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TICA PROFESIONAL *

Lic. Jos CAMPILLO SINZ **


'En una conferencia sobre la dignidad del abogado que tuve el honor
de sustentar hace cuatro aos en esta Facultad, me permit proponer
que se impartiera en ella la ctedra de tica Profesional. Esta proposi-
cin ahora se convierte en realidad. Felicito muy cordialmente a los
seores directores de esta escuela, doctores Jos R. Dvalos y Mximo
Carvajal Contreras, as como a todos los rganos universitarios que con-
currieron para hacer posible que se tomara esta decisin. Agradezco,
adems, muy cumplidamente al seor doctor Mximo Carvajal la inme-
recida distincin que me ha dispensado al invitarme para pronunciar
esta conferencia inaugural.
-
Creo que la enseanza de esta materia va a completar la formacin
profksional de los egresados de nuestra Escuela y que, al culminar nues-
tros: planes de estudio con una revisin de los vaIores espirituales y de
las reglas morales que inspiran y rigen el ejercicio de nuestra profesin,
estamos aiadiendo brillo y prestigio a sta para nosotros tan querida
y, por tantos motivos, tan ilustre Facultad de Derecho.
No ignoro que quizs uno de los motivos por los que se haba venido
difiriendo la implantacin de este curso, que en otras escuelas de Dere-
cho se imparte con el nombre de Deontologa Jurdica, fue el de que se
pens que los principios de la tica profesional se explican o estn im-
plcitos en la enseanza de las distintas asignaturas que integran el plan
de estudios de nuestra carrera; pero la verdad es que esta enseanza,
fragmentaria y no sistematizada, no puede sustituir a un curso en que
de manera orgnica y sistemtica, con unidad de propsito, de intencin
y de'mtodo, se expliquen los principios y las normas morales que deben
regir huektta actividad profesional. Sostener lo contrario equivaldra a
+ Ctedra Magistral de inauguracin del curso sobre tica Profesional,,Aula Magna
Jacinto Pallares, Facultad de Derecho, UNAM, Mxico, 6 de noviembre de 1991.
+* Profesor de Deontologa Jurdica. Universidad Iberoamericana.
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Esta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurdica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurdicas de la UNAM
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142 JOS& CAMPILLO SINZ
afirmar que no debe haber cursos de Lgica porque al estudiar las di-
versas ramas de la ciencia se aplican los principios de la Lgica.
El licenciado en Derecho se mueve en un mundo de relaciones y sig-
nificaciones morales. Habitualmente todo asunto en que interviene, im-
plica una determinacin moral. Trata con la prepotencia, la ambicin,
las pasiones, los instintos y las debilidades de la naturaleza humana. Por
eso se dice que bajo el puente de nuestra profesin pasan todas las mi-
serias del mundo.
El jurista, igual como abogado que defiende una causa, que como
juez que dicta una sentencia, tiene como primera tarea la de determi-
nar la justicia o la injusticia de la causa de que se trata. Lo primero que
se pregunta al conocer un asunto es si la causa es justa y si, a nuestro
juicio, es as, trataremos, despus, de encontrar los fundamentos de De-
recho. Ciertamente el razonamiento jurdico es un silogismo; pero sern
la conciencia moral y nuestro sentido de la justicia, los que pongan las
premisas de ese silogismo.
TI CA Y MORAL
tica y moral tienen una misma raz etimolgica, ethos y mos, nzoris,
costumbres; pero no se refieren al estudio del mero fenmeno fctico, o
sea, de las costumbres tal como son, sino a las normas que de ellas se
derivan y a las costumbres como deben ser. Hay quienes no distinguen
entre una y otra y hay quienes pensamos que la tica es una rama de
la filosofa que estudia los primeros principios y las ltimas causas de la
moral positiva y que la relacin entre ambas sera equiparable, segn
seala Garca Mynez, a la que existe entre la estbtica como el estudio
de la teora de lo bello y las diversas manifestaciones del arte.
Las reglas de la moral positiva, ciertamente han cambiado en el espa-
cio y en el tiempo. Ya Pascal se burlaba de una justicia que "limita
un ro; verdad hacia ac de los Pirineos, error ms all". Hemos con-
templado en la historia de la humanidad sistemas morales que aceptan
los sacrificios humanos, la esclavitud, la muerte de nios deformes o de
ancianos invlidos. Pero, en todo sistema moral, hay una aspiracin co-
mn que es realizar el valor de lo bueno. Entre los aztecas, por ejemplo,
los sacrificios humanos tendan a alimentar las fuerzas de la vida. Esta
aspiracin comn es la que permite considerar un abigarrado conjunto
de morales histricas como manifestaciones ,varias de un mismo fen-
meno cultural.
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En el curso de nuestra pltica, sin embargo, usaremos algunas veces
como trminos sinnimos los de tica y moral, ya que tanto en el jura-
mento que formulamos al recibir nuestro ttulo como en los Cdigos de
tica Profesional, se habla de la moral y de las reglas morales a que el
abogado debe sujetarse suponindose que quien infringe esas reglas tam-
bin est infringiendo la tica profesional.
La tica tiene como misin, dice Antonio GGmez Robledo, "proponer
a la voluntad su bien verdadero" y ello "no slo por el camino del
deber, sino tambin por los del amor y el entusiasmo. A travs del amor
y el entusiasmo el hombre excede el mero cumplimiento del deber y
alcanza una mayor plenitud humana; es la virtud del hroe o del santo.
La tica es una ciencia normativa, ciencia del deber ser. La moral
positiva nos da las reglas de comportamiento y formas de vida a travs
de las cuales tiende el hombre a realizar el valor de lo bueno. Ambas,
sin embargo, hallan su fundamento en la naturaleza misma del ser cuya
conducta pretenden regir; ambas, en el fondo, encuentran su origen en
el concepto, el significado y el valor que atribuyan a la persona humana.
Creo que todos los errores, abusos y desviaciones que en el curso de la
historia se han cometido en contra del hombre, provienen de un con-
cepto errneo sobre su naturaleza y sobre su valor y significacin.
LA PERSONA HUMANA
Parafraseando la clsica definicin de Boetio, podramos decir que la
persona es una individualidad sustancial dotada de razn y voluntad.
Por ser sustancia individual, el hombre es una forma existencia1 irreduc-
tible e independiente que repugna ser asumida en calidad de parte; es
una unidad ontolgica de vocacin y destino que jams podr repetirse.
De ah la sensacin de lo irreparable que experimentamos ante la muer-
te de un ser querido y de ah, tambin que el hombre deba considerarse
como un fin en s mismo y nunca como un medio.
La razn y la voluntad hacen referencia a la dignidad ontolgica y
moral de la persona en tanto que capaz de conocimiento y autodetermi-
nacin. La razn entrega a la persona la conciencia de s misma y le
permite trascenderse para aduearse del mundo en un acto de conoci-
miento que, en cierto modo, lo convierte en las cosas que conoce y lo
hace ser por s sola un universo, un microcosmos. La voluntad o facul-
tad de querer, da al hombre la capacidad de tender concientemente
hacia algo en vista de un fin.
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La razn aspira a la verdad absoluta y la voluntad al bien supremo.
El hombre, deca Max Scheler, "es un buscador de Dios, es un ser que
ora"; es un puente entre el mundo del ser y el deber ser; entre el mundo
de la naturaleza y el espritu. Tiene a su cargo completar la obra de la
creacin; dar al mundo un rostro humano y realizar su propia esencia
de hombre. Todo hombre tiene una misin que cumplir, no es slo
"una pasin intil" como deca Jean Paul Sarrre.
Su razn y su voluntad son el fundamento de su libertad. Por ella, el
hombre va a tener, en cierto modo, una capacidad de autocreacin.
SomoS nosotros quienes nos escogemos a nosotros mismos y, en ltima
instancia, definimos y realizamos nuestro propio proyecto. Los existen-
cialistas tenan de alguna manera razn cuando afirmaban que la exis-
tencia del hombre determina su esencia. Podemos trascender o degradar
nuestra propia naturaleza, convertirnos en una bestia o en un ngel. El
hombre se determina a s mismo sin que ni siquiera Dios pueda obligar-
lo. "Dios que te cre sin ti no te salvar sin ti", deca San Agustn. Cier-
tamente que en esa decisin e1 hombre se juega su,destino; pero se es
su privilegio y nadie puede arrebatirselo.
Es intil preguntarse si el hombre tiene O no libertad. El hombre es
libertad. En esto se distingue de todos los dems seres del universo. En
su libertad reside su responsabilidad y de ella enlana tambin su digni-
dad. Es entidad insustituible y constituye, por eso, un fin en s mismo.
Es una empresa intransferible que a l slo toca realizar y sin que nadie
pueda sustituirlo en esta ntima tarea.
El hombre es un ser libre; pero tambin' es n ser que est obligado.
La tica y la 'moral van a establecer los principios y las reglas para que
pueda realizarse conforme a su naturaleza y alcanzar el desarrollo y per-
feccin que a ella le corresponde. Asumir 'este orden va a ser el camino
para lcanzar su propia perfeccihn y mayores espacios de dignidad y
libertad.
, ,
LO STZCO Y LO JURfDZCO
Las normas ticas se convierten en jurdica's cuando adquieren rele-
vancia especial para la convivencia y el grupo social considera que deben
ser obligatorias. La moral tiende a lograr la perfeccin del hombre )r el
derech, la de la convivencia. E1 derecho hace bilaterales y coercibles
aquellas normas morales que tienen impdrtancia para regir la
convivencia humana. As ocurre con el "no matars, no hurtai-s, no
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levantars falso testimonio ni mentirs". Tiende el derecho, fundamen-
talmente, a convertir en imperativas aquellas reglas que conduzcan a
una convivencia justa y aseguren el bien comn de la colectividad.! Exa-
gerando un poco los trminos, podramos decir que la coercibilidad des-
truye el carcter moral de un acto y que la falta de coercibilidad, en
trminos generales, quita su carcter de jurdica a una noma. Par eso,
hay ciertas esferas de la conciencia y de la intimidad del hombre que el
derecho debe respetar.
La tica y las reglas morales que derivan de la conciencia moral pre-
valeciente en cada poca y lugar, inspiran y permean todo el orden jur-
dico positivo. No hay ninguna disciplina ,en nuestra materia. que de al-
gn modo no lleve implcito el .reconocimiento de un conjunto de
normas .morales. En el fondo, el Derecho es, como deca Del Vecchio,
"un mnimo tico", el indispensable para una convivencia justa y orde-
nada entre los hombres.
TZCA PROFESIONAL
La tica profesional se apoya evidentemente, en las reglas de la moral
y de la tica en general; pero su caracterstica es que tiende a regular
de manera especial las actividades particulares de una profesin. Los
Cdigos de tica Profesional contienen reglas que se refieren propia-
mente a una conducta moral y otras que, a su vez, tratan de velar por
las conductas que se relacionan con el honor, el decoro y la dignidad
profesionales.
Las fuentes reales de la &ica y de la moral profesionales las encon-
tramos, en primer lugar, en la conciencia moral prevaleciente y, desp*s,
ya de manera ms concreta en las necesidades sociales que la profesn
tiende a satisfacer y en los valores o fines que tiende a realizar.
Las fuentes formales se encuentran en los Cdigos de Ztica de los Co-
legios de profesionistas, en usos y costumbres, en documentos de algunos
particulares eminentes que ejercen la profesin, como ocurre con el ju-
ramento de Hipcrates o con Los Mandamientos del Abogado de Cou-
ture y, en el compromiso que se contrae al formular, como lo hacemos
nosotros, un juramento cuando recibimos el ttulo que nos acredita para
ejercer nuestra profesin.
Un juramento es un acto solemne, un compromiso que obliga a una
conducta futura. Una profesin de fe de lo que amamos y queremos rea-
lizar. Desempear una profesin es ligarnos a ella por un eslabn de
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amor y como respuesta a una vocacin que, desde el interior de nosotros
mismos, nos dicta un proyecto existencial. Escoger una profesin es, en
el fondo, elegir un destino.
Igual que ocurre con las reglas de la moral general, cuando las de
la tica profesional adquieren especial relevancia para la convivencia
se convierten en jurdicas y la sociedad las impone imperativamente y
establece sanciones por su incumplimiento. As pasa, por ejemplo, con
normas de tica profesional que pasan a ser jurdicas al recogerse en
diversos cuerpos legales como la Ley Reglamentaria del artculo 5~ cons-
titucional en lo relativo al ejercicio de las profesiones, el Cdigo Penal,
el Cdigo Civil, la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Pblicos,
los Cdigos de Procedimientos Civiles y Penales, etctera.
La tica profesional es el Ethos del grupo. El espritu que anima la
profesin y da sentido a su prctica. Para un profesional su desarrollo
moral como persona se realiza, en gran medida, a travs de su desarro-
llo moral profesional. Ya hemos visto que por la libertad puede el hombre
traicionarse a s mismo y escoger no ser lo que es, no cumplir la tarea
de ser hombre. El abogado que no cumple los deberes de su profesin
se traiciona a s mismo y traiciona su vocacin.
LA VOCACZdN DEL JURISTA
"La abogaca, deca Couture, es una ardua fatiga puesta al servicio
de la justicia". Desempear una profesin es el ejercicio de un derecho
y el cumplimiento de un deber, es recorrer el camino que hemos esco-
gido para servir ri los dems. Por eso, tanto la seleccin como el ejer-
cicio de una profesin deben ser libres, porque un derecho fundamental
del hombre, no escrito, pero implcito en los Cdigos, es el de cumplir
con su deber.
La eleccin de una profesin corresponde y debe responder a una vo-
cacin. Una vocacin es un llamado interior para escoger cierta activi-
dad o estilo de vida. Es la resultante de combinar nuestras aptitudes o
facultades con los valores que deseamos realizar. Cuando nuestras apti-
tudes no corresponden a esos valores, habr una frustracin y cuando
tengamos aptitudes o facultades y no las apliquemos a los valores o fines
que podamos alcanzar, habr un grave desperdicio de riqueza vital y
humana y estaremos desertando de la misin para la cual hemos sido
llamados.
Pero, jcmo se determina la vocacin del abogado? Podemos pregun-
tarnos jqu razones tuvimos para elegir nuestra profesin? Algunas
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reces sern razones hereditarias, una tradicin familiar de abogados;
otras veces, razones culturales, nuestra predileccin por las humanida-
des; otras ms considerar que el Derecho nos abre el umbral de la pol-
tica; otras, simplemente por eliminacin, nos molesta la sangre o no
somos aptos para las matemticas y, otras, finalmente, cuando la vota-
cin es verdadera, sern las de un espritu de servicio a los dems y el
deseo de contribuir a realizar la justicia y los dems valores del Dere-
cho. Esta ser la verdadera vocacin del jurista.
A veces se va formando o consolidando durante el estudio de nuestra
carrera y en el ejercicio de nuestra profesin. En la realidad, frecuente-
mente vamos a enfrentarnos a frustraciones y dudas; pero una vocacin
verdadera servir para superarlas y para encender an ms en nosotros
los propsitos de servicio y de justicia.
Si quisiramos definir las caractersticas del abogado, quizs estara-
mos describiendo el perfil del hombre perfecto; probo, prudente, con
sentido humano, veraz, firme, dinmico, tenaz, culto, con capacidad de
raciocinio lgico, persuasivo, desinteresado, idealista, diligente, ordena-
do, lleno del sentido de su dignidad y su decoro.
Estas caractersticas, sin embargo, no son iguales para todas las formas
del ejercicio de la profesin. El abogado propiamente dicho, la vive
como una lucha, como litigio, como la defensa del inters de otro. El
juez la vive, en cambio, como resolucin imparcial, tranquila y ecuni-
me, como ejercicio de la sabidura y la prudencia, con toda la dignidad
que su funcin le confiere. A los jueces, Cicern los llamaba, "la ley
hablada". Aristteles, la "ley animada" y Calamandrei deca que "el
juez era el derecho hecho hombre".
RESPONSABILIDAD Y DIGNIDAD DEL ABOGADO
Para asumir plenamente la responsabilidad de su profesin, el abo-
gado debe estar claramente conciente de la dignidad de la funcin que
realiza y de las responsabilidades que ella implica. En la plritica sobre
La Dignidad del Abogado que sustent en esta Facultad, deca yo que,
sin duda, por culpa de algunos de nuestro propio gremio, el vulgo fre-
cuentemente nos ha hecho objeto de stiras y burlas.
Pero, frente a esta opinin, los mritos de los juristas han sido reco-
nocidos por reyes, estadistas, filsofos, poetas y pontfices. En Atenas se
les llamaba "consejeros de los reyes y gobernadores de los pueblos"; en
Roma, "sacerdotes y profetas de la justicia". Alfonso El Sabio "omes
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justos" loS jueces, y al' de abogado "oficio muy provechbso". Lope de
Vega los iencina como "insignes pr sus &scrito~". r~n las Partida6 Se
dice que "las sabiduras de los derechos, son otra manera de caballeras
con las que se quebrantan atrevimientos y se enderezan Ibs tuertos". En
Espaa, los 'abogados eran considerados como caballeros y se deca que,
despus de que hubiern tenido veinte aos de escuela de leyes, deben'
tener "rango de condes" y "ser tenidos quitas de pechos". En rancia, los
abogados se agrupaban en "rdenes" equiparables Li las de los caballeros
y dignas'de la misma n8bleza. El Papa Paulo VI llama al abogado "he-
raldo de la palabra,'servidor cle la verdad, el hombre de la, bondad y
la justicia".
, ,
La dignidad'de nuestra profesiii puede apreciarse si Se toma en cuen-
ta que el valor de un acto humano se mide por la elevacin del fin que
persigue. El fin de nuestra actividad es realizar la justicia por medio
del Derecho: El Derecho persigue fines enlazados entre s; la justicia, el
orden, la seguridad, la libertad, la paz y el'bien comn que, finalmente
se concretan en servir al perfeccionamiento y realizacin del hombre en
toda su plenitud e integridad.
Sin &den y sin seguridad, una sociedad no podra existir y, por ello,
se dice' que el derecho es instrumento'indispensable de la convivencia
humana. Pero, un orden que no fuera justo sera un grave desorden
moral que no realizara los fines del derecho y una seguridad fundada
en la arbitrariedad sera mera violencia sin justicia.
, El abogado debe ser no slo soldado de la justicia, sin tambin
defensor de la libertad. La libertad tiene que ser el medio en que se
desenvuelva y el fin al que est encaminado el quehacer del jurista; la
libertad de s mismo y la libertad de quien le encomienda su defensa.
Ningn abogado .sin libertad podr demandar, querellarse y oponerse
o enfrentarse a la arbitrariedad o al abuso del poder. "Por la libertad
como por la honra se puede y se debe aventurar la vida", deca Cervan-
tes. Los hombres son libres cuando las leyes son justas y el derecho se
realiza. La injusticia es siempre una forma de servidumbre y fuente de
violencia. Libertad y justicia son trminos indisolublemente enlazados.
Cuando el abogado defiende la justicia, est defendiendo tambin la
libertad.
Protgoras nos dice en el dilogo platdnico que los dioses hicieron a
los hombres el don de la justicia, para que no se destruyeran unos
a otros. Cuando la justicia se aleja de una sociedad, su lugar lo ocupa
la violencia. La violencia que ejercen los fuertes y poderosos sobre los
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dbiles y la violencia a la que acudirn los dbiles como recurso sirpre;
mo contra la explotacin o la opresin,
Por eso, la justicia es tambin otro nombre de la paz, que puede de-
finirse como la justicia en el orden. Justicia, orden, seguridad, libertad
y. paz, son pues, trminos interdependientes e ntimamente entrelazados,
que deben darse conjuntamente para lograr su fin ltimo, que es el de
permitir el pleno desenvolvimiento y perfeccin del hombre.
Es as como se explica el 8 9 mandamiento que tan brillantemente ex-
presara Couture: "Ten fe en el derecho como el mejor instrumento para
la convivencia humana; en la justicia como destino normal del derecho;
en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia y, sobre todo, ten
fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz".
L A JUSTI CI A Y EL DERECHO
La justicia es, sin duda, el valor dominante entre aquellos que el de-
recho aspira a realizar, Por ello, los romanos definan la ciencia del
derecho como el "conocimiento de las cosas divinas y humanas, de lo
justo y de lo injusto".
La justicia es armona de las partes del alma y de los componentes
de la sociedad. Ulpiano la defini como "la perpetua y constante volun-
tad de dar a cada uno lo suyo". Subjetivamente, es una disposicin del
nimo; una voluntad, una actitud de la conciencia; "la ms alta de las
virtudes", segn deca Aristteles, "la que brilla ms que la estrella ma-
tutina o vespertina". "Es perfecta, porque el que la posee puede prac-
ticarla en relacin con otros". Pero el objeto de esa virtud debe ser dar
a cada quien lo suyo.
Y yo me pregunto Qu es lo suyo?, Es solamente la contraprestacin
debida para guardar igualdad en los cambios o la propiedad legtima-
mente adquirida? Pero, (No es tambin lo suyo, lo de cada persona, el
derecho a la existencia? {No es lo suyo el derecho a una vida digna y
libre? ;No es un derecho, tambin, que esa vida digna y libre se sus-
tente en un mnimo de bienestar que haga posible el ejercicio real de
la libertad y que preserve la dignidad de los hombres? i No es lo suyo,
la posibilidad de participar en la vida de la comunidad; de informarse,
de integrarse, de ejecutar un trabajo, de. realizar una actividad que
permita el desenvolvimiento de su capacidad creativa y realizarse plena-
mente como hombre?
La historia de los hombres y de la humanidad ha sido, en realidad,
la de una marcha hacia su liberacin y de, ascenso ha,cia formas ms
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elevadas de dignidad y de justicia. Por eso, la frmula de Ulpiano se
ha venido enriqueciendo con el tiempo y adquiere cada vez mayores y
ms ricos significados.
Por eso, si examinamos la evolucin del derecho, nos encontramos
con la abolicin de la esclavitud; con la igualdad de derechos a la
mujer; con la extensin del sufragio; con la condenacin, cada vez ms
generalizada, de la discriminacin por motivos raciales o religiosos; con
la creacin de los derechos sociales; con la proclamacin del derecho
al trabajo, a la salud y a la vivienda.
Couture dice que en el derecho hay otros valores involucrados; pero
el que lo define esencialmente es la justicia. La justicia nos manda tra-
tar igual a los iguales y de manera proporcionalmente desigual a los
desiguales; pero esta norma general va llenndose de contenido y ensan-
chando su significacin por la historia y los afanes de los hombres. El
derecho no es un fin en s mismo, es un medio de realizar la justicia
y otros valores que tambin afectan a la vida de la colectividad. Por
eso, los tribunales en que se aplica no reciben en su jerarqua mxima
el nombre de tribunales de derecho, sino, como en nuestro pas, se titu-
lan Suprema Corte de Justicia.
De ah, el mandato al abogado "cuando en el fondo de tu conciencia
surja un conflicto entre el derecho y la justicia, lucha por la justicia";
lucha por ella procurando que la frmula jurdica, al aplicarse al caso
concreto, se rija por los dictados de la justicia. Lucha por ella cuando
la ley te parezca injusta y reclama su modificacin para hacer del dere-
cho no un coto definitivamente cerrado, sino instrumento de cambio,
de superacin, de bienestar y de justicia.
El abogado debe estar conciente de que hay un principio superior a
las leyes positivas que nos permite juzgar sobre su bondad o su injus-
ticia; que tiene obligacin de oponerse a la ley injusta y el deber de
luchar porque se modifique. Todos aspiramos a la realizacin de una
justicia perfecta, dice Miguel Villoro. En los hombres hay una perma-
nente hambre y sed de justicia; pero es el abogado, por sus conocimien-
tos y su vocacin, en quien recae de manera especial la responsabilidad
de procurar que el derecho avance hacia formas cada vez ms elevadas de
justicia. Por eso, el abogado no slo es el hombre de la tradicin, que
recoge en instituciones y leyes la experiencia de los que lo han prece-
dido, sino que es y debe ser, tambin, factor de cambio. A 61 corresponde
recoger las situaciones cambiantes; estar atento a las nuevas necesidades;
a las riuevas convicciones; a los nuevos datos morales y sociales 'que se
despiertan en la conciencia colectiva y a las aspiraciones de los hombres,
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para convertirlas en normas jurdicas. Slo cuando el cambio se institu-
cionaliza a travs del derecho, tiene efectividad y permanencia.
Pero, al mismo tiempo que factor de cambio, el abogado debe ser
guardin y centinela de que las transformaciones y los cambios se ajus-
ten a las normas de la justicia y la moral.
EL BIEN COMN
Se ha dicho con frecuencia que el derecho persigue tambin el bien
comn. Permtaseine, por tanto, hacer una breve reflexin a este respec-
to. El bien comn ser, e! que es comn a todos los miembros del grupo
social y que aunque no se identifica con el bien particular de cada uno
de ellos, s coincide, en ltimo extremo, con los intereses concretos de
quienes forman parte de la colectividad en lo que ellos tienen de comn
con el resto de sus semejantes.
Es un bien del cual la sociedad es titular y que es un fin respecto de
ella. En relacin con las personas individualmente consideradas, es sim-
plemente un medio para la consecucin de fines ms altos. Su mbito
propio de vigencia recae sobre el aspecto comn y genrico de los hom-
bres que forman la colectividad; pero su destinatario final, la realidad
viva a cuyo servicio est ordenado, es la persona concreta e individual-
mente considerada.
Los fines que el Derecho trata de alcanzar son indiscutiblemente
parte del bien comn. Es un bien comn para todos el imperio de la
justicia, de la seguridad, del orden, de la paz y de la libertad. Y a estos
valores podemos aadir los que se refieren a la sobrevivencia misma del
grupo y a las condiciones materiales propicias para elevar la condicin
del hombre y para que ste pueda alcanzar su desarrollo fsico y espi-
ritual en trminos compatibles con su dignidad.
LA CONCIENCIA MORAL DEL JURISTA
En el juramento que formulamos al recibir nuestro ttulo prometimos
tomar como norma suprema de nuestra conducta, no slo la ley sino
tambin la moral y la justicia. As lo dicen tambin la generalidad de
los Cdigos de tica Profesional. Pero lcules sern las reglas morales
y los criterios de justicia que nos rigen y cmo aplicarlos al caso con-
creto?, j cundo debe aceptarse o rechazarse un asunto?, ; cundo es lcito
revelar un secreto que hemos recibido como consecuencia de nuestro
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ejercicio profesional?, jqu criterios deben seguirse en el cobro de ho-
norarios?, jcmo deben normarse nuestras relaciones con clientes, fun-
cionarios y colegas?, jcmo proceder ante la ley injusta?, jqu hacer
frente al cliente que viene a confiarnos sus tropiezos, sus actos de vileza
o de ruindad, su incumplimiento al derecho y la moral y que, sin em-
bargo, reclama nuestra ayuda?
No hay ningn cdigo de tica profesional, ningn conjunto de reglas
abstractas que sea capaz de darnos respuesta a todas las cuestiones que
la realidad nos va a plantear. Quienes hemos vivido o viviremos nuestra
profesin, hemos experimentado o habremos de experimentar, igual
como litigantes que como jueces, la angustia de tener que decidir en el
caso concreto dnde estn la justicia y la moral. Tendremos que exa-
minar si hay alguna regla aplicable y, si son varias, cul debemos ele-
gir; tendremos que estudiar la realidad y las circunstancias del caso
y, finalmente, ser en nuestra conciencia, en un dilogo muchas veces
dramtico con nosotros mismos, donde el abogado debe encontrar la
solucin.
Proceder conforme a la conciencia aunque sea errnea, es la norma
fundamental de una conducta moral valiosa. Pero, al lado de la moral
subjetiva, hay reglas objetivas de moral que van a iluminarnos para la
solucin de los casos concretos y a contribuir a la formacin de una
conciencia recta.
Esta es precisamente la justificacin y la importancia de un curso de
tica Profesional en que se estudian los principios generales que deben
regir la dignidad profesional del abogado desde el punto de vista moral.
LOS PRINCIPIOS GENERALES DE LA TICA PROFESIONAL
No pretendo, de ningn modo, formular un declogo ms del abo-
gado. Hay ya varios y muy buenos: el de San Ivo de Bretaa, patrono
de nuestra profesin; de San Alfonso Mara de Ligoro; de Angel Osso-
rio y Gallardo; de Eduardo J. Couture, etctera. Pero, me parece perti-
nente en esta pltica inaugural del curso de tica Profesional, mencio-
nar alguno de estos principios.
EL ABOGADO SERVIDOR DE LA JUSTICIA A TRAVS
:DEL DERECHO
, El ms relevante de ellos, desde luego, es el de que el abogado debe
ser un servidor de la justicia a travs del derecho. Utilizar el derecho
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al servicio de la justicia y lucha por ella utilizando como medio el de-
recho. En el Cdigo de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, se
cambian un poco los trminos y se dice que el abogado debe ser "un
servidor del derecho y un coadyuvante de la justicia". Yo altero la
frmula y pienso que debe ser un servidor de la justicia por medio del
derecho, respetando y tomando en cuenta los dems valores que el de-
recho tiende a realizar. De ah, por ejemplo, el principio de que nadie
puede hacerse justicia por s mismo, porque si lo hiciere estara contra-
riando los principios de la seguridad y el orden jurdico.
Tratar de realizar la justicia como valor supremo, nos trae implcitos
los deberes de buscar la transformacin del Derecho para acercarnos
cada vez ms a lo justo y oponernos a la ley injusta. Es este ltimo uno
de los problemas ms graves que se van a presentar a la conciencia del
abogado, determinar cuando una ley es injusta. Considero, sin embargo,
que hay algunos criterios que pueden ayudarnos a tomar una decisin
y pienso en tres posibles casos en que podra considerarse que una ley
positiva es injusta. El primero de ellos sera cuando se violan los dere-
chos fundamentales del ser humano; el segundo, cuando la ley no ob-
serva los principios de igualdad y proporcionalidad inherentes a lo
justo y, el tercero, cuando se ofende gravemente al bien comn.
As como en metafsica se estima que el primer principio es el de no
contradiccin y en moral el de "haz el bien y evita el mal", en la tica
profesional del abogado, creo que el primer principio es el de luchar
por la justicia por medio o a travs del derecho. De ste, que puede con-
siderarse como el primer principio de la tica profesional del abogado,
derivan los dems.
Una de las ms graves tentaciones que pueden presentarse al abogado,
es la de defender una causa que persiga un fin inmoral o injusto; pero
que est infundada en la ley positiva. Esta tentacin debe ser rechazada.
No es ticamente lcito perseguir un fin injusto o inmoral, atenindonos
simplemente a que la ley positiva lo permite. A este respecto, el artculo
4 9 del Cdigo de gtica de la Barra Mexicana ordena al abogado abste-
nerse de causar perjuicios injustificados "aunque sea con pretexto de
escrupulosa observancia de reglas legales".
PROBIDAD
Si el estilo es el hombre, deca Molierac, la probidad es el abogado.
El Diccionario de la Lengua Espaola define la probidad como "bon-
dad, rectitud de nimo, hombra de bien, integridad y honradez en el
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obrar". Por el deber de probidad, el abogado est obligado a ser un
hombre bueno, ntegro, honrado y recto en su conciencia. Sin probidad,
el abogado no tendra autoridad moral para defender y luchar por la
justicia ni merecera la confianza de quienes le encargan su defensa o
estn sujetos a la resolucin que dicte como juez.
"La abogaca, nos dice Angel Ossorio, no se cimienta en la lucidez del
ingenio, sino en la rectitud de la conciencia, la rectitud de la conciencia
es mil veces ms importante que el tesoro de los conocimientos. "Prime-
ro es ser bueno, luego, ser firme; despus, ser prudente, la ilustracin
viene en cuarto lugar y la pericia en el ltimo". El abogado, pienso yo,
debe saber Derecho, pero fundamentalmente debe ser un hombre recto.
En el Cdigo de tica de la Barra se dice que el abogado debe obrar
con probidad y buena fe. De hecho, la buena fe est implcita en la pro-
bidad y, como veremos ms tarde, lo estn tambin la lealtad y otros
de los deberes consignados en las reglas de tica profesional.
La prevaricacin, que es uno de los ms graves delitos en que se puede
incurrir dentro del ejercicio profesional es, sin duda, una falta de pro-
bidad tan grave, que, en las Partidas, segn nos informa Brice, se dice
que el abogado que incurra en esa falta "debe morir como alevoso" y
"de sus bienes resarcir a quien cause el dao".
El propio Ossorio y Gallardo dice que si la profesin consistiera en
defender con igual desenfado el pro y el contra o en hacer ver lo blan-
co, negro, no habra menester que pudiese igualrsele en vileza y la
prostitucihn resultara sublimada "pues al cabo la mujer que vende su
cuerpo puede ampararse en la protesta de su alma, mientras que el abo-
gado vendera el alma para nutrir el cuerpo".
El cohecho en cualquiera de sus formas y el trfico de influencia son,
tambin, faltas graves en contra del deber de probidad y convierten a
quienes las cometen no slo en delincuentes, sino en traficantes de los
valores ms altos de nuestra profesin.
NO EMPLEAR NUESTROS CONOCIMIENTOS SINO
AL SERVICIO DE LAS CAUSAS JUSTAS
En e1 antiguo juramento de esta Facultad de Derecho se nos recorda-
ba, en primer trmino, que no debamos emplear nuestros conocimientos
sino al servicio de las causas justas. La tarea del abogado como servidor
de la justicia, se inicia precisamente al seleccionar los asuntos de que va
a hacerse cargo. En las Siete Partidas se deca que "no se trabajar a
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sabiendas en ningn pleito que sea mentiroso o falso o de que se en-
tienda que no podr haber bona cina".
El abogado tiene libertad para aceptar o rechazar los asuntos en que
se solicite su patrocinio; pero tiene el deber de no aceptar aquellos en
los que deba de sostener tesis contrarias a sus convicciones, inclusive
polticas o religiosas, o cuando no est de acuerdo con el cliente en la
forma de plantearlo o desenvolverlo.
Los abogados que reciben una iguala o presten sus servicios a par-
ticulares en relacin de subordinacidn o los servidores pblicos, en prin-
cipio, tienen el deber de aceptar los asuntos comprendidos en el contrato
que hayan celebrado o al cargo o empleo que desempeen; pero debe-
rn excusarse cuando contravengan a sus convicciones polticas, morales
o religiosas o afecten su dignidad.
LEALTAD
La lealtad es, quizs, la primera condicin de una relacin humana.
Leal es el que no traiciona, el que hace honor a un compromiso verbal
o existencial. La traicin es una de las mayores vilezas que un ser hu-
mano puede cometer.
El abogado tiene el deber de ser leal con su cliente; leal con los jue-
ces y funcionarios ante los cuales aboga; leal con sus colegas y con la
contraparte. La lealtad es deber propia del hombre de bien y condicin
indispensable de aquel a quien escojamos como defensor y en quien de-
positemos nuestra confianza.
En nuestro juramento, tanto en el antiguo como en el nuevo, se nos
recuerda que quien pone en nuestras manos la defensa de su patrimo-
nio, de su honor, de su libertad o de su vida, confa no slo en nuestro
saber, sino tambin y acaso ms en nuestra lealtad y honradez, estiman-
do que seramos incapaces de anteponer a su inters legtimo los nues-
tros personales o nuestras pasiones. La lealtad obliga de tal manera que
nos fuerza a superar nuestros intereses o pasiones para servir a quien
defendemos.
. ,
DESZN TERES
La abogaca es un ministerio que se escoge para, -dizar lps valores
que definen a nuestra profesin. Es una forma de servicio a los otros
y una manera de realizarnos a nosotros mismos. Ciertamente es lcito
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que el abogado gane su sustento con el ejercicio de su actividad profe-
sional; pero ella no debe tener como fin esencial el lucro o el inters
econmico. A este principio corresponden las normas relativas a la de-
fensa gratuita de indigentes y las que se refieren al cobro de honorarios.
LA VERACIDAD
El abogado debe buscar la verdad y proceder con veracidad. Nos est
prohibido alegar hechos faisos; hacer citas inexactas; preparar testigos
mentirosos; falsificar documentos y, en general, realizar cualquier acto
contrario a la verdad de los hechos o a la exactitud del derecho. La ver-
dad y la justicia son valores ntimamente ligados. En muchos litigios
encontrar la verdad es saber dnde est la justicia. De hecho, el proce-
dimiento consiste en un mtodo o camino para demostrar la verdad. El
hecho es normalmente ms elocuente y definitivo que cualquier argu-
mento de derecho.
HACER EXPEDITA LA ADMZNISTRACZN DE JUSTICIA
Es verdad sabida que justicia retardada no es justicia. Por ello, una
obligacin del abogado, derivada del deber de luchar por la justicia, es
abstenerse del empleo de formalidades o de recursos puramente dilato-
rios que entorpezcan o prolonguen e1 procedimiento. Al juez correspon-
de, tambin, la obligacin de impartir una justicia expedita. Molierac
nos menciona una Capitular de Carlo Magno en que se deca que si el
juez tardaba en pronunciar sentencia "el litigante podra irse a vivir
con l, con lecho y mesa a sus expensas".
Retardar la administracin de justicia mediante abusos de procedi-
miento es la prctica que se conoce con el nombre de "chicana". Uno
de los peores vicios en que puede incurrirse en el ejercicio de nuestra
profesin y de los ms socorridos para hacernos objeto de burlas y acu-
saciones. Se piensa que el abogado que retarda innecesariamente un
procedimiento, lo hace para elevar el cobro de honorarios, presionar al
contrario y engaar al cliente sin que est ejerciendo su funcin de
servir a la justicia. La chicana es marrullera, triquiuela o malicia. Una
prctica que debe ser evitada y condenada como contraria a la dignidad
y a los fines de nuestra profesin.
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EL ABOGADO DEBE SER FIRME
La fortaleza debe ser una virtud del abogado. Vencer el temor sin~in-
currirj en la temeridad y afrontar con serenidad y valenta los riesgos
que tenemos el deber de asumir, ,El abogado .debe :ser firme. No debe,
segn deca Cicern, dejarse influir por el favor, avasallar por el 'poder
o corromper por el dinero. El abogado debe enfrentarse, muchas veces,
a los abusos del poder, a las amenazas de daas en su persona, en su
patrimonio, o en los miembros de su familia. el^ debido ejercicio de
nuestra profesin no es fcil; pero el abogado, lo mismo que el juez - y
todos los que sirven a la justicia, deben resistir con firmeza. De ella
depender en gran medida el debido cumplimiento de su misin, Se ha
dicho que cuando los abogados y los jueces tienen miedo, ningn ciuda-
dano puede dormir tranquilo.
EL ABOGADO DEBE SER EST.UDLOS0
El derecho es el instrumento del abogado. Por. eso, est obligado a
estudiarlo y conocerlo; a mantenerse al tanto continuamente de los cani-
bios y modificaciones de las leyes; de la jurisprudencia y de los .avances
de la doctrina. Moralmente el abogado est obligado a no aceptar aque-
llos asuntos para cuyo debido manejo no tenga competencia. El prin-
cipio que a este respecto rige, es que debe proceder segn ciencia y con-
ciencia. Si descuida su preparacin, estar faltando gravemente a sus
obligaciones.
Pero, no le bastar con saber y estudiar slo el derecho, debe tener
un adecuado conocimiento del idioma, el lenguaj,e es su instrumento
habitual de trabajo; incorporarse a los valores de la cultura y conocer
las realidades sociales de la colectividad en que se mueve.
DILIGENCIA Y TENACIDAD
El abogado debe ser tenaz y diligente en la defensa de los asuntos que
se le confan, descuidar el manejo de un negocio o el impulso de una
causa, es faltar a nuestros deberes para con el cliente y a las normas
morales que nos rigen.
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SECRETO PROFESIONAL
Por la esencia misma de nuestra profesin, que no es slo un oficio
sino un ministerio, los abogados estamos obligados a guardar los secretos
que conozcamos como consecuencia de nuestra actividad profesional. No
podra el abogado desempear su tarea si quien a l se conffa no estu-
viera cierto de que las confidencias que le hace no van a ser divulgadas.
El secreto profesional es un deber frente a nuestros clientes y un derecho
frente a terceros cuando pretendan que incurramos injustificadamente
en su violacin.
HONOR Y DIGNIDAD PROFESIONAL
Los cdigos de tica profesional establecen un conjunto de deberes
que se refieren al honor y dignidad de la profesin. Tratan, con ello,
de salvag~iardar el prestigio de quienes la ejercemos, evitando actos que
puedan lesionar su decoro o su reputacin, as como aquellos que, de
algn modo, puedan menguar su dignidad. Llevan esto al extremo
de considerar que para cumplir este deber el abogado est obligado a
combatir por todos los medios lcitos la conducta reprochable de jueces,
funcionarios y compaeros de profesin. El deber de mantener e1 honor
y la dignidad profesionales se liga as claramente al de servir a la justi-
cia, ya que cuando el abogado denuncia al funcionario incapaz o co-
rrupto o al colega indigno, est en realidad contribuyendo a una mejor
administracin de justicia.
EL ABOGADO DEBE TENER UN PROFUNDO
SENTIDO HUMANO
Es virtud indispensable de nueFtra profesin, la de estar impregnada
de humanidad. Tratamos con hombres sujetos a pasiones y debilidades;
que ambicionan, que sufren, que aman, que se equivocan, que pecan o
delinquen; con actos que muchas veces afectan a inocentes; con situa-
ciones humanas en que se implican relaciones y valores que trascienden
lo jurdico. Por eso, estamos obligados a adentrarnos en la viva realidad
de lo humano; a sopesar situaciones, antecedentes, motivaciones de una
conducta y fines que se pretenden alcanzar. Debemos tratar de conocer
y comprender. El abogado no es solamente defensor. Frecuentemente es,
tambin, confesor, consejero y, de algn modo, mdico del alma de
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quien a l acude. El derecho cumplir mejor sus finalidades cuando est
impregnado de un profundo sentido de humanidad. No hay nada, se
dice, ms cerca de Dios que la caridad y la misericordia moderando la
justicia.
TRATO CON AUTORIDADES Y COLEGAS
Finalmente, los cdigos de tica contienen deberes de respeto, lealtad,
confraternidad y decoro en las relaciones con funcionarios, la contra-
parte y con otros abogados. Son estos deberes que derivan de la activi-
dad social del abogado; de la fraternidad que lo liga con quienes ejer-
cen la misma profesin. Con el respeto que debemos a los funcionarios
o jueces que imparten la justicia y con el decoro y la hidalgua que de-
bemos proceder ante nuestros colegas y ante quien estamos demandando
el cumplimiento de sus obligaciones.
Quizs me he extendido demasiado en la mencin de estos principios
de 6tica profesional o quizs los he tratado de manera incompleta en
muchos casos. Su desarrollo ser, precisamente, la materia de este curso.
Pero, mi propsito a todo lo largo de esta pltica ha sido el de poner
de relieve la elevacin de los fines y los valores que nuestra profesin
trata de alcanzar y mencionar algunas de las normas de conducta que
debemos observar para realizarlos.
No ignoro que por desgracia las aristas dolorosas de una triste reali-
dad, han dado en muchas ocasiones causa para que nuestras juventudes
sientan tambalearse su confianza en las normas del Derecho y poner en
duda la nobleza y el sentido mismo de su profesin. Pero, a nosotros
toca robustecer esa confianza y enarbolar la bandera de la justicia para
que ondee sobre todos los desmanes y todas las flaquezas. La fe acen-
drada y sincera en la justicia es el primer requisito para su triunfo. Hay
que tener confianza en la fuerza intrnseca que tiene una causa justa,
por el solo hecro de ser justa. Hay que cultivar y encerrar en lo ms
profundo de nuestra alma, la conviccin de que cuando nuestra causa
es recta y la razn nos asiste, si ponemos toda nuestra capacidad y nues-
tro esfuerzo en defenderla, difcilmente habr alguna fuerza, por pode-
rosa que sea, que pueda arrebatarnos el triunfo. Si todos los abogados
llegamos a hacernos partcipes de esta conviccin, habremos puesto los
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cimientos ms,slidos para la realizacin de los altos fines que el Dere-
cho 'persigue y para una recta e inmaculada administracin de justicia
en que no tendrn cabida ni el abogado corruptor ni e l magistrado
indigno.
Luchar por la justicia es una obligacin que incumbe a todo hombre;
pero que en primer lugar corresponde a quienes, por vocacin y .profe-
sin cultivamos la ciencia del Derecho. Es nuestro sino luchar por ella
contra, las arbitrariedades, contra el temor y el servilismo, contra las
acechanzas del dinero, contra nuestras propias, pasiones o intereses egos-
tas, luchar por la justicia, aun en contra de la legalidad misma que no
pocas veces es la que ofrece al abogado la suprema tentacin de eludir
los dictados de lo justo entre los vericuetos de la estr'atagema formalista
-
o las disposiciones de la ley inicua.
,
Espero que a lo largo de esta exposicin haya podido mostrar la gran-
deza y la dignidad de la profesin que hemos escogido, as como las
responsabilidades inherentes a esta actividad a la que hemos decidido
dedicar nuestra vida. Los fines que perseguimos quienes profesamos la
abogaca no pueden ser ms elevados porque, finalmente, luchamos por
el hombre, por preservar su dignidad y asegurar la realizacin de los
valores que le son inherentes. El hombre es, en ltimo extremo el fin
del Derecho.
Ciertamente que la actividad del mdico tiene como fin la vida hu-
mana; pero, la nuestra tiene como fin la realizacin de aquellos valores
que l a hacen posible. Luchamos por la justicia como valor dominante;
pero tambin por, la seguridad, por la paz y por la libertad; porque
ningn hombre oprima a otro y porque exista un orden que haga po-
sible que cada uno de los hombres pueda realizarse plenamente como
hombre. Esta es la nobleza y majestad de nuestra profesin. Esta es
una tarea en la que no se admiten ni desmayos ni claudicaciones y que
debemos realizar plenamente concientes de la dignidad que el cum-
plimiento de ella nos confiere. Deca Emmanuel Kant que "los hom-
bres tienen dignidad y las cosas tienen precio".' Los abogados debemos
tener siempre la ms elevada conciencia de nuestra dignidad y, nun-
ca, tener precio.
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