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Olivier Monguin - Violencia y Cine Contemporaneo

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iv1 r Mo 1

Violencia y cine
mporneo

Oli\rier Mongin
Violencia y cine contemporneo

La violencia que actualmente invade las pantallas de cine y televisin de


los pases occidentales ha provocado un verdadero debate social. La
pregunta es: podemos mostrarlo todo? Y, si no es as, hay que recurrir
a la censura? Como se ver se trata de cuestiones extremadamente delicadas que por lo general conllevan tomas de postura apasionadas y a
menudo ms bien superficiales.
Frente a esta !OituS~?ipn, Qli~iEl! tylongin opta por examinar de cerca ese
cine que s~EJIEJ ~~noninarse "vip\<Jnto" y luego se plantea cuestiones
vitales sopre' .lp querE)almente hacambiado entre el modo en el que se
representaba l~ vo113[1Gia en los aps sesenta y la manera en que se hace
hoy, CLianc;ll)SI3 muestra en y por S rnjsma, sin que el espectador pueda
evitarla, sublima~la () teeiclarla. A$f;.~n lugar de limitarse a condenar el
espectci,IIQ ()~ la \fplencia, este li[)ro se esfuerza por buscar soluciones
ysalidasawnproblerpamucho ms complejo de lo que parece.
Olivier Mott~in, dir~ctor de la revista Esprit, es tambin autor de libros
cC>mo /.,epewrdu vid!'! (1991 ), Fa ce au scepticsme. Les mutations dupaysageintellllCtweloul'invt'l~tic;m de l'intel/ectuel dmocratique (1976-1 ~9~z;
Pau/ Ricoeur (1994),BusterKeaton: I'tolle f/ante (1995)o Ver:;da troisfc

m:vill~>? (1995}:

\sa1vo sobre tica e imagen

Diseo: Mario Eskenazi

Paids Comunicacin Cine

J. Aumont. A. Bergala. M. Mari e y M. Vemet - Esttica del cine


A. Gaudreault y F. Jost- El relato cinematogfico
D. Bordwell- El significado del filme
F. Jameson- La esttica geopoltica
D. Bordwell y K. Thompson- El arte cinematogrfico
R. C. Allen y D. Gomery- Teora y pctica de la historia del cine
D. Borwell- La narracin en el cine de ficcin
S. Kracauer- De Caligari a Hitler
75. F. Vanoye- Guiones modelo y modelos de guin
76. P. Sorlin- Cines europeos. sociedades europeas 1939-1990
78. J. Aumont- El ojo interminable
80. R. Arnheim- El cine como arte
81. S. Kracauer - Teora del cine
84. J. C. Carriere- La pelcula que no se ve
85. J. Aumont- El rostro en el cine
86. V. Snchez-Biosca- El montaje cinematogrfico
87. M. Chion- La msica en el cine
89. D. Bordwell, J. Staiger y K. Thompson- El cine clsico de Hollywood
93. B. Nichols- La representacin de la realidad
94. D. Villain- El encuadre cinematogrfico
95. F. Albera (comp.)- Los formalistas rusos y el cine
96. P. W. Evans- Las pelculas de Luis Buuel
98. A. Bazin- lean Renoir
102. VV. AA. - Alain Resnais: viaje al centro de un demiurgo
103. Olivier Mongin- Violencia y cine contemporneo
17.
64.
65.
67.
68.
70.
72.
73.

Olivier Mongin

Violencia y cine
contemporneo
Ensayo sobre tica e imagen

UNIVERSITAT JAUME 1

Ttulo original: La violence des images ou comment s'en dbarrasser?


Publicado en francs en 1997 por ditions du Seuil, Pars
Traduccin de Marcos Mayer

Cubierta de Mario Eskenazi

A Georges Vigarello

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del Copyright>>, bajo las sanciones
establecidas en \as leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografa y el tratamiento infonntico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler
o prstamo pblicos.

ditions du Seuil 1997


1999 de todas las ediciones en castellano,
Ediciones Paids Ibrica, S.A.,
Mariano Cub, 92 - 08021 Barcelona
y Editorial Paids, SAICF,
Defensa, 599 - Buenos Aires

ISBN: 84-493-0642-6
Depsito legal: B.47.275/1998
Impreso en A&M Grafic, S.L.,
08130 Sta. Perpetua de Mogoda (Barcelona)
Impreso en Espaa - Printed in Spain

Sumario

Introduccin. Las pantallas de la violencia


Preguntas apremiantes .
Cmo librarse de ella?
Tres hiptesis . . . . .

13
13

15
l7

PRIMERA PARTE

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

l. Las dos eras de la violencia . . . . . . . .

Experimentar la violencia: los filmes de gnero


La segunda era o el estado natural . . . . . . .

27
27
30

2. Asesinos natos: entre la erradicacin y la burla


Lgicas de la duplicacin . . . . . . . . . . . .

33
33

Desencadenatniento y carnicera . . . . . . . . .
El monstruo y el carnicero (de El silencio de los corderos a Instinto bsico) . . . . . . . . . . . . . . .
El terrorista y el justiciero (de Blown Away a Len, el
profesional). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El atacante-vctima y el serial killer (de Amor a quemarropa a Asesinos natos). . . . . . . . . . . . . . .
Violencia, estetizacim> y burla: los rituales de J ohn Woo
y Quentin Tarantino . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Estetizacin: movimiento y obsesin por el detalle .


Las mentiras de la irrisin (de los filmes de Taran tino a
Ocurri cerca de su casa) . . . . . . . . . . . . . . .

34

36
36
38
41
41

43

10

VIOLENCIA Y CINE CONTEMPORNEO

11

SUMARIO

TERCERA PARTE
SEGUNDA PARTE

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA: MARTIN SCORSESE

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

l. Los esclavos de la violencia (El odio)


Mralos caer . . . . . . . . . . . . .
Cuerpos sin historia . . . . . . . . .
Sonoridades con problemas de lenguaje
Del barrio a la ciudad .
Mira a los hombres caer . . . . . . . .
Cmo mirar? . . . . . . . . . . . . .
El odio en una casa de campo (La ceremonia)
2. Argumentos para una liberacin: la familia, los guerreros
y los ancestros (Guerreros de antao) . . . . . . . . . . .
Los crculos de la alienacin y el reino de la fuerza masculina . . . . . . .
Amor y odio . . . . . .
La mujer esclava . . . .
Las salidas, lado masculino
J ake y su banda
Nig y Boog: cmo tomarse por un guerrero?
Reversiones femeninas de la violencia
El sacrificio de Gracie . . .
Las ilusiones de Beth . . . . . . . .
La esclavitud de la violencia . . . .
La ilusin del retorno a casa (Befare The Rain)
De una violencia a otra . .
El silencio de las imgenes . . . . . . . . .
3. Deshacerse de la violencia o cmo deponer las armas (Sin
perdn y Extrao vnculo de sangre) . . . . . .
El sheriff o el amo de la violencia (Sin perdn)
Perdonar o no? . . . . . . . . . . . . . .
La gracia de las mujeres . . . . . . . . . .
Cmo no convertirse en un animal? O el miedo a la mala
violencia (Extrao vnculo de sangre) . . . . . . . . . . .
El miedo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La violencia del mensajero indio o el arte de la caza .
Cmo evitar atacar como un animal?
La violencia, entre la muerte y la vida
Cruzando la oscuridad . . . . . . . .

Y STANLEY KUBRICK

51
51
55
57
60
63
64
67

71
73
73
75
76
76

78
80
81
82

1. Qu hacer con la violencia? De la cada a la escalada .


Cmo se entra en la violencia (Taxi Driver) . . . . .
Los signos del reconocimiento (El rey de la comedia)

115
116

118

2. Cmo tratar la violencia?. . . . . . . . . .


La naranja mecnica y La chaqueta metlica
La leccin de Kubrick: el arte de la mirada
Desbordamiento por analoga . . . . . . .
Desbordamiento al infinito
La experiencia de la mirada ; ~1 ~uJe;o. d~ ~i~in.
Una creciente insensibilizacin ante la violencia?
Insensibilizacin? . . . . .
La fbula de Forrest Gump

123
123
127
127
129

Conclusin . . . . . . . . . . .
Un mundo en vas de pacificacin?
Qu absorcin de la violencia?
Semilleros de violencia
Insensibilizacin y catarsis

137
138
138
140
141

ia

130

131
132
136

84

85
86
88

91
92

ANEXO 1

LA CIUDAD TOMADA COMO REHN:


LOS CINES DE BEIRUT

El sobrevolar o la imagen suspendida .


La llegada desde fuera .
. .
Imgenes de la posesin . . . . . . .

153
153
154

La cada urbana o la desaparicin de la mirada

157

Movimientos de aspiracin
El falso decorado
La ciudad a tumba abierta
Apariciones . .
La bofte oriental . . . . .

161
161
162
163
164

95

96
98
98
101
103

105
107

VIOLENCIA Y CINE CONTEMPORNEO

12

El cine beirutino: las pasiones del interior


Beirut, la ciudad de las metamorfosis
Una pasin sagrada: la genealoga

167
168
169

De la ciudad al desierto . . .
Beirut, presa de lo visual?

171
173

Introduccin
Las pantallas de la violencia

ANEXO 2

FALSEDAD DE LAS IMGENES Y FANATISMO CIEGO


(SANGRE SABIA, DE JOHN HUSTON)

Dejar el refugio
Volverse maligno
Salir de la ciudad
El maligno se ciega

179
183
187
189

Agradecimientos .

193

Origen de los textos

....................

195

Destruyendo el espritu de los muertos es como se consigue de los


vivos lo que se quiere.

Maurice G. Dantec, Les Racines du mal

Preguntas apremiantes
Es lcito mostrar todo tipo de imgenes en la pequea pantalla? La
violencia de la televisin no est a punto de sobrepasar todo lmite, de
atravesar la frontera>> de lo admisible? Si es as, hay que tomar partido
a favor de mtodos para filtrar los programas a fin de preservar a los ms
jvenes de los excesos de violencia? A este debate que ocupa ritualmente
los titulares de las revistas y cuya conclusin provisional fue la imposicin por parte del CSA (Conseil Suprieur de 1' Audiovisuel) de una
seal antiviolencia a las cadenas de televisin francesas en noviembre
de 1996, se suma aquel que se ha entablado, desde hace algunos aos,
en torno a la produccin cinematogrfica. Ya no se discute que la
~

1
1

14

VIOLENCIA Y CINE CONTEMPORNEO

televisin ha ejercido nna influencia nefasta sobre la pantalla grande, y


tampoco que la violencia, chorreante de hemoglobina o filosa corno una
navaja, torna por asalto al espectador y no le permite el menor respiro.
Cantidad de producciones cinematogrficas recientes (las de Quentin
Tarantino, Luc Besson, Oliver Stone, Roger Avary, y ms an la serie
Jungla de cristal o Trainspotting [Trainspotting, 1996], de Danny
Boyle,..) y la obsesin contempornea por el serial killer (una versin
reciente es Seven [Seven, 1995], de David Fincher) o por el crimen
gratuito (La carnaza [L'Appat, 1995], de Bertrand Tavernier) ponen en
escena una violencia que exacerba sin cesar nues-tros temores. De ah el
recrudecimiento legtimo de las polmicas y las inquietudes.'
Por una parte los especialistas de la comunicacin, Jean-Louis Missika por ejemplo, han criticado un informe del CSA publicado en otoo
de 1995 que trataba sobre el aumento de la violencia en la televisin.
Rechazan la idea de que se pueda poner en el mismo plano a todas las
imgenes agresivas y de que la violencia pueda ser objeto de estudios
cuantitativos sin tener en cuenta la intencin, el contexto y el sentido de
la accin mostrada en la pantalla, factores que hacen de la violencia una
experiencia sensible en lugar de un simulacro, una matanza entre clones.
Segn ellos, no hay que exagerar el recrudecimiento actual de la violencia ni sobrestimar la influencia que puedan eventualmente ejercer las
imgenes sobre los nios o los adolescentes. Por qu inquietarse entonces por saber si Taxi Driver (Taxi Driver, 1976), de Martin Scorsese, pudo ser el origen de los terribles crmenes de J. Tuckley, si La naranja mecnica (A Clockwork Orange, 1971), de Stanley Kubrick, provoc en
1972 los actos de violencia que llevaron a las autoridades britnicas a
censurar el filme, o bien si Aubry Maupin y Florence Rey quedaron fascinados por Asesinos natos (Natural Born Killers, 1994), de Oliver S tone,
o incluso si El odio (La Haine, 1995), de Mathieu Kassovitz, pudo estar
en el origen de un aumento de la violencia en los suburbios franceses o
Trainspotting ser un instrumento de legitimacin de la droga entre los
ms jvenes? He aqu cuestiones en apariencia bastante secundarias!
Por otra parte, los crticos cinematogrficos abogan por cierto apaciguamiento: atribuyen esos desrdenes a manipuladores profesionales,
por lo que rechazan la idea de que se ha producido una mutacin en la
produccin cinematogrfica, as como la hiptesis de que vivimos una
era indita del espectculo de la violencia. En esta perspectiva, algunos
distinguen, por ejemplo, ~.-",5<~-i~el?_, <):e _l~__ yjg_l,encia: un ci!l'?_ crudo y
1. A lo largo de esta obra, la nocin de violencia remite a toda forma de accin capaz de herir fsicamente, incluso de matar. No se trata entonces de violencia simblica
sino de agresin fsica.

15

INTRODUCCIN

realist'! q1J~_si!l.e!I)l:>argQ__ no esc;911<:le .. su . .car\.Gt<;r dt<.JiGci9.l'!, uE..~i.l'!xJ1J!l:c.


]~s2oque consig11e i]'!~ttlarla distancia como regia artstica, y un cine
.:.el nico que en realidad e~ objeto de rechazo- que P()I!yen :ng~l1es
actos de crueldad hasta el lmite_ de lo soportable.
~~~te 1ti~o ip~, sin
riieriC'i<Jnar Siqlera las snujf movies dollde" e-1 crimen es real, se pueden
incluir algunos de esos filme~ que muestran el lento de~garramiento de
una ua o un rostro marcado por una navaja. En el fondo, una gran parte
de la crtica relaciona las representaciones contemporneas de la violenca con la puesta en escena tradicional de la experiencia de la violencia
y se inquieta tan slo por los filme~ que utilizan el sufrimiento corporal
para abusar mejor de los nervios de ~us espectadores. Es decir, aquellos
donde el cineasta filma transgresiones sin prohibiciones, o sea, una
violencia de tipo pggg_gr_fice>>.' (
" ~''
Pero, se la considere o no la manifestacin de una desmesura indita,
de un nunca visto>>, la violencia de la~ pantallas es captada espontneamente como un fenmeno que afecta nicamente al orden de la representacin y de la ficcin. Como si la evolucin histrica de nuestra sociedad
no tuviera mucho que ver con ellas.

En

Cmo librarse de ella?


Frente a esto, una actitud habitual: aquella que considera las imgenes de violencia>> exhibidas en la pequea pantalla y en la grande como
espectculos generados por productores en mala situacin financiera. Su
nico inters sera el de captar la atencin de un pblico deseoso de
asistir a explosiones de violencia cada vez ms y ms insoportables.
Ante semejante denuncia, no se entiende bien si los <<mercaderes de la
violencia>> se acercan a los deseos de los espectadores o si inventan guiones cuya violencia no les preocupa en absoluto. Por ms legtima que sea,
esta actitud se conforma con criticar el dinero de la violencia mientras
fustiga las pulsiones de un pblico incapaz de resistirse al espectculo de
lo prohibido. Fingiendo rechazar la cuestin de las imgenes violentas,
se adopta la actitud del fiscal que ataca tanto a la manipulacin como a
los que se dejan hacer>>. En suma, parece que ~e diga virtuosamente que
la avalancha de malas imgenes no nos concierne verdaderamente, es un
asunto de los otros, de compromisos y complacencias.
Fingir que uno se sustrae a la violencia con slo rechazar sus imgenes, hacer como si las representaciones de la violencia no tuvieran que
2. Carole Desbarats, La frontiere, en Trafic, n. 13, invierno de 1995.

16

VIOLENCIA Y CINE CONTEMPORNEO

ver estrictamente con la violencia efectiva de nuestras sociedades, supone una renuncia oculta tras una pretensin moral. Se trate de imgenes,
de representa~iones o de realidades, la inquietud persiste: qu hacer?
Cmo desarmar la carga de violencia? Cmo sacrsela de encima? Entre las imgenes que capitalizan la violencia redoblando su intensidad Y
aquellas que intentan reciclarla, es decir, frenarla y detenerla, hay un
abismo: unas acumulan, las otras se esfuerzan por operar una conversi6n
de la energa propagada. Razn de ms para no esconder la cabeza y
escrutar las imgenes, todas aquellas imgenes que permitan descubrir
en qu momento se corre el riesgo de traspasar la <<frontera>>: la que las
convierte en <<pornogrficas por incapacidad de resistirse a su fluJo.
Pero esa frontera, si se la sigue a lo largo de la historia del cine, se
dibuja siempre con nitidez: por un lado, los cineastas que filman el caos
fundamental para llegar a la claridad de la conciencia: Pier Paolo
Pasolini y Abel Ferrara, por ejemplo ... Al otro lado de esa lnea de
demarcacin estn aquellos que, con el pretexto del realismo de la
hemoglobina, evitan aquello que permitira no dar a la violencia el
carcter de fatalidad inexorable. Al presentar la carnicera como algo
natural, estos cineastas juegan con un nihilismo sin verdaderos riesgos:
sostienen que la realidad excede lo que el cine puede llegar a mostrar,
por lo que se permiten abyecciones sin comprometerse deliberadamente
con ninguna responsabilidad tica. 3

71

La discusin no se basa entonces en la intensidad de la violencia en


la pantalla -Los asesinos de la luna de miel (The Honeymoon Killers,
Leonard Kastle, 1970) es un serial killer de gran violencia que no se
puede, empero, juzgar estticamente de la misma manera que Seven, de
David Fincher, donde el clip sustituye aJ trabajo de las formas-, sino que
se acompaa de una inquietud evidente: no est la violencia en el cine
a punto de engaarnos, de hacernos creer que no podemos hacer gran
cosa contra el mal del cual la accin violenta es inseparable? No diferenciar ya entre violencia cometida y violencia sufrida, entre asesinos y vctimas, entre los verdugos y aquellos que han reducido el cuerpo a pedazos de carne, conformarse con la idea de que todos somos asesinos po'. tenciales capaces de pasar a la accin, no es admitir que el mal es una
fatalidad y que la jerarqua entre el bien y el mal es una historia demasiado antigua, un cuento para dormirse ... ante la pantalla? En Seven, un
viejo polica le cuenta a la esposa de su colega, un joven polica todava
entusiasta, que abandon a su mujer, que entonces quera tener un nio,
3. Caro le Desbarats, artculo citado.

17

INTRODUCCIN

porque segn l es intil educar nios y asegurar la continuidad de las


generaciones en un mundo gobernado por el maL La joven pareja paga
el precio de que el mal sea la nica ley, pues termina siendo la ltima
vctima del serial killer. No es posible salir de la violencia: sta es
tambin la leccin de ciertas pelculas, donde el asesino consigue,
simulando locura y desdoblantiento de personalidad, engaar a la
justicia. Cuando lo nico que reina es la relacin de fuerzas, los ms
malvados tienen todos los nmeros para ganar.

Tres hiptesis
Antes de que se desenrollen las bobinas a lo largo de los prximos
captulos, no es intil esbozar el cuadro dentro del cuaJ se inscribe lapolmica sobre la violencia de las imgenes. De aqu las tres hiptesis que
son objeto de este trabajo y que me propongo exponer en pocas palabras.

Primera hiptesis. Hay un claro desplazamiento en la representacin


de la violencia por parte de la produccin cinematogrfica contempornea. Que lo <<Visual ha debilitado la imagen-cine es algo fuera de toda
duda. Pero es ms importante sealar que se ha pasado de un tipo de
representacin de la violencia a otro. Y que este cambio es inseparable
de la desaparicin, progresiva pero rpida, de los filmes de gnero (cine
negro, westerns, pelculas de boxeo, cirie-de guerra ... ) queencuadr~ban
la exp"riencia dela violencia <<repr.,~entad~~~ <:n)apaJ'll~jJa: La exh1bidr dej~~~iOl~~ca e~~- Cada
in~ {fitells-a -en el plarlo cuantitativo
cualitativo- ya que corresponde cada vez ms excepcionalmente a la
experiencia de una confrontacin o de un duelo. lespegtc!ll()de lvi()lenci~ no.. remite y a~pj<et()s quelaexperilJ1eJ1tal'l.
, - .Hoy se zozobra dentro de la violencia, uno ~e hunde en ella, parece
un verdadero pozo sin fondo. Que se hable hoy en da de natural born
killer -expresin que rentite al ttulo de un filme de Oliver S tone-, para
nombrar al asesino en serie, una figura ya antigua en el cine, debera
llamar la atencin. De hecho, el cine contemporneo se orienta en una
doble direccin: la de los argumentos que muestran (vase el primer captulo) que se es esclavo de la violencia y que es muy difcil que se consiga salir de ella. Si numerosos filmes muestran esta cada en la
violencia y se encierran en los tneles del odio, los argumentos que se
animan a imaginar salidas a la violencia, ms raros, estn atrapados
por una pregunta: cmo desembarazarse de la violencia? Esta pregunta
es inseparable de otro interrogante: cmo desembarazarse
violencia de las imgenes?

vez

18

VIOLENClA Y CINE CONTEMPORNEO

Uno jams se desembaraza totalmente de la violencia: es esto lo que


deben admitirlas sociedades democrticas, durante mucho tiempo convencidas de su pacificacin congnita' y ms todava desde que se creen,
equivocadamente, liberadas de las ilusiones totalitarias.
Segunda hiptesis. Este desplazamiento de las representaciones de la
violencia no sucede slo en el orden de la ficcin. No se trata de una
imaginacin desatada que no tiene nada que ver con la realidad del mundo: no hay la menor duda de que las nuevas representaciones de la violencia acompaan, en las sociedades democrticas, a una metamorfosis
subterrnea de los comportamientos violentos y de las actitudes adoptadas frente a la violencia. Lejos de exacerbar la fisura entre realidad y
representacin, aparece como indispensable subrayar los factores principales que se hallan en el origen de las metamorfosis histricas de la violencia. Esto no deja de tener su importancia: I'Qf-'l!!PIt~, desql!"-.IIla
ms habitual segn elcual vivimqs enso~ieda.c!es cada.vez menos y llli:ns violentas merec~ ser cuidadosamente revisado. Por Jtotra, cada vez
es ms evidente -y no hubo que esperar el ill~endio de Beirut o 1~ g;;-.;;:;:~
delG~lf~ p~a darse cuenta- que lpr()dyccin de imgeqes en la peque_pantalla y en la grande forma parte del reciclaje de la violencia de
nuestras sociedde.s..
Tercera hiptesis. Si se admite que hay un f\!I<OY()i~a;i;.,!'rio de la
violencia que !l!~~-~-!~~~~_ret\Ierza. 2 __ St~-~-g~ta las 11-~-~yas f9~-~~J_~_~l).J.~-qas
hoy por la violencia, hay que ceder a la tautologa y afirmar que hay
;nS-Iigene~ de violencia porque nuestras sociedades son cada vez ms
violentas? Y se agregar de inmediato que el cine refuerza esa violencia
o que produce una influencia nefasta. Pero esa afirmacin cubre con un
velo lo que realmente pasa: la gran carga de imgenes de violencia no es
slo el reflejo o la exacerbacin de la violencia reinante, sin_otambin
unamaneradeprotegerse deella. La naturaleza de la violencia ha cambiado, tambin su difusin: es cada vez ms indiscernible, lateral, es
cada vez menos controlable, y produce cada vez ms y ms f\1\y<Io. A
pesar de ser iconoclasta, este tesis merece ser considerada: la violencia
aumenta y no reconoce ya umbrales cuando se ha vuelto insoportable y
toma por asalto a los individuos de todos los sectores. Pero, en este contexto, la respuesta no pasa por un aminoramiento de la violencia, sino
por esta sobrecarga que perturba, sacude y ofusca: la violencia ya no
remite a una experiencia, y los individuos, que se esfuerzan por rechazarla (en la pantalla), se alimentan con este espectculo.
4. Sobre este punto, vase la primera parte de la Conclusin)): Un mundo en vas
de pacificacin?.

INTRODUCCIN

19

Cmo entenderlo? Segn algunos, esta inflacin espectacular, esta


violencia extrema, aumenta una cierta insensibil~~acin a la violencia,
sobre la cual los investigadores ponen el" acento desde hace un tiempo.;
Pero este movimiento de insensibilizacin frente a la violencia es partcipe, paradjicamente, de una sociedad en la que la violencia se ha vuelto
hipersensible.
\ "

~
\\., ~
Se comprender entonces que este trabajo vaya a contramano de dos
actitudes. Por una parte, es insuficiente recurrir nicamente al lenguaje
del umbral (a partir de qu punto se vuelve insoportable la exhibicin de
la violencia para el que la contempla?), cuando ms o menos todo lo
relativo a la violencia se puede mostrar -o grabar- en las pantallas. El\
combate que debemos librar no es slo aquel que trata del lmite, sino
tambin aquel que considera la aptitud para reciclar la violencia, para ponerla en escena, es decir, la capacidad y el <<arte>> de los productores de
imgenes para sentirse <<responsables del escenario que preparan para el
espectador>> (Carole Desbarats).
Por otra parte, es demasiado fcil conformarse con alabar espontneamente la irrisin de la violencia: en efecto, lo veremos a propsito de
John Woo o de Quentin Tarantno, la esttica de la burla refuerza la
tendencia actual de la violencia a degenerar, a rechazar la confrontacin
y la experiencia del conflicto. N o es indiferente que directores como
Pascal
Ferran no vacilen en reaccionar contra esta tendencia. 6
,,
Por qu la violencia no puede sino degenerar? Los partidarios de la
irrisin -los realizadores de Ocurri cerca de su casa (C'est arriv pres
de chez vous, 1992) son un buen ejemplo de esto- se nutren de la misma ilusin que los partidarios de la erradicacin: la. ilusin seg11la cyal
la violencia es un asunto slo de individuos '{iolentos. Pero la violencia
~s la cuestin poltica por excelencia, concierne a la comunidad en su
conjunto: por qu cegarse entonces ante imgenes que hablan tan
claramente de nosotros? El pastor intolerante y fundamentalista se
arranca los ojos en Sangre sabia, de J ohn Huston, porque cree que el
mundo y sus imgenes forman una trama de mentiras. Para l no queda
nada por ver. Pero estamos convencidos realmente de que la mentira
reina definitivamente, y de que las imgenes son su vector principal?
Esperemos que no. Los ltimos filmes de Pedro Almodvar (La flor de
mi secreto, 1995) y de Clint Eastwood (Los puentes de Madison, The
~

>~~--, dW''~

'~""'''

5. Para una presentacin de estas tesis, vase el dossier Mdias et violence en


Cahiers de la scurit intrieure (lliESI), n. 20, segundo trimestre de 1995.
6. Abajo la irrisin ~afirma sin vergenza-, la segunda vuelta de tuerca que vaca
de sentido cada objeto filmado, como el primer plano de Tarantino sobre la jeringa, donde
todo se convierte en un pretexto para un guio al espectador.

20

VIOLENCIA Y CINE CONTEMPORNEO

Bridges of Madison County, 1995) enlazan con el melodrama. Smoke


(Smoke, 1996) de Wayne Wang y Pan! Auster, abre un nuevo camino
para el relato cinematogrfico: ambos van a contracorriente de la
exhibicin contempornea de la violencia.
La violencia (de las imgenes), o cmo librarse de ella. Cmo salir
de ellas? Este ensayo, que gira alrededor de estas dos preguntas, se desarrolla en tres tiempos. A lo largo del primero, me interrogo sobre las dificultades contemporneas para poner en escena la violencia como una
experiencia efectiva. Qu pensar de una violencia que se presenta cada
vez ms y ms como un nuevo estado natural, -de una violencia de la
que somos prisioneros, esclavos? Luego paso revista, durante la segunda secuencia, a distintos filmes acosados por la pregunta: cmo desembarazarse
de la violencia cuando se es su vctima o su autor? Si muchos filmes
evocan, separndose as del cine ms contemporneo de la violencia,
una violencia sensible, experimentada, efectiva y remiten a una experiencia verdadera, otros demuestran que la imagen contribuye a retratar
y reciclar la violencia: es el caso de los filmes de Martin Scorsese y
Stanley Kubrick que son objeto de la tercera secuencia. A Jo largo de estos captulos, que oscilan entre la reflexin estructural y el anlisis monogrfico, se imponen diversos temas que asocian a la violencia con
otras cuestiones inseparables del curso sinuoso de las democracias: el
papel de la mujer, la capacidad de contar historias, la cuestin del mal
atrapado entre los dos extremos de la banalidad y la monstruosidad, el
respeto por los muertos y las vctimas. Una cantidad de nudos que hacen
de este ensayo sobre la violencia de las imgenes un viaje por las pasiones y los males contemporneos. Pero tan slo el tema de la mirada entrelaza la reflexin sobre la violencia de las imgenes y aquella que se
ocupa de las formas que adopta la violencia: la relacin que mantengo
con el otro, la relacin que establezco con l, no son separables de lamanera en que contemplo las imgenes. Como ha escrito Serge Daney: <<No
es el personaje quien tiene que decir al espectador lo que debe ver. Eso
sera inmoral. Quien no sepa mirar las imgenes, encontrar el tiempo de
una mirada, se dejar atrapar por la violencia sin siquiera darse cuenta.
Esta obra no ha sido escrita por casualidad. Por un lado se hace cargo
de una coyuntura cinematogrfica y televisiva en rpida mutacin: ya no
es posible ignorar la velocidad con la cual las imgenes se vuelven cada
vez ms y ms feroces y salvajes. En consecuencia, este ensayo se inscribe en un trabajo a largo plazo sobre las <<pasiones>> democrticas, la
parte malvada, la parte maldita y oculta de nuestras sociedades: en La
Peur du vide, del que este libro constituye una primera continuacin, he
intentado mostrar, apoyndome esencialmente en pelculas, que la vio-

INTRODUCCIN

21

lencia se desdobla, oscilando entre un ID9Yinento invisible de_ inte(la violencia que el toxicmano ejerce sobre su propio
uerpo)y un movimientoyisible d<? ext<:rip~ac:in (el espectculo de
la muerte en directo cuyo foco fue Beirut a partir de 1975). No hay
violencia que no sea secreta, agazapada, subterrnea, invisible, o si no-.,)
demostrativa, explosiva, exacerbada, hipervisible. En otra obra'
consagrada a la evolucin de lo cmico (que aparecer ms adelante)
me ocupar paralelamente de la cuestin de la risa: paradjicamente
cercana a la violencia, la risa -un motor de la televisin ms que del
cine- debe ser moderada. De la misma manera en que hay que proceder
a un reciclaje de la violencia, si no se quiere zozobrar en ella o vivir de
utopas haciendo creer que podemos desembarazarnos de ella de una
vez por todas, hay que calmar la risa enloquecida, tranquilizar los
modos espasmdicos de rer. A travs de la violencia y la risa sincopada, uno se halla enfrentado a uno de los mayores interrogantes de un
mundo que ya no sabe demasiado cmo detenerse. No poder detenerse
es la carga de los modernos, se dir, presos corno estn en un camino
hacia adelante cada vez ms y ms enloquecido, en un movimiento de
expansin infinito del Capital y de la Tcnica. Pero esta constatacin no
debe condenarnos a desmesuras de las que uno no se recupera
fcilmente. Veremos, pues, que la cuestin de la violencia se une a la de
la barbarie y la democracia. Y, ms an, a nuestro deseo de contemplar
el mundo y a aquellos que desean habitarlo. De aqu proviene la fuerte
conviccin que preside la redaccin de esta obra: Cuando se considera
necesario filmar la violencia, se puede hacer sin degradarse, sin contribuir a difundir la idea de que la fuerza bruta se impondr siempre al
pensamiento, a la dignidad del hombre>>.'
riiJtiz~~in

Nota: Las sinopsis publicadas estn extradas de los dossiers de prensa


difundidos por las diferentes productoras.

7. Caro le Desbarats, artculo citado.

PRIMERA PARTE

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

Hoy en da, se ataca tanto la agresividad de las imgenes como Jos


argumentos de las pelculas en las que la violencia es el principal recurso. En ese contexto, las polmicas referidas a la violencia en el cine
se confunden con las denuncias al reino de la imagen y de la <<videoesfera>>. Pero esto precipita la confusin: ya no se sabe de qu se habla:
del contenido de los argumentos, de las metamorfosis de la violencia en
la sociedad, de la intensidad de las imgenes, de la influencia de la televisin sobre la produccin cinematogrfica, o incluso de la cultura joven que, segn Thierry Jo use, descansa sobre una inmensa reserva de _
imgenes, de signos, de fetiches, de objetos a disposicin de todos y de
cada uno, como en un hipermercado, una memoria informtica, una
video-store o una cadena de televisin interactiva. Se puede as
acumular, jugar, hacer juegos malabares, desviar, juntar, montar, encajar,
sintetizar, desmenuzar, destruir, atornizar... .-8 Una vez constatado que
esto es bastante perturbador para el cine, hay que admitir que la
confusin contempornea de las imgenes no es ajena a la obsesin por
la violencia que reflejan tanto las imgenes como los argumentos.
8. En Cahiers du cinma, octubre de 1994.

26

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

Por lo tanto hay dos preguntas obligadas: qu hacer con las imgenes de la violencia? Qu hacer con la violencia? Parece, sin embargo,
que la relacin que mantenemos con la violencia se ha metamorfoseado:
mientras que antes remita a una experiencia fsica, perceptible en las
imgenes hasta el punto de volverse intolerable (la cuestin de la tolerancia se planteaba en funcin del sufrimiento del sujeto), en la
actualidad se presenta como un flujo ininterrumpido que no remite ya a
una experiencia efectiva. Se comprender que la cuestin no es solamente la de los umbrales tolerables de violencia,' sino que apunta a la
capacidad de los <<productores de imgenes>> para manejar una violencia
cada vez ms indeterminada, pues se presenta corno un nuevo estado
natural>>. Mi objetivo es subrayar las mutaciones profundas que afectan
simultneamente a la violencia y a las imgenes que la exponen.
Despus de recordar la estructura de los filmes de <<gnerO>> .-.que
remitan a una experiencia frontal de la violencia (westems, filmes de
guerra, de boxeo, policiales ... )- se mostrarn las rupturas que se producen cuando se entra en el Crculo de la violencia, cuando la violencia
no forma parte ya de una experiencia y se despliega de manera indiferenciada, impidiendo gradaciones y jerarquas sin tener en cuenta que se produce un crecimiento de potencia peligroso. Algo s es seguro: uno se
aventura bastante ms all de la mera cuestin de si se tiene derecho a
matar por venganza.

1. Las dos eras de la violencia

Experimentar la violencia: los filmes de gnero

9. Hay, adems, que tomar una medida distinta en el caso de los nios y de los
adultos. La comprobacin de que la violencia reina a partir de ahora en estado natural
sobre las pantallas, no debe impedir proteger a los nios, pues no sabemos qu pasar con
todo lo que se les mete en la cabeza.

La confusin que reina en tomo a las relaciones entre la violencia y


la imagen no es arbitraria; no es el fruto de una simple manipulacin de
los mercaderes o piratas de la imagen: corresponde a una situacin
histrica precisa en la que se impone la constatacin de una violencia indeterminada, al mismo tiempo omnipresente y difcilmente localizable.
Durante mucho tiempo se ha pensado que la violencia se confunda con
el arte de los guerreros, pero tambin que el arte militar no dejaba de tener
relacin con la poltica de la que era, segn Clausewtz, su prolongacin:
la violencia era entonces asimilada a la guerra y se conceba el mundo en
funcin de un campo de batalla. Muy presente en el cine desde sus orgenes (Intolerancia [Intolerance, 1916) o El nacimiento de una nacin
[The Birth of a Nation, 1914], de Griffth), el campo de batalla est en el
origen de los grandes gneros cinematogrficos: el westem, el filme de
guerra. Pero las analogas con el campo de batalla fueron numerosas, e11,
las pantallas: es el caso del ring de boxeo de las pelculas de finales,de
los cuarenta y los cincuenta con, entre otros ejemplos, El dolo de bafro
(The Champion, 1949), de Mark Robson, y Forajidos (The

28

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

1946), de Robert Siodmak, que reduce ejemplarmente el campo de


batalla a la violencia frontal, condensando en algunos metros cuadrados
una confrontacin corporal de gran violencia. Tambin es el caso de
algunos filmes de Sylvester Stallone o de Toro salvaje (Raging Bull,
1991), de Martn Scorsese. Sobre un ring de boxeo, las secuencias se
ritman por medio de rounds, por el sonido del gong, y los dos adversarios
se encuentran uno frente al otro en una lucha frontal. La violencia del
boxeo -una de las ms corporales, de lo que dan testimonio las imgenes
de los cuerpos heridos, de la carne desgarrada, de la descomposicin del
rostro- radica a la vez en el golpe directo y en-la astucia, ]a maniobra
para esquivar. La violencia es aqu doble -frontal, bruta, y retorcida,
secreta-, permitiendo que el juego de piernas de los <<bailarines del
boxeo>> esquive para golpear mejor y lanzar por tierra el cuerpo del otro.
Clsicamente, la violencia apareca en pantalla en los filmes de
gnero, donde el conflicto generador de violencia poda llevar a la muerte
de uno de los adversarios. Se tratara de un filme de guerra, de un filme
negro o de un western, la violencia pautaba un tipo de relato que opona
individuos o grupos, con momentos de violencia que acompaaban una
evolucin ms o menos trgica hacia la muerte. La primera secuencia de
La colina de los diablos de acero (Men in War, 1957), de Anthony Mann
-un filme de guerra que se pareca extraamente a un western-, muestra
la moral de este cine: luego de haberse posado sobre un jeep accidentado,
la cmara gira alrededor de los miembros de un escuadrn para dirigirse
despus hacia un cuerpo herido que no se distingua inicialmente del
montn de chatarra. Gracias a esta escena inaugural, se entra en la violencia como por fractura, y se percibe por completo que lo que va a seguir,
por fuerza, nada tiene de natural -es en principio una fuerza fsica y
psquica- para los individuos que, al sufrir la guerra, responden arma en
mano a un enemigo escondido en la montaa. En el filme de Mann, la
accin violenta surga como una puntuacin.
Se da as -como en el caso del cine de Samuel Fuller, y ms particularmente en la admirable Uno Rojo, divisin de choque (The Big Red
One, 1980)- una diferencia profunda con la exhibicin contempornea,
cada vez menos corporal, incorporada a una historia que tiende entonces
a correr>> durante toda la extensin del filme. No remite ya a los filmes
de gnero de los aos cincuenta: la accin violenta es el nico objetivo
de su argumento, de ah que en esos filmes el desencadenamiento de la
violencia sea inseparable de un personaje principal, al que se denomina
como <<justiciero o asesino nato. 10 Hoy se asiste a la sustitucin de una
10. En un dossier de la revista Positif (febrero de 1996) consagrado al neopolicial

LAS DOS ERAS DE LA VIOLENCIA

29

representacin clsica de la violencia en la que la imagen cumpla con el


oficio de mediacin, por un estado natural de violencia que significams que un aumento de potencia o una escalada y que impide cualquier
truco corporal, cualquier variacin de la cmara, y desemboca ineluctablemente, naturalmente, en una carnicera. Mientras la violencia de los
boxeadores o de los soldados de Anthony Mann corresponde a una
violencia medida, inquieta, la violencia que se percibe en muchos filmes
contemporneos es una violencia instalada, una violencia contra la cual
no se puede hacer nada, una violencia que no pone a prueba pues no se
trata de la respuesta a una experiencia de la adversidad. Mientras el boxeo
oscila entre las cargas y las descargas, los golpes y las fintas, las
trompadas y los esqui'es, la violencia contempornea es automtica:
acumula las cargas sucesivas sin ninguna interrupcin y sin un verdadero sentido de gradacin, es decir, de diferenciacin entre el disparo y
el recurso a la bomba. Natural y acumulativa, permanentemente explosiva, la violencia pesa all de manera cada vez ms espesa y no se toma
ya el tiempo de auscultar los recursos fsicos y psquicos que la
sostienen. Se ha hecho desaparecer el propio campo de batalla: la violencia se vuelve cada vez ms terrorista y aterrorizante, golpea los espritus a falta de oponer personajes violentos. De vez en cuando se
escenifica la nostalgia del enfrentamiento de manera casi caricaturesca:
en Heat (Heat, 1995), de Michael Mann, dos famosas escenas enfrentan
contemporneO>>, Laurent Vauchad sostiene, de manera original pero discutible, que se
asiste -cita mezclando los filmes de Tarantino, David Fincher, Jonathan Demme, Bryan
Singer (Sospechosos habituales [The Usual Suspects, 1986]) o de los hermanos Coen- a
la emergencia de un nuevo gnero (el neonegro) cuya caracterstica principal es la
contaminacin del filme negro por el cine de terror. En el mismo dossier, Jean-Pierre
Coursodon reubica a los filmes criminales norteamericanos recientes en el contexto ms
vasto del cinismo norteamericano actual: No se trata evidentemente de lamentar aqu
con nostalgia la poca en la que el cdigo de la produccin exiga que el crimen y el vicio
fueran siempre castigados, sino sobre todo de preguntarse por el tipo de relaciones
instituidas por la "nueva moral" (si es se el trmino) entre los cineastas y su pblico.
Por su parte, Thierry Jouse sigue apelando a la idea de gnero, la que rechazo,
hablando de una nueva etapa a la que califica de posmanierismo. Hacindose cargo del
momento manierista e inspirndose a veces en l, los cineastas proponen variaciones
abstractas sobre los gneros emblemticos del cine norteamericano, el cine negro, el
westem, el filme de terror. Tomando cinco filmes sacados directamente del cine ms
contemporneo -The Killer (1989), de John Woo; Sonatine (Sonatine, 1994), de Takeshi
Kitano; Muerte entre las flores (Miller's Crossing, 1990), de Joel y Ethan Coen; Dead
Man (Dead Man, 1995), de Jim Jarmusch; La adiccin (The Addiction, 1995), de Abel
Ferrara-, todos tienen en comn la prctica de una anatorra patolgica del gnero
elegido y el exhibir los resultados de esta autntica autopsia, como si el gnero estuviera
muerto y resucitara, fantasma de westem o de filme negro, definiendo as un verdadero
posmanierismo, en Anthoine de Baecque y Thierry Jousse, Le Retour du cinma,
Hachette Rfrence, 1996.

30

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

LAS DOS ERAS DE LA VIOLENCIA

31

Pero que se nos explique lo que realmente quiere decir mostrar una
cabeza que explota (Corazn salvaje [Wild at Heart, 1990]), una aguja
que se hunde en el corazn de una joven drogada (Pulp Fiction [Pulp
Fiction, 1995]), un tipo al que se tortura en el subsuelo de una armera o
una familia entera destrozada, nios incluidos, como la ltima salvajada
(Lon, el profesional [Lon, 1995]) ... sin que jams se plantee la menor
pregunta sobre esas escenas presentadas como autosuficientes, sin que
jams se nos haga pensar en nada ... >> (Bernard Sichere).
Retomemos el hilo de nuestra pregunta: en qu se convierte entonces la violencia cuando falta una guerra real -la del filme de gnero-,
como es el caso desde la guerra de Vietnam y de los conflictos de Amrica Central? Mientras que el guerrero tradicional resurge en los filmes
marcados por el sello de lo fantstico o de la ciencia ficcin -desde la
serie Mad Max de los aos ochenta hasta el reciente Waterworld
[Waterworld, 1996], que es, segn Kevin Costner, el realizador de Bailando con lobos (Dances with Wolves, 1990), un western acutico-, la
violencia guerrera no es ya una violencia organizada alrededor del
campo de batalla. Cuando la guerra no est ya circunscrita, oponiendo
adversarios declarados, }a violencia se vuelve abstracta, fra -en eso re-

cuerda lo nuclear-, en Jugar de caliente, incluso salvaje; es una violencia


annima e indiferenciada donde el atacante y la vctima, el agresor y el
agredido, son cada vez menos visibles, en el sentido de que ya no combaten directamente, de que falta la mediacin del campo de batalla. Esta
violencia que puede creper en intensidad no consigue detenerse y esto es
as por una buena razll: no habiendo verdaderamente comenzado, no
puede encontrar un fin: La violencia en estado natural no conoce ni
principio ni fin::L21
Esta primera constatacin invita a comprender un doble fenmeno:
la relacin entre el flujo de violencia y el flujo de imgenes; el vnculo
entre las formas inditas de violencia y la simulacin de la guerra por
medio de las imgenes. Cuando la violencia aparece bruscamente como
un estallido y se acelera indefinidamente, se impone la imagen del
flujo que expresa la indeterminacin del estado naturaL En ese sentido, no es equivocado ver un vnculo entre el flujo de imgenes visuales que no remiten a otra cosa que a s mismas y el flujo indiferenciado de
la violencia. Se comprende mejor ahora: si lo visual remite a un flujo del
que no se conoce ni el principio ni el final, que no se puede suspender ni
por un momento, ocurre lo mismo con la violencia que ocupa las pantallas. Cuando la violencia de las imgenes aparece como <<natural>>, desaparece la sensacin de una gradacin, o de una escalada, puesto que estamos definitivamente instalados en ella.
Este fenmeno de saturacin de la violencia, que se diferencia del de
la escalada, acompaa a la metamorfosis del espacio de la guerra: sta
se presenta cada vez ms corno endgena en las sociedades (guerra interior, guerra urbana, guerrilla, terrorismo) y en los individuos (guerra interior, violencia patolgica). La guerra ya no se hace contra un mundo
enemigo, no se despliega ya contra un adversario declarado y determinado, se oculta, puesto que el oponente se halla en todas partes. En lo
que concierne a la violencia, el estado natural corresponde a la guerra
entre individuos, ya no remite a las relaciones entre grupos o Estados, . ,
sino a las guerras que se libran interiorrne'!\\'. (en la cabeza o en la calle)/'
De donde se deduce la doble tendencia relacionada con la naturalizacin
de la violencia: la de una guerra que cae en el interior (el terrorismo) y
la de la imgenes que no cesan de exhibirla (un flujo interminable). Se est por entero preso en la violencia, no se cae en ella, la violencia ya est
all: el enemigo est en la calle, en las cabezas y en las imgenes. Tal es
el nuevo Crculo de la violencia, una violencia arremolinada de la

11. Esta desregulacin del cdigo mafioso de la violencia est bien descrita en Trinits, de Nick Tosches (Pars, Gallimard, 1996), donde los traficantes del sudeste de Asia
socavan las costumbres y reglas de la mafia italonorteamericana.

12. No empleo de manera arbitraria Ja expresin estado natural. El estado natural


exhibido en los filmes citados remit_~-~'!,l;;t__ d_es;;:Qp;:iQn_ de Thomas Hobbes en su Leviatn
(vase el captulo 13).
~"'-"~,---

al gngster y al polica. En la primera, De Niro y Pacino se encuentran


frente a frente" en una mesa de restaurante, durante largos minutos. En la
segunda se asiste en pleno downtown de Los ngeles a la carga violenta
de tres gngsters que toman por asalto un regimiento de vehculos y de
policas, como en un western. En este filme, donde los personajes principales no dejan de cruzarse y de perderse, estas dos escenas llevan a su
punto ms alto la nostalgia de la confrontacin. Una nostalgia que se explica porque ya no hay reglas>> para el enfrentamiento. En The Killer,
de J ohn Woo, el polica y el gngster se masacran directamente puesto
que ya no hay regla para la violencia y porque los dems no estn a la
altura>> de esa violencia. En El funeral (The Funeral, 1996), de Abe!
Ferrara, se asiste al suicidio de una familia mafiosa, al fin de una poca
donde la violencia tena un cdigo." La explosin de la violencia aparece en un mundo donde ya no hay cdigos o reglas compartidas por las
comunidades violentas.

La segunda era o el estado natural

32

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

que no se puede salir, lo que provoca inevitablemente las aceleraciones


y explosiones que no sorprenden en tanto aparecen como naturales. Las
fronteras del campo de batalla estn desde ahora quebradas: la figura del
enemigo ha desaparecido en un mundo donde el enemigo se esconde en
todas partes. Si Hans Magnus Enszenberger no vacila en hablar de guerra civil generalizada, Pierre Hassner afirma, por su parte, que la violencia contempornea no es reductible a la violencia frontal del campo
de batalla, ni siquiera a la disuasin nuclear, y remite a fenmenos tan
diversos como la droga, el terrorismo y la actividad mafiosa." Mientras
que antes el estado natnral remita a las guerras interestatales, a las relaciones entre los Estados, se tiene la impresin de que la sociedad internacional aspira a ser a partir de ahora el instrumento de pacificacin en
tanto que la violencia se apodera del interior de las sociedades. La
turbulencia de las imgenes corresponde tambin a este viraje en los
recursos de la guerra y la violencia: el estado natural se confunde desde
hace un tiempo con la propia sociedad civil, la guerra con todas las
guerras intestinas que hacen creer que la violencia est all, y que nada
se puede hacer sino distinguirse ejerciendo una violencia suplementaria,
una violencia por exceso. Esto explica la asimilacin del individuo
violento al monstruo, al serial kller. Las figuras de la violencia son
excesivas cuando se quiere creer que sta es natural.

2. Asesinos natos: entre la erradicacin y la burla

Lgicas de la duplicacin
Cuando se est atrapado originariamente en la violencia -una
violencia por lo tanto indetenninada, indiferenciada- se es prisionero de
las imgenes tanto como de la violencia. La forma de mirar la violencia
contribuye a <<naturalizarla>>, a difuminar la figura del agresor y ]a de
la vctima ~--~ considerar la idea de la guerra interior como algo normal. Es un',~.eg1Jndo crculo vicioso: al ver siempre la violencia en el
flujo de lasim~genes, se termina por creer que imagen y violencia son
sinnimos. / - - f
e' .._
e;, ~
o- l ti e.vt \-:, '
A juzgar por algunas pelculas recientes, asistimos a una doble formulacin del exceso. La primera tendencia genera una excrecencia de:.
violencia cuya finalidad puede ser paradjicamente su erradicacin
(exceso por acumulacin) y la segunda se nutre de la irrisin (exceso porj
Simulacro). Pero en este punto hay que recordar un fenmeno: una y otra
son mseparables del rol alcanzado por la televisin, la imagen de sntesis
o el vdeo, Y de la influencia que stas ejercen desde hace un tiempo en
las productoras de imgenes. En esta doble orientacin, la violencia est
J

Ce/

13. Hans Magnus Enszenberger, La Grande Migration, seguido de Vues sur la guerre
civile, Pars, Gallimard, 1995; Pierre Hassner, La violence et la paix. De la bombe
atomique au nettoyage ethnique, Pars, Esprit, 1995; Yves Michaud, La Violence,
Hachette, coL Dbats de socit, 1996.

34

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

ASESINOS NATOS: ENTRE LA ERRADICACIN Y LA BURLA

literalmente entrampada: abordada de manera directa, inmediata, no


permite la menor distancia, la menor representacin. No caemos en la
violencia, uno se encuentra all de entrada, no hay cada ni proyeccin,
de aqu la importancia alcanzada por la temtica de la carnicera, del exterminio -no se trata de salir de la violencia, se la lleva al extremo
creyendo as desembarazarse de ella-, o bien por la burla. Ambas tratan,
sin conseguirlo, de mantener la violencia a distancia, redoblndola.
sa es la paradoja contempornea: la violencia es tanto ms obsesionante cuanto peor se la representa, o ms bien, no se sabe qu hacer con
ella, cmo reciclarla. Al contemplar las imgenes que desfilan rpidamente por las pantallas, se observa la gran descarga de violencia>>:
descargando la basura infinita e informe de la violencia se busca al
mismo tiempo desembarazarse de ella. Pero eso no ocurre: cmo salir
de la violencia cuando se la percibe como natural, cuando se mete en
la piel en lugar de haber cado en ella? Cundo no corresponde a una
experiencia personal o colectiva? Haciendo la guerra a la violencia
reinante, incrementndola: por eso esos personajes de guerreros que se
parecen a terroristas, a francotiradores, a psicpatas que (se) hacen la
guerra permanentemente.

bomba (el terrorista); puede tambin <<progresar>> a la manera de los <<heroicos>> serial killer que anticipan el fin del mundo. En todos estos casos,,
la figura es annima, silenciosa, hasta el punto de que slo su conversin(
en imagen -la de la pantalla de la televisin con mayor frecuencia_}
proporciona finalmente un:1 -~<_r~~n de'-~~, una existencia, al individuo~Efectivamente, entre el hroe psicpata de El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs, Jonathan Demme, 1990) y el hroe de
Asesinos natos, de Oliver S tone, se observa una diferencia: la que va del
monstruo silencioso a aquel que vocifera ante la cmara para hacerse
reconocer, para gritar que existe frente a todos los dems, y que incluso
va a ser el nico que existir, pues va a exterminar a todos los dems.
Cmo interpretar la violencia en este contexto? sta enloquece al no poder ya hacer la guerra a la manera clsica (el filme de gnero), por no
saber ya dnde est el enemigo, por no poder distinguir entre el bien y
el mal. Esta violencia, a la vez perturbadora y perturbada, siembra el terror y se despliega en remolinos de manera vertiginosa. Pero a este movimiento dinmico corresponde una fragmentacin: el individuo es un
solitario que se bate contra el mundo entero o bien hace pia con otro
u otra. Cuando ya no existe la violencia frontal sino un crculo de violencia, un crculo en el que no se ha cado y del que no se puede salir, el
guerrero hace la guerra en solitario para terminar con el mundo y poner
fin a la violencia. Una locura, por supuesto. La descarga de violencia resulta ms fuerte en tanto que un sentimiento de violencia incontrolable
est en el origen de la accin infinita de estos nuevos guerreros.
Las figuras de la violencia sealadas aqu tienen una doble caracterstica: por una parte, la violencia aparece como un hecho de individuos que
rehyen el contacto, se esconden o arremeten a toda velocidad y que tan
slo existen creando el vaco a su alrededor. Por otra parte, la violencia
que ejercen no remite a una experiencia, pues slo se justifica en ella
misma y no halla ninguna significacin en un combate (legtimo o no). Se
est solo, en pareja o en tribu, se recurre a la violencia para probar( se) y
mostrar que se existe en un mundo en el que no hay otra cosa que violencia: por eso la masacre, la fascinacin de las bombas, es decir, mtodos
para dejar limpio el lugar. O sea, terminar con la violencia acumulada por
todos los dems. Para sobrevivir -y no para escapar del crculo de la
violencia- en un mundo en el que el estado natural es violento, donde no
existe mediacin posible, lo mejor ser terminar con todos los otros,
puesto que son agresores potenciales. Si el espectador puede permanecer
indiferente a este espectculo de una violencia indiferenciada, los ase- j
sinos son, por su parte, individuos que desean marcar su diferencia.

Desencadenamiento y carnicera
Si, como pensaba, el Mundo Tal Como Se Presentaba En La Tele proyectaba una imagen completamente falsa de la humanidad, haciendo creer en
una constelacin catica de naciones, mientras que el planeta sufra equitativamente el duro yugo de los aliens esclavistas y de sus cmplices terrcolas,
eso significaba que no existira ya ninguna frontera. El mundo no era ms
que un vasto territorio, unificado por la oscuridad.

Maurice G. Dantec, Les Racines du mal

Cmo mostrar la violencia guerrera cuando ya no se hace la guerra


sobre un campo de batalla, y cuando sta se despliega <<en el interior>>,
en el doble sentido de guerra urbana y de guerra psquica? Una vez que
el enemigo se ha vuelto interior, el guin presenta variantes: los duelistas pueden enloquecer y no dejar de batirse en duelo en nuevos
campos de batalla hasta la hora de la muerte, como es el caso del premonitorio filme de <<capa y espada>> de Ridley Scott (Los duelistas [The
Duelists, 1977]); la violencia puede ser cosa de psicpatas que hacen la
guerra a su propio cuerpo (guerra interior); puede acompaar el recorrido del francotirador (se dispara por la espalda) o del que coloca la

35

36

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

ASESINOS NATOS: ENTRE LA ERRADICACIN Y LA BURLA

El monstruo y el carnicero (de El silencio de los corderos a Instinto


bsico)

37

nunca de frente, de aquel que no vacila en apuntar a la multitud y


rechaza todas las reglas del campo de batalla. Blown Away (Stephen
Hopkins, 1994) pone en escena el recorrido -no hay frente a frente- de
un terrorista y de un polica que es a su vez un ex terrorista del IRA.
Al lado de los filmes policiales clsicos (Ciint Eastwood en En la
lnea de fuego [In the Line of Fire, 1994], de W. Petersen, o Harrison
Ford en El .fugitivo [The Fugitive, 1993], de Andrew Davis, donde un
hroe -detective, polica o no- consigue ritualmente vencer al mal), son
muchos Jos filmes que eligen colocarse al lado del terrorista o del que
coloca la bomba. Lo inhumano no es ya el malvado enemigo ideolgico
o el 1nutante de ciencia ficcin; lo que se quiere es poner trmino a una
humanidad considerada como demasiado inhumana y violenta. El imaginario de la explosin y de la bomba es evidente en un filme como
Speed (Speed, Jan de Bont, 1994) donde el joven polica, antes de encontrar al culpable, emprende una loca carrera destinada a evitar que
explote una bomba en plena ciudad y en medio de la multitud.
Paralelamente, Lon, de Besson, presenta un personaje que se
esconde (se da aqu una violencia patolgica) en un reducto desde donde
quiere acabar con el resto del mundo: Lon est siempre oculto en
graneros cerrados y abandonados, o si no emboscado en el tejado del
rascacielos desde donde asesina sin piedad a todo blanco que pasa por
abajo. Siempre agazapado en el interior o ubicado en lo alto para atacar
desde arriba sin ser visto. La violencia del filme est paradjicamente
exacerbada por la humanidad residual de Lou, que educa para la violencia y por medio de la violencia a una nia, una joven vecina cuya familia ha sido diezmada. Este filme de Besson anuda sus dos pelculas
anteriores: acumula violencia interior y violencia exterior. Lon establece un vnculo entre la interiorizacin de la violencia de El gran azul
(Le grand bleu, 1988) y su exteriorizacin en Nikita (Nikita, 1990), entre
la tendencia suicida del que sufre de apneas y la explosin de la violencia terrorista de los drogados de Nikita: es a la vez presa de una violencia
interior que lo condena a un casi silencio, co1no el apnesta, y promotor de violencia, un extenninador que no procede sino por carniceras o
explosiones -tanta violencia que no deja ninguna posibilidad a la vctima-. se es claramente el leitmotiv de la pelcula: no se sale de la
violencia dado que sta es natural, slo podra hacerlo el ltimo
sobreviviente si consiguiera exterminar a todos los dems.

Para convencerse de este nuevo escenario de la violencia, hay que


detenerse en los filmes donde la violencia es ejercida por personajes patolgicos, o inclnso monstruos. Lejos de confundirse con la locura urbana de El vampiro de Dsseldorf(M-Eine Stadt, Einen Morder, 1931) o
con monstruos llegados del espacio, de lo que se trata aqu es de <<enfermos que no mantienen con los dems ms que una relacin bestial
hasta el punto de que no vacilan, como verdaderos depredadores que
son, en devorar a los dems. Mientras que King Kong (King Kong, Cooper y Schoedsack, 1933) mostraba a una bestia que se enamoraba y deseaba humanizarse, los monstruos violentos actuales son personajes en
vas de animalizacin. Debernos sorprendernos cuando la violencia se
ha convertido en un estado natural? Indisociable de la guerra interior
que libra el psicpata consigo mismo, la violencia no se proyecta al exterior ms que bajo la forma de la asimilacin corporal. Se vuelve cada vez
ms y ms carnicera, como se puede ver en El silencio de los corderos,
donde aparece una tendencia canbal de devoracin del otro. En un
caso as, el conflicto ya no es posible, no hay lnea divisoria ni frontera
de combate: el otro debe desaparecer corporalmente, debe ser ingerido.
Un filme corno Instinto bsico (Basic Instinct, Paul Verhoeven, 1992)
exhibe igualmente -y es ms evidente, pues se trata de una relacin
sexual- un mismo deseo feroz de comerse el cuerpo del otro, una misma
voluntad devoradora.

El terrorista y el justiciero (de Blown Away a Lon, el profesional)

Despus de la ola de filmes donde los hroes <<invencibles>>


manifestaban su invulnerabilidad frente a la adversidad, a un enemigo
ideolgico o inhumano -pienso en todos los filmes donde Arnold
Schwarzenegger o Sylvester S talione interpretan a hroes metlicos o de
cobre-, han aparecido personajes decididos a terminar de una manera
ultraviolenta con un mundo considerado inhumano y demasiado
violento. El suplemento de violencia de estos personajes traduce una
voluntad de interrumpir el curso de la violencia. Una empresa <<naturalmente destinada al fracaso: el recurso a una violencia nuclear,
apocalptica, a la bomba, se nutre de una voluntad demente de salir del
crculo de la violencia. Despus de la violencia terrorfica del psicpata
se impone la figura del terrorista, de aquel que se mueve por detrs y

l
j

38

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

El atacante-vctima y el serial killer (de Amor a quemarropa a Asesinos


natos)
La misma violencia indiferenciada -todo lo que se mueve puede ser
un enemigo potencial- reaparece en las recientes road movies, donde la
huida hacia adelante no es ms que una ocasin para matar por matar,
mientras que Jos perseguidores siempre se hallan detrs, siempre a la
cola. Pero los asesinos no tratan de hacer trampa a los perseguidores:
van hacia adelante, acumulan masacres en serie y multiplican las
vctimas: uno se convierte en un serial killer 14 porque se es un asesino
nato, Se est en la violencia, Se ha nacido dentro de la violencia. Encabezada por Thelma y Louise (Thelma and Louise, 1990), de Ridley
Scott, donde la violencia remita adems a la guerra de los sexos, y
retornada por toda una serie de filmes (Corazn salvaje, de David
Lynch; Amor a quemarropa [True Romance, 1993], de Tony Scott, a
partir de un guin de Quentin Tarantino), la lista de las pelculas en las
que la huida hacia adelante, ms que la persecucin, es el tema central
es bastante larga. Los guionistas se interesan por el asesino nato, por
el serial killer (Seven, Strange Days [Strange Days, 1996] ... ), por el
copycat killer (un asesino empujado al asesinato por el ejemplo de otro
asesino, vase Copycat [Copycat, 1994]) y no se interesa por el polica
siempre retrasado respecto de la violencia natural porque busca
arnainarla, sabedor de que no se sale del crculo de la violencia mediante
la huida hacia adelante que la redobla en intensidad. Siempre hay un
lapso de tiempo entre el asesinato y la accin de los perseguidores: lapolica cuenta los muertos a destiempo, no est en carrera, la persecucin
es lenta, incluso pasiva, como si reinara la sensacin de que no es
posible batirse contra los asesinos natos que siembran ciegamente el
terror. No hay accin posible contra el desencadenamiento de violencia
del serial killer: slo queda recoger los restos en los filmes de David
Lynch o de Oliver Stone. Aun cuando los personajes de Corazn salvaje
pueden ser considerados -a diferencia de los malvados Bonnie y Clyde,
que hacen reinar el terror en el mundo normal- como personajes
humanos en un mundo anormal y srdido, el filme de Lynch -la escena
durante la cual asisten a la agona de una joven al borde de la carretera
es su testimonio ms crudo- pone en escena una violencia que no
desemboca en nada, que no se acumula en una progresin catrtica, que
14. La literatura -ficcin y anlisis- dedicada al fenmeno del serial killer es abundante; nos referiremos particularmente a la novela de Maurice G. Dantec, Les Racines du
mal (Pars, Gallimard, 1995) as como a la obra de Denis Duelos Le Complexe du loupgarou, Pars, La Dcouverte, 1994.

ASESINOS NATOS: ENTRE LA ERRADICACIN Y LA BURLA

39

no funciona corno combustible de la accin. 15 Si bien los dos personajes


de Corazn salvaje no son serial killers, viven en un mundo invadido
por los asesinos en serie, cuyo virus ya han atrapado, a pesar de su
pasin por un mundo extinguido y del romanticismo que traduce la
secuencia final, en la que Sailor corre por los techos de los automviles
para reencontrarse con Lula cantando una cancin de El vis Presley,
Mientras que Claire Denis, que recuerda los crmenes de Thierry Paulin
en J'ai pas sommeil (1994), pone en escena a este ltimo como un
enfermo, todos los argumentos que tienden a naturalizar la violencia
contribuyen a hacer entender que todo el mundo>> es naturalmente un
asesino en potencia y que el mal est en vas de banalizacin.
Si Lon vive escondido en un apartamento de Nueva York de manera
casi patolgica, la violencia del serial killer tiene <<naturalmente>>
necesidad de exhibirse: y ser por lo tanto ms brutal si es que tiene que
destacarse, que poder ser mostrada. En Asesinos natos, Oliver S tone\
establece un vnculo entre el xito violento y el triunfo meditico: se\
mata lo ms ferozmente posible para que la violencia sea mostrada por (
televisin. Hasta el punto de que el flujo de imgenes televisivas y las)
secuencias de violencia se distinguen con dificultad.
~
La violencia del serial killer no tieue nada que decir fuera de s
misma, manifiesta lo que es por naturaleza un asesino, un asesino biolgico que nada puede hacer contra una violencia de la que acusa a sus
progenitores (vase la escena inicial de Asesinos natos). Yendo hasta el
fondo del horror, el serial killer consigue entonces mostrarse, darse a
conocer. El temible flujo de violencia encuentra as una Solucin en el
flujo de las imgenes: stas capturan el rostro y se apoderan de la palabra
discordante del sacrificio del asesino. La violencia debe ser por Jo tanto
ms intensa, confundirse con una conflagracin permanente, por cuanto
slo sobrevive siendo vista. 16 Es el nico beneficio de una empresa destinada <<naturalmente al fracaso: disfrutar del xito del que se beneficia
la violencia exhibida en la pequea pantalla o el vdeo. La violencia
indeterminada del estado natural no se resuelve sino dentro y por medio
de la imagen. <<Con toda la eficacia del empresario de espectculos norteamericanos -sigue escribiendo Thierry Jouse- Oliver Stone ofrece, de un
modo a la vez agobiante y excitante, una hiptesis de lo poscinematogrfico. Una mezcla repentina entre Syberberg y los clips de la MTV.
15. Michel Chion, David Lynch, Cahiers du cinma, 1992, pg.l52.
16. Sobre la relacin entre televisin y accin terrorista, vase En direct, de Norman
Spinrad (Pars, Denel, 1996) donde el equipo de periodistas tomados como rehenes
cambia la situacin a su favor para as exacerbarla.

40

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

Una entrada estrepitosa del cine comercial en el universo encantado e


implacable de los multimedia y de lo electrnico, con una pareja de asesinos (mass-murderers) en el papel de virus informtico y una estrella
del reality show en el de operador interactivo. Un entorno de vdeo, un
gran show en vivo, tanto como una "devoracin" del cine por los
"media" o una ceremonia de sacrificio con, en primer plano, la inmolacin del cuadro y la invocacin de nuevas imgenes. Eso da miedo, emociona, fascina, desconcierta, hace vomitar, exalta, hace rer... Faltara
agregar an un punto esencial: como todo exterminador que se bate contra el salvajismo oculto de los otros para que reine la pureza, el serial
killer es la vctima de un mundo contra el que vuelve sus armas. Pero es
1nenos una vctima patoJgica, vctima de una locura mortal (para l y
para los dems), que una vctima que simplemente se queja de baber
nacido, de haber nacido equivocadamente en el crculo de la violencia.
En Lon, el <<justiciero se rene con el serial killer: Lon se encaria con
la muchacha porque ha tenido mala suerte, porque es una mal nacida
en una famiha podrida. El exterminador no 6ene entonces otra eleccin
que convertirse en educador a fin de salvar por medio de las armas a las
generaciones futuras.
Al observar estas tres primeras figuras (el carnicero psicpata, el
terrorista-justiciero, el natural horn killer), se ven algunos de los elernentos que estructuran la nueva economa de la violencia: sta es ejercida por personajes que vacilan entre el deseo de esconderse y el de
1nostrarse (no ser visto o ser visto por todos). Las imgenes muestran
personajes de tendencias opuestas: los que quieren ser vistos mientras
ejercen la violencia y los que desean esconderse. Se impone entonces
una figura inesperada del herosmo: el herosmo de aquel que se convierte en estrena efmera al manifestar una fuerte capacidad de destrccin,
o bien el herosmo de aquel que se esconde. En ambos casos el personaje
rehsa el contacto: o bien se protege, o se impone por medio de la
pequea pantalla como el nico actor de la obra. No existe para estos
hroes ningn mundo donde la violencia tome cuerpo, ni dentro ni
fuera, sino una violencia que ha enloquecido, terrorista y terrorfica,
una violencia que se ejerce fatahnente contra todos los dems, en tanto
enemigos potenciales. Ya no bay mediacin posible: los policas y los
periodistas esperan que eso pase, que se produzca violencia para
recoger los trozos de cuerpos, los de los asesinos y los de sus vctimas,
all no pueden hacer nada. Pero esto termina siempre muy mal. No hay
violencia que no sea indirecta y doble: la que se proyecta en el interior
de ]os cuerpos (la locura que retorna en empresa de devoracin) o en
el exterior (la carnicera). Mientras que el hroe tena por tarea

ASESINOS NATOS: ENTRE LA ERRADICACIN Y LA BURLA

41

apaciguar los conflictos -y es an el caso de Eastwood o de Harrison


Ford-, recurrir a la violencia para atenuarla, o bien entrar en conflicto
con un enemigo para impedir la propagacin de ]a guerra, el serial
killer es aqu un devorador de imgenes. Se devora a s mismo sobre
la pantalla que lo muestra al mundo."

Violencia, <<estetizacin>> y burla: los rituales de Johu Woo y


Quentin Tarantino
Si la violencia se ha vuelto indisociable de una proliferacin exhibicionista destinada a ponerle fin -un proyecto utpico que se traduce en
una voluntad desmesurada de erradicacin-, cantidad de filmes violentos van hasta el lmite del argumento recurriendo a una fonna de exacerbacin y de reduplicacin: es el anna de la irrisin. Cuando el serial
killer es implacablemente serio, exigiendo pasar a la televisin para que
se bable de l, los realizadores le agregan violencia para sacar mejor partido del ridculo. Es otra manera de descargarse de la violencia, llevndola hasta el lmite. Pero son tan claras las fronteras entre la locura
sacrificadora del <~guerrero nato y la irrisin? En todo caso, el ridculo
no es la mejor manera de sahr del crculo de la violencia.

Estetizacin: movimiento y obsesin por el detalle

Rpidatnente consagrado como un realizador de la violencia, John


Woo -Bullet in the Head (1990), The Killer, A better Tomorrow 1 & 2
(1986 y 1987)- es considerado por muchos como el Sam Peckinpah de
Hong Kong. Pero, a diferencia de Grupo salvaje (Tbe Wild B unch,
1969) o de Perros de paja (Straw Dogs, 1971), John vVoo destaca sobre
todo por la estetizacin y Ja descomposicin miniaturista de ]a violencia. En estos fihnes, la violencia es indisociable de la danza o del
ballet: despus de Chang-Cheh, uno de los maestros del cine de accin
de Hong Kong, John Woo es uno de los primeros cineastas de ]a regin
en tilmar escenas de violencia a travs del prisma de los combates de
kung fu o de las artes marciales, incluso de la danza (se ha aludido
17. Mientras que la parodia implica la idea de un gnero en el cual se prniicipa y se
juega, la inisin no exige ya la referencia a un modelo de gnero, prescinde de toda
jerarqua esttica y de un orden de valores artsticos. A partir de aqu, la burla se ha pasado
rpidamente del lado de la maldad, incluso de la complacencia con los malvados.
avalando la idea de un mundo en el que no hay diferencias entre el bien y el mal.

42

DE UNA VIOLENCIA A OTRA

tambin a Jacques Demy). O bien est circunscrita por medio del detalle
que, exacerbado, da lugar a una proliferacin de imgenes destinada a
intensificar la ntirada que quedar fijada en un elemento nico de un
cuerpo o de un arma. La fuerza de Woo, y la fascinacin que ejerce sobre
una nueva generacin de guionistas, entre el1os Tarantino, tiene que ver
con esta doble capacidad para la formalizacin. Por un lado, los combates que dan lugar a un trabajo corporal que permite simular el cuerpo
a cuerpo y ampliar el cuadro; por otro, una obsesin por la diseccin, por
detenerse en el detalle. Woo recrea la escena del combate pero sin poner
jams en relacin los dos movimientos de descentralizacin (el ballet) y
de concentracin (el detalle), evidenciando as el carcter fragmentario de la violencia cuando ya no est remitiendo a una experiencia
efectiva, cuando ya no tiene sentido, cuando no corresponde realmente
a un combate. Un doble desbordamiento de la violencia, un doble exceso por fragmentacin: sea que se acente un detalle, sea que se
descomponga la trayectoria (procedimiento usado a veces de manera
caricaturesca). Por mucho que se comente esta carnicera en tantas
direcciones que termina por asombrar (y a la que al menos se reacciona
con la fobia a las armas), la violencia de los gunfights jams es
atribuida a lo que tiene de ms brutal. Queda abolida por la pureza de
ejecucin de los gestos, simple "desrealizacin". Lo gestual codificado
al extremo que expresa siempre lo verdadero de los personajes. El
arma empuada, el brazo extendido, se lanzan a una especie de ballet
sangriento donde los disparos parten sin solucin de continuidad y los
cuerpos acribillados caen como moscas. 18
Pero esta doble formalizacin no debe engaar; lejos de marcar
distancias, contribuye a exacerbar esta violencia enloquecida, pues no
hay trmino concebible para la violencia. Vincent Ostria, que defiende
este cine, afirma: El crepitar de las armas es hasta tal punto ininterrumpido que provoca un efecto de saturacin, como si el filme, en su
exceso, hubiera terminado por franquear la barrera de lo visible para
acceder a otra dimensin, la de un enorme juego de vdeo donde, para
avanzar en el espacio, los hroes deben obligatoriamente "disparar
sobre todo lo que se mneve">>. El detenerse en una imagen
descon1pone un proceso, no deja nunca entrever -a diferencia de
Kubrick- un apaciguamiento posible de la violencia, la exacerba y la
vuelve an ms proliferante. Las interrupciones son formas de exacerbacin ms que de distanciamiento.

] 8. Vincent Ostria, en Cahiers du cinma, julio-agosto de 1993.

ASESINOS NATOS: ENTRE LA ERRADICACIN Y LA BURLA

43

Las mentiras de la irrisin (de los filmes de Tarantino a Ocurri cerca


de su casa)

Si bien se reconoce a Tarantino una habilidad que lo acerca a John


Woo, se subraya tambin su disposicin a la parodia. Mientras que Reservoir Dogs (Reservoir Dogs 1993) se parece a un filme de Woo (aunque
el ballet de la violencia deje ms bien el lngar a nn interrogatorio
terrorista), Pulp Fiction aparece como ms original. Y con motivo; a
diferencia de su primer filme, que se inscribe en la tradicin del gnero
policial, Pulp Fiction -tambin era el caso de Corazn salvaje- da la
impresin de parodiar diferentes gneros cinematogrficos y de evocar
filmes cnltos, concediendo un rol perifrico al despliegue de violencia.
Esta impresin queda reforzada por la relacin que mantienen lenguaje y
muerte (carnicera o asesinato): las escenas de asesinato -siempre
fuertemente ritualizadas- intervienen cuando los indi vidnos han dejado
de hablar (fin de la primera secuencia) o no logran ya hacerlo (escena de
la sobredosis). Si el efecto de parodia reside en nn primer tiempo en la
capacidad de los actores para jugar con las palabras (vase el personaje
de Harvey Keitel), lo ntismo sucede con las imgenes de violencia.
Pero la parodia esconde con dificultad la prdida de identidad de los
personajes: stos no pueden hablar ms que tomndose por otro o por s
mismos (Travolta interpreta a su propio doble). Contrariamente a Jo qne
se ha podido afirmar, estos personajes que hablan no son para nada
tranquilizadores; su lenguaje pardico da siempre lugar a una violencia
que interviene automticamente cuando ste se agota, dejando lugar a
la matanza de aqnellos qne escuchaban y esperaban que el flujo de
palabras acabara.
La puesta en escena de Tarantino es casi 1ndica. La secuencia en el
restaurante, durante la cual Travolta va a bailar a la pista, recnerda a una
sala de operaciones alegre y ldica. Pero no se trata slo de una parodia
del sneo hollywoodiense: el personaje de Travolta debe jugar a cirnjanos (vase la escena de la sobredosis). La distancia frente a la violencia
es aqu una impresin engaosa, hay menos distanciamiento y parodia,
como en Arizona Baby (Raising Arizona, 1987), de los hermanos Coen,
que exacerbacin de la violencia; en suma, un clima de irrisin que se
nutre, como en Corazn salv(lje, de la destruccin del propio gnero. Es
lo que testimonian tanto los dilogos como la puesta en escena (decorados, eleccin de los actores). La impresin de que no se puede escapar
a la violencia no es sino ms fuerte: cuando la violencia estalla es ms
intensa que nnnca porque uno se da cnenta de que el juego no vala la
pena. Y qne no hay nada, estrictamente nada a lo que agarrarse. Taranti-

44

DE UNA VTOLENClA A OTRA

no no sale del crcnlo de la violencia, slo ha intentado ritualizarla recurriendo de manera fechista a las secuencias de la historia del cine.
Aparecida en las pantallas en 1992, la pelcula belga Ocurri cerca
de su casa (C'est aniv pres de chez vous, de Belvaux, Bonzel y Poelvoorde) lleva hasta el lmite el espritu de la burla, hasta el punto de
sacrificar la capacidad de distanciamiento que sin embargo algunos han
querido reconocerle, Generalmente se ha recibido a este filme, que cuenta una historia muy simple y en el espritu de los tiempos, vindolo como
una broma o un reality show cinematogrfico: Un equipo de televisin
sigue a un serial killer y, en una primera etapa, fma los asesinatos; en
una segunda, colabora; en una tercera es vctima. Los crmenes se filman
con una cmara al hombro, como en la televisin, para dar un plus de realismo que se ve reforzado por el uso de zooms, de deformaciones de
ngulo ... >>. 1" Es errneo catalogar as el lmite de un filme que quiere
denunciar la estetizacin de la violencia mostrando la crueldad y estupidez de un asesino: <<El filme -escribe con lucidez Jean-Marie Lacrosse- es totalmente autorreferencial: ya no hay pudor en el cine y en la
televisin (dicen los realizadores), y adems la censura no va a intervenir. Los periodistas son cmplices, y adems van a seguirnos sin
excepcin [(,,)] En suma, sera altamente improbable que la estructura
de la autorreferencia perdiera toda pertinencia en cuanto a lo que es el
referente principal del filme: el hecho criminal,'" En efecto, cuando la
irrisin se etnbala y no consigue frenar el flujo de imgenes, cuando
todo vale en la pantalla, cuando lo verdadero ya no se distingue de lo
falso, la burla tennina por hacer del arma del crimen un instrumento
----v entre otros y del asesino un hombre entre muchos. En suma, la irrisin
se funda en este caso sobre una voluntad de desestetizacin (las
antpodas de Tarantino o de Woo) que termina por valorizar todos los
simulacros al poner todo en el mismo plano: cuando la burla ya no
consigue crear la menor distancia ante el criminal, ante quien hace el
mal, desaparece la jerarqua entre el bien y el maL Nada es nocivo y
resulta natural familiarizarse con crninales y realizar un reality show
con su caso, Hace falta que deseemos protegernos de la violencia reinante y que estemos aterrorizados por el paso al acto de los serial killers
si no vemos ya en ellos ms que el alimento de un espectculo destinado
a hacer rer a quienes revientan de miedo? <<En el imaginario, el
psicpata es quien simboliza mejor la violencia sorda e invisible del

ASESINOS NATOS: ENTRE LA ERRADICACIN Y LA BURLA

menor de los individuos: el propio criminal visto desde dentro sigue


"exorcizando" nuestros miedos. 21
Aunque la burla ataque a la <<estetizacin>> de la violencia y a la estupidez de un asesino en serie -que nada tiene que ver con la figura del
psicpata prximo al loco genial romntico-, el filme no cede por ello
menos a una relativizacin del mal y del crimen: se conforma, en efecto,
con agregar imgenes una tras otra sin modificar jams el curso
ineluctable de la violencia. Ms bien al contrario.
Al tnnino de este primer repaso de pelculas, se comprende mejor la
primera caracterstica de esta nueva economa de las imgenes de la violencia: la aceptacin de la violencia como ineluctable, El aspecto insaciable, la voluntad devoradora de estas imgenes, no deja de vincularse con
la idea de que no se puede hacer gran cosa contra el mal violento, No queda
ya sino f!!OStrarlo en la pantalla(lo ms rpido posible o de manera
'aturdidor~ incluso ridcula)

1,: ,
L'

19. Carole Desbarats, en Trafic, artculo citado.


20. Jean-Marie Lacrosse, EnquCte sur un c1ime symbolique. A propos de C'est arriv
prs de chez vous , Recherches en communication, Lovaina, n. 2, 1994.

45

21. Jean-Marie Lacrosse, artculo citado.

SEGUNDA PARTE

s~MQ;ALIR' DE LA VIOLENCIA?

Se cede a] pnico y a veces uno se pone a correr. Y si uno se pone


a correr es an peor porque se tiene la impresin de que el mundo
entero nos persigue y tenemos miedo de detenernos.
Tony Hillennan, Donde los muertos bailan

En esta parte, los argumentos analizados tratan sobre la experiencia


de la cada en la violencia. Cadas libres y tan vertiginosas que ya no es
posible, en la mayora de los filmes, aferrarse a nada: ni a solidaridades
orgnicas, ni a la familia, ni a nn grupo poltico, ni a las instituciones,
Han desaparecido las solidaridades que organizaban la cohesin social y
que permitan a los individuos convertir su violencia personal en energa
colectiva. La violencia se ha invertido: de estructurante se ha convertido
en desestructurante; de constructora, se ha vuelto destmctiva, A riesgo de
creer que es una fatalidad,
El montaje de filmes que aqu se propone es arbitrario; parte de un filme
francs antes de referirse a pelculas neozelandesas, macedonias,

50

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

norteamericanas ... Sin embargo su objetivo es contestar a la pregunta inicial,


la que est en el centro de un filme corno El odio, cmo salir de la violencia?
Cmo salir del ciclo infernal e infinito de la venganza y el odio? Guerreros
de antao (Once Were Warriors, 1995) sugiere una respuesta interesante al
proponer tantos escenarios como miembros hay en esta familia que vive
cerca de un barrio perifrico de Auckland, en Nueva Zelanda. Pero la

Los esclavos de la violencia (El odio)

solucin, calificada de comunitarista>> -la mujer parte finalmente para vivir

con sus hijos en la tierra de sus ancestros-, merece un anlisis. Obliga a establecer el vnculo entre la cuestin de la violencia y la de la muerte. Para no
sucumbir a la violencia es preciso anudar una relacin con la muerte sin
rechazarla: la experiencia de la violencia remite paradjicamente al respeto
por los muertos. En este punto, dos filmes norteamericanos, dos filmes de
actores habituados a interpretar asesinos a sueldo o delincuentes, permiten
seguir adelante: en Sin perdn (Unforgiven, 1992), Clint Eastwood plantea la
cuestin del perdn y obliga a considerar las diversas modalidades de la
violencia; en Extrao vnculo de sangre (The Indian Runner, 1990), Sean
Penn muestra, por su parte, personajes que sienten un miedo terrible a la
violencia de la que se saben capaces.
Ms que nunca, hay que salir de ella, pero cmo? La respuesta ideal no
es fcil, la de una ciudad que fuera capaz de convivir con la violencia de los
individuos. Pero los personajes femeninos desempean con frecuencia un rol
crucial en estos filmes: las mujeres, cuando no sucumben a la fascinacin de
la violencia, cuando no quieren ocupar violentamente el lugar de los hombres
violentos;22 son casi siempre el instrumento de una regeneracin. Y con
razn: la mujer responde a la violencia destructiva con la violencia del
nacimiento, de la procreacin. Si El odio es un filme sin mujeres, los otros
filmes aludidos en esta secuencia ponen en el centro de su argumento a las
mujeres, con el fin de imaginar posibles salidas a la violencia ciega. Violencia, respeto por los muertos, rol de la mujer: tres temas recurrentes que
atraviesan estos guiones.

Siguiendo el ejemplo de los <<cines de Beirut>>, se ver, en el texto


publicado como anexo al final de este libro, cmo la manera de filmar una
ciudad despus de dcadas aclara la fractura entre Oriente y Occidente y la
violencia que la sostiene. Pero permite tambin plantear dos preguntas:
cmo se nutre el cine violento de las imgenes de la guerra urbana y por qu
la guerra urbana es cada vez ms subterrnea, invisible, terrorfica? Lo
testimonian hoy, lejos del Beirut sitiado por la pax siria, filmes tan diferentes
como Lon, de Luc Besson, o Underground (Underground, 1995), de Kusturica.
22. El ejercicio femenino de la violencia es entonces una fase de la guerra sexual;
vase un filme que coquetea con la irrisin: La ltima seduccin (The Last Seduction,
1995), de John Dahl.

Mralos caer
Sin importar el porqu, el viento me empuja lentamente.

Torpe en su lucha contra una posible absorcin de su filme por parte


del <<sistema>>, el joven realizador Mathieu Kassovitz sufre las iras y los
celos de quienes se resisten a admitir, a pesar del clima de consenso en
torno a El odio, que se pueda considerar como una de las primeras
pelculas-suburbio: 23 Olvidan, de paso, producciones todava recientes
23. Fiel a las declaraciones de Kassovitz, distingo aqu los dos trminos de suburbio y barrio. No me preocupa saber si el suburbio presentado en el filme, el barrio
tal como aparece, remite a la imagen verdadera de los suburbios. Por supuesto, ChateauMalabry nada tiene que ver con Chanteloup-les-Vignes ... Me interesa sobre todo la doble
constatacin que cumple la funcin de leccin poltica ms que el mensaje antipolicial o
las imgenes de odio: este suburbio no existe en el sentido en que no se puede vivir all,
y no es separable del buen barrio que es peor que l. Muchos malentendidos estn
vinculados a las declaraciones de Kassovitz, que, viviendo en la ciudad, no teme afirmar
que vive y habla como los jvenes del barrio de los que se siente prximo.
Sobre la ciudad contempornea y la no-ciudad, vase Olivier Mongin, Vers la
troisii:me ville?, con prefacio de Christian de Portzamparc, Pars, Hachette, 1995.

52

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

como Laisse bton, de Serge Le Pron, o De bruit et de fureur o La vie


comme ;a, de Jean-Ciaude Brisseau.
Por ms difcil que sea interpretar la repercusin alcanzada por este
filme, saludado de derecha a izquierda casi unnimemente, aplaudido
tanto por la prensa ms amarillista como por las revistas de cine ms
exigentes, El odio, de Mathieu Kassovitz, se ha beneficiado seguramente
con el estreno paralelo de varios filmes sobre los suburbios (Rai', de
Thomas Gilou; Hexagone, de Malek Chibane; tat des lieux, de JeanFran9ois Richet ... ) pero tambin con Jos estruendosos pronsticos polticos sobre una fractura social expresada cada vez ms en trminos de
lo urbano (estaran los de la ciudad y los otros). Para quien pusiera en
duda la existencia de esta fractura, este filme merece toda nuestra atencin, pues lejos de estigmatizar el suburbio, proporciona enseanzas
relativas a la sociedad global y rechaza la habitual distincin entre el
igualitarismo republicano y el multiculturalismo a la anglosajona. En
verdad el filme, yendo ms all, rechaza en conjunto toda hiptesis
identificatoria, sea republicana o culturalista. Trata de la imposibilidad
misma de cultivar una identidad (personal o colectiva).

Sinopsis de El odio
Una ciudad normal, sin problemas especficos, se despierta una maana en estado de sitio. Los jvenes del barrio de Muguets han pasado
la noche haciendo la guerra a la polica, que acaba de cometer una barbaridad: Abdel Ichach, de 16 aos, est entre la vida y la muerte,
maltratado por un inspector durante un inteiTogatorio. Un nuevo abuso
ante un nuevo motn ... Cegados por el odio al sistema, Hubert, Sald y
Vinz, tres amigos que no se separan jams, van a vivir la jornada ms
importante de su vida. Pues hoy ya no son tres, son cuatro.
Est Sa'id, que trata de sobrevivir gracias a sus negocios de poca
monta. Est Hubert, que intenta hacer sobrevivir a la ciudad sosteniendo ideas pacifistas. Est Vinz, que piensa que la supervivencia pasa por
el odio. Y luego hay un cuarto protagonista: la Beretta 9 mm automtica
cromada que uno de los policas perdi durante la revuelta.
Veinticuatro horas de la vida de un suburbio y de los jvenes que lo
habitan. Veinticuatro horas para encontrar una solucin al odio que enfrenta a los dos campos. Pues si matar a un polica con su propia arma
no es la solucin, cul es entonces ]a solucin?

Contrariamente a todo lo que se ha podido afirmar a la ligera, aqu y


all, con el objeto de aplaudir o abuchear una <<pelcula-suburbio fabricada por personas <<de ciudad>>, El odio no es un filme sobre el suburbio
(denominado aqu de manera utpica como barrio, trmino que conser-

LOS ESCLAVOS DE LA VIOLENCIA (EL ODIO)

53

varemos desde ahora) y destinado a exhibir el abismo que lo separa de


la ciudad. En esta obra rodada cerca de Pars, en Chanteloup-les-Vignes,
no se ven casi las viviendas (algunos planos de edificios parecen paredes de escalada, tomadas de frente como para subrayar mejor su aspecto
infranqueable) y todava menos Jos habitantes o el entorno familiar de
los personajes principales.
Y con razn. Desde el punto de vista de la visin y de la organizacin
espacial, se nos sita, por lo general, en Jo alto (sobre los techos) o bien
abajo (en las cuevas y los subterrneos que permiten escapar de la polica y huir como ratas). Como si fuera demasiado peligroso vivir a una
altura normal, poner el pie sobre el suelo del barrio, a la escala humana.
Efectivamente: cuando los personajes permanecen mucho tiempo en la
plaza principal -aquella que escrutan incansablemente las miradas lunares de Baudelaire y de Rimhaud, cuyos rostros, puros decorados urbanos, estn dibujados sobre los muros circundantes- o sobre el terreno de
juego abandonado y cubierto de jeringas, algo pasa (llegada de la
polica, de un vehculo conducido por individuos decididos a golpear a
cualquier polica ... ).
Dicho de otra forma: de la misma manera en que no hay espacio
capaz de asegurar una mediacin, de funcionar como lugar pblico de
intercambio, los tres personajes que marcan y llevan adelante fsicamente el filme - Vinz el judo, Sa!d el rabe, Hubert el africano- estn
condenados a hacer equilibrios o a lanzarse, a huir hacia adelante. La
bsqueda de un espacio de libertad por arriba o por abajo>> es una ilusin, pues, donde sea que se est, a pesar de la atraccin por los grandes
espacios abiertos o por los subterrneos, por la luz o por la oscuridad, no
existe la menor posibilidad de salir. O sea, ninguna.
Si las paredes del barrio no estn muy presentes en la pantalla, menos an lo estn los interiores de los domicilios. Con la excepcin, una
sola vez, de los hogares de las familias -juda y africana- de Vinz y Hubert. Esto pennite constatar que los hombres ha~ desertado y que la
familia, convertida en pasiva, se compone desde ahora esencialmente de
mujeres: viejas mujeres que simbolizan la memoria desfalleciente, madres solitarias condenadas a mendigar, jvenes al margen de las bandas
y deseosas de triunfar en sus estudios.
Paradjicamente, el suburbio est poco presente en este filme, ni
como espacio sustancial del suburbio>>, ni como cultura de )os suburbios. Un filme que narra el periplo de una banda de tres muchachos a lo
largo de una jornada. Y la forma de aparecer regularmente en la pantalla.
Su pequea historia comienza despus de un violento ataque de la polica que culmina con la hospitalizacin de un vecino al que tratarn en

54

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

vano de visitar antes de que su muerte oficial>> desencadene un irreprimible deseo de venganza. Si nos quedamos en este primer nivel de lectura, podemos conformarnos con ver en El odio un filme en el que los
jvenes de los suburbios buscan vengarse de la polica, de los agentes, a
uno de los cuales le han arrebatado el arma. Y el propio Kassovitz ha
fomentado equivocadamente esta versin: Realic este filme -dice en
suma- pensando en mis padres, veteranos del sesenta y ocho que viven
hoy en el distrito V de Pars, y que corren el riesgo de olvidar que lapolica puede matar. Pero, salvo en las escenas iniciales que abonan la hiptesis de que se trata de un filme de mensaje y crean un clima maniqueo al presentarse bajo la forma de un reportaje televisivo, los policas
no estn omnipresentes en la ciudad, y son bastante raras las secuencias
de trifulcas o escaramuzas callejeras. Lo ms frecuente es que los policas aparezcan individualmente o en pequeos grupos; ya sea que intervengan como mediadores impotentes (la escena del techo), o como torturadores en potencia (a lo largo de la secuencia rodada en un comisara
parisina, Hubert y Sai"d son sometidos a prcticas de una gran violencia
por parte de policas de civil ante los ojos desconfiados de un joven
agente). Adems, en el curso de la trifulca parisina con los skinheads
- Vinz se muestra aqu incapaz de disparar mientras que no ha dejado de
decir que quiere golpear policas-, Hubert afirma claramente que puede
llegar a haber buenos policas pero nunca buenos skins. En estas condiciones, reducir El odio a un filme antipolica o a un filme suburbano es
quedarse un poco corto. El primer ttulo, Droit de cit, fue extraamente
abandonado en favor de El odio.
La violencia del filme reside en la cada libre>> de tres personajes
que han perdido su cuerda para escalar y ya no se aferran a nada, lo que
en un primer anlisis parece apoyar a los que reprochan a Kassovitz
haber puesto entre parntesis a todos los jvenes de las ciudades que
buscan salir adelante de manera voluntarista y rechazan toda lgica de
venganza.
Pero esta crtica es injusta, pues los tres personajes buscan salir
adelante por todos los medios. Caen progresivamente en la violencia
porque no saben cmo salir de ella, cmo abandonar, partir, dejar ese
<<no lugar>> de la ciudad. No existe frontera tangible entre quienes
quieren salir adelante y quienes no: el mundo de la ciudad est
compuesto por quienes lo logran y por quienes fracasan. sa es la
pregunta que atraviesa el filme: cmo lograrlo sin tropezar o echarlo
todo a perder, sin perderse en la negrura de lo subterrneo o inventarse
falsos parasos soleados? Cmo evitar la cada mortal (la droga, la
destruccin, la violencia)? Cmo escapar al espritu de venganza? La

LOS ESCLAVOS DE LA VIOLENCIA (EL ODIO)

55

fuerza de El odio reside en su capacidad de mostrar cuerpos apresados


en una cada de cincuenta pisos. Si algunos tan slo se dan cuenta en el
momento del aterrizaje (Vinz), otros toman conciencia de esta cada,
pero en el ms sorprendente de los silencios (Hubert). El prlogo del
filme -se escucha la voz en off de Hubert, uno de los tres personaJesdescribe perfectamente esta intencin. <<Es la historia de un hombre que
cae de un edificio de cincuenta pisos. En cada piso, a medida que cae, se
repite como para tranquilizarse: "Hasta aqu todo va bien, hasta aqu
todo va bien, hasta aqu todo va bien ... ">>" Y Kassovltz no olvida
precisar: Lo importante no es la cada, es el aterrizaje.

Cuerpos sin historia


De entrada, el filme, que evoca aqu las escenas de apertura de Taxi
Driver, de Martin Scorsese, ya retomadas por Quentin Tarantino en
Reservoir Dogs, pone en escena la identidad de tres personajes que
forman un tro conflictivo pero de ninguna manera reductible a una banda tnica o a un grupo de tipo mafioso o delictivo. Desmarcndose de la
forma cinematogrfica del documental (televisivo o no), El odio comienza exhibiendo la <<firma>> (el nombre) de cada uno de los miembros
del tro: Said, a modo de desafo, escribe su nombre con un aerosol sobre un coche de polica; Vinz expone su pulsera grabada ante la cmara;
Hubert se presenta ante un cartel que anuncia un combate de boxeo en
el cual se encuentra inscrito su nombre. Todo queda dicho sobre sus
comportamientos futuros: la provocacin y el juego de Sa1d; los excesos
de Vinz, que esconden la fragilidad y las heridas psquicas; la voluntad de
Hubert de salir rumbo al combate deportivo, aun cuando se presienta el
fracaso final. Ya est todo dicho sobre la identidad herida de esos tres
cuerpos cuyo nombre no encuentra respaldo en la referencia a unas frgiles tradiciones familiares: no conoceremos a la familia rabe de Said
(adems, en ningn momento se alude al menor vnculo con el Islamismo); el comportamiento de Vinz hace que su abuela diga que ste
est a punto de romper con la sinagoga; Hubert el africano lucha por
ayudar a su madre, que tiene a su cargo el resto de la familia. As corno
el espacio est fsicamente ausente ~se resume a un lugar de paso que
dota de gran intensidad a unos cuerpos que no dejan de jugar, de aparecer en escena, de tornarse por lo que no son~, la indeterminacin de las
identidades es remediada por personajes>> bien definidos por los acto24. Jusqu 'ici tout va bien, por Gilles Favier y Mathieu Kassovitz (guin y fotografas
alrededor del filme), Actes Sud, 1995, pg. 17.

56

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

res. Al principio no pasa nada: Al comienzo, la idea de El odio -declara


Kassovitz- ~ra que no pasara nada. 25 El imaginario cinematogrfico
encuentra aqu su razn de ser: esos individuos flotando en la ciudad
son actores que actan de manera magnfica, tomndose por hroes de
una serie o por estrellas (Me! Gibson, Sylvester Stallone ... ): Los ojos
clavados en la televisin, nada se me escapaba [( ... )] N o hay ms que un
paso de la ficcin a la realidad, he dado dos, estoy a punto de morir,
levanto el vuelo pero mi cuerpo pennanece en el suelo cegado por una
imagen, he elegido el papel equivocado>> (Ian Daddy y Nuttea, La 25e
lmage). O tal vez suean en convertirse en campeones de boxeo. Una
secuencia lo muestra sin ambigedad: 1ns va1e soar con lo que se podra llegar a ser que dejarse engatusar por los periodistas que tratan de
cogernos por sorpresa y hacernos pasar por destructores de ciudades,
esos individuos que no existen ms que en las imgenes. No existen en
el sentido en que las descargas de violencia antipolicial sealan, sobre
todo, que la propia ciudad no existe y sus habitantes son fantasmas que
sacan la cabeza nicamente para ofender a los de1ns o para enfadarse
por lo que pasa afuera, del otro lado de la ventana.
En suma, soy el hombre de la lluvia
El nio de los buenos tiempos, pero el tiempo corre
Y me lleva con l hacia el olvido
Qu importa el porqu, e] viento me lleva lentamente
Entonces me aferra y lucha
Por mi causa, parto al ataque, entonces nada de consuelos,
quiero mi lugar en el barco.
(Sens Unik, Le vent tourne)

Me ha encerrado afuera. Esta frase lanzada por Said se refiere a


un chfer de taxi que rehsa Hevar1os a Pars, y justifica claramente ese
sentimiento de haber sido expulsados de un Jugar habitable, de un espacio donde se puede vivir. Se est afuera y se quiere entrar adentro,
encontrar un adentro, es decir, salir adelante. Proyectados al afuera (por
ausencia de una dialctica del adentro y del afuera sin la cual la ciudad
no tiene sentido), es preciso encontrar un afuera que se pueda transformar en un adentro en el que se pueda vivir. Cuando no se tiene un
lugar, es la violencia del "nada que hacer", la desnudez del ser, Jo que la
imagen capta y nos ensea: la violencia de estar fuera de lugar y de no
tener ningn lugar para estar. 26
25. Entrevista en la revista Positif, junio de 1995. Los extractos de esta entrevista se
sealan a partir de aqu con la abreviatura Pos.
26. Daniel Sibony, en Cahiers du cinma, julio-agosto de 1995.

LOS ESCLAVOS DE LA VIOLENCIA (EL ODIO)

57

De ah la voluntad de correr a cualquier parte, de encontrar una


salida a un afuera infinito que invade la mente y enloquece. No dejando
a esos cuerpos otra puerta de salida que el componer un personaje. Y los
personajes de Vinz, Hubert y Sa!d son cuerpos que oscilan entre la pasividad y la puesta en movimiento ms o menos desordenada. Entre una
actitud que busca atraer la mirada y una carrera destinada a huir del peligro, del peligro real (los policas), pero tambin de todo lo inesperado.
Entre el reposo y la fuga interviene en principio el tiempo en el que
uno se muestra, en que uno se expone para probar ante la mirada de los
otros que uno est all. Pero a quin? A las pocas muchachas que nos
rechazan con sequedad, a los otros pequeos grupos -pero jams bandas- que la toman con uno. Hay que estar Jo menos solo posible en un
mundo donde, a falta de bandas (o de comunidades) constituidas, la ley
es el periplo individual; de ah el intercambio de energas que escande la
accin de un tro que no termina nunca, a diferencia de una banda que
enmudece alrededor de un jefe respetado, de deshacerse y rehacerse en
funcin de Jos malentendidos y las disputas, de las violencias verbales y
las injurias. En la puesta en escena del tro -el filme expone bien esta
existencia de un grupo que no es una banda, y que no esconde jams la
prdida de identidad inicial (sea personal o colectiva)-, cada uno cumple
su parte, cada uno busca encontrar algo parecido a una salida.
A riesgo de hacer cargar a Jos otros con aquello de Jo que no se puede
prescindir: Vinz, en aparienda el ms violento, da a entender, haciendo
girar el cargador, que va a vengar a Abdel Ichaha sirvindose del arma
robada a Jos policas; Hubert rechaza la venganza armada pero se deja
atrapar por la droga y el trfico, antes de vengar, en la escena final, con
un disparo de pistola, a su amigo Vinz, abatido por un polica; en cuanto a Sa!d, el <<parlanchn, cumple la funcin de mediador entre Jos dos
primeros, que estn siempre al borde de la guerra declarada. El ms
astuto de Jos tres, Said, habla constantemente y da prueba de un humor
explosivo, pero es tambin el que se ha distanciado ms de la ciudad,
pues trabaja ocasionalmente para chaperos parisinos.

Sonoridades con problemas de lenguaje


De esas personas de identidad frgil se ve sobre todo el aspecto, que
sus estilos respectivos refuerzan mutuamente, aun a riesgo de provocar
desajustes. Sald, Vinz y Hubert se confunden con sus cuerpos (cayendo
en la pasividad o hiperactivos). Cuerpos que no terminan,
puestos en movimiento, de intercambiar energa, violencia, pasi<'il:l.

:y

58

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

no se trata de cuerpos silenciosos, producen sonidos, en lugar de hablar


y de contar historias que podran encontrar un final. Como si los sonidos
representaran aqu, en el barrio, una prodigiosa exterioridad qne permite distanciarse un poco de un mundo sin adentro ni afuera y que
condena por eso inelnctablemente a resbalar y a hundirse.
Basta, basta, basta de esto
El sistema se desliza, se mueve, suena tu rquiem
El odio, la pena esparce el dilema
El sistema se desliza, se mueve, suena tu rquiem.
Detnganse, me ahogo, djenme respirar
Mi vida pierde sentido, mi gusto, mi aliento desaparece ...
Todo se esfuma, qu pasa, donde estn mis huellas
En un desierto de hielo, mi rostro, todo mi yo se vuelve flccido
Un casco, una mscara de gas para mi crneo
Pues en mi cerebro estalla una tempestad, la borrasca ...

La Cliqua Requiem

La banda de sonido, extremadamente rica, evoca una panoplia de


ruidos diversos que permiten comprender que estamos aferrados a algunos sonidos. Sin embargo, su ritmo discontinuo simboliza la gradacin entre una gran variedad de formas sonoras cuyo valor no es idntico
(sobre el plano de la capacidad de intercambio): la palabra, el ruido, la
msica. Esta banda (con muchas entradas) muestra, por una parte, el rol
crucial de la sonoridad (eso que se escucha cuando ya no pasa nada
-Nada por ver, nadie por ver- en un lugar que se asemeja a una
prisin mental), y, por otra, el hiato entre Jos sonidos que es mucho ms
fuerte cuando stas no estn hechas de palabras. Por lo tanto, no resulta
en absoluto convincente saludar en este filme la emergencia de un nuevo
lenguaje -un lenguaje-suburbio emparentado con el de los raperos, o con
los textos de MC Solaar-" cuando el trabajo con los sonidos pone de
manifiesto crudamente que hay tantos ruidos discontinuos porque <<eso
no habla>> (la nica palabra es aqu el grito, el alarido).
Ciertamente, Sald e1 bravucn es el personaje esencial: mediador
permanente, charlatn infatigable, malversador de las palabras, glotn
del lenguaje, muestra <<por defectO>> que el arte de la palabra organiza la
27. El tema de El odio est omnipresente en las canciones que aparecen en el filme
(vanse los extractos de algunas de ellas presentados en este artculo), pero el error es
mirar el filme en funcin del texto explcito de las canciones, que son ms antipolica
que el propio filme. (<~Cuando dices en alto lo que no se piensa ni siquiera por lo bajo, y
es el odio que gua a los locos, como en un filme de John Woo,>, MC Solaar, Comme dans
un film).

LOS ESCLAVOS DE LA VIOLENCIA (EL ODIO)

59

relacin. No dejar de hablar es su forma de decir que no se habla, que no


se sabe de qu se habla, que no se escucha (a causa del ruido que asesina
a la lengua) y que no dejamos de no comprendemos. Habra que escuchar, hablar un poco, pero hay demasiado ruido, el ruido de los cuerpos
en movimiento, el ruido de la msica, el ruido de las mquinas y los
automviles, o el eco de la moto de un personaje que no se ver en la
pantalla pero al que se saluda cuando pasa detrs de la hilera de edificios. La ciudad hace demasiado ruido y todos contribuimos.
En El odio los personajes no se hablan, anuncian permanentemente
que van a contar historias de las qne olvidan irremediablemente el comienzo o el final. La lengua resbala al mismo ritmo que la historia susceptible
de ser narrada: con Said uno puede acordarse de las elucubraciones de un
Coluche, quien comienza siempre con puntos de partida falsos, equivoca
el principio de una historia que no empieza jams realmente (<<Es la historia de un tipo. S, es la historia de un tipo ... ). Pero Coluche es aqu
revisitado por los raperos, ha destruido por completo los recursos de la
lengua en detrimento de su personaje fetiche que ya no hace rer con nada,
por falta de adherencia, de consistencia sociolgica, por ausencia de
identidad. Una de las secuencias ms bellas del filme es aquella en el curso
de la cual Sam, un joven rabe -son los rabes los que mejor hablan y en
cambio no se muestra jams su entorno familiar-, encanta a los otros tres
(Vinz, Hubert, :)ero tambin Sa!d, el charlatn del tro) contndoles <<hasta
el final una historia interminable y dificilmente comprensible de una
cmara oculta y de <<un tipo conocido>> que los deja atuitos y
boquiabiertos (pero cmo se las arregla para hablar as? Cmo hace para
ir hasta el final de Jo que cuenta?). Se responder ms tarde en Pars, con
otra historia. La que cuenta al tro, que la comprende mal, un viejo en el
lavabo de un bar: la historia de alguien llamado Grunwalski con el cual el
hombre haba sido deportado a Dachau y luego a Siberia. Estas dos
historias, las dos nicas que tienen un principio y un final, interfieren: la
pesadez de los crmenes del siglo y la de una ciudad donde no hay que
dejarse atrapar son la nica memoria, una <~fosa comn.
Ya no se consigue hablar; se intenta, sin embargo, intercambiar palabras, remedos de historias, lo mismo ocurre, adems, con los policas
(No podemos comprendernos, exclama el polica con aspecto de
trabajador social que los reconduce a la ciudad despus de la desdichada
vuelta por el hospital). Ms que de un lenguaje-suburbio -ilusin
mantenida por el texto, demasiado elocuente, demasiado escrito,
demasiado fuerte, de las canciones de rap que acompaan el filme-, sera
mejor comprender el rol de los ruidos discontinuos que constituyen uno
de los afueras posibles de este mundo sin adentro.

60

CMO SALIR DE LA ViOLENCIA?

Este afuera da la impresin de que se est atado a algo, que es tan


ruidoso y variado que no se lo puede reducir a una lengua-suburbio,
que sera un invencin del lenguaje. En medio de sonidos que despiertan y atan, haciendo creer que uno no est condenado a hundirse, a
caer, el lenguaje brilla por su casi ausencia. Se escuchan montones de
palabras, pero siempre pronunciadas para tratar de enderezar una historia imposible. Una historia de la que no se consigue salir. No se consigue
salir a travs del sonido, por ms violento que sea. La violencia y lapotencia de los cuerpos aparece tanto ms intensa cuanto que el lenguaje
es un elemento dbil y frgil entre los otros mltiples sonidos que
materializan el trasfondo sonoro de la ciudad>>. Y no se ve nunca mejor
a los cuerpos que cuando se ponen a bailar gracias a una msica que los
impulsa y los anima. No se los ve nunca tan claros como cuando danzan
sobre sus cabezas, agitndose, enroscndose como trompos o derviches
giratorios. Los cuerpos no se encuentran mejor, ms felices, que cuando
deciden bailar, aceptando callarse y sacar provecho de una msica que
sale de sus altavoces para dar vueltas sobre s mismos. Ya sea que se baile
de manera violenta sobre el ring, o solitariamente sobre el suelo de la
ciudad, el cuerpo manifiesta que no tiene nada que decir, sino enmudecer, aunque se mueva elegantemente>>. Sin embargo, en total soledad
(Vinz frente a la cmara con el gorro de rapero puesto al revs ... ): el
ballet compuesto por Bemstein para expresar el combate entre losjets y
los sharks en West Side Story (West Side Story, 1961) es completamente
ajeno a este mundo desprovisto de espacio, en el que el sonido devora
las energas sin conseguir liberarlas. Pues el cuerpo emite por s mismo
bastantes pocas palabras, no est nunca tan a sus anchas como cuando
los ruidos exteriores lo remiten a su propio silencio.

Del barrio a la ciudad


El barrio es un mundo que hay que abandonar. Lo mejor es partir de
all, de ese lugar de ruidos y sonidos que no favorecen en nada la invencin de una historia, la creacin de historias paralelas. El odio no se encierra en el barrio de Chanteloup-les-Vignes, cerca de la mitad de las
secuencias ocurren fuera. Pero dnde se va? Ciertamente no al campo, para retomar el ttulo de un filme reciente de Manuel Poirier en el
que los ciudadanos desdichados y melanclicos deciden vivir en pequeos asentamientos rurales. Se parte hacia la ciudad: cuando el suburbio
es parisino se va a la capital. Y apenas salido del RER, se penetra en ese
agujero de Les Halles que resulta ser el vientre de Pars. Las secuencias

LOS ESCLAVOS DE LA VIOLENCIA (EL ODIO)

61

del RER y el descenso al agujero de Les Halles remiten a la realidad de


un suburbio que se inclina hacia Pars, hacia esa ciudad que tiene la
ridcula pretensin de encarnar la buena ciudad ante las ciudades malvadas de su suburbio. En realidad, se sale del barrio, pero para encontrar
algo todava peor, el mundo que est en el origen de las desventuras de
la ciudad de suburbio. Pars, transformada en dominio reservado por
sus concejales, precipita la cada de quienes vienen a golpear a sus
puertas mucho ms cuando no se presenta corno un espacio destinado a
acoger a quienes Salen fsicamente de su mal vado suburbio para
<<Salirse>> mentalmente de all. Paradjicamente, Kassovitz busca
mancillar Pars y mostrar bello, demasiado bello, el barrio.
Dos planos funcionan como la metfora de esta dialctica imposible
entre los dos lugares: un primer plano areo sobrevuela rpidamente el
suburbio antes de lanzarse hacia el infinito simbolizado por la abertura
del cielo, <<arriba>>, mostrando as que no hay discontinuidad, no hay arcn en la ciudad, que hay que partir hacia adelante, lanzarse, dejarse
atrapar por el infinito de los deseos y las pasiones de otro lugar, aun a
riesgo de lastimarse, de romperse la crisma. El segundo plano -un
travelling compensado-, que se filma esta vez desde la explanada de la
torre de Montparnasse, permite entrar en la ciudad, que se contempla en
profundidad (y no ya segn una perspectiva ilimitada), con la mirada
dirigida hacia el'campanario de la iglesia de Saint-Germain-des-Prs. A
la mirada que no se detiene en ningn lugar, a la ausencia de referencias
y de lnea del horizonte, se corresponde, en el caso de Pars, una visin
que se hunde en un espacio circunscrito. ~~Lo que deseaba es que en el
barrio las distancias focales fueran cortas, para integrar bien a las personas en su decorado, y en Pars, largas, para poder destacarlas del fondo
y captarlas realmente (Pos). A esta primera diferencia, que reside en. la
visin, responde otra en la percepcin de los sonidos: a una percepcin
discontinua en el barrio se corresponde, en el caso de Pars, un flujo continuo de ruidos donde todo est embrollado, mezclado, sin que aparezcan los diferentes climas sonoros: Se ha trabajado tmnbin la ruptura en
el sonido: el suburbio est en estreo, muy amplificado, y Pars es completamente monO>> (Pos). De ah la sensacin de sumergirse con los planos sonoros y visuales de la ciudad de Pars, pero al mismo tiempo uno
se deja apresar por su flujo, la ciudad aspira en lugar de proyectar hacia
arriba o de hundir; uno se encuentra al nivel, a la altura del hombre, en
un frente a frente que generalmente acaba mal (pero que ya no es el de
los jvenes y los policas en el suburbio). Esta nivelacin>> no es el presagio de una vida en comn ms feliz, de una urbanidad lograda. Voluntariamente o no, uno de los argumentos del filme es mostrar que la dia-

62
CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?
Jc

''!ctica de la ciudad y el suburbio no tiene ningn sentido, que ya est to-

<':> do sentenciado en el seno de una ciudad de la que el suburbio no es ms


\ que una periferia, una relegacin espacial. En esas condiciones subir a
la ciudad, ir a.la ciudad se convierte inevitablemente en re~ibir golpes suplernentanos, en multiplicar las desilusiones y en exacerbar una
situacin de la cual el individuo se halla ya profundamente prisionero
tanto ;nental c~rno fs~carnente. En En la boca no (J'ernbrasse pas, 1991 ):
Andre Techme rnostro cmo la experiencia tradicional de la llegada del
JOven provmcmno a la capital -se trata de una figura distinta a la del suburbio-- puede terminar en fracaso. En El odio, el tro sale del barrio y
sube a Pars, pero es en esta ciudad, la Ciudad por excelencia, donde
expenrnentan ms que en ningn otro lugar la imposibilidad de salir
adelante. No estn por un lado la ciudad y por el otro el malvado suburbio: lo q~e hay es u_n rgimen desfalleciente de urbanidad, paradjicamente mas fuerte alh donde se cree que la Ciudad tiene sentido. Esto justifica las secuencias, no siempre las mejores porque son las ms maniqueas (el bu;gus es uu enemigo ms fcil de dernonizar que el polica),
donde el tno se enfrenta a una sucesin de fracasos. Tantos como
imgenes posibles de su futuro: la mendiga del metro de la que se burlan
por temor a parecrsele, el chapero con el que el juego termina mal el
burgus artista, el joven polica asqueado de los actos y opiniones de ~us
col~gas que sin embargo no tardar en copiar. Y los episodios no pararan de acumularse: Sa!d insulta a una vagabunda que pide limosna en
el metro_; la visita, al prostituto, extraamente llamado Astrix, da Jugar
a una nna a proposJto del uso de una pistola; el rechazo a ser admitido
en una bote es el origen de un arreglo de cuentas mortal" la fauna de
la galera de arte de vanguardia es atacada, y en la escena d~ la comisara
el tro padece violencias inadmisibles ...
Pars muestra entonces que el afuera del suburbio (ese mundo sin
interior ni exterior que condena a partir a las alturas o a hundirse en las
cuevas) no es la ciudad; el suburbio sera su parte trasera. Pars aparece corno un vertedero de pasiones y violencias del que es expulsado
mrnedwtarnent~ qt~ien desee ir hasta all <<para salir adelante>> porque la
VJO!encm es alh mas fuerte, No se consigue siquiera distinguir entre los
ruidos, Y los cuerpos ni existen. Las secuencias de violencia son all
peores que con los policas: en Pars, el tro, uniendo las energas de cada
uno, se transforma, frente a la adversidad, en una jaura implacable. y
acaba pareciendo que todo el mundo es un lepenista en potencia (vase
el valiente obrero abucheado en las escaleras de Les Halles, mientras
. 28. Se ha _sealado, Y con razn, que esta escena se ha presentado en muchos filmes
recientes considerados de suburbio.

LOS ESCLAVOS DE LA VIOLENCIA (EL ODIO)

63

que en los suburbios no se ve ms que a los policas)." Si el ruido obsesivo del barrio es un afuera hostil, una muralla que remite al cuerpo a su
silencio, la ciudad ya no resulta un afuera utpico que pennita salir adelante. Retorno al punto de partida: el tro torna el primer tren de la
madrugada.

Mira a los hombres caer


El odio no es un documental sino un filme de ficcin. Todos los intentos periodsticos de hacer decir a los jvenes de los suburbios si este
filme es o no autntico son un poco ridculos, pues rechazan rendirse a
la evidencia y admitir una ficcin que pretende justamente distinguirse
de las cmaras de televisin que el tro manda a paseo durante el filme.
Una vez ms, se quiere hacer decir a los malvados suburbios lo que son,
estigmatizarlos, encerrarlos en bellas categoras, mientras que Kassovitz
tiene la inteligencia de decir que no se vive en los suburbios simplemente porque es imposible vivir all. Ms an, muestra, pero con menos
fuerza -es la paradoja para alguien que vive fuera del suburbio-, que las
preguntas del suburbio son las de la ciudad y que sin las derivas de la
ciudad, la enfermedad de los suburbios desaparecera en el acto.
Kassovitz tiehe el mrito de no estar fascinado por el suburbio, y an
menos por la ciudad, y de mostrar que se vive mal en cualquiera de esos
lugares. Se vive mal all, y sin embargo no se vive al ritmo de la guerra
de tribus, de los conflictos tnicos o de culturas. El filme de Kassovitz,
tan violento, tan poco condescendiente con las fuerzas del orden y todos
los Pasqua del mundo, cuenta al mismo tiempo la historia de un lugar
donde a los individuos les va mal individualmente, tanto en los suburbios como en otras partes.
Nana tambin la historia, difcil, de un mundo en que se vive de
manera mestiza. se fue el ttulo de su primer filme -Mtisse-29 que
contaba una historia, muy bien armada, que empieza mal y termina bien,
sobre un nacimiento y no sobre un asesinato. Es la historia de un judo
y un africano que comparten una rnsma amante martinica, una magnfica mestiza que espera un nio del que no conoce al padre. Quin es el
padre? Quin ser el padre? Ella rechaza elegir entre estos dos aman29. Simple casualidad o inspiracin manifiesta? Los filmes de Kassovitz se acercan

a los argumentos de Spike Lee. Nola Darling (She's gotta have it, 1986), el primer filme
del realizador norteamericano, cuenta una historia anloga a la de Mtisse. En Haz lo que
debas, muestra cmo arde un banio (en los Estados Unidos no existe una lgica de los
suburbios).

64

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

tes, y cada uno cumplir con el rol de padre a su manera. Hay que sorprenderse? Lola (alusin a LoZa [Lola, 1960], de Jacques Demy) es la
mediadora entre el judo y el africano que tienen, en este primer filme,
ms races familiares comprobadas que en El odio: precede al joven rabe Sald, el hacedor de historias, el payaso, el charlatn glotn de palabras del que no se conoce la historia familiar. En El odio, el que habla
ms es un mediador reservado respecto de sus races, y no una mujer
como Lola, una procreadora para quien la historia reserva un porvenir,
el del nio.
El odio es un filme sin mujeres, sin muchachas, sin novias ni amantes, un filme en el que la seduccin no necesita ejercerse (despus de
haber iniciado un ligue en la secuencia de la galera de arte moderno, los
miembros del tro no tienen nada ms que decir a las mujeres a las que
haban perseguido fingiendo querer conversar con ellas y demuestran
entonces que lo nico que les interesa es el sexo). Pero es tambin un filme
en el que la desaparicin de los padres deja lugar a madres intocables.
Si nuestros padres ya no comprenden lo que somos
Lo que nos den no har jams de nosotros hombres
Nuestras pobres madres que nos perdonan a pesar de todo lo que saben
Enor, Madonas, son vuestras entraas las que reciben
As es la nostalgia del arma
As van los hombres que se van
Y nos dejan la eleccin de las lgrimas
FFF, Le vague ii !'arme

Cmo mirar?
En El odio, el vnculo entre los sexos es tan tenue como el que anuda
las generaciones, es un filme de cuerpos sin historia, sin genealoga:
Para unos y otros, ya invoquen a su jefe o griten sin cesar "Tu madre!"
(padres invisibles) [ ... ],es el lugar del tener y del tener lugar lo que crea
problemas: el lugar, como acontecimiento de la presencia, ha desaparecido o estallado, tal vez jams haya tenido lugar y ya nada localiza la
presencia. Es lo que produce cuerpos ausentes, sin retorno sobre s rnjsmos ... .30
He aqu lo ms extrao en este cine, muy representativo de la produccin contempornea: no 1nuestra njnguna relacin afecva entre los
sexos, ninguna relacin entre los mundos femenino y masculino, nada
de aquello que permanece como la ltima marca de la alteridad. Despus
30. Daniel Sibony, artculo citado.

LOS ESCLAVOS DE LA VIOLENCIA (EL ODIO)

65

de Mtisse, donde Lola se presentaba regia, magnfica, soberbia, El odio


muestra un mundo sin mujeres, sin pequeas amantes (Jean Bustache), sin <<flirteos (Les Coeurs verts [1966], de douard Luntz, uno
de los filmes de suburbios de comienzos de la dcada de los sesenta). De
la misma manera que nada aade sobre la guerra tnica, sobre las bandas, sobre las comunidades de pertenencia, el filme deja entender, quiz
para defender su propio cuerpo, que el reagrupamiento comunitario>>
no es a menudo ms que un refugio destinado a disimular la fragilidad
de las existencias y la vacuidad ltima, tal vez, de nuestros debates sobre
la repblica y el mi.I!ticl!!l!Jralis!110. Para l, la crisis del vnculo intergeneracional y la de la diferencia sexual son concomitantes.
Pequea casualidad: Mathien Kassovitz actu en 1994 en un filme
de Jacques Andiard, Regarde les hommes tomber. All se expone la
historia paralela de dos hombres de unos cincuenta aos {Jean-Louis
Trintignant y Jean Yanne, quien hizo un papel inolvidable en un terrible
filme sobre la pareja, Nous ne viellerons pas ensemble [1972], de
Manrice Pialat) que se dejan caer y se marginalizan. No hay mujeres en
esta pelcula, salvo una prostituta de paso, sino un mundo en el que los
hombres que envejecen toman afecto por un joven muchacho que uno de
los dos va a transformar en una bestia que mata para sobrevivir. El
argumento de Max et Jremie (1992), de Claire Devers, muestra cierta
analoga, pues c'nenta la historia de dos asesinos, uno joven y otro
retirado, que mezclan sentimientos y armas de fuego en un mundo en el
que la mujer ya no provoca el menor deseo.
Los hombres que conquistaron la vida pblica se dejan llevar, caen,
se quiebran, se fragilizan ... Aunque El odio retoma esta temtica en otro
escenario, el filme plantea la misma pregunta (cundo comienza el
cuerpo a doblegarse, a quebrarse?). En ese sentido, se trata de filmes
muy contemporneos que remiten a ciertos recorridos biogrficos que
nos revela la sociologa del desempleo de larga duracin. Un buen da
algo comienza a quebrarse y no se dispone de ningn amarre, de capacidad para aferrarse a la pared y la cada resulta vertiginosa. Pero la
ficcin muestra mejor que la realidad que no se puede comprender el
comienzo de la cada ms que al final del recorrido, en el momento fatdico del aterrizaje. Despus de aos durante los cuales las pelculas
mostraron la experiencia de la droga como la de un espectro en los umbrales (cul es el momento en que se deviene alienado, dependiente?),
he aqu un cine que trata menos del viaje alucinado que del gran descenso, del deslizamiento mental. Un descenso que no cesa y que da lugar a conclusiones mortales, a violencias policiales incalificables. No
puede sino terminar mal, pero no se sabe cundo y cmo ha comenzado,

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

,
.

LOS ESCLAVOS DE LA VIOLENCIA (EL ODIO)

67

'

no se siente siquiera que se resbala. Se quisiera creer que es posible salir


adelante, contar historias, pero se cuentan historias que tan slo empiezan. Este Cine masculino tiene una contrapartida original en Francia en el
cine femenino que florece desde hace algunos aos. Un cine cuya preocupacin principal es preguntarse sobre la posibilidad de recomponer los
vnculos, de crear vnculos, de mantener relaciones a pesar de las rupturas
(Claire Denis, Claire Devers, Brigitte Rouan, Patricia Mazuy, Tony
Marshall, Laurence Ferreira Barbosa, Nomie Lvovsky, Nicole Garca, la
malograda Christine Pascal, Pascale Ferran, Laetitia Massou ... ).
Esta evolucin de la relacin entre los mundos masculino y femenino
est paralelamente en el origen de una indagacin sobre la capacidad de
ejercer nuestra mirada <<alrededor nuestro>> y, sobre todo, la capacidad de
mirar a aquellos que estn cayendo sin darse cuenta (pero, ser cierto?
Vinz es mucho ms violento, provocador y furioso cuando est herido de
muerte; Hubert sabe muy bien que est resbalando y que no podr restablecerse ... ). Quin ejerce su mirada en el filme? Y cmo? Los
jvenes de los suburbios que no ven <<nada de lo que pasa>> en el barrio,
excepto los policas y las lneas de fuga que los proyectarn muy lejos de
s mismos, demasiado lejos? Las mujeres y las hermanas que miran
discretamente, sin el menor odio, los nios y hermanos abandonados?
~:Los cmaras de televisin que montan imgenes que harn pasar
i por realidades de los suburbios, haciendo creer a los jvenes que son
' como su imagen salvajemente presentada en la pequea pantalla? Todo el
": inters del filme de Kassovitz -y en esto se ha basado su xito- reside en
,' esta invitacin a mirar: utiliza el instrumento de la cmara para tomar un
poco de distancia, separarse de un mundo slo conocido a travs de la
televisin, para ofrecer imgenes de una zona prohibida asimilada a una
jungla. La cmara de Kassovitz ejerce una mirada siempre desplazada
cuando est en el suburbio; mira a los hombres caer, pero con la mirada
de Lola o de la madre de Hubert. Esta ficcin se preocupa esencialmente
por crear distancia, por no devorar los cuerpos que pasan ante nosotros.
<<No es interesante decirle al espectador "Mire lo que pasa" y mostrarle
algo de violencia. Lo interesante es ver lo que alguien mira y, a travs de
. ese punto de vista, comprender lo que piensa. Ese polica, que observa
i cmo sus colegas torturan a Hubert y Sai'd,s que est un poco avergon1zado de ser polica, sirve de contrapunto>><(P~'.\). En la mayora de las escenas, interviene un deslizamiento entre el
es visto y los que lo miran,
un personaje intermedio (frecuentemente mostrado de espaldas, lo que
obliga a mirar de lado) impide que se mire demasiado <<directamente>>,
demasiado rpido, sin perder tiempo, sin atravesar un espacio. Deseara
que el filme fuera visto por la persona ms alejada, que observa lo que

que

pasa, pero sin juzgarlo. Hay muchos momentos en los que se observan las
cosas a travs del punto de vista de Hubert, a travs de la manera en que
las mira>> (Pos).
A la vez que lanzan un mensaje antipolicial, los textos de las canciones de rap tratan de la televisin: cmo no mirar como el cmara de
televisin que excita a los jvenes para filmarlos por defecto, cometiendo la falta, y exhibir malas imgenes de ellos? Con El odio, se pone a la
orden del da la buena y antigua leccin del cine; no dar slo una ojeada
al cuerpo de los dems, sino darlo a conocer en todas sus dimensiones.

El odio en una casa de campo (La ceremonia)


N o quiero referirme aqu al filme de Chabrol. Sin perder de vista las
cuestiones formuladas por El odio, slo quisiera preguntarme sobre los
propsitos contradictorios que plante el director a propsito de La ceremonia (La crmonie, 1995). En efecto, ha hablado de <<lucha de clases>> para traducir el conflicto entre Sophie (la sirvienta) y Jeanne (la
cartera), por una parte, y la familia provinciana (los Lelievre) que habita
la casa bretona donde se desarrolla la mayor parte del filme, por otra.
Por qu hablar de lucha de clases mientras que todo el filme muestra

l
que
normalmente
no puede pasar nada, pues los confl"1ctos Y_ d"f
1 erendas no consiguen expresarse de una parte y de otra? Como SI cada
protagonista tuviera una culpa (un crimen en la conciencia!) y tambin
un poco de temor de Jo que los otros pudieran decir y divulgar sobre
ellos. Se explica poco durante esta pelcula, se habla poco, se sospecha,
se deja entender y abundan los sobrentendidos. Nadie est a sus anchas,
nadie se siente bien bajo su piel, mientras todo el mundo se contiene:
las dos jvenes (Nagui, Pascal Sevran ... ) postradas ante el televisor que
provocarn la masacre final (pero son verdaderamente criminales?, ha
matado una a su hijo y la otra ha acabado con su padre?), y los cuatro
burgueses (los Leliiwre y sus dos hijos) muy a menudo reunidos
alrededor de un televisor de lujo (pero estn realmente unidos? Qu
esconde la galera de arte de la mujer?) que alcanza la dimensin de una
pantalla de cine (la masacre final y fatal se desarrolla mientras la familia
escucha religiosamente el Don Juan de Mozart dirigido por Karajan).
Del lado de la sirvienta y de la cartera, como del de los burgueses, reina
un clima de incomodidad, incluso de vergenza, que se traduce en la dificultad para hablar, para comunicarse. Se ha insistido mucho en el analfabetismo del personaje interpretado por Sandrine Bonnaire olvidando
decir que sufre tanto ms por no saber leer ni escribir (por estar conde-

F
S

1
!j

68

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

nada a mirar la televisin) porque no hay otra forma de comunicarse.


Nada pasa entre unos y otros, y la hija mayor (Melinda), que trata de
poner a Jeanne contra sus padres, ser el detonante de la masacre
(Melinda ha comprendido que Jeanne es analfabeta, sta se asusta, se
enfrenta a ella y la amenaza con decir a sus padres que est embarazada).
Nada pasa, no reina ms que una sensacin de incomodidad y de vergenza, ms dbil en el caso de los burgueses que estn dispuestos a
todo por tener una sirvienta perfecta, que no de la impresin de estarlos
sirviendo (una sirvienta que pase inadvertida), y ms intensa en el caso
de Jeanne, que no puede leer lo que est escrito en la lista de la compra.
Si la hija mayor experimenta un poco de vergenza de ser servida, sus
padres parecen sobre todo avergonzarse de serlo por una muchacha de
otra poca que parece realmente una sirvienta. Pues una sirvienta no se
debe ver, no se tiene que notar, debe ser discreta. Pero Jeanne se hace
notar doblemente por sus carencias: por su aspecto de sirvienta desgraciada y por convertirse en amiga de la cartera, cuyo mayor defecto es
la indiscrecin.
Por un lado, una familia de burgueses remendada al filo de suicidios
y de nuevos casamientos y, del otro, dos personajes muy diferentes (la
sirvienta discreta y pasiva, la cartera agresiva e indiscreta). Todos estos
personajes tienen algo en comn: estn incmodos y no tienen la conciencia tranquila. Qu va a pasar entonces? Este microcosmos, como
proclama Chabrol, escribir un nuevo acto de la lucha de clases? Aqu el
'director se equivoca de ambiente, pues pone ms bien en escena a in di, viduos que se buscan sin lograr encontrar la ocasin de entrar en conflicto. Lo testimonian las secuencias que oponen la calidad de las
emisiones que contempla la familia Leli<wre y la televisin defectuosa
que poseen las dos muchachas: la lucha de clases no tiene visos de
realidad, pasa por los simulacros de las imgenes televisadas.
La lucha de clases es ficticia, est condenada a pasar por la televisin,
y es su imposibilidad la que precipita la violencia contenida y desencadena la masacre final. Se observa en esto una oscilacin muy contempornea: la violencia vacila entre una interiorizacin que la encierra en el
cuerpo y una explosiva entrada en accin. Aun cuando Jeanne hace subir
el tono y prepara la matanza final, el conflicto slo puede expresarse bajo
la forma de una explosin de tremenda violencia. Se est lejos de
Marivaux o de Marx, el conflicto no da lugar a ninguna negociacin o
lucha de clases, La ceremonia desemboca en una explosin final que es
el resultado de la implosin corporal y psquica de las dos jvenes. De
hecho Chabrol ha hablado de implosin, indicando claramente que la
lucha de clases ya no es manifiesta, que los burgueses y los sirvientes no

LOS ESCLAVOS DE LA VIOLENCIA (EL ODIO)

son siquiera capaces de entrar en conflicto. Bendito Chabrol! Nos habla


de lucha de clases para subrayar mejor que ahora consiste en una
implosin y que jams habr explosin social: <<La gente piensa que va
a haber una explosin -afirma en la larga entrevista concedida a Cahiers
du cinma (septiembre de 1995)-. Pero yo no lo creo, pues pienso que
va a haber una implosin y sa es la razn por la cual la televisin est
tan presente en mi filme. No va a pasar en el interior. Vendr del exterior
hacia el interior, una verdadera implosin, es evidente. De qu habla
entonces este filme? De una sensacin de vergenza generalizada, ms
0 menos compartida, y que slo puede dar lugar a ataques de odio. El
odio y la vergenza son los dos sentimientos que bullen dentro de estos
seres de ficcin que se mueven en la pantalla. En esta perspectiva,
Chabrol cuenta una historia cercana a la de Mathieu Kassovitz, una
historia cuyos motores son el odio y la vergenza, una historia en la que
se ve a las personas detestarse basta el punto de sembrar el terror. Cuando la violencia ya no se puede traducir ni simbolizar, pasar a la accin
resulta de una violencia extrema y temible.
Aunque apreciemos este filme, que no se entretiene en exacerbar la\_
violencia y que muestra el miedo y el terror mejor que todos los Quentin
Tarantino del mundo (a Chabrol, al igual que a su productor Martn
K'!I!llitz, no le gusta ese cine en que l violencia se muestra en estado
p~ro), uno se pregunta si este retrato de la vida burguesa no cede ante lo
fcil. En sus viejos filmes antiburgueses Chabrol mostraba, por ejemplo,
cmo el marido de La mujer infiel (La Femme infidele, 1968), el notable
Michel Bouquet, se converta en criminal; aqu se pone del lado de <<SUS>>
dos vctimas, de esas dos marginales, que no son ningunas santas, para
acompaar mejor su paso a la accin. Y se complace adems en esbozar
burgueses menos caricaturescos que inexistentes (en las secuencias de los
Lelievre, es como pasar las pginas de un ejemplar de Maisons et
jardins). Estos burgueses no interesan porque estn casi ausentes, y as se
comprende mejor por qu no puede haber lucha de clases. Es el signo de
los tiempos: no hay ms que vctimas, buenas vctimas que van a llevar a
la muerte a individuos que no existen (pero que no aparecen como
vctimas malas). Cuando Chabrol se aventuraba en los meandros de la
burguesa, uno se resista a sus filmes, y la prensa se enfureca contra l;
hoy la lucha de clases est bien muerta y se aplaude a esos burgueses que
no son ms que muecos de goma. Su pelcula no es un filme
antiburgus, ya que aqu los burgueses estn bien muertos. No queda ms
que asistir a la ceremonia organizada por dos vctimas a las que Chabrol
da' de entrada' la razn. Este filme sobre la implosin
de la lucha de cla~"--~--'------~-~-ses es un poco perezoso: observa que la lllcha de clases ha d,e_~":Parecido

:r
70

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

pero no se toma la molestia de mirar qu pasa con los burgueses como


lo hace con las dos muchachas (<<Me cost no hacer la apologa total de
las muchachas. Pero, al mismo tiempo, no tena sentido, son un par de
zorras>>). En suma, no se pregunta por qu hay una implosin en esa casa
que ha tomado el aspecto de un suburbio. Ya no hay ms que vctimas,
buenas o malas ...

2. Argumentos para una liberacin: la familia, los guerreros y los ancestros (Guerreros de antao)

En A quemarropa (Point Blank, 1968), John Boorman se preguntaba


cmo poner trmino a una escalada de crmenes y de matanzas horribles.
El personaje de Walker, interpretado por Lee Marvin, mata a un nmero
impresionante de miembros de la mafia para vengar a su mujer. Y no
consigue detenerse ms que en el momento en que comprende que su
informante es un mafioso que se ha servido de l para desembarazarse
de sus competidores. Cmo desembarazarse de la violencia? La cuestin no es entonces slo la de la violencia que contienen las imgenes.
En muchos guiones, no hay otra obsesin que la de calmar el curso de la
violencia, sea la sufrida o la ejercida. Cmo hacer menos dao, cmo
hacer( se) el menor mal posible cuando se est infectado por el virus de
la violencia? La cuestin de la violencia de las imgenes se confunde
con el mal violento que afecta a las sociedades contemporneas. Y con razn: la historia del siglo XX est vinculada con la historia del cine, con
los filmes en los que se ha puesto en escena.
Para vencer la violencia, hay que batirse con ella, mostrarse el ms
fuerte. Cuanto ms se quiere terminar con ella, ms exacerbacin hay,
ms precipitacin, y no queda otra salida que disolverse para parar los

1
::'1

72

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

ARGUMENTOS PARA UNA LIBERACIN (GUERREROS DE ANTAO)

golpes y los ataques como el robot Tl 000 en Tenninator 2, el juicio


final (Terminator 2: The Judgement Day, 1991), de James Cameron. La
cada libre en la violencia es el argumento ms habitual, aquel del cual
El odio es la ms cruel expresin: no hay ninguna pared, ningn parapeto al cual aferrarse para protegerse, la cada en la violencia es
vertiginosa. Una especie de avalancha que se lleva todo a su paso, que
cuanto mayor es la voluntad de ponerle trmino ms la reduplica y ms
obliga a batirse contra todo lo que pasa. Cuando la venganza ya no sabe
contra qn se dirige, no hay nada que se le oponga, se vuelve entonces
infinita, se despliega, lo impregna todo y finalmente aplasta a quien
crea desembarazarse de ella.
Cuando uno se hunde, se siente caer y se deja atrapar por la violencia, uno se pregunta entonces cmo desembarazarse de ella. Junto a los
argumentos de la cada libre, se observan guiones Utpicos que buscan soluciones cuyo carcter ilusorio corre el riesgo de agravar el mal.
Aunque se est lejos de ciertas versiones infantiles del mismo tema,
aparece la hiptesis de un retorno Utpico>> a los orgenes para poner un
dique al movimiento ascendente de la agresividad: la de la tribu maor
en Guerreros de antao, donde el ritmo de la vida se opone al de la
modernidad urbana, o la de la ciudad macedonia donde el fotgrafo de
Befare the Rain (Befare the Rain, 1994) cree poder olvidar el horror de
los crmenes y recuperarse. Estos dos filmes, que ponen en relacin la
salida de la violencia con el retorno a los orgenes, muestran tambin los
lmites de un argumento utpico en el que se retorna inevitablemente al
punto de partida: se regresa al pueblo (origen) que, desdichadamente, se
encuentra en el origen de las descargas de la violencia. El retorno a la aldea, a la etnia o a la tribu sustituye a la historia desfalleciente, a la crisis
de la genealoga, a la ley de la sangre, la que da lugar a la violencia
desatada. El periodista de Befare the Rain vuelve a su pueblo para
olvidar los crmenes bosnios, pero se da cuenta rpidamente de que los
mismos crmenes sangrientos son perpetrados por los suyos ante sus
ojos. Ciertamente, estos dos filmes son ms sutiles porque el cineasta
macedonio imagina otra salida que la de la muerte de Aleksander, el
periodista, y el cineasta neozelands no considera el retorno a la tierra de
los maores en trminos estrictamente genealgicos (la madre propone al
amigo de su hija, que se ha suicidado, que los acompae porque ve en el
poblado de los ancestros una tierra en la que los muertos son respetados
y donde jams se los olvida).
Aunque el filme neozelands, Guerreros de antao -realizado por
Lee Tamahori y estrenado al mismo tiempo que El odio sin la menor
promocin comercial- no tiene, en primera instancia, ninguna relacin

73

con el filme de Kassovitz, sin embargo arroja una luz original a algunas
de las preguntas que ste dej en suspenso. Mientras que en el <<filmesuburbio a la francesa el personaje del padre es inexistente y la mujer
est casi ausente -la madre subsiste por defecto en algunas familias-,
los dos personajes principales de Guerreros de antao son nn hombre y
una mujer. Jake y Beth Keke forman una pareja a cuya degradacin se
asiste con el correr de las secuencias. Mientras que Kassovitz olvida el
personaje del padre y evoca a una madre abandonada al borde del hundimiento y que trata de asegurar la supervivencia de los que quedan,
Guerreros de antao ausculta la descomposicin de una pareja en la cual
hubo una fuerte complicidad durante largo tiempo.

Los crculos de la alienacin y el reino de la fuerza


masculina
Guerreros de antao no habla entonces de la ausencia del padre -de
un padre atrapado en las redes del alcohol y la violencia-, cuenta la historia de una esposa alienada por el cuerpo de su marido. Deslumbrada,
fascinada por l, no deja de darle una oportunidad tras otra: incapaz de
resistirse a l, se wuelve a encontrar en sus brazos, dispuesta y lista para
perdonar los peores horrores al que le pega y no qniere orla hablar,
Contar historias.
Amor y odio
Durante la primera parte de la pelcula, se la ve caer bajo los golpes
de su marido, Jake, que acaba de abandonar el trabajo: se ha despedido
voluntariamente, para poder divertirse ms libremente y organizar juergas extemporneas con sus amigos. Hay, por lo tanto, una lucha inicial,
hecha de pasin, de amor y de odio, que se expresa en el seno de la pareja: esta tensin permanente entre el hombre y la mnjer se traduce en un
combate que termina inevitablemente en la victoria de la fuerza masculina y en la renovacin femenina de los sentimientos. La debilidad de
Beth, que se deja siempre engaar, atrapar y volver a agarrar por su
<<hombre, hace de la sexualidad y de los sentimientos el principal motor
de los conflictos que asesinan lentamente a la pareja. ste es el crculo
en el que est prisionera la mujer: el que la condena a pasar del odio al
amor, del resentimiento al consentimiento, de los golpes a las caricias.
Cuando la pareja gira alrededor de s misma y todo rebota del uno al otro,
del uno contra el otro, cuando los cnerpos se hacen y se deshacen, se

'

ARGUMENTOS PARA UNA LIBERACIN (GUERREROS DE ANTAO)

74

75

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

La mujer esclava

destrozan o se abrazan, se rechazan con violencia o se penetran amorosamente, entonces la fuerza masculina est siempre segura de ganar. A juzgar por el ejemplo de esa pareja, no hay otra salida que el cuerpo a cuerpo
sexual amoroso o la guerra.
Pero la sucesin de secuencias, durante las cuales los cuerpos se
toman y se dejan, describe en realidad las etapas de una cada colectiva.
Detrs de la cascada de golpes y de abrazos, se asiste a la cada de toda
una familia y no slo a la de una pareja. Todo el crculo familiar se da
ms o menos cuenta de esto, a excepcin de los padres, que no
consiguen sustraerse a los ciclos de odio y amor. Los cinco nios comprenden su situacin, pero su lucidez se vuelve contra ellos: el may~r
abandona la casa; el segundo participa en robos junto a una banda de JOvenes delincuentes; Gracie, a quien la edad sita entre los grandes>> Y
los pequeos, suea con otro mundo; y finalmente los dos pequeos
se acurrucan, asustados, el uno contra el otro, cuando el padre muele a
golpes a la madre. El filme nos proyecta en la intimidad de una familia
donde la pareja es absolutamente ciega a lo que ocurre por su culpa:
ciega respecto a s misma, ciega ante los miedos de los nios, ante el
dao que les infligen. Ya sea con la ceguera de los padres o con la
lucidez de los hijos, la cada es colectiva: nadie puede escapar de ella, de
una nueva alienacin que reemplaza fatalmente a la anterior.
En ese contexto, donde la alienacin de Beth es una forma de esclavitud, de sumisin al marido y a la casta masculina, arrastrando con ella a
todos los otros miembros de la familia, cmo lograr poner trmino a la
cada colectiva y a los conatos de violencia? Ser preciso que Beth comience a comprender los reproches que se esconden tras la mirada de sus
hijos, sobre todo la de los tres mayores. Deber tomar conciencia de que
su amor por ellos no renace espontneamente ni cura milagrosamente las
heridas, que no es suficiente con amar para que desaparezcan las heridas
del cuerpo y que los espritus olviden los duros golpes de Jake. Pero
aunque Beth es sensible a la inquietud o al temor larvado de sus nios,
no detiene su cada, no se preocupa verdaderamente por ellos. Slo el
suicidio de su hija la decidir a romper con Jake, a salir de la alienacin
de la pareja. Por otra parte los diferentes crculos de la alienacin familiar no son equivalentes: el de la pareja es el ms peligroso, pues genera
aquel en el que caern los nios para escapar al de sus padres, para liberarse de la violencia salvaje del padre. Por eso se dar un reparto de
roles: tan slo la madre puede renunciar a una violencia familiar que
reside en la alienacin de la pareja, en la sumisin de la mujer al hombre.
Pero no puede lograrlo sin comprender que las principales vctimas de
esa ceguera son sus nios.

Guerreros de antao no pone en escena una familia en la que la


mujer debe salir adelante sola, dada la ausencia del hombre, de un hombre. El filme aporta algo parecido a una respuesta a dos interrogantes:
por qu est condenada la mujer a estar sola? Por qu estn las mujeres solas, sin hombre, co1no en El odio? Pero tambin: por qu es la
nica capaz de salir adelante, de evitar la cada libre, la suya pero tambin la de los dems? La historia, la biografa personal de Beth no se
conocer hasta el final. Como si durante su vida en pareja con Jake slo
hubiera habido intercambio de golpes y de caricias. Y sin embargo Beth
am a un hombre gracias al cual crey poder escapar al peso de la tribu
a la que perteneca; ha amado a ese hombre, su fuerza, su cuerpo, sus
msculos, su sexualidad; am a los cinco nios que trajo al mundo. Pero
amaba demasiado a aquel que le haba permitido salir del crculo de sus
orgenes, de la alienacin de la tribu, del peso de la memoria de los ancestros; lo amaba tanto que no se daba cuenta de que se converta en la
presa de una nueva alienacin, que se hunda en una vida de pareja
condenada a la violencia. Y sigui amndolo cuando l comenz a adorar al dios del alcohol, cuando prefera su banda a su familia, y despus
cuando renunci a su trabajo. Amante y no resignada o pasiva, crea poder ayudarlo a slir adelante y que la familia podra ms que su violencia. Alienada por aquel que la emancip de su tribu, sigue creyendo que
el amor posee una virtud casi curativa o mgica. Por nada del mundo
volvera atrs: nunca jams, lo ha decidido hace tiempo, no regresar a
la tierra de los ancestros. Por nada del mundo! Pero cuando el mal se
vuelve insoportable, no hay otra salida sino reencontrar el alma de las
ancestros y pisar de nuevo la tierra de la tribu. De aqu la pregunta final:
el retomo a la tribu de los ancestros permite romper con el crculo de
las alienaciones? Paradjicamente, si se emancip de la tribu gracias a
Jake, todo fuerza y msculos, la ruptura con la violencia de este ltimo
la lleva a retomar el camino de la tribu. La aceptacin final de volver a
un mundo con el que haba roto es verdaderamente una manera de salir
adelante y de salirse de la violencia? Haba jurado no volver a poner los
pies en la tierra de sus ancestros maores y es all donde regresa ...
Considerando los acontecimientos que marcan este filme, es
demasiado simple quedarse con la leccin del fracaso de una mujer que
haba credo poder acomodarse a la modernidad. El gran mrito del
filme reside, en efecto, en los diversos escenarios para la <<salida de la
violencia -el de Beth, pero tambin el de sus hijos-. Las primeras imgenes muestran un cartel publicitario que sugiere un paisaje de ensueo:

76

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

el cartel que exhibe bellas imgenes del desierto, de agua y sol, es una
mentira que no afecta slo a los turistas. Est all para esconder lo que pasa
justo detrs, para hacer olvidar el humo y la suciedad del barrio perifrico
de Auckland, cerca del cual se construy la pequea casa de madera de
la familia Heke. Detrs de las imgenes de una naturaleza con pretensiones utpicas surge brutalmente el salvajismo de la ciudad con la que
habr finalmente que romper. Pero esta renuncia a la modernidad urbana
no corresponde a un renacimiento paradisaco, a un retomo a la utopa
natural: la tribu de los ancestros es un mundo donde se intenta pactar con
la violencia y la muerte, un mundo en el que no se finge ignorar la violencia y sus desvaros.

Las salidas, lado masculino


Cmo salir de la violencia familiar? Cmo salir adelante? Si bien
los hombres de la familia, el padre y sus dos hijos mayores, eligen caminos muy diferentes, todos lo procuran <<haciendo pia>>. Lo ms sorprendente es que esta voluntad de <<hacer pia>> acerca a los dos nios a la
organizacin tribal y a los rituales de los ancestros.

Jake y su banda
La violencia ms perceptible, la que est en el origen de los golpes y
los dramas en cascada, es la de Jake, el padre. Es una violencia de la que
es esclavo, una esclavitud simtrica a la de Beth respecto a l. Pero Jake
no vive encerrado en la casa, vive afuera, y mucho ms desde que ha dejado su trabajo. Jake ejerce una doble violencia: en el seno del mundo privado, el de la familia, pero tambin en el recinto del Royal Bar, un espacio cerrado como una prisin, un lugar donde no se toleran las mujeres y
que cumple para l el papel de mundo pblico. Violento en su propia casa,
siempre se va o, si no, da tantas ms pruebas de agresividad cuanto menos
puede aguantar en su hogar: no regresa ms que para hacer el amor con
Beth o para prolongar una fiesta nocturna comenzada en otro lado con sus
amigos. La casa privada es el basurero de una violencia cuyos resortes son
exteriores. Todo pasa afuera, y la casa no es ms que la oportunidad
corporal de mostrar amor o odio, de acoplarse al cuerpo femenino o de
matarlo a golpes, maltratarlo, desfigurarlo. Si la fuerza del padre, intolerable, se manifiesta en el seno de la familia, su violencia es en principio
la de una persona que se muestra incapaz de vivir en un recinto privado.

ARGUMENTOS PARA UNA LIBERACIN (GUERREROS DE ANTAO)

77

Mientras Beth sigue sucumbiendo a sus empresas de seduccin, l


violenta a la familia con su banda e invade ritualmente la casa con sus
amigos del Royal Bar. Para l, el hogar familiar no es ms que un
modelo reducido del bar colectivo. Se bebe, pero sobre todo se encuentra
all a las mujeres que no son aceptadas en el bar, salvo cuando cantan
para excitar los apetitos de los hombres y acabar provocando rias involuntarias. En suma, se viene a saciarse y a devorar lo que no se encuentra
en el Royal Bar. No hay mundo privado, sino una violencia exterior que
se desplaza al interior de la casa para tomar all a las mujeres por asalto.
Esta violencia depredadora, salvaje, invade y destruye la casa, saquea el
espacio. Sin duda Beth no ve las cosas as: mientras que Jake slo existe
para su banda, ella finge creer que sus salidas fuera del espacio familiar
estn ligadas a sus dificultades personales, a la desocupacin, a las malas
influencias, y que la familia podr salvarlo. Piensa que la familia es el
mejor remedio contra la agresin permanente, sin darse cuenta de que la
violencia de la banda la destruye progresivamente.
Pero Beth se equivoca al juzgar a la banda porque tiene cierto aire de
familia: est compuesta por hombres que con frecuencia tienen vnculos
de sangre entre ellos. Los compaeros son frecuentemente parientes, como el to Bollie, que provocar el desmantelamiento de la banda cuando
Jake se entere de que abus de su hija. Como la banda descansa en parte
sobre vnculos de sangre (los parentescos) que crean la ilusin de familia, Beth se deja engaar, pero a pesar de las apariencias se trata ante
todo de un conglomerado fsico de fuerzas. Su razn de ser descansa slo en la fuerza, una fuerza en estado natural cuya mejor manifestacin
consiste en derribar al menos fuerte (la mujer), al que se cree ms fuerte
(el competidor, el rivaJ) o al que traiciona la ley de la sangre (Jake se
venga del to Bollie cuando sabe que ha violado a su hija). La banda es,
de entrada, un asunto de hombres, porque su energa reside en la capacidad de probar su diferencia fsica con los otros cuerpos masculinos: lo
prueba la primera secuencia rodada en el Royal Bar, en el curso de la
cual Jake le parte la cara a un hombre con fsico de boxeador, un rival
potencial que plantea dudas en lo que se refiere a quin es el ms fuerte
dentro de ese recinto. La fuerza es el nico recurso de una banda que
slo sobrevive probando permanentemente que es la ms fuerte: el
encadenamiento de trifulcas, el desencadenamiento de la violencia es tan
lgico como natural cuando la fuerza es la nica razn de ser de la
fuerza. El estado natural reina en el Royal Bar. Pero, como se ha sugerido, est prisionero en ese recinto del que las mujeres se hallan
excluidas. Por eso se produce la bsqueda animal de la mujer. en un espacio familiar que brinda la ocasin de convertir la violencia

78

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

cuerpos en un acoplamiento. Pero Beth es la nica en creer que el deseo


sexual prueba todava la existencia de una pasin amorosa.
El comportamiento privado de la banda no deja la menor duda: Jake
y sus amigos no quieren or nada, no hace falta contarles historias, no les
gusta escuchar historias. Mientras que en El odio se intenta contar historias, aqu no se quieren or (sobre todo, nada de historias!). Si el hombre
de la banda vuelve a su familia es porque considera confusamente que la
familia y la banda estn vinculadas, que pertenecen a una misma gran familia. Pero no soporta por mucho tiempo la atmsfera de la familia, sobre todo cuando la mujer se resiste a sus avances y le cuenta historias.
Las mujeres se cuentan historias, tienen una imaginacin frtil: contar
historias es sinnimo de mentira. En casa, en contacto con la familia,
Jake y su banda escuchan a personas que hablan -la mujer y los nios-,
pero por su parte slo intercambian golpes, eructos alrededor de una
botella, o bien cuentan eternamente las mismas historias groseras y machistas que desembocan fatalmente en la violencia. A la banda natural,
la que no conoce ms que la fuerza y la depredacin, no le gusta que se
hable a su alrededor, no le gusta recurrir al lenguaje. Para los miembros
de la banda, los que hablan son insolentes que no comprenden que todos
forman parte de la misma gran familia.
Los hombres reinan en el exterior, donde ejercen como guerreros
una violencia natural, y dejan el mundo privado a la mujer, un retiro
que contribuyen a saquear. Adems, los protagonistas del filme se inscriben en la historia de Nueva Zelanda: mientras que Beth desciende de
una tribu maor, los ancestros de Jake eran esclavos. Y hoy, Jake y su
banda siguen siendo esclavos: esclavos de s mismos, del alcohol y de
sus puos; esclavos que ven el mundo a travs de sus ojos de esclavos.
sta es la razn por la cual no pueden salir adelante y por la que consideran a las mujeres como esclavas al servicio de su propia esclavitud.
Por eso Beth afirma de manera insolente>> ante Jake que el antiguo esclavo prefiere, corno buen esclavo, la compaa de las mestizas.
Cmo hacer la guerra a la violencia? La respuesta de Jake y subanda es que la violencia reina naturalmente, originariamente, y que no es
posible salir de ella. Y menos an cuando se es una mujer, pues la fuerza
es ante todo masculina.

Nig y Boog: cmo tomarse por un guerrero?

Mientras que Jake y su banda hacen naturalmente la guerra, a s mismos (guerra interior) y a los dems (guerra exterior), los dos hijos ma-

ARGUMENTOS PARA UNA LIBERACIN (GUERREROS DE ANTAO)

79

yores de la familia Heke deciden, para salir adelante, vestir ropajes de


guerreros. Ellos tambin quieren entrar en una banda, hacer pia. Pero
se convierten en guerreros, aprenden a ser combatientes, respetan el arte
de la guerra y no andan dando golpes contra todo lo que se les resiste, como hace el padre. Se convierten en guerreros para aprender a dominar la
violencia y a resistir a la violencia natural, a la fuerza masculina, la de
Jake. El aprendizaje del arte de la guerra es aqu indisociable de lavoluntad de resistir a la violencia. Los guerreros son combatientes de la
violencia: cada uno de los hermanos mayores lleva una mscara de guerrero, y de esa manera se acercan a los ritos de la tribu y los empiezan a
imitar. Para distanciarse de la banda paterna, hay que empezar a vestirse
como los ancestros. Pero mientras que el mayor entra en una banda en la
que la violencia es exteriorizada, el segundo aprende a interiorizarla.
Nig, el mayor, ha dejado ya la casa familiar cuando empieza el filme,
para entrar en una banda de <<guerreros modernos>> al estilo de <dos cherokees, de los indios, tal como se ven en las pelculas norteamericanas. El filme muestra una escena de gran violencia a travs de la iniciacin que condiciona la entrada en la banda: Nig debe soportar los golpes
de los dems, debe mostrar su capacidad para resistir a los otros miembros de la tribu. Pero quines son esos guerreros que crean una familia
artificial, una tribu moderna? Por una parte, estn motorizados, inmersos
en el mundo de la tcnica y, por otra, practican rituales iniciticos y cubren su cuerpo de tatuajes. Estos guerreros modernos forman una tribu
cuyas reglas son tan drsticas porque ya no se sabe si son debidas a los
antiguos o a los modernos.
Cmo escapar de la violencia familiar? Para Nig no hay duda de
que la entrada en la tribu de los guerreros motorizados es la ocasin;
recurrir a una violencia que lo protege de la de los dems, hacer pia, de
un modo distinto al de la banda paterna. Nig abandona la familia para
convertirse en uno de los miembros de un cuerpo que mantiene a los
individuos unidos por la violencia (violencia inicitica) y establece una
frontera entre ellos y los otros. Es un mundo aparte que no corresponde
a la familia, ni a la banda, ni a la tribu de los ancestros. Hay en esto la
voluntad de dominar la violencia: la voluntad de reconstruir una tribu,
una familia. En este caso la violencia est ritualizada, corresponde a una
iniciacin. La violencia de la banda est marcada sobre la piel como un
estigma que da seguridad, como un signo de pertenencia que tranquiliza:
es un modo de protegerse de la violencia externa, de contener la violencia de los otros.
Boog, ms joven que Nig, es un adolescente que quiere escapar de
su padre (de sus ausencias tanto como de sus golpes) movindose en el

r*
80

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

seno de una banda de pequeos delincuentes. Arrestado por la polica, es


juzgado -en ausencia de su madre, que no quiere presentarse ante el tribunal con el rostro tumefacto- y condenado a entrar en un correccional.
Tras una escena de violencia donde se afana por romper todos los vidrios
de la sala de gimnasia del instituto, acepta las lecciones de un educador
que quiere iniciarlo~ as como a sus camaradas, en un arte ritual destinado a contener la violencia gracias al dominio de un arma, la tahia.
Cuando los britnicos se servan de la bayoneta para exterminar las poblaciones autctonas, los maores recurran a esta arma para resistir el
ataque de los invasores.
Este arte de la guerra, que reposa sobre la voluntad de resistencia, permite
entrar en conflicto con uno mismo y con los dems conteniendo la propia
violencia, marcando las fronteras, evitando los choques frontales. A
diferencia de Nig, para quien la banda exterioriza la violencia inventando
toda una tribu autrquica de guerreros modernos (la violencia queda entonces
circunscrita a un microcosmos), Boog practica un arte de la guerra destinado
a interiorizar la violencia. sta es <<contenida>> y da lugar a expertas
gesticulaciones fsicas y a gritos rituales. Como Nig, Boog se acerca al
espritu de los ancestros, pero ms que su hermano, que se conforma con
imitar a los antiguos guerreros. Lo prueba la escena del funeral en la que los
cantos de Boog se oponen a la voz de los miembros de la tribu maor que,
ms que enterrarlo, acogen en su tierra el cuerpo de Gracie.

Reversiones femeninas de la violencia


Mientras que la banda de Jake considera a la mujer corno una presa
destinada a calmar los apetitos de la sexualidad, Nig y Boog viven en un
mundo donde las mujeres no estn presentes. Uno y otro demuestran su
proximidad con Beth, pero las mujeres que siguen a Nig son guerreras
como l, mujeres cuya femineidad desaparece tras la vestimenta de
cuero. La violencia sigue siendo, entonces, masculina, y los nios encuentran soluciones propias de un mundo esencialmente masculino. Como la banda paterna, los nuevos guerreros, que tienen tendencia a la
homosexualidad, vuelven a formar un grupo masculino. Podemos sorprendernos entonces de que los personajes que favorecen el reflujo de la
violencia sean dos mujeres, Grace y Beth? Pero Gracie debe sacrificarse, vctima de la violencia familiar, hasta el punto de suicidarse para
que Beth se libere finalmente de sus ilusiones y para que no siga imaginando que la familia unida es el mejor medio de luchar contra la violencia y de salvar a Jake. Contra el espritu de la tribu, Beth crey por

ARGUMENTOS PARA UNA LIBERACIN (GUERREROS DE ANTAO)

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mucho tiempo en las virtudes de la pareja y de la familia, ha estado ciega a todo. Una joven, su hija, debe morir para que Beth se emancipe y se
convierta en una mujer capaz de conquistar finalmente su autonoma.
Pero la voluntad de autonoma y de ruptura se acompaa de un movmiento de retomo a la tribu de los ancestros: no le queda otra salida que
volver a un mundo donde los muertos son acogidos y donde se respeta
su dignidad y su memoria. Se ha querido ver en este filme la victoria de
una mujer sobre la fuerza masculina. Sera ms exacto sealar que la
liberacin de la violencia pasa por la toma de conciencia tarda de Beth,
que la familia es la fuente de todas las cegueras y que hay un tiempo de
las mujeres, una singularidad femenina que no se reduce a la oposicin
entre los gneros. 31 Antes de renunciar a los crculos masculinos de la violencia, Beth habr soportado todos los golpes hasta que suceda la muerte
de su hija. Para resistir a la violencia habr que admitir que est vinculada en parte con la muerte. Resistir a la violencia alcanza su pleno
sentido cuando uno se pregunta por los muertos y por el respeto que se
les debe. ste es el rol adjudicado a Gracie y Beth en este filme.

El sacrificio de Gracie

Gracie es la 'adolescente a travs de la cual llega el escndalo: ella


comprende que la violencia paterna no se detendr jams, que Jake se
ha desinteresado de Nig y luego de Boog y que pasar lo mismo con los
otros nios. Es la tercera de los hijos, est justo en el medio y debe establecer el vnculo entre unos y otros. Deseosa de ser el factor principal
de unidad, presiente muy pronto su fracaso. Para ella, Jake es un
31. Analizando el libro de Mona Ozouf, Les Mots des femmes. Une singularit
franraise (Pars, Fayard, 1995), el historiador Bronislaw Baczko habla de un tiempo
marcado por los acontecimientos que dan cadencia a la historia personal de las mujeres y
las enlazan con la naturaleza: ]a pubertad, la menstruacin, la maternidad, la menopausia.
Tiempo existencial de la diferencia, pero tambin el de una experiencia compartida, la del
propio cuerpo, de sus detenninaciones y, a fin de cuentas, de nuestras limitaciones (en
Le Dbat, noviembre-diciembre de 1995). El vnculo entre el tiempo de la mujer y el
trabajo histrico}) de la generacin aparece claramente. Frente a una violencia que
degenera, la capacidad de regeneracin de la mujer no interviene por casualidad en todos
los filmes analizados ...
Pero no hay que ceder a un angelismo sexista: en Le cinma de la posie et la
pense du mal (en Les Violences du cinma, obra colectiva editada por ACOR, 1996),
Bemard Sichere opone con razn un filme como La vergenza (Vargtimmen, 1966), de
Ingmar Bergman, donde el personaje femenino rehsa ceder al mal, con los filmes
eastwoodianos como Escalofro en la noche (Play Misty forMe, 1971) o Impacto
sbito (Sudden Impact, 1983), donde la maldad surge de las mujeres. Sobre Clint
Eastwood, vase el captulo siguiente consagrado a Sin perdn.

1
82

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

monstruo omnipresente, un montn de msculos cuya violencia es la


contra~artida de su disolucin personal. Con total lucidez respecto a la
srtuacron y srn esperar nrnguna solucin, se refugia en otro mundo: es
un~ soa~or~ que se rene regularmente con su amigo Hoog, quien se
define a sr mrsrno como un dbil que vive en un montn de chatarra.
Para ella, este lugar es un espacio de ternura opuesto al clima
msoportable que reina en la casa: juntos, dentro de la carrocera de un
coche, fuman, se drogan, suean, se cuentan historias. No hay Jugar
peor, es el mflerno urbano -el montn de chatarra se halla bajo un
puente de la autopista-, pero all pueden permanecer ajenos>>. Soadora, deseosa de imaginar otra cosa, Gracie escribe historias en un cuaderno, historias .que. cuenta por la noche a los nios, o a Hoog en el
coche. Contar histonas no es dar prueba de insolencia o mentir: a ella
le encanta contar la historia de Lee Reihi, una maor que construy un
muro de jade para impedir que el agua inundara las poblaciones
lacustres. Hay que contar historias para impedir que la fuerza telrica
del padre ponga en peligro el hbitat familiar: para salir de la violencia
la mejor arma son las historias que justamente el padre no quiere escuchar, esas histonas que evoca el ttulo original del filme.
Lcida sobre el carcter masculino de la violencia, Gracie no cesa de
escrutar la mirada de su madre, esperando que despierte de su letargo y
renuncie a la Idea, tan absurda como pasional, de creer que Jake
cambiar alguna vez. Se proyecta en su madre, a la que reprocha el caer
una Y otra vez, el dejarse engaar, el perdonar con demasiada frecuencia
a Jake ~penas l se lanza a sus brazos. Gracie ha comprendido que todo
a~abara ~al SI su madre no es capaz de resistir. Ha comprendido su am~rvalencia, pero ser necesario que se suicide para que Beth renuncie
finalmente a sus ilusiones. Gracie suea, vive alejada se nutre tambi
de ilusiones, pero le parece mejor marcharse de una ~ez por todas qu:
contmuar engaada por las ilusiones de su madre.

Las ilusiones de Beth

En efecto, la principal ilusin de Beth se sostiene en la conviccin


profunda (amorosa y maternal) de que ella podr luchar contra la
VIO!encra de Jake: se puede rehacer la familia, volver a soldar, pegar Jos
pedazos. A pesar d~ la partida -voluntaria para Nig, involuntaria para
Boog- de l~s dos JOvenes,_ Beth no cree que la familia est a punto de
estallar, este cerca de la disolucin, piensa que nada se ha perdido. Se
esfuerza por r~crear la unidad, por rehacerla, mientras que la pequea
comumdad esta a punto de desgarrarse.

ARGUMENTOS PARA UNA LIBERACIN (GUERREROS DE ANTAO)

83

La toma de conciencia de esta ilusin ser lenta. Sufre de entrada una


primera violencia, despus de una discusin con Nig que provoca la ira
de su marido durante una fiesta alcohlica: l le <<parte>> la cara, lo que
le impide acompaar a Boog al tribunal el da siguiente. Tras los golpes,
Beth cambia de actitud: ya no puede mirarse al espejo, pero las mscaras
no caen, pese a todo. Perdona a Jake muy pronto, pero a condicin de
que acepte visitar a Boog, junto con el resto de los miembros de la
familia, en el correccional en el que fue encerrado por la justicia. Todo
va bien de camino: en el coche, los nios cantan con los padres, se ren
juntos e incluso Gracie se deja llevar. Son escenas que muestran
cruelmente la ilusin familiar de Beth, que espera de la unidad
reencontrada una regeneracin colectiva, el final de las palizas y las
violencias. Pero Jake no aguanta mucho tiempo: con el pretexto de ir a
beber un trago, se rene con sus amigos y all se queda. La familia no ir
por lo tanto, a ver a Boog y, ms provocador que nunca, Jake decide
organizar una fiesta en la casa con su banda en el curso de la cual Gracie
ser violada por su to. Todo pasa en unas pocas horas: mientras Beth ha
credo ganar, poner en orden la comunidad, lo que obtiene es el suicidio
de su hija. El sacrificio de Gracie es el detonante de su inversin
psicolgica, que se corresponde con una inversin de la accin: muy
pronto decide enterrar a Gracie en el territorio de su tribu, y se instala
all con sus hijo~ y con Hoog. Retorno al punto de partida. Tal vez no.
En esa voluntad de enlazar con las races, con los orgenes, busca
vincularse con un mundo en el que sea posible respetar la memoria de los
muertos, un mundo en el que el espritu de los muertos sea siempre
palpable en el seno de la tribu.
Ms an, se diria que la decisin de Beth cristaliza las diversas decisiones de los hijos, su capacidad de salir adelante: el retorno a la tribu
cristaliza el aprendizaje de la violencia guerrera de los mayores (los guerreros modernos o el arte ritual de la guerra) y el deseo de contar historias
de Gracie (escribi en su cuaderno que haba sido violada: no hay que
olvidar jams contar las historias que pasan, incluso las ms horribles).
Quiere vivir en un mundo donde nunca se termine de contar historias.
Ha sido necesario entonces que Beth admitiera el fracaso de la pareja
y de la familia, para atacar la violencia de los hombres. A diferencia de
El odio, es ste un filme de mujeres: el padre est ausente/omnipresente,
pero la mujer -madre- los hijos, pequeos y grandes, la reclaman y ella
le dice a Nig que le gusta rer con l-sucumbe bajo sus golpes hasta que
interviene la muerte-. Hace falta que muera una mujer para que Beth se
enfrente a la violencia de los hombres. Y regresa a la tribu maor donde
el waruna, el espritu de los ancestros, no ha desaparecido.

84

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

La esclavitud de la violencia

Durante todo el filme, la analoga entre la alienacin del microcosmos familiar y la antigua situacin histrica de los esclavos negros
en Nueva Zelanda es muy evidente. La voluntad de regresar a la tribu no
es casual: est compuesta de una poblacin de personas, los maores, que
se resistieron a la colonizacin y que no cedieron a las bayonetas, a la
fuerza de aquellos que los haban querido transformar en esclavos. Los
rnaores no se convirtieron en esclavos.
Sin embargo, Beth haba quedado fascinada con la fuerza del antiguo
esclavo Y haba credo liberarse de la tribu gracias a l. No haba comprendido an que l segua siendo un esclavo, y que recurrir a la violencia favorece la esclavizacin de los cuerpos y de los espritus. La
historia que le cuenta a su hija mientras sta descansa en su atad lo
prueba: <<He querido partir, le dice, y dije que no volvera jams, pero
una de mis tas me dijo que un da el mal se impondra y yo habra de
regresar. Siempre me he resistido a la idea del retorno, y he arrastrado a
los otros, a mi familia, a mis hijos, en mi cada. Es suficiente la respuesta a la violencia por medio del retorno a la tierra de los ancestros, a
los orgenes? Ciertamente no. Pero no es un retorno puro y simple al
punto de partida, como si nada hubiera pasado. Guerreros de antao
recuerda a quien quiera verlo y orlo que el respeto a los muertos pasa
por la ~oluntad de resistirse ferozmente a la esclavitud de los cuerpos y
los espmtus. Dommar la violencia significa respetar la memoria de los
muertos, pero tambin acompaar su propia muerte: en Sunchaser (Sunchaser, 1996), Michael Cimino sigue a Blue, un joven criminal que, enfermo de un tumor cerebral, toma como rehn a su mdico para encontrar un territorio mtico dibujado sobre un antiguo grabado, un lago
perdido en l~s alturas de las montaas del pas navajo donde la muerte y
la v1da son Indistintas. Que la belleza sea ante m, repite muchas veces. Que la belleza aparezca sobre m. Que la belleza est en todas partes a m1 alrededor...>> El regreso al pas navajo, ese pas natal soado, la
bsqueda de un territorio utpico, cruza los senderos de ]a muerte.
<;ondenado a muerte, Blue quiere abandonar el mundo guerrero de Los
Angeles que lo ha llevado a prisin, a las circunstancias que han hecho
de,l un criminaL Para l, slo se renuncia a la guerra al final de un viaje
utop1co que cons1ste en sustraerse de la violencia de los hombres y que
conduce a la propia muerte.

ARGUMENTOS PARA UNA LIBERACIN (GUERREROS DE ANTAO)

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La ilusin del retorno a casa (Befare the Rain)


Sinopsis de Befare the Rain (1994)
Sobre el fondo del conflicto tnico religioso entre macedonios ortodoxos y albaneses musulmanes, Befare the Rain cuenta tres historias:
. Primera parte: las palabras. Un joven monje ortodoxo (Kiril) da refugio y protege a una joven albanesa (Zamira). Una banda armada se
introduce por la fuerza en el viejo monasterio a la bsqueda de la joven,
sospechosa de haber asesinado al hermano de uno de ellos. Los dos jvenes consiguen escapar, pero la familia de la muchacha musulmana se
opone a la fuga y mata a Zamira.
. Segunda parte: los rostros. Ana, que trabaja en una agencia londinense
de fotografa, est dividida entre sus dos amores: Nick, su marido, Y
Aleksander, un fotgrafo de guerra inteligente y atormentado. La violencia que estalla entre ellos en un restaurante y la partida de Aleksander
a su tierra natal deciden por ella.
. Tercera parte: las imgenes. Aleksander huye de los horrores del mundo retornando a su tierra. Pero, en Macedonia, los macedonios ortodoxos y los musulmanes albaneses estn enfrentados. El clima est lleno
de amenazas en un pas en el que Aleksander pensaba encontrar la paz y
un amor jhvenil en la persona de Hana. Trata de huir ayudando a una
muchacha acusada de la muerte de un hombre.

Befare the Rain, un filme macedonio dirigido por Milko Manchevski


que recibi el Len de Oro en el Festival de Venecia en 1994, recuerda
al argumento de Guerreros de antao al poner en escena un intento de
salir de la violencia a travs del retorno a la comunidad de origen. Pero
en este caso, mientras que no sabemos cmo se salda el regreso a la tierra maor de Nueva Zelanda, el regreso a la aldea de Macedonia se resuelve en un fracaso, en la muerte de aquel que esperaba que la paz de
la aldea curara las heridas del mundo y le hiciera olvidar los horrores
vistos en otras partes.
Fotgrafo clebre que ha estado presente en todos los frentes violentos desde Beirnt, Aleksander, que acaba de recibir el premio Pulitzer,
decide romper con su trabajo poco tiempo despus de un ltimo retorno
a Bosnia. No llega a convencer a su amante Ana de que lo acompae,
pero deja Skopje y toma la ruta llena de baches hacia la aldea.

86

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?


ARGUMENTOS PARA UNA LIBERACIN (GUERREROS DE ANTAO)

Imaginando que all reina la paz, descubre muy pronto que la aldea
es una tn~u encerrada en s misma, una comunidad en guerra que no
c~noce mas ley que. I_a de la sangre: los nios se creen guerreros, los
miembros de la familia se visten de milicianos y desparraman el odio a
su alrededor. En suma, he aqu una aldea, <<SU>> aldea, transformada en
una fortaleza Y protegindose de toda penetracin exterior. La violencia
que ha VIVIdo en el exterior, la ve ahora en marcha en el interior. Al oponerse a que se tome como rehn a un muchacha que ha sido capturada
por la gente de la aldea, Aleksander muere finalmente bajo las balas de
sus hermanos, pero su muerte sirve para que la joven pueda escapar.

De una violencia a otra


Al contar el argumento de Before the Rain de esta manera, se alude
esencialmente a las partes segunda y tercera del filme, respectivamente
tltul~das Rostros e Imgenes, omitiendo as la primera parte, cuya historia
po~na comenzar al trmino de la tercera, algo que no se comprende hasta
mas tarde, cuando acaba el filme. Se puede imaginar que ]a primera parte
corn1en~: tras la muerte de Aleksander, cuando la joven, que podra ser
Zarrnra, huye hacw la montaa: sube hacia un monasterio ortodoxo situado en lo alto de la aldea y se esconde en la celda de un joven monje
que no habl: (la pnrnera parte se llama Palabras), pero que ]a torna bajo
su proteccwn. Una vez que los miembros de la milicia han recorrido el
rnonasteno sm lograr eucontrarla, los monjes dejan que Jos dos jvenes
partan sm de~unc~arlos. La fuerza del guin reside en la superposicin
de estas dos h1stonas: la de Aleksander, el periodista que encama el v1
h . 1 . d
.
aJe
acw a cm ad, haca el mundo moderno, que no sabe qu actitud torn
frente a la violencia que ve en sus fotos, y la del joven monje. Aleksa:
der no sopo~a ms la violencia, la que exhibe ante el mundo, la que
guarda su. camar~, pero comprende rpidamente que la violencia de la
aldea, VIVIda aqm desde dentro, es anloga a la que capta en Bosnia y de
la que ~rocura dese~barazarse. Aqu, no goza siquiera de la proteccin
de la camara, ha cre~do salir de la violencia regresando al mundo de los
~2. S~b~e. este punto, el director deja planear voluntariamente una duda, pues no
quena dar tmcmlrnente la impresin de que la historia era circular. La primera idea era
que en lugar de volver a cerra: el crculo, slo fuera un crculo metafrico. La muchac~a q~e salva Aleksa~der al fmal ~o es la misma -pero simblicamente podra ser la
~sma que la del c~mwnzo-. En la 1dea original, no se trataba de una misma actriz para
?s dos papeles,~ smo de una persona que poda ser la otra. Luego decid hacer
hteralmente un ctrculo [ ... ] Lo convirti en algo ms subversivo, ms provocador.

87

orgenes, pero va a ser su vctima, sucumbiendo a los ataques de los suyos. Y nadie ver su foto en la prensa o en la televisin, no ha llegado
ningn periodista, provisto de una cmara, para registrar la violencia
cuyo origen es el sacrificio de Aleksander.
Por su lado, el joven monje vive retirado en el monasterio, embarcacin que vaga en las noches en las que las estrellas titilan como en un
dibujo animado: se ha retirado de la aldea, ha elegido vivir al ritmo de
la naturaleza y de la liturgia bajo el cuidado de los viejos monjes. La
incursin de la joven, de la enemiga de la aldea, perturba el orden natural
y espiritual: ya sea por una atraccin fsica, por el sentimiento de reclusin o la incapacidad de hablar, decide fugarse con ella para salvarla
pero tambin para salvarse a s mismo. l tambin trata de salir adelante.
La muchacha le brinda al joven monje -que vive en una comunidad
religiosa compuesta de hombres, imagen pacfica de Jos hombres de la
aldea- la oportunidad de partir, de salir de all. Salir, tanto de la paz
religiosa como de la violencia aldeana de la que no es ms que la rplica;
es esto lo que no ha comprendido Aleksander al querer retomar a la aldea para no or nada ms acerca de los crmenes perpetrados en Bosnia;
retomaba al punto de partida, cerraba el crculo y ms que nunca quedaba prisionero de la espiral de violencia. Mientras que el periodista ha
destruido su vida ,sentimental, al igual que su amante, que rompe violentamente con su marido en un restaurante de la ciudad de Skopje, el
monje parte con una joven, enemiga de sangre para los macedonios, una
joven albanesa. Pero no se sabe hacia dnde parten, ni si su alianza fsica
se mantendr mucho tiempo. El argumento es circular, pues Aleksander,
el fotgrafo, dej hace ms de veinte aos la aldea para retomar una sola
vez. Sin embargo, su regreso firma su sentencia de muerte, se dejar
matar para facilitar la huida de una joven ... tal vez Zamira. Asistimos
entonces a un sacrificio que hace posible una doble liberacin:
emancipacin de la religin, es decir, de la comunidad religiosa pacfica
que esconde hipcritamente las violencias de su entorno a travs del
silencio; emancipacin de la horda aldeana cuyo salvajismo se alimenta
de la ley de la sangre y del odio contra las dems tribus. Si Aleksander
ba fracasado en crear una familia, una vida de pareja, si ha registrado los
ataques de violencia en otras partes, en Bosnia, Zamira y el joven monje
parten hacia otros Jugares, a un mundo desconocido donde la lluvia no
es ya sinnimo de muerte y tempestad. Rompen con un universo en el
que reina una doble sumisin al orden divino y a la ley de la sangre, un
mundo en el que la religin no puede resistir los ataques de la violencia
tnica.

88

CMO SAUR DE LA VIOLENCIA?

El silencio de las imgenes

Si las dos ltimas partes aluden a las fotos del periodista y a los
paisajes sublimes de la naturaleza, la primera -la que transcurre en el
monasterio- evoca las palabras, el orden simblico de la religin. Es
posible encontrar, frente a los paisajes y las imgenes, el sentido de las
palabras, una fuerza simblica que no sea la de la religin? En el monasterio, el joven monje es de pocas palabras, no tiene nada que decir, espera, escucha, reza, cuida el jardn, admira la bveda celeste y los paisajes
de los alrededores donde se esconde la aldea. Mientras que, por su parte,
Aleksander no conoce ms que fotos, imgenes que no hablan, el joven
monje desconoce el sentido de las palabras, no sabe manejarse con el
lenguaje y se deja adormecer por los smbolos de una religin, la
ortodoxa, que prefiere lo sublime de la naturaleza a las imgenes.
Recuperar el sentido de las palabras y del lenguaje, ste es el sentido de
este filme que opone al discurso pacfico de la religin la violencia salvaje de la aldea y la sumisin a la imagen. Entre los que rehyen las
imgenes (los monjes ortodoxos) y quienes no ven el mundo ms que a
travs de fotos, de imgenes instantneas en las que la violencia y los
horrores se instalan naturalmente, no queda ms que esperar que al
final nazca la palabra. Entre la violencia de las imgenes y la palabra hay
un abismo abierto... Slo el cine puede mostrar lo que le falta a las
imgenes y a los paisajes de la naturaleza, simplemente una palabra que
permita escuchar el sonido de una voz. Por falta de un lenguaje, el salvajismo puede extender sus territorios; la mujer es condenada a someterse
porque no tiene nada que decir y para que slo reine la sangre. No pasa
nada, salvo la repeticin de los rdenes divino y natural, cuya impotencia
queda en evidencia frente a las tempestades humanas. El respeto por la
genealoga de la sangre mata al lenguaje y propaga la violencia animal.
Aqu slo se respeta a los muertos propios. Por qu asombrarse? Como
en Guerreros de antao, donde la ley de la sangre logra imponerse en un
mundo urbano que ya no es el de la aldea, la violencia que reina aqu es
una violencia muda, la que se exhibe en las fotos o se expresa en los cielos tormentosos. Befare the Rain pone en relacin la ceguera de los hombres ante la violencia y la ausencia de palabras. Cuando las imgenes son
rabiosamente bellas o violentas, no queda nada que decir, la idolatra es
una amenaza permanente. Este filme, en el que la belleza de las imgenes
naturales y la paz del monasterio esconden la violencia sanguinaria de los
hombres, deja entender que se puede morir por cerrar los ojos, creyendo
que las palabras son intiles, que es posible olvidar las imgenes de
Bosnia, las de un crimen que capta impdicamente el fotgrafo, y

ARGUMENTOS PARA UNA LIBERACIN (GUERREROS DE ANTAO)

89

en contrar la belleza de la naturaleza y los silencios de la religin.


re
f"
1
Desembarazarse del fardo de la violencia es no con 1ar ya en as
imgenes de la religin y en las bellezas de la naturaleza, es no sucumbu
a la tentacin de las imgenes violentas y no creer que el retomo al
mundo de los orgenes es una utopa venturosa. Uno no se puede_sustraer
al lenguaje. Es sta una leccin del cine, pero tambin una lecc1n para
el cine esa mquina de producir y devorar imgenes, bellas u hombles.
El ;iesgo de regresar al lugar natal, de recuperar el barrio farniliar del
lle se ha partido tras un crimen violento, es la expenencia que v1ve
q
. .Jlld'JO
Joshua en Little Odessa (Little Odessa, James Gray, 1995), b amo
ruso de una ciudad norteamericana, donde viven sus padres y su hermano menor Reuben. Su retorno, en efecto, da lugar a una hecatombe
cuyas principales vctimas son los miembros de su fam1ha. Imp,osJble
resistirse a todas esas muertes anunciadas... cuando la tentac1on del
origen -aqu o all- es tan fuerte.

3. Deshacerse de la violencia o cmo deponer las armas (Sin


perdn y Extrao vnculo de sangre)

Frente a la galera de asesinos, veteranos o no, los personajes


femeninos aseguran la continuidad de Sin perdn, un notable filme de
Clint Eastwood. Sobre las primeras y ltimas imgenes de esta pelcula
aparece un texto que evoca la sorpresa de una madre cuya hija, Claudie,
se ha casado con William Munny, un asesino, un verdadero asesino,
<<uno de los peores de la regin. Se comprende muy pronto que ella se
cas cuando l decidi retirarse y que contribuy a su conversin.
<<Era una muchacha agradable -se lee de entrada en la pantalla- y con
un futuro prometedor. Sin embargo, le rompi el corazn a su madre al
casarse con William Munny, clebre ladrn y asesino, un hombre
evidentemente depravado y de temperamento violento. Cuando muri,
no fue por su mano, como esperaba su madre, sino de viruela. Corra el
ao 1879.>>
El texto subraya que una mujer es el origen del cambio de personalidad de un asesino sobre cuya maldad pasada no existe la menor duda.
Dejando en todas las memorias el recuerdo de un asesino sin escrpulos,
un asesino sin piedad y fro como el hielo, William Munny parti
para instalarse con su esposa y sus dos hijas en una pequea granja

92
CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

aislada donde criaba cerdos. Gracias a la intervencin ms an


.
al amor de Claudie, se liber del alcohol, de sus vicio; y dej la~ gracias
Un verdadero cuento!
armas.
Sinopsis de Sin perdn
. ~ansas, en la dcada de 1880. Bill Munny tena antiguamente re u
t~ciOn de ser un asesino implacable. Sus sangrientas hazaas lo con~ir
~=~~na~nu uno d~ los delincuentes ms clebres del Oeste. Pero, desd~
dg nos ~~os, Munny se ha convertido en un pacfico granjero
~ re e _dos nmos pequeos, se ha comprometido ante la madre de su~

p d

hiJOS, recientemente desaparecida, a rehuir toda violencia

En los alrededores del poblado de Big Whiskey

,d.

d
d f"
, un sa 1co vaquero
agre ~ y es tgura a una prostituta. El sheriff local Little Big D
t
~n antiguo y temido asesino, se conforma c~n infli~ir un"a pena s~!~~~
tea al ag~esor y a su secuaz. Las prostitutas, ultrajadas, deciden reclutar
a un asesmo al que ofrecen un premio de mil d '1
h b
U .
.
o ares por matar a los dos
om res. n JOven aprendiz de asesino Scoffield Kid
.
M
t b
,

, sugiere a unny
qu~ ra aJe con el. Munny, que necesita dinero, acepta. Su antiguo coropanero Ned Logan se une a la expedicin.
Los tre~ hombres se lanzan a la persecucin de los fugitivos Pero
~unny se SI~nte agotado, incapaz de resolver bien su misin H~sta el
Ia en que LJttle Big Dagget captura a Logan, lo ejecuta y ~xpone su
~uerpo ant~, el burdel de Big Whiskey. Desde ese momento Munn no
t;ene e~eccwn: el honor y la amistad le obligan a encarnar po~ ltim1"vez
a asesmo que fue en otros tiempos ...

El sheri.ff 0 el amo de la violencia (Sin perdn)

Yo mismo he ut~lizado la violencia como diversin, algo que es natural, dad~ que la vmlencia viene de un conflicto y el conflicto ustament~, esta en la base de la accin dramtica. Pero cuando le este' Juin
~e diJe que tal vez all residiera la posibilidad de exponer un pu~to d~
~sta sob~e _el hecho de que la violencia no es ni hermosa ni prestigiosa
ue n
eJa de ~r~vocar dolor Y de tener consecuencias, incluso e~
aque11os que la ongman ...

Clint Eastwood

Corno en es_te filme, se podra imaginar una versin distinta de Guerreros de antano, una versin feliz: Beth habra logrado carnb
hombre_obligndolo a irse a vivir con ella a la tierra de sus an~:s;:su
Pero, en Sm perdn, la esposa <<salvadora>> de Williarn solarn t
.
cada
.
,
en e es evo, no aparece Jamas en carne y hneso, no se la ve con Williarn y los

DESHACERSE DE LA VIOLENCIA O CMO DEPONER LAS ARMAS

93

nios en la granja. Y con razn: la esposa de Wlliarn Munny ha muerto


de viruela y no por la mano de su marido.
El filme comienza realmente cuando un joven asesino a sueldo se presenta en el lugar donde, en medio de los cerdos, vive Wlliarn junto a sus
dos hijos: le propone al pistolero retirado que vaya con l a la bsqueda
de los dos cowboys que le han marcado la cara a una prostituta. Ella haba
osado rerse ante la pequeez del <<arma sexual de uno de ellos. Ofuscado por el comportarrento de los dos vaqueros, ms tarde se comprender por qu, Williarn, el viejo asesino, decide partir junto con Scoffield
a la bsqueda del <<navajero>>, lo que le penrtir recibir la recompensa
que han juntado con todos sus tesoros de guerra las prostitutas.
Se comprende desde las primeras secuencias: Sin perdn pone en
escena un doble movimiento de salida y de retorno a la violencia. Gracias
a una mujer, un asesino renuncia a matar y funda una familia. Pero bajo
la influencia de un joven asesino que lo recuerda corno una figura
legendaria, retorna el oficio. Qu le hace decidirse? Se decide porque
la violencia ejercida contra la prostituta (Dalila) le parece insoportable?
Porque desea reaccionar ante un acto detestable y vengar a la prostituta?
Porque no soporta ms el reducto familiar, la granja donde cra cerdos y
nios? O ms bien porque no puede seguir viviendo en un espacio del
que su mujer ba desaparecido? Todos estos elementos se mezclan,
poniendo en evidencia que los personajes femeninos desempean aqu un
papel determinante: slo ellas justifican que se apacige la violencia o
que se vuelva a matar. Las mujeres estn en el origen de la violencia, para bien o para mal, aplacndola o exacerbndola.
Una mujer le ha impulsado a renunciar a sus vicios, a olvidarlos, y
es el crimen contra una prostituta lo que le lleva a desempolvar las armas. Desde ese momento, en una de las partes ms originales de este
western, se ve al viejo asesino volviendo a aprender el oficio de matar,
zarandeado por su montura, cargando con dificultad sus pistolas. Pero
hay que concluir que la reeducacin en las armas llevar naturalmente
a una recada en la violencia?
Apartado de la violencia por una mujer, va a retomar a ella y a reincidir para vengar a otra. Pero el filme pone paralelamente en escena a dos
personajes masculinos que encarnan, cada uno a su modo, un tipo de
violencia: el sherif.f Little Big (Gene Hackrnan) y el asesino profesional
English Bob (Richard Harris).
Este ltimo es un asesino que sigue sembrando el miedo y el terror
por donde quiera que pase: es idntico al asesino que encarn William
Munny en otros tiempos y en el que podra volver a convertirse. El primero, Little Big, es el sherif.f del condado de Hodgeman donde la pros-

94
CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

titula fue agredida. Es un sherijj que cree en su misin: su ambicin es


poner fin a la violencia, terminar con los asesinos y especialmente con
la violencia armada de los asesinos. Siempre rodeado de aclitos <<armados>>, no lleva armas y muestra su preferencia por dos tipos de
soluciones: o bien recurre a puetazos y puntapis, a la fuerza fsica ms
terrorfica, para acabar con el asesino, o bien propone multas para
arreglar las diferencias. As, por ejemplo, exige a los dos vaqueros que
paguen su crimen enviando cinco animales al propietario del burdel:
considera que estos <<buenos trabajadores>> slo han cometido una falta,
piensa que no est ante bandidos o personas malvadas y decide, para
gran enojo de las prostitutas, evitarles los latigazos. Los animales que
deben entregar a manera de disculpa en el plazo de dos meses bastarn
para hacer olvidar el delito. De ah la decisin de las prostitutas de ofrecer una recompensa a quien entregue a los dos asesinos a los que el
sherijj no quiere azotar porque no lo son tanto como English Bob.
Little Big es el eje del filme, pues es el maestro de la violencia: en
efecto, diferencia la mala violencia de la buena, la violencia perdonable de
la que no lo es. Reacciona con agresividad ante la que le parece imperdonable, da muestras de gran indulgencia con aquella que no lo es.
Cuando English Bob, asesino en activo, llega en tren con sus armas a la
ciudad, le impone de inmediato que deponga las armas>> antes de golpearlo a puntapis. El guardin de la ley impone su orden por la fuerza
fsica, pero se dedica ante todo a los asesinos que siempre han recurrido a
las armas. Pone fuera de juego sucesivamente a English Bob y a Ned
Logan, el compaero de William al que sus hombres han arrestado. Frente
al mundo de las mujeres y de los asesinos (antiguos o nuevos) est el
mundo de la ley y de la fuerza: paradjicamente, las escenas ms violentas
son aquellas -haciendo eco a la agresin a la prostituta- en las que el
sherijj impone su orden sin armas, por la fuerza. Imponindose a los
asesinos --el asesino es un hombre armado, sin sentimientos, o que se cree
por encima de los dems, como el aristcrata britnico que es English
Bob-, la fuerza de la ley da lugar a una manifestacin de la violencia de
gran intensidad sobre la pantalla. La violencia no es entonces (ya) el
privilegio de los asesinos armados, sostiene el comportamiento de quienes
creen ser buenos trabajadores y sobre todo el del representante del orden,
cuya ambicin es poner fin a la violencia de los viejos asesinos armados.
Little Big se siente cerca de los virtuosos que se equivocan, les perdona,
no les azota, se siente ms cerca de ellos que de los asesinos (arrepentidos
o no) que recurren a las armas. A los primeros les perdona, a los segundos
no les perdonar jams porque no cree en su regeneracin, rechaza la idea
de que puedan descargarse, desembarazarse de la violencia.

DESHACERSE DE LA VIOLENCIA O CMO DEPONER LAS ARMAS

95

Iish Bob es el doble de William. Cmo un asesino, el hombr~


por excelencia, podra algn da decidirse a depo;er !as
Se ha traducido Unforgiven por Sin perdn: no se tra:~ :~::e t;ata antes
trasentido, sino sobre todo de un profundo error, pues d 1 s dems no
que nada del perdn. Cmo deponer las armas cuan o o
quieren perdonarnos?
E

malv~;o

u~~~~

Perdonar o no?

En este contexto, el asesino retirado regresa al ataque para que la


. perpetrad a no deJ e de tener su contrapartida. La. histona se
violencia
!ve ms precisa: William quiere hacer la ley -tiene sus mtereses- y
v:~opa en el camino con la fuerza fsica, la masa corporal del sherijj que,
s
h mbres de confianza ha <<acabado>> con Ned Logan.
junto con sus o
'

de pare. Est todava en condiciones de ser el que fue en otro tiempo, . 1


1
. de English Bob? Se ha convertido pura y Slmp e
cerse a personaJe
que ha depuesto momentneamente las armas?
mente en un asesmote a su asado -<<Todo el mundo pensaba que yo

~~::~~:;:;em:~d:;:~ y frentepa la violencia del sheriff o de los vaquero~~

evoca otra relacin con la violencia de las armas. ~_o desea, dic~i:o
oiver a empezar, sobre otras baseS, con SUS hiJOS, pero al
.
~ue v o usa la violencia con temor. Siente miedo de sus armas, d~ su VIOtlemp
1 mismo ha renunciado a ser un asesino profesiOnal, un
y si
el oficio es porque no tiene eleccin:
o 1 . no es nicamente la malvada violencia de los asesinos arma
v1o encw
d
las armas>> y goldos es tambin la de quienes quieren hacer ep~ne_r
1 . pea~ tan fuerte a quienes se les resisten que los <<hq~ldam>. Entreh a v~~e
lencia de English Bob y la del sheriff, Wliham actua como un om
ue intenta renunciar a la violencia pero que no lo logra.
q E'
1 1 ccin del filme: uno puede reformarse, obtener la prosta es a e
.
de de. ar de actuar para
leccin y la gracia de una mujer, pero no se:ue b Jd No el mundo
ven ar a las mujeres de las que los hombres an a usa o. , '
,
no !s se que separa a los viciosos y asesinos de los demals, esta claro
. .
que abusan de as mujeres.
el sherijj' y los vaqueros son VICIOSOS
.
que
ede sustraerse por completo a la experiencia de la VIOlenUno nunca pu
reducto protegido, pues la violencia fsica ejercida por
cta, retirarse a un
.
ms legtima que la violencia
los hombres contra las muJeres no e 8
. Iiam se enfrenta al
, , .
arbitraria de los asesinos profesiOnales. Cuando WII
h 'ff al dueo del burdel y a los hombres, tiembla, esta hv!do, empashdece,
er , no pued e s er de otra manera. El crculo de la violencia que opone

~n::~:~:v:~~.

r~toma

1~

96

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

al malvado y al hombre de la ley es un crculo vicioso. William hace


justicia a su manera: matando a todos aquellos que son responsables de
la muerte de Logan, su compaero; de esta manera muestra que la violencia sufrida por los dems se ha convertido en insoportable y, al mismo tiempo, que uno no puede sustraerse a ella definitivamente. El filme
no da respuestas. Se sabe que William se ha marchado con sus hijos a
San Francisco, donde se ha instalado como comerciante y goza de prosperidad. No es el sheriff quien resuelve la violencia, sino el mundo mercantil, donde el intercambio de bienes no est movido por las armas .
. En el fondo, el sheriff no se equivocaba al proponer a los dos vaqueros que pagaran su delito donando los animales, pero s al considerar que
los asesinos profesionales no podan ser perdonados. El asesino ha recuperado las armas, pero el parntesis se ha cerrado: reaparece la pregunta
inicial de una madre que se dirige a su hija tras su deceso. Willam ha
comprendido, gracias al amor de una mujer, que se pueden experimentar
sentimientos y que no es obligado entregarse ciegamente, como animales, a la violencia. William ha cambiado, pero la fuerza de la ley no permite que los malvados cambien, puesto que diferencia de manera caricaturesca a los buenos de los malos, y seala a los que son malvados
porque no han depuesto las armas y jams podrn hacerlo, pues no se les
perdonar su maldad pasada. <<Soy un simple ciudadano -dice William-,
no soy diferente de cualquier otro. Pero quin puede creerle?

La gracia de las mujeres


Se ha subrayado el vnculo entre el personaje de William y la carrera
actoral de Eastwood, actor que ha interpretado, tras una famosa serie de
westerns pardicos (los filmes de Sergio Leone ), el personaje del pistolero, del asesino o del detective violento, comenzando por el papel del
inspector Harry (Harry, el sucio [Dirty Harry, 1971]). Eastwood se pregunta por el asesino que ha interpretado tan a menudo: es posible renunciar, romper con la violencia? No es esto una utopa? En este caso
la utopa no es la del retorno a la aldea, al refugio desrtico donde se
halla la granja aislada. Consiste en creer que se puede poner fin a la violencia de los hombres. Aun cuando se lograra someter a todos los asesinos armados, a todos los malvados, a todos los viciosos, los pequeos
desgraciados no vacilaran en maltratar el cuerpo de las mujeres porque
una de ellas hubiera sonredo ante la pequeez de un sexo, el arma fsica
por excelencia de los <<hombres. Eastwood contempla al personaje del
pistolero, lo escruta: muestra cmo ya no soporta ejercer la violencia

DESHACERSE DE LA VIOLENCIA O CMO DEPONER LAS ARMAS

97

pero debe hacerlo por otras razones que la de ganar un poco de dinero.
No se termina jams con la violencia, pero se puede escapar de la Situacin de asesino profesional. Un mundo perfecto (A Perfect World,
1993), del propio Clint Eastwood, trata de un hombre en fuga, que
acaba de escapar, toma a un nio corno rehn, y anuda una relacin de
amistad con l... antes de que le maten. Se puede cambiar, slo que la
violencia jams ser contenida del todo. Dos salidas aparecen entonces
en las ltimas realizaciones de Clint Eastwood: la del mercado, el
dinero que permite a los hombres intercambiar sin exterminar, y la del
amor. Se ha sealado que Los puentes de Madison era una manera, para
el asesino envejecido, de responder a la violencia. S, hay salidas a la
violencia, pero no debemos creer que es posible desembarazarse totalmente de ella. Habr siempre prostitutas que defender de los tipos
repugnantes que se toman por gente decente y suean con encerrar a
todos los viciosos del mundo, tanto las prostitutas como los pistoleros.
El filme abre un parntesis: no se sabe si William volver a _tomar las
armas una vez convertido en un comerciante adinerado. Este parte
convencido de que ha cambiado gracias a una mujer, una mujer que -no
se nos ha dicho por casualidad al comienzo del filme- no ha muerto por
su mano sino de viruela. Al final de Sin perdn, el enigma persiste,
sigue el misterio: <<Varios aos despus, la seora Ansonia Feathers
hizo el triste viaje hasta el condado de Hodgeman para ver dnde
reposaba definitivamente su hija nica. Wlliam Munny haba desaparecido haca tiempo con sus hijas ... Algunos decan que hacia San Francisco, donde prosperaba en el comercio. Pero nada haba en el epitafio
que explicara a la seora Feathers por qu su hija nica se haba casado con un famoso ladrn y asesino, un hombre evidentemente depravado y de carcter violento>>.
Esta mujer a la que su madre haba augurado un matrimonio ms
feliz y exitoso, no fue alguna vez una de esas prostitutas, una de esas
be/les de jour que William venga contra los falsos virtuosos? Es imposible comprender este filme sin entender la separacin que se establece
entre mujeres y hombres. Por un lado, la violencia del sheriff que no
perdona a los asesinos, que no les permite terminar con la violencia,. al
tiempo que favorece a los viciosos de poca monta. Por el otro, las muJeres, como en muchos otros filmes, son la tabla de salvacin de los hombres pero tambin la razn para ejercer la violencia y volver a matar.
Qu es ms reprobable: un pistolero que mata o un vaquero que no
vacila en marcar el cuerpo de una mujer?
La fuerza de este filme <<femenino>> reside en su capacidad para mostrar que la experiencia de la violencia es mltiple, multiforme: la violen-

98

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

cia peligrosa es ejercida por quienes se sienten felices de hacer el mal


(los asesinos a sueldo) o por quienes estn convencidos de que el bien se
reduce al orden. Desgraciadamente, es inimaginable deponer las armas
de una vez por todas, parece decir Eastwood: la violencia ms odiosa es
aqu la del sherijf, la que no quiere perdonar nada.

Cmo no convertirse en un animal? O el miedo a la mala


violencia (Extrao vnculo de sangre)
La memoria lo devolva a una maana nevada sobre la meseta de
Lukachukai: a su abuelo que pasaba polen sagrado por el can de su
vieja 30-30 y luego entonaba un cntico; a la voz clara del viejo que se
diriga al espritu del ciervo para que la caza que iniciaba para conseguir
alimentos para el invierno fuera buena, justa y en total armona con las
cosas de la naturaleza, confiriendo as la belleza navaja al acto futuro.
Tony Hillerman, Donde los muertos bailan

El primer filme de Sean Penn, conocido tambin por sus papeles de


duro o de violento en los aos ochenta, se estrena en 1990, cuando acaba de actuar junto a Christopher Walken en Hombres frente a frente (At
Close Range, 1986), de James Foley, en el que el tema de la maldad es la
cuestin principal; un filme que se interroga sobre la fatalidad de la violencia y sobre la incapacidad de ciertos individuos para escapar de ella."
El miedo

La violencia da miedo, pero no nicamente a quienes se sienten heridos por sus quemaduras, infectados por su virus y se descubren impotentes ante ella (<<Nos atrapa, no podemos nada contra ella ... >>). La
violencia da miedo tambin a quien tiene la tarea de controlarla, es decir,
de ponerle fin, de erradicarla; la violencia produce miedo a la vez al polica y al mal tipo que sabe que ineluctablemente va a <<recaer, como se
dice de un veterano presidiario reincidente. Cules son las pulsiones
que llevan a golpear o a matar aun cuando no se haya querido? Por qu
se siente sbitamente miedo y se termina por matar al enemigo que se
interpone? Por qu Frankie se enciende hasta el punto de volverse un
incendiario para mostrar lo que siente?
33. Ha interpretado recientemente, en un filme de Tim Robbins, Pena de muerte
(Dead Man Walking, 1995), el papel de un condenado a muerte que, en contacto con una
religiosa, trata de arrepentirse.

DESHACERSE DE LA VIOLENCIA O CMO DEPONER LAS ARMAS

99

Sinopsis de Extrao vnculo de sangre


Hacia 1968, en una pequea ciudad de Nebraska. Dos hermanos,
Joe y Frank Roberts, tiempo atrs muy cercanos el uno al otro, deben
hoy enfrentarse a una serie de decisiones peligrosas y difciles. Joe, que
ha fracasado como granjero, se ha convertido en polica. Frank, que fue
el prototipo del nio con problemas, vuelve de Vietnam. De mal
carcter, violento, est siempre dispuesto a correr riesgos. En compensacin, Joe apoya los valores tradicionales -la ley y el orden, la
familia y la comunidad- y se compromete profundamente para ayudar a
su hermano a encontrar su lugar en una sociedad responsable.

Tras una primera secuencia en la que se asiste a la muerte de un ciervo, en la nieve, mientras un recitado alude al arte del mensajero indio,
las imgenes desarrollan un plano que amplifica esa primera muerte.
Los ciervos se desplazan en crculos. Pero el indio saba que si
calculaba bien su acercamiento, poda agotar al animal. Con las patas ensangrentadas, el animal terminaba por derrumbarse. El cazador
indio se abalanzaba sobre el ciervo y colocaba su boca sobre la del
animal para atrapar su ltimo suspiro. Haba hecho suya la rapidez
del ciervo. Pero, inmovilizado en la muerte, el animal sorprenda por
su serenida~. Una serenidad que se converta en suya.

Mientras tanto se revela una diferencia esencial: si la primera muerte


es la de un animal, la segunda es la de un hombre. Todo el filme evoca
esa inquietud: mate a un animal o a un hombre, el hombre que mata se
acerca peligrosamente a la animalidad hasta el punto de convertirse en
una bestia humana. El texto inicial es claro: <<El cazador mata para besar
al animal, quitarle el ltimo suspiro y disfrutar de su serenidad.
La segunda secuencia del filme pone en escena una persecucin
entre dos automviles: el primero es conducido por un hombre joven
bastante alterado (la droga, el alcohol!) y el segundo, provisto de luces
intermitentes, por un polica; pero esa desgraciada carrera termina en la
muerte del muchacho perseguido. Joe Roberts, el polica, sale del coche,
le apunta y dispara como si tuviera miedo de no llegar a controlar la
situacin, como si temiera fracasar en arrestarlo y en ponerle las esposas.
Tuvo razn Joe Roberts al disparar a un hombre que, en principio, no
pareca un criminal peligroso? Pero no se sabr mucho ms; los planos
siguientes muestran la incomodidad que se apodera del rostro del polica
y la mirada vengativa de los padres del joven. A pesar de que se ha
convertido en un hroe de la pequea ciudad (el polica que limpia a la
ciudad de la basura humana), slo su mujer y su madre saben que no
soporta la violencia que acaba de ejercer, la muerte intil. Pero el argu-

1
lOO

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

mento de la madre es extrao y remite slo al discurso de la fuerza y la


venganza, lo que aumenta el malestar del polica: <<No debes tener remordimientos; si no le hubieras disparado, l te hubiera matado>>. Por
qu ha sentido miedo el polica? El representante de la ley est ms all
de toda sospecha. Es un tema clsico: puede ejercer una violencia arbitraria, caer en una trampa, no diferenciar su comportamiento del de
aquellos a quien persigue (vase, ejemplo entre tantos otros, El prncipe
de la ciudad [Prince ofthe City, 1982], de Sidney Lumet, que trata sobre
la lucha contra la droga). Pero Joe Roberts se diferencia del sheriff de
Sin perdn, que maltrata voluntariamente a los malvados y no siente el
menor remordimiento; el joven polica est perturbado por su propia
violencia. Ms tarde, Frank, el hermano de Joe, le pregunta lo que sinti
en el momento en que dispar, y despus, cuando se dio cuenta de que
haba acabado con el animal. Para los dos hermanos, para el polica tanto
como para quien cae salvaje pero involuntariamente en la violencia, es
evidente que la violencia ejercida deja rastros, lastima a quien la sufre,
pero tampoco quien la desencadena sale indemne. A menos que sea una
bestia humana. Es la primera leccin del filme: se puede ser un hombre
de orden y ejercer una violencia intil.
Pero esta viol~ncia se proyecta, en el caso de Joe, en la que ejerce su
hermano Frank. Este es un veterano>> de Vietnam: acaba de volver de
una guerra que no fue limpia y donde uno se volva un asesino sin
quererlo; decide no quedarse en la ciudad donde vive su hermano con su
esposa y sus padres. Rehsa verlos y rechaza la invitacin de su hermano, que le brinda su hospitalidad. Cuando Frank trepa a un vagn de
tren para alejarse de su familia, Joe lo contempla con admiracin y murmura que es un hroe. Qu pasa por la cabeza de J oe, que se siente mal
por su gesto fatal y que no soporta verse como un asesino? Cree l que
su hermano veterano de Vietnam tena all razones para matar? O bien
lo considera como alguien que cede a la violencia sin ninguna razn, por
desafo, locura o delirio? Frank lleva en s una doble violencia: la del
guerrero que vuelve de Vietnam y la violencia psquica de un individuo
que no puede hacer otra cosa. Este desdoblamiento est en el centro de
una pregunta sobre la violencia y sobre los miedos que provoca: mientras que la guerra da derecho a matar, acerca al hombre al animal, la violencia ya no tiene legitimidad en un mundo en el que procede de la ley.
Qu hacer con la propia violencia? Dnde meterla? Si Joe aporta una
parte de la respuesta emplendose en la polica de esa pequea ciudad de
Nebraska, Frank no sabe qu hacer con su violencia. Y se comprende
muy pronto que le tiene sobre todo miedo porque teme ejercerla contra
sus seres ms prximos.

DESHACERSE DE LA VIOLENCIA O CMO DEPONER LAS ARMAS

101

La violencia del mensajero indio o el arte de la caza


Pero el inters del filme reside en la disolucin del crculo familiar
que acompaa al intento de Frank, el polica, de recrear el tejido fami. La madre muere tras el retomo de su hijo, a quien no llene tiempo,
1ar.
de ver, y el padre se suicida poco despus. Este gesto de matarse a s1
mismo aparece despus de una secuencia en el curso de 1~ cual se suceden imgenes en blanco y negro: en ella se ve al padre sonando con una
poca aorada, aquella en la que jugaba con sus hijos, y ms particularmente con Frank, por el cual manifestaba un afecto particular. Pero, por
u precede el sueo al suicidio? El padre, vigorosamente interpretado
q or Charles Bronson, cuyo rostro podra ser el de un indio, recuerda un
~undo y una poca en la que sus hijos jugaban, en la que jugaban a batirse, en la que trampeaban con la violencia, en la que se dejaban llevar
por las rias para disfrazar mejor su agresividad natural. Al soar con los
tiempos de la infancia, ,/uea tambin con el mensaJero md10, con ':'1
corredor indio, con el cazador indio, el Indian Runner, con aquel que coma
a travs del bosque para atrapar la presa, el oso, el grizzli.
Haba osos. No hace tanto tiempo. Haba incluso muchos rboles.
Una tierra completamente virgen [... ] Qu deca pap? Que haba poblados sioux a cuarenta kilmetros al norte y a diecisis kilmetros al
sudoeste. Y que tan slo era un bosque atravesado por mensajeros in~ios
despedazados por los lobos. Invulnerables! Destrozados por los gnzzlies. Invulnerables! Eso era lo que deca pap: Invulnerables!.
.
Fuera del tiempo y del espacio, el mensaje se convierte en un ~ensaJe.
Jams habrs visto a un lobo o un oso que devorara un mensaJe. Y su
hermano le espetaba: S por qu dices eso: pap ha terminado por
ganarse tu respeto. Tendra que haber sido un mensajero indio.

Este recuerdo de la violencia del mensajero indio enlaza a la familia


con el crculo tribal, el crculo de los orgenes, con la poca que precedi a la colonizacin y a un movimiento de urbanizacin que
destruy Jos poblados indgenas. En suma, evoca la ruptura genealgica
de un microcosmos cuya memoria qued herida. El mov1m1ento es
inverso al de Guerreros de antao. Frank y Joe se acuerdan de un
tiempo en el que el mensajero indio segua corriendo alrededor de los
poblados vecinos, no muy lejos de la ciudad donde vive desde hace
tiempo la familia. La violencia se ha vuelto insoportable: no es ya la de
los mensajeros indios que atravesaban en otras pocas las altas twrras.
La tierra de Jos ancestros ha sido mancillada: en los poblados s1oux que
se hallaban a cuarenta kilmetros al norte y a diecisis kilmetros al

102

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

sudoeste haba bosques que eran atravesados por los mensajeros indios.
<<Destrozados por los lobos. Invulnerables! Despedazados por los
grizzlies. Invulnerables! Era otra tierra: la tierra de los indios, pero
tambin la tierra en la que los dos nios jugaban con su padre
fingindose mensajeros indios. <<Fuera del tiempo y del espacio, el mensaje se convierte en su mensaje.>> Hoy, la violencia ya no es un juego, ya
no se suea con juegos guerreros, con esas caceras de animales (encamacin de la maldad) que se desarrollaban en los territorios indgenas.
Hoy, los malvados que se apoderaron de la granja son los jefes de aquel
de los dos hijos que se ha enrolado en la polica, evoca el padre antes de
matarse. Hoy, los que han recuperado la tierra no tienen el fuego, no
viven all, les <<importa un bledO>> esa tierra. Al perder el arte de la caza,
se pierde el fuego sagrado, el que quema, el que se siente cuando se roba
al animal la serenidad de su ltimo suspiro. <<T has extinguido el
fuego>>, le dice Franky a su hermano. <<Estaba en ti cuando eras joven.
Ardas. Lo que te queda es saber que has ardido, que llevabas el fuego
en ti. He ardido. La tierra fue trabajada. He ardido. El suelo fue devuelto.
Te lo han quitado todo. Asunto terminado. Se levanta la sesin.>>
La mirada puesta sobre la violencia no se resume, sin embargo, a esta
nostalgia por la infancia y las tierras por las cuales an corran los mensajeros indios. Para los miembros de la familia, <<el mensajero indio>> era
el que se bata contra los animales en el seno del mundo natural. El mensajero indio respetaba a los animales a los que daba muerte, no subestimaba su propia parte salvaje, su animalidad. Al cazar animales, el mensajero indio estableca una diferencia entre naturaleza y cultura, lo que
le permita a los hombres no despreciar a los animales y resistir a su
propia inclinacin animal. Ahora, despus de Vietnam, la guerra entre
naturaleza y cultura se ha vuelto una falsedad que no deja otra salida que
emplearse como <<guardin de la ley>> o correr por el tnel de la propia
locura y dejarse atrapar por la violencia. Otra imagen obsesiona a Frank:
la de un mensajero indio corriendo a toda velocidad por un tnel de chapa ondulada: ni techo ni suelo, sin inicio ni comienzo en ese conducto
negro e interminable en el que el cuerpo y el espritu quedan definitivamente prisioneros. Cuando la ruptura con el mensajero indio, la que
simboliza el corte con los orgenes y la muerte de la infancia, queda
consumada, la violencia se vuelve ciega: el tnel recuerda una de las secuencias de Sueos (Konna Yume wo wita, 1990), de Kurosawa. Hay en
dicho filme una imagen de violencia en la que sucumbe el hombre <<de
cultura>> de un mundo en el que la naturaleza ha sido borrada del mapa,
donde los indios estn muertos o aislados. Y en tal oscuridad, frente a tal
ceguera, es difcil resistirse al propio salvajismo. Ya no se sabe qu hacer

DESHACERSE DE LA VIOLENCIA O CMO DEPONER LAS ARMAS

103

con la propia violencia, con la animalidad, no se resiste a las pulsiones


del mal. Imposible no recordar la larga escena de caza que representa,
despus de la del casamiento, una de las secuencias ms fuertes de El
cazador (The Deer Hunter, 1979), de Michael Cimino. Antes de partir
hacia Vietnam, un grupo de amigos ponen a prueba su propia violencia
juzgando su capacidad para matar animales. La escena de la muerte del
ciervo es tan esencial como la de la apertura de Extrao vnculo de
sangre: la manera de matar a un animal muestra la aptitud de los hombres
para no ser animales. Acabar con un animal indefenso es monstruoso; correr tras l dndole su oportunidad, permitindole escapar, no lo es.

Cmo evitar atacar como un animal?

Despus de dejar la ciudad de sus padres, a los que ha rechazado ver


-para Frank, algo se ha rwto en el orden de la memoria y de la filiacin-,
el veterano de Vietnam llega a una ciudad de Ohio donde se instala en un
motel e inicia una relacin de pareja con una joven. Joe trata de mantener el contacto, pero Frank se contina negando: parece un gran animal
herido que no soporta el contacto y al que no le gusta demasiado que le
rechacen. En la calle, se da la vuelta cuando se roza con alguien, todo el
que pase demasiado cerca es un agresor en potencia, una sombra que lo
amenaza. Es ms fuerte que l: cubre de golpes y agrede a quien lo mira
mal. Frank es violento, pero esta violencia no es la del guerrero o la del
boxeador que conoce a su adversario, es la violencia de un hombre con
miedo y que teme sobre todo a su propia violencia, que descarga de cualquier manera porque no sabe qu hacer con ella. Es un veterano de Vietnam que ha vivido sin campo de batalla una guerra de sombras, una
guerra donde la violencia llegaba de improviso y de todas partes. Ahora,
le atrapa, es ms fuerte qe 1, tiene que atacar como un animal.
Cmo evitar <:<atacar como un animal? Esta violencia es Inultiforme: es violencia ritual, la del mensajero indio, la de aquel que no mata
de cualquier manera porque sabe que puede convertirse en animal; es la
violencia policial encarnada por Joe, una violencia legal que no es
precavida ante el miedo y que puede volverse intilmente salvaje; es finalmente la de Frank: una violencia enloquecida que aparece de golpe y
provoca miedo a su autor, aparentemente el ms violento y sin embargo
el ms sensible de todos a la desaparicin del <<mensajero indio>>. Tal vez
sea porque vuelve de la guerra.
Frank se resiste a la violencia a pesar del placer que encuentra por
momentos en ella, dejndose llevar por sus accesos de maldad. No se

104

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

deja influir por el discurso de Caesar -interpretado por Dennis Hopper,


uno de los malvados del cine norteamericano contemporneo junto
a Cluistopher Walken, James Woods, Tommy Lee Iones y Kevin
Spacey: el propietario del bar local que incita a Frank y trata de
culpabilizarlo dicindole que es desdichado porque no se atreve a
hacer el mal, que es malo por miedo a no respetar a la Ley y a Dios-.
Pero Frank se aleja de Caesar, un personaje cuya debilidad es evidente:
exhorta a los dems a la violencia y corre a esconderse en el bao
cuando las cosas parecen ponerse feas. Para Frank, no existen los fuera
de la ley y los dems, las personas de ley, sino los dbiles y los fuertes,
los que buscan apaciguar la violencia congnita y los que la disfrutan,
los que no tienen miedo de tener miedo y los que rehsan tener miedo
a la violencia. Caesar escupe sobre la ley, pero es un dbil; Joe encarna
la ley pero ha demostrado sus debilidades, su cobarda, y siente miedo,
l, el antiguo granjero que se ha enrolado en la polica porque le
quitaron las tierras. El nico que no siente miedo de mostrar que tiene
miedo de s mismo, porque est enloquecido por su propia violencia,
es Frank, el nio que no ha logrado envejecer, lo que provoca la muerte
de su padre, que no poda olvidar los murmullos y la carrera del
mensajero indio en el bosque. 34
Frank siente miedo de s mismo, tiene miedo de pasar a la accin,
sabe que es incapaz de contenerse y que puede golpear a cualquiera,
incluso a los que ama, porque el mensajero indio ha muerto. Y que
ahora se mata de cualquier manera: su amiga Dorothy paga el pato en
muchas ocasiones. Sin embargo, acaba decidiendo ir a vivir a casa de
su hermano tras el suicidio del padre, se pone a trabajar, termina por
casarse y su esposa Dorothy espera un hijo. Pero es ms fuerte que l:
el anuncio del nacimiento de su hijo lo aterroriza, lo saca de s, parte a
reunirse con Caesar en su bar, donde tiene un violento altercado con su
hermano, que llega a recordarle el orden de las cosas, su genealoga.
Bebe y ataca a un hombre que ha debido mirarle mal cuando l ya no
vea nada, estaba en su tnel, el de la bebida y de la locura. Todo se
termina en un bao de sangre, la sangre del hombre al que le ha sacado
un ojo; la sangre de Joe, que se autolesiona para probarle que no es tan
dbil; la sangre de Frank, cuyo rostro est lacerado; pero tambin la
sangre de Dorothy a punto de dar a luz.
34. El tema de la relacin con el indio y el animal obsesiona al western norteamericano. En Lanza rota (Broken Lance, 1954), de Edward Dmytryck, SpencerTracy,
que ha tomado como segunda esposa a una princesa india, ensea a sus hijos a no
matar a los osos. Las ltimas imgenes del filme muestran a un oso que mira a los
humanos desde lo alto de la montaa, como si fuera su dios protector.

DESHACERSE DE LA VIOLENCIA O CMO DEPONER LAS ARMAS

105

No se puede escapar a la sangre, al nacimiento, los smbolos son


evidentes: no se escapa a la descendencia, a la genealoga,_a los predece:
sores en las tierras indgenas. La deuda con una genealogm se v1ve aqm
com 0 una alienacin: toda la violencia del filme reside en esta ,ruptura
.
genealgica, en la ruptura histrica con las Tierras, que vuelve mas msoortable la violencia, pues la condena Irremediablemente a ser arb1trana,
fntil 0 legal. Cuando el mensajero indio muere, la ritualizacin de la violencia desaparece y, con ella, la conciencia de que el hombre puede convertirse en un animal, dando prueba de una debilidad insigne a pesar de
las exhortaciones a ponerse fuera de la ley (Caesar) o de las vestimentas
de polica (Joe). Ya slo falta que ciertos cinea~tas ritua~icen la violencia
en las imgenes (John Woo o Quentin Tarantmo) por mcapac1dad para
recobrar el sentido ritual de la violencia. El miedo que subyace a la VIOlencia es aqu el de Frank, que no quiere crecer y al que se enva un da
a Vietnam, pero tambin el de un padre que pone fin a sus das porque no
puede seguir soando con un mundo donde no se mataba a los amrnales
de cualquier manera, donde se respetaba la serenidad de ~n ammal a
punto de morir. Cuando la caza no es ya un ritual, el smc1d10 se perfila
en el horizonte corno el arma de quienes se saben condenados a volverse
cada vez ms y ms dbiles.

La violencia, entre la muerte y la vida


La fuerza del filme de Sean Penn se basa en no nutrirse de ninguna
utopa <<ancestral (el culto del mensajero indio no remite a la no violencia, sino al arte de la caza y al respeto por la muerte del otro). Pone
al descubierto las convulsiones de la violencia subrayando de entrada
que sta puede escapar a su autor: se puede ser la vctima de la propia
violencia de esa violencia que da miedo porque sorprende, coge de
irnprovis;. En suma, uno puede convertirse en un malvado sin haberlo
querido, se puede caer en la violencia sin haberlo deseado. Pero la viOlencia es tambin una tensin fsica que libera o empup hacJa la muerte: est en el origen del nacimiento tanto como de la muerte, algo que
pone en evidencia el paralelismo entre las secuencias de la pelea Y del
parto. La violencia que sufre la parturienta y aquella que eJercen el Jefe
de polica o el discurso malvado de Caesar son antagomstas. .
Como en la mayora de los filmes a los que hemos aludido hasta
aqu, y la pelcula de Sean Penn tiene el gran mrito de echar luz sobre
ellos, la mujer es un personaje central: slo ella puede liberar de la
violencia. Sin embargo, no es ajena a la violencia, libera de la v10lencw

106

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

porque puede dar la vida aceptando violentar sn cuerpo, dejar lugar a otro
en el interior de ella misma. Su cuerpo, que genera vida violentndose,
sigue encamando este encuentro entre cultura y naturaleza, esta alianza
de la vida y de la muerte, de la que la caza del mensajero indio permanece como smbolo para algunos hombres, los cuales utilizan a las
mujeres por miedo a tener miedo de su propia violencia.
Frank se va una vez ms en el momento en que nace su hijo, pues tiene miedo de hacer dao, a su mujer o a su nio. Frankie tiene miedo de
una violencia de la que no puede desembarazarse, tiene miedo de cortar
con lo que queda del vnculo genealgico. Es el ms lcido de todos: conoce su propia violencia, sus debilidades, sabe que los recursos simblicos
de un mundo en el que la muerte se dulcificaba se han perdido, pero no
quiere contribuir, correr el riesgo de agregar violencia. Hay quien ha podido ver en este filme la historia de un individuo presa de accesos de
maldad, Extrao vnculo de sangre retrata a un personaje que no quiere
imponer su violencia a los dems. Ms loco que Joe, no es menos responsable, no quiere correr el riesgo de acabar con cualquiera que se le resista
(mujer o nio) como ha hecho Joe al trmino de la persecucin. Frankie
no tiene ms que una inquietud: cmo no imponer mi violencia a los
dems?, cmo preservarlos de la maldad? Pero se plantea esta pregunta
porque sabe que la muerte ya no se respeta, que se mata como pistoleros,
de cualquier manera, y que los animales estn a merced del menor disparo
de fusil. Lo sabe, pero est convencido de que es preciso que el mundo se
regenere: preserva a su mujer, fuerza de regeneracin, .y a su hijo,
prefiguracin de un porvenir. La cita de Tagore que aparece al final del
filme -<<Cada recin nacido significa que Dios no ha desesperado de los
hombres- revela el espritu de la pelcula y le da, con ese mismo gesto,
toda su consistencia: Frankie teme a la violencia, se retira, se aleja de sus
prjimos, de los dbiles que creen todava en una regeneracin posible.
Joe ha comprendido que no lo volver a ver, pero murmura: <<Est bien la
vida, hermano mo>>. Como si este ltimo le hubiera recordado que se est
siempre en peligro de arder, arder en ese incendio que perturba
dolorosamente el cuerpo y el espritu de Frank. No podr olvidarlo.
Se est lejos de una utopa invertida, de la nostalgia de la tierra
indgena; la leccin de los indios aparece ms fuerte que nunca: <<No se
mata de cualquier manera, no se remata a los muertos, se los respeta>>.
Alguna vez existi un arte de la guerra y un arte de la caza. Pero ahora
se cae en una violencia que produce cada vez ms miedo, pues uno se
porta cada vez peor con los muertos. Se pretende hacer como si la muerte y los muertos no existieran, de ah el doble movimiento de exteriorizacin e interiorizacin de la violencia. El respeto por los muertos es una

107

DESHACERSE DE LA VIOLENCIA O CMO DEPONER LAS ARMAS

de las razones de ser de los vivos: en esto las ltimas imgenes (las del
entierro de Gracie) de Guerreros de antao enlazan con el mensaje de
Extrao vnculo de sangre.

Cruzando la oscuridad
Sinopsis de Cruzando la oscuridad (1994)
Han transcurrido seis aos desde el da en que John Booth mat
accidentalmente a la hija de Freddy Gale. John Booth fue encarcelado y
la vida de Freddy se convirti en un verdadero infierno. No tiene ms
razn para seguir vi viendo que la venganza. N o encontrar descanso hasta que John haya pagado con su propia vida. Durante seis aos, le ha
seguido el rastro, se ha dedicado a contar los das.
Finalmente John es liberado y Freddy va a poder pasar a la accin.
Pero debe enfrentarse a su ex exposa, Mary, que ha tomado un camino
diferente para olvidar ese drama y un matrimonio arruinado. Se ha vuelto
a casar y cra a sus otros hijos. Por su parte, John lucha por' seguir viviendo, perseguido l tambin por su accin, y encuentra consuelo junto a una
joven pintora. Sabe por Freddy, quien ha venido a verlo tras su liberacin,
que no le quedan ms que unas pocas horas de vida. Tras seis aos de
destruccin y espera, su combate culmina en un ltimo enfrentamiento.
1

El segundo filme de Sean Penn trata tambin sobre la violencia, la


infancia y la muerte. Al comienzo de Cruzando la oscuridad (Crossing
Guard, 1994) se sabe que ha sido asesinada una nia de siete aos, vctima de un hombre condenado a cinco aos de prisin por homicidio
involuntario y que ha llegado al final de su pena.
El filme explica la violencia cruzada de dos hombres -de ah el
ttulo, que alude a la escena en la que el guardia que vigila la entrada de
una residencia contempla cmo el padre prepara el arma de la
venganza-. En efecto, el filme cruza dos violencias: la de John Booth, el
asesino, que es cada vez ms interior, provocada por el sentimiento de
culpa, y la del padre de Emily (Freddy), que exterioriza la suya
blandiendo constantemente un arma y que decide vengarse matando a
Booth. El que cometi el acto mortal interioriza su violencia despus de
haberse lastimado la cabeza en prisin porque no se soportaba ms; el
que ha sufrido las consecuencias de la muerte de su hija decide
exteriorizar su violencia interior y pasar a la accin. A diferencia de su
esposa, la madre de la nia desaparecida, no consigue simbolizar
muerte. Freddy lleva en s una violencia terrible, no ha soportado

108

CMO SALIR DE LA VIOLENCIA?

muerte de su hija, no se present a su funeral, y miente cuando su mujer,


de la que vive separado -se le ve frecuentemente rodeado de bailarinas
en el local nocturno donde pasa las noches bebiendo-, le pregunta si ha
visitado la tumba de su hija. Freddy no quiere olvidar nada, se siente
abrasado por una violencia interior cuya nica salida, segn cree, es
matar a Booth. Pero est verdaderamente convencido, l, que acaba de
maltratar a su mujer en su nueva casa y le grit que ella quera que
matara a Booth, que esperaba de l ese gesto pero que no lo reconoca?
Mientras que aquel que sufre la muerte de un nio se apresta a cometer
un asesinato, John Booth, el criminal, trata simtricamente de hacerse
perdonar. Qu relacin hay entre la nia muerta y l, sino el personaje
de ese padre que ha perdido los estribos, que <<lo busca>> y entra en su
remolque para matarlo pero fracasa porque su pistola tiene el seguro
puesto? El que ha cometido el crimen se encuentra con quien lo ha
sufrido, sus dolores se comunican, pero ser preciso que Freddy cometa
un error similar al de Booth, conduciendo en estado de embriaguez por
la autopista, para que la caza del asesino cambie de rumbo: es arrestado
por haber bebido demasiado a lo largo de la ruta que lo conduce hacia
Booth, quien haba atropellado a su hija por conducir ebrio. Uno y otro
se cruzan porque la respuesta de la ley no puede ser suficiente para
desembarazarse de la prueba de la violencia (la propia o la del otro: John
ha sufrido varios aos de prisin, pero eso no basta para liberarlo de la
muerte de Emily, mientras que Freddy no consigue olvidar, como s hace
su mujer, y no tiene ms deseo que cumplir su venganza.
En la larga secuencia final, Booth trata de escapar de Freddy, que ha
venido a arreglar las cuentas: se pone a correr y atrae a Freddy, obligndolo a seguirle hasta el cementerio donde se halla la tumba de su hija. El
combate contra la violencia es aqu, como en muchos otros filmes, inseparable del tema del respeto por los muertos. Cmo manifestar respeto
por un muerto? Un muerto matado por otro, o uno de cuya muerte soy
autor? Cmo escapar de la espiral de violencia y la venganza? Cmo
evitar que la violencia se desborde y que produzca un ciclo infinito de
prevalecimiento de la fuerza? El inters de este filme es mostrar que se
da un desvaro de violencia, que la violencia es una experiencia. O que
no es posible librarse de la propia violencia ms que experimentndola,
enfrentndose a la emocin que suscita.
Booth no ha purgado su crimen involuntario porque haya pasado por
la prisin y sufrido una condena, y el padre no logra superar la emocin
y no puede imaginar otra salida que no sea un acto de venganza. La violencia es una prueba temible que exige que uno se enfrente a ella: no se
puede salir de ella, no hay otra salida que respetar la memoria de quien

DESHACERSE DE LA VIOLENCIA O CMO DEPONER LAS ARMAS

109

fue su primera vctima. Al acercarse a la tumba de Emily, los dos


hombres conseguirn aceptar su propia violencia. Freddy comprende
que su deseo de venganza no le permite olvidar lo que le atormenta y le
hace sufrir, y John se acerca a la tumba de su vctima para hacerse
perdonar. El argumento del filme es en esto muy explcito: el padre,
borracho al volante, se pone en una situacin en la que l mismo podra
atropellar a alguien, un nio por ejemplo. Comprende que no es inmune
a la violencia y que est dispuesto a cometer un crimen por olvidar otro.
Sobre la tumba, mirando las dos estatuas, que representan a un nio y un
cordero (to our two lambs), que la madre ha hecho esculpir, se estrechan
la mano y el padre acepta perdonar a John Booth, aquel a quien haba
querido matar creyendo que eso le permitira desembarazarse del peso
de la muerte de su hija. El filme corresponde a una doble prueba: la
prueba de aquel que est sometido al deseo de venganza y la de aquel
que se quiere hacer perdonar. Cmo superar esta doble prueba sino
respetando la memoria de la vctima, de esa nia que ha muerto a causa
de la pequea locura de un hombre? El respeto por los muertos y las
vctimas es la mejor manera de resistirse al exceso de la violencia, al
ciclo infinito de la venganza.

TERCERA PARTE

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA:
MARTIN SCORSESE Y STANLEY KUBRICK

A qu corresponde la impresin de estar cayendo en la violencia?


Esencialmente a que no se sale de ella ni utpicamente ni de manera
revolucionaria; a que la violencia de la historia tanto como la de los individuos no se puede anular. En suma, se est preso en una violencia de
la cual no es concebible escapar. Hay que concluir entonces que nos
hemos vuelto esclavos de la violencia y que no hay lugar para la escapatoria? Ciertamente, no. Lo que interesa prioritariamente en este libro
es el hecho de que, aunque la esperanza de una salida de la violencia, de
su fin, de su anulacin, sea una ilusin, no es posible aceptar el tratamiento actual de la violencia. Por eso debemos desplazar sensiblemente
la perspectiva y preguntarnos por la utopa (hay que salir) y el estado
natural (el hombre sucumbe a una violencia en la que est instalado). Lo
que conduce a superar la oposicin entre el bien y el mal, entre la mala
violencia y la invencin de un mundo donde no habra.
Desde esta ptica, parece que la violencia puede reciclarse de manera permanente: adoptando diversas formas que permiten convivir ms o
menos bien con ella, no para de mutar, de cambiar de piel y de rostro.
Entre la idea de que somos prisioneros de la violencia y la utopa de un

114

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

mundo sin violencia, hay que aprender a ver un mundo donde la violencia se recicla constantemente, se transforma. Ms an, la polmica
sobre la vioJencia de las imgenes es indisociable de la capacidad de stas para reciclar la violencia difundida en la sociedad y en nosotros mismos. Decir que las imgenes son violentas es una constatacin irrefutable, pero no todas las imgenes violentas son iguales: no tienen ni el
mismo estatuto ni la misma ambicin. Estn las que son aplastantes, las
que duplican la violencia al mostrarla y las que intentan reciclarla,
convertirla, es decir, frenarla.
Enojarse por la violencia de las imgenes no deja de ser una simple
invocacin si uno no se pregunta cules son las que, estticamente, logran transformar la violencia que muestran. El anlisis de algunos filmes
de Huston, Scorsese y Kubrck tiene por objeto mostrar que podemos
oponer a la nueva economa de la violencia, que la acepta como un dato
inevitable, otras realizaciones que se esfuerzan por detener su curso.

1. Qu hacer con la violencia?


De la cada a la escalada

Me pregunto por qu se ven hoy cada vez ms efectos especiales


que muestran cuerpos mutilados o en descomposicin.
Martin Scorsese

Debemos entender que ya no hay distancia posible? Que estamos


atrapados por un movimiento de naturalizacin de la violencia alentada
por la guerra de las imgenes? Estamos condenados a dar vueltas alrededor de una violencia que se pretende cada vez ms natural y que ya no
se presenta como una l"Xperiencia? Por eso la siguiente pregunta: no se
est condenado a reciclar la violencia cuando no se logra salir de ella?
Una pregunta que hay que reformular: cmo reciclar la violencia si el
exceso y la irrisin fracasan. incapaces de interrumpir el flujo de las
imgenes y de la violencia? A travs de algunos filmes, ms antiguos
que los analizados anteriormente, de Martin Scorsese y Stanley Kubrick,
se ver tal vez que se puede modificar el curso de la violencia <<en
imgenes.

116

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

Cmo se entra en la violencia (Taxi Driver)


La violencia no es una premisa natural en Taxi Driver (1976): puesta
en perspectiva durante toda la extensin del filme, corresponde a una experiencia efectiva y no consiste slo en la conflagracin finaJ, al ataque de
violencia que conjuga la experiencia de la cada individual con la escalada
de la tensin. Esta puesta en escena permite ver cmo se sale o se entra en
la violencia, pero tambin cmo sta es plural, mltiple, multiforme y que
no remite al movimiento ininterrumpido, natural y circular (que <<recomienza siempre>>) al que nos ha habituado el cine contemporneo de la
violencia. Esta polifona de la violencia debe ser tomada en consideracin,
es injusto juzgar el filme en funcin nicamente de la secuencia de la
matanza: la experiencia de la violencia va acompaada de un aumento en
la potencia de las armas y de la fuerza que aparece como la nica respuesta a la prdida de identidad que est en el origen de la cada libre de
Travis (Robert de Niro). La violencia ascendente acompaa la cada libre
de quien est de vuelta de un primer <<viaje al final del infierno>> para
tomar el ttulo francs de un filme de Cimino en el que se asiste a una
partida y a un retomo de Vietnam."
Aunque las imgenes de Vietnam no aparecen en Taxi Driver, se
sabe muy pronto que Travis es un veterano de la guerra y que ha combatido junto a los marines. Tras escapar de la violencia de la guerra,
emprende un segundo <<Viaje al final del infierno>>. Cmo no volver a
caer en la violencia despus de vivir una guerra? Las primeras imgenes
del filme son significativas: una enorme nube de humo invade la
pantalla, haciendo creer en una explosin, pero un vehculo -;o! yellow
cab, el taxi amarillo- aparece progresivamente tras la pantalla de humo
que se confunde con el vapor que se escapa del subsuelo neoyorquino.
Mientras que los filmes contemporneos exhiben una violencia de
despus de la guerra, Taxi Driver evoca de entrada una violencia
guerrera que deja secuelas hasta el punto de desencadenar una guerra
urbana de proporciones terroristas.
Cmo salir de la violencia guerrera? Esta pregunta es el punto de
partida de Taxi Driver. Pero ms que ver en este filme el desplazamiento
de una violencia a otra, una recada en la guerra, sera mejor observar en
l el fracaso de todas las posibles salidas a la violencia. A diferencia de
los filmes en los que la violencia reina con carta de naturaleza, la
escalada de violencia sucede aqu a la cada de alguien que habla cada
vez menos: porque no se responde a sus angustias, dado que no sabe ya
35. Es tambin el caso de la admirable Cutter's way (1981), de Ivan Passer.

QU HACER CON LA VIOLENCIA? DE LA CADA A LA ESCALADA

117

dnde est <<despus de la guerra. Tras haber escrito en su diario las siguientes palabras: anytime, anywhere (en cualquier momento, en cualquier lugar), las recita en su taxi nocturno con el cual se dispone a ir a
cualquier lugar. Travis se encuentra en un observatorio mvil desde
donde ve la guerra urbana, las imgenes de la ciudad que desfilan como
por una pantalla. La ventanilla del vehculo hace de pantalla para el
mundo exterior: permite ver el exterior y protegerse de la adversidad,
resistir a los fantasmas de un mundo transparente que se alimenta de la
indeterminacin entre el exterior y el interior. Pero Travis no se siente
bien en su interior, est cada vez peor, se siente encerrado en su habitculo. El contexto es tanto ms infernal cuanto nadie parece darse cuenta
de su problema. No hay nadie que responda.
Otro veterano de Vietnam, de apodo Wizard, <<El mago, no hace
ms que decirle que debe <<dedicarse a su trabajo>> y se conforma con una
filosofa de pacotilla. Un da tiene la oportunidad de observar a Betsy, la
secretaria de un poltico en campaa, intenta seducirla y lo logra; la invita a tomar un caf y luego a ver una pelcula <<pomo, lo que pone fin
a su relacin. Tras ese doble fracaso con la profesin (Wizard) y las
mujeres (Betsy), Travis <<se sumerge>> en la cada, en el hundimiento de
su identidad. <<El drama del hroe de Scorsese es encontrarse sin palabras; agotado por el esfuerzo intil de expresarse con palabras, logra
hacerlo por medio del gesto ms crudo.>>"
As que Travis pierde pie, lo que hace que el mundo circundante resulte para l an ms malo y repugnante, una especie de cloaca, de
retrete. El filme desarrolla el tiempo de la cada: las vidrieras y los
espejos -donde se mira cuando est transmutndose (tiene el aspecto de
un indio cheroqui), es decir, hundirse en la violencia- tienden a
fisurarse, a romperse en pedazos. El parabrisas le protege cada vez
menos del exterior, ya no hay reflejos, efectos de espejo, y queda
atrapado por el deseo de vengarse, por las seducciones del odio. No
queda ms que encontrar la ocasin, porque la cada ha dado lugar a la
escalada de la venganza. Conmovido por una joven prostituta, Iris (Jodie
Foster), trata de salvarla para vengarse de todos los dems, de todos los
que, al no reconocerlo, lo han condenado a prostituirse a su manera, a no
tener otra imagen de la mujer que la de un filme pornogrfico. Se est al
final de una escalada en la que el espritu de sacrificio se une al deseo de
venganza, y Travis mata a tres personas: a Sport, el proxeneta (Harvey
Keitel) que ha tomado a Iris como rehn, al cliente de Iris y a un segundo
36. Jean-Philippe Domecq, Martin Scorsese. Un rve italo-amricain, Bibliotheque
du Cinma, Pars, Hatier, 1986, pg. 64.

118

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

proxeneta. Despus de vestirse con ropas de guerrero, frente al fracaso repetido, Travis se convierte en un asesino para no ser la vctima de su
propia cada libre. No mata por matar sino para salvarse y as salvar a los
dems -no es por eso menos criminal, una prefiguracin de los mass
murders y los serial killers-. Pero es un killer que ya no sabe dnde est,
cuya maldad es desdichada, y en esto est prximo al Teniente corrupto
(Bad Lieutenant, 1992) de Abe! Ferrara. En una escena memorable, repetida en El odio de Kassovitz, se le ve mirarse en un espejo, descubriendo
en el cristal el reflejo del rostro de un hombre cuya identidad pasa fatalmente por las armas. Su identidad, su reconocimiento, sern los de un
criminal: se mira caer en la violencia, convertirse en asesino, puesto que
no es un natural born killer. La experiencia de la cada (del sujeto) y de
la escalada (en la violencia) no poda faltar: la pmeba de la violencia y el
deseo de reconocimiento son los temas centrales del cine de Martin Scorsese. Para que la violencia siga siendo concebida como una experiencia,
es necesario que participe del problema del reconocimiento y del vnculo social: lejos de contar la historia de una matanza, el filme teje el relato
de un individuo que fracasa en ser reconocido y busca mediaciones; su
fracaso es el origen de una escalada de la violencia.
Aqu reside la diferencia con los filmes contemporneos de violencia
donde la distincin entre interior y exterior ya no tiene sentido: se asiste
en Taxi Driver al naufragio de las fronteras de la experiencia, un naufragio que precipita la escalada de la violencia. Taxi Driver termina all
donde comienza un serial killer contemporneo. Travis es. todava un
sujeto, un sujeto a punto de ser presa de la violencia.

Los signos del reconocimiento (El rey de la comedia)


Todava queda por constatar que Travis se convierta en un hroe
despus de la masacre: el asesino se transforma en estrella y su foto
aparece publicada en los diarios. El reconocimiento que finalmente se le
propone descansa en una mentira, pues ha matado ciegamente y no es un
hroe. Slo el serial killer cree que es realmente un hroe y que se
sacrifica para salvar al mundo de la violencia.
El filme no se detiene entonces en la escena de la matanza, Travis va
a ser reconocido como un hroe porque ha matado a los proxenetas. No
se celebra en l a un criminal que ha querido vengarse del desprecio de
una mujer, de la incomprensin de la que es objeto, se aplaude al hroe
de la guerra de Vietnam, al veterano que sigue defendiendo los valores de
la civilizacin. Su violencia es tanto ms celebrada cuanto procede de un

QU HACER CON LA VIOLENCIA? DE LA CADA A LA ESCALADA

119

veterano de Vietnam. Travis recibe una doble recompensa: es un hroe


de guerra y es una estrella cuya foto aparece en la prensa. Este doble
reconocimiento traduce la capacidad de la sociedad norteamericana para
reciclar la violencia: violencia de la guerra, violencia urbana, violencia
meditica. Pero aqu el reciclaje permite reconsiderar una mala violencia, un crimen, como una violencia til. Travis se convierte en un
hroe mientras que es un criminal, porque la masacre de la que es autor
es doblemente interpretada en funcin de la violencia pasada (la del hroe de Vietnam) y de la violencia de las imgenes (la mentira de la heroizacin meditica).
En El rey de la comedia (King of Comedy, 1983), Scorsese lleva hasta el lmite esta lgica del reciclaje de la violencia a travs de la heroizacin (o el estrellato). Si el reconocimiento del hroe de la guerra favoreca, en el caso de Travis, su estrellato meditico, aqu ya no es el caso:
el personaje de De Niro -un charlatn impenitente, mientras que Travis
habla poco-- no puede gozar de un reconocimiento <<pblico>> ms que
transformndose l tambin en <<rey de la comedia>>, imitando a su dolo." Es decir, tomando el lugar del otro, en el cual se proyecta, porque
una estrella se confunde con su imagen. Desde este ptica, va a tomar
como rehn a Jerry Langford -interpretado por Jerry Lewis- y reemplazarlo impensadamente en el programa de televisin que habitualmente
presenta. Pero su xito reside, paradjicamente, en su capacidad para no
imitarlo, en contar su propia vida, en mostrarse como lo que es, un
mediocre incapaz de ser un buen imitador. La pregunta: <<Cmo me he
convertido en hroe? se transforma entonces en: Cmo un don nadie
ha llegado a dirigirse a otros que se reconocen en l?. Los telespectadores saludan a quien ha querido convertirse en estrella porque ha
precisado un rodeo violento -el secuestro-- para poder proclamar su
identidad. Aqu el reconocimiento, cuya lgica es llevada a su extremo,
no es falso, aun cuando no ha podido evitar la mediacin de la televisin.
Para ser reconocido, hay que mostrarse ante los dems como uno es Y
no imitando a hroes o estrellas fatigados. El imitador no es creble:
cuando J erry Langford llama por telfono a su productor para avisarle de
que ha sido tomado como rehn, no se le cree; y tampoco se ere~ a
Rupert cuando cuenta que ha secuestrado a Jerry. El cazador cazado: esa
es la ley de la imitacin y del desdoblamiento.
En Taxi Driver, la violenta matanza transforma a Travis en estrella;
en El rey de la comedia, el secuestro televisivo se resuelve con el reco37. En 1996, Robert De Niro rueda Fantico (The Fan), un filme prximo a El rey ...
donde persigue a su dolo, que es en este caso un campen de baloncesto.

120

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

nocimiento de un mediocre. En el caso de Rupert Pupkin -que resulta


difcil de identificar al principio. porque su nombre suena a Popcorn
en la boca del agente de seguridad que lo expulsa del edificio donde est
la oficina de Jerry Langford-, el reconocimiento meditico es la conclusin de una lucha por el reconocimiento. Pero, para ello, ha sido preciso
recurrir a una doble estratagema: a la violencia de un secuestro y a una
mediatizacin por las imgenes para decir lo que se es, para afirmar la
identidad. Para Rupert, hay que destruir todas las pantallas y reencontrarse en directo, sobre la nica pantalla que no <<hace pantalla>>: la televisin. Mientras que Travis ve el mundo a travs de la ventanilla de su
coche que <<hace pantalla, que distorsiona, Rupert traspasa todos los
cristales: lo demuestra la cantidad de veces que pasa a travs de las puertas transparentes de los edificios donde se encuentran el apartamento de
Jerry o su oficina.
Cmo hacerse reconocer? Una misma pregunta recorre estos dos
filmes cuyos personajes principales son respectivamente un justiciero
y un secuestrador. En ambos casos, esos dos hroes poco recomendables buscan restablecer el espacio de la confrontacin. En estos dos
filmes de Scorsese, y en esto se diferencian de las pelculas del crculo
de la violencia, sta no es separable de una lucha por el reconocimiento.
El serial killer cree sacrificarse por el resto de la humanidad, pero no tiene ninguna exigencia de reconocimiento e incluso sus apariciones en la
televisin son para l una ocasin de redoblar la violencia de los actos
con la de las imgenes, de seguir mostrndose como un agresor.
Pero la lucha por el reconocimiento culmina en una falsa victoria: no
pone fin a la violencia. Ms bien al contrario, se asiste, en el final de cada
uno de estos dos filmes, a un retorno al punto de partida. Rupert quiere
imitar al imitador: al desear suplantarlo, vuelve a ser l mismo, porque
fracasa en una imitacin que lo conduce a contar su fracaso personal. El
xito procede de la expresin del fracaso, de su situacin inicial. A la
inversa, Travis, que rehsa suplantar e imitar a los dems, descarga contra ellos su violencia. Lo que termina por salvarle, pues esa violencia le
permite ser reconocido como un guerrero victorioso, como un hroe de
la guerra. La paradoja reside aqu en un retorno a la situacin del guerrero de la que se trataba de salir.
Tanto en un caso como en el otro se produce un reciclaje de la violencia. La fuga hacia adelante da pie a un regreso al principio: la violencia de uno y de otro es reciclada pero no recibe tratamiento. Travis y Rupert se ven arrastrados a la situacin inicial de fracaso. Pueden disfrutar
de la situacin - Travis contemplando a Betsy desde su coche, como si
se hubiera convertido en alguien distinto-, pero saben que recurrir a la

QU HACER CON LA VIOLENCIA? DE LA CADA A LA ESCALADA

121

violencia no sirve para nada. Cados en la violencia por nada, simulan


un xito efmero, el que les brindan los medios de comunicacin. Si la
diferencia con los asesinos natos es evidente - Travis y Rupert son
sujetos que han pasado por la experiencia de la violencia y del fracaso-,
la paradoja final no es menos temible: para ser reconocido como se es,
hay que hacer acto de violencia y luego exhibirse en la pequea pantalla.
No hay mejor instrumento para el xito que los medios de comunicacin: el ejercicio de cierta violencia es captado de inmediato. Scorsese ha cerrado el crculo del reconocimiento sin tocar el crculo de la
violencia: sta no se puede separar de un problema de reconocimiento
que en cambio no afecta al serial killer. A este ltimo no se le ocurrira
contar su vida por televisin para quejarse de ser un mal naCido: el serial
killer se muestra para decir que es un asesino, que es el ms fuerte y que
nadie se le escapar.
Scorsese pone en escena una violencia que est construida, no es
natural, pero sobre todo muestra que la sociedad norteamericana tiene
una gran capacidad para reciclar la violencia y que las imgenes (televisin y cine) contribuyen a ello. Cuando la violencia es reciclable, la
sociedad puede sobrevivir a ella, no ceder bajo su peso acumulado, a
condicin de que los hroes o las estrellas reemplacen a los asesinos y
a los guerreros. El hroe es aqu un asesino disfrazado.
A diferencia del cine contemporneo de la violencia, no se est -en
los filmes de Scorsese- instalado en la violencia. Pero no se sale de ella
ms que exhibiendo las imgenes ilusorias y efmeras del xito. Las
ltimas imgenes de El rey de la comedia no son tranquilizadoras;
Rupert est solo en escena, algo desconcertado y despechado. Como si
no supiera qu ms decir, como si empezara a perder pie. Dirigiendo
algunos aos despus Jo, qu noche! (After Hours, 1986), con guin de
Griffin Dunne, Martn Scorsese mostrar una experiencia de la violencia
sufrida por un personaje que no la comprende en absoluto.

2. Cmo tratar la violencia?

La naranja mecnica y La chaqueta metlica

Entre las primeras realizaciones de Stanley Kubrick, tal vez se recuerde su cortometraje titulado The Day ofthe Fight (1951), que contaba
la jornada anterior al combate de un boxeador: el personaje del boxeador
ocupa el primer plano en Jugar del ring donde se va a desarrollar la peJea. Habran de seguirle un segundo cortometraje (Flying Padre, 1951),
una pelcula de guerra (Fear and Desire, 1953) y dos filmes de cine
negro de calidad -El beso del asesino (Killer Kiss, 1955) y Atraco perfecto (The Killing, 1956)- antes de Senderos de gloria (Paths of Glory,
1958). Aun sin saber que el penltimo filme de Kubrick (La chaqueta
metlica [Full Metal Jacket, 1987]) retorna el terna de la guerra de Vietnam despus de Michael Cirnino, Brian de Palma y Oliver S tone, se observa de entrada que Kubrick no cesa de girar alrededor de los ternas de
la guerra y de la violencia. Pero este cineasta, que muestra la violencia
a travs de imgenes y se aventura con virtuosismo en gneros cinematogrficos muy diferentes -de romanos en Espartaco (Spartacus, 1960),
de ciencia ficcin en 2001, una odisea del espacio (2001: A Space

124

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

Odissey, 1968) o de terror en El resplandor (The Shining, 1980)-, se


interesa menos por el contenido de los argumentos (es siempre el inters
por el gnero lo que le mueve) que por el tratamiento posible de la
violencia. A la cuestin del reciclaje de la violencia (la de Scorsese) se
superpone aqu la del tratamiento de la violencia.
En La naranja mecnica (A Clockword Orange, 1971) estalla la
obsesin de Stanley Kubrick por la violencia. Aun cuando se resaltan
con mayor frecuencia las escenas de violencia gratuita de la primera
parte (desde el asesinato del mendigo por parte de Alex DeLarge y su
banda -Dim, Petes y Georgie- a la paliza al escritor Mr. Alexander y la
violacin de su mujer), el filme de Kubrick -inspirado libremente en una
novela de Anthony Burgess- lanza de entrada una mirada extremadamente dura sobre la voluntad de mdicos y policas de tratar la violencia
para erradicarla, como en el tratamiento Ludovico. El mensaje es claro:
uno no se desembaraza de la violencia, no hay manera de hacer que el
individuo que la ejerce llegue a asquearse de ella. Por eso, hay que comprender que los individuos no son asesinos biolgicos a los que se podra
extirpar el virus o la tara de nacimiento, y tambin que la voluntad de
terminar con la violencia -la del orden moral y represivo- no es ms que
una manera de duplicarla, de intensificarla. La lucha contra la violencia
es a su vez una violencia que no pennite de ninguna manera terminar
con ella: este crculo vicioso es bien conocido. Y Kubrick lo hace an
ms evidente al recurrir de manera inesperada al ejemplo esttico, sin
preservar a la gran cultura, sin glorificarla como la sublimacin de la
agresividad o como instrumento de la catarsis: en efecto, Alex se excita
con la msica de Beethoven -como la msica de Wagner acompaa la
guerra y un ballet de helicpteros en Apocalypse Now (Apocalypse Now,
1979) de Coppola- y el orden psiquitrico pretende que la rechace para
liberarlo mejor de sus ataques de violencia. Aqu el mensaje sigue siendo
claro: no existe un buen reciclaje -ni siquiera por el arte- de la
violencia.
Sin embargo, el cineasta tiene el mrito, a comienzos de la dcada de
los setenta, de haber puesto en escena una violencia indita: una violencia de banda, gratuita, donde la droga y la sexualidad desempean un
papel decisivo; y de mostrar que la reaccin a esta violencia poda
resultar catastrfica si se acuda a la ciencia para imaginar cmo ponerle
fin. Al enfrentar el desencadenamiento de la violencia gratuita y la utopa
cientfica, Kubrick propona una lectura claramente poltica. El final del
filme no deja lugar a dudas: el fracaso del tratamiento de Alex llama la
atencin sobre su caso y da lugar a una manipulacin poltica. No, la violencia no ha desaparecido al final del conflicto que opona la violencia del

CMO TRATAR LA VIOLENCIA?

125

criminal loco a la del mdico erradicador: muy por el contrario, la


violencia de Alex es recuperada polticamente. La interpretacin en trminos de reciclaje se impone de entrada: la medicina trata de reciclar la
violencia natural de Alex antes de que un poltico la utilice para reforzar
su voluntad de poder. Pero, a diferencia de Martn Scorsese, el reciclaje
es aqu el de la poltica y no el de los medios de comunicacin.
La chaqueta metlica aporta, ms de quince aos despus, una prueba suplementaria de que no se logra controlar totalmente la violencia,
que renace siempre de sus cenizas y de que hay un reciclaje infinito de
la violencia. Como el proyecto mdico de un control de la violencia, el
aprendizaje militar en el campo de entrenamiento que aparece en escena
durante la primera parte del filme est condenado al fracaso: esta violencia hipercontrolada, perfecta, llevada al extremo, resulta en efecto impracticable e intil en el terreno de batalla. Y con razn: el control de los
cuerpos y los espritus es para ejercer mejor la violencia contra los
dems, el violentarse es para estar mejor en el momento del ataque,
como si el autocontrol excesivo no conllevara el riesgo de daar el
cuerpo y el espritu. El entrenamiento militar y la guerra de verdad son
dos mundos totalmente ajenos entre s, dos formas de tratamiento de la
violencia que no tienen nada que ver la una con la otra. El reciclaje de
la violencia aparece entonces imposible. Serge Daney ha subrayado esta
disonancia: la ruptura que se produce a la mitad (uno se encuentra proyectado a Da Nang y a Hu) provoca un cambio de ritmo entre las dos
partes del filme. De esta manera se ridiculiza retrospectivamente la
violencia aprendida en el entrenamiento: se trata aqu menos de una crtica del ejrcito y de sus hbitos que de una denuncia de todas las formas
de tratamiento, de control de la violencia. La violencia no se controla, al
menos nunca por completo y jams sin consecuencias: en eso reside el
enigma que plantea. Los hombres conservan su parte de animalidad y
bestialidad.
Pero la oposicin entre las dos partes del filme, la ruptura entre los
dos tipos de violencia puestos sucesivamente en escena, no bastan para
comprender la metamorfosis de la violencia. Los dos personajes -Pyle y
Cowboy-, alrededor de los cuales gira cada una de las partes, lo muestran muy bien.
Obeso, flccido, incapaz de seguir el ritmo del entrenamiento, Pyle
es la bestia negra del sargento encargado de la instruccin: objeto de vejaciones y desprecios, una de esas vctimas que tritura ritualmente lamaquinaria militar, Pyle logra, sin embargo, no sin sufrimientos y con la
ayuda de Cowboy, convertirse en un soldado de lite, en todo caso un
excelente tirador. Con la aptitud inesperada de Pyle de pasar de la in-

ll

126

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

competencia a la competencia, es decir, de manejar los resortes de la violencia, se tie-ve la sensacin de asistir a la victoria de la violencia controlada y enseada; se tratara en este caso de una violencia buena, la del
guerrero educado en el arte de la guerra y en el autocontrol de su cuerpo,
Pero, sin que sea preciso siquiera recordar la violencia psquica ejercida
por el sargento y la barbarie de la que da pruebas -no habla, alla- para
que todo el cuerpo de la compaa forme un solo cuerpo, el suicidio de
Pyle es la prueba irrefutable de que la educacin por las armas no puede
terminar ms que en un fracaso, Y que a fuerza de endurecer los cuerpos,
se condena a los hombres a volverse insensibles o a estallar,
Despus de haber tranquilizado a Pyle y de haberle ayudado durante
su calvario, Cowboy se reencuentra con los dems sobre el terreno, Un
terreno que no es un campo de batalla -dnde est el enemigo, que
parece haber desertado de esa guerra?- sino un lugar movedizo donde
las sombras reemplazan a los enemigos visibles, un teatro extrao que
parece ms un laberinto que un campo de ejercitacin, La desorientacin
es absoluta, Cowboy es su expresin ms perfecta; lejos de ser un perdedor, un derrotado condenado a convertirse en alguien distinto a s
mismo, o un luchador que no se hace preguntas, Cowboy, que apareca
como diferente a los dems durante el perodo de formacin (lee libros,
no vacila en criticar a sus superiores, no le gusta la disciplina, tiene una
<<personalidad>>), manifiesta en el terreno una naturaleza doble, No es un
pacifista ni un hombre de guerra sino las dos cosas a la vez, de lo que da
muestras su casco, en el que se encuentran yuxtapuestas la insignia de la
paz y la inscripcin Born to kili, la manera de decir que no es an un
natural born killer, que no es de naturaleza violenta y que su naturaleza
es doble, que es un hombre de bien y de mal, Y sta es una ambigedad
-que es tambin la de La naranja mecnica, donde la idea de controlar
]a violencia responde a su desencadenamiento ciego- que atraviesa un
filme en el que los tiempos de paz y los tiempos de guerra no se distinguen claramente, De ah el famoso lapsus de un oficial que le dice a
Cowboy: lt's a hardball world, son, We've gotta keep our heads until
this peace craze blows oven> (Debemos mantener la cabeza sobre los
hombros hasta que se pase esta locura de la paz),'" Este equvoco que
acompaa una invocacin a la dualidad interior culmina en la escena
final, en el curso de la cual Cowboy mata al soldado vietcong (una muchacha) que se las haba arreglado sola para inquietar a todo el grupo de
soldados norteamericanos, La ambigedad se expresa aqu en una indecisin: por qu mata a la joven vietcong? Por compasin? Para aho38. Citado por Sandra Bernardi, Le Regard esthtique ou la Visibilit selon Kubrick,
Presses Universitaires de Vincennes, 1994, pg. 36.

CMO TRATAR LA VIOLENCIA?

127

rrarle sufrimientos intiles o para usar una bala de ms en el cuerpo de


un enemigo que les ha tendido una trampa? N o se sabe cmo interpretar
esa escena final.
Tanto en el caso de Pyle corno en el de Cowboy, la violencia no deja
de metamorfosearse, de tornar formas sucesivas y no salva a nadie: aquel
que se crea ajeno a ella la ha empleado como los dems, el que daba
pruebas de una incompetencia absoluta logra superarse, violentarse y
convertirse en un guerrero. sta es la leccin: siempre aparece alguna
violencia contra uno mismo y contra los dems, por ms agazapada que
est o por ms rechazada que sea, hay un tratamiento nefasto de la violencia que da menos lugar a un reciclaje que a una sucesin de ataques de violencia>>, La leccin de Kubrick se junta entonces con la de
Scorsese: si la violencia es claramente una prueba, una experiencia, su
utilizacin es inseparable de conductas fracasadas y es ilusorio querer
erradicarla, tratarla mdica o militarmente, contenerla en uno para volcarla sobre los dems,

La leccin de Knbrick: el arte de la mirada


Pero el cine de Kubrick no se queda en esta constatacin de la imposibilidad de un tratamiento, N o se conforma con auscultar la experiencia
de la violencia, Mostrando que sta puede volverse cada vez ms gratuita, patolgica, que los born to kili se estn convirtiendo en natural
born killers, se pregunta cmo invertir el curso de esta experiencia, Invertir el curso de la violencia no es interrumpirla, creer que se puede
poner fin a la escalada, sino orientarla hacia s misma, Pero qu significa esta inversin de la violencia? Aunque los filmes desgranen las secuencias de un relato, de lo que habra que llamar cada vez una historia,
Kubrick no cesa de remitir al sujeto: la experiencia de la violencia no es
neutra, est hecha por individuos o instituciones. En esta perspectiva, la
inversin de la violencia adopta al menos tres formas.

Desbordamiento por analoga


Cmo admitir que la violencia no es una tara biolgica, que los
hombres no son malvados animales, y que al mismo tiempo no puede ser
interrumpida, tratada, sin que se produzcan daos suplementarios? En
Senderos de gloria, que transcurre durante la primera guerra mundial,
Kubrick presenta en varias ocasiones, en la gran sala de un castillo, a los

128

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

tres oficiales que son los protagonistas de la accin y que deben afrontar
un dilema (hay que sacrificar o no a los rebeldes?), bajo un cuadro de
Watteau que muestra a tres actores con sus respectivas mscaras. En
Senderos de gloria encontramos dos dimensiones teatrales y una guerra
considerada como teatro que se opone a un teatro comprendido como
verdad interior. Los lugares se oponen en la puesta en escena: un gran
castillo del siglo XVIII, donde dos generales juegan con vidas humanas,
y la trinchera donde mueren los soldados, combatiendo a un enemigo
invisible e imposible de alcanzar[ ... ]. En una sala lujosamente amueblada, los dos generales intercambian declaraciones repletas de figuras
retricas [... ]. Durante este tiempo, la cmara, siguiendo a los personajes, deja entrever en el fondo algunos cuadros. En particular un clebre Watteau: El amor en el teatro italiano." Se comprende enseguida
que los tres personajes del cuadro (Pierrot, Arlequn, Pantaln) corresponden a los tres oficiales que se llaman respectivamente Miereau,
Broulard y Dax. La leccin es evidente: los actores de la violencia interpretan papeles diferentes, son sobre todo personajes que se desplazan
sobre el gran escenario de la violencia (el edificio donde se desarrolla
la accin blica de La chaqueta metlica se presenta corno un gran teatro kafkiano).<<Mientras mirarnos a los personajes -contina Sandra Bernardi- las mscaras de Watteau nos miran y nos restituyen nuestra
mirada de espectadores. Mientras que los personajes se ahogan y se estudian, se desafan y se atacan, las mscaras permanecen inmviles y
conocen ya el final de la historia, la ensima versin de un viejo bosquejo de la Cornmedia dell'arte. La violencia es un artificio, un cuadro,
existe un arte de la violencia corno hay una esttica de la pintura: en
Barry Lyndon (Barry Lyndon, 1975), ms que en cualquier otro de sus
filmes, Kubrick pone en relacin la guerra y la violencia con cuadros,
con escenas pictricas. Los personajes aparecen fijos, terminados, identificados con una pose.
La constatacin de una violencia artificial no es una invitacin a
comprobar si un hombre bueno o un hombre malo se esconde detrs de
las imgenes y los cuadros de la guerra, en cuyo caso no habra lugar
ms que al doble argumento del hombre malo (el natural born killer) o
del hombre bueno (aquel en el que se erradica la violencia, para no hablar del caso de Forres! Gump [Forrest Gurnp, 1995]). No, Kubrick no
cree que el hombre sea totalmente rna1o o bueno, piensa que el hombre
interpreta el papel de diablo y de Dios sin acabar de saberlo. En este punto, tiene al menos el mrito de remitir a cada uno a su propio uso de la
39. Sandra Bernardi, op. cit., pg. 40.

CMO TRATAR LA VIOLENCIA?

129

violencia y de mostrar que las violencias se remiten una a la otra, que


una forrna de violencia est hecha siempre a imagen de otra y que reinan
la analoga y el mimetismo. Una manera de decir que la violencia es incontrolable y que su flujo no se puede interrumpir fcilmente. En La
chaqueta metlica es perceptible que la violencia de la sociedad norteamericana no es separable de la violencia que se despliega en Vietnam.
Se comprende muy pronto que la violencia que afecta a la sociedad norteamericana contiene la de la guerra de Vietnam, ese <<viaje al final del infierno>> (Michael Cimino). Ms an, sobre el terreno, la violencia de los
vietnamitas es, para Kubrick, inseparable de la de los norteamericanos ...
Se podra continuar indefinidamente: la violencia se difunde, no cesa
de expandirse y reaparece en unos y otros. sta es la primera forrna de
inversin de la experiencia de la violencia: no es nunca ms que una experiencia entre otras, una experiencia sin origina1idad que es presa del
mimetismo. La violencia pierde todo su sentido cuando se comprende
que siempre ha existido, que no es ms que una repeticin.

Desbordamiento al infinito

La segunda formulacin de la experiencia de la violencia esboza un


primer desvo de su curso infinito. Tres escenas frecuentemente analizadas
relacionan el carcter desmesurado de la violencia, con la expresin de un
infinito que la <<desborda>>. En las secuencias de apertura de Telfono
rojo? Volamos hacia Mosc (Doctor Strangelove, or How I Learned to
Stop Worrying and Love tbe Bornb, 1963), se ve a un bombardero que se
acerca a su destino: las imgenes presentan, al mismo tiempo, el movimiento del bombardero que precipita la destruccin programada por su
autodestruccin y la lnea de fuga de las nubes y del cielo. Sandra Bernardi
ha captado inteligentemente la coexistencia de dos estilos de representacin>> en Telfono rojo? Volamos hacia Mosc: <<Se alternan, de hecho,
una comedia clsica [... ] y una serie paralela de vistas areas que se
acercan sin cesar al suelo [... ]. El avin por encima del mundo sin verlo,
ocupado en un carrera destructora. Sin embargo, se nos aparecen paisajes
primitivos y salvajes, que anticipan hacia el final a 2001, una odisea del
espacio: colinas, planicies, valles, fiordos, lagos, montaas cubiertas de
nieve, promontorios sobre el mar, barcos, islas, ros, bosques, tundras,
pantanos, construcciones humanas no identificables, todo desfila bajo
nosotros a una velocidad vertiginosa hasta la visin final -la nica identificable-: la de la base sovitica que debe ser destruida. En efecto, en este
mirar sin fin, el paisaje se nos oculta en el mismo momento en que es

1
RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

130

mostrado: se desvanece fuera de campo sin dejar ningn rastro. [Esta escena] reaparece en La chaqueta metlica, donde los dos periodistas, Joker
y Rafter Man, conducidos en helicptero sobre el terreno, sobrevuelan el
paisaje annimo de las selvas, pantanos, tundras, ros y colinas mientras
que un soldado enloquecido dispara sobre todo lo que se mueve."'
Coexisten, por lo tanto, las secuencias de violencia que captan la
mirada del espectador y esos desfiles de imgenes donde Kubrick opera
una inversin de la mirada, por desbordamiento, invitando al ojo a mirar
lo que ya no ve, a fuerza de estar atrapado por el relato de esos hombres
cuya actividad desmesurada conduce inevitablemente al mundo a su fin.
Lo que ya no ve: los elementos del paisaje, el aspecto sublime de la naturaleza, o el planeta que gira sobre s mismo, como al final de 2001. En
todos los casos, el desbordamiento de la violencia acompaa a una
accin de la mirada, una experiencia de la visin. Podemos asombramos
de que Kubrick haga de la inversin de la visin el recurso principal de
su cine? Se oponen, entonces, ms que coexistir, dos tipos de desbordamiento, el de la violencia que precipita el final del mundo y el del paisaje
infinito sin el cual ya no hay mundo>>. Al cineasta le incumbe la tarea
de mostrar este movimiento puro que no sucumbe a los azares de la
violencia y que atrae la mirada.

La experiencia de la mirada y el sujeto de la visin


Siempre coexistirn estas dos formas de exceso, parece decir Kubrick, mientras la violencia no asesine al mundo. La verdadera revolucin no es entonces invertir la mirada para desbordar la experiencia
de la violencia? La violencia no es solamente algo espontneo, o algo
qne producimos, reside tambin en la mirada que posamos sobre el mundo. Quien no vea ms que el movimiento de la violencia es que est
necesariamente preso en sus redes, aunque crea mantenerse a distancia.
Debemos comprender entonces no slo las metamorfosis sucesivas de la
violencia (reciclaje e inversin), la carrera de las imgenes hacia el infinito, sino tambin que las cosas visibles sobre la pantalla remiten a una
experiencia de la visin cada vez ms terrible. La violencia es desbordante -de ah su pennanente reciclaje- pero no hay otra salida (lo que
no es una alternativa) sino desbordarla. Contemplando el movimiento de
lo sublime que desborda el movimiento de la violencia, por una parte, y
contemplando la propia mirada a travs del desfile de imgenes. <<El cine
40. Sandra Bemardi, op. cit., pg. 144.

131

CMO TRATAR LA VIOLENCIA?

busca tambin un espectador fuerte, capaz de correr el riesgo inherente


a toda experiencia visual anonnal, capaz de usar y abusar del propio filme, de desplazarse en un universo multicntric0.41
El ejercicio de la mirada es el motor principal del cine de Kubrick,
que recuerda al espectador que l es el director de su propia visin
como lo es de sus filmes. Cmo mirar? Cmo ejercer una mirada
sobre la violencia que no nos encierre dentro del crculo de la
violencia? Kubrick ha presentido, mejor que otros, el paso de una
economa de la violencia a la otra y el rol que las imgenes (cine,
televisin, vdeo ... ) deben jugar en esto. ste es el motivo por el que
su cine, aparentemente tan narrativo, es una empresa destinada a
invertir la mirada (a centrar lo visible sobre la experiencia de una
visin anormal) y a desestabilizar la violencia. No se detiene la
violencia, se la fragiliza, se la calma: hay que deshacer la violencia sin
creer que se la puede erradicar. La violencia no es natural, est
construida, y hay que hacer constantemente algo con ella, transportarla
(de ah el argumento del reciclaje). Pero empecemos por mirarla de
otra manera para deshacerla corporalmente, para vincularla a la experiencia de un sujeto. La leccin es doble: si lo visible no es separable
de la experiencia (la de la visin) del que mira, la violencia es en s
misma indisociable de un sujeto que la siente, que la vive como
experiencia. El cine de Kubrick instruye el proceso de un cine que
presenta a la violencia como un estado natural, como si fuera natural y
nunca artificial ni arbitraria. Y sin embargo, nada ms ajeno a los
serial killers contemporneos que el espritu que anima a La naranja
mecnica. En tanto la representacin de la violencia remita al
espectador a la experiencia de la mirada, el cine seguir siendo un
arma contra la violencia, contra esa violencia que no se puede
erradicar.

Una creciente insensibilizacin ante la violencia?


A Thomas le gustaban toda clase de filmes. Le gustaba la ilusin
mentirosa de la pantalla: que todo el mundo pudiera existir dentro de los
cuatro lados de un rectngulo y que el espectador pudiera disfrutarlo impunemente en su butaca, sin contactos.
Jonathan Coe, Testamento a la inglesa

41. Sandra Bernardi, op. cit., pg. 159.


132

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

Insensibilizacin?

Debemos admitir, tras este recorrido a lo largo de un cierto nmero


de filmes y de imgenes calificados de violentos, que hemos pasado, sin
darnos demasiada cuenta, de un cine a otro? Sera un error quedarse en un
acercamiento estrictamente cronolgico y decretar que la escenificacin
clsica de la experiencia de la violencia ha sido sustituida por un cine en
el que la violencia ya no es una experiencia sino un estado natural. Mientras que un filme como Extrao vnculo de sangre, de Sean Penn, muestra
una voluntad inesperada de abrazar la experiencia de la violencia, de no
conformarse con exhibirla o tratarla ridculamente, Ocurri cerca de su
casa traduce por su parte la preocupacin por analizar el nuevo estado
natural. Aunque el cine se resiste, ciertamente con moderacin, a una
violencia instalada, naturalizada, se ha producido un giro: se invita a
interpretar el nuevo estado natural de la violencia sin retomar espontneamente la eterna controversia sobre los <<umbrales (hasta dnde ir?).
Se entiende mejor hoy, desde que reina este <<nuevo estado natural, que
el debate no puede tratar nicamente sobre los umbrales de violencia
tolerable (o no) para los individuos, puesto que la violencia aparece como
insuperable, natural, y el aumento de la contundencia de las imgenes
violentas ya no se corresponde con una escalada de violencia, pues sta,
oculta o no, est siempre presente.
Pero sigue en pie una pregunta: cmo comprender el desencadenamiento progresivo de la violencia que est en el origen de la hiptesis de una
nueva economa de la violencia? Es suficiente con oponerle opciones
estticas que buscan salidas pero que no incitan a creer que se puede salir
de ella? Tal vez no. A cierto nmero de analistas les parece que la
controversia sobre la violencia de las imgenes debera ocuparse menos de
la influencia nefasta que puedan ejercer. Se apela siempre a los mismos
ejemplos: el de J. Tuckley, un criminal que vio Taxi Driver una docena de
veces, o el de Aubry Maupin y su amiga, que haban pegado en su casa un
cartel de Asesinos natos, de Oliver Stone. Si no hay que poner en segundo
plano el debate sobre la agresividad que puede desencadenar la imagen
-sobre todo en el caso de los nios-, hay que ser tambin sensible a la idea
de que el desencadenamiento de la violencia en las imgenes puede
acompaar a una insensibilizacin creciente ante la violencia. Lo que no
deja de ser grave.
La tesis es brutal, perturbadora: 42 significa que se devora con los ojos
y los odos una violencia extrema y salvaje para desembarazarse mejor de
42. Sobre este punto, vase el dossier Mdias et violence en Les Cahiers de la
scurit intrieure (IHESI), op. cit.

1
CMO TRATAR LA VIOLENCIA?

133

ella, en el sentido de que uno quiere evitarla corporalmente. Cuanto ms


se mira, ms se vuelve uno insensible, ms se protege uno. sta podra ser
una solucin, la mejor manera de salirse de la violencia. Por qu
lamentarse? Bastara con liberar la mxima violencia posible sobre las
pantallas, dejar a los nios jugar con vdeos que muestren crudamente el
horror. En el fondo, las imgenes ms terribles tendran una virtud ,
catrtica. Pero esta interpretacin es un poco simple: si la violencia proyectada es cada vez ms enloquecida, infinita, desenfrenada, es porque se
soporta cada vez menos la que nos rodea. De ah esa voluntad de encerrarla en la pantalla: se busca apresar la violencia para mejor desembarazarse de ella. Contina reinando la ilusin de que uno puede liberarse.
La utopa de la violencia proyectada hacia afuera es el reverso de la utopa
del retorno a la aldea. Es lgico: tanto en un caso como en el otro, se
regresa al estado natural... a un estado natural bueno o malo. Hay que romper con esta naturalizacin de la violencia: lo que equivale a decir que la
violencia proyectada de manera abrumadora, esta violencia que insensibiliza, preserva ante todo de la experiencia de la violencia. A partir de
esto, el debate sobre las imgenes de la violencia conduce al que trata
sobre la experiencia de la violencia de la que somos capaces, sobre nuestra capacidad de intervenir en los conflictos y las rias y de no rehuir los
enfrentamientos. Para preservarse de la violencia, uno se desembaraza de
ella sobre las pantallas ... Qu pasa entonces? Por una parte la violencia
se vuelve ms enloquecida, ilimitada, imprecisa, indiferenciada, animal,
salvaje y, por otra parte, no queremos saber nada de ella. Es el destino de
nuestras sociedades, donde los individuos que ya no quieren <<morir por la
patria>> y ejercer la violencia sobre los dems, se protegen en su <<taller
audiovisual, para retomar la expresin de Paul Virilio, con drogas y
psicotrpicos, para preservarse de sus temores. Uno cree protegerse,
viviendo con una violencia escondida, soterrada, y arrellanndose de vez
en cuando ante las pantallas que liberan de toda violencia.
As el debate sobre la violencia de las imgenes puede circunscribirse
mejor, es posible abordarlo de manera diferente: la violencia de las imgenes puede remitir a una experiencia, a la experiencia de la violencia tal
como la sentimos y no a una nueva manera de desembarazarse
utpicamente de ella? Hay una diferencia evidente entre una violencia
desenfrenada que contribuye a la insensibilizacin y las imgenes que
remiten a la- experiencia de la violencia. Han renunciado las imgenes a
mostrar la experiencia, ha asesinado lo visual a la imagen en s,
prohibindole mostrar otra cosa? En todo caso, este desencadenamiento de violencia habla de nuestra falta de relacin con la violencia, de
nuestros miedos. Una pantalla nos separa de la violencia porque ya no

134

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

sabemos demasiado cmo manejarnos con ella. Cuando ya no se siente


como una experiencia, las pantallas hacen pantalla>> a una violencia
difusa que contradice la hiptesis de una pacificacin de los cuerpos y de
los espritus. Se est lejos de la polmica que limita la cuestin de la experiencia de la violencia a los individuos que imitan lo que ven, a la influencia nefasta de las imgenes de la violencia. La violencia que se esconde
detrs de la pantalla, la que ya no remite a una representacin de la
experiencia violenta, no dice mucho sobre nuestros temores y nuestro
deseo de encerrarlos en la pantalla.
Estamos ante un crculo vicioso que duplica el primer crculo de la
violencia: cuanto ms fuerte es la violencia, cuanto ms natural y no construida, ms da lugar a un espectculo que el individuo contempla con
indiferencia. La violencia ms dura es paradjicamente la ms indolora:
deja insensible al espectador. Mientras que la violencia se muestra
enloquecida en las pantallas, el espectador cree equivocadamente que ha
logrado erradicarla por s mismo.
Cmo comprender este extrao dispositivo? Cuanto ms crudamente
violenta aparece la violencia (y las imgenes lo prueban) ms se protege
el individuo mantenindola a distancia de s mismo, insensibilizndose, es
decir, rechazando la experiencia de la violencia y sobre todo la propia. La
leccin de Kubrick no ha sido escuchada: lejos de incitar a los individuos
a escrutar su propia mirada, lejos de hacer concertar el contenido de las
imgenes con la experiencia misma de la violencia (y por tanto con la
relacin mantenida con la violencia de las imgenes), el cine de la
violencia natural, que exhibe violentos <<natos, remite al espectador a la
ilusin de que no puede, l mismo, ser sujeto de la violencia. Nos pareca
que la violencia tormentosa que se impone desde hace algunos aos en las
pantallas significaba un distanciamiento imposible, y cabe, por el contrario, preguntarse si el espectador no asla de esta manera una violencia que
corresponde al estado natural que lo rodea. Pero entonces hay que sacar
todas las conclusiones: la violencia, una vez convertida literalmente en un
espectculo, parece que concierne excepcionalmente a los locos, a los asesinos natos, y que no somos ya ms que espectadores insensibles. Sin
embargo, esta insensibilizacin ante la violencia va acompaada de la
comprobacin de una violencia exterior cada vez ms insoportable y de
una introyeccin de la violencia que se esconde tras la mscara insensible
del espectador. Cuanto ms veo esta violencia turbulenta menos
excepcional me parece (pues es natural) y creo que no se puede detener.
Por lo tanto, ms necesito protegerme. Esta interpretacin no significa legitimar el segundo cine de la violencia; invita a comprender lo que pasa
bajo las apariencias de la indolencia y de la insensibilizacin. La violencia,

CMO TRATAR LA VIOLENCIA?

135

la guerra civil generalizada, es tan fuerte que ya no puede remitir a una


experiencia, que se confunde con un estado natural al que uno no puede
sustraerse ms que cortando con l, encerrndose en el taller audiovisual
que ha reemplazado a la petite salle en noir, bella frmula de Andr
Breton para designar la sala de cine donde, durante mucho tiempo, los
nios aprendieron a soar con las imgenes. Mientras que la imagen ya no
muestra, o cada vez menos, la experiencia de la violencia, el individuo
busca descargarse de ella. En suma, cuando ms pesada es la carga, ms
reside la respuesta en la fuerte capacidad de descarga que est en el origen
de la doble tendencia a la insensibilizacin y a la exteriorizacin radical
de la violencia. <<Pregunta -se interroga Thierry Jousse-: existe todava
catarsis en nuestra relacin con las imgenes? Sin duda, perO' en Asesinos
natos no tiene el mismo estatuto que antes. Es la proliferacin y la velocidad de las imgenes ms que su contenido lo que aqu es liberador [... ].Es
como si el filme consumiera nuestra agresividad y saliramos, como en los
viejos tiempos, pero de una manera muy diferente, purgados de nuestras
pasiones oscuras, menos a la manera de una tragedia griega que a la de una
ceremonia mgica que hara despertar a nuestros demonios interiores y los
expulsara trabajando directamente sobre nuestra energa vital.43
Mientras que la violencia era clsicamente una experiencia, incluso un
ritual, que pona en relacin (destinada a ponerle un fin) a individuos o
grupos, la postura contempornea del espectador consiste en desembarazarse de esta experiencia de la violencia descargndola ciegamente en
un gran basurero: contempla el espectculo de la violencia que gira sobre s
misma creyendo as protegerse de ella mientras se deja devorar lentamente.
La violencia acompaa aqu a la captacin de la agresividad consumida por
las imgenes: la violencia en estado natural que se exhibe en las pantallas
es mseparable de un mundo donde el enfrentamiento con la violencia (la
propia, la de los dems) produce cada vez ms miedo (la carga es cada vez
ms pesada). La ficcin muestra lo que se cree que es la violencia del
mundo, un mundo exterior, mientras que la no violencia del espectador, su
insensibilizacin creciente testimonia una ltima ilusin: la que consiste en
creer que hay una violencia total, la de los dems, y que estarnos protegidos
de ella. Da que pensar que el mundo oscile entre las veleidades de erradicar
la violencia, un sueo de no violencia, y el espectculo de la violencia turbulenta: en efecto, la violencia se manifiesta por su supuesta ausencia o por
su aumento de potencia hasta una intensidad enloquecida. El segundo cine
de la violencia deja ms indefenso que nunca: ms se amontona la violencia
en las pantallas, ms cree el sujeto poder esquivarla. Una manera de decir
que es cada vez ms peligroso convertirse en sujeto.
43. En Antoine de Baecque y Thierry Jousse, Le Retour du cinma, op. cit.

136

RECICLAJES DE LA VIOLENCIA

La fbula de Forrest Gump


La fbula de Forrest Gump, de Robert Zemeckis, fue uua manera de
escribir este argumento a la inversa: el personaje de Forrest Gump, un
idiota que sufra maldades, vejaciones, violencias y desprecios, sin darse
demasiada cuenta, es el que sale mejor parado." La insensibilidad a la
violencia del ambiente, recurso de la idiotez, lo preserva de la violencia
y slo es sensible al amor que le da la fuerza para salir adelante, para
correr ms rpido que nadie. Aunque la violencia resurge en el destino
de quien termin por convertirse en su mujer ~padece sida-, Forrest
Gump intenta probar que se puede atravesar la jungla y la violencia contemporneas sin ser su vctima. Pero esta singular inversin descansa en
un malentendido: si Forrest Gump es el anti asesino nato por excelencia, no por eso es menos un idiota, un no violento natural. No hemos
abandonado el estado natural: Forrest Gump es el doble de Mickey y
Mallory, los dos hroes de Asesinos natos. Pero no lo sabe, o ms an no
lo quiere saber. No es sensible ms que al amor, insensible a una violencia que no existe para l. Al menos en apariencia, pues Forrest Gump es
nuestro contemporneo: ese hombre de las democracias que, socializado en el rechazo y el disgusto ante toda violencia, es un ser que vive en
el terror del acto violento. 45
As, la espiral de la violencia queda tal vez provisionalmente
cerrada: primero, la sobrecarga del espectculo de la violencia es una
manera de alejarla, como si el rechazo o el temor que pueda tenrsele
dieran lugar a una adoracin salvaje que se traduce en una permanente
traduccin en imgenes; segundo, la obsesin del paso a la accin que
muestran los psicpatas de la pantalla traduce el terror que produce la
violencia cuando est en todas y en ninguna parte, semejante a un pulpo
invisible; tercero, la violencia de la pantalla, lejos de ser una ficcin,
corresponde a un dispositivo de la violencia que no puede sino alimentar otros miedos y generar as una ilusin que consiste en creer que uno
puede desembarazarse de la violencia devorando historias, que se finge
creer que no nos conciernen. Corno si el mundo estuviera finalmente
protegido contra el mal. Como si el mal slo tuviera lugar en la pantalla.
Increble locura!

44. En un registro totalmente diferente, el personaje de Augustin en el filme de Anne


Fontaine muestra que aquel que se hace pasar por un imbcil se maneja mejor que los
dems en el plano del xito. Es uno de Jos ptincipales recursos de lo cmico.
45. Jean-Marie Lacrosse, artculo citado.

Conclusin

[La cuestin de la imagen remite a la del] control de la violencia


en el sentido de que, en la especie dotada de la palabra, el estupor de
vivir la ausencia, el retiro de la cosa y la presencia de la cosa en la
ausencia -la imagen es precisamente ausencia de la cosa-, es decir,
de vivir la representacin y el lenguaje, hace de esta cuestin el
centro de todo: del poder, de nuestra relacin con el mundo y sobre
todo de la relacin consigo mismo.
Pierre Legendre

Este libro ha estado atravesado por dos preguntas que merecen que
uno se detenga una ltima vez en ellas a modo de conclusin. Por una
parte, se puede seguir creyendo que nuestro mundo democrtico absorbe progresivamente sus violencias y que los males de la violencia tan
slo afectan a las sociedades no occidentales? A este primer interrogante
se agrega un segundo: qu ocurre con la recepcin del espectculo de
la violencia visual? El espectador que devora indefinidamente los torbellinos de violencia, no ha encontrado as una manera de protegers
la violencia reinante, de esa violencia qne parece siempre la de los o

138

VIOLENCIA Y CINE CONTEMPORNEO

porque no se quiere saber nada de la propia? Se ve tanto ms en el exterior, en las pantallas, cuanto uno se imagina protegido, es decir, invulnerable. De ah estas preguntas: no remite esta insensibilizacin a la
antigua catarsis, y no muestra que el sujeto evita cada vez ms la experiencia de la mirada, a riesgo de no ser ms que un receptculo? Convertirse en un receptculo: se sera el precio de una invulnerabilidad ilusoria.
Pero regresemos a la primera discusin, la que trata de la pacificacin de
las sociedades democrticas.

Un mundo en vas de pacificacin?


Si se tiene la tendencia a considerar la cuestin de la violencia de las
imgenes como un asunto de los dems, de algunos manipuladores o de
ciertos alienados, no es sin una razn profunda. A los hombres de las democracias les gusta creer que su mundo est en vas de pacificacin y
'!ue all las violencias se estn absorbiendo lenta pero progresivamente.
Estas aparecen entonces como cuestin de algunos individuos peligrosos, de enfermos potencialmente criminales, incluso de sectores de la
poblacin insuficientemente aculturados o asimilados. Para un demcrata, no existe la menor duda de que la violencia est en vas de <<relegacin y que se conseguir ponerle lmite o controlarla. De hecho, las
violencias conflictivas han dejado progresivamente paso a diversas formas de regulacin social y poltica destinadas a aplacarlas. Hay en esto
una leyenda seductora, un cuento de hadas democrtico -<<Todo lo que
termina bien est bien>>- que los socilogos o los demgrafos han hecho
creble y comparten.
El historiador de origen alemn Norbert Elias ha resumido, a propsito de la evolucin del curso de la violencia, la <<dinmica de Occidente: en efecto, ha subrayado que se asista a un movimiento de largo
curso, que preceda incluso a las democracias igualitarias, de reduccin
de la violencia. Segn el historiador de las mentalidades, la violencia ha
sido doblemente canalizada: en el plano del cuerpo colectivo tanto como
en el del cuerpo individual.
Qu absorcin de la violencia?

Por un lado nuestras sociedades han imaginado instituciones desti''' ;, nadas a controlar las violencias colectivas, sociales, polticas, y a canali~
',zarlas hacia el juego y el espectculo. Y, por otra, han permitido a los
individuos interiorizar normas y prohibiciones. Dominio psquico de la

CONCLUSIN

139

violencia individual, control institucional de la violencia colectiva: asistimos a un doble proceso de debilitamiento <<aparente>> de la violencia.
Pero no es ms que apariencia, como acabamos de decir. En efecto, nada
permite pasar de la comprobacin histrica de un control de la violencia
a la afirmacin de su desaparicin. Si el argumento anterior presentarazones convincentes, tambin da a entender a la ligera que nuestras sociedades son cada vez menos violentas y no distingue claramente la violencia visible de la que no lo es, la violencia exterior de la que hace
estragos en el interior. De qu violencias se habla cuando se declara que
la>> violencia se absorbe?
De hecho, este argumento presenta un triple defecto. En principio, no
ayuda a comprender cmo ha sido posible que el apaciguamiento de las
violencias civiles y personales haya ido acompaado de la emergencia
del totalitarismo y de explosiones blicas particularmente terribles, sin
siguiera lograr encauzarlos. Fueron momentos excepcionales las barbaries totalitarias del siglo XX? Fue todo el siglo XX un largo parntesis
que preparaba la llegada definitiva de la democracia, como invita a
pensar Jean Baechler?" Aunque es indiscutible que se ha producido una
disminucin de la violencia blica entre los Estados y una reabsorcin de
la violencia fsica entre los individuos, sin embargo conviene examinar
con otras lentes la dinmica de Occidente.
Adems, esta tesis se ocupa insuficientemente de las caractersticas
de la violencia interiorizada -la que penetra en el interior de los individuos hasta enajenarles la cabeza y despedazarles el cuerpo- en sociedades profundamente marcadas por el estigma del individualismo. A la
tendencia de ampliar los territorios de la libertad personal, de extender
su autonoma, responde la ilusin de cerrarse sobre s mismo como una
concha vaca, de inventarse un mundo propio, un mundo sin otros. El
sueo del individuo es vivir por y en s mismo: no sin ejercer una formidable presin sobre (y contra) s mismo, cree poder liberarse del peso
del mundo exterior, pero por esa misma actitud se vaca l mismo, se
lica corporalmente. La dependencia de la droga prueba hasta qu punto
puede el individuo satisfacerse con la ilusin de una realizacin personal
ejerciendo sobre s mismo, cuerpo y alma conjuntamente, una violencia
opresiva. El individualismo democrtico tiene un doble rostro, el de un
individuo feliz y consciente de sus derechos, y el de un individuo que se
impone sufrimientos y dependencias.
El lugar comn que subraya la reduccin de las violencias presenta
un tercer problema: el de ignorar el nuevo curso de la violencia que ac46 Jean Baechler, La Grande Parenthi!se, Pars, Calmann-Lvy, 1993.

140

VIOLENCIA Y CINE CONTEMPORNEO

ta dentro de la sociedad. Y no es en un momento cualquiera: al final


de los <.::gloriosos treinta aos desde el punto de vista econmico. Las
cifras demuestran fehacientemente un aumento de la sensacin de
inseguridad. As, se observa un crecimiento cuantitativo de las violenchis y los desmanes a mediados de los aos setenta, un fenmeno que
favorece la sensacin de inseguridad que da lugar a un imaginario de la
vic_:_tifllizacin del que se _ nutren las imgenes de ___ y~ql~_p.cia.
Parale:lmente a este giro histrico se -asiste a un aumento de la penalizacin que relega la violencia intratable a las prisiones y que afecta
naturalmente a la gestin <<interior>> de crmenes y delitos. En el plano
interior, todos los estudios relativos a los pases europeos y a los
Estados Unidos muestran que la prisin se ha convertido en la
depositaria de violencias cada vez menos soportables por una sociedad
donde el movimiento de fragmentacin y de <<desafiliacim> se impone
al de integracin social. En el plano de la evolucin jurdica se asiste a
una inflacin de la penalizacin, tras la cual <<Se perfila el espectro de
la guerra de todos contra todos. 47

Semilleros de violencia

141

CONCLUSIN

Insensibilizacin y catarsis
Constatar que nos encontramos ante una nueva economa de las
imgenes de la violencia autoriza a hablar de una insensibilizacin y
a ver en ello una variante totalmente contempornea de la catarsis? Hoy
en da se oponenj()s_.,S.<c':!ela~d!__::tl:Jer: la primera reprocha alespectculo de lavioienciaque favorece la entrada en accin de ciertos individuos y q11e ~CoStu!11bra la l"'n~ibidad
pblico la violencia; la
segunda reconoce a la cascada de imgenes violentas una virtud casi
catrtica, una jJroteccincontra lospropi()s demonios." Desd~esta ptica,--eTfeJ;~~n~ de inser{s-i~iiiZacOll descrito ms iiiTiba vendra a confirmar esta segunda tesis: en suma, la insensibilizacin se corresponde
con una actualizacin de la catarsis, concepto inaugurado porAstteles
en su Potica.
Pero si uno acude al propio texto aristotlico -que ha sido objeto
recientemente de numerosas relecturas y traducciones~, nada parece
menos seguro. La insensibilidad contempornea a las imgenes violentas traduce una relacin con el espectculo de la violencia de la que
es difcil sacar hoy todas sus consecuencias en tanto estn fuertemente
vinculadas a las nuevas formas adoptadas por la violencia.

ctel

Estos diversos cambios de tendencia desembocan en un ltimo fenmeno. ste, el ms terrible, reside en la inversin completa de nuestras
representaciones de la violencia: tradicionalmente, el estado natural, indisociable del escenario de la guerra, caracterizaba las relaciones interestatales mientras que se consideraba que la paz civil reinaba en el seno de
los Estados. Esto ya no funciona en un mundo donde la paz tiene que ver
con la internacionalizacin y la guerra con las luchas intestinas. Al ver
cmo la ciudad es la presa de la violencia, desde Beirut a Sarajevo y
Grozny, vctima del <mrbicida>>, se comprende que la guerra hoy en da se
presenta menos como una guerra visible entre Estados y ligada a un campo de batalla que como una guerra intestina, interior, invisible, una guerra marcada por las prcticas terroristas y mafiosas, una guerra orquestada por milicas, bandas y pandillas. Pero esas <<guerras cada vez ms virtuales y esas <<masacres cada vez ms y ms reales 48 reaparecen en las
imgenes contemporneas de la violencia hasta el punto de que no es absurdo hablar de una nueva economa de las imgenes de la violencia.
47. Antone Garapon y Dens Salas, La Rpublique pnalise, Pars, Hachette, 1996.
48. Vase el captulo titulado Guerres virtuelles et massacres rels, en Ghassan
Salam, Appels d'empire. Ingrences et resistances a l'ge de la mondialisation, Pars,
Fayard, 1996.

La tragedia es una representacin [... ] que, por la puesta en escena


de la piedad (eleos) y del temor (jobos), opera la depuracin (katharsis)
de este gnero de emociones. 50

Esta afirmacin se apoya en dos premisas: la de unacdepuracin y la


de un ejercicio de la mirada; porque cuenta con que el espectculo pre:__ 49>Vase Catherine Humblot, ~<Violence a l'ecran, histoire d'un serpent de men~, en
Le Monde, 28-29-de- abril de 1996. En esta investigacin, C. Humblot cita a la psicloga
Sylvie Mansour quien, sugiriendo una comparacin con los traumas de guerra, yuxtapone
las dos hiptesis (catarsis o influencia directa). ~~No se puede -afinna- sacar una conclusin lineal. No se sabe nunca cmo conseguir salir adelante un nio. Los programas violentos estn cruzados por muchos factores y los efectos son muy diferentes. La gente se
queda un poco decepcionada cuando se le dice esto. Pero en el terreno de las ciencias humanas las cosas nunca son automticas. En esos trabajos, M:rrcel Frydman . (Tlvision
et violence: hilan et rponses aux questions des educateurs ep~;en: ditio~~ mdicales
et paramdicales de Charleori, 1993) demuestra, lo que refuerza la tesis de la insenJ
sibilizacin, que cuanto ms sufre un nio las imgenes de la televisin, ms tiende a<~
debilitarse progresivamente el efecto violento de las imgenes y los riesgos de pasar a la J
1
accin (si se excepta a los nios inclinados ya a la agresividad).
50. Extracto de las notas de traduccin redactadas por Roselyne Dupont-Roc y Jean
Lallot, en Aristteles, La Potique, Seuil, 1980, pg. 190. Tambin se puede consultar el
comentario propuesto por Paul Ricoeur en Temps et rcit, tomo 1, Seuil.

142

VIOLENCIA Y CINE CONTEMPORNEO

sentado permita al espectador ejercer una mirada. <<Si la tragedia puede


"depurar'" las emociones que despierta en el espectador y darle as placer
y no tristeza, es en tanto ofrece a la mirada los propios objetos
depurados.>> El modelo de esta alquimia mimtica ha sido descrito en el
captulo 4 (48 b 10 y sigs.) de la Potica. <<Sentimos placer al mirar las
imgenes ms cuidadas de las cosas cuya visin nos es dolorosa en la
realidad. La sustitucin de la pena por el placer se basa en una transfor'
macin de la mirada que permite el trabajo mimtico de depuracin de la
forma: de la simple visin de las propias cosas -dolorosa cuando el
espectculo es repulsivo-, se pasa, frente al producto de la mimesis, a
una mirada acompaada de comprensin y, por lo tanto, de placer. La
catarsis trgica es el resultado de un proceso anlogo: puesto en presencia de una historia (muthos) donde reconoce las formas sabiamente elaboradas por el poeta, que definen la esencia de lo lamentable y lo temible, el espectador siente por s mismo la piedad y el terror, pero bajo
una forma quintaesenciada, y la emocin depurada que lo atrapa entonces, y que calificaremos de esttica, se acompaa de placer. 51
Si se acepta esta interpretacin segn la cual la catarsis no es otra
cosa que el efecto "hednico" de la propia operacin mimtica>> y que
no concierne slo a la tragedia, constatamos que en las imgenes contemporneas de la violencia no se da dicha catarsis. En principio, raramente transforman el temor o la piedad (hacia la vctima) en placer,
generan un temor indiferenciado que no permite tomar la distancia adecuada para favorecer la depuracin. Y con razn: la violencia de las imgenes contemporneas sale con mayor frecuencia de los senderos trazados del muthos (relato) y no busca ofrecer a la mirada del espectador
objetos que estn a su vez depurados. La insensibilidad contempornea
-indisociable, pienso, de las metamorfosis de la propia violencia histrica- participa de un doble f!:acas()de la catarsis: fracaso de una mirad;
confundida por una violencia difusa y inbigua, fracaso de una <<confi- ;
guracin>> de la violencia a travs de un relato susceptible de depurarla. )
Un filme como Saje (Todd Haynes, 1995) -que cuenta los temores de
una yuppie californiana sbitamente atacada por una extraa enfermedad del medio ambiente- traduce bien esta situacin en la que la violencia exterior se percibe como capaz de agredir permanente y naturalmente
a un individuo que no ha sabido prevenirse. El fracaso de la catarsis no
puede sino desembocar en una insensibilizacin que no transforma la
violencia sino que -~~---~-sfuex~a. :p()_r__ <u~~J::rrla. sobreconsumindola. Como
afirma Pierre Legendre: <<Ahogt;,onos eitimces a base de rellenar.

CONCLUSIN

Despus de todo, es una forma de gobernar las masas, que se relaciona


con el miedo humano: evitar la angustia de la separacin, colmar la distancia ~trela palabra y ia cosa, anular la distancia impuesta por el espejo. Entonces, se rellerr"a, se atiborra, se promueve la saturacin. 52
Hablar de catarsis (o a la inversa, de su ausencia) es entonces bastante discutible: las imgenes de la violencia contempornea no tienen
especialmente una virtud catrtica, son el espectculo de un doble contexto psquico e histrico (somos rehenes de la propia violencia tanto
como de la que alimenta la historia) sobre el cual ya no tenemos la menor influencia y del que buscamos enfermizamente salirnos mirndolo
<<de lejos>>, insensibilizndonos cuando todava es posible en la ficcin.
Las imgenes de la violencia estn como expuestas en un laboratorio
cinematogrfico donde desfilan hasta el infinito, como si pusieran en
escena un mundo ajeno, nuestro mundo, ese mundo con el cual quisiramos no tener nada que ver. Ver la violenci:3: para separarse mejor de
ella no significaconvertirla: esta actitud no se corresponde con la de la
at,:;;;,;;e~~. en s misma, inseparable de la experiencia de una mirada
que acepta ser sometida a la prueba por el espectculo al que asiste. Aqu
se est en la violencia pero fuera del espectculo, del juego. La insensibilidad no se corresponde con una depuracin del terror producida por
la violencia de las imgenes, es la invencin de un sujeto ausente, en
suspenso>>, al abrigo de su propia violencia y de la del mundo, es la produccin de un sujeto que contempla una violencia imaginada en un laboratorio, una violencia in vitro que no le concierne, de un sujeto que se
desprende de un mundo al que tiene demasiado miedo. En suma, de un
sujeto que ya no es un sujeto.
Algunos pueden dudar de esto y hablar simultneamente de <<nueva
biosfera de las imgenes y de nueva catarSis>~< analizando los nuevos
filmes de violencia (Stone y Tarantino a la cabeza) y reconociendo en
<<el estatuto de la imagen algo de incierto, algo que no tiene ms que una
lejana relacin con el registro, con el realismo, incluso con el efecto de
realidad>>,"Thierry Jousse piensa que hay en esto un signo de transgresin en relacin a la mirada tranquila de la norma, el testimonio de
una sensorialidad que nos obliga a ir ms lejos y a no cerrar los ojos
para no enfrentarse a la violencia de la que el cine es portador>>. Segn
l se asiste a una manera indita de recibir las imgenes, a la puesta a
p;ueba de nuestra percepcin. Para que haya una nueva catarsis, hay
que atacar a la mirada todava demasiado moderada y moralista, <<hay que
52. Entrevista con P. Legendre en Qantara, no. 15, abril-mayo-junio de 1995.

51. Roselyne Dupont-Roc y Jean Lallot, notas de traduccin de La Potique, op. cit.

143

53. En Le Retour du cinma, op. cit., pgs. 63-66.

144

VIOLENCIA Y CINE CONTEMPORNEO

mostrar y ver hasta en el horror y la crueldad>>. Lo que sin embargo desmiente el argumento de una insensibilidad ajena a toda moral de la mirada porque el sujeto est <<separado>> de lo que mira. Sin mirada no hay
sujetQ y menos alln.catarsis.
---------- -~
La sensorialidad de la <<nueva biosfera de las imgenes>> invita, sin
embargo, a considerar un ltimo escenario posible para las imgenes. Un
filme como Crash (Crash, David Cronenberg, 1995) refleja una actividad incansable de la mirada y la capacidad de inventar situaciones de las
que el individuo puede sacar placer, empezando por aquellas en las que
intervienen simultneamente el sexo y la muerte. Se encuentran entonces, a priori, ciertos elementos de la catarsis (el ejercicio de la mirada,
el placer) en ese cine cuyo inters es <<provocar>> la mirada hasta el punto
de que ya no hay mayor placer para los personajes de Crash que contemplarse en una pantalla de vdeo sufriendo violencias accidentales y conociendo los peores dolores <<por placen>. El espectador es aqu un cmplice, un productor de imgenes <<deseosas>> y de fantasmas que se cargan
de violenc{Ciertamente, se est lejos de la catarsis, de la depuracin,
pero algunos ven en este cine una manifestacin de inventiva y la posibilidad de recrear una mirada por otra parte en extinci~1 En suma, la
leccin de Kubrick habra sido escuchada. Por mi parte, temo que estas
imgenes activistas, que esta intensificacin proclamada de la mirada,
en suma, que esta hipersensibilizaci!' ""la.cQntrapartidade_UJ1aii1s~n
sibilizacin a la violencia msgener~l. Cuando se proyecta la violencia
Tei~s de S ntlt~indse casi biolgicamente con esto, no queda otra
eleccin que hacerse dao, el mayor dao posible, para desear, gozar,
pero tambin, ms simplemente, para recordar que existe an un mundo
en el prisma de esos cuerpos que se proyectan en las imgenes.
Aunque estos debates son difciles, para m no hay ninguna duda de
que la nueva econona de las imgenes (sa que no se satisface con el
discurso hbilmente transgresor que concierne a la nueva sensorialidad>>) nos hace entrar en una era indita, la que corresponde al <<estado
natural descrito en detalle en nuestro primer captulo. Una era indita,
un estado natural del que hay que dibujar y comprender las configuraciones tanto en sentido propio como figurado, en lo real tanto como en
la ficcin.
Un <<estado desnaturalizado>>, una violencia proliferante que hace
surgir la figura del mal frente a la cual nuestras sociedades son incapaces
de replicar, de aportar una respuesta, salvo la de su erradicacin o de su
olvido. Podemos entonces sorprendernos? En la mayora de los filmes
citados, y no slo en los norteamericanos, en los que el imaginario puritano no est jams ausente, el mal y la violencia se expresan a travs de

CONCLUSIN

145

temas religiosos, generalmente bblicos, como el perdn, el Apocalipsis,


el pecado, etctera. Es como si la violencia pusiera al da un lenguaje
religioso en el que la figura de un Dios vengador es la ms fuerte y donde se vivira en un mundo de sangre y en la perspectiva de la muerte de
los dems que deben ceder el lugar. La democracia moderna tiene miedo de un mal que la obsesiona tanto que lo evoca en las pantallas recurriendo a expresiones religiosas de la venganza. Es que el mal que asola
los cuerpos y los espritus slo puede ser ignorado a riesgo de que resurja ms intensamente como un explosivo o escenificado por medio de
formas que adoptan las de una religin de la venganza? Es que no hay
otro destino para el mal que el silencio que lo rodea tan a menudo en
las democracias, o la religin de los pequeos y grandes dioses vengadores que reinan cuando el mal se exhibe en <<estado natural? Pero se
es otro debate.
Este paseo por las imgenes no tena ms ambicin que llevar a reflexionar sobre las violencias contemporneas, las que devoran las pantallas para que uno pueda fingir mejor que las ignora. Si la controversia
sobre la violencia de las imgenes era pura y simplemente esttica, sera
fcil resolverla ... pero no es el caso; en estas pginas se trata del mal que
acarrea la historia y de la violencia que golpea en nuestras cabezas.
<<Contrariamente a Jo que ha dicho Valry -escribe Le Clezio en
Ailleurs- la sociedad occidental ignora por completo que es mortal. N o
quiere pensar en su muerte. Y, justamente, a causa de este miedo, corre
el riesgo de desaparecer sin dejar huella.>> Le Clezio no se equivoca, no
se quiere pensar en la muerte en nuestras latitudes. Pero se equivoca al
afirmar que no se dejarn huellas; proliferan, en efecto, las pelculas de
todos los gneros que muestran nuestra obsesin por una muerte invivible. se es el sentido de nuestra demanda de violencia: <<Mustrenme
esa violencia que no quiero para m! Mustrenme todos esos muertos en
serie para hacerme olvidar que somos todos mortales condenados a lidiar
con la violencia!.

ANExo 1

LA CIUDAD TOMADA COMO REHN:


LOS CINES DE BEIRUT

A Mohammed Kharr-Eddine

A la violencia de los modernos responde la de los antiguos, a la agresin urbana, la de la tribu o la de la etnia donde la sangre simboliza los
orgenes. No logramos acabar con la violencia, tanto la nuestra como la
de ayer, Pero a los guiones en los que algunos plantean un alejamiento
geogrfico imposible, una fuga fuera del infierno urbano, responden
aquellos que se entierran en los subsuelos de la guerra urbana. Bien se
abandona la ciudad para retornar a la aldea y recuperar la tierra de la
tribu, bien uno se esconde, se encierra, desciende a las cavernas y subterrneos de la historia, a los nichos de la ciudad: un movimiento que, si
bien acompaa el descenso a los infiernos de la cada libre, traduce la
voluntad de ponerse al abrigo. Lo que domina es un deseo de reclusin
<<a perpetuidad>> en los alvolos, en los lugares abrigados donde uno se
protege de los dems, pero desde donde tambin se puede atacar, matar
sin ser visto. A los guiones de la cada y de la separacin, se suman entonces los que privilegian la figura de los subterrneos, perdindose menos en los laberintos de la ciudad que escondindose en los subsuelos.

!50

ANEXO 1 1 LA CIUDAD TOMADA COMO REHN: LOS CINES DE BEIRUT

Si las imgenes de la guerra urbana hacen la fortuna de los productores, no por eso son menos variadas: habitualmente muestran en la pequea pantalla a asesinos que quieren apoderarse de la ciudad para saquearla,
para llevarla a la muerte. Estos profesionales de la destruccin urbana
toman la ciudad desde afuera y practican un arte militar muy antiguo, el
del urbicida. A estos asesinos que atacan desde el exterior responden, cada vez con ms frecuencia en la pantalla grande, aquellos que se
esconden en el interior para hacerla explotar mejor. Se filma la ciudad
desde las alturas o desde abajo. La ciudad de Beirut, en el centro de una
guerra de la que es smbolo, ha suscitado cantidad de filmes y cantidad
de imgenes: escrutarlas resulta interesante porque a la imagen del captor, del occidental que quiere tomar la ciudad desde lo alto, responde la
imagen de aquel que quiere combatir en el interior de la ciudad. Cruzando
los dos mundos: el occidental (el que quiere tomar la ciudad) y el oriental (el que no quiere dejarse atrapar), el cine de Beirut anunciaba la produccin cinematogrfica contempornea, aquella en la que la violencia se
hunde en los subsuelos para aterrorizar mejor a la ciudad (Lon, de
Bes son, por ejemplo), aquella que genera esas nuevas imgenes que han
sido objeto de este libro. Hay adems en este cine un tema que no deja de
recordar a Guerreros de antao: se intenta escapar de la ciudad, de la violencia que se abate sobre ella desde las alturas o de la que circula, felina
e invisible, por los subsuelos. Y el que quiere dejar la ciudad se va al desierto al igual que otros regresaban a la tierra tribal. Para bien o para mal.
Aunque el cine de Beirut se presente en una primera aproximacin
como una gama abigarrada de gneros e imgenes, el argumento que desarrolla es una variacin especfica de dos temas: el del cuerpo <<cautivado del extranjero que cree apoderarse de la ciudad, pero tambin el
del cuerpo del extranjero que se pierde antes de ser <<capturado por la
ciudad. De la exaltacin al rapto ... Al mismo tiempo que la ciudad desaparece bajo la mirada depredadora del extranjero, ste va desapareciendo progresivamente en la ciudad. Dos variantes de la desaparicin. El
argumento de Beirut se confunde con este tema. 54
Sin darse cuenta, todos estos guiones, por poco elaborados que estn,
escriben una historia de la ciudad, una extraa historia que cuenta a travs de la ficcin, bastante antes del desencadenamiento de la guerra en
1975, el destino de una ciudad que hace desaparecer tanto ms rpidamente el cuerpo del extranjero por cuanto ella es su rehn imaginaria.
54. Para redactar esta secuencia he visto en vdeo secuencias de los filmes citados.
Lejos de ser un estudio de los cines de Beirut he intentado mostrar Beirut, darle un poco de cuerpo a pesar de los ~<escenarios de la desaparicin puestos en escena por las
imgenes.

LOS CINES DE BEIRUT

151

Entre los dos tiempos del argumento, entre aquel en que el cuerpo de la
ciudad se ofrece a la mirada, desde lo alto, desde muy alto, desde demasiado alto, y aquel en que el cuerpo del extranjero desaparece en el fondo, abajo, demasiado abajo, cayendo en los agujeros cavados por los
obuses, en los socavones de una ciudad donde fracasa la mirada, Y se
pierde tras una cortina de humo, entre estos dos tiempos no hay mediacin posible, no hay entonces ni historia ni cuerpos de beirutinos.
El cuerpo beirutino no se deja ver, permanece secreto, invisible. Los
argumentos de Beirut son tanto ms pesados, incluso groseros, por cuanto exponen la imposibilidad de la ciudad de contar sus historias. Beirut
la paradjica, una ciudad sin historias, un ciudad sin imgenes. Pero stas se presentarn, mucho ms tarde, bajo la forma de fotografas de una
ciudad muerta, vctima de su historia. Como fragmentos de ruinas -la
obsesiva plaza de los Caones- que son tal vez el testimonio de un
tiempo muerto ms que de un parntesis histrico. De la imagen cinematogrfica a la fotografa de las ruinas, el <<cine de Beirut>> slo ha podido
durar cierto tiempo." El tiempo que precede a su hipottica reconstruccin arquitectnica. 56
Primer fragmento de un argumento fragmentado: la llegada del extranjero que es precedida por un tiempo <<areo>> de suspensin. Deja ver
las imgenes que el extranjero (del oficial al croupier de casino, del arquelogo al detective) se hace de Beirut. Una ciudad con la que se suea
tanto ms por cuanto se la imagina como un cuerpo ablico y lascivo,
dispuesta a todas las corrupciones y a sucumbir a la menor seduccin.
Ciudad con el cuerpo corrupto por el dinero, ciudad atrapada por el intercambio sexual y financiero. Segundo tiempo del argumento: el de una
zambullida en el espacio urbano. Esto da lugar a un desfile de imgenes
extremadamente rpidas que agitan las leyendas casi secretas, a falta de
ver las arterias y el cuerpo de la ciudad. Pero estos dos tiempos del argumento de la ciudad, contrapuestos hasta el punto de que no hay ninguna
relacin perceptible entre el tiempo de sobrevolar y la secuencia de la
zambullida, se expresan en imgenes que no tienen mucho que ver con
la ciudad de Beirut. Esta ciudad no se ve, no es visible, sea que se la so55. Vase en Beyrouth centre ville (Pars, d. du Cypres, 1992) las fotos de Gabriele
Basilico, Raymond Depardon, Fouad El-Khoury, Ren Burri, Josef Kou~elka y Robert
Frank. Vase tambin Beyrouth aller/retour, por Fouad E1-Khoury, Pars, Ed. des Cahiers
du cinma, 1984.
56. Sobre las ambigedades de la poltica de reconstruccin y el dominio sirio_sobre
la ciudad, vase el indispensable dossier de los Cahiers de l'Orient, 1993. E~cnto en
1988, este texto habla de una ciudad que an no haba salido de la guerra, una cmdad de
antes de la reconstruccin, una ciudad de antes de la pacificacin siria.

!52

ANEXO l 1 LA CIUDAD TOMADA COMO REHR LOS CINES DE BEIRUT

brevuele creyendo atraparla, apropirsela, sea que uno se sumerja en


sentido estricto en ella. Entre las imgenes areas, soleadas, como vaciadas por la intensidad de la luz, y las imgenes acuticas que viran al
negro del abogo, nada se ve de la ciudad ni de sus habitantes. Las imgenes no convierten entonces a Beirut en un fantasma, en un espectro?
Tal vez no, esas imgenes vacas, sin sustancia, descarnadas, despliegan
las fantasas y muestran involuntariamente el reverso del decorado.
Aun a riesgo de hacerla desaparecer tras un sudario de imgenes, se
habla tanto ms de la ciudad-tumba cuanto ms sitiada, despanzurrada,
dividida, desollada se encuentra. Y su cuerpo muerto exhibido ante el
mundo. El cine de Beirut no es siempre un cine de <<falsedades>>: muestra
involuntariamente el destino de una ciudad que justamente no se ha querido mostrar, que no tuvo derecho de Ciudad y no se ha beneficiado de
un derecho de imagen ni de una mirada. Hasta el punto de enloquecer y
de aparecer ante el mundo entero como el lugar monstruoso donde
comenz a explotar, en 1975, una <<bomba que ha desencadenado una
sucesin de cataclismos urbanos uno de cuyos futuros episodios ser
Sarajevo. Quien mire ms all de las imgenes ver aparecer un rostro
extrao, el del hombre elefante, el de una ciudad animal que no puede
decir quin es. Es por eso que uno se transforma, se disfraza y se
enmascara permanentemente en los filmes rodados en Beirut; de la
misma manera, la ciudad tradicionalmente se atraviesa. Beirut, una
ciudad, la Ciudad por donde se pasa: <<Beirut, puerta del Extremo
Oriente. Era el eslgan que acompaaba la creacin de una lnea
inaugurada en 1938, Pars-Beirut-Saign-Hanoi, que dio lugar a una
ceremonia en el aerdromo, segn cuentan los noticieros de la poca.
Beirut: cuestin de ir ms lejos y regresar. Pero quien pase por Beirut
corre el riesgo de desaparecer all.

El sobrevolar o la imagen suspendida

Cualquiera que sea el gnero del filme fabricado por la mirada occidental -desde los primeros documentales militares a los noticieros Gaumont o Path de los aos cincuenta y sesenta, el filme de factura orientalista o la pelcula de espionaje- hay siempre un comienzo en el cine de
Beirut. El origen espacial y geogrfico de la historia aparece en escena
con el objeto de resaltar la ruptura entre Beirut y su exterior. La imagen
muestra al <<extranjero en Beirut: se llega siempre de lejos, se viene de
ms all y jams de los suburbios, de las regiones prximas. 57 Beirut es
una ciudad que no tiene alrededores, es un lugar sin mediacin geogrfica. Ciudad sin mediaciones histricas ni geogrficas: una isla en el medio del desierto, ciudad fuera del tiempo.

La llegada desde fuera


Este comienzo beirutino es ya un mal presagio: aparentemente
nada puede empezar en Beirut, dentro de Beirut. Las primeras secuen57. En Garo (1965), un filme armenio sobre el ciclo de la violencia en suburbios que
no se parecen a ninguno.

----~

154

ANEXO 1 1 LA CIUDAD TOMADA COMO REHN: LOS CINES DE BEIRUT

cas raramente despliegan imgenes de Beirut, pero no se est jams en


Beirut. Beirut es vista inicialmente desde afuera, por va area; generalmente se llga fresco y dispuesto por va area, ms raramente se hace
por va martima como en chappement libre (1964) de Jean Becker, un
remake comercial de Al final de la escapada ( bout de souffle, 1959)
con los mismos actores (Belmondo y Jean Seberg). Ya no se accede por
el camino del desierto, como todava lo hacan los militares durante el
dominio francs: 58 en un cierto nmero de filmes de entreguerras, las
nubes de arena provocadas por la marcha pica y colonial de los <<soldados del desierto contrasta con la calma del viajero que llega en avin.
No se marcha hacia Beirut, uno se posa all, y con frecuencia se llega
desde arriba." Siempre hay un vaco -agujero de aire o desierto- que
precede la entrada a Beirut. N o hay que engaarse: ver al extranjero
tranquilamente sentado en el avin puede hacer creer que la llegada a
Beirut se hace en calma, y sin embargo los vnculos entre el adentro y el
afuera ya estn quebrados. Tocar el suelo beirutino exige una pantalla de
humo y el ruido de los reactores es mucho ms ensordecedor en tanto
cubre el silencio del desierto. Esta entrada en materia que toma menos
el aspecto de una penetracin violenta, de una conquista agresiva o de
una violacin que el de un lento aterrizaje, prepara ya para el doble cautiverio del argumento de la desaparicin. Se llega desde lo alto para tocar
el suelo: as comienza el movimiento de descenso hacia Beirut que
precede a la cada en Beirut. Cuando el argumento obliga al avin a
posarse en plena catstrofe sobre el aeropuerto internacional a causa
de sus averas, la secuencia policial puede, entonces, comenzar de inmediato. Como es el caso en 24 horas para matar (24 Hours to Kili, 1966),
donde un mozo encarnado por Mickey Rooney est implicado en un
caso de trfico de oro.

Imgenes de la posesin
Este primer momento del argumento, el de la suspensin, es
paradjicamente la ocasin para ver Beirut. Y ser la nica. Antes de aterrizar, de caer en Beirut, el extranjero contempla la ciudad sobrevolndola, lo que la hace mucho ms visible porque es desde lo alto desde
donde la mirada gozosa puede verdaderamente apropirsela y capturarla.
58. Vase la batalla en el desierto de la primera versin de La Chtitelaine du Liban,
de Espstein (1933).

59. La mayora de los filmes policiales (historias de espas, de estafadores ... )


comienzan con la secuencia de un avin que se dispone a aterrizar.

EL SOBREVOLAR O LA IMAGEN SUSPENDIDA

155

Aunque ilusorio, el <<tiempo de sobrevolar>> desempea un papel esencial: proporciona las nicas imgenes de la ciudad de las que habremos
de disfrutar. El ojo areo del extranjero mantiene la ciudad a distancia,
lo que la hace paradjicamente todava ms <<extranjera para el cuerpo
extranjero que cree ficticiamente capturarla en ese momento. No se ve
verdaderamente Beirut ms que desde lo alto y esta visin puede durar
mucho tiempo, desplegarse en el tiempo areo.
Si Beirut slo se muestra desde la vertical, la mirada ya est <<sesgada>>, pues no logra apoderarse de la ciudad en una sola mirada, en un golpe de vista de espectador, en un nico movimiento de cmara. Se ve
raramente Beirut en su totalidad, siempre por partes, de manera fragmentada, como una ciudadela perdida en el desierto y jams como una
ciudad. Esto es visible en los filmes militares o los documentales de
actualidad que presentan siempre a Beirut --de la cual Baalbek es la prolongacin <<espectacular, con sus templos y su pera al aire libre- corno
una sucesin de fortines o bastiones separados unos de otros. Las
imgenes estn ritmadas por una sucesin de movimientos circulares
que recuerdan el vuelo del ave rapaz que se acerca lentamente a su presa
antes de lanzarse sobre ella.
El afuera de la ciudad est siempre en lo alto. Y la mirada se invierte:
el cielo se abre sbitamente para descubrir la mquina voladora que se
acerca a la tierra para ocuparla. Simple punto en el cielo, el afuera no es
el signo de lo sagrado sino una carlinga de chatarra que transporta a
hombres que esperan mucho de Beirut. Demasiado.
Pero uno se engaa una vez ms y siempre con respecto a Beirut
porque no se sabe dnde se aterriza: el extranjero crea saber, s~ imaginaba que la ciudad exista para proveerle placeres. Mal presagio, las
imgenes se mueven lentamente, insinuando que son falsas. El extranjero no ha reconocido a SU ciudad, la ve mal y presiente que cae en
una ciudad extranjera que ya no se expondr en las imgenes y que
desaparecer a medida que trate de descubrirla y abrirla. La ciudad ya se
ha cerrado, se es el motivo por el cual la lenta penetracin en Beirut
anuncia una cada en Beirut que es la metfora de la Cada histrica de
la ciudad. El tiempo de suspensin -sobrevolando y acercndose- slo
ha postergado esa cada.
Beirut es, pues, vista desde el avin, desde muy alto, y siempre se la
ver desde un cielo increblemente azul y soleado, nn cielo que hace
creer que Beirut est a disposicin del que llega. Pero uno no se prepara
para entrar en Beirnt porque no hay vnculo entre nn adentro y un afuera.
Uno slo se acerca y no dejar de acercarse porque Beirut no existe para
el extranjero: la ciudad es un espejismo que va a desaparecer furtiva-

156

ANEXO 1 1 LA CIUDAD TOMADA COMO REHN: LOS CINES DE BEIRUT

mente. En estas condiciones, no hay frontera sino un paso obligado, un


compartimento donde los funcionarios aduaneros no controlan tanto los
pasaportes sino que, como pitonisas, anuncian que la ciudad tiene sus
trampas, sus espejismos y sus reglas. En Rbus (1986), el aduanero mira
al viajero a los ojos y le dice, como en una prediccin sibilina, que desde
ahora deber pasar por encima del amigo y del enemigo que se han matado uno a otro. Beirut no es la ciudad soada por el extranjero, sino otro
mundo, un mundo que ni comprender ni ver.
La frontera no es ni espacial ni geogrfica, es simblica. Y por lo
general, un beirutino annimo es quien anuncia al extranjero que acaba
de llegar a Beirut. De la misma manera que no hay transicin entre el
afuera y el adentro, no hay mediacin posible entre el amigo y el enemigo: es como decir que el cuerpo extranjero no reconocer ni a uno ni a
otro y que se equivocar siempre. No es por casualidad que sea el mensajero que da cuerpo a una ciudad que ya no existe en las imgenes,
quien nombre a Beirut, pues para ver Beirut, para soarla, haba que sobrevolarla. La llegada a Beirut queda representada por unos individuos
secretos y fantasmagricos y no por el cuerpo de la ciudad. Se descubre
Beirut cuando se ha escuchado por primera vez la mala noticia: la ciudad
no tiene nada que ver con sus imgenes areas, con la tarjeta postal con
la cual se la confunda hasta ese momento. La mirada desde arriba no
estaba entonces tan sesgada, condenado como se est a ver fragmentos
de la ciudad, un poco por casualidad.

La cada urbana o la desaparicin de la mirada

Se ha percibido Beirut desde lo alto, no se la ver ms. No hay transicin, gradacin, desplazamiento. Desde que se llega al aeropuerto internacional -personaje central, lugar que capta todas las energas, hasta
el punto que numerosas escenas pasan all antes incluso de que sea objeto de un comercio permanente entre facciones rivales- se entra en
Beirut, esa otra ciudad que no es la del extranjero, la que le pertenece.
Pero s la que lo va a volver loco.
Una vez en tierra, el viajero extranjero queda atado de pies y manos
a Beirut: he aqu que la ciudad lo atrapa, lo ata a su propio destino.
Todo cambia, todo va muy rpido, las imgenes se precipitan, las
secuencias cambian sbitamente de ritmo. Tras un largo acercamiento
lento y circular, el del aterrizaje, la velocidad se impone hasta el punto
de que ya no se ve gran cosa: cuando ya no hay <<debajo>>, esta visin
que permite an algo as como una violacin de la mirada, la imgenes
slo permiten pasar de un punto a otro, transitar de un lugar de proteccin a otro. Los nicos remansos de paz aparente son los locales
turnos, donde se encuentran mujeres extraas y devoradoras, o los h
les de lujo, donde el extranjero termina frecuentemente en el fond

!58

ANEXO 1 1 LA CIUDAD TOMADA COMO REHN: LOS CINES DE BEIRUT

una piscina. La mirada extranjera no ve ms que lo que puede ver en


cualquier otrg parte del mundo. no ve ms que un Beirut que lo remite a
su propio espejo. Entonces no ve nada. Nada ms que la foto del hotel
que ya apareca en la publicidad de la agencia de viajes.
El movimiento brusco del cine beirutino es evidente: se desciende
lentamente de un cielo de tarjeta postal para recorrer una ciudad que no
existe. antes de partir milagrosamente si no se <<ha naufragado>> al borde
de una playa o no se ha sido empujado desde lo alto de un precipicio. La
travesa de Beirut se hace de arriba abajo: se cae ms violentamente
cuanto ms tiempo se ha tomado para llegar. El occidental queda sorprendido porque llega como depredador y cree disfrutar de una ciudad a la
que ha escrutado con la mirada para despus <<capturarla>>. Las primeras
secuencias son engaosas: esa ciudad en la cual uno se zambulle por va
area. como en Los ngeles o Hong Kong --dos capitales de la produccin cinematogrfica-, debera ser el decorado ideal, como lo son las
ciudades californianas o asiticas para las series policiales que se ruedan
all. Pero no hay en Beirnt ni decorado ni reverso de decorado, pues la
ciudad se vuelve rpidamente contra aquel que desea disfrutarla.
El ritmo y el corte de las secuencias son significativos: no hay actores privilegiados, escenas, lugares conocidos, sino recorridos durante los
cuales quien desembarca trata de escapar de las amenazas. La ciudad no
es ni siquiera un decorado, sino una sucesin de pasillos, de escondites
y de paredes que preservan de la amenaza y le impiden que sea
demasiado visible y obsesiva. Rpidamente se es expulsado de Beirut
por no se sabe qu enemigo que se esconde en la ciudad, una amenaza
especialmente annima porque ni siquiera su sombra es perceptible: ya
sea que est en algn otro lugar, en los subsuelos de la ciudad, o que se
tome por un deus ex machina, uno de esos dictadores que quieren conquistar el mundo, mostrando as ante la mirada depredadora del extranjero una voluntad delirante de poder." N o se ve nada de Beirut una vez
que uno se ha deslizado hasta all y que se ha pasado la frontera <<falsa>>,
puesto que no se llega a ningn lado. No se llega a ningn lado pero uno
se pierde en ese ningn lugar que es como un pulpo urbano. No se muestra, pues, de la ciudad ms que lo que acenta su invisibilidad, y Beirut,
entonces, no es ms que una sucesin de deslizamientos o resbalones.
La segunda secuencia prolonga por lo tanto el descenso, pero el movimiento se ha invertido y el argumento ha quedado replanteado: sin que
se logre comprender el porqu, Beirut ya no es la ciudad de la que uno se
apropia sino la ciudad que cautiva. El extranjero que pensaba capturarla
60. Vase Ombres sur le Liban (1967).

LA CADA URBANA O LA DESAPARICIN DE LA MIRADA

159

se deja a su vez capturar: quien crea vencerla es atrapado por una ciudad
que se convierte en su propia tumba. La ciudad ya no tiene imgenes, es
un lugar en el que uno se esconde para no ser visto, en e} que se corre
para no ser atrapado, en el que se gira en redondo lo ms rpido posible.
Las imgenes no son ya las que se vean desde lo alto, sino imgenes que
se arremolinan vertiginosamente sobre s mismas. Desfilan mucho ms
rpido porque la experiencia de la ciudad>> va a consistir desde ahora
en desaparecer o en escapar por arriba. Se cae en la ciudad invisible cada vez un poco ms abajo, o si no se intenta salir de all por arriba."
La ciudad parece a partir de ahora un doble escondite: para el
cuerpo del extranjero que la teme, pero tambin para el cuerpo invisible
que defiende a la ciudad contra el extranjero depredador. Pero, mientras
tanto, las imgenes de la ciudad han desaparecido por completo y la
mirada se ha torcido: no queda nada por ver en un lugar del que uno
quiere huir y donde no se sabe distinguir al enemigo. Tal vez porque,
como deca el aduanero-mensajero, ya slo se puede pasar sobre el
cuerpo del amigo y del enemigo que se han matado entre ellos. El argumento policial malo y todas las historias de agentes secretos cuentan a
su manera el porvenir de una ciudad que va a transformarse progresivamente en un campo de ruinas. se que muestra la fotografa obsesionada por el fragmento, el detalle ...

61. En Dnde estn los espas? (Where the Spies are?, 1966), el agente secreto
(David Ni ven) es liberado por un helicptero; tan slo se puede escapar por arriba.

r
Movimientos de aspiracin

De inmediato, la mirada depredadora queda atrapada en una ciudad


de la que no ve gran cosa, salvo las falsas imgenes y simulacros que
Occidente le ha prometido. Paradoja: si no quiere ser aspirado, engullido
por la ciudad, deber seguir buscando fantasmas, conformarse con
imgenes caricaturescas en las que poda creer cuando estaba en lo alto.
No puede sobrevivir ms que permaneciendo en el recinto de la ciudad
simulacro ... Pero todava hay quien se ahoga en las piscinas de los
grandes hoteles.

El falso decorado
Vista desde abajo, la fascinacin beirutina, la del dinero y las
mujeres, vuelve a caer en la cotidianidad y pierde todo su encanto. Las
propias itngenes se desmoronan, pues la ciudad no existe ms que
cualquier otra ciudad destinada a vender sus fantasmas. Y Beirut no se
diferencia de Las Vegas o de Macao. Slo algunas fotos de leyenda, de
imgenes del indgena, del rabe, recuerdan que la ciudad se encuentra
en Oriente. El peor de los guiones es el que hace de Beirut la .ciudad de

162

ANEXO 1/ LA CIUDAD TOMADA COMO REHN: LOS CINES DE BEIRUT

todos los comercios hasta el punto de que desaparecen tanto cuerpos y


bienes como el lugar, se que hace creer que Rachid puede reinar sobre
el mundo er Omhres sur le Liban (1967). Cuando la nica ley es la del
intercamhio62 entre estafadores y voyeurs, las imgenes no 1nuestran ya
nada y Beirut sobrevive exhibindose, imitando as la falsa transparencia
del mercado sexual. A menos que, capital internacional que escapa a la
relaciones de fuerzas entre las potencias, no sea utilizada por stas para
realizar all sus transacciones: en El caso Gorenko (Embassy, 1972) un
espa sovitico busca asilo en la embajada norteamericana, pero provocar un conflicto entre la sede diplomtica y la CIA.
Las nicas reglas de juego aceptables son las del capital o las del
equiHbrio entre las potencias en los tie1npos de la guerra fra. Pero, .a
imagen de la propia ciudad, estas reglas son frecuentemente transgredidas, traicionadas, violadas: Beirut es tal vez tnenos el lugar de la transparencia (el sol y el hotel de hormign, el agua de la piscina) que aquel
donde la luz meditennea y las leyes del intercambio de capital Y de
sexo aparecen distorsionadas, modificadas. Beirut, ciudad de todos los
fantasmas, y tambin reino de los agentes dobles. Nada es seguro a pesar de las tarjetas postales. Espas en Beinlt (Le spie uccidere a Beirut)
es el ttulo de un filme de 1965.

La ciudad a tumba abierta


Si la ciudad no se deja ver en los argumentos policiales que forman
legin, no deja de percibirse con intensidad y termina por volverse activa. La ciudad invisible ejerce una energa subterrnea y secreta que coge
por sorpresa al extranjero que se deja atrapar por la espalda.
El ritmo urbano no engaa porque prepara la aspiracin por abajo.
Apenas llegado, el extranjero presiente el peligro: se precipita hacia los
grandes vehculos que atraviesan la ciudad a tumba abierta como si la
menor parada, como si una pausa demasiado larga, pudieran terminar
mal. Aunque las escenas de vehculos -que hacen el relevo del avinson innumerables, no hay que ver en esto la obligada secuencia del gnero policial: el vehculo pone de manifiesto que la ciudad es percibida
como una amenaza y sobre todo que el extranjero no podr verla, demasiado preocupado como est por pasar de un refugio a otro, de un hotel
a una embajada o un casino. La ciudad, recorrida a toda velocidad, se
rnuestra menos cuanto ms miedo produce.
62. Vase El cdigo de los inmorales (Only When 1 Laugh, 1968) con David
Hemmings y Ann-Margret.

MOVIMIENTOS DE ASPIRACIN

163

Una vez proyectado en la ciudad de todos los peligros, el extranjero


corre lo ms rpido posible, slo desea quedarse afuera, busca encontrar
un interior que lo proteja, pero su interior se confunde con el hotel y
no entrar en ningn lugar de la ciudad.
sta desaparece fsicamente desde el momento en que se llega, se
oculta y toma como rehenes a los que desembarcan en ella. La ciudad
de Beirut se esconde: siempre los mismos recorridos, los mismos itinerarios, los mismos bosques de cedros por los que hay que pasar para
llegar al aeropuerto, siempre la plaza de los Caones, el centro de la
ciudad que es objetivo de todas las imgenes y que ser la primera
vctima de la guena ... En una escena significativa aparece el coche de
un detective: atrapado por la multitud, es obligado a abandonar su vehculo y a huir corriendo para conjurar la amenaza de una horda hu1nana
pronta a asfixiarlo.
Las imgenes vehiculadas por el <<cine de Beirut corren por la pantalla segn un doble ritmo. Al ritmo aeronutico del avin que aterriza y
vuela en crculos sobre la ciudad -smbolo de la mirada placentera del
que viene de afuera- le sigue el ritmo ms rpido del automvil que
atraviesa la ciudad envuelto en el sonido de la sirena o la bocina. La imagen no pretende rodear la ciudad, la penetra con una gran violencia, pero
la ciudad es invisible, se la atraviesa lo ms rpido posible. El tiempo
justo de pasar de un lugar protegido a otro. Detenerse all demasiado
tiempo, perderse en lugares desconocidos, significara perder cuerpo y
bienes ... Uno no se aventura por Beirut.

Apariciones
Pero esta ciudad, de la que e] extranjero no ve ms que un muro de
hormign a travs de las ventanillas de su coche, no se muestra de ninguna manera, no hay realmente ningn signo que buscar, aunque sea
perdido entre dos imgenes? Beirut slo es perceptible en las imgenes
de multitud -el ejemplo ms sorprendente es el grupo de fieles que
siguen por la calle a grandes pasos a un santn- que demuestran corporalmente, bajo la forma de una agregacin de cuerpos, que la ciudad est
habitada. Debilidad del argumento occidental: algunas imgenes insinan que los cuerpos pueden encarnar una ciudad que se confunde con
los hoteles de hormign donde se resguardan los cuerpos extranjeros. Si
estos cuerpos discretos, exhibidos rpidamente en la pantalla, son el
signo de la existencia de la ciudad, al mismo tiempo acentan su lado
misterioso pues, a imagen del mensajero que anuncia que no hay nada

164

ANEXO 1 1 LA CIUDAD TOMADA COMO REHN: LOS CINES DE BEIRUT

por ver, se trata de rostros annimos, silenciosos, que aparecen para


asustar al extranjero, para recordarle que no est en su casa.
La ciudad exhibe poco sus exteriores ~estn ocupados, colonizados
por las imgenes de un guin extranjero~ excepto bajo la forma muy
oriental de la calle invadida por la multitud; aspira a replegarse hacia el
interior, hacia los interiores. Si se 1nuestra tan extraa al extranjero que
quiere capturar los exteriores, las apariencias y los vericuetos, es porque
sobrevive erticamente, tras muros de hormign, en los interiores. Pero
estos interiores son impenetrables para una mirada extranjera que slo
puede acercarse, disfrutarlos por procuracin en los locales nocturnos
que son la nica mediacin durante la noche entre el cuerpo extranjero
y el cuerpo invisible de la ciudad. En esos lugares sin luz, donde las miradas se preservan unas de otras, se adivina la ciudad a travs de la mujer
que la simboliza. La mujer <<oriental, presta a venderse, a darse, la
mujer que baila es tambin una mujer que canta y hace or la voz de ese
otro mundo que se esconde en el interior. Esta ciudad sin imgenes estoda ruidos (la circulacin y la multitud) o una voz (la mujer que canta en
un local nocturno oriental), se trata de una casualidad? Por una parte, la
voz expresa la pasin de la ciudad, confundida aqu con el Oriente, remite al fondo del cuerpo de la ciudad y acenta su carcter pasional. Por
otra parte, la voz de la mujer oriental sustituye las dbiles imgenes que
no tienen nada que mostrar. Baalbek, ciudad de baile, msica y pera, es
la prolongacin natural de una ciudad que se expresa a travs del canto."

La bofte oriental
El cuerpo extranjero se encuentra en una situacin paradjica: si no
puede detenerse en ninguna parte de la ciudad, ni en la calle, ni en los
interiores, puede encontrarse con la ciudad en la bote oriental que
asegura una mediacin. Pero sta es peligrosa por ser el lugar mismo del
encuentro fatal, sea ese encuentro con una mujer adorada espontneamente, sea con un doble local que llega para perturbar los planes del
agente secreto. En el seno de la boite el argumento encuentra una prolongacin indispensable: el comienzo de una historia pasional que termina
mal, o el encuentro entre dos agentes dobles que van a reactivar la trama policial. En uno y otro caso, el mal encuentro se vuelve contra los
protagonistas ... que se reencuentran en un stano. Comienza entonces el
descenso al fondo de la ciudad, es decir, comienza a cavar su tumba en
63. A propsito de Baalbek, vanse los documentales dedicados al espectculo de
Maurice Bjart y Salom (1971) de Werner Schroeter.

MOVIMIENTOS DE ASPIRACIN

165

los subsuelos. Mientras que pensaba poder anudar un contacto con la


mujer o con otro agente, penetrar en el interior de la ciudad, el cuerpo
extranjero en realidad inauguraba su cada. No en balde hay frontera en
la ciudad.
El extranjero no tiene el derecho de penetrar en el interior, en uno de
esos interiores donde sobrevive la ciudad. No es por casualidad que tantos filmes se detengan en las fachadas, los prticos, las entradas de las
viviendas beirutinas, o si no frecuenten los locales nocturnos y bares que
son la antesala de los interiores prohibidos. La ciudad slo existe por lo
que muestra, y las imgenes de Beirut son mucho ms obscenas porque
no muestran nada en una primera mirada. Esta paradoja del cine de
Beirut es el ncleo de la tragedia beirutina. La ciudad est muy interiorizada para aquellos que la habitan porque el exterior, el afuera, no les
pertenece. Ms an: quien cree capturar la ciudad desde afuera no la
disfrutar jams, pues la sentir como una amenaza. Cuando se acerca a
ella visitando el local nocturno, no tiene ms que dejarse atrapar por la
pasin ilnposible en el filme extico o sucumbir al adversario en el
argumento policial. Pero uno y otro se solapan fatalmente ...
Hay un bloqueo de la ciudad, bloqueo de las imgenes y de su imagen, que da lugar a una doble aspiracin hacia abajo (la fascinacin por
el interior) y hacia arriba. Se cae cada vez ms y ms bajo (la pasin nocturna o la serie policial) o si no se intenta salir por arriba.
Estirado hacia abajo, el agente doble acaba a menudo en el fondo del
agua, lanzado al mar, como si la ciudad recordara que tiene alrededores,
como si el agua volviera a alcanzar espesor mientras que se la haba sobrevolado considerndola un elemento menor.
Arrastrado hacia el interior, hacia los espacios prohibidos, el extranjero emprende la penetracin en la ciudad gracias a la mediacin femenina, que encarna su interior y el carcter pasional de Beirut.
Atrado hacia arriba: el extranjero trata de huir en helicptero, como
en Flash.
Pero mirando hacia arriba, el cuerpo extranjero percibir tal vez que
hay montaas alrededor. Esas laderas que rodean Beirut y que el argumento occidental no muestra, no dejan de tener nportancia: es de donde
vienen los habitantes de Beirut y donde van a refugiarse cuando la violencia abraza la ciudad. Tal vez el cine autctono hable de esas montaas. Pero existe un cine de Beirut que compense el argumento del cine
de Beirut? Nos ensea la ciudad? Consigue demostrarnos que no es
un islote condenado a replegarse hacia el interior, y que posee un contexto, una historia?

El cine beirutino: las pasiones del interior

Interrogarse sobre la aportacin de los filmes rabes que no se conforman con imitar el argumento occidental 64 -y son numerosos- y que no
se complacen con la presentacin de un Beirut obsceno (Kitat Chareh elHamra [1971], o Zihab [1972]) equivale a preguntarse si el cine beirutino logra replicar al cine de Beirut, Si se opone a l o lo prolonga involuntariamente mostrndonos por qu el interior de Beirut sigue siendo
secreto, sigue bajo tutela.
Se pueden distinguir unas cuantas variantes de este cine beirutino:
los filmes que transcunen en el exterior de la ciudad, los que muestran
la vida beirutina de forma cmica, y los que se insinan en las zonas prohibidas a la mirada del extranjero, esos interiores donde se oculta la pasin beirutina. Si las dos primeras clases de filmes permiten desplegar
una imagen distinta de la ciudad que, sin embargo, no se aleja de la irrisin, los filmes interiores son paradjicmnente los que rns convergen
con el cine beirutino, pues la pasin termina frecuentemente mal y de64. Ejemplos entre otros: lnterpol fi Beirut (1967) o Farewell to Lebanon ( 1966),
historia de un amor imposible entre un libans y una periodista norteamericana.

170

ANEXO 1 1 LA CIUDAD TOMADA COMO REHN: LOS CINES DE BEIRUT

ms lo escrito que la oralidad:'" ya no se trata de los personajes caricaturescos de la" comedia rabe. Son los filmes que mejor muestran Beirut:
los enamorados que tratan de cambiar la ley de su comunidad familiar
no se encuentran en los interiores prohibidos a los extranjeros sino en los
jardines. en los parques, en esos espacios libres de la ciudad que no son
ni los hoteles de hormign, ni los interiores familiares.
En cuanto a los filmes ms pasionales, ponen al desnudo la pasin
imposible y la ley familiar. Frecuentemente realizados a distancia de
Beirut, se desarrollan habitualmente en las montaas. Es ejemplar la
escena del casamiento que tiene lugar sobre una cumbre desde donde se
ve Beirut a lo lejos: la ley familiar no es nunca tan feliz y visible como
cuando est lejos de la ciudad, e inversamente la pasin familiar no
desencadenar nunca tantas violencias como en el mbito de Beirut en
casos de adulterio o rechazo a someterse a la ley del clan. La mayor violencia beirutina es la que explota dentro del espacio familiar cuando la
pasin resulta insoportable (siempre lo que llega del exterior, la figura
misma de la alteridad: la pasin hiere corporalmente a los amantes pero
perturba simultneamente a la comunidad que rechaza al extranjero).
Este cine de la pasin beirutina invita a la mirada, a salir de Beirut como
si la ciudad no se pudiera ver desde el interior.
El cine beirutino>> ilumina como contrapartida al cine de Beirut.
No basta ya con decir que Beirut se protege de la mirada depredadora en
el interior, la ciudad se protege igualmente de los conflictos que surgen
de manera inevitable cuando los miembros de la familia se exponen en
el exterior a encuentros peligrosos. Es el doble rostro de la pasin beirutina: la pasin vivida en la cueva beirutina por el hombre extranjero que
crea apoderarse de la ciudad con un simple golpe de vista; la pasin
vivida en los interiores por el cuerpo familiar cuando el honor es puesto
en cuestin por una alianza amorosa vivida como una pasin imposible.

70. Vanse Les Aventures de Chouchou (1966), Habibati (1973) y Un lan de

tendresse.

De la ciudad al desierto

Pero en el desierto es fcil perder el sentido de las fronteras. Cuando ca del cielo para estrellarme en el desierto, en esos huecos amarillos,
no dejaba de repetirme: debo construir una balsa ...
Michael Ondatjeem, El hombre flambeado

Si los dos cines no se unen temticamente, uno y otro generan violencia: ya sea la violencia externa del argumento policial que hace de
Beirut una plataforma de la droga, de los ajustes de cuentas entre servicios secretos; ya sea la violencia familiar que parte del interior para
devastar progresivamente la ciudad. Si la primera violencia disfrutaba de
la ciudad de la que pronto sera vctima, la segunda va a crear progresivamente el desierto a su alrededor," a salir del interior para incendiar
el mundo pblico y saquear todos los espacios de encuentro. As, la
violencia parte del interior de las casas o desciende de la montaa para
impedir que Beirut sea una ciudad. Hay que hacer de la ciudad un
desierto, transformar las viviendas y los hoteles de hormign en campos
71. Es en el desierto donde surge la violencia pasional (El-Kahiran, 1966), a donde
uno se retira (El-Fahiz-el-Chokri, 1960) y donde los cuerpos extranjeros tienen alguna
posibilidad de encontrarse (El-Badaouia al-Achicha, 1962).

172

ANEXO 1 1 LA CIUDAD TOMADA COMO REHN: LOS CINES DE BEIRUT

de ruinas que se parecen extraamente a montones de chatarra en pleno


desierto. Les petites Guerres (1982), de Maroun Bagdadi, ilustra todas
esas guerras imaginarias que hunden los espritus y se transforman en
una guerra tan verdadera como interminable, que lacera la ciudad y la reduce a un montn de escombros y de obuses. Las imgenes son significativas: las plazas pblicas, incendiadas como el desierto tras la guerra
contra Irak, un cielo que no est vaco sino que es una constelacin luminosa provocada por los obuses y disparos que no se detienen jams;
interiores que se descubren progresivamente para revelar el vaco que
hay que defender.n Lo alto y lo bajo se intercambian papeles:" por una
parte, desde el suelo se mira a lo alto, hay que disparar lo ms alto posible, como si el enemigo no estuviera all sino que viniera de lejos, todas
esas fotos de la ciudad abrasada que miran la guerra como un obsceno
fuego de artificio evitan cualquier comentario. Por otra parte, desde el
cielo se agujerea lo que est abajo como si la energa destructora de la
ciudad abriera todas las cavidades, los subsuelos, y no quedara ms que
un inmenso agujero, una tumba sin fondo abierta por los obuses que
caen tras haber remolineado por el cielo para iluminar un mundo que ya
no ve nada y que no mira a ninguna parte. Cuando ya no hay diferencia
entre arriba y abajo, entre afuera y adentro, todos los refugios simblicos
se derrumban, comenzando por los lmites urbanos, rpidamente reemplazados por una lnea de demarcacin que cumple la funcin de frontera imposible.
sta es la verdadera sustancia del segundo argumento de la desaparicin: ya no el argumento del extranjero que se aventura en la ciudad, sino
el de la desaparicin misma de Beirut, el de su destruccin interminable.
Y mucho ms cuando no se sabe dnde comienza o termina la ciudad.
Cuando los subsuelos remontan a la superficie, el cielo aparece como el
reverso de un suelo minado. Mientras que las fronteras del afuera y del
adentro, pero tambin del arriba y del abajo, se confunden, la guerra se
impone. El cielo crepitante de las fotografas de los <<falsarios es la
imagen invertida de las ruinas urbanas, un incendio intil que ilumina de
abajo hacia arriba para mostrar mejor que ya no hay nada por ver abajo.
Pero esta guerra del interior se transforma pronto en guerra-espectculo
72. Vanse las fotos de Houda Kassatly -expuestas en la IMA en 1992- que muestran interiores despanzurrados, abiertos a los depredadores que preparan su asalto desde
el exterior.

73. El trabajo de la fotgrafa Sophie Ristelhueber lo muestra bien: las analogas entre
sus fotos de Beirut -vase Beyrouth photographies, Hazan, 1984- y las del campo de
batalla iraqu tras la operacin Tormenta del desiertm> -vase Fait, Hazan, 1992- son
sorprendentes.

DE LA CIUDAD AL DESIERTO

173

que satisface la mirada depredadora. Desplazarse es intil, nos dice el


periodista de Crculo de engaos (Die Fiilschung, 1981 ), de Volker
Schliindorff, la muerte puede ser vivida por procuracin, en directo, o se
puede incluso comprar. Frente a este cine de guerra del tercer tipo, el
cine militante que pone en escena la militancia palestina o las condiciones de vida de las personas desplazadas en los campos aparece muy lejano. Y se pasa muy rpido por Beirut en La chica del tambor (The Little
Drummer Girl, 1984), adaptacin de la novela de J ohn Le Carr.

Behut, presa de lo visual?


En La castellana del Lbano," una mujer de mundo advierte al funcionario que en el Lbano el hroe es un desgraciado. Aunque el <<cine
de Beirut y el cine beirutino estn cercanos y compartan una misma
percepcin de la ciudad imposible, no pueden encontrarse: uno parte de
afuera y tropieza con el interior de una ciudad invisible, el otro parte del
interior para impedir que la vida pblica sea otra cosa que un intercambio entre comunidades o grupos armados. El filme de Bourhane Alouei
Beyrouth la rencontre (1983) es, por su parte, un testamento cinematogrfico: pone en escena a dos docentes salidos de comunidades diferentes
que piensan en su interior que tal vez la pasin ya no puede ser posible.
Beirut: la ciudad-pasin, la ciudad explosiva por excelencia, ha dado
lugar a imgenes que no remiten finalmente a nada ms que a ellas mismas. Eso que Daney llama lo <<visual no le es ajeno ... Beirut se ha convertido en la presa de todas las imgenes, devorada por los noticieros y
los proyectores. Pero ya no se pueden realizar filmes en Beirut, hay que exiliarse como Bagdadi y transportar la historia de Beirut a Pars, hay que
escribir relatos como Elias Khoury para liberarse de la profusin obscena
de las imgenes. Hay que hacer memoria," fotografiar las ruinas de una
ciudad antes de que la reconstruccin haga creer que no ha pasado nada,
excepto lo que se ve en el cine beirutino. El de ayer por supuesto. Pero
hoy Beirut tiene sus dobles en otras partes. En Sarajevo, por ejemplo.
74. Este filme, del que se conocen dos versiones (1930 y 1956), es uno de los pocos
en establecer vnculos entre los dos argumentos de la desaparicin: la historia de amor
de un ingls y un francs con la misma mujer fatal orientalizada es aqu la prefiguracin de la pasin imposible entre dos amantes beirutinos. Pero Yamil sous les dres
(1938) es el argumento ms prospectivo porque mezcla pasin y violencias familiares
entre europeos y rabes.
75. Vase un cortometraje de ttulo significativo (muestra la obsesin y el desprecio
por el francotirador) realizado recientemente: Ombres sur le dsert (1990).

ANEXO 2

FALSEDAD DE LAS IMGENES


Y FANATISMO CIEGO
(SANGRE SABIA, DE JOHN HUSTON)

La reflexin sobre el pecado, el fanatismo, la mentira y la verdad


inspirada en la novela de Flannery O'Connor, Sangre sabia, se
acompaa, en la pelcula del mismo ttulo, de John Huston (Wise
Blood, 1979), de una meditacin acerca del espacio y las imgenes
perfectamente controlada. Podemos sorprendernos? Fanatismo,
violencia, mentira e imgenes: otras tantas cuestiones que tienden a
superponerse, incluso a reforzarse. Por qu el fantico llega a
cegarse, a negarse a ver el mundo? Porque ya no cree en un mundo
en el que todo le parece falso. El fantico nos ilumina
involuntariamente acerca de un mundo que se vuelve increble y falso
cuando en l reinan imgenes que nada tienen que ver con l. Cuando
ya no hay nada por ver... el fanatismo y la mentira no estn muy lejos.
Esta historia de un pastor puritano no es entonces por casualidad una
fbula sobre las imgenes, la violencia y la mentira.

Dejar el refugio

Desde la primera secuencia se suceden escenas muy fuertes: el joven


Hazel Motes, que regresa del ejrcito, hace un peregrinaje a la granja de
su infancia, ese <<refugio>> en el cual ha sido educado por una familia
puritana dominada por el personaje del abuelo: <<Ese predicador ambulante era un viejo colrico como una avispa que haba recorrido tres condados con Jess en la cabeza a manera de aguijn>>. Haba castigado a
Hazel cuando nio, lo haba condenado a las llamas del infierno por haberle echado el ojo a una Salom semidesnuda en un sarcfago; esto
pasaba en una de esas tiendas de feria donde los pastores evangelistas
renen a sus fieles cuando no tienen medios para abrir un templo.
Y he aqu lo que los sueos, los recuerdos, nos ensean a lo largo del
filme: habiendo cometido el pecado de lujuria, Hazel Motes ha sido castigado, ha sido condenado a caminar con piedras en los zapatos para
arrepentirse. <<Sois como las piedras, vociferaba el abuelo, pero Jess ha
muerto para redimiros.>> La salvacin y la redencin son el ncleo de la
obra de Flannery O'Connor: 76 <<Jess experimentaba por las almas un
76. F1annery O'Connor vivi en el sur de los Estados Unidos, en Georgia, y public dos
novelas, una de las cuales es Sangre sabia, as como relatos y varios ensayos. Cito pa'lajes
de Sangre sabia cuando se relacionan con la pelcula de Huston y sirven para aclararla.

180

ANEXO 2: FALSEDAD DE LAS IMGENES Y FANATISMO CIEGO

amor de una voracidad tal que haba muerto -una muerte para salvar a
todas las muertes-, pero para salvar a una sola l no habra aceptado
morir con todos Jos dems. Comprendan que, por cada alma de piedra,
l habra aceptado sufrir diez millones de muertes?>>.
Hazel se dirige, pues, a la granja de Eastroad, pero ya no conoce el
camino, y el granjero que lo deja a medio camino le informa de que las
personas del lugar se han ido todas a la ciudad. Todo ha cambiado. El
mundo de su infancia y de su educacin <<religiosa ha sido abandonado,
sus parientes han huido hacia las ciudades industriales de la regin.
Hazel Motes cruza de un salto la tranquera del lugar y penetra en la
granja abandonada, que parece un granero medio destruido. Al trmino
de este peregrinaje, se detiene ante un objeto polvoriento, un armario
sobre el que escribe un mensaje: <<Este armario pertenece a Hazel Motes.
No lo roben o sern perseguidos y aniquilados.
Esta secuencia del interior de la granja organiza la continuacin del
filme: todo es sombra, no se ve gran cosa, las ventanas han sido clavadas, se est cegado, no se ve nada a excepcin de un rayo de sol que
atraviesa las paredes deterioradas. En el reducto puritano, la ley de Dios
ciega, no hay nada por ver, los ojos no sirven para nada y Hazel Motes
recuerda que ha sido castigado por haber visto demasiado cerca el
cuerpo de una mujer." Durante esta secuencia, la luz que llega de afuera
ilumina el interior con violencia, mientras que en la novela la casa era
tan oscura como la noche bajo la cual apareca. El filme quiere corresponder a un aprendizaje de la mirada, una educacin para las imgenes
y de la luz, y por su parte la novela quiere evitar salir de la oscuridad del
lugar para denunciar mejor la alienacin.
En el filme, Hazel Motes est efectivamente deslumbrado por la
intensidad del sol cuando sale de la granja; se entiende entonces lo que
interesa a Huston: es posible salir del encierro?, y sobre todo se
puede ver algo afuera, hay algo por ver en el exterior? Puede uno escapar al castigo de la infancia y liberarse de una educacin puritana?
Cuando Hazel deja el lugar detenindose algunos segundos en el pequeo cementerio donde su abuelo est enterrado, posiblemente comparte
estas preguntas.
Esta ltima visita a la granja es menos un peregrinaje que una despedida. Hazel Motes no se arrodilla ante la tumba del pastor, pasa ante
ella mirndola subrepticiamente. Desde ese momento, reivindica el derecho a ver por s mismo y a ejercer su propia mirada. La adaptacin
77. Sobre el tema del encierro en el imaginario puritano, vanse los trabajos de
Pierre-Yves Ptillon y el dossier que le ha consagrado Esprit, noviembre de 1986.

DEJAR EL REFUGIO

181

cinematogrfica se libera entonces del texto de la novelista surea y catlica; para ella, hay que denunciar la mentira de los falsos predicadores
evangelistas, pero no es cuestin de renunciar a la redencn: Para m
--escribi- el sentido de la vida se basa en la redencin de Cristo y lo que
veo en el mundo, lo veo en relacin con esta conviccin ... En mi opinin, los escritores que ven el mundo a la luz de su fe cristiana sern los
que tengan los mejores ojos para comprender lo grotesco, lo perverso y
lo inaceptable.
Me parece que para John Huston lo esencial no es la irrisin del
evangelismo y del fanatismo, sino la posibilidad de crear un mundo donde la redencin y el arrepentimiento del alma no lleven a la alienacin
del individuo. El filme lleva al lmite la novela, Hazel se convertir en
un fantico y un criminal, pero no tiene nada que redimir, se enfrenta solamente a la idea de que la redencin mueve el mundo. Es la interpretacin que sugiere Huston a Michel Ciment: <<Me parece que es la historia
de un hombre joven que trata de rebelarse. Es corno si alguien se recuperara de una enfermedad, corno si luchara contra algo que lo ha atacado
en su infancia. Tratemos de decirlo ms claramente: ha sido seducido
por la idea de Cristo cuando era nio y ha sufrido por ello, ha tratado de
curarse negando la existencia de Dios. Es una rebelda valiente, pero fracasa, aunque sosteniendo su bandera.

Volverse maligno

Tras su peregrinaje a la granja, Hazel Motes decide dirigirse a la ciudad de Tsulkinham para vivir all en el olvido de los castigos de la infancia y convertirse en un hombre libre. <<El tren se deslizaba entre las
cimas de los rboles que desaparecan a intervalos para permitir que un
sol muy rojo se mostrara al borde de los bosques lejanos.>>
Es suficiente con desplazarse en el espacio, con viajar, para escapar
del encierro, del refugio, del mundo del pecado? En el tren, Hazel se
sienta al lado de una mujer vieja que le pregunta si vuelve a casa, a su
familia, pues nada es comparable con el hogar>>. Desde Ulises se va
generalmente de un lugar a otro para encontrarse mejor en casa. Y Hazel
le responde a esta mujer que va a hacer cosas que jams haba hecho; va
adonde va, dice escrutndola con una mirada malvola antes de lanzar
estas palabras; Supongo que usted se cree redimida>>.
Hazel Motes va, pues, a la ciudad para ver con sus propios ojos>> y
liberarse del fardo de la penitencia; no es un penitente, sino un mirn
que recorre el mundo con la ambicin de devorar el espacio para escapar
a la opresin del encierro. Aunque Jess existiera, no creera en l.
Aunque estuviera en este tren.>> A lo largo de todo el filme, no dejar de

184

ANEXO 2: FALSEDAD DE LAS IMGENES Y FANATISMO CIEGO

decir que viaja, que va adonde va. El movimiento general del filme est
esbozado, Hazel Motes busca liberarse efectivamente del encierro, del
encierro de la -granja, pero tambin del encierro de la ciudad que podra
llegar a reproducirlo, para encontrar tiempo, SU>> tiempo. Pero muy pronto el espacio se enredar alrededor suyo y lo asfixiar, el espacio oprime
mucho ms en el mundo puritano porque no es posible acceder a la dimensin del tiempo, ligado siempre a la cada fuera del recinto sagrado.
Antes de instalarse en casa de una prostituta para hundirse en lacarne y desafiar al pecado, compra unos hbitos que Jo hacen parecer un
pastor. El chfer del taxi que lo lleva a casa de la prostituta no se equivoca, sospecha que es un ser maligno>>, que predica contra el mal y que
peca. Son personas lo que hay en este bajo mundo, y Jos pastores lo son
tanto como los otros, y es ms fcil explicar a las personas que el pecado
es una cosa terrible si se tiene al respecto alguna experiencia. Hazel
contesta violentamente que no es un pastor y que no cree en nada. Cmo persuadir a las personas de que no cree en nada? Cmo hacerles
creer que no cree en nada?
Hazel ha tenido que ponerse la mscara de pastor y cargar con las
consecuencias porque est de misin, debe explicar que no cree en nada
y que Cristo no ha muerto para salvar a los otros hombres de sus pecados
porque no hay pecado en el mundo. Si Flannery O'Connor muestra cmo
el Anticristo se convierte en fantico por exceso de sinceridad, Huston,
por su parte, describe la experiencia y las contradicciones de quien intenta salir de la religin:
Predico aqu verdades de todas clases: la vuestra y la de Jos dems,
pero, detrs de todas estas verdades, no hay ms que una sola verdad, y
es que la verdad no existe.
Ninguna verdad detrs de todas estas verdades: es eso lo que predico
en mi iglesia. El lugar de donde vienen ustedes no existe, aquel al que
piensan ir un da no ha existido jams, y aquel donde estn slo vale algo
si pueden salir de l. Dnde se halla entonces el lugar donde pueden
detenerse? En ningn lado.

Atacar la idea de verdad conduce a un movimiento incesante, a una


extrema movilidad en el espacio, a defenderse de todo lugar. Sobre todo,
no hay que detenerse.
Pero este movimiento perpetuo, esta carrera loca en el espacio van
acompaados de la palabra que invita a los crdulos a no creer ms van
las mentiras. Cmo conciliar el movimiento espacial y el tiempo de la
prdica?

VOLVERSE MALIGNO

185

El antipastor quiere dirigirse a los dems para denunciar el escndalo


de la sangre de Cristo, de una iglesia que hace de los hombres seres en
penitencia. Y funda de palabra la iglesia de la verdad sin Cristo en la
cruz, la iglesia de Cristo sin Cristo. Para hacer entender que no cree
en nada, predica y funda una iglesia. Quien no cree en nada se convierte,
a pesar de s mismo y pese a todo, en un predicador.
Lo que no deja de tener consecuencias. No tarda en influir en la
persona de Enoch Emery, un discpulo que cree en lo que l dice y para
quien la nueva iglesia debe encontrar su Dios, esa momia que ir a robar
del museo local antes de adorarla como un nuevo dolo. Enoch, que gira
alrededor de Hazel en magnficas secuencias en las que ambos deambulan a travs de la ciudad, no comprende por qu aquel que predica la
iglesia de Cristo sin Cristo, una iglesia en la que los hombres no sern
manchados por el pecado ni deshonrados por la sangre de la penitencia,
rehsa reconocer a su momia, el nuevo Dios. El hombre que quiere
abolir las creencias errneas inventa otras contra su voluntad, se ha
convertido en un profeta parecido al reverendo Dimmensdale de La letra
escarlata, e! clsico de Nathaniel Hawthorne; en esa gran novela del
puritanismo norteamericano, el pastor, culpabilizado por haber dejado
embarazada a Hester Prynne, condenada como mujer adltera, quiere
que sus fieles comprendan que es un hombre vil, pero stos no ven en
esta confesin ms que un signo suplementario de sus virtudes. <<No se
iban a horrorizar las personas y, llevadas por un mismo impulso, no
correran a arrancarle de ese plpito que haba deshonrado? En absoluto.
Escuchaban y respetaban a su pastor ms que antes.>>
Finalmente queda enfrentado a lo que le ensea su mirada: sigue por
todas partes a Hawks, un predicador ciego que lo fascina, y se le pega
hasta llegar a ocupar una habitacin en la misma pensin; est obsesionado con este ciego que mendiga en nombre de Jess y que representa
para l lo justo, el rival perfecto, el enemigo absoluto, el que no se miente
a s mismo hasta el punto de haber tomado la decisin de cegarse y no
ver nada ms.
Para creer en lo que se dice, es necesario tener un adversario que no
mienta. Pero, y todo se va a derrumbar para Hazel en ese momento, descubre que Hawks ve detrs de sus gafas negras. Hawks miente como los
dems, no es ciego. Cmo creer en nada cuando incluso los que
pretenden creer en algo son unos mentirosos?
Y observa igualmente que el arte de la mentira es un vil comercio en
el caso de los predicadores profesionales que ganan dinero con la palabra de Cristo, esos mismos a los que Flannery O'Connor persigue en sus
libros. Uno de ellos, Onnie Jay Holy, que ha comprendido enseguida

186

ANEXO 2: FALSEDAD DE LAS IMGENES Y FANATISMO CIEGO

que la idea de una iglesia sin Cristo es rentable y que puede darle la ocasin de ganarse unos dlares, propone a Hazel un negocio que ste
rechaza secamente. Hundido, perdido ante este ocano de mentiras,
Hazel se venga de manera criminal pasando en plena noche con las ruedas de su coche sobre el charlatn al que Onnie ha contratado para reemplazarlo. Ese miserable le dice antes de morir que siempre ha mentido,
y que incluso ha denunciado a sus padres ante la polica.
En ese momento, la mirada, la capacidad de ver de Hazel se ha
debilitado ya considerablemente, y el horrible asesinato del falso predicador se acompaa de esta imprecacin: <<Hay dos cosas que detesto,
una es fingir creer y la otra no creer en lo que se dice>>. Los ojos brillantes y nerviosos de Hazel, siempre exorbitantes, van a cerrarse: si todo lo
que hay por ver es falso, un engao, una mentira y si la voluntad de crear
un mundo donde los hombres no sean pecadores est destinado al
fracaso, mejor cegarse y no ver nada ms, pues -segn la portera que
escruta sus ojos sin fondo- la muerte es la ceguera suprema. Pero l
no se ciega para redimirse. Redimirse de qu?

Salir de la ciudad

El filme est marcado por dos series de imgenes: las primeras puntan
el intento de una predicacin nueva, son escenas on the road donde la
palabra interviene siempre al fmal del movimiento, una palabra breve que
se dirige a una multitud ms o menos imaginaria, pues a Hazel no le gusta
hablar; cuando se siente demasiado presionado por la hija de Hawks, que
no deja de acosarlo erticamente, o por la verborrea de Enoch Emery, se
levanta para irse a otro lado, o si no se pone a caminar ms rpido, como
si su carrera de velocidad sobre el asfalto le permitiera olvidar el
sufrimiento de las piedras que soport en los zapatos durante su infancia.
Para Hazel, la palabra es frgil y dbil, el destino del lenguaje es la mentira;
por lo tanto hay que correr, lanzarse, recorrer el espacio, ir hacia adelante.
La segunda serie de imgenes remite a esa voluntad de moverse en
el espacio que responde al fracaso de la palabra, a la mentira de la predicacin.
Cuando no camina, Hazel se encuentra al volante de un coche en estado lamentable, un Essex que ha comprado por muy poco a su llegada
a la ciudad. Es su casa, como dice, el coche le permite ser libre e ir a
donde quiera. <<Quien posea un buen coche no necesita justificacin.>>

188

ANEXO 2: FALSEDAD DE LAS IMGENES Y FANATISMO CIEGO

Cuando Hazel no se dedica a seguir a los predicadores ni a escapar


de sus discpulos, lleva a reparar esa casa mvil a los garajes. El coche
es el movimiento, la libertad de atravesar el espacio y dar la vuelta al
mundo, es el medio por excelencia para salir del encierro e ir de ciudad
en ciudad predicando. Slo que la tcnica falla: en tres ocasiones no conseguir salir de la ciudad a causa de problemas mecnicos que se suman
al fracaso de la palabra. Contradiccin de un mundo moderno cuyas
proezas no permiten salir adelante.
La primera vez el coche se ahoga en medio de una pendiente y no le
queda ms remedio que dar marcha atrs sin control: la segunda, en el
momento en que la hija de Hawks lo acosa, su coche se queda sin gasolina: la tercera, tras haber descubierto la trampa del predicador y haberlo
atropellado, es detenido por un polica que le exige seguirlo hasta una
pequea cuesta desde donde empuja el coche hacia un lago. ste se
hunde y desaparece en un remolino; Hazel ya no tiene ninguna posibilidad de escapar de ese mundo, la palabra es un nido de vboras y la mquina de la que espera el movimiento y la liberad lo inmoviliza an ms.
Qu le queda por hacer? No pudiendo ya moverse, no teniendo ya nada
por ver, decide cegarse. Pero en ese nuevo acto de fanatismo no hay
ninguna voluntad de redencin. Es un fantico que no miente, no tiene
nada de qu redimirse.

El maligno se ciega

Ya no puede moverse, sigue aparentemente prisionero del encierro,


de ese lugar del que no se puede salir. A su regreso a la pensin, compra
cal viva y se inflige el castigo que Hawks haba fingido imponerse. Se
ciega, no queda nada por ver en un mundo donde todo es falso, donde
todo es simulacro.
Esta violencia interior prolonga la violencia exterior de la que ha
dado muestras al matar al predicador; se ciega para liberarse, se dedica
a viajar por su propio interior, no predica ms y camina interminablemente con su bastn blanco, <<va adonde va>>. No se arrepiente de haberse cegado, se ha liberado de un mundo en el que el movimiento y la
visin ya no van juntos: si slo se ven falsedades, ser mejor moverse
sin ver nada. Se puede sugerir esta interpretacin que se adeca a la trayectoria de Huston y se contrapone a la de O'Connor, para quien Hazel
recae en el fanatismo para redimirse mejor.
Ciertamente, se flagela y se mutila rodendose el cuerpo con un
alambre de pas, volviendo a poner guijarros en sus zapatos. Retorno al
encierro, al punto de partida, se dir; el Anticristo ha vuelto a ser el penitente que rehusaba ser. No est cargando con todo el peso del mundo?

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ANEXO 2: FALSEDAD DE LAS IMGENES Y FANATISMO CIEGO

No sangra acaso por todas las mentiras de los dems? No es el caso de


este filme: cuando la mujer le dice que se case con ella si quiere seguir
gozando de s hospitalidad, Hazel, rechazando este mercadeo, sale bajo
la tormenta y se desploma al borde de un cobertizo abierto a todos los
vientos. Finalmente ser devuelto por dos policas a la pensin donde va
a morir, El cobertizo abierto responde a la granja sin luz del comienzo
del filme. Ha encontrado la luz afuera, pero habr sido necesario que se
cegara.
Para ser libre, hay que ver y moverse simultneamente; el filme se
mueve todo el tiempo, es el rol y la finalidad de la imagen, y aprendemos
a ver el mundo al mismo tiempo que Hazel Motes. Como los ojos no ven
ms que falsedad y simulacros, el cuerpo se inmoviliza. El viaje al exterior se convierte en un viaje interior que se resuelve con la muerte.
Uno se ciega de mucho mirar y ya no quedan imgenes por mirar.
Hazel crea que aquellos de los que se quera emancipar eran verdaderos
penitentes y se ceg por no creer en lo que vean su ojos. No hay nada
por ver, ni verdadero ni falso.
Si se mira bien el filme de Huston, el movimiento aparece como un
falso movimiento que nos devuelve siempre al encierro. Hazel se ha proyectado hacia afuera, ha querido contemplar mientras andaba, mientras
viajaba, y siempre ha visto lo mismo: la mentira. La genialidad de este
filme es mostrar simultneamente cmo hay que moverse para liberarse
del peso del lugar y del espacio y cmo el crculo que se intenta ensanchar para liberarse <<andando como un loco>> o cogiendo el coche se estrecha progresivamente y nos devuelve al punto de partida.
En la casa de la duea de la pensin, la luz que viene del exterior en
el momento en que muere Hazel es natural, no es humana. No se sale del
encierro creyendo disfrutar de la luz del mundo, uno se mueve en el espacio para desplazar el horror del infierno y de la oscuridad. La oscuridad est en uno, mejor hacer un viaje interior, donde no se libera del
espacio del mundo, es en el propio interior que uno puede moverse mejor. El escepticismo de Huston muestra la dificultad de liberarse del
fanatismo, incluso empuando las armas, mientras que la fe de O'Connor describe al Anticristo como al rey de los fanticos. Uno practica la
duda, la otra la irrisin; uno no cree, la otra s.
Tal vez no haya emancipacin en el mundo puritano, el mundo no es
ms que un drama que se repite y que nadie dirige. Hazel Motes es un
puro, un ser perfecto, es en definitiva un puritano que muere de puritanismo. El encierro, la habitacin, son insoportables, all uno se arrepiente, all uno ni se mueve ni habla. Ese viejo ateo hurao y escptico
que es John Huston, como quien no quiere la cosa, ha desarmado la

EL MALIGNO SE CIEGA

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novela surea; no es la religin lo que le interesa en primera instancia


sino las dos preguntas que asedian su cine: cmo encontrar algo verdadero en la sucesin de imgenes falsas? Cmo hacer que el movimiento
no caiga siempre en lo inmvil?
Se podra actualizar: las imgenes que las religiones han rehuido
tradicionalmente, no son acaso una fuente de fanatismo? Es bien
conocido el papel de las imgenes en las reuniones evangelistas en los
Estados Unidos, eso que se llama el televangelismo, esa gran nube de
imgenes falsas destinadas a hacer creer. A hacer creer... en qu? Tal
vez en las falsedades de la visin y de las imgenes, nos habra dicho
J ohn Huston, que no crea en casi nada, pero que siempre quiso creer
en ciertas imgenes.

Agradecimientos

Sin Carole Desbarats, que me ha incitado a escribir sobre estos temas, este libro no existira: se lo agradezco vivamente. Igualmente
quisiera agradecer las observaciones y las crticas de Jean-Claude
Baillieul, Laurence Devillairs, Jean-Luc Giribone, Pierre-Fran~ois
Mourier, Marc-Olivier Padis, Sbastien Henry y Georges Vigarello, que
me han permitido mejorar el manuscrito original.

Origen de los textos

La primera parte de esta obra es una versin corregida y considerablemente aumentada de un texto aparecido en una recopilacin colectiva
publicada bajo la direccin de Carole Desbarats, Cinmas de la violence
(ditions de l'ACOR, 1996).
El captulo dedicado a El odio fue publicado eu Esprit (agosto-septiembre de 1995) as como los dos anexos: Esprit, agosto-septiembre de
1994 para los cines de Beirut; Esprit, septiembre de 1989 para Sangre
sabia.

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