Tradicion Literaria
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Tradicion Literaria
LINGSTICA Y LITERATURA
No. 49, 2006
* Doctor en Letras de la Universidad de So Paulo (SP) de Brasil. Profesor del Departamento de Literatura
de la Universidad de Antioquia, coinvestigador del proyecto Procesos de canonizacin en la historiografa
literaria nacional, en ejecucin y financiado por el CODI y la Universidad de Antioquia. Contacto: alfredolav@
comunicaciones.udea.edu.co
(Im) pertinencia del concepto de tradicin
literaria para una historia
de la literatura colombiana
Alfredo Laverde Ospina*
Resumen
En la actualidad, los discursos hegemnicos sobre la nacin y la nacionalidad han
pasado a ser reemplazados por una concepcin plural empeada en la apertura de
espacios para la diversidad racial, cultural y socioeconmica inherente a pases en
los que ha irrumpido el capitalismo de forma desigual.
Es as como este artculo se propone, frente al concepto de historia de la literatura,
la nocin de tradicin como eje alrededor del cual es posible reconocer la existencia
de diversas manifestaciones de la palabra en pases como Colombia en los que la
escritura esttico-literaria culta ha funcionado a modo de categora excluyente en
la conformacin del canon literario.
Palabras clave
Historia, Literatura, Tradicin, Palabra, Modernidad, Canon.
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ALFREDO LAVERDE OSPINA
Abstract
At the present, the hegemonic discourses about nation and nationality have been
replaced by a plural conception determined in the opening of spaces for the racial,
cultural and socioeconomic diversity, inherent to countries in which capitalism has
been unequally interrupted. Taking that into account, this article aims, regarding
the concept of History of Literature, to state the notion of tradition as central idea in
which it is possible to recognize the existence of several manifestations of the word
in countries such as Colombia where academic and aesthetic-literary writing has
worked as an excluding category in the structure of the literary canon.
Key words
History, literature, tradition, word, modernity, canon.
Hay una extendida urgencia de historia, como dimensin imprescindible de la crtica y la
teora literaria, y una conciencia mucho ms alerta de que no se trata tanto de re-escribir
la historia de nuestra literatura como de fundar otra, distinta inclusive en su campo y en
su objeto.
Antonio Cornejo Polar (1988: 67)
E
n los dos prlogos de la primera edicin de la Historia de la literatura
en Nueva Granada (1867) de Jos Mara Vergara y Vergara, el primero
escrito por Manuel Anczar y el segundo por el autor de la obra, es notoria la
recurrencia a expresiones y figuras retricas tendientes a reconocerle un papel
poltico a las historias de las literaturas nacionales, en especial a la colombiana.
Mientras Manuel Anczar, fiel a su vocacin de etnlogo y antroplogo de la
Comisin Coreogrfica de 1850, afirma que la historia de la literatura de una
nacin es un aspecto importante de su historia poltica, no sin antes haber
dicho que el estudio de las letras es indispensable para entender bien la his-
toria de un pueblo, puesto que ellas expresan las ideas que sucesivamente lo
han agitado, y que de las ideas maduradas nacen luego los hechos, es decir, los
sucesos histricos (1974: 13), para Jos Mara Vergara y Vergara su labor de
historiador de la literatura se asemeja a la exploracin efectuada por un soldado
aventurero que, a pesar de las dificultades propias de un terreno virgen, abri
una trocha a travs de la cual habr de pasar el progreso representado por las
ciencias y el comercio (1974: 24-25). Es evidente que a pesar de esta imagen
retrica, Vergara y Vergara en cuanto intrprete de su poca toma partido
por las letras en oposicin a las armas que, a modo de queja, caracteriza como
la actividad que ms tiempo ha demandado a sus compatriotas. En especial, la
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toma de posicin del autor se interesa en privilegiar la palabra proveniente de
los letrados y sacerdotes como nico camino para legitimar el papel de stos
en la naciente repblica.
As las cosas, para los autores citados, la libertad y el progreso son los dos
principios fundamentales en la constitucin de Colombia como una nacin
moderna; sin embargo, Vergara y Vergara le agrega una especificidad hispnica
a su labor de historiador, en el momento en que enfatiza el papel de la Iglesia
en su concepcin de patria cuando afirma:
Mas, ya que lo que buscaba, las letras, lo encontr siempre en el seno de la Iglesia
misma, no tena para que negar que (sic) me es muy grato reunir las glorias de la
Iglesia a las de la patria. Deseara que todas mis obras estuvieran al servicio de la
causa catlica, y me pareca perdido el tiempo que no emplease en tal objeto. [...] Al
trabajar para mi patria, este querido pedazo de tierra que Dios me seal por cuna,
no quiero olvidarme que tambin soy ciudadano de la eternidad (1974: 24).
En este pasaje el autor deja entrever cierto rasgo de fanatismo religioso
incongruente con el momento histrico y poltico denominado el Olimpo
Radical, y paso seguido aconseja al lector [...] que no gusta de escritos
catlicos a abandonar su lectura. Sentado este precedente, en las lneas si-
guientes morigera lo dicho e invoca a aquellos que no rien con la fe a que,
como buenos ciudadanos, lean su obra pero, posteriormente, asevera a modo
de provocacin: Cristiano, trabajo para mi religin; ciudadano trabajo para
mi patria (1974:24).
Se podra afirmar que los prlogos que acompaan a la primera historia de
la literatura colombiana, son verdaderos documentos histricos en los que se
encuentran plasmados los conceptos polticos e ideolgicos que estructuraron
a las historias de las literaturas nacionales en Amrica Latina a lo largo del
siglo XIX, en cuanto tenan como labor fundamental mostrar desde los estadios
ms incipientes el proceso de autonomizacin intelectual que sustentara la
independencia poltica, es decir, los pasos previos a la revolucin intelectual
que hara inevitable la formacin de la naciones hispanoamericanas.
1
Si bien
1 As lo explicita Manuel Anczar cuando afirma: Poco despus [los neogranadinos] ya se atreven a graves
disertaciones sobre asuntos de escasa importancia, indicando la genial inclinacin a investigar y disputar
y as, de grado en grado, les vemos pasar de la tmida imitacin a la originalidad, de la apologa de los
personajes a la crtica de los hechos, a la expresin de opiniones, a la audacia de pensamientos en materias
sociales; realizndose por grados una revolucin intelectual que al fin, como era preciso, se hizo poltica y
tom cuerpo en los sucesos de 1810 (1974: 14).
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es cierto que estas obras cumplieron con sus objetivos a cabalidad, tales como
la construccin de nuevos imaginarios, sobre la base de proyectos de alcance
nacional con el fin de legitimar el nuevo orden republicano, es apenas natu-
ral que hoy se las lea con cierto inters arqueolgico, pues aunque en ellas se
inician los procesos tendientes a la independencia discursiva, retardado en
relacin con la esfera de lo poltico, es evidente que dichos procesos no han
terminado y que se han revitalizado a partir de los procesos de globalizacin e
integracin regional en los cuales ocupa un lugar central la recuperacin y la
conservacin de la memoria (Krieger: 2003, 35-36).
Esta reconstruccin del pasado, en oposicin al discurso hegemnico de la
historia, tiene como presupuesto la multiplicidad de los relatos y, por ello, ocupa
un lugar central la pluralidad de los sujetos que han participado en la construc-
cin de las naciones contemporneas. En palabras de Hugo Achugar:
Al describir el momento presente, algunos autores, como Arjun Appadurai, sostie-
nen que se trata de un periodo de flujos econmicos, informativos y demogrficos
que desafan el carcter territorial del estado-nacin y que imprimen una fuerte
desterritorializacin a las tareas de reproduccin cultural. En este sentido, mientras
los pasados grupales hacen cada vez ms parte de los museos; as como de espect-
culos nacionales e internacionales, argumenta Appadurai, la cultura se constituye
cada vez menos en un hbitat (en el sentido de Bourdieu) y ms en una arena
para la eleccin, la justificacin y la representacin consciente (2003: 40).
2
1. Nacimiento y crisis de las historias de la literatura
El surgimiento de las historias de la literatura en Europa respondi por
lo menos a cuatro motivos que, aunque concomitantes, tienen una profunda
relacin con la importancia que fue adquiriendo el historicismo durante el
siglo XIX. En primer lugar, encontramos la expansin del capitalismo liberal
burgus y la inevitable reflexin crtica sobre la sociedad que enfrentaba el au-
mento de las contradicciones sociales. Esta labor fue realizada por la burguesa
mediante el desarrollo y control de una produccin historiogrfica acorde con
su proyecto de clase. Paso seguido, se debe considerar como atenuante funda-
mental la construccin de filosofas de la historia desde el siglo XVIII hasta
el inicio del siglo XIX. Un tercer aspecto tiene que ver con la consolidacin
del modelo fsico matemtico que se filtr en todos los dominios del conoci-
2 Texto citado por Hugo Achugar. La traduccin del portugus es ma.
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miento y que produjo un doble efecto: las corrientes filosfico cientificistas,
tales como el positivismo y el evolucionismo, y la adopcin por parte de las
ciencias humanas de conceptos provenientes de las ciencias de la naturaleza.
Por ltimo, el cuarto aspecto tiene que ver con la concepcin instituida por el
romanticismo para el que cada una de las etapas de la historia pas a cumplir
un papel importante en la evolucin de las sociedades.
En definitiva, la aparicin de las historias de la literatura se explica a partir
del efecto producido por la historia al convertirse en un punto de vista episte-
molgico. De ah que durante el siglo XIX, las diversas ramas del conocimiento
hayan adoptado una perspectiva histrica como en el caso de la historia natural
y la gramtica histrica, incluidos los estudios literarios, en donde la historia
de la literatura se constituy en una verdadera disciplina hegemnica frente a
la retrica, la potica y la bibliografa (Aczelo de Sousa, 2003: 142-143).
Para complementar lo anterior, habra que hacer nfasis en el papel cum-
plido por las historias de las literaturas en la organizacin de las naciones
europeas modernas, a partir de los aspectos resaltados por Ernest Renan en
1882. Segn este terico francs, en su libro Quest-ce quune nation?, tanto la
amnesia como los recuerdos comunes son los factores esenciales en la
creacin de una nacin. Desde esta perspectiva, tanto el olvido y el error his-
trico, como el pasado compartido por una colectividad, permiten la creacin
de una identidad, sin dejar de lado que el rasgo decisivo en la conformacin
de la nacionalidad es el anonimato de sus miembros. Es decir, la identidad
se sustenta en la existencia de un conjunto de hombres que se identifican con
una colectividad sin conocerse personalmente.
3
En Amrica Latina y en especial en Colombia, sin importar la orientacin
poltica (liberal o conservadora) de los autores de las historias de las literaturas
escritas desde siglo el XIX hasta mediados del siglo XX, es un hecho que las
historias, no slo literarias sino nacionales, presentan en comn tanto la am-
nesia como los recuerdos comunes en cuanto principios de aglutinacin de
los individuos que integran la nacin. A modo de ejemplo, si por un lado los
autores de tendencia conservadora insistan en la inexistencia de una literatura
3 En trminos generales, estos son los planteamientos de Benedict Anderson en su obra Comunidades
imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusin del nacionalismo (1997) Cf. Gellner, Ernest. Cultura
e identidad poltica. El nacionalismo y los nuevos cambios sociales. Barcelona: Gedisa, 1997, p. 17.
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indgena, por su parte los liberales, ignoraban la poca colonial por considerarla
decadente e irrelevante en lo que a la construccin de la nacionalidad se refe-
ra. A esto habra que agregarle la observacin de Rafael Gutirrez Girardot,
para quien las historias de las literaturas en Hispanoamrica no se inspiraron
en las historias producidos en Alemania o Italia, como habra sido lo ms co-
herente, en cuanto estos pases que estaban dando los primeros pasos para la
conformacin de sus nacionalidades, sino que tomaron como modelo la obra de
Menndez y Pelayo en un momento en que Espaa estaba en plena decadencia.
Segn Girardot, la prueba de lo anterior se encuentra en la marcada nostalgia
por un pasado glorioso y el fanatismo religioso que caracteriza la obra del autor
espaol y que impregn las historias de las literaturas hispanoamericanas.
4
La pertinencia de las historias de las literaturas
En la actualidad, muy difcilmente se puede hacer una defensa de las histo-
rias de la literatura sin que se caiga en cierto sentimentalismo decimonnico
incapaz de hacerle frente a la crisis del historicismo que, desde finales del siglo
XIX, ha sido continua y sostenida. Asimismo, es un hecho que a lo largo del
siglo XX, los efectos del formalismo eslavo y la teora de la recepcin pusieron
en evidencia la incapacidad de las historias de la literatura de ocuparse de lo
literario en s mismo. Esta situacin lleg a su punto ms crtico justo en el
momento en que las historias vieron seriamente comprometidas ciertas ins-
tancias explicativas recurrentes tales como la vida del autor, las condiciones
sociales, polticas, etc. y los resultados de sus estudios pasaron a ser vistos
como construcciones textuales arbitrarias y contingentes, al mismo nivel de
las composiciones literarias. En este sentido, las concepciones de lo literario
surgidas de los contextos crticos pos y antihistoricista le propinaron un duro
golpe a la historia de la literatura, cuando la definieron en trminos de arte-
facto lingstico y conforme a la naturaleza de todos los productos culturales
(Acselo de Sousa, 2003: 151).
2. Las historias de la literatura y el canon literario
Precisamente por el hecho de que las historias de la literatura pasaron a ser
consideradas productos culturales, es indudable que su funcin poltica ocupa
4 Esta temtica es tratada con mayor profundidad en el artculo Historias literarias nacionales: una realidad
poltica de Diana Carolina Toro, publicado en este nmero monogrfico.
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un primer plano, pues la alianza entre la historia de la literatura y la ideologa
se evidencia en los programas acadmicos de los colegios y las universidades.
Aunque para algunos crticos, la enseanza de la literatura en los colegios y las
universidades se ha caracterizado como una tradicin anticannica, mucho
ms antigua que los actuales debates sobre el canon, es posible identificar en
esta actitud la tendencia a hacer visible la norma (Jimnez: 2002, 17). Por otro
lado, los diversos intentos por dilucidar la naturaleza del canon han motivado
a tericos como Alasteir Fowler y Wendel Harris a la descripcin detallada de
diversas manifestaciones del canon, entre las cuales se debe resaltar el canon
selectivo compuesto por la lista de autores y textos que se encuentran en las his-
torias de la literatura, antologas, programas acadmicos y reseas crticas.
5
A la luz de lo anterior, es evidente que existe un consenso sobre la defini-
cin genrica de canon literario, en cuanto seleccin de obras tomadas como
modelos, as como el acuerdo unnime con respecto a la aceptacin del tiempo
como censor implacable de las constantes reflexiones alrededor de su formacin.
Sin embargo, tras este argumento se ocultan los verdaderos procesos de cano-
nizacin tales como la determinacin de modelos tendientes a la transmisin
de la herencia del pensamiento, la creacin de marcos de referencias comunes,
el intercambio de favores, la legitimacin de la teora, la historizacin y, en la
actualidad, el pluralismo como parte de un proceso de control social (Harris,
1998: 48-56).
Debido a la multiplicidad de las propuestas sobre la conceptualizacin del
canon y la complejidad con las que han sido desarrolladas, mencionaremos
tan slo como punto de partida las reflexiones hechas por Frank Kermode
(1990), pues estas incluyen el mayor nmero de elementos necesarios para
dar cuenta del concepto sin correr el riesgo de reducirlo. Segn este crtico
ingls, discutiendo las posiciones iconoclastas de los modernistas europeos,
el canon literario es una forma de ordenar nuestro pensamiento en torno a
la historia de la literatura y el arte que nadie pone en cuestin en cuanto fe-
nmeno sino en cuanto a su contenido, y cuya seleccin se ha hecho a lo largo
de la historia atendiendo las mejores lecturas contemporneas hechas por los
5 De acuerdo con Harris, Fowler identifica algunos tipos de canon entre los cuales se deben resaltar: el canon
potencial o corpus escrito en su totalidad, el canon accesible o el canon potencial disponible, el oficial o
mezcla entre el accesible y selectivo y, por ltimo, el canon personal o lo que los lectores conocen y valoran.
Vase Harris, Wendel. (1998, 42).
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que l denomina aquellas personas que imprimen a la cultura sus huellas
(Kermode, 1990: 116).
De igual manera, es evidente que, en lo que al canon se refiere, participan
criterios de diversa naturaleza que contribuyen a la conformacin del inamo-
vible valor de la obra que, segn el crtico ingls, est ms relacionado con
el poder poltico que con el valor inmanente. De ah que, en innumerables
ocasiones, se haya dicho que el canon literario, en calidad de construccin
discursiva, incluye cierta dosis de mitologizacin, as como intereses personales,
nacionalistas y de clase.
Dentro del conjunto de las estrategias tendientes a la canonizacin de ciertas
obras literarias o, segn Kermode, de mecanismo para adecuar la historia a
los propsitos de la valoracin, podemos encontrar la elaboracin de cnones
transhistricos y la invencin de periodos histricos. Con respecto a los ltimos,
es evidente que adems de hacer manejable el pasado literario pasan a indicar
cmo deben ser tomadas las obras para ser contempladas por las historias de
la literatura (Kermode, 1990: 161). Desde esta perspectiva, el periodo literario
adems de querer seleccionar lo que es moderno en el pasado, suponiendo que
nos autoriza una visin privilegiada sobre ste, se convierte en un mecanismo
a travs del cual se impone el discurso hegemnico que tiende a privilegiar
nuestro propio perodo.
6
Sobre el canon de la narrativa colombiana
La crtica literaria latinoamericana actual se ha centrado en estudios mono-
grficos y ha dejado a un lado los intentos de explicacin sistemtica y orgnica
de la literatura, al punto de contentarse con una historia literaria fragmentada,
en extremo selectiva y que privilegia sectores, sistemas y regiones. De igual
manera, segn Ana Pizarro, las lecturas nacionalistas que deberan valorar la
nocin de unificacin nacional se han olvidado de establecer las necesarias
relaciones de continuidad y ruptura con las literaturas continentales y europeas,
al punto de que la ausencia de concepciones ms abiertas y universales han
propiciado la aparicin de creencias tales como la del terico norteamericano
6 Para profundizar sobre la funcin de los periodos literarios como espacios de tiempos determinados en
los que se encasillan obras, autores y fenmenos literarios, consultar Bedoya Snchez, Gustavo Adolfo,
Problemas de periodizacin en las historias de la literatura colombiana: balance crtico, publicado en este
nmero.
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Fredric Jameson, para quien [...] toda la literatura del Tercer Mundo no es
otra cosa que la construccin textual de la alegora nacional y la bsqueda
de la identidad perdida a manos del imperialismo y el colonialismo (Grner,
2002: 266).
En completo desacuerdo con este reduccionismo, en el contexto de una
crtica a los estudios culturales como una forma de mundializacin colonial,
Eduardo Grner intenta demostrar que las literaturas latinoamericanas no son
las nicas que se han conformado con el objeto de construir la nacionalidad
y la legitimacin de la nacin y, paso seguido, al oponerse a la concepcin
hednica de la literatura de Amrica Latina como una alegora nacional, se
empea en demostrar que no es desde esta concepcin de hegemona que se
encontrar lo ms interesante de las literaturas latinoamericanas, sino en su
enorme fragmentacin y diversidad esttica y cultural pues es un hecho que
el continente est dentro del mundo capitalista globalizado y las diferencias
histricas tienen que ver con el desarrollo desigual y combinado de los ml-
tiples sectores mundiales dentro del modo de produccin capitalista y no de
una categora ontolgica (Grner, 2002: 269).
7
En este sentido, los diversos intentos de configuracin del canon literario
colombiano se enfrentan, al igual que en casi todo el continente latinoameri-
cano, con problemas de diversa ndole tales como la inexistencia de proyectos
que acepten el reto de escribir historias de la literatura, tanto regionales como
nacionales en los que no slo predominen las producciones consideradas ca-
nnicas sino tambin un espritu arqueolgico que saque del olvido tanto a
obras como a autores que fueron importantes en su momento, y que reconozcan
la existencia del desarrollo desigual y combinado incluso en el interior del
territorio nacional. Como es de esperarse, dichos proyectos tendrn que salvar
los obstculos propios de la amplitud del objeto de estudio, el imperativo de
esquivar el riesgo de apostar a las perspectivas tericas de moda y la necesidad
de encontrar los conceptos estticos convenientes a cada obra, es decir, ampliar
el espectro de las teoras y conceptos utilizados. Junto a esto, es forzoso dejar de
7 En concordancia con esta postura, Gutirrez Girardot afirmaba: Una historia de la literatura hispanoamericana
que quiera hacer justicia a sus esfuerzos deber evitar todo fraccionamiento, abandonar todo criterio
reduccionista, y colocar la literatura hispanoamericana como totalidad en el contexto de la literatura europea,
a la que pertenece por sus mismos elementos y el aparato conceptual de que se sirve... hasta para descubrir
lo autctono indgena en ella (citado por Pizarro, 1984: 89).
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lado la historia biogrfica esttica y reemplazarla por una sociologa del autor
(Merquior, 1972) y del gusto literario con el fin de erigir los criterios pertinentes
para componer una periodizacin o serie de duraciones esttico-literarias en el
contexto de la historia cultural, adems de una historia de la lectura literaria
que, en definitiva, son las que condicionan la literariedad o no literariedad de
un texto (Zanetti, 2002).
8
Pese a que la construccin de una literatura implica la creacin de un
campo discursivo que, en trminos de Antnio Cndido, es definido como un
sistema, en el cual no slo se ligan las obras sino que tambin intervienen los
productores literarios, los receptores y la lengua como mecanismo transmi-
sor, se persiste en la configuracin de un canon literario en el que subyacen
posturas polticas e ideolgicas que, si bien pueden estar en contrava con las
intenciones estatales, han dejado como resultado la discontinuidad y la ausencia
de procesos tendientes a la identificacin de las relaciones dinmicas de los
factores mencionados por Cndido. As pues, en la constitucin de la literatura
se involucran, adems de los autores y los historiadores, los crticos, los lectores,
el mercado editorial y los medios masivos de comunicacin. Por consiguiente,
si la literatura surge de un proceso metacomunicacional, es justo que en la
conformacin del canon se efecte la expansin de principios y criterios de
interpretacin esttica, dentro de las cuales, evidentemente, el perodo literario
debera ocupar un lugar central (Popovic, 1986: 214). Esto implica contemplar,
adems de particularidades inherentes a las obras, fenmenos estimados ajenos
a ellas que incluyen elementos relacionados con la produccin y la recepcin.
Es decir, se debe considerar cada obra en su individualidad con el fin de iden-
tificar parmetros reales que permitan la comprensin de los recursos estticos
utilizados por el autor, lo que significa atender el horizonte de los fenmenos
que comprende el marco esttico-ideolgico de las obras.
En relacin con este ltimo aspecto, la configuracin de la literatura co-
lombiana, no est de ms hacer una diferenciacin metodolgica entre lo que
se considera literatura colombiana y la denominada literatura nacional. En
el contexto de nuestras investigaciones, la literatura colombiana se refiere
al conjunto de realizaciones que conforman una tradicin local de la palabra
8 Apropsito de este tema, en el mismo libro Susana Zanetti hace un estudio de la recepcin de Mara en el
siglo XIX.
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y, al mismo tiempo, desborda el concepto de canon y el de marginalidad.
En contraposicin, la literatura nacional la suponemos como un conjunto
de obras sometidas a los rigores de una poltica de acuerdos literarios cuyas
formas de escritura y de lectura se constituyen bajo los efectos de polticas de
lenguajes.
9
Al concentrarnos en lo anterior, es indispensable reflexionar sobre la con-
veniencia de establecer, en trminos de canon literario, una lista de obras y
autores obligados para todo aqul que se precie de tener cierto conocimiento
de la literatura colombiana. Las desventajas de dicha enumeracin, en el con-
texto de la literatura de Colombia, se evidencian si consideramos que con ella
estamos imponiendo ciertas retricas y gramticas, contradiciendo la defensa
de una concepcin de la literatura plural y acorde con nuestro patrimonio
cultural. En consecuencia, nos podemos preguntar si es legtimo que en pa-
ses como Colombia, con una reciente y precaria tradicin de la escritura, se
apliquen, sin mayores miramientos, unos procesos de legitimacin y exclusin
que producen como efecto inmediato la marginalizacin de gran parte de la
produccin literaria que se nos ofrece hasta hoy. Inclusive, si a una historia de
la literatura colombiana se refiere ser posible, desde el aqu y ahora, tener la
lucidez suficiente como para establecer los lmites de lo literario y lo no lite-
rario? No hemos acaso denunciado que las diversas historias de la literatura
carecen de rigurosidad y objetividad?
10
Canon versus tradicin
Independientemente de que estemos de acuerdo o no con lo anterior, es
conveniente hacer nfasis en que se trata de preguntas y no de afirmaciones
las que se estn enunciando. Si bien es cierto que carecemos de una verdadera
tradicin en crtica literaria y de continuidad de lecturas y relecturas, no por
ello estamos autorizados a dejar de lado algunos estudios de obras y periodos
que funcionan como verdaderos documentos histricos, a partir de los cuales
es posible aproximarnos, al menos parcialmente, a contextos de recepcin y
9 En relacin con Argentina, el crtico literario Nicols Rosa se refiere a la literatura nacional como aquel
concepto a travs del cual surge una poltica de acuerdos literarios y se engendra un sistema legitimador y
excluyente; mientras que al centrarse en el estudio literatura argentina se ampla no slo a lo local, sino
que refleja de una manera ms fiel la lucha por la posesin de territorios, zonas y fronteras.
10 Vase Olga Vallejo (2005).
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procesos de legitimacin aplicados a obras consideradas modelos, junto con
algunas referencias tangenciales a la produccin que las han asediado en trmi-
nos de novedad.
11
Es decir, se debera hacer un estudio sobre las concepciones
estticas que subyacen en cada uno de estos documentos.
Del mismo modo, nos podemos preguntar si es posible establecer un canon
de la narrativa colombiana: Es legitimo que una literatura que apenas est en
formacin y que bebe de diversas fuentes, pueda considerarse independiente
al punto de lanzarnos a la determinacin de una lista de obras cannicas con
todas las exigencias que este adjetivo trae consigo? Es conveniente persistir en
la canonizacin de la tradicin escrita, cuando poseemos una tradicin oral que
ha comenzado a ocupar un lugar central en las realizaciones esttico-literarias
ms importantes del momento?
Si nos atreviramos a hacerlo tendramos que hacer tantas salvedades que
ya no estaramos haciendo lo que nos proponemos sino que estaramos inau-
gurando una versin bastante peculiar de lo que entendemos por canon. No
obstante, podemos afirmar que si bien es difcil establecer un canon, la verdad
es que en muchas ocasiones se ha intentado y que cmo negarlo? Se han
aplicado diversos procesos de canonizacin y descanonizacin, o mejor dicho
de valorizacin y descalificacin de innumerables obras. La prueba la tenemos
en la persistencia, en las historias de la literatura, de obras que ms all de
sus valores estticos han permanecido por su valor arqueolgico, adems del
silencio con respecto a otras que tendran el derecho de aparecer, si no bajo
estos mismo criterios, s por simple curiosidad intelectual.
12
En contraposicin a la tendencia a canonizar o descanonizar, las histo-
rias y la crtica literarias deberan centrarse en la construccin de un campo
discursivo que conciba la produccin literaria como un proceso en el que se
involucran diversas series, tales como la histrica, la poltica y la econmica,
y en cuya conjuncin o articulacin se haga posible la consideracin, adems
de las obras que han sobrevivido al tiempo, de aquellas producciones literarias
11 Con el objetivo de identificar los lineamientos que han caracterizado tanto a la crtica literaria colombiana
como a las reflexiones en torno a las historias de la literatura y la historiografa literaria, la profesora Mara
Stella Girn Lpez nos presenta en su artculo Las revistas acadmicas como fuentes para la historia y la
historiografa de la literatura colombiana los resultados obtenidos en el seguimiento de ciento trece revistas
universitarias publicadas entre 1905 y agosto de 2006. Este documento esta se encuentra en este nmero.
12 Vase Diana Toro (2005).
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que subyacen en las obras tenidas como superiores. En ltimas, ser posible
la constitucin de un campo discursivo si se sigue trabajando con el concepto
de canon?
As mismo, es fundamental resaltar que cuando intentamos hacer una
propuesta de canon, ante la escasez de obras que se pueden considerar verda-
deramente cannicas, involuntariamente efectuamos un desplazamiento al
fenmeno de la tradicin literaria y, por esto, nos sentimos descontentos frente
a los resultados obtenidos. El resultado sera ms rico si nos atreviramos a
reconocer que en lugar de canon, la naturaleza misma de la literatura colom-
biana exige, para un conocimiento ms adecuado de ella, la identificacin de
las diversas corrientes y posturas concernientes a la concepcin de lo literario,
incluido el aspecto esttico y su funcin social.
No ocurre lo mismo con el concepto de tradicin literaria como fenmeno
ya que parece ser ms concreto. El concepto de tradicin nos permitir la reali-
zacin de una lectura mucho ms amplia de la produccin literaria colombiana
en la que ocupan el lugar que les corresponde las tradiciones orales, indgenas,
los gneros excluidos como el ensayo, el periodismo y la dramtica, junto con
la literatura escrita por mujeres. De igual manera, facilitara la configuracin
de corrientes dentro de una misma tradicin, no sin exigir los ms arduos
esfuerzos por ver en las obras del presente verdaderas relecturas de las obras
del pasado. As las cosas, se podr considerar, sin menoscabo de la literatura
colombiana, la presencia de otras manifestaciones culturales.
13
3. La tradicin literaria
Desde el concepto de tradicin es posible establecer la existencia de un
campo literario cuya illusio, o la creencia en el juego, se har ms concreta y
ser factible explicar aquello que denominamos rupturas radicales para co-
menzar a entenderlas como actualizaciones, recuperaciones y variaciones de
un pasado que ha estado latente y que para nada contradicen a la denominada
13 Con respecto a las tradiciones orales, primitivas o rsticas, Antnio Cndido considera que no deben ser
dejadas de lado en lo que a la tradicin literaria se refiere. Sin embargo, es importante tener claro que en su
estudio se deben conjugar la ciencia del folklore, la sociologa y el anlisis literario pues, en las literaturas
orales, la autonoma del autor es menos acentuada, mientras es ms ntido el papel ejercido por la obra en
la organizacin social.
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ALFREDO LAVERDE OSPINA
evolucin de la literatura.
14
En este sentido, Antn Popovic, define la tradi-
cin como una seleccin del pasado literario, a travs del cual se transmiten
textos no contemporneos como actividad viva del presente en trminos de
necesidades. As pues, la tradicin funciona con respecto al pasado literario
a modo de un principio selectivo y en relacin con el presente, en trminos de
principio complementario. Esto significa que: [...] la tradicin puede tomar
parte en la solucin de las situaciones de crisis de la literatura (de su creacin
y recepcin) y contribuir como promotora de la evolucin, o, por otra parte
frenar esa evolucin, portarse pasivamente con ella (1985: 213). Podramos
preguntamos qu es ms dinmico: la tradicin o el canon? Lo cierto es que
ninguno de los dos es estable pues cada uno de ellos vara de acuerdo con las
pocas o periodos histricos. Se podra afirmar que el predominio actual del
concepto del canon oculta el dinamismo de la tradicin; sin embargo, es un
hecho la coexistencia de los dos; incluso, cuando se lee sobre el papel del ca-
non en la conformacin de las literaturas nacionales pareciera que se le estn
aplicando las caractersticas propias de la tradicin. Esto explica que el canon,
en muchas ocasiones, sea considerado en trminos de una lista imaginaria de
obras y autores que se reorganiza constantemente. Sin embargo, al aplicar la
lgica que rige al campo literario es posible establecer una mayor diferencia-
cin, pues la lucha por ocupar el centro del campo se legitima a partir de la
idea de recuperacin y reorientacin de un capital simblico que respalda una
concepcin de lo literario que, adems de presentarse como moderna, es para-
djicamente antigua. De ah que la evolucin literaria tenga que ver ms con
la tradicin que con el canon, pues en este punto salta a la vista la naturaleza
diacrnica de la tradicin frente al sincronismo del canon con respecto a la
norma esttica vigente. As pues, la tradicin literaria nos permitir encontrarle
el lugar adecuado a ciertas obras que, en su momento de escritura, no fueron
pensadas como construcciones estticas.
A propsito de la importancia de la diferenciacin entre tradicin y canon,
en el contexto de las corrientes historiogrficas en Amrica Latina, tambin es
posible hacer una lectura de las polmicas adelantadas con respecto a la posi-
cin inmanentista que se preciaba de su cientificidad frente a las mltiples
tendencias sociolgicas de la literatura. Antonio Cornejo Polar, en su artculo
14 Capital simblico y cultural acumulado que garantiza la creencia en la lucha por ocupar un lugar central en
el campo literario. Cf. Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Barcelona: Editorial Anagrama. 1997.
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No. 49, 2006
(IM) PERTINENCIA DEL CONCEPTO DE TRADICIN LITERARIA PARA UNA HISTORIA ...
Sistemas y sujetos en la historia literaria latinoamericana, explica que tal vez
la razn por la cual se opt con tanta frecuencia por la sincrona haya sido
el desprestigio de la tradicin historiogrfica:
[] entrampada por los lastres del idealismo, siempre dispuesto a suponer que la
historia literaria es una paulatina revelacin de algunas esencias escondidas, como
el ser de Amrica, el alma nacional o el espritu del pueblo, y por los del
positivismo, tan erudito como opaco, enceguecido por su obcecada fe en la historia
como curso lineal, cancelatorio y perfectivo, pero sobre todo con la carencia de
alternativas viables para superar los gruesos errores de esa tradicin (1988: 67).
No obstante, el valor de un concepto como el de tradicin requiere de la
elaboracin de un modelo de periodizacin que concretice, en trminos de
funcin de la literatura y concepcin de lo esttico, el verdadero objeto de es-
tudio. Para tales efectos, consideramos que la determinacin de los vectores
de formacin de la modernidad colombiana es el paso previo a la elaboracin
de un marco terico, a partir del cual se podrn identificar puntos claves para
establecer las diversas modalidades de las tradiciones no ya de la escritura,
sino de la palabra en Colombia.
Para terminar, pensamos que los planteamientos tericos tanto de ngel
Rama como de Antonio Cornejo Polar son una base para la determinacin
de dichos vectores de formacin de la modernidad en Amrica Latina.
15
Es
as como el crtico uruguayo, en su trabajo titulado La ciudad letrada (1984),
establece un mapa de los sucesivos modelos en el proceso histrico cultural
de Amrica Latina desde la Conquista hasta la segunda mitad del siglo XX
(la ciudad letrada, la ciudad escrituraria y la ciudad moderna). En trminos
generales, las cualidades de esta propuesta se centran en la capacidad de abarcar
y reconstruir el proceso histrico y cultural tomando en cuenta los mltiples
niveles de prcticas y actores que intervienen en la conformacin de pblicos
nacionales; al igual que la relacin dialctica entre la lectura y la escritura. As
pues, se ocupa de la produccin simblica, ideolgica y cultural mediante la
recuperacin de la materialidad de la actividad intelectual, de la produccin
y circulacin cultural al punto de poner en evidencia las relaciones entre la
produccin esttica y los modelos poltico-econmicos en las que surgen. Como
contrapeso a la tradicin representada por la ciudad letrada, Rama presenta el
15 Al nombre de ngel Rama es imprescindible sumar los aportes de Rafael Gutirrez Girardot, Beatriz Gonzlez
Stephan, Antnio Cndido, Ana Pizarro, entre otros nombres.
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ALFREDO LAVERDE OSPINA
concepto de transculturacin (1982, 42-43), a partir del cual se puede explicar
el surgimiento de las literaturas nacionales en Amrica Latina durante el siglo
XX. Desde esta perspectiva, las literaturas nacionales, que se debatan entre la
tendencia regionalista y cosmopolita, sufren notables cambios como efecto de
la asimilacin de los procedimientos estticos provenientes de las vanguardias
literarias desde el Modernismo. En especial en la faccin de los regionalistas,
el redescubrimiento de la oralidad y las estructuras narrativas populares los
convirti en verdaderos transculturadores, pues no slo redescubrieron el
mito, tal como ya lo haban hecho los cosmopolitas, sino que aprovecharon
el irracionalismo vanguardista para la exploracin y la ficcionalizacin del
pensar mtico.
De acuerdo con Rama, la transculturacin es el proceso mediante el cual
se incorporan nuevos elementos mediante la rearticulacin total de la estructura
cultural propia, apelando a nuevas focalizaciones dentro de su herencia a
partir de tres procedimientos: prdidas, selecciones, redescubrimientos e in-
corporaciones aplicadas en las tres categoras bsicas de la literatura: la lengua,
la estructura literaria y la cosmovisin en cuanto sistema literario.
Por su parte, Antonio Cornejo Polar se mostr renuente a aceptar las im-
plicaciones ideolgicas del concepto de transculturacin narrativa, pues vea
que en l la sntesis cultural se operaba en el seno de la cultura hegemnica
y se ignoraban, una vez ms, los discursos que no han incidido en el sistema
de la literatura ilustrada. Por ello, comienza por enunciar los conceptos de
homogeneidad y heterogeneidad dentro de los cuales se confirma la existen-
cia de tres sistemas en la literatura latinoamericana (la indgena, la popular
y la culta en espaol). La homogeneidad se refiere a la literatura escrita y
leda por sujetos de un mismo estrato social y la heterogeneidad apunta a la
duplicidad de los signos socioculturales de su proceso productivo en donde, al
menos, uno de sus elementos no coincide con la filiacin de los otros. Segn el
crtico, estos sistemas, profundamente escindidos y plurales, al ser historizados
exigen que se examine el curso de cada uno de ellos con sus tiempos y ritmos
propios, y las imprevisibles relaciones que guardan entre s, pues es un hecho
que los sistemas populares e indgenas han funcionado como intertextos
del discurrir de la literatura culta.
16
16 De acuerdo con esta postura, Cornejo Polar afirma: creo que la categora histrico hermenutica ms
apropiada (para examinar el curso de los sistemas literarios) es una que viene de la tradicin del pensamiento
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(IM) PERTINENCIA DEL CONCEPTO DE TRADICIN LITERARIA PARA UNA HISTORIA ...
En conclusin, para Cornejo Polar en Amrica Latina no existe una li-
teratura sino verdaderos sistemas literarios con sujetos, espacios y tiempos
distintos que se infiltran en las instancias ms importantes de los procesos
socioculturales, tales como: emisor/discurso-texto-receptor, etc.
Tanto la transculturacin de Rama como la heterogeneidad de Corne-
jo Polar, lejos de contraponerse, son complementarias. Las dos surgen de la
aceptacin de ms de un sistema literario en Amrica Latina y por ello, desde
nuestra perspectiva se distancian del canon como un imperativo categrico para
dar paso a la existencia de una tradicin plural cuyas expresiones en muchas
ocasiones se han entrecruzado y desde las cuales es imposible dar cuenta tanto
de la ptica de la ciudad letrada como de la homogeneidad de la literatura
ilustrada.
En conclusin, al desplazar el concepto de historia de la literatura por el
de tradiciones de la palabra, por ser ms incluyente y amplio, estamos ha-
ciendo nfasis en la necesaria configuracin de un modelo de periodizacin
que, adems de respetar los procesos socio histricos y estticos nacionales y
continentales, incluya la multiplicidad de los procesos que se adelantan en la
lucha por el reconocimiento de otras ordenaciones de la memoria y acepte que
el racionalismo iluminista no siempre ha sido evidente para todo el mundo
(Chakrabarty, 1988: 166).
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