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La Vida Divina

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LA VIDA DIVINA

SRI AUROBINDO

Tomo I
La Realidad Omnipresente y el Universo



Captulo I - La Aspiracin Humana

Ella marcha hacia la meta de quienes pasan ms all, es la primera en la
eterna sucesin de alboradas por llegar; Usha se expande poniendo de
manifiesto lo que vive, despertando a alguien que ha muerto Cual es su
alcance, cuando armoniza las alboradas que ya brillaron con las que ahora
deben refulgir? Desea las antiguas maanas y las llena de luz; proyectando
hacia delante su iluminacin, entra en comunicacin con el resto de lo que ha
de venir.
Kutsa Angirasa Rig Veda


Son triples aquellos supremos nacimientos de esta fuerza divina que est en el
mundo; son verdaderos, son deseables; se desplaza en el Infinito y brilla puro,
luminoso y pleno Lo que es inmortal en los mortales y dotado de la verdad,
es un dios, establecido interiormente como una energa, que obra en nuestros
poderes divinos Trnate espiritualmente elevada, oh Fuerza, atraviesa todos
los velos, manifiesta en nosotros las cosas del Dios.
Vamadeva Rig Veda



La primitiva preocupacin del hombre en sus despiertos pensamientos y, como
parece, su inevitable y ltima inquietud, pues ella sobrevive a los ms
prolongados periodos de escepticismo y retorna tras cada proscripcin, es
asimismo la suprema preocupacin que su pensamiento puede considerar. Se
manifiesta en la adivinacin de Dios, en el impulso hacia la perfeccin, en la
bsqueda de la pura Verdad y clara Bienaventuranza, en el sentido de una
secreta inmortalidad. Los antiguos albores del conocimiento humano nos
legaron su testimonio de esta constante aspiracin; hoy en da vemos una
humanidad, -complacida ms no satisfecha con el victorioso anlisis de las
exterioridades de la Naturaleza-, preparndose para retornar a sus primeros
anhelos. La primitiva frmula de la Sabidura promete ser sus ltimos: Dios,
Luz, Libertad, Inmortalidad.

Estos persistentes ideales de la especie son, a la vez, la contradiccin de su
normal experiencia y la afirmacin de superiores y ms profundas experiencias
que resultan anormales para la humanidad y slo han de lograrse, en su
integridad organizada, mediante un revolucionario esfuerzo individual o un
evolutivo progreso general. Conocer, poseer y constituir el divino ser en una
conciencia animal y egosta , convertir nuestra sombra u oscura mentalidad
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fsica en la plena iluminacin supramental, construir paz y dicha auto-existente,
all donde slo hay tensin por conseguir transitorias satisfacciones ante el
asedio del dolor fsico y el sufrimiento emocional, establecer una libertad infinita
en un mundo que se presenta como un grupo de necesidades mecnicas,
descubrir y comprender la vida inmortal en un cuerpo sujeto a la muerte y a
constante mutacin; todo esto se nos ofrece corno la manifestacin de Dios en
la Materia y la meta de la Naturaleza en su evolucin terrestre. Para el comn
intelecto material, que cree que su presente organizacin de la conciencia es el
lmite de sus posibilidades, la directa contradiccin de los irrealizados ideales
con el hecho realizado es un argumento final contra su validez. Pero si
tomamos una visin ms reflexionada del obrar-del-mundo, esa directa
contradiccin parece ms bien una parte del profundsimo mtodo de la
Naturaleza y el sello de su completsima aprobacin.

Pues todos los problemas de la existencia son en esencia problemas de
armona. Surgen de la percepcin de una discordia no-resuelta y de la intuicin
de un no-descubierto acuerdo o unidad. Reposar contento con una discordia no
resuelta, es posible para la parte prctica y ms animal del hombre, pero
imposible para su mente plenamente despierta, y generalmente incluso sus
partes prcticas slo eluden la necesidad general de armonizar contrarios
eludiendo el problema o aceptando un compromiso tosco, utilitario y no-
iluminado. Pues esencialmente, toda la Naturaleza busca una armona, vida y
materia en su propia esfera, al igual que la mente en la organizacin de sus
percepciones. Cuanto mayor es el desorden aparente de los materiales
ofrecidos o la aparente diferencia esencial, -hasta de irreconciliable oposicin-,
de los elementos que han de ser utilizados, ms fuerte es el estmulo, y ste
lleva a un orden ms sutil y pujante que el que puede ser normalmente el
resultado de un esfuerzo menos difcil. El acuerdo o combinacin de la Vida
activa con el material con que se forja la forma, -en el cual el estado de
actividad por si misma parece ser la inercia-, es un problema de opuestos que
la Naturaleza ha resuelto y busca siempre resolver mejor con mayores
complejidades; pues su solucin perfecta sera la inmortalidad material del
cuerpo animal plenamente organizado que sirve de sostn a la mente. El
acuerdo o combinacin de la mente consciente y de la voluntad consciente con
una forma y una vida en s mismas no abiertamente conscientes de s mismas
y capaces, cuando ms, de una voluntad mecnica o subconsciente, es otro
problema de opuestos en el que la Naturaleza ha producido asombrosos
resultados y apunta siempre hacia maravillas superiores; y su postrer milagro
sera una conciencia animal que ya no marche en busca de la Verdad y la Luz
sino que las posea, con la omnipotencia que resultar de la posesin de un
conocimiento directo y perfeccionado. Entonces, no slo es racional en s
mismo el impulso ascendente del hombre hacia la conformidad de opuestos
an ms elevados, sino que es tambin la nica finalizacin lgica de una regla
y de un esfuerzo que parecen ser el mtodo fundamental de la Naturaleza y el
sentido mismo de sus esfuerzos universales.

Hablamos de la evolucin de la Vida en la Materia, de la evolucin de la Mente
en la Materia; pero evolucin es una palabra que solamente seala el
fenmeno sin explicarlo. Pues aparentemente no hay razn de por qu la Vida
ha de evolucionar de los elementos materiales o la Mente de la forma viviente,
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a menos que aceptemos la solucin Vedntica de que la Vida ya est envuelta
en la Materia y la Mente en la Vida porque, en esencia, la Materia es una forma
velada de la Vida, la Vida una forma velada de la Conciencia. Parece que
entonces hay escasa objecin a un paso ms adelante en la serie y la admisin
de que la conciencia mental misma puede ser slo una forma y un velo de
estados superiores de Conciencia que estn ms all de la Mente. En ese
caso, el indomable impulso del hombre hacia Dios, la Luz, la Bienaventuranza,
la Libertad y la Inmortalidad, se presenta en su lugar correcto en la cadena, del
mismo modo que el imperativo impulso por el que la Naturaleza busca
evolucionar ms all de la Mente, parece tan natural, verdadero y justo como el
impulso hacia la Mente que la Naturaleza implant en ciertas formas de Vida.
Tal como all, aqu el impulso existe -ms o menos oscurecido en sus
diferentes vasos o planos- con una serie siempre ascendente en el poder de su
querer-ser; tal como all, aqu evoluciona gradualmente y obliga a evolucionar
plenamente los rganos y facultades necesarios. As como el impulso hacia la
Mente parte de las ms sensibles reacciones de la Vida en el metal y en la
planta subiendo hasta su plena organizacin en el hombre, de igual manera en
el hombre mismo existe la misma serie ascendente, la preparacin, si no es
algo ms, de una vida superior y divina. El animal es un laboratorio viviente en
el que la Naturaleza elabor al hombre. El hombre mismo bien puede ser un
laboratorio pensante y viviente en el cual, con su cooperacin consciente, la
Naturaleza elaborar al superhombre, al dios. O ms bien no diremos que
manifestar a Dios? Pues si la evolucin es la progresiva manifestacin en la
Naturaleza de lo que durmi o trabaj en ella desde dentro, envuelto, tambin
es asimismo la abierta realizacin de lo que ella es secretamente. Entonces no
podemos atribuir su lentitud a una etapa dada de su evolucin, ni tenemos
derecho a condenar cualquier intencin que ella ponga de relieve o cualquier
esfuerzo que realice para ir ms all, tal como hacen los fanticos religiosos
calificando dicha intencin o esfuerzo como perverso y presuntuoso, o los
racionalistas, considerando dicha intencin o esfuerzo como enfermedad o
alucinacin. Si es verdad que el Espritu est envuelto en la Materia y que la
Naturaleza aparente es el Dios secreto, entonces la manifestacin de lo divino
en s mismo y la realizacin de Dios, dentro y fuera, son el objetivo supremo y
ms legtimo del hombre sobre la tierra.

De esa manera, la eterna paradoja y la eterna verdad -de una vida divina en un
cuerpo animal, de una inmortal aspiracin o realidad que mora un habitculo
mortal, de una nica, sola y universal conciencia que se representa en
limitadas mentes y divididos egos, de un ser trascendente, indefinible, no sujeto
al tiempo ni al espacio, que por si solo, hace posible el tiempo, el espacio y el
cosmos, y en todos estos, la verdad superior que es realizable por medio y
desde el trmino inferior- se justifica, tanto ante la reflexiva razn como ante el
persistente instinto o intuicin de la humanidad. Con frecuencia, se efectuaron
intentos, -concretados finalmente en preguntas a menudo reputadas insolubles
por el pensamiento lgico-, procurando persuadir al hombre que limitase sus
actividades mentales a los problemas prcticos e inmediatos de su existencia
material en el universo; ms esas evasiones jams fueron permanentes en su
efecto. La humanidad retorna de ellas con un impulso ms vehemente de
investigacin o un hambre ms violenta de solucin inmediata. Por ese hambre
medra el misticismo y surgen nuevas religiones para sustituir a las antiguas que
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han sido destruidas o despojadas de significado por un escepticismo que en s
mismo no puede satisfacer, pues, aunque su actividad fue la investigacin, a
sabiendas no quiso investigar lo suficiente. La tentativa de negar o ahogar una
verdad porque an es oscura en su estructura externa, -y muy a menudo se
halla representada por una oscurantista supersticin o una fe inculta-, es en s
misma un gnero de oscurantismo. La voluntad de escapar a la necesidad
csmica de investigar la Verdad, -porque es ardua, difcil de justificar con
inmediatos resultados tangibles, lenta en regularizar sus operaciones-, debera
haber desembocado en la no aceptacin de la verdad de la Naturaleza y en
una rebelin contra la secreta y ms poderosa voluntad de la gran Madre. Es
mejor y ms racional aceptar que ella no nos permitir como especie rechazar
dicha Verdad, y la elevar desde la esfera del ciego instinto, de la oscura
intuicin y espordica aspiracin hasta ubicarla dentro de la luz de la razn y
de una voluntad instruida y conscientemente-guindose-a-s-misma. Y si existe
cualquier luz superior de iluminada intuicin o verdad auto-reveladora, que
ahora est en el hombre obstruida e inoperante o trabaja con destellos
intermitentes, -como detrs de un velo o con ocasionales manifestaciones
como las luces del Norte en nuestros claros cielos materiales-, entonces
tampoco necesitamos tener miedo a aspirar. Pues es posible que ese sea el
prximo estado superior de la conciencia, de la cual la Mente es slo forma y
velo, y a travs de los esplendores de esa luz puede estar el sendero de
nuestro progresivo auto-engrandecimiento en cualquier estado supremo en que
se halle el ltimo lugar de descanso de la humanidad.



Captulo II - Las Dos Negaciones: 1 La Negacin Materialista

Dinamiz la fuerza-consciente (en la austeridad del pensamiento) y lleg a
conocer que la Materia es el Brahman. Pues de la Materia nacen todas las
existencias; una vez nacidas, por la Materia stas se incrementan y entran en
la Materia en su paso. Luego fue hasta Varuna, su padre, y dijo: Seor,
instryeme sobre el Brahman. Mas su padre le contest: "Dinamiza
(nuevamente) en t la fuerza consciente; pues la Energa es Brahman.
Taittiriya Upanishad


La afirmacin de una vida divina sobre la tierra y de un sentido inmortal en la
existencia mortal puede carecer de fundamento a no ser que reconozcamos no
slo al Espritu como habitante de esta mansin corporal, el usufructuario de
esta vestimenta mutable, sino tambin que aceptemos a la Materia con que
sta est hecha, como material apropiado y noble con la que El
constantemente teje Sus Atuendos, y construye incansablemente la
interminable serie de Sus mansiones.

Esto tampoco es suficiente para precavernos contra un retraerse de la vida en
el cuerpo, a no ser que, con los Upanishads, percibiendo detrs de sus
apariencias la identidad en esencia de estos dos trminos extremos de la
existencia, podamos decir en el lenguaje mismo de aquellos antiguos escritos:
La Materia tambin es el Brahman, y dar su pleno valor a la vigorosa figura
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con la que el universo fsico es descrito como el cuerpo externo del Ser Divino.
Tampoco tan divididos en apariencia son estos dos trminos extremos,
consigue esta identificacin convencer al intelecto racional si rehusamos
reconocer una serie de trminos ascendentes (Vida, Mente, Supermente y los
grados que vinculan a la Mente con la Supermente) entre Espritu y Materia. En
cualquier otro caso, ambos deben aparecer como irreconciliables oponentes
ligados por un infeliz matrimonio y con el divorcio como nica solucin
razonable. Identificarlos, representar a cada uno en los trminos del otro, se
torna una creacin artificial del Pensamiento, opuesta a la lgica de los hechos
y slo posible mediante un irracional misticismo.

Si aseguramos que existe slo un puro Espritu y una sustancia o energa
mecnicas carentes de inteligencia, llamando Dios al primero y Naturaleza a la
segunda, el fin inevitable ser que negaremos a Dios o daremos la espalda a la
Naturaleza. Tanto para el Pensamiento como para la Vida, una eleccin se
torna imperativa. El Pensamiento viene a negar a Dios como ilusin de la
imaginacin o a la Naturaleza como ilusin de los sentidos; la Vida llega a
asirse de lo inmaterial y huye de si misma con disgusto o cae en un xtasis de
auto-olvido, o bien, puede negar su propia inmortalidad y orientarse lejos de
Dios y rumbo al animal. Purusha y Prakriti, la pasivamente luminosa Alma de
los Sankhyas y su mecnicamente activa Energa, nada tienen en comn, ni
siquiera sus opuestos modos de inercia; sus antinomias slo pueden ser
resueltas mediante la cesacin de la inertemente dirigida Actividad
disolvindose en el inmutable Reposo sobre el cual la estril procesin de sus
imgenes ha sido proyectada en vano. El silencioso e inactivo Ser-en-s de
Shankara y su Maya de mltiples nombres y formas son igualmente diferentes
e irreconciliables entidades; su rgido antagonismo puede solamente terminar
por la disolucin de la multitudinaria ilusin en la Verdad nica de un Silencio
eterno.

El materialista tiene ms fcil campo; negando al Espritu, le es posible llegar a
una ms convincente y simple aseveracin, a un Monismo real, al Monismo de
Materia o, incluso, de Fuerza. Ms en esta rigidez de criterio le es imposible
persistir permanentemente. l tambin termina por exponer un incognoscible
tan inerte, tan distante del universo conocido como el pasivo Purusha o el
silencioso Atman. Esto no tiene propsito alguno salvo el de aplazar por una
vaga concesin- las inexorables exigencias del Pensamiento o el de crear una
excusa para rehusar extender los lmites de la investigacin.

Por lo tanto, en estas estriles contradicciones, la mente humana no puede
descansar satisfecha. Debe siempre buscar una afirmacin completa; slo
puede hallarla mediante una luminosa reconciliacin entre Espritu y Materia.
Para alcanzar esa reconciliacin debe atravesar los grados que nuestra
conciencia interior nos impone, y-sea por el mtodo objetivo de anlisis
aplicado a la Vida y a la Mente como a la Materia, o por la sntesis e
iluminacin subjetivas-, llegar al reposo de la unidad ltima sin negar la energa
de la multiplicidad manifiesta. Slo con esa completa y universal afirmacin
pueden armonizarse todos los multiformes y aparentemente contradictorios
datos de la existencia, al igual que las mltiples fuerzas en conflicto que
gobiernan nuestro pensamiento y nuestra vida pueden descubrir la Verdad
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central que aqu simbolizan y de variadas formas realizan. Slo entonces
nuestro Pensamiento puede, habiendo alcanzado un centro verdadero,
cesando de vagar en crculos, trabajar como el Brahman del Upanishad, fijo y
estable aun en su juego y su curso mundial, y nuestra vida, conociendo su
objetivo, servirlo con una firme y serena alegra y luz al igual que con una
energa rtmicamente discursiva.

Pero una vez que ese ritmo ha sido perturbado, es necesario y til que el
hombre ponga a prueba por separado, en su afirmacin extrema, a cada uno
de los dos grandes opuestos. ste es el medio natural de la mente para
retornar ms perfectamente a la afirmacin que perdi. En el camino puede
intentar descansar en los grados intermedios, reduciendo todas las cosas a los
trminos de una original Vida-Energa o de sensacin o de Ideas; pero todas
estas soluciones excluyentes tienen siempre un aire de irrealidad. Pueden, por
un tiempo, satisfacer la razn lgica que slo trata ideas puras, mas no pueden
hacer lo mismo con el sentido de realidad de la mente. Pues la mente sabe que
existe algo tras de s que no es la Idea; sabe, por otra parte, que en su interior
hay algo que es ms que el Hlito vital. Tanto el Espritu como la Materia
pueden darle, transitoriamente, un sentido de realidad ltima; no as cualquiera
de los principios intermedios. Por lo tanto, debe marchar hacia los dos
extremos antes de que pueda regresar fructferamente al todo. Por su propia
naturaleza, el intelecto, -servido por un sentido que slo puede percibir con
claridad las partes de la existencia y por una palabra que, asimismo, slo
puede lograr claridad cuando divide y limita cuidadosamente-, es dirigido,
teniendo ante si esta multiplicidad de principios elementales, a buscar la unidad
reduciendo rudamente todo a los trminos de uno. Para afirmar este uno,
intenta prcticamente, desembarazarse de los otros. Para percibir la verdadera
fuente de la identidad de stos sin este proceso excluyente, debe sobrepasarse
a s mismo o debe haber completado el circuito slo para descubrir que todos
se reducen por igual a Eso, el cual escapa a la definicin o descripcin y que
no slo es real sino tambin alcanzable. Cualquiera que sea el camino por el
que viajemos, Eso es siempre la meta a la que arribamos y slo podemos
eludirla rehusndonos a completar el trayecto.

Por lo tanto, es un buen augurio que despus de muchos experimentos y
soluciones verbales nos encontremos ahora en presencia de los dos que
soportaron solos, durante mucho tiempo, las ms rigurosas pruebas de la
experiencia, los dos extremos, y que al final de la experiencia ambos tendran
que llegar a un resultado que el instinto universal de la humanidad, -ese oculto
juez, centinela y representante del universal Espritu de la Verdad-, rehsa
aceptar como correcto o satisfactorio. En Europa y en la India,
respectivamente, la negacin del materialista y el rechazo del asceta
procuraron afirmarse como nica verdad y dominar el concepto de la Vida. En
la India, si el resultado constituy un gran acervo de los tesoros del Espritu, -o
de algunos de ellos-, tambin represent una gran bancarrota de la Vida; en
Europa, la plenitud de la riqueza y el triunfante dominio de los poderes y
posesiones de este mundo progresaron rumbo a una igual bancarrota de todas
las cosas del Espritu. Ni siquiera el Intelecto, -que busc la solucin de todos
los problemas en uno solo de los trminos, el de la Materia-, encontr
satisfaccin en la respuesta que recibi.
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Por lo tanto, el tiempo hace madurar y la tendencia mundial se desplaza hacia
una nueva y comprehensiva afirmacin -que concierne al pensamiento y a la
experiencia interna y externa-, y hacia su corolario, una nueva y plena auto-
realizacin en una integral existencia humana para el individuo y para la
especie.

Desde la diferencia en las relaciones de Espritu y Materia hasta el
Incognoscible que ambos representan, surge asimismo una diferencia de
efectividad en las negaciones materiales y espirituales. La negacin del
materialista, -aunque ms insistente e inmediatamente exitosa, ms fcil en su
apelacin para la generalidad de la humanidad-, es con todo menos duradera,
menos efectiva, al final, que el absorbente y peligroso rechazo del asceta. Pues
lleva en s misma su propia cura. Su elemento ms poderoso es el
Agnosticismo que, admitiendo al Incognoscible detrs de toda manifestacin,
extiende los lmites de lo incognoscible hasta comprehender todo lo que es
simplemente desconocido. Su premisa consiste en que los sentidos fsicos son
nuestros nicos medios de Conocimiento y que la Razn, por lo tanto, incluso
en sus vuelos ms amplios y vigorosos, no puede escapar ms all de sus
dominios; debe ocuparse siempre y nicamente de los hechos que aquellos le
proponen o sugieren; y las sugestiones mismas deben siempre mantenerse
ligadas a sus orgenes; no podemos ir ms all, no podemos usarlas como un
puente que nos conduzca a un mbito donde entren en juego facultades ms
poderosas y menos limitadas, y haya de instituirse otro gnero de
investigacin.

Una premisa tan arbitraria declara en s misma su propia sentencia de
insuficiencia. Slo puede ser mantenida ignorando o descartando todo el vasto
campo de evidencia y experiencia que la contradice, -negando o minimizando
nobles y tiles facultades, activas consciente u oscuramente, o en el peor de
los casos, latentes en todos los seres humanos-, rehusando investigar los
fenmenos suprafsicos, excepto si son manifestados en relacin con la
materia y sus movimientos y concebidos como una actividad subordinada de
las fuerzas materiales. Tan pronto empezamos a investigar las operaciones de
la Mente y de la Supermente, -en s mismas y sin partir del prejuicio de ver en
ellas slo un subordinado trmino de la Materia-, entramos en contacto con una
masa de fenmenos que escapan por entero a la rgida influencia, al limitador
dogmatismo de la frmula materialista. La premisa del Agnosticismo
materialista desaparece en el momento que admitimos, -tal como nuestra
amplia experiencia nos compele a reconocer-, que en el universo hay
realidades cognoscibles ms all del alcance de los sentidos, y en el hombre
poderes y facultades, que determinan ms bien que son determinados por los
rganos materiales a travs de los cuales se mantienen en contacto con el
mundo de los sentidos, -esa envoltura externa de nuestra verdadera y completa
existencia-. Estamos prontos para una gran afirmacin y una indagacin
siempre-desarrollndose.

Pero antes, es bueno que reconozcamos la enorme e indispensable utilidad del
breve perodo del Materialismo racionalista por el que ha pasado la humanidad.
Pues a ese vasto campo de evidencia y experiencia que ahora empieza a
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reabrir sus puertas para nosotros, slo puede ingresarse con seguridad cuando
el intelecto ha sido rigurosamente preparado para una clara austeridad;
intentado ese campo por mentes inmaduras, se presta a peligrosas
distorsiones y confusas imaginaciones, pues en el pasado qued incrustado un
real ncleo de verdad, pero que se cubri de una costra tal de pervertidas
supersticiones y dogmas contrarios a la razn, que se torna imposible todo
avance en el verdadero conocimiento. Lleg a ser necesario, durante un
tiempo, efectuar una limpieza a fondo de la verdad y de su disfraz, en orden a
clarificar el camino para un nuevo punto de partida y un ms seguro avance. La
tendencia racionalista del Materialismo prest este gran servicio a la
humanidad.

Las facultades que trascienden los sentidos, por el hecho mismo de estar
inmersas en la Materia, -destinadas a trabajar en un cuerpo fsico, con el arns
puesto para tirar de un carro sobre el que tambin actan los deseos
emocionales y los impulsos nerviosos-, estn expuestas a un funcionamiento
mixto en el que corren el riesgo de iluminar lo confuso en vez de clarificar la
verdad. Este funcionamiento mixto resulta especialmente peligroso cuando los
hombres de mentes indisciplinadas y sensibilidades impuras intentan
remontarse hacia los dominios superiores de la experiencia espiritual. En qu
regiones de nubes insustanciales y niebla semibrillante o de tinieblas visitadas
por destellos ms cegadores que iluminadores, no se pierden por esa aventura
prematura y temeraria! Una aventura ciertamente necesaria dado el camino
que la Naturaleza escoge para efectuar su avance pues ella se divierte
mientras trabaja pero todava, prematura y temeraria, para la Razn.

Es necesario, por lo tanto, que avanzando el Conocimiento, debera aportar
como base a la Razn un intelecto claro, puro y disciplinado. Es necesario,
tambin, que ella corrigiera a veces sus errores mediante un retorno, -
conteniendo, restringiendo el hecho sensorial-, a las realidades concretas del
mundo fsico. Tocar la Tierra es siempre revitalizador para el hijo de la Tierra,
aun cuando busque un Conocimiento suprafsico. Asimismo puede decirse que
lo suprafsico solo puede ser dominado completamente hasta las cimas que
siempre podemos alcanzar-- si mantenemos firmemente los pies en lo fsico.
"La Tierra es Su base , dice el Upanishad cuando representa al Ser-en-s que
se manifiesta en el universo. Y es un hecho cierto que cuanto ms ampliamos y
asegurarnos nuestro conocimiento del mundo fsico, ms ampliamos y
aseguramos nuestro fundamento para conseguir el conocimiento superior,
incluso el supremo, el del Brahmavidya.

Por lo tanto, al emerger del perodo materialista del Conocimiento humano
debemos tener cuidado de no condenar temerariamente lo que dejamos o
descartamos, aunque sea una partcula de sus logros, antes que podamos
disponer de percepciones y poderes, bien aferrados y seguros para que
ocupen su lugar. Ms bien observaremos con respeto y admiracin la obra
realizada por el Atesmo en pro de lo Divino y rendir tributo a los servicios que
el Agnosticismo prest al preparar el ilimitable incremento del conocimiento. En
nuestro mundo, el error es continuamente sirviente y explorador de la Verdad;
pues el error es en realidad una media verdad que tropieza debido a sus
limitaciones, a menudo es la Verdad que usa disfraz para llegar, sin que la
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adviertan, a su meta. Estara bien si el error pudiera ser siempre, -como lo fue
en el gran perodo que abandonamos-, el sirviente fiel, severo, consciente,
honrado, luminoso dentro de sus limites, una media verdad y no una inquieta y
presuntuosa aberracin.

Cierto gnero de Agnosticismo es la verdad final de todo conocimiento. Pues
cuando llegamos al final de cualquier sendero, el universo parece tan slo un
smbolo o apariencia de una Realidad incognoscible que se traslada aqu
introducindose en diferentes sistemas de valores, de valores psquicos, de
valores vitales y de los sentidos, de valores intelectuales, ideales y espirituales.
Cuanto ms real se torna Eso, es captado de forma ms evidente
permaneciendo siempre ms all del pensamiento definidor y de la expresin
en que se formula. La mente no llega all, el lenguaje tampoco. Y, as como es
posible exagerar, con los Ilusionistas, la irrealidad de la apariencia, de igual
modo es posible exagerar la incognoscibilidad de lo Incognoscible. Cuando
hablamos de Eso como incognoscible, realmente significamos que Eso escapa
al poder de captacin de nuestro pensamiento y nuestro lenguaje, instrumentos
estos que proceden siempre por el sentido de diferenciacin y se expresan por
medio de la definicin (resaltando diferencias, aislando caractersticas); pero si
no es cognoscible por el pensamiento, Eso es alcanzable mediante un esfuerzo
supremo de la conciencia. Incluso existe un gnero de Conocimiento que es
uno con la Identidad y por el cual, en un sentido, Eso puede ser conocido.
Ciertamente, ese Conocimiento no puede ser reproducido exitosamente en los
trminos de pensamiento y lenguaje, pero cuando lo hemos alcanzado, el
resultado es una revalorizacin de Eso en los smbolos de nuestra conciencia
csmica, no slo en uno sino en todos los tipos (rangos) de smbolos, lo cual
culmina en una revolucin de nuestro ser interno y, a travs de lo interno, de
nuestra vida externa. Ms an, hay tambin una clase de Conocimiento a
travs del cual Eso se revela por s mismo en todos estos nombres y formas de
la existencia fenomnica, la cual slo oculta Eso a la ordinaria inteligencia. ste
es superior al anterior, pero no es el ms alto proceso del Conocimiento que
podemos alcanzar pasando los lmites de la frmula materialista y escrutando
Vida, Mente y Supermente en los fenmenos que son caractersticos de ellas y
no simplemente en aquellos movimientos subordinados por los cuales se
vinculan por s mismas a la Materia.

El Desconocido no es el Incognoscible ; no necesita permanecer desconocido
para nosotros, a no ser que escojamos la ignorancia o persistamos en nuestras
primeras limitaciones. Pues a todas las cosas que no son incognoscibles, a
todas las cosas del Universo, les corresponde en l, facultades por las que
pueden tomar conocimiento de ellas, y en el hombre, el microcosmos, estas
facultades son siempre existentes y, en cierta etapa, capaces de desarrollo.
Podemos elegir no desarrollarlas; donde estn parcialmente desarrolladas,
podemos desanimarlas y atrofiarlas. Pero, fundamentalmente, todo
conocimiento posible es conocimiento accesible al poder de la humanidad. Y
desde que en el hombre existe el impulso inalienable de la Naturaleza en pro
de la auto-realizacin, no puede prevalecer la pugna del intelecto por limitar y
acotar la accin de nuestras capacidades dentro de un rea determinada.
Cuando hemos experimentado con la Materia y comprendido sus secretas
posibilidades, el conocimiento mismo -que encontr conveniente aquella
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temporaria limitacin de facultades-, debe gritarnos, como los Guardianes
Vdicos: "Persiste ahora y empuja hacia adelante tambin en otros campos"

Si el Materialismo moderno fuera simplemente una ignorante aceptacin de la
vida material, el avance se demorara en forma indefinida. Pero dado que su
alma misma es la bsqueda del Conocimiento, ser incapaz de dar la voz de
alto; en el momento en que alcance las barreras de la sensacin-conocimiento
y del razonamiento a partir de la sensacin-conocimiento, su misma prisa lo
llevar ms all, y la rapidez y seguridad con que abarc al universo visible es
slo un adelanto de la energa y xito que esperamos que se repita en la
conquista de lo que est ms all, una vez que se d el paso para cruzar esa
barrera. Ya vemos ese avance en sus oscuros comienzos.

No slo en su nica concepcin final, sino en las grandes lneas generales
resulta que el Conocimiento, por cualquier sendero seguido, tiende a llegar a
ser uno. Nada puede ser ms notable y sugestivo que el nivel alcanzado en el
cual la Ciencia moderna confirma en el dominio de la Materia los conceptos e
incluso las muchas frmulas del lenguaje a las que se lleg por un mtodo muy
diferente, en el Vedanta, -el original Vedanta, no el de las escuelas de filosofa
metafsica, sino el de los Upanishades-. Y estos, por otra parte, a menudo
revelan su pleno significado, sus contenidos ms ricos, slo cuando son vistos
a la nueva luz esparcida por los descubrimientos de la Ciencia moderna, por
ejemplo, la expresin Vedntica que describe cosas en el Cosmos como una
semilla preparada por la Energa universal en multitudinarias formas6.
Especialmente significativa es la direccin de la Ciencia hacia un Monismo que
es compatible con la multiplicidad, hacia la idea Vdica de una esencia con sus
muchas transformaciones. Incluso aunque se siga insistiendo en la apariencia
dualista de Materia y Fuerza , esta distincin realmente no puede permanecer
en el camino de este Monismo. Para ello, se har evidente que la Materia
esencial es una cosa no-existente a los sentidos y slo, como el Pradhana de
los Sankhyas, una conceptual forma de sustancia; y de hecho, cada vez ms
firmemente, es rebasado con creces el punto donde slo una distincin
arbitraria en el pensamiento divide la forma de la sustancia de la forma de
energa.

La Materia se expresa a s misma, eventualmente, como una formulacin de
alguna Fuerza desconocida. La Vida tambin, de forma que el misterio
incomprendido, comienza a revelarse por s mismo como una obscura energa
de sensibilidad encarcelada en su formulacin material; y cuando la divisora
ignorancia sea curada de aquello que nos da la sensacin de un abismo entre
la Vida y la Materia, es difcil de suponer que Mente, Vida y Materia sean
consideradas como algo ms que una misma Energa tres veces formulada, el
triple mundo de los videntes Vdicos. Tampoco podr durar el concepto de una
Fuerza bruta material como la madre de la Mente. La Energa que crea el
mundo no puede ser nada ms que una Voluntad, y esa Voluntad es slo
conciencia que se aplica por s misma a un trabajo y un resultado.

Qu es ese trabajo y ese resultado sino una auto-involucin de la Conciencia
en la forma y una auto-evolucin externa de la forma para revelar, para hacer
presente alguna poderosa posibilidad en el universo que ha creado? Y cmo
11

es su Voluntad en el Hombre si no una voluntad a la Vida interminable, al
Conocimiento ilimitado, al Poder sin trabas? La ciencia misma comienza a
soar con la conquista fsica de la muerte, expresando una sed insaciable por
el conocimiento, queriendo realizar algo as como una omnipotencia terrestre
para la humanidad. El Espacio y el Tiempo se contraen en sus obras hacia el
punto de fuga* , pugnando de cien modos distintos para hacer del hombre el
amo de las circunstancias aligerandole los grilletes de la causalidad. La idea de
lmitacin, de lo imposible comienza a crecer desvaidamente y, en cambio,
parece que cualquier cosa que el hombre desee con constancia, l debe al final
ser capaz de hacerla; pues la conciencia en la especie tarde o temprano
encuentra el medio. No es en el individuo donde esta omnipotencia se ha de
manifestar, sino que ha de ser la colectiva Voluntad de la humanidad quien ha
de llevarlo a cabo con el individuo como el medio adecuado. Y an ms,
cuando miramos ms profundamente, no es cualquier consciente Voluntad de
la colectividad, sino un superconsciente Poder que emplea al individuo como el
centro y el medio, y a la colectividad como condicin y campo. Que es esto,
sino Dios en el hombre, la Identidad infinita, la Unidad multitudinaria, el
Omnisciente, el Omnipotente, quin habiendo hecho al hombre a Su propia
imagen, con el ego como un centro de funcionamiento, con la especie, el
colectivo Narayana7, the visvamanava8, como molde y circunscripcin,
procurando expresar en ellos alguna imagen de la unidad, la omnisciencia, la
omnipotencia que son la autoconcepcin del Divino? " Aquello que es inmortal
en los mortales es Dios y fue establecido interiormente como una energa
obrando en nuestros poderes divinos9. Es a ese enorme impulso csmico al
que el mundo moderno, sin conocer suficientemente su propio objetivo, an
sirve en todas sus actividades y labores subconscientemente para realizarlo.

Pero hay siempre un lmite y un impedimento, -el lmite del campo material en
el Conocimiento, el impedimento de la maquinaria material en el Poder-. Pero
aqu tambin la ltima tendencia es sumamente significativa de un futuro ms
libre. Podemos observar como los puestos avanzados del Conocimiento
cientfico vienen cada vez ms a asentarse sobre las fronteras que dividen lo
material de lo inmaterial, as tambin los logros ms altos de la Ciencia prctica
son los que tienden a simplificar y reducir al punto de fuga la maquinaria por la
cual los mayores efectos son producidos. La telegrafa inalmbrica es el signo
exterior de la Naturaleza y el pretexto para una nueva orientacin. Los medios
fsicos sensibles para la transmisin intermedia de la fuerza fsica son
eliminados; slo son conservados en los puntos de impulsin y recepcin.
Tarde o temprano an estos deben desaparecer; ya que cuando las leyes y las
fuerzas de la suprafsica sean estudiadas desde el punto de partida correcto,
infaliblemente ser encontrado el medio para que la Mente directamente pueda
aprovecharse de la energa fsica manejndola velozmente con exactitud
conforme a su mandato. All, una vez que nos atrevamos a reconocerlo, estn
las puertas que se abren sobre las enormes vistas del futuro.

An incluso si tuviramos el conocimiento pleno y el control de los mundos
inmediatamente encima de la Materia, todava habra una limitacin y todava
un ms all. El ltimo nudo de nuestra esclavitud es ese punto donde lo interno
pugna por la unidad con lo externo, la maquinaria del ego mismo llega a ser
sutilizada al punto de fuga y la ley de nuestra accin es, por fin, unidad
12

abrazando y poseyendo la multiplicidad, y nunca ms, como ahora,
multiplicidad luchando hacia alguna figura de unidad. All est el trono central
del Conocimiento csmico contemplando su dominio ms amplio; all el Imperio
de uno mismo con el Imperio del mundo de uno; all la vida en el eternamente
consumado Ser y la realizacin de Su naturaleza divina en nuestra existencia
humana.




Captulo III - Las Dos Negaciones: 2 El rechazo del asceta

Todo esto es el Brahman; este Atma es el Brahman y el Atma es cudruple.
Ms all de toda relacin, exento de futuro, impensable, en el que todo est
inmvil.
Mandukya Upanishad



Y an existe un ms all.

Pues del otro lado de la conciencia csmica existe, asequible para nosotros,
una conciencia todava ms trascendente, --- trascendente no slo del Ego,
sino del Cosmos mismo--- contra la cual el universo parece proyectarse como
un diminuto cuadro en un inconmensurable fondo. Eso soporta la actividad
universal, o tal vez slo la tolera; Eso abarca la vida con Su vastedad o
tambin la rechaza desde Su infinitud.

Si el materialista est justificado en su punto de vista de insistir en la Materia
como realidad en el mundo relativo como nica cosa de la que, en cierto
sentido, podemos estar seguros, y en el Ms All como

totalmente incognoscible, si no inexistente, un sueo de la mente, una
abstraccin del Pensamiento divorciado de la realidad, de igual manera lo est
el Sannyasin; enamorado de ese Ms All, justificado en su punto de vista de
insistir en el puro Espritu como realidad, en la cosa nica libre de mutacin,
nacimiento, muerte, y lo relativo como creacin de la mente y los sentidos, un
sueo, una abstraccin en sentido contrario de la Mentalidad que se aparte del
Conocimiento puro y eterno.

Qu justificacin, lgica o experimental, puede proponerse en apoyo de un
extremo que no se halle con una lgica igualmente convincente y una
experiencia igualmente vlida en el otro extremo? El mundo de la Materia se
afirma en la experiencia de las sensaciones fsicas, las que, puesto que son
incapaces de percibir algo inmaterial o no organizado como burda Materia, nos
persuadiran de que lo suprasensible es irreal. Este vulgar o rstico error de
nuestros rganos corporales no cobra validez por ser promovido en el dominio
del razonamiento filosfico. Obviamente, su pretensin es infundada. Incluso
en el mundo de la Materia hay existencias de las cuales los sentidos fsicos son
incapaces de tomar conocimiento. Incluso la negacin de lo Suprasensible
13

como si fuese necesariamente una ilusin o una alucinacin depende de esta
constante asociacin sensual de lo real con lo materialmente perceptible, que
en s mismo es una alucinacin. Dando por sentado cuanto se propone probar,
se torna en argumento de crculo vicioso y no puede tener validez para el
razonamiento imparcial.

No slo existen realidades fsicas que son Suprasensibles, sino tambin, si la
evidencia y la experiencia son del todo una prueba de verdad, existen
sensaciones que son Suprafsicas y no slo pueden tomar conocimiento de las
realidades del mundo material sin el auxilio de los rganos sensorios
corporales, sino que pueden ponernos en contacto con otras realidades
suprafsicas y pertenecientes a otro mundo incluido, vale decir, en una
organizacin de experiencias conscientes que dependen de algn otro principio
que la burda Materia con la que parecen estar hechos nuestros soles y tierras.

Constantemente cohonestada por la experiencia y creencia humanas desde los
orgenes del pensamiento, esta verdad, ahora que ya no existe la necesidad de
una exclusiva preocupacin por los secretos del mundo material, empiezan a
justificarla las recin nacidas formas de la investigacin cientfica. Las
crecientes experiencias de las cuales slo las ms obvias y explcitas se
colocan bajo la denominacin de telepata con sus fenmenos afines, no
pueden ser negadas sino por mentes enclaustradas en la brillante experiencia
del pasado, por intelectos limitados, a pesar de su agudeza a travs de la
limitacin de su campo de su experiencia e investigacin, o por quienes
confunden iluminacin y razn con fiel repeticin de frmulas legadas por el
pasado siglo y celosa conservacin de dogmas intelectuales muertos o
agonizantes.

Es cierto que la vislumbre de las realidades suprafsicas adquiridas mediante
una investigacin metdica ha sido imperfecta y todava est mal afirmada;
pues los mtodos usados son an burdos y defectuosos. Pero estos
redescubiertos sentidos sutiles fueron hallados, al menos, como verdaderos
testigos de los hechos fsicos ms all del alcance de los rganos corporales.
Por ende no se justifica reconocerlos como falsos testigos cuando testimonian
sobre hechos suprafsicos ms all del dominio de la organizacin material de
la conciencia. Como toda evidencia, como la evidencia de los sentidos fsicos
mismos, su testimonio ha de ser controlado, escudriado y ordenado por la
razn, correctamente traducido y correctamente referido, y determinados su
campo, leyes y procesos. Pero la verdad de los grandes alcances de la
experiencia cuyos objetos existen en una sustancia ms sutil y se perciben con
instrumentos ms sutiles que los de la burda Materia fsica, exige al fin igual
convalidacin que la verdad del universo material. Los mundos ms all
existen: tienen su ritmo universal, sus grandes lineamientos y conformaciones,
sus leyes auto-existentes y energas poderosas, sus justos y luminosos medios
de conocimiento. Y aqu, en nuestra existencia fsica y en nuestro cuerpo fsico,
ejercen sus influencias; tambin aqu organizan sus medios de manifestacin y
comisionan a sus mensajeros y testigos.

Pero los mundos slo son estructuras de nuestra experiencia, los sentidos, slo
instrumentos de experiencia y conveniencias. La conciencia es el gran hecho
14

subyacente, el testigo universal para la cual el mundo es un campo y los
sentidos, instrumentos. A ese testigo, los mundos y sus objetos apelan en pro
de su realidad y de uno o muchos mundos, pues de lo Fsico al igual que de lo
Suprafsico no tenemos otra evidencia que existan. Se ha argido que sta no
es una relacin peculiar de la constitucin de la humanidad y su perspectiva de
un mundo objetivo, sino la naturaleza misma de su existencia; toda la
existencia fenomnica consiste en una conciencia observadora y una
objetividad activa, y la Accin no puede proceder sin el Testigo porque el
Universo slo existe en o para la conciencia que observa y carece de realidad
independiente. Se ha argido, en respuesta, que el Universo material disfruta
una auto-existencia eterna; estaba aqu antes que apareciesen la vida y la
mente: sobrevivir luego que stas hayan desaparecido y ya no perturben con
sus efmeros anhelos y limitados pensamientos el ritmo eterno e inconsciente
de los soles. La diferencia, tan metafsica en apariencia, es sin embargo de
mximo significado prctico, pues determina la visin integral del hombre hacia
la vida, la meta que asignar a sus esfuerzos y el campo en el que
circunscribir sus energas. Pues eso hace surgir la cuestin de la realidad de
la existencia csmica y, lo que es ms importante todava, la cuestin del valor
de la vida humana.

Si llevamos mucho ms adelante la conclusin materialista, llegamos a una
insignificancia e irrealidad en la vida del individuo y la raza que nos deja,
lgicamente, la opcin entre un esfuerzo fervoroso del individuo para arrebatar
cuanto pueda de una existencia efmera, vivir su vida, como se dice, o un
desapasionado y sin-objetivo servicio de la raza y del individuo, sabiendo bien
que lo ltimo es una efmera ficcin de la mentalidad nerviosa y lo primero slo
una forma colectiva de vida un tanto ms larga, del mismo regular espasmo
nervioso de la Materia. Trabajamos o disfrutamos bajo el impulso de una
energa material que nos engaa con la breve ilusin de la vida o con la ms
noble ilusin de un objetivo tico y de una consumacin mental. El
Materialismo, al igual que el Monismo espiritual, llega a un Maya que es y no
es; es, puesto que est presente, compeliendo; no es, puesto que es
fenomnico y transitorio en sus obras. En el otro extremo, si acentuamos
demasiado la irrealidad del mundo objetivo, llegamos por un camino diferente a
conclusiones similares aunque ms incisivas todava: el carcter ficticio del Ego
individual, la irrealidad y carencia de propsitos de la existencia humana, el
retorno al No-Ser y el irrelacionado Absoluto como nico escape racional de la
maraa ininteligible de la vida fenomnica.

Y con todo la cuestin no puede resolverse mediante lgica que argumente
sobre datos de nuestra ordinaria existencia fsica; pues en esos datos siempre
hay una grieta de la experiencia que deja inconclusa toda argumentacin.
Normalmente, no tenemos ninguna experiencia definitiva de una mente
csmica o sper csmica ligada a la vida del cuerpo individual, ni, por otra
parte, ningn lmite firme de experiencia que nos justifique en la suposicin de
que nuestro yo subjetivo realmente depende de la estructura fsica y no puede
sobrevivir ni agrandarse ms all del cuerpo fsico. Slo mediante una
extensin del campo de nuestra conciencia o un inesperado incremento de
nuestros instrumentos del conocimiento puede dirimirse la antigua disputa.

15

La extensin de nuestra conciencia, para ser satisfactoria, debe
necesariamente consistir en alagar interiormente al individuo dentro de la
existencia csmica. Pues el Testigo, si existe, no es la corporizada mente
individual nacida en el mundo, sino esa Conciencia Csmica que abarca al
universo y parece una Inteligencia inmanente en todas sus obras ante la que el
mundo subsiste eterna y realmente como Su propia existencia activa o de la
que nace y en la que desaparece por un acto del conocimiento o por un acto
del poder consciente. El Testigo de la existencia csmica y su Seor no es la
Mente organizada, sino la que calma y eterna, anida por igual en la tierra
viviente y en el cuerpo humano viviente, y para la cual la mente y los sentidos
son instrumentos dispensables. La posibilidad de una conciencia csmica de la
humanidad tiende a admitirse lentamente en la moderna Psicologa, como la
posibilidad de ms elsticos instrumentos del conocimiento, aunque todava
clasificada (aun cuando se admite su valor y poder) como una alucinacin. En
la psicologa del Oriente siempre se la reconoci como realidad y objetivo de
nuestro progreso subjetivo. La esencia del pasaje por encima de esta meta
consiste en sobrepasar los lmites que nos impone el Ego-sentido y, al menos
en participar al mximo de una identificacin con el auto-conocimiento que
anida secretamente en la vida y en todo lo que nos parece inanimado.

Al ingresar en esa Conciencia, podemos continuar morando, como Eso, bajo la
existencia universal. Entonces tomamos conciencia pues todos nuestros
trminos de conciencia e incluso nuestra experiencia sensitiva empiezan a
cambiar, de la Materia como una sola existencia y de los cuerpos como sus
conformaciones en las que la existencia nica se separa fsicamente en el
cuerpo fsico de s misma en todos los dems y nuevamente mediante medios
fsicos establece comunicacin entre estos multitudinarios puntos de su ser.
Tanto la Mente como la Vida las experimentamos de manera similar, como la
misma existencia nica en su multiplicidad, separndose y reunindose en
cada dominio por medios apropiados a ese movimiento. Y si escogemos,
podemos avanzar ms, despus de atravesar muchas etapas ligadas, y tomar
conocimiento de una Supermente cuya operacin universal es la clave de todas
las actividades menores. No tomamos una simple conciencia de esta existencia
csmica, sino que conscientes de Eso, lo recibimos en la sensacin, pero
tambin entramos en Eso con la comprensin. En Eso vivimos como lo hicimos
antes en el Ego-sentido, activos, en mayor y menor contacto, ms unificados
todava con otras mentes, otras vidas, otros cuerpos que el organismo al que
llamamos nosotros mismos, produciendo efectos no slo en nuestro ser moral y
mental, y en el ser subjetivo de otros, sino incluso en el mundo fsico y sus
sucesos por medios ms prximos a lo divino que aquellos posibles para
nuestra capacidad egosta.

Esta conciencia csmica, con una realidad mayor que la fsica, resulta
entonces real al hombre que tom contacto con ella y vive en ella; real en s
misma, real en sus efectos y obras. Y as como es real para el mundo que es
su propia expresin total, de igual manera el mundo es real para ella; pero no
como existencia independiente. Pues en esa experiencia superior y no
obstaculizada, percibimos que conciencia y ser no difieren una del otro, pues
todo ser es una conciencia suprema, toda conciencia es auto-existencia, eterna
en s misma, real en sus obras, ni sueo ni evolucin. El mundo es real
16

precisamente porque existe slo en la conciencia; pues es una Energa
Consciente nica con el Ser que la crea. Es la existencia de la forma material
en su propio derecho aparte de la auto iluminada energa la que asume la
forma, que sera una contradiccin de la verdad de las cosas, una
fantasmagora, una pesadilla, una falsedad imposible.

Mas este Ser Consciente que es la verdad de la Supermente infinita, es ms
que el Universo y vive independientemente en Su propio inexpresable infinito al
igual que en las armonas csmicas. El mundo vive por Eso; Eso no vive por el
mundo. Y as como podemos ingresar en la conciencia csmica y ser Uno con
toda la existencia csmica, de igual manera podemos ingresar en la conciencia
que trasciende al mundo y convertirnos en superiores a toda la existencia
csmica. Entonces surge la cuestin que se nos ocurri en primer trmino,
sobre si esta trascendencia es tambin, necesariamente, un rechazo. Qu
relacin tiene este universo con el Ms All?

Pues en las puertas de lo Trascendente est ese mero y perfecto Espritu
descripto en los Upanishads, luminoso, puro, sosteniendo al mundo pero
inactivo en l, sin fibras de energa, sin imperfeccin de dualidad, sin marca de
divisin, nico, idntico, libre de toda apariencia de relacin y de multiplicidad,
el puro Atma de los Adwaitins , el inactivo Brahman, el Silencio Trascendente.
Y la Mente, cuando pasa de repente esas puertas, sin transiciones intermedias,
recibe una sensacin de la irrealidad del mundo y la realidad nica del Silencio
que es una de las ms poderosas y convincentes experiencias de la que es
capaz la mente humana. Aqu, en la percepcin de este puro Atma o del No-
Ser detrs de l, tenemos el punto de arranque para una segunda negacin,
paralela al otro polo del materialista, pero ms completa, ms final, ms
peligrosa en sus efectos sobre los individuos y las colectividades que oyen su
potente reclamo en pro del yermo, el rechazo del asceta.

Es esta rebelin del Espritu contra la Materia la que durante dos mil aos
desde que el Budismo alter el equilibrio del antiguo mundo Ario, domin
cada vez ms la mente hind. Y no es la sensacin de la ilusin csmica la
totalidad del pensamiento hind; existen otras afirmaciones filosficas, otras
aspiraciones religiosas. Tampoco falt por parte de las filosofas ms extremas
algn intento de ajuste entre ambos trminos. Pero todos han vivido a la
sombra del gran Rechazo y la conclusin de la vida es para todos la vestidura
del asceta. La concepcin general de la existencia fue saturada por la teora
budista de la cadena del karma y por la consiguiente antinomia de esclavitud y
liberacin, esclavitud por nacimiento, liberacin por cese del nacimiento. Por lo
tanto, todas las voces se unen en un gran consenso de que en este mundo de
dualidades no puede existir nuestro reino celestial, sino ms all, en las
beatitudes del eterno Vrindavan o la elevada bienaventuranza de

Brahmaloka ms all de todas las manifestaciones en algn inefable Nirvana a
donde toda la experiencia separada se pierde en la indistinta unidad de la
Existencia indefinible. Y a travs de muchos siglos, un gran ejrcito de
brillantes testigos, santos y maestros, nombres sagrados para el cuerpo hind y
dominantes en la imaginacin hind, rindieron siempre el mismo testimonio y
acrecentaron siempre la misma sublime y distante apelacin: la renuncia es el
17

sendero nico del conocimiento, la aceptacin de la vida fsica, es el acto del
ignorante, el cese del nacimiento, es el correcto uso del nacimiento humano, el
reclamo del Espritu es el receso de la Materia.

Para una edad exenta de simpata para con el espritu asctico y en todo el
resto del mundo parecera que la hora del anacoreta ya pas a est
desapareciendo es fcil atribuir esta gran tendencia a la frustracin de la
energa vital de una antigua raza exhausta de agobios, con su otrora
compartido avance comn desfalleciente por su multilateral contribucin a la
suma del esfuerzo humano y del conocimiento humano. Pero hemos visto que
eso corresponde a una verdad de la existencia, un estado de realizacin
consciente que est en la cima de nuestras posibilidades. En la prctica
tambin el espritu asctico es un elemento indispensable de la perfeccin
humana y ni su afirmacin separada puede evitarse mientras la raza no libere
al fin su intelecto y hbitos vitales de la sujecin a un siempre insistente
animalismo.

Buscamos ciertamente una mayor y ms completa afirmacin. Percibimos que
en el asctico ideal hind la gran formula Vedntica: Uno sin segundo, no ha
sido leda lo suficiente a la luz de esa otra frmula igualmente imperativa: Todo
esto es el Brahman". La apasionada aspiracin del hombre hacia lo Divino no
se relacion lo suficiente con el movimiento descendente de lo Divino que se
asoma hacia abajo para abarcar eternamente Su manifestacin. Su significado
en la Materia no fue bien entendido como Su Verdad en el Espritu. La Realidad
que el Sannyasin busca ha sido captada en su plena elevacin, pero no, como
los antiguos Vedantas, en su plena extensin y comprehensin. Pero en
nuestra ms completa afirmacin no debemos minimizar la parte del puro
impulso espiritual. As como hemos visto en cun gran proporcin el
Materialismo ha servido a los fines de lo Divino, de igual manera debemos
reconocer el servicio mayor aun prestado por el Ascetismo a la Vida.
Preservaremos las verdades de la Ciencia material y sus utilidades reales en la
armona final, aunque muchas o todas sus formas existentes hayan de
romperse o dejarse de lado. Un escrpulo mayor aun de perservacin correcta
debe guiarnos en nuestro trato con el legado (aunque en realidad disminuido y
desvalorizado) del pasado Ario.



Captulo IV - La Realidad Omnipresente

Si uno Lo conoce como Brahman el No-Ser, deviene meramente no-existente.
Si uno conoce que Brahman Es, entonces es conocido como lo real en la
existencia.
Taittiriya Upanishad1


Entonces, puesto que admitimos el reclamo del Espritu puro para que
manifieste en nosotros su absoluta libertad, y el reclamo de la Materia universal
para que sea molde y condicin de nuestra manifestacin, hemos de descubrir
una verdad que pueda enteramente reconciliar a estos antagonistas y dar a
18

ambos su correspondiente porcin en la Vida y su correspondiente justificacin
en el Pensamiento, sin privarles de ninguno de sus derechos, sin negar la
soberana verdad de la que extraen una fuerza tan constante a pesar de incluir
sus errores, incluso la parcialidad de sus exageraciones-. Pues en cualquier
parte que exista una afirmacin extrema que formule tan poderosa apelacin a
la mente humana, podemos estar seguros de que nos hallamos en presencia
no de un mero error, supersticin o alucinacin, sino de algn hecho soberano,
disfrazado, que exige nuestra fidelidad y tomar venganza si lo negamos o
excluimos. Aqu reside la dificultad de una solucin satisfactoria y el origen de
esa carencia de finalidad que persigue todo mero compromiso entre Espritu y
Materia. Un compromiso es un regateo, una transaccin de intereses entre dos
poderes en conflicto; no es una verdadera reconciliacin. La verdadera
reconciliacin procede siempre de una mutua comprehensin que conduce a
una suerte de ntima unidad. Es por lo tanto a travs de la mxima unificacin
posible de Espritu y Materia que llegaremos mejor a su reconciliadora verdad
y, de esa manera, a una ms slida base para iniciar una prctica
reconciliadora en la vida interior del individuo y su existencia externa.

Ya hemos hallado en la conciencia csmica un lugar de encuentro en el que la
Materia deviene real al Espritu, el Espritu deviene real a la Materia. Pues en la
conciencia csmica, Mente y Vida son intermediarios y nunca ms, como lo
parecen en la comn mentalidad egosta, agentes de separacin, fomentadores
de una disputa artificial entre los principios positivo y negativo de la misma
Realidad incognoscible. Alcanzando la Mente csmica de la conciencia,
iluminada por un conocimiento que percibe al mismo tiempo la verdad de la
Unidad y la verdad de la Multiplicidad y aprovecha las frmulas de su
interaccin, descubre sus propias discordancias explicadas y reconciliadas a un
mismo tiempo por la divina Armona; satisfecha, acepta convertirse en el
agente de esa suprema unin entre Dios y la Vida, hacia la cual tendemos. La
Materia se revela al pensamiento comprensivo y a los sutilizados sentidos
como la figura y cuerpo del espritu, --el Espritu en su extensin auto-
formadora--. El Espritu se revela a travs de los mismos verificadores agentes,
como el alma, la verdad, la esencia de la Materia. Ambos se admiten y se
confiesan mutuamente como divino, real y esencialmente uno. La Mente y la
Vida se revelan en esa iluminacin al mismo tiempo, como figuras e
instrumentos del supremo Ser Consciente por el que Eso Se extiende y Se
aloja en la forma material y en esa forma Se revela a Sus mltiples centros de
conciencia. La Mente alcanza su auto-cumplimiento cuando se convierte en un
puro espejo de la Verdad del Ser que se expresa en los smbolos del universo;
la Vida, cuando conscientemente presta sus energas para la perfecta auto-
configuracin de lo Divino en las formas y actividades siempre nuevas de la
existencia universal.

A la luz de esta concepcin podemos percibir la posibilidad de una vida divina
para el hombre en el mundo que, al mismo tiempo, justificar la Ciencia,
revelando un sentido de la vida y un objetivo inteligible para la evolucin
csmica y terrestre, y realizar, mediante la transfiguracin del alma humana
en la divina, el gran sueo ideal de todas las religiones elevadas.

19

Pero, y qu con respecto a ese silencioso Ser-en-s, inactivo, puro, auto-
existente, auto-dichoso, que se nos presenta como la duradera justificacin del
asceta? Aqu tambin la armona -y no la irreconciliable oposicin- debe ser la
iluminadora verdad. El Brahman silencioso y el activo no son diferentes,
opuestas e irreconciliables entidades, una negando, la otra afirmando una
ilusin csmica; son un solo Brahman en dos aspectos, positivo y negativo, y
cada uno es necesario para el otro. Es fuera de este Silencio que la Palabra
que crea los mundos procede por siempre; pues la Palabra expresa lo que est
auto-escondido en el Silencio. Se trata de una pasividad eterna que torna
posible la libertad y omnipotencia perfectas de una eterna actividad divina en
innumerables sistemas csmicos. Pues las creaciones de esa actividad
obtienen sus energas y su ilimitable potencia de variacin y armona, del
imparcial sostn del Ser inmutable, y su consentimiento a esta infinita
fecundidad de su propia Naturaleza dinmica.

El hombre, asimismo, se torna perfecto slo cuando ha descubierto dentro de
s esa calma y pasividad absolutas del Brahman, y gracias a ello soporta una
libre e inextinguible actividad con la misma tolerancia divina y la misma beatitud
divina. Quienes dentro de s poseyeron la Calma pueden percibir siempre,
manando de su silencio, la perenne provisin de energas que operan en el
universo. Por lo tanto, la verdad del Silencio no consiste en decir que es propio
de su naturaleza un rechazo de la actividad csmica. La aparente
incompatibilidad de los dos estados es un error de la Mente limitada que, -
acostumbrada a las agudas oposiciones de la afirmacin y la negacin, que
pasan, de repente, de un polo al otro-, es incapaz de concebir una conciencia
comprehensiva, lo suficientemente vasta y fuerte, como para incluir a ambos en
un simultneo abrazo. El Silencio no rechaza al mundo, lo sostiene. O ms
bien, sostiene con igual imparcialidad la actividad y el retiro de la actividad y
aprueba tambin la reconciliacin por la que el alma queda libre, incluso
cuando se entrega a la accin.

Pero todava existe el retiro absoluto, existe el No-Ser. Del No-Ser, dice la
antigua Escritura, apareci el Ser2. Entonces debe con seguridad hundirse
nuevamente dentro del No-Ser. Si la indistinta Existencia infinita permite todas
las posibilidades de diferenciacin y mltiple realizacin, el No-Ser, al menos,
como estado originario y nica realidad constante, no niega y rechaza toda
posibilidad de un universo real? El Nihil de ciertas escuelas budistas sera
entonces la verdadera solucin asctica; el Ser-en-s, igual que el ego, sera
slo una formacin idetica de una ilusoria conciencia fenomnica.

Pero nuevamente descubrimos que nos descarran las palabras, nos engaan
las agudas oposiciones de nuestra mentalidad limitada con su aficin a dar
relevancia a las distinciones verbales -como si representaran a la perfeccin las
verdades ltimas- y a su interpretacin de nuestras experiencias supramentales
dndoles el sentido de aquellas intolerantes distinciones. No-Ser es slo una
palabra. Cuando examinamos el hecho que representa, ya no podemos estar
seguros de que la no-existencia absoluta tenga mejores posibilidades que el
Ser-en-s infinito, de ser ms que una formacin de ideas urdida por la mente.
Por esta Nada entendemos en realidad algo que est ms all del ltimo
trmino al cual podemos reducir nuestra ms pura concepcin y nuestra ms
20

abstracta o sutil experiencia del ser real, tal como lo conocemos o concebimos
en este Universo. Entonces, esta Nada es algo ms all de la concepcin
positiva. Erigimos una ficcin de la nada en orden a superar, -por el mtodo de
la total exclusin, excluyendo-, todo lo que podemos conocer y
conscientemente existe. En realidad cuando examinamos de cerca al Nihil de
ciertas filosofas, empezamos a percibir que se trata de un cero, el cual es
Todo, o de un indefinible Infinito, el cual, aparece a la mente como un vaco,
pues la mente slo capta construcciones finitas, pero de hecho es la nica
Existencia cierta3.

Y cuando decimos que del No-Ser apareci el Ser, percibimos que hablamos
en trminos de Tiempo acerca de lo que est ms all del Tiempo. Pues cul
fue esa portentosa fecha en la historia de la Nada eterna en la que el Ser naci
de ella o cundo llegar esa otra fecha igualmente formidable en la que un todo
irreal se interne en el perpetuo vaco? Sat y Asat, si han de afirmarse ambos,
deben concebirse como obtenidos simultneamente. Se admiten mutuamente,
incluso en su rechazo a mezclarse. Ambos, dado que hablamos en trminos de
Tiempo, son eternos. Y quin persuadir al Ser eterno de que realmente no
existe y que slo existe el No-Ser eterno? En esa negacin de toda
experiencia cmo descubriremos la solucin que explica toda experiencia?

El puro Ser es la afirmacin que formula el Incognoscible sobre S Mismo como
libre basamento de toda la existencia csmica. Damos el nombre de No-Ser a
una afirmacin contraria de Su libertad, con respecto a toda existencia
csmica, -libertad, vale decir, referida a todos los trminos positivos de la
existencia real en los cuales la conciencia puede formularse en el universo,
incluso los ms abstractos y los ms trascendentes-. No los niega como real
expresin de S, sino que niega Su limitacin mediante todos o cualquier tipo
de expresin. El No-Ser admite al Ser, as como el Silencio admite la Actividad.
Mediante esta negacin y afirmacin simultneas, que mutuamente no se
destruyen, sino que se complementan mutuamente como todos los contrarios,
el conocimiento simultneo del Auto-Ser consciente como una realidad y el
Incognoscible ms all corno la misma Realidad llega a ser realizable para la
despierta alma humana. De esa manera fue posible para Buda alcanzar el
estado del Nirvana y tambin actuar pujantemente en el mundo, impersonal en
su conciencia interior, en su accin la ms poderosa personalidad que
sepamos haya vivido y producido resultados sobre la tierra.

Cuando sopesamos estas cosas, empezamos a percibir cun dbiles en su
auto-afirmativa violencia y cun confusas en su engaosa diferenciacin son
las palabras que usamos. Empezamos a percibir tambin, que las limitaciones
que imponemos al Brahman surgen de la estrechez de la experiencia en la
mente individual, que se concentra en un solo aspecto del Incognoscible y se
empecina en negar o despreciar el resto. Tendemos siempre a traducir
demasiado rgidamente lo que podemos concebir o conocer del Absoluto en los
trminos de nuestra propia relatividad particular. Afirmamos el Uno e Idntico
discriminando apasionadamente y haciendo valer el egosmo de nuestras
propias opiniones v experiencias parciales contra las opiniones y experiencias
parciales de los dems. Es ms prudente aguardar, aprender, crecer, y, -dado
que estamos obligados, por causa de nuestra auto-perfeccin, a hablar de
21

estas cosas que el habla humana no puede expresar-, buscar la ms amplia, la
ms flexible, la ms universal afirmacin posible, fundando en ella la mxima y
ms comprehensiva armona.

Reconocemos, entonces, que es posible para la conciencia del individuo entrar
en un estado en el que la existencia relativa parece disolverse y el Ser-en-s,
una concepcin inadecuada. Es posible entrar en un Silencio ms all del
Silencio. Pero esto no es el total de nuestra ltima experiencia, ni la simple y
omni-excluyente verdad. Pues descubrimos que este Nirvana, esta auto-
extincin, a la par que brinda una paz y libertad absolutas al alma en el interior,
coincide en la prctica con una accin en el exterior exenta-de-deseo pero
efectiva. Esta posibilidad de una impersonalidad enteramente inmvil y de un
Calmo vaco interior, cumpliendo exteriormente la labor de las verdades
eternas (Amor, Verdad y Rectitud) fue tal vez la real esencia de la doctrina de
Buda, -esta superioridad con respecto al ego, a la cadena de trabajos
personales y a la identificacin con la forma y la idea mutables-, no el
insignificante ideal de un escape de la afliccin y el sufrimiento del nacimiento
fsico. De cualquier modo, as como el hombre perfecto combinara en s
silencio y actividad, de igual manera tambin el alma completamente
consciente retornara a la absoluta libertad del No-Ser sin perder, por tanto, su
papel activo sobre la Existencia y el universo. Reproducira as perpetuamente,
en s misma, el eterno milagro de la Existencia divina, en el universo, ms all
de ste e incluso, como si estuviera ms all de s misma. La experiencia
opuesta solo podra ser una concentracin de la mentalidad del individuo sobre
la No-existencia con el resultado de un olvidado y personal retiro de una
actividad csmica que prosigue todava y siempre en la conciencia del Ser
Eterno.

As, tras reconciliar Espritu y Materia en la conciencia csmica, percibimos la
reconciliacin, en la conciencia trascendental, de la final afirmacin de todo y
su negacin. Descubrimos que todas las afirmaciones son aseveraciones de
estado o actividad en el Incognoscible; todas las negaciones correspondientes
son aserciones de Su libertad, desde y en ese estado o actividad. El
Incognoscible es Algo supremo para nosotros, maravilloso e inefable que
continuamente Se formula a nuestra conciencia y continuamente escapa de la
formulacin que efectu. No obra como un espritu malicioso o un caprichoso
mago -que nos lleva de una falsedad a una falsedad mayor y, de esa manera, a
la negacin final de todas las cosas-, sino como si fuese aqu el Sabio que
sobrepasa nuestra sabidura y nos gua de una realidad a otra realidad ms
profunda y vasta todava, hasta que encontramos la ms profunda y vasta de
que somos capaces. El Brahman es una realidad omnipresente, no una causa
omnipresente de ilusiones persistentes.

Si de esa manera aceptamos una base positiva de nuestra armona ---y en
qu otra puede fundarse la armona? las diversas formulaciones
conceptuales del Incognoscible, cada una representando una verdad ms all
del concepto, deben ser comprendidas, -en la medida en que sea posible, en
su relacin mutua y en su efecto sobre la vida-, no separadamente, no
exclusivamente, no tan afirmadas como para destruir o disminuir
indebidamente todas las otras afirmaciones. El Monismo real, el verdadero
22

Adwaita, es aquel que admite todas las cosas como el Brahman nico y no
busca escindir Su existencia en dos incompatibles entidades, en una Verdad
eterna y en una eterna Falsedad. Brahman y no-Brahman, Ser-en-s y No-Ser,
real e irreal, sin embargo Maya perpetua. Si fuese cierto que slo existe el Ser-
en-s, debe tambin ser cierto que todo es el Ser-en-s. Y si este Ser-en-s,
Dios o Brahman no es un estado desvalido, no es un poder maniatado, no es
una personalidad limitada, sino el auto-consciente Todo; debe existir alguna
buena e inherente razn para la manifestacin exterior, a cuyo descubrimiento
debemos proceder sobre la hiptesis de alguna potencia, alguna sabidura,
alguna verdad de ser en todo lo que se manifiesta. La discordia y el mal
aparente del mundo debe ser admitido en su esfera, mas no aceptarse como si
fuesen nuestros conquistadores. El ms hondo instinto de la humanidad busca
siempre y prudentemente la sabidura como la ltima palabra de la
manifestacin universal, no una eterna mofa o ilusin, busca un bien secreto
y finalmente triunfador, no un mal omnicreador e invencible, una victoria y
logro ltimos, no el decepcionante escape o repliegue del alma de su gran
aventura.

Pues no podemos suponer que la Entidad nica est compelida por algo
exterior a Ella o diferente de Ella Misma, puesto que tal cosa no existe. Ni
podemos suponer que se someta contra su voluntad a algo parcial dentro de
Ella Misma, que sea hostil a su Ser integral, negado por Ella y con todo
demasiado fuerte para Ella; pues esto seria nicamente erigir, con otras
palabras, la misma contradiccin de un Todo y de algo distinto al Todo. Incluso
si decimos que el universo existe meramente porque el Ser-en-s en su
absoluta imparcialidad tolera todas las cosas por igual, viendo con indiferencia
todas las realidades y todas las posibilidades, con todo existe all algo que
quiere la manifestacin y la sostiene, y este algo no puede ser otra cosa que el
Todo. Brahman es indivisible en todas las cosas y cualquier cosa que se quiera
en el mundo, en ltima instancia fue querida por Brahman. Es slo nuestra
conciencia relativa, alarmada o desconcertada por los fenmenos del mal, de la
ignorancia y del dolor en el cosmos, que busca liberar al Brahman de Su
responsabilidad por Si mismo y por sus obras, a travs de la ereccin de algn
principio opuesto, Maya o Mara, Demonio consciente o auto-existente principio
del mal. Existe un solo Seor y Ser-en-s y los muchos son nicamente Sus
representaciones y creaciones.

Entonces, si el mundo es un sueo, una ilusin o un error, es un sueo
originado y querido por el Ser-en-s en su totalidad y no slo originado y
querido, sino tambin sostenido y perpetuamente cuidado. Es ms, se trata de
un sueo existente en una Realidad y la materia que lo compone es esa
Realidad, pues el Brahman debe ser el material del mundo al igual que su base
y continente. Si el oro con que esta hecho el vaso es real, cmo hemos d
suponer que el vaso mismo es un espejismo? Vemos que estas palabras,
sueo, ilusin, son tretas del lenguaje, hbitos de nuestra conciencia relativa;
representan cierta verdad, incluso una gran verdad, pero tambin la
representan mal. As como el No-Ser resulta ser algo distinto de la simple nada,
de igual modo el Sueo csmico, el Universo, resulta ser algo distinto a un
mero fantasma y alucinacin de la mente. El fenmeno no es fantasmal; el
fenmeno es la forma sustancial de una Verdad.
23


Comenzamos, entonces, con la concepcin de una Realidad omnipresente de
la cual, ni el No-Ser por un lado ni el universo por el otro, son negaciones que
anulen; ms bien son estados diferentes de la Realidad, afirmaciones de
anverso y reverso. La ms alta experiencia de esta Realidad en el universo la
muestra siendo no slo una Existencia consciente, sino tambin una
Inteligencia y Fuerzas supremas y una auto-existente Bienaventuranza; y ms
all del universo hay todava alguna otra existencia incognoscible, alguna total
e inefable Bienaventuranza. Por lo tanto, estamos justificados al suponer que
incluso las dualidades del universo, -cuando se las interpreta, no como ahora
por medio de nuestras concepciones sensorias y parciales, sino a travs de
nuestras liberadas inteligencia y experiencia-, tambin sern resueltas dentro
de aquellos trminos supremos. Mientras todava trabajamos bajo la presin de
las dualidades, esta percepcin debe, sin duda, apoyarse constantemente en
un acto de fe, mas una fe que la suprema Razn, la ms amplia y ms paciente
reflexin no niegan sino que ms bien afirman. Este credo se da ciertamente a
la humanidad para sostenerla en su viaje, hasta que llegue a la etapa de la
evolucin en que la fe se torne en conocimiento y perfecta experiencia, y la
Sabidura se justifique en sus obras.



Captulo V - El Destino del Individuo

Por la Ignorancia trasponen la Muerte y por el Conocimiento disfrutan la
Inmortalidad... Por el No-Nacimiento trasponen la Muerte y por el Nacimiento
disfrutan la Inmortalidad
Isha Upanishad



Una Realidad omnipresente es la verdad de toda vida y existencia, absoluta o
relativa, corprea o incorprea, animada o inanimada, inteligente o no-
inteligente; y en todas sus infinitamente variantes y constantemente opuestas
auto-expresiones, -desde las contradicciones ms prximas a nuestra
experiencia ordinaria hasta las ms lejanas antinomias que se pierden en las
orillas de lo Inefable-, la Realidad es una sola y no suma o concurso. Desde
ella empiezan todas esas variaciones, consiste en todas esas variaciones,
retorna a todas esas variaciones. Todas las afirmaciones se niegan tan slo
para conducir a una ms amplia afirmacin de la misma Realidad. Todas las
antinomias se confrontan una con otra en orden a reconocer una sola Verdad
en sus aspectos opuestos y abarcar, a travs del conflicto, su Unidad mutua.
Brahman es el Alfa y el Omega. Brahman es el Uno detrs del cual nada ms
existe.

Mas esta unidad es indefinible en su naturaleza. Cuando procuramos
considerarla mediante la mente, nos vemos obligados a proceder a travs de
una infinita serie de concepciones y experiencias. E incluso al final nos vemos
compelidos a negar nuestras mximas concepciones, nuestras ms
comprehensivas experiencias en orden a afirmar que la Realidad excede todas
24

las definiciones. Llegamos a la frmula de los Sabios vdicos, neti neti: "Eso no
es esto, Eso no es aquello", no hay experiencia por la que podamos limitarlo,
no hay concepto por el cual, Eso pueda ser definido.

Un Incognoscible que se nos presenta en mltiples estados y atributos del ser,
en mltiples formas de conciencia, en mltiples actividades de energa, esto es
lo que la Mente puede en ltima instancia decir acerca de la existencia que
nosotros mismos somos y que vemos en cuanto se ofrece a nuestro
pensamiento y sentidos. Es en y a travs de esos estados, de esas formas, de
esas actividades, que hemos de aproximarnos y conocer al Incognoscible. Pero
si en nuestra prisa por arribar a una Unidad que nuestra mente pueda captar y
retener, si en nuestra insistencia en abarcar el Infinito en nuestro abrazo,
identificamos a la Realidad con cualquier otro estado definible del ser, aunque
sea puro y eterno, con cualquier particular atributo aunque sea general y
comprehensivo, con cualquier formulacin fija de conciencia aunque enorme en
su alcance, con cualquier energa o actividad aunque sea ilimitada en su
aplicacin, y excluimos todo el resto, entonces nuestros pensamientos pecan
contra Su incognoscibilidad y llegan, no a una verdadera unidad, sino a una
divisin de lo Indivisible.

Tan intensamente era percibida esta verdad en los antiguos tiempos, que los
Videntes Vednticos, incluso tras haber llegado a la idea cumbre, la
convincente experiencia de Satchidananda como suprema expresin positiva
de la Realidad para nuestra conciencia, erigieron en sus especulaciones o
propendieron en sus percepciones hacia un Asat, un No-Ser ms all, que no
es la existencia ltima, la pura conciencia, la bienaventuranza infinita de la cual
todas nuestras experiencias son la expresin o la deformacin. Si de algn
modo Es una existencia, una conciencia, una bienaventuranza, est ms all
de la ms alta y ms pura forma positiva de esas cosas que aqu podemos
poseer y, por lo tanto, distinta de las que aqu conocemos por esos nombres. El
budismo, -un tanto arbitrariamente declarado por los telogos como doctrina
no-Vdica, porque rechaz la autoridad de las Escrituras-, a pesar de eso,
vuelve a esta concepcin esencialmente Vedntica. Slo la positiva y sinttica
doctrina de los Upanishads consider a Sat y Asat ( Ser y No-Ser ) no como
opuestos que se destruyen mutuamente, sino como la antinomia ltima a travs
de la cual contemplamos al Incognoscible. Y en las transacciones de nuestra
conciencia positiva, incluso la Unidad tiene que arreglar sus cuentas con la
Multiplicidad; pues los Muchos son tambin el Brahman. Es por medio de
Vidya, - el Conocimiento de la Unidad -, que conocemos a Dios; sin eso,
Avidya, - la conciencia relativa y mltiple -, es noche de tinieblas y un desorden
de la Ignorancia. . Y si excluimos el campo de esa Ignorancia, si nos
desembarazamos de Avidya como si fuese una cosa no-existente e irreal,
entonces el Conocimiento mismo se convierte en una suerte de oscuridad y
fuente de imperfeccin. Llegamos a ser como hombres cegados por una luz, de
modo que ya no podemos ver el campo que esa luz ilumina.

Tal es la doctrina, calma, saba y clara, de nuestros ms antiguos sabios.
Tenan la paciencia y fortaleza para descubrir y conocer; tenan tambin la
claridad y humildad para admitir la limitacin de nuestro conocimiento.
Percibieron las fronteras que ste deba atravesar en pos de algo ms all de
25

s mismo. Fue una tarda impaciencia del corazn y de la mente, una
vehemente atraccin hacia la bienaventuranza ltima, o hacia el elevado
dominio de la experiencia pura y de la aguda inteligencia, la que busc al Uno
para negar los Muchos y porque recibi el aliento de las alturas desde el
secreto de las profundidades o retrocedi ante l. Mas el ojo sensato de la
antigua sabidura percibi que para conocer a Dios realmente, debe
conocrselo en todo por doquier y sin distinciones, considerando y valorando
pero sin dejarse dominar por las oposiciones a travs de las cuales El
resplandece.

Dejaremos de lado las tajantes distinciones de una lgica parcial que declara
que, debido a que el Uno es la realidad, los Muchos son una ilusin, y debido a
que el Absoluto es Sat, la existencia nica, lo relativo es Asat y no-existente. Si
en los Muchos perseguimos con insistencia al Uno, es para retornar con la
bendicin y la revelacin del Uno confirmndose a s mismo en los Muchos.

Hemos de precavernos tambin contra la excesiva importancia que la Mente
atribuye a particulares puntos de vista a los que llega en sus ms poderosas
expansiones y transiciones. La percepcin de la mente espiritualizada de que el
universo es un sueo irreal puede no tener ms absoluto valor para nosotros
que la percepcin de la Mente materializada de que Dios y el Ms All son una
idea ilusoria. En un caso, la Mente, - que est habituada solamente a la
evidencia de los sentidos y a asociar la realidad con el hecho corpreo -, ni
est acostumbrada a usar otros medios de conocimiento ni es capaz de
extender la nocin de realidad a una experiencia suprafsica. En el otro caso, la
misma mente, pasando ms all de la abrumadora experiencia de una realidad
incorprea, transfiere simplemente la misma incapacidad y el mismo sentido
consiguiente de sueo o alucinacin a la experiencia de los sentidos. Pero
percibimos tambin la verdad que estas dos concepciones desfiguran. Es cierto
que para este mundo de la forma, en el que estamos colocados para nuestra
auto-realizacin, nada es enteramente vlido hasta que haya tomado posesin
de nuestra conciencia fsica y se haya manifestado en los niveles inferiores en
armona con su manifestacin en las cimas supremas. Es igualmente cierto que
la forma y la materia, afirmndose como realidad auto-existente, son una
ilusin de la Ignorancia. La forma y la materia pueden tan slo ser vlidas como
forma y sustancia de manifestacin de lo incorpreo e inmaterial. En su
naturaleza son un acto de la conciencia divina, en su objetivo son la
representacin de un estado del Espritu.

En otras palabras, si el Brahman ha entrado en la forma v representa Su ser en
la sustancia material, eso slo puede ser para disfrutar la auto-manifestacin
en las figuras de la conciencia relativa y fenomnica. El Brahman est en este
mundo para representarse en los valores de la Vida. La Vida existe en el
Brahman a fin de descubrir al Brahman en s misma. Por lo tanto, la
importancia del hombre en el mundo es que l aporta ese desarrollo de la
conciencia gracias al cual, llega a ser posible su transfiguracin por medio de
un perfecto auto-descubrimiento. Realizar a Dios en la vida es la plenitud vital
del hombre. El comienza desde la vitalidad animal y sus actividades, pero su
objetivo es la existencia divina.

26

Pero as como en el Pensamiento, de igual modo en la Vida, la verdadera
norma de auto-realizacin es una progresiva comprehensin. Brahman Se
expresa en mltiples formas sucesivas de la conciencia, sucesivas en su
relacin incluso si coexisten en ser y simultaneidad en el Tiempo, y la Vida en
su auto-revelacin debe tambin elevarse hacia reas siempre-nuevas de su
propio Ser. Mas si al pasar de un dominio al otro renunciamos a lo que se nos
ha dado de entusiasmo para nuestro nuevo logro; si al alcanzar la vida mental
echamos a un lado o minimizamos la vida fsica que es nuestra base; o si
rechazamos lo mental y lo fsico en nuestra atraccin hacia lo espiritual, no
realizamos a Dios integralmente ni satisfacemos las condiciones de Su auto-
manifestacin. No llegamos a ser perfectos, sino que slo mudamos el campo
de nuestra imperfeccin o, como mucho, alcanzamos una altura limitada. Por
ms alto que saltemos, aunque fuera hasta el No-Ser mismo, lo hacemos mal
si olvidamos nuestra base. La verdadera divinidad de la naturaleza no es
abandonar lo inferior a s mismo, sino en transfigurarlo a la luz de lo superior
que hayamos alcanzado. El Brahman es integral y unifica muchos estados de
conciencia a un mismo tiempo; nosotros tambin, manifestando la naturaleza
del Brahman, llegaramos a ser integrales y omni-abarcantes.

Adems de la retraccin de la vida fsica, existe otra exageracin del impulso
asctico que corrige este ideal de una manifestacin integral. El quid de la Vida
es la relacin entre tres formas generales de conciencia: la individual, la
universal y la trascendente o supracsmica. En la distribucin ordinaria de las
actividades de la vida el individuo se considera a s mismo, un ser separado
incluido en el universo y tanto ste como aquel, dependientes de eso que
trasciende igualmente al universo y al individuo. Es a esta Trascendencia a la
que corrientemente damos el nombre de Dios, que de esa manera, viene a ser
para nuestras concepciones no tanto supracsmico como extracsmico. La
disminucin y degradacin tanto del individuo como del Universo es una
consecuencia natural de esta divisin: el cese tanto del cosmos como del
individuo por el logro de la Trascendencia sera lgicamente su conclusin
suprema.

La visin integral de la unidad del Brahman obvia estas consecuencias. As
como no necesitamos apartar la vida corporal para alcanzar lo mental y
espiritual, de igual manera podemos llegar a un punto de vista, en el que la
preservacin de las actividades individuales no sea tan incoherente con nuestra
comprehensin de la conciencia csmica o nuestro logro de la trascendente y
supracsmica. Pues el Mundo-Trascendente abarca al Universo, es uno con l
y no lo excluye; as como el Universo abarca al individuo, es uno con l y no lo
excluye. El individuo es un centro de la total conciencia universal, de la que el
Universo es forma y definicin, el cual est ocupado por la entera inmanencia
de lo Informe e Indefinible.

Esta es siempre la verdadera relacin, velada a nosotros por nuestra
ignorancia o nuestra equivocada conciencia de las cosas. Cuando alcanzamos
el conocimiento o la conciencia correctos, nada esencial cambia en la eterna
relacin, pues slo la visin interior y exterior son profundamente modificadas
desde el centro del individuo y por consiguiente el espritu y los efectos de su
actividad. El individuo es aun necesario para la accin del Trascendente en el
27

universo y esa accin en l no cesa de ser posible por su iluminacin. Por el
contrario, dado que la manifestacin consciente del Trascendente en el
individuo es el medio por el que lo colectivo, lo universal va tambin a llegar a
ser consciente de s mismo, la continuacin del individuo iluminado en la accin
del mundo es una necesidad imperiosa del juego-del-mundo. Si su inexorable
eliminacin a travs del acto mismo de la iluminacin fuera la norma, entonces
el mundo estara condenado a permanecer eternamente en un escenario de
irredimible oscuridad, muerte y sufrimiento. Y ese mundo slo puede ser un
cruel Juicio de Dios o una ilusin mecnica.

Es as como la filosofa asctica tiende a concebir eso. Pero la salvacin
individual no puede tener real sentido si la existencia en el cosmos es una
ilusin. Segn la visin Monstica, el alma individual es una con lo Supremo, su
sentido de separacin una ignorancia, el escape del sentido de separacin e
identificarse con lo Supremo son su salvacin. Mas quin se beneficia con
esta huda? No el supremo Ser-en-s, pues se lo supone siempre e
inalienablemente libre, inmvil silencioso y puro. No el mundo, pues ste
permanece constantemente en cautiverio y no se libera con la huda de
cualquier alma individual de la Ilusin universal. Es el alma individual misma la
que realiza su bien supremo huyendo del pesar y la divisin hacia la paz y la
bienaventuranza. Parecera entonces existir cierto tipo de realidad del alma
individual, diferente del mundo y de lo Supremo, en el caso de su liberacin e
iluminacin. Mas para el Ilusionista, el alma individual es una ilusin y no-
existente excepto en el inexplicable misterio de Maya. Por lo tanto llegamos a
la huida de una ilusoria alma no-existente, de un ilusorio cautiverio no-
existente, en un ilusorio mundo no-existente, como el bien supremo al que esa
no-existente alma ha de aspirar!. Pues sta es la ltima palabra del
Conocimiento: No hay nadie encarcelado, nadie liberado, nadie buscando ser
libre. Vidya resulta ser tan parte de lo Fenomnico como Avidya; Maya nos
encuentra incluso en nuestra escapada y se re de la triunfante lgica que
pareci cortar el nudo de su misterio.

Estas cosas, se dice, no pueden explicarse; son el milagro inicial e insoluble.
Son para nosotros un hecho prctico y han de aceptarse. Queremos escapar
fuera de esta confusin por otra confusin. El alma individual slo puede cortar
el nudo del ego mediante un acto supremo de egosmo, un exclusivo apego a
su propia salvacin individual que llega a una absoluta afirmacin de su
existencia separada en Maya. Somos inducidos a considerar las otras almas
como si fueran inventos de nuestra mente y su salvacin sin importancia, como
si slo nuestra alma fuera enteramente real y su salvacin la nica cosa que
cuenta. Vengo a considerar mi huda personal del cautiverio como real
mientras otras almas que son iguales a m quedan atrs en el cautiverio!.

Es slo cuando hacemos a un lado toda irreconciliable antinomia entre el Ser-
en-s y el mundo, que las cosas caen en su sitio por medio de una lgica
menos paradjica. Debemos aceptar lo multilateral de la manifestacin incluso
cuando afirmamos la unidad de lo Manifestado. Y no es sta, despus de
todo, la verdad que perseguimos doquiera miremos, a menos que, viendo,
prefiramos no ver? No es ste, despus de todo, el misterio perfectamente
natural y simple del Ser Consciente que no est atado ni por su unidad ni por
28

su multiplicidad? Es absoluto en el sentido de ser enteramente libre para
incluir y combinar en Su propio modo todos los trminos posibles de Su auto-
expresin. No hay nadie encarcelado, nadie liberado, nadie buscando ser
libre, pues Eso siempre es una libertad perfecta. Es tan libre que ni siquiera
est limitado por su libertad. Puede jugar a estar confinado sin caer en un
cautiverio real. Su cadena es una convencin auto-impuesta, Su limitacin en
el ego un dispositivo de transicin que Eso usa para reiterar su trascendencia y
universalidad en el esquema del Brahman individual.

El Trascendente, el Supracsmico es absoluto y libre en S Mismo ms all del
Tiempo y el Espacio, y ms all de los opuestos conceptuales de finito e
infinito. Mas en el cosmos utiliza Su libertad de auto-formacin, Su Maya, para
confeccionar un esquema de S Mismo en los complementarios trminos de
una unidad y la multiplicidad, y esta mltiple unidad la establece en las tres
condiciones del subconsciente, el consciente y el superconsciente. Pues
realmente vemos que los Muchos materializados en la forma de nuestro
universo material empiezan con una unidad subconsciente que se expresa
bastante abiertamente en la accin csmica y la sustancia csmica, pero de la
cual no son por s mismos conscientes superficialmente. En el consciente el
ego llega a ser el punto superficial al que puede emerger el conocimiento de la
unidad; pero aplica su percepcin de la unidad a la forma individual y su accin
superficial y, al fracasar en darse cuenta de todo lo que opera detrs, falla
tambin en comprender que no es slo uno en s mismo sino uno con los
dems. Esta limitacin del Yo Universal en el dividido Ego-sentido constituye
nuestra imperfecta personalidad individualizada. Pero cuando el ego trasciende
la conciencia personal, empieza a incluir y a ser superado por Eso que es para
nosotros superconsciente; llega a ser consciente de la unidad csmica e
ingresa en el Ser-en-s Trascendente que aqu expresa el cosmos mediante
una unidad mltiple.

La liberacin del alma individual en cada uno de nosotros es, por lo tanto, la
clave fundamental de la definidora accin divina; es la primera necesidad divina
y el pivote sobre lo que gira todo lo dems. Es el punto de Luz al que la
ansiada auto-manifestacin completa empieza a emerger en los Muchos. Mas
el alma liberada extiende su percepcin de la unidad horizontal y verticalmente.
Su unidad con el Uno Trascendente es incompleta sin su unidad con los
Muchos csmicos. Y esa unidad lateral se traslada mediante una multiplicacin,
una reproduccin de su propio estado liberado a otros puntos de la
Multiplicidad. El alma divina se reproduce en similares almas liberadas as
como el animal se reproduce en cuerpos similares. Por lo tanto, an cuando
una sola alma sea liberada, existe tendencia a una extensin e incluso a un
estallido de la misma auto-conciencia divina en otras almas individuales de
nuestra humanidad terrestre y, quin sabe? tal vez aun ms all de la
conciencia terrestre. Dnde fijaremos el lmite de esa extensin? Es del todo
una leyenda la que refiere que Buda estuvo en el umbral del Nirvana, del No-
Ser, y que su alma regres y tom el voto de no hacer el irrevocable cruce
mientras existiese sobre la tierra un solo ser no liberado del nudo del
sufrimiento, de la esclavitud del ego?

29

Pero podemos alcanzar lo supremo sin borrarnos de la extensin csmica. El
Brahman preserva siempre Sus dos trminos de libertad interior y de
conformacin exterior, de expresin y de libertad de la expresin. Nosotros
tambin, siendo Eso, podemos alcanzar la misma auto-posesin divina. La
armona de las dos tendencias es la condicin de toda vida que apunta a ser
realmente divina. La libertad perseguida por exclusin de la cosa superada,
conduce por el sendero de la negacin al rechazo de lo que Dios ha aceptado.
La actividad perseguida por absorcin en el acto y la energa, conduce a una
afirmacin inferior y a la negacin de lo Supremo. Pero lo que Dios combina y
sintetiza, por qu el hombre insiste en divorciarlo? Ser perfecto como El es
perfecto es la condicin de Su ntegral logro.

A travs de Avidya, la Multiplicidad, est nuestro sendero fuera de la egosta
auto-expresin transicional, en la que predominan la muerte y el sufrimiento; a
travs de Vidya, la Unidad, que asiente con Avidya en el perfecto sentido de la
unidad comprehensiva, incluso en esa multiplicidad disfrutamos integralmente
la inmortalidad y la beatitud. Alcanzando al No-Nacido ms all de todo
devenir, nos liberamos de este nacimiento y muerte inferiores; aceptando
libremente el Devenir como lo Divino, invadimos la mortalidad con la beatitud
inmortal y nos convertimos en centros luminosos de su consciente auto-
expresin en la humanidad.



Captulo VI - El Hombre en el Universo

El Alma del hombre, viajera, vaga en este ciclo del Brahman, inmensa, una
totalidad de vidas, una totalidad de estados, pensndose diferente del Impulsor
del viaje. Aceptada por El, alcanza su meta de la Inmortalidad.
Swtaswatara Upanishad



La progresiva revelacin de una grande, una trascendente, una luminosa
Realidad, --con las multitudinarias relatividades de este mundo que vemos y
esos otros mundos que no vemos como medio y material, condicin y campo--,
parecera entonces ser el significado del universo, ya que tiene significado y
objetivo y no se trata de una ilusin sin finalidad ni de un accidente fortuito.
Pues el mismo razonamiento que nos permite concluir que el mundo-(existente
no es una engaosa treta de la Mente, igualmente justifica la certeza de que no
se trata de una ciega y desvalida masa auto-existente de separadas
existencias fenomnicas)- adhirindose y pugnando entre s, lo mejor que
pueden, en su rbita a travs de la eternidad-, ni de una auto-creacin y auto-
impulsin tremendas de una ignorante Fuerza sin ninguna Inteligencia secreta
en su interior sabedora de su punto de partida y de su meta, y guiando su
proceso y su movimiento. Una existencia, totalmente auto-conocedora y, por lo
tanto, enteramente duea de s misma, posee al ser fenomnico en el que est
envuelta, se realiza en la forma, se desarrolla en el individuo.

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Ese Emerger luminoso es el amanecer que veneraron los antepasados arios.
Su cumplida perfeccin es el ms alto escaln de Vishn penetrando-el-mundo,
al que aqullos contemplaron como si fuese un ojo cuya visin se extendiese
en los pursimos cielos de la Mente. Pues existe an como omni-reveladora y
omni-guiadora Verdad de las cosas, que vela sobre el mundo y atrae al hombre
mortal, -(primero sin el conocimiento de su mente consciente, mediante la
marcha general de la Naturaleza, pero al final conscientemente a travs de un
despertar y un auto-engrandecimiento progresivos)-, hacia su ascensin divina.
La ascensin a la Vida divina es el viaje humano, el Trabajo de trabajos, el
Sacrificio aceptable. Solo esto es la tarea real del hombre en el mundo y la
justificacin de su existencia, sin la cual sera nicamente un insecto
arrastrndose entre otros insectos efmeros sobre una superficie insignificante
de barro y agua que se form en medio de las aterradoras inmensidades del
universo fsico.

Esta Verdad de las cosas que ha de emerger de las fenomnicas
contradicciones del mundo, est llamada a ser una Bienaventuranza infinita y
Existencia auto-consciente, la misma por doquier, en todas las cosas, en todos
los tiempos y ms all del Tiempo, sabedora de su presencia detrs de todos
estos fenmenos, por cuyas ms intensas vibraciones de actividad o por cuya
ms grande totalidad, jams puede expresarse por completo, y de ningn modo
resultar limitada por las mismas; pues es auto-existente y para el despliegue de
su ser no depende de sus manifestaciones. Estas la representan pero no la
agotan; la sealan, pero no la revelan. Slo es revelada a s misma dentro de
sus formas. La existencia consciente involucionada en la forma llega, en la
medida que evoluciona, a conocerse por intuicin, por auto-visin, por auto-
experiencia. Conocindose, llega a ser ella misma en el mundo; se conoce a s
misma a travs del proceso de llegar a ser ella misma. Duea, de esa manera,
de s misma interiormente, concede tambin a sus formas y modos el
consciente deleite de Sachchidananda. Este afloramiento de la infinita
Bienaventuranza-Existencia-Conciencia en la mente, la vida y el cuerpo,
pues existe independiente de ellos eternamente, es la transfiguracin
ansiada y la utilidad de la existencia individual. A travs del individuo se
manifiesta en sus relacines as como por s misma existe en identidad.

El Incognoscible que se conoce corno Sachchidananda es la afirmacin
suprema del Vedanta; contiene a todas los dems o bien, dependen de l. Esta
es la nica experiencia verdadera que permanece cuando todas las apariencias
han sido consideradas negativamente mediante la eliminacin de sus formas y
coberturas, o positivamente por la reduccin de sus nombres y formas a la
verdad permanente que contienen. Para el cumplimiento del objetivo de la vida
o para la trascendencia de la vida, -(y resultando ser la pureza, la calma y la
libertad del espritu nuestro objetivo o impulso, dicha y perfeccin)-,
Sachchidananda es el desconocido, omnipresente e indispensable trmino por
el cual la conciencia humana, sea con conocimiento y sentimiento, sea con
sensacin y accin, est eternamente buscando.

El Universo y el Individuo son las dos apariencias esenciales en las que el
Incognoscible desciende y a travs de las cuales ha de ser acercado; aunque
otras colectividades intermedias nacen slo de su interaccin. Este descenso
31

de la Realidad suprema es, en su naturaleza, un auto-ocultamiento; y en el
descenso existen sucesivos niveles, en el ocultamiento sucesivos velos.
Necesariamente, la revelacin toma la forma de una ascensin; y
necesariamente tambin la ascensin y la revelacin son progresivas. Pues
cada nivel sucesivo en el descenso de lo Divino es para el hombre una etapa
en ascensin; cada velo que oculta al Dios desconocido se convierte para el
amante-de-Dios y el buscador-de-Dios en un instrumento de Su revelacin.
Fuera del rtmico sueo de la Naturaleza material, -(inconsciente del Alma y de
la Idea que mantiene las ordenadas actividades de su energa incluso en su
mudo y poderoso trance material-), el mundo lucha dentro del ms veloz,
variado y desordenado ritmo de la Vida, afanndose en las orillas de la auto-
conciencia. Fuera de la Vida, lucha hacia arriba dentro de la Mente en la que la
unidad llega a despertar ante s misma y su mundo, y en ese despertar el
universo consigue la fortaleza requerida para su obra suprema, consigue la
individualidad auto-consciente. Pero la Mente asume el trabajo de continuarla,
no de completarla. Es una trabajadora de inteligencia aguda pero limitada que
toma los confusos materiales ofrecidos por la Vida y, habindolos mejorado,
adaptado, modificado y clasificado de acuerdo a su poder, los entrega al
supremo Artista de nuestra divina humanidad. Ese Artista mora en la
supermente; pues la supermente es el superhombre. Por lo tanto, nuestro
mundo tiene todava que trepar ms all de la Mente hasta un principio
superior, un estado superior, un dinamismo superior en el que el universo y el
individuo toman conocimiento y posesin de eso que ambos son, y en
consecuencia, quedan explicados uno al otro, en mutua armona, unificados

Los desrdenes de la vida y de la mente cesan al discernirse el secreto de un
orden ms perfecto que el fsico, la materia bajo la vida, y la mente contiene en
s misma el contrapeso entre un perfecto equilibrio de tranquilidad y la accin
de una inconmensurable energa, pero no posee lo que contiene. Su paz lleva
la opaca mscara de una oscura inercia, un sueo de inconciencia o ms bien
de una conciencia drogada y aprisionada. Manejada por una fuerza que es su
yo real pero cuyo sentido no puede captar ni compartir, carece del despierto
deleite de sus propias energas armoniosas.

La vida y la mente despiertan al sentido de lo que ansan, en la forma de una
ignorancia que pugna y busca y de un deseo perturbado y desconcertado que
son los primeros pasos hacia el autoconocimiento y la auto-realizacin. Pero
entonces dnde est el reino de su auto-realizacin? Les llega por la
superacin de ellas mismas. Ms all de la vida y de la mente recobramos
conscientemente en su divina verdad lo que el equilibrio de la Naturaleza
material represent burdamente, una tranquilidad (que no es inercia ni sellado
trance de la conciencia sino la concentracin de una fuerza absoluta y de un
absoluto auto-conocimiento-, y una accin de inconmensurable energa)- que
es tambin y al mismo tiempo, estremecimiento de inefable bienaventuranza
porque aqu, todo acto es la expresin, no de un deseo y esfuerzo ignorante,
sino de una paz y auto-dominio absolutos-. En ese logro, nuestra ignorancia se
transforma en luz de la cual era un reflejo oscurecido o parcial; nuestros
deseos cesan en la plenitud y en la realizacin prometidas, las cuales, -incluso
en sus formas materiales ms groseras-, eran una oscura y debilitada
aspiracin.
32


El universo y el individuo son necesarios uno al otro en su ascensin.
Ciertamente siempre existe el uno para el otro y mutuamente se aprovechan. El
Universo es una difusin del divino Todo en el Espacio y Tiempo infinitos, el
individuo es su concentracin dentro de los lmites de Espacio y Tiempo. El
Universo busca en la extensin infinita la totalidad divina que siente que es sin
comprenderla enteramente; pues en la extensin, la existencia conduce a una
suma pluralista de s misma que no puede ser la primigenia ni la final unidad,
sino slo un decimal recurrente sin fin ni principio. Por lo tanto, crea en s una
concentracin auto-consciente del Todo a travs de la cual puede aspirar. En el
individuo consciente, Prakriti se vuelve para percibir a Purusha, el Mundo
busca al Ser-en-s; habiendo Dios devenido enteramente Naturaleza, la
Naturaleza busca progresivamente llegar a ser Dios.

Por otra parte, es por medio del Universo que el individuo est impelido a
realizarse. Aqul es no slo su fundamento, su medio, su campo, el material de
la Obra divina, sino que, -dado que la concentracin de la Vida universal que l
individuo es, tiene lugar dentro de unos lmites y no se parece a la intensa
unidad del Brahman libre de toda concepcin de lmite y plazo-,
necesariamente debe universalizarse e impersonalizarse a fin de manifestar el
Todo divino que es su realidad. Incluso se le reclama que preserve, -aun
cuando se extienda ms en la universalidad de la conciencia-, un misterioso
algo trascendente del cual su sentido de la personalidad le da una
representacin oscura y egosta. Por otra parte, l ha equivocado su meta, el
problema que se le present no ha sido resuelto, la obra divina para la cual
acept nacer no ha sido hecha.

El Universo viene al individuo como Vida, -(un dinamismo cuyo secreto total ha
de dominar y una masa de resultados en colisin, un torbellino de energas
potenciales de las que ha de liberar algn orden supremo y alguna armona
an no realizada)-. Este es, despus de todo, el real sentido del progreso del
hombre. No es simplemente, una repeticin, en trminos levemente diferentes,
de lo que ya cumpli la Naturaleza fsica. Ni el ideal de la vida humana puede
ser simplemente el animal repetido en una escala superior de mentalidad. De lo
contrario, cualquier sistema u orden que asegurase un tolerable bienestar y una
moderada satisfaccin mental hubiese estancado nuestro progreso. El animal
se satisface con poco forzosamente; los dioses se contentan con sus
esplendores. Pero el hombre no puede descansar permanentemente hasta que
alcance algn bien supremo. Es el ms grande de los seres vivientes porque es
l ms descontento, porque es l que ms siente la presin de las limitaciones.
Solo el; quizs, es capaz de ser atrapado por el divino frenes de un ideal
remoto.

Para el Espritu-Vital, por lo tanto, el individuo en el que centra sus
potencialidades es pre-eminentemente el Hombre, el Purusha. Se trata del Hijo
del Hombre que es supremamente capaz de ser encarnado por Dios. Este
Hombre es el Manu, el pensador, el Manomaya Purusha, persona mental o
alma en la mente de los antiguos sabios. No es un mero mamfero superior,
sino un alma conceptiva tomando base en el cuerpo animal en la Materia. El es
Numen o nombre consciente que acepta y utiliza la forma como un mdium ,
33

(medio para una realizacin), a travs del cual la Persona puede tratar con la
sustancia. La vida animal que emerge de la Materia es slo el trmino inferior
de su existencia. La vida del pensamiento, del sentimiento, de la voluntad, del
impulso consciente, -(esa que llamamos en su totalidad Mente, esa que pugna
por controlar la Materia y sus energas vitales y someterlas a la ley de su propia
transformacin progresiva)-, es el trmino medio en el que el individuo toma su
ubicacin efectiva. Pero existe, igualmente, un trmino supremo del cual la
Mente del hombre va en pos, de modo que, tras haberlo hallado pueda
afirmarlo en su existencia mental y corporal. Esta afirmacin prctica de algo
esencialmente superior a su presente yo es la base de la vida divina en el ser
humano.

Despierto a un ms profundo auto-conocimiento que el de su primera idea
mental de s mismo, el Hombre empieza a concebir alguna frmula y a percibir
alguna apariencia de la cosa que ha de afirmar. Pero se le presenta como si se
balanceara entre dos negaciones de s misma. Si, ms all de sus actuales
dotes, percibe o es tocado por el poder, la luz, la bienaventuranza de la infinita
existencia auto-consciente y traduce su pensamiento o su experiencia en
trminos convenientes a su mentalidad, -(Infinito, Omnisciencia, Omnipotencia,
Inmortalidad, Libertad, Amor, Beatitud, Dios)-, todava este sol de su visin
parece brillar entre una doble Noche, -(oscuridad abajo y una mayor oscuridad
ms all)-. Pues cuando pugna por conocer eso completamente, parece
ingresar en algo que ninguno de estos trminos ni la suma de ellos puede
representarlo en su totalidad. Su mente, al final niega a Dios por un Ms All, o
al menos parece descubrir a Dios que se trasciende a S mismo, negndose a
su propia concepcin. Aqu tambin, en el mundo, en l mismo, y a su
alrededor, es encontrado siempre por los opuestos de su afirmacin. La muerte
est siempre con l, la limitacin inviste su ser y su experiencia, el error, la
inconciencia, la debilidad, la inercia, la pena, el dolor, el mal, son constantes
opresores de su esfuerzo. Aqu tambin es conducido a negar a Dios, o al
menos el Divino parece negarse u ocultarse en alguna apariencia o resultado
que difiere de su realidad verdadera y eterna.

Y los trminos de esta negacin no son, como esa otra y ms remota negacin,
inconcebibles y, por lo tanto, naturalmente misteriosos, incognoscibles en su
mente, sino que parecen ser cognoscibles, conocidos, definidos, -y aun
misteriosos-. No sabe qu son, por qu existen, cmo llegaron a ser. Ve sus
procesos tal como lo afectan y se le presentan; no puede sondear su realidad
esencial.

Tal vez son insondables, tal vez son tambin realmente incognoscibles en su
esencia? O, puede ser, que no tengan realidad esencial, -sean una ilusin,
Asat, No-Ser-. La Negacin superior se nos presenta a veces como Nihil, No-
Existencia; esta negacin inferior puede ser tambin, en su esencia, Nihil, no-
existencia. Pero as como ya hemos rechazado esta evasin de la dificultad
con respecto a la negacin superior, de igual manera la descartamos para este
Asat inferior. Negar por completo su realidad o buscar un escape de ella como
mera ilusin desastrosa, es hacer a un lado el problema y esquivar nuestro
trabajo. Para la Vida, estas cosas que parecen negar a Dios, ser los opuestos
de Sachchidananda, son reales, incluso si son considerados como temporales.
34

Ellas y sus opuestos, bien, conocimiento, dicha, placer, vida, supervivencia,
fuerza, poder, crecimiento, son el material mismo de sus obras.

En verdad es probable que sean el resultado o ms bien los acompaantes
inseparables, no de una ilusin, sino de una relacin equivocada, equivocada
porque est fundada en una falsa visin de para qu est el individuo en el
universo y por lo tanto una falsa actitud tanto hacia Dios como hacia la
Naturaleza, hacia l mismo y su entorno. Debido a que lo que l ha llegado a
ser est fuera de armona tanto con lo que el mundo que habita es como con lo
que el mismo debiera ser y lo que va a ser, por lo tanto el hombre est sujeto a
estas contradicciones de la secreta Verdad de las cosas. En ese caso no son el
castigo por una cada, sino las condiciones de un progreso. Son los elementos
primarios del trabajo que ha de cumplir, el precio que ha de pagar por la corona
que confa ganar, el estrecho camino por el que la Naturaleza escapa de la
Materia dentro de la conciencia; son al mismo tiempo su rescate y su requisito.

Pues fuera de estas falsas relaciones y con su ayuda ha de hallarse la verdad.
Por la Ignorancia hemos de cruzar sobre la muerte. As, tambin el Veda habla
crpticamente de energas que son como mujeres malas en el impulso, errantes
en el sendero, daando a su Seor, que con todo, aunque falsas e infelices,
construyen al fin esta vasta Verdad, la Verdad que es la Bienaventuranza.
Sera, entonces, -(no cuando l haya arrojado el mal en su Naturaleza fuera de
l mismo por un acto de ciruga moral, o haya apartado la vida por un retiro
detestable, sino cuando l haya convertido la Muerte en una vida ms perfecta,
haya elevado las pequeas cosas de la limitacin humana hasta dentro de las
grandes cosas de la inmensidad divina, haya transformado el sufrimiento en
beatitud, convertido el mal en su propia bondad, traducido el error y la falsedad
en su verdad secreta)-, que el sacrificio ser cumplido, el viaje hecho y el Cielo
y la Tierra igualadas se den la mano en la dicha del Supremo.

Pero esos contrarios cmo pueden pasar uno al otro? Mediante qu alquimia
este plomo de la mortalidad es convertido en ese oro del Ser divino? Es que
son contrarios en su esencia? Es que no son manifestaciones de una sola
Realidad, idntica en sustancia? Entonces ciertamente una transmutacin
divina llega a ser concebible.

Hemos visto que el No-Ser ms all bien puede ser una existencia inconcebible
y tal vez una inefable Bienaventuranza. Al menos el Nirvana del Budismo que
formul un ms luminoso esfuerzo del hombre por alcanzar y descansar en
esta suprema No-Existencia, se representa en la psicologa de los liberados
todava sobre la tierra como una impronunciable paz y alegra; su efecto
prctico es la extincin de todo sufrimiento a travs de la desaparicin de toda
idea o sensacin egostas y lo ms cerca que podemos acercarnos a una
concepcin positiva de eso, existe una inexpresable Beatitud (si puede
aplicarse nombre o denominacin alguna a una paz tan vaca de contenido) en
la que, incluso la nocin de auto-existencia, parece ser deglutida y
desaparecer. Se trata de un Sachchidananda al que ya no nos atrevemos a
aplicar siquiera los trminos supremos de Sat, de Chit ni de Ananda. Pues
todos los trminos son anulados y toda experiencia cognitiva es superada.

35

Por otra parte, hemos aventurado sugerir que, dado que todo es una sola
Realidad, esta negacin inferior tambin, esta otra contradiccin o no-
existencia de Sachchidananda no es otra cosa que Sachchidananda mismo. Es
capaz de ser concebido por el intelecto, percibido en la visin, incluso recibido
a travs de las sensaciones tan verazmente como lo que precisamente parece
negar, y as ocurrira siempre a nuestra experiencia consciente si las cosas no
fueran falsificadas por algn gran error fundamental, alguna posesiva y
compulsiva Ignorancia, Maya o Avidya. En este sentido habra que buscar una
solucin, quiz no una satisfactoria solucin metafsica para la mente lgica,
pues estamos en el linde de lo incognoscible, de lo inefable, y esforzando
nuestra vista ms all, sino una suficiente base de experiencia para la
prctica de la vida divina.

Para hacer esto debemos animarnos a ir debajo de las claras superficies de las
cosas en las que la mente ama habitar, tentar lo vasto y oscuro, penetrar las
insondables profundidades de la conciencia e identificarnos con estados del ser
que no son los propios. El lenguaje humano es una pobre ayuda en esa
bsqueda, pero al menos podemos hallar en l algunos smbolos y figuras,
retornar con algunas sugestiones apenas expresables que ayudarn a iluminar
el alma y proyectar sobre la mente algn reflejo del inefable designio.



Captulo VII - El Ego y las Dualidades

El alma, asentada en el mismo rbol de la Naturaleza, est absorta y
desengaada porque no es el Seor, mas cuando ve y est en unin con ese
otro yo y grandiosidad suyos que es el Seor, su pesar desaparece de ella.
Swetaswatara Upanishad



Si todo es en verdad Sachchidananda, ( Existenciaconscienciabienaventuranza
), la muerte, el sufrimiento, el mal, la limitacin slo pueden ser las creaciones,
positivas en el efecto prctico, negativas en esencia, de una deformante
conciencia, cada, del total y unificador conocimiento de s, en un error de
divisin y experiencia parcial. Esta es la cada del hombre tipificada en la
potica parbola del Gnesis hebreo. Esa cada es su desviacin de la plena y
pura aceptacin de Dios y de s mismo, o ms bien de Dios en s mismo, hacia
una divisora conciencia separativa que trae consigo todo el squito de
dualidades, vida y muerte, bien y mal, dicha y dolor, integridad y carencia, el
fruto de un ser humano dividido y engaado por su naturaleza. Este es el fruto
del arbol de la consciencia separativa del bien y del mal que comieron Adn y
Eva, Purusha y Prakriti, el alma tentada por la Naturaleza. La redencin llega
mediante la recuperacin de la Unidad universal en lo individual, y del elemento
espiritual en la conciencia humana. Slo entonces al alma puede permitrsele
en la Naturaleza que participe del fruto del rbol de la vida, del arbol del
conocimiento y que sea como lo Divino y viva por siempre en su inmortalidad
restituida. Pues slo entonces puede cumplirse la finalidad de su descenso en
la conciencia material, cuando el conocimiento de bien y mal, dicha y
36

sufrimiento, vida y muerte se haya cumplido a travs de la recuperacin, por el
alma humana, de un conocimiento superior que reconcilie e identifique estos
opuestos en lo universal y transforme sus divisiones en la imagen de la Unidad
divina.

Para Sachchidananda, -que se extiende en todas las cosas en su ms vasta
generalidad e imparcial universalidad-, la muerte, el sufrimiento y la limitacin
slo pueden ser, como mucho, trminos inversos, sombras-formas de sus
luminosos opuestos. Tal como sentimos estas cosas, son signos de una
discordia. Formulan separacin donde debera haber unidad, incomprensin
donde debera haber comprensin, un intento de llegar a independientes
armonas donde debera haber una auto-adaptacin del todo orquestal. La
totalidad absoluta, -incluso si solo estuviese en un esquema de las vibraciones
universales, incluso si slo fuese una totalidad de la conciencia fsica sin
poseer todo lo que est en movimiento ms all y detrs-, debe ser hasta ese
punto una reversin en pro de la armona y una reconciliacin de chocantes
opuestos. Por otra parte, al Sachchidananda trascendente de las formas del
universo ya no pueden aplicarse justamente los trminos duales mismos,
incluso as entendidos. La trascendencia transfigura; no reconcilia, sino que
ms bien transmuta los opuestos en algo que los sobrepasa borrando sus
oposiciones.

Al principio, sin embargo, debemos pugnar por relacionar al individuo otra vez
con la armona de la totalidad. Es necesario para nosotros, -de lo contrario el
problema no tiene solucin-, comprender que los trminos con que nuestra
actual conciencia interpreta los valores del universo, -aunque prcticamente
justificados a los fines de la experiencia y el progreso humanos-, no son los
nicos trminos por los que es posible interpretarlos y no pueden ser las
frmulas completas, correctas y ltimas. Precisamente as como puede haber
rganos sensorios o formas de capacidad sensoria que vean el mundo fsico de
modo distinto y an mejor, pues lo haran ms integralmente, que nuestros
rganos sensoriales y nuestras capacidades sensitivas, de igual manera puede
haber otras perspectivas mentales y supramentales del universo que
sobrepasen la nuestra. Existen estados de la conciencia en los que la Muerte
es slo un cambio en Vida inmortal, el dolor un violento reflujo de las aguas del
deleite universal, la limitacin un vuelco del Infinito sobre s mismo, el mal un
rodeo del bien en torno de su propia perfeccin; y esto no slo en una abstracta
concepcin, sino tambin en la visin real y en la experiencia constante y
sustancial. Arribar a esos estados de la conciencia puede ser, para el individuo,
uno de los ms importantes e indispensables pasos de su progreso hacia la
auto-perfeccin.

Ciertamente, los valores prcticos que nos brindan nuestros sentidos y nuestro
dualstico sentido-mente pueden mantenerse en su campo y aceptarse como
modelo de la vida-experiencia ordinaria hasta que est lista una mayor armona
en la que puedan ingresar y transformarse sin perder el dominio de las
realidades que representan. Agrandar las facultades-sensorias sin tener en
cuenta el conocimiento que brindaran los antiguos valores sensorios a su
correcta interpretacin desde el nuevo punto de vista, podra conducir a serios
desrdenes e incapacidades y no adecuarse a la vida prctica ni al uso
37

ordenado y disciplinado de la razn. Igualmente, un agrandamiento de nuestra
conciencia mental, fuera de la experiencia de las dualidades propias del ego,
dentro de una no-regulada unidad con alguna forma de conciencia total, podra
fcilmente producir confusin e incapacidad para la vida activa de la
humanidad en el orden establecido de las relatividades del mundo. sta, sin
duda, es la raz del mandato impuesto en el Gita al hombre que tiene el
conocimiento, no para perturbar la vida-base ni el pensamiento-base de los
ignorantes; pues, impulsados por su ejemplo, pero incapaces de comprehender
el principio de su accin, perderan su propio sistema de valores sin llegar a un
fundamento superior.

Tal desorden e incapacidad puede aceptarse personalmente, y as lo hacen
muchas grandes almas, como un pasaje temporal o como el precio que se ha
de pagar para el ingreso en una existencia ms amplia. Pero la correcta meta
del progreso humano debe ser siempre una reinterpretacin efectiva y sinttica,
por la que la ley de esa ms amplia existencia, pueda representarse en un
nuevo orden de verdades y en una ms justa y pujante obra de las facultades
sobre la vida-material del universo. Para los sentidos el sol marcha en torno a
la tierra; eso fue para ellos el centro de la existencia y las propuestas de la vida
estn dispuestas sobre la base de esta concepcin errnea. La verdad es el
opuesto mismo de esa concepcin, pero su descubrimiento hubiese sido de
escasa utilidad si no existiese una ciencia que convierte a la nueva concepcin
en el centro de un conocimiento razonado y ordenado prefiriendo sus correctos
valores a las percepciones de los sentidos. De igual manera, para la conciencia
mental, Dios se desplaza en torno al ego personal y todas Sus obras y caminos
son trados ante el juicio de nuestras egostas sensaciones, emociones y
concepciones, y all se les dan valores e interpretaciones que, aunque
constituyen una perversin e inversin de la verdad de las cosas, con todo son
tiles y prcticamente suficientes en un cierto desarrollo de la vida y progreso
humanos. Son una tosca sistematizacin prctica de nuestra experiencia de las
cosas, vlida en la medida que moramos en un cierto orden de ideas y
actividades. Pero no representan el ltimo y supremo estado de la vida y
conocimiento humanos. "El sendero es la Verdad y no la falsedad. La verdad
no es que Dios se desplace en torno al ego como centro de la existencia y
pueda ser juzgado por el ego y su criterio de las dualidades, sino que el Divino
es en s mismo el centro y que la experiencia del individuo slo encuentra su
propia verdad cuando sta es conocida en los trminos de lo universal y lo
trascendente. No obstante, sustituir esta concepcin por la egosta sin una
adecuada base de conocimiento puede conducir a la substitucin de nuevas
pero todava falsas y arbitrarias ideas en lugar de las viejas, y producir un
violento desconcierto en vez del establecido desorden de valores correctos.
Ese desorden marca a menudo el inicio de nuevas filosofas y religiones, y da
comienzo a revoluciones tiles. Mas la verdadera meta slo se alcanza cuando
podemos agrupar en torno a la correcta concepcin central un conocimiento
razonado y efectivo en el que la vida egosta redescubrir todos sus valores
transformados y corregidos. Entonces poseeremos ese nuevo orden de
verdades que nos posibilitar sustituir una ms divina vida por la existencia que
ahora llevamos y efectivizar un ms divino y pujante uso de nuestras facultades
en la vida-material del universo.

38

Esa vida y poder nuevos del humano integral, deben necesariamente reposar
sobre una realizacin de las grandes verdades que traduzca dentro de nuestro
modo de concebir las cosas la naturaleza de la existencia divina. Esto debe
suceder a travs de una renuncia del ego a su falso punto de permanencia y a
sus falsas certezas, a travs de su ingreso en una relacin y armona correctas
con las totalidades de las que forma parte y con las trascendencias de las que
es un descenso, y a travs de su perfecta auto-apertura a una verdad y a una
ley que exceden sus propias convenciones, una verdad que ser su realizacin
y una ley que ser su liberacin. Su meta debe ser la abolicin de aquellos
valores que son creaciones de la visin egosta de las cosas; su cima debe ser
la trascendencia de la limitacin, de la ignorancia, de la muerte, del sufrimiento
y del mal.

La trascendencia, la abolicin no son posibles aqu en la tierra y en nuestra
vida humana si los trminos de esa vida estn necesariamente ligados a
nuestra actual valoracin egosta. Si la vida es en su naturaleza, un fenmeno
individual y no la representacin de una existencia universal y el hlito de una
poderosa Vida-Espritu; si las dualidades que son la respuesta del individuo a
sus contactos no son meramente una respuesta sino la esencia y condicin de
todo lo viviente; si la limitacin es la inalienable naturaleza de la sustancia con
la que estn formados nuestra mente y cuerpo; si la desintegracin en la
muerte es la primera y ltima condicin de toda vida, su fin y su principio; si el
placer y el dolor son la inseparable materia dual de toda sensacin; si la dicha y
el pesar son la luz y sombra necesarias de toda emocin; si la verdad y el error
son los dos polos entre los cuales todo conocimiento debe desplazarse
eternamente, entonces la trascendencia es slo asequible mediante el
abandono de la vida humana en un Nirvana ms all de toda existencia o
mediante el logro de otro mundo, un cielo constituido de modo muy diferente al
de este universo material.

No es muy fcil para la rutinaria mente del hombre, siempre apegada a sus
asociaciones pasadas y presentes, concebir una existencia todava humana,
pero que radicalmente haya modificado aquellas circunstancias que
previamente considerbamos inamovibles. Con respecto a nuestra posible
evolucin superior estamos en gran medida en la posicin del Mono original de
la teora darwiniana. Le hubiera resultado imposible a ese Mono, -que llevaba
su arbrea vida instintiva en los bosques primitivos-, concebir que un da habra
sobre la tierra un animal que utilizara una nueva facultad llamada Razn sobre
los materiales de su existencia interna y externa, que dominara mediante ese
poder sus instintos y hbitos, cambiara las circunstancias de su vida fsica,
construira casas de piedra, manipulara las fuerzas de la Naturaleza,
navegara los mares, volara por los aires, desarrollara cdigos de conducta,
evolucionara mtodos conscientes para su desarrollo mental y espiritual. Y si
esa concepcin hubiese sido posible para la mente simiesca, todava le hubiera
resultado difcil imaginar que por cualquier progreso de la Naturaleza o
prolongado esfuerzo de la Voluntad y la tendencia, l mismo podra evolucionar
hasta ese animal. El hombre, debido a que ha adquirido razn y ms an
porque ha satisfecho su poder imaginativo e intuitivo, es capaz de concebir una
existencia superior a la suya propia e incluso visionar su elevacin personal
ms all de su estado actual dentro de esa existencia. Su idea del estado
39

supremo es un absoluto de todo cuanto es positivo, para sus propios conceptos
y deseable, para su propia aspiracin instintiva, el Conocimiento sin su
negativa sombra de error; la Bienaventuranza sin su negacin de experimentar
sufrimiento; el Poder sin su constante negacin por la incapacidad; la pureza y
plenitud del ser sin el sentido opuesto del defecto y la limitacin. Es as como
concibe sus dioses; as es como construye sus cielos. Ms no es as como su
razn concibe una tierra posible y una humanidad posible. Su sueo de Dios y
Cielo es en realidad un sueo de su propia perfeccin; pero descubre igual
dificultad en aceptar su realizacin prctica aqu en orden a su fin ltimo, tal
como el Mono ancestral si se le demandase que creyese en s mismo como el
Hombre futuro. Su imaginacin, sus aspiraciones religiosas pueden sostener
ese fin ante l; mas cuando su razn se hace valer, rechazando la imaginacin
y la intuicin trascendente, califica eso como una brillante supersticin contraria
a los hechos slidos del universo material. Eso se convierte entonces
nicamente en su inspirada visin de lo imposible. Todo cuanto es posible es
un condicionado, limitado y precario conocimiento, felicidad, poder y bondad.

Aun en el principio de la razn misma existe la afirmacin de una
Trascendencia; pues el total objetivo y esencia de la razn es la bsqueda del
Conocimiento, la bsqueda, vale decir, de la Verdad mediante la eliminacin
del error. Su criterio, su objetivo, no es el de pasar de un error mayor a uno
menor, sino que consiste en una positiva, pre-existente Verdad hacia la cual, a
travs de las dualidades del correcto conocimiento y del equivocado
conocimiento, podemos desplazarnos progresivamente. Si nuestra razn no
tiene la misma certeza instintiva con respecto a las otras aspiraciones de la
humanidad, es porque le falta la misma esencial iluminacin inherente a su
propia actividad positiva. Podemos precisamente concebir una realizacin
positiva o absoluta de la felicidad porque el corazn al cual pertenece ese
instinto para la felicidad, tiene su propia forma de certeza, es capaz de fe, y
porque nuestras mentes pueden prever la eliminacin del insatisfecho deseo
que es la causa aparente del sufrimiento. Pero cmo concebiremos la
eliminacin del dolor desde nuestra sensacin nerviosa o de la muerte desde la
vida del cuerpo? Incluso el rechazo del dolor es un instinto soberano de las
sensaciones, el rechazo de la muerte es un dominante reclamo inherente a la
esencia de nuestra vitalidad. Mas estas cosas se presentan ante nuestra razn
como aspiraciones instintivas, no como potencialidades realizables.

Y la misma ley se ha de mantener en todo. El error de la razn prctica es una
excesiva sujecin al hecho aparente al que puede sentir inmediatamente como
real y un insuficiente coraje para desarrollar hechos ms profundos, desde su
potencialidad hasta su lgica conclusin. Lo que hoy es, constituye la
realizacin de una potencialidad anterior; la potencialidad actual es un
vislumbre y promesa de la realizacin futura. Y aqu la potencialidad existe;
pues el dominio de los fenmenos depende de un conocimiento de sus causas
y procesos y si conocemos las causas del error, del pesar, del dolor, de la
muerte, podemos esforzarnos con alguna esperanza hacia su eliminacin.
Pues el conocimiento es poder y dominio.

De hecho, perseguimos como ideal, tan lejos como podemos, la eliminacin de
todos estos fenmenos negativos o adversos. Buscamos constantemente
40

minimizar la causa del error, del dolor y del sufrimiento. La ciencia, a medida
que aumenta su conocimiento, suea con regular el nacimiento y con prolongar
indefinidamente la vida, o ms an, con alcanzar la entera conquista de la
muerte. Pero debido a que visionamos slo las causas externas y secundarias,
slo podemos pensar en suprimirlas hasta una distancia y no en eliminar las
races reales de eso contra lo que luchamos. Y de esa manera estamos
limitados porque pugnamos hacia percepciones secundarias y no hacia el
conocimiento-raz, porque conocemos los procesos de las cosas pero no su
esencia. As llegamos a una ms poderosa manipulacin de las circunstancias,
y no al control esencial. Pues si pudiramos aprehender la naturaleza esencial
y la causa esencial del error, del sufrimiento y de la muerte, podramos esperar
llegar a un dominio sobre ellos que no sera relativo sino completo. Podramos
esperar incluso, eliminarlos por completo y justificar el instinto dominante de
nuestra naturaleza mediante la conquista de ese bien, bienaventuranza,
conocimiento e inmortalidad absolutos que nuestras intuiciones perciben como
el ltimo y verdadero estado del ser humano.

El antiguo Vedanta nos presenta esa solucin en la concepcin y experiencia
de Dios Brahman como el nico hecho universal y esencial, y en la naturaleza
de Brahman como Sachchidananda.

En esta visin, la esencia de toda vida es el movimiento de una existencia
universal e inmortal; la esencia de toda sensacin y emocin es el despliegue
de un deleite universal y auto-existente en el ser; la esencia de todo
pensamiento y percepcin es la radiacin de una verdad universal y omni-
penetrante; la esencia de toda actividad es la progresin de un bien universal y
auto-actuante.

Mas el despliegue y el movimiento se corporizan en una multiplicidad de
formas, una variacin de tendencias, un intercambio de energas. La
multiplicidad permite la interferencia de un factor determinativo y
temporariamente deformativo, el ego individual; y la naturaleza del ego es una
auto-limitacin de la conciencia mediante una voluntaria ignorancia del resto de
su despliegue y su exclusiva absorcin en una sola forma, una sola
combinacin de tendencias, un slo campo del movimiento de energas. El ego
es el factor que determina las reacciones del error, del pesar, del dolor, del mal,
de la muerte; pues da valor a estos movimientos que, de otro modo, seran
representados en su correcta relacin con una sola Existencia,
Bienaventuranza, Verdad y Bien. Al recuperar la relacin correcta podemos
eliminar las reacciones Ego-determinadas, reducindolas eventualmente a sus
verdaderos valores; y esta recuperacin puede efectuarse mediante la correcta
participacin del individuo en la conciencia de la totalidad y en la conciencia del
trascendente que la totalidad representa.

En el ltimo Vedanta se desliz y lleg a fijarse la idea de que el ego limitado
es, no slo la causa de las dualidades, sino la condicin esencial para la
existencia del universo. Al desembarazarnos de la ignorancia del ego y sus
limitaciones resultantes, eliminamos ciertamente las dualidades, pero junto con
ellas eliminamos nuestra existencia en el movimiento csmico. De esa manera
retornariamos a la esencialmente mala e ilusoria naturaleza de la existencia
41

humana y a la incapacidad de todo esfuerzo en pos de la perfeccin de la vida
del mundo. Cuanto podemos buscar aqu es un bien relativo ligado siempre a
su opuesto. Mas si nos adherimos a la ms grande y profunda idea de que el
Ego es slo una representacin intermedia de algo ms all de S mismo,
escapamos de esta consecuencia y somos capaces de aplicar el Vedanta a la
realizacin de la vida y no slo a escapar de sta. La causa y condicin
esenciales de la existencia universal es el Seor, Ishwara o Purusha,
manifestando y habitando formas individuales y universales. El Ego limitado es
slo un fenmeno intermedio de conciencia necesario para una cierta lnea de
desarrollo. Siguiendo esta lnea el individuo puede llegar a lo que est ms all
de l mismo, a aquello que l representa, y puede an continuar
representando, no ya como un oscuro y limitado Ego, sino como un centro del
Divino y de la conciencia universal abarcando, utilizando y transformando en
armona con la Divinidad todas las determinaciones individuales.

Entonces tenemos la manifestacin del divino Ser Consciente en la totalidad de
la Naturaleza fsica como fundamento de la existencia humana en el universo
material. Tenemos el emerger de ese Ser Consciente en una involutiva e
inevitablemente evolutiva Vida, Mente y Supermente como la condicin de
nuestras actividades; pues es esta evolucin la que ha capacitado al hombre
para aparecer en la Materia y es esta evolucin la que lo capacitar
progresivamente para manifestar a Dios en el cuerpo, - la Encarnacin
Universal -. Tenemos en una formacin egosta el factor intermedio y decisivo
que permite al Uno emerger como el consciente de la Unidad en los Muchos
(Mltiple), fuera de esa indeterminada totalidad general, oscura y sin forma,
que llamamos el subconsciente, hrdya samudra, el ocenico corazn de las
cosas del Rig Veda. Tenemos a las dualidades de vida y muerte, dicha y pesar,
placer y dolor, verdad y error, bien y mal como las primeras formaciones de la
conciencia egosta, el resultado natural e inevitable de su intento de realizar la
unidad en una construccin artificial de si misma, excluyente de la verdad, bien,
vida y deleite totales del ser en el universo. Tenemos la disolucin de esta
construccin egosta mediante la auto-apertura del individuo hacia el universo y
Dios como medio de esa suprema realizacin en la que la vida egosta es slo
un preludio, as como la vida animal fue slo un preludio de la humana.
Tenemos la realizacin del Todo en el individuo mediante la transformacin del
ego limitado en un centro consciente de la unidad y libertad divinas, como el
trmino o logro, al que llega quien lo realiza. Y tenemos el fluir de la Existencia,
Verdad, Bien y Deleite infinitos y absolutos del ser sobre los Muchos, en el
mundo, como el resultado divino hacia el cual se desplazan los ciclos de
nuestra evolucin. Este es el supremo nacimiento que la maternal Naturaleza
guarda en su seno; de aquello, pugna por ser liberada.



Captulo VIII - Los Mtodos del Conocimiento Vedntico

Este Yo secreto de todos los seres no es aparente, sino que es visto por medio
de la razn suprema, la sutil, por aquellos que tienen la visin sutil.
Katha Upanishad

42



Pero cul es, entonces, el trabajo de este Sachchidananda en el mundo y
mediante qu proceso de las cosas son, las relaciones entre aqul y el ego que
lo figura, primero formadas, y despus llevadas a su consumacin?. Pues de
esas relaciones y del proceso que sigan depende la filosofa y prctica totales
de una vida divina para el hombre.

Llegamos a la concepcin y al conocimiento de una existencia divina por
superacin de la evidencia de los sentidos y penetrando ms all de las
paredes de la mente fsica. En la medida en que nos confinamos en el sentido-
evidencia y en la conciencia fsica, nada podemos concebir y nada podemos
conocer salvo el mundo material y sus fenmenos. Mas ciertas facultades en
nosotros capacitan a nuestra mentalidad para llegar a concepciones que
podemos ciertamente deducir, -por racionalizacin o por variacin imaginativa-,
de los hechos del mundo fsico tal como los vemos, pero que no se hallan
acreditadas por ningn dato puramente fsico ni experiencia fsica alguna. El
primero de estos instrumentos es la razn pura.

La razn humana tiene una doble accin, mixta o dependiente y pura o
soberana. La razn acepta una accin mixta cuando se limita al crculo de
nuestra experiencia sensible, admite su ley como verdad final y se preocupa
solamente del estudio del fenmeno, vale decir, de las apariencias de las cosas
en sus relaciones, procesos y utilidades. Esta accin racional es incapaz de
conocer lo que es, slo conoce lo que aparenta ser, carece de plomada con la
que poder sondar las profundidades del ser, slo puede explorar el campo del
acontecer. La razn por otra parte, afirma su accin pura, cuando acepta
nuestras experiencias sensibles como punto de partida pero rehsa estar
limitada por ellas; mira detrs de las mismas, juzga, trabaja con su propia ley y
pugna por arribar a conceptos generales e inalterables que se adhieran, no a
las apariencias de las cosas, sino a lo que est detrs de sus apariencias.
Puede arribar a su resultado mediante apreciacin directa pasando de
inmediato de la apariencia a lo que est detrs de ella y en ese caso, el
concepto al que se arrib puede parecer resultado de la experiencia sensoria y
dependiente de ella aunque en realidad se trate de una percepcin de la razn
actuando con su propia ley. Mas las percepciones de la razn pura pueden
tambin y sta es su ms caracterstica accin usar la experiencia de la
que parten como mera excusa y dejarla muy atrs antes de llegar a su
resultado, tan lejos que el resultado puede parecer el contrario directo de lo que
nuestra experiencia sensoria desea dictarnos. Este movimiento es legtimo e
indispensable, debido, no solo a que nuestra experiencia normal nicamente
cubre una pequea parte del hecho universal, sino a que tambin, dentro de los
lmites de su propio campo, usa instrumentos que son defectuosos y nos dan
falsos pesos y medidas. Nuestra experiencia normal debe ser superada,
mantenida a distancia, y su insistencia negada a menudo si hemos de arribar a
ms adecuadas concepciones de la verdad de las cosas. Corregir los errores
del Sentido-mente mediante el uso de la razn es uno de los ms valiosos
poderes desarrollados por el hombre y la causa principal de su superioridad
entre los seres terrestres.

43

El completo uso de la razn pura nos trae finalmente del conocimiento fsico al
metafsico. Pero los conceptos del conocimiento metafsico no satisfacen en s
mismos plenamente la demanda de nuestro ser integral. En verdad, son
enteramente satisfactorios para la razn pura, porque son la sustancia misma
de nuestra existencia. Pero nuestra naturaleza ve las cosas siempre a travs
de dos ojos, pues los ve dobles, como idea y como hecho, y por lo tanto, todo
concepto es incompleto para nosotros, y para una parte de nuestra naturaleza,
casi irreal hasta que sucede una experiencia. Pero las verdades que estn
ahora en cuestin, son de un orden no sujeto a nuestra experiencia normal.
Estn, en su naturaleza, "ms all de la percepcin de los sentidos pero
aprehensibles por la percepcin de la razn. Por lo tanto, es necesaria alguna
otra facultad de la experiencia por la que pueda ser lograda la demanda de
nuestra naturaleza y esto slo puede llegar, dado que estamos tratando con lo
suprafsico, mediante una extensin de la experiencia psicolgica.

En cierto sentido, toda nuestra experiencia es psicolgica, dado que incluso lo
que recibimos mediante los sentidos carece de significado y valor para
nosotros hasta que es traducido en los trminos del sentido-mente, el Manas
de la terminologa filosfica hind. Manas, dicen nuestros filsofos, es el sexto
sentido. Ms nosotros incluso podemos decir que es el nico sentido y que los
otros, vista, odo, tacto, olfato, gusto son meramente especializaciones del
sentido-mente, el cual, aunque normalmente usa los rganos-sensorios como
base de su experiencia, an los supera y es capaz de una experiencia directa
ajustada a su propia accin inherente. El sentido-mente, como resultado de la
experiencia psicolgica, -al igual que las cogniciones de la razn-, es capaz en
el hombre de una doble accin, mixta o dependiente y pura o soberana. Su
accin mixta tiene lugar comnmente cuando la mente busca llegar a ser
consciente del mundo externo, del objeto; la accin pura, cuando busca llegar
al conocimiento de s mismo, del sujeto. En la primera actividad, es
dependiente de los sentidos, y forma sus percepciones de acuerdo con sus
evidencias; en la ltima, acta en s misma y es consciente de las cosas
directamente por una suerte de identidad con ellas. De esa manera somos
conscientes de nuestras emociones; somos conscientes de la ira, -como
agudamente se ha dicho-, porque llegamos a ser la ira. As somos conscientes
de nuestra propia existencia, y aqu, la naturaleza de la experiencia como
conocimiento por identidad, se torna aparente. En realidad, toda experiencia
es, en su naturaleza secreta, conocimiento por identidad; pero su verdadero
carcter se nos oculta pues nos hemos separado del resto del mundo por
exclusin, por distincin de nosotros mismos como sujeto y todo lo dems
como objeto, y nos vemos compelidos a desarrollar procesos y rganos por los
que nuevamente podamos entrar en comunicacin con todo cuanto hemos
excluido. Hemos de sustituir el conocimiento directo a travs de la identidad
consciente por un conocimiento indirecto que parece ser causado por contacto
fsico y simpata mental. Esta limitacin es una creacin fundamental del ego y
una muestra de la manera en que ha procedido en todo, partiendo de una
falsedad original y cubriendo la correcta verdad de las cosas con falsedades
contingentes que para nosotros llegan a ser las verdades prcticas de la
relacin con el mundo exterior.

44

De esta naturaleza del conocimiento mental y sensorio, -tal como actualmente
est organizado en nosotros-, se sigue que no hay necesidad inevitable en
nuestras limitaciones existentes. Son el resultado de una evolucin en la que la
mente se ha acostumbrado a depender de ciertos funcionamientos fisiolgicos
y de sus reacciones como sus medios normales para entrar en relacin con el
universo material. Por lo tanto, aunque la regla es que cuando buscamos llegar
a ser conscientes del mundo externo, hemos de obrar as, indirectamente a
travs de los rganos-sensorios, y podemos experimentar solo, tanta parte de
la verdad acerca de las cosas y de los hombres como los sentidos nos
transmitan, con todo esta regla es meramente la regularidad de un hbito
dominante. Es posible para la mente, -y sera natural para ella, si pudiera ser
persuadida a liberarse de su consentimiento al dominio de la materia-, tomar
conocimiento directo de los objetos de sensacin sin el auxilio de los rganos-
sensorios. Esto es lo que sucede en experimentos hipnticos y fenmenos
psicolgicos afines. Porque nuestra conciencia en vigilia est determinada y
limitada por el equilibrio entre la mente y la materia elaborado por la vida en su
evolucin, este conocimiento directo es comnmente imposible en nuestro
ordinario estado de vigilia y por lo tanto ha de causarse lanzando a la mente en
vigilia dentro de un estado de sueo que libere a la mente verdadera o
subliminal. La mente es entonces capaz de afirmar su verdadero carcter como
el omni-suficiente y nico sentido, y libre de aplicar a los objetos de la
sensacin, su accin pura y soberana en lugar de la mixta y dependiente. No
es esta extensin de la facultad realmente imposible sino slo ms difcil en
nuestro estado de vigilia, tal y como es sabido por todo aquel que ha sido
capaz de ir lo bastante lejos en ciertos senderos de experimentacin
psicolgica.

La accin soberana del Sentido-mente puede emplearse para desarrollar otros
sentidos adems de los cinco que ordinariamente usamos. Por ejemplo, es
posible desarrollar el poder de apreciar con exactitud, sin medios fsicos, el
peso de un objeto que sostenemos en nuestras manos. Aqu la sensacin de
contacto y presin se utiliza meramente como punto de partida, as como los
datos del sentido-experiencia son usados por la pura razn, mas no es en
realidad el sentido del tacto el que da la medida del peso a la mente; descubre
el valor correcto a travs de su propia percepcin independiente y usa el tacto
slo en orden a entrar en relacin con el objeto. Y as como con la pura razn,
y de igual manera con el sentido-mente, el sentido-experiencia puede usarse
como mero primer punto desde el que se accede a un conocimiento que nada
tiene que ver con los rganos-sensorios y a menudo contradice sus evidencias;
tampoco est la extensin de la facultad limitada solo a exterioridades y
superficies. Es posible, una vez que hayamos entrado por cualquiera de los
sentidos en relacin con un objeto externo, aplicar de igual modo el Manas
para llegar a ser consciente de los contenidos del objeto, por ejemplo, recibir o
percibir los pensamientos o sentimientos de otros sin ayuda de sus
manifestaciones orales, gestos, acciones o expresiones faciales, e incluso en
contradiccin con estos datos siempre parciales y a menudo engaosos.
Finalmente, mediante la utilizacin de los sentidos interiores, vale decir, de
los sentido-poderes, en s mismos, en su actividad puramente mental o sutil
como diferenciada de la fsica que es slo una eleccin, a los fines de la vida
externa, de su accin total y general, podemos ser capaces de tomar
45

conocimiento de sentido-experiencias, de apariencias e imgenes de cosas
distintas de las que pertenecen a la organizacin de nuestro entorno material.
Todas estas extensiones de la facultad, -aunque recibidas con vacilacin e
incredulidad por la mente fsica, porque son anormales para el esquema
habitual de nuestra vida y experiencia ordinarias, difciles de poner en accin,
an ms difciles de sistematizar, as como de ser capaz de hacer de ellas un
conjunto ordenado y til de instrumentos-, deben con todo admitirse dado que
son el invariable resultado de cualquier intento de ampliar el campo de nuestra
conciencia superficialmente activa, ya sea mediante algn tipo de no-enseado
esfuerzo y casual efecto desordenado o sea mediante una prctica cientfica y
bien regulada.

Ninguna de esas extensiones, sin embargo, conduce al objetivo que tenemos
en mente, la experiencia psicolgica de esas verdades que estn "ms all de
la percepcin por el sentido pero aprehensibles mediante las percepciones de
la razn, buddhigr-hyam atndriyam . Ellas nos dan slo un ms vasto campo
de fenmenos, y medios ms efectivos para la observacin de los fenmenos.
La verdad de las cosas siempre escapa ms all de lo sensorio. Sin embargo
existe una sana regla inherente a la constitucin misma de la existencia
universal en el sentido de que donde existan verdades asequibles mediante la
razn, debe existir, en algn lugar del organismo poseedor de esa razn, un
medio de arribar a ellas o de verificarlas mediante la experiencia. El nico
medio que hemos dejado en nuestra mentalidad es una extensin de esa forma
de conocimiento por identidad que nos da el conocimiento de nuestra propia
existencia. En realidad, el conocimiento del contenido de nuestro yo est
basado sobre un auto-conocimiento ms o menos consciente, ms o menos
presente en nuestra concepcin. O para colocar esto dentro de una frmula
ms genrica, el conocimiento del contenido est contenido en el conocimiento
del continente. Si entonces podemos extender nuestra facultad del auto-
conocimiento mental al conocimiento del Ser-en-s que est ms all y fuera de
nosotros, el Atman o Brahman de los Upanishads, podemos llegar a ser
poseedores, en la experiencia, de las verdades que forman el contenido del
Atman o Brahman en el universo. Es sobre esta posibilidad que se ha basado
el Vedanta hind. Ha buscado, a travs del conocimiento del Ser-en-s, el
conocimiento del universo.

Pero siempre la experiencia mental y los conceptos de la razn han sido
sostenidos por sta, para ser, incluso en lo ms alto, un reflejo de las
identificaciones mentales y no la suprema identidad auto-existente. Hemos de ir
ms all de la mente y la razn. La razn activa de nuestra conciencia en vigilia
es slo una mediadora entre el Todo subconsciente del que provenimos en
nuestra evolucin hacia arriba y el Todo superconsciente hacia el que estamos
impulsados por esa evolucin, El subconsciente y el superconsciente son dos
diferentes formulaciones del mismo Todo. La palabra maestra del
subconsciente es Vida, la palabra maestra del superconsciente es Luz. En el
subconsciente, el conocimiento o conciencia est envuelto en la accin, pues la
accin es la esencia de la Vida. En el superconsciente la accin reingresa en la
Luz y ya nunca ms contiene envuelto al conocimiento pues ste est
contenido en una conciencia suprema. El conocimiento intuitivo es aquel que
es comn a ambos, y la base del conocimiento intuitivo es la identidad
46

consciente o efectiva entre aquello que conoce y aquello que es conocido; es
aquel estado de la auto-existencia comn en el que conocedor y conocido son
uno a travs del conocimiento. Pero en el subconsciente la intuicin se
manifiesta en la accin, en la efectividad, y el conocimiento o identidad
consciente est enteramente o ms o menos oculto en la accin. En el
superconsciente, por el contrario, -siendo la Luz la ley y el principio-, la intuicin
se manifiesta en su verdadera naturaleza como conocimiento emergiendo de la
identidad consciente, y la efectividad de la accin es ms bien el
acompaamiento o necesaria consecuencia y ya no una mscara como el
hecho primario. Entre estos dos estados la razn y la mente actan como
intermediarias que capacitan al ser para liberar al conocimiento fuera de su
aprisionamiento dentro del acto y prepararlo para reasumir su esencial
primaca. Cuando el auto-conocimiento de la mente se aplica, tanto al
continente como al contenido, al propio-yo y al otro-yo, se exalta en la luminosa
identidad auto-manifiesta, la razn tambin se convierte en la forma del intuitivo
conocimiento auto-luminoso. Este es el supremo estado posible de nuestro
conocimiento cuando la mente se realiza en lo supramental.

Tal es el esquema del conocimiento humano sobre el cual las conclusiones del
Vedanta ms antiguo fueron construidas. Desarrollar los resultados a que
llegaron sobre esta base los sabios antiguos no es mi objeto, pero es necesario
pasar brevemente en revisin por algunas de sus conclusiones principales, tan
lejos como ellas afecten al problema de la Vida divina con el que solo nosotros,
estamos en el presente concernidos. Pues es en aquellas ideas que
encontraremos la mejor base previa de eso que buscamos ahora reconstruir y
aunque, como pasa con todo conocimiento, la vieja expresin sea sustituida
hasta cierto punto por la nueva expresin para satisfacer a una mentalidad
posterior y la vieja luz tenga que emerger en la nueva luz como el alba sucede
al alba, an es con el viejo tesoro como nuestro capital inicial o con tanto del
mismo como podemos recuperar, que ms ventajosamente continuaremos
acumulando los beneficios ms grandes en nuestro nuevo comercio con el
siempre-inmutable y siempre-cambiante Infinito.

Sat Brahman, Existencia pura, indefinible, infinita, absoluta, es el ltimo
concepto al que arriba el anlisis Vedntico en su criterio del universo, la
fundamental Realidad que la experiencia Vedntica descubre detrs de todo el
movimiento y formacin que constituyen la realidad aparente. Es obvio que
cuando planteamos esta concepcin, vamos por entero ms all de lo que
nuestra conciencia ordinaria, nuestra experiencia normal contiene o representa.
Los sentidos y el sentido-mente nada saben acerca de alguna existencia pura o
absoluta. Todo lo que nos refiere de ella nuestro sentido-experiencia es forma y
movimiento. Las formas existen, pero con una existencia que no es pura, sino
siempre mixta, combinada, agregada, relativa. Cuando nos internamos en
nosotros mismos, podemos deshacernos de la forma precisa pero no del
movimiento, del cambio. La idea de la Materia en el Espacio, la idea de cambio
en el Tiempo parecen ser la condicin de la existencia. Ciertamente podemos
decir, si nos place, que esto es existencia y que la idea de existencia en s
misma corresponde a una realidad no descubrible. A lo ms, en el fenmeno
del auto-conocimiento o detrs de l, a veces captamos una vislumbre de algo
inmvil e inmutable, algo que percibimos vagamente o imaginamos que somos,
47

ms all de toda vida y muerte, ms all de todo cambio, formacin y accin.
Aqu est la nica puerta en nosotros que a veces se abre al esplendor de una
verdad ms all y, antes que se cierre otra vez, deja que un rayo nos toque,
una luminosa intimacin que, si tenemos fuerza y firmeza, podemos mantener
en nuestra fe y convertirla en un punto de partida para otro despliegue de la
conciencia, diferente del sentido-mente, para el despliegue de la Intuicin.

Pues si examinamos con cuidado, descubriremos que la Intuicin es nuestra
primera maestra. La Intuicin siempre est velada detrs de nuestras
operaciones mentales. La Intuicin trae al hombre aquellos brillantes mensajes
de lo Desconocido que son el principio de su conocimiento superior. La razn
solo ingresa despus para ver qu provecho puede sacar de la brillante
cosecha. La Intuicin nos da la idea de algo detrs y ms all de todo lo que
conocemos y que parece ser lo que el hombre siempre persigue en
contradiccin con su razn inferior y toda su experiencia normal, y lo impulsa a
formular esa percepcin sin forma en las ms positivas ideas de Dios,
Inmortalidad, Cielo y el resto de ideas por las que pugnamos para expresarlas
en la mente. Pues la Intuicin es tan fuerte como la Naturaleza misma, de cuya
alma ha surgido, y no se preocupa por las contradicciones de la razn o las
negaciones de la experiencia. Sabe que es porque es, porque ella misma es de
eso y ha venido de eso, y no lo someter al juicio de lo que meramente llega a
acontecer y parecer (lo meramente transitorio y aparente). Lo que la Intuicin
nos dice no es tanto Existencia sino lo Existente, pues opera desde ese nico
punto de luz en nosotros que le da su ventaja, que a veces abri la puerta de
nuestro propio auto-conocimiento. El antiguo Veda capt este mensaje de la
Intuicin y lo formul en las tres grandes declaraciones de los Upanishads: Yo
soy El, T eres Eso, oh Swetaketu, Todo esto es el Brahman; este Ser es el
Brahman.

Pues la Intuicin, por la naturaleza misma de su accin en el hombre,
trabajando como lo hace desde detrs del velo, activa principalmente en sus
partes menos iluminadas, menos articuladas, y servida delante del velo, en la
exigua luz que es nuestra conciencia en vigilia, slo por instrumentos que son
incapaces de asimilar plenamente sus mensajes, es incapaz de brindarnos la
verdad en aquella forma ordenada y articulada que nuestra naturaleza exige.
Antes que pueda efectuar algn tipo de integracin del conocimiento directo en
nosotros, tendra que organizarse en nuestro ser superficial y tomar posesin
all de la parte rectora. Ms en nuestro ser superficial no est la Intuicin, est
la Razn, la cual est organizada y nos ayuda a ordenar nuestras
percepciones, pensamientos y acciones. Por lo tanto la edad del conocimiento
intuitivo representado por el temprano pensamiento Vedntico de los
Upanishads, hubo de ceder su lugar a la edad del conocimiento racional; la
Escritura inspirada dej sitio a la filosofa metafsica, tal como despus la
filosofa metafsica cedi su lugar a la Ciencia experimental. El pensamiento
intuitivo, que es un mensajero del superconsciente y por lo tanto nuestra
suprema facultad, fue suplantado por la pura razn que es una suerte de
suplente y pertenece a las alturas medias de nuestro ser; la pura razn, a su
vez, fue suplantada, durante un tiempo, por la accin mixta de la razn que vive
en nuestras llanuras y suaves elevaciones y no puede en su visin exceder el
horizonte de la experiencia que la mente fsica y los sentidos, -o aquellos
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auxilios que podamos inventar para ellos-, puedan aportarnos. Y este proceso
que parece ser un descenso, es en realidad un crculo de progreso. Pues en
cada caso la facultad inferior es compelida a absorber tanto como pueda
asimilar de lo que la superior ya haba dado, e intentar reestablecerlo mediante
sus propios mtodos. Mediante dicho intento se agranda en su perspectiva y
eventualmente llega a una ms flexible y amplia auto-acomodacin a las
facultades superiores. Sin esta sucesin e intento de asimilacin separada, nos
veramos obligados a permanecer bajo el dominio exclusivo de una parte de
nuestra naturaleza, mientras el resto quedara deprimido o indebidamente
sometido, o separado en su campo y, por lo tanto, pobre en cuanto a su
desarrollo. Con esta sucesin y separado intento el equilibrio es ajustado; una
ms completa armona de nuestras partes de conocimiento se prepara.

Vemos esta sucesin en los Upanishads y en las filosofas indostnicas
subsiguientes. Los sabios del Veda y del Vedanta confiaron por entero en la
intuicin y en la experiencia espiritual. Es por error que a veces los eruditos
hablan de grandes debates o discusiones en el Upanishad. Donde exista la
apariencia de una controversia, no es por discusin, por dialctica ni por el uso
del razonamiento lgico del que procede, sino por comparacin de intuiciones y
experiencias en las que la menos luminosa cede su lugar a la ms luminosa, la
ms estrecha, ms defectuosa o menos esencial a la ms comprehensiva, ms
perfecta, ms esencial. La pregunta formulada por un sabio a otro es: "Qu
sabes t?" no: "Qu piensas t?" ni "A qu conclusin ha llegado tu
razonamiento?". En ningn lugar de los Upanishads descubrimos huella alguna
de razonamiento lgico llamado en apoyo de las verdades del Vedanta. La
intuicin, parecen haber sostenido los sabios, solo debe ser corregida por una
ms perfecta intuicin; el razonamiento lgico no puede ser su juez.

Y con todo, la razn humana exige su propio mtodo de satisfaccin. Por lo
tanto, cuando empez la edad de la especulacin racionalista, los filsofos de
la India, respetuosos de la herencia del pasado, adoptaron una doble actitud
hacia la Verdad que buscaban. Reconocieron en el Sruti, los tempranos
resultados de la Intuicin, o como prefirieron llamarlo, de la inspirada
Revelacin, una autoridad superior a la Razn. Pero al mismo tiempo partieron
desde la Razn y comprobaron los resultados que sta les dio, sosteniendo
como vlidas slo aquellas conclusiones que eran apoyadas por la suprema
autoridad. De ese modo evitaron, hasta cierto punto, el acosador pecado de la
metafsica, la tendencia a batallar entre nubes debido a que se trata con
palabras como si fuesen hechos imperativos en lugar de smbolos que siempre
han de ser cuidadosamente examinados y devueltos constantemente al sentido
de lo que representan. Sus especulaciones tendieron al principio a acercar al
centro a la ms elevada y profunda experiencia, y procedieron con el
consentimiento unido de las dos grandes autoridades, Razn e Intuicin. No
obstante, la tendencia natural de la Razn de hacer valer su propia supremaca
triunf, en efecto, sobre la teora de su subordinacin. De ah el surgimiento de
conflictivas escuelas, cada cual fundada en la teora del Veda, utilizando sus
textos como arma contra las dems. Pues el supremo Conocimiento intuitivo ve
las cosas en su totalidad, en su grandeza y detalles slo lados de la totalidad
indivisible; su tendencia se orienta hacia la inmediata sntesis y la unidad del
conocimiento. La Razn, por el contrario, procede mediante anlisis y divisin,
49

y ensambla sus hechos para formar un todo; pero en ese ensamblaje as
formado existen opuestos, anomalas, lgicas incompatibilidades, y la
tendencia natural de la Razn consiste en afirmar algunos y negar otros que
estn en conflicto con sus escogidas conclusiones de modo que pueda formar
un sistema impecablemente lgico. La unidad del primer conocimiento intuitivo
se quebr de esa manera y el ingenio de los lgicos siempre fue capaz de
descubrir artificios, mtodos de interpretacin, modelos de valor variable, por
los que los textos inconvenientes de la Escritura pudieran ser anulados en la
prctica, adquiriendo una entera libertad para su especulacin metafsica.

No obstante, las principales concepciones del ms temprano Vedanta
permanecieron en partes en los diversos sistemas filosficos y, de tanto en
tanto, se hicieron esfuerzos por recombinarlas dentro de alguna imagen de la
antigua universalidad y unidad del pensamiento intuitivo. Y detrs del
pensamiento de todo, diversamente presentado, sobrevivi como la concepcin
fundamental, Purusha, Atman o Sad Brahman, el puro Existente de los
Upanishads, a menudo racionalizado dentro de una idea o estado psicolgico,
pero todava por tando algo de su antiguo cargamento de inexpresable
realidad. Cul sea la relacin del movimiento del devenir -que es lo que
llamamos el mundo-, con esta Unidad absoluta, y cmo el ego ya sea causa o
consecuencia del movimiento-, puede retornar a ese verdadero Ser-en-s,
Divinidad o Realidad declarada por el Vedanta, stas fueron las cuestiones
especulativas y prcticas que siempre ocuparon el pensamiento de la India.




Captulo IX - El Puro Existente

Uno indivisible que es existencia pura.
Chhandogya Upanishad



Cuando retiramos nuestra mirada fija de sus preocupaciones egostas con
limitados y breves intereses, y contemplamos al mundo con desapasionados y
curiosos ojos que slo buscan la Verdad, nuestro primer resultado es la
percepcin de una ilimitada energa de existencia infinita, de infinito
movimiento, de infinita actividad difundindose en el Espacio sin lmites, en el
Tiempo eterno; una existencia que supera infinitamente nuestro ego o cualquier
ego de cualquier colectividad de egos, en cuyo equilibrio los grandiosos
productos de eones no son sino el polvo de un momento y en cuya incalculable
suma las innumerables miradas slo cuentan como un insignificante enjambre.
Instintivamente actuamos, sentimos y tejemos nuestros pensamientos vitales
como si este estupendo movimiento del mundo trabajase en nuestro derredor,
como si fusemos el centro, y para nuestro beneficio, para nuestra ayuda o
para nuestro dao, o como si la justificacin de nuestros egostas anhelos,
emociones, ideas, modelos, fueran su propio negocio cuando en realidad, son
nuestra propia preocupacin principal. Cuando empezamos a ver, percibimos
que existe para s misma, no para nosotros, que tiene sus propios objetivos
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gigantescos, su idea propia compleja e ilimitada, su propio vasto deseo o
deleite, que busca realizar, sus propias normas inmensas y formidables, y mira
nuestra insignificancia con una suerte de indulgente e irnica sonrisa. Con todo
no nos pasemos al otro extremo y formemos una idea demasiado positiva de
nuestra insignificancia. Eso tambin sera un acto de ignorancia y cerrar
nuestros ojos a los grandes hechos del universo.

Pues este ilimitado Movimiento no nos considera sin importancia para l. La
Ciencia nos revela cun minucioso es el cuidado, cun sagaz es el mecanismo,
cun intensa es la absorcin con que se entrega tanto a la nfima de sus obras
como a la mxima. Esta poderosa energa es una madre igual e imparcial,
saman Brahma, en el gran trmino del Gita, y su intensidad y fuerza de
movimiento es la misma en la formacin y elevacin de un sistema de soles
que en la organizacin de la vida de un hormiguero. Es la ilusin del tamao,
de la cantidad, la que nos induce a considerar a uno como grande, al otro como
pequeo. Si por el contrario tomamos en consideracin no la masa de la
cantidad sino la fuerza de la calidad, diremos que la hormiga es mayor que el
sistema solar que habita y que el hombre es mas grande que toda la
Naturaleza inanimada puesta junta. Pero esto otra vez es la ilusin de la
calidad. Cuando miramos detrs y examinamos slo la intensidad del
movimiento, del cual la calidad y la cantidad son aspectos, comprendemos que
este Brahman mora por igual en todas las existencias. Por igual participado por
todo en su ser, y nos sentimos tentados a decir, por igual distribuido a todos en
su energa. Pero esto tambin es una ilusin de cantidad. El Brahman mora en
todos, indivisible, pero como si estuviese dividido y distribuido. Si miramos otra
vez con una observadora percepcin no dominada por conceptos intelectuales,
sino informada por la intuicin y y que culmine en el conocimiento por
identidad, veremos que nuestra conciencia mental es diferente de la conciencia
de esta Energa infinita, la cual es indivisible y da, no una parte igual de s
misma, sino su ser ntegro en un solo y mismo tiempo al sistema solar y al
hormiguero. Para el Brahman no hay todo y partes, sino que cada cosa es todo
en s y se beneficia por el todo del Brahman. La calidad y la cantidad difieren, el
ser es igual. La forma, manera y resultado de la fuerza de la accin varan
infinitamente, pero la energa eterna, primaria e infinita, es la misma en todo. La
potencia de la fortaleza que hace al hombre fuerte no es ni una pizca mayor
que la potencia de la debilidad que hace al dbil. La energa gastada es tan
grande en la represin como en la expresin, en la negacin como en la
afirmacin, en el silencio como en el sonido.

Por lo tanto, el primer clculo que hemos de enmendar es ese, entre este
Movimiento infinito, esta energa de la existencia que es el mundo y nosotros
mismos. Actualmente llevamos una cuenta falsa. Somos infinitamente
importantes para el Todo, pero para nosotros el Todo es insignificante; slo
nosotros somos importantes para nosotros mismos. Este es el signo de la
ignorancia original que es la raz del ego, que slo puede pensar en s mismo
como centro, como si l fuese el Todo, y de lo que no es l mismo slo acepta
aquello que mentalmente est dispuesto a admitir, aquello a lo que se ve
forzado a reconocer por los cambios extremos del entorno. Incluso cuando
empieza a filosofar, no afirma que el mundo slo existe en y por su
conciencia? Su propio estado de conciencia o sus modelos mentales son para
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l la prueba de la realidad; todo lo que est fuera de su rbita o punto de vista
se torna falso o inexistente. Esta auto-suficiencia mental del hombre crea un
sistema de falso cmputo que nos impide extraer el valor correcto y pleno de la
vida. Existe un sentido en el que estas pretensiones de la mente y el ego
humanos reposan sobre una verdad pero esta verdad slo emerge cuando la
mente ha aprendido su ignorancia y el ego se ha sometido al Todo y ha perdido
en l su separada auto-afirmacin. Reconocer que nosotros, -o ms bien los
resultados y apariencias que llamamos nosotros mismos-, somos slo un
movimiento parcial de este Movimiento infinito y que es ese infinito el que
hemos de conocer, ser conscientemente y realizar fielmente, es el comienzo de
la vida verdadera. Reconocer que en nuestros verdaderos seres somos uno
con el movimiento total y no menores ni subordinados es el otro lado de la
cuenta, y su expresin en la manera de nuestro ser, pensamiento, emocin y
accin es necesaria para la culminacin de un verdadero o divino vivir.

Para sacar la cuenta hemos de conocer qu es este Todo, esta energa infinita
y omnipotente. Y aqu llegamos a una nueva complicacin. Pues nos lo afirma
la pura razn y parece tambin que el Vedanta, que, as como somos
subordinados y un aspecto de este Movimiento, de igual manera el movimiento
es subordinado y un aspecto de algo distinto a s mismo, de una gran
intemporalidad, de Estabilidad inespacial, sthanu, que es inmutable,
inextinguible e inagotable, que no acta aunque contiene toda esta accin, no
energa, sino pura existencia. Quienes slo ven este mundo-energa pueden
ciertamente declarar que tal cosa no existe; nuestra idea de una eterna
estabilidad, una pura existencia inmutable es una ficcin de nuestras
concepciones intelectuales que parten desde una falsa idea de lo estable, pues
nada hay que sea estable; todo es movimiento y nuestra concepcin de lo
estable es slo un artificio de nuestra conciencia mental por la que aseguramos
un punto de apoyo para tratar prcticamente con el movimiento. Es fcil
demostrar que esto es cierto en el movimiento mismo. Nada hay all que sea
estable. Todo lo que parece ser estacionario es slo un bloque de movimiento,
una formulacin de energa que trabaja, afectando de tal modo nuestra
conciencia que parece estar quieta, del mismo modo como el planeta nos
parece estar quieto; algo as como un tren en el que viajamos que parece estar
parado en medio de un paisaje fugaz. Pero es igualmente verdad que
subyaciendo a este movimiento, sostenindolo, no hay nada que sea inmvil e
inmutable? Es verdad que la existencia slo consiste en la accin de la
energa? O no es ms bien, que la energa es un resultado de la Existencia?

Vemos al mismo tiempo que si esa Existencia es como la Energa, debe ser
infinita. Ni la razn, ni la experiencia, ni la intuicin, ni la imaginacin, nos
atestiguan la posibilidad de un trmino final. Todo fin y principio presupone algo
ms all del fin o del principio. Un fin absoluto, un principio absoluto, es no slo
una contradiccin de trminos, sino una contradiccin de la esencia de las
cosas, una violencia, una ficcin. El infinito se impone sobre las apariencias de
lo finito por su inextinguible auto-existencia.

Pero esto es infinito con respecto a Tiempo y Espacio, una duracin eterna,
una extensin interminable. La pura Razn va ms all y, mirando al Tiempo y
al Espacio bajo su incolora y austera Luz propia, seala que estas dos son
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categoras de nuestra conciencia, condiciones bajo las cuales organizamos
nuestra percepcin del fenmeno. Cuando miramos a la existencia en s
misma, el Tiempo y el Espacio desaparecen. Si existe alguna extensin, no es
espacial sino psicolgica; y entonces es fcil ver que esta extensin y esta
duracin slo son smbolos que representan a la mente algo no traducible en
trminos intelectuales, una eternidad que nos parece el mismo siempre-nuevo
momento omni-contenedor, un infinito que nos parece el omni-penetrante punto
omni-contenedor sin magnitud. Y este conflicto de trminos tan violento,
aunque minuciosamente expresivo de algo que percibimos, demuestra que la
mente y el lenguaje traspasaron ms all sus naturales lmites y pugnan por
expresar una Realidad en la que sus propias convenciones y necesarias
oposiciones desaparecen en una identidad inefable.

Pero sta es una observacin cierta? No puede ser que el Tiempo y el
Espacio de ese modo desaparezcan meramente porque la existencia que
estamos contemplando es una ficcin del intelecto, un fantstico Nihil creado
por el lenguaje, que nosotros pugnamos por erigir en realidad conceptual?
Contemplamos otra vez esa Existencia-en-s-misma y decimos: No. Hay algo
detrs del fenmeno no slo infinito sino indefinible. Podemos decir que en lo
Absoluto no hay ningn fenmeno, ninguno de la totalidad de los fenmenos.
Incluso si reducimos todos los fenmenos a un solo fenmeno fundamental,
universal e irreducible del movimiento o de la energa, obtenemos nicamente
un fenmeno indefinible, no lo Absoluto. La concepcin misma de movimiento
lleva consigo la potencialidad de reposo y se delata como actividad de alguna
existencia; la idea misma de la energa en accin lleva consigo la idea de la
energa abstenindose de la accin; y una absoluta energa que no est en
accin es existencia simple y puramente Absoluta. Tenemos slo estas dos
alternativas: una pura existencia indefinible o una indefinible energa en accin
y, si slo la ltima es verdad, sin ninguna causa o base estable, entonces la
energa es un resultado y un fenmeno generados por la accin, el movimiento
que slo es. Entonces no tenemos Existencia, o tenemos el Nihil de los
budistas con la existencia como solo un atributo de un fenmeno eterno, de la
Accin, del Karma, del Movimiento. Esto, -(asevera la pura razn: deja
insatisfechas mis percepciones, contradice mi visin fundamental, y por lo tanto
no puede ser). Pues nos lleva a un ltimo escaln poniendo un abrupto final de
un ascenso que deja toda la escalera sin apoyo, suspendida en el Vaco.

Si esta Existencia indefinible, infinita, intemporal, inespacial Es,
necesariamente es un absoluto puro. No puede ser resumida en ninguna
cantidad ni cantidades, no puede estar compuesta de ninguna calidad o
combinacin de calidades. No es un agregado de formas ni un substratum
formal de formas. Si todas las formas, cantidades, calidades fueran a
desaparecer, Esta permanecera. La Existencia sin cantidad, sin calidad, sin
forma es no slo concebible, sino tambin la nica cosa que podemos concebir
detrs de estos fenmenos. Necesariamente, cuando decimos que Es sin ellas,
significamos que las excede, que Es algo en lo que pasan de una manera que
es como si cesase de ser lo que llamamos forma, calidad, cantidad, y a partir
de la Cual, ellas emergen como forma, calidad, cantidad en el movimiento.
Ellas no terminan dentro de una forma, una cantidad, una calidad que sera la
base de todo lo dems, pues no hay tal cosa, sino dentro de algo que no
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puede definirse con ninguno de estos trminos. De ese modo todas las cosas
que observamos, son condiciones y apariencias del movimiento, y ocurren
dentro de Eso, desde lo que han llegado y all, en Eso, siguen existiendo,
llegando a ser algo que ya no podra describirse con los trminos que son
apropiados para ellas en el movimiento. Por lo tanto, decimos que la pura
existencia es un Absoluto y en s mismo incognoscible por parte de nuestro
pensamiento aunque podamos regresar al mismo en una suprema identidad
que trascienda los trminos del conocimiento. El movimiento, la manifestacin,
por el contrario, es el campo de lo relativo y aun mediante la definicin misma
de lo relativo todas las cosas en el movimiento contienen al Absoluto, son
contenidas en el Absoluto y son el Absoluto. La relacin de los fenmenos de la
Naturaleza con el ter fundamental -que es contenido en ellos, los constituye,
los contiene y, con todo, es tan diferente de ellos que, entrando en l, ellos
cesan de ser lo que ahora son-, es la ilustracin dada por el Vedanta como lo
que ms aproximadamente representa esta identidad en la diferencia entre lo
Absoluto y lo relativo.

Necesariamente, cuando hablamos de cosas que pasan dentro de lo que han
provenido, estamos usando el lenguaje de nuestra conciencia temporal y
debemos precavernos contra sus ilusiones. El emerger del movimiento desde
lo Inmutable es un fenmeno eterno y slo se debe a que no podemos
concebirlo en ese sin-inicio, sin-fin, siempre-nuevo momento que es la
eternidad de lo Sin-Tiempo, que nuestras nociones y percepciones son
obligadas a ubicarlo en una eternidad temporal, de duracin sucesiva, a la que
se fijan las ideas de un siempre recurrente principio, medio y fin.

Pero todo esto, puede decirse, es slo vlido en la medida que aceptemos los
conceptos de la razn pura y permanezcamos sujetos a ella. Mas los
conceptos de la razn no tienen fuerza obligatoria. Debemos juzgar la
existencia no por lo que mentalmente concebimos, sino por lo que vemos que
existe. Y la forma ms pura y libre de intuicin de la existencia tal como es, no
nos muestra nada, salvo movimiento. Dos cosas solas existen: movimiento en
el Espacio, movimiento en el Tiempo; el primero objetivo, el ltimo subjetivo. La
extensin es real; la duracin es real; Espacio y Tiempo son reales. Aunque
podamos mirar detrs de la extensin en el Espacio, -(y percibirlo como un
fenmeno psicolgico, como un intento de la mente para tornar manipulable la
existencia, distribuyendo el indivisible todo en un Espacio conceptua)l-, an no
podemos ir detrs del movimiento de la sucesin y cambio del Tiempo. Pues
esa es la materia misma de nuestra conciencia. Nosotros somos y el mundo es
un movimiento que continuamente progresa y aumenta por la inclusin de
todas las sucesiones del pasado en un presente que se representa ante
nosotros como el principio de todas las sucesiones del futuro, -un principio, un
presente que siempre nos elude porque no es, pues ha perecido antes de
nacer-. Lo que es, es la eterna, indivisible sucesin del Tiempo, llevando en su
corriente un progresivo movimiento de la conciencia tambin indivisible . La
duracin, pues, -el movimiento eternamente sucesivo y el cambio en el Tiempo-
, es el nico absoluto. El devenir es el nico ser.

En realidad, esta oposicin de la introspeccin intuitiva real del ser con las
ficciones conceptuales de la pura Razn es una falacia. Si en verdad la
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intuicin en esta materia se opusiese realmente a la inteligencia, no podramos
con confianza sostener un razonamiento meramente conceptual contra la
fundamental introspeccin intuitiva. Mas esta apelacin a la experiencia
intuitiva es incompleta. Es slo vlida en la medida en que prosigue, y yerra al
detenerse de repente cortando la experiencia integral. En la medida en que la
intuicin se establece slo sobre lo que nos acontece, nos vemos como una
progresin continua de movimiento y cambio de la conciencia en la eterna
sucesin del Tiempo. Somos el ro, la llama de la ilustracin budista. Ms existe
una experiencia suprema y una intuicin suprema por la que miramos por
detrs de nuestro yo superficial y descubrimos que este devenir, mutacin,
sucesin, son slo un modo de nuestro ser y que en nosotros existe aquello
que no est de ningn modo envuelto en el devenir. No slo podemos tener la
intuicin de esto que es estable y eterno en nosotros; no slo podemos
vislumbrarlo en la experiencia detrs del velo de los continuamente fugaces
acontecimientos, sino que tambin podemos retrotraernos a Eso y vivir en Eso
enteramente, efectuando de ese modo un cambio ntegro en nuestra vida
externa, y en nuestra actitud, y en nuestra accin sobre el movimiento del
mundo. Y esta estabilidad, en la que podemos vivir de esa manera, es
precisamente la que ya nos dio la Razn pura, aunque puede llegarse a ella sin
razonar para nada, sin saber previamente qu es, -es pura existencia, eterna,
infinita, indefinible, no afectada por la sucesin del Tiempo, no envuelta en la
extensin del Espacio, ms all de la forma, de la cantidad, de la calidad-, Ser-
en-s nico y absoluto.

Entonces el puro existente es un hecho y no un mero concepto; es la realidad
fundamental. Pero, apresurmonos a aadir, el movimiento, la energa, el
devenir, son tambin un hecho, tambin una realidad. La intuicin suprema y
su correspondiente experiencia pueden corregir esta otra realidad, pueden ir
ms all, pueden suspenderla pero no abolirla. Por lo tanto, tenemos dos
hechos fundamentales de la existencia pura y del mundo-existencia, un hecho
del Ser, un hecho del Devenir. Es fcil negar uno u otro; reconocer los hechos
de la conciencia y averiguar su relacin es la sabidura verdadera y
provechosa.

La estabilidad y el movimiento, debemos recordarlo, son slo nuestras
representaciones psicolgicas del Absoluto, tal como son unidad y multitud. El
Absoluto est ms all de la estabilidad y del movimiento pues est ms all de
la unidad y la multiplicidad. Pero funda su eterno equilibrio en el uno y en lo
estable, y gira en torno de s mismo, infinitamente, inconcebiblemente, pleno de
seguridad en lo mvil y multitudinario. El mundo-existencia es la danza exttica
de Shiva que multiplica el cuerpo del Dios innumerablemente ante la visin:
deja esa blanca existencia precisamente donde estaba y como era, siempre es
y siempre ser; su nico objeto absoluto es la dicha de bailar.

Mas cmo no podemos describir ni pensar en el Absoluto en s mismo, ms all
de la estabilidad y el movimiento, ms all de la unidad y la multitud, y ese no
es asunto nuestro debemos aceptar el hecho doble, admitir a ambos, a Shiva
y a Kali , y procurar saber qu es este inmedible Movimiento en el Tiempo y el
Espacio, con respecto a esa pura Existencia, intemporal e inespacial, nica y
estable, a la que son inaplicables la medida y la ausencia-de-medida. Hemos
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visto lo que la Razn pura, la intuicin y la experiencia tienen que decir acerca
de la Existencia pura, acerca de Sat; Qu tienen que decir acerca de la
Fuerza, acerca del Movimiento, acerca de Shakti?

Y lo primero que tenemos que preguntarnos es si esa Fuerza es simplemente
fuerza, simplemente una ininteligente energa del movimiento o si la conciencia
que parece emerger fuera, en este mundo material en el que vivimos, no es
meramente uno de sus resultados fenomnicos sino ms bien su propia
naturaleza verdadera y secreta. En trminos Vednticos, la Fuerza es
simplemente Prakriti, solamente un movimiento de accin y proceso, o Prakriti
es realmente el poder de Chit, en su fuerza natural de auto-conciencia
creativa? Todo lo dems gira en torno a este problema esencial.



Captulo X - La Fuerza Consciente

Contemplaron la auto-fuerza del Ser Divino escondido en lo hondo por su
propio modo consciente de trabajar.
Swetaswatara Upanishad

Este es quien est despierto en los que duermen.
Katha Upanishad



Toda la existencia fenomnica se resuelve en Fuerza, en movimiento de
energa que asume formas ms o menos materiales, ms o menos densas o
sutiles de auto-presentacin a su propia experiencia. En las antiguas imgenes,
-cuando el pensamiento humano intent hacer inteligible y real, este origen y
ley del ser-, esta infinita existencia de Fuerza fue representada como un mar,
inicialmente sosegado y, por lo tanto, libre de formas; mas la primera
perturbacin, la primera iniciacin de movimiento hizo necesaria la creacin de
formas y es la semilla del universo.

Materia es la presentacin de fuerza que es ms fcilmente inteligible para
nuestra inteligencia, -moldeada sta como lo est por contactos con la Materia-
, recibiendo la informacin de una mente envuelta en un cerebro material. El
estado elemental de la Fuerza material es, segn la visin de los antiguos
fsicos indios, un estado de pura extensin material en el Espacio cuya peculiar
propiedad es vibracin que se nos tipifica por el fenmeno del sonido. Mas la
vibracin en este estado del ter no es suficiente para crear formas. Debe
primero existir alguna obstruccin en el fluir del ocano de la Fuerza, alguna
contraccin y expansin, alguna interaccin de vibraciones, algn afectar de
fuerza sobre fuerza como para crear un principio de relaciones fijas y efectos
mutuos. La Fuerza material modificando su primer estado etreo asume un
segundo, llamado en el antiguo lenguaje, areo, cuya propiedad especial es el
contacto entre fuerza y fuerza, contacto que es la base de todas las relaciones
materiales. Todava no tenemos formas reales sino tan slo fuerzas variables.
Se necesita un principio sustentador. ste lo proporciona una tercera auto-
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modificacin de la Fuerza primitiva cuyo principio de luz, electricidad, fuego y
calor es para nosotros la manifestacin caracterstica. Aun entonces, podemos
tener formas de fuerza que preservan su carcter propio y accin peculiar, pero
no formas estables de la Materia. Un cuarto estado caracterizado por la
difusin y por un primer entorno de atracciones y repulsiones permanentes,
denominado pintorescamente agua o estado liquido, y un quinto estado de
cohesin, llamado tierra o estado slido, completan los elementos necesarios.

Todas las formas de la Materia que conocemos, todas las cosas fsicas hasta
las ms sutiles, estn conformadas mediante la combinacin de estos cinco
elementos. De ellos tambin depende toda nuestra experiencia sensible; pues
por recepcin de la vibracin viene el sentido del olfato; por contacto con cosas
en un mundo de vibraciones de la Fuerza, el sentido del tacto; por la accin de
la luz en las formas ideadas, delineadas, sostenidas por la fuerza de la luz y el
fuego y el calor, el sentido de la vista; por el cuarto elemento, el sentido del
gusto; por el quinto, el sentido del olfato. Todo es esencialmente respuesta a
los contactos vibratorios entre fuerza y fuerza. De este modo los antiguos
pensadores construyeron un puente sobre el abismo entre la Fuerza pura y sus
modificaciones finales, y satisficieron la dificultad que impide a la ordinaria
mente humana comprender cmo todas estas formas que son, para sus
sentidos tan reales, slidas y durables, pueden ser en verdad solamente
fenmenos temporarios, y una cosa como la energa pura, -inexistente,
intangible y casi increble para los sentidos-, puede ser la nica realidad
csmica permanente.

El problema de la conciencia no est resuelto con esta teora, pues no explica
cmo el contacto de vibraciones de la Fuerza ha de hacer surgir las
sensaciones conscientes. Los Sankhyas o pensadores analticos colocaron, por
lo tanto, detrs de estos cinco elementos, dos principios que llamaron Mahat y
Ahankara, principios que son realmente inmateriales; pues el primero no es
sino el vasto principio csmico de la Fuerza y el otro el principio divisional del
Ego-formacin. No obstante, estos dos principios al igual que el principio de la
inteligencia, se tornan activos en la conciencia no en virtud de la Fuerza misma,
sino en virtud de una inactiva Consciente-Alma o almas, en las que sus
actividades se reflejan y, mediante el reflejo, asumen el matiz de la conciencia.

Tal es la explicacin de las cosas ofrecida por la escuela de filosofa de la India
que ms se aproxima a las modernas ideas materialistas y que llev la idea de
una mecnica o inconsciente Fuerza en la Naturaleza tan lejos como fue
posible para la seriamente reflexiva mente india. Cualesquiera sean sus
defectos, su principal idea fue tan indiscutible que vino a ser generalmente
aceptada. Sin embargo, el fenmeno de la conciencia puede explicarse, -ya
sea la Naturaleza un impulso inerte o un principio consciente-, ciertamente
como Fuerza; el principio de las cosas es un formativo movimiento de energas,
todas las formas nacen del encuentro y mutua adaptacin entre fuerzas sin
forma, toda sensacin y accin es una respuesta de algo en forma de Fuerza a
los contactos de otras formas de Fuerza. Este es el mundo tal como lo
experimentamos y desde esta experiencia debemos siempre partir.

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El anlisis fsico de la Materia por parte de la Ciencia moderna ha llegado a la
misma conclusin general, aunque perduren unas pocas dudas ltimas. La
intuicin y la experiencia confirman esta concordancia de Ciencia y Filosofa.
La razn pura halla en ella la satisfaccin de sus propias concepciones
esenciales. Pues incluso en la visin del mundo como esencialmente un acto
de la conciencia, un acto est implcito, y en el acto el movimiento de Fuerza, el
despliegue de Energa. Esto tambin, -cuando examinamos desde dentro
nuestra propia experiencia-, prueba ser la naturaleza fundamental del mundo.
Todas nuestras actividades son el juego de la triple fuerza de las antiguas
filosofas, conocimiento-fuerza, deseo-fuerza, accin-fuerza, y todas ellas
prueban ser realmente tres corrientes de un slo Poder original e idntico, Adya
Shakti. Incluso nuestros estados de reposo son solo un estado de igualdad o
de equilibrio del despliegue de su movimiento.

Al admitirse al Movimiento de Fuerza como la naturaleza total del Cosmos,
surgen dos cuestiones. En primer lugar, cmo lleg este movimiento a tener
lugar en el seno de la existencia? Si suponemos que no slo es eterno sino
tambin la esencia misma de toda la existencia, no surge la cuestin. Pero nos
hemos negado a aceptar esta teora. Somos conscientes de una existencia que
no est compelida por el movimiento. Entonces, cmo este movimiento, ajeno
a su reposo eterno, llega a tomar lugar en ella? Por qu causa? Por qu
posibilidad? Por qu misterioso impulso?

La respuesta ms aceptada por la antigua mente de la India fue la de que la
Fuerza es inherente a la Existencia. Shiva y Kali, Brahman y Shakti son uno y
no dos separables. La Fuerza inherente a la existencia puede estar en reposo o
en movimiento, mas cuando est en reposo, existe sin embargo y no es
suprimida, disminuida ni de ningn modo esencialmente alterada. Esta
respuesta es tan enteramente racional y acorde con la naturaleza de las cosas
que no necesitamos titubear para aceptarla. Pues es imposible, debido a lo
contradictorio de la razn, suponer que la Fuerza es una cosa ajena a la nica
e infinita existencia, y entr en ella desde fuera o era no-existente y surgi en
ella en algn punto del Tiempo. Incluso la teora ilusionista debe admitir que
Maya, el poder de auto-ilusin de Brahman, es potencialmente eterna en el Ser
eterno y entonces la nica cuestin es su manifestacin o no-manifestacin. El
Sankhya tambin afirma la eterna coexistencia de Prakriti y Purusha,
Naturaleza y Alma-Consciente, y los alternativos estados de reposo o equilibrio
de Prakriti y de movimiento o perturbacin del equilibrio.

Pero dado que de esa manera la Fuerza es inherente a la existencia y que
constituye la naturaleza de la Fuerza tener esta doble o alternativa
potencialidad de reposo y movimiento, vale decir, de auto-concentracin en
Fuerza y de auto-difusin en Fuerza, no surge la cuestin respecto al cmo del
movimiento, su posibilidad, impulso iniciador o causa impulsora. Pues entonces
podemos concebir fcilmente que esta potencialidad debe traducirse como un
ritmo alternativo de reposo y movimiento sucedindose uno al otro en el
Tiempo o como una eterna auto-concentracin de la Fuerza en la existencia
inmutable con un superficial despliegue de movimiento, cambio y formacin
como el ascenso y cada de las olas en la superficie del ocano. Y este
despliegue superficial puede ser coexistente con la auto-concentracin y en si
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mismo tambin eterno, -hablamos necesariamente con imgenes inadecuadas-
, o puede empezar y terminar en el Tiempo y resumirse por una suerte de ritmo
constante; entonces no es eterno en la continuidad sino eterno en la
recurrencia.

Eliminado de esa manera el problema del cmo, se presenta la cuestin del
porqu. Por qu debera esta posibilidad de un despliegue de movimiento de
la Fuerza trasladarse a todo? Por qu la Fuerza de la existencia no debera
permanecer eternamente concentrada en si misma, infinita, libre de toda
variacin y formacin? Esta cuestin tampoco se suscita si damos por sentado
que la Existencia es no-consciente y que la conciencia es solo un desarrollo de
la energa material que equivocadamente suponemos que es inmaterial. Pues
entonces podemos decir simplemente que este ritmo es la naturaleza de la
Fuerza en la existencia y absolutamente no hay razn de buscar un porqu,
una causa, un motivo inicial o un propsito final para lo que, en su naturaleza,
es eternamente auto-existente. No podemos plantear esa cuestin a la auto-
existencia eterna y preguntarle por qu existe o cmo vino a la existencia; ni se
lo podemos plantear a la auto-fuerza de la existencia con su naturaleza
inherente de impulso del movimiento. Entonces, todo cuanto podemos
preguntar se refiere a su manera de auto-manifestacin, sus principios de
movimiento y formacin, su proceso de evolucin. Ambas, Existencia y Fuerza
son inertes, -inerte estado e inerte impulso-, inconscientes e ininteligentes
ambas, all no puede haber propsito alguno ni meta final en evolucin, ni
causa original o intencin alguna.

Mas el problema se suscita si suponemos o descubrirnos que la Existencia es
el Ser consciente. Podemos ciertamente suponer un Ser consciente que est
sujeto a su naturaleza de Fuerza, compelido por ella y sin opcin con respecto
a si se manifestar en el universo o quedar sin manifestar. Tal es el Dios
csmico de los Tntricos y de los Mayavadines que est sujeto a Shakti o
Maya, Purusha envuelto en Maya o controlado por Shakti. Pero es obvio que tal
Dios no es la suprema Existencia infinita con la que hemos partido. Es solo una
formulacin del Brabman en el cosmos realizada por el Brahman mismo, que
es lgicamente anterior a Shakti o Maya, y la lleva de regreso a su ser
trascendental cuando cesa en sus obras. En una existencia consciente que es
absoluta, independiente de sus formaciones, no determinada por sus obras,
debemos suponer una libertad inherente a manifestar o no manifestar la
potencialidad del movimiento. Un Brahman. compelido por Prakriti no es
Brahman, sino un Infinito inerte con un contenido activo en l ms poderoso
que el continente, un consciente contenedor de la Fuerza, de quien su Fuerza
es duea. Si decimos que est compelido por si como Fuerza, por su propia
naturaleza, no nos libramos de la contradiccin, no evadimos nuestro primer
postulado. Tenemos que regresar a una Existencia que es en realidad nada
ms que Fuerza, Fuerza en reposo o en movimiento, Fuerza absoluta quizs,
pero no Ser absoluto.

Es preciso entonces examinar interiormente la relacin entre Fuerza y
Conciencia. Pero qu queremos decir con el ltimo trmino? Comnmente
significamos con l nuestra obvia idea primaria de una conciencia mental en
vigilia tal como si la poseyese el ser humano durante la mayor parte de su
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existencia corporal, cuando no est dormido, aturdido o de algn otro modo
privado de sus fsicos y superficiales mtodos de sensacin. En este sentido
est suficientemente claro que la conciencia es la excepcin y no la regla en el
orden del universo material. Nosotros mismos no siempre la poseemos. Mas
esta vulgar y superficial idea de la naturaleza de la conciencia, aunque todava
impregna nuestros pensamientos y asociaciones ordinarios, debe ahora
desaparecer definitivamente del pensar filosfico. Pues sabemos que en
nosotros hay algo que es consciente cuando dormimos, cuando estamos
aturdidos o drogados o desvanecidos, en todos los estados aparentemente
inconscientes de nuestro ser fsico. No slo eso, sino que ahora podemos estar
seguros que los antiguos pensadores estaban en lo cierto cuando declaraban
que, incluso en nuestro estado de vigilia, lo que llamamos entonces nuestra
conciencia es slo una reducida seleccin de nuestro entero ser consciente. Es
una superficie, pero no la totalidad de nuestra mentalidad. Detrs de ella, ms
vasta que ella, hay una mente subliminal o subconsciente que es la mayor
parte de nosotros mismos, y contiene cimas y profundidades que ningn
hombre ha medido ni sondeado todava. Este conocimiento nos brinda un
punto de partida para la verdadera ciencia de la Fuerza y sus obras; nos libra
definidamente de estar circunscriptos por lo material y de la ilusin de lo obvio.

El Materialismo insiste ciertamente en que, cualquiera sea la extensin de la
conciencia, es un fenmeno material inseparable de nuestros rganos fsicos, y
no su usuaria sino su resultado. Este planteamiento ortodoxo, sin embargo, ya
no puede sostenerse contra la marea del conocimiento en aumento. Sus
explicaciones se tornan cada vez ms y ms inadecuadas y forzadas. Cada
vez se hace mas claro que no slo la capacidad de nuestra conciencia total
supera de largo a la de nuestros rganos, los sentidos, los nervios, el cerebro,
sino que incluso para nuestro pensamiento y conciencia ordinarios estos
rganos son nicamente sus instrumentos habituales y no sus generadores. La
conciencia usa al cerebro al cual sus esfuerzos ascendentes han producido, el
cerebro no ha producido ni usa a la conciencia. Adems hay casos anormales
que vienen a probar que nuestros rganos no son instrumentos enteramente
indispensables, -que los latidos cardiacos no son absolutamente necesarios
para la vida, igual que la respiracin, como tampoco lo son las organizadas
clulas cerebrales, para el pensamiento-. Nuestro organismo fsico es tan nulo
para causar o explicar el pensamiento y la conciencia como la construccin de
una mquina para causar a explicar el poder motor del vapor o la electricidad.
La fuerza es anterior, no el instrumento fsico.

De esto se siguen consecuencias lgicas importantes. En primer lugar,
podemos preguntarnos si, -dado que incluso la conciencia mental existe donde
vemos inanimacin e inercia-, no es posible que tambin en los objetos
materiales est presente una subconsciente mente universal, aunque incapaz
de actuar o comunicarse a sus superficies por falta de rganos. Es el estado
material un vaco de conciencia, o no es ms bien solo un sueo de la
conciencia, -aunque, desde el punto de vista de la evolucin, un sueo original
y no intermedio-?. Y mediante el sueo, el ejemplo humano nos ensea que
significamos no una suspensin de la conciencia, sino su concentracin
interior, alejada de la consciente respuesta fsica a los impactos de las cosas
externas. Y no corresponde esto a toda existencia que aun no ha desarrollado
60

medios de comunicacin externa con el externo mundo fsico? No hay un
Alma-Consciente, un Purusha que est despierto por siempre, incluso en todo
lo que duerme?

Vayamos ms adelante. Cuando hablamos de mente subconsciente,
expresamos con la frase una cosa que no difiere de la otra mentalidad externa,
pero que slo acta bajo la superficie, desconocida para el hombre en vigilia,
en el mismo sentido que si estuviese hundida a mayor profundidad y con mayor
alcance. Pero los fenmenos del yo subliminal exceden con holgura los lmites
de cualquier definicin. Incluye una accin no slo inmensamente superior en
capacidad, sino tambin de una clase bastante diferente de lo que conocemos
como mentalidad de nuestro yo en vigilia. Tenemos, por lo tanto, derecho a
suponer que en nosotros hay un superconsciente al igual que un
subconsciente, un rango de facultades conscientes y, por ende, una
organizacin de la conciencia que se eleva sobre ese estrato psicolgico al que
damos el nombre de mentalidad. Y dado que el yo subliminal en nosotros se
eleva en la superconciencia por encima de la mentalidad, Es posible que
tambin pueda no hundirse en la subconciencia debajo de la mentalidad? No
hay en nosotros y en el mundo formas de conciencia que sean submentales, a
las que podemos dar el nombre de conciencia vital y fsica? En caso afirmativo,
debemos tambin suponer en la planta y en el metal una fuerza a la que
podemos dar el nombre de conciencia aunque no sea la mentalidad humana o
animal para la cual hemos preservado hasta ahora el monopolio de esa
descripcin.

Esto no slo es probable sino que, si consideramos las cosas
desapasionadamente, es cierto. En nosotros mismos existe esa conciencia vital
que acta en las clulas del cuerpo y en las funciones vitales automticas de
modo que vivimos a travs de movimientos plenos de propsito y obedecemos
atracciones y repulsiones a las que nuestra mente es extraa. En los animales,
esta conciencia vital es incluso un factor ms importante. En las plantas es
intuitivamente evidente. Las bsquedas y contracciones de la planta, su placer
y dolor, su sueo y vigilia, y toda esa extraa vida cuya verdad trajo a la luz un
cientfico de la India, con mtodos rigurosamente cientficos, son todos
movimientos de la conciencia pero, por lo que hasta ahora conocemos, no de la
mentalidad. Existe entonces una submental, una vital conciencia, que tiene
precisamente las mismas reacciones iniciales que la mental, pero es diferente
en la constitucin de su auto-experiencia, as como lo que es superconsciente
es, en la constitucin de su auto-experiencia, diferente del ser mental.

El alcance de lo que podemos llamar conciencia cesa en la planta, en eso en
lo que reconocemos la existencia de una vida sub-animal? En caso afirmativo,
debemos entonces suponer que existe una fuerza de vida y conciencia
originalmente ajena a la Materia que, con todo, ha entrado dentro de ella, y
ocupado Materia tal vez proveniente de otro mundo . De qu otra parte
pudo provenir? Los antiguos pensadores crean en la existencia de esos otros
mundos, que tal vez sostienen la vida y la conciencia en el nuestro o incluso la
provocan por su presin, mas no la crean mediante su entrada en l mismo.
Nada puede evolucionar de la Materia que ya no est contenido all.

61

Mas no hay razn para suponer que la gama de la vida y la conciencia falla y
se detiene en lo que nos parece puramente material. El desarrollo de la
investigacin y del pensamiento reciente parece apuntar a una suerte de
oscuro principio de vida y tal vez una suerte de conciencia inerte o suspendida
en el metal y en la tierra y en otras formas inanimadas, o al menos la materia
prima de lo que en nosotros llega a ser conciencia puede estar all. Aun cuando
solo en la planta podemos oscuramente reconocer y concebir la cosa que he
llamado conciencia vital, la conciencia de la Materia, de la forma inerte, resulta
ciertamente difcil para nosotros entenderlo o imaginarlo, y lo que hallamos
difcil de entender o imaginar nos consideramos con derecho a negarlo. No
obstante, cuando uno ha seguido a tanta profundidad a la conciencia, resulta
increble que pueda existir este sbito abismo en la Naturaleza. El pensamiento
tiene derecho a suponer una unidad donde esa unidad est confesada por
todas las otras clases de fenmenos y en una sola clase nicamente, no
negada, sino meramente ms oculta que las dems. Y si suponemos que la
unidad se halla ininterrumpida, entonces arribamos a la existencia de la
conciencia en todas las formas de la Fuerza que trabaja en el mundo. Aunque
no hubiese consciente o superconsciente Purusha morando en todas las
formas, con todo existe en aquellas formas una fuerza consciente del ser de la
cual incluso sus otras partes abierta o inertemente participan.

Necesariamente, con ese criterio, la palabra conciencia cambia de significado.
Ya no es sinnimo de mentalidad sino que indica una auto-consciente fuerza
de la existencia de la que la mentalidad es trmino medio; debajo de la
mentalidad se hunde en los movimientos vitales y materiales que para nosotros
son subconscientes; arriba, se eleva en lo supramental que para nosotros es lo
superconsciente. Pero en todo est la nica y misma cosa organizndose
diferentemente. Esta es, una vez ms, la concepcin india de Chit que, como
energa, crea los mundos. Esencialmente, llegamos a esa unidad que la ciencia
materialista percibe desde el otro extremo cuando asevera que la Mente no
puede ser otra fuerza que la Materia, pero debe ser meramente desarrollo y
resultado de la energa material. El pensamiento indio, en su mxima
profundidad, afirma, por otra parte, que Mente y Materia son ms bien
diferentes grados de la misma energa, diferentes organizaciones de una
Fuerza consciente de la Existencia.

Pero qu derecho tenemos a dar por supuesto que la conciencia sea la
descripcin justa para esta Fuerza? Pues la conciencia implica algn tipo de
inteligencia, intencionalidad, auto-conocimiento, incluso aunque no tomen las
formas habituales para nuestra mentalidad. Incluso desde este punto de vista
todo apoya ms bien que contradice la idea de una universal Fuerza
consciente. Vemos, por ejemplo, en el animal, operaciones de una
intencionalidad perfecta y de un conocimiento exacto, cientficamente
minucioso, que estn mucho ms all de las capacidades de la mentalidad
animal y que el hombre mismo slo puede adquirir mediante una prolongada
educacin y aun entonces las usa con mucha menor rapidez y seguridad.
Estamos facultados a ver en este hecho general la prueba de una Fuerza
consciente que trabaja en el animal y el insecto que es ms inteligente, ms
intencionada, ms conocedora de su propsito, sus finalidades, sus medios y
sus condiciones, que la suprema mentalidad manifestada en cualquier forma
62

individual sobre la tierra. Y en las operaciones de la Naturaleza inanimada
hallamos la misma caracterstica plena de una suprema inteligencia oculta,
oculta en las modalidades de sus propias obras.

El nico argumento contra una fuente consciente e inteligente para esta
intencionada obra, este trabajo de la inteligencia, de la seleccin, de la
adaptacin y la bsqueda, es ese gran elemento de las operaciones de la
Naturaleza al que damos el nombre de derroche. Pero obviamente sta es una
objecin basada en las limitaciones de nuestro humano intelecto que busca
imponer su particular racionalidad, bastante buena para los limitados fines
humanos, en las operaciones generales del Mundo-Fuerza. Vemos solo parte
del propsito de la Naturaleza y todo lo que no sirve a esa parte lo llamamos
derroche. Incluso nuestra propia accin humana est llena de un aparente
derroche, tan evidente desde el punto de vista individual que con todo,
podemos estar seguros, sirve bastante bien para el grande y final propsito de
las cosas. Esa parte de su intencin que podemos detectar, la Naturaleza
consigue hacerla seguramente bastante a pesar de su aparente derroche, tal
vez realmente en virtud de ese aparente derroche. Bien podemos confiar en
ella en el resto que an no detectamos.

Para el resto es imposible ignorar el camino del propsito del juego, la direccin
de la aparente tendencia ciega, la segura llegada eventual o inmediata al
objetivo buscado, que caracterizan a las operaciones del Mundo-Fuerza en el
animal, en la planta, en las cosas inanimadas. En la medida en que la Materia
fue el Alfa y la Omega para la mente cientfica, la repugnancia a admitir a la
inteligencia como la madre de la inteligencia fue un honesto escrpulo. Pero
ahora esto no es ms que una gastada paradoja para afirmar el emerger de la
conciencia humana, la inteligencia y el dominio de una ininteligente y
ciegamente conductora inconciencia en la que no existieron previamente ni
forma ni sustancia de ellas. La conciencia del hombre no puede ser nada ms
que una forma de la conciencia de la Naturaleza. Est all en otras envueltas
formas debajo de la Mente, emerge en la Mente, ascender aun a formas
superiores ms all de la Mente. Pues la Fuerza que construye los mundos es
una Fuerza consciente, la Existencia que se manifiesta en ellos es el Ser
consciente y un emerger perfecto de sus potencialidades en la forma es el
nico objeto que racionalmente podemos concebir para su manifestacin de
este mundo de las formas.



Captulo XI - El Deleite de la Existencia: El Problema

Pues quin podra vivir o respirar si no existiese este deleite de la existencia,
como el ter en el cual moramos?
Del Deleite todos estos seres nacieron, por el Deleite existen y crecen, por el
Deleite retornan.
Taittiriya Upanishad



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Aunque aceptemos esta pura Existencia, Sat, este Dios o Brahman, como el
principio, fin y contenido absolutos de las cosas, y en Brahman una inherente
auto-conciencia inseparable de sus seres proyectndose como fuerza del
movimiento de la conciencia que es creadora de fuerzas, formas y mundos,
todava no tendramos respuesta a la cuestin: Por qu, Brahman, perfecto,
absoluto, infinito, que nada necesita, que nada desea, habra de proyectar
fuerza de conciencia para crear en s mismo estos mundos de las formas?
Porque hemos dejado de lado la solucin de que est obligado, por su propia
naturaleza de Fuerza, a crear, obligado, por su propia potencialidad de
movimiento y formacin, a mudarse en las formas. Es cierto que tiene esta
potencialidad, pero no est limitado, restringido ni compelido por ella; es libre.
Si entonces, -siendo libre para desplazarse o permanecer eternamente quieto,
para proyectarse en las formas o retener la potencialidad de las formas en s
mismo-, se concede poder de movimiento y formacin eso solo puede ser por
una razn: por deleite.

Esta Existencia primera, ltima y eterna, como la ven los Vedantines, no es una
mera existencia desnuda, ni una existencia consciente cuya conciencia es
burda fuerza o poder; es una existencia consciente cuyo trmino preciso, tanto
del ser como de la conciencia, es la bienaventuranza. As como en la existencia
absoluta no puede existir la nada, ni la noche de la inconciencia, ni la
deficiencia, vale decir, ni el fracaso de la Fuerza, -pues si hubiese alguna de
estas cosas no sera absoluta-, tampoco puede haber sufrimiento o negacin
del deleite. El absoluto de la existencia consciente es bienaventuranza
ilimitable de la existencia consciente; ambas slo son frases diferentes para la
misma cosa. Toda ilimitabilidad, todo infinito, todo absoluto es puro deleite.
Incluso nuestra humanidad relativa tiene esta experiencia de que toda
insatisfaccin significa lmite, obstculo, -la satisfaccin llega por consecucin
de algo retenido, por traspaso del limite, por la superacin del obstculo-. Esto
sucede porque nuestro ser original es el absoluto en plena posesin de su
auto-conciencia y auto-poder infinitos e ilimitables; una auto-posesin cuyo otro
nombre es auto-deleite. Y en proporcin, en cuanto lo relativo accede a esa
auto-posesin, se desplaza hacia la satisfaccin, accede al deleite.

Sin embargo, el auto-deleite del Brahman no est limitado por la quieta e
inmvil posesin de su auto-ser absoluto. As como su fuerza de conciencia es
capaz de proyectarse en las formas infinitamente con una variacin sin fin, de
igual modo tambin su auto-deleite es capaz de movimiento, de variacin de
revelarse en ese flujo y mutabilidad infinitos de si mismo, representados por
innumerables universos rebosantes. Liberar y disfrutar este movimiento y
variacin infinitos de su auto-deleite es el objeto de su extensivo o creativo
despliegue de Fuerza.

En otras palabras, lo que ha proyectado de s mismo, dentro de las formas es
una y trina Existencia-Conciencia-Bienaventuranza, Sachchidananda, cuya
conciencia es en su naturaleza una creativa o ms bien auto-expresiva Fuerza
capaz de infinita variacin en fenmeno y forma de su ser auto-consciente y
que disfruta interminablemente del deleite de esa variacin. De ello, se sigue
que todas las cosas que existen son lo que son como trminos de esa
existencia, trminos de esa fuerza consciente, trminos de ese deleite de ser.
64

Tal como descubrimos que todas las cosas son formas mutables de un ser
inmutable, resultados finitos de una fuerza infinita, de igual modo
descubriremos que todas las cosas son variable auto-expresin de un
invariable y omni-abarcante deleite de auto-existencia. En todo lo que es, mora
la fuerza consciente, y existe y es lo que es en virtud de esa fuerza consciente;
de igual modo tambin en todo lo que es, est el deleite de la existencia y
existe y es lo que es en virtud de ese deleite.

Esta antigua teora Vedntica del origen csmico se enfrenta de inmediato, en
la mente humana, con dos poderosas contradicciones: la conciencia emotiva y
sensitiva del dolor y el problema tico del mal. Pues si el mundo es una
expresin de Sachchidananda, no slo de existencia que es fuerza-consciente,
-pues eso puede admitirse fcilmente-, sino tambin de existencia que es
tambin infinito auto-deleite, cmo hemos de explicar la presencia universal
del pesar, del sufrimiento, del dolor? Pues este mundo ms nos parece mundo
de sufrimiento que de deleite de la existencia. Ciertamente, esa visin del
mundo es una exageracin, un error de perspectiva. Si lo miramos
desapasionadamente y con un solo criterio en orden a una apreciacin precisa
y no emocional, descubriremos que la suma del placer de la existencia excede
con creces la suma del dolor de la existencia, - no obstante las apariencias y
casos individuales que pueden argumentar lo contrario -, y que el activo o
pasivo, superficial o subyacente placer de la existencia es el estado normal de
la naturaleza, mientras que el dolor es un evento contrario que
temporariamente suspende o altera ese estado normal. Mas por esa precisa
razn la menor suma de dolor nos afecta ms intensamente y a menudo se
destaca en mayor proporcin que una suma superior de placer; justamente
porque lo ultimo es normal, no lo atesoramos, difcilmente lo observamos a
menos que se intensifique en alguna forma ms aguda de goce, en una ola de
felicidad, en una cresta de dicha o xtasis. Son estas ms altas cosas que
buscamos, lo que llamamos deleite, y la satisfaccin normal de la existencia, -
que est siempre all independientemente del suceso y de la causa o propsito
particulares-, nos afecta como algo neutro que no es ni placer ni dolor. Esto es
as, y se trata de un gran hecho prctico, porque sin ello no existira el universal
y poderoso instinto de auto-conservacin, mas no es lo que buscamos y por lo
tanto no lo hacemos entrar en nuestro balance de prdidas y ganancias
emocionales y sensitivas. En ese balance slo asentamos placeres positivos
por un lado y malestar y dolor por el otro; el dolor nos afecta con ms
intensidad porque es anormal para nuestro ser, contrario a nuestra tendencia
natural y es experimentado como un ultraje a nuestra existencia, una ofensa y
ataque externo contra lo que somos y buscamos ser.

No obstante, la anormalidad del dolor y su suma mayor o menor no afecta a la
cuestin filosfica; mayor o menor, su mera presencia constituye el problema
total. Siendo todo Sachchidananda, cmo pueden existir el dolor y el
sufrimiento? Esto, el problema real, es a menudo confundido por una cuestin
falsa que parte desde la idea de un personal Dios extra-csmico y una cuestin
aparte, la dificultad tica.

Sachchidananda, puede razonarse, es Dios, es un Ser consciente que es autor
de la existencia; cmo entonces puede Dios haber creado un mundo en l
65

cual l inflige sufrimiento a Sus criaturas, acepta el dolor, permite el mal?
Siendo Dios Todo-Bien, quin cre el dolor y el mal? Si decimos que el dolor
es juicio y condena, no resolvemos el problema moral, arribamos a un Dios
inmoral o amoral, -un excelente mecnico del mundo tal vez, un astuto
psiclogo-, mas no un Dios del Bien y del Amor a quien podamos adorar, slo
un Dios de Poder a cuya ley debemos someternos o cuyos caprichos podemos
esperar propiciar. Porque quien inventa la tortura como medio de prueba o
reflexin, resulta convicto de crueldad deliberada o de insensibilidad moral y,
en caso de que exista una moral, sta es inferior al supremo instinto de sus
propias criaturas. Y si para eludir esta dificultad moral, decimos que el dolor es
resultado inevitable y castigo natural del mal moral, -explicacin que no se
ajustar a los hechos de la vida a menos que admitamos la teora del Karma y
renacimiento por la que el alma sufre ahora por prenatales pecados de otros
cuerpos-, an no eludimos la raz misma del problema tico, quin cre o por
qu o de dnde fue creado ese mal moral que implica el castigo con dolor y
sufrimiento? Y viendo que el mal moral es en realidad una forma de
enfermedad o ignorancia mentales, quin o qu cre esta ley o inevitable
conexin que castiga una enfermedad mental o un acto de ignorancia con un
hecho tan terrible, con torturas a menudo tan extremas y monstruosas? La ley
inexorable del Karma es irreconciliable con una suprema Deidad moral y
personal, y por lo tanto la clara lgica de Buda neg la existencia de cualquier
libre y omni-gobernante Dios personal; Buda afirm que toda personalidad es
una creaci6n de la ignorancia y est sujeta al Karma.

En verdad, la dificultad as bruscamente presentada slo surge si damos por
sentada la existencia de un personal Dios extra-csmico, que en S mismo no
es el universo, que cre bien y mal, dolor y sufrimiento para Sus criaturas, pero
que El mismo est por encima sin que aqullos le afecten, vigilando, rigiendo,
haciendo Su voluntad con un mundo sufriente y en pugna o, si no hace Su
voluntad, si permite que el mundo sea gobernado por una ley inexorable, sin Su
auxilio, o socorrido ineficientemente, entonces no es Dios, no es omnipotente,
no es todo-bien y todo-amor. Con ninguna teora de un moral Dios extra-
csmico, pueden explicarse el mal y el sufrimiento, -la creacin del mal y del
sufrimiento-, excepto mediante un insatisfactorio subterfugio que elude la
pregunta discutida en vez de contestarla, o un claro o implcito maniquesmo
que prcticamente anula a Dios al procurar justificar sus modos o excusar sus
obras. Pero ese Dios no es el Sachchidananda Vedntico. Sachchidananda del
Vedanta es una sola existencia sin una segunda; todo lo que es, es El.
Entonces, si el mal y el sufrimiento existen, es El quien lleva el mal y el
sufrimiento a la criatura en la que El Se ha corporizado. El problema cambia as
por completo. La pregunta ya no es cmo lleg Dios a crear para sus criaturas
sufrimiento y mal, de los cuales El Mismo estara exceptuado y por tanto
inmune, sino como la nica e infinita Existencia-Conciencia-Bienaventuranza
lleg a admitir en s misma lo que no es bienaventuranza, lo que parece ser su
positiva negacin?

La mitad de la dificultad moral desaparece, -esa dificultad en su nica forma
incontestable-. Ya no se suscita ni puede presentarse ms. La crueldad hacia
los otros, quedando Yo inmune o aun participando de sus sufrimientos
mediante subsiguiente arrepentimiento o tarda piedad, es una cosa; auto-
66

infligirse sufrimiento, siendo Yo la nica existencia, es una cosa muy distinta.
La dificultad tica puede retrotraerse a una forma modificada; siendo el Todo
Deleite necesariamente todo-bien y todo-amor, cmo pueden existir en
Sachchidananda el mal y el sufrimiento, dado que l no es existencia
mecnica, sino ser libre y consciente, libre para condenar y rechazar el mal y el
sufrimiento? Hemos de reconocer que la cuestin as formulada es tambin
falsa porque aplica los trminos de una afirmacin parcial como si pudiesen
aplicarse al todo. Pues las ideas del bien y del amor que de esa manera
introducimos en el concepto del Todo-Deleite surgen de una dualista y
divisional concepcin de las cosas; estn basadas enteramente en las
relaciones entre criatura y criatura y mientras, persistimos en aplicarlas a un
problema que parte, por el contrario, de la asuncin del Uno que es todo.
Primero hemos de ver cmo se presenta el problema y como puede resolverse
en su pureza original, sobre la base de la unidad en la diferencia; slo entonces
podemos con seguridad tratar con sus partes y sus desarrollos, tal como en las
relaciones entre criatura y criatura lo haramos sobre la base de su divisin y
dualidad.

Hemos de reconocer, -si enfocamos de esta manera el todo, sin limitarnos por
la dificultad humana y al punto de vista humano-, que no vivimos en un mundo
tico. La tentativa del pensamiento humano de forzar un significado tico
dentro de la totalidad de la Naturaleza es uno de esos actos de caprichosa y
obstinada auto-confusin, uno de esos patticos intentos del ser humano
enderezados a leer su limitado y habitual yo humano en todas las cosas y a
juzgarlas desde el punto de vista que l personalmente desarroll; eso es lo
que ms efectivamente le impide llegar al conocimiento real y a la visin
completa. La Naturaleza material no es tica; la ley que la gobierna es una
coordinacin de hbitos fijos que no tienen conocimiento del bien ni del mal,
sino slo de la fuerza que crea, la fuerza que dispone y preserva, la fuerza que
perturba y destruye imparcialmente, no ticamente, sino de acuerdo a la
secreta Voluntad en ella, de acuerdo a la muda satisfaccin de esa Voluntad en
sus propias auto-formaciones y auto-disoluciones. La Naturaleza animal o vital
tambin es no-tica, aunque a medida que progresa pone de relieve el crudo
material a partir del cual el animal superior desarrolla el impulso tico. Al tigre
porque mata y devora a su presa no lo culpamos ms que a la tormenta porque
destruya o al fuego porque torture y mate; tampoco la fuerza-consciente en la
tormenta, el fuego o el tigre se culpa o se condena a s misma. Culpa y
condenacin, o ms claramente, auto-culpa y auto-condenacin. son el
principio de la verdadera tica. Cuando culpamos a los dems sin aplicarnos la
misma Ley, no expresamos un verdadero juicio tico, sino que solo aplicamos
el lenguaje tico que hemos desarrollado para nosotros en orden a un impulso
emocional de repliegue o disgusto por lo que nos desagrada o hiere.

Este repliegue o disgusto es el origen primario de la tica, pero en si mismo no
es tico. El miedo del ciervo hacia el tigre, el furor de la criatura fuerte contra su
agresor es un repliegue vital del deleite individual de la existencia en relacin
con lo que la amenaza. Al progresar, la mentalidad se refina a s misma en
repugnancia, desagrado, desaprobacin. La desaprobacin de lo que nos
amenaza y nos hiere, la aprobacin de lo que nos halaga y satisface, se refinan
en la concepcin de bueno y malo para uno mismo, para la comunidad, para
67

los dems ajenos a nosotros, para las otras comunidades y finalmente en la
aprobacin general del bien, la desaprobacin general del mal. Pero, con todo
y eso, la naturaleza fundamental de la cosa permanece igual. El hombre desea
la auto-expresin, el auto-desarrollo, en otras palabras, el progresivo
despliegue en s mismo de la Fuerza-consciente de la existencia; ese es su
deleite fundamental. Cuanto hiere esa auto-expresin, ese auto-desarrollo, esa
satisfaccin de su progresivo yo, para l es mal; cuanto ayude, confirme, eleve,
agrande, ennoblezca, para l es su bien. Solamente, su concepcin del auto-
desarrollo cambia, se torna ms elevada y amplia, empieza a sobrepasar su
limitada personalidad, a abarcar a los dems, a abarcarlo todo en su
perspectiva.

En otras palabras, la tica es una etapa en la evolucin. Lo que es comn a
todas las etapas es el impulso de Sachchidananda hacia la auto-expresin.
Este impulso al principio es no-tico, despus infra-tico en el animal, luego, en
el animal inteligente incluso anti-tico pues nos permite aprobar el dao hecho
a los dems que desaprobamos cuando nos lo hacen a nosotros. A este
respecto, el hombre es todava ahora slo semi-tico. Y as como todo lo que
est debajo de nosotros es infra-tico, de igual manera puede ser que lo que
est por encima de nosotros a lo que eventualmente arribaremos, que es
supra-tico, no tenga necesidad de tica. El impulso y actitud ticos, tan omni-
importantes para la humanidad, es un medio por el que pugna desde la
armona y universalidad inferiores basadas en la inconciencia e interrumpidas
por la Vida en discordias individuales, hacia una armona y universalidad
superiores basadas en la consciente unidad con todas las existencias. Al llegar
a esa meta, este medio ya no es necesario ni posible, dado que las cualidades
y oposiciones de los que depende se disolvern y desaparecern con
naturalidad en la reconciliacin final.

Luego, si el punto de vista tico solo se aplica a un temporario aunque omni-
importante pasaje de una universalidad a otra, no podemos aplicarlo a la total
solucin del problema del universo, y solo podemos admitirlo como un
elemento en esa solucin. Obrar de modo distinto es correr el peligro de
falsificar todos los hechos del universo, todo el significado de la evolucin
detrs y ms all de nosotros en orden a satisfacer una temporaria perspectiva
y una semi-evolucionada visin de la utilidad de las cosas. El mundo tiene tres
estratos: infra-tico, tico y supra-tico. Hemos de descubrir lo que es comn a
todos; pues solo as podemos resolver el problema.

Lo comn a todos es, como hemos visto, la satisfaccin de la fuerza-consciente
de la existencia desarrollndose en las formas y buscando su deleite en ese
desarrollo. Evidentemente empez desde esa satisfaccin o deleite de la auto-
existencia; pues eso le resulta normal, a eso se adhiere, y lo hace su base;
mas busca nuevas formas de si y, en el paso hacia formas superiores,
interviene el fenmeno del dolor y el sufrimiento que parece contradecir la
naturaleza fundamental de su ser. Este, solo ste, es el problema radical.

Cmo lo resolveremos? Diremos que Sachchidananda no es el principio y fin
de las cosas, sino que el principio y fin es Nihil, un vaco imparcial, una nada
que con todo contiene todas las potencialidades de la existencia o de la no-
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existencia, de la conciencia o de la no-conciencia, del deleite o del no-deleite?
Si preferimos, podemos aceptar esta respuesta; pero aunque procuremos as
explicar todo, en realidad no hemos explicado nada, nicamente hemos
incluido todo. Una Nada que est llena de potencialidades es la ms completa
oposicin de trminos y cosas posible y, por lo tanto hemos nicamente
explicado una contradiccin menor por medio de una mayor, llevando la auto-
contradiccin de las cosas a su mximo. Nihil es el vaco, donde no puede
haber potencialidades; una imparcial indeterminacin de todas las
potencialidades es el Caos, y cuanto hemos hecho es poner al Caos en el
Vaco sin explicar cmo fue a parar all. Permtasenos retornar a nuestra
concepcin original de Sachchidananda, y ver si sobre esta base no es posible
una completa solucin.

Primero debemos dejarnos claro que as como cuando hablamos de conciencia
universal significamos algo diferente de, ms esencial y amplio que la
conciencia mental en vigilia del ser humano; as tambin, cuando hablamos de
deleite universal de la existencia significamos algo diferente de, ms esencial y
amplio que el comn placer emocional y sensorial de la criatura humana
individual. El placer, la dicha y el deleite, tal como el hombre usa las palabras,
son movimientos ocasionales y limitados que dependen de ciertas causas
habituales, y emergen, como sus opuestos pena y pesar, -que son movimientos
igualmente limitados y ocasionales-, de un fondo distinto de ellos mismos. El
deleite del ser es universal, ilimitable y auto-existente, no dependiente de
causas particulares, el fondo de todos los fondos, del cual emergen el placer, el
dolor y otras experiencias ms neutras. Cuando el deleite del ser busca
realizarse como deleite del devenir, se desplaza en el movimiento de fuerza y
toma diferentes formas de movimiento, de las cuales el placer y el dolor son las
corrientes positiva y negativa. Subconsciente en la Materia, superconsciente
ms all de la Mente, este deleite busca en la Mente y la Vida realizarse
mediante el emerger en el devenir, en la creciente auto-conciencia del
movimiento. Sus primeros fenmenos son duales o impuros, se desplazan
entre los polos del placer y el dolor, pero apuntan a su auto-revelacin en la
pureza de un supremo deleite del ser que es auto-existente e independiente de
objetos y de causas. As como Sachchidananda se desplaza hacia la
realizacin de la existencia universal en el individuo y hacia la realizacin de la
conciencia superando-la-forma en la forma de cuerpo y mente, de igual
manera se desplaza hacia la realizacin del universal deleite, auto-existente y
sin-propsito en el flujo de las experiencias y objetos particulares. Esos objetos
ahora los buscamos como estimulantes causas de un efmero placer y
satisfaccin; libres, poseedores de s, no los buscaremos sino que los
poseeremos como reflectores ms que como causas de un deleite que existe
eternamente.

En el egosta ser humano, en la persona mental que emerge de la dbil
cscara de la materia, el deleite de la existencia es neutro, semi-latente, an en
la sombra del subconsciente, poco ms que un oculto terreno al que el deseo
cubri en abundancia de un exuberante cultivo de hierbas venenosas y flores
no menos venenosas, los dolores y placeres de nuestra existencia egosta.
Cuando la divina fuerza-consciente que trabaja secretamente en nosotros,
haya devorado estos cultivos del deseo, cuando segn la imagen del Rig Veda
69

el fuego de Dios haya quemado los retoos de la tierra, aquello que est
escondido en las races de estos dolores y placeres, su causa y secreto ser, la
savia de su deleite emerger en nuevas formas, no de deseo, sino de
satisfaccin auto-existente que reemplazar al placer mortal por el xtasis
Inmortal. Y esta transformacin es posible porque estos cultivos de sensacin y
emocin son, en su ser esencial, los dolores no menos que los placeres, ese
deleite de la existencia que ellos buscan pero fracasan en revelar, -fracasan
por causa de la divisin, de la ignorancia del yo y del egosmo-.




Captulo XII - El Deleite de la Existencia: La Solucin

El nombre de Aquello es el Deleite; como Deleite debemos adorarlo e ir en pos
de Eso.
Kena Upanishad



En esta concepcin de un inalienable deleite subyacente de la existencia, de la
cual todas las sensaciones externas o superficiales son un despliegue positivo,
negativo o neutro, --olas y espumas de esa infinita hondura--, arribamos a la
verdadera solucin del problema que examinamos. El ser-en-s de las cosas es
una indivisible existencia infinita; de esa existencia, la naturaleza o el poder
esencial, es una imperecedera fuerza infinita del ser auto-consciente; y de esa
auto-conciencia, la naturaleza esencial o conocimiento de s mismo es,
nuevamente, un inalienable deleite infinito del ser. En la carencia de forma y en
todas las formas, en el conocimiento eterno del ser infinito e indivisible y en las
multiformes apariencias de la divisin finita, esta auto-existencia mantiene
perpetuamente su auto-deleite. As como en la aparente inconciencia de la
Materia, nuestra alma, --huyendo de su esclavitud a su propio hbito superficial
y modo particular de existencia auto-consciente--, descubre esa infinita Fuerza-
Consciente constante, inmvil, concentrada, as, en la aparente no-sensacin
de la Materia llega a descubrir y relacionarse con un infinito Deleite consciente,
imperturbable, omni-abarcante, exttico. Este deleite es su propio deleite, este
ser-en-s es su propio yo en todo; pero para nuestro criterio ordinario del yo y
las cosas, que despierta y se desplaza slo sobre superficies, queda oculto,
profundo, subconsciente. Y tal como es en todas las formas, as es en todas las
experiencias, ya sean placenteras, dolorosas o neutras. All, demasiado oculto,
profundo, subconsciente, est lo que capacita y compele a las cosas a
permanecer en la existencia. Esto es la razn de esa fijacin a la existencia,
ese superdominante querer-ser, traducido vitalmente como instinto de auto-
conservacin, fsicamente como lo imperecedero de la materia, mentalmente
como el sentido de la inmortalidad que acompaa a la existencia resuelta en
formas a travs de todas sus fases de auto-desarrollo y del cual, incluso el
ocasional impulso de auto-destruccin es solo una forma inversa, una atraccin
hacia otro estado del ser y un consiguiente repliegue del actual estado del ser.
El Deleite es la existencia; el Deleite es el secreto de la creacin; el Deleite es
la raz del nacimiento; el Deleite es la causa de permanecer en la existencia; el
70

Deleite es el fin del nacimiento y aquello en lo cual la creacin cesa. De
Ananda, dice el Upanishad, nacieron todas las existencias; por Ananda
permanecen en el ser y crecen, hacia Ananda parten.

Cuando vemos los tres aspectos del Ser esencial, --uno en la realidad, trino en
nuestra visin mental, separable solo en apariencia, en los fenmenos de la
dividida conciencia--, somos capaces de poner en su justo sitio las divergentes
formulas de las antiguas filosofas de modo que se unan y sean una sola,
cesando en su ancestral controversia. Pues si consideramos el mundo-
existencia slo en sus apariencias y solo en su relacin con la Existencia pura,
infinita, indivisible e inmutable, estamos facultados a considerarlo, describirlo y
comprenderlo como Maya. Maya, en su sentido original, signific una
continente y comprehensiva conciencia capaz de abarcar, medir y limitar, y por
lo tanto, formadora; es la que delinea, mide, moldea las formas en lo amorfo,
profundiza en la psique y parece tomar cognoscible lo Incognoscible, se hace
geomtrica y parece tornar mensurable lo ilimitado. Ms tarde, la palabra pas,
de su original sentido de conocimiento, destreza, inteligencia, a adquirir un
sentido peyorativo de astucia, fraude o ilusin que es el usado por los sistemas
filosficos.

El mundo es Maya. El mundo no es irreal en el sentido de carecer de tipo
alguno de existencia; pues aunque fuese solo un sueo del Ser-en-s an
existira en El como sueo, real para l en el presente aunque, en ltima
instancia, irreal. Tampoco debemos decir que el mundo es irreal en el sentido
que no tiene un gnero de existencia eterna; pues aunque formas particulares y
mundos particulares pueden disolverse o se disuelven fsicamente y retornan
mentalmente de la conciencia de la manifestacin a la no-manifestacin, con
todo, la Forma en s misma, el Mundo en si mismo, son eternos. De la no-
manifestacin vuelven inevitablemente a la manifestacin; tienen una
recurrencia eterna, cuando no, una persistencia eterna, una inmutabilidad
eterna, en suma y fundamento, junto con una eterna mutabilidad en aspecto y
aparicin. Tampoco tenemos seguridad alguna de que hubo o habr un periodo
en el Tiempo en el que ninguna forma del universo, ningn despliegue del ser,
se represente en el eterno Ser-Consciente, sino tan solo una intuitiva
percepcin de que el mundo que conocemos puede aparecer y aparece desde
Eso y retorna dentro de Eso perpetuamente.

El mundo todava es Maya porque no es la verdad esencial de la existencia
infinita, sino solo una creacin del ser auto-consciente, no una creacin en el
vaco, no una creacin en la nada ni fuera de la nada sino en la eterna Verdad
y fuera de la eterna Verdad de ese Auto-ser--; su continente, origen y sustancia
son la Existencia esencial y real, sus formas son formaciones mutables de Eso
para Su propia percepcin consciente, determinada por Su propia fuerza-
consciente creadora. Son capaces de manifestacin, capaces de no-
manifestacin, capaces de otra-manifestacin. Si preferimos, podemos
llamarlas, por lo tanto, ilusiones de la conciencia infinita, arrojando de esa
manera, audazmente, una sombra de nuestro sentido mental de sujecin al
error y a la incapacidad sobre Eso que, siendo mayor que la Mente, est ms
all de la sujecin a la falsedad y a la ilusin. Mas viendo que la esencia y
sustancia de la Existencia no es una mentira y que todos los errores y
71

deformaciones de nuestra dividida conciencia representan alguna verdad de la
indivisible Existencia auto-consciente, solo podemos decir que el mundo no es
la verdad esencial de Eso sino la verdad fenomnica de Su libre multiplicidad e
infinita mutabilidad superficial, y no la verdad de Su Unidad fundamental e
inmutable.

Si, por otra parte, miramos el mundo-existencia solo en relacin a la conciencia
y a la fuerza de la conciencia, podemos considerarlo, describirlo y
comprenderlo como un movimiento de Fuerza que obedece alguna secreta
voluntad o alguna necesidad que le est impuesta por la existencia misma de la
Conciencia que la posee o contempla. Es entonces el juego de Prakriti, la
fuerza Ejecutiva, satisfaciendo a Purusha, el contemplativo y dichoso Ser-
Consciente o es el juego de Purusha reflejado en los movimientos de la Fuerza
e identificndose con ellos. El mundo, entonces, es la obra de la Madre de las
cosas impulsada a repartirse por siempre, dentro de infinitas formas, y vida de
las experiencias que fluyen eternamente.

Si miramos el Mundo-Existencia ms bien en su relacin con el auto-deleite del
ser eternamente existente, podemos considerarlo, describirlo y comprenderlo
como Lila, el juego, la alegra del nio, la alegra del poeta, la alegra del actor,
la alegra del mecnico del Alma de las cosas, eternamente joven,
perpetuamente inextinguible, crendose y recrendose en S Mismo, por la
pura bienaventuranza de esa auto-creacin, de esa auto-representacin, El
mismo el juego, El mismo el jugador, El mismo el campo de juego--. Estas tres
generalizaciones del juego de la existencia en su relacin con el eterno y
estable, el inmutable Sachchidananda, partiendo de las tres concepciones de
Maya, Prakriti y Lila, y representndose en nuestros sistemas filosficos como
filosofas mutuamente contradictorias, son, en realidad, perfectamente
coherentes cada una con las otras, complementarias y necesarias en su
totalidad para un criterio integral de la vida y el mundo. El mundo del que
somos una parte es en su ms obvia apariencia un movimiento de Fuerza; pero
esa Fuerza, cuando traspasamos sus apariencias, da muestras de ser un
constante y siempre mutable ritmo de conciencia creadora calculando,
proyectando en s misma fuerzas fenomnicas de su propio ser infinito y
eterno; y este ritmo es, en su esencia, causa y propsito, un juego del deleite
infinito del ser, siempre ocupado en sus propias innumerables auto-
representaciones. Esta vista triple o triuna debe ser el punto de partida de toda
nuestra comprensin del universo.

Entonces, dado que el eterno e inmutable deleite del ser que se desplaza
dentro del infinito y variable deleite del devenir es la raz de todo el asunto,
hemos de concebir un solo indivisible Ser consciente detrs de todas nuestras
experiencias, sostenindolas mediante su inalienable deleite y efectuando,
mediante su movimiento, las variaciones de placer, dolor y neutra indiferencia
en nuestra existencia sensitiva. Ese es nuestro ser-en-s real; el ser mental
sujeto a la triple vibracin solo puede ser una representacin de nuestro yo
real, puesto al frente a los fines de esa experiencia sensitiva de las cosas que
es el primer ritmo de nuestra dividida conciencia en su respuesta y reaccin a
los mltiples contactos del universo. Es una respuesta imperfecta, un ritmo
discordante y confuso que prepara y preludia el pleno y unificado juego del Ser
72

consciente en nosotros; no es la verdadera y perfecta sinfona que puede ser
nuestra si podemos entrar una vez en simpata con el Uno en todas las
variaciones y entrar en el mismo tono con el absoluto y universal diapasn.

Si esta opinin es correcta, entonces inevitablemente se imponen ciertas
consecuencias. En primer lugar, dado que en nuestras profundidades nosotros
mismos somos ese Uno, dado que en la realidad de nuestro ser somos la
indivisible Omni-Conciencia y por lo tanto la inalienable Omni-Bienaventuranza,
la disposicin de nuestra experiencia sensitiva en las tres vibraciones de dolor,
placer e indiferencia solo puede ser un superficial ordenamiento creado por la
parte limitada de nosotros mismos que est en lo ms elevado de nuestra
conciencia en vigilia. Detrs debe haber algo en nosotros, --mucho ms vasto,
ms profundo, ms verdadero que la conciencia superficial, que asume
deleite imparcialmente en todas las experiencias; es ese deleite que
secretamente sostiene al ser mental superficial y lo capacita para perseverar a
travs de todas las fatigas, sufrimientos y suplicios en el agitado movimiento
del Devenir. Eso que llamamos nosotros mismos es solo un trmulo rayo en la
superficie; detrs est todo el vasto subconsciente, el vasto superconsciente
aprovechndose de todas estas experiencias superficiales e imponindolas en
su ser-en-s externo al cual pone de relieve como una suerte de sensitiva
cobertura de los contactos del mundo; velado, todava recibe estos contactos y
los asimila dentro de los valores de una experiencia ms verdadera, ms
profunda, ms dominante v creadora. De sus profundidades los retorna a la
superficie en formas de fuerza, carcter, conocimiento e impulso, cuyas races
son misteriosas para nosotros, pues nuestra mente se conmueve y estremece
en la superficie y no ha aprendido a concentrarse y vivir en las profundidades.

En nuestra vida ordinaria esta verdad se nos oculta, o solo la vislumbramos
oscuramente a veces, o la sostenemos y concebimos imperfectamente. Pero si
aprendemos a vivir en lo interior, infaliblemente despertamos a esta presencia
dentro de nosotros que es nuestro yo real, una presencia profunda, calma,
jubilosa y pujante, de la cual el mundo no es el amo, una presencia que, si no
es el Seor Mismo, es la irradiacin del Seor interiormente--. Tenemos
conocimiento de ella internamente apoyando y auxiliando al aparente y
superficial yo, y sonriendo a sus placeres y dolores como al error y la pasin de
un nio pequeo. Y si podemos volver dentro de nosotros mismos y nos
identificamos, no con nuestra experiencia superficial, sino con esa radiante
penumbra de lo Divino, podemos vivir en esa actitud hacia los contactos del
mundo y, --permaneciendo en nuestra conciencia total detrs de los placeres y
dolores del cuerpo, del ser vital y de la mente--, poseerlos como experiencias
cuya naturaleza, que es superficial, no toca ni se impone a nuestro principal y
real ser. En los enteramente expresivos trminos snscritos, hay un
Anandamaya detrs del Manomaya, un vasto Bienaventuranza-Yo detrs del
limitado yo mental, y el ltimo es slo una sombra imagen y perturbado reflejo
del primero. La verdad de nosotros mismos yace dentro y no en la superficie.

Sin embargo, esta triple vibracin de placer, dolor e indiferencia, --siendo
superficial, siendo ordenacin y resultado de nuestra evolucin imperfecta--,
puede no tener en ella nada de regla absoluta, ni ser necesaria. En nosotros no
hay obligacin real de devolver a un particular contacto una particular
73

respuesta de placer, dolor o reaccin neutra; solo hay una obligacin de hbito.
Sentimos placer o dolor en contacto particular porque ese es el hbito que
form nuestra naturaleza, porque esa es la constante relacin que el receptor
estableci con el contacto. Es de nuestra competencia devolver la respuesta
absolutamente opuesta; placer donde acostumbramos tener dolor; dolor donde
acostumbramos tener placer. Igualmente est dentro de nuestra competencia
acostumbrar al ser superficial a devolver, en lugar de las mecnicas reacciones
de placer, dolor e indiferencia, esa libre rplica de inalienable deleite que es la
experiencia constante del verdadero y vasto Bienaventuranza-Yo que est
dentro de nosotros. Y sta es una conquista mayor, una ms profunda y
completa auto-posesin que una agradable y desapegada recepcin en las
honduras de las habituales reacciones de superficie. Pues ya no se trata de
una mera aceptacin sin sujecin, de una libre aquiescencia en imperfectos
valores de experiencia, sino que nos capacita para convertir los valores
imperfectos en perfectos, los falsos en verdaderos, el constante y verdadero
deleite del Espritu en cosas que asumen el lugar de las dualidades
experimentadas por el ser mental--.

En las cosas de la mente, esta pura relatividad habitual de las reacciones de
placer y dolor no es difcil percibirla. Ciertamente, el ser nervioso en nosotros
est acostumbrado a cierta fijeza, a una falsa impresin de lo absoluto en estas
cosas. Para l, victoria, buen xito, honor y buena fortuna de toda ndole, son
cosas placenteras en si mismas, absolutamente, y deben producir regocijo as
como el azcar ha de tener gusto dulce; derrota, fracaso, contrariedad,
desgracia y mala fortuna de toda ndole, son cosas desagradables en si
mismas, absolutamente, y deben producir pesar as como el ajenjo ha de tener
gusto amargo. Variar estas respuestas es para l una huida de los hechos,
anormal y enfermiza; pues el ser nervioso es una cosa esclavizada al hbito y
en si, es el medio ideado por la naturaleza para fijar la constancia de la
reaccin, la igualdad de la experiencia y el determinado esquema de las
relaciones del hombre con la vida. Por otra parte, el ser mental es libre, pues es
el medio que la Naturaleza ide para conseguir flexibilidad y variacin, cambio
y progreso; est sujeto solo en la medida que prefiere quedar sujeto, morar en
un hbito mental antes que en otro, y tanto como se permite a s mismo ser
dominado por su instrumento nervioso. No est atado a apenarse por la
derrota, la desgracia y la prdida; puede encontrar estas cosas y todas las
cosas con una perfecta indiferencia, incluso las puede hallar con una perfecta
alegra. Por lo tanto, el hombre descubre que cuando ms rehsa ser
dominado por sus nervios y cuerpo, cuando ms se aparta de su implicacin en
sus partes fsicas y vitales, mayor es su libertad. Se convierte en dueo de sus
propias respuestas a los contactos del mundo, ya no es esclavo de los
contactos externos.

Con respecto al placer y dolor fsicos, es ms difcil aplicar la verdad universal;
pues ste es el dominio mismo de los nervios y el cuerpo, el centro y sede de
aquello en nosotros cuya naturaleza ha de dominarse mediante el contacto
externo y la presin externa. Incluso aqu, sin embargo, tenemos vislumbres de
la verdad. La vemos en el hecho de que de acuerdo al hbito, el mismo
contacto fsico puede ser placentero o doloroso, no slo para diferentes
individuos, sino para el mismo individuo bajo diferentes condiciones o en
74

diferentes etapas de su desarrollo. La vemos en el hecho de que los hombres,
en periodos de gran excitacin o alta exaltacin, quedan fsicamente
indiferentes al dolor o inconscientes ante l, bajo contactos que ordinariamente
infligiran severa tortura o sufrimiento. En muchos casos es solo cuando los
nervios se recuperan y recuerdan a la mentalidad su habitual obligacin de
sufrir, que el sentido del sufrimiento retorna. Pero este retorno a la obligacin
habitual no es inevitable; es solo habitual. Vemos que en los fenmenos de
hipnosis no solo puede al sujeto hipnotizado prohibrsele sentir el dolor de una
herida o pinchazo hallndose en el estado anormal, sino que tambin, con igual
buen xito, puede impedrsele volver a su habitual reaccin de sufrir cuando
est despierto. La razn de este fenmeno es perfectamente simple; se debe a
que el hipnotizador suspende la habitual conciencia en vigilia, que es esclava
de los hbitos nerviosos, y es capaz de apelar al subliminal ser mental en las
profundidades, al ser mental interior que es dueo, si quiere, de los nervios y el
cuerpo. Mas esta libertad del ser mental interior que es efectuada por la
hipnosis, --anormalmente, rpidamente, sin verdadera posesin, por una
voluntad ajena--, puede igualmente recuperarse normalmente, gradualmente,
con verdadera posesin, por parte de la propia voluntad, de modo que se logre
parcial o completamente una victoria del ser mental sobre las habituales
reacciones nerviosas del cuerpo.

El dolor de la mente y el cuerpo es un recurso de la Naturaleza, vale decir, de
la Fuerza en sus obras, enderezado a servir a un definido objetivo de transicin
en su evolucin hacia arriba. El mundo es, desde el punto de vista del
individuo, un juego y un choque complejo de multitudinarias fuerzas. En medio
de este complejo juego est el individuo como limitado ser construido con un
limitado monto de fuerza expuesto a innumerables impactos que pueden herir,
lisiar, romper o desintegrar la construccin a la que llama l mismo. El dolor
est en la naturaleza del repliegue nervioso y fsico ante un contacto peligroso
o daino; es una parte de lo que el Upanishad llama jugupsa, la retraccin del
ser limitado de aquello que no es l mismo y que no es simptico ni est en
armona con l, su impulso de auto-defensa contra los "otros". Desde este
punto de vista es una indicacin de la Naturaleza de lo que ha de evitarse o, si
no se evita exitosamente, de lo que ha de remediarse. El dolor no tiene
existencia en el mundo puramente fsico mientras la vida no entra en juego;
pues hasta entonces los mtodos mecnicos son suficientes. Su oficio empieza
cuando la vida con su fragilidad e imperfecta posesin de la Materia entra en
escena; crece con el crecimiento de la Mente en la vida. Su oficio prosigue
mientras la Mente est atada a la vida y al cuerpo que usa, dependiendo de
ellos para su conocimiento y medio de accin, sujeto a sus limitaciones y a los
impulsos y objetivos egostas que nacen de esas limitaciones. Mas en tanto y
en cuanto la Mente del hombre se torna capaz de ser libre, no-egosta, en
armona con todos los otros seres y con el juego de las fuerzas universales, el
uso y oficio del sufrimiento disminuye, su razn de ser debe finalmente cesar
de ser y slo puede continuar como un atavismo de la Naturaleza, un hbito
que ha sobrevivido a su utilidad, una persistencia de lo inferior en la aun
imperfecta organizacin de lo superior. Su eventual eliminacin debe ser un
punto esencial en la predestinada conquista del alma sobre la sujecin a la
Materia y a la limitacin egosta de la Mente.

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Esta eliminacin es posible porque el dolor y el placer son corrientes, uno
imperfecto, el otro perverso, pero, con todo, corrientes del deleite de la
existencia. La razn de esta imperfeccin y de esta perversin es la auto-
divisin del ser en su conciencia mediante la medida y limitacin de Maya y, en
consecuencia, una egosta y parcelada recepcin de los contactos por parte del
individuo, en lugar de una recepcin universal. Para el alma universal todas las
cosas y todos los contactos de las cosas llevan en s una esencia de deleite
mejor descrito por el esttico trmino snscrito rasa, que significa a la vez savia
o esencia de una cosa y su sabor. Es porque no buscamos la esencia de la
cosa en su contacto con nosotros, sino que slo vamos en pos de la manera en
la que afecta nuestros deseos y temores, nuestros apetitos y miedos que el
pesar y el dolor, el imperfecto y efmero placer o la indiferencia, vale decir, la
incapacidad absoluta de captar la esencia, son las formas que toma el Rasa. Si
pudiramos desinteresarnos por entero en la mente y el corazn e imponer ese
desapego al ser nervioso, la progresiva eliminacin de estas formas
imperfectas y perversas del Rasa sera posible y quedara a nuestro alcance el
verdadero sabor esencial del inalienable deleite de la existencia en todas sus
variaciones. Alcanzamos algo de esta capacidad de variable pero universal
deleite en la recepcin esttica de las cosas tal como la representan el Arte y la
Poesa, de modo que all disfrutamos del Rasa y saboreamos lo angustioso, lo
terrible, incluso lo horrible o repelente ; y la razn obedece a que estamos
desapegados, desinteresados, sin pensar en nosotros mismos ni en la auto-
defensa (jugupsa), sino solo en la cosa y su esencia. Ciertamente, esta
recepcin esttica de los contactos no es una precisa imagen o reflejo del puro
deleite que es supramental y supra-esttico; pues lo ltimo eliminara el pesar,
el terror, el horror y el disgusto con sus causas mientras que el primero los
admite; pues esto representa parcial e imperfectamente una etapa del deleite
progresivo del Alma universal de las cosas en su manifestacin y nos admite
en una parte de nuestra naturaleza en ese desapego de la sensacin egosta y
esa universal actitud a travs de la cual el Alma nica ve armona y belleza
donde nosotros, seres divididos, experimentamos ms bien caos y discordia.
La plena liberacin puede llegar a nosotros solo mediante una similar liberacin
en todas nuestras partes, la universal aesthesis, el universal punto de vista del
conocimiento, el universal desapego de todas las cosas e incluso la simpata
hacia todo en nuestro ser nervioso y emocional.

Dado que la naturaleza del sufrimiento es un fallo de la fuerza-consciente en
nosotros para hacer frente a los impactos de la existencia y un consiguiente
repliegue y contraccin, y su raz es una desigualdad de esa fuerza receptiva y
posesiva, debida a nuestra auto-limitacin por el egosmo que deriva en
ignorancia de nuestro verdadero Yo, de Sachchidananda, la eliminacin del
sufrimiento primero debe proceder por sustitucin del titiksa,--el enfrentamiento,
la resistencia y la conquista de todos los impactos de la existencia--, en puesto
de jugupsa, --la retraccin y contraccin--; mediante esta forma de resistir y
conquistar procedemos a una igualdad que puede ser, bien una ecunime
indiferencia a todos los contactos o bien una ecunime alegra en todos los
contactos; y esta ecuanimidad debe hallar nuevamente un firme fundamento en
la sustitucin de la conciencia de Sachchidananda que es Omni-
Bienaventuranza en puesto del ego-conciencia que disfruta y sufre. La
conciencia de Sachchidananda puede ser trascendente del universo y estar
76

aislada de l, y el sendero a este estado de distante Bienaventuranza es la
indiferencia ecunime; es el sendero del asceta. O la conciencia de
Sachchidananda puede ser al mismo tiempo trascendente y universal, y el
sendero de este estado de actual y omni-abarcante Bienaventuranza es la
sumisin y prdida del ego en lo universal y la posesin de un ecunime deleite
que todo lo penetra; es el sendero de los antiguos sabios Vdicos. Mas la
neutralidad ante los imperfectos contactos del placer y los perversos contactos
del dolor es el primer resultado directo y natural de la auto-disciplina del alma, y
la conversin a ecunime deleite puede, comnmente, llegar slo despus. La
directa transformacin de la triple vibracin en Ananda es posible, pero menos
fcil para el ser humano.

Tal es entonces la visin del universo que se desprende de la integral
afirmacin Vedntica. Una infinita e indivisible existencia omni-bienaventurada
en su pura auto-conciencia se desplaza fuera de su fundamental pureza y entra
en el variado juego de la Fuerza que es la conciencia, dentro del movimiento de
Prakriti que es el juego de Maya. El deleite de su existencia est, al principio,
auto-concentrado, absorto, subconsciente en la base del universo fsico; luego,
emerge en una gran masa de movimiento neutro que an no es lo que
llamamos sensacin; ms tarde, emerge ms con el crecimiento de la mente y
el ego en la triple vibracin de dolor, placer e indiferencia que se originan por la
limitacin de la fuerza de la conciencia en la forma y por su exposicin a los
impactos de la Fuerza universal, que los encuentra ajenos y faltos de armona
con sus propias normas y medidas; finalmente, tiene lugar el consciente
emerger del Sachchidananda pleno en sus creaciones por universalidad, por
igualdad, por auto-posesin y conquista de la Naturaleza. Este es el curso del
movimiento del mundo.

Si entonces se preguntase por qu la Existencia nica debera tener deleite en
ese movimiento, la respuesta la hallamos en el hecho de que todas las
posibilidades son inherentes a Su infinitud y que el deleite de la existencia en
su mutable devenir, no en su inmutable ser, se encuentra precisamente en la
variable realizacin de sus posibilidades. Y la posibilidad que se estructur aqu
en el universo de que somos parte, empieza desde el ocultamiento de
Sachchidananda en lo que parece ser su propio opuesto y su auto-hallazgo
incluso en medio de los trminos de ese opuesto. El ser infinito se pierde en la
apariencia del no-ser y emerge en la apariencia de un Alma finita; la conciencia
infinita se pierde en la apariencia de una vasta inconciencia indeterminada y
emerge en la apariencia de una superficial conciencia limitada; la infinita
Fuerza auto-sustentadora se pierde en la apariencia de un caos de tomos y
emerge en la apariencia del inseguro equilibrio de un mundo; el Deleite infinito
se pierde en la apariencia de una insensible Materia y emerge en la apariencia
de un discordante ritmo de variado dolor, placer y sentimiento neutro, amor,
odio e indiferencia; la unidad infinita se pierde en la apariencia de un caos de
multiplicidad y emerge en una discordancia de fuerzas y seres que buscan
recobrar la unidad poseyndose, disolvindose y devorndose unos a otros. En
esta creacin ha de emerger el real Sachchidananda. El hombre, el individuo,
ha de convertirse en un ser universal y vivir como tal; su limitada conciencia
mental ha de ampliarse a la unidad superconsciente en la que cada uno abarca
todo; su estrecho corazn ha de aprender el infinito abrazo y sustituir sus
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lujurias y discordias por el amor universal y su restringido ser vital ha de llegar
a ser ecunime ante el total impacto del universo sobre l y capaz de deleite
universal; su mismo ser fsico ha de conocerse como entidad no separada sino
como una con, --y sosteniendo en s misma--, el fluir total de la Fuerza
indivisible que es todas las cosas; su naturaleza toda ha de reproducir en el
individuo la unidad, la armona, la unicidad-en-todo de la suprema Existencia-
Conciencia-Bienaventuranza.

A travs de todo este juego la secreta realidad es siempre uno y el mismo
deleite de la existencia, el mismo en el deleite del sueo subconsciente antes
del emerger del individuo, en el deleite de la lucha y de todas las variedades,
vicisitudes, perversiones, conversiones y reversiones del esfuerzo por
encontrarse a s mismo en medio de los laberintos del sueo semi-consciente
del cual el individuo es el centro, y en el deleite de la eterna auto-posesin
superconsciente dentro de la que el individuo debe despertar y llegar a ser uno
con el indivisible Sachchidananda. Este es el juego del Uno, del Seor, del
Todo, como se revela a nuestro conocimiento liberado e iluminado, desde el
conceptual punto de vista de este universo material.




Captulo XIII - La Divina Maya

Por los Nombres del Seor y de ella, ellos formaron y midieron la fuerza de la
Madre de la Luz; usando poder tras poder de esa Fuerza como una toga los
seores de Maya modelaron la Forma en este Ser.
Los amos de Maya formaron todo mediante Su Maya; los Padres que tienen
visin divina Lo pusieron dentro como un nio que est por nacer.
Rig Veda



La Existencia que acta y crea mediante el poder y desde el puro deleite de su
ser consciente, es la realidad que somos, el ser-en-s de todas nuestras
modalidades y disposiciones de nimo, la causa, el objeto y la meta de todo
nuestro hacer, devenir y crear. As como el poeta, el artista o el msico cuando
crean realmente no hacen sino desarrollar alguna potencialidad de su no-
manifestado yo verdadero en una forma de manifestacin, y as como el
pensador, el estadista, el ingeniero solo proyectan en la forma de las cosas lo
que yace oculto en ellos mismos, era ellos mismos, y es todava ellos mismos
cuando es volcado en la forma, de igual manera es con el mundo y lo Eterno.
Toda creacin o devenir no es sino esta auto-manifestacin. De la simiente
evoluciona aquello que est ya en la simiente, pre-existente en el ser,
predestinado en su voluntad de devenir, predispuesto en el deleite de devenir.
El plasma original contena en si, como fuerza de ser, el organismo resultante.
Pues es siempre esa fuerza secreta, repleta, auto-sabedora, la que trabaja bajo
su propio impulso irresistible para manifestar la forma de si con la cual est
cargada. Slo el individuo que crea o desarrolla desde s mismo, efecta una
distincin entre l mismo, la fuerza que trabaja en l y el material en el que
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trabaja. En realidad la fuerza es l mismo, la conciencia individualizada que
instrumentaliza es l mismo, el material que usa es l mismo, la forma
resultante es l mismo. En otras palabras, es una sola existencia, una sola
fuerza, un solo deleite del ser que se concentra en varios puntos, dice de cada
uno "Esto es Yo y trabaja en eso segn un variado juego de auto-fuerza en
orden a un variado juego de auto-formacin.

Lo que produce es eso mismo y no puede ser otra cosa que eso mismo;
estructura un juego, un ritmo, un desarrollo de su propia existencia, fuerza de
conciencia y deleite del ser. Por lo tanto, cuanto llega al mundo, no busca sino
esto, ser, arribar a una intentada forma, agrandar su auto-existencia en esa
forma, desarrollar, manifestar, aumentar, realizar infinitamente la conciencia y
el poder que est en eso, tener el deleite de llegar a la manifestacin, el deleite
de la forma del ser, el deleite del ritmo de la conciencia, el deleite del juego de
la fuerza y agrandar y perfeccionar ese deleite por cualquier medio posible, en
cualquier direccin, a travs de cualquier idea de eso que pueda ser sugerida
por la Existencia, la Fuerza-Consciente, el Deleite activo dentro de su ser ms
profundo.

Y si existe alguna meta, alguna plenitud hacia la cual tienden las cosas, puede
ser solamente la plenitud, -en el individuo y en todo lo que los individuos
constituyen-, de su auto-existencia, de su poder y conciencia, y de su deleite de
ser. Pero tal plenitud no es posible en la conciencia individual concentrada
dentro de los lmites de la formacin individual; la plenitud absoluta no es
factible en lo finito pues es ajena a la auto-concepcin de lo finito. Por lo tanto,
la nica meta final posible es el emerger de la conciencia infinita en el
individuo; es su recuperacin de la verdad de l mismo mediante el auto-
conocimiento y la auto-realizacin, la verdad del Infinito en el ser, el Infinito en
la conciencia, el Infinito en el deleite reposedo como su propio Ser-en-s y la
Realidad de la que lo finito es slo una mascara y un instrumento de variada
expresin.

De esa manera, por la naturaleza misma del juego del mundo, -tal como ha
sido realizado por Sachchidananda en la vastedad de Su existencia extendida
como Espacio y Tiempo-, hemos de concebir primero una involucin y auto-
absorcin del ser consciente dentro de la densidad y la infinita divisibilidad de la
sustancia, pues de otro modo no puede haber variacin finita; luego, un
emerger de la auto-aprisionada fuerza dentro del ser formal, del ser viviente,
del ser pensante; y finalmente una liberacin del formado ser pensante en la
libre realizacin de s como el Uno y el Infinito al juego en el mundo y, mediante
la liberacin, su recuperacin de la ilimitada existencia-conciencia-
bienaventuranza que aun ahora es secretamente, realmente y eternamente.
Este triple movimiento es la clave total del enigma-del-mundo.

Es as cmo la antigua y eterna verdad del Vedanta recibida en s misma,
ilumina, justifica y nos muestra todo el significado de la moderna y fenomnica
verdad de la evolucin en el universo. Y es solo as que esta moderna verdad
de la evolucin, --que es la vieja verdad de lo Universal desarrollndose
sucesivamente en el Tiempo, vista opacamente a travs del estudio de la
Fuerza y la Materia--, puede hallar su sentido y justificacin plenos, --
79

iluminndose con la Luz de la verdad antigua y eterna, todava preservada para
nosotros en las Escrituras Vednticas. El pensamiento del mundo ya est
contemplando este mutuo auto-descubrimiento y auto-iluminacin que
representa la fusin del antiguo conocimiento oriental y el nuevo conocimiento
occidental.

Mas aunque hayamos descubierto que todas las cosas son Sachchidananda,
no todo esta explicado. Conocemos la Realidad del Universo, no conocemos
an el proceso por el cual esa Realidad ha entrado en este fenmeno.
Tenemos la llave del enigma, nos falta todava la cerradura en la que ha de
girar. Pues esta Existencia, Fuerza-Consciente, Deleite, no trabaja
directamente ni con soberana irresponsabilidad como un mago que construye
mundos y universos con el mero mandato de su palabra. Percibimos un
proceso, somos conocedores de una Ley

Es cierto que esta Ley cuando la analizamos, parece consistir en un equilibrio
del juego de fuerzas y una determinacin de ese juego dentro de lneas fijas de
trabajo mediante el accidente del desarrollo evolutivo y el hbito de la energa
realizada en el pasado. Mas esta aparente y secundaria verdad viene a ser una
verdad ltima para nosotros solo en la medida en que pensamos en la Fuerza
aisladamente. Cuando percibimos que la Fuerza es una auto-expresin de la
Existencia, estamos obligados a percibir tambin que esta lnea emprendida
por la Fuerza corresponde a alguna auto-verdad de esa Existencia que
gobierna y determina su constante curva y destino. Y dado que la conciencia es
la naturaleza de la Existencia original y la esencia de su Fuerza, esta verdad
debe ser una auto-percepcin en el Ser-Consciente y esta determinacin de la
lnea emprendida por la Fuerza debe resultar de un poder de conocimiento
auto-directivo inherente a la Conciencia que la capacita para guiar su propia
Fuerza inevitablemente junto con la lnea lgica de la auto-percepcin original.
Es entonces un poder auto-determinante en la conciencia universal, una
capacidad en auto-conocimiento de la existencia infinita de percibir cierta
Verdad en si y dirigir su fuerza de creacin junto con la lnea de esa Verdad, la
cual ha presidido la manifestacin csmica.

Pero por qu hemos de interponer cualquier poder o facultad especial entre la
Conciencia infinita misma y el resultado de sus trabajos? Este Auto-
conocimiento del Infinito no se extender libremente creando formas que
despus sigan en juego mientras no surja el mandato que las haga cesar, tal
como la antigua Revelacin Semita nos lo cuenta: Dijo Dios: Hgase la Luz y
la Luz se hizo--? Pero cuando decimos: "Dijo Dios: Hgase la Luz, damos por
sentado el acto de un poder de la conciencia que determina la luz saliendo de
todo lo que no es luz; y cuando decimos y la Luz se hizo presumimos una
facultad directora, un activo poder correspondiendo al original poder perceptivo,
que produce el fenmeno, creando la Luz de acuerdo a la lnea de la
percepcin original y le impide ser avasallada por todas las infinitas
posibilidades que difieren de ella. La conciencia infinita en su accin infinita
solo puede producir resultados infinitos; establecerse sobre una Verdad fija o
sobre un orden de verdades, y construir un mundo de conformidad con eso que
est fijado, demanda una facultad selectiva del conocimiento comisionado para
modelar una apariencia finita de la Realidad infinita.
80


Los videntes Vdicos conocan este poder con el nombre de Maya. Maya
represent para ellos el poder de la conciencia infinita para comprehender,
contener en s y medir, vale decir, formar pues forma es delimitacin el
Nombre y la Forma partiendo de la vasta Verdad ilimitable de la existencia
infinita. Es mediante Maya que la verdad esttica del ser esencial se convierte
en ordenada verdad del ser activo, o, para poner esto en un lenguaje ms
metafsico, a partir del ser supremo en el que todo es todo, sin barrera de
conciencia separativa, emerge el ser fenomnico en el que todo est en cada
uno y cada uno est en todo para el juego de existencia con existencia,
conciencia con conciencia, fuerza con fuerza, deleite con deleite. Este juego de
todo en cada uno y de cada uno en todo, est oculto de nosotros, al principio,
por el juego mental o ilusin de Maya que persuade a cada uno de que est en
todo pero no todo en el, y que est en todo como un ser separado, no como un
ser siempre inseparablemente uno con el resto de la existencia. Despus
hemos de emerger de este error al juego supramental o la verdad de Maya
donde el cada uno" y el todo coexisten en la inseparable unidad de la verdad
nica y del smbolo mltiple. La inferior, presente y engaosa Maya mental
primero ha de ser abarcada, luego vencida; pues es el juego de Dios, con
divisin, oscuridad y limitacin, con deseo, contienda y sufrimiento, en el que El
Se somete a la Fuerza que ha salido de El Mismo y por la oscuridad de ella,
soporta l mismo ser oscurecido. La otra Maya, ocultada por esta mental, ha
de ser sobrepasada, luego abarcada; pues es el juego de Dios de las
infinitudes de la existencia, de los esplendores del conocimiento, de las glorias
de la fuerza dominada y de los xtasis de amor ilimitable donde El emerge
saliendo de la influencia de la Fuerza, en vez de ello, la sostiene y logra en ella
iluminar aquello para lo cual ella sali de El al principio.

Esta distincin entre Maya inferior y superior es el vnculo entre el pensamiento
y el Hecho csmico que las filosofas pesimista e ilusionista niegan o
descuidan. Para ellas la Maya mental, o quizs una Sobremente, es la
creadora del mundo, y un mundo creado por la Maya mental seria en verdad
una inexplicable paradoja y una fija aunque flotante pesadilla de la existencia
consciente que no podra clasificarse como ilusin ni como realidad. Hemos de
ver que la mente es slo un trmino intermedio entre el gobernante
conocimiento creador y el alma aprisionada en sus obras. Sachchidananda, --
(envuelto por uno de Sus movimientos inferiores en la auto-olvidada absorcin
de la Fuerza que est perdida bajo la forma de sus propias obras)--, retorna
saliendo del auto-olvido a El mismo; la Mente es solo uno de Sus instrumentos
en el descenso y el ascenso. Es un instrumento de la creacin descendente, no
la creadora secreta, --un estado de transicin en el ascenso, no nuestra
elevada fuente original ni el consumado trmino de la existencia csmica--.

Las filosofas que reconocen a la Mente sola como la creadora de los mundos o
aceptan un principio original con la Mente como la nica mediadora entre ella y
las formas del universo, pueden dividirse entre las puramente noumnicas y las
idealistas. Las puramente noumnicas reconocen en el cosmos solo la obra de
la Mente, del Pensamiento, de la Idea: mas la Idea puede ser puramente
arbitraria y no tener relacin esencial con ninguna Verdad real de la existencia;
o esa Verdad, si existe, puede considerarse como mero Absoluto alejado de
81

todas las relaciones e irreconciliable con un mundo de relaciones. La
interpretacin idealista supone una relacin entre la Verdad detrs y el
fenmeno conceptual enfrente, una relacin que no es meramente de
antinomia y oposicin. El criterio que expongo va ms all en idealismo; ve la
Idea creadora como Real-Idea, vale decir, un poder de la Fuerza Consciente
expresivo del Ser real, nacido del Ser real y participando de su naturaleza, y no
un hijo del Vaco ni un tejedor de ficciones. Es Realidad consciente
proyectndose dentro de las formas mutables de su propia sustancia
imperecedera e inmutable. El mundo es, por lo tanto, no una figuracin
conceptual en la Mente universal, sino un nacimiento consciente de aquello que
est ms all de la Mente, dentro de las formas de Si. Una Verdad del ser
consciente soporta estas formas y se expresa en ellas, y el pensamiento
correspondiente a la verdad as expresada reina como Verdad-conciencia
supramental que organiza ideas reales en una armona perfecta antes de
plasmarse en el molde mental-vital-material. Mente, Vida y Cuerpo son una
conciencia inferior y una expresin parcial que pugna por arribar, en el molde
de una variada evolucin, a esa superior expresin de si, ya existente para el
Ms All-de-la-Mente. Lo que est en el Mas All de-la-Mente es el Ideal que,
en sus propias condiciones, se esfuerza por realizarse.

Desde nuestro punto de vista ascendente podemos decir que lo Real est
detrs de todo lo que existe; se expresa intermediado en un Ideal qu es una
armonizada verdad de si; el Ideal proyecta una realidad fenomnica del
variable ser-consciente que, inevitablemente atrado hacia su propia Realidad
esencial, procura por ltimo recobrarla enteramente mediante un violento salto
o normalmente a travs del Ideal que la puso en marcha. Esto es lo que explica
la imperfecta realidad de la existencia humana tal como es vista por la Mente,
la instintiva aspiracin en el ser mental en pro de una perfectibilidad siempre
ms all de l, en pro de la escondida armona del Ideal, y el surgimiento
supremo del espritu ms all del Ideal a lo trascendental. Los hechos mismos
de nuestra conciencia, su constitucin y su necesidad presuponen ese triple
orden; niegan la dual e irreconciliable antitesis de un mero Absoluto y una mera
relatividad.

La Mente no es suficiente para explicar la existencia en el universo. La
Conciencia infinita primero debe traducirse en la infinita facultad del
Conocimiento, o como lo llamamos desde nuestro punto de vista, omnisciencia.
Pero la Mente no es una facultad del conocimiento ni un instrumento de la
omnisciencia; es una facultad para la bsqueda del conocimiento, para la
expresin tanto cuanto convenga en ciertas formas de pensamiento relativo y
para utilizarlo en pro de ciertas capacidades de accin. Aun cuando descubre,
no posee; slo mantiene cierto fondo de moneda corriente de Verdad no la
Verdad en si en el banco de Memoria para emplearlo de acuerdo a sus
necesidades. Pues la Mente es la que no conoce, la que procura conocer y la
que nunca conoce a no ser como en un cristal oscurecido. Es el poder que
interpreta la verdad de la existencia universal para los usos prcticos de cierto
orden de cosas; no es el poder que conoce y gua esa existencia y, por lo tanto,
no puede ser el poder que la cre o manifest.

82

Mas si suponemos una Mente infinita que fuera libre de nuestras limitaciones,
al menos bien podra ser la creadora del universo? Pero esa Mente seria algo
muy diferente de la definicin de la mente tal como la conocemos: seria algo
ms all de la mentalidad; seria la Verdad supramental. Una Mente infinita
constituida dentro de los trminos de la mentalidad como la conocemos, slo
podra crear un caos infinito, un vasto choque de probabilidad, accidente y
vicisitud vagando hacia un fin indeterminado despus del cual estara siempre
buscando a tientas y aspirando. Una Mente infinita, omnisciente y omnipotente,
no sera, de ningn modo, mente en la plenitud del concepto, sino conocimiento
supramental.

La Mente, como la conocemos, es un espejo reflector que recibe imgenes o
representaciones de una Verdad o Hecho preexistente, externo a ella o, al
menos, ms vasto que ella. Representa para si, momento tras momento, el
fenmeno que es o ha sido. Posee tambin la facultad de construir en si
imgenes posibles, diferentes de las del hecho real que se le presenta; vale
decir, representa para s no solo el fenmeno que ha sido sino tambin el
fenmeno que puede ser: no puede, ntese bien, representar para s el
fenmeno que seguramente ser, excepto cuando es una segura repeticin de
lo que es o ha sido. Por ltimo, tiene la facultad de predecir nuevas
modificaciones que busca construir a partir del encuentro de lo que ha sido y lo
que puede ser, a partir de la posibilidad cumplida y la incumplida, algo que a
veces acierta en construir ms o menos exactamente, a veces fracasa en la
realizacin, pero usualmente lo encuentra vertido en distintas formas que las
que vaticin, y aplicado a otros fines que lo deseado o intentado.

Una Mente infinita, de este carcter, posiblemente podra construir un cosmos
accidental, de posibilidades en conflicto, y lo podra modelar dentro de algo
mutable, algo siempre efmero, algo siempre incierto en su cambio, ni real ni
irreal, sin estar posedo de algn fin ni objetivo definidos sino solo una
interminable sucesin de objetivos momentneos que dado que no existe un
superior poder director del conocimiento-- eventualmente no conducen a
ninguna parte. El Nihilismo o el Ilusionismo, o alguna filosofa afn, es la nica
conclusin lgica de ese puro noumenismo . El cosmos as construido seria
una representacin o reflejo de algo no de s, sino siempre y hasta el fin una
falsa representacin, un distorsionado reflejo; toda la existencia csmica seria
una Mente luchando para estructurar plenamente sus imaginaciones, pero sin
tener xito, pues no tienen imperativa base de auto-verdad; subyugadas y
llevadas adelante por la corriente de sus propias energas pasadas; sera por
siempre, indeterminadamente, empujada hacia adelante sin resultado alguno, o
hasta que se destruya o hasta que caiga en eterna quietud. Eso llevado a sus
races es el Nihilismo y el Ilusionismo, y es la nica sabidura si suponemos
que nuestra mentalidad humana, o algo que se le parezca, representa la
suprema fuerza csmica y la concepcin original que trabaja en el universo.

Pero tan pronto descubrimos, en el original poder del conocimiento, una fuerza
superior a la que est representada por nuestra humana mentalidad, esta
concepcin del universo se torna insuficiente y, por lo tanto, carente de valor.
Tiene su verdad pero no la verdad toda. Es la ley de la apariencia inmediata del
universo, pero no de su original verdad y ltimo hecho. Pues percibimos detrs
83

de la accin de Mente, Vida y Cuerpo, algo que no est abarcado por la
corriente de la Fuerza sino que la abarca y controla; algo que no naci en un
mundo que busca interpretar, sino que ha creado en su ser un mundo del cual
tiene la omnisciencia; algo que no trabaja perpetuamente para formar algo ms
de si mientras se muda en el superdominante surgimiento de pasadas energas
que ya no puede controlar, sino que ya tiene en su conciencia una Forma
perfecta de s y aqu est desarrollndola gradualmente. El mundo expresa una
Verdad prevista, obedece a una Voluntad predeterminante, realiza una
formativa auto-visin original, es la creciente imagen de una creacin divina--
.

En la medida que trabajamos solo a travs de la mentalidad gobernada por las
apariencias, este algo ms all y detrs, y siempre inmanente, puede solo ser
una interferencia o una presencia vagamente sentida. Percibimos una ley de
progreso cclico e inferimos una siempre creciente perfeccin de algo que, en
alguna parte, es preconocido. Por doquier vemos la Ley fundada en el auto-ser
y, cuando penetramos dentro en lo racional de su proceso, descubrimos que la
Ley es la expresin de un conocimiento innato, un conocimiento inherente a la
existencia que est expresndose, e implcita en la fuerza que la expresa; y la
Ley desarrollada por el Conocimiento, as como nos permite la progresin,
implica una meta divinamente vista hacia la que se dirige el movimiento. Vemos
tambin que nuestra razn busca emerger a partir de la impotente deriva de
nuestra mentalidad y dominarla, y arribamos a la percepcin de que la Razn
es solo una mensajera, una representante o una sombra de una conciencia
mayor, ms all de ella, que no necesita razonar porque ella es todo y conoce
todo lo que es. Y entonces podemos pasar a inferir que esta Fuente de la
Razn es idntica con el Conocimiento que acta como Ley en el mundo. Este
Conocimiento determina su propia ley, soberanamente, porque conoce qu ha
sido, es y ser, y lo conoce porque existe eternamente, y se conoce
infinitamente. El Ser que es conciencia infinita, la conciencia infinita que es
fuerza omnipotente, cuando hace de un mundo vale decir, de una armona
de si su objeto de la conciencia, llega a ser captable por nuestro
pensamiento como una existencia csmica que conoce su propia verdad y
realiza en formas eso que conoce.

Pero es solo cuando cesamos de razonar y profundizamos en nosotros
mismos, dentro de ese secreto donde la actividad de la mente esta aquietada,
que esa otra conciencia llega realmente a sernos manifiesta, aunque
imperfectamente debido a nuestro prolongado hbito de reaccin mental y
limitacin mental--. Entonces podemos conocer con seguridad, en una
creciente iluminacin, eso que habamos concebido inciertamente mediante la
plida y trmula luz de la Razn. El Conocimiento aguarda asentado ms all
de la mente y del razonamiento intelectual, entronizado en la vastedad
luminosa de la auto-visin ilimitable.



Captulo XIV - La Supermente como Creador

Todas las cosas son auto-despliegues del Divino Conocimiento.
84

Vishnu Purana



Un principio de Voluntad y Conocimiento activos, superior a la Mente y creador
de los mundos, es entonces el poder intermediario y el estado del ser entre esa
auto-posesin del Uno y este fluir de los Muchos. Este principio no es
enteramente ajeno a nosotros; no pertenece exclusiva e incomunicablemente a
un Ser que por entero difiere de nosotros mismos o a un estado de la
existencia desde el que somos misteriosamente proyectados en el nacimiento,
pero tambin rechazados e incapaces de retomar. Si nos parece que est en
las alturas muy por encima de nosotros con todo sus alturas son las de nuestro
ser, y accesibles a nuestro paso. No solo podemos inferir y vislumbrar esa
Verdad sino que tambin somos capaces de comprenderla. Mediante una
progresiva expansin o una sbita auto-trascendencia luminosa podemos
escalar esas cimas en inolvidables momentos, o morar en ellas durante horas,
o das, de mxima experiencia supra-humana. Cuando descendemos
nuevamente, hay puertas de comunicacin que pueden dejarse siempre
abiertas o reabrirse incluso aunque constantemente se cierren. Pero morar all
permanentemente, en esta ltima y suprema cima del ser creado y creador es,
al fin, el supremo ideal de nuestra humana conciencia en evolucin cuando
busca no la auto-anulacin sino la auto-perfeccin. Pues, como hemos visto,
sta es la Idea original, la armona final, y la verdad a la que nuestra gradual
auto-expresin en el mundo retorna y que se propone alcanzar.

Empero, podemos dudar si es posible, ahora o siempre, dar alguna cuenta de
este estado al intelecto humano o utilizar de algn modo comunicable y
organizado sus obras divinas para elevacin de nuestro conocimiento y accin
humanos. La duda no se suscita solo por lo raro y dudoso de cualquier
fenmeno conocido que pudiera delatar la obra humana de esta facultad divina,
ni de la gran distancia que separa esta accin de la experiencia y del verificable
conocimiento de la humanidad ordinaria; tambin lo sugiere vigorosamente la
aparente contradiccin en esencia y operacin entre la mentalidad humana y la
Supermente divina.

Y ciertamente, si esta conciencia no tiene relacin ninguna con la mente ni
identidad con el ser mental, sera por completo imposible dar cuenta de ella a
nuestras nociones humanas. O, si fuese en su naturaleza slo visin en el
conocimiento y no poder dinmico del conocimiento, podramos esperar lograr
con su contacto un beatfico estado de iluminacin mental, pero no una luz y
poder mayores para las obras del mundo. Pero dado que esta conciencia es
creadora del mundo, debe ser no solo estado de conocimiento, sino poder del
conocimiento, y no solo Voluntad para la luz y la visin sino Voluntad para el
poder y las obras. Y dado que la Mente tambin es creada por ella, la Mente
debe ser un desarrollo, -no expansivo sino limitativo-, que parte de esta
primaria facultad y de este acto mediador de la suprema Conciencia, y debe
por lo tanto ser capaz de resolverse reingresando a travs de un inverso
desarrollo por expansin . Pues siempre la Mente debe ser idntica a la
Supermente en esencia, y ocultar en si la potencialidad de la Supermente, por
ms diferente o incluso contraria que pueda haber llegado a ser en sus
85

actuales formas y en sus asentados modos de operacin. No puede entonces
ser un irracional o improductivo intento de pugnar, --mediante el mtodo de
comparacin y contraste--, en pro de adquirir alguna idea de la Supermente
desde el punto de vista y segn los trminos de nuestro conocimiento
intelectual. La idea, los trminos, bien pueden ser inadecuados pero aun sirven
como un dedo apuntando a la luz que nos seala un camino que, hasta alguna
distancia al menos, podemos recorrer. Es ms, a la Mente le es posible
elevarse ms all de si, accediendo a ciertas alturas o planos de la conciencia
que reciben en s mismos alguna luz o poder modificados de la conciencia
supramental, y conocer sta por una iluminacin, una intuicin o un directo
contacto o experiencia, aunque vivir en ella y ver y actuar desde ella es una
victoria que todava no ha sido hecha humanamente posible.

Y primero debemos detenernos un momento y preguntarnos si no ha de
encontrarse alguna luz del pasado que nos gue hacia estos mal explorados
dominios. Necesitamos un nombre, y necesitamos un punto de partida. Pues
hemos llamado a este estado de conciencia, la Supermente; pero la palabra es
ambigua dado que puede tomarse en el sentido de la mente misma
supereminente y elevada por encima de la mentalidad ordinaria pero no
radicalmente cambiada, o por el contrario puede llevar el sentido de todo lo que
est ms all de la mente y, por lo tanto, asumir una demasiado extensa
comprehensividad que traera incluido al Inefable mismo. Es menester una
descripcin subsidiaria que limite ms minuciosamente su significado.

Aqu nos sirven de ayuda los crpticos versos del Veda; pues contienen,
aunque, velado, el evangelio de la divina e inmortal Supermente y, a travs del
velo, llegan a nosotros algunos destellos iluminadores. Podemos ver a travs
de estas aseveraciones la concepcin de esta Supermente como una vastedad
ms all de los firmamentos ordinarios de nuestra conciencia en la que la
verdad del ser es luminosamente una con todo lo que la expresa, y asegura
inevitablemente la verdad de la visin, formulacin, ordenaci6n, expresin, acto
y movimiento y, por lo tanto, la verdad tambin del resultado del movimiento,
del resultado de la accin y la expresin, infalible ordenanza o ley. Vasta omni-
comprehensividad; luminosa verdad y armona del ser en esa vastedad y no
vago caos o auto-perdida oscuridad; verdad de la ley y del acto, y conocimiento
expresivo de esa armoniosa verdad del ser; estos parecen ser los trminos
esenciales de la descripcin Vdica. Los Dioses, que en su suprema entidad
secreta son poderes de esta Supermente, nacidos de ella, asentados en ella
como en su propio hogar, son, en su conocimiento, "verdad-consciente y, en
su accin, son posedos de la vidente-voluntad. Su fuerza-consciente dirigida
hacia las obras y la creacin est poseda y guiada por un conocimiento
perfecto y directo de la cosa por hacer, de su esencia y de su ley, Un
conocimiento que determina una absolutamente efectiva voluntad-poder que no
se desva ni vacila en su proceso ni en su resultado sino que se expresa y se
realiza espontnea e inevitablemente en el acto que ha sido visto por la visin--
. Aqu la Luz es una con la Fuerza, las vibraciones del conocimiento con el
ritmo de la voluntad son uno solo, perfectamente, sin bsqueda, intento ni
esfuerzo, con el resultado asegurado. La Naturaleza divina tiene doble poder,
por un lado, una auto-formulacin y una auto-ordenacin espontneas que
brotan naturalmente de la esencia de la cosa manifestada y expresan su
86

verdad original, y por otro, una auto-fuerza de la luz inherente a la cosa misma
y la fuente de su auto-ordenacin espontnea e inevitable.

Hay detalles subordinados, pero importantes. Los videntes Vdicos parecen
hablar de dos facultades primarias del alma verdad-consciente; son la Vista y
el Odo, por los que se pretende dirigir las operaciones de un Conocimiento
inherente descriptible como verdad-visin y verdad-audicin y reflejado a gran
distancia en nuestra mentalidad humana por las facultades de la revelacin e
inspiracin. Adems, parece hacerse una distincin en las operaciones de la
Supermente entre el conocimiento por comprehensin y penetrante conciencia
que est muy cerca del conocimiento subjetivo por identidad, y el conocimiento
por proyeccin, confrontacin, aprehendente conciencia que es el principio de
la cognicin objetiva. Estas son las pistas Vdicas. Y podemos aceptar de esta
antigua experiencia el trmino subsidiario verdad-conciencia para delimitar la
connotacin de la frase ms elstica, Supermente.

Vemos a la vez que esa conciencia, descrita por esas caractersticas, debe ser
una formulacin intermedia que retrotrae a un trmino por encima de ella y ms
adelante a otro debajo de ella; vemos al mismo tiempo que sta es,
evidentemente, el vnculo y el medio a travs de los cuales lo inferior se
desarrolla a partir de lo superior e igualmente sera el vinculo y el medio por los
que lo inferior puede desarrollarse de regreso otra vez hacia su fuente. El
trmino de arriba es la conciencia unitaria e indivisible del puro
Sachchidananda en el que no hay distinciones separativas; el trmino de abajo
es la conciencia analtica o divisora de la Mente que slo puede conocer por
separacin y distincin y que, a lo ms, tiene una vaga y secundaria
aprehensin de la unidad e infinitud, pues, aunque puede sintetizar sus
divisiones, no puede arribar a una verdadera totalidad--. Entre ellos est esa
conciencia comprehensiva y creadora, que con su poder de conocimiento
penetrante y comprehensivo es el hijo de ese auto-conocimiento por identidad
que es el equilibrio del Brahman; y con su poder de conocimiento por
proyeccin, confrontacin y aprehensin es el padre de ese conocimiento por
distincin que es el proceso de la Mente.

Arriba, la formula del Uno eternamente estable e inmutable; abajo, la formula
de los Muchos que, eternamente mutable, busca pero difcilmente encuentra en
el fluir de las cosas un punto de apoyo firme e inmutable; en el medio, la sede
de todas las trinidades, de todo lo que es bi-uno, de todo lo que llega a ser
Muchos-en-Uno y con todo sigue siendo Uno-en-Muchos porque
originariamente fue Uno que potencialmente es siempre Muchos. Este trmino
intermedio es, por lo tanto, el principio y el fin de toda creacin y ordenacin, el
Alfa y la Omega, el punto de partida de toda diferenciacin, el instrumento de
toda unificacin, origen, ejecutor y consumador de todas las armonas
realizadas a realizables. Tiene el conocimiento de Uno, pero es capaz de
extraer del Uno sus escondidas multitudes; manifiesta los Muchos, pero no se
pierde en sus diferenciaciones. Y no diremos que su existencia misma seala
detrs a Algo que est ms all de nuestra suprema percepcin de la inefable
Unidad, Algo inefable y mentalmente inconcebible no debido a su unidad e
indivisibilidad, sino por causa de su libertad de incluso estas formulaciones de
nuestra mente, algo ms all de la unidad y la multiplicidad? Eso seria el total
87

Absoluto y Real que as nos justifica nuestro conocimiento de Dios y nuestro
conocimiento del mundo.

Mas estos trminos son inmensos y difciles de captar; pasemos a las
precisiones. Hablamos del Uno como Sachchidananda; pero en la descripcin
misma planteamos tres entidades y las unimos para arribar a una trinidad.
Decimos "Existencia, Conciencia, Bienaventuranza, y luego decimos ellas son
una sola. Es un proceso de la mente. Mas para la conciencia unitaria ese
proceso es inadmisible. La Existencia es Conciencia y no puede haber
distincin entre ellas; la Conciencia es Bienaventuranza y no puede haber
distincin entre ellas. Y dado que ni siquiera existe esta diferenciacin no
puede haber mundo. Si esa es la nica realidad, entonces el mundo no existe
ni existi jams, ni nunca puede haber sido concebido; pues la conciencia
indivisible es conciencia indivisible y no puede originar divisin ni
diferenciacin. Pero esto es una reductio ad absurdum; no podemos admitirlo a
menos que nos contentemos con basarlo todo en una imposible paradoja y una
anttesis irreconciliable.

Par otra parte, la Mente puede concebir con precisin divisiones como si
fuesen reales; puede concebir una totalidad sinttica o lo finito extendindose
indefinidamente; puede captar agregados de cosas divididas y la singularidad
subyacente a ellas; pero la unidad ltima y la infinitud absoluta son, para su
conciencia de las cosas, nociones abstractas y cantidades inasibles, nada que
sea real para su captacin y menos todava, algo que sea lo nico real. He
aqu, por tanto, el trmino opuesto de la conciencia unitaria; tenemos, al
confrontar la unidad esencial e indivisible, una multiplicidad esencial que no
puede arribar a la unidad sin abolirse a s misma y en el acto mismo confesar
que en realidad jams podra haber existido. Con todo, existi; pues es sta la
que ha encontrado la unidad y se ha abolido a s misma. Y nuevamente
tenemos una reductio ad absurdum repitiendo la violenta paradoja que busca
convencer a! pensamiento aturdindolo e igualmente de nuevo, la no
reconciliada e irreconciliable antitesis.

La dificultad, en su trmino inferior, desaparece si advertimos que la Mente es
solo una forma preparatoria de nuestra conciencia. La Mente es un instrumento
de anlisis y sntesis, pero no de conocimiento esencial. Su funcin es cortar,
separar algo vagamente de la Cosa desconocida en si misma y llamar a esta
medicin o delimitacin de ella el todo, y nuevamente analizar el todo en sus
partes que considera como separados objetos mentales. Son solo partes y
accidentes lo que la Mente puede ver definidamente y, a su manera, conocer.
Del todo su nica idea definida es un ensamblaje de partes o una totalidad de
propiedades y accidentes. El todo, --no visto como una parte de algo ms o en
sus propias partes, propiedades y accidentes--, es para la mente no ms que
una vaga percepcin; solo cuando es analizado y situado por s mismo como
separado objeto constituido, una totalidad dentro de una totalidad mayor, la
Mente puede decirse a s misma, Ahora conozco esto. Y en realidad no lo
conoce. Solo conoce su propio anlisis del objeto y de la idea que se ha
formado de l mediante una sntesis de las separadas partes y propiedades
que ha visto. All su poder caracterstico, su segura funcin cesa, y si
tuviramos un conocimiento mayor, ms profundo y real, Un conocimiento y
88

no un intenso pero amorfo sentimiento como los que advienen a veces en
ciertas partes profundas pero inarticuladas de nuestra mentalidad, la Mente
habra de hacer lugar para otra conciencia que colmara a la Mente hacindola
trascender, o al revs y as, rectificara sus operaciones tras saltar ms all de
ella misma; la cima del conocimiento mental es solo un trampoln desde el que
ese salto puede ser realizado. La suprema misin de la Mente es entrenar a
nuestra oscura conciencia emergida de la oscura prisin de la Materia, en
iluminar sus ciegos instintos, fortuitas intuiciones y vagas percepciones, hasta
que llegue a ser capaz de esa luz mayor y de esa superior ascensin. La mente
es un pasaje, no una culminacin.

Por otra parte, la conciencia unitaria o Unidad indivisible no puede ser esa
entidad imposible, una cosa sin contenido de la que ha salido todo el contenido
y en la cual desaparece y llega a ser aniquilado. Debe ser una original auto-
concentracin en la que todo est contenido pero de manera distinta a la
manifestacin temporal y espacial. Eso que de ese modo se ha concentrado,
es la completamente inefable e inconcebible Existencia que el Nihilista imagina
en su mente como el negativo Vaco de todo lo que conocemos y somos, pero
el Trascendentalista, con igual razn, puede imaginar su mente como la
positiva pero indistinguible Realidad de todo lo que conocemos y somos. En el
principio, dice el Vedanta, estaba la Existencia nica sin una segunda, pero
antes y despus del principio, ahora, por siempre y ms all del Tiempo, est lo
que no podemos describir ni siquiera como el Uno, ni cuando decimos que
nada salvo Eso es. Como podemos ser conscientes de qu es, primero, su
original auto-concentracin por la que nos esforzarnos en comprenderlo como
el Uno indivisible; en segundo lugar, la difusin y aparente desintegracin de
todo lo que estaba concentrado en su unidad que es la concepcin Mental del
universo; y en tercer lugar, su firme auto-extensin en la Verdad-conciencia
que contiene y sostiene la difusin, y evita que pase a ser una real
desintegracin, mantiene la unidad en la mxima diversidad y conserva la
estabilidad en la mxima mutabilidad, insiste en la armona en la apariencia de
una omni-penetrante contienda y colisin, mantiene al eterno cosmos donde la
Mente arribara solo a un caos eternamente intentando darse forma. Esta es la
Supermente, la Verdad-conciencia, la Real-Idea que se conoce a si misma y a
todo lo que llega a ser.

La Supermente es la vasta auto-extensin del Brahman que contiene y
desarrolla. Mediante la Idea desarrolla el principio triuno de la existencia,
conciencia y bienaventuranza, de su indivisible unidad. Las diferencia pero no
las divide. Establece una Trinidad, no llegando como la Mente de las tres al
Uno, sino manifestando a las tres desde el Uno, pues ella manifiesta y
desarrolla, y mantenindolas en la unidad pues conoce y contiene--.
Mediante la diferenciacin es capaz de presentar a una u otra de ellas como la
Deidad efectiva que contiene a las dems envueltas o explicitas en s, y este
proceso crea el fundamento de todas las otras diferenciaciones. Y mediante la
misma operacin acta en todos los principios y posibilidades que hace
evolucionar a partir de esta omni-constituyente trinidad. Posee el poder de
desarrollo, de evolucin, de hacer explicito, y ese poder lleva consigo el otro
poder de involucin, de cubrimiento, de hacer implcito. En un sentido, puede
decirse que la creacin toda es un movimiento entre dos involuciones, una,
89

Espritu en el que todo est envuelto y del que todo evoluciona hacia abajo,
hacia el otro polo de la Materia, otra, Materia en la que tambin todo est
envuelto y de la que todo evoluciona hacia arriba, hacia el otro polo del
Espritu.

As todo el proceso de diferenciacin mediante la Real-Idea creadora del
universo es una asentada exposicin de principios, fuerzas y formas que
contienen, por la comprehensiva conciencia, todo el resto de la existencia
dentro de ellos, y enfrentan a la aprehensiva conciencia con todo el resto de la
existencia implcito detrs de ellos. Por lo tanto, cada uno est en todo como
todo est en cada uno. Por ello cada simiente de cosas implica en s misma
toda la infinitud de variadas posibilidades, ms es sometida a una ley de
proceso y resultado por la Voluntad, vale decir, por el Conocimiento-Fuerza del
Ser-Consciente, que est manifestndose a s mismo y que, seguro de la Idea
en s mismo, predetermina por ella sus propias formas y movimientos. La
simiente es la Verdad de su propio ser que esta Auto-Existencia ve en si
misma, la resultante de esa simiente de auto-visin es la Verdad de la auto-
accin, la ley natural del desarrollo, formacin y funcionamiento que sigue
inevitablemente a la auto-visin y mantiene los procesos envueltos en la
Verdad original. Toda la Naturaleza es, simplemente, entonces, la Voluntad-
Vidente, el Conocimiento-Fuerza del Ser-Consciente, trabajando para
desplegar en fuerza y forma toda la inevitable verdad de la Idea a la que
originariamente se entreg.

Esta concepcin de la Idea nos seala el contraste esencial entre nuestra
conciencia mental y la Verdad-conciencia. Consideramos al pensamiento como
una cosa separada de la existencia, abstracto, insustancial, diferente de la
realidad, algo que aparece no se sabe de dnde y se separa de la realidad
objetiva en orden a observarla, entenderla y juzgarla; tal nos parece y as es,
por lo tanto, para nuestra mentalidad omni-divisora y omni-analizadora. La
primera tarea de la Mente es ser separadora, efectuar fisuras ms que
discernir, y es as como hizo esta paralizante fisura entre el pensamiento y la
realidad. Mas en la Supermente todo ser es conciencia, toda conciencia es de
ser, y la idea, una repleta vibracin de la conciencia, es igualmente una
vibracin del ser repleto de si mismo; es una salida inicial, un auto-
conocimiento creador, de lo que est concentrado en el auto-conocimiento no-
creador. Sale como Idea que es realidad, y esa realidad de la Idea es la que se
desarrolla a s misma, siempre por su propio poder y conciencia de si, siempre
auto-consciente, siempre auto-desarrollndose mediante la voluntad inherente
a la Idea, siempre auto-realizndose mediante el conocimiento engranado en
su propio impulso. Esta es la verdad de toda creacin, de toda evolucin.

En la Supermente, el ser, la conciencia del conocimiento y la conciencia de la
voluntad no estn divididos como parecen estar en nuestras operaciones
mentales; son una trinidad, un movimiento con tres aspectos efectivos. Cada
uno tiene su efecto propio. El ser da el efecto de la sustancia, la conciencia el
efecto del conocimiento, de la auto-guiante y conformadora idea, de la
comprehensin y la aprehensin; la voluntad da el efecto de la fuerza auto-
rcalizadora. Pero la idea es solo la luz de la realidad iluminndose; no es
90

pensamiento ni imaginacin mentales, sino auto-entendimiento efectivo. Es
Real-Idea.

En la Supramente el conocimiento en la Idea no est divorciado de la voluntad
en la Idea sino que es uno con ella, as como no es diferente del ser o
sustancia, sino que es uno con el ser, luminoso poder de la sustancia--. As
como el poder de encender luz no es diferente de la sustancia del fuego, de
igual modo el poder de la Idea no es diferente de la sustancia del Ser que se
estructura en la Idea y su desarrollo. En nuestra mentalidad todos son
diferentes. Tenemos una idea y una voluntad acorde con la idea o bien, un
impulso de la voluntad y una idea apartndose de ella; pues diferenciamos
efectivamente la idea de la voluntad y. a ambas de nosotros mismos. Yo soy; la
idea es una misteriosa abstraccin que se me presenta, la voluntad es otro
misterio, una fuerza ms prxima a la concrecin, aunque no concreta, sino
siempre algo que no es yo mismo, algo que tengo o consigo o he captado, pero
no soy. Trazo un abismo tambin entre mi voluntad, su medio y el efecto, pues
los considero como realidades concretas externas y diferentes de m mismo.
Por lo tanto ni yo mismo, ni la idea ni la voluntad en m son auto-efectivas. La
idea puede caer fuera de m, la voluntad puede fracasar, el medio puede faltar,
yo mismo, por todas o por una cualquiera de estas lagunas puedo quedar
irrealizado.

Mas en la Supermente esa divisin paralizante no existe, porque el
conocimiento no est auto-dividido, la fuerza no est auto-dividida, el ser no
est auto-dividido como en la mente; no estn interrumpidos en si mismos, ni
divorciados uno de los otros. Pues la Supermente es lo Vasto; parte de la
unidad, no de la divisin, es primeramente comprehensiva, la diferenciacin es
solo su acto secundario. Por lo tanto cualquiera sea la verdad del ser
expresada, la idea le corresponde exactamente, la voluntad-fuerza lo hace a su
vez a la idea, siendo la fuerza solo el poder de la conciencia, y el resultado
lo hace a la voluntad. La idea no choca con otras ideas, la voluntad u otra
fuerza no choca con otra voluntad o fuerza, como en el hombre y su mundo;
pues hay una vasta Conciencia que contiene y relaciona todas las ideas en s
misma como sus propias ideas, una vasta Voluntad que contiene y relaciona
todas las energas en s misma como sus propias energas. Retrasa esto,
adelanta aquello, pero de acuerdo a su propia preconcebida Idea-Voluntad.

Esta es la justificacin de las corrientes nociones religiosas de la
omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia del Ser Divino. Lejos de ser una
irracional imaginacin son perfectamente racionales y de ningn modo
contradicen a la lgica de una filosofa comprehensiva ni a las indicaciones de
la observacin y experiencia. El error consiste en construir un incomunicable
abismo entre Dios y el hombre, entre el Brahman y el mundo. Ese error eleva
una real y prctica diferenciacin en el ser, en la conciencia y en la fuerza
dentro de una divisin esencial. Pero este aspecto de la cuesti6n lo tocaremos
despus. Ahora hemos arribado a una afirmacin y a alguna concepcin de la
divina y creadora Supermente en la que todo es uno en ser, conciencia,
voluntad y deleite, aunque con una infinita capacidad de diferenciacin que
despliega ms no destruye la unidad, en la que la Verdad es la sustancia, la
Verdad surge en la Idea y la Verdad surge en la forma y hay una verdad de
91

conocimiento y voluntad, una verdad de auto-realizacin y, por lo tanto, de
deleite; pues toda auto-realizacin es satisfacci6n del ser. Por lo tanto, en todas
las mutaciones y combinaciones, siempre, una armona auto-existente e
inalienable.




Captulo XV - La Suprema Verdad-Conciencia

Uno asentado en el sueo de la Superconciencia, una concentrada Inteligencia,
bienaventurado, y gozoso de la Bienaventuranza... Este es el omnipotente, ste
es el omnisciente, ste es el control interior, ste es la fuente de todo.
Mandukya Upanishad



Por lo tanto, hemos de considerar a esta Supermente omni-continente, omni-
originadora, y omni-consumante como la naturaleza del Ser Divino, no por
cierto en su auto-existencia absoluta, sino en su accin como el Seor y
Creador de sus propios mundos. Esto es la verdad de lo que llamamos Dios.
Obviamente no se trata de la demasiado personal y limitada Deidad, el
magnificado y supernatural Hombre de la ordinaria concepcin occidental; pues
esa concepcin erige un dolo demasiado humano de una cierta relacin entre
la Supermente creadora y el ego. Debemos ciertamente no excluir el aspecto
personal de la Deidad, pues lo impersonal es solo una cara de la existencia; el
Divino es Omni-existencia, pero es tambin el nico Existente, es el nico
Ser-Consciente, pero an un Ser--. No obstante, ahora no nos referimos a este
aspecto; lo que procuramos hacer es sondear la impersonal verdad psicolgica
de la Conciencia divina; esto es lo que hemos de fijar en una amplia y
clarificadora concepcin.

La Verdad-Conciencia est presente por doquier en el universo como un
ordenante auto-conocimiento por el cual el Uno manifiesta las armonas de su
infinita multiplicidad potencial. Sin este ordenante auto-conocimiento, la
manifestacin sera meramente un caos cambiante, precisamente porque la
potencialidad es infinita, --(que por si misma solo conducira a un juego de
incontrolada probabilidad ilimitada)--. Si slo hubiese potencialidad infinita, --
(sin alguna ley de guiadora verdad y armoniosa auto-visin, sin alguna Idea
predeterminadora en la simiente misma de las cosas, originada para la
evolucin)--, el mundo no sera sino una incertidumbre abundante, amorfa y
confusa. Pero el Conocimiento que crea, puesto que lo que crea o libera son
formas y poderes de s mismo y no cosas diferentes de l mismo, posee en su
propio ser la visin de la verdad y la ley que gobierna cada potencialidad, y
junto con ella un intrnseco entendimiento de su relacin con otras
potencialidades y las armonas posibles entre ellas; tiene todo esto prefigurado
en la general armona determinante que la total Idea rtmica de un universo
debe contener en su nacimiento mismo y en su auto-concepcin y que, por lo
tanto, debe inevitablemente estructurarse mediante la interrelacin de sus
componentes. Es la fuente y custodia de la Ley en el mundo; pues esa ley no
92

es nada arbitrario, (es la expresin de una auto-naturaleza que est
determinada por la pujante verdad de la Idea real que cada cosa contiene en su
inicio)--. Por lo tanto, desde el principio, el desarrollo total est predeterminado
en su auto-conocimiento y en todo instante en su auto-elaboracin; cada cosa
es lo que debe ser en cada instante mediante su propia y original Verdad
inherente; y se desplaza hacia lo que debe ser en el instante siguiente,
mediante su propia y original Verdad inherente; y al fin ser lo que estaba
contenido y propuesto en su simiente.

Este desarrollo y progreso del mundo acorde a una verdad original de su propio
ser, implica una sucesin de Tiempo, una relacin en el Espacio y una regulada
interaccin de cosas relacionadas en el Espacio, al cual la sucesin del Tiempo
le brinda el aspecto de Causalidad. El Tiempo y el Espacio, conforme con la
metafsica, solo tienen una existencia conceptual y no real; pero dado que
todas las cosas y no solo stas son formas asumidas por el Ser-Consciente en
su propia conciencia, la distincin no es de gran importancia. El Tiempo y el
Espacio son ese nico Ser-Consciente vindose en extensin, subjetivamente
como Tiempo, objetivamente como Espacio. Nuestro punto de vista mental de
estas dos categoras est determinado por la idea de medida que es inherente
en la accin del analtico movimiento divisorio de la Mente. El Tiempo es para
la Mente una mvil extensin medida por la sucesin de pasado, presente y
futuro en la que la mente se sita en un cierto punto de observacin desde el
que mira el antes y el despus. El Espacio es una estable extensin medida
por la divisibilidad de la sustancia; en cierto punto de esa divisible extensin la
Mente se ubica y contempla la disposicin de la sustancia en su derredor.

De hecho, la Mente mide al Tiempo por suceso y al Espacio por Materia, pero
es posible en una pura mentalidad descartar el movimiento de sucesos y la
disposicin de la sustancia y darse cuenta del puro movimiento de la Fuerza-
Consciente que constituye el Espacio y el Tiempo; estos dos son, entonces,
simplemente dos aspectos de la fuerza universal de la Conciencia que en su
entrelazada interaccin comprehenden la urdimbre y la trama de su accin
sobre Si. Y a una conciencia superior que la Mente, la cual considerara nuestro
pasado, presente y futuro en una sla visin, --(contenindolos y no contenida
en ellos)--, no situada en un particular momento del Tiempo para su punto de
prospeccin, el Tiempo bien podra ofrecersele como un eterno presente. Y a la
misma conciencia no situada en un particular punto del Espacio, pero
conteniendo todos los puntos y regiones en l mismo, el Espacio tambin
podra ofrecerse como una extensin subjetiva e indivisible, (no menos
subjetiva que el Tiempo)--. En ciertos momentos llegamos a ser conscientes de
una indivisible observacin manteniendo mediante su inmutable unidad auto-
consciente las variaciones del universo. Pero no debemos ahora preguntar
cmo los contenidos del Tiempo y del Espacio se presentaran all en su verdad
trascendente; pues esto nuestra mente no puede concebirlo, y est siempre
presta para negar a este Indivisible cualquier posibilidad de conocimiento del
mundo en algn otro modo que no sea ste de nuestra mente y sentidos--.

Lo que tenemos que comprender, y podemos hasta cierto punto concebir, es la
nica visin y omni-comprehensiva observacin por las que la Supermente
abarca y unifica las sucesiones del Tiempo y las divisiones del Espacio. Y
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primeramente, si no existiese este factor de las sucesiones del Tiempo, no
habra cambio ni progresin; se manifestara perpetuamente una perfecta
armona, --(coexistente con otras armonas en una suerte de eterno momento
no sucesivo a ellas)--, en el movimiento desde el pasado al futuro. En lugar de
eso tenemos la constante sucesin de una armona desarrollndose en la que
una variedad surge de otra que la precedi y oculta en s la que ha
reemplazado. O, si la auto-manifestacin fuera a existir sin el factor del Espacio
divisible, no habra relacin mutable de formas o entrechocar de fuerzas; todo
existira sin estructurarse, (una auto-conciencia inespacial, puramente
subjetiva, contendra todas las cosas en una infinita captacin subjetiva como
en la mente de un poeta o soador csmico, pero no se distribuira a travs de
todo en una indefinida auto-extensin objetiva)--. O de otro modo, si solo el
Tiempo fuera real, sus sucesiones seran un puro desarrollo en el que una
variedad surgira de otra en una libre espontaneidad subjetiva como en una
serie de sonidos musicales o en una sucesin de imgenes poticas. En lugar
de eso, tenemos una armona estructurada por el Tiempo en trminos de
formas y fuerzas que permanecen relacionadas unas con otras en una omni-
continente extensin espacial; una incesante sucesin de poderes y figuras de
cosas y sucesos en nuestra visin de la existencia.

Las diferentes potencialidades estn corporizadas, ubicadas y relacionadas en
este campo del Tiempo y el Espacio, cada una con sus poderes y posibilidades
enfrentando otros poderes y posibilidades, y como resultado, las sucesiones
del Tiempo llegan a ser, en su apariencia ante la mente, una estructura
productora de cosas mediante impacto y lucha, y no por espontnea sucesin.
En realidad, existe una espontnea produccin de cosas desde dentro y el
impacto y lucha externos son solo el aspecto superficial de esta elaboracin.
Pues la interior e inherente ley del uno y el todo, que necesariamente es una
armona, gobierna las otras y causales leyes de las partes o formas que
parecen estar en colisin; y esta mayor y ms profunda verdad de la armona
est siempre presente para la visin supramental. Esto, que es una aparente
discordia para la mente debido a que considera cada cosa separadamente en
si, es un elemento de la siempre-presente y siempre-en-desarrollo armona
general de la Supermente, pues sta ve todas las cosas en una mltiple
unidad. Adems, la mente solo ve un tiempo y espacio dados, y contempla
muchas posibilidades sin orden ni concierto como ms o menos realizables
todas en ese tiempo y espacio; la Supermente divina ve toda la extensin del
Tiempo y el Espacio y puede abarcar todas las posibilidades de la mente y
muchsimas ms, no visibles para la mente, pero sin ningn error, vacilacin o
confusin; pues percibe cada potencialidad en su propia fuerza, necesidad
esencial y relacin correcta con las otras y con el tiempo, lugar y circunstancia
de su gradual realizacin y de su ltima realizacin. Ver las cosas como
permanentes y contemplarlas como un todo no es posible para la mente; sin
embargo, esa es la naturaleza misma de la Supermente trascendente.

Esta Supermente, en su visin consciente, no slo contiene todas las formas
de si misma que su fuerza consciente crea, sino que tambin las penetra como
una Presencia inmanente y una Luz auto-reveladora. Est presente, aunque
oculta, en cada forma y en cada fuerza del universo; es la que determina
soberana y espontneamente la forma, la fuerza, y el funcionamiento; pone
94

lmites a las variaciones que impone; y todo esto se hace de acuerdo con las
leyes primeras que su auto-conocimiento ha fijado en el nacimiento mismo de
la forma, en el punto de partida mismo de la fuerza. Est asentada dentro de
cada cosa como el Seor en el corazn de todas las existencias, quien los
hace girar como un motor mediante el poder de su Maya ; est dentro de ellas
y las abarca como el Divino Vidente que variadamente dispuso y orden los
objetos, cada uno correctamente de acuerdo con lo que es, desde los aos
sempiternos .

Por lo tanto, cada cosa en la Naturaleza, animada o inanimada, mentalmente
auto-consciente o no auto-consciente, est gobernada en su ser y en sus
operaciones por una Visin y un Poder inmanentes, subconscientes o
inconscientes para nosotros porque no tenemos conciencia de ella, que no es
inconsciente de si, sino ms bien profunda y universalmente consciente. Por lo
tanto, cada cosa parece hacer los trabajos de la inteligencia, aun sin poseer
inteligencia, porque obedece, subconscientemente como en la planta y el
animal, o semi-conscientemente como en el hombre, la Real-idea de la
Supermente divina dentro de ella. Mas no es una Inteligencia mental la que
informa y gobierna todas las cosas; es una auto-sabedora Verdad del ser en la
que el auto-conocimiento es inseparable de la auto-existencia; es esta Verdad-
conciencia que no ha de examinar la cosas, sino estructurarlas con el
conocimiento, de acuerdo a la impecable auto-visin y a la inevitable fuerza de
la nica y auto-realizante Existencia. La inteligencia mental examina porque es
simplemente una fuerza reflectora de la conciencia, que no sabe, pero busca
conocer; sigue en el Tiempo paso a paso, la labor de un conocimiento superior
a ella, un conocimiento que existe siempre, nico y total, que sostiene al
Tiempo asido, que ve pasado, presente y futuro con una simple mirada.

Este es, entonces, el primer principio operativo de la Supermente divina; es una
visin csmica que es omni-comprehensiva, omni-penetrante y omni-habitante.
Porque comprehende todas las cosas en el ser y en el esttico auto-
conocimiento, subjetivo, intemporal, inespacial, por lo tanto comprehende todas
las cosas en el conocimiento dinmico y gobierna su objetiva auto-encarnacin
en el Espacio y el Tiempo.

En esta conciencia; conocedor, conocimiento y conocido no son diferentes
entidades, sino fundamentalmente una sola. Nuestra mentalidad hace una
distincin entre estos tres porque no puede proseguir sin distinciones; al perder
sus medios apropiados y su fundamental ley de accin, se torna inmvil e
inactiva. Por lo tanto, aun cuando me contemplo mentalmente, todava tengo
que hacer esta distincin. Yo soy, en tanto que conocedor; aquello que observo
en m mismo, lo contemplo como objeto de mi conocimiento; yo mismo como
objeto de conocimiento todava no soy yo mismo; el conocimiento es una
operacin por la cual vinculo al conocedor con lo conocido. Mas la artificialidad,
la puramente prctica y utilitaria caracterstica de esta operacin es evidente;
es evidente que no representa la verdad fundamental de las cosas. En realidad,
yo el conocedor soy la conciencia que conoce; el conocimiento es esa
conciencia, yo mismo operando; lo conocido es tambin yo mismo, una forma o
movimiento de la misma conciencia. Los tres son claramente una sola
existencia, un solo movimiento, indivisible aunque parezca dividido, no
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distribuido entre sus formas aunque parezca distribuirse y permanecer
separado en cada una. Mas ste es un conocimiento al que la mente puede
arribar, puede aplicarle la lgica y al que puede sentir, mas no puede
raudamente hacerlo la base prctica de sus operaciones inteligentes. Y con
respecto a los objetos externos a la forma de la conciencia que llamo yo
mismo, la dificultad llega a ser casi insuperable; incluso para sentir la unidad se
requiere un esfuerzo anormal, y para retenerla y actuar sobre ella
continuamente sera necesaria una nueva y extraa accin que no pertenece
propiamente a la Mente. La Mente puede a lo ms sostenerla como una verdad
entendida as como para corregir y modificar mediante ella sus propias
actividades normales que aun se basan en la divisin, algo as como conocer
intelectualmente que la tierra gira alrededor del sol y mediante eso ser capaz
de corregir pero no abolir la artificial y fsicamente prctica ordenacin segn la
cual los sentidos persisten en considerar al sol como en movimiento alrededor
de la tierra.

Mas la Supermente posee y acta siempre, fundamentalmente, sobre esta
verdad de la unidad que para la mente es solo una posesin secundaria o
adquirida y no la base misma de su visin. La Supermente ve al universo y su
contenido como ella misma en un simple e indivisible acto de conocimiento, un
acto que es su vida, que es el momento mismo de su auto-existencia. Por lo
tanto, esta comprehensiva conciencia divina en su aspecto de Voluntad, no
tanto gua o gobierna el desarrollo de la vida csmica como lo consuma en si
misma, mediante un acto de poder que es inseparable del acto de
conocimiento y del movimiento de auto-existencia, es, ciertamente, uno y el
mismo acto. Pues hemos visto que la fuerza universal y la conciencia universal
son una sola la fuerza csmica es la operacin de la conciencia csmica--.
De igual manera el divino Conocimiento y la divina Voluntad son uno solo; ellos
son el mismo movimiento fundamental o acto de la existencia.

Esta indivisibilidad de la comprehensiva Supermente que contiene toda la
multiplicidad sin hacer a un lado su propia unidad, es una verdad sobre la que
siempre hemos de insistir, si hemos de entender al cosmos y desembarazarnos
del error inicial de nuestra mentalidad analtica. Un rbol evoluciona a partir de
la semilla en la que est ya contenido, la semilla sale del rbol; una ley fija, un
proceso invariable reina en la permanencia de la forma de la manifestacin a la
que llamamos rbol. La mente considera este fenmeno, este nacimiento, vida
y reproduccin de un rbol, como una cosa en s misma y sobre esa base lo
estudia, clasifica y lo explica. Explica al rbol por la semilla, a la semilla por el
rbol; declara una ley de la Naturaleza. Pero no ha explicado nada; slo ha
analizado y anotado el proceso de un misterio. Suponiendo incluso que llegue a
percibir una secreta fuerza consciente como el alma, el ser real de esta forma y
el resto como simplemente una operacin establecida y una manifestacin de
esa fuerza, aun tiende a considerar a la forma como una existencia separada
con su separada ley de la naturaleza y su proceso de desarrollo. En el animal y
en el hombre con su mentalidad consciente, esta separativa tendencia de la
Mente lo induce a considerarse tambin como una existencia separada, el
sujeto consciente, y a las otras formas como objetos separados de su
mentalidad. Esta til disposicin, necesaria para la vida y base principal de toda
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su prctica, es aceptada por la mente como un hecho real y de ah procede
todo el error del ego.

Mas la Supermente acta de modo distinto. El rbol y su proceso no seran lo
que son, no podran ciertamente existir, si fueran una existencia separada; las
formas son lo que son por la fuerza de la existencia csmica, se desarrollan
como lo hacen como resultado de su relacin con ella y con todas sus otras
manifestaciones. La ley separada de su naturaleza es solo una aplicacin de la
ley y verdad universales de toda la Naturaleza; su desarrollo particular est
determinado por su lugar en el desarrollo general. El rbol no explica a la
semilla, ni la semilla al rbol; el cosmos explica a ambos y Dios explica al
cosmos. La Supermente, penetrando y habitando a la vez la semilla y el rbol y
todos los objetos, vive en este conocimiento mayor que es indivisible y uno,
aunque con una modificada y no una absoluta indivisibilidad y unidad. En este
conocimiento comprehensivo no hay centro independiente de la existencia, no
hay un separado ego individual tal como lo vemos en nosotros mismos; la
totalidad de la existencia es para ese auto-conocimiento una uniforme
extensin, una en la unidad, una en la multiplicidad, una en todas las
condiciones y por doquier. Aqu el Todo y el Uno son la misma existencia; el
ser individual no pierde ni puede perder la conciencia de su identidad con todos
los seres y con el Ser nico; pues esa identidad es inherente a la cognicin
supramental, una parte de la auto-evidencia supramental.

En esa espaciosa igualdad de la unidad, el Ser no est dividido ni distribuido;
uniformemente auto-extendido, penetrando su extensin como Uno, habitando
como Uno la multiplicidad de las formas, es por doquier, al mismo tiempo, el
nico y mismo Dios o Brahman. Pues esta expansin del Ser en el Tiempo y el
Espacio, y esta penetracin y habitacin estn en Intima relacin con la Unidad
absoluta de la que procede, que es ese absoluto Indivisible en el que no hay
centro ni circunferencia sino solo el Uno carente de espacio y tiempo. Esa alta
concentracin de unidad en el no-extendido Brahman debe necesariamente
traducirse en la extensin por esta penetrante concentracin igual, por esta
indivisible comprehensin de todas las cosas, por esta no-distribuida
inmanencia universal, por esta unidad que ningn despliegue de multiplicidad
puede abrogar ni disminuir. Brahman est en todas las cosas, todas las cosas
estn en Brahman, todas las cosas son Brahman, es la triple formula de la
comprehensiva Supermente, una simple verdad de auto-manifestacin en los
tres aspectos que mantiene juntos e inseparables en su auto-visin como el
conocimiento universal desde el que procede al juego del cosmos.

Pero cul es entonces el origen de la mentalidad y la organizacin de esta
conciencia inferior en los trminos triples de Mente, Vida y Materia que es
nuestra visin del universo? Pues dado que todas las cosas que existen deben
proceder de la accin de la omni-eficiente Supermente, de su operacin en los
tres trminos originales de Existencia, Fuerza-Consciente y Bienaventuranza,
debe existir alguna facultad de la creadora Verdad-Conciencia que opere de tal
forma que los proyecte dentro de estos nuevos trminos, dentro de este inferior
tro de mentalidad, vitalidad y sustancia fsica. Esta facultad la hallamos en un
secundario poder del conocimiento creador, su poder de una conciencia
proyectante, confrontante y aprehendente en la que el conocimiento se
97

centraliza, y se mantiene tras sus obras, observndolas. Y cuando hablamos
de centralizacin, significamos para distinguirla de la uniforme concentracin de
la conciencia de la que hemos hablado hasta ahora, una desigual
concentracin en la que existe el principio de auto-divisin, o de su
apariencia fenomnica--.

En primer trmino, el Conocedor se mantiene concentrado en el conocimiento
como sujeto, y contempla su Fuerza de la conciencia como si continuamente
procediese de l bajo la forma de l mismo, como si continuamente trabajase
en l, continuamente retrocediese de l mismo, y continuamente se extendiera
hacia delante otra vez. De este singular acto de auto-modificacin proceden
todas las distinciones prcticas sobre las que se basa el punto de vista relativo
y la accin relativa del universo. Se ha creado una distincin prctica entre
Conocedor, Conocimiento y Conocido; entre el Seor, Su fuerza y los frutos y
obras de la Fuerza; entre el Disfrutador, el Disfrute y lo Disfrutado; entre el Ser-
en-s, Maya y el devenir del Ser-en-s.

En segundo lugar, esta Alma consciente concentrada en el conocimiento, este
Purusha que observa y gobierna la Fuerza que ha ido adelante desde l, su
Shakti o Prakriti, se repite en cada forma de s. Acompaa, como si estuviera
su Fuerza de la conciencia en sus obras y reproduce all el acto de auto-
divisin del que nace esta conciencia aprehendente. En cada forma esta Alma
mora con su Naturaleza y se observa en otras formas desde ese centro artificial
y prctico de la conciencia. En todo est la misma Alma, el mismo Ser divino; la
multiplicacin de los centros es solo un acto prctico de la conciencia tendente
a instituir un juego de diferencia, de mutualidad, de conocimiento mutuo, de
mutuo choque de fuerza, de mutuo disfrute, una diferencia basada en la unidad
esencial, una unidad realizada sobre una prctica base de diferenciacin.

Podemos hablar de este nuevo estado de la Supermente omni-penetrante
como una posterior salida de la verdad unitaria de las cosas y de la indivisible
conciencia que constituye inalienablemente la unidad esencial a la existencia
del cosmos. Podemos ver que perseguida un poco ms lejos puede llegar a ser
verdaderamente Avidya, la gran Ignorancia que parte de la multiplicidad como
la realidad fundamental y, a fin de efectuar su recorrido inverso hacia la real
unidad, ha de comenzar con la falsa unidad del ego. Podemos tambin ver que
una vez que el centro individual es aceptado como punto de apoyo
determinante, como conocedor, sensacin mental, inteligencia mental, accin
mental de la voluntad y todas sus consecuencias, no puede frustrarse su llegar
a ser. Pero asimismo hemos de ver que en tanto en cuanto el alma acta en la
Supermente, la Ignorancia no ha empezado todava; el campo del conocimiento
y la accin es todava la verdad-conciencia, la base es todava la unidad.

Pues el Ser-en-s aun se contempla como uno en todo y a todas las cosas
como devenires en s y de s; el Seor aun conoce su Fuerza como l mismo
en el acto y todo ser como l mismo en el alma y l mismo en la forma; es an
su propio ser que el Disfrutador disfruta, aunque sea en una multiplicidad. El
nico cambio real ha sido una desigual concentracin de la conciencia y una
mltiple distribucin de la fuerza. Hay una distincin prctica en la conciencia,
mas no hay diferencia esencial de la conciencia ni divisin verdadera en su
98

visin de s. La Verdad-conciencia ha arribado a una posicin que prepara
nuestra mentalidad, pero no es aun la de nuestra mentalidad. Y es esto lo que
debemos estudiar a fin de captar a la Mente en su origen, en el punto en que
efecta su gran deslizamiento desde la elevada y vasta amplitud de la Verdad-
conciencia hasta dentro de la divisin y la ignorancia. Afortunadamente, esta
Verdad-conciencia aprehendente es mucho ms fcil que la captemos por su
proximidad a nosotros, por su prefiguracin de nuestras operaciones mentales,
que la ms remota realizacin que hasta ahora hemos pugnado por expresar
en nuestro inadecuado lenguaje del intelecto. La barrera que ha de cruzarse es
menos formidable.




Captulo XVI - El Triple Estado de la Supermente

Mi ser es lo que sostiene a todos los seres y constituye su existencia..... Soy el
yo que habita dentro de todos los seres.
Gita

Tres poderes de la Luz sostienen los tres luminosos mundos divinos.
Rig Veda



Antes de que pasemos a esta ms fcil comprensin del mundo que
habitamos, --(desde la posicin de una aprehendente Verdad-conciencia que
ve las cosas como lo hara una individual alma liberada de las limitaciones de la
mentalidad y admitida para que participe en la accin de la Supermente
Divina)--, debemos detenernos y resumir brevemente lo que hemos
comprendido o podemos an comprender de la conciencia del Seor, el
Ishwara tal como desarrolla el mundo, mediante Su Maya a partir de la
concentrada unidad original de Su ser.

Hemos empezado afirmando que toda existencia es un solo Ser cuya
naturaleza esencial es la Conciencia, Conciencia nica cuya naturaleza activa
es Fuerza o Voluntad; y este Ser es Deleite, esta Conciencia es Deleite, esta
Fuerza o Voluntad es Deleite. La eterna e inalienable Bienaventuranza de la
Existencia, Bienaventuranza de la Conciencia, Bienaventuranza de la Fuerza o
Voluntad bien concentrada en s y en reposo o bien, activa y creadora, esto es
Dios y esto es nosotros mismos en nuestro ser esencial, nuestro ser no-
fenomnico. Concentrada en si, posee o ms bien es la esencial, eterna,
inalienable Bienaventuranza; activa y creadora, posee o ms bien viene a ser el
deleite del juego de la existencia, del juego de la conciencia, del juego de la
fuerza y la voluntad. Ese juego es el universo y se deleite es la causa, motivo
y objeto nicos de la existencia csmica. La Conciencia Divina posee ese juego
y deleite eterna e inalienablemente; nuestro ser esencial, nuestro yo real que
se oculta de nosotros por el falso yo o ego mental, tambin disfruta ese juego y
deleite eterna e inalienablemente y no puede, ciertamente, obrar de otro modo,
dado que es uno en el ser con la Conciencia Divina. Por lo tanto, si aspiramos
99

a una vida divina, no podemos lograrla de ningn otro modo que quitando el
velo a este velado yo en nosotros, remontando desde nuestro presente estado
en el falso yo o ego mental al estado superior del verdadero yo, el Atman,
ingresando en esa unidad con la Conciencia Divina que siempre disfruta de
algo superconsciente en nosotros, de otra manera no podramos existir,
pero que nuestra mentalidad consciente ha perdido.

Pero cuando de este modo afirmamos esta unidad de Satchidananda por un
lado y esta mentalidad dividida por el otro, planteamos dos entidades opuestas,
una de las cuales debe ser falsa si la otra ha de reputarse verdadera, una de
las cuales ha de abolirse si la otra ha de disfrutarse. Pues es en la mente, en
su forma de vida y en el cuerpo con lo que existimos en la tierra y, si debemos
abolir la conciencia de mente, vida y cuerpo a fin de alcanzar la Existencia,
Conciencia y Bienaventuranza nicas, entonces es imposible aqu una vida
divina. Debemos abandonar abiertamente la existencia csmica como una
ilusin a fin de disfrutar o regresar al Trascendente. De esta solucin no hay
escape a menos que exista un eslabn intermedio entre los dos, que pueda
explicarlos uno con respecto al otro y establecer entre ellos una relacin tal que
nos posibilite realizar la Existencia, Conciencia y Deleite nicos en el molde de
la mente, la vida y el cuerpo.

El eslabn intermedio existe. Lo llamamos Supermente o Verdad-Conciencia,
porque es un principio superior a la mentalidad y existe, acta y procede en la
verdad y unidad fundamentales de las cosas y no como la mente, en sus
apariencias y divisiones fenomnicas. La existencia de la supermente es una
necesidad lgica que surge directamente desde la posicin con la que
empezamos. Pues en si Sachchidananda debe ser un inespacial e intemporal
absoluto de existencia consciente que es bienaventuranza; pero el mundo es,
por el contrario, una extensin en el Tiempo y el Espacio, y un movimiento, una
estructuracin, un desarrollo de relaciones y posibilidades mediante la
causalidad o lo que de ese modo se nos presenta en el Tiempo y el
Espacio. El verdadero nombre de esta Causalidad es Ley Divina y la esencia
de esa Ley es un inevitable auto-desarrollo de la verdad de la cosa que est,
como Idea, en la esencia misma de lo que se desarrolla; es una determinacin
de movimientos relativos previamente fijada que parte de la sustancia de la
posibilidad infinita. Eso que as desarrolla todas las cosas debe ser un
Conocimiento-Voluntad o Fuerza-Consciente; pues toda manifestacin del
universo es un juego de la Fuerza-Consciente que es la naturaleza esencial de
la existencia. Mas el desarrollador Conocimiento-Voluntad no puede ser
mental; pues la mente no conoce, posee ni gobierna esta Ley, sino que es
gobernada por ella, es uno de sus resultados, se desplaza en el fenmeno del
auto-desarrollo y no en su raz, observa como cosas divididas los resultados
del desarrollo y pugna en vano por llegar a su fuente y realidad. Es ms, este
Conocimiento-Voluntad que desarrolla todo debe estar en posesin de la
unidad de las cosas y debe manifestar desde ella su multiplicidad; mas la
mente no est en posesin de esa unidad, slo tiene una imperfecta posesin
de una parte de la multiplicidad.

Por lo tanto, debe existir un principio superior a la Mente que satisfaga las
condiciones en las que la Mente falla. Sin duda, Sachchidananda mismo es
100

este principio, pero Sachchidananda no descansando en su pura e infinita
conciencia invariable sino procediendo desde ese primer equilibrio, o ms bien
sobre l como base y en l como continente, dentro de un movimiento que es
su forma de Energa e instrumento de creacin csmica. La Conciencia y la
Fuerza son los esenciales aspectos gemelos del puro Poder de la existencia; el
Conocimiento y la Voluntad, por lo tanto, deben ser la forma que ese Poder
toma al crear un mundo de relaciones en la extensin del Tiempo y el Espacio.
Este Conocimiento y esta Voluntad deben ser uno solo, infinito, omni-
abarcante, omni-posesor, omni-formador, sosteniendo en s eternamente lo que
pone en movimiento y forma. La Supermente es entonces el Ser que se
desplaza desde s hasta dentro de un determinante auto-conocimiento que
percibe ciertas verdades de si y quiere realizarlas en una temporal y espacial
extensin de su propia existencia intemporal e inespacial. Cuanto est en su
propio ser, toma forma como auto-conocimiento, como Verdad-Conciencia,
como Real-Idea, y, al ser ese auto-conocimiento tambin auto-fuerza, se
concreta o realiza inevitablemente en Tiempo y Espacio.

sta, entonces, es la naturaleza de la Conciencia Divina que crea en si todas
las cosas mediante un movimiento de su fuerza-consciente y gobierna su
desarrollo a travs de una auto-evolucin mediante el inherente conocimiento-
voluntad de la verdad de la existencia o Real-idea que las ha formado. El Ser
que es as consciente es lo que llamamos Dios; y El debe ser obviamente
omnipresente, omnisciente y omnipotente. Omnipresente, pues todas las
formas son formas de Su ser consciente creadas por su fuerza de movimiento
en su propia extensin como Espacio y Tiempo; omnisciente, pues todas las
cosas existen en Su ser-consciente, son formadas por l y posedas por l;
omnipotente, pues esta omni-poseedora conciencia es tambin omni-
poseedora Fuerza y omni-conformadora Voluntad. Y esta Voluntad y este
Conocimiento no estn en mutua guerra, como nuestra voluntad y
conocimiento son capaces de estar en guerra una con el otro, pues no son
diferentes movimientos sino un solo movimiento del mismo ser. Ni pueden ser
contradichos por cualquier otra voluntad, fuerza o conciencia de afuera o de
adentro; pues no hay conciencia ni fuerza externa al Uno, y todas las energas
y formaciones internas del conocimiento no son ms que eso, pues son mero
juego de la nica Voluntad omni-determinante y del nico Conocimiento omni-
armonizante. Lo que vemos como choque de voluntades y fuerzas, --(debido a
que moramos en lo particular y dividido, y no podemos ver el todo)--, la
Supermente lo contempla como los concurrentes elementos de una
predeterminada armona que est siempre presente en ella debido a que la
totalidad de las cosas est eternamente sujeta a su mirada.

Cualquiera sea el equilibrio o forma que adopte su accin, sta siempre ser de
la naturaleza de la Conciencia divina. Pero, al ser su existencia absoluta en si,
su poder de existencia es tambin absoluto en su extensin, y por lo tanto no
est limitado a un estado de equilibrio o a una forma de accin. Nosotros, los
seres humanos, somos aparentemente, una fenomnica forma particular de la
conciencia, sujeta al Tiempo y al Espacio, y solo podemos ser, en nuestra
conciencia superficial, que es todo lo que conocemos de nosotros mismos, una
cosa a la vez, una formacin, un equilibrio del ser, un agregado de la
experiencia; y esa nica cosa es para nosotros la verdad de nosotros mismos
101

que reconocemos; todo el resto no es verdad o ha dejado de serlo, debido a
que ha desaparecido en el pasado saliendo de nuestra percepcin, o todava
no es verdadero, debido a que est a la espera en el futuro y an no cae dentro
de nuestra percepcin. Pero la Conciencia Divina no est tan particularizada, ni
tan limitada; puede ser muchas cosas a un tiempo y adoptar aun ms de un
estado de equilibrio duradero incluso durante todo el tiempo. Descubrimos que
en el principio de la Supermente misma, ella tiene tres generales estados de
equilibrio o etapas de su conciencia fundando-el-mundo. El primero
fundamenta la inalienable unidad de las cosas, el segundo modifica esa unidad
de modo que sostenga a la manifestacin de los Muchos en el Uno y del Uno
en los Muchos; el tercero modifica ulteriormente esto de modo que sostenga la
evolucin de una individualidad diversificada que, por la accin de la
Ignorancia, viene a ser en nosotros, a un nivel inferior, la ilusin del ego
separado.

Hemos visto cul es la naturaleza de este primer y principal estado de equilibrio
de la Supermente que fundamenta la inalienable unidad de las cosas. No se
trata de la pura conciencia unitaria; pues esa es una concentracin intemporal
e inespacial de Sachchidananda en s, en la que la Fuerza Consciente no se
proyecta en ningn gnero de extensin y, si contiene al universo, lo contiene
en la eterna potencialidad y no en la temporal realidad. Esta, por el contrario,
es una uniforme auto-extensin de Sachchidananda omni-comprehendente,
omni-poseyente y omni-constituyente. Pero este todo es uno solo, no muchos;
no hay individualizacin. Es cuando el reflejo de esta Supermente cae sobre
nuestro aquietado y purificado yo que perdemos todo sentido de la
individualidad; pues all no hay concentracin de conciencia destinada a
sostener un desarrollo individual. Todo est desarrollado en la unidad y como
uno; todo es sostenido por esta Conciencia Divina como formas de su
existencia, no como existencias separadas en algn grado. Algo as como los
pensamientos e imgenes que se presentan en nuestra mente no son
existencias separadas a nosotros, sino formas tomadas por nuestra conciencia;
as son todos los nombres y formas para esta Supermente primaria. Es la pura
ideacin y formacin divina en el Infinito, )solo una ideacin y formacin que
est organizada no como un juego irreal del pensamiento mental, sino como un
juego real del ser consciente)--. El alma divina en este equilibrio no hara
diferencias entre Alma-Conciencia y Alma-Fuerza, pues toda fuerza sera
accin de la conciencia, ni entre Materia y Espritu, dado que todo molde sera
simplemente forma del Espritu.

En el segundo estado de equilibrio de la Supermente, la Conciencia Divina
permanece detrs de la idea del movimiento que contiene, realizndolo
mediante una suerte de conciencia aprehendente, siguindolo, ocupando y
habitando sus obras, pareciendo distribuirse en sus formas. En cada nombre y
forma se realizara como el estable Ser-en-s-Consciente, el mismo en todo;
pero tambin se realizara como una concentracin del Ser-en-s-Consciente
siguiendo y sosteniendo el juego individual del movimiento y preservando su
diferenciacin de otro juego individual del movimiento, -(el mismo por doquier
en el alma-esencia, pero variando en el alma-forma)--. Esta concentracin que
sostiene al alma-forma sera el Divino individual o Jivatman para distinguirlo del
Divino universal o nico Ser-en-s-omni-constituyente. No habra diferencia
102

esencial, sino slo una diferenciacin prctica para el juego, que no anulara la
unidad real. El Divino universal entendera todas las alma-formas como s
mismo y todava establecera una relacin diferente con cada una
separadamente y en cada una con todas las dems. El Divino individual
contemplara su existencia como un alma-forma y alma-movimiento del Uno y,
mientras que mediante la accin comprehendente de la conciencia disfrutara
de su unidad con el Uno y con todas las almas-forma, asimismo mediante una
delantera o frontal accin aprehendente sostendra y disfrutara su movimiento
individual y sus relaciones de una libre diferencia en unidad al mismo tiempo
con el Uno y con todas sus formas. Si nuestra mente purificada pudiera reflejar
este equilibrio secundario de la Supermente, nuestra alma podra sostener y
ocupar su existencia individual y todava incluso realizarse como el Uno que ha
llegado a ser todo, que habita todo, que contiene todo, disfrutando incluso en
su particular modificacin su unidad con Dios y sus semejantes. En ninguna
otra circunstancia de la existencia supramental habra cambiado caracterstica
alguna; el nico cambio sera este juego del Uno que ha manifestado su
multiplicidad y de los Muchos que son todava uno, con todo lo necesario para
mantener y conducir el juego.

Un tercer estado de equilibrio de la Supermente se alcanzara si la
concentracin sustentadora no permaneciera por ms tiempo detrs, por as
decirlo, del movimiento, habitndolo con una cierta superioridad y as siguiendo
y disfrutando, sino que se proyectase dentro del movimiento y, de algn modo,
estuviera envuelto en el. Aqu, el carcter del juego se alterara, pero solo en la
medida en que el Divino individual convirtiera, --tan predominantemente--, el
juego de las relaciones con lo universal y con sus otras formas, en el campo
prctico de su experiencia consciente para que la realizacin de la absoluta
unidad con ellas fuera solo un supremo acompaamiento y constante
culminacin de toda experiencia; mas en el equilibrio superior la unidad sera la
experiencia dominante y fundamental y la variacin tan solo sera un juego de
la unidad. Este equilibrio terciario sera por lo tanto el de una suerte de
fundamental dualismo bienaventurado en la unidad ya no unidad calificada
por un subordinado dualismo--, entre el Divino individual y su fuente universal,
con todas las conciencias que se derivaran para el mantenimiento y operacin
de ese dualismo.

Puede decirse que la primera consecuencia sera un deslizamiento dentro de la
ignorancia de Avidya que toma a los Muchos como el hecho real de la
existencia y ve al Uno slo como una Suma csmica de los Muchos. Mas ese
deslizamiento no ha de tener lugar necesariamente. Pues el Divino individual
aun sera consciente de s como resultado del Uno y de su poder de auto-
creacin consciente, vale decir, de su mltiple auto-concentracin concebida de
modo tal que gobierne y disfrute mltiplemente su mltiple existencia en la
extensin del Tiempo y Espacio; este verdadero Individuo espiritual no se
arrogara una existencia independiente o separada. Eso slo confirmara la
verdad del movimiento diferenciador junto con la verdad de la unidad estable,
considerndolos como los polos superior e inferior de la misma verdad, el
fundamento y culminacin del mismo juego divino; y eso insistira sobre la
dicha de la diferenciacin como necesaria para la plenitud de la dicha de la
unidad.
103


Obviamente, estos tres estados de equilibrio slo seran diferentes modos de
tratar con la misma Verdad; la Verdad de la existencia disfrutada sera la
misma, el modo de disfrutarla o ms bien el equilibrio del alma en el disfrute
sera diferente. El Deleite, el Ananda variara, pero morara siempre dentro del
estado de la Verdad-conciencia y no implicara deslizamiento dentro de la
Falsedad y la Ignorancia. Pues la secundaria y la terciaria Supermente slo
desarrollara y aplicara en los trminos de la multiplicidad divina lo que la
Supermente primaria contuvo en los trminos de la unidad divina. No podemos
estampar ninguno de estos tres equilibrios con el estigma de la falsedad y la
ilusin. El lenguaje de los Upanishads, la antigua autoridad suprema para estas
verdades de una experiencia superior, cuando hablamos de la existencia Divina
que se est manifestando, implica la validez de todas estas experiencias. Slo
podemos afirmar la prioridad de la unidad a la multiplicidad, una prioridad no en
el tiempo sino en relacin de conciencia, y ninguna declaracin de la suprema
experiencia espiritual, ninguna filosofa Vedntica niega esta prioridad ni la
eterna dependencia de los Muchos en cuanto al Uno. Es porque en el Tiempo
los Muchos no parecen ser eternos sino manifestarse procedentes del Uno y
retornar a l como su esencia, que su realidad es negada; pero igualmente
puede razonarse que la eterna persistencia o, si se quiere, la eterna
recurrencia de la manifestacin en el Tiempo es una prueba de que la
multiplicidad divina es un hecho eterno de lo Supremo ms all del Tiempo no
menos que la unidad divina, de otra manera, no podra tener esta caracterstica
de inevitable recurrencia eterna en el Tiempo.

Es ciertamente solo cuando nuestra mentalidad humana pone un exclusivo
nfasis en un lado de la experiencia espiritual, y afirma que esa es la nica
verdad eterna y la declara en los trminos de nuestra omni-divisora lgica
mental, que surge la necesidad de escuelas filosficas mutuamente
destructivas. As, enfatizando la verdad nica de la conciencia unitaria,
observamos el juego de la unidad divina, errneamente traducida por nuestra
mentalidad en los trminos de la diferencia real, pero, no satisfechos con
corregir este error de la mente mediante la verdad de un principio superior,
afirmamos que el juego mismo es una ilusin. O, enfatizando el juego del Uno
en los Muchos, declaramos una calificada unidad y consideramos al alma
individual como un alma-forma del Supremo, pero afirmaramos la eternidad de
esta existencia calificada y negaramos por completo la experiencia de una
conciencia pura en una incalificable unidad. O, tambin, dndole nfasis al
juego de la diferencia, afirmamos que el Supremo y el alma humana son
eternamente diferentes y rechazamos la validez de una experiencia que excede
y parece abolir esa diferencia. Pero la posicin que ahora hemos adoptado con
firmeza nos absuelve de la necesidad de estas negaciones y exclusiones:
vemos que hay una verdad detrs de todas estas afirmaciones, pero al mismo
tiempo un exceso que conduce a una infundada negacin. Afirmando, como
hemos hecho, la absoluta absolutividad de Eso, no limitado por nuestras ideas
de unidad no limitado por nuestras ideas de multiplicidad, afirmando la unidad
como una base de la manifestacin de la multiplicidad, y la multiplicidad como
la base para el retorno a la unidad y el disfrute de la unidad en la manifestacin
divina, no necesitamos agobiar nuestra actual afirmacin con estas discusiones
104

ni emprender el vano esfuerzo de esclavizar a nuestras distinciones y
definiciones mentales, la libertad absoluta del Divino Infinito.



Captulo XVII - El Alma Divina

l, cuyo Ser-en-s ha llegado-a-ser todas las existencias, pues tiene el
conocimiento, cmo ser engaado, de dnde tendr pesar, l que ve la
unidad por doquier?
Isha Upanishad



Por la concepcin que hemos formado de la Supermente, por su oposicin a la
mentalidad en la que se basa nuestra existencia humana, podemos no slo
formarnos una idea precisa y no una vaga, sobre la divinidad y la vida divina, -
(expresiones que de cualquier modo estamos condenados a utilizar con escasa
exactitud y como imprecisa denominacin de una grande pero casi impalpable
aspiracin)-, sino tambin dar a estas ideas una firme base de razonamiento
filosfico, para ponerlas en clara relacin con la humanidad y la vida humana
que es todo cuanto actualmente disfrutamos, y para justificar nuestra
esperanza y aspiracin por la naturaleza misma del mundo y de nuestros
propios antecedentes csmicos y el inevitable futuro de nuestra evolucin.
Empezamos a captar intelectualmente qu es el Divino, la Realidad eterna, y a
entender cmo el mundo ha derivado de ella. Empezamos tambin a percibir
cmo inevitablemente eso que ha venido a partir del Divino debe retornar al
Divino. Podemos ahora preguntar con provecho y una posibilidad de respuesta
ms clara, como debemos cambiar y qu debemos llegar a ser en orden a
arribar all en nuestra naturaleza, en nuestra vida y en nuestras relaciones con
los dems, y no solo a travs de una realizacin solitaria y exttica en las
profundidades de nuestro ser. Ciertamente, an existe un defecto en nuestras
premisas; pues hasta ahora hemos estado pugnando por definir para nosotros
mismos qu es el Divino en su descenso hacia la limitada Naturaleza, cuando
lo que realmente somos es el Divino en el individuo ascendiendo de regreso a
partir de la limitada Naturaleza hacia su apropiada divinidad. Esta diferencia de
movimiento debe implicar una diferencia entre la vida de los dioses que nunca
conocieron la cada y la vida del hombre redimido, conquistador del dios
perdido y llevando consigo la experiencia, y sta puede ser la nueva riqueza
reunida por l desde su aceptacin del cabal descenso. No obstante, no puede
haber diferencia de caractersticas esenciales, sino solo de molde y colorido.
Ya podemos asegurar, sobre la base de las conclusiones a que hemos llegado,
la naturaleza esencial de la vida divina a la que aspiramos.

Qu sera entonces la existencia de un alma divina, no descendida en la
ignorancia por la cada del Espritu dentro de la Materia y el eclipse del alma
por la Naturaleza material? Qu sera su conciencia, viviendo en la Verdad
original de las cosas, en la inalienable unidad, en el mundo de su propio ser
infinito, como la Existencia Divina misma, pero adems, capaz por el juego de
la Divina Maya y por la distincin de la comprehendente y aprehendente
105

Verdad-Conciencia de disfrutar tambin al mismo tiempo de la diferencia con
Dios como de la unidad con l y abrazar la diferencia y tambin la unidad con
otras almas divinas en el juego infinito del Idntico auto-multiplicado?.

Obviamente, la existencia de esa alma estara siempre auto-contenida en el
juego consciente de Sachchidananda. Sera pura e infinita auto-existencia en
su ser; en su devenir sera un libre juego de vida inmortal no invadida por
muerte, nacimiento y cambio de cuerpo, debido a no estar nublada por la
ignorancia ni envuelta en la oscuridad de nuestro ser material. Sera una pura e
ilimitada conciencia en su energa, equilibrada en una eterna y luminosa
tranquilidad como su fundamento, todava capaz de jugar libremente con las
formas del conocimiento y con las formas del poder consciente, tranquila, no
afectada por los tropiezos del error mental y los errores de nuestra luchadora
voluntad porque nunca se aparta de la verdad y la unidad, nunca cae de la luz
inherente y la natural armona de su existencia divina. Sera, finalmente, un
puro e inalienable deleite en su eterna auto-experiencia y en el Tiempo una
libre variacin de bienaventuranza no afectada por nuestras perversiones de
disgusto, odio, descontento y sufrimiento por estar indivisa en su ser, no
desconcertada por la errante auto-voluntad, no pervertida por el ignorante
estimulo del deseo.

Su conciencia no quedara cerrada a parte alguna de la verdad infinita, ni
limitada por ningn equilibrio ni estado que pudiera asumir en sus relaciones
con otros, ni condenada a ninguna prdida del auto-conocimiento por su
aceptacin de una individualidad puramente fenomnica y por el juego de la
diferenciacin prctica. En su auto-experiencia vivira eternamente en
presencia del Absoluto. Para nosotros el Absoluto es solo una concepcin
intelectual de existencia indefinible. El intelecto nos refiere simplemente que
hay un Brahman superior a lo supremo , un Incognoscible que se conoce de
modo distinto al de nuestro conocimiento; mas el intelecto no puede traernos su
presencia. El alma divina viviendo en la Verdad de las cosas tendra siempre,
por el contrario, el sentido consciente de s como manifestacin del Absoluto.
Sera consciente de su inmutable existencia como la original auto-forma de
ese Trascendente, Sachchidananda--; sera conocedor de su juego de ser
consciente como manifestacin de Eso en las formas de Sachchidananda. En
todo estado o acto del conocimiento sera consciente del Incognoscible que se
conoce mediante una forma de variable auto-conocimiento; en todo estado o
acto de poder, voluntad o fuerza sera consciente de la Trascendencia
poseyndose mediante una forma de poder consciente del ser y del
conocimiento; en todo estado o acto de deleite, dicha o amor sera consciente
de la Trascendencia abarcndose por medio de una forma de auto-disfrute
consciente. Esta presencia del Absoluto no seria con eso como una experiencia
ocasionalmente vislumbrada o finalmente alcanzada y sostenida con dificultad,
ni como una adicin, adquisicin o culminacin superpuesta en su ordinario
estado del ser; seria el fundamento mismo de su ser tanto en la unidad como
en la diferenciacin; estara presente para l en todo su conocer, querer, hacer,
disfrutar; no estara ausente ni de su ser intemporal ni de momento alguno del
Tiempo, ni de su ser inespacial ni de determinacin alguna de su extendida
existencia, ni de su incondicionada pureza ms all de toda causa y
circunstancia, ni de relacin alguna de circunstancia, condicin y causalidad.
106

Esta constante presencia del Absoluto sera la base de su infinita libertad y
deleite, afirmara su seguridad en el juego y proporcionara la raz, la savia y la
esencia de su ser divino.

Es ms, esa alma divina vivira simultneamente en los dos trminos de la
existencia eterna de Sachchidananda, los dos polos inseparables del auto-
desenvolvimiento del Absoluto que llamamos el Uno y los Muchos. Todo ser
vive realmente as; mas para nuestro dividido auto-entendimiento existe una
incompatibilidad, un abismo entre los dos que nos conduce hacia una eleccin,
para morar bien en la multiplicidad exiliado de la directa y entera conciencia del
Uno, o bien en la unidad que repele la conciencia de los Muchos. Pero el alma
divina no estara esclavizada a este divorcio y dualidad. En s misma, sera
consciente, a la vez, de la infinita auto-concentracin y de la infinita auto-
extensin y difusin. Sera consciente simultneamente del Uno en su unitaria
conciencia sosteniendo la innumerable multiplicidad en s como si fuese
potencial, inexpresada, --y por lo tanto, para nuestra mental experiencia de ese
estado, no-existente--, y del Uno en su extendida conciencia que sostiene la
multiplicidad expelida y activa como el juego de su propio ser consciente, de su
voluntad y deleite. Sera consciente igualmente de los Muchos descendiendo
siempre al Uno que es la fuente y realidad eternas de su existencia, y de los
Muchos siempre remontndose atrados hacia el Uno que es la eterna
culminacin y bienaventurada justificacin de todo su juego de diferencia. Esta
vasta visin de las cosas es el molde de la Verdad-Conciencia, el fundamento
de la gran Verdad y de lo Correcto versado por los videntes Vdicos; esta
unidad de todos estos trminos de oposicin es el Adwaita real, la
comprehendente palabra suprema del conocimiento de lo Incognoscible.

El alma divina ser consciente de toda variacin del ser, de la conciencia, de la
voluntad y del deleite como el afloramiento, la extensin y la difusin de esa
auto-concentrada Unidad que se desarrolla, no en la diferencia ni en la divisin,
sino en otra forma extendida de infinita unidad. Siempre estar concentrada en
unidad en la esencia de su ser, siempre manifestada muy variadamente en la
extensin de su ser. Todo cuanto toma forma en ella sern las manifestadas
potencialidades del Uno, la Palabra o el Nombre vibrando desde el Silencio sin-
nombre, la Forma realizando la esencia amorfa, la Voluntad o el Poder activos
partiendo de la tranquila Fuerza, el rayo de la auto-cognicin resplandeciendo
desde el sol de auto-conocimiento intemporal, la ola del devenir surgiendo en
forma de existencia auto-consciente desde el Ser eternamente auto-consciente,
la dicha y el amor manando por siempre desde el permanente Deleite eterno.
Ser el Absoluto biuno en su auto-desenvolvimiento y cada relatividad en l
ser un absoluto para el alma divina pues ser consciente de s misma como el
Absoluto manifestado pero sin esa ignorancia que excluye otras relatividades
como ajenas a su ser o menos completas que ella misma.

En la extensin, el alma divina ser consciente de los tres grados de la
existencia supramental, no como mentalmente estamos compelidos a
considerarlos, no como grados, sino como un hecho triuno de la auto-
manifestacin de Sachchidananda. Ser capaz de abarcarlos en una y la
misma comprehensiva auto-realizacin, (pues una vasta comprehensividad
es el fundamento de la supermente verdad-consciente)--. Ser capaz de
107

concebir, percibir y sentir divinamente todas las cosas como el Ser-en-s, su
propio, nico yo, nico Auto-ser y Auto-devenir, pero no dividido en sus
devenires, los cuales no tienen existencia aparte de su propia auto-conciencia.
Ser capaz de concebir, percibir y sentir divinamente todas las existencias
como almas-forma del Uno, cada una con su ser en el Uno, su propio punto de
apoyo en el Uno, sus propias relaciones con todas las otras existencias que
pueblan la infinita unidad, pero todas dependientes del Uno, forma consciente
de El en Su propia infinitud. Ser capaz de concebir, percibir y sentir
divinamente todas estas existencias en su individualidad, en su punto de apoyo
separado, viviendo como el Divino individual, cada uno con el Uno y Supremo
morando en l y, cada uno, por lo tanto, no una forma o imagen por completo,
ni en realidad una ilusoria parte de un todo real, una mera ola espumosa en la
superficie de un Ocano inmvil, pues stas, despus de todo, no son ms
que inadecuadas imgenes mentales, sino un todo en el todo, una verdad
que repite la Verdad infinita, una ola que es todo el mar, un relativo que prueba
ser el Absoluto mismo cuando miramos detrs de la forma y lo vemos en su
integridad.

Pues estos tres son aspectos de la Existencia nica. El primero se basa en ese
auto-conocimiento que, en nuestra humana percepcin de lo Divino, el
Upanishad describe como el Ser-en-s en nosotros, que llega-a-ser todas las
existencias; el segundo se basa en lo que se describe como ver todas las
existencias en el Ser-en-s; el tercero se basa en lo que se describe como ver
el Ser-en-s en todas las existencias. El Ser-en-s que llega-a-ser todas las
existencias es la base de nuestra unidad con todo; el Ser-en-s que contiene
todas las existencias es la base de nuestra unidad en la diferencia; el Ser-en-s
que habita todo es la base de nuestra individualidad en lo universal. Si el
defecto de nuestra mentalidad, si su necesidad de exclusiva concentracin lo
compele a morar en cualquiera de estos aspectos del auto-conocimiento con
exclusin de los otros, si una percepcin imperfecta al igual que exclusiva nos
mueve siempre a introducir un humano elemento de error en la Verdad misma,
y de conflicto y mutua negacin en la omni-comprehendente unidad, con todo,
para un divino ser supramental, por el carcter esencial de la supermente que
es una comprehendente unidad e infinita totalidad, deben presentarse como
una realizacin triple y ciertamente triuna.

Si suponemos que esta alma toma su equilibrio, su centro en la conciencia del
individual Divino que vive y acta en distinta relacin con los "otros", aun tendr
en el fundamento de su conciencia la unidad ntegra desde la que todo emerge
y tendr en el fondo de esa conciencia la unidad extendida y la modificada, y a
cualquiera de stas ser capaz de retornar y de contemplar, desde ellas, su
individualidad. En el Veda todos estos equilibrios se dicen de los dioses. En
esencia, los dioses son una sola existencia que los sabios llaman con
diferentes nombres; mas en su accin fundada en y procedente de la gran
Verdad y el Recto Agni u otro, se dice que estn todos los dioses, l es el Uno
que llega-a-ser todo; al mismo tiempo se dice que l contiene a todos los
dioses en s como el centro de una rueda contiene los rayos, es el Uno que
contiene todo; y como Agni est descrito como dios separado, uno que ayuda a
todos los dems, los supera en fuerza y conocimiento, pero es inferior a ellos
en posicin csmica y lo emplean como mensajero, sacerdote y trabajador, el
108

creador del mundo y padre, es, con todo, el hijo nacido de nuestras obras; es,
vale decir, el original y manifestado Yo morador o Divino, el Uno que habita
todo.

Todas las relaciones del alma divina con Dios o su supremo Ser-en-s y con
sus otros seres-en-s (yoes) en otras formas, sern determinadas por este
auto-conocimiento comprehensivo. Estas relaciones sern relaciones del ser,
de la conciencia y del conocimiento, de voluntad y fuerza, de amor y deleite.
Infinitas en su potencialidad de variacin, no necesitan excluir la posible
relacin de alma con alma que es compatible con la preservacin del
inalienable sentido de unidad a pesar de cualquier fenmeno de diferencia. As,
en sus relaciones de disfrute, el alma divina tendr el deleite de toda su propia
experiencia en s; tendr el deleite de toda su experiencia de relacin con otros
como una comunin con otros seres-en-s en otras formas creadas para un
variado juego en el universo; tendr tambin el deleite de las experiencias de
sus otros seres-en-s (yoes) como si fuesen suyos propios como en realidad
lo son--. Y tendr toda esta capacidad porque ser consciente de sus propias
experiencias, de sus relaciones con otros y de las experiencias de otros y sus
relaciones con ella misma como la dicha toda o el Ananda del Uno, el supremo
Ser-en-s, su propio ser-en-s (yo), diferenciado por que habita separadamente
de todas estas formas comprehendidas en su propio ser pero todava una en la
diferencia. Porque esta unidad es la base de toda su experiencia, estar libre
de las discordias de nuestra conciencia dividida, dividida por la ignorancia y un
egosmo separatista; todos estos seres-en-s y sus relaciones jugarn
conscientemente cada uno en manos del otro; se partirn y fundirn uno con
otro como las innumerables notas de una armona eterna.

Y la misma regla se aplicar a las relaciones de su ser, conocimiento, voluntad
con el ser, conocimiento y voluntad de otros. Pues toda su experiencia y deleite
ser el juego de una auto-bienaventurada fuerza consciente del ser en la que,
por obediencia a esta verdad de unidad, no podr mantener diferencias con el
conocimiento y tampoco lo har, ninguna de ellas, con el deleite. Tampoco el
conocimiento, la voluntad y el deleite de un alma estar en desacuerdo con el
conocimiento, voluntad y deleite de otra, pues por su conocimiento de su
unidad, lo que es enfrentamiento y diferencia y discordia en nuestro ser
dividido, ser all encuentro, unin y mutuo intercambio de las diferentes notas
de una armona infinita.

En sus relaciones con su supremo Ser-en-s, con Dios, el alma divina tendr
este sentido de la unidad del trascendente y universal Divino con su propio ser.
Disfrutar esa unidad de Dios consigo en su propia individualidad y con sus
otros seres-en-s (yoes) en la universalidad. Sus relaciones de conocimiento
sern el juego de la divina omnisciencia, pues Dios es Conocimiento, y lo que
es la ignorancia con nosotros, all solo ser contencin del conocimiento en el
reposo del auto-conocimiento consciente, de modo que ciertas formas de ese
autoconocimiento puedan proyectarse dentro de la actividad de la Luz. Sus
relaciones de la voluntad sern all el juego de la omnipotencia divina, pues
Dios es Fuerza, Voluntad y Poder, y lo que con nosotros es debilidad e
incapacidad, ser contencin de la voluntad en la concentrada fuerza tranquila
de modo que ciertas formas de la divina fuerza-consciente puedan concretar su
109

proyeccin dentro de la forma del Poder. Sus relaciones de amor y deleite
sern el juego del xtasis divino, pues Dios es Amor y Deleite, y lo que con
nosotros sera negacin del amor y deleite, ser la contencin de la dicha en el
sosegado mar de la Bienaventuranza, de modo que ciertas formas de la unin
y disfrute divinos puedan proyectarse en una activa marea de olas de la
Bienaventuranza. De igual modo tambin en todos sus devenires sern
formacin del ser divino en respuesta a estas actividades, y lo que en nosotros
es cese, muerte, aniquilacin, solo ser descanso, transicin o contencin de la
jubilosa Maya creadora en el ser eterno de Sachchidananda. Al mismo tiempo
esta unidad no excluir las relaciones del alma divina con Dios, con su Ser-en-
s supremo, fundado en la dicha de la diferencia separndose desde la unidad
para disfrutar esa unidad de otro modo; no anular la posibilidad de cualquiera
de esas formas exquisitas del disfrute-de-Dios que son el supremo xtasis del
amante-de-Dios en su abrazo del Divino.

Mas cules sern las condiciones en las que y por las que esta naturaleza de
la vida del alma divina se realizar? Toda experiencia en la relacin procede a
travs de ciertas fuerzas del ser formulndose por una instrumentacin a la que
damos el nombre de propiedades, cualidades, actividades, facultades. As
como, por ejemplo, la Mente se proyecta dentro de diversas formas de mente-
poder, como juicio, observacin, memoria, simpata, propios de su ser, de igual
manera la Verdad-conciencia o Supermente efecta las relaciones de alma con
alma mediante fuerzas, facultades, funciones propias de su ser supramental;
de otra manera, no habra juego de diferenciacin. Lo que estas funciones son,
lo veremos cuando lleguemos a considerar las condiciones psicolgicas de la
Vida divina; por ahora slo consideramos sus fundamentos metafsicos, su
naturaleza y principios esenciales. De momento es suficiente observar que la
ausencia o abolicin del egosmo separatista y de la efectiva divisin en la
conciencia es la nica condicin esencial de la Vida divina, y por lo tanto su
presencia en nosotros es lo que constituye nuestra mortalidad y nuestra cada
desde el Divino. Este es nuestro pecado original, o ms bien digamos, en un
lenguaje ms filosfico, la desviacin desde la Verdad y la Rectitud del Espritu,
desde su unidad, integridad y armona que fue la condicin necesaria para la
gran inmersin en la Ignorancia que es la aventura del alma en el mundo y
desde la que naci nuestro sufrida y aspirante humanidad.




Captulo XVIII: Mente y Supermente - El Hombre en el Universo

El descubri que la Mente era el Brahman.
Taittiriya Upanishad

Indivisible, mas como si estuviese dividido en seres.
Gita



110

La concepcin que hasta ahora hemos pugnado por estructurar es la de la
esencia nica de la vida supramental que el alma divina posee con seguridad
en el ser de Sachchidananda, pero que el alma humana ha de manifestar en
este cuerpo de Sachchidananda formado aqu en el molde de una vida mental
y fsica. Mas por lo que hasta ahora hemos podido contemplar esta existencia
supramental, no parece guardar conexin ni correspondencia con la vida tal
cual la conocemos, vida activa entre los dos trminos de nuestra existencia
normal, los dos firmamentos de la mente y el cuerpo. Parece ms bien ser un
estado del ser, un estado de la conciencia, un estado de activa relacin y
mutuo disfrute tal como el que pueden poseer y experimentar las almas
desencarnadas en un mundo sin formas fsicas, un mundo en el que la
diferenciacin de las almas se ha cumplido mas no la diferenciacin de los
cuerpos, un mundo de infinitudes activas y jubilosas, no de espritus
aprisionados-en-la-forma. Por lo tanto, razonablemente podra dudarse que
fuese posible esa vida divina con esta limitacin de forma corporal y esta
limitacin de mente aprisionada-en-la-forma y fuerza impedida-por-la forma que
es lo que actualmente conocemos como existencia.

De hecho, hemos pugnado por arribar a la misma concepcin de ese supremo
ser divino, fuerza-consciente y auto-deleite de quien nuestro mundo es una
creacin y nuestra mentalidad una imagen deformada; hemos procurado
darnos una idea de lo que esta divina Maya puede ser, esta Verdad-conciencia,
esta Real-Idea por la que la fuerza consciente de la Existencia trascendente y
universal concibe, forma y gobierna el universo, el orden, el cosmos de su
manifestado deleite de ser. Mas no hemos estudiado las conexiones de estos
cuatro grandes y divinos trminos con los otros tres con los que nuestra
humana experiencia est solamente familiarizada, mente, vida y cuerpo--. No
hemos escudriado esta otra Maya aparentemente no-divina que es la raz de
toda nuestra lucha y sufrimiento, ni hemos visto cmo precisamente se
desarrolla desde la realidad divina o desde la divina Maya. Y hasta que
hayamos hecho esto, hasta que hayamos tejido los desaparecidos hilos
conectores, nuestro mundo est todava inexplicado para nosotros y aun es
una base la duda de una posible unificacin entre esa existencia superior y
esta vida inferior. Sabemos que nuestro mundo ha salido desde
Sachchidananda y subsiste en Su ser; concebimos que El mora en l como
Disfrutador y Conocedor, Dios y Ser-en-s; hemos visto que nuestros trminos
duales de sensacin, mente, fuerza, ser, pueden slo constituir
representaciones de Su deleite, Su fuerza consciente, Su divina existencia.
Pero parecera que aqullas son realmente en tal grado lo opuesto a lo que El
es real y celestialmente, que no podemos, mientras moramos en la causa de
estos opuestos, mientras estamos contenidos en el triple trmino inferior de la
existencia, alcanzar la vida divina. Debemos exaltar este ser inferior hacia el
estado superior o bien, cambiar el cuerpo por esa pura existencia, la vida por
esa pura condicin de la fuerza-consciente, la sensacin y la mentalidad por
ese puro deleite y conocimiento que viven en la verdad de la realidad espiritual.
Y esto no debe significar que abandonamos toda la terrena o limitada
existencia mental por algo que es su opuesto, (o por algn puro estado del
Espritu a tambin por algo que es su opuesto)--, bien por algn estado puro
del Espritu o bien por algn mundo de la Verdad de las cosas, si existe, u otros
mundos, si existen, de la divina Bienaventuranza, de la divina Energa, del
111

Divino ser? En ese caso, la perfeccin de la humanidad est en otra parte
diferente que en la humanidad misma; la cima de su evolucin terrena slo
puede ser un fino pice de mentalidad que se disuelve, de donde da el gran
salto ya sea hacia el ser sin-forma o ya sea hacia los mundos ms all del
alcance de la Mente corporizada.

Mas en realidad todo lo que llamamos no-divino solo puede ser una accin de
los cuatro principios divinos mismos, pues esa accin conjunta de los cuatro
fue necesaria para crear el universo de las formas. Esas formas fueron creadas
no fuera sino dentro de la existencia divina, fuerza-consciente y
bienaventuranza, no fuera sino dentro y como parte del trabajo de la Real-Idea
divina. Por lo tanto no hay razn para suponer que no puede existir ningn
juego real de la divina conciencia superior en un mundo de formas, o que las
formas y sus soportes inmediatos, --conciencia mental, energa de la fuerza
vital y sustancia formal--, deben necesariamente deformar lo que representan.
Es posible, incluso probable, que la mente, el cuerpo y la vida hayan de
encontrarse en sus formas puras en la divina Verdad misma, y de hecho estn
all como actividades subordinadas de su conciencia y parte de la completa
instrumentacin por la que la Fuerza suprema siempre trabaja. La mente, la
vida y el cuerpo deben entonces ser capaces de divinidad; su forma y actividad
en ese breve periodo de posiblemente un slo ciclo de la evolucin terrestre
que la Ciencia nos revela, no necesita representar todas las actividades
potenciales de estos tres principios en el cuerpo viviente. Trabajan como lo
hacen porque de ningn modo estn separados, en la conciencia, de la Verdad
divina de la que proceden. Una vez que esta separacin fuera eliminada por la
energa expansiva de lo Divino en la humanidad, su actual actividad bien podra
convertirse, en verdad se convertira naturalmente, mediante una evolucin y
progresin supremas en esa actividad ms pura que tienen en la Verdad-
conciencia.

En ese caso no slo sera posible manifestar y mantener la conciencia divina
en la mente y cuerpo humanos sino que, incluso, esa conciencia divina podra
al fin, incrementando sus conquistas, remodelar la mente, la vida y el cuerpo
mismos en una imagen ms perfecta de su Verdad eterna, y realizar, no slo
en el alma sino tambin en la sustancia, su reino de los cielos sobre la tierra.
La primera de estas victorias, la interna, ha sido ciertamente lograda en mayor
o menor grado por algunos, tal vez muchos, sobre la tierra; la otra, la externa,
aunque nunca realizada en mayor ni en menor grado en pasados eones como
prototipo para futuros ciclos y todava mantenida en la memoria subconsciente
de la naturaleza-terrena, puede todava intentarse como victoriosa conquista
venidera de Dios en la humanidad. Esta vida terrenal no necesita
necesariamente y por siempre ser una rueda de esfuerzo mitad dichoso mitad
angustioso; el logro puede tambin intentarse, y la gloria y la dicha de Dios
manifestarse sobre la tierra.
Lo que la Mente, la Vida y el Cuerpo son en sus fuentes supremas, y lo que por
lo tanto deben ser en la integral plenitud de la manifestacin divina cuando
estn conformados por la Verdad y no segregados de ella por la separacin y
la ignorancia en la que actualmente vivimos, (ste es entonces el problema
que hemos de considerar seguidamente)--. Pues all deben tener ya su
perfeccin en pos de lo que aqu estamos cultivando, --(nosotros que slo
112

somos el primer movimiento trabado de la Mente que evoluciona en la Materia,
nosotros que an no estamos liberados de las condiciones y efectos de esa
involucin del espritu en la forma, de esa inmersin de la Luz dentro de su
propia sombra por la que fue creada la oscurecida conciencia material de la
Naturaleza fsica)--. El prototipo de toda la perfeccin en pos de la cual
crecemos, los trminos de nuestra evolucin suprema deben ya estar
contenidos en la divina Real-Idea; deben estar all formados y conscientes para
nosotros, para as crecer hacia y dentro de ellos; pues esa preexistencia en el
conocimiento divino es lo que nuestra mentalidad humana nombra y busca
como el Ideal. El Ideal es una Realidad eterna que an no hemos realizado en
las condiciones de nuestro propio ser, no un no-existente que lo Eterno y Divino
no ha forjado todava y solo nosotros seres imperfectos hemos vislumbrado y
pretendemos crear.

La Mente, en principio, la encadenada y obstaculizada soberana de nuestro
vivir humano. La Mente en su esencia es una conciencia que mide, limita y
recorta las formas de las cosas desde el todo indivisible y las contiene como si
cada una fuera un todo separado. Incluso con lo que existe solamente como
partes y fracciones obvias, la Mente establece esta ficcin de su ordinario
comercio en el sentido de que son cosas con las que puede tratar por separado
y no simplemente como aspectos de un todo. Pues, aun cuando sabe que en s
mismas no son cosas, est obligada a tratar con ellas como tales; de lo
contrario no podra someterlas a su propia actividad caracterstica. Es esta
esencial caracterstica de la Mente la que condiciona las actividades de todos
sus poderes operativos, ya sea concepcin, percepcin, sensacin o las
relaciones de su pensamiento creador. Concibe, percibe, siente las cosas como
si fuesen recortadas rgidamente a partir de un fondo o una masa, y las emplea
como unidades fijas del material dado a ella para creacin o posesin. Toda su
accin y disfrute trata as a los todos que forman parte de un todo mayor, y
estos todos subordinados nuevamente son fragmentados en partes que
tambin son tratadas como todos a los fines particulares que sirven. La Mente
puede dividir, multiplicar, sumar, restar, pero no puede traspasar los lmites de
esta matemtica. Si va ms all y procura concebir un todo real, se pierde en
un elemento extrao; cae de su propio suelo firme en el ocano de lo
intangible, en el abismo de lo infinito donde no puede percibir, concebir, sentir
ni tratar con lo que le es propio para creacin o disfrute. Pues si la Mente
parece a veces concebir, percibir, sentir o disfrutar con la posesin del infinito,
es slo en una semejanza y siempre en una figuracin del infinito. Lo que as
posee vagamente es simplemente una Vastedad amorfa y no el real infinito
inespacial. Tan pronto procura tratar con eso, poseerlo, de inmediato ingresa la
inalienable tendencia a la delimitacin y la Mente se halla nuevamente
manejando imgenes, formas y palabras. La Mente no puede poseer el infinito,
slo puede sufrirlo o ser poseda por l; slo puede yacer bienaventuradamente
desamparada bajo la luminosa sombra de lo Real, proyectada en ella desde los
planos de la existencia que estn ms all de su alcance. La posesin de lo
Infinito no puede llegar, a no ser por ascenso a aquellos planos supramentales,
ni el conocimiento de estos puede llegar, a no ser por una inerte sumisin de la
Mente a los mensajes descendentes de la Verdad-consciente Realidad.

113

Esta facultad esencial y la limitacin esencial que la acompaa son la verdad
de la Mente y fijan su naturaleza y accin, svabhava y svadharma; aqu est la
marca del divino mandato asignndole su oficio en la completa instrumentacin
de la suprema Maya, -(el oficio determinado por lo que est en su nacimiento
mismo desde la eterna auto-concepcin del Ser-en-s-existente)--. Ese oficio
consiste en traducir siempre la infinitud dentro de los trminos de lo finito,
medir, limitar, desmenuzar. Realmente hace esto en nuestra conciencia con
exclusin de todo el verdadero sentido del Infinito; por lo tanto la Mente es el
quid de la gran Ignorancia, pues es ella la que originalmente divide y distribuye,
e incluso ha sido confundida tomndola por causa del universo y por el todo de
la divina Maya. Mas la divina Maya comprehende a Vidya al igual que a Avidya,
al Conocimiento al igual que a la Ignorancia. Pues es evidente que, dado que lo
finito es solo una apariencia de lo Infinito, un resultado de su accin, un juego
de su concepcin, y no puede existir a no ser mediante l, en l, con l como
fondo, forma misma de esa materia y accin de esa fuerza, debe existir una
conciencia original que contenga y contemple a ambos al mismo tiempo y est
ntimamente consciente de todas las relaciones del uno con el otro. En esa
conciencia no hay ignorancia, porque lo infinito es conocido y lo finito no est
separado de l como realidad independiente; pero aun hay un subordinado
proceso de delimitacin, de otro modo ningn mundo podra existir, un
proceso por el que la siempre divisora y reunidora conciencia de la Mente, la
siempre divergente y convergente accin de la Vida y la infinitamente dividida y
auto-congregante sustancia de la Materia entran, --(todas por un nico acto
principal y original)--, en el ser fenomnico. Este proceso subordinado del
eterno Contemplador y Pensador, --(perfectamente luminoso, perfectamente
consciente de S Mismo y de todo, que conoce bien lo que l hace, consciente
de lo infinito en lo finito que l est creando)--, puede llamarse la Mente divina.
Y es obvio que debe ser una actividad subordinada y no realmente una
actividad separada de la Real-Idea, de la Supermente, y debe operar a travs
de lo que hemos descrito como el movimiento aprehendente de la Verdad-
conciencia.

Esa conciencia aprehendente, el Prajnana, asienta, como hemos visto, la
actividad del Todo indivisible, activo y formativo, como un proceso y objeto del
conocimiento creador ante la conciencia del mismo Todo, originativo y
cognoscente como el poseedor y testigo de su propia actividad, (algo as
como ve el poeta las creaciones de su propia conciencia situadas ante l como
si se tratase de cosas distintas al creador y su fuerza creadora, aunque en
realidad todo ese tiempo no sean ms que el juego de auto-formacin de su
propio ser en s mismo, y sean indivisibles de su creador)--. As Prajnana
efecta la divisin fundamental que lleva a todo el resto, la divisin de Purusha,
el alma consciente que conoce y ve y por su visin crea y ordena, y Prakriti, la
Fuerza-Alma o Naturaleza-Alma que es su conocimiento y su visin, su
creacin y su poder omni-ordenante. Ambos son un Ser, una existencia, y las
formas vistas y creadas son formas mltiples de ese Ser que estn ubicadas
por El como conocimiento ante El Mismo como conocedor y por El Mismo como
Fuerza ante El Mismo como Creador. La ltima accin de esta conciencia
aprehendente tiene lugar cuando el Purusha, --(que penetra la extensin
consciente de su ser, presente en cada punto de s al igual que en su totalidad,
habitando toda forma)--, contempla el todo como separadamente, desde cada
114

uno de los puntos que ha asumido; contempla y gobierna las relaciones de
cada alma-forma de s con otras almas-formas desde el punto de apoyo de la
voluntad y el conocimiento propios de cada forma en particular.

As llegan a ser los elementos de la divisin. Primero, el infinito del Uno se ha
traducido en una extensin en Tiempo y Espacio conceptuales; segundo, la
omnipresencia del Uno en esa extensin auto-consciente se traduce en una
multiplicidad del alma consciente, en los muchos Purushas del Sankhya;
tercero, la multiplicidad de las almas-formas se ha traducido en una dividida
habitacin de la extendida unidad. Esta dividida habitacin es inevitable desde
el momento que estos mltiples Purushas no habitan cada uno un mundo
separado del propio; ninguno de ellos posee una separada Prakriti
construyendo un universo separado, sino que ms bien todos disfrutan de la
misma Prakriti, -(como deben hacerlo, al ser slo alma-formas del Uno que
preside sobre las mltiples creaciones de Su poder), y tienen relaciones unos
con otros en el nico mundo del ser creado por la nica Prakriti. El Purusha se
identifica activamente en cada forma con cada uno; se delimita en eso y hace
resaltar sus otras formas frente a eso, en su conciencia, como si contuviese
sus otros seres-en-s (yoes) que son idnticos a l en el ser, pero diferentes en
la relacin, diferentes en la variada extensin, en el variado alcance de
movimiento y en la variada vista de la nica sustancia, fuerza, conciencia,
deleite que cada cual est realmente desplegando en un momento dado del
Tiempo o en un campo dado del Espacio. Admitido que en la Existencia divina,
perfectamente consciente de s, sta no es una limitacin obligatoria, una
identificacin a la que el alma llegue a esclavizarse y la cual no puede exceder
de como nosotros estamos esclavizados a nuestra auto-identificacin con el
cuerpo y resulte incapaz de exceder la limitacin de nuestro ego consciente,
incapaz de escapar de un particular movimiento de nuestra conciencia en el
Tiempo que determina nuestro particular campo en el Espacio; aceptado todo
esto, todava hay una libre identificacin, de tiempo en tiempo, que slo el
inalienable auto-conocimiento del alma divina impide que se fije en una
aparentemente rigurosa cadena de separacin y sucesin en el Tiempo tal
como aqulla en la que nuestra conciencia parece estar fijada y encadenada.

As el desmembramiento ya est all; la relacin de forma con forma como si
fuesen seres separados, de voluntad-de-ser con voluntad-de-ser como si
fuesen fuerzas separadas, de conocimiento-de-ser con conocimiento-de-ser
como si fuesen conciencias separadas, ya ha sido establecida. Se trata tan
solo de un como si, pues el alma divina no se engaa, es consciente de todo
como fenmeno del ser y mantiene el contenido de su existencia en la realidad
del ser; no pierde su unidad, usa la mente como accin subordinada del
conocimiento infinito, una definicin de cosas subordinadas a su conciencia de
lo infinito, una delimitacin dependiente de su conciencia de la totalidad
esencial (no esa aparente y plural totalidad de suma y agregacin colectiva
que es slo otro fenmeno de la Mente)--. As no hay limitacin real; el alma
usa su poder definidor para el juego de las correctamente-distinguidas formas y
fuerzas, y no es usada por ese poder.

Por lo tanto, se necesita un nuevo factor, una nueva accin de la fuerza
consciente para crear la operacin de una ment desamparadamente limitada
115

as como opuesta a una mente libremente limitante, (vale decir, de mente
sujeta a su propio juego y engaada por l como opuesta a la mente maestra
de su propio juego y examinndolo en su verdad, la mente de la criatura como
opuesta a la mente divina)--. Ese nuevo factor es Avidya, la auto-ignorante
facultad que separa la accin mental de la accin supramental que la origin y
que todava la gobierna detrs del velo. As separada, la Mente slo percibe lo
particular y no lo universal, o concibe slo lo particular en un no-posedo
universal y menos an ambos, particular y universal como fenmenos de lo
Infinito. De esa manera tenemos a la mente limitada que ve cada fenmeno
como una cosa-en-s-misma, parte separada de un todo que nuevamente
existe separadamente en un todo mayor, y as sucesivamente, agrandando
siempre sus agregados sin retroceder al sentido de una verdad infinita.

La Mente, al ser una accin del Infinito, desmiembra al igual que agrega ad
infinitum. Corta en pedazos al ser en todos, en todos cada vez ms pequeos,
en tomos y esos tomos en tomos primarios, hasta disolver, si es que puede,
el tomo primario en la nada. Pero no puede, porque detrs de la accin
divisora est el salvador conocimiento de lo supramental que conoce cada
todo, cada tomo, como solo una concentracin de la omni-fuerza, de la omni-
conciencia, del omni-ser en las fenomnicas formas de s mismo. La disolucin
del agregado dentro de una nada infinita a la que parece arribar la Mente, es
para la Supermente slo el retomo del auto-concentrador ser-consciente
partiendo desde su fenmeno adentro de su existencia infinita. Por cualquier
camino que siga su conciencia, por el de la divisin infinita o por el del
agrandamiento infinito, llega tan solo a s mismo, a su propia unidad infinita y
ser eterno. Y cuando la accin de la mente est conscientemente subordinada
a este conocimiento de la supermente, la verdad del proceso es tambin
conocida por ella y de ningn modo ignorada; no hay divisin real sino slo una
infinitamente mltiple concentracin en las formas del ser y en la disposicin de
la relacin de aquellas formas del ser una con otra, en las que la divisin es
una apariencia subordinada del proceso integral necesario para su Juego
espacial y temporal. Pues por ms que divida, descienda hasta el ms
infinitesimal tomo o forme el agregado ms monstruoso posible de mundos y
sistemas, por ningn proceso conseguir una cosa-en-s-misma; todo son
formas de una Fuerza que slo es real en s misma mientras el resto slo es
real como auto-imgenes o auto-formas manifestantes de la eterna Fuerza-
conciencia.

De dnde procede originalmente el limitador Avidya, la cada de la mente
desde la Supermente y la consiguiente idea de la divisin real? Con exactitud,
de qu deformacin de la actividad supramental? Procede del alma
individualizada que examina todo desde su propio punto de vista y excluye,
todos los dems; procede, vale decir, mediante una exclusiva concentracin de
la conciencia, una exclusiva auto-identificacin del alma con una particular
accin temporal y espacial que es slo parte de su propio juego del ser; parte
del ignorar el alma el hecho de que todos los otros son tambin ella misma, de
que toda otra accin es su propia accin y de que todos los otros estados del
ser y la conciencia son igualmente sus propios estados al igual que la accin
de un momento particular en el Tiempo y un particular punto de asiento en el
Espacio y la nica forma particular que al presente ocupa. Se concentra en el
116

momento, el campo, la forma y el movimiento de tal forma como para perder el
resto; entonces ha de recobrar el resto mediante la vinculacin uniendo la
sucesin de momentos, la sucesin de puntos del Espacio, la sucesin de
formas en el Tiempo y el Espacio y la sucesin de movimiento en el Tiempo y
el Espacio. As ha perdido la verdad de la indivisibilidad del Tiempo, la verdad
de la indivisibilidad de la Fuerza y de la Sustancia. Ha perdido de vista incluso
el hecho evidente de que todas las mentes son una sola Mente que toma
muchos puntos de asiento; que todas las vidas son una Vida que desarrolla
muchas corrientes de actividad; que todo cuerpo y forma son una sustancia de
la Fuerza y de la Conciencia que se concentra en mltiples estabilidades
aparentes de fuerza y conciencia; pero en verdad todas esta estabilidades son
realmente slo una constante espiral de movimiento que repite una forma
mientras se modifica otra; no son nada ms. Pues la Mente procura sujetar
todo dentro de formas rgidamente fijadas y aparentemente inmutables o
inmviles factores externos, pues de otra forma no puede actuar; entonces
piensa que obtuvo lo que quera: en realidad todo es un fluir de cambio y
renovacin, y no hay forma-en-s fija, ni inmutable factor externo. Slo la Real-
Idea eterna es firme y mantiene una cierta constancia ordenada de figuras y
relaciones en el fluir de las cosas, una constancia que la Mente procura
vanamente imitar atribuyendo fijeza a lo que siempre es inconstante. Estas son
las verdades que ha de redescubrir la Mente; las conoce todo el tiempo, mas
slo en el oscuro fondo de su conciencia, en la secreta luz de su auto-ser; y
esa luz es para ella una oscuridad debido a que ha creado la ignorancia,
debido a que se ha deslizado desde la mentalidad divisora en la mentalidad
dividida, debido a que ha llegado a envolverse en sus propias actividades y en
sus propias creaciones.

Esta ignorancia se ahonda ms en el hombre por su auto-identificacin con el
cuerpo. Para nosotros la mente parece determinada por el cuerpo, porque se
preocupa por l y se consagra a sus actividades fsicas que usa para su
superficial accin consciente en este denso mundo material. Empleando
constantemente esa operacin del cerebro y los nervios que ha desarrollado en
el curso de su propia evolucin en el cuerpo, est demasiado absorta en
observar qu recibe de esta maquinaria fsica como para ocuparse en
recobrarlo en beneficio de sus propias actividades puras; para ella stas son en
su mayora subconscientes. Todava podemos concebir una mente vital o ser
vital que haya ido ms all de la necesidad evolutiva de esta absorcin y sea
capaz de ver e incluso experimentar por s misma asumiendo cuerpo tras
cuerpo y no ser creada separadamente en cada cuerpo y terminando con l;
pues es slo la impresin fsica de la mente en la materia, slo la mentalidad
corporal que es creada de esa manera, no el ser mental todo. Esta mentalidad
corprea es meramente nuestra superficie de la mente, meramente el frente
que se presenta a la experiencia fsica. Detrs, incluso en nuestro ser terrestre,
hay esta otra mente (vital), subconsciente o subliminal para nosotros, que se
conoce a s misma tanto ms que al cuerpo y es capaz de una accin menos
materializada. A sta le debemos inmediatamente la mayor parte de la ms
grande, profunda y potente accin dinmica de nuestra mente superficial; sta,
cuando tomamos conciencia de ella o de su impresin en nosotros, es nuestra
idea primera o nuestra primera comprensin de un alma o ser interior, Purusha
.
117


Mas esta mentalidad vital tambin, aunque pueda librarse del error del cuerpo,
no nos libera de la totalidad del error de la mente; an est sujeta al original
acto de ignorancia por el que el alma individualizada considera todo desde su
punto de vista y puede apreciar la verdad de las cosas slo como se le
presentan de afuera o como surgen ante su vista desde su separada
conciencia temporal y espacial, formas y resultados de la experiencia pasada y
presente. No es consciente de sus otros seres-en-s (yoes) excepto por las
abiertas indicaciones que ellos dan a su existencia, indicaciones de
pensamiento comunicado, lenguaje, accin, resultado de las acciones, o ms
sutiles indicaciones no sentidos directamente por el ser fsico del impacto y
relacin vitales. Igualmente es ignorante de s; pues sabe de su ser-en-s (yo)
slo a travs de un movimiento en el Tiempo y de una sucesin de vidas en las
que ha usado sus variadamente corporizadas energas. As como nuestra
instrumental mente fsica tiene la ilusin del cuerpo, de igual manera esta
dinmica mente subconsciente (vital) tiene la ilusin de la vida. En eso est
absorta y concentrada, por eso est limitada, con eso identifica su ser. Aqu no
volvemos an al lugar de reunin de mente y supermente y al punto en el que
originalmente se separaron.

Pues hay todava una ms clara mentalidad reflectora detrs de la dinmica y
vital que es capaz de escapar de su absorcin en la vida y se contempla como
asumiendo vida y cuerpo a fin de proyectar en las activas relaciones de la
energa lo que percibe en la voluntad y el pensamiento. Es la fuente del puro
pensador que est en nosotros; es la que conoce la mentalidad en s y ve el
mundo no en los trminos de vida y cuerpo sino de mente; es la que , cuando
regresamos a ella, a veces confundimos con el espritu puro as como
confundimos la mente dinmica con el alma. Esta mente superior es capaz de
percibir y tratar con otras almas como otras formas de su puro ser-en-s (yo); es
capaz de sentirlas mediante puro impacto mental y comunicacin mental y no
ya solamente mediante el impacto vital y nervioso y la indicacin fsica; concibe
tambin una figura mental de la unidad, y en su actividad y en su voluntad
puede crear y poseer ms directamente no solo indirectamente como en la
ordinaria vida fsica y en otras mentes y vidas al igual que en la propia. Pero
aun as esta pura mentalidad no escapa del error original de la mente. Pues
todava es su separado ser-en-s mental al que convierte en juez, testigo y
centro del universo y a travs de l pugna slo por arribar a su propio Ser-en-s
(yo) y realidad superiores; todos los dems son otros agrupados en su torno:
cuando quiere estar libre, ha de retirarse de la vida y de la mente a fin de
desaparecer en la unidad real. Pues existe aun el velo creado por Avidya entre
la accin mental y la supramental; comunica una imagen de la Verdad, no la
Verdad misma.

Es slo cuando se rasga el velo y la mente dividida se entrega, silenciosa y
pasivamente, a la accin supramental, que la mente misma vuelve a la Verdad
de las cosas. All descubrimos una luminosa mentalidad reflectora, obediente e
instrumental para con la Real-Idea divina. All percibimos lo que el mundo es en
realidad; nos conocemos de todos los modos posibles a nosotros mismos en
los otros y como los otros, a los dems como nosotros y todo como el Uno-
universal y auto-multiplicado. Perdemos el rgidamente separado punto de vista
118

individual que es la fuente de toda limitacin y error. Adems, percibimos que
todo cuanto la ignorancia de la Mente tom por verdad era de hecho verdad,
pero verdad desviada, equivocada y falsamente concebida. Todava percibimos
la divisin, la individualizacin, la atmica creacin, mas las conocemos y nos
conocemos por lo que ellas y nosotros realmente somos. Y de esa manera
percibimos que la Mente era en realidad una accin e instrumentacin
subordinada de la Verdad-conciencia. En la medida en que no est separada
en la auto-experiencia de la envolvente Conciencia-Maestra y no procura
establecer un hogar para s, en la medida en que sirve pasivamente como una
instrumentacin y no intenta poseer en su propio beneficio, la Mente cumple
luminosamente su funcin que est en la Verdad de mantener las formas
aparte unas de las otras mediante una fenomnica y puramente formal
delimitacin de su actividad detrs de la cual la gobernante universalidad del
ser permanece consciente e intacta. Ha de recibir la verdad de las cosas y
distribuirla de acuerdo a la inequvoca percepcin de un Ojo y Voluntad
supremos y universales. Ha de sostener una individualizacin de activa
conciencia; deleite, fuerza y sustancia que deriva todo su poder, realidad y
dicha desde una inalienable universalidad que est detrs. Ha de cambiar la
multiplicidad del Uno en una aparente divisin mediante la cual las relaciones
se definen y mantienen a distancia una frente a otra de modo que puedan
encontrarse otra vez y juntarse. Ha de establecer el deleite de la separacin y
el contacto en medio de una eterna unidad e interpenetracin. Ha de capacitar
al Uno a proceder como si l fuese un individuo que trata con otros individuos
pero siempre en Su propia unidad, y esto es lo que el mundo es en realidad. La
mente es la operacin final de la aprehendente Verdad-conciencia que hace
posible todo esto, y lo que llamamos Ignorancia no crea una cosa nueva y una
absoluta falsedad sino solo que malinterpreta la Verdad. La Ignorancia es la
Mente que se separa en el conocimiento de su fuente de conocimiento y que
brinda una falsa rigidez y una equivocada apariencia de oposicin y conflicto al
armonioso juego de la suprema Verdad en su manifestacin universal.

El error fundamental de la mente es, entonces, esta cada desde el auto-
conocimiento por la que el alma individual concibe su individualidad como un
hecho separado en lugar de como una forma de Unidad, y se convierte en
centro de su propio universo en lugar de conocerse como nica concentracin
de lo universal. De ese error original todas sus ignorancias y limitaciones
particulares son resultados contingentes. Pues, al considerar el fluir de las
cosas slo como fluye sobre y a travs de s, efecta una limitacin del ser
desde la cual procede una limitacin de la conciencia y, por lo tanto de
conocimiento, una limitacin de conciencia, fuerza y voluntad y por tanto, de
poder; una limitacin de auto-disfrute y, por lo tanto, de deleite. Es consciente
de las cosas y slo las conoce como se presentan ante su individualidad y, por
lo tanto, cae en la ignorancia del resto y, por ende, en una errnea concepcin
incluso de lo que parece conocer: pues dado que todo ser es interdependiente,
el conocimiento, bien del todo o bien de la esencia es necesario para el
correcto conocimiento de la parte. De ah que exista un elemento de error en
todo conocimiento humano. De modo parecido, nuestra voluntad, ignorante del
resto de la omni-voluntad, debe caer en el error de actividad y en un mayor o
menor grado de incapacidad e impotencia; el auto-deleite y deleite de las cosas
perteneciente al alma, ignorantes de la omni-bienaventuranza y por defecto de
119

la voluntad y del conocimiento incapaces de dominar su mundo, deben caer en
la incapacidad del deleite posesivo y, por lo tanto, en el sufrimiento. La auto-
ignorancia es, por tanto, la raz de toda la perversidad de nuestra existencia, y
esa perversidad est fortificada en la auto-limitacin; el egosmo que es la
forma tomada por esa auto-ignorancia.

Con todo, toda la ignorancia y la perversidad son slo la deformacin de la
verdad y de la razn de las cosas, y no el juego de una falsedad absoluta. Es el
resultado de la Mente que examina las cosas en la divisin que efecta,
avidyayam antare, en lugar de examinarse junto con las divisiones como
instrumentacin y fenmeno del juego de la verdad de Sachchidananda. Si
vuelve a la verdad de la que cay, deviene nuevamente la accin final de la
Verdad-conciencia en su aprehensiva operacin, y las relaciones que ayuda a
crear en esa luz y poder sern relaciones de la Verdad y no de la perversidad.
Sern las cosas derechas y no torcidas, para usar la expresiva distincin de los
Rishis Vdicos, (Verdades, vale decir, del ser divino con su conciencia,
voluntad y deleite auto-posesivos movindose armnicamente en si mismo)--.
Ahora tenemos ms bien el movimiento tortuoso y zigzagueante de la mente y
la vida, las contorsiones creadas por la lucha del alma que olvid su verdadero
ser en pro de encontrarlo nuevamente, en pro de resolver todo error volviendo
dentro de la verdad, los cuales ambos, --(nuestra verdad y nuestro error)--, son
nuestro correcto y nuestro equivocado limite o distorsin; toda la incapacidad
dentro de la fuerza los cuales ambos, --(nuestro poder y nuestra debilidad)--,
son una lucha de fuerza por asir; todo sufrimiento dentro del deleite, los cuales
ambos, --(nuestra dicha y nuestra pena)-- son un convulsivo esfuerzo de
sensacin por realizar; toda muerte dentro de la inmortalidad hacia la cual
ambos, --(nuestra vida y nuestra muerte)-- son un constante esfuerzo del ser
por retornar.



Captulo XIX - Vida

La energa prnica es la vida de las criaturas; por eso se dice que es el
principio universal de la vida.
Taittiriya Upanishah



Percibimos, entonces, lo que la Mente es en su origen divino y como se
relaciona con la Verdad-conciencia, (la Mente, el ms elevado de los tres
principios inferiores que constituyen la existencia humana)--. Es una accin
especial de la conciencia divina, o ms bien la trenza final de su creadora
accin total. Capacita al Purusha para mantener separadas las relaciones de
las diferentes formas y fuerzas de s mismo, una con respecto a la otra; crea
las diferencias fenomnicas que, para el alma individual cada de la Verdad-
conciencia, toman la apariencia de divisiones radicales, y esa perversin
original es progenitora de todas las perversiones resultantes, que nos
impresionan como contrarias dualidades y oposiciones propias de la vida del
Alma en la Ignorancia. Mas en la medida en que no est separada de la
120

Supermente, sostiene, no perversiones ni falsedades, sino la obra variada de la
Verdad universal.

La Mente aparece as como una creadora agencia csmica. Esta no es la
impresin que normalmente tenemos de nuestra mentalidad; ms bien la
consideramos en principio, como un rgano perceptivo, perceptivo de las cosas
ya creadas por la Fuerza que trabaja en la Materia, y el nico originar que le
permitimos es una creacin secundaria de nuevas formas combinadas de las
ya desarrolladas por la Fuerza en la Materia. Mas el conocimiento que ahora
recuperamos, auxiliados por los ltimos descubrimientos de la Ciencia,
empieza a demostrarnos que, en esta Fuerza y en esta Materia, hay una Mente
subconsciente trabajando que es ciertamente responsable de su propio
emerger, primero en las formas de la vida y luego en las formas de la mente
misma; primero en la conciencia nerviosa de la vida-de-la-planta y del animal
primitivo, luego en la mentalidad siempre-en-desarrollo del animal evolucionado
y del hombre. Y as como hemos ya descubierto que la Materia es solo
sustancia-forma de la Fuerza, de igual manera descubriremos que la Fuerza
material es solo energa-forma de la Mente. La fuerza material es, de hecho,
una operacin subconsciente de la Voluntad; la Voluntad que trabaja en
nosotros en lo que parece ser luz, aunque en verdad no es ms que media-luz,
y la Fuerza material que trabaja en lo que a nosotros nos parece ser una
tiniebla de in-inteligencia, son en realidad y en esencia la misma, tal como el
pensamiento materialista siempre instintivamente ha sentido dado el
equivocado o inferior final de las cosas en esta concepcin, y como el
conocimiento espiritual que trabaja desde la cima hace mucho tiempo
descubri. Por lo tanto, podemos decir que es una subconsciente Mente o
Inteligencia que, manifestando la Fuerza como su poder-directriz, su
Naturaleza ejecutiva, su Prakriti, ha creado este mundo material.

Mas dado que, como ahora hemos descubierto, la Mente no es una entidad
independiente y original sino slo una operacin final de la Verdad-conciencia o
Supermente, por lo tanto, dondequiera est la Mente, all debe estar la
Supermente. La Supermente o la Verdad-conciencia es la real agencia
creadora de la Existencia universal. Incluso cuando la Mente est en su propia
conciencia oscurecida, separada de su fuente, ese movimiento mayor est
siempre en las actividades de la Mente, forzndolas a preservar su correcta
relacin, evolucionando de ellas los resultados inevitables que portan en s
mismas, produciendo el rbol correcto a partir de la correcta semilla, ella
compele tambin las operaciones de una cosa tan densa, inerte y oscurecida
como la Fuerza material para resultar en un mundo de Ley, orden y correcta
relacin no de cambiante azar y caos. Obviamente, este orden y relacin
correcta solo puede ser relativo y no el supremo orden y la suprema exactitud
que reinara si la Mente no estuviese en su propia Conciencia separada de la
Supermente; es una disposicin, un orden de los resultados correcto y
apropiado a la accin de la Mente divisora y su creacin de oposiciones
separativas, sus duales lados contrarios de la Verdad nica. La Conciencia
Divina, habiendo concebido y puesto en actividad, la Idea de esta dual o
dividida representacin de S, deduce de ella en la real-idea y extrae
prcticamente de ella en la sustancia de la vida, mediante la gobernante accin
de la completa Verdad-conciencia que est detrs de ella, su propia verdad
121

inferior o resultado inevitable de la variada relacin. Para esto est en el mundo
la naturaleza de la Ley o de la Verdad que es la precisa actividad o extraccin
de lo que est contenido en el ser, implcito en la esencia y naturaleza de la
cosa misma, latente en su auto-ser y auto-ley, svabhava y svadharma, tal como
los ve el Conocimiento Divino. Para usar una de esas maravillosas formulas del
Upanishad que contiene un mundo de conocimiento en pocas reveladoras
palabras, es el Autoexistente quien, --como vidente y pensador presente en el
devenir por doquier --, ha dispuesto en S todas las cosas correctamente desde
eternos aos de acuerdo a la verdad de lo que son.

Consecuentemente, el triple mundo en que vivimos, el mundo de Mente-Vida-
Cuerpo es triple solamente en su presente estado de evolucin. La vida
envuelta en la Materia ha emergido en la forma de pensar y en la mentalidad
de la vida consciente. Pero con la Mente, envuelta en ella y por lo tanto en la
Vida y en la Materia, est la Supermente, que es el origen y la rectora de las
otras tres, y sta tambin debe emerger. Buscamos una inteligencia en la raz
del mundo, porque la inteligencia es el supremo principio del que tenemos
conocimiento y que nos parece gobernar y explicar toda nuestra propia accin
y creacin y, por lo tanto, si existe una Conciencia en el universo, presumimos
que debe ser una Inteligencia, una Conciencia mental. Mas la inteligencia slo
percibe, refleja y usa, dentro de la medida de su capacidad, la obra de una
Verdad del ser superior a ella; el poder que est detrs de esas obras debe,
por lo tanto, ser otra forma superior de la Conciencia apropiada a esa Verdad.
De modo acorde, hemos de enmendar nuestro concepto y afirmar que ha
creado este universo material, no una Mente o Inteligencia subconsciente, sino
una envuelta Supermente que pone a la Mente delante de s como la inmediata
forma especial de su conocimiento-voluntad subconsciente en la Fuerza, y usa
la material Fuerza o Voluntad subconscientes en la sustancia del ser como su
Naturaleza ejecutiva o Prakriti.

Pero vemos que aqu la Mente est manifestada en una especializacin de la
Fuerza a la que damos el nombre de Vida. Qu es entonces la Vida? Y qu
relacin tiene con la Supermente, con esta suprema trinidad de
Sachchidananda activo en la creacin por medio de la Real-Idea o Verdad-
conciencia? Desde qu principio en la Trinidad toma su nacimiento? O por
qu necesidad, divina o no-divina, de la Verdad o de la ilusin, viene a ser? La
Vida es un mal, hace resonar a travs de los siglos el antiguo grito, una ilusin,
un delirio, una locura de la que tenemos que huir hacia el reposo del ser eterno.
Es as? Y por qu entonces es as? Por qu el Eterno infligi
caprichosamente este mal, trajo este delirio o locura sobre S o sobre las
criaturas que alcanzaron el ser por Su terrible Maya omni-engaosa? O es
ms bien algn principio divino que se expresa as, algn poder del Deleite del
ser eterno que ha de expresarse y, de esa manera, se ha proyectado dentro del
Tiempo y el Espacio en esta constante erupcin de millones y millones de
formas de vida que pueblan los incontables mundos del universo?

Cuando estudiamos esta Vida como se manifiesta en la Tierra con la Materia
como base, observamos que esencialmente es una forma de la csmica
Energa nica, un movimiento o corriente dinmica de energa positiva y
negativa, un constante acto o juego de la Fuerza que construye formas, las
122

dinamiza mediante una continua corriente de estimulacin y las mantiene
mediante un incesante proceso de desintegracin y renovacin de su
sustancia. Esto tendera a demostrar que la distincin natural que hacemos
entre la muerte y la vida es un error de nuestra mentalidad, una de esas falsas
oposiciones, --(falsas para la verdad interior aunque vlidas en la superficial
experiencia prctica)--, que, engaada por las apariencias, constantemente se
introduce en la unidad universal. La muerte carece de realidad excepto como
un proceso de la vida. Desintegracin de sustancia y renovacin de sustancia,
mantenimiento de forma y cambio de forma, son los procesos constantes de la
vida, la muerte es simplemente una desintegracin rpida sometida a la
necesidad de la vida de cambio y variacin de la experiencia en la forma.
Incluso en la muerte del cuerpo no hay cesacin de Vida, slo se interrumpe lo
material de una forma de vida para servir como material a otras formas de vida.
De modo parecido, podemos estar seguros, en la uniforme ley de la
Naturaleza, que si hay en la forma corporal una energa mental o psquica, esa
tampoco es destruida sino slo interrumpida en una forma para asumir otras
mediante algn proceso de metempsicosis o nueva animacin en otro cuerpo.
Todo se renueva, nada perece.

Podra afirmarse como una consecuencia que hay una Vida omni-penetrante o
energa dinmica, (el aspecto material es slo su ms externo movimiento)--,
que crea todas estas formas del universo fsico, Vida imperecedera y eterna
que, incluso si se aboliese por completo la figura del universo, seguira todava
existiendo y podra producir un nuevo universo en su lugar, y que debe en
verdad, --(a menos que sea replegada a un estado de reposo por algn Poder
superior o que se retrajese)--, seguir inevitablemente creando. En ese caso la
Vida no es nada ms que la Fuerza que construye, mantiene y destruye las
formas en el mundo; es la Vida que se manifiesta en la forma de la tierra as
como en la planta que crece sobre la tierra y los animales que sostienen su
existencia devorando la fuerza-vital de la planta o de otro animal. Toda la
existencia es aqu Vida universal que toma la forma de Materia. Podra, para
esa finalidad, esconder el proceso-vital en el proceso fsico antes de emerger
como sensibilidad sub-mental y vitalidad mentalizada, pero aun sera por
completo el mismo creador principio-de-Vida.

Se dir, sin embargo, que esto no es lo que conocemos como vida; llamamos
vida a un particular resultado de la fuerza universal con la que estamos
familiarizados y que se manifiesta slo en el animal y en la planta, pero no en el
metal, la piedra, el gas; opera en la clula animal pero no en el puro tomo
fsico. Debemos, por lo tanto, a fin de estar seguros en nuestro terreno,
examinar en qu consiste precisamente este particular resultado del juego de la
Fuerza que llamamos vida y cmo difiere de ese otro resultado del juego de la
Fuerza en las cosas inanimadas que, segn decimos, no es la vida. Al mismo
tiempo vemos que aqu en la tierra hay tres reinos del juego de la Fuerza: el
reino animal de la antigua clasificacin al cual pertenecemos; el vegetal; y por
ltimo el simple material vaco, segn estimamos, de vida. Cmo difiere la
vida en nosotros de la vida de la planta, y la vida de la planta de la no-vida,
digamos, del metal, el reino mineral de la vieja fraseologa, o de ese nuevo
reino qumico que la Ciencia ha descubierto?

123

Ordinariamente, cuando hablamos de vida, nos referimos a la vida animal, la
que se mueve, respira, come, siente, desea, y, si hablamos de la vida de las
plantas, fue casi como una metfora ms que como realidad, pues la vida
vegetal fue considerada como un proceso puramente material ms bien que
como fenmeno biolgico. Especialmente hemos asociado la vida con la
respiracin; la respiracin es vida, se dice en todo idioma, y la frmula es cierta
si cambiamos nuestro concepto de lo que queremos decir con Aliento de Vida.
Pero es evidente que la mocin o locomocin espontneas, respirar, comer,
son slo procesos de la vida y no la vida misma; son medios para la generacin
o liberacin de esa energa constantemente estimulante que es nuestra
vitalidad, y para ese proceso de desintegracin y renovacin por la que
sostiene nuestra propia existencia sustancial; mas estos procesos de nuestra
vitalidad pueden mantenerse de modos distintos a nuestra respiracin y
nuestros medios de sustento. Es un hecho probado que incluso la vida humana
puede mantenerse en el cuerpo, con plena conciencia, habindose suspendido
temporalmente la respiracin, el latido del corazn y otras condiciones que
antes se consideraban esenciales. Y se han planteado nuevas evidencias de
fenmenos estableciendo que la planta, a la que todava negamos cualquier
reaccin consciente, tiene al menos vida fsica idntica a la nuestra e incluso
esencialmente organizada como la nuestra, aunque diferente en su aparente
organizacin. Si se prueba que esto es cierto, debemos barrer por completo
nuestros antiguos conceptos, fciles y falsos, yendo ms all de sntomas y
exterioridades, hasta llegar a la raz del asunto.

En algunos descubrimientos recientes que, si son aceptadas sus conclusiones,
deben arrojar una intensa luz sobre el problema de la Vida en la Materia, un
gran fsico indostan ha llamado la atencin sobre la respuesta al estimulo
como un signo infalible de la existencia de vida. En especial es el fenmeno de
la vida-vegetal el que result iluminado por sus datos e ilustrado en todas sus
sutiles funciones; pero no debemos olvidar que en el punto esencial afirm en
los metales al igual que en la planta, la misma prueba de vitalidad, la respuesta
al estimulo, el estado positivo de la vida y su estado negativo que llamamos
muerte. No ciertamente con la misma abundancia, no como para demostrar
una esencialmente idntica organizacin de la vida; pero es posible que si se
descubriesen instrumentos correcta y suficientemente ajustados y precisos se
descubriran ms puntos de semejanza entre la vida del metal y la de la planta,
e incluso si se probase no ser as, esto podra significar que la misma u otra
organizacin vital est ausente, pero los principios de vitalidad todava podran
estar all. Pero si la vida, aunque rudimentaria en sus sntomas, existe en el
metal, debe admitirse como presente, velada quizs, o bsica y elemental en la
tierra u otras existencias materiales afines al metal. Si podemos seguir ms
adelante nuestras investigaciones, no obligados a detenernos donde fracasen
nuestros medios inmediatos de investigacin, podemos estar seguros por
nuestra invariable experiencia de la Naturaleza que las investigaciones as
emprendidas nos probarn, al fin, que no hay interrupcin, ni rgida lnea
demarcatoria entre la tierra y el metal formado en ella, ni entre el metal y la
planta y, prosiguiendo ms adelante con la sntesis, que no hay ninguna
diferencia tampoco entre los elementos y tomos que constituyen la tierra o el
metal ni entre el metal o la tierra que ellos constituyen. Cada paso de esta
gradual existencia prepara el siguiente, mantiene en si lo que aparece en el
124

que sigue. La Vida est por doquier, secreta o manifiesta, organizada o
elemental, envuelta o evolucionada, pero universal, omni-penetrante,
imperecedera, difiriendo slo sus formas y organizaciones.

Debemos recordar que la respuesta fsica al estmulo es slo un signo externo
de la vida, as como lo son la respiracin y la locomocin en nosotros. El
experimentador aplica un estmulo excepcional y obtiene vvidas respuestas
que de inmediato podemos reconocer como ndices de vitalidad en el objeto del
experimento. Mas durante toda su existencia la planta est respondiendo
incesantemente a una constante masa de estimulacin de parte de su entorno;
vale decir, existe en ella una fuerza constantemente mantenida que es capaz
de responder a la aplicacin de la fuerza que llega desde su entorno. Se dice
que la idea de una fuerza vital en la planta u otro organismo vivo ha sido
destruida por estos experimentos. Pero cuando decimos que se ha aplicado un
estmulo a la planta, queremos decir que una energtica fuerza, una fuerza en
movimiento dinmico ha sido dirigida sobre ese objeto, y cuando decimos que
se obtiene una respuesta, queremos decir que una energtica fuerza capaz de
movimiento dinmico y de vibracin sensitiva responde al choque. Hay una
recepcin y replica vibrantes, al igual que una voluntad de crecer y ser,
indicativa de una organizacin sub-mental y vital-fsica de la conciencia-fuerza
oculta en la forma del ser. Entonces, el hecho parecera ser que as como hay
una constante energa dinmica en movimiento en el universo que toma
diversas formas materiales ms o menos sutiles o densas, de igual modo en
cada cuerpo u objeto fsico, planta, animal o metal, est almacenada y activa la
misma constante fuerza dinmica; un cierto intercambio de estas dos nos da
los fenmenos que asociamos con la idea de la vida. Esta es la accin que
reconocemos como accin de Energa-Vida y eso que es tan energtico para s
mismo es la Fuerza-Vida, La Energa-Mente, la Energa-Vida, la Energa
material, son diferentes dinamismos de una sola Fuerza-Mundo.

Aunque una forma nos parezca muerta, todava existe en ella esta fuerza en
potencialidad por ms que sus familiares operaciones de vitalidad estn
suspendidas y a punto de concluir permanentemente. Dentro de ciertos lmites,
lo que est muerto puede revivirse; las operaciones habituales, la respuesta, la
circulacin de la energa activa puede restaurarse; y esto prueba que lo que
llamamos vida est an en el cuerpo, latente, es decir, no activa en sus hbitos
usuales, sus hbitos de ordinario funcionamiento fsico, sus hbitos de juego y
respuesta nerviosos, sus hbitos en lo animal de la consciente respuesta
mental. Es difcil suponer que exista una entidad distinta llamada vida que haya
salido por completo del cuerpo y que vuelva otra vez a ste cuando siente -
cmo, dado que no hay nada que la conecte con el cuerpo? que alguien
est estimulando la forma. En ciertos casos, como en la catalepsia, vemos que
los externos signos y operaciones fsicas de la vida estn suspendidos, pero la
mentalidad est all auto-poseda y consciente aunque incapaz de compeler las
usuales respuestas fsicas. Ciertamente no se trata del hecho de que el hombre
est fsicamente muerto pero mentalmente vivo, o de que la vida haya
escapado del cuerpo mientras la mente todava lo habita, sino solo de que el
ordinario funcionamiento fsico est suspendido, mientras el mental est an
activo.

125

Asimismo, en ciertas formas de trance, estn suspendidas las funciones fsicas
y las mentales externas, pero despus retoman su actividad, en algunos casos
mediante estimulacin externa, y ms normalmente mediante un retorno
espontneo a la actividad desde dentro. Lo que realmente ha sucedido es que
la fuerza-mental superficial ha sido retirada dentro de la mente subconsciente y
la superficial fuerza-vital ha sido retirada tambin dentro de la vida sub-activa y,
o bien el hombre todo se ha deslizado dentro de la existencia subconsciente o
bien, ha retirado su vida externa a la existencia subconsciente mientras que su
ser interior ha sido elevado hasta dentro del super-consciente. Pero nuestro
punto capital consiste ahora en que la Fuerza, cualquiera que sea, que
mantiene la energa dinmica o vida en el cuerpo, ha suspendido ciertamente
sus operaciones externas pero an informa la organizada sustancia. Sin
embargo, llega un punto en el que ya no es posible restaurar las actividades
suspendidas; y esto ocurre cuando, o bien se ha infligido al cuerpo una lesin
tal que lo inutilice o incapacite para su funcionamiento habitual o bien, si no
media tal lesin, cuando empez el proceso de desintegracin, es decir,
cuando la Fuerza que debera renovar la accin-vital llega a ser por completo
inerte ante la presin de las fuerzas del entorno con cuya masa de estmulos
acostumbra mantener un constante intercambio. Incluso entonces existe Vida
en el cuerpo, pero una Vida que slo est ocupada en el proceso de
desintegrar la sustancia formada de modo que pueda escapar en sus
elementos y constituir con ellos nuevas formas. La Voluntad en la fuerza
universal que mantuvo la cohesin de la forma, ahora se retira de la
constitucin, y sostiene, en su lugar, un proceso de dispersin. Hasta ese
momento no tiene lugar la muerte real del cuerpo.

Entonces, la Vida es el juego dinmico de una Fuerza universal, una Fuerza en
la que la conciencia mental y la vitalidad nerviosa son, de alguna forma o, al
menos en su principio, siempre inherentes y por lo tanto se presentan y
organizan en nuestro mundo en las formas de la Materia. El juego-vital de esta
Fuerza se manifiesta como un intercambio de estimulacin y respuesta a la
estimulacin entre las diferentes formas que ha construido y en las que
mantiene su constante pulso dinmico; cada forma absorbe constantemente y
emite nuevamente el hlito y la energa de la Fuerza comn; cada forma se
alimenta con eso y se nutre con eso por variados medios, ya sea
indirectamente absorbiendo de otras formas en las que est almacenada la
energa o bien directamente absorbiendo las descargas dinmicas que recibe
del exterior. Todo esto es el juego de la Vida; pero principalmente lo
reconocemos donde la organizacin de l nos es suficiente para que
percibamos sus movimientos ms externos y complejos, y especialmente
donde participa del tipo nervioso de energa vital que pertenece a nuestra
propia organizacin. Es por esta razn que estamos prestos a admitir la vida en
la planta porque hay evidentes fenmenos de vida, (y esto llega a ser ms
fcil todava si puede demostrarse que manifiesta sntomas de nerviosidad y
tiene un sistema vital no muy diferente del nuestro), pero no queremos
reconocerla en el metal, en la tierra y en el tomo qumico donde estos
desarrollos fenomnicos pueden detectarse con dificultad o aparentemente no
existir.

126

Existe alguna justificacin para elevar esta distincin a una diferencia
esencial? Cul es, por ejemplo, la diferencia entre la vida en nosotros y la vida
en la planta? Apreciamos que difieren, primero, en nuestra posesin del poder
de locomocin que nada tiene que ver, evidentemente, con la esencia de la
vitalidad, y segundo, en nuestra posesin de la sensacin consciente que, por
lo que hasta ahora conocemos, aun no esta evolucionada en la planta.
Nuestras respuestas nerviosas se acompaan en gran medida, aunque de
ningn modo siempre ni en su totalidad, de la respuesta mental de la sensacin
consciente; ellas tienen un valor para la mente al igual que para el sistema
nervioso y para el cuerpo agitado por la accin nerviosa. En la planta parecera
que hay sntomas de sensacin nerviosa, incluidos los que en nosotros se
traduciran como placer y dolor, vigilia y sueo, exaltacin, embotamiento y
fatiga, y el cuerpo est agitado interiormente por la accin nerviosa, mas no
hay signo de la real presencia de sensacin mentalmente consciente. Mas la
sensacin es mentalmente consciente o vitalmente sensitiva, y es una forma de
la conciencia. Cuando la planta sensitiva se sobrecoge ante un contacto parece
que es afectada nerviosamente, que algo en ella no gusta de ese contacto y
procura apartarse de l; hay, en una palabra, una sensacin subconsciente en
la planta, tal como hay, ya lo hemos visto, operaciones subconscientes de la
misma clase en nosotros. En el sistema humano es muy posible traer a la
superficie estas percepciones y sensaciones subconscientes mucho despus
de haber sucedido y haber cesado de afectar el sistema nervioso; y una
siempre creciente masa de evidencias ha establecido irrefutablemente la
existencia de una mentalidad subconsciente en nosotros, mucho ms vasta
que la consciente. El mero hecho de que la planta carezca de mente
superficialmente vigilante que pueda despertarse para evaluar sus sensaciones
subconscientes, no crea diferencia a la identidad esencial de los fenmenos.
Siendo los fenmenos los mismos, la cosa que manifiestan debe ser la misma,
y esa cosa es una mente subconsciente. Y es muy posible que exista una ms
rudimentaria operacin vital del subconsciente sentido-mente en el metal,
aunque en el metal no exista agitacin corporal correspondiente a la respuesta
nerviosa; mas la ausencia de agitacin corporal no crea una diferencia esencial
para la presencia de vitalidad en el metal as como la ausencia de locomocin
corporal no crea una diferencia esencial para la presencia de vitalidad en la
planta.

Qu sucede cuando lo consciente se convierte en subconsciente en el cuerpo
o lo subconsciente se torna consciente? La diferencia real estriba en la
absorcin de la energa consciente en parte de su trabajo, en su concentracin
ms o menos exclusiva. En ciertas formas de concentracin, lo que llamamos
la mentalidad, vale decir, el Prajnana o conciencia aprehensiva cesa, casi o por
completo, de actuar conscientemente; con todo la actividad del cuerpo, de los
nervios y del sentido-mente continua constante y perfecta, pero sin ser notada;
todo se ha tornado subconsciente y la mente est luminosamente activa slo
en una actividad o cadena de actividades. Cuando escribo, el acto fsico de
escribir es hecho, en su mayor parte y a veces por completo, por la mente
subconsciente; el cuerpo efecta, inconscientemente, segn decimos, ciertos
movimientos nerviosos; la mente est despierta slo para el pensamiento con
l que est ocupada. El hombre todo puede ciertamente hundirse en el
subconsciente; con todo, los movimientos habituales que implican la accin de
127

la mente pueden continuar, como en muchos fenmenos de sueo; o dicho
hombre puede elevarse al super-consciente y an as, estar activo con la
mente subliminal en el cuerpo, como en ciertos fenmenos de samadhi o
trance yguico. Es evidente, entonces, que la diferencia entre la sensacin de
la planta y nuestra sensacin estriba simplemente en que en la planta la Fuerza
consciente que se manifiesta en el universo aun no emergi del todo desde el
sueo de la Materia, desde la absorcin que divide por entero la Fuerza
trabajadora de su fuente de trabajo en el conocimiento super-consciente, y por
lo tanto hace subconscientemente lo que har conscientemente cuando emerja
en el hombre desde su absorcin y empiece a despertar, aunque an
indirectamente, a su conocimiento-yo. Realiza exactamente las mismas cosas
pero de modo distinto y con un diferente valor en trminos de conciencia.

Est llegando a ser posible ahora concebir que en el mismsimo tomo hay
algo que llega a ser en nosotros una voluntad y un deseo, hay una atraccin y
repulsin que, aunque fenomnicamente distintas, son en esencia la misma
cosa que gusto y disgusto en nosotros mismos, pero son, como decimos,
inconscientes o subconscientes. Esta esencia de voluntad y deseo es evidente
por doquier en la Naturaleza y, aunque esto aun no est suficientemente
contemplado, voluntad y deseo estn asociados ciertamente con la expresin
de un sentido e inteligencia subconscientes, o si se prefiere, inconscientes o
bastante involucionados que estn, igualmente, extendidos. Presente en cada
tomo de Materia, todo esto est necesariamente presente en cada cosa
formada por la agregacin de aquellos tomos; y estn presentes en el tomo
porque estn presentes en la Fuerza que construye y constituye al tomo. Esa
Fuerza es fundamentalmente el Chit-Tapas o Chit-Shakti del Vedanta,
conciencia-fuerza, inherente fuerza consciente del ser-consciente, que se
manifiesta como energa nerviosa plena de sensacin submental en la planta;
como deseo-sentido y deseo-voluntad en las formas animales primarias; como
sentido auto-consciente y fuerza en el animal desarrollado; como voluntad y
conocimiento mentales coronando todo el resto en el hombre. La Vida es una
escala de la Energa universal en la que se dirige la transicin desde
inconciencia a conciencia; es un poder intermedio de ella, latente o sumergido
en la Materia, liberada por su propia fuerza en el ser submental, liberada
finalmente por el emerger de la Mente en la plena posibilidad de su dinmica.

Aparte de todas las otras consideraciones, esta conclusin se impone corno
necesidad lgica si observamos incluso el proceso superficial del emerger a la
luz del tema evolutivo. Es evidente en s mismo que la Vida en la planta,
aunque organizada de modo distinto que en el animal, es con todo el mismo
poder, sealado por nacimiento, crecimiento y muerte, propagacin mediante
semilla, muerte por decadencia, enfermedad o violencia, mantenimiento por
absorcin de elementos nutricios del exterior, dependencia de la luz y el calor,
productividad y esterilidad, incluso estados de sueo y vigilia, energa y
depresin del dinamismo-vital, paso desde la infancia a la madurez y vejez; la
planta contiene, adems, las esencias de la fuerza de la vida y es, por lo tanto,
alimento natural de las existencias animales. Si se acepta que tiene sistema
nervioso y reacciones ante los estmulos, es decir, un principio o corriente
subyacente de sensaciones submentales o puramente vitales, la identidad se
torna ms prxima; pero aun queda evidentemente una etapa de evolucin vital
128

intermedia entre la existencia animal y la Materia "inanimada". Esto es
precisamente lo que debe esperarse si la Vida es una fuerza evolucionando a
partir de la Materia y culminando en la Mente, y, si es eso, entonces estamos
obligados a suponer que ya existe en la Materia misma sumergida o latente en
la subconciencia o inconsciencia materiales. Porque de dnde ms puede
emerger? La evolucin de la Vida en la materia supone una previa involucin
de ella all, a no ser que supongamos que sea una nueva creacin
mgicamente e inexplicablemente introducida en la Naturaleza. Si es eso, debe
ser una creacin a partir de la nada o un resultado de operaciones materiales
que no se explica para nada por las operaciones mismas o por cualquier
elemento de ellas que sean de naturaleza afn; o, concebiblemente, puede ser
un descenso desde algn plano suprafsico por encima del universo material.
Las dos primeras suposiciones pueden descartarse como concepciones
arbitrarias; la ultima explicacin es posible y bastante concebible, y conforme a
la visin oculta de las cosas es cierto que, una presin desde algn plano de la
Vida por encima del universo material, ha ayudado al afloramiento de la vida
aqu. Pero esto no excluye el origen de la vida desde la Materia misma como
movimiento primario y necesario; pues la existencia de un mundo-Vital o plano-
Vital por encima del material no conduce de por si al emerger de la Vida en la
materia, a no ser que el plano-Vital exista como etapa formativa en un
descenso del Ser a travs de diversos grados o poderes de si dentro de la
Inconsciencia con el resultado de una involucin de si con todos estos poderes
en la Materia para una evolucin y emerger posteriores. Que los signos de esta
vida sumergida sean posibles de descubrir, --(desorganizados o rudimentarios)-
-, en las cosas materiales, o tales signos no existan porque esta Vida
involucionada se halla en pleno sueo, no es cuestin de capital importancia.
La Energa material que agrega, forma y desagrega es el mismo Poder en otro
grado de s que esa Energa-Vital que se expresa en el nacimiento, el
crecimiento y la muerte, as como mediante su realizacin de las obras de la
Inteligencia en una subconciencia sonmbula se delata como el mismo Poder
que en otro grado alcanza el estado de la Mente; su carcter mismo demuestra
que contiene en si, --(aunque no todava en sus caractersticos organizacin o
proceso)--, los an no liberados poderes de la Mente y la Vida.

La Vida entonces se revela como esencialmente la misma por doquier, desde
el tomo hasta el hombre; el tomo conteniendo el material y el movimiento
subconscientes del ser que se liberan en la conciencia en el animal, con la vida
vegetal en una etapa intermedia de la evolucin. La Vida es realmente una
operacin universal de la Fuerza-Consciente que acta subconscientemente
sobre y en la Materia; es la operacin que crea, mantiene, destruye y recrea
formas o cuerpos, y procura, --(mediante el juego de la fuerza-nerviosa, es
decir, mediante corrientes de intercambio de estimulante energa)--, despertar
la sensacin consciente en esos cuerpos. En esta operacin hay tres etapas; la
inferior es aquella en la que la vibracin est aun en el sueo de la Materia,
enteramente subconsciente de modo que parece totalmente mecnica; la etapa
media es aquella en la que llega a ser capaz de una respuesta todava
submental pero en el linde de lo que conocemos como conciencia; la superior
es aquella en la que la vida desarrolla la mentalidad consciente en forma de
sensacin mentalmente perceptible que en esta transicin llega a ser la base
del desarrollo del sentido-mente y de la inteligencia. Es en la etapa media
129

donde captamos la idea de la Vida como distinta de la Materia y la Mente, pero
en realidad es la misma en todas las etapas y siempre un trmino medio entre
Mente y Materia, un trmino constituyente en la ltima e instintivo en la primera.
Es una operacin de la Fuerza-Consciente que no es la mera formacin de
sustancia ni la operacin de la mente con sustancia y forma como su objeto de
aprehensin; es ms bien un desarrollo-energtico del ser consciente que es
causa y soporte de la formacin de sustancia, y fuente intermedia y soporte de
la aprehensin mental consciente. La Vida, con esta intermedio desarrollo-
energtico del ser consciente, pone en accin y reaccin sensitivas una forma
de fuerza creadora de la existencia que estuvo trabajando subconscientemente
o inconscientemente, absorta en su propia sustancia; sostiene y libera en la
accin, la aprehensiva conciencia de la existencia llamada mente y le da una
dinmica instrumentacin de modo que pueda trabajar no solo en sus propias
formas sino tambin en las formas de la vida y la materia; conecta tambin, y
sostiene, como trmino medio entre ellas, el mutuo comercio de ambas, de
mente y materia. Con este medio de comercio la Vida provee en las continuas
corrientes de su pulsante nervio-energa llevando fuerza de la forma como una
sensacin para modificar a la Mente, y traer de vuelta fuerza de la Mente como
voluntad de modificar la Materia. Por lo tanto, esta nervio-energa es lo que
queremos representar usualmente cuando hablamos de Vida; es el Prana o
fuerza-Vital del sistema indio. Pero nervio-energa es solo la forma que toma en
el ser animal; la misma energa Prnica est presente en todas las formas
hasta llegar al tomo, dado que por doquier es la misma en esencia y por
doquier es la misma operacin de la Fuerza-Consciente, (Fuerza que
sostiene y modifica la existencia sustancial de sus propias formas, Fuerza con
sentido y mente secretamente activos pero, en principio, envueltos en la forma
y preparndose para emerger hasta finalmente hacerlo desde su involucin)--.
Este es el significado completo de la Vida omnipresente que ha manifestado y
habita el universo material.



Captulo XX - Muerte, Deseo e Incapacidad

En el principio, todo estaba cubierto por el Hambre que es la Muerte; la Mente
hizo eso por ella misma de modo que pudiera alcanzar la posesin del ser-en-
s.
Brihadaranyaka Upanishad

Este es el Poder descubierto por el mortal que tiene la multitud de sus deseos
de modo tal que pueda sostener todas las cosas; prueba el sabor de todos los
alimentos y construye una casa para el ser.
Rig Veda



En nuestro ltimo capitulo hemos considerado la Vida desde el punto de vista
de la existencia material, y la apariencia y actividad del principio vital en la
Materia, y hemos razonado partiendo de los datos que ofrece esta evolutiva
existencia terrestre. Pero es evidente que dondequiera pueda aparecer y como
130

quiera pueda trabajar, bajo cualquier condicin, el principio general debe ser el
mismo por doquier. La Vida es la Fuerza universal que trabaja de tal modo para
crear, dinamizar, mantener y modificar, incluso hasta el punto de disolver y
reconstruir las formas sustanciales con el juego e intercambio mutuos de una
energa abierta o secretamente consciente como su carcter fundamental. En
el mundo material que habitamos la Mente est envuelta y subconsciente en la
Vida, as como la Supermente est envuelta y subconsciente en la Mente, y
este instinto Vital con una envuelta Mente subconsciente est, a su vez,
envuelto en la Materia. Por lo tanto, la Materia es aqu la base y el principio
aparente; en el lenguaje de los Upanishads, Prithivi, el principio-Tierra, es
nuestro fundamento. El universo material parte del tomo formal sobrecargado
de energa, imbuido de la informe materia de un subconsciente deseo, voluntad
e inteligencia. A partir de esta Materia aparente la Vida se manifiesta, y libera a
partir de s misma, por medio del cuerpo viviente, a la Mente que contiene
aprisionada dentro de ella; la Mente, asimismo, todava ha de liberar a partir de
s, a la Supermente oculta en sus actividades. Pero podemos concebir un
mundo constituido de otro modo, en el que la Mente no est envuelta al
principio sino que use conscientemente su innata energa para crear originales
formas de sustancia y que no sea, como aqu, slo subconsciente al comienzo.
Aunque la actividad de un mundo as sera muy diferente del nuestro, el
vehculo intermedio de la operacin de esa energa sera siempre la Vida. La
cosa en s sera la misma incluso si el proceso fuera enteramente invertido.

Mas entonces se nos muestra de inmediato que as como la Mente es slo una
operacin final de la Supermente, de igual manera la Vida es slo una
operacin final de la Conciencia-Fuerza de la cual la Real-Idea es la forma
determinativa y el agente creador. La Conciencia que es Fuerza, es la
naturaleza del Ser y este Ser consciente, manifestado como un creador
Conocimiento-Voluntad, es la Real-Idea o Supermente. El Conocimiento-
Voluntad supramental es la Conciencia-Fuerza que se hace operativa para la
creacin de formas del ser unido en una ordenada armona a la que damos el
nombre de mundo o universo; de esa manera tambin la Mente y la Vida son la
misma Conciencia-Fuerza, el mismo Conocimiento-Voluntad, pero operando
para el mantenimiento de formas distintamente individuales en una suerte de
demarcacin, oposicin e intercambio en los que el alma, en cada forma del
ser, estructura su vida y mente propias como si estuvieran separadas de los
dems, aunque de hecho nunca estn separadas sino que son el juego de la
nica Alma, Mente, Vida en diferentes formas de su singular realidad. En otras
palabras, as como la Mente es la individualizadora operacin final de la omni-
comprehensiva y omni-aprehendente Supermente, es decir, el proceso por el
que su conciencia acta individualizada en cada forma desde el punto de
asiento propio de ella y con las relaciones csmicas que proceden desde ese
punto de asiento, de igual manera la Vida es la operacin final por la que la
Fuerza del Ser-Consciente, actuando a travs de la omni-posesora y omni-
creadora Voluntad de la Supermente universal, mantiene e infunde energa,
constituye y reconstituye formas individuales, y acta en ellas como la base de
todas las actividades del alma as encarnada. La vida es la energa del Divino
generndose continuamente en las formas como en una dnamo y no slo
jugando con la resultante batera de sus impactos en las circundantes formas
de cosas sino tambin, a su vez, recibiendo ella misma los impactos
131

procedentes de toda vida en derredor en la medida en que se esparcen y
penetran la forma desde el exterior, desde el universo circundante.

En esta visin, la Vida se presenta como forma de energa de la conciencia
intermediaria y apropiada a la accin de la Mente en la Materia; en un sentido,
puede decirse que es un enrgico aspecto de la Mente cuando crea y se
relaciona no ya solo a ideas sino a mociones de fuerza y a formas de
sustancia. Pero inmediatamente debe aadirse que as como la Mente no es
una entidad separada, sino que tiene toda la Supermente detrs y es la
Supermente la que crea con la Mente slo como su individualizadora operacin
final, de igual modo la Vida tampoco es una entidad o movimiento separados,
pues tiene toda la Conciencia-Fuerza detrs de ella en todas sus actividades y
esa es la nica Conciencia-Fuerza que existe y acta en las cosas creadas. La
Vida es slo su final operacin intermedia entre la Mente y el Cuerpo. Todo lo
que decimos de la Vida debe, por lo tanto, ajustarse a las calificaciones que se
suscitan de esta dependencia. En realidad no conocemos la Vida en su
naturaleza ni en su proceso a menos que y hasta que seamos conscientes y
crezcamos conscientes de esa Fuerza-Consciente que acta en ella, de la cual
es slo el aspecto e instrumentacin externos. Entonces slo podemos percibir
y ejecutar con conocimiento, --(como alma-formas individuales e instrumentos
corporales y mentales del Divino)--, la voluntad de Dios en la Vida; slo
entonces la Vida y la Mente pueden seguir senderos y movimientos de una
siempre-en-aumento rectitud de la verdad en nosotros y en las cosas, mediante
una constante disminucin de las tortuosas perversiones de la Ignorancia. As
como la Mente ha de unirse conscientemente con la Supermente de la que est
separada por la accin de Avidya, de igual modo la Vida ha de llegar a ser
consciente de la Fuerza-Consciente que opera en ella para sus fines y con un
significado del cual la vida en nosotros, debido a que est absorbida en el mero
proceso de vivir como nuestra mente est absorbida en el mero proceso de
mentalizar la vida y la materia, est inconsciente en su oscurecida accin de
modo que las sirve ciega e ignorantemente y no, como debe ser y ser en su
liberacin y realizacin, luminosamente o con un auto-realizador Conocimiento,
poder y bienaventuranza.

De hecho, nuestra vida, debido a que est sometida a la oscurecida y divisora
operacin de la Mente, ella misma est oscurecida y dividida, y padece toda
esa sujecin a la muerte, limitacin, debilidad, sufrimiento y funcionamiento
ignorante, de los cuales la limitada y restringida Mente-criatura es progenitora y
causa. La fuente original de la perversin fue, ya hemos visto, la auto-limitacin
del alma individual atada a la auto-ignorancia debido a que se considera,
mediante una exclusiva concentracin, como auto-existente individualidad
separada y considera toda la accin csmica slo como se presenta ante su
propia conciencia individual, conocimiento, voluntad, fuerza, disfrute y ser
limitado en lugar de verse como forma consciente del Uno y abarcar toda
conciencia, todo conocimiento, toda voluntad, toda fuerza, todo disfrute y todo
ser como uno solo con el suyo propio. La vida universal en nosotros,
obedeciendo esta directiva del alma cautiva en la mente, llega a ser
aprisionada en una accin individual. Existe y acta como una vida separada
con una insuficiente capacidad limitada que sufre y no abraza libremente el
impacto y la presin de toda la vida csmica que la rodea. Lanzada dentro del
132

constante intercambio csmico de Fuerza en el universo como una existencia
pobre, limitada e individual, la Vida sufre al principio desamparadamente y
obedece el gigantesco intercambio con slo una mecnica reaccin hacia todo
aquello por lo que es atacada, devorada, disfrutada, usada, conducida. Pero
tan pronto se desarrolla la conciencia, tan pronto la luz de su propio ser emerge
de la inerte oscuridad del sueo involutivo, la existencia individual llega a ser
dbilmente consciente del poder que hay en ella y busca, primero
nerviosamente y luego mentalmente, dominar, usar y disfrutar el juego. Este
despertar a el Poder en ella es el gradual despertar al ser (yo). Pues la Vida es
Fuerza y la Fuerza es Poder y el Poder es Voluntad y la Voluntad es la
actividad de la Conciencia-Maestra. La Vida en el individuo llega a ser cada vez
ms y ms consciente en sus profundidades de que ella tambin es la
Voluntad-Fuerza de Sachchidananda que es dueo del universo y ella aspira a
ser individualmente duea de su propio mundo. Realizar su propio poder y
dominar al igual que conocer su mundo es, por lo tanto, el creciente impulso de
toda vida individual; ese impulso es una caracterstica esencial de la creciente
auto-manifestacin de lo Divino en la existencia csmica.

Mas aunque la Vida es Poder y el crecimiento de la vida individual significa el
crecimiento del Poder individual, todava el mero hecho de su ser, una dividida
individualizada vida y fuerza, le impide llegar a ser realmente duea de su
mundo. Pues eso significara ser duea de la Omni-Fuerza, y es imposible para
una conciencia dividida e individualizada con un dividido, individualizado y, por
lo tanto, limitado poder y voluntad, ser duea de la Omni-Fuerza; slo la Omni-
Voluntad puede ser eso y el individuo slo puede serlo mediante el logro de
llegar a ser nuevamente uno con la Omni-Voluntad y, por lo tanto, con la Omni-
Fuerza. De otro modo, la vida individual en la forma individual debe siempre
estar sujeta a los tres distintivos de su limitacin: Muerte, Deseo e Incapacidad.

La muerte es impuesta a la vida individual por las condiciones de su propia
existencia y por sus relaciones con la Omni-Fuerza que se manifiesta en el
universo. Pues la vida individual es un juego particular de energa
especializada en constituir, mantener, dinamizar y finalmente disolver, cuando
termina su utilidad, una de las miradas de formas, las cuales todas sirven,
cada una en su propio lugar, tiempo y mbito, al juego total del universo. La
energa de la vida en el cuerpo ha de soportar el ataque de las energas
externas a ella en el universo; ha de atraerlas, alimentarlas y a su vez ser
constantemente devorada por ellas. Todo la Materia, segn el Upanishad, es
alimento, y sta es la frmula del mundo material: "el comedor comiendo es a
su vez comido. La vida organizada en el cuerpo est constantemente expuesta
a la posibilidad de ser interrumpida por el ataque de la vida externa a ella o, al
ser insuficiente su capacidad de devorar, o no satisfecha apropiadamente, o de
no mediar el correcto equilibrio entre la capacidad de devorar y la capacidad o
necesidad de proveer alimento para la vida exterior, es incapaz de protegerse,
y es devorada o es incapaz de renovarse y, por lo tanto, desechada o destruida
a travs del proceso de la muerte para una nueva construccin o renovacin.

No slo eso sino que, segn el lenguaje del Upanishad, la fuerza-vital es el
alimento del cuerpo y el cuerpo el alimento de la fuerza-vital; en otras palabras,
la energa vital en nosotros suministra el material por el que la forma se
133

construye y constantemente se mantiene y se renueva, y al mismo tiempo usa
constantemente la forma sustancial de s misma que de esa forma crea y
mantiene en la existencia. Si el equilibrio entre estas dos operaciones es
imperfecto o est perturbado, o si el ordenado juego de las diferentes
corrientes de fuerza-vital es arrancado de su engranaje, entonces se presentan
la enfermedad y la decadencia, y comienza el proceso de desintegracin. Y la
lucha misma por el dominio consciente e incluso el crecimiento de la mente
hace ms difcil el mantenimiento de la vida. Pues hay una creciente demanda
de energa-vital en la forma, una demanda que radica en el exceso del sistema
original de suministro y perturba el equilibrio original de oferta y demanda, y
antes que pueda establecerse un nuevo equilibrio, se presentan mltiples
desrdenes hostiles a la armona y a la prolongacin del mantenimiento de la
vida; adems, el intento de dominio crea siempre una reaccin correspondiente
al entorno, que est lleno de fuerzas que tambin desean realizarse y, por lo
tanto, son intolerantes, se alzan y atacan a la existencia que procura
dominarlas. All tambin se altera un equilibrio, se genera una lucha ms
intensa; aunque fuerte la vida dominante, a no ser que sea ilimitada o logre
establecer una nueva armona con su entorno, no puede siempre resistir y
triunfar, pues debe un da ser vencida y desintegrada.

Pero, aparte de todas estas necesidades, existe la fundamental necesidad de
la naturaleza y objeto de la corporizada vida misma, que consiste en buscar la
experiencia infinita sobre una base finita; y dada la forma, --(la base por su
misma organizacin limita la posibilidad de la experiencia)--, esto slo puede
hacerse disolvindola y buscando nuevas formas. Pues el alma, habindose
limitado una vez mediante la concentracin sobre el momento y el campo, es
llevada a buscar nuevamente su infinitud mediante el principio de sucesin,
sumando momento a momento y, de esa manera, almacenando una
experiencia-Temporal que ella llama su pasado; en ese Tiempo se desplaza a
travs de sucesivos campos, sucesivas experiencias o vidas, sucesivas
acumulaciones de conocimiento, capacidad y disfrute, y todo esto lo retiene en
la memoria subconsciente o superconsciente como su fondo de pasado
adquirido en el Tiempo. Para este proceso el cambio de forma es esencial, y
para el alma envuelta en el cuerpo individual, el cambio de forma significa
disolucin del cuerpo por el cumplimiento de la ley y por la compulsin de la
Omni-vida en el universo material, a su ley de suministro y demanda del
material de la forma, a su principio de constante entrechoque y a la lucha de la
vida corporizada para existir en un mundo de mutuo devorarse. Y esta es la
Ley de la Muerte.

Esta es entonces la necesidad y justificacin de la Muerte, no como negacin
de la Vida, sino como proceso de la Vida; la muerte es necesaria porque el
eterno cambio de la forma es la nica inmortalidad a la que la finita sustancia
viviente puede aspirar y el eterno cambio de la experiencia la nica infinitud
que el alma finita, envuelta en el cuerpo viviente, puede lograr. Esta mutacin
de la forma no puede admitirse que sea mera renovacin constante de la
misma forma-tpica como la que constituye nuestra vida corporal entre el
nacimiento y la muerte; pues a menos que la forma-tpica se modifique y la
mente experimentadora sea proyectada dentro de nuevas formas en nuevas
circunstancias de tiempo, lugar y entorno, no puede efectuarse la necesaria
134

variacin de la experiencia que exige la naturaleza misma de la existencia en el
Tiempo y el Espacio. Y es slo el proceso de la Muerte por disolucin en que la
vida es devorada por la Vida, es slo la ausencia de libertad, la compulsin, la
lucha, el dolor, la sujecin a algo que parece consistir en No-Ser, lo que hace
que este necesario y salutfero cambio parezca terrible e indeseable para
nuestra mentalidad mortal. Es el sentido de ser devorado, destruido, o forzado
lo que constituye el aguijn de la Muerte, y lo que ni siquiera la creencia en la
personal supervivencia sobre la muerte puede eliminar por completo.

Mas este proceso es una necesidad de ese devorarse mutuamente que vemos
que es la ley inicial de la Vida en la Materia. La Vida, dice el Upanishad, es
Hambre que es Muerte, y mediante este Hambre que es Muerte, asanaya
mrtyuh, ha sido creado el mundo material. Pues la Vida asume aqu como
molde la sustancia material, y la sustancia material es el Ser infinitamente
dividido y procurando infinitamente agregarse; entre estos dos impulsos de
infinita divisin y agregacin infinita, est constituida la existencia material del
universo. El intento del individuo, del tomo viviente, de mantenerse y
agrandarse es el sentido total del Deseo; un fsico, vital, moral y mental
aumento mediante una cada vez mayor experiencia omniabarcante, una cada
vez mayor omni-abarcante posesin, absorcin, asimilacin y disfrute, es el
inevitable, fundamental e indestructible impulso de la Existencia, una vez
dividida e individualizada con todo siempre secretamente consciente de su
omni-abarcante y omniposeedora infinitud. El impulso de realizar esa secreta
conciencia es la espuela del Divino csmico, el deseo vehemente del
corporizado Ser-en-s (Yo) dentro de toda criatura individual; y es inevitable,
justo y saludable que busque primero realizarlo en los trminos de la vida
mediante un creciente desarrollo y expansin. En el mundo fsico esto slo
puede hacerse alimentndose en el entorno, agrandndose a travs de la
absorcin de otros o de lo que los dems poseen; y esta necesidad es la
justificacin universal del Hambre en todas sus formas. Lo que devora debe
asimismo ser devorado; pues la ley de intercambio, de accin y reaccin, de
limitada capacidad y, por lo tanto, de extinguirse y sucumbir finalmente,
gobierna toda la vida del mundo fsico.

En la mente consciente lo que todava era slo hambre vital en la vida
subconsciente, se transforma en formas superiores; el hambre en las partes
vitales se convierte en anhelo de Deseo en la vida mentalizada, en tensin de
la Voluntad en la vida intelectual o pensante. Este movimiento del deseo debe
continuar hasta que el individuo haya crecido lo suficiente como para que
pueda, al fin, ser dueo de s mismo y, mediante creciente unin con el Infinito,
poseedor de su universo. El Deseo es la palanca mediante la cual el divino
principio-Vital, efecta su objetivo de autoafirmacin en el universo y el intento
de extinguirlo en pro de la inercia es una negacin del divino principio-Vital, un
Querer-no-ser que necesariamente es ignorancia; pues uno no puede dejar de
ser individualmente excepto para ser infinitamente. El Deseo tambin solo
puede cesar correctamente, convirtindose en deseo del infinito y
satisfacindose con un logro celestial y una satisfaccin infinita en la omni-
poseedora bienaventuranza del Infinito. Mientras tanto ha de progresar desde
el tipo de una mutuamente devoradora hambre hacia el tipo de donante mutuo,
de crecientemente jubiloso sacrificio de intercambio; -(el individuo se brinda a
135

los otros individuos y los recibe en intercambio; el inferior se entrega al superior
y el superior al inferior de modo que se realicen uno en el otro; lo humano se
entrega a lo Divino y lo Divino a lo humano; el Todo en el individuo se entrega
al todo en el universo y recibe su realizada universalidad como una
recompensa divina)--. As la ley del Hambre debe dar lugar progresivamente a
la ley del Amor; la ley de la Divisin a la ley de la Unidad; la ley de la Muerte a
la ley de la Inmortalidad. Esa es la necesidad, esa es la justificacin, esa la
culminacin y auto-realizacin del Deseo que est actuando en el universo.

Y esta mscara de la Muerte que asume la Vida es producto del movimiento de
la bsqueda finita en pro de la afirmacin de su inmortalidad, de modo que el
Deseo es el impulso de la Fuerza del Ser individualizado en la Vida para
afirmar progresivamente en los trminos de la sucesin del Tiempo y de la
auto-extensin en el Espacio, en la estructura de lo finito, su Bienaventuranza
infinita, el Ananda de Sachchidananda. La mscara del Deseo que ese impulso
asume proviene directamente del tercer fenmeno de la Vida, su ley de
incapacidad. La Vida es una Fuerza infinita que trabaja en los trminos de lo
finito; inevitablemente, a travs de su abierta accin individualizada en lo finito,
su omnipotencia debe aparecer y actuar como una capacidad limitada y una
parcial impotencia, aunque detrs de todo acto del individuo, por ms dbil que
sea, por ms ftil que sea, por ms titubeante que sea, debe estar la total
presencia superconsciente y subconsciente de la infinita Fuerza omnipotente;
sin esa presencia detrs de ella, no puede producirse el menor movimiento
singular en el cosmos; en su suma de accin universal cada singular acto y
movimiento se desprende del mandato de la omnisciencia omnipotente que
trabaja como la Supermente inherente a las cosas. Mas la individualizada
fuerza-vital est limitada a su propia conciencia y plena de incapacidad; pues
ha de trabajar no slo contra la masa de otras circundantes fuerzas-vitales
individualizadas, sino tambin someterse al control y negacin por parte de la
Vida infinita con cuya voluntad y tendencia totales su propia voluntad y
tendencia pueden no coincidir de inmediato. Por lo tanto, la limitacin de la
fuerza, el fenmeno de la incapacidad es la tercera de las tres caractersticas
de la Vida individualizada y dividida. Por otra parte, el impulso de auto-
agrandamiento y omni-posesin permanece y de ningn modo significa
medirse ni limitarse por el lmite de su actual fuerza o capacidad. De ah que,
del abismo existente entre el impulso de poseer y la fuerza de posesin, surja
el deseo; pues de no haber tal discrepancia, si la fuerza siempre pudiese tomar
posesin de su objeto, siempre alcanzase su fin con seguridad, el deseo no
llegara a existir sino slo una calma y auto-poseda Voluntad sin anhelos tal
como es la Voluntad del Divino.

Si la fuerza individualizada fuera la energa de una mente libre de la ignorancia,
no tendra lugar tal limitacin ni tal necesidad de deseo. Pues una mente no
separada de la supermente, una mente de conocimiento divino conocera la
intencin, mbito e inevitable resultado de todo acto y no anhelara ni luchara
sino que pondra en ejecucin una asegurada fuerza auto-limitada en orden al
inmediato objetivo a la vista. Extendindose ms all del presente, incluso
emprendiendo movimientos que no tienden a suceder de inmediato, con todo
no estara sujeta a deseo o limitacin. Pues los fallos del Divino son tambin
actos de su omnisciente omnipotencia que conoce el tiempo y la circunstancia
136

correctos para el inicio, las vicisitudes, los resultados inmediatos y finales de
todas sus empresas csmicas. La mente de conocimiento, al estar al unsono
con la Supermente divina, participara de esta ciencia y de este poder omni-
determinante. Pero como hemos visto, la fuerza-vital individualizada aqu es
una energa de la Mente individualizadora e ignorante, Mente que ha cado del
conocimiento de su propia Supermente. Por lo tanto, la incapacidad es
necesaria para sus relaciones en la Vida e inevitable en la naturaleza de las
cosas; pues la omnipotencia prctica de una fuerza ignorante incluso en una
limitada esfera es inconcebible, dado que en esa esfera una fuerza tal se
asentara contra la actividad de la divina y omnisciente omnipotencia y
desajustara la fijada finalidad de las cosas, (una situacin csmica
imposible)--. Por lo tanto, la primera ley de la Vida es la lucha de las fuerzas
limitadas que aumentan su capacidad mediante esa lucha bajo el mpetu
conductor del deseo instintivo o consciente. As como con el deseo, sucede
igual con esta contienda; debe elevarse a una prueba de fuerza mutuamente
auxiliadora, una lucha consciente de fuerzas hermanas en la que vencedor y
vencido, o ms bien el que influencia por la accin desde arriba y el que
influencia por la replica de la fuerza desde abajo, deben ecunimemente ganar
y crecer. Y esto nuevamente ha de convertirse a su debido tiempo, en el
choque feliz del intercambio divino, el vigoroso abrazo del Amor reemplazando
al convulso abrazo de la contienda. Con todo, la contienda es el principio
necesario y saludable. La Muerte, el Deseo y la Contienda son la trinidad de la
vida dividida, la triple mscara del divino principio-Vital en su primer ensayo de
autoafirmacin csmica.




Captulo XXI - El Ascenso de la Vida

Que el sendero de la Palabra conduzca a los dioses hacia las Aguas por la
labor de la Mente Oh Llama, t vas al ocano del Cielo, hacia los dioses; t
haces que se encuentren juntos los dioses de los planos, las aguas que estn
en el reino de la luz por encima del sol y las aguas que habitan debajo.

El Seor del Deleite conquista el tercer estado; mantiene y gobierna acorde al
Alma de la universalidad; como un halcn, como un milano, se asienta sobre la
nave y la eleva, descubridor de la Luz, manifiesta el cuarto estado y hiende al
ocano pues es el agitador de estas aguas.

Tres veces Vishn anduvo y mantuvo su pie levantado del polvo primero; tres
pasos ha dado, el Guardin, el Invencible, y desde ms all sostiene sus leyes.
Escudria las actividades de Vishn y contempla de donde ha manifestado sus
leyes. Ese es su paso supremo visto siempre por los videntes como un ojo
extendido en el cielo; que el iluminado, el despierto encienda en una llama
resplandeciente, incluso el paso supremo de Vishnu.....

Rig Veda.


137




Hemos visto que as como la dividida Mente mortal, progenitora de la limitacin,
la ignorancia y las dualidades, es slo una oscura figura de la supermente, de
la auto-luminosa Conciencia divina en sus primeros tratos con la aparente
negacin de s, desde la cual comienza nuestro cosmos, de igual manera la
Vida, --(en la medida que emerge en nuestro universo material, una energa de
la divisora Mente subconsciente, sumergida, aprisionada en la Materia, la Vida
como progenitora de la muerte, el hambre y la incapacidad)--, es slo una
oscura figura de la divina Fuerza superconsciente cuyos trminos supremos
son inmortalidad, deleite satisfecho y omnipotencia. Esta relacin fija la
naturaleza de ese gran proceso csmico del que somos parte; determina los
trminos primeros, medios y ltimos de nuestra evolucin. Los primeros
trminos de la Vida son la divisin, una subconsciente voluntad conducida-por-
la-fuerza, que se presenta no como voluntad sino como mudo apremio de la
energa fsica, y la impotencia de una sujecin inerte a las fuerzas mecnicas
que gobiernan el intercambio entre la forma y su entorno. Esta inconciencia y
esta ciega pero potente accin de la Energa son el modelo del universo
material tal como el cientfico lo ve y sta su visin de las cosas se extiende y
cambia por completo las bases de la existencia; es la conciencia de la Materia
y el tipo realizado de vida material. Pero interviene un nuevo equilibrio, un
nuevo juego de trminos que aumenta en proporcin conforme la Vida se libera
de esta forma y empieza a evolucionar hacia la Mente consciente; pues los
trminos medios de la Vida son muerte y devorarse mutuamente, hambre y
deseo consciente, el sentido de un espacio y capacidad limitados, y la lucha
por crecer, expandir, conquistar y poseer. Estos tres trminos son la base de
ese estado de evolucin que la teora darwiniana primero clarific para el
conocimiento humano. Pues el fenmeno de la muerte implica en s una lucha
por sobrevivir, dado que la muerte es solo el trmino negativo en el que la Vida
se esconde de s y tienta a su propio ser positivo para que busque la
inmortalidad. El fenmeno del hambre y el deseo implica una lucha en pro de
un estado de satisfaccin y seguridad, dado que el deseo es slo el estimulo
por el que la Vida tienta a su propio ser positivo a elevarse de la negacin de
su insatisfecha hambre hacia la posesin plena del deleite de la existencia. El
fenmeno de la capacidad limitada implica lucha en pro de la expansin, del
dominio y la posesin, --la posesin del yo y la conquista del entorno--, dado
que limitacin y defecto son slo la negacin por la que la Vida tienta a su
propio ser positivo para que vaya en pos de la perfeccin de la cual es
eternamente capaz. La lucha por la vida no slo es lucha por sobrevivir,
tambin es lucha por la posesin y la perfeccin, dado que aferrndose al
entorno en mayor o menor grado, mediante auto-adaptacin a l o adaptndolo
a uno mismo mediante su aceptacin y conciliacin o por su conquista y
cambio, puede asegurarse la supervivencia, e igualmente es cierto que slo
una perfeccin cada vez mayor puede asegurar una continua permanencia,
una supervivencia duradera. Esta es la verdad que el darwinismo procur
expresar con la frmula de la supervivencia de los ms aptos.

Pero as como la mente cientfica procuro extender a la Vida el principio
mecnico apropiado a la existencia y ocult la conciencia mecnica en la
138

Materia, sin ver que haba ingresado un nuevo principio cuya razn misma de
ser es someter a s mismo lo mecnico, de igual manera la frmula darwiniana
fue usada para extender con demasiada amplitud el principio agresivo de la
Vida, el egosmo vital del individuo, el instinto y proceso de auto-preservacin,
auto-afirmacin y vida agresiva. Pues estos dos primeros estados de la Vida
contienen en s mismos las semillas de un nuevo principio y de otro estado que
debe crecer en proporcin a cmo la Mente evoluciona a partir de la materia a
travs de la frmula vital dentro de su propia ley. Y estas cosas deben cambiar
ms todava cuando as como la Vida evoluciona hacia arriba en pos de la
Mente, de igual manera la Mente evoluciona hacia arriba en pos de la
Supermente o Espritu. Precisamente porque la lucha por la supervivencia, el
impulso en pos de la permanencia, est contradicho por la ley de la muerte, la
vida individual est compelida, y usada, para asegurar la permanencia ms
bien para su especie que para s misma; pero esto no puede hacerse sin la
cooperacin de los dems; y el principio de cooperacin y mutua ayuda, el
deseo de los dems, el deseo de la esposa, del hijo, del amigo y auxiliador, del
grupo asociado, de la prctica de asociacin, de la unin e intercambio
conscientes son las semillas a partir de las cuales florece el principio del amor.
Admitamos que el amor sea al principio slo un extendido egosmo y que este
aspecto de extendido egosmo persista y domine, como an persiste y domina
en las etapas superiores de la evolucin: con todo, en la medida en que la
mente evoluciona y se descubre cada vez ms, llega por la experiencia de la
vida, del amor y de la mutua ayuda a percibir que el individuo natural es un
trmino menor del ser y existe por lo universal. Una vez que se descubre esto
como descubre inevitablemente el hombre al ser mental su destino est
determinado; pues ha alcanzado el punto en el que la Mente puede empezar a
abrirse a la verdad de que hay algo ms all de ella; desde ese momento su
evolucin, aunque oscura y lenta, en pos de ese algo superior, en pos del
Espritu, en pos de la supermente, en pos del superhombre, est
inevitablemente predeterminada.

Por lo tanto, la Vida est predestinada por su propia naturaleza a un tercer
estado, un tercer juego de trminos de su auto-expresin. Si examinamos este
ascenso de la Vida veremos que los ltimos trminos de su evolucin real, los
trminos de lo que hemos llamado su tercer estado, deben necesariamente ser,
en apariencia, la precisa contradiccin y opuesto, aunque de hecho sean la
precisa realizacin y transfiguracin de sus primeras condiciones. La Vida
empieza con las extremas divisiones y rigurosas formas de la Materia, y de
esta rigurosa divisin, el tomo, que es la base de toda forma material, es el
modelo preciso. El tomo est aparte de todos los dems incluso en su unin
con ellos, rechaza la muerte y la disolucin bajo cualquier fuerza ordinaria y es
el modelo fsico del ego separado que define su existencia contra el principio
de la fusin en la Naturaleza. Mas la unidad es tan fuerte principio en la
Naturaleza como la divisin; es ciertamente el principio maestro del que la
divisin es slo un trmino subordinado, y para el principio de la unidad toda
forma dividida debe, por lo tanto, subordinarse, de un modo u otro, por
necesidad mecnica, por compulsin, por asentimiento o por induccin. Por lo
tanto, si la Naturaleza para sus propios fines, a fin de tener principalmente una
base firme para sus combinaciones y una fijada simiente de las formas, permite
al tomo resistir ordinariamente el proceso de fusin por disolucin, ella lo
139

compele a someterse al proceso de fusin por agregacin; el tomo, al ser el
agregado primero, es tambin la base primera de las unidades agregadas.

Cuando la Vida alcanza su segundo estado, el que reconocemos como
vitalidad, toma la delantera el fenmeno contrario y la base fsica del ego vital
es obligada a consentir la disolucin. Sus componentes son disgregados de
modo que los elementos de una vida pueden usarse para entrar en la
formacin elemental de otras vidas. La extensin en la cual reina esta ley en la
Naturaleza no ha sido an plenamente reconocida y ciertamente no puede
serlo hasta que tengamos una ciencia de la vida mental y de la existencia
espiritual tan slida como nuestra actual ciencia de la vida fsica y de la
existencia de la Materia. Con todo podemos ver ampliamente que no slo los
elementos de nuestro cuerpo fsico, sino tambin los de nuestro ms sutil ser
vital, de nuestra energa-vital, de nuestro deseo-energa, de nuestros poderes,
anhelos y pasiones, entran durante nuestra vida y despus de nuestra muerte
en la existencia-vital de los dems. Un antiguo conocimiento oculto nos dice
que tenemos tanto una estructura vital como fsica y sta tambin es disuelta
tras la muerte y se presta para la constitucin de otros cuerpos vitales; nuestras
energas vitales, mientras vivimos, se mezclan continuamente con las energas
de otros seres. Una ley parecida gobierna las relaciones mutuas de nuestra
vida mental con la vida mental de otras criaturas pensantes. Hay una constante
disolucin y dispersin, y una reconstruccin efectuada por el choque de mente
sobre mente con un constante intercambio y fusin de elementos. Intercambio,
entremezcla y fusin de ser con ser, es el proceso mismo de la vida, una ley de
su existencia.

Tenemos entonces dos principios en la Vida: la necesidad o la voluntad del ego
separado de sobrevivir en su distincin y conservar su identidad, y la
compulsin impuesta por la Naturaleza de fundirse con los dems. En el mundo
fsico ella hace mucho hincapi sobre el primer impulso; pues necesita crear
estables formas separadas, dado que su primero y realmente su ms difcil
problema consiste en crear y mantener para ella cualquier cosa de esa ndole
como separativa supervivencia de individualidad y una forma estable para ello
en el incesante flujo y movimiento de la Energa y en la unidad del infinito. Por
lo tanto, en la vida atmica, la forma individual persiste como la base y
asegura, mediante su agregacin con otros, la existencia ms o menos
prolongada de las formas agregadas que sern la base de individualizaciones
vitales y mentales. Pero tan pronto la Naturaleza ha asegurado suficiente
firmeza a este respecto para el seguro manejo de sus ulteriores operaciones,
invierte el proceso; la forma individual perece y la vida agregada se beneficia
con los elementos de la forma que se disuelve de esa manera. Sin embargo,
sta no puede ser la ltima etapa; esa slo puede alcanzarse cuando se
armonicen los dos principios, cuando el individuo pueda persistir en la
conciencia de su individualidad y con todo fundirse con los dems sin alteracin
del preservador equilibrio ni interrupcin de la supervivencia.

Los trminos del problema presuponen el pleno emerger de la Mente; pues en
la vitalidad sin mente consciente no puede haber ecuacin, sino slo un
temporal equilibrio inestable que culmina en la muerte del cuerpo, la disolucin
del individuo y la dispersin de sus elementos en la universalidad. La
140

naturaleza de la Vida fsica prohbe la idea de una forma individual que posea
el mismo poder inherente de persistencia y, por lo tanto, de continuada
existencia individual como los tomos de que est compuesta. Slo un ser
mental, sostenido por el nudo (nodo) psquico dentro del cual se expresa o
empieza a expresarse el alma secreta, puede esperanzadamente persistir
mediante su poder de vincular el pasado al futuro en una corriente de
continuidad que la disgregacin de la forma puede quebrar en la memoria fsica
sin necesidad de que se rompa en el ser mental y que, incluso mediante un
eventual desarrollo, puede tender un puente sobre la brecha de la memoria
fsica, creada por la muerte y el nacimiento del cuerpo. Tal como es, en el
imperfecto desarrollo actual de la mente corporizada, el ser mental es
consciente en la masa de un pasado y un futuro que se extienden mas all de
la vida del cuerpo; toma conciencia de un pasado individual, de vidas
individuales que crearon la suya y de las cuales l es un desarrollo y
modificada reproduccin y de futuras vidas individuales que l crea a partir de
s; es consciente tambin de una agregada vida pasada y futura a travs de la
cual su propia continuidad corre como una de sus fibras. Esto que es evidente
para la ciencia fsica en los trminos de la herencia, llega a ser de otro modo
evidente para el alma en evolucin detrs del ser mental en los trminos de la
personalidad persistente. El ser mental que expresa esta alma-conciencia es,
por lo tanto, el nudo (nodo) del individuo persistente y de la persistente vida
agregada con otros individuos; en l su unin y armona se tornan posibles.

La asociacin con el amor como su principio secreto y su emergente cima es el
modelo, el poder de esta nueva relacin y, por lo tanto, el principio rector del
desarrollo en el tercer estado de la vida. La preservacin consciente de la
individualidad junto con la conscientemente aceptada necesidad y deseo de
intercambio, auto-entrega y fusin con otros individuos, es necesaria para el
funcionamiento del principio del amor; pues si queda abolida, la actividad del
amor cesa, cualquiera sea el lugar que tome. El logro del amor por entera auto-
inmolacin, incluso con una ilusin de auto-aniquilacin, es, por cierto, una idea
y un impulso en el ser mental, pero apunta a un desarrollo ms all de este
tercer estado de la Vida. Este tercer estado es una condicin en la que
progresivamente nos elevamos ms all de la lucha por la vida consistente en
devorarse mutuamente y en la supervivencia de los ms aptos para esa lucha;
pues cada vez hay ms supervivencia por mutua ayuda y auto-
perfeccionamiento mediante adaptacin mutua, intercambio y fusin. La Vida
es autoafirmacin de ser, incluso desarrollo y supervivencia del ego, pero de un
ser que ha necesitado de otros seres, un ego que procura encontrar e incluir
otros egos y ser incluido en la vida de stos. Los individuos y los agregados
(grupos de individuos), que desarrollan primordialmente la ley de asociacin y
la ley de amor, de ayuda comn, bondad, afecto, camaradera, unidad, que
armonizan ms exitosamente la supervivencia y mutua auto-entrega, el grupo
que incrementa al individuo y viceversa, y el individuo que incrementa al
individuo y el grupo que hace lo propio con otro grupo, mediante intercambio
mutuo, sern los ms aptos para la supervivencia en este estado terciario de la
evolucin.

Este desarrollo es significativo del muy creciente predominio de la Mente que
progresivamente impone su propia ley cada vez ms sobre la existencia
141

material. Pues la mente por su mayor sutileza no necesita devorar para
asimilar, poseer y crecer; cuanto ms da, ms recibe y crece; y cuanto ms se
funde en los dems, stos ms se funden en ella, incrementando as el mbito
de su ser. La vida fsica se vaca cuando da demasiado y se arruina cuando
devora demasiado; pero aunque la Mente en proporcin a como se inclina
sobre la ley de la Materia sufre la misma limitacin, con todo, en el otro lado, en
proporcin a como crece en su propia ley, tiende a vencer esta limitacin, y en
proporcin a como vence la limitacin material, dando y recibiendo, llega a ser
una sola. Pues en su ascenso crece en pos de la regla de unidad consciente en
la diferenciacin que es la ley divina del manifiesto Sachchidananda.

El segundo trmino del estado original de la vida es la voluntad subconsciente
que en el estado secundario se convierte en hambre y deseo consciente,
hambre y deseo, la primera simiente de la mente consciente--. El crecimiento
dentro del tercer estado de la vida por el principio de asociacin, el crecimiento
del amor, no deja sin efecto la ley del deseo, sino que ms bien la transforma y
realiza. El amor es en su naturaleza el deseo de darse a los dems y recibir a
los dems en intercambio; es comercio entre ser y ser: La vida fsica no desea
darse, slo desea recibir. Es cierto que est compelida a darse, pues la vida
que slo recibe y no da debe tornarse estril, marchitarse y perecer, (si es
que esa clase de vida es posible aqu o en cualquier mundo)--; pero est
compelida, sin quererlo, y obedece al impulso subconsciente de la Naturaleza
(Fuerza Consciente creadora de los mundos) sin participar conscientemente en
l. Incluso cuando el amor interviene, al principio la auto-entrega todava
conserva en alto grado el carcter mecnico de la voluntad subconsciente en el
tomo. El amor mismo al principio obedece a la ley del hambre y disfruta el
recibir y sacar de los dems, ms bien que el darse y rendirse a los dems, que
admite principalmente como precio necesario para obtener la cosa que desea.
Pero aqu no ha llegado an a su verdadera naturaleza; su verdadera ley es
establecer un comercio igual en el que la dicha de dar se iguale a la dicha de
recibir y tienda, al fin, a convertirse en aun mayor; pero eso ocurre cuando se
lanza ms all de s, bajo la presin de la llama fsica para alcanzar la
realizacin de la completa unidad y, por lo tanto, ha de realizar a aquellos que
le parecieron como separados, aquello que le pareci (no-yo) como un ser (yo)
ms grande y querido que su propia individualidad. En su origen-vital, la ley del
amor es el impulso de realizarse y lograrse uno mismo en los dems y por los
dems, de enriquecerse enriqueciendo, de poseer y ser posedo pues sin ser
posedo no se posee uno mismo por completo.

La incapacidad inerte de la existencia atmica de poseerse, la sujecin del
individuo material al (no-yo), pertenece al primer estado de la vida. La
conciencia de la limitacin y la lucha por poseer, por dominar al ser (yo) y al los
dems (no-yo), es el modelo del estado secundario. Aqu tambin el desarrollo
hacia el tercer estado trae una transformacin de los trminos originales dentro
de un logro y una armona que repite los trminos mientras aparentemente los
contradice. Adviene, a travs de la asociacin y del amor un reconocimiento de
los dems (no-yo) como ser (yo) mayor y, por lo tanto, una sumisin
conscientemente aceptada a su ley y necesidad que realiza el creciente
impulso de la vida de grupo a absorber al individuo; y hay una posesin
nuevamente, por parte del individuo, de la vida de los dems como la suya
142

propia y de todo lo que ha de drsele como suyo propio, que realiza el impulso
opuesto de la posesin individual. Esta relacin de mutualidad entre el
individuo y el mundo en que vive no puede expresarse, completarse ni
asegurarse a menos que se establezca la misma relacin entre individuo e
individuo y entre grupo y grupo. Todo el difcil esfuerzo del hombre en pro de la
armonizacin de la autoafirmacin y de la libertad, por la que se posee a s
mismo, con la asociacin y amor, fraternidad, camaradera, en las que se
entrega a los dems, --(sus ideales de armonioso equilibrio, justicia,
mutualidad, igualdad por los que crea un equilibrio de los dos opuestos)--, son
en realidad un intento inevitablemente Predeterminado en sus lineamientos
para resolver el problema original de la Naturaleza, el problema de la Vida
misma, mediante la resolucin del conflicto entre los dos opuestos que se
presentan en los fundamentos mismos de la Vida en la Materia. La resolucin
es intentada por el principio superior de la Mente que slo puede hallar el
camino hacia la armona buscada, aunque la armona misma solo pueda
hallarse en un Poder todava ms all de nosotros.

Pues, si los datos con que hemos partido son correctos, el fin del camino, la
meta misma slo puede ser alcanzada por la Mente yendo ms all de S
misma dentro de eso que est ms all de la Mente, dado que de Eso (la
Mente) es slo un trmino inferior y un instrumento primeramente para el
descenso en la forma y la individualidad, y secundariamente para el re-ascenso
a la realidad que la forma corporizada y la individualidad representan. Por lo
tanto, la solucin perfecta del problema de la Vida no es posible realizarla por
asociacin, intercambio ni conveniencias solo del amor o a travs de la ley de
la mente y del corazn . Debe llegar por un cuarto estado de la vida en el que
la eterna unidad de los muchos se realiza a travs del espritu y el fundamento
consciente de todas las operaciones de la vida no estriba ms en la divisin del
cuerpo, ni en las pasiones y hambres de la vitalidad, ni en las agrupadoras e
imperfectas armonas de la mente, ni en una combinacin de todos estos, sino
en la unidad y libertad del Espritu.




Captulo XXII - El Problema de la Vida

Esto es lo que es llamado la Vida universal.
Taittiriya Upanishad

El Seor est asentado en el corazn de todos los seres girando todos los
seres montados sobre una maquinaria, mediante su Maya
Gita

Quien conoce la Verdad, el Conocimiento, la Infinitud que es Brahman,
disfrutar con el omnisapiente Brahman todos los objetos del deseo.
Taittiriya Upanishad



143

Como hemos visto, la Vida es la puesta en marcha, bajo ciertas circunstancias
csmicas, de una Fuerza-Consciente que es en su propia naturaleza infinita,
absoluta, no-trabada, inalienablemente duea de su propia unidad y
bienaventuranza, la Fuerza-Consciente de Sachchidananda. La circunstancia
central de este proceso csmico, --(en la medida en que difiere en sus
apariencias de la pureza de la Existencia infinita y de la auto-posesin de la
Energa indivisa)--, es la divisora facultad de la Mente oscurecida por la
ignorancia. As resulta que desde esta dividida accin, de una Fuerza indivisa,
la aparicin de dualidades, oposiciones, y aparentes negaciones de la
naturaleza de Sachchidananda que existen como una duradera realidad para la
mente, pero slo como un fenmeno que representa mal una mltiple Realidad
para la divina Conciencia csmica oculta detrs del velo de la mente. De aqu
que el mundo asuma la apariencia de un conflicto de opuestas verdades, cada
una buscando realizarse, cada una con derecho a la realizacin, y por lo tanto
de una masa de problemas y misterios que han de resolverse porque detrs de
toda esta confusin est la oculta Verdad y Unidad que presiona para la
solucin y, mediante la solucin para su propia desvelada manifestacin en el
mundo.

Esta solucin ha de buscarla la mente, ms no la mente sola; ha de ser una
solucin en la Vida, en el acto de ser al igual que en la conciencia de ser. La
Conciencia como Fuerza ha creado el movimiento-del-mundo y sus problemas;
la Conciencia como Fuerza ha de resolver los problemas que ha creado y llevar
el movimiento-del-mundo a la inevitable realizacin de su sentido secreto y de
su Verdad evolutiva. Ms esta Vida ha tomado sucesivamente tres apariencias.
La primera es material, (una conciencia sumergida est oculta en su
superficial accin expresiva y formas representativas de la fuerza; pues la
conciencia misma desaparece de la vista en el acto y se pierde en la forma)--.
La segunda es vital, una emergente conciencia que es semi-aparente como
poder de la vida y proceso del crecimiento, de la actividad y de la decadencia
de la forma, que est semi-liberada de su prisin original, que ha llegado a ser
vibrante en el poder, como vital anhelo y satisfaccin o repulsin, pero al
principio no totalmente y luego slo imperfectamente vibrante en la luz como
conocimiento de su propia auto-existencia y de su entorno)-. La tercera es
mental, una conciencia emergida refleja el hecho de la vida como sentido
mental y sensible percepcin e idea, mientras que como una nueva idea
procura llegar a ser un hecho de la vida, modifica lo interno y trata de modificar
satisfactoriamente la existencia externa del ser). Aqu, en la mente, la
conciencia se libera de su prisin en el acto y en la forma de su propia fuerza;
pero todava no es duea del acto y de la forma porque ha emergido como una
conciencia individual y, por lo tanto, es consciente solo de un movimiento
fragmentario de sus propias actividades totales.

Toda la cruz y dificultad de la vida humana reside all. El hombre es este ser
mental, esta conciencia mental que acta como fuerza mental, consciente en
un sentido de la fuerza universal y de la vida de la cual l es una parte pero,
debido a que el no tiene conocimiento de su universalidad ni siquiera de la
totalidad de su propio ser, resulta incapaz de encarar ya sea la vida en general,
ya sea su propia vida en un realmente efectivo y victorioso movimiento de
dominio. Busca conocer la Materia a fin de ser dueo del entorno material,
144

conocer la Vida a fin de ser dueo de la existencia vital, conocer la Mente a fin
de ser dueo del gran movimiento oscuro de la mentalidad en la que l no es
slo un chorro de luz de la auto-conciencia como el animal, sino tambin cada
vez ms una llama de creciente conocimiento. Busca as conocerse para ser
dueo de s mismo, conocer el mundo para ser dueo del mundo. Este es el
apremio de la existencia en l, la necesidad de la Conciencia que l es, el
impulso de la Fuerza que es su vida, la secreta voluntad de Sachchidananda
que aparece como el individuo en un mundo en l que l se expresa y con todo
parece negar a S Mismo. Hallar las condiciones bajo las cuales se satisface
este impulso interior es el problema que el hombre siempre debe pugnar por
resolver y al que est compelido por la naturaleza misma de su propia
existencia y por la Deidad asentada dentro de l; y hasta que el problema se
resuelva y se satisfaga el impulso, la especie humana no puede descansar de
su labor. El hombre debe realizarse satisfaciendo lo Divino dentro de l mismo
o debe producir a partir de l mismo un ser nuevo y mayor que sea ms capaz
de satisfacerlo. O bien debe llegar a ser una divina humanidad, o bien dar lugar
al Superhombre.

Esto resulta de la lgica misma de las cosas porque, --(al no ser la conciencia
mental del hombre la completamente iluminada conciencia emergida por entero
del oscurecimiento de la Materia sino slo un trmino progresivo en el gran
emerger)--, la lnea de la creacin evolutiva en la que l ha aparecido no puede
detenerse donde est ahora, sino que debe seguir ya sea ms all de su propio
estado actual o ya sea ms all de l como especie si l mismo no tiene la
fuerza para ir ms adelante. La idea mental que procura convertirse en hecho
de la vida debe continuar hasta convertirse en la Verdad total de la existencia,
liberndose de sus sucesivas envolturas, revelada y progresivamente realizada
en la luz de la conciencia y gozosamente realizada en el poder; pues en y a
travs de estos dos trminos del poder y de la luz, la Existencia se manifiesta,
porque la existencia es en su naturaleza Conciencia y Fuerza; pero el tercer
trmino en el que stos, sus dos componentes, se encuentran, se convierte en
uno solo y en ltima instancia se realizan, es el satisfactorio Deleite de la auto-
existencia. Para una vida evolutiva como la nuestra, esta inevitable culminacin
debe necesariamente significar el hallazgo del ser (Yo) que estaba contenido
en la simiente de su propio nacimiento y, con ese auto-hallazgo, se completa la
labor iniciada a partir de las potencialidades depositadas en el movimiento de la
Fuerza-Consciente desde la que esta vida tom su elevacin. La potencialidad
as contenida en nuestra existencia humana es Sachchidananda realizndose a
S mismo en cierta armona y unificacin de la vida individual y la universal de
modo que la humanidad expresar, en una conciencia comn, en un
movimiento comn del poder y en un deleite comn, al Algo trascendente que
se plasm dentro de esta forma de las cosas.

Toda vida depende para su naturaleza del equilibrio fundamental de su propia
conciencia constituyente; pues as como es la Conciencia, as ser la Fuerza.
Donde la Conciencia es infinita, una, trascendente de sus actos y formas,
incluso cuando los abarca y conforma, cuando los organiza y ejecuta, como es
la conciencia de Sachchidananda, as ser la Fuerza, infinita en su alcance,
una en sus obras, trascendente en su poder y auto-conocimiento. Donde la
Conciencia es como la de la Naturaleza material, --(sumergida, auto-olvidada,
145

siguiendo el rumbo de su propia Fuerza sin parecer saberlo, incluso aunque por
la naturaleza misma de la relacin eterna entre los dos trminos realmente
determina el rumbo que sigue)--, as ser la Fuerza; ser un monstruoso
movimiento de lo Inerte e Inconsciente, desconocedor de lo que contiene, que
parece realizarse mecnicamente por una suerte de accidente inexorable, una
inevitablemente feliz probabilidad, aunque todo ese tiempo en realidad
obedezca infaliblemente a la ley de lo Correcto y de la Verdad fijada a ese
efecto mediante la voluntad del Celestial Ser-Consciente oculto dentro de su
movimiento. Donde la Conciencia est dividida en s misma, como en la Mente,
limitndose en multiples centros, poniendo a cada uno a realizarse sin
conocimiento de lo que sucede en los otros centros y de sus relaciones con los
otros, consciente de las cosas y fuerzas en su aparente divisin y oposicin
unas con otras pero no en su real Unidad, tal ser la Fuerza: ser una vida
como la que somos y vemos a nuestro alrededor; ser un choque y
entrelazamiento de vidas individuales que buscan cada una su propia
realizacin sin conocer su relacin con los dems, una conflictiva y difcil
adaptacin de fuerzas divididas y opuestas o diferentes y, en la mentalidad,
una mezcla, un chocar y luchar, y una insegura combinacin de ideas divididas
y opuestas o divergentes que no pueden ni arribar al conocimiento de su mutua
necesidad ni tomar su lugar como elementos de esa Unidad detrs, la cual est
expresndose a travs de ellas y en la que deben cesar sus discordias. Pero
donde la Conciencia est en posesin de la diversidad y de la unidad y la
ltima contiene y gobierna a la primera, donde es consciente simultneamente
de la Ley, de la Verdad y de lo Correcto del Todo, y de la Ley, la Verdad y lo
Correcto del individuo y ambos llegan a ser armonizados conscientemente en
una mutua unidad, donde la naturaleza total de la conciencia es el Uno que se
conoce como los Muchos y los Muchos que se conocen como el Uno, all la
Fuerza tambin ser de la misma naturaleza: ser una Vida que
conscientemente obedece a la ley de la Unidad y realiza cada cosa en la
diversidad acorde a su regla y funcin apropiadas; ser una vida en la que
todos los individuos vivan a la vez en s mismos y uno para otro como un solo
Ser consciente en muchas almas, un solo poder de la Conciencia en muchas
mentes, una sola dicha de la Fuerza actuando en muchas vidas, una sola
realidad del Deleite realizndose en muchos corazones y cuerpos.

La primera de estas cuatro posiciones, la fuente de toda esta progresiva
relacin entre la Conciencia y la Fuerza, es su equilibrio en el ser de
Sachchidananda donde son uno solo; pues all la Fuerza es conciencia del ser
estructurndose sin cesar jams de ser conciencia y la Conciencia es
anlogamente Fuerza luminosa del ser eternamente consciente de s misma y
de su propio Deleite, sin cesar jams de ser este poder de completa luz y auto-
posesin. La segunda relacin es la de la Naturaleza material; es el equilibrio
del ser en el universo material que es la gran negacin de Sachchidananda por
parte de El Mismo: pues aqu est la aparente separacin completa de Fuerza
y Conciencia, el engaoso milagro del omni-gobernante e infalible Inconsciente
que es slo la mscara, pero que el conocimiento moderno ha confundido con
el rostro real de la Deidad csmica. La tercera relacin es el equilibrio del ser
en la Mente y en la Vida que vemos emergiendo a partir de esta negacin,
perturbada por ella, luchando (sin posibilidad alguna de cese por sumisin,
pero tambin sin ningn claro conocimiento ni instinto de una solucin
146

victoriosa), contra los mil y un problemas que implica esta perpleja aparicin del
hombre, --el semi-potente ser consciente--, a partir de la omnipotente
Inconsciencia del universo material. La cuarta relacin es el equilibrio del ser en
la Supermente: es la existencia realizada que eventualmente resolver todo
este complejo problema creado por la parcial afirmacin que emerge a partir de
la negacin total; y es menester que se resuelva del nico modo posible,
mediante la completa afirmacin que realice todo lo que estaba all
secretamente contenido en la potencialidad y propuesto en el hecho de la
evolucin detrs de la mascara de la gran negacin. Esa es la vida real del
Hombre real, hacia la que esta vida parcial y esta parcial humanidad irrealizada
tiende con El perfecto Conocimiento y gua en el denominado Inconsciente
dentro de nosotros, pero en nuestras partes conscientes nicamente con una
oscura y pugnante previsin, con fragmentos de realizacin, con vislumbres del
ideal, con destellos de revelacin e inspiracin en el poeta y en el profeta, en el
vidente y en l que busca trascender, en el mstico y en el pensador, en los
grandes intelectos y en las grandes almas de la humanidad.

De los datos que ahora tenemos ante nosotros podemos ver que las
dificultades que surgen del imperfecto equilibrio de la Conciencia y la Fuerza en
el hombre en su actual estado de la mente y la vida, son principalmente tres.
Primera, es consciente slo de una pequea parte de su ser; su mentalidad
superficial, su vida superficial, su fsico ser superficial es todo cuanto conoce y
de esto no conoce todo; debajo est la oculta agitacin de su subconsciente y
su subliminal mente, de sus impulsos-vitales subconscientes y subliminales, de
su corporeidad subconsciente, toda esa gran parte de l que no conoce ni
puede gobernar, sino que ms bien le conoce y le gobierna a l. Pues, al ser la
existencia, la conciencia y la fuerza una sola cosa, slo podemos tener algn
poder real sobre una parte apreciable de nuestra existencia si nos identificamos
con ella mediante auto-conocimiento; el resto, debe ser gobernado por su
propia conciencia que es subliminal para nuestra mente, vida y cuerpo
superficiales. Y con todo, al ser ambos un solo movimiento y no dos
movimientos separados, la mayor y ms potente parte de nosotros debe
gobernar y determinar en la masa a la ms pequea y menos poderosa; por lo
tanto estamos gobernados por el subconsciente y el subliminal incluso en
nuestra existencia consciente, y en nuestro auto-dominio y auto-direccin slo
somos instrumentos de lo que nos parece el Inconsciente dentro de nosotros.

Esto es lo que seal la antigua sabidura cuando dijo que el hombre se
imagina como el hacedor del trabajo mediante su libre albedro, pero en
realidad la Naturaleza determina todas sus obras e incluso el sabio est
obligado a seguir su propia Naturaleza. Pero dado que la Naturaleza es la
fuerza creadora de la conciencia del Ser dentro de nosotros, que est
enmascarado por Su propio movimiento inverso y aparente negacin de El
Mismo, llamaron, a ese movimiento creador inverso de Su conciencia, Maya o
Poder-Ilusin del Seor y dijeron que todas las existencias son hechas girar
como sobre una mquina mediante Su Maya por el Seor que mora en el
corazn de todas las existencias. Es evidente entonces que slo por el hombre
que de tal modo supera a la mente como para llegar a ser uno en el auto-
conocimiento con el Seor, puede llegar a ser dueo de su propio ser. Y dado
que esto no es posible en la inconsciencia ni en el subconsciente mismo, dado
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que no puede obtenerse provecho de hundirnos en nuestras profundidades en
pos del Inconsciente, es slo internndonos donde el Seor mora y
ascendiendo hasta lo que todava es super-consciente para nosotros, hasta la
Supermente, que esta unidad puede establecerse por completo. Pues all, en la
Maya superior y divina est el conocimiento consciente en su ley y verdad, de
lo que trabaja en el subconsciente mediante la Maya inferior bajo las
condiciones de la Negacin que busca convertirse en Afirmacin. Pues esta
Naturaleza inferior estructura lo que se quiere y conoce en esa Naturaleza
superior. La Ilusin-Poder del conocimiento divino en el mundo, que crea
apariencias, est gobernada por la Verdad-Poder del mismo conocimiento que
conoce la verdad detrs de las apariencias y mantiene lista para nosotros la
Afirmacin en pos de la cual trabajan. El Hombre parcial y aparente descubrir
aqu al Hombre perfecto y real, capaz de un ser enteramente auto-consciente
por su plena unidad con ese Auto-existente que es el seor omnisciente de Su
propia evolucin y procesin csmicas.

La segunda dificultad es que el hombre est separado en su mente, su vida, su
cuerpo, de lo universal y, por tanto, incluso como no se conoce a s mismo, es
igualmente y aun ms incapaz de conocer a sus criaturas-semejantes.
Mediante inferencias, teoras, observaciones y cierta capacidad imperfecta de
simpata, forma una tosca construccin mental acerca de sus semejantes; pero
esto no es conocimiento. El conocimiento puede slo llegar por medio de la
identidad consciente, pues eso es el nico conocimiento verdadero, -la
existencia consciente de s misma--. Sabemos lo que somos en la medida en
que tenemos plena conciencia de nosotros, el resto est oculto; de igual
manera podemos en realidad llegar a conocer aquello con lo que nosotros
llegamos a ser uno en nuestra conciencia, pero slo en la medida en que
podamos llegar a ser uno con ello. Si los medios del conocimiento son
indirectos e imperfectos, el conocimiento obtenido ser tambin indirecto e
imperfecto. Nos capacitar para elaborar con una cierta precaria torpeza pero
todava bastante perfectamente desde nuestro punto de vista mental, ciertos
limitados objetivos prcticos, necesidades, conveniencias, una cierta imperfecta
e insegura armona de nuestras relaciones con lo que conocemos; pero slo
mediante una unidad consciente con ello podemos arribar a una relacin
perfecta. Por lo tanto debemos arribar a una consciente unidad con nuestros
seres-semejantes y no meramente a la simpata creada por el amor o la
comprensin creada por el conocimiento mental que siempre sern el
conocimiento de su existencia superficial y por lo tanto imperfecta en s y sujeta
a la negacin y a la frustracin por la irrupcin de lo desconocido y no-
dominado desde el subconsciente o el subliminal en ellos y en nosotros. Pero
esta unidad consciente slo puede establecerse ingresando en aquello en lo
que somos uno solo con ellos, lo universal; y la plenitud de lo universal existe
conscientemente slo en lo que es super-consciente para nosotros, en la
Supermente: pues aqu en nuestro ser normal la mayor parte del mismo es
subconsciente y, por lo tanto, no puede poseerse en este normal equilibrio de
mente, vida y cuerpo. La naturaleza consciente inferior est esclavizada al ego
en todas sus actividades, encadenada triplemente al poste de la individualidad
diferenciada. La Supermente solo rige la unidad en la diversidad.

148

La tercera dificultad es la divisin entre la fuerza y la conciencia en la existencia
evolutiva. Primero existe la divisin que ha sido creada por la evolucin misma
en sus tres sucesivas formaciones de Materia, Vida y Mente, cada una con su
propia ley de actividad. La Vida est en guerra con el cuerpo; trata de forzarlo a
satisfacer los deseos, impulsos, satisfacciones y demandas vitales desde su
limitada capacidad, que slo podran ser posibles para un cuerpo inmortal y
divino; y el cuerpo, esclavizado y tiranizado, sufre y est en constante muda
revuelta contra las demandas que le plantea la Vida. La Mente est en guerra
con ambos: a veces ayuda a la Vida contra el Cuerpo, otras restringe la
urgencia vital y procura proteger la estructura corporal de los deseos, pasiones
y desbordadas energas vitales; tambin busca poseer la Vida y volcar su
energa hacia los fines de la mente, hacia los mximos deleites de la propia
actividad mental, hacia la satisfaccin de objetivos mentales, estticos y
emocionales, y hacia su realizacin en la existencia humana; y la Vida tambin
se halla esclavizada, equivocadamente empleada y en frecuente insurreccin
contra el ignorante tirano semi-sabio asentado sobre ella. Esta es la guerra de
nuestros miembros que la mente no puede resolver satisfactoriamente pues ha
de tratar un problema insoluble para ella, la aspiracin de un ser inmortal en
una vida y cuerpo mortales. Puede slo arribar a una larga sucesin de
compromisos y concluir en un abandono del problema, ya sea con el
materialista, mediante sumisin a la mortalidad de nuestro ser aparente, o con
el asceta y el fundamentalista religioso, mediante el rechazo y condena de la
vida terrena y por el retiro en pos de ms felices y cmodos campos de la
existencia. Pero la verdadera solucin reside en hallar el principio ms all de
la Mente, del cual la Inmortalidad es la ley, y en conquistar mediante ella la
mortalidad de nuestra existencia.

Pero existe tambin esa fundamental divisin interior entre la fuerza de la
Naturaleza y el ser consciente que es la causa original de esta incapacidad. All
no slo hay una divisin entre ser mental, vital y fsico, sino que, a su vez, cada
uno de ellos, est dividido contra s. La capacidad del cuerpo es menor que la
capacidad del alma instintiva o ser consciente, el fsico Purusha dentro de ella;
la capacidad de la fuerza vital es menor que la capacidad del alma impulsiva, el
consciente ser vital o Purusha dentro de ella; la capacidad de la energa mental
es menor que la capacidad del alma intelectual y emocional, el Purusha mental
dentro de ella. Pues el alma es la conciencia interior que aspira a su completa
auto-realizacin y, por lo tanto, siempre excede la formacin individual del
momento, y la Fuerza que ha tornado su equilibrio en la formacin es siempre
empujada por su alma hacia lo que es anormal para el equilibrio, trascendente
de l; empujada de esa manera, constantemente, tiene demasiados trastornos
para responder, an ms para evolucionar de la actual a una capacidad mayor.
Al tratar de satisfacer las demandas de esta alma triple, se distrae y se deja
llevar hasta colocar instinto contra instinto, impulso contra impulso, emocin
contra emocin, idea contra idea, satisfaciendo esto, negando aquello, luego
arrepintindose y retornando a lo hecho, ajustando, compensando, reajustando
ad infinitum pero sin llegar a principio alguno de unidad. Y en la mente
nuevamente el poder-consciente, que ha de armonizar y unir, est no slo
limitado en su conocimiento y en su voluntad, sino que tambin el conocimiento
y la voluntad estn separados y a menudo en discordia. El principio de la
unidad est arriba en la supermente; pues slo all la unidad es consciente de
149

todas las diversidades; pues slo all el conocimiento y la voluntad son iguales
y en perfecta armona; slo all la Conciencia y la Fuerza arriban a su divina
ecuacin.

El hombre, en proporcin a como se desarrolla dentro de un ser auto-
consciente y verdaderamente pensante, llega a ser agudamente consciente de
toda esta discordia y separacin en sus partes y busca llegar a una armona de
su mente, vida y cuerpo; una armona de su conocimiento, voluntad y emocin;
una armona de todos sus miembros. A veces este deseo se detiene en el logro
de un trabajoso compromiso que traer consigo paz relativa; pero el
compromiso slo puede ser un alto en el camino, dado que la Deidad interior
no se satisfar eventualmente con menos que una perfecta armona que
combine en s misma el desarrollo integral de nuestras multilaterales
potencialidades. Menos que esto sera una evasin del problema, no su
solucin, o solo una temporaria solucin provista como sitio de descanso para
el alma en su auto-agrandamiento y ascensin continuos. Tal perfecta armona
demandara como trminos esenciales una mentalidad perfecta, un juego
perfecto de la fuerza vital, una existencia fsica perfecta. Pero dnde, en lo
radicalmente imperfecto, hallaremos el principio y poder de la perfeccin? La
mente enraizada en la divisin y la limitacin no puede proporcionrnoslo y
tampoco lo pueden la vida ni el cuerpo que son la energa y la estructura de la
mente divisora y limitadora. El principio y poder de la perfeccin estn all en el
subconsciente pero envueltos en el tegumento o velo de la Maya inferior, una
muda premonicin que emerge como un irrealizado ideal; en el super-
consciente ellos el principio y el poder de la perfeccin--, esperan, abiertos,
eternamente realizados, pero, an separados de nosotros por el velo de
nuestra auto-ignorancia. Es arriba, entonces, y no en nuestro actual equilibrio ni
debajo del mismo, que debemos buscar el poder y conocimiento
reconciliadores.

De igual modo, el hombre, en la medida que evoluciona, deviene agudamente
consciente de la discordia e ignorancia que gobiernan sus relaciones con el
mundo, agudamente intolerante a ese respecto, cada vez ms enquistado en
pos de un principio de armona, paz, dicha y unidad. Esto tambin solo puede
llegarle desde arriba. Pues slo desarrollando una mente que tenga el
conocimiento de la mente de los dems como de s misma, libre de nuestra
mutua ignorancia y mala interpretacin, una voluntad que sienta y se unifique
con la voluntad de los dems, un corazn emocional que contenga las
emociones de los dems como propias, una fuerza-vital que sienta las energas
de los dems y las acepte para s y busque satisfacerlas como propias, y un
cuerpo que no sea muro de prisin ni defensa contra el mundo, --(sino todo
esto bajo la ley de una Luz y una Verdad que trasciendan las aberraciones y
errores, el mucho pecado y falsedad de nuestras mentes, voluntades,
emociones y energas-vitales y tambin de los dems)--, solo as la vida del
hombre puede espiritual y prcticamente llegar a ser una sola con la de sus
seres-semejantes y recobrar el individuo su propio ser (yo) universal. El
subconsciente tiene esta vida del Todo y el super-consciente la tiene, pero bajo
condiciones que necesitan nuestro movimiento ascendente. Pero no hacia el
Dios oculto en el inconsciente ocano donde la oscuridad est envuelta dentro
de la oscuridad, sino hacia el Dios que mora en el mar de la eterna luz ; en el
150

ter supremo de nuestro ser, est el mpetu original que ha llevado hacia arriba
a la evolutiva alma al modelo de nuestra humanidad.

Por lo tanto, a menos que la especie caiga a un costado del camino y deje la
victoria a otras y nuevas creaciones de la inquieta y productiva Madre, debe
aspirar a este ascenso, conducido ciertamente a travs del amor, la iluminacin
mental y el impulso vital de posesin de s y auto-entrega, pero conduciendo
ms all a la unidad supramental que las trasciende y realiza; en el fundamento
de la vida humana sobre la realizacin supramental de la unidad consciente
con el Uno y con todos en nuestro ser y en todos sus miembros, la humanidad
debe buscar su bien y salvacin finales. Y esto es lo que hemos descrito como
el cuarto estado de la Vida en su ascenso hacia la Deidad.




Captulo XXIII - El Doble Alma en el Hombre

Purusha, yo interior, no ms grande que el tamao del pulgar de una mano.
Katha Upanishad

Quien conoce a este Yo que es el que come la miel de la existencia y el seor
de lo que es y ser, desde entonces no se sobrecoge.
Katha Upanishad

De qu tendr pesar, cmo ser engaado quien ve la Unidad por doquier?
Isha Upanisha

Quien ha encontrado la bienaventuranza de lo Eterno, nada teme.
Taittiriya Upanishad



Descubrimos que el primer estado de la Vida se caracteriza por un mudo e
inconsciente impulso o estimulo, una fuerza de alguna voluntad envuelta en la
existencia material o atmica, no libre ni duea de si o de sus obras o
resultados, sino poseda por entero por el movimiento universal en el que surge
como la oscura e informe semilla de la individualidad. La raz del segundo
estado es el deseo, el ansia de poseer aunque limitada en la capacidad; el
retoo, el brote del tercero es el Amor que busca poseer y ser posedo, recibir y
darse; la fina flor del cuarto, su signo de perfeccin, lo concebimos como el
puro y pleno emerger de la voluntad original, la iluminada realizacin del deseo
intermedio, la elevada y profunda satisfaccin del consciente intercambio de
Amor mediante la unificacin del estado del poseedor y el posedo en la divina
unidad de las almas que es el fundamento de la existencia supramental. Si
examinamos con cuidado estos trminos veremos que son formas y etapas de
la bsqueda del alma en pos del deleite individual y universal de las cosas; el
ascenso de la Vida es en su naturaleza el ascenso del divino deleite en las
cosas desde su muda concepcin en la Materia, a travs de las vicisitudes y
oposiciones, hasta su luminosa consumacin en el Espritu.
151


Al ser el mundo lo que es, y no puede ser de otro modo. Pues el mundo es
enmascarada forma de Sachchidananda, y la naturaleza de la conciencia de
Sachchidananda y, por lo tanto, la cosa en la que Su fuerza debe siempre
hallarse y lograrse es divina Bienaventuranza, un omnipresente auto-deleite.
Dado que la Vida es una energa de Su fuerza-consciente, el secreto de todos
sus movimientos debe ser un oculto deleite inherente a todas las cosas que es
a la vez causa, motivo y objeto de sus actividades; y si por razn de la egosta
divisin se pierde ese deleite, si se lo tiene detrs de un velo, si se lo
representa como su propio opuesto, incluso si el ser est enmascarado en la
muerte, la conciencia figure como el inconsciente y la fuerza se burle bajo el
disfraz de la incapacidad, entonces, lo que vive no puede ser satisfecho, no
puede ni descansar del movimiento ni cumplir el movimiento a no ser que se
afirme en este deleite universal que es, a la vez, el secreto deleite total de su
propio ser, y el original omni-abarcante, omni-informante, omni-elevador deleite
del trascendente e inmanente Sachchidananda. Ir en procura del deleite es, por
lo tanto, el fundamental impulso y el sentido de la Vida, hallarlo, poseerlo y
realizarlo es su motivo total.

Ms dnde est en nosotros este principio del Deleite? A travs de qu
trmino de nuestro ser se manifiesta y realiza en la accin del cosmos como el
principio de la Fuerza-Consciente manifiesta y usa la Vida para su trmino
csmico y el principio de la Supermente manifiesta y usa la Mente? Hemos
distinguido un cudruplo principio del divino Ser creador del universo,
Existencia, Fuerza-Consciente, Bienaventuranza y Supermente--. La
Supermente, lo hemos visto, es omnipresente en el cosmos material, pero
velada; est detrs del fenmeno real de las cosas, y ocultamente se expresa
all. Pero usa en su actuacin a su propio trmino subordinado, la Mente. La
divina Conciencia-Fuerza es omnipresente en el cosmos material, pero velada,
opera secretamente detrs de los fenmenos reales de las cosas, y se expresa
all caractersticamente a travs de su propio trmino subordinado, la Vida. Y,
aunque no hemos examinado an separadamente el principio de la Materia,
con todo, podemos ver ya que la divina Omni-existencia tambin est
omnipresente en el cosmos material, pero velada, oculta detrs del fenmeno
real de las cosas, y se manifiesta all inicialmente a travs de su propio trmino
subordinado, Sustancia, Forma de ser, o Materia. Luego, de modo igual, el
principio de la divina Bienaventuranza debe ser omnipresente en el cosmos,
por cierto velado y poseyndose detrs del fenmeno real de las cosas, pero
an manifestado en nosotros a travs de algn principio subordinado suyo
propio en el que se oculta y mediante el cual debe ser hallado y concretado en
la accin del universo.

Ese trmino es algo en nosotros que a veces denominados, en un sentido
especial, el alma, (vale decir, el principio psquico que no es la vida ni la
mente, mucho menos el cuerpo, pero que tiene en s mismo la apertura y
florecimiento de la esencia de todos stos hacia su propio deleite peculiar del
ser (yo), hacia la luz, hacia el amor, hacia la dicha y la belleza, y hacia una
refinada pureza del ser)--. Sin embargo, de hecho hay una doble alma o
trmino psquico en nosotros, as como todo otro principio csmico en nosotros
es tambin doble. Pues tenemos dos mentes: la mente superficial de nuestro
152

expresado ego evolutivo, la mentalidad superficial creada por nosotros en
nuestro emerger a partir de la Materia, y una mente subliminal no obstaculizada
por nuestra real vida mental y sus estrictas limitaciones, algo grande, potente y
luminoso, el verdadero ser mental que est detrs de la forma superficial de la
personalidad mental y que confundimos con nosotros mismos. De modo que
tambin tenemos dos vidas: una externa, envuelta en el cuerpo fsico, ligada
por su pasada evolucin en la Materia, que vive, naci y morir; la otra, una
fuerza subliminal de vida que no est encajonada entre los estrechos lmites de
nuestro nacimiento y muerte fsicos, sino que es nuestro verdadero ser vital
detrs de la forma de vida que ignorantemente tomamos por nuestra existencia
real. Incluso en lo que atae a nuestro ser existe esta dualidad; pues detrs de
nuestro cuerpo tenemos una ms sutil existencia material que provee la
sustancia no slo de nuestra envoltura fsica sino tambin de la vital y mental y
por lo tanto nuestra sustancia real est sosteniendo esta forma fsica a la que
errneamente imaginamos como cuerpo integro de nuestro espritu. Asimismo
tenemos en nosotros una doble entidad psquica, el alma-del-deseo superficial
que trabaja en nuestros anhelos vitales, nuestras emociones, facultad esttica
y bsqueda mental del poder, conocimiento y felicidad, y una subliminal entidad
psquica, un puro poder de luz, amor, dicha y refinada esencia del ser que es
nuestra verdadera alma detrs de la forma externa de existencia psquica, que
tan a menudo dignificamos con el nombre. Cuando llega a la superficie algn
reflejo de esta mayor y ms pura entidad psquica decimos de un hombre: tiene
alma, y cuando est ausente en su vida psquica externa decimos de l: no
tiene alma.

Las formas externas de nuestro ser son las de nuestra pequea existencia
egosta; las subliminales son las formaciones de nuestra mayor individualidad
verdadera. Por lo tanto stas son esa parte oculta de nuestro ser en la que
nuestra individualidad est prxima a nuestra universalidad, la toca, est en
constante relacin y comercio con ella. La mente subliminal en nosotros est
abierta al conocimiento universal de la Mente csmica, la vida subliminal en
nosotros est abierta a la fuerza universal de la Vida csmica, el fsico
subliminal en nosotros est abierto a la fuerza-formacin universal de la
Materia csmica; los gruesos muros que dividen de estas cosas nuestra
superficial mente, vida y cuerpo, y que la Naturaleza ha de atravesar con
demasiada dificultad, tan imperfectamente y con tan mltiples artificios
psquicos diestros-torpes, son all, en lo subliminal, slo un rarificado medio de
separacin y comunicacin simultneas. Asimismo, el alma subliminal en
nosotros est abierta al deleite universal que el alma csmica lleva en su propia
existencia, en la existencia de las miradas de almas que la representan y en
las operaciones de la mente, la vida y la materia por las que la Naturaleza se
presta a su juego y desarrollo; pero de este deleite csmico el alma superficial
es separada por muros egostas de gran espesor que por cierto cuentan con
puertas de ingreso, mas al trasponerlas los contactos del divino Deleite
csmico se empequeecen, deforman y llegan a enmascararse como sus
propios opuestos.

Se desprende que en esta superficie o alma-del-deseo no hay verdadera vida-
del-alma, sino una deformacin psquica y equivocada recepcin del contacto
de las cosas. La enfermedad del mundo consiste en que el individuo no puede
153

hallar su alma real, y la causa-raz de esta enfermedad es nuevamente que no
puede encontrar en su externo abarcar de las cosas el alma real del mundo en
el que vive. Busca hallar all la esencia del ser, la esencia del poder, la esencia
de la existencia-consciente, la esencia del deleite, pero en su lugar recibe una
multitud de contactos e impresiones contradictorios. Si pudiese hallar esa
esencia, si pudiese hallar tambin al nico universal ser, poder, existencia
consciente y deleite incluso en este enredo de contactos e impresiones, las
contradicciones de lo que parecen esos contactos e impresiones
contradictorias-- se reconciliaran en la unidad y armona de la Verdad que nos
alcanza en estos contactos. Al mismo tiempo l hallara su propia alma
verdadera y a travs de ella su verdadero ser (yo), porque el alma verdadera es
la delegada de su ser (yo) y su ser (yo) y el ser (yo) del mundo son uno solo.
Pero esto l no lo puede hacer debido a la egosta ignorancia del pensamiento
en la mente, del corazn de la emocin, del sentido que responde al contacto
de las cosas, no con un valiente y afectuoso abrazo del mundo, sino con un
flujo de avances y retrocesos, de cautas aproximaciones o impacientes huidas
y hoscos o descontentos, o asustados o airados repliegues conforme a como el
contacto le agrade o desagrade, le conforte o alarme, le satisfaga o le
descontente. Es el alma-del-deseo que por su equivocada recepcin de la vida
se convierte en la causa de una triple mala interpretacin del rasa, el deleite en
las cosas, de modo que, en lugar de figurarse la pura dicha esencial del ser,
llega a traducirse desigualmente en los tres trminos de placer, dolor e
indiferencia.

Hemos visto, cuando consideramos al Deleite de la Existencia en sus
relaciones con el mundo, que no hay absoluta ni esencial validez en nuestros
patrones de placer, dolor e indiferencia, que estn determinados por entero por
la subjetividad de la conciencia receptiva y que el grado de placer y dolor
puede elevarse a un mximo o comprimirse a un mnimo, a incluso borrarse por
completo en su aparente naturaleza. El placer puede convertirse en dolor o el
dolor en placer porque en su realidad secreta son la misma cosa reproducida
de un modo distinto en las sensaciones y emociones. La indiferencia es, o bien
la inatencin del alma-del-deseo superficial en su mente, sensaciones,
emociones y anhelos en cuanto al rasa de las cosas, o bien su incapacidad
para recibir y responder a ste, o bien su rechazo de dar cualquier respuesta
superficial, o, tambin, su sofocacin y sometimiento del placer y el dolor
mediante la voluntad dentro de un neutro matiz de inaceptacin. En todos estos
casos lo que sucede es que existe un positivo rechazo o negativa imprevisin o
incapacidad de interpretar o de cualquier modo representar positivamente en la
superficie algo que es aun subliminalmente activo.

Pues, as como ahora sabemos por observacin y experimentacin
psicolgicas que la mente subliminal recibe y recuerda todos aquellos
contactos de las cosas que la mente superficial ignora, de igual manera
descubriremos tambin que el alma subliminal responde al rasa, o esencia en
la experiencia, de estas cosas, que el alma-del-deseo superficial rechaza por
disgusto o negativa, o ignora por neutra inaceptacin. El auto-conocimiento es
imposible a no ser que vayamos detrs de nuestra existencia superficial, --(que
es mero resultado de selectivas experiencias externas, una resonancia
imperfecta o una apresurada, incompetente y fragmentaria traduccin de un
154

poco de lo mucho que somos)--, a menos que vayamos detrs de esta
existencia superficial y lancemos nuestra plomada en el subconsciente y nos
abramos al super-consciente para as conocer su relacin con nuestro ser
superficial. Pues entre estas tres cosas nuestra existencia se desplaza y halla
en ellas su totalidad. El superconsciente en nosotros es uno solo con el ser (yo)
y el alma del mundo, y no est gobernado por diversidad fenomnica alguna;
por lo tanto, posee la verdad de las cosas y el deleite de las cosas en su
plenitud. El subconsciente, as llamado, en esa luminosa cabeza de s mismo
que llamamos lo subliminal, es, por el contrario, no un verdadero poseedor sino
un instrumento de la experiencia; no es en la prctica, uno con el alma y ser
(yo) del mundo, pero est abierto a l a travs de su experiencia-del-mundo. El
alma subliminal es consciente interiormente del rasa de las cosas y tiene un
igual deleite en todos los contactos; es tambin consciente de los valores y
modelos del alma-del-deseo superficial y recibe en su propia superficie los
correspondientes contactos de placer, dolor e indiferencia, pero recibe un igual
deleite en todo. En otras palabras nuestra alma real interior recibe gozo de
todas sus experiencias, de ellas extrae fortaleza, placer y conocimiento,
mediante ellas crece en su aprovisionamiento y en su plenitud. Esta alma real
en nosotros es la que compele la retirada de la mente-del-deseo en cuanto a
llevar e incluso buscar y hallar placer en lo que es dolorosa para ella, a
rechazar lo que le resulta placentero, a modificar o incluso invertir sus valores,
a igualar las cosas en indiferencia o a igualarlas en dicha, la dicha de la
variedad de la existencia. Y esto lo hace porque est impelida por lo universal a
desarrollarse por todo gnero de experiencia de modo de as crecer en la
Naturaleza. De lo contrario, si slo viviramos por el alma-del-deseo superficial,
no cambiaramos ni avanzaramos ms que la planta o la piedra en su
inmovilidad o en su rutina de existencia, porque la vida no es superficialmente
consciente, el alma secreta de las cosas no tiene todava instrumento por el
cual pueda rescatar a la vida a partir de la fija y restringida gama dentro de la
que ha nacido. El alma-del-deseo, abandonada a s misma, seguira circulando
en los mismos carriles por siempre.

Segn la opinin de las antiguas filosofas, el placer y el dolor son inseparables
como la verdad intelectual y la falsedad, el poder y la incapacidad, y el
nacimiento y la muerte; por lo tanto el nico modo de escapar de ellos sera
una total indiferencia, una blanca respuesta a las excitaciones del yo-del-
mundo. Pero un conocimiento psicolgico ms sutil nos demuestra que este
enfoque basado tan slo en los hechos superficiales de la existencia, en
realidad no agota las soluciones del problema. Es posible, trayendo el alma real
a la superficie, reemplazar los patrones egostas del placer y el dolor por un
igual y omni-abarcante deleite personal-impersonal. El amante de la Naturaleza
hace esto cuando goza con todas las cosas de la Naturaleza universalmente,
sin admitir repulsin o miedo, o mero gusto o disgusto, percibiendo la belleza
en lo que para otros parece bajo e insignificante, vaco y salvaje, terrible y
repelente. El artista y el poeta hacen esto cuando buscan el rasa de lo
universal desde la emocin esttica o desde la lnea fsica o desde la forma
mental de la belleza o desde el sentido y poder interiores disfrutando
igualmente de aquello de lo que el hombre comn huye y de aquello a lo que
est apegado por un sentido de placer. El buscador de conocimiento, el
amante-de-Dios que halla el objeto de su amor por doquier, el hombre
155

espiritual, el intelectual, el sensual, el esteta, todos hacen esto a su modo y
deben hacerlo si hallaran abrazadamente el Conocimiento, la Belleza, la Dicha
o la Divinidad que buscan. Es slo en las partes donde el pequeo ego es
usualmente demasiado fuerte para nosotros, es slo en nuestra dicha y
sufrimiento emocionales o fsicos, en nuestro placer y dolor de la vida, ante los
cuales el alma-del-deseo en nosotros es dbil y cobarde por completo, que la
aplicacin del principio divino llega a ser supremamente difcil y parece para
muchos imposible o incluso monstruosa y repelente, Aqu la ignorancia del ego
retrocede desde el principio de impersonalidad que an se aplica sin
demasiada dificultad en la Ciencia, el Arte e incluso en cierto gnero de
imperfecta vida espiritual porque all la regla de la impersonalidad no ataca
aquellos deseos abrigados por el alma superficial ni aquellos valores del deseo
fijados por la mente superficial en la que nuestra vida externa est ms
vitalmente interesada. En el ms libre y superior movimiento se nos exige slo
una limitada y especializada ecuanimidad e impersonalidad apropiada a un
campo particular de la conciencia y de la actividad mientras la base egosta de
nuestra vida prctica permanece en nosotros; en los movimientos inferiores, el
fundamento total de nuestra vida ha de cambiarse a fin de hacer lugar a la
impersonalidad, y esto l alma-del-deseo lo halla imposible.

El alma verdadera secreta en nosotros -(subliminal, decimos, pero la palabra es
inapropiada, pues esta presencia no est situada debajo del umbral de la
mente despierta, sino que ms bien arde en el templo del ms recndito
corazn detrs de la espesa pantalla de una mente, vida y cuerpo ignorantes,
no subliminal, sino detrs del velo)--, esta velada entidad psquica es la llama
de Dios siempre encendida dentro de nosotros, inextinguible incluso por esa
densa inconciencia que oscurece nuestra naturaleza externa ignorante de
algn espiritual ser interior. Es una llama nacida de lo Divino y, luminosa
habitante de la Ignorancia, crece en sta hasta que pueda volverla hacia el
Conocimiento. Es el oculto Testigo y Control, el Gua escondido, es el Daemon
de Scrates, la luz interior o voz interior del mstico. Es lo durable e
imperecedero en nosotros de un nacimiento a otro, intocable por la muerte, la
decadencia o la corrupcin, una indestructible chispa del Divino. No siendo el
no-nacido Ser-en-s o Atman, --(pues el Ser-en-s, incluso presidiendo sobre la
existencia del individuo est consciente siempre de su universalidad y
trascendencia)--, sin embargo, es su delegado en las formas de la Naturaleza,
el alma individual, caitya purusa, sosteniendo mente, vida y cuerpo,
permaneciendo detrs del ser mental, del vital y del sutil-fsico en nosotros y
contemplando y aprovechando su desarrollo y experiencia. Estos otros
poderes-personales en el hombre, estos seres de su ser, estn tambin
velados en su verdadera entidad, pero ejercen personalidades temporarias que
componen nuestra individualidad externa y cuya combinada accin y apariencia
superficiales forman el estado que llamamos nosotros mismos: esta ms
recndita entidad tambin, tomando forma en nosotros como la Persona
psquica, presenta una personalidad psquica que cambia, crece y se desarrolla
de vida en vida; pues sta es la viajera entre nacimiento y muerte, y entre
muerte y nacimiento, nuestras partes naturales slo son su mltiple y
cambiante vestidura. El ser psquico puede al principio ejercer solamente una
oculta, parcial e indirecta accin a travs de la mente, la vida y el cuerpo, dado
que stas son las partes de la Naturaleza que han de desarrollarse como sus
156

instrumentos de auto-expresin, que est largamente confinada por su
evolucin. Con la misin de conducir al hombre que est en la Ignorancia hacia
la luz de la Conciencia Divina, toma la esencia de toda experiencia en la
Ignorancia para formar un ncleo de alma-creciendo en la naturaleza; el resto
lo vuelca en material para el futuro crecimiento de los instrumentos que ha de
usar hasta que estn listos para ser luminosa instrumentacin del Divino. Esta
secreta entidad psquica es la verdadera Conciencia original en nosotros, ms
profunda que la elaborada y convencional conciencia del moralista, pues es la
que siempre apunta hacia la Verdad, lo Correcto y la Belleza, hacia el Amor y la
Armona y todo lo que es posibilidad divina en nosotros, y persiste hasta que
estas cosas llegan a ser la mayor necesidad de nuestra naturaleza. Es la
personalidad psquica en nosotros que florece como el santo, el sabio, el
vidente; cuando alcanza su fuerza plena, vuelca al ser hacia el Conocimiento
del Ser-en-s y del Divino, hacia la verdad suprema, el Bien Supremo, la
Belleza, Amor y Bienaventuranza supremos, las alturas y grandezas divinas, y
nos abre el contacto de la espiritual simpata, universalidad, unidad. Por el
contrario, donde la personalidad psquica es dbil, burda o mal desarrollada,
las partes y movimientos ms finos en nosotros carecen o son pobres de
carcter y poder, aunque la mente sea fuerte y brillante, el corazn de las
emociones vitales duro, fuerte y dominante, la fuerza-vital, dominadora y
exitosa, la existencia corporal, rica y afortunada, y un aparente seor y
vencedor. Es entonces el alma-del-deseo exterior, la entidad seudo-psquica, la
que reina y confundimos sus malas interpretaciones de la sugestin y
aspiracin psquicas, sus ideas e ideales, sus deseos y anhelos con la
verdadera alma-sustancial y la riqueza de la experiencia espiritual. Si la secreta
Persona psquica puede seguir avanzando y, reemplazando al alma-del-deseo,
gobernar abierta y enteramente y no slo parcialmente y detrs del velo esta
externa naturaleza de mente, vida y cuerpo, entonces stos pueden moldearse
en imgenes del alma de lo que es verdadero, correcto y bello y, al fin, la
naturaleza toda pueda volcarse hacia el real objetivo de la vida, la suprema
victoria, el ascenso a la existencia espiritual.

Pero podra parecer que, al poner al frente a esta entidad psquica, a esta
verdadera alma en nosotros, y darle all el mando y gobierno, obtendremos la
realizacin total de nuestro ser natural de modo que podamos buscar y tambin
abrir las puertas del reino del Espritu. Y bien podra razonarse que no hay
necesidad de intervencin alguna de superior Verdad-Conciencia o principio de
la Supermente para ayudarnos a alcanzar el estado divino o la perfeccin
divina. Con todo, aunque la transformacin psquica es una condicin
necesaria de la transformacin total de nuestra existencia, no es todo cuanto es
menester para el mayor cambio espiritual. En primer lugar, dado que ste es el
alma individual en la Naturaleza, puede abrirse a los ms divinos mbitos
ocultos de nuestro ser, y recibir y reflejar su luz, poder y experiencia, pero
tambin tenemos necesidad de otra transformacin que derive de lo alto para
poseer nuestro ser (yo) en su universalidad y trascendencia. El ser psquico en
cierta etapa podra contentarse con crear una formacin de verdad, bien y
belleza y estacionarse all; en una etapa ulterior podra someterse pasivamente
al ser-del-mundo, un espejo de la existencia universal, de la conciencia, del
poder, del deleite, pero sin ser su participante o poseedor pleno. Aunque ms
cerca y estremecidamente unida a la conciencia csmica en el conocimiento, la
157

emocin e incluso en la apreciacin a travs de los sentidos, podra convertirse
en puramente receptora y pasiva, alejada del dominio y la accin en el mundo;
o, una con el Ser-en-s esttico detrs del cosmos, pero separada interiormente
del movimiento-del-mundo, perdiendo su individualidad en su Fuente, podra
retornar a esa Fuente y no tener ni la voluntad ni el poder para lo que fue su
misin ltima aqu, conducir a la naturaleza tambin hacia su divina realizacin.
Pues el ser psquico lleg a la Naturaleza procedente del Ser-en-s, del Divino,
y puede retornar de la Naturaleza al Divino silencioso a travs del silencio del
Ser-en-s y de una suprema inmovilidad espiritual. Otra vez, una porcin eterna
del Divino, --(esta parte es por la ley de lo Infinito inseparable de su Todo
Divino, esta parte es ciertamente ella misma ese Todo, excepto en su
apariencia frontal, su separativa auto-experiencia frontal)--, puede despertar a
esa realidad y hundirse en ella hasta la extincin aparente o al menos hasta la
unin de la existencia individual. Aqu, un pequeo ncleo, en la masa de
nuestra Naturaleza ignorante, descrito en el Upanishad como no mayor que un
pulgar humano, puede, por influjo espiritual, agrandarse y abarcar el mundo
entero con el corazn y la mente en ntima comunin o unidad. O puede llegar
a ser consciente de su eterno Compaero y elegir vivir por siempre en Su
presencia, en imperecedera unin y unidad como el amante eterno con el
eterno Amado, que de todas las experiencias espirituales es la ms intensa en
belleza y xtasis. Todos estos son grandes y esplndidos logros de nuestro
espiritual auto-descubrimiento, pero no son necesariamente el fin ltimo y
entera consumacin; es posible ms.

Pues estos son logros de la mente espiritual del hombre; son movimientos de
esa mente que va ms all de s, pero en su propio plano, en los esplendores
del Espritu. La mente, incluso en sus estados supremos, mucho ms all de
nuestra mentalidad actual, acta todava en su naturaleza por divisin; toma los
aspectos de lo Eterno y trata cada aspecto como si fuese la verdad total del Ser
Eterno y puede hallar en cada uno su propia perfecta realizacin. Incluso los
erige en opuestos y crea una escala total de estos opuestos, el Silencio de lo
Divino y la Dinmica divina, el inmvil Brahman apartado de la existencia, sin
cualidades, y el activo Brahman con cualidades, Seor de la existencia, Ser y
Devenir, la Persona Divina y una pura Existencia impersonal; puede entonces
separarse de uno y sumergirse en el otro como nica Verdad perdurable de la
existencia. Puede considerar a la Persona como la nica Realidad o lo
Impersonal como lo nico cierto; puede considerar al Amante como el nico
medio de expresin del Amor; o al amor como la nica posible auto-expresin
del Amante; puede ver los seres como los nicos poderes personales de una
Existencia impersonal o a la existencia impersonal como el nico estado del
Ser nico, la Persona Infinita. Su logro espiritual, su ruta de paso hacia el
objetivo supremo seguir estas lneas divisorias. Pero ms all de este
movimiento de la Mente espiritual, est la superior experiencia de la
Supermente Verdad-Conciencia; all estos opuestos desaparecen y estas
parcialidades se abandonan en la rica totalidad de una suprema e integral
realizacin del Ser eterno. Este es el objetivo que hemos concebido, la
consumacin de nuestra existencia aqu por el ascenso a la Verdad-Conciencia
supramental y su descenso en nuestra naturaleza. La transformacin psquica
tras surgir en el cambio espiritual ha de completarse, integrarse, superarse y
158

elevarse mediante una transformacin supramental que la ascienda hasta la
cima del esfuerzo ascendente.

Tal como entre los otros trminos divididos y opuestos del Ser manifestado, de
igual manera solo una conciencia-energa supramental podra establecer una
perfecta armona entre estos dos trminos -aparentemente opuestos debido a
la Ignorancia del estado del espritu v del dinamismo del mundo, en nuestra
existencia corporizada. En la Ignorancia, la Naturaleza centra el orden de sus
movimientos psicolgicos, no en torno del secreto ser (yo) espiritual, sino de su
substituto, el ego-principio: cierto egocentrismo es la base sobre la que ligamos
juntas nuestras experiencias y relaciones en medio de complejos contactos,
contradicciones, dualidades e incoherencias del mundo en que vivimos; este
egocentrismo es nuestro roca de seguridad frente a lo csmico y lo infinito,
nuestra defensa. Mas en nuestro cambio espiritual hemos de abstenernos de
esta defensa; el ego ha de desvanecerse, la persona se halla disuelta en una
vasta impersonalidad, y en esta impersonalidad al principio no est la llave de
un ordenado dinamismo de la accin. Un resultado muy comn consiste en que
uno est dividido en dos partes del ser, la espiritual por dentro, la natural por
fuera; en una est la divina realizacin asentada en una perfecta libertad
interior, pero la parte natural sigue con la vieja accin de la Naturaleza,
continua mediante un movimiento mecnico de energas pasadas, su ya
transmitido impulso. Incluso, si hay una total disolucin de la persona limitada y
del viejo orden egocntrico, la naturaleza externa puede convertirse en el
campo de una aparente incoherencia, aunque todo el interior sea luminoso con
el Ser (Yo). De esa manera devenimos abiertamente inertes e inactivos,
movidos por circunstancias o fuerzas pero no mviles-por-s-mismos, incluso
aunque la conciencia est iluminada interiormente, o como un nio aunque por
dentro haya pleno auto-conocimiento, o como alguien inconsecuente en cuanto
a pensamiento e impulso aunque internamente haya completa calma y
serenidad, o como el alma salvaje y desordenada aunque interiormente exista
la pureza y equilibrio del Espritu. O si hay un ordenado dinamismo en la
naturaleza externa, puede ser una continuacin de la ego-accin superficial
presenciada pero no aceptada por el ser interior, o un dinamismo mental que
no exprese perfectamente la realizacin espiritual interior; pues no hay
equivalencia entre la accin de la mente y el estado del espritu. Incluso en el
mejor caso, donde hay una intuitiva gua de la Luz desde dentro, la naturaleza
de su expresin en el dinamismo de la accin debe estar marcada con las
imperfecciones de la mente, de la vida y del cuerpo, un Rey con ministros
incapaces, un Conocimiento expresado en los valores de la Ignorancia. Slo el
descenso de la Supermente con su perfecta unidad de Verdad-Conocimiento y
Verdad-Voluntad puede establecer, tanto en la existencia exterior como en la
interior, la armona del Espritu; pues solo ella puede por entero cambiar los
valores de la Ignorancia por los valores del Conocimiento.

En la realizacin de nuestro ser psquico, al igual que en la consumacin de
nuestras partes de mente y vida, est la relacin de eso con su fuente divina,
su correspondiente verdad en la Realidad Suprema, que es el movimiento
indispensable; y, tanto aqu como all, es mediante el poder de la Supermente
que puede ser hecha con una integridad absoluta, una intimidad que llega a ser
una autntica identidad; pues es la Supermente la que vincula los hemisferios
159

superior e inferior de la Existencia nica. En la Supermente est la Luz
integradora, la Fuerza consumadora, la amplia entrada dentro del supremo
Ananda; el ser psquico elevado por esa Luz y Fuerza puede unirse con el
Deleite original de la existencia desde l que provino: vencer las dualidades de
dolor y placer, liberar a la mente, a la vida y al cuerpo de todo miedo y
sobrecogimiento, puede restablecer los contactos de la existencia en el mundo
dentro de los trminos del Divino Ananda.




Captulo XXIV - Materia

Arrib al conocimiento de que la Materia es el Brahman.
Taittiriya Upanishad



Tenemos ahora la seguridad racional de que la Vida no es un sueo
inexplicable ni un mal imposible que con todo ha llegado a ser un hecho
doloroso, sino una poderosa pulsacin de la divina Omni-Existencia. Vemos
algo de su fundamento y su principio, contemplamos su elevada potencialidad y
divino afloramiento ltimo. Mas hay un principio debajo de todos los dems que
no hemos aun considerado suficientemente: el principio de la Materia sobre el
que la Vida se halla como sobre un pedestal o desde el que evoluciona como la
forma de un rbol de mltiples ramas lo hace a partir de la encapsulada
semilla. La mente, la vida y el cuerpo del hombre dependen de este principio
fsico, y si el afloramiento de la Vida es resultado de la Conciencia emergiendo
en la Mente, expandindose, elevndose en busca de su propia verdad en la
grandeza de la existencia supramental, con todo parece tambin estar
condicionada por esta caja del cuerpo y por este fundamento de la Materia. La
importancia del cuerpo es obvia; es porque ha desarrollado o recibido un
cuerpo y un cerebro capaces de recibir y brindar una progresiva iluminacin
mental que el hombre se ha elevado por encima del animal. Igualmente, slo
puede ser, mediante el desarrollo de un cuerpo o, al menos, el funcionamiento
del instrumento fsico capaz de recibir y brindar una iluminacin an mayor, que
se eleve por encima de s mismo y realice, no meramente en el pensamiento y
en su ser interno sino en la vida, una humanidad perfectamente divina. De lo
contrario se cancela la promesa de la Vida, se anula su significado y el ser
terreno slo puede realizar a Sachchidananda abolindose, librando de s la
mente, la vida y el cuerpo, y retornando al puro Infinito, o tambin, puede que el
hombre no sea el instrumento divino, existe un preciso lmite para el poder
conscientemente progresivo que le distingue de todas las otras existencias
terrestres y, as como l las reemplaz al frente de las cosas, de igual modo
otro debe eventualmente reemplazarlo y asumir su herencia.

Parece ciertamente que el cuerpo es, desde el principio, la gran dificultad del
alma, su continuo tropiezo y obstculo. Por lo tanto el ansioso buscador de la
realizacin espiritual lanza su proclama contra el cuerpo y su disgusto-
mundanal escoge este principio del mundo por sobre todas las otras cosas
160

como especial objeto de abominacin. El cuerpo es el oscuro peso que no
puede llevar; su obstinado material tosco es la obsesin que le conduce a
entregarse a la vida asctica. Para desembarazarse de aqul ha ido tan lejos
que hasta neg su existencia y la realidad del universo material. La mayora de
las religiones maldijeron la Materia y convirtieron el rechazo o resignado
sufrimiento temporal de la vida fsica en prueba de la verdad religiosa y la
espiritualidad. Los credos ms antiguos, ms pacientes, ms meditativamente
profundos, libres del contacto de la tortura y febril impaciencia del alma bajo el
peso de la Edad de Hierro, no efectuaron esta formidable divisin; reconocieron
a la Tierra como Madre y al Cielo como Padre, acordndoles igual amor y
reverencia; pero sus antiguos misterios son oscuros e insondables para nuestra
visin de las cosas, materialista o espiritual, contentndose con cortar el nudo
gordiano del problema de la existencia con un golpe decisivo, aceptando
escapar hacia una bienaventuranza eterna o un fin de aniquilacin eterna o de
eterna quietud.

La disputa no comienza realmente con nuestro despertar ante nuestras
posibilidades espirituales; empieza con la aparicin de la vida misma y su lucha
por establecer sus actividades y sus permanentes agregaciones de la forma
viviente contra la fuerza de la inercia, contra la fuerza de la inconsciencia,
contra la fuerza de la disgregacin atmica que son, en el principio material, el
nudo de la gran Negacin. La Vida est en guerra constante con la Materia y la
batalla parece siempre culminar con la aparente derrota de la Vida y en ese
colapso que se sume en el principio material que llamamos muerte. La
discordia se ahonda con la aparicin de la Mente; pues la Mente tiene su propia
disputa con ambos, con la Vida y con la Materia; est en constante guerra con
sus limitaciones, en constante sumisin con y revuelta contra la tosquedad e
inercia de una y las pasiones y sufrimientos de la otra; y la batalla parece
eventualmente volcarse, aunque no con mucha seguridad, hacia una victoria
parcial y costosa para la Mente en la que conquista, reprime o incluso mata los
anhelos vitales, desequilibra la fuerza fsica y deforma el equilibrio del cuerpo
en beneficio de una actitud mental mayor y un ser moral superior. Es en esta
lucha que surge la impaciencia de la Vida, el disgusto del cuerpo y el repliegue
de ambos hacia una pura existencia mental y moral. Cuando el hombre
despierta a una existencia ms all de la Mente, lleva consigo este principio de
discordia. La Mente, el Cuerpo y la Vida son condenados como la trinidad del
mundo, la carne y el demonio. La Mente es tambin proclamada como fuente
de todo nuestro mal; se declara la guerra entre el espritu y sus instrumentos, y
se busca la victoria del Habitante espiritual como evasin de su estrecha
residencia, un rechazo de la mente, la vida y el cuerpo, y un retiro dentro de
sus propias infinitudes. El mundo es una discordia y resolveremos mejor sus
perplejidades llevando el principio de la discordia misma hasta su posibilidad
extrema, hasta una erradicacin y segregacin final.

Mas estas derrotas y victorias son slo aparentes, esta solucin no es solucin
sino escapar al problema. La Vida no es realmente derrotada por la Materia;
efecta un compromiso usando la muerte para la continuacin de la vida. La
Mente no es realmente victoriosa sobre la Vida y la Materia, sino que slo
alcanz un desarrollo imperfecto de algunas de sus potencialidades a costa de
otras que estn ligadas a las irrealizadas o rechazadas posibilidades de su
161

mejor empleo de la vida y el cuerpo. El alma individual no ha conquistado la
triplicidad inferior, sino slo rechazado su reclamo al respecto, escapando
desde la obra emprendida por el espritu cuando por primera vez se lanz
dentro de la forma del universo. El problema contina porque la labor del Divino
en el universo prosigue, mas sin ninguna solucin satisfactoria del problema ni
logro victorioso de la labor. Por lo tanto, dado que nuestro punto de apoyo es
que Sachchidananda es el principio, el medio y el fin, y que esa lucha y
discordia no pueden ser principios eternos y fundamentales en Su ser sino que,
por su existencia misma implican la labor en pro de una solucin perfecta y una
completa victoria, debemos buscar esa solucin en una real victoria de la Vida
sobre la Materia a travs del libre y perfecto uso del cuerpo por la Vida, en una
real victoria de la Mente sobre la Vida y la Materia a travs de un libre y
perfecto uso de la fuerza-vital y la forma por la Mente, y en una real victoria del
Espritu sobre la triplicidad a travs de una libre y perfecta ocupacin de la
mente, la vida y el cuerpo por el espritu consciente; segn hayamos
estructurado esta ltima conquista, se tornan posibles las otras. Al fin, entonces
podemos ver cmo estas conquistas pueden ser posibles por completo o
integralmente, debemos descubrir la realidad de la Materia, as como,
buscando el conocimiento fundamental, hemos descubierto la realidad de la
Mente, del Alma y de la Vida.

En cierto sentido la Materia es irreal y no-existente; vale decir, nuestro actual
conocimiento, idea y experiencia de la Materia no es verdad, sino simplemente
un fenmeno de relacin particular entre nuestros sentidos y la omni-existencia
en la que nos movemos. Cuando la Ciencia descubre que la Materia se
resuelve dentro de las formas de la Energa, sostiene una verdad universal y
fundamental; y cuando la filosofa descubre que la Materia slo existe como
apariencia sustancial ante la conciencia y que la realidad nica es el Espritu o
el puro Ser consciente, sostiene una verdad mayor, ms completa e incluso
ms fundamental. Ms an subsiste la cuestin de por qu la Energa ha de
tomar la forma de la Materia y no de meras corrientes-fuerza o por qu eso que
es realmente Espritu ha de admitir el fenmeno de la Materia y no descansar
en los estados, veleidades y dichas del espritu. Esto, se dice, es obra de la
Mente o bien, --dado que el Pensamiento evidentemente no crea directamente
o ni siquiera percibe la forma material de las cosas--, es obra del Sentido; la
mente-sentido crea las formas que parece percibir y la mente-pensamiento
trabaja sobre las formas que la mente-sentido le presenta. Pero,
evidentemente, la corporizada mente individual no es la creadora del fenmeno
de la Materia; la existencia-terrena no puede ser resultado de la mente humana
que, a su vez, es resultado de la existencia-terrena. Si decimos que el mundo
slo existe en nuestras mentes, expresamos un no-hecho y una confusin;
pues el mundo material existi antes que el hombre estuviese sobre la tierra y
seguir existiendo si el hombre desaparece de la tierra o incluso aunque
nuestra mente individual se aboliese en el Infinito. Debemos concluir entonces
que existe una Mente universal, subconsciente para nosotros en la forma del
universo o super-consciente en su espritu, que ha creado esa forma para
morar en ella. Y dado que el creador debe haber precedido y debe superar su
creacin, esto realmente implica una Mente superconsciente que, mediante la
instrumentacin de un sentido universal crea en s la relacin de forma con
forma y constituye el ritmo del universo material. Pero esto tampoco es la
162

solucin completa; nos dice que la Materia es una creacin de la Conciencia
ms no explica cmo la Conciencia lleg a crear la Materia como base de sus
actividades csmicas.

Lo entenderemos mejor si nos remontamos, a la vez, al principio original de las
cosas. La existencia es, en su actividad, una Fuerza-Consciente que presenta
las obras de su fuerza a su conciencia como formas de su propio ser. Dado que
la Fuerza es slo la accin del nico solo-existente Ser-Consciente, resulta que
no puede ser sino forma de ese Ser-Consciente; La Sustancia o Materia,
entonces, es solo una forma del Espritu. La apariencia que esta forma del
Espritu asume para nuestros sentidos se debe a esa accin divisora de la
Mente desde la que hemos podido deducir consistentemente el fenmeno total
del universo. Sabemos ahora que la Vida es una accin de la Fuerza-
Consciente de la cual las formas materiales son el resultado; la Vida envuelta
en esas formas, apareciendo en ellas primero como fuerza inconsciente,
evoluciona y trae de regreso dentro de la manifestacin como Mente a la
conciencia que es el ser (yo) real de la fuerza y que nunca dej de existir en
ella, incluso cuando no se manifiesta. Sabemos tambin que la Mente es un
poder inferior del original Conocimiento consciente o Supermente, un poder
para el cual la Vida acta como energa instrumental; pues, descendiendo a
travs de la Supermente, la Conciencia o Chit se representa como la Mente, y
la Fuerza de la conciencia o Tapas se representa como la Vida. La Mente, por
su separacin de su propia realidad superior en la Supermente, da a la Vida la
apariencia de divisin y, por su ulterior involucin en su propia Fuerza-Vital,
viene a ser subconsciente en la Vida y as da la apariencia externa de una
fuerza inconsciente a sus actividades materiales. Por lo tanto, la inconsciencia,
la inercia y la disgregacin atmica de la Materia debe tener su origen en esta
omni-divisora y auto-involutiva accin de la Mente por la cual nuestro universo
vino a ser. As como la Mente es slo una accin final de la Supermente en el
descenso hacia la creacin, y la Vida una accin de la Fuerza-Consciente que
trabaja en las condiciones de la Ignorancia creada por este descenso de la
Mente, de igual manera la Materia, como la conocemos, es slo la forma final
asumida por el ser consciente como el resultado de ese trabajo. La Materia es
sustancia del nico ser-consciente fenomnicamente dividido dentro de s por
la accin de una Mente universal, --divisin que la mente individual repite y
alberga pero que no anula ni disminuye la unidad del Espritu ni la unidad de la
Energa ni la real unidad de la Materia.

Pero cul es la razn de esta divisin fenomnica y pragmtica de una
Existencia indivisible? Es porque la Mente ha de llevar el principio de la
multiplicidad hasta su potencial extremo, lo cual slo puede cumplirse mediante
separacin y divisin. Para hacer eso debe, precipitndose en la Vida a crear
formas para lo Mltiple, dar al principio universal del Ser la apariencia de una
sustancia densa y material en lugar de una sustancia pura o sutil. Debe, vale
decir, darle la apariencia de la sustancia que se ofrece al contacto de la Mente
como cosa u objeto estables en una duradera multiplicidad de objetos y no de
sustancia que se ofrece al contacto de la conciencia pura como algo de su
propia eterna y pura existencia y realidad o al sentido sutil como un principio de
forma plstica que expresa libremente al ser consciente. El contacto de la
mente con su objeto crea lo que llamamos sentido, pero aqu ha de ser un
163

oscuro sentido exteriorizado que ha de asegurarse de la realidad de lo que
contacta. El descenso de la sustancia pura a la sustancia material sigue
entonces, inevitablemente, en el descenso de Sachchidananda a travs de la
supermente a la mente y la vida. Es un resultado necesario de la voluntad que
el primer mtodo de esta experiencia inferior de la existencia sea la
multiplicidad del ser y una conciencia de las cosas desde separados centros de
la conciencia,. Si volvemos a la base espiritual de las cosas, la sustancia en su
completa pureza se resuelve dentro del puro ser consciente, auto-existente,
inherentemente auto-conocedor por identidad, pero que aun no vuelve sobre s
su conciencia como objeto. La Supermente preserva este auto-conocer por
identidad como su sustancia del auto-conocimiento y su luz de auto-creacin,
pero para esa creacin se presenta el Ser ante s como el sujeto-objeto nico y
mltiple de su propia conciencia activa. El Ser como objeto es mantenido all en
un supremo conocimiento que puede, por comprehensin, ver ambos como un
objeto de cognicin dentro de s y subjetivamente como l mismo, pero puede
tambin y simultneamente, por aprehensin, proyectarlo como objeto (u
objetos) de cognicin dentro de la circunferencia de su conciencia, no distinto
de s, parte de su ser, pero una parte (o partes) separadas de s, -vale decir,
del centro de visin en l que el Ser se concentra como el Conocedor, Testigo
o Purusha--. Hemos visto que desde esta aprehensora conciencia surge el
movimiento de la Mente, el movimiento por el cual el individuo conocedor
considera una forma de su propio ser universal como distinta a l; pero en la
Mente divina existe, inmediata o ms bien simultneamente, otro movimiento o
lado inverso del mismo movimiento, un acto de unin en el ser que remedia
esta divisin fenomnica impidindole que se convierta, incluso por un
momento tan solo en real para el conocedor. Este acto de unin consciente es
el que est representado de otro modo en la Mente divisora obtusa,
ignorantemente, muy externamente como contacto en la conciencia entre los
seres divididos y los objetos separados, y con nosotros este contacto en la
conciencia dividida est representado primordialmente por el principio del
sentido. Sobre esta base del sentido, sobre este contacto de la unin sujeta a
divisin, la accin del pensamiento-mente se descubre y prepara para retornar
a un principio superior de unin en el que la divisin se vuelve sujeta a la
unidad y subordinada. La sustancia, entonces, tal como la conocemos,
sustancia material, es la forma en la que la Mente, actuando a travs del
sentido, contacta al Ser consciente del cual ella misma es movimiento del
conocimiento.

Pero la Mente por su naturaleza misma tiende a conocer y sentir la sustancia
del ser-consciente, no en su unidad o totalidad sino por el principio de la
divisin. Lo ve, por as decirlo, en puntos infinitesimales que asocia juntos a fin
de arribar a una totalidad, y dentro de estos puntos-de-visin y asociaciones la
Mente csmica se lanza y mora en ellos. Morando de esa manera, creadora
por su fuerza inherente como agente de la Real-Idea, obligada por su propia
naturaleza a la conversin de todas sus percepciones en energa vital, como el
Omni-Existente convierte todos Sus auto-aspectos en variada energa de Su
creadora Fuerza de la conciencia, la Mente csmica vuelca stos sus mltiples
puntos-de-vista de la existencia universal, en puntos de apoyo de la Vida
universal; los vuelca en la Materia dentro de las formas del ser atmico imbuido
de la vida que las forja y gobernado por la mente y voluntad que ponen en
164

accin la formacin. Al mismo tiempo, las existencias atmicas que forma de
ese modo deben, por la ley misma de su ser, tender a asociarse, a agregarse; y
cada uno de estos agregados tambin, imbuido de la vida oculta que forma y
de la mente y voluntad ocultas que las ponen en accin, lleva consigo una
ficcin de individual existencia separada. Cada objeto o existencia individual de
esa ndole es sostenido, segn que su mente sea implcita o explicita,
manifiesta o no-manifiesta, por su ego mecnico de fuerza, en el que el querer-
ser es mudo y prisionero pero no el menos poderoso, o por su mental ego auto-
conocedor en el que el querer-ser es liberado, consciente, separadamente
activo.

De esa manera, la causa de la existencia atmica no es ninguna ley eterna y
original de la Materia eterna y original, sino la naturaleza de la accin de la
Mente csmica. La Materia es una creacin, y para su creacin fue menester
como punto de partida o base lo infinitesimal, una fragmentacin extrema de lo
Infinito. El ter puede existir y existe como un soporte intangible, casi espiritual
de la Materia, pero como fenmeno no parece, al menos para nuestro actual
conocimiento, que se pueda materialmente detectar. Subdividamos el agregado
visible o tomo formal en tomos esenciales, desmenucmoslo en el ms
infinitesimal polvo del ser, y todava, debido a la naturaleza de la Mente y la
Vida que los forman, arribaremos a alguna somera existencia atmica, tal vez
inestable pero siempre reconstituyndose en el eterno flujo de la fuerza, de
modo fenomnico, y no en una mera extensin no-atmica incapaz de
contenido. La no-atmica extensin de la sustancia, extensin que no es
agregacin, la coexistencia distinta de la que tiene lugar por distribucin en el
espacio, son realidades de la existencia pura, de la pura sustancia; son un
conocimiento de la supermente y un principio de su dinamismo, no un concepto
creador de la Mente divisora, aunque la Mente puede tomar conciencia de ellos
detrs de sus obras, Son la realidad que subyace en la Materia, pero no el
fenmeno que llamamos Materia. La Mente, la Vida y la Materia misma pueden
ser una sola con esa pura existencia y extensin conscientes en su realidad
esttica, pero no operar mediante esa unidad en su dinmica accin, auto-
percepcin y auto-formacin.

Por lo tanto, arribamos a esta verdad de la Materia de que existe una
conceptiva auto-extensin del ser que se estructura en el universo como
sustancia u objeto de la conciencia, y que la Mente y Vida csmica representan
en su accin creadora a travs de la divisin atmica y la agregacin como la
cosa que llamamos Materia. Pero esta Materia, como la Mente y la Vida, es
an Ser o Brahman en su accin auto-creadora. Es una forma de la fuerza del
Ser consciente, una forma dada por la Mente y realizada por la Vida. Tiene
dentro de s, como su propia realidad, la conciencia oculta de s, envuelta y
absorta en el resultado de su propia auto-formacin y, por lo tanto, auto-
olvidada. Y por ms burda y vaca de sentido que nos parezca, es con todo,
para la secreta experiencia de la conciencia oculta dentro de esa Materia,
deleite del ser ofrecindose a esta conciencia secreta como objeto de
sensacin a fin de atraer a ese dios oculto fuera de su aislamiento. El Ser se
manifiesta como sustancia, la fuerza del Ser se plasma en la forma, en una
figurada auto-representacin de la auto-conciencia secreta, el deleite
ofrecindose a su propia conciencia como un objeto, qu es esto sino
165

Sachchidananda? La Materia es Sachchidananda representado ante Su propia
experiencia mental como base formal del conocimiento objetivo, de la accin y
del deleite de la existencia--.




Captulo XXV - El Nudo de la Materia

No puedo viajar a la Verdad del luminoso Seor por la fuerza ni por la
dualidad... Quines son los que protegen el fundamento de la falsedad?
Quines son los guardianes de la palabra irreal?

En aquel entonces la existencia no era tampoco la no-existencia, el mundo-
medio no era ni el ter ni lo que est ms all. Qu cubra todo? Dnde
estaba? Dnde se refugiaba? Qu era ese ocano denso y profundo? La
muerte no era ni la inmortalidad ni el conocimiento del da y la noche. Aquel
Uno viva sin aliento por la ley de s mismo, no haba nada ms, nada ms all.
En el principio la Oscuridad estaba escondida por oscuridad, todo esto era un
ocano de inconciencia. Cuando el ser universal fue ocultado por la
fragmentacin, por la grandeza de su energa Aquel Uno naci. Eso se
desplaz al principio como deseo interior, que fue la primera simiente de la
mente. Los videntes de la Verdad descubrieron la construccin del ser en el no-
ser por la voluntad en el corazn y por el pensamiento; su rayo se extendi
horizontalmente; pero qu haba abajo, qu haba arriba? All estaban los
Sembradores de la semilla, estaban las Grandezas, estaba la ley de s mismo
debajo, estaba la Voluntad arriba.
Rig Veda





Entonces, si la conclusin a la que hemos arribado es correcta, y no es
posible otra segn los datos sobre los que trabajamos, la profunda divisin
que la experiencia prctica y el prolongado hbito de la mente han creado entre
Espritu y Materia ya no tiene realidad fundamental alguna. El mundo es una
unidad diferenciada, una unidad mltiple, no un constante intento de
compromiso entre eternas disonancias, no una eterna lucha entre
irreconciliables opuestos. Su fundamento y principio es una inalienable unidad
generadora de variedad infinita; una constante reconciliacin aparece como su
real carcter, detrs de la divisin y lucha aparentes, combinando todas las
posibles diferencias para vastos fines en una secreta Conciencia y Voluntad
que siempre es una sola y duea de toda su compleja accin; debemos, por lo
tanto, tener por cierto que una realizacin de la emergente Voluntad y
Conciencia y una armona triunfante debe ser su conclusin. La sustancia es la
forma de s misma en la que trabaja, y de esa sustancia si la Materia es un
extremo, el Espritu es el otro. Ambos son uno: el Espritu es el alma y la
realidad de lo que sentimos como Materia; la Materia es una forma y cuerpo de
lo que percibimos como Espritu.
166


Ciertamente, hay una vasta diferencia prctica y sobre esa diferencia estn
fundados la indivisible serie total y los siempre-ascendentes grados de la
existencia-del-mundo. La sustancia, hemos dicho, es existencia consciente que
se presenta al sentido como objeto de modo que, sobre la base de cualquier
sentido-relacin que se establezca, puede proceder la obra de la formacin-del-
mundo y de la progresin csmica. Pero all no es menester una sola base,
slo un principio fundamental de relacin inmutable creada entre sentido y
sustancia; por el contrario, hay una serie ascendente y evolutiva. Sabemos de
otra sustancia en la que la mente pura trabaja como su medio natural y que es
mucho ms sutil, ms flexible, ms plstica que cualquier cosa que nuestro
sentido fsico pueda concebir como materia. Podemos hablar de una sustancia
de la mente porque llegamos a ser conscientes de un medio ms sutil en el que
las formas surgen y la accin tiene lugar; podemos hablar tambin de una
sustancia de pura energa-vital dinmica diferente de las ms sutiles formas de
la sustancia material y sus corrientes-de-fuerza fsicamente sensibles. El
Espritu mismo es pura sustancia del ser presentndose como un objeto no ya
al sentido fsico, vital o mental, sino a la luz de un puro conocimiento espiritual
y perceptivo en el que el sujeto se convierte en su propio objeto, es decir, en l
que lo Intemporal y lo Inespacial tiene conciencia de s en una pura auto-
extensin espiritualmente auto-conceptiva como base y materia prima de toda
existencia. Ms all de este fundamento est la desaparicin de toda
diferenciacin consciente entre sujeto y objeto en una absoluta identidad, y all
ya no podemos hablar de Sustancia.

Por lo tanto, es una diferencia puramente conceptual, una espiritual, no una
conceptual diferencia mental--, que culmina en una distincin prctica, que crea
la serie que desciende desde el Espritu a travs de la Mente a la Materia y que
asciende otra vez desde la Materia a travs de la Mente al Espritu. Pero la real
unidad no es nunca suprimida, y, cuando regresamos a la original e integral
visin de las cosas, vemos que nunca jams se empequeece o desequilibra,
ni en las ms burdas densidades de la Materia. El Brahman es no slo la
causa, el poder sostenedor y el principio morador del universo, es tambin su
materia y su nica materia. La Materia tambin es Brahman, y no es ninguna
otra cosa que Brahman o diferente de l. Si en verdad la Materia se segregara
del Espritu, esto no sera as; pero es, como hemos visto, slo una forma final
y aspecto objetivo de la Existencia divina con todo lo de Dios siempre presente
en ella y detrs de ella. As como esta Materia aparentemente tosca e inerte
est por doquier y siempre imbuida de la poderosa fuerza dinmica de la Vida,
as como esta Vida dinmica pero aparentemente inconsciente guarda en
secreto dentro de ella una inaparente Mente siempre-trabajando, de cuyas
operaciones ocultas es la manifiesta energa, as como esta Mente ignorante,
no-iluminada y anhelante es sostenida y guiada soberanamente en el cuerpo
viviente por su propio yo real, la Supermente, que est all por igual en la
Materia no-mentalizada, as toda la Materia al igual que toda la Vida, Mente y
Supermente son slo modos del Brahman, el Eterno, el Espritu,
Sachchidananda, que no slo mora en todas ellas sino que es todas estas
cosas aunque ninguna de ellas es Su ser absoluto.

167

Pero an queda esta diferencia conceptual y distincin prctica, y en eso,
incluso si la Materia no se separa realmente del Espritu, con todo aparece con
tal definicin prctica de ser separada, es tan diferente, incluso tan contraria en
su ley, la vida material parece en tan gran medida ser la negacin de toda
existencia espiritual que su rechazo bien podra parecer el nico atajo para
acabar con la dificultad, como indudablemente ocurre; pero un atajo o
cualquier reduccin no es la solucin. Aun all, en la Materia radica
indudablemente la cuestin esencial; eso suscita el obstculo: pues debido a la
Materia la Vida es burda, limitada y afligida por la muerte y el dolor, debido a la
Materia la Mente es ms que semi-ciega, con las alas cortadas, con sus pies
atados a un estrecho soporte y refrenada de la vastedad y libertad encima de la
cual es consciente. Por lo tanto, el buscador espiritual exclusivo est justificado
en su punto de vista si, disgustado con el barro de la Materia, perturbado por la
tosquedad animal de la Vida o impaciente por la auto-aprisionada estrechez y
baja visin de la Mente, se determina a separarse de ella por completo y
retornar por inaccin y silencio a la inmvil libertad del Espritu. Pero ese no es
el nico punto de vista y, debido a que ha sido sostenido o glorificado
sublimemente con brillantes y dorados ejemplos, no necesitamos considerarlo
como la integral y ltima sabidura. Ms bien, liberndonos de toda pasin y
rebelda, veamos lo que significa este orden divino de lo universal, y, en cuanto
a este gran nudo y maraa de la Materia que niega al Espritu, procuremos
descubrir y separar sus hebras, para as aflojarlo con la solucin y no cortarlo
con la violencia. Debemos expresar la dificultad, primero la oposicin,
enteramente, agudamente, exageradamente, si es menester, mejor que
disminuidamente, y buscar la solucin.

En primer lugar, entonces, la oposicin fundamental que la Materia ofrece al
Espritu consiste en que es la culminacin del principio de la Ignorancia. Aqu la
Conciencia se ha perdido y olvidado en una forma de sus obras, como un
hombre puede olvidar en extrema absorcin no solo quien es l sino incluso
que existe, convirtindose momentneamente slo en el trabajo que se efecta
y la fuerza que est hacindolo. El Espritu auto-luminoso, infinitamente
conocedor de s detrs de todas las obras de la fuerza y su dominio, parece
haber desaparecido aqu y no existir para nada; tal vez est en algn lado, pero
aqu El parece haber dejado slo una bruta e inconsciente Fuerza material que
crea y destruye eternamente sin conocerse o sin saber qu crea o por qu lo
crea o por qu destruye lo que una vez cre; no sabe pues no tiene mente; no
se preocupa, pues no tiene corazn. Y si esa no es la verdad real incluso del
universo material, si detrs de todo este falso fenmeno hay una Mente, una
Voluntad y algo mayor que la Mente o la Voluntad mental, con todo sta es una
oscura semblanza que el universo material mismo presenta como una verdad a
la conciencia que emerge en l a partir de su noche; y si no fuese verdad sino
mentira, con todo es la mentira ms efectiva, pues determina las condiciones
de nuestra existencia fenomnica y acosa a toda nuestra aspiracin y esfuerzo.

Pues esto es lo monstruoso, el terrible e inmisericorde milagro del universo
material que emerge de esta no-Mente, mente, o varias mentes, que se
encuentran luchando dbilmente por la luz, individualmente desamparadas, un
tanto menos desamparadas cuando, en defensa propia, asocian su debilidad
individual en medio de la gigantesca Ignorancia que es la ley del universo. A
168

partir de esta desafecta Inconciencia y dentro de su rigurosa jurisdiccin han
nacido los corazones, y aspiran, y son torturados y desangrados bajo el peso
de la ciega e insensible crueldad de esta frrea existencia, una crueldad que
asienta su ley sobre ellos y se torna sensible en el sentimiento de ellos, brutal,
feroz, horrible. Pero, despus de todo, qu es, detrs de las apariencias, este
aparente misterio? Podemos ver que es la Conciencia que se ha perdido
regresando otra vez a s misma, emergiendo de su gigantesco auto-olvido,
lentamente, penosamente, como una Vida que podra ser sensible, semi-
sensible, oscuramente sensible, totalmente sensible y finalmente pugnando por
ser ms que sensible, a ser de muevo divinamente auto-consciente, libre,
infinita, inmortal. Pero acta hacia esto bajo una ley que es lo opuesto de estas
cosas, bajo las condiciones de la Materia, vale decir, contra el aferrarse de la
Ignorancia. Los movimientos que ha de seguir, los instrumentos que ha de usar
se los presenta y prepara esta tosca y dividida Materia, imponiendo, a cada
paso, ignorancia y limitacin.

Pues la segunda oposicin fundamental que la Materia ofrece al Espritu, es
sta que es la culminacin de la esclavitud a la Ley mecnica y opone a todo lo
que procura liberarse una colosal Inercia. No es que la Materia misma sea
inerte; es ms bien un movimiento infinito, una fuerza inconcebible, una accin
ilimitada, cuyos movimientos grandiosos son tema de nuestra constante
admiracin. Pero mientras el Espritu es libre, dueo de s y de sus obras, no
obligado por ellas, creador de la ley y no sujeto a ella, esta Materia gigantesca
est rigurosamente encadenada por una fija y mecnica Ley que le es
impuesta, que no entiende ni jams concibi y que se estructura
inconscientemente como una mquina funcionando sin saber quin la creo,
mediante qu procedimiento y con qu fin. Y cuando la Vida despierta y busca
imponerse sobre la forma fsica y la fuerza material, y usar todas las cosas
segn su propia voluntad y para su propia necesidad, cuando la mente
despierta y busca conocer el quin, por qu y cmo de s misma y de todas las
cosas y, sobre todo, usar su conocimiento para la imposicin de su propia ley
ms libre y de su auto-guiadora accin sobre las cosas, la Naturaleza material
parece ceder, incluso aprobar y auxiliar, aunque tras una lucha, con repulsa y
slo hasta cierto punto. Pero ms all de ese punto presenta una obstinada
inercia, obstruccin, negacin e incluso persuade a la Vida y la Mente que no
pueden ir ms adelante, que no pueden proseguir hasta el fin su victoria
parcial. La Vida pugna por agrandarse, prolongarse y triunfar; pero cuando
busca amplitud e inmortalidad totales, halla la frrea obstruccin de la Materia y
se descubre ligada a la estrechez y la muerte. La Mente busca ayudar a la vida
y cumplir su propio impulso de abarcar todo el conocimiento, de convertirse en
luz plena, de poseer la verdad y ser la verdad, de respaldar al amor y la dicha,
y ser amor y dicha; pero siempre est la desviacin, el error y la tosquedad de
los materiales instintos-vitales y la negacin y obstruccin del sentido material y
de los instrumentos fsicos. El error siempre va en pos de su conocimiento, la
oscuridad es inseparable compaera y trasfondo de su luz; la verdad es
buscada exitosamente y, con todo, cuando se la agarra, cesa de ser verdad y
la bsqueda ha de continuar; el amor est all pero no puede satisfacerse, la
dicha est all pero no puede justificarse; cada cual arrastra como si fuesen
cadenas o proyecta como si fuesen sombras, sus propios opuestos, ira y odio e
indiferencia, saciedad y pesar y dolor. La inercia con la que responde la Materia
169

a las demandas de la Mente y la Vida, impide la conquista de la Ignorancia y de
la Fuerza bruta que es el poder de la ignorancia.

Y cuando buscamos saber por qu esto es as, vemos que el buen xito de
esta inercia y obstruccin se debe al tercer poder de la Materia; pues la tercera
oposicin fundamental que la Materia ofrece al Espritu es esta que es la
culminacin del principio de la divisin y la lucha. Ciertamente indivisible en la
realidad, la divisibilidad es la base total de la accin desde la cual parece
siempre prohibido partir; pues sus dos nicos mtodos de unin son la
agregacin de unidades o una asimilacin que implica la destruccin de una
unidad por parte de otra; y ambos mtodos de unin son una confesin de
eterna divisin, dado que el primero antes asocia que unifica y por su principio
mismo admite la constante posibilidad y, por lo tanto, la necesidad ltima de
disociacin, de disolucin. Ambos mtodos reposan sobre la muerte, en uno
como un medio, en el otro como una condicin de vida. Y ambos presuponen
como la condicin de la existencia-mundana una constante lucha de las
unidades divididas, una con otra, cada cual pugnando por mantenerse, por
mantener su asociacin, por compeler o destruir lo que se le resiste, por reunir
y devorar a los dems como su comida, pero en s misma compelida a alzarse
contra la compulsin y a huir de ella, de la destruccin y de la asimilacin por
ser devorada. Cuando el principio vital manifiesta sus actividades en la Materia,
encuentra all slo esta base para todas sus actividades y es compelido a
inclinarse ante el yugo; ha de aceptar la ley de la muerte, del deseo y de la
limitacin, y esa constante lucha por devorar, poseer, dominar que hemos visto
constituye el primer aspecto de la Vida. Y cuando el principio mental se
manifiesta en la Materia, ha de aceptar del molde y material en que trabaja el
mismo principio de limitacin, de bsqueda sin hallazgo seguro, la misma
asociacin y disociacin constantes de sus logros y de los componentes de sus
obras, de modo que el conocimiento obtenido por el hombre, el ser mental,
jams parece ser final o libre de duda y negacin, y toda su labor parece
condenada a moverse en un ritmo de accin y reaccin y de hacer y deshacer,
en ciclos de creacin y breve preservacin y larga destruccin sin progreso
cierto ni seguro.

En especial y ms fatalmente, la ignorancia, inercia y divisin de la Materia
imponen sobre la existencia vital y mental que emergen en ella, la ley del dolor
y el sufrimiento, y el desasosiego de la insatisfaccin con su estado de divisin,
inercia e ignorancia. La ignorancia ciertamente no traera el dolor de la
insatisfaccin si la conciencia mental fuese enteramente ignorante, si quedase
satisfecha con su caparazn de costumbres sin tener conciencia de su propia
ignorancia o del ocano infinito de la conciencia y el conocimiento por el que
vive rodeada; pero precisamente es a esto a lo que despierta la Conciencia que
emerge en la Materia, primero a su ignorancia del mundo en el que vive y que
ha de conocer y dominar a fin de ser feliz; segundo, a la esterilidad y limitacin
ltimas de este conocimiento, a la escasez e inseguridad del poder y la
felicidad que trae, y al tener nocin de una conciencia infinita, de un
conocimiento, de un ser verdadero en el que slo ha de hallarse una felicidad
victoriosa e infinita. Y la obstruccin de la inercia no traera consigo
desasosiego e insatisfaccin si la sensibilidad vital que emerge en la Materia
fuese inerte por completo; si se satisficiese con su limitada existencia
170

semiconsciente, desconocedora del poder infinito y la existencia inmortal en
que vive como parte y con todo separada de ella; o si nada tuviese dentro de s
que la llevara a esforzarse para participar realmente en esa infinitud e
inmortalidad. Pero esto es precisamente lo que toda vida tiende a buscar y
sentir desde el principio, su inseguridad y la necesidad, y la lucha por la
persistencia, por la auto-preservacin; al fin despierta a la limitacin de su
existencia y empieza a sentir el impulso hacia la grandeza y la persistencia,
hacia lo infinito y lo eterno.

Y cuando en el hombre la vida se torna totalmente auto-consciente, esta
inevitable lucha, esfuerzo y aspiracin alcanzan su punto culminante y el dolor
y la discordia del mundo se tornan al fin demasiado notoriamente sensibles
como para tolerarlos con contento. El hombre puede durante largo tiempo
aquietarse procurando satisfacerse con sus limitaciones o reduciendo su lucha
a un dominio tal como el que puede lograr sobre este mundo material en que
vive, algn triunfo mental y fsico de su conocimiento progresivo sobre sus
inconscientes estabilidades, de sus pequeos y concentrados voluntad y poder
conscientes sobre sus monstruosas fuerzas manejadas-inertemente. Pero aqu
tambin halla la limitacin, la pobre imposibilidad conclusiva de los mximos
resultados que puede lograr y est obligado a mirar ms all. Lo finito no puede
quedar permanentemente satisfecho mientras sea consciente, bien de una
finitud mayor que la propia o bien, de una infinitud ms all de s, a las que
pueda aspirar Y si lo finito pudiera as satisfacerse, con todo el ser
aparentemente finito que siente en realidad ser infinito o siente meramente la
presencia, o el impulso y acicate de un infinito en su interior, jams puede
satisfacerse hasta que ambos se reconcilien, hasta que Eso este posedo por
l, y l sea posedo por Eso, en cualquier grado o manera. El hombre es esa
infinitud de apariencia finita y no puede fallar en arribar a una bsqueda en pos
de lo Infinito. El hombre es el primer hijo de la tierra que llega a ser vagamente
consciente de Dios dentro de l, de su inmortalidad o de su necesidad de
inmortalidad, y ese conocimiento es un ltigo que impele y una cruz de
crucifixin hasta que es capaz de convertirlo en fuente de luz, dicha y poder
infinitos.

Este desarrollo progresivo, esta creciente manifestacin de la divina Conciencia
y Fuerza, Conocimiento y Voluntad que se ha perdido en la ignorancia e inercia
de la Materia, bien podra ser una feliz florescencia prosiguiendo desde la dicha
hacia una mayor y, al final, infinita dicha si no fuera por el principio de la rgida
divisin de la que ha partido la Materia. El encerrarse del individuo en su propia
conciencia personal de separada y limitada mente, vida y cuerpo impide lo que,
de otro modo, sera la natural ley de nuestro desarrollo. Introduce en el cuerpo
la ley de atraccin y repulsin, de defensa y ataque, de discordia y dolor. Pues
al ser cada cuerpo una limitada fuerza-consciente, se siente expuesto al
ataque, impacto, forzado contacto de otra limitada fuerza-consciente o de
fuerzas universales, y donde se siente interferido o incapaz de armonizar el
contacto y la conciencia receptora, sufre desasosiego y dolor, es atrado o
repelido, ha de defenderse o atacar; se le reclama constantemente soportar lo
que no quiere o no es capaz de sufrir. Dentro de lo emocional y del sentido-
mente la ley de divisin trae las mismas reacciones con los valores superiores
de pesar y dicha, amor y odio, opresin y depresin, todos proyectados dentro
171

de los trminos del deseo, y mediante el deseo proyectados en tensin y
esfuerzo, y mediante la tensin se proyectan en exceso y defecto de fuerza,
incapacidad, el ritmo de logro y contrariedad, posesin y repliegue, una pugna
constante y trastorno e incomodidad. Dentro de la mente como un todo, en
lugar de una ley divina de ms estrecha verdad que fluye hacia una verdad
mayor, en lugar de una luz menor que se eleva hacia una luz ms vasta, en
lugar de una voluntad inferior sometida a una superior voluntad transformadora,
en lugar de una ms pequea satisfaccin que progresa hacia una satisfaccin
ms noble y ms completa, trae similares dualidades de verdad seguida por
error, de luz seguida por oscuridad, de poder seguido por incapacidad, de
placer de perseguir y alcanzar seguido por dolor de rechazo y de insatisfaccin
hacia lo que se alcanza; la mente encara su propia afliccin junto con la
afliccin de la vida y el cuerpo y toma conciencia del triple defecto e
insuficiencia de nuestro ser natural. Todo esto significa la negacin de Ananda,
la negacin de la trinidad de Sachchidananda y, por lo tanto, si la negacin es
insuperable, la futilidad de la existencia; pues la existencia, al lanzarse en el
juego de la conciencia y de la fuerza, debe buscar ese movimiento no
meramente para s, sino tambin por la satisfaccin en el juego, y si no es
posible hallar real satisfaccin en el juego, debe obviamente abandonarse
finalmente, como un vano intento, un error colosal, un delirio del espritu auto-
encarnando.

Esta es la base total de la teora pesimista del mundo, puede considerarse
optimista en cuanto a los mundos y estados ms all, pero pesimista en cuanto
a la vida terrena y destino del ser mental en sus tratos con el universo
material. Pues afirma que, dado que la naturaleza misma de la existencia
material es la divisin y la semilla misma de la mente corporizada es la auto-
limitacin, la ignorancia y el egosmo, buscar la satisfaccin del espritu sobre
la tierra o buscar un resultado o propsito divino y culminacin para el juego-
del-mundo es vanidad y engao; slo en un cielo del Espritu y no en el mundo,
o slo en la verdadera quietud del Espritu y no en sus actividades
fenomnicas, podemos reunir la existencia y la conciencia con el divino auto-
deleite. El Infinito slo puede recuperarse rechazando como un error y un paso
en falso su intento de encontrarse en lo finito. Tampoco el emerger de la
conciencia mental en el universo material puede traer consigo promesa alguna
de una divina realizacin. Pues el principio de la divisin no es apropiado a la
Materia sino a la Mente; la Materia es slo una ilusin de la Mente en la cual la
Mente introduce su propia regla de divisin e ignorancia. Por lo tanto, dentro de
esta ilusin la Mente slo puede hallarse a s misma; slo puede viajar entre los
tres trminos de la existencia dividida que ha creado: no puede hallar all la
unidad del Espritu ni la verdad de la existencia espiritual.

Ahora bien, es verdad que el principio de la divisin en la Materia slo puede
ser una creacin de la Mente dividida que se ha precipitado en la existencia
material; pues esa existencia material no tiene auto-ser, no es el fenmeno
original sino slo una forma creada por una fuerza-Vital omni-divisora que
estructura las concepciones de una Mente omni-divisora. Estructurando el ser
dentro de estas apariencias de la ignorancia, inercia y divisin de la Materia, la
Mente divisora se ha perdido y aprisionado en una mazmorra de su propio
edificio, se sujeta con cadenas que ella misma forj. Y si es verdad que la
172

Mente divisora es el primer principio de la creacin, entonces debe ser tambin
el logro ltimo posible en la creacin, y el ser mental luchando vanamente con
la Vida y la Materia, vencindolas slo para ser vencido por ellas, repitiendo
eternamente un infructuoso ciclo, debe ser la ltima y suprema palabra de la
existencia csmica. Pero esa consecuencia no procede si, por el contrario, es
el Espritu inmortal e infinito que se ha velado en el denso manto de la
sustancia material, quien trabaja all mediante el supremo poder creador de la
Supermente, permitiendo las divisiones de la Mente y el reino del principio
inferior o material slo como condiciones iniciales de cierto juego evolutivo del
Uno en los Muchos. Si, en otras palabras, no es meramente un ser mental que
est escondido en las formas del universo, sino el infinito Ser, Conocimiento,
Voluntad, que emerge desde la Materia primero como Vida, luego como Mente,
con el resto de s an no revelado, entonces el emerger de la conciencia desde
el aparentemente Inconsciente debe tener otro trmino ms completo; ya no es
imposible la aparicin de un supramental ser espiritual que imponga en sus
obras mentales, vitales y corporales, una ley superior a la de la Mente divisora.
Por el contrario, es la natural e inevitable conclusin de la naturaleza de la
existencia csmica.

Ese ser supramental, como hemos visto, liberara a la mente del nudo de su
dividida existencia y usara la individualizacin de la mente como simplemente
una til accin subordinada de la omni-abarcadora Supermente; y l liberara a
la vida tambin del nudo de su dividida existencia y usara la individualizacin
de la vida como simplemente una til accin subordinada de la nica Fuerza-
Consciente que realiza su ser y dicha en una diversificada unidad. Hay alguna
razn por la que no liberara tambin la existencia corporal de la actual ley de
muerte, divisin y mutuo devorarse, y usara la individualizacin del cuerpo
como meramente un til trmino subordinado de la nica divina Existencia-
Consciente, puesta en servicio para la dicha de lo Infinito en lo finito? O por
qu este espritu no sera libre en una soberana ocupacin de la forma,
conscientemente inmortal an en el cambio de su vestido de Materia, posedo
de su auto-deleite en un mundo sujeto a la ley de la unidad, el amor y la
belleza? Y si el hombre es el habitante de la existencia terrestre, a travs del
cual puede al fin producirse esa transformacin de lo mental en lo supramental
no es posible que pueda l desarrollar, al igual que una mente divina y una
vida divina, tambin un cuerpo divino? O, si la frase parece demasiado
pasmosa para nuestras actuales concepciones limitadas de la potencialidad
humana, no puede l en su desarrollo de su verdadero ser y de su luz, dicha y
poder, arribar a un uso divino de la mente, la vida y el cuerpo, por el cual el
descenso del Espritu en la forma se justifique, a la vez, tanto en lo humano
como en lo divino?

Lo nico que puede estorbar en el camino de esa ltima posibilidad terrestre es
si nuestro actual visin de la Materia y sus leyes representan la nica relacin
posible entre sentido y sustancia, entre el Divino como sujeto conocedor y el
Divino como objeto de conocimiento, o si, al ser posibles otras relaciones, con
todo no son posibles de ningn modo aqu, sino que deben buscarse en
superiores planos de la existencia. En ese caso, es ms all de los cielos que
debemos buscar nuestra ntegra realizacin divina, como lo afirman las
religiones, y su otra afirmacin del reino de Dios o del reino de lo perfecto sobre
173

la tierra debe hacerse a un lado como ilusin. Aqu slo podemos perseguir o
alcanzar una interna preparacin o victoria y, habiendo liberado a la mente, la
vida y el alma por dentro, debemos volcarnos, desde el no-conquistado e
inconquistable principio material, desde una no-regenerada e intratable tierra, a
buscar por doquier nuestra divina sustancia. Sin embargo, no hay razn para
que aceptemos esta limitadora conclusin. Con toda seguridad hay an otros
estados incluso de Materia misma; hay indudablemente una serie ascendente
de las divinas gradaciones de la sustancia; existe la posibilidad del ser material,
de transfigurarse a travs de la aceptacin de una ley superior a la propia que,
con todo, es la suya propia pues est all siempre latente y potencial en sus
propios secretos.




Captulo XXVI - La Serie Ascendente de la Sustancia

Hay un yo que es de la esencia de la Materia hay otro yo interior de la Vida
que llena al primero hay otro yo interior de la Mente hay otro yo interior de
la Verdad-Conocimiento hay otro yo interior de Bienaventuranza.
Taittiriya Upanishad

Ellos ascienden a Indra como una escalera. En la medida en que uno sube
cima tras cima, se torna claro lo mucho que aun queda por hacer. Indra trae la
conciencia de Eso como meta.

Como un halcn, como un milano El se posa sobre la Nave y la eleva; en Su
chorro de movimiento l descubre los Rayos, pues marcha portando sus
armas: hiende al ocano agita las aguas; un gran Rey. l declara el cuarto
estado. Como un mortal que purifica su cuerpo, como un caballo-de-guerra que
galopa a la conquista de riquezas, l fluye llamando a travs de toda la
envoltura y entra en estos vasos.
Rig Veda



Si consideramos qu es lo que ms nos representa la materialidad de la
Materia, veremos que es su aspecto de solidez, de ser tangible, de resistencia
creciente, de firme respuesta al contacto con la Sensacin. La sustancia parece
ms ciertamente material y real en proporcin a como nos presenta una slida
resistencia y en virtud de esa resistencia, una durabilidad de la forma sensible
en la que nuestra conciencia pueda morar; en proporcin a cmo resulta ms
sutil, menos densamente resistente y menos duraderamente asible por el
sentido, nos parece menos material. Esta actitud de nuestra conciencia
ordinaria para con la Materia es smbolo del objeto esencial para el cual ha sido
creada la Materia. La sustancia mora dentro del estado material a fin de poder
presentarse a la conciencia, a la cual tiene que entregar con ello imgenes
duraderas, firmemente aprehensibles sobre las que la mente pueda apoyar y
basar sus operaciones y a las que la Vida pueda manejar, con al menos, una
relativa seguridad de permanencia en la forma sobre la que opera. Por lo tanto,
174

en la antigua frmula Vdica, la Tierra, modelo de los estados ms slidos de
sustancia, fue aceptada como el nombre simblico del principio material. Por
eso tambin el tacto o contacto es para nosotros la base esencial de
Sensacin; todos los otros sentidos fsicos, gusto, olfato, odo, vista, se basan
en una serie de contactos cada vez ms sutiles e indirectos entre el perceptor y
lo percibido. Igualmente, en la clasificacin Sankhya de los cinco estados
elementales de la Sustancia desde el ter a la tierra, vemos que su
caracterstica es una constante progresin desde lo ms sutil hasta lo menos
sutil de modo que en la cspide tenemos las vibraciones sutiles de lo etreo y
en la base la densidad ms gruesa de la elemental condicin terrena o slida.
La Materia, por lo tanto, es la ltima etapa conocida por nosotros en el
progreso de la pura sustancia hacia una base de relacin csmica, en la que la
primera palabra no ser espritu sino forma, y forma en su mximo desarrollo
posible de concentracin, resistencia, imagen duraderamente densa, mutua
impenetrabilidad, el punto culminante de la distincin, separacin y divisin
. Esta es la intencin y carcter del universo material; es la frmula de la
consumada divisibilidad.

Si hay, como debe haberla en la naturaleza de las cosas, una serie ascendente
en la escala de la sustancia desde la Materia hasta el Espritu, ella debe estar
marcada por una progresiva disminucin de estas capacidades ms
caractersticas del principio fsico y un progresivo incremento de las
caractersticas opuestas que nos conducirn a la frmula de la pura auto-
extensin espiritual. Esto es como decir que deben estar marcadas por cada
vez menor esclavitud a la forma, por cada vez mayor sutileza y flexibilidad de
sustancia y fuerza; por cada vez mayor nter-fusin, interpenetracin, poder de
asimilacin, poder de intercambio, poder de variacin, transmutacin y
unificacin. Apartndonos de la durabilidad de la forma marcharnos hacia la
eternidad de la esencia; apartndonos de nuestro equilibrio en la persistente
separacin y resistencia de la Materia fsica, nos acercamos al supremo
equilibrio divino en la infinitud, unidad e indivisibilidad del Espritu. Entre la
tosca sustancia densa y la pura sustancia del espritu sta debe ser la
fundamental antinomia. En la Materia, Chit o la Fuerza-Consciente se
concentra cada vez ms para resistir e imponerse ante las otras masas de la
misma Fuerza-Consciente; en la sustancia del Espritu, la pura conciencia se
imagina libremente en su sensacin de s misma con una indivisibilidad
esencial y un constante intercambio unificador como frmula bsica incluso del
ms diversificado juego de su propia Fuerza. Entre estos dos polos existe la
posibilidad de una gradacin infinita.

Estas consideraciones resultan de gran importancia cuando consideramos la
posible relacin entre la vida divina y la mente divina del alma humana
perfeccionada y el muy denso y aparentemente no-divino cuerpo o frma del
ser fsico en que actualmente moramos. Esa frma es resultado de cierta
relacin fija existente ente sensacin y sustancia, desde la cual comenz el
universo material. Pero as como esta relacin no es la nica relacin posible,
de igual modo esa frma no es la nica frma posible. La vida y la mente
pueden manifestarse en otra relacin con la sustancia y estructurar diferentes
leyes fsicas, hbitos distintos y mayores, incluso una distinta sustancia del
cuerpo con una ms libre accin de la sensacin, ms libre accin de la vida,
175

ms libre accin de la mente. Muerte, divisin, mutua resistencia y exclusin
entre las masas corporizadas de la misma fuerza-vital consciente son la
frmula de nuestra existencia fsica; la estrecha limitacin del juego de los
sentidos, la determinacin dentro de un pequeo crculo del campo, duracin y
poder de las obras-vitales, el oscurecimiento, el poco convincente movimiento,
el interrumpido y restringido funcionamiento de la mente son el yugo que esa
frmula expresada en el cuerpo animal ha impuesto sobre los principios
superiores. Pero estas cosas no son el nico ritmo posible de la Naturaleza
csmica. Hay estados superiores, hay mundos superiores, y si por cualquier
progreso del hombre y por cualquier liberacin de nuestra sustancia desde sus
actuales imperfecciones, la ley de aquellos pudiese imponerse en esta forma e
instrumento sensibles de nuestro ser, entonces puede existir incluso aqu una
actuacin fsica de la mente y del sentido divinos, una tarea fsica de la vida
divina en la estructura humana y tambin en la evolucin sobre la tierra de algo
que podemos llamar, un cuerpo divinamente humano. El cuerpo del hombre
tambin puede algn da obtener su transfiguracin; la Madre-Tierra tambin
puede revelar en nosotros su deidad.

Incluso dentro de la frmula del cosmos fsico hay una serie ascendente en la
escala de la Materia que nos conduce de lo ms denso a lo menos denso, de lo
menos sutil a lo ms sutil. Dnde alcanzamos el trmino supremo de esa
serie, la ms supra-etrea sutileza de la sustancia material o formulacin de la
Fuerza, que est ms all? No es un Nihil, no es un vaco; pues no existe una
cosa tal como vaco absoluto o nulidad real y lo que llamamos por ese nombre
es simplemente algo que est ms all de la captacin de nuestro sentido,
nuestra mente o nuestra conciencia ms sutil. Tampoco es verdad que ms all
no hay nada, o que alguna sustancia etrea de la Materia es el principio eterno;
pues sabemos que la Materia y la Fuerza material son slo un resultado ltimo
de una Sustancia pura y una Fuerza pura en las que la conciencia est
luminosamente auto-consciente y auto-poseedora y no como en la Materia
perdida en s misma en un sueo inconsciente y en un movimiento inerte. Qu
hay entonces entre esta sustancia material y esa sustancia pura? Pues no
saltamos de una a la otra, no pasamos a un tiempo de lo inconsciente a la
conciencia absoluta. Deben haber y hay toda una evolucin de grados entre la
sustancia inconsciente y la auto-extensin completamente auto-consciente, al
igual que entre el principio de la Materia y el principio del Espritu.

Todos cuantos han sondeado estos abismos estn dispuestos a testimoniar el
hecho de que hay una serie de formulaciones (formas) cada vez ms sutiles de
la sustancia, que escapan y van ms all de la frmula del universo material.
Sin profundizar en asuntos que son demasiado ocultos y difciles para nuestra
actual investigacin, podemos decir, adhirindonos al sistema sobre el que nos
hemos basado, que estas gradaciones de la sustancia, --en un importante
aspecto de su formulacin en series--, pueden verse, como se corresponden,
con la ascendente serie de Materia, Vida, Mente, Supermente y esa otra divina
triplicidad superior de Sachchidananda. En otras palabras, descubrimos que la
sustancia en su ascensin, se basa en cada uno de estos principios y se torna
sucesivamente un vehculo caracterstico para la dominante auto-expresin
csmica en cada una de sus series ascendentes.

176

Aqu, en el mundo material, todo se funda en la frmula de la sustancia
material. La Sensacin, la Vida, el Pensamiento se basan sobre lo que los
antiguos llamaron Poder-Tierra, parten de l, acatan sus leyes, acomodan sus
actuaciones a este principio fundamental, se limitan por sus posibilidades y, si
desarrollaran otras, incluso en ese desarrollo han de tener en cuenta la frmula
original, su finalidad y su exigencia sobre la evolucin divina. La sensacin
trabaja a travs de los instrumentos fsicos, la vida a travs del sistema-
nervioso fsico y los rganos vitales, la mente ha de construir sus operaciones
sobre una base corporal, usando una instrumentacin material, aun en sus
actividades mentales puras ha de tomar los datos as derivados como campo y
como el material sobre los cuales trabaja. No es preciso que en la naturaleza
esencial de la mente, de la sensacin, de la vida, hayan de limitarse as: pues
los rganos-sensorios fsicos no son los creadores de las percepciones-
sensorias, sino que ellos mismos son la creacin, los instrumentos y aqu una
conveniencia necesaria de la sensacin csmica; el sistema nervioso y los
rganos vitales no son los creadores de la accin y reaccin de la vida, sino
que ellos mismos son la creacin, los instrumentos y aqu una necesaria
conveniencia de la fuerza-Vital csmica; el cerebro no es el creador del
pensamiento, sino que l mismo es la creacin, el instrumento y aqu una
necesaria conveniencia de la Mente csmica. La necesidad entonces no es
absoluta, sino teleolgica; es el resultado de una divina Voluntad csmica en el
universo material que propende a plantear aqu una relacin fsica entre la
sensacin y su objeto, establece aqu una frmula material y ley de la Fuerza-
Consciente y crea mediante ella las imgenes fsicas del Ser-Consciente para
servir de hecho inicial, dominante y determinante del mundo en que vivimos.
No es una ley fundamental del ser sino un principio constructivo requerido por
la intencin del Espritu en orden a evolucionar en el mundo de la Materia.

En el grado siguiente de la sustancia el hecho inicial, dominante y determinante
ya no es la fuerza y la forma de la sustancia sino la vida y el deseo consciente.
Por lo tanto, el Mundo ms all de este plano material debe ser un mundo
basado en una consciente Energa vital csmica, una fuerza de bsqueda vital
y una fuerza de Deseo y su auto-expresin, y no en una voluntad inconsciente
o subconsciente que toma la forma de una energa y una fuerza material.
Todas las formas, cuerpos, fuerzas, movimientos-vitales, movimientos-
sensorios, movimientos-del-pensamiento, desarrollos, culminaciones, auto-
realizaciones de ese Mundo deben ser dominados y determinados por este
hecho inicial de la Vida-Consciente al que la Materia y la Mente deben
someterse, deben partir desde l, basarse ambas en l, limitarse o agrandarse
segn sus leyes, poderes, capacidades, limitaciones; y si la Mente procura
desarrollar todava posibilidades superiores, an debe tener en cuenta la
frmula vital original de la fuerza-deseo, su finalidad y su exigencia en cuanto a
la manifestacin divina.

Lo mismo ocurre con las gradaciones superiores. La siguiente en la serie debe
ser gobernada por el dominante y determinante factor de la Mente. La
sustancia debe haber llegado a ser lo bastante sutil y flexible como para asumir
las formas que directamente le impone la Mente, para acatar sus operaciones,
para subordinarse a su exigencia de auto-expresin y auto-realizacin. Las
relaciones de sensacin y sustancia deben tambin tener una sutileza y
177

flexibilidad correspondientes, y deben ser determinadas, no por las relaciones
del rgano fsico con el objeto fsico, sino de la Mente con la sustancia ms
sutil sobre la cual trabaja. La vida de ese Mundo sera sirviente de la Mente en
un sentido del cual nuestras dbiles operaciones mentales y nuestras limitadas,
toscas y rebeldes facultades vitales no pueden tener una concepcin
adecuada. All la Mente domina como la frmula original, su finalidad prevalece,
su exigencia supera a todas las otras en la ley de la manifestacin divina. En
una distancia an superior, la Supermente o, entre medias, los principios
controlados por ella o, ms arriba todava, una pura Bienaventuranza, un
puro Poder Consciente o puro Ser reemplazan a la Mente como principio
dominante, e ingresamos en aquellos Ambitos de la existencia csmica que
para los antiguos videntes Vdicos eran los Mundos de la divina existencia
iluminada y el fundamento de lo que denominaron Inmortalidad y que ms tarde
las religiones indias imaginaron, en figuras como Brahmaloka o Goloka, alguna
suprema auto-expresin del Ser corno Espritu en la que el alma liberada en su
perfeccin suprema posee la infinitud y beatitud de la Deidad eterna.

El principio que subyace en esta experiencia continuamente ascendente y en
esta visin que se eleva ms all de la formulacin material de las cosas es
que toda existencia csmica es una armona compleja y no concluye con el
alcance limitado de la conciencia en l que la ordinaria mente humana y la vida
estn condenados a estar en prisin. El ser, la conciencia, la fuerza, la
sustancia, descienden y ascienden una escalera de mltiples peldaos, en
cada uno de los cuales el ser tiene una ms vasta auto-extensin, la conciencia
una ms amplia sensacin de su propio alcance, grandor y dicha, la fuerza una
mayor intensidad y una ms rpida y bienaventurada capacidad, la sustancia
ofrece una ms sutil, plstica, boyante y flexible versin de su primera realidad.
Pues lo ms sutil es tambin lo ms poderoso, uno podra decir lo ms
verdaderamente concreto; es menos restringido que lo denso, tiene una
mayor permanencia en su ser junto con mayor potencialidad, plasticidad y
alcance en su devenir. Cada meseta de la ascensin a la cima del ser, da a
nuestra experiencia en expansin un plano superior de nuestra conciencia y un
mundo ms rico para nuestra existencia.

Pero cmo afecta esta serie ascendente a las posibilidades de nuestra
existencia material? No las afectara para nada si cada plano de la conciencia,
cada Mundo de la existencia, cada clase de sustancia, cada grado de fuerza
csmica estuviese segregado por entero de lo que precede y de lo que le
sigue. Pero la verdad es lo opuesto; la manifestacin del Espritu es una
compleja trama y en el diseo y modelo de un Principio entran todos los dems
como elementos del todo espiritual. Nuestro Mundo material es el resultado de
todos los dems Mundos, pues todos los otros Principios descendieron en la
Materia para crear el universo fsico, y cada partcula de lo que llamamos
Materia contiene a todos ellos implcitos en s misma; su accin secreta, como
ya vimos est involucrada en cada momento de su existencia y en todo
movimiento de su actividad. Y as como la Materia es la ltima palabra del
Descenso Involutivo a lo Inconsciente, de igual manera es tambin la primera
palabra del Ascenso; as como los poderes de todos estos planos, mundos,
clases, grados estn envueltos en la existencia material, de igual manera todos
son capaces de Evolucin por y a partir de ella. Es por esta razn que el ser
178

material no empieza y termina con gases, compuestos qumicos, fuerzas fsicas
y movimientos, con nebulosas, soles y tierras, sino que evoluciona hacia el
desarrollo de la vida, evoluciona hacia el desarrollo de la mente, debe
evolucionar en su momento la supermente y los grados superiores de la
existencia espiritual. La evolucin adviene mediante la incesante presin de los
planos supra-materiales sobre lo material, compelindo a la materia a liberar de
s sus principios y poderes que, de otro modo, concebiblemente habran
dormido aprisionados en la rigidez de la frmula material. Esto habra sido aun
as improbable, dado que su presencia all implica un propsito de liberacin;
pero an esta necesidad de abajo es en realidad ayudada en grado sumo por
una semejante presin superior.

Esta evolucin no puede terminar con la primera formulacin escasa de la vida,
mente, supermente, espritu, concedida a esos poderes superiores por el
reluctante poder de la Materia. Pues en la medida que evolucionan, tal como
despiertan, tal como llegan a ser ms activos y vidos de sus propias
potencialidades, la presin sobre ellos de los planos superiores, --una presin
envuelta en la existencia e ntima conexin e interdependencia de los
Mundos, debe tambin crecer en insistencia, poder y efectividad. Estos
principios no slo deben manifestarse desde abajo en un calificado y
restringido emerger, sino tambin desde arriba ellos deben descender con su
caracterstico poder y plena florescencia posible dentro del ser material; la
criatura material debe abrirse a un juego cada vez ms amplio de sus
actividades en la Materia, y todo cuanto se necesita es un receptculo, un
medio y unos instrumentos aptos. Eso lo aporta el cuerpo, la vida y la
conciencia del hombre.

Ciertamente, si ese cuerpo, vida y conciencia estuviesen limitados a las
posibilidades del cuerpo denso humano, que son todas las que aceptan
nuestros sentidos fsicos y mentalidad fsica, habra un estrechsimo marco
para esta evolucin, y el ser humano no podra esperar cumplir nada
esencialmente mayor que su propio logro. Pero este cuerpo, como lo descubri
la antigua ciencia oculta, no es todava el todo de nuestro ser fsico; esta burda
densidad no es toda nuestra sustancia. El antiqusimo conocimiento Vedntico
nos habla de cinco grados de nuestro ser: el material, el vital, el mental, el ideal
y el espiritual o beatfico, y a cada uno de estos grados de nuestra alma le
corresponde all una clase de nuestra sustancia, una envoltura como se la
denomin en el antiguo lenguaje figurativo. Una sicologa posterior descubri
que estas cinco envolturas de nuestra sustancia eran el material de los tres
cuerpos, el fsico denso, el sutil y el causal, en todos los cuales el alma mora
real y simultneamente, aunque aqu y ahora solo somos superficialmente
conscientes del vehculo material. Pero es posible tambin llegar a ser
conscientes en nuestros otros cuerpos y ello constituye de hecho levantar el
velo entre ellos y consiguientemente entre nuestras personalidades fsica,
psquica e ideal que es la causa de aquellos fenmenos psquicos y ocultos
que en la actualidad empiezan a examinarse, aunque no en la proporcin
deseada y bastante desdeadamente, distando mucho todava de ser
debidamente explotados. Los antiguos Hatha-yoguis y Tntricos de la India
hace mucho tiempo que redujeron a una ciencia este tema de la vida y cuerpo
humanos superiores. Descubrieron seis centros nerviosos de la vida en el
179

cuerpo denso, correspondientes a los seis centros de la vida y la facultad
mental en lo sutil, y tambin encontraron sutiles ejercicios fsicos mediante los
cuales estos centros, ahora cerrados, podan abrirse, ingresando el hombre en
la vida psquica superior apropiada a nuestra existencia sutil, pudiendo incluso
destruirse las obstrucciones fsicas vitales a la experiencia del ser ideal y
espiritual. Resulta significativo que un relevante resultado proclamado por los
Hatha-yoguis para sus prcticas y verificado en muchos aspectos, fuese un
control de la fsica fuerza-vital que los liberaba de algunos de los hbitos
ordinarios o de las as llamadas leyes que segn criterio de la ciencia oficial
son inseparables de la vida en el cuerpo.

Detrs de todos estos trminos de la antigua ciencia psicofsica est el nico
gran hecho y ley de nuestro ser de que, cualquiera sea su temporal equilibrio
de forma, conciencia y poder en esta evolucin material, detrs de l debe
haber, y hay, una existencia mayor y verdadera de la cual sta es slo el
resultado externo y el aspecto fsicamente sensible. Nuestra sustancia no
termina con el cuerpo fsico; este es slo el pedestal terreno, la base terrestre,
el punto de partida material. As como detrs de nuestra mentalidad en vigilia
hay mbitos ms amplios de la conciencia subconsciente y superconsciente de
los que a veces tomamos conocimiento anormalmente, de igual modo detrs
de nuestro denso ser fsico hay otras y ms sutiles clases de sustancia con una
ms refinada ley y mayor poder que sostienen al cuerpo ms denso y los
cuales, mediante nuestro ingreso dentro de los mbitos de la conciencia
pertenecientes a ellos pueden hacer que se imponga esa ley y poder sobre
nuestra materia densa, y sustituir sus ms puras, ms elevadas y ms intensas
condiciones del ser por la tosquedad y limitacin de nuestra vida fsica,
impulsos y hbitos actuales. Si eso fuera as, entonces nuestra evolucin hacia
una ms noble existencia fsica no limitada por las condiciones ordinarias del
animal nacimiento, vida y muerte, de la difcil alimentacin y facilidad de
desorden y enfermedad y sujecin a pobres e insatisfechos anhelos vitales,
deja de tener la apariencia de un sueo y una quimera y llega a ser una
posibilidad fundada sobre una verdad racional y filosfica que est de acuerdo
con todo el resto que hasta ahora conocimos, experimentamos o pudimos
pensar acerca de la verdad abierta y secreta de nuestra existencia.

As sera racionalmente; pues la no interrumpida serie de los Principios de
nuestro ser y su ntima conexin mutua es demasiado evidente como para que
sea posible que uno slo de ellos est condenado y segregado mientras los
dems son capaces de una liberacin divina. El ascenso del hombre desde lo
fsico hasta lo supramental debe admitir la posibilidad de un correspondiente
ascenso en las clases de sustancia hacia ese cuerpo ideal o causal que es
apropiado para nuestro ser supramental, y la conquista de los principios
inferiores por la supermente y su liberacin de ellos en una vida divina y en una
mentalidad divina deben hacer posible tambin una conquista de nuestras
limitaciones fsicas mediante el poder y principio de la sustancia supramental. Y
esto significa la evolucin no slo de una irrestricta conciencia, de una mente y
una sensacin no encerrada en los muros del ego fsico o limitadas a la pobre
base del conocimiento ofrecido por los rganos fsicos de la sensacin, sino un
poder-vital liberado cada vez ms de sus limitaciones mortales, una vida fsica
apta para un habitante divino y, en el sentido no de apego o de restriccin a
180

nuestra estructura corprea actual sino de superacin de la ley del cuerpo
fsico, la conquista de la muerte, una inmortalidad terrena. Pues desde la
Bienaventuranza divina, del Deleite original de la existencia, el Seor de la
Inmortalidad llega escanciando el vino de esa Bienaventuranza, el Soma
mstico, en estas vasijas de mentalizada materia viviente; eterno y bello, l
entra en estas envolturas de la sustancia para la integral transformacin del ser
y de la naturaleza.




Captulo XXVII - El Sptulo acorde del Ser

En la ignorancia de mi mente, pregunt por estos escalones de los Dioses que
estn asentados interiormente. Los omniscientes Dioses han recogido al
Infante de un ao y han entretejido en su torno siete hebras para confeccionar
esta trama.
Rig Veda



Mediante nuestro prolijo examen de los siete grandes trminos de la existencia
que los antiguos videntes fijaron como el fundamento y sptuplo modo de toda
la existencia csmica, hemos discernido las gradaciones de la evolucin y de la
involucin, arribando a la base del conocimiento por el que pugnbamos.
Afirmamos que el origen, el continente, la realidad inicial y la realidad ltima de
todo lo que est en el cosmos es el principio triuno de la trascendente e infinita
Existencia, Conciencia y Bienaventuranza que es la naturaleza del Ser divino.
La Conciencia tiene dos aspectos, iluminador y efectivo, estado y poder de
auto-conocimiento, y estado y poder de autofuerza, por los que el Ser se
posee, ya sea en su condicin esttica o, ya sea en su movimiento dinmico;
pues en su accin creadora conoce por auto-conciencia omnipotente que todo
est latente en l y produce y gobierna el universo de sus potencialidades
mediante una omnisciente auto-energa. Esta accin creadora del Omni-
existente tiene su nudo (nodo, punto de inflexin) en el cuarto estado, el
principio intermedio de la Supermente o Real-Idea, en el que un Conocimiento
divino nico con auto-existencia y auto-conocimiento y una sustancial Voluntad
que es perfectamente unsona con ese conocimiento, pues es, en su
sustancia y naturaleza, esa auto-consciente auto-existencia dinmica en la
iluminada accin, desarrollan infaliblemente el movimiento, la forma y la ley
de las cosas en correcto acuerdo con su Verdad auto-existente y en armona
con los significados de su manifestacin.

La creacin depende de y se mueve entre el principio biuno de la unidad y la
multiplicidad; es una mltiple combinacin de idea, fuerza y forma que es la
expresin de una unidad original, y es una eterna unidad que es el fundamento
y la realidad de los Mundos mltiples, haciendo posible su juego. Por lo tanto,
la Supermente procede mediante una doble facultad de conocimiento
comprehensivo y aprehensivo; procediendo desde la unidad esencial hacia la
multiplicidad resultante, comprndente de todas las cosas en s como la Unidad
181

en sus mltiples aspectos y aprehendente separadamente de todas las cosas
en s como objetos de su voluntad y conocimiento. Mientras en cuanto a su
original auto-conocimiento todas las cosas son un solo ser, una sola
conciencia, una sola voluntad, un solo auto-deleite y el movimiento total de las
cosas un movimiento nico e indivisible, procede en su accin desde la unidad
a la multiplicidad (involucionando) y desde la multiplicidad a la unidad
(evolucionando), creando una ordenada relacin entre ellas y una aparente,
pero no obligatoria realidad de divisin, una sutil divisin no separadora, o ms
bien una demarcacin y determinacin dentro de lo indivisible. La Supermente
es la divina Gnosis que crea, gobierna y sostiene los Mundos: es la Sabidura
secreta que sostiene a ambos, nuestro Conocimiento y nuestra Ignorancia.

Hemos descubierto tambin que la Mente, la Vida y la Materia son un triple
aspecto de estos principios superiores que operan, en lo que a nuestro
universo atae, en sujecin al principio de la Ignorancia, al superficial y
aparente auto-olvido del Uno en su juego de divisin y multiplicidad. En
realidad, estos tres son slo poderes subordinados del cuaternario divino: la
Mente es un poder subordinado de la Supermente que toma su asiento en el
punto de apoyo de la divisin, ciertamente olvidado aqu de la unidad que est
detrs aunque capaz de retornar a ella mediante la reiluminacin por lo
Supramental; la Vida es, de modo parecido, un poder subordinado del aspecto
como energa de Sachchidananda, es Fuerza que estructura creando formas y
el juego de la energa consciente, desde el punto de apoyo de la divisin
creada por la Mente; la Materia es la forma de la sustancia del Ser que la
existencia de Sachchidananda asume cuando se somete a esta accin
involutiva fenomnica de su propia conciencia y fuerza.

Adems, hay un cuarto principio que ingresa en la manifestacin como el nudo
(nodo) de mente, vida y cuerpo, eso que llamamos el alma; pero sta tiene
doble apariencia, al frente es el alma-del-deseo que pugna por la posesin y
deleite de las cosas, y, por detrs, y ya sea ms grande o ya est enteramente
oculta por el alma-del-deseo, la verdadera entidad psquica que es el Real
receptculo de las experiencias del espritu. Y hemos concluido que este cuarto
principio humano es proyeccin y accin del tercer principio divino de infinita
Bienaventuranza, ms una accin en los trminos de nuestra conciencia y bajo
las condiciones de la evolucin-del-alma en este mundo. As como la existencia
de lo Divino es en su naturaleza una conciencia infinita y el auto-poder de esa
conciencia, de igual manera la naturaleza de su conciencia infinita es pura e
infinita Bienaventuranza; la auto-posesin y el auto-conocimiento son la
esencia de su auto-deleite. El cosmos es tambin un juego de este divino auto-
deleite y el deleite de ese juego est enteramente posedo por lo Universal;
pero en el individuo, debido a la accin de los poderes de la ignorancia y la
divisin, es mantenido en el ser subliminal y en el ser super-consciente; falta en
nuestra superficie y ha de ser buscado, hallado y posedo mediante el
desarrollo de nuestra conciencia individual en pos de la universalidad y de la
trascendencia.

Por lo tanto, si queremos, podemos plantear ocho principios en lugar de siete, y
entonces percibimos que nuestra existencia es una suerte de refraccin de la
existencia divina, en orden inverso de ascenso y descenso, as dispuesto:
182



Existencia
Conciencia-Fuerza
Bienaventuranza
Supermente
Mente
Psiquis
Vida
Materia


Lo Divino desciende de la pura existencia a travs del juego de la Conciencia-
Fuerza y la Bienaventuranza y el medio creador de La Supermente en el ser
csmico, ascendemos de la Materia a travs de una vida, alma y mente que
evolucionan, y por el medio iluminador de la supermente, hacia el ser divino. El
nudo de ambos, el hemisferio superior e inferior , tiene lugar donde la mente y
la supermente se encuentran con un velo entre ellas. Rasgar el velo es la
condicin de la vida divina en la humanidad; pues con esa rasgadura, mediante
el iluminador descenso de lo superior adentro de la naturaleza del ser inferior y
el forzado ascenso del ser inferior adentro de la naturaleza del superior, la
mente puede recobrar su divina luz en la omni-comprehensiva supermente, el
alma realizar su divino Ser (Yo) en el omni-poseedor Ananda omni-
bienaventurado, la vida reposeer su divino poder en el juego de la omnipotente
Fuerza-Consciente y la Materia abrirse a su divina libertad coma una forma de
la divina Existencia. Y si existe alguna meta hacia la evolucin que halle aqu
su actual corona y cabeza en el ser humano, diferente de un circular sin
objetivo y de una huida individual de ese girar, si la infinita potencialidad de
esta criatura, (que sola aqu se sita entre el Espritu y la Materia con el
poder de mediar entre ambos), tiene algn significado distinto del de un
despertar ltimo de la ilusin de la vida por desesperacin y disgusto del
esfuerzo csmico y su completo rechazo; entonces, esa luminosa y pujante
transfiguracin y emerger de lo Divino en la criatura humana, debe de ser
nuestra elevada meta y nuestro significado supremo.

Pero antes de que podamos pasar a las condiciones psicolgicas y prcticas
bajo las cuales tal transfiguracin puede modificarse, desde una posibilidad
esencial a una potencialidad dinmica, tenemos mucho que considerar; pues
debemos discernir no slo los principios esenciales del descenso de
Sachchidananda en la existencia csmica, lo cual ya lo hemos hecho, sino
tambin el gran plan de su orden aqu y la naturaleza y accin del poder
manifestado de la Fuerza-Consciente que reina sobre las condiciones bajo las
que actualmente existimos. Ahora, lo que primero tenemos que ver es que los
siete u ocho principios que hemos examinado son esenciales para toda la
creacin csmica y estn all, manifestados o an no manifestados, en
nosotros mismos, en este Infante de un ao que todava somos (pues
distamos mucho de ser los adultos de la Naturaleza evolutiva). La Trinidad
superior es la fuente y base de toda existencia y juego de la existencia, y todo
el cosmos debe ser una expresin y accin de su realidad esencial. Ningn
universo puede ser simplemente una forma del Ser que haya surgido y se
183

perfile en una nulidad y vaco absolutos, contrastando frente a una vacuidad
no-existente. Debe ser, o una imagen de la existencia dentro de la Existencia
infinita que est ms all de toda imagen, o debe ser ella misma la Omni-
Existencia. De hecho, cuando unificamos nuestro ser (yo) con el ser csmico,
vemos que en realidad es ambas cosas a la vez; vale decir, es el Omni-
Existente figurndose partir de l mismo en una infinita serie de ritmos en Su
propia extensin conceptiva de El Mismo como Tiempo y Espacio. Es ms,
vemos que esta accin csmica o cualquier accin csmica es imposible sin el
juego de una infinita Fuerza de la Existencia que produzca y regule todas estas
formas y movimientos; y que la Fuerza igualmente presupone o es la accin de
una Conciencia infinita, porque en su naturaleza es una Voluntad csmica que
determina todas las relaciones y las aprehende mediante su propia modalidad
de conocimiento, y no podra determinarlas y aprehenderlas si no existiese la
Conciencia comprehensiva detrs de esa modalidad de conocimiento csmico
para originar al tiempo que sostener, fijar y reflejar a travs de ella las
relaciones del Ser en la formacin evolutiva o devenir de s a la que llamamos
un universo.

Finalmente, al ser la Conciencia omnisciente y omnipotente, en entera
posesin luminosa de s, y al ser, tal entera posesin luminosa necesariamente
y en su naturaleza misma, Bienaventuranza, pues no puede ser nada ms, un
extenso auto-deleite universal debe ser la causa, esencia y objeto de la
existencia csmica. Si no existiese, dice el antiguo vidente este omni-
abarcador ter del Deleite de la existencia en que moramos, si ese deleite no
fuese nuestro ter, entonces nadie podra respirar, nadie podra vivir. Esta
auto-bienaventuranza puede llegar a ser subconsciente, aparentemente
prdida en la superficie, pero no slo debe estar all en nuestras races, toda la
existencia debe ser esencialmente una bsqueda e intento de descubrirla y
poseerla, y en la proporcin con que la criatura en el cosmos se encuentra a s
misma, --(ya sea en voluntad y poder, o ya sea, en luz y conocimiento, o bien,
en ser y amplitud, o finalmente, en amor y dicha)--, debe despertar a algo del
secreto xtasis. La dicha del ser, el deleite de la realizacin mediante el
conocimiento, el arrebatamiento de la posesin por voluntad y poder o fuerza
creadora, el xtasis de unin en el amor y en la dicha son los trminos
supremos de la vida en expansin porque son la esencia de la existencia
misma en sus ocultas races como en sus cimas an no vistas. Entonces,
dondequiera se manifieste la existencia csmica, estas tres deben estar detrs
y dentro de ella.

Pero la Existencia, Conciencia y Bienaventuranza infinitas no necesitan
echarnos dentro del ser aparente o, al obrar as, no sera el ser csmico, sino
simplemente una infinitud de figuras sin orden ni relacin fijos, si ellas no tienen
o desarrollan y afloran de s mismas este cuarto trmino de la Supermente, de
la divina Gnosis. Debe existir en todo cosmos un poder del Conocimiento y la
Voluntad que a partir de la potencialidad infinita fije determinadas relaciones,
desarrolle el resultado a partir de la semilla, haga vibrar los poderosos ritmos
de la Ley csmica y contemple y gobierne los mundos como su inmortal e
infinito Observador y Regidor . Este poder ciertamente no es otra cosa que
Sachchidananda Mismo; nada crea que no est en su propia auto-existencia, y
por esa razn toda Ley csmica y real es una cosa no impuesta desde afuera,
184

sino desde adentro, todo desarrollo es auto-desarrollo, toda semilla y resultado
son semilla de una Verdad de las cosas y resultado de esa semilla determinada
a partir de sus potencialidades. Por la misma razn ninguna Ley es absoluta,
porque slo el infinito es absoluto, y cada cosa contiene dentro de s
interminables potencialidades mucho ms all de su forma y curso
determinados, que slo son determinados a travs de una auto-limitacin por la
Idea actuando desde una infinita libertad interior. Este poder de auto-limitacin
es necesariamente inherente al ilimitado Omni-Existente. El Infinito no seria el
Infinito si no pudiese asumir una mltiple finitud; el Absoluto no sera el
Absoluto si se negase en el conocimiento, poder, voluntad y manifestacin del
ser una ilimitada capacidad de autodeterminacin. Entonces, esta Supermente
es la Verdad o Real-Idea, inherente a toda fuerza y existencia csmicas, que es
necesaria, al seguir siendo infinita, para determinar, combinar y sostener una
relacin, un orden y los grandes lineamientos de la manifestacin. En el
lenguaje de los Rishis Vdicos, as como la Existencia, Conciencia y
Bienaventuranza infinitas son los tres Nombres supremos y ocultos del Sin-
Nombre, de igual modo esta Supermente es el cuarto Nombre cuarto de Eso
en su descenso, cuarto de nosotros en nuestra ascensin.

Pero la Mente, la Vida y la Materia, la triloga inferior, son asimismo
indispensables para todo ser csmico, no necesariamente en la forma o con la
accin y condiciones que conocemos en la tierra o en este universo material,
sino en alguna clase de accin, empero luminosa, pujante, sutil. Pues la Mente
es esencialmente esa facultad de la Supermente que mide y limita, que fija un
centro particular y desde all contempla el movimiento csmico y sus
interacciones. Admitido eso en un mundo, plano o disposicin csmica
particulares, la mente no necesita ser limitada, o ms bien que el ser que usa la
mente como facultad subordinada no necesita ser incapaz de ver las cosas
desde otros centros o puntos de referencia o incluso desde el Centro real de
todo o en la vastedad de una auto-difusin universal, con todo si no es capaz
de quedarse fijo normalmente en su propio punto firme de referencia para
ciertos fines de la actividad divina, si existe slo la auto-difusin universal o
slo los centros infinitos sin alguna accin determinante o libremente limitadora
para cada uno, entonces no hay cosmos sino nicamente un Ser meditando
dentro de S Mismo infinitamente como un creador o poeta puede meditar
libremente, no plsticamente, antes de proceder a dejar determinado un trabajo
de creacin. Tal estado debe existir en algn sitio de la escala infinita de la
existencia, ms no es lo que entendemos por un cosmos. Cualquiera sea el
orden que pueda haber en l, debe ser una suerte de orden no fijado, no-
obligatorio, tal como el que podra desarrollar la Supermente antes de que l
haya procedido a los trabajos de fijada evolucin, medicin e interaccin de las
relaciones. Para esa medicin e interaccin, la Mente es necesaria, aunque no
es menester que sea consciente de s como algo, sino una accin subordinada
de la Supermente, ni que desarrolle la interaccin de las relaciones sobre la
base de un auto-aprisionado egosmo tal como el que vemos activo en la
Naturaleza terrestre.

Una vez existente la Mente, siguen la Vida y la Forma de la sustancia; pues la
vida es simplemente la determinacin de la fuerza y de la accin, de la relacin
e interaccin de la energa desde mltiples centros fijos de la conciencia,
185

(fijos, no necesariamente en lugar o tiempo, sino en una persistente
coexistencia de seres o almas-forma de lo Eterno sosteniendo una armona
csmica)--. Esa vida puede diferir mucho de la vida tal como la conocemos o
concebimos, pero esencialmente sera el mismo principio en actividad que aqu
vemos representado como vitalidad, (el principio al que los antiguos
pensadores indios dieron el nombre de Vayu o Prana), el material-vital, la
sustancial voluntad y energa en el cosmos componiendo dentro de
determinada forma, accin y consciente dinamismo del ser. La sustancia
tambin podra diferir mucho de nuestro criterio y sentido del cuerpo material,
mucho ms sutil, vinculando mucho menos rigurosamente en su ley de auto-
divisin y resistencia mutua, y el cuerpo o forma podra ser un instrumento y no
una prisin, aunque para la interaccin csmica siempre sera necesaria alguna
determinacin de la forma y de la sustancia, incluso si se trata tan slo de un
cuerpo mental o algo ms luminoso todava, ms sutil, y ms pujante y ms
libremente sensitivo que el ms libre cuerpo material.

Se sigue que dondequiera que est el Cosmos, all, (incluso si hubiese
inicialmente un slo principio aparente, incluso si al comienzo eso pareciera ser
el nico principio de las cosas, y todo lo dems que pudiera manifestarse
despus en el mundo pareciese ser nada ms que sus formas y resultados y
no indispensables en s mismos para la existencia csmica), esa visin
frontal ofrecida por el ser sera solamente una mscara o apariencia ilusoria de
su verdad real. Donde se manifieste un slo principio en el cosmos, all todo el
resto debe estar no meramente presente y pasivamente latente, sino
secretamente en actividad. En un Mundo dado, su escala y armona del ser
puede estar abiertamente en posesin de todos los siete principios en un grado
superior o inferior de actividad; en otro Mundo dado pueden estar todos
envueltos en uno slo que viene a ser el principio inicial o fundamental de la
evolucin en ese mundo, pero la evolucin de los envueltos all debe existir. La
evolucin del sptuplo poder del ser, la realizacin de su sptuplo Nombre,
debe ser el destino de cualquier Mundo que aparentemente comience desde la
involucin de todo en un slo poder . Por lo tanto, el universo material estuvo
obligado en la naturaleza de las cosas a evolucionar desde su oculta vida, una
aparente vida; desde su oculta mente, una mente aparente, y debe en la misma
naturaleza de las cosas evolucionar desde su escondida Supermente, una
Supermente aparente, y del oculto Espritu dentro de ella, la triuna gloria de
Sachchidananda. La nica cuestin es si la tierra ha de ser escenario de ese
emerger, y si la creacin humana, (en ste o en algn otro escenario
material, en ste o en algn otro ciclo de las grandes rotaciones del Tiempo),
ha de ser su instrumento y su vehculo. Los antiguos videntes crean en esta
posibilidad del hombre y sostuvieron que ese era su destino divino; el pensador
moderno no lo concibe, y si lo hiciese, lo negara o dudara. Si tiene una visin
del Superhombre, lo es en la figura de incrementados grados de mentalidad o
vitalidad; no admite otro emerger, nada quiere ver ms all de estos principios,
pues stos trazaron para nosotros, hasta ahora, nuestro lmite y crculo de
conocimiento. En este mundo progresivo, con esta criatura humana en la que la
chispa divina ha sido encendida, es posible que la sabidura real habite con la
aspiracin superior ms bien que con la negacin de la aspiracin o con la
esperanza que se limita y circunscribe dentro de aquellos estrechos muros de
aparente posibilidad que slo son nuestra casa intermedia de preparacin. En
186

el orden espiritual de las cosas, cuanto ms alto proyectamos nuestra visin y
nuestra aspiracin, mayor es la Verdad que procura descender sobre nosotros,
porque ya est all dentro de nosotros y clama por su liberacin de la cobertura
que la oculta en la Naturaleza manifestada.




Captulo XXVIII - La Supermente, la Mente y la Sobremente Maya

Hay una Permanente Verdad oculta por una Verdad donde el Sol desata sus
caballos. Los mil (rayos suyos) llegaron juntos - Aquel Uno. Vi la ms gloriosa
de las Formas de los Dioses.
Rig Veda

El rostro de la Verdad est oculto por una tapadera dorada; retralo, oh Sol
Nutricio, por la Ley de la Verdad, para que lo veamos. Oh Sol, Oh nico
Observador, ordena tus rayos, renelos juntos djame ver de ti tu ms feliz
forma de todas; ese Ser Consciente por doquier, El soy Yo.
Isha Upanishad

La Verdad, lo Recto, lo Extenso.
Atharva Veda

Lleg a ser ambos verdad y falsedad. Lleg a ser la Verdad, incluso todo esto
que es.
Taittiriya Upanishad



Queda todava por aclarar un punto que dejamos oscuro, el proceso de la cada
en la Ignorancia; pues hemos visto que en la naturaleza original de la Mente, la
Vida o la Materia para nada necesita una cada desde el Conocimiento. Se ha
demostrado ciertamente que la divisin de la conciencia es la base de la
Ignorancia, una divisin de la conciencia individual desde lo csmico y lo
trascendente de lo cual es con todo una parte ntima, inseparable en esencia,
una divisin de la Mente desde la Verdad supramental de la que debera ser
una accin subordinada, una divisin de la Vida desde la Fuerza original de la
que es una energa dinamizada, una divisin de la Materia desde la Existencia
original de la que es una forma de sustancia. Pero an hay que aclarar cmo
se produjo esta divisin en lo Indivisible, por qu peculiar accin auto-
disminuyente o auto-eliminadora de la Conciencia-Fuerza en el Ser: pues dado
que todo es movimiento de esa Fuerza, slo mediante una accin tal que
oscurezca su propia luz y poder plenos, pudo haber surgido el dinmico y
efectivo fenmeno de la Ignorancia. Pero este problema puede saltarse para
tratarlo en un ms detenido examen del fenmeno dual del Conocimiento-
Ignorancia que hace de nuestra conciencia una mezcla de luz y oscuridad, una
media luz entre el pleno da de la Verdad supramental y la noche de la
Inconsciencia material. Todo lo que es necesario anotar ahora es que debe ser
en su carcter esencial una concentracin exclusiva en un solo movimiento y
187

estado del Ser Consciente, que coloca todo el resto de la conciencia y del ser
detrs y lo vela de ese ahora parcial conocimiento del movimiento nico.

Con todo hay un aspecto de este problema que debe considerarse de
inmediato; es el abismo creado entre la Mente como la conocemos y la Verdad-
Conciencia supramental de la que descubrimos que la Mente en su origen es
un proceso subordinado. Pues este abismo es considerable y, si no hay
gradaciones entre los dos niveles de conciencia, (ya sea en la involucin
descendente del Espritu en la Materia o en la correspondiente evolucin en la
Materia de los ocultos grados que conducen al Espritu), una transicin del
uno al otro parece al mximo improbable, si no imposible. Pues la Mente, como
la conocemos, es un poder de la Ignorancia que busca la Verdad, que aspira
dificultosamente a descubrirla, alcanzando slo construcciones y
representaciones mentales de ella en palabras o en ideas, en formaciones de
la mente, en formaciones sensorias, como si todo lo que pudiese conseguir
fuesen brillantes u oscuras fotografas o pelculas de una distante Realidad.
La Supermente, por el contrario, est en real y natural posesin de la Verdad y
sus formaciones son formas de la Realidad, no construcciones,
representaciones ni imgenes indicativas. Sin duda, la Mente evolutiva en
nosotros est obstaculizada por su enclaustramiento en la oscuridad de esta
vida y cuerpo, y el principio original de la Mente en su descenso involutivo es
una cosa de mayor poder a la que no hemos llegado plenamente, capaz de
actuar con libertad dentro de su propia esfera o mbito, de levantar
construcciones ms reveladoras, formaciones ms minuciosamente inspiradas,
ms sutiles y significativas encarnaciones en las que la luz de la Verdad est
presente y palpable. Pero todava eso no es demasiado probable que sea
esencialmente diferente en su accin caracterstica, pues tambin es un
movimiento en la Ignorancia, no una todava no-separada porcin de la Verdad-
Conciencia. Debe existir en algn lugar de la escala descendente y ascendente
del Ser un Intermedio poder y plano de conciencia, tal vez algo ms que eso,
algo con una creadora fuerza original, a travs del cual fue efectuada la
transicin involutiva de la Mente en el Conocimiento a la Mente en la Ignorancia
y a travs del cual nuevamente se torna inteligible y posible la evolutiva
transicin inversa. Para la transicin involutiva esta intervencin es un
imperativo lgico, para la transicin evolutiva es una necesidad prctica. Pues
en la evolucin hay ciertamente transiciones radicales, desde Energa
indeterminada a Materia organizada, desde Materia inanimada a Vida, desde
una Vida subconsciente o submental a una Vida perceptiva, sensible y activa,
desde primitiva mentalidad animal a racional Mente conceptual que observa y
gobierna la Vida y se observa a s misma tambin, capaz de actuar como una
entidad independiente e incluso de buscar conscientemente la auto-
trascendencia; mas estos saltos, aunque considerables, se preparan hasta
cierto punto con lentas gradaciones que los tornan concebibles y factibles. No
puede haber brecha tan inmensa como la que parece existir entre la Verdad-
Conciencia Supramental y la Mente en la Ignorancia.

Mas si tales gradaciones intermedias existen, resulta claro que deben ser
super-conscientes para la mente humana que no parece tener en su estado
normal ingreso alguno en estos grados superiores del ser. El hombre es
limitado en su conciencia por la mente e incluso por un alcance dado o escala
188

de la mente: lo que est debajo de su mente, sub-mental o mental pero inferior
a su escala, le parece enseguida subconsciente o no discernible de la
inconsciencia completa; lo que est arriba para l es super-consciente y se
inclina casi a considerarlo como vaco de conocimiento, una suerte de luminosa
Inconsciencia. As como est limitado a una cierta escala de sonidos o de
colores y lo que est por encima o por debajo de esa escala le resulta inaudible
e invisible o, al menos, indistinguible, de igual manera ocurre con su escala de
conciencia mental, confinada a cada extremo por una incapacidad que marca
su lmite superior e inferior. No tiene suficientes medios de comunicacin ni
siquiera con el animal que es su congnere mental, aunque no su igual, y es
capaz de negarle mente o conciencia real porque sus modalidades son
distintas y ms limitadas que aquellas con las que l y su especie estn
familiarizados; puede observar al ser sub-mental desde afuera pero no puede
comunicarse con l ni ingresar ntimamente en su naturaleza. Igualmente el
super-consciente es para l un libro cerrado que slo puede estar lleno de
pginas vacas. A primera vista, entonces, parecera como si no tuviese medios
de contacto con estas superiores gradaciones de la conciencia: de ser as, no
pueden actuar como vnculos o puentes y su evolucin debe cesar con su
realizado mbito mental, sin superarlo; la Naturaleza, al trazar estos lmites, ha
escrito el final de este elevado esfuerzo.

Pero cuando miramos ms cerca, percibimos que esta normalidad es engaosa
y que de hecho hay diversas direcciones en las que la mente humana se
trasciende, va ms all de s misma, tiende hacia una auto-superacin; stas
son precisamente las lneas necesarias de contacto o velados o semi-velados
pasajes que la conectan con grados superiores de conciencia del Espritu auto-
manifestante. Primero, hemos notado el lugar que ocupa la Intuicin entre los
medios humanos del conocimiento, y la Intuicin es en su misma naturaleza
una proyeccin de la accin caracterstica de estos grados superiores dentro
de la mente de la Ignorancia. Es cierto que en la mente humana su accin est
en gran medida oculta por las intervenciones de nuestra inteligencia normal;
una intuicin pura es un raro acontecer en nuestro actividad mental: pues lo
que as denominamos es por lo general un punto de conocimiento directo
inmediatamente captado y recubierto con material mental, de modo que sirva
slo como un invisible o muy diminuto ncleo de cristalizacin que, en su
conjunto, es intelectual o, dicho de otro modo, de carcter mental; o tambin el
destello de la intuicin es rpidamente reemplazado o interceptado antes de
que tenga la oportunidad de manifestarse, por un rpido movimiento mental
imitativo, por un entendimiento o percepcin inmediata o veloz o por algn
proceso del pensamiento de rpida reaccin que debe su aparicin al estmulo
de la intuicin que llega pero obstruye su ingreso o la cubre con una sustituta
sugestin mental verdadera o errnea aunque, en cualquier caso, no el
autntico movimiento intuitivo. No obstante, el hecho de esta intervencin
desde arriba, el hecho de que detrs de todo nuestro pensamiento original o
percepcin autntica de las cosas exista un velado, un semi-velado o un rpido
elemento intuitivo no-velado es suficiente como para establecer una conexin
entre la mente y lo que est por encima de ella; ello abre un pasaje de
comunicacin y de entrada en los superiores mbitos-espirituales. Tambin
est la tendencia de la mente a superar la limitacin del ego personal, a ver las
cosas dentro de cierta impersonalidad y universalidad. La impersonalidad es la
189

primera caracterstica del ser-en-s csmico; la universalidad, la no-limitacin
por el singular o limitador punto de vista, es la caracterstica de la percepcin y
el conocimiento csmicos: esta tendencia es, por lo tanto, una ampliacin,
aunque rudimentaria, de estas restringidas reas mentales en pos de lo
csmico, en pos de una cualidad que es la misma caracterstica de los planos
mentales superiores, (en pos de esa csmica Mente super-consciente que,
como hemos sugerido, debe ser en la naturaleza de las cosas la original
accin-mental de la que la nuestra es slo un proceso derivado e inferior).
Adems, no hay una total ausencia de penetracin desde arriba dentro de
nuestros lmites mentales. Los fenmenos de genialidad son en realidad el
resultado de tal penetracin, sin duda velada, porque la luz de la
conciencia superior no slo acta dentro de estrechos lmites, por lo general en
un campo especial, sin ninguna regulada organizacin separada de sus
energas caractersticas, a menudo muy caprichosamente, muy errticamente y
con una super-normal o anormal gobernacin irresponsable, sino tambin que
al entrar en la mente se somete y se adapta a la sustancia mental de modo que
slo es una modificada o disminuida dinmica que nos alcanza, no la plena y
original luminosidad divina de lo que podra llamarse la elevada conciencia ms
all de nosotros. Empero, los fenmenos de inspiracin, de visin reveladora o
de percepcin intuitiva y discernimiento intuitivo, que exceden nuestra menos
iluminada o menos poderosa normal accin-mental, estn all y su origen
resulta inconfundible. Finalmente, est el extenso y multitudinario campo de la
experiencia mstica y espiritual, y aqu las puertas ya estn abiertas de par en
par ante la posibilidad de extender nuestra conciencia ms all de sus lmites
actuales, (a no ser que por un oscurantismo que rehse investigar o un
apego a nuestros limites de normalidad mental las cerremos o desviemos de
las vistas que abren ante nosotros). Ms en nuestra actual investigacin no
podemos descuidar las posibilidades que estos dominios del esfuerzo de la
humanidad nos acercan, ni el aadido conocimiento de uno mismo y de la
velada Realidad que es su don para la mente humana, la mayor luz que los
arma con el derecho de actuar sobre nosotros y es el poder innato de su
existencia.

Hay dos movimientos sucesivos de la conciencia, difciles pero accesibles a
nuestra capacidad, por los que podemos tener acceso a las gradaciones
superiores de nuestra existencia consciente. Primero est un movimiento
interior por el que, en lugar de vivir en nuestra mente superficial, rompemos el
muro existente entre nuestro yo externo y nuestro yo ahora subliminal; esto
puede producirse mediante esfuerzo y disciplina graduales o mediante una
vehemente transicin, a veces por una vigorosa ruptura involuntaria, (el ltimo
de ningn modo sin riesgo para la limitada mente humana acostumbrada a vivir
seguramente slo dentro de sus lmites normales,) pero de cualquier modo, con
riesgo o sin l, la cosa puede realizarse. Lo que descubrimos dentro de esta
parte secreta de nosotros mismos es un ser interior, un alma, una mente
interior, una vida interior, una interior entidad sutil-fsica que es mucho mayor
en sus potencialidades, ms plstica, ms poderosa, ms capaz de un mltiple
conocimiento y dinamismo que nuestra mente, vida y cuerpo superficiales; en
especial, es capaz de una directa comunicacin con las fuerzas universales,
movimientos, objetos del cosmos, de una directa sensacin y apertura hacia
ellos, de una directa accin sobre ellos e incluso de una ampliacin de si ms
190

all de los lmites de la mente personal, de la vida personal, del cuerpo, de
modo que se siente, cada vez ms, un ser universal ya no limitado por los
muros de nuestra estrecha existencia mental, vital y fsica. Esta ampliacin
puede extenderse hasta un ingreso completo dentro de la conciencia de la
Mente csmica, dentro de una unidad con la Materia universal. sa, sin
embargo, es todava una identificacin bien con una disminuida verdad
csmica o bien, con la Ignorancia csmica.

Pero una vez cumplido este ingreso dentro del ser interior, se descubre que el
Yo interior es capaz de una apertura, de un ascenso hacia dentro de cosas
ms all de nuestro actual nivel mental; esa es la segunda posibilidad espiritual
en nosotros. El primero y ms ordinario resultado es un descubrimiento de un
extenso Yo esttico y silencioso que sentimos que es nuestra real o nuestra
bsica existencia, el fundamento de todo lo dems que somos. All puede
darse, incluso una extincin, un Nirvana de nuestro ser activo y del sentido del
yo, dentro de una Realidad que es indefinible e inexpresable. Pero asimismo
podemos advertir que este yo es no slo nuestro propio ser espiritual sino
tambin el yo verdadero de todos los dems; se presenta entonces como la
verdad subyacede la existencia csmica. Es posible permanecer en un Nirvana
de toda la individualidad, detenerse en una realizacin esttica o, considerando
el movimiento csmico como un juego o ilusin superficiales impuestos sobre el
Yo silencioso, ingresar en cierto estado supremo, inmvil e inmutable, ms all
del universo. Pero se ofrece tambin otro rasgo menos negativo de la
experiencia supernormal, tambin ofrecido en s mismo; pues all tiene lugar un
gran descenso dinmico de luz, conocimiento, poder, bienaventuranza u otras
energas super-normales dentro de nuestro yo de silencio, y podemos ascender
tambin dentro de superiores regiones del Espritu donde su estado inmvil es
el fundamento de aquellas grandes y luminosas energas. En cualquier caso
resulta evidente que nos hemos elevado ms all de la mente de la Ignorancia,
dentro de un estado espiritual; pero, en el movimiento dinmico, la mayor
accin resultante de la Conciencia-Fuerza puede presentarse, o bien,
simplemente como una pura dinmica espiritual no determinada en forma
alguna en su carcter, o bien, puede revelar un mbito-mental en el que la
mente no sea ya ignorante de la Realidad,empero, no un nivel de la
supermente, sino derivando de la supramental Verdad-Conciencia y, todava,
luminoso con algo de su conocimiento.

Es en la ltima alternativa que descubrimos el secreto que buscamos, el medio
de la transicin, el paso necesario hacia una transformacin supramental; pues
percibimos un objetivo gradual de ascenso, una comunicacin con una luz y
poder de arriba cada vez ms profundos e inmensos, una escala de
intensidades que pueden considerarse como tantos escalones en la ascensin
de la Mente o en el descenso dentro de la Mente de Eso que est ms all de
ella. Nos hacemos conscientes de un aguacero enorme como un mar, de
masas de un conocimiento espontneo que asume la naturaleza del
Pensamiento pero tiene un carcter diferente del proceso de pensamiento al
que estamos acostumbrados; pues aqu no hay nada de bsqueda, ni rastro de
construccin mental, ni trabajo de especulacin o difcil descubrimiento; es un
conocimiento automtico y espontneo derivado de una Mente Superior que
parece estar en posesin de la Verdad y no en busca de realidades ocultas o
191

dificultadas. Uno observa que este Pensamiento es mucho ms capaz que la
mente de incluir a la vez una masa de conocimiento de un simple vistazo; tiene
un carcter csmico, no el sello de un pensamiento individual. Ms all de esta
Verdad-Pensamiento podemos distinguir un mayor instinto de iluminacin con
un creciente poder e intensidad y fuerza conductora, una luminosidad de la
naturaleza de la Verdad-Visin con formulacin de pensamiento como una
actividad menor y dependiente. Si aceptamos la imagen Vdica del Sol de la
Verdad, una imagen que en esta experiencia se convierte en una realidad,
podemos comparar la accin de la Mente Superior con un sereno y firme sol
brillando, la energa de la Mente Iluminada ms all de aquella la podemos
comparar con un aguacero de masivos destellos de llameante material-solar.
Ms all todava, puede encontrarse un poder todava mayor de la Verdad-
Fuerza, una ntima y exacta Verdad-visin, Verdad-pensamiento, Verdad-
sensacin, Verdad-sentimiento, Verdad-accin, a las que podemos dar, en un
sentido especial el nombre de Intuicin; pues aunque hemos aplicado esa
palabra, a falta de una mejor, para referirnos a cualquier modo supra-intelectual
de conocimiento directo, empero lo que realmente conocemos como intuicin
es slo un movimiento especial de conocimiento auto-existente. Este nuevo
mbito es su origen; imparte a nuestras intuiciones algo de su propia
caracterstica distintiva y es muy claramente un intermediario de una mayor
Verdad-Luz con la que nuestra mente no puede comunicarse directamente. En
la fuente de esta Intuicin descubrimos una super-consciente Mente csmica
en directo contacto con la Supramental Verdad-Conciencia, una original
intensidad determinante de todos los movimientos debajo de ella y de todas las
energas mentales, no la Mente como la conocemos, sino una Sobremente
que cubre, como con las amplias alas de alguna Sobrealma creadora, este
completo hemisferio inferior del Conocimiento-Ignorancia, lo vincula con la ms
grande Verdad-Conciencia mientras que, al mismo tiempo, con su brillante
Tapadera dorada vela el rostro de la mayor Verdad a nuestra vista,
interviniendo con su torrente de infinitas posibilidades simultneamente como
obstculo y como pasaje en nuestra bsqueda de la ley espiritual de nuestra
existencia, su supremo objetivo, su Realidad secreta. Este es entonces el
vnculo oculto que buscbamos; este es el Poder que, al mismo tiempo,
conecta y divide el supremo Conocimiento y la csmica Ignorancia.

En su naturaleza y ley, la Sobremente es una delegada de la Conciencia-de-la-
Supermente, su delegada ante la Ignorancia. O podramos hablar de ella como
una doble protectora, una pantalla, a travs de la cual la Supermente puede
actuar indirectamente sobre una Ignorancia cuya oscuridad no puede
sobrellevar ni recibir el impacto directo de la suprema Luz. Adems, es
mediante la proyeccin de este luminoso halo de la Sobremente que se toma
posible la difusin de una disminuida luz en la Ignorancia y la proyeccin de
esa sombra contraria que devora en s misma toda la luz, esto es, la
Inconciencia. Pues la Supermente transmite a la Sobremente todas sus
realidades, pero le deja formularlas en un movimiento y de acuerdo con un
conocimiento de las cosas que es todava una visin de la Verdad y, con todo,
al mismo tiempo, un primer generador de la Ignorancia. A la Supermente y a la
Sobremente las divide una lnea que permite una libre transmisin, hace que el
Poder inferior derive desde el Poder superior todo lo que contiene o ve, pero
automticamente compele un cambio transicional en el pasaje. La integridad de
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la Supermente mantiene siempre la verdad esencial de las cosas, la verdad
total y la verdad de sus individuales autodeterminaciones claramente anudadas
juntas; mantiene en ellas una inseparable unidad y entre ellas una ntima
interpretacin, y una libre y plena conciencia de una con la otra: ms en la
Sobremente esta integridad ya no esta all. Empero la Sobremente es bien
consciente de la Verdad esencial de las cosas; abarca la totalidad; usa la
autodeterminacin individual sin ser limitada por ellas: pero aunque conoce su
unidad, puede comprenderla en una cognicin espiritual, empero su
movimiento dinmico, aunque confiando en eso para su seguridad, no est
directamente determinado por ella. La Energa de la Sobremente procede a
travs de una ilimitable capacidad de separacin y combinacin de los poderes
y aspectos de la omni-comprehensiva Unidad integral e indivisible. Toma cada
Aspecto o Poder y le da una accin independiente en la que adquiere una
plena importancia separada y es capaz de estructurar, podramos decir, su
propio mundo de creacin. Purusha y Prakriti, el Alma Consciente y la Fuerza
ejecutiva de la Naturaleza, son en la armona supramental una singular verdad
de doble aspecto, a la vez, ser y dinmica de la Realidad; no puede haber
desequilibrio ni predominio del uno sobre el otro. En la Sobremente tenemos el
origen de la hendidura, la aguda distincin hecha por la filosofa de los
Sankhyas en la que aparecen como dos entidades independientes, Prakriti
capaz de dominar a Purusha y de nublar su oscuridad y poder, reducindolo a
testigo y receptor de sus formas y acciones, Purusha capaz de retornar a su
separada existencia de morar en una libre auto-soberana por rechazo de su
original ultra-encubridor principio material. Lo mismo ocurre con los dems
aspectos o poderes de la Realidad Divina, el Uno y los Muchos, la
Personalidad Divina y la Impersonalidad Divina, y el resto; cada uno es un
aspecto y poder de la Realidad nica, pero cada uno est facultado para actuar
como una entidad independiente totalmente, para arribar a la plenitud de las
posibilidades de su expresin separada y para desarrollar las consecuencias
dinmicas de esta separacin. Al mismo tiempo, en la Sobremente esta
separacin est todava fundada sobre la base de una subyacente unidad
implcita; todas las posibilidades de combinacin y relacin entre los Poderes y
Aspectos separados, todos los intercambios y mutualidades de sus energas
estn libremente organizadas y su realidad es siempre posible.

Si consideramos a los Poderes de la Realidad como otras tantas Deidades,
podemos decir que la Sobremente libera dentro de la accin un milln de
Deidades, cada una facultada para crear su propio mundo, cada mundo capaz
de relacin, comunicacin e intercambio con los dems. En el Veda hay
diferentes formulaciones de la naturaleza de los Dioses: se dice que todos son
una sola Existencia a la que los sabios dan distintos nombres; empero, cada
Dios es adorado como si por s mismo fuese esa Existencia, uno que es todos
los dems Dioses juntos o que los contiene en su ser; y cada uno, a su Vez, es
una Deidad separada que acta a veces al unsono con deidades compaeras,
a veces separadamente, a veces incluso en aparente oposicin con las otras
Deidades de la misma Existencia. En la Supermente todo esto se mantendra
unido junto como un armonizado juego de la Existencia nica; en la
Sobremente cada una de estas tres condiciones podra ser una separada
accin o base de accin y tener su propio principio de desarrollo y sus
consecuencias, y con todo, cada cual mantiene el poder de combinarse con los
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dems en una armona ms compuesta. Al igual que con la Existencia nica, lo
mismo ocurre con su Conciencia y Fuerza. La Conciencia nica est separada
en mltiples formas independientes de la conciencia y del conocimiento; cada
una sigue su propia lnea de verdad que ha de realizar. La nica Real-idea total
y multilateral est partida en sus mltiples lados; cada uno se convierte en una
Idea-Fuerza independiente con el poder de realizarse. La nica Conciencia-
Fuerza es liberada dentro de sus millones de fuerzas, y cada una de estas
fuerzas tiene derecho a lograr o asumir, si es preciso, una hegemona,
ocupando para su utilidad las dems fuerzas. De igual manera el Deleite de la
Existencia es soltado dentro de toda modalidad de deleites y cada cual lleva en
s mismo su plenitud independiente o extremo soberano. De esa manera, la
Sobremente brinda a la nica Existencia-Conciencia-Bienaventuranza el
carcter de una abundancia de posibilidades infinitas que pueden desarrollarse
dentro de una multitud de mundos o reunirse dentro de un solo mundo en el
que el resultado interminablemente variable de su juego es el determinante de
la creacin, de su proceso, de su curso y de su consecuencia.

Dado que la Conciencia-Fuerza de la Existencia eterna es la creadora
universal, la naturaleza de un mundo dado depender de cualquier auto-
formulacin que esa Conciencia exprese en ese mundo. Igualmente, para cada
ser individual, su visin o representacin para s mismo del mundo en que vive
depender del equilibrio o estructura que esa Conciencia haya asumido en l.
Nuestra humana conciencia mental ve al mundo en secciones cortadas por la
razn y el sentido, y puestas juntas en una formacin que tambin es
seccional; la casa que construye est planificada para acomodar una u otra
generalizada formulacin de la Verdad, pero excluye el resto o admite alguna
slo como huspedes o dependientes de la casa. La Conciencia de la
Sobremente es global en su cognicin y puede contener juntas cualquier
cantidad de diferencias aparentemente fundamentales en una reconciliadora
visin. De esa manera, la razn mental ve a la Persona y a lo Impersonal como
opuestos: concibe una Existencia impersonal en la qu persona y personalidad
son ficciones de la Ignorancia o construcciones temporarias; o, por el contrario,
puede ver a la Persona como la realidad primaria y a lo impersonal como una
abstraccin mental o solamente material o medio de manifestacin. Para la
inteligencia de la Sobremente estos son Poderes separables de la Existencia
nica que pueden perseguir su autoafirmacin independiente y tambin pueden
unir juntas sus diferentes modalidades de accin, creando en su independencia
y en su unin diferentes estados de conciencia, y el ser que pueden ser todos
ellos, vlido y totalmente capaz de coexistencia. Una existencia y conciencia
puramente impersonales es cierto y posible, pero tambin lo es una conciencia
y existencia enteramente personal; el Divino Impersonal, Nirguna Brahman, y el
Divino Personal, Saguna Brahman, son aqu iguales y coexistentes aspectos
de lo Eterno. La impersonalidad puede manifestarse con una persona
subordinada a ella como una modalidad de expresin pero, igualmente, la
Persona puede ser la realidad con la impersonalidad como modalidad de su
naturaleza: ambos aspectos de la manifestacin se encaran uno con otro en la
infinita variedad de la Existencia consciente. Las que para la razn mental son
diferencias irreconciliables se presentan ante la inteligencia de la Sobremente
como correlativas coexistentes; las que para la razn mental son contrarias
resultan complementarias para la inteligencia de la Sobremente. Nuestra mente
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ve que todas las cosas nacen de la Materia o de la Energa material, existen
por ella, retornan a ella; nuestra mente concluye que la Materia es el factor
eterno, la realidad primera y ltima, Brahman. O ve todo como nacido de la
Fuerza-Vital o de la Mente, existiendo por la Vida o por la Mente, retornando a
la Vida o a la Mente universales, y concluye que este mundo es una creacin
de la Fuerza Vital csmica o de una csmica Mente o Logos. O ve al mundo y
todas las cosas como nacidas de, existiendo por y retornando a la Real-Idea o
al Conocimiento-Voluntad del Espritu o al Espritu mismo, y concluye en un
criterio idealista o espiritual del universo. Puede adherirse a cualquiera de estos
modos de apreciacin, ms para su normal criterio separativo cada uno de
estos modos excluye a los dems. La conciencia de la Sobremente percibe que
cada criterio es verdad de la accin del principio que erige, puede apreciar que
hay una material frmula-mundial, una vital frmula-mundial, una mental
formula-mundial, una espiritual frmula-mundial, y cada una puede predominar
en un mundo propio y al mismo tiempo todas pueden combinarse en un solo
mundo como sus poderes constitutivos. La auto-formulacin de la Fuerza
Consciente en la que se basa nuestro mundo como una aparente Inconsciencia
que oculta en s una suprema Existencia-Consciente y contiene juntos todos los
poderes del Ser en su inconsciente secreto, un mundo de Materia universal que
se realiza en la Vida, la Mente, la Sobremente, la Supermente, el Espritu, cada
uno de ellos a su vez empleando a los dems coma medios de su auto-
expresin, la Materia demostrando en la visin espiritual haber sido siempre
una manifestacin del Espritu, es para el criterio de la Sobremente una
creacin normal y fcilmente realizable. En su poder de originar y en el proceso
de su ejecucin dinmica, la Sobremente es una organizadora de mltiples
potencialidades de la Existencia, cada cual afirmando su realidad separada
pero todas capaces de vincularse juntas de muchos modos diferentes pero
simultneos, un mago facultado para entretejer la multi-coloreada trama y
urdimbre de la manifestacin de una singular entidad en un complejo universo.

En este simultneo desarrollo de multitudinarios Poderes o Potencias
independientes o combinados no hay caos, ni conflicto ni cada de la Verdad o
el Conocimiento. La Sobremente es una creadora de verdades, no de ilusiones
ni falsedades: lo que se estructura en cualquier enrgico dinamismo o
movimiento sobremental dado es la verdad del Aspecto, Poder, Idea, Fuerza,
Deleite que se libera dentro de la accin independiente, la verdad de las
consecuencias de su realidad en esa independencia. No hay exclusividad
afirmando a cada una como verdad nica del ser o a las dems como verdades
inferiores: cada Dios conoce a todos los Dioses y su lugar en la existencia;
cada Idea admite a todas las otras ideas y su derecho a ser; cada Fuerza
concede un lugar a todas las dems fuerzas y su verdad y consecuencias;
ningn deleite de la separada existencia cumplida o de la separada experiencia
niega o condena el deleite de otra existencia u otra experiencia. La Sobremente
es un principio de Verdad csmica y su espritu mismo es una vasta e
interminable universalidad; su energa es un omni-dinamismo al igual que un
principio de dinamismos separados: es una suerte de Supermente inferior,
aunque est concernida predominantemente no con absolutos sino con lo
que podra llamarse potencias dinmicas o verdades pragmticas de la
Realidad, o con absolutos principalmente para su poder de generar valores
pragmticos o creadores, aunque, tambin, su comprehensin de las cosas es
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ms global que integral, dado que su totalidad est construida de todos
globales o constituida por independientes realidades separadas que se unen o
coaligan, y aunque capta la unidad esencial y siente que es base de las cosas
y que penetra en su manifestacin, ya no es como en la Supermente su ntimo
y siempre-presente secreto, su dominante contenido, el abierto constructor
constante del todo armnico de su actividad y naturaleza.

Si comprendiramos la diferencia de esta global Conciencia de la Sobremente
desde nuestra separativa y slo imperfectamente sinttica conciencia mental,
podramos acercarnos a ella si comparamos el criterio estrictamente mental
con lo que sera un criterio sobremental de las actividades en nuestro universo
material. Para la Sobremente, por ejemplo, todas las religiones serian
verdaderas como desarrollos de la eterna religin nica, todas las filosofas
sern vlidas, cada cual en su propio campo como afirmacin de su propio
criterio universal desde su propio ngulo de visin, todas las teoras polticas
con su prctica seran la estructuracin legitima de una Idea-Fuerza con su
derecho de aplicacin y desarrollo prctico en el juego de las energas de la
Naturaleza. En nuestra conciencia separativa, imperfectamente visitada por
vislumbres de integridad y universalidad, estas cosas existen como opuestos;
cada cual reclama ser la verdad y acusa a los dems de error y falsedad, cada
cual se siente impelido a refutar o destruir a los dems a fin de ser la nica
Verdad y vida: en el mejor de los casos, cada uno reclama ser superior, admite
a los dems slo como inferiores expresiones-de-la-verdad. Una Inteligencia
sobremental rehusara mantener esta concepcin o este impulso de
exclusividad ni por un momento; permitira a todos vivir como necesarios para
el todo o poner a cada uno en su lugar en el todo o asignar a cada uno su
campo de realizacin o de esfuerzo. Esto ocurre porque en nosotros la
conciencia ha descendido por completo a las divisiones de la Ignorancia; la
Verdad ya no es un Infinito o un todo csmico con mltiples formulaciones
posibles, sino una rgida afirmacin que sostiene que cualquier otra afirmacin
es falsa porque difiere de ella y est asentada en otros lmites. En verdad,
nuestra conciencia mental puede arribar en su cognicin a una considerable
aproximacin en pos de una total comprehensividad y universalidad, pero
organizar eso en la accin y en la vida parece estar ms all de su poder. La
Mente evolutiva, manifiesta en individuos o colectividades, proyecta una
multiplicidad de puntos de vista divergentes, divergentes lneas de accin y les
permite que se estructuren uno junto al otro, o en colisin, o en cierta
entremezcla; puede efectuar armonas selectivas, mas no puede arribar a un
control armnico de la verdadera totalidad. La Mente csmica debe tener
incluso en la evolutiva Ignorancia, como todas las totalidades, una tal armona
aunque slo sea de ordenados acordes y discordes; tambin hay en ella un
subyacente dinamismo de unidad: pero lleva la integridad de estas cosas en
sus honduras, tal vez en un substratum de supermente-sobremente, pero no la
imparte a la Mente individual en la evolucin, y no la trae ni la trajo todava
desde las honduras a la superficie. Un mundo de la Sobremente sera un
mundo de armona; el mundo de la Ignorancia en el que vivimos es un mundo
de desarmona y lucha.

Empero podemos reconocer de inmediato en la Sobremente a la original Maya
csmica, no Maya de Ignorancia sino Maya de Conocimiento, pero con todo un
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Poder que ha hecho posible la Ignorancia, incluso inevitable. Pues si cada
principio volcado dentro de la accin debe seguir su lnea independiente y
arrostrar sus completas consecuencias, el principio de separacin debe
concederse tambin su curso completo y arribar a su consecuencia absoluta;
este es el descenso inevitable, facilis descensus, que la Conciencia, una vez
que admite el principio separativo, sigue hasta entrar por ocultadora
fragmentacin infinitesimal, tucchyena , dentro de la Inconciencia material, El
Ocano Inconsciente del Rig-Veda, y si el Uno nace de eso por su propia
grandeza, est todava oculto al principio por una fragmentaria existencia y
conciencia separativa que es nuestra y en la que hemos de reunir cosas juntas
para arribar a un todo. En ese lento y difcil emerger se da cierta similitud de
verdad al dicho de Herclito de que la Guerra es progenitora de todas las
cosas; pues cada idea, fuerza, conciencia separada, ser viviente, por la
necesidad misma de su ignorancia entra en colisin con los dems y procura
vivir, crecer y realizarse mediante auto-asercin independiente, no mediante
armona con el resto de la existencia. Empero an est all la desconocida
Unidad subyacente que nos compele a pugnar lentamente en pos de alguna
forma de armona, de interdependencia, de concordancia de discordancias, de
una difcil unidad. Pero es slo mediante la evolucin en nosotros de los
ocultos poderes superconscientes de la Verdad csmica y de la Realidad en la
que ellos son uno, que la armona y unidad por las que pugnamos pueden
realizarse dinmicamente en la fibra misma de nuestro ser y en toda su auto-
expresin y no meramente en intentos imperfectos, construcciones
incompletas, aproximaciones siempre-cambiantes. Los mbitos superiores de
la Mente espiritual han de abrirse sobre nuestro ser y conciencia y asimismo lo
que est ms all incluso de la Mente espiritual debe aparecer en nosotros si
hemos de realizar la posibilidad divina de nuestro nacimiento en la existencia
csmica.

La Sobremente, en su descenso, alcanza una lnea que divide la Verdad
csmica de la Ignorancia csmica; es la lnea en la que se torna posible para la
Conciencia-Fuerza, enfatizando la separacin de cada movimiento
independiente creado por la Sobremente y escondiendo u oscureciendo su
unidad, dividir a la Mente mediante una exclusiva concentracin desde la
fuente sobremental. Ya hubo una separacin similar de la Sobremente desde
su fuente supramental, pero con una transparencia en el velo que permite una
transmisin consciente y mantiene una cierta luminosa relacin; pero aqu el
velo es opaco y la transmisin de los motivos de la Sobremente a la Mente es
oculta y oscura. La Mente separada acta como si fuese un principio
independiente, y cada ser mental, cada idea mental bsica, poder y fuerza,
permanece de modo similar en su yo separado; si se comunica o combina o
toma contacto con los dems, no lo es con la integra universalidad del
movimiento de la Sobremente, sobre una base de subyacente unidad, sino
como unidades independientes que se unen para formar un construido todo
separado. Es por este movimiento que ingresamos desde la Verdad csmica
en la Ignorancia csmica. La Mente csmica, en este nivel, sin duda,
comprehende su propia unidad, pero no tiene conciencia de su propia fuente y
fundamento en el Espritu o slo puede comprehenderla por la inteligencia, no
en cualquier experiencia duradera; acta en s como si fuese por derecho
propio, y estructura lo que recibe como material sin comunicacin directa con la
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fuente de la cual lo recibe. Sus unidades tambin actan en ignorancia una de
la otra y del todo csmico, salvo en cuanto al conocimiento que puedan obtener
por contacto y comunicacin, el sentido bsico de la identidad y la mutua
penetracin y comprensin que deriva de ella ya no estn all. Todas las
acciones de esta Energa de la Mente proceden sobre la base opuesta de la
Ignorancia y sus divisiones y, aunque son los resultados de un cierto
conocimiento consciente, es un conocimiento parcial, no un verdadero e
integral auto-conocimiento, ni un verdadero e integral conocimiento-del-mundo.
Esta caracterstica persiste en la Vida y en la Materia sutil y reaparece en el
denso universo material que surge de la cada final dentro de la Inconciencia.

Empero, as como en nuestra Mente subliminal o interior, de igual manera en
esta Mente tambin queda an un mayor poder de comunicacin y mutualidad,
un ms libre juego de la mentalidad y la sensacin que el que posee la mente
humana, y la Ignorancia no es completa; resulta ms posible una armona
consciente, una organizacin interdependiente de las relaciones correctas: la
Mente no est an perturbada por ciegas fuerzas de la Vida ni oscurecida por
la insensible Materia. Es un plano de la Ignorancia, mas no de la falsedad o el
error o al menos la cada en la falsedad y el error no es todava inevitable;
esta Ignorancia es limitativa, pero no necesariamente falsificadora. Hay
limitacin de conocimiento, una organizacin de verdades parciales, pero no
una negacin u un opuesto de la verdad o el conocimiento. Esta caracterstica
de una organizacin de verdades parciales sobre una base de conocimiento
separativo persiste en la Vida y en la Material sutil, pues la concentracin
exclusiva de la Conciencia-Fuerza que las pone dentro de la accin separativa
no corta por entero ni ciega a la Mente desde la Vida ni a la Mente y a la Vida
desde la Materia. La completa separacin puede tener lugar cuando el estado
de Inconsciencia haya sido alcanzado y nuestro mundo de mltiple Ignorancia
surja de esa tenebrosa matrix Estas otras etapas todava conscientes de la
involucin son ciertamente organizaciones de la Fuerza Consciente en la que
cada cual vive desde su propio centro, continua sus propias posibilidades, y el
principio predominante mismo, sea Mente, Vida o Materia, estructura las cosas
sobre su propia base independiente; pero lo que se estructura son verdades de
s, no ilusiones, ni un enredo de verdad y falsedad, conocimiento e ignorancia.
Ms cuando por una exclusiva concentracin sobre la Fuerza y la Forma, la
Conciencia-Fuerza parece separar fenomnicamente la Conciencia de la
Fuerza, o cuando absorbe a la Conciencia en un ciego sueo perdido en la
Forma y en la Fuerza, entonces la Conciencia ha de pugnar para regresar a si
misma, mediante una evolucin fragmentaria que necesita del error y hace
inevitable la falsedad. No obstante, estas cosas tampoco son ilusiones surgidas
de una original No-Existencia; son, diramos, las inevitables verdades de un
mundo nacido a partir de la Inconsciencia. Pues la Ignorancia es an en
realidad, un conocimiento en busca de s detrs de la original mscara de la
Inconsciencia; falla y descubre, sus resultados, naturales e incluso inevitables
en su propia lnea, son la verdadera consecuencia de la cada en un sentido,
incluso, el correcto trabajo de la recuperacin desde la cada. La Existencia
que se hunde dentro de una aparente No-Existencia, la Conciencia dentro de
una aparente Inconsciencia, el Deleite de la existencia que se hunde dentro de
una extensa insensibilidad csmica, son el primer resultado de la cada y, en el
retorno desde ella mediante una pugnaz experiencia fragmentaria, la
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interpretacin de la Conciencia dentro de los duales trminos de verdad y
falsedad, conocimiento y error, de la Existencia dentro de los duales trminos
de vida y muerte, del Deleite de la existencia dentro de los duales trminos de
dolor y placer, son el proceso necesario de la labor de auto-descubrimiento.
Una pura experiencia de Verdad, Conocimiento, Deleite, imperecedera
existencia, sera aqu una contradiccin de la verdad de las cosas. Slo podra
ser de otro modo si todos los seres fuesen en la evolucin sosegadamente
sensibles a los elementos psquicos dentro de ellos y a la Supermente que
subyace en las operaciones de la Naturaleza: pero aqu llega la 1ey de la
Sobremente de cada Fuerza que estructura sus propias posibilidades. Las
posibilidades naturales de un mundo en el que una Inconsciencia original y una
divisin de la conciencia son los principios sobresalientes, sera el emerger de
las Fuerzas de la Oscuridad impelidas a mantener la Ignorancia por la que
viven, una ignorante lucha por conocer el origen de la falsedad y del error, una
ignorante lucha por vivir engendrando la equivocacin y el mal, una lucha
egosta por disfrutar, progenitora de fragmentarias dichas, dolores y
sufrimientos; stas son, por lo tanto, las inevitables caractersticas
primeramente implantadas, aunque no se trate de las nicas posibilidades de
nuestra existencia evolutiva. Empero, debido a que la No-Existencia es una
Existencia oculta, la Inconsciencia una oculta Conciencia, la insensibilidad un
enmascarado y durmiente Ananda, estas realidades secretas deben emerger;
las escondidas Sobremente y Supermente deben tambin, al fin, realizarse en
esta organizacin aparentemente opuesta, desde un oscuro Infinito.

Dos cosas hacen que esa culminacin sea ms fcil de lo que podra ser de
otro modo. La Sobremente en el descenso a la creacin material ha originado
modificaciones de s especialmente la Intuicin con sus penetrantes y
luminosos destellos de verdad iluminando puntos locales y extensos sectores
de nuestra conciencia que pueden aproximar ms a nuestra comprehensin
a la verdad oculta de las cosas y, abrindonos, primero ms ampliamente en
el ser interior y luego como un resultado tambin en el externo yo superficial,
a los mensajes de estos mbitos superiores de la conciencia; creciendo en
ellos, podemos asimismo llegar a ser seres intuitivos y sobrementales, no
limitados por el intelecto y la sensacin, sino capaces de una comprehensin
ms universal y de un contacto directo de la verdad en su mismo yo y cuerpo.
De hecho, ya llegan a nosotros destellos iluminadores desde estos mbitos
superiores, ms esta intervencin es en su mayora fragmentaria, casual o
parcial; todava tenemos que empezar a agrandarnos a su semejanza y
organizar en nosotros el mayor accionar de la Verdad de que potencialmente
seamos capaces. Pero, en segundo lugar, la Sobremente, la Intuicin, incluso
la Supermente no slo deben ser, como hemos visto, principios inherentes y
envueltos en la Inconciencia desde la que surgimos en la evolucin e
inevitablemente destinados a evolucionar, sino que estn secretamente
presentes, ocultos activamente con destellos del emerger intuitivo en la
actividad csmica de la Mente, la Vida y la Materia. Es cierto que su accin
esta oculta e, incluso cuando emergen, est modificada por el medio material,
vital y mental en que trabajan, y no son fcilmente reconocibles. La
Supermente no puede manifestarse como Poder Creador en el universo desde
el principio, pues si as lo hiciera, la Ignorancia y la Inconsciencia seran
imposibles o la lenta evolucin necesaria cambiara adentro de un escenario de
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rpida transformacin. A cada paso de la energa material podemos ver el sello
de lo inevitable puesto por un creador supramental, en todo el desarrollo de la
vida y la mente, el juego de las lneas de la posibilidad y su combinacin que es
el sello de la intervencin de la Sobremente. As como la Vida y la Mente han
sido realizadas en la Materia, de igual modo tambin, a su vez, estos poderes
mayores de la escondida Deidad deben emerger desde la involucin y su Luz
suprema descender en nosotros desde lo alto.

Una Vida divina en la manifestacin es entonces no slo posible como el alto
resultado y rescate de nuestra actual vida en la Ignorancia, sino tambin, si
estas cosas son como las hemos visto, es la consecuencia y consumacin
inevitables del evolutivo esfuerzo de la naturaleza.




FIN DEL TOMO UNO



ndice
-Tomo I-

Captulo I: La Aspiracin Humana
Captulo II: Las Dos Negaciones. 1 La Negacin Materialista
Captulo III: Las Dos Negaciones. 2 El rechazo del asceta
Captulo IV: La Realidad Omnipresente
Captulo V: El Destino del Individuo
Captulo VI: El Hombre en el Universo
Captulo VII: El Ego y las Dualidades
Captulo VIII: Los Mtodos del Conocimiento Vedntico
Captulo IX: El Puro existente
Captulo X: La Fuerza Consciente
Captulo XI: El Deleite de la Existencia: El Problema
Captulo XII: El Deleite de la Existencia: La Solucin
Captulo XIII: La Divina Maya
Captulo XIV: La Supermente como Creador
Captulo XV: La Suprema Verdad-Conciencia
Captulo XVI: El Triple Estado de la Supermente
Captulo XVII: El Alma Divina
Captulo XVIII: Mente y Supermente
Captulo XIX: Vida
Captulo XX: Muerte, Deseo e Incapacidad
Captulo XXI: El Ascenso de la Vida
Captulo XXII: El Problema de la Vida
Captulo XXIII: El Doble Alma en el Hombre
Captulo XXIV: Materia
Captulo XXV: El Nudo de la Materia
Captulo XXVI: La Serie Ascendente de la Sustancia
Captulo XXVII: El Sptulo acorde del Ser
200

Captulo XXVIII: La Supermente, la Mente y la Sobremente Maya

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