Tomo I de Historia Del MIR
Tomo I de Historia Del MIR
Tomo I de Historia Del MIR
Movimiento de Izquierda
Revolucionaria
1965-1970
Coyunturas, Documentos y Vivencias
PREFACIO.
Esto de escribir para atrs es una experiencia invaluable en el oficio del
historiador. Ello porque en esta tarea se van incorporando no slo nuevos
antecedentes o pruebas del devenir histrico, sino porque quien oficia esta labor
ha efectuado nuevos aprendizajes, que lo llevan a analizar un mismo hecho o
fenmeno no solo enriquecindolo sino, incluso en algunas ocasiones, dndole
otro sentido o interpretacin.
En esta lnea de pensamiento, el prologo a esta nueva edicin de MIR: Una
historia constituye prueba de esta afirmacin. La intencin inicial fue re-editar, con
algunas ampliaciones y rectificaciones, la versin original. No obstante, a medio
camino nos fuimos dando cuenta que no se trataba solo de una mera rectificacin
y ensanchamiento del primer trabajo. Nos fuimos percatando que haban quedado
(y seguramente aun quedan) muchos aspectos no tocado en la historia mirista.
Tanto as fue que al ir incorporando nuevos antecedentes, documentos y,
especialmente testimonios, fue naciendo la figura de un nuevo libro, de una nueva
forma de mirar la historia del MIR. As se nos cumpla y ampliaba la concepcin
original del trabajo historiogrfico y que expusimos en la primera edicin al decir
habrn tantas historias, en especial del MIR, como autores se dedique a
construirla1. A esta afirmacin debemos agregar que nuevos antecedentes,
salidos de la memoria viviente, van enriqueciendo y esclareciendo el devenir de
una organizacin poltica u de otro tipo; especialmente cuando estas han estado
sometidas a los rigores de una implacable persecucin como fue con la militancia
del MIR.
Al momento de escribirse la Primera Edicin la dictadura militar estaba siendo
recin desplazada. Pero, ello no implic que el andamiaje poltico-militarburocrtico se hubiese estado desplomando y barrido por los aires de
democratizacin social, poltica y econmica. Muy por el contrario, fruto del
aggiornamiento ideolgico, dramticamente expresado en el concepto de lo
1
MIR: una historia. Carlos Sandoval Ambiado. Pgina 3. Editorial Trabajadores Adelante. Santiago, julio de 1990.
PRLOGO3
Estamos en presencia de una interesante
al conocimiento de la
Izquierda, a travs del anlisis del perodo inicial de una de sus significativas
vertientes, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
El MIR en Chile jug en los aos 60 y 70 un rol relevante en nuestro escenario
poltico, particularmente en el mbito estudiantil y juvenil en general. Fueron los
decenios marcados por el Mayo francs, por la guerra de Vietnam, por la rebelda
de las juventudes europeas y norteamericanas. Era la poca de Martn Luther
King, de los Beatles, de Marcuse, de Sartre y el existencialismo.
Y en nuestra Amrica corran los tiempos del gran impacto de la triunfante
Revolucin Cubana, de las gestas heroicas y audaces del Che Guevara, de la
invasin yanqui a Santo Domingo y de los Kennedy y su Alianza para el Progreso.
En Chile, el auge de la democracia cristiana era percibido por la juventud y el
estudiantado radicalizado e ideologizado, no como una fractura del bloque poltico
conservador que abra posibilidades de alianzas sociales representativas de las
grandes mayoras nacionales, sino como una expresin de la nueva cara de la
poltica agresiva del imperialismo, que deba camuflarse tras un disfraz progresista
para ayudar a hacer frente al impulso revolucionario, potenciado en especial entre
los jvenes por el ejemplo de la Revolucin Cubana y el entorno poltico e
ideolgico mundial, proclive a los cuestionamientos y a las crticas a todo el orden
existente, y a las expresiones iconoclastas y rebeldas de todo gnero.
Chile, el de entonces al menos, tan sensible a los vientos que soplaban por el
mundo en esos decenios en el seno de su juventud radicalizada una promocin de
dirigentes en cuyas mentes crepitaban intuiciones, ansias e impaciencias que
convergan en una conviccin sobre determinante de sus conductas: que estaban
plenamente maduras las condiciones para una ruptura revolucionaria que podra
definitivo trmino al rgimen capitalista imperante y dara curso a la inmediata
instauracin de un nuevo orden socioeconmico e institucional organizado en
torno a los intereses de los sectores ms explotados.
3
Prologo a MIR: Una Historia. Publicado en julio de 1990 y que en este trabajo hemos llamado el original.
10
juveniles y entre los segmentos marginados de los circuitos centrales del modelo
econmico desarrollista, franjas sociales con un alto grado de desconfianza en las
formas e instancias tradicionales en que discurra la poltica, que vean reducida a
un sistema de negociaciones, cabildeos o juegos de influencias insensible a las
necesidades de quienes no tenan capacidad de presin institucional.
En esta rpida mirada a la presencia y conducta del MIR hasta el ao 73
facilitada por la prolija recopilacin y anotaciones del libro que prolongamos-, nos
parece til destacar un fenmeno que otras veces hemos relevado al analizar la
relacin entre la voluntad del instrumento poltico revolucionario y la real
disposicin anmica de importantes sectores sociales, en los que se supone un
objetivo inters por los previsibles resultados de transformaciones radicales de la
estructura econmica y poltico-institucional del pas en un sentido socialista.
El mirismo y otras tendencias de nuestra izquierda han menospreciado el temor a
los cambios abruptos del orden establecido en grandes capas de la poblacin, que
se presumen interesadas en una poltica orientada contra la dominacin de los
grupos monoplicos vinculados a los intereses del capitalismo transnacional. Se
trata de una persistente subestimacin de la capacidad de las fuerzas derechistas
para inocular valores conservadores en amplios estratos de nuestro pueblo,
especialmente en las extendidas capas medias de la sociedad chilena, que logra
enajenarlas y prejuiciarlas ante cualquier iniciativa transformadora de signo
progresista. Ello ha redundado en el descuido y sobreestimacin de las aptitudes
efectivas de la izquierda para contraponer una accin culturizadadora y
conscientizadora que logre hacer de la propuesta socialista una opcin
hegemnica en la sociedad entera.
El discurso puramente clasista y la convocatoria revolucionaria contra todo lo
existente y ms an el revolucionarismo verbal-, que en ciertos perodos de
aguda crisis econmica y social logran elevar el activismo y la agitacin popular,
pueden a su vez ser inteligentemente manipulados por las lites polticas
derechistas convirtindose en funcionales a los propsitos de las fuerzas
reaccionarias que buscan enervar a los sectores medios, convirtindolos en masa
11
12
Fue una fase en que las incomprensiones e intolerancias del perodo precedente
comenzaron a abrir paso al dilogo, a progresivos entendimientos y, en los ltimos
tiempos, a un renovado y convergente afn por reeducar y reponer a las fuerzas
de izquierda, en sintona con las nuevas realidades mundiales y nacionales.
El presente
13
EXORDIO
En el original se inicia la lectura con una pregunta por qu escribir una historia?.
La respuesta clsica y que saca de apuro es para recoger el pasado, entender el
presente y as proyectar el futuro. Fcil no?, pero historiar un partido poltico es
trabajoso y hacerlo del MIR impresiona an dificultoso. Son muchas las variables
que intervienen, son muchsimos los datos que recoger, son mltiples las
versiones que amalgamar y estas condiciones presionan por un mayor esfuerzo
historiogrfico. Energa que se debe redoblar al estar en presencia de historias de
vida que no slo ven comprometidas sus aspiraciones polticas, sino adems los
sentimientos.
Aunque breve su historia, no deja de ser rica en enseanzas de xitos y fracasos.
Esto hace que figure fuertemente en la historia de nuestro pas. Hablar o escribir
del Movimiento de Izquierda Revolucionaria implica siempre un riesgo. Causa
tribulacin entre quienes escuchan o leen lo escrito de esta organizacin. Sin
embargo decenas o quizs centenas de escritos circulan. Actualmente no son
pocos quienes desean conocer el devenir del mirismo, de sus sueos, de sus
realizaciones, de sus principios, de sus hroes, de sus mrtires. Una aureola de
misterio ronda a los miristas; de ellos se han tejido las historias ms increbles.
Algunos asocian el MIR a jvenes intelectuales de origen social acomodado; otros
lo encadenan a actos de violencia poltica, y no pocos lo ignoran.
Si bien desde hace algunos aos el mirismo ha hablado de s; aparentemente no
ha sido suficiente. Pensamos que queda mucho trabajo por delante. Queda hablar,
por ejemplo, en estos tiempos de rebelda estudiantil, de su lucha anti sistema, de
los nios y jvenes que en la dcada de los sesenta se unieron a la lucha
revolucionaria y que despus, muchos de ellos sucumbieron ante las garras del
golpismo. Falta mucho que decir y a ello queremos aportar, sobre la necesaria
prctica de discusin poltico-ideolgica para ir construyendo de forma unitaria y
democrtica un proyecto poltico histrico que nos lleve a construir una sociedad
justa y solidaria.
14
Por lo expresado vimos que era de estricta necesidad histrica resear la lucha
armada en algunos pases de Latinoamrica durante el perodo del nacimiento del
MIR. Lo hicimos porque contribuye a un mejor entendimiento de la historia mirista
y de cmo influye en sus decisiones polticas internacionales, como es el caso de
la formacin de la Junta Coordinadora del Cono Sur. Otro aspecto importante que
hemos incorporado es la presencia de cristianos en la lucha revolucionaria, de
cmo fueron desalojando de sus conciencias las anclas conservadoras y semi
medievales del cristianismo catlico. Es una forma de explicarnos la presencia de
insignes militantes miristas que profesaban creencias cristianas e incluso
estrictamente catlicas. Basta recordar a Germn del Jess Corts Rodrguez4, a
Antonio Llid Mengual5; a Rafael Maroto6, a Blanca Rengifo7 y a decenas de otros
militantes annimos que asumieron la violencia popular mirando el rostro de Cristo
hecho hombre y sufriente. Adems y en conformidad con las crticas (bastante
cidas por lo dems) de mi querido, respetado e insumiso profesor Luis Vitale,
profundizamos (en la medida de lo posible) la formacin del MIR. Para ello
viajamos ms all del ao 65 (fecha del parto mirista) para enterarnos de las
fuentes originarias del constructo poltico del MIR. Por ltimo, quisimos republicar dos documentos miristas: su declaracin de principios y su posicin ante
la invasin sovitica a Checoeslovaquia. A estos le sumamos otro, de
conocimiento relativamente restringido, se trata la propuesta poltica denominada
Estrategia Insurreccional de 1968.
No puedo concluir esta invitacin a la lectura, sin antes agradecer a Alejandro
Nez quien generosamente comparti algunas entrevistas. Hago extensivo mi
agradecimiento a aquellos compaeros y compaeras que entregaron sus
testimonios. Tambin va mi gratitud a Editorial Quimant, una editorial
independiente y al servicio del futuroun abrazo fraterno a todas y todos.
El autor
Seminarista y dirigente del MIR asesinado el 18 de enero de 1978 por efectivos de la CNI.
Sacerdote espaol y dirigente del MIR secuestrado el 1 de octubre de 1974 por efectivos de la DINA. Permanece desaparecido.
6
Sacerdote, militante del MIR, integrante del Comit Central y vocero pblico bajo la dictadura. Vivi la persecucin, la crcel y la
relegacin.
7
Monja superiora del Hogar de Cristo, integrante del Comit Central del MIR.
5
15
CAPITULO I
EL CONTEXTO INTERNACIONAL
HACIA LOS AOS SESENTA
16
intentos frustrados
de gobiernos
17
18
populistas-autoritarios;
uno
de
emergencia
democrtica:
Arturo
19
20
intromisin directa a travs de la invasin con sus tropas. Aquella correccin era
motivada por supuestos momentos de caos10 y desgobiernos que vivan algunos
pases latinoamericanos, lo que eran superados con la intervencin armada y con
el legado de una dictadura que, a sangre y fuego, defendiera aquel orden
pblico, que no era (es?) otra cosa que mantener un escenario propicio para las
estratosfricas ganancias de las empresas norteamericanas. Era el tiempo en que
el imperialismo capitalista tena rostro y bandera. Era la poca del To Sam y de
los marines. Estas misiones restauradoras no fueron otra cosa que, las
purulencias de la guerra fra; poca histrica marcada por el juego bipolar
(Washington versus Mosc) de reparticin de pases para colocarlos bajo el influjo
de una u otra potencia.
Para el caso de Latinoamrica
10
El senador norteamericano Beveidg en el ao1900 expres: Dios nos ha hecho maestros organizadores del mundo para establecer el
orden donde reine el caos. l nos ha dado el espritu del progreso para vencer las fuerzas de la reaccin en la tierra si no fuera por las
fuerzas como stas, el mundo se vera inmerso en la barbarie y la oscuridad. Citado por Yancarlos Ypez en su intervencin en el I
encuentro campesino antiimperialista. Pueblo Nuevo de la Sierra Falconiana: 17 de agosto de 2006.
21
11
En octubre de 1962, aviones norteamericanos habran descubierto la instalacin de rampas para lanzar cohetes. Adems estas
instalaciones habran estado supervisadas por militares soviticos. El 22 de octubre, Kennedy (Presidente demcrata) responde
militarmente a travs de la llamada "cuarentena defensiva", lo que no fue otra cosa que sitiar la isla. Este bloqueo se hizo desplegando
un poder militar consistente en varias unidades navales y aviones de combate. La idea febril del momento fue que al intento de
desplazarse las naves soviticas, stas tendran la respuesta suficiente y necesaria como para impedirlo. En tres palabras estallaba una
guerra (probablemente nuclear) entre las dos superpotencias. La lucha por la paz se coloc en la primera pgina de las agendas
individuales y colectivas. El conflicto larvado slo pudo disolverse por la propuesta del mandams sovitico, Kruschev, de retirar los
cohetes rusos de Cuba a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la isla. En parte fue cumplido el convenio. Solo que las
acciones contrarrevolucionarias de los yanquis continuaron a travs de otros caminos.
22
cuarto perodo) del presidente de Ecuador Velazco Ibarra, quien para entonces se
haba mostrado muy apegado al rgimen cubano. Pero sera en Brasil la
intervencin ms emblemtica de Estados Unidos en asuntos latinoamericanos o
sudamericanos. Para el ao 1964 Joao Goulart como presidente propuso una
reforma agraria y nacionalizar el petrleo, lo que vena a daar intereses
capitalistas de sectores pudientes locales estrechamente ligados al coloso
capitalista. Ello suficiente motivacin para que se convirtiera en una vctima de un
Golpe de Estado realizado por los militares brasileos, los que fueron apoyados
irrestrictamente por Estados Unidos.
Con el advenimiento de los cuerpos castrenses al poder se inaugura el periodo
poltico que la izquierda (especialmente la revolucionaria) denomin gorilismo
porque los mandamases representaban los intereses polticos y econmicos ms
retardatarios. Asimismo el gorilismo llev a la prctica, con el fin de neutralizar la
resistencia de los revolucionarios, la prisin y la tortura. Los casos de asesinatos
polticos y el inicio de la prctica de hacer desaparecer a los opositores no son
pocos. Por cierto que no llegaron a los niveles a que llegaron ms tarde otras
dictaduras como la argentina (dcada del setenta y parte del ochenta) o la chilena
encabezada por Augusto Pinochet.
Esta es parte de la historia intervencionista de Estados Unidos y que centenas de
revolucionarios la consideraron como uno de los motivos que justific ampliamente
la lucha armada a escala local. Dicho de forma distinta slo habra revolucin
social y poltica, si y solo si se derrotaba en todos los planos al imperialismo
norteamericano. De ah se entiende de mejor forma aquello de crear dos, tres
Vietnam.
La discusin armada o el asunto de las vas.
La discusin en torno a las vas hacia la revolucin es mucho ms amplia y
compleja que la polmica entre electoralista y vanguardistas armados o, entre
etapistas y ultraizquierdistas. Y, probablemente, en el devenir de las
sociedades sudamericanas este presente (una y otra vez) esta cuestin la que
debera ser tomada como un ejercicio de democracia entre los revolucionarios.
23
Ocurri ayer, ocurre hoy, obviamente que seguir sucediendo. Por ello que se
hace muy necesario observar, aunque sea sucintamente, lo ocurrido respecto de
las caminos durante el siglo XX y las enseanzas que podramos sacar.
A medida que el camino de las armas, por uno u otro lado, se fue convirtiendo en
la verdad de los revolucionarios --- contingente de hombres y mujeres
fundamentalmente jvenes -- se abri simultneamente una fuerte, profunda y
prolongada polmica en las izquierdas latinoamericanas. La cohorte revolucionaria
de los aos sesenta, hija de la gesta de Sierra Maestra, coloc en entredicho la
propuesta de antiguos militantes comunistas, estrechamente ligados a las
directrices moscovitas. Esta situacin a veces intensa, otra superada con
eufemismo, no hizo otra cosa que estorbar uno de los aspectos gravitantes en la
lucha contra el imperialismo y la construccin de una sociedad ms justa como es
la unidad poltica del pueblo y los revolucionarios. Y, por cierto, el resultado fue el
esperable: derrota en prcticamente todas las empresas guerrilleras y el paso
lento pero inexorable de los sobrevivientes hacia formas tolerables de hacer
poltica, como fue (es) el camino electoral.
El asunto de las vas se torn en un problema estratgico. El problema fue si el
camino deba ser por el carril institucional, por la va electoral; es decir de forma
pacfica y gradual; o, por el contrario, si el sendero escogido tena que ser
revolucionario o armado. En trminos concretos se trataba de escoger entre lo que
la democracia representativa ofreca (y permita) y la lucha directa armada.
Para la dcada del sesenta con los recurrentes golpes militares y el triunfo de los
barbudos isleos, la discusin se hizo ms intensa, a tal extremo que se empez a
teorizar respecto de las vas a escoger. Un pequeo grupo de revolucionarios
chilenos, a travs de su prensa escrita se pregunt insistentemente sobre el
camino a escoger. En su publicacin indagaban sobre el tema diciendo que ellos,
marxistas, dejaban en manos de los trabajadores el dilucidar el problema
planteado. No obstante dejaron abierta la pregunta si exista algn pas, en donde
los trabajadores hubieran accedido al poder pacficamente12. La respuesta fue
12
24
obvia: slo en aquellas sociedades en las que el proletariado (conducido por una
vanguardia) haba usado la violencia la posibilidad revolucionaria se haba
concretado. Los ejemplos nombrados fueron Rusia, China y Cuba.
En el marco de la polmica por las vas, podramos arriesgarnos a decir que en
la historia sudamericana del siglo XX encontramos, como antpodas a la va
electoral o pacfica, dos grandes formas de emprender la rebelin revolucionaria.
Una, que apreciable como un atajo a la historia, como es el putschismo cuya
presencia es detectable en varios pases sudamericanos durante la primera mitad
del siglo XX. La otra, el vanguardismo o conductor de masas, tuvo su punto de
origen en la Revolucin cubana, expandindose por gran parte de Sudamrica.
El putschismo o rebelin elitista.
El putschismo13, es decir el hacerse del poder sin las masas, sin la participacin
consiente de los explotados, terminaba en un gobierno de derecha. No obstante
los putsch no fueron, en opinin de Regis Debray, patrimonio de la derecha. La
historia del movimiento tenentista14 de Brasil registra un triste episodio de
putschismo, en el que estuvo involucrado el Partido Comunista y que le signific la
clandestinidad por ms de una dcada, a raz del fracaso ms rotundo de la
intentona putschista15. Este fenmeno poltico castrense fue ms o menos
generalizado en Amrica Latina. Es posible detectarlo en, adems de Brasil,
Argentina, Venezuela, Per e incluso Chile16.
La explicacin recurrente y probablemente ms ajustada a la realidad es que la
composicin social de la oficialidad joven y la suboficialidad (soldados y clases)
del Ejrcito corresponda a sectores bajos y medios. Este hecho avalaba la
teorizacin de que los cuerpos castrenses (al menos el Ejrcito) como
13
Tambin se us el trmino de cuartelazo porque por lo general estaban involucrados los militares de baja graduacin.
El Tenentismo fue un movimiento de oficiales jvenes, mayoritariamente tenientes, del ejrcito brasileo (principio de los aos
veinte) que estaban fastidiados con la situacin brasilea. Carecieron de ideologa pero fueron pertinaces para exigir cambios polticos
en el pas. Una de las exigencias fue instituir el voto secreto y reformar la educacin pblica. Ver el artculo Las miradas desde afuera a
la izquierda latinoamericana. Un desafo, pginas 6 y 7 de los profesores Mario Toer, Pablo Martnez Sameck y Juan Antonio Diez, en
http://www.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/10-Toer.pdf
15
Revista Punto Final. Seccin Documentos. Edicin N 30. Pgina 3. p. Cit.
16
La historia oficial castrense de Chile reconoce que durante la dcada de 1920, la situacin social, econmica y poltica de la Nacin
se manifest en una sucesin de crisis, que tendran como protagonistas a oficiales de Ejrcito. Algunos integraron las Juntas de
Gobiernos de 1924 y de 1925, entregando esta ltima el poder a don Arturo Alessandri el 20 de marzo de ese mismo ao. Ver en
http://www.ejercito.cl/historia.php?periodos=siglo-xx
14
25
microcosmos
de
la
sociedad
reflejaba
las
contradicciones
sociales
Debray, periodista, fue capturado por el Ejrcito boliviano en el marco de la lucha del Che en el pas altiplnico. Fue condenado a 30
aos de prisin, pero slo estuvo poco ms de dos aos detenido gracias a la intervencin y rogativas de decenas de intelectuales y
polticos como Andr Malraux, Franois Mauriac y Jean Paul Sartre. Incluso el propio Charles De Gaulle aport en la defensa del
periodista galo. No ocurri lo mismo con otro sobreviviente de la guerrilla guevarista, el argentino Ciro Busto, por quien prcticamente
nadie intercedi. Ms grave an, mientras el europeo fue presentado como un hroe, al trasandino se le tild de traidor por la Oriana
Fallaci. Ver ms en http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-28/pag21.htm.
18
Revista Punto Final. Seccin Documentos. Edicin N 30. Primera quincena de junio del ao 1967. Santiago de Chile.
19
Revista Punto Final. Seccin Documentos. Edicin N 30. Pgina 2. p. Cit.
26
Pequea burguesa y Revolucin. Su autor es un destacado cuadro del PRT. artculo publicado en EL COMBATIENTE N 54 y 55.
Enero y febrero de 1971. Ver en http://www.cedema.org/uploads/Pequena_burguesia_y_revolucion.pdf
21
Ibdem.
27
Qu hacer? Lenin
28
29
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 1. Dossier N 28, junio 2006. Ver en http://www.cedema.org/uploads/zabalza_tup.pdf.
Ibd. Pgina 2.
26
30
un sindicalismo coadyuvantes
de los
empresarios,
31
estaban dispuesta a utilizar la fuerza contra los cuerpos policiales, sino adems se
preocuparon de desatar una dinmica de estudio y discusin de la realidad poltica
tanto a escala nacional, hemisfrica como planetaria. En aquellas discusiones,
estuvo activamente presente Ral Sendic, aportando su conocimiento y capacidad
poltica. Lo visto hace pensar que Sendic opt por la lucha armada despus de
haber agotado la exclusiva preferencia por el trabajo social y poltico. No lleg a
la guerra revolucionaria directamente, por contrario, su aproximacin fue sucesiva
y descubrindola desde la llanura social.
Esto ocurra a inicios de los aos sesenta. Pero, el escenario nacional e
internacional
presentaba experiencias
militares,
econmicas e incluso doctrinarias) que seran caldo de cultivo para pensar y crear
nuevas formas de organizacin poltica, a su vez, nuevas maneras de demandar
los cambios polticos y sociales. La paz social del Batllismo dio paso a una nueva
faz del Estado uruguayo: el pachequismo.
En el ao 1967 Jorge Pacheco Areco asume la presidencia de Uruguay. Desde all
se puso como primera prioridad el velar por la seguridad interna del pas,
eufemismo poltico para referirse a la necesidad de reprimir cualquier
manifestacin de descontento social y neutralizar a las organizaciones polticas
que estuviesen en condiciones de hacerle frente. Pacheco no disimul a favor de
quien gobernara y menos demor mucho tiempo en hacerlo. A los das de haber
asumido censur la prensa progresista e ilegaliz varias organizaciones polticas
de izquierda; busca controlar la inflacin congelando los sueldos y salarios, o sea
dejando caer en las espaldas de los pobres la solucin de la crisis del capitalismo
local; adems baja los gastos del Estado eliminando varios programas sociales,
por ejemplo el trmino de la gratuidad para el transporte estudiantil. La reaccin
social no se hizo esperar y fueron los estudiantes los primeros en salir a las calles
y, por cierto, tambin los primeros en sufrir la represin asesina.
El mpetu de Pacheco y la impotencia de la izquierda formal e institucional, hizo
realidad el llamado golpe tcnico, que no fue otra cosa que un golpe de Estado
que consolid a Pacheco Areco como un gobernante autoritario. Este sera, sin
32
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 11. Dossier N 28. p. Cit.
33
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 10. Dossier N 28. p. Cit.
33
la lucha no poda ser otro que la guerrilla urbana; lo que constitua una irreverencia
poltica porque estaba en boga (desde la Sierra Maestra) la guerrilla rural.
Uruguay era un pas esencialmente citadino, por tanto era all donde se
concentraban las mayores e insalvables contradicciones sociales con el
capitalismo. La montaa qued absolutamente descartada como escenario para
originar y desarrollar la lucha armada.
De acuerdo a sus tcticas, los Tupas no tuvieron, mejor dicho respondieron
claramente a quienes vean contradiccin entre el llamado foquismo y la
constitucin de un Partido para la revolucin. Para ellos el foco era el mtodo de
lucha y el partido constitua la organizacin revolucionaria: No se puede
contraponer una cosa que se refiere a organizacin con otra que se refiere al
mtodo de lucha, o de accin. El partido es una organizacin poltica y el foco
armado es un mtodo de lucha34. Consideraron que este equivoco se originaba
en la tradicional forma de concebir al partido como organizacin poltica. Los
Tupamaros defendieron su posicin alegando que exista una idea pre-concebida
de relacionar a la organizacin poltica exclusivamente con la propaganda y con la
militancia que en nada se haba renovado. Obviamente que esta defensa estuvo
dirigida a quienes se localizaban en la vereda reformista de la izquierda uruguaya.
Esta equivocacin de la izquierda tradicionalista la demostraron alegando que
tanto los bolcheviques como en la lucha maosta el Partido existi siempre, sin
perjuicio de haber emprendido acciones armadas35. En cambio en la guerrilla, en
la accin armada, se daba la sntesis entre la concepcin tradicional de partido
(propaganda y militancia) y lucha armada (el foco). Es decir, para el MNL este
mtodo sera una etapa superior en la organizacin y conduccin de la lucha
revolucionaria.
El modelo de guerrilla surgi de las caractersticas geogrficas uruguayas. Es
sabido y as lo recuerdan algunos dirigentes que Uruguay no tiene cerros ni
montes que permitieran albergar un destacamento guerrillero. Es un pas
34
Uruguay: la estrategia de los Tupamaros. Partido o Foco: un falso dilema. Pgina 8. Los Libros. Para una crtica Poltica de la Cultura.
N 24. Enero de 1972. Argentina.
Ibd.
35
34
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 5. Dossier N 28. p. Cit.
37
Ibd.
38
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 4. Dossier N 28. p. Cit.
39
Ibd.
35
objetivo. Esta forma de pensar tuvo mltiples expresiones, pero quizs la que
mejor sintetiza la idea es la frase: son costos de la revolucin. Probablemente
cuando explicaron el uso de la fuerza extrema (causando muerte) result ms fcil
si se trat del enemigo: militar, delator, agente norteamericano, etc. Pero no
siempre la vctima fue enemigo; hubo ocasiones en que los cados (castigados)
fueron hombres de las filas tupamaras. Estos lmites tuvieron mltiples razones y
explicaciones, por ejemplo el vicio burgus de robar, como fue la historia de
Roque Arteche, un Tupa ejecutado por sus compaeros. Supuestamente Arteche
habra cometido el delito de robarle a la organizacin40 y por esto la direccin
poltico-militar tupamara decidi ajusticiarlo41. El final de Arteche es poco
conocido. Slo se comunic que haba sido ajusticiado.
Este tipo de hechos ha sido evaluados como poco contributivo y algo inexplicable
por los ex dirigentes; sin embargo (se alega) sera fruto de las circunstancias
extremas que envolva a la militancia, a la lucha y el destino de la revolucin. Sin
perjuicio de lo dicho constituye un problema tico para los revolucionarios que solo
se puede explicar (no necesariamente justificar) desde una perspectiva guerrera.
El ex dirigente David Cmpora recuerda que fue informado cortito42 y que no se
preocup ms porque despus que se fug, no pens ms en esas cosas43.
40
36
detenerlo
indefinidamente
(es
decir
convertirlo
en
un
37
desde ese punto de vista tambin es incorrecto, est mal, son soluciones que a
veces parece que las imponen las circunstancias. Un preso comn, como les
decamos nosotros un preso social, que tiene una formacin humana, limitada y
deformada, que se integra a la organizacin, donde hay un gran respeto por los
compaeros y una disciplina cerrada que te da la confianza entre unos y otros, es
un error incorporarlo sin antes conocerlo profundamente y cuando el hombre se
resbala porque est acostumbrado a resbalar. Desde el punto de vista de la
"Justicia revolucionaria" no lo pods aplicar, desde el punto de vista militar, se
pasa por encima de una cantidad de normas ticas, sociales por el peligro, el
riesgo y la imposibilidad de aplicar otras medidas44
Ibd.
Siempre hice poltica para no regalrsela a los que nos fundieron. Entrevista a Julio Marenales Senz, realizada por Luis Bruschtein.
Marenales
es
un
carpintero
y,
uno
de
los
fundadores
de
los
tupamaros
uruguayos.
Ver
en
http://www.archivochile.com/America_latina/JCR/MLN_T/tupa_sobre/tupasobre0004.pdf
45
38
46
Historia de los Tupamaros. Eleuterio Fernndez Huidobro. Citado por Daniel Santis. Entre Tupas y Perros. Carta abierta a Eleuterio
Fernndez Huidobro a propsito de la experiencia guerrillera en Amrica Latina. Pgina 23. Documento pdf. Ver en
http://eltopoblindado.com/files/Articulos/09.%20Organizaciones%20de%20origen%20marxista/De%20Santis,%20Daniel.%20Entre%20
Tupas%20y%20Perros.pdf.
47
Historia de los Tupamaros. Eleuterio Fernndez Huidobro. Citado por Daniel Santis. Entre Tupas y Perros. Carta abierta a Eleuterio
Fernndez Huidobro a propsito de la experiencia guerrillera en Amrica Latina. Pgina 24. p. Cit.
39
Ibd
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 10. Dossier N 28. p. Cit.
50
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Pgina 9. Dossier N 28. p. Cit.
49
40
El FRIP naci en julio de 1961 en Santiago del Estero. En su fundacin se fij su lnea poltica que en lo sustantivo denunci la
opresin econmica, el peso de los intereses imperialistas, la complicidad de los grupos dominantes con el imperialismo, que la
democracia representativa es una farsa y por tanto los partidos polticos que participan del sistema son cmplices de la clase
dominante. Por ello el deber de las nuevas generaciones era asumir la lucha por las transformaciones revolucionarias, aqu, como en el
resto de Amrica Latina. FRIP N 1. Octubre de 1961. Boletn Mensual del Frente Revolucionario Indoamericanista Popular. A Vencer o
Morir PRT ERP. Documentos. seleccin de Daniel De Santis. Tomo I, pgina 22. Editorial EUDEBA. Ver en
http://catedracheguevara.com.ar/books/librosydoc/sobrelalucha/Tomo%20I.pdf
52
Roberto Santucho en una entrevista sita la creacin del PRT en el ao 1964. La lucha armada es el nico camino para la liberacin
de Argentina. Habla el ERP. Entrevista Mario Roberto Santucho Jurez y a Enrique Haroldo Gorriarn Merlo realizada por Hernn Uribe
Ortega., pginas 2 a 5. Revista Punto Final N 165. Agosto, 29 del ao
41
53
Historia de Perros. Entrevistas a militantes del PRT-ERP. Pablo Pozzi. Pginas 30 y 31. 1a ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012. 416
p. 22x15 cm ISBN 9789507931260 1. Historia Poltica Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.
54
Resoluciones
del
V
Congreso.
Partido
Revolucionario
de
los
Trabajadores.
Pgina
3.
Ver
en
http://www.slideshare.net/alfredozitarrosa/resoluciones-del-quinto-congreso-del-prt
55
Protesta social y popular contra la dictadura militar de Ongana. El detonante fue la condicin de impagos que se encontraban los
trabajadores azucareros y el descontento por la eliminacin de algunos programas sociales. El Rosariazo: una historia silenciada. Ver
en http://www.busarg.com.ar/rosariazo.htm
42
43
La reaccin contra las polticas gorilas, especialmente las de corte social, trajo
como consecuencia una fuerte y creciente reaccin popular. Al inicio fueron solo
los estudiantes universitarios, pero luego se sumaron trabajadores y sectores
medios urbanos. Las revueltas sociales de Crdoba y Rosario son ejemplos
palmarios de la reaccin social anti-Ongana que comentamos y que el PRT
consider una seal histrica para iniciar su guerra revolucionaria. El desprestigio
del gobierno de Ongana, el descontento social y popular, sumado a la creciente
actividad guerrillera57 hizo que el Ejrcito (principalmente) se inquietara por buscar
una salida racional y pacfica. Esto hizo que se pasara del la gran revolucin a el
gran acuerdo nacional. As fue como desde el gorilismo de Ongana, se pas al
gobierno de transicin (pactada como siempre ocurre en una salida elitista) de
Lanusse.
El general Alejandro Lanusse crey que el gran acuerdo relajara la crisis porque
contemplaba una gradual apertura poltica. Trat de disculparse por el gobierno de
Ongana alegando lo que siempre los uniformados esgrimen: que las Fuerzas
Armadas se dejan caer en el poder solo en determinadas y precisas
circunstancias, slo cuando la Patria es asolada por conflictos sociales y polticos
que ponen en riesgo el alma de la nacin. Que jams lo hacen para quedarse en
el poder (tambin argumento recurrente en los militares) o para usarlo en beneficio
propio.
El Gran Acuerdo Nacional, en definitiva, busc la mejor salida para los militares:
con garantas e inmunidad. Esta estrategia pretendi una transicin pacfica,
ordenada y racional. Por cierto que Lanusse, como gestor de esta lnea de accin,
pretendi ser l el que condujera el proceso. Pero la veleta de los hechos
apuntaba hacia otro norte. El pueblo argentino miraba reivindicativamente a Pern
y las fuerzas de la izquierda armada y el peronismo radicalizado no pretendan
desactivarse con acuerdos palaciegos. Adems las luchas sociales continuaron
adelante; la demanda por mejorar las condiciones de vida, por participacin y la
57
En mayo de 1970 Ongana vivi su peor momento ante la oposicin armada. Los Montoneros hacen su aparicin pblica ejecutando
al General Aramburu por, entre otras cosas, haber sido cmplice en el robo del cadver de Evita Pern. Ver en Como muri
Aramburu. Artculo escrito por Mario Ferminich y Norma Arrostito publicado en revista La Causa Peronista. Ao 1, nmero 9. Martes 3
de septiembre de 1974.
44
58
59
45
46
La naturaleza del ERP fue actuar como una herramienta aglutinadora e inclusora
del mayor nmero de argentinos. En este aspecto se diferencia el PRT del ERP
porque ste ltimo tiene un carcter ms amplio y por consiguiente deba dotarse
de un programa con mayores exigencias, las que se definiran de acuerdo al
objetivo de liberacin nacional. En cambio el PRT es un partido marxista-leninista
(por definicin y prctica) cuyo papel deba era conducir al ERP y a las masas
explotadas en el camino de la revolucin; aspectos que confirman el concepto de
vanguardia que tuvieron los perros en su operar poltico-militar.
El PRT resolvi lo poltico-militar y el sentido de clase de la organizacin creando
las llamadas casas operativas. stas fueron, por decirlo de algn modo el
campamento urbano o lugar de acantonamiento de los grupos operativos. Se
ubicaban de preferencia en poblaciones obreras, cerca de fbricas e industrias. En
estas viviendas habitaba una clula compuesta por tres a cinco integrantes, de los
que uno de ellos era designado como jefe o encargado del grupo. La vida en
este lugar fue con serios rasgos castrenses, casi espartanos. De gimnasia diaria y
lectura obligatoria para cumplir con los planes de formacin terica y poltica; por
las noches eran frecuentes las reuniones de discusin y cuentas de tareas. La
vivienda de los perros se converta en el puente para la proletarizacin de stos.
Era obligatorio para todos (en algunas ocasiones se hizo excepcin con el
encargado) el trabajar, tanto para su propia mantencin, como para ir asimilando
las caractersticas culturales de los trabajadores. Sin perjuicio de estos esfuerzos
la comentada proletarizacin no tuvo todos los resultados que esper la direccin
mxima del ERP.
Muchos militantes (provenientes de la clase media) llevaron su cultura, sus
costumbres y su actuar hacia la poblacin (los pobre de la ciudad) esperando que
se diluyeran en el contacto diario con los trabajadores y sus familias. Cultura de
clase media (pequeo-burguesa) criticada por sus devaneos ideolgicos y, por
cierto, por su indisciplina social, especialmente entre los jvenes. Se esper una
mutacin sociolgica en los militantes; se crey posible que los valores superiores
que solo el proletariado posea pasaran a ser patrimonio de estos los muchachos
reclutados para la revolucin. Ello no fue plenamente logrado; probablemente fue
47
Historia de Perros. Entrevistas a militantes del PRT-ERP. Pginas 34 y 35. 1a ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012. 416 p. 22x15 cm
ISBN 9789507931260 1. Historia Poltica Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.
63
El extrao caso del ERP. Revista Confirmado, pginas 15 a 17; nmero 311 de junio de 197. Ver en www.elortiba.org. Los archivos
originales pertenecen al CAMENA Centro Acadmico de la Memoria de Nuestra Amrica de la Universidad Autnoma de Mxico
www.selser.uacm.edu.mx/Sitio_Camena/sitioCamena.html
48
en las calles que ellos deban resguardar. Se les haca sentir intiles en su misin:
resguardar el orden pblico.
Desde lo tico se aleg que un polica desarmado dejaba de ser un peligro para el
pueblo y para los luchadores sociales. As visto fue del todo correcto que los
combatientes
del
ERP
(as
como
de
otras
organizaciones
armadas-
64
Historia de Perros. Entrevistas a Humberto Tumini, militante del PRT-ERP. Pgina 57. 1 ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012. 416
p. 22x15 cm ISBN 9789507931260 1. Historia Poltica Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.
49
50
66
67
El diario del Che en Bolivia. Ernesto Guevara de la Serna. Pgina 77. Latina Editores. Ao 2001. Bolivia
Primer Comunicado Pblico del Ejrcito de Liberacin Nacional. Ver en http://chehasta.narod.ru/comm1.htm
51
Los ltimos das del CHE. Que el sueo era tan grande. Juan Ignacio Siles del Valle. Pginas 31 a 33. Editorial sudamericana. Ao 2007.
Argentina.
52
Apoyo del MIR de Chile a la carta del Che Guevara. Revista Estrategia. Pgina 1. N 9 de julio de 1967. Santiago de Chile.
La guerrilla boliviana: experiencia sin derrota. Augusto Carmona. Documentos. Pgina 3, Revista Punto Final N 43. Diciembre, 5 del
ao 1967. Santiago de Chile.
71
La guerrilla boliviana: experiencia sin derrota. Augusto Carmona. Documentos. Pgina 2, Revista Punto Final N 43. Diciembre, 5 del
ao 1967. Santiago de Chile.
72
Ibdem.
70
53
reaccion
prestamente.
Se
hizo
presente
por
medio
de
73
74
Ibdem.
El Siglo. 18 de Febrero de 1968. Santiago de Chile.
54
historia, ninguno de ellos se fue con alguna duda en el proyecto del Comandante
de Amrica Latina.
A pesar de los hechos, que hablaron de derrota, irrefutable incluso por un pertinaz
defensor del plan guevarista, otros hombres y mujeres, con el mismo espritu
libertario de la primera jornada, subieron al monte para caminar por senderos y
recovecos selvticos al encuentro de una sociedad ms justa y solidaria; sin
embargo Teoponte (Puente de Dios) los hizo arribar junto a sus antiguos
camaradas.
El monte recibi, probablemente, un destacamento que mostr el mayor apego a
uno de los principios elementas del marxismo y de los revolucionarios: el
internacionalismo; es decir la idea del Comandante de luchar en cualquier lugar de
Amrica Latina, era lucha por la patria propia. La composicin del destacamento
de guerrillero fue la de ocho chilenos (solo tres sobrevivieron) dos argentinos, un
brasileo, un colombiano, un peruano e incluso un espaol-norteamericano. El
resto fueron bolivianos. Al monte subieron 67 combatientes; slo siete
sobrevivieron.
La gesta de Teoponte fue una fugaz y cruenta experiencia guerrillera altiplnica.
Se mantuvo parcamente tres meses y medio; quedando como resultado decenas
de muertos regados en pendientes y quebradas del altiplano.
Si hubiese sido solo por la voluntad de combate desplegada, habra sido un xito.
El guerrillero y poeta Luis75 al anunciar su enrolamiento escribi "faltan pocas
horas para que se haga realidad el momento que tanto nosotros como el
continente hemos esperado por mucho tiempo. Han pasado tantas cosas que creo
nuestros ojos se han vuelto ms perspicaces y ahora vemos que el momento de
nuestro alzamiento es el mejor. Todo est bien. Las condiciones son
insuperables"76.
Las frases picas de Luis se referan a que la guerrilla haba madurado y que la
crisis boliviana se haba profundizado permitiendo un mayor margen de xito para
75
76
Testimonio de Carlos Navarro Lara. Poeta y guerrillero del ELN. Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm
Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm
55
guerrillera
(porque)
nica
manera
de
mejorar
cualitativa
77
56
81
Jaime Paz Zamora. El pragmtico que venci al idealista. Campero, Ana M. Ver en NUEVA SOCIEDAD NRO.118 MARZO- ABRIL 1992 ,
PP. 80-88
57
82
Los ltimos das del Che, que el sueo era tan grande. Daro, oficial de polica (en off). Juan Ignacio Siles del Valle. Pginas 40 y 42.
Editorial Sudamericana S.A. Ao 2007. Argentina.
83
Algunos de estos cubanos fueron Harry Villegas Tamayo (Pombo) Daniel Alarcn Ramrez (Benigno) y Leonardo Tamayo Nez
(Urbano)
58
SEGUNDO CAPITULO
ENTRE EL EVANGELIO Y EL
MATERIALISMO HISTRICO
59
84
Religioso jesuita, paleontlogo y filsofo francs. Elabor una visin propia de la evolucin.
60
surgen los aportes del filsofo cristiano Emmanuel Mounier85 que colocaron en
ristre la preocupacin por el ser humano y su valoracin como tal.
Por su parte el pensamiento laico con su creacin intelectual y filosfica, tambin
sirvi de fermento para erosionar la disciplina catlica. Muchos sacerdotes (y
tambin monjas) en su vida universitaria fueron tocados por profesores inspirados
en el marxismo y otras corrientes de pensamiento que negaban o colocaban en
duda la propuesta catlica y adems cuestionaban la conducta histrica del
Vaticano y de la curia en general. El contacto cotidiano con jvenes y sus
problemas mundanos como la guerra, la injustica social que exige solucin aqu y
ahora (sin tener que esperar en un ms all) las restricciones a la libertad, el
derecho al amor y expresarlo donde fuera necesario, signific agrietar el muro del
alma catlica, apostlica y romana.
El industrialismo, sus secuelas sociales (detectadas ya en la encclica Rerum
Novarum) y las recurrentes conflagraciones armadas hicieron un almcigo de
conflictos y contradicciones sociales que desataron entre los jvenes fuertes
expresiones de compromiso y deseos cambiar esta realidad. Probablemente el
peligro nuclear aliment potentemente la aspiracin de paz. La crisis de los
cohetes en Cuba hizo temblar a gobernantes y gobernados en gran parte del
planeta. En los pases del tercer mundo la cesanta, la pobreza, la desnutricin
infantil, los embarazos indeseados; la ausencia de polticas destinadas a los
jvenes; los preocupantes ndices de morbilidad y mortalidad eran acicates para
una juventud cada vez ms sensible a los problemas de la sociedad. Y, los
seminaristas, los sacerdotes y monjas jvenes, muchos de ellos destinados a
poblaciones y barrios empobrecidos, se toparon con aquella realidad. Surge as el
cura obrero y la monja de barrio que rpidamente asume un compromiso radical
que se convirti en militancia poltica revolucionaria.
Desde la perspectiva doctrinal, pensamos, y es recurrente decirlo, que la llegada
del Papa Juan XXIII vino a marcar un giro en el devenir de la Iglesia Catlica. Tal
85
Filsofo francs, impulsor del pensamiento cristiano conocido como personalismo, cuya esencia es el nfasis en la persona
humana, considerndola como un ser permanente, dotado de autonoma (para tomar decisiones) y fundamentalmente de carcter
social y comunitario, amn de gozar de la libertad, poseer trascendencia y poseer valor en tal impidiendo considerarlo un objeto. Dicho
de forma distinta vio al ser humano como dueo de su destino.
61
62
la otra es la agrupacin de
90
Rafael Maroto (coloquialmente muchos jvenes miristas ochenteros se referan a Maroto como El Tata), integrante del Comit
Central del MIR y vocero pblico de esta organizacin durante la dictadura; sufri la persecucin, la crcel y la relegacin bajo el
gobierno pinochetista.
91
Blanca Rengifo, monja de poblacin, conocida en las filas miristas como Carlota y Magdalena. Fue integrante del Comit Central del
MIR. Fund el Comit de Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU)
92
Germn Corts, ex seminarista fue asesinado por la CNI el 16 de enero de 1978.
93
Revista ligada a un centro de cristianos laicos. No represent nunca la opinin oficial de la Iglesia catlica argentina. Por el contrario
fue tremendamente crtica con la jerarqua de la curia local. Alberg en sus pginas a tericos de la teologa de la liberacin, cristianos
disidentes y especialmente a organizaciones guerrilleras como la FAR y el ERP-PRT.
94
Catlico, ex seminarista que abandono los estudios de sacerdocio por no estar de acuerdo con el tipo de enseanza. Nunca dej de
ser catlico y como tal se convirti en un frreo defensor del Concilio Vaticano II, para ello organiz el Centro de Estudios Dilogos
para estudiar la teologa conciliar. Admir a Camilo Torres por su enorme consecuencia, asumiendo el pensamiento del sacerdote
colombiano. En septiembre de 1966 fund la revista Cristianismo y Revolucin. Apuntes sobre la vida de Juan Garca Elorrio
Por Gustavo Morello s.j. Ver en http://www.academia.edu/2112675/Apuntes_sobre_la_vida_de_Juan_Garcia_Elorrio
95
Firmaron el documento los siguientes sacerdotes: Helder Cmara (Brasil), Jean-Baptiste Da Mota e Alburquerque (Brasil) Luis
Gonzaga Fernandes (Brasil) Georges Mercier (Argelia) Michel Darmancier (Oceana) Armand Hubert (Egipto)
Angel Cuniberti (Colombia) Severino Mariano de Aguiar (Brasi) Frank Franic (Yugoeslavia) Francisco Austregesilo de Mesquita (Brasil)
Gregoire Haddad (Lbano) Manuel Pereira de Costa (Brasil) Charles Van Melckebeke (China) Antonio Batista Fragoso (Brasil) Etienne
Loosdregt (Laos) Jacques Grent (Indonesia) David Picao (Brasil).
63
64
sociales
polticos.
Difcilmente,
entonces,
podran
estos
99
Ver en http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/
100
Manifiesto
de
Obispos
del
Tercer
Mundo.
Hacia
el
Socialismo.
http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/
101
Ibdem.
65
Punto
14.
Ver
en
102
Ibdem.
Ibdem.
104
Ibdem.
105
Citado en MOYANO, Sara Alejandra. Iglesia y poltica en Crdoba: la busqueda de una sociedad catlica. Dilogos rev. electr. hist
[online].
2011,
vol.12,
n.2
[citado
2013-04-10],
pp.
98-112
.Disponible
en:
<http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-469X2011000200005&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1409-469X.
103
66
Cuando entr a trabajar con un grupo de obreros del surco, con obreros de
frigorfico y compaeros metalrgicos en Reconquista, comenc a penetrar en la
vida real de los que sufre. Yo crea conocer esa vida y me di cuenta que estaba
totalmente al margen y que no conoca nada. Estas fueron mis primeras
experiencias en el MOACque me sirvieron para ir tomando conciencia y para ir
despertando a una mayor y ms real participacin en la vida de los pobres106
Este franco contacto con la pobreza extrema que asolaba a los habitantes
perifricos caus profundo impacto en estos hombres y mujeres, que haban sido
formados en la ideas de amor al prximo. Otro sacerdote lo recuerda de este
modo:
Comenc a visitar suburbios de San Lus. Yo, en mis andanzas, conoca la
pobreza, pero no la miseria absoluta. Vi aquellas casas de palafito, personas sin
trabajo. Comenc a ayudar en la organizacin de Asociaciones de Vecinos y
acab gustando de aquello107.
Asumir como propio los problemas terrenales de los pobres, signific (en muchas
ocasiones) enemistarse con la jerarqua conservadora del catolicismo, la que
procedi punitivamente. Algunos no aceptaron imposiciones y simplemente
optaron por abandonar la institucin, pero en ningn caso abjuraron de su
condicin cristiana. Otros optaron por mantenerse dentro de la Iglesia, aceptando
la sancin, pero sin abandonar la lucha.
De los sacerdotes que terminaron por emigrar encontramos a Alipio de Freitas que
al prohibrsele el ejercicio del sacerdocio respondi al Cardenal brasileo Jaime
Barros Cmara diciendo:
Innecesaria se torna esta nota, ya que no ejerzo, nunca ejerc y jams ejercer
actividad ministerial en la Arquidicesis por cuanto la considero incapaz de dicho
ejercicio, dada la orientacin pastoral que la preside. Por qu, supuestamente, se
me ha retirado el uso de las Sagradas rdenes en la Arquidicesis de Ro de
Janeiro? Simplemente, y esto la Curia malvola omiti afirmarlo, porque
integrndome en la lucha del pueblo brasileo fui a la plaza pblica a luchar por
las reformas de base necesaria para la emancipacin socio-econmica del
Brasil108.
106
Padre Rafael Yaccuzzi. Dar la vida por el pueblo. Revista Cristianismo y Revolucin. N 14. Pgina 3. Segunda Quincena de 1969.
Un hombre de gran firmeza - Entrevista con Alipio de Freitas. A Nova Democracia. Marzo del 2010. Ver en
http://www.anovademocracia.com.br/edicion-en-espanol/121/2778-un-hombre-de-gran-firmeza-entrevista-con-alipio-de-freitas
108
Carta del Padre Alipio de Freitas al Cardenal Jaime Barros Cmara. Revista Cristianismo y Revolucin. Pgina 4. Septiembre de 1966.
107
67
Los que acataron las sanciones no fueron pocos; la lista es enorme y solo por
nombrar algunos, probablemente el ms destacado es el poeta Ernesto Cardenal
y el ms conocido nuestro, el padre Rafael Maroto.
Existe un caso potente de sacerdotes castigados como fue el Gaido y Delaferrera
en Crdoba109. Resulta ilustrativo el ambiente interno de la Iglesia Catlica, al
menos
argentina,
en
aquellos
aos.
Los
clrigos
mencionados
fueron
109
Carta de Despedida. Padres Gaido y Delaferrera. En Revista Cristianismo y Revolucin. Pginas 10-12. Nmero 2-3. OctubreNoviembre de 1966. Editado por Signos. Buenos Aires
110
Ibdem.
111
p. Cit. Pgina 10.
112
El movimiento estudiantil cordobs durante el onganiato: Una aproximacin a las divergencias entre el Reformismo y el
Integralismo. Emilse Pons. CEA-CONICET. Ver en http://www.ffyh.unc.edu.ar/archivos/modernidades_a/IX/DEFINITIVOS/articulopons.htm
68
corruptela de los polticos. Para entonces, en esta misin, las Fuerzas Armadas
actuaban como bloque y dispuestas a sustituir a la clase dirigente tradicional. En
otras palabras, los militares argentinos, encabezados por Ongana, buscaban ni
ms ni menos despolitizar total y absolutamente la vida argentina. Y para tal
objetivo necesario neutralizar (o cooptar) los organismos intermedios (sindicatos y
resto de organizaciones sociales) entre la sociedad y el aparato burocrtico
pblico que pasaba (en ese momento) a ser dirigido por los uniformados.
En este cometido despolitizador fue (como siempre ocurre) necesario establecer
prioridades y la principal fue representada por los estudiantes porque
simbolizaban, como en otras latitudes, el sector social ms organizado, de
prcticas avanzadamente democrticas y dispuestos siempre a defender la
convivencia civilizada y democrtica ante las amenazas verticalistas y autoritarias.
Ongana concret su amenaza aplicando medidas que dieron por el traste la
organizacin universitaria y su autonoma. Amn de otras medidas coercitivas que
fueron aplicadas y que dieron origen a una creciente reaccin de rechazo y
protesta de los universitarios.
En este marco poltico los jvenes estudiantes cordobeses optaron por enfrentar al
rgimen a travs de acciones que, para la poca, resultaron novedosas como la
huelga de hambre, ausentismo a clase, paralizacin general, mtines relmpagos
(que por cierto estaban prohibidos) incipientes expresiones de autogestin en la
puesta en funcionamiento de comedores estudiantiles propios113. En estas
visibilizaciones, los sacerdotes mencionados mantuvieron un irrestricto apoyo y
presencia en las actividades de resistencia, impulsadas por las organizaciones
estudiantiles. Esta forma de hacer sacerdocio no estuvo ausente otros lugares de
Latinoamrica.
Los cristianos-catlicos revolucionarios no slo observaron las profundas
desigualdades en la sociedad; tambin las vivieron intensamente. Ms an,
denunciaron que las desigualdades sociales se proyectaban en el interior de la
113
El movimiento estudiantil cordobs durante el onganiato: Una aproximacin a las divergencias entre el Reformismo y el
Integralismo. Emilse Pons. CEA-CONICET. Ver en http://www.ffyh.unc.edu.ar/archivos/modernidades_a/IX/DEFINITIVOS/articulopons.htm
69
114
La Situacin de la Iglesia. En Revista Cristianismo y Revolucin. Pgina 3. Nmero 1. Septiembre de 1966. Editado por Signos.
Buenos Aires.
115
Ibdem.
116
El 30 de junio de 1988 se produjo el cisma lefebvriano; una divisin inspirada y ejecutada por el ultraconservador arzobispo Marcel
Lefebvre. El comienzo de la ruptura data de 1969, cuando este cura inici la primera accin de cmo conceba la Iglesia. Cre la llamada
Fraternidad de San Po X, a la que se unieron decenas de sacerdotes y monjas, arrastrando a miles de fieles. Ver en
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:XqVvtHL2DvwJ:www.elmundo.es/magazine/num204/textos/hereje1.html+ci
sma+obispo+lefebvre&cd=4&hl=es-419&ct=clnk&gl=cl
70
117
Ibdem.
71
118
Conocido mundialmente por el nombre de Juan Pablo II .Asumi como Papa de la Iglesia Catlica y mandams del Estado del
Vaticano entre el 16 de octubre de 1978 hasta el ao 2005 cuando fallece.
72
TERCER CAPITULO
CAMINO A UNA PROPUESTA
REVOLUCIONARIA DE IZQUIERDA:
NACIMIENTO DEL MIR119.
119
En la versin inicial se titul La prehistoria del Movimiento de Izquierda Revolucionaria: la hegemona trotskista; expresin que
motiv al compaero Luis Vitale a construir una crtica aportativa.
73
mediados
de
los
afanes
treinta.
Por
por
construir
consiguiente
izquierda
una
lnea
MIR: una Historia. Carlos R. Sandoval Ambiado. Editorial Trabajadores Adelante. Julio de 1990. Santiago.
a
la
Historia
del
MIR
(1965-1970).
Luis
Vitale
Cometa.
Captulo
http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/sys/bchi/h.pdf
122
Ibdem.
121
74
I.
Ver
en
En esta materia existen interesantes aportes de dos historiadores sociales: Mario Garcs Durn y Gabriel Salazar Vergara. El primero
en su libro Crisis Social y Motines Populares (Capitulo Cuatro. Ediciones Documentas-ECO) y el segundo en la obra La violencia
poltica popular en las <Grandes Alamedas> (Editorial LOM)
124
Historia del movimiento obrero chileno. Humberto Valenzuela. Pgina 76. Coleccin Papeles para armar. Editorial Quimant,
Santiago de Chile. Ao 2008.
75
76
129
El Partido Socialista de Chile, Tomo II. Julio Csar Jobet. Pgina 100. Coleccin Doctrina Sociales. Editorial PLA. Ao 1971. Santiago de
Chile.
130
ibdem
131
Ibdem
132
De este modo lo identifica uno de los contemporneos y compaero de curso de los expulsados del PS en Bautista van Schouwen.
Antecedentes Biogrficos de Martn Hernndez Vsquez. Tambin lo afirma en entrevista a Martn realizada por el autor.
77
Ibdem
El Rebelde. Ao I, pgina2, nmero 10 del 25 de julio de 1962. Santiago
135
Ibdem.
136
Ibdem
137
Ibdem
138
En marzo de aquel ao se sucedi un golpe de Estado por medio del cual se desplaz del gobierno al radical Arturo Frondizi.
134
78
tanto
su
decidida
(apasionada,
dijeron)
defensa
de
los
procesos
79
141
. Adems el PC chileno, en
141
142
80
estudiantes
trabajadores.
Particip
con
sus
sindicatos
143
144
81
82
83
151
84
Ibdem.
Ibdem.
Ver Interpretacin Marxista de la Historia de Chile. Tomo II.
85
86
del capitalismo liberal ingls. Resultaba ms conveniente para los negocios estar
cerca de Londres que de Madrid. No muy distinto ocurri con la burguesa criolla
de principios de siglo. La decadencia indesmentible del podero ingles y la
consolidacin progresiva de la economa norteamericana llev a las clases
dominantes criollas a volver sus ojos hacia el pas del norte.
Ms adelante, los miristas manifestaron organizarse, ni ms ni menos, que para
dar la batalla final que liquidar de raz nuestro atrasado y estancado
capitalismo, tarea que ser impotente para realizar la democracia cristiana
burguesa reformista, y que se sostiene en cuatro pilares carcomidos: a) la
dominacin imperialista yanqui, b) el latifundio, c) la existencia de una rapaz
oligarqua monoplica y d) el poder burgus156. La consigna Vencer o Morir
empezaba a configurarse como el eje de la militancia mirista. El fatal destino de
decadencia capitalista era inexorable y los miristas se aprestaban a darle el tiro
de gracia. El MIR naca para liberar definitivamente a las masas empobrecidas,
los pobres del campo y la ciudad del estado ignominioso en que las mantena el
capitalismo fracasado. Imposible no ver la enorme autoestima poltica del mirismo
naciente que, por momentos, impresiona como mesianismo. No obstante esta
directriz, la de batalla final, permiti construir una potente mstica entre los y las
militantes, que a muchos y muchas llev a jugarse por entero en cada accin
poltica.
Asimismo el MIR proclam ante la conciencia de los trabajadores que es una
(ilegible en texto original) de hierro la que conduce al imperialismo y a las clases
dominantes al atropello contrarrevolucionario armado de la independencia de los
Estados, de su derecho a la auto-determinacin nacional, de la propia democracia
burguesa, en defensa de sus privilegios y de sus intereses poltico-econmico.
Santo Domingo, Vietnam, Cuba, Corea, Nicaragua, Puerto Rico, Guatemala, etc.
prueban esta brutal realidad objetiva. El Presidente Johnson, de los Estados
Unidos, ha transformado en principio esta poltica intervencionista armada contra
Amrica latina en su conjunto157. Con estas frases los noveles miristas se
156
157
Ibdem
Ibdem
87
alinearon tras las posturas de los pases no alineados y que luchaban por su
independencia y declararon su irrestricto combate al imperialismo norteamericano;
lo que se reconfirma cuando proclaman que de justicia y legitimo derecho
enfrentar la intervencin militar de Estados Unidos en pases como Santo
Domingo, en Cuba, en Puerto Rico y Vietnam; para lo cual se deba implementar
una audaz poltica revolucionaria capaz de oponer a esta cnica violencia
imperialista una viril y altiva respuesta de las masas armadas. Si una conducta
anti-imperialista vigilante y consecuente, si la consigna de armamento universal
del pueblo con demandas urgentes de autodefensa nacional frente al reto del
imperio del norte, la defensa de los derechos democrticos, as como los intereses
inmediatos y permanentes de los trabajadores, queda asegurada, como garanta
de la democracia158. En todos estos avatares anti-imperialista, el mirismo se
declar abiertamente admirador del proceso cubano. Dijo que los trabajadores
chilenos deban considerar las enseanzas de la revolucin cubana159. La que
debi pasar, desde los objetivos econmicos y democrticos ms elementales,
hasta tareas que transformaron la isla en lo que dijera Lenin: el fusil sobre el
hombro del obrero es la mejor garanta en una Repblica Socialista; y en forma
acelerada e ininterrumpida160. Esta haba sido (y no otra) la forma de alzar la
bandera de la emancipacin nacional y social con firme audacia revolucionaria
frente a la desvergonzada intervencin poltica, econmica y militar de los Estados
Unidos y a la contrarrevolucin interna161. La forma de enfrentar la agresin
norteamericana, con las masas cubanas insurrectas, con su Gobierno
revolucionario al frente, con sus Milicias obreras y populares y su Ejrcito
Rebelde162 demostraban que defender la autodeterminacin y la independencia
nacional, as como la conquista de los derechos democrticos de los trabajadores
y de su exigencia de organizar la vida social y econmica de un pas (en este caso
Cuba) formaban parte de un proceso nico, global e ininterrumpido, de carcter
158
Ibdem
Ibdem
160
Ibdem
161
Ibdem
162
Ibdem
159
88
163
89
Como si lo dicho hubiese sido poco, los miristas inaugurales denunciaron que
repitiendo una larga experiencia entreguista, el Comit Central del P.
Comunista167 haba ofrecido pblico apoyo al gobierno de Frei, situacin que los
dirigentes socialistas aplaudan, a pesar que era sabido que la Democracia
Cristiana y su gobierno constituan la expresin poltica de la burguesa semi164
Ibdem
Ibdem
166
Ibdem
167
Ibdem
165
90
Ibdem
Ibdem
El Rebelde. Nmero 4. Marzo de 1962. Ao I. Santiago de Chile.
91
Resolucin de la III sesin plenaria del Comit Central del MIR chileno, verificada el 17 de abril de 1966. Ver en Estrategia N 4 Pgina
1. Junio de 1966. Santiago de Chile.
172
Ibdem.
92
al
proceso isleo
porque
eran
estas
nuevas
organizaciones
revolucionarias las nicas que llevaran adelante una verdadera campaa antiimperialista. Adems, si Cuba, el gobierno de Fidel Castro, ignoraba esta nueva
situacin poltica sudamericana, corra el serio riesgo de ponerse a merced de
173
Resolucin de la III sesin plenaria del Comit Central del MIR chileno, verificada el 17 de abril de 1966. Ver en Estrategia N 4 Pgina
2. Junio de 1966. Santiago de Chile.
93
las direcciones reformistas para impulsar una poltica revolucionaria, o sea caer en
el centrismo que vive de las amenazas pero que rehye sistemticamente el
enfrentamiento174.
Con estas expresiones, el MIR (de primera hora) se coloc una lnea poltica que
lo alejaba o al menos corra el riesgo de alejarse de la nica revolucin socialista
exitosa en Latinoamrica. Y, como consejo doctrinario los miristas <recordaron> a
los revolucionarios cubanos que la revolucin en Amrica Latina solo sera
impulsada por las masas explotadas que estuvieran dirigidas por los partidos
revolucionarios marxistas-leninistas y no por direcciones reformistas que lo nico
que hacan era frenar el impulso de las masas y cualquiera que contemporizara
con esta tendencia solo lograra una estruendosa derrota y una no menor
desmoralizacin por eso que los tratos de los revolucionarios cubanos con tales
elementos implican una contradiccin fundamental175.
La conferencia Tricontinental en la Habana: las dudas del MIR
Pero el MIR avanz an ms en su crtica y advertencia. Puso en duda una de las
polticas internacionalistas ms importante impulsada por los revolucionarios
cubanos: la Conferencia Tricontinental diciendo que sta poda acarrear una
peligrosa confusin176.
Recordemos que la Conferencia Tricontinental se realiz en la Habana en enero
del ao 1966. En aquella ocasin se cre la Organizacin de Solidaridad de los
Pueblos de Asia, frica y Amrica Latina. El objetivo de este evento
internacionalista fue procurar la coordinacin solidaria de los movimientos
revolucionarios y anti-imperialista de los tres continentes pobres: Asia, frica y
Amrica Latina. Fue la esa ocasin en que el comandante Che Guevara regala
uno de los mensajes ms denunciantes de la agresividad imperialista y de la
hipocresa de una paz que se construa en las espaldas de pueblos pobres y
sper-explotados como Vietnam.
174
Ibdem.
Ibdem.
176
Resolucin de la III sesin plenaria del Comit Central del MIR chileno, verificada el 17 de abril de 1966. Ver en Estrategia N 4 Pgina
3. Junio de 1966. Santiago de Chile.
175
94
No obstante el MIR (de primer momento) no tuvo filtro para afirmar que esa
Conferencia haba reunido a partidos nacionalistas burgueses y pequeoburgueses, a revisionistas de diversos matices, a delegados chinos o cercanos a
su posicin y a unos pocos grupos y partidos revolucionarios177. Ante lo cual el
anlisis mirista hizo una diferenciacin entre un encuentro de partidos
revolucionarios marxistas-leninistas de composicin y objetivos homogneos y,
otro evento al que concurren grupos heterogneos con finalidades diversas. Este
ltimo adquira, al ojo mirista, el carcter de Frente nico smil a los constituidos
a mediados de siglo en la lucha anti-fascista. Y, una organizacin de este tipo
poco o nada ayudara a los movimientos revolucionarios de Latinoamrica
Por consiguiente el anlisis de la dirigencia mirista consider adecuado abordar la
reunin de la Habana como una instancia estrictamente anti-imperialista y,
adems, no caer en la confusin de asimilar al proceso cubano con la
Tricontinental porque el Partido Comunista de Cuba haba construido en aquella
reunin posiciones fuertemente anti-reformista.
En sus reflexiones los miristas advirtieron que no caeran en los extremos en la
apreciacin de la reunin de La Habana: no seguiran el camino oportunista de los
comunistas pro-soviticos que ensalzaban sin pudor alguno el evento; ni menos
transitaran el sendero sectario de las organizaciones pro-china178.
En esta toma de posiciones los dirigentes miristas, porque este anlisis naci en el
Comit Central de la organizacin, revelan una posicin poltica atractiva por
enarbolar la independencia partidista respecto de influjos poltico-ideolgicos
venidos desde el extranjero.
Rechazando las expresiones del grupo Espartaco el MIR dijo que esta postura
sectaria, era fruto de su subsumisin a las polticas de Pekn y que esa reaccin
era ms fruto de los ataques que Fidel Castro haca al proceso chino, que por una
reflexin tranquila y objetiva que les permitiera observar y evaluar las enormes
contradicciones que se verificaban en la revolucin cubana. De lo cual se
177
Ibdem.
Uno de los grupos pro-China (maostas) ms acido en su crtica a La Tricontinental fue El Espartaco de Chile. En uno de los
exabruptos polticos ms recordados est la calificacin que hicieron de Fidel Castro al expresar pblicamente que Fidel Castro se haba
convertido en la nueva cara del revisionismo sovitico y, adems hicieron un paralelo entre Eduardo Frei Montalva y el lder de la
revolucin cubana diciendo que as como Frei y la Democracia Cristiana son el nuevo rostro del imperialismo, Fidel y el castrismo es el
nuevo rostro del revisionismo en Amrica Latina. Revista Combate N 20, citado en Estrategia N 4 Pgina 4.
178
95
adems
estuvieron
presente
algunos
partidos
socialistas
tanto
96
casi todos los marxistas revolucionarios de Amrica Latina y los grupos prochino. Pero lo ms sensible para el MIR fue la exclusin del MR-13 (Movimiento
Revolucionario 13 de noviembre de Guatemala) que en agosto de 1964 haba sido
propuesto por la propia Cuba y eliminado posteriormente en una reunin
preparatoria de El Cairo celebrada en septiembre de 1965180.
Tal como lo haba advertido el MIR, la Conferencia Tricontinental fue un escenario
de contradicciones. Por un lado fue positivo que se re-confirmara que el camino
legtimo para los pueblos sojuzgados era la lucha armada, pero por otro no se dijo
claramente cul sera el carcter de la revolucin. Solo se limitaba la lucha a un
carcter anti-monoplica, lo que estaba muy lejos de ser enteramente anticapitalista. Tambin fue positivo --- para los miristas --- que la Unin Sovitica no
impusiera su lgica de la coexistencia pacfica; pero consideraron fue altamente
negativo que no se expresara claramente el carcter contrarrevolucionario que
tenan las burguesas nacionales y que se insistiera (aunque por omisin) en ello
sin sacar ningn aprendizaje de la traicin de Sukarno, que a pesar del apoyo que
haba recibido de los comunistas, termin reprimindolos a tal extremo que le
caus miles de muertos.
A estos vacios y aciertos de la reunin el MIR sum una fuerte crtica a las
declaraciones de Fidel Castro que, a pesar de haber sido hechas despus de
terminado el evento, no dejaba de causar dao y confusiones en las filas de los
revolucionarios. As, por ejemplo, consideraron que las palabras de Castro eran un
ataque al movimiento guatemalteco y a los trotskistas lo que para nada ayudaba a
la revolucin latinoamericana pues abra la puerta para que los revisionistas,
adoradores de la va pacfica intensificaran las calumnias contra todos los
grupos autnticamente marxistas181.
p. Cit. Pgina 5
p. Cit. Pgina 7
97
182
183
p. Cit. Pgina 9
Ibdem.
98
184
La Reforma Agraria y la Revolucin Socialista. Resolucin aprobada en la 2 Sesin Plenaria del Comit Central. Pgina 2, Estrategia
N 2. Enero de 1966. Santiago de Chile.
185
Ibdem.
99
para los mirista chilenos este proceso, la reforma agraria, era parte consustancial
de la revolucin socialista en Chile y que por lo tanto no puede desglosarse del
proceso revolucionario que conduce a los trabajadores a la conquista del poder y
al socialismo186.
Dicho lo cual, la reforma agraria era un asunto de carcter poltico; en este caso
formaba parte de la poltica revolucionaria de carcter histrico-econmico que,
si creemos interpretar adecuadamente, significara que tiene directa relacin con
la reivindicacin de la clase popular campesina, al regresarle la propiedad de la
tierra; es decir la tierra para el que la trabaja.
Esta condicin da por el traste el carcter esencialmente tcnico-administrativo
que le daba (a entender del MIR) la propuesta democratacristiana dirigida desde el
gobierno fresta.
Para el proceso reformista era necesario tener en cuenta los mltiples efectos que
causaba cualquier cambio en la realidad agraria del pas. De partida las
transformaciones en el campo, en la propiedad y administracin de la tierra, era
(es) un asunto que le importaba (importa) a toda la sociedad; introduce cambios
en la economa nacional y no slo en la agraria; afecta la estructura y relaciones
de la clase dominante y; especialmente alterara la estructura de las clases
sociales y la correlacin de fuerza entre ellas. Esta reflexin compleja y extensa
hizo concluir a los miristas que:
La Reforma Agraria forma parte de un proceso global e indivisible que se llama
revolucin chilena socialista. Si ella no triunfa como tal revolucin socialista ser
incapaz de asegurar la conquista de la tierra y de los derechos democrticos a las
masas campesinas. No habr revolucin agraria masiva, drstica y acelerada sino
como parte del proceso que conduce a la transformacin de la estructura
econmico-social del pas. Es decir como objetivo democrtico-revolucionario de
la revolucin socialista chilena187.
Ahora lo que resultaba curioso en el alegato mirista, fue que para validar sus
dichos, no slo opt por ideas leninistas, sino tambin apel a expresiones de los
enemigos de clase. Lo hace seguramente, para demostrar que existe ofuscacin
186
187
Ibdem
Ibdem.
100
188
189
Ibdem.
p. Cit. Pgina 2
101
190
191
p. Cit. Pgina 2
p. Cit. Pgina 2
102
bajo una racionalidad que era aceptada incluso por instituciones tan respetables
como la Iglesia Catlica.
Pero la confianza mirista en sus convicciones los llev a disear una estrategia
(considerada novedosa) para excelsa tarea y sta estara configurada por la
movilizacin revolucionaria y extra-parlamentaria de las masas campesinas,
sobre la base de la firme conviccin de que solo la respuesta violenta podr
detener la contra ofensiva oligrquica y conducir a la conquista de la tierra y de los
derechos democrticos192.
En el mismo marco analtico, esta segunda Sesin Plenaria de la instancia
mxima del MIR, se preocup de esclarecer las razones del atraso socioeconmico en que estaba sumido el pas. En este razonamiento identificaron lo
que llamaron las cuatro trabas bsicas y identificndolas con el imperialismo
norteamericano, la existencia del latifundio, el capitalismo monoplico y el poder
burgus. Como era usual entre los miristas para resolver o superar estas cuatro
trabas se recurri a los escritos clsicos del marxismo-leninismo y recogiendo las
experiencias histricas de las revoluciones triunfantes de Rusia, China y Cuba.
Esta opcin de anlisis del MIR no deja de llamar poderosamente la atencin
porque, a pesar de su clara corriente hegemnica trotskista e influida por la novel
experiencia cubana, coloca a la par a Rusia estaliniana con la Cuba castrista. Pero
lo que resulta ms intenso es que no transparentan las dificultades polticas e
ideolgicas que comprometan a los dos colosos revolucionarios.
De las fuentes mencionadas, los miristas extrajeron respuestas a sus inquietudes.
Una de ellas fue que:
los objetivos nacionales (nacionalizaciones, medidas anti-imperialistas, etc.) y
democrtico-revolucionarios (especialmente la Reforma Agraria) as como
reivindicaciones democrticas y econmico- sociales de las masas populares,
forman parte de un solo proceso revolucionario ininterrumpido y permanente
mediante el cual el proletariado y el pueblo caminan a la conquista del poder
poltico y a la transformacin del pas en una Repblica Socialista193
192
193
p. Cit. Pgina 2
Ibdem.
103
En la reflexin del mirismo incipiente se dijo que estos objetivos, todos de carcter
histricos, no podan ser alcanzados en aquellos instantes por la clase dominante,
a la que denominaron (en una conceptualizacin muy curiosa) burguesas
coloniales sino exclusivamente por el proletariado revolucionario (que se supone
el obrero industrial) sector social de los explotados que le correspondera el papel
de conducir a las dems capas de pobres, fueran estas del campo o la ciudad.
En esta etapa corresponda destruir el poder (Estado) burgus el que sera
sustituido por una democracia popular directa, como soporte de la dictadura
revolucionaria transitoria del proletariado194. Resulta relevante el hecho los
acuerdos del mirismo tenga cuidado de sealar y recordar que dicha dictadura (la
del proletariado) sera slo transitoria. Probablemente fue una forma de
diferenciarse y criticar solapadamente la situacin ruso-sovitica. No olvidemos
que el influjo trotskista en el mirismo de primera hora fue notable y notorio, por
consiguiente haba que diferenciarse no slo de la izquierda practicista, sino
adems tomar posicin a nivel internacional.
Este tipo de sistema revolucionario (democracia directa) era (al entender mirista)
el garante de la revolucin que, entre otras cosas, liquidara al poder burgus e
impedira la ilusin aliarse con supuestas burguesas progresistas para los
efectos de cumplir con la estrategia de la revolucin por etapas. Obviamente que
esta aseveracin constituy una abierta crtica al Partido Comunista y a todas las
izquierdas nativas que apostaban por ensanchar la alianza hacia sectores de la
clase dominante que supuestamente tenan contradicciones insalvables con el
imperialismo.
A ella se les lleg a llamar burguesa nacional para diferenciarlas de la clase
propietaria venida desde el extranjero (especialmente en el rea minera) y con
quienes aparentemente sostenan contradicciones. A medio camino de sus
elaboraciones tericas, los miristas entraron a preocuparse de las capas medias
(citadinas y rurales) chilenas. Y, siguiendo casi linealmente el materialismo
histrico, sealaron que as como la burguesa exitosa haba destruido el poder
medioeval y elimin la servidumbre agraria, en aquellos aos, es decir en la
194
p. Cit. Pgina 2
104
poca del capital financiero y de los trust, en la poca del imperialismo195 las
capas medias eran vctimas del capitalismo financiero que las estrangulaba con
las deudas y el monopolio las ahogaba y en una especie de concertacin tcita las
mantena en el retraso tecnolgico industrial de forma que sus formas productivas
se convirtieron en anti-econmicas. No obstante, desde un sector de la burguesa,
supuestamente progresista, se proponan reformas, aparentemente estructurales,
que vendran a satisfacer las demandas de este sector medio. El dulce que
ofreca (segn el mirismo) esa burguesa supuestamente progresista era incentivar
el minifundio y defender la propiedad familiar sobre la tierra como forma de parar
cualquier intento de nacionalizar el suelo (presumiblemente pasndolo a propiedad
del Estado) y colectivizar el trabajo agrario. El MIR reconoci que este gancho
del gobierno fresta a los campesinos medios, estaba dando los resultados
esperados, porque haba entre los pobres del campo cierta ilusin que su
condicin de miseria, sera superada con las medidas que se estaban
implementando en el proceso reformista del campo.
Sin embargo el MIR aleg que ms pronto que tarde, lo precario de los
resultados, la lentitud de su curso, el transaccionismo democristiano con la
oligarqua, los problemas de pago de las tierras expropiadas o por expropiar,
demostraran nuevamente la insolvencia de la burguesa semi-colonial para realizar
una tarea que ella, en cuanto a burguesa en ascenso histrico, abord en forma
jacobina196.
Cmo, desde una perspectiva histrica podemos interpretar esta sentencia? El
MIR estableci que el carcter negociador inherente a la Democracia Cristiana y la
incapacidad financiera del Estado eran los dos principales elementos corrosivos
de cualquier reivindicacin para los pobres del campo. Adems, por el carcter
de la clase social a la que representaba polticamente (la burguesa industrial ms
dinmica) la obligaba a mantenerse ferviente defensora del sistema capitalista.
El MIR tampoco olvid el carcter pro-imperialista de la Democracia Cristiana,
porque ste partido estando en el gobierno mantena la dependencia financiera,
195
196
p. Cit. Pgina 3
p. Cit. Pgina 3
105
militar y comercial con los Estado Unidos de Amrica, para lo cual se refugiaba en
la poltica internacional (iniciada por John Kennedy) conocida como la Alianza
para el Progreso. Para reforzar la acusacin de pro-imperialista a la DC, los
miristas alegaron que el gobierno de Frei haba entregado o (mejor dicho)
prolongado por veinte aos ms el dominio norteamericano sobre las riquezas
bsicas, lo que constitua en un atentado al desarrollo de las fuerzas productivas
del pas y por consiguiente condenndolo a la pobreza y dependencia con el
extranjero.
La actitud genuflextora de la Democracia Cristiana ante el pas del norte era aun
ms grave porque esta forma de pararse ante el gobierno estadounidense
coincida con la decisin norteamericana de intervenir militarmente en cualquier
lugar de Amrica Latina si vea que sus intereses estaban siendo amagados por el
peligro de la subversin castrista. No olvidemos que en esos aos el carcter de la
revolucin
cubana
represent
un
ejemplo
para
muchos
izquierdistas
p. Cit. Pgina 4
106
de
marchar
en
el
mismo
sentido
que
lo
haca
el
gobierno
que
la
Democracia
Cristiana
inconscientemente
estaba
p. Cit. Pgina 7.
p. Cit. Pgina 8.
200
Ibdem.
201
Ibdem.
199
107
Ibdem.
El MUI de Concepcin. Revista Punto Final, pgina 9, n 14 de la 2 quincena de octubre de 1966. Santiago.
108
Ibdem.
Ibdem.
109
por
Luciano,
Miguel
Bautista,
efectuaron
una
categrica
a la conformacin
del
MUI, los
convocados
definieron
el
Ibdem
110
democracia cristiana. Los resultados de la eleccin fue: 1.100 votos para la DC;
820 para el MUI; 196 para el PC y; 130 para el PS.207. Para toda la izquierda, pero
con mayor nfasis para el MUI, la Universidad y los cambios estructurales que ella
necesitaba era uno de los principales desafos polticos del ao 1967.
La U penquista haba experimentado una reforma a partir de 1964. Para este
proceso cont con ingente recursos proveniente tanto de negocios propios como
de ayuda internacional, especialmente de fundaciones norteamericanas208.
Aquella transformacin de la actividad universitaria implic, entre otras muchas
medidas, la creacin del llamado ao bsico o Propedutico. Este hecho
gener, en opinin de los estudiantes, una verdadera anarqua y sobrecarga de
trabajo. El dato relevante de esta situacin habra sido la relevacin de una
encuesta aplicada a los alumnos de la Escuela de Qumica y Farmacia en la que
se constat el uso extendido de drogas para soportar el ritmo apremiante de
controles, trabajos de laboratorio y exmenes209. Adems con escandalosas
caractersticas, pero puntualmente, los estudiantes se enteraron del despido de
dos profesores del Instituto de Filosofa, Francisco Ugarte y Ramn Menanteaux,
ambos militantes de la izquierda local. La razn que esgrimi la superioridad fue
que no estaban en posesin de sus ttulos correspondientes; sin embargo para los
estudiantes este era inusual porque era usual la prctica de contratar profesores
que no estaban titulados. Sin perjuicio de esta supuesta discriminacin con los
mencionados docentes, qued al descubierto cierta desprolijidad en la formacin
de los profesionales universitarios penquistas.
Pero, probablemente lo que ms irrit a los estudiantes fue el verticalismo en la
conduccin de la casa de estudios. Los estudiantes, funcionarios y buena parte de
los docentes no eran tomados en cuenta para fijar el rumbo de la Universidad.
Exista un intocable directorio que comandaba la institucin en virtud de ser una
Corporacin de Derecho Privado. Este directorio (indiscutido e inapelable en sus
decisiones) estaba compuesto por once miembros, de los cuales ocho eran
207
Ibdem
Nos referimos a la Lotera de Concepcin y a los aportes de las fundaciones Ford; Kellogg; Rockefeller; y Fullbright. Revista Punto
Final. N 29. Pgina 17. Segunda quincena de mayo de 1967. Santiago.
209
Ibdem
208
111
Precisamente
aprovechan
la
larga
ocupacin
de
las
Balance de una lucha. Revista Punto Final, pginas 36 y 37, n 40. Martes 24 de octubre de 1967. Santiago.
Ibdem.
112
113
estudiantes --- segn la polica --- miristas se haban dedicado a lanzar (como
avance de propaganda armada) petardos y arrojar panfletos213. Los involucrados
en el agravio a la bandera nacional fueron Edison Barra Brevis y Jorge Arturo
Grez, los que fueron suspendidos por acuerdo del Consejo de la Universidad.
Asimismo, la Federacin de estudiantes sali pblicamente a repudiar lo que llam
actitud anti-universitaria214.
En este escenario, que segn algunos acadmicos consultados por la prensa, era
de extrema politizacin215 se abri el proceso electivo de la Federacin de
Estudiantes. La Democracia Cristiana haba dominado durante varios aos esta
organizacin estudiantil; la izquierda, tanto la perteneciente al FRAP como a la
que transitaba por fuera de este pacto, se mantena dividida y con fuertes
resquemores entre ellos.
Enfrentar estos comicios represent un verdadero desafo. Especialmente para el
MUI-MIR, organizacin poltica en la que descollaban varios dirigentes
estudiantiles como Enrquez, Bautista van Schouwen, Luciano Cruz Aguayo,
Arturo Villavela, etc. Este grupo poltico tuvo como objetivo desbancar a los
democratacristianos del poder en la FEC y, para tal cosa hicieron alianza con la
Brigada Universitaria Socialista (BUS). El resto de los partidos, incluyendo a las
Juventudes Comunistas, tuvieron escassimas posibilidades. Lo que s qued en
evidencia y que ms tarde desembocara en un trgico suceso, fue el constante
ataque del comunismo juvenil a los miristas.
El ambiente electoral fue intenso. El barrio universitario adquiri un rostro
totalmente agitado. Al medioda, durante varios das, el foro de la U penquista
estaba ocupado por estudiantes de distintos sectores polticos, los que agitaban a
las masas con consignas y folletos con el fin de seducir a los lectores hacia sus
candidatos y posiciones polticas. De los edificios colgaban afiches y en las
murallas se pintaban eslganes y proclamas revolucionarias, a la vez que jvenes
de mirada rebelde y taciturna rasgueaban una guitarra cantando canciones de
213
114
115
219
A Camilo o Cruz de Luz. Poema de Daniel Viglietti. Homenaje al cura guerrillero Camilo Torres Restrepo.
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic al autor. 05 de mayo del 2013
221
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic. p. Cit.
222
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic. p. Cit.
220
116
militante
de
una
fraccin
izquierdista
auto-calificada
de
117
Revista Punto Final, pgina 16. Primera quincena de agosto de 1966. Santiago
118
En el Pedaggico se matricul la rebelda. Revista Punto Final N 12. Pgina 6. 2 Quincena de septiembre de 1966. Santiago.
119
228
Ibdem.
120
229
De la crisis de la Revolucin en Libertad surgir la revolucin socialista:.Tesis nacional aprobada en el II Congreso del MI el 4 de
septiembre de 1966 en su 5 Sesin plenaria del Comit Central. Publicada en Revista Estrategia N 7, pgina 2. Enero de 1967.
Santiago de Chile.
230
Ibdem.
121
231
p. Cit. Pgina 5.
p. Cit. Pgina 1.
233
p. Cit. Pgina 11.
234
p. Cit. Pgina 12.
232
122
sentido de la reduccin del gasto fiscal, los sueldo seran reajustado por debajo de
los ndices inflacionarios contrayndose la demanda interna y por tanto afectando
a la produccin de la industria nacional la que, a su vez, estara obligada a reducir
los costos y qu mejor que despidiendo a trabajadores.
Pero no sera fcil para el gobierno democratacristiano enfrentar esta oteada
crisis. Los trabajadores, los explotados, del pas venan poco a poco saliendo del
mazazo que signific la derrota presidencial235. Y, ante el avance de las medidas
anti-obreras la resistencia crecera. De hecho, argument el MIR, el ao 66
registraba un crecimiento en la conflictualidad sindical: de febrero a Septiembre
de 1966 se han registrado 229 huelgas campesinas, algunas con carcter
provincial (Colchagua) y en las cuales la vanguardia ha estado en manos del
proletariado agrcola.236 Pero la tensin y movilizacin trascendera hacia otros
sectores medios de la sociedad chilena: las huelgas estudiantiles (Concepcin
y Universidad Tcnica del Estado), la de profesores y del Banco de Chile,
testimonian cmo las clases medias responden al deterioro de su situacin237.
Todos estos hechos implicara que se estaban creando (crean los miristas) las
condiciones para dar un salto cualitativo en la lucha poltica, pasando de una fase
puramente defensiva a una de ofensiva clasista ms dura238. Esta ofensiva
debera hacerse afirmndose en las organizaciones de masas (sindicales,
organismos de pobladores, partidos obreros)239 porque ellas haban mantenido
sus organizaciones y estaban empujando la resistencia.
Este cuadro llev al mirismo a elaborar tareas polticas que implicaran no slo
colocarse al frente de las luchas populares, sino adems lograr crecimiento
partidista aprovechando las condiciones de lucha en que se enfrascaban los
sectores populares y medios.
235
123
240
241
242
124
243
La legislacin estableca una odiosa discriminacin al establecer una asignacin familiar de superior monto para los hijos de
empleados.
244
De la crisis de la Revolucin en Libertad surgir la revolucin socialista. p. Cit. Pgina 22.
245
Ibdem.
246
Ibdem.
247
Su presidente era Luis Figueroa Mazuela.
125
lo
que
resulta
de
extrema
gravedad
para
las
polticas
248
249
250
126
La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Pgina 34. Revista Estrategia N 6. Septiembre de 1966. Santiago.
La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Pgina 35. p. Cit.
Ibdem.
254
Una interpretacin del desempleo en Chile. Francisco Rosende Ramrez. Pgina 71. Documento pdf. Ver en
www.cepchile.cl/dms/archivo_1625_1450/
252
253
127
255
La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Pgina 35. p. Cit.
La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Pgina 36. p. Cit.
257
Ibdem.
258
Ibdem.
256
128
129
261
Declaraciones del Intendente de Arauco Pablo Estrada a diario La Crnica. Mircoles 14 de Febrero de 1968. Ao XX. N 5685
130
262
131
es lo que permite ganar el III Congreso, si no. no hubiese habido la mayora para
ganar ese Congreso263.
A su vez, estos viejos cuadros poltico-sindicales, con ascendencia y legitimidad
en su frente natural, miraban con relativa desconfianza el mpetu juvenil. Incluso,
algunos se sintieron agredidos por la irreverencia con que fueron tratados por los
nveles militantes miristas. Uno de los fundadores del mirismo, Humberto
Valenzuela, record que .uno de los principales cargos que Enrquez me haca
personalmente, era que yo me haba pasado 48 aos metido en los sindicatos y
no haba conseguido hacer la revolucin264. Pero no solo fueron las formas en
el trato poltico lo produjo el quiebre. Se colige de las palabras del citado
Valenzuela que hubo contenidos polticos que gravitaron con ms fuerza:
El esquematismo por un lado, y empirismo por otro, fue lo caracterstico en la
colaboracin poltico de la mayora acaudillada por Miguel Enrquez. Esta mayora
convirti en su Biblia el libro de Regis Debray, Revolucin en la Revolucin y
lleg a la conclusin de que la estrategia de la lucha armada en Chile, tena que
darse sobre la base de las guerrillas campesinas con las guerrillas urbanas y
mucho menos con movimientos de masa. Incluso se lleg a sostener que el MIR
no estara all donde estn las masas, sino en las montaas, en las guerrillas
campesinas.265.
No muy distinto opina, pero desde la otra vereda, un ex dirigente, Lautaro Videla,
quien afirm que con el trotskismo hubo:
una diferencia sustancial, que ellos la hacan ver, lo que hace que ellos finalmente
se desliguen. Porque no haba caso de hacerles entender a este grupo que toma
la direccin el ao 67, que el rol de la clase obrera, de la lucha urbana, la
perspectiva del desarrollo de huelgas, que la herramienta fundamental sea la
huelga para llegar a una huelga general a partir de la cual se llegara a condiciones
insurreccionales, y el trabajo en otros sectores de la sociedad para unirse al
movimiento obrero en una lucha insurreccional, eso no caba en el esquema que
nosotros estbamos materializando, ni en la prctica que del ao 67 para adelante
empieza a llevar la direccin nueva del MIR encabezada por Miguel Enrquez266
As, en esta disputa se conformaron dos tendencias. Una, llamada en la poca
como los tradicionalistas (agrupando a trotskistas y ex comunistas) y; la otra, los
263
132
268
que un antiguo militante (aos ms tarde) recordaba este caos creativo, diciendo
haba miristas viejos que venan del trotskismo, otros pocos tenan alguna
admiracin a Mao y su Larga Marcha, algn anarquista a la espaola conoc
tambin; los ms jvenes eran ex comunistas, ex socialistas e incluso ex
radicales, ms adelante habra gente que vendra de la democracia cristiana e
incluso de la derecha.269. Este multicolor espectro de vertientes daba origen a una
multiforme expresin de quehaceres y relatos polticos, a veces encontrados y
otras convergentes. A este fenmeno (mosaico poltico en sus orgenes) le
atribuyeron la responsabilidad de los serios obstculos para homogeneizar las
lneas de accin. A ello se sum (segn la crtica a la Direccin) el desinters por
iniciar las acciones armadas. Para la corriente viriatista el camino de la guerra
revolucionaria habra estado en el discurso (muchas veces encendido) y no en la
prctica que transitara en el camino a la revolucin.
En cambio el objetivo de la nueva generacin era construir un tipo de partido o
de organizacin poltica, que tuviera mayor rigurosidad militante; donde existiera
mayor compromiso, ms entrega, de dedicacin total a la organizacin; o sea
buscaban constituir una vanguardia conformada por profesionales de la
267
133
revolucin. Con este diagnstico, los jvenes miristas, tanto de Concepcin como
de Santiago, en estrecha relacin con pobladores que para entonces mostraban
iniciales sntomas de radicalizacin, se fueron al evento congresal dispuestos a
resolver el conflicto. Un paso fundamental para esta decantacin era ineludible
hacerse de la conduccin partidaria.
Tomando en cuenta los problemas internos, el proceso poltico y las
caractersticas que asuma la lucha de clases, los no tradicionalistas se decidieron
superar los moldes polticos-orgnicos, impuestos en con congreso fundacional. El
momento poltico (deterioro creciente del prestigio democristiano) y los ribetes que
tomaba la lucha social, sumado a la potente visibilizacin de algunos dirigentes
jvenes, fue un marco favorable al recambio en la direccin partidista. Todo, mejor
expresado, el proceso innovador en el MIR se inici en el Tercer Congreso
realizado en diciembre de 1967. En aquel evento, fue derrotada la posicin de los
tradicionales, asumiendo la direccin de la organizacin el grupo encabezado por
Miguel Enrquez, Bautista van Schouwen y Luciano Cruz (provenientes, todos de
Concepcin) a ellos se unieron dirigentes estudiantiles del Instituto Pedaggico
como Sergio Zorrilla Fuenzalida y Jorge Fuentes Alarcn. La vieja guardia sufri
no slo la derrota, sino adems la divisin. Algunos se marginaron y otros se
organizaron como oposicin a la lnea oficial.
La fuerza de los jvenes oper devastadoramente. De los 15 integrantes del
Comit Central, 10 quedaron en manos de los no tradicionalistas; la Direccin
Nacional pas a ser dominada ntegramente por el viriatismo y, por ltimo Miguel
Enrquez asumi la Secretara General. Pero estos cambios dirigenciales, la
emergencia de Enrquez, Cruz, van Schouwen al plano nacional del mirismo, no
fue fruto de una casualidad o de alguna mquina montada. Al contrario, fue
producto de una larga, costosa e incomprendida lucha poltica. El liderazgo
obtenido por los no tradicionales tuvo un fundamento probado: trabajo de masa y
construccin de partido. E incluso estos noveles dirigentes se advertan con un
incipiente reconocimiento internacional, especialmente de Cuba.
134
135
271
136
presidenciales
(1970).
Ver
en
presidenciales
(1970).
Ver
en
137
En esta misma construccin, segn recuerda Andrs Pascal Allende, tambin fue
preocupacin el tema regional o, visto desde un ngulo opuesto, el centralismo.
As lo recuerda el antiguo dirigente: otro tema que nos impactaba sobre todo a
Miguel, era el tema regional, la crtica al centralismo, al Chile central versus las
regiones277.
Pero en estos anlisis, estudios y discusiones se continu pensando en los
obreros como la clase social revolucionaria. Lo que era una contradiccin con la
prctica poltica diaria. El MIR se desarroll velozmente, tanto orgnicamente
como en influjo, en sectores sociales como pobladores marginales, campesinos
desprovistos de tierra y estudiantes. Es decir, aunque se pensaba a los
trabajadores, obreros en general, como la clase motriz de los cambios sociales y
polticos, el trabajo poltico que ms les reditu fue entre los pobres del campo y
la ciudad. A ms factores contradictorios con el pensamiento oficial del mirismo
275
276
277
Ibdem.
Lautaro Videla Moya. Entrevista 12/12/2012.
Andrs Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.
138
Luis Vitale asegura que despus del III Congreso El Comit Central funcion durante un ao y medio en un ambiente fraterno y sin
diferencias polticas. Por consiguiente, es falsa la afirmacin -hecha a posteriori por algunos- de que el III Congreso signific el
desplazamiento total de los antiguos dirigentes y de la poltica anterior. Por el contrario, los de ms larga militancia tuvimos mayores
posibilidades de comunicacin diaria, entendimiento y comprensin respecto de los anhelos de la nueva generacin que asumi la
conduccin del MIR. Ver en Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Al parecer esta relacin
cordial con los no tradicionalistas corresponde a una experiencia estrictamente personal.
La opinin de Humberto Valenzuela es diametralmente opuesta a la de Vitale. Valenzuela considera que Enrquez (y su fraccin) no
respetaron la autonoma de los pobladores. Al respecto denuncia hasta antes de la divisin del MIR, las directivas de los campamentos
eran elegidas por las bases; despus, la fraccin de Enrquez opt por imponerlas. Generalmente el MIR, designaba un Jefe,
nombramiento que recaa siempre en elementos universitarios; esto lo pudimos comprobar en los campamentos "La Unin", "Ranquil",
"Fidel Castro" y otros. De esta manera, no eran los pobladores quienes designaban a sus dirigentes, sino el MIR. Historia del
Movimiento Obrero chileno. Humberto Valenzuela. Pginas 138 y 139. Coleccin Papeles para armar. Editorial Quimant. Ao 2008.
139
Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale.
Historia del Movimiento Obrero chileno. Humberto Valenzuela. Pginas 138 y 139. p. Cit.
281
Mario Garcs Duran. Pgina 199. Ao 2002. Citado por Graciela Alejandra Lunecke Reyes en Violencia urbana, exclusin social y
procesos
de
guetizacin:
La
trayectoria
de
la
poblacin
Santa
Adriana.
Ver
en
http://revistainvi.uchile.cl/index.php/INVI/article/view/604/1010
280
140
141
al
orden
pblico
de
la
seguridad
interna.
Con
mucha
282
283
284
142
285
286
Historia del Movimiento Obrero chileno. Humberto Valenzuela. Pgina 135. p. Cit.
Andrs Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.
143
287
288
289
Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. p. Cit.
Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. p. Cit.
Revista Punto Final, N 81. Editorial. 17 de junio de 1969. Santiago.
144
periodista y director de la Revista Punto Final, Mario Daz, que acompaado por
un integrante del Instituto chileno-cubano haba viajado hasta Chilln el da cinco
de junio y permanecido all hasta el da domingo 8 por consiguiente l jams pudo
haber participado en los hechos que se le acusaban. A su vez Enrquez, despus
de analizar la situacin poltica nacional e internacional, concluy que los ilcitos
podan ser un montaje de la polica poltica, del gobierno y de la derecha porque
slo los favoreca a ellos, toda vez que los estigmatizaba como violentistas y
terroristas. A mayor abundamiento Cruz agreg que a los revolucionarios no los
favoreca, que el secuestro poda ser obra de una venganza porque el periodista
de marras y el diario mismo se dedicada a explotar el morbo y que en esa lnea
haba publicado y hecho reportajes involucrando a delincuentes comunes y
homosexuales.
La prueba esgrimida por Cruz (de haber permanecido en Chillan) era un tanto
frgil. Si bien haba viajado hasta la ciudad de OHiggins (y de ello hubo testigos)
ello no descart la posibilidad que regresara por algunas horas a Concepcin,
efectuado el operativo Osses y retornado. Tiempo hubo suficiente porque el
secuestro fue realizado el da seis de junio (viernes) por la tarde/noche.
Difcilmente para un profesional de la prensa y con la fijacin que tena Osses
Santa Mara en los dirigentes del MIR y con la apariencia fsica de Luciano Cruz
(de fcil recuerdo) se pudo haber equivocado al reconocerlo como parte del
comando.
La polica, con el tiempo y los recursos que dispona (y siempre dispone) no poda
errar el tiro en atribuirle a los miristas y en especial a Luciano Cruz la
responsabilidad en los hechos. De hecho, un poco reconocido militante y dirigente
mirista de Concepcin, Marcelo Ferrada Noli, reconoce en Cruz Aguayo la autora
intelectual y material del secuestro de Osses:
El 6 de Junio de 1969 una unidad formada por Luciano en estricta clandestinidad,
e integrada por una militante de Santiago y el resto de Concepcin/Talcahuano,
toma prisionero a Osses luego de un trabajo de inteligencia puesto en accin por
la compaera venida de Santiago, la legendaria militante - tambin de la segunda
generacin - Ingrid Ximena Sucarrat Zamora. Ingrid vino a ser una de las primeras
militantes mujeres del MIR declarada "fuera de la ley" y perseguidas en Chile, y la
145
Nelson Gutirrez. In memoriam. Notas sobre la Historia del MIR. Marcelo Ferrada-Noli Stockholm, 2008. Ver en
http://ferradanoli.files.wordpress.com/2010/08/marcello-ferrada-noli-nelson-gutierrez-historia-del-mir.pdf
291
Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. p. Cit.
146
poltico; entre otros fueron requeridos, no todos capturados, los miristas Jos
Bordas Paz, M. Isabel Crcamo, Luciano Cruz Aguayo, Miguel Enrquez Espinoza,
Marcelo Ferrada Noli, Jos Goi Carrasco, Fernando Krauss Iturra, Sandra Lidid
C., Oscar Lynch Gaete, Lily Rivas; Anbal Matamala Vivaldi, Marcia Merino V.,
Juan Saavedra Gorriateguy, Bautista Van Schouwen, y Arturo Villavela Araujo.
Varios de estos requeridos terminaron detenidos y encauzados al igual que otros
simpatizantes y filo-miristas santiaguinos como Gastn Salvatore, su mujer Giselle
Groenewold, Patricio Figueroa, Patricio Daz y Alejandro Dorna que para entonces
ocupaba el cargo de presidente del Centro de Alumnos del Instituto Pedaggico.
Pero las acciones represivas no detuvieron la elaboracin terica. Tanto Vitale
como Miguel Enrquez entregaron sus elaboraciones tericas a la militancia y, por
supuesto, al pueblo de Chile. El profesor Luis Vitale derram tinta configurando un
anlisis de la situacin poltica nacional como aporte al IV Congreso del MIR,
evento que para entonces no pudo verificarse y que aos ms tarde sera exigido
con mucha intensidad por militantes provincianos que cuestionaban la conduccin
de Miguel Enrquez. El documento de marras circul bajo el titulo La presente
Coyuntura poltica de Chile y, segn los dichos de Vitale Cometa, se iniciaba la
redaccin con una sentencia: "Es deber de la vanguardia revolucionaria analizar
las potencialidades que caracterizan la actual coyuntura"292, lo que vino a
representar un llamado de atencin a los militantes ms audaces; una especie
de cable a tierra para aquellos miristas que tenan como intencin precipitar los
hechos en busca del atajo a la historia.
La idea central de Vitale era denunciar la estrechez de las polticas del gobierno
reformista burgus de Frei, demostrar su ineficacia para resolver los problemas del
pas y, especialmente, de los trabajadores chilenos. Una vez develada la
inoperancia del gobierno, levantar con fuerza las polticas antiimperialistas del
MIR. Era el camino para hacer conciencia a los trabajadores que la chilenizacin
era insuficiente y que era necesario ir por ms, es decir la nacionalizacin no
solo del cobre, sino adems otras riquezas como el servicio telefnico (a cargo de
292
Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. p. Cit.
147
Sigla de la International Telephone Telegraph que a inicios de la dcada de los setentas fue denunciada pblicamente por su
vinculacin con acciones conspirativas en contra de la posibilidad de xito electoral de la Unidad Popular.
Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. p. Cit.
294
148
Solo una revolucin entre nosotros pueden llevarnos a una revolucin en Chile.
Ibdem
297
Ibdem
298
Ibdem
299
Ibdem
300
Ibdem
296
149
Ibdem
Ibdem
303
El documento de marras cuenta con un cuarto punto denominado Qu ha sido y en qu estado estaba el MIR que trata del
desarrollo de la organizacin entre su momento fundacional y el instante de efectuar la propuesta de cambios. No se incluye en este
apartado porque (en buena medida) el tema est desarrollado a lo largo de este estudio.
304
Solo una revolucin entre nosotros pueden llevarnos a una revolucin en Chile.
302
150
Este reaglutinamiento se logr al fusionarse tres corrientes derechistas representadas por el Partido Liberal, el Conservador y la
llamada Accin Nacional. Se registr su creacin en mayo de 1966 con el objetivo de revertir el desgaste electoral.
306
El Partido Nacional para 1969 representaba alrededor del 20% del electorado, constituyndose en la tercera fuerza poltica del pas
eligiendo a 33 diputados. Ver Historia de Chile. 1891-1994. Cristin Gazmuri. Pgina 260. Instituto de Historia, Pontificia Universidad
Catlica
de
Chile
y
Ril
Editores.
Ao
2012.
Santiago
de
Chile.
Ver
tambin
http://historiapolitica.bcn.cl/partidos_politicos/wiki/Partido_Nacional
307
Solo una revolucin entre nosotros pueden llevarnos a una revolucin en Chile.
308
Ibdem.
151
Ibdem.
Ibdem.
Ibdem.
152
comunes era el carcter que tena la organizacin social y poltica de Chile. Para
tal cosa se afirm que nuestro pas era viva un perodo semi-colonial, con un
modelo capitalista atrasado, desigual y combinado (idea del trotskismo) pero que
posea una industria y minera ms o menos desarrollada; a diferencia de lo que
pasaba en el campo donde subsista un capitalismo agrario atrasado312, por tanto
se descart totalmente la posibilidad de un feudalismo agrario. En este marco
econmico quienes detentaban el poder era una alianza entre el Imperialismo y
las burguesas industriales, financiera y agraria313, concluyendo que no exista en
Chile un sector de la burguesa antiimperialista o nacional susceptible de
aliarse para una revolucin314. Con esto descart de plano la idea de una
revolucin democrtico-burguesa en la cual se agotaran las tareas del capitalismo
para, luego dar inicio a la perspectiva socialista. De este colofn se desprendi la
idea-fuerza que la revolucin, la que el MIR deba emprender, era de un carcter
de antiimperialista y anticapitalista a la vez, esto es, ser fundamentalmente
socialista y en este proceso las clases motrices de la Revolucin en Chile son los
obreros y campesinos315.
En busca de este objetivo en la propuesta del viriatismo se defini la estrategia
revolucionaria, la que indudablemente deba ser a travs de la lucha armada: el
Socialismo en Chile solo podr ser instaurado por medio de la lucha armada. No lo
podr ser por medio de la va pacfica, se sentenci con fuerza y conviccin en el
comentado documento.
Ser en esta sentencia donde quede inscrito el futuro del MIR y de centenas de
sus militantes. La lucha armada era el camino apropiado, pero esa guerra de
clases no sera de cualquier tipo. Esta lid entre los de arriba y los de abajo no
adoptara la forma de insurreccin de masas o de levantamiento general. No
ser a travs de una huelga general, con movilizacin campesina, ocupacin de
312
Ibdem.
Ibdem.
314
Ibdem.
315
Ibdem.
313
153
Ibdem.
Ibdem.
318
Ibdem.
319
Ibdem.
320
Ibdem.
317
154
y que
la clandestinidad
(a la que se estara
expuesto
Ibdem.
Ibdem.
323
Ibdem.
324
Ibdem.
325
Ibdem.
322
155
la lucha social y poltica de los chilenos explotados. Las tareas para que los
militantes se formaran y pudieran conducir adecuadamente la lucha revolucionaria.
Era todo un desafo poltico que difcilmente podemos verificar en otros actos
inaugurales de organizaciones polticas de izquierda chilena.
En trmino de plazos exista el deseo de apurar la causa. Queremos (dijo el
viriatismo) iniciar la guerra al ms breve plazo posible. Un deseo, y as lo
reconoce el documento, que chocaba con la realidad porque la situacin poltica
no est an madura para ello326. Pero si haba expectativas que se iniciara un
proceso de madurez, de profundizacin de la lucha de clases, de radicalizacin de
las posturas, que terminaran exigiendo acciones directas por parte nuestra. Pero
este tipo de tareas, especialmente por las consecuencias que acarrearan,
demandaran al MIR tener una organizacin slida, eficiente y clandestina pero
que (viendo la realidad) estaba muy lejos de serlo. Por consiguiente el primer e
intenso esfuerzo tendra que dirigirse a reforzar la organizacin, para enseguida
lanzarse a realizar acciones que permitieran (ms adelante) iniciar la guerra.
Todo este proceso lo conceptualizaron en tres etapas: de preparacin directa, de
acciones directas y de guerra327.
Para una precisin de los plazos recurrieron (termin siendo prctica extendida y
consuetudinaria) a analizar la situacin poltica. Creyeron estos noveles analistas
estar viviendo un perodo favorable para el momento electoral que se avecinaba,
pese (segn lo que haban dicho) al escepticismo generalizado hacia el
electoralismo. Por consiguiente el torneo presidencial terminara arrastrando
masa. Lo que no quedaba claro en aquellos momentos era a cunta masa
arrastrara la dinmica electiva. Por tanto se evalu como importante iniciar la
construccin de una alternativa revolucionaria adelantndose a la relativa fiebre
electoral. Por ello definieron como objetivo poltico iniciar el perodo de acciones
directas antes de 1970 y preparar las condiciones necesarias para el inicio de la
guerra328. Esto ltimo entendido como el comienzo del enfrentamiento regular o
326
327
328
Ibdem.
Ibdem.
Ibdem.
156
irregular entre dos ejrcitos329. Estas definiciones exigan otras tantas en otros
aspectos. Por ejemplo era necesario precisar las formas concretas que adquirira
la guerra330; no se trataba solamente de decir que habra guerra, sino adems era
necesario anunciar, de forma ms o menos certera, cmo se mostrara esa
conflagracin de clases. As es como asever el viriatismo que la guerra de clases
en Chile se afirmara en cuatro grandes columnas, que le entregarn
permanencia, presencia poltica nacional, provocarn dispersin al enemigo y
entregarn un camino a las masas, a la vez que las organizarn. Estos pilares
son: los focos guerrilleros rurales, los focos guerrilleros urbanos, los focos de
dispersin urbana y rural y la organizacin poltica clandestina331. Cada uno de
estos ncleos tendra su impronta y su tarea especfica. La guerrilla rural estara
compuesta por unidades militares slidas que operaran en zonas polticamente
adecuadas, adems de geogrficamente aptas332 y su tarea sera afianzar la
continuidad estratgica del camino armado, combatir y guiar polticamente a los
sectores influenciables333. Se echa de menos, en esta propuesta de instalar
guerrillas rurales (al estilo guevarista) una explicacin de qu significaba unidades
militares solidas; tampoco se caracteriz (aunque fuera elementalmente) una zona
apta polticamente para que actuara la guerrilla y, menos se indic cul sera el
trabajo preparatorio para activar un foco guerrillero. Probablemente fue con la
intencin de dejarles la misin a los estrategas militares de la organizacin; los
que (segn el propio diagnstico de los analistas) no los tena.
Los ncleos urbanos, vistos como tcticos, tendran como misin principal la de
visibilizar ante la sociedad que algo estaba pasando en el pas. Es decir les
cabra principalmente el papel de propaganda y agitacin. Adems asumiran el
papel de hostigar permanentemente al enemigo, es decir al Ejrcito y a la polica:
329
Ibdem.
Ibdem.
331
Ibdem.
332
Ibdem.
333
Ibdem.
330
157
Ibdem.
Ibdem.
336
Ibdem.
337
Ibdem.
338
Ibdem.
335
158
era ineludible terminar con las tendencias a travs de la discusin poltica; pasar
prontamente a la clandestinidad e iniciar el trabajo (en serio y no discursivamente)
en los asuntos militares (especiales le llamaron internamente)
A todo lo anterior se sumara el trabajo poltico amplio y pblico, especialmente en
las llamadas zonas o sectores prioritarios.
De esta etapa (preparacin directa) se pasara a la segunda (accin directa) que
no sera otra cosa que el inicio de la guerra. Una vez emprendida la guerra se
dara un salto cualitativo; lo que implicaba definir el tipo de acciones directas.
Una sera efectistas nacionales ligadas a la situacin poltica que vive el pas; la
otra tendra carcter de efectistas locales estrechamente ligadas a las
reivindicaciones
de
cada
sector339
social.
stas
fueron
consideradas
Ibdem.
Ibdem.
Ibdem.
159
cambios
transformaciones
profundos
se
en
justificaban
la
organizacin
plenamente
revolucionaria.
porque
las
tareas
estas
seran
342
Ibdem.
Ibdem.
344
Ibdem.
345
Ibdem.
343
160
346
Ibdem.
Ibdem.
348
Ibdem.
349
Ibdem.
347
161
350
351
Ibdem.
Ibdem.
162
Contribucin a la historia del MIR. Captulo VI La divisin del MIR (27 de julio de 1969). Luis Vitale.
Ver en Movimiento de Izquierda Revolucionaria. 1970-1973: vivencias, coyunturas y documentos. Carlos Sandoval Ambiado.
Editorial Escaparate.
353
163
354
164
al Partido Nacional355 era una clara notificacin de ruptura para las pretensiones
de
la
Democracia
Cristiana.
su
vez,
Radomiro
Tomic,
abanderado
democratacristiano por estos hechos y por los avances (aunque por debajo de las
expectativas) del gobierno de Frei en materias sociales, laborales, educacionales
e incluso (aunque relativamente) en cuestiones de la dignidad nacional
(chilenizacin del cobre) estaba obligado a ofrecer un programa de mayor sentido
social y reivindicacin nacional. El panorama poltico-social no era halageo para
sus pretensiones electorales y aunque se jugase por conquistar voto popular (con
la idea de unidad popular por la base) era prcticamente imposible seducir a una
mayora para obtener un triunfo. A su vez, la izquierda representada en el bloque
electoral, que se convertira en Unidad Popular, no poda ofertar algo que
estuviera por debajo de la Revolucin en Libertad del fresmo.
El mundo popular, campesinos, pobladores, estudiantes y trabajadores, viva una
fuerte crispacin desde el ao 1967. Sucesivos conflictos los haba llevado a
enfrentarse con el gobierno y su cuerpo policial con resultado de decenas de
muertos, heridos y encarcelados.
En Puerto Montt, un pequeo grupo de pobladores se tom unos terrenos baldos
en un lugar llamado Pampa Irigoin. Como pampa surea la calidad de terreno no
era la mejor. La mayor parte de estas personas venan del campo buscando
mejores perspectivas de vida que creyeron encontrar en la ciudad. Vivan en una
pobreza extrema, las fuentes laborales eran ocasionales y por tanto sus ingresos
bajsimos y tambin fortuitos. Al principio tuvieron dificultades con las fuerzas
policiales, pero por el escaso valor del terreno y la mediacin de un diputado de la
zona, pudieron recibirlos en propiedad bajo la promesa de pagarlos. Pero esta
inicial experiencia, poco cruenta y de buenos resultados, motiv a otros tantos
pobladores que en dos sucesivas oleadas llegaron a ocupar el resto del sitio. As
fue como a fines de febrero e inicios de marzo los ocupantes de Pampa Irigoin
355 Dagoberto Ortega Glvez, dirigente campesino en el fundo La Piedad y testigo de los hechos relat a la prensa que "se hallaban los
dueos de fundos Carlos Montero Schmidt, dirigente del Sindicato de los empleadores agrcolas. Alheo Benavente Palma, Alcalde de la
Comuna de Longav, miembro del Partido Nacional y hermano del dueo de La Piedad: Joaqun Garca Huidobro; Atiliano Parada,
Regidor del Partido Nacional de la Municipalidad de Linares: Patricio Arbou: Reinaldo Muoz y los hermanos Juan y Roberto
Irribarren. Diario La Nacin 05 de mayo de 1970. Santiago, Chile
165
167
La Batalla del fundo San Miguel. Artculo del periodista Augusto Carmona. Revista Punto Final N 61.
La Batalla del fundo San Miguel. Artculo del periodista Augusto Carmona. Pgina 29. Revista Punto Final N 61.
168
169
Pero tambin se dieron luchas obreras particulares y radicales. Una de ellas fue la
protagonizada por los obreros de la industria Wagner, Stein y Ca. Conocida como
SABA. El 1 de junio del ao 68 iniciaron la huelga legal los trabajadores de esta
industria. Esta paralizacin de faenas se efectuaba en el marco de la legalidad
vigente, toda vez que haban agotado todos los caminos legales. Por varias
semanas (como era de costumbre) los empresarios guardaron silencio ante las
peticiones obreras. En silencio, pero no inmovilizada la parte patronal realiza una
accin que tuvo un carcter provocador. A mediados del desarrollo de la huelga el
empresario-administrador de la planta orden sacar un sinnmero de materiales
de las bodegas. Ello significaba que varios trabajadores tuvieran que realizar esta
labor, lo que en la prctica los converta en rompe-huelgas (krumiros) situacin
que el sindicato y dems trabajadores lo impediran porque era un derecho legal el
que estaban ejerciendo. Esto fue suficiente para que el dueo de SABA
denunciara ante las autoridades del Trabajo y solicitara la prdida del fuero y
autorizara la caducidad de los contratos para los dirigentes.
La exasperacin cundi entre los peticionarios procediendo a tomarse la industria
el da 22 de julio. A la cabeza de este movimiento estaba el joven sindicalista
Pedro Gonzlez Rosales. No obstante la llegada de sangre al ro no impeda que
las negociaciones, presiones y conversaciones se retomaran y suspendieran,
como un rito religioso. Ms an, no faltaba la ocasin en que se hablara de un
avenimiento.
empresario, quien (se dijo) habra pedido el desalojo de los trabajadores. Ello llev
a los dirigentes a entrevistarse con las autoridades del trabajo, quienes les
aseguraron que nada de aquello era cierto, que no habra intervencin policial
para sacarlos de la industria. Tranquilos los sindicalistas se dirigieron a la planta
tomada para reunirse con sus compaeros que estaban de guardia y comunicarles
los dichos de la autoridad. An no terminaban de hacer cuando un contingente de
cerca de 200 efectivos policiales del tristemente clebre Grupo Mvil, se present
conminndolos a abandonar las dependencias de SABA. Al resistirse los
ocupantes, Carabineros rompi las puertas iniciando el desalojo. Pero en los
instantes que se verificaba el operativo policial (con toda la parafernalia represiva)
170
estall un incendio en las instalaciones. Este hecho fue motivo suficiente para
apresar a los involucrados (incluyendo a todas la dirigencia sindical) y acusarlos,
adems de las leyes sobre orden y seguridad pblica, del delito de incendio.
Varios meses encarcelados estuvieron los 28 obreros, era otra forma habitual de
imponer la autoridad en democracia.
Por ltimo tenemos a los estudiantes cuyas luchas ya hemos relatado
exhaustivamente en pginas precedente. Basta recordar que estn en plena lucha
contra el vetusto andamiaje universitario. Era tambin otra forma de asumir la
lucha por el ensanchamiento de la democracia. De la poca es la consigna escrita
en un lienzo universitario El Mercurio miente. Era la denuncia contra un
consuetudinario poder fctico de la clase dominante en Chile. A su vez los jvenes
secundarios avanzaban en organizacin y radicalizacin, pruebas al canto: se
constituy la Federacin de Estudiantes Liceanos del Sur (FELISUR) organismo
que agrup a los Centros de Alumnos de los establecimientos ubicados entre las
provincias de Osorno y Chilo. La directiva qued exclusivamente en manos de la
izquierda expresada en militantes del MIR (FER) y las juventudes socialistas. La
testera de esta novel organizacin fue ocupada por Miguel Cataln Febrero. Una
relevante decisin poltica de los estudiantes fue la creacin de una secretaria
destinada a la difusin obrero-campesina que, segn explicacin de Miguel
Cataln, cuya primersima tarea fue tomar contacto con los cesantes con el fin de
constituir un comit para luchar por sus problemas. A cargo de esta nueva
instancia qued el estudiante Hugo Crcamo358. En la constitucin de este nuevo
organismo estudiantil sus gestores ofrecieron una declaracin de principios con
un ntido sello analtico marxista, expresando a su vez el compromiso de no
permanecer neutral. Era la expresin de orientar una lnea poltica de unidad
obrero-estudiantil.
Nuestra sociedad est profundamente dividida en clases, en grupos. Est llena de
contradicciones y antagonismos, pero nosotros los estudiantes, no
permaneceremos como meros espectadores de esta situacin, sino que sabemos
perfectamente que nuestra responsabilidad ser medida por la preocupacin que
358
Liceanos a la Lucha. Revista Punto Final, N 84. Pgina 10. Julio de 1969. Santiago de Chile. Tanto Cataln Febrero como Hugo
Crcamo llegaron a ocupar cargos de relevancia en la estructura mirista nacional.
171
tengamos frente a nuestra sociedad y sta no puede ser otra que tomar una
actitud crtica frente a una sociedad burguesa que se sustenta en una estructura
econmica que genera explotadores y explotados359
Ibdem
Citados en Revista Punto Final N 87. Pginas 2 a 5.
172
361
Jefe del MIR habla en la clandestinidad. Revista Punto Final N 87. Pginas 30
173
Elecciones no, lucha armada nico camino. Suplemento a la Edicin N 74 de la revista Punto Final. Febrero de 1969. Santiago de
Chile.
363
Ibdem.
364
Ibdem.
365
Ibdem.
366
Ibdem.
174
imaginables367. Despus de esta sentencia ideolgica era obvio que el MIR tena
que rechazar cualquier alternativa electoral.
En trminos sintticos Miguel Enrquez aclara an ms esta impugnacin a
participar en las elecciones presidenciales del ao 1970. En septiembre del mismo
ao declar a la prensa que la tarea de la izquierda no era estar haciendo clculos
electorales o pelearse por quin ser el candidato, cuando las fuerzas que
enfrentaran estaban reprimiendo al pueblo en las calles y torturando a los presos
polticos368. El alto dirigente agreg que n crean en el camino electoral para la
conquista del poder para obreros y campesinos porque no pasaba de ser un
circo que cada cierto nmero de aos montan los que gozan del poder y la
riquezas para entregar falsa ilusiones a quienes esquilman369. Miguel Enrquez
aleg que el sendero de lo electoral haba sido muchas veces transitado,
resultando totalmente estril. Los trabajadores, los desposedos de Chile por aos
haban sufragado por aos, han elegido decenas de diputados, senadores y
Presidente de la Repblica, y cada vez son ms pobres y ms explotados370.
Pero no slo descalific el sistema; tambin invalid al conglomerado de izquierda
que competa en el torneo electoral. El dirigente mirista que menos crean en una
candidatura seudoizquierdista que agrupe a los promulgadores de la Ley de
Defensa de la Democracia y a otras fuerzas tecnocrticas y reformistas
burguesas371.
A pesar de estos dichos, el MIR suspendi las acciones a mediados del ao
setenta. Lo hizo pensando en las posibilidades que ofreca el proceso electoral;
toda la desconfianza en el sistema continuaba, pero no era tan utpico un triunfo
de Allende. Lo ms gravitante en esta tregua fue el deseo de no colocar a la clase
trabajadores en la disyuntiva de estar con el MIR o estar con Allende372 lo que
era visto como una contradiccin de la poltica mirista: en el MIR, se daba una
367
Ibdem.
Jefe del MIR habla en la clandestinidad. p. Cit.
369
Ibdem.
370
Ibdem.
371
Ibdem.
372
Antecedentes del MIR. Escrito por Miguel Enrquez. Documentos Internos, pgina 179.
368
175
176
376
377
177
orgnico
en
los
frentes
de
masa
as
entregar
Ibdem.
Ibdem.
380
Ibdem.
381
Ibdem.
379
178
Popular) al escoger el camino electoral. No sera fcil para los dirigentes del MIR.
Pero el argumento fue de peso y diluy la incertidumbre de muchos militantes de
base. Se explic que una cosa era llegar al gobierno y otra conquistar el poder
para los trabajadores y explotados de Chile: Inmediatamente despus del
resultado electoral las tareas se centraron en definir nuestra actitud frente al triunfo
electoral, plantear la lucha por avanzar desde el triunfo electoral al gobierno y de
all al poder, y contra la ofensiva reaccionaria cada vez ms evidente382.
El mismo mes de septiembre, pocos das del triunfo allendista, se elabor una
poltica definiendo tres aspectos fundamentales. Obviamente que se reconocera
el triunfo de Allende. Se reconoci la victoria electoral de Allende porque constitua
una conquista de los trabajadores que abra enormes posibilidades al proceso
revolucionario383. Por tener esta caracterstica se le brindara todo el apoyo
necesario para defender aquel xito, lo que implicaba tareas de lucha contra la
sedicin en los planos polticos (otorgamiento de reivindicaciones, denuncia
pblica de la conspiracin etc.), de masas (movilizacin de ellas en
concentraciones, mtines de apoyo al gobierno de repudio a la conspiracin etc.),
econmico (destruccin de la base econmica del poder de la clase dominante) y
militar y anti conspirativa (reivindicaciones a las FF.AA. trabajo de seguridad); de
profundizacin y radicalizacin (apoyo en capas ms pobres, rechazo a las
garantas constitucionales pedidas por la DC)384
Qued claro que los miristas defenderan a Allende, frenaran cualquier intento
golpista y desataran tareas revolucionarias solo afirmndose en la movilizacin de
las masas.
Este esclarecimiento poltico lo debieron defender en la calle, de cara a las masas;
no pudo ser de otra forma porque las acusaciones desde la vereda tradicional o
electoralista les imput oportunismo.
De este perodo data tambin el reforzamiento (a cargo de Luciano Cruz) y
reorganizacin del equipo de informacin, gracias al cual se pudo obtener con
382
383
384
Ibdem.
Ibdem.
Ibdem.
179
180
DOCUMENTOS
DECLARACIN DE PRINCIPIOS DEL MIR385
I
El MIR se organiza para ser la vanguardia marxista-leninista de la clase obrera y
capas oprimidas de Chile que buscan la emancipacin nacional y social. El MIR se
considera el autntico heredero de las tradiciones revolucionarias chilenas y el
continuador de la trayectoria socialista de Luis Emilio Recabarren, el lder del
proletariado chileno. La finalidad del MIR es el derrocamiento del sistema
capitalista y su reemplazo por un gobierno de obreros y campesinos, dirigido por
los rganos del poder proletario, cuya tarea ser construir el socialismo y extinguir
gradualmente el Estado hasta llegar a la sociedad sin clases. La destruccin del
capitalismo implica un enfrentamiento revolucionario de las clases antagnicas.
II
El MIR fundamenta su accin revolucionaria en el hecho histrico de la lucha de
clases. Los explotadores, por un lado, asentados en la propiedad privada de los
medios de produccin y de cambio; y por otro, los explotados, mayora aplastante
de la poblacin, que slo cuenta con la fuerza de trabajo, de los cuales la clase
burguesa extrae la plusvala. El MIR reconoce al proletariado como la clase de
vanguardia revolucionaria que deber ganar para su causa a los campesinos,
intelectuales,
tcnicos
clase
media
empobrecida.
El
MIR
combate
181
182
V
Las condiciones objetivas estn ms que maduras para el derrocamiento del
sistema capitalista. A pesar de ello, el reformismo y revisionismo siguen
traicionando los intereses del proletariado. De ah que la crisis de la humanidad se
concretiza en la crisis de direccin mundial del proletariado. Sin embargo, el
proceso revolucionario de las ltimas dcadas ha producido una crisis en los
partidos polticos tradicionales de izquierda y han comenzado a surgir movimientos
revolucionarios nuevos que abren la perspectiva histrica para la superacin de la
crisis de direccin del proletariado.
VI
Chile se ha convertido en un pas semicolonial, de desarrollo capitalista atrasado,
desigual y combinado. A pesar de su atraso, Chile no es un pas agrario sino
industrial y minero. En 150 aos de desgobierno las castas dominantes han
retrasado la agricultura, la minera y la industria, han entregado nuestras
principales fuentes de produccin al imperialismo, hipotecando la independencia
nacional con pactos y compromisos internacionales; han convertido Chile en uno
de los pases con ms bajo promedio de vida, de ms alta mortalidad infantil, de
mayor analfabetismo, dficit alimenticio y habitacional. La trayectoria de las clases
dominantes desde la declaracin de nuestra independencia en el siglo pasado
hasta el presente, ha demostrado la incapacidad de la burguesa criolla y sus
partidos
para
resolver
las
tareas
democrtico-burguesas
que
son,
183
VII
Las directivas burocrticas de los partidos tradicionales de la izquierda chilena
defraudan las esperanzas de los trabajadores; en vez de luchar por el
derrocamiento de la burguesa se limitan a plantear reformas al rgimen
capitalista, en el terreno de la colaboracin de clases, engaan a los trabajadores
con una danza electoral permanente, olvidando la accin directa y la tradicin
revolucionara del proletariado chileno. Incluso, sostienen que se puede alcanzar el
socialismo por la va pacfica y parlamentaria, como si alguna vez en la historia
de las clases dominantes hubieran entregado voluntariamente el poder.
El MIR rechaza la teora de la va pacfica porque desarma polticamente al
proletariado y por resultar inaplicable ya que la propia burguesa es la que
resistir, incluso con la dictadura totalitaria y la guerra civil, antes de entregar
pacficamente el poder. Reafirmamos el principio marxista-leninista de que el nico
camino para derrocar al rgimen capitalista es la insurreccin popular armada.
VIII
Frente a estos hechos hemos asumido la responsabilidad de fundar el MIR para
unificar, por encima de todo sectarismo, a los grupos militantes revolucionarios
que estn dispuestos a emprender rpida, pero seriamente, la preparacin y
organizacin de la Revolucin Socialista chilena.
El MIR se define como una organizacin marxista-leninista, que se rige por los
principios del centralismo democrtico.
Septiembre de 1965
184
185
186
de no estmulos morales,
valorizacin del mercado etc., no son las mismas existentes en varios de los
pases invasores y que la URSS emplea?
Creemos que todas las desviaciones de derecha deben ser combatidas, pero no
slo en Checoslovaquia sino en varios de los pases socialistas, y no por medio de
una intervencin militar por parte de aquellos pases que impulsan las mismas
medidas y actividades.
Hay tambin contradicciones en el Partido Comunista chileno:
a) Por aos, Jorge Inzunza y todos los dirigentes comunistas, mostraron a
Checoslovaquia como un ejemplo de cmo un pas poda llegar al socialismo por
la va pacfica. A qu socialismo se llega, que segn el PC chileno se justifica
que a 20 aos despus sea necesario invadirlo para defender ese socialismo?
b) La URSS justifica su invasin por querer el PC checo esta intervencin. En
qu quedan las afirmaciones comunistas en la revista Principios de luchar en
Chile por un gobierno popular pluripartidista?
Nosotros siempre hemos afirmado y credo que ste es un camino errado, pero y
el PC?
Sabemos que este rechazo a la intervencin ser utilizado por la reaccin y el
imperialismo. Esta es responsabilidad de la URSS. Ya se escucha el gritero del
imperialismo y sus secuaces radicales, nacionales, democratacristianos, etc., que
187
rasgan sus vestiduras por el principio de la no intervencin. Son los mismos que
nada dijeron para las criminales intervenciones yanquis Santo Domingo, Vietnam y
Cuba. Pretenden descalificar as el camino socialista. No lo conseguirn. Es tarea
de las izquierdas revolucionarias del mundo demostrar que ese no es el socialismo
por el cual combatimos, sino que esa es una desfiguracin heredada de los
perodos ms negros de las primeras repblica socialista del mundo.
188
ESTRATEGIA INSURRECCIONAL
189
I)
III)
a)
b)
I NECESIDAD DE LA VIOLENCIA
1.- Esta discusin se ha planteado en todos los tonos y en todas las partes donde
alguien se dice de Izquierda y se plantea como (necesidad) fundamental de la
accin poltica revolucionaria. Sobre todo en nuestro pas sta discusin ha
tomado caractersticas que van ms all de los puros militantes de la izquierda,
participando en ella amplios sectores sociales, y, apareciendo en la sociedad, en
su conjunto, como una alternativa clara y concreta que exige una definicin. Unos
en pro, otros en contra, esta discusin no ha pasado de ser solo eso, una
discusin.
Creemos que para los sectores desposedos de esta sociedad, los
eternamente oprimidos,
190
191
192
descritos
anteriormente
(violencia
permanente,
expropiacin
permanente forzosa de los bienes materiales que producen las mayoras por parte
de las minoras, aparato armado, militar de los opresores en contra de los
oprimidos) no evidenciamos ni constatamos una guerra civil ni una lucha armada,
193
194
Trabajo (somos pobres porque somos flojos). Las Elecciones (si votan por cual o
tal candidato su situacin mejorar), etc., etc.
La tarea para el revolucionario consistir entonces en demostrar al obrero,
que nos e trata de ser ms o menos explotados sino por el contrario dejar de serlo.
Que el responsable de sus situacin es el sistema y contra l y la forma temporal
que adopta (Gobierno y Estado) deber luchar.
3.- Si determinbamos anteriormente que el arma de dominacin de la burguesa
lo constituye el estado, y que el Estado es el resultado del carcter irreconciliable
de los intereses de las clases en pugna. Si al mismo tiempo calificabamos de
estril la discusin de Violencia o no Violencia, tenemos un segundo elemento de
extraordinaria importancia para el tema que nos ocupa. Lo constituye la presencia
del imperialismo en nuestro pas.
La Historia de Amrica Latina y del tercer mundo en general nos demuestra
sin lugar a dudas que el imperialismo acudir a cualquier pas o lugar donde vea
sus intereses amenazados.
Analizando las clases dominantes en Chile, hemos llegado a la conclusin
de que no es puramente le burguesa chilena engendrada y desarrollada por el
imperialismo, la que domina en nuestro pas.
Por otra parte Chile, no es una colonia yanki con presencia de tropas
extranjeras y un gobierno forneo.
Evidentemente si la responsabilidad principal de gobierno, y la dominacin
principal la ejerce el imperialismo a travs de un gobierno lacayo y una burguesa
ttere. De todo esto se desprende, que para calificar exactamente el tipo de
dominacin que existe y para determinar correctamente quin lo ejerce, lo
atribuiremos a lo que hemos denominado como complejo social dominante.
195
debilidad del rgimen de Diem que no tena en sus inicios resistencia armada de
parte del pueblo vietnamita, lo impuls a establecer bases militares e intervenir
con tropas. Actualmente el ejrcito represivo del gobierno de Vietnam del Sur, as
como su maquina estatal en general no resistiran un minuto sin la presencia yanki
196
197
198
Conclusin:
1.- La dominacin burguesa se basa en la violencia y es por lo tanto la nica
manera de conquistar el poder poltico.
2.- La dominacin burguesa utiliza mediatizaciones para evitar el choque frontal
entre las clases. Estas mediatizaciones le sirven naturalmente a ella para sostener
con menos problemas su dominacin.
3.- La presencia del imperialismo la impone aun ms como solucin vigente a
cada momento.
4.- Variable permanente de la poltica, por otros medios, ni la prolongacin de
estos, sino parte inherente de ella.
5.- Elemento fundamental de supervivencia del nuevo orden social.
6.- Papel de catalizador social es decir, instrumento de cambio y transformacin
social.
II.- POSIBILIDADES DE LA LUCHA ARMADA EN CHILE
Pasaremos revista a las llamadas excepcionalidades de Chile que segn los
reformistas negaran o haran hipottica la posibilidad de iniciar y desarrollar una
lucha armada en nuestro pas que condujera al xito a las clases revolucionarias.
Es frecuente or de boca de estas personas como argumentos irrebatibles
que ellos no impondrn un estilo de lucha que la poblacin no capta; que las
condiciones, lase situaciones revolucionarias no estn dadas en Chile que
todava falta mucho para que la gente se de cuenta, etc., etc.
Aduciendo que las contradicciones generales de la sociedad capitalista no
haban madurado, que la gente solo luchaba ya por mejorar un poco su situacin y
que haba que dar cauce a la satisfaccin de este objetivo, deduca ellos, de que
el papel de revolucionario que comprenda el error debera esperar a que la
199
200
201
202
203
democracia sino la opresin; si por el contrario, no quiere ser cesante, tendr que
aceptar esta situacin y someterse a ella; l no esta comprobando entonces
democracia sino humillacin. Si en su casa no tiene lo elemental para vivir no
significa aquello democracia sino miseria y si su explotacin significa la
democracia evidentemente que no significa nada para l. Si anteriormente
veamos que bajo la idea de democracia iba explicita la idea del uso diario y
permanente que el explotado deba hacer de ella, contamos por el contrario que
en la vida diaria del trabajador no esta presente ni mucho menos la democracia ni
la libertad. No pudiendo entonces determinar a la democracia como algo til, que
rinde beneficios concretos, pierde esta todo su valor, independiente de su valor
filosfico o moral. No porque existan instituciones fsicas, legales, creemos que el
trabajador tema romper con ella, de lo que se trata es que participe y usufructe de
la democracia y veamos que no lo hace. Si vamos ms all del anlisis
comprobaremos que la democracia en ltimo termino esta utilizada en la sociedad
como mediatizacin que pretende suavizar los choques de las clases. La reaccin
del
explotado
es
evidentemente
una
reaccin
negativa,
cuestionndola
204
b)
c)
La primera con altos niveles de ingreso, coexistiendo con los actores proletarios
efectivamente no estar como clase al lado de un proceso revolucionario armado.
Su peso cuantitativo es mnimo. Y los dos ltimos aunque relativicemos su peso
cuantitativo (poblacin activa y fundamentalmente urbana ya que la rural
constituye solo un 0.4%) sufre aunque de un modo diferente el deterioro social. No
siendo una clase que produce bienes de produccin no esta afectada por la
expropiacin directa de ellos. Sus bajos niveles de ingreso que le mantienen en un
estado de angustia econmica esclavizada por los crditos, los impuestos, las
205
dificultades que debe enfrentar para educar a sus hijos, constituyen sus mayores
problemas y la transforme en una clase (no en el sentido clsico) que
potencialmente ayuda al proceso revolucionario. Grandes sectores de las clases
medias (profesores, S. N. S., etc.) han luchado activamente y continan
hacindolo. Llevan a veces incluso, el peso de la lucha de clases (como lo
constatamos a principios de este ao) y estn entregando diariamente sus
exponentes
jvenes
las
filas
revolucionarias,
lugar
donde
adoptan
206
alguna vez. En todo caso lo urbano adquiere enorme importancia, por el peso
poltico y social de los sectores obreros. Es justamente este factor el que imprime
a
la
revolucin
chilena
el
carcter
de
socialista,
es
decir,
luchando
207
208
209
lucha de clases, pero durante un acto electoral contribuye con sus votos a impedir
el triunfo obrero. La retaguardia inconsciente somete as a la vanguardia
consciente.
b)
salv el
poda medir el grado de madurez que haba alcanzado participando del sufragio
universal, creemos que Engels lo haca bajo un supuesto que no se da en el caso
210
eleccin.
B)
determinados por un sistema iban a desarrollar una labor igual a las anteriores.
E)
211
b)
poltica tradicional que a espaldas de la masa viene realizndose por dcadas sin
que las masas obtengan nada.
d)
212
213
214
accionar, que una crisis social y econmica en la cual ellos no iban influir echara
las bases y posibilitara realmente la toma del poder poltico por la clase obrera, al
margen de desear ellos intensamente la revolucin; no podan prepararla y su
papel consista en esperar que otros mecanismos la prepararan. Vivan
claramente la contradiccin entre las condiciones objetivas que planteaban y
hacan necesaria la revolucin a cada paso y las condiciones subjetivas que
hicieran real la posibilidad de aquella. Fue as como la revolucin de 1905 se
produjo estando todos ellos en el extranjero (a excepcin de Trosky). Cuando la
accin espontnea de las masas cuestion el poder, a partir de una serie de
hechos que fueron concientizndolos, y preparndolos para el momento. La
revolucin de febrero de 1917 derroc al zar y puso a la burguesa en el poder,
tuvo la misma mecnica como asimismo la de octubre, donde ah si la accin del
partido bolchevique en Rusia haya sido innecesario, y que los mismos hechos se
habran producido sin haber existido este. Ms bien sostenemos lo contrario. No
creemos que ninguna toma del poder poltico ni ninguna revolucin socialista
hubiera tenido lugar en Rusia sin la actuacin del partido bolchevique; ni que se
hubiera constituido un gobierno obrero, ni que se llevara a cabo una guerra civil
triunfante, sin la existencia de este. Pero la revolucin misma ye l estallido y la
eclosin social que conlleva tuvo lugar en el momento en que la situacin poltica
no creada por los bolcheviques as la posibilito. Cul era esa situacin que en
primer plano se plante en la revolucin Rusa? Fundamentalmente la primera
guerra mundial y las consecuencias que trajo. Las grandes derrotas que sufri el
ejrcito ruso; la pobreza y miseria de los soldados que estaban en el frente, la
gran cantidad de desertores que exista, la conversin de los regimientos del zar
en los planteamientos socialistas, etc., que fueron las grandes determinantes de
las dos revoluciones rusas. All entones exista un rgimen social agnico con una
extrema debilidad de las clases dominantes que se derrumbo con un pequeo
embate y empujan a las clases revolucionarias.
Para terminar diremos que la revolucin rusa verificada a travs de un
levantamiento general de masas, constat una extrema y casi nica debilidad de
215
las clases dominantes rusas con un sistema capitalista que agonizaba (recurdese
que antes de la toma del poder poltico por el proletariado este ya haba
consolidado su control a travs de los soviets y los sindicatos sobre los
industriales y la produccin. Asimismo recurdese que la clase dominante rusa no
cont con ningn ejrcito que la defendiera, fuera de los exiguos guardias del
palacio de invierno.
2.- En segundo lugar, el grado de organizacin y combatividad de las masas era
inmenso. La existencia de los soviets de por s, crea en la sociedad rusa dos
poderes (el llamado poder dual) con sus propias leyes, economa, justicia, polica,
etc.; poder que era evidentemente un abierto desafo al poder burgus el cual no
cont nunca con la capacidad orgnica de destruirlo. Es evidente asimismo que
los soviets eran la organizacin ms representativa de Rusia y haca necesaria la
existencia de ese otro poder gubernamental (de ah naci la frase de Lenin: todo
el poder a los soviets). El pode sovitico era hasta tal punto real y completo que
en los das que precedieron a la revolucin de octubre este form el comit
revolucionario, dirigido por Trosky y fue l quien dirigi la insurreccin, con el
poder sobre todos los regimientos de la guarnicin de Petrogrado que declararon
no obedecer las ordenes de Kerensky y que al nico organismo que obedecera
sera a dicho comit. Y efectivamente as fue: la insurreccin la hicieron los
regimientos que estaban creados para defender a la clase dominante.
3.- Fuera de la organizacin propia de las masas, estaba tambin la propia
organizacin de partido bolchevique que era un gran partido de masas, que
contaba con cerca de 300 mil militantes en el momento de la insurreccin con
cerca de 30 peridicos repartidos por toda Rusia y con un control total y completo
(al momento de la insurreccin) de los frentes y organizaciones de masas, que lo
hizo capaz de movilizar ala gran mayora y encausarla hacia la toma del poder.
CONCLUSIN:
216
crisis agnica del sistema capitalista, con gran debilidad de las clases
poder dual.
c)
el caso chileno y
son
217
armada no sera permitido y por el contrario, destruido incluso ante de que llegara
a formarse.
b)
218
219
prolongada puesto que al cabo del tiempo los movimientos revolucionarios podran
encontrarse.
CONCLUSIN:
Creemos que en Chile ni en Latinoamericano tomar la insurreccin forma de
levantamiento general de masas e insurreccin generalizada.
GUERRA PRLONGADA E IRREGULAR:
No porque los criterios se nos aparezcan como imposible quiere decir que
las posibilidades de lucha armada en Chile estn cerradas o condenadas al
fracaso de antemano. De lo que trata es de organizar un partido revolucionario en
las difciles contingencias que se presentan. Es por ello que el definir el carcter
que tomar nuestra guerra no es una forma prctica de realizarla, adaptndola a
nuevas circunstancias. A partir de esta declaracin desarrollaremos nuestra
estrategia insurreccional.
1.- La guerra revolucionaria ser esencialmente poltica y social, cuyo objetivo
fundamental ser la toma del poder. De partida establecemos claramente que la
forma principal de lucha ser la armada; que signifique una lucha de clases
elevada a un nivel cualitativamente superior, diferente armado, que no ser
utilizada como mecanismo de presin o de autoridad hacia otras formas de lucha
armada.
La guerra civil en CHILE inminentemente poltica, se definir, por sus
objetivos polticos primordialmente; a la saga quedarn los acontecimientos
militares. Las acciones tendrn fines polticos sin una clara distincin entre lo
poltico y lo militar. Se levantarn planteamientos revolucionarios y la lucha
ramada cmo nica alternativa ante las masas populares. El revolucionario
armado no es un militar revolucionario sino un poltico, el representante de una
220
221
realizando actualmente).
b)
unido
la
crisis
externa
que
debilitaban
mermaban
222
223
que sean
bombardeadas,
columnas
motorizadas
que
sean
acciones, cuando los puntos dbiles del enemigo han sido descubiertos, cuando
esta cansado y desmoralizado y han sido inducidos a cometer errores, como
asimismo las fuerzas revolucionarias estn concentradas, slo ah presenta
combate. Si estas condiciones no se cumplen puede retirarse o evadirse y esperar
que aquellas se hallan reunido. Al decir de Mao; cuando el enemigo avanza,
retrocedemos, cuando se detienen lo hostigamos, cuando se fatiga lo atacamos,
cuando se retira lo perseguimos.
En tercer lugar es capaza de mantener una ofensiva tctica permanente cuando la
guerra estratgicamente y en su conjunto es defensiva. Ella es lo que decide en
virtud de lo visto anteriormente, en virtud de desenvolverse en amplias zonas,
generalmente inaccesibles para grandes columnas o vehculos blindados, cuando
y donde hay que atacar. La defensiva tctica de la guerrilla es su muerte ya que le
224
sin saber donde estn ubicadas las fuerzas enemigas y para esto se
necesita informacin. Para descubrir los puntos dbiles del enemigo tambin se le
225
debe
preservar
fortalecer
el
sistema
poltico
amenazado
permanentemente por los revolucionarios. Hace por ello su labor impopular a los
ojos del pueblo.
Finalmente diremos que este tipo de insurreccin que no precisa aquel tremendo
partido de masas que aludamos anteriormente, como factor dinamizador en s
precisa de toda una labor previa donde su aparicin se inserte en los anhelos del
226
227
228
clase del pueblo, lo que permitir que luego de una etapa de simpata de la
poblacin esta se entrega orgnicamente a la guerra.
6.- La lucha armada en Chile envolver las ms amplias formas de lucha
supeditadas siempre si, a su forma superior, la armada. Es decir, que no por la
necesidad de mantener una lucha armada irregular con participacin de un
relativamente
poco
nmero
de
personas,
olvidaremos
otros
tipos
de
229
b)
c)
d)
230
vez.
b)
vez, siendo sus clases motoras obreras y campesinas. Asimismo no habr cabida
a alianzas con una supuesta burguesa progresista.
c)
revolucionario.
f)
231
diversin de recursos enemigos, sino que canalizar todo un proceso social que
se expresar en su forma armada, siempre sobre la base de la importancia
estratgica de la lucha guerrillera en el campo.
g)
ninguna.
h)
se
entender
siempre
como
parte
de
la
Revolucin
Continental
Latinoamericana.
i)
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
232
233