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Sonetos Garcilasianos II y La Flor de Gnido

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En tanto que de rosa y azucena

Se muestra la color en vuestro gesto


Y que vuestro mirar ardiente honesto
Con clara luz la tempestad serena
Y en tanto que el cabello, que en la vena
Del oro se escogi, con vuelo presto
Por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
El viento mueve, esparce y desordena,
Coged de vuestra alegre primavera
El dulce fruto antes que el vientro airado
Cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitar la rosa el viento helado,
Todo lo mudar la edad ligera
Por no hacer mudanza en su costumbre.

Es difcil no subumbir al encanto el soneto, el 23 de Garcilaso de la Vega,


escrito seguramente durante la estancia del poeta en Npoles, durante 1533 y
1536.
Representa mejor que ningn otro la enorme transformacin rtmica, mtrica,
lxica y estilstica la poesa espaola del Renacimiento por influencia de la
italiana. La poesa se renueva en los modos y en las formas ms que en los
temas, y en este soneto recrea Garcilaso dos tpicos clsicos que solan
confluir en el tema de la necesidad de aprovechar la juventud mientras dura:
el collige, virgo, rosas,
Coge, muchacha, las rosas
Llamado as por un verso atribuido al poeta latina Ausonio y el carpe diem
afrrate al da de Horacio, motivos incombustibles de la poesa universal que
veremos reaparecer en varios de los autores de nuestro curso.
Los cuartetos describen a la dama (el color del rostro, la mirada, el cabello y el
cuello) siguiendo el canon renacentista de la belleza femenina, de modo que el
color rojo de la rosa simboliza la sensualidad y el blanco de la azucena, la
honestidad.
El primer terceto completa la oracin que estructura el texto y el terceto final
contiene una sentenciosa enunciacin del paso del tiempo expresada con
efectivas imgenes. Esa edad ligera, ese tiempo abstracto que tiene el hbito

ineluctable de atravesar la vida y acabar aceleradamente con nuestra


juventud, tuvo con frecuencia en Garcilaso una concrecin histrica que l, el
ms famoso poeta-soldado del Renacimiento espaol supo convertir en
excelente poesa. Buena prueba de ello son las cuatro canciones (canciones en
el sentido mtrico comn con las de Petrarca), que forman junto con la
cuarentena de sonetos lo que podramos llamar el Cancionero de Garcilaso.
Destaca la Cancin Tercera, escrita en 1532. Entre marzo y julio de ese ao el
poeta toledano fue desterrado a una isla del Danubio, cerca de Ratisbona, por
haber asistido al matrimonio de un sobrino suyo, prohibido expresamente por
el Emperador. En esta cancin, escrita durante su cautiverio, destaca el
contraste entre la descripcin del paisaje que abre y cierra el poema y el tema
de la integridad del espritu expuesto en las estrofas centrales, en las que
domina la queja contenida por las penas del destierro y del amor.
Y s yo bien que muero
Por slo aquello que morir espero
Pero donde la experiencia personal se trasmuta ms admirablemente en versos
de enorme originalidad y variedad es en la seccin que podemos llamar
clsico-horaciana, compuesta por una oda, dos elegas y una epstola. La fama
de la Oda a la flor de Gnido, inadecuadamente llamada a veces Cancin pinta
(inadecuadamente porque formal y temticamente es muy distinta de las
cuatro canciones de carcter petrarquista que la preceden) se advierte ya en
su primer verso, pues con la ltima de sus palabras lira se bautiz esta forma
estrfica ensayada en Italia por Bernardo Tasso, entre sus muchos intentos de
remedar la mtrica de las odas horacianas y consagrada por influencia del
poeta toledano como forma esencial de la lrica espaola del siglo XVI: fue la
estrofa predilecta de Fray Luis de Len y de San Juan de la Cruz, una estrofa de
cinco versos que combinaba tres heptaslabos (el primero, el tercero y el
cuarto) y dos endecaslabos (el segundo y el quinto).
Si de mi baja lira
Tanto pudiese el son que un momento
Aplacase la ira
Del animoso viento
Y la furia del mar y el movimiento
Desde el inicio (he citado solo la primera de sus ms de veinte estrofas) la oda
plasma una enorme habilidad retrica y contiene en su conjunto un delicado
juego galante que Garcilaso dirige a una dama napolitana (Violante
Sanseverino) para interceder por su enamorado amigo Mario Galeota. Hay
varias alusiones a la identidad del amante y la desdeosa dama: la mencin
del amigo convertido en viola (aludiendo al nombre de ella, Violante) y el
cautiverio amoroso de l como forzado o galeote al remo condenado. Estos
juegos se dan ya en el ttulo de la composicin, pues Gnido alude, al tiempo, al

barrio de Npoles donde resida la dama y a uno de los templos consagrados a


Venus, diosa del amor.
A la oda siguen dos elegas tan extraordinarias como complementarias. Ambas
se escribieron en tercetos (otra de las formas mtricas importadas de Italia y
llamadas a ser trascendentales en la poesa clsica espaola), pero la primera
es una elega de carcter funeral, y en concreto una consolacin moral al
duque de Alba por la muerte de su hermano don Bernaldino de Toledo, y la
segunda es una elega de carcter amoroso, escrita desde Trapani y
enderezada a su amigo Boscn con una voluntad ntima y confidencial aunque
no exenta de conciencia retrica, que asombra por su modernidad:
Yo enderezo, seor, en fin, mi paso
Por donde vos sabis, que su proceso
Siempre ha llevado y lleva Garcilaso.
Como la historia de este momento trascendental de la poesa espaola es
tambin la historia de una amistad, conviene decir que Juan Boscn es el
destinatario de al menos otros dos poemas de Garcilaso de la Vega, una
epstola en endecaslabos blancos, es decir, sin rima (el verso ms audaz y
moderno que poda permitirse un poeta del siglo XVI), escrita y fechada en
Avin el 12 de octubre de 1534:
Doce del mes de octubre, de la tierra
Do naci el claro fuego de Petrarca
Y donde estn del fuego las cenizas.
Y terminaremos por hoy volviendo a otro soneto, el que Garcilaso escribi con
ocasin de las acciones victoriosas de las tropas de Carlos V en Tnez en el
verano de 1535, y en concreto tras la toma de La Goleta. Con el tono
confidencial propio de la comunicacin privada, el poeta adopta el recuerdo de
las cenizas de Cartago como representacin de su sufrimiento amoroso. La
asociacin de las ruinas con las cuitas amorosas de quien las contempla goz
de gran fortuna entre los poetas renacentistas. Es el soneto XXXIII, con el que
nos despedimos hasta la prxima leccin.
A Boscn desde La Goleta
Boscn, las armas y el furor de Marte,
Que, con su propia fuerza el africano
Suelo regando, hacen que el romano
Imperio reverdezca en esta parte,
Han reducido a la memoria el arte
Y el antiguo valor italiano,

Por cuya fuerza y valerosa mano


frica se aterr de parte a parte.
Aqu donde el romano encendimiento,
Donde el fuego y la llama licenciosa
Solo el nombre dejaron a Cartago,
Vuelve y revuelve amor mi pensamieto,
Hiere y enciende el alma temerosa,
Y en llanto y en ceniza me deshago.

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