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La presente seleccin es traduccin directa e ntegra de los cuentos
correspondientes de la coleccin de los hermanos Grimm,
Kinder und Hausmrchen, publicada en Berln (1812-1817). De la introduccin: Gustavo Martn Garzo, 1998, 2010 De la traduccin: Mara Antonia Seijo Castroviejo y Grupo Anaya, 1985, 1998, 2010 De las ilustraciones, 1998, 2010 Javier Serrano: ilustracin de cubierta Miguelanxo Prado: El lobo y los siete cabritillos y Los msicos de Bremen Silvia Blanco: El fiel Juan y La nia de los gansos Fino Lorenzo: Rapnchigo y Los mensajeros de la muerte Tino Gatagn: Hnsel y Gretel y Blancanieves Javier Zabala: El pescador y su mujer y El viaje de Pulgarcito Pablo Daz: El sastrecillo valiente y Blancanieves y Rosarroja Miguel Calatayud: La Cenicienta y El Pjaro de oro. Jess Gabn: Caperucita Roja y La Bella Durmiente Federico Delicado: Los seis cisnes y La reina de las abejas Mara Jess Santos: Pulgarcito y La alondra de len cantarina y saltarina De esta edicin: Grupo Anaya, S.A., 1998, 2010 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid www.anayainfantilyjuvenil.com e-mail: anayainfantilyjuvenil@anaya.es 1. edicin, octubre 2010 ISBN: 978-84-667-9295-0 Depsito legal: M. 34.760/2010 Impreso en Pealara, S.A. Fuenlabrada Madrid Impreso en Espaa - Printed in Spain Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, que establece penas de prisin y/o multas, adems de las correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin. Traduccin: Mara Antonia Seijo Castroviejo Introduccin: Gustavo Martn Garzo Apndice: Herman Grimm Ilustraciones: Javier Serrano, Miguelanxo Prado, Silvia Blanco, Fino Lorenzo, Tino Gatagn, Javier Zabala, Pablo Amargo, Miguel Calatayud, Jess Gabn, Federico Delicado, Mara Jess Santos Cuentos de Grimm ndice Introduccin: Teora del final feliz .............................................. 7 El lobo y los siete cabritillos................................................................. 13 El fiel Juan .............................................................................................. 19 Rapnchigo ............................................................................................ 31 Hnsel y Gretel ...................................................................................... 37 El pescador y su mujer ......................................................................... 49 El sastrecillo valiente ............................................................................ 61 La Cenicienta ......................................................................................... 73 Caperucita Roja ..................................................................................... 83 Los msicos de Bremen ........................................................................ 89 Pulgarcito ............................................................................................... 95 El viaje de Pulgarcito ............................................................................ 105 Los seis cisnes ........................................................................................ 113 La Bella Durmiente ............................................................................... 121 Blancanieves ........................................................................................... 127 El pjaro de oro...................................................................................... 141 La reina de las abejas ............................................................................ 153 La alondra de len cantarina y saltarina............................................ 157 La nia de los gansos ............................................................................ 167 Blancanieves y Rosarroja ..................................................................... 177 Los mensajeros de la muerte ............................................................... 187 Apndice: Los hermanos Grimm. Recuerdos de Herman Grimm ........ 191 1313 El lobo y los siete cabritillos H aba una vez una vieja cabra que tena siete ca- britillos y los quera como solo una madre puede querer a sus hijos. Un da quiso ir al bosque y buscar comida; entonces llam a los siete a su presencia y dijo: Queridos hijos, tengo que salir al bosque. Protegeos del lobo, que, si entra, os devorar enteros. El malvado se disfraza a menudo, pero lo conoceris inmediatamente por su voz ronca y sus patas negras. Los cabritillos dijeron: Querida madre, tendremos cuidado; puedes irte sin ninguna preocupacin. Entonces, la vieja bal y se puso en camino llena de tranquilidad. CUENTOS DE GRIMM 14 No haba pasado mucho tiempo, cuando alguien llam a la puerta de la casa y exclam: Queridos nios, vuestra madre est aqu y os ha tra- do algo a cada uno de vosotros. Pero los cabritillos reconocieron por la voz ronca que era el lobo. No abrimos exclamaron, t no eres nuestra ma- dre; ella tiene una voz fina y melodiosa y tu voz es ronca; t eres el lobo. Despus de esto, el lobo se fue a casa de un tendero y se compr un gran trozo de tiza; se la comi y se aclar con ella la voz. Luego, regres, llam a la puerta de la casa y dijo: Abrid, queridos hijos, vuestra madre est aqu y os ha trado algo a cada uno de vosotros. Pero el lobo haba colocado sus negras patas en la ven- tana, los nios las vieron y dijeron: No abrimos, nuestra madre no tiene las patas negras como t; t eres el lobo. Entonces, el lobo corri a casa de un panadero y dijo: Me he dado un golpe en la pata, chame por encima un poco de masa. Y cuando el panadero le haba untado ya la pata, corri a ver al molinero y dijo: Espolvorame blanca harina sobre la pata. El molinero pens: Este lobo quiere engaar a al- guien, y se resisti a hacerlo, pero el lobo dijo: Si no lo haces, te devorar. El molinero tuvo miedo y le puso la pata blanca. S: as son los hombres. Entonces, fue el malvado por tercera vez a la puerta de la casa, llam y dijo: Abridme, nios, vuestra querida madrecita ha regre- sado a casa. Y os ha trado algo del bosque a cada uno. Los cabritillos gritaron: CUENTOS DE GRIMM 16 Ensanos primero tus patas para que sepamos que t eres nuestra querida mamita. Entonces, el lobo coloc la pata en la ventana y, cuando la vieron blanca, los cabritillos creyeron que era verdad todo lo que les deca y abrieron la puerta. Pero quien entr fue el lobo. Se asustaron y quisieron esconderse. Uno salt por encima de la mesa, el segundo se meti en la cama, el ter- cero, en la estufa, el cuarto, en la cocina, el quinto, en el ar- mario, el sexto, debajo del barreo de lavar, y el sptimo, en la caja del reloj de pared. Pero el lobo los encontr, y no gast muchos cumplidos, engullndoselos a todos. Des- pus de que el lobo hubo calmado su apetito, se march y se tumb en la verde pradera bajo un rbol y comenz a dormir. No mucho ms tarde, regres la vieja cabra a casa des- de el bosque. Pero, ay! Qu es lo que vio? La puerta de la casa estaba abierta de par en par; mesas, sillas y bancos es- taban volcados todos en el suelo; el barreo de la ropa esta- ba hecho aicos; la manta y los cojines haban sido tirados de la cama. Busc a sus hijos, pero no los pudo encontrar en parte alguna. Llam, uno por uno, a todos por sus nom- bres, pero nadie respondi. Finalmente, cuando lleg al l- timo, son una fina voz: Querida mam, estoy escondido en la caja del reloj. Lo sac, y l le cont que el lobo haba venido y haba devorado a los otros. Podis imaginaros lo que ella llor a sus hijos. Por fin, sali fuera con toda su pena, y el ms pe- queo de los cabritillos la acompa. Cuando lleg a la pradera, all estaba el lobo bajo el rbol, roncando de tal manera que los rboles temblaban. Lo observ detenida- mente y vio que en su vientre superlleno algo se mova y se agitaba. Dios mo pens. Estarn mis nios, que se ha tragado para la cena, todava vivos?. A esto, fue co- rriendo a casa el cabritillo y cogi unas tijeras, aguja e hilo. EL LOBO Y LOS SIETE CABRITILLOS 17 Luego, le abri la panza al monstruo y, apenas haba hecho un corte, sac un cabritillo la cabeza; sigui cortando, y as fueron saltando uno tras otro, y estaban todos vivos y no haban sufrido el menor dao, pues el monstruo, en su an- sia, se los haba tragado enteros. Qu alegra! Todos abra- zaron a su madre saltando de gozo como si les hubiera to- cado la lotera. La vieja, sin embargo, dijo: Ahora, id y buscad piedras; con ellas, le llenaremos a este impo animal la barriga mientras duerme todava. Los cabritillos, entonces, transportaron rpidamente las piedras y le metieron en la barriga tantas como les fue po- sible hacerlo. Despus de esto, la vieja le cosi a toda prisa, de tal manera que no notara nada y no se moviese. Cuando por fin hubo descansado bien, el lobo se incor- por y, al producirle las piedras en el estmago tanta sed, quiso ir a un pozo a beber. Cuando comenz a andar y a moverse de un lado para otro, chocaban las piedras unas con otras haciendo ruido. Entonces exclam: CUENTOS DE GRIMM 18 Qu es lo que ahora retumba y en mi barriga resuena? Cre que eran seis cabritillos y solo parecen piedras. Y cuando el lobo lleg al pozo y se inclin hacia el agua y quiso beber, las piedras le arrastraron hacia dentro y se ahog de forma lamentable. Cuando los siete cabritillos vieron esto, llegaron co- rriendo y exclamaron en voz alta: El lobo est muerto, el lobo est muerto! Y bailaron de pura alegra con su madre alrededor del pozo. 1919 El fiel Juan
rase una vez un viejo rey que estaba enfermo y pen-
s: Seguramente esta cama en la que estoy ser mi lecho de muerte. Entonces dijo: Haced que venga el fiel Juan. El fiel Juan era su sirviente ms querido, y se llamaba as porque haba sido fiel toda su vida. Cuando lleg ante la cama, le dijo el rey: Mi fiel Juan, presiento que mi fin est cerca ya y no tengo otra preocupacin que mi hijo: an es muy joven y no siempre sabe comportarse como es debido; si t no me prometes que le ensears todo lo que l debe saber y que sers su padre adoptivo, no podr cerrar mis ojos en paz. A esto contest el fiel Juan: CUENTOS DE GRIMM 20 No le abandonar y le servir con fidelidad, aunque me cueste la vida. El viejo rey dijo entonces: As, puedo morir sin temor y en paz y sigui ha- blando: Despus de mi muerte, le ensears todo el pala- cio, todos los aposentos, salas y criptas, y todos los tesoros que all hay. Pero no le ensees la ltima cmara, en el lar- go pasillo, en la que est guardado el retrato de la hija del rey del techo de oro; si ve el retrato, sentir un inmenso amor por ella, perder el conocimiento, y por su causa arrostrar graves peligros. De todo esto debes protegerlo. El fiel Juan se lo prometi, y cogi otra vez la mano al viejo rey. Este se qued en silencio, pos su cabeza en el cojn y muri. Una vez que el viejo rey fue llevado a la tumba, el fiel Juan cont al joven rey lo que le haba prometido a su pa- dre en el lecho de muerte y le dijo: Eso lo mantendr con toda certeza, y te ser fiel como le fui a l, aun a costa de mi propia vida. Pas la poca de luto y entonces el fiel Juan le dijo: Ya es tiempo de que veas tu herencia; te ensear el palacio de tu padre. Lo llev por todos los sitios, de un lado a otro, y le hizo ver todas las riquezas y todas las suntuosas cmaras; sola- mente no le ense el aposento en el que se encontraba el cuadro peligroso. El cuadro, sin embargo, estaba colgado de tal manera que, cuando la puerta se abra, se le vea en- teramente, y estaba hecho de forma tan esplndida que se pensaba que estaba lleno de vida y que no haba algo ms delicioso ni ms hermoso en toda la tierra. El joven rey se dio perfectamente cuenta de que el fiel Juan pasaba siem- pre de largo por una puerta y dijo: Por qu no me abres nunca esta puerta? Hay algo ah dentro ante lo que te asustaras. EL FIEL JUAN 21 Pero el joven rey respondi: Ya he visto todo el palacio, y ahora quiero saber lo que hay ah. Y yendo haca all quiso abrir la puerta por la fuerza. Entonces le retuvo el fiel Juan y dijo: Promet a tu padre en su lecho de muerte que no ve- ras lo que est en el aposento; podra traernos a los dos una gran desgracia. Ay, no contest el joven rey. Si no entro ah, es mi perdicin con seguridad; no tendr reposo ni de da ni de noche hasta que no lo haya visto con mis ojos. Por tanto, no me mover de aqu hasta que no hayas abierto. Entonces, el fiel Juan comprendi que no haba nada que hacer y, con el corazn entristecido y un enorme suspi- ro, sac la llave del gran manojo. Cuando hubo abierto la puerta, entr l primero, pensando que as tapara el cua- dro para que el rey no lo viera antes que l. Pero de qu sirvi todo esto? El rey se puso de puntillas y mir por en- cima de su hombro. Y al ver el cuadro de la doncella, que era tan magnfico y brillaba a causa del oro y de las piedras preciosas, se desmay, cayendo al suelo. El fiel Juan le le- vant, le llev hasta su lecho y pens, lleno de gran preocu- pacin: Ya ha sucedido la desgracia. Dios mo, qu pasa- r ahora?. Lo reconfort con vino hasta que recobr el conocimiento. Sus primeras palabras fueron: Ay, de quin es ese cuadro tan hermoso? Es la hija del rey del techo de oro dijo el fiel Juan. El rey sigui hablando: Mi amor por ella es tan intenso que, si todas las hojas de los rboles fueran lenguas, no lo podran expresar sufi- cientemente. Pondr mi vida en juego hasta que la consiga. T eres mi fiel Juan y tienes que ayudarme. El fiel Juan reflexion durante largo tiempo en cmo deberan acometer el asunto; crea que era difcil llegar ante CUENTOS DE GRIMM 22 la presencia de la hija de aquel monarca. Finalmente, en- contr un medio y le dijo al rey: Todo lo que ella tiene a su alrededor es de oro: me- sas, sillas, fuentes, vasos, escudillas y dems utensilios do- msticos. En tus tesoros hay cinco toneladas de oro: haz que algunos de los orfebres del reino las conviertan en toda clase de recipientes y utensilios, as como en toda cla- se de pjaros, animales de caza y animales maravillosos; eso le gustar; viajaremos con todo ello hasta all y proba- remos suerte. El rey hizo llamar a todos los orfebres del reino; estos tuvieron que trabajar da y noche hasta que estuvieron aca- bados los objetos ms maravillosos. Cuando todo estuvo cargado en el barco, el fiel Juan y el rey se vistieron con ropas de comerciante para no ser reconocidos. Y viajaron por mar durante mucho tiempo hasta que llegaron a la ciu- dad en la que viva la hija del rey del techo de oro. El fiel Juan hizo que el rey permaneciera en el barco y lo esperara. Quiz dijo traiga conmigo a la hija del rey; por eso, cuida de que todo est en orden, haz que expongan los recipientes de oro y que adornen todo el barco. Despus de esto se guard en su mandilillo una serie de cosas de oro, baj a tierra y fue directamente al palacio real. Cuando lleg al patio de palacio, haba al lado del pozo una hermosa muchacha que llevaba dos cubos de oro en las manos y sacaba agua con ellos. Pero cuando ella iba a lle- varse el agua clara y se volvi, vio al extrao hombre y le pregunt quin era. Entonces contest l: Soy comerciante y abri su mandil para que viera. Entonces, ella exclam: Huy, qu cosas de oro tan preciosas! Deposit los cubos en el suelo y las mir una detrs de otra. A continuacin, la muchacha dijo: CUENTOS DE GRIMM 24 Esto lo tiene que ver la hija de rey; le gustan tanto las cosas de oro, que os lo comprar todo. Lo cogi de la mano y lo subi, pues era la doncella. Cuando la hija del rey vio la mercanca se sinti muy feliz y dijo: Est trabajado de forma tan hermosa, que te lo voy a comprar todo. Pero el fiel Juan habl: Yo soy solamente el servidor de un rico comerciante; lo que tengo aqu no es nada comparado con lo que mi se- or tiene en el barco, que es lo ms artstico y magnfico de lo que haya sido trabajado nunca en oro. Ella quera que le trajeran todo, pero l dijo: Para ello se necesitaran muchos das. Es tan grande la cantidad y haran falta tantas salas para colocarlo, que en vuestra casa no hay espacio para ello. Con esto, se vieron estimuladas cada vez ms su curio- sidad y ganas, de tal manera que finalmente dijo: Llvame al barco; quiero ir personalmente y contem- plar los tesoros de tu seor. El fiel Juan la condujo al barco sintindose muy feliz, y, cuando el rey divis a la princesa, vio que su belleza era todava ms grande de como haba sido representada en el cuadro, y no pens en otra cosa ms que en el temor de que su corazn se deshiciera en pedazos. Entonces, subi ella al barco y el rey la condujo hacia el interior; el fiel Juan se qued, sin embargo, detrs, junto al timonel, y mand des- atracar el barco: Desplegad las velas de tal manera que vuele como un pjaro en el aire! El rey le ense, dentro, la vajilla dorada pieza por pie- za: las fuentes, los vasos, las escudillas, los pjaros, los ani- males de caza y los animales maravillosos. Pasaron muchas horas, en las que ella estuvo contemplando todo aquello, y EL FIEL JUAN 25 en su gozo no advirti que el barco navegaba. Cuando ya haba observado las ltimas piezas, le dio las gracias al co- merciante y quiso regresar a casa, pero cuando lleg al bor- de del barco percibi que estaban en alta mar, lejos de la costa, y que navegaban a toda vela. Ay! grit asustada. Me han engaado, estoy se- cuestrada y he cado en las manos de un comerciante. Pre- ferira morir. El rey, sin embargo, la cogi por la mano y dijo: No soy un comerciante, sino un rey, y no inferior en nacimiento a lo que eres t. Si te he raptado con astucia, ha sucedido a causa de mi gran amor: la primera vez que vi tu retrato me desmay. Cuando la hija del rey del techo de oro oy esto, se con- sol y su corazn sinti atraccin hacia l, de tal manera que accedi de buen grado a convertirse en su esposa. Sucedi, sin embargo, que, mientras se hallaban en alta mar, el fiel Juan, que estaba sentado tocando un instrumen- to, vio tres cuervos que se acercaban volando. Dej de tocar y aguz el odo para saber lo que hablaban, pues compren- da su lenguaje. Uno dijo: Ay, ya se lleva a la hija del rey del techo de oro a casa! S contest el segundo, pero todava no la tiene. Habl el tercero: La tiene, sin lugar a dudas, pues est sentada junto a l en el barco. De nuevo comenz el primero: Y de qu le servir todo eso? Cuando lleguen a tierra, se le acercar un caballo alazn, l querr montarlo y, cuan- do lo haga, el caballo remontar con l en el aire, de tal manera que no volver a ver a su doncella. Habl el segundo: Y no hay salvacin posible? CUENTOS DE GRIMM 26 Oh, s; si otro se monta rpidamente y saca la escope- ta que habr en el arzn y mata al caballo, el rey estar salvado. Pero quin sabe esto? Y quien lo sepa y lo diga, se convertir en piedra desde la punta de los pies hasta la ro- dilla. Entonces habl el segundo: Yo s todava un poco ms. Aunque se mate al caba- llo, el joven rey no tendr a su prometida. Cuando lleguen a palacio, all habr una camisa de boda en una bandeja, y parecer como si estuviera tejida con oro y plata, pero no es ms que de azufre y brea. Cuando se la ponga, arder hasta la mdula de los huesos. Habl el tercero: Y no hay salvacin posible? Oh, s contest el segundo, si alguien con guan- tes coge la camisa y la tira al fuego, de tal manera que arda, entonces, estar salvado el joven rey. Pero de qu sirve todo esto? Quien lo sepa y se lo diga se convertir en piedra desde las rodillas hasta el corazn. Entonces habl el tercero: Yo s todava ms. Aunque se queme la camisa del novio, no tendr el joven rey a su prometida. Cuando des- pus de la boda d comienzo el baile y la joven reina dance, de pronto, se pondr muy plida y caer como si estuviera muerta; y si no la levanta alguien, y le chupa tres gotas de sangre de su pecho derecho y las escupe despus, la joven reina morir. Pero, si alguien lo sabe y lo revela, se conver- tir en piedra desde la punta de los pies hasta la cabeza. Despus de que los cuervos haban dicho todo esto si- guieron volando. El fiel Juan lo haba entendido todo muy bien, pero a partir de ese momento permaneci callado y triste; pues, si le ocultaba a su seor todo lo que haba odo, este sera desgraciado, y si se lo descubra, l tena que per- der la vida. Finalmente, se dijo para s: Salvar a mi seor, EL FIEL JUAN 27 aunque me vaya la vida en ello. Cuando llegaron a tierra sucedi lo que los cuervos haban dicho anteriormente: se acerc un estupendo alazn. Venga, este me llevar a palacio dijo el rey. Y quiso montarlo, pero el fiel Juan lleg antes, se su- bi a toda velocidad, sac el arma de la funda y mat al caballo. Entonces exclamaron los otros servidores del rey, que no queran bien al fiel Juan: Qu lstima, matar al hermoso animal que tena que llevar al rey a su palacio! Pero el rey habl y dijo: Callad y dejadle tranquilo. Es mi fiel Juan, y quin sabe para qu ha servido esto? Luego fueron a palacio. En el saln haba una bandeja, y la camisa de novio all preparada, y no pareca ser de otra cosa que de plata y oro. El joven se dirigi hacia all y quiso cogerla, pero el fiel Juan lo apart, la cogi con guan- tes, la llev rpidamente al fuego y dej que se quemara. Los otros sirvientes comenzaron de nuevo a murmurar y dijeron: Ved, ahora incluso quema la camisa del rey. Pero el joven rey habl: Quin sabe para qu ha de servir esto? Dejadle en paz; es mi fiel Juan. Se celebr la boda, comenz el baile y la novia empez tambin a danzar. El fiel Juan prestaba atencin observan- do su rostro; de pronto, la joven palideci y cay como si estuviera muerta al suelo. Entonces, Juan salt a toda ve- locidad, la levant, la llev a un aposento, la tumb, se arrodill, chup las tres gotas de sangre de su pecho dere- cho y las escupi luego. Rpidamente, volvi a respirar y se recuper, pero el joven rey haba visto todo y, no sa- biendo por qu el fiel Juan haba hecho esto, se puso fu- rioso y dijo: CUENTOS DE GRIMM 28 Llevadlo a prisin. A la maana siguiente, el fiel Juan fue juzgado y se le llev a la horca, y cuando ya estaba arriba para ser ajusti- ciado, dijo: El que va a morir puede hablar una vez antes de su muerte. Tengo tambin derecho a ello? S dijo el rey, te ser concedido. Entonces habl el fiel Juan: He sido injustamente juzgado, pues yo te he sido siempre leal. Y cont cmo haba odo en el mar la conversacin de los tres cuervos, y cmo, para salvar a su seor, haba teni- do que hacer esto. Entonces dijo el rey: Oh, mi fiel Juan, perdn, perdn, bajadlo de ah! Pero apenas el fiel Juan haba pronunciado la ltima palabra, cay sin vida convertido en piedra. Todo esto caus gran pesar al rey y a la reina, y l dijo: Ay, de qu manera he premiado yo tanta fideli- dad! E hizo levantar la estatua de piedra y colocarla en su dormitorio. Cada vez que la miraba, lloraba y deca: Ay, si te pudiera volver a la vida, mi fiel Juan...! Pas algn tiempo y la reina dio a luz dos gemelos, dos niitos, y segn iban creciendo eran su alegra. Un da, cuando la reina estaba en la iglesia y los nios jugaban con el padre, este contempl la estatua de piedra, lleno de tristeza, suspir y dijo: Ay, si te pudiera volver a la vida, mi fiel Juan...! Entonces comenz la estatua a hablar y dijo: S, puedes hacer que vuelva a la vida si quieres utili- zar para ello lo que te es ms querido. Entonces exclam el rey: Todo lo que tengo en la tierra lo dar por ti. EL FIEL JUAN 29 La piedra sigui hablando: Si t, con tus propias manos, cortas la cabeza a tus dos hijos y me untas con su sangre, yo volver a la vida. El rey se asust cuando oy que tena que matar l mis- mo a sus propios hijos, pero, pensando en la gran fideli- dad de Juan y en que haba muerto por l, desenvain su espada y cort de un golpe la cabeza de los nios. Y, cuan- do hubo untado con su sangre la piedra, esta volvi a la vida y el fiel Juan estuvo de nuevo sano y salvo ante l. Y habl as al rey: Tu fidelidad no debe quedar sin recompensa y cogi las cabezas de los nios, las coloc en su sitio, unt las heri- das con su sangre, y con esto quedaron curados en el acto, saltaron y siguieron jugando, como si no les hubiera pasado nada. El rey estaba lleno de alegra, y, cuando vio llegar a la reina, escondi al fiel Juan y a los dos nios en un gran ar- mario. Cuando entr, le pregunt: Has rezado en la iglesia? S contest ella, pero he pensado constantemen- te en el fiel Juan, que ha sido tan desgraciado por nuestra causa. A continuacin habl l: Querida esposa, nosotros podemos volverle a la vida, pero nos costar la vida de nuestros dos hijos; tenemos que sacrificarlos. La reina se puso plida y se le hel la sangre del susto; sin embargo, dijo: Estamos en deuda con l a causa de su gran fideli- dad. El rey se alegr de que ella pensara como l haba pen- sado, se dirigi al armario, lo abri y sac a los nios y al fiel Juan y dijo: CUENTOS DE GRIMM 30 El Seor sea alabado: l est salvo y tenemos de nue- vo a nuestros hijos. Y le cont cmo haba pasado todo. A partir de ese momento vivieron juntos y felices hasta el final de sus vi- das.