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Erotismo Vargas Llosa

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SIN EROTISMO NO HAY GRAN LITERATURA

Mario Vargas Llosa

El autor de Elogio de la madrastra comenta algunas lecturas


fundamentales de la literatura ertica al tiempo que repasa su
biografa como aficionado al gnero desde los das de estudiante en
la Lima de su juventud y reflexiona sobre las conexiones entre
placer sexual y placer esttico.
--------------------------------------------------------------------"Digmoslo desde el principio: no hay gran literatura ertica, lo que
hay es erotismo en grandes obras literarias. Una literatura
especializada en erotismo y que no integre lo ertico dentro de un
contexto vital es una literatura muy pobre. Un texto literario es
ms rico en la medida en que integra ms niveles de experiencia. Si
dentro de ese contexto el erotismo juega un papel primordial, se
puede hablar verdaderamente de literatura ertica.
La Celestina, por ejemplo, es una obra maestra, probablemente la ms
importante de la literatura espaola despus del Quijote. Decir que
La Celestina es una obra ertica sera empobrecerla, porque aunque
es eso, tambin es muchas otras cosas: una obra de una gran riqueza
verbal, de una gran inteligencia en su construccin, que incluye
muchas manifestaciones de la vida -la moral, la cultura, la
psicologa-, pero indudablemente el erotismo tiene en ella un papel
primordial.
Un ejemplo contemporneo? Lolita, de Nabokov, una de las grandes
novelas modernas. En ella el erotismo tiene un papel principal entre
muchos otros ingredientes que juegan un papel similar dentro de una
gran complejidad. As es como se da en la vida la experiencia
ertica. Una exaltacin muy desembozada de la pulsin sexual, de la
fantasa ertica, de los fantasmas, del derecho al placer. Todo eso
est en Lolita, que, por otra parte, es una obra muy intelectual. El
mejor erotismo nunca est disociado de otras manifestaciones, que,
adems, lo enriquecen".
Erotismo y pornografa
"La frontera entre erotismo y pornografa slo se puede definir en
trminos estticos. Toda literatura que se refiere al placer sexual
y que alcanza un determinado coeficiente esttico puede ser llamada
literatura ertica. Si se queda por debajo de ese mnimo que da

categora de obra artstica a un texto, es pornografa. Si la


materia importa ms que la expresin, un texto podr ser clnico o
sociolgico, pero no tendr valor literario. El erotismo es un
enriquecimiento del acto sexual y de todo lo que lo rodea gracias a
la cultura, gracias a la forma esttica. Lo ertico consiste en
dotar al acto sexual de un decorado, de una teatralidad para, sin
escamotear el placer y el sexo, aadirle una dimensin artstica.
Ese tipo de literatura alcanz su apogeo en el siglo XVIII. Los de
ese siglo son grandes textos erticos que a la vez son grandes
textos artsticos. A esto habra que aadirle que en ellos hay una
carga crtica que hoy se ha perdido. Los autores de esa poca crean
que escribir de esa manera, reivindicar el placer sexual y darle al
cuerpo ese tratamiento reverente era un acto de rebelda, un desafo
a lo establecido, al poder. Los escritores erticos eran, pues,
pensadores revolucionarios. Diderot, por ejemplo. O Mirabeau, que
desde la prisin escribe a Sofa de Monnier cartas de un contenido
sexual muy fuerte. Para l esos escritos forman parte de una lucha
por la transformacin humana, por la reforma social. El caso ms
extremo, sera el marqus de Sade, aunque no creo que de los textos
de Sade pueda decirse que son de exaltacin del placer ertico. Hay
algo intelectual, obsesivo, casi fantico en sus demostraciones
sexuales.
Sea como fuere, el reconocimiento del derecho al placer es en el
siglo XVIII un instrumento para conseguir un mundo mejor, ms libre,
ms autntico, menos hipcrita, un medio para liberar al individuo
de las iglesias, de las convenciones. Eso no se vuelve a alcanzar.
El erotismo en el siglo XIX se convierte en un juego muy refinado. Y
en el XX se banaliza, se vuelve superficial y previsible, se
comercializa, en el peor sentido de la palabra. Ya no genera
experimentacin formal y pierde su carga crtica, salvo en casos
excepcionales, como el de Bataille. Los escritos de Georges Bataille
son profundamente revulsivos, muy desafiantes con las ltimas
convenciones. A la vez son ms lgubres y siniestros. Los suyos son
ms textos de perversin que de asuncin del placer, pero es uno de
los escritores modernos en los que el erotismo va acompaado de una
gran audacia artstica".
Liberalidad contra literatura
"La liberalidad de las costumbres, que es un progreso moral para la
sociedad, ha jugado tradicionalmente en contra de la literatura
ertica. Ha hecho que el erotismo pierda la carga de inconformismo,
de desafo a la moral establecida que tena cuando los de talante
ertico eran libros para leer a escondidas, volmenes que estaban en
los infiernos de las bibliotecas, lo que les daba una aureola
especial. Eso ha desaparecido y ha hecho que el erotismo se haya
vuelto previsible, convencional, mecnico, es decir, que se haya
degradado en pornografa. Hoy escribir un libro ertico es mucho ms

difcil que en el pasado porque ya no es la censura lo que hay que


flanquear, sino el escollo de la banalidad y del estereotipo. Hay
una permisividad tal que todo es aceptable y aceptado. El efecto
escandaloso ha desaparecido. Ahora hay un erotismo ms de lujo,
refinado, como un juego elegante. Un buen ejemplo de esto seran las
obras de Andr Pieyre de Mandiargues, que son muy finas y estn muy
bien escritas, con un aliento potico un tanto surrealista pero de
una carga sensual muy marcada, con una dosis de fantasa muy grande.
Es lo contrario del malditismo buscado de Bataille, que pensaba que
por ah vendra una liberacin del espritu. En Mandiargues todo es
juego, aunque sea de un alto nivel.
En el mundo de lengua espaola la literatura ertica como tal es
casi inexistente. La hubo en el pasado, tal vez porque hubo tambin
una tradicin represiva muy grande. En la literatura moderna hay
textos de una gran libertad de expresin, insolente, hasta
vulgares, pero el erotismo no es eso, sino que exige cierto
refinamiento. El erotismo no es de sociedades primitivas. Requiere
una evolucin en las formas y una adquisicin de grandes espacios de
libertad para el individuo. Slo en ese contexto la relacin sexual
se convierte en un juego, en un teatro, en una ceremonia, en unos
ritos, y adquiere una connotacin artstica. El amor se practica
entonces como un espectculo rodeado de formas. Eso no se da en
culturas muy represivas ni muy reprimidas, y por supuesto, no se da
en sociedades primitivas. La tradicin ertica presupone un elevado
nivel de civilizacin".
Biografa de lector
"Descubr la literatura ertica cuando era estudiante universitario,
de una manera casual. Consegu un trabajo de ayudante de
bibliotecario de un club social de Lima muy activo, el Club
Nacional, el de la gente rica. Mi maestro de historia era el
bibliotecario de ese club y me contrat como ayudante. Mi labor
consista en ir dos horas al da a fichar los libros que se
adquiran. En esa poca ya no se hacan muchas adquisiciones, as es
que yo aprovechaba esas horas leyendo los libros de la biblioteca
del club, que en el pasado haba adquirido libros erticos de gran
calidad. Tenan la coleccin completa de Les Matres de l'Amour (los
maestros del amor), una coleccin que dirigi en Francia
Apollinaire, con muchos libros prologados por l mismo, a veces de
una manera muy erudita, siempre muy irnica. All descubr la
tradicin ertica al ms alto nivel literario: Sade, Restif de la
Bretonne, John Cleland, el autor de Fanny Hill, Sacher-Masoch,
Casanova, por supuesto, all estaban los tres tomos de sus
memorias... Estaban todos. Durante un tiempo, y de una forma un
tanto inocente, pens que ah estaba la verdadera revolucin, que en
ese tipo de literatura se estaba gestando una transformacin
profunda de la sociedad, de la moral, del individuo. Era una idea

bastante ingenua de los poderes de la literatura ertica. Descubr,


no obstante, una veta riqusima. Haba, por ejemplo, unos tomos con
una seleccin de los cuentos ms erticos de Las mil y una noches.
La coleccin era muy interesante porque reuna grandes textos
erticos y adems daba una perspectiva ertica para acercarse a la
literatura en general.
Durante un tiempo le esos libros con gran pasin. Despus supongo
que descubr su gran limitacin: la monotona. La relacin sexual
enriquece extraordinariamente la vida, pero es limitada. Por ms
inteligencia que se ponga en renovarla, siempre transcurre en un
marco determinado. Y eso da a los textos que son slo erticos una
gran monotona, los hace caer en la rutina de lo previsible. Por eso
el mejor erotismo es el que aparece en obras que no son slo
erticas, aqullas en las que lo ertico es un ingrediente dentro de
un mundo diverso y complejo. Y eso nos lleva, de nuevo, a la gran
literatura. De ah que pueda decirse que sin erotismo raramente hay
gran literatura. Y al revs, una literatura que es slo ertica
difcilmente llega a ser grande".
Una antologa espontnea
"Un texto que slo es ertico resulta muy poco convincente porque
pierde vitalidad. Como la vida no es slo sexo, un texto en el que
la vida no es otra cosa, termina siendo muy artificial y postizo, un
juego ldico disociado de la experiencia vivida convertido muchas
veces en un artificio intelectual. No es se el erotismo que me
seduce y estimula. En cambio, para m es muy difcil que haya una
gran novela en la que no haya pginas de una alta intensidad sexual.
Recuerdo novelas de las que no se podra decir que son erticas,
pero en las que hay episodios de una carga ertica tal que se han
convertido en el crter de esas novelas, en la imagen que las
sintetiza. Por ejemplo, en Esplendor y miseria de cortesanas, de
Balzac, hay un viaje en diligencia con dos personajes, una pasajera
y un joven que viaja frente a ella. Las irregularidades del terreno
precipitan a unos pasajeros contra otros, y el joven siente de
repente el roce de las rodillas de la pasajera. Es una descripcin
maravillosa. De esa novela no se me olvidar nunca el roce en esa
clandestinidad nerviosa. Esos fogonazos erticos dentro de una
historia tienen para m una importancia capital. Un relato sin esas
apariciones de lo sensual no alcanza nunca la grandeza de las
novelas que incorporan esa experiencia. Lo mismo pasa en el Quijote
con la escena de Maritornes, en la que hay un erotismo muy rico,
aunque est atenuado por el humor y por el sarcasmo. Tal vez porque
era la nica manera de pasar la censura. Jaime Gil de Biedma contaba
que de joven haba tenido una gran inflamacin ertica con esa
escena.

Siempre he tenido la idea de hacer una antologa del erotismo no


buscado, no deliberado. Es un proyecto que me sigue dando vueltas.
Sera algo as como la antologa del humor negro de Andr Breton o
la antologa de lo fantstico de Roger Caillois. Se podra hacer una
seleccin preciosa con textos erticos procedentes de libros que no
slo no son erticos sino que difcilmente podran concebirse como
erticos, por ejemplo, algunos textos religiosos, los msticos.
Muchas cosas de san Juan de la Cruz pueden leerse en clave ertica.
Si uno los lee con un espritu laico le pueden inflamar
extraordinariamente. Lo mismo podra decirse del Cantar de los
cantares. De hecho, el misticismo ha estado siempre muy cerca del
erotismo. Recuerdo, a propsito, San Genet, comediante y mrtir, un
ensayo en el que Sartre compara, de un modo muy convincente, textos
de Genet con textos msticos.
Otro fragmento de antologa es el comienzo de Moby Dick, una de mis
novelas de cabecera. En esas pginas hay una relacin extraa entre
dos personajes masculinos, un indio y el narrador, que duermen
juntos en una casa. Aparentemente todo es muy puro, sin sombra de
erotismo, pero un lector malicioso, y todos lo somos, puede
encontrar extraordinariamente extraa la convivencia de estos dos
personajes, que establecen una especie de fraternidad carnal, aunque
no se mencione ni por asomo la posibilidad de una relacin
homosexual. Otra muestra: la carga ertica del monlogo de Molly
Bloom, en el Ulises de Joyce. Son unas pginas de una fuerza
extraordinaria por la increble sensualidad de Molly, que impregna
todo el monlogo de una especie de vaho seminal. Una lectura
'malintencionada' podra dar una maravillosa antologa del erotismo
no buscado, aislando textos, igual que en esos libros de arte que
reproducen fragmentos de obras concretas".
Un canon personal
"En mi canon personal de la literatura ertica entendida en el
sentido tradicional estaran, entre los textos clsicos, el
Decamern de Bocaccio, que tiene algunas historias muy ingeniosas y
divertidas. Ms tarde, Fanny Hill, de John Cleland, y Memorias de
una cantante alemana, de Wilhelmine Shroeder-Devrient. El marqus de
Sade, por supuesto: la historia de Justine quiz sea la ms compacta
y ordenada. De Restif de la Bretonne, El pie de Mignonne (el pie de
la bonita, de la chica bonita, podra traducirse), una novela
absolutamente deliciosa en la que los personajes se enamoran de la
protagonista exclusivamente a travs de su pie. Es una novela
fetichista con un humor que le da mucha gracia. Dentro de la
literatura ms moderna, Bataille, desde luego. Qu libro de
Bataille? La historia del ojo. Es la ms novela, la que tiene mejor
tejido narrativo, aunque en ocasiones el exceso de perversin la

desvitalice un poco y la vuelva un tanto intelectual. Es, no


obstante, un libro excelente. En esa lista estara tambin SacherMasoch y La Venus de las pieles. Los trpicos de Miller, el de
Capricornio y el de Cncer. El cuaderno negro, de Lawrence Durrell,
aunque es de un erotismo un poco siniestro, pero muy bello. Se
trata, adems, de un acto de gran coraje y de un exhibicionismo
bastante audaz.
Dentro de la literatura espaola lo ms interesante son ciertos
captulos del Tirant lo Blanc, escritos con extraordinaria gracia y
talento: las historias de la princesa Carmesina y sus juegos con
Plaerdemavida. Todas las escenas de alcoba del Tirant son obras
maestras de la literatura ertica. Y, por supuesto, La Celestina. Y
La lozana andaluza, un libro muy divertido, de una libertad inslita
para la poca en cuestiones de sexo, aunque por momentos haya un
exceso de vulgaridad. Para m ese exceso en un texto ertico lo hace
irreal, lo convierte en un juego verbal.
Hay un autor, por ltimo, que habra que citar: Roger Vailland, que
trabaj con Roger Vadim, el director de Y Dios cre a la mujer, la
pelcula de Brigitte Bardot... Vailland escribi algunas novelas que
no tiene demasiado inters, pero sobre todo escribi La mirada fra,
un ensayo sobre erotismo que lleva un epgrafe de Sade que dice: 'Y
l lanz sobre m la mirada fra del perfecto libertino'. Es un
libro muy interesante en el que sostiene que para que haya erotismo
tiene que haber represin, que la libertad y el erotismo estn
reidos. Dice que las muchachas del siglo XVIII han pasado a la
historia de la civilizacin como las ms erticas. Por qu? Porque
estaban educadas en los conventos, y los conventos, a travs de sus
prohibiciones y de sus obsesiones, creaban una curiosidad y unos
tabes que eran los mayores fermentos para la imaginacin. Vailland
dice que sin la Iglesia catlica no hubiera sido posible el
erotismo. Por una parte cre las prohibiciones y, por otra, cre un
entorno, un ceremonial que le ha suministrado al erotismo su
instrumental ms rico y novedoso".
Elogio de la madrastra
"Elogio de la madrastra es un juego con muchas alusiones a las
imgenes erticas de la pintura. Para m escribir esa novela fue un
experimento divertido que me permiti emplear un lenguaje muy rico y
preciosista que no utilizo jams en mis obras, en las que el
lenguaje es muy funcional, siempre en relacin con lo que quiero
contar. En el Elogio haba un juego formal que permita contar la
historia con un lenguaje rebuscado, muy poco realista. En Los
cuadernos de Don Rigoberto, sin embargo, el erotismo es ms
intelectual. Hay juego, pero en menor medida que en Elogio de la
madrastra. All el lenguaje ya no es el mismo, no poda serlo. La
historia tena ms pretensiones realistas y el lenguaje es, no dir

ms crudo, pero s que est menos presente. En el Elogio el lenguaje


es casi un espectculo por s mismo, una presencia que se interpone
entre el lector y la historia".
Placer fro
"ltimamente ha cobrado gran fama La vida sexual de Catherine M., de
Catherine Millet, pero en este caso no se trata de erotismo. Es un
libro muy interesante, pero no ertico, sino profundamente
intelectual, una especie de autoexamen, casi una autoautopsia de la
vida ntima de la autora. Yo no recuerdo haber ledo una sola pgina
de ese libro sintiendo que ah haba un estmulo sexual. Se trata,
eso s, de una experiencia inslita: la de una persona que cuenta
con total desenvoltura la historia de una sexualidad desenfrenada.
Lo ms sorprendente del libro es, con todo, la frialdad con que ella
expone esa experiencia. Aunque la poblacin de los fantasmas
personales es infinita, no creo que ese libro pueda inflamar
sexualmente a nadie. Un libro ertico, a la vez que produce un
placer esttico, es un libro que tiene tambin que hacer las veces
de un afrodisiaco. Si no te crea una sensacin de entusiasmo y de
apetito sexual no termina de cumplir enteramente su funcin".

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