Amarás Al Señor Tu Dios Con Todo Tu Corazón, Con Toda Tu Alma y Con Todas Tus Fuerzas
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2083. Jess resumi los deberes del hombre para con Dios en estas palabras: "Amars al Seor tu Dios con todo tu corazn, con toda tu alma y con toda tu mente" (Mt 22,37; cf Lc 10,27: "...y con todas tus fuerzas"). Estas palabras siguen inmediatamente a la llamada solemne: "Escucha, Israel: el Seor nuestro Dios es el nico Seor" (Dt 6,4). Dios am primero. El amor del Dios Unico es recordado en la primera de las "diez palabras". Los mandamientos explicitan a continuacin la respuesta de amor que el hombre est llamado a dar a su Dios.
Artculo 1
EL PRIMER MANDAMIENTO
Yo, el Seor, soy tu Dios, que te ha sacado del pas de Egipto, de la casa de servidumbre. No habr para ti otros dioses delante de m. No te hars escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni en lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrars ante ellas ni les dars culto" (Ex 20,2-5; cf Dt 5,6-9). Est escrito: Al Seor tu Dios adorars, slo a l dars culto (Mt 4,10). ADORARAS AL SEOR TU DIOS, Y LE DARAS CULTO
2084 Dios se da a conocer recordando su accin todopoderosa, bondadosa y liberadora en la historia de aquel a quien se dirige: "Yo te saqu del pas de Egipto, de la casa de servidumbre". La primera palabra contiene el primer mandamiento de la ley: "Adorars al Seor tu Dios y le servirs...no vayis en pos de otros dioses" (Dt 6,1314). La primera llamada y la justa exigencia de Dios consiste en que el hombre lo acoja y lo adore. 2085 El Dios nico y verdadero revela primero su gloria a Israel (cf Ex 19,16-25; 24,1518). La revelacin de la vocacin y de la verdad del hombre est ligada a la revelacin de Dios. El hombre tiene la vocacin de manifestar a Dios mediante su obrar en conformidad con su creacin "a imagen y semejanza de Dios": No habr jams otro Dios, Trifn, y no ha habido otro desde los siglos sino el que ha hecho y ordenado el universo. Nosotros no pensamos que nuestro Dios es distinto del vuestro. Es el mismo que sac a vuestros padres de Egipto "con su mano poderosa y su brazo extendido". Nosotros no ponemos nuestras esperanzas en otro, que no existe, sino en el mismo que vosotros, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob (S. Justino, dial. 11,1). 2086 "El primero de los preceptos abarca la fe, la esperanza y la caridad. En efecto, quien dice Dios, dice un ser constante, inmutable, siempre el mismo, fiel, perfectamente justo. De ah se sigue que nosotros debemos necesariamente aceptar sus Palabras y
tener en l una fe y una confianza completas. El es todopoderoso, clemente, infinitamente inclinado a hacer el bien. Quin podra no poner en l todas sus esperanzas? Y quin podr no amarlo contemplando todos los tesoros de bondad y de ternura que ha derramado en nosotros? De ah esa frmula que Dios emplea en la Sagrada Escritura tanto al comienzo como al final de sus preceptos: `Yo soy el Seor'" (Catec. R. 3,2,4).
La fe 2087 Nuestra vida moral tiene su fuente en la fe en Dios que nos revela su amor. S. Pablo habla de la "obediencia de la fe" (Rm 1,5; 16,26) como de la primera obligacin. Hace ver en el "desconocimiento de Dios" el principio y la explicacin de todas las desviaciones morales (cf Rm 1,18-32). Nuestro deber para con Dios es creer en l y dar testimonio de l. 2088 El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella. Hay diversas maneras de pecar contra la fe: La duda voluntaria respecto a la fe descuida o rechaza tener por verdadero lo que Dios ha revelado y que la Iglesia propone creer. La duda involuntaria designa la vacilacin en creer, la dificultad de superar las objeciones ligadas a la fe o tambin la ansiedad suscitada por la oscuridad de sta. Si es cultivada deliberadamente, la duda puede conducir a la ceguera del espritu. 2089 La incredulidad es la menosprecio de la verdad revelada o el rechazo voluntario de prestarle asentimiento. "Se llama hereja la negacin pertinaz, despus de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y catlica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasa es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujecin al Sumo Pontfice o de la comunin con los miembros de la Iglesia a l sometidos" (CIC, can. 751).
La esperanza 2090 Cuando Dios se revela y llama al hombre, ste no puede responder plenamente al amor divino por sus propias fuerzas. Debe esperar que Dios le d la capacidad de devolverle el amor y de obrar conforme a los mandamientos de la caridad. La esperanza es la espera confiada de la bendicin divina y de la visin bienaventurada de Dios; es tambin el temor de ofender al amor de Dios y de provocar el castigo. 2091 El primer mandamiento condena tambin los pecados contra la esperanza, que son la desesperacin y la presuncin: Por la desesperacin, el hombre deja de esperar de Dios su salvacin personal, el auxilio para llegar a ella o el perdn de sus pecados. Se opone a la Bondad de Dios, a su Justicia -porque el Seor es fiel a sus promesas- y a su Misericordia.
2092 Hay dos clases de presuncin. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la mise ricordia divinas, (esperando obtener su perdn sin conversin y la gloria sin mrito).
La caridad 2093 La fe en el amor de Dios encierra la llamada y la obligacin de responder a la caridad divina mediante un amor sincero. El primer mandamiento nos ordena amar a Dios sobre todas las criaturas por l y a causa de l (cf Dt 6,4-5). 2094 Se puede pecar de diversas maneras contra el amor de Dios. La indiferencia olvida o rechaza la consideracin de la caridad divina; desprecia su accin preveniente y niega su fuerza. La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad divina y devolverle amor por amor. La tibieza es una vacilacin o una negligencia en responder al amor divino; puede implicar la negacin a entregarse al movimiento de la caridad. La acedia o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino. El odio de Dios tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios cuya bondad niega y lo maldice porque condena el pecado e inflige penas. A EL SOLO DARAS CULTO
II
2095 Las virtudes teologales, fe esperanza y caridad, informan y vivifican las virtudes morales. As, la caridad nos lleva a dar a Dios lo que en toda justicia le debemos en cuanto criaturas. La virtud de la religin nos dispone a esta actitud.
La adoracin 2096 La adoracin es el primer acto de la virtud de la religin. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Seor y Dueo de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. "Adorars al Seor tu Dios y slo a l dars culto" (Lc 4,8), dice Jess citando el Deuteronomio (6,13). 2097 Adorar a Dios es reconocer, en el respeto y la sumisin absoluta, la "nada de la criatura", que slo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a s mismo, como hace Mara en el Magnificat, confesando con gratitud que l ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1,46-49). La adoracin del Dios nico libera al hombre del repliegue sobre s mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatra del mundo.
La oracin 2098 Los actos de fe, esperanza y caridad que ordena el primer mandamiento se realizan en la oracin. La elevacin del espritu hacia Dios es una expresin de nuestra adoracin a Dios: oracin de alabanza y de accin de gracia s, de intercesin y de
splica. La oracin es una condicin indispensable para poder obedecer los mandamientos de Dios. "Es preciso orar siempre sin desfallecer" (Lc 18,1).
El sacrificio 2099 Es justo ofrecer a Dios sacrificios en seal de adoracin y de gratitud, de splica y de comunin: "Toda accin realizada para unirse a Dios en la santa comunin y poder ser bienaventurado es un verdadero sacrificio" (S. Agustn, civ. 10,6). 2100 El sacrificio exterior, para ser autntico, debe ser expresin del sacrificio espiritual. "Mi sacrificio es un espritu contrito..." (Sal 51,19). Los profetas de la Antigua Alianza denunciaron con frecuencia los sacrificios hechos sin participacin interior (cf Am 5,21-25) o sin amor al prjimo (cf Is 1,10-20). Jess recuerda las palabras del profeta Oseas: "Misericordia quiero, que no sacrificio" (Mt 9,13; 12,7; cf Os 6,6). El nico sacrificio perfecto es el que ofreci Cristo en la cruz en ofrenda total al amor del Padre y por nuestra salvacin (cf Hb 9,13-14). Unindonos a su sacrificio, podemos hacer de nuestra vida un sacrificio para Dios.
Promesas y votos 2101 En varias circunstancias, el cristiano es llamado a hacer promesas a Dios. El bautismo y la confirmacin, el matrimonio y la ordenacin las exigen siempre. Por devocin personal, el cristiano puede tambin prometer a Dios un acto, una oracin, una limosna, una peregrinacin, etc. La fidelidad a las promesas hechas a Dios es una manifestacin de respeto a la Majestad divina y de amor hacia el Dios fiel. 2102 "El voto, es decir, la promesa deliberada y libre hecha a Dios acerca de un bien posible y mejor, debe cumplirse por la virtud de la religin" (CIC can.1191,1). El voto es un acto de devocin en el que el cristiano se consagra a Dios o le promete una obra buena. Por tanto, mediante el cumplimiento de sus votos da a Dios lo que le ha prometido y consagrado. Los Hechos de los Apstoles nos muestran a S. Pablo cumpliendo los votos que haba hecho (cf Hch 18,18; 21,23-24). 2103 La Iglesia reconoce un valor ejemplar al voto de practicar los consejos evanglicos (cf CIC, can 654). La santa Iglesia se alegra de que haya en su seno muchos hombres y mujeres que siguen ms de cerca y muestran ms claramente el anonadamiento de Cristo, escogiendo la pobreza con la libertad de los hijos de Dios y renunciando a su voluntad propia. Estos, pues, se someten a los hombres por Dios en la bsqueda de la perfeccin ms all de lo que est mandado, para parecerse ms a Cristo obediente (LG 42). En algunos casos, la Iglesia puede, por razones proporcionadas, dispensar de los votos y las promesas (cf CIC can.692; 1196-97).
2104. "Todos los hombres estn obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla" (DH 1). Este deber se desprende de "su misma naturaleza" (DH 2). No contradice al "respeto sincero" hacia las diversas religiones, que "no pocas veces reflejan, sin embargo, un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres" (NA 2), ni a la exigencia de la caridad que empuja a los cristianos "a tratar con amor, prudencia y paciencia a los hombres que viven en el error o en la ignorancia de la fe" (DH 14). 2105. El deber de dar a Dios un culto autntico corresponde al hombre individual y socialmente. Esa es "la doctrina tradicional catlica sobre el deber moral de los hombres y de las sociedades respecto a la religin verdadera y a la nica Iglesia de Cristo" (DH 1). Al evangelizar sin cesar a los hombres, la Iglesia trabaja para que puedan "informar con el espritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en la que cada uno vive" (AA 13). Deber social de los cristianos es respetar y suscitar en cada hombre el amor de la verdad y del bien. Les exige dar a conocer el culto de la nica verdadera religin, que subsiste en la Iglesia catlica y apostlica (cf DH 1). Los cristianos son llamados a ser la luz del mundo (cf AA 13). La Iglesia manifiesta as la realeza de Cristo sobre toda la creacin y, en particular, sobre las sociedades humanas (cf Len XIII, enc. "Inmortale Dei"; Po XI "Quas primas"). 2106 "En materia religiosa, ni se obligue a nadie a actuar contra su conciencia, ni se le impida que acte conforme a ella, pblica o privadamente, solo o asociado con otros" (DH 2). Este derecho se funda en la naturaleza misma de la persona humana, cuya dignidad le hace adherirse libremente a la verdad divina, que transciende el orden temporal. Por eso, "permanece an en aquellos que no cumplen la obligacin de buscar la verdad y adherirse a ella" (DH 2). 2107 "Si, teniendo en cuenta las circunstancias peculiares de los pueblos, se concede a una comunidad religiosa un reconocimiento civil especial en el ordenamiento jurdico de la sociedad, es necesario que al mismo tiempo se reconozca y se respete el derecho a la libertad en materia religiosa a todos los ciudadanos y comunidades religiosas" (DH 6). 2108 El derecho a la libertad religiosa no es ni la permisin moral de adherirse al error (cf Len XIII, enc. "Libertas praestantissimum"), ni un derecho supuesto al error (cf Po XII, discurso 6 Diciembre 1953), sino un derecho natural de la persona humana a la libertad civil, es decir, a la inmunidad de coaccin exterior, en los justos lmites, en materia religiosa por parte del poder poltico. Este derecho natural debe ser reconocido en el orden jurdico de la sociedad de manera que constituya un derecho civil (cf DH 2). 2109 El derecho a la libertad religiosa no puede ser de suyo ni ilimitado (cf Po VI, breve "Quod aliquantum"), ni limitado solamente por un "orden pblico" concebido de manera positivista o naturalista (cf Po IX, enc. "Quanta cura"). Los "justos lmites" que le son inherentes deben ser determinados para cada situacin social por la prudencia poltica, segn las exigencias del bien comn, y ratificados por la autoridad civil segn "normas jurdicas, conforme con el orden objetivo moral" (DH 7).
III
2110 El primer mandamiento prohbe honrar a dioses distintos del Unico Seor que se revel a su pueblo. Proscribe la supersticin y la irreligin. La supersticin representa en cierta manera un exceso perverso de religin. La irreligin es un vicio opuesto por defecto a la virtud de la religin.
La supersticin 2111 La supersticin es la desviacin del sentimiento religioso y de las prcticas que impone. Puede afectar tambin al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de algn modo, mgica a ciertas prcticas, por otra parte, legtimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la supersticin (cf Mt 23,16-22).
La idolatra 2112 El primer mandamiento condena el politesmo. Exige al hombre no creer en ms dioses que el Dios verdadero. Y no venerar otras divinidades que al nico Dios. La Escritura recuerda constantemente este rechazo de los "dolos, oro y plata, obra de las manos de los hombres", que "tienen boca y no hablan, ojos y no ven..." Estos dolos vanos hacen vano al que les da culto: "Como ellos sern los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza" (Sal 115,4-5.8; cf. Is 44,9-20; Jr 10,1-16; Dn 14,1-30; Ba 6; Sb 13,1-15,19). Dios, por el contrario, es el "Dios vivo" (Jos 3,10; Sal 42,3, etc.), que da vida e interviene en la historia. 2113 La idolatra no se refiere slo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentacin constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatra desde que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trtese de dioses o de demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc. "No podis servir a Dios y al dinero", dice Jess (Mt 6,24). Numerosos mrtires han muerto por no adorar a "la Bestia" (cf Ap 13-14), negndose incluso a simular su culto. La idolatra rechaza el nico Seoro de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunin divina (cf Gl 5,20; Ef 5,5). 2114 La vida humana se unifica en la adoracin del Dios Unico. El mandamiento de adorar al nico Seor da unidad al hombre y lo salva de una dispersin infinita. La idolatra es una perversin del sentido religioso innato en el hombre. El idlatra es el que "aplica a cualquier cosa en lugar de Dios su indestructible nocin de Dios" (Orgenes, Cels. 2,40).
Adivinacin y magia
2115 Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste en ponerse con confianza en las manos de la Providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto. La imprevisin puede constituir una falta de responsabilidad. 2116 Todas las formas de adivinacin deben rechazarse: recurso a Satn o a los demonios, evocacin de los muertos, y otras prcticas que equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir (cf Dt 18,10; Jr 29,8). La consulta de horscopos, la astrologa, la quiromancia, la interpretacin de presagios y de suertes, los fenmenos de visin, el recurso a "mediums" encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de conciliarse los poderes ocultos. Estn en contradiccin con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios. 2117 Todas las prcticas de magia o de hechicera mediante las que se pretende domesticar las potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prjimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religin. Estas prcticas son ms condenables an cuando van acompaadas de una intencin de daar a otro o recurren a la intervencin de los demonios. El llevar amuletos es tambin reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prcticas adivinatorias o mgicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de l. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legitima ni la invocacin de las potencias malignas, ni la explotacin de la credulidad del prjimo.
La irreligin 2118 El primer mandamiento de Dios reprueba los principales pecados de irreligin, la accin de tentar a Dios en palabras o en obras, el sacrilegio y la simona. 2119 La accin de tentar a Dios consiste en poner a prueba de palabra o de obra, su bondad y su omnipotencia. As es como Satn quera conseguir de Jess que se arrojara del templo y obligase a Dios, mediante este gesto, a actuar (cf Lc 4,9). Jess le opone las palabras de Dios: "No tentars al Seor tu Dios" (Dt 6,16). El reto que contiene este tentar a Dios lesiona el respeto y la confianza que debemos a nuestro Criador y Seor. Incluye siempre una duda respecto a su amor, su providencia y su poder (cf 1 Co 10.9; Ex 17,2-7; Sal 95,9). 2120 El sacrilegio consiste en profanar o tratar indignamente los sacramentos y las otras acciones litrgicas, as como las personas, las cosas y los lugares consagrados a Dios. El sacrilegio es un pecado grave sobre todo cuando es cometido contra la Eucarista, pues en este sacramento el Cuerpo de Cristo se nos hace presente sustancialmente (cf CIC, can. 1367; 1376). 2121 La simona (cf Hch 8,9-24) se define como la compra o venta de las realidades espirituales. A Simn el mago, que quiso comprar el poder espiritual del que vio dotado a los apstoles, Pedro le responde: "Vaya tu dinero a la perdicin y t con l, pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero" (Hch 8,20). As se ajustaba a las palabras de Jess: "Gratis lo recibisteis, dadlo gratis" (Mt 10,8; cf Is
55,1). Es imposible apropiarse de los bienes espirituales y de comportarse respecto a ellos como un posesor o un dueo, pues tienen su fuente en Dios. Slo es posible recibirlos gratuitamente de l. 2122 "Fuera de las ofrendas determinadas por la autoridad competente, el ministro no debe pedir nada por la administracin de los sacramentos, y ha de procurar siempre que los necesitados no queden privados de la ayuda de los sacramentos por razn de su pobreza" (CIC, can. 848). La autoridad competente puede fijar estas "ofrendas" atendiendo al principio de que el pueblo cristiano debe subvenir al sostenimiento de los ministros de la Iglesia. "El obrero merece su sustento" (Mt 10,10; cf Lc 10,7; 1 Co 9,5-18; 1 Tm 5,17-18).
El atesmo 2123 "Muchos de nuestros contemporneos no perciben de ninguna manera esta unin ntima y vital con Dios o la rechazan explcitamente , hasta tal punto que el atesmo debe ser considerado entre los problemas ms graves de esta poca" (GS 19,1). 2124 El nombre de atesmo abarca fenmenos muy diversos. Una forma frecuente del mismo es el materialismo prctico, que limita sus necesidades y sus ambiciones al espacio y al tiempo. El humanismo ateo considera falsamente que el hombre es "el fin de s mismo, el artfice y demiurgo nico de su propia historia" (GS 20,1). Otra forma del atesmo contemporneo espera la liberacin del hombre de una liberacin econmica y social a la que "la religin, por su propia naturaleza, es un obstculo para esta liberacin, porque, al orientar la esperanza del hombre hacia una vida futura ilusoria, lo apartara de la construccin de la ciudad terrena" (GS 20,2). 2125 En cuanto rechaza o niega la existencia de Dios, el atesmo es un pecado contra la virtud de la religin (cf Rm 1,18). La imputabilidad de esta falta puede quedar ampliamente disminuida en virtud de las intenciones y de las circunstancias. En la gnesis y difusin del atesmo "puede corresponder a los creyentes una parte no pequea; en cuanto que, por descuido en la educacin para la fe, por una exposicin falsificada de la doctrina, o tambin por los defectos de su vida religiosa, moral y social, puede decirse que han velado el verdadero rostro de Dios y de la religin, ms que revelarlo" (GS 19,3). 2126 Con frecuencia el atesmo se funda en una concepcin falsa de la autonoma humana, llevada hasta el rechazo de toda dependencia respecto a Dios (cf GS 20,1). Sin embargo, "el reconocimiento de Dios no se opone en ningn modo a la dignidad del hombre, ya que esta dignidad se funda y se perfecciona en el mismo Dios" (GS 21,3). "La Iglesia sabe muy bien que su mensaje conecta con los los deseos ms profundos del corazn humano" (GS 21,7).
El agnosticismo 2127 El agnosticismo reviste varias formas. En ciertos casos, el agnstico se resiste a negar a Dios; al contrario, postula la existencia de un ser transcendente que no podra revelarse y del que nadie podra decir nada. En otros casos, el agnstico no
se pronuncia sobre la existencia de Dios, declarando que es imposible probarla e incluso afirmarla o negarla. 2128 El agnosticismo puede a veces contener una cierta bsqueda de Dios, pero puede igualmente representar un indiferentismo, una huida ante la cuestin ltima de la existencia, y una pereza de la conciencia moral. El agnosticismo equivale con mucha frecuencia a un atesmo prctico. IV NO TE HARAS ESCULTURA NI IMAGEN ALGUNA...
2129 El mandamiento divino entraaba la prohibicin de toda representacin de Dios por mano del hombre. El Deuteronomio lo explica as: "Puesto que no visteis figura alguna el da en que el Seor os habl en el Horeb de en medio del fuego, no vayis a prevaricar y os hagis alguna escultura de cualquier representacin que sea..." (Dt 4,15-16). Quien se revela a Israel es el Dios absolutamente Transcendente. "El lo es todo", pero al mismo tiempo "est por encima de todas sus obras" (Si 43,27-28). Es la fuente de toda belleza creada (cf Sb 13,3). 2130 Sin embargo, ya en el Antiguo Testamento Dios orden o permiti la institucin de imgenes que conduciran simblicamente a la salvacin por el Verbo encarnado: la serpiente de bronce (cf Nm 21,4-9; Sb 16,5-14; Jn 3,14-15), el arca de la Alianza y los querubines (cf Ex 25, 10-12; 1 R 6,23-28; 7,23-26). 2131 Fundndose en el misterio del Verbo encarnado, el sptimo Concilio ecumnico (celebrado en Nicea en 787), justific contra los iconoclastas el culto de las imgenes: las de Cristo, pero tambin las de la Madre de Dios, de los ngeles y de todos los santos. Encarnndose, el Hijo de Dios inaugur una nueva "economa" de las imgenes. 2132 El culto cristiano de las imgenes no es contrario al primer mandamiento que proscribe los dolos. En efecto, "el honor dado a una imagen se remonta al modelo original" (S. Basilio, spir. 18,45), "el que venera una imagen, venera en ella la persona que en ella est representada" (Cc. de Nicea II: DS 601; cf Cc. de Trento: DS 1821-25; Cc. Vaticano II: SC 126; LG 67). El honor tributado a las imgenes sagradas es una "veneracin respetuosa", no una adoracin, que slo corresponde a Dios: El culto de la religin no se dirige a las imgenes en s mismas como realidades, sino que las mira bajo su aspecto propio de imgenes que nos conducen a Dios encarnado. Ahora bien, el movimiento que se dirige a la imagen en cuanto tal, no se detiene en ella sino que tiende a la realidad de que ella es imagen (S. Toms de Aquino, s. th. 2-2, 81, 3, ad 3).
RESUMEN 2133 "Amars al Seor tu Dios con todo tu corazn, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Dt 6,5).
2134 El primer mandamiento llama al hombre para que crea en Dios, espere en l y lo ame sobre todas las cosas. 2135 "Al Seor tu Dios adorars" (Mt 4,10). Adorar a Dios, orar a l, ofrecerle el culto que le corresponde, cumplir las promesas y los votos que se le han hecho, son actos de la virtud de la religin que constituyen la obediencia al primer mandamiento. 2136 El deber de dar a Dios un culto autntico concierne al hombre individual y socialmente. 2137 El hombre debe "poder profesar libremente la religin en pblico y en privado" (DH 15). 2138 La supersticin es una desviacin del culto que debemos al verdadero Dios. Desemboca en la idolatra y en las distintas formas de adivinacin y de magia. 2139 La accin de tentar a Dios de palabra o de obra, el sacrilegio, la simona, son pecados de irreligin, prohibidos por el primer mandamiento. 2140 En cuanto niega o rechaza la existencia de Dios, el atesmo es un pecado contra el primer mandamiento. 2141 El culto de las imgenes sagradas est fundado en el misterio de la Encarnacin del Verbo de Dios. No es contrario al primer mandamiento. Artculo 2 EL SEGUNDO MANDAMIENTO
"No tomars en falso el nombre del Seor tu Dios" (Ex 20,7; Dt 5,11). "Se dijo a los antepasados: `No perjurars'...Pues yo os digo que no juris en modo alguno" (Mt 5,33-34).
2142 El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Seor. Pertenece, como el primer mandamiento, a la virtud de la religin y regula ms particularmente nuestro uso de la palabra en las cosas santas. 2143 Entre todas las palabras de la revelacin hay una, singular, que es la revelacin de su Nombre. Dios confa su nombre a los que creen en l; se revela a ellos en su misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la confidencia y la intimidad. "El nombre del Seor es santo". Por eso el hombre no puede usar mal de l. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de adoracin amorosa (cf Za 2,17). No lo har intervenir en sus propias palabras sino para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo (cf Sal 29,2; 96,2; 113, 1-2). 2144 La deferencia respecto a su Nombre expresa la que es debida al misterio de Dios mismo y a toda la realidad sagrada que evoca. El sentido de lo sagrado pertenece a la virtud de la religin:
Los sentimientos de temor y de "lo sagrado" son sentimientos cristianos o no? Nadie puede dudar razonablemente de ello. Son los sentimientos que tend ramos, y en un grado intenso, si tuvisemos la visin del Dios soberano. Son los sentimientos que tendramos si verificsemos su presencia. En la medida en que creemos que est presente, debemos tenerlos. No tenerlos es no verificar, no creer que est presente (Newman, par. 5,2). 2145 El fiel debe dar testimonio del nombre del Seor confesando su fe sin ceder al temor (cf Mt 10,32; 1 Tm 6,12). La predicacin y la catequesis deben estar penetradas de adoracin y de respeto hacia el nombre de Nuestro Seor Jesucristo. 2146 El segundo mandamiento prohbe usar mal del nombre de Dios, es decir, todo uso inconveniente del nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen Mara y de todos los santos. 2147 Las promesas hechas a otro en nombre de Dios comprometen el honor, la fidelidad, la veracidad y la autoridad divinas. Deben ser respetadas en justicia. Ser infiel a ellas es usar mal el nombre de Dios y, en cierta manera, hacer de Dios un mentiroso (cf 1 Jn 1,10). 2148 La blasfemia se opone directamente al segundo mandamiento. Consiste en proferir contra Dios -interior o exteriormente- palabras de odio, de reproche, de desafo; en decir mal de Dios, faltarle al respeto, en las conversaciones, usar mal el nombre de Dios. Santiago reprueba a "los que blasfeman el hermoso Nombre (de Jess) que ha sido invocado sobre ellos" (St 2,7). La prohibicin de la blasfemia se extiende a las palabras contra la Iglesia de Cristo, los santos y las cosas sagradas. Es tambin blasfemo recurrir al nombre de Dios para justificar prcticas criminales, reducir pueblos a servidumbre, torturar o dar muerte. El abuso del nombre de Dios para cometer un crimen provoca el rechazo de la religin. La blasfemia es contraria al respeto debido a Dios y a su santo nombre. Es de suyo un pecado grave (cf CIC, can 1369). 2149 Los palabras mal sonantes que emplean el nombre de Dios sin intencin de blasfemar son una falta de respeto hacia el Seor. El segundo mandamiento prohbe tambin el uso mgico del Nombre divino. El Nombre de Dios es grande donde se pronuncia con el respeto debido a su grandeza y a su Majestad. El nombre de Dios es santo donde se le nombra con veneracin y el temor de ofenderle (S. Agustn, serm. Dom. 2, 45, 19).
II
2150 El segundo mandamiento prohibe el falso juramento . Hacer juramento o jurar es tomar a Dios por testigo de lo que se afirma. Es invocar la veracidad divina como garanta de la propia veracidad. El juramento compromete el nombre del Seor. "Al Seor tu Dios temers, a l le servirs, por su nombre jurars" (Dt 6,13).
2151 La reprobacin del falso juramento es un deber para con Dios. Como Creador y Seor, Dios es la norma de toda verdad. La palabra humana est de acuerdo o en oposicin con Dios que es la Verdad misma. El juramento, cuando es veraz y legtimo, pone de relieve la relacin de la palabra humana con la verdad de Dios. El falso juramento invoca a Dios como testigo de una mentira. 2152 Es perjuro quien, bajo juramento, hace una promesa que no tiene intencin de cumplir, o que, despus de haber prometido bajo juramento, no la mantiene. El perjurio constituye una grave falta de respeto hacia el Seor de toda palabra. Comprometerse mediante juramento a hacer una obra mala es contrario a la santidad del Nombre divino. 2153 Jess expuso el segundo mandamiento en el Sermn de la Montaa: "Habis odo que se dijo a los antepasados: `no perjurars, sino que cumplirs al Seor tus juramentos'. Pues yo os digo que no juris en modo alguno...sea vuestro lenguaje: `s, s'; `no, no': que lo que pasa de aqu viene del Maligno" (Mt 5,33-34. 37; cf St 5,12). Jess ensea que todo juramento implica una referencia a Dios y que la presencia de Dios y de su verdad debe ser honrada en toda palabra. La discrecin del recurso a Dios al hablar va unida a la atencin respetuosa a su presencia, reconocida o menospreciada en cada una de nuestras afirmaciones. 2154 Siguiendo a San Pablo (cf 2 Co 1,23; Gal 1,20), la tradicin de la Iglesia ha comprendido las palabras de Jess en el sentido de que no se oponen al juramento cuando ste se hace por una causa grave y justa (por ejemplo, ante el tribunal). "El juramento, es decir, la invocacin del Nombre de Dios como testigo de la verdad, slo puede prestarse con verdad, con sensatez y con justicia" (CIC, can. 1199,1). 2155 La santidad del nombre divino exige no recurrir a l para cosas ftiles, y no prestar juramento en circunstancias que pudieran hacerlo interpretar como una aprobacin del poder que lo exigiese injustamente. Cuando el juramento es exigido por autoridades civiles ilegtimas, puede ser rechazado. Debe serlo, cuando es impuesto con fines contrarios a la dignidad de las personas o a la comunin de la Iglesia.
III
EL NOMBRE CRISTIANO
2156 El sacramento del Bautismo es conferido "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo" (Mt 28,19). En el bautismo, el nombre del Seor santifica al hombre, y el cristiano recibe su nombre en la Iglesia. Este puede ser el de un santo, es decir, de un discpulo que vivi una vida de fidelidad ejemplar a su Seor. Al ser puesto bajo el patrocinio de un santo, se le ofrece un modelo de caridad y se le asegura su intercesin. El "nombre de bautismo" puede expresar tambin un misterio cristiano o una virtud cristiana. "Procuren los padres, los padrinos y el prroco que no se imponga un nombre ajeno al sentir cristiano" (CIC, can. 855). 2157 El cristiano comienza su jornada, sus oraciones y sus acciones con la seal de la cruz, "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo. Amn". El bautizado consagra la jornada a la gloria de Dios e invoca la gracia del Seor que le permite actuar en el Espritu como hijo del Padre. La seal de la cruz nos fortalece en las tentaciones y en las dificultades.
2158 Dios llama a cada uno por su nombre (cf Is 43,1; Jn 10,3). El nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en seal de la dignidad del que lo lleva. 2159 El nombre recibido es un nombre de eternidad. En el reino, el carcter misterioso y nico de cada persona marcada con el nombre de Dios brillar en plena luz. "Al vencedor...le dar una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita, un nombre nuevo que nadie conoce, sino el que lo recibe" (Ap 2,17). "Mir entonces y haba un Cordero, que estaba en pie sobre el monte Sin, y con l ciento cuarenta y cuatro mil, que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre" (Ap 14,1).
RESUMEN 2160 "Seor, Dios Nuestro, qu admirable es tu nombre por toda la tierra!" (Sal 8,2). 2161 El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Seor. El nombre del Seor es santo. 2162 El segundo mandamiento prohbe todo uso inconveniente del Nombre de Dios. La blasfemia consiste en usar de una manera injuriosa el nombre de Dios, de Jesucristo , de la Virgen Mara y de los santos. 2163 El falso juramento invoca a Dios como testigo de una mentira. El perjurio es una falta grave contra el Seor, siempre fiel a sus promesas. 2164 "No jurar ni por Criador ni por criatura, si no fuere con verdad, necesidad y reverencia" (S. Ignacio de Loyola, ex. spir. 38). 2165 En el Bautismo, la Iglesia da un nombre al cristiano. Los padres, los padrinos y el prroco deben procurar que se d un nombre cristiano al que es bautizado. El patrocinio de un santo ofrece un modelo de caridad y asegura su intercesin. 2166 El cristiano comienza sus oraciones y sus acciones con la seal de la cruz "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo. Amn". 2167 Dios llama a cada uno por su nombre (cf. Is 43,1). Artculo 3 EL TERCER MANDAMIENTO
"Recuerda el da del sbado para santificarlo. Seis das trabajars y hars todos tus trabajos, pero el da sptimo es da de descanso para el Seor, tu Dios. No hars ningn trabajo" (Ex 20,8-10; cf. Dt 5,12-15). "El sbado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sbado. De suerte que el Hijo del hombre tambin es seor del sbado" (Mc 2,27-28).
2168 El tercer mandamiento del Declogo proclama la santidad del sbado: "El da sptimo ser da de descanso completo, consagrado al Seor" (Ex 31,15). 2169 La Escritura hace a este propsito memoria de la creacin: "Pues en seis das hizo el Seor el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el sptimo descans; por eso bendijo el Seor el da del sbado y lo hizo sagrado" (Ex 20,11). 2170 La Escritura ve tambin en el da del Seor un memorial de la liberacin de Israel de la esclavitud de Egipto: "Acurdate de que fuiste esclavo en el pas de Egipto y de que el Seor tu Dios te sac de all con mano fuerte y tenso brazo; por eso el Seor tu Dios te ha mandado guardar el da del sbado" (Dt 5,15). 2171 Dios confi a Israel el Sbado para que lo guardara como signo de la alianza inquebrantable (cf Ex 31,16). El Sbado es para el Seor, santamente reservado a la alabanza de Dios, de su obra de creacin y de sus acciones salvficas en favor de Israel. 2172 El obrar de Dios es el modelo del obrar humano. Si Dios "tom respiro" el da sptimo (Ex 31,17), tambin el hombre debe "holgar" y hacer que los otros, sobre todo los pobres, "recobren aliento" (Ex 23,12). El Sbado interrumpe los trabajos cotidianos y concede un respiro. Es un da de protesta contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero (cf Ne 13, 15-22; 2 Cro 36,21). 2173 El evangelio relata numerosos incidentes en que Jess es acusado de quebrantar la ley del sbado. Pero Jess nunca falta a la santidad de este da (cf Mc 1,21; Jn 9,16). Da con autoridad la interpretacin autntica de la misma: "El sbado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sbado" (Mc 2,27). Con compasin, Cristo proclama que "es lcito en sbado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla" (Mc 3,4). El sbado es el da del Seor de las misericordias y del honor de Dios (cf Mt 12,5; Jn 7,23). "El Hijo del hombre es seor del sbado" (Mc 2,28).
II
EL DIA DEL SEOR Este es el da que ha hecho el Seor, exultemos y gocmonos en l! (Sal 118,24).
El da de la Resurreccin: la nueva creacin 2174 Jess resucit de entre los muertos "el primer da de la semana" (Mt 28,1; Mc 16,2; Lc 24,1; Jn 20,1). En cuanto "primer da", el da de la Resurreccin de Cristo recuerda la primera creacin. En cuanto "octavo da", que sigue al sbado (cf Mc 16,1; Mt 28,1), significa la nueva creacin inaugurada con la resurreccin de Cristo. Para los cristianos vino a ser el primero de todos los das, la primera de todas las fiestas, el da del Seor ("H kyriak hmera", "dies dominica"), el "domingo":
Nos reunimos todos el da del sol porque es el primer da (despus del sbado judo, pero tambin el primer da), en que Dios, sacando la materia de las tinieblas, cre al mundo; ese mismo da, Jesucristo nuestro Salvador resucit de entre los muertos (S. Justino, Apol. 1,67).
El domingo, plenitud del sbado 2175 El Domingo se distingue expresamente del sbado, al que sucede cronolgicamente cada semana, y cuya prescripcin litrgica reemplaza para los cristianos. Realiza plenamente, en la Pascua de Cristo, la verdad espiritual del sbado judo y anuncia el descanso eterno del hombre en Dios. Porque el culto de la ley preparaba el misterio de Cristo, y lo que se practicaba en ella prefiguraba algn rasgo relativo a Cristo (cf 1 Co 10,11): Los que vivan segn el orden de cosas antiguo han venido a la nueva esperanza, no observando ya el sbado, sino el da del Seor, en el que nuestra vida es bendecida por l y por su muerte (S. Ignacio de Antioqua, Magn. 9,1). 2176 La celebracin del domingo observa la prescripcin moral, inscrita en el corazn del hombre, de " dar a Dios un culto exterior, visible, pblico y regular bajo el signo de su bondad universal hacia los hombres" (S. Toms de Aquino, s. th. 2-2, 122,4). El culto dominical realiza el precepto moral de la Antigua Alianza, cuyo ritmo y espritu recoge celebrando cada semana al Creador y Redentor de su pueblo.
La eucarista dominical 2177 La celebracin dominical del Da y de la Eucarista del Seor tiene un papel principalsimo en la vida de la Iglesia. "El domingo en el que se celebra el misterio pascual, por tradicin apostlica, ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto" (CIC, can. 1246,1). "Igualmente deben observarse los das de Navidad, Epifana, Ascensin, Santsimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Santa Mara Madre de Dios, Inmaculada Concepcin y Asuncin, San Jos, Santos Apstoles Pedro y Pablo y, finalmente, todos los Santos" (CIC, can. 1246,1). 2178 Esta prctica de la asamblea cristiana se remonta a los comienzos de la edad apostlica (cf Hch 2,42-46; 1 Co 11,17). La carta a los Hebreos dice: "no abandonis vuestra asamblea, como algunos acostumbran hacerlo, antes bien, animaos mutuamente" (Hb 10,25). La tradicin conserva el recuerdo de una exhortacin siempre actual: "Venir temprano a la Iglesia, acercarse al Seor y confesar sus pecados, arrepentirse en la oracin...Asistir a la sagrada y divina liturgia, acabar su oracin y no marchar antes de la despedida...Lo hemos dicho con frecuencia: este da os es dado para la oracin y el descanso. Es el da que ha hecho el Seor. En l exultamos y nos gozamos (Autor annimo, serm. dom.).
2179 "La parroquia es una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo diocesano, se encomienda a un prroco, como su pastor propio" (CIC, can. 515,1). Es el lugar donde todos los fieles pueden reunirse para la celebracin dominical de la eucarista. La parroquia inicia al pueblo cristiano en la expresin ordinaria de la vida litrgica, la congrega en esta celebracin; le ensea la doctrina salvfica de Cristo. Practica la caridad del Seor en obras buenas y fraternas: No puedes orar en casa como en la Iglesia, donde son muchos los reunidos, donde el grito de todos se dirige a Dios como desde un solo corazn. Hay en ella algo ms: la unin de los espritus, la armona de las almas, el vnculo de la caridad, las oraciones de los sacerdotes (S. Juan Crisstomo, incomprehens. 3,6).
La obligacin del Domingo 2180 El mandamiento de la Iglesia determina y precisa la ley del Seor: "El domingo y las dems fiestas de precepto los fieles tienen obligacin de participar en la Misa" (CIC, can. 1247). "Cumple el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella, dondequiera que se celebre en un rito catlico, tanto el da de la fiesta como el da anterior por la tarde" (CIC, can. 1248,1) 2181 La eucarista del Domingo fundamenta y ratifica toda la prctica cristiana. Por eso los fieles estn obligados a participar en la eucarista los das de precepto, a no ser que estn excusados por una razn seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de nios pequeos) o dispensados por su pastor propio (cf CIC, can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligacin cometen un pecado grave. 2182 La participacin en la celebracin comn de la eucarista dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Los fieles proclaman as su comunin en la fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la salvacin. Se reconfortan mutuamente, guiados por el Espritu Santo. 2183 "Cuando falta el ministro sagrado u otra causa grave hace imposible la participacin en la celebracin eucarstica, se recomienda vivamente que los fieles participen en la liturgia de la palabra, si sta se celebra en la iglesia parroquial o en otro lugar sagrado conforme a lo prescrito por el Obispo diocesano, o permanezcan en oracin durante un tiempo conveniente, solos o en familia, o, si es oportuno, en grupos de familias" (CIC, can. 1248,2).
Da de gracia y de descanso 2184 As como Dios "ces el da sptimo de toda la tarea que haba hecho" (Gn 2,2), la vida humana sigue un ritmo de trabajo y descanso. La institucin del Da del Seor contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y de solaz suficiente que les permita cultivar su vida familiar, cultural, social y religiosa (cf GS 67,3).
2185 Durante el domingo y las otras fiestas de precepto, los fieles se abstendrn de entregarse a trabajos o actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegra propia el da del Seor, la prctica de las obras de misericordia, la distensin necesaria del espritu y del cuerpo (cf CIC, can. 1247). Las necesidades familiares o una gran utilidad social constituyen excusas legtimas respecto al precepto del descanso dominical. Los fieles deben cuidar que legtimas excusas no introduzcan hbitos perjudiciales a la religin, a la vida de familia y a la salud. El amor de la verdad busca el santo ocio, la necesidad del amor acoge el justo trabajo (S. Agustn, civ. 19,19). 2186 Los cristianos que disponen de ocio deben acordarse de sus hermanos que tienen las mismas necesidades y los mismos derechos y no pueden descansar a causa de la pobreza y la miseria. El domingo est tradicionalmente consagrado por la piedad cristiana a obras buenas y a servicios humildes con los enfermos, dbiles y ancianos. Los cristianos deben santificar tambin el domingo dedicando a su familia el tiempo y los cuidados difciles de prestar los otros das de la semana. El domingo es un tiempo de reflexin, de silencio, de cultura y de meditacin, que favorecen el crecimiento de la vida interior y cristiana. 2187 Santificar los domingos y los das de fiesta exige un esfuerzo comn. Cada cristiano debe evitar imponer sin necesidad a otro lo que le impedira guardar el da del Seor. Cuando las costumbres (deportes, restaurantes, etc.) y los compromisos sociales (servicios pblicos, etc.) requieren de algunos un trabajo dominical, cada uno tiene la responsabilidad de un tiempo suficiente de descanso. Los fieles cuidarn con moderacin y caridad evitar los excesos y las violencias engendrados a veces por espectculos multitudinarios. A pesar de las presiones econmicas, los poderes pblicos deben asegurar a los ciudadanos un tiempo destinado al descanso y al culto divino. Los patronos tienen una obligacin anloga respecto a sus empleados. 2188 En el respeto de la libertad religiosa y del bien comn de todos, los cristianos deben reclamar el reconocimiento de los domingos y das de fiesta de la Iglesia como das festivos legales. Deben dar a todos un ejemplo pblico de oracin, de respeto y de alegra, y defender sus tradiciones como una contribucin preciosa a la vida espiritual de la sociedad humana. Si la legislacin del pas u otras razones obligan a trabajar el domingo, este da debe ser al menos vivido como el da de nuestra liberacin que nos hace participar en esta "reunin de fiesta", en esta "asamblea de los primognitos inscritos en los cielos" (Hb 12,22-23).
RESUMEN 2189 "Guardars el da del sbado para santificarlo" (Dt 5,12). "El da sptimo ser da de descanso completo, consagrado al Seor" (Ex 31,15). 2190 El sbado, que representaba la coronacin de la primera creacin, es sustituido por el domingo que recuerda la nueva creacin, inaugurada en la resurreccin de Cristo. 2191 La Iglesia celebra el da de la Resurreccin de Cristo el octavo da, que es llamado con pleno derecho da del Seor, o domingo (cf SC 106).
2192 "El domingo...ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto" (CIC, can 1246,1). "El domingo y las dems fiestas de precepto, los fieles tienen obligacin de participar en la Misa" (CIC, can. 1247). 2193 "El domingo y las dems fiestas de precepto...los fieles se abstendrn de aquellos trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegra propia del da del Seor o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo" (CIC, can 1247). 2194 La institucin del domingo contribuye a que todos disfruten de un "reposo y ocio suficientes para cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa" (GS 67,3). 2195 Todo cristiano debe evitar imponer, sin necesidad, a otro impedimentos para guardar el Da del Seor.