Para La Charla Amor de Dios
Para La Charla Amor de Dios
Para La Charla Amor de Dios
Ese encuentro que el Espritu Santo suscita en el corazn de cada creyente y que llega, casi siempre, a travs del testimonio. Eso es lo que venimos a compartir en el retiro: nuestro testimonio, nuestra experiencia, por ms que a nosotros se nos antoje pobre, corta, simple... Si de la abundancia del corazn habla la boca, ser necesario entonces ir al corazn para encontrar en l las palabras necesarias para comunicarnos y ayudar a los dem s a llegar a ese encuentro. Porque somos invitados a dar testimonio, a compartir palabras de la intimidad, en la intimidad deberemos prepararnos. Las charlas hay que rezarlas, es decir, pasarlas por el tamiz de la escucha de la Palabra, del dilogo y el silencio frente a Jess, de la ofrenda en cada eucarista de lo que vamos pensando y escribiendo. Nuestro testimonio es personal y comunitario al mismo tiempo. Damos testimonio como Iglesia y dentro de la Iglesia. Por eso es fundamental tambin buscar leer y formarse para preparar nuestra charla. Descubriremos as adems que la Palabra de Jess y de la Iglesia, de los santos y los sabios, nos ayudan a ponerle nombre a lo que vivimos y queremos transmitir. Habr que encontrar un equilibrio: ni un testimonio que descuide el ncleo de la charla, ni una clase; ni bajada de l nea ni ausencia de propuesta. El arte de la charla consistir en poder presentar nuestro testimonio desde el punto particular sobre el cual vamos a charlar (si es sobre Mara, pensar en mi relacin con ella; si es sobre el apostolado, volver sobre mis experiencias y dificultades para evangelizar, etc.) e ilustrarlo y completarlo con elementos doctrinales. El Emas es un tiempo intenso y cargado. Por eso mismo no conviene dar ms de lo necesario en la charla en lo que a tiempos y contenidos se refiere. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Tengamos adems en cuenta que la simplicidad es nuestra mejor aliada. Cuidemos entonces los tiempos estipulados y procuremos dar a nuestra charla amenidad: los ejemplos, las historias, los cuentos (usados todos en su justa medida) le dan a nuestro testimonio claridad. No se preocupen de cmo van a hablar o qu van a decir, dijo Jess al enviar a sus apstoles. El Espritu Santo es quien conduce todo: l es el que habla en el corazn de los asistidos y aquel bajo cuya accin debemos ponernos. Dejarse conducir por el Espritu a travs de la oracin confiada ser el mejor camino para hacer lo que nos toque con responsabilidad y confiar todo lo dems a su fuerza. El amor de Dios Dios es amor... pocas frases tan conocidas y tan repetidas. Pocas palabras que hayan sido, al mismo tiempo, tan mal usadas. Tenemos tantos
prejuicios y heridas en torno al amor y a Dios, que es necesario redescubrir la imagen de Dios que nos presenta nuestra fe. Ella nos ayuda a purificar todas las imgenes distorsionadas que tantas veces nos impiden acercarnos a l. La charla apunta a que los asistidos descubran el lugar que estuvo ocupando Dios en sus vidas aunque no lo hayan visto. Es totalmente positiva y busca tener una base bblica y testimonial al mismo tiempo (recordemos que todava no se habla de Jess, as que es necesario buscar en las imgenes del Antiguo Testamento, que nos presentan un Dios mucho ms amoroso de lo que a veces algunos piensan). No se habla de la respuesta del hombre a este amor. Se busca presentar entonces la imagen de un Dios que ama incondicionalmente y espera. Es bueno que quien prepara la charla piense en experiencias de amor (en general en su vida) y que vea cmo relacionarlas con Dios (experiencias de gratuidad, de incondicionalidad, de creacin, de generosidad que nos ayuden a tender un puente hacia el amor de Dios). Algunas citas Bblicas Is 43, 1-4 Is 49, 5b: Yo soy valioso a los ojos del Seor y mi Dios ha sido mi fortaleza. Is 49, 15: Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entraas? Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidar. Salmo 103, 1-5: Bendice al Seor, alma ma, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre; bendice al Seor, alma ma, y nunca olvides sus beneficios. El perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias; rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura; l colma tu vida de bienes, y tu juventud se renueva como el guila. Salmo 147, 3: El Seor sana a los que estn afligidos y les venda las heridas. Is 66, 13: Como un hombre es consolado por su madre, as yo los consolar a ustedes, y ustedes sern consolados en Jerusaln. Algunos textos Dejarse amar No hay desafo mayor que dejarse amar. Aceptar que somos radicalmente receptivos, que lo primero ha sido siempre el regalo, el don. Hay una herida en el corazn que no termina de dejarse amar, una zona que siente amenazada por el amor. Por qu tenemos tanto miedo de que nos quieran? Me acuerdo de se poema de Borges: "Es el amor. Tendr que ocultarme o o que huir". Quizs porque de golpe nos descubrimos
vulnerables, porque alguien ha tocado una fibra de necesidad y de golpe ese puo que es muchas veces nuestra alma se abre despacio, esperando que alguien la aferre con ternura... La mayor tentacin es pensar que no somos dignos de amor, que esa parte de nosotros que nos dice que la oscuridad es mayor que la luz en nuestro corazn es la que dice la verdad de nuestro ser. El abismo puede a veces llamar con fuerza... Y en el fondo toda herida es algo que nos ha dicho que no meremos el amor, que estamos llamados a ganarlo, a hacer alg n tipo de esfuerzo artificial para conseguir aquello que debe, por su misma esencia, ser regalado. Por eso no hay acto de fe mayor que creer (s lo en el amor se puede creer, y slo la fe nos lleva hacia el amor, slo la confianza); por eso quien no se deja amar, quien no se siente digno de amor, desespera. Y quien se sepa amado sabr siempre que a pesar de todas sus miserias en l brilla una luz inextinguible. A veces nos da miedo amar porque y si no nos sale? Y si nos quedamos a mitad de camino? Y si no podemos ser fieles al amor recibido? Ser trigo o cizaa nuestro amor? Cuando empezamos, imposible saber. Y entonces ms de una amistad, relacin de pareja, o cualquier otro vnculo quedan truncos antes de empezar. Segamos la posibilidad por miedo a la desilusin. Se me ocurren dos cosas. La primera es que cmo hemos sido amados repercute en la confianza que podamos o no tener en nuestra capacidad de amar. Cuando las lastimaduras son grandes, cuando no hemos sido bien queridos, es ms difcil tambin animarse a amar. Los huecos del amor nos van haciendo que el camino sea ms accidentado. Conocer esos huecos es una tarea fundamental, pero sobre todo, llenarlos con una ternura ms grande que ellos. Cuando podemos experimentar ese amor mayor, descubrimos que el amor tiene nombre de redencin, de rescate. Ms de uno de nosotros tendremos la experiencia de un amor que nos ha salvado de nosotros mismos, de caer en la melancola o la desesperacin. De que en las horas oscuras se nos ha tendido una mano. Alguien ha impedido que caigamos del todo en el abismo. La segunda es que cuando somos amados, somos liberados para dar amor tambin. Un amor que sojuzga y no permite devolver el amor no es amor de verdad. Si no hay reciprocidad, recibir y dar, algo falla. Si el amor del otro no me hace ms libre, ms autnomo, algo no est bien. La gracia del amor nos da una renovada habilidad para amar. Poder decir "Yo tambin te quiero" es una de las experiencias ms bellas que hay. Es descubrir que podemos amar, no a pesar de nuestras heridas, sino inclusive gracias a ellas, porque han sido surcos para que en ellas se cuele el don... y as aprendamos a amar. Porque lo que el rbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado, como deca Bernrdez. Porque en el dolor que nos
da a veces nuestra incapacidad para amar, puede estar anidando un amor nuevo. Quizs ms sencillo y humilde. Pero por eso mismo infinitamente ms real. De Santa Catalina de Siena Oh Padre eterno, fuego y abismo de caridad; eterna belleza, sabidur a eterna, bondad eterna, clemencia, esperanza y refugio de los pecadores; generosidad inestimable, eterno e infinito bien; amor loco! Es que necesitas de la criatura? Eso me parece, puesto que obras como si no pudieras vivir sin ella, siendo as que t eras la causa de su vida, pues la vida de todas las cosas depende de ti y sin ti nadie vive. Cmo has enloquecido de este modo? Porque te has enamorado de lo que has creado, te has complacido y alegrado por causa de ella. Como embriagado andas buscando su salvaci n, cuando ella te huye. T las vas cercando; ella se aleja y t te acercas a ella. No podas acercarte ms que tomando su humanidad. De una meditacin Dios es misterio de amor sin lmite, amor desmesurado que nos sobrepasa y slo nos llama a amar. Dios nos ama antes de que le amemos y nos ha elegido en la eternidad, mucho antes de nacer. Su amor no depende del nuestro, ni se supedita a nuestra respuesta. Ama gratuitamente porque no necesita nada a cambio. Como un padre o una madre aman a su hijo, antes an de conocerlo con independencia de sus cualidades y mritos, Dios ama incondicionalmente a cada uno de sus hijos; y a n cuando nos alejamos de l o nos sentimos distantes, est a nuestro lado. Dios permanece en la puerta de cada corazn, incluso de los que se mantienen cerrados y si fuera necesario esperara toda una eternidad hasta que estos corazones se abrieran a l. El nico poder de Dios es el amor desarmado. Su poder consiste en amarnos y decirnos palabras de nimo y esperanza cuando estamos ahogados por el sufrimiento. Nunca permanece lejano, ni inaccesible; por el contrario confa en nosotros, se arriesga y se encarna: Es un Dios crucificado y resucitado que nunca impone su amor; s lo nos lo entrega y nos llama a vivirlo en comunidad. Por eso, al final de cada d a no debemos preguntarnos cuntas fueron nuestras buenas acciones, sino cunto amor pusimos en cada cosa que hicimos. Del Hermano Roger de Taiz En Dios, ninguna voluntad de castigo. Por su perd n, l borra lo que est herido en nuestro corazn, a veces desde la infancia o la adolescencia. Confiarle todo a l, hasta la inquietud... Y entonces reconocemos que somos amados, reconfortados, curados.