Batallas Cid
Batallas Cid
Batallas Cid
Los fragmentos del Cantar proceden de la edición modernizada de Francisco López Estrada:
Poema de Mío Cid, Madrid, Castalia, Odres Nuevos, 1996.
[…]
y a la vista de Alcocer el Cid ordena acampar
en un otero redondo, un fuerte y grande lugar.
Cerca el río Jalón corre; de agua no le privarán.
Nuestro Cid Rodrigo Díaz Alcocer piensa ganar.
Bien se asienta en el otero y firme las tiendas planta:
Los unos frente a la sierra, y los otros frente al agua.
Y el Cid, vencedor de lides, que en buen hora ciñó espada,
alrededor del otero, cerca donde corre el agua,
a todas las gentes suyas un foso cavar les manda,
ni de día ni de noche que sorpresa no les valga
Cantar de Mío Cid. Siglo XIII .Batallas.
y que supiesen que el Cid allí en el lugar quedaba.
Por todas aquellas tierras pronto corrían mandados
que ese Cid Campeador, allí se había asentado,
que vino a tierra de moros, saliéndose de cristianos.
Por aquellas vecindades ya no se cuidan los campos.
Alegrándose va el Cid, también todos sus vasallos.
El castillo de Alcocer ya va sus parias pagando.
Los del pueblo de Alcocer a nuestro Cid dan las parias,
y los de Ateca, también, y los de Terrer las pagan.
A los de Calatayud mucho, sabed, les pesaba.
Ha descansado allí el Cid quince cumplidas semanas.
Cuando vio el Campeador que Alcocer no se le daba,
ocurriósele un ardid, y sin tardar lo prepara:
plantada deja una tienda, y las otras levantaba.
Jalón abajo siguió con la enseña levantada;
vestidos con las lorigas y en el cinto las espadas,
acuerdo de hombre avisado, porque en la celada caigan.
Al verlo los de Alcocer ¡oh Dios, cómo se alababan!
—¡Qué bien que al Cid le faltó así pan como cebada!
Las tiendas con pena lleva; una deja abandonada.
De tal modo se va el Cid, que parece que se escapa.
Si le salimos al paso, mucha será la ganancia;
y conviene que sea antes que gente de Terrer lo haga,
[pues si ellos la tomasen,] no queman darnos nada.
La paria que él nos tomó nos la volverá doblada.
Salieron los de Alcocer con prisas que ellos no usaban.
Nuestro Cid, al verlos fuera, hizo como sí escapara.
Llevólos Jalón abajo; la pelea es empeñada.
Ya gritan los de Alcocer: —¡Que se nos va la ganancia!
Tanto grandes como chicos salen fuera las murallas;
con el gusto de la presa ya no se acuerdan de nada;
abiertas dejan las puertas que ninguno allí las guarda.
El Cid, buen Campeador, vuelve para atrás la cara;
vio que entre ellos y el castillo un gran espacio quedaba.
Mandó volver la bandera y el espolón apretaba:
—¡Heridlos, mis caballeros, sin temor tomad las armas;
con la gracia del Señor nuestra será la ganancia!
Vueltos, con ellos se enfrentan en medio la parte llana.
¡Oh Dios, qué bueno es el gozo que sienten esta mañana!
Don Rodrigo y Alvar Fáñez los .primeros aguijaban;
tienen muy buenos caballos; a su gusto, sabed, andan.
Entre ellos y el castillo entraron allí en batalla,
y los vasallos del Cid sin piedad los golpes daban;
en un poco de lugar a trescientos moros matan.
Dando grandes alaridos los que están en la emboscada
los van dejando delante, y hacia el castillo se marchan;
con las espadas desnudas al punto la puerta ganan.
Pronto llegaron los otros terminada la batalla.
Nuestro Cid ganó Alcocer; sabed que por esta maña.
Allá fue Pedro Bermúdez que la enseña tiene en mano
muy arriba la coloca, allí en todo lo más alto.
Habló el Cid Rodrigo Díaz, el que nació afortunado:
—Gracias al Dios de los cielos, gracias a todos los santos;
Cantar de Mío Cid. Siglo XIII .Batallas.
ya habrá mejor acomodo para dueños y caballos.
Oídme vos, Alvar Fáñez, y todos los caballeros.
Sabéis que en este castillo grandes presas hemos hecho.
Ya los moros quedan muertos, y vivos bien pocos veo.
Y los que quedan con vida, a quien vender no tenemos.
Si cortamos sus cabezas, nada en ello ganaremos.
Dejémoslos en el pueblo, pues el señorío es nuestro;
posaremos en sus casas, y de ellos nos serviremos.
[…]