser por fuerza un alivio en la situacin de los campesinos pobres y medios.
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J. V. Stalin Y cunto produjeron en 1927 los campesinos pobres y medios? 4.000 millones de puds, en vez de 2.500 millones. Es decir, que, despus de la Revolucin de Octubre, los campesinos pobres y medios han llegado a producir 1.500 millones de puds de cereales ms que antes de la revolucin. Tales son los hechos, demostrativos de que los campesinos pobres y medios han obtenido de la Revolucin de Octubre ventajas colosales. He ah lo que la Revolucin de Octubre ha dado a los campesinos pobres y medios. Cmo, despus de esto, se puede afirmar que la Revolucin de Octubre no ha dado nada a los campesinos? Pero esto no es todo, camaradas. La Revolucin de Octubre suprimi la propiedad privada sobre la tierra, acab con el rgimen de compraventa de la tierra, implant la nacionalizacin del suelo. Qu significa eso? Significa que ahora, para producir cereales, el campesino no necesita ya comprar la tierra. Antes, se pasaba aos y aos ahorrando lo necesario para adquirir tierra, se hunda en un mar de deudas, se dejaba explotar, todo para adquirir tierra. Y el dinero invertido en comprar la tierra recargaba, naturalmente, el coste de la produccin de los cereales. Hoy, el campesino no necesita hacer eso. Hoy puede producir cereales sin necesidad de comprar la tierra. Por consiguiente, los cientos de millones de rublos que los campesinos gastaban antes en la compra de tierra se quedan ahora en sus bolsillos. Representa esto o no un alivio para el campesino? Claro est que s. Prosigamos. Hasta hace poco, el campesino viase obligado a araar la tierra con sus viejos aperos y sus solas manos. Todo el mundo sabe que el trabajo individual, con los viejos instrumentos de produccin ya hoy inadecuados, no da el rendimiento indispensable para una vida llevadera, para elevar de un modo sistemtico el nivel material del campesino, para desarrollar su cultura y llevarlo al ancho camino de la edificacin socialista. Hoy, despus del desarrollo intensivo del movimiento koljosiano, el campesino puede asociar su trabajo al trabajo de sus vecinos, agruparse con ellos en el koljs, roturar las tierras vrgenes y aprovechar las tierras baldas, obtener mquinas y tractores, duplicando y hasta triplicando con ello la productividad de su trabajo. Y qu significa esto? Significa que hoy los campesinos, gracias a su reunin en koljoses, pueden producir mucho ms que antes con el mismo esfuerzo. Significa, por tanto, que la produccin de cereales resulta ahora mucho ms barata que hasta ltimamente. Significa, finalmente, que, con el carcter estable de los precios, el campesino puede sacar de los cereales mucho ms de lo que sacaba antes. Cmo, despus de todo esto, se puede afirmar

Vase: J. V. Stalin, Obras, t. 11, pgs. 84-100, ed. en espaol.


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En torno a la cuestin de la poltica agraria de la URSS que la Revolucin de Octubre no ha dado ventaja alguna a los campesinos? No es evidente, acaso, que quienes propalan esas patraas calumnian a las claras al Partido y al Poder Sovitico? Pero qu se desprende de todo ello? Se desprende que la cuestin de las tijeras, la cuestin de acabar con este fenmeno, debe plantearse hoy de un modo nuevo. Se desprende que, si el movimiento koljosiano sigue avanzando con el ritmo actual, las tijeras sern suprimidas en un futuro prximo. Se desprende que el problema de las relaciones entre la ciudad y el campo se plantea sobre una base nueva, que la oposicin entre la ciudad y el campo ir borrndose con ritmo acelerado. Esta circunstancia, camaradas, es de una importancia formidable para toda nuestra obra de edificacin. Esto hace cambiar la psicologa del campesino y le orienta hacia la ciudad. Esto crea un terreno favorable para acabar con la oposicin entre la ciudad y el campo. Esto da base para que la consigna del Partido, de cara al campo, se complemente con la consigna de los campesinos koljosianos, de cara a la ciudad. Y ello no tiene nada de particular, pues el campesino recibe ahora de la ciudad mquinas, tractores, agrnomos, organizadores y, finalmente, ayuda directa para combatir y vencer a los kulaks. El campesino de tipo antiguo, con su desconfianza zoolgica hacia la ciudad, en la que vea un expoliador, va pasando a segundo plano. Lo sustituye un campesino nuevo, el campesino koljosiano, que mira a la ciudad con la esperanza de obtener de ella una ayuda real para la produccin. El campesino de tipo antiguo, temeroso de caer en campesino pobre y que slo furtivamente escalaba el puesto de kulak (podan despojarle del derecho electoral!), se ve sustitudo por un nuevo tipo de campesino, ante el cual se abre una nueva perspectiva: la de entrar en el koljs y salir de la miseria y la ignorancia para marchar por el ancho camino del progreso econmico y cultural. Tal es el giro que toman las cosas, camaradas. Por eso resulta tanto ms lamentable, camaradas, que nuestros tericos agrarios no hayan tomado todas las medidas necesarias para demoler y extirpar las teoras burguesas de toda laya, que tratan de desacreditar las conquistas de la Revolucin de Octubre y el creciente movimiento koljosiano. V. La naturaleza de los koljoses Los koljoses, como tipo de economa, son una de las formas de la economa socialista. Acerca da ello no puede caber ninguna duda. Uno de los oradores ha hablado aqu para desacreditar los koljoses. Ha afirmado que los koljoses, como entidades econmicas, no presentan ninguna afinidad con la forma socialista de

229 economa. Debo manifestar, camaradas, que esta calificacin de los koljoses es absolutamente falsa. Y no puede haber la menor duda de que no tiene nada que ver con la realidad. Qu es lo que define un tipo de economa? Son, evidentemente, las relaciones que se establecen entre los hombres en el proceso de produccin. Qu otra cosa, si no, podra definir un tipo de economa? Y acaso en el koljs hay una clase de personas que poseen los medios de produccin y otra clase de personas carentes de estos medios? Acaso en el koljs hay clase de explotadores y clase de explotados? Acaso el koljs no representa la socializacin de los instrumentos fundamentales de produccin sobre la tierra perteneciente al Estado? Qu motivos hay para afirmar que los koljoses, como tipo de economa, no son una de las formas de la economa socialista? Es indudable que en el seno de los koljoses hay contradicciones. Es indudable que en el seno de los koljoses hay supervivencias individualistas y hasta kulakistas, que an no han desaparecido, pero que desaparecern forzosamente con el tiempo, a medida que los koljoses se fortalezcan, a medida que se les dote de maquinaria. Pero acaso se puede negar que, tomados en conjunto, con todas sus contradicciones y sus defectos, los koljoses, como hecho econmico, representan, en lo fundamental, una nueva trayectoria de desarrollo del campo, la trayectoria de desarrollo socialista del campo, en oposicin a la trayectoria kulakista, capitalista, de desarrollo? Acaso se puede negar que los koljoses (hablo de los koljoses, y no de los seudokoljoses) son, atendidas las condiciones de nuestro pas, la base y el foco de la edificacin socialista en el campo, que se han formado en rabiosa pugna con los elementos capitalistas? No es evidente que carecen de toda base los intentos de algunos camaradas de desacreditar a los koljoses y presentarlos como una forma burguesa de economa? En 1923 no haba an en nuestro pas un movimiento koljosiano de masas. En su folleto Sobre la cooperacin, Lenin tuvo presentes todos los tipos de cooperacin, tanto los inferiores (las cooperativas de consumo y de venta) como los superiores (la forma koljosiana), Y qu deca entonces Lenin acerca de la cooperacin y de las empresas cooperativas? Escuchad un pasaje de este folleto: Bajo nuestro rgimen actual, las empresas cooperativas se diferencian de las empresas capitalistas privadas por ser empresas colectivas, pero no se diferencian283 de las empresas socialistas, siempre y cuando que se basen en la tierra y empleen medios de produccin pertenecientes al Estado, es
283

Subrayado por m. J. St.

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230 decir, a la clase obrera (t. XXVII, pg. 396). Como veis, Lenin no toma las cooperativas como empresas aisladas, sino en relacin con nuestro rgimen existente, ligndolas al hecho de que funcionan en tierra perteneciente al Estado, en un pas en que los medios de produccin pertenecen al Estado; y al examinarlas de este modo, Lenin afirma que las empresas cooperativas no se distinguen de las empresas socialistas. As se expresa Lenin, hablando de las empresas cooperativas en general. No es evidente que lo mismo puede decirse, y con mayor razn an, de los koljoses del perodo presente? Eso explica tambin, entre otras razones, que Lenin considere que el simple desarrollo de la cooperacin, bajo las condiciones de nuestro pas, se identifica con el desarrollo del socialismo. Veis, pues, que, al desacreditar a los koljoses, el orador a que antes me refera ha cometido un error gravsimo contra el leninismo. Y de ah se desprende otro error que ha cometido el mismo orador y que se refiere a la lucha de clases en los koljoses. Describa este orador tan a lo vivo la lucha de clases en los koljoses, que parece como si no se distinguiese de la lucha de clases fuera de ellos. Ms an: se podra creer que en los koljoses se hace todava ms encarnizada. Por cierto que no ha sido ese orador el nico en incurrir en este defecto. Las habladuras acerca de la lucha de clases, los gritos, la chillera en torno a esa lucha de clases dentro de las koljoses son hoy algo tpico de todos nuestros charlatanes izquierdistas, y lo ms cmico de los gritos es que esos alborotadores ven lucha de clases donde no la hay o casi no la hay y, en cambio, no la ven donde existe y se desborda. Hay elementos de lucha de clases en los koljoses? S, los hay. No puede por menos de haber elementos de lucha de clases en los koljoses, existiendo en ellos, como todava existen, vestigios de la psicologa individualista, e incluso de la psicologa del kulak; existiendo todava en ellos, como existe, cierta desigualdad en la situacin econmica. Pero puede afirmarse que la lucha de clases que se desarrolla dentro de las koljoses tiene el mismo carcter que la que se desarrolla fuera de ellos? No, no se puede. Ah reside, precisamente, el error de nuestros charlatanes izquierdistas, en que no ven esta diferencia. Qu representa la lucha de clases fuera de los koljoses antes de crearse stos? Representa la lucha contra los kulaks, que poseen los instrumentos y medios de produccin, y mediante los cuales sojuzgan a los campesinos pobres. Representa una lucha a vida o muerte. Y qu significa la lucha de clases sobre la base de los koljoses? Significa, ante todo, que el kulak ha

J. V. Stalin sido derrotado y desposedo de los instrumentos y medios de produccin. Significa, en segundo lugar, que los campesinos pobres y medios se han agrupado en koljoses, socializando en ellos los instrumentos y medios fundamentales de produccin. Significa, en fin, que la lucha dentro de ellos se ventila entre los koljosianos que no se han emancipado an de las supervivencias individualistas y kulakistas, y que intentan aprovecharse de esa desigualdad relativa que an subsiste en los koljoses, y los koljosianos que anhelan desterrar de los koljoses esas supervivencias y esas desigualdades. No es evidente que slo a los ciegos se les puede escapar la diferencia entre la lucha de clases que se libra sobre la base de los koljoses y la que se desarrolla fuera de ellos? Sera un error pensar que, si hay koljoses, tenemos ya todo lo necesario para edificar el socialismo. Y todava sera un error de ms bulto pensar que los koljosianos se han convertido ya en socialistas. No, costar an muchos esfuerzos transformar al campesino koljosiano, corregir su psicologa individualista y hacer de l un autntico trabajador de la sociedad socialista. Y este proceso avanzar ms de prisa, conforme proporcionemos mquinas y tractores a los koljoses. Pero esto no afecta en lo ms mnimo a la trascendental importancia de los koljoses como palancas de la transformacin socialista del campo. La gran importancia de los koljoses consiste, precisamente, en que son la base fundamental para el empleo de mquinas y tractores en la agricultura, en que son la base fundamental para la transformacin del campesino, para cambiar su psicologa en el espritu del socialismo. Lenin tiene razn cuando dice: La labor de rehacer al pequeo agricultor, la labor de rehacer toda su psicologa y todos sus hbitos es obra de varias generaciones. Resolver este problema en relacin con el pequeo agricultor, sanear, por decirlo as, toda su psicologa, nicamente puede hacerlo la base material, la maquinaria, el empleo en gran escala de tractores y otras mquinas en la agricultura, la electrificacin en escala masiva (t. XXVI, pg. 239). Quin puede negar que los koljoses son, precisamente, la nica forma de economa socialista mediante la cual pueden los millones y millones de pequeos campesinos individuales ser incorporados a la gran hacienda con sus mquinas y tractores como palancas del auge econmico, como palancas del desarrollo socialista de la agricultura? Nuestros charlatanes izquierdistas han olvidado todo esto. Y tambin lo ha olvidado nuestro orador. VI. Los cambios en las relaciones de clase y el viraje en la poltica del partido

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En torno a la cuestin de la poltica agraria de la URSS Finalmente, el problema de los cambios en las relaciones de clase dentro del pas y de la ofensiva del socialismo contra los elementos capitalistas del campo. Lo caracterstico en el trabajo de nuestro Partido durante el ao ltimo consiste en que nosotros, como Partido y como Poder Sovitico, a) hemos desplegado la ofensiva en todo el frente contra los elementos capitalistas del campo, b) en que esta ofensiva ha dado y sigue dando, como es sabido, resultados positivos muy tangibles. Qu significa esto? Significa que hemos pasado de la poltica de restriccin de las tendencias explotadoras de los kulaks a la poltica de liquidacin de los kulaks como clase. Significa que hemos dado y seguimos dando un viraje decisivo en toda nuestra poltica. Hasta hace poco, el Partido propugnaba restringir las tendencias explotadoras de los kulaks. Como es sabido, esta poltica fue proclamada ya en el VIII Congreso del Partido. Esta misma poltica fue proclamada otra vez al implantarse la Nep y en el XI Congreso de nuestro Partido. Todos recordaris la clebre carta de Lenin sobre las tesis de Preobrazhenski (de 1922), en la que de nuevo insista en la necesidad de aplicar precisamente esta poltica. Finalmente, la ratific el XV Congreso de nuestro Partido. Es la poltica que hemos venido aplicando hasta ltimamente. Era acertada esta poltica? S, entonces lo era indudablemente. Podamos hace cinco aos o incluso hace tres emprender semejante ofensiva contra los kulaks? Podamos en aquel tiempo confiar en que la ofensiva tuviese xito? No, no podamos. Esto hubiera sido un aventurerismo muy arriesgado. Esto hubiera sido jugar de un modo peligrossimo a la ofensiva, pues hubiramos fracasado de seguro, afianzando con ello las posiciones de los kulaks. Por qu? Porque no disponamos an de esos puntos de apoyo en el campo que constituyen hoy la extensa red de sovjoses y koljoses y en los cuales pudiramos basar una ofensiva resuelta contra los kulaks. Porque por aquel entonces no estbamos an en condiciones de sustituir la produccin capitalista del kulak por la produccin socialista de los koljoses y sovjoses. En 1926-1927, la oposicin zinovievista-trotskista se esforz por imponer al Partido la poltica de ofensiva inmediata contra los kulaks. El Partido no se lanz a esta peligrosa aventura, pues saba que no es de gentes serias jugar a la ofensiva. La ofensiva contra los kulaks es una cosa seria, que no hay que confundir con las frases declamatorias contra los kulaks. Ni hay que confundirla tampoco con la poltica de escaramuzas con los kulaks, que la oposicin zinovievista-trotskista se empeaba en imponer al Partido. Lanzarse a la ofensiva contra los kulaks significa aplastarlos y liquidarlos como clase.

231 Si no se persigue este objetivo, la ofensiva no es ms que un tema discursivo, una escaramuza, vacua charlatanera, cualquier cosa menos una verdadera ofensiva bolchevique. Lanzarse a la ofensiva contra los kulaks significa prepararse para ello y asestarles un golpe serio, tan serio, que no puedan volver a levantar cabeza. Esto es lo que nosotros, los bolcheviques, llamamos una verdadera ofensiva. Podamos emprender esta ofensiva, con perspectivas de xito, hace cinco o incluso hace tres aos? No, no podamos. En efecto, el kulak produca, en 1927, ms de 600 millones de puds de cereales, de los cuales venda fuera del campo, por va de intercambio, unos 130 millones de puds. Era una fuerza bastante seria, que forzosamente deba tomarse en consideracin. Cunto producan por aquel entonces nuestros koljoses y sovjoses? Unos 80 millones de puds, de los que lanzaban al mercado (grano mercantil) unos 35 millones. Juzgad vosotros mismos si, en estas condiciones, podamos entonces sustituir la produccin y el grano mercantil de los kulaks por la produccin y el grano mercantil de nuestros koljoses y sovjoses. Es evidente que no podamos. Qu hubiera significado, en estas condiciones, emprender una ofensiva resuelta contra los kulaks? Hubiera significado un fracaso seguro, afianzar las posiciones de los kulaks y quedarse sin pan. Por eso no podamos ni debamos acometen entonces una ofensiva decisiva contra los kulaks, a despecho de las aventureras tiradas declamatorias de la oposicin zinovievista-trotskista. Y ahora? Cul es ahora la situacin? Ahora contamos ya con una base material suficientemente fuerte para asestar golpes a los kulaks, para vencer su resistencia, para liquidarlos como clase y sustituir su produccin por la produccin de los koljoses y sovjoses. Como es sabido, en 1929, la produccin de cereales de los koljoses y sovjoses no ha bajado de 400 millones de puds (200 millones de puds menos que la produccin global de los kulaks en 1927). Sabido es asimismo que, en 1929, los koljoses y sovjoses han lanzado al mercado ms de 130 millones de puds (es decir, ms que los kulaks en 1927). Y es sabido, finalmente, que, en 1930, la produccin global de cereales de los koljoses y sovjoses no bajar de 900 millones de puds (es decir, que exceder a la produccin global de los kulaks en 1927), de los cuales irn al mercado 400 millones de puds, por lo menos (o sea, una cantidad incomparablemente superior a la de los kulaks en 1927). As se plantea actualmente la situacin, camaradas. Ese es el desplazamiento producido en la economa de nuestro pas. Hoy contamos, pues, como veis, con la base material necesaria para sustituir la produccin de los

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232 kulaks por la produccin de los koljoses y sovjoses. Por eso, precisamente, nuestra ofensiva decisiva contra los kulaks logra hoy xitos indudables. As es como hay que lanzarse a la ofensiva contra los kulaks, si es que queremos una ofensiva verdadera y decisiva, y no nos limitamos a vacuas declamaciones contra ellos. Por eso hemos pasado ltimamente de la poltica de restriccin de las tendencias explotadoras de los kulaks a la poltica de liquidacin de los kulaks como clase. Y la poltica de deskulakizacin? Es posible admitir la deskulakizacin en las zonas de colectivizacin total?, preguntan de distintos sitios. La pregunta es ridcula! La deskulakizacin era inadmisible mientras nos atenamos al criterio de la restriccin de las tendencias explotadoras de los kulaks, mientras no podamos pasar a la ofensiva resuelta contra los kulaks, mientras no podamos sustituir su produccin por la produccin de los koljoses y sovjoses. La poltica de no permitir la deskulakizacin era entonces necesaria y acertada. Y ahora? Ahora, la cosa ha cambiado. Ahora podemos ya emprender una ofensiva resuelta contra los kulaks, vencer su resistencia, liquidarlos como clase y sustituir su produccin por la produccin de los koljoses y sovjoses. La deskulakizacin la efectan ahora las propias masas de campesinos pobres y medios que realizan la colectivizacin total. La deskulakizacin en las zonas de colectivizacin total ya no es ahora una simple medida administrativa, sino que constituye parte integrante de la creacin y desarrollo de los koljoses. Por eso es ridculo y poco serio extenderse ahora sobre la deskulakizacin. Cortada la cabeza, no se llora el pelo perdido. No menos ridcula es la pregunta de si se puede admitir a los kulaks en los koljoses. Claro que no se les puede admitir. No se les puede admitir, porque son enemigos acrrimos del movimiento koljosiano. VII. Conclusiones He ah, camaradas, seis problemas cardinales que no puede pasar por alto la investigacin terica de nuestros especialistas agrarios marxistas. La importancia de estos problemas estriba, ante todo, en que su estudio marxista permite extirpar toda clase de teoras burguesas, difundidas a veces para vergenza nuestra- por nuestros camaradas comunistas y que ofuscan a nuestros trabajadores prcticos. Hace ya mucho tiempo que todas esas teoras deberan haber sido extirpadas y rechazadas, pues slo combatiendo sin cuartel esas teoras y otras por el estilo puede desarrollarse y fortalecerse la base terica de los especialistas agrarios marxistas. La importancia de estos problemas estriba, finalmente, en que dan una nueva fisonoma a los viejos problemas de la economa del perodo de

J. V. Stalin transicin. Hoy se plantea de un modo nuevo lo relativo a la Nep, a las clases, a los koljoses y a la economa del perodo de transicin. Hay que poner al descubierto el error de quienes conciben la Nep como un repliegue y solamente como un repliegue. Le realidad es que, ya al implantar la nueva poltica econmica, Lenin deca de ella que no se reduca a un repliegue, sino que, al mismo tiempo, era la preparacin para una nueva ofensiva decisiva contra los elementos capitalistas de la ciudad y del campo. Hay que poner al descubierto el error de quienes piensan que la Nep slo sirve para mantener los vnculos entre la ciudad y el campo. Los vnculos que nosotros necesitamos entre la ciudad y el campo no pueden ser de cualquier clase, sino vnculos que aseguren el triunfo del socialismo. Si mantenemos la Nep, es porque sirve a la Causa del socialismo. Y cuando deje de cumplir esta misin, la mandaremos al diablo. Lenin dijo que la Nep se haba implantado en serio y para mucho tiempo. Pero jams dijo que se implantase para siempre. Hay que poner tambin sobre el tapete la necesidad de popularizar la teora marxista de la reproduccin. Es preciso estudiar el esquema del balance de nuestra economa nacional. Lo que la Direccin Central de Estadstica public en 1926 como balance de la economa nacional, no es un balance, sino un juego de cifras. Tampoco sirve el modo como Bazrov y Groman tratan el problema del balance de la economa nacional. El esquema del balance de la economa nacional de la URSS deben elaborarlo los marxistas revolucionarios, si es que quieren investigar los problemas de la economa del perodo de transicin. Sera deseable que nuestros economistas marxistas dedicasen un grupo especial para estudiar los problemas de la economa del perodo de transicin, tal como se plantean de un modo nuevo en la actual etapa de desarrollo. Publicado el 29 de diciembre de 1929 en el nm. 309 de Pravda.

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INFORME ANTE EL XVII CONGRESO DEL PARTIDO ACERCA DE LA ACTIVIDAD DEL CC DEL PC(b) DE LA URSS 26 de enero de 1934284 (Extractos) I. La persistente crisis del capitalismo mundial y la situacin internacional de la Unin Sovitica Camaradas: Desde el XVI Congreso han pasado ms de tres aos. No es un perodo muy grande, pero por su contenido aventaja a cualquier otro. Creo que ninguno de los perodos del ltimo decenio ha abundado tanto como ste en acontecimientos. En el aspecto econmico, han sido estos aos de persistente crisis econmica mundial. La crisis no slo ha afectado a la industria, sino tambin a la agricultura en su conjunto. La crisis no slo ha hecho estragos en la esfera de la produccin y del comercio. Se ha extendido tambin a la esfera del crdito y de la circulacin monetaria, desbaratando las relaciones de crdito y de cambio establecidas entre los pases. Si antes an se discuta en una u otra parte si la crisis econmica mundial era un hecho o no lo era, hoy no se discute ya, pues la existencia de la crisis y su accin devastadora son demasiado evidentes. Ahora se discute ya otro problema: si se puede o no salir de ella; y, si se puede, qu se debe hacer. En el aspecto poltico, han sido stos aos de empeoramiento sucesivo de las relaciones, tanto entre los pases capitalistas como en el interior de cada uno de ellos. La guerra del Japn contra China y la ocupacin de Manchuria, que han agravado las relaciones en el Extremo Oriente; la victoria del fascismo en Alemania y el triunfo de la idea del desquite, que han agravado las relaciones en Europa; la retirada del Japn y Alemania de la Sociedad de Naciones, que ha dado un nuevo impulso a la carrera de los armamentos y a los preparativos de una guerra
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imperialista; la derrota del fascismo en Espaa285 nueva demostracin de que la crisis revolucionaria est madurando y de que el fascismo dista mucho de ser eterno- tales son los hechos fundamentales ocurridos en el perodo de que tratamos. No es de extraar que el pacifismo burgus est dando las ltimas boqueadas y que las tendencias de desarme sean directa y descaradamente reemplazadas por tendencias de rearme y de incremento de los armamentos. Entre esta marejada de conmociones econmicas y de catstrofes polticas y militares, la URSS se levanta sola, como una roca, prosiguiendo su edificacin socialista y su lucha por el mantenimiento de la paz. Si all, en los pases capitalistas, sigue haciendo estragos la crisis econmica, en la URSS contina el ascenso, tanto en la industria como en la agricultura. Si all, en los pases capitalistas, se realizan febriles preparativos de una nueva guerra con vistas a un nuevo reparto del mundo y de las esferas de influencia, la URSS, en cambio, prosigue la lucha sistemtica y tenaz contra el peligro de guerra, por la paz, sin que pueda decirse que sus esfuerzos en este terreno hayan sido completamente estriles. Tal es, en lneas generales, el panorama de la presente situacin internacional. Pasemos a examinar los datos principales de la situacin econmica y poltica de los pases capitalistas. 1. El curso de la crisis econmica en los pases
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El XVII Congreso del PC(b) de la URSS se celebr en Mosc del 26 de enero al 10 de febrero de 1934. Respecto al informe acerca de la actividad del CC del PC(b) de la URSS, presentado por J. V. Stalin, el Congreso adopt una decisin que aprobaba por entero la lnea poltica y la labor prctica del CC del PC(b) de la URSS y propuso a todas las organizaciones del Partido que se guiaran en su trabajo por los principios y las tareas expuestos en el informe de J. V. Stalin. El Congreso seal los decisivos xitos de la edificacin del socialismo en la URSS e hizo constar que la lnea general del Partido haba triunfado. El XVII Congreso del PC(b) de la URSS ha pasado a la historia del Partido con el nombre de Congreso de los vencedores.

En 1931, el proletariado y el campesinado de Espaa derrocaron la dictadura fascista militar del general Primo de Rivera, implantada en 1923, y acabaron con la monarqua. El 14 de abril de 1931, en Espaa se proclam la repblica. Sin embargo, la debilidad poltica y la dispersin orgnica del proletariado, la traicin del grupo dirigente del partido socialista y de los jefes anarquistas permiti a la burguesa y a los terratenientes aduearse del Poder; se form un gobierno de coalicin, integrado por representantes de los partidos burgueses y del partido socialista. A pesar de los intentos del gobierno de coalicin de detener el desarrollo de la revolucin, los grandes combates revolucionarios de los obreros y campesinos, dirigidos contra los terratenientes y la burguesa, continuaron. El punto culminante del movimiento revolucionario de aquel perodo fue la huelga general y la lucha armada de los mineros de Asturias en octubre de 1934.

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234 capitalistas La actual crisis econmica en los pases capitalistas se diferencia de todas las crisis anlogas, entre otras cosas, por ser ms prolongada y persistente. Si en tiempos anteriores las crisis duraban uno o dos aos, la crisis actual se prolonga ya ms de cuatro, asolando ao tras ao la economa de los pases capitalistas y absorbindole las grasas acumuladas en los aos precedentes. N o es de extraar que sta sea la ms grave de todas las crisis conocidas. A qu se debe este carcter inusitadamente persistente de la crisis industrial de nuestros das? Se debe, ante todo, a que la crisis industrial se ha extendido a todos los pases capitalistas, sin excepcin, dificultando que unos puedan maniobrar a expensas de otros. Se debe, en segundo lugar, a que la crisis industrial se ha entrelazado con la crisis agraria, que ha afectado a todos los pases agrarios y semiagrarios, sin excepcin, lo que no poda dejar de complicar y de ahondar la crisis industrial. Se debe, en tercer lugar, a que la crisis agraria se ha intensificado durante este perodo y se ha extendido a todas las ramas de la agricultura, incluida la ganadera, llevndola hasta la degradacin, hasta tener que emplear el trabajo manual en vez de las mquinas, hasta sustituir el tractor por el caballo, hasta tener que reducir sensiblemente el empleo de los abonos artificiales y, a veces, dejar de utilizarlos por completo, lo que ha prolongado todava ms la crisis industrial. Se debe, en cuarto lugar, a que los crteles monopolistas, que dominan en la industria, procuran mantener altos los precios de las mercancas, circunstancia que hace la crisis singularmente dolorosa e impide la reabsorcin de las reservas de mercancas. Se debe, por ltimo -y esto es lo fundamental-, a que la crisis en la industria se ha desencadenado en las condiciones de la crisis general del capitalismo, cuando el capitalismo no tiene ya ni puede tener en los Estados ms importantes ni en las colonias y pases dependientes la fuerza y la solidez que tuvo antes de la guerra y de la Revolucin de Octubre; cuando la industria de los pases capitalistas ha heredado de la guerra imperialista, como un fenmeno crnico, la utilizacin incompleta de las empresas y ejrcitos de millones de parados, de los que no est ya en condiciones de desembarazarse. Tales son las circunstancias que han determinado el carcter en extremo persistente de la crisis industrial de nuestros das. A estas mismas circunstancias obedece tambin que la crisis no se haya circunscrito a la esfera de la produccin y del comercio y se haya extendido, adems, al sistema de crditos, al cambio, a la esfera de las deudas, etc., destrozando las relaciones

J. V. Stalin tradicionales, tanto entre los diferentes pases como entre los grupos sociales dentro de cada pas. La baja de los precios de las mercancas ha desempeado en esto un gran papel. A pesar de la resistencia de los crteles monopolistas, la baja de los precios se ha acelerado con fuerza incontenible, siendo de notar que, ante todo y sobre todo, han bajado los precios de las mercancas de los propietarios no organizados -campesinos, artesanos, pequeos capitalistas-, y slo gradualmente y en escala menor los precios de las mercancas de los propietarios organizados, de los capitalistas unificados en crteles. La baja de los precios ha hecho insoportable la situacin de los deudores (industriales, artesanos, campesinos, etc.). Los acreedores, por el contrario, se han visto en una situacin ms privilegiada que nunca. Tal estado de cosas deba conducir y en efecto ha conducido, a la quiebra de gran nmero de casas y de capitalistas. Debido a ello, en los ltimos tres aos se han hundido decenas de miles de sociedades annimas en los EE.UU., en Alemania, en Inglaterra y en Francia. A las quiebras de sociedades annimas ha seguido la depreciacin de la moneda, cosa que ha aliviado un tanto la situacin de los deudores. Tras la depreciacin de la moneda, la suspensin de pagos legalizada oficialmente- de las deudas exteriores e interiores. La quiebra de Bancos como el Banco de Darmstadt y el Banco de Dresde en Alemania, el Kreditanstalt en Austria y de consorcios como el de Kreuger en Suecia, el Insul-Concern en los EE.UU., etc., es de todos conocida. Se comprende que a estos fenmenos, que han resquebrajado los cimientos del sistema de crditos, deba seguir, y efectivamente ha seguido, la suspensin del pago de los crditos y de los emprstitos extranjeros, la suspensin del pago de las deudas interaliadas, la paralizacin de las exportaciones de capital, una nueva reduccin del comercio exterior y de las exportaciones de mercancas, la intensificacin de la lucha por los mercados exteriores, la guerra comercial entre los pases y el dumping. S, camaradas, el dumping. No me refiero al supuesto dumping sovitico, acerca del cual hace an poco vociferaban hasta desgaitarse ciertos honorables diputados de honorables parlamentos de Europa y de Amrica. Me refiero al dumping verdadero, practicado ahora por casi todos los pases civilizados, cosa que silencian prudentemente esos intrpidos y honorables diputados. Se comprende tambin que estos fenmenos destructivos que acompaan a la crisis industrial, fenmenos que ocurren fuera de la esfera de la produccin, no han podido, a su vez, dejar de influir en el curso de la crisis industrial, ahondndola y complicndola. Tal es, en lneas generales, el panorama del curso

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Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) de la URSS de la crisis industrial. He aqu algunas cifras, procedentes de fuentes oficiales, que ilustran el curso de la crisis industrial durante el perodo a que nos referimos: Volumen de la produccin industrial en tantos por 100 con relacin a 1929 URSS EE.UU. Inglaterra Alemania Francia 1929 1930 1931 1932 1933 100 129,7 161,9 184,7 201,6 100 80,7 68,1 53,8 64,9 100 92,4 83,8 83,8 86,1 100 88,3 71,7 59,8 66,8 100. 100,7 89,2 69,1 77,4

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El cuadro, como veis, es bien elocuente. Al mismo tiempo que la produccin industrial de los principales pases capitalistas bajaba de ao en ao, respecto al nivel de 1929, comenzando a reponerse un tanto nicamente en 1933, aunque sin alcanzar, ni mucho menos, el nivel de 1929, la industria de la URSS se ha incrementado de ao en ao, siguiendo un proceso de ascenso ininterrumpido. Al mismo tiempo que en la industria de los principales pases capitalistas se observa hacia fines de 1933 una reduccin del volumen de la produccin en un promedio de un 25%, y ms an, contra el nivel de 1929, la industria de la URSS se ha incrementado en ese tiempo en ms del doble, es decir, en ms de un 100%. A juzgar por el cuadro citado, podra parecer que, de los cuatro pases capitalistas, es Inglaterra el que se encuentra en situacin ms favorable. Pero no es del todo cierto. Si tomamos la industria de dichos pases y la comparamos con el nivel de anteguerra, el panorama resultar algo distinto. He aqu el cuadro correspondiente: Volumen de la produccin industrial en tantos por 100 Con relacin al nivel de anteguerra URSS EE.UU. Inglaterra Alemania Francia 1913 100 100 100 100 100 1929 194,3 170,2 99,1 113,0 139,0 1930 252,1 137,3 91,5 99,8 140,0 1931 314,7 115,9 83,0 81,0 124,0 1932 359,0 91,4 82,5 67,6 96,1 1933 391,9 110,2 85,2 75,4 107,6

Como veis, la industria de Inglaterra y de Alemania no ha alcanzado an el nivel de anteguerra, mientras que los EE.UU. y Francia han superado dicho nivel en un reducido tanto por ciento, y la URSS ha elevado, ha aumentado su produccin industrial en ese perodo, respecto al nivel de anteguerra, en ms de un 290%. Pero de los cuadros dimana an otra conclusin. La industria de los principales pases capitalistas que ha ido descendiendo sin cesar a partir de 1930 y especialmente desde 1931, llegando en 1932 a su punto ms bajo- en 1933 ha comenzado a reponerse

un tanto y ascender. Los datos mensuales de 1932 y 1933 confirman ms an esta conclusin, ya que en ellos se ve que la industria de estos pases, a pesar de que su produccin oscila en 1933, no ha revelado la tendencia a llevar dicha oscilacin hasta el punto ms bajo, al que se lleg en el verano de 1932. Qu significa esto? Significa que la industria de los principales pases capitalistas ha pasado ya, por lo visto, el punto ms bajo de descenso, al cual no ha vuelto ya en el transcurso de 1933. Hay quien se siente inclinado a atribuir este fenmeno a la influencia de factores exclusivamente artificiales, como la coyuntura de inflacin belicista. No cabe duda de que la coyuntura de inflacin belicista desempea un papel no desdeable. Lo dicho es sobre todo cierto con respecto al Japn, donde este factor artificial es la fuerza bsica y decisiva de cierta reanimacin en determinadas ramas de la industria, principalmente en la industria de guerra. Pero sera un burdo error suponer que todo se debe a la coyuntura de inflacin belicista. Eso sera errneo, aunque slo fuese por el simple hecho de que los progresos de la industria, que acabo de examinar, se observan no en unas u otras zonas al azar, sino en todos o en casi todos los pases industriales, incluso en los de moneda firme. Por lo visto, al lado de la coyuntura de inflacin belicista, en este caso se deja sentir tambin la accin de las fuerzas econmicas internas del capitalismo. El capitalismo ha logrado aliviar un tanto la situacin de la industria a expensas de los obreros, explotndolos en mayor grado mediante la intensificacin de su trabajo; a expensas de los agricultores, aplicando la poltica de baja mxima de los precios del producto de su trabajo, de los artculos alimenticios y, en parte, de las materias primas; a expensas de los campesinos de las colonias y de los pases econmicamente dbiles, bajando an ms los precios del producto de su trabajo, principalmente de las materias primas y luego de los productos alimenticios. Significa esto que nos hallamos ante el paso de la crisis a la depresin habitual, que lleva tras de s un nuevo ascenso y un nuevo florecimiento de la industria? No, de ningn modo. En todo caso, no hay actualmente indicios, directos o indirectos, de que vaya a producirse un ascenso de la industria en los pases capitalistas. Ms an: todo evidencia que no puede haber tales indicios, por lo menos en un futuro prximo. No puede haberlos, ya que continan ejerciendo su accin las condiciones desfavorables que impiden a la industria de los pases capitalistas lograr un nuevo ascenso de alguna consideracin. Se trata de la crisis general del capitalismo, que contina y dentro de la cual tiene lugar la crisis econmica; de la utilizacin incompleta crnica de las empresas; del paro crnico en masa y del

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236 entrelazamiento de la crisis industrial con la crisis agraria; se trata de que no existe la tendencia a una renovacin ms o menos seria del capital fijo, renovacin que es la precursora habitual de un nuevo ascenso, etc., etc. Es evidente que asistimos a la transicin del punto de mayor descenso de la industria, del punto ms profundo de la crisis industrial, a la depresin, pero no a una depresin corriente, sino de un gnero especial, que no lleva a un nuevo auge ni a la prosperidad de la industria, pero que tampoco le hace regresar al punto ms bajo. 2. Agravacin de la situacin poltica en los pases capitalistas Resultado de la crisis econmica persistente es el inusitado empeoramiento de la situacin poltica de los pases capitalistas, tanto en el interior de cada uno de ellos como entre unos y otros. La intensificacin de la lucha por los mercados exteriores, la eliminacin de los ltimos vestigios del comercio libre, los aranceles prohibitivos, la guerra comercial, la guerra de las divisas, el dumping y otras muchas medidas anlogas, demostrativas de un nacionalismo extremo en la poltica econmica, han exacerbado al mximo las relaciones entre los pases, han preparado el terreno para colisiones militares y puesto al orden del da la guerra, como medio para proceder a un nuevo reparto del mundo y de las esferas de influencia en favor de los Estados ms fuertes. La guerra del Japn contra China, la ocupacin de Manchuria, la retirada del Japn de la Sociedad de Naciones y la invasin del Norte de China han agravado todava ms la situacin. El recrudecimiento de la lucha por el Pacfico y la carrera de armamentos navales en el Japn, EE.UU., Inglaterra y Francia son resultado de esta agravacin. La retirada de Alemania de la Sociedad de Naciones y el fantasma del desquite han dado un nuevo impulso al empeoramiento de la situacin y a la carrera de los armamentos en Europa. Nada tiene de extrao que el pacifismo burgus arrastre hoy una existencia lastimosa y que la faramalla sobre el desarme ceda el puesto a conversaciones prcticas sobre el rearme y el incremento de los armamentos. Como en 1914, salen nuevamente al primer plano los partidos del imperialismo guerrerista, los partidos de la guerra y la revancha. Las cosas marchan, evidentemente, hacia una nueva guerra. La accin de estos mismos factores, agudiza an ms la situacin interior de los pases capitalistas. Los cuatro aos de crisis industrial han extenuado a la clase obrera, llevndola a la desesperacin. Los cuatro aos de crisis agraria han arruinado por completo a los sectores pobres del campo, no slo en

J. V. Stalin los principales pases capitalistas, sino tambin -y de una manera especial- en los pases dependientes y en las colonias. Es un hecho que, a pesar de las numerosas artimaas estadsticas para ocultar las verdaderas proporciones del paro, el nmero de los desocupados llega, segn datos oficiales de instituciones burguesas, a unos 3.000.000 en Inglaterra, a 5.000.000 en Alemania y a 10.000.000 en los EE.UU., sin hablar ya de otros pases de Europa. Agregad a esto los obreros en paro parcial, que pasan de 10.000.000; aadid los millones de campesinos arruinados, y obtendris un cuadro aproximado de la miseria y la desesperacin de las masas trabajadoras. Las masas populares no han llegado an al punto de lanzarse al asalto contra el capitalismo, pero difcilmente puede dudarse de que la idea del asalto madura en su candencia. Lo atestiguan elocuentemente hechos como la revolucin espaola, que ha derrocado, el rgimen del fascismo, y el aumento de las regiones soviticas en China, que la contrarrevolucin de la burguesa china, coligada con la extranjera, es incapaz de contener. A esto precisamente se debe que las clases dominantes de los pases capitalistas supriman o reduzcan a la nada con todo empeo los ltimos vestigios del parlamentarismo y de la democracia burguesa, que pueden ser aprovechados por la clase obrera en su lucha contra los opresores; lancen a la ilegalidad a los Partidos Comunistas y recurran a mtodos de terror abiertos para mantener su dictadura. El chovinismo y la preparacin de la guerra, como elementos principales de la poltica exterior; el amordazamiento de la clase obrera y el terror en la poltica interior, como medio indispensable para fortalecer la retaguardia de los futuros frentes militares: esto es a lo que ahora se entregan, sobre todo, los polticos imperialistas. No es de extraar que el fascismo sea hoy la mercanca ms en boga entre los belicosos polticos burgueses. No me refiero solamente al fascismo en general, sino, ante todo, al fascismo de tipo alemn, que se titula falsamente nacionalsocialismo, cuando ni con el examen ms prolijo es posible descubrir en l un tomo de socialismo. A este respecto, la victoria del fascismo en Alemania no slo debe ser considerada como un sntoma de la debilidad de la clase obrera y como una consecuencia de las traiciones cometidas contra la clase obrera por la socialdemocracia, que ha despejado el camino al fascismo. Debe ser considerada tambin como un indicio de la debilidad de la burguesa, como un sntoma de que la burguesa no est ya en condiciones de dominar por los viejos mtodos del parlamentarismo y de la democracia burguesa, en vista de lo cual se ve obligada a recurrir, en la poltica interior, a los mtodos terroristas de

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Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) de la URSS gobierno; como un sntoma de que ya no est en condiciones de hallar una salida a la situacin presente sobre la base de una poltica exterior de paz, en vista de la cual se ve forzada a recurrir a la poltica de guerra. Tal es la situacin. Veis, pues, que las cosas marchan hacia una nueva guerra imperialista como salida de la situacin actual. Claro est que no hay razn para suponer que la guerra puede proporcionar una salida efectiva. Al contrario, la guerra ha de complicar an ms la situacin. Es ms: desencadenar con seguridad la revolucin y pondr en peligro la existencia misma del capitalismo en varios pases, como ocurri en la primera guerra imperialista. Y si, a pesar de la experiencia de la primera guerra imperialista, los polticos burgueses se aferran a la guerra, como quien se agarra a un clavo ardiendo, significa que han perdido definitivamente la cabeza, que se hallan metidos en un callejn sin salida y que estn prontos a precipitarse en el abismo. Por esta razn, no estar de ms que examinemos brevemente los planes de organizacin de la guerra que se incuban actualmente en los medios polticos burgueses. Unos creen que hay que organizar la guerra contra una de las grandes potencias. Piensan infligirle una derrota aniquiladora y enderezar sus negocios a expensas de ella. Admitamos que se logre organizar semejante guerra. Qu puede resultar de ello? Como sabis, durante la primera guerra imperialista tambin queran aniquilar a una de las grandes potencias, Alemania, y lucrarse a costa suya. Y qu ocurri? Alemania no fue aniquilada, pero sembraron en ella tal odio contra los vencedores y crearon un terreno tan abonado para el desquite, que no han podido an -ni es fcil que puedan prontocomerse la repugnante bazofia que ellos mismos prepararon. En cambio, se encontraron con el aniquilamiento del capitalismo en Rusia, el triunfo de la revolucin proletaria en Rusia y, naturalmente, la Unin Sovitica. Qu garantas hay de que la segunda guerra imperialista pueda darles mejores resultados que la primera? No sera ms acertado suponer lo contrario? Otros creen que hay que organizar la guerra contra un pas dbil desde el punto de vista militar, pero vasto como mercado, por ejemplo, contra China, a la que, segn resulta, no puede llamarse Estado en el sentido estricto de la palabra, pues constituye tan slo un territorio no organizado, que necesita ser ocupado por los pases fuertes. Por lo visto, quieren repartirse definitivamente ese pas y sanear los negocios a expensas de l. Admitamos que se logre organizar semejante guerra. Qu puede resultar de ello? Es sabido que, a principios del siglo XIX, Italia y

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Alemania eran consideradas exactamente como lo es en la actualidad China, es decir, como territorios no organizados, y no como Estados, y se las sojuzgaba. Y qu result de ello? Resultaron, como se sabe, las guerras de Alemania e Italia por su independencia y la unificacin de estos pases en Estados independientes. Result la intensificacin del odio en el corazn de los pueblos de dichos pases contra sus esclavizadores, odio cuyas consecuencias no han sido liquidadas an y que difcilmente se liquidarn pronto. Y uno se pregunta: qu garanta hay de que no vaya a ocurrir lo mismo en la guerra de los imperialistas contra China? Hay un tercer grupo que cree que la guerra debe ser organizada por una raza superior, por ejemplo, la raza alemana, contra una raza inferior, ante todo contra la eslava; que slo una guerra de esta ndole puede proporcionar una salida a la situacin, puesto que la raza superior est llamada a fecundar la inferior y dominarla. Admitamos que esta extraa teora, tan distante de la ciencia como el cielo de la tierra, es puesta en prctica. Qu resultara de ello? Es sabido que la antigua Roma consideraba a los antecesores de los actuales alemanes y franceses lo mismo que los representantes de la raza superior consideran hoy a los pueblos eslavos. Es sabido que la antigua Roma los tildaba de raza inferior, de brbaros predestinados a verse eternamente sometidos a la raza superior, a la gran Roma. Por cierto, la antigua Roma tena, dicho sea entre nosotros, cierta razn para pensar as, cosa que no puede decirse de los representantes de la actual raza superior. Y qu result de ello? Result que los no romanos, es decir, todos los brbaros, se unieron contra el enemigo comn y derrumbaron estruendosamente a Roma. Uno se pregunta: qu garanta hay de que las pretensiones de los representantes de la raza superior actual no vayan a conducir a los mismos resultados deplorables para ellos? Qu garanta hay de que los polticos literario-fascistas de Berln vayan a correr mejor suerte que los viejos y probados conquistadores romanos? No ser ms acertado suponer lo contrario? Por ltimo, un cuarto grupo estima que se debe organizar la guerra contra la URSS. Piensan derrotar a la URSS, repartirse sus territorios y enriquecerse a su costa. Sera errneo suponer que esto slo lo piensan algunas esferas militares del Japn. Sabemos que planes anlogos se incuban en las esferas polticas dirigentes de algunos Estados de Europa. Supongamos que estos seores pasasen de las palabras a los hechos. Qu podra resultar de ello? Difcilmente puede dudarse de que esta sera la guerra ms peligrosa para la burguesa. Sera la ms peligrosa, no slo porque los pueblos de la URSS lucharan a muerte por las conquistas de la

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238 revolucin. Sera tambin la ms peligrosa para la burguesa, porque la guerra se hara no slo en los frentes de batalla, sino tambin en la retaguardia del enemigo. La burguesa puede estar segura de que los numerosos amigos de la clase obrera de la URSS en Europa y en Asia procuraran asestar golpes en la retaguardia a sus opresores, si stos se atreviesen a desencadenar una criminal guerra contra la patria de la clase obrera de todos los pases. Y los seores burgueses no tendran derecho a quejarse de nosotros si al da siguiente de haber empezado esta guerra se encontrasen con que ya no existan algunos de sus amados gobiernos, que hoy reinan tranquilamente por la gracia de Dios. Recordaris que hace quince aos hubo ya una guerra semejante contra la URSS. Sabis que el honorable Churchill defini aquella guerra con una frmula potica: la expedicin de los catorce Estados. Recordaris, como es natural, que esta guerra agrup a todos los trabajadores de nuestro pas en un campo nico de combatientes abnegados, que defendieron con su pecho la patria obrera y campesina contra los enemigos del exterior. Ya sabis cmo termin la guerra. Termin en nuestro pas con la expulsin de los intervencionistas y en Europa, con la creacin de Comits de Accin286 revolucionarios. Apenas si puede dudarse de que una segunda guerra contra la URSS conducira a la completa derrota de los agresores, a la revolucin en varios pases de Europa y Asia y al derrocamiento de los gobiernos burgueses-terratenientes de dichos pases. Tales son los planes militares de los polticos burgueses, que se han metido en un callejn sin salida. Como veis, no brillan por su inteligencia ni por su valor. Ahora bien, si la burguesa opta por el camino de la guerra, la clase obrera de los pases capitalistas, llevada a la desesperacin por cuatro aos de crisis y de paro, toma, en cambio, el camino de la revolucin. Esto significa que madura y seguir madurando la crisis revolucionaria. Y la crisis revolucionaria continuar agudizndose con tanta mayor rapidez, cuanto ms se enrede la burguesa en sus combinaciones de guerra, cuanto ms frecuentemente recurra a los mtodos terroristas de lucha contra la clase obrera y contra los campesinos trabajadores. Algunos camaradas piensan que, si existe una
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J. V. Stalin crisis revolucionaria, la burguesa ha de caer inevitablemente en una situacin sin salida, y que, por lo tanto, su fin est ya predeterminado, con lo que el triunfo de la revolucin es cosa segura y ellos slo deben aguardar la cada de la burguesa y escribir resoluciones triunfales. Este es un profundo error. El triunfo de la revolucin jams llega por s solo. Es necesario prepararlo y conquistarlo. Y eso slo puede hacerlo un fuerte partido revolucionario del proletariado. Hay momentos en que la situacin es revolucionaria, el Poder de la burguesa se tambalea hasta los cimientos, y no obstante, el triunfo de la revolucin no llega, porque no existe un partido revolucionario del proletariado lo suficientemente fuerte y prestigioso para conducir tras de s a las masas y tomar el Poder en sus manos. Sera insensato creer que semejantes casos no pueden darse. No estar de ms recordar, a este propsito, las palabras profticas de Lenin sobre la crisis revolucionaria, pronunciadas en el II Congreso de la Internacional Comunista287. Llegamos ahora a la cuestin de la crisis revolucionaria como base de nuestra accin revolucionaria. Aqu es necesario ante todo hacer notar dos errores muy extendidos. De una parte, los economistas burgueses presentan esta crisis como una simple inquietud, segn la elegante expresin de los ingleses. Por otra parte, los revolucionarios tratan a veces de demostrar que la crisis no tiene ninguna salida. Esto es un error. No existen situaciones absolutamente sin salida. La burguesa se comporta como una fiera envalentonada y que ha perdido la cabeza; comete una tontera tras otra, agravando la situacin, acelerando su catstrofe. Todo esto es cierto. Pero no puede probarse que est descartada en absoluto la posibilidad de que adormezca a una cierta minora de explotados, mediante algunas concesiones de poca monta, de que reprima tal o cual movimiento o insurreccin de tal o cual parte de los oprimidos y explotados. Intentar probar por adelantado la falta absoluta de salida, sera una pedantera huera o un juego de conceptos y de palabras. La verdadera prueba, en sta y en otras cuestiones semejantes, puede ser tan slo la prctica. El rgimen burgus atraviesa en el mundo entero la ms grande crisis revolucionaria. Los
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Los Comits de Accin eran organizaciones revolucionarias de los obreros en la Gran Bretaa, Francia y otros pases capitalistas que participaron en la intervencin militar contra la Repblica Sovitica de 1918 a 1920. Los Comits de Accin se creaban bajo la consigna de Fuera las manos de la Rusia Sovitica!. Bajo la direccin de los Comits de Accin, los obreros organizaban huelgas, manifestaciones, se negaban, para frustrar la intervencin, a cargar pertrechos militares. Los Comits de Accin adquirieron la mayor divulgacin en la Gran Bretaa en 1920.

El II Congreso de la Internacional Comunista se celebr del 19 de julio al 7 de agosto de 1920. Asistieron al Congreso ms de doscientos delegados en representacin de organizaciones obreras de 37 pases. Todo el trabajo preparatorio para la convocatoria del Congreso lo dirigi V. I. Lenin. En el Congreso, V. I. Lenin present, entre otros, un informe sobre la situacin internacional y las tareas fundamentales de la Internacional Comunista y pronunci varios discursos. V. I. Lenin y J. V. Stalin fueron elegidos por la delegacin del PC(b) de Rusia para formar parte del Comit Ejecutivo de la Internacional Comunista. El II Congreso ech los cimientos del programa, de los principios de organizacin, de la estrategia y de la tctica de la Internacional Comunista.

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Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) de la URSS partidos revolucionarios deben probar ahora con su trabajo prctico que poseen suficiente conciencia, organizacin, vnculos con las masas explotadas, decisin y capacidad para aprovechar esta crisis para una revolucin triunfante, victoriosa (Lenin, t. XXV, pgs. 340-341). III. El partido Paso a la cuestin del Partido. El presente Congreso se celebra bajo la bandera de la victoria total del leninismo, de la liquidacin de los restos de los grupos antileninistas. Ha sido batido y disperso el grupo antileninista de los trotskistas. Sus organizadores vegetan hoy en el extranjero, en las corralizas de los partidos burgueses. Ha sido batido y disperso el grupo antileninista de los desviacionistas de derecha. Sus organizadores han abandonado hace ya mucho tiempo sus concepciones y se esfuerzan ahora en reparar a toda costa sus faltas ante el Partido. Han sido batidos y dispersos los grupos de desviacin nacionalista. Sus organizadores se han sumado definitivamente a la emigracin intervencionista o han reconocido sus culpas. La mayora de los partidarios de estos grupos antirrevolucionarios se ha visto obligada a reconocer que la lnea del Partido era acertada y ha capitulado ante el Partido. Si en el XV Congreso288 tuvimos todava necesidad de demostrar que la lnea del Partido era acertada y de luchar contra determinados grupos antileninistas, y en el XVI Congreso hubo que acabar con los ltimos adeptos de estos grupos, en este Congreso no hay que demostrar nada y, a lo que parece, nadie a quien combatir. Todos ven que la lnea del Partido ha triunfado. Ha triunfado la poltica de industrializacin del
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pas. Sus resultados son ahora evidentes para todos. Qu se puede oponer a este hecho? Ha triunfado la poltica de liquidacin de los kulaks y de colectivizacin total. Sus resultados son tambin evidentes para todos. Qu se puede oponer a este hecho? La experiencia de nuestro pas ha demostrado que la victoria del socialismo en un solo pas es plenamente posible. Qu se puede oponer a este hecho? Es evidente que todos estos xitos y, ante todo el triunfo del plan quinquenal han desmoralizado y aniquilado por completo a todos los grupos antileninistas. Hay que reconocer que el Partido est ahora ms unido que nunca. 1. Las cuestiones de la direccin poltica e ideolgica Significa esto, no obstante, que la lucha ha terminado y que, en adelante, la ofensiva del socialismo est de ms, como algo innecesario? No, no significa eso. Significa esto que en nuestro Partido todo marcha bien, que no habr ya desviaciones y que, por consiguiente, podemos dormirnos en los laureles? No, no significa eso. Hemos destrozado a los enemigos del Partido, a los oportunistas de todos los matices y a los nacionaldesviacionistas de todo gnero; pero los restos de su ideologa subsisten en el cerebro de algunos miembros del Partido, y no pocas veces se dejan sentir. Al Partido no se le puede considerar como algo desligado de la gente que le rodea. Vive y acta en el medio que le circunda. As, no tiene nada de extrao que no pocas veces penetren en l tendencias malsanas. Y es indudable que el terreno para esas tendencias existe en nuestro pas, aunque slo sea porque hay todava algunas capas intermedias de la poblacin, tanto en la ciudad como en el campo, que constituyen el medio nutrido para su desarrollo. La XVII Conferencia de nuestro Partido289 ha
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El XV Congreso del PC(b) de la URSS se celebr en Mosc del 2 al 19 de diciembre de 1927. J. V. Stalin hizo, el 3 de diciembre, el informe poltico del CC del PC(b) de la URSS y, el 7 de diciembre, el resumen de la discusin del mismo. El Congreso aprob la lnea poltica y de organizacin del Comit Central del Partido y encomend al CC que siguiera aplicando la poltica de paz y de fortalecimiento de la capacidad defensiva de la URSS; que continuara la industrializacin socialista del pas sin atenuar el ritmo y desarrollara al mximo la colectivizacin de la agricultura, y que prosiguiese rumbo hacia la liquidacin de los elementos capitalistas en la economa nacional. En sus acuerdos sobre la oposicin, el Congreso hizo constar que las divergencias entre el Partido y la oposicin se haban transformado en divergencias programticas, que la oposicin trotskista haba emprendido el camino de la lucha antisovitica, por lo que el Congreso declar incompatible con la permanencia en las filas del Partido Bolchevique la adhesin a la oposicin trotskista y la propaganda de las ideas de sta. El Congreso aprob la resolucin del CC y de la CCC del 14 de noviembre de 1927, por la cual se expulsaba del Partido a Trotski y a Zinviev, y expuls del Partido a todos los elementos activos del bloque trotskista-zinovievista y a todo el grupo del "centralismo democrtico.

La XVII Conferencia del PC(b) de la URSS se celebr del 30 de enero al 4 de febrero de 1932 en Mosc. Dirigi la Conferencia J. V. Stalin. La Conferencia examin el informe de G. K. Ordzhonikidze sobre el balance del desarrollo de la industria en 1931 y las tareas de 1932, y los informes de V. M. Mlotov y de V. Kibishev sobre las directivas para confeccionar el segundo plan quinquenal de fomento de la economa nacional de la URSS para 1933-1937. La Conferencia seal que haban sido cumplidas con inmenso xito las decisiones de los Congresos del Partido relativas a la construccin definitiva de los cimientos de la economa socialista y al logro, para la URSS, de la independencia econmica. La Conferencia aprob el plan de fomento de la industria socialista para 1932, que aseguraba el cumplimiento del primer plan quinquenal en cuatro aos. En las directivas para la confeccin del segundo plan quinquenal, la Conferencia determin las tareas polticas y econmicas fundamentales del segundo plan quinquenal, sealando que la tarea econmica bsica y decisiva del segundo plan quinquenal era terminar la reestructuracin de toda la economa nacional

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240 dicho que una de las tareas polticas fundamentales en el perodo de cumplimiento del segundo plan quinquenal consiste en vencer las supervivencias del capitalismo en la economa y en la conciencia de los hombres. Esta es una idea completamente acertada. Pero se puede decir que hayamos vencido ya todas las supervivencias del capitalismo en la economa? No, no se puede decir. Mucho menos puede decirse que hayamos vencido las supervivencias del capitalismo en la conciencia de los hombres. Eso no puede decirse, y no slo porque el desarrollo de la conciencia de los hombres va en retraso de su situacin econmica, sino tambin porque existe an el cerco capitalista, que se esfuerza por reavivar y mantener esas supervivencias del capitalismo en la economa y en la conciencia de los hombres de la URSS y contra el cual nosotros, los bolcheviques, debemos tener siempre la plvora seca. Se comprende que estas supervivencias no pueden dejar de ser un terreno abonado para la reanimacin, en el cerebro de algunos miembros de muestro Partido, de la ideologa de los derrotados grupos antileninistas. Aadid a esto el nivel terico, no muy elevado, de la mayora de nuestros militantes, el dbil trabajo ideolgico de los organismos del Partido, agregad an que los dirigentes de las organizaciones del Partido, recargados de trabajo prctico, no pueden mejorar su preparacin terica, y comprenderis por qu en la cabeza de algunos miembros del Partido reina confusin en determinadas cuestiones del leninismo, confusin que no pocas veces se desliza en nuestra prensa y facilita la reanimacin de los restos de la ideologa de los derrotados grupos antileninistas. He ah por qu no se puede decir que la lucha haya terminado y que no hay ya necesidad de una poltica de ofensiva del socialismo. Podramos tomar varias cuestiones del leninismo y demostrar con ellas lo vivos que estn an entre algunos miembros del Partido los restos de la ideologa de los derrotados grupos antileninistas. Tomemos, por ejemplo, el problema de la construccin de la sociedad socialista sin clases. La XVII Conferencia del Partido ha dicho que avanzamos hacia la creacin de la sociedad socialista sin clases. Es evidente que la sociedad sin clases no puede advenir espontneamente, por decirlo as. Hay que conquistarla y construirla con los esfuerzos de todos los trabajadores, fortaleciendo los rganos de la dictadura del proletariado, desarrollando la lucha de clases, suprimiendo las clases, liquidando los restos de las clases capitalistas, luchando contra los enemigos, tanto del interior como del exterior. Me parece que la cosa es clara. Sin embargo, quin ignora que la proclamacin de esta difana y elemental tesis del leninismo ha suscitado no poca confusin en las cabezas y
sobre la base de la tcnica ms moderna.
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J. V. Stalin tendencias malsanas en parte de los miembros del Partido? La tesis de nuestro avance hacia la sociedad sin clases, dada como una consigna, la han comprendido como un proceso espontneo. Y se han dicho: puesto que se trata de la sociedad sin clases, quiere decir que se puede debilitar la lucha de clases, que se puede aflojar la dictadura del proletariado y terminar, en general, con el Estado, el cual, de todas maneras, tiene que desaparecer en un futuro prximo. Y se vuelven locos de alegra, con la esperanza de que pronto no existirn las clases y, por consiguiente, no habr lucha de clases, desaparecern las preocupaciones e inquietudes, se podr deponer las armas y tumbarse a la bartola en espera del advenimiento de la sociedad sin clases. No cabe duda de que esta confusin en las ideas y estas tendencias se parecen como dos gotas de agua a determinadas concepciones de los desviacionistas de derecha, segn las cuales lo viejo deber integrarse espontneamente en lo nuevo y un buen da nos veremos, sin darnos cuenta, en la sociedad socialista. Como veis, los restos de la ideologa de los derrotados grupos antileninistas son bien susceptibles de reanimacin y distan mucho de haber perdido su vitalidad. Se comprende que si esta confusin de concepciones y estas tendencias no bolcheviques se hubieran apoderado de la mayora de nuestro Partido, ste se habra visto desmovilizado y desarmado... Tomemos ahora, por ejemplo, la cuestin nacional. Tambin aqu, en la cuestin nacional, como en otras cuestiones, hay en el Partido gente con una confusin de ideas que origina cierto peligro. He hablado de la vitalidad de las supervivencias del capitalismo. Hay que sealar que las supervivencias del capitalismo en la conciencia de los hombres estn mucho ms arraigadas en el terreno de la cuestin nacional que en cualquier otro. Poseen ms vitalidad, porque pueden enmascararse bien con el ropaje nacional. Muchos piensan que el pecado de Skripnilk es un caso aislado, una excepcin de la regla. No es cierto. El pecado de Skripnik y de su grupo en Ucrania no es una excepcin. Iguales aberraciones se observan en algunos camaradas de otras repblicas nacionales. Qu significa la desviacin nacionalista tanto si se trata de una desviacin hacia el nacionalismo gran ruso como hacia el nacionalismo local? La desviacin nacionalista es la adaptacin de la poltica internacionalista de la clase obrera a la poltica nacionalista de la burguesa. La desviacin nacionalista refleja los intentos de la burguesa propia, de la burguesa nacional, por socavar el rgimen sovitico y restaurar el capitalismo. Como veis, el origen de ambas desviaciones es el mismo. Es el abandono del internacionalismo leninista. Si queris hacer fuego contra ambas desviaciones, debis dirigir los tiros, ante todo, contra los orgenes,

Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) de la URSS contra los que se separan del internacionalismo, trtese de la desviacin nacionalista local o de la desviacin nacionalista gran rusa. Se discute qu desviacin es ms peligrosa, si la desviacin nacionalista gran rusa o la desviacin nacionalista local. En las condiciones actuales, tal discusin es puramente formal y, por tanto, huera. Sera estpido dar una receta, buena para todos los momentos y condiciones, sobre el peligro principal y el secundario. Estas recetas no existen. El peligro principal consiste en la desviacin contra la que se ha dejado de combatir y a la que se ha permitido, de este modo, crecer hasta convertirse en un peligro para el Estado. Hace todava muy poco, la desviacin nacionalista local no era en Ucrania el peligro ms grave; pero cuando se dej de combatirla y se le permiti crecer hasta formar un bloque con los intervencionistas, se convirti en el peligro principal. La cuestin del peligro principal en el problema nacional no se resuelve mediante discusiones hueras y formales, sino con el anlisis marxista de la situacin en el momento dado y con el examen de los errores cometidos en esta cuestin. Lo mismo debe decirse de las desviaciones de derecha y de izquierda en la poltica general. Tambin aqu, como en otras cuestiones, hay bastante confusin de ideas entre algunos miembros de nuestro Partido. A veces, al combatir la desviacin de derecha, se aparta la mano de la desviacin de izquierda y se debilita la lucha contra ella, suponiendo que no es peligrosa o poco peligrosa. Este es un grave y peligroso error. Es una concesin a la desviacin de izquierda, una concesin inadmisible, en un miembro del Partido. Y es tanto ms inadmisible por cuanto en estos ltimos tiempos los izquierdistas se han deslizado definitivamente hacia la posicin de la derecha y, en realidad, esas desviaciones ya no se diferencian en nada. Siempre hemos dicho que los de la izquierda son los de la derecha que disfrazan su posicin derechista con frases izquierdistas. Actualmente, la propia izquierda lo confirma as. Tomad los nmeros del Boletn trotskista correspondientes al ao pasado. Qu exigen y qu escriben los seores trotskistas?, en qu se expresa su programa de izquierda? Exigen: la disolucin de los sovjoses, por no ser rentables; la disolucin de la mayor parte de los koljoses, por ser ficticios; acabar con la poltica de liquidacin de los kulaks, volver a la poltica de concesiones y entregar en concesin muchas de nuestras empresas industriales, por no ser rentables. Ah tenis el programa de esos cobardes y miserables capituladores, el programa contrarrevolucionario de la restauracin del capitalismo en la URSS! En qu difiere del programa de la extrema

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derecha? Est claro que en nada. Resulta que los izquierdistas se han adherido de manera pblica al programa contrarrevolucionario de la derecha, para constituir con ella un bloque y luchar juntos contra el Partido. Cmo se puede decir, despus de esto, que los izquierdistas no son peligrosos o son poco peligrosos? No est claro que decir cosa tan absurda es llevar el agua al molino de los enemigos acrrimos del leninismo? Como veis, tambin aqu, en el terreno de las desviaciones respecto de la lnea del Partido, ya se trate de desviaciones en la poltica general o en la cuestin nacional, las supervivencias del capitalismo en la conciencia de los hombres, incluso en la de algunos miembros de nuestro Partido, son bastante vivaces. He aqu unas cuantas cuestiones, serias y actuales, de nuestro trabajo ideolgico y poltico en las que algunos sectores del Partido no ven claro, se confunden y, a veces, se desvan francamente del leninismo. Pero stas no son las nicas cuestiones ilustrativas de la confusin de ideas reinante entre algunos miembros del Partido. Se puede decir, despus de esto, que todo anda bien en el Partido? Claro que no. Nuestras tareas en el terreno del trabajo ideolgico y poltico: 1) Elevar el nivel terico del Partido a la debida altura. 2) Intensificar el trabajo ideolgico en todos los eslabones del Partido. 3) Desplegar una incansable propaganda del leninismo en las filas del Partido. 4) Educar las organizaciones del Partido y a los simpatizantes activos sin-partido en l espritu del internacionalismo leninista. 5) No velar, sino criticar valientemente las desviaciones de algunos camaradas respecto del marxismo-leninismo. 6) Desenmascarar sistemticamente la ideologa y los restos de la ideologa de las corrientes hostiles al leninismo. 2. Las cuestiones de la direccin del trabajo de organizacin He hablado de nuestros xitos. He hablado de la victoria de la lnea del Partido, tanto en el terreno de la economa nacional y de la cultura como en la lucha contra los grupos antileninistas en el Partido. He hablado de la significacin de nuestra victoria para la historia mundial. Sin embargo, esto no significa que se haya triunfado en todas partes y en todo, ni que estn resueltos ya todos los problemas. Tales xitos y tales victorias no se dan generalmente en la vida. An nos quedan bastantes problemas que resolver y deficiencias de todo gnero que subsanar. Nos espera

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242 un cmulo de problemas que aguardan solucin. Ahora bien, esto significa, indudablemente, que la mayor parte de los problemas inmediatos e inaplazables ha sido resuelta con buen xito. En este sentido, es indiscutible la grandiosa victoria de muestro Partido. Ahora bien, cmo se ha logrado la victoria?, cmo ha sido conseguida en la prctica?, cmo se ha luchado por ella?, qu esfuerzos se han hecho para alcanzarla? Algunos piensan que basta trazar una lnea acertada del Partido, proclamarla pblicamente, exponerla en forma de tesis y resoluciones generales y aprobarla en votacin unnime, para que la victoria llegue por s sola, digmoslo as, por el curso natural de las cosas. Esto, claro est, no es cierto. Es un gran error. As no pueden pensar ms que incorregibles burcratas y aficionados al papeleo. En realidad, estos xitos y estas victorias no han sido alcanzados sin ms ni ms, sino en lucha encarnizada por la aplicacin de la lnea del Partido. La victoria no llega nunca por s sola: habitualmente, hay que conquistarla. Las buenas resoluciones y declaraciones en favor de la lnea general del Partido constituyen slo el comienzo de la obra, pues no significan ms que el deseo de triunfar, y no la victoria misma. Una vez trazada una lnea certera, una vez se ha indicado la solucin acertada de los problemas planteados, el xito depende del trabajo de organizacin, depende de la organizacin de la lucha por la puesta en prctica de la lnea del Partido, depende de una acertada seleccin de los hombres, del control del cumplimiento de las decisiones adoptadas por los organismos directivos. De otro modo, la acertada lnea del Partido y las decisiones acertadas corren el riesgo de sufrir un serio dao. Ms an: despus de trazada una lnea poltica certera, es el trabajo de organizacin el que lo decide todo, incluso la suerte de la lnea poltica misma, su cumplimiento o su fracaso. En realidad, la victoria ha sido conseguida y conquistada gracias a una lucha sistemtica y tenaz contra todas las dificultades en la aplicacin de la lnea del Partido, gracias a la superacin de estas dificultades, mediante la movilizacin del Partido y de la clase obrera para vencerlas, mediante la organizacin de la lucha para vencerlas, mediante la destitucin de los dirigentes inservibles y la seleccin de otros mejores, capaces de organizar la lucha contra las dificultades. Cules son estas dificultades y dnde radican? Son las dificultades de nuestro trabajo de organizacin, de la direccin de dicho trabajo. Radican en nosotros mismos, en nuestros cuadros dirigentes, en nuestras organizaciones, en el aparato de las organizaciones del Partido, de los Soviets, de la economa, de los sindicatos, del Komsomol y de todas las dems organizaciones.

J. V. Stalin Hay que comprender que la fuerza y el prestigio de nuestras organizaciones del Partido, de los Soviets, de la economa y dems, as como de sus dirigentes, se han desarrollado hasta alcanzar una altura inusitada. Y precisamente porque su fuerza y su prestigio han crecido de ese modo, todo o casi todo depende ahora de su trabajo. No hay razn para invocar las condiciones llamadas objetivas. Despus de que el acierto de la lnea poltica del Partido ha sido confirmado por la experiencia de muchos aos, y la voluntad de los obreros y campesinos para apoyarla no ofrece ya dudas, el papel de las condiciones llamadas objetivas se ve reducido a un mnimo, mientras que el de nuestras organizaciones y sus dirigentes se ha hecho decisivo y excepcional. Qu significa esto? Significa que la responsabilidad por nuestros reveses y deficiencias en el trabajo recae actualmente, en sus nueve dcimas partes, no sobre las condiciones objetivas, sino sobre nosotros y solamente sobre nosotros mismos. Contamos en el Partido con ms de dos millones de militantes y candidatos. Tenemos en el Komsomol ms de cuatro millones de militantes y candidatos. Tenemos ms de tres millones de corresponsales obreros y campesinos. El Osoaviajim agrupa l ms de 12 millones de afiliados. En los sindicatos hay ms de 17 millones de militantes. A estas organizaciones debemos nuestros xitos. Y si, an contando con estas organizaciones y estas posibilidades, que facilitan los xitos, se observan todava en el trabajo no pocos reveses y no pocas deficiencias, la culpa es slo nuestra, de nuestro trabajo de organizacin, de nuestra mala direccin. El burocratismo y el papeleo de los aparatos de administracin; la charlatanera sobre direccin en general, en lugar de direccin viva y concreta; la estructura funcional de las organizaciones y la falta de responsabilidad personal; la ausencia de responsabilidad personal en el trabajo y el igualitarismo en el sistema de los salarios; la falta de control sistemtico del cumplimiento de las decisiones y el temor a la autocrtica: he aqu el origen de nuestras dificultades, he aqu donde anidan ahora nuestras dificultades. Sera ingenuo pensar que pueden vencerse estas dificultades con resoluciones y disposiciones. Los burcratas y los aficionados al papeleo tienen ya desde hace mucho tiempo gran habilidad para manifestar, de palabra, fidelidad a las decisiones del Partido y del Gobierno y, en la prctica, sepultarlas en un cajn. Para vencer estas dificultades, ha sido preciso liquidar el atraso de nuestro trabajo de organizacin con respecto a las exigencias de la lnea poltica del Partido; ha habido que elevar el nivel de la direccin del trabajo de organizacin en todas las esferas de la economa nacional hasta el nivel de la direccin poltica; ha sido necesario luchar para que nuestro trabajo de organizacin permitiera llevar a la

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Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) de la URSS prctica las consignas polticas y las decisiones del Partido. Para vencer estas dificultades y conseguir xitos, ha habido que organizar la lucha por la victoria sobre estas dificultades, incorporar a las masas de obreros y campesinos a esta lucha, movilizar el Partido mismo, depurar de elementos dudosos, inestables y degenerados el Partido y los organismos dirigentes de la economa. Qu se requera para ello? Se requera: 1) Desarrollar la autocrtica y poner al desnudo las deficiencias de nuestro trabajo. 2) Movilizar las organizaciones del Partido y de los Soviets, de la economa, de los sindicatos y del Komsomol para la lucha contra las dificultades. 3) Movilizar las masas obreras y campesinas para la lucha por la aplicacin de las consignas y decisiones del Partido y del Gobierno. 4) Desarrollar la emulacin y el trabajo de choque entre los trabajadores. 5) Organizar una amplia red de secciones polticas en las estaciones de mquinas y tractores y en los sovjoses, as como acercar al campo la direccin del Partido y de los Soviets. 6) Descentralizar los Comisariados del Pueblo, las direcciones generales y los trusts, establecer una relacin ms directa entre los organismos rectores de la economa y las empresas. 7) Acabar con la ausencia de responsabilidad personal en el trabajo y con el igualitarismo en el sistema de salarios. 8) Suprimir la estructura funcional, fortalecer la responsabilidad personal y orientarnos hacia la abolicin del sistema de las juntas de administracin. 9) Intensificar el control del cumplimiento de las decisiones y orientarnos hacia la reorganizacin, con este objeto, de la Comisin Central de Control y de la Inspeccin Obrera y Campesina. 10) Acercar a la produccin a los especialistas que trabajan actualmente en las oficinas. 11) Desenmascarar y expulsar de los aparatos administrativos a los incorregibles burcratas y aficionados al papeleo. 12) Destituir a los infractores de las decisiones del Partido y del Gobierno, a los embusteros y charlatanes, y sustituirlos por gente nueva, prctica, por hombres capaces de asegurar una direccin concreta del trabajo encomendado y el fortalecimiento de la disciplina del Partido y de los organismos soviticos. 13) Depurar las organizaciones de los Soviets y de la economa y reducir sus plantillas. 14) Por ltimo, depurar el Partido, arrojando de l a los elementos dudosos y degenerados. Estos son los medios esenciales que hubo de poner en juego el Partido para vencer las dificultades, elevar nuestro trabajo de organizacin hasta el nivel de la direccin poltica y asegurar, de este modo, la

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puesta en prctica de la lnea del Partido. Ya sabis que el Comit Central de nuestro Partido ha realizado precisamente as su trabajo de organizacin en el perodo de que rendimos cuenta. El CC se ha guiado en esto por la idea genial de Lenin de que lo principal en el trabajo de organizacin es la seleccin de los hombres y el control del cumplimiento de las decisiones adoptadas. Quisiera decir algunas palabras sobre la seleccin de los hombres y la sustitucin de los que no han estado a la altura debida. Aparte de algunos incorregibles burcratas y aficionados al papeleo, respecto a cuya destitucin todos estamos de acuerdo, hay dos tipos de funcionarios que entorpecen nuestro trabajo, lo obstaculizan y no nos permiten avanzar. Al primer tipo corresponden los funcionarios que contrajeron ciertos mritos en el pasado, hombres que se han convertido en grandes seores y a quienes les parece que las leyes soviticas y del Partido no han sido escritas para ellos, sino para los tontos. Son esos mismos funcionarios que tampoco estiman deber suyo cumplir las decisiones del Partido y del Gobierno y que destruyen as las bases de la disciplina del Partido y del Estado. En qu confan al vulnerar las leyes soviticas y del Partido? Confan en que, por sus mritos pasados, el Poder Sovitico no se atrever a meterse con ellos. Estos grandes seores ensoberbecidos piensan que son insustituibles y que pueden infringir impunemente las decisiones de los organismos directivos. Qu se debe hacer con estos funcionarios? Hay que destituirlos de los puestos de direccin sin titubeos, sin reparar en sus mritos pasados. Hay que pasarles a puestos de menor importancia y publicar la noticia en la prensa. Esto es indispensable para bajarles los humos a estos ensoberbecidos grandes seores burcratas y colocarles en el lugar que les corresponde. Ello es indispensable para consolidar en todo nuestro trabajo la disciplina del Partido y de los organismos soviticos. Y ahora hablemos del segundo tipo de funcionarios. Es el tipo de charlatanes, yo dira de charlatanes honrados, hombres honestos, fieles al Poder Sovitico, pero incapaces de dirigir, incapaces de organizar nada. Tuve el ao pasado una conversacin con uno de estos camaradas, un camarada muy estimable, pero un charlatn incorregible, capaz de ahogar con su verborrea cualquier obra viva. He aqu esta conversacin: Yo: Qu tal va la siembra? El: La siembra, camarada Stalin? Nos hemos movilizado. Yo: Bien, y qu? El: Hemos planteado la cuestin de plano. Yo: Bien, y qu ms? El: Hay un viraje, camarada Stalin, pronto se

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244 producir un viraje. Yo: Bueno, pero qu hay en realidad? El: Se perfilan progresos. Yo: Bien, pero qu tal va la siembra? El: Hasta ahora no hemos logrado hacer nada, camarada Stalin. He aqu la fisonoma del charlatn. Se han movilizado, han planteado la cuestin de plano, hay un viraje y progresos, pero la cosa no avanza, Exactamente as es como ha caracterizado hace poco un obrero ucraniano el estado de una organizacin. Cuando se le pregunt si dicha organizacin se atena a la lnea, respondi: Ah! La lnea?... La lnea existe, naturalmente, slo que el trabajo no se ve. Por lo visto, esta organizacin tiene tambin sus charlatanes honrados. Y cuando se destituye a estos charlatanes, separndoles del trabajo de direccin, se quedan atnitos, boquiabiertos: Por qu nos destituyen? Es que no hemos hecho todo lo necesario? Es que no hemos reunido la conferencia de obreros de choque, no hemos proclamado en ella las consignas del Partido y del Gobierno, no hemos elegido todo el Bur Poltico del Comit Central para la presidencia de honor? Es que no hemos mandado saludos al camarada Stalin? Qu ms queris de nosotros?. Qu hacer con estos charlatanes incorregibles? Si se les deja en un trabajo de direccin, son capaces de ahogar cualquier obra viva en un torrente de discursos interminables y hueros. Es evidente que hay que destituirlos de los puestos de direccin y darles un trabajo de otro tipo. En el trabajo de direccin no hay lugar para los charlatanes. Ya he informado brevemente de cmo el CC ha dirigido la seleccin de los hombres en las organizaciones de los Soviets y de la economa y de cmo ha reforzado el control del cumplimiento de las decisiones. El camarada Kaganvich os informar ms detalladamente en el tercer punto del orden del da del Congreso. Ahora quisiera decir unas palabras respecto al trabajo a realizar en adelante con vistas a la intensificacin del control del cumplimiento de las decisiones. La acertada organizacin del control del cumplimiento de las decisiones tiene una importancia cardinal en la lucha contra el burocratismo y el papeleo. Se ponen en prctica las decisiones de las organizaciones directivas o son sepultadas por los burcratas y los aficionados al papeleo? Se aplican en forma acertada o se tergiversan? Trabaja el aparato honradamente y a lo bolchevique o da vueltas como una rueda loca? Todo esto slo puede saberse a tiempo si existe un control bien organizado. Un control bien organizado es el reflector que permite iluminar el estado del trabajo de nuestros organismos en cualquier momento y exponer a la vergenza pblica a los burcratas y a los aficionados al

J. V. Stalin papeleo. Se puede afirmar con toda seguridad que las nueve dcimas partes de nuestras fallas y errores se deben a la falta de un control bien organizado. No cabe duda de que con un buen control del cumplimiento de las decisiones, las fallas y los errores seran prevenidos a ciencia cierta. Mas, para que este control d resultado, se precisan, por lo menos, dos condiciones : primera, que el control sea sistemtico, y no espordico; segunda; que al frente del control en todos los eslabones de las organizaciones del Partido, de los Soviets y de la economa no estn camaradas que ocupen puestos de segundo orden, sino camaradas con suficiente autoridad, los propios dirigentes de las organizaciones. Una acertada organizacin del control del cumplimiento de las decisiones tiene la mayor importancia para las instituciones dirigentes centrales. La Inspeccin Obrera y Campesina, por su organizacin, no rene las condiciones necesarias de un aparato de control bien montado. Hace unos aos, cuando nuestro trabajo en el terreno econmico era ms sencillo y menos satisfactorio, cuando se tena la posibilidad de inspeccionar el trabajo de todos los Comisariados del Pueblo y de todos los organismos de la economa, la Inspeccin Obrera y Campesina cumpla sus fines. Pero ahora que nuestro trabajo de direccin de la economa es mayor, se ha hecho ms complicado y ya no hay necesidad ni posibilidad de ejercer la inspeccin desde un solo centro, la Inspeccin Obrera y Campesina debe ser reorganizada. Lo que nos hace falta ahora no es inspeccionar, sino comprobar el cumplimiento de las decisiones del centro; lo que nos hace falta ahora es controlar el cumplimiento de las decisiones del centro. Ahora necesitamos una organizacin que, sin proponerse el objetivo de hacer la inspeccin universal de todos y de todo, pueda concentrar su atencin en el control, en la comprobacin del cumplimiento de las decisiones de los organismos centrales del Poder Sovitico. Tal organizacin puede ser nicamente la Comisin de Control Sovitico, adjunta al Consejo de Comisarios del Pueblo de la URSS, que trabaje por encargo de ste y cuente en todas partes con sus propios representantes, independientes de los rganos locales y para que la Comisin tenga la autoridad suficiente y pueda, en caso necesario, exigir responsabilidades a cualquier funcionario dirigente, es preciso que todos los candidatos a miembros de la Comisin de Control Sovitico sean propuestos por el Congreso del Partido y confirmados por el Consejo de Comisarios del Pueblo y por el Comit Ejecutivo Central de la URSS. Creo que solamente una organizacin de este tipo podra reforzar el control y la disciplina soviticos. En lo que respecta a la Comisin Central de Control, sta fue creada, sobre todo y principalmente,

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Informe ante el XVII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) de la URSS como es notorio, para prevenir una escisin del Partido. Sabis que el peligro de escisin existi realmente entre nosotros hace algn tiempo. Sabis que la Comisin Central de Control y sus organizaciones lograron prevenir ese peligro. Pero ahora ya no hay peligro de escisin. En cambio, sentimos la necesidad imperiosa de una organizacin capaz de concentrar la mxima atencin en el control del cumplimiento de las decisiones del Partido y de su Comit Central. Esta organizacin no puede ser ms que una Comisin de Control del Partido, adjunta al CC del PC(b) de la URSS, que trabaje por encargo del Partido y de su CC y cuente en todas partes con sus propios representantes, independientes de las organizaciones locales. Claro que tal organizacin tan responsable debe tener una gran autoridad. Y para que la tenga y pueda exigir responsabilidades a cualquier funcionario dirigente que haya cometido una falta, incluidos los miembros del Comit Central, es indispensable que solamente el rgano superior del Partido, su Congreso, pueda elegir y destituir a los miembros de esta Comisin. No cabe duda de que tal organizacin ser verdaderamente capaz de asegurar el control del cumplimiento de las decisiones de los organismos centrales del Partido y de fortalecer la disciplina del Partido. As estn las cosas en cuanto a la direccin del trabajo de organizacin. Nuestras tareas a este respecto son: 1) Seguir ajustando nuestro trabajo de organizacin a las exigencias de la lnea poltica del Partido. 2) Elevar la direccin del trabajo de organizacin al nivel de la direccin poltica. 3) Conseguir que la direcdn del trabajo de organizacin asegure por completo el cumplimiento de las consignas polticas y las decisiones del Partido. *** Camaradas: Termino el informe. Qu conclusiones podemos sacar? Todos reconocen ya que nuestros xitos son grandes, extraordinarios. El pas ha sido encauzado, en un plazo relativamente corto, por el camino de la industrializacin y de la colectivizacin. El primer plan quinquenal se ha cumplido con buen xito. Ello despierta un sentimiento de orgullo y consolida en nuestros militantes la fe en sus propias fuerzas. Eso, naturalmente, est bien. Pero los xitos tienen, en ocasiones, su lado negativo. Engendran a veces peligros, que, si se les permite desarrollarse, pueden echarlo todo a rodar. Por ejemplo, hay el peligro de que a algunos de nuestros camaradas los xitos se les suban a la cabeza. Como es sabido, ya se han dado algunos casos. Hay el peligro de que algunos camaradas, embriagados por los xitos, se envanezcan hasta ms no poder y comiencen a

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arrullarse con canciones jactanciosas, como sas de para nosotros ahora todo es pan comido, no hay quien pueda con nosotros, etc. Eso no est descartado en absoluto, camaradas. Nada ms peligroso que esta disposicin de nimo, porque desarma al Partido y desmoviliza sus filas. Si esta disposicin de nimo llega a prevalecer en nuestro Partido, pondremos en peligro todos nuestros xitos. Naturalmente, hemos cumplido el primer plan quinquenal con buen xito. Esto es cierto. Pero las cosas no terminan ni pueden terminar ah, camaradas. Tenemos en perspectiva el segundo plan quinquenal, que tambin debe ser cumplido, y cumplido asimismo con buen xito. Ya sabis que los planes se cumplen en lucha contra las dificultades, a medida que se vencen las dificultades. Quiere decirse que habr dificultades, que habr tambin que luchar contra ellas. Los camaradas Mlotov y Kibishev os informarn acerca del segundo plan quinquenal. Por sus informes veris las grandes dificultades que habremos de vencer para llevar a cabo este grandioso plan. Por tanto, no hay que adormecer al Partido, sino desarrollar en l la vigilancia: no arrullarlo, sino mantenerlo siempre dispuesto al combate; no desarmarlo, sino armarlo; no desmovilizarlo, sino conservarlo en estado de movilizacin para llevar a cabo el segundo plan quinquenal. De aqu, la primera conclusin: no embriagarse con los xitos alcanzados ni envanecerse. Hemos logrado esos xitos porque hemos tenido una acertada lnea directriz del Partido y hemos sabido organizar a las masas para poner en prctica esta lnea. Huelga decir que sin estas condiciones no hubiramos obtenido esos xitos, de los que nos enorgullecemos legtimamente. Ahora bien, tener una lnea acertada y saber ponerla en prctica es algo muy raro en la vida de los partidos gobernantes. Fijaos en los pases que nos rodean. Encontraris muchos partidos gobernantes que tengan una lnea acertada y la apliquen? En realidad, hoy no existen tales partidos en el mundo, pues todos los partidos viven sin perspectivas, se enredan en el caos de la crisis y no ven el camino para salir del pantano. nicamente nuestro Partido sabe hacia dnde hay que conducir las cosas y las conduce con buen xito. A qu debe nuestro Partido esta ventaja? A que es un partido marxista, un partido leninista, a que se gua en su trabajo por la doctrina de Marx, Enge1s y Lenin. No puede caber duda de que, mientras sigamos fieles a esta doctrina, mientras nos guiemos por esta brjula, obtendremos xitos en nuestro trabajo. Se dice que en el Occidente, en algunos pases, ya se ha destruido el marxismo. Se dice que lo ha destruido la corriente burguesa nacionalista titulada fascismo. Eso es una tontera, naturalmente. Slo quien desconoce la historia puede hablar as. El marxismo es la expresin cientfica de los intereses

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246 vitales de la clase obrera. Para destruir el marxismo, hay que destruir a la clase obrera. Y esto es imposible. Ms de ochenta aos han transcurrido desde que el marxismo sali a la lid. En este tiempo, decenas, centenares de gobiernos burgueses han intentado destruirlo. Y qu ha ocurrido? Los gobiernos burgueses vienen y se van, pero el marxismo queda. Ms an: el marxismo ha conseguido una victoria completa en una sexta parte del mundo, precisamente en el pas donde el marxismo se consideraba definitivamente destruido. No puede estimarse un azar que el pas donde el marxismo ha logrado una victoria completa sea hoy el nico del mundo que no conoce las crisis y el paro, mientras que en los dems pases, comprendidos los fascistas, reinan, desde hace cuatro aos, la crisis y el paro. No, camaradas, esto no es una casualidad. S, camaradas, hemos conseguido nuestros xitos por haber trabajado y luchado bajo la bandera de Marx, Engels y Lenin. De aqu la segunda conclusin: ser fieles hasta el fin a la gloriosa bandera de Marx, Engels y Lenin. La clase obrera de la URSS no slo es fuerte porque cuenta con un Partido leninista probado en las luchas. No slo es fuerte porque cuenta con el apoyo de millones de campesinos laboriosos, sino tambin porque la respalda y la sostiene el proletariado mundial. La clase obrera de la URSS es parte del proletariado mundial, es su destacamento de vanguardia, y nuestra repblica es carne de la carne del proletariado mundial. No cabe duda de que, si no hubiese tenido el apoyo de la clase obrera de los pases capitalistas, no se habra mantenido en el Poder, no habra asegurado las condiciones necesarias para la edificacin socialista; por consiguiente, no habra tenido los xitos que registra hoy. Los vnculos internacionales de la clase obrera de la URSS con los obreros de los pases capitalistas, la unin fraternal de los obreros de la URSS con los obreros de todos los pases, constituyen una de las piedras angulares de la fuerza y de la potencia de la Repblica Sovitica. Los obreros del Occidente dicen que la clase obrera de la URSS es la brigada de choque del proletariado mundial. Eso est muy bien. Significa que el proletariado mundial est dispuesto a seguir apoyando a la clase obrera de la URSS en la medida de sus fuerzas y posibilidades. Pero eso nos impone serias obligaciones. Eso significa que tenemos que justificar con nuestro trabajo el honroso ttulo de brigada de choque de los proletarios de todos los pases. Esto nos obliga a trabajar mejor, a luchar mejor por la victoria definitiva del socialismo en nuestro pas, por la victoria del socialismo en todos los pases. De aqu la tercera conclusin: ser fieles hasta el fin a la causa del internacionalismo proletario, a la causa de la unin fraternal de los proletarios de todos los pases.

J. V. Stalin Publicado el 28 de enero de 1934 en el nm. 27 de Pravda.

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SOBRE LOS DEFECTOS DEL TRABAJO DEL PARTIDO Y SOBRE LAS MEDIDAS PARA LIQUIDAR A LOS ELEMENTOS TROTSKISTAS Y DEMS ELEMENTOS DE DOBLE CARA Informe y discurso de clausura en el pleno del Comit Central del PC(b) de la URSS290 3-5 de marzo de 1937 Camaradas: De los informes que hemos escuchado en el Pleno y de los debates que tuvieron lugar a continuacin, resulta que tenemos que vrnoslas con los tres principales hechos siguientes: Primero, el trabajo de sabotaje, de espionaje y de diversin de los agentes de los Estados extranjeros, entre los cuales los trotskistas jugaban un papel bastante activo, que, en mayor o menor grado ha afectado a todas o a casi todas nuestras organizaciones, tanto a las econmicas como a las administrativas y del Partido. Segundo, agentes de los Estados extranjeros, y entre ellos los trotskistas, se han infiltrado no slo en las organizaciones de base, sino tambin en algunos puestos de responsabilidad. Tercero, algunos de nuestros dirigentes, tanto en el centro como en provincias, no slo no han sabido
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discernir la verdadera cara de estos saboteadores, de estos agentes diversionistas, espas y asesinos, sino que se han mostrado indiferentes, bonachones e ingenuos hasta tal punto que han contribuido con frecuencia a hacer que los agentes de los Estados extranjeros hayan tenido acceso a stos o aquellos puestos de responsabilidad. Tales son los tres hechos incontestables que propiamente se desprenden de los informes y de los correspondientes debates que les sucedieron. I. Despreocupacin poltica Cmo explicar que nuestros dirigentes, que tienen una rica experiencia de lucha contra las corrientes antipartido y antisoviticas de todo gnero, se hayan mostrado en este caso tan ingenuos y tan ciegos que no hayan sabido discernir la verdadera catadura de los enemigos del pueblo, no hayan sabido reconocer a los lobos disfrazados de corderos, no hayan sabido arrancarles la mscara? Podra afirmarse que la accin de sabotaje, de espionaje y de diversin de los agentes de los Estados extranjeros que actan en el territorio de la URSS, pudiera ser para nosotros algo inesperado, algo nunca visto? No, no podramos decirlo. Testimonio de ello son los actos de sabotaje realizados en las diversas ramas de la economa nacional en el curso de los diez ltimos aos, desde la poca del proceso de Shajti, los cuales adems estn registrados en los documentos oficiales. Podra afirmarse que en estos ltimos tiempos no ha habido ninguna seal que nos pusiera en guardia y nos advirtiera de la actividad de sabotaje, de espionaje o de terrorismo de los agentes trotskistazinovievistas del fascismo? No, no podramos decirlo. Ha habido seales en este sentido y los bolcheviques no tienen derecho a olvidarlas. El infame asesinato de Kirov291 fue la primera
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Del 23 de febrero al 5 de marzo de 1937, bajo la direccin de J. V. Stalin, celebr sus trabajos el Pleno ordinario del CC del PC(b) de la URSS El Pleno examin las tareas del Partido en materia de organizacin relativas a las elecciones para el Soviet Supremo de la URSS, que habran de celebrarse de acuerdo con la nueva Constitucin. Analiz, igualmente, los problemas concernientes a la construccin econmica y al Partido y tom una serie de medidas para resolverlos. El Pleno puso tambin sobre el tapete la cuestin de la actividad antipartido de Bujarin y de Rykov y decidi expulsarlos del Partido. Las victorias logradas por el Partido enfurecan a los enemigos del pueblo: espas, saboteadores, asesinos trotskista-bujarinistas a sueldo de los servicios de espionaje extranjeros. Los procesos revelaron la actividad complotadora de estos elementos contra Lenin, a quien tenan la intencin de detener, contra el Partido y el Estado sovitico desde los primeros das posteriores a la Revolucin de Octubre. Cumpliendo las tareas, dictadas por sus amos capitalistas, se proponan destruir el Partido y el Estado Sovitico, socavar la defensa del pas, facilitar la intervencin extranjera, preparar la derrota del Ejercito Rojo, desmembrar la Unin Sovitica, convertirla en colonia del imperialismo y restablecer la esclavitud capitalista en la URSS El Partido y el Poder Sovitico aniquilaron los centros de estos enemigos del pueblo. En su Informe, J. V. Stalin traz un claro programa para fortalecer los rganos del Partido y de los Soviets, para elevar la vigilancia revolucionaria, y lanzando la consigna: "dominemos el bolchevismo! pertrech al partido para la lucha contra los enemigos del pueblo, ensendole a quitarles la mscara.

Kirov S. M. (1886-1934) - destacado dirigente del Partido Comunista y del Estado Sovitico, fiel discpulo de V. I. Lenin y el ms ntimo compaero de lucha de J. V. Stalin, resuelto combatiente de la causa del comunismo, participante activo en las tres revoluciones rusas. S. M. Kirov fue implacable con los enemigos del Partido y del pueblo contra los que luchaba resueltamente. Es por esa razn por la que los enemigos de clase le odiaban y por la que el 1 de diciembre de 1934, en el Palacio Smolni de Leningrado fue asesinado por un renegado trotskista,

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248 advertencia seria de que los enemigos del pueblo iban a practicar un doble juego y lo haran camuflndose de bolcheviques, de miembros del Partido, para ganarse la confianza y poder introducirse en nuestras organizaciones. El proceso del Centro de Leningrado292, al igual que el proceso Zinviev- Kmenev confirmaron una vez ms las lecciones que se derivan del infame asesinato de Kirov. El proceso del Bloque zinovievisto-trotskista ha ampliado las enseanzas de los procesos anteriores293 y ha mostrado con toda claridad que los zinovievistas y los trotskistas agrupan a su alrededor a todos los elementos burgueses enemigos, demuestra que ellos se han convertido en una agencia de espionaje, de diversin y de terror de la Gestapo alemana, que el doble juego y el enmascaramiento son para los zinovievistas y los trotskistas el nico medio para
agente del servicio de espionaje imperialista y miembro del clandestino contrarrevolucionario grupo zinovievista. 292 El Centro de Leningrado - grupo clandestino terrorista contrarrevolucionario, organizado por los integrantes del grupo antisovtico-zinovievista en Leningrado. Su objetivo era asesinar a los dirigentes del Partido Comunista. Este grupo tena lazos con los servicios de espionaje extranjeros y estaba sostenido por ellos. 293 Se refiere a los procesos que se desarrollaron durante los aos 1936-1938, contra los trotsko-zinovievistas y otros enemigos como Kmenev, Yakiri, Tujachevski, Razengolz, Bujarn etc. Estos procesos pusieron en evidencia que desde haca tiempo estos elementos se haban unido en la banda de enemigos del pueblo formando un nico bloque de derechistas y troskistas. Los procesos pusieron de relieve que estos elementos, junto con los enemigos del pueblo -Trotski, Zinvev, Kmenev- desde los primeros das de la Revolucin Socialista de Octubre, haban montado un complot contra Lenin, contra el Partido y contra el Estado Sovitico. Las provocaciones para hacer fracasar la paz de Brest-Litovsk, al principio del ao 1918, el atentado contra Lenin y el acuerdo secreto con los eseristas e izquierdistas para llevar a cabo el arresto y el asesinato de Lenin, Stalin y Sverdlov en la primavera de 1918, el vil atentado contra Lenin en el verano de 1918 en el que resulto herido, el motn de los socialistasrevolucionarios izquierdistas en el verano de 1918, el crecimiento voluntario de las divergencias en 1921 con el fin de estremecer e invertir, del interior, la direccin de Lenin, los intentos para derrocar esta direccin durante el tiempo en que Lenin estaba enfermo y despus de su muerte, la divulgacin de los secretos estatales y el pasar informaciones a los servicios de espionaje extranjeros; el vil asesinato de Kirov, el trabajo de diversin, los atentados, el vil asesinato de Menjinski, Kuibichev as como lo de Gorki - todos estos crmenes y otros de la misma naturaleza, como se demostr posteriormente fueron cometidos, en el plazo de veinte aos, con la participacin o bajo la direccin de Trotski, Zinviev, Kmenev, Bujarin, Rikov, y sus agentes, bajo las rdenes de los servicios de espionaje extranjeros burgueses. Los procesos pusieron de manifiesto que los traidores trotskistabujarinistas, bajo las rdenes de sus amos -los servicios de espionaje extranjeros burgueses- tenan como objetivo la destruccin del Partido y del Estado Sovitico, el minar la defensa del pas, facilitar la intervencin extranjera, preparar la derrota del Ejrcito Rojo, desmembrar a la URSS, destruir las victorias logradas por los obreros y los koljosanos y restaurar la esclavitud capitalista en la URSS. El tribunal sovitico conden a muerte a los traidores trotskobujarinistas.

J. V. Stalin penetrar en nuestras organizaciones y que la vigilancia y la perspicacia poltica son el medio ms seguro para impedir esta penetracin y para liquidar a la banda zinovievista-trotskista. En su carta confidencial del 18 de enero de 1935, relativa al infame asesinato de Kirov, el Comit Central del PC(b) de la URSS pona resueltamente en guardia a las organizaciones del Partido contra la benevolencia poltica y el aturdimiento filisteo. He aqu lo que dice esta carta confidencial: Hay que acabar con la benevolencia oportunista que parte de la suposicin errnea de que a medida que nuestras fuerzas crecen, el enemigo se vuelve ms manso e inofensivo. Esta suposicin es totalmente errnea. Se trata de un resabio de la desviacin de derecha, que pretenda hacer creer a todos y a cada uno de nosotros que los enemigos se irn integrando paulatinamente en el socialismo y que en definitiva llegarn a convertirse en verdaderos socialistas. No es propio de bolcheviques dormirse en los laureles y quedarse pensando en las musaraas. Lo que nos hace falta, no es la benevolencia, sino la vigilancia, la verdadera vigilancia revolucionaria bolchevique. No hay que olvidar que cuanto ms desesperada sea la situacin de los enemigos tanto ms desearn agarrarse a las medidas extremas, como el nico recurso de los que estn condenados a fracasar en su lucha contra el poder sovitico. Debemos recordar esto y estar vigilantes. En la carta confidencial del 29 de julio de 1936, sobre la actividad terrorista y de espionaje del Bloque trotskista-zinovievista, el Comit Central del PC(b) de la URSS llamaba de nuevo a las organizaciones del Partido a desplegar la mxima vigilancia, a saber reconocer a los enemigos del pueblo, por muy hbilmente enmascarados que estuvieran. He aqu lo que dice la carta confidencial: Ahora que se ha probado que, en la lucha contra el poder de los Soviets, los monstruos trotskistazinovievistas agrupan a todos los enemigos jurados, a los enemigos ms odiados de los trabajadores de nuestro pas, espas, provocadores, agentes de diversin, guardias blancos, ku1aks, etc., y que entre estos elementos por una parte, y los trotskistas y los zinovievistas por otra, se ha borrado toda lnea de demarcacin, -nuestras organizaciones del Partido, en su totalidad todos los miembros del Partido- deben comprender que la vigilancia de los comunistas es indispensable en todos los sectores y en todas las condiciones. La cualidad indispensable de todo bolchevique, en las condiciones del presente, debe ser la capacidad de reconocer al enemigo del Partido, por muy enmascarado que est. As pues, seales y advertencias, las ha habido.

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Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos Qu nos exigan estas seales y advertencias? Nos exigan liquidar la debilidad del trabajo de organizacin en el Partido y hacer del Partido una fortaleza inexpugnable donde ningn elemento de doble cara pudiera penetrar. Nos exigan acabar con la subestimacin del trabajo poltico del Partido y efectuar un viraje decisivo, destinado a reforzar este trabajo Por todos los medios, destinado a reforzar la vigilancia poltica... Pero qu ocurri ?Los hechos han demostrado que, para captar estas advertencias y seales, nuestros camaradas han sido demasiado duros de odo. As lo confirman con toda claridad las hechos referentes a la campaa de verificacin y cambio de carnets del Partido, que todos conocemos. Cmo explicar que estas advertencias y seales no hayan tenido el efecto requerido? Cmo explicar que nuestros camaradas del Partido, a pesar de su experiencia de lucha contra los elementos antisoviticos, a pesar de toda una serie de seales y advertencias, hayan sido polticamente miopes ante la actividad de sabotaje, de espionaje y de diversin de los enemigos del pueblo? Acaso nuestros camaradas del Partido han perdido las cualidades que posean en otro tiempo, se han vuelto menos conscientes y menos disciplinados? No, por supuesto que no. O estn en vas de degeneracin? Tampoco! Tal suposicin carece de todo fundamento. Entonces qu? De dnde viene toda esta pazguatera, esta despreocupacin, esta benignidad, esta ceguera? Lo cierto es que nuestros camaradas del Partido, llevados por las campaas econmicas y los enormes xitos conquistados en el frente de la edificacin econmica, han olvidado sencillamente algunos hechos muy importantes, que los bolcheviques no tienen derecho a olvidar. Han olvidado un hecho esencial respecto a la situacin internacional de la URSS y no han captado dos hechos muy importantes que estn directamente relacionados con los actuales saboteadores, espas, agentes de diversin y asesinos, los cuales se amparan detrs del carnet del Partido y se disfrazan de bolcheviques. II. El cerco capitalista Cules son pues los hechos que han olvidado o que simplemente no han captado nuestros camaradas del Partido? Han olvidado que el poder de los Soviets slo ha triunfado en una sexta parte del globo y que las cinco sextas partes restantes, estn en posesin de los Estados capitalistas. Han olvidado que la Unin Sovitica se encuentra dentro del cerco capitalista. Entre nosotros existe la costumbre de hablar mucho sobre el cerco capitalista; pero en lo que se refiere a

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reflexionar sobre su significado, esto es algo que no suele hacerse. El cerco capitalista no es una frase hueca, es un fenmeno muy real y muy desagradable. El cerco capitalista, significa en concreto que existe un pas, la Unin Sovitica, el cual ha instaurado el orden socialista, y que por otra parte, hay, un gran nmero de pases, pases burgueses, que continan llevando un gnero de vida capitalista y estn cercando a la Unin Sovitica, aguardando la menor oportunidad para atacarla, para abatirla o, en todo caso, para socavar su potencia y debilitarla. Este hecho esencial, nuestros camaradas lo han olvidado. Y es precisamente l que determina la base de las relaciones entre el cerco capitalista y la Unin Sovitica. Tomemos, por ejemplo, los Estados burgueses. Gentes ingenuas podran creer que slo existen entre ellos buenas relaciones, como si de Estados de un solo e idntico tipo se tratara. Pero, nicamente los ingenuos pueden pensar as. En realidad, las relaciones entre estos Estados distan mucho de ser unas relaciones de buena vecindad. Est comprobado, como dos y dos son cuatro, que los Estados burgueses se envan mutuamente hacia sus retaguardias espas, saboteadores, agentes de diversin, y a veces tambin asesinos, fijndoles la tarea de introducirse en las empresas e instituciones de estos Estados, de crear en ellos su propia red y, en caso de necesidad, hacer saltar las retaguardias de estos Estados, para debilitar y socavar su potencial. As estn hoy las cosas. Y as han estado tambin en el pasado. Tomemos, por ejemplo, los Estados europeos de la poca de Napolen I. Por entonces, Francia estaba plagada de espas y agentes de diversin, procedentes del campo de los rusos, alemanes, austracos, ingleses. Y a su vez, Inglaterra, los Estados de Alemania, Austria, Rusia tenan tambin en sus retaguardias un nmero no inferior de espas y agentes de diversin procedentes del campo francs. En dos ocasiones los agentes de Inglaterra atentaron contra la vida de Napolen y sublevaron varias veces a los campesinos vandeanos, de Francia, contra el gobierno de aqul. Y qu era el gobierno de Napolen? Un gobierno burgus que reprimi la Revolucin Francesa y slo conserv de sta los logros que le eran ventajosos a la gran burguesa. Ni que decir tiene que el gobierno de Napolen no slo no quedaba a la zaga de sus vecinos, sino que, a su vez, tomaba medidas de diversin. As ocurra en aquel tiempo, hace ya ciento treinta aos. As ocurre hoy, ciento treinta aos despus de Napolen I. Actualmente Francia e Inglaterra bullen de espas y agentes de diversin alemanes; e, inversamente, espas y agentes de diversin anglo-franceses actan, tambin, en Alemania. Los Estados Unidos de Amrica bullen de espas y agentes de diversin japoneses, y el Japn de espas y agentes de diversin norteamericanos.

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250 Tal es la ley de las relaciones entre Estados burgueses. Nos preguntamos por qu los Estados burgueses debern observar hacia el Estado sovitico socialista una actitud ms delicada y de mejor vecindad que hacia los Estados burgueses de mismo tipo que ellos? Por qu enviarn a la retaguardia de la Unin Sovitica menos espas, saboteadores, agentes de diversin y asesinos de los que han enviado a las retaguardias de los Estados burgueses congneres? De dnde han salido tales suposiciones? No sera ms justo admitir, desde el punto de vista marxista, que los Estados burgueses deben enviar a la retaguardia de la Unin Sovitica hasta dos y tres veces ms saboteadores, espas, agentes de diversin y asesinos de los que envan a la retaguardia de cualquier Estado burgus? No est claro que mientras exista el cerco capitalista, existirn en nuestro pas los saboteadores, los espas, los agentes de diversin y los asesinos enviados a nuestra retaguardia por los agentes de los Estados extranjeros? Nuestros camaradas del Partido haban olvidado todo esto y por eso han sido cogidos desprevenidos. He aqu por qu la actividad de diversin y de espionaje de los agentes trotskistas de la polica secreta japonesa y alemana ha sido algo totalmente inesperado para algunos de nuestros camaradas. III. El trotskismo de nuestros das Prosigamos. En la lucha que llevan a cabo contra los agentes trotskistas, nuestros camaradas del Partido no han notado, se han dejado pasar el hecho de que el trotskismo actual ya no es ms lo que ha sido, digamos, siete u ocho aos antes; que el trotskismo y los trotskistas han pasado durante este tiempo por una seria evolucin que ha modificado a fondo el semblante del trotskismo y en consecuencia que la lucha contra el trotskismo, los mtodos para combatirlo, deben ser cambiados radicalmente. Nuestros camaradas del Partido no han notado que el trotskismo ha dejado de ser una corriente poltica en la clase obrera como era hace siete u ocho aos, ni como se ha convertido en una banda enfurecida y sin principios compuesta por saboteadores, agentes de diversin y asesinos, que actan bajo las rdenes de los servicios de espionaje de los Estados extranjeros. Qu significa una corriente poltica en la clase obrera? Una corriente poltica en la clase obrera, es un grupo o un partido que tiene su propia fisonoma poltica, netamente determinada, cuenta con su forma Y su programa; es un grupo o un partido que no oculta ni puede ocultar sus concepciones a la clase obrera y las preconiza abierta y honestamente, ante ella; es un grupo o un partido que no teme mostrar su fisonoma poltica a la clase obrera, proclamar sus fines y objetivos reales ante la clase obrera, sino que por el contrario, se dirige a sta, con el rostro

J. V. Stalin descubierto, para convencerla de la justeza de sus puntos de vista. Tiempo atrs, hace ya siete u ocho aos, el trotskismo era en el seno de la clase obrera una de las corrientes polticas de este gnero, antileninista, bien es cierto, y por consiguiente profundamente errnea, pero sin embargo era toda una corriente poltica. Se puede decir que el trotskismo actual, por ejemplo el trotskismo de 1936, es una corriente poltica en la clase obrera? No, no se puede decir tal cosa. Por qu? Porque los trotskistas de nuestros das temen mostrar su verdadero rostro a la clase obrera; temen exponerle sus fines y objetivos reales; le ocultan cuidadosamente su fisonoma poltica, temerosos de que si la clase obrera se entera de sus verdaderas intenciones, va a maldecirlos como elementos extraos y a arrojarlos lejos de su seno. As se explica, realmente, que el principal mtodo de accin trotskista no sea hoy la propaganda abierta y leal de sus puntos de vista en el seno de la clase obrera, sino su enmascaramiento, la alabanza aduladora y servil de los puntos de vista de sus adversarios, la manera farisaica e hipcrita de pisotear sus propios puntos de vista. En el proceso de 1936, si ustedes recuerdan, Kmenev y Zinviev negaron categricamente que tuvieran alguna plataforma poltica. Tuvieron la plena posibilidad de desarrollar durante el proceso su plataforma poltica. Ahora bien, no lo hicieron y declararon no tener ninguna plataforma poltica. Es indudable que los dos mentan. Hoy, hasta los ciegos ven que ellos tenan su propia plataforma poltica. Pero, por qu la negaron? La negaron porque teman poner al descubierto su verdadera catadura poltica, teman mostrar su plataforma real de restauracin del capitalismo en la URSS, por miedo a que tal plataforma provocase la aversin de la clase obrera. En el proceso de 1937, Patakov, Radek y Sokolnikov tomaron otro camino. Ellos no dijeron que los trotskistas y los zinovievistas no tuvieran una plataforma poltica. Admitieron que tenan su plataforma poltica concreta; reconocieron y desarrollaron esta plataforma en sus declaraciones. Pero si la desarrollaron, no era en absoluto para llamar a la clase obrera, para llamar al pueblo a respaldar la plataforma trotskista, sino para maldecirla y tildarla de plataforma antipopular y antiproletaria. Restauracin del capitalismo, liquidacin de los koljs y de los sovjs, restablecimiento del sistema de explotacin; alianza con las fuerzas fascistas de Alemania y del Japn para acelerar el desencadenamiento de una guerra contra la Unin Sovitica; lucha por la guerra y contra la poltica de paz; desmembramiento territorial de la Unin Sovitica, entregando Ucrania a los alemanes y la Provincia martima a los japoneses; preparacin de la derrota militar de la Unin Sovitica en caso de una agresin por parte de los

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Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos Estados enemigos; y, como medio para alcanzar estos fines: sabotaje, diversin, terrorismo individual contra los dirigentes del poder de los Soviets y espionaje en provecho de las fuerzas fascistas japonesas y alemanas. He aqu la plataforma poltica del trotskismo actual, expuesta por Piatakov, Radek y Sokolnikov. Una plataforma de este tipo es comprensible que los trotskistas no pudiesen por menos que ocultar al pueblo, a la clase obrera. Y no la ocultaban solamente a la clase obrera, sino tambin a la masa trotskista; y no solamente a la masa trotskista, sino incluso al equipo dirigente trotskista, compuesto por un puado de treinta a cuarenta hombres. Cuando Radek y Piatakov pidieron a Trotski la autorizacin para reunir una pequea conferencia de treinta a cuarenta trotskistas a fin de informarles del carcter de esta plataforma, Trotski se les neg, declarando que no era racional exponer el verdadero carcter de la plataforma, incluso a un puado de trotskistas, porque una operacin de este gnero poda provocar la escisin. Hombres polticos que ocultan sus convicciones, su plataforma, no solamente a la clase obrera, sino tambin a la masa trotskista, y no solamente a la masa trotskista, sino tambin al equipo dirigente de los trotskistas, tal es la fisonoma del trotskismo de nuestros das. Por esto el actual trotskismo ya no se puede llamar corriente poltica en la clase obrera. El trotskismo de nuestros das no es una corriente poltica en la clase obrera, sino una banda sin principios y sin ideologa, de saboteadores, de agentes de diversin y de informacin, de espas, de asesinos, una banda de enemigos jurados de la clase obrera, una banda a sueldo de los servicios de espionaje de los Estados extranjeros. Tal es el resultado indiscutible de la evolucin del trotskismo en el curso de los siete u ocho ltimos aos. Tal es la diferencia entre el trotskismo de antes y el trotskismo de hoy. El error de nuestros camaradas del Partido es que ellos no han notado esta diferencia profunda entre el trotskismo del pasado y el actual trotskismo. No han reparado en que los trotskistas han cesado de ser, desde hace mucho tiempo, hombres de ideas; en que, desde hace mucho tiempo, se han convertido en autnticos salteadores de caminos capaces de todas las vilezas, de todas las infamias, llegando hasta el espionaje y la traicin directa a su patria, con tal de causar dao al Estado sovitico y al poder de los Soviets. Nuestros camaradas no se han percatado de esto y no han sabido, por lo tanto, cambiar a tiempo de orientacin para trabar la lucha contra los trotskistas de otra manera, de forma ms enrgica. Vemos, pues, por qu las ignominias cometidas por los trotskistas, en estos ltimos aos, han sido

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algo totalmente inesperado para algunos de nuestros camaradas del Partido. Prosigamos. Nuestros camaradas del Partido no advirtieron, por ltimo, que existe una diferencia esencial por una parte, entre los actuales saboteadores y agentes de diversin, entre los cuales los agentes trotskistas del fascismo juegan un papel bastante activo, y los saboteadores y agentes de diversin del tiempo del proceso de Shajti294, por otra parte. Primero. Los saboteadores de Shajti y los miembros del Partido industria295 eran atadas luces extraos a nosotros. Eran, en su mayora, antiguos propietarios de empresas, antiguos administradores de los patronos de otro tiempo, antiguos asociados de viejas sociedades annimas o simplemente viejos especialistas burgueses, que, desde el punto de vista poltico, nos eran francamente hostiles. Ninguno de nosotros dudaba de la verdadera fisonoma poltica de estos seores. Por otra parte, los saboteadores de Shajti no disimulaban su actitud hostil hacia el rgimen sovitico. No se podra decir lo mismo de los actuales saboteadores y agentes de diversin, de los trotskistas. Todos estos, son, en su mayora, miembros del Partido, que tienen en su bolsillo el carnet del Partido; por consiguiente, hombres que, oficialmente, no nos son extraos. Si los viejos saboteadores actuaban contra nuestros hombres, los nuevos saboteadores, por el contrario, les hacen reverencias, hacen elogios de ellos y se les arrastran para ganarse su confianza. La diferencia, como veis, es esencial. Segundo. Lo que les haca fuertes a los saboteadores de Shajti y a los miembros del Partido industrial era su posesin, en mayor o menor grado, de los conocimientos tcnicos necesarios, mientras que nuestros hombres, al no tenerlos, se vean obligados a aprender de ellos. Esta circunstancia daba una gran ventaja a los saboteadores de la poca de Shajt, les permita sabotear con toda libertad y sin ningn obstculo, les permita engaar a nuestros
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Se refiere a la labor subversiva de la organizacin contrarrevolucionaria de especialistas burgueses que de 1923 a 1928 actu en Shajti y en otros distritos de la cuenca del Donetz. 295 El proceso contra la organizacin contrarrevolucionaria el partido industrial, que llevaba a cabo acciones de sabotaje y de espionaje, tuvo lugar en Mosc del 25 de noviembre al 7 de diciembre de 1930. Los hechos fueron examinados por una seccin especial del Tribunal Supremo de la URSS. Como se vi durante el proceso el partido industrial, que agrupaba a los elementos contrarrevolucionarios de los altos crculos de la antigua burguesa tcnico-intelectual era un agente del capital internacional en la URSS. Mantenan lazos con los elementos blancos que haban huido, con los grandes ex-capitalistas de la Rusia zarista y actuaban segn las directas orientaciones del Estado Mayor del ejrcito francs para preparar la intervencin militar de los imperialistas y el derrocamiento del Poder Sovitico por las armas. Los saboteadores reciban de los imperialistas las directrices y los fondos para desarrollar acciones de espionaje y de diversin en las diferentes ramas de la economa nacional de la URSS

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252 hombres en el aspecto tcnico. Las cosas cambian con los saboteadores de nuestros das, con los trotskistas. Los saboteadores de hoy no tienen ninguna ventaja tcnica sobre nuestros hombres. Al contrario, desde este punto de vista, nuestros hombres estn mejor preparados que los saboteadores actuales, que los trotskistas. En el intervalo desde la poca de Shajti hasta nuestros das, se han formado en nuestro pas decenas de miles de verdaderos cuadros bolcheviques con una verdadera preparacin tcnica. Podramos mencionar miles y decenas de miles de dirigentes bolcheviques tcnicamente formados, frente a los cuales todos los Piatakov y Lvchitz, Chestov y Boguslavski, Muralov y Drobnis, no son ms que vanos parlanchines y unos pipiolos desde el punto de vista de la preparacin tcnica. En dnde permanece, pues, la fuerza de los saboteadores actuales, de los trotskistas? Su fuerza reside en el carnet del Partido, en su posesin de ste. Su fuerza consiste en que el carnet del Partido les da la confianza poltica y les abre las puertas de todas nuestras instituciones y organizaciones. Su ventaja consiste en que, al poseer este carnet y hacindose pasar por los amigos del poder de los Soviets, han engaado a nuestros hombres en el aspecto poltico, han abusado de su confianza, han realizado bajo mano acciones de sabotaje y han revelado nuestros secretos de Estado a los enemigos de la Unin Sovitica. Una ventaja dudosa en cuanto a su valor poltico y moral, pero, en cualquier caso, es toda una ventaja que, en suma, viene a explicar el que los saboteadores trotskistas, al estar en posesin del carnet del Partido y tener acceso a todos los puestos de nuestras instituciones y organizaciones, hayan sido un verdadero hallazgo para los servicios de espionaje de los Estados extranjeros. El error de algunos de nuestros camaradas del Partido es que no han notado, no han comprendido toda esta diferencia entre los viejos y los nuevos saboteadores, entre los saboteadores de Shajti y los trotskistas, y, al no percatarse, no han sabido modificar su orientacin en el momento oportuno para combatir en otros trminos a los nuevos saboteadores. IV. Los lados negativos de los xitos econmicos Estos son los hechos principales en lo tocante a nuestra situacin internacional e interior, que muchos de nuestros camaradas del Partido han olvidado o no han advertido. He aqu por qu nuestras gentes han sido sorprendidas por los acontecimientos de los ltimos aos, en lo que concierne al sabotaje y a los actos de diversin. Se puede saber: por qu nuestros hombres no han reparado en esto?, por qu han olvidado todas estas cosas?

J. V. Stalin De dnde viene esta amnesia, esta ceguera, esta despreocupacin, esta tolerancia? Es que se trata de una vida orgnica en el trabajo de nuestros hombres? No, no se trata de un vicio orgnico. Estamos ante un fenmeno temporal, que puede ser rpidamente liquidado si nuestros hombres hacen algunos esfuerzos. Pero entonces, de qu se trata? Lo cierto es que, estos ltimos aos, nuestros camaradas del Partido estaban totalmente absorbidos por el trabajo econmico, los xitos econmicos les enardecan hasta el extremo y con este apasionamiento, han olvidado todo lo dems, ha descuidado el resto de las tareas. Es cierto que estando exaltados sus nimos por los xitos econmicos, han visto aqu el comienzo y el fin de todo en cuanto a los problemas concernientes a la situacin internacional de la Unin Sovitica, al cerco capitalista, al reforzamiento del trabajo poltico del Partido, a la lucha contra e sabotaje, etc., simplemente no les han prestado ninguna atencin, considerndolos como cosas de segundo e incluso de tercer orden. En realidad, los xitos y las realizaciones son algo muy grande. Nuestros xitos en el terreno de la edificacin socialista, en efecto, son inmensos. Pero los xitos, como todo lo que existe en el mundo, tienen tambin sus sombras. A menudo los grandes xitos y las grandes realizaciones propician en los hombres poco duchos en la poltica, una tendencia a la despreocupacin, a la tolerancia, a la autosatisfaccin, a la excesiva confianza en s, a la suficiencia, a la jactancia. Ustedes no pueden negar que, en estos ltimos tiempos, los jactanciosos pululan enormemente entre nosotros. No es sorprendente que, en este ambiente de grandes y serios xitos en el dominio de la edificacin socialista, aparezcan tendencias a las fanfarronadas, a manifestar, con toda pompa nuestros xitos, tendencias a subestimar las fuerzas de nuestros enemigos y a sobreestimar las propias y, en consecuencia, se manifieste la ceguera poltica. A propsito de todo esto, debo decir algunas palabras sobre los peligros ligados a los xitos, sobre los peligros ligados a las realizaciones. Los peligros ligados a las dificultades, los conocemos por experiencia. Hace varios aos que luchamos contra los peligros de este gnero y, bien hay que decirlo, no sin xito. Los peligros ligados a las dificultades hacen surgir con frecuencia en las personas inestables tendencias al abatimiento, a la falta de confianza en sus fuerzas, tendencias al pesimismo. Y, al contrario, all donde se trata de vencer los peligros que provienen de las dificultades, los hombres se templan en esta lucha y de ella salen verdaderos bolcheviques de acero. Tal es la naturaleza de los peligros ligados a las dificultades.

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Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos Tales son los resultados que aporta la lucha para triunfar sobre las dificultades. Pero tenemos este otro gnero de peligros, los que estn ligados a los xitos, a las realizaciones. S, s, camaradas, peligros ligados a los xitos, a las realizaciones. Estos peligros consisten en que el ambiente de los xitos, -un xito tras otro, una realizacin tras otra, una superacin tras otra del plan-, engendra en las personas poco duchas en la poltica y sin mucha experiencia tendencias a la despreocupacin y a la autosatisfaccin, les crea una atmsfera de solemnidades, de aparatosidad y de felicitaciones mutuas que mata el sentido de la mesura y debilita el olfato poltico, abate el mpetu de las personas y les incita a dormirse en sus laureles. No es sorprendente que en esta atmsfera embriagadora de suficiencia y de autosatisfaccin, en esta atmsfera de demostraciones pomposas y de ruidosas alabanzas recprocas, haya quienes olviden algunos hechos esenciales de una importancia primordial para los destinos de nuestro pas; quienes comiencen a no reparar en cosas desagradables como el cerco capitalista, las nuevas formas de sabotaje, los peligros relacionados con nuestros xitos, etc. Cerco capitalista? Bah, esto es una bagatela! Qu importancia puede tener un cerco capitalista, si cumplimos y sobrepasamos nuestros planes econmicos? Nuevas formas de sabotaje, lucha contra el trotskismo? Tamaas tonteras! Qu importancia pueden tener todas estas minucias, si nosotros cumplimos y sobrepasamos nuestros planes econmicos? Estatutos del Partido, carcter electivo de los rganos del Partido, deber de los militantes del Partido de rendir cuentas de su mandato ante la masa de los militantes del Partido? Pero, hay necesidad de esto? En general, vale la pena perder el tiempo en todas estas pequeeces, cuando nuestra economa crece y la situacin material de los obreros y campesinos mejora de da en da? Es intil seguir con esto! Nosotros rebasamos nuestros planes, tenemos un Partido que marcha bien; lo mismo ocurre con el Comit Central. Entonces, qu otra cosa es necesaria? Qu gente rara es esa de Mosc, la del Comit Central del Partido: inventan un montn de problemas, discuten de quin sabe que sabotaje, no duermen ellos mismos y no dejan dormir a los dems... He aqu un ejemplo ilustrativo de la facilidad y de la simplicidad con que algunos de nuestros camaradas sin experiencia, contraen la ceguera poltica como resultado de los xitos econmicos. Tales son los peligros ligados a los xitos, a las realizaciones. He aqu la causa de que nuestros camaradas del Partido, dejndose arrastrar por los xitos econmicos, han olvidado los hechos de orden internacional e interior cuya importancia es esencial para la Unin Sovitica, y no han reparado en una

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serie de peligros que rodean a nuestro pas. Aqu estn las races de nuestra despreocupacin, de nuestra amnesia, de nuestra benignidad, de nuestra ceguera poltica. Aqu estn las races de los defectos de nuestro trabajo econmico y del trabajo del Partido. V. Nuestras tareas Cmo liquidar estos defectos de nuestro trabajo? Qu hay que hacer para eso? Es necesario realizar las siguientes medidas: 1. Ante todo hace falta orientar la atencin de nuestros camaradas del Partido, que se han atascado en las cuestiones corrientes de tal o cual servicio, hacia las grandes cuestiones polticas de carcter internacional e interior. 2. Es preciso elevar el trabajo poltico de nuestro Partido al nivel requerido, colocando en primer plano la instruccin poltica y el temple bolchevique de los cuadros del Partido, del Estado y de la economa nacional. 3. Hay que explicar a nuestros camaradas del Partido que los xitos econmicos, cuya importancia es indiscutiblemente muy grande, y por los cuales continuaremos trabajando de da en da, de ao en ao, no agotan sin embargo todos los problemas de nuestra edificacin socialista. Explicar que los lados negativos de los xitos econmicos, como son la autosatisfaccin, la despreocupacin, el embotamiento del olfato poltico, no pueden ser liquidados a no ser que a los xitos econmicos se unan los xitos en la edificacin del Partido y de un vasto trabajo poltico de nuestro Partido. Explicar que los mismos xitos econmicos, su solidez y su duracin dependen por entero y sin lugar a dudas de los xitos del trabajo de organizacin y del trabajo poltico del Partido; que a falta de estas condiciones, los xitos econmicos pueden revelarse como algo constituido en la arena. 4. Hay que recordar y jams olvidar que el cerco capitalista es el hecho esencial que determina la situacin internacional de la Unin Sovitica. Hay que recordar y no olvidar jams que mientras exista el cerco capitalista, existirn los saboteadores, los agentes de diversin, los espas, los terroristas enviados a la retaguardia de la Unin Sovitica por los servicios de espionaje de los Estados extranjeros; hay que tener esto presente y luchar contra los camaradas que subestiman la importancia del cerco capitalista, que subestiman la fuerza y la importancia del sabotaje. Explicar a nuestros camaradas del Partido que ningn tipo de xitos econmicos, por grandes que sean, puede anular el hecho del cerco capitalista y las consecuencias que de l se derivan. Aplicar las medidas necesarias para que nuestros camaradas, los bolcheviques, miembros y no

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254 miembros del Partido, tengan la posibilidad de comprender los fines y las tareas, de la prctica y la tcnica de la actividad de sabotaje, de espionaje y de diversin de los servicios de espionaje extranjeros. 5. Hay que explicar a nuestros camaradas del Partido que los trotskistas, los cuales son elementos activos en la accin de sabotaje, de diversin y de espionaje de los servicios de espionaje extranjeros, han dejado de ser desde hace mucho tiempo una corriente poltica en la clase obrera; que desde hace mucho tiempo han dejado de servir a ideas que sean compatibles con los intereses de la clase obrera; que se han convertido en una banda, sin principios y sin ideas, de saboteadores, de agentes de diversin, de espas, de asesinos a sueldo de los servicios de espionaje extranjeros. Explicar que, en la lucha contra el trotskismo de nuestros das, lo que se requiere, ya no son los viejos mtodos, los mtodos de discusin, sino los mtodos nuevos, los mtodos consistentes en extirpar, en derrotar. 6. Hay que explicar a nuestros camaradas del Partido la diferencia que existe entre los saboteadores actuales y los saboteadores de la poca de Shajti; explicar que si los saboteadores de la poca de Shajti engaaban a nuestros hombres en el terreno tcnico, explotando su atraso tcnico, los saboteadores actuales, en posesin del carnet del Partido, engaan a nuestros hombres aprovechndose de la confianza poltica de que gozan como miembros del Partido, aprovechndose de la despreocupacin poltica de nuestros hombres. Es necesario completar la antigua consigna de la asimilacin de la tcnica, consigna que corresponda a la poca de Shajti, con la nueva consigna de la educacin poltica de los cuadros, de la asimilacin del bolchevismo y la liquidacin de nuestra credulidad poltica, consigna que corresponde perfectamente a la poca en que vivimos. Puede preguntarse, no era posible, diez aos antes, durante la poca de Shajti, formular de golpe las dos consignas, la primera de la asimilacin de la tcnica; y la segunda de la educacin poltica de los cuadros? No, esto no era posible. No es as como se hacen las cosas en nuestro Partido bolchevique. En momentos en que el movimiento revolucionario opera un viraje, siempre es formulada una consigna esencial, una consigna crucial a la cual nos aferramos para poder, gracias a ella, tirar hacia nosotros de toda la cadena. He aqu lo que Lenin nos ha enseado: encuentren el eslabn fundamental de la cadena de nuestro trabajo, afrrense a l y tiren, para poder de esta manera, tirar de toda la cadena y marchar hacia adelante. La historia del movimiento revolucionario muestra que esta tctica es la nica tctica justa. En la poca de Shajti, la debilidad de nuestros hombres resida en su atraso tcnico. No eran las cuestiones

J. V. Stalin polticas, sino las cuestiones tcnicas las que en aquel entonces eran para nosotros el punto dbil. En cuanto a nuestra actitud poltica respecto a los saboteadores de aquel tiempo, estaba perfectamente clara: actitud de bolcheviques hacia elementos polticamente extraos. Esta debilidad tcnica la hemos liquidado formulando la consigna de la asimilacin de la tcnica y educando, durante el perodo transcurrido, decenas y centenares de miles de bolcheviques tcnicamente formados. Algo distinto es hoy que poseemos cuadros bolcheviques tcnicamente formados, pero sin embargo el papel de saboteadores ya no es ejercido por elementos totalmente extraos, que, adems no tienen ninguna ventaja tcnica sobre nuestros hombres, sino por personas que poseen el carnet del Partido y gozan de todos los derechos reservados a los miembros del Partido. Ahora, el punto dbil de nuestros hombres no es su atraso tcnico, sino su despreocupacin poltica, su ciega confianza hacia los que una casualidad ha puesto en posesin del carnet del Partido; la ausencia de un control sobre las personas, no en funcin de sus declaraciones polticas, sino en funcin a los resultados de su trabajo. Ahora, la cuestin crucial para nosotros no es liquidar el atraso tcnico de nuestros cuadros, cosa que ha sido lograda en lo esencial, sino liquidar la despreocupacin poltica y la credulidad poltica hacia saboteadores que una casualidad ha puesto en posesin del carnet del Partido. Esta es la diferencia esencial entre la cuestin crucial de la lucha por los cuadros en la poca de Shajti, y la cuestin crucial del perodo actual. He aqu por qu, hace diez aos, no podamos, ni debamos lanzar a la vez las dos consignas, la de la asimilacin de la tcnica y la de la educacin poltica de los cuadros. He aqu por qu es necesario ahora completar la antigua consigna de la asimilacin de la tcnica con la nueva consigna de la asimilacin del bolchevismo, de la educacin poltica de los cuadros y de la liquidacin de nuestra despreocupacin poltica. 7. Hay que demoler y arrojar lejos de nosotros la podrida teora de que, a cada paso que damos adelante, la lucha de clases entre nosotros ir extinguindose paralelamente, que a medida que aumenten nuestros xitos, el enemigo de clase se har ms manso. No se trata solamente de una teora podrida, sino de una teora peligrosa, porque adormece a nuestros hombres, les hace caer en trampas y permite al enemigo de clase recobrarse para combatir al poder de los Soviets. Por el contrario, cuanto ms avancemos, cuanto ms xitos conquistemos, tanto mayor ser el furor de los restos de las clases explotadoras aplastadas, tanto ms de prisa recurrirn a las ms agudas formas de lucha, tanto ms intentarn perjudicar al Estado

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Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos sovitico, tanto ms se agarrarn a los ms desesperados procedimientos de lucha, como el ltimo recurso de aquellos que van a la ruina. No hay que perder de vista que los restos de las clases derrotadas en la URSS no estn solos. Cuentan con el apoyo directo de nuestros enemigos, ms all de las fronteras de la URSS. Sera un error creer que la esfera de la lucha de clases se limita a las fronteras de la URSS. Si un flanco de la lucha de clases acta en el marco de la URSS, su otro flanco se extiende hasta el interior de las fronteras de los Estados burgueses que nos rodean. Los restos de las clases derrotadas no pueden ignorarlo. Y, justamente porque lo saben, continuarn tambin en el futuro sus ataques desesperados. Esto es lo que nos ensea la historia. Esto es lo que nos ensea el leninismo. No olvidemos pues tal cosa y estemos siempre vigilantes. 8. Hay que demoler y arrojar lejos de nosotros otra teora podrida, segn la cual, todo el que no se entrega constantemente al sabotaje, aunque slo de vez en cuando muestre xitos en su trabajo, no podr ser saboteador. Esta extraa teora revela la ingenuidad de sus autores. No hay saboteador que se atreva a sabotear continuamente, si no quiere ser desenmascarado a corto plazo. Por el contrario, un verdadero saboteador debe, de cuando en cuando, mostrar xitos en su trabajo, porque esto para l es el nico medio de preservarse como saboteador, de ganarse la confianza y de proseguir su trabajo de sabotaje. Pienso que es una cuestin clara y no necesita explicaciones complementarias. 9. Hay que demoler y arrojar lejos de nosotros la tercera teora podrida, segn la cual la ejecucin sistemtica de los planes econmicos reducira a la nada el sabotaje y sus resultados. Esta teora puede perseguir slo un objetivo: halagar un poco el amor propio burocrtico de nuestros administradores, tranquilizarlos y debilitar su lucha contra el sabotaje. Qu significa ejecucin sistemtica de nuestros planes econmicos? Primero, ha sido probado que todos nuestros planes econmicos son reducidos, puesto que no tienen en cuenta inmensas reservas y posibilidades que encierra nuestra economa nacional. Segundo, la ejecucin global y en su conjunto de los planes econmicos a nivel de comisariatos del pueblo, no significa todava que los planes sean cumplidos tambin por algunas ramas muy importantes. Al contrario, los hechos testimonian que todo un conjunto de comisariatos del pueblo, que han cumplido e incluso sobrepasado los planes econmicos anuales, sistemticamente no realizan los planes de algunas ramas muy importantes de la economa nacional. Tercero, no puede haber duda de que si los

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saboteadores no hubiesen sido desenmascarados y echados fuera, las cosas iran mucho peor en lo que concierne a la ejecucin de los planes econmicos; los autores miopes de la teora analizada deberan acordarse de ello. Cuarto, los saboteadores, escogen de ordinario para su principal actividad de sabotaje, no el tiempo de paz, sino la vspera de la guerra o el mismo tiempo de guerra. Admitamos que nos dejbamos entretener con la teora podrida de la ejecucin sistemtica de los planes econmicos y no tocbamos a los saboteadores. Los autores de esta podrida teora se imaginan el dao inmenso que los saboteadores ocasionaran a nuestro Estado en caso de guerra, si nosotros les dejbamos en el seno de nuestra economa nacional, a la sombra de la podrida teora de la ejecucin sistemtica de los planes econmicos? No est claro que la teora de la ejecucin sistemtica de los planes econmicos es una teora ventajosa para los saboteadores? 10. Hay que demoler y rechazar la cuarta teora podrida, segn la cual el movimiento Stajanov sera el medio esencial de liquidacin del sabotaje. Esta teora ha sido inventada para poder, gracias a las habladuras sobre los stajanovistas y el movimiento Stajanov, desviar los golpes destinados a los saboteadores. En su informe, el camarada Molotov nos di a conocer toda una serie de hechos que demuestran que los saboteadores trotskistas y no trotskistas en el Kuzbass y en el Donbass, abusando de la confianza de nuestros camaradas polticamente despreocupados, han tenido a los stajanovistas agarrados por las narices, de manera sistemtica les han puesto bastones en las ruedas, les han creado de manera artificial toda una serie de obstculos al xito de su trabajo y, finalmente, han llegado, a desorganizar su trabajo. Qu pueden hacer los stajanovistas por s solos, si, en la cuenca del Donbass, por ejemplo, el sabotaje de las construcciones bsicas caus una ruptura entre los trabajos preparatorios de la extraccin del carbn, cuyos ritmos se han retrasado, y todos los dems trabajos? No est claro que el propio movimiento stajanovista tiene necesidad de una ayuda real por nuestra parte, contra todas las maquinaciones de los saboteadores, para hacer avanzar las cosas y cumplir su gran misin? No est claro que la lucha contra el sabotaje, la lucha por liquidar el sabotaje, por reprimir el sabotaje, es la condicin indispensable para que el movimiento stajanovista pueda adquirir toda su amplitud? Pienso que esta cuestin est igualmente clara. y no necesita explicaciones complementarias. 11. Hay que demoler y arrojar lejos de nosotros la quinta teora podrida, segn la cual los saboteadores trotskistas ya no tendran reservas y estaran

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256 reuniendo sus ltimos cuadros. Esto no es verdad, camaradas. Slo los ingenuos han podido inventar semejante teora. Los saboteadores trotskistas cuentan con reservas. Estas se componen, ante todo, de los restos de las clases explotadoras aplastadas en la URSS. Se componen adems de toda una serie de grupos y organizaciones, ms all de las fronteras de la URSS y hostiles a la Unin Sovitica. Tomemos, por ejemplo, la IV Internacional contrarrevolucionaria trotskista296, compuesta, en sus dos tercios, de espas y de agentes de diversin. No estamos ante una reserva? No est claro que esta Internacional de espas formar cuadros para la actividad de espionaje y sabotaje de los trotskistas? O bien tomemos el ejemplo del grupo del estafador Schefflo, en Noruega, que alberg al archiespa Trotski y le ayud en su actividad hostil contra la Unin Sovitica. Este grupo no es una reserva? Quin puede negar que este grupo contrarrevolucionario vaya a continuar como en el pasado, sirviendo a los espas y saboteadores trotskistas? O tomemos, por ejemplo, otro grupo, el de un estafador de la misma ralea que Schefflo, el grupo Souvarne297, en Francia. No es tambin una reserva? Se puede negar que este grupo de estafadores deje de ayudar tambin a los trotskistas en su actividad de espionaje y sabotaje contra la Unin Sovitica? Y todos esos seores de Alemania, todos esos Ruth Fischer, Maslov, Urbans, que se han vendido en cuerpo y alma a los fascistas, no son una reserva para la accin de espionaje y sabotaje de los trotskistas? O, por ejemplo, la cuadrilla de conocidos escritores de Amrica, con el conocido canalla Eastman a la cabeza, todos esos bandidos de la pluma que slo viven calumniando a la clase obrera de la URSS, no constituyen una reserva para el trotskismo? S, hay que rechazar la podrida teora que pretende que los trotskistas estn reuniendo sus ltimos cuadros. 12. Por ltimo, hay que demoler y rechazar otra podrida teora, segn la cual, nosotros, los bolcheviques, dado que somos numerosos y los saboteadores son un pequeo nmero; dado que
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J. V. Stalin tenemos el respaldo de decenas de millones de personas, mientras que los saboteadores trotskistas apenas cuentan con el apoyo de unos pocos individuos o de unas pocas decenas de individuos, bien podramos hacer la vista gorda con ese desgraciado puado de saboteadores. Esto es falso, camaradas. Esta teora ms que extraa es un invento para consolar a aquellos de nuestros camaradas dirigentes cuya incapacidad de combatir el sabotaje les ha hecho fracasar en su trabajo, para relajar su vigilancia y dejarles dormir tranquilos. Que los saboteadores trotskistas sean apoyados por unos pocos individuos aislados, mientras que los bo1cheviques lo son por decenas de millones de hombres, esto es un hecho real, evidentemente. Pero de aqu no se desprende en absoluto que los saboteadores no puedan causar el ms serio perjuicio a nuestra obra. Para perjudicar y saborear no se necesita de una gran cantidad de hombres. Para construir el Dnieprostroi fueron necesarios decenas de miles de obreros. Mientras que para volarlo tal vez slo haran falta algunas decenas de hombres, no ms. Ganar una batalla durante la guerra, puede requerir varios cuerpos del Ejrcito Rojo. Mientras que para impedir esta victoria en el frente, bastan algunos espas infiltrados en algn estado mayor de ejrcito, incluso en algn estado mayor de divisin, capaces de robar el plan de operaciones y pasrselo al enemigo. Para construir un gran puente ferroviario, son necesarios miles de hombres. Pero para hacerlo volar por los aires slo bastan unos pocos. Se podran citar decenas y cientos de estos ejemplos. Por consiguiente, nadie debe hacerse a la idea de que nosotros somos numerosos; mientras que ellos, los saboteadores trotskistas, estn en pequeo nmero. Debemos actuar de tal manera que en nuestras filas no quede ni rastro de saboteadores trotskistas. As est planteada la cuestin de saber cmo liquidar los defectos de nuestro trabajo, comunes a todas nuestras organizaciones tanto econmicas y estatales, como administrativas y del Partido. Tales son las medidas a tomar para liquidar estos defectos. En cuanto a lo que se refiere a las organizaciones del Partido, en particular, y a los defectos de su trabajo, en el proyecto de resolucin sometido al examen de ustedes se habla de manera suficientemente detallada de las medidas a tomar para liquidar estos defectos. Por eso, pienso que no es necesario insistir aqu sobre este lado de la cuestin. Quisiera simplemente decir algunas palabras de la preparacin poltica y del perfeccionamiento de nuestros cuadros del Partido. Pienso que si pudiramos, si supiramos preparar ideolgicamente y templar polticamente a nuestros

Se refiere a la Internacional contrarrevolucionaria fundada por Trotski despus de ser expulsado de la URSS (enero de 1929). 297 El grupo de Suvarin era un grupo oportunista en el seno del Partido Comunista de Francia, ferviente partidario de Trotski. Este grupo apoyaba la oposicin trotskista en el PC(b) de la URSS, calumniaba a la Internacional Comunista, etc., violando brutalmente la disciplina de Partido. Por esta razn Suvarin fue expulsado del Partido Comunista de Francia, posteriormente el VII Pleno Ampliado del CEIC, en 1926, lo expuls de las filas de la Internacional Comunista a causa de la propaganda contrarrevolucionaria que l llevaba a cabo.

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Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos cuadros del Partido, desde abajo hasta arriba, a fin de que pudieran orientarse con soltura en la situacin interior e internacional, si supiramos hacer de ellos leninistas, marxistas de una madurez total, capaces de resolver sin graves errores los problemas de la direccin del pas, habramos resuelto las nueve dcimas partes de todas nuestras tareas. Cmo se presentan las cosas para los cuadros dirigentes de nuestro Partido? Nuestro Partido tiene un efectivo, si tomamos en cuenta sus capas dirigentes, de alrededor de 3.000 a 4.000 dirigentes superiores. Dira que ellos son los generales de nuestro Partido. Despus vienen de 30.000 a 40.000 dirigentes medios. Estos son los oficiales del Partido. A continuacin viene un efectivo de alrededor de 100.000 a 150.000 dirigentes de mando subalterno del Partido. Ellos son, por as decirlo, los suboficiales de nuestro Partido. Elevar el nivel ideolgico y la preparacin poltica de estos cuadros de mando, hacer ingresar en sus filas nuevas fuerzas que esperan su promocin y ampliar as el efectivo de los cuadros dirigentes, es nuestra tarea a realizar. Qu hace falta para esto? Ante todo, hay que invitar a nuestros dirigentes del Partido, desde los secretarios de clula hasta los secretarios de las organizaciones de las regiones y de las repblicas, a que encuentren, en un plazo determinado, dos hombres, dos militantes del Partido, capaces de reemplazarles realmente. Se podr objetar: pero dnde encontrar dos suplentes para cada uno de nosotros, no tenemos tales hombres, no tenemos militantes apropiados. Esto no es cierto, camaradas. Tenemos decenas de miles de hombres capaces, de hombres de talento. Slo hay que descubrirlos y promoverlos en el momento oportuno, a fin de que no entren en descomposicin vegetando en su viejo puesto. Busquen y encontrarn. A continuacin. Para la educacin de Partido y el perfeccionamiento de los secretarios de clulas, es necesario crear, en cada centro regional, cursos del Partido de cuatro meses de duracin. Hay que enviar a estos cursos a los secretarios de todas las organizaciones de base del Partido (clulas), y luego, una vez hayan terminado estos cursos y se hayan reintegrado a su puesto, se enviar a sus suplentes y a los miembros ms capaces de las organizaciones primarias del Partido. Despus. Para el perfeccionamiento poltico de los primeros secretarios de las organizaciones de distrito, se debe crear en la URSS, es decir, en los diez principales centros, cursos leninistas de ocho meses. A estos cursos hay que enviar a los primeros secretarios de las organizaciones del Partido de distrito, y de zona, y luego, cuando hayan terminado estos cursos y vuelto a sus puestos, sern enviados sus suplentes y los miembros ms capaces de las

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organizaciones de zona y de distrito. Despus. Para el perfeccionamiento ideolgico y el perfeccionamiento poltico de los secretarios de las organizaciones de ciudad, es preciso crear, al lado del CC del PC(b) de la URSS cursos semestrales de historia y de poltica del Partido. A estos cursos deben ser enviados los primeros secretarios o los subsecretarios de las organizaciones de ciudad, y luego, cuando hayan realizado estos cursos y se hayan reincorporado a su puesto, se enviar a los miembros ms capaces de las organizaciones de ciudad. En fin. Hay que crear, prximo al CC del PC(b) de la URSS, una conferencia de seis meses para las cuestiones de poltica interior e internacional. Se enviar a ella a los primeros secretarios de las organizaciones de regin y de provincia y de los comits centrales de los partidos comunistas nacionales. Estos camaradas debern facilitar no uno, sino varios equipos capaces de reemplazar a los dirigentes del Comit Central de nuestro Partido. Esto es indispensable y debe hacerse necesariamente. Ya termino, camaradas. Hemos expuesto pues los defectos esenciales de nuestro trabajo, tanto los que son comunes a todas nuestras organizaciones econmicas, administrativas y del Partido, como los que nicamente son propios de las organizaciones del Partido, defectos que explotan los enemigos de la clase obrera para su actividad de sabotaje y de diversin, de espionaje y de terrorismo. Hemos establecido despus las principales medidas que hay que tomar para eliminar estos defectos y cortar el paso a los actos de diversin y sabotaje, de espionaje y terrorismo de los agentes trotsko-fascistas de los servicios de espionaje extranjeros. Surge la pregunta: podemos nosotros aplicar todas estas medidas?, tenemos todas las posibilidades necesarias para ello? Indiscutiblemente que podemos. Y podemos porque disponemos de todos los medios necesarios para llevarlos a efecto. Qu es pues lo que nos falta? Nos falta slo una cosa: estar prestos a liquidar nuestra despreocupacin, nuestra benignidad, nuestra propia miopa poltica. He aqu donde reside la dificultad. Pero es posible que no sepamos desembarazarnos de esta enfermedad ridcula e idiota, nosotros que hemos subvertido el capitalismo, que hemos construido el socialismo en lo esencial, y hemos levantado la gran bandera del comunismo mundial? No tenemos por qu dudar de que, con toda seguridad, vamos a desembarazarnos, si desde luego, no nos falta la voluntad de hacerlo. Nos desembarazaremos no para salir del paso, sino como bolcheviques, como es debido.

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258 Y, cuando nos hayamos desembarazado de esta enfermedad idiota, podremos decir con toda seguridad que no tenemos por qu temer a enemigo alguno, ni a los enemigos del interior, ni a los enemigos del exterior, que sus manejos no nos infunden miedo, ya que los vamos a desbaratar tambin en el futuro como los estamos desbaratando hoy y como los hemos desbaratado en el pasado. Discurso de clausura Camaradas: He expuesto en mi informe los principales puntos del problema que estamos examinando. Los debates han mostrado que, ahora, la cuestin est completamente clara, que hemos emprendido nuestras tareas y estamos dispuestos a liquidar los defectos de nuestro trabajo. Pero los debates han mostrado asimismo que hay algunas cuestiones concretas de nuestro trabajo prctico, poltico y organizativo que an no comprendemos con toda claridad. He enumerado siete de estas cuestiones. Permtanme decir algunas palabras acerca de ellas. 1. Creo que ahora todos han comprendido, tienen conciencia de que la pasin excesiva por las campaas econmicas y los xitos econmicos, mientras sean subestimadas y olvidadas las cuestiones polticas del Partido, conduce a un callejn sin salida. As pues, es necesario orientar la atencin de los militantes hacia las cuestiones del Partido, de modo que los xitos econmicos estn combinados y marchen a la par con los xitos del trabajo poltico del Partido. Cmo realizar en la prctica, la tarea de reforzar el trabajo poltico del Partido, la tarea de liberar a las organizaciones del Partido de las minucias del trabajo econmico? Los debates han mostrado que algunos camaradas son propensos a sacar una deduccin errnea, que consiste en pensar que ahora, se deber abandonar por completo el trabajo econmico. Al menos, se han odo algunas voces de este tipo: al fin, gracias a dios, vamos a desembarazarnos de los problemas de la economa, ahora vamos a poder ocuparnos del trabajo poltico del Partido. Es justa esta deduccin? No, no es justa. Cuando nuestros camaradas del Partido, llevados por los xitos econmicos, abandonaban la poltica, esto ha sido un exceso que nos ha costado grandes sacrificios. Si, ahora, algunos camaradas, preocupados por reforzar el trabajo poltico del Partido, piensan abandonar el trabajo econmico, esto ser otro exceso que nos va a costar no menos sacrificios. No se puede pasar de un extremo a otro. No se puede separar la poltica de la economa. Nosotros no podemos abandonar la economa, del mismo modo que no podernos abandonar la poltica. Por la comodidad en los estudios, la gente separa de ordinario, desde el punto de vista metodolgico, los

J. V. Stalin problemas de la economa de los de la poltica. Pero esto slo se hace desde el punto de vista metodolgico, artificialmente, por la mera comodidad en los estudios. En la vida, por el contrario, la poltica y la economa son prcticamente inseparables. Existen juntas y actan juntas. Y el que, en nuestro trabajo prctico, piense separar la economa de la poltica, reforzar el trabajo econmico disminuyendo la importancia del trabajo poltico, o, a la inversa, reforzar este ltimo disminuyendo la importancia del primero, se meter sin duda alguna en un callejn sin salida. El sentido del prrafo que se conoce en el proyecto de resolucin referente a la liberacin de las organizaciones del Partido de las pequeas tareas de la economa, y el fortalecimiento del trabajo poltico del Partido, no consiste en abandonar el trabajo econmico y la direccin de la economa, sino simplemente en no tolerar en adelante la prctica de que los organismos econmicos, sobre todo los organismos agrarios, sean reemplazados o privados de su personalidad por parte de nuestras organizaciones del Partido. As pues, es necesario asimilar el mtodo de direccin bolchevique de los organismos de la economa, mtodo que consiste en ayudar sistemticamente a estos organismos, en reforzarlos sistemticamente y en dirigir la economa no ya fuera de estos organismos, sino con su intervencin. Hay que dar a los organismos econmicos y, ante todo, a los organismos agrarios, los mejores hombres; hay que completar estos organismos con militantes nuevos y de calidad, capaces de cumplir las tareas que se les asigna. Slo despus que se haya realizado este trabajo se podr considerar a las organizaciones del Partido plenamente liberadas de las pequeas cuestiones de la economa. Se comprende que este es un trabajo serio y que exige tiempo. Pero en tanto no se haya realizado, las organizaciones del Partido debern continuar, por un plazo determinado de breve duracin, ocupndose de cerca de las cosas de la agricultura, en todos sus detalles: labores sementeras, recolecciones, etc. 2. Dos palabras a propsito de los saboteadores, agentes de diversin, espas, etc. Ahora est claro para todos, pienso yo, que los actuales saboteadores y agentes de diversin, bajo cualquier bandera que se disfracen, trotskista o bujarinista, han dejado de ser desde hace mucho tiempo una corriente poltica en el movimiento obrero; se han transformado en una banda, sin principios y sin ideas, de saboteadores, agentes de diversin, espas, asesinos profesionales. Es comprensible, pues, que estos seores deben ser aplastados y extirpados sin piedad, como enemigos de la clase obrera, como traidores a nuestra Patria. Esto est claro y no necesita de explicaciones complementarias. Pero surge la pregunta: cmo cumplir en la

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Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos prctica la tarea de aplastar y extirpar a los agentes germano-nipones del trotskismo? Significa esto que hay que golpear y extirpar no slo a los verdaderos trotskistas, sino, tambin a los que, en otro tiempo, oscilaban hacia el trotskismo, y que, luego, de esto hace ya tiempo, abandonaron el trotskismo; no slo a los que son realmente los agentes trotskistas del sabotaje, sino tambin a los que por casualidad han pasado por el mismo camino que antao pas ste o aqul trotskista? Por lo menos, voces al respecto, se han dejado or aqu, en esta asamblea plenaria. Se puede considerar justa una interpretacin tal de la resolucin? No, no puede considerarse justa. En esta cuestin, como en todas las dems cuestiones, para juzgar a una persona hay que atenerse al principio individual, diferenciado. No se puede meter a todo el mundo en un mismo plano. Esta manera simplista de juzgar a la gente slo puede perjudicar a la lucha contra los verdaderos saboteadores y espas trotskistas. Entre nuestros camaradas responsables hay un cierto nmero de viejos trotskistas que hace ya tiempo abandonaron el trotskismo que hoy estn luchando contra l, no peor, sino mejor que algunos de nuestros honorables camaradas, los cuales no han tenido la ocasin de oscilar hacia el trotskismo. Sera absurdo ahora desacreditar a estos camaradas. Entre nuestros camaradas hay tambin de aquellos que, ideolgicamente, se han pronunciado siempre contra el trotskismo, sin embargo mantenan relaciones personales con algunos trotskistas, relaciones que no tardaron en romper desde que se dieron cuenta de lo que era en la prctica la fisonoma del trotskismo. El que ellos no rompieran de inmediato, sino con retraso, sus relaciones personales de amistad con algunos trotskistas, es algo realmente lamentable. Sin embargo, sera absurdo meter a estos camaradas en el mismo saco con los trotskistas. 3. Qu significa escoger juiciosamente a los cuadros y repartirles juiciosamente el trabajo? Esto significa escoger a los cuadros, primero atenindose al criterio poltico, es decir, ver si merecen la confianza poltica, y, segundo, segn el criterio prctico, es decir, si convienen para tal o cual trabajo concreto. Esto significa: no transformar el mtodo serio de juzgar en un practicismo estrecho, al que se llega cuando uno se ocupa de las capacidades de los cuadros, pero no muestra inters por su fisonoma poltica. Esto significa: no transformar el criterio poltico de juzgar en un solo y nico criterio, al cual se llega cuando uno se ocupa de la fisonoma poltica de los cuadros, pero no muestra inters por sus capacidades. Se puede decir que esta regla bolchevique es aplicada por nuestros camaradas del Partido? Desgraciadamente, no puede decirse tal cosa. Ya se

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ha hablado de ello aqu, en la asamblea plenaria. Pero no se ha dicho todo. La verdad es que esta experimentada regla se viola constantemente en nuestra prctica, e incluso de la forma ms grosera. La mayora de las veces, los cuadros son escogidos, no segn criterios objetivos, sino partiendo de criterios fortuitos, subjetivos, estrechos y mezquinos. Se escoge en la mayora de los casos a los que se les suele considerar conocidos, amigos, compatriotas, a hombres personalmente devotos; convertidos en maestros en el arte de exaltar a sus jefes, sin tomar en consideracin sus capacidades polticas y prcticas. Se comprende que en vez de un grupo dirigente de cuadros responsables, se obtiene una pequea familia de hombres prximos los unos a los otros, un artel cuyos miembros se esfuerzan en vivir en paz, en no contrariarse los unos a los otros, en lavar sus trapos sucios en familia, en alabarse mutuamente y en enviar, al centro, de vez en cuando, informes vacuos y repugnantes sobre los xitos alcanzados. No es difcil comprender que, en este ambiente de familia, no puede haber cabida ni para la crtica de los defectos del trabajo, ni para la autocrtica de los que dirigen el trabajo. Se comprende que tal ambiente de familia crea las condiciones para la formacin de aduladores, de hombres sin dignidad, que, por esta razn, no tienen nada en comn con el bolchevismo. Tomemos, por ejemplo, a Mirzoyan y a Vanov. El primero es secretario de la organizacin del Partido del territorio de Kazakistan; el segundo, secretario de la organizacin del Partido de la regin de Yaroslavl. Estas personas no son gente cualquiera en nuestras filas. Y bien, de qu forma han escogido ellos a sus colaboradores? El primero llev consigo al Kazakistan, desde al Azerbaidjan y el Ural donde trabajaba anteriormente, treinta a cuarenta de sus hombres, confindoles en el Kazakistan puestos de responsabilidad. El segundo hizo otro tanto, se llev a Yaroslavl, desde la cuenca del Donbass donde haba trabajado, ms de una decena tambin de sus hombres y asimismo les confi puestos importantes. De esta forma, Mirzoyan posee su propio artel. Vainov a su vez tiene tambin el suyo. Realmente no haba posibilidad de escoger colaboradores entre los hombres del pas, atenindose a la regla bolchevique, que todos conocemos, sobre la seleccin y la reparticin de los hombres? Evidentemente, que la haba. Entonces, por qu no lo han hecho? No lo han hecho porque la regla bolchevique de la seleccin de los cuadros excluye la posibilidad de aplicar criterios estrechos y mezquinos, excluye la posibilidad de escoger a los cuadros entre las relaciones de familia, de artel. Adems, escogiendo como colaboradores a hombres que les son personalmente devotos, estos camaradas queran, visiblemente, crearse una atmsfera de independencia tanto con respecto a la gente, como

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260 con respecto al Comit Central del Partido. Admitamos que Mirzoyan y Vainov, sean por una u otra circunstancia, trasladados del lugar actual de trabajo. Qu deben hacer en este caso de sus apndices? Van a llevarlos consigo una vez ms al nuevo lugar de trabajo? He aqu a que absurdidad conduce la violacin de la regla bolchevique sobre la seleccin y la reparticin juiciosa de los cuadros. 4. Qu significa: controlar a los cuadros, controlar la ejecucin de las tareas? Controlar a los cuadros, significa controlarlos no segn sus promesas y declaraciones, sino segn los resultados de su trabajo. Controlar la ejecucin de las tareas, significa controlarlas no solamente en las oficinas, no solamente en base a los informes oficiales, sino ante todo, en los lugares de trabajo, en base a los resultados efectivos de la ejecucin. Tal control es necesario en general? Indiscutiblemente. Es necesario, primero, porque solo un control as permite conocer mejor al cuadro, determinar sus cualidades reales. Es necesario adems, porque solo un control semejante permite determinar las cualidades y los defectos del aparato de la ejecucin. Es necesario, por ltimo, porque solo este control permite determinar las cualidades y los defectos de las mismas tareas. Algunos camaradas piensan que no se puede controlar a la gente ms que desde arriba, cuando los dirigentes controlan a los dirigidos en base a los resultados de su trabajo. Esta consideracin es errnea. El control desde arriba es evidentemente necesario como una de las medidas efectivas que permiten controlar a los hombres y constatar la ejecucin de las tareas. Pero el control desde arriba est lejos de agotar toda la labor de control. Existe otra forma de control, el control desde abajo, cuando las masas, cuando los dirigidos controlan a los dirigentes, sealan sus faltas e indican el medio de corregirlas. Esta forma de control es uno de los medios ms eficaces para poder constatar la labor de las personas. La masa de los miembros del Partido controla a sus dirigentes en las reuniones del activo, en las conferencias, en los congresos al escuchar los informes de su actividad, criticando sus defectos, finalmente eligiendo o no eligiendo a estos o aquellos camaradas dirigentes a los organismos de direccin. La aplicacin estricta del centralismo democrtico, tal como lo exigen los estatutos de nuestro Partido; la constitucin de los organismos del Partido totalmente a travs del sistema de eleccin; el derecho de presentar y de recusar las candidaturas; la votacin secreta, la libertad de crtica y de auto crtica, todas estas medidas y otras anlogas, se deben poner en prctica para poder, entre otras cosas, facilitar a la masa de los miembros del Partido el control de los

J. V. Stalin dirigentes y su labor realizada. Las masas sin-partido controlan a sus dirigentes de las organizaciones econmicas, sindicales y a otros dirigentes, en las reuniones de los activos sinpartido, en las conferencias de masas de todo tipo, donde escuchan los informes de la actividad de sus dirigentes, critican sus defectos e indican los medios para corregirlos. Por ltimo, el pueblo controla a los dirigentes del pas durante las elecciones a los organismos del poder de la Unin Sovitica, con sufragio universal, igual, directo y secreto. La tarea consiste en unir el control desde arriba al control desde abajo. 5. Qu significa instruir a los cuadros a travs de la experiencia de sus propios errores? Lenin nos enseaba que poner al descubierto concienzudamente los errores del Partido, estudiar las causas que han engendrado estos errores, y fijar las medidas necesarias para corregir estos errores, es uno de los medios ms seguros para instruir y educar correctamente a los cuadros del Partido, para instruir y educar correctamente a la clase obrera y a las masas trabajadoras. Lenin dice: La actitud de un partido poltico ante sus errores es uno de los criterios ms importantes y seguros para juzgar de la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes hacia su clase y hacia las masas trabajadoras. Reconocer abiertamente los errores, poner al descubierto sus causas, analizar la situacin que los ha engendrado y discutir con atencin los medios de corregirlos; eso es lo que caracteriza a un partido serio; en eso consiste el cumplimiento de sus deberes; eso es educar e instruir a la clase, y despus a las masas. Esto significa que el deber de los bolcheviques no es ocultar sus errores, eludir la discusin de sus errores, como a menudo ocurre entre nosotros, sino reconocer honesta y abiertamente sus errores, definir honesta y abiertamente las medidas necesarias para corregir estos errores y corregirlos honesta y abiertamente. Yo no dira que muchos de nuestros camaradas se presten a esto de buen grado. Mas, si los bolcheviques, quieren ser realmente tales, deben armarse de valor para reconocer abiertamente sus errores, descubrir su origen, indicar el medio de corregirlos, y ayudar as al Partido a dar a los cuadros una verdadera instruccin y una verdadera educacin poltica. Porque slo de esta forma, slo habiendo existido previamente una autocrtica franca y honesta, podrn formarse cuadros verdaderamente bolcheviques, verdaderos dirigentes bolcheviques. Dos ejemplos que muestran la justeza de la tesis de Lenin. Vamos el primero, nuestros errores en la edificacin de los koljs. Ustedes recuerdan sin duda

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Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos el ao 1930, cuando nuestros camaradas del Partido pensaban resolver, en unos tres o cuatro meses, este problema tan complejo -hacer pasar al campesinado a la va de la edificacin de los koljs- y cuando el Comit Central del Partido se vi obligado a hacer volver en s a los camaradas demasiado fogosos298. Este fue uno de los perodos ms peligrosos en la vida de nuestro Partido. El error consista en que nuestros camaradas del Partido haban olvidado el principio de la libre adhesin en la edificacin de los koljs, haban olvidado que a los campesinos no se les poda hacer pasar por decreto hacia este terreno; haban olvidado que la edificacin de los koljs necesitaba no ya algunos meses, sino varios aos de un trabajo minucioso y bien reflexionado. Haban olvidado todo esto y no queran reconocer sus errores. Ustedes recuerdan, sin duda, que la indicacin del Comit Central respecto al vrtigo del xito, que sealaba que nuestros camaradas de la base no deban ir demasiado rpido ni desconocer la situacin real, levant serias protestas. Pero esto no impidi que el Comit Central marchara contra la corriente y orientara a nuestros camaradas del Partido en la va justa. Y bien? Ahora est claro para todos que el Partido ha obtenido lo que quera, orientando a nuestros camaradas en la va justa. Hoy nosotros contamos con decenas de miles de excelentes cuadros procedentes de las filas campesinas para la edificacin y la direccin de los koljs. Estos cuadros han crecido y se han formado a travs de la experiencia de los errores de 1930. Pero no tendramos estos cuadros ahora, si, en aquel entonces, el Partido no hubiese comprendido sus errores y no se les hubiese corregido a tiempo. Un otro ejemplo al respecto, esta vez del terreno de la edificacin industrial. Quiero hablar de nuestros errores del perodo del sabotaje de Shajti. Nuestro error estaba en que no advertamos totalmente el peligro que representaba el atraso tcnico de nuestros cuadros de la industria; nos acomodbamos a este atraso y pensbamos poder desplegar una vasta edificacin industrial socialista con la ayuda de especialistas con tendencias hostiles, condenando a nuestros cuadros de la economa a jugar el papel de malos comisarios al lado de los especialistas burgueses. Ustedes recuerdan, sin duda, con que dificultad, nuestros cuadros admitan sus errores en aquel tiempo, la dificultad con que admitan su atraso tcnico y la dificultad con que asimilaban la consigna: dominar la tcnica. Y bien? Los hechos estn mostrando que la consigna dominar la tcnica ha actuado y ha dado buenos resultados. Hoy contamos con decenas y cientos de miles de excelentes cuadros bolcheviques de la economa que
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Vase: el artculo de J. V. Stalin El vrtigo del xito, en torno a algunos errores cometidos por algunas organizaciones en lo referente a la organizacin de los koljos. Obras, t. 12., ed. en ruso.

han dominado la tcnica y hacen avanzar nuestra industria. Pero no tendramos ahora estos cuadros, si el Partido hubiese cedido ante la obstinacin de los cuadros de la economa que se negaban a reconocer su atraso tcnico, si, en aquel entonces, el Partido no hubiese comprendido sus errores y no se les hubiese corregido a tiempo. Algunos camaradas dicen que no estara bien que se hablara abiertamente de nuestros errores, dado que el reconocimiento de nuestros errores puede ser interpretado por el enemigo como un signo de debilidad nuestra, y utilizarlo en su favor. Estas, camaradas, son tonteras y nada ms que tonteras. Al contrario, reconocer abiertamente nuestros errores y corregirlos honestamente, no puede sino fortalecer nuestro Partido, elevar la autoridad de nuestro Partido a los ojos de los obreros, campesinos, trabajadores intelectuales, aumentar la fuerza, la potencia de nuestro Estado. Y esto es lo fundamental. Basta que los obreros, los campesinos, los trabajadores intelectuales estn con nosotros y todo lo dems vendr por aadidura. Otros camaradas dicen que el reconocimiento abierto de nuestros errores, en lugar de conducir a la educacin y fortalecimiento de nuestros cuadros, puede llevar a su debilitamiento y desorganizacin; que debemos cuidar y conservar a nuestros cuadros, que debemos preservar su amor propio y su tranquilidad. Por eso, proponen ocultar los errores de nuestros camaradas, atenuar la crtica y, lo que es peor, pasar por alto estos errores. Tal punto de vista no slo es radicalmente falso, sino peligroso al extremo, peligroso ante todo para los cuadros que se quiere cuidar y conservar. Cuidar y conservar a los cuadros ocultando sus errores, significa con toda seguridad destruir a estos mismos cuadros. Ciertamente habramos destruido a nuestros cuadros bolcheviques koljosianos, si no hubisemos denunciado los errores de 1930 y no hubiramos instruido a los cuadros a travs de la experiencia de estos errores. Ciertamente habramos destruido a nuestros cuadros bolcheviques de la industria, si no hubiramos denunciado los errores de nuestros camaradas en el perodo del sabotaje de Shajti, y si no hubisemos instruido a nuestros cuadros industriales a travs de la experiencia de estos errores. Quien cree que puede preservar el amor propio de nuestros cuadros ocultando sus errores, destruye a los cuadros y al amor propio de estos cuadros; ya que ocultando sus errores, facilita la repeticin de nuevos errores, tal vez ms graves y que, puede creerse, conducirn a un hundimiento completo de los cuadros en perjuicio de su amor propio y su tranquilidad. 6. Lenin nos ha enseado que no solo debemos instruir a las masas, sino instruirnos al lado de las masas. Qu significa esto?

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262 Esto significa en primer lugar que nosotros, los dirigentes, no debemos caer en la presuncin, y debemos comprender que si somos miembros del Comit Central o comisarios del pueblo, esto no quiere decir que ya poseemos todos los conocimientos necesarios para dirigir de una manera justa. El puesto en s no da los conocimientos y la experiencia. Y, con mayor razn, tampoco los da el ttulo. Esto significa, en segundo lugar, que solo nuestra experiencia, la experiencia de los dirigentes, no basta para dirigir de una manera justa; que es necesario, por consiguiente, completar nuestra experiencia, la experiencia de los dirigentes, con la experiencia de las masas, con la experiencia de la masa de los miembros del Partido; con la experiencia de la clase obrera, con la experiencia del pueblo. Esto significa, en tercer lugar: no relajar ni un instante nuestros lazos con las masas y mucho menos todava romper estos lazos. Esto significa, en cuarto lugar: tener el odo atento a la voz de las masas, a la voz de los simples miembros del Partido, a la voz de lo que se suele llamar gente sencilla, a la voz del pueblo. Qu significa dirigir de una manera justa? Esto no quiere decir en absoluto: quedarse en la oficina y expedir directivas. Dirigir de una manera justa, esto quiere decir: Primero, encontrar la justa solucin del problema. Ahora bien, es imposible encontrar la justa solucin sin tener en cuenta la experiencia de las masas que estn comprobando, sobre sus espaldas, los resultados de nuestra direccin; Segundo, organizar la aplicacin de la justa solucin; pero esto tampoco podra hacerse sin una ayuda directa de las masas; Tercero, organizar el control de la ejecucin de esta solucin, cosa igualmente imposible sin la ayuda directa de las masas. Nosotros, los dirigentes, no vemos las cosas, los acontecimientos, las personas, ms que desde una posicin, yo dira que desde arriba; nuestro campo visual es, por consiguiente, ms o menos limitado. Las masas, al contrario, ven las cosas, los acontecimientos, las personas desde otra posicin, digamos que desde abajo. Por consiguiente, su campo visual tambin es, en cierta medida, limitado. Para tener una justa solucin del problema, hace falta unir estas dos experiencias. Es solamente as como la direccin ser justa. He aqu en lo que consiste lo de no slo instruir a las masas, sino instruirnos al lado de las masas. Dos ejemplos que muestran la justeza de esta tesis de Lenin. De esto han pasado ya algunos aos. Nosotros, los miembros del Comit Central, discutamos el problema del mejoramiento de la situacin en la cuenca del Donbass, El proyecto de las medidas

J. V. Stalin presentado por el Comisariato del Pueblo para la Industria Pesada era a todas luces insuficiente. El proyecto le fue devuelto por tres veces al Comisariato del Pueblo para la Industria Pesada. Por tres veces, recibimos a su vez de aqul proyectos diferentes. Y sin embargo, ninguno de ellos poda calificarse de satisfactorio. Finalmente, decidimos hacer venir del Donbass algunos obreros y algunos dirigentes subalternos de la industria y de los sindicatos. Durante tres das hemos conversado con estos camaradas. Y todos nosotros, miembros del Comit Central, tuvimos que reconocer que solo estos militantes corrientes, esta gente sencilla, haban sabido sugerirnos la solucin justa. Ustedes recuerdan, sin duda, la decisin del Comit Central y del Consejo de los Comisarios del Pueblo sobre las medidas a tomar para intensificar la extraccin de la hulla en la cuenca del Donbass. Pues bien, esta decisin del Comit Central y del Consejo de los Comisarios del Pueblo, que todos nuestros camaradas reconocieron como una solucin justa e incluso famosa, nos ha sido sugerida por simples hombres de la base. Un otro ejemplo. Quiero hablar del caso de la camarada Nikolaenko. Quin es Nikolaenko? Nikolaenko es un simple miembro del Partido. Es de la gente sencilla, corriente. Durante un ao, haba sealado la mala situacin de la organizacin del Partido en Kiev; haba denunciado el espritu de familia, la manera estrecha y mezquina de tratar a los cuadros, la extincin de la autocrtica, la autoridad que tenan los saboteadores trotskistas. Se intentaba quitar de en medio a Nikolaenko como si de una mosca inoportuna se tratase. Por ltimo, para librarse de ella, se la haba excluido del Partido. Ni la organizacin de Kev, ni el Comit Central del PC(b) Ucraniano la ayudaron a hallar justicia. Slo la intervencin del Comit Central del Partido permiti desenredar este lo. Y qu result de este asunto? Result que Nkolaenko tena razn, en tanto que la organizacin de Kiev no la tena. Ni ms ni menos. Y quin es esta Nikolaenko? Ella no es evidentemente mi miembro del Comit Central, ni comisario del pueblo; no es ni secretario de la organizacin regional de Kiev, ni tampoco secretario de una clula cualquiera, no es ms que un simple miembro del Partido. Como ustedes ven, las gentes sencillas estn a veces mucho ms cerca de la verdad que algunas instituciones superiores. Se podra citar todava decenas y centenas de estos ejemplos. As pues, se desprende que para dirigir nuestra obra, slo nuestra experiencia, la experiencia de los dirigentes, est lejos de ser suficiente. Para dirigir de una manera justa, es necesario completar la experiencia de los dirigentes con la experiencia de la masa de los miembros del Partido, con la experiencia

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Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos de la clase obrera, con la experiencia de los trabajadores, con la experiencia de lo que se suele llamar gente sencilla. Pero cundo es posible esto? Esto slo es posible cuando los dirigentes estn lo ms estrechamente ligados a las masas; cuando estn ligados a la masa de los miembros del Partido, a la clase obrera, al campesinado, a los trabajadores intelectuales. Los vnculos con las masas, el fortalecimiento de estos vnculos, la voluntad de estar atentos a la voz de las masas, es lo que vigoriza y hace invencible a la direccin bolchevique. Se puede establecer como regla general que mientras los bolcheviques conserven sus lazos con las amplias masas del pueblo, sern invencibles. Y, a la inversa, basta que los bolcheviques separen de las masas y rompan sus vnculos con ellas, basta que se cubran del moho burocrtico, para perder toda su fuerza y transformarse en algo insignificante. La mitologa de los griegos de la Antigedad posea un hroe famoso, Anteo, que era, segn la mitologa, el hijo de Poseidn, dios del mar, y de Gea, diosa de la tierra. El estaba particularmente apegado a su madre que lo haba engendrado, que lo haba alimentado y criado. No haba hroe que Anteo no pudiera vencer. Pasaba por un hroe invencible. En qu resida su fuerza? En que cada vez que, al combatir a un adversario, senta flaquear sus fuerzas, tocaba la tierra, su madre, que lo haba engendrado y lo haba alimentado, y recobraba aqullas al instante. Sin embargo, tena un punto dbil: era el peligro de verse por cualquier motivo separado de la tierra. Sus enemigos conocan esta debilidad y acechaban a Anteo. Y as neg a encontrarse a un enemigo que, aprovechndose de esta debilidad, venci a Anteo. Fue Hrcules. Pero cmo logr vencerlo? Le arranc de la tierra, le levant en el aire e, impidindole tomar contacto con el suelo, lo ahog. Los bolcheviques nos recuerdan, segn mi opinin, al hroe de la mitologa griega, Anteo. Al igual que Anteo, ellos son fuertes porque tienen vnculos con su madre, con las masas que les han dado la vida, les han nutrido y les han formado. Y mientras estn unidos a su madre, al pueblo, tienen todas las posibilidades de permanecer invencibles. All est el secreto del carcter invencible de la direccin bolchevique. 7. En fin, todava queda una cuestin. Quiero hablar de la actitud formalista y secamente burocrtica de algunos de nuestros comunistas de cara a la suerte de tal o cual miembro del Partido, a las exclusiones del Partido, o a la reintegracin de los excluidos en sus derechos de miembros del Partido. La verdad es que algunos de nuestros dirigentes del Partido pecan de falta de atencin por las personas, por los miembros del Partido, por los cuadros. Adems, no tratan de conocer a los miembros del

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Partido, no saben lo que es su vida, ni como progresan; de una manera general puede decirse que ellos no conocen a los cuadros. Es por eso que, en su forma de tratar a los miembros del Partido, a los cuadros del Partido, no tienen en cuenta el factor individual y justamente porque no tienen en cuenta el factor individual al juzgar a los miembros del Partido y a los cuadros del Partido, actan con ellos al azar en todo momento: o bien les elogian en bloque y sin medida, o bien les golpean tambin en bloque y desmesuradamente, les excluyen del Partido por miles y decenas de miles. En general, estos dirigentes se esfuerzan por pensar a lo grande, por decenas de miles, sin preocuparse de las unidades, de los miembros aislados del Partido, de su suerte. Excluir del Partido a miles y a decenas de miles de miembros es, segn ellos, algo sencillo, y se consuelan pensando que nuestro Partido es fuerte, que consta de dos millones de miembros, por lo que unas decenas de miles de excluidos en nada pueden cambiar la situacin del Partido. Pero en el fondo, solo personas profundamente hostiles al Partido pueden tratar de este modo a los miembros del Partido. Esta actitud de seca indiferencia hacia las personas, hacia los miembros y los cuadros del Partido engendra artificialmente el descontento y la irritacin de algunos contingentes del Partido; y los traidores trotskistas se aprovechan hbilmente de estos camaradas irritados, ingenindose para arrastrarlos al lodazal del sabotaje trotskista. Los trotskistas por s mismos jams han representado una gran fuerza en nuestro Partido. Recuerden la ltima discusin que tuvo lugar en nuestro Partido en 1927299. Este fue un verdadero
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Desde el ao 1923 la oposicin que al principio estaba encabezada por Trotski, y a partir de 1926 por Trotski y Zinviev, se haba aprovechado de las dificultades que encontraba el Partido en la edificacin socialista del pas, con el fin de atacar la unidad del Partido y a su direccin, violando constantemente la disciplina del Partido. En 1926 esta oposicin fue ms lejos; cre una organizacin fraccionalista y se dedic a realizar acciones de sabotaje, tratando de imponer al partido una discusin en torno a problemas ya resueltos en el XIV Congreso del Partido (diciembre de 1925). A pesar de que la XV Conferencia del Partido (noviembre de 1926.) y el Pleno del CEIC (diciembre de 1920), condenaron firmemente la lnea de esta oposicin y a pesar de que la oposicin no encontr el mnimo apoyo en las clulas del Partido, prosigui obstinadamente su actividad fraccionalista y anti-partido, pisoteando cada vez ms la unidad del Partido. En 1927 la oposicin present su plataforma anti-leninista llamada de los 83, la cual exiga al Comit Central una nueva y general discusin en el Partido. De todas las plataformas de la oposicin esta fue la ms falsa e hipcrita. El Comit Central rehus abrir inmediatamente la discusin, declarando a los miembros de la oposicin que en base a los Estatutos, slo podra abrirse la discusin dos meses antes de que se celebrase el XV Congreso. As en octubre de 1927, dos meses antes del Congreso, el Comit Central plante la discusin. Las deliberaciones resultaron completamente contrarias al bloque trotskista-zinovievista, el cual no obtuvo ni el 1% de los votos. Despus de sufrir esta derrota durante la discusin en el Partido en 1927, el bloque trotskista-zinovievista pas a luchar de una forma ms virulenta

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264 referndum del Partido. De los 854.000 miembros del Partido votaron entonces 730.000 miembros, de los cuales 724.000 lo hicieron por los bolcheviques, por el Comit Central, y contra los trotskistas. Por los trotskistas votaron 4.000 miembros del Partido, o sea alrededor del 0.5 por ciento, y 2.600 se abstuvieron. 123.000 miembros del Partido no participaron en la votacin, sea porque se hallasen en viaje, sea porque estuviesen de servicio. Si a los 4.000 que votaron por los trotskistas se les aade todos aquellos que se abstuvieron, suponiendo que tambin simpatizaban con los trotskistas, y si se aade a esta cifra, no ya el 0.5 por ciento de los que no participaron en la votacin, como debera hacerse conforme a la regla, sino el 5 por ciento de los que no participaron, o sea alrededor de 6.000 miembros del Partido, sumaran alrededor de 12.000 los miembros que simpatizan de una manera u otra con el trotskismo. He ah toda la fuerza de los seores trotskistas. Aadan todava que muchos de estos miembros quedaron decepcionados con el trotskismo y lo abandonaron, y ustedes tendrn una idea de la insignificancia de las fuerzas trotskistas. Y si, a pesar de todo, los saboteadores trotskistas siguen teniendo algunas reservas en torno al Partido, es debido a que la poltica errnea de algunos de nuestros camaradas en lo que concierne a las exclusiones del Partido y a la reintegracin de los excluidos, la seca indiferencia de algunos de nuestros camaradas por la suerte de tal o cual miembro del Partido y de tal o cual cuadro, multiplican artificialmente el nmero de descontentos y de irritados creando as reservas para los trotskistas. La mayora de las veces se excluye del Partido por lo que se llama pasividad. Qu es la pasividad? Se piensa que, si un miembro del Partido no ha asimilado el programa del Partido, es pasivo y debe ser excluido. Pero esto no es justo, camaradas. No se debe interpretar los estatutos de nuestro Partido de una manera tan pedante. Para asimilar el programa del Partido, hay que ser un verdadero marxista, un marxista experimentado y en posesin de una formacin terica. No s si se encontrarn muchos miembros en nuestro Partido que hayan asimilado nuestro programa, que se hayan convertido en verdaderos marxistas y que posean una formacin terica. De continuarse por este camino, tendramos que dejar en el Partido nada ms que a los intelectuales y, en general, las personas cultas. Quin necesita de tal Partido? Nosotros tenemos, para pertenecer al Partido, una frmula leninista que ha sido verificada y que ha resistido a todas las pruebas.
contra el Partido y el Poder Sovitico. A causa de sus acciones anti-soviticas, los cabecillas del bloque trotskista-zinovievista fueron expulsados del Partido y el 14 de noviembre de 1927, la reunin conjunta del CC expuls a Trotski y a Zinviev del Partido. Esta decisin fue aprobada por el XV Congreso, que tuvo lugar en Mosc del 2 al 19 de diciembre de 1927.

J. V. Stalin Segn esta frmula, es considerado como miembro del Partido el que reconoce el programa del Partido, paga las cotizaciones y trabaja en una de sus organizaciones. Observen bien: la frmula leninista no habla de asimilacin del programa, sino de reconocimiento del programa. Estas son dos cosas absolutamente diferentes. Sera superfluo demostrar aqu que es Lenin quien tiene razn, y no nuestros camaradas del Partido, que hablan intilmente de asimilacin del programa. Y esto es comprensible. Si el Partido arrancara del punto de vista de que, solo los camaradas que han asimilado el programa y se han convertido en marxistas tericamente formados pueden ser miembros del Partido, no creara en su seno miles de crculos del Partido, centenares de escuelas del Partido, donde se ensea el marxismo a los miembros del Partido y donde se les ayuda a asimilar nuestro programa. Est perfectamente claro que si el Partido organiza escuelas y crculos para sus miembros, es porque sabe que los miembros del Partido todava no han tenido el tiempo de asimilar el programa del Partido, todava no han llegado a convertirse en marxistas con una formacin terica. As pues, para reparar nuestra poltica en la cuestin de la pertenencia al Partido y de las exclusiones, hay que acabar con esta manera estpida de interpretar la cuestin de la pasividad. Pero tenemos otro defecto ms en este terreno. El hecho es que nuestros camaradas no admiten un trmino medio entre los dos extremos. Basta que un obrero, miembro del Partido, cometa una falta ligera, que llegue tarde una o dos veces a una reunin del Partido, que no pague por una u otra razn su cotizacin, para que sea de inmediato expulsado del Partido. No se busca establecer el grado de su culpabilidad, el motivo por el que no ha venido a la reunin, la razn por la cual no ha pagado su cotizacin. El burocratismo, en estas cuestiones, es verdaderamente inaudito. No es difcil comprender que, justamente a causa de esta poltica de seca indiferencia, se han echado fuera del Partido a viejos y magnficos obreros, excelentes stajanovistas. No se poda, antes de excluir del Partido, dar una advertencia? No se poda si esto no surta efecto, amonestar o infligir una censura en la cartilla personal, y si esto no tena eficacia, fijar un plazo para que el culpable pudiera corregirse, o en caso extremo, bajarle a la categora de los candidatos, pero no excluirle del Partido a la primera tentativa? Seguramente, que poda hacerse. Pero para ello, hay que mostrarse atentos con las personas, con los miembros del Partido, hacia la suerte de los miembros del Partido. Y esto es precisamente lo que les falta a a1gunos de nuestros camaradas. Ha llegado el momento, camaradas, verdaderamente ha llegado el momento de acabar con esta situacin escandalosa.

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Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos Publicado el 29 de marzo y el 1 de abril de 1937 en los nms. 87 y 90 de Pravda

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SOBRE EL MATERIALISMO DIALECTICO Y EL MATERIALISMO HISTRICO Septiembre de 1938300 El materialismo dialctico es la concepcin del Partido marxista-leninista. Llmase materialismo dialctico porque su modo de abordar los fenmenos de la naturaleza, su mtodo de estudiar estos fenmenos y de concebirlos, es dialctico y su interpretacin de los fenmenos de la naturaleza, su modo de enfocarlos, su teora, materialista. El materialismo histrico es la aplicacin de los principios del materialismo dialctico al estudio de la vida social, la aplicacin de los principios del materialismo dialctico a los fenmenos de la vida de la sociedad, al estudio de sta y de su historia. Caracterizando su mtodo dialctico, Marx y Engels se remiten generalmente a Hegel, como el filsofo que formul los rasgos fundamentales de la dialctica. Pero esto no quiere decir que la dialctica de Marx y Engels sea idntica a la dialctica hegeliana. En realidad, Marx y Engels solo tomaron de la dialctica de Hegel su mdula racional, desechando la escoria idealista hegeliana y desarrollando ulteriormente la dialctica, para darle un carcter cientfico moderno. Mi mtodo dialctico -dice Marx- no slo es en su base distinto del mtodo de Hegel, sino que es directamente su reverso. Para Hegel, el proceso del pensamiento, al que l convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo (creador) de lo real que constituye su simple forma externa. Para m, por el contrario, lo
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ideal no es ms que lo material transpuesto y traducido en la cabeza del hombro. (C. Marx. Palabras finales a la segunda edicin alemana del t. I del Capital). En la caracterizacin de su materialismo, Marx y Engels se remiten generalmente a Feuerbach, como el filsofo que restaur en sus derechos al materialismo. Pero esto no quiere decir que el materialismo de Marx y Engels sea idntico al materialismo de Feuerbach. En realidad, Marx y Engels tomaron del materialismo de Feuerbach su mdula desarrollndola hasta convertirla en la teora cientfico-filosfica del materialismo y desechando su escoria idealista y tico-religiosa. Es sabido que Feuerbach, que era en lo fundamental un materialista, se rebelaba contra la palabra materialismo. Engels declar ms de una vez que, pese al cimiento materialista, Feuerbach no lleg a desprenderse de las viejas ataduras idealistas y que donde el verdadero idealismo de Feuerbach se pone de manifiesto es en su filosofa de la religin y en su tica (F. Engels, Ludwig Feuerbach, ed. alemana, 1939, Mosc, pgs. 24 y 26). La palabra dialctica viene del griego dialego, que quiere decir dilogo o polmica. Los antiguos entendan por dialctica el arte de descubrir la verdad poniendo de manifiesto las contradicciones implcitas en la argumentacin del adversario y superando estas contradicciones. Algunos filsofos de la antigedad entendan que el descubrimiento de las contradicciones en el proceso discursivo y el choque de las opiniones contrapuestas era el mejor medio para encontrar la verdad. Este modo dialctico de pensar que ms tarde se hizo extensivo a los fenmenos naturales, se convirti en el mtodo dialctico de conocimiento de la naturaleza, consistente en considerar los fenmenos naturales en perpetuo movimiento y cambio, y el desarrollo de la naturaleza como el resultado del desarrollo de las contradicciones existentes en sta, como el resultado de la accin reciproca de las fuerzas contradictorias en el seno de la naturaleza. La dialctica es, en su base, todo lo contrario de la metafsica. 1) El mtodo dialctico marxista se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:

J. V. Stalin escribi su obra Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico en 1938 como parte del Breve curso de la historia del PC(b) de la URSS En esta obra encontramos una especificacin completa, armnica y sistemtica de los fundamentos de la filosofa marxista. Considerando al materialismo dialctico como concepcin del Partido marxista-leninista y como base terica del Partido marxista-leninista de nuevo tipo, J. V. Stalin, puso de relieve el inmenso papel de la filosofa cientfica en la lucha de la clase obrera y su Partido para la transformacin del mundo. Figuran en esta obra, de una manera evidente y sencillo, las caractersticas fundamentales del mtodo dialctico marxista del materialismo filosfico marxista y del materialismo histrico. La obra Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico de J. V. Stalin, junto con las dems obras de los clsicos del marxismo-leninismo, presenta una importancia particular para un estudio ms profundo de la filosofa marxistaleninista para millones de personas en el mundo.

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Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico a) Por oposicin a la metafsica, la dialctica no considera a la naturaleza como un conglomerado casual de objetos y fenmenos, desligados y aislados unos de otros y sin ninguna relacin de dependencia entre s, sino como un todo articulado y nico, en el que los objetos y los fenmenos se hallan orgnicamente vinculados unos a otros, dependen unos de otros y se condicionan los unos a los otros. Por eso, el mtodo dialctico entiende que ningn fenmeno de la naturaleza puede ser comprendido, si se le toma aisladamente, sin conexin con los fenmenos que le rodean, pues todo fenmeno tomado de cualquier campo de la naturaleza puede convertirse en un absurdo si se le examina sin conexin con las condiciones que le rodean, desligado de ellas; por el contrario, todo fenmeno puede ser comprendido y explicado si se le examina en su conexin indisoluble con los fenmenos circundantes y condicionado por ellos. b) Por oposicin a la metafsica, la dialctica no considera a la naturaleza como algo quieto e inmvil, estancado e inmutable, sino como algo sujeto a perenne movimiento y a cambio constante, como algo que se renueva y se desarrolla incesantemente y donde siempre hay algo que nace y se desarrolla y algo que muere y caduca. Por eso, el mtodo dialctico exige que los fenmenos se examinen no slo desde el punto de vista de sus relaciones mutuas y de su mutuo condicionamiento, sino tambin desde el punto de vista de su movimiento, de sus cambios y de su desarrollo, desde el punto de vista de su nacimiento y de su muerte. Lo que interesa, sobre todo al mtodo dialctico no es lo que en un momento dado parece estable pero comienza ya, a morir, sino lo que nace y se desarrolla aunque en un momento dado parezca inestable, pues lo nico que hay insuperable, segn l, es lo que se halla en estado de nacimiento y de desarrollo. Toda la naturaleza -dice Engels- desde sus partculas ms minsculas hasta sus cuerpos ms gigantescos, desde el grano de arena hasta el sol, desde el protozoo (organismo vivo unicelular, J. St.) hasta el hombre, se halla en estado perenne de nacimiento y muerte, en flujo constante, en movimiento y cambio incesante (Engels, en Dialctica de la naturaleza. Obras completas de Marx y Engels, ed. alemana del Instituto MarxEngels-Lenin de Mosc, tomo especial, 1935, pg. 491). Por eso, la dialctica -dice Engels- enfoca las cosas y sus imgenes conceptuales, sustancialmente, en sus conexiones mutuas, en su entronque y concatenacin, en su dinmica, en su proceso de gnesis y caducidad. (F. Engels, Anti-Dhring, ed. alemana, Mosc, 1939, pg. 8).

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c) Por oposicin a la metafsica, la dialctica no examina el proceso de desarrollo de los fenmenos como un simple proceso de crecimiento, en que los cambios cuantitativos no se traducen en cambios cualitativos, sino como un proceso en que se pasa de los cambios cuantitativos insignificantes y ocultos a los cambios manifiestos, a los cambios radicales, a los cambios cualitativos; en que stos se producen, no de moda gradual, sino repentina y sbitamente, en forma de saltos de un estado de cosas a otro, y no de un modo casual, sino con arreglo a leyes, como resultado de la acumulacin de una serie de cambios cuantitativos inadvertidos y graduales. Por eso, el mtodo dialctico entiende que el proceso de desarrollo debe concebirse no como movimiento circular, no como una simple repeticin del camino ya recorrido, sino como un movimiento progresivo, como un movimiento en lnea ascensional, como el trnsito del viejo estado cualitativo a un nuevo estado cualitativo, como el desarrollo de lo simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior. La naturaleza -dice Engels- es la piedra de toque de la dialctica y las modernas ciencias naturales nos brindan como prueba de esto un acervo de datos extraordinariamente copiosos y enriquecido cada da que pasa demostrando con ello que la naturaleza se mueve, en ltima instancia, por los cauces dialcticos y no por los carriles metafsicos, que no se mueve en la eterna monotona de un ciclo constantemente repetido, sino que recorre una verdadera historia. Aqu, hay que citar en primer trmino a Darwin, quin con su prueba de que toda la naturaleza orgnica existente, plantas y animales y entre ellos, como es lgico, el hombre, es el producto de un proceso de desarrollo que dura millones de aos, ha asestado a la concepcin metafsica de la naturaleza el ms rudo golpe (F. Engels, lug, ct.). Caracterizando el desarrollo dialctico como el trnsito de los cambios cuantitativos a los cambios cualitativos, dice Engels: En fsica..., todo cambio es una transformacin de cantidad en calidad, una consecuencia del cambio cuantitativo de la masa de movimiento de cualquier forma inherente al cuerpo o que se transmite a ste. As, por ejemplo, el grado de temperatura del agua no influye para nada, al principio, en su estado lquido; pero, al aumentar o disminuir la temperatura del agua lquida, se llega a un punto en que su estado de cohesin se modifica y el agua se convierte en un caso, en vapor, y en otro caso, en hielo... As tambin, para que el hilo de platino de la lmpara elctrica se encienda, hace falta un mnimo de corriente: todo metal tiene su grado trmico de fusin, y todo lquido, dentro de una determinada

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268 presin, su punto fijo de congelacin y de ebullicin, en la medida en que los medios de que disponemos nos permiten producir la temperatura necesaria; y, finalmente, todo gas tiene su punto crtico, en que bajo una presin y un enfriamiento adecuados se licua en forma de gotas... Las llamadas constantes de la fsica (los puntos de transicin de un estado a otro, J. St.) no son, en la mayor parte de las veces, ms que los nombres de los puntos modulares en que la suma o la sustraccin cuantitativas (cambios cuantitativos) de movimiento provocan cambios cualitativos en el estado del cuerpo de que se trata, y en que, por tanto, la cantidad se trueca en calidad (F. Engels, Dialctica de la naturaleza, ed. alemana, Mosc, pgs. 502-503). Y ms adelante, pasando a la qumica, Engels prosigue: Podramos decir que la qumica es la ciencia de los cambios cualitativos de los cuerpos por efecto de los cambios producidos en su composicin cuantitativa. Y esto lo saba ya el mismo Hegel Basta fijarse en el oxgeno: si combinamos, para formar una molcula, tres atamos en vez de dos, que es lo corriente, produciremos ozono, cuerpo que se distingue de un modo muy definido del oxgeno normal, tanto por su olor como por sus efectos. Y no digamos de las diversas proporciones en que el oxgeno se combina con el nitrgeno o con el azufre, y cada una de las cuales produce un cuerpo cualitativamente distinto de todos los dems (Obra cit., pg. 503). Por ltimo, criticando a Dhring que colma de injurias a Hegel sin perjuicio de tomar de l a la chita callando, la conocida tesis de que el trnsito del reino de lo insensible al reino de las sensaciones, del mundo inorgnico al mundo de la vida orgnica, representa un salto a un nuevo estado -Engels dice: Es, en absoluto, la lnea modular hegeliana de las proporciones de medida, en que el simple aumento o la simple disminucin cuantitativa producen al llegar a un determinado punto nodular, un salto cualitativo, como ocurre, por ejemplo, con el agua puesta a calentar o a enfriar, donde el punto de ebullicin y el punto de congelacin son los ndulos en que -bajo una presin normal- se produce el salto a un nuevo estado de cohesin, es decir, en que la cantidad se trueca en calidad (F. Engels, Ant-Dhrng, ed. alemana, pg. 31). d) Por oposicin a la metafsica, la dialctica parte del criterio de que los objetos y los fenmenos de la naturaleza llevan siempre contradicciones internas, pues todos ellos tienen su lado positivo y su lado negativo, su pasado y su futuro, su lado de caducidad

J. V. Stalin y su lado de desarrollo; del criterio de que la lucha entre estos lados contrapuestos, la lucha entre lo viejo y lo nuevo, entre lo que agoniza y lo que nace, entre lo que caduca y lo que se desarrolla, forma el contenido interno del proceso de desarrollo, el contenido interno de la transformacin de los cambios cuantitativos en cambios cualitativos. Por eso, el mtodo dialctico entiende que el proceso de desarrollo de lo inferior a lo superior no discurre a modo de un proceso de desenvolvimiento armnico de los fenmenos, sino poniendo siempre de relieve las contradicciones inherentes a los objetos y a los fenmenos, en un proceso de lucha entre las tendencias contrapuestas que actan sobre la base de aquellas contradicciones. Dialctica, en sentido estricto, es -dice Lenin- el estudio de las contradicciones contenidas en la esencia misma de los objetos (Lenin, Cuadernos filosficos, pg. 263). Y ms adelante: El desarrollo es la lucha de los contrarios (Lenin, t. XIII, pg. 301, ed, rusa). Tales son, brevemente expuestos, los rasgos fundamentales del mtodo dialctico marxista. No es difcil comprender cun enorme es la importancia que la difusin de los principios del mtodo dialctico tienen para el estudio de la vida social y de la historia de la sociedad y qu importancia tan enorme encierra la aplicacin de estos principios a la historia de la sociedad y a la actuacin prctica del Partido del proletariado. Si en el mundo no existen fenmenos aislados, si todos los fenmenos estn vinculados entre s y se condicionan unos a otros es evidente que todo rgimen social y todo movimiento social que aparece en la historia debe ser considerado, no desde el punto de vista de la justicia eterna o de cualquier otra idea preconcebida, que es lo que suelen hacer los historiadores, sino desde el punto de vista de las condiciones que han engendrado este rgimen y este movimiento sociales, y a los cuales se hallan vinculados. Dentro de las condiciones modernas, el rgimen de la esclavitud es un absurdo y una necedad contraria a la lgica. En cambio, dentro de las condiciones de disgregacin del rgimen del comunismo primitivo, el rgimen de esclavitud era fenmeno perfectamente lgico y natural, ya que representaba un progreso en comparacin con el comunismo primitivo. La reivindicacin de la Repblica democrticoburguesa dentro de las condiciones del zarismo y de la sociedad burguesa, por ejemplo en la Rusia de 1905, era una reivindicacin perfectamente lgica,

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Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico acertada y revolucionaria, pues la Repblica burguesa representaba, en aquel tiempo, un progreso. En cambio, dentro de nuestras condiciones actuales en la URSS, la reivindicacin de la Repblica democrtico-burguesa sera absurda y contrarrevolucionaria, ya que, comparada con la Republica Sovitica, la Repblica burguesa significa un paso atrs. Todo depende, pues, de las condiciones, del lugar y del tiempo. Es evidente que, sin abordar desde este punto de vista histrico los fenmenos sociales, no podra existir ni desarrollarse la ciencia de la historia, puesto que este modo de abordar los fenmenos es el nico que impide a la ciencia histrica convertirse en un caos de sucesos fortuitos y en un montn de los ms absurdos errores. Continuemos. Si el mundo se halla en incesante movimiento y desarrollo y si la ley de este desarrollo es la extincin de lo viejo y el fortalecimiento de lo nuevo, es evidente que ya no puede haber ningn rgimen social inconmovible, ni pueden existir los principios eternos de la propiedad privada y la explotacin, ni las ideas eternas de sumisin de los campesinos a los terratenientes y de los obreros a los capitalistas. Esto quiere decir que el rgimen capitalista puede ser sustituido por el rgimen socialista, del mismo modo que, en su da, el rgimen capitalista sustituy al rgimen feudal. Esto quiere decir que hay que orientarse, no hacia aquellas capas de la sociedad que han llegado ya al trmino de su desarrollo, aunque en el momento presente constituyan la fuerza predominante, sino haca aquellas otras que se estn desarrollando, que tienen porvenir, aunque no sean las fuerzas predominantes en el momento actual. En la dcada del 80 del siglo pasado, en la poca de lucha de los marxistas contra los populistas, el proletariado constitua, en Rusia, una minora insignificante, en comparacin con los campesinos individuales que formaban la inmensa mayora de la poblacin. Pero el proletariado se estaba desarrollando como clase, mientras que los campesinos, como clase, se disgregaban. Precisamente por esto, porque el proletariado se estaba desarrollando como clase, los marxistas se orientaron hacia l. Y no se equivocaron, puesto que, como es sabido, el proletariado se convirti, andando el tiempo, de una fuerza de escasa importancia en una fuerza histrica y poltica de primer orden. Esto quiere decir que en poltica, para no equivocarse, hay que mirar hacia adelante y no hacia atrs. Continuemos. Si el trnsito de los lentos cambios cuantitativos a los rpidos y sbitos cambios cualitativos constituye una ley del desarrollo, es evidente que las transformaciones revolucionadas

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llevadas a cabo por las clases oprimidas representan un fenmeno absolutamente natural e inevitable. Esto quiere decir que el paso del capitalismo al socialismo y la liberacin de la clase obrera del yugo capitalista no puede realizarse por medio de cambios lentos, por medio de reformas, sino slo mediante la transformacin cualitativa del rgimen capitalista, es decir, mediante la revolucin. Esto quiere decir que en poltica, para no equivocarse, hay que ser revolucionario y no reformista. Continuemos. Si el proceso de desarrollo es un proceso de revelacin de contradicciones internas, un proceso de choques entre fuerzas contrapuestas sobre la base de estas contradicciones y con el fin de superarlas, es evidente que la lucha de clases del proletariado constituye un fenmeno perfectamente natural e inevitable. Esto quiere decir que lo que hay que hacer no es disimular las contradicciones del rgimen capitalista, sino ponerlas al desnudo y desplegarlas en toda su extensin, no es amortiguar la lucha de clases, sino llevarla a cabo hasta el fin. Esto quiere decir que en poltica para no equivocarse, hay que mantener una poltica proletaria, de clase, intransigente, y no una poltica reformista, de armona de intereses entre el proletariado y la burguesa, una poltica oportunista de integracin del capitalismo en el socialismo. En esto consiste el mtodo dialctico marxista, aplicado a la vida social y a la historia de la sociedad. Por lo que se refiere al materialismo filosfico marxista, es en su base lo opuesto al idealismo filosfico. 2) El materialismo filosfico marxista se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales: a) En oposicin al idealismo, que considera al mundo como la encarnacin de la idea absoluta, del espritu universal, de la conciencia, el materialismo filosfico de Marx parte del criterio de que el mundo es, por su naturaleza, algo material; de que los mltiples y variados fenmenos del mundo constituyen diversas formas y modalidades de la materia en movimiento; de que los vnculos mutuos y las relaciones de interdependencia entre los fenmenos, que el mtodo dialctico pone de relieve, son las leyes determinadas con arreglo a las cuales se desarrolla la materia en movimiento; de que el mundo se desarrolla con arreglo a las leyes que rigen el movimiento de la materia, sin necesidad de ningn espritu universal. La concepcin materialista del mundo -dice Engels- significa sencillamente concebir la naturaleza tal y como es, sin ninguna clase de aditamentos extraos (F. Engels, Ludwig Feuerbach. Apndice, ed. alemana, pg. 60).

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270 Refirindose a la concepcin materialista de un filsofo de la antigedad, Herclito, segn el cual el mundo, que es la unidad de todo lo existente, no ha sido creado por ningn dios ni por ningn hombre sino que ha sido, es y ser eternamente un fuego vivo que se enciende y se apaga con arreglo a las leyes determinadas, dice Lenin: He aqu una excelente definicin de los principios del materialismo dialctico (Lenin, Cuadernos filosficos, pg. 318). b) En oposicin al idealismo, el cual afirma que slo nuestra conciencia tiene una existencia real y que el mundo material, el ser, la naturaleza, slo existe en nuestra conciencia, en nuestras sensaciones, en nuestras percepciones, en nuestros conceptos, el materialismo filosfico marxista parte del criterio de que la materia, la naturaleza, el ser, son una realidad objetiva, existen fuera de nuestra conciencia e independientemente de ella, de que la materia es lo primario, ya que constituye la fuente de la que se derivan las sensaciones, las percepciones y la conciencia, y la conciencia lo secundario, lo derivado, ya que es la imagen refleja de la materia, la imagen refleja del ser; el materialismo filosfico marxista parte del criterio de que el pensamiento es un producto de la materia que ha llegado a un alto grado de perfeccin en su desarrollo, y ms concretamente, un producto del cerebro, y ste el rgano del pensamiento, y de que, por tanto, no cabe, a menos decaer en un craso error, separar el pensamiento de la materia. El problema de la relacin entre el pensar y el ser, entre el espritu y la naturaleza es -dice Engelsel problema supremo de toda la filosofa... Los filsofos se dividan en dos grandes campos, segn la contestacin que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban el carcter primario del espritu frente a la naturaleza... formaban el campo del idealismo. Los otros, los que reputaban la naturaleza como lo primario, figuraban en las diversas escuelas del materialismo (F. Engels, obra citada, pgs. 16-17). Y ms adelante: El mundo material y perceptible por los sentidos, del que formamos parte tambin los hombres, es el nico mundo real... Nuestra conciencia y nuestro pensamiento, por ms suprasensibles que parezcan, son el producto de un rgano material, corporal: el cerebro. La materia no es un producto del espritu, y el espritu mismo no es ms que el producto supremo de la materia (F. Engels, obra citada, pg, 20). Refirindose al problema de la materia y el pensamiento, manifiesta Marx: No es posible separar el pensamiento de la

J. V. Stalin materia pensante. La materia es el sujeto de todos los cambios (Marx-Engels, Obras Completas, t. III, ed. alemana, Mosc, pg. 305). Caracterizando el marxista, dice Lenin: materialismo filosfico

El materialismo en general reconoce la existencia real y objetiva del ser (la materia), independiente de la conciencia, de las sensaciones de la experiencia... La conciencia... no es ms que un reflejo del ser, en el mejor de los casos su reflejo aproximadamente exacto (adecuado, ideal en cuanto a precisin) (Lenin, t. XVIII, pgs. 266-267). Y en otros pasajes: Es materia lo que, actuando sobre nuestros rganos sensoriales, produce las sensaciones; la materia es la realidad objetiva, que las sensaciones nos transmiten... La materia, la naturaleza, el ser, lo fsico, es lo primario; el espritu, la conciencia, las sensaciones, lo psquico, lo secundario (Obra citada, pgs. 119-120). - El cuadro del mundo es el cuadro de cmo se mueve y cmo piensa la materia (Obra citada, pg. 288). - El cerebro es el rgano del pensamiento (Obra citada, pg. 125). c) En oposicin al idealismo, que discute la posibilidad de conocer el mundo y las leyes por que se rige, que no cree en la veracidad de nuestros conocimientos, que no reconoce la verdad objetiva y entiende que el mundo est lleno de cosas en s, que jams podrn, ser conocidas por la ciencia, el materialismo filosfico marxista parte del principio de que el mundo y las leyes por que se rige son perfectamente cognoscibles, de que nuestros conocimientos acerca de las leyes de la naturaleza, comprobados por la experiencia, por la prctica, son conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, de que en el mundo no hay cosas incognoscibles, sino simplemente an no conocidas, pero que la ciencia y la experiencia se encargarn de relevar y de dar a conocer. Criticando la tesis de Kant y de otros idealistas acerca de la incognoscibilidad del mundo y de las cosas en s incognoscibles y defendiendo la consabida tesis del materialismo acerca de la veracidad de nuestros conocimientos, escribe Engels: La refutacin ms contundente de estas manas, como de todas las dems manas filosficas, es la prctica, o sea el experimento y la industria. Si podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de concebir un proceso natural reproducindolo nosotros mismos, crendolo como resultado de sus

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Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico mismas condiciones, y si adems, lo ponemos al servicio de nuestros propios fines, daremos al traste con la cosa en s inasequible de Kant. Las sustancias qumicas producidas en el mundo animal y vegetal siguieron siendo cosas en s hasta que la qumica orgnica comenz a producirlas unas tras otras; con ello, la cosa en s se convirti en una cosa para nosotros, como, por ejemplo, la materia colorante de la rubia, la alizarina, que hoy ya no se extrae de la raz de aquella planta, sino que se obtiene de alquitrn de hulla, procedimiento mucho ms barato y ms sencillo. El sistema solar de Coprnico fue durante trescientos aos una hiptesis, por la que se poda apostar cien, mil, diez mil contra uno, pero, a pesar de todo, una hiptesis, hasta que Leverier con los datos tomados de este sistema no slo demostr que deba necesariamente existir un planeta desconocido hasta entonces, sino que, adems, determin mediante clculos, el lugar en que este planeta tena que encontrarse en el firmamento, y cuando despus Galle descubri efectivamente este planeta, el sistema de Coprnico qued demostrado (F. Engels, Ludwig Feuerbach, ed. alem., Mosc, pg. 18). Acusando a Bogdnov, Basrov, Yushkvich y otros partidarios de Mach301 de fidesmo (teora reaccionaria que prefiere la fe a la ciencia) y defendiendo la consabida tesis del materialismo de que nuestros conocimientos cientficos acerca de las leyes por las que se rige la naturaleza son conocimientos veraces y de que las leyes de la ciencia constituyen verdades objetivas, dice Lenin: El fidesmo moderno no rechaza, ni mucho menos, la ciencia; lo nico que rechaza son las pretensiones desmesuradas de la ciencia, y concretamente, sus pretensiones de verdad objetiva. Si existe una verdad objetiva (como entienden los materialistas) y si las ciencias naturales, reflejando el mundo exterior en la experiencia del hombre, son las nicas que pueden darnos esa verdad objetiva, todo fidesmo queda refutado incontrovertiblemente (Lenin, t. XIII, pg. 102, ed. rusa).

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301

Mach Ernest (1838-1916) - fsico y filsofo idealista austraco, Mach consideraba las cosas como conjuntos sensitivos, negando la existencia de un mundo externo, independiente de la conciencia humana. Tergiversaba los ltimos datos de las ciencias naturales para asegurar la victoria del fideismo sobre el materialismo. En su libro El materialismo y el empirtocrticismo Lenin puso al desnudo la tendencia de clase, en la que se basaba la filosofa de Mach cuyo objetivo era el servir a los fideistas en su lucha contra la filosofa del materialismo en general y contra el materialismo histrico en particular. Algunos marxistas de Europa Occidental como F. Adler, O. Bauer, y en Rusia una parte de los intelectuales del Partido que se presentaban como marxistas, pero que nunca haban adoptado una posicin firmemente marxista (Bogdnov, Bazrov, Jushkevich etc.) apoyaron la filosofa de Mach.

Tales son, brevemente expuestos, los rasgos caractersticos del materialismo filosfico marxista. . Fcil es comprender la importancia tan enorme que tiene la aplicacin de los principios del materialismo filosfico al estudio de la vida social, al estudio de la historia de la sociedad, la importancia tan enorme que tiene el aplicar estos principios a la historia de la sociedad y a la actuacin prctica del Partido del proletariado. Si la conexin entre los fenmenos de la naturaleza y su interdependencia representan las leyes por las que se rige el desarrollo de la naturaleza, de esto se deduce que la conexin e interdependencia de los fenmenos de la vida social representan tambin no algo fortuito, sino las leyes por las que se rige el desarrollo de la sociedad. Esto quiere decir que la vida social y la historia de la sociedad ya no son un conglomerado de hechos fortuitos, pues la historia de la sociedad se convierte en el desarrollo de la sociedad con arreglo a sus leyes determinadas y el estudio de la historia de la sociedad adquiere categora de ciencia. Esto quiere decir que la actuacin prctica del Partido del proletariado debe basarse, no en los buenos deseos de las ilustres personalidades, no en los postulados de la razn, de la moral universal etc., sino en las leyes determinadas del desarrollo de la sociedad y en el estudio de stas. Prosigamos. Si el mundo es cognoscible y nuestros conocimientos acerca de las leyes que rigen el desarrollo de la naturaleza son conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, esto quiere decir que tambin la vida social, el desarrollo de la sociedad, son susceptibles de ser conocidos; y que los datos que nos brinda la ciencia sobre las leyes del desarrollo de la sociedad son datos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas. Esto quiere decir que la ciencia que estudia la historia de la sociedad puede adquirir, pese a toda la complejidad de los fenmenos de la vida social, la misma precisin que la biologa, por ejemplo, ofrecindonos la posibilidad de dar una aplicacin prctica a las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad. Esto quiere decir que, en su actuacin prctica, el Partido del proletariado debe guiarse, no por estos o los otros motivos fortuitos, sino por las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad y por las conclusiones prcticas que de ellas se derivan. Esto quiere decir que el socialismo deja de ser un sueo acerca de un futuro mejor de la humanidad para convertirse en una ciencia. Esto quiere decir que el enlace entre la ciencia y la actuacin prctica, entre la teora y la prctica, su unidad, debe ser la estrella polar que gue al Partido del proletariado. Prosigamos. Si la naturaleza, el ser, el mundo material son lo primario, y la conciencia, el

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272 pensamiento, lo secundario, lo derivado, si el mundo material constituye la realidad objetiva, que existe independientemente de la conciencia del hombre, y la conciencia es la imagen refleja de esta realidad objetiva, de aqu se deduce que la vida material de la sociedad, el ser social, es tambin lo primario y su vida espiritual, lo secundario, lo derivado; que la vida material de la sociedad es la realidad objetiva, que existe independientemente de la voluntad de los hombres, y la vida espiritual de la sociedad el reflejo de esta realidad objetiva, el reflejo del ser. Esto quiere decir que la fuente donde se forma la vida espiritual de la sociedad, la fuente de la que emanan las ideas sociales, las teoras sociales, las concepciones y las instituciones polticas hay que buscarlas, no en estas mismas ideas, teoras, concepciones e instituciones polticas, sino en las condiciones de la vida material de la sociedad, en el ser social, del cual son reflejo estas ideas, teoras, concepciones, etc. Esto quiere decir que, si en los diversos perodos de la historia de la sociedad nos encontramos con diversas ideas, teoras, concepciones sociales e instituciones polticas; si bajo el rgimen de la esclavitud observamos unas ideas, teoras y concepciones sociales, unas instituciones polticas, bajo el feudalismo otras y otras distintas bajo el capitalismo, la explicacin de esto no reside en la naturaleza, en la propiedad de las ideas, teoras, concepciones e instituciones polticas mismas, sino en las distintas condiciones de la vida material de la sociedad dentro de los diversos perodos del desarrollo social. Segn sean las condiciones de existencia de la sociedad, las condiciones en que se desenvuelve su vida material, as son sus ideas, sus teoras, sus concepciones e instituciones polticas. En relacin con esto, dice Marx: No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es el que determina su conciencia. (Carlos Marx, Obras escogidas, t. I, pg. 359, ed. alemana, Mosc, 1934). Esto quiere decir que, en poltica, para no equivocarse y no convertirse en una coleccin de vacuos soadores, el Partido del proletariado debe tomar, como punto de partida para su actuacin, no los principios abstractos de la razn humana, sino las condiciones concretas de la vida material de la sociedad, que constituyen la fuerza decisiva del desarrollo social, no los buenos deseos de los grandes hombres, sino las exigencias reales impuestas por el desarrollo de la vida material de la sociedad. El fracaso de los utopistas, incluyendo entre ellos, los populistas, los anarquistas y los socialrevolucionarios, se explica, entre otras razones,

J. V. Stalin porque no reconocan la importancia primordial de las condiciones de vida material de la sociedad en cuanto al desarrollo de sta, y, cayendo en el idealismo, erigan su actuacin prctica, no sobre las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad, sino, independientemente de ellas y en contra de ellas, sobre planes ideales y proyectos universales, desligados de la vida real de la sociedad. La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo estriban precisamente en que toma como base para su actuacin prctica las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad, sin desligarse jams de la vida real de sta. Sin embargo, de las palabras de Marx no se desprende que las ideas y las teoras sociales, las concepciones y las instituciones polticas no tengan importancia alguna en la vida de la sociedad, que no ejerzan de rechazo una influencia sobre el ser social, sobre el desarrollo de las condiciones materiales de la vida de la sociedad. Hasta ahora, nos hemos venido refiriendo nicamente al origen de las ideas y teoras sociales y de las concepciones e instituciones polticas, a su nacimiento, al hecho de que la vida espiritual de la sociedad es el reflejo de las condiciones de su vida material. En lo tocante a la importancia de las ideas y teoras sociales y de las concepciones e instituciones polticas, en lo tocante al papel que desempean en la historia, el materialismo histrico no slo no niega, sino que, por el contrario, subraya la importancia de papel y la significacin que les corresponde en la vida y en la historia de la sociedad. Pero hay diferentes ideas y teoras sociales. Hay ideas y teoras viejas, que han cumplido ya su misin y que sirven a los intereses de fuerzas sociales caducas. Su papel consiste en frenar el desarrollo de la sociedad, su marcha progresiva y hay ideas y teoras nuevas, avanzadas, que sirven a los intereses de las fuerzas de vanguardia de la sociedad. El papel de stas consiste en facilitar el desarrollo de la sociedad, su marcha progresiva, siendo su importancia tanto ms grande cuanto mayor es la exactitud con que responden a las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad. Las nuevas ideas y teoras sociales slo surgen despus que el desarrollo de la vida material de la sociedad plantea a sta nuevas tareas. Pero despus de surgir, se convierten en una fuerza de la mayor importancia, que facilita la ejecucin de estas nuevas tareas planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, que facilita los progresos de sta. Es aqu, precisamente, donde se acusa la formidable importancia organizadora, movilizadora y transformadora de las nuevas ideas, de las nuevas teoras y de las nuevas concepciones polticas, de las nuevas instituciones polticas. Las nuevas ideas y teoras sociales surgen

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Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico precisamente porque son necesarias para la sociedad, porque sin su labor organizadora, movilizadora y transformadora es imposible llevar a cabo las tareas ya maduras que plantea el desarrollo de la vida material de la sociedad y que estn ya en sazn de ser cumplidas. Y como surgen sobre la base de las nuevas tareas planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, las nuevas ideas y teoras sociales se abren paso, se convierten en patrimonio de las masas populares, movilizan y organizan a stas contra las fuerzas sociales caducas, facilitando as el derrocamiento de estas fuerzas sociales caducas que frenan el desarrollo de la vida material de la sociedad. He aqu cmo las ideas y las teoras sociales, las instituciones polticas, que brotan sobre la base de las tareas ya maduras para su solucin planteadas por el desarrollo de la vida material de la sociedad, por el desarrollo del ser social, actan luego, a su vez, sobre este ser social, sobre la vida material de la sociedad, creando las condiciones necesarias para llevar a trmino la ejecucin de las tareas ya maduras de la vida material de la sociedad y hacer posible su desarrollo ulterior. En relacin con esto, dice Marx: La teora se convierte en una fuerza material tan pronto como prende en las masas (Carlos Marx y Federico Engels, Obras completas, t. 1, pg. 614, ed. alem.). Esto quiere decir que para poder influir sobre las condiciones de la vida material de la sociedad y acelerar su desarrollo, acelerar su mejoramiento, el Partido del proletariado tiene que apoyarse en una teora social, en una idea social que refleje certeramente las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad y que, gracias a ello, sea capaz de poner en movimiento a las grandes masas del pueblo, de movilizarlas y organizar con ellas el gran ejrcito del Partido proletario, presto a aplastar las fuerzas reaccionarias y allanar el camino a las fuerzas avanzadas de la sociedad. El fracaso de los economistas y de los mencheviques se explica, entre otras razones, por el hecho de que no reconocan la importancia movilizadora, organizadora y transformadora de la teora de vanguardia, de la idea de vanguardia, y cayendo en un materialismo vulgar, reducan su papel casi a la nada, y consiguientemente condenaban al Partido a la pasividad, a vivir vegetando. La fuerza y la vitalidad del marxismo-leninismo estriban en que ste se apoya en una teora de vanguardia, que refleja certeramente las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad, en que eleva la teora a la altura que le corresponde y considera su deber utilizar ntegramente su fuerza de

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movilizacin, de organizacin y de transformacin. As es como resuelve el materialismo histrico el problema de las relaciones entre el ser social y la conciencia social, entre las condiciones de desarrollo de la vida material y el desarrollo de la vida espiritual de la sociedad. 3) El materialismo histrico. Resta slo por contestar a esta pregunta: Qu se entiende, desde el punto de vista del materialismo histrico, por condiciones de vida material de la sociedad, que son las que determinan, en ltima instancia, la fisonoma de la sociedad, sus ideas, sus concepciones, instituciones polticas, etc.? Cules son, en realidad, esas condiciones de vida material de la sociedad, cules son sus rasgos caractersticos? Es indudable que en este concepto de condiciones de vida material de la sociedad entra, ante todo, la naturaleza que, rodea a la sociedad, el medio geogrfico, que es una de las condiciones necesarias y constantes de la vida material de la sociedad y que, naturalmente, influye en el desarrollo de sta. Cul es el papel del medio geogrfico en el desarrollo de la sociedad? No ser, acaso, el medio geogrfico el factor fundamental que determina la fisonoma de la sociedad, el carcter del rgimen social de los hombres, la transicin de un rgimen a otro? El materialismo histrico contesta negativamente a esta pregunta. El medio geogrfico es, indiscutiblemente, una de las condiciones constantes y necesarias del desarrollo de la sociedad e influye, naturalmente, en l, acelerndolo o amortigundolo. Pero esta influencia no es determinante, ya que los cambios y el desarrollo de la sociedad se producen con una rapidez incomparablemente mayor que los que afectan al medio geogrfico. En el transcurso de tres mil aos, Europa vi transmontar uno tras otro tres regmenes sociales: el del comunismo primitivo, el de la esclavitud y el rgimen feudal, y en la parte oriental de Europa, en la URSS, tambin trasmontaron cuatro. Pues bien, durante este tiempo las condiciones geogrficas de Europa o no sufrieron cambio alguno, o, si sufrieron alguno, fue tan leve que la Geografa no cree que merece la pena registrarlo. Ya se comprende que sea as. Para que el medio geogrfico experimente cambios de cierta importancia, hacen falta millones de aos, mientras que en unos pocos cientos o un par de miles de aos pueden producirse incluso cambios de la mayor importancia en el rgimen social. De aqu se desprende que el medio geogrfico no puede ser la causa fundamental, la causa determinante del desarrollo social, pues lo que permanece casi invariable a travs de decenas de miles de aos no puede ser la causa fundamental a que obedezca el desarrollo de lo que en el espacio de unos cuantos cientos de aos experimenta cambios

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274 radicales. Asimismo, es indudable que el crecimiento de la poblacin, la mayor o menor densidad de poblacin es un factor que forma tambin parte del concepto de las condiciones materiales de vida de la sociedad, ya que entre estas condiciones materiales se cuenta como elemento necesario el hombre, y es imposible la vida material de la sociedad sin un determinado mnimo de seres humanos. No ser, acaso, el desarrollo de la poblacin el factor cardinal que determina el carcter del rgimen social en que viven los hombres? El materialismo histrico contesta negativamente tambin a esta pregunta. Es indudable que el crecimiento de la poblacin influye en el desarrollo de la sociedad, facilitando o entorpeciendo este desarrollo, pero no puede ser el factor cardinal a que obedece, ni su influencia sobre el desarrollo de la sociedad puede tener un carcter determinante, ya que el crecimiento de la poblacin de por s no nos ofrece la clave para explicar por qu un rgimen social dado es sustituido precisamente por un determinado rgimen nuevo y no por otro, por qu el rgimen del comunismo primitivo fue sustituido precisamente por el rgimen de la esclavitud, el rgimen esclavista por el rgimen feudal y ste por el burgus, y no por otros cualesquiera. Si el crecimiento de la poblacin fuese el factor determinante del desarrollo social, a una mayor densidad de poblacin tendra que corresponder forzosamente, en la prctica, un tipo proporcionalmente ms elevado de rgimen social. Pero, en realidad, no ocurre as. La densidad de la poblacin de China es cuatro veces mayor que la de los Estados Unidos, a pesar de lo cual los Estados Unidos ocupan un lugar ms elevado que China en lo que al desarrollo social se refiere, pues mientras que en China sigue imperando el rgimen semifeudal, los Estados Unidos hace ya mucho tiempo que han llegado a la fase culminante del desarrollo del capitalismo. La densidad de poblacin de Blgica es 19 veces mayor que la de los Estados Unidos y 26 veces mayor que la de la URSS, y sin embargo, Norteamrica sobrepasa a Blgica en lo tocante a su desarrollo social, y la URSS le lleva de ventaja toda una poca histrica, pues mientras que en Blgica impera el rgimen capitalista, la URSS ha liquidado ya el capitalismo e instaurado el rgimen socialista. De aqu se desprende que el crecimiento de la poblacin no es ni puede ser el factor cardinal en el desarrollo de la sociedad, el factor determinante del carcter del rgimen social, de la fisonoma de la sociedad. a) Cul es, pues, dentro del sistema de las condiciones de vida material de la sociedad, el factor cardinal que determina la fisonoma de aqulla, el carcter del rgimen social, el paso de la sociedad de

J. V. Stalin un rgimen a otro? Este factor es, segn el materialismo histrico, el modo de obtencin de los medios de vida necesarios para la existencia del hombre, el modo de produccin de los bienes materiales: del alimento, del vestido, del calzado, de la vivienda, del combustible, de los instrumentos de produccin, etc., necesarios para que la sociedad pueda vivir y desarrollarse. Para vivir, el hombre necesita alimentos, vestido, calzado, vivienda, combustible, etc.; para tener estos bienes materiales, ha de producirlos, y para poder producirlos necesita disponer de instrumentos de produccin, con ayuda de los cuales se consigue el alimento, se fabrica el vestido, el calzado, se construye la vivienda, se obtiene el combustible, etc.; necesita saber producir estos instrumentos y servirse de ellos. Instrumentos de produccin con ayuda de los cuales se producen los bienes materiales, y hombres que los manejan y efectan la produccin de los bienes materiales, por tener una cierta experiencia productiva y hbitos de trabajo: tales son los elementos que, en conjunto, forman las fuerzas productivas de la sociedad. Pero las fuerzas productivas no son ms que uno de los aspectos de la produccin, uno de los aspectos del modo de produccin, el aspecto que refleja la relacin entre el hombre y los objetos y fuerzas de la naturaleza empleados para la produccin de los bienes materiales. El otro aspecto de la produccin, el otro aspecto del modo de produccin, lo constituyen las relaciones de unos hombres con otros dentro del proceso de la produccin, las relaciones de produccin entre los hombres. Los hombres no luchan con la naturaleza y no la utilizan para la produccin de bienes materiales aisladamente, desligados unos de otros, sino juntos, en grupos, en sociedades. Por eso, la produccin es siempre y bajo condiciones cualesquiera una produccin social. Al efectuar la produccin de los bienes materiales, los hombres establecen entre s, dentro de la produccin, tales o cuales relaciones mutuas, tales o cuales relaciones de produccin. Estas relaciones pueden ser relaciones de colaboracin y ayuda mutua entre hombres libres de toda explotacin, pueden ser relaciones de dominio y subordinacin o pueden ser, por ltimo, relaciones de transicin entre una forma de relaciones de produccin y otra, pero, cualquiera que sea su carcter, las relaciones de produccin constituyen siempre y en todos los regmenes un elemento tan necesario de la produccin como las mismas fuerzas productivas de la sociedad. En la produccin -dice Marx- los hombres no actan solamente sobre la naturaleza, sino que actan tambin los unos sobre los otros. No pueden producir sin asociarse de un cierto modo, para actuar en comn y establecer un intercambio de actividades.

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Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico Para producir, los hombres contraen determinados vnculos y relaciones, y a travs de estos vnculos y relaciones sociales, y slo a travs de ellos, es como se relacionan con la naturaleza y como se efecta la produccin (C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, t. I, pg. 261, ed. alemana). Consiguientemente, la produccin, el modo de produccin, no abarca solamente las fuerzas productivas de la sociedad, sino tambin las relaciones de produccin entre los hombres, siendo, por tanto, la forma en que toma cuerpo la unidad de ambas dentro del proceso de la produccin de bienes materiales. b) La primera caracterstica de la produccin es que jams se estanca en un punto durante un largo perodo, sino que cambia y se desarrolla constantemente, con la particularidad de que estos cambios ocurridos en el modo de produccin provocan inevitablemente el cambio de todo el rgimen social, de las ideas sociales, de las concepciones e instituciones polticas, provocan la reorganizacin de todo el sistema social y poltico. En las diversas fases de desarrollo, el hombre emplea diversos modos de produccin o, para decirlo en trminos ms vulgares, mantiene distinto gnero de vida. Bajo el rgimen del comunismo primitivo, el modo de produccin empleado es distinto que bajo la esclavitud, bajo el rgimen de la esclavitud es distinto que bajo el feudalismo, etc. Y, en consonancia con esto, varan tambin el rgimen social de los hombres, su vida espiritual, sus concepciones, sus instituciones polticas. Segn sea el modo de produccin existente en una sociedad, as es tambin, fundamentalmente, esta misma sociedad y as son sus ideas y sus teoras, sus concepciones e instituciones polticas. O, para decirlo en trminos ms vulgares, segn vive el hombre, as piensa. Esto significa que la historia del desarrollo de la sociedad es, ante todo, la historia del desarrollo de la produccin, la historia de los modos de produccin que se suceden unos a otros a lo largo de los siglos, la historia del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de produccin entre los hombres. Esto quiere decir que la historia del desarrollo de la sociedad es, al mismo tiempo, la historia de los propios productores de bienes materiales, la historia de las masas trabajadoras, que son las fuerzas fundamentales del proceso de produccin y las que llevan a cabo la produccin de los bienes materiales necesarios para la existencia de la sociedad. Esto quiere decir que la ciencia histrica, si pretende ser una verdadera ciencia, no debe seguir reduciendo la historia del desarrollo social a los actos de los reyes y de los caudillos militares, a los actos de los conquistadores y avasalladores de Estados, sino que debe ocuparse ante todo de la

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historia de los productores de los bienes materiales, de la historia de las masas trabajadoras, de la historia de los pueblos. Esto quiere decir que la clave para el estudio de las leyes de la historia de la sociedad no hay que buscarla en las cabezas de los hombres, en las ideas y concepciones de la sociedad, sino en el modo de produccin aplicado por la sociedad en cada uno de sus perodos histricos, es decir, en la economa de la sociedad. Esto quiere decir que la tarea primordial de la ciencia histrica es el estudio y el descubrimiento de las leyes de la produccin, de las leyes del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de produccin, de las leyes del desarrollo econmico de la sociedad. Esto quiere decir que el Partido del proletariado, para ser un verdadero partido, debe, ante todo, conocer las leyes del desarrollo de la produccin, las leyes del desarrollo econmico de la sociedad. Esto quiere decir que en poltica, para no equivocarse, el Partido del proletariado debe, ante todo, tanto en lo que se refiere a la formacin de su programa como en lo que atae a su actuacin prctica, arrancar de las leyes del desarrollo de la produccin, de las leyes del desarrollo econmico de la sociedad. c) La segunda caracterstica de la produccin consiste en que sus cambios y su desarrollo arrancan siempre de los cambios y del desarrollo de las fuerzas productivas, y, ante todo, de los que afectan a los instrumentos de produccin. Las fuerzas productivas son, por lo tanto, el elemento ms dinmico y ms revolucionario de la produccin. Al principio, cambian y se desarrollan las fuerzas productivas de la sociedad y luego, en dependencia con estos cambios y en consonancia con ellos, cambian las relaciones de produccin entre los hombres, sus relaciones econmicas. Sin embargo, esto no quiere decir que las relaciones de produccin no influyan sobre el desarrollo de las fuerzas productivas y que stas no dependan de aqullas. Las relaciones de produccin, aunque su desarrollo dependa del desarrollo de las fuerzas productivas, actan a su vez sobre el desarrollo de stas, acelerndolo o amortigundolo. A este propsito conviene advertir que las relaciones de produccin no pueden quedarse por un tiempo demasiado largo rezagadas de las fuerzas productivas al crecer stas, ni hallarse en contradiccin con ellas, ya que las fuerzas productivas slo pueden desarrollarse plenamente cuando las relaciones de produccin estn en armona con el carcter y el estado de dichas fuerzas productivas y dan curso libre al desarrollo de stas. Por eso, por muy rezagadas que las relaciones de produccin se queden con respecto al desarrollo de las fuerzas productivas, tienen necesariamente que ponerse y se ponen realmente -ms tarde o ms

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276 temprano- en armona con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y con el carcter de stas. En otro caso, nos encontraramos ante una ruptura radical de la unidad entre las fuerzas productivas y las relaciones de produccin dentro del sistema de sta, ante un descoyuntamiento de la produccin en bloque, ante una crisis de produccin, ante la destruccin de las fuerzas productivas. Un ejemplo de desarmona entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas, un ejemplo de conflicto entre ambos factores, lo tenemos en las crisis econmicas de los pases capitalistas, donde la propiedad privada capitalista sobre los medios de produccin est en la violenta discordancia con el carcter social del proceso de produccin, con el carcter de las fuerzas productivas. Resultado de esta discordancia son las crisis econmicas, que conducen a la destruccin de las fuerzas productivas: y esta discordancia constituye, de por s, la base econmica de la revolucin social, cuya misin consiste en destruir las relaciones de produccin existentes y crear otras nuevas, que correspondan al carcter de las fuerzas productivas. Por el contrario, el ejemplo de una armona completa entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas nos lo ofrece la economa socialista de la URSS, donde la propiedad social sobre los medios de produccin concuerda plenamente con el carcter social del proceso de la produccin y donde, por tanto, no existen crisis econmicas, ni se producen casos de destruccin de las fuerzas productivas. Por consiguiente, las fuerzas productivas no son solamente el elemento ms dinmico y ms revolucionario de la produccin, sino que son, adems, el elemento determinante de su desarrollo. Segn sean las fuerzas productivas, as tienen que ser tambin las relaciones de produccin. Si el estado de las fuerzas productivas responde a la pregunta de con qu instrumentos de produccin crean los hombres los bienes materiales que les son necesarios, el estado de las relaciones de produccin responde ya a otra pregunta: en poder de quin estn los medios de produccin (la tierra, los bosques, las aguas, el subsuelo, las materias primas, las herramientas y los edificios dedicados a la produccin, las vas y los medios de comunicacin, etc.), a disposicin de quin se hallan los medios de produccin: a disposicin de toda la sociedad, o a disposicin de determinados individuos, grupos o clases que los emplean para explotar a otros individuos, grupos o clases? He aqu un cuadro esquemtico del desarrollo de las fuerzas productivas desde los tiempos primitivos hasta nuestros das. Desde las herramientas de piedra sin pulimentar se pasa al arco y las flechas y, en relacin con esto, de la caza como sistema de vida a

J. V. Stalin la domesticacin de animales y a la ganadera primitiva; de las herramientas de piedra se pasa a las herramientas de metal (el hacha de hierro, el arado con reja de hierro, etc.) y, en consonancia con esto, al cultivo de las plantas ya la agricultura; viene luego el mejoramiento progresivo de las herramientas metlicas para la elaboracin de materiales, se pasa a la fragua de fuelle y a la alfarera y, en consonancia con esto, se desarrollan los oficios artesanos, se desglosan estos oficios de la agricultura, se desarrolla la produccin independiente de los artesanos y, ms tarde, la manufactura; de los instrumentos artesanos de produccin se pasa a la mquina, y la produccin artesana y manufacturera se transforma en la industria mecnica, y, por ltimo, se pasa al sistema de mquinas y aparece la gran industria mecnica moderna: tal es, en lneas generales y no completas, ni mucho menos, el cuadro del desarrollo de las fuerzas productivas sociales a lo largo de la historia de la humanidad. Adems, como es lgico, el desarrollo y perfeccionamiento de los instrumentos de produccin corren a cargo de hombres relacionados con la produccin y no se realizan con independencia de stos: por tanto. a la par con los cambios y el desarrollo de los instrumentos de produccin, cambian y se desarrollan tambin los hombres, como el elemento ms importante que son de las fuerzas productivas, cambian y se desarrollan su experiencia en punto a la produccin, sus hbitos de trabajo y su habilidad para el empleo de los instrumentos de produccin. En consonancia con los cambios y el desarrollo experimentado por las fuerzas productivas de la sociedad en el curso de la historia, cambian tambin y se desarrollan las relaciones de produccin entre los hombres, sus relaciones econmicas. La historia conoce cinco tipos fundamentales de relaciones de produccin: el comunismo primitivo, la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo. Bajo el rgimen del comunismo primitivo, la base de las relaciones de produccin es la propiedad social sobre los medios de produccin. Esto, en sustancia, corresponde al carcter de las fuerzas productivas durante este perodo. Las herramientas de piedra y el arco y las flechas, que aparecen ms tarde, excluan la posibilidad de luchar aisladamente contra las fuerzas de la naturaleza y contra las bestias feroces. Si no queran morir de hambre, ser devorados por las fieras o sucumbir a manos de las tribus vecinas, los hombres de aquella poca veanse obligados a trabajar en comn, y as era como recogan los frutos en el bosque, como organizaban la pesca, como construan sus viviendas, etc. El trabajo en comn condujo a la propiedad en comn sobre los instrumentos de produccin, al igual que sobre los productos de la produccin. An no haba surgido la idea de la propiedad privada sobre los medios de

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Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico produccin, exceptuando la propiedad personal de ciertas herramientas que al mismo tiempo que herramientas de trabajo eran armas de defensa contra las bestias feroces. No exista an explotacin, no existan clases. Bajo el rgimen de la esclavitud, la base de las relaciones de produccin es la propiedad del esclavista sobre los medios de produccin, as como tambin sobre los mismos productores, los esclavos, a quienes el esclavista poda vender, comprar y matar como ganado. Estas relaciones de produccin se hallan, fundamentalmente, en consonancia con el estado de las fuerzas productivas durante este perodo. Ahora, en vez de las herramientas de piedra, el hombre dispone ya de herramientas de metal. En vez de aquella msera economa primitiva basada en la caza y que no conoca ni la ganadera ni la agricultura, aparecen la ganadera, la agricultura, los oficios artesanos y la divisin del trabajo entre estas diversas ramas de produccin; aparecen la posibilidad de efectuar un intercambio de productos entre los distintos individuos y las distintas sociedades y la posibilidad de acumular riquezas en manos de unas cuantas personas; se produce, en efecto, una acumulacin de medios de produccin en manos de una minora y surge la posibilidad de que esta minora sojuzgue a la mayora y convierta a sus componentes en esclavos. Ya no existe el trabajo libre y en comn de todos los miembros de la sociedad dentro del proceso de la produccin, sino que impera el trabajo forzado de los esclavos, explotados por los esclavistas, que no trabajan. No existen, tampoco, por tanto, propiedad social sobre los medios de produccin ni sobre los productos. La propiedad social es sustituida por la propiedad privada. El esclavista es el primero y fundamental propietario con plenitud de derechos. Ricos y pobres, explotadores y explotados, hombres con plenitud de derechos y hombres privados totalmente de derechos; una furiosa lucha de clases entre unos y otros: tal es el cuadro que presenta el rgimen de la esclavitud. Bajo el rgimen feudal, la base de las relaciones de produccin es la propiedad del seor feudal sobre los medios de produccin y su propiedad parcial sobre los productores, sobre los siervos, a quienes ya no puede matar, pero a quienes s puede comprar y vender. A la par con la propiedad feudal existe la propiedad individual del campesino y el artesano sobre los instrumentos de produccin y sobre su economa privada, basada en el trabajo personal. Estas relaciones de produccin se hallan, fundamentalmente, en consonancia con el estado de las fuerzas productivas durante este perodo. El perfeccionamiento progresivo de la fundicin y elaboracin del hierro, la difusin del arado de hierro y el telar, los progresos de la agricultura, de la horticultura, de la viticultura y de la fabricacin del

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aceite, la aparicin de las primeras manufacturas junto a los talleres de artesanos: tales son los rasgos caractersticos del estado de las fuerzas productivas durante este perodo. Las nuevas fuerzas productivas exigen que se deje al trabajador cierta iniciativa en la produccin, que sienta cierta inclinacin al trabajo y se halle interesado en l. Por eso, el seor feudal prescinde de los esclavos, que no sienten ningn inters por su trabajo ni ponen en l la menor iniciativa, y prefiere entendrselas con los siervos, que tienen su propia economa y sus herramientas propias y se hallan interesados por el trabajo en cierto grado, en la medida necesaria para trabajar la tierra y pagar al seor en especie, con una parte de la cosecha. Durante este perodo, la propiedad privada hace nuevos progresos. La explotacin sigue siendo casi tan rapaz como bajo la esclavitud, aunque un poco suavizada. La lucha de clases entre los explotadores y los explotados es el rasgo fundamental del feudalismo. Bajo el rgimen capitalista, la base de las relaciones de produccin es la propiedad capitalista sobre los medios de produccin y la inexistencia de propiedad sobre los productores, obreros asalariados, a quienes el capitalista no puede matar ni vender, pues se hallan exentos de los vnculos de sujecin personal, pero que carecen de medios de produccin, por lo cual, para no morirse de hambre, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo al capitalista y a doblar la cerviz al yugo de la explotacin. A la par con la propiedad capitalista sobre los medios de produccin, existe y se halla en los primeros tiempos muy generalizada la propiedad privada del campesino y del artesano, libres de la servidumbre, sobre sus medios de produccin, propiedad privada que est basada en el trabajo personal. En lugar de los talleres de los artesanos y las manufacturas, surgen las grandes fbricas y empresas dotadas de maquinaria. En lugar de las haciendas de los nobles, cultivadas con los primitivos instrumentos campesinos de produccin, aparecen las grandes explotaciones agrcolas capitalistas, montadas a base de la tcnica agraria y dotadas de maquinaria agrcola. Las nuevas fuerzas productivas exigen trabajadores ms cultos y ms despiertos que los siervos, mantenidos en el embrutecimiento y la ignorancia: trabajadores capaces de entender y manejar las mquinas. Por eso, los capitalistas prefieren tratar con obreros asalariados, libres de las cadenas de la servidumbre y lo suficientemente cultos para saber manejar la maquinaria. Pero, despus de desarrollar las fuerzas productivas en proporciones gigantescas, el capitalismo se enreda en contradicciones insolubles para l. Al producir cada vez ms mercancas y hacer bajar cada vez ms sus precios, el capitalismo

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278 agudiza la competencia, arruina a una masa de pequeos y medianos propietarios, los convierte en proletarios y rebaja su poder adquisitivo, con lo cual se hace imposible la venta de las mercancas producidas. Al dilatar la produccin y concentrar en enormes fbricas y empresas industriales a millones de obreros, el capitalismo da al proceso de produccin un carcter social y va minando con ello su propia base, ya que el carcter social del proceso de produccin reclama la propiedad social sobre los medios de produccin, mientras que la propiedad sobre los medios de produccin sigue siendo una propiedad privada capitalista, incompatible con el carcter social que el proceso de produccin presenta. Estas contradicciones irreductibles entre el carcter de las fuerzas productivas y las relaciones de produccin se manifiestan en las crisis peridicas de superproduccin, en que los capitalistas, no encontrando compradores solventes, como consecuencia del empobrecimiento de la masa de la poblacin, provocado por ellos mismos, se ven obligados a quemar los productos, a destruir las mercancas elaboradas, a paralizar la produccin y a devastar las fuerzas productivas y en que millones de seres se ven condenados al paro forzoso y al hambre, no porque escaseen las mercancas, sino por todo lo contrario: por haberse producido en exceso. Esto quiere decir que las relaciones capitalistas de produccin ya no estn en consonancia con el estado de las fuerzas productivas de la sociedad, sino que se hallan en irreductible contradiccin con ellas. Esto quiere decir que el capitalismo lleva en su entraa la revolucin, una revolucin que est llamada a suplantar la actual propiedad capitalista sobre los medios de produccin por la propiedad socialista. Esto quiere decir que el rasgo fundamental del rgimen capitalista es la ms encarnizada lucha de clases entre explotadores y explotados. Bajo el rgimen socialista, que hasta hoy slo es una realidad en la URSS, la base de las relaciones de produccin es la propiedad social sobre los medios de produccin. Aqu, ya no hay explotadores ni explotados. Los productos creados se distribuyen con arreglo al trabajo, segn el principio de el que no trabaja, no come. Las relaciones mutuas entre los hombres dentro del proceso de produccin tienen el carcter de relaciones de colaboracin fraternal y de mutua ayuda socialista entre trabajadores libres de toda explotacin. Las relaciones de produccin se hallan en plena consonancia con el estado de las fuerzas productivas, pues el carcter social del proceso de produccin es refrendado por la propiedad social sobre los medios de produccin. Por eso la produccin socialista de la URSS no conoce las crisis peridicas de superproduccin ni los absurdos que stas acarrean.

J. V. Stalin Por eso, en la URSS, las fuerzas productivas se desarrollan con ritmo acelerado, ya que las relaciones de produccin, al hallarse en consonancia con dichas fuerzas productivas, abren amplio cauce a este desarrollo. Tal es el cuadro que presenta el desarrollo de las relaciones de produccin entre los hombres, en el curso de la historia de la humanidad. Tal es la relacin de dependencia en que el desarrollo de las relaciones de produccin se halla con respecto a desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, y en primer trmino con respecto al desarrollo de los instrumentos de produccin, relacin de dependencia por virtud de la cual los cambios y el desarrollo que experimentan las fuerzas productivas se traducen, ms tarde o ms temprano, en los cambios y el desarrollo congruentes de las relaciones de produccin. El uso y la creacin de medios de trabajo302 -dice Marx-, aunque en germen son ya inherentes a ciertas especies animales, caracterizan el proceso de trabajo especficamente humano, razn por la cual Franklin define al hombre como un animal que fabrica instrumentos. Y as como la estructura de los restos fsiles de huesos tiene una gran importancia para reconstruir la organizacin de especies animales desaparecidas, los vestigios de los antiguos medios de trabajo nos sirven para apreciar formaciones econmicas de la sociedad ya desaparecidas. Lo que distingue a las pocas econmicas unas de otras no es lo que se produce, sino cmo se produce Los medios de trabajo no son solamente el barmetro del desarrollo de la fuerza de trabajo del hombre sino tambin el exponente de las relaciones sociales en que se trabaja (C. Marx, El Capital, t. I, pg. 189). Y en otros pasajes: Las relaciones sociales estn ntimamente vinculadas a las fuerzas productivas. Al adquirir nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian de modo de produccin y al cambiar el modo de produccin, la manera de ganarse la vida, cambian todas las relaciones sociales. El molino movido a brazo nos da la sociedad de los seores (feudales, J. St.), el molino de vapor, la sociedad de los capitalistas industriales (C. Marx, Miseria de la Filosofa, ed. alem., Mosc, 1939, pg. 71). Existe un movimiento constante de incremento de las fuerzas productivas, de destruccin de las relaciones sociales y de formacin de las ideas; lo nico inmutable es la abstraccin del movimiento (Obra cit., pg. 72).

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Por medios de trabajo entiende Marx, principalmente, los instrumentos de produccin J. St.

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Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico Caracterizando el materialismo histrico, tal como se formula en el Manifiesto del Partido Comunista, dice Engels: La produccin econmica y la estructura social que de ella se deriva necesariamente en cada poca histrica, constituyen la base sobre la cual descansa la historia poltica e intelectual de esa poca... Por tanto, toda la historia de la sociedad, desde la disolucin del rgimen primitivo de la propiedad comunal sobre el suelo, ha sido una historia de lucha de clases, de lucha entre clases explotadoras y explotadas dominantes y dominadas, en las diferentes fases del desarrollo social... Ahora, esta lucha ha llegado a una fase en que la clase explotada y oprimida (el proletariado) no puede ya emanciparse de la clase que le explota y le oprime (la burguesa), sin emancipar al mismo tiempo para siempre a la sociedad entera de la explotacin, la opresin y la lucha de clases... (Prlogo de Engels a la edicin alemana de 1883, Manifiesto del Partido Comunista). d) La tercera caracterstica de la produccin consiste en que las nuevas fuerzas productivas y las relaciones de produccin congruentes con ella no surgen desligadas del viejo rgimen, despus de desaparecer ste, sino que se forman en el seno de l; se forman no como fruto de la accin premeditada y consciente del hombre, sino de un modo espontneo, inconsciente, e independientemente de la voluntad de los hombres. Se forma de un modo espontneo e independientemente de la voluntad de los hombres, por dos razones. En primer lugar, porque los hombres no son libres para elegir tal o cual modo de produccin, pues cada nueva generacin, al entrar en la vida, se encuentra ya con un sistema establecido de fuerzas productivas y relaciones de produccin, como fruto del trabajo de las pasadas generaciones, en vista de lo cual, si quiere tener la posibilidad de producir bienes materiales, no tiene, en los primeros tiempos, ms remedio que aceptar el estado de cosas con que se encuentra dentro del campo de la produccin y adaptarse a l. En segundo lugar, porque, cuando perfecciona este o el otro instrumento de produccin, este o el otro elemento de las fuerzas productivas, el hombre no sabe, no comprende, ni se le ocurre siquiera pensar en ello, qu consecuencias sociales puede acarrear su innovacin, sino que piensa nica y exclusivamente en su inters inmediato, en facilitar su trabajo y en obtener algn provecho inmediato y tangible para s. Cuando algunos de los miembros de la sociedad comunista primitiva empezaron a sustituir, paulatinamente y tanteando el terreno, las herramientas de piedra por las de hierro, ignoraban,

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naturalmente, y no paraban mientes en ello, que consecuencias sociales haba de tener esta innovacin, no saban ni comprendan que el paso a las herramientas metlicas significaba un cambio radical en la produccin, cambio que en fin de cuentas conducira al rgimen de la esclavitud: lo nico que a ellos les interesaba era facilitar el trabajo y conseguir un provecho inmediato y sensible; su actuacin consciente se limitaba al estrecho marco de esta ventaja tangible, de carcter personal. Cuando dentro del perodo del rgimen feudal, la joven burguesa europea comenz a organizar, junto a los pequeos talleres gremiales de los artesanos, las grandes empresas manufactureras, imprimiendo con ello un avance a las fuerzas productivas de la sociedad, no saba, naturalmente, ni paraba mientes en ello, qu consecuencias sociales haba de acarrear esta innovacin: no saba ni comprenda que esta pequea innovacin conducira a una reagrupacin tal de las fuerzas sociales, que necesariamente desembocara en la revolucin, la cual ira dirigida contra el poder real, cuyas mercedes apreciaba tanto, y contra la nobleza, cuyo rango soaban con escalar no pocos de sus mejores representantes; lo nico que le preocupaba era abaratar la produccin de mercancas, lanzar una cantidad mayor de artculos a los mercados de Asia y de la Amrica recin descubierta, y obtener mayores ganancias; su actuacin consciente se limitaba al estrecho marco de esta finalidad tangible. Cuando los capitalistas rusos, juntamente con los capitalistas extranjeros, introdujeron en Rusia de un modo intensivo la moderna industria mecnica, dejando intacto el zarismo y entregando a los campesinos a la voracidad de los terratenientes, no saban, naturalmente, ni paraban mientes en ello, qu consecuencias sociales haba de acarrear este importante incremento de las fuerzas productivas: no saban ni comprendan que este importante salto que se daba en el campo de las fuerzas productivas de la sociedad conducira a una reagrupacin tal de las fuerzas sociales, que dara al proletariado la posibilidad de unir con l a los campesinos y de llevar a cabo la revolucin socialista victoriosa; lo nico que ellos queran era incrementar hasta el mximo la produccin industrial, dominar el gigantesco mercado interior del pas, convertirse en monopolistas y sacar mayores ganancias de la economa nacional: la conciencia con que realizaban aquel acto no iba ms all del horizonte emprico y estrecho de sus intereses personales. En relacin con esto, dice Marx: En la produccin social de su vida, (es decir en la produccin de los bienes materiales necesarios para la vida de los hombres, J. St.), los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e

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280 independientes303 de su voluntad, relaciones de produccin que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales (Carlos Marx, Obras escogidas, t. I). Esto significa, sin embargo, que los cambios ocurridos en las relaciones de produccin y el paso de las viejas relaciones de produccin a otras nuevas discurran lisa y llanamente, sin conflictos ni conmociones. Por el contrario, estos cambios revisten generalmente la forma de un derrocamiento revolucionario de las viejas relaciones de produccin para dar paso a la instauracin de otras nuevas. Hasta llegar a un cierto perodo, el desarrollo de las fuerzas productivas y los cambios que se operan en el campo de las relaciones de produccin discurren de un modo espontneo, independientemente de la voluntad de los hombres. Pero slo hasta un determinado momento, hasta el momento en que las fuerzas productivas que surgen y se desarrollan logran madurar cumplidamente. Una vez que las nuevas fuerzas productivas estn en sazn, las relaciones de produccin existentes y sus representantes, las clases dominantes, se convierten en ese obstculo insuperable que slo puede eliminarse por medio de la actuacin consciente de las nuevas clases, por medio de la accin violenta de estas clases, por medio de la revolucin. Aqu se destaca con gran nitidez el papel inmenso de las nuevas ideas sociales, de las nuevas instituciones polticas, del nuevo Poder poltico, llamados a liquidar por la fuerza a las viejas relaciones de produccin. Sobre la base del conflicto entre las nuevas fuerzas productivas y las viejas relaciones de produccin, sobre la base de las nuevas exigencias econmicas de la sociedad surgen nuevas ideas sociales; estas nuevas ideas organizan y movilizan a las masas, las masas se funden en un nuevo ejrcito poltico, crean un nuevo Poder revolucionario y utilizan este Poder para liquidar por la fuerza el viejo rgimen establecido en el campo de las relaciones de produccin y refrendar el rgimen nuevo. El proceso espontneo de desarrollo deja el puesto a la accin consciente del hombre, el desarrollo pacfico a la transformacin violenta, la evolucin a la revolucin. En la lucha contra la burguesa -dice Marx-, el proletariado se constituye indefectiblemente en clase..., mediante la revolucin se convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, destruye por la fuerza las viejas relaciones de produccin (Manifiesto del Partido Comunista). Y en otro lugar: El proletariado se valdr de su dominacin poltica para ir arrancando gradualmente a la
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J. V. Stalin burguesa de todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de produccin en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible las fuerzas productivas (Obra cit.). La violencia es la partera de toda sociedad vieja que lleva en sus entraas otra nueva (Marx, El Capital, t. II, pg. 788). He aqu en qu trminos formulaba Marx, con trazos geniales, la esencia del materialismo histrico, en el memorable prlogo escrito en 1859 para su famoso libro Contribucin a la crtica de la Economa Poltica: En la produccin social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de produccin que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de produccin forma la estructura econmica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurdica y poltica y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de produccin de la vida material condiciona en general el proceso social, poltico y espiritual de la vida. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es el que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de produccin existentes o, lo que no es ms que la expresin jurdica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta all. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre as una poca de revolucin social. Al cambiar la base econmica, se revoluciona, ms o menos rpidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones econmicas de produccin y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurdicas, polticas, religiosas, artsticas o filosficas, en una palabra, las formas ideolgicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que l piensa de s, no podemos juzgar tampoco a estas pocas de transformacin por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de produccin. Ninguna formacin social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben

Subrayado por m. J. St.


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Sobre el materialismo dialctico y el materialismo histrico dentro de ella, y jams aparecen nuevas y ms altas relaciones de produccin antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre nicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos slo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se estn gestando las condiciones materiales para su realizacin (C. Marx, Obras escogidas, t, I, pgs. 359-360, ed. alem.). Tal es la concepcin del materialismo marxista, en su aplicacin a la vida social, en su aplicacin a la historia de la sociedad. Tales son los rasgos fundamentales del materialismo dialctico y del materialismo histrico.

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INFORME PRESENTADO AL XVIII CONGRESO DEL PARTIDO ACERCA DE LA ACTIVIDAD DEL CC DEL PC(b) DE LA URSS 10 de marzo de 1939304 (Extractos) I. La situacin internacional de la Unin Sovitica Camaradas! Han transcurrido cinco aos desde el XVII Congreso del Partido. Perodo bastante largo, como ustedes pueden ver. Durante este tiempo se han producido importantes cambios en el mundo. Los Estados y los pases, sus relaciones entre ellos, han cambiado totalmente en muchos aspectos. Precisamente qu cambios se han operado en la situacin internacional? Qu ha cambiado pues en la situacin exterior e interior de nuestro pas? Para los pases capitalistas, este perodo ha sido un perodo de graves perturbaciones, tanto en el terreno econmico como en el poltico. En el terreno econmico, estos aos han sido aos de depresin; luego, a partir de la segunda mitad de 1937, aos de una nueva crisis econmica, de una nueva cada de la industria en los Estados Unidos de Amrica, en Inglaterra, en Francia, por consiguiente, aos de nuevas complicaciones econmicas. En el terreno poltico, estos aos se han caracterizado por serios conflictos y perturbaciones polticas. Hace ms de un ao que se ha desencadenado la nueva guerra imperialista en un inmenso territorio, que va desde Shamghai a Gibraltar, englobando a ms de 500 millones de hombres. El mapa de Europa, de frica y de Asia est siendo cambiado por medios violentos. Todo el sistema llamado rgimen de paz, establecido en la post-guerra, se ha visto remecido desde sus cimientos. Para la Unin Sovitica, por el contrario, han sido aos de crecimiento y de prosperidad, aos de un nuevo avance econmico y cultural, aos de un nuevo incremento de su potencial poltico y militar,
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aos de lucha por el mantenimiento de la paz en todo el mundo. Este es el cuadro general. Examinemos los datos concretos relativos a los cambios acontecidos en la situacin internacional. 1. Nueva crisis econmica en los pases capitalistas. Agravacin de la lucha por los mercados, por las fuentes de materias primas, por un a nueva reparticin del mundo. La crisis econmica, que haba comenzado en los pases capitalistas en la segunda mitad de 1929, dur hasta finales de 1933. Luego esta crisis se transform en depresin, despus comenz una cierta animacin, un cierto desarrollo en la industria. Pero esta animacin industrial no se transform en prosperidad como ocurre corrientemente en perodos de reactivacin. Por el contrario, la segunda mitad de 1937 marc el comienzo de una nueva crisis econmica, que abarc en primer lugar a los Estados Unidos de Amrica, despus a Inglaterra, Francia y a otra serie de pases. De esta manera, sin haberse recuperado de los golpes de la reciente crisis econmica, los pases capitalistas se encontraron ante una nueva crisis econmica. Esta circunstancia, naturalmente, ha conducido a un aumento del paro forzoso. El nmero de parados en los pases capitalistas, que haba disminuido de 30 millones en 1933 a 14 millones en 1937, ahora, con la nueva crisis, ha ascendido de nuevo a 18 millones. La particularidad de la nueva crisis es que difiere mucho de la crisis precedente, y ello no para bien, sino para mal. Primero, la nueva crisis no ha comenzado despus de un perodo de prosperidad industrial, como fue el caso de 1929, sino despus de una depresin seguida de una cierta reactivacin que sin embargo no se transform en prosperidad. Esto significa que la crisis actual ser ms grave, y que ser ms difcil de combatirla que la crisis precedente. Adems, la crisis actual no ha estallado en tiempos de paz, sino en un perodo en que la segunda guerra imperialista ya ha comenzado; cuando el Japn, que desde hace dos aos est en guerra con China, desorganiza el inmenso mercado chino y lo

El XVIII Congreso del PC(b) de la URSS se celebr en Mosc del 10 al 21 de marzo de 1939. En el informe acerca de la actividad del Comit Central del Partido, J. V. Stalin hizo un anlisis de las etapas del desarrollo del estado socialista y advirti la necesidad de fortalecer el Estado socialista sovitico. El cumplimiento de las decisiones del XVIII Congreso del Partido desempe un gran papel en la preparacin del pas para la defensa activa, as como para derrotar a la Alemania hitleriana y el Japn imperialista.

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Informe presentado al XVIII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) hace casi inaccesible a las mercancas de los otros pases; cuando Italia y Alemania han puesto sus respectivas economas nacionales sobre los rieles de la economa de guerra, volcando a este fin todas sus reservas de materias primas y de divisas oro; cuando todas las dems grandes potencias capitalistas comienzan a reorganizarse para la guerra. Esto significa que para salir normalmente de la crisis actual, el capitalismo dispondr de muchas menos reservas que en la crisis precedente. Por ltimo, a diferencia de la crisis precedente, la crisis actual no es general; de momento, golpea sobre todo a los pases fuertes desde el punto de vista econmico, que todava no se han metido en el camino de la economa de guerra. En lo que concierne a los pases agresores tales como el Japn, Alemania e Italia, cuya economa ya est en pie de guerra, estos pases, por el mismo hecho de que intensifican su industria de guerra, todava no conocen la crisis de superproduccin a la que sin embargo se aproximan. Esto significa que, cuando los pases econmicamente fuertes y no agresores comiencen a salir de la crisis, los pases agresores, habiendo agotado en su fiebre guerrera sus reservas de oro y de materias primas, entrarn en un perodo de crisis atroz. Esto es netamente ilustrado por los datos relativos al estado de las reservas de oro registradas en los pases capitalistas. Reservas de oro registradas en los pases capitalistas (en millones de dlares oro viejos) Fines de 1936 Septiembre de 1938 Total de reservas 12.980 14.301 Estados Unidos 6.649 8.126 Inglaterra 2.029 2.396 Francia 1.769 1.435 Holanda 289 595 Blgica 373 318 Suiza 387 407 Alemania 16 17 Italia 123 124 El Japn 273 97 Este cuadro demuestra que las reservas de oro de Alemania, de Italia y del Japn, tomadas en conjunto, son inferiores a las reservas de solo Suiza. He aqu algunas cifras que ilustran el estado de la crisis de la industria en los pases capitalistas durante los cinco ltimos aos, as como el desarrollo de la industria en la URSS Volumen de la produccin industrial en tantos por 100 respecto a 1929 (1929 = 100) 1934 1935 1936 1937 1938 EE.UU. 66,4 75,6 88,1 92,2 72,0 Inglaterra 98,8 105,8 115,9 123,7 112,0 Francia 71,0 67,4 79,3 82,8 70,0 Italia Alemania El Japn. URSS 80,0 79,8 128,7 238,3

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93,8 87,5 99,6 96,0 94,0 106,3 117,2 125,0 141,8 151,1 170,8 165,0 293,4 382,3 424,0 477,0

Este cuadro demuestra que la Unin Sovitica es el nico pas del mundo que ignora las crisis y en el que la industria progresa constantemente. Este cuadro demuestra tambin que en los Estados Unidos, en Inglaterra y en Francia, ya ha comenzado y se desarrolla una grave crisis econmica. Este cuadro demuestra igualmente que en Italia y en el Japn, que haban colocado su economa nacional en los rieles de la economa de guerra antes que Alemania, ha comenzado desde 1938 un perodo de regresin industrial. Este cuadro demuestra finalmente que en la industria de Alemania, pas que ha reorganizado su economa para la guerra despus de Italia y el Japn, hay todava un cierto progreso, es cierto que poco sensible, pero de todos modos un progreso como se poda observar hasta estos ltimos tiempos en el Japn e Italia. Sin ninguna duda, a menos que ocurra algo imprevisto, la industria de Alemania tomar el camino de la regresin que siguen ya el Japn e Italia. En efecto, qu significa encauzar la economa de un pas por el camino de la economa de guerra? Significa orientar la industria en un sentido nico, hacia la guerra; significa ampliar por todos los medios la produccin de los objetos necesarios para la guerra, produccin que no est ligada al consumo de la poblacin; significa reducir al extremo la produccin y sobre todo el abastecimiento del mercado con artculos de consumo; significa, por consiguiente, restringir el consumo de la poblacin y poner el pas frente a una crisis econmica. Tal es el cuadro concreto del movimiento de la nueva crisis econmica en los pases capitalistas. Se sobreentiende que el giro desfavorable tomado por los asuntos econmicos no poda dejar de acarrear una agravacin de las relaciones entre las potencias. Ya la crisis precedente haba revuelto, todas las cartas y llevado a una agravacin de la lucha por los mercados, por las fuentes de materias primas. La conquista de Manchuria y del Norte de China por el Japn, la conquista de Abisinia por Italia, son otros tantos hechos que demuestran la agudeza de la lucha entre las potencias. La nueva crisis econmica deba conducir y en efecto condujo a una nueva agravacin de la lucha entre imperialistas. Esta vez ya no se trata ni de la competencia por los mercados, ni de la guerra comercial, ni del dumping. Desde hace tiempo, estos medios de lucha, han sido considerados insuficientes. Ahora se trata de repartir el mundo, las zonas de influencia, las colonias, recurriendo a la guerra. Para justificar sus actos de agresin, el Japn

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284 pretenda que, cuando se suscribi el acuerdo de las nueve potencias, no se le haba dado lo que le corresponda, ni se le haba permitido, extender su territorio a expensas de China, mientras que Inglaterra y Francia posean inmensas colonias. Italia se acord de que haba salido perdiendo cuando se procedi el reparto del botn despus de la primera guerra imperialista, y de que deba buscar una compensacin a expensas de las zonas de influencia de Inglaterra y Francia. Alemania, gravemente daada por la primera guerra imperialista y el tratado de Versalles, se junt al Japn e Italia y exigi la extensin de su territorio en Europa, la restitucin de colonias que le haban quitado los vencedores de la primera guerra imperialista. As se fue formando el bloque de los tres Estados agresores. La cuestin de un nuevo reparto del mundo por medio de la guerra se inscribi en el orden del da. 2. Agravacin de la situacin poltica internacional, bancarrota del sistema de los tratados de paz de la post-guerra, inicio de una nueva guerra imperialista He aqu los acontecimientos ms importantes del perodo mencionado, que han marcado el comienzo de la nueva guerra imperialista. En 1935, Italia atac Abisinia y la invadi. Durante el verano de 1936, Alemania e Italia emprendieron en Espaa una intervencin militar, en el curso de la cual Alemania se estableci en el norte de Espaa y en el Marruecos espaol, e Italia en el Sur de Espaa y en las islas Baleares. En 1937, despus de ocupar Mamchuria, el Japn invadi el centro y el norte de China, ocup Pekn, Tientsin, Shanghai; expuls de la zona ocupada a sus competidores extranjeros. A comienzos de 1938, Alemania se anex Austria, y en el otoo de 1938, la regin de los Sudetes de Checoslovaquia. A fines de 1938, el Japn se apoder de Cantn y, a inicios de 1939, de la isla de Hainn. De este modo la guerra, que imperceptiblemente se haba deslizado hacia los pueblos, englob en su rbita a ms de 500 millones de hombres y extendi la esfera de su accin sobre un inmenso territorio, desde Tientsn, Shanghai, y Cantn hasta Gibraltar, pasando por Abisinia. Despus de la primera guerra imperialista, los Estados vencedores, principalmente Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, crearon un nuevo rgimen de relaciones entre los pases, el rgimen de paz de la post-guerra. Este rgimen tena por bases principales, en el Extremo Oriente, el acuerdo de las nueve potencias305 y, en Europa, el tratado de
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J. V. Stalin Versalles306 y toda otra serie de tratados. La Sociedad de las Naciones estaba llamada a arreglar las relaciones entre los pases en el marco de este rgimen, sobre la base de un frente nico de Estados, sobre la base de la defensa colectiva de la seguridad de los Estados. Sin embargo, los tres Estados agresores y la nueva guerra imperialista desencadenada por ellos transtocaron de abajo arriba todo este sistema del rgimen de paz de la postguerra. El Japn hizo pedazos el acuerdo de las nueve potencias; Alemania e Italia, el tratado de Versalles. A fin de desatarse las manos, estos tres Estados se retiraron de la Sociedad de las Naciones. La nueva guerra imperialista se convirti en un hecho. Pero no es tan fcil, en nuestra poca, romper de un solo golpe los grillos y lanzarse directamente a la guerra, sin tener en cuenta toda suerte de tratados, sin contar con la opinin pblica. Los hombres polticos burgueses lo saben bien. Los cabecillas fascistas tambin lo saben. Por eso, antes de lanzarse a la guerra, decidieron trabajar de un cierto modo a la opinin pblica, es decir, inducirla al error, engaarla. Un bloque militar de Alemania e Italia contra los intereses de Inglaterra y Francia en Europa? Pero caramba, esto no es un bloque! Nosotros no tenemos ningn bloque militar. Nosotros no tenemos ms que un inocente eje Berln-Roma, es decir una cierta frmula geomtrica del eje. Un bloque militar de Alemania, Italia y el Japn contra los intereses de los Estados Unidos, Inglaterra y Francia en el Extremo Oriente? Jams en la vida! Nosotros no tenemos ningn bloque militar.
un tratado entre saqueadores imperialistas para la explotacin de China y que en particular iba en beneficio de los imperialistas estadounidenses. La Conferencia de Washington (1921-1922,) que se celebr despus de la Primera Guerra Mundial, y en la que participaron una serie de pases capitalistas, con el fin de repartirse las posesiones coloniales y las esferas de influencia en el Medio Oriente y en el Ocano Pacfico estaba dirigida contra los intereses del Estado sovitico, de China y contra el movimiento nacional de liberacin de los pueblos de colonias y dependientes. La Conferencia fue convocada por iniciativa de los Estados Unidos y dur desde el 12 de noviembre de 1921 hasta el 6 de febrero de 1922. 306 El Tratado de Paz de Versalles del ao 1919 - Tratado con el cual se puso fin a la Primera Guerra Mundial de 1914-1918. El Tratado fue firmado el 28 de junio de 1919, por una parte, por los Estados Unidos, el Imperio Britnico, Francia, Italia, el Japn y por otros 22 Estados que se unieron a ellos, y por la otra parte, por la Alemania derrotada. El tratado de Paz de Versalles, este tratado de rapaces y saqueadores como lo ha denominado Lenin, era el reflejo de todas las contradicciones que sacudan al sistema capitalista y foment su posterior agudizacin. La solucin de los problemas pendientes se haca en base a transacciones a expensas de los intereses vitales de muchos pueblos. La poltica de compromisos secretos con los agresores fascistas, de los Estados Unidos, Inglaterra y Francia, contribuy a la bancarrota del Tratado de Paz de Versalles y al estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

El tratado de las nueve potencias - tratado suscrito el 6 de febrero de 1922 por los gobiernos de los Estados Unidos, Gran Bretaa, Francia, el Japn, Italia, Blgica, Holanda, Portugal y China en la Conferencia de Washington de 1921-1922. Este fue

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Informe presentado al XVIII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) Nosotros lo ms que tenemos es un inocente tringulo Berln-Roma-Tokio, es decir, un simple capricho para la geometra. Una guerra contra los intereses de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos? Patraas! Nosotros hacemos la guerra al Komintern, y no a esos Estados. Si no nos creen, lean el pacto antikomintern307 concluido entre Italia, Alemania y el Japn. Es as como los seores agresores pensaban trabajar a la opinin pblica, aunque no fue difcil ver que toda esta torpe comedia de camuflaje estaba cosida con hilo blanco. Puesto que sera ridculo buscar los focos del Komintern en los desiertos de Mongolia, en las montaas de Abisinia y en las matas del Marruecos espaol. Pero la guerra es inexorable. No hay velos que puedan disimularla. Porque no hay ejes, tringulos y pactos antikomintern capaces de enmascarar el hecho de que, durante este tiempo, el Japn ha conquistado un inmenso territorio en China; Italia - Abisinia; Alemania - Austria y la regin de los Sudetes; Alemania Italia juntas - Espaa. Todo ello contra los intereses de los Estados no agresores. La guerra es guerra; el bloque militar de los agresores, un bloque militar, y los agresores no dejan de ser agresores. Lo caracterstico de la nueva guerra imperialista es que an no se ha convertido en una guerra universal, en una guerra mundial. Los Estados agresores hacen la guerra lesionando de todas las formas los intereses de los Estados no agresores y, en primer lugar, los de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos de Amrica, que retroceden y se repliegan haciendo a los agresores concesin tras concesin. As, asistimos a una reparticin declarada del mundo y de las zonas de influencia en detrimento de los intereses de los Estados no agresores, sin ninguna tentativa de resistencia, e incluso con una cierta complacencia por su parte. Esto es increble, pero es un hecho. Cmo explicar este carcter unilateral y extrao de la nueva guerra imperialista? Cmo ha podido suceder que los Estados no
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El Pacto anti-komintern - Pacto concluido el 25 de noviembre de 1936 en Berln entre Alemania y el Japn. Con este Pacto tom cuerpo el bloque de estos estados fascistas, que luchaban por establecer su hegemona en el mundo, contra la libertad e independencia de los pueblos, contra las fuerzas progresistas y la democracia. El 6 de noviembre de 1937 Italia se uni al "Pacto anti-komintern: as fue concluida la alianza poltica y militar entre Alemania, Italia y el Japn. Este bloque compuesto por los tres estados imperialistas agresivos de aquel tiempo, fue fundado con el apoyo activo y la ayuda directa de los crculos dominantes de Inglaterra, Francia y de los Estados Unidos que mantenan una poltica de incitacin a la agresin contra la URSS La victoria lograda por los pueblos amantes de la paz, sobre la Alemania fascista y el Japn imperialista, destruy los planes de los saqueadores, de los instigadores imperialistas del Pacto antikomintern, de los inspiradores y los que les apoyaban de los crculos dominantes de las potencias occidentales.

agresores que disponen de vastas posibilidades, hayan renunciado con esta facilidad y sin resistencia a sus posiciones y a sus compromisos para satisfacer a los agresores? La razn estar en la debilidad de los Estados no agresores? Evidentemente que no! Los Estados democrticos, no agresores, tomados en conjunto, son incontestablemente ms fuertes que los Estados fascistas tanto desde el punto de vista econmico como del militar. Cmo explicar entonces las concesiones que estos Estados hacen sistemticamente a los agresores? Se podra explicar la cosa, por ejemplo, por el temor a la revolucin, que puede estallar si los Estados no agresores entran en guerra, y si la guerra se convierte en mundial. Los polticos burgueses, naturalmente, saben que la primera guerra imperialista mundial condujo a la victoria de la revolucin en uno de los pases ms grandes. Temen que la segunda guerra imperialista mundial conduzca tambin a la victoria de la revolucin en uno o varios pases. Pero de momento, este no es el nico motivo, ni tampoco el motivo principal. El principal motivo, es que la mayora de los pases no agresores y, en primer lugar, Inglaterra y Francia, han renunciado a la poltica de seguridad colectiva, a la poltica de resistencia colectiva a los agresores; es que estos pases se han pasado a las posiciones de la no intervencin, de la neutralidad. Formalmente se podra caracterizar la poltica de no intervencin de la siguiente manera: Que cada pas se defienda contra los agresores, como quiera y como pueda, esto no nos interesa; nosotros comerciaremos tanto con los agresores como con sus vctimas. Pero, en realidad, la poltica de no intervencin significa alentar la agresin, desencadenar la guerra, y, por consiguiente, transformarla en guerra mundial. La poltica de no intervencin revela la voluntad, el deseo de no estorbar a los agresores en su sucio trabajo, de no impedir, por ejemplo, que el Japn se trabe en una guerra con China y mejor an con la Unin Sovitica; de no impedir, por ejemplo, que Alemania o se inmiscuya en los asuntos europeos, se meta en una guerra con la Unin Sovitica; de dejar que los pases beligerantes se suman profundamente en el lodazal de la guerra; de incitarles bajo mano; de dejarlos debilitarse y agotarse mutuamente. Y despus, cuando estn suficientemente debilitados, de entrar en escena con las fuerzas frescas, de intervenir, naturalmente en inters de la paz, y de dictar sus condiciones a los pases beligerantes debilitados. Esto es imposible! Tomemos, por ejemplo, el Japn. Cosa caracterstica: antes de que invadiese el norte de

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286 China, todos los peridicos franceses e ingleses influyentes proclamaban ruidosamente que China era dbil, incapaz de resistir; que el Japn podra, con su ejrcito, subyugar a China en dos o tres meses. Luego, los polticos de Europa y Norteamrica se pusieron a esperar, a observar. Cuando ms tarde el Japn hubo desarrollado sus operaciones militares, se le cedi Shanghai, el corazn del capital extranjero en China. Se le cedi Cantn, centro de la influencia exclusiva de Inglaterra en China Meridional, se le cedi Hainn; se le dej cercar Hong-Kong. No es verdad que todo esto semeja a un estmulo del agresor? Dicho de otro modo, es como decirle: penetra ms a fondo en la guerra, y despus ya se ver. O bien tomemos Alemania. Se le cedi Austria no obstante el compromiso de defender su independencia; se le cedi la regin de los Sudetes; se abandon a su suerte a Checoslovaquia violando todos los compromisos asumidos respecto a ella. Luego, se pusieron a mentir ruidosamente ,en la prensa acerca de la debilidad del ejrcito ruso, de la descomposicin de la aviacin rusa, de los desrdenes en la Unin Sovitica, incitando a los alemanes a adentrarse ms al Este, prometindoles una presa fcil y dicindoles: Comiencen slo la guerra con los bolcheviques, que en cuanto al resto todo ir bien. Debe reconocerse que esto tambin semeja mucho a una incitacin, a un aliento al agresor. Es caracterstico el ruido que la prensa anglofrancesa y norteamericana ha hecho acerca de la Ucrania Sovitica. Los representantes de esta prensa han gritado hasta enronquecer que los alemanes marchaban sobre la Ucrania Sovitica, que tenan entre manos lo que ellos llaman la Ucrania Carptica con una poblacin de casi 700.000 habitantes; que a ms tardar en la primavera de este ao, unirn la Ucrania Sovitica, que cuenta con ms de 30 millones de habitantes, con la que llaman Ucrania Carptica. Parece ser que este sospechoso ruido se ha hecho con el objetivo de exitar el furor de la Unin Sovitica contra Alemania, envenenar la atmsfera y provocar un conflicto con Alemania, sin razn aparente. Ciertamente, es muy posible que en Alemania haya locos que sueen con juntar el elefante, es decir la Ucrania Sovitica con el mosquito, es decir, con la que ellos llaman Ucrania Carptica. Y si realmente all hay tales desequilibrados, se puede estar seguro de que en nuestro pas se encontrarn camisas de fuerza en cantidad suficiente para estos alineados. Pero si se deja de lado a los alineados y se trata con la gente normal, no est claro que sera ridculo y estpido hablar seriamente de la unin de la Ucrania Sovitica con lo que se llama Ucrania Carptica? Imagnense. El mosquito se coloca frente al elefante, y con los puos sobre las caderas, le dice: Ah!, mi

J. V. Stalin querido hermano, cunto lo siento por ti... T te encuentras sin terratenientes, sin capitalistas, sin opresin nacional, sin jerarcas fascistas, esto no es vida... Te miro, y no puedo dejar de decirte: tu nica salvacin est en unirte a m... Entonces, manos a la obra: Te permito unir tu pequeo territorio con mi inmenso territorio... Un hecho todava ms caracterstico: ciertos polticos y representantes de la prensa de Europa y de los Estados Unidos, habiendo perdido la paciencia esperando la campaa contra la Ucrania Sovitica, comienzan a descubrir ellos mismos los entre bastidores de la poltica de no intervencin. Hablan abiertamente y escriben en negro sobre blanco que los alemanes les han engaado cruelmente, porque, en vez de ir ms lejos hacia el Este, contra la Unin Sovitica, se han vuelto fjense, hacia el Oeste y reclaman colonias. Se podra pensar que se ha entregado a los alemanes las regiones de Checoslovaquia como precio del compromiso de comenzar la guerra contra la Unin Sovitica; que los alemanes rehsan ahora pagar la letra de cambio, y mandan a paseo a los suscritores. Estoy lejos de querer moralizar sobre la poltica de no intervencin, de hablar de traicin, de felona, etc. Sera pueril hacer moral a gentes que no reconocen la moral humana. La poltica es la poltica, como dicen los viejos y expertos diplomticos burgueses. Sin embargo, es necesario remarcar que el grande y peligroso juego poltico, comenzado por los partidarios de la poltica de no intervencin, podra terminar para ellos en un grave fracaso. Este es el verdadero panorama de la poltica de no intervencin que impera hoy. Esto es la situacin poltica en los pases capitalistas. 3. La Unin Sovitica y los pases capitalistas La guerra ha creado una nueva situacin en las relaciones entre pases. Ha hecho reinar una atmsfera de alarma y de incertidumbre. Despus de haber remecido los cimientos del rgimen de paz de la post-guerra y echar abajo las nociones ms elementales del derecho internacional, la guerra ha puesto en tela de juicio el valor de los tratados y de los compromisos internacionales. El pacifismo y los proyectos de desarme han sido enterrados, y substituidos por la fiebre de los armamentos. Todos han comenzado a armarse, tanto los pequeos Estados como los grandes, incluidos ante todo los que practican la poltica de no intervencin. Ya nadie cree en los discursos untosos pretendiendo que los concesiones muniguesas a los agresores y el acuerdo de Munich308 habran inaugurado una nueva era de
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El Tratado de Munich - Tratado firmado en septiembre de 1938 por el primer ministro de Inglaterra N. Chamberlain, el Primer ministro de Francia, E. Daladie, el dictador fascista de Alemania, A. Hitler y por el dictador fascista de Italia B.

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Informe presentado al XVIII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) apaciguamiento. Ni siquiera los participantes en el acuerdo de Munich, Inglaterra y Francia, les creen; y estos al igual que los dems estn reforzando sus armamentos. Se comprende que la URSS no podra cruzarse de brazos frente a estos acontecimientos preados de amenazas. Es cierto que una guerra, incluso poco extendida, comenzada por los agresores en cualquier punto perdido del globo, representa un peligro para los pases amantes de la paz. Tanto ms serio es el peligro que representa la nueva guerra imperialista, que ya ha arrastrado a su rbita a ms de quinientos millones de hombres de Asia, frica y Europa. Por eso, nuestro pas, practicando con perseverancia la poltica de mantener la paz, ha desarrollado una intensa actividad a fin de acrecentar la capacidad combativa de nuestro Ejrcito Rojo y de nuestra Marina Roja. Al mismo tiempo, la Unin Sovitica ha tomado algunas medidas para consolidar sus posiciones internacionales. Hacia finales de 1934, nuestro pas ha entrado en la Sociedad de las Naciones, estimando que ella podra servir tambin, no obstante su debilidad, de tribuna para desenmascarar a los agresores; que ella podra servir, asimismo aunque dbilmente, de instrumento de paz y para frenar el estallido de la guerra. La Unin Sovitica estima que en un tiempo tan agitado, incluso una organizacin internacional tan dbil como la Sociedad de las Naciones no es de desdear. En mayo de 1935, entre Francia y la Unin Sovitica se firm un pacto de asistencia mutua contra una eventual agresin. Al mismo tiempo un pacto anlogo fue concluido con Checoslovaquia. En marzo de 1936, la Unin Sovitica firm un pacto de asistencia mutua con la Repblica Popular de Mongolia. En agosto de 1937, fue subscrito un pacto de no agresin entre la Unin Sovitica y la Repblica de China. En estas difciles condiciones internacionales la Unin Sovitica ha practicado su poltica exterior, en defensa de la causa de la paz. La poltica exterior de la Unin Sovitica es clara,
Musolini. Este Tratado dio forma a la transaccin preparada, ya haca tiempo, para el desmembramiento de Checoslovaquia. Detrs de los crculos dominantes de Inglaterra Y de Francia estaban los crculos monopolistas de los Estados Unidos. El Tratado de Munich fue el punto crtico de la poltica de no intervencin con sus planes para la creacin de un nico frente imperialista contra la URSS. El Tratado de Munich apresur el estallido de la Segunda Guerra Mundial en los aos 1939-1945 entre los principales estados capitalistas. A pesar de los esfuerzos de las potencias occidentales para lanzar a la Alemania hitleriana contra la Unin Sovitica; Alemania entr en la guerra con el fin de dominar el mundo y primero lanz sus fuerzas contra el bloque anglofranco-norteamericano. Cuando la Alemania fascista atac a la Unin Sovitica, el bloque anglo-franco-norteamericano se vi obligado a formar una coalicin con la URSS en contra de la Alemania fascista.

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comprensible: 1. Estamos por la paz y la consolidacin de nuestras relaciones comerciales con todos los pases; nos atenemos y seguiremos atenindonos a esta posicin durante todo el tiempo que esos pases observen la misma actitud hacia la Unin Sovitica, durante todo el tiempo que no busquen atentar contra los intereses de nuestro pas. 2. Estamos por las relaciones pacficas estrechas y de buena vecindad con todos los pases vecinos, que tienen una frontera comn con la URSS; nos atenemos y seguiremos atenindonos a esta posicin durante todo el tiempo que esos pases observen la misma actitud hacia la Unin Sovitica, durante todo el tiempo que no busquen atentar, directa o indirectamente, contra la integridad y la inviolabilidad de las fronteras del Estado Sovitico. 3. Estamos por el sostn de los pueblos vctimas de una agresin y que luchan por la independencia de su patria. 4. No tememos las amenazas de los agresores y estamos dispuestos a responder con un doble golpe al golpe de los desencadenadores de la guerra que intentan violar las fronteras soviticas. Tal es la poltica exterior de la Unin Sovitica. En su poltica exterior, la Unin Sovitica se apoya: 1. En su creciente potencial econmico, poltico y cultural; 2. en la unidad poltica y moral de nuestra sociedad sovitica; 3. en la amistad que une a los pueblos de nuestro pas; 4. en su Ejrcito Rojo y su Marina Roja; 5. en su poltica de paz; 6. en el apoyo moral de los trabajadores del mundo entero, que tienen un inters vital en el mantenimiento de la paz; 7. en la cordura de los pases que no estn interesados, por una u otra razn, en que se viole la paz. *** Las tareas del Partido en materia de poltica exterior son: 1. Continuar siempre la poltica de paz y de consolidacin de las relaciones comerciales con todos los pases; 2. mostrarse prudente y no permitir a los provocadores de la guerra, acostumbrados a sacar las castaas del fuego con las manos de otros, arrastrar a nuestro pas a este conflicto; 3. aumentar por todos los medios la potencia combativa de nuestro Ejrcito Rojo y de nuestra Marina Roja; 4. estrechar los lazos internacionales de amistad con los trabajadores de todos los pases, interesados en la salvaguardia de la paz y de la amistad entre los pueblos.

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288 III. El reforzamiento continuo del PC(b) de la URSS Desde el punto de vista de la lnea poltica y del trabajo prctico cotidiano, el perodo que tratamos marca la victoria completa de la lnea general de nuestro Partido. La afirmacin del sistema socialista en toda la economa nacional, la conclusin de la reconstruccin de la industria y de la agricultura sobre la base de una tcnica nueva, la realizacin antes del plazo del segundo plan quinquenal en la industria, el incremento de la produccin anual de cereales hasta los 7 mil millones de libras, la supresin de la miseria y del paro forzoso, as como el mejoramiento de la situacin material y cultural del pueblo: tales son las principales realizaciones que ilustran la justa poltica de nuestro Partido, su justa direccin. Frente a estas grandiosas realizaciones, los adversarios de la lnea general de nuestro Partido, todas esas corrientes de izquierda y de derecha, todos esos degenerados trotskista-piataikovistas y bujarino-rikovistas, se han visto obligados a encogerse, a ocultar sus trilladas plataformas y a pasar a la accin clandestina. No teniendo el coraje de someterse a la voluntad del pueblo, han preferido fusionarse con los mencheviques, los socialrevolucionarios, los fascistas, ponerse a sueldo de los servicios de espionaje extranjeros, hacerse contratar como espas y asumir la tarea de ayudar a los enemigos de la Unin Sovitica a desmembrar nuestro pas, y restablecer la esclavitud capitalista. Tal es el fin sin gloria de los adversarios de la lnea de nuestro Partido, que se han convertido despus en enemigos del pueblo. Habiendo aplastado a los enemigos del pueblo, habiendo expulsado de las organizaciones del Partido y de las instituciones soviticas a los elementos degenerados, el Partido se ha unido todava ms en su trabajo poltico y de organizacin; ha cerrado ms estrechamente sus filas en torno a su Comit Central. Examinemos los datos concretos relativos al desarrollo de la vida interna del Partido, a su trabajo de organizacin y de propaganda durante el perodo que tratamos. 1. Medidas tomadas para mejorar la composicin del partido. Divisin de las organizaciones demasiado grandes. Aproximacin de los organismos dirigentes al trabajo de la base. El reforzamiento del Partido y de sus organismos dirigentes, en el curso del perodo que analizamos, ha seguido dos lneas principales: la lnea tendente a arreglar la composicin del Partido, a eliminar a los miembros pocos seguros y a escoger los mejores, y la lnea consistente en dividir las organizaciones demasiado grandes, en reducir las proporciones y en

J. V. Stalin aproximar los organismos dirigentes al trabajo de la base, al trabajo prctico, concreto. En el XVII Congreso estuvieron representados 1.874.488 miembros del Partido. Si se compara esta cifra con la de los miembros del Partido representados en el XVI Congreso, resulta que, en el perodo comprendido entre el XVI y el XVII Congreso, ingresaron en el Partido 600.000 nuevos miembros. El Partido no poda dejar de advertir que una afluencia tan grande de adherentes en las condiciones de 1930 a 1933, era un crecimiento malsano e indeseable de sus efectivos. El Partido saba que en sus filas entraban no slo hombres honestos y abnegados, sino tambin elementos venidos por casualidad, y tambin carreristas que queran utilizar la bandera del Partido con un fin personal. El Partido no poda dejar de saber que es fuerte no slo por el nmero, sino ante todo por la calidad de sus adherentes. Por lo tanto, la cuestin que se plantea es, arreglar la composicin del Partido. Se decide continuar la depuracin del Partido, -miembros y candidatos- iniciada en 1933, y fue prolongada efectivamente hasta el mes de mayo de 1935. Se decide despus suspender la admisin de nuevos miembros, en el Partido, y de hecho fue suspendida hasta septiembre de 1936; la admisin de nuevos miembros fue reanudada slo el 1 de noviembre de 1936. Despus del cobarde asesinato del camarada Kirov, testimonio de que en el Partido haba un buen nmero de elementos sospechosos, se decidi proceder a la verificacin y al canje de documentos del Partido; estas dos tareas fueron concluidas slo en septiembre de 1936. Es solamente entonces cuando se reanuda la adhesin de nuevos miembros y de candidatos. Estas medidas han permitido al Partido expulsar de sus filas a los elementos venidos por casualidad, a los elementos pasivos, carreristas y abiertamente hostiles, conservar a los miembros ms seguros, ms abnegados. No se puede decir que la depuracin haya sido efectuada sin graves errores. Desgraciadamente, fueron ms numerosos de lo que habra podido suponerse. No hay duda de que ya no tendremos la necesidad de emplear el mtodo de la depuracin masiva. Pero la depuracin de 1933-1936 era inevitable; y en general, ha dado resultados positivos. En este XVIII Congreso estn representados alrededor de 1.600.000 miembros del Partido, o sea 270.000 miembros menos que en el XVII Congreso. Pero en esto no hay nada de malo. Al contrario, esto es bueno, porque el Partido se refuerza depurndose de la basura. Nuestro Partido es ahora un poco menos numeroso, pero en cambio es mejor por la calidad de sus efectivos. Se trata de un gran xito. En lo que concierne al mejoramiento de la direccin cotidiana asegurada por el Partido, en el sentido de una aproximacin al trabajo de la base, en el sentido de una concretizacin ulterior, el Partido

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Informe presentado al XVIII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) ha llegado a esta conclusin de que dividir las organizaciones demasiado grandes, reducir sus proporciones, era el mejor medio de ayudar a los organismos del Partido a dirigir esas organizaciones y hacer la propia direccin concreta, dinmica, rpida. Se ha dividido tambin tanto los comisariados del pueblo como los organismos administrativos territoriales, es decir las Repblicas federadas, los territorios, las regiones, las zonas, etc. Como consecuencia de las medidas tomadas, en lugar de 7 Repblicas federadas actualmente contamos con 11; en vez de 14 Comisariados del Pueblo de la URSS, 34; en lugar de 70 territorios y regiones, 110; en vez de 2.559 zonas urbanas y rurales, 3.815. As, en el sistema de los organismos dirigentes del Partido, tenemos ahora 11 Comits Centrales con el CC del PC(b) de la URSS a la cabeza, 6 comits de territorio, 104 comits de regin, 30 comits de distrito, 212 comits de ciudad, 336 comits de zona urbana, 3.479 comits de zona rural y 113.060 organizaciones de base del Partido. No se podra decir que la divisin de las organizaciones haya concluido. Es muy probable que sea continuada. Como quiera que sea, ya ha dado buenos resultados, tanto desde el punto de vista del mejoramiento de la direccin cotidiana del trabajo, como desde el punto de vista de la aproximacin de la propia direccin al trabajo concreto de la base. Y no hablo del hecho de que la divisin de las organizaciones demasiado grandes ha permitido promover a centenares y miles de hombres nuevos a puestos de direccin. Esto tambin es un gran xito. 2. La seleccin de los cuadros, su promocin, su distribucin Arreglar la composicin del Partido y aproximar los organismos dirigentes al trabajo concreto de la base, no era ni poda ser el nico medio para proseguir el reforzamiento del Partido y de su direccin. Otro medio de afirmar el Partido, durante el perodo que analizamos, ha sido el mejoramiento radical del trabajo con los cuadros: seleccin de los cuadros, promocin, distribucin y verificacin en el curso del trabajo. Los cuadros del Partido componen el cuerpo de mando del Partido. Y puesto que nuestro Partido est en el poder, estos cuadros forman tambin el cuerpo de mando de los organismos dirigentes del Estado. Despus de que ha sido establecida, una lnea poltica justa, comprobada en la prctica, los cuadros del Partido vienen a ser la fuerza decisiva de la direccin en el Partido y en el Estado. Tener una lnea poltica justa es evidentemente lo primero, y lo ms importante. Pero esto no basta. Una lnea poltica justa no es hecha para ser simplemente proclamada, sino tambin para ser aplicada. Pero, para aplicar prcticamente una justa lnea poltica, se precisan

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cuadros, se precisan hombres que comprendan la lnea poltica del Partido; que la conciban como su propia lnea y estn dispuestos a aplicarla; que sepan llevarla a la prctica y sean capaces de responder de ella, de defenderla, de luchar por ella. De otro modo la lnea poltica justa corre el riesgo de quedarse en el papel. Aqu se plantea la cuestin de la justa seleccin de los cuadros, de su formacin, de la promocin de los hombres nuevos, de la correcta distribucin de los cuadros y de su verificacin despus del trabajo realizado. Qu significa hacer una justa seleccin de los cuadros? Hacer una justa seleccin de los cuadros, no significa rodearse de adjuntos, de suplentes, montar una cancillera y lanzar, desde all, toda suerte de directrices. Tampoco abusar de tu poder, desplazar sin motivo ni razn a decenas y centenas de personas, de un lugar a otro y viceversa, y proceder a las interminables reorganizaciones. Hacer una justa seleccin de los cuadros, significa: Primero, considerar a los cuadros como la reserva de oro del Partido y del Estado, prestarles gran atencin, tenerles estimacin. Segundo, conocer a los cuadros, estudiar minuciosamente las cualidades y los defectos de cada uno de los militantes, saber en qu puesto tal militante puede desarrollar mejor sus capacidades. Tercero, formar con solicitud a los cuadros, ayudar a cada militante en vas de progreso a elevarse; no tener miedo de perder el tiempo con estos camaradas para acelerar su preparacin. Cuarto, promover, sin temor, y a su debido tiempo, a los nuevos, a los cuadros jvenes, no dejarlos demasiado tiempo en el mismo puesto y no dejar que se enmohezcan. Quinto, distribuir a los militantes en los diferentes puestos de manera que cada uno se sienta en su lugar; que cada uno pueda dar a nuestra causa comn el mximo de lo que sus cualidades personales le permiten dar; de manera que la orientacin general del trabajo de distribucin de los cuadros responda enteramente a las necesidades de la lnea poltica, cuya aplicacin dicta esta distribucin. Lo que importa aqu, sobre todo, es promover sin temor y en el momento oportuno a los nuevos, a los cuadros jvenes. Pienso que nuestros militantes todava no tienen enteramente clara esta cuestin. Unos consideran que en la seleccin de los hombres hay que orientarse sobre todo por los cuadros viejos. Otros, por el contrario, piensan que debemos orientarnos principalmente por los cuadros jvenes. Me parece que los unos y los otros se equivocan. Los cuadros viejos representan evidentemente una gran riqueza para el Partido y el Estado. Ellos poseen lo que los jvenes no tienen: una experiencia

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290 considerable en materia de direccin, una slida formacin marxista-leninista, el conocimiento de su trabajo, la fuerza de orientacin. Pero, en primer lugar, cada vez hay menos cuadros viejos, menos de lo debido, y comienzan en parte a dejar las filas como consecuencia de las leyes de la naturaleza. En segundo lugar, una parte de los cuadros viejos se inclina algunas veces a mirar obstinadamente atrs, a permanecer en el pasado, a atenerse a las cosas viejas y no a fijarse en lo que hay de nuevo en la vida. Esto es la prdida del sentimiento de lo nuevo. Defecto muy grave, peligroso. En lo que concierne a los cuadros jvenes, no tienen evidentemente esta experiencia, esta slida formacin, este conocimiento del trabajo y esta fuerza de orientacin que poseen los cuadros viejos. Pero, primero, los cuadros jvenes forman la inmensa mayora; segundo, son jvenes y por el momento no hay peligro de que dejen las filas; tercero, el sentimiento de lo nuevo, valiosa cualidad de todo militante bolchevique, est fuertemente desarrollado en los jvenes; cuarto, los jvenes crecen y se instruyen tan rpido, se elevan con tanto mpetu, que no est lejano el da en que alcanzarn a los viejos, se colocarn a su lado y sern un digno relevo de ellos. Por consiguiente, no se trata de que nos orientemos por los cuadros viejos o por los nuevos, sino que nos dediquemos a combinar, a fundir los viejos y los nuevos cuadros para formar una sola orquesta del trabajo dirigente del Partido y del Estado. He aqu porque es necesario llevar sin temor y a su debido tiempo a los jvenes cuadros a los puestos de direccin. Durante el perodo transcurrido, una de las importantes realizaciones del Partido en lo que concierne al reforzamiento de su direccin, es que ha sabido, seleccionando los cuadros, fundir y combinar con xito, desde la base al vrtice, a los viejos y los jvenes militantes. El Comit Central del Partido dispone de datos que muestran que, durante el perodo transcurrido, el Partido ha sabido llevar a los puestos de direccin, a los organismos del Estado y del Partido a ms de 500.000 jvenes bolcheviques, miembros del Partido o prximos al Partido, d los cuales ms del 20% son mujeres. Cul es la tarea en el presente? Es la de centralizar la seleccin de los cuadros, desde la base hasta el vrtice, y de elevar este trabajo al nivel requerido, al nivel cientfico, bolchevique. Por ello debe ponerse fin al sistema que consiste en confiar el estudio, la promocin y la seleccin de los cuadros a mltiples servicios y sectores, y concentrar este trabajo en un solo punto. Este centro ser la Direccin de Cuadros adjunta al CC del PC(b) de la URSS, un servicio de cuadros ser creado en cada organizacin de Partido de Repblica, de territorio y de regin.

J. V. Stalin 3. La propaganda del partido. La educacin marxista-leninista de los miembros y de los cuadros del partido. Existe otro terreno del trabajo, muy importante y de mucha responsabilidad, que, durante el perodo transcurrido, ha contribuido a la consolidacin del Partido y de sus organismos dirigentes: es la propaganda y la agitacin, oral y escrita, la educacin de los miembros y de los cuadros del Partido en el espritu del marxismo-leninismo, el trabajo destinado a elevar el nivel poltico y terico del Partido y de sus militantes. No es necesario extenderse sobre la importancia extrema de la propaganda del Partido, de la educacin marxista-leninista de nuestros militantes. No me refiero solamente a los militantes del aparato del Partido. Hablo tambin de los militantes de las organizaciones de la Juventud Comunista, de las organizaciones sindicales, comerciales, cooperativas, econmicas, pblicas, educativas, militares y otras. Se puede, de una manera satisfactoria, arreglar el problema de la composicin del Partido y aproximar los organismos dirigentes al trabajo de la base; se puede organizar de una manera satisfactoria la promocin de los cuadros, su seleccin, su distribucin; pero si, con todo esto, nuestra propaganda del Partido comienza a cojear por una u otra razn, si el trabajo de educacin marxistaleninista de nuestros cuadros comienza a debilitarse, si nuestro trabajo por elevar el nivel poltico y terico de estos cuadros flaquea y si, por lo tanto, los mismos cuadros dejan de interesarse por las perspectivas de nuestra marcha hacia adelante, cesan de comprender lo bien fundado de nuestra causa y se transforman en vulgares practicistas sin perspectivas, que ejecutan ciega y mecnicamente las directrices de arriba, todo nuestro trabajo del Estado y del Partido necesariamente debe debilitarse. Hay que reconocer, como un axioma, que cuanto ms elevados son el nivel poltico y la candencia marxista-leninista de los militantes ocupados en cualquier terreno que sea del trabajo del Estado y del Partido, tanto ms elevado y fecundo es el mismo trabajo, tanto ms tangibles son los resultados; al contrario, cuanto ms bajo son el nivel poltico y la conciencia marxista-leninista de los militantes, tanto ms probables son las lagunas y los fracasos en el trabajo, tanto ms probables son la decadencia, la transformacin de los propios militantes en practicistas que se ocupan de minucias, tanto ms probable es su degeneracin. Se puede decir con certeza que si consiguiramos formar ideolgicamente a nuestros cuadros en todos los terrenos del trabajo, y templarlos polticamente de modo que puedan orientarse fcilmente en la situacin interna e internacional, si logrramos hacer de ellos marxista-leninistas perfectamente maduros,

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Informe presentado al XVIII Congreso del Partido acerca de la actividad del CC del PC(b) capaces de resolver, sin cometer faltas graves, los problemas de direccin del pas tendramos todas las razones para considerar que las nueve dcimas partes de todos nuestros problemas ya han sido resueltos. Podemos naturalmente resolver este problema, tenemos para ello todos los medios y todas las posibilidades. Por lo general, la educacin, la formacin de los cuadros jvenes en nuestro pas se hace segn las ramas cientficas y tcnicas, por especialidades. Esto es indispensable y til. No hay necesidad de que un especialista en medicina sea al mismo tiempo especialista en fsica o en botnica, y viceversa. Pero, hay una rama que deben conocer absolutamente los bolcheviques que trabajan en todos los dominios de la ciencia: se trata de la ciencia marxista-leninista de la sociedad, de las leyes del desarrollo de la sociedad, de las leyes del desarrollo de la revolucin proletaria, de las leyes del desarrollo de la edificacin socialista, de la victoria del comunismo. En efecto, no podra considerarse como un verdadero leninista aquel que, dicindose leninista, se limita a su especialidad, por ejemplo en las matemticas, la botnica o la qumica, que no ve otra cosa que su especialidad. Un leninista no puede ser nicamente un especialista en la ciencia que ha escogido; debe ser al mismo tiempo un hombre poltico, un hombre pblico que se interesa vivamente por los destinos de su pas, que conoce las leyes del desarrollo social, que sabe inspirarse en estas leyes y hace esfuerzos por tomar parte activa en la direccin poltica del pas. Esto ser, evidentemente, un trabajo suplementario para los especialistas bolcheviques. Pero ms tarde, esta sobrecarga de trabajo compensar con creces los esfuerzos hechos. La propaganda del Partido, la educacin marxistaleninista de los cuadros, tiene por tarea de ayudar a nuestros cuadros en todas las ramas de la actividad a asimilar la ciencia marxista-leninista de las leyes del desarrollo de la sociedad. Las medidas a tomar para mejorar la propaganda y la educacin marxista-leninista de los cuadros han sido examinadas por el CC del PC(b) de la URSS, con la participacin de los propagandistas de las diferentes organizaciones regionales del Partido. Se ha hecho constancia de la aparicin del Curso abreviado de la historia del PC(b) de la URSS en septiembre de 1938. Se ha observado que la aparicin del Curso abreviado de la historia del PC(b) de la URSS, da una nueva amplitud a la propaganda marxista-leninista en nuestro pas. Los resultados del trabajo del Comit Central han sido publicados en su decisin conocida como Sobre la Organizacin de la propaganda del Partido relativa a la publicacin del Curso Abreviado de la Historia del PC(b) de la URSS Partiendo de esta decisin y teniendo en cuenta las decisiones tomadas por el pleno del Comit

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Central del PC(b) de la URSS, en marzo de 1937, sobre Los defectos del trabajo del Partido, el CC del PC(b) de la URSS a fin de remediar las insuficiencias en el terreno de la propaganda del Partido y para mejorar la educacin marxistaleninista de los miembros y de los cuadros del Partido, ha resuelto tomar las siguientes medidas principales: 1. Concentrar en un solo punto el trabajo de propaganda y de agitacin del Partido y fusionar las secciones de propaganda y de agitacin con las secciones de prensa en un solo servicio de propaganda y de agitacin adjunto al CC del PC(b) de la URSS; crear una seccin de propaganda y de agitacin en cada organizacin del Partido - de Repblica, de territorio y de regin. 2. Considerando un error nuestro inters excesivo por el sistema de propaganda en los crculos, y estimando ms racional el mtodo de estudio individual de los principios del marxismo-leninismo por los miembros del Partido, el Partido debe concentrar su atencin en la propaganda mediante la prensa y en la organizacin del sistema de propaganda mediante conferencias. 3. Organizar en cada centro regional cursos anuales de perfeccionamiento para nuestros cuadros de base. 4. Organizar en una serie de centros de nuestro pas escuelas leninistas de dos aos para nuestros cuadros medios. 5. Organizar una escuela superior de marxismoleninismo adjunta al CC del PC(b) de la URSS para la formacin de cuadros tericos altamente cualificados del Partido. Duracin de los estudios, tres aos. 6. Crear en una serie de centros de nuestro pas, cursos anuales de perfeccionamiento para propagandistas y periodistas. 7. Crear adjuntos a la escuela superior de marxismo-leninismo cursos de seis meses para el perfeccionamiento de los profesores de marxismoleninismo en las escuelas superiores. No cabe duda de que la aplicacin de estas medidas, que ya han sido puestas en prctica, pero todava no en el grado suficiente, no tardar en dar sus buenos resultados.

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EL MARXISMO Y LOS PROBLEMAS DE LA LINGSTICA Acerca del marxismo en la lingstica Un grupo de camaradas jvenes me ha pedido que exponga en la prensa mi opinin sobre los problemas de la lingstica, especialmente en lo que concierne al marxismo en la lingstica. Yo no soy un lingista y, por supuesto, no puedo dar plena satisfaccin a los camaradas. En cuanto al marxismo en la lingstica, lo mismo que de las dems ciencias sociales, con eso tengo relacin directa. Por ello he accedido a dar respuesta a algunas preguntas hechas por los camaradas. PREGUNTA. Es cierto que la lengua es una superestructura de la base? RESPUESTA. No, no es cierto. La base es el sistema econmico de la sociedad en una etapa dada de su desarrollo. La superestructura la constituyen las concepciones polticas, jurdicas, religiosas, artsticas y filosficas de la sociedad y las instituciones polticas, jurdicas, etc., etc., que les corresponden. Toda base tiene la superestructura correspondiente. La base del rgimen feudal tiene su superestructura, sus concepciones polticas, jurdicas, etc., etc., y las instituciones que les corresponden; la base capitalista tiene su superestructura, y la socialista, la suya. Si se modifica o se destruye la base, se modifica o se destruye a continuacin su superestructura; si nace una nueva base, nace a continuacin la superestructura correspondiente. En este sentido, la lengua se diferencia esencialmente de la superestructura. Tomemos, por ejemplo, la sociedad rusa y la lengua rusa. En el curso de los 30 aos ltimos, en Rusia ha sido destruida la vieja base, la base capitalista, y construida una base nueva, una base socialista. En consonancia, ha sido destruida la superestructura de la base capitalista y creada una nueva superestructura, que corresponde a la base socialista. Por consiguiente, las viejas instituciones polticas, jurdicas y otras han sido reemplazadas por instituciones nuevas, socialistas. Sin embargo, la lengua rusa ha continuado siendo, por su esencia, la misma que era antes de la Revolucin de Octubre. Qu ha cambiado desde entonces en la lengua rusa? Ha cambiado en cierta medida el vocabulario de la lengua rusa, ha cambiado en el sentido de que se ha visto enriquecido con un considerable nmero de nuevas palabras y expresiones, nacidas con la nueva produccin socialista, con el nuevo Estado, con la nueva cultura socialista, con las nuevas relaciones sociales, con la nueva moral y, finalmente, con el desarrollo de la tcnica y de la ciencia; muchas palabras y expresiones han cambiado de sentido y adquirido una significacin nueva; cierto nmero de palabras ha cado en desuso, ha desaparecido del vocabulario. En lo que respecta al caudal de voces bsico y a la estructura gramatical de la lengua rusa, que constituyen su fundamento, lejos de haber sido liquidados y sustituidos por un nuevo caudal bsico y por una nueva estructura gramatical despus de la destruccin de la base capitalista, se han conservado intactos y perviven sin ninguna modificacin seria; se han conservado precisamente como fundamento de la lengua rusa contempornea. Prosigamos. La superestructura es engendrada por la base; pero eso no significa, en modo alguno, que la superestructura se circunscriba a reflejar la base, que sea pasiva, neutral, que se muestre indiferente a la suerte de su base, a la suerte de las clases, al carcter del rgimen. Por el contrario, al nacer, la superestructura se convierte en una fuerza activa inmensa, coadyuva activamente a que su base tome cuerpo y se afiance y adopta todas las medidas para ayudar al nuevo rgimen a rematar y destruir la vieja base y las viejas clases. Y no puede ser de otra manera. La superestructura es creada por la base precisamente para que la sirva, para que la ayude activamente a tomar cuerpo y a afianzarse, para que luche activamente por la destruccin de la base vieja, caduca, y de su antigua superestructura. Basta que la superestructura renuncie a este su papel auxiliar, basta que pase de la posicin de defensa activa de su base a la posicin de indiferencia hacia ella, a una posicin idntica ante las distintas clases, para que pierda su calidad y deje de ser superestructura. En este sentido, la lengua se diferencia esencialmente de la superestructura. La lengua no es engendrada por una u otra base, por la vieja o por la nueva base, en el seno de una sociedad dada, sino por todo el curso de la historia de la sociedad y de la historia de las bases a travs de los siglos. La lengua no es obra de una clase cualquiera, sino de toda la sociedad, de todas las clases sociales, del esfuerzo de

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El marxismo y los problemas de la lingstica centenares de generaciones. La lengua no ha sido creada para satisfacer las necesidades de una clase cualquiera, sino de toda la sociedad, de todas las clases sociales. Precisamente por eso, ha sido creada como lengua de todo el pueblo, nica para la sociedad y comn a todos sus miembros. En virtud de ello, el papel auxiliar de la lengua como medio de relacin entre los hombres no consiste en servir a una clase en perjuicio de las dems, sino en servir por igual a toda la sociedad, a todas las clases sociales. A ello, precisamente, se debe el que la lengua pueda servir por igual al rgimen viejo y moribundo y al rgimen nuevo y en ascenso, a la vieja base y a la nueva, a los explotadores y a los explotados. Todo el mundo sabe que la lengua rusa ha servido al capitalismo ruso y a la cultura burguesa rusa antes de la Revolucin de Octubre tan bien como sirve hoy da al rgimen socialista y a la cultura socialista de la sociedad rusa. Lo mismo hay que decir de las lenguas ucraniana, bielorrusa, uzbeka, kazaja, georgiana, armenia, estoniana, letona, lituana, moldava, trtara, azerbaidzhana, bashkira, turkmena y de otras lenguas de las naciones soviticas, que sirvieron al viejo rgimen burgus de esas naciones tan bien como sirven al rgimen nuevo, al rgimen socialista. Y no puede ser de otra manera. Si la lengua existe, si ha sido creada, es precisamente para que sirva a la sociedad, considerada como un todo, de medio de relacin entre los hombres; para que sea comn a los miembros de la sociedad y nica para sta; para que sirva por igual a sus miembros, sea cual fuere la clase a que pertenezcan. Basta que la lengua abandone esta posicin de servicio a todo el pueblo, basta que adopte una posicin de preferencia y de apoyo a un grupo social cualquiera en detrimento de los dems grupos sociales, para que pierda su calidad, para que deje de ser un medio de relacin entre los hombres en la sociedad, para que se convierta en la jerga de un grupo social cualquiera, degenere y se condene a la desaparicin. En este sentido, la lengua, que se diferencia en principio de la superestructura, no se distingue de los instrumentos de produccin, por ejemplo, de las mquinas, que son tan indiferentes a las clases como la lengua y que pueden servir por igual tanto al rgimen capitalista como al socialista. Prosigamos. La superestructura es producto de una poca en el curso de la cual existe y funciona una base econmica dada. Por eso, la superestructura no vive largo tiempo; es liquidada y desaparece con la destruccin y la desaparicin de la base dada. La lengua, por el contrario, es producto de toda una serie de pocas, en el curso de las cuales cristaliza, se enriquece, se desarrolla y se pule. Por eso, la lengua tiene una vida incomparablemente ms larga que cualquier base y que cualquier superestructura. A ello, precisamente, se debe que el

293 nacimiento y la destruccin no slo de una base y de su superestructura, sino de varias bases y de sus correspondientes superestructuras, no conduzca en la historia a la destruccin de una lengua dada, a la liquidacin de su estructura y al nacimiento de una nueva lengua con un nuevo vocabulario y una nueva estructura gramatical. Desde la muerte de Pushkn han pasado ms de 100 aos. En ese tiempo fueron destruidos en Rusia los regmenes feudal y capitalista y surgi un tercer rgimen, el rgimen socialista. Por consiguiente, fueron destruidas dos bases con sus superestructuras y surgi una base nueva, la base socialista, con su superestructura. Sin embargo, si tomamos, por ejemplo, la lengua rusa, veremos que en este gran intervalo no ha experimentado ningn trastorno y que la lengua rusa contempornea difiere bien poco, por su estructura, de la lengua de Pushkin. Qu ha cambiado durante este tiempo en la lengua rusa? Durante este tiempo se ha enriquecido considerablemente el vocabulario de la lengua rusa; han desaparecido de l muchas palabras cadas en desuso; ha cambiado el significado de un considerable nmero de vocablos; se ha perfeccionado la estructura gramatical de la lengua. Por lo que se refiere a la estructura de la lengua de Pushikin, con su sistema gramatical y su caudal de voces bsico, se ha conservado en todo lo substancial como el fundamento de la lengua rusa contempornea. Lo apuntado es bien comprensible. En efecto, para qu es necesario que despus de cada revolucin la estructura existente de la lengua, su estructura gramatical y su caudal de voces bsico sean destruidos y reemplazados por otros nuevos, como ocurre habitualmente con la superestructura? Quin puede necesitar que agua, tierra, montaa, bosque, pez, hombre, andar, hacer, producir, comerciar etc., no se denominen agua, tierra, montaa, etc., sino de otra manera? Quin puede necesitar que la variacin de los vocablos en la lengua y su combinacin en las oraciones no se hagan con arreglo a la gramtica existente, sino atenindose a una gramtica completamente distinta? Qu provecho obtiene la revolucin con semejante cambio en la lengua? Por regla general, la historia no hace nada esencial si no existe una necesidad particular. Qu necesidad hay se pregunta uno- de semejante revolucin en la lengua si est demostrado que la lengua existente, con su estructura, es por completo apta, en lo fundamental, para dar satisfaccin a las necesidades del nuevo rgimen? Se puede y se debe destruir en unos cuantos aos la vieja superestructura y sustituirla por otra nueva para dar libre curso al desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad; pero cmo se puede destruir la lengua existente y crear en su lugar otra nueva en unos cuantos aos sin

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294 llevar la anarqua a la vida social, sin crear un peligro de disgregacin de la sociedad? Quin, de no ser un quijote, puede plantearse semejante tarea? Por ltimo, otra diferencia esencial entre la superestructura y la lengua. La superestructura no est ligada directamente a la produccin, a la actividad productora del hombre. Est ligada a la produccin slo de modo indirecto, a travs de la economa, a travs de la base. Por eso, la superestructura no refleja los cambios en el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas inmediata y directamente, sino despus de los cambios en la base, por refraccin de los cambios de la produccin en los cambios de la base. Eso quiere decir que la esfera de accin de la superestructura es estrecha y limitada. La lengua, por el contrario, est ligada directamente a la actividad productora del hombre, y no slo a la actividad productora, sino a cualquiera otra actividad del hombre en todas las esferas de su trabajo, desde la produccin hasta la base, desde la base hasta la superestructura. Por eso, la lengua refleja los cambios en la produccin inmediata y directamente, sin esperar los cambios en la base. Por eso, la esfera de accin de la lengua, que abarca todos los campos de la actividad del hombre, es mucho ms amplia y variada que la esfera de accin de la superestructura. Ms an, es casi ilimitada. A ello, ante todo, se debe que la lengua, mejor dicho, su vocabulario, se encuentre en un estado de cambio casi ininterrumpido. El desarrollo incesante de la industria y de la agricultura, del comercio y del transporte, de la tcnica y de la ciencia exige que la lengua enriquezca su vocabulario con nuevas palabras y expresiones, necesarias para su trabajo. Y la lengua, al reflejar directamente estas necesidades, completa su vocabulario con nuevas palabras y perfecciona su estructura gramatical. As, pues: a) un marxista no puede considerar la lengua como una superestructura de la base; b) confundir la lengua con la superestructura significa incurrir en un error de bulto. PREGUNTA. Es cierto que la lengua ha tenido siempre y sigue teniendo un carcter de clase y que no existe una lengua comn y nica para la sociedad, una lengua comn a todo el pueblo y sin carcter de clase? RESPUESTA. No, no es cierto. Es fcil comprender que no cabe siquiera hablar de una lengua de clase en una sociedad sin clases. El rgimen gentilicio de la comunidad primitiva no conoca las clases; por consiguiente, en l no poda tampoco haber una lengua de clase: en l, la lengua era comn y nica para toda la colectividad. La objecin de que debe entenderse por clase toda colectividad humana, comprendida la comunidad primitiva, no es una objecin, sino un juego de

J. V. Stalin palabras que ni siquiera merece ser refutado. Por lo que se refiere al desarrollo posterior, desde las lenguas gentilicias hasta las lenguas tribales, desde las lenguas tribales hasta las lenguas de los pueblos y desde las lenguas de los pueblos hasta las lenguas nacionales, en todas partes, en todas las etapas del desarrollo, la lengua, como medio de relacin de los hombres en la sociedad, ha sido comn y nica para la sociedad, ha servido por igual a los miembros de sta, independientemente de su condicin social. No me refiero a los imperios de los perodos esclavista y medieval, al imperio de Ciro y de Alejandro Magno, pongamos por caso, o al imperio de Csar y de Carlomagno, que no posean una base econmica propia y eran agrupaciones militares y administrativas efmeras y precarias. Ninguno de estos imperios tena ni poda tener una lengua nica y comprensible para todos sus miembros. Eran un conglomerado de tribus y de pueblos que vivan su propia vida y tenan sus propias lenguas. Por consiguiente, no me refiero a esos imperios y otros semejantes, sino a las tribus y los pueblos que formaban parte del imperio, posean una base econmica propia y tenan sus lenguas, formadas desde haca tiempo. La historia nos ensea que las lenguas de estas tribus y de estos pueblos no tenan un carcter de clase, sino que eran comunes a toda la poblacin, comunes a las tribus y a los pueblos y comprensibles para ellos. Naturalmente, existan a la par dialectos, hablas locales, pero la lengua nica y comn de la tribu o del pueblo prevaleca sobre ellos y se los subordinaba. Ms tarde, con la aparicin del capitalismo, con la supresin del fraccionamiento feudal y la formacin del mercado nacional, los pueblos se desarrollaron hasta constituirse en naciones, y las lenguas de los pueblos, hasta llegar a ser lenguas nacionales. La historia nos ensea que las lenguas nacionales no son lenguas de clase, sino lenguas comunes a todo el pueblo, comunes a los miembros de la nacin y nicas para ella. Ya hemos dicho que la lengua, como medio de relacin de los hombres en la sociedad, sirve por igual a todas las clases de la misma y manifiesta en este sentido cierta indiferencia hacia las clases. Pero los hombres, los diversos grupos sociales y las clases distan mucho de ser indiferentes hacia la lengua. Se esfuerzan por utilizarla en inters propio, imponerle su lxico particular, sus trminos particulares, sus expresiones particulares. En este sentido se distinguen especialmente las capas superiores de las clases poseedoras -la alta aristocracia y las capas superiores de la burguesa-, que estn divorciadas del pueblo y lo odian. Se crean dialectos y jergas de clase, lenguajes de saln. A menudo, en la literatura se califica errneamente de lenguas a esos

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El marxismo y los problemas de la lingstica dialectos y jergas: lengua de la aristocracia, lengua de la burguesa, en oposicin a la lengua proletaria, a la lengua campesina. Esa es la razn de que algunos camaradas nuestros hayan llegado por extrao que pueda parecer- a la conclusin de que la lengua nacional es una ficcin y de que, en la realidad, slo existen lenguas de clase. Yo creo que no hay nada ms equivocado que esa conclusin. Puede considerarse lenguas a esos dialectos y jergas? Indiscutiblemente que no. No se puede, en primer lugar, porque estos dialectos y jergas no tienen una estructura gramatical propia y un caudal de voces bsico propio: los toman de la lengua nacional. No se puede, en segundo lugar, porque los dialectos y las jergas tienen una esfera de circulacin estrecha entre los miembros de la capa superior de tal y cual clase, y son absolutamente inservibles como medio de relacin entre los hombres, para la sociedad en su conjunto. Qu poseen, pues, los dialectos y las jergas? Poseen un frrago de vocablos especficos, que reflejan los gustos especficos de la aristocracia o de las carpas superiores de la burguesa; poseen cierto nmero de expresiones y giros que se distinguen por su rebuscamiento y galantera y que estn exentos de los burdos giros y expresiones de la lengua nacional; poseen, por ltimo, cierto nmero de palabras extranjeras. Sin embargo, lo fundamental, es decir, la inmensa mayora de las palabras y la estructura gramatical, est tomado de la lengua nacional, comn a todo el pueblo. Por consiguiente, los dialectos y las jergas son ramificaciones de la lengua nacional, comn a todo el pueblo, privadas de toda independencia lingstica y condenadas a vegetar. Suponer que los dialectos y las jergas pueden desarrollarse y llegar a ser lenguas independientes, capaces de desplazar y de sustituir a la lengua nacional, es perder la perspectiva histrica y abandonar las posiciones del marxismo. Se remiten a Marx, citan un pasaje de su artculo. El santo Max, donde se dice que el burgus tiene su propia lengua, que esta lengua es un producto de la burguesa y est penetrada del espritu del mercantilismo y de la compra-venta. Algunos camaradas quieren demostrar con esta cita que Marx sustentaba, al parecer, el punto de vista de que la lengua tena carcter de clase y negaba la existencia de una lengua nacional nica. Si estos camaradas fueran en este caso objetivos, habran citado tambin otro pasaje del artculo. El santo Max, donde Marx, refirindose a las vas de formacin de una lengua nacional nica, habla de la concentracin de los dialectos en un idioma nacional nico, condicionada por la concentracin econmica y poltica. Por consiguiente, Marx reconoca la necesidad de una Lengua nacional nica, como forma superior a la que, como formas inferiores, estn subordinados los dialectos.

295 En ese caso, qu puede ser la lengua del burgus, segn Marx producto de la burguesa? La consideraba Marx una lengua como la nacional, con su estructura lingstica particular? Poda considerarla como tal lengua? Desde luego que no! Marx quera simplemente decir que los burgueses haban ensuciado la lengua nacional nica con su lxico de mercaderes y que, por tanto, los burgueses tenan su propia jerga de mercaderes. Resulta que estos camaradas han deformado la posicin de Marx. Y la han deformado porque no han citado a Marx como marxistas, sino como dogmticos, sin calar en la esencia de las cosas. Se remiten a Engels, citan de su folleto La situacin de la clase obrera en Inglaterra los pasajes donde dice que la clase obrera inglesa, en el transcurso del tiempo, ha llegado a ser un pueblo completamente distinto de la burguesa inglesa; que los obreros hablan otro dialecto, tienen otras ideas y concepciones, otras costumbres y otros principios morales, otra religin y otra poltica que la burguesa. Partiendo de esta cita, algunos camaradas sacan la conclusin de que Engels negaba la necesidad de una lengua nacional, comn a todo el pueblo, y que, por tanto, sustentaba el punto de vista de que la lengua tena carcter de clase. La verdad es que Engels no habla aqu de una lengua sino de un dialecto, comprendiendo perfectamente que el dialecto, como ramificacin de la lengua nacional, no puede sustituir a sta. Mas, a esos camaradas no les agrada mucho, por lo visto, la diferencia existente entre una lengua y un dialecto... Es evidente que la cita aducida est fuera de lugar, pues Engels no habla en esos pasajes de lenguas de clase, sino, principalmente, de las ideas, de las concepciones, de las costumbres, de los principios morales, de la religin y de la poltica de clase. Es absolutamente cierto que las ideas, las concepciones, las costumbres, los principios morales, la religin y la poltica de los burgueses y de los proletarios son diametralmente opuestos. Pero qu tiene que ver esto con la lengua nacional, o con el carcter de clase de la lengua? Acaso la existencia de contradicciones de clase en la sociedad puede servir de argumento en favor del carcter de clase de la lengua, o en contra de la necesidad de una lengua nacional nica? El marxismo dice que la comunidad de lengua es uno de los rasgos ms importantes de la nacin, sabiendo perfectamente, al afirmar eso, que dentro de la nacin hay contradicciones de clase. Reconocen los mencionados camaradas esta tesis marxista? Se remiten a Lafargue, sealando que, en su folleto La lengua y la revolucin, reconoce el carcter de clase de la lengua y niega, al parecer, la necesidad de una lengua nacional, comn a todo el pueblo. Eso es falso. Lafargue habla, efectivamente, de la lengua de la nobleza o de la aristocracia y

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296 de las jergas de las distintas capas de la sociedad. Pero esos camaradas olvidan que Lafargue, sin interesarse por la diferencia entre lengua y jerga y llamando a los dialectos unas veces lenguaje artificial y otras jerga, declara explcitamente en su folleto que el lenguaje artificial que distingue a la aristocracia... sali de la lengua comn a todo el pueblo que hablaban los burgueses y los artesanos, la ciudad y el campo. Por consiguiente, Lafargue reconoce la existencia y la necesidad de una lengua comn a todo el pueblo, comprendiendo perfectamente el carcter subordinado y la dependencia de la lengua de la aristocracia y los dems dialectos y jergas respecto de la lengua comn a todo el pueblo. Resulta que la referencia a Lafargue no da en el blanco. Se remiten a que, en cierta poca, los seores feudales de Inglaterra hablaron durante siglos en francs, mientras que el pueblo ingls hablaba la lengua inglesa, y aducen esta circunstancia como un argumento a favor del carcter de clase de la lengua y contra la necesidad de una lengua comn a todo el pueblo. Pero eso no es un argumento, sino una ancdota. En primer lugar, a la sazn no hablaban en francs todos los feudales, sino un nmero insignificante de grandes feudales ingleses en la corte del rey y en los condados. En segundo lugar, no hablaban en una lengua de clase, sino en la lengua francesa corriente, comn a todo el pueblo francs. En tercer lugar, como se sabe, ese antojo de hablar en francs desapareci despus sin dejar rastro, cediendo el puesto a la lengua inglesa comn a todo el pueblo. Creen esos camaradas que los feudales ingleses y el pueblo ingls se entendieron durante siglos por mediacin de intrpretes, que los feudales ingleses no hacan uso de la lengua inglesa, que no exista por aquel entonces una lengua inglesa comn a todo pueblo, que el francs era entonces en Inglaterra algo ms que una lengua de saln, empleada nicamente en el estrecho crculo de la alta aristocracia inglesa? Cmo se puede negar con tan anecdticos argumentos la existencia y la necesidad de una lengua comn a todo el pueblo? En un tiempo, tambin a los aristcratas rusos les dio por hablar el francs en la corte del zar y en los salones. Se jactaban de que, al hablar en ruso, tartamudeaban en francs y que slo saban hablar el ruso con acento francs. Quiere eso decir que no exista entonces en Rusia la lengua rusa, comn a todo el pueblo, que la lengua comn a todo el pueblo era entonces una ficcin, y las lenguas de clase una realidad? Nuestros camaradas incurren aqu, cuando menos, en dos errores. El primer error consiste en que confunden la lengua con la superestructura. Creen que si la superestructura tiene un carcter de clase, la lengua

J. V. Stalin no debe ser comn a todo el pueblo, sino que debe tener un carcter de clase. Pero ya he dicho anteriormente que la lengua y la superestructura son dos conceptos diferentes y que un marxista no puede confundirlos. El segundo error consiste en que esos camaradas conciben la oposicin de intereses de la burguesa y del proletariado y su encarnizada lucha de clases como una desintegracin de la sociedad, como una ruptura de todo vnculo entre las clases hostiles. Consideran que, como la sociedad se ha desintegrado y no existe ya una sociedad nica, sino solamente las clases, no se necesita una lengua nica para la sociedad, no se necesita una lengua nacional. Qu queda, pues, si la sociedad se ha desintegrado y no existe ya una lengua nacional, comn a todo el pueblo? Quedan las clases y las lenguas de clase. De por s se desprende que cada lengua de clase debe tener su propia gramtica de clase, que debe haber, por tanto, una gramtica proletaria y una gramtica burguesa. Cierto es que no hay tales gramticas bajo la capa del cielo; pero esta circunstancia no inmuta a esos camaradas: estn persuadidos de que tales gramticas han de aparecer. En tiempos hubo entre nosotros marxistas que afirmaban que las lneas frreas que haban quedado en nuestro pas despus de la Revolucin de Octubre eran burguesas y no proceda que nosotros, los marxistas, las utilizsemos; que era preciso desmontarlas y construir ferrocarriles nuevos, proletarios. Debido a ello, esas gentes recibieron el sobrenombre de trogloditas... De por s se desprende que esa primitiva concepcin anarquista de la sociedad, las clases y la lengua no tiene nada de comn con el marxismo. Pero, indudablemente, existe y contina alentando en las cabezas de algunos camaradas desorientados. Naturalmente, no es cierto que, debido a una encarnizada lucha de clases, la sociedad se haya desintegrado en clases que ya no estn ligadas econmicamente las unas a las otras en el seno de una sociedad nica. Al contrario: mientras subsista el capitalismo, burgueses y proletarios estarn ligados recprocamente por todos los lazos de la economa, como partes constitutivas de una sociedad capitalista nica. Los burgueses no pueden vivir ni enriquecerse si no disponen de obreros asalariados; los proletarios no pueden subsistir sin vender su fuerza de trabajo a los capitalistas. El cese de toda relacin econmica entre ellos implica el cese de toda produccin, y el cese de toda produccin conduce al perecimiento de la sociedad, al perecimiento de las clases mismas. De por s se desprende que ninguna clase quiere condenarse a perecer. Por eso, la lucha de clases, por aguda que sea, no puede conducir a la desintegracin de la sociedad. Slo la ignorancia en punto al marxismo y la incomprensin absoluta de la naturaleza de la lengua han podido sugerir a algunos

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El marxismo y los problemas de la lingstica de nuestros camaradas la fbula de la desintegracin de la sociedad, la fbula de las lenguas de clase, de las gramticas de clase. Se remiten, adems, a Lenin y aducen que reconoca la existencia de dos culturas, la burguesa y la proletaria, bajo el capitalismo y que la consigna de cultura nacional es, bajo el capitalismo, una consigna nacionalista. Todo ello es cierto, y Lenin tiene absoluta razn. Pero a qu viene aqu eso del carcter de clase de la lengua? Al remitirse a las palabras de Lenin de que bajo el capitalismo existen dos culturas, esos camaradas quieren -a lo que se veinculcar al lector que si en la sociedad existen dos culturas, la burguesa y la proletaria, debe haber tambin dos lenguas, pues la lengua est ligada a la cultura, y que, por lo tanto, Lenin niega la necesidad de una lengua nacional nica, manifestndose, por consiguiente, a favor de las lenguas de clase. El error que esos camaradas cometen aqu consiste en que identifican y confunden la lengua con la cultura. Pero la cultura y la lengua son dos cosas distintas. La cultura puede ser burguesa o socialista, mientras que la lengua, como medio de relacin, es siempre comn a todo el pueblo y puede servir tanto a la cultura burguesa como a la socialista. Acaso no es un hecho que las lenguas rusa, ucraniana y uzbeka sirven actualmente a la cultura socialista de estas naciones tan bien como sirvieron antes de la Revolucin de Octubre a sus culturas burguesas? Por consiguiente, esos camaradas estn muy equivocados al afirmar que la existencia de dos culturas diferentes lleva a la formacin de dos lenguas distintas y a la negacin de la necesidad de una lengua nica. Cuando hablaba de dos culturas, Lenin parta precisamente de la tesis de que la existencia de dos culturas no puede nevar a la negacin de la lengua nica y a la formacin de dos lenguas, y de que la lengua debe ser nica. Cuando los bundistas acusaron a Lenin de que negaba la necesidad de la lengua nacional y consideraba que la cultura carece de nacionalidad, Lenin, como es sabido, protest enrgicamente y declar que luchaba contra la cultura burguesa, y no contra la lengua nacional, cuya necesidad estimaba indiscutible. Causa extraeza que algunos camaradas nuestros hayan seguido las huellas de los bundistas. Por lo que se refiere a una lengua nica, cuya necesidad dicen que Lenin negaba, sera conveniente prestar odo a las siguientes palabras de Lenin: La lengua es un importantsimo medio de relacin entre los hombres; la unidad de la lengua y su desarrollo sin trabas son una importantsima condicin de una circulacin mercantil verdaderamente libre y amplia, correspondiente al capitalismo moderno, y de una libre y vasta agrupacin de la poblacin en las diferentes clases.

297 Resulta que esos estimados camaradas han tergiversado las ideas de Lenin. Se remiten, por ltimo, a Stalin. Reproducen una cita de Stalin que dice que la burguesa y sus partidos nacionalistas fueron, y continan siendo en este perodo la principal fuerza dirigente de las naciones de ese tipo. Todo esto es cierto. La burguesa y su partido nacionalista dirigen, efectivamente, la cultura burguesa, del mismo modo que el proletariado y su partido internacionalista dirigen la cultura proletaria. Pero qu tiene que ver esto con el carcter de clase de la lengua? Acaso esos camaradas no saben que la lengua nacional es una forma de la cultura nacional y que puede servir tanto a la cultura burguesa como a la socialista? Es que nuestros camaradas ignoran la conocida frmula de los marxistas de que las actuales culturas rusa, ucraniana, bielorrusa y otras son socialistas por el contenido y nacionales por la forma, es decir, por la lengua? Estn de acuerdo con esta frmula marxista? El error que nuestros camaradas cometen aqu consiste en que no ven la diferencia entre la cultura y la lengua y no comprenden que la cultura cambia de contenido con cada nuevo perodo del desarrollo de la sociedad, mientras que la lengua contina siendo en lo esencial la misma a lo largo de varios perodos, sirviendo por igual tanto a la nueva cultura como a la antigua. As, pues: a) la lengua, como medio de relacin, ha sido siempre y sigue siendo nica para la sociedad y comn para todos sus miembros; b) la existencia de dialectos y jergas no niega, sino que confirma la existencia de una lengua comn a todo el pueblo, de la que esos dialectos y jergas son ramificaciones y a la que estn subordinados; c) la frmula relativa al carcter de clase de la lengua es una frmula errnea, no marxista. PREGUNTA. Cules son los rasgos caractersticos de la lengua? RESPUESTA. La lengua es uno de los fenmenos sociales que actan mientras existe la sociedad. Nace y se desarrolla con el nacimiento y el desarrollo de la sociedad. Muere cuando muere la sociedad. No hay lengua fuera de la sociedad. Por eso, la lengua y las leyes de su desarrollo solamente pueden ser comprendidas si se estudian en ligazn inseparable con la historia de la sociedad, con la historia del pueblo al que pertenece la lengua estudiada y que es su creador y portador. La lengua es el medio, el instrumento con el que los hombres se relacionan, intercambian ideas y logran entenderse unos a otros. Directamente ligada al pensamiento, la lengua registra y fija en palabras y en palabras combinadas en oraciones los resultados del trabajo del pensamiento, los progresos de la

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298 actividad cognoscitiva del hombre, y, de esta forma, hace posible el intercambio de ideas en la sociedad humana. El intercambio de ideas constituye una necesidad permanente y vital, ya que sin l sera imposible organizar las acciones conjuntas de los hombres en la lucha contra las fuerzas de la naturaleza, en la lucha por la produccin de los bienes materiales indispensables; sera imposible conseguir xitos en la actividad productora de la sociedad y, por tanto, lo sera tambin la existencia misma de la produccin social. De ah que sin una lengua comprensible para la sociedad y comn a sus componentes, la sociedad tenga que cesar de producir, se desintegre y deje de existir como tal. En este sentido, la lengua, siendo medio de relacin, es, al mismo tiempo, un instrumento de lucha y de desarrollo de la sociedad. Es sabido que todas las palabras de una lengua constituyen, juntas, lo que se llama su vocabulario. Lo principal en el vocabulario de una lengua es su caudal de voces, del que forman parte, como ncleo suyo, todas las palabras races. El caudal de voces bskoes mucho menos amplio que el vocabulario de la lengua, pero vive mucho tiempo, durante siglos, y suministra a la lengua una base para la formacin de nuevas palabras. El vocabulario refleja el estado de la lengua: cuanto ms rico y variado es el vocabulario, ms rica y desarrollada es la lengua. Sin embargo, el vocabulario; por s solo, no constituye todava la lengua: es, ms bien, el material de construccin para la lengua. Del mismo modo que los materiales de construccin no constituyen el edificio, aunque sin ellos no es posible levantarlo, as tambin el vocabulario no es la propia lengua, aunque sin l es inconcebible toda lengua. Pero el vocabulario adquiere una importancia enorme cuando se halla a disposicin de una gramtica, que establece las reglas que rigen las modificaciones de las palabras y la combinacin de las palabras en oraciones y, de este modo, hace de la lengua algo armnico y coherente. La gramtica (morfologa, sintaxis) es el conjunto de reglas que rigen las modificaciones de las palabras y su combinacin en oraciones. Por tanto, gracias precisamente a la gramtica, la lengua obtiene la posibilidad de dar a los pensamientos humanos una envoltura lingstica material. El rasgo distintivo de la gramtica consiste en que da las reglas para la modificacin de las palabras teniendo en cuenta no palabras concretas, sino las palabras en general, desprovistas de todo carcter concreto; da las reglas para formar oraciones teniendo en cuenta no oraciones concretas con un sujeto concreto, un predicado concreto, etc., sino todas las oraciones, sin relacin con la forma concreta de una u otra oracin. Por consiguiente, la gramtica, haciendo abstraccin de lo particular y de lo concreto, tanto en las palabras como en las

J. V. Stalin oraciones, toma lo que hay de general y bsico en la modificacin de las palabras y en su combinacin en oraciones, sacando de ello las reglas gramaticales, las leyes gramaticales. La gramtica es el resultado de una prolongada labor de abstraccin realizada por el pensamiento humano, un exponente de los enormes progresos del pensamiento. En este sentido, la gramtica se parece a la geometra, que da sus leyes haciendo abstraccin de los objetos concretos, considerando los objetos como cuerpos carentes de concrecin y estableciendo las relaciones entre ellos no como relaciones concretas de determinados objetos concretos, sino como las relaciones de los cuerpos en general, desprovistos de todo carcter concreto. A diferencia de la superestructura, que no est ligada a la produccin directamente, sino a travs de la economa, la lengua est directamente ligada a la actividad productora del hombre, lo mismo que a todas sus dems actividades en todas las esferas de su trabajo, sin excepcin. A ello se debe que el vocabulario, por ser lo ms susceptible de cambiar, se encuentre en un estado de transformacin casi incesante; al mismo tiempo, la lengua, a diferencia de la superestructura, no tiene que esperar a que la base sea liquidada e introduce modificaciones en su vocabulario antes de la liquidacin de la base e independientemente del estado de la base. Sin embargo, el vocabulario de una lengua no cambia como la superestructura, es decir, aboliendo lo viejo y construyendo lo nuevo, sino enriqueciendo el vocabulario existente con nuevas palabras, surgidas en relacin con los cambios en el rgimen social, con el desarrollo de la produccin, el progreso de la cultura, de la ciencia, etc. Adems, aunque cierto nmero de palabras anticuadas desaparece habitualmente del vocabulario, a l se suma un nmero mucho mayor de palabras nuevas. Por lo que respecta al caudal bsico, se conserva en todo lo que tiene de esencial y es usado como base del vocabulario de la lengua. Eso es comprensible. No hay ninguna necesidad de destruir el lxico bsico cuando puede ser utilizado eficazmente en el transcurso de varios perodos histricos, sin hablar ya de que la destruccin del caudal bsico, acumulado durante siglos, vista la imposibilidad de crear un nuevo vocabulario bsico en plazo breve, conducira a la parlisis de la lengua, a la desorganizacin total de las relaciones entre los hombres. La estructura gramatical de una lengua cambia an ms lentamente que su caudal de voces bsico. La estructura gramatical, elaborada a lo largo de varias pocas, y siendo como es carne de la carne y sangre de la sangre de la lengua, cambia ms lentamente todava que el caudal bsico. Naturalmente, sufre cambios con el curso del tiempo, se perfecciona, mejora y precisa sus reglas, se

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El marxismo y los problemas de la lingstica enriquece con nuevas reglas, pero las bases de la estructura gramatical subsisten durante un perodo muy largo, ya que, como lo demuestra la historia, pueden servir eficazmente a la sociedad en el transcurso de muchas pocas. Por lo tanto, la estructura gramatical y el caudal bsico constituyen la base de la lengua y la esencia de su carcter especfico. La historia demuestra que la lengua posee gran estabilidad y una colosal capacidad de resistencia a la asimilacin forzosa. Algunos historiadores, en lugar de explicar este fenmeno, se limitan a manifestar su asombro. Pero aqu no hay ninguna razn para asombrarse. La lengua debe su estabilidad a la estabilidad de su estructura gramatical y de su caudal bsico. Los asimiladores turcos se esforzaron durante siglos por mutilar, destruir y aniquilar las lenguas de los pueblos balcnicos. En este perodo, el vocabulario de las lenguas balcnicas sufri cambios considerables, fueron adoptadas no pocas palabras y expresiones turcas, hubo convergencias y divergencias, pero las lenguas balcnicas resistieron y han perdurado. Por qu? Porque la estructura gramatical y el lxico bsico de estas lenguas se han mantenido en lo fundamental. De todo esto se desprende que la lengua y su estructura no pueden ser consideradas como el producto de una sola poca. La estructura de la lengua, su estructura gramatical y caudal bsico son el producto de varias pocas. Es de suponer que los elementos de las lenguas contemporneas se constituyeron en la antigedad ms remota, antes de la poca de la esclavitud. Era aqulla una lengua poco compleja, con un caudal de voces muy exiguo, pero con su propia estructura gramatical, que, si bien era primitiva, no dejaba, por ello, de ser estructura gramatical. El posterior desarrollo de la produccin; la aparicin de las clases; la aparicin de la escritura; el nacimiento del Estado, que necesitaba para la direccin una correspondencia ms o menos ordenada; el desarrollo del comercio, que precisaba de ella todava en mayor medida; la aparicin de la imprenta, los progresos de la literatura: todo eso ocasion grandes cambios en el desarrollo de la lengua. Durante este tiempo, las tribus y los pueblos se fraccionaban y dispersaban, se mezclaban y se cruzaban, y posteriormente aparecieron las lenguas nacionales y los Estados nacionales, se produjeron revoluciones, a los viejos regmenes sociales sucedieron otros. Todo ello introdujo cambios mayores an en la lengua y en su desarrollo. Sin embargo, sera un error de bulto suponer que la lengua se ha desarrollado del mismo modo que la superestructura, es decir, destruyendo lo que exista y edificando lo nuevo. En realidad, las lenguas no se han desarrollado destruyendo las existentes y creando otras, sino desarrollando y perfeccionando los

299 elementos fundamentales de las lenguas existentes. Adems, el paso de un estado cualitativo de la lengua a otro estado cualitativo no se ha operado por explosin, destruyendo de un solo golpe lo viejo y edificando lo nuevo, sino por acumulacin gradual y prolongada de los elementos del nuevo estado cualitativo, de la nueva estructura de la lengua, por la extincin gradual de los elementos del viejo estado cualitativo. Hay quien dice que la teora del desarrollo estadial de la lengua es una teora marxista, porque reconoce la necesidad de explosiones sbitas como una condicin para el paso de la lengua de su vieja calidad a una calidad nueva. Eso es falso, claro est, pues resulta difcil encontrar en esta teora algo de marxista. Y si la teora del desarrollo estadial reconoce efectivamente las explosiones sbitas en la historia del desarrollo de la lengua, tanto peor para ella. El marxismo no reconoce las explosiones sbitas en el desarrollo de la lengua, la muerte repentina de una lengua existente y la sbita creacin de una nueva lengua. Lafargue no tena razn cuando hablaba de la sbita revolucin lingstica que se produjo entre 1789 y 1794 en Francia (Vase el folleto de Lafargue La lengua y la revolucin). En la Francia de entonces no se produjo ninguna revolucin lingstica, y menos an sbita. Claro est que en ese perodo el vocabulario de la lengua francesa se enriqueci con nuevas palabras y expresiones; desaparecieron algunas palabras cadas en desuso, cambi el sentido de ciertas palabras, y nada ms. Sin embargo, tales cambios no deciden en modo alguno la suerte de una lengua. Lo principal de una lengua lo constituyen su estructura gramatical y su caudal bsico. Pero la estructura gramatical y el vocabulario bsico de la lengua francesa, lejos de desaparecer en el perodo de la revolucin burguesa en Francia, se conservaron sin cambios esenciales, y no slo se conservaron entonces, sino que continan existiendo hoy da, en la lengua francesa contempornea. No hablo ya de que para suprimir una lengua nacional y crear otra (una sbita revolucin lingstica), cinco o seis aos son un plazo ridculamente breve: para eso hacen falta siglos. El marxismo considera que el paso de la lengua de una vieja cualidad a una cualidad nueva no se produce por explosin ni por destruccin de la lengua existente y creacin de una nueva, sino por acumulacin gradual de los elementos de la nueva cualidad y, por tanto, por extincin gradual de los elementos de la vieja cualidad. Hay que decir en general, para conocimiento de los camaradas que sienten pasin por las explosiones, que la ley del paso de una vieja cualidad a una cualidad nueva por explosin no slo es inaplicable a la historia del desarrollo de la lengua; tampoco puede aplicarse siempre a otros fenmenos sociales de la

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300 base o de la superestructura. Esa ley es obligatoria para la sociedad dividida en clases hostiles. Pero no es obligatoria, en modo alguno, para una sociedad en la que no existan clases hostiles. En un perodo de ocho a diez aos realizamos en la agricultura de nuestro pas la transicin del sistema burgus, basado en las haciendas campesinas individuales, al sistema socialista, al sistema koljosiano. Fue una revolucin que liquid el viejo sistema econmico burgus en el campo y cre un nuevo sistema, el sistema socialista. Sin embargo, esta revolucin no se efectu por explosin, es decir, derrocando el Poder existente e instaurando un nuevo Poder, sino por transicin gradual del viejo sistema burgus en el campo a un nuevo sistema. Y ello fue posible porque se trataba de una revolucin desde arriba, porque la revolucin se llev a cabo por iniciativa del Poder existente con el apoyo de las masas fundamentales del campesinado. Hay quienes dicen que los numerosos casos de cruce de lenguas que registra la historia dan fundamento para suponer que con el cruce se crea una nueva lengua por explosin, por transicin sbita de una vieja cualidad a una cualidad nueva. Eso es absolutamente falso. El cruce de lenguas no puede ser considerado como un solo golpe decisivo que surte efecto en unos pocos aos. El cruce de lenguas es un proceso largo, que dura siglos. Por eso no puede hablarse aqu de ninguna explosin. Prosigamos. Sera absolutamente errneo suponer que el cruce de dos lenguas, pongamos por caso, produce una lengua nueva, una tercera lengua que no se parece a ninguna de las dos cruzadas y se distingue cualitativamente de ambas. En realidad una de las lenguas suele salir victoriosa del cruce, conserva su estructura gramatical y su lxico bsico y contina desarrollndose con arreglo a sus leyes internas, mientras que la otra lengua pierde gradualmente su cualidad y se extingue poco a poco. Por consiguiente, el cruce no da una lengua nueva, una tercera lengua, sino que conserva una de las lenguas cruzadas, su estructura gramatical y su caudal bsico, permitindole desarrollarse con arreglo a sus leyes internas. Verdad es que con el cruce el vocabulario de la lengua victoriosa se enriquece en cierta medida a cuenta de la lengua vencida, pero eso, lejos de debilitarla, la fortalece. Ese ha sido el caso, por ejemplo, de la lengua rusa, con la que se han cruzado en el curso del desarrollo histrico las lenguas de otros pueblos y que ha salido siempre victoriosa. Naturalmente el vocabulario de la lengua rusa se ha completado a cuenta del vocabulario de esos otros idiomas, pero esto, lejos de debilitarla, la ha hecho ms rica y fuerte. En cuanto al carcter especfico nacional de la

J. V. Stalin lengua rusa, no sufri el menor dao, pues, conservando su estructura gramatical y su vocabulario bsico, la lengua rusa ha continuado progresando y perfeccionndose segn las leyes internas de su desarrollo. No cabe la menor duda de que la teora del cruce no puede aportar nada serio a la lingstica sovitica. Si es cierto que la tarea principal de la lingstica consiste en estudiar las leyes internas del desarrollo de la lengua, habr que reconocer que la teora del cruce ni siquiera la plantea, sin hablar ya de que no la resuelve; sencillamente no la ve o no la comprende. PREGUNTA. Ha procedido acertadamente Pravda al abrir una libre discusin sobre los problemas de la lingstica? RESPUESTA. S, ha procedido acertadamente. En qu direccin sern resueltos los problemas de la lingstica se ver claro al final de la discusin. Pero ya ahora se puede decir que la discusin ha sido muy provechosa. La discusin ha puesto en claro, ante todo, que en las instituciones lingsticas, tanto en el centro como en las repblicas, imperaba un rgimen impropio de la ciencia, impropio en los hombres de ciencia. La menor crtica de la situacin en la lingstica sovitica, incluso los ms tmidos asomos de crtica de la llamada nueva doctrina en la lingstica, eran perseguidos y sofocados por los crculos lingsticos dirigentes. Valiosos trabajadores e investigadores eran destituidos de sus cargos o rebajados a puestos de menor importancia por abordar crticamente la herencia de N. Y. Marr o expresar la menor desaprobacin de su teora. Se elevaba a los altos cargos a lingistas, no por el ndice de trabajo sino por que aceptaban incondicionalmente la doctrina de N. Y. Marr. Todo el mundo reconoce que no hay ciencia que pueda desarrollarse y prosperar sin lucha de opiniones, sin libertad de crtica. Pero esta regla, universalmente reconocida era ignorada y pisoteada sin contemplaciones. Se form un grupo cerrado de dirigentes infalibles que, ponindose a salvo de toda posible crtica, haca ley de sus caprichos y arbitrariedades. Un ejemplo: el llamado Curso de Bak (las conferencias pronunciadas por N. Y. Marr en Bak), que el autor mismo declar defectuoso y prohibi reeditar, ha sido, no obstante, reeditado por disposicin de la casta de dirigentes (el camarada Meschaninov los llama discpulos de N. y. Marr) e incluido, sin hacer ninguna salvedad, entre los libros de texto recomendados a los estudiantes. Eso quiere decir que se ha engaado a los estudiantes, haciendo pasar por un libro de texto de pleno valor un Curso reconocido como defectuoso. Si yo no estuviera convencido de la honradez del camarada Meschaninov y de otros lingistas, dira que

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El marxismo y los problemas de la lingstica semejante proceder equivale a un sabotaje. Cmo ha podido ocurrir eso? Ha ocurrido porque el rgimen a lo Arakchev implantado en la lingstica fomenta la irresponsabilidad y estimula tales arbitrariedades. La discusin ha resultado muy provechosa, ante todo, porque ha sacado a la luz ese rgimen a lo Arakchev y lo ha pulverizado. Pero el provecho reportado por la discusin no acaba ah. La discusin no slo ha demolido el viejo rgimen imperante en la lingstica, sino que, adems, ha puesto de manifiesto la increble confusin de ideas que rema, en los problemas ms importantes de la lingstica, entre los crculos dirigentes de esta rama de la ciencia. Antes de comenzar la discusin, los discpulos de N. Y. Marr callaban, silenciando que las cosas no marchaban bien en la lingstica. Pero, una vez comenzada la discusin, se hizo imposible callar y tuvieron que pronunciarse en la prensa. Y qu ha resultado? Ha resultado que en la doctrina de N. Y. Marr hay muchas lagunas, errores, problemas sin precisar y tesis insuficientemente elaboradas. Por qu -se pregunta uno- los discpulos de N. Y. Marr no han hablado de ello hasta despus de abierta la discusin? Por qu no se han preocupado de ello antes? Por qu no lo dijeron a su debido tiempo, franca y honradamente, como corresponde a los hombres de ciencia? Resulta que, despus de haber reconocido algunos errores de N. Y. Marr, sus discpulos creen que nicamente se puede desarrollar la lingstica sovitica basndose en una versin precisada de la teora de N. Y. Marr, considerada por ellos una teora marxista. Pero libresenos del marxismo de N. Y. Marr! N. Y. Marr quera, efectivamente, ser marxista y se esforz por serlo, pero no lo consigui. No fue ms que un simplificador y un vulgarizador del marxismo, como los de proletcult309 y los de la RAPP.310
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301 N. Y. Marr introdujo en la lingstica la frmula errnea, no marxista, de que la lengua era superestructura, y se hizo un embrollo, embroll a la lingstica. Es imposible desarrollar la lingstica sovitica basndose en una frmula errnea. N. Y. Marr introdujo tambin en la lingstica otra frmula errnea y no marxista, la del carcter de clase de la lengua, y se hizo un embrollo, embroll a la lingstica. Es imposible desarrollar la lingstica sovitica basndose en una frmula errnea, que est en contradiccin con todo el curso de la historia de los pueblos y de las lenguas. N. Y. Marr introdujo en la lingstica un tono inmodesto, jactancioso y altanero, impropio del marxismo, un tono que conduce a negar gratuitamente y a la ligera todo lo que haba en la lingstica antes de N. Y. Marr. N. Y. Marr denigra chillonamente el mtodo histrico-comparativo, tachndolo de idealista. Sin embargo, hay que decir que el mtodo histricocomparativo, a pesar de sus graves defectos, vale ms que el anlisis segn cuatro elementos -mtodo verdaderamente idealista- inventado por N. Y. Marr, pues el primero impulsa al trabajo, al estudio de las lenguas, mientras que el segundo slo induce a tumbarse a la bartola y a leer en tazas de caf los decantados cuatro elementos. N. Y. Marr denigra altaneramente todo intento de estudiar los grupos, (familias) de lenguas, viendo en l una manifestacin de la teora de protolengua. Y, sin embargo, no puede negarse que el parentesco idiomtico de naciones como, por ejemplo, las eslavas, no ofrece lugar a dudas ni que el estudio de ese parentesco idiomtico podra ser de gran valor para el estudio de las leyes del desarrollo de la lengua. Y eso sin hablar de que la teora de protolengua tiene nada que ver aqu. Oyendo a N. Y. Marr y, sobre todo, a sus "discpulos, podra pensarse que antes de N. Y. Marr no exista la lingstica, que la lingstica apareci con la "nueva doctrina de N. Y. Marr, Marx y Engels eran mucho ms modestos: consideraban que su materialismo dialctico era producto del desarrollo de las ciencias, incluida la filosofa, en el perodo precedente. Por tanto, la discusin ha ayudado a la causa en el sentido de que tambin ha descubierto lagunas ideolgicas en la lingstica sovitica. Creo que cuanto antes se desembarace nuestra
crearon muchas importantes obras. Sin embargo, en la actividad de la RAPP aparecieron importantes errores ideopolticos, particularmente al final de la tercera dcada. La RAPP guardaba remanentes de Proletkult, sembraba el sectarismo y divulgaba el espritu de grupos. Ya que la RAPP se convirti en un obstculo para el posterior desarrollo de la literatura, el CC del PC(b) de Rusia con la resolucin del 23 de abril de 1932 Sobre la reconstruccin de las organizaciones literario-artsticas decidi la liquidacin de la RAPP y se fund la Liga de los Escritores soviticos de la URSS.

Proletkulti - organizacin de la Cultura Proletaria. Desde el punto de vista organizativo se fund en la primera conferencia del Proletkult que tuvo lugar en septiembre de 1918. Los tericos de esta organizacin mantenan ideas ajenas al marxismo. Bajo la mscara de la cultura proletaria los partidarios de Bogdnov propugnaban ideas filosficas reaccionarias (Machismo), negaban el papel dirigente del Partido y el Estado sovitico en la edificacin cultural, separaban el desarrollo de la cultura sovitica de las tareas generales de la edificacin socialista, negaban la necesidad de la explotacin de las precedentes realizaciones culturales. Trataban que las organizaciones del Proletkult fueran independientes del Poder sovitico y del Partido. Lenin intervino firmemente contra los intentos de introducir estas teoras anti-marxistas y burguesas en el Proletkult. A partir de 1922 las organizaciones de Proletkult comenzaron a dispersarse. 310 RAPP - organizacin poltica literaria que existi desde 1925 hasta 1932. La RAPP tena sus secciones y revistas en las grandes ciudades de RSFSR. Al principio la RAPP desempe un positivo papel y agrupaba a la mayora de los escritores proletarios, que por aquel entonces

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302 lingstica de los errores de N. Y. Marr, tanto ms rpidamente se la podr sacar de la crisis por que atraviesa ahora. Liquidar el rgimen a lo Arakehev en la lingstica, renunciar a los errores de N. Y. Marr, introducir el marxismo en la lingstica: tal es, a mi juicio, el camino para sanear la lingstica sovitica. Publicado en Pravda, el 20 de junio de 1950. En torno a algunas cuestiones de la lingstica Camarada Krashennnikova: Respondo a sus preguntas. 1. PREGUNTA. Su artculo demuestra convincentemente que la lengua no es ni base ni superestructura. Sera acertado considerar que la lengua es un fenmeno propio tanto de la base como de la superestructura, o sera ms justo considerar la lengua un fenmeno intermedio? RESPUESTA. Naturalmente, a la lengua, como fenmeno social, le es propio lo comn en todos los fenmenos sociales, comprendidas la base y la superestructura, a saber: est al servicio de la sociedad, como todos los dems fenmenos sociales, incluyendo la base y la superestructura. Pero aqu termina, propiamente hablando, lo comn a todos los fenmenos sociales. A partir de aqu empiezan diferencias importantes entre los fenmenos sociales. La cuestin estriba en que los fenmenos sociales, adems de ese rasgo comn, tienen sus particularidades especficas, que los diferencian a unos de otros y que tienen para la ciencia una importancia primordial. Las particularidades especficas de la base consisten en que sta sirve a la sociedad desde el punto de vista econmico. Las particularidades especficas de la superestructura consisten en que pone al servicio de la sociedad ideas polticas, jurdicas, estticas y otras, crea para la sociedad las correspondientes instituciones polticas, jurdicas, etc., etc. En qu consisten las particularidades especficas de la lengua, que la diferencian de los dems fenmenos sociales? Consisten en que la lengua sirve a la sociedad como medio de relacin entre los hombres, como medio de intercambio de ideas en la sociedad, como medio que permite a los hombres entenderse mutuamente y organizar el trabajo conjunto en todas las esferas de la actividad humana, tanto en la esfera de la produccin como en la esfera de las relaciones econmicas, tanto en la esfera de la poltica como en la esfera de la cultura, tanto en la vida social como en la vida privada. Estas particularidades son exclusivas de la lengua, y precisamente porque son exclusivas de la lengua, sta es objeto de estudio por una ciencia independiente: la lingstica. Si la lengua no tuviera esas particularidades, la lingstica perdera el derecho a una existencia independiente. En pocas palabras: no puede incluirse a la lengua

J. V. Stalin ni en la categora de las bases ni en la categora de las superestructuras. Tampoco puede inclursela en la categora de los fenmenos intermedios entre la base y la superestructura, pues tales fenmenos intermedios no existen. Pero quiz puede incluirse la lengua en la categora de las fuerzas productivas de la sociedad, por ejemplo, en la categora de los instrumentos de produccin? En efecto, entre la lengua y los instrumentos de produccin hay cierta analoga: los instrumentos de produccin, lo mismo que la lengua, manifiestan cierta indiferencia hacia las clases y pueden servir por igual a las diversas clases de la sociedad, tanto la las viejas como a las nuevas. Ofrece esta circunstancia fundamento para incluir la lengua en la categora de los instrumentos de produccin? No, no lo ofrece. Hubo un tiempo en que N. Y. Marr, viendo que su frmula la lengua es una superestructura de la base encontraba objeciones, decidi reorientarse y declar que la lengua es un instrumento de produccin. Tena razn N. Y. Marr al incluir la lengua en la categora de los instrumentos de produccin? No, no tena ninguna razn. La cuestin estriba en que la semejanza entre la lengua y los instrumentos de produccin no va ms all de la analoga que acabo de mencionar. Pero, en cambio, entre la lengua y los instrumentos de produccin hay una diferencia esencial. Esa diferencia consiste en que los instrumentos de produccin producen bienes materiales, mientras que la lengua no produce nada o slo produce palabras. Ms exactamente dicho: si poseen instrumentos de produccin, los hombres pueden producir bienes materiales, pero si carecen de ellos, no pueden producir bienes materiales aunque dispongan de una lengua. No es difcil comprender que si la lengua pudiera producir bienes materiales, los charlatanes seran los hombres ms ricos de la tierra. 2. PREGUNTA. Marx y Engels definen la lengua como la realidad inmediata del pensamiento, como la conciencia prctica... real. Las ideas -dice Marx- no existen separadamente de la lengua. En qu medida, a su juicio, debe ocuparse la lingstica del aspecto semntico de la lengua, de la semntica, de la semasiologa histrica y del estilo, o bien el objeto de la lingstica debe ser nicamente la forma? RESPUESTA. La semntica (semasiologa) es una de las partes importantes de la lingstica. El aspecto semntico tiene una seria importancia para el estudio de la lengua. Por eso debe asegurar a la semntica (semasiologa) el lugar que le corresponde en la lingstica. Sin embargo, al estudiar sus problemas y al utilizar sus datos, no debe exagerarse en modo

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El marxismo y los problemas de la lingstica alguno la importancia de la semntica y menos an abusar de ella. Me refiero a algunos lingistas que, llevados de una pasin excesiva por la semntica, desprecian la lengua como realidad inmediata del pensamiento, indisolublemente ligada con el pensamiento, separan el pensamiento de la lengua y afirman que la lengua est en vas de desaparicin y que puede prescindirse de ella. Preste atencin a las siguientes palabras de N. Y. Marr: La lengua slo existe en la medida en que se manifiesta en los sonidos; la accin de pensar se produce tambin sin ser expresada... La lengua (hablada) ha comenzado ya a transmitir sus funciones a novsimos inventos que vencen incondicionalmente al espacio, mientras que el pensamiento va en ascenso a cuenta de las riquezas que ha acumulado, sin utilizarlas, en el pasado y de sus nuevas adquisiciones, y est llamado a desplazar y a sustituir plenamente a la lengua. La lengua futura ser el pensamiento, que crecer en una tcnica libre de la materia natural. Ninguna lengua, ni siquiera la hablada, vinculada, pese a todo, con las normas de la naturaleza, podr hacerle frente (Vase Obras escogidas de N. Y. Marr). Si traducimos al simple lenguaje humano este galimatas mgico-laboral, podremos llegar a la conclusin de que: a) N. Y. Marr separa el pensamiento de la lengua; b) N. Y. Marr considera que los hombres pueden relacionarse tambin sin una lengua, con ayuda del pensamiento mismo, libre de la materia natural de la lengua, libre de las normas de la naturaleza; c) al separar el pensamiento de la lengua y liberarlo de la materia natural, idiomtica, N. Y. Marr cae en el pantano del idealismo. Dicen que los pensamientos surgen en la cabeza del hombre antes de que sean enunciados en el habla, que surgen sin material idiomtico, sin envoltura idiomtica o, por decirlo as, desnudos. Pero eso es absolutamente falso. Cualesquiera que sean los pensamientos que surjan en la cabeza del hombre, y cualquiera que sea el momento en que surjan, nicamente pueden surgir y existir sobre la base del material idiomtico, sobre la base de los trminos y las frases de la lengua. No existen pensamientos desnudos, libres del material idiomtico, libres de la materia natural idiomtica. La lengua es la realidad inmediata del pensamiento (Marx). La realidad del pensamiento se manifiesta en la lengua. Slo idealistas pueden hablar del pensamiento sin asociarlo a la materia natural de la lengua, hablar de un pensamiento sin lengua. En pocas palabras: la exageracin de la importancia de la semntica y el abuso de ella condujeron a N. Y. Marr al idealismo.

303 Por consiguiente, la semntica (semasiologa), si se la preserva de exageraciones y abusos de la ndole de los cometidos por N. Y. Marr y algunos de sus discpulos, puede reportar gran beneficio a la lingstica. 3. PREGUNTA. Usted dice con toda razn que las ideas, las concepciones, las costumbres y los principios morales de los burgueses y de los proletarios son diametralmente opuestos. El carcter de clase de estos fenmenos se ha reflejado indudablemente en el aspecto semntico de la lengua (y a veces tambin en su forma -en el vocabulario-, como se seala acertadamente en su artculo). Se puede, cuando se analiza un material idiomtico concreto, y en primer trmino el aspecto semntico de una lengua, hablar de la esencia de clase de los conceptos por ella expresados, particularmente en los casos en que no slo se trata de la expresin, en palabras, del pensamiento del hombre, sino tambin de su actitud ante la realidad, en la que se manifiesta con particular relieve la clase a que pertenece? RESPUESTA. Brevemente hablando, usted quiere saber si las clases influyen en la lengua, si aportan a la lengua sus palabras y expresiones especificas, si existen casos en que los hombres den diferente significado a unas mismas palabras y expresiones en dependencia de la clase a que pertenezcan. S, las clases influyen en la lengua, aportan a la lengua sus palabras y expresiones especficas y, a veces, comprenden de modo diferente unas mismas palabras y expresiones. Eso est fuera de dudas. De aqu, sin embargo, no se desprende que las palabras y las expresiones especficas, igual que la diferencia en la semntica, puedan tener una importancia seria para el desarrollo de una lengua comn a todo el pueblo, que sean capaces de aminorar su importancia o modificar su carcter. En primer lugar, esas palabras y expresiones especficas, as como los casos de diferencia en la semntica, son tan escasos que apenas constituyen el uno por ciento de todo el material de la lengua. Por consiguiente, la enorme masa restante de palabras y expresiones, as como su semntica, son comunes a todas las clases de la sociedad. En segundo lugar, las palabras y expresiones especficas, con matiz de clase, no son utilizadas en el lenguaje atenindose a las reglas de una gramtica de clase, que no existe bajo la capa del cielo, sino a las reglas de la gramtica de la lengua existente, comn a todo el pueblo. Por lo tanto, la existencia de palabras y expresiones especficas, lo mismo que las diferencias en la semntica de una lengua no refutan, sino que, por el contrario, confirman la existencia y la necesidad de una lengua nica, comn a todo el pueblo.

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304 4. PREGUNTA. En su artculo califica usted con toda razn a Marr de vulgarizador del marxismo. Quiere decir esto que los lingistas -entre ellos, nosotros, los jvenes- debemos rechazar toda la herencia lingstica de Marr, en la cual hay, pese a todo, algunas investigaciones lingsticas valiosas (los camaradas Chikobava, Sanzhev y otros han hablado de ellas en la discusin)? Podemos, abordando con sentido crtico a Marr, tomar lo til y valioso que haya eh l? RESPUESTA. Naturalmente, las obras de N. Y. Marr no contienen slo errores. N. Y. Marr incurri en burdsimos errores cuando introdujo en la lingstica elementos de marxismo adulterados, cuando intent crear una teora lingstica independiente. Pero N. Y. Marr tiene algunas obras buenas y escritas con talento, en las que, olvidndose de sus pretensiones tericas, investiga: concienzudamente y -hay que decirlo- con habilidad, determinadas lenguas. En esos trabajos hay mucho material valioso e instructivo. Naturalmente que todo lo valioso e instructivo que hay en N. Y. Marr debe ser tomado y utilizado. 5. PREGUNTA. Muchos lingistas estiman que el formalismo es una de las causas principales del estancamiento de la lingstica sovitica. Siento grandes deseos de conocer su opinin acerca de en qu se manifiesta el formalismo en la lingstica y cmo debe procederse para superarlo. RESPUESTA. N. Y. Marr y sus discpulos acusan de formalismo a todos los lingistas que no comparten la nueva doctrina de N. Y. Marr. Eso, naturalmente, no es serio ni inteligente. N. Y. Marr consideraba que la gramtica era puro formalismo y formalistas a quienes vean en la estructura gramatical la base de la lengua. Eso es una solemne majadera. Yo creo que el formalismo ha sido inventado por los autores de la nueva doctrina para combatir ms fcilmente a sus adversarios en la lingstica. La causa del estancamiento de la lingstica sovitica no es el formalismo inventado por N. Y. Marr y sus discpulos, sino el rgimen a lo Arakchev y las lagunas tericas en la lingstica. El rgimen a lo Arakchev lo han instaurado los discpulos de N. Y. Marr. La confusin terica ha sido llevada a la lingstica por N. Y. Marr y sus ms cercanos adeptos. Para que no haya estancamiento debe terminarse con lo uno y lo otro. La eliminacin de esas lceras sanear la lingstica sovitica, la conducir a un anchuroso camino y le permitir ocupar el primer lugar en la lingstica mundial. 29 de junio de 1950. Publicado en Pravda, el 4 de julio de 1950. Respuestas a unos camaradas

J. V. Stalin Al camarada Sanzhev Estimado camarada Sanzhev: Respondo a su carta con gran retraso, ya que slo ayer me fue transmitida por el aparato del Comit Central. Usted interpreta mi posicin en el problema de los dialectos con absoluta justeza. Los dialectos de clase, a los que sera ms exacto llamar jergas, no sirven a las masas populares, sino a una reducida capa de las altas esferas sociales. Por lo dems, no tienen ni estructura gramatical ni lxico bsico propios. A eso se debe que no puedan, de ninguna manera, convertirse en lenguas independientes. Los dialectos locales (territoriales) sirven, por el contrario, a las masas populares y tienen su propia estructura gramatical y su propio caudal de voces bsico. A ello se debe que algunos dialectos locales, en el proceso de formacin de las naciones, puedan servir de base a las lenguas nacionales y desarrollarse hasta llegar a ser lenguas nacionales independientes. Ese fue el caso, por ejemplo, del dialecto de KurskOrel (el habla de Kursk-Orel) de la lengua rusa, que constituy la base de la lengua nacional rusa. Lo mismo cabe decir del dialecto de Poltava-Kev de la lengua ucraniana, que fue la base de la lengua nacional ucraniana. En cuanto a los dems dialectos de esas lenguas, pierden su originalidad, se funden con esas lenguas y se diluyen en ellas. Suele darse tambin el proceso inverso, cuando la lengua nica de un pueblo que no se ha convertido an en nacin por no existir las condiciones econmicas necesarias para su desarrollo, se hunde a causa de la disgregacin estatal de este pueblo, y los dialectos locales que an no han tenido tiempo de fundirse en una lengua nica, reviven y dan comienzo a la formacin de distintas lenguas independientes. Es posible que se fuera el caso por ejemplo, de la lengua mongola nica. 11 de julio de 1950. Publicado en Pravda, el 2 de agosto de 1950. A los camaradas D. Belkin y S. Furer He recibido sus cartas. El error de ustedes consiste en que han mezclado dos cosas diferentes y han suplantado por otro el tema examinado en mi respuesta a la camarada Krashennnikova. 1. Yo critico en esa respuesta a N. Y. Marr, quien, al tratar de la lengua (hablada) y del pensamiento, separa la lengua del pensamiento y cae por ello en el idealismo. Por tanto, en mi respuesta me refiero a personas normales, con el don de la palabra. Yo afirmo que en esas personas los pensamientos slo pueden surgir sobre la base del material idiomtico, que en las personas con el don de la palabra no existen pensamientos desnudos, sin ligazn con el

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El marxismo y los problemas de la lingstica material idiomtico. En vez de aceptar o de rechazar esta tesis, ustedes presentan a personas anormales, sin habla, a sordomudos, cuyos pensamientos, naturalmente, no pueden surgir sobre la base del material idiomtico. Como ven, ste es otro tema totalmente distinto, al que no me he referido ni poda referirme, pues la lingstica se ocupa de personas normales, con el don de la palabra, y no de personas anormales, de sordomudos, que no hablan. Ustedes han suplantado el tema discutido por otro que no ha sido puesto a discusin. 2. De la carta del camarada Belkin se desprende que coloca en un mismo plano la lengua de palabras (lengua hablada) con la lengua mmica (segn N. Y. Marr, lengua de las manos). Por lo visto, cree que la lengua mmica y la lengua de palabras son equivalentes, que en un tiempo la sociedad humana no tena lengua de palabras, que la lengua de las manos supla entonces a la lengua de palabras, que apareci despus. Pero si el camarada Belkin piensa efectivamente as, incurre en un grave error. La lengua hablada o la lengua de palabras fue siempre el nico lenguaje de la sociedad humana capaz de servir como eficiente medio de relacin entre los hombres. La historia no conoce ninguna sociedad humana, por ms atrasada que sea, sin su lengua hablada. La etnografa no conoce ningn pequeo pueblo atrasado, aunque sea tan primitivo o ms an que, pongamos por caso, los australianos o los habitantes de la Tierra del Fuego en el siglo pasado, que no tenga su lengua hablada. La lengua hablada es en la historia de la humanidad una de las fuerzas que han ayudado a los hombres a diferenciarse del resto de los animales, unirse en sociedades, desarrollar su pensamiento, organizar la produccin social, luchar con xito contra las fuerzas de la naturaleza y llegar al progreso que observamos en la actualidad. En este sentido, el papel de la llamada lengua mmica es insignificante, debido a su extrema pobreza y limitacin. Propiamente dicho, no es una lengua y ni siquiera un sucedneo de lengua capaz de reemplazar de una u otra manera a la lengua hablada, sino un medio auxiliar, con recursos extremadamente limitados, que a veces utiliza el hombre para subrayar uno u otro pasaje en su discurso. La lengua mmica y la lengua hablada son tan incomparables como la primitiva azada de madera y el moderno tractor-oruga, con su arado de cinco rejas, o la sembradora a tractor. 3. A lo que se ve, ustedes se interesan sobre todo por los sordomudos, y slo despus por los problemas de la lingstica. Al parecer, es precisamente esta circunstancia la que les ha inducido a hacerme varias preguntas. Bien, ya que ustedes insisten, procurar satisfacer su ruego. As, pues, qu puede decirse de los sordomudos?

305 Poseen la facultad de pensar?, surgen en ellos pensamientos? S, poseen la facultad de pensar y en ellos surgen pensamientos. Es evidente que, como los sordomudos estn privados del habla, sus pensamientos no pueden surgir sobre la base del material lingual. Quiere decir eso que los pensamientos de los sordomudos son pensamientos desnudos, sin nexo con las normas de la naturaleza (expresin de N. Y. Marr)? No, no quiere decir eso. Los pensamientos de los sordomudos surgen y pueden existir nicamente sobre la base de las imgenes, las percepciones y las concepciones que se forman en su vida de los objetos del mundo exterior y de las relaciones entre ellos mismos gracias a la vista, el tacto, el gusto y el olfato. Fuera de estas imgenes, percepciones y concepciones, el pensamiento es huero, carece de todo contenido, es decir, no existe. 22 de julio de 1950. Publicado en Pravda, el 2 de agosto de 1950. Al camarada A. Jolpov He recibido su carta. He tardado un poco en contestarle por estar recargado de trabajo. Su carta parte tcitamente de dos hiptesis: de la hiptesis de que es admisible citar las obras de uno o de otro autor haciendo abstraccin del perodo histrico a que se refiere la cita y, en segundo lugar, de la hiptesis de que tales o cuales conclusiones y frmulas del marxismo, resultado del estudio de uno u otro perodo del desarrollo histrico, son justas para todos los perodos de desarrollo y por eso deben permanecer inmutables. Debo decir que ambas hiptesis son profundamente errneas. Algunos ejemplos. 1. En el quinto decenio del siglo pasado, cuando an no exista capitalismo monopolista, cuando el capitalismo se desarrollaba de manera ms o menos uniforme, en lnea ascendente, se extenda a nuevos territorios que no haba ocupado an, y la ley de la desigualdad del desarrollo no poda actuar todava con plena fuerza, Marx y Engels llegaron a la conclusin de que la revolucin socialista no podra triunfar en un solo pas y nicamente poda vencer mediante un golpe conjunto en todos o en la mayora de los pases civilizados. Esta conclusin pas a ser una tesis rectora para todos los marxistas. Sin embargo, en los albores del siglo XX, especialmente en el perodo de la primera guerra mundial, cuando para todos se hizo evidente que el capitalismo premonopolista se haba transformado de manera manifiesta en capitalismo monopolista, cuando el capitalismo ascendente se convirti en capitalismo moribundo, y cuando la guerra puso de relieve las incurables debilidades del frente

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306 imperialista mundial y la ley de la desigualdad del desarrollo predetermin el que la revolucin proletaria madurara en pocas diferentes en los distintos pases, Lenin, partiendo de la teora marxista, lleg a la conclusin de que en las nuevas condiciones del desarrollo la revolucin socialista poda perfectamente triunfar en un solo pas; de que el triunfo simultneo de la revolucin socialista en todos los pases o en la mayora de los pases civilizados era imposible debido a que la revolucin no maduraba por igual en dichos pases; de que la vieja frmula de Marx y Engels no corresponda ya a las nuevas condiciones histricas. Como se ve, tenemos aqu dos conclusiones distintas sobre el problema del triunfo del socialismo, que no slo se contradicen, sino que se excluyen mutuamente. Los dogmticos y los talmudistas, que citan mecnicamente, sin penetrar en la esencia de las cosas, haciendo abstraccin de las condiciones histricas, pueden decir que una de estas conclusiones, por ser absolutamente injusta, debe ser rechazada, y la otra conclusin, por ser absolutamente justa, debe hacerse extensiva a todos los perodos del desarrollo. Pero los marxistas no pueden ignorar que los dogmticos y los talmudistas se equivocan, no pueden ignorar que ambas conclusiones son justas, pero no incondicionalmente, sino cada una para su poca: la de Marx y Engels para el perodo del capitalismo premonopolista, y la de Lenin para el perodo del capitalismo monopolista. 2. Engels deca en su Anti-Dhring que, despus del triunfo de la revolucin socialista, el Estado haba de extinguirse. Sobre esta base, despus del triunfo de la Revolucin Socialista en nuestro pas, los dogmticos y los talmudistas en nuestro Partido exigan que el Partido tomase medidas para acelerar la extincin de nuestro Estado, para disolver los organismos del Estado, para renunciar al ejrcito permanente. Sin embargo, el estudio de la situacin mundial en nuestra poca llev a los marxistas soviticos a la conclusin de que en las condiciones de cerco capitalista, cuando la revolucin socialista ha triunfado en un solo pas y en todos los dems domina el capitalismo, el pas de la revolucin triunfante no debe debilitar, sino reforzar por todos los medios su estado, los organismos del Estado, el servicio de inteligencia y el ejrcito, si no quiere ser aplastado por el cerco capitalista. Los marxistas rusos llegaron a la conclusin de que la frmula de Engels se refiere al triunfo del socialismo en todos los pases o en la mayora de los pases y es inaplicable cuando el socialismo triunfa en un solo pas, mientras en todos los dems pases domina el capitalismo. Como se ve, tenemos aqu dos diferentes frmulas relativas a los destinos del Estado socialista, dos

J. V. Stalin frmulas que se excluyen mutuamente. Los dogmticos y los talmudistas pueden decir que esta circunstancia crea una situacin insoportable, que hay que rechazar una frmula, por ser absolutamente errnea, y extender la otra, por ser absolutamente justa, a todos los perodos del desarrollo del Estado socialista. Pero los marxistas no pueden ignorar que los dogmticos y los talmudistas se equivocan, pues ambas frmulas son justas, pero no de manera incondicional, sino cada una para su poca: la de los marxistas soviticos para el perodo del triunfo del socialismo en uno o en varios pases, y la de Engels para el perodo en que el triunfo consecutivo del socialismo en distintos pases conduzca al triunfo del socialismo en la mayora de los pases y se creen, por tanto, las condiciones necesarias para la aplicacin de la frmula de Engels. Podran multiplicarse estos ejemplos. Lo mismo hay que decir de las dos frmulas diferentes sobre el problema de la lengua, tomadas de distintas obras de Stalin y citadas por el camarada Jolpov en su carta. El camarada Jolpov se remite a la obra de Stalin Acerca del marxismo en la lingstica donde se saca la conclusin de que, como resultado del cruce, por ejemplo, de dos lenguas, una de ellas sale habitualmente vencedora, mientras que la otra se extingue, y que, por consiguiente, el cruce no da una lengua nueva, una tercera lengua, sino que conserva una de las lenguas. Ms adelante se remite a otra conclusin tomada del informe de Stalin al XVI Congreso del PC(b) de la URSS, donde se dice que en el perodo del triunfo del socialismo en escala mundial, cuando el socialismo se haya consolidado y sea un sistema de vida habitual, las lenguas nacionales debern fundirse inevitablemente en una lengua comn que, como es natural, no ser ni el gran-ruso ni el alemn, sino una lengua nueva. Al comparar estas dos frmulas y ver que no slo no coinciden, sino que se excluyen, el camarada Jolpov se desespera. Por su artculo -escribe- he comprendido que del cruce de lenguas nunca puede obtenerse una lengua nueva, mientras que antes de la aparicin del artculo estaba firmemente convencido, de acuerdo con su discurso en el XVI Congreso del PC(b) de la URSS, de que en el comunismo las lenguas se fundiran en una lengua comn. Por lo visto, el camarada Jolpov ha descubierto una contradiccin entre estas dos frmulas y, firmemente convencido de que debe ser suprimida, considera necesario desembarazarse de una frmula, como injusta, y asirse a la otra frmula, como justa para todos los tiempos y todos los pases; pero no sabe a qu frmula precisamente asirse. Resulta algo as como una situacin sin salida. El camarada Jolpov ni siquiera sospecha que ambas frmulas pueden ser justas, cada una para su poca. As les ocurre siempre a los dogmticos y a los

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El marxismo y los problemas de la lingstica talmudistas, que, sin penetrar en la esencia de las cosas y citando mecnicamente, sin relacin con las condiciones histricas a que se refieren las citas, se ven siempre en una situacin sin salida. No obstante, si se examina el fondo de la cuestin no hay ningn fundamento para considerar que esa situacin no tiene salida. La cuestin estriba en que el folleto de Stalin Acerca del marxismo en la lingstica y el discurso de Stalin en el XVI Congreso del Partido se refieren a dos pocas totalmente distintas, razn por la cual las frmulas resultan tambin distintas. La frmula dada por Stalin en su folleto, en la parle que habla del cruce de las lenguas, se refiere a la poca anterior al triunfo del socialismo en escala mundial; cuando las clases explotadoras son la fuerza dominante en el mundo; cuando el yugo nacional y colonial sigue en pie; cuando el aislamiento nacional y la desconfianza entre las naciones estn afianzados por las diferencias estatales; cuando no existe an la igualdad de derechos de las naciones; cuando el cruce de las lenguas se opera en la lucha por la dominacin de una de las lenguas; cuando no existen an las condiciones para la colaboracin pacfica y amistosa de las naciones y de las lenguas; cuando no son la colaboracin y el enriquecimiento mutuo de las lenguas, sino la asimilacin de unas lenguas y el triunfo de otras, lo que est a la orden del da. Es lgico que en esas condiciones slo pueda haber lenguas vencedoras y lenguas vencidas. Precisamente a esas condiciones se refiere la frmula de Stalin cuando dice que el cruce, por ejemplo, de dos lenguas no da por resultado la formacin de una lengua nueva, sino el triunfo de una de las lenguas y la derrota de la otra. En cuanto a la otra frmula de Stalin, tomada de su discurso en el XVI Congreso del Partido, en la parte relativa a la fusin de las lenguas en una lengua comn, se refiere a otra poca, a saber, la poca posterior al triunfo del socialismo en escala mundial, en la que ya no existir el imperialismo mundial, las clases explotadoras habrn sido derrocadas, el yugo nacional y colonial suprimido, el aislamiento nacional y la desconfianza entre las naciones sustituidos por la confianza recproca y el acercamiento de las naciones; en la que la igualdad de derechos de las naciones ser una realidad, la poltica de aplastamiento y asimilacin de las lenguas habr sido eliminada, la colaboracin de las naciones ser un hecho y las lenguas nacionales podrn enriquecerse libre y recprocamente mediante la colaboracin. Es lgico que en estas condiciones no pueda ni hablarse del aplastamiento y la derrota de unas lenguas ni del triunfo de otras. Aqu el problema no afectar a dos lenguas, de las cuales una sucumbe y la otra sale vencedora de la lucha, sino a centenares de lenguas nacionales, de las cuales, como resultado de una larga colaboracin econmica, poltica y

307 cultural de las naciones, irn destacndose al principio lenguas nicas zonales ms enriquecidas, y, despus, las lenguas zonales se fundirn en una lengua internacional comn que, naturalmente, no ser ni el alemn, ni el rusa, ni el ingls, sino una nueva lengua, que habr absorbido los mejores elementos de las lenguas nacionales y zonales. Por consiguiente, esas dos frmulas distintas corresponden a dos pocas distintas del desarrollo de la sociedad y, precisamente por eso, por corresponder a ellas, ambas frmulas son justas, cada una para su poca. Exigir que estas frmulas no estn en contradiccin entre s, que no se excluyan, es tan absurdo como exigir que la poca de la dominacin del capitalismo no est en contradiccin con la poca de la dominacin del socialismo, que el socialismo y el capitalismo no se excluyan entre s. Los dogmticos y los talmudistas consideran que el marxismo, que las distintas conclusiones y frmulas del marxismo son una coleccin de dogmas que nunca varan, aunque varen las condiciones del desarrollo de la sociedad. Creen que si se aprenden de memoria estas conclusiones y frmulas y se ponen a citarlas a diestro y siniestro, estarn en condiciones de resolver cualquier problema, pues suponen que las conclusiones y frmulas aprendidas de memoria les servirn para todos los tiempos y para todos los pases, para todos los casos de la vida. Pero as slo pueden pensar quienes ven la letra del marxismo, pero no captan su esencia, quienes se aprenden de memoria los textos de las conclusiones y frmulas del marxismo, pero no comprenden su contenido. El marxismo es la ciencia de las leyes del desarrollo de la naturaleza y de la sociedad, la ciencia de la revolucin de las masas oprimidas y explotadas, la ciencia de la victoria del socialismo en todos los pases, la ciencia de la edificacin de la sociedad comunista. El marxismo, como ciencia que es, no puede permanecer estancado: se desarrolla y se perfecciona. En su desarrollo, el marxismo no puede dejar de enriquecerse con nuevas experiencias, con nuevos conocimientos, y, por tanto, algunas de sus frmulas y conclusiones tienen forzosamente que cambiar con el tiempo, tienen forzosamente que ser sustituidas por nuevas frmulas y conclusiones, correspondientes a las nuevas tareas histricas. El marxismo no reconoce conclusiones y frmulas inmutables, obligatorias para todas las pocas y perodos. El marxismo es enemigo de todo dogmatismo. 28 de julio de 1950. Publicado en Pravda, el 2 de agosto de 1950.

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PROBLEMAS ECONMICOS DEL SOCIALISMO EN LA URSS A los participantes en la discusin sobre problemas de Economa. Observaciones sobre cuestiones de economa relacionadas con la discusin de noviembre de 1951 Dispongo de todos los documentos relacionados con la discusin econmica celebrada para apreciar el proyecto de manual de Economa Poltica. He recibido, entre esos documentos, las Propuestas para mejorar el proyecto de manual de Economa Poltica, las Propuestas para eliminar los errores y las inexactitudes en el proyecto, y la Relacin de las cuestiones discutibles. Estimo necesario hacer respecto a todos estos materiales, y tambin respecto al proyecto de manual, las siguientes observaciones. 1. El carcter de las leyes econmicas en el socialismo Algunos camaradas niegan el carcter objetivo de las leyes de la ciencia, principalmente de las leyes de la Economa Poltica en el socialismo. Niegan que las leyes de la Economa Poltica reflejan el carcter regular de procesos que se operan independientemente de la voluntad de los hombres. Consideran que en virtud del papel especial que la historia ha asignado al Estado Sovitico, ste y sus dirigentes pueden abolir las leyes de la economa poltica existentes, pueden formar nuevas leyes, crear nuevas leyes. Esos camaradas se equivocan profundamente. Por lo visto, confunden las leyes de la ciencia, que reflejan procesos objetivos de la naturaleza o de la sociedad, procesos independientes de la voluntad de los hombres, con las leyes promulgadas por los gobiernos, creadas por la voluntad de los hombres y que tienen nicamente fuerza jurdica. Pero no se debe confundirlas de ningn modo. El marxismo concibe las leyes de la ciencia -lo mismo si se trata de las leyes de las Ciencias Naturales que de las leyes de la Economa Polticacomo reflejo de procesos objetivos que se operan independientemente de la voluntad de los hombres. Los hombres pueden descubrir estas leyes, llegar a conocerlas, estudiarlas, tomarlas en consideracin al actuar y aprovecharlas en inters de la sociedad; pero no pueden modificarlas ni abolirlas. Y an menos pueden formar o crear nuevas leyes de la ciencia. Quiere decir eso que, por ejemplo, los efectos de la accin de las leyes naturales, los efectos de la accin de las fuerzas de la naturaleza sean en absoluto ineluctables, que las acciones destructivas de las fuerzas naturales tengan siempre y en todas partes la fuerza inexorable de elementos que no se someten a la influencia del hombre? No, no quiere decir eso. Si excluimos los procesos astronmicos, geolgicos y otros anlogos en los que los hombres, incluso cuando han llegado a conocer las leyes de su desarrollo, son verdaderamente impotentes para influir en ellos, en muchos otros casos los hombres no son, en absoluto, impotentes para influir en los procesos naturales. En todos esos casos, los hombres, una vez han conocido las leyes de la naturaleza, pueden, tomndolas en consideracin y apoyndose en ellas, utilizndolas y aprovechndolas debidamente, reducir la esfera de su accin, encauzar en otra direccin las fuerzas destructivas de la naturaleza y hacer que rindan provecho a la sociedad. Tomemos un ejemplo entre muchos. En tiempos remotsimos, el desbordamiento de los grandes ros, las inundaciones y la destruccin de viviendas y de sembrados, a las inundaciones aparejadas, considerbanse como una calamidad ineluctable, contra la que los hombres nada podan hacer. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, al aumentar los conocimientos del hombre, cuando los hombres aprendieron a levantar diques y a construir centrales hidroelctricas, se hizo posible preservar a la sociedad de calamidades como las inundaciones, que antes parecan ineluctables, Ms an, los hombres aprendieron a poner freno a las fuerzas destructivas de la naturaleza, a domarlas, por decirlo as, a hacer que la fuerza del agua prestase servicio a la sociedad y a utilizarla para regar los campos y obtener energa. Quiere decir eso que los hombres abolieron de esta manera las leyes de la naturaleza, las leyes de la ciencia, que crearon nuevas leyes de la naturaleza, nuevas leyes de la ciencia? No, no quiere decir eso. La realidad es que todo lo que se hace para prevenir la accin de la fuerza destructiva del agua y para utilizar esa fuerza en inters de la sociedad, hcese sin violar en lo ms mnimo, modificar o destruir las leyes de la ciencia, sin crear nuevas leyes de la

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS ciencia. Al contrario: todo eso se hace basndose estrictamente en las leyes de la naturaleza, en las leyes de la ciencia, pues cualquier infraccin de las leyes de la naturaleza, an la ms mnima, conducira nicamente a estropearlo todo, lo frustrara todo. Lo mismo hay que decir de las leyes del desarrollo econmico, de las leyes de la Economa Poltica, tanto si se trata del perodo del capitalismo, como del perodo del socialismo. Aqu, lo mismo que en las Ciencias Naturales, las leyes del desarrollo econmico son leyes objetivas que reflejan los procesos del desarrollo econmico, procesos que se operan independientemente de la voluntad de los hombres. Los hombres pueden descubrir esas leyes, llegar a conocerlas y, apoyndose en ellas, aprovecharlas en inters de la sociedad, encauzar en otra direccin la accin destructiva de algunas leyes, limitar la esfera de su accin, dar va libre a otras leyes que van abrindose camino; pero no pueden destruir unas leyes econmicas y crear otras nuevas. Una de las peculiaridades de la Economa Poltica consiste en que sus leyes no son duraderas, como las leyes de las Ciencias Naturales, pues las leyes de la Economa Poltica, por lo menos la mayora de ellas, actan en el transcurso de un perodo histrico determinado, y despus ceden lugar a nuevas leyes. Pero las leyes econmicas no son destruidas, sino que cesan de actuar debido a nuevas condiciones econmicas y se retiran de la escena para dejar sitio a leyes nuevas, que no son creadas por la voluntad de los hombres, sino que nacen sobre la base de nuevas condiciones econmicas. Se invoca el Anti-Dhring de Engels, su frmula de que, al ser liquidado el capitalismo y hechos propiedad comn los medios de produccin, los hombres dominan estos medios de produccin y se liberan del yugo de las relaciones econmicas sociales, convirtindose en dueos de su vida social. Engels llama a esa libertad necesidad hecha conciencia. Pero, qu puede significar necesidad hecha conciencia? Significa que los hombres, una vez han conocido las leyes objetivas (necesidad), las utilizan, con plena conciencia de lo que hacen, en inters de la sociedad. Por eso Engels dice en esa misma obra que: Las leyes de sus propias acciones sociales, leyes que hasta ahora se oponan a los hombres como leyes extraas, como leyes naturales que los tenan sometidos, sern aprovechadas por los hombres con pleno conocimiento de causa y, por tanto, sern dominadas por ellos. Como puede verse, la frmula de Engels no habla, ni mucho menos, en favor de quienes piensan que en el socialismo se puede destruir las leyes econmicas existentes y crear otras nuevas. Al contrario: esa frmula no exige que se destruyan las leyes econmicas, sino que se las conozca y se las aproveche inteligentemente.

309 Se dice que las leyes econmicas tienen un carcter espontneo, que su accin es ineluctable, que la sociedad es impotente ante esas leyes. Eso no es cierto. Eso es hacer de las leyes un fetiche, entregarse a ellas como un esclavo. Est demostrado que la sociedad no es impotente ante las leyes econmicas; que puede, apoyndose en ellas despus de haber llegado a conocerlas, limitar la esfera de su accin, aprovecharlas en inters de la sociedad y domarlas, como ocurre con las fuerzas de la naturaleza y con sus leyes, como sucede en el ejemplo arriba citado del desbordamiento de los grandes ros. Se invoca el papel especial que corresponde al Poder Sovitico en la construccin del socialismo y se dice que ese papel le permite destruir las leyes del desarrollo econmico existentes y formar otras nuevas. Eso tampoco es cierto. El papel especial del Poder Sovitico se debe a dos circunstancias: en primer lugar, a que el Poder Sovitico no tuvo que sustituir una forma de explotacin por otra, como ocurri en las viejas revoluciones, sino suprimir toda explotacin; en segundo lugar, a que como en el pas no exista ningn germen de economa socialista, el Poder Sovitico tuvo que crear en terreno virgen, por decirlo as, nuevas formas de economa, las formas socialistas de economa. Era sta, indudablemente, una tarea difcil y compleja, que no tena precedente. Sin embargo, el Poder Sovitico la cumpli con honor. Pero no la cumpli porque hubiera destruido las leyes econmicas existentes y formando otras nuevas, sino nicamente porque se apoy en la ley econmica de la armona obligatoria entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas. Las fuerzas productivas de nuestro pas, particularmente en la industria, tenan carcter social, pero la forma de la propiedad era privada, capitalista. Basndose en la ley econmica de la armona obligatoria entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas, el Poder Sovitico socializ los medios de produccin, los hizo propiedad de todo el pueblo y de esta manera destruy el sistema de la explotacin y cre las formas socialistas de economa. De no haber existido esa ley y sin apoyarse en ella, el Poder Sovitico no habra podido cumplir su tarea. La ley econmica de la armona obligatoria entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas pugna por abrirse camino en los pases capitalistas desde hace tiempo. Y si an no se ha abierto camino y no tiene va libre, es porque tropieza con la empeadsima resistencia de las fuerzas sociales llamadas a desaparecer. Aqu nos encontramos con otra peculiaridad de las leyes econmicas. A diferencia de las leyes de las Ciencias Naturales, en las que el descubrimiento y la

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310 aplicacin de una nueva ley, casi no encuentra obstculos en la esfera econmica el descubrimiento y la aplicacin de una nueva ley, como ella afecta a los intereses de las fuerzas sociales llamadas a desaparecer, choca con la resistencia tenacsima de esas fuerzas. Se necesita, por tanto, una fuerza, una fuerza social capaz de vencer esa resistencia. Esa fuerza fue en nuestro pas la alianza de la clase obrera y de los campesinos, que representaban a la aplastante mayora de la sociedad. Esa fuerza no existe an en otros pases, en los pases capitalistas. Ese es el secreto de que el Poder Sovitico consiguiese derrotar a las viejas fuerzas de la sociedad, de que la ley econmica de la armona obligatoria entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas obtuviera en nuestro pas el ms amplio campo para su desarrollo. Se dice que la necesidad de un desarrollo armnico (proporcional) de la economa de nuestro pas permite al Poder Sovitico destruir las leyes econmicas existentes y crear otras nuevas. Eso es completamente errneo. No se puede confundir nuestros planes anuales y quinquenales con la ley econmica objetiva del desarrollo armnico, proporcional, de la economa del pas. La ley del desarrollo armnico de la economa surgi como oposicin a la ley de la concurrencia y de la anarqua de la produccin bajo el capitalismo. Surgi sobre la base de la socializacin de los medios de produccin, una vez hubo perdido su fuerza la ley de la concurrencia y de la anarqua de la produccin. Entr en accin porque la economa socialista nicamente puede desarrollarse basndose en la ley econmica del desarrollo armnico de la economa. Eso quiere decir que la ley del desarrollo armnico de la economa da a nuestros organismos correspondientes la posibilidad de planificar con acierto la produccin social. Pero no se puede confundir la posibilidad con la realidad. Son dos cosas diferentes. Para convertir la posibilidad en realidad, hay que estudiar esa ley econmica, hay que dominarla, hay que aprender a aprovecharla con entero conocimiento de causa, hay que confeccionar planes que reflejen con toda plenitud las exigencias de esa ley. No puede decirse que nuestros planes anuales y quinquenales reflejen plenamente las exigencias de esa ley econmica. Se dice que algunas leyes econmicas, y entre ellas la ley del valor, que actan en nuestro pas, en el socialismo, son leyes transformadas, e incluso radicalmente transformadas basndose en la economa planificada. Eso tampoco es cierto. Es imposible transformar las leyes, y menos an radicalmente. Si fuera posible transformarlas, tambin lo sera destruirlas, substituyndolas por otras leyes. La tesis de la transformacin de las leyes es un resabio de esa desacertada frmula que habla de la destruccin y la formacin de las leyes. Aunque la frmula de la transformacin de las

J. V. Stalin leyes econmicas hace ya tiempo que est en uso entre nosotros, tendremos que renunciar a ella, a fuerza de exactos. Se puede limitar la esfera de accin de estas o aquellas leyes econmicas, se puede prevenir sus acciones destructivas, en caso, naturalmente, de que las haya, pero no se puede transformarlas o destruirlas. Por consiguiente, cuando se habla de sometimiento de las fuerzas de la naturaleza o de las fuerzas econmicas, de dominio sobre ellas, etc., etc., ello no quiere decir, ni mucho menos, que los hombres puedan destruir las leyes de la ciencia o formarlas. Al contrario: ello slo quiere decir que los hombres pueden descubrir las leyes, llegar a conocerlas, dominarlas, aprender a utilizarlas con pleno conocimiento de causa, aprovecharlas en inters de la sociedad y, de esa manera, someterlas, lograr dominarlas. As, pues, las leyes de la Economa Poltica en el socialismo son leyes objetivas que reflejan el carcter regular de los procesos de la vida econmica, procesos que se operan independientemente de nuestra voluntad. Quien niega esta tesis, niega en el fondo la ciencia; y, al negar la ciencia niega toda posibilidad de previsin, es decir, niega la posibilidad de dirigir la vida econmica. Pueden decirnos que todo lo expuesto aqu es acertado y conocido- por todo el mundo, pero que en ello no hay nada de nuevo y, por consiguiente, no vale la pena de perder tiempo repitiendo verdades tan sabidas. Naturalmente, aqu no hay, en efecto, nada nuevo, pero sera errneo suponer que no vale la pena de perder tiempo repitiendo algunas verdades ya sabidas. La realidad es, que a nosotros, como ncleo dirigente, se suman cada ao miles de cuadros nuevos, de cuadros jvenes, que arden en deseos de ayudarnos, que arden en deseos de mostrar lo que valen, pero que no tienen una preparacin marxista suficiente, que no conocen muchas de las verdades para nosotros bien conocidas y se ven obligados a errar en la oscuridad. Les dejan atnitos las realizaciones colosales del Poder Sovitico, les producen vrtigo los extraordinarios xitos del rgimen sovitico, y se imaginan que el Poder Sovitico lo puede todo, que nada le es difcil, que puede destruir las leyes de la ciencia y formar nuevas leyes. Cmo debemos proceder con esos camaradas? Cmo debemos educarles en el espritu del marxismo-leninismo? Pienso que repetir de una manera sistemtica las llamadas verdades bien sabidas, explicarlas pacientemente, es uno de los mejores medios para dar a esos camaradas una educacin marxista. 2. La produccin mercantil en el socialismo Algunos camaradas afirman que el Partido procedi desacertadamente a mantener la produccin mercantil despus de haber tomado el Poder y

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS nacionalizado los medios de produccin en nuestro pas. Consideran que el Partido debi suprimir en aquel mismo momento la produccin mercantil. Esos camaradas invocan a Engels, que dice: Cuando la sociedad tome en sus manos los medios de produccin, ser suprimida la produccin mercantil y con ello, el dominio de los productos sobre los productores (vase: Anti-Dhring). Esos camaradas se equivocan profundamente. Analicemos la frmula de Engels. No se puede considerar que la frmula de Engels sea bien clara y exacta, pues en ella no se dice si la sociedad toma en sus manos todos los medios de produccin o slo parte de ellos, es decir, si todos los medios de produccin pasan a ser patrimonio de todo el pueblo o si slo pasa a serlo parte de ellos. Por tanto, esta frmula de Engels puede ser entendida as y as. En otro lugar del Anti-Dhring Engels habla de la posesin de todos los medios de produccin, y de la posesin de todo el conjunto de los medios de produccin. Por tanto, Engels no se refiere en su frmula a la nacionalizacin de parte de los medios de produccin, sino de todos los medios de produccin, es decir, a hacer patrimonio de todo el pueblo los medios de produccin no slo en la industria, sino tambin en la agricultura. De aqu se desprende que Engels se refiere a pases donde el capitalismo y la concentracin de la produccin estn lo bastante desarrollados, no slo en la industria, sino tambin en la agricultura, para que se pueda expropiar todos los medios de produccin del pas y hacer de ellos patrimonio del pueblo entero. Por consiguiente, Engels considera que en esos pases se debera, paralelamente a la socializacin de todos los medios de produccin, suprimir la produccin mercantil. Y eso, naturalmente, es acertado. A fines del siglo pasado, cuando apareci el Anti-Dhring, el nico pas as era Inglaterra donde el desarrollo del capitalismo y la concentracin de la produccin haban alcanzado, tanto en la industria como en la agricultura, un nivel que, en caso de tomar el Poder el proletariado, permitira convertir en patrimonio del pueblo entero todos los medios de produccin y suprimir la produccin mercantil. En este caso me abstraigo de la importancia que tiene para Inglaterra el comercio exterior, cuyo peso especfico, en la economa nacional de ese pas, es enorme. Pienso que slo despus de estudiar este problema se podra resolver definitivamente la cuestin de la suerte de la produccin mercantil en Inglaterra una vez el proletariado hubiese tomado el Poder y nacionalizado todos los medios de produccin. Por cierto, no slo a fines del siglo pasado, sino tambin en el presente ha alcanzado algn otro pas el nivel de desarrollo del capitalismo y de

311 concentracin de la produccin en la agricultura que observamos en Inglaterra. En lo que afecta a los dems pases, en ellos, a pesar del desarrollo del capitalismo en el campo, hay an en ste una clase bastante numerosa de propietarios productores pequeos y medios, cuya suerte tendra que decidirse en caso de que el proletariado tomase el Poder. Pero surge la pregunta: cmo deben proceder el proletariado y su Partido si en uno u otro pas, incluido el nuestro, se dan condiciones favorables para que el proletariado tome el Poder y derroque el capitalismo, si en el pas dado el capitalismo en la industria ha concentrado hasta tal punto los medios de produccin que stos pueden ser expropiados y puestos en manos de la sociedad, pero la agricultura, a pesar del desarrollo del capitalismo, est an tan fraccionada entre numerosos propietarios productores pequeos y medios que no se puede plantear la cuestin de expropiar a esos productores? La frmula de Engels no responde a esta pregunta. Por cierto, no debe responder a ella, pues surgi sobre la base de otra cuestin, concretamente de la cuestin de cul debe ser la suerte de la produccin mercantil una vez socializados todos los medios de produccin. As, pues, cmo debemos proceder si no se han socializado todos los medios de produccin, sino tan slo una parte de ellos y existen condiciones favorables para que el proletariado tome el Poder?, debe en tal caso el proletariado tomar el Poder?, debe destruirse inmediatamente despus de ello la produccin mercantil? Naturalmente, no se puede calificar de respuesta la opinin de algunos marxistas de pacotilla que estiman que en tales condiciones se debe renunciar a la toma del Poder y aguardar a que el capitalismo arruine a los millones de productores pequeos y medios, convirtindolos en jornaleros, y concentre los medios de produccin en la agricultura; que nicamente despus de esto se puede plantear la cuestin de la toma del Poder por el proletariado y de la socializacin de todos los medios de produccin. Claro est que los marxistas no pueden aceptar esa salida si no quieren cubrirse de vergenza para siempre. Tampoco se puede calificar de respuesta la opinin de otros marxistas de pacotilla que piensan que quizs se debera tomar el Poder y expropiar a los productores rurales pequeos y medios y socializar sus medios de produccin. Los marxistas tampoco pueden seguir este camino descabellado y criminal, pues ello minara toda posibilidad de victoria de la revolucin proletaria y empujara a los campesinos, por un largo perodo, al campo de los enemigos del proletariado. La respuesta a esa cuestin la di Lenin en sus trabajos acerca del impuesto en especie y en su famoso plan de cooperacin.

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312 En pocas palabras, la respuesta de Lenin se reduce a lo siguiente: a) no dejar escapar las condiciones favorables para la toma del Poder; el proletariado debe tomar el Poder sin esperar a que el capitalismo logre arruinar a los millones de productores individuales pequeos y medios; b) expropiar los medios de produccin en la industria y hacerlos patrimonio de todo el pueblo; c) en cuanto a los productores individuales pequeos y medios, unirlos paulatinamente en cooperativas de produccin, es decir, en grandes haciendas agrcolas, en koljoses; d) desarrollar por todos los medios la industria y dar a los koljoses la base tcnica moderna de la gran produccin, con la particularidad de que no deben ser expropiados, sino, por el contrario, dotados intensamente de tractores y otras mquinas de primera calidad; e) para la alianza econmica de la ciudad y el campo, de la industria y la agricultura, se debe mantener por cierto tiempo la produccin mercantil (el intercambio mediante la compraventa), como la nica forma aceptable para los campesinos de vinculacin econmica a la dudad, y desarrollar con toda amplitud el comercio sovitico de Estado y cooperativo-koljosiano, desalojando del trfico mercantil a todos los capitalistas sin excepcin. La historia de la construccin socialista en nuestro pas demuestra que ese camino de desarrollo, trazado por Lenin, se ha justificado plenamente. No cabe duda de que para todos los pases capitalistas, en los que hay una clase ms o menos numerosa de productores pequeos y medios, ese camino de desarrollo es el nico posible, el nico que asegura la victoria del socialismo. Se dice que la produccin mercantil deber en todas las condiciones conducir, y que conducir inevitablemente, al capitalismo. Eso no es cierto. Eso no ocurre siempre ni en todas las condiciones. No se puede identificar la produccin mercantil con la produccin capitalista. Son dos cosas distintas. La produccin capitalista es la forma superior de la produccin mercantil. La produccin mercantil nicamente conduce al capitalismo si existe la propiedad privada sobre los medios de produccin, si la fuerza de trabajo aparece en el mercado como una mercanca que el capitalista puede comprar y explotar en el proceso de la produccin, si, por consiguiente, rige en el pas el sistema de la explotacin de los obreros asalariados por los capitalistas. La produccin capitalista comienza all donde los medios de produccin estn concentrados en manos privadas, y los obreros que no poseen medios de produccin, se ven constreidos a vender su fuerza de trabajo como una mercanca. Sin eso no hay produccin capitalista. Pues bien, si no existen esas condiciones que

J. V. Stalin convierten la produccin mercantil en produccin capitalista, si los medios de produccin no son ya propiedad privada, sino propiedad socialista, si el sistema del trabajo asalariado ya no rige y la fuerza de trabajo ha dejado de ser una mercanca, si hace ya tiempo que ha sido liquidado el sistema de explotacin, a qu atenerse?, se puede considerar que la produccin mercantil conducir, a pesar de todo, al capitalismo? No, no se puede. Y nuestra sociedad es precisamente una sociedad donde hace ya mucho que no existen la propiedad privada sobre los medios de produccin, el sistema del trabajo asalariado, el sistema de la explotacin. No puede considerarse la produccin mercantil como algo que se baste a s mismo, como algo independiente de las condiciones econmicas circundantes. La produccin mercantil es ms vieja que la produccin capitalista. Existi en el rgimen esclavista y sirvi a ese rgimen, y, sin embargo, no condujo al capitalismo. Existi en el feudalismo y sirvi a ese rgimen, y, a pesar de que prepar ciertas condiciones para la produccin capitalista, no condujo al capitalismo. Yo pregunto: por qu no puede tambin la produccin mercantil servir por cierto perodo a nuestra sociedad socialista sin conducir al capitalismo, si se tiene en cuenta que la produccin mercantil no est ilimitadamente difundida en el pas y no lo albarca todo, como en el capitalismo, si se tiene en cuenta que en nuestro pas ha sido rigurosamente circunscrita gracias a condiciones econmicas tan decisivas como la propiedad social sobre los medios de produccin, la liquidacin del sistema del trabajo asalariado, la liquidacin del sistema de la explotacin? Se dice que, una vez establecido en nuestro pas el dominio de la propiedad social sobre los medios de produccin, que, una vez liquidado el sistema del trabajo asalariado y de la explotacin, la existencia de la produccin mercantil ha perdido su sentido y que, por ello, dicha produccin debera ser suprimida. Eso tampoco es cierto. Actualmente tenemos en nuestro pas dos formas fundamentales de la produccin socialista: la estatal, de todo el pueblo, y la kljosiana, a la que no se puede dar ese calificativo. En las empresas del Estado, los medios de produccin y los productos son propiedad de todo el pueblo. En las empresas koljosianas, aunque los medios de produccin (la tierra y las mquinas) pertenecen al Estado, los productos son propiedad de los distintos koljoses, pues all la fuerza de trabajo, lo mismo, que las semillas, es de los koljoses, y stos disponen de la tierra, que les ha sido cedida en usufructo perpetuo, como si fuera propiedad suya, a pesar de que no pueden venderla ni comprarla, ni arrendarla, ni hipotecarla. Esta circunstancia hace que el Estado nicamente pueda disponer de los productos de sus empresas,

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS pues los koljoses disponen ellos mismos de su produccin, como propiedad suya. Pero los koljoses no quieren enajenar sus productos como no sea bajo la forma de mercancas, a cambio de las cuales quieren recibir otras mercancas que necesitan. En el presente, los koljoses no aceptan ms vnculos econmicos con la ciudad que los vnculos mercantiles, que el intercambio mediante la compraventa. Por eso la produccin mercantil y el trfico de mercancas son hoy en nuestro pas una necesidad, como lo era, por ejemplo, hace unos treinta aos, cuando Lenin proclam que era necesario desarrollar por todos los medios el trfico de mercancas. Naturalmente, cuando en lugar de los dos sectores principales de la produccin, el estatal y el koljosiano, surja un solo sector que lo abarque todo y tenga derecho a disponer de toda la produccin del pas destinada al consumo, la circulacin de mercancas, con su economa monetaria, desaparecer, como un elemento innecesario, de la economa nacional. Pero mientras no se haya llegado a eso, mientras existan los dos sectores principales de la produccin, la produccin mercantil y la circulacin de mercancas debern continuar en vigor, como un elemento necesario y muy til de nuestro sistema de economa nacional. De qu modo se llegar a la creacin de un sector nico y unificado, si ser mediante la simple absorcin del sector koljosiano por el sector estatal, cosa poco probable (porque sera interpretado como la expropiacin de los koljoses), o mediante la institucin de un organismo econmico nacional nico (con representantes de la industria del Estado y de los koljoses), que tenga al principio el derecho de nevar la cuenta de toda la produccin del pas destinada al consumo y, posteriormente, tambin el de distribuir la produccin, por ejemplo, mediante el intercambio de productos, es una cuestin especial que exige ser analizada aparte. Por consiguiente, nuestra produccin mercantil no es una produccin mercantil habitual, sino una produccin mercantil de tipo especial, una produccin mercantil sin capitalistas, que en lo fundamental tiene que vrselas con las mercancas de productores socialistas unificados (el Estado, los koljoses y las cooperativas), una produccin cuya esfera de accin est circunscrita a los objetos de consumo personal y que -es evidente- no puede de ningn modo transformarse en produccin capitalista y est llamada a contribuir, con su economa monetaria, al desarrollo y al fortalecimiento de la produccin socialista. Por ello no tienen ninguna razn los camaradas que afirman que, si la sociedad socialista no suprime las formas mercantiles de la produccin, deben ser restablecidas en nuestro pas todas las categoras econmicas propias del capitalismo: la fuerza de

313 trabajo como mercanca, la plusvala, el capital, el beneficio del capital, la norma media de beneficio, etc., etc. Esos camaradas confunden la produccin mercantil con la produccin capitalista y suponen que, si existe la produccin mercantil, debe existir tambin la produccin capitalista. No comprenden que nuestra produccin mercantil se distingue radicalmente de la produccin mercantil en el capitalismo. Ms an: yo pienso que es necesario rechazar algunos otros conceptos tomados de El Capital obra en la que Marx analizaba el capitalismo- y que han sido trados por los pelos para aplicarlos a nuestras relaciones Socialistas. Me refiero, entre otros, a los conceptos trabajo indispensable y suplementario, producto indispensable y suplementario, tiempo indispensable y suplementario. Marx analiz el capitalismo para esclarecer la fuente de la explotacin de la clase obrera, la plusvala, y dar a la clase obrera, privada de medios de produccin, un arma espiritual para derrocar el capitalismo. Se comprende que, al hacer ese anlisis, Marx operara con conceptos (categoras) en plena correspondencia con las relaciones capitalistas. Pero resulta algo ms que extrao operar con esos conceptos ahora que la clase obrera, lejos de estar privada del Poder y de los medios de produccin, es, por el contrario, duea del Poder y de los medios de produccin. Hoy, en nuestro rgimen, resultan bastante absurdas las palabras acerca de la fuerza de trabajo como mercanca y de la contrata de obreros. Parece como si la clase obrera, duea de los medios de produccin, se contratara a s misma y se vendiera a s misma su fuerza de trabajo. Igualmente extrao resulta hablar hoy de trabajo indispensable y suplementario. Parece como si en nuestras condiciones el trabajo entregado por los obreros a la sociedad para ampliar la produccin, para fomentar la instruccin pblica y la sanidad, para organizar la defensa, etc., no fuese tan indispensable a la clase obrera, que est hoy en el Poder, como el trabajo gastado en cubrir las necesidades personales del obrero y de su familia. Conviene sealar que Marx, en su obra Crtica del programa de Gotha -obra en la que ya no analiza el capitalismo, sino, entre otras cosas, la primera fase de la sociedad comunista-, reconoce el trabajo entregado a la sociedad para ampliar la produccin, para la instruccin pblica, para la sanidad, para los gastos de administracin, para crear reservas, etc., tan indispensable como el trabajo gastado en cubrir las necesidades de consumo de la clase obrera. Pienso que nuestros economistas deben poner fin a ese desacuerdo entre los viejos conceptos y el nuevo estado de cosas que existe en nuestro pas socialista, sustituyendo los viejos conceptos por conceptos nuevos, de acuerdo con el nuevo estado de cosas.

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314 Ese desacuerdo se ha podido tolerar hasta cierto momento, pero ha llegado la hora en que, por fin, debemos liquidarlo. 3. La ley del valor en el socialismo A veces se pregunta si la ley del valor existe y acta en nuestro pas, en nuestro rgimen socialista. S, existe y acta. All donde hay mercancas y produccin mercantil no puede por menos de existir la ley del valor. En nuestro pas la ley del valor extiende su accin, ante todo, a la circulacin de mercancas, al intercambio de mercancas mediante la compraventa, al intercambio, principalmente, de las mercancas de consumo personal. Aqu, en esta esfera, la ley del valor sigue desempeando, naturalmente en ciertos lmites, el papel de regulador. Pero la accin de la ley del valor no queda limitada a la esfera de la circulacin de mercancas. Se extiende tambin a la produccin. Cierto es que en nuestra produccin socialista la ley del valor no desempea un papel regulador, pero, con todo y con eso, acta sobre la produccin, cosa que debe ser tenida en cuenta al dirigir sta. La realidad es que los productos destinados al consumo, necesarios para cubrir los gastos de fuerza de trabajo en el proceso de la produccin, se producen y se realizan en nuestro pas como mercancas sometidas a la accin de la ley del valor. Aqu, precisamente, se pone de manifiesto la accin de la ley del valor sobre la produccin. Por este motivo tienen hoy importancia para nuestras empresas cuestiones como el clculo econmico y la rentabilidad, el costo de produccin, los precios, etc. Por eso nuestras empresas no pueden ni deben despreciar la ley del valor. Es eso bueno? No es malo. En las condiciones actuales de nuestro pas, no es malo, ni mucho menos, pues esa circunstancia ensea a los camaradas que trabajan en el dominio de la economa a dirigir de un modo racional la produccin y la disciplina. No es malo porque ensea a los dirigentes de nuestra economa a calcular las magnitudes de la produccin, a calcularlas exactamente y a tener en cuenta con la misma exactitud las cosas reales en la produccin, en vez de hablar y hablar de datos aproximados, puro producto de la imaginacin. No es malo porque ensea a los dirigentes de nuestra economa a buscar, encontrar y aprovechar las reservas ocultas en las entraas de la produccin ya no pasar por encima de ellas sin advertirlas. No es malo porque ensea a los dirigentes de nuestra economa a mejorar sistemticamente los mtodos de produccin, a reducir el costo de sta, a aplicar el principio del clculo econmico y a esforzarse por conseguir que las empresas sean rentables. Esta es una buena escuela prctica, que acelera el desarrollo de los cuadros que trabajan en nuestra economa y su conversin en verdaderos dirigentes de la produccin

J. V. Stalin socialista en la actual etapa de desarrollo. La desgracia no estriba en que la ley del valor acta en nuestro pas sobre la produccin. La desgracia consiste en que los dirigentes de nuestra economa y los encargados de planificarla conocen mal, salvo raras excepciones, la accin de la ley del valor, no estudian esa accin y no saben tenerla en cuenta al hacer sus clculos. A ello, precisamente, se debe la confusin que an reina en cuanto a la poltica de precios. Dar un ejemplo entre muchos. Hace algn tiempo se resolvi regular, en inters del cultivo del algodn, la correlacin de precios entre el algodn y los cereales, precisar los precios de los cereales que se venden a los cultivadores de algodn y elevar los precios del algodn que se entrega al Estado. En relacin con ello, algunos dirigentes de nuestra economa y los camaradas que la planifican hicieron una propuesta que no pudo por menos de asombrar a los miembros del CC, ya que en la propuesta el precio de una tonelada de trigo casi equivala al de una tonelada de algodn, con la particularidad de que el precio de la tonelada de cereal se igualaba al precio de una tonelada de pan. Cuando los miembros del CC observaron que el precio de una tonelada de pan deba ser ms alto que el de una tonelada de cereal, debido a los gastos complementarios de molienda y cochura y que el algodn, en general, era mucho ms caro que el trigo, como lo atestiguan tambin los precios del algodn y del trigo en el mercado mundial, los autores de la propuesta no pudieron decir nada inteligible. En vista de ello, el CC tuvo que tomar el asunto en sus manos, reducir el precio del trigo y elevar el del algodn. Qu habra ocurrido si la propuesta de esos camaradas hubiese entrado en vigor? Habramos arruinado a los cultivadores de algodn y nos hubisemos quedado sin este producto. Pero, quiere decir todo esto que la accin de la ley del valor tiene en nuestro pas va libre, como bajo el capitalismo, que la ley del valor es en nuestro pas un regulador de la produccin? No, no quiere decir eso. En realidad, la esfera de accin de la ley del valor est en nuestro rgimen econmico rgidamente circunscrita y limitada. Ya he dicho que la esfera de accin de la produccin mercantil est en nuestro rgimen circunscrita y limitada. Lo mismo hay que decir de la esfera de accin de la ley del valor. Es indudable que la ausencia de la propiedad privada sobre los medios de produccin y que la socializacin de estos medios tanto en la ciudad como en el campo no pueden por menos de limitar la esfera de accin de la ley del valor y su influencia en la produccin. En el mismo sentido acta la ley del desarrollo armnico (proporcional) de la economa del pas, que ha sustituido a la ley de la concurrencia y de la anarqua de la produccin. En el mismo sentido actan nuestros planes

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS anuales y quinquenales, y, en general, toda nuestra poltica econmica, que se basan en las exigencias de la ley del desarrollo armnico de la economa del pas. Todo ello, sumado, hace que la esfera de accin de la ley del valor est en nuestro pas rigurosamente limitada y que en nuestro rgimen la ley del valor no pueda desempear el papel de regulador de la produccin. Ello, precisamente, explica el hecho asombroso de que, a pesar del desarrollo ininterrumpido e impetuoso de nuestra produccin socialista, la ley del valor no conduzca en nuestro pas a crisis de superproduccin, mientras esa misma ley del valor, que en el capitalismo tiene amplio campo de accin, conduce en los pases capitalistas, a pesar del bajo ritmo del incremento de la produccin en esos pases, a crisis peridicas de superproduccin. Se dice que la ley del valor es una ley constante, obligatoria para todos los perodos del desarrollo histrico, y que, si pierde su fuerza como regulador de las relaciones de cambio en el perodo de la segunda fase de la sociedad comunista, conservar en esa fase de desarrollo su fuerza como regulador de las relaciones entre las distintas ramas de la produccin, como regulador de la distribucin del trabajo entre las ramas de la produccin. Eso es completamente equivocado. El valor, lo mismo que la ley del valor, es una categora histrica vinculada a la existencia de la produccin mercantil. Cuando la produccin mercantil desaparezca, desaparecern tambin el valor, en todas sus formas, y la ley del valor. En la segunda fase de la sociedad comunista, la cantidad de trabajo invertido en la produccin de productos no se medir indirectamente, a travs del valor y de sus formas, como ocurre en la produccin mercantil, sino de manera directa e inmediata, por la cantidad de tiempo, por la cantidad de horas invertidas en la produccin de los productos. En cuanto a la distribucin del trabajo entre las ramas de la produccin, no ser regulada por la ley del valor, que entonces habr perdido ya su fuerza, sino por el incremento de las necesidades de la sociedad en productos. Ser esta una sociedad en la que las necesidades de la misma regularn la produccin y el clculo de esas necesidades adquirir una importancia primordial para los organismos encargados de la planificacin. Es tambin completamente errnea la afirmacin de que en nuestro sistema econmico actual, en la primera fase de desarrollo de la sociedad comunista, la ley del valor regula las proporciones de la distribucin del trabajo entre las distintas ramas de la produccin. Si ello fuera as, no se comprendera por qu en nuestro pas no se desarrolla al mximo la industria ligera, la ms rentable, dndole preferencia frente a la

315 industria pesada, que con frecuencia es menos rentable y a veces no lo es en absoluto. Si ello fuera as, no se comprendera por qu en nuestro pas no se cierran las empresas de la industria pesada que por el momento no son rentables y en las que el trabajo de los obreros no da el resultado debido y no se abren nuevas empresas de la industria ligera, indiscutiblemente rentable, en las que el trabajo de los obreros podra dar mayor resultado. Si eso fuera as, no se comprendera por qu en nuestro pas no se pasa a los obreros de las empresas poco rentables, aunque muy necesarias para la economa nacional, a empresas ms rentables, como debera hacerse de acuerdo con la ley del valor, a la que se atribuye el papel de regulador de las proporciones de la distribucin del trabajo entre las ramas de la produccin. Es evidente que, de hacer caso a esos camaradas, tendramos que renunciar a la primaca de la produccin de medios de produccin en favor de la produccin de medios de consumo. Y qu significa renunciar a la primaca de la produccin de medios de produccin? Significa suprimir la posibilidad de desarrollar ininterrumpidamente nuestra economa nacional, pues es imposible desarrollarla ininterrumpidamente si no se da preferencia a la produccin de medios de produccin. Esos camaradas olvidan que la ley del valor slo puede regular la produccin bajo el capitalismo, cuando existen la propiedad privada sobre los medios de produccin, la concurrencia, la anarqua de la produccin y las crisis de superproduccin. Olvidan que la esfera de accin de la ley del valor est limitada en nuestro pas por la existencia de la propiedad social sobre los medios de produccin, por la accin de la ley del desarrollo armnico de la economa y, por consiguiente, tambin por nuestros planes anuales y quinquenales, que son un reflejo aproximado de las exigencias de esta ltima ley. Algunos camaradas deducen de aqu que la ley del desarrollo armnico de la economa del pas y la planificacin de la misma destruyen el principio de la rentabilidad de la produccin. Eso es completamente errneo. En realidad, ocurre todo lo contrario. Si consideramos la rentabilidad, no desde el punto de vista de esta o aquella empresa o rama de la produccin, y no en el transcurso de un ao, sino desde el punto de vista de toda la economa nacional y en un perodo, por ejemplo, de diez a quince aos sta sera la nica forma acertada de enfocar el problema-, veramos que la rentabilidad temporal e inconsistente de esta o aquella empresa o rama de la produccin no puede en absoluto compararse con la forma superior de rentabilidad, slida y constante, que nos dan la accin de la ley del desarrollo armnico de la economa nacional y la planificacin de la misma, librndonos de las crisis econmicas

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316 peridicas, que destruyen la economa nacional y causan a la sociedad tremendos daos materiales, y asegurndonos el desarrollo ininterrumpido de la economa nacional y el elevado ritmo de este desarrollo. En pocas palabras: no cabe duda de que en las condiciones socialistas de la produccin que existen actualmente en nuestro pas, la ley del valor no puede regular las proporciones de la distribucin del trabajo entre las distintas ramas de la produccin. 4. La supresin de la oposicin entre la ciudad y el campo, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual y la liquidacin de las diferencias entre ellos Este encabezamiento se refiere a varios problemas que se distinguen unos de otros esencialmente; sin embargo, yo los uno en un mismo captulo, pero no para confundirlos, sino nicamente para ser ms breve. El problema de la supresin de la oposicin entre la ciudad y el campo, entre la industria y la agricultura, es un problema conocido, planteado hace mucho por Marx y por Engels. La base econmica de esta oposicin es la explotacin del campo por la ciudad, la expropiacin de los campesinos y la ruina de la mayor parte de la poblacin rural por todo el proceso de desarrollo de la industria, el comercio y el sistema de crditos en el capitalismo. Por eso la oposicin entre la ciudad y el campo en el capitalismo debe ser considerada como una oposicin de intereses. Sobre esta base naci la actitud hostil del campo hacia la ciudad y, en general, hacia la gente de la ciudad. Es indudable que con la destruccin del capitalismo y del sistema de explotacin, con el fortalecimiento del rgimen socialista, en nuestro pas deba desaparecer tambin la oposicin de intereses entre la ciudad y el campo, entre la industria y la agricultura. As ha ocurrido, precisamente. La enorme ayuda prestada a nuestros campesinos por la ciudad socialista y por nuestra clase obrera para liquidar a los terratenientes y a los kulaks fortaleci la base de la alianza de la clase obrera y los campesinos, y el abastecimiento sistemtico de los campesinos y de sus koljoses con tractores y otras mquinas de primera calidad ha convertido en amistad la alianza de la clase obrera y de los campesinos. Naturalmente, los obreros y los campesinos koljosianos constituyen dos clases que se distinguen por su situacin. Pero esta diferencia no debilita en medida alguna su amistad. Por el contrario, estn interesados en un mismo fin: el fortalecimiento del rgimen socialista y la victoria del comunismo. Por ello no tiene nada de extrao que no quede ni rastro de la vieja desconfianza y, menos an, del odio del campo hacia la ciudad. Todo eso significa que la base de la oposicin

J. V. Stalin entre la ciudad y el campo, entre la industria y la agricultura, ha sido ya liquidada por nuestro actual rgimen socialista. Eso no significa, naturalmente, que la supresin de la oposicin entre la ciudad y el campo deba conducir al fenecimiento de las grandes ciudades (vase el Anti-Dhrng de Engels). En vez de fenecer las grandes ciudades, aparecern nuevas grandes ciudades, como centros del florecimiento superior de la cultura, como centros no slo de la gran industria, sino de elaboracin de los productos agrcolas y de poderoso desarrollo de todas las ramas de la industria de la alimentacin. Esta circunstancia facilitar el florecimiento cultural del pas y conducir a que las condiciones de vida en la ciudad y en el campo sean las mismas. Una situacin anloga es la que existe en nuestro pas con el problema de la supresin de la oposicin entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Este es tambin un problema conocido, planteado hace tiempo por Marx y por Engels. La base econmica de la oposicin entre el trabajo intelectual y el trabajo manual es la explotacin de los hombres dedicados al trabajo manual por los representantes del trabajo intelectual. Todo el mundo conoce el divorcio existente bajo el capitalismo entre los hombres dedicados en las empresas al trabajo manual y el personal dirigente. Se sabe que sobre la base de este divorcio se desarroll la actitud hostil del obrero hacia el director, hacia el maestro, hacia el ingeniero y hacia otros representantes del personal tcnico, a los que consideraba enemigos suyos. Se comprende que, al ser destruidos el capitalismo y el sistema de explotacin, deba desaparecer tambin la oposicin de intereses entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. Y en nuestro actual rgimen socialista ha desaparecido, efectivamente. Ahora los hombres dedicados al trabajo manual y el personal dirigente no son enemigos, sino camaradas y amigos, miembros de una misma comunidad de produccin, interesados vitalmente en la prosperidad y en el mejoramiento de la produccin. De su vieja enemistad no queda ni rastro. Tiene un carcter completamente distinto el problema de la desaparicin de las diferencias entre la ciudad (la industria) y el campo (la agricultura), entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. Este problema no lo plantearon los clsicos del marxismo. Es un problema nuevo, planteado por la prctica de la construccin socialista en nuestro pas. No ser ste un problema artificial? Tiene para nosotros alguna importancia prctica o terica? No se puede considerar este problema como un problema artificial. Al contrario: es para nosotros un problema de la mayor importancia. Si tomamos, por ejemplo, la diferencia entre la agricultura y la industria, veremos que en nuestro pas no queda reducida a que las condiciones de

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS trabajo sean en ellas distintas, sino, ante todo, principalmente, a que en la industria tenemos la propiedad de todo el pueblo sobre los medios de produccin y los productos, mientras que en la agricultura no tenemos la propiedad de todo el pueblo, sino la propiedad de determinados grupos, de los koljoses. Ya hemos dicho que esta circunstancia conduce al mantenimiento de la circulacin mercantil, y que slo al desaparecer esta diferencia entre la industria y la agricultura podr desaparecer la produccin mercantil, con todas las consecuencias que de ello se derivan. Por tanto, no se puede negar que la desaparicin de esta diferencia esencial entre la agricultura y la industria debe tener para nosotros una importancia de primer orden. Lo mismo hay que decir del problema de la liquidacin de la diferencia esencial entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. Este problema tambin tiene para nosotros una importancia de primer orden. Antes de que la emulacin socialista adquiriese un carcter masivo, la industria se desarrollaba a duras penas, y muchos camaradas incluso plantearon la necesidad de amenguar el ritmo de su desarrollo. Debase todo ello, principalmente, a que el nivel cultural y tcnico de los obreros era demasiado bajo y se encontraba muy a la zaga del nivel del personal tcnico. Sin embargo, la casa cambi radicalmente cuando la emulacin socialista adquiri un carcter de masas. Precisamente despus de ello avanz la industria a ritmo acelerado. Por qu la emulacin socialista adquiri un carcter masivo? Porque entre los obreros aparecieron grupos de camaradas que no slo asimilaron el mnimo de conocimientos tcnicos indispensables, sino que fueron ms lejos y se pusieron al nivel del personal tcnico, empezaron a hacer observaciones a los peritos y a los ingenieros, a echar por tierra las normas existentes, por considerarlas caducas y a introducir normas nuevas, ms modernas, etc., etc. Qu habra ocurrido si en vez de algunos grupos de obreros hubiese sido la mayora de stos la que hubiese elevado su nivel cultural y tcnico a la altura del nivel del personal tcnico? Nuestra industria habra alcanzado cumbres inaccesibles para la industria de otros pases. Por tanto, no se puede negar que la liquidacin de la diferencia esencial entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, mediante la elevacin del nivel cultural y terico de los obreros a la altura del nivel del personal tcnico no puede por menos de tener para nosotros una importancia primordial. Algunos camaradas afirman que, con el tiempo, no slo desaparecer la diferencia esencial entre la industria y la agricultura, entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, sino tambin toda diferencia entre ellos. Eso no es cierto. La liquidacin de la diferencia esencial entre la industria y la agricultura no puede conducir a la liquidacin de toda diferencia entre

317 ellas. Indudablemente, seguir existiendo alguna diferencia, aunque no esencial, debido a las diferencias en las condiciones de trabajo de la industria y de la agricultura. Incluso en la industria, si se consideran sus distintas ramas, las condiciones de trabajo no son en todas partes las mismas: las condiciones de trabajo en las minas de carbn, por ejemplo, se distinguen de las condiciones de trabajo de los obreros de una fbrica mecanizada de calzado; las condiciones de trabajo de los mineros se distinguen de las condiciones de trabajo de los obreros productores de mquinas. Si esto es cierto, con mayor razn debe conservarse cierta diferencia entre la industria y la agricultura. Lo mismo hay que decir respecto a la diferencia entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. La diferencia esencial entre ellos, es decir, la diferencia en cuanto al nivel cultural y tcnico, desaparecer, sin duda alguna. Pero, con eso y con todo eso, seguir existiendo alguna diferencia, si bien no esencial, aunque slo sea porque las condiciones de trabajo del personal dirigente de las empresas no son las mismas que las condiciones de trabajo de los obreros. Los camaradas que afirman lo contrario se basan, por lo visto, en una conocida frmula dada por m en algunos trabajos y que habla de la liquidacin de la diferencia entre la industria y la agricultura, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, sin puntualizar que se trata de la liquidacin de la diferencia esencial, y no de toda diferencia. Precisamente as han comprendido esos camaradas mi frmula, suponiendo que se trata de la liquidacin de toda diferencia. Pero eso significa que la frmula no era exacta, que no puede satisfacernos. Debemos desecharla y sustituirla por otra formulacin, que diga que sern suprimidas las diferencias esenciales y subsistirn diferencias no esenciales entre la industria y la agricultura, entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. 5. La disgregacin del mercado mundial nico y el ahondamiento de la crisis del sistema capitalista mundial La disgregacin del mercado mundial nico y omnmodo debe ser considerada como el resultado econmico ms importante de la segunda guerra mundial y de sus consecuencias econmicas. Esta circunstancia determin una profundizacin an mayor de la crisis general del sistema capitalista mundial. La misma segunda guerra mundial fue engendrada por esta crisis. Cada una de las dos coaliciones capitalistas que se enzarzaron durante la guerra, pensaba derrotar a su enemigo y conquistar la dominacin del mundo. En esto buscaban la salida de la crisis. Los Estados Unidos pensaban poner fuera de combate a sus competidores ms peligrosos,

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318 Alemania y el Japn, apoderarse de los mercados extranjeros y de los recursos mundiales de materias primas y conquistar la dominacin del mundo. Sin embargo, la guerra no justific esas esperanzas. Cierto es que Alemania y el Japn quedaron fuera de combate como competidores de los tres pases capitalistas ms importantes: los Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Pero, al mismo tiempo, se desgajaron del sistema capitalista China y las democracias populares de Europa, formando, con la Unin Sovitica, el unido y poderoso campo socialista, opuesto al campo del capitalismo. Una consecuencia econmica de la existencia de los dos campos opuestos ha sido la disgregacin del mercado mundial nico y omnmodo; tenemos hoy la existencia paralela de dos mercados mundiales, opuestos tambin el uno al otro. Debemos sealar que los Estados Unidos, Inglaterra y Francia han contribuido ellos mismos, aunque sin quererlo, claro est, a la formacin y al fortalecimiento del nuevo mercado mundial paralelo. Sometieron a un bloqueo econmico a la URSS, China y las democracias populares de Europa -que no entraron en el sistema del plan Marshall-, suponiendo que con su bloqueo lograran estrangular a todos esos pases. En realidad, en vez de ser estrangulado, el nuevo mercado mundial se ha fortalecido. Ahora bien, la causa principal de lo dicho no es, claro est, el bloqueo econmico, sino el hecho de que, en el perodo que ha seguido a la guerra, esos pases se han agrupado estrechamente desde el punto de vista econmico y han organizado la colaboracin y la ayuda mutua en el dominio de la economa. La experiencia de esa colaboracin demuestra que ningn pas capitalista hubiera podido prestar a las democracias populares una ayuda tan eficaz y tan calificada desde el punto de vista tcnico como la que les presta la Unin Sovitica. No se trata slo de que esa ayuda es barata en grado mximo y altamente calificada desde el punto de vista tcnico. Se trata, ante todo, de que la base de esa colaboracin es el sincero deseo de ayudarse mutuamente y de alcanzar un auge econmico general. En consecuencia, la industria de esos pases ha logrado un elevado ritmo de desarrollo. Puede afirmarse que, dado ese ritmo de desarrollo de la industria, esos pases pronto se pondrn a tal altura, que no necesitarn importar mercancas de los pases capitalistas, sino que ellos mismos sentirn la necesidad de exportar las mercancas excedentes por ellos producidas. Pero de aqu se desprende que la esfera de explotacin de los recursos mundiales por los principales pases capitalistas (los Estados Unidos, Inglaterra y Francia) no va a ampliarse, sino a reducirse, que las condiciones del mercado mundial de venta empeorarn para esos pases, extendiendo y

J. V. Stalin profundizando en ellos el fenmeno de las empresas que no trabajan a pleno rendimiento. En esto, justamente, consiste la profundizacin de la crisis general del sistema capitalista mundial, profundizacin relacionada con la disgregacin del mercado mundial. Eso lo perciben los propios capitalistas, pues es difcil no sentir la prdida de mercados como la URSS y China. Los capitalistas tratan de resarcirse de esas dificultades con el plan Marshall, con la guerra en Corea, con la carrera armamentista y con la militarizacin de la industria. Pero lo que hace esa gente se parece mucho a lo de agarrarse a un clavo ardiendo. Esa situacin plantea ante los economistas dos problemas: a) Se puede afirmar que sigue todava en pie la conocida tesis de Stalin respecto a la estabilidad relativa de los mercados en el perodo de la crisis general del capitalismo, tesis formulada antes de la segunda guerra mundial? b) Se puede afirmar que sigue todava en pie la conocida tesis formulada por Lenin en la primavera de 1916 de que, a pesar de hallarse en proceso de descomposicin, el capitalismo se desarrolla en su conjunto con una rapidez inconmensurablemente mayor que antes? Pienso que eso no se puede afirmar. Debido a las nuevas condiciones, surgidas en relacin con la segunda guerra mundial, hay que considerar que ambas tesis han envejecido. 6. La inevitabilidad de las guerras entre los pases capitalistas Algunos camaradas afirman que, debido al desarrollo de nuevas condiciones internacionales despus de la segunda guerra mundial, las guerras entre los pases capitalistas han dejado de ser inevitables. Consideran esos camaradas que las contradicciones entre el campo del socialismo y el campo del capitalismo son ms fuertes que las contradicciones entre los pases capitalistas; que los Estados Unidos dominan lo bastante a los dems pases capitalistas para no dejarles combatir entre s y debilitarse mutuamente; que los hombres ms inteligentes del capitalismo han sido lo bastante aleccionados por la experiencia de las dos guerras mundiales -guerras que han causado serios perjuicios a todo el mundo capitalista- para no permitirse arrastrar de nuevo a los pases capitalistas a una guerra entre s; y que, en virtud de todo eso, las guerras entre los pases capitalistas han dejado de ser inevitables. Esos camaradas se equivocan. Ven los fenmenos exteriores, que aparecen en la superficie, pero no advierten las fuerzas de fondo que, si por el momento actan imperceptiblemente, sern, en fin de cuentas, las que determinen el desarrollo de los

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS acontecimientos. En apariencia, todo marcha felizmente: los Estados Unidos tienen a racin a la Europa Occidental, al Japn y a otros pases capitalistas; Alemania (la del Oeste), Inglaterra, Francia, Italia y el Japn, que han cado en las garras de Estados Unidos, cumplen, sumisos, las rdenes de ese pas. Pero sera un error suponer que ese bienestar puede subsistir por los siglos de los siglos, que esos pases soportarn siempre el dominio y el yugo de Estados Unidos y que no intentarn arrancarse de la esclavitud a que los tienen sometidos los norteamericanos y emprender un camino de desarrollo independiente. Tomemos, ante todo, a Inglaterra y a Francia. Es indudable que son pases imperialistas. Es indudable que las materias primas baratas y los mercados de venta asegurados tienen para ellos una importancia de primer orden. Se puede suponer que esos pases soportarn eternamente la situacin actual, en la que los norteamericanos, al socaire de la ayuda segn el plan Marshall, penetran profundamente en la economa de Inglaterra y de Francia, con el afn de convertirla en un apndice de la economa de los Estados Unidos? Soportarn eternamente esos pases que el capital norteamericano eche la zarpa a las materias primas y a los mercados de venta en las colonias anglo-francesas y prepare de este modo una catstrofe para los elevados beneficios de los capitalistas anglo-franceses? No ser ms acertado decir que la Inglaterra capitalista y, tras ella, la Francia capitalista se vern, en fin de cuentas, obligadas a arrancarse del abrazo de los Estados Unidos y a tener un conflicto con ellos para asegurarse una situacin independiente y, claro est, elevados beneficios? Pasemos a los principales pases vencidos, a Alemania (la del Oeste) y al Japn. Estos pases arrastran hoy una existencia miserable bajo la bota del imperialismo norteamericano. Su industria y su agricultura, su comercio y su poltica exterior e interior, toda su vida se ve encadenada por el rgimen norteamericano de ocupacin. Y esos pases todava ayer eran grandes potencias imperialistas, que sacudieron los fundamentos del dominio de Inglaterra, los Estados Unidos y Francia en Europa y en Asia. Suponer que esos pases no tratarn de ponerse en pie otra vez, de dar al traste con el rgimen de los Estados Unidos y de abrirse paso hacia un camino de desarrollo independiente, significa creer en milagros. Se dice que las contradicciones entre el capitalismo y el socialismo son ms fuertes que las contradicciones entre los pases capitalistas. Tericamente, eso es acertado, claro est. Y no slo lo es ahora, hoy da, sino que lo era tambin antes de la segunda guerra mundial. Y, ms o menos, eso lo comprendan los dirigentes de los pases capitalistas.

319 Sin embargo, la segunda guerra mundial no empez por una guerra contra la URSS, sino por una guerra entre pases capitalistas. Por qu? En primer trmino, porque la guerra contra la URSS, como el pas del socialismo, es ms peligrosa para el capitalismo que la guerra entre pases capitalistas, pues si la guerra entre pases capitalistas slo plantea la cuestin del predominio de unos pases capitalistas sobre otros pases capitalistas, la guerra contra la URSS debe plantear inevitablemente la cuestin de la existencia del propio capitalismo. En segundo trmino, porque los capitalistas, aunque con fines de propaganda alborotan acerca de la agresividad de la Unin Sovitica, no creen ellos mismos lo que dicen, pues tienen en cuenta la poltica pacfica de la Unin Sovitica y saben que este pas no agredir a los pases capitalistas. Despus de la primera guerra mundial considerbase tambin que Alemania haba sido puesto fuera de combate para siempre, como algunos camaradas piensan hoy del Japn y de Alemania. Entonces tambin se hablaba y se alborotaba en la prensa diciendo que los Estados Unidos tenan a Europa a racin, que Alemania no podra ponerse de nuevo en pie y que no habra ya ms guerras entre los pases capitalistas. Sin embargo, a pesar de todas esas consideraciones, Alemania levant cabeza y se puso en pie como una gran potencia al cabo de unos quince o veinte aos despus de su derrota, arrancndose a la esclavitud y emprendiendo el camino, de un desarrollo independiente. Es muy sintomtico que fueran precisamente Inglaterra y los Estados Unidos quienes ayudaron a Alemania a resurgir econmicamente y a elevar su potencial econmico militar. Claro est que, al ayudar a Alemania a ponerse en pie econmicamente, los Estados Unidos e Inglaterra pensaban orientar a Alemania, una vez repuesta, contra la Unin Sovitica, utilizarla contra el pas del socialismo. Sin embargo, Alemania dirigi sus fuerzas, en primer trmino, contra el bloque anglo-franconorteamericano. Y cuando la Alemania hitleriana declar la guerra a la Unin Sovitica, el bloque anglo-franco-norteamericano, no slo no se uni a la Alemania hitleriana, sino que, por el contrario, se vi constreido a formar una coalicin con la URSS, contra la Alemania hitleriana. Por tanto, la lucha de los pases capitalistas por los mercados y el deseo de hundir a sus competidores resultaron prcticamente ms fuertes que las contradicciones entre el campo del capitalismo y el campo del socialismo. Se pregunta: qu garanta puede haber de que Alemania y el Japn no vuelvan a ponerse en pie, de que no traten de escapar de la esclavitud norteamericana y de vivir una vida independiente? Pienso que no hay tales garantas. Pero de aqu se desprende que la inevitabilidad de

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320 las guerras entre los pases capitalistas sigue existiendo. Se dice que la tesis de Lenin relativa a que el imperialismo engendra inevitablemente las guerras debe considerarse caducada, por cuanto en el presente han surgido poderosas fuerzas populares que actan en defensa de la paz, contra una nueva guerra mundial. Eso no es cierto. El presente movimiento pro paz persigue el fin de levantar a las masas populares a la lucha por mantener la paz, por conjurar una nueva guerra mundial. Consiguientemente, ese movimiento no persigue el fin de derrocar el capitalismo y establecer el socialismo, y se limita a los fines democrticos de la lucha por mantener la paz. En este sentido, el actual movimiento por mantener la paz se distingue del movimiento desarrollado en el perodo de la primera guerra mundial por la transformacin de la guerra imperialista en guerra civil, pues este ltimo movimiento iba ms lejos y persegua fines socialistas. Es posible que, de concurrir determinadas circunstancias, la lucha por la paz se desarrolle hasta transformarse, en algunos lugares, en lucha por el socialismo, pero eso no sera ya el actual movimiento pro paz, sino un movimiento por derrocar el capitalismo. Lo ms probable es que el actual movimiento pro paz, como movimiento para mantener la paz, conduzca, en caso de xito, a conjurar una guerra concreta, a aplazarla temporalmente, a mantener temporalmente una paz concreta, a que dimitan los gobiernos belicistas y sean sustituidos por otros gobiernos, dispuestos a mantener temporalmente la paz. Eso, claro es, est bien. Eso incluso est muy bien. Pero todo ello no basta para suprimir la inevitabilidad de las guerras en general entre los pases capitalistas. No basta, porque, an con todos los xitos del movimiento en defensa de la paz, el imperialismo se mantiene, contina existiendo, y, por consiguiente, contina existiendo tambin la inevitabilidad de las guerras. Para eliminar la inevitabilidad de las guerras hay que destruir el imperialismo. 7. Las leyes econmicas fundamentales del capitalismo moderno y del socialismo Sabido es que la cuestin relativa a las leyes econmicas fundamentales del capitalismo y del socialismo ha sido planteada reiteradas veces en el transcurso de la discusin. A este respecto se han manifestado opiniones diversas, incluso las ms fantsticas. Por cierto, la mayora de los camaradas que han participado en la discusin ha reaccionado dbilmente ante este problema, y no se ha perfilado ninguna solucin. No obstante, ninguno de los camaradas ha negado la existencia de esas leyes. Existe una ley econmica fundamental del

J. V. Stalin capitalismo? S, existe. Qu ley es sa?, cules son sus rasgos caractersticos? La ley econmica fundamental del capitalismo es una ley que no determina un aspecto aislado o unos procesos aislados del desarrollo de la produccin capitalista, sino todos los aspectos y todos los procesos ms importantes de ese desarrollo; por tanto, determina el fondo de la produccin capitalista, su esencia. No ser la ley del valor la ley econmica fundamental del capitalismo? No. La ley del valor es, ante todo, una ley de la produccin mercantil. Existi antes del capitalismo y sigue existiendo, lo mismo que la produccin mercantil, despus del derrocamiento del capitalismo, como ocurre, por ejemplo, en nuestro pas, si bien es cierto que con una esfera de accin limitada. Naturalmente, la ley del valor, que tiene una amplia esfera de accin en el capitalismo, desempea un gran papel en el desarrollo de la produccin capitalista pero no slo no determina la esencia de la produccin capitalista ni los fundamentos del beneficio capitalista, sino que ni siquiera plantea esos problemas. Por eso, no puede ser la ley econmica fundamental del capitalismo moderno. Con las mismas razones no pueden ser tampoco la ley econmica fundamental del capitalismo la ley de la concurrencia y de la anarqua de la produccin ni la ley del desarrollo desigual del capitalismo en los diferentes pases. Se dice que la ley de la norma media de beneficio es la ley econmica fundamental del capitalismo moderno. Eso no es cierto. El capitalismo moderno, el capitalismo monopolista, no puede darse por satisfecho con el beneficio medio, que, adems, tiene la tendencia a bajar debido a la elevacin de la composicin orgnica del capital. El capitalismo monopolista moderno no exige el beneficio medio sino el beneficio mximo, necesario para llevar a cabo ms o menos regularmente la reproduccin ampliada. Lo que ms cerca est del concepto ley econmica fundamental del capitalismo es la ley de la plusvala, ley del nacimiento y del incremento del beneficio capitalista. Esa ley predetermina, efectivamente, los rasgos principales de la produccin capitalista. Pero la ley de la plusvala es demasiado general, y no toca los problemas de la norma superior de beneficio cuyo aseguramiento es condicin del desarrollo del capitalismo monopolista. Para llenar esta laguna hay que concretar la ley de la plusvala y desarrollarla de acuerdo con las condiciones del capitalismo monopolista, teniendo en cuenta que el capitalismo monopolista no exige cualquier beneficio, sino el beneficio mximo. Esa, precisamente, ser la ley econmica fundamental del capitalismo moderno. Los rasgos principales y las exigencias de la ley econmica fundamental del capitalismo moderno podran formularse, aproximadamente, como sigue:

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS asegurar el mximo beneficio capitalista, mediante la explotacin, la ruina y la depauperacin de la mayora de los habitantes del pas dado, mediante el avasallamiento y el saqueo sistemtico de los pueblos de otros pases, principalmente de los pases atrasados, y, por ltimo, mediante las guerras y la militarizacin de la economa nacional, a las que se recurre para asegurar el mximo de beneficio. Se dice que el beneficio medio podra considerarse, sin embargo, por completo suficiente para el desarrollo capitalista en las condiciones actuales. Eso no es cierto. El beneficio medio es el nivel inferior de la rentabilidad, por debajo del cual la produccin capitalista es imposible. Pero, sera ridculo suponer que los jerifaltes del capitalismo monopolista moderno tratan nicamente, al ocupar las colonias, esclavizar a los pueblos y gestar guerras, de asegurarse meramente el beneficio medio. No, no es el beneficio medio ni son los superbeneficios, que nicamente representan, como regla, cierta superacin del beneficio medio, sino el beneficio mximo, concretamente, el motor del capitalismo monopolista. Precisamente la necesidad de obtener beneficios mximos empuja al capitalismo monopolista a dar pasos tan arriesgados como el sojuzgamiento y el saqueo sistemtico de las colonias y de otros pases atrasados, la conversin de pases independientes en pases dependientes, la organizacin de nuevas guerras -que son para los jerifaltes del capitalismo moderno l mejor business para obtener beneficios mximos- y, por ltimo, los intentos de conquistar la dominacin econmica del mundo. La importancia de la ley econmica fundamental del capitalismo consiste, entre otras cosas, en que, al determinar todos los fenmenos ms importantes del desarrollo del modo de produccin capitalista -sus ascensos y sus crisis, sus victorias y sus reveses, sus virtudes y sus defectos: todo su contradictorio desarrollo-, permite comprenderlos y explicarlos. He aqu uno de los numerosos y sorprendentes ejemplos. Todo el mundo conoce hechos de la historia y de la prctica del capitalismo que demuestran el impetuoso desarrollo de la tcnica en el capitalismo, hechos en los que los capitalistas aparecen como abanderados de la tcnica avanzada, como revolucionarios en el dominio del desarrollo de la tcnica de la produccin. Pero tambin se conocen hechos de otro gnero, que evidencian altos en el desarrollo de la tcnica en el capitalismo, hechos en que los capitalistas aparecen como reaccionarios en el dominio del desarrollo de la nueva tcnica y pasan con frecuencia al trabajo a mano. A qu se deben estas flagrantes contradicciones? nicamente pueden deberse a la ley econmica fundamental del capitalismo moderno, es decir, a la necesidad de obtener beneficios mximos. El

321 capitalismo es partidario de la nueva tcnica cuando sta le promete los mayores beneficios. El capitalismo es contrario a la nueva tcnica y partidario del paso al trabajo a mano cuando la nueva tcnica deja de prometerle los mayores beneficios. As estn las cosas en cuanto a la ley econmica fundamental del capitalismo moderno. Existe una ley econmica fundamental del socialismo? S, existe. En qu consisten los rasgos esenciales y las exigencias de esta ley? Los rasgos esenciales y las exigencias de la ley econmica fundamental del socialismo podran formularse, aproximadamente, como sigue: asegurar la mxima satisfaccin de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y el perfeccionamiento ininterrumpidos de la produccin socialista sobre la base de la tcnica ms elevada. Por consiguiente, en vez de asegurar los beneficios mximos, asegurar la mxima satisfaccin de las necesidades materiales y culturales de la sociedad; en vez de desarrollar la produccin con intermitencias del ascenso a la crisis y de la crisis al ascenso, desarrollar ininterrumpidamente la produccin; en vez de intermitencias peridicas en el desarrollo de la tcnica, acompaadas de la destruccin de las fuerzas productivas de la sociedad, el perfeccionamiento ininterrumpido de la produccin sobre la base de la tcnica ms elevada. Se dice que la ley econmica fundamental del socialismo es la ley del desarrollo armnico, proporcional, de la economa nacional. Eso no es cierto. El desarrollo armnico de la economa nacional y, por tanto, la planificacin de la misma, que es un reflejo ms o menos fiel de esta ley, de por s no dan nada, si no se sabe en nombre de qu tarea se desarrolla planificadamente la economa nacional, o si esa tarea no se tiene clara. La ley del desarrollo armnico de la economa slo puede dar el resultado debido cuando existe una tarea en nombre de la cual se desarrolla planificadamente la economa nacional. Esa tarea no puede ofrecerla la propia ley del desarrollo armnico de la economa nacional. Y menos an puede hacerlo la planificacin de la economa nacional. Esa tarea se encierra en la ley econmica fundamental del socialismo, bajo la forma de sus exigencias arriba expuestas. Por eso la accin de la ley del desarrollo armnico de la economa nacional nicamente puede tener va libre en el caso de que se apoye en la ley econmica fundamental del socialismo, En cuanto a la planificacin de la economa nacional, sta slo puede obtener buenos resultados si observa dos condiciones: a) si refleja acertadamente las exigencias de la ley del desarrollo armnico de la economa nacional; b) si est de acuerdo en todo con las exigencias de la ley econmica fundamental del socialismo.

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322 8. Otras cuestiones 1) La coaccin no econmica bajo el feudalismo. Naturalmente, la coaccin no econmica desempe cierto papel en el fortalecimiento del poder econmico de los terratenientes feudales; sin embargo, la base del feudalismo no fue esa coaccin, sino la propiedad feudal sobre la tierra. 2) La propiedad personal del hogar koljosiano. No sera justo decir en el proyecto de libro de texto que cada hogar koljosiano posee en usufructo personal una vaca, ganado menor y aves de corral. Como es sabido, la vaca, el ganado menor, las aves, etc., no se poseen en realidad, en usufructo personal sino que son propiedad personal del hogar koljosiano. La expresin en usufructo personal ha sido tomada, por lo visto, del Estatuto Modelo del artel agrcola. Pero en el Estatuto Modelo del artel agrcola se incurri en un error. La Constitucin de la URSS, que fue elaborada con ms minuciosidad, dice otra cosa, a saber: Cada hogar koljosiano... posee en propiedad personal una economa auxiliar, casa-vivienda, ganado productivo, aves de corral y aperos de labranza menudos. Esto, naturalmente, es acertado. Debera adems decirse, y con detalle, que cada koljosiano posee en propiedad personal de una a tantas vacas, segn las regiones; tantas y tantas ovejas, tantas y tantas cabras, tantos y tantos cerdos (indicando las cifras mnimas y mximas, segn las regiones) y un nmero ilimitado de aves de corral (patos, gansos, gallinas, pavos). Estos detalles tienen gran importancia para nuestros camaradas de otros pases que quieren saber con exactitud qu le ha quedado concretamente al hogar koljosiano en propiedad personal, despus de haber sido colectivizada en nuestro pas la agricultura. 3) El valor del arriendo pagado por los campesinos a los terratenientes y el valor de los gastos de compra de la tierra. En el proyecto de manual se dice que, como resultado de la nacionalizacin de la tierra, los campesinos se vieron eximidos del pago de arriendos a los terratenientes por una suma total de unos 500.000.000 de rublos anuales (es necesario indicar rublos oro). Hara falta precisar esta cifra, pues, segn me parece, no comprende la suma total de arrendamiento en toda Rusia, sino solamente en la mayor parte de sus provincias. A la vez, hay que tener en cuenta que en algunas regiones perifricas de Rusia el pago del arriendo se haca en especie, cosa que, segn parece, no ha sido tomada en consideracin por los autores del proyecto de manual. Adems, es necesario no olvidar que los campesinos no slo se vieron eximidos del pago del arriendo, sino tambin de los gastos anuales de

J. V. Stalin compra de la tierra. Se ha tenido en cuenta esto en el proyecto de manual? Me parece que no se ha tenido en cuenta, aunque hubiera sido necesario tenerlo. 4) La ensambladura de los monopolios con el aparato de Estado. La expresin ensambladura no es exacta. Es una expresin que registra de modo superficial y descriptivo el acercamiento de los monopolios y del Estado, pero no revela el sentido econmico de ese acercamiento. Se trata de que en el proceso de ese acercamiento no se produce una simple ensambladura, sino la subordinacin del aparato de Estado a los monopolios. Por esa razn, procedera desechar la palabra ensambladura y sustituirla por las palabras subordinacin del aparato de Estado a los monopolios. 5) El empleo de la maquinaria en la URSS En el proyecto de manual se dice que las mquinas se emplean en la URSS en todos los casos en que economizan el trabajo a la sociedad. No es eso, ni mucho menos, lo que procedera decir. En primer lugar, las mquinas, en la URSS, siempre economizan trabajo a la sociedad, y por ello no conocemos ningn caso en que no economicen en nuestro pas ese trabajo. En segundo lugar, las mquinas no slo economizan trabajo, sino que, a la vez, facilitan la labor de los trabajadores, y por ello en nuestro pas, a diferencia de los pases capitalistas, los obreros utilizan muy gustosamente las mquinas en su trabajo. Hubiera procedido decir, por tanto, que en ninguna parte se emplea la maquinaria de tan buena gana como en la URSS, pues las mquinas economizan trabajo a la sociedad y facilitan la labor de los obreros, y, como en la URSS no hay paro, los obreros emplean gustosamente las mquinas en la economa nacional. 6) La situacin material de la clase obrera en los pases capitalistas. Cuando se habla de la situacin material de la clase obrera se tiene habitualmente en cuenta a los obreros ocupados, dejando a un lado la situacin material del llamado ejrcito de reserva de los sin trabajo. Es acertada esa forma de tratar el problema de la situacin material de la clase obrera? Yo creo que no es acertada. Si existe un ejrcito de reserva de desocupados, cuyos componentes carecen de otro medio de vida que no sea la venta de su fuerza de trabajo, los desocupados no pueden por menos de formar parte de la clase obrera, y, si forman parte de ella, su situacin de miseria no puede dejar de influir en la situacin material de los obreros ocupados. Yo creo, por ello, que, al caracterizar la situacin material de la clase obrera en los pases capitalistas, se hubiera debido tener tambin en cuenta la situacin del ejrcito de reserva de los obreros parados. 7) La renta nacional.

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS Pienso que es indispensable incluir en el proyecto de manual un captulo nuevo sobre la renta nacional. 8) Sobre la inclusin en el manual de un captulo especial acerca de Lenin y Stalin como fundadores de la Economa Poltica del socialismo. Yo pienso que se debe excluir del manual el captulo La doctrina marxista del socialismo. V. I. Lenin y J. V. Stalin, fundadores de la Economa Poltica del socialismo. Es por completo innecesario en el manual, ya que no aporta nada nuevo y es slo una pobre repeticin de lo que los captulos anteriores explican con mayor detalle. En cuanto a las dems cuestiones, no tengo ninguna observacin que hacer a las propuestas de los camaradas Ostrovitinov, Lentiev, Sheplov, Gatovski y otros. 9. Importancia internacional de un manual marxista de economa poltica Pienso que los camaradas no tienen en cuenta toda la importancia de un manual marxista de Economa Poltica. Ese manual no slo es necesario para nuestra juventud sovitica. Es especialmente necesario para los comunistas de todos los pases y para las personas que simpatizan con los comunistas. Nuestros camaradas de otros pases desean saber cmo nos hemos librado de la esclavitud capitalista; cmo hemos transformado la economa del pas siguiendo los principios del socialismo; cmo hemos logrado forjar la amistad con los campesinos; cmo hemos conseguido que nuestro pas, hace an poco dbil y msero, se haya convertido en un pas rico, en un pas poderoso; desean saber qu son los koljoses, por qu nosotros, aunque hemos socializado los medios de produccin, no liquidamos la produccin mercantil, el dinero, el comercio, etc. Desean saber todo eso y muchas otras cosas no por simple curiosidad, sino para aprender de nosotros y aprovechar nuestra experiencia en su propio pas. Por eso, la aparicin de un buen manual marxista de Economa Poltica no slo tiene una gran importancia poltica interior, sino tambin una gran importancia internacional. Necesitamos, por consiguiente, un manual que sea un libro de cabecera para la juventud revolucionaria no slo en nuestro pas, sino tambin en el extranjero. No debe ser excesivamente voluminoso, ya que un manual excesivamente voluminoso no puede ser un libro de cabecera y, adems, resulta difcil de asimilar, de digerir. No obstante, debe contener todo lo fundamental, tanto de la economa de nuestro pas como de la economa del capitalismo y del sistema colonial. Algunos camaradas han propuesto durante la discusin incluir en el manual varios captulos nuevos: los historiadores, sobre historia; los polticos, sobre poltica; los filsofos, sobre filosofa, y los economistas, sobre economa. Pero eso hinchara el

323 manual terriblemente, cosa que, claro est, no se puede permitir. El manual recurre al mtodo histrico para ilustrar los problemas de la Economa Poltica, pero eso no quiere decir que debamos convertir el manual de Economa Poltica en una historia de las relaciones econmicas. Necesitamos un manual de 500 a 600 pginas como mximo. Ese manual de Economa Poltica marxista ser un libro de cabecera, un buen regalo para los comunistas jvenes de todos los pases. Adems, debido al insuficiente nivel de desarrollo marxista de la mayora de los Partidos Comunistas de los dems pases, un manual as sera tambin de gran utilidad a los cuadros comunistas no jvenes de esos pases. 10. Como se puede mejorar el proyecto de manual de economa poltica Algunos camaradas han arremetido con excesivo celo durante la discusin contra el proyecto de manual, han increpado a sus autores por los errores y las omisiones, afirmando que el proyecto no vale. Eso es injusto. Naturalmente, el manual tiene errores y omisiones, cosa que ocurre casi siempre en todo trabajo importante. Pero, no obstante, la gran mayora de los camaradas que han participado en la discusin ha reconocido que el proyecto puede servir de base para el futuro manual si se introducen en l algunas enmiendas y adiciones. En realidad, basta slo comparar el proyecto con los manuales de Economa Poltica de que disponemos hoy, para llegar a la conclusin de que est a cien codos por encima de ellos. Eso es un gran mrito de los autores del proyecto de manual. Yo pienso que para mejorar el proyecto de manual sera conveniente designar una comisin no muy numerosa, en la que deberan figurar no slo los autores del manual y no slo partidarios de la mayora de los participantes en la discusin, sino tambin adversarios de la mayora, furibundos crticos del proyecto del manual. Sera bueno incluir tambin en la comisin a un estadista experto, para comprobar las cifras del proyecto e introducir en l nuevos datos estadsticos, as como a un jurista experto, para comprobar la exactitud de las formulaciones. Sera conveniente descargar provisionalmente de cualquier otro trabajo a los miembros de la comisin, dndoles todas las posibilidades materiales para que puedan dedicarse por entero a confeccionar el manual. Hara falta, adems, designar una comisin de tres personas, por ejemplo, para redactar definitivamente el manual. Eso es indispensable tambin para conseguir unidad de estilo, cosa que, lamentablemente, falta en el proyecto de manual. El libro debe ser presentado al CC dentro de un ao.

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324 J. STALIN 1 de febrero de 1952. Respuesta al camarada Aleksandr Ilich Notkin Camarada Notkin: No me he apresurado a contestarle, porque no considero urgentes las cuestiones planteadas por Ud. y con mayor motivo cuando hay otras cuestiones, de carcter urgente, que, como es lgico, me han tenido apartado de su carta. Contesto por puntos. Primer punto En las Observaciones figura la conocida tesis de que la sociedad no es impotente frente a las leyes de la ciencia y que el hombre, una vez ha llegado a conocer las leyes econmicas, puede utilizarlas en inters de la sociedad. Ud. afirma que esta tesis no puede hacerse extensiva a otras formaciones sociales, que slo puede regir en el socialismo y en el comunismo, y que el carcter espontneo de los procesos econmicos bajo el capitalismo, por ejemplo, no permite a la sociedad utilizar las leyes econmicas en inters de la sociedad. Eso no es cierto. En la poca de la revolucin burguesa, en Francia, por ejemplo, la burguesa emple contra el feudalismo la conocida ley de la armona obligatoria de las relaciones de produccin con el carcter de las fuerzas productivas, di al traste con las relaciones de produccin feudales y cre unas relaciones de produccin nuevas, las relaciones de produccin burguesas, poniendo esas relaciones de produccin en correspondencia con el carcter de las fuerzas productivas, que se haban desarrollado en las entraas del rgimen feudal. La burguesa no hizo eso porque tuviera dotes especiales, sino porque estaba vitalmente interesada en ello. Los feudales ofrecieron resistencia no porque fueran torpes, sino porque estaban vitalmente interesados en impedir la realizacin de esa ley. Lo mismo debe decirse de la revolucin socialista en nuestro pas. La clase obrera utiliz la ley de la armona obligatoria entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas, derroc las relaciones de produccin burguesas, cre unas relaciones de produccin nuevas, las relaciones de produccin socialista, y las puso en correspondencia con el carcter de las fuerzas productivas. La clase obrera pudo hacer eso no porque tuviese dotes especiales, sino porque estaba vitalmente interesada en ello. La burguesa, que haba dejado de ser la fuerza progresiva que fuera en los albores de la revolucin burguesa y se haba convertido ya en una fuerza contrarrevolucionaria, se resisti por todos los medios a que esta ley fuese realizada, y no se resisti porque le faltase organizacin ni porque el carcter espontneo de los procesos econmicos la empujase a ello, sino, sobre

J. V. Stalin todo, porque estaba vitalmente interesada en impedir la aplicacin de esa ley. Por consiguiente: 1. La utilizacin de los procesos econmicos y de las leyes econmicas en inters de la sociedad no slo tiene lugar, en una u otra medida, en el socialismo y en el comunismo, sino tambin en las otras formaciones. 2. La utilizacin de las leyes econmicas en la sociedad de clases tiene siempre y en todas partes un fondo de clase, con la particularidad de que el abanderado de la utilizacin de las leyes econmicas en inters de la sociedad es siempre y en todas partes la clase avanzada, mientras que las clases llamadas a desaparecer se resisten a ello. Aqu la diferencia entre el proletariado, de una parte, y de otra, las dems clases que en el transcurso de la historia han realizado revoluciones en las relaciones de produccin, consiste en que los intereses de clase del proletariado se funden con los intereses de la aplastante mayora de la sociedad, pues la revolucin del proletariado no significa la liquidacin de esta o aquella forma de explotacin, sino la liquidacin de toda explotacin, mientras que las revoluciones de las otras clases, al liquidar solamente esta o aquella forma de explotacin, no iban ms all del estrecho marco de sus intereses de clase, que se hallaban en contradiccin con los intereses de la mayora de la sociedad. En las Observaciones se habla del fondo de clase de la utilizacin de las leyes econmicas en inters de la sociedad. All se dice, que a diferencia de las leyes de las Ciencias Naturales, en las que el descubrimiento y la aplicacin de una nueva ley casi no encuentra obstculos, en la esfera econmica el descubrimiento y la aplicacin de una nueva ley, como ella afecta a los intereses de las fuerzas sociales llamadas a desaparecer, choca con la resistencia tenacsima de esas fuerzas. No obstante, Ud. no ha prestado atencin a ello. Segundo punto Ud. afirma que la completa armona entre las relaciones de produccin y el carcter de las fuerzas productivas puede conseguirse nicamente en el socialismo y en el comunismo, y que en las dems formaciones slo puede darse una armona incompleta. Eso no es cierto. En la poca que sigui a la revolucin burguesa, cuando la burguesa destruy las relaciones de produccin feudales y estableci las relaciones de produccin burguesas, hubo innegablemente perodos en que las relaciones de produccin burguesas armonizaban plenamente con el carcter de las fuerzas productivas. El capitalismo no hubiera podido, en caso contrario, desarrollarse con la rapidez con que se desarroll despus de la revolucin burguesa.

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS Prosigamos. Las palabras completa armona no deben ser comprendidas en sentido absoluto. No deben ser comprendidas en el sentido de que en el socialismo no existe ningn retraso de las relaciones de produccin con respecto al desarrollo de las fuerzas productivas. Las fuerzas productivas son las fuerzas ms dinmicas y ms revolucionarias de la produccin. Y marchan, en el socialismo tambin, indiscutiblemente, delante de las relaciones de produccin. Slo despus de algn tiempo las relaciones de produccin se transforman, adaptndose al carcter de las fuerzas productivas. Cmo deben ser comprendidas en tal caso las palabras completa armona? Deben ser comprendidas en el sentido de que en el socialismo, como regla, no se producen conflictos entre las relaciones de produccin y las fuerzas productivas, en el sentido de que la sociedad puede hacer, a su debido tiempo, que las relaciones de produccin, que vana la zaga, se pongan en correspondencia con el carcter de las fuerzas productivas. La sociedad socialista puede hacer eso porque en ella no existen clases llamadas a desaparecer, clases que puedan organizar una resistencia. Naturalmente, en el socialismo habr tambin fuerzas atrasadas, inertes, que no comprendan la necesidad de los cambios en las relaciones de produccin; pero no ser difcil, claro est, vencerlas sin llegar a conflictos. Tercer punto De sus razonamientos dimana que los medios de produccin, y sobre todo los instrumentos de produccin fabricados por nuestras empresas nacionalizadas, son considerados por Ud. como mercancas. Se puede considerar que los medios de produccin sean en nuestro rgimen socialista mercancas? Yo pienso que no, de ninguna manera. La mercanca es un producto de la produccin que se vende a cualquier comprador, con la particularidad de que, al efectuarse la venta, el propietario de la mercanca pierde el derecho de propiedad sobre ella, y el comprador se convierte en propietario de la misma y puede revenderla, empearla, dejar que se pudra. Se puede definir as los medios de produccin? Claro que no. En primer lugar, los medios de produccin no se venden a cualquier comprador, no se venden ni siquiera a los koljoses; son distribuidos por el Estado entre sus empresas solamente. En segundo lugar, el Estado, dueo de los medios de produccin, al entregrselos a una u otra empresa, no pierde, ni mucho menos, el derecho de propiedad sobre esos medios de produccin; por el contrario, lo conserva plenamente. En tercer lugar, los directores de las empresas, al recibir del Estado medios de produccin, no slo no se convierten en propietarios de esos medios, sino que, por el contrario, son confirmados como mandatarios del

325 Estado Sovitico para dirigir el empleo de los medios de produccin, de acuerdo con los planes establecidos por el Estado. Como vemos, en nuestro rgimen los medios de produccin no pueden ser, en modo alguno, considerados como mercancas. Por qu se habla, pues, del valor de los medios de produccin, de su coste, de su precio, etc.? Por dos causas. Primera. Porque es indispensable para el clculo, para la contabilidad, para determinar si las empresas son rentables o si no lo son, para la inspeccin y el control de las empresas. Pero ste es slo el aspecto formal de la cuestin. Segunda. Porque es indispensable para efectuar, en inters del comercio exterior, la venta de medios de produccin a los Estados extranjeros. Aqu, en la esfera del comercio exterior, pero slo en esta esfera, nuestros medios de produccin son en realidad mercancas y en realidad se venden (sin comillas). Por consiguiente, resulta que en la esfera del comercio exterior los medios de produccin fabricados por nuestras empresas conservan, formalmente y en esencia, las propiedades de las mercancas, mientras que en la esfera de la circulacin econmica en el interior del pas pierden las propiedades de las mercancas, dejan de ser mercancas y se salen de la esfera de accin de la ley del valor, conservando nicamente la forma de mercancas (la contabilidad, y dems). Cmo explicar esta peculiaridad? El caso es que en nuestras condiciones socialistas el desarrollo econmico no se opera mediante revoluciones, sino mediante cambios graduales, en los que lo viejo no queda suprimido por entero, sino que cambia su naturaleza, adaptndola a lo nuevo, conservando slo su forma; y lo nuevo no destruye simplemente lo viejo, sino que penetra en ello y cambia su naturaleza y sus funciones, sin romper su forma, que utiliza para el desarrollo de lo nuevo. Eso no slo sucede con las mercancas, sino tambin con el dinero en nuestras operaciones econmicas, as como con los Bancos, que, al perder sus viejas funciones y adquirir funciones nuevas, conservan su vieja forma, que es utilizada por el rgimen socialista. Si se examina el problema desde un punto de vista formal, desde el punto de vista de los procesos que se operan en la superficie de los fenmenos, se puede llegar a la conclusin desacertada de que las categoras del capitalismo siguen rigiendo en nuestra economa. Si se analiza el problema de un modo marxista, estableciendo una rigurosa diferenciacin entre el contenido del proceso econmico y su forma, entre los procesos profundos del desarrollo y los fenmenos superficiales, se puede llegar a la nica conclusin atinada, a la conclusin de que de las viejas categoras del capitalismo en nuestro pas se ha

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326 conservado, principalmente, la forma, el exterior, pero que en esencia es categoras han cambiado de un modo radical, adaptndose a las exigencias del desarrollo de la economa socialista. Cuarto punto Ud. afirma que la ley del valor obra como un regulador de los precios de los medios de produccin- producidos por la agricultura y entregados al Estado a precios de tasa. Se refiere Ud., adems, a medos de produccin tales como las materias primas; por ejemplo, el algodn. Hubiera podido Ud. agregar a ello tambin el lino, la lana y dems materias primas agrcolas. Hay que hacer notar, ante todo, que en este caso la agricultura no produce medios de produccin, sino uno de los medios de produccin: materias primas. No se puede jugar con las palabras medios de produccin. Cuando los marxistas hablan de la produccin de medios de produccin, tienen en cuenta, ante todo, la produccin de instrumentos de produccin, es decir, lo que Marx llama los medios mecnicos de trabajo, cuyo conjunto puede denominarse sistema seo y muscular de la produccin, sistema que constituye los rasgos distintivos caractersticos de una determinada poca de la produccin social. Poner en un mismo plano una parte de los medios de produccin (las materias primas) y los medios de produccin, incluidos los instrumentos de produccin, significa pecar contra el marxismo, pues el marxismo parte del papel determinante de los instrumentos de produccin, en comparacin con todos los otros medios de produccin. Todo el mundo sabe que las materias primas no pueden producir por s mismas instrumentos de produccin -aunque ciertas materias primas sean indispensables como material para la produccin de instrumentos de produccin-, en tanto que no hay materia prima que pueda ser producida sin instrumentos de produccin. Sigamos. Se puede decir que la accin de la ley del valor sobre el precio de las materias primas producidas en la agricultura sea una accin reguladora como lo afirma Ud., camarada Notkin? Esa accin sera reguladora si existiera en nuestro pas un libre sube y baja de los precios de las materias primas agrcolas, si rigiera la ley de la concurrencia y de la anarqua de la produccin, si no tuviramos una economa planificada, si la produccin de materias primas no estuviera regulada por un plan. Pero como en el sistema de nuestra economa nacional no se dan todos esos si, la accin de la ley del valor sobre el precio de las materias primas agrcolas no puede en modo alguno ser reguladora. En primer lugar, los precios de las materias primas agrcolas son en nuestro pas precios fijos, establecidos por un plan, y no precios libres. En segundo lugar, el volumen de la produccin de

J. V. Stalin materias primas agrcolas no lo determinan fuerzas ciegas ni estos o aquellos elementos fortuitos, sino un plan. En tercer lugar, los instrumentos de produccin necesarios para la produccin de materias primas agrcolas no se hallan concentrados en manos de algunas personas o grupos de personas, sino en manos del Estado. Despus de esto, qu es lo que queda del papel regulador de la ley del valor? Resulta que la misma ley del valor es regulada por los hechos, propios de la produccin socialista, arriba indicados. Por consiguiente, no se puede negar que la ley del valor acta en la formacin de los precios de las materias primas agrcolas ni que es uno de los factores de esa formacin. Pero menos an se puede negar que esa accin no es ni puede ser reguladora. Quinto punto Al hablar de la rentabilidad de la economa socialista, he objetado en mis Observaciones a los asertos de algunos camaradas respecto a que nuestra economa planificada -al no dar gran preferencia a las empresas rentables y admitir la existencia, junto a ellas, de empresas no rentables- mata el principio mismo de la rentabilidad de la economa. En las Observaciones se dice que la rentabilidad desde el punto de vista de una empresa o rama de la produccin no puede compararse en modo alguno con la rentabilidad de tipo superior que nos da la produccin socialista al librarnos de las crisis de superproduccin y asegurarnos el continuo incremento de la produccin. No obstante, sera un error deducir de aqu que la rentabilidad de las diferentes empresas y ramas de la produccin no tiene especial valor y no merece seria atencin. Esto, naturalmente, no es cierto. La rentabilidad de las diferentes empresas y ramas de la produccin tiene enorme importancia para el desarrollo de nuestra produccin. Y hay que tenerla en cuenta, tanto al planificar la construccin como al planificar la produccin. Eso es el abec de nuestra actividad econmica en la etapa actual de desarrollo. Sexto punto No est claro cmo hay que comprender sus palabras referentes al capitalismo: produccin ampliada muy deformada. Hay que decir que produccin de ese tipo, y adems ampliada, no existe bajo la capa del cielo. Es evidente que, despus de haberse escindido el mercado mundial y de haber comenzado a reducirse la esfera de explotacin de los recursos mundiales por los principales pases capitalistas (los Estados Unidos, Inglaterra y Francia), el carcter cclico del desarrollo del capitalismo -ascenso y descenso de la produccin- deber, a pesar de ello, subsistir: Pero el ascenso de la produccin en estos pases tendr lugar sobre una base restringida, pues el volumen de la

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS produccin de esos pases descender. Sptimo punto La crisis general del sistema capitalista mundial comenz en el perodo de la primera guerra mundial; debido, sobre todo, al hecho de que la Unin Sovitica se desgaj del sistema capitalista. Esa fue la primera etapa de la crisis general. La segunda etapa de la crisis general empez en el perodo de la segunda guerra mundial, sobre todo despus de haberse desgajado del sistema capitalista las democracias populares de Europa y de Asia. La primera crisis, en el perodo de la primera guerra mundial, y la segunda crisis, en el perodo de la segunda guerra mundial, no deben ser consideradas como crisis independientes una de otra, como crisis separadas sin relacin alguna entre s, sino como etapas del desarrollo de la crisis general del sistema capitalista mundial. Es la crisis general del capitalismo mundial una crisis meramente poltica o una crisis meramente econmica? No es ni una cosa ni la otra. Es una crisis general, es decir, una crisis del sistema capitalista mundial en todos los dominios, una crisis que abarca tanto la economa como la poltica. Adems, se comprende que tiene por base la descomposicin cada vez mayor del sistema econmico capitalista mundial, por una parte, y, por otra, la creciente potencia econmica de los pases que se han desgajado del capitalismo: la URSS, China y dems pases de democracia popular. J. STALIN 21 de abril de 1952. Los errores del camarada L. D. Yaroshenko Hace poco se ha dado a conocer a los miembros del Bur Poltico del Comit Central del PC(b) de la Unin Sovitica una carta del camarada Yaroshenko, fechada el 20 de marzo del ao en curso, haciendo referencia a algunas cuestiones econmicas que fueron examinadas en la conocida discusin del mes de noviembre. El autor de la carta se queja de que en los principales documentos en que ha sido sintetizada la discusin, lo mismo que en las Observaciones del camarada Stalin, no ha tenido reflejo alguno el punto de vista del camarada Yaroshenko. Adems, el camarada Yaroshenko propone en su carta que se le permita escribir la Economa Poltica del socialismo en el curso de un ao o ao y medio, facilitndole para ello dos colaboradores. Yo creo que tendremos que examinar a fondo tanto la queja del camarada Yaroshenko como su propuesta. Comencemos por la queja. Y bien, en qu consiste el punto de vista del camarada Yaroshenko, ese punto de vista que no ha tenido ningn reflejo en los documentos arriba citados?

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I. El principal error del camarada Yaroshenko Si caracterizamos el punto de vista del camarada Yaroshenko en dos palabras, tendremos que decir que no es marxista; por tanto, es profundamente errneo. El principal error del camarada Yaroshenko consiste en que se aparta del marxismo en la cuestin relativa al papel de las fuerzas productivas y de las relaciones de produccin en el desarrollo de la sociedad: exagera desmesuradamente el papel de las fuerzas productivas, subestima, tambin desmesuradamente, el papel de las relaciones de produccin y acaba declarando que en el socialismo las relaciones de produccin son parte integrante de las fuerzas productivas. El camarada Yaroshenko admite que las relaciones de produccin desempean cierto papel cuando existen contradicciones antagnicas de clase, ya que las relaciones de produccin en ese caso contradicen al desarrollo de las fuerzas productivas. Mas para el camarada Yaroshenko, ese papel es slo un papel negativo, el papel de factor que frena el desarrollo de las fuerzas productivas y que traba su desarrollo. Y el camarada Yaroshenko no ve en las relaciones de produccin otras funciones, no ve ninguna funcin positiva. En cuanto al rgimen socialista, donde ya no existen contradicciones antagnicas de clase y donde las relaciones de produccin no contradicen ya al desarrollo de las fuerzas productivas, el camarada Yaroshenko considera que aqu las relaciones de produccin pierden todo papel independiente; las relaciones de produccin dejan de ser un factor importante del desarrollo y son absorbidas por las fuerzas productivas, como la parte es absorbida por el todo. El camarada Yaroshenko dice que en el socialismo las relaciones de produccin entre los hombres entran en la organizacin de las fuerzas productivas como un medio, como un elemento de esa organizacin (vase la carta del camarada Yaroshenko al Bur Poltico del CC). En tal caso, cul es la tarea principal de la Economa Poltica del socialismo? El camarada Yaroshenko contesta: La tarea principal de la Economa Poltica del socialismo no consiste, por esa razn, en estudiar las relaciones de produccin entre los hombres de la sociedad socialista, sino que consiste en elaborar y desarrollar la teora cientfica de la organizacin de las fuerzas productivas en la produccin social, la teora de la planificacin del desarrollo de la economa nacional (vase el discurso del camarada Yaroshenko en el Pleno de los participantes en la discusin). Esa es la causa precisa de que el camarada Yaroshenko no se interese por cuestiones econmicas del rgimen socialista como la existencia de diversas

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328 formas de propiedad en nuestra economa, la circulacin mercantil, la ley del valor y otras, considerndolas cuestiones secundarias que no hacen ms que provocar discusiones escolsticas. El declara sin circunloquios que en su Economa Poltica del socialismo las discusiones en cuanto al papel de una u otra categora de la Economa Poltica del socialismo -valor, mercanca, dinero, crdito, etc.-, que con frecuencia toman entre nosotros un carcter escolstico, son reemplazadas por sensatos razonamientos sobre la organizacin racional de las fuerzas productivas en la produccin social y la fundamentacin cientfica de esa organizacin (vase el discurso del camarada Yaroshenko en el Pleno). En consecuencia, Economa Poltica sin problemas econmicos. El camarada Yaroshenko piensa que basta con alcanzar una organizacin racional de las fuerzas productivas para que el paso del socialismo al comunismo transcurra sin grandes dificultades. Considera que eso basta y sobra para la transicin al comunismo. Declara sin ms ni ms que la lucha fundamental por la construccin de la sociedad comunista se reduce, en el socialismo, a la lucha por organizar con acierto las fuerzas productivas y por utilizarlas racionalmente en la produccin social (vase el discurso en el Pleno). El camarada Yaroshenko proclama solemnemente que: El comunismo es la organizacin cientfica superior de las fuerzas productivas en la produccin social. Resulta, a lo que se ve, que toda la esencia del rgimen comunista est comprendida en la organizacin racional de las fuerzas productivas. Partiendo de todo eso, el camarada Yaroshenko deduce que no puede haber una Economa Poltica para todas las formaciones sociales, que debe haber dos economas polticas: una para las formaciones sociales presocialistas, cuyo objeto es el estudio de las relaciones de produccin entre los hombres, y otra para el rgimen socialista, cuyo objeto deber ser, no el estudio de las relaciones de produccin, es decir, de las relaciones econmicas, sino el de las cuestiones vinculadas a la organizacin racional de las fuerzas productivas. Tal es el punto de vista del camarada Yaroshenko. Qu puede decirse de ese punto de vista? No es cierto, primeramente, que el papel de las relaciones de produccin en la historia de la sociedad se limite al papel de freno que traba el desarrollo de las fuerzas productivas. Cuando los marxistas hablan del papel de freno de las relaciones de produccin, no se refieren a todas las relaciones de produccin, sino tan slo a las viejas relaciones de produccin, que no corresponden ya al desarrollo de las fuerzas productivas y, en consecuencia, frenan su desarrollo. Pero, adems de las viejas relaciones de produccin, existen, como se sabe, las nuevas relaciones de

J. V. Stalin produccin que sustituyen a las viejas. Se puede, acaso, decir que el papel de las nuevas relaciones de produccin se reduce al papel de freno de las fuerzas productivas? No, no se puede. Al contrario: las nuevas relaciones de produccin son la fuerza principal y decisiva que determina precisamente el desarrollo continuo, y poderoso, de las fuerzas productivas, y sin ellas las fuerzas productivas estaran en nuestro pas condenadas a vegetar como vegetan hoy en los pases capitalistas. Nadie puede negar el desarrollo colosal de las fuerzas productivas de nuestra industria sovitica en los aos de cumplimiento de los planes quinquenales. Pero ese desarrollo no se habra producido si en octubre de 1917 no hubisemos reemplazado las viejas relaciones de produccin, las relaciones de produccin capitalistas, por unas relaciones de produccin nuevas, por las relaciones de produccin socialistas. Sin esa revolucin en las relaciones de produccin, en las relaciones econmicas, las fuerzas productivas vegetaran en nuestro pas como vegetan hoy en los pases capitalistas. Nadie puede negar el desarrollo colosal de las fuerzas productivas de nuestra agricultura en el curso de los ltimos 20-25 aos. Pero ese desarrollo no hubiera tenido lugar si no hubiramos sustituido, en los aos del 30, las viejas relaciones de produccin capitalistas en el campo por nuevas relaciones de produccin, por unas relaciones de produccin colectivistas. Sin esa revolucin en la produccin, las fuerzas productivas de la agricultura vegetaran en nuestro pas como vegetan hoy en los pases capitalistas. Claro que las nuevas relaciones de produccin no pueden ser ni son eternamente nuevas, comienzan a envejecer y a entrar en contradiccin con el continuo desarrollo de las fuerzas productivas, comienzan a perder el papel de motor principal de las fuerzas productivas y se transforman en su freno. Entonces, en lugar de esas relaciones de produccin, ya viejas, aparecen nuevas relaciones de produccin, cuyo papel consiste en ser el motor principal del continuo desarrollo de las fuerzas productivas. Esta peculiaridad del desarrollo de las relaciones de produccin, que pasan del papel de freno de las fuerzas productivas al papel de motor principal de su avance, y del papel de motor principal al papel de freno de las fuerzas productivas, constituye uno de los elementos principales de la dialctica materialista marxista. Esto lo saben hoy todos los que han visto un libro de marxismo. Esto no lo sabe, segn resulta, el camarada Yaroshenko. No es cierto, en segundo lugar, que el papel independiente de las relaciones de produccin, es decir, de las relaciones econmicas, desaparece en el socialismo; que las relaciones de produccin sean absorbidas por las fuerzas productivas; que la produccin social en el socialismo se reduzca a la

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS organizacin de las fuerzas productivas. El marxismo considera la produccin social como un todo que consta de dos aspectos vinculados indisolublemente: las fuerzas productivas de la sociedad (relaciones de la sociedad con las fuerzas naturales, en la lucha con las cuales obtiene la sociedad los bienes materiales necesarios) y las relaciones de produccin (relaciones mutuas entre los hombres en el proceso de la produccin). Estos dos aspectos de la produccin social, aunque estn ligados entre s de un modo indisoluble, son diferentes. Y precisamente por ser aspectos diferentes de la produccin social, pueden actuar uno sobre el otro. Afirmar que uno de esos aspectos puede ser absorbido por el otro y transformado en su parte integrante, significa pecar gravemente contera el marxismo. Marx dice: En la produccin los hombres no actan solamente sobre la naturaleza, sino que actan tambin los unos sobre los otros. No pueden producir sin asociarse de un cierto modo, para actuar en comn y establecer un intercambio de actividades. Para producir, los hombres contraen determinados vnculos y relaciones, y a travs de estos vnculos Y relaciones sociales, y slo a travs de ellos, es como se relacionan con la naturaleza y como se efecta la produccin (vase: C. Marx y F. Engels, tomo V, pg. 429). Por consiguiente, la produccin social consta de dos aspectos que, aunque estn indisolublemente ligados el uno con el otro, reflejan, no obstante, dos categoras diferentes de relaciones: las relaciones del hombre con la naturaleza (fuerzas productivas) y las relaciones de unos hombres con otros en el proceso de la produccin (relaciones de produccin). Slo la existencia de ambos aspectos de la produccin nos da la produccin social, ya se trate del rgimen socialista o de otras formaciones sociales. Por lo visto, el camarada Yaroshenko no est muy de acuerdo con Marx. Considera que esta tesis de Marx no es aplicable al rgimen socialista. Por eso, precisamente, reduce el problema de la Economa Poltica del socialismo a la tarea de la organizacin racional de las fuerzas productivas, dejando de un lado las relaciones de produccin, las relaciones econmicas, y separando de ellas las fuerzas productivas. Por tanto, en lugar de la Economa Poltica marxista, encontramos en el camarada Yaroshenko algo as como la Ciencia universal de la organizacin de Bogdnov. As, pues, partiendo de la idea acertada de que las fuerzas productivas son las ms dinmicas y las ms revolucionarias de la produccin, el camarada Yaroshenko lleva esa idea al absurdo, negando el papel de las relaciones de produccin, de las relaciones econmicas, en el socialismo; y en lugar de una produccin social llena de vida, obtiene una

329 tcnica de la produccin unilateral y enclenque, algo as como la tcnica de organizacin de la sociedad de Bujarin. Marx dice: En la produccin social de su vida (es decir, en la produccin de los bienes materiales necesarios para la vida del hombre - J. St.), los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de produccin, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de produccin forma la estructura econmica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurdica y poltica y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social (vase el prlogo de la "Contribucin a la crtica de la Economa Poltica). Eso significa que toda formacin social, incluida la sociedad socialista, tiene su base econmica, formada por el conjunto de las relaciones de produccin entre los hombres. Surge la pregunta: qu piensa el camarada Yaroshenko en cuanto a la base econmica del rgimen socialista? Como sabemos, el camarada Yaroshenko ha liquidado ya las relaciones de produccin en el socialismo como una esfera ms o menos independiente, incluyendo lo poco que ha quedado de ellas en la organizacin de las fuerzas productivas. Se pregunta uno, posee el rgimen socialista su propia base econmica? Es evidente que, si en el socialismo las relaciones de produccin han desaparecido como fuerza ms o menos independiente, el rgimen socialista subsiste sin su base econmica. En consecuencia, un rgimen socialista sin su base econmica. Resulta una historieta bastante divertida... Es posible, en general, un rgimen social sin su base econmica? El camarada Yaroshenko, evidentemente, considera que es posible. Est bien, pero el marxismo considera que regmenes sociales de esa naturaleza no existen bajo la capa del cielo. No es cierto, por ltimo, que el comunismo sea la organizacin racional de las fuerzas productivas; que la organizacin racional de las fuerzas productivas encierre en s toda la esencia del rgimen comunista; que baste organizar racionalmente las fuerzas productivas para pasar al comunismo sin grandes dificultades. En nuestra literatura hay otra definicin, otra frmula del comunismo, que es la frmula leninista: El comunismo es el Poder sovitico ms la electrificacin de todo el pas. Por lo visto, al camarada Yaroshenko no le gusta la frmula leninista, y la reemplaza por su propia frmula, de produccin casera: El comunismo es la organizacin cientfica superior de las fuerzas productivas en la produccin social. En primer trmino, nadie sabe qu es esa

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330 organizacin cientfica superior o racional de las fuerzas productivas que proclama a los cuatro vientos el camarada Yarosnenko ni cul es su contenido concreto. El camarada Yaroshenko repite decenas de veces esta frmula mtica en sus discursos ante el Pleno, en las comisiones de ste, en su carta a los miembros del Bur Poltico; pero no dice en ningn sitio ni una sola palabra para aclarar cmo hay que comprender, concretamente, esa organizacin racional de las fuerzas productivas, que segn l, encierra en si toda la esencia del rgimen comunista. En segundo trmino, puesto que se trata de elegir entre dos frmulas, no procede rechazar la frmula leninista, que es la nica acertada, sino la frmula del camarada Yaroshenko, manifiestamente artificial y no marxista, extrada del arsenal de Bogdnov Ciencia universal de la organizacin. El camarada Yaroshenko supone que basta alcanzar una organizacin racional de las fuerzas productivas para obtener la abundancia de productos y pasar al comunismo, para pasar de la frmula a cada cual, segn su trabajo a la frmula a cada cual, segn sus necesidades. Ese es un gran error, que revela la incomprensin ms absoluta de las leyes del desarrollo econmico del socialismo. El camarada Yaroshenko concibe las condiciones del paso del socialismo al comunismo de un modo demasiado simple, con una simplicidad infantil. El camarada Yaroshenko no comprende que no se puede obtener una abundancia de productos que permita cubrir todas las necesidades de la sociedad ni pasar a la frmula "a cada cual, segn sus necesidades, mientras subsistan fenmenos econmicos como la propiedad de determinados grupos, de los koljoses, la circulacin mercantil y otros. El camarada Yaroshenko no comprende que, antes de pasar a la frmula a cada cual, segn sus necesidades, hay que recorrer varias etapas de reeducacin econmica y cultural de la sociedad, en el curso de las cuales el trabajo dejar de ser a los ojos de la sociedad slo un medio de ganarse la vida, para convertirse en la primera necesidad de sta, y la propiedad social, en la base firme e inviolable de la existencia de la sociedad. Para preparar el paso real, y no declarativo, al comunismo, es necesario cumplir, por lo menos, tres condiciones fundamentales. 1. Es indispensable, en primer trmino, asegurar de verdad, no una mtica organizacin racional de las fuerzas productivas, sino el incremento constante de toda la produccin social, y preferentemente el de la produccin de medios de produccin. El que se d preferencia al incremento de la produccin de medios de produccin, no slo es necesario porque esta produccin debe asegurar las mquinas necesarias, tanto a sus propias empresas como a las empresas de todas las dems ramas de la economa nacional, sino porque sin ella no es posible, en absoluto, llevar a

J. V. Stalin cabo la reproduccin ampliada. 2. Es indispensable, en segundo trmino, elevar la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo, mediante transiciones graduales realizadas con ventaja para los koljoses y, por consiguiente, para toda la sociedad, y, tambin, mediante transiciones graduales, sustituir la circulacin mercantil por un sistema de intercambio de productos, para que el Poder central o cualquier otro centro econmico-social pueda disponer de todo el producto de la produccin social en inters de la sociedad. El camarada Yaroshenko se equivoca cuando afirma que en el socialismo no existe contradiccin alguna entre las relaciones de produccin y las fuerzas productivas de la sociedad. Claro est que nuestras actuales relaciones de produccin atraviesan por un perodo en que, correspondiendo plenamente al incremento de las fuerzas productivas, las impulsan adelante a pasos agigantados. Pero sera una equivocacin contentarse con eso y suponer que no existe contradiccin alguna entre nuestras fuerzas productivas y nuestras relaciones de produccin. Sin duda alguna, hay y habr contradicciones, por cuanto el desarrollo de las relaciones de produccin va e ir a la zaga del desarrollo de las fuerzas productivas. Con una poltica acertada de los organismos dirigentes, estas contradicciones no pueden convertirse en contradicciones antagnicas, y no puede producirse un conflicto entre las relaciones de produccin y las fuerzas productivas de la sociedad. Otra cosa sucedera si aplicramos una poltica desacertada, como la que propone el camarada Yaroshenko. En ese caso, el conflicto sera inevitable y nuestras relaciones de produccin podran convertirse en un freno muy serio para el desarrollo de las fuerzas productivas. Por ello, la misin de los organismos dirigentes consiste en advertir oportunamente las contradicciones cuando estn gestndose y tomar a tiempo las medidas necesarias para eliminarlas mediante la adaptacin de las relaciones de produccin al incremento de las fuerzas productivas. Esto se refiere, ante todo, a fenmenos econmicos como la propiedad de determinados grupos, de los koljoses, y la circulacin mercantil. Claro que actualmente estos fenmenos son aprovechados con buen xito para desarrollar la economa socialista, y reportan un beneficio indudable a nuestra sociedad. No cabe duda de que tambin en el prximo futuro reportarn su beneficio. Pero sera una ceguera imperdonable no ver que, al mismo tiempo, esos fenmenos comienzan ahora ya a frenar el poderoso desarrollo de nuestras fuerzas productivas, por cuanto son un obstculo para que la planificacin por parte del Estado abarque plenamente toda la economa nacional, en particular la agricultura. No cabe duda de que, con el tiempo, esos fenmenos

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS frenarn ms y ms el desarrollo de las fuerzas productivas de nuestro pas. Por consiguiente, la tarea consiste en liquidar esas contradicciones mediante la transformacin gradual de la propiedad koljosiana en propiedad de todo el pueblo y la aplicacin -tambin gradual- del intercambio de productos en lugar de la circulacin mercantil. 3. Es necesario, en tercer trmino, alcanzar un ascenso cultural de la sociedad, que asegure a todos sus miembros el desarrollo universal de sus capacidades fsicas e intelectuales, para que puedan recibir una instruccin que les permita ser agentes activos del desarrollo de la sociedad, para que puedan elegir la profesin que ms les guste y no tengan que verse atados de por vida, debido a la divisin del trabajo existente, a una sola profesin. Qu hace falta para esto? Sera errneo suponer que se puede alcanzar un desarrollo cultural tan elevado de los miembros de la sociedad sin serios cambios en el estado actual del trabajo. Para eso es necesario, ante todo, reducir la jornada de trabajo, por lo menos, a seis, y ms adelante a cinco horas. Eso es necesario para que los miembros de la sociedad dispongan del tiempo libre suficiente para adquirir una instruccin universal. Para ello es necesario, adems, implantar la enseanza politcnica general y obligatoria, indispensable para que los miembros de la sociedad puedan elegir la profesin que ms les guste y no se vean atados de por vida a una sola profesin. Para ello es necesario, adems, mejorar radicalmente las condiciones de vivienda y elevar al doble, por lo menos, el salario real de los obreros y de los empleados, tanto mediante ,el aumento directo del salario metlico, como, sobre todo, mediante la rebaja sistemtica de los precios de los artculos de amplio consumo. Tales son las condiciones fundamentales de la preparacin del paso al comunismo. Slo despus de cumplir todas esas condiciones, se podr esperar que el trabajo deje de ser para los miembros de la sociedad una carga y se convierta en la primera necesidad de la vida (Marx); que el trabajo se convierta, de una penosa carga, en un placer (Engels); que la propiedad social sea apreciada por todos los miembros de la sociedad como la base firme e inviolable de la existencia de la sociedad. Slo despus de cumplir todas esas condiciones, se podr pasar de la frmula socialista de cada cual, segn sus capacidades; a cada cual, segn su trabajo a la frmula comunista de cada cual, segn sus capacidades; a cada cual, segn sus necesidades. Eso representar el paso radical de una economa, de la economa del socialismo, a otra economa superior, a la economa del comunismo. Como puede verse, la cuestin del paso del socialismo al comunismo no es tan sencilla como se

331 la imagina el camarada Yaroshenko. Tratar de reducir cosa tan compleja y polifactica, que exige cambios econmicos muy importantes, a la organizacin racional de las fuerzas productivas, como lo hace el camarada Yaroshenko, supone suplantar el marxismo por el bogdanovismo. II. Otros errores del camarada Yaroshenko 1. Basndose en su errneo punto de vista, el camarada Yaroshenko llega a deducciones errneas acerca del carcter y del objeto de la Economa Poltica. El camarada Yaroshenko, partiendo de que cada formacin social tiene sus leyes econmicas especficas, niega la necesidad de una Economa Poltica nica para todas las formaciones sociales. Pero carece de toda razn, y difiere a este respecto de marxistas como Engels y Lenin. Engels dice que la Economa Poltica es la ciencia de las condiciones y de las formas en que las diversas sociedades humanas producen e intercambian, y en que, de acuerdo con ello, efectan cada vez la distribucin de los productos (AntiDhring). Por lo tanto, la Economa Poltica estudia las leyes del desarrollo econmico, no de una formacin social determinada, sino de las diversas formaciones sociales. Como se sabe, Lenin est de completo acuerdo con ese enunciado. En sus observaciones crticas al libro de Bujarin La economa del perodo de transicin, Lenin dijo que Bujarin erraba al restringir la esfera de accin de la Economa Poltica a la produccin mercantil y, ante todo, a la capitalista y seal que Bujarin daba un paso atrs respecto a Engels. Con ese enunciado est completamente de acuerdo la definicin de la Economa Poltica dada en el proyecto de manual, donde se dice que la Economa Poltica es la ciencia que estudia las leyes de la produccin social y de la distribucin de los bienes materiales en las diversas fases de desarrollo de la sociedad humana. La cosa es comprensible. En su desarrollo econmico, las diversas formaciones sociales no slo se subordinan a sus leyes econmicas especficas, sino tambin a las leyes econmicas comunes a todas las formaciones, por ejemplo, a leyes como la ley de la unidad de las fuerzas productivas y las relaciones de produccin en una produccin social nica, como la ley de las relaciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de produccin en el proceso de desarrollo de todas las formaciones sociales. Por consiguiente, las formaciones sociales no slo estn separadas entre s por sus leyes especficas, sino ligadas entre s por las leyes econmicas comunes a todas ellas. Engels tena toda la razn al decir: Para hacer con toda plenitud esa crtica de la

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332 Economa Poltica burguesa, no bastaba con estudiar la forma capitalista de produccin, de intercambio y de distribucin. Era necesario tambin investigar y confrontar, siquiera en rasgos generales, las formas que la haban precedido o que existan paralelamente a ella en los pases menos desarrollados (AntiDhrng). Es evidente que en esta cuestin el camarada Yaroshenko hace eco a Bujarin. Prosigamos. El camarada Yarosheniko afirma que en su Economa Poltica del socialismo las categoras de la Economa Poltica -valor, mercanca, dinero, crdito, etc.- son reemplazadas por sensatos razonamientos sobre la organizacin racional de las fuerzas productivas en la produccin social; que, en consecuencia, el objeto de esta Economa Poltica no son las relaciones de produccin del socialismo, sino la elaboracin y el desarrollo de la teora cientfica de la organizacin de las fuerzas productivas, de la teora de la planificacin de la economa nacional, etc.; que en el socialismo las relaciones de produccin pierden su significado independiente y son absorbidas por las fuerzas productivas como parte integrante de ellas. Debe decirse que hasta ahora ningn marxista chiflado haba escrito tan absurdo galimatas. Recapactese, qu significa la Economa Poltica del socialismo sin los problemas econmicos, sin los problemas de la produccin? Acaso existe bajo la capa del cielo semejante Economa Poltica? Qu significa sustituir en la Economa Poltica del socialismo los problemas econmicos por los problemas de la organizacin de las fuerzas productivas? Significa acabar con la Economa Poltica del socialismo. El camarada Yaroshenko procede as precisamente: acaba con la Economa Poltica del socialismo. En este aspecto entronca por completo con Bujarin. Bujarin deca que al ser destruido el capitalismo deba serlo tambin la Economa Poltica. El camarada Yaroshenko no lo dice, pero lo hace, acabando con la Economa poltica del socialismo. Verdad es que el camarada Yaroshenko aparenta al mismo tiempo no estar totalmente de acuerdo con Bujarin, pero eso es marrullera y, por cierto, marrullera barata. En realidad, hace lo que predicaba Bujarin y censurara Lenin. El camarada Yaroshenko sigue las huellas de Bujarin. Prosigamos. El camarada Yaroshenko reduce los problemas de la Economa Poltica del socialismo a los problemas de una organizacin racional de las fuerzas productivas, a los problemas de la planificacin de la economa nacional, etc. Pero se equivoca profundamente. Los problemas de una organizacin racional de las fuerzas productivas, de la planificacin de la economa nacional, etc., no son objeto de la Economa Poltica, sino de la poltica econmica de los organismos dirigentes. Son dos

J. V. Stalin esferas distintas, que no deben ser confundidas. El camarada Yaroshenko ha confundido estas dos cosas distintas y se ha puesto en situacin embarazosa. La Economa Poltica estudia las leyes de desarrollo de las relaciones de produccin entre los hombres. La poltica econmica deduce de ello las conclusiones prcticas, las concreta y erige sobre esta base su trabajo cotidiano. Recargar la Economa Poltica con las cuestiones de la poltica econmica significa hundirla como ciencia. El objeto de la Economa poltica son las relaciones de produccin, las relaciones econmicas entre los hombres. A esta esfera corresponden: a) las formas de la propiedad sobre los medios de produccin; b) la situacin, dimanante de esto, de los diversos grupos sociales en la produccin y sus relaciones mutuas, o, como dice Marx, el intercambio de actividades; c) las formas de distribucin de los productos que dependen por completo de dichas formas de propiedad. Todo esto constituye, en su conjunto, el objeto de la Economa poltica. En esta definicin no se emplea la palabra intercambio, que figura en la definicin de Engels. No se emplea porque habitualmente muchos entienden por intercambio el intercambio de mercancas, que no es propio de todas las formaciones sociales, sino nicamente de algunas, lo que a veces origina confusiones, aunque Engels no slo comprenda por intercambio el intercambio de mercancas. Sin embargo, como se ve, lo que Engels entenda por intercambio ha encontrado su lugar en la citada definicin, como parte integrante de ella. En consecuencia, por su contenido, esta definicin del objeto de la Economa Poltica coincide plenamente con la definicin de Engels. 2. Cuando se habla de la ley econmica fundamental de una u otra formacin social, se parte, por lo comn, de que esta ltima no puede tener varias leyes econmicas fundamentales, de que slo puede tener una ley econmica fundamental, precisamente como ley fundamental. En caso contrario tendramos varias leyes econmicas fundamentales para cada formacin social, lo que est en pugna con el concepto mismo de ley fundamental. Sin embargo, el camarada Yaroshenko no est de acuerdo. Considera que se puede tener, no una ley econmica fundamental del socialismo, sino varias leyes econmicas fundamentales. Inverosmil, pero es un hecho! En su discurso en el Pleno de los participantes en la discusin dice: Las magnitudes y las correlaciones de los fondos materiales de la produccin social y de la reproduccin estn determinadas por la existencia y el incremento en perspectiva de la fuerza de trabajo incluida en la produccin social. Tal es la ley econmica fundamental de la sociedad socialista, la ley que condiciona la estructura de la produccin

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS social y la reproduccin socialistas. Esta es la primera ley econmica fundamental del socialismo. En el mismo discurso el camarada Yaroshenko declara: Las correlaciones entre las secciones I y II estn condicionadas, en la sociedad socialista, por la necesidad de producir medios de produccin en las proporciones necesarias para incluir en la produccin social a toda la poblacin apta para el trabajo. Esta es la ley econmica fundamental del socialismo y, al mismo tiempo, una demanda de nuestra Constitucin, derivada del derecho de los ciudadanos soviticos al trabajo. Esta es, por decirlo as, la segunda ley econmica fundamental del socialismo. Por ltimo, en su carta a los miembros del Bur Poltico el camarada Yaroshenko declara: Partiendo de esto, los rasgos esenciales y las exigencias de la ley econmica fundamental del socialismo pueden formularse aproximadamente, a mi entender, en los siguientes trminos: la produccin, en ascenso y perfeccionamiento incesantes, de condiciones de vida materiales y culturales de la sociedad. Es ya la tercera ley econmica fundamental del socialismo. Todas estas leyes son leyes econmicas fundamentales del socialismo o lo es slo una de ellas? Y en tal caso, cul de ellas precisamente? El camarada Yaroshenko no responde a estas preguntas en su ltima carta a los miembros del Bur Poltico. Al formular la ley econmica fundamental del socialismo en su carta a los miembros del Bur Poltico, olvida, por lo visto, que hace tres meses, en su discurso en el Pleno de la discusin, formul ya las otras dos leyes econmicas fundamentales del socialismo, suponiendo, al parecer, que no se reparara en esta combinacin ms que dudosa. Pero, como se ve, sus clculos han resultado fallidos. Admitamos que las dos primeras leyes econmicas fundamentales del socialismo formuladas por el camarada Yaroshenko ya no existen, que desde ahora el camarada Yaroshenko considera como ley econmica fundamental del socialismo su tercera frmula, expuesta en la carta a los miembros del Bur Poltico. Veamos la carta del camarada Yaroshenko. El camarada Yaroshenko dice en la carta que no est de acuerdo con la definicin de la ley econmica fundamental del socialismo expuesta en las Observaciones del camarada Stalin. Dice as: Lo principal en esta definicin es asegurar la mxima satisfaccin de las necesidades... de toda la sociedad. La produccin aparece aqu como medio para el logro de este fin principal: satisfacer las necesidades. Tal definicin da motivo para suponer que la ley econmica fundamental del socialismo

333 formulada por Ud. no parte de la primaca de la produccin, sino de la primaca del consumo. Evidentemente, el camarada Yaroshenko no ha comprendido ni palabra de la esencia del problema y no ve que las disquisiciones respecto a la primada del consumo o de la produccin no tienen nada que ver con el asunto que nos ocupa. Cuando se habla de la primaca de unos u otros procesos sociales respecto a otros procesos, se parte, por lo comn, de que unos y otros procesos son ms o menos homogneos. Se puede y se debe hablar de la primaca de la produccin de medios de produccin respecto a la produccin de medios de consumo, ya que en uno y otro caso se trata de la produccin y, en consecuencia, son ms o menos homogneas. Pero no se puede hablar, sera equivocado hablar de la primaca del consumo respecto a la produccin o de la produccin respecto al consumo, ya que la produccin y el consumo son, aunque estn vinculados entre si, dos esferas completamente distintas. Evidentemente, el camarada Yaroshenko no comprende que aqu no se trata de la primaca del consumo o de la produccin, sino del fin que plantea la sociedad ante la produccin social, de la tarea a que supedita la produccin social, pongamos por caso, en el socialismo. Por eso tampoco tienen nada que ver con el asunto que nos ocupa las disquisiciones del camarada Yaroshenko acerca de que la base de la vida de la sociedad socialista, como de cualquier otra sociedad, es la produccin. El camarada Yaroshenko olvida que los hombres no producen por producir, sino para satisfacer sus necesidades; olvida que una produccin, divorciada de la satisfaccin de las necesidades de la sociedad, enferma y perece. Se puede, en general, hablar de los objetivos de la produccin capitalista o socialista, de las tareas a que se subordina la produccin capitalista o socialista? Yo creo que se puede y se debe. Marx dice: El fin inmediato de la produccin capitalista no es la produccin de mercancas, sino de plusvala o de beneficio en su forma desarrollada; no del producto, sino del producto suplementario. Desde este punto de vista, el mismo trabajo slo es productivo mientras crea beneficio o producto suplementario para el capital. Si el obrero no lo crea, su trabajo es improductivo. En consecuencia, la masa del trabajo productivo aplicado slo tiene inters para el capital en la medida en que, gracias a ella -o en correlacin con ella-, aumenta la cantidad de trabajo suplementario; slo en tanto es necesario lo que hemos llamado tiempo de trabajo indispensable. Si el trabajo no da ese resultado, es superfluo y debe ser suspendido. El fin de la produccin capitalista consiste siempre en crear el mximo de plusvala o el mximo de producto suplementario con el mnimo de capital

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334 avanzado. Por cuanto este resultado no se alcanza con un trabajo excesivo de los obreros, surge la tendencia del capital de producir el producto dado con el menor costo posible, de economizar fuerza de trabajo y gastos... Con tal comprensin, los mismos obreros aparecen como lo que son realmente en la produccin capitalista; slo medios de produccin, y no un fin por s mismo ni el fin de la produccin (vase: Teoras de la plusvala, tomo II, parte 2). Estas palabras de Marx son notables no slo en el sentido de que definen concisa y exactamente el fin de la produccin capitalista, sino tambin en el sentido de que esbozan el fin bsico, la tarea fundamental que se debe plantear ante la produccin socialista. En consecuencia, el fin de la produccin capitalista es la obtencin de beneficios. Por lo que se refiere al consumo el capitalismo slo lo necesita en tanto en cuanto asegura la obtencin de beneficios. Si se excluye esto, la cuestin del consumo carece de sentido para el capitalismo. Del campo visual desaparece el hombre con sus necesidades. Cul es el fin de la produccin socialista?, cul es la tarea principal a cuyo cumplimiento debe subordinarse la produccin social en el socialismo? El fin de la produccin socialista no es el beneficio, sino el hombre con sus necesidades, es decir, la satisfaccin de las necesidades materiales y culturales del hombre. El fin de la produccin socialista es, como se dice en las Observaciones del camarada Stalin, asegurar la mxima satisfaccin de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad. El camarada Yaroshenko cree que se encuentra ante la primaca del consumo respecto a la produccin. Eso, claro est, es fruto de la incomprensin. En realidad, aqu no nos encontramos ante la primaca del consumo, sino ante la supeditacin de la produccin socialista a su fin principal: asegurar la mxima satisfaccin de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad. En consecuencia, el fin de la produccin socialista es asegurar la mxima satisfaccin de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de toda la sociedad; el medio para el logro de este fin es el desarrollo y el perfeccionamiento ininterrumpido de la produccin socialista sobre la base de la tcnica ms elevada. Tal es la ley econmica fundamental del socialismo. En su afn de mantener la llamada primaca de la produccin respecto al consumo, el camarada Yaroshenko afirma que la ley econmica fundamental del socialismo consiste en el ascenso

J. V. Stalin y el perfeccionamiento incesantes de la produccin de condiciones materiales y culturales de la sociedad. Eso es falso de cabo a rabo. El camarada Yaroshenko desvirta Y adultera burdamente la frmula expuesta en las Observaciones del camarada Stalin. Segn el camarada Yaroshenko, la produccin se convierte de medio en fin, y queda excluida la tarea de asegurar la mxima satisfaccin de las necesidades materiales y culturales, en constante ascenso, de la sociedad. Resulta el incremento de la produccin por el incremento de la produccin, una produccin sin ms objetivo que la produccin, mientras que del campo visual del camarada Yarosheniko desaparecen l hombre y sus necesidades. Por ello no es sorprendente que, al desaparecer el hombre como fin de la produccin socialista, desaparezcan los ltimos restos de marxismo en las concepciones del camarada Yaroshenko. De esta suerte, en el camarada Yaroshenko resulta no la primaca de la produccin respecto al consumo, sino algo semejante a la primaca de la ideologa burguesa respecto a la ideologa marxista. 3. La cuestin de la teora de la reproduccin enunciada por Marx merece captulo aparte. El camarada Yaroshenko afirma que esa teora es nicamente la teora de la reproduccin capitalista, que no contiene nada que pueda ser vlido para las dems formaciones sociales, incluida la formacin social socialista. Dice as: La aplicacin del esquema de la reproduccin, elaborado por Marx para la economa capitalista, a la produccin social socialista es producto de una comprensin dogmtica de la doctrina de Marx y est en pugna con su esencia (vase el discurso del camarada Yaroshenko en el Pleno). El camarada Yarosheniko afirma tambin que: El esquema de la reproduccin trazado por Marx no corresponde a las leyes econmicas de la sociedad socialista y no puede servir de base para el estudio de la reproduccin socialista (vase el discurso citado). Refirindose a la teora de la reproduccin simple formulada por Marx, teora que establece determinada correlacin entre la produccin de medios de produccin (I seccin), y la produccin de medios de consumo (Ir seccin), el camarada Yaroshenko dice: La correlacin entre la primera y segunda secciones no est condicionada en la sociedad socialista por la frmula de Marx V + M de la primera seccin y e de la segunda. En el socialismo no debe producirse la citada correlacin en el desarrollo de la primera seccin y la segunda (vase el discurso citado). El camarada Yaroshenko afirma que: La teora de las correlaciones entre las secciones I y II, enunciada por Marx, no es aplicable en nuestras condiciones socialistas, ya que esa teora tiene por

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS base la economa capitalista con sus leyes (vase la carta del camarada Yaroshenko a los miembros del Bur Poltico). As est demoliendo el camarada Yaroshenko la teora de la reproduccin elaborada por Marx. Por supuesto, esa teora de la reproduccin, elaborada por Marx, como fruto del estudio de las leyes de la produccin capitalista, refleja el carcter especfico de dicha produccin y, lgicamente, reviste la forma de las relaciones de valor capitalistas mercantiles. Y no poda ser de otro modo. Pero ver slo esta forma en la teora de la reproduccin enunciada por Marx y no advertir su base, no advertir su contenido fundamental, vlido no slo para la formacin social capitalista, significa no entender nada de esta teora. Si el camarada Yaroshenko entendiera algo en este asunto, habra comprendido la verdad evidente de que los esquemas de la reproduccin trazados por Marx no se limitan, en modo alguno, a reflejar el carcter especfico de la produccin capitalista; habra comprendido que encierran, al mismo tiempo, muchos postulados fundamentales de la reproduccin vlidos para todas las formaciones sociales, entre ellas, y particularmente, para la formacin social socialista. Postulados fundamentales de la teora de Marx acerca de la reproduccin como el postulado sobre la divisin de la produccin social en produccin de medios de produccin y produccin de medios de consumo; el postulado sobre la primaca del incremento de la produccin de medios de produccin en la reproduccin ampliada; el postulado sobre la correlacin entre las secciones I y II; el postulado sobre el producto suplementario como nica fuente de acumulacin; el postulado sobre la formacin y el destino de los fondos sociales; el postulado sobre la acumulacin como nica fuente de la reproduccin ampliada; todos estos postulados fundamentales de la teora marxista de la reproduccin son esos mismos postulados vlidos no slo para la formacin capitalista y de cuya aplicacin no puede prescindir ninguna sociedad socialista al planificar su economa nacional. Es significativo que el mismo camarada Yaroshenko, que con tanta altanera suelta bufidos contra los esquemas de la reproduccin trazados por Marx, haya de recurrir una y otra vez a estos esquemas al examinar las cuestiones de la reproduccin socialista. Y qu opinaban de esto Lenin y Marx? Todos conocen las observaciones crticas de Lenin al libro de Bujarin La economa del perodo de transicin. En estas observaciones Lenin dijo, como se sabe, que la frmula de Marx relativa a la correlacin entre la I y II secciones, contra la que arremete el camarada Yaroshenko, permanece en vigor tanto para el socialismo como para el comunismo puro, es decir, para la segunda fase del comunismo.

335 Por lo que se refiere a Marx, como se sabe, no le gustaba abstraerse del estudio de las leyes de la produccin capitalista y no se ocup en su El Capital del problema de la aplicacin de sus esquemas de la reproduccin al socialismo. Sin embargo, en el captulo 20 del II tomo de El Capital, en el apartado El Capital constante de la I seccin, donde trata del intercambio de productos de la I seccin en el seno de ella misma, Marx advierte como de pasada que el intercambio de productos en esta seccin transcurrira en el socialismo con la misma constancia que en la produccin capitalista. Marx dice: Si la produccin fuera social en vez de ser capitalista, aparecera claro que los productos de la seccin 1 podran repartirse no menos constantemente como medios de produccin entre las ramas de la produccin de esta seccin, con objeto de la reproduccin; una parte de los mismos permanecera directamente en la esfera de la produccin, de la cual sali como producto; otra parte, por el contrario, se alejara a otros lugares de produccin, y as se dara un constante ir y venir entre los distintos lugares de la produccin de esta seccin (vase: Marx, El Capital, tomo II, 8a ed., pg. 307). En consecuencia, Marx no consideraba en modo alguno que su teora de la reproduccin era vlida slo para la produccin capitalista, aunque l se ocupaba de investigar las leyes de la produccin capitalista. Por el contrario, parta, como se ve, de que su teora de la reproduccin poda ser vlida tambin para la produccin socialista. Debe sealarse que Marx, en la Crtica del programa de Gotha, al analizar la economa del socialismo y del perodo de transicin al comunismo, parte de los postulados fundamentales de su teora de la reproduccin, considerndolos, evidentemente, obligatorios para el rgimen comunista. Tambin debe sealarse que Engels, en su AntiDhring, al criticar el sistema socialitario de Dhring y al definir la economa del rgimen socialista, parte asimismo de los postulados fundamentales de la teora de la reproduccin elaborada por Marx, considerndolos obligatorios para el rgimen comunista. Tales son los hechos. Resulta que tambin en el problema de la reproduccin el camarada Yaroshenko, a pesar de su desenfadado tono cuando habla de los esquemas, de Marx, se encuentra de nuevo en una situacin embarazosa. 4. El camarada Yaroshenko termina su carta a los miembros del Bur Poltico proponiendo que se le confe la redaccin de la Economa Poltica del socialismo. Escribe as: Partiendo de la definicin del objeto de la Economa Poltica del socialismo expuesta por m en

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336 la sesin plenaria, en la comisin y en esta carta, y utilizando el mtodo dialctico marxista, yo podra elaborar en un ao, o a lo sumo en ao y medio, asistido por dos personas, las soluciones tericas de los problemas fundamentales de la Economa Poltica del socialismo, as como exponer la teora marxista, leninista-stalinista de la Economa Poltica del socialismo, teora que convertir esta ciencia en un arma eficaz de lucha del pueblo por el comunismo. Forzoso es reconocer que el camarada Yaroshenko no peca de modesto. Todava ms; podra decirse, utilizando el estilo de ciertos literatos, que hasta del todo al revs. Ya hemos dicho antes que el camarada Yaroshenko confunde la Economa Poltica del socialismo con la poltica econmica de los organismos dirigentes. Lo que l considera objeto de la Economa Poltica del socialismo una organizacin racional de las fuerzas productivas, la planificacin de la economa nacional, la formacin de los fondos sociales, etc., no es objeto de la Economa Poltica del socialismo, sino de la poltica econmica de los organismos dirigentes. No hablo ya de que los serios errores cometidos por el camarada Yaroshenko y su punto de vista no marxista no predispone a confiarle tal encargo. *** Conclusiones: 1) La queja del camarada Yaroshenko respecto a los dirigentes de la discusin carece de sentido, ya que los dirigentes de la discusin, siendo marxistas, no podan reflejar en los documentos que sintetizan los resultados de la discusin el punto de vista no marxista del camarada Yaroshenko. 2) La peticin del camarada Yaroshenko de que se le encargue la redaccin de la Economa Poltica del socialismo no puede ser considerada en serio, aunque slo sea porque apesta a fanfarronera jlestakoviana. J. STALIN 22 de mayo de 1952. Respuesta a los camaradas A. V. Sanina Y V. G. Venzher He recibido sus cartas. Se ve que los firmantes estudian con profundidad y seriamente los problemas de la economa de nuestro pas. Las cartas contienen no pocas formulaciones acertadas y consideraciones interesantes. Sin embargo, al lado de ello, contienen tambin algunos graves errores tericos. En la presente contestacin pienso detenerme precisamente en estos errores. 1. El carcter de las leyes econmicas del socialismo Los camaradas Snina y Vnzher afirman que las leyes econmicas del socialismo surgen slo gradas a la accin consciente de los ciudadanos soviticos, ocupados en la produccin material. Esta

J. V. Stalin tesis es completamente falsa. Existen las leyes del desarrollo econmico objetivamente, fuera de nosotros, independientemente de la voluntad y de la conciencia de los hombres? El marxismo responde a esta pregunta de modo afirmativo. El marxismo considera que las leyes de la Economa Poltica del socialismo son un reflejo, en el cerebro del hombre, de leyes objetivas que existen fuera de nosotros. Pero la frmula de los camaradas Snina y Vnzher responde a esta pregunta de modo negativo. Eso quiere decir que estos camaradas se sitan en el punto de vista de una teora errnea, segn la cual en el socialismo las leyes del desarrollo econmico son creadas, son transformadas por los organismos dirigentes de la sociedad. Dicho de otro modo, estos camaradas rompen con el marxismo y pisan el camino del idealismo subjetivo. Naturalmente, los hombres pueden descubrir estas leyes objetivas, llegar a conocerlas y, basndose en ellas, utilizarlas en inters de la sociedad. Pero no pueden ni crearlas ni transformarlas. Admitamos que por un instante compartimos la errnea teora que niega la existencia de leyes objetivas en la vida econmica del socialismo y que proclama la posibilidad de crear leyes econmicas, de transformar las leyes econmicas. A dnde iramos a parar? Iramos a parar a un reino de caos y de casualidades, dependeramos como esclavos de estas casualidades, nos privaramos de la posibilidad, no ya de comprender, sino sencillamente de discernir en este caos de casualidades. Esto nos conducira a acabar con la Economa Poltica como ciencia, ya que la ciencia no puede ni vivir ni desarrollarse sin el reconocimiento de las leyes objetivas, sin el estudio de esas leyes. Y, al acabar con la ciencia, nos privaramos de la posibilidad de prever el curso de los acontecimientos en la vida econmica del pas, es decir, nos privaramos de a posibilidad de organizar incluso la direccin econmica ms elemental. En ltima instancia, nos hallaramos a merced de los caprichos de los aventureros economistas dispuestos a demoler las leyes del desarrollo econmico y a crear nuevas leyes sin comprender y sin tomar en consideracin las leyes objetivas. Todos conocen el postulado clsico de la posicin marxista respecto a este problema, expuesta por Engels en su. Anti-Dhring: Las fuerzas sociales, al igual que las fuerzas de la naturaleza, actan ciegamente, violentamente, de modo destructor, hasta que las llegamos a conocer y las tomamos en consideracin. Pero una vez que las hemos conocido, que hemos estudiado su accin, su direccin y su influencia, depender exclusivamente de nosotros mismos supeditarlas ms y ms a nuestra voluntad y conseguir con su ayuda nuestros objetivos. Esto se refiere, en particular, a las potentes

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS fuerzas productivas contemporneas. Mientras nos neguemos obcecadamente a comprender su naturaleza y su carcter -y a esta comprensin se oponen el modo capitalista de produccin y sus defensores-, las fuerzas productivas actuarn a despecho de nosotros, contra nosotros, dominarn sobre nosotros, como hemos demostrado con todo detalle antes. Pero una vez comprendida su naturaleza, pueden convertirse, en manos de los productores asociados, de tiranos demonacos en obedientes servidores. Aqu existe la misma diferencia que media entre la fuerza destructora de la electricidad en los rayos de una tormenta y la electricidad domeada en el aparato telegrfico y en la lmpara voltaica; la misma diferencia que media entre el incendio y el fuego que acta al servicio del hombre. Cuando se comience a tratar a las fuerzas productivas contemporneas de conformidad con su naturaleza por fin conocida, la anarqua social en la produccin ser reemplazada por la regulacin social y planificada de la produccin destinada a satisfacer las necesidades tanto de la sociedad en su conjunto como de cada uno de sus miembros. Entonces el modo capitalista de apropiacin, bajo el cual el producto esclaviza primero al productor y despus tambin al que se apropia de l, ser reemplazado por un nuevo modo de apropiacin de los productos basado en la naturaleza misma de los medios de produccin modernos: de un lado, por la apropiacin social directa de los productos en calidad de medios para mantener y ampliar la produccin, y, de otro lado, por la apropiacin individual directa en calidad de medios de vida y de deleite. 2. Las medidas para elevar la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo Qu medidas son necesarias para elevar la propiedad koljosiana, que no es, naturalmente, propiedad de todo el pueblo, al nivel de propiedad de todo el pueblo (nacional)? Algunos camaradas piensan que basta sencillamente con nacionalizar la propiedad koljosiana, declarndola propiedad de todo el pueblo, como se hiciera, en otro tiempo, con la propiedad capitalista. Esta propuesta es errnea por los cuatro costados y completamente inaceptable. La propiedad koljosiana es propiedad socialista, y no podemos tratarla en modo alguno como propiedad capitalista. Del hecho de que la propiedad koljosiana no sea propiedad de todo el pueblo no se desprende en ningn caso que la propiedad koljosiana no sea propiedad socialista. Estos camaradas suponen que la transferencia de la propiedad de individuos o de grupos a propiedad del Estado es la nica forma de nacionalizacin o, en todo caso, la mejor. Tal suposicin es falsa. En realidad, la transferencia a propiedad del Estado no es la nica forma de nacionalizacin y ni siquiera la

337 mejor, sino la forma inicial de nacionalizacin, como acertadamente dice Engels en el Anti-Dihring. Es indudable que, mientras exista el Estado, la transferencia a propiedad de ste ser la forma inicial de nacionalizacin ms comprensible. Ahora bien, el Estado no existir por los siglos de los siglos. Con la ampliacin de la esfera de accin del socialismo en la mayora de los pases del mundo, el Estado ir extinguindose, y, lgicamente, desaparecer, debido a ello, el problema de la transferencia de los bienes de individuos o de grupos a propiedad del Estado. El Estado se extinguir, pero la sociedad seguir subsistiendo. En consecuencia, como heredero de la propiedad de todo el pueblo aparecer no ya el Estado, que se extinguir, sino la sociedad misma, en la persona de su organismo econmico central, dirigente. Qu es, pues, necesario emprender en tal caso para elevar la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo? Los camaradas Snina y Vnzher proponen como medida fundamental para tal elevacin de la propiedad koljosiana, vender en propiedad a los koljoses los instrumentos fundamentales de produccin concentrados en las estaciones de mquinas y tractores, descargar de tal modo al Estado de las inversiones bsicas en la agricultura y conseguir que los mismos koljoses asuman la responsabilidad del mantenimiento y del desarrollo de las estaciones de mquinas y tractores. Dicen as: Sera errneo suponer que las inversiones koljosianas debern encausarse principalmente a cubrir las necesidades culturales del agro koljosiano y que para las necesidades de la produccin agrcola debe el Estado, como antes, correr con la masa fundamental de las inversiones. No sera ms acertado liberar al Estado de esta carga, en vista de la plena capacidad de los koljoses de asumirla por entero? El Estado encontrar no pocas esferas para invertir sus recursos a fin de crear en el pas la abundancia de objetos de consumo. Para fundamentar esta propuesta, sus autores presentan varios argumentos. Primero. Invocando las palabras de Stalin acerca de que los medios de produccin no se venden ni siquiera a los koljoses, los autores de la propuesta ponen en tela de juicio esta tesis de Stalin y dicen que, pese a todo, el Estado vende medios de produccin a los koljoses, tales como pequeos aperos, por ejemplo: guadaas y hoces, pequeos motores, etc. Consideran que, si el Estado vende estos medios de produccin a los koljoses, podra venderles tambin todos los dems medios de produccin, por ejemplo: las mquinas de las estaciones de mquinas y tractores. Este argumento es inconsistente. El Estado, como es natural, vende pequeos aperos a los koljoses, como estipulan los Estatutos del artel agrcola y la

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338 Constitucin. Ahora bien, se puede equiparar los pequeos aperos con medios de produccin tan fundamentales en la agricultura como las mquinas y tractores, o, pongamos por caso, la tierra, que tambin es uno de los medios de produccin fundamentales en la agricultura? Est claro que no se puede. No se puede, porque los pequeos aperos no deciden en absoluto la suerte de la produccin koljosiana, mientras que medios de produccin como las mquinas de las estaciones de mquinas y tractores y la tierra deciden por entero la suerte de la agricultura en nuestras condiciones actuales. No cuesta trabajo comprender que cuando Stalin deca que los medios de produccin no se venden a los koljoses, no se refera a los pequeos aperos, sino a los medios de produccin agrcola fundamentales: las mquinas de las estaciones de mquinas y tractores y la tierra. Los autores de la propuesta juegan con las palabras medios de produccin y confunden dos cosas distintas, sin advertir que se ponen en evidencia. Segundo. Los camaradas Snina y Vnzher invocan tambin que en el perodo en que comenzaba el movimiento koljosano en masa -a ltimos de 1929 y principios de 1930- el mismo Comit Central del Partido Comunista (b) de la URSS era partidario de entregar en propiedad a los koljoses las estaciones de mquinas y tractores, estipulando que amortizaran su coste en el transcurso de tres aos. Los autores de la propuesta consideran que, si bien entonces la medida en cuestin fracas en vista de la pobreza de los koljoses, ahora, cuando los koljoses son ricos, podra volverse a esta poltica, a la venta de las estaciones de mquinas y tractores a los koljoses. Este argumento es tambin inconsistente. En efecto, a principios de 1930, en el Comit Central del Partido Comunista (b) de la URSS se tom el acuerdo de vender las estaciones de mquinas y tractores a los koljoses. El acuerdo se adopt a propuesta de un grupo de koljosianos de choque a ttulo de experimento, de prueba, a fin de volver en un futuro inmediato a esta cuestin y examinarla de nuevo. Sin embargo, la primera comprobacin demostr que ese acuerdo no era conveniente y al cabo de unos meses -precisamente a ltimos de 1930se anul esa decisin. El ascenso posterior del movimiento koljosiano y el desarrollo de la construccin koljosiana persuadieron definitivamente, tanto a los koljosianos como a los trabajadores dirigentes, de que la concentracin de los medios de produccin agrcola fundamentales en manos del Estado, en las estaciones de mquinas y tractores, era el nico medio de asegurar un ritmo rpido de incremento de la produccin koljosiana. Todos nos congratulamos del gigantesco incremento de la produccin agrcola en nuestro pas, de la produccin cerealista, de algodn, de lino, de

J. V. Stalin remolacha, etc. Dnde reside el manantial de este incremento? Su manantial reside en la tcnica moderna, en la profusin de mquinas modernas que sirven a todas estas ramas de la produccin. No se trata slo de la tcnica en general, sino de que la tcnica no puede mantenerse en un punto muerto, de que debe perfeccionarse sin cesar, de que la tcnica vieja debe ser desplazada y sustituida por la tcnica nueva y sta por la novsima. Sin ello es inconcebible la marcha ascendente de nuestra agricultura socialista, son inconcebibles las grandes cosechas, la abundancia de productos agrcolas. Pero, qu significa desplazar a centenares de miles de tractores de ruedas y sustituirlos por tractores de oruga, sustituir decenas de miles de cosechadoras combinadas envejecidas por otras nuevas, crear nuevas mquinas, pongamos por caso, para los cultivos industriales? Significa gastar miles de millones de rublos de los que no se podr resarcirse hasta pasados seis u ocho aos. Pueden efectuar estos gastos nuestros koljoses, aunque sean millonarios? No, no pueden, ya que no estn en condiciones de asumir gastos de miles de millones de rublos que no se pueden resarcir hasta la vuelta de seis u ocho aos. Slo el Estado est en condiciones de correr con esos gastos, pues l y nicamente l, puede soportar las prdidas causadas por el desplazamiento de las mquinas viejas y su sustitucin por otras nuevas; pues l, y nicamente l, est en condiciones de soportar esas prdidas en el transcurso de seis u ocho aos para la extincin de este plazo, resarcirse de los gastos efectuados. Qu significa, despus de todo eso, pedir la venta de las estaciones de mquinas y tractores en propiedad a los koljoses? Significa condenar a grandes prdidas a los koljoses y arruinarlos, socavar la mecanizacin de la agricultura, aminorar el ritmo de la produccin koljosiana. De aqu la siguiente deduccin: al proponer la venta de las estaciones de mquinas y tractores en propiedad a los koljoses, los camaradas Snina y Vnzher dan un paso atrs, hacia el atraso, e intentan retrotraer la rueda de la historia. Admitimos por un instante que hemos aceptado la propuesta de los camaradas Snina y Vnzher y nos hemos puesto a vender en propiedad a los koljoses los instrumentos de produccin fundamentales, las estaciones de mquinas y tractores, Qu resultado obtendramos? De ello resultara que, en primer lugar, los koljoses seran los propietarios de los instrumentos de produccin fundamentales, es decir, se hallaran en una situacin excepcional, en una situacin que no tiene en nuestro pas ninguna empresa, ya que, como se sabe, ni siquiera las empresas nacionalizadas son en nuestro pas propietarias de los instrumentos de produccin. Cmo se puede fundamentar esta situacin excepcional de los koljoses?, en virtud de

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Problemas econmicos del socialismo en la URSS qu consideraciones de progreso, de avance? Puede decirse que tal situacin contribuira a la elevacin de la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo, que acelerara el paso de nuestra sociedad del socialismo al comunismo? No ser ms acertado decir que tal situacin slo podra alejar la propiedad koljosiana de la propiedad de todo el pueblo y que no conducira a aproximarnos al comunismo, sino, al revs, a alejarnos de l? De ello resultara, en segundo lugar, una ampliacin de la esfera de accin de la circulacin mercantil, ya que en la rbita de sta entrara una enorme cantidad de instrumentos de produccin agrcola. Qu piensan los camaradas Snina y Vnzher, podra contribuir una ampliacin de la esfera de la circulacin mercantil a nuestro avance hacia el comunismo? No sera ms exacto decir que no hara sino frenar nuestro avance hacia el comunismo? El error fundamental de los camaradas Snina y Vnzher consiste en que no comprenden el papel y el significado de la circulacin mercantil en el socialismo, no comprenden que es incompatible con la perspectiva del paso del socialismo al comunismo. Piensan, por lo visto, que la circulacin mercantil no es bice para pasar del socialismo al comunismo, que la circulacin mercantil no puede impedir esa transicin. Es ste un profundo error nacido de la incomprensin del marxismo. Al criticar la comuna econmica de Dhring que acta en las condiciones de la circulacin mercantil, Engels, en su Anti-Dhring, demostr persuasivamente que la existencia de la circulacin mercantil debe conducir ineluctablemente la llamada comuna econmica de Dhring al resurgimiento del capitalismo. Los camaradas Snina y Vnzher, por lo visto, no estn de acuerdo con esto. Tanto peor para ellos. Por nuestra parte, los marxistas partimos del conocido postulado marxista de que el paso del socialismo al comunismo y el principio comunista de la distribucin de los productos con arreglo a las necesidades excluyen todo intercambio de mercancas, en consecuencia excluyen tambin la transformacin de los productos en mercancas y, al mismo tiempo, su transformacin en valor. Eso es lo que quera decir respecto a la propuesta y a los argumentos de los camaradas Snina y Vnzher. Qu se debe hacer, en resumidas cuentas, para elevar la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo? El koljs es una empresa de tipo no corriente. El koljs acta sobre una tierra y trabaja una tierra que ya hace mucho tiempo no es koljosiana, sino propiedad de todo el pueblo. Por lo tanto, el koljs no es propietario de la tierra que trabaja. Prosigamos. El koljs trabaja con ayuda de instrumentos de produccin fundamentales que no

339 son propiedad koljosiana, sino de todo el pueblo. Por lo tanto, el koljs no es propietario de los instrumentos de produccin fundamentales. Prosigamos. El koljs es una empresa cooperativa; se vale del trabajo de sus miembros y distribuye los ingresos entre ellos con arreglo a los das de trabajo que han cumplido; adems, el koljs tiene sus semillas, que se renuevan anualmente y se destinan a la produccin. Cabe preguntar: qu posee concretamente el koljs?, dnde est la propiedad koljosiana, de la que puede disponer con plena libertad, a su antojo? Tal propiedad es la produccin del koljs, el fruto de la produccin koljosiana: los cereales, la carne, la manteca, las legumbres, el algodn, la remolacha, el lino, etc., sin contar la casa, las dependencias y la hacienda personal de los hogares koljosianos. Ahora bien, una parte considerable de esta produccin, los excedentes de la produccin koljosiana, va a parar al mercado y se suma de tal modo al sistema de circulacin mercantil. Precisamente esta circunstancia impide ahora elevar la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo. Por eso precisamente hay que tomar este hecho como punto de arranque del trabajo para elevar la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo. Para elevar la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo, es necesario sustraer los excedentes de la produccin koljosiana del sistema de circulacin mercantil y sumarlos al sistema de intercambio de productos entre la industria del Estado y los koljoses. En ello reside el quid de la cuestin. No disponemos todava de un sistema de intercambio de productos desarrollado, pero existen los grmenes del intercambio de productos en la forma de pago en mercancas por los productos agrcolas. Como se sabe, la produccin de los koljoses que cultivan algodn, lino, remolacha y otros, hace ya mucho que se paga en mercancas, si bien es verdad que no por entero, sino parcialmente, pero, pese a todo, se paga en mercancas. Observemos de paso que el trmino pago en mercancas es desafortunado, que debera ser sustituido por el trmino intercambio de productos. La tarea consiste en organizar en todas las ramas de la agricultura estos grmenes del intercambio de productos y desarrollarlos en un amplio sistema de intercambio de productos, a fin de que los koljoses obtengan por su produccin, no slo dinero, sino principalmente los artculos necesarios. Tal sistema exige un aumento inmenso de la produccin que enva la ciudad al campo; por ello habr que introducirlo sin grandes apresuramientos, en la medida en que se acumulen los artculos de la ciudad. Pero hay que introducirlo con firmeza, sin vacilaciones, reduciendo paso a paso la esfera de

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340 accin de la circulacin mercantil y ampliando la esfera de accin del intercambio de productos. Tal sistema, al reducir la esfera de accin de la circulacin mercantil, facilitar el paso del socialismo al comunismo. Adems, permitir incluir la propiedad fundamental de los koljoses -el fruto de la produccin koljosiana- en el sistema general de la planificacin de toda la economa del pas. Este ser, precisamente, el medio real y decisivo para elevar la propiedad koljosiana al nivel de propiedad de todo el pueblo en nuestras condiciones de hoy da. Es ventajoso tal sistema para los campesinos koljosianos? Indudablemente, es ventajoso. Es ventajoso, puesto que los campesinos koljosianos obtendrn del Estado mucha ms produccin y a precios ms baratos que con el sistema de circulacin mercantil. Todos saben que los koljoses que tienen un contrato de intercambio de productos con el Gobierno (pago en mercancas) obtienen ventajas incomparablemente mayores que los koljoses que no tienen tales contratos. Si el sistema de intercambio de productos se extiende a todos los koljoses del pas, estas ventajas sern patrimonio de todos los campesinos koljosianos. J. STALIN 28 de septiembre de 1952.

J. V. Stalin

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