Reflexiones Sobre La Eutanasia
Reflexiones Sobre La Eutanasia
Reflexiones Sobre La Eutanasia
Con el presente trabajo, pretendemos dar conocimiento de uno de los muchos aspectos
que han, siguen y continúan siendo controvertidos en relación a la toma de decisiones;
nos referimos a la Eutanasia, y sus diversas consecuencias en todo ámbito de la vida del
hombre, para tales efectos hemos comprendido diversos aspectos, ya sean sociales,
religiosos, psicológicos, jurídicos entre otros con el fin lograr una comprensión de
carácter holística acerca de nuestro tema de estudio, sabemos incluso, que hasta en el
interior de nuestro grupo de estudio se han dado origen a opiniones encontradas, por lo
cual, con el fin de llegar a un consenso, nos hemos visto en la necesidad de indagar
profundamente en los diversos campos sociales, y recurrir a diversos especialistas en el
tema, con el fin de lograr aunar nuestras opiniones, para así lograr en definitiva la
integración de lo que a nuestro parecer es lo más pertinente efectuar en el caso particular
de la Eutanasia, también hemos realizado tres entrevistas a especialistas que ha nuestro
juicio son de elevada importancia en la comprensión y clarificación de los aspectos
relativos a la Eutanasia, dichas entrevistas han sido adjuntadas en el anexo de nuestra
investigación comprendiendo las áreas de la medicina, psicología y filosofía, para de esta
manera, permitirles a nuestros lectores una cabal comprensión del tema sujeto a la
investigación, esperamos sinceramente que el presente trabajo sea de su agrado, y que
dentro de las diversas citas y opiniones expresadas en el texto logre identificarse con al
menos una de ellas.
EUTANASIA.
Evolución Histórica
Carlos Rojas M.
La Eutanasia Ritualizada.-
La muerte no es ni ha sido un hecho natural, simple; corresponde a un complejísimo
fenómeno cultural. El objetivo de ayudar al bien morir se lo han propuesto las culturas en
sus ritos de paso tanatológicos. Del estudio de las culturas primitivas se deduce que
muchos pueblos utilizan productos químicos (drogas, vinos, derivados del opio, etc.) para
que los moribundos pierdan la conciencia y mueran en paz. Otras veces usan venenos.
Así, entre los indios cuevas, del istmo de Panamá, cuando la enfermedad de una persona
se considera incurable, se le administra un concentrado de una hierba que contiene
estricnina. Otros procedimientos son de carácter físico: así, la utilización de humos,
inciensos, etc. Entre algunas tribus indias americanas, al moribundo se le tumbaba en una
parrilla, bajo la cual permanecía el rescoldo de una hoguera previa, cuyo humo hacía
perder la conciencia al paciente y acababa poco a poco con su vida. Si por una parte el
humo le mataba, por otro impedía la descomposición de su cuerpo, lo cual hacía posible
su permanencia por unos días en el interior de la comunidad, y la puesta en práctica de
toda la liturgia funeraria.
En varios países de América del Sur ha existido durante siglos la práctica eutanásica de
“despenar”. El despenador estaba especializado en calmar los dolores de los enfermos
incurables que sufrían más de lo considerado razonable. Colocaba al enfermo en una
posición adecuada para hacer un movimiento brusco con las extremidades del cuerpo
rompiendo algunas vértebras cervicales poniendo fin a su vida y a sus dolores.
Cuando los indios americanos tenían que huir de sus perseguidores y necesitaban
desprenderse de algunos de sus hijos pequeños, los mataban del modo más piadoso
posible. En Esparta, se despeñaba a los niños deformes o a las niñas por la ladera del
monte Taigeto, a fin de mantener la supremacía operativa y bélica del pueblo espartano.
También las madres lavaban a los recién nacidos en vino y no en agua, dado que los niños
débiles y epilépticos no soportaban este tipo de baño y morían.
En síntesis, se puede apreciar que las culturas han ritualizado el fenómeno de la muerte.
Estos ritos han tenido por objeto humanizar el proceso del morir, evitando en lo posible el
sufrimiento. En los casos desesperados no han encontrado otro modo de humanizar la
muerte que acelerando directa y voluntariamente su llegada. Los personajes encargados
de esto eran en unos casos los chamanes, magos, o hechiceros. A partir del nacimiento de
la medicina científica en Grecia se va a producir en este punto una gran novedad, ya que
desde ese momento va a ser el médico la persona encargada de cumplir con esta misión.
De ahí que la eutanasia se medicalice.
La Eutanasia Medicalizada.-
Suele afirmarse que la medicina tiene por objeto luchar por la vida, defender la vida, y
que por tanto siempre se ha opuesto a las prácticas eutanásicas. Pero esto no es cierto,
como se expone a continuación:
Dice Platón que la ciudad natural o perfecta ha de estar compuesta de hombres “sanos”.
Los ciudadanos han de gozar de salud, dice Platón, dado que la salud es inseparable de la
perfección. Platón señala: Asclepio dictó las reglas de la medicina para su aplicación a aquellos que,
teniendo sus cuerpos sanos por naturaleza y en virtud de su régimen de vida, han contraído alguna
enfermedad determinada, pero únicamente para estos seres y para los que gocen de esta constitución, a
quienes, para no perjudicar a la comunidad, deja seguir el régimen ordinario limitándose a librarles de
sus males por medio de drogas y cisuras, mientras, en cambio, con respecto a las personas crónicamente
minadas por males internos, no se consagra a prolongar y amargar su vida con un régimen de paulatinas
evacuaciones e infusiones, de modo que el enfermo pueda engendrar descendientes que, como es natural,
heredarán su constitución, sino al contrario, considera que quien no es capaz de vivir desempeñando las
funciones que le son propias no debe recibir cuidados, por ser una persona inútil tanto para sí mismo
como para la sociedad. La función del médico es, pues, estrictamente eutanásica. Según Platón, los hijos
de Asclepio pensaban que: en las personas constitucionalmente enfermizas o de costumbres
desarregladas, como la prolongación de su vida no había de reportar ventaja alguna a sí mismos ni a sus
prójimos, no debía aplicarse a estos seres el arte médico, ni era posible atenderles aunque fuesen más
ricos que el mismo Midas.
Esta idea platónica ha tenido una enorme influencia posterior. En los múltiples
comentarios que existen al gran tratado platónico, es posible seguir la evolución de esta
doctrina de la función eutanásica del médico. Averroes, uno de los máximos médicos de
la Edad Media, es un decidido partidario de la eutanasia, y considera que practicarla es
función de los médicos de la ciudad, en sus escritos señala: La sociedad modelo necesitará los
médicos para diferenciar a quienes tienen un defecto curable de los que poseen otro incurable. El primero
será curado, y al segundo se le dejará morir, aunque existiese la posibilidad de prolongarle la vida
mediante la medicación, pero a costa de no poder participar en ninguna de las actividades de la
comunidad….
La dicotomía de que se hacen eco Platón y Averroes es la misma que los médicos
hipocráticos establecieron entre enfermedades “tratables”y enfermedades “intratables”.
En el libro hipocrático Perí tékhnes, se señala lo siguiente: en primer término voy a definir lo
que considero que es la medicina: el apartar por completo los padecimientos de los que están enfermos y
mitigar los rigores de sus enfermedades, y el no tratar a los ya dominados por las enfermedades,
conscientes de que en tales casos no tiene poder la medicina.
No parece arriesgado decir que los médicos han practicado tradicionalmente la eutanasia
pasiva y aun la eutanasia activa, en aquellos casos en que las características peculiares de
la enfermedad (incurabilidad del proceso, posible contagio, final muy trágico y doloroso)
así lo aconsejaban. Un ejemplo de esto es el de la rabia, que reunía las tres características.
Los tratados de medicina aconsejaban en estos casos la práctica de la llamada “sangría
suelta”, que acababa con los males del paciente a la vez que con su vida. Así se explica
que en 1810 se promulgará una ley que decía: Se prohíbe bajo pena de muerte
estrangular, asfixiar, sangrar hasta la muerte o matar por cualquier otro método a quienes
sufren de rabia, hidrofobia, o cualquier enfermedad que causa espasmos, convulsiones,
agitación y locura peligrosa.
La Eutanasia Autonomizada.-
El interés actual por la eutanasia se debe a que nuestra época ha introducido un nuevo
factor en la reflexión sobre ese tema: la autonomía de los pacientes. Hasta la segunda
guerra mundial, las prácticas eutanásicas se realizaron, por lo general, sin el
consentimiento de quienes las sufrían. En las tribus primitivas eran las normas
consuetudinarias del grupo social o del clan familiar las que señalaban cuándo una
persona debía desaparecer. Más cerca de nosotros, las prácticas eutanásicas desde los
albores de la cultura occidental, en la Grecia antigua, hasta la época nazi, se basaron en
motivos sociales, políticos, médicos, eugenésicos, etc., pero muy pocas veces tuvieron en
cuenta la voluntad de los pacientes. Sólo en las últimas décadas este factor ha comenzado
a cobrar importancia. Por eso la pregunta por la eutanasia se formula hoy de modo
distinto al de cualquier otra época anterior. Actualmente lo que preocupa es si existe la
posibilidad ética de dar una respuesta positiva a quien desea morir y pide ayuda a tal
efecto. Vivimos en la época de los derechos humanos, y prácticamente acabamos de
descubrir que entre éstos está el derecho a decidir, dentro de ciertos límites, sobre las
intervenciones que se realizan en el propio cuerpo, esto es, sobre la salud y la
enfermedad, sobre la vida y la muerte.
La Eutanasia en la Actualidad.-
Terminología
La palabra “Eutanasia” proviene del griego “Euthanasia”, lo que significa “Buena
Muerte”, palabra compuesta de: Eu, “Bien” y Thanatos, “Muerte”.
Se entiende como el acto de privar de vida a una persona por razones de dolor y
sufrimiento. Se trata de una eutanasia activa directa en los casos en que el efecto
inmediato que se busca a través de algún medio es el deceso. En la eutanasia positiva
indirecta hay una acción que tiene un efecto inmediato aliviador para el enfermo, pero
que comporta simultáneamente, como efecto paralelo divergente y no buscado, la muerte
o su adelanto.
El encarnizamiento terapéutico.-
Son personas inconscientes, sumidos en un coma profundo que han perdido el contacto
con los demás. Este tipo de coma puede ser el resultado de una destrucción del córtex,
centro de la vida relacional del individuo, que anula toda posibilidad de recuperar la
conciencia. Puede ser también el resultado de una lesión masiva del cerebro que provoca
una pérdida irreversible del conjunto de las funciones cerebrales y se constata sobre todo
en la ausencia prolongada de las funciones espontáneas cardiaca y respiratoria. En estos
casos para mantener al paciente en vida es necesario recurrir a una ayuda artificial como,
por ejemplo, el respirador y el estimulador cardíaco. A estas personas en estado de coma
irreversible, ya sea por muerte cortical o cerebral, se les suele calificar de vegetativos
crónicos, “vegetales”, comatosos, acabados o descerebrados. Son los muertos vivientes.
Todas estas personas permanecen encerradas en sí mismas y la mayoría depende
exclusivamente del poder médico para concluir su vida.
Los muertos aplazados son aquellas personas conscientes a las que la medicina y la
ciencia ya no pueden ayudar, pero a las que, con mayor o menor ensañamiento, se insiste
en reanimar en los momentos críticos, supliendo las carencias biológicas, para posponer
una muerte que se sabe inevitable. La intervención se convierte en ensañamiento
terapéutico.
Las técnicas que mantienen artificialmente la vida fueron concebidas al principio para
paliar los efectos de una patología y comprar tiempo mientras se aplicaba una
intervención terapéutica reparadora.
La medicina y la tecnología son instrumentos sociales y por ello un reflejo más o menos
fiel de la sociedad en la que se insertan y que los condiciona. Hay que remitirse pues a los
valores culturales y sociales. Nuestra sociedad actual rechaza admitir la inmutabilidad y
la permanencia de la realidad de la muerte. La muerte se encuentra en franca
contradicción con los valores socioculturales modernos. La medicina y la tecnología son
consideradas agentes de transformación de la muerte, ya que han modificado las reglas y
el contexto del morir.
La deshumanización y despersonalización de la muerte son una realidad de nuestra
sociedad moderna.
A juicio de L. Cousiño, son cinco los elementos que se comprenden dentro del concepto
de Eutanasia:
a.- que dentro de “enfermos incurables” queda comprendido el caso del que padece un
grave accidente;
b.- que jamás podrá admitirse la Eutanasia en caso de negativa o rechazo expreso del
paciente, pareciéndonos este requisito básico dentro de la institución.
Reiteramos que hablar de “enfermo incurable” parece insuficiente, puesto que bien podría
tratarse no de un enfermo sino de un herido sin posibilidad de recuperación, como es el
caso citado incluso por autores extranjeros, ocurrido en la estación ferroviaria argentina
de Altapacal, en viaje de los cadetes de Escuela Militar chilena en el año 1927, en el cual,
luego de un choque de trenes, se dio muerte al cadete Perry, quien, herido, quedó
atrapado entre los escombros, próximo a ser alcanzado por las llamas del incendio
producto de la colisión.
Hablar de enfermedad incurable, implica un problema aún mayor, ya que la historia nos
muestra que múltiples enfermedades que se consideraban incurables, encontraron más
tarde remedio. El mismo concepto de “incurable”, ¿quién lo determinará? ¿Acaso en la
práctica no quedaría ello con frecuencia entregado a la mayor o menor pericia del
médico? Es cierto que algunos autores proponen como solución a esta objeción la
existencia o creación de comisiones especiales, pero ocioso parece advertir que ello sería
aplicable sólo en países de un elevado estándar económico. ¿El concepto mismo de
incurable debe entenderse en un sentido intrínseco de la enfermedad o serlo dentro de las
posibilidades del paciente?. Incluso en países como Chile, un enfermo que vive en zonas
apartadas o aisladas y que padece, por ejemplo, de insuficiencia renal y que por razones
geográficas y económicas está imposibilitado de someterse al tratamiento casi diario de
“Diálisis” ¿podría considerarse que sufre de una enfermedad incurable? Teóricamente
parece fácil contestar que no, pero es evidente que en la práctica no tendría acceso a
curación o tratamiento. La mantención de la vida de paciente en estado vegetativo
crónico, mediante instalaciones de alta sofisticación y costo, es casi para siempre posible,
pero ¿ se podría considerar ello como una obligación moral?. Pensamos que no, y que,
como lo ha señalado la misma Iglesia Católica, no es aceptable “el encarnizamiento
terapéutico”. El Papa Juan Pablo II expresó que “está permitido, con el consentimiento
del paciente, interrumpir los tratamientos en los que se arriesga la obtención de los
resultados esperados cuando la muerte inevitable es inminente, está permitido en
conciencia tomar la decisión de rehusar la forma de tratamiento que solo asegurarían una
precaria y onerosa prolongación de la vida”.
En este mismo sentido, El Código de Ética del Colegio Médico de Chile, en su artículo
28 señala: “ Toda persona tiene derecho a morir dignamente. Así pues los procedimientos
diagnósticos y terapéuticos deben ser proporcionales a los resultados que se puedan
esperar de ellos”.
“El médico puede y debe aliviar al enfermo del sufrimiento o del dolor aunque con ello
haya riesgo de abreviar su vida”.
“Ante la inminencia de una muerte inevitable, sin interrumpir los medios mínimos
habituales para mantener la vida, es lícito al médico en conciencia, tomar la decisión de
no aplicar los tratamientos que procuren únicamente una prolongación precaria y penosa
de la existencia. Así mismo, ante la comprobación de muerte cerebral, el médico está
autorizado para suspender todo procedimiento terapéutico”.
La prolongación exagerada de la vida por medios artificiales, está reñida con la Ética
médica, y recibe el nombre técnico de “Distanasia”.
Hay individuos que parecen capaces de soportar físicamente dolores mucho más intensos
que la normalidad de mortales, de manera que el concepto de “crueldad” adquiere un
relativismo peligroso.
En algunos casos pareciera ser que la crueldad del dolor lo es más psicológicamente para
los parientes o amigos del enfermo, que físicamente para éste.
Día a día los laboratorios del mundo trabajan para producir substancias que hagan
superable el dolor, y desde luego, bien sabido es hasta por el vulgo, que la morfina es
capaz de superar casi todos los dolores. En Chile, a partir del año 1995, el Ministro de
Salud creó un “Programa Nacional de Alivio del Dolor y Cuidados Paliativos”, el cual
tiene por objeto entregar socorros a enfermos terminales (sólo a los afectados por cáncer).
La idea principal es el que sean trasladados a sus propios hogares.
Para estos efectos de “crueles dolores” debe entenderse solo dolores físicos o podrían
serlo también dolores psíquicos o morales.
¿Acaso el dolor de una madre que en un accidente ha perdido a sus hijos no es tan cruel
como una enfermedad que pudiera estar afectándola?
En una sociedad, como en la que vivimos, son cada vez menos los que creen que el
sufrimiento innecesario tenga algún sentido. Alguien ha dicho que nadie sería tan
malvado, que viendo sufrir un animal de su propiedad no apresurara su agonía para
librarlo del sufrimiento.
Sin embargo, también podría argumentarse que el dolor del paciente y su repercusión en
quienes lo rodean puede acarrear efectos benéficos en estos. Ignacio de Loyola, siendo
un simple soldado, fue gravemente herido en el sitio de la ciudad de Pamplona, y en la
larga inactividad a que se vio obligado, transformó espiritualmente su vida, hasta incluso
ser canonizado.
Quizás sea este el punto que presenta mayores dificultades y dudas. En primer lugar
estimamos que de manera alguna podría ponerse término a la vida de otra persona contra
su voluntad, por mísera que fuera la condición física de este, y aunque su muerte próxima
pareciera evidente. Reiteramos, pues, que frente a la negativa del paciente, no puede
haber resolución alguna constitutiva de Eutanasia. Pensamos que esta materia no puede
tener excepción alguna. Si el individuo opta por seguir viviendo nadie puede arrogarse un
supuesto derecho contrario. Lo contrario sería simplemente un homicidio.
Segundo, si aquella voluntad no debiese estimarse como viciada por la aflictiva situación
del paciente. Desde luego pensamos que el individuo tiene algunos derechos sobre su
propio cuerpo, caso por ejemplo de la cesión de un riñón o de córnea, pero que esta
disponibilidad del propio cuerpo está limitada en cuanto a órganos (no podría por ejemplo
ceder una pierna o un brazo)
No se puede saber lo que piensa el paciente, y ni siquiera si piensa algo. Esta pareciera
ser la situación mas complicada. En Estados Unidos, donde la materia de la Eutanasia ha
sido objeto de especial estudio y resonancia pública, y donde posiblemente más se ha
escrito en los últimos años sobre la materia, se ha ideado una tentativa de solución. Es lo
que se llama “El Testamento Vital”, o “Autodeterminación del paciente”, lo cual
pasaremos a estudiar con mas detalle más adelante.
Sin embargo, parece ser usual dentro de la materia el que prime la opinión de los
familiares y se exija la actuación médica.
Hay quienes han propuesto que la resolución debe quedar entregada a un médico o a una
comisión de médicos, lo que no siempre ha sido aceptado ni siquiera como proposición
por las instituciones gremiales, las que han llegado incluso a invocar el llamado
“Juramento de Hipócrates”. A este respecto, el Código de Ética del Colegio Médico de
Chile señala en su artículo 27º:
“El médico no podrá deliberadamente poner fin a la vida de un paciente bajo
consideración alguna. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo”.
“Nadie, además, puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a
su responsabilidad”.
Por su parte, y aunque parezca inoficioso, nos permitimos agregar que la muerte debe ser,
si no inminente, al menos relativamente próxima, puesto que todos por el solo hecho de
nacer estamos condenados a morir.
Cabe señalar que todas estas teorías, no deben ser vistas literalmente y caer en un
determinismo, ya que en el presente trabajo, nos hemos percatado a través de las
entrevistas y salidas a terreno, que todo depende de las circunstancias y de la persona
misma, en cuanto su estado cognitivo, emocional, etc.
Heider afirma que tenemos tendencias hacia las situaciones de equilibrio. Sin embargo,
esto no quiere decir que el equilibrio prevalezca siempre en nuestras relaciones
interpersonales. Lo que Heider sostiene es que en el caso de que el equilibrio no sea
alcanzado y la persona no pueda cambiar una situación desequilibrada, entonces
experimentará tensión.
Por otra parte cabe señalar que esta fue la primera formulación del principio del
equilibrio, que fue desarrollada más tarde y sirvió de inspiración directa a la teoría de la
Disonancia Cognoscitiva de Leon Festinger.
Entendiendo todo esto en relación al paciente, decimos entonces que si bien este presenta
una reactancia, para después llegar a un desequilibrio, debemos explicar el porqué de esta
cognición.
Este Desequilibrio como vimos, genera en el sujeto tensión ¿y por qué nos atrevemos a
decir que una persona en tales condiciones presentaría esto? porque sus expectativas,
motivaciones, proyectos de vida, etc. Se ven amenazados por el diagnóstico que el doctor
da a la persona, dejándola perpleja y en desequilibrio, donde su libertad se ve amenazada.
Y por consiguiente llega a una Disonancia Cognitiva, la cual explicaremos a
continuación.
El punto central de la teoría de Festinger consiste en afirmar que los seres humanos
buscan un estado de armonía en sus cogniciones. El término cognición, como se ha
definido anteriormente, se refiere “a cualquier conocimiento, opinión o creencia acerca
del ambiente, acerca de la propia persona o acerca de su conducta” Las relaciones entre
nuestras cogniciones pueden ser relevantes o irrelevantes. Por ejemplo, saber que el
automóvil A es mejor que el automóvil B y comprar el automóvil B, son dos cogniciones
y, según la teoría, disonantes. Por otro lado saber que un automóvil A es mejor que otro
automóvil B y creer que andar en taxi es mejor que conducir un automóvil propio,
constituye un par de cogniciones irrelevantes. Cuando los elementos cognoscitivos son
relevantes, se dice que se encuentran en disonancia si al considerarlos exclusivamente a
ellos el contrario de uno aparece a continuación del otro.
a. Su nuevo contenido hace que éstas sean menos contradictorias entre sí.
b. Su importancia se ve disminuida.
Sin embargo como vimos en las proposiciones de Zajonc y el mismo Festinger, muchos
de los aspectos mencionados se ven en la persona, obligándola así a encontrar cierta
congruencia a esta eventualidad, sobre-evaluando los elementos consonantes y
devaluando los elementos disonantes.
Pero esta sobre-evaluación de la consonancia que pudo efectuar, tiene varios motivos del
porque y como el enfermo terminal pudo llegar a esta etapa.
Viktor Frankl.-
Frankl nos dice: “Yo diría que lo que el hombre quiere realmente no es, al fin y al cabo,
la felicidad en sí, sino un motivo para ser feliz En cuanto lo encuentra, la felicidad y el
placer surgen por sí mismos”.
Valores y creencias nos muestran lo importante que es expresar las convicciones con
franqueza, los valores y creencias de la persona, en función de ellas es que la persona se
transforma en lo que ella desea ser. Es la libertad, en el ambiente de una decisión íntima,
la que permite que la persona se vaya haciendo a sí misma con un sentido de
trascendencia. El hecho de poder ser capaces de representarnos y de tomar disposiciones
nos ayuda bastante para reconocer tanto nuestras fallas como nuestras virtudes.
El optimismo es la meta más alta a la que puede aspirar el ser humano. Esta fe
fundamental permite recuperar todos los esfuerzos, decisiones o acciones que alguien
haya realizado en su vida; en este sentido no hay cosas inútiles, pues todo queda en la
eternidad. La vida aparece como una oportunidad a la que hay que responderle, es
necesario buscar la mejor opción para conservarla y por lo tanto mantener la promesa de
sobrevivir.
La problemática del sentido, vista entonces en su totalidad, abarca o está integrada por el
sentido de la vida y por el sentido del ser. Y aunque ambas modalidades, son diferentes y
en cierta forma autónomas, no se trata sin embargo, de dos significados ajenos el uno al
otro, sino de modalidades plenamente unidas por la función de significar diversos
aspectos (existencial y ontológico) de la misma problemática planteada obstinadamente
por la condición limitada del ser del hombre.
La falta de sentido de la vida es, pues, una experiencia del existir mismo, una experiencia
del hecho mismo de ser limitado. En efecto, cuando una persona desemboca o
experimenta una situación sin sentido, está tropezando, en última instancia, con alguna
expresión de la vasta realidad del límite, está “catando” una porción de la problemática
del límite.
Aprender del sufrimiento es necesario porque uno no nace con la capacidad de sufrir.
Sufrir significa obrar, crecer, madurar, con el sufrimiento aprendes y entiendes muchas
cosas que te hacen disfrutar de lo que tienes. Favorece la comprensión del otro. Por eso:
“a pesar de los problemas que podamos tener, toda vida vale la pena ser vivida y más
aún cuando el hombre pone en práctica la fuerza de oposición del espíritu frente al
destino, o sea frente a aquello con lo que me encuentro en la vida sin haberlo elegido;
pero ante lo cual sigo siendo libre de actuar, de un modo o de otro”.
Es, por lo tanto, hacia lo que consideramos los fundamentos de la experiencia que hace
posible el camino del sentido como experiencia del vivir en el bienestar fisiológico,
psíquico, y espiritual, hacia donde dirigimos nuestras miradas y reflexiones. Más aún,
esto lo hacemos entendiendo que hablamos de algo que no se puede describir sino que
sólo se puede evocar en quienes ya lo conocen como una experiencia espontánea o
cultivada.
El darse cuenta de que es posible salir del sufrimiento del apego a la frustración ante los
deseos no cumplidos genera el deseo de salir, pero si no sabemos cómo hacerlo ese deseo
abrirá en nosotros el camino a nuevas frustraciones ya que lo viviremos desde lo que
queremos que sea y no desde lo que está siendo. Sin embargo hay situaciones que surgen
de manera espontánea en el curso del vivir que se viven como un bien-estar consciente en
el que no hay sufrimiento ni dolor. Es el deseo de repetir y cultivar esa experiencia sin
perder la conciencia del vivir humano consciente.
Vivimos una cultura en la que el dolor que genera la pérdida de lo efímero le da sentido a
lo deseado y constituye la medida de su valor. Y en esta nuestra cultura, es el apego al
dolor por la pérdida del valor y sentido de lo efímero deseado lo que genera el
sufrimiento, no el deseo como tal. En otras palabras, en tanto el dolor de la pérdida le da
valor y sentido a lo perdido en nuestra cultura, la asociación entre dolor y valor o sentido
genera el apego al dolor dando origen a un sufrimiento que se hace más valioso cuanto
mayor es, porque cuanto mayor es el dolor mayor es el valor o sentido de lo perdido.
Es esta nuestra errada ilusión de creer que todo debe ser perfecto, que no tenemos
derecho a sufrir y menos a expresar nuestras debilidades porque nos haría ver inferiores.
Esto nos hace un daño enorme, porque tratamos de buscar una falsa felicidad, y cuando
nos enfrentamos a la realidad y vemos que no podemos vivir sin sufrir, el padecimiento
se hace aún más insoportable.
Si estamos constantemente evitando sufrir, nos vamos cada vez mintiendo más a nosotros
mismos, y construimos una vida llena de falsedades que nos debilitan y nos convierten en
seres frívolos e insensibles.
Por eso no es extraño que aquellos que insisten en rechazar, con horror, el sufrimiento se
desarmen cuando las frustraciones y los problemas se hacen presentes en su vida,
hundiéndolos en dolor y desesperanza. Aquí está el fracaso, “en no sacar ningún
provecho existencial de ese dolor”. Mientras más se rehuye de él, más se hace presente.
“El sufrimiento que parece no tener sentido, lleva a la desesperación”.
Esto no está bien, porque nos olvidamos del enriquecedor significado que tiene el dolor,
aquel que nos dirige hacia la madurez y la paz interior. Solo crecemos cuando somos
capaces de aceptar que podemos y debemos equivocarnos, para así afrontar con fuerza y
madurez nuestras futuras e inevitables frustraciones.
Pienso que el equilibrio está en asumir que para encontrar la felicidad, primero debemos
enfrentarnos con nuestras propias emociones, sentirlas y finalmente liberarlas. Si las
evitamos entonces ellas nos persiguen, por lo que no podemos huir eternamente, es mejor
mirarlas de frente, para que sepamos quienes somos y cómo sentimos nuestra vida.
Víktor Frankl nos hace un llamado a “atrevernos a sufrir”, a convertir nuestro sufrimiento
en crecimiento. El valor del sufrir está en equilibrio con nuestra capacidad para saber
aceptarlo, no de forma triste y desesperada, sino con actitud positiva y de sentido. Esto
sucede cuando somos conscientes de que es un principio básico que nos ayuda a
desarrollar nuestra personalidad, la hace más fuerte y equilibrada, y a la vez más
comprensiva del dolor ajeno.
No hay que afirmar en modo alguno que el sufrimiento sea necesario; lo que se intenta
explicar es que el sentido es posible a pesar del sufrimiento, por no decir mediante el
sufrimiento ”. Cuando somos conscientes de nosotros mismos, nos volvemos seres más
auténticos, nos asumimos tal cual somos, con nuestras fortalezas y debilidades, sin
depender de motivaciones externas.
“El que no acepta de una vez con resolución, incluso con alegría, la dimensión terrible de
la vida, nunca disfrutará de los poderes inefables de nuestra existencia, quedará
marginado y, a la hora de la verdad, no estará vivo, ni muerto”.
Es importante por tanto disfrutar cada instante de la vida, y esto no significa vivir
desbordantemente, sin medida, sino más bien aprovechar cada ocasión para conocerme y
saber cómo quiero significar mi vida. Trato de aceptar mis tristezas como experiencias
que me enseñan y me guían a mi propia felicidad. Porque si no conociera dolor, no
entendería la satisfacción que me provoca la alegría.
Así también, una persona que no es capaz de vivir intensamente cada momento, y no es
capaz de significar nada de lo que siente, es como si no viviera, como si estuviera un
poco muerta. Porque existir no es lo mismo que vivir, en la última se necesita valentía,
en la primera se necesita solamente haber nacido.
No hay que engañarnos, en nuestra sociedad es muy difícil ser feliz, la mayoría de las
veces nuestras satisfacciones y alegrías son por causas externas a nosotros, casi nunca nos
detenemos a ver como estamos o cómo nos sentimos. A veces, pasamos la vida tan
rápidamente que no alcanzamos a significarla, a darle sentido a nuestros momentos. Pero
aquí es donde entra en juego nuestra capacidad espiritual de inteligencia, ¿cómo estoy?
¿Cómo quiero estar?
Sufrir no significa desperdiciar el tiempo, sino la oportunidad de cambiar aquello que nos
hace daño, la oportunidad de darnos una esperanza y una luz, aunque en esos momentos
sólo haya oscuridad. Si lo rechazamos, también nos rechazamos a nosotros mismos, por
eso debemos aferrarnos a la vida y es ella quien nos dará los motivos necesarios para
tener un sentido por el que vivir.
Motivos para hundirse hay muchos, motivos para ser felices hay infinidad.
Habiendo revisado ciertos postulados de Viktor Frankl, es de notar que estos atributos, se
pueden potenciar aún más y acelerar en cuanto al apoyo emocional del afectado, en
cuanto a la terapia. Esta terapia nos ha sido de gran ayuda en el trabajo para dilucidar qué
realmente una persona o sus familiares puedan darle sentido a estos hechos. Sin embargo
hay que aclarar que el sentido siempre lo dará la persona, refiriéndonos a lo antes
mencionado por Viktor Frankl.
Cabe hacer mención también sobre las personas que caen en una indefinición aprendida,
por consiguiente nos referiremos a la teoría en sus aspectos más generales.
Hay que señalar que el paradigma experimental utilizado en este modelo es muy
diferente del empleado en los experimentos de reactancia psicológica. En estos se coloca
al sujeto en una situación en la que espera tener elección sobre ciertas opciones, para
encontrar después que se ha eliminado su libre elección.
Seligman, propuso tres elementos fundamentales para explicar los efectos observados tras
someter a los individuos al entrenamiento en lA: información sobre la contingencia
respuesta-resultado, representación de la contingencia (expectativa) y conducta. La
información sobre la contingencia semi-considerada como una propiedad del ambiente y
no del perceptor, si bien para Seligman, el elemento esencial va a ser la expectativa de
que la respuesta y el resultado son independientes. En palabras del propio autor, “es la
expectativa, y no las condiciones objetivas de incontrolabilidad, el determinante
fundamental de la indefensión”
Razones por las cuales este se da por vencido y pide su muerte como una ruta de escape a
su dolor y sufrimiento. Frente a la misma lógica, la familia en cierta forma, si cae en una
indefinición aprendida en relación al sujeto que padece, estos podrían manifestar la
voluntad que en definitiva ya se encuentra muerto, y para ellos, lo que podrían llegar a
considerar en esta situación particular sería validar el ejercicio de la Eutanasia como una
vía factible para el acotar el sufrimiento de su pariente que padece la enfermedad.
Entendiendo esta lógica el paciente tiene una enorme carga cultural con respecto a lo que
esta padeciendo, a parte de lo que él piensa y siente. Por consiguiente los familiares en
estas contingencias también serian influenciados por este patrón cultural, lo cual los
puede conducir a la idea de solicitar la Eutanasia,
Ahora bien con respecto al asunto mismo de la Eutanasia y el gran debate, se podría dar
dos lecturas a la tendencia actualizante de Carls Rogers, Teoría que nos orientara a
dilucidar si en estos estados terminales existe un potencial aún por desarrollar, lo cual
implica hacer mención al aspecto central de esta teoría:
Tendencia Actualizante.-
La teoría de Rogers está construida a partir de una sola “fuerza de vida” la que denomina
Tendencia Actualizante. Esto puede definirse como una motivación innata presente en
toda forma de vida dirigida a desarrollar sus potenciales hasta el mayor límite posible. No
estamos hablando aquí solamente de sobre-vivencia. Rogers entendía que todas las
criaturas persiguen hacer lo mejor de su existencia, y si fallan en su propósito, no será por
falta de deseo.
Rogers resume en esta gran única necesidad o motivo, todos los otros motivos que los
demás teóricos mencionan. Nos pregunta, ¿por qué necesitamos agua, comida y aire?;
¿por qué buscamos amor, seguridad y un sentido de la competencia? ¿Por qué, de hecho,
buscamos descubrir nuevos medicamentos, inventar nuevas fuentes de energía o hacer
nuevas obras artísticas? Rogers responde: “porque es propio de nuestra naturaleza como
seres vivos hacer lo mejor que podamos”.
También, el autor aplica la idea a los ecosistemas, diciendo que un ecosistema como un
bosque, con toda su complejidad, tiene mucho mayor potencial de actualización que otro
simple como un campo de maíz. Si un simple bichito se extinguiese en un bosque,
surgirán otras criaturas que se adaptarán para intentar llenar el espacio; por otro lado, una
epidemia que ataque a la plantación de maíz, nos dejará un campo desierto. Lo mismo es
aplicable a nosotros como individuos: si vivimos como deberíamos, nos iremos volviendo
cada vez más complejos, como el bosque y por tanto más flexiblemente adaptables a
cualquier desastre, sea pequeño o grande.
Ahora bien si vemos más allá, mirando con el ojo de la contemplación, ósea el ojo del
espíritu, podríamos afirmar que existe experiencia en las personas que padecen una
enfermedad terminal, e incluso en el caso del estado vegetativo, ya que la actividad
neuronal presentada en estos sujeto da cuenta de una existencia experiencial por medio de
las representaciones simbólicas de los sueños
( tema que pasaremos a indagar más adelante con René Guenon), y si hay experiencia hay
tendencia actualizante, por lo tanto la teoría de Rogers nos brinda también un aporte para
decir que estas personas, evidentemente se encuentran desarrollando su tendencia
actualizante, siguiendo esta lógica, la experiencia vivenciada les proporcionará las
herramientas necesarias para el siguiente plano o dimensión a visitar, pero como ya
Viktor Frankl nos mencionaba, para ello debe existir o nacer un sentido de vida en el
sujeto que padece, siendo el mismo quien debe realizar la búsqueda de este sentido, en
definitiva, lo que queremos dejar en claro, es que aun en las condiciones extremas de la
enfermedad Terminal, el sujeto no deja de ser libre para llegar de alguna forma a
encontrar un sentido existencial a todo lo que vivencia en sus últimos días, para de esta
forma morir con dignidad.
Por esto mismo, es importante mencionar desde que punto de vista vemos o
interpretamos la teoría de la tendencia actualizante Rogers.
Finalmente, pasaremos a realizar una breve reseña acerca de los sueños y la experiencia
que nos aportan en relación a la tendencia actualizante en los casos de los sujetos que
padecen cáncer Terminal y los que se encuentran en estado vegetal, para lo cual
recurrimos a René Guénon en su obra “Los estados múltiples del ser”, mediante la cual
argumentaremos el porqué sigue existiendo tendencia actualizante en los padecimientos
anteriormente mencionados.
En su obra, “Los estados múltiples del ser”, podemos afirmar que en ella, se hace
mención a que todos los planos, todos los espacios que construimos son conciencia y por
ende son experiencias reales, por lo tanto se desarrollaría la tendencia actualizante,
Inclusive en aquellos caso de personas que se encuentran en un estado vegetal, respecto
de los cuales, hay quienes creen que no poseen un nivel de conciencia, pero sin embargo,
con nuestros estudios realizado en terreno, podemos encontrarnos en la posición de
afirmar que sí existe actividad biológica, o al menos función cerebral, quien por un
accidente se encuentra discapacitada, pero en ningún caso carente de conciencia,
Siguiendo lo mencionado, estos mostrarían conciencia en otros planos, como por ejemplo
en los sueños, y es aquí, donde Guénon nos dice:
“Los estados de sueños son una modalidad de manifestación del ser humano,
correspondiente a la parte sutil (es decir no corporal) de su individualidad y en la que
genera un mundo que procede íntegramente de sí mismo y cuyos objetos consisten de
manera exclusiva en concepciones mentales”
Por otra parte lo relevante aquí es mencionar que inclusive el inconsciente sería un estado
de conciencia, el hombre lo denomina inconsciente porque no tiene acceso a él o le es
misterioso y desconocido, siendo así todos lo planos, estados de conciencia, por lo tanto
hay vida y experiencia en estas circunstancias.
Los cuidados paliativos comienzan cuando los síntomas para los pacientes se hacen
insostenibles, en el sufrimiento que producen y a la vez, cuando ya no hay expectativas
de que las medidas curativas, cumplan con el fin para el cual fueron aplicadas
originalmente. En este contexto, la mayoría de las publicaciones y referencias de que se
disponen, van en la línea de estudios con pacientes oncológicos, ya que en el caso de
estos, es posible prever la terminación de la vida, ya que las estadísticas que se tienen
permiten acotar a rangos de sobre-vida dependiendo del momento del diagnóstico de la
enfermedad.
Los cuidados paliativos desde la perspectiva psicológica, van alineados con una gama
amplia de esfuerzos de otros profesionales de la salud, para el control de síntomas tan
variados, como son la disnea, el dolor, la angustia, etc.
Intervenciones.-
• Relajación
• Hipnosis
• Terapia conductual cognitiva
• Consejería y psicoterapia
Relajación.-
Hipnosis.-.
Las técnicas de hipnosis han probado ser muy efectivas a nivel de control del dolor,
angustia y ansiedad, fundamentalmente antes de que dichos síntomas alcancen niveles
altos. Sin embargo, en un metanálisis realizado por a 27 personas, concluye que la técnica
de hipnosis fue utilizada para tratar una amplia variedad de síntomas y que debido a la
heterogeneidad de las muestras y lo limitado de la población estudiada, se hacen
necesarios más estudios para conocer el relación del impacto de la hipnosis en el manejo
de síntomas en los pacientes terminales.
Las investigaciones científicas duras, sobre este tema, presentan un panorama propicio
para aumentar y profundizar las investigaciones en el área. Las que se ven aún
restringidas, básicamente debido a la escasez de estudios que den cuenta fehacientemente
de métodos y medidas para responder las preguntas claves de esta situación.
Metodologías que por un lado sean fáciles de aplicar, sensibles a los cambios de los
pacientes y que permitan, paralelamente abordar tanto las necesidades físicas, como
emocionales de los pacientes paralelamente.
“Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner
fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente
inaceptable”.
“Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte
para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la
persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se
puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha
de rechazar y excluir siempre”.
Aspectos Éticos.
Kant acuñó una expresión ontológica, la de “fin en sí mismo”. Los seres humanos son
fines en sí mismos, no medios, ya que son sujetos de dignidad y no de precio, dice que al
hombre hay que tratarle como fin “y no sólo como medio”. Por otra parte, sería imposible
tratar a los hombres sólo como fines. Todos somos medios para los demás. Lo que es
inmoral es que se trate al ser humano sólo como medio, sin tener en cuenta la condición
de seres dotados de dignidad. De ahí que cuando se afirma que la ética parte de la
afirmación absoluta del respeto a los seres humanos, se esté indicando algo cierto, pero
cuando menos impreciso e incompleto. Porque ese absoluto respeto, sin duda imperativo
y categórico, hay que compatibilizarlo con otra dimensión del juicio moral que ya no
puede ser absoluta sino relativa, y que por tanto no podrá ser nunca categórica sino sólo
hipotética. Dicho de otro modo, el principio de absoluto respeto es claro, pero no despeja
completamente las incertidumbres, precisamente porque la vida humana es en parte
absoluta, pero en parte relativa, depende de condiciones contingentes, empíricas, en las
que la mente nunca puede alcanzar la certidumbre de las proposiciones formales. En la
ética humana hay algo absoluto, el “qué”, el respeto de los seres humanos, pero que el
“cómo”, cómo han de ser respetados, cuáles son las vías o los modos de su respeto, es
relativo, y tiene que ser resultado de un trabajoso proceso de esclarecimiento individual,
social e histórico. Es necesario un planteamiento de los dilemas éticos en el final de la
vida.
El problema ético se resume a saber si las personas que viven una vida que consideran
indigna, pueden poner término a sus sufrimientos, y si en el caso de que estén
imposibilitadas para realizarlo por sí mismas, pueden pedir a otras personas,
especialmente a los médicos, que pongan término a su vida (eutanasia).
Es efectivo que Eutanasia y suicidio representan tópicos que han preocupado a la
Filosofía y después a la ciencia jurídica, desde hace cientos de años, pero no es menos
cierto que, a partir de la proliferación de derechos que ha tenido lugar desde la segunda
mitad del siglo XX, se ha visto el apogeo del debate ya no relativo a su reprobación
moral, sino más bien a su despenalización primero y, luego, elevación a rango de
garantías en la perspectiva de los nuevos derechos. Los fundamentos de esta situación
son:
a) La lenta imposición del concepto de “calidad de vida” por sobre el de “sacralización o
santidad de la vida”. Para Dan Brock existen cuatro componentes que permiten
identificar una “buena vida” o una “vida de calidad”: 1. Funciones primarias (como
movilidad y comunicación, que se usan para llevar a cabo casi todos los planes
vivenciales), 2.funciones específicas del agente (que se usan para llevar a cabo un plan
vivencial de un agente particular), 3.satisfacción de los deseos y 4.felicidad.
b) La consideración de que parte de la intimidad o privacidad del hombre representa el
ejercicio autónomo de una serie de actos y la toma de decisiones sobre materias tan
relevantes como la vida y la muerte.
Principios Bioéticos.-
Los Principios en Bioética son las normas básicas que deben guiar la investigación con
seres humanos en las ciencias del comportamiento y en biomedicina.
4) Autonomía: Este concepto se está abriendo paso en nuestro entorno cultural, con
muchas implicaciones referentes a la capacidad de tomar decisiones de las personas.
Aspectos Jurídicos
2º Legislaciones que contemplan una pena disminuida respecto del homicidio cuando se
ha obrado por impulsos piadosos. Tal sería la situación de Cuba, Costa Rica y Noruega.
3º Legislaciones que contemplan para el caso de la institución para nosotros extraña del
“perdón judicial”, institución que tantos elogios merecen a Jiménez de Asúa. Semejante
situación podría darse en el Perú, Uruguay y Colombia.
Por “perdón judicial” debe entenderse, que no se aplica sanción si ocurren circunstancias
extraordinarias que denoten un mínimo de peligrosidad, existiendo probabilidades que el
sujeto no volverá a delinquir.
Todavía, debemos mencionar países, donde, falta un texto expreso, los Tribunales
encuentran interpretaciones para no sancionar. Ha si ha sucedido con frecuencia en los
Estados Unidos, e incluso en Alemania, donde en 1998 un tribunal de Francfort aprobó la
eutanasia pasiva, en un caso de coma irreversible donde se pudo comprobar la voluntad
de morir por parte del enfermo.
En Holanda, al revés de lo que suele afirmarse, la eutanasia sigue siendo punible, y desde
luego figura en el Código Penal, en los artículos 393º y 394º. Lo que sucede en realidad,
es que en el sistema penal holandés la fiscalía tiene la facultad, en virtud del principio
denominado “de conveniencia o prudencia”, de decidir si, no obstante haberse cometido
un delito tipificado en el Código Penal, este será sancionado o no. En el caso de la
eutanasia, las fiscalías han resuelto no procesar a quienes cometan eutanasia siempre que
se cumplan los siguientes requisitos:
Las encuestas en Holanda señalan que en la actualidad más del ochenta por ciento de los
holandeses creen que la eutanasia es una opción para personas que no tienen esperanzas
de mejorar.
Situación en chile.-
El homicidio.-
Legalmente tipificado en nuestro Código Penal en los artículos 390º a 393º, ha sido
aceptada por todos los tratadistas del Código Penal como: “la destrucción voluntaria e
injusta de la vida de un hombre por otro hombre”, es importante en este caso hacer
mención a que el homicidio puede ser cometido por medio de una acción u omisión, pero
lo mas relevante señalar para nuestro estudio es:
Ya que es bien sabido que para que se cumpla la figura de la eutanasia es menester la
voluntad de su solicitante,
¿Pero qué sucedería en los casos en que el afectado no puede manifestar su voluntad?
Bueno, en estos casos, la voluntad es delegada por cuestiones de fuerza mayor en la
familia o cuidadores del afectado.
Suicidio asistido.-
Legalmente tipificado en el artículo 393º de nuestro Código Penal, señalando: “El que
con conocimiento de causa prestare auxilio a otro para que se suicide, sufrirá la pena de
presidio menor en sus grados medio a máximo, si se efectúa la muerte”, por la pena ha de
entenderse temporalmente: quinientos cuarenta y un días a cinco años de prisión, la cual
variará dependiendo de las circunstancias apreciadas por el juez, no obstante, en esta
figura también nos acercamos a la concepción de eutanasia, ya que, a diferencia del
homicidio simple o calificado, el suicidio asistido se realiza a favor de la voluntad del
afectado, pero con una pequeña diferencia, esto es:
Habiendo hecho esta clarificación de conceptos, cabe por finalizar que al no encontrarse
legalizada la eutanasia en nuestro país, no implica que no se practique, ya que al no
encontrarse tipificada en la ley no constituye delito, y es claro nuestro Código Penal al
hacer mención en su artículo 1º que: “Es delito toda acción u omisión voluntaria penada
por la ley”, por tanto, expresamente se encuentra manifestado que todo delito debe estar
previamente tipificado en la ley para llegar a constituirse como tal.
Por último, consideramos necesario hacer mención a una nueva figura legal practicada en
otros países:
1.- “Código Penal”, Mario Verdugo Marinkovic, (primera edición 1968, segunda edición
actualizada 1986).
2.- “Derecho y Bioética”, Acta Bioética año VIII-Nº 2-2002. Organización Panamericana
de la Salud, Organización Mundial de la Salud, División de Salud y Desarrollo Humano.
Programa Regional de Bioética.
4.- “Eutanasia”, Sergio Miranda Renic, Santiago, Chile, 2000, Tesis (Licenciado en
Ciencias Jurídicas y Sociales)--Pontificia Universidad Católica de Chile).
5.- “La Etica ante la Muerte y el Derecho a Morir”, Jean Louis Baudouin/Danielle
Blondeau, Editorial Herder S.A. Barcelona.
Anexo
Entrevista Médica.-
1.- ¿Cómo y por quienes se determinan los límites entre la vida y la muerte?
Respuesta: No existe una definición de límite vida muerte, muerte para nosotros
es parte de un proceso, la mortalidad de los pacientes para nosotros no significa el perder
todo nuestro trabajo, sabemos que la muerte si nos ponemos levemente filosóficos, es lo
único seguro que tenemos al momento de nacer, por que es parte del ciclo. Cuál es la idea
de nosotros; sobretodo los que trabajamos con pacientes críticos, con pacientes graves
con un riesgo de mortalidad elevado, es tratar de prolongar la vida, pero no a cualquier
precio. Todas nuestras terapias actuales, que han ido creciendo lentamente en el tiempo,
todavía nos dejan con una cobertura para lograr mantener o recuperar situaciones graves
en un sesenta, setenta por ciento. Hay un porcentaje de pacientes que a pesar de intentar
tratarlos con todo el armamento terapéutico que existe actualmente inevitablemente, se
nos van a morir igual, porque es parte de la evolución, o llegamos muy tarde, o la
patología de base no tiene remedio de frentón, pero igual se hace el intento hasta un
límite que es aceptable, en el sentido de no entrar en lo que es el encarnizamiento
terapéutico que es un tema de muy alta discusión al interior de las unidades críticas; hasta
cuando uno dice: esto es tratamiento real, hay que recuperarlo o bien, no; hay que
recuperarlo a cualquier precio. Es una discusión diaria, de revisión de paciente a paciente.
El límite de vida muerte no lo definimos nosotros, lo define en parte el paciente, ¿cómo
lo define el paciente?, en base a la respuesta que vamos teniendo en base a nuestras
terapias, cuándo es que nosotros decimos no hay más que hacer: es normalmente cuando
a pesar de todos nuestros tratamientos, vemos que por laboratorio, por clínica y por
evolución la enfermedad sigue su curso sin ninguna modificación, en ese momento, las
enfermedades entran en una etapa que se llama de refractariedad y ahí nosotros no
tenemos nada más que hacer, en el sentido de que no existe más tratamiento que darle al
paciente, y ahí entra a jugar un rol importante la familia que siempre debe estar
informada de todo lo que sucede con el paciente, sea bueno o sea malo, por que no
queremos que hayan sorpresas después, en el sentido de que la familia diga: hasta hace
una hora, me dijeron que iba todo súper bien y ahora me dicen que se murió.
Fin de la entrevista.
Entrevista Psicológica.-
5.- En caso de que el enfermo pida que se le coloque una inyección letal para no
seguir sufriendo ¿cuál es la reacción del equipo?
Respuesta: Es recurrente, cada vez más y por lo menos ya no hay el mismo impacto
emocional que hace unos años atrás, porque hoy en día hay tanta información, que las
personas empiezan a familiarizarse con los términos. Sin embargo, por motivos legales
fundamentalmente no es posible facilitarle a los pacientes la terminación de la vida,
dejarla en sus propias manos, aquí la idea es que la vida se extinga en el minuto dado, en
que no resistan las posibilidades físicas para que esta vida se mantenga. Nosotros
tenemos que proveer condiciones básicas de vida, una buena hidratación, alimentación,
control del dolor y todo eso conservarlo, cuando la vida está por terminar, va a terminar
independientemente de que esté todo controlado, va a haber un desenlace fatal, que va
más allá del esfuerzo que nosotros coloquemos.
11.- Para finalizar la entrevista, ¿nos podría decir cual es su opinión respecto de la
eutanasia?
Respuesta: Mi opinión de la eutanasia tiene que ver con lo que ha sido mi
experiencia de vida, hay que tratar de que todas las personas tengan un buen morir,
porque indefectiblemente se van a morir, apurar ese proceso no necesariamente tiene un
sentido positivo, lo más positivo es que las personas puedan llegar al final de su camino
habiendo determinado todo lo que tengan que hacer, por lo tanto en cuanto a la eutanasia
activa, yo no soy partícipe de eso, tampoco soy partícipe de eso por creencias religiosas.
Nadie te apura el nacer, y cuando esto se hace es precisamente por salvaguardar la vida, y
por lo tanto en ese aspecto tampoco tiene mucho sentido apurar la muerte, porque la
muerte es la antítesis de la vida, y por lo tanto estamos todos por preservar la vida
siempre, pero la vida con buena calidad, una vida buena como se dice, entonces mi
trabajo tiene que ver con eso, que esta vida sea buena, y hasta el último minuto. Entonces
promover una eutanasia, un buen morir, en el sentido lato del término, que las personas
mueran en paz, sí, el trabajo de los paliativistas es que las personas mueran bien, mueran
tranquilas, mueran sin dolor, mueran sin angustia.
Fin de la entrevista.
Entrevista Filosófica.-
3.- ¿Cuáles podrían ser considerados por usted los límites entre la vida y la muerte?
Respuesta: Están basados por la vida buena, la vida basada en la razón, si hay que
vivir digamos, con un cuerpo deteriorado, con una incapacidad, o como una forma de
pendencia de los demás, eso para mi no es tan válido para tratar de estirar la vida hasta un
máximo, no creo que sea lo más razonable, creo que el límite es llevar una vida buena,
una vida digna.
4.- ¿Qué entiende usted por dignidad humana? y ¿que implica morir con dignidad?
Respuesta: La dignidad humana es un aspecto esencial de lo que se considera la
esencia del ser. A diferencia de los objetos, el ser humano no tiene precio, sino que se
dice “tiene dignidad”, la dignidad pasa por el valor intrínseco que tiene la existencia
humana, y ese valor intrínseco pasa por el hecho de que el ser humano es un ser creativo,
es un ser creador de cultura, y que obviamente, mientras más innove, en mayor medida
potenciará su dignidad. Morir con dignidad implica morir con todas las facultades sanas,
decidir retirase de la vida cuando ya se ha cumplido la misión, y la manera natural de
poner fin a esta experiencia vital, no cuando lo decreten las condiciones fisiológicas o
físicas, sino que cuando por un acto de mi conciencia haya determinado que mi misión se
ha cumplido, entonces yo puedo tener o recibir una muerte digna.
Fin de la entrevista.