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Entrevista A G. Hoyos

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1.

Profesor Hoyos, su quehacer filosfico muestra una actitud


crtica frente a una necesidad humana: la educacin. Cmo la
entiende y de qu modo la filosofa ayuda a pensarla?
He sido educador toda mi vida y he tenido experiencias de muy
diversa ndole. La ms importante: en mi docencia de filosofa
tanto en la Universidad Nacional de Colombia como en la
Pontificia Universidad Javeriana. He tenido adems la oportunidad
de colaborar con otras universidades pblicas y privadas en
Colombia. Form parte del Consejo Nacional de Educacin de
COLCIENCIAS y del Comit Nacional de Doctorados y Maestras
y del Consejo Nacional de Acreditacin, CNA, durante cinco aos,
del cual fui Coordinador dos aos. As que mi experiencia me da
alguna autoridad para opinar sobre educacin. Cultivo ltimamente
el tema de la filosofa de la educacin como el esfuerzo por pensar
desde la filosofa la educacin y su significado para la formacin
de la persona y para la consolidacin de la sociedad. Por ello
defiendo ante todo un sentido de educacin que antes de pretender
formar especialistas busque formar personas, ciudadanas y
ciudadanos en el sentido ms pleno de la palabra para una sociedad
ordenada, justa, en la que la convivencia y la cooperacin sean las
garantas de la paz y las promotoras de la democracia.
el escenario ideal
nunca se da, como
tampoco se dan las
condiciones ideales de
dilogo o de
democracia, pero hay
que buscar acercarse a
ellas.
He escrito algunas cosas sobre filosofa de la educacin y sobre el
tema de educacin en valores, en el que he contado con la
compaa de Miquel Martnez, quien fuera Vicerrector de la
Universidad de Barcelona y coordina un grupo importante sobre
estos temas en dicha Universidad. Mi primera incursin en el tema
de las relaciones entre filosofa y educacin data de 1990, cuando
me pidieron prologar el colectivo de Mario Daz y Jos A. Muoz,
Pedagoga, discurso y poder (CORPRODIC, Bogot), donde ya
sugera que la pedagoga es filosofa aplicada en el sentido actual
de aplicacin, en el que la prctica incide y retroalimenta la teora.
Ya desde entonces vengo proponiendo la urgencia de desarrollar
una teora discursiva de la pedagoga a partir de la teora del actuar
comunicacional de Jrgen Habermas. Para m, educacin es
comunicacin, y puesto que la competencia ciudadana por
excelencia es la competencia comunicacional, lo primordial en la
educacin es la formacin ciudadana.

2. Qu significa para usted rescatar un paradigma humanista para
la educacin contempornea?

En estos das apareci el ltimo libro de Martha C. Nussbaum,
filsofa norteamericana de origen judo, con quien tuve el honor de
compartir mesa redonda sobre Tolerancia en el II Congreso
Iberoamericano de Filosofa en Lima en enero de 2004. Se titula:

No por ganancia: Por qu la democracia necesita de las
humanidades? All sostiene Nussbaum la tesis de que la decadencia
de las humanidades en la educacin actual puede significar un
verdadero desastre para la democracia, ya que ellas son esenciales
para formar ciudadanas y ciudadanos que se reconozcan
democrticamente. Pero recientemente, - enfatiza Nussbaum- se
piensa de las humanidades como si fueran en contrava de los
objetivos prioritarios de la educacin. Preocupados slo por el
crecimiento econmico, tratamos la educacin cada vez ms como
si su objetivo primario fuera ensear a los estudiantes a ser
productivos econmicamente, ms que a pensar crticamente y a
formarse como capaces de aprender de su experiencia y de
comprender a las instituciones y a sus conciudadanos. Esta visin
tan corta acerca de la utilidad de la educacin y de nuestras
urgencias, ha socavado nuestra habilidad para criticar la autoridad,
ha reducido nuestra simpata con los marginados y diferentes, y ha
daado nuestra competencia para ocuparnos de problemas globales
complejos. Y la prdida de estas capacidades bsicas pone en
riesgo la salud de las democracias y la esperanza en un mundo
decente. Como respuesta a esta grave situacin, Nussbaum
argumenta que deberamos resistir a los intentos por reducir la
educacin a un mero instrumento del gran producto interno bruto.
No podemos aceptar que la educacin se ofrezca slo por demanda
de una sociedad y un Estado cada vez ms inclinados a una especie
de capitalismo cognitivo. En lugar de ello debemos trabajar para
reconectar la educacin a las humanidades para poder dar a los
estudiantes la capacidad de ser ciudadanos crticos y creativos de
acuerdo con las utopas democrticas de sus pases y del mundo.
Yo mismo he interpretado la Carta sobre el humanismo de Martin
Heidegger en este sentido, mostrando cmo cuando l afirma que
desde hace mucho tiempo el pensar est en lo seco, esto en
Colombia puede ser aplicado a la educacin, ocupada desde hace
mucho con temas como los de la tecnologa educativa, obsesionada
por ser ciencia y sometida a ser evaluada por fuera de su
elemento, como se hace con la esencia y la virtud del pez por su
capacidad de permanecer vivo en lo seco. De esta forma la
educacin se ha olvidado de las cosas mismas y se ha empeado en
temas de evaluacin por resultados, acreditacin por indicadores,
formalidades de diversa ndole, pruebas SABER, exmenes del
ICFES, exmenes ECAES, y muchos otros procedimientos, que
hacen que prime lo cuantitativo sobre lo cualitativo, lo
procedimental sobre la sustancia. Como lo dice Heidegger es
necesario retornar el pensar a su elemento por ms que los muchos
piensen que esto es irracional. Hay que retornar la educacin a su
elemento, es decir, a procesos comunicacionales en los que
participen los estudiantes desde su mundo de la vida y adquieran
debemos trabajar para
reconectar la
educacin a las
humanidades para
poder dar a los
estudiantes la
capacidad de ser
ciudadanos crticos.




una formacin para la democracia, naturalmente tambin para
desempearse profesionalmente de acuerdo con sus capacidades.
Tenemos que poder volver a pensar la universidad sin condicin,
como lo sugiere Jacques Derrida, gracias a las Humanidades, lo
que podra tener lugar maana: el lugar en el que lo impredecible
pudiera llegar a ser acontecimiento.
3. Dado el tema sobre la educacin, cuya formacin del ciudadano
es necesaria, cul es el escenario ideal y real para la emergencia
de un ciudadano capaz de asumir una actitud crtica frente a sus
gobernantes y de incorporarla a la hora de votar? Usted cree que
ese escenario existi en Colombia, en la pasada eleccin
presidencial?
Bueno, el escenario ideal nunca se da, como tampoco se dan las
condiciones ideales de dilogo o de democracia, pero hay que
buscar acercarse a ellas. Si se piensa en las ltimas elecciones, las
que llevaron a la presidencia a Juan Manuel Santos, hubo muchos
problemas, ya conocidos y analizados por expertos en el tema. Yo
personalmente pienso que en asuntos de poltica todava vale el
planteamiento de Kant en La paz perpetua acerca de las relaciones
entre moral, derecho y poltica. All l propone que la moral puede
solucionar los problemas que se presenten entre el derecho y la
poltica, sometiendo a esta ltima al derecho, pero sin ignorar que
llegar un momento en el que la poltica brille con todo su
esplendor. Dicho momento es el actual en el que el origen del
derecho no es, como todava pensaba Kant, la moral, sino
precisamente la poltica. Pero esto no exime a la poltica de tener
en cuenta el sentido tico de los asuntos pblicos, de suerte que los
polticos no lleguen a confundir el Estado de derecho con un mero
estado de opinin, que es el fenmeno meditico que se est
apoderando de Colombia y de muchas otras democracias fetiche.
Por ello, no creo que baste con escuchar los buenos propsitos del
nuevo Presidente y sus Ministros para olvidar lo acontecido en los
ltimos aos en Colombia. Cuando Santos proclama en pblico a
lvaro Uribe como segundo Libertador, precisamente en tiempos
de bicentenario, hay dos posibilidades: o que efectivamente como
lo dice lo siente y entonces no se ve claro que las cosas puedan
cambiar, o lo dice irnicamente con la picarda que le puso a la
compaa presidencial y tampoco se ve cmo un candidato pcaro
(viene de picarda) pueda cambiar las cosas en Colombia. Hay una
expresin de Jrgen Habermas en su presentacin autobiogrfica
para el Premio Kyoto en 2004, con la que quiero evaluar todo lo
que se dice en estos das del nuevo estilo de gobierno, cuando
comparo estos discursos recientes sobre el buen gobierno con las
picardas de la campaa de Santos y con su participacin
consciente en el Gobierno de las chuzadas, de los falsos positivos,
"Colombia, pas de
desplazados en los
ltimos aos, es cada
vez ms desigual en lo
relacionado con la
justicia como
equidad.
de las notaras, la parapoltica y la yidispoltica, los atajos y el
todo vale. Habermas terminaba su autopresentacin enunciando
enfticamente: lo nico que no puede permitirse un intelectual es
ser cnico. Quiz un poltico en sus debidas proporciones?

4. Pareciera que muchos ciudadanos colombianos no tuvieran
memoria histrica, que nisiquiera privilegieran los meros datos, y
mucho menos, lo ms importante, la intencin de ver la conexin
entre ellos y as repensar la historia polticamente. Cul es para
usted el papel de la memoria o de la historia en la construccin de
este ciudadano crtico?
Hay un sentido muy profundo de memoria, de comprensin de la
historia, y es todo lo desarrollado de manera tan brillante por
Gadamer. La hermenutica nos ensea a reconocer en nuestra
historia, a comprender en ella lo que en gran parte somos. Es parte
determinante, lo que corresponde a la imaginacin narrativa (M.
Nussbaum), del aporte de las humanidades a la formacin de
ciudadanas y ciudadanos. Este peso de las tradiciones, esta
necesidad del comprender intersubjetivo, del respeto a ciertas
tradiciones como reconocimiento de la finitud y de la contingencia
no es slo compromiso con aquellos a quienes debemos nuestro
presente, sino sobre todo solidaridad con las vctimas para
procurar, como lo sugiere Walter Benjamin, que sus ideales y
esperanzas no se queden sin realizar en el futuro. Y las vctimas en
Colombia no han sido tratadas como tales, las tenemos olvidadas,
nos importunan. Nuestro discurso poltico sigue siendo el de los

vencedores. Naturalmente que la filosofa y las ciencias sociales
crticas piensan diferente sobre el trato que debemos dar a nuestra
historia, cepillarla a contrapelo, como escribe Benjamin. Pero este
saber crtico es precisamente el que incomoda hoy a los que
disean y ejecutan las polticas pblicas en educacin, economa,
salud, vivienda, distribucin de la tierra. Colombia, pas de
desplazados en los ltimos aos, es cada vez ms desigual en lo
relacionado con la justicia como equidad. Esta y no otra es la causa
bicentenaria de la violencia, as en el ltimo gobierno se hubieran
empeado en convencernos que no hay conflicto y que todo es
problema de unos bandidos terroristas contra un Estado de opinin
equitativo, incluyente, democrtico. Reyes Mate acaba de ganar un
importante premio en Espaa con su libro La herencia del olvido.
Ensayos en torno a la razn compasiva, en el que en cierta manera
nos invita a ensayar una filosofa y unas ciencias sociales y
humanas con memoria desde la perspectiva de las vctimas.

5. Colombia ha vivido una experiencia histrica con esta eleccin
presidencial. Surgi un imaginario social acerca de la juventud que
les otorgaba a los jvenes una capacidad crtica y participativa.
Luego de ver los resultados electorales usted de qu modo
planteara promover una formacin del ciudadano joven? Desde la
escuela?
Efectivamente hubo momentos en los que se crey que se podra
cambiar sustantivamente el modo de hacer poltica en Colombia:
respeto a la vida por sobre todo, no a la corrupcin y a la
politiquera, adis a las trampas. Creo que los primeros que
tendran que evaluar lo sucedido deberan ser los jvenes que nos
ilusionaron con una participacin masiva y entusiasta en el proceso
poltico que acaba de culminar con cierta derrota de los verdes y de
la oposicin al uribismo. Qu ocurri? Falt algo de
pragmatismo en el proceso mismo? Analistas entendidos han dicho
que los jvenes son anti-poltica, naturalmente no todos, pero s la
Si la Constitucin del
91 tuvo su origen en
los jvenes de la
sptima papeleta no
veo por qu hoy no se
pueda lograr algo
semejante.
mayora. El pasado proceso pareca mostrar lo contrario. Al final
no fue as y lo que sigui a la derrota de Antanas parece ser una
especie de calma chicha, que ya comienza a asustarnos. Ojal se
animen de nuevo los jvenes y se pueda evaluar con ellos lo
sucedido y proponer caminos nuevos hacia el futuro, desde
aquellos valores democrticos que en su momento los
entusiasmaron y que siguen siendo absolutamente vlidos. Si la
Constitucin del 91 tuvo su origen en los jvenes de la sptima
papeleta no veo por qu hoy no se pueda lograr algo semejante. Lo
que no se puede es pensar que la poltica no implique momentos
determinantes de racionalidad estratgica dentro de los lmites del
uso pragmtico de la razn prctica. Principios fundamentales
como la vida es sagrada, los recursos pblicos son sagrados y
no todo vale corresponde al uso moral y tico de la misma razn
prctica y no niegan su uso pragmtico, sino que lo exigen y
orientan en muchos casos.
6. Teniendo en cuenta que el nuevo gobierno colombiano tendr
como poltica enfatizar en la industrializacin tcnica del pas,
cuyo fin es la competitividad qu lugar debe tener el nuevo
humanismo o la educacin como comunicacin, basada en la
tolerancia, la diferencia y la pluralidad, en la construccin de ese
ciudadano activo, crtico e impertinente que usted tanto promueve?
En otros lugares he propuesto cambiar el imperativo de la
competitividad por el de la cooperacin. Pienso que educar para la
competitividad tiene el peligro de convertirse en educacin
individualista. Una educacin en cooperacin y para la cooperacin
no es menos promisoria en trminos de calidad y de desarrollo
como libertad. Al fin y al cabo la democracia como forma de vida
es cooperacin entre diferentes.

Esta concepcin de la cooperacin parte de un punto de vista tico
y moral: el reconocimiento del otro como diferente en su diferencia
y por tanto como interlocutor vlido, es decir como participante en
procesos de construccin de sociedad. Pienso que una educacin
para el respeto, el reconocimiento, la cooperacin, forma mejores
Pienso que educar
para la
competitividad
tiene el peligro de
convertirse en
educacin
individualista.










la perspectiva CTS,
ciudadanos, que la que se empea en liderazgo, excelencia, xito,
productividad y competitividad. La primera educa para la
convivencia y la paz, la segunda se mueve en los lmites del
individualismo y el caudillismo. La primera forma en el sentido
ms profundo de moralidad, el que nos manda no usar nunca al
otro slo como medio, sino siempre al mismo tiempo como fin. Es
el imperativo moral de no instrumentalizar a nadie.
7. Qu significa reflexionar la interrelacin ciencia, tecnologa y
sociedad, en un mundo globalizado, desde una perspectiva tica y
poltica?
Me parece que recorta el sentido de educacin y de desarrollo
como libertad un discurso unilateral y reduccionista por la ciencia,
la tecnologa y la innovacin, como lo viene proponiendo
COLCIENCIAS. Por el contrario, la perspectiva CTS, ciencia,
tecnologa y sociedad, afirma enfticamente la necesidad de pensar
la ciencia y la tecnologa al servicio de la sociedad y no a la
inversa. Se trata de nuevo de responder al imperativo kantiano, que
acabamos de mentar, en el sentido abarcante de usar la humanidad
en nosotros mismos y en los dems nunca slo como medio, sino
siempre y al mismo tiempo tambin como fin. Como se ve es
reiterativa la presencia de la tesis de Nussbaum acerca de la
urgencia que tiene la sociedad contempornea de una formacin
por un nuevo humanismo. Ella desarrolla su tesis en su ya clsico
estudio sobre la educacin superior en Norteamrica El cultivo de
la humanidad. Una defensa clsica de la reforma en la educacin
liberal, en cuatro pasos que quisiera recordar: la actitud socrtica
del autoexamen y del cuidado de s; el principio de los estoicos y
ms tarde de Kant acerca de la ciudadana cosmopolita: somos
ciudadanos del mundo! La imaginacin narrativa en el sentido de la
primaca de la hermenutica, las artes y las letras, como ya lo
enunciamos antes; y entonces s, a partir de la intersubjetividad del
comprender desarrollar las ciencias en sus diversos discursos en
actitud interdisciplinaria en bsqueda de la objetividad del saber.
8. Sabemos que usted es el director del Instituto de Biotica de la
Pontificia Universidad Javeriana. Qu es biotica y cul es su
papel dentro de la sociedad actual?
No es fcil definir biotica, como tampoco lo es definir en general
campos complejos del quehacer humano. Prefiero por ello acudir
ms bien al mtodo fenomenolgico y tratar de caracterizar las
cosas mismas como aparecen, como se me dan. Me inspira mucho
la expresin que comparte Diego Gracia con Stephen Toulmin: en
este siglo la tica ser biotica o no ser nada. Lo que quiere decir
ciencia, tecnologa y
sociedad, afirma
enfticamente la
necesidad de pensar la
ciencia y la tecnologa
al servicio de la
sociedad.














las instituciones
no tienen
conciencia sino
normas.


que la vida es sagrada y que toda moral y toda tica deben
orientarse por ella. As trataba de proponerlo programticamente en
mi lectio inauguralis para la Maestra en Biotica, al referirme al
ensayo Problemas ticos en medicina, para el volumen 12 sobre
Cuestiones morales de la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofa
de Diego Gracia, discpulo y sucesor en la Complutense de Madrid
de Pedro Lan Entralgo en su Ctedra de Historia de la Medicina.
All afirma Gracia que La biotica es la tica civil de nuestras
sociedades en los albores del siglo XXI. La tica de estas dcadas
ser biotica o, en caso contrario, no ser nada. Con esto quiere
sintetizar lo que ha significado la biotica en los ltimos aos,
anlisis con el que estoy de acuerdo, a saber: Una secularizacin
tanto de la moral como de la tica, en el sentido de que la filosofa
ha vuelto a apropiarse de algo que pareca ser patrimonio
nicamente de las religiones y de la teologa. Esto es
particularmente evidente escribe Gracia- en el campo de la tica
de la vida, del cuerpo, de la sexualidad, de la reproduccin, de la
muerte; brevemente, en el mbito de la tica mdica o, mejor an,
de la biotica, quiz la parte menos secularizada y emancipada de
la tutela eclesistica hasta hace muy pocas dcadas.
A esto aadira yo que ahora es necesario liberar a la biotica del
paternalismo de la tica mdica o de los mdicos para devolverla a
la filosofa, de suerte que sta en unin con las ciencias, en su
capacidad de polglota al renovar el dilogo de saberes (salud
pblica, medio ambiente, teologa, neurociencias, etc.), la entregue
definitivamente a quienes pertenece, es decir a ciudadanas y
ciudadanos en su mundo de la vida y en la sociedad civil. Aqu vale
de nuevo lo que J. Habermas reclama a J. Rawls con respecto a la
poltica: No el filsofo, los ciudadanos han de tener la ltima
palabra.
En este sentido el mismo Diego Gracia reinterpreta los cuatro
principios de la biotica propuestos por Poter, a saber, autonoma,
beneficencia, justicia y no-maleficencia, en la lnea de las
relaciones entre morales de mximos y tica de mnimos, de
manera que se entiendan la autonoma y la beneficencia como
valores y mximos morales, propios de una tica del cuidado, y la
justicia y la no-maleficencia como mnimos ticos con contenido
normativo, propios de morales deontolgicas. Se tratara en la
discusin actual entre Jrgen Habermas y Hilary Putnam de la
diferencia y relacin entre valores y normas. Para solucionar en
perspectiva pluralista dicha relacin problemtica propone Putnam
relacionar diversas concepciones de la moral en una especie de
dispositivo para un nuevo humanismo: compara la tica con una
mesa con varias patas que, aunque se tambalea cuando el suelo no










es llano, es difcil de volcar . Su mesa se sostiene sobre cuatro
patas: en Levinas encuentra la idea de que la tica es filosofa
primera al motivar mi responsabilidad frente al rostro del otro;
Kant aporta la moral universalista e igualitaria; Aristteles el telos
del florecimiento humano, y Dewey el sentido tico poltico de la
comunicacin y la concertacin en el espacio pblico. Lo
importante de la complementariedad de estos cuatro enfoques es
que permite ir solucionando utpicamente en la historia la
insociable sociabilidad, desde diferentes concepciones del bien en
procura de respuestas prcticas a una pluralidad de intereses
humanos. Se busca el horizonte normativo de los derechos
humanos, lo que constituye la propuesta de un patriotismo
constitucional, y se ampla el pluralismo moral a diversas formas
de motivacin valorativa.
Esta consideracin de biotica es consciente de todo lo que est en
juego: ya no slo todo lo relacionado con la tradicional tica
mdica, sino el sentido de la vida humana misma, de la calidad de
vida y de su hbitat en las fronteras en las que se encuentra la
ciencia, la tecnologa y la innovacin, la ingeniera social gradual,
la gentica y las neurociencias en este mundo globalizado.
9. Nos gustara saber qu piensa sobre la objecin de conciencia
que funcionarios de algunos hospitales manifiestan poseer a la hora
de atender casos en los que la ley ordena que se deben atender,
como por ejemplo un aborto.
Este como muchos otros casos complejos y por tanto conflictivos
pone en relacin la biotica con la religin y con el derecho. Las
soluciones nunca podrn ser definitivas porque siempre habr
posibilidades de conflictividad entre normas y valores o entre
morales de mximos y tica de mnimos expresada jurdicamente.
Pienso que la objecin de conciencia es un derecho de las personas
que son las que tienen conciencia, por ejemplo en el caso del
servicio militar. No me parece adecuado hablar de objecin de
conciencia por parte de una institucin, porque las instituciones no
tienen conciencia sino normas. Se habla de ellas como personas
jurdicas en sentido analgico con las personas naturales, pero
mientras stas tienen conciencia, las personas jurdicas se
constituyen por cierta normatividad. En caso extremo sugiero que
se busque la manera de poder hablar no de objecin de conciencia
sino de desobediencia civil. Pero no tengo el caso claro por no ser
abogado. S tengo claro, por lo dicho anteriormente, que no es
apropiado apelar a objecin de conciencia en nombre de una
institucin.
Pero creo que ms all o ms ac del problema jurdico, los
motivos religiosos en estos casos tambin tendran que tener en
cuenta los motivos genuinamente morales de la persona que ha
optado por tomar una decisin, por ejemplo la de interrumpir un
embarazo dentro de las normas establecidas jurdicamente.
Tambin la mujer que toma una decisin tan complicada como sta
merece respeto y que se la considere tambin a ella capaz de
moral y por tanto capaz de asumir responsablemente algo tolerado
por la ley.

10. Es cierto que la palabra competitividad se ha vuelto la palabra
de este siglo, tal y como lo fueran calculo en el siglo XVIII y
progreso en el siglo XIX. Incluso hoy en da la medicina cobra por
adquirir todo aquello que denomina dicha palabra. Qu opina
acerca del uso de medicamentos como Ritalin- con el fin de
aumentar el enfoque de los nios y jvenes y as hacerlos
competitivos.
Ya he adelantado algo sobre este punto, cuando indiqu cmo una
educacin para la cooperacin puede ser mucho mejor que una para
la competitividad. Con respecto a los aspectos de biotica que
habra que tomar en cuenta a este respecto, es decir, cuando la
medicina o la gentica entran a manipular la vida humana, no
siempre teraputicamente, no puedo sino referirme al magnfico
libro de Jrgen Habermas, El futuro de la naturaleza humana:
Hacia una eugenesia liberal?, traducido al espaol en Editorial
Paids. De mi ensayo La comunicacin y los principios morales de
la biotica, preparado para una publicacin de la UNESCO,
Estatuto Epistemolgico de la Biotica (Mxico, 2005), en el que
utilizo las tesis de Habermas, tomo estas ideas.
El experimentar con la naturaleza humana en la perspectiva de
mejorar la competitividad tiene relacin con algunos experimentos
en ingeniera gentica. El problema de la as llamada eugenesia
liberal, cuando la praxis deja al criterio de los padres la
intervencin en el genoma del vulo fecundado, es que sin alterar
la libertad de la persona futura, s debilita su conciencia natural
para obrar responsablemente. Con la prdida de la frontera entre lo
que llega a ser como no-disponible o crecido naturalmente, y lo
hecho y fabricado, se transforman tambin las relaciones entre
aquellos que ejecutan un cambio gentico y aquellos que son objeto
del mismo. Quien juega a Dios (padres y expertos) juegan a la
vez con la autonoma de sus diseos de persona y violan las
reglas de quienes quieren participar en el juego de lenguaje moral.
El argumento termina por tematizar el sentido del riesgo que se
corre y de los precedentes que se crean, en una especie de efecto
domin. El peligro est en la facilidad con que se puede pasar de
la eugenesia negativa (teraputica) a una positiva (liberal). Y sta
nos puede llevar por una especie de despeadero a preguntarnos:
por qu deberamos querer ser morales, si la biotcnica puede
darse el lujo de ignorar clandestinamente nuestra identidad como
esencia propia de la especie misma?. La ltima utopa, el mundo
feliz, ahora en el horizonte de los sistemas autopoiticos! Lo que
est en juego es la actitud con respecto al otro, la esencia moral de
una tica de la especie: quien acta debera contar, al menos
contrafcticamente, con el acuerdo de una segunda persona, que
bien pudiera decir s o no, y que nacer.
As, los cambios que puede inducir la ingeniera gentica se
relacionan con la autocomprensin del hombre en general: la
tecnificacin de la naturaleza humana cambia la autocomprensin
tica de la especie en el sentido en que ya no nos podemos
comprender como personas ticamente libres y moralmente
iguales, orientados por normas y principios. Corresponde a
ciudadanos comprometidos ticamente con una visin del hombre
y de la sociedad, defender polticamente aquellas caractersticas
genricas que nos permiten convivir como personas morales, es
decir, iguales por nacimiento, capaces de autonoma y de
desarrollarse reconociendo autonoma, tanto la propia como la de
sus prjimos.
11. Para terminar, cul cree que es el reto de los colombianos en
los prximos cuatro aos del gobierno de Santos?
Creo que lo respondido por Antanas Mockus en vsperas de la
posesin del nuevo Presidente es lo ms prudente. Esperemos
siquiera los primeros 100 das para ver qu tanto tolera la retrica y
el papel. No es ajena a la teora del actuar comunicacional la
prueba de la veracidad, que no se verifica con ms retrica sino con
acciones que correspondan a la autenticidad de quien pretende ser
escuchado por otros. No significa que no se pueda dar confianza a
quien le apuesta a cambiar; mejor naturalmente si lo expresa en el
sentido del propsito de cambio. Ya los periodistas aprendieron de
los polticos a hablar de pasar la pgina, ya estn destruyendo los
espejos retrovisores y quieren convencernos de que siempre es
posible mirar slo hacia adelante. Para un filsofo esto no es
posible porque pecara de ingenuidad, negara la memoria, que no
el perdn, que tampoco es olvido, porque una autntica cultura del
perdn requiere del sentimiento de culpa y del respeto pblico a la
memoria tambin pblica de las vctimas. Necesitamos memoria
para poder comprender el autntico sentido de reflexin de la
filosofa, del filosofar en cuanto tal, como lo sealan
explcitamente tanto Husserl, como Gadamer y Walter Benjamin
entre muchos otros. Filosofar desmemoriadamente no es un modo
deficiente de reflexin sino mala filosofa.

1
Ver mi libro con Julin Serna y Elio Fabio Gutirrez, Borradores para una filosofa de la
educacin, Siglo del Hombre Editores, Bogot 2007; y mi introduccin a Filosofa de la
educacin, Enciclopedia Iberoamericana de Filosofa, EIAF, volumen 29, Trotta, Madrid, 2008.
Con Miquel Martnez coordin la serie de educacin en valores de la Organizacin de Estados
Iberoamericanos para la Educacin, la Ciencia y la Cultura, OEI, y soy autor de tica y
educacin en valores en: Qu significa educar en valores hoy? Barcelona, Octaedro-OEI,
2004, pp. 45-75, y coautor con M. Martnez de Educacin para la ciudadana en tiempos de
globalizacin en: La formacin en valores en sociedades democrticas, Barcelona, Octaedro-
OEI, 2006, pp. 15-50.

2
Martha C. Nussbaum, Not for Profit: Why Democracy needs the Humanities, Princeton
University Press, 2010.
3
Jacques Derrida, Universidad sin condicin, Trotta, Madrid, 2002.
4
Hilary Putnam, Ethics without Ontology, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 2004,
p. 28.
5
Ver: Jess Vega Encabo y Francisco Javier Gil Martn, op. cit. pp. 42-43.

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