Mallarmé Variaciones
Mallarmé Variaciones
Mallarmé Variaciones
Conflicto
Por mucho tiempo, haca tiempo crea que se ausent mi
idea de algn accidente, siquiera verdadero; prefiriendo de las
casualidades abrevar en su principio, surgimiento.
Un gusto por una casa abandonada, que parecera favorable a
esa disposicin, me lleva a desmentirme: tanto contento similar, que
cada ao verdea la escalera de piedras exterior, excepto ste, que
empuja contra las paredes un postigo invernal y luego conecta como
sin interrupcin el guio actual con el espectculo inmovilizado de
otro tiempo. Prenda de retornos fieles, pero resulta que ese batiente,
carcomido, escande un estrpito, refranes, altercados, abajo:
recuerdo cmo la leyenda de la desdichada morada cuyo rincn
intacto rondo, invadida por una banda de trabajadores que estn
ofendiendo la zona porque cerca de la soledad sobrevino con una va
frrea, que me angusti al comienzo, si ira o no, casi me hizo dudar
al volver a verlo, tanto peor, habr que defender como mo,
arbitrariamente si hiciera falta, lo local y all estoy. Una ternura en
adelante exclusiva, que haya sido ste quien recibiera la peor injuria
en la supresin referida a los sitios valiosos; me volv husped de su
decadencia: inverosmilmente, la vivienda querida por el desuso y la
excepcin, convertida por el progreso en comedor de obreros del
ferrocarril.
Excavadores, poceros, por quienes un terciopelo estra las
piernas, parece que el terrapln se mueve, se alzan en el descanso en
una zanja, la raya azul y blanca transversal de las remeras como la
napa de agua poco a poco (ropa, oh, que el hombre es la fuente que
busca): son mis co-locatarios de antes quienes, en espritu, cuando
los encontraba en los caminos, mimados como los obreros
cualesquiera por excelencia: el rumor les dice vagabundos. Cansados
y fuertes, hormigueo por todas partes donde la tierra se cuida de ser
modificada, en ausencia de fbrica, encuentran independencia bajo la
intemperie.
Crisis de verso
Hace un momento, en gesto de abandono, con la lasitud que
provoca el mal tiempo desesperante una tarde tras otra, dej caer,
sin curiosidad aunque le parece haber ledo todo hace veinte aos, el
calado de perlas multicolores que adhiere la lluvia todava al tornasol
de las encuadernaciones en la biblioteca. Mucha obra, bajo el abalorio
de la cortina, alinear su propio centelleo: me gusta como en el cielo
maduro, contra el vidrio, seguir los fulgores de la tormenta.
Nuestra fase reciente, si no se cierra, toma un descanso o tal
vez conciencia: cierta atencin despeja la creadora y relativamente
segura voluntad.
Incluso la prensa, cuya informacin aspira a los veinte aos, se
ocupa del tema, de pronto, con fecha exacta.
La literatura sufre aqu una exquisita crisis, fundamental.
Quien le concede a esa funcin un lugar o el primero reconoce
en ella el hecho de actualidad: asistimos, como final de un siglo,
aunque no como sucedi en el anterior, a trastornos; pero fuera de la
plaza pblica, a una inquietud del velo en el templo con pliegues
significativos y casi su desgarramiento.
Un lector francs cuyos hbitos se hubiesen interrumpido con la
muerte de Victor Hugo no puede ms que desconcertarse. Hugo, en
su tarea misteriosa, repleg toda la prosa, filosofa, elocuencia,
historia en el verso, y como l era el verso en persona, le confisc a
quien piensa, discurre o narra casi el derecho a enunciarse. Un
monumento en ese desierto, con el silencio lejos; en una cripta pues
la divinidad de una majestuosa idea inconsciente, a saber que la
forma llamada verso es sencillamente en s misma la literatura; que
hay verso apenas se acenta la diccin, ritmo desde que hay estilo. El
verso, creo, esper con respeto a que el gigante que lo identific con
su mano tenaz y cada vez ms firme de herrero llegase a faltar, para
a su vez romperse. Toda la lengua, ajustada a la mtrica, recobrando
sus cortes vitales, se escapa siguiendo una libre disyuncin en mil
En cuanto al libro
La accin restringida
Varias veces lleg un Camarada, el mismo, aquel otro, para
confiarme la necesidad de actuar: qu pretenda? dado que al
dirigirse hacia m anunciaba de su parte tambin, en l, joven, la
ocupacin de crear, que parece suprema y que se logra con palabras;
insisto, qu quera decir expresamente?
Aflojarse los puos en ruptura de sueo sedentario para un
agraviante enfrentamiento con la idea, as como aparece un deseo o
moverse: pero la generacin parece poco agitada, ms all del
desinters poltico, por el anhelo de divagar con el cuerpo.
Exceptuando la monotona, por cierto, de enrollar entre las corvas,
sobre la calzada, la ficcin de un deslumbrante riel continuo.
Actuar sin esto y para quien no empez el ejercicio de fumar,
signific, visitante, te entiendo, filosficamente producir en muchos
un movimiento que te devuelve a cambio la emocin de que fuiste su
principio, y por ende existes: de lo cual nadie se cree seguro
previamente. Esta prctica comprende dos maneras; o por una
voluntad ignorada que dura una vida, hasta el estallido mltiple
pensar, esto: si no los vertederos ahora al alcance en una previsin,
los diarios y su torbellino, y determinar all una fuerza en un sentido,
contrariada y cualquiera entre varias, con la inmunidad del resultado
nulo.
A gusto, segn la disposicin, plenitud, apuro.
Tu acto siempre se aplica al papel; porque meditar sin huellas se
torna evanescente, por ms que se exalte el instinto en un gesto
vehemente y perdido que buscaste.
Escribir
El tintero, cristal como una conciencia, con su gota en el fondo
de tinieblas relativa a que algo sea: luego, aparta la lmpara.
Escaparates
Ni siquiera, no fue as: ingenuo, empezaba a complacerme con
ello. Un semestre atraves el olvido; y abunda, florece, se expande
nuestra produccin literaria, como de costumbre.
Se difundi una noticia con el viento de otoo, por el mercado y
llego a los solitarios rboles deshojados: les surge a ustedes una risa
retrospectiva, igual a la ma; se trataba de un desastre en la librera y
se record el trmino de crack? Los volmenes tapizaban el suelo,
sin que nadie lo dijera, invendibles; a causa del pblico que se
desacostumbr a leer probablemente para contemplar directamente,
sin intermediarios, las puestas de sol habituales de la temporada y
hermosas. Triunfo, desesperacin, como en los cielorrasos parejos en
el alto comercio de las Letras; a tal punto que sospecho un anuncio
pegado al desconcierto, y de otro modo no sabra por qu, debido a
que la novela, grato producto comn, reclam el inters como
afectada por la calamidad.
Nadie hizo alusin a los versos.
Nada se omite en esa farsa (importancia, consultas y gestos), lo
que significaba que entonces, en beneficio del ideal, se iba a ser
asimilado a los banqueros decepcionados, tener una situacin sujeta
a las bajas y los cambios bruscos, en la plaza: poner un pie, casi
levantndolo.
No: tal parece que no, vanagloria; hay que saldar.
La mercanca mental, como cualquier otra, indispensable, sigue
su curso y yo vuelvo de una maana de primavera al aire libre,
encantado al igual que todo ciudadano por la leve embriaguez de la
calle; sin haber experimentado ninguna inquietud en el trayecto,
salvo ante los modernos almacenes o zapateras del libro, pero aguda
y que proclama la arquitectura requerida en esos bazares para la
construccin de pilas o de columnas con su mercanca.
La suya
Exhibir las cosas en un imperturbable primer plano como
vendedores ambulantes impulsados por la presin del instante, de
acuerdo escribir, en tal caso, por qu, indebidamente, salvo para
exponer la banalidad; antes que tender la nube preciosa que flota
sobre el ntimo abismo de cada pensamiento, dado que vulgar es
aquello donde se distingue nada ms que un carcter inmediato. Tan
crudamente que en lugar del laberinto iluminado por flores, que
invita al ocio, esos repetidores imitan, a pesar de que me abstenga de
una imagen para no ponerlos, en persona, entre la espada y la
pared, en un camino tedioso, la resurreccin en yeso, de pie, de la
interminable ceguera sin un chorro de agua a la sombra ni verdores
que broten por encima, ms que fondos de botellas e ingratos vidrios
rotos.
Hasta el aviso publicitario duda en insertarse all.
- Dmelo, como una claridad de un rayo continuo; o que no
extraiga de interrupciones su carcter momentneo de liberacin.
La Msica, en su momento, vino a barrer con eso
Solamente en el curso del fragmento, a travs de velos fingidos,
de nuevo con respecto a nosotros, se desprende un tema de su
estancamiento sucesivo, aglomerado y disuelto con arte
Disposicin, la habitual.
Podemos empezar adems con un destello triunfal, demasiado
brusco como para durar; invitando a que se arme con demoras,
liberadas por el eco, la sorpresa.
La Sintaxis
No sus giros espontneos, aislados, incluidos en las facilidades
de la conversacin; aunque el artificio sobresalga para convencer. El
habla francesa conserva una elegancia que parece descuidada y el
pasado atestigua esa cualidad, que se establece en primer lugar,
como don de raza bsicamente exquisito: pero nuestra literatura
supera el gnero, correspondencia o memorias. Los abruptos,
elevados aleteos tambin se reflejarn: quien los realiza percibe una
extraordinaria apropiacin de la estructura, lmpida, con los primeros
rayos de la lgica. Un balbuceo pareciera la frase, en este caso
reprimido por el uso de incidentes, que multiplica, se compone y se
eleva en un equilibrio superior, en un balance previsto de inversiones.
Si quisiera alguien, a quien la magnitud sorprenda, incriminar
ser a la Lengua, cuyo movimiento vemos.
- Las palabras por s mismas se exaltan en muchas facetas,
reconociendo las ms raras o valiosas para la mente, centro de
suspenso vibratorio; que las percibe independiente de la serie
ordinaria, proyectadas en paredes de cavernas mientras dura su
movilidad o principio, por ser lo que en el discurso no se dice:
dispuestas todas antes de la extincin en una reciprocidad de luces,
distante o presentada al sesgo como contingencia.
El debate, que la evidencia media y necesaria desva en un
detalle, sigue siendo de gramticos. Aun si un desafortunado se
equivocase ocasionalmente, la diferencia con el embrollo a favor
generalmente no se destaca tanto como para que surja la necesidad
de distinguirlo de los denunciantes: recusa la injuria de oscuridad
por qu no, en el fondo comn, otras ms, de incoherencia, ecolalia,
plagio, sin recurrir a una sancin especial y preventiva o una ms,
Oficios
Placer sagrado
La nota actual de un retorno a la capital est dada por la
inauguracin de los conciertos.
El mismo espectculo cada temporada: una asistencia y la
espalda de un hombre que extrae, creo, parece hacerlo, el prestigio
de su invisibilidad.
Un viento, o el temor de perderse de algo que exige el regreso,
ahuyenta a la gente del horizonte a la ciudad, cuando el teln va a
levantarse sobre la magnificencia desierta del otoo. La prxima
dispersin de la digitacin luminosa que suspende el follaje se refleja
entonces en el cuenco de la orquesta lista.
La batuta del director aguarda una seal.
Nunca caera el arco soberano que ataca el primer comps, si
hiciera falta que en ese instante especial del ao el candelabro en la
sala representara, por medio de sus mltiples facetas, una lucidez en
el pblico con respecto a lo que se vino a hacer. lite artistas
asiduos, intelectuales mundanos y tantos otras pequeas butacas
sinceras. El melmano, aunque se sienta en casa, desaparece, pues
no se trata de esttica sino de religiosidad.
Mi tentacin sera entender por qu lo que se anunci como
efusin de un arte adquiere luego, y por qu potencia sorda, otro
motivo. Considerando efectivamente que, aparte de las celebraciones
oficiales, la Msica se revela como el ltimo culto humano plenario.
Catolicismo
Presuncin, imaginamos en razn del silencio exterior, de que
eso, mltiple vibracin de certeza y de tinieblas unida en meditativo
unsono, ha cesado
As
Simplemente en la ineptitud de la gente para percibir su nada
excepto como hambre, miseria profana, ms all del
acompaamiento del trueno de rganos absoluto de la Muerte.
Una raza, la nuestra, a la que el honor de prestarle entraas al
miedo que tiene de s misma, salvo como conciencia humana, le cay
encima la metafsica y claustral eternidad, luego de que expirara el
abismo en algn firme aullido dentro de las pocas, sera, pero no, me
da risa, a pesar de ese trato celeste, como si nada, algo ordinario,
indemne, vago; porque no quedan huellas tras un minuto de
posteridad cuando no florece siquiera la vida reconquistada y
nativa.
Por lo menos, semejante desaparicin sin que la voluntad del
comienzo, despus de los tiempos, llamara ntimamente como quien
golpea una soledad al espritu para que resuma la oscura maravilla
Una pretensin que se jacta de laica sin que esta palabra aporte
un sentido ligado al rechazo de inspiraciones superiores, est bien,
saqumoslas de nuestro fondo, imita ahora por hbito lo que
intelectualmente omita la disciplina de la ciencia, a riesgo de caer o
de probarlos, dogmas y filosofa.
nico inters que aparece en razn de sueos
Aun as sobrevivira la religin, aceptacin comn de una de las
Quimeras, en la prueba liminar de la Justicia
Se exteriorizar un rito de la prctica cotidiana, como pompas y
sello: o se tratara de un gnero grandioso de distraccin.
Una cuestin de enmaraado despliegue, poco relacionada, lo
s, con lo que tratamos: hace falta una lectura de noches como la que
acabo de tener, el libro excepcional de Huysmans, para comunicar,
con esperanza de defenderse contra la soberbia influencia, mi
adaptacin o el traslado de semejante mana
La intrusin en las fiestas futuras.
Qu deben ser: tributarias en principio del ocio dominical?
Nadie aclarara este punto, a menos que suspendiera el pesado
candelabro como su visin, evocando mltiples motivos; pero sin
embargo podemos deducir los medios y las necesidades en juego.
En algn anfiteatro, como un ala de infinitud humana, se bifurca
la multitud, asustada ante el sbito abismo hecho por el dios, el
hombre o Tipo.
Representacin con concierto.
Igualmente
Una hermosa alegra de hoy, debida a los sortilegios variados de
la Poesa, slo es vlida combinada con un funcionamiento de capital
de donde resulta como una apoteosis. El Estado, en razn de
sacrificios inexplicados y que por consiguiente dependen de una fe,
exigidos al individuo o a nuestra insignificancia, implica un aparato: el
improbable en efecto de que seamos frente al absoluto los seores
que ordinariamente parecemos. Alguna realeza rodeada de prestigio
militar, que recientemente bastaba en pblico, ha terminado: y la
ortodoxia de nuestros impulsos secretos que se perpeta, devuelta al
clero, padece un debilitamiento. No obstante, ingresamos en la iglesia
con el arte: y s, lo sabamos! El resplandor de antiguos cnticos que
surgan consuma la sombra e iluminaba cierta adivinacin largo
tiempo velada, de pronto lcida y en relacin con una alegra por
instaurar.
Siempre que en lugar se d un misterio: en qu grado
seguimos siendo espectadores o presumimos que tenemos all un
papel? Desdeo todo achatamiento murmurado por la doctrina y me
atengo a las soluciones que proclama el brillo litrgico: no es que