El Vuelo de La Calandria
El Vuelo de La Calandria
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Este es un libro erudito y novedoso, en tanto es sustancialmente transdisciplinario y juega en los lmites de las formas
de escritura: usa formas discursivas del canon cientfico, y
tambin echa mano de las estrategias textuales de la literatura. Ofrece, particularmente a lectores interesados en los
cambios culturales de Latinoamrica, una visin profunda
que descifra y no solo describe, la novedad cultural producida en el Sur del Mundo; nos habla de: antropologa
literaria, tambin nos describe replanteamientos de la teologa de la liberacin y fundamentalmente desarrolla una
teora respecto de los modos de la comprensin cultural de
Amrica Latina, para ello desarrolla tericamente el concepto de "analoga esttica. Esta obra es parte de una
nueva forma de escritura que conecta la literatura y las ciencias humanas de forma transdisciplinaria y transcultural.
As, este texto es una expresin de las bsquedas de muchos
intelectuales latinoamericanos en trnsito entre la cultura
europea y la periferia latinoamericana, sin perder de vista
su fundamento en Amrica del Sur. De este modo la periferia pasa a ocupar el centro desde una reflexin y una escritura innovadora.
Alvarado Borgoo
Analogas estticas
y comprensin
transcultural
latinoamericana
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y comprensin
transcultural
latinoamericana
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Este libro fue escrito en el contexto del desempeo del autor como Profesor Titular
del Instituto de Filosofa de la universidad de Valparaso, adscrito como investigador
jornada completa de Convenio de Desempeo en Artes, Humanidades y Ciencias
Sociales de la misma Universidad. El financiamiento de la investigacin respectiva
corresponde a la ejecucin del proyecto aprobado por la Deutscher Akademischer
Austauschdienst (D.A.A.D), titulado: Anthropological literature in Chile. A hybrid
language for intercultural communication
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Dedicatoria
La misma Calandria de fuego que sobrevol Mendoza cuando Mara Borgoo fue
detenida en 1974, la siempre joven militante que muri hace unos das, es la
Calandria de la ira que sobrevuela mi Valparaso con sus muertos y sus raudales
de casas incendiadas: indudablemente para ellos debe ser este libro1.
Frankfurt/ Valparaso 2014
Agradecimientos
Agradezco a las personas que confiaron en este libro, que lo intuyeron, que
sacrificaron algo por l; todo libro es producto de la lengua colectiva y de la buena
intensin de personas especficas, gracias principalmente a: Andrea Gremels,
Beatriz Klein, Roland Spiller, Arpe Caspary, Paloma Bravo, Elizabeth Alvarado,
Vanessa Garca, Paulina Lacalle, lector@s amoros@s, colegas leales, alemanes y
sudakas, cuya caridad y gratuidad del gesto me asombran.
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parece una tarea utpica y Miguel Alvarado nos hace darnos cuenta desde
el principio que el trmino cultura ya no nos sirve, que se ha convertido en
un significado vaco, sobreusado, diciendo mucho sin decir nada, tanto
como el concepto de identidad que se ha vuelto un delirio discursivo. Pero
simplemente dejar de hablar de cultura sera un desafo, asimismo utpico
para un antroplogo. Entonces, cmo salir de este vaco? Pensarlo en
plural, las culturas y as correr el riesgo de caer en la trampa de un
relativismo posmoderno que ignora las contradicciones y fronteras
existentes? Reemplazarlo por otros conceptos, pero cules?
Cuando Miguel Alvarado dice que la comunicacin intercultural es
imposible, porque cada intento de realmente estudiar y entender al otro
tiene que fracasar, no solo hace referencia al debate de la crisis de la
representacin etnogrfica que se llev en la antropologa a partir de los
aos 70 (writing culture debate), sino que plantea una tica transcultural
que permite un acercamiento a lo inaccesible, insondable e indeterminado
que conllevan los encuentros y las cruces entre las culturas. Por lo tanto,
una tica transcultural se constituye por medio del deseo que no busca
cumplimiento, que deja lugar a la opacidad en el sentido de Edouard
Glissant, que se inclina hacia los huecos vacos del proceso hermenutico
las famosas Leerstellen, segn el crtico literario Wolfgang Iser y su teora
de la esttica de la recepcin. Es una manera de salir de la limitacin de
producir un sentido nico y objetivo al (d)escribir las culturas para indagar
en lo polimorfo de la prctica antropolgica y explorar lo polismico
del lenguaje que transforma este libro cientfico en un ensayo literario.
Es evidente que un erudito chileno que plantea una disciplina emergente,
a la que llama antropologa literaria, debe ser considerado decididamente
interdisciplinario. Sin duda, lo sugerente de este planteamiento
interdisciplinario radica en la indisciplina. A veces analtico, a veces
anecdtico, a veces filosfico y ante todo literario este ensayo recorre las
distintas disciplinas con habilidad, para al fin transgredir y superar todas
reglas impuestas para escribirse ms all de cualquier disciplina. Esto
cuenta tambin por la autora que se construye a travs de estrategias
narrativas, de semiticas diversas y diversificadas, y de posicionamientos
constantemente alteritarios. Decir yo ya es decir otro, el antroplogo
literato es por ello un sistema de heteronimias, como dice Miguel Alvarado
(captulo III). Por lo tanto, no solo reflexiona sobre las metalenguas
latinoamericanas, sino que se entrega a la creacin de una metapotica
reflexiva, que cuestiona, abre y perfora el acto de escribir a travs de una
indisciplina intencionada. En este contexto destaca el cuarto captulo sobre
la Teologa de la Liberacin, este movimiento de gran impacto
sociohistrico, teolgico y poltico en Amrica Latina. Nuestro autor
analiza el hecho de que uno de sus representantes ms destacados, el
brasileo Leonardo Boff, que estudi teleologa en Alemania, fue silenciado
por la Iglesia Catlica bajo el mando del excardenal alemn Joseph
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Este libro trata sobre un tema que me tiene obsesionado desde que tena
veinticinco aos. Hoy me doy cuenta que esa obsesin, bajo la forma de
una pregunta nunca respondida, ha recorrido todo mi trabajo, pero el
enigma nunca se desenreda y queda en este libro; una respuesta siempre
elaborada a pedazos de una manera fragmentaria y testimonial: muy
biogrfica, respecto de un tema y unas dudas que siento me superan. Solo
puedo afirmar que el yo y el nosotros no son indicadores de propiedad,
sino recursos que nos dicen algo sobre un hablante dislocado: as tambin
retricamente el yo y el nosotros se intercalan tensionalmente en este
texto. Pero, para poder esbozar algunas respuestas no puedo dejar de
reconocer que a veces razono que, s nos comunicamos a pesar de la duda
que al respecto da a da me asalta, entonces, efectivamente: la analoga
esttica derrota a la maldicin de la distancia en tanto establece un vnculo
entre las formas estticas, particularmente las literarias, y la conformacin de una
visin de la alteridad en Latinoamrica. Hace tiempo ya denomin a esto
analoga esttica y en ella est el fundamento de mis esperanzas; pero se
trata solamente de breves instantes, circunstancias casuales y felices,
transitorias y oportunas, espectros, luces en el aire y en el cielo, que para
relatarlas necesitara escribir un ensayo bajo la forma de un mandala, y
eso est lamentablemente fuera de mi alcance; quizs en muchos aos
ms, cuando esta palabra de la que ahora hago uso por escrito; ste, m
lenguaje ya no exista, sea posible unir la policroma a la polisemia del
mandala con las formas de vnculo y de abrazo que los seres humanos
intentamos; por lo pronto no queda ms que, como Ssifo o como, en su
momento Lonko Kilapan2, seguir empujando la piedra y proseguir intil y
ritualmente la re-vuelta.
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La banda chilena Los Tres, que estuvo en el escenario por cerca de 1 hora 50
minutos el ao 2007 en el Festival de Via del Mar. La banda, rearmada durante
2006 tras aos de separacin, present una seleccin de sus mejores temas y
algunos de su ltima placa, en medio de un show cargado con mensajes de
caractersticas polticas: mientras cantaban, se mostraron imgenes que hablaban
sobre el aborto y la pldora del da despus, las que no fueron transmitidas a travs
de la televisin, y al final de Tu cario se me va fue presentado un extracto de la
grabacin del discurso de Salvador Allende durante el Golpe de Estado de 1973.
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suficientemente nostlgico en Alemania como para que yo lo cargue con los anhelos
de mi sangre.... solo quera contrselo...9
La muerte (como cualquier muerte, como la muerte de mi amiga) es
siempre una ntima conversacin que queda trunca, y sueo que la
radicalizacin de la escritura romntica/barroca de la analoga esttica
inserta en los afanes de la Antropologa Literaria, sea una nueva forma de
dialogar transculturalmente y as alargar la llegada de la hora necesaria
del dejar de ser: sea todo este libro un arma esttica e ineluctablemente
poltica contra la muerte.
Frankfurt del Meno, Alemania / Emporio de la Rosa, Valparaso
Carta envida el ao 2009 por la psicloga chilena Marcela Palacios Bachler, colega
fallecida el ao 2013: esta carta responda a mi eterna pregunta por la comunicacin,
y la publicacin de este fragmento es del mismo modo mi homenaje como mi
certidumbre de su permanente escucha.
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CAPITULO I
ESTTICA DE LA COMPRENSIN
(La Calandria y la esperanza del abrazo)
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Lezama Lima, Jos. La dignidad de la poesa. Barcelona: Ediciones Versal, 1989, 263.
A Roosevelt: Es con voz de Biblia, o verso de Walt Whitman, que habra que llegar hasta
ti, Cazador! Primitivo y moderno, sencillo y complicado, con un algo de Washington y
cuatro de Nemrod! Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la Amrica ingenua
que tiene sangre indgena, que an reza a Jesucristo y an habla en espaol. Rubn Daro.
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Nacimiento de los dioses del paganismo y relato en que se expone, del griego
.
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Frank, Manfred: Der kommende Gott. Vorlesungen ber die Neue Mythologie. Frankfurt
a. M. 1982. Wenn Sie in den letzten Jahren und Monaten die WochenendFeuilletons unserer groen deutschen Zeitungen durchgeblttert haben, wird Ihnen
im Rahmen der Kulturkritik ein Thema immer hufiger begegnet sein: das-jenige
der Aufarbeitung, der Wiederaufrichtung mythisch-religiser Sinnzu-sammenhnge,
und zwar vom sozialen Leben selbst bis hin zum Film. Vom sozialen Leben selbst,
sage ich, und meine damit, da die Gesellschaft, das Gesamt der Beziehungen
zwischen den
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En Hauser la historia aparece segn esta lgica como una esfera dominada por
fuerzas annimas, como un substrato de ideas ms altas, las cuales en los fenmenos
histricos individuales se expresa solo de manera imperfecta. Y esta metafsica
platnica encuentra expresin no solo en las teoras romnticas, pasadas de moda
ya del espritu popular, la pica popular, las literaturas nacionales y el arte cristiano,
sino tambin todava en el concepto de la intencin artstica (Kunst-wollen).
Hauser, Arnold. Soziologie der Kunst. Mnchen: Beck, 1988 (Traduccin libre).
Para Hauser la ilustracin se basa en la idea de que la historia revela el despliegue
de una razn inmutable y de que la evolucin se dirige hacia una meta discernible
de antemano. Hauser, Arnold. Soziologie der Kunst. Mnchen: Beck, 1988.
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Estas categoras han sido desarrolladas en el conocido texto de Fredrik Barth (Los
grupos tnicos y sus fronteras. Mxico: F.C.E., 1976) Sin embargo, Barth resguarda en
su anlisis la consideracin del valor que rasgos externos como las caractersticas
biolgicas poseen en la constitucin social de una identidad tnica.
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Yo, personalmente, creo en la riqueza del castellano, pero juzgo que no hemos
de guardarla en haragana inmovilidad, sino multiplicarla hasta el infinito. Cualquier
lxico es perfectible, y voy a probarlo. El mundo aparencial es un tropel de
percepciones barajadas. (...)El lenguaje es un ordenamiento eficaz de esa enigmtica
abundancia del mundo. Dicho sea con otras palabras: los sustantivos se los
inventamos a la realidad. Palpamos un redondel, vemos un montoncito de luz
color de madrugada, un cosquilleo nos alegra la boca, y mentimos que esas tres
cosas heterogneas son una sola y se llama naranja. (...) Todo sustantivo es
abreviatura... Borges, Jorge Luis. El tamao de mi esperanza. Mxico: Seix Barral,
1994, 46-47.
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Hinkelammert, Franz. Crtica de la razn mtica. Costa Rica: Editorial Arlekin, 2007.
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El poema es una mquina que produce, incluso sin que el poeta se lo proponga,
antihistoria. La operacin potica consiste en una inversin y conversin del fluir
temporal; el poema no detiene el tiempo: lo contradice y lo transfigura. Lo mismo
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Octavio Paz sita la poesa en un tiempo escatolgico, sin por ello negarle
su historicidad; por lo tanto, la bsqueda literaria y concretamente la potica
sera para Octavio Paz, una forma de reconversin de lo metasocial, una
averiguacin tozuda respecto de lo sagrado. Frente al principio de
Durkheim37 de que un individuo pueda vivir sin religin, una sociedad no.
Reiteramos el punto de vista segn el cual el fluir de lo esttico, cuando se
intenta la separacin funcional de lo artstico y lo religioso, queda este hilo
tensamente perseverante y este fluido que une a lo sacral, lo histrico y lo
potico.
Octavio Paz intenta construir una metalengua para la poesa de lengua
castellana y con ella lograr una teora esttica en dilogo con lo social; pero
no podemos olvidar que en la metalengua de Octavio Paz, est siempre
subyacente la idea de una poesa pura, lo que le llev a un enfrentamiento
directo con el realismo social, por ello el pensamiento de Paz no intenta
dar cuenta de la historia, sino que intenta develar un tipo de historicidad
que no se circunscribe a lo cronolgico, ni es homologa de lo social.
Es interesante recordar la polmica entre Octavio Paz y Pablo Neruda,
que da lugar a dos contenidos fundamentales. El primero es sin duda, por
su importancia metaterica, Respuesta a un cnsul38, el segundo es un
texto sintomtico de la postura nerudiana, pero no por eso menos importante
y es su Nuevo canto de amor Stalingrado39; en estos textos, Neruda alude
a Paz como el viejo joven transitorio y Paz, sin ser menos ofensivo, le responde
a Neruda que de l lo separan toda una concepcin esttica y tambin el
sueldo.
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en un soneto barroco que en una epopeya popular o en una fbula, el tiempo pasa
de otra manera que en la historia o en lo que llamamos vida real. La contradiccin
entre historia y poesa pertenece a todas las sociedades pero solo en la edad
moderna se manifiesta de una manera explcita. El sentimiento y la conciencia de la
discordia entre sociedad y poesa se ha convertido, desde el romanticismo, en el
tema central, muchas veces secreto, de nuestra poesa. En este libro he procurado
describir, desde la perspectiva de un poeta hispanoamericano, el movimiento potico
moderno y sus relaciones contradictorias con lo que llamamos modernidad.
Paz, Octavio. Obras completas II. Excursiones/Incursiones. Dominio extranjero.
Fundacin y disidencia. Dominio hispnico. 2 ed. Barcelona: Galaxia Gutenberg/
Crculo de Lectores, 2000.
Durkheim, mile. Las formas elementales de la vida religiosa. Mxico: Colofn, 1998.
El seor Pablo Neruda, cnsul y poeta de Chile, tambin es un destacado poltico,
un crtico literario y un generoso patrn de ciertos lacayos que se llaman sus
amigos. Tan dispares actividades nublan su visin y tuercen sus juicios: su literatura
est contaminada por la poltica, su poltica por la literatura y su crtica es con
frecuencia mera complicidad amistosa. Y, as, muchas veces no se sabe si habla el
funcionario o el poeta, el amigo o el poltico (Paz, Octavio. Respuesta a un
cnsul. En Letras de Mxico, 15 de agosto, 1943, 5).
Yo s que el viejo joven transitorio/ de pluma, como un cisne encuadernado/ por
mi grito de amor a Stalingrado/ Yo pongo el alma ma donde quiero/Y no me
nutro de papel cansado/ adobado de tinta y de tintero./Nac para cantar a
Stalingrado. Nuevo canto de amor a Stalingrado. Pablo Neruda.
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Indigenismo y universalismo - para una cultura total (Jos Mara Arguedas, Violeta
Parra, Quilapayn). In: Claudius Armbruster - Karin Hopfe (Hg.),
Horizontverschiebungen - Interkulturelles Verstehen und Heterogenitt in der
Romania .Festschrift fr Karsten Garscha zum 60. Geburtstag. Tbingen: 1998, S.
401-411. Se public tambin en: Diana Kiss - Daniel Lpez - Eduardo Castro
(eds.), Universidad, cultura y sociedad - Reflexiones en torno al Desarrollo Regional
- Actas del Segundo Seminario Universidad y Desarrollo Regional, Osorno, Chile,
noviembre 1997. Osorno: Fondo de Publicaciones Red UREL 1998, S. 269-281.Der
Film als gesellschaftliche Kraft -1925-1944, Frankfurt/M. 1991 S. 204-218.
Lienhardt, Martin. La voz y su huella: Estructura y conflicto tnico-social en Amrica
Latina (1492-1988). La Habana: Casa de las Amricas, 1990.
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Soy el ltimo poeta de la aldea, /mis cantos son humildes como un puente de
madera. /Asisto a la misa final entre abedules/que inciensan el aire con sus hojas/
Se extinguir la dorada llama/de este cirio de cera humana/y el remoto reloj de la
luna /gruir mi postrer campanada/ Pronto saldr el husped de hierro/ al
sendero del campo azul/ sus negras manos recogern/la avena derramada por la
aurora. Soy el ltimo poeta de la aldea. Serguei Esenin.
Alvarado Borgoo, Miguel. El espejo rpido. Interculturalidad y prevaricaciones
discursivas. Valparaso: Editorial Punta ngeles, 2005.
Los vencidos, si no sucumben en el combate, son muertos y comidos por los
vencedores. () las mujeres, devoran los brazos y el pecho: los hombres se alimentan
con las piernas; y el tronco es arrojado al mar. Por aparte de este canibalismo que
podemos llamar guerrero, los fueguinos comen la comen humana por hambre. En
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invierno, cuando les faltan otros alimentos, devoran a las mujeres viejas. Un viajero
pregunt a uno de esos isleos por que en tales circunstancias no preferan comerse
a sus perros. Los perros cazan las nutrias, contest el salvaje, y las viejas no cazan
nada. Y enseguida comenz a contar como se les daba muerte, poniendo en el
lmite de sus fogatas la cabeza de la vctima, para sofocarla antes de comenzar a
distribuirse sus miembros, e imitaba riendo las contorsiones y 10s gritos de esas
infelices. Por horrible que sea semejante muerte, dada por la mano de sus parientes
y de sus amigos, observa Darwin, es ms horrible aun el pensar en el terror que debe
asaltar a las viejas cuando comienza a hacerse sentir el hambre. Se nos ha contado,
agrega, que ellas se fugan a las montaas, pero los hombres las persiguen y las
arrastran a1 matadero, que es su propio hogar... Barros Arana, Diego. Historia
general de Chile. Tomo I. Santiago: Editorial Universitaria, 2000, Segunda Edicin,
25.
Fernndez Retamar, Roberto. Calibn. En Casa de las Amricas, n 68, septiembreoctubre de 1971.
Qu se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de mi vida/ o la luz de la
muerte? Qu se busca, qu se halla, qu/es es: amor? Quin es? La mujer con su
hondura, sus rosas, sus volcanes, /o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las ltimas races? Rojas, Gonzalo. Contra la muerte,
1964.
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La quimrica pureza:
Inmersos en una escatologa homogeneizante, desarrollista, inclusive un poco
mesinica, se nutren del deseo de universalidad. Sin embargo, esto no es ms que
el reflejo de un profundo desarraigo. En este grupo encontramos a antroplogos
atrapados por ideologas polticas y religiosas fundamentalmente49
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Un mito y un halo de terror han rodeado la casa en que Mariana Callejas vivi
desde 1975 hasta los 90 en Lo Curro. Primero con Michael Townley, quien preparaba
desde ese secreto cuartel de la DINA acciones terroristas que estremeceran al pas
mientras Callejas desplegaba sus talleres literarios y en sus patios se ensayaban
gases letales y se hacan fiestas con disputas memorables. Como la que protagoniz
Nicanor Parra para un 18. Hablan los protagonistas ms cercanos a Callejas en
esos aos, mis chiquillos, como los llamaba: los escritores Gonzalo Contreras,
Carlos Franz y Carlos Iturra. En 1975 Mariana Callejas recibi dos reconocimientos.
El primero con motivo de su cuento Conoci usted a Bobby Ackermann?, que
obtuvo el primer lugar del concurso Rafael Maluenda del diario El Mercurio. El
segundo reconocimiento consisti en una casa en Lo Curro, en el barrio alto capitalino,
en retribucin a los servicios que prest y seguira prestando junto a su marido en
la DINA. Segn qued establecido en el proceso judicial que la conden a veinte
aos de crcel en primera y segunda instancia, sentencia rebajada el pasado 8 de
julio a 5 aos por la Corte Suprema, en septiembre de 1974 haba viajado a Buenos
Aires junto a Michael Townley para dar muerte a Carlos Prats y su esposa, Sofa
Cuthbert, mediante una bomba activada a control remoto.La propiedad tena tres
pisos, casi mil metros cuadrados construidos y cinco mil de terreno. Carlos Iturra,
en el cuento autobiogrfico Cada en desgracia, la describir como una
voluminosa masa cbica de concreto, ms bien fea, con algo de orfanato, hospital
u otro edificio pblico. Legalmente no era de ellos, pues haba sido adquirida por
el entonces mayor de ejrcito Ral Eduardo Iturriaga Neumann y un abogado de la
DINA fallecido en 1976 en extraas circunstancias, bajo identidades falsas. Pero
en los hechos lo era, tanto as que Mariana Callejas sigui viviendo ah hasta
mediados de los 90. http://ciperchile.cl/2010/07/09/mariana-callejas-ii-las-dosvidas-de-su-casa-cuartel-en-lo-curro.
Olivares, Juan Carlos. El Umbral Roto. Escritos en antropologa potica. Santiago:
Fondo Matta, 1995.
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ANEXO Y DIDASCALIA I
La sombra que se quebr en el muro: algo que no es antropologa potica.
Cuando por el pecado de la cada todo se hizo concupiscible,
el diablo jug otra partida, cre dentro de la cada otra cada.
Paradiso, Jos Lezama Lima
Secretario General del Partido Socialista (Partido del presidente Allende) al momento
del golpe de Estado en Chile, 1973.
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vendan nuevos, y que era la primera vez que los libros estaban en los
kioscos al alcance de cualquiera que fuese capaz de leer de corrido.
As, si no le hubiese credo a Altamirano, si le creo a Allende cuando
dijo que todos los nios iban a tomar leche, y que los libros iban a estar al
alcance de todos, en el jardn infantil me dieron de esa leche, y los libros
estaban al alcance de todos, incluida la reliquia que tengo entre mis manos.
Otro recuerdo me viene por el lado de mi suegro, un viejo caballero
proletario que me cont una escena siniestra; l era obrero de La papelera,
la empresa arquetpica del viejo Alessandri (ex Presidente derechista de
Chile) y se acuerda de un da de gara en que, por la maana, muy
temprano, casi cuando el turno de las 6 estaba recin instalndose en las
mquinas, apareci una columna de camiones militares, unos traan
conscriptos, muchachos de barrio cargados de los nuevos fusiles
automticos (sic) de fabricacin israel, que en algunos casos se vean ms
altos que los propios soldados, los conscriptos a la voz de sus suboficiales
se desplazaron a lo largo del trecho que iba entre los camiones y los hornos
de reciclaje de La papelera, cuando estuvieron desplazados, me cuenta
mi suegro, apareci algo que por el sigilo y la proteccin con la que era
transportado podran haber sido los restos de la nave de Roswell del rea
51 o alguna carga radioactiva altamente virulenta, pero era otra cosa: eran
los mentados libros de la Editorial Quimant que fueron llevados a ser
quemados con el fuego purificador de nuestras Fuerzas Armadas porque
ciertamente: si se queman diez libros, y uno incita a la subversin, es justo,
es santo y es bueno quemar los otros nueve; lo que me parece ms macabro
de esta escena es que la proteccin militar no tena por finalidad esconder
el hecho de la quema, todo lo contrario, la quema fue pblica y sin amago
de culpa, la proteccin militar responda a la imperiosa necesidad de que
ningn obrero salvara alguno de esos libros del fuego; probablemente algn
papel higinico fue producto de esa santa inquisicin de lo escrito, y si
bien es cierto que no le hubiera credo a Altamirano con su absoluta
inutilidad para usar algn arma respecto de los futuros heroicos Vietnam,
s le creo al general Pinochet cuando dijo que en Chile no se mova una
hoja sin que l lo supiera, porque haba dos tipos de hojas cuando este
libro se desenterr: las hojas que transmitan rdenes -en esos tiempos ni
sobamos con los computadores-, y las hojas de los libros, las cuales eran
rpidamente incineradas; entonces yo que no creo en brujos y siempre he
credo que la historia no es racional debo reconocer la coherencia entre el
libro destartalado de Manuel Rojas, la quema de libros de la papelera, el
temor de mi padre y mi ltimo despido de la ltima universidad privada,
donde he tenido la peregrina idea de hacer clases de literatura, el libro y yo
somos material de desecho en el fondo de una extrema fragilidad pero, por
alguna extraa razn, con una rara capacidad para la sobrevivencia,
aunque debo confesar que el recuerdo es como las hojas de este libro que se
van resquebrajando cada vez que se recorren y que probablemente yo me
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CAPITULO II
EL EXPERIMENTO ANTROPOLGICO LITERARIO
(de los terremotos a la bsqueda textual)
Opus Nigrum:
En agradecimiento a su pensamiento le deseo que usted haya llegado y pueda
permanecer en aquel lugar en que su pensar ha levantado su morada para su
reflexin. Vivo desde el silencio para ella. Vigila lo indestructible. Construye cada
hora en la lejana proximidad de lo inicial. Conoce el pensar como el perseverar
inefectivo en una determinacin dada una vez. Que el agradecimiento en el pensar
sea la alegra de usted en ese da. Desde el recuerdo de los veinte aos de este siglo
delirante. Martin Heidegger51
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Aquello que Mercedes Lpez Balart ha llamado un viaje a la semilla, donde desde
la literatura a instalado la pregunta antropolgica cultural, no desde una
antropologa de la literatura, sino desde un modo de leer antropolgicamente,
ampliando la mirada con el lente literario: Hemos emprendido, de la mano de un
puado de nuestros mejores escritores del siglo XX un viaje a la semilla que nos ha
devuelto el gesto fundacional de la traduccin de culturas que inaugura el camino
literario de la Amrica mestiza. Desde este viaje a la semilla, deseamos en este libro
escribir y dar pistas para escribir desde una antropologa que es del mismo modo
experimental. Para decir al otro. Literatura y antropologa en nuestra Amrica. Madrid:
Iberoamericana - Vervuert, 2005, 475.
Lpez-Balart inici y sistematiz algo que en este libro se desarrolla de un manera
inversa, es decir desde la antropologa metaterica hacia la literatura, en virtuoso
campo de tensin.
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Esta crisis de las ciencias se define por generar en los constructores del
saber una actitud crtica hacia los discursos tradicionales aprendidos en
Latinoamrica e incluso en postgrados en el extranjero; tales no logran
reconstruir en plenitud la experiencia que el investigador necesita reunir
para desarrollar su estudio, el inicio de programas de doctorado
disciplinarios o temticos en Latinoamrica es quizs el ms agudo desafo
que estas ciencias intentan, pues no pueden ser rplica de los postgrados
extranjeros, pero an no se estructuran unos marcos epistmicos que los
articulen entre la especifidad y la colonialidad. Se vive una crisis en el
ejercicio de la traduccin cultural (por utilizado que ya sea este concepto),
en tanto los cdigos no solo son diversos a nivel universal, sino que en
Latinoamrica se pierde la confianza en la posibilidad de la representacin,
los signos viven un ambigedad, primordialmente por un temor pusilnime
a dar significado y sentido a la realidad social, crisis de compromiso con la
razn y por tanto, crisis de interpretacin y de traslacin cultural: el acuerdo
redemocratizador es tambin un modo de negacin a interpretar, un miedo
a la ideologa en un pnico equvoco al propio oficio intelectual en
Latinoamrica.
Los practicantes de las Ciencias Humanas, junto a su reflote social,
paulatinamente comienzan a perder confianza en la veracidad de los
discursos tericos y por ello en los signos discursivos. Se trata de un
cuestionamiento mismo del concepto de verdad, en la aproximacin del
devenir de la experiencia, as, casi por inercia, se asume lentamente una
actitud ontologizadora, que se aparta de la suposicin de identidad entre
razn - dato sensible - verdad; ello posiblemente por la evidente y punzante
crisis del desarrollismo, desde las variadas pticas de los megaproyectos
asociados que prometan el paraso en la tierra y fueron desestructurndose
por el peso del capitalismo salvaje a decir (paradjicamente) de Milton
Friedman: no se logra el desarrollo, y tampoco se logra comprender todo
este estado confuso de cosas. Son solamente los economistas neoliberales
y sus violentas polticas de shock, los nicos que toman la historia en sus
manos y concretan su utopa, por supuesto desde una tica que sacraliza
los costos sociales de los valores, una verdadera tica revolucionaria
respecto de normas burguesas precedentes, que para justificar los medios
por el fin, habla tan solo de costo oportunidad.
Frente a la crisis de certidumbre queda solo la escritura como oficio que
cohesiona las distintas formas de los saberes en un tejido de
contracolonialidad y de indiferenciacin. En ciencias sociales la economa
es el instrumento tcnico legitimado polticamente a inicios de este siglo, lo
otro (lo nuestro) es solamente una escritura en las ciencias de la cultura,
una escritura con menor poder de incidencia social que la literatura misma.
El inicio del cuestionamiento al interior de las ciencias sociales y
humanas se relaciona directamente con la denominada Postmodernidad,
perodo entendido por Lyotard en su libro La condicin postmoderna. Informe
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ANEXO Y DIDASCALIA II
I was there!! (Malinowsky only?...)
An recuerdo dos hechos en los que tom parte: uno como actor, otro como
observador; uno ocurri en la sala Domeyko de la Universidad de Chile, el
ao 2003, cundo el autor generosamente me pidi que presentara su libro
Pueblos de Mar. Relatos etnogrficos, el otro ocurri en la Biblioteca Central
de Valparaso, donde el presentador, un diputado tpicamente chileno (sic)
lleg a presentar el libro con retraso y confes no haberlo ledo.
La presentacin en el conspicuo saln de la Universidad de Chile, con
presencia del Rector de esa casa de estudios posey toda la pompa que el
evento mereca, fue ante todo un acto acadmico, pero dudo que muchos
de los antroplogos y acadmicos asistentes coincidieran con el enfoque
de Recasens, no obstante, se trata de un respetado profesor, que presenta
un libro frente al cual caba el beneficio de la duda (vacilo en creer an hoy
que muchos de ellos lo hayan ledo). El otro evento fue un jolgorio para el
etngrafo, yo formaba parte del pblico en la Biblioteca de Valparaso junto
a pescadores artesanales, dirigentes polticos, autoridades locales y uno
que otro intelectual porteo, sin duda Andrs el autor se ubic en un sitial
ms de observador que de autor, as autor y comentarista (yo) disfrutamos,
sin sadismo, pero felices, de que la antropologa estuviera viva en boca
incluso de quienes no saben qu es la antropologa, fueran pescadores
artesanales, o diputados de la repblica.
Fue maravilloso ver a la Antropologa Literaria en accin, y verla as
convertirse en una antropologa de agitacin, pasar de un ejercicio
acadmico inocuo a un gesto de conmocin, un detonante al estilo del
teatro comprometido o de la dramaturgia anarquista de principios del siglo
XX, creo que Recasens y yo mismo nos sentimos ntimamente complacidos
de que en aquella situacin nuestra disciplina dejara de ser el ejercicio
originado en la atraccin por el exotismo de una pequea burguesa chilena
en bsqueda de la alteridad, como origen de alguna forma de sentido (que
se encontrara en los exotismos estudiados por los partcipes de esta clase
social), a ser ahora una prctica etnogrfica convertida en escritura que
suscita disputa, contradiccin, un texto que hace a los actores decir aquello
que no podan o no querran decir.
Pretender que todos los pescadores artesanales piensen lo mismo es
como pedir a los movimientos indgenas latinoamericanos una opinin
poltica absolutamente coordinada y convergente, o a nosotros mismos en
nuestras familias tener siempre opciones similares: nuestro amor se
construye en la heterogeneidad y cuando no hemos asumido la divergencia
en toda su materialidad, irrumpe entonces la disputa y en ocasiones la
catstrofe. Pero lejos de ese acto ser una catstrofe, fue un jolgorio que se
inici en el escenario y continu en los pasillos de la biblioteca, donde
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Es continuidad y ruptura
Hay algo de ejercicio colonial y culpgeno en el proceso de generar una
originalidad en la contracolonialidad de escritores y antroplogos
latinoamericanos preocupados de la alteridad, donde la propia alteridad
se preocupa de s misma. Es un ejercicio tortuoso y de difcil auto
reconocimiento, all es donde la antropologa demuestra sus afluentes, sus
alternativas, sus mltiples replanteamientos perifricos, pero nunca
deberemos confundir el experimento antropolgico literario sudamericano,
con los experimentalismos metatericos y ontologizantes de la antropologa
europea y norteamericana; nada especialmente nuevo muestran Geertz,
Carpanzano, Tyler y los muchos antroplogos metateorizantes y
experimentales que estn descubriendo la pregunta por la comprensin
intercultural o la respuesta en su negatividad, desde los desarrollos de la
hermenutica europea, que ya se encontraban presentes en la hermenutica
romntica del siglo XIX.
La persistencia de la diversidad, tanto a manera de temtica cientfica,
como en su dimensin de problemtica social, se expresa de manera
persistente en planos fundamentales para el mundo contemporneo como
el religioso, el tnico o el racial; lo cual hace aparecer la pregunta respecto
del modo de narrar estas diversidades, tanto en el mbito de la generacin
de conocimiento como en el de los mecanismos necesarios para generar
comunicacin intercultural, como un vrtice esencial para la racionalidad
moderna, especialmente en el actual contexto de reivindicacin de la
particularidad, requerimiento paralelo y contrapuesto respecto de la
globalizacin. Estas formas de narrar viven un sistemtico proceso de
especializacin en occidente, desde los viajeros y los colonizadores
asombrados, pasando por los literatos rigurosos y creativos en su
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ms que otros en sus propios trminos son otros en nuestros trminos. Los
editores hablan de la potica y poltica de la representacin cultural,
entendiendo por potica a la construccin retrica -persuasiva- y trpica
-metafrica- de toda realidad. Los textos etnogrficos aparecen as como
juegos de lenguajes retricos, que buscan persuadir al lector de que lo
dicho respecto a lo representado es una verdad emprica fundada en el
hecho de que el etngrafo realmente estuvo all. Por poltica de la
representacin cultural se entiende a los contextos de desigualdad de
poder, tanto en el plano local como mundial, as como las formaciones
institucionales, dentro de los cuales son producidos los textos etnogrficos.
Un texto etnogrfico, en este sentido, no es un producto inocente del
conocimiento cientfico, sino una construccin interesada en producir
determinados efectos sobre el cuerpo social y sus representaciones. El
antroplogo chileno Sergio Poblete sintetiza la postura postmodernista en
antropologa, diferenciando sus tpicos esenciales en el plano concreto de
la narracin etnogrfica, los que para nosotros representan la columna
vertebral de los intentos de dilogo entre literatura y antropologa a nivel
mundial.
El autor de un texto etnogrfico postmodernista, generalmente, tiende a
desaparecer en tanto persona que narra. La escritura semeja hablar por s
misma, o mejor dicho, la realidad semeja hablar a travs del texto; de esta
manera toda descripcin es parcial. Nunca se puede capturar la totalidad
a partir de fragmentos experienciales, los cuales estn condicionados
histrica, social e institucionalmente. Tambin Poblete sostiene que estos
textos antropolgicos postmodernistas no son autosuficientes, siempre
remiten a otros textos. Por tal razn, se habla de transtextualidad, algo
as como convenciones y cdigos ya establecidos de comunicacin. Por
otra parte nuestro autor nos plantea que no se puede desatender o ignorar
el hecho de la traduccin cultural, presente en toda comprensin de la
diferencia y, en consecuencia, en todo texto que se refiera a otra cultura, lo
cual incide de forma determinante en estos textos de corte postmoderno.
En el plano especfico de la influencia de las formas literarias, Poblete
afirma que estos textos etnogrficos innovadores son tan literarios en su
construccin como lo es una novela. Simplemente cambia la expectativa
que da sentido a una u otra forma de escritura. La metfora y otros tropos
son algo natural y comn en nuestro lenguaje y, por tanto, impregnan
todas nuestras convenciones de habla. Por ltimo, en el plano de la
experimentacin Sergio Poblete seala que para esta forma de escritura
antropolgica es conveniente buscar nuevos modos de escritura que den
cuenta de la naturaleza interpretativa de nuestra experiencia de la realidad,
que se plasma en nuestras representaciones. Asimismo, es fundamental
que el otro tenga la posibilidad de hacer escuchar su voz en el texto,
sin represiones o limitaciones impuestas por el etngrafo.
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Lvi- Strauss, Claude. Tristes Trpicos. Buenos Aires: Eudeba, 1976, 169.
Lvi- Strauss, 169.
Lvi- Strauss, 16.
Lvi- Strauss, 205.
Clifford, James. Dilemas de la cultura postmoderna. Espaa: Gedisa, 1995.
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LviLviLviLviLvi-
Strauss,
Strauss,
Strauss,
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Lenz, Rodolfo. Estudios Araucanos. En Anales de la Universidad de Chile, XCXCVIII, 1895 - 1897.
Carrasco Muoz, Hugo. Rodolfo Lenz y el conocimiento y estudio de la
etnoliteratura mapuche. En Cuadernos de lengua y literatura. Homenaje al Dr. Rodolfo
Lenz. Temuco: Ediciones Universidad de la Frontera. Facultad de Educacin y
Humanidades, 1988, 35.
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Drieu, invitado por Sur (yo) a una gira de conferencias. Naturalmente, la present
a mis amigos, entre otros a Alfred Mtraux y Borges. Este ltimo le cont no s qu
ancdota sobre uno de los dictadores o caudillos abundantes en Amrica del Sur.
Drieu viaj a las provincias del norte de nuestro pas y lleg hasta Bolivia, en
compaa de Mtraux, escribe Victoria Ocampo en su Autobiografa. Mtraux
(de quien la editorial El Cuenco de Plata acaba de publicar Antropofagia y
cultura), era un antroplogo que se haba instalado en la Argentina a estudiar la
civilizacin Inca y sus desinencias locales en 1928, al punto de fundar una sociedad
etnogrfica en Tucumn. Sur public en 1940 su estudio, Vud despus de su
regreso a Pars. Interlocutor de Claude Lvi-Strauss, Michel Leiris, Roger Caillois y
Georges Bataille, Mtraux estudi la cosmogona inca, su mitologa y sus ritos. Sin
las formalizaciones matemticas del autor de Tristes trpicos, se adelant al
estructuralismo: privilegi el sistema de relaciones y oposiciones por sobre los
contenidos generales, y coincidi con sus amigos contra la idea de un inconsciente
colectivo como el de Carl Gustav Jung desde las pginas de Sur (Revista , S/
A) 75.
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Cartas_entre_Victoria_Ocampo_
y_Pierre_Drieu_La_Rochelle_0_624537754.html
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Carlos Munizaga
Carlos Munizaga Aguirre, discpulo chileno del etnlogo Alfred Mtraux
en FLACSO durante la dcada de los 60, sent las bases del texto etnogrfico
desarrollado por chilenos y su propuesta tiene profundos efectos en autores
posteriores, en especial en la Antropologa Potico Literaria. Munizaga
colabora con Mtraux bsicamente en el proceso de investigacin que tuvo
como resultado Le chamanisme araucan, dans magies et religions
indiennes de lAmrique du Sud 76, lo cual constituye su escuela
fundamental durante la dcada de los 60.
Las razones de su esfuerzo por crear una antropologa institucional en
Chile son diversas y su investigacin postgradual corresponde ms bien a
un estudio en el mbito de la sociologa de la ciencia; no obstante, Munizaga
tiene una sensibilidad un tanto distinta a la de otros cientficos sociales
(politlogos, economistas, socilogos) para desarrollar enfoques
metodolgicos y tericos, prcticamente desconocidos en el pas.
Este autor es el primer antroplogo que, en un espacio universitario
institucional, ocupa una ctedra de antropologa social en Chile y, lo que
es socialmente ms importante, es uno de los pilares en la fundacin del
Departamento de Antropologa de la Universidad de Chile, continuador
de la lnea del Centro de Estudios Antropolgicos fundado en la dcada
del 50 en esa misma universidad. En ese departamento, por primera vez, se
da una carrera de pregrado conducente a una licenciatura en antropologa
social:
... En dicho Centro se produce una profunda actividad para beber en las fuentes de
ideas y materiales aportados por los fundadores de la ciencia en Chile. As, por
ejemplo, las colecciones dejadas por el gran formulador de la Arqueologa Andina,
Max Uhle, permanecieron encajonadas, pero muy bien preservadas durante ms
de 40 aos (entre 1917 y 1953) y solo en esta ltima fecha comienzan a ser
estudiadas por miembros del CEA. El Centro revisa las aportaciones del
norteamericano J. Bird y las confronta con las de Uhle, incorporndose el CEA en el
concierto acadmico internacional. Martn Gusinde conoce y opina sobre algunos
trabajos, y los sucesores como Cornely e Iribarren se incorporan, revisan sus
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producciones y publican, codo a codo, con los nuevos investigadores del CEA. La
otra tarea valiosa del Centro es que, junto a lo anterior, se establecen grandes
marcos generales tericos y metodolgicos para la orientacin del futuro de
investigacin antropolgica, con un criterio nacional, regional, americana y universal.
Este sello de unidad de los campos de la Antropologa gravit sobre la forma de
desarrollo de la disciplina en la Universidad de Chile y en las dems universidades
chilenas que recibieron esta orientacin. Cuando aos despus el CEA se convirti
en Departamento de Antropologa y se organiz la docencia, con una carrera de
Antropologa, esta orientacin unificadora de la Antropologa se hizo presente en
los programas de enseanza y perdura hasta hoy en da77.
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las esencias americanas. Me dediqu largos aos a leer todo lo que poda de Amrica,
desde las cartas de Cristbal Coln, pasando por el Inca Garcilaso hasta autores
del siglo XVIII (...) Amrica se me presentaba como una enorme nebulosa...78.
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Rodolfo Lenz coincide con categoras como las de folclore surgida al alero
del Estado-Nacin romntico. Esto significa la posibilidad de apelar a una
identidad cultural comn desde la suposicin de equivalencia tanto entre
ethos y logos, como entre estructura y valor. Aquello representa la
resolucin, al menos parcial, de las tensiones entre los distintos
caudillismos y regionalismos, tanto en el contexto europeo como
latinoamericano; pero tambin constituye un sistemtico proceso de
invisibilizacin de la diversidad tnica concreta en el contexto
latinoamericano, remitindose ella a la dimensin histrico-folclrica
fuertemente idealizada desde tipos ideales estticos, siendo casos como
los de la obra de Lenz raros en tanto investigacin emprica respecto de la
produccin literaria mapuche. Debido a lo anterior se olvida a los sujetos
culturales reales, en pugna por los mismos recursos naturales que se
constituyen en la base de estas nuevas naciones latinoamericanas.
Apelaciones como la invitacin que Andrs Bello hace a la poesa en
el siglo XX, desde Europa, a venirse a estas tierras, posibilita la constitucin
de una tradicin desde un sello esttico, pero oculta la otra poesa, la
que permite la transmisin y creacin cultural dentro de los sistemas
cosmovisionales indgenas latinoamericanos. La poesa occidental es
invitada en alguna medida para olvidar la literatura etnocultural ya
existente, debido a la necesidad de configurar una visin del indgena,
lamentablemente ajena a las manifestaciones culturales de ste, donde el
indgena se caracteriza desde coordenadas occidentales, como necesidad
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Pike, Kenneth L. Phonemics. A technique for Reducing Languages to writing. Ann Arbor:
The University of Michigan Press, 1947.
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Boon, James A. Other Tribes, Other Scribes: Symbolic Anthropology in the Comparative
Study of Cultures, Histories, Religions, and Texts. Cambridge: Cambridge University
Press, 1982.
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Olivares, Juan Carlos. El umbral roto. Escritos en Antropologa Potico Literaria - Literaria.
Santiago: Fondo Matta, 1995.
Mercado, Claudio y Luis Galdames. De todo el universo entero. Santiago: Fondo
Matta, 1995.
Jeria, Yuri. Ritos de muerte en la Isla Lemuy. Santiago: Ediciones Fondo de Desarrollo
de las Artes y la Cultura, Ministerio de Educacin, 1997.
Gallardo, Francisco. Antropologa. Cruzando a travs (desde el otro lado). Santiago:
Fondo Matta, 1995.
Mege, Pedro. La imaginacin araucana. Santiago: Fondo Matta, 1997.
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Olivares, 21.
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Garca Canclini, Nstor. La produccin simblica. Teora y mtodo en sociologa del arte.
Colombia: Siglo XXI, 1994, pg.45.
Valenzuela, Ivonne y Juan Pablo Loo. Atacameos del siglo XX. Antofagasta: Ediciones
Fondo de Desarrollo de las Artes y la Cultura, Ministerio de Educacin, 1997, 43.
Van Dijk, Teun. La ciencia del texto. Un enfoque Interdisciplinario. Buenos Aires:
Paids, 1989.
Definicin dada por Lvi-Strauss para la ciencia antropolgica, desarrollada
particularmente en su texto El lugar de la etnologa en las ciencias sociales donde
desarrolla su planteamiento respecto de la antropologa: como ciencia del otro o
ciencia de la diferencia, surgida cuando arbitrariamente occidente convierte al resto
de la humanidad en su objeto de estudio. Antropologa Estructural. Barcelona:
Atalaya, 1997, 298.
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Mi relato de lo mismo: Cada noche nos acurrucbamos siendo nio con mi abuela
Zoila, ella tena muchas ganas de contrmelo y yo de escucharlo, una y otra vez el
mismo relato, Cauquenes en el suelo, sus parientes muertos, los heridos, la forma
de conseguir agua y comida, el miedo, la alegra del encuentro con la familia y los
amigos que haban sobrevivido. Ahora ya a muchos aos de que mi abuela ha
muerto me pregunto por esa fascinacin de contar en ella, y esa fascinacin de
escuchar en m, y, s, funcionalmente era una forma inconsciente de preprame
para el nuevo terremoto ineludible; pero mi fascinacin frente al relato, tena que
ver con el asombro y por ello con el deseo de un espanto guarecido, tena que ver
con lo grato de una forma de intimidad filial: lo monstruoso existe pero en la
acogida al nio, en las palabras que lo arrullan, se nos dice cuando somos ms
vulnerables, que la cercana del adulto amado demuestra que s hay una salvacin,
y eso es el cobijo absoluto, el arraigo del arrullo, que de la narracin del horror
trasmuta la seguidilla sintagmtica: en ternura, en proteccin, en acogida: nunca
ms me volv a sentir tan seguro.
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ANEXO Y DIDASCALIA IV
LA OTRA ECONOMA
(Los materiales primigenios de una Antropologa Potico Literaria)
Pero as fueron los hechos. La machi, junto a su hermana Juana, al abuelo del
menor, Juan Jos Namuncura Paiao, y Juan Paiao, quien habra lanzado al nio
al mar, y otros participantes del cruento ritual, fueron detenidos y condenados. El
fallo fue dictado por el entonces juez subrogante Ricardo Aylwin, primo de don
Patricio, segn el ahora jubilado secretario del juzgado, Carlos Torres, quien
conoci el caso. Cumplieron su condena en la crcel de Imperial. Ahora todos estn
muertos.
Pero est viva la madre del nio, Rosa Painecura Marile ().
En una humilde vivienda de la isla Huapi, a unos 12 kilmetros al sur de
Puerto Saavedra, la an atribulada mujer llora al recordar aquellos obscuros
momentos en que un to, una semana despus, le avis que haban asesinado a su
pequeo. Ella, madre soltera, trabajaba en Santiago. Nunca se explicar por qu su
padre entreg a su nieto para que lo mataran. Domitila Castro, quien conoci de
cerca el caso, dice que los mapuche primero arrojaron la sangre del nio al mar y
luego el cuerpo.
- Mi padre lo entreg a la machi. Parece que bailaron... purrn, cosas, brujera,
no s, all en el cerro- , dice. Conmueven sus desgarradores sollozos.
- Y se calm el mar...?
- No s si habr calmao, o calm solo. Cmo hacer eso con un nio... tirar su
sangre, su cuerpecito al mar- , expresa en lenguaje entrecortado, tratando de ordenar
sus pensamientos.
No recuerda muchos detalles. Solo que desde ese momento quedaron rotas para
siempre las relaciones con su padre, quien muri sin ser perdonado. Lo Supo en
Sueos.
La noche que mataron a Jos, Rosa tuvo un sueo en Santiago. Presinti que
algo haba pasado. Un pjaro me haba llevado un pollo, y yo gritaba y gritaba que
se llevaban un pollo, y as vea cosas extraas, personas como sombras... El nio
era, pues. Das despus, su to Segundo Marinao Painecura, quien denunci el
hecho y le ayud en todo, le avis y la trajo de regreso a la isla, de la que nunca ms
ha salido. De eso hace 41 aos.
Del cadver de su hijo nunca supo. El mar no lo entreg, o si lo hizo, nadie se
percat, o a nadie le import. Su madre dice que por ms que fue al lugar, nunca vio
nada de su pequeo. No fue sepultado. Su cuerpo desapareci. Al recordar y pensar
en ello, rompe en desconsolado llanto.
Domitila Castro dice que quienes supieron de este acto de barbarie cuentan que
el nio, cuando lo llevaban al altar del sacrificio, rogaba que no lo mataran, y lo
mataron, porque no tena pap; tendra, pero la juventud no hace caso de estas
cosas. El pap no reclam nada, no se le vio por ninguna parte ni en el juzgado,
nada.
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Rosa vive ahora en isla Huapi, junto a Antonia Llaima, quien la acogi como si
fuera familiar. La hace pasar por prima. Aqu estar conmigo hasta que muera,
asegura
El nio inmolado
Recoleccin de Arturo Ziga
Excurso:
Los antroplogos Carlos Munizaga, Alejandro Lipschutz y Grete
Mosny, de la Universidad de Chile debieron atestiguar como expertos
en este caso: se trata del primer caso de antropologa aplicada
ocurrido en Chile, que con repercusiones internacionales desat la
polmica y urgi una respuesta antropolgica ms all de la
respuesta desde el sentido y la funcin del rito sacrificial con qu
palabras hoy a sesenta aos de los hechos narraramos y
explicaramos lo mismo? Se trata entonces de una antropologa
literaturizada de vigente necesidad y de utilidad demostrable.
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CAPITULO III
POR QU UNA ANTROPOLOGA LITERARIA? Entre
el realismo delirante y la quimera de lo intercultural
No he querido expresar mi pensamiento sino plantear desde la indistincin lo que
t mismo piensas.
Teora de la religin
George Bataille
Para el ngel que sin ser el de la Historia tampoco es el de la cultura, ms bien su identidad
consiste en tener las alas maltrechas por la asechanza de que es vctima debido a la pasin
de los vientos alisios
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buscar entre los muertos a quien vive. La Pascua de Glissant ahora habita
en mi palabra, y el ngel que me comunic su muerte es la autoridad
vigilante de esta resurreccin, sintagma tras sintagma.
El 18 de mayo de 1969, en el Tercer Diario (que interrumpe como los dos anteriores
la novela El zorro de arriba y el zorro de abajo), un Arguedas que confiesa estar
otra vez en el pozo, con el nimo en casi la nada escribe: desde la grandsima revista
norteamericana Life, Julio Cortzar, que de veras cabalga en flamgera fama, como sobre un
gran centauro rosado, me ha lanzado unos dardos brillosos. Don Julio ha querido atropellarme
y ningunearme, irritadsimo, porque digo en el primer diario de este libro, y lo repito ahora,
que soy provinciano de este mundo, que he aprendido menos de los libros que en las
diferencias que hay, que he sentido y visto, entre un grillo y un alcalde quechua, entre un
pescador del mar y un pescador del Titicaca, entre un oboe, un penacho de totora, la
picadura de un piojo blanco y el penacho de la caa de azcar: entre quienes, como Pariacaca,
nacieron de cinco huevos de guila y aquellos que aparecieron de una liendre aldeana, de una
comn liendre, de la que tan sbitamente salta la vida. Y este saber, claro, tiene, tanto como
el predominantemente erudito, sus crculos y profundidades.
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... Part de Huillahue con los sentidos desbordados de signos y abrazos, y con el sobrenombre
de colilonko, pelo claro, el tren me trasladara ms al sur, un poco antes de que se desmembrara
el continente. Montecino, Sonia. Sueo con menguante. Santiago: Editorial
Sudamericana, 1999, 31.
A manera de inicio, es importante y justo destacar que el esfuerzo antropolgico
literario se remonta al experimentalismo esttico francs ochenta aos antes de la
aparicin de la Antropologa Potica Chilena, aunque fuera desconocido para la
mayora de los sudamericanos y llegara su vnculo intertextual ms por la literatura
que por la ciencia antropolgica: Hacer el retrato mejor ejecutado, el ms afn al
personaje que yo era (como algunos pintan de manera fulgurante paisajes ingratos
o utensilios cotidianos); no dejar que un cuidado artstico interviniese ms que en
lo concerniente al estilo y a la composicin: tal era mi propsito, como si hubiera
descontado que mi talento de pintor y la lucidez ejemplar que me propona exhibir
compensaran mi mediocridad como modelo, y como si, sobre todo, un
enriquecimiento de orden moral deba resultar de cuanto haba de arduo en una
empresa semejante, ya que a falta de la eliminacin de algunas de mis
debilidades me hubiera mostrado, al menos, capaz de esa mirada sin
complacencia dirigida hacia m mismo. Desconoca que en la base de toda
introspeccin hay placer de contemplarse; y en el fondo de toda confesin, deseo de
ser absuelto. Mirarse sin complacencia era todava mirarme, mantener mis ojos
fijos en m en lugar de llevarlos ms all, para trascenderme, hacia algo ms
ampliamente humano. Manifestarme ante los otros, pero hacerlo en unas pginas
que deseaba bien redactadas y arquitecturadas, ricas en apreciaciones y
conmovedoras, era procurar seducir a los otros a fin de obtener su indulgencia,
limitar por todos los medios el escndalo, dndole una forma esttica. Creo,
pues, que si bien hubo riesgo y cuerno de toro, no fue sin algo de duplicidad como
me aventur en ello: cediendo, por una parte, una vez ms a mi tendencia narcisista;
pretendiendo por la otra, encontrar en los dems no tanto un juez como un cmplice.
Parejamente, el matador que parece arriesgar el todo por el todo cuida su estilo y
confa en su sagacidad tcnica para triunfar del peligro. Leiris, Michel. La literatura
considerada como una tauromaquia. En: Edad de hombre. Pamplona: Laetoli,
2006, 24.
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Asumimos aqu a Ezra Pound por su postura potica y por tanto metalingstica
de crtica radical al capitalismo.
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Nos referimos al fin del gobierno del presidente Sebastin Piera y el inicio del
gobierno de Michelle Bachelet.
Concepto en alemn que da cuenta de la polaridad de paradojas mltiples y
frecuentemente contradictorias dentro de un espacio campo cultural; segn me
explica mi colega filloga alemana Andrea Gremels.
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...No ser que esta gente fue marcada, desde temprano, por esta suerte de vertiginoso
ambiente de fantasa, de arte, emocin, imaginacin, pasin, que los mantiene con una
mente infantil, juvenil, hasta sus ltimos aos, en las etapas ms culminantes de su carrera?
No ser que este ambiente de intensa afectividad y sueo es peculiar de la investigacin
antropolgica?. Munizaga, Carlos. Discurso pronunciado con motivo de su
designacin como Miembro honorario de la Sociedad Chilena de Arqueologa. En
Revista Chilena de Humanidades, No. 1, 1982, 77-86.
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El vuelo de la Calandria
161
La idea del etngrafo como un heternimo, nos surge desde los diferentes
registros en que los narradores con intensin y capacidad terica de la
antropologa chilena simultneamente se mueven: poetas, dramaturgos,
tericos de la cultura, antroplogos profesionales. En el vaivn de estos
registros nuestros antroplogo(a)s literato(a)s evidentemente deben
ubicarse dentro de las coordenadas de un autor textual que nunca ser el
autor emprico, pero frente a un gnero textual hbrido y emergente.
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ANEXO Y DIDASCALIA IV
El absoluto de la memoria
la prudencia que es la derrota en la ancianidad
Pablo de Rokha
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El vuelo de la Calandria
punto medio fuese una llave para los consensos comunicacionales (nunca
comunicativos) as; se asume neurticamente que el concepto de verdad
no es un orden discursivo de la microfsica del poder, sino un asunto de
resentidos y neurticos que la idea de futuro deslegitima. Hoy en el discurso
poltico oficial suele no haber futuro para la memoria; y la memoria, se
transforma en una suerte de leprosa habitando las inmediaciones de la
comunidad, donde se le arroja alimentos como expresin de una culpa
muy bien canalizada, una culpa, que es una cuerda ms dentro de una
armona que mantiene el ritmo histrico, por injusto que este rito lo
mantiene. No es la tica de la memoria lo que prima hoy sino la
funcionalidad del olvido, y el remedio de la memoria es un espacio hueco
de sentido, una alegora sin peso perlocutivo, es un visitante incomodo
pero recurrente, como el demente que es enviado a su casa el da de fiesta
Puede la antropologa de frontera ser un aporte para este estancamiento
en el procesamiento de la memoria?
167
ANEXO Y DIDASCALIA V
EN EL REVERSO DE UN INICIO PUNTUAL DE CANONIZACIN
Nunca he escrito nada serio sobre la obra de Ivonne Valenzuela, siempre
la he citado, pero no le he dedicado un artculo, quizs porque la siento
muy cercana, a pesar de que no la he visto cara a cara nunca, ella es clida
y fraterna en sus mensajes, con eso me alcanza; y probablemente sea mejor
as, nos escribimos muy poco, pero con sinceridad y afecto, y gracias a los
trabajos del fillogo chileno Ivn Carrasco 145 su obra comienza a ser
canonizada. Lo ms formal, aunque nunca acadmico, que he escrito sobre
su obra es esta carta respecto de un libro que public sobre religiosidad
popular y las animitas en Chile146 (Hermoso y cotidiano ttulo para un
libro: Gracias por el favor concedido); que un colega serio la canonice es un
motivo de alegra, valga este mensaje como lo ms profundo que tiene la
Antropologa Literaria Chilena: su intimidad, su solitaria intimidad.
Entrar en el canon:
Gracias por el favor concedido. Las Animitas de Evaristo Montt, Elvira Guillen y
Juana Guajardo de Ivonne Valenzuela y Juan Pablo Loo es un libro de poesa
antropolgica, en el contexto de lo que yo denomino arbitrariamente como
Antropologa Literaria, es decir, de textos literarios de carcter potico que
se refieren a elementos culturales, situaciones, sujetos, reconocidos en el
campo de las ciencias humanas como objetos de estudio, temas o problemas
de las disciplinas reconocidas como antropologa; desde una perspectiva
ms amplia, forma parte de los textos derivados de la mutacin disciplinaria
que conforma vastos sectores de las textualidades y culturas
contemporneas, en estricta relacin con los fenmenos caractersticos de
la interculturalidad textual, la intermedialidad y las estrategias textuales
de la literatura.
Gracias por el favor concedido... es el resultado de la creacin conjunta
entre una poeta y antroploga profesional y un fotgrafo. De los dos, Ivonne
Valenzuela ha logrado mayor experiencia y reconocimiento, ha participado
en talleres literarios y revistas universitarias de creacin literaria y sus
poemas han sido publicados en libros de poesa y antologas varias. Sus
textos actan sobre las fotografas de Loo, confirindole al volumen su
145
146
Carrasco, Ivn. Resea de Gracias por el favor concedido. Las Animitas de Evaristo
Montt, Elvira Guilln y Juana Guajardo de Ivonne Valenzuela V. y Juan Pablo Loo
O. En Revista Austral de Ciencias Sociales, 2009, Disponible en: <http://
www.redalyc.org/articulo.oa?id=45921647008> ISSN 0717-3202
Carrasco, Ivn. Gracias por el favor concedido. Las Animitas de Evaristo Montt, Elvira
Guilln y Juana Guajardo. Antofagasta: Imprenta Ercilla, 2008.
168
El vuelo de la Calandria
Infidencia:
Miguel,
Creo que la Antropologa Potica / literaria est muy de la mano con la
intuicin y su expresin a travs del lenguaje, claramente es
interdisciplinaria ya que expresa a travs del escritor/a su propia carga y
entendimiento del ser en una cultura determinada con su cmulo adems
de experiencias emotivas y lgicas.
Creo que al estar atravesado el gesto antropolgico con el potico se da
ese destello, ese click que se abalanza de repente como cuando encontramos
un recuerdo perdido, pero esta vez es una expresin que permite construir
esta metalengua (que es propia y colectiva, compartida adems por aquellos
que sienten placer en el texto literario).
169
Querida Ivonne:
Mientras nieva en Gotinga y no se puede ni salir del departamento, asumo
que hay preguntas que no pueden ser respondidas, pero, preguntarse por
la muerte de otro siempre ser en nuestra Antropologa Literaria un ejercicio
de introspeccin, una expresin de duda desbocada, y de respeto: un
homenaje al enigma en el que lo sagrado se hace cercano. Como dice el
poeta espaol Leopoldo Mara Panero: coquetearemos con la muerte, sin
comprometernos pero siempre considerndola; diramos nosotros debido
a que ella es santa y meretriz (como la Iglesia Catlica para la Teologa de
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Estimada Ivonne, cada una de mis lecturas de tus animitas son mimesis
insolentes, como proceso de tomar un texto abierto, una biografa que se
prolonga ms all de la muerte. Tus textos tambin lo son, son tu particular
mimesis, intertextualizadas por palabras de devotos y cometarios de
personas de cada poca, pasas raudamente de la antropologa de la religin
a una hermenutica del texto, y esta hermenutica es en primer lugar una
epopeya, se completa con un enaltecimiento del sujeto sagrado
embelleciendo su vida y sacralizando su muerte; como en San Agustn se
trata de dos tiempos, la biografa estetizada y sintetizada es un distentio,
un devenir cronolgico pero aleatorio, donde dispones de pinceladas
biogrficas para hacer un trazado que permita el otro ejercicio, el de
comprender a los devotos: t, yo y cada devoto completamos la biografa y
pasamos a lo que Agustn llam el intentio, la eternidad, que es un tiempo
sin tiempo en tanto es tiempo de lo sagrado, que no es cronologa sino
narracin, por lo tanto tus textos son eso, la expresin de una hierofana,
un completar la historia con una narracin intemporal, que es, insisto,
biografa, pero que no es vida, tampoco es muerte, es la otra vida, lo sacral,
que tambin tiene historia pero carece de tiempo.
Pound dira que la transaccin con lo sagrado carece de la usura, aunque
se entregue dinero u objetos en la manda no se negocia, no hay ni plusvalor
ni ganancia por medio del inters, vemos una economa simblica de lo
sacral, pero esa economa se rige por otra lgica del valor, el valor es signo
y semiosis del signo, el significante es polismico, pero no hay una economa
monetaria, se trata de una instancia inviolada por el capitalismo: una capilla
diminuta, un exvoto, velas, flores, no tienen un valor monetario, no se
prestan a ningn inters a plazo, as como la muerte del personaje animita
es una transaccin con lo sagrado, la peticin sellada en el exvoto es una
transaccin profundamente econmica, pero una transaccin con lo
sagrado; as en la lgica capitalista es una dilapidacin, un derroche, en el
entendimiento antropolgico es un sacrificio, en la lgica de la Antropologa
Literaria es la posibilidad de abrir una historia vital y exteriorizar los
miles de modos en que tanto el antroplogo(a) literato(a) reconstruye la
experiencia del sujeto sacral, ms a la manera del creyente que del etngrafo
clsico. Quizs, colega, esta sea la consumacin del mic y tu texto bien
logrado sea el favor concedido: cada uno de tus textos son un exvoto149 que
contina la narracin sin tiempo.
Con afecto
Miguel
Gttingen, Febrero 2009.
149
Un exvoto es una ofrenda que los gentiles hacan a sus dioses. Estas ofrendas se
depositaban en santuarios o lugares de culto y podan consistir en figurillas
representando personas o animales, armas, alimentos, etc. El ofrecimiento de exvotos
tiene su origen en las civilizaciones egipcias y mesopotmicas. En Espaa destacan
los procedentes de excavaciones iberas del siglo III a.C., encontrados en el sur y el
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El vuelo de la Calandria
sureste peninsular, los exvotos iberos suelen tratarse de figuras que representan
guerreros, jinetes o animales, normalmente elaborados en bronce. Posteriormente el
smbolo fue tomado por el catolicismo y el exvoto pas a ser una ofrenda dejada
por los fieles que haban recibido un don o curacin como ofrenda y recuerdo.
Pueden verse actualmente en centros de peregrinacin, apoyados sobre las paredes
o colgados del techo objetos tales como muletas, ropa, ruedas de autos y todo tipo
de cosas que representen el hecho desafortunado del que se haban recuperado.
181
CAPITULO IV
EN EL SILENCIO PARA PENSAR A PARTIR DE TIERRA
EXTRAA: el vuelo de las Calandrias150
de los indios tristes151
Odiaremos ms que cuanto t odiaste
amaremos ms de lo que t amaste
con amor de paloma encantada, de calandria
Tranquila espera, con ese odio y con ese amor sin sosiego y sin lmites,
lo que t no pudiste lo haremos nosotros152.
Jos Mara Arguedas
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Milonga de Calandria. Msica: Juan Sosa, Letra: Jorge Luis Borges (fragmento).
Servando Cardoso el nombre/ y No Calandria el apodo; / no lo sabrn olvidar/ los
aos, que olvidan todo. /
No era un cientfico de esos/ que usan arma de gatillo; / era su gusto jugarse/ en
el baile del cuchillo.
Gracias a Fra Dra.Gremels por su caritativa lectura de este captulo: a la manera
para m desconocida y extica de una filloga, luterana, alemana.
Arguedas, Jos Mara. Pginas escogidas. Lima: Editorial Universo, 1972.
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El vuelo de la Calandria
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ANEXO Y DIDASCALIA153 VI
Respecto del modo de escribir cartas en el tiempo
Hace algunos aos, el telogo peruano Gustavo Gutirrez fue consultado
en una conferencia de prensa respecto de su libro ya clsico: Teologa de la
Liberacin. Se le pregunt si en el actual contexto, l volvera a escribirlo,
manteniendo los mismos argumentos y valores all sostenidos ms de
veinte aos atrs, a lo que Gutirrez respondi ladinamente154 con otra
pregunta, dijo escribira usted hoy una carta de amor exactamente igual que la
hubiese escrito hace veinte aos?155
Intentos comunicativos como stos, evidencian la necesidad de dilogo
en torno a las transformaciones que la Teologa de la Liberacin ha vivido,
considerndola embelesados, como uno de los grandes fenmenos
culturales latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX. Hoy ya no
asumida como un artefacto cultural de un siglo que se fue, sino como una
herramienta dinmica para las preguntas del siglo que comenzamos a
vivir.
Ninguna reflexin dejar nunca de vivir, sufrir y gozar transformaciones,
lo que no implica necesariamente que esta reflexin se desdibuje o pierda
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Sin duda este captulo tiene tres fuentes, mi vnculo como miembro de una familia
catlica popular en Chile, el haber estudiado con los Jesuitas y la lectura, y
comentario, del gran libro de Eni Orlandi: As Formas do silencio. No movimento
dos sentidos. Fuentes diversas que hoy son parte de mi itinerario vital y no solamente
de mi reflexin acadmica.
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Potica de lo atendido
En el silencio162, en el no decir, en el murmurar, en el festinar, en el pensar,
en el soar y en el obviar, es una forma mestiza y sudaka163 de pensar, el
paso a la escritura es un proceso comunitario; no hay poesa (en un sentido
amplio) pura, hay siempre lricas colectivas que se hacen vida en lenguajes
que como dice Ernesto Cardenal 164 atraviesan los poemas de amor y las
constituciones. El escribidor no es un iniciado, sino una suerte de canal en
que el silencio se acumula a borbotones y se va haciendo vida, para elaborar,
ms all de la conciencia autnoma, un horizonte metasocial y escatolgico.
No se debe nunca confiar en la supuesta vacuidad de lo no dicho, en la
eficiencia de las rdenes de callar, en los silencios obligados, porque es
justamente en ese espacio de subordinacin y supresin de la voz, desde
donde se fraguar aquella escritura que sorpresivamente cambiar la
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Un anlisis no tiene que ser llevado demasiado lejos. Cuando el analizado piensa
que l es feliz por vivir, es suficiente, Jacques Lacan.
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Una de las leyendas que cubre fuertemente el legado del general Carlos Ibez del
Campo, ex Presidente de la Repblica y fundador de Carabineros de Chile, es la de
los fondeos que se realizaron en las costas chilenas durante su gobierno, es la
historia del famoso Barco del General, el cul poco a poco fue acabando con
homosexuales, gitanos, indigentes, etc. Es una mentira para opacar la imagen del
nico presidente que pudo agrupar tanta gente bajo su ideologa?, o en verdad el
dictador us su poder para poder expresar su homofobia y odio hacia las minoras?
Son verdaderas las historias de las razias ocurridas durante el gobierno de Ibez?
La historia nos da una respuesta: S, es verdad la historia del Barco del General
Ibez. Antes de explicar la historia es necesario saber qu es un fondeo y qu es
una razia: Un fondeo es la prctica de acabar con personas o cadveres
lanzndonos al mar, normalmente con pesos para llevarlos al fondo del mar, de ah
el nombre fondeo. A la vez una razia es el trmino usado para referirse a
ataques sorpresa, emboscadas o acoso a diversos grupos sociales o tnicos con el
fin de molestar, capturar o matar a los perseguidos. Tambin se vieron razias en
Chile durante los gobiernos de Pinochet y Gonzlez Videla. Una de las principales
historias que opaca el gobierno del general Ibez es la siguiente: siempre se ha
comentado que el General del Pueblo posea una fuerte homofobia y repudi a
todo lo que representar a la homosexualidad, pero no era el nico, la gran mayora
del pueblo chileno de esa poca repugnaba las actitudes homosexuales, a diferencia
de la aristocracia y la bohemia artstica chilena las cuales ya se haban abierto de
mente ante aquellos temas.
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siglo en Europa: eran indgenas de Tierra del Fuego172, o son los huesos
embalsamados por la sal del desierto de los detenidos desaparecidos de
nuestros das: la tarea es descubrir los mecanismos en que el silencio
convirti los cuerpos vivientes en huesos y en ausencias.
Si la muerte es el fin de una conciencia individual (como Sartre sostena)
nunca deberemos olvidar que la conciencia no es un fenmeno autnomo,
sino que es ante todo el lenguaje transmutado en percepciones; de nada
podramos ser conscientes si no hay signos que signifiquen el mundo. La
muerte es un no significar, es una larga conversacin que se interrumpe y
queda convertida en el monlogo del sobreviviente que recuerda y del
fallecido que tanto habl como call. Pero la muerte ms que la interrupcin
de los signos es una interfaz del silencio, es la interrupcin del silencio
cargado de sentido, as morir es abandonar el silencio que exuda lenguaje.
La muerte es el silencio supremo, pero en la realizacin de la experiencia
vital ese silencio puede quedar circulando en los otros; para ser rescatado
este silencio debera liberarse de la metafsica de la presencia, para asumir
que el sujeto objetivo de la accin social no es un ente material sino que es
el signo y el silencio acompasados en un sintagma infinito. La Teologa de
la Liberacin no es una teologa de los que demandan, es por el contrario
una teologa de los sin voz, en medio del desierto lo nico que existe es
silencio, pero en esa mudez todo el desierto florece.
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y valores, de forma tal que slo el cambio social ser palanca del cambio
cultural.
De todo lo anteriormente planteado sobre la obra de Gutirrez, podemos
concluir que se trata de un aporte concreto que proviene de una valoracin
de la ciencia social por parte de la teologa, la cual escogi el anlisis
marxista de la realidad social como paradigma especfico para su anlisis.
Alguna vez critiqu el pensamiento de Gutirrez por no utilizar un
concepto de cultura atingente a nuestra Latinoamrica194, hoy me doy cuenta
de que l no deba hacerlo, que no era el camino un culturalismo extraviado,
por ello me admira su sabidura de no caer en el culturalismo
autocomplaciente, sino raudamente extraer de su bagaje como cristiano,
un nuevo instrumento que es a la vez un fenmeno pre y post metafsico, y
ese es el de la espiritualidad, una bsqueda por la justicia atenta al silencio
y a las metforas que decodifican los silencios. El maestro Gutirrez afin
la escucha cuando algunos le pedamos ms ciencias sociales l se volc a
su fe y fue ms adelante que nosotros.
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Entre las calandrias, hay un texto en que tambin reflexiona sobre Vallejo204,
pero para Gutirrez, Arguedas es el amigo entraable, es el hombre bisagra
modelo entre los indgenas pobres y la elite intelectual, pero tambin el
escritor de la metfora perfecta, que incide en su propia textualidad
teolgica; el desgarro de Arguedas y por tanto su potica se hace vida en la
mdula de la teologa de Gutirrez: Arguedas escribe a partir de una
estirpe capaz, tal vez, de darle unidad e identidad a un pas dislocado y
desgarrado, estableciendo en l una fraternidad de los miserables205.
Otros antecedentes sucintos pueden ser los ttulos de los captulos del
libro: Escribira as por ejemplo, un telogo alemn?: La luz que nadie
apagar, La fraternidad de los miserables, Con amor de paloma
encantada, Una gran esperanza, Slo los limpios consolarn,
Limpidez e identidad nacional, La universalidad del provinciano,
Consolar es liberar, Aquel que se reintegra, Idolatra y asesinato del
pobre, El Dios Liberador, Desde el cuajo de su pueblo.
En Boff se conjuga una experiencia esencial radical, el abandono del
orden sagrado y de sus votos, pensamos que particularmente el de
obediencia, luego de la humillacin del silenciamiento, y de la
invisibilizacin de la Teologa de la Liberacin posterior al fin de las
dictaduras latinoamericanas, Boff se encuentra especialmente sitiado, y
resulta curioso este acoso considerando que el fundador del concepto
mismo de Teologa de la Liberacin no se vio empujado a abandonar la
condicin sacerdotal, como en el caso de Boff a colgar el sayal franciscano;
no sabemos qu circunstancias personales obligaron a Boff a hacer ahora
su reflexin desde una condicin laical, pero s sabemos que fue a l a
quien el Vaticano silenci y no a Gutirrez.
Independientemente de la subjetividad de una decisin personal, como
lo es el abandonar el orden eclesial, nos parece fundamental destacar aqu
el giro que hay primero desde el estructuralismo eclesiolgico, hacia otro
de orden ms culturalista, pero su opcin culturalista se ve inundada de
una forma de poetizacin que, a nuestro entender guarda relacin con una
opcin por pensar desde una perspectiva ms holstica. Sin duda, Boff
siempre fue un pensador de frontera y nunca le temi a ocuparse de los
problemas ms sofisticados de la teologa cristiana. Pero desde antes de su
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pista frente al extravo del etngrafo: parece ser que la presencia fundamental
desde la cual es posible comenzar a comprender es la presencia de la muerte,
pero una presencia que carece de ese dramatismo propio de nuestra muerte,
una muerte cercana, ritual, cotidiana. Un final que conecta con lo
sobrenatural pero amarrado al desierto, como una enredadera de flores
luminosas que da la forma a un muro destartalado.
En nuestra primera excursin, el fin de nuestro camino hacia el vehculo
que nos transporta estuvo acompaado de un remolino que nos persigue
toda una calle; nos acompaa y acosa un viento espeso y oscuro que
amenaz nuestro recorrido, pero no nos rode nunca. Y all se presenta el
nico dilogo real, intercultural y creble sostenido con un lugareo; una
seora piadosa nos entreg la nica certidumbre que tuvimos en toda esta
travesa... caballero, ese remolino es el diablo que persigue a los extraos -ser
una forma de la teologa del silencio que es anterior a las preguntas de
cualquier teologa?-.
Cuesta creer en la existencia de este pueblo, pero si no nos rendimos a la
tentacin de la poesa, deberemos seguir creyendo que el pueblito es cierto.
Lo que s podemos hacer es creer que hemos comprendido algo de la
cadencia de su vida, y del modo en que la ausencia, la soledad, la pobreza
y la muerte organizan un devenir cotidiano, vida muy distinta a la del
etngrafo que, sin dejar de estar extraviado, al menos comprende que no
comprende. Esta aceptacin de la ignorancia significa una ruptura con el
campo y con el espacio cognitivo del observador, con ese modo de mirar ya
en nosotros configurado: es casi una alegora de la incapacidad de aceptar
el silencio por parte del intelectual neurtico que confunde conocer con
comprender.
El desierto es un inmenso edificio, inteligente, autnomo, impresionante.
Nadie nos mira y no vemos a nadie en la carretera que nos conduce a este
lugar, y tristemente (silenciosamente tambin) nadie busca nuestra mirada
entre el calor de las montaas de cobre, y en medio de la nada. Entonces se
nos aparece este poblado donde el viento, la silicosis210 y la sequedad nos
hacen dudar si alguien sobrevive all. Se trata de algo paradjico y nuestra
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No son pocos los riesgos que rodean a los trabajadores en las faenas, ya sean en
minera, metalurgia, industria, construccin, etc. los accidentes laborales, la
exposicin a sustancias peligrosas, el cansancio por los turnos que se pueden
traducir en errores fatales, etc. Sin embargo, hay otros riesgos ms silenciosos y
difciles de detectar. Uno de estos es la denominada Silicosis, enfermedad que se
desarrolla en los pulmones, provocando fibrosis, la que produce un exceso de
formacin de tejido conectivo, lo que se traduce en un proceso inflamatorio crnico
de los rganos afectados. Esta enfermedad, fibrsica - pulmonar irreversible, se
desarrolla por la inhalacin continua de Slice cristalina, esta sustancia qumica, se
encuentra en el polvo, y en las pequeas partculas que entran a nuestro organismo
por las vas respiratorias, y que son las que desencadenan la fibrosis nodular de los
pulmones.
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El primer gran crtico literario chileno Hernn Daz Arrieta(1891-1984), que tomo el
seudnimo literario de Alone, adoraba a Proust y dialogaba pstumamente con
Saint-Beuve, tal como Leiris l tambin soaba: Soaba con una escuela superior de
bellas letras, con una academia, instituto o algo semejante donde un autor clebre se paseara
por vastos salones hablando de literatura, revelando los secretos del arte de escribir a
muchachos vidos y silenciosos que le seguiran los pasos () Narciso Briones, erudito,
clsico, poseedor de trminos raros, que me inspir el horror a los que y me escribi una
carta pronosticndome que, si trabajaba bien y evitaba los relativos innecesarios, alcanzara
sin gran pena a escritar ameno y correcto. Abr el diccionario para ver si exista la palabra
escritar.Extractado del libro Aprender a escribir. Editora Nacional Gabriela Mistral,
1975. En El Mercurio, 29 Nov. 1992.
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por esa luz que inicia el da en el avin en que regreso a Chile, elicitar lo
que estaba en la oscuridad; quizs sospechando la posibilidad de forjar
una tica del perdn, perdn (con sus gloriosas funas217 incluidas) por el
etnocidio, el genocidio y por el sistemtico robo del habla, que podra
llevarnos a los girones, a los inicios de una tica transcultural, a la
comunicacin intercultural: a ese amor al otro en el otro, que nos permita
ser felices; para que el gesto del abrazo sea: ritual, palabra y encuentro; una
tica transcultural, no de compartir autoras confesar limitaciones
metodolgicas y tericas, prcticas penitentes tan propias de la teora social
contempornea en Latinoamrica, en una escritura que opera a la manera
de quien se postra en un confesionario barroco en una lgica postmoderna
de remedo, sino en otra escritura obtenida desde una esttica que se suea
hoy en el arte experimental y tambin en el plano de lo que no se dice de lo
inexpresable, pero vivido ldica y violentamente en estos lares.
En fin, hay una tica autora del perdn, una tica dionisiaca,
barroquismo del presente desborde y no del barroco esclerotizado: pero
simultneamente romntica del tipo ideal en movimiento, acomodada
dialectalmente en una moral casuista del apolneo y amoroso encuentro;
lo que en Michel Leiris signific un gozo en la humillacin segn Susan
Sontag218, hoy es solo honestidad y bsqueda a ciegas. Es, la verdad, mi
propia bsqueda a ciegas, pero felizmente soy y vivo en Sudamrica: donde
la confesin morbosa es rito y el rito es fiesta, una fiesta-proyector que
conciben todas nuestras limitaciones, nuestras rabietas, nuestros miedos.
Es el otro entendimiento, que no es tan otro, sino simplemente una
relectura honesta, una hermenutica de la comprensin legitimante de la
diferencia, donde asumimos las limitaciones y de las bellezas de los
diferentes, una tica transcultural, no de la restriccin, sino una tica del
deseo, que nos permita vislumbrar todo lo viable en el encuentro con los
ajenos: replanteamiento y no superacin de la analoga esttica.
Frankfurt del Meno, primavera de 2014
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Analogas estticas
y comprensin
transcultural
latinoamericana
El vuelo de la Calandria
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Este libro fue escrito en el contexto del desempeo del autor como Profesor Titular
del Instituto de Filosofa de la universidad de Valparaso, adscrito como investigador
jornada completa de Convenio de Desempeo en Artes, Humanidades y Ciencias
Sociales de la misma Universidad. El financiamiento de la investigacin respectiva
corresponde a la ejecucin del proyecto aprobado por la Deutscher Akademischer
Austauschdienst (D.A.A.D), titulado: Anthropological literature in Chile. A hybrid
language for intercultural communication