Simbolismo, Ritual y Performance
Simbolismo, Ritual y Performance
Simbolismo, Ritual y Performance
RITUAL
Y PERFORMANCE
antropologa sociocultural
Wilde y Schamber
[compiladores]
Crdoba
Bossert
Villar
Citro
Cirio
Luduea
O sea que, al plantear la naturaleza simblica de su objeto, la antropologa social no tiene la intencin de separarse de los realia. Cmo lo habra de hacer, puesto que el arte, donde todo es signo, utiliza mediaciones materiales? No es posible estudiar dioses desconociendo sus imgenes,
ritos sin analizar los objetos y sustancias que fabrica o manipula el oficiante, reglas sociales independientemente de las cosas que les corresponden. La antropologa social no se acantona en una parte del dominio de
la etnologa; no separa cultura material y cultura espiritual. En la perspectiva que le es propia y que tendremos que ubicar-, les consagra igual
inters. Los hombres comunican por medio de smbolos y de signos; para
la antropologa, que es una conversacin del hombre con el hombre, todo es smbolo y signo que plantea como intermediario entre dos sujetos.
Claude Lvi-Strauss,
Leccin inaugural en el Collge de France, 1960
Uno de los campos privilegiados de la orientacin antropolgica conocida como etnologa, dedicada a la explicacin
comparativa de los fenmenos culturales a nivel global, fueron
las prcticas simblicas y rituales. En la Argentina la etnologa
lleg a tener un desarrollo importante a partir de los aos 40 con
figuras como Jos Imbelloni (1885-1967) que, en una lnea difusionista, fundaron un proyecto nacional de antropologa recoINTRODUCCIN: REFUNDACIONES ETNOLGICAS
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nocido incluso ms all de las fronteras del pas. Pero esa orientacin de la disciplina se encuentra hoy por hoy prcticamente
extinta. Aunque es claro que los avatares polticos del pas y la
universidad junto con el cambio de las condiciones internacionales de la produccin de conocimiento contribuyeron a esa
realidad, tales argumentos todava parecen insuficientes para
explicar que prcticamente no hayan quedado rastros de aquel
temprano auge en la academia local. Una rpida revisin diacrnica permite localizar un punto de quiebre en los aos 60. Por
esa dcada se instala en la antropologa metropolitana una divisin entre, por un lado, la orientacin hegemnica centrada en
el acercamiento al universo mtico, cosmolgico y ritual de los
grupos indgenas, cuya impronta fue una variante verncula de
la fenomenologa definida y difundida por el profesor Marcelo
Brmida, transformado en el big man de la antropologa argentina luego de la cada de Imbelloni (Perazzi 2003). Por otro
lado, una antropologa social volcada a los sectores urbanos y
rurales marginalizados (dentro de los cuales seran incluidos los
grupos indgenas) que se desarroll por fuera de la universidad,
en instituciones vinculadas de una u otra manera a la gestin.
Esta ltima orientacin, que expresaba el giro antropolgico hacia la izquierda a un nivel continental latinoamericano, reclamaba un reconocimiento acadmico que llegara ms tarde. En los
aos 70 esa divisin se radicaliz trayendo como consecuencia
un oscuro enfrentamiento signado por las persecuciones polticas y la inestabilidad institucional. Durante los aos duros del
rgimen militar se impusieron las ideas de Brmida y los representantes ms importantes de la hasta entonces muy activa ala
izquierda de la antropologa partieron al exilio.
La reapertura democrtica produjo una ruptura radical y
definitiva con el programa bormidiano. En un enfrentamiento
que parece calcado de los dilemas socio- polticos que abri el
proceso democrtico, los discpulos ms cercanos a Brmida
fueron en su mayor parte marginados de la universidad, aunque
continuaron en otros mbitos con una orientacin de trabajo en
la lnea de su mentor. Desde entonces, el trmino etnologa
fue utilizado para etiquetar, apelando a argumentos ideolgicos
y metodolgicos (no siempre del todo consistentes), la mala
praxis antropolgica. El vapuleado trmino, cuya pronunciacin
todava produce alguna incomodidad, ni siquiera logr limpiar
su cara o revitalizarse con la entrada al pas, tambin por los
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tos de la concepcin contempornea del smbolo, a saber, su carcter material y su carcter poltico, sobre los que conviene hacer una breve digresin. Partamos de la premisa bsica de que la
cultura, por definicin un sistema de clasificacin cuyas unidades son los smbolos, posee una realidad material que se experimenta a travs de los sentidos y participa de una red de significaciones ms amplia (LeCron Foster 2002). Incluso en el programa antropolgico estructuralista definido por Lvi-Strauss,
las denominadas clasificaciones sociales establecen un nexo entre el aspecto material y el aspecto cognitivo de la actividad humana analticamente marcado por la distincin entre naturaleza
y cultura. En este esquema, cuyo impulso es racionalizar un
mundo antes concebido como irracional, las realidades primeras
(conceptuales) y segundas (sensibles) no operan de manera separada o dual. En un nivel ms abarcador, el propsito es comprender sistemas de signos que dan coherencia a la vida social indagando sobre los lenguajes mticos, la oralidad, la gestualidad,
los sistemas de parentesco, las reglas matrimoniales, las leyes
consuetudinarias, las prescripciones y proscripciones rituales, entre otros aspectos de la cultura, expresa tambin una preocupacin por fundar normas de comportamiento social e intercambio
econmico, lo que ms recientemente ha sido denominado esquemas de praxis (Descola 2001b; Lvi-Strauss 1976).
El ejercicio de poder y las relaciones econmicas son tambin prcticas simblicas sujetas a condicionamientos histricos. Las prcticas polticas, cualquiera sean, estn dotadas de
una dimensin simblica que las hace eficaces. Como lo comprueba Balandier en su amplio recorrido histrico y geogrfico,
ningn poder puede mantenerse exclusivamente por la dominacin brutal o la sola justificacin racional, dispositivos que ms
bien amenazan su existencia. Todo poder se conserva por medio
de la transposicin dramtica de los acontecimientos histricos,
la produccin de imgenes, la manipulacin de smbolos o el ordenamiento ceremonial, en otras palabras, la puesta en espectculo de la ideologa (Balandier 1994: 18). El lder comunal debe apelar a las puestas en escena para lograr y mantener las adhesiones y lealtades de sus interpelados, an cuando se sabe poseedor de un aparato represivo que le permitira mantenerse en
el poder. Son estos medios los que hacen posible entender la paradoja de la dominacin poltica o, en trminos de Victor Turner, que lo obligatorio devenga deseable.
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cena (Bajtn 1994; Da Matta 1982). La produccin ms reciente ha tendido a vincular el ritual con la manipulacin poltica y
la construccin de la memoria. Los smbolos permiten representar grupos de poder, fortalecer su legitimidad, establecer solidaridades en momentos de transicin, modelar percepciones de la
realidad (Kertzer 1989). En virtud de su capacidad de crear continuidades con el pasado los ritos estn dotados de un poder
que remite a los acontecimientos mticos por medio de su representacin (Connerton 1989: 43 y 45; Eliade 2001). La asimilacin del concepto de ritual al de drama, promovida por Turner, tambin desencaden una importante produccin de trabajos relacionados con el concepto de performance, trmino que
frecuentemente aparece traducido de manera imprecisa al castellano como actuacin o ejecucin y que ha sido utilizado
en mbitos como el teatro, la msica, los gneros verbales y corporales (Turner 1982, 1988).
Las definiciones previas sirven como ilustracin de la vastedad del campo del simbolismo y el ritual cuyo tratamiento reclama la corriente de la disciplina reconocida como antropologa
simblica. Sera poco prudente de nuestra parte etiquetar el contenido mltiple de los trabajos de este libro bajo semejante rtulo,
ya que no podemos decir que exista una tal lnea terico-metodolgica de trabajo coherentemente definida en nuestro medio. Como se ver, los trabajos enfatizan claramente la dimensin simblica basndose en referencias tericas que remiten, sin conexiones
necesariamente explcitas, a algunas de las definiciones previas.
Los ensayos plantean, a partir de datos empricos de diferentes
grupos, debates sobre la naturaleza de las representaciones nativas, la eficacia simblica, las variaciones y contradicciones individuales en los relatos mticos, la construccin de espacios simblicos y el dilema del cambio sociocultural inscripto en las prcticas
rituales y las tcnicas corporales, especficamente la danza y la msica. Corresponde a esta introduccin entonces la tarea ingratamente simplificadora y arbitraria de plantear algunos de los tpicos que, a nuestro modo de ver, son articuladores de todos los trabajos, ayudando al lector a enmarcar los casos en problemticas
ms amplias de la disciplina. Si bien esto es algo que los autores
hacen de manera sucinta, en lo que sigue trataremos de incluir referencias a debates tericos y bibliografa complementarios.
A nuestro juicio, los trabajos del libro exploran dos ncleos temticos centrales del debate antropolgico contemporINTRODUCCIN: REFUNDACIONES ETNOLGICAS
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neo sobre simbolismo y ritual, de honda raigambre en la historia de la disciplina. El primero es el problema etnolgico sobre
el pensamiento indgena y las tradicionalmente llamadas clasificaciones primitivas, que ahora introduce una reconceptualizacin de categoras clsicas como totemismo, animismo y
chamanismo, entre otras. El segundo ncleo, de carcter ms
metodolgico, se vincula con la definicin de una antropologa
de la experiencia que vuelve al mundo de los sentidos, las emociones y las percepciones corporales a travs de categoras pragmticas como la de performance.
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raleza del llamado pensamiento salvaje o pensamiento mgico. El segundo aspecto, ntimamente relacionado con el primero, define a partir del riqusimo universo de representaciones
mticas indgenas la repeticin de determinados patrones cognitivos y esquemas de accin que guan el relacionamiento entre
el ser humano y el ambiente fsico (entre cultura y naturaleza,
para utilizar una antinomia desmod). El establecimiento de
fronteras entre los diversos seres que pueblan el cosmos resulta
crucial para concebir la nocin de humanidad y la pertenencia a
este o aquel grupo social. Ambos aspectos podran ser considerados parte del mismo debate aunque han impulsado derivaciones especficas.
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la existencia de una distincin radical entre el pensamiento moderno de la sociedad occidental y el que rega en las entonces
llamadas sociedades primitivas, instal los ejes del debate que
se contina hasta nuestros das. Segn afirmaba Lvy-Bruhl, la
orientacin mstica, la carencia de objetividad, la indiferencia
con respecto a la ley de contradiccin y la valoracin diferente
de la experiencia perceptiva caracterizaban el pensamiento primitivo. Este autor acu el concepto de participacin para
explicar una afectividad especfica segn la cual los objetos poseen espritu y se asocian emocionalmente en un marco de comunin con el mundo que disuelve la relacin objeto - sujeto.
Como correlato, al no existir un principio de individuacin, los
hombres que comparten tal lgica participacionista se encuentran completamente subordinados a la comunidad (LvyBruhl 1972).
Bronislaw Malinowski y Edward Evans-Pritchard retomaron las ideas sucintamente descriptas para discutir las posiciones evolucionistas de Frazer.4 Sin embargo, estos autores diferiran en aspectos fundamentales: mientras, a grandes rasgos,
Malinowski busc fundamentar el fenmeno mgico en la experiencia individual o psicolgica, Evans-Pritchard propuso una
investigacin en la que primaba la estructura social, asociada ntimamente a la religiosa. Malinowski entendi a la magia como
un alivio de las tensiones y la inestabilidad del hombre en situaciones de ansiedad e impotencia. Esta cumple la funcin de exteriorizar diferentes tipos de emociones sirviendo de catarsis individual para las tensiones sociales. Los ritos responden a exigencias de apoyo y seguridad psicolgica produciendo un efecto de confianza en el individuo y permitindole enfrentar situaciones de crisis profunda. Para Malinowski ninguna sociedad
carece de religin, magia ni ciencia complementndose las tres
4. El punto de partida es la tradicin inaugurada por Tylor y Frazer, que
concibe a la magia como teora errnea sobre la causalidad, orientada hacia la
prctica pero en tanto ciencia bastarda o falsa religin. Si bien esta tradicin
se encuentra hoy superada, algunos de sus postulados han sido retomados ms
recientemente por autores de la talla de Goody o Horton, para explicar las bases universales del fenmeno religioso y sus afinidades estructurales con el pensamiento cientfico. Pero digamos que si bien Frazer es uno de los primeros en
plantear un ordenamiento evolutivo entre estas modalidades de conocimiento,
es Lvy-Bruhl quien instala una discusin filosfica sobre las modalidades de
pensamiento que continuar hasta nuestros das.
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intentan reflexionar sobre los aspectos dinmicos de la estructura y los procesos de cambio simblico. Como se ha visto, ya en
las formulaciones tempranas de Victor Turner, los rituales son
entendidos no solo como mantenedores del orden social sino
tambin como vehculos de la accin simblica y dinamizadores
del cambio social. Turner propone un modelo conformado por
dos modos contrapuestos de interaccin social que se ponen en
juego en los contextos rituales. Por un lado, un sistema estructurado, diferenciado, jerrquico, inscripto en el polo cognitivo y
racional de la conducta, la poltica y la legalidad. Por otro lado,
un sistema anti-estructural caracterizado por la ausencia de jerarqua, la indiferenciacin, la ambigedad, ligado a la idea de
una sociedad abierta y al polo afectivo (y fisiolgico) de la conducta de los individuos. Los smbolos rituales, tal y como los
define Turner tienen por objeto condensar esos dos polos de actividad social por medio de la gestacin de metforas. En los rituales, el estado de indiferenciacin se expresa a travs del atributo de la liminaridad.15
Dos de los trabajos de este libro se vinculan con esta dimensin de la experiencia y la construccin de espacios y tiempos sociales, el de Silvia Citro y el de Gustavo Luduea. El trabajo de Citro nos introduce en el mundo de la performance y
las prcticas corporales como vehculos de identidades o pertenencias colectivas entre los aborgenes Toba. La autora observa
a partir del concepto de performance los cambios y continuidades de los cantos-danzas de este grupo conjugando una serie de
perspectivas y desarrollos disciplinares de la etnomusicologa y
la lingstica. Citro muestra algunas de las adaptaciones de estas expresiones por influencia de los contactos e interacciones
con la sociedad envolvente que derivan en modalidades que podramos denominar mestizas de expresin corporal, aunque la
autora no utiliza este trmino. Las performances brindan indicios
de relaciones intertnicas y procesos de etnognesis (aparicin
de nuevos grupos socioculturales). As, los cambios estilsticos
15. Junto con la propiedad de condensacin que permite la representacin de muchas cosas y acciones en una sola formacin, el smbolo dominante
conlleva una unificacin de significados dispares. Una tercera propiedad es la
polarizacin de sentido, los asociados al orden moral y social (polo ideolgico)
y el de los procesos y fenmenos natuales y fisolgicos (polo sensorial) (Turner
1999).
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son reveladores de cambios socioculturales ms amplios, que indican el avance de los sectores criollos. Citro tambin discute el
lugar de la danza como vehculo del goce, el placer y la seduccin en el contexto especfico de interaccin y relacionamiento
sexual.
El trabajo de Gustavo Luduea, dedicado a la construccin del espacio simblico en monasterios benedictinos de Argentina, plantea el desafo de hacer una etnografa del silencio
en la que todos los indicios deben buscarse en los gestos, los
movimientos corporales y las miradas, indagando las significaciones de los usos del espacio y las interacciones cotidianas en
una institucin cerrada. Este singular acercamiento a una parte
del mundo de las prcticas msticas o religiosas oficiales abre
mltiples posibilidades para la antropologa, en virtud de que la
expone a una paradoja: cmo hacer una etnografa de un espacio liminar, donde la sociabilidad tiende a un cero absoluto y la
espiritualidad entendida en este caso como bsqueda y contacto con lo numinoso alcanza el pinculo de su expresin (Luduea). En su anlisis de la construccin de los lmites simblicos entre el adentro y el afuera del monasterio Luduea subraya la complejidad de la espacialidad monstica, que se encuentra lejos de constituir una superficie plana y uniforme de prcticas sagradas. Luduea establece el significado de estos espacios a partir del concepto de liminaridad. Se trata, escribe, de
una sociabilidad definida a partir de la condicin liminar de la
comunidad como un todo frente a la sociedad, como grupo
frente a los extraos al monasterio y, finalmente, como sujetos
temporalmente recluidos frente a su propio grupo de pertenencia (Luduea). La condicin liminar atraviesa y se desarrolla
por los diferentes espacios y referentes estructurales (pblico,
ntimo, privado comunitario, sociolgico e individual).
Puede decirse que ambos trabajos definen una variante
local del campo conocido como antropologa de la experiencia, que se toca en varios puntos con las corrientes fenomenolgicas contemporneas de la disciplina y rene orientaciones
heterogneas. Entre stas pueden mencionarse al menos dos: a)
aquellas relacionadas con lo que puede denominarse teora de
la performance y b) las que centralizan el anlisis de las percepciones sensoriales y las emociones.
Turner define a la antropologa de la performance (trmino
que engloba al ritual, la ceremonia, el carnaval, el teatro y la
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poesa) como una parte esencial de la antropologa de la experiencia. El trmino performance no posee traduccin precisa al
castellano; segn informa Turner deriva del francs parfournir y
refiere a la accin de completar, como el final propiamente dicho de una experiencia. Turner recupera la categora de experiencia de la filosofa de Dilthey quien busca superar el legado
kantiano de las categoras formales distinguiendo cinco momentos que parten de un ncleo perceptual o sensible y alcanzan la
expresin o comunicacin en trminos inteligibles de esa experiencia perceptual (lingstica o no verbal) pasando por una serie de mediaciones. La obra de arte expresara la culminacin
expresiva mayor (Turner 1982: 13 y 16).
Turner enfatiz las relaciones entre este concepto y el de
ritual, pero como seala Beeman (1993) lo que podra denominarse teora de la performance se aplic a campos muy diversos,
como la interaccin en las estructuras del lenguaje y la puesta
en acto de gneros narrativos en folklore conocidos como arte
verbal, donde opera singularmente la eficacia simblica (ver
por ejemplo el artculo pionero de Bauman 1975). El anlisis de
Citro permite avanzar una sntesis conceptual concibiendo a la
performance como el conjunto de expresiones corporales, visuales y sonoras capaces de brindar informacin sobre aspectos
ms generales de la sociedad y que son susceptibles de ser ledas como textos. En esta interpretacin es preciso resaltar el
carcter indicial de estas manifestaciones, en la medida que permiten inferir episodios y significaciones olvidados u invisibilizados estratgicamente y directamente elididos del discurso verbal. La tarea antropolgica consistira en develar la lgica de estas prcticas invisibilizadas.
Ese carcter indicial tambin est presente en el trabajo
de Luduea, quien lleva a pensar en los rituales y prcticas corporales dentro del monasterio como actos de institucin que
definen pertenencias y establecen fronteras simblicas. Habitar
un espacio escribe el autor- significa estar en l en forma activa, es decir, poner en ejecucin un hacer` que guarda ntima relacin con el lugar en el que se desarrolla. (Luduea). Una particularidad de los mbitos religiosos como el monasterio es introducir discontinuidades en la percepcin social del espacio, tal
y como los rituales introducen discontinuidades en la estructura del tiempo. Esos intersticios estn dotados de significado.
Luduea incorpora una paradoja conceptual dado que las noINTRODUCCIN: REFUNDACIONES ETNOLGICAS
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ciones de tiempo y espacio que el ritual introduce como una cua en lo cotidiano, son vividas por los actores como realidades
cotidianas en las interacciones sociales del contexto monacal.
En otros trminos, lo ritual se transforma en cotidiano y lo cotidiano en ritual. Luduea evoca las ideas de Turner, quien siguiendo a Van Gennep, aborda al ritual a partir de un esquema
tripartito de fases: la separacin, el margen y la agregacin, cada una de las cuales define estados o condiciones distintivos.
Tambin establece conexiones con la dimensin de lo sagrado o
lo numinoso definida por el telogo Rudolf Otto.
No es posible una antropologa de la experiencia sin un
nfasis en la cuestin de la creatividad envueltas en las prcticas
rituales y simblicas. El artculo de Citro cierra con un planteo
terico sobre esta cuestin, especficamente relacionada a la
produccin de placer y la seduccin en las performances toba. La
autora intenta revisar la visin segn la cual esas prcticas habran sido reducidas a catarsis de tensiones sociales y propone
un esquema segn el cual ellas implicaran un incremento placiente del estmulo que culmina con la relacin sexual. En el artculo la nocin de goce aparece asimilada a la de placer, lo que
quizs motivara la replica de un psicoanalista, pero el planteo
resulta pertinente para impulsar un debate interdisciplinario todava titubeante. A nuestro juicio, la seduccin implcita en estos hechos sociales que ponen en contacto a los cuerpos deseantes, remite a un terreno terico que en otro lugar hemos denominado dimensin ertica del sonido (en este caso la danza),
una dimensin que expresa lo inexpresable, el mbito de lo real
en la terminologa lacaniana (Wilde 2006). Sobre ese aspecto
pulsional, o digamos subversivo, de la accin humana, centro
de la actividad creativa, podemos comprobar que cae el aparato
de control social que es, ante todo, como dira Foucault, un aparato de vigilancia de los cuerpos.16
El ltimo trabajo del libro, vuelve de manera singular sobre los ndices estticos del cambio sociocultural. En l, Pablo
16. Todos los conceptos psicoanalticos vertidos en esta introduccin se
inspiran en la lectura de la obra del antroplogo francs Charles-Henry Pradelles de Latour (1997, y varios artculos y reseas aparecidos en espaol en la revista mexicana Cuicuilco), las estimulantes lecciones del Prof. Carlos Ruiz y las
discusiones llevadas a cabo en un ejercicio de lectura coordinado por la Lic.
Claudia Gaspar durante el ao 2005 en el marco de las actividades que desenvuelve en Buenos Aires la cole Lacanienne de Psychanalyse.
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Cirio presenta una mirada a la problemtica de la migracin gallega en Argentina a partir de la msica, terreno cuyas posibilidades heursticas han sido poco exploradas en nuestro medio
como va de entrada a la problemtica social, o ms precisamente, a las pertenencias colectivas. Al respecto cabe sealar que los
antroplogos han sido especialmente esquivos al anlisis musical y sonoro -incluso digamos a las artes en general- en sus trabajos etnogrficos, perdiendo un importante universo de datos
y significaciones sobre los grupos con los que trabajan. De hecho, es posible constatar que muchas veces los grupos articulan
su sentido de pertenencia ante todo por la va de la adopcin de
smbolos sonoros tan poco traducibles como altamente eficaces (pongamos por caso el fenmeno de la cumbia villera, el
tango o la murga en Buenos Aires). La msica puede dar cuenta, seala Cirio, de valores que van desde lo esttico a lo thico,
desde lo normativo hasta la historia del grupo. Como se refleja
en el artculo, se trata de expresiones centrales en la vida cotidiana y la construccin de la memoria de los gallegos en Argentina. Les permite hacer un juego altamente creativo entre la cercana y el distanciamiento con su espacio original (o su espacio
receptor) guiando la seleccin de elementos (sonoro verbales)
que los representan.17
El artculo realiza una propuesta metodolgica de anlisis
de siete variables o elementos de preservacin y cambio basados
en la influencia de las tradiciones peninsulares y las de los contextos receptores. Como revela el caso analizado, la msica (y
su relacin con los textos) puede constituir un material privilegiado, por lo poco obvio, para abordar los procesos de globalizacin. En este sentido confirma lo que Martn Stokes hizo notar hace poco tiempo: que las contradicciones y ambigedades
propias del interjuego entre lo local y lo global se reflejan en una
amplia gama de fenmenos musicales marcados por la simultaneidad y la heterofona (pastiche, irona, multivocalidad, hibridez) fenmenos que se imbrican en la vida cotidiana de los actores de la dispora, sirviendo de vehculos para superar concepciones identitarias entendidas en trminos binarios (Stokes
17. De Pablo Cirio ver la compilacin sonora en CD: La msica tradicional gallega en la Argentina entre 1860 y 1960, auspiciada por el Museo de
la Emigracin Gallega en la Argentina y la Federacin de Asociaciones Gallegas de la Repblica Argentina.
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