Caciques Venezolanos
Caciques Venezolanos
Caciques Venezolanos
Las tribus indígenas, sostuvieron una tenaz lucha contra el invasor español, donde el
conocimiento de materiales bélicos de la época jugo papel importante en el exterminio de los
grupos aborígenes.
Los caribes, al igual que otras tribus, mostraron una resistencia implacable contra quienes
buscaban someterlos en su propia tierra. Los caballos, perros amaestrados, arcabuces, fuerte
vestidura y una gran experiencia en el arte de la guerra no lograron extinguir el grito de libertad
que retumbaba en las montañas venezolanas, con flechas y lanzas combatieron con tenacidad
regando los campos de batalla con su sangre americana.
Esta lucha encarnizada duró varios años de enfrentamientos; hubo episodios de heroísmo,
destacando el ímpetu y gallardía de valientes caciques como: Guaicaipuro, Baruta, Chacao,
Tamanaco, entre otros.
ARAMAIPURO
Este cacique fue uno de los jefes de los temibles mariches. Formó parte de la coalición de
caciques que se enfrentó a Losada en Maracapana. Bajo su mando actuaron los caciques
Chacao y Baruta, y como una especie de jefe de estado mayor participó el cacique Aricabuto.
Según Oviedo y Baños, Aramaipuro se presentó con un ejército integrado por tres mil flecheros.
Fue la más grande concentración indígena en un batalla concebida para destruir al invasor. La
estrategia fue tan bien planeada que Diego de Losada sólo se enteró del peligro cuando ya la
mayor parte de las tribus se había reunido.
Aramaipuro y sus hombres esperaron a Guaicaipuro, pero al no llegar éste tomaron la decisión
de retirarse sin presentar batalla. Sólo Tiuna y sus bravos se quedaron, pelearon y murieron.
Aramaipuro siguió peleando muchos años y ya viejo se retiró con sus hombres hacia la costa
oriental, en donde se enfrentó a Sir Walter Raleigh, que en 1595 asaltó Cumaná, donde murió.
Los piratas atraparon a su hija Urimare que fue destinada como trofeo de guerra para Raleigh,
pero la agilidad y coraje de la muchacha la ayudaron a fugarse del bergantín inglés, ganando a
nado la costa, pero al llegar a la playa los españoles la hicieron prisionera. Varios meses
estuvo Urimare esclavizada por los íberos, hasta que un día, ante el intento de violación de uno
de los soldados, Urimare lo hiere mortalmente y huye. Llega a las tierras de Guaicamacuto. El
viejo cacique la hace su hija adoptiva. Cuenta la leyenda que Urimare, la hija del gran
Aramaipuro, consiguió que la tribu de su padre la obedeciera y se convirtió en la primera mujer
en gobernar en este territorio. Al principio, combatió a los españoles, pero aconsejada por su
padre adoptivo decide hacer la paz.
ARICHUNA
Fue el primer cacique que tuvo que ver con la Santa Inquisición, debido a su amistad con Juan
Fernández, de origen morisco-portugués, quien fue acusado de herejía por el Tribunal
Inquisidor y condenado a muerte. Arichuna, que había aceptado la paz, y que se dedicaba al
comercio de especias con los españoles, no pudo creer que aquel hombre, de buenos
sentimientos pudiera ser un hereje. Trata de interceder en su favor. El Gobernador Juan de
Leiva no quiso tomar cartas en el asunto y Arichuna decide salvarle la vida a su amigo, ataca la
prisión, en Valencia, y logra liberar a Juan Fernández. Este hecho ocurrió a finales de 1556.
Pasado cierto tiempo, obtuvo el perdón, pero su agradecimiento por Arichuna fue tal que jamás
abandonó la tribu.
Arichuna vivió muchos años comerciando con los españoles y éstos lo tuvieron siempre en alta
estima.
BARUTA
Hijo de Guaicaipuro y de Urquía, Baruta recibe de manos de su madre el penacho con plumas
rojas, que había usado su padre, al tiempo que le decía:
"Sean estas plumas rojas el símbolo de la sangre de tu padre y de tu pueblo derramadas por el
invasor que viene a arrebatarnos nuestra tierra. Defiéndelas con honor."
Baruta no solo atacaba al enemigo, sino que con frecuencia establecía pactos y alianzas con
otras tribus rebeldes y obtenía grandes victorias. Sin embargo, en un enfrentamiento contra los
españoles es hecho prisionero y conducido ante Garci González de Silva, que para ese
momento era el Regidor del Cabildo, y le explica el plan que tiene España para desarrollar la
zona y darle mayor bienestar a sus pobladores. Le ofrece la libertad a cambio de la firma de un
tratado de paz aceptado por el cacique.
Baruta fue un gran jefe en la paz, gozó de la máxima consideración de los españoles,
respetaron su autoridad y sus tradiciones, cooperaron con él, enseñándole nuevas técnicas
ganaderas y de cultivos.
Al morir Baruta fue enterrado con su rito. Más tarde, en 1620, el Gobernador Francisco de La
Hoz Berríos, constituyó en su honor, en el sitio donde vivió el cacique, una parroquia con el
nombre de San Francisco de Paula de Baruta.
CATIA
El cacique Catia ejercía su mando en el territorio ubicado desde la fila que ocupaban los
mariches, siguiendo toda la serranía que circunda a Caracas, hasta el litoral. Le gustaba
enseñar a los jóvenes guerreros y entre sus alumnos estaba el inmortal cacique Tiuna. Supo
ganarse la amistad de numerosos caciques y jefes de tribus. Fueron sus aliados, entre otros,
Guaicaipuro, Mamacuri, Guaicamacuto, Naiguatá, Chacao, Baruta y Prepocunate, con cuya
colaboración obtuvo significativas victorias. Derrotó a las huestes de Garci González en el valle
de Los Guayabos. Era gran estratega, fue piache, con grandes conocimientos de hechicería,
magia y artes curativas.
Cuando murió Guaicaipuro, quiso recomenzar sus proyectos para enfrentar al enemigo y se
entrevistó con sus caciques amigos, pero cansados de combatir, desmoralizados por la muerte
de Guaicaipuro y después de la batalla de Maracapana, ninguno de ellos quiso volver a los
enfrentamientos aborígenes.
Muere en Los Teques, en 1568, luchando contra las tropas de Diego de Losada.
CAYAURIMA
Cacique cumanagoto de formidables atributos para la lucha, logró que numerosas tribus
vecinas e incluso lejanas se unieran a la suya en la contienda a muerte contra el invasor.
En 1520, hace frente a los españoles asentados en Nueva Andalucía, hoy Cumaná. En una de
esas batallas dan muerte al gobernador, capitán Diego Fernández de Zerpa, primer mandatario
español en esa población.
Cayaurima se caracterizó por su cojera, producto de una estocada de lanza recibida en
combate. Cae muerto en una celada que los españoles le tendieron, cuando merodeaba un
campamento castellano.
CHACAO
Su territorio lo defendió con tesón y empuje. Se alió con Guaicaipuro y participó en la coalición
de jefes que durante siete años mantuvieron el control sobre todo el valle de los Caracas y la
región montañosa de los indios Teques. En 1567 el indio Chacao se enfrenta a Juan de
Gámez, oficial de Diego de Losada, quien lo reduce a prisión. Al saber Losada que el bravo
Chacao es su prisionero, decide dialogar con él y recobró su libertad. En 1568 renueva su
alianza con Guaicaipuro y con sus hombres acude al sitio de Maracapana, serranía adyacente
a Caracas.
Conocida su inclinación a ayudar a los débiles, especialmente a los niños y mujeres, se le hace
saber que un capitán llamado Catario había secuestrado a dos indiecitos y que los tenía
esclavizados, juró rescatarlos y devolverlos sanos y salvos a su familia. Chacao fue a rescatar
a los niños, entró con gran destreza al campamento español y los liberó. Los hombres de
Chacao observaron que su jefe estaba gravemente herido, fue atendido de inmediato por su
piache, pero ya no había nada que hacer, el cacique había perdido mucha sangre. Su muerte
causó un profundo dolor en su pueblo.
CHICURAMAY -CUAICURIÁN
Chicuramay fue uno de los veintitrés caciques que fueron condenados a muerte después de la
desaparición de Guaicaipuro, por una cruel decisión de la Alcaldía de Caracas, que deseaba
alcanzar rápidamente la pacificación del valle. El alcalde los hizo aprisionar, los juzgó sin
pruebas y los condenó a muerte. Chicuramay era un cacique muy joven, valiente y amado por
su gente, lo que motivó que uno de sus guerreros, el bravo Cuaicurián, se presentara a los
jueces, que eran Pedro Ponce de León y Martín Fernández de Antequera y les afirmara que
estaban en un error y que el verdadero cacique Chicuramay era él. Sorprendidos los dos
funcionarios por la aseveración, procedieron a interrogarlo y quedaron convencidos, ya que
Cuaicurián era un joven fuerte con dotes de mando y con conocimientos de las operaciones de
su tribu.
Cuando Chicuramay recibió la noticia de que estaba en libertad, no imaginó nunca la dolorosa
razón que la causaba.
Cuaicurián fue torturado por indios mercenarios, al igual que los otros 22 caciques, y al
despuntar el alba fue salvajemente asesinado. Era el año 1569. Chicuramay tembló de ira al
saber toda la verdad y buscó venganza. Averiguó que el asesino había sido un hombre de
apellido Portolés, que trabajaba como asistente de Fernández de Antequera y le quitó la vida.
CONOPAIMA
En enfrentamiento con Garci González de Silva, en el sitio de Los Carrizales, en 1572, donde al
bravo Sorocaima le es amputada la mano, el cacique Conopaima decide buscar la paz con el
invasor y se retira de la lucha. Más tarde se arrepiente de su determinación y vuelve a la lucha
contra el enemigo. Una noche, estando con su esposa a orillas del río Macarao los españoles
los emboscaron y les dispararon para matarlos. La mujer del cacique resultó herida.
Conopaima la tomó en sus brazos y ya en la curiara decidió hundirse con ella para morir juntos,
pero no fue necesario, un soldado acabó con la vida del cacique.
GUAICAIPURO
Nacido en Caracas en 1530 y guerrero de confianza del gran Cacique Catuche, asume el
cacicazgo a los 20 años de edad, cuando este cacique muere. Guaicaipuro gobernaba a los
Caracas y los Teques, ejerciendo directo control sobre los seis caseríos que circundaban su
cuartel general en Suruapo.
En 1560 el Gobernador Pablo Collado nombra a Juan Rodríguez Suárez, Teniente General de
la Provincia de Caracas y le ordena pacificar a Guaicaipuro. Rodríguez se alía con el mestizo
Francisco Fajardo y vence al Cacique de los Teques en las batallas de San Pedro y La
Quebrada.
Fajardo intenta fundar un caserío en lo que hoy es Catia. Sin embargo, ante un ataque
ordenado por Guaicaipuro y ejecutado por Paramaconi, el recién fundado caserío (1560) es
arrasado. El año siguiente, en 1561, Juan Rodríguez Suárez refunda el caserío con el nombre
de Villa de San Francisco, pero corre la misma suerte que el anterior.
GUAICAMACUTO
Este cacique de la tribu de los caribes se caracterizó no sólo por ser calculador y astuto, sino
también, por ser negociador con sus homólogos y jefes indígenas Comandaba la costa litoral
venezolana, desde La Guaira hasta Oriente.
En 1558, Guaicamacuto en unión con el indio Paisana, dirigió la rebelión contra los españoles.
Promovió la Alianza de Uvero con Terepaima, Catia y Paramacay. Atacó a Rodríguez Suárez,
unido a Terepaima y Guaicaipuro en el sitio de Las Lagunas, donde perdió la vida el capitán
español.
En 1568 se unió a Guaicaipuro en la batalla de Maracapana.
Más tarde decide pactar con Losada lo que le permitió regir en paz los designios de su pueblo
hasta que le sobrevino la muerte a edad avanzada.
En 1555 Alonso Díaz de Moreno funda la ciudad de Valencia del Rey e inicia tratos con los
caciques, con el fin de pacificar la región. Queipa, uno de los caciques más influyentes de la
zona, pacta la paz con el conquistador, pero el Cacique Guaratarí no le perdona lo que
considera una traición y le declara la guerra a ambos.
GUARAUGUTA
Este cacique intensificó sus ataques contra el Capitán Diego García de Paredes en 1562 quien
es llamado a España y designado gobernador de la provincia de Popayán y cuando venía a
tomar posesión de su cargo, en 1563, decide descender en Cabo Blanco, Venezuela, y es
atacado por el cacique Guarauguta y pierde la vida al lado de sus lugartenientes Alonso Zapata
y Francisco de Las Casas. Pocos hombres pudieron salvar sus vidas. Huyen en su barco y
viajan hacia Borburata, esto le dio fama al cacique Guarauguta, quien intensificó sus ataques
contra los invasores. El capitán Gómez de La Peña, vence al guerrero, quien muere acribillado
en los alrededores de Catia La Mar.
MANAURE
Manaure hombre pacífico y negociante apreciaba la paz como sistema de vida. Su relación con
los españoles se complicaba en ocasiones, pero no por su culpa. Los conquistadores
irrespetaban la autoridad de los caciques y ni siquiera consideran a aquellos jefes que se
convertían en sus aliados.
Fue jefe de la nación caquetía o caiquetía, la cual estaba ubicada en la zona que hoy ocupa el
estado Falcón.
Era un hombre valeroso, pero prudente, que ostentaba un cacicazgo muy al estilo de las cortes
europeas. A diferencia de Guaicaipuro y, en general, los jefes caribes, no sufrió penurias y
pruebas antes de ser designado cacique. Representaba a una nación que tenía como principio
servir al jefe, brindándole toda clase de comodidades. En sus recorridos, el jefe caquetio era
transportado en hamaca o en andas, cargado por sirvientes de su propia tribu. Su área de
influencia abarcaba además las islas circunvecinas, hoy llamadas Aruba y Curazao. Su centro
de poder lo tenía ubicado en el poblado de Todariquiba, cerca de la actual Sabaneta. Luego de
la fundación de Coro, en 1527, se traslada a esa ciudad. Entró en contacto con los españoles a
través de sus guerreros Baracuyra y Baltasar. En principio, negociaron la paz con Gonzalo de
Sevilla, asistente de Juan de Ampíes, hacia el año 1522. En 1525 un grupo de traficantes de
esclavos asaltan la zona y toman prisioneros a varios parientes de Manaure. Ampíes los
socorre y los rescata de sus captores, que los habían llevado a Santo Domingo para venderlos,
y Manaure quedó para siempre agradecido de Ampíes, quien lo bautiza en 1528 con el nombre
de Martín. Cuando Ambrosio Alfinger asume el poder, procede a expulsar a Ampíes y apresa a
Manaure. Luego de su liberación, Manaure se retira a unos 300 kilómetros de Coro.
A Manaure le fue conferido señorío sobre tierras y vasallos, pero este trato se rompe y el viejo
cacique se refugia con sus bravos en las tierras de Yaracuy, que le da protección, y allí muere
en un enfrentamiento con los hispánicos en el sitio de El Tocuyo.
MARA
Este cacique de trato firme y autoritario, asumía toda la figura autocrática de quien gobierna
asistido por poderes sobrenaturales.
Fue caudillo de una vasta región occidental que se extendía desde las orillas del lago conocido
como Maracaibo y el río Magdalena, en el límite con lo que hoy día es Cartagena. Los fieros
indios motilones conocieron las incursiones de este cacique que consiguió someter a muchas
tribus de la región, con las cuales hizo frente al invasor. Perfecto conocedor de la geografía
guajira, Mara consiguió ejercer una prolongada resistencia al invasor español.
Muere luchando contra un capitán español, que lo captura malherido y lo deja sumirse en su
agonía, tratando de negociarle un trato de libertad a cambio de su riqueza. A la muerte de Mara
no le sucede ningún otro cacique de su talla, por lo que la región fue prácticamente pacificada.
MARACAY
Maracay fue un valiente guerrero, perteneciente a la tribu de los araguas, cuyo nombre serviría
luego para denominar una nueva tribu descendiente de la que él era originario.
Dominó sobre la extensión que hoy ocupa el estado Aragua y parte de otros estados
colindantes, especialmente hacia la costa por los predios del cacique Turiamo, quien fuera su
aliado en muchas batallas.
MEREGOTE
Cacique sucesor de Maracay, le correspondió la difícil tarea de dirigir a sus hombres en contra
de los invasores, después de la muerte de Maracay. Gracias al tesón, liderazgo y estrategia,
consigue reagrupar a los indios araguas y los convoca a un juramento en el que se
comprometieron, en honor de su antiguo jefe Maracay, a luchar hasta la muerte.
Por su parte, los españoles no titubeaban ya para alcanzar su objetivo. La tierra ocupada por el
cacique Meregote y sus indios araguas debía ser rendida a la bandera española a la mayor
brevedad.
Los dos bandos se enfrentaron en una batalla definitiva en el sitio denominado La Colina de La
Cruz. Allí murieron los hombres de Meregote. Ninguno se rindió. Meregote fue un digno
heredero de Maracay.
MURACHÍ
Con este nombre se conoce al bravo cacique mocotíe, que habitaba en la sierra merideña, en
un lugar de muy difícil acceso cercano al río Chama. El sitio era denominado Murrupuy por los
indígenas. Eran indios laboriosos, que producían algodón con el que tejían bellas cobijas y
ruanas, que les servían para protegerse de las inclemencias del tiempo. También producían
otras artesanías y se dice que llegaron a poseer minas de oro en Acequías y Aricagua.
Enfrentó las tropas de Juan de Maldonado, que fundó Mérida en el año 1559. Su esposa era la
princesa Tibisay, hija del cacique de Las Vegas del Mucujún.
Eran adoradores del sol, al cual llamaban Ches. En la medida en que la guerra avanzaba,
Murachí se dio cuenta de que la gran belleza de su amada la ponía en peligro y para protegerla
la envió hacia el interior de su territorio, en el sitio más recóndito y secreto, en compañía de sus
guerreros más leales. Sus hombres fueron diezmados y su tierra conquistada por el hombre
blanco, pero Murachí nunca se rindió. Murió peleando contra el invasor en el año de gracia de
1560.
NAIGUATÁ
Naiguatá, cacique de la familia caribe, ejercía su dominio a lo largo de una extensa zona
costera que partía del río Anare, en los predios del Cacique Guaicamacuto, hasta las costas
anzoatiguenses de lo que hoy se conoce como Puerto La Cruz.
Naiguatá, tenia como huéspedes a los soldados de Rodríguez Suárez y uno de ellos, queriendo
lucir sus dotes de cazador, hirió de muerte a una gaviota, hecho que encolerizó a Naiquatá,
exigiendo la ejecución del agresor y no consiguiendo tal solicitud con Rodríguez Suárez, tomó
por asalto el campamento de los soldados y sometió a sentencia al inculpado. Al momento de
dar muerte al reo, una bandada de gaviotas hizo acto de presencia Naiguatá interpretó como el
perdón de las aves hacia el agresor y lo soltó.
Naiguatá vivió muchos años y pudo conocer muchos de los cambios culturales que impuso el
colonizador.
PAISANA
En 1555 el cacique Paisana estableció amistad con el mestizo Francisco Fajardo, hijo de una
princesa guaiquerí y de un español de su mismo nombre. Fajardo solicitó paso libre por la tierra
de los Caracas, a lo que accede el jefe indio. Fajardo entró al valle en compañía de sus
hermanos Alonso y Juan Carreño, que también eran mestizos y de 20 indios de confianza. En
1557 regresa al valle de los Caracas, esta vez acompañado de su madre y de unos 100 indios
guaiqueríes. Llevaba autorización del gobernador Gutiérrez de La Peña para gobernar y poblar
la costa desde Borburata hasta Maracapana. Paisana no aceptó la fundación del Hato de San
Francisco que hizo Fajardo en 1560, envenenó las aguas, causando la muerte a mucha gente,
incluyendo la madre de Fajardo y éste lo condenó a morir en la horca.
PARAMACAY
Cacique de origen cumanagoto, gobernó su tribu hacia el año 1569. Su territorio estaba
ubicado en la región de Mamo, entre la costa barloventeña y el valle de Los Guayabos.
Tocó a Paramacay un tiempo difícil en la lucha contra el colonizador, por cuanto debió reiniciar
los enfrentamientos a raíz de la instauración de un encomendero, el capitán Julián Mendoza,
quien quiso imponer el trabajo gratuito y obligar a los menores de 20 años para que se
convirtieran en servidumbre suya o de sus familiares.
PARAMACONI
Su nombre significa caimán pequeño. Habitaba en la zona centro-norte-costera del país. Los
españoles lo llamaban el cacique-caballero. Se unió a Guaicaipuro al iniciarse la década de los
sesenta y presentó dura oposición a las tropas invasoras. Su origen cumanagoto lo ubica en la
raza caribe.
En 1561 Guaicaipuro atacó las minas de la región de Los Teques, en donde murieron todos los
españoles, incluyendo los hijos de Rodríguez Suárez y Paramaconi también arrasó con sus
guerreros la Villa San Francisco, levantada por Rodríguez, en el mismo lugar donde Losada
fundará a Caracas seis años más tarde. Cuando ya tenía ganada la batalla, ocurrió que una
estampida de ganado destrozó a sus bravos toromainas y se vio obligado a retirarse.
Paramaconi atacó más tarde, unido a la coalición de caciques, el sitio del Collado (hoy
Caraballeda) en donde vencieron a Fajardo y éste se retiró a Margarita con sus hombres. En
1567 llegó Diego de Losada y realizó la fundación de Caracas. En 1568 concurre a la gran
coalición convocada por el gran jefe Guaicaipuro, pero la operación no tuvo éxito.
PARIATA – MAIQUETÍA
A mediados del Siglo XVI, se encontraban liderando a los indios del litoral central los caciques
Pariata y Maiquetía. Se dice que Maiquetía era el verdadero cacique y que Pariata era uno de
sus guerreros de mayor confianza, al lado de hombres de la calidad de Curucutí y
Guracarumbo.
Pariata tenia su residencia en el lugar denominado Los Guayabos, en lo que hoy es Catia La
Mar, pero su territorio abarcaba todo el sitio de lo que aún hoy se llama Pariata en el litoral
central venezolano. Su vecino más cercano era el cacique Maiquetía, quien muy pronto decidió
pactar la paz con los españoles. Pariata no se doblegó. Una de sus mas recordadas hazañas
fue la del ataque al bergantín español El Pelayo, el cual incendió y destruyó por completo.
Pariata decidió pelear al lado de Guaicaipuro y cuando éste muere sirvió en las tropas de
Tamanaco, una vez liquidada la resistencia y pacificados la mayor parte de los grandes jefes se
retira con sus familiares y allegados a un sitio apartado.
Murió en edad avanzada pero pudo ver la fundación de La Guaira por Diego de Osorio el año
de 1589.
PREPOCUNATE
Formado entre los guerreros de confianza de Guarauguta, al lado de quien luchó hasta su
muerte, Prepocunate recibe el cacicazgo de los indios guaraúnos, entre quienes se destaca por
su ferocidad. Era hombre de poco hablar, de extrema exigencia con sus hombres y consigo
mismo. Esta conducta ejemplar le dio un halo carismático entre las tribus caribes y eso le
permitió acometer con valor y éxito cientos de empresas en contra de las tropas españolas.
Para doblegarlo, el gobierno español seleccionó a los capitanes Hurtado y Carrizo, quienes lo
apresaron y para que no escapara lo amarraron alrededor de un árbol, custodiado por un
pelotón que debía escoltarlo hasta el momento de su ejecución.
Al día siguiente al amanecer, Hurtado fue a buscar al prisionero para conducirlo al lugar de su
ejecución, al llegar al árbol sólo encontraron las sogas rotas, tiradas en el suelo, junto a una
rosa de montaña que el fiero guerrero caribe acostumbraba usar en su larga cabellera negra.
Prepocunate no apareció. Se desvaneció, sin que los españoles pudieran encontrar una
explicación racional. Sin embargo, a los pocos días volvieron a saber del cacique. Prepocunate
comenzó entonces una guerra devastadora, golpeando duramente al adversario, sin darle
tiempo para reaccionar, y desapareciendo con toda rapidez del campo de batalla. Un día del
año 1570 al tratar de atacar por sorpresa en el sitio donde hoy se levanta la ciudad de Los
Teques, fue nuevamente cercado y luchó hasta la muerte.
SOROCAIMA
Algunos historiadores afirman que era guajiro o tequeño de clase guerrera y que llegó a la
región de los indios Teques por problemas que tuvo en su propia tribu. Llegò a convertirse en
hombre de confianza y uno de los lugartenientes del gran Guaicaipuro y a la muerte de éste,
quedó como jefe guerrero bajo el mando de Conopoima
En 1570 participó en los ataques contra la recién fundada Santiago de León de Caracas, bajo
el mando de Conopaima y Terepaima. En 1572, Garci González de Silva apresó a Sorocaima,
Conopaima seguía resistiendo. Ante este hecho y deseoso de terminar la batalla rápidamente,
González decide utilizar a Sorocaima como carnada y dice en alta voz, para que lo escuchen
los otros guerreros, que el jefe indio perdería su mano derecha, que le sería amputada, a
menos que se rindieran. En este último caso, se perdonaría la vida a todos. Es allí cuando el
Jefe Sorocaima, le dice a los guerreros:
Ataquen con fuerza, mis valientes, que los españoles no tienen mucha gente.
Y luego, sin vacilar, estira el brazo para que le amputen la mano derecha, lo cual fue llevado a
cabo por oficiales al servicio de Garci González. Sorocaima, en un gesto que reflejaba por igual
el valor y la grandeza de su raza, tomó con su izquierda la derecha y, levantándola la ondeó en
señal de triunfo. Luego, avanzó hacia sus hombres. Garci González había ordenado su libertad.
Sin embargo, al dar la espalda al enemigo uno de los soldados le disparó a traición, quitándole
la vida.
TAMANACO
Dos años después de la muerte del gran Cacique Guaicaipuro, surge Tamanaco, cacique de
los indios mariches y de los quiriquires.
Su misión, al igual que Guaicaipuro, era la de propiciar una alianza entre las diferentes tribus.
El 5 de diciembre de 1570, llegó a Coro, capital de la provincia de Venezuela, el gobernador y
capitán general Diego de Mazariegos, pacta con los enemigos de Tamanaco. Nombra al
avanzado Francisco Calderón para pacificar el valle de Caracas y lo designa teniente general
de la recién fundada ciudad de Santiago de León de Caracas.
Calderón envía al capitán Pedro Alonso Galeas a rendir a Tamanaco. Galeas lo persigue y
entra en tratos con el cacique Tapiaracay, enemigo de Tamanaco y del pacificado cacique
Aricabuto, quien le ofrece ayuda a cambio de que le entregue a este último. El trato no se
consolida y Galeas se mide con Tamanaco en una pelea en la que participa Garci González de
Silva y el indio Aricabuto, que les sirve de guía. El combate no tuvo vencedor. Tamanaco
decide atacar a Caracas, los españoles retroceden hasta las orillas del río Guaire. El capitán
Hernando de la Cerda, se enfrenta con Tamanaco y este vence. Los indios no advirtieron la
llegada de una caballería española, Tamanaco y sus hombres quedaron atrapados y fueron
hechos prisioneros. Guaicaipuro fue condenado a morir en la horca, luego su cabeza sería
exhibida para que sirviera de escarmiento a los rebeldes. Garci González, que había sido
elegido Regidor del Cabildo de Caracas en 1573, estuvo en desacuerdo con la medida, ya que
admiraba el valor, el temple y la dignidad demostrada por el guerrero. En el medio de estas
consideraciones intervino un capitán de apellido Mendoza, que era propietario de un perro y
sugirió que le dieran a Tamanaco la oportunidad de escoger entre la muerte en la horca o la
posibilidad de salvar su vida si vencía al perro. Garci González estuvo de acuerdo, al igual que
el resto de los miembros del Consejo de Guerra, Tamanaco acepto.
Tamanaco fue desatado y colocado en la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar) Mendoza, soltó el
perro, Tamanaco recibió varias mordeduras que le causaron la muerte.
TEREPAIMA
Terepaima, cacique de araucos y meregotos, dueño del territorio que limitaba con los Teques,
era tenaz como guerrero, ágil y preciso en las conquistas, alcanzó éxito en las batallas contra
Rodríguez Suárez. Su dominio alcanzaba el Tuy, San Pedro, Mariches, hasta el territorio que
hoy ocupan los estados Miranda, Aragua, parte de Carabobo, Cojedes y parte de Lara.
Terepaima, sabiendo que el español Rodríguez Suárez lo tenía sentenciado a muerte, reunió
los indios Paracotos y en un feroz ataque contra los españoles, extinguió la vida de Rodríguez
Suárez.
La victoria y el hecho de que Terepaima fuera el que diera muerte a Rodríguez, le creó una
aureola de leyenda. Hasta ese momento, había actuado como jefe sin que los piaches de su
tribu aprobaran su ascenso a la categoría de cacique. El triunfo de Terepaima sobre el español
que mató a Yoraco, le dio argumentos para adquirir el liderazgo que ambicionaba.
La historia de este hombre demuestra que no sólo fue hábil como guerrero, sino que también
tenía dotes para la política y para la diplomacia. De hecho, en 1559 negocia con Francisco
Fajardo permitiéndole paso por su territorio después de habérselo negado. En 1561 vence a
Luis Narváez, que había penetrado en su territorio con propósitos belicosos. Losada se
enfrentó con Terepaima en el 67 y no pudo someterlo.
Fue Garci González de Silva quien logró establecer la paz con él, pero el indio muy pronto
volvió a la guerra, a defender lo que creía que era suyo y en una cruenta pelea encontró la
muerte a mediados de la década del 70.
TIUNA
Intrépido guerrero, nacido en la tribu de los Caracas, creció bajo la tutela del Cacique Catia y se
caracterizó por su rigidez y valentía. Su poder lo ejercía en el valle de Los Guayabos, territorio
que hoy día es conocido con el nombre de Catia La Mar.
Su dominio se extendió a través de las montañas, limitando con Filas de Mariches y los Valles
del Tuy, incluyendo parte del valle de Caracas. Uno de sus hombres de confianza era el
guerrero Aramaipuro, conocido como "ponzoña de abeja". Entre sus éxitos se recuerda el de
Villa del Collado, hoy Caraballeda, así como el de Cayapa, donde derrota al legendario y cruel
Rodríguez Carpio. En 1568 Tiuna reunió casi cuatro mil hombres, unido a los caciques
Guaicamacuto y Aricabuto, para dar una pelea decisiva en Maracapana, sabana cercana a
Caracas. Para destruir al invasor, estaban los caciques Naiguatá, Uripatá, Anarigua, Mamacuri,
Querequemare, Prepocunate, Araguaire, Guarauguta, con siete mil guerreros; Aricabuto y
Aramaipuro representaron a la nación mariche al mando de tres mil flecheros.
El gran cacique Guaicaipuro, que debía acudir con dos mil guerreros, no llego al sitio a causa
del mal tiempo. Algunos caciques se retiraron, pero otros, motivados a la lucha por el cacique
Tiuna decidieron combatir, Losada los enfrentó. La batalla fue desastrosa, los caciques
decidieron retirarse.
YARACUY
Hijo del cacique Chilúa y nieto del indómito Yare, comandaba un imperio de más de 500
poblaciones indígenas, conocida como Guadabacoa.
En el momento del Descubrimiento, el inmenso imperio central estaba integrado por otras
tribus, tales como, tarananas, yaritagua, acharigua, torondoyes, y zararas.
Otras tribus, entre ellas los macaures y los caripes se aliaron con los españoles para hacerle
frente a Yaracuy.
El conquistador Diego García de Paredes, junto con el capitán Juan de Vargas, intentaron
tomar tierra firme e instalarse en el bastión de El Tocuyo, pero Yaracuy los venció en la batalla
de Cuyucutúa, en 1552.
Luego es capturado y condenado a muerte, pero consigue desarmar y poner fuera de combate
a varios soldados y al fin sucumbió bajo el fuego de los arcabuces.
YARE
Al enterarse de la muerte de Tamanaco, Yare tembló de ira y juró vengarse del capitán
Mendoza, dueño de la fiera que dió muerte al cacique, lo persiguió hasta que consiguió
acorralarlo en Aragûita. Al tenerlo prisionero lo hizo degollar, junto con su perro, y la cabeza de
ambos las envió a los familiares de Tamanaco. Yare siguió su guerra sin cuartel, venciendo y
siendo vencido, hasta que un día de 1575 los arcabuces españoles acabaron con la vida del
guerrero.
Yavire fue uno de los grandes caciques caribes de la región guayanesa. Se le atribuye la
unificación de las tribus que moraban en la región del Caroní y extiende su influencia hacia el
norte, en lo que hoy son los estados Sucre, Monagas y Anzoátegui. En las batallas causaba
muerte y terror entre sus adversarios. En una de sus más cruentas batallas contra el invasor,
Yavire descuida su retaguardia y muere bajo el fuego ibérico en la batalla que sostuvo contra
ellos en el sitio conocido hoy como Caicara de Maturín.
Poco tiempo antes de morir peleó en Cumaná y allí recibió una fuerte herida en el brazo
derecho, que lo dejó semi inútil.
Varios de sus guerreros obtuvieron el grado de cacique o de jefe. Lucharon bajo sus órdenes
los legendarios Paramaiboa y Pariaguán, que si bien se enfrentaron por el mando a la muerte
de su jefe, muy pronto unieron fuerzas nuevamente para combatir al extranjero.
Paramaiboa, fiel a las enseñanzas de su jefe, funda una coalición de pequeñas tribus hacia el
norte de lo que muy pronto sería la nación venezolana.
Su adversario fue el gran capitán español Gonzalo de Ocampo, quien actuando con extrema
crueldad quiso dar un escarmiento definitivo a los caribes, para lo cual apresó y ahorcó a varios
renombrados caciques; y a otros los envió como esclavos a Santo Domingo. Sin embargo,
Paramaiboa en el norte de oriente y Pariaguán en el sur, seguirían fíeles al juramento que le
hicieran a Yavire. Unen sus fuerzas y presentan batalla en Guanta (Anzoátegui), pero el militar
español les propina una fuerte derrota. Paramiaiboa ataca de nuevo a Ocampo, obligándolo a
retirarse hacia Nueva Andalucía (Cumaná). El cacique cobra venganza y somete a juicio militar
a veinte soldados y cinco oficiales españoles, los condena a muerte y no los ejecuta gracias a
la oportuna intervención de Fray Bartolomé de Las Casas, sacerdote defensor de los indios. El
guerrero caribe escuchó los ruegos del padre de Las Casas, a pesar del odio que sentía por
Ocampo.
Paramaiboa muy pronto se enfrentó al nuevo jefe español, Alonso de Vera y Aragón, al que
también derrotó. Cuando se marchó Vera, conocido en la historia con el apodo de "Tupí",
regresó de nuevo Ocampo, pero esta vez traía la diplomacia como arma y un oficial de gran
temple de apellido Monsalve. Sus primeras medidas fueron las de apresar a los indios y luego
liberarlos, no sin antes entregarles regalos. Al enterarse, Paramaiboa dio la orden de regresar
los regalos y de advertir al invasor que debía abandonar sus predios. Ocampo colgó a los
emisarios y esto dio inicio a una nueva guerra. Acorraló entonces a Paramaiboa y Pariaguán en
el sitio denominado La Zapoara, hoy El Chaparro (Anzoátegui), pero fue vencido por Pariaguán,
aunque en la batalla muere valerosamente el cacique Paramaiboa. Pariaguán era un cacique
respetado y admirado por sus hombres. La noche de la batalla de La Zapoara, Pariaguán
preparó su estrategia sigilosamente, con Paramaiboa, pero cuando comenzaron las acciones,
él personalmente dirigió la batalla al frente de sus hombres, Paramaiboa, por su parte, lucha
con fiereza y muere en la batalla. Pocos españoles sobrevivieron. El capitán Monsalve, que
dirigió a los españoles, no pudo soportar la derrota y se suicidó.
Ocampo decidió entonces unir todas sus tropas y atrapó a Pariaguán en el sitio de Los
Cardones (Monagas). Su lugarteniente Castellanos atacó por un lado y Ocampo en persona lo
hizo por el otro. Pariaguán fue diezmado y sus tropas aniquiladas. Con los pocos
sobrevivientes se internó en las selvas de Guayana y no se supo más de él.
YORACO
Yoraco en la etimología indígena chama significa zorro o diablo. Este indio nació en el valle de
Tácata, siendo aún muy joven, visitó a sus parientes quiriquires ubicados en la costa de lo que
hoy se conoce como estado Sucre, en Cariaco.
Allí vio las naves españolas llegando a las playas y descargando productos por hombres de
una piel pálida, con armas que nunca antes había imaginado, supo entonces, que su tierra ya
no era suya y sintió un deseo obsesivo de luchar para reconquistar sus tierras y la dignidad de
su pueblo.
Yoraco comenzó a formarse para el liderazgo. Volvió a Tácata y allí fue protegido y educado
por los piaches.
Combatió ferozmente al agresor español. Su objetivo era expulsar a los invasores. Creció su
fama de hombre valiente, amparado por el poder sobrenatural que le dieron los piaches. Se
supo que tenía un amuleto, especialmente ensalmado para él, que lo protegía de todos los
males y peligros.
Los españoles enviaron al capitán Juan Rodríguez Suárez para vencerlo, partió con 200
hombres bien armados y un pelotón de caballería. Yoraco lo esperó en su territorio, la batalla
fue dura, sin reglas, sin descanso. Un día ganaba Yoraco y el otro le tocaba la victoria a
Rodríguez. Cuando llevaban varios días de enfrentamiento, decidieron los dos líderes resolver
la contienda ellos mismos.
La pelea comenzó una mañana de 1561, la lucha fue agotadora hasta que decidieron
estrecharse las manos en señal de mutuo respeto y admiración, y luego cada bando se retiró a
su respectivo cuartel.
Hablemos de los antecedentes de este proyecto, ¿en qué año se remonta esta lucha por
la reivindicación de semejante símbolo popular?
Los antecedentes datan de unos 26 o 27 años aproximadamente. Principios de los años
setenta para ser más claros. Qué ocurre, Saúl Ribas Ribas se translada a los Teques a
mediados del 69 y el primer impacto lo recibimos con la imagen de Guaicaipuro en la plaza de
su mismo nombre. esto llamo poderosamente la atención el respeto y la veneración de parte
del pueblo y particularmente de aquel pueblo marginado quien se sentía protegido por la
presencia de Guaicaipuro. Aquella plaza con la figura del Indio era, y siempre ha sido en los
Teques, una suerte de punto de encuentro de los marginados. Mientras más marginado estaba
alguien, mayor era el nivel de identificación que se íba encontrando con la figura de
Guaicaipuro: como indio, como Cacique. La gente tenía pues la percepción de que era un
Libertador y sobre todo la gente olfateaba la existencia del racismo contra el indígena, pero
aparte de olfatear el racismo disfrazado que hay en el país, la gente es víctima de ese racismo.
Entonces se comenzó por preguntarle a la comunidad si Guaicaipuro era una figura que podía
estar al lado de Bolívar, al lado de los Libertadores, y la gente decía: "...Pues claro, ese es el
primero que debería estar ahí junto a Bolívar..." -y se insistía- pero en el Panteón Nacional y
todo mundo decía " ...Sí sí, junto a Bolívar..." Ajá... ¿por qué no está en el Panteón? la gente
coincidía: "No está en el Panteón porque es un Indio" Y qué con eso, " bueno es que el indio
está discriminado" y por qué está discriminado. Así se fue adentrando en una conversación
íntima con la gente, pero una conversación íntima desde el punto de vista de la nacionalidad, la
nacionalidad venezolana y americana, entonces venía a colación todo el problema colonial y
neo-colonial, el problema de la discriminación no superado, porque el proceso de
independencia fue un proceso de independencia política formal que no estuvo acompañado por
una conciencia de descolonización de fondo y allí está el problema. No hubo descolonización
porque quienes hicieron la independencia eran parte del proceso colonizador.
Guaicaipuro es la figura heroica de los marginados (negros, indios y pobres) por
excelencia, bien lo dijiste, una figura que a pesar de un fuerte soslayamiento histórico,
de una penetración cultural alienante, de siglos de humillación política, ha perdurado
intacta en el inconsciente, no sólo de la población mirandina sino en la de todos los
venezolanos; como elemento mágico-religioso, como símbolo de dignidad y resistencia,
como fortaleza de una identidad regional y nacional casi perdida. Ahora bien, ¿por qué
elevarlo a la oficialidad, en este caso hasta el Panteón Nacional, que se supone es el
monumento mayor de una historia narrada por los vencedores, consagrada por ello al
poder, una historia oficial que precisamente ha ido y va en detrimento de nuestras
culturas aborígenes y populares?
Porque nosotros nos negamos a ver la historia oficial de una manera estática, de una manera
inmutable, inmodificable. . La relación de la sociedad nacional con los pueblos indígenas se
puede y tiene que modificar y que de paso el planteamiento de llevar los restos simbólicos de
Guaicaipuro al Panteón Nacional, si se puede plantear así, está entre uno de los antecedentes
de una revolución cultural en este país y particularmente en los antecedentes del mismo
proceso constituyente, porque la presencia indígena en el Panteón Nacional, la presencia de
los primeros poblamientos, la presencia colectiva de nuestros Caciques, a través de la
individualidad de Guaicaipuro como símbolo representativo, viene precisamente a cambiar no
sólo el concepto que tenía Guzmán Blanco del Panteón Nacional o su mismo proyecto
Nacional, sino que replantea la cuestión en términos de interculturación, en términos de
pluriculturalidad, en términos de la pluralidad de raza, de etnias, de pueblos, de culturas, de
racionalidad, de modelos de ciencia, de modelos de tecnología, de modelos civilizatorios, de
historias vistas pues, no ya en singular, dentro de la unidad del género humano y dentro de la
unidad de la nacionalidad venezolana.
El sistema tiene por estrategia absorber los símbolos de las minorías, de las periferias,
sobre todo cuando éstos son de carácter combativo y representan cierto peligro desde
el punto de vista político, esta absorción consiste, según Brito García, en la usurpación,
universalización y desfiguración del contenido de aquellos símbolos –
descontextualizándolos, despolitizándolos, frivolizándolos - en virtud de restarles
importancia, distinción y sobre todo peligro a los abanderados para incorporarlos
orgánicamente a su juego de poder. ¿No temen ustedes que esto suceda con el Cacique,
no temen que en vez de una reivindicación lo encaminen al perfecto anonimato, a ser
una figura en verdad invisible ?
No. De ninguna manera, porque de lo que se trata es precisamente de darle al Panteón
Nacional otro contenido, de hacerlo representativo de los diferentes componentes de la
nacionalidad venezolana y americana. Este es un Panteón que es el máximo monumento, no
sólo de la nacionalidad venezolana sino de todos los países bolivarianos donde el componente
de la población indígena es fundamental en muchos casos determinantes, como lo es el caso
de Bolivia, Perú, Ecuador, en la misma Colombia, en Panamá. De manera que la presencia
indígena en el Panteón Nacional no es petrificante por cuanto esta presencia va unida a un
conjunto de luchas, a una red de movimientos, va acompañada de un Proyecto Nacional y
latinoamericano, va enmarcado dentro de una identidad indígena bolivariana porque alude a
todos estos países mencionados, pero también alude todo lo que es el área circunscaribe. Más
bien lo que hace es replantear, desenterrar, poner de manifiesto siglos y milenios de culturas
que han estado taguadas por el proceso colonizador. No se trata entonces de oficializar
simplemente una presencia sino de hacerla eficaz en el Panteón Nacional y de buscar un
replanteamiento de los fundamentos del estado nacional, pero también de la sociedad nacional.
Entonces, esto nos involucra nuevamente en el replanteamiento de una revolución cultural en
profundidad, como te decía, que por supuesto nunca está del todo descontextuada de las
revoluciones políticas y sociales.
Reflexionando un poco , se ha visto desfilar cuando menos cinco presidentes en línea
que, por lo visto, han hecho caso omiso a las reivindicaciones de los pueblos indígenas,
incluso sus políticas han evidenciado un alto contenido racista y etnista. El proyecto
tiene cabida , en este período político conocido como la Quinta República que supone
una nueva concepción del Estado. Hasta ahora la reforma de la Constitución Nacional es
la mayor evidencia de un cambio en este sentido. Allí la teoría nos dice que las culturas
de los aborígenes están homologadas a nuestra cultura post-hispánica, que cada una de
esas culturas es soberana y digna.
Los Caciques
La palabra cacique es un vocablo de origen taíno (lengua de filiación arawak hablada en las
Antillas para el momento de la conquista europea que se incorporó al caudal léxico español
para designar al individuo que representaba la autoridad en una comunidad indígena.
El término, por extensión semántica, ha pasado a denominar al individuo que ejerce un
liderazgo local despótico (el caciquismo). Ahora bien, posiblemente la palabra "cacique" llegó a
ser sinónimo de autoridad omnímoda y despótica debido a la tendencia de los conquistadores
de buscar instituciones equivalentes a las europeas entre los pueblos indígenas americanos.
Al no encontrarlas, por tratarse de realidades culturales diferentes, los europeos mal
interpretaron las culturas indígenas e incluso, en algunos casos, llegaron a negar la existencia
de un orden social.
Importantes dirigentes indígenas defendieron sus tierras y sus culturas frente a los
conquistadores. Se los llamó jefes, diaos, guerreros o caciques y por lo menos uno de ellos –
Manaure– dirigía un importante cacicazgo en el área del actual estado Falcón durante las
primeras décadas del siglo XVI. Conocemos nombres y hazañas de muchos de estos dirigentes
para el momento de la conquista, pero desconocemos sus ascendencias.
Suponemos que éstas se remontan a fechas anteriores, como parece revelarlo el plan de
ataque de Guaicaipuro y la resistencia que encabeza en la zona centronorte de Venezuela
hacia la segunda mitad del siglo XVI. Guaicaipuro convoca a un levantamiento de las
sociedades gobernadas por Baruta –su hijo mayor– Naiguatá, Aricabacuto, Guaicamacuto,
Chacao y el guerrero taramaima Caracaipa, entre otros. Del área nororiental se menciona a
Cayaurima, cacique de los cumanagoto, y sus alianzas con otros caciques de la zona de
Cumaná para enfrentar a los conquistadores, y a otros como Doaca, con quien se identifica la
actual zona larense de Duaca; a Nigale, jefe zapara en el Zulia; a Huyapari, con cuyo nombre
los españoles identificaron al río Orinoco y su área en 1531, y a muchos otros jefes, caciques,
guerreros, como Acaprapocón y Conopoima –quienes comandan la lucha una vez muerto
Guaicaipuro–, Caricuao, el cacique oriental Maturín, Morequito, Paryauta, Parnamacay, Pitijay,
Sorocaima, Tiuna, Tamanaco y Terepaima.