Reflexiones Sobre La Identidad Nacional
Reflexiones Sobre La Identidad Nacional
Reflexiones Sobre La Identidad Nacional
Entre Peralta y Unanue, la presencia de Jos Eusebio de Llano Zapata (Lima, 1716 - ?
1780) es una prueba interesante de la vivencia de lo peruano. En sus Memorias
histrico-fsico-apologticas de la Amrica meridional, habla de nuestras Indias, se
menciona a los extranjeros, atiende a la realidad peruana desde muy diversos aspectos
y se advierte su voluntad por el estudio de lo americano y de lo peruano.
Para no fatigar al lector con otros testimonios, podemos confirmar esta lnea de
pensamiento que advierte la presencia del Per en las postrimeras del siglo XVIII, con
la consideracin de la obra de Hiplito Unanue (Arica, 1755 - Caete, 1833), sin duda
el peruano mejor conocedor de lo nuestro, el gran peruanista de la poca y la persona
que con clara idea de la comunidad peruana la estudi en su historia, y en el empeo
por mejorar la salud de la poblacin. En su discurso en la inauguracin del Anfiteatro
Anatmico, en su Idea general de los monumentos del antiguo Per, publicada en el
Mercurio Peruano, en sus ensayos dedicados a temas geogrficos, en la variedad y
magnitud de su obra no se puede ignorar la presencia de lo peruano y el esfuerzo por
mejorar la vida de su gente.
Sin Espaa y su cultura, la presencia de lo peruano y el esfuerzo por el Per no existe;
sin embargo, solo lo espaol no explica al Per.
Sin error alguno, sin duda, puede decirse que Unanue se reconoci peruano, se
sinti peruano, y se acerc al estudio de lo nuestro no solo por una preocupacin
intelectual sino, adems, por un intenso afecto, por un compromiso humano.
En 1817 Manuel Lorenzo Vidaurre (Lima, 1773 - 1841) le dijo a Fernando VII que deba
cambiarse la forma de gobierno porque el hombre gobernado en el siglo XIX no era
ms la persona que Pizarro encontr en Cajamarca en 1532, sino un hombre distinto,
que lea los mismos textos que se estudiaban en Espaa y que deba encontrar su
felicidad en una nueva manera de gobierno.
Son palabras de Vidaurre: Poltica destructora que obra por ejemplos mal
acomodados, y en la que no se percibe que no es hoy el americano, lo que era en
tiempo de Huayna Capac, y Montezuma. No es el indio tmido, ignorante, supersticioso,
al que hoy se va a sujetar. No es aquel que crea al hombre y al caballo un solo sujeto,
rayo al arcabuz, y al artillero el rbitro del trueno. No es el imbcil que propona una
mal dirigida flecha a la lanza, a la espada y a la bala. El americano hoy es el espaol
mismo8.
Una analoga puede ayudarnos a entender el tema: Pizarro encontr en Cajamarca, en
el siglo XVI, al Imperio Incaico; La Serna en 1824, al capitular en Ayacucho, pudo
contemplar una sociedad distinta que no era Espaa ni el Tahuantinsuyu; haba nacido
una nueva sociedad.
EL PENSAMIENTO DE RIVAAGERO
En la Generacin del 900 es clara la presencia del Per como tema de estudio y como
expresin de afecto y de voluntad de servicio.
Jos de la RivaAgero y Osma (Lima, 1885 - 1944), en diversos textos, desde su
juventud, estudia el origen de la nacionalidad. En un texto de 1912 dice: El Per es
Sin duda, Vctor Andrs Belande (Arequipa, 1883 - Nueva York, 1966) es en el siglo
XX uno de los hombres fundamentales para estudiar la formacin de nuestro pas. Las
ideas centrales de su libro Peruanidad, editado en 1957, no obstante el tiempo
transcurrido conservan su vigencia. l entendi al Per como una sntesis integradora.
No desconoce los errores y las violencias de la Conquista y aade y afirma: Pero sera
carecer de todo sentido humano y de todo criterio de relativismo histrico juzgar estos
hechos como si se hubieran realizado de un medio diverso y en circunstancias distintas
de aquellas que lo rodearon. Justo sera comparar la orientacin espiritual de empresas
semejantes realizadas por otros pueblos. El valor territorial y el valor riqueza
predomina en estas sobre el valor hombre; en cambio, en medio de sus errores y de
sus deficiencias, el valor hombre fue la preocupacin de la Conquista espaola. Desdn
y aniquilamiento inspiraban las tribus primitivas a los conquistadores de otros
imperios; simpata humana y sentido de aproximacin inspiraron las tribus primitivas
no solo a los misioneros, sino a los mismos con quistadores espaoles quienes no
desdearon
unir
su
sangre
con
la
sangre aborigen. Esta profunda preocupacin humana y tica, fracasada muchas veces
y contrariada otras por el curso fatal de los hechos es el alma de la Conquista, es su
esencia, es el legado que nos ha transmitido y que constituye el factor decisivo de la
Peruanidad13.
Habla Belande de una suerte de sntesis asuntiva. Se puede decir, empleando en
su hondo significado el concepto y trmino de asuncin, que la cultura catlica asume
las tierras y las poblaciones de Amrica infundindoles un nuevo espritu14.
Esta inconclusa y enorme obra asuntiva trasciende el orden poltico, econmico y
tiene sus principales resultados en el orden social humano superior. En el transcurso de
cuatro siglos las instituciones culturales, tico religiosas, tradas por Espaa deban
producir, plasmndose en los diferentes medios territoriales y tnicos, distintas
conciencias nacionales15.
EL NUEVO INDIO DE JOS URIEL GARCA
Jos Uriel Garca (Cusco, 1884 - Lima, 1965), hombre estudioso de la transformacin
social que se desprende de la Conquista espaola, desde su mentalidad cusquea,
desarrolla reflexiones que no pueden omitirse en este estudio:As, la historia de la
conquista y de toda la poca colonial no puede ser tomada como un captulo o
fragmento de la historia y de la vida espaola, historia involucrada como en un
parntesis que abarca tres siglos el tiempo que dur la Colonia, entre la historia
incaica y la republicana, ni como una prosecucin del incanato. El ciclo neoindio es tan
nuestro como lo incaico o lo republicano, porque, al menos, dentro de nuestros
horizontes, el alma indiana y el temple de los Andes le vigoriza y le da personalidad.
Indios y conquistadores que ingresan a ese nuevo panorama americano transformado
crean una cultura paralelamente modificada. El nuevo tipo humano que se va formando
crea un nuevo tipo de cultura. Esa cultura tiene un ritmo indiano en unas zonas ms
acentuadas que en otras, es cierto. Es una ondulacin transitoria donde la lnea que
decae representa el mayor influjo hispnico y la consiguiente disminucin del
vigor vernculo, pues tres siglos del nuevo rgimen fueron nada para una fusin ms
error que un peruano debera ser al mismo tiempo hispanista e indigenista, amante
de uno y otro, de los dos grandes aportes que han creado nuestra sociedad.
El
Per
naci
en
la
transformacin
de
la
vida
cotidiana.
Se debe rechazar la visin costea que desdee al serrano y la visin andina que
entiende al costeo como un advenedizo y un improvisado. No existe otro camino que
el buen conocimiento de la historia, que nos permitir superar prejuicios y falsas
actitudes
sociales.
FORMAS DE RACISMO
Si bien en el Per nunca se ha vivido un racismo violento que llevara a segregacin
de uno u otro grupo humano, no se puede desconocer que existen formas de racismo
sociolgico; vale decir actitudes, que por desconocimiento de nuestra historia y por
influencias frvolas del exterior, hacen que desde la costa se desdee al hombre
serrano como persona inferior, es una muestra dramtica la ignorancia de la historia.
Lo digo y lo reitero, es una necesidad urgente de nuestro pas superar errores que
vienen de la ignorancia de la historia y que perturban la visin integral de nuestra
sociedad.
El rumbo para superar este problema se halla en la educacin y en la veraz explicacin
del pasado peruano. Una historia cabal del Per no puede olvidar no obstante las
distancias geogrficas y los desniveles sociales que en el pasado peruano, en la
memoria nuestra, especialmente en los momentos difciles, ha estado y est
entretejida la sierra con la costa. Hay dos ejemplos de momentos singulares que
confirman la afirmacin anterior: cuando el virrey La Serna se retir de Lima rumbo a
la sierra en julio de 1821, se presentaba para algunos como un vencido; no obstante,
form gobierno en el Cusco y el Per entre 1821 y 1824 tuvo dos gobiernos: los
patriotas en Lima y los realistas en el Cusco. Igualmente, cuando la Guerra con Chile,
ocupada Lima y en manos de los adversarios la costa sur del Per, Cceres inici en el
Mantaro otra forma de la guerra en la sierra, que en lo esencial estaba intocada. No
obstante el crecimiento anormal de Lima frente al resto del pas, el tener el dominio de
la capital y de la costa, sin semejante autoridad en la sierra, no significa dominar el
Per. Nuestro pas lo ensea la historia es una suerte de entretejido serrano y
costeo.
El caso de Lima en la hora presente merece atencin especial. Lima ya no es ms la
ciudad criolla en la cual nacimos en el siglo XX y que compromete nuestro afecto y
nostalgia. Mas de otro lado debemos observar con optimismo cmo Lima es hoy da
una suerte de sntesis del Per, de miniatura de la repblica. La convivencia en el
marco tradicional y en los nuevos distritos limeos, de hombres de uno y otro rincn
del Per, no solo permite un conocimiento mejor entre nosotros mismos sino que
adems fortalecer ao tras ao expresiones culturales que son reflejo de este
encuentro de hombres de todas las provincias del Per. Adems , en esta nueva Lima,
no obstante las carencias en economa y en educacin, se advierte dinamismo y
creciente espritu de superacin. Prueba de todo lo anterior es la simple observacin de
distritos florecientes hoy da y que pocas dcadas atrs eran una reunin precaria de
nacional y en los hombres que viven en esos medios. Hay provincias que encarnan una
memoria difcil por abusos sociales o por recuerdos polticos dolorosos o negativos;
otro rumbo del pas pueden expresar pocas con menores problemas, que
indudablemente gravitan en la conducta de todos los das.
La existencia de las memorias especficas entre los peruanos no puede llevarnos a
negar el recuerdo comn el comn denominador del cual venimos. La convivencia
de memorias especficas dentro de la memoria comn a los peruanos es una muestra
de la riqueza y de la complejidad de la sociedad peruana.
En todo caso, desde nuestro presente no es posible recrear el pasado de acuerdo con
nuestros deseos o ilusiones. El pasado, con sus planos creadores y adversos, con lo
justo y con lo injusto, es parte de nosotros mismos y es factor intransferible de nuestra
conciencia social.
LA HISTORIA REGIONAL
Campo bellsimo y amplio para fortalecer nuestra memoria peruana y nuestra
conciencia nacional, el de la historia de una y otra regin. La historia del Per es la
integracin de las historias regionales bajo un rumbo comn. El conocimiento de lo
propio y el cario consiguiente no expresan un tema genrico o una abstraccin; muy
al contrario, existe una suerte de camino comn que enlaza y asocia la historia del
propio pueblo de nacimiento con los recuerdos de la provincia, del departamento, de la
regin, que tienen su expresin mxima en la historia nacional. Debemos fortalecer y
estimular la historia de los pueblos y regiones como una suerte de fundamento de la
historia nacional.
La creencia en el Per y el cario consiguiente estn vivos en un opsculo dedicado
con sencillez a la historia del propio pueblo; igualmente est vivo el Per en la clase de
historia de un profesor de una y otra ciudad nuestra que habla de la historia del Per
con referencias cercanas a los recuerdos regionales; del mismo modo est presente la
historia nacional en el busto que perenniza el nombre de un hroe o de un dirigente
que naci en dicho pueblo, o en la placa que seala la casa que se recuerda por
quienes vivieron en ella; est presente la historia regional en el nombre de muchas
calles y plazuelas, y est presente en los accidentes geogrficos notables que la
singularizan y distinguen. De algn modo el Per vive en uno y otro pueblo en
memorias que pueden ser diminutas, pero que encierran un inmenso contenido
espiritual.
La historia del Per, es la integracin de las historias regionales bajo un rumbo comn.