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Teilhard de Chardin Pierre - La Misa Sobre El Mundo - Madrid - Taurus - 1967

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Pierre Teilhard de Chardin

Taurus ediciones, Madrid 1967

La Misa sobre el Mundo

Esta oracin se la inspir a Teilhard la imposibilidad de celebrar la eucarista al


encontrarse en pleno desierto de Ordos, durante una expedicin cientfica.
Probablemente fuera el da de la Transfiguracin, fiesta por la que senta una
predileccin especial.
El ofertorio
No tengo ni pan, ni vino, ni altar. Otra vez, Seor. Ya no en los bosques del Aisne, sino
en la estepas de Asia. Por cual trascender los smbolos para sumergirme en la pura
majestad de lo Real, y yo, tu sacerdote, te ofrecer el trabajo y la afliccin del mundo
sobre el altar de la Tierra entera.
A lo lejos el sol ha terminado de iluminar las fronteras del primer Oriente. Una vez ms,
bajo el manto ondulante de sus fuegos, la superficie de la tierra se despierta, se
estremece, y reanuda su mgico trabajo. Colocar sobre mi patena, OH mi Dios, la
cosecha anhelada de este nuevo esfuerzo. Derramar en mi cliz el zumo de todos los
frutos que hoy habrn madurado. Mi cliz y mi patena son las profundidades de un
alma prdigamente abierta a todas las fuerzas que, dentro de un instante, se elevarn
de todos los puntos del Globo para derramarse hacia el Espritu. Que vengan pues
hacia m el recuerdo y la mstica presencia de aquellos que la luz despierta para una
nueva jornada.
Uno a uno, Seor, veo y amo a todos lo que me has regalado como sostn y como
encanto natural de mi existencia. Uno a uno, tambin, los considero miembros de una
familia nueva y muy querida. A m alrededor se han ido juntando paulatinamente, a

partir de los elementos ms disparatados, los parentescos del corazn, de la


investigacin cientfica y del pensamiento. De modo ms impreciso, evoco, sin
excepcin, a todos los que conforman la hueste annima, la masa innumerable de los
vivientes: los que me rodean y me sustentan, sin que los conozca; los que vienen y
los que se van; especialmente los que en la verdad o en el error, en su escritorio, en
su laboratorio o en su fbrica, creen en el progreso de las Cosas, y buscarn hoy
apasionadamente la luz.
Quiero que en este momento todo mi ser repique al son del murmullo profundo de esta
multitud de contornos confusos o definidos cuya inmensidad espanta, estremecido al
eco de este Ocano humano, cuyas oscilaciones parsimoniosas y montonas
trastornan el corazn de muchos creyentes. Seor, me esfuerzo en fusionar todo lo
que a lo largo de esta jornada va a progresar en el Mundo, todo lo que va a disminuir,
y tambin todo lo que va a morir, a fin de convertirlo en la materia de mi sacrificio, el
nico que te es agradable.
Antiguamente llevaban a tu templo las primicias de las cosechas o lo mejor de los
rebaos. El crecimiento del Mundo conducido por el devenir universal es la ofrenda
que ciertamente t esperas, de la cual tienes una misteriosa necesidad para calmar tu
hambre cotidiana, para apagar tu sed.
Recibe, Seor, esta Hostia total que la Creacin, muda por tu atractivo, te presenta en
el alba recin estrenada. S bien que este pan, nuestro esfuerzo, por si mismo no es
ms que una inmensa desagregacin. Desgraciadamente este vino, nuestro dolor, es
apenas una bebida disolvente. Pero tu has colocado en el fondo de esta masa
informe, estoy seguro, y as lo siento, un irresistible y santificante deseo que nos hace
gritar a todos, desde el impo hasta el fiel: Seor, haznos uno !
A falta del celo espiritual y de la sublime pureza de tus santos, me has dado, Dios
mo, una simpata irresistible por todo lo que se mueve en la materia oscura. Me
reconozco al punto como un hijo de la tierra ms que como un vstago del cielo, y por
eso me elevar esta maana, en el pensamiento, sobre los altos espacios, cargados
de la esperanzas y de las miserias de mi madre; y all, con la fortaleza de un
sacerdocio que solamente t, estoy seguro, me has regalado, invocar el fuego sobre
todo lo que en carne humana se apresta a nacer o a morir bajo el sol que asciende.

El fuego ms all del Mundo


El fuego, es el principio del ser. Hemos sido dominados por la ilusin pertinaz de que
el fuego nace de las profundidades de la Tierra y que su lumbre se enciende
progresivamente a lo largo del brillante andamiaje de la Vida. Seor, me has
concedido la gracia de comprender que esta visin era falsa, y que para descubrirte
tena que invertirla. Al principio exista la potencia inteligente, amante y activa. Al
principio estaba el Verbo soberanamente capaz de consolidar y dar consistencia a
toda la materia que ira luego a nacer. Al principio no haba fro y tinieblas, estaba el
Fuego. He aqu la verdad.
Nuestra noche no engendra gradualmente la luz, sino que por el contrario es la luz
preexistente la que, paciente e infaliblemente, destierra nuestras sombras. Nosotros,
creaturas, somos, por nosotros mismos, la Sombra y el Vaco. T eres, Dios mo, el
fondo mismo y la estabilidad del Medio eterno, sin duracin ni espacio, en el cual,
gradualmente, nuestro Universo emerge y culmina, perdiendo los lmites por los cuales
nos parece tan enorme. Todo es ser y no existe sino el ser est por doquier, ms all
de la fragmentacin de las creaturas, y de la oposicin de sus tomos.
Espritu ardiente, t eres el Fuego fundamental y persona, Manantial real de una unin
mil veces ms hermosa y deseable que la fusin devastadora imaginada por todos los
pantesmos. Dgnate descender una vez ms, para darle un alma, sobre la impalpable
pelcula de la materia nueva, de la cual se va a hoy a arrebujar el mundo.

Lo se. No sabramos dictar, ni siquiera anticipar, el menor de tus gestos. Tuyas son
todas las iniciativas, comenzando por la de mi oracin.
Verbo resplandeciente, Potencia ardiente, Tu que petrificas el Mltiple para insuflarle
tu vida, impone, te lo ruego, sobre nosotros, tus manos santas, tus manos previsoras,
tus manos omnipresentes. Manos que no estn aqu o all, como una mano humana,
sino que se encuentran fundidas en la profundidad y la universalidad presente y
pasada de las Cosas, manos que nos acarician simultneamente en lo que tenemos
de ms vasto y de ms interior, dentro y en derredor nuestro.
Prepara con tus manos invencibles la gran obra que imaginas y acepta, con suprema
condescendencia, el esfuerzo terrestre que te presento en este momento, anudando la
totalidad de las cosas en mi corazn. T que sabes porqu es imposible que la
creatura nazca de otro modo, arregla, rectifica, refunda, desde sus orgenes, todo lo
que ahora est siendo conducido en alas del diseo de una interminable evolucin.
Pronuncia ahora sobre m y por mi boca, la doble y eficaz palabra, sin la cual todo se
estremece, todo se separa, en nuestra sabidura y en nuestra experiencia. Palabras
con las que todo se une y todo se consolida hasta perderse de vista en nuestras
especulaciones y en nuestra prctica del Universo. Sobre toda vida que va hoy a
germinar, crecer, florecer y madurar repite Este es mi cuerpo. Y sobre toda muerte
que se apresta a morder, herir, cortar, ordena (misterio de fe por excelencia) Esto es
mi sangre.

El fuego en el mundo
Ya est.
Una vez ms el Fuego ha penetrado la Tierra.
No ha cado estrepitosamente, como un rayo sobre las montaas. Acaso el Dueo
tiene que forzar las puertas para entrar en su casa?
Sin sesmos, sin truenos, aparece la llama que ha iluminado todas las cosas por
dentro. Desde el corazn del menor de los tomos hasta la energa de las leyes ms
universales, ha invadido con total naturalidad, a cada individuo y en su conjunto, cada
elemento, cada patrn, cada unin de nuestro Cosmos, tanto que podra creerse que
ste se ha incendiado espontneamente.
En cada nueva Humanidad que s, hoy se engendra, el Verbo ha prolongado el acto
sin fin de su nacimiento, y por la virtud de su inmersin en el seno del Mundo, las
grandes aguas de la Materia, sin un escalofro, han sido cargadas de vida. En
apariencia nada se ha estremecido, bajo la inefable transformacin. Sin embargo,
misteriosa y realmente, al contacto con la palabra substancial, el Universo, inmensa
Hostia, se ha hecho Carne. A partir de entonces toda materia se ha encarnado, Dios,
mo, por tu encarnacin.
El Universo: hace ya mucho tiempo que haba reconocido en nuestros pensamientos y
nuestras experiencias humanas las extraas propiedades que hacen al Universo tan
parecido a una carne...
Como la Carne, nos atrae el encanto que flota en el misterio de sus pliegues y la
profundidad de sus ojos.
Como la Carne, se descompone y se disipa bajo el trabajo de nuestros anlisis, de
nuestras frustraciones y de su propia duracin.
Como la Carne, no se le disfruta verdaderamente sino mediante el esfuerzo infinito
por llegar siempre ms all de lo que no es concedido.
Seor, todos al nacer participamos de la herencia de dolor y esperanza que transmiten
las generaciones y experimentamos la conjuncin desconcertante de proximidad y de

distancia. No hay nostalgia ms desolada que la que hace llorar al hombre de irritacin
y de deseo en el regazo de la Presencia que flota impalpable y annima, en todas las
cosas y en su derredor, Ay, si por acaso lo pudiera poseer!.
Seor, por la Consagracin del Mundo, el fulgor y el perfume flotando en el Universo
asumen en este momento cuerpo y rostro en Ti. Lo que vislumbraba mi pensamiento
titubeante, lo que reclamaba mi corazn por un deseo inverosmil, me lo has regalado
con esplendidez. Las creaturas no son no slo solidarias entre ellas de modo que
ninguna pueda existir sin las que la rodean. Estn todas consolidadas en un nico
centro real. En definitiva, una nica Vida verdadera recibida en comn les otorga su
consistencia y su unidad.
Dios Mo, destraba por la audacia de tu Revelacin la timidez de un pensamiento
pueril que no se atreve a concebir nada ms dilatado, ni ms viviente en el mundo,
que la perfeccin miserable de nuestro organismo humano! En el camino de una
comprensin ms osada del Universo, los hijos del siglo aventajan habitualmente a los
maestros de Israel. Seor Jess (en quien todas las cosas encuentran su
consistencia), revlate por fin a quienes te aman, como el Alma superior y el Solar
fsico de la Creacin. l est en tu vida, no lo ves? Si yo no pudiera creer que tu
presencia real anima, aligera, caldea la menor de las energas que me penetran o me
tocan, acaso no morira yo de fro, aterido en los resquicios de mi ser?
Gracias, Dios mo, por haber conducido mi mirada, de mil maneras, hasta hacerme
descubrir la inmensa simplicidad de las Cosas! Gradualmente las aspiraciones que
haz depositado en m cuando era todava un nio han ido creciendo irresistiblemente.
Me has hecho pasar las rbitas progresivas gracias a la influencia de amigos
excepcionales, que se encontraron en puntos claves de la ruta para esclarecer y
fortificar mi espritu. Al despertar de iniciaciones terribles y dulces he llegado a no
poder nada ver ni respirar fuera del medio en el cual todo no es nada ms que Uno.
Tu Vida acaba de sobrevenir con fuerza desbordante en el Sacramento del Mundo, y
por eso gustar, con una conciencia exasperada, la fuerte y calma embriaguez de una
visin de la que no puedo agotar la coherencia y las armonas.
En presencia de y dentro del mundo asimilado por tu carne, devenido tu carne no
experimento ni la absorcin del monismo vido de fundirse en la unidad de las cosas,
ni la emocin del pagano prosternado a los pies de una divinidad tangible, ni el
abandono pasivo del quietista acunado al antojo de las energas msticas.
Tomando de cada una de estas corrientes algo de su energa sin optar por ninguna, tu
Presencia universal me dispone en una admirable sntesis en la cual se asocian,
corrigindose, las tres pasiones ms formidables que puedan jams desencadenarse
en un corazn humano.
Como el monista me sumerjo en la Unidad total, pero la Unidad que me recibe es tan
perfecta que en ella descubro, perdindome, el ltimo acabamiento de mi
individualidad.
Como el pagano adoro un Dios tangible, llego a palpar a ese Dios en toda la
superficie y en toda la profundidad del Mundo de la Materia a la que estoy ligado. Pero
para atraparlo como yo quisiera (o simplemente para seguir tocndolo) tengo que
desplazarme cada vez ms lejos, a travs y ms all de toda tentativa, sin poder
jams descansarme en nada, transportado incesantemente por las creaturas,
dejndolas por el camino, en continua acogida y en constante abandono.
Como el quietista, me dejo acunar deliciosamente por la divina Fantasa. Sabiendo, sin
embargo que la Voluntad divina no me ser revelada en un abrir y cerrar de ojos, sino
al llegar al extremo de mi esfuerzo. No tocar a Dios en la materia, como Jacob, sino
cuando haya sido vencido por l.

Me ha sido manifestado el Objeto definitivo, total, sobre el cual se ha despertado mi


naturaleza. Las potencias de mi ser se ponen a vibrar espontneamente siguiendo una
Nota nica, increblemente rica, donde no distingo, unidas sin esfuerzo, las tendencias
ms opuestas : la exaltacin del obrar y la alegra del padecer ; la voluptuosidad de
poseer y la fiebre de desechar ; el orgullo de crecer y el bienestar de desaparecer en
alguien ms grande que uno mismo.
Rico de la savia del Mundo, asciendo hacia el Espritu que me sonre despus de cada
conquista, vestido con el esplendor concreto del Universo. No sabra decir, perdido en
el misterio de la Carne divina, cual es la ms esplendorosa de las bienaventuranzas:
haber encontrado el Verbo para dominar la Materia, o poseer la Materia para alcanzar
y abismarse en la luz de Dios.
Seor, haz que tu habitacin bajo las Especies universales se convierta
verdaderamente en una Presencia real y no sea solamente querida y acariciada por m
como el fruto de una especulacin filosfica. Quermoslo o no, por tu poder y por
derecho propio, te has encarnado en el Mundo, y nosotros vivimos adheridos a ti. Pero
es necesario, y cunto, que t ests prximo de cada uno de nosotros. Por una parte
todos estamos siendo conducidos al regazo de un idntico Mundo. Por otra cada
individuo constituye su pequeo Universo en el cual la Encarnacin se realiza
independientemente, con intensidad de matices incomunicables. En nuestra plegaria
en el altar pedimos, pues, que en la consagracin el misterio se haga realidad para
nosotros: Para que sea para nosotros el Cuerpo y la Sangre... Si creo firmemente
que todo a mi alrededor es el Cuerpo y la sangre del Verbo, para m (y en cierto modo
slo para m mismo), se produce la maravillosa Diafana. Ella hace posible
objetivamente que en la profundidad de todo acontecimiento y de todo elemento
transparentemos el calor luminoso de un mismo Camino. La luz se apaga, todo se
vuelve oscuro, todo se malogra apenas, desdichadamente, mi fe se debilita,
En la jornada que comienza, Seor, acabas de descender. Por los mismos
acontecimientos que se preparan a nacer todos acogemos aquella infinita diversidad
en la graduacin de tu Presencia! Concretamente te hars presente un poco, mucho,
progresivamente, o de ningn modo en idnticas circunstancias que me habrn de
comprometer tanto a m como a mis hermanos.
Para que hoy no me pueda daar ningn veneno, para que ninguna muerte me mate,
para que ningn vino me aturda, para que en toda creatura te descubra y te sienta,
Seor, haz que yo crea.

Comunin
El Fuego ha descendido en el corazn del Mundo para poseerme y absorberme.
Desde luego que no es suficiente que lo contemple y que por una fe cultivada
intensifique su lumbre a m alrededor. Es necesario que despus de haber cooperado,
con todas mis fuerzas, a la Consagracin que le hace irradiar, acepte tambin la
Comunin que le dar, en mi persona, el alimento que vino a buscar.
Me prosterno, Dios mo, ante tu Presencia en el Universo inflamado, y, te deseo y te
espero bajo los rasgos de todo lo que habr de encontrar, y de todos lo que habr de
suceder, y de todo lo que habr de realizar en este da.
Es terrible haber nacido, es decir encontrarse irrevocablemente involucrado, sin
haberlo querido, en un torrente de energa formidable que parece querer destruir todo
lo que arrastra en su interior.
Dios mo, por una inversin de fuerzas que t solo puedes hacer, quiero que el miedo
que me asalta ante las incontables alteraciones que renovarn mi ser, se cambie en la
alegra desbordante de ser transformado en Ti.

Extender sin vacilar la mano hacia el pan caliente que me presentas. En este pan,
donde has condensado el germen de todo perfeccionamiento, reconozco el principio y
el secreto del futuro que me reservas. Estoy seguro de que consumirlo implica
abandonarme a las potencias que me desarraigarn dolorosamente de m mismo para
lanzarme al peligro, al trabajo, a la renovacin constante de las ideas, al desapego
austero en los afectos. Comerlo es aceptar en todo y sobre todo, un gusto y una
afinidad que volvern desde ahora imposibles las alegras en las que se solazaba mi
vida. Seor Jess, acepto ser posedo por Ti. Unido a tu Cuerpo ser conducido por
su inefable potencia hacia las soledades donde no habra jams osado subir solo.
Instintivamente, como todo Hombre, me gustara levantar aqu una tienda sobre una
cima elegida. Como todos mis hermanos tengo miedo de un futuro sobradamente
misterioso y demasiado nuevo hacia el cual me empuja el tiempo. Me pregunto,
ansioso como ellos, donde me conduce la vida.... Pueda esta Comunin del pan, el
Cristo revestido de las potencias que dilatan el Mundo, liberarme de mi timidez y de mi
falta de desafos! Dios mo, me abandono a tu palabra en medio del torbellino de las
luchas y de las energas donde se desarrollar mi capacidad para atrapar y saborear
tu Santa Presencia. Aquel que ame apasionadamente a Jess escondido en las
fuerzas que hacen crecer la Tierra, a l la Tierra, maternalmente, lo alzar en sus
brazos gigantes, y le har contemplar el rostro de Dios.
Si tu Reino, Dios mo, fuese de este Mundo, para poseerte sera suficiente el que me
confe a esa potencia que mientras nos hacer sufrir y morir nos dilata manifiestamente
tanto a nosotros como a lo que es ms querido que nosotros mismos. El Trmino
hacia el cual se mueve la Tierra est en el ms all, trascendiendo no slo de cada
individuo, sino el conjunto de las cosas. La misin del Mundo no consiste en engendrar
en su intimidad una Realidad suprema, sino en perfeccionarse mediante la unin en un
Ser preexistente. Por lo cual para llegar al centro refulgente del Universo, al Hombre
no le es suficiente vivir de ms en ms para s mismo, ni gastar su vida en una causa
terrestre, por ms grande que esta sea. El Mundo no puede alcanzar su meta, Seor,
sino por una especie de inversin, de viraje, de excentricidad, en la que desaparezcan
temporalmente tanto los conquistas de los individuos como la misma apariencia de
toda recompensa humana. De ese modo mi ser ser definitivamente incorporado al
tuyo. Es necesario que muera en m no solamente la mnada, sino el Mundo, es decir
que yo pase por la fase desgarradora de una disminucin que nada de tangible vendr
a resarcir. Es por eso que t me ofreces este Cliz que recoge la amargura de todas
las separaciones, de todas las limitaciones, de todos los fracasos estriles.

Bebed todos de l
Cmo podra apartar de m, Seor, este cliz, una vez que me has hecho gustar el
pan, y que se ha deslizado en la mdula de m ser la inextinguible pasin por aferrarte,
ms all de la vida, a travs de la muerte. La Consagracin del Mundo se interrumpira
inmediatamente si en tus escogidos, los futuros creyentes, t no vigorizaras las
fuerzas que inmolan junto a las que vivifican.
Mi Comunin sera incompleta (simplemente no sera cristiana) si, con los progresos
que me aporta esta nueva jornada, no recibiera en mi nombre y en nombre del Mundo,
como la participacin ms directa a ti mismo, el trabajo, sordo o manifiesto, de
desgaste, de vejez y de muerte que mina incesantemente el Universo, para su
salvacin o para su condenacin. Me abandono perdidamente, OH mi Dios, a las
acciones impresionantes de disolucin por las cuales hoy tu divina Presencia
reemplazar, quiero creerlo ciegamente, mi estrecha personalidad. Aquel que habr
amado apasionadamente a Jess escondido en las fuerzas que hacen madurar la
Tierra, a l la Tierra extenuada lo apretar en sus brazos gigantes y, junto a ella, se
despertar en el seno de Dios.

Oracin
Jess, escondido bajo las potencias del mundo te has convertido verdaderamente y
fsicamente en todo para m, todo alrededor de m, todo en m. Quiero ahora consumir
en una misma aspiracin la embriaguez de lo que ya poseo y la sed de lo que an
carezco. Yo, tu servidor, te repetir las palabras inflamadas por las que ser
reconocido de modo siempre ms patente, creo en ello ineluctablemente, el
Cristianismo del maana.
Seor, gurdame en lo ms profundo de las entraas de tu corazn. Y cuando me
hayas posedo, qumame, purifcame, inflmame, sublmame, hasta la satisfaccin
perfecta de tu querer, hasta la ms completa aniquilacin de m mismo.
Tu autem, Domine mi, include me in imis visceribus Cordis tui.
Atque ibi me detine, excoque, expurga, accende, ignifac,
sublima, ad purissimum Cordis tui gustum atque placitum, ad
puram annihilationem meam.
Seor. OH, al fin! Mediante la celebracin del doble misterio de la Consagracin y
de la Comunin universales he descubierto a alguien a quien pueda designar, a
corazn pleno, con el nombre de Seor! Mi amor ha sido tmido y tedioso mientras
solamente me he atrevido a ver en ti, Jess, al hombre de hace dos mil aos, el
Moralista sublime, el Amigo, el hermano. Amigos, hermanos, sabios, qu es lo ms
grande que tenemos, lo ms exquisito y ms cercano a nuestro alrededor? Acaso el
Hombre puede entregarse plenamente a una naturaleza meramente humana? Desde
siempre el Mundo por encima de todo Elemento del Mundo haba conquistado mi
corazn, y jams ante ninguna otra persona, hubiera orado con sinceridad. Hace
mucho tiempo, inclusive creyendo, me equivocaba no sabiendo lo que amaba. Hoy por
la manifestacin de los poderes sobrehumanos que te ha conferido la Resurreccin, te
haces transparente para m, Maestro, a travs de todas las Potencias de la Tierra,
ahora, te reconozco como mi Soberano y me entrego deliciosamente a Ti.
OH Dios mo, qu extraas son los caminos de tu Espritu! Cuando hace dos siglos se
ha dejado sentir en tu Iglesia el encanto nuevo de tu Corazn, pareca que las almas
eran seducidas al descubrir en Tu Humanidad abstracta un elemento ms
determinado, ms concreto. Pero ahora estamos ante un repentino giro semntico! Es
evidente que por la revelacin de tu Corazn has querido, Jess, dotar a nuestro
amor el medio de escapar a lo que haba de excesivamente estrecho, demasiado
preciso, de muy limitado, en la imagen que de ti nos hacamos. En el medio de tu
pecho solamente contemplo un horno, y cuanto ms me detengo en este horno
ardiente ms me parece que todo a su alrededor, los contornos de tu Cuerpo, se
diluyen, que se agrandan ms all de toda medida hasta que no distingo ms en ti
otros rasgos que la figura de un Mundo llameante.
Cristo glorioso, influencia secretamente difusa en el seno de la Materia y Centro
enceguecedor al que entrelazan las fibras innumerables de lo Mltiple. Potencia
implacable como el Mundo y clida como la Vida. T, cuya frente es de nieve, los ojos
de fuego, los pies ms chisporroteantes que el oro en fusin; t cuyas manos
aprisionan estrellas; t que eres el primero y el ltimo, el viviente, el muerto y el
resucitado; Tu que aglutinas en tu unidad exuberante todos los encantos y todos los
placeres, todas las fuerzas y todos los estados; eres T a quien mi ser llamaba con un
deseo tan inmenso como el universo: T eres verdaderamente mi Seor y mi Dios.

Aprisiname en Ti, Seor


Ah!, creo (creo inclusive que esta fe ha resultado ser uno de los fundamentos de mi
vida ntima), que las tinieblas absolutamente exteriores a Ti seran pura nada. Nada
puede subsistir fuera de tu Carne, al punto de que aquellos mismos que han sido

excluidos de tu amor se benefician an, para su desgracia, del soporte de tu


presencia. Todos estamos irremediablemente en Ti, Medio universal de consistencia y
de vida ! No somos cosas totalmente acabadas, pasibles de ser concebidas
indiferentemente como prximas o alejadas de Ti, porque en nosotros el sujeto de la
unin crece juntamente con la misma unin que nos entrega progresivamente a Ti.
Seor, en nombre de aquello que hay de ms esencial en mi ser, escucha el deseo de
esta cosa que me atrevo a llamar mi alma, por ms que cada da ms, comprenda
cunto es ms grande que yo y para calmar mi sed de existir, a travs las zonas
sucesivas de tu Sustancia profunda, hasta los pliegues ms ntimos del Centro de tu
Corazn, atreme. !
Mas te encuentro profundo, Maestro, en la medida de que tu influencia se manifiesta
universal, ms contemplo como en cada instante me abismo en Ti. Todas las cosas
conservan a m alrededor su sabor y sus contornos, pero, a pesar de todo, las vea,
por el alma secreta, absorbidas en un Elemento nico, infinitamente prximo, e
infinitamente distante. Si estuviera aprisionado en la intimidad envidiosa de un
santuario divino, me sentira sin embargo vagar libremente a travs del cielo de todas
las creaturas. En ese momento sabra que me aproximo al lugar central donde
confluye el corazn del Mundo en la irradiacin descendente del Corazn de Dios.
En este punto de inclusin universal acta sobre m, Seor, por medio del fuego
conjunto de todas las acciones interiores y exteriores que, si estuviera ms lejos de Ti,
seran neutras, equvocas y hostiles. Animadas por una Energa que puede someter
todo a s mismo, se convierten en las profundidades squicas de tu Corazn, en
ngeles de operacin victoriosa. Por una combinacin maravillosa, con tu atractivo,
con el encanto de las creaturas y su insuficiencia, con su dulzura y su malicia, su
debilidad desencantadora, exalta progresivamente y desengaa mi corazn, ensale
la verdadera pureza, la que no es una separacin anmica de las cosas, sino un
impulso a travs de todas las bellezas; revlale la verdadera caridad, la que no es ya
el miedo estril de hacer el mal, sino la voluntad vigorosa de forzar, todos juntos, las
puertas de la vida ; concdele, en fin, concdele sobre todo, por una visin prominente
de tu omnipresencia, la pasin dichosa de descubrir, de hacer y de padecer, siempre
un poco ms, el Mundo, a fin de penetrar siempre ms en ti.
Toda mi alegra y mi xito, toda mi razn de ser y mis gusto de vivir, Dios mo, estn
suspendidos a esta visin fundamental de tu conjuncin con el Universo. Que otros
anuncien, cumpliendo una funcin ms alta, los esplendores del puro Espritu! Para
m, dominado por una vocacin que se aferra hasta ltimas fibras de mi naturaleza, no
quiero ni puedo proclamar otra cosa que las innumerables prolongaciones tu Ser
encarnado a travs de la materia ; no sabra jams predicar sino el misterio de tu
Carne, OH alma que te transparentas en todo lo que nos rodea !
A tu Cuerpo en toda su extensin, es decir al Mundo que, por tu poder y por mi fe, ha
resultado ser el crisol magnfico y viviente donde todo desaparece para renacer, por
todos los recursos que me ha hecho brotar en m tu atraccin creadora, por mi ciencia
excesivamente dbil, por mis lazos religiosos, por mi sacerdocio (al cual sobre todo me
aferro), por el fondo de mi conviccin humana, a este Cuerpo me consagro para vivir y
morir en l, Jess.
Ordos, 1923

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