Darío Sánchez Regionalización
Darío Sánchez Regionalización
Darío Sánchez Regionalización
Jacques – R Boudeville3
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19
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1398, 127 pp.
numérica, además de muy voluminosa20. Esto último obligaba, a la vez, a recurrir a
procedimientos estadísticos, ya suficientemente desarrollados por aquel entonces21.
Por otra parte, en momentos del auge de la modelística, se empezó a
considerar a toda regionalización como un modelo22. Una regionalización era un
modelo de división en clases areales23, una construcción intelectual, una abstracción
partitiva y clasificatoria del espacio geográfico realizada con algún fin específico,
para resaltar caracteres significativos del mismo. Desde esta concepción, las
regiones geográficas tradicionales, con sus características de unicidad,
subcontinentalidad, continuidad espacial y perdurabilidad24, pasaban a ser tipologías
espaciales particularmente importantes.
Este enfoque, concebido, desarrollado matemáticamente y difundido a partir
de la producción pionera de Brian J. L. Berry25, fue denominado por algunos autores,
incluido el propio Berry, como ecología factorial26, por un lado por su aplicación en
estudios de ecología humana y urbana, pero también haciendo referencia a la
metodología del análisis factorial que en general se utilizaba.
La corriente se vio robustecida primero con los adelantos en materia de
informática y más recientemente con el soporte tecnológico que representan las
20
SPENCE, N. A.; TAYLOR, P. J. 1970. Quantitative methods in regional taxonomy. Progress in Geography,
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26
BERRY, B. J. L.; REES, P. H. 1969. Op. cit. BERRY, B. J. L. 1970. Op. cit. BERRY, B. J. L. (Ed.) 1971.
Op. cit. DAVIES, W. K. D. 1984, Factorial ecology. New York, Gower.
imágenes satelitales, los programas para su interpretación y sobre todo los Sistemas
de Información Geográfica (SIG)27.
La profusa bibliografía muestra actualmente a las tipologías espaciales como
uno de los capítulos más destacados del análisis espacial, alcanzando considerable
difusión en los países de habla hispana, incluida la República Argentina28, donde la
labor pionera se debe en gran medida al arquitecto urbanista Horacio A. Torres29.
Hemos visto que la idea geográfica de región se presenta con cierta claridad
ya entre los griegos de la Escuela Pitagórica. No obstante, el término es posterior,
pues deriva del vocablo latino regio, que en el Imperio Romano se utilizaba para
distinguir áreas administrativas:
(...) “entre los romanos, el sustantivo “regio” –del verbo “regere”, que significaba dominar,
reinar- designaba a una línea recta, trazada por los augures, que delimitaba las “regiones del
cielo” donde buscaban sus presagios. Por extensión, el término aludía a las divisiones
territoriales establecidas por Augusto en el Imperio Romano, que permitían una mejor
organización de los censos y del cobro de los impuestos; en Roma era sinónimo de “barrio” o
“distrito”.”30
El médico alemán Bernhard Varenius31 (1622–1650), a partir de su
Geographia generalis, fue el primero en diferenciar la geografía general, sistemática
27
SÁNCHEZ, D. C. 2004b. Las geotecnologías al servicio del análisis espacial. Breve referencia histórico-
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28
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30
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31
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London, Institute of British Geographers. DAUS, F. A. 1973. Op. cit., pp. 24 – 29.
y nomotética, de una geografía netamente ideográfica que propuso denominar
especial, “para designar la modalidad de la ciencia que tiene por objeto la
investigación y el conocimiento de los países y los pueblos”32.
No obstante, Varenius no llegó a hablar estrictamente de regiones, y si bien
es cierto que el término región comenzó a hacerse popular ya en los siglos XVII y
XVIII, esto ocurrió de manera independiente de la ciencia geográfica; por ejemplo,
para designar áreas militares, judiciales fiscales, etc.33.
Recién a fines del siglo XIX, en Las divisiones fundamentales del suelo
francés, una de las primeras obras importantes de Paul Vidal de la Blache 34, el
padre de la geografía regional35 utilizó el término para referirse a las regiones
naturales, caracterizadas por una cierta fisonomía que resultaba de la combinación
de las condiciones físicas con los géneros de vida, “sin desdeñar el peso ejercido
por la historia”36.
Vidal de la Blache volvió a utilizar el término región natural en su Tableau de
la geografía francesa37 de 1903, relacionándolo nuevamente con las “huellas de la
historia”, y dos años más tarde fue el inglés Andrew John Herbertson38 quien escribió
un artículo referido a las principales regiones naturales, aunque en un ensayo de
geografía sistemática.
Como puede verse, el concepto de región natural era mucho más que eso, ya
que incluía los géneros de vida39, y con ellos las actividades económicas; y no sólo al
presente, sino considerando toda la evolución histórica que le había dado identidad.
No obstante, no debemos cometer el error de creer que esta incorporación del
hombre como elemento fundamental, y a la vez estructurador del espacio
geográfico, es un aporte de la Escuela Francesa, porque ya estaba claramente
pergeñada desde la Antropogeografía de Friedrich Ratzel40.
En realidad se debía hablar de regiones humanas, expresión que fuera
acuñada en 1919 por H. J. Fleure41, titulando un artículo en la modesta Revista
Geográfica Escocesa. Recién en 1942 Albert Demangeon42, en sus Problemas de
geografía humana, fue quien propuso hablar de regiones geográficas.
Así, centrada en el concepto de región geográfica, o región a secas, la
Escuela Francesa, de vocación historicista, consolidó durante la primera mitad del
siglo XX un enfoque eminentemente ideográfico, que resaltaba lo singular o
32
DAUS, F. A. 1973. Qué es la geografía. Buenos Aires, Columba, Colección Esquemas, 53, 72 pp. (1º
Edición: 1961.), pp. 24 – 25.
33
ZAMORANO de MONTIEL, G. L. 1994. Op. cit., p. 11.
34
VIDAL DE LA BLACHE, P. 1889. Op. cit.
35
CLAVAL, P.; NARDY, J. P. 1968. Pour le cinquantenaire de la mort de Paul Vidal de la Blache. Paris, Les
Belles Lettres, Cahiers de Géographie de Besançon, 16, 130 pp.
36
ZAMORANO de MONTIEL, G. L. 1994. Op. cit., p. 13.
37
VIDAL DE LA BLACHE, P. 1903a. Op. cit.
38
HERBERTSON, A. J. 1905. The major natural regions: an essay in systematic geography. The
Geographical Journal, 25: 300 – 312. London, Royal Geographical Society.
39
VIDAL DE LA BLACHE, P. 1911. Op. cit. CLAVAL, P. 1996. La géographie comme genre de vie. Un
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40
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41
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42
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excepcional que caracterizaba a cada región: la personalidad geográfica43, con sus
correspondientes géneros de vida.
Estos géneros de vida se consideraban consecuencia de la particular
evolución histórica, a tal punto que la geografía parecía transformarse en una
geografía histórica44, aunque en la práctica seguía siendo innegable el papel que
jugaban los rasgos físicos a la hora de definir las diferentes regiones. Valga
recordar, por ejemplo, el papel que les asignaba el geógrafo argentino Federico A.
Daus a los “magnos rasgos del clima y del relieve”45.
Se explican, entonces, las semejanzas que presentan las regionalizaciones
de la Argentina propuestas por Wilhelm Rohmeder46 y el propio Federico Daus47, a la
vez muy parecidas entre sí, con las regiones naturales argentinas de Horacio A.
Difrieri48, y aún con las unidades físicas definidas por Joaquín Frenguelli49, con las
regiones fisiográficas del alemán Franz Kuhn50 y con las regiones físicas propuestas
por E. A. S. Delachaux51.
Los mayores problemas de la geografía se centraron entonces en la definición
del concepto de región52, en la clasificación de las regiones y eventualmente en su
delimitación53. Así, la geografía misma pasó a constituirse en una ciencia
excepcional, que debía definirse por su enfoque y no por su objeto de estudio 54, y las
43
CAMPBELL, R. D. 1968. Personality as an element of regional geography. Annals of the Association of
American Geographers, 58 (4): 748 – 759. Washington D. C., AAG.
44
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G. 1953b. Capítulos selectos de la geografía histórica. San Miguel de Tucumán, Universidad Nacional de
Tucumán – Facultad de Filosofía y Letras - Instituto de Estudios Geográficos, Serie Didáctica, 6, 154 pp., p.
3.)
45
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3º edición, 214 pp. (1º edición: 1959, 2º edición: 1968.), p. 11.
46
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47
DAUS, F. A. 1971. Op. cit. DAUS, F. A. 1982. Fundamentos para una división regional de la Argentina.
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explicaciones deterministas55 fueron reemplazadas por una postura posibilista56, que
resaltaba la capacidad de acción y reacción del hombre sobre la naturaleza.
El historicismo, la geografía histórica y la geografía regional, permitieron de
esta manera la supervivencia de la geografía al momento de la independencia de las
ciencias sistemáticas, pero también la condenaron a la mera descripción. El propio
Paul Vidal de la Blache, para muchos el padre del paradigma, había afirmado a
quien deseara escucharlo que la geografía debía ser considerada una “ciencia
esencialmente descriptiva”57.
Esta posición fue compartida, entre otros, por el eminente geógrafo alemán
Alfred Hettner58 (1859-1941), profesor en la Universidad de Heidelberg, quien influido
por la Escuela Neokantiana y en particular por Wilhelm Windelband59 y Heinrich
Rickert60, en su obra titulada La geografía, su historia, su esencia y sus
métodos61 defendió el carácter excepcional de la geografía, es decir, la
imposibilidad de formular leyes por estudiar fenómenos singulares.
Paralelamente, en la década del veinte del siglo pasado Carl O. Sauer62
imponía en los Estados Unidos el enfoque de la geografía cultural, centrado en el
concepto de paisaje cultural63 y por ende con fuertes influencias desde la
55
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antropología. Así, ocupada del impacto de la cultura en el paisaje, la geografía se
constituía en una fenomenología del paisaje.
Por entonces región y paisaje eran dos conceptos muy ambiguos, y no
resultaba fácil diferenciar uno del otro64. Por ejemplo, el francés Max Sorre, en su
difundida obra titulada El hombre en la Tierra, definió a la región sencillamente
como “el área de extensión de un paisaje geográfico”65.
Por otra parte, es famosa la reflexión de Georges Chabot, compartida en su
momento por Paul Claval, Etienne Juillard66 y otros geógrafos franceses,
considerando que el período de mayor hegemonía del enfoque regional en Francia
coincidió con un desinterés por discutir la noción de región, planteada prácticamente
como un axioma.
A la vez, los miembros de la Escuela Alemana consideraban que en la
geografía regional debía hacerse una distinción entre los estudios corográficos y los
corológicos67. Al respecto, Gustavo Fochler–Hauke68 señaló lo siguiente:
“Es necesario recalcar el hecho de que la corografía (Länderkunde: geografía regional en
sentido más amplio) es más abarcativa que la corología (Landschaftskunde: geografía de los
tipos espaciales), pues ella no se puede limitar únicamente a la investigación de los fenómenos
en conexión con los tipos de paisajes, sino que tiene que considerar la realidad geográfica
entera, relacionándola con la totalidad del país en cuestión y con todas las características
individuales”.
En realidad la corografía de los alemanes respondía con gran aproximación a
la geografía regional de los franceses, mientras la corología analizaba los paisajes
como casos únicos y singulares, para luego compararlos entre sí con el objeto de
establecer leyes en cuanto a la forma, el contenido y el proceso de su formación. El
fin último de la corología era determinar tipos espaciales, a tal punto que Alfred
Hettner la llegó a considerar el objeto de nuestra ciencia69.
El enfoque regional de Paul Vidal de la Blache y Alfred Hettner fue tomado
como propio en los Estados Unidos por un grupo de geógrafos encabezados por
Richard Hartshorne, quien así lo expresó en La naturaleza de la geografía70, una
suerte de extenso Manifiesto de la Geografía Regional publicado por los Annals de
la Asociación de Geógrafos Americanos. Allí Hartshorne llegó a la conclusión de que
la definición del campo disciplinario de la geografía no debía realizarse a partir de su
objeto de estudio sino de su método: el método regional71.
De esta manera, la geografía se dividía en dos grandes ramas: la geografía
general o sistemática, nomotética, se ocupaba de los hechos comunes a distintos
64
FOCHLER – HAUKE, G. 1953c. Corología geográfica. El paisaje como objeto de la geografía regional.
San Miguel de Tucumán, Instituto de Estudios Geográficos - Facultad de Filosofía y Letras - Universidad
Nacional de Tucumán, Serie Didáctica, 7, 196 pp.
65
SORRE, M. 1967. El hombre en la Tierra. Barcelona, Labor, 317 pp., p. 33.
66
JUILLARD, E. 1962. La région: essai de définition. Annales de Géographie, 71 (387): 483 – 499. Paris,
Armand Colin. CLAVAL, P.; JUILLARD, E. 1967. Région et régionalisation dans la géografhie française
et dans d’autres sciences sociales. Paris, Dalloz, p. 16.
67
DE JONG, G. 1962. Chorological differentiation as the fundamental principle of geography; an inquiry into
the chorological conception of geography. Gröningen, J. B. Wolters, 213 pp.
68
FOCHLER – HAUKE, G. 1953c. Op. cit., p. 4.
69
ZAMORANO de MONTIEL, G. L. 1994. Op. cit., p. 71.
70
HARTSHORNE, R. 1939. The nature of geography: A critical survey of current thought in the light of the
past. Annals of the Association of American Geographers, 29: 173 - 658. Washington D. C., AAG. (Editado
también como libro: Lancaster (Pennsylvania), AAG, 1939; 5º edición: 1956, 482 pp.)
71
WHITTLESEY, D. 1954. Op. cit. DE JONG, G. 2001. Introducción al método regional. Neuquén, LIPAT,
Universidad Nacional del Comahue – Facultad de Humanidades – Departamento de Geografía.
lugares y por lo tanto compartía su campo de estudio y su metodología con muchas
otras ciencias fácticas; en cambio, la geografía regional, ideográfica, se ocupaba del
estudio de las regiones geográficas, que eran únicas, y lo hacía mediante la
aplicación de un método propio: el método regional, con lo que se preservaba la
identidad de la geografía72.
Esa obra fue duramente atacada por el artículo póstumo de Fred Schaefer
titulado El excepcionalismo en geografía73, el cual a la vez mereció varias
respuestas del propio Hartshorne en los Annals y una revisión titulada Perspectivas
sobre la naturaleza de la geografía74, que constituye la obra más acabada del
pensamiento geográfico historicista.
Consideramos innecesario extendernos más en estas cuestiones, dado que el
enfoque regional ha sido, por mucho, el más difundido en la República Argentina,
como consecuencia de la fuerte influencia que siempre ha tenido la cultura francesa
en los medios intelectuales locales75.
Por otra parte, la historia reciente es por todos conocida: debió irrumpir la
ciencia regional con su perfil de ciencia positiva, nomotética y aplicada 76, para que
los geógrafos franceses, españoles, italianos y latinoamericanos tomaran conciencia
que los economistas espaciales se estaba apropiando completamente de su objeto
de estudio, ya que sus investigaciones y sus trabajos de planificación territorial
incluían desde la escala continental hasta la urbana.
92
ZELINSKY, W. 1980. North America’s vernacular regions. Annals of the Association of American
Geographers, 70 (1): 1 – 16.
93
ZAMORANO de MONTIEL, G. L. 1994. Op. cit , pp. 63 - 68. VIDELA, L. E. M.; LUCERO NÚÑEZ, A.
M. 2005. El espacio socialmente practicado. El concepto de región y sus aportes en la explicación de las
ciencias sociales. En: Congreso Nacional de Geografía 66 Semana de Geografía. Contribuciones Científicas.
Azul (Buenos Aires), GAEA, pp. 373 – 382.
94
BUZAI, G. D. 2004b. Evolución del concepto de región ante la convergencia del ciberespacio. Elementos
para un debate actual. Noticias del Centro Humboldt, 1001 / 04. Buenos Aires.
95
ZAMORANO de MONTIEL, G. L. 1994. Op. cit., p. 125.
96
BAULIG, H. 1959. Contingence et nécessité en géographie humaine. Annales Economies, Sociétés,
Civilisations, 14: 320 – 324.
97
HARTSHORNE, R. 1976. ¿Qué clase de ciencia es la geografía? El carácter de la geografía regional. En:
Randle, P. H. (Ed.) Teoría de la geografía. Buenos Aires, GAEA Sociedad Argentina de Estudios
Geográficos, Serie Especial, 3, v. 1: 191 – 220, p. 200. (Fragmento traducido de: Perspectives on the nature
of Geography. Chicago, Rand Mc Nally and Co, 1966, 2º edición corregida y mpliada, pp. 436 – 456.)
hace más que trasladar la problemática hacia otro concepto sobre el que tanto se ha
escrito y se sigue escribiendo: el de espacio geográfico98.
Características
98
A modo de ejemplo de autores argentinos se pueden mencionar: RANDLE, P. H. 1972. Geografía: ¿Espacio
locacional o espacio ecológico?. Boletín de GAEA, 87 – 88: 3 – 15. Buenos Aires, GAEA Sociedad
Argentina de Estudios Geográficos. SANZ, P. R. 1976. El espacio argentino. Buenos Aires, Pleamar, 380 pp.
ROCCATAGLIATA, J. A. 1982a. El espacio desde la óptica geográfica. Aportes al pensamiento geográfico,
1: 27 – 38, Buenos Aires, GAEA Sociedad Argentina de Estudios Geográficos.
99
VIDAL DE LA BLACHE, P. 1913. Op. cit., p. 293.
En concordancia con lo anterior, una de las características de las regiones
geográficas tradicionales es también su condición de porciones de la superficie
terrestre. Aquí se advierte una de las diferencias respecto a las tipologías
espaciales: no son una abstracción llevada a un mapa sino un pedazo de la
superficie de nuestro planeta.
4.2. Únicas
4.3. Reales
Las regiones geográficas son reales, existen, tienen entidad y ésta es previa
al geógrafo, ya que es consecuencia, en cada caso, de la fuerza de diversos
factores de orden natural que en conjunto constituyen el medio al que hace mención
Paul Vidal de la Blache102, el cual se enfrenta cotidianamente, y a través de
100
DAUS, F. A. 1973. Qué es la geografía. Buenos Aires, Columba, Colección Esquemas, 53, 72 pp. (1º
Edición: 1961.), p. 33.
101
WOOLDRIDGE, S. W.; GORDON EAST, W. 1957. Significado y propósito de la geografía. Buenos Aires,
Nova, Compendios Nova de Iniciación Cultural, 6, 202 pp., p. 171. (Edición original: The spirit and purpose
of geography. London, Hutchinson’s University Library, 1951, 176 pp.).
102
VIDAL DE LA BLACHE, P. 1913. Op. cit., p. 295.
prolongados períodos de tiempo, con la capacidad de adaptación de las sociedades
y las culturas que habitan cada región.
Para la Escuela Clásica la región no se trata de una mera construcción
intelectual. S. W. Wooldridge y W. Gordon East afirmaron que “hay divisiones
evidentes que adoptamos en virtud del sentido común y por razones de
conveniencia. No necesitamos ninguna fundamentación filosófica o científica
extravagante para justificar tales regiones: ellas nos son “dadas” a la observación
inmediata”103.
4.4. Antrópicas
Por otra parte, los geógrafos coinciden en resaltar que las regiones
geográficas son antrópicas. Por ejemplo, el francés André Cholley señalaba hace
más de medio siglo que “la idea de región implica un principio de organización. Se
deberá reservar esta designación exclusivamente para las organizaciones realizadas
por el hombre en la superficie del planeta”104.
Al respecto debemos señalar que al constituir una división del espacio
geográfico, la región geográfica debe incluir necesariamente al hombre. No hace
falta resaltar esta característica, ya que el adjetivo geográfica conque acompañamos
al término región implica su carácter antrópico, al ser la propia geografía una ciencia
humana y también social105. Por este motivo, los espacios anecuménicos como la
mayor parte de la Antártida no conforman, estrictamente hablando, una región
geográfica.
4.5. Complejas
103
WOOLDRIDGE, S. W.; GORDON EAST, W. 1957. Op. cit., p. 171.
104
CHOLLEY, A. 1951. La Géographie (Guide de l’etudiant). Paris, Presses Universitaires de France, 218 pp.,
p. 31.
105
BUTTIMER, A. 1969. Interdisciplinary perspective on social space. The Geographical Review, 59 (3): 417
– 426. New York.
106
USNRC. 1952. Regional study with special reference to geography. Washington D. C., National Research
Council – Division of Geology and Geography, 74 pp., p. 37.
cosas”107, fue traducido al español como complejo, o complejo regional, y su uso se
difundió más en el sentido de macro–regiones o grandes espacios, alejándose de la
idea primigenia de Derwent Whittlesey.
En concordancia, Edward Ackerman108 sugirió centrarse en el estudio de lo
que denominó rasgos clave: “la totalidad de una región puede no ser siempre una
meta de análisis práctico; en cambio, deberíamos concentrar nuestra atención en
desarrollar nuestro conocimiento de rasgos clave en análisis regional”. A la vez, en
sus conclusiones Ackerman enfatizó: “tratar con la totalidad de la región es casi lo
mismo que indagar la verdad entera en filosofía”109.
4.6. Continuas
4.7. Perdurables
Decía Paul Vidal de la Blache115 que “la historia y la geografía son dos
antiguas compañeras que durante largo tiempo han caminado juntas y que como
sucede a viejos conocidos han perdido el hábito de discernir las diferencias que las
107
DUDLEY STAMP, L. 1962. A glossary of geographical terms. London, Longmans.
108
ACKERMAN, E. A. 1976. Op. cit., p. 225.
109
ACKERMAN, E. A. 1976. Ibídem, p. 233.
110
ZAMORANO, M. 1964. Las regiones geográficas de la República Argentina (Aportación a una
clasificación fundada en la actividad humana). Murcia, Seminario de Geografía, 27 pp.
111
ULLMAN, E. L. 1954. Regional structure and arrangement. Seattle (Washington), University of
Washington – Office of Naval Research, Report, 10. IURCOVICH, L. 1982. La estructura económica
regional. Propuesta para el desarrollo integral de la Patagonia. Buenos Aires, Secretaría de Planeamiento
de la Nación.
112
DE JORGE, C. A. 1988. Fundamentación geográfica de la región Austral Argentina. En: Congreso Nacional
de Geografía 50 Semana de Geografía. Contribuciones Científicas, 93 – 104. Buenos Aires, GAEA Sociedad
Argentina de Estudios Geográficos.
113
DE JORGE, C. A. 1983. Geopolítica Austral y el conflicto del 2 de Abril (Sinopsis histórico – geográfica).
Boletín de GAEA, 102: 18 - 25. Buenos Aires, GAEA Sociedad Argentina de Estudios Geográficos.
114
REY BALMACEDA, R. C. 1983. En procura de una determinación precisa del territorio argentino. Boletín
de GAEA, 102: 1 – 9. Buenos Aires, GAEA, Sociedad Argentina de Estudios Geográficos.
115
VIDAL DE LA BLACHE, P. 1913. Op. cit., p. 298.
separan”. Tomando las palabras del geógrafo estadounidense Edward Ackerman 116,
cualquier región tiene una dimensión temporal tanto como una dimensión espacial117.
En efecto, las regiones geográficas también son perdurables, por ser el
resultado de procesos desarrollados a través de un prolongado período de tiempo,
aunque difícilmente se han arriesgado plazos al respecto. Sólo con el correr del
tiempo el hombre logra impregnar al substrato físico - biótico con su propia
personalidad regional.
A través de los siglos aparecen las geodiversidades, con sus modalidades de
ocupación que imprimen el verdadero carácter regional. No obstante, la región es
una entidad dinámica, cambiante, y en tal sentido algunos autores consideran que
no hay que hablar de límites regionales sino de fronteras118.
4.8. Subcontinentales
Otra característica que los geógrafos tiene por costumbre considerar con
respecto a las regiones es que pueden subdividirse en subregiones. Toda región
homogénea puede ser subdividida en regiones de categoría menor del mismo modo
que toda región funcional puede ser subdividida en tantas subregiones como centros
de segunda jerarquía posea la misma. Éstas, a la vez, también podrán subdividirse,
de manera que el geógrafo puede clasificar el espacio geográfico de la misma
manera que el biólogo las especies vivientes.
4.12. No se superponen
130
HARTSHORNE, R. 1976. Op. cit., p. 200.
131
WHITTLESEY, D. 1954. Op. cit., p. 37.
132
ZAMORANO, M. 1964. Op. cit.
133
STONE, R. 1951. The role of measurament in economics. Cambridge (UK), Cambridge University Press.
134
BOUDEVILLE, J. R. 1976. Op. cit., p. 18.
Sin embargo, el criterio de homogeneidad, semejanza o similaridad nunca fue
definido de manera muy precisa; por ejemplo, Hartshorne señalaba lo siguiente:
(...) “el elemento de ficción pequeño, pero fundamental, en la suposición de homogeneidad de
las más pequeñas unidades de área se incrementa progresivamente a medida que uno avanza
hacia divisiones mayores. En consecuencia, la determinación de estas divisiones mayores
requiere la arbitraria distorsión de los hechos de una manera creciente. Asumiendo el primer
paso, o sea el establecimiento de “unidades homogéneas” de área, podemos pasar al segundo,
encerrando en un área continua que llamamos región, el mayor número posible de “unidades
homogéneas” que juzguemos aproximadamente como similar, junto con el menor número de
unidades disímiles. Nuestro juicio de similaridad implicará un juicio subjetivo así como las
características de las unidades homogéneas son de mayor importancia que las otras, así
también, en el mejor de los casos, la determinación de la región es, en un sentido, arbitraria”.135
Paralelamente, por aquel entonces un grupo de sociólogos urbanos de la
Universidad de California, a partir de los trabajos pioneros de E. Shevky y M.
Williams136, E. Shevky y W. Bell137 y R. C. Tryon138, hacían referencia a la
determinación de áreas sociales homogéneas identificables en el medio urbano.
Para el economista francés Jacques – R. Boudeville139 la “región homogénea
(...) corresponde a un espacio en el que cada una de las partes o zonas
constituyentes presenta características lo más próximas posibles a las demás”. Esto
acerca el concepto de región al de paisaje140, si por ejemplo consideramos a este
último en la acepción que le diera el estadounidense Carl Sauer141: un área
compuesta por una clara asociación de formas, tanto físicas como culturales.
Tampoco se presenta de manera muy clara el criterio de cohesión funcional,
sobre el cual inclusive se diseñaron distintos índices142. Veamos al respecto un
párrafo de la geógrafa tucumana Selva E. Santillán de Andrés143:
“Por encima de (los) paisajes, la región geográfica se gesta por la cohesión organizada en la
acción coordinadora emanada desde un centro, creándose de esa manera un espacio
funcional, sinónimo de región geográfica (...); para la determinación de una región geográfica
ya no se debe tomar como base a aquellos espacios uniformes desde el punto de vista natural,
sino aquellos espacios jerarquizados desde centros”.
Como ya se ha señalado, la noción fisiológica de interdependencia en el
espacio geográfico es representada por la región nodal. El inglés Robert E.
Dickinson144 afirmó que “todo núcleo urbano, grande o pequeño, es, en mayor o
menor grado, una capital regional”. A partir del tráfico de la ciudad con el campo y
con las ciudades de jerarquía menor que gravitan en su entorno, se van
consolidando las interrelaciones entre la ciudad y su área de influencia.
135
HARTSHORNE, R. 1976. Op. cit. pp. 198 – 199.
136
SHEVKY, E.; WILLIAMS, M. 1949. The social areas of Los Angeles. Analysis and topology. Berkeley
(California), The University of California Press.
137
SHEVKY, E.; BELL, W. 1955. Social area analysis: Theory, illustrative applications and computational
procedures. Stanford (Montana), Stanford University Press. (Traducción parcial: Theodorson, G. A. (Ed.)
1974. Estudios de ecología humana. Barcelona, Labor, Biblioteca Universitaria Labor, v. 1, pp. 377 – 392.)
138
TRYON, R. C. 1955. Identification of social areas by cluster analysis. Berkeley, University of California
Press.
139
BOUDEVILLE, J. R. 1976. Op. cit., p. 10.
140
FOCHLER – HAUKE, G. 1953c. Op. cit.
141
SAUER, C. O. 1925. The morphology of landscape. Publications in Geography, 7 (2): 19 – 53. Berkeley
(California), University of California Press.
142
SZALAI, A. 1971. Índices de cohesión para la determinación de regiones. Buenos Aires, Librería Nueva
Visión, Fichas, Serie MoUr, 124, 10 pp.
143
SANTILLÁN de ANDRÉS, S. E. 1974. Op. cit. pp. 249 - 250.
144
DICKINSON, R. E. 1961. Op. cit., p. 40.
Los distintos elementos constitutivos del sistema serán complementarios,
manteniendo entre si y fundamentalmente con el nodo dominante, mayor
intercambio que con las áreas vecinas: “la intensidad interna es superior en todos los
puntos a la intensidad externa”145. La región geográfica funcional, nodal o polarizada,
no atenderá a las formas sino a las funciones; expresará la cohesión funcional de los
procesos, es decir, no tendrá en cuenta en este caso la morfología sino la fisiología,
por lo que los métodos para su determinación se centrarán en el análisis de los lazos
de unidad entre los distintos elementos componentes del sistema socioespacial.
En síntesis, para el estudio de las regiones geográficas funcionales o
polarizadas se deberán considerar los centros urbanos de las distintas jerarquías,
los movimientos o flujos entre tales centros, los canales por los que se producen
dichos movimientos, es decir el sistema de transportes, y las áreas de influencia de
los centros para las distintas jerarquías involucradas.
145
BOUDEVILLE, J. R. 1976. Op. cit., p. 13.
146
REY BALMACEDA, R. C. 1972. Op. cit., pp. 76 – 85.
147
POPESCU, O. 1955. La región económica. Económica, 1 (3–4): 399 – 438. La Plata. BOUDEVILLE, J. R.
1958 – 1959. La región económica. Económica, 5 (17–20): 51 – 157. La Plata.
148
HARRIS, Ch. D. 1964. Methods of research in economic regionalization. Geographia Polonica, 4: 59 – 86.
Varsovia. SOAUCHKINE, Y. 1980. Geographie économique. Théorie et méthodes. Moscou, Editions du
Progrés, 325 pp., Cap. 9: pp. 269 – 283. (1º edición: 1973.)
149
SUÁREZ CÁCERES, Á.; MENÉNDEZ FERNÁNDEZ, R.; MASACHS, R. C. 1988. Aprender a enseñar
geografía. Barcelona, Oikos – Tau, 248 pp., p. 54.
Conformidad de Geográficas
Conforme
varios elementos Formales
Geográficas Actual
Cohesión Geográficas
Jerarquizado
funcional Funcionales
Decisión de una Plan (Estatales)
Actual o
Administrativas autoridad Programa Polarizado
Futuro
administrativa (Privadas)
Fuente: Rey Balmaceda, 1972: 84.
150
ROCCATAGLIATA, J. A. 1982a. Op. cit., p. 34.
151
Loc. cit.
152
DOZO, S. R. M. 1984. La variable geográfica en el planeamiento. Boletín de GAEA, 103: 1 - 14. Buenos
Aires. GAEA Sociedad Argentina de Estudios Geográficos.
153
HEKIMIÁN, L. P. 1997. La regionalización como modelo político del Siglo XXI. Colección, 3 (5): 35 – 48.
Buenos Aires, Pontificia Universidad Católica Argentina - Facultad de Derecho y Ciencias Políticas.
154
BOUDEVILLE, J. R. 1976. Op. cit., p. 15.
un plazo previsto”155. Obsérvese que Boudeville utiliza indistintamente los términos
región y espacio.
En general, las regiones de planificación económica, tanto integrales como
sectoriales, fueron definidas conjuntamente con un polo, entendiéndose por tal a una
localidad a la que se le asigna la función de dirigir y organizar las actividades objeto
de la planificación en una región particular.
Esto no significa, sin embargo, que toda regionalización con fines
prospectivos deba definir necesariamente tales polos, pero no es menos cierto que
el concepto de región plan históricamente fue de la mano del de polo de
desarrollo156, actualmente en desuso.
Las regiones administrativas derivan de la decisión de una autoridad
administrativa, la cual puede ser estatal o privada. En el primer caso se trata de
regiones – plan y en el segundo caso se denominan regiones – programa. Ambas
implican la existencia de un espacio polarizado, porque tales regiones se definen
bajo la influencia de un núcleo urbano o polo director donde residen las autoridades
regionales. A la vez, se refieren al tiempo presente y pero suelen tener una
proyección hacia el futuro.
El auge de la ciencia regional157 y el desarrollismo158 a escala internacional,
coincidió con un período de posguerra caracterizado por un extraordinario
optimismo, el cual se fundamentaba en una revalorización de la paz y de la vida, y
se veía plasmado en la reconstrucción de las ciudades arrasadas y en la
planificación para el progreso, para “cambiar la cara de la Tierra”, como rezaba el
título de un voluminoso libro editado por William Thomas159 en 1956.
Dentro de este contexto, en muchos países se realizaron regionalizaciones
con fines de planificación territorial160. En algunos casos se trató de países
socialistas161, con economías dirigidas o planificadas; entre los objetivos se buscaba
en general optimizar el aprovechamiento de los recursos atendiendo a las
necesidades presentes y futuras, economizar esfuerzos, sustituir importaciones,
fomentar el poblamiento de territorios débilmente poblados, en fin: distribuir la
población y la riqueza de un modo más equilibrado162.
155
Loc. cit.
156
BUENOS AIRES, Provincia de. 1968. Bahía Blanca. Polo de desarrollo. La Plata, Ministerio de Economía,
29 pp.
157
ISARD, W. 1956. Regional science, the concept of region and regional structure. Papers and Proceedings of
the Regional Science Association, 2: 13 - 26. Philadelphia (Pennsylvania), RSA. ISARD, W. et al. 1960.
Methods of regional analysis. An introduction to regional science. Cambridge, The Massachusetts Institute
of Technology Press. (Traducción: Barcelona, Ariel, 1971, lii y 816 pp.). BENKO, G. 1999. La ciencia
regional. Bahía Blanca, EDIUNS Editorial de la Universidad Nacional del Sur, Serie Extensión, 174 pp.
(Edición original: Paris, Presses Universitaires de France, 1998.).
158
El mayor representante del enfoque desarrollista en la geografía argentina fue Federico Alberto Daus:
DAUS, F. A. 1975. El desarrollo argentino. Buenos Aires, El Ateneo, 111 pp. DAUS, F. A. 1976a.
Desarrollo y comportamiento. Buenos Aires, El Ateneo, 220 pp. DAUS, F. A. 1976b. El “Subdesarrollo
Latinoamericano”. Buenos Aires, El Ateneo, 196 pp.
159
THOMAS, W. L. (Ed.) 1956. Man´s role in changing the face of the earth. Chicago (Illinois), The
University of Chicago Press, 1193 pp.
160
GOTTMANN, J. et al. 1953. L’aménagement de l’espace. Planification régionale et géographie. París,
Masson. MOORE, F. T.; ISARD, W. 1958–1959. Métodos de la ciencia regional aplicables a la planificación
regional. Económica, 5 (17–20): 251 – 260. La Plata.
161
POKSHISHEVSKI, V. 1984. Geografía de la Unión Soviética. Moscú, Progreso.
162
DE JORGE, C. A. 2005. Op. cit.
Aunque nacidas en oposición al libre mercado, las regionalizaciones para la
planificación del desarrollo163 fueron adoptadas en Europa Occidental en países
como el Reino Unido164, Francia165 y España. También merecen mencionarse, por su
trascendencia, los casos de Estados Unidos166, Argelia, India, México, Venezuela,
Colombia167, Perú y nuestros vecinos Brasil168 y Chile169, donde apoyadas en cuerpos
legales, en muchos casos aún se hallan vigentes.
En Francia toda la política gaullista se basó en la planificación territorial para
el desarrollo, en la regionalización y en el fomento de los respectivos polos de
crecimiento170. En Venezuela hay una larga historia de intentos de regionalización
que nace en 1968. En Colombia la regionalización se produjo hacia mediados de los
años ochenta.
En Brasil se dividió el territorio en cinco regiones y un distrito federal. En Chile
se instituyeron doce regiones administrativas y una metropolitana a partir de la
Constitución de 1980, su modificación de 1991 y la Ley Orgánica de Gobierno y
Administración Regional de 1993. En Perú la regionalización se apoya en la
Constitución de 1979 y la Ley de Regionalización de 1987.
En la Argentina también hubo un intento de regionalización en la década del
sesenta, a través del Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE)171, que elaboró una
clasificación regional172 aprobada por la Ley Nacional Nº 16.964 y su Decreto
Reglamentario Nº 1907/67. La misma dividía el territorio nacional en un área
metropolitana y siete regiones - plan, cada una de las cuales tenía su
correspondiente polo de desarrollo173, aunque omitiendo incluir a las islas Malvinas y
el sector antártico.
A partir de dicho cuerpo legal se le dio especial impulso a la región - plan del
Comahue, una suerte de Norpatagonia ampliada cuyos límites generaron no pocas
controversias174, ya que estaba integrada por las provincias de Río Negro, Neuquén
y La Pampa, más algunos partidos del extremo Sudoeste de la provincia de Buenos
Aires. No obstante, a partir de la década de los ochenta el mayor esfuerzo se volcó a
163
WOOD, H. A. (Ed.) 1969. Documentación del Primer Seminario Latinoamericano sobre la definición de
regiones para la planificación del desarrollo. Rio de Janeiro, Instituto Panamericano de Geografía e Historia
– Comisión de Geografía, 334 pp.
164
DICKINSON, R. E. 1961. Op. cit., pp. 324 - 346
165
DICKINSON, R. E. 1961. Ibídem, pp. 305 - 323.
166
DICKINSON, R. E. 1961. Ibídem, pp. 347 - 363.
167
MENDOZA MORALES, A. 2006. Colombia regional. Noticias del Centro Humboldt, 233 / 06. Buenos
Aires.
168
IBGE. 2004. Anuario estatístico do Brasil 2003. Rio de Janeiro, IBGE, p. 63.
169
ODEPLAN. 1967. Política nacional de desarrollo. Directrices nacionales y regionales. Santiago de Chile,
Oficina de Planificación Nacional. CUNILL GRAU, P. 1995. Geografía de Chile. Santiago de Chile,
Editorial Universitaria, 558 pp. TOLEDO, X.; ZAPATER, E. 1995. Geografía general y regional de Chile.
Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 442 pp. INE. 2004. Compendio Estadístico de Chile ‘04. Santiago
de Chile, Instituto Nacional de Estadística.
170
DE JORGE, C. A. 2005. Op. cit.
171
CONADE. 1967. Regiones de desarrollo de la República Argentina. Ley 16.964 con su Decreto Aplicatorio
1907/67. Buenos Aires. Consejo Nacional de Desarrollo.
172
GALMARINI, A. G.; RAFFO DEL CAMPO, J. M. 1966. Clasificación geográfico – regional de la
República Argentina. Buenos Aires, Consejo Nacional de Desarrollo, 184 pp.
173
BUENOS AIRES, Provincia de. 1968. Op. cit.
174
GALLEZ, P. 1969. Région polarisée et région – plan; la région argentine du Comahue et le problème de ses
limites. Economie Apliquée, 20 (4): 503 – 548. Paris. REY BALMACEDA, R. C.; QUITARRÁ de
MAGUITMAN, O. 1969. Isopotenciales del Comahue. Boletín, 2: 1 – 33. Bahía Blanca, Universidad
Nacional del Sur – Gabinete de Geografía Aplicada.
la región patagónica en su conjunto, destacándose en tal sentido la labor del
geógrafo Juan Alberto Roccatagliata175, entre otros176.
Vale recordar que la nueva Constitución de la Nación Argentina177, en su
Artículo 75, Inciso 19, señala que corresponde al Congreso Nacional “proveer al
crecimiento armónico de la Nación y al poblamiento de su territorio; promover
políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de
provincias y regiones”.
Asimismo, el Artículo 124 reza: “Las provincias podrán crear regiones para el
desarrollo económico y social y establecer órganos con facultades para el
cumplimiento de sus fines y podrán también celebrar convenios internacionales en
tanto no sean incompatibles con la política exterior de la Nación y no afecten las
facultades delegadas al Gobierno federal (...)”. Esto ha generado ya algunas
alianzas con la mirada puesta en el MERCOSUR, como la de las provincias de Río
Negro y Neuquén178.
Por su parte, las provincias de Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy han
constituido ya una Región Turística del Noroeste Argentino, y a otro nivel merece
mencionarse la integración de los partidos bonaerenses de Vicente López, San
Isidro, San Fernando y Tigre en la Región Metropolitana Norte, a los efectos de
concretar proyectos de interés común.
Asimismo, el gobierno de la provincia de Córdoba está impulsando
actualmente lo que denomina “un nuevo modelo de gestión”, a partir de una
regionalización del territorio provincial consistente en la conformación de
comunidades regionales. El objetivo de este proyecto es que las municipalidades y
las comunas se asocien para coordinar esfuerzos, acciones y prioridades de
desarrollo que permitan una mejor atención de las necesidades de la zona en que
conviven179.
Por último, merece también señalarse que un grupo de políticos socialistas de
la hermana República de Bolivia ha presentado recientemente un proyecto de
división de su país en cuatro grandes regiones que denominaron Santa Cruz, La Paz
– Pando, Beni – Cochabamba – Oruro y Potosí – Chuquisaca – Tarija, con la
intención de neutralizar los localismos departamentales y disminuir el siempre
presente riesgo separatista.
Se trata de una propuesta unitaria y autonómica muy interesante, que
pretende redistribuir espacialmente los recursos humanos y las riquezas naturales
del país, de manera tal que cada una de las nuevas unidades regionales tenga una
heterogénea distribución de ambientes ecológicos: altiplano, valles y llanos, a la vez
que una composición sociocultural igualmente heterogénea, con distintas etnías y
culturas que posibiliten la unidad en la diversidad180.
175
ROCCATAGLIATA, J. A. 1982b. Avance sobre el aprovechamiento de los recursos naturales. Propuesta
para el desarrollo integral de la Patagonia. Buenos Aires, Secretaría de Planeamiento de la Nación.
ROCCATAGLIATA, J. A. 1984. La organización del territorio argentino. Mendoza, Universidad Nacional
de Cuyo – Facultad de Filosofía y Letras, Tesis doctoral. ROCCATAGLIATA, J. A. 1987. La Patagonia.
Perspectivas para su desarrollo. Buenos Aires, PROMEC, Geografía, 136 pp.
176
IURCOVICH, L. 1982. Op cit.
177
ARGENTINA, República. 1994. Constitución de la Nación Argentina. Buenos Aires.
178
LAURÍN, A. 2006. La trama institucional de la región frenta al MERCOSUR. En: VI Jornadas Patagónicas
de Geografía: Sociedad y territorio en el siglo XXI. Resúmenes. Trelew, Universidad Nacional de la
Patagonia San Juan Bosco, p. 26.
179
www.comunidadregional.gov.ar
6.2. La planificación estratégica: local y global
A partir de los años ochenta del siglo pasado, entre los especialistas en la
materia se fueron reemplazando los términos planificación y planeamiento181 por
ordenación182, ordenamiento183 y sobre todo gestión184, vocablo este último que tiene
un sentido de participación y consenso entre los distintos actores sociales
involucrados.
Asimismo, en materia de escala comenzó a privilegiarse el desarrollo local185,
el de la ciudad, el barrio o el municipio por sobre el regional, que empezó a ser
fuertemente criticado186, pero a la vez se alentó la integración de los países en
grandes bloques económicos regionales187 o continentales, de manera que
actualmente la planificación se realiza sobre todo a dos escalas contrapuestas: la
180
GARCÍA MÉRIDA, W. 2005. Socialistas bolivianos avanzan en la Agenda Constituyente proponiendo
cambios en la división política de su país. Noticias del Centro Humboldt, 1105 / 05. Buenos Aires.
181
DOZO, S. R. M. 1984. Op. cit.
182
ROCCATAGLIATA, J. A. 1995. Geografía y políticas territoriales. La ordenación del espacio. Buenos
Aires, Ceyne, Geográfica. PUJADAS, R.; FONT, J. 1998. Ordenación y planificación territorial. Madrid,
Síntesis.
183
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184
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Administración Local. HERZER, H.; PIREZ, P. 1993. Gestión urbana en ciudades intermedias de América
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sus efectos en la gestión del territorio. Mar del Plata, Universidad Nacional de Mar del Plata. BORJA, J.;
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Buenos Aires, Fundación Grupo Sophia. ROCCATAGLIATA, J. A. 2001. Territorio y gestión. Ciudades,
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320 pp.
185
VÁZQUEZ BARQUERO, A. 1988. Desarrollo local. Una estrategia de creación de empleo. Madrid,
Pirámide. PECQUEUR, B. 1989. Le développement local: mode ou modèle? Paris, Syros, Alternatives.
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186
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187
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world economy. Oxford (UK), Oxford University Press. BOSCOVICH, N. 1999. Geoestrategia para la
integración regional. Buenos Aires, Editorial Ciudad Argentina.
local y la global188, una a la medida del hombre y la otra respondiendo a las
necesidades de los grandes mercados mundiales.
Paralelamente, en la actualidad existen unos pocos espacios muy localizados
que concentran funciones de extrema complejidad, ejerciendo el dominio de vastos
territorios y aun del planeta en su totalidad: son las denominadas ciudades
globales189, que conjugan lo local con lo global.
Asimismo, en las últimas dos décadas la idea de planificación se asoció de
manera inseparable a la de sustentabilidad ambiental190, y cobró protagonismo la
denominada planificación estratégica191 o gestión estratégica192, sobre todo a escala
urbana193 y municipal194. Dentro de esta concepción, las nuevas estrategias
espaciales, con influencias humanistas y fenomenológicas, intentan primero alcanzar
una cabal comprensión del territorio para poder ejercer cierto dominio sobre él.195
La planificación estratégica consiste en implementar planes para transformar
la realidad, partiendo de la selección muy cuidadosa de unos pocos objetivos y
temas, para luego concentrar sobre ellos los recursos disponibles, siempre limitados,
haciendo converger a todos los actores dentro de un escenario concreto que busca
unificar la acción inmediata con los efectos de largo plazo.196
En pocas palabras, la planificación estratégica constituye un proceso creativo
que evalúa las fortalezas y debilidades197 de la comunidad y su territorio en relación
con su entorno, identifica sus ventajas competitivas198 y las oportunidades
escondidas tras los problemas y se concentra en los cursos de acción y las políticas
específicas que se espera tendrán un mayor impacto socioterritorial.
188
DEMAZIÉRE, C. (Ed.) 1996. Du local au global. Paris, L’Harmattan. BORJA, J.; CASTELLS, M. 1997.
Op. cit. BIRD, J.; CURTIS, B.; PUTNAM, T.; ROBERTSON, G.; TICKNER, L. (Eds.) 1997. Mapping the
futures: local cultures, global change. London, Routledge and Kegan Paul. COX, K. R. 1997. Spaces of
globalization: reasserting the power of the local. New York, UCL Press. BORJA, J. 2001. Gobierno de la
ciudad y políticas públicas en la era de la globalización. Valencia, Conferencia Mundial de Política Social
Urbana.
189
SASSEN, S. 1991. The global city. Princeton (New Jersey), Princeton University Press.
190
SINGH, K. K.; ALI, S. 2001. Environmental planning for rural development. Parganas (West Bengal –
India), B. K. Book Agency, 325 pp.
191
ESTEBAN, M. 1991. Consideraciones generales sobre la teoría y la práctica de la planificación estratégica.
En: Rodríguez, J.; Castells, M.; Narbona, C.; Curbelo, J. L. (Eds.) Las grandes ciudades: debates y
propuestas. Madrid, Colegio de Economistas de Madrid. MARCELLONI, M. 1994. La planificación
estratégica. En: Herrera, F. (Ed.) Las grandes ciudades en la década de los noventa. Madrid, Alfa – Delta.
FERNÁNDEZ GÜELL, J. M. 1997. Planificación estratégica de ciudades y territorios. Barcelona, Gustavo
Gili, Proyecto Gestión.
192
CLEMENT, F.; TJOELKER, T. 1997. Gestion stratégique des territoires. Méthodologie. Paris,
L’Harmattan, Logiques Sociales.
193
ROCCATAGLIATA, J. A. 1994. Op. cit. BOUINOT, J.; BERMILS, B. 1995. La gestion strategique des
villes. Entre la compétition et la coopération. Paris, Armand Colin.
194
BORJA, J. 1987. Op. cit.
195
BAILLY, A. S.; GUESNIER, B.; PAELINCK, J.; SALLEZ, A. 1995. Stratégies spatiales, comprendre et
maîtriser l’espace. Montpellier, Reclus.
196
ROCCATAGLIATA, J. A. 2001. Op. cit., p. 76.
197
GARCÍA DELGADO, D. 1999. Estado-nación y globalización. Fortalezas y debilidades en el umbral del
tercer milenio. Buenos Aires, Espasa Calpe Argentina, Ariel.
198
PORTER, M. E. 1990. The competitive advantage of nations. London, Macmillan. BOUINOT, J.;
BERMILS, B. 1995. Op. cit. DUMONT, G.-F. 1995. Economie urbaine: Villes et territoires en competition.
Paris, Litec, Economie. COTORRUELO MENTA, R. 1996. Competitividad de las empresas y de los
territorios. Madrid, Inmark. CORIAT, B. 1998. Los desafíos de la competitividad. Buenos Aires, EUDEBA
Editorial Universitaria de Buenos Aires.
A la vez, la planificación estratégica estimula la participación de los distintos
actores sociales199 y gestiona la cooperación entre lo público y lo privado, siempre
con la mirada puesta en los resultados esperados, en la construcción del futuro, pero
realizando un monitoreo constante de los resultados parciales a través de los
indicadores más adecuados.200
205
BOISIER, S. 1993. Op. cit., pp. 57 – 64.
206
BOISIER, S. 1993. Ibídem, p. 64.
207
HAGGETT, P. 1976. Análisis locacional en geografía humana. Barcelona, Gustavo Gili, Colección Ciencia
Urbanística, 17, 434 pp., p. 7. (Edición original: London, Edward Arnold, 1965, 339 pp.).
208
SÁNCHEZ, D. C. 1985b. Aplicación del análisis en cadena a la construcción de regiones: un ejemplo para el
Comahue. En: Congreso Nacional de Geografía 47 Semana de Geografía. Contribuciones Científicas.
Mendoza, GAEA Sociedad Argentina de Estudios Geográficos, v. 2, p. 480.
209
CHORLEY, R. J.; HAGGETT, P. 1971. La geografía y los modelos socio - económicos. Madrid, Instituto de
Estudios de Administración Local, Colección Nuevo Urbanismo, 2, 437 pp., p. 11. (Edición original:
London, Methuen and Co. 1967.)
mundo que lo rodea fue siempre elaborar visiones simplificadas e inteligibles, lo que
los científicos llaman modelos.
Ahora bien, si un modelo es una estructuración simplificada de la realidad que
presenta sus facetas y relaciones más significativas210, entonces una tipología
espacial es un modelo partitivo del espacio geográfico establecido en función de
objetivos científicos predeterminados.
En contraposición al concepto tradicional de región geográfica, el de tipología
espacial es un concepto mucho más amplio, y por lo tanto las tipologías espaciales
pueden clasificarse de muy distintas maneras211, según se tengan en cuenta
diferentes cuestiones a saber. Veamos el Cuadro 4:
210
CHORLEY, R. J.; HAGGETT, P. 1971. Ibídem, pp. 11 - 12
211
SÁNCHEZ, D. C. 1993b. Regiones geográficas y tipologías espaciales. Una clasificación. Buenos Aires,
Universidad del Salvador – Facultad de Historia y Letras - Curso Taller: Regionalización. Métodos y técnicas
para la elaboración de tipologías espaciales. Documento Nº 1, 9 pp. DE MARCO, G. M.; SÁNCHEZ, D. C.
1998a. Geografía, ordenamiento territorial y tipologías espaciales. Boletín de GAEA, 116: 21 - 24. Buenos
Aires, GAEA Sociedad Argentina de Estudios Geográficos.
Por su parte, la tipología prospectiva constituirá un marco espacial para el
ordenamiento territorial, y en tal sentido deberá conjugar la realidad presente con los
objetivos a alcanzar.
Como antecedente de tipologías históricas nos permitimos recordar que el
francés Jean Brunhes212, en su Geografía humana publicada en 1910, al clasificar
los distintos tipos de regiones ya había tenido en cuenta la existencia de regiones
históricas.
212
BRUHNES, J. 1910. Géographie humaine. Paris, Armand Colin.
213
WHITTLESEY, D. 1954. Op. cit.
214
BUNGE, W. W. 1962. Theoretical Geography. Lund studies in Geography, Serie C: General and
Mathematical Geography, 1: 1 – 208. Lund (Sweden), The Royal University of Lund – Department of
Geography; C. W. K. Gleerup Publishers. (2º edición ampliada: London, 1966, 289 pp.)
215
SZALAI, A. 1971. Op. cit.
216
WHITTLESEY, D. 1954. Op. cit.
según el grado de complejidad de la problemática abordada, en tipologías integrales,
sectoriales, subsectoriales y univariadas.
La tipología integral pretenderá abarcar la realidad geográfica en su conjunto,
del mismo modo que lo hacían las regiones geográficas formales y funcionales, e
inclusive ciertas regionalizaciones para el ordenamiento territorial.
La tipología sectorial se referirá, en cambio, a un sector de esa realidad:
siguiendo un criterio formal podemos ejemplificar con las regiones económicas217, las
regiones demográficas, las regiones folklóricas218, las regiones sociales, etc.; desde
el punto de vista funcional es el caso de las zonas económicas.
La tipología subsectorial considerará un subsector de la realidad, tal es el
caso de las regiones agrarias, las regiones migratorias, etc.; con un criterio funcional
podríamos mencionar las regiones sanitarias.
Finalmente, la tipología univariada tendrá en cuenta un solo elemento de la
realidad, y se denominará distribución cuando el criterio utilizado sea formal y área
de influencia cuando éste sea funcional. Como ejemplos, para el primer caso podría
ser la distribución geoestadística de la tasa de mortalidad infantil para los
departamentos de una provincia; en el segundo caso el área de influencia de las
escuelas técnicas en una ciudad.
8. CONCLUSIÓN
Como vimos, las regionalizaciones y las tipologías espaciales constituyen dos
formas distintas de expresar y transmitir las diferencias en el espacio geográfico, las
cuales responden a la vez a dos grandes concepciones epistemológicas que dejaron
su profunda huella en la geografía, inconmensurables pero complementarias para la
cabal aprehensión de la compleja realidad geográfica, concepciones sobre las que
nos hemos ocupado bastante durante los últimos años219.
Asimismo, los recursos metodológicos para la determinación de las
regionalizaciones y las tipologías espaciales son también marcadamente diferentes.
Las regionalizaciones tradicionales suelen recurrir al denominado método intuitivo,
consistente en privilegiar la observación directa y la experiencia personal, mientras
que las tipologías espaciales utilizan métodos cuantitativos, la mayoría de las veces
exploratorios, sobre todo los que se engloban dentro del concepto de análisis
geoestadístico multivariado, aunque sobre estas cuestiones ya nos hemos
explayado recientemente220.
No obstante, las regionalizaciones y las tipologías espaciales, con sus
distintas variantes a lo largo del tiempo, nos muestran que la geografía nunca se
apartó de su esencia, que es poner en evidencia las diferencias, las
heterogeneidades, las desigualdades, las inequidades, pero fundamentalmente en el
espacio geográfico, o si se quiere en el territorio.
Hoy más que nunca está claro que todo puede ser objeto de estudio de la
geografía: en otras épocas se privilegió la distribución de los cultivos, la
concentración de las industrias, los flujos de transportes y comunicaciones, los
sistemas urbanos, etc.; actualmente se privilegian las situaciones de exclusión, la
marginalidad, las minorías étnicas, sexuales, religiosas, culturales, etc.
Pero no debemos perder de vista que nuestra primera y mayor
responsabilidad como geógrafos es hacer notar esas diferencias en el espacio
geográfico, tarea que por otra parte constantemente se sigue realizando 221, porque la
219
SÁNCHEZ, D. C. 2000a. Op. cit. SÁNCHEZ, D. C. 2000b. La economía espacial y la consolidación del
lenguaje matemático en las ciencias económicas. Buenos Aires, Programa de Investigaciones Geodemográficas
(PRIGEO – CONICET), Serie Documentos, 78, 18 pp. SÁNCHEZ, D. C. 2001a. La consolidación del lenguaje
matemático en las ciencias sociales y en la ecología. Documentos del Departamento de Investigaciones
Geográficas, 15 (82): 1 - 16. Buenos Aires, IMHICIHU – CONICET. SÁNCHEZ, D. C. 2001b. Op. cit.
SÁNCHEZ, D. C. 2002a. Op. cit. SÁNCHEZ, D. C. 2002b. Op. cit. SÁNCHEZ, D. C. 2002c. Op. cit.
SÁNCHEZ, D. C. 2003a. Op. cit. SÁNCHEZ, D. C. 2003b. La dialéctica positivismo – humanismo en la
ciencia y en la geografía: inconmensurabilidad y complementación. Geodemos, 6: 169 - 247. Buenos Aires,
CONICET – IMHICIHU – DIGEO. SÁNCHEZ, D. C. 2003c. La cuantificación en la geografía
contemporánea: Las geotecnologías al servicio del análisis espacial. Documentos del Departamento de
Investigaciones Geográficas, 17 (97): 1 - 44. Buenos Aires, IMHICIHU – CONICET. SÁNCHEZ, D. C. 2004a.
Op. cit. SÁNCHEZ, D. C. 2004b. Op. cit..
220
SÁNCHEZ, D. C. 2005a. Clasificación del espacio: construcción de límites y fronteras en geografía. En:
Guiance, A. (Ed.) La frontera: realidades y representaciones. Buenos Aires, CONICET – IMHICIHU, pp.
87 – 110 y 278 – 279. SÁNCHEZ, D. C. 2005b. Las herramientas estadísticas al servicio de la clasificación
del espacio geográfico. Boletín de GAEA, 123: 48 – 76. Buenos Aires, GAEA Sociedad Argentina de
Estudios Geográficos.
221
Por ejemplo: GONZÁLEZ, M. S.; ÑANCUFIL, A.; LOBOS, P.; SEGOVIA, L. 2006. Diferenciación
sociodemográfica de espacios urbanos. Los barrios de la zona sur de Comodoro Rivadavia. En: VI Jornadas
Patagónicas de Geografía: Sociedad y territorio en el siglo XXI. Resúmenes. Trelew, Universidad Nacional
de la Patagonia San Juan Bosco, p. 24.
cuestión regional222 se mantiene vigente y no todos los científicos están preparados
para distinguir las desigualdades en el espacio geográfico.
Puestas en evidencia tales diferencias, según su concepción filosófica
algunos geógrafos se limitarán a tratar de comprenderlas y otros se esforzaran por
encontrarles una explicación científica que las justifique.
222
MANZANAL, M. 1999. La cuestión regional en la Argentina de fin de siglo. Realidad Económica, 166: 70
– 98. Buenos Aires.