Freud - Una Lectura Shakespeareana
Freud - Una Lectura Shakespeareana
Freud - Una Lectura Shakespeareana
shakespeareana
Harold Bloom
Harold Bloom es uno de los crticos literarios ms estimulantes y provocativos en
la lengua inglesa de los ltimos aos. Lo ver quien lea el texto que aqu
publicamos, parte del ltimo libro de Bloom: El Canon Occidental. Los libros y la
escuela de las Eras, un extenso volumen en el que Bloom se ocupa de veintisis
escritores cannicos, es decir, con autoridad en nuestra cultura. Dice Bloom que
su intencin con este libro no es presentar un plan de lectura para toda la vida,
aunque cumple ampliamente lo que debe ser la funcin de todo crtico: inspirar el
deseo de leer y releer todos los autores que toca, empezando por Shakespeare
quien para Bloom es el centro del canon occidental. Por lo dems. Freud: Una
lectura shakespeareana retoma una de las suertes crticas ms queridas por
Bloom el poeta y la relacin con sus precursores, presente en varios de sus libros
pero mejor cristalizada en La angustia de las influencias. Una teora de la poesa
(1973).
Todo crtico tiene (o debera tener) su broma crtica favorita. La ma es comparar
la crtica literaria freudiana con el Sacro Imperio Romano: ni sacro, ni imperio, ni
romano; ni crtica, ni literaria, ni freudiana. Freud tiene slo en parte la culpa por el
reduccionismo de sus seguidores anglo-americanos; no tiene ninguna
responsabilidad por la psico-lingstica franco-heideggeriana de Jacques Lacan y
compaa. Ya crea uno que el inconsciente es una mquina de combustin interna
(freudianos americanos), o una estructura de fonemas (freudianos franceses), o
una antigua metfora (que es lo que yo creo), uno no interpretar a Shakespeare
de un modo ms til mediante la aplicacin a las obras del mapa de Freud de la
mente o de su sistema analtico. La alegorizacin freudiana de Shakespeare es
tan insatisfactoria como las alegorizaciones foucaultianas (nuevo historicismo),
en adelante. Cmo pudo Freud, quiz la mejor mente de nuestro siglo, caer en
tal simplonera?
Antes de su desenfadado hallazgo de la hiptesis de Looney, el deseo de Freud
de que Shakespeare no fuera Shakespeare tom una variedad de formas. Uno
siente que Freud estaba abierto a toda posible sugerencia de que el hijo de un
guantero de Stratford, el actor William Shakespeare, era un impostor. Ernest
Jones, el hagigrafo de Freud, nos dice que Meynert, quien ense al joven Freud
la anatoma del cerebro, crea en la teora de que Sir Francis Bacon haba escrito
Shakespeare. A pesar de su admiracin por Meynert, Freud se rehus a
convertirse en un baconiano, pero por una razn reveladora: la capacidad
cognoscitiva de Bacon sumada a la eminencia de Shakespeare nos habra dado
un autor con el cerebro ms poderoso que el mundo hubiera producido.
Freud rechaz la tesis baconiana, pero recogi todas las nociones estrambticas
que circularan sobre y contra Shakespeare, incluyendo la sugerencia de un
acadmico italiano de que el nombre era una versin de Jacques Pierre! Uno
siente que si alguien hubiera sugerido algn desenmascaramiento de la verdadera
identidad del actor de Stratford, Freud le habra hecho caso. Al dar con el libro de
Looney en 1923, se lo trag sin escepticismo. No importaba que el Conde de
Oxford estuviera muerto antes de la composicin de Lear; importaba
enormemente que Oxford, como Lear, tena tres hijas. Los amigos de Oxford
terminaron las obras por l despus de su muerte, y de cualquier modo el actor de
Stratford tena slo dos hijas. Qu operaba en la mente sutil y poderosa de Freud
como para darle una consideracin seria a tal literalismo? El complejo de Edipo,
que Freud le impuso a Hamlet dcadas antes, era ahora el complejo de Oxford.
Como autor de Hamlet, Oxford perdi a su padre cuando an era un muchacho y
al paso del tiempo se apart de su madre, quien se haba casado de nuevo. De
nada habra servido decirle a Freud que esa prctica era comn entre la alta
aristocracia isabelina; Freud quera, Freud necesitaba que el poeta de Hamlet,
Lear, Macbeth fuera un noble rico y poderoso.
cual yo defino como pensar no demasiado, sino demasiado bien); sin embargo el
Hamlet del hombre de Stratford definitivamente no tiene un complejo de Edipo.
El Hamlet de Shakespeare ciertamente ama y honra la memoria de su padre, y
abriga reservas considerables respecto a su madre. El alegato de Freud es que
Hamlet inconscientemente desea a su madre e inconscientemente abriga
pensamientos criminales respecto a su padre, del tipo de los que Claudio
realmente lleva a cabo. Shakespeare es mucho ms sutil; sus tragedias edpicas
son El rey Lear y Macbeth, pero no Hamlet. La reina Gertrudis, que a ltimas
fechas es la depositaria de varias defensas feministas, no requiere de apologas.
Ella es evidentemente una mujer de exuberante sexualidad, inspiradora de una
pasin arrobada primero en el Rey Hamlet y luego en el Rey Claudio. Freud no se
tomara la molestia de notarlo, pero Shakespeare tuvo el cuidado de mostrar que
el Principe Hamlet era ms bien un nio relegado, al menos por su padre. Nadie,
en ninguna parte de la obra, incluyendo a Hamlet y al Fantasma, nos dice que el
padre arrobado amaba al hijo. Un pendenciero en la batalla, como el propio
Fortimbrs, el rey indmito al parecer no tuvo tiempo para el hijo entre las
demandas del Estado, la guerra y la lujuria conyugal. As, cuando el Fantasma
incita a Hamlet a la venganza, exclama: Si alguna vez amaste a tu querido
padre, pero no dice nada de su propio afecto por el prncipe. De un modo
similar, en su primer soliloquio Hamlet subraya la devocin que se tienen su padre
y su madre haciendo a un lado la atencin, si alguna, hacia l. Sus propios
recuerdos de recibir y dar amor se centran del todo en el pobre Yorick, el bufn de
su padre, quien tom el lugar de los progenitores tan entregados el uno al otro:
Ay, pobre Yorick! Lo conoc, Horacio. Era extremadamente gracioso y tena
fecunda imaginacin: mil veces me llev a cuestas, y ahora me horroriza y
repugna. De aqu pendan aquellos labios que tantas veces bes.
(Traduccin de Guillermo Macpherson)
Hamlet, en el cementerio del acto 5, est prcticamente ms all de todo afecto,
incluso cuando discute con Laertes sobre quin sinti ms amor por Ofelia que ya
est muerta. La tristeza de su fra elega por Yorick pudo llevar a Freud a la
Todo miembro del pblico fue alguna vez un capullo de Edipo en su fantasa y el
cumplimiento de este sueo trado a la realidad hace que todos retrocedan
horrorizados, con toda la cantidad de represin que separa a su estado infantil del
actual.
Por mi cabeza ha pasado la idea de que la misma cosa puede estar en la raz de
Hamlet. No estoy insinuando intenciones conscientes en Shakespeare, sino ms
bien supongo que l se vio incitado a escribirlo por un acontecimiento real porque
su propio inconsciente entenda al de su hroe. Cmo puede uno explicarse la
frase histrica de Hamlet: As la conciencia nos hace cobardes a todos, y sus
dudas para vengar a su padre matando a su to, cuando l mismo de un modo tan
casual enva a la muerte a sus cortesanos y despacha a Laertes con tanta
rapidez? Qu mejor explicacin que el tormento surgido en l por el recuerdo
oscuro de que l mismo haba meditado obrar as contra su padre por la pasin
hacia su madre si se le diera a cada hombre lo que merece, quin escapara a
los azotes?? Su conciencia es su sentimiento inconsciente de culpa Y no son
su frialdad sexual cuando habla con Ofelia, su rechazo al instinto de criar hijos, y
finalmente su transferencia del hecho de su padre a Ofelia tpicamente histricos?
Y no logra finalmente lo que quiere, del mismo modo notable en que lo logran
mis histricos, al atraer el castigo sobre s mismo y sufrir el mismo destino que su
padre, ser envenenado por el mismo rival?
Tomado como una lectura de Hamlet, el segundo prrafo peculiarmente malo me
hace parpadear y retroceder, pero su poder literario sobrevive a su dbil lectura
equvoca de un rival que haba envenenado a Freud y que lo sigui envenenando.
Qu diferentes son estos dos prrafos: Edipo Rey es visto en abstracto y a una
gran distancia del texto, mientras que Hamlet es escudriado, y abundan los
detalles y las reminiscencias verbales. Los sealamientos sobre Edipo pudieron
hacerse absolutamente sobre cualquier obra literaria que tuviera que ver con un
destino trgico; ah no hay nada especfico a la obra de Sfocles. Pero Hamlet es
un asunto ntimo para Freud: la obra lo lee a l, y le permite analizarse como un
Hamlet. Hamlet no es un histrico, excepto por lapsos breves, pero Freud tiene
sus histricos, sus pacientes, y asimila a Hamlet a ellos. Mucho ms interesante,
medida que quizs una interpretacin alegrica superficial de las tres figuras
femeninas en el tema se vuelve tambin posible. Uno puede decir que aqu estn
representadas las tres relaciones inevitables que el hombre tiene con la mujer: la
de la madre que lo cra, la de compaera de su cama y de su mesa, y la de la
destructora. O se trata de las tres formas que la figura de la madre toma
sucesivamente: la madre misma, la amada que es escogida a partir del modelo de
la madre, y finalmente la Madre Tierra que lo recibe de nuevo. Pero es en vano
que el viejo anhele el amor de la mujer como alguna vez lo tuvo de su madre;
nada ms la tercera de las Parcas, la diosa callada de la Muerte, lo tomar entre
sus brazos.
Estoy azorado con el juicio de Freud de que La relacin paternal no vuelve a
aparecer registrada en el drama. El Rey Lear tiene que ver con dos relaciones
paternales, Lear con Cordelia, Goneril y Regan, y Gloucester con Edgar y
Edmund. Qu est reprimiendo Freud? Lear, aunque inmensamente viejo, no es
un hombre moribundo sino hasta la escena final, y la leal Cordelia a duras penas
sera la Muerte; pero quin querra enfrascarse en un pleito con la frase
magnfica que termina el primer prrafo? Pocos momentos incluso en Proust,
Joyce y Kafka son ms memorables que la sabidura freudiana convidndonos a
renunciar al amor, escoger la muerte y hacer las paces con la necesidad de
morir. Las reverberaciones de esa lnea hacen eco con el elocuente poema en
prosa del prrafo final, donde Lear y Freud se mezclan en una figura mstica ms
grande, casi un dios moribundo.
Ay, veintin aos despus se nos da un revoltijo de reductividad psicoanaltica y
oxfordismo looneyita. A Bransom se le asegura que tiene razn respecto a Lear, y
entonces Cordelia-Anna es aadida al cenegal incestuoso:
Tu suposicin ilumina el acertijo de Cordelia tanto como el de Lear. Las hermanas
mayores han superado ya el amor fatal por el padre y se vuelven hostiles a l;
para hablar analticamente, estn resentidas por la frustracin de su amor
temprano. Cordelia an se aferra a l; su amor por l es su secreto sagrado.
espritus del crimen. Creo que sin mucho ruido uno podra explicar la enfermedad
de Lady Macbeth, la transformacin de su dureza en penitencia, como una
reaccin a la falta de hijos, por la cual ella est convencida de su impotencia
contra los decretos de la naturaleza, y al mismo tiempo est advertida de que slo
puede culparse a s misma si su crimen ha sido infructuoso en cuanto a los
buenos resultados.
Cuntos hijos tuvo Lady Macbeth? La pregunta, hecha en tono de chiste por un
crtico formalista, de ningn modo es una pregunta tonta, aunque no puede
responderse con ninguna certeza. Freud habla de su esterilidad, pero entonces
por qu ella dice que ha amamantado? Como la esposa de un hacendado
poderoso que es primo del rey, ella est en una posicin muy alta como para
haber criado a un nio que no fuera el suyo. Debemos concluir que por lo menos
hubo un hijo, pero muri. Tampoco pudo quedar estril; en elogio de las decisiones
que ella ha tomado Macbeth la insta a que d a luz slo hijos varones. Y no
obstante Macbeth tiene su lado de Herodes. Intenta que Fleance, el hijo de
Banquo, sea asesinado, y ordena el asesinato de los hijos de Macduff. Hay un
horror a la generacin en el odio, casi agnstico, de Macbeth al tiempo, y tanto a
l como a Lady Macbeth los ronda la profeca de que los descendientes de
Banquo (el linaje de los Estuardos que empez en Inglaterra con Jacobo I, hijo de
Mara Reina de Escocia) vendrn a gobernar Escocia. Por tanto Freud atina
pragmticamente al afirmar que Macbeth es una obra sobre la falta de hijos, y de
un modo notable concede que no puede dar una interpretacin total de la obra,
una concesin que habra sido igual de relevante en sus registros de Hamlet y El
Rey Lear, pero es de suponerse que su reaccin ntima a Hamlet y Lear exclua tal
renuncia:
Cules, sin embargo, seran estos motivos que en tan corto lapso de tiempo
pudieron convertir al hombre dubitativo y ambicioso en un tirano sin freno, y a su
instigadora con el corazn de hierro en una mujer enferma comida por el
remordimiento, es algo, en mi opinin, imposible de adivinar. Creo que debemos
renunciar a la esperanza de penetrar la triple oscuridad de la mala preservacin
del texto, la intencin desconocida del dramaturgo, y el significado oculto de la
leyenda. Pero no admitirla que tales investigaciones son ociosas en vista del
poderoso efecto que la tragedia tiene sobre el espectador. El dramaturgo puede de
hecho, durante la representacin, abrumarnos con su arte y paralizar nuestros
poderes de reflexin; pero no puede evitarnos el intento posterior de aprehender el
mecanismo psicolgico de ese efecto. Y en esta instancia me parece irrelevante el
alegato de que el dramaturgo est en libertad de acortar a su antojo el tiempo y la
duracin natural de los acontecimientos que nos pone enfrente, si mediante el
sacrificio de la verosimilitud comn puede aumentar el efecto dramtico. Porque
un sacrificio as se justifica slo cuando meramente afronta la verosimilitud, y no
cuando rompe la conexin causal; adems, el efecto dramtico apenas habra
sufrido si la duracin temporal se hubiera dejado en la incertidumbre, en vez de
estar expresamente limitada a unos cuantos das.
Este prrafo empieza con modestia interpretativa y pasa a una fecunda aspereza
en cuestiones de representacin dramtica, sobre todo del tiempo. De nuevo, yo
sospecho que la represin en Freud explica su malestar, y doy por hecho que su
complejo de Hamlet est trabajando aqu. Si la ambivalencia (o ms bien, su
representacin) es un concepto shakespeareano y no freudiano, que de hecho se
volvi freudiano slo por la experiencia que Freud tena de Shakespeare, entonces
Freud se ve llamado al agravio y a leer equvocamente las ms fuertes
representaciones shakespeareanas de la ambivalencia, y ellas son las cuatro
grandes tragedias domsticas: Hamlet, Otelo, El Rey Lear y Macbeth. No conozco
otros casos en la literatura, Dante incluido, que nos coloquen con tal persuasin
en un cosmos equvoco, donde la ambivalencia emocional gobierna casi todas las
relaciones y donde la ambivalencia cognoscitiva en Hamlet, Yago, Edmund
ayuda a sobredeterminar esas intensidades asesinas que son el verdadero tema
de Freud. Ni en Hamlet ni en Otelo se manifiesta el complejo de Hamlet; y ni
Cordelia, ni Desdmona, ni Ofelia, tampoco Edgar, sino Yago, Edmund, Goneril,
Regan, Macbeth y Lady Macbeth son inmortales obras maestras de la
ambivalencia llevada a las alturas de lo sublime. Freud, como un poeta en prosa
de lo post-shakespeareano, navega tras la estela de Shakespeare; y la angustia
de la influencia no tiene en nuestro tiempo a un doliente tan distinguido como el
fundador del psicoanlisis, quien siempre descubri que Shakespeare haba
Harold Bloom
Traduccin de Luis Miguel Aguilar
Freud: Una lectura shakespeareana, de El Canon Occidental. Los libros y la
escuela de las Eras, copyright 1994 por Harold Bloom, fue traducido y reimpreso
con el permiso de Harcourt Brace and Company.
(*) Al citar la obra de Freud, Harold Bloom utiliza la traduccin al ingls que hicieron
James Strachey y Eric Mosbacher. Para esta traduccin trat de apegarme al texto en
ingls, luego de consultar la versin pionera al espaol de la obra de Freud hecha por
Luis Lpez-Ballesteros, y la versin de Jos L. Etcheverry de las Obras completas de
Sigmund Freud, basada en la edicin inglesa del mencionado James Strachey con la
colaboracin de Anna Freud. Opt por esto al encontrarme, por ejemplo, en la versin de
Etcheverry, algo como premisa del Hado cuando la versin en ingls me dictaba,
claramente, destino inexorable. (L.M.A.)