Resistencia de La Sierra
Resistencia de La Sierra
Resistencia de La Sierra
1.
CAMPAA DE LA BREA:
La Campaa de la Brea es fase de la Guerra del Pacfico que comprende desde la ocupacin de Lima,
enero de 1881, hasta la retirada de las tropas chilenas de ocupacin al sur del ro Sama en junio de 1884.
Tras la cada de Lima ninguna de las fuerzas polticas peruanas acept la cesin de Tarapac como
condicin para el retiro del ejrcito expedicionario chileno, por el contrario comenzaron a reorganizarse
remanentes del ejercito peruano en las regiones no ocupadas. Alrededor de los ncleos de regulares se
agruparon numerosos campesinos e indgenas mal armados y sin instruccin militar, pero que defendan
su territorio y su sustento contra las tributos que les exiga el gobierno de ocupacin. El caudillo Andrs
Cceres era su principal organizador y jefe militar.
El gobierno de ocupacin envi varias expediciones desde Lima hacia la sierra peruana para combatir
contra los remanentes del ejrcito de Lima y las guerrillas. Los rebeldes y los expedicionarios exigan y
requisaban de la poblacin civil contribuciones de guerra, que la empobrecan cada vez ms.
Finalmente, los desastres de campaa generaron un tercer bando, de civiles y militares peruanos que
queran poner fin, an al precio de la cesin territorial, a una guerra que devastaba el pas y que
amenazaba convertirse en una guerra de civil de raz social y racial. El primero en exigirlo, en 1882,
fue Miguel Iglesias, quien fue proclamado presidente del Per y posteriormente reconocido por Chile.
Aunque la resistencia no tena una perspectiva militar, Chile dominaba las costas peruanas con su armada
y su ejrcito, profesionales, con experiencia y bien armados, solo lentamente y bajo enormes tensiones,
fue aceptada la cesin del sur del Per.
La derrota de las tropas caceristas en Huamachuco el 10 de julio de 1883 fue un golpe sicolgico que
devast a los seguidores de Cceres y afianz el gobierno de Iglesias, pero la ltima campaa militar fue
la de Arequipa, al sur de la sierra central, que condujo a la ocupacin de Arequipa, el desbande de 4,000
soldados de Montero, la fuga de Lizardo Montero a Bolivia y el reconocimiento de parte de Cceres del
Tratado de Ancn.
Conforme al plan trazado por Cceres, ahora le tocaba actuar a su columna sobre Marcavalle y Pucar.
Canto inici la desocupacin de Huancayo el 6 de Julio enviando bajo la custodia una parte de los
enfermos que podan cabalgar, y dispuso el retiro total de la ciudad para el 9 de julio, ese da debi
partir el Chacabuco pero se posterg para el da siguiente.
En Marcavalle se encontraba la 4 Compaa del Santiago, al mando de Digenes La Torre (segn
fuente peruana):
Al doblar la tarde del 8 de julio, levant el campamento para ir a vivaquear sobre las alturas que
dominan Marcavalle, donde se pernoct. El asalto deba darse al amanecer del siguiente da 9. Antes de
las 5 am, nuestras fuerzas hallbanse ya en pie, y despus de comer su frugal racin de rancho, fueron a
ocupar sus puestos, entusiastas, y en el mayor silencio, sin que el enemigo advirtiese su presencia.
La orden de ataque dispona lo siguiente, que el coronel Manuel Tafur, con la segunda divisin, los
guerrilleros de Acoria, Colcabamba, Huando, Acostambo y Pillichaca y tres piezas de artillera, atacara
por las alturas occidentales (izquierda) del cuello de Marcavalle.
Que el coronel Secada, con el batalln Tarapac, de la primera divisin, cuatro piezas artilleras, los
guerrilleros de Huaribamba y la primera columna de Pampas, acometiera por el centro de la antedicha.
De un movimiento de proteccin a los anteriores destacamentos, ira a situarme frente a Marcavalle, un
tanto hacia la derecha. Al coronel Glvez, comandante general de las guerrillas, le orden que con la
columna Voluntarios de Izcuchaca y los destacamentos guerrilleros de Domingo Cabrera, Segura, y de
otros cabecillas, ganaran las alturas inmediatas a la izquierda, para obstruir al enemigo el camino de
Pucar, haciendo luego adelantar partidas de rejoneros que se apostaran entre Pucar y Zapallanga y
hacia el norte de este ltimo lugar, con la misin de intermitir la comunicacin con Huancayo, donde se
encontraba el grueso de la divisin chilena,
Dispuestas las tropas para el ataque, al romper el alba una Compaa del Tarapac entr en contacto con
las avanzadillas del contrario, instantes despus, nuestra artillera, desde su asentamiento en la altura de
Curacari, caone las posiciones enemigas de Marcavalle, siendo luego acometidas de frente por el
Tarapac, en tanto que otras fuerzas nuestras amenazaban desbordar sus flancos.
Empese un violento combate, por corto tiempo, y el adversario una compaa del batalln Santiagovindose doblemente flanqueada, interrumpi la refriega y emprendi precipitada fuga.
Eduardo Mendoza M. nos lo relata de la siguiente forma:
La unidad que exhiba uno de los nombres ms gloriosos: Tarapac fue la que avanz ms aprisa y
rompi los fuegos cuando al alcanzar las avanzadas del Santiago cerca del cuello Marcavalle, escuch:
Alto...! Quin Vive?; una certera rfaga de fusilera que cay sobre los alarmados chilenos fue la
respuesta. La sorpresa fue completa. Al escuchar esta primera rfaga, y como estaba convenido, la
artillera, emplazada en las alturas del cerro Curacn, comenz a moler las posiciones enemigas; segn
el coronel Morales Toledo, subjefe del Estado Mayor General del Ejrcito, el primer caonazo fue
disparado por el propio general Cceres; mientras los otros agrupamientos avanzaban incontenibles
buscando desbordar los flancos de los defensores.
La columna Voluntarios de Izcuchaca, pas por las alturas situadas entre Pucar y Zapallanga. Los
bravos del Tarapac, al mando de su primer jefe, coronel Manuel Cceres, se empearon a fondo
trabndose en violento combate. durante su avance demoledor barrieron con los puestos avanzados, y
cuando estaban a punto de completar el cerco, los santiaguinos emprendieron precipitada fuga a Pucar,
que se encuentra a 5 kms., dejando Marcavalle en poder de los atacantes, con sus muertos y heridos
regados en el campo, entre los que se encontraban el teniente Jos del Carmen Retamal y el subteniente
Elas Garay.
El enemigo abandon sus posiciones slo a los quince minutos de iniciado el combate. Perseguido por
las compaas del Tarapac, los chilenos con envidiable velocidad y resistencia alcanzaron Pucar, en
busca de proteccin de las compaas que permanecan en ese lugar, al mando del capitn Pedro Pablo
Toledo.
Vicua Mackenna menciona: Formaba en la vanguardia de las posiciones chilenas de Marcavalle,
adelantadas sobre el Izcuchaca desde Pucar, la compaa que mandaba el capitn del Ro, cuando al
amanecer del 9 de julio de 1882, la tropa descuidada, dormida y sin centinelas, se ve rodeada por tres de
sus costados.
El capitn no est en su puesto. Pero hay dos nobles oficiales que han sabido reemplazarle.
Uno de ellos es un nio de 21 aos, hijo de Santiago, el subteniente Julio Garay, el alentado mozo cae al
frente de su tropa, que se bate en retirada; pero no ha sido dejado solo entre las bayonetas y los garrotes
enemigos.
Su compaero de tienda y de deber, el teniente don Jos de la Cruz Retamal se adelanta para protegerlo,
y a su vez es derribado en el momento de alzar sobre sus robustos hombros el cuerpo exnime de su
segundo.
El Combate de La Concepcin es considerado, hasta hoy, como uno de los hechos ms dramticos de
la Guerra del Pacfico. Se llev a cabo los das 9 y 10 de julio de 1882 precisamente en el pueblo
peruano de La Concepcin (Ver recuadro). La guarnicin completa del regimiento Chacabuco,
compuesta por 77 jvenes al mando del capitn Ignacio Carrera Pinto, resisti durante dos das el
ataque de dos mil soldados peruanos, que tuvo como resultado la muerte de todo el contingente chileno.
Cuando eran aproximadamente las 14:30 horas del domingo 9 de julio de 1882, las fuerzas peruanas, al
mando del coronel Juan Gast, aparecieron por los cerros que rodean La Concepcin. Al percatarse de
ello, el capitn chileno Ignacio Carrera Pinto rpidamente evalu con sus oficiales el curso de accin.
La primera posibilidad que tenan era emprender una retirada rpida pero ordenada, teniendo en cuenta
que no podan sostener con slo 77 soldados de infantera armados apenas con fusiles y bayonetas y
escasos de municin, un ataque de 300 soldados del ejrcito peruano y 1000 campesinos armados con
lanzas y rejones.
La sorpresa fue tal, que en no ms de 30 minutos las fuerzas chilenas se vieron obligadas a retroceder
hasta el pueblo de Pucar, ubicado a poco menos de un kilmetro y medio de Marcavalle, en direccin a
Huancayo. En este proceso los chilenos sufrieron 34 bajas.
El coronel Gast enva un emisario para plantearle a los soldados de nuestro pas la rendicin de
acuerdo a las leyes de guerra. Sin embargo, los chilenos rechazaron tal posibilidad, reaunudando el
combate con la confianza de que pronto llegarn refuerzos para socorrerlos.
El combate se reinici alrededor de las 19:00 horas. Los peruanos continuaron disparando contra el
cuartel y avanzaron protegidos por la oscuridad, hasta lograr finalmente llegar al lugar. Los hombres del
Chacabuco formaron y armados de gran coraje salieron en grupos a repeler los ataques a la bayoneta,
con lo que hicieron retroceder a sus atacantes. Esta secuencia se repiti en varias oportunidades y se
prolong por varias horas. Si bien en este proceso los chilenos lograban parcialmente su cometido, es
decir alejar a los peruanos de su posicin, comenzaron a sufrir bajas en mayor proporcin.
Antes de la medianoche ya la mitad de la compaa del Chacabuco haba perecido en el combate. Pero
los sobrevivientes no desisten batindose a balazos, culatazos o cargando a la bayoneta, pero jams
dispuestos a ceder su posicin. Fue entonces que los peruanos llegaron al cuartel chileno y abriendo
forados en las paredes de adobe, treparon sobre el techo de paja para incendiarlo y forzar su evacuacin.
Carrera Pinto decidi entonces efectuar otra salida con objeto de limpiar nuevamente el permetro. Al
frente de su grupo se abri paso con los corvos, avanzando por el frente y los costados del cuartel.
Fallece el capitn Ignacio Carrera Pinto de un balazo que le atraviesa el pecho. El mando recay en el
joven Prez Canto.
Al amanecer, Prez Canto se vio obligado a efectuar una nueva y suicida incursin fuera del cuartel.
Pele hasta agotar sus fuerzas y sucumbi finalmente con los hombres que lo acompaaron, todos
vctimas de su valenta.
2.
Las victorias conseguidas por el general Andrs Avelino Cceres en Pucara, Marcavalle, y Concepcin
son muy significativas por cierto y luego la victoria conseguida en la Batalla de San Pablo significaron
un triunfo efmero, pues el pas no poda resistir ms, en estas contiendas se puso en evidencia el arrojo,
la valenta y la tenacidad del soldado peruano quien sin contar con un uniforme, una dieta apropiada, ni
armas adecuadas supo defender con honor su patria, es por eso el da de hoy 13 de julio debemos
recordar con mayor amor a quienes tuvieron aquel valor de ofrendar sus vidas por salvar la dignidad de
la patria, los hechos de herosmo que relatan en la historia de un pueblo de hombres nobles y aguerridos
como es la provincia de San Pablo, una entre todos la batalla ms grande, hace 129 aos se gest en este
lugar una de las pginas ms dignas de la historia peruana, describir la gran historia del Per es escribir
pginas de gloria y de la grandeza moral de nuestros soldados y hroes sanpablinos, que sin tener en
cuenta tiempo, lugar ni circunstancia, se entregaron plenamente, aun con riesgo de perder sus vidas por
el cumplimiento de su misin, de amor a su patria y a su querido pueblo.
A fines del mes de mayo de 1882, los chilenos que estuvieron en la costa de Pacasmayo, decidieron
invadir la sierra por lo que su marcha fue por los pueblos de San Pedro de Lloc, tembladera, Llallan, Las
Paltas, y finalmente, llegaron un destacamento de las tropas chilenas a la villa de San Pablo un cuatro de
junio de 1882, sembrando el terror y el pnico en cada pueblo que pisaban.
LOS CHILENOS EN SAN PABLO
Al mando de coronel Saldes, los oficiales chilenos tomaron posada en las casas de familias ms ricas de
San Pablo, como fueron las casas del Sr. Simn Castaeda, Marcelino de los Ros alcalde de ese tiempo,
tambin se alojaron en la casa del ingls Guillermo Suterland, que era cuado del gobernador de ese
entonces don Jacinto Moncada Ahumada, y en la iglesia matriz de San Pablo como cuartel general, de
inmediato empezaron a saquear el pueblo sin ningn miramiento arrasando con todo a su paso con
acciones de pillaje e impusieron cupos a la poblacin, obligndolos a entregar vveres y ganados para el
ejrcito chileno.
Ante tantos atropellos gran parte de la poblacin se refugi en la hacienda de Tuad que era propiedad
del Sr. Simn Castaeda, que est ubicada en la parte sureste de la provincia de San Pablo y en la
hacienda de capellana de propiedad del seor Ruperto Castaeda y muchos sanpablinos optaron por
buscar refugio en los cerros que circundan la ciudad o en el desvn de sus casas, preparaban sus
alimentos durante la noche para no ser visto el humo de sus fogatas, los ms pudientes marcharon a
Quilcate, Cochn y otros lugares lejanos para evitar ser vctimas de las innumerables vejmenes que
cometan los invasores, una noche cuatro chilenos incursionaron en las viviendas adyacentes, para
cometer robos y abusos pero por la destreza y valenta de los nuestros fueron rodeados por un numeroso
grupo de campesinos, los golpearon y fueron lanzados hacia los barrancos pero uno de ellos logro
salvarse y fue a dar aviso a sus jefes, quienes ordenaron la captura del hacendado de la capellana , pero
don Ruperto Castaeda logr su libertad a cambio de la entrega de sus mejores caballos de su hacienda
a los chilenos.
LAS REACCIONES
El 3 de julio de 1882, reunidos en casa de don Vicente Pita varios grupos de enardecidos jvenes de los
barrios, que no pudieron realizar el ataque a los chilenos en la noche del 29 de junio, bajo un directorio
compuesto de distinguidos patriotas acord atacar al enemigo a la base de su cuartel de San Pablo;
conformado por alumnos del colegio San Ramn, el escuadrn Vencedores de Cajamarca, el
Batalln Trujillo N 1, pobladores san pablinos y con la plausible actividad del gobernador don Jacinto
Moncada Ahumada y una columna de artillera dirigidos todos, por el entonces coronel miguel iglesias
que a duras penas contaba con un caoncito antiguo de factura El Malcriado y con apoyo de modestas
fuerzas peruanas de las columnas voluntarias de Cajamarca, chota Bambamarca, Hualgayoc, Llapa y
San Miguel, e inmediatamente voluntarios de la zona formaron sus respectivas compaas y llenos de
coraje y el amor a su tierra salieron dispuestos a luchar.
LOS JVENES Y SU LUCHA
Fueron muchos los alumnos y ex alumnos del colegio san ramn como don Gregorio Pita, Jose Manuel
Quiroz y Enrique Vilanueva que participaron en esta batalla de san pablo junto las tropas peruanas.
EL INICIO DE LA BATALLA
Eran las 6.30 de la maana, del 13 de julio de 1882, en que se inici esta batalla al pie del cerro El
Montn donde los sanpablinos y cajamarquinos lucharon con arrojo y valenta.
Pero frente a la superioridad numrica, en municin, armamento y posiciones estratgicas, nuevamente
ganaron terreno los chilenos. Se tuvo que ordenar el repliegue, hacia el lugar denominado La Laguna
despus de una heroica resistencia.
Los chilenos no permitieron una retirada ordenada y remataron con su caballera, cometiendo una serie
de excesos con los heridos, producindose una horrenda escena, llamada el repase, mutilaban a los
heridos de la forma ms cruel.
La segunda divisin comandada por el Coronel Callirgos Quiroga, despus de una travesa muy
accidentada que lo retras lleg y caus estragos al invasor que posicionado en las alturas del cerro El
Cardn el primer tiro de can fue muy efectivo y caus estragos y cadas en el ejrcito chileno.
Inmediatamente los peruanos actuando con celeridad y arrojo, descendieron de los cerros causando
desconcierto al enemigo.
El empuje de nuestras fuerzas fue tal que el enemigo chileno se repleg, ocupando San Pablo y
batindose en forma desordenada, dejando en el campo de batalla, armamento, equipo, municin y
caballos. Luego tomaron el camino de huida hacia San Luis y Llalln en fuga desesperada hacia
Pacasmayo. Cuando haban sido derrotados, habiendo mordido el polvo de la derrota, incendiaron el
pueblo de San Luis.
EL FIN DE LA BATALLA
Eran las 10.30 de la maana y esta batalla lleg a su culminacin, una hora ms tarde se izaba nuestro
pabelln nacional en la Plaza de Armas de San Pablo.
La historia reconoce a los estudiantes del colegio San Ramn, cados heroicamente de igual manera al
teniente Nstor Batanero Infantes quien al frente de siete soldados san pablinos supo contener a un
pelotn de chilenos, su cuerpo estaba de pie, apoyado en su bayoneta de su rifle. l estaba muerto, pero
aun as en esa posicin desafiaba al enemigo.
En el momento de recojo de los cadveres se encontraban yacentes en el campo de batalla ex alumnos,
profesores, ciudadanos sanpablinos y cajamarquinos.
ARENGA
Sanpablinos que habis combatido y vencido al enemigo, el arrojo de que hiciste gala, ha sido
precursor del tiempo, y vuestros nombres que quedan, y quedaran grabados con letras de oro.
La defensa que habis hecho de nuestros derechos, auxilindonos y contribuyendo a nuestro triunfo, es
la prueba ms grande y satisfactoria de todo lo que se debe y puede hacer un pueblo de tan abnegado
patriotismo.
La gloria del triunfo del 13 de julio de 1882, os pertenece a vosotros, colaboradores muy eficaces de tan
grande suceso, quien contara eternamente en el seno de los suyos.
Pormenorizar nuestro glorioso y rico historial, sera motivo de escribir un gran libro, para que con
marco dorado, en cada una de sus pginas blancas, se escriba con letras de oro bajo una pluma llena de
gloria; las grandes proezas y acontecimientos que se consiguieron con esfuerzo y entrega el verdadero
amor al suelo que los vio nacer; sobre todo con gran valor de herosmo en el campo de batalla
demostrado con profunda vocacin de ser verdaderos artfices de entregar sus vidas a cambio de nada y
en esta gran tarea estamos comprometidos todos y as, no se diga ms nunca, que slo estamos viviendo
de ese rico historial que nos legaron quienes nos antecedieron,
Finalmente, con mucha satisfaccin debemos expresar, que recorrer el Per nos llena de vitalidad. La
nobleza de su gente, la biodiversidad que por doquier se manifiesta y nuestro inestimable patrimonio
histrico-cultural, afirman de hecho nuestra confianza en nosotros mismos, y eleva nuestra autoestima y
el mejor legado que deja la historia es la unin entre civiles y militares por una noble causa y el
compromiso que tenemos todos los peruanos de hacer patria cada da de nuestras vidas, elevemos una
plegaria al todopoderoso, para que gue nuestros pasos, por la senda de la sabidura, nos d la suficiente
humildad, para seguir aprendiendo a auscultar el alma popular, tener la capacidad de escuchar para
entender las cosas, rescatar las enseanzas del Per milenario, y reflexionar sobre sus bellos mensajes,
para poder forjar nuestra verdadera identidad nacional.
De igual modo, que nos d la sabidura necesaria para que podamos administrar adecuadamente los
recursos naturales, que generosamente nos continua brindando la madre naturaleza, en beneficio de
todos y no solo de un grupo minoritario. Estoy seguro que los peruanos sin exclusiones, saldremos
adelante, convocando para el efecto a todas las voluntades en torno a los grandes objetivos nacionales
compartidos, incluso ahora, en la particular coyuntura que nos afecta al igual que el resto de los pases
del mundo.
Dmonos las manos y hagamos la gran cadena, para que en combinacin con las fuerzas telricas de los
andes, nos d la energa que nos permita caminar con firmeza y esperanza hacia el maana prometedor.
Esta es la hora de la paz y unidad indispensables para conquistar el progreso.
Siempre recordemos el juramento de los tres colegiales San Ramoninos de aquel 13 de julio de 1882
La patria est invadida, la planta del chileno ha hollado el suelo de Cajamarca. Nuestra bandera
necesita defensores, corramos a la guerra a defender la tumba de nuestros padres y la honra de nuestra
patria.
3.
combate se libra en la pendiente del cerro. Cceres enva a la artillera para apuntar hacia la cima del
cerro para tomarlo. Las fuerzas de Cceres ya no contaban con municiones y sin bayonetas se enfrentan
con
las
culatas
y
en
ascenso
del
cerro.
Las fuerzas peruanas sufrieron la prdida del 50% de sus efectivos, alrededor de 800 bajas. Chile
encontr 500 muertos en el campo de batalla. Por orden de Gorostiaga, los prisioneros y heridos
peruanos fueron ejecutados aduciendo que formaban parte de un ejrcito irregular.
Tras la batalla de Huamachuco, Andrs Avelino Cceres se retir a Ayacucho donde organiz un nuevo
ejrcito. El 20 de Octubre de 1883 se firm el Tratado de Ancn, en el que se restablece la paz entre los
dos pases al final de su participacin en la Guerra del Pacfico.
4.
CONSECUENCIAS DE LA GERRA:
4.1
Artculo 1. Restablecerse las relaciones de paz y amistad entre las repblicas de Chile y Per.
Los productos de las covaderas o yacimientos que se descubran en lo futuro en los territorios cedidos,
pertenecern exclusivamente al gobierno de Chile.
Artculo 5. Si se descubren en los territorios que quedan en dominio del Per, covaderas o yacimientos
de guano, a fin de evitar que los gobiernos de Chile y del Per se hagan competencia en la venta de esta
sustancia, se determinara previamente por ambos gobiernos de comn acuerdo, la proporcin y
condiciones a que cada uno de ellos deba sujetarse en la enajenacin de dicho abono.
Lo estipulado en el inciso precedente regir asimismo con las existencias de guano ya descubiertas que
puedan quedar en las islas de Lobos, cuando llegue el evento de entregarse esas islas al gobierno del
Per, en conformidad a lo establecido en la clusula 9 del presente tratado.
Artculo 6. Los acreedores peruanos a quienes se concede el beneficio a que se refiere el artculo 4
debern someterse, para la calificacin de sus ttulos y dems procedimientos, a las reglas fijadas en el
supremo decreto de 9 de febrero de 1882.
Artculo 7. La obligacin que el gobierno de Chile acepta, segn el artculo 4, de entregar el cincuenta
por ciento del producto lquido del guano de las covaderas de actual explotacin se hiciere en
conformidad al tratado existente, sobre venta de un milln de toneladas, sea que ellas se verifiquen en
virtud de otro contrato o por cuenta propia del gobierno de Chile.
Artculo 8. Fuera de las declaraciones consignadas en los artculos precedentes y de las obligaciones
que el gobierno de Chile tiene espontneamente aceptadas en el supremo decreto de 28 de marzo de
1882, que reglament la propiedad salitrera de Tarapac, el expresado gobierno de Chile no reconoce
crditos de ninguna clase que afecten a los nuevos territorios que adquiere por el presente tratado,
cualquiera sea su naturaleza y procedencia.
Artculo 9. Las islas Lobos continuarn administradas por el gobierno de Chile hasta que se d trmino
en las covaderas existentes a la explotacin de un milln de toneladas de guano, en conformidad a lo
estipulado en los artculos 4 y 7. Llegando este caso, se devolvern al Per.
Artculo 10. El gobierno de Chile declara que ceder al Per desde el da en que el presente tratado sea
ratificado y canjeado constitucionalmente, el cincuenta por ciento que le corresponde en el producto del
guano de las islas Lobos.
Artculo 11. Mientras no se ajuste un tratado especial, las relaciones mercantiles entre ambos pases
subsistirn en el mismo estado en que se encontraban antes del 5 de abril de 1879.
Artculo 12. Las indemnizaciones que se deban por el Per a los chilenos que hayan sufrido perjuicio
con motivo de la guerra, se juzgarn por un tribunal arbitral o comisin mixta internacional, nombrada
inmediatamente despus de ratificado el presente tratado, en la forma establecida por convenciones
recientemente ajustadas entre Chile y los gobiernos de Inglaterra, Francia e Italia.
Artculo 13. Los gobiernos contratantes reconocen y aceptan la validez de todos los actos
administrativos y judiciales pasados durante la ocupacin del Per, derivados de la jurisdiccin marcial
ejercida por el gobierno de Chile.
Artculo 14. El presente tratado ser ratificado, y las ratificaciones canjeadas en la ciudad de Lima,
cuanto antes sea posible, dentro de un trmino mximo de ciento sesenta das contados desde esta fecha.
En fe de lo cual, los respectivos plenipotenciarios lo han firmado por duplicado y sellado con sus sellos
particulares.
Hecho en Lima a veinte de octubre del ao de nuestro Seor mil ochocientos ochenta y tres.
Jovino Novoa.- Juan Antonio de Lavalle.- Mariano Castro Zaldvar.
Protocolo complementario.
En la ciudad de Lima a veinte de octubre de mil ochocientos ochenta y tres reunidos los seores don
Jovino Novoa, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de la Repblica de Chile, y los
seores don Jos Antonio Lavalle, Ministro de Relaciones Exteriores del Per, y don Mariano Castro
Zaldvar, ambos Plenipotenciarios ad hoc del Gobierno del Excmo. seor General don Miguel Iglesias
para el ajuste del Tratado de Paz entre las Repblicas de Chile y del Per, obrando en uso de las
facultades que les han sido atribuidas por sus respectivos Gobiernos, segn consta de los poderes y
mandato especial que tienen examinado y calificado como bastante para la celebracin del pacto de paz
suscrito en esta fecha; han procedido a ajustar asimismo el siguiente Protocolo complementario del
Tratado de Paz entre las Repblicas de Chile y del Per firmado en Lima el da de hoy:
Artculo 1. Mientras se perfecciona por la ratificacin del Congreso peruano el Tratado de Paz suscrito
en Lima con esta fecha la Repblica de Chile queda autorizada para mantener un ejrcito de ocupacin
en aquella parte del territorio del Per que el General en Jefe lo estime necesario siempre que las fuerzas
de que haya de componerse aquel ejrcito no estorben ni embaracen en manera alguna el libre y pleno
ejercicio de la jurisdiccin que corresponde a las autoridades nacionales del Per.
Artculo 2. Para subvenir en parte a los gastos que impondr a la Repblica de Chile el mantenimiento
del ejrcito de ocupacin, el Gobierno del Per entregar mensualmente al General en Jefe de aquellas
fuerzas, a contar desde la fecha del presente Protocolo, la suma de trescientos mil pesos en plata efectiva
que se deducirn en primer trmino de las rentas nacionales del Per.
Artculo 3. Las provisiones y equipos de cualquiera clase que el Gobierno de Chile enve a su ejrcito
durante la subsistencia de la ocupacin, sern internados en las aduanas del Per libres de todo derecho
fiscal o municipal y su despacho se verificar sin otro trmite que la presentacin del respectivo
Manifiesto con el "Visto Bueno" del General en Jefe.
Artculo 4. El Cuartel General del Ejrcito de Chile podr hacer uso de todas las lneas telegrficas del
Estado sin retribucin alguna, siempre que los telegramas aparezcan visados en la Secretara del General
en Jefe o suscritos por el Ministro Plenipotenciario de Chile.
Artculo 5. El Cuartel General del ejrcito de ocupacin podr asimismo hacer uso de las vas frreas
en las propias condiciones y trminos que puede emplearlas el Gobierno del Per a mrito de los
diversos contratos que tiene celebrados con las personas o sociedades que las explotan.
Artculo 6. Mientras el General en Jefe del Ejrcito de ocupacin lo estime indispensable,
permanecern al servicio de este ejrcito los hospitales de esta ciudad titulados "Dos de Mayo" y "Santa
Sofa" pudiendo colocarse dentro del circuito de los expresados establecimientos una guarnicin militar
para los efectos de su custodia y polica.
En fe de lo cual los antedichos Plenipotenciarios firmaron por duplicado el presente Protocolo,
sellndolo con sus sellos respectivos.