María Marta Gigena. Teoría General de La Danza. Danza Lenguaje y Texto: Algunas Perspectivas
María Marta Gigena. Teoría General de La Danza. Danza Lenguaje y Texto: Algunas Perspectivas
María Marta Gigena. Teoría General de La Danza. Danza Lenguaje y Texto: Algunas Perspectivas
Esta afirmacin plantea las posibilidades de uso del modelo lingstico en reas que no son
de su estricta incumbencia, pero determina tambin las relaciones de la lingstica con la
semiologa y el estructuralismo. De hecho, la distincin entre una y otra denominacin se
correspondera, para Culler, con el ncleo de estudio de cada disciplina: el inters hacia los
artefactos culturales entendidos como signos, aun cuando estos sean un sistema estrictamente nolingstico, definira a la semiologa, mientras que el acento puesto en la nocin sistemtica y
relacional de los elementos sera el sello del estructuralismo.
Sin embargo, la distincin entre estos dos trminos se considera a menudo como un
accidente histrico: como si cada disciplina hubiera tomado ciertos conceptos y mtodos de la
lingstica estructural, convirtindose en un modo de anlisis de estas caractersticas, y solo
entonces se hubiese comprendido que estaba convirtindose rpidamente en una rama de esa
ciencia abarcadora que Ferdinand de Saussure haba imaginado.
Para Terry Eagleton, por ejemplo, la diferencia entre estructuralismo y semiologa reside en
que el primer trmino ha sido generalmente aplicado a una gama de objetos (desde partidos de
ftbol hasta sistemas econmicos), mientras que el segundo se aplica ms bien a un campo
particular de estudios, es decir el de los sistemas que se consideran conformados por signos. 2
Ms all de la pertinencia o el inters de estas distinciones, es evidente que la lingstica
(un sistema particular y bastante distintivo) se constituy en modelo de anlisis de estas disciplinas
y ofreci la mayor parte del lxico que utilizan. En este sentido, la afirmacin prospectiva de
Saussure acerca del lugar de la semiologa como ciencia general de los signos y la colocacin de
la lingstica dentro de esa disciplina, se reformul en la prctica. O como ha dicho Cristian Metz:
de derecho, la lingstica no es ms que un sector de la semiologa; de hecho, la semiologa se construye a
partir de la lingstica3
1
No hacemos una distincin entre semiologa y semitica porque no es pertinente para el tema que nos ocupa
y preferimos tratar a ambas denominaciones como modificaciones sutiles de un mismo campo de estudio.
2
Eagleton, Terry. Una introduccin a la teora literaria. Fondo de Cultura Econmica, Buenos Aires, 1998.
3
Metz, Christian. El cine: lengua o lenguaje?. En La semiologa. Tiempo Contemporneo, Buenos Aires,
1970.
Para el Barthes de esa primera poca, el sentido no puede ser ms que nombrado, y el mundo
de los significados no es ms que el del lenguaje. P or lo tanto, la necesidad de remitirse al modelo de la
lingstica para referirse a otros sistemas sgnicos se fundamenta en, por lo menos, dos razones: el
desarrollo alcanzado o iniciado por la lingstica (en tanto privilegiado sistema de significacin) y la
imposibilidad de sustraerse al lenguaje, ya no como modelo, sino tambin como componente de
relevo (relais) o significado. Esto es, que aquello que en un signo no-lingstico puede ser
entendido como concepto, solo puede ser dicho por un fragmento de la lengua.
Esto implica, por una parte, que el estudio de los modos de otorgar significados (sentidos)
solo puede ser concebido mediante el relevamiento que la lengua hace de ellos, sin que se
entienda esto como una parfrasis4; por otra parte, afirmar que los artefactos culturales pueden
tratarse como lenguajes es sugerir que pueden estudiarse provechosamente con trminos
proporcionados por la lingstica. Esta ltima particularidad se refiere a que los objetos que pueden
ser estudiados, an en su diversidad, se constituyen, segn Culler, como fenmenos con significado
ms all de su materialidad.
Pero es necesario hacer ciertas salvedades con respecto a la utilidad de este planteo en lo
que respecta a la danza. En principio, determinar ciertas cuestiones dentro de una amplsima teora
de los signos, puesto que se est implicando aqu que la danza podra ser incluida dentro de los
fenmenos culturales plausibles de ser analizados desde esa perspectiva. Por otra parte, la danza
de la cual pretendemos ocuparnos es la llamada danza espectculo con lo cual se implica
adems que pertenece al campo de lo artstico, por lo cual es necesario determinar ciertas
particularidades del signo esttico. Esto plantea la necesidad evidente de ajustar los trminos o
idear nuevas nomenclaturas que eviten trasladar acrticamente trminos de campos diferentes.
Teora de los signos
San Agustn afirm que un signo es una cosa que, adems de la especie presentada por los
sentidos, trae por s misma al pensamiento alguna otra cosa. En esta definicin, una entre tantas, estn
implcitas dos cuestiones fundamentales sobre las que se ha vuelto insistentemente. En primer
lugar, introduce la idea de representacin (una presencia que est en el lugar de una ausencia) 5
como un elemento fundante de la teora de los signos. En segundo lugar, lleva a definir el modo en
el que se relacionan los dos componentes del signo.
Teniendo como perspectiva la utilidad de esas relaciones para pensar la danza, se hace
indispensable mencionar al menos dos de las perspectivas histricas acerca del signo; esto es, las
que fueran desarrolladas por Ferdinand de Saussure y C. S. Pierce y a partir de las cuales es
posible hacer algunas derivaciones.
Saussure estableci las bases de su perspectiva centrndose en la naturaleza del signo
lingstico, al que defini como una entidad biplnica constituida por un plano de la expresin
(significante) y uno del contenido (significado). Segn Lyons 6 la tesis central saussuriana es que
cada lengua est constituida por un patrn nico y que las unidades que la componen pueden
4
(Cfr. McFee, Graham. Entendiendo a la danza.) McFee entiende la cuestin de la relacin entre la danza y
su explicacin por medio del lenguaje como una bsqueda de sentido, implicando el lenguaje como
parfrasis, cuando no se trata en realidad de hacer equivalencias, sino de articular sentidos en los trminos en
los que el lenguaje lo hace (es decir, el carcter lingstico de nuestro entendimiento.
5
Ver Enaudeau, Corinne. La paradoja de la representacin, Buenos Aires, Paids, 1999.
6
Lyons, John. Estructura y lingstica en Introduccin al estructuralismo. Elianza Editorial, Madrid, 1976.
La concepcin peirceana permite distinguir con claridad una cosa es lo significado por un
signo y otra la interpretacin de ese signo. Este continuo diferimiento del sentido tiene su
privilegiado desarrollo en el concepto de diffrance derridiana, que desmonta la concepcin misma
del signo tal como la tradicin fonologocentrista lo concibe, y cuya concepcin puede ser pertinente
para la danza, pero que no desarrollaremos aqu. En resumen, se hace imposible concebir la
posibilidad de desciframiento totalizador y aparece evidente la necesidad de concebir el signo y su
carcter representacional ya no como un elemento para la exgesis, sino como un objeto sobre el
cual desarrollar hiptesis acerca de los procedimientos de constitucin del sentido: no se trata de lo
que un texto (una obra de danza, una secuencia de movimiento) dice, sino de lo que hace.
En definitiva, aquello que hemos venido mencionando como relacionado con la lingstica, la
semiologa y el estructuralismo, es una perspectiva acerca del sentido, y de las posibilidades de
dar cuenta de algo emparentado con l en la danza. La nocin de sentido debe ser tenida en
cuenta como un significado puesto en situacin. Es decir, interpretado por alguien en un contexto
dado: al introducir al hombre en el sistema, hemos entrado en el universo del sentido.
Este pasaje del universo de las seales (como las que una mquina podra producir) al
universo del sentido no puede ser comprendido sin abordar la nocin de interpretacin,
fundamentalmente en la figura de un destinatario humano que toma el significante dado y le
adjudica significado. En rigor, este significado se transforma en sentido cuando se involucra dentro
de una comprensin situacional,
cuya eleccin est determinada por una serie de circunstancias extrasemiticas (de
momento) y que pueden resumirse en dos categoras generales: la situacin en la que se produce
esa interpretacin y el conjunto del patrimonio del saber que permite al destinatario elaborar las
valoraciones y las selecciones correspondientes7
El signo esttico
Como hemos mencionado antes, si la danza puede ser concebida desde una perspectiva
semiolgica, lo cierto es que la danza a la que nos referimos se encuentra dentro de la serie
artstica. Y en este sentido, es necesario hacer algunas aclaraciones acerca de las particularidades
de los sistemas de signos cuya funcin dominante es la funcin esttica. Pensando este concepto
como central para evitar los esencialismos referidos a la obra de arte.
Para comenzar, los puntos de vista Saussure influyeron en el formalismo ruso (que aqu
tomamos apresuradamente como un conjunto ms o menos homogneo). Lo que nos interesa en
relacin al formalismo ruso es, por el momento, aquello que tiene que ver con el estudio de la
funcin esttica.
En principio, esta categora se funda en que el estatuto artstico de un objeto no es un
atributo esencial, sino que se conforma de manera histrica; que la dominancia de la funcin
esttica de un objeto o proceso no est plenamente bajo el dominio de un individuo; que la
estabilizacin esttica, en fin, es un asunto de colectividad. La danza como manifestacin artstica
est involucrada, evidentemente, dentro de estas condiciones.
En consecuencia, la divisin entre las esferas esttica y extraesttica no puede ser definida
en trminos esencialistas, en tanto, como afirma Mukarovsky,
no existen ni objetos ni procesos que, por su esencia y su estructura, y sin que se tenga
en cuenta el tiempo, el lugar y el criterio con que se les valore, sean portadores de la funcin
esttica, ni tampoco otros que tengan que estar, en vista de su estructura real, eliminados de su
alcance. 8
La funcin esttica puede estar presente en diversos objetos y procesos, pero se vuelve
dominante en el campo del arte. Por lo tanto, el objeto artstico, considerado desde esta
perspectiva, estar compuesto por signos con ciertas particularidades. Por una parte, se ha
considerado que el carcter de los signos que lo componen es principalmente ambiguo y tiene un
alto grado de autorreflexividad: el signo artstico es un signo autnomo que adquiere importancia en s
mismo y no como mediador. Esto es, que los procedimientos realizados se vuelven centrales para la
apreciacin del sentido, y que de alguna manera el lenguaje de lo artstico llama la atencin sobre
su propia construccin. Una caracterstica que Roman Jakobson en su esquema de la
comunicacin seala como funcin potica, al concebir un circuito en el cual la instancia dominante
es la del mensaje en s mismo.
7
8
Ib.
Mukarovsky, Jan. El arte como hecho semiolgico. (s/d)
Pero esto supone, adems, que la obra artstica produce la impresin de una unidad
indisoluble de mensaje y forma9. En ella, la disposicin estructural de las partes est
intrnsecamente ligada a aquello que la obra expresa, sin poder diferenciarse la materialidad de
sus formas dinmicas -lo que advertimos sensorialmente- del carcter lo implcito, dentro de un
sistema que lo dota de sentido. En verdad, podra pensarse que esta relacin indisoluble entre
forma y contenido es concebible para todo tipo de lenguaje, pero cobra importancia fundamental
para el objeto artstico.
Por otro lado, el carcter marcadamente ambiguo del signo al que se adjudica una
predominancia esttica es el fundamento que permite la aparicin de una variedad de
interpretaciones posibles, que no necesariamente deben anularse entre s. Esta relacin libre y por
eso imprevisible de la obra esttica con las interpretaciones que de ella se realizan tiene una
particularidad que la distingue del modo en que tambin cualquier otro fenmeno puede ser
interpretado: la naturaleza del enraizamiento en sus soportes materiales solo permite su parfrasis
de manera acotada.
La obra se carga insistentemente de nuevos sentidos en la interseccin entre aquello que es
su propio modo de significar y la unidad cultural - es decir, una unidad semntica inserta en un
sistema- en la que se recorta. La obra de arte, entonces, transforma continuamente sus propias
denotaciones en connotaciones, porque la relacin entre unas y otras es particularmente
intrincada, como lo ha expuesto Roland Barthes en S/Z refirindose al texto literario.
En consecuencia, la interpretacin posible de la obra es siempre abierta, lo cual no implica
sin embargo que no se pueda reconocer una estructura formalizable: no se trata de la adjudicacin
de sentidos en un gesto desaforado de sobreinterpretacin. Porque precisamente la existencia de
estructuras en distintos niveles de la obra permite que esta no sea una pura estimulacin casual de
reacciones aleatorias10, al mismo tiempo que conserva, en relacin con la produccin de sentido,
una alta dosis de improbabilidad.
Sumado a esto, la obra se recorta adems en un sistema de expectativas psicolgicas,
culturales e histricas por parte del receptor, es decir, sobre un horizonte de expectativas. Inmerso
en l, es posible interrogar a la obra en una dialctica de fidelidad y libertad que no debe dejar de
lado su estructura formal. Ya que las acciones que la obra lleva a cabo son significativas solo
relacionadas con un conjunto de convenciones institucionales, un acercamiento a ella exige tener
en consideracin esas cuestiones. Es decir, considerar, por una parte, un sistema de convenciones
constituido histricamente y que aporta elementos fundamentales para la interpretacin, y por otra,
advertir el modo en el que los tratamientos particulares que se hacen sobre las mencionadas
convenciones iniciales actualizan sentidos y determinan una potica.
En este sentido, frente a la obra, el receptor completa y define, sin clausurar, y sta se
presenta como un esqueleto o esquema que es indefectiblemente completado por la interpretacin
del destinatario. La organizacin de los elementos en esa obra, en lugar de designar con cierta
simplicidad un objeto, designa instrucciones para la produccin de sentido, y esa es la naturaleza
de su semiosis
Por lo tanto, la tarea crtica sobre el signo esttico consiste, diferencindose de una
semntica adivinatoria, en explicar por qu razones estructurales pueden producirse esas (u otras,
alternativas) interpretaciones semnticas. Es decir, intentar definir esta estrategia que produce
modos infinitos de aprehensin de forma semnticamente aceptable. Una forma que sin embargo
nunca es definitiva, sino conjetural, ya que parte de una infinitud que sin embargo intenta probarse
en la constatacin con la obra, que se presenta como autoritariamente abierta. La danza, como
objeto plausible de ser interpretado, y considerada con una funcin esttica dominante, no escapa
a estas caractersticas y a su vez exige ajustar los trminos en funcin de lo especfico de su
lenguaje.
Posibilidades de una lectura
Habiendo planteado brevemente estas cuestiones en torno a diferentes concepciones del
signo y a las particularidades del signo esttico, debemos avanzar en las posibilidades de
diferentes perspectivas para estudiar a la danza dentro de esta matriz.
Por una parte, el desarrollo de los estudios de la lingstica no ha sido homogneo y el
campo especfico se ha abierto a otras interpretaciones, ms o menos alejadas de los primeros
Esta perspectiva aunque con sus diferencias en cada caso- es el fundamento implcito en las teoras de
varios estudiosos Langer, Collingwood, Siegel y otros.
10
Eco, Umberto. Elementos de semiologa. Seix Barral, Buenos Aires, 1999.
9
11
Scavino, Dardo. La filosofa actual. Pensar sin certezas. Paids, Buenos Aires, 1999.
El caso de Martha Graham est ms bien signado por una errnea comprensin de la
posibilidades de correspondencia entre aquello que el movimiento muestra y aquello a lo que
refiere. Fundado en las posibilidades expresivas del movimiento, el lenguaje creado por Graham
se articula dentro de la tradicin de la danza moderna histrica, pero desarrolla un nivel de
codificacin que, si en el discurso acerca de l se sostiene en el deseo de la narracin y la
tematizacin del movimiento, organiza sin embargo un sistema ms bien autorreferencial (en lo
que especficamente a movimiento se refiere) que la acerca ms a la danza clsica, apoyndose
para la significacin en otros elementos del planteo escnico. Paradjicamente, la deficiencia que
los defensores del ballet han sealado en la danza moderna es su incapacidad para conformar un
lxico reconocible, en funcin de que su acento estuvo puesto, desde su creacin, en la faz
expresiva del gesto.
En esta lnea de pensamiento, se podra hacer ingresar una categora productiva,
proveniente del formalismo ruso, como es la del extraamiento (ostranenie). Este concepto refiere
al modo en el que el lenguaje potico se distingue, supuestamente, del lenguaje ordinario por su
capacidad de interferir el proceso de automatizacin. Pensar el movimiento como lenguaje y tratar
de concebir cules son los elementos que hacen del movimiento de la danza un movimiento
diferenciado es preguntarse acerca de los condicionamientos dentro de los cuales el movimiento
de la danza se ha desarrollado. De algn modo, el lenguaje ya establecido de la danza clsica y su
continuidad en ciertas especies de la danza moderna hacen pensar en un forzamiento de la
relacin entre los elementos del signo, pero tambin en la necesidad de expandir las herramientas
de la teora si queremos ocuparnos de otros objetos que tambin se conciben como danza. Es
decir que el extraamiento puede entenderse como lo inesperado o lo improbable y en este
sentido, la lengua potica de la danza clsica es sacudida por el efecto de extraamiento que
aportarn, por ejemplo, en sentidos diferentes, tanto la llamada danza posmoderna como la obra
de Pina Bausch. Por un lado, poniendo en problemas el estatuto mismo de lo artstico, y por el otro
haciendo volver a mirar lo dado en un sentido que excede el movimiento mismo y lo emparenta con
la escena que se muestra.
todo elemento que, rodeando a la presentacin de la danza, est explcito y provee elementos que
la anteceden y que se constituyen as en herramientas para la produccin de sentido. Foster
considera como marco el programa de mano, los afiches o reseas, y dems escritos que pueden
hacer referencia especfica a un texto literario o incluso hacer una resea del espectculo, indicar
los personajes que participan. A su vez, dentro de la representacin es posible hacer una
fragmentacin operativa de los elementos que la componen. Cohesionados en el conjunto de la
obra como un texto, el vestuario y la escenografa, la msica o ms ampliamente- los estmulos
sonoros y la iluminacin, adems del movimiento, producen sentido.
Si nos permitimos pensar la obra como texto, y en sus elementos in absentia, es posible
tambin hacer uso de un concepto introducido por Julia Kristeva y que ha sido insistentemente
retomado, reformulado y discutido en el campo del anlisis textual, como es el de intertextualidad.
Esto es, de alguna manera, considerar que una obra nunca puede ser entendida con total
autonoma dentro de la serie en la cual se inscribe. En este sentido, una obra habla de todas las
obras que la precedieron y de las futuras, es un fragmento de una serie interminable que funciona
como una caja de resonancia, un horizonte de sentido cuya existencia es, por una parte, la
prisin conceptual que organiza las posibilidades de interpretacin, pero tambin la llave de escape
que diluye los lmites de ese mismo sentido. A travs de una obra se piensan siempre todas las
obras dadas en ese campo, se revisa y puede vislumbrarse el patrimonio que le confiere valor a lo
que se muestra y que al mismo tiempo es un patrimonio violentado para producir esos nuevos
sentidos.
En esa caja de resonancia dentro de la cual puede adjudicarse sentido a la obra de
danza, se establecen tambin relaciones con lo que se conoce como distinciones de gnero y de
estilo. En el primer caso, entendido como un agrupamiento de obras dentro del sistema y cuya
vinculacin es siempre problemtica. Pero que, en definitiva, refieren a la lgica con la que se
conciben los rasgos de identificacin de un cierto conjunto de fenmenos artsticos. Si la danza
clsica o moderna deben ser entendidas como gneros es una discusin que implica, por
supuesto, definir os elementos de familiaridad que debieran tenerse en cuenta.
La nocin de estilo est relacionada en el campo de los estudios literarios con una
perspectiva centrada en el sealamiento de los rasgos que dotan a un texto de una pertenencia
reconocible. Para Todorov, el estilo (precisamente estudiado por la estilstica) es la eleccin que
debe hacer todo texto entre cierto nmero de disponibilidades contenidas en la lengua. Para
Barthes, en un sentido cercano, el estilo se recorta sobre el horizonte de la lengua. Esto es,
pensar el estilo como la posibilidad, la potencialidad ya implcita en la lengua, de usar
nuevamente las palabras, de decir lo mismo, pero diferente cada vez.
Esta nocin, trasladada al campo de la danza, puede referirse a esos modos de utilizacin
de un vocabulario (por ejemplo, el de la danza acadmica) en relacin con el cual es posible
realizar una serie de modificaciones que, sin embargo, se recortan sobre el horizonte de lo dado.
Es ese reconocimiento de marcas el que se podra hacer, por ejemplo, en el trabajo de George
Balanchine o Jiri Kylian.
En lo que respecta a los modos de representacin (especficamente del movimiento) en la
danza, Leigh Foster propone el uso de cuatro categoras retricas que exceden, por lo tanto, el
nivel sintctico del movimiento o las preocupaciones acerca de la delimitacin de las unidades,
para centrarse en una semntica ms abarcativa. En este anlisis las unidades provienen
arbitrariamente de la propia exigencia del material y a cada tropo se le adjudica, a su vez, un
equivalente kintico con el cual estara emparentado: metfora
(semejanza), metonimia
(imitacin), sincdoque (rplica) e irona (reflexin)12
La semejanza (en cierto modo homologable a la metfora como recurso en la literatura) se
sostiene en la traslacin de ciertas cualidades distintivas de un objeto para establecerlas en
trminos de la danza. Por ejemplo, la relacin entre madre e hija puede ser representada por un
do en el cual la fuerza y solidez de una de las bailarinas se oponga a la liviandad y rapidez de la
otra. En este caso, la naturaleza precisa de aquello que es representado puede quedar clara en el
devenir de la danza, o esa clase de comprensin vaga puede ser todo lo que la danza necesite.
En contraste, la imitacin puede relacionarse con la metonimia. En ella las caractersticas
visuales del objeto son transfiguradas en diseos formales que, tomando el mismo ejemplo de la
12
En el texto original de Leigh Foster los trminos son: resemblance, imitation, replication y reflection. Para
la traduccin nos inclinamos por la literalidad, pero es importante tener en cuenta que los trminos originales
son aquellos mencionados.
relacin filial, produzcan figuras de juego, desobediencia, proteccin y dems. As se produce una
versin esquematizada de aquello que es la apariencia del objeto. Hay correspondencia temporal y
espacial con aquello que se representa. Aunque haya cambios por la escala humana y dems, se
pretende dejar pocas dudas acerca del referente del movimiento.
En cuanto a la rplica, muy cercana al tropo de la sincdoque, se selecciona una cualidad
particular que remite de alguna manera a la totalidad. De este modo, la presentacin del par
madre/hija puede centrarse en las cualidades de la relacin fluctuante entre unin e independencia.
All la interpolacin se dar entre movimientos de acercamiento y contacto y otros de alejamiento y
distancia. Como en la resemblanza, la exacta identidad de los movimientos mostrados es difusa.
Pero mientras en la primera la cualidad seleccionada es bosquejada, aqu la relacin entre
cualidades es representada.
Por ltimo, puede decirse que la reflexin establece lazos con el tropo de la irona. En este
caso pueden no mostrar ninguna de las caractersticas de su objeto, o al menos no explicitarlas.
Como su nombre indica, los movimientos reflexivos exponen meramente la actividad kintica,
haciendo referencia a ella misma y solo tangencialmente al mundo. En este caso, los bailarines,
absorbidos por la ejecucin, pueden eventualmente
manifestar una cualidad que tenga
reminiscencias, siguiendo el ejemplo, de una relacin filial; pero esta asociacin se produce solo
en breves frases, sin fundamento en el conjunto de la danza, o incluso puede no producirse.
Todas estas categoras mencionadas no se manifiestan de manera exclusiva en las obras.
La mayora de las veces, en cambio, aparecen en forma simultnea o combinada. A su vez,
considerando esta cuestin, puede decirse que ciertas danzas poseen una dominante ms cercana
a alguno de esos tipos con lo cual delimitan una potica ms reconocible para cada una. En este
sentido, la Danza Moderna Histrica es una clara combinacin de la imitacin con la rplica. Y,
podramos agregar, la potica de Cunningham est signada por la reflexividad, as como podra
pensarse del sistema de la danza clsica, incluso cuando las intenciones narrativas no hayan sido
abandonadas por los coregrafos del ballet.
Al arriesgar esta clasificacin Leigh-Foster considera el eje del movimiento como lenguaje
pero en el contexto de la obra, con los elementos escnicos y de vestuario que aportan a producir
sentido en el movimiento mismo. Pero adems, consideramos este planteo como incluido en un
anlisis de la obra como texto porque las analogas con el movimiento se refieren a tropos
literarios; como tales tienden a no agotar una sola interpretacin, sino que refuerzan esa condicin
esencialmente simblica, continuamente diferida, de cualquier representacin.
En este sentido, tambin puede ser productiva, aunque haciendo los ajustes pertinentes, la
distincin planteada por Jakobson entre las dos formas de actividad mental que haba sugerido
Saussure. Esto es, el orden del sistema o el paradigma, que se figura para Jakobson en la
metfora, y el orden del sintagma, representado por la metonimia. El traspaso de estas categoras
a lenguajes no verbales produce lenguajes metafricos o metonmicos, que no necesariamente se
presentan aislados, sino en trminos de predominio de uno sobre el otro. En efecto, el pasaje que
propone Jakobson del par sintagma/paradigma al orden de los discursos en sus diferentes clases
anuncia el pasaje de la lingstica a la semiologa.
Tal vez sea posible articular un estudio de las obras de danza como ligadas al predominio
de las asociaciones sustitutivas o a las asociaciones sintagmticas. En tanto todo lenguaje implica
necesariamente ambos modelos, la danza no puede sustraerse a ellos.
Por ltimo, otra perspectiva para relacionar el lenguaje con la danza, es la representacin
de lo narrativo. Desde esta perspectiva puede ingresar aqu la cuestin de la narracin en la danza,
que est ntimamente ligada a los problemas de la representacin. Por un lado, porque es
necesario distinguir la idea de narracin como figuracin del devenir temporal y el concepto de
tema que refiere a un sentido ms all de la materialidad del movimiento, pero que no involucra el
desarrollo de acciones sino ms bien la conceptualizacin de un supuesto mensaje que pueda
transmitirse. En el cruce entre las pretensiones narrativas de la danza y la naturaleza de las
asociaciones implicadas en el lenguaje segn Jakobson, se pueden organizar las diferentes formas
de representacin en los gneros de danza.
Es posible afirmar que ciertas obras de danza intentan narrar, es decir figurar un intervalo
temporal, ms all de la propia temporalidad material del movimiento; este es el caso de buena
parte de las obras de Martha Graham y de la tradicin del ballet, ambos ejemplos ordenados bajo
la supremaca de lo metonmico. En otros casos, las obras organizan su lenguaje de modo tal que
se reconocen las dificultades del carcter representacional y se constituyen as en torno a un
discurso predominantemente paradigmtico. Las obras que toman como fuente lo literario tienden a
condensar an ms esta problemtica
De all se derivan elementos como fbula/trama que los formalistas desarrollaron y que
habra que revisar para estudiar la figuracin de diferentes temporalidades en la danza, as como el
concepto de personaje, que para los formalistas era entendido como una funcin dentro del texto. y
para Barthes es un haz de rasgos distintivos aglutinados en torno a un nombre.
En resumen, el texto de danza (con su estatuto artstico ya otorgado) se presenta como un
espacio en el cual es posible intentar un desciframiento, hacer -metafricamente- una lectura de
su materialidad que es siempre entendida como signo de otra cosa. La estructura, aislada de
cualquier contexto, abstrada de cualquier situacin, no es el objeto al cual es necesario acercarse
con la intencin de develar el significado ltimo. Por el contrario, un texto es infinitamente
interpretable, aunque las coordenadas de esa interpretacin deban estar sustentadas en las
estrategias y los procedimientos que la obra exhibe para producir el sentido. En consecuencia,
puede decirse que la interpretacin se produce recortada sobre el horizonte de su propia tradicin,
de las interpretaciones anteriores hechas sobre el texto, del efecto social que produce, en un juego
conjetural que al mismo tiempo se ancla en el intento de explicar cmo el texto produce esas
interpretaciones.
Perspectiva histrica
Volver sobre ciertos eventos en la historia de la danza que ligan la nocin de signo a las
concepciones de representacin, imitacin y expresin, no significa aplicar extemporneamente las
categoras de una poca a momentos que no conceban esas mismas categoras como propias,
sino percibir que en esa problemtica ya se planteaban dilemas que se iluminan al ser vistos desde
esta perspectiva.
La confianza en la potencialidad comunicativa del movimiento humano, an con los ajustes
que se hubieran hecho en cada poca, parece persistir en la danza y determinar su desarrollo
sustrado de las consideraciones que se fueron haciendo en otras artes.
Por una parte, entonces, se puede decir que el problema de los modos de producir sentido
en la danza no es nuevo, y Noverre en el siglo XVIII ya se preguntaba seriamente acerca de ellos,
aunque con un vocabulario ms bien ligado a la dicotoma entre tcnica y expresin. Y esa misma
pregunta vuelve a ser reformulada, por ejemplo, en las modificaciones propuestas por la danza
moderna; an en la diversidad de sus planteos, esta nueva corriente dentro de la danza occidental,
sent sus bases en la pretensin de construir un modo de mostracin del movimiento que pudiese
dar cuenta de un contenido al cual se alude. En efecto, desde las primeras investigaciones
llevadas a cabo por Francois Delsarte, no se dud acerca de la existencia de ese contenido,
comprendindose el movimiento mismo como gesto, lo cual implicaba de por s comprenderlo
como movimiento expresivo.
A su vez, ciertas concepciones tericas se desarrollan en paralelo con algunos cambios
fundamentales en la danza, y se articulan temporalmente con ella. La idea de que el mundo puede
ser reflejado mediante el lenguaje fue puesta claramente en duda, como hemos dicha antes, por lo
que se conoci como giro lingstico, planteo terico que tiene sus orgenes mucho antes del post
estructuralismo, en las concepciones del lenguaje ya presentes en Heidegger entre muchos otros.
La nocin de que el mundo es construido por el lenguaje, de que no hay referente al cual sealar
sino en la propia alusin que de l se hace, tienen relacin en la danza con los movimientos
iniciados por Merce Cunningham y con ciertos procedimientos y concepciones de la danza
posmoderna.
Es as que a partir de los aos 50 se produce en el mbito de la danza una modificacin
acerca de las relaciones que pueden establecerse entre significado y significante. Y aunque no se
abandone la creencia en las cualidades referenciales del movimiento y de la obra, el momento de
autoconciencia de la especificidad del medio, constituye un corte fundamental en la historia de esta
prctica artstica. El cual, adems, no est desligado del pasaje, en la crtica textual, de una
hermenutica del arte a una ertica del arte, como seal Susan Sontag 13 por esos aos.
El significante haba aparecido claramente hasta ese momento como un mediador del
significado acerca del cual haba que descubrir las condiciones de la mediacin e incluso para
algunos encontrar y sistematizar la lgica de las relaciones entre los dos elementos. El cambio
radical de esa poca consiste en la puesta en crisis la concepcin de la naturaleza de esa
mediacin y, por lo tanto, de las condiciones de referir al mundo. Si la danza refiere a algo que, a
falta de una palabra mejor, puede ser mencionado como eventos del mundo, el giro lingstico
evidencia que no existe ningn modo de referir cristalinamente a los sucesos que solemos
13
denominar realidad; simplemente porque ellos no se constituyen como tales sino a partir de sus
interpretaciones, es decir del lenguaje mismo.
En cierto sentido, por ltimo, el momento de autocrtica con respecto a las posibilidades
del propio medium de la danza parece estar en el planteo de Merce Cunningham. En sintona,
aunque no explcita, con lo que hemos llamado el giro lingstico, Cunningham se apropia de los
valores de la danza clsica, incorpora elementos nuevos en cuanto a la organizacin espacial y el
uso del torso, pero reconoce la autoreferencialidad como elemento dominante de su potica. De
esta forma, por el camino de la danza moderna, y estableciendo una ruptura con el contenidismo
de Graham, lleva a su mxima expresin las premisas que sostuvieron la constitucin del sistema
acadmico de la danza, pero frente a las cuales el ballet no haba querido abandonar la
potencialidad expresiva en trminos de una trascendentalidad del movimiento.
En los aos 60 la revisin llevada a cabo por ciertos coregrafos, como los de la Judson
Church, puso en crisis los lmites del posible lxico de la danza occidental. Entre otras rupturas
que pueden hacer pensar en este momento de la danza como su autntica vanguardia (el anlisis
sobre el medium especfico y la instancia de crtica con respecto a la institucin artstica, por
ejemplo) se incluye la utilizacin del movimiento cotidiano en las performances llevadas a cabo por
estos aos. En la perspectiva de la analoga entre movimiento y lenguaje, esta inclusin del gesto
ordinario podra establecer una vinculacin con las bsquedas acerca de la especificidad del
lenguaje potico planteada por el formalismo ruso. Los problemas que se desprenden de esta
analoga son pertinentes en tanto refieren a cules son las caractersticas que hacen que una
porcin de lenguaje se distinga de su uso fuera del lenguaje entendido como expresin artstica.