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Reflexiones Sobre La Eutanasia

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Introducción

Con el presente trabajo, pretendemos dar conocimiento de uno de los muchos aspectos
que han, siguen y continúan siendo controvertidos en relación a la toma de decisiones;
nos referimos a la Eutanasia, y sus diversas consecuencias en todo ámbito de la vida del
hombre, para tales efectos hemos comprendido diversos aspectos, ya sean sociales,
religiosos, psicológicos, jurídicos entre otros con el fin lograr una comprensión de
carácter holística acerca de nuestro tema de estudio, sabemos incluso, que hasta en el
interior de nuestro grupo de estudio se han dado origen a opiniones encontradas, por lo
cual, con el fin de llegar a un consenso, nos hemos visto en la necesidad de indagar
profundamente en los diversos campos sociales, y recurrir a diversos especialistas en el
tema, con el fin de lograr aunar nuestras opiniones, para así lograr en definitiva la
integración de lo que a nuestro parecer es lo más pertinente efectuar en el caso particular
de la Eutanasia, también hemos realizado tres entrevistas a especialistas que ha nuestro
juicio son de elevada importancia en la comprensión y clarificación de los aspectos
relativos a la Eutanasia, dichas entrevistas han sido adjuntadas en el anexo de nuestra
investigación comprendiendo las áreas de la medicina, psicología y filosofía, para de esta
manera, permitirles a nuestros lectores una cabal comprensión del tema sujeto a la
investigación, esperamos sinceramente que el presente trabajo sea de su agrado, y que
dentro de las diversas citas y opiniones expresadas en el texto logre identificarse con al
menos una de ellas.

EUTANASIA.

Evolución Histórica
Carlos Rojas M.
La Eutanasia Ritualizada.-
La muerte no es ni ha sido un hecho natural, simple; corresponde a un complejísimo
fenómeno cultural. El objetivo de ayudar al bien morir se lo han propuesto las culturas en
sus ritos de paso tanatológicos. Del estudio de las culturas primitivas se deduce que
muchos pueblos utilizan productos químicos (drogas, vinos, derivados del opio, etc.) para
que los moribundos pierdan la conciencia y mueran en paz. Otras veces usan venenos.
Así, entre los indios cuevas, del istmo de Panamá, cuando la enfermedad de una persona
se considera incurable, se le administra un concentrado de una hierba que contiene
estricnina. Otros procedimientos son de carácter físico: así, la utilización de humos,
inciensos, etc. Entre algunas tribus indias americanas, al moribundo se le tumbaba en una
parrilla, bajo la cual permanecía el rescoldo de una hoguera previa, cuyo humo hacía
perder la conciencia al paciente y acababa poco a poco con su vida. Si por una parte el
humo le mataba, por otro impedía la descomposición de su cuerpo, lo cual hacía posible
su permanencia por unos días en el interior de la comunidad, y la puesta en práctica de
toda la liturgia funeraria.

También se conocen culturas en las que los procedimientos eutanásicos fueron


principalmente psíquicos: llegado a un cierto momento de su vida, el anciano se despedía
de los miembros de la tribu, se retiraba a un lugar apartado y se disponía a morir,
consciente de que le había llegado la “hora”.

En varios países de América del Sur ha existido durante siglos la práctica eutanásica de
“despenar”. El despenador estaba especializado en calmar los dolores de los enfermos
incurables que sufrían más de lo considerado razonable. Colocaba al enfermo en una
posición adecuada para hacer un movimiento brusco con las extremidades del cuerpo
rompiendo algunas vértebras cervicales poniendo fin a su vida y a sus dolores.

Cuando los indios americanos tenían que huir de sus perseguidores y necesitaban
desprenderse de algunos de sus hijos pequeños, los mataban del modo más piadoso
posible. En Esparta, se despeñaba a los niños deformes o a las niñas por la ladera del
monte Taigeto, a fin de mantener la supremacía operativa y bélica del pueblo espartano.
También las madres lavaban a los recién nacidos en vino y no en agua, dado que los niños
débiles y epilépticos no soportaban este tipo de baño y morían.

También se encuentra atestiguada la eutanasia piadosa de los heridos de guerra, a modo


de ejemplo, Ambroise Paré, máximo cirujano de la época del Renacimiento escribe como
un soldado viejo degolló a unos heridos de guerra. La práctica de “rematar a los heridos”
se ha justificado siempre por motivos de piedad y misericordia.

En síntesis, se puede apreciar que las culturas han ritualizado el fenómeno de la muerte.
Estos ritos han tenido por objeto humanizar el proceso del morir, evitando en lo posible el
sufrimiento. En los casos desesperados no han encontrado otro modo de humanizar la
muerte que acelerando directa y voluntariamente su llegada. Los personajes encargados
de esto eran en unos casos los chamanes, magos, o hechiceros. A partir del nacimiento de
la medicina científica en Grecia se va a producir en este punto una gran novedad, ya que
desde ese momento va a ser el médico la persona encargada de cumplir con esta misión.
De ahí que la eutanasia se medicalice.

La Eutanasia Medicalizada.-

Suele afirmarse que la medicina tiene por objeto luchar por la vida, defender la vida, y
que por tanto siempre se ha opuesto a las prácticas eutanásicas. Pero esto no es cierto,
como se expone a continuación:
Dice Platón que la ciudad natural o perfecta ha de estar compuesta de hombres “sanos”.
Los ciudadanos han de gozar de salud, dice Platón, dado que la salud es inseparable de la
perfección. Platón señala: Asclepio dictó las reglas de la medicina para su aplicación a aquellos que,
teniendo sus cuerpos sanos por naturaleza y en virtud de su régimen de vida, han contraído alguna
enfermedad determinada, pero únicamente para estos seres y para los que gocen de esta constitución, a
quienes, para no perjudicar a la comunidad, deja seguir el régimen ordinario limitándose a librarles de
sus males por medio de drogas y cisuras, mientras, en cambio, con respecto a las personas crónicamente
minadas por males internos, no se consagra a prolongar y amargar su vida con un régimen de paulatinas
evacuaciones e infusiones, de modo que el enfermo pueda engendrar descendientes que, como es natural,
heredarán su constitución, sino al contrario, considera que quien no es capaz de vivir desempeñando las
funciones que le son propias no debe recibir cuidados, por ser una persona inútil tanto para sí mismo
como para la sociedad. La función del médico es, pues, estrictamente eutanásica. Según Platón, los hijos
de Asclepio pensaban que: en las personas constitucionalmente enfermizas o de costumbres
desarregladas, como la prolongación de su vida no había de reportar ventaja alguna a sí mismos ni a sus
prójimos, no debía aplicarse a estos seres el arte médico, ni era posible atenderles aunque fuesen más
ricos que el mismo Midas.

Esta idea platónica ha tenido una enorme influencia posterior. En los múltiples
comentarios que existen al gran tratado platónico, es posible seguir la evolución de esta
doctrina de la función eutanásica del médico. Averroes, uno de los máximos médicos de
la Edad Media, es un decidido partidario de la eutanasia, y considera que practicarla es
función de los médicos de la ciudad, en sus escritos señala: La sociedad modelo necesitará los
médicos para diferenciar a quienes tienen un defecto curable de los que poseen otro incurable. El primero
será curado, y al segundo se le dejará morir, aunque existiese la posibilidad de prolongarle la vida
mediante la medicación, pero a costa de no poder participar en ninguna de las actividades de la
comunidad….

La dicotomía de que se hacen eco Platón y Averroes es la misma que los médicos
hipocráticos establecieron entre enfermedades “tratables”y enfermedades “intratables”.
En el libro hipocrático Perí tékhnes, se señala lo siguiente: en primer término voy a definir lo
que considero que es la medicina: el apartar por completo los padecimientos de los que están enfermos y
mitigar los rigores de sus enfermedades, y el no tratar a los ya dominados por las enfermedades,
conscientes de que en tales casos no tiene poder la medicina.

En los tiempos modernos utilizó la denominación de “eutanasia” Santo Tomás Moro en


1516, en su “utopía”. La aceptaba para enfermos incurables, si bien con intervención de
sacerdotes y oficiales de gobierno, es decir, extremando al máximo las precauciones.
Francisco Bacon, sostuvo en el siglo XVII el derecho que asistía a una persona para dar
muerte a otra por razones piadosas, cuando los dolores eran insoportables y no había
esperanzas de curación.

No parece arriesgado decir que los médicos han practicado tradicionalmente la eutanasia
pasiva y aun la eutanasia activa, en aquellos casos en que las características peculiares de
la enfermedad (incurabilidad del proceso, posible contagio, final muy trágico y doloroso)
así lo aconsejaban. Un ejemplo de esto es el de la rabia, que reunía las tres características.
Los tratados de medicina aconsejaban en estos casos la práctica de la llamada “sangría
suelta”, que acababa con los males del paciente a la vez que con su vida. Así se explica
que en 1810 se promulgará una ley que decía: Se prohíbe bajo pena de muerte
estrangular, asfixiar, sangrar hasta la muerte o matar por cualquier otro método a quienes
sufren de rabia, hidrofobia, o cualquier enfermedad que causa espasmos, convulsiones,
agitación y locura peligrosa.

La Eutanasia Autonomizada.-
El interés actual por la eutanasia se debe a que nuestra época ha introducido un nuevo
factor en la reflexión sobre ese tema: la autonomía de los pacientes. Hasta la segunda
guerra mundial, las prácticas eutanásicas se realizaron, por lo general, sin el
consentimiento de quienes las sufrían. En las tribus primitivas eran las normas
consuetudinarias del grupo social o del clan familiar las que señalaban cuándo una
persona debía desaparecer. Más cerca de nosotros, las prácticas eutanásicas desde los
albores de la cultura occidental, en la Grecia antigua, hasta la época nazi, se basaron en
motivos sociales, políticos, médicos, eugenésicos, etc., pero muy pocas veces tuvieron en
cuenta la voluntad de los pacientes. Sólo en las últimas décadas este factor ha comenzado
a cobrar importancia. Por eso la pregunta por la eutanasia se formula hoy de modo
distinto al de cualquier otra época anterior. Actualmente lo que preocupa es si existe la
posibilidad ética de dar una respuesta positiva a quien desea morir y pide ayuda a tal
efecto. Vivimos en la época de los derechos humanos, y prácticamente acabamos de
descubrir que entre éstos está el derecho a decidir, dentro de ciertos límites, sobre las
intervenciones que se realizan en el propio cuerpo, esto es, sobre la salud y la
enfermedad, sobre la vida y la muerte.

La Eutanasia en la Actualidad.-

La eutanasia se entiende como una acción u omisión que por su naturaleza o en la


intención apresura la muerte para evitar grandes dolores y molestias al paciente, a
petición de él mismo, de sus familiares o por iniciativa de un tercero que presencia,
conoce e interviene en el caso concreto del moribundo.
Esta definición la sitúa en el nivel de las intenciones y procedimientos usados en procesos
irreversibles de muerte. Independientemente del momento en que se ejecute la decisión,
lo importante es que hay una intención de apurar un proceso que es irreversible. Se
diferencia de las acciones en los casos de recién nacidos enfermos, enfermedades
crónicas y ancianos, en los cuales la cuestión no es la abreviación de su vida, sino la
eliminación de ellos.
Existen algunos hitos históricos en la legislación a nivel mundial, sobre esta materia, que
muestran una tendencia en las actitudes contemporáneas hacia ella. Las iniciativas
legales, aunque no hayan fructificado inmediatamente, van marcando el rumbo que
desemboca en la histórica legislación que se lleva a cabo en Holanda en el año 2000,
convirtiéndose así en el primer país que aprueba definitivamente la práctica de la
eutanasia en el año 2001. Otros fenómenos relacionados con esta prescripción social
legalizada de ella, son la creciente aceptación del aborto y el inicio de la aprobación para
clonar embriones humanos de hasta dos semanas de vida con fines de experimentación,
materializada por primera vez en la Cámara de los Lores británica (enero, 2001). Es
sabido, que la promulgación de leyes, es el reconocimiento oficial de cambios valóricos y
en materia de costumbres que se han producido ya en la sociedad. En no escasas
situaciones, esas realidades son usadas justamente como argumentación para promover la
legislación. La eutanasia se practicaba desde hace dos décadas en Holanda y había un
compromiso del parlamento y de los tribunales de justicia para no sancionar a los
médicos que la aplicaban; también las investigaciones experimentales con embriones se
han venido realizando desde hace mucho tiempo y las presiones desde los círculos
científicos se hacían sentir. Se sabe incluso que hay avances en muchos de los aspectos a
los cuales aluden las regulaciones establecidas, pues es difícil que pueda detenerse el afán
de conocimiento y de manipulación de la ciencia.

Terminología
La palabra “Eutanasia” proviene del griego “Euthanasia”, lo que significa “Buena
Muerte”, palabra compuesta de: Eu, “Bien” y Thanatos, “Muerte”.

La eutanasia positiva o activa.-

Se entiende como el acto de privar de vida a una persona por razones de dolor y
sufrimiento. Se trata de una eutanasia activa directa en los casos en que el efecto
inmediato que se busca a través de algún medio es el deceso. En la eutanasia positiva
indirecta hay una acción que tiene un efecto inmediato aliviador para el enfermo, pero
que comporta simultáneamente, como efecto paralelo divergente y no buscado, la muerte
o su adelanto.

La eutanasia negativa o pasiva.-

La eutanasia negativa o pasiva simplemente priva al enfermo de aquellos medios


médicos extraordinarios que podrían prolongar su vida, en el contexto de una muerte
irreversible (distintos y dramáticos son los casos de eutanasia pasiva involuntaria por
carencia de recursos y por negligencia en la atención de los pacientes irrecuperables). En
este caso hay implícita una evaluación de costos y resultados esperados.

Las denominaciones de eutanasia negativa y activa indirecta son cuestionables, porque


ahí en realidad no hay una intención eutanásica, sino que se refieren a una realidad en que
se deja que el proceso irreversible de la muerte siga su curso, ya que no existe esperanza
de recuperación. Corresponde más bien a un “dejar morir en paz”. Esta visión se
identifica con la subyacente en la conceptualización de la distanasia o
“encarnizamiento terapéutico”.

El encarnizamiento terapéutico.-

El Ensañamiento Terapéutico o distanasia se define como una práctica médica abusiva


derivada directamente de las posibilidades de la tecnología y de injerencias desmesuradas
en la vida del enfermo. Consiste en una prolongación exagerada de la vida por medios
artificiales, usando medios desproporcionados. El problema del ensañamiento terapéutico
remite pues a la cuestión fundamental de la finalidad del gesto terapéutico que,
esencialmente, siempre debe buscar el bien de la persona.

Respecto de la distanasia, Peña y Lillo lo ha expresado diciendo que el fin de la medicina


es sanar al enfermo, pero no impedir la muerte. Los principales aspectos que se evalúan
en este caso, señalados por Mifsud (1993), son: el estado del paciente y su posibilidad de
recuperación, la efectividad del tratamiento y sus efectos secundarios, los costos
psicológicos y económicos y la voluntad del propio enfermo y de la familia. En esta línea
se ubican los cuidados paliativos. Tanto la ley chilena como el Código Ético del Colegio
Médico, concuerdan con esta postura.

Tecnificación, Muerte y Modernidad


A pesar de los innegables triunfos y progresos importantes en la vida económica, las
condiciones materiales de vida, las comunicaciones, etc. la civilización industrial y
técnica acarrea también considerables inconvenientes. Baudouin y Blondeau afirman que
nuestras sociedades “toman sus decisiones en función de los medios y no de los fines, su
criterio es la cantidad de consumo en vez de la calidad de vida humana”. Indican que la
mentalidad técnica privilegia precisamente los medios y las energías en función del
consumo. La medida del éxito sigue siendo la ganancia material y financiera. Por varias
razones ya no se habla de ciencia sino cada vez más de tecnociencia.
En las relaciones humanas y en el plano jurídico la persona con derechos ha sustituido al
ciudadano, es decir, a la persona con deberes. El egocentrismo sirve de barrera y filtro en
las relaciones humanas. El egocentrismo unido al deseo de ganancia, producción y
consumo ,crea aislamiento. Y cuando pierde sentido abrirse al otro y las relaciones de
reciprocidad gratuita se agotan, el ser humano renuncia a parte de su humanidad. La
cultura técnica es una carrera por el tener a expensas del ser , un aumento del
egocentrismo que aísla y destruye los valores familiares, los lazos de reciprocidad y las
referencias necesarias para forjarse una identidad.
El desmantelamiento de la familia también produce una división profunda entre
generaciones. El aislamiento y el abandono amenazan cada vez más a los ancianos a
medida que los lazos familiares se deshacen. Es difícil desarrollar el respeto por la
tradición y los mayores entre una juventud a la que sólo se le pide que siga siendo joven.
Por consiguiente, se presentan casos en los que el ser humano que muere se encuentra
solo consigo mismo, con su humanidad, sus miedos y angustias, aislado y sin el apoyo
suficiente o simplemente sin apoyo. Se pierde lo esencial.

Existe una estrecha relación entre la tecnociencia y la muerte. Ya no morimos a causa de


enfermedades como la disfunción de un riñón o una infección microbiana. La
biotecnología alivia, prolonga la longevidad y aleja realmente las fronteras de la muerte.

Los muertos de la ciencia.-

Se suele acusar a la ciencia y a la medicina de prolongar la muerte y, con ello prolongar


también el sufrimiento, la angustia y la agonía. La acusación va dirigida contra el
progreso de la técnica. La muerte ha llegado a ser percibida como un fenómeno artificial.
Existiendo los “muertos vivientes” y los “muertos aplazados”
Baudouin y Blondeau realizan la siguiente descripción:

Los muertos vivientes.-

Son personas inconscientes, sumidos en un coma profundo que han perdido el contacto
con los demás. Este tipo de coma puede ser el resultado de una destrucción del córtex,
centro de la vida relacional del individuo, que anula toda posibilidad de recuperar la
conciencia. Puede ser también el resultado de una lesión masiva del cerebro que provoca
una pérdida irreversible del conjunto de las funciones cerebrales y se constata sobre todo
en la ausencia prolongada de las funciones espontáneas cardiaca y respiratoria. En estos
casos para mantener al paciente en vida es necesario recurrir a una ayuda artificial como,
por ejemplo, el respirador y el estimulador cardíaco. A estas personas en estado de coma
irreversible, ya sea por muerte cortical o cerebral, se les suele calificar de vegetativos
crónicos, “vegetales”, comatosos, acabados o descerebrados. Son los muertos vivientes.
Todas estas personas permanecen encerradas en sí mismas y la mayoría depende
exclusivamente del poder médico para concluir su vida.

Los muertos vivientes plantean complejos y delicados problemas. El primero es el de la


determinación del momento de la muerte. Se planteó esto con especial crudeza a
propósito de los primeros trasplantes cardíacos que obligaron a determinar cuándo y
según qué criterios una persona podía ser declarada muerta con el fin de extraer sus
órganos.
Desde 1968 el concepto de muerte cerebral adquiere un reconocimiento científico
generalizado (desarrollo de los primeros criterios en Harvard). El segundo problema, de
tipo ético y jurídico, es el relativo a la interrupción o a la no aplicación desde un principio
de los cuidados llamados extraordinarios, es decir, de la tecnología para prolongar la
vida. Este problema es una fuente de conflicto entre los actores involucrados. Así, el
muerto viviente es un producto directo de una tecnología excepcional cuyo uso
indiscriminado puede generar abusos.

Los muertos aplazados.-

Los muertos aplazados son aquellas personas conscientes a las que la medicina y la
ciencia ya no pueden ayudar, pero a las que, con mayor o menor ensañamiento, se insiste
en reanimar en los momentos críticos, supliendo las carencias biológicas, para posponer
una muerte que se sabe inevitable. La intervención se convierte en ensañamiento
terapéutico.
Las técnicas que mantienen artificialmente la vida fueron concebidas al principio para
paliar los efectos de una patología y comprar tiempo mientras se aplicaba una
intervención terapéutica reparadora.
La medicina y la tecnología son instrumentos sociales y por ello un reflejo más o menos
fiel de la sociedad en la que se insertan y que los condiciona. Hay que remitirse pues a los
valores culturales y sociales. Nuestra sociedad actual rechaza admitir la inmutabilidad y
la permanencia de la realidad de la muerte. La muerte se encuentra en franca
contradicción con los valores socioculturales modernos. La medicina y la tecnología son
consideradas agentes de transformación de la muerte, ya que han modificado las reglas y
el contexto del morir.
La deshumanización y despersonalización de la muerte son una realidad de nuestra
sociedad moderna.

La Eutanasia por Luís Cousiño


De las muchas definiciones que hemos tenido oportunidad de leer y analizar, nos
inclinamos en definitiva por el concepto que proporciona el profesor don Luís Cousiño en
libro “Medicina Legal”, esquema con el cual trabajaremos para demostrar que aún hoy se
está muy lejos de una clarificación definitiva.

A juicio de L. Cousiño, son cinco los elementos que se comprenden dentro del concepto
de Eutanasia:

“1º Que se trate de un enfermo incurable”;

“2º Que padezca de crueles dolores”;

“3º Que la muerte se dé a su propio pedido, de sus familiares o guardadores”;

“4º Que se haga a impulsos de un sentimiento profundo de piedad y humanidad”; y

“5º Que se procure una muerte exenta de sufrimientos”.

A nuestro juicio este es el concepto más adecuado a la institución de la Eutanasia,


siempre que se entienda:

a.- que dentro de “enfermos incurables” queda comprendido el caso del que padece un
grave accidente;

b.- que jamás podrá admitirse la Eutanasia en caso de negativa o rechazo expreso del
paciente, pareciéndonos este requisito básico dentro de la institución.

Pasaremos a analizar en el mismo orden cada uno de estos requisitos.

1º Que se trate de un enfermo incurable:

Reiteramos que hablar de “enfermo incurable” parece insuficiente, puesto que bien podría
tratarse no de un enfermo sino de un herido sin posibilidad de recuperación, como es el
caso citado incluso por autores extranjeros, ocurrido en la estación ferroviaria argentina
de Altapacal, en viaje de los cadetes de Escuela Militar chilena en el año 1927, en el cual,
luego de un choque de trenes, se dio muerte al cadete Perry, quien, herido, quedó
atrapado entre los escombros, próximo a ser alcanzado por las llamas del incendio
producto de la colisión.

Hablar de enfermedad incurable, implica un problema aún mayor, ya que la historia nos
muestra que múltiples enfermedades que se consideraban incurables, encontraron más
tarde remedio. El mismo concepto de “incurable”, ¿quién lo determinará? ¿Acaso en la
práctica no quedaría ello con frecuencia entregado a la mayor o menor pericia del
médico? Es cierto que algunos autores proponen como solución a esta objeción la
existencia o creación de comisiones especiales, pero ocioso parece advertir que ello sería
aplicable sólo en países de un elevado estándar económico. ¿El concepto mismo de
incurable debe entenderse en un sentido intrínseco de la enfermedad o serlo dentro de las
posibilidades del paciente?. Incluso en países como Chile, un enfermo que vive en zonas
apartadas o aisladas y que padece, por ejemplo, de insuficiencia renal y que por razones
geográficas y económicas está imposibilitado de someterse al tratamiento casi diario de
“Diálisis” ¿podría considerarse que sufre de una enfermedad incurable? Teóricamente
parece fácil contestar que no, pero es evidente que en la práctica no tendría acceso a
curación o tratamiento. La mantención de la vida de paciente en estado vegetativo
crónico, mediante instalaciones de alta sofisticación y costo, es casi para siempre posible,
pero ¿ se podría considerar ello como una obligación moral?. Pensamos que no, y que,
como lo ha señalado la misma Iglesia Católica, no es aceptable “el encarnizamiento
terapéutico”. El Papa Juan Pablo II expresó que “está permitido, con el consentimiento
del paciente, interrumpir los tratamientos en los que se arriesga la obtención de los
resultados esperados cuando la muerte inevitable es inminente, está permitido en
conciencia tomar la decisión de rehusar la forma de tratamiento que solo asegurarían una
precaria y onerosa prolongación de la vida”.

En este mismo sentido, El Código de Ética del Colegio Médico de Chile, en su artículo
28 señala: “ Toda persona tiene derecho a morir dignamente. Así pues los procedimientos
diagnósticos y terapéuticos deben ser proporcionales a los resultados que se puedan
esperar de ellos”.
“El médico puede y debe aliviar al enfermo del sufrimiento o del dolor aunque con ello
haya riesgo de abreviar su vida”.
“Ante la inminencia de una muerte inevitable, sin interrumpir los medios mínimos
habituales para mantener la vida, es lícito al médico en conciencia, tomar la decisión de
no aplicar los tratamientos que procuren únicamente una prolongación precaria y penosa
de la existencia. Así mismo, ante la comprobación de muerte cerebral, el médico está
autorizado para suspender todo procedimiento terapéutico”.

La prolongación exagerada de la vida por medios artificiales, está reñida con la Ética
médica, y recibe el nombre técnico de “Distanasia”.

2º Que padezca de crueles dolores:


Si bien en líneas generales todos sabemos lo que es el dolor, y en alguna forma lo hemos
experimentado, difícil es determinar cuando el dolor puede considerarse cruel en
términos eutanásicos.

Hay individuos que parecen capaces de soportar físicamente dolores mucho más intensos
que la normalidad de mortales, de manera que el concepto de “crueldad” adquiere un
relativismo peligroso.
En algunos casos pareciera ser que la crueldad del dolor lo es más psicológicamente para
los parientes o amigos del enfermo, que físicamente para éste.

Día a día los laboratorios del mundo trabajan para producir substancias que hagan
superable el dolor, y desde luego, bien sabido es hasta por el vulgo, que la morfina es
capaz de superar casi todos los dolores. En Chile, a partir del año 1995, el Ministro de
Salud creó un “Programa Nacional de Alivio del Dolor y Cuidados Paliativos”, el cual
tiene por objeto entregar socorros a enfermos terminales (sólo a los afectados por cáncer).
La idea principal es el que sean trasladados a sus propios hogares.

Para estos efectos de “crueles dolores” debe entenderse solo dolores físicos o podrían
serlo también dolores psíquicos o morales.
¿Acaso el dolor de una madre que en un accidente ha perdido a sus hijos no es tan cruel
como una enfermedad que pudiera estar afectándola?

Es necesario hacer presente que no siempre un dolor cruel indica necesariamente la


gravedad de una enfermedad o la proximidad de la muerte.

El dolor es un fenómeno esencialmente subjetivo, ¿cómo podría determinarse por


terceros el grado de crueldad de ese dolor ajeno? Pareciera imposible establecer un
parámetro de crueldad de dolores”.

En una sociedad, como en la que vivimos, son cada vez menos los que creen que el
sufrimiento innecesario tenga algún sentido. Alguien ha dicho que nadie sería tan
malvado, que viendo sufrir un animal de su propiedad no apresurara su agonía para
librarlo del sufrimiento.
Sin embargo, también podría argumentarse que el dolor del paciente y su repercusión en
quienes lo rodean puede acarrear efectos benéficos en estos. Ignacio de Loyola, siendo
un simple soldado, fue gravemente herido en el sitio de la ciudad de Pamplona, y en la
larga inactividad a que se vio obligado, transformó espiritualmente su vida, hasta incluso
ser canonizado.

3º Que la muerte se dé a su propio pedido, de sus familiares o guardadores:

Quizás sea este el punto que presenta mayores dificultades y dudas. En primer lugar
estimamos que de manera alguna podría ponerse término a la vida de otra persona contra
su voluntad, por mísera que fuera la condición física de este, y aunque su muerte próxima
pareciera evidente. Reiteramos, pues, que frente a la negativa del paciente, no puede
haber resolución alguna constitutiva de Eutanasia. Pensamos que esta materia no puede
tener excepción alguna. Si el individuo opta por seguir viviendo nadie puede arrogarse un
supuesto derecho contrario. Lo contrario sería simplemente un homicidio.

La casuística se presenta pues, en otras situaciones:

• que la muerte se de justamente a petición del paciente.


• Que el paciente no esté en situación de emitir opinión o pronunciamiento.
En el caso que el paciente lo solicite se plantean a lo menos dos problemas. El primero de
ellos, si el derecho a disponer de la propia vida es o no delegable, lo que la mayoría de
los autores rechaza que lo sea. Aún más, en la práctica el Estado se atribuye el derecho a
impedir que el individuo muera, como frecuentemente ha sucedido entre nosotros en los
últimos tiempos cuando “huelguistas de hambre han sido alimentados o forzados a
alimentarse contra su voluntad”

Segundo, si aquella voluntad no debiese estimarse como viciada por la aflictiva situación
del paciente. Desde luego pensamos que el individuo tiene algunos derechos sobre su
propio cuerpo, caso por ejemplo de la cesión de un riñón o de córnea, pero que esta
disponibilidad del propio cuerpo está limitada en cuanto a órganos (no podría por ejemplo
ceder una pierna o un brazo)

En el caso que el paciente no esté en situación de emitir una opinión.

No se puede saber lo que piensa el paciente, y ni siquiera si piensa algo. Esta pareciera
ser la situación mas complicada. En Estados Unidos, donde la materia de la Eutanasia ha
sido objeto de especial estudio y resonancia pública, y donde posiblemente más se ha
escrito en los últimos años sobre la materia, se ha ideado una tentativa de solución. Es lo
que se llama “El Testamento Vital”, o “Autodeterminación del paciente”, lo cual
pasaremos a estudiar con mas detalle más adelante.

Acotación al margen de lo anterior nos parece indicar lo inconveniente y aún peligroso


que resulta el entregar a los familiares la resolución en el caso que el paciente no pueda
manifestar voluntad, ya que, una solución semejante sería entregar la decisión a quienes
pueden tener eventuales intereses económicos o hereditarios o supeditados a la muerte del
paciente.

Sin embargo, parece ser usual dentro de la materia el que prime la opinión de los
familiares y se exija la actuación médica.

Hay quienes han propuesto que la resolución debe quedar entregada a un médico o a una
comisión de médicos, lo que no siempre ha sido aceptado ni siquiera como proposición
por las instituciones gremiales, las que han llegado incluso a invocar el llamado
“Juramento de Hipócrates”. A este respecto, el Código de Ética del Colegio Médico de
Chile señala en su artículo 27º:
“El médico no podrá deliberadamente poner fin a la vida de un paciente bajo
consideración alguna. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo”.
“Nadie, además, puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a
su responsabilidad”.

Por el contrario no faltan quienes han interpretado el famoso “Juramento” en el sentido


que la verdadera obligación del médico es luchar contra el dolor, y no el prolongar
inútilmente la vida. Tampoco hay que olvidar que entregar la resolución a un médico es
susceptible de destruir la confianza que el paciente tenga en él.

4º Que se haga a impulsos de un sentimiento profundo de piedad y humanidad:

Este requisito es de evidente buen sentido. Lo contrario estaría próximo a un homicidio


puro y simple. Incluso, muchos alegan que la Eutanasia puede ser considerada como un
acto de amor al prójimo. Innecesario parece señalar que la prueba de este sentimiento
humanitario será en definitiva por el juez, y en el caso nuestro, a través de los medios de
prueba que contempla el Código de Procedimiento Penal.
5º Que se procure una muerte exenta de sufrimientos:

La finalidad misma de la Eutanasia es la lucha contra el sufrimiento, por lo que no puede


producirse lo más para evitar lo menos.

Por su parte, y aunque parezca inoficioso, nos permitimos agregar que la muerte debe ser,
si no inminente, al menos relativamente próxima, puesto que todos por el solo hecho de
nacer estamos condenados a morir.

Aplicación de Teorías sociales y Psicológicas en relación al caso


del enfermo Terminal
Un aspecto de gran relevancia en el tema de la eutanasia consiste en hacer mención de la
calidad de vida que lleva un Enfermo Terminal en estas condiciones adversas que se
encuentra vivenciando, para lo cual abordaremos en el presente trabajo un conjunto de
teorías sociales y psicológicas que sean atingentes al caso, las cuales serán mencionadas a
continuación.

Cabe señalar que todas estas teorías, no deben ser vistas literalmente y caer en un
determinismo, ya que en el presente trabajo, nos hemos percatado a través de las
entrevistas y salidas a terreno, que todo depende de las circunstancias y de la persona
misma, en cuanto su estado cognitivo, emocional, etc.

Lo que postularemos en la presente, será a base de marcos teóricos y salidas a terreno, lo


que correlacionaremos, para efecto describir e explicar lo que normalmente se daría en
estas contingencias.

La teoría de la Reactancia Psicológica.-

La teoría de la Reactancia Psicológica de Brehm. Propone que la amenaza o la pérdida


real de alguna libertad provoca en el individuo un estado motivacional, cuya meta es la
restauración de la libertad amenazada o perdida.

Basándonos en la teoría anteriormente definida podemos argüir que este aspecto es el


primer paso que experimenta el Enfermo Terminal, ya que, como ha sido mencionado
anteriormente, el afectado ha tenido una pérdida, esta pérdida es amenazada en cuanto a
su libertad, claramente no tomando la teoría literalmente, ya que convencionalmente
sigue siendo libre, la presente nos orienta para argumentar y darle una lectura para
aplicarla también en el terreno de la pérdida de libertad en cuanto a expectativas, calidad
de vida, motivaciones, metas y aspectos que se ha propuesto en la vida la persona para
realizarlas, en cuanto eso, la persona ha perdido libertad.

Pero no olvidemos que debemos considerar un aspecto de la persona de gran importancia.


El cual consiste en el nivel de autoestima actual del afectado, siendo un factor
determinante en los aspectos reactivos, tal cual como nos señalan Brockner y Elkind al
haber realizado un experimento en el cual sujetos de alto nivel de autoestima tienden a
reaccionar en mayor medida frente a amenazas graves, ahora bien, es totalmente contrario
el efecto en los casos de baja autoestima, los cuales, podrían experimentar una
Indefensión Aprendida. Teoría que veremos más adelante, relacionándola con las
personas que pierden la esperanza, en estas circunstancias.
Ahora bien, el afectado a continuación de la reactancia, se verá sumido en un
desequilibrio, lo cual atañe en el presente trabajo hacer referencia de la teoría del
Principio del Equilibrio de Fritz Heider, la cual postula:

Heider afirma que tenemos tendencias hacia las situaciones de equilibrio. Sin embargo,
esto no quiere decir que el equilibrio prevalezca siempre en nuestras relaciones
interpersonales. Lo que Heider sostiene es que en el caso de que el equilibrio no sea
alcanzado y la persona no pueda cambiar una situación desequilibrada, entonces
experimentará tensión.

Por otra parte cabe señalar que esta fue la primera formulación del principio del
equilibrio, que fue desarrollada más tarde y sirvió de inspiración directa a la teoría de la
Disonancia Cognoscitiva de Leon Festinger.

Entendiendo todo esto en relación al paciente, decimos entonces que si bien este presenta
una reactancia, para después llegar a un desequilibrio, debemos explicar el porqué de esta
cognición.

Este Desequilibrio como vimos, genera en el sujeto tensión ¿y por qué nos atrevemos a
decir que una persona en tales condiciones presentaría esto? porque sus expectativas,
motivaciones, proyectos de vida, etc. Se ven amenazados por el diagnóstico que el doctor
da a la persona, dejándola perpleja y en desequilibrio, donde su libertad se ve amenazada.
Y por consiguiente llega a una Disonancia Cognitiva, la cual explicaremos a
continuación.

La teoría de la Disonancia Cognoscitiva de Leon Festinger.-

El punto central de la teoría de Festinger consiste en afirmar que los seres humanos
buscan un estado de armonía en sus cogniciones. El término cognición, como se ha
definido anteriormente, se refiere “a cualquier conocimiento, opinión o creencia acerca
del ambiente, acerca de la propia persona o acerca de su conducta” Las relaciones entre
nuestras cogniciones pueden ser relevantes o irrelevantes. Por ejemplo, saber que el
automóvil A es mejor que el automóvil B y comprar el automóvil B, son dos cogniciones
y, según la teoría, disonantes. Por otro lado saber que un automóvil A es mejor que otro
automóvil B y creer que andar en taxi es mejor que conducir un automóvil propio,
constituye un par de cogniciones irrelevantes. Cuando los elementos cognoscitivos son
relevantes, se dice que se encuentran en disonancia si al considerarlos exclusivamente a
ellos el contrario de uno aparece a continuación del otro.

Zajoc presentó un muy acertado resumen de las principales proposiciones de la teoría de


Festinger:

1. La disonancia cognoscitiva es un estado desagradable

2. En presencia de la disonancia cognoscitiva, el individuo intenta disminuirla o


eliminarla y se comporta de modo tal que evita acontecimientos que la aumenten.

3. En presencia de la consonancia, el individuo adopta una conducta capaz de evitar


acontecimientos que provoquen la disonancia.

4. La severidad o intensidad de la disonancia cognoscitiva varía de acuerdo con la


importancia de las cogniciones en relación disonante entre sí y con el número relativo de
cogniciones que se encuentran en relación disonante.
5. La fuerza de las tendencias presentadas en los puntos 2 y 3 es una función directa de
la intensidad de la disonancia.

6. La disonancia cognoscitiva sólo puede ser reducida o eliminada a través de:

a. La introducción de unas nuevas cogniciones.


b. Del cambio de las cogniciones que ya existen.

7. La introducción de nuevas cogniciones reduce la disonancia cuando:

a. Las cogniciones introducidas aumentan el peso relativo de uno de los sectores y


disminuyen la proporción de elementos cognoscitivos disonantes.

b. Cuando las nuevas cogniciones alteran la importancia de los elementos cognoscitivos


que se encuentran en relación disonante entre sí.

8. El cambio de las cogniciones existentes reduce las disonancias:

a. Su nuevo contenido hace que éstas sean menos contradictorias entre sí.

b. Su importancia se ve disminuida.

9. En caso de que sea posible la inclusión de nuevas cogniciones ni el cambio de las


existentes a través de un proceso pasivo, se recurrirá entonces a conductas que tengan
consecuencias cognoscitivas que favorezcan a un estado consonante. La búsqueda de
nueva información es un ejemplo de tal conducta.

Al hacer mención a los principios fundamentales de la teoría de la Disonancia


Cognoscitiva de Leon Festinger, podemos decir que la persona podría presentar todas
estas atribuciones, por el grado de compromiso que tiene con respecto a la situación que
experimenta, la cual es de vida o muerte, conduciéndolo a una encrucijada existencial.

Esta disonancia, se produce porque la situación es relevante para la persona, cuyo


conocimiento o creencia acerca del ambiente, del devenir, acerca de la propia persona o
acerca de su conducta, están en un desequilibrio emocional y racional inminente, por
consecuencia de lo anterior el sujeto presenta la disonancia, por otra parte, también le es
incongruente lo que le está sucediendo, teniendo una postura de rechazo a lo que le
sucede, tal rechazo, es por la no aceptación de las circunstancias, porque éste ha perdido
su libertad en cuanto lo que hemos ido mencionando anteriormente.

Y aún más, en cuanto a las posibilidades de decisiones, es prácticamente limitada, ya que


el sujeto recibe la noticia de algo irreversible, por lo cual, no es de sorprender que éste
presente una indefinición aprendida.

Sin embargo como vimos en las proposiciones de Zajonc y el mismo Festinger, muchos
de los aspectos mencionados se ven en la persona, obligándola así a encontrar cierta
congruencia a esta eventualidad, sobre-evaluando los elementos consonantes y
devaluando los elementos disonantes.

Pero esta sobre-evaluación de la consonancia que pudo efectuar, tiene varios motivos del
porque y como el enfermo terminal pudo llegar a esta etapa.

Las posibles respuestas frente a esto, se traducen en que la persona, en su estadía en el


hospital haya reflexionado, o de alguna manera, haber sentido el apoyo profesional, y
familiar como si fuese un pilar fundamental en su desarrollo personal, y así encontrando
un sentido al dolor, pero más allá de ese dolor, un sentido a lo que está viviendo, un
sentido a la vida, a pesar de la adversidad, lo cual nos conduce directamente a la mención
de los postulados del Psiquiatra austriaco Víctor Frankl.

Viktor Frankl.-

Centrándonos en el sentido de la vida según Víctor Frankl, su respuesta ante las


adversidades que le tocaron vivir hizo que esa experiencia traumática se convierta en una
ocasión de aprendizaje y de crecimiento como persona. El nos muestra cómo por medio
del sufrimiento se puede encontrar un sentido a la vida y que aun así se pueden crear
pensamientos positivos y crear ideas tan magníficas como los son la nueva mirada que
plantea Frankl, o sea, un camino psicoterapéutico. Lo que vivió y aprendió, lo
transformó en una teoría vital al servicio del hombre, en donde nace la Logoterapia,
esta se constituye por tres principios básicos: “La voluntad de sentido”, “El sentido de la
vida, en todas las circunstancias” y “La libertad de volición, la persona es libre dentro de
sus obvias limitaciones”. Esta terapia ayuda al hombre a lograr su plenitud a partir de una
adecuada concepción de hombre como persona en comunidad de personas.

Frankl nos dice: “Yo diría que lo que el hombre quiere realmente no es, al fin y al cabo,
la felicidad en sí, sino un motivo para ser feliz En cuanto lo encuentra, la felicidad y el
placer surgen por sí mismos”.

La felicidad es el resultado del sentido, no puede ser un fin en sí mismo, es una


consecuencia de él. O bien, podemos decir que la felicidad se obtiene como resultado de
la acción al responderle a la vida. Si ese responder se proyecta con metas reales y
satisfactorias será más fácil adaptarse a lo que nos rodea.

La búsqueda del sentido de la vida es la esencia de la existencia, lo que


profundamente cuestiona al ser humano es el para qué de su existencia. El ser humano se
encuentra en un constante preguntar el cual le provoca rabia, ira, descontento, como
también placer, regocijo, alegría y muchos otros sentir que ponen en jaque la posición en
la que nos encontramos, en el cual cada día más lleva a las personas a desorientarse y a
no saber qué hacer con sus vidas, a veces nace el conformismo, el desinterés. Es por esto
que hay que considerar que la felicidad se obtiene como consecuencia de un motivo y no
por la búsqueda de ella misma. Es decir que la vida por más adversa que sea siempre se
encuentra dotada de un sentido.

El sentido de la vida, no se puede dar, cada quien lo ha de encontrar desde su


individualidad irrepetible, lo importante no es lo que el individuo pueda esperar de la
vida sino lo que pueda dar. La clave no está en las preguntas que el individuo le haga a la
vida sino en cómo el individuo responde a las preguntas que la vida le plantea. Siempre la
vida nos mostrará dificultad y frente a esta hay que estar preparado, estar consciente de
que muchas cosas pueden pasar y aunque a veces sea por necesidad más que por gusto
siempre es necesario estar pendientes de nuestra existencia, valorarla en todo sentido.

Valores y creencias nos muestran lo importante que es expresar las convicciones con
franqueza, los valores y creencias de la persona, en función de ellas es que la persona se
transforma en lo que ella desea ser. Es la libertad, en el ambiente de una decisión íntima,
la que permite que la persona se vaya haciendo a sí misma con un sentido de
trascendencia. El hecho de poder ser capaces de representarnos y de tomar disposiciones
nos ayuda bastante para reconocer tanto nuestras fallas como nuestras virtudes.
El optimismo es la meta más alta a la que puede aspirar el ser humano. Esta fe
fundamental permite recuperar todos los esfuerzos, decisiones o acciones que alguien
haya realizado en su vida; en este sentido no hay cosas inútiles, pues todo queda en la
eternidad. La vida aparece como una oportunidad a la que hay que responderle, es
necesario buscar la mejor opción para conservarla y por lo tanto mantener la promesa de
sobrevivir.

En un déficit de sentido más profundo puede ocurrir sentir el fracaso, la ausencia de


sentido que revele no sólo la falta de tensión a valores, sino referir o desenmascarar un
déficit de significado más profundo que el simple sentido de la vida y que llegue, por
ende, a impactar el fondo mismo de la problemática del sentido, la finitud, el límite,
donde la naturaleza del problema cambia de índole y de existencial se vuelve
declaradamente ontológica.

La problemática del sentido, vista entonces en su totalidad, abarca o está integrada por el
sentido de la vida y por el sentido del ser. Y aunque ambas modalidades, son diferentes y
en cierta forma autónomas, no se trata sin embargo, de dos significados ajenos el uno al
otro, sino de modalidades plenamente unidas por la función de significar diversos
aspectos (existencial y ontológico) de la misma problemática planteada obstinadamente
por la condición limitada del ser del hombre.

De hecho, el problema del sentido de la vida constituye la expresión del límite de la


experiencia humana que se encuadra, a su vez, en un problema más vasto como es el de
la finitud del existir mismo.

La falta de sentido de la vida es, pues, una experiencia del existir mismo, una experiencia
del hecho mismo de ser limitado. En efecto, cuando una persona desemboca o
experimenta una situación sin sentido, está tropezando, en última instancia, con alguna
expresión de la vasta realidad del límite, está “catando” una porción de la problemática
del límite.

Aprender del sufrimiento es necesario porque uno no nace con la capacidad de sufrir.
Sufrir significa obrar, crecer, madurar, con el sufrimiento aprendes y entiendes muchas
cosas que te hacen disfrutar de lo que tienes. Favorece la comprensión del otro. Por eso:
“a pesar de los problemas que podamos tener, toda vida vale la pena ser vivida y más
aún cuando el hombre pone en práctica la fuerza de oposición del espíritu frente al
destino, o sea frente a aquello con lo que me encuentro en la vida sin haberlo elegido;
pero ante lo cual sigo siendo libre de actuar, de un modo o de otro”.

Es, por lo tanto, hacia lo que consideramos los fundamentos de la experiencia que hace
posible el camino del sentido como experiencia del vivir en el bienestar fisiológico,
psíquico, y espiritual, hacia donde dirigimos nuestras miradas y reflexiones. Más aún,
esto lo hacemos entendiendo que hablamos de algo que no se puede describir sino que
sólo se puede evocar en quienes ya lo conocen como una experiencia espontánea o
cultivada.

El darse cuenta de que es posible salir del sufrimiento del apego a la frustración ante los
deseos no cumplidos genera el deseo de salir, pero si no sabemos cómo hacerlo ese deseo
abrirá en nosotros el camino a nuevas frustraciones ya que lo viviremos desde lo que
queremos que sea y no desde lo que está siendo. Sin embargo hay situaciones que surgen
de manera espontánea en el curso del vivir que se viven como un bien-estar consciente en
el que no hay sufrimiento ni dolor. Es el deseo de repetir y cultivar esa experiencia sin
perder la conciencia del vivir humano consciente.
Vivimos una cultura en la que el dolor que genera la pérdida de lo efímero le da sentido a
lo deseado y constituye la medida de su valor. Y en esta nuestra cultura, es el apego al
dolor por la pérdida del valor y sentido de lo efímero deseado lo que genera el
sufrimiento, no el deseo como tal. En otras palabras, en tanto el dolor de la pérdida le da
valor y sentido a lo perdido en nuestra cultura, la asociación entre dolor y valor o sentido
genera el apego al dolor dando origen a un sufrimiento que se hace más valioso cuanto
mayor es, porque cuanto mayor es el dolor mayor es el valor o sentido de lo perdido.

El Sentido del Sufrimiento en Víctor Frankl.-

Lamentablemente en nuestra sociedad el dolor es concebido como motivo de desgracia e


infelicidad, por lo que, generalmente, las personas tratamos de ocultarlo o resistirnos ante
su presencia, como si fuera un mal absoluto, sin justificación, al que debemos enmascarar
por todos los medios posibles, convenciendonos así de que podemos vivir sin
padecimientos.

Es esta nuestra errada ilusión de creer que todo debe ser perfecto, que no tenemos
derecho a sufrir y menos a expresar nuestras debilidades porque nos haría ver inferiores.

Esto nos hace un daño enorme, porque tratamos de buscar una falsa felicidad, y cuando
nos enfrentamos a la realidad y vemos que no podemos vivir sin sufrir, el padecimiento
se hace aún más insoportable.

Si estamos constantemente evitando sufrir, nos vamos cada vez mintiendo más a nosotros
mismos, y construimos una vida llena de falsedades que nos debilitan y nos convierten en
seres frívolos e insensibles.

Por eso no es extraño que aquellos que insisten en rechazar, con horror, el sufrimiento se
desarmen cuando las frustraciones y los problemas se hacen presentes en su vida,
hundiéndolos en dolor y desesperanza. Aquí está el fracaso, “en no sacar ningún
provecho existencial de ese dolor”. Mientras más se rehuye de él, más se hace presente.
“El sufrimiento que parece no tener sentido, lleva a la desesperación”.

Esto no está bien, porque nos olvidamos del enriquecedor significado que tiene el dolor,
aquel que nos dirige hacia la madurez y la paz interior. Solo crecemos cuando somos
capaces de aceptar que podemos y debemos equivocarnos, para así afrontar con fuerza y
madurez nuestras futuras e inevitables frustraciones.

Pienso que el equilibrio está en asumir que para encontrar la felicidad, primero debemos
enfrentarnos con nuestras propias emociones, sentirlas y finalmente liberarlas. Si las
evitamos entonces ellas nos persiguen, por lo que no podemos huir eternamente, es mejor
mirarlas de frente, para que sepamos quienes somos y cómo sentimos nuestra vida.

Víktor Frankl nos hace un llamado a “atrevernos a sufrir”, a convertir nuestro sufrimiento
en crecimiento. El valor del sufrir está en equilibrio con nuestra capacidad para saber
aceptarlo, no de forma triste y desesperada, sino con actitud positiva y de sentido. Esto
sucede cuando somos conscientes de que es un principio básico que nos ayuda a
desarrollar nuestra personalidad, la hace más fuerte y equilibrada, y a la vez más
comprensiva del dolor ajeno.

Pero no debemos comprender esta aceptación de sufrimiento como un motivo para


sumergirnos en nuestras angustias, rechazando cualquier posibilidad de evitarlas, en una
especie de masoquismo inevitable y destructivo, “El mérito de aceptar libremente el
sufrimiento no se debe interpretar como asumir voluntariamente un dolor o sufrimiento
que se podría evitar”. No nos acostumbremos a sufrir, no debemos utilizar nuestros
dolores como excusas para limitarnos, sino que debemos enfrentarlos, para así liberarlos
cuando sea el momento justo en el que ya nos entregó fortaleza y enseñanza.

No hay que afirmar en modo alguno que el sufrimiento sea necesario; lo que se intenta
explicar es que el sentido es posible a pesar del sufrimiento, por no decir mediante el
sufrimiento ”. Cuando somos conscientes de nosotros mismos, nos volvemos seres más
auténticos, nos asumimos tal cual somos, con nuestras fortalezas y debilidades, sin
depender de motivaciones externas.

Cuando aceptamos nuestros dolores como parte de un proceso de crecimiento, entonces


nada nos hace perder la esperanza y la fe en nosotros mismos. Todo se hace más
gratificante y más valioso. Todo toma su propio sentido, su propio significado. Y aunque
todo cuesta en esta vida, ese costo es la experiencia que nos guía a seguir luchando.

Si no hubiera oscuridad en nuestras vidas, la luz no tendría sentido, si no hubiera noche,


el día no sería día, si no hubiera sufrimiento la felicidad tampoco existiría. Todo es un
equilibrio, todo permanece en armonía, nada está demás, todo sirve, todo significa, nada
es un azar. Esto es lo que debemos comprender, no podemos huir de nosotros mismos,
no podemos huir de la vida. Así es que cada uno elegirá como quiere vivir, si prefiere
escapar del dolor que escape, pero que no espere conocer con satisfacción el sabor de la
completa felicidad. Quizás también haya algunos más arriesgados que prefieran vivir a
fondo, aunque eso signifique sufrir el costo necesario por ser felices.

“El que no acepta de una vez con resolución, incluso con alegría, la dimensión terrible de
la vida, nunca disfrutará de los poderes inefables de nuestra existencia, quedará
marginado y, a la hora de la verdad, no estará vivo, ni muerto”.

Es importante por tanto disfrutar cada instante de la vida, y esto no significa vivir
desbordantemente, sin medida, sino más bien aprovechar cada ocasión para conocerme y
saber cómo quiero significar mi vida. Trato de aceptar mis tristezas como experiencias
que me enseñan y me guían a mi propia felicidad. Porque si no conociera dolor, no
entendería la satisfacción que me provoca la alegría.

Así también, una persona que no es capaz de vivir intensamente cada momento, y no es
capaz de significar nada de lo que siente, es como si no viviera, como si estuviera un
poco muerta. Porque existir no es lo mismo que vivir, en la última se necesita valentía,
en la primera se necesita solamente haber nacido.

No hay que engañarnos, en nuestra sociedad es muy difícil ser feliz, la mayoría de las
veces nuestras satisfacciones y alegrías son por causas externas a nosotros, casi nunca nos
detenemos a ver como estamos o cómo nos sentimos. A veces, pasamos la vida tan
rápidamente que no alcanzamos a significarla, a darle sentido a nuestros momentos. Pero
aquí es donde entra en juego nuestra capacidad espiritual de inteligencia, ¿cómo estoy?
¿Cómo quiero estar?

Sufrir no significa desperdiciar el tiempo, sino la oportunidad de cambiar aquello que nos
hace daño, la oportunidad de darnos una esperanza y una luz, aunque en esos momentos
sólo haya oscuridad. Si lo rechazamos, también nos rechazamos a nosotros mismos, por
eso debemos aferrarnos a la vida y es ella quien nos dará los motivos necesarios para
tener un sentido por el que vivir.
Motivos para hundirse hay muchos, motivos para ser felices hay infinidad.
Habiendo revisado ciertos postulados de Viktor Frankl, es de notar que estos atributos, se
pueden potenciar aún más y acelerar en cuanto al apoyo emocional del afectado, en
cuanto a la terapia. Esta terapia nos ha sido de gran ayuda en el trabajo para dilucidar qué
realmente una persona o sus familiares puedan darle sentido a estos hechos. Sin embargo
hay que aclarar que el sentido siempre lo dará la persona, refiriéndonos a lo antes
mencionado por Viktor Frankl.

El tipo de terapia (sistémica) –estudiada en terreno- brindada al paciente, la llamada


“resignificación de su estado”, que de alguna manera, le permite al paciente cumplir o
satisfacer al menos un último deseo. Por consiguiente, el sujeto se mostrará motivado en
sus últimos días en este mundo para poder realizar todo lo que él quiera hacer, y que se
encuentre dentro del alcance hospitalario, como por ejemplo atender asuntos pendientes,
en el cual este dice o pide que se dé un contexto para decirle algo a su padre antes de
morir, motivándose en la acción y por lo tanto, generará experiencias y desarrollará su
“tendencia actualizante”(postura fundamental en la construcción teórica del Psicólogo
humanista Carl Rogers) que será tratada más adelante. Y volviendo al tema de la
resignificación en cuanto a la terapia apreciada en terreno, es necesario que todo el
equipo médico le muestre empatía y facilidades al paciente, para que éste empiece a
motivarse en lo que puede realizar en sus últimos días de vida, tratando de darle una
calidad de vida lo más digna posible.

Cabe hacer mención también sobre las personas que caen en una indefinición aprendida,
por consiguiente nos referiremos a la teoría en sus aspectos más generales.

Teoría de la indefensión aprendida.-

Hay que señalar que el paradigma experimental utilizado en este modelo es muy
diferente del empleado en los experimentos de reactancia psicológica. En estos se coloca
al sujeto en una situación en la que espera tener elección sobre ciertas opciones, para
encontrar después que se ha eliminado su libre elección.

En los de indefensión se expone al sujeto a estímulos incontrolables, generalmente


aversivos, y se examina su comportamiento posterior.

Seligman descubrió el fenómeno de la indefensión aprendida (lA) de una manera


inesperada cuando realizaba una serie de experimentos para analizar las relaciones del
condicionamiento del miedo con el aprendizaje instrumental. Los sujetos experimentales
(en esta ocasión se trataba de perros) recibían como estímulo incondicionado una
descarga eléctrica (moderadamente dolorosa y que no producía daño físico) de la que no
podían escapar; ninguna respuesta voluntaria del animal Podía afectar el comienzo,
duración, intensidad y finalización de la descarga. Después de esta experiencia, se
colocaba al animal en una caja de saltos con dos compartimientos, cuando comenzaba la
descarga, debía saltar al otro compartimiento para escapar a esa estimulación Aversiva.
Sin embargo, la conducta observada en estos animales fue sorprendente por lo
inesperada y diferente de la de aquellos perros que no habían recibido previamente las
descargas eléctricas, estos últimos aprendían rápidamente la respuesta de escape,
mientras que los sometidos a las descargas inescapables iniciales no fueron capaces de
aprenderla: éstos se limitaban más bien a forcejear un poco, a correr desenfrenadamente
de un lado a otro y a los pocos segundos acababan por tumbarse y gemir. En palabras del
propio Seligman, «parecían darse por vencidos y aceptar pasivamente la descarga>>.
Cuando este autor aplicó el entrenamiento de indefensión a sus sujetos experimentales
observó que éstos exhibían un complejo patrón de comportamiento en el que podían
aislarse tres efectos principales: déficit motivacional: caracterizado por la disminución de
la tasa de respuestas. Déficit cognitivo: creencia en la ineficacia de las respuestas y
dificultad para aprender qué respuestas son realmente eficaces, con lo que la percepción
de la incontrolabilidad interferirá y dificultará el aprendizaje posterior. Déficit emocional:
en un primer momento, el estado sería de intensa emocionalidad, miedo o ansiedad.
Posteriormente, y a consecuencia de la imposibilidad de establecer el control. El miedo
será sustituido por la depresión.

Seligman, propuso tres elementos fundamentales para explicar los efectos observados tras
someter a los individuos al entrenamiento en lA: información sobre la contingencia
respuesta-resultado, representación de la contingencia (expectativa) y conducta. La
información sobre la contingencia semi-considerada como una propiedad del ambiente y
no del perceptor, si bien para Seligman, el elemento esencial va a ser la expectativa de
que la respuesta y el resultado son independientes. En palabras del propio autor, “es la
expectativa, y no las condiciones objetivas de incontrolabilidad, el determinante
fundamental de la indefensión”

Como vimos anteriormente, el afectado, al encontrarse en tal situación en la que espera


tener elección sobre ciertas opciones, para encontrar después que se ha eliminado su libre
elección, el sujeto experimentara estímulos incontrolables, generalmente aversivos, lo
cual lo conduce a las emociones y pensamientos más autodestructivos, los cuales
paralizan toda acción de la persona, esta parálisis, es producida por el inmenso dolor que
está experimentando, tanto como el dolor físico y el sufrimiento, el cual corresponde al
dolor del alma, el cual como hemos reiterado, responde a la pérdida de su libertad,
elecciones, expectativas, motivaciones, proyectos de vida, calidad de vida, etc.

Razones por las cuales este se da por vencido y pide su muerte como una ruta de escape a
su dolor y sufrimiento. Frente a la misma lógica, la familia en cierta forma, si cae en una
indefinición aprendida en relación al sujeto que padece, estos podrían manifestar la
voluntad que en definitiva ya se encuentra muerto, y para ellos, lo que podrían llegar a
considerar en esta situación particular sería validar el ejercicio de la Eutanasia como una
vía factible para el acotar el sufrimiento de su pariente que padece la enfermedad.

Otro aspecto relevante al tema, es que la persona caiga en un conformismo, pero no


afrontándolo, ni darle un sentido a lo que vivencia, tan solo ser un cuerpo abatido por la
contingencia y auto declararse muerto en vida, siendo esto símbolo de una depresión o
sentimiento de culpa por lo que padece, haciendo referencia a lo anterior, esto lleva a
plantear la reformulación del modelo de la indefensión aprendida.

La irreversibilidad del asunto al cual está sometido la persona lo conduce a auto


declararse muerto y a generar la indefinición aprendida por una falta de control que
experimenta, Pero hay que destacar, un punto influyente en cuanto a los patrones
culturales que están establecidos en nuestra cultura, como el estar enfermo y aún más el
denominativo terminal, el cual se encuentra arraigado en nuestra cultura occidental, es
símbolo de desgracia, de muerte, de dolor y sufrimiento.

Entendiendo esta lógica el paciente tiene una enorme carga cultural con respecto a lo que
esta padeciendo, a parte de lo que él piensa y siente. Por consiguiente los familiares en
estas contingencias también serian influenciados por este patrón cultural, lo cual los
puede conducir a la idea de solicitar la Eutanasia,

Ahora bien con respecto al asunto mismo de la Eutanasia y el gran debate, se podría dar
dos lecturas a la tendencia actualizante de Carls Rogers, Teoría que nos orientara a
dilucidar si en estos estados terminales existe un potencial aún por desarrollar, lo cual
implica hacer mención al aspecto central de esta teoría:

Tendencia Actualizante.-

La teoría de Rogers está construida a partir de una sola “fuerza de vida” la que denomina
Tendencia Actualizante. Esto puede definirse como una motivación innata presente en
toda forma de vida dirigida a desarrollar sus potenciales hasta el mayor límite posible. No
estamos hablando aquí solamente de sobre-vivencia. Rogers entendía que todas las
criaturas persiguen hacer lo mejor de su existencia, y si fallan en su propósito, no será por
falta de deseo.

Rogers resume en esta gran única necesidad o motivo, todos los otros motivos que los
demás teóricos mencionan. Nos pregunta, ¿por qué necesitamos agua, comida y aire?;
¿por qué buscamos amor, seguridad y un sentido de la competencia? ¿Por qué, de hecho,
buscamos descubrir nuevos medicamentos, inventar nuevas fuentes de energía o hacer
nuevas obras artísticas? Rogers responde: “porque es propio de nuestra naturaleza como
seres vivos hacer lo mejor que podamos”.

También, el autor aplica la idea a los ecosistemas, diciendo que un ecosistema como un
bosque, con toda su complejidad, tiene mucho mayor potencial de actualización que otro
simple como un campo de maíz. Si un simple bichito se extinguiese en un bosque,
surgirán otras criaturas que se adaptarán para intentar llenar el espacio; por otro lado, una
epidemia que ataque a la plantación de maíz, nos dejará un campo desierto. Lo mismo es
aplicable a nosotros como individuos: si vivimos como deberíamos, nos iremos volviendo
cada vez más complejos, como el bosque y por tanto más flexiblemente adaptables a
cualquier desastre, sea pequeño o grande.

En primera instancia, claramente tomando lo anterior, se podría decir que la persona


afectada ya no presenta tendencia actualizante al verse en estas condiciones limitadas y
aversivas, ya que la teoría de Rogers nos dice que el sujeto sano es aquel que puede llevar
a cabo su tendencia actualizante, llevarla en cuanto a su potencial organísmico, en cuanto
a eso el sujeto puede lograrla, mediante la experiencia, el emprendimiento, el hacer. Por
ello, si esta lectura la revisamos a través del ojo de la carne y del ojo mental, la lógica
sería que el individuo afectado, ya no puede llevar a cabo su tendencia actualizante, por
la limitación que presenta, tanto el que se encuentra en estado vegetal, como el que se
encuentra en el estado de cáncer terminal.

Ahora bien si vemos más allá, mirando con el ojo de la contemplación, ósea el ojo del
espíritu, podríamos afirmar que existe experiencia en las personas que padecen una
enfermedad terminal, e incluso en el caso del estado vegetativo, ya que la actividad
neuronal presentada en estos sujeto da cuenta de una existencia experiencial por medio de
las representaciones simbólicas de los sueños
( tema que pasaremos a indagar más adelante con René Guenon), y si hay experiencia hay
tendencia actualizante, por lo tanto la teoría de Rogers nos brinda también un aporte para
decir que estas personas, evidentemente se encuentran desarrollando su tendencia
actualizante, siguiendo esta lógica, la experiencia vivenciada les proporcionará las
herramientas necesarias para el siguiente plano o dimensión a visitar, pero como ya
Viktor Frankl nos mencionaba, para ello debe existir o nacer un sentido de vida en el
sujeto que padece, siendo el mismo quien debe realizar la búsqueda de este sentido, en
definitiva, lo que queremos dejar en claro, es que aun en las condiciones extremas de la
enfermedad Terminal, el sujeto no deja de ser libre para llegar de alguna forma a
encontrar un sentido existencial a todo lo que vivencia en sus últimos días, para de esta
forma morir con dignidad.
Por esto mismo, es importante mencionar desde que punto de vista vemos o
interpretamos la teoría de la tendencia actualizante Rogers.

Finalmente, pasaremos a realizar una breve reseña acerca de los sueños y la experiencia
que nos aportan en relación a la tendencia actualizante en los casos de los sujetos que
padecen cáncer Terminal y los que se encuentran en estado vegetal, para lo cual
recurrimos a René Guénon en su obra “Los estados múltiples del ser”, mediante la cual
argumentaremos el porqué sigue existiendo tendencia actualizante en los padecimientos
anteriormente mencionados.

En su obra, “Los estados múltiples del ser”, podemos afirmar que en ella, se hace
mención a que todos los planos, todos los espacios que construimos son conciencia y por
ende son experiencias reales, por lo tanto se desarrollaría la tendencia actualizante,
Inclusive en aquellos caso de personas que se encuentran en un estado vegetal, respecto
de los cuales, hay quienes creen que no poseen un nivel de conciencia, pero sin embargo,
con nuestros estudios realizado en terreno, podemos encontrarnos en la posición de
afirmar que sí existe actividad biológica, o al menos función cerebral, quien por un
accidente se encuentra discapacitada, pero en ningún caso carente de conciencia,
Siguiendo lo mencionado, estos mostrarían conciencia en otros planos, como por ejemplo
en los sueños, y es aquí, donde Guénon nos dice:

“Los estados de sueños son una modalidad de manifestación del ser humano,
correspondiente a la parte sutil (es decir no corporal) de su individualidad y en la que
genera un mundo que procede íntegramente de sí mismo y cuyos objetos consisten de
manera exclusiva en concepciones mentales”

Por otra parte lo relevante aquí es mencionar que inclusive el inconsciente sería un estado
de conciencia, el hombre lo denomina inconsciente porque no tiene acceso a él o le es
misterioso y desconocido, siendo así todos lo planos, estados de conciencia, por lo tanto
hay vida y experiencia en estas circunstancias.

Metanálisis sobre las Intervenciones psicológicas en los cuidados


paliativos, tipos de intervención y efectividad de las mismas.

Los cuidados paliativos comienzan cuando los síntomas para los pacientes se hacen
insostenibles, en el sufrimiento que producen y a la vez, cuando ya no hay expectativas
de que las medidas curativas, cumplan con el fin para el cual fueron aplicadas
originalmente. En este contexto, la mayoría de las publicaciones y referencias de que se
disponen, van en la línea de estudios con pacientes oncológicos, ya que en el caso de
estos, es posible prever la terminación de la vida, ya que las estadísticas que se tienen
permiten acotar a rangos de sobre-vida dependiendo del momento del diagnóstico de la
enfermedad.

Los cuidados paliativos desde la perspectiva psicológica, van alineados con una gama
amplia de esfuerzos de otros profesionales de la salud, para el control de síntomas tan
variados, como son la disnea, el dolor, la angustia, etc.

Intervenciones.-

Las intervenciones psicológicas en los cuidados paliativos se dividen básicamente en


Individuales y grupales. Ambas tanto de pacientes, como de familiares de pacientes.
En este contexto, las terapias de apoyo grupal entre pacientes, generan un efecto positivo
a nivel de la calidad vida de los mismos. Ejemplo de lo anterior es el estudio de
Goodwin, en N= 235 mujeres con cáncer mamario. 158 del grupo experimental y 77 del
grupo control. Las del grupo experimental que tuvieron la oportunidad de expresar en el
grupo sus sentimientos en relación a la enfermedad, mejoraron su percepción en relación
al dolor y también su humor, adicionalmente bajaron sus niveles de stress de manera
significativa, si se las comparaba con el grupo control.
Por otra parte Chow, en un metanálisis sobre este punto de estudios publicados entre
1966 y 2002 que involucraron a 1062 pacientes también concluye que las intervenciones
grupales no mejoran los índices de sobrevida de los pacientes oncológicos. Esto en un
horizonte de de 4 años de tratamiento, hasta la muerte. Confirmando así el resultado del
estudio de Goodwin.
Si bien hay múltiples enfoques psicológicos que se refieren al tema, desde el punto de
vista metodológico, el que tiene mayor trascendencia científica es el conductual
cognitivo.

Cabe destacar que las técnicas más utilizadas son:

• Relajación
• Hipnosis
• Terapia conductual cognitiva
• Consejería y psicoterapia

A continuación se describirán investigaciones que hayan utilizado o se hayan basado en


cada técnica señalada, para intervenir psicológicamente a pacientes terminales, en el
contexto de los cuidados paliativos.

Relajación.-

La relajación como técnica está ampliamente validada y aceptada por la comunidad


científica. En el contexto de los cuidados paliativos es una herramienta fundamental, toda
vez que los pacientes terminales y sus familiares padecen niveles altos de stress ante el
fenómeno de la terminación de la vida.

Hipnosis.-.

Las técnicas de hipnosis han probado ser muy efectivas a nivel de control del dolor,
angustia y ansiedad, fundamentalmente antes de que dichos síntomas alcancen niveles
altos. Sin embargo, en un metanálisis realizado por a 27 personas, concluye que la técnica
de hipnosis fue utilizada para tratar una amplia variedad de síntomas y que debido a la
heterogeneidad de las muestras y lo limitado de la población estudiada, se hacen
necesarios más estudios para conocer el relación del impacto de la hipnosis en el manejo
de síntomas en los pacientes terminales.

Terapia conductual cognitiva.-

La terapias conductuales cognitivas, aplicadas a los cuidados paliativos, han demostrado


ser efectivas tanto en la aplicación directa de psicólogos, así como en las aplicaciones de
otros profesionales del equipo de salud, previamente entrenados por el psicólogo.
En un estudio de Given, trabajó con un N= 237 pacientes divididos en 2 grupos, uno de
N= 118 para una intervención experimental y el otro de N= 119 para cuidados
convencionales. Finalmente luego de un tratamiento de entre 10 y 20 semanas, los
pacientes sometidos a una intervención experimental con terapia conductual cognitiva,
quienes tenían mayor molestia sintomática, se vieron más beneficiados que quienes tenía
molestias dentro de rangos normales, para su momento de la enfermedad. Por otra parte
Mannix, K. plantea la efectividad de la transmisión de la técnica a los demás miembros
del equipo de salud, que pueden apoyar la labor del psicólogo.

Las intervenciones psicológicas paliativas, ayudan a la calidad de sobrevida de los


pacientes, pero no aumentan la sobrevida en sí. Lo cual es la esencia de los cuidados
paliativos, es decir el control de síntomas desagradables, para que el paciente pueda tener
mejor calidad de sobrevida y eventualmente un bien morir.

Las investigaciones científicas duras, sobre este tema, presentan un panorama propicio
para aumentar y profundizar las investigaciones en el área. Las que se ven aún
restringidas, básicamente debido a la escasez de estudios que den cuenta fehacientemente
de métodos y medidas para responder las preguntas claves de esta situación.
Metodologías que por un lado sean fáciles de aplicar, sensibles a los cambios de los
pacientes y que permitan, paralelamente abordar tanto las necesidades físicas, como
emocionales de los pacientes paralelamente.

La Postura de la Iglesia Católica

El Catecismo de la Iglesia Católica señala textualmente:

“Aquellos cuya vida se encuentra disminuida o debilitada tiene derecho a un respeto


especial. Las personas enfermas o disminuidas deben ser atendidas para que lleven una
vida tan normal como sea posible”.

“Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner
fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente
inaceptable”.

“Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte
para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la
persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se
puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha
de rechazar y excluir siempre”.

“La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o


desproporcionados a los resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es
rechazar el “encarnizamiento terapéutico”. Con esto no se pretende provocar la muerte;
se acepta no poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para
ello tiene competencia y capacidad, o si no, por los que tienen los derechos legales,
respetando siempre la voluntad razonable y los derechos legítimos del paciente”.
“Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona
enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar
los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser
moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni
como medio, sino solamente prevista y tolerada como evitable. Los cuidados paliativos
constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser
alentados”.

Aspectos Éticos.
Kant acuñó una expresión ontológica, la de “fin en sí mismo”. Los seres humanos son
fines en sí mismos, no medios, ya que son sujetos de dignidad y no de precio, dice que al
hombre hay que tratarle como fin “y no sólo como medio”. Por otra parte, sería imposible
tratar a los hombres sólo como fines. Todos somos medios para los demás. Lo que es
inmoral es que se trate al ser humano sólo como medio, sin tener en cuenta la condición
de seres dotados de dignidad. De ahí que cuando se afirma que la ética parte de la
afirmación absoluta del respeto a los seres humanos, se esté indicando algo cierto, pero
cuando menos impreciso e incompleto. Porque ese absoluto respeto, sin duda imperativo
y categórico, hay que compatibilizarlo con otra dimensión del juicio moral que ya no
puede ser absoluta sino relativa, y que por tanto no podrá ser nunca categórica sino sólo
hipotética. Dicho de otro modo, el principio de absoluto respeto es claro, pero no despeja
completamente las incertidumbres, precisamente porque la vida humana es en parte
absoluta, pero en parte relativa, depende de condiciones contingentes, empíricas, en las
que la mente nunca puede alcanzar la certidumbre de las proposiciones formales. En la
ética humana hay algo absoluto, el “qué”, el respeto de los seres humanos, pero que el
“cómo”, cómo han de ser respetados, cuáles son las vías o los modos de su respeto, es
relativo, y tiene que ser resultado de un trabajoso proceso de esclarecimiento individual,
social e histórico. Es necesario un planteamiento de los dilemas éticos en el final de la
vida.

El problema ético se resume a saber si las personas que viven una vida que consideran
indigna, pueden poner término a sus sufrimientos, y si en el caso de que estén
imposibilitadas para realizarlo por sí mismas, pueden pedir a otras personas,
especialmente a los médicos, que pongan término a su vida (eutanasia).
Es efectivo que Eutanasia y suicidio representan tópicos que han preocupado a la
Filosofía y después a la ciencia jurídica, desde hace cientos de años, pero no es menos
cierto que, a partir de la proliferación de derechos que ha tenido lugar desde la segunda
mitad del siglo XX, se ha visto el apogeo del debate ya no relativo a su reprobación
moral, sino más bien a su despenalización primero y, luego, elevación a rango de
garantías en la perspectiva de los nuevos derechos. Los fundamentos de esta situación
son:
a) La lenta imposición del concepto de “calidad de vida” por sobre el de “sacralización o
santidad de la vida”. Para Dan Brock existen cuatro componentes que permiten
identificar una “buena vida” o una “vida de calidad”: 1. Funciones primarias (como
movilidad y comunicación, que se usan para llevar a cabo casi todos los planes
vivenciales), 2.funciones específicas del agente (que se usan para llevar a cabo un plan
vivencial de un agente particular), 3.satisfacción de los deseos y 4.felicidad.
b) La consideración de que parte de la intimidad o privacidad del hombre representa el
ejercicio autónomo de una serie de actos y la toma de decisiones sobre materias tan
relevantes como la vida y la muerte.

Existe una conciencia de lo propio a diferencia de lo ajeno, y también de lo público a


diferencia de lo privado. En el mundo antiguo y medieval no hay una gran conciencia de
la vida privada. Todo era público y privado a la vez. Es el mundo moderno el que divide
la vida en dos áreas perfectamente precisas, la pública y la privada.
Esas dos áreas se van a regir por principios morales distintos. La ética moderna, liberal,
suele ser una ética de valores. La ética antigua se basaba en el binomio virtud-vicio. La
ética moderna se basa en el binomio valores-consecuencias.
Se comenzó a decir que los principios éticos que han de regir la vida pública son distintos
de aquellos otros que deben invocarse en la vida privada. Es la distinción entre deberes
perfectos o de justicia y deberes imperfectos o de beneficencia.
En bioética, esta distinción ha llevado a diferenciar dos niveles, el público, constituido
por los principios éticos de No-maleficencia y de Justicia, y el privado, con los de
Autonomía y Beneficencia.
Esta distinción de niveles ha llevado al liberalismo moderno a pensar que el hombre no
puede disponer de la vida de los demás, pero sí puede disponer de la suya propia.

El problema de la eutanasia no se encuentra en el orden de los principios éticos de


“autonomía” y “beneficencia”, sino en otro nivel que de algún modo es previo al anterior,
el de los principios de “justicia” y “no maleficencia”. Ayudar a otro a quitarse la vida
puede ser un acto de beneficencia, y puede serlo también de maleficencia. Será
beneficente cuando el paciente pida y desee esa ayuda. Por el contrario, será maléficente
cuando se quite la vida de otra persona o se le ayude a morir por motivos interesados
(económicos, familiares, sociales, etc.). No es fácil establecer una línea divisoria nítida
entre esos dos niveles, y tal es la razón por la que los códigos penales suelen penalizar la
ayuda o colaboración al suicidio. Este es el motivo, también de que no se legalice la
eutanasia, sino sólo se despenalice en ciertos supuestos, que siempre tiene que determinar
la sociedad por medio de sus jueces.

Principios Bioéticos.-

Los Principios en Bioética son las normas básicas que deben guiar la investigación con
seres humanos en las ciencias del comportamiento y en biomedicina.

1) Beneficencia: Este principio o concepto se refiere a la búsqueda del bien o beneficio


del paciente, a la protección de sus derechos, a la obligación de socorro y a las decisiones
que requieren a veces un análisis de coste-beneficio en la toma de decisiones terapéuticas,
etc. Evitando tratamientos y medidas ineficaces o fútiles.

2) No maleficencia: Este principio que ya era conocido y formulado desde la época


hipocrática, se refiere a la obligación de no hacer daño a los pacientes con la frase
conocida de “primum non nocere”. Pero en nuestros días y con los medios terapéuticos
actuales el respeto no sólo y absoluto a la vida en abstracto, sino también a la calidad de
vida y la voluntad expresada por los pacientes con derecho a su autonomía en las
decisiones, plantea nuevas formulaciones como ya se ha visto en los famosos casos de
Karen Quinlan y similares, generando el respeto a la voluntad expresada en los llamados
testamentos vitales, la diferencia entre dejar morir y matar, la aplicación de terapias
ordinarias o extraordinarias, dejar morir dignamente, etc.

3) Justicia: En muchos casos se plantean disyuntivas de acceso desigual a la atención de


salud, necesidades desiguales ante recursos limitados, oportunidad de elecciones sobre
tratamientos, donación de órganos, etc. Derecho a un mínimo decente de asistencia,
distribución y prioridades en el uso de recursos económicos.

4) Autonomía: Este concepto se está abriendo paso en nuestro entorno cultural, con
muchas implicaciones referentes a la capacidad de tomar decisiones de las personas.

Aspectos Jurídicos

Según la información que disponemos, fundamentalmente los códigos se encontrarían en


cuatro situaciones distintas, sin perjuicio de aquellos que no hacen distingo entre
eutanasia y homicidio propiamente tal:

1º Legislaciones que consagran la impunidad de actuaciones eutanásicas. Tal sería el


caso del código suizo, el de Dinamarca, y el de Uruguay.

Una información periodística de septiembre de 1984 se refiere a suiza y a dos chilenos: el


joven chileno Pedro Joux de 22 años dio muerte a su hermana Carolina, de 22 años, a
petición de ésta, la que padecía de cáncer desde las 15 años, y experimentaba entonces
intensos dolores. Según la información, el fiscal del Cantón de Cierre, reconoció “el
motivo honorable” de Pedro Joux en la muerte de su hermana. El tribunal lo condenó a
cuatro meses de cárcel, pero quedó de inmediato en libertad.

2º Legislaciones que contemplan una pena disminuida respecto del homicidio cuando se
ha obrado por impulsos piadosos. Tal sería la situación de Cuba, Costa Rica y Noruega.

De especial importancia nos parece transcribir la situación en la forma que la aborda el


Código Penal Español de 1995 por su afinidad con nosotros. Este Código, en su artículo
143º sanciona con una pena inferior a la de la inducción al suicidio en uno o dos grados, a
“El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de
otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el caso de que la víctima
sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que
produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar, será castigado con la
pena inferior en una o dos grados a las señaladas en los números dos y tres de este
artículo”

3º Legislaciones que contemplan para el caso de la institución para nosotros extraña del
“perdón judicial”, institución que tantos elogios merecen a Jiménez de Asúa. Semejante
situación podría darse en el Perú, Uruguay y Colombia.

Por “perdón judicial” debe entenderse, que no se aplica sanción si ocurren circunstancias
extraordinarias que denoten un mínimo de peligrosidad, existiendo probabilidades que el
sujeto no volverá a delinquir.
Todavía, debemos mencionar países, donde, falta un texto expreso, los Tribunales
encuentran interpretaciones para no sancionar. Ha si ha sucedido con frecuencia en los
Estados Unidos, e incluso en Alemania, donde en 1998 un tribunal de Francfort aprobó la
eutanasia pasiva, en un caso de coma irreversible donde se pudo comprobar la voluntad
de morir por parte del enfermo.

En Holanda, al revés de lo que suele afirmarse, la eutanasia sigue siendo punible, y desde
luego figura en el Código Penal, en los artículos 393º y 394º. Lo que sucede en realidad,
es que en el sistema penal holandés la fiscalía tiene la facultad, en virtud del principio
denominado “de conveniencia o prudencia”, de decidir si, no obstante haberse cometido
un delito tipificado en el Código Penal, este será sancionado o no. En el caso de la
eutanasia, las fiscalías han resuelto no procesar a quienes cometan eutanasia siempre que
se cumplan los siguientes requisitos:

• El paciente debe padecer una enfermedad incurable desde el punto de vista


médico.
• El sufrimiento producto de esta enfermedad debe ser serio o insoportable para el
paciente.
• Al paciente se le deben haber informado distintas alternativas de tratamiento
médico, y debe haber tenido tiempo para considerarlas.
• La solicitud debe ser hecha por una persona consiente, por escrito y en forma
voluntaria.
• Solo un médico puede practicar la eutanasia, y debe hacerse en consulta con otro
médico.

Las encuestas en Holanda señalan que en la actualidad más del ochenta por ciento de los
holandeses creen que la eutanasia es una opción para personas que no tienen esperanzas
de mejorar.

4º Legislaciones que permiten la eutanasia bajo determinadas circunstancias. El


territorio del norte de Australia, desde 1995, reconocía a los enfermos terminales que
padecen graves sufrimientos el derecho a poner fin a su vida con ayuda de un médico.
Esta fue la primera normativa en el mundo de carácter permisivo, y, a su vez se aplicó por
primera vez en la ciudad de Darwin, en el mes de septiembre de 1996, en un enfermo
Terminal de cáncer llamado Robert Dent. Cuatro personas alcanzaron a morir conforme a
ésta legislación, la que sin embargo fue derogada en marzo de 1997. El estado de Oregon,
en Estados Unidos, no solo legalizó la eutanasia, aprobándola por un referéndum en el
mes de noviembre de 1997, sino que incluso se han destinado fondos para los gastos de
los medicamentos para provocar la muerte.

Los magistrados de la corte constitucional de Colombia, en el mes de octubre de 1997


resolvieron que no son sancionables los médicos que practiquen la eutanasia, siempre y
cuando cuenten con la autorización de pacientes cuya enfermedad no tenga curación.

Situación en chile.-

Naturalmente, nuestro Código Penal no hace mención expresa de la eutanasia, ya que


sencillamente como es señalado en el artículo 19º numeral 1º de nuestra Constitución
Política: “La constitución asegura a todas las personas el derecho a la vida y a la
integridad física y psíquica de la persona”, por tanto, si se hiciera mención a la figura de
la eutanasia, se estaría transgrediendo un principio fundamental de nuestra legislación, ya
que se entiende que el fin de la eutanasia consiste en dar muerte al que la solicita, y como
anteriormente señalamos, Chile carece de figuras tales como la de la institución del
perdón judicial a diferencia de países como Perú, Uruguay y Colombia. Frente a lo
dispuesto, cabría hacer una distinción entre las figuras del homicidio, y el suicidio
calificado de nuestro Código Penal en relación a la eutanasia, y para ello comenzaremos
por definirlas de ésta manera:

El homicidio.-

Legalmente tipificado en nuestro Código Penal en los artículos 390º a 393º, ha sido
aceptada por todos los tratadistas del Código Penal como: “la destrucción voluntaria e
injusta de la vida de un hombre por otro hombre”, es importante en este caso hacer
mención a que el homicidio puede ser cometido por medio de una acción u omisión, pero
lo mas relevante señalar para nuestro estudio es:

“La no existencia de voluntad por parte de la víctima”

Ya que es bien sabido que para que se cumpla la figura de la eutanasia es menester la
voluntad de su solicitante,
¿Pero qué sucedería en los casos en que el afectado no puede manifestar su voluntad?
Bueno, en estos casos, la voluntad es delegada por cuestiones de fuerza mayor en la
familia o cuidadores del afectado.
Suicidio asistido.-

Legalmente tipificado en el artículo 393º de nuestro Código Penal, señalando: “El que
con conocimiento de causa prestare auxilio a otro para que se suicide, sufrirá la pena de
presidio menor en sus grados medio a máximo, si se efectúa la muerte”, por la pena ha de
entenderse temporalmente: quinientos cuarenta y un días a cinco años de prisión, la cual
variará dependiendo de las circunstancias apreciadas por el juez, no obstante, en esta
figura también nos acercamos a la concepción de eutanasia, ya que, a diferencia del
homicidio simple o calificado, el suicidio asistido se realiza a favor de la voluntad del
afectado, pero con una pequeña diferencia, esto es:

“El sujeto activo de la muerte es la propia víctima”

ya que si de acuerdo a los antecedentes, se concluye que el acusado participó


directamente en el suicidio de la víctima, no puede darse por establecida la existencia del
delito descrito en el artículo 393º del Código penal, sino que debe condenársele como
autor del delito del homicidio, y sabemos muy bien, que para que se cumpla la figura de
la eutanasia es menester tanto la existencia de voluntad por parte del afectado, como la
participación directa del actor, y esto debe entenderse tanto para una acción como para
una omisión, haciendo distinción a los conceptos de eutanasia activa y eutanasia pasiva.

Habiendo hecho esta clarificación de conceptos, cabe por finalizar que al no encontrarse
legalizada la eutanasia en nuestro país, no implica que no se practique, ya que al no
encontrarse tipificada en la ley no constituye delito, y es claro nuestro Código Penal al
hacer mención en su artículo 1º que: “Es delito toda acción u omisión voluntaria penada
por la ley”, por tanto, expresamente se encuentra manifestado que todo delito debe estar
previamente tipificado en la ley para llegar a constituirse como tal.

Por último, consideramos necesario hacer mención a una nueva figura legal practicada en
otros países:

Testamento del vivo

La imposibilidad de conocer la voluntad de las personas que se encuentran inconscientes


ha dado origen a dicha figura, en el cual, las personas establecen en un documento su
voluntad de no recibir tratamientos extraordinarios o desproporcionados en eventuales
situaciones de término, pero el problema sin duda surge cuando la persona cambia de
sentir respecto a una decisión que adoptó en condiciones de salud, al encontrarse en la
situación real y con muchas dificultades objetivas e internas para revocar tal
determinación, si modificara su parecer, en palabras de Clowes(1997) “el testamento del
vivo es solo el primer paso en el camino para la aprobación de la eutanasia involuntaria
de aquellos que se cree que son inútiles para la sociedad”
Conclusión

La mejor forma de finalizar la vida es un asunto de convicciones personales que depende


de muchos factores que deben ser atendidos y ponderados. Entre ellos el estilo y carácter
de la propia existencia, el personal sentido de integridad y los intereses críticos. No se
puede pretender que alguna disposición legal impositiva uniforme y oficial deba aplicarse
a todos. No es en las legalizaciones donde se encontrará la mejor forma de terminar la
vida. De igual modo, obligar o ejercer presión, aunque sea sutilmente, para morir de una
determinada forma, en un cierto momento, es un atropello a las personas. El papel
profesional de un psicólogo de criterio amplio es imprescindible para comprender los
significados personales de la vida y de la muerte. El aumento de las enfermedades
terminales y de las muertes lentas hace surgir necesidades que están cubriendo también
otras personas. Desde nuestra disciplina, se puede alentar mejor a los individuos para que
adopten decisiones con respecto a su futuro por sí mismos y de la mejor manera que
puedan. Así también, asistir al moribundo y facilitar la participación de la familia y los
especialistas en ese trance, especialmente en los casos en que no habiendo previsiones,
ellos deben ser asesorados para captar los motivos y sentimientos del enfermo.
Bibliografía

1.- “Código Penal”, Mario Verdugo Marinkovic, (primera edición 1968, segunda edición
actualizada 1986).

2.- “Derecho y Bioética”, Acta Bioética año VIII-Nº 2-2002. Organización Panamericana
de la Salud, Organización Mundial de la Salud, División de Salud y Desarrollo Humano.
Programa Regional de Bioética.

3.- “El hombre en busca de sentido”, Víctor Frankl.

4.- “Eutanasia”, Sergio Miranda Renic, Santiago, Chile, 2000, Tesis (Licenciado en
Ciencias Jurídicas y Sociales)--Pontificia Universidad Católica de Chile).

5.- “La Etica ante la Muerte y el Derecho a Morir”, Jean Louis Baudouin/Danielle
Blondeau, Editorial Herder S.A. Barcelona.

6.- “La Eutanasia” Artículo Revista de Psicología Universidad de Chile – Vol. X – Nº 1.


Año 2001: Autora: Liliana Vilches Psicóloga y Académico del Departamento de
Psicología.

7.- “Los estados múltiples del ser”, René Guénon.

8.- “Psicología social”, Morales, G, (1997).

9.- “Psicología social”, Rodríguez, A (1995).

10.-“Teoría de la personalidad”, Carls Rogers, (Tendencia actualizante).

Anexo
Entrevista Médica.-

Nombre: Ricardo Galvez.


Especialidad: Especialista Básico en Medicina Interna y Subespecialidad en Medicina
Intensiva y Reanimación.
Trabaja en: Director de la unidad de tratamiento intensivo en el Hospital José Joaquín
Aguirre.

1.- ¿Cómo y por quienes se determinan los límites entre la vida y la muerte?
Respuesta: No existe una definición de límite vida muerte, muerte para nosotros
es parte de un proceso, la mortalidad de los pacientes para nosotros no significa el perder
todo nuestro trabajo, sabemos que la muerte si nos ponemos levemente filosóficos, es lo
único seguro que tenemos al momento de nacer, por que es parte del ciclo. Cuál es la idea
de nosotros; sobretodo los que trabajamos con pacientes críticos, con pacientes graves
con un riesgo de mortalidad elevado, es tratar de prolongar la vida, pero no a cualquier
precio. Todas nuestras terapias actuales, que han ido creciendo lentamente en el tiempo,
todavía nos dejan con una cobertura para lograr mantener o recuperar situaciones graves
en un sesenta, setenta por ciento. Hay un porcentaje de pacientes que a pesar de intentar
tratarlos con todo el armamento terapéutico que existe actualmente inevitablemente, se
nos van a morir igual, porque es parte de la evolución, o llegamos muy tarde, o la
patología de base no tiene remedio de frentón, pero igual se hace el intento hasta un
límite que es aceptable, en el sentido de no entrar en lo que es el encarnizamiento
terapéutico que es un tema de muy alta discusión al interior de las unidades críticas; hasta
cuando uno dice: esto es tratamiento real, hay que recuperarlo o bien, no; hay que
recuperarlo a cualquier precio. Es una discusión diaria, de revisión de paciente a paciente.
El límite de vida muerte no lo definimos nosotros, lo define en parte el paciente, ¿cómo
lo define el paciente?, en base a la respuesta que vamos teniendo en base a nuestras
terapias, cuándo es que nosotros decimos no hay más que hacer: es normalmente cuando
a pesar de todos nuestros tratamientos, vemos que por laboratorio, por clínica y por
evolución la enfermedad sigue su curso sin ninguna modificación, en ese momento, las
enfermedades entran en una etapa que se llama de refractariedad y ahí nosotros no
tenemos nada más que hacer, en el sentido de que no existe más tratamiento que darle al
paciente, y ahí entra a jugar un rol importante la familia que siempre debe estar
informada de todo lo que sucede con el paciente, sea bueno o sea malo, por que no
queremos que hayan sorpresas después, en el sentido de que la familia diga: hasta hace
una hora, me dijeron que iba todo súper bien y ahora me dicen que se murió.

2.- ¿La muerte cerebral constituye verdaderamente el último escalafón de la


muerte?, ¿La muerte cerebral fija un cambio mediante el cual se pueda definir
si la persona ha muerto?
Respuesta: Depende desde qué punto de vista lo estemos mirando, si lo miramos
desde un punto de vista médico-persona, uno dice: cuando se muere el cerebro ya lo que
queda es un grupo de células funcionando, no está la esencia de persona porque no existe
cerebro, no existe mente y si soy religioso no existe alma. Por lo tanto, en el momento en
que el cerebro deja de funcionar eso ya es un grupo de células y hay un grupo de entes
biológicos que está activo, y que no va a estar activo por más de dos o cuatro horas más,
porque eso es lo que dura la actividad cardiaca una vez que el cerebro deja de funcionar,
no hay que olvidar que el cerebro tiene todos los centros de actividad normal,
automatismo normal a nivel del organismo, por lo tanto si deja de funcionar los
automatismos se van a apagar en dos o cuatro horas. ¿Por qué es importante la muerte
cerebral para nosotros en los pacientes críticos?, porque es el minuto en que legalmente
uno puede definir a un paciente muerto o que fallece y es el minuto donde entra todo este
sistema de trasplante, que es donación de órganos; no podemos nosotros entrar con
ningún tipo de solicitud de donación a la familia si no tenemos certificado, una vez que
ya hemos hecho todo lo que sea necesario para poder recuperar a ese paciente, y a pesar
de eso el paciente igual fallece desde el punto de vista cerebral, en ese minuto recién
nosotros planteamos a la familia la posibilidad de donación. La definición como tal
también es compleja, según ley hay ciertos tipos de test que uno debe hacer, clínicos para
definir si hay o no respuesta desde un punto de vista cerebral y una vez que uno tiene
estos test y son negativos, es decir que no hay actividad cerebral, lo que sigue es el
electroencefalograma, es decir que no haya actividad eléctrica básicamente, y si eso es
negativo uno va con verificación con especialistas distintos que trabajen en la unidad que
va a certificar si esto es así, es decir hay todo un mecanismo y un protocolo que seguir
para definirlo al final, no es que alguien diga, se murió, se murió, punto.

3.- ¿Y en el caso del estado vegetal?


Respuesta: En el estado vegetal es distinto, no hay conexión del cerebro con el
resto del organismo, pero el cerebro está activo, si uno hace un electroencefalograma a
esos pacientes, el cerebro está activo, hay actividad eléctrica, que eso no se exteriorice
como función es distinto, hay actividad eléctrica, él está vivo, los estados
neurovegetativos son estados vivos, con pacientes vivos, son lo que la gente llama
vulgarmente, por el asunto vegetal, las plantitas, porque tienen actividad cerebral pero no
hay función asociada, por lo tanto son pacientes que están normalmente postrados y que
uno tiene que apoyarlos en la alimentación, muchas veces en la respiración, hidratación,
porque no son capaces de hacer absolutamente nada por sí mismos, están postrados y
acostados, nada más.

4.- ¿Qué se hace si los familiares consideran que ya no es óptimo tenerlo


conectado?, ¿Cuándo han pasado años, por ejemplo?

Respuesta: Depende un poco de la familia, legalmente en Chile no podemos hacer


nada desde el punto de vista de suspender terapia o desconectarlo de un ventilador. Si
bien la ventilación mecánica o conectarlo a un ventilador es otra terapia que dentro de la
limitación de esfuerzo terapéutico uno podría cortar aquello, no está todavía dentro del
pensamiento médico la eliminación de la ventilación mecánica si es que el paciente la
requiere, lo que uno hace en esos casos es no avanzar en terapias extra, en el sentido de
que si el paciente hace algún evento dentro de su evolución, previa discusión con la
familia, es no reanimarlo muchas veces, obviamente eso tiene que quedar claramente
estipulado dentro de la discusión de la familia y de la planificación a largo plazo con esos
pacientes, ahora, desgraciadamente un porcentaje importante de esos pacientes nunca
hacen eventos, o sea, mantienen su estado por largo tiempo, depende también un poco del
soporte familiar, a muchos de estos pacientes no se los llevan para las casas.

5.- ¿Ha vivenciado o ha tenido usted, conocimiento cercano respecto de alguna


situación de eutanasia?
Respuesta: Yo viví eutanasia, por que yo me formé en un centro europeo donde la
eutanasia era legal en ese minuto, de hecho había toda una disquisición desde el punto de
vista religioso, el centro en el que yo trabajaba era una entidad religiosa, que era la
Universidad Católica de lo Vaina, estuve trabajando en medicina intensiva, y la eutanasia
ya fue aprobada en ese entonces como una ley, o sea, el paciente tenía derecho a definir si
quería o no quería vivir. Esto es en Bélgica, ¿cuál era el problema?, lo engorroso del
trámite, o sea alguien dijo, de acuerdo, el paciente decide pero vamos a tratar de hacerlo
lo más difícil posible. Esto significa que el paciente, libre albedrío y con una evaluación
psiquiátrica, que descartara un cuadro depresivo, debería definir si el quería o no quería
seguir viviendo, que le aplicaran o no le aplicaran eutanasia, y debía completar tres
requerimientos mínimos: como les decía, que no estuviera pasando por un cuadro
depresivo agudo, evaluado y certificado por especialista psiquiátrico, por otro lado, que la
patología que lo llevó a hospitalizarse sea de carácter terminal o irrecuperable y que el
libremente debía escribir una solicitud de eutanasia al comité de ética del ministerio de
salud en ese minuto activo para que éste la evaluara, ese proceso de evaluación duraba un
mes, dentro del cual se enviaba a una persona del comité de ética a conversar con el
paciente que había hecho la solicitud y se le volvía a cuestionar en el sentido de que usted
nos envió esto hace cuatro semanas, ¿sigue en pié esto o usted ha cambiado de opinión?.
El porcentaje de respuesta a tres años de haber activado la ley, es que un sesenta y cinco o
setenta por ciento se echaba para atrás; lo que es lógico por que ¡es distinto con guitarra!,
es lo mismo que pasa con el mandato de no reanimación en Estados Unidos que se
implementó en el año 1989 o 1990, donde un paciente estando sano iba a un notario e
indicaba: yo no quiero que me reanimen, yo no quiero entrar a un área de tratamiento
intensivo, pase lo que me pase y de esos pacientes, cuando les ocurría un evento agudo,
grave, que requerían intensivo, el 80 por ciento se echaba para atrás y decían ¡no, denle
no más porque yo no estoy listo para morir. Entonces, es complejo porque es distinto
cuando yo estoy viviendo una situación, a que yo en frío piense una cosa, es totalmente
distinto. Por lo tanto hay un treinta por ciento de las solicitudes que en ese minuto se
mantenían en su curso, se reactivaban, a la semana volvía un equipo psiquiátrico extra al
que inicialmente lo evaluó y descartamos un cuadro depresivo agudo nuevamente y si eso
era real se le daba visto bueno a que él pudiera activar la eutanasia. En ese minuto,
estamos hablando de un mes y medio a dos meses después, se le decía al equipo tratante
que el paciente tenía aprobada su solicitud de eutanasia, pero el equipo tratante definía si
se la daba o no. Por lo tanto, era engorroso el sistema porque por un lado, se les decía a
los pacientes, o.k. usted tiene autonomía a definir, pero al final la decisión la tomamos
nosotros, o sea toda una problemática de funcionamiento.

Fin de la entrevista.

Entrevista Psicológica.-

Nombre: Cristian Pablo Soto Palma.


Especialidad: Psicólogo de la Salud.
Trabaja en: Departamento de anestesiología, programa del dolor crónico y cuidados
paliativos de Clínica las Condes.

1.- ¿Qué entiende usted por el concepto de eutanasia?


Respuesta: Es entendido como el bien morir de un paciente, con todo lo que ello
implica. Es el poder llegar al momento del término de una vida física, en condiciones en
las cuales haya los menos síntomas desagradables, desde el punto de vista físico y
psicológico y debiéramos sumar a esto, el punto de vista del entorno social; cuando todo
esto está un poco controlado, la persona que va a fallecer está en un estado de
tranquilidad y sus familiares también, si están en ese estado, nosotros le damos un bien
morir.
2.- ¿Cómo se podría determinar el límite entre la vida y la muerte?
Respuesta: Cuando un paciente es declarado como Terminal, es un paciente en el
cual todas las medidas curativas ya no se emprenden y no se da ningún tipo de fármaco y
no se da ningún tipo de terapéutica que apunte a curar la enfermedad, sólo se hace el
esfuerzo para lidiar con los síntomas desagradables, como la disnea, la dificultad para
respirar o la cefalea, angustia u otros. Lo fundamental y más recurrente es el dolor, ya sea
físico o psíquico, por lo tanto, a nivel de pacientes terminales solamente hablamos de
cuidados paliativos qué es mitigar esta sintomatología; nada que implique tratar de curar
la enfermedad, ésta sigue su curso y es irreversible, y lo que hacemos es que la persona se
sienta lo mejor posible, entendiendo que esa enfermedad va a llevar a la terminación de
su vida, o sea una muerte digna.
3.- Respecto a la terapia que se emplea con los enfermos terminales ¿Cómo es el
procedimiento y cual es el tipo de terapia?
Respuesta: La terapia que se aplica es Sistémica, el grupo, el equipo de salud
trabaja en un esfuerzo colegiado, frente al paciente y a su familia.
La actividad terapéutica con los pacientes terminales, se realiza en el ámbito médico y en
el ámbito psicológico, entendiendo que el ámbito psicológico es al interior de una
organización de salud, como ésta también tiene que ver estrictamente con los médicos,
nosotros sabemos de esta enfermedad y estamos intramuros con las clínica, porque
queremos ser parte y nos comportamos como parte del sistema.
El psicólogo tiene un trabajo tremendamente importante, junto con el paciente y la
familia, al interior del equipo de salud de las enfermedades paliativas, es tan importante
el paciente como la familia. Es importante que los familiares sepan que se ha hecho lo
mejor y que esta organización de salud siga recibiendo a otros familiares de ellos.
El trabajo del médico, de la enfermera, el trabajo del psicólogo , consiste en abordar el
tema de la muerte. Se aborda de manera tangencial y no de manera directa, los pacientes
más de algunas veces tienen un reparo para aceptar la muerte y, por lo tanto, cuando se
habla de la muerte, se habla a por medio de metacomunicaciones, por ejemplo : hablar de
cuando esté de viaje, o hablar de cuando no esté, o cuánto tiempo le gustaría estar, para
poder cumplir con algunos deberes familiares, o me gustaría llegar a diciembre para la
navidad, o a enero para el año nuevo, siempre se habla de una manera velada y con
algunos pacientes se habla de manera frontal y mucho más directa, pero es el paciente
quien va a dar pie, para hablar del tema.
Hay un énfasis de paliar el dolor físico, espiritual y psicológico y se hace por medio de
técnicas puntuales. Se emplean técnicas de relajación o hipnosis, esto desde el punto de
vista físico y desde el punto de vista espiritual, ustedes bien saben que todo lo que tiene
que ver con un desarrollo terapéutico en la línea humanista o desarrollo terapéutico
transpersonal, es bienvenido para que las personas puedan expresar, sus angustias y estas
angustias poder ponerlas en un contexto de un mayor sentido, para que las personas
puedan resignificar la experiencia que está teniendo en este minuto, un orden superior, el
cambio de estado de vida es un orden superior.
Cuando nosotros tenemos pacientes que son creyentes, es más fácil de trabajar con ellos
el tema de la terminación de la vida física, y cuando no son creyentes es más complejo,
por lo tanto tratamos el dolor físico del paciente y también el dolor del alma.
Con los familiares fundamentalmente se da el fenómeno de que al minuto de fallecer un
familiar va a haber un reordenamiento familiar, en toda la esfera afectiva, todo lo que es
angustia e ira y yo diría que son las dos emociones que están más presentes y necesitamos
que los familiares estén lo más pacificados posibles, tanto en su relación con el familiar
que va a fallecer, como entre ellos mismos.
Entonces abordamos estas emociones básicas que se suscitan, ira por un lado y angustia
por otro, y lo que se pretende es que hacia la terminación de la vida , los familiares hayan
podido cerrar círculos que normalmente tienen abiertos, ya sea con la persona que va a
fallecer o entre ellos mismos, se da un período que es muy benéfico, unas dos semanas
antes de que fallezca el paciente, esto cuando se sabe la patología que tiene y el
horizonte de expectativa de vida, quedan sus asuntos en orden entre ellos mismos y con el
que va a fallecer, y cuando llega el momento de la terminación física, se llega a eso de la
mejor manera, se llega con menos angustia. Y las personas en general, tienen una
reacción positiva de experimentar tranquilidad y de agradecer al equipo lo que ha hecho
por ellos.
El trabajo del psicólogo y del grupo paliativo; se trabaja con el paciente, con la familia y
con el equipo de salud, y con el resto del equipo, con los médicos, con las enfermeras, y
si hay un kinesiólogo que también preste ayuda al paciente.
Porque el equipo de los médicos, está acostumbrado a que los pacientes se mejoren y no
están acostumbrados a perder un paciente, y les ayudamos resignificar la experiencia.

4.- ¿Cómo es posible darle al paciente una resignificación de su situación de


dolor?
Respuesta: Cuando los pacientes tienen dolor, éste no necesariamente va a la par
del sufrimiento, nosotros el dolor lo medimos, y la única manera de medirlo hoy e día es
preguntándole al paciente cuánto le duele, con una herramienta que se llama la escala
visual análoga, que significa cuánto dolor tiene, cuando es cero involucra ausencia del
dolor y cuando es un diez, es el peor dolor imaginable.
Una cosa es el dolor y otra es el sufrimiento. El médico se preocupa de que la escala esté
baja, lo más baja posible, hay gente que tiene poco dolor y mucho sufrimiento y hay
otras que tienen bastante dolor y menos sufrimiento.
El trabajo del psicólogo, es que las personas inclusive teniendo dolor físico alto, puedan
padecer menos este dolor y sufrir menos.
Cuando tu sabes que el dolor va a terminar, tienes una esperanza y al tener una esperanza,
eso también ayuda a que el paciente se alivie, y nosotros ocupamos técnicas de
resignificación, de distracción y otras, tanto individuales del paciente como del paciente
con su familia, de tal manera de bajar los niveles de dolor y sufrimiento.
En los últimos días, pacientes con enfermedades graves y dolorosas, cuando ya entran en
sus últimas horas y días, entran en un estado de conciencia diferente, están por sobre este
sufrimiento y se incorpora bien, y se vinculan bien antes de la muerte.
Hay enfermos que tienen presencias de familiares ya fallecidos, cosas paranormales,
recurrentemente, el paciente normalmente no las expresa espontáneamente a los médicos,
y nos llama mucho la atención y se sabe que es algo frecuente.

5.- En caso de que el enfermo pida que se le coloque una inyección letal para no
seguir sufriendo ¿cuál es la reacción del equipo?
Respuesta: Es recurrente, cada vez más y por lo menos ya no hay el mismo impacto
emocional que hace unos años atrás, porque hoy en día hay tanta información, que las
personas empiezan a familiarizarse con los términos. Sin embargo, por motivos legales
fundamentalmente no es posible facilitarle a los pacientes la terminación de la vida,
dejarla en sus propias manos, aquí la idea es que la vida se extinga en el minuto dado, en
que no resistan las posibilidades físicas para que esta vida se mantenga. Nosotros
tenemos que proveer condiciones básicas de vida, una buena hidratación, alimentación,
control del dolor y todo eso conservarlo, cuando la vida está por terminar, va a terminar
independientemente de que esté todo controlado, va a haber un desenlace fatal, que va
más allá del esfuerzo que nosotros coloquemos.

6.- ¿Cómo se efectúa el apoyo psicológico en el caso de que el paciente solicite la


eutanasia?
Respuesta: La posición básicamente es la siguiente; hay que ir al antecedente de
esto, el psicólogo trabaja donde hay impacto: la pena del paciente, la depresión y la
angustia, el dolor, para que el paciente no quiera morirse.
Se les prepara para que cumplan sus deseos y la mayoría de los pacientes mueren
tranquilos, bien, es menos desgarrador de lo que se piensa, cuando ha existido un trabajo
previo, con el apoyo correspondiente, se trata de un esfuerzo colegiado.
En los jóvenes se practican cosas excepcionales, permitiéndoles que cumplan un deseo
antes de morir, esto se hace en un ambiente más o menos controlado.
El psicólogo apoyó al paciente en todo lo que el quiso y pudo hacer, porque en ocasiones
se considera que a lo mejor el paciente debe solucionar algún problema, por ejemplo con
su esposa, no obstante a veces los pacientes tienen ellos mismos cerrado eso, no resuelto.
Por lo tanto, se debe ser criterioso y prudente en establecer qué es lo importante para el
paciente y no lo que es teóricamente importante para nosotros. Hay pacientes que dejan
pendientes temas ex profeso, voluntariamente. Hay pacientes que dejan esto para última
hora y el día antes de morir o el mismo día hablan con la persona involucrada, solucionan
esto y mueren, es bonito.

7.- ¿Qué otros aspectos terapéuticos son importantes?


Respuesta: Desde el punto de vista terapéutico, el trabajo de grupo, lo que
llamamos los grupos T, se extrapola al tema del trabajo familiar, el psicólogo de la salud
que trabaja con los pacientes terminales no hace terapia familiar, hace un grupo de
trabajo, lo que nos congrega acá es un tema, hay un grupo T, un grupo de tratamiento y
por lo tanto aquí hay círculos concéntricos y el mínimo común denominador de todo es la
partida de este familiar.

8.- ¿La terapia sistémica se realiza en relación al afectado y al círculo que lo


rodea?
Respuesta: Sí, básicamente se considera el impacto que va a tener el sistema
familiar cuando esta persona no esté porque necesariamente eso es un cambio dos, se
tiene que reorganizar el sistema, el cambio dos se produce cuando sale un elemento del
sistema o cuando entran elementos al sistema, se genera un cambio real, no es más de los
mismo. En la evolución, en la ficha clínica se ponen antecedentes que están aportados por
familiares y nosotros como equipo en forma verbal, no escrita, compartimos mucha de la
información que nos entregan los familiares. Para que el equipo de salud y la familia
vayan alineados en este proceso al máximo posible.

9.- ¿Qué sucede si la familia quiere desconectar a un familiar de los equipos


técnicos de apoyo, en un momento dado? ¿Cómo actúa todo el equipo?
Respuesta: Si hablamos del respirador artificial, por ejemplo, esta es la medida
más in extremix que hay (el tener conectada a una persona a un respirador artificial).
Cuando no hay ninguna posibilidad curativa y por lo tanto, estamos efectuando un trabajo
de cuidados paliativos necesariamente hay un deterioro sistémico del organismo, la
persona se deteriora independientemente de que tenga suero y por lo tanto esté hidratada,
independientemente de que cuente con un catéter, esté siendo alimentado. Si estamos
hablando de una persona que esté conectada al ventilador y sus pulmones están siendo
insuflados artificialmente, va a haber un deterioro que va a terminar causando la muerte y
eso es inevitable. Ahora, cuando tu no estás dando fármacos para tratamiento sino que
solamente paliativos, se suscitan eventos que de suyo terminan causando la terminación
de la vida, puede esto ser motivado por una neumonía, una trombosis, que son
probablemente los eventos más recurrentes y frente a una trombosis la mayoría de las
veces las personas fallecen si no hay un tratamiento, si una neumonía no es tratada
fuertemente también las personas terminan muriendo. Aquí es importante distinguir
claramente cual es la enfermedad por la cual la persona es internada versus cualquier otro
evento médico que se suscite al interior de la clínica, ésta tiene que salvaguardar la vida
como primera prioridad, pero conforme se deteriora el organismo no hay muchas
acciones que hacer. Estas personas que están en un respirador artificial muchos años son
personas que tienen una buena condición física, que no es el paciente Terminal, a lo
mejor aquí también se confunden situaciones: una persona joven que ha tenido un
accidente, que ha quedado en estado vegetal y que la ponemos en un respirador, pero es
un cuerpo joven, se dañó el cerebro y nada más, esa persona puede vivir muchísimo
tiempo, en cambo una persona que tiene un cáncer, no. Entonces con los cuidados
paliativos que sería el caso de un paciente ontológico, éste se nos va a morir
necesariamente, independientemente de lo que tú hagas, la enfermedad se lo va a llevar.
Cuando tenemos el fenómeno de eutanasia, cuando la persona lo pide para una persona
que no está enferma sino que tuvo un accidente y por lo tanto está viviendo la secuela de
un accidente, es un paciente discapacitado que tiene una secuela, pero no es un enfermo.
Si tenemos una persona que tuvo un accidente, que quedó en estado vegetal, que se
recuperó y quedó dañado, es un discapacitado, y a lo mejor está conectado a un
respirador artificial y este viene a suplir parte de su discapacidad y a esta persona no se le
puede retirar el respirador artificial por que sería el equivalente a matarlo, ese respirador
artificial sería el equivalente a las muletas o a la prótesis. En el paciente terminal, nada
que hacer, en el paciente discapacitado, sí que hacer.

10.- ¿Usted, ha tenido la posibilidad de vivenciar un caso de eutanasia?


Respuesta: Sí, no en Clínica Las Condes, en otra clínica, con un paciente
seriamente dañado en un accidente, la terminación de la vida iba a ser una cosa
inminente, y no había medidas curativas aplicables con ese paciente. El paciente estaba
con un respirador artificial, con hidratación vía suero y con remedios. En el minuto que
sobreviene el dejar de latir del corazón, la familia puede dar instrucciones de no reanimar
al paciente y así se hizo.

11.- Para finalizar la entrevista, ¿nos podría decir cual es su opinión respecto de la
eutanasia?
Respuesta: Mi opinión de la eutanasia tiene que ver con lo que ha sido mi
experiencia de vida, hay que tratar de que todas las personas tengan un buen morir,
porque indefectiblemente se van a morir, apurar ese proceso no necesariamente tiene un
sentido positivo, lo más positivo es que las personas puedan llegar al final de su camino
habiendo determinado todo lo que tengan que hacer, por lo tanto en cuanto a la eutanasia
activa, yo no soy partícipe de eso, tampoco soy partícipe de eso por creencias religiosas.
Nadie te apura el nacer, y cuando esto se hace es precisamente por salvaguardar la vida, y
por lo tanto en ese aspecto tampoco tiene mucho sentido apurar la muerte, porque la
muerte es la antítesis de la vida, y por lo tanto estamos todos por preservar la vida
siempre, pero la vida con buena calidad, una vida buena como se dice, entonces mi
trabajo tiene que ver con eso, que esta vida sea buena, y hasta el último minuto. Entonces
promover una eutanasia, un buen morir, en el sentido lato del término, que las personas
mueran en paz, sí, el trabajo de los paliativistas es que las personas mueran bien, mueran
tranquilas, mueran sin dolor, mueran sin angustia.
Fin de la entrevista.
Entrevista Filosófica.-

Nombre: Renato huerta Tapia.


Especialidad: Filosofía, Psicología y epistemología.
Trabaja en: U. del Pacífico, U. Católica de Chile.

1.- ¿Qué entiende usted por el concepto de eutanasia?


Respuesta: Bien, etimológicamente el término eutanasia significa muerte dulce, y
se entiende como una muerte razonable, ya los filósofos antiguos de Grecia hablaban de
una eutanasia como una muerte que debía ser juzgada por una persona que seguía el
camino de la sabiduría, y que por lo tanto se trasformaba en una práctica valedera para las
personas que optaban por seguir una ética basada en la razón, y en ningún momento la
eutanasia se asemejaba o se asimilaba al suicidio como muchos autores mencionaron que
la eutanasia era semejante al suicidio, yo hago la aclaración de que el suicidio es una
salida no racional, es un escape de la vida más que un retirarse, porque ya se ha cumplido
la misión, y en ese sentido era vista en la antigüedad.

2.- ¿Cuál sería su concepción acerca de la vida y la muerte?


Respuesta: Bueno, es un tema bastante largo, voy a tratar de resumir un poco. Para
mi, la vida es sinónimo de evolución de la conciencia, es un peldaño más, en el largo
ascenso de la conciencia, la muerte es una etapa en donde asimilamos todo lo que
vivimos o experimentamos en la vida, y por lo tanto ambas experiencias se
complementan, entonces, no hay un negar de la muerte como algo horroroso de lo que
hay que huir, o no hablar o silenciar, sino que simplemente yo lo veo como un proceso
natural de crecimiento

3.- ¿Cuáles podrían ser considerados por usted los límites entre la vida y la muerte?
Respuesta: Están basados por la vida buena, la vida basada en la razón, si hay que
vivir digamos, con un cuerpo deteriorado, con una incapacidad, o como una forma de
pendencia de los demás, eso para mi no es tan válido para tratar de estirar la vida hasta un
máximo, no creo que sea lo más razonable, creo que el límite es llevar una vida buena,
una vida digna.

4.- ¿Qué entiende usted por dignidad humana? y ¿que implica morir con dignidad?
Respuesta: La dignidad humana es un aspecto esencial de lo que se considera la
esencia del ser. A diferencia de los objetos, el ser humano no tiene precio, sino que se
dice “tiene dignidad”, la dignidad pasa por el valor intrínseco que tiene la existencia
humana, y ese valor intrínseco pasa por el hecho de que el ser humano es un ser creativo,
es un ser creador de cultura, y que obviamente, mientras más innove, en mayor medida
potenciará su dignidad. Morir con dignidad implica morir con todas las facultades sanas,
decidir retirase de la vida cuando ya se ha cumplido la misión, y la manera natural de
poner fin a esta experiencia vital, no cuando lo decreten las condiciones fisiológicas o
físicas, sino que cuando por un acto de mi conciencia haya determinado que mi misión se
ha cumplido, entonces yo puedo tener o recibir una muerte digna.

5.- En relación a las ventajas que nos proporciona la biotecnología, ¿podríamos


afirmar que es digna la subsistencia humana por medios artificiales?
Respuesta: Pienso que si se están extremando las cosas, si se están ensanchando los
límites de la mera vida física, pienso que no está acompañado del concepto de dignidad,
creo que se está llevando a cabo un abuso, y se está interpretando la vida desde un
aspecto meramente físico, yo pienso que la vida es mucho más que un fenómeno
biológico o fisiológico, que tiene que ver con nuestra biografía, y nuestra biografía pienso
que se basa en la dignidad, en la creatividad, y en la facultad de disponer de nuestra
propia existencia, de disponer de nuestros propios fines, y en ese sentido entiendo una
muerte digna.

Fin de la entrevista.

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