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La Conquista de Mexico

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La conquista de Mxico

Antonin Art a u d Traduccin de Enrique Flore s

Yo creo que se puede ver ah, por primera vez y con claridad, exactamente lo que quiero hacer; que mi concepcin fsica del teatro aparece ah de manera incontestable escribe Antonin Artaud en una carta fechada el 22 de enero de 1933 y dirigida a Andr Rolland de Renville. Habra que aclarar que Artaud se re f i e re a unas cuartillas que desea mostrarle con el guin de su primer espectculo del Te a t ro de la C rueldad, La conqute du Mexique.
Construire une scne de planches pour y danser les mythes qui nous martyrisent.

La conqute du Mexique pondr en escena acontecimientos presentados bajo sus aspectos mltiples y ms reveladores, no hombres. Los hombres ocuparn su lugar, con sus pasiones y su psicologa personal, tomados como armonizacin de ciertas fuerzas, y bajo el ngulo de los acontecimientos y la fatalidad histrica en que han desempeado su papel. Este tema ha sido escogido: Primero. Por un lado, a causa de su actualidad, y por todas las alusiones que permite hacer a problemas de inters vital para Europa y para el mundo. Desde el punto de vista histrico, La conqute du Mexique plantea el problema de la colonizacin. Revive, de manera brutal, implacable, sangrienta, la fatui-

dad siempre vivaz de Europa. Permite desinflar la idea que sta tiene de su avasalladora superioridad. Opone el cristianismo a religiones mucho ms viejas. Refuta las falsas concepciones que ha podido tener Occidente acerca del paganismo y de ciertas religiones naturales, y subraya de manera pattica, abrasadora, el esplendor y la poesa siempre actual del viejo fondo metafsico sobre el que esas religiones se levantan. Segundo. Por otro lado, el problema terriblemente actual de la colonizacin y del derecho que un continente cree tener para servirse de otro, el espectculo plantea otro problema, el de la superioridad, real, ella s, de ciertas razas sobre otras, y muestra la filiacin interna que vincula el genio de una raza con unas formas precisas de civilizacin. Hace chocar, entonces, dos concepciones de la vida y del mundo: la concepcin dinmica, pero dirigida en

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Antonin Artaud, Pgina de ayer, 1947

Antonin Artaud, Pgina de ayer, 1945

el mal sentido, de las razas que se dicen cristianas y la concepcin esttica de las razas anteriores, de apariencia contemplativa y maravillosamente jerarquizadas.1 Opone la tirnica anarqua de los colonizadores a la profunda armona moral de los futuros colonizados. Y esto a pesar de los sacrificios humanos, que no son en el peor de los casos ms que una infraccin a un principio y que, si estuvieran en la lnea verdadera de la civilizacin azteca, deberan ser considerados por una vez en lo que tienen de moral y de profundamente purificador. Adems, frente al desorden de la monarqua europea de la poca, basada en los principios materiales ms injustos y ms groseros, esclarece la jerarqua orgnica de la monarqua azteca, establecida sobre indiscutibles principios espirituales. Desde el punto de vista social, muestra la paz en una sociedad que saba darle de comer a todo el mundo y en que la Re volucin estaba, desde los orgenes, consumada.
1 La edicin francesa de las obras completas de Artaud anota que, como era su costumbre, Artaud dict directamente el texto a la copista, como lo prueban dos faltas auditivas evidentes: Dieux rlants por dyeux r l a n t s; f ruits queues por f ruits aqueux. Me pregunto si un error de audicin semejante pudo haber conve rtido a las races antrieures al dominio del cristianismo en unas extraas races intrieures.

En ese choque del desorden moral y la anarqua catlica con el orden pagano, puede hacer brotar conflagraciones inauditas de fuerzas y de imgenes, sembradas aqu y all de dilogos brutales. Y esto a travs de luchas de hombre a hombre que llevan en ellos como estigmas las ideas ms contradictorias. Una vez subrayados suficientemente el fondo moral y el inters de actualidad de un espectculo como ste, hay que insistir en el valor espectacular de los conflictos que pondr en escena. Estn, primero, las luchas interiores de Moctezuma, rey astrlogo, sobre cuyos mviles la historia se ha mostrado incapaz de ilustrarnos. Parece que podemos separar en l a dos personajes: Primero. El que obedece, casi santamente, las rdenes del destino, y cumple pasivamente y armado de toda su conciencia la fatalidad que lo liga con los astros. Puede mostrarse casi de manera pictrica, objetivamente en todo caso, sus luchas y su discusin simblica con los mitos visuales de la astrologa. Bello ejemplo de danzas, de pantomimas y de objetivaciones escnicas de todo tipo. Segundo. El hombre desgarrado que, habiendo realizado los signos exteriores de un rito, habiendo cumplido el rito de la sumisin, se pregunta, en el plano interior, si acaso no se ha equivocado y se rebela en una

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especie de confrontacin superior, donde vuelan los fantasmas del ser. Sea cual sea la certidumbre de un mago, es permisible, por las necesidades de la escena, por la justificacin de la vida y del teatro, hacerlo dudar humanamente. Adems de Moctezuma, est la multitud los ecos varios de la sociedad, la revuelta del pueblo contra el destino, representado por Moctezuma, los clamores de los incrdulos, las argucias de los filsofos y los sacerdotes, las lamentaciones de los poetas, la reaccin de los comerciantes y los burgueses, la duplicidad y la apata sexual de las mujeres. El espritu de las multitudes, el soplo de los acontecimientos se desplazarn en ondas materiales sobre el espectculo, fijando aqu y all ciertas lneas de fuerza, y en esas ondas y sobre ellas la conciencia disminuida, rebelde o desesperada de algunos nadar como una paja. Teatralmente, el problema es determinar y armonizar esas lneas de fuerza, concentrarlas y extraer de ellas sugerentes melodas. Esas imgenes, ese movimiento, esas danzas, esos ritos, esas msicas, esas melodas truncas, esos dilogos interrumpidos, sern cuidadosamente anotados y descritos en lo posible con palabras, y principalmente en las partes no dialogadas del espectculo. Teniendo por principio el lograr anotar o cifrar, como en un papel pautado, lo que no se describe con palabras.

He aqu, ahora, la estructura del espectculo segn el orden en que se desarrolla. A C TO


P R I M E RO .

LO S

P R E S AG I O S

Un cuadro de Mxico a la espera, con sus ciudades, sus campos, sus cavernas de trogloditas, sus ruinas mayas. Objetos que evocan, en grande, ciertos ex votos espaoles y extraos paisajes encerrados en botellas o enmarcados con cristales convexos. Por ese principio, las ciudades, los monumentos, los campos, la selva, las ruinas y las cavernas sern evocados sus apariciones y desapariciones, sus puestas en re l i e ve por la iluminacin. Las maneras musicales o pictricas de subrayar sus formas, de capturar sus asperezas, se construirn con el espritu de una meloda secreta, invisible al espectador y correspondiente a la inspiracin de una poesa sobrecargada de soplos y de sugerencias. Todo eso tiembla, gime como un escaparate anormalmente traqueteado. Un paisaje que siente venir la tempestad: objetos, msicas, telas, ropas perdidas, sombras de caballos salvajes cruzan el aire como meteoros lejanos como el rayo sobre un horizonte lleno de espejismos, como el viento, vehemente, se inclina a ras de suelo en un resplandor que presagia lluvias o seres. Lu ego, la iluminacin entera se pone a bailar; a las conversaciones estridentes, a las disputas de todos los ecos de

Antonin Artaud, Pluma y tinta, 1937

Antonin Artaud, Pluma y tinta, 1937

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Antonin Artaud, Pluma y tinta, ca. 1939

la poblacin, responden las confrontaciones mudas, absortas, deprimidas de Moctezuma con sus sacerdotes reunidos en colegio, con los signos del zodiaco, las formas severas del firmamento. Del lado de Corts, una puesta en escena de m a res y carabelas agitadas y diminutas, y Corts y sus hombres son ms grandes que ellas y firmes como ro c a s .

A C TO S E G U N D O . C O N F E S I N Mxico, visto ahora por Corts. Silencio sobre todas sus luchas secretas, estancamiento aparente y sobre todo magia, magia de un espectculo inmvil, inaudito, con ciudades como murallas de luz, palacios sobre canales de agua estancada, una pesada meloda.

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LA CONQUISTA DE MXICO

Luego, de golpe, en un solo tono agudo y directo, cabezas coronan las murallas. Despus, un sordo rugido lleno de amenazas, una impresin de terrible solemnidad, de agujeros en las multitudes como bolsas de calma en el aire abrasado por la tempestad: aparicin de Moctezuma que avanza solo frente a Corts. A C TO T E RC E RO . L A S
CONVULSIONES

A C TO

C UA RTO .

L A A B D I C AC I N

En todos los planos del pas, revuelta. En todos los estratos de la conciencia de Moctezuma, revuelta. Paisaje de batalla en el espritu de Moctezuma que discute con el destino. Magia, puesta en escena mgica de evocacin de los dioses. Moctezuma corta el espacio verdadero, lo parte en dos como un sexo de mujer para hacer brotar de l lo invisible. La muralla de la escena se inunda desord e n a d amente de cabezas, de gargantas; melodas con fisuras, extraamente mutiladas, respuestas a esas melodas a p a recen como muones. Moctezuma mismo pare c e cortado en dos, se desdobla; con jirones de s mismo iluminados a medias y otros que enceguecen de luz; con mltiples manos surgiendo de sus vestiduras; con miradas pintadas en el cuerpo como una mltiple toma de conciencia. Pe ro del interior de la conciencia de Moctezuma todas las preguntas pasan a la muchedumbre. El zodiaco, que ruga con todas sus bestias en la cabeza de Moctezuma, se transforma en una muchedumbre de pasiones humanas encarnadas en cabezas sabias y extremadamente brillantes en argucias, de charlatanes oficiales de piezas secretas que la multitud, a pesar de las circunstancias, no se olvida de escarnecer a su paso. Sin embargo, los verdaderos guerre ros hacen bramar sus sables, los afilan en las azoteas. Bajeles vo l a n t e s atraviesan un Pacfico de ndigo violceo, sobre c a r g ados con los tesoros de los fugitivos, y en compensacin, armas de contrabando llegan en otros bajeles vo l a n t e s . Un demacrado come sopa a toda velocidad, sintiendo aproximarse el sitio a la ciudad, y cuando estalla la revuelta, el espacio escnico se convierte en una especie de mosaico aullante en el que hombres o tropas compactas, en unidades pegadas miembro a miembro, chocan frenticamente. El espacio se cubre, en toda su altura, de gestos cambiantes, rostros horribles, ojos rabiosos, puos cerrados, crines, corazas, y de todos los niveles del escenario caen miembros, corazas, cabezas, vie n t res, como un granizo cuyo bombardeo toca la tierra con explosiones sobrenaturales.

Pe ro la abdicacin de Mo c t ezuma produce, como reaccin, una prdida extraa y casi malfica de seguridad por parte de Corts y de sus guerreros. Una turbulencia concreta sube de los tesoros descubiertos, surgidos como ilusiones en los rincones del escenario. (Esto se conseguir gracias a mltiples juegos de espejos). Luces, sonidos parecen fundirse, se adelgazan, se hinchan y se estrellan como frutos acuosos que se aplastaran contra el suelo. Pa rejas extraas aparecen, el espaol sobre la india, horriblemente hinchados, inflamados y negros, balancendose como carretas que mostraran su vientre. Varios Hernn Corts entran al mismo tiempo, seal de que ya no hay jefe. Aqu y all, los indios masacran espaoles, mientras, ante una estatua cuya cabeza gira con la msica, Corts, balanceando los brazos, parece soar. Traiciones permanecen impunes, germinan formas que nunca sobrepasan una cierta altura en el aire. Esa turbulencia y el comienzo de una revuelta de los vencidos se manifestarn de diez mil maneras. Y en esa cada, esa mengua de la fuerza brutal que se agota, sin tener ya nada ms qu devorar, se dibujar el primer indicio de una novela pasional. Cadas las armas, aparecen los sentimientos de lujo. No las pasiones dramticas de tantas batallas, sino sentimientos calculados, un drama sabiamente urdido, donde se manifestar, por primera vez en el espectculo, la cabeza de una mujer. Y como consecuencia de todo esto, es tambin el tiempo de los miasmas, de las enfermedades. En todos los planos de la expresin aparecen como floraciones sordas, sonidos, palabras, flores venenosas que estallan a ras de tierra. Y al mismo tiempo, un soplo religioso curva las cabezas, sonidos temibles parecen berrear, cortados de golpe como las caprichosas florituras del mar en una vasta extensin de arena, de un faralln despedazado en peascos. Son los funerales de Moctezuma. Ruido de pasos, murmullos. La turba de indgenas cuyos pasos suenan como mandbulas de escorpin. Y luego, remolinos frente a los miasmas, cabezas enormes con las narices hinchadas por los olores y nada ms que espaoles inmensos pero con muletas. Y como un maremoto, como el estallido repentino de una tormenta, como el azote de la lluvia sobre el mar, la revuelta que arrastra a toda la multitud a montones con el cuerpo de Moctezuma muerto, balancendose sobre las cabezas como un navo. Y los espasmos bruscos de la batalla, la espuma de las cabezas de los espaoles acosados que se aplastan como sangre sobre las murallas verdecidas.
Las ilustraciones que acompaan estos textos pertenecen al libro Antonin Artaud. Dessins et Portraits, publicado por Gallimard.

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