Este documento discute los derechos de los pueblos indígenas y la importancia de la memoria colectiva. A pesar de reconocimientos formales de los derechos indígenas, la realidad es que continúan enfrentando exclusión y violencia debido a intereses económicos. La memoria es crucial para procesar el trauma histórico de la conquista y colonización, y para que los pueblos indígenas puedan reapropiarse de su pasado y cultura. Solo a través de una apuesta política basada en la memoria
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Este documento discute los derechos de los pueblos indígenas y la importancia de la memoria colectiva. A pesar de reconocimientos formales de los derechos indígenas, la realidad es que continúan enfrentando exclusión y violencia debido a intereses económicos. La memoria es crucial para procesar el trauma histórico de la conquista y colonización, y para que los pueblos indígenas puedan reapropiarse de su pasado y cultura. Solo a través de una apuesta política basada en la memoria
Título original
Memoria larga y Derechos de los Pueblos Indígenas.pdf
Este documento discute los derechos de los pueblos indígenas y la importancia de la memoria colectiva. A pesar de reconocimientos formales de los derechos indígenas, la realidad es que continúan enfrentando exclusión y violencia debido a intereses económicos. La memoria es crucial para procesar el trauma histórico de la conquista y colonización, y para que los pueblos indígenas puedan reapropiarse de su pasado y cultura. Solo a través de una apuesta política basada en la memoria
Este documento discute los derechos de los pueblos indígenas y la importancia de la memoria colectiva. A pesar de reconocimientos formales de los derechos indígenas, la realidad es que continúan enfrentando exclusión y violencia debido a intereses económicos. La memoria es crucial para procesar el trauma histórico de la conquista y colonización, y para que los pueblos indígenas puedan reapropiarse de su pasado y cultura. Solo a través de una apuesta política basada en la memoria
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Hablar desde la Memoria Larga:
Derechos de los Pueblos Indgenas Gabriela Bernal Carrera Marzo 2012
La insistencia meditica sobre una amplia gama de temticas acerca de los Pueblos Indgenas, dara la impresin de que su visibilidad es sinnimo de un adecuado debate y una correcta canalizacin de sus demandas. Sin embargo, la realidad dista mucho de esta primera impresin; el anlisis y las apuestas polticas que se hacen sobre los Pueblos Indgenas, continan siendo hechos desde los imaginarios colonialistas/racistas. En ciertas formas de enfocar las diversas situaciones que viven los Pueblos Indgenas, existe la tendencia a realizar anlisis coyunturales, que pierden de vista el origen histrico del presente que pretenden mirar. Se olvidan de que el continuo empobrecimiento de los Pueblos Indgenas y sus consecuencias, es fruto de eventos histricos concretos de larga duracin. El origen de este presente de exclusin tiene fechas en el calendario mundial. Como bien lo seala Jean Pierre Warnier (2001), la colonizacin de las diversas poblaciones en el mundo, se llev a cabo entre carniceras, trabajos forzados, deportaciones, torturas y saqueos. Pese a la violencia con la que estos eventos histricos ha quedado inscrita en la memoria de quienes la padecieron y en la de sus descendientes, no hay un relato que permita procesar este trauma, mucho menos, hay un reconocimiento contundente de que dicha violencia haya ocurrido. Las narraciones histricas sobre Amrica Latina, han sido realizadas por los herederos de los conquistadores, que ni se reconocen en la historia de los Pueblos Indgenas, mucho menos en sus problemticas. La carta que Simn Bolvar enva al Congreso de Angostura plantea abiertamente esta situacin: No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborgenes y los espaoles. Americanos por nacimiento, y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los ttulos de posesin, y de mantenernos en el pas que nos vi [sic] nacer contra la oposicin de los invasores; as nuestro caso es el ms extraordinario y complicado (Discurso de Bolvar en el Congreso de Angostura -15 de febrero de 1819 en: Harrison, 1996:54. nfasis agregado). La contradiccin planteada por Bolvar se mantiene como una constante ambigedad a lo largo de la historia republicana de los pases de Latinoamrica. Es esta ambigedad sobre la posesin sobre la tierra y los recursos que ella encierra, la que en realidad impide un verdadero procesamiento de la memoria colectiva. Cundo empieza la verdadera Historia de estos pases?, cundo empezamos a ser ecuatorianos, peruanos, latinoamericanos?, quines son los herederos legtimos de aquellos que con fechas y documentos existentes, fueron desvalijados con violencia y barbarie? Plantearse estas preguntas abiertamente, en medio de los crecientes conflictos por la extraccin de recursos naturales en territorios de Pueblos Indgenas, hoy como hace 500 aos, vuelve a poner en la mesa una discusin siempre olvidada: la justicia de estos actos. Y son sin duda los intereses econmicos los que hoy como ayer, impiden que exista un procesamiento colectivo del dolor, del trauma; porque el pasado nos remite siempre al presente y ese presente sigue siendo de 2
expoliacin y violencia 1 . La memoria, por tanto, sigue siendo objeto de mltiples censuras, ya que procesarla necesariamente implicara mirar el presente. Pero precisamente porque existe de por medio un tema de justicia pendiente, es que debemos reconocernos en la Memoria. Porque en esa Memoria, uno de los puntos de quiebre en la Historia de la Humanidad es sin duda la conquista y colonizacin iniciada en el siglo XV. No slo porque dio lugar a importantes sucesos econmicos y geopolticos, sino porque inici la configuracin de un Nosotros y un Otro sobre los cuales se ha ido estructurando pensamientos y acciones sociales, polticas, culturales y econmicas para todo el planeta. En ese Nosotros se redujo la Humanidad a los vencedores de un sector del planeta, y en ese Otro, a los vencidos (homogenizados bajo este singular), se los conden a demostrar eternamente su humanidad; antes debatida a partir de la posesin del alma, hoy condenada a demostrar su hominizacin a travs del desarrollo como paso obligatorio hacia la civilizacin occidental, es decir, hacia la verdadera Humanidad. Ms all de nuestra ubicacin geogrfica, sabemos que nos ubicamos y somos situados en el Nosotros o en el Otro, dependiendo de complejos juegos de intereses pero siempre supeditados a los intereses del capitalismo, ya que las fronteras de la ubicacin las marca este sistema. En este sentido, la identidad necesariamente se convierte en una apuesta poltica, desde la que se enfrenta la cotidianidad que a unos y otros en suerte o en desgracia, nos toc vivir. En esta apuesta poltica que es la identidad, la Memoria larga constituye la posibilidad de reapropiarnos de nuestros pasados, de procesar la violencia y de convertirnos en opcin para nosotros mismos. Al apostar por una identidad que se teje desde una opcin poltica concreta, los Pueblos Indgenas, buscan una reconstitucin para s mismos de una serie de elementos despreciados, estereotipados o exotizados. Estos factores son al mismo tiempo, el ncleo central de la imagen que los convierte en mercanca para el etno/eco turismo: una imagen prstina asociada a un antiguo paraso perdido; viaje al alcance del bolsillo de quien pueda pagar un pasaje al otro lado del mundo, o de el poseedor de un tolerante espritu aventurero que quiera experimentar un desplazamiento al pasado. Sin una apuesta poltica desde la cual se pueda construir las identidades indgenas, la cultura (como respuesta amplia a las necesidades de los seres humanos), termina siendo convertida en mero folklore que se vende en cualquier mercado. Y es por ello precisamente, que la Memoria debe procesarse, porque solo a partir de ella, se puede poner sobre el tapete la vieja discusin sobre la justicia, que permite clarificar las opciones polticas. En este proceso de reencontrarse en la Memoria larga, es evidente que en la historia de los pueblos indgenas, ha existido a partir de la brutal invasin colonial, un reconocimiento formal de su existencia. Desde las Leyes de Indias, expedidas por la Corona Espaola para proteger
1 Respecto a la propiedad de la tierra, en poca de la Conquista, Bernand y Gruzinsky (1993) sealan que Al mismo tiempo, se introduca subrepticiamente cualquier clase de triquiuelas que permitan burlar la legislacin o pasar por alto los usos de la pennsula y los derechos reconocidos a los indios. Hoy en da, mientras se reconoce constitucionalmente los Derechos de los Pueblos Indgenas, se contina buscando triquiuelas legales que permitan la explotacin minera en los territorios indgenas. 3
a las poblaciones indgenas, hasta las actuales constituciones de Ecuador o Bolivia, consideradas como las ms avanzadas en cuanto a temas de derechos indgenas, existe un reconocimiento explcito de los derechos formales de los pueblos indgenas; sin embargo, este reconocimiento formal termina por reproducir lo que Silvia Rivera Cusicanqui (1993), llama la doble moral criolla. Sin recurrir a los textos de historia, somos testigos presenciales de que a lo largo de toda Amrica estn teniendo lugar diversos enfrentamientos, casi siempre violentos entre los Pueblos Indgenas y los Estados causa de las diversas riquezas que aun subsisten en sus territorios. Y es que bajo el reconocimiento formal de la ciudadana de los indios, se esconde el sustrato colonial que no los considera suficientemente humanos como para departir en igualdad condiciones con el mundo mestizo, hoy en el poder: y por ello propona [propone] la civilizacin por el garrote: arrebatarle sus tierras y convertirlo en siervo de las haciendas, o de las empresas extractivistas (Rivera Cusicanqui, 1993:252).El reconocimiento formal ha sido el velo con el que se ha cubierto la exclusin real. En la prctica, la inclusin en las formas jurdicas, obtenidas con largos aos de luchas y movilizaciones, no ha logrado permear las capas coloniales ms profundas de las sociedades latinoamericanas, capas que estn vinculadas a los imaginarios racistas y clasistas que pueblan especialmente a los polticos y a los intelectuales de nuestros pases. Este hecho se traduce hoy en da en el diseo de polticas pblicas que continan partiendo del imaginario colonial del indio como menor de edad, en constante necesidad de tutelaje y susceptible de ser educado (es decir modernizado) para dejar de lado su propiedad ancestral de la tierra y convertirse en un asalariado ms. Por otro lado, las largas batallas por el reconocimiento de los derechos de los Pueblos Indgenas, han tenido como objetivo el reconocimiento de los Pueblos como sujetos colectivos de derechos. Pues, como bien lo seala Floresmilo Simbaa (2009), la propiedad privada, el reconocimiento de la ciudadana individualizada y la afirmacin de los derechos y libertades individuales constituyen tres de los ejes ms importantes en la construccin de los Estados modernos. Es decir, el objetivo perseguido contra la corriente homogeneizadora del Estado, es un enfoque de los Pueblos Indgenas como sujetos colectivos y no como individuos. La perspectiva de un reconocimiento en la Memoria colectiva de los Derechos colectivos, permite salir de la trampa simplista que apunta a desdibujar las luchas comunitarias a partir de opciones y/o situaciones individuales, que por otro lado, siempre estn referidas a un proceso de prdida de identidad o aculturacin, que remiten nuevamente a la legitimidad de la demanda de la deuda histrica de justicia. En el fondo, la bsqueda de siempre es deslegitimar las luchas y demandas, apelando a procesos concluidos, a historias terminadas que deben ser superadas, pues los verdaderos indios o estn en los museos etnolgicos o son sujetos infantiles que necesitan educacin y/o tutelaje legal. Por ello es que en los ltimos aos, una vez reconocidos formalmente los derechos colectivos de los Pueblos Indgenas, se ha ido desarrollando una trampa sutil: la priorizacin de los derechos. Es decir, se ha dado preeminencia a los derechos culturales, mientras que los derechos econmicos y polticos quedan relegados a un segundo plano a discutirse con el Estado-nacin, cuando le convenga a ste. Es decir, nunca. Con la primaca que se da a los derechos culturales, se evidencia una lectura del concepto de cultura que la ubica como 4
sinnimo de educacin en el mejor de los casos, o ms comnmente como tradiciones que deben mantenerse como mercanca para el turismo. Evidentemente la discusin sobre el contexto que permiti el surgimiento de expresiones culturales concretas nunca se debate, pues se volvera al entorno socio-econmico y poltico que las produce; curiosamente son precisamente esos, los derechos que no se quiere debatir mucho menos dar paso a las propuestas de implementacin venidas desde los diversos mundos indgenas. Desde el Nosotros occidental vencedor, masculino, singular, blanco, letrado, que unific todas las diferencias en ese Otro, vencido a secas, se contina confundiendo las demandas por la tierra, el lugar de la memoria, la posibilidad de reconquistarse a s mismos con nombres y propuestas venidas de otra historia, con falsos esencialismos o desorientacin histrica. Al mismo tiempo la magnitud del fracaso civilizatorio capitalista, cada vez ms evidente en Occidente, impulsa a buscar en conceptos como el Sumak Kawsay o Buen Vivir, una esencia terica que permita, en medio de la debacle imaginar otro mundo. Sin embargo, solo el reconocimiento de la contemporaneidad de los Pueblos Indgenas, con todo lo que ello implica 2 , permitir que conceptos como ste, no queden como cpsulas exticas llenadas con los mismos viejos conceptos de quien no acepta cuestionar su superioridad.
BIBLIOGRAFIA
Bernand, Carmen y Gruzinsky, Serge (1993). Historia del Nuevo Mundo. Los mestizajes, 1550- 1640. Fondo de Cultura Econmica. Mxico. Harrison, Regina (1996). Entre el tronar pico y el llanto elegaco: simbologa indgena en la poesa ecuatoriana de los siglos XIX y XX. Abya Yala. Quito. Rivera Cusicanqui, Silvia (1993). Democracia liberal y democracia de ayllu. En: Miranda, Mario (Compilador). Bolivia en la hora de su modernizacin. Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Mxico. Simbaa, Floresmilo (2009). Los derechos colectivos en la Nueva Constitucin. En: Coleccin Cuadernos de Gestin Pblica de Polticas Culturales. Cuaderno 4. Ministerio de Cultura de Ecuador. Ecuador.
Warnier, Jean Pierre (2001). La mundializacin de la cultura. Abya Yala. Quito.
2 Desmitificar al Buen Salvaje, borrar los barrotes espaciales y temporales que hemos construido para enjaular a los y las diferentes, reconocernos en los ojos de los y las otras