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Tomo I de Historia Del MIR

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1

Movimiento de Izquierda
Revolucionaria
1965-1970
Coyunturas, Documentos y Vivencias

Carlos Sandoval Ambiado

A Paula Andrea, mi compaera.


A Pablo Simn, mi hijo y amigo.
A mi hijita, Paula, una gran mujer,
A mis padres, que ya no estn y
A todos los chilenos y chilenas que suean con una sociedad justa,
fraterna y para todos.

PREFACIO.
Esto de escribir para atrs es una experiencia invaluable en el oficio del
historiador. Ello porque en esta tarea se van incorporando no slo nuevos
antecedentes o pruebas del devenir histrico, sino porque quien oficia esta labor
ha efectuado nuevos aprendizajes, que lo llevan a analizar un mismo hecho o
fenmeno no solo enriquecindolo sino, incluso en algunas ocasiones, dndole
otro sentido o interpretacin.
En esta lnea de pensamiento, el prologo a esta nueva edicin de MIR: Una
historia constituye prueba de esta afirmacin. La intencin inicial fue re-editar, con
algunas ampliaciones y rectificaciones, la versin original. No obstante, a medio
camino nos fuimos dando cuenta que no se trataba solo de una mera rectificacin
y ensanchamiento del primer trabajo. Nos fuimos percatando que haban quedado
(y seguramente aun quedan) muchos aspectos no tocado en la historia mirista.
Tanto as fue que al ir incorporando nuevos antecedentes, documentos y,
especialmente testimonios, fue naciendo la figura de un nuevo libro, de una nueva
forma de mirar la historia del MIR. As se nos cumpla y ampliaba la concepcin
original del trabajo historiogrfico y que expusimos en la primera edicin al decir
habrn tantas historias, en especial del MIR, como autores se dedique a
construirla1. A esta afirmacin debemos agregar que nuevos antecedentes,
salidos de la memoria viviente, van enriqueciendo y esclareciendo el devenir de
una organizacin poltica u de otro tipo; especialmente cuando estas han estado
sometidas a los rigores de una implacable persecucin como fue con la militancia
del MIR.
Al momento de escribirse la Primera Edicin la dictadura militar estaba siendo
recin desplazada. Pero, ello no implic que el andamiaje poltico-militarburocrtico se hubiese estado desplomando y barrido por los aires de
democratizacin social, poltica y econmica. Muy por el contrario, fruto del
aggiornamiento ideolgico, dramticamente expresado en el concepto de lo
1

MIR: una historia. Carlos Sandoval Ambiado. Pgina 3. Editorial Trabajadores Adelante. Santiago, julio de 1990.

posible", se desat una avalancha de las negociaciones que alcanz todo el


espectro social, poltico, econmico e incluso judicial. Este hecho hizo que el
sistema se fortaleciera y de una u otra forma legitimado.
El gasto mayor (en la recuperacin de la democracia) lo hizo la izquierda,
especialmente la armada, y los sectores sociales-populares, particularmente los
pobladores. Y, no poda ser de otra forma: el proyecto social y poltico derrotado
reconoca paternidad en este amplio arco poltico-ideolgico. Es decir, en lenguaje
mirista, los pobres de la ciudad.
La otra oposicin, y dicho tambin en cdigos mirista: la reformista burguesa y
pequeo burguesa, en el largo perodo dictatorial logr constituir un poderoso
bloque social y poltico para oponerse y luego negociar con el bloque de poder; es
decir con el pinochetismo y la derecha tradicional.
El MIR a su vez, como parte de esa izquierda armada, al iniciarse la transicin a la
democracia empez asumir progresivamente su disgregacin como parte de la
derrota poltica y militar que le infligi no slo la dictadura militar, sino tambin el
nuevo bloque poltico gobernante.
Al margen de las consideraciones de la historia reciente tenemos que nuestra
primera publicacin (MIR: una historia) respondi ms al momento de la
contingencia por consiguiente valorar y exponer el significado e importancia de la
Izquierda Revolucionaria, en este caso el MIR, tuvo (tiene) para la historia
nacional. Adems est la necesidad de asumir algunas crticas2 a la publicacin
de un primer intento de historiar el MIR en instantes que los afanes por superarlo
cobraban mayor bro ante una supuesta bisagra histrica que se configuraba con
el avenimiento de los gobiernos civiles de la Concertacin.
Dicho lo anterior y siguiendo con el espritu de un pluralismo historiogrfico, ha
medida de percatarnos que el original quedaba ms desdibujado hasta convertirse
2
En este punto debemos hacernos cargo de la crtica del compaero Vitale quien no perdon la licencia literaria al hablar de
prehistoria del MIR y que con rapidez intelectual e irona (muy propia de l) explic que era inadecuado caracterizar como
prehistrico el perodo de unificacin de la izquierda revolucionaria (1961-1965) por varias razones, como que los principales
fundadores del MIR (al parecer el extinto profesor concibi la existencia de fundadores secundarios) fueron los mismos que lideraron
las distintas agrupaciones que dieron origen al MIR, por consiguiente el MIR arranca mucho antes del ao en comento. De esta crtica
nos hacemos cargo debidamente.

en otro (pero no antagnico) se nos present el dilema de qu hacer con el


prologo de entonces que, tan solidaria y comprometidamente, nos regal el
compaero Clodomiro Almeyda. Por cierto que l lo escribi despus de leer
nuestro original y sus dichos obedecieron a aquella lectura. Entonces, nos
preguntamos, debemos sacarlo de esta edicin, ser faltarle a la confianza al
compaero si lo dejamos?
Despus de mucho reflexionar y discutir con compaeros optamos por dejarlo. Las
razones son varias. Escogeremos solo una de ellas. Creemos que, en los tiempos
actuales, las palabras de Almeyda adquieren no slo valor histrico, sino adems
vienen a contribuir al esclarecimiento del debate actual en la Izquierda sobre el
Chile que queremos construir. Solo por esta razn y sabida la estatura poltica e
intelectual de Clodomiro Almeyda, es que hemos resuelto mantener el prologo
escrito por l. Las generaciones jvenes sabrn apreciar en su total magnitud su
mensaje.

PRLOGO3
Estamos en presencia de una interesante

al conocimiento de la

Izquierda, a travs del anlisis del perodo inicial de una de sus significativas
vertientes, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
El MIR en Chile jug en los aos 60 y 70 un rol relevante en nuestro escenario
poltico, particularmente en el mbito estudiantil y juvenil en general. Fueron los
decenios marcados por el Mayo francs, por la guerra de Vietnam, por la rebelda
de las juventudes europeas y norteamericanas. Era la poca de Martn Luther
King, de los Beatles, de Marcuse, de Sartre y el existencialismo.
Y en nuestra Amrica corran los tiempos del gran impacto de la triunfante
Revolucin Cubana, de las gestas heroicas y audaces del Che Guevara, de la
invasin yanqui a Santo Domingo y de los Kennedy y su Alianza para el Progreso.
En Chile, el auge de la democracia cristiana era percibido por la juventud y el
estudiantado radicalizado e ideologizado, no como una fractura del bloque poltico
conservador que abra posibilidades de alianzas sociales representativas de las
grandes mayoras nacionales, sino como una expresin de la nueva cara de la
poltica agresiva del imperialismo, que deba camuflarse tras un disfraz progresista
para ayudar a hacer frente al impulso revolucionario, potenciado en especial entre
los jvenes por el ejemplo de la Revolucin Cubana y el entorno poltico e
ideolgico mundial, proclive a los cuestionamientos y a las crticas a todo el orden
existente, y a las expresiones iconoclastas y rebeldas de todo gnero.
Chile, el de entonces al menos, tan sensible a los vientos que soplaban por el
mundo en esos decenios en el seno de su juventud radicalizada una promocin de
dirigentes en cuyas mentes crepitaban intuiciones, ansias e impaciencias que
convergan en una conviccin sobre determinante de sus conductas: que estaban
plenamente maduras las condiciones para una ruptura revolucionaria que podra
definitivo trmino al rgimen capitalista imperante y dara curso a la inmediata
instauracin de un nuevo orden socioeconmico e institucional organizado en
torno a los intereses de los sectores ms explotados.
3

Prologo a MIR: Una Historia. Publicado en julio de 1990 y que en este trabajo hemos llamado el original.

Esta visin de las cosas, ese optimismo que se traduca en la ilusin de la


posibilidad del socialismo a plazos inminentes, condujo a esa promocin juvenil a
la certeza de que la clave para su cristalizacin radicaba en la constitucin de un
nuevo ente poltico revolucionario que encarara con decisin la tarea de derribar el
orden burgus dominante, objetivo a su juicio abandonado por las fuerzas polticas
de la izquierda tradicional.
El presente trabajo, esencialmente monogrfico, tiene la virtud de exponer ante el
lector abundantes extractos de la documentacin oficial del MIR, de artculos de su
prensa y declaraciones de sus ms importantes dirigentes, desde su nacimiento
en 1964-65 hasta 1973. Los comentarios y precisiones del autor en los que no se
oculta un esfuerzo por demostrar la coherencia entre los principios, el marco
ideolgico y las polticas del MIR de entonces-, no adquieren el carcter de una
tesis interpretativa global del fenmeno y la actuacin mirista, permitiendo as un
acercamiento no sesgado a lo que fue, hizo e influy el MIR en el rico y complejo
proceso poltico chileno de aquellos aos.
Su lectura permite recrear los parmetros ideolgicos en que se fund y desarroll
el MIR en su primera etapa, situar las polticas por l implementadas en diversas
coyunturas de la vida nacional y comprender los criterios que orientaron su trabajo
de masas hasta el golpe militar que derroc al gobierno de la Unidad Popular
poniendo fin a la larga etapa de evolucin democrtica del pas.
En el momento fundacional del MIR se aprecia una impronta trotskista en sus
fundamentaciones ideolgicas y conceptos polticos que es subrayada por el
autor. La idea de una revolucin permanente, el reiterado nfasis en la
responsabilidad traidora a los intereses proletarios por parte de las burocracias
gobernantes en los pases socialistas de Europa, la relevancia prcticamente
excluyente que se otorga al inters revolucionario socialista de obreros y
campesinos, as como la ya mentada descalificacin de los grandes partidos de la
izquierda chilena socialistas y comunistas- a los que se les atribuye una
inocultable e irreductible voluntad reformista y no revolucionaria, nos retrotraen
fcilmente al viejo lenguaje y categorizacin del trotskismo internacional y criollo.

Es el espritu fundamentalista de tales enfoques que siempre conducen a


simplificaciones que hacen del hecho concreto un absurdo- lo que impeda
entonces como impide hoy- analizar en profundidad, serena y constructivamente
las mltiples condicionantes social y cultural, nacional e internacional, que
determinan el carcter de los fenmenos sociales y las conductas de los
movimientos polticos. En efecto, la posibilidad del anquilosamiento de las
potencialidades creativas de la revolucin y el socialismo, del peso conservador de
los aparatos burocrticos en los Estados socialistas, de la consecuencia o
inconsecuencia clasista de unas u otras clases y capas sociales y del reformismo
o revolucionarismo de las fuerzas populares, no podan desestimarse, ni entonces
ni despus, como realidades o riesgos a los que podan estar sometidas dichas
fuerzas sociales, poltica e institucionales. Sin embargo, el ideologismo y
fundamentalismo sealados, particularmente notorios en una amplia franja de la
izquierda latinoamericana y chilena tradicional- de los 60 y los 70., impeda un
abordaje responsable de tales asuntos, imponindose el juicio pasional y
descalificatorio que obstrua el debate constructivo, conduciendo a la postre a un
irracional ahondamiento de las diferencias y contradicciones en el seno de la
izquierda nacional. Esa nefasta hiperideologizacin en el anlisis y diseo de
objetivos programticos y estrategias polticas que observamos en las dcadas del
60 y del 70 no es hay que subrayarlo- patrimonio exclusivo de las tendencias que
asumen posturas radicales e izquierdistas, sino que puede personalizarse en
enfoques conservadores y actitudes pesimistas en el propio campo del
progresismo poltico como es factible constatar en las etapas de reflujo de las
posibilidades revolucionarias.
Otro componente identificatorio del pensamiento mirista en su fase originaria es su
concepcin de la va armada como el eje ordenador de su estrategia
revolucionaria para la toma del poder, idea que no debe entenderse como idntica
a la tradicional y genrica visin trotskista sobre la inevitabilidad de la violencia
revolucionaria para el derrocamiento del Estado burgus. Es precisamente esta
idea, de la va armada, la que adquiere prioridad identificatoria en el segundo
momento de la historia del MIR, cuando Miguel Enrquez asume su liderazgo.

La va armada, en el caso del MIR chileno, se constituy en un principio que


recorri toda su elaboracin poltica desde la estrategia ms general hasta el tipo
de tareas y el carcter del militante. No haba otra manera, en su percepcin, de
hacer frente a la sistemtica violencia antipopular de los aparatos armados del
Estado capitalista en Amrica Latina, orgnicamente enlazados a las estructuras
militares y a las polticas intervencionistas del imperialismo norteamericano. Insistir
en otros caminos, como el electoral, resultaba para ellos un esfuerzo
probadamente intil desde el punto de vista del objetivo socialista y en la prctica
tenda a fortalecer la institucionalidad y el poder de la burguesa dominante aliada
al imperialismo. En su diseo general de guerra revolucionaria el MIR concibi un
desarrollo a partir de la forma guerrillera con fuerte acento en el escenario
campesino, aunque con una mayor valoracin del mbito urbano que en el caso
de otros movimientos congneres del continente.
Esta concepcin lucharmadista del MIR chileno prefiguraba el tipo de organizacin
y funcionamiento del partido, del tipo poltico-militar, en el que adquiran prioridad
las estructuras clandestinas y los principios disciplinarios. De ello tambin la gran
importancia atribuida a las tareas especiales a asumir por todos los militantes y
estructuras internas-, y el sello agitativo-rupturista de sus actividades entre los
sectores estudiantiles, poblacionales, campesinos y obreros. El militante mirista,
en consecuencia, deba no slo aceptar sino tambin responder a las exigencias
formativas tericas y prcticas- de una organizacin con tales caractersticas,
objetivos y estrategia.
Otro aspecto distintivo de esa nueva izquierda latinoamericana de los 60 y 70 de la
que el MIR fue su expresin en nuestro pas, es su extraordinaria valoracin de la
entrega personal y total a la causa. Se trata de una de las ms importantes
influencias del ejemplo cubano en las nuevas generaciones impulsadas a la lucha
revolucionaria en el continente, para los cuales la figura del comandante Che
Guevara destella con justicia como el paradigma de las virtudes y la consecuencia.
El MIR chileno fue, sin duda, tributario de ese influjo moral e ideolgico que explica
en no poca medida su capacidad de penetracin y liderazgo en amplios sectores

10

juveniles y entre los segmentos marginados de los circuitos centrales del modelo
econmico desarrollista, franjas sociales con un alto grado de desconfianza en las
formas e instancias tradicionales en que discurra la poltica, que vean reducida a
un sistema de negociaciones, cabildeos o juegos de influencias insensible a las
necesidades de quienes no tenan capacidad de presin institucional.
En esta rpida mirada a la presencia y conducta del MIR hasta el ao 73
facilitada por la prolija recopilacin y anotaciones del libro que prolongamos-, nos
parece til destacar un fenmeno que otras veces hemos relevado al analizar la
relacin entre la voluntad del instrumento poltico revolucionario y la real
disposicin anmica de importantes sectores sociales, en los que se supone un
objetivo inters por los previsibles resultados de transformaciones radicales de la
estructura econmica y poltico-institucional del pas en un sentido socialista.
El mirismo y otras tendencias de nuestra izquierda han menospreciado el temor a
los cambios abruptos del orden establecido en grandes capas de la poblacin, que
se presumen interesadas en una poltica orientada contra la dominacin de los
grupos monoplicos vinculados a los intereses del capitalismo transnacional. Se
trata de una persistente subestimacin de la capacidad de las fuerzas derechistas
para inocular valores conservadores en amplios estratos de nuestro pueblo,
especialmente en las extendidas capas medias de la sociedad chilena, que logra
enajenarlas y prejuiciarlas ante cualquier iniciativa transformadora de signo
progresista. Ello ha redundado en el descuido y sobreestimacin de las aptitudes
efectivas de la izquierda para contraponer una accin culturizadadora y
conscientizadora que logre hacer de la propuesta socialista una opcin
hegemnica en la sociedad entera.
El discurso puramente clasista y la convocatoria revolucionaria contra todo lo
existente y ms an el revolucionarismo verbal-, que en ciertos perodos de
aguda crisis econmica y social logran elevar el activismo y la agitacin popular,
pueden a su vez ser inteligentemente manipulados por las lites polticas
derechistas convirtindose en funcionales a los propsitos de las fuerzas
reaccionarias que buscan enervar a los sectores medios, convirtindolos en masa

11

de maniobra y de choque contra cualquier intento de superar el statu quo. Lo


acontecido en 1973 obvia mayores argumentos. Y la forma en que devino el
trmino de la dictadura, con la secuela de incrustaciones antidemocrticas legados
por el rgimen autoritario, encuentra en parte su explicacin en el eco que la
poltica de atemorizacin frente a las opciones de cambio radical tuvo en extensos
sectores medios y populares que otorgaron su voto a la mantencin de Pinochet
en el poder, y que indujo a la moderacin de los propios planteos programticos
de la Concertacin de partidos por la Democracia.
La relectura de la documentacin de la izquierda de dos dcadas atrs resulta
imprescindible para una justa evaluacin del camino que condujo a la actual
situacin del pas y a las realidades y problemas que atraviesan al movimiento
popular chileno. Se trata de la etapa de la izquierda que precedi y protagoniz los
ms altos avances de la propuesta socialista en Chile, que tuvo en el gobierno del
Presidente Salvador Allende su mxima expresin. Una propuesta que arranca a
principios de este siglo con Recabarren y su obra agitativa y organizadora del
proletariado, que adquiere renovado impulso y perfil nacional tras la fundacin del
partido Socialista y las reformas modernizadoras promovidas por el Frente
Popular, y que en las dcadas del 50 y del 60 se convierte en una alternativa
poltica con capacidad de disputar autnomamente el gobierno nacional.
El MIR fue un eminente protagonista de esta ltima etapa, durante la cual sus
diagnsticos y sus lneas estratgicas y tcticas se vieron tensionados por
circunstancias que no estaban en el curso de sus previsiones, como la eleccin de
Salvador Allende y el proceso de signo socialista abierto por su gobierno.
Posteriormente la organizacin mirista debi resistir la brutal persecucin de la
dictadura militar, poniendo en juego todas sus capacidades operativas y sobretodo
sus enormes energas morales para evitar la consolidacin del rgimen autoritario
prohijado por los grandes intereses capitalistas nacionales e internacionales,
misin en la que dejaron la vida un sinnmero de sus valiosos cuadros dirigentes y
militantes de base.

12

Fue una fase en que las incomprensiones e intolerancias del perodo precedente
comenzaron a abrir paso al dilogo, a progresivos entendimientos y, en los ltimos
tiempos, a un renovado y convergente afn por reeducar y reponer a las fuerzas
de izquierda, en sintona con las nuevas realidades mundiales y nacionales.
El presente

libro de Carlos Sandoval nos ofrece un rico material para la

evaluacin de las virtudes y debilidades de aquella izquierda radicalizada de los


sesenta y setenta, y un til referente de las polticas y conductas de los otros
destacamentos del movimiento popular chileno. Aquella experiencia y la de los
aciagos 16 aos de rgimen dictatorial constituyen el antecedente ms inmediato
de los esfuerzos actuales que, desde los diversos espacios ocupados por las
fuerzas de izquierda, se estn realizando en vista a reconstruir una nueva lgica
que en el plano de las ideas, del programa, de la organizacin, y de la prctica
poltica- permita convertir nuevamente a la utopa socialista en una opcin acogida
y respaldada por una gran mayora de nuestro pueblo.

Clodomiro Almeyda Medina


Julio 1990

13

EXORDIO
En el original se inicia la lectura con una pregunta por qu escribir una historia?.
La respuesta clsica y que saca de apuro es para recoger el pasado, entender el
presente y as proyectar el futuro. Fcil no?, pero historiar un partido poltico es
trabajoso y hacerlo del MIR impresiona an dificultoso. Son muchas las variables
que intervienen, son muchsimos los datos que recoger, son mltiples las
versiones que amalgamar y estas condiciones presionan por un mayor esfuerzo
historiogrfico. Energa que se debe redoblar al estar en presencia de historias de
vida que no slo ven comprometidas sus aspiraciones polticas, sino adems los
sentimientos.
Aunque breve su historia, no deja de ser rica en enseanzas de xitos y fracasos.
Esto hace que figure fuertemente en la historia de nuestro pas. Hablar o escribir
del Movimiento de Izquierda Revolucionaria implica siempre un riesgo. Causa
tribulacin entre quienes escuchan o leen lo escrito de esta organizacin. Sin
embargo decenas o quizs centenas de escritos circulan. Actualmente no son
pocos quienes desean conocer el devenir del mirismo, de sus sueos, de sus
realizaciones, de sus principios, de sus hroes, de sus mrtires. Una aureola de
misterio ronda a los miristas; de ellos se han tejido las historias ms increbles.
Algunos asocian el MIR a jvenes intelectuales de origen social acomodado; otros
lo encadenan a actos de violencia poltica, y no pocos lo ignoran.
Si bien desde hace algunos aos el mirismo ha hablado de s; aparentemente no
ha sido suficiente. Pensamos que queda mucho trabajo por delante. Queda hablar,
por ejemplo, en estos tiempos de rebelda estudiantil, de su lucha anti sistema, de
los nios y jvenes que en la dcada de los sesenta se unieron a la lucha
revolucionaria y que despus, muchos de ellos sucumbieron ante las garras del
golpismo. Falta mucho que decir y a ello queremos aportar, sobre la necesaria
prctica de discusin poltico-ideolgica para ir construyendo de forma unitaria y
democrtica un proyecto poltico histrico que nos lleve a construir una sociedad
justa y solidaria.

14

Por lo expresado vimos que era de estricta necesidad histrica resear la lucha
armada en algunos pases de Latinoamrica durante el perodo del nacimiento del
MIR. Lo hicimos porque contribuye a un mejor entendimiento de la historia mirista
y de cmo influye en sus decisiones polticas internacionales, como es el caso de
la formacin de la Junta Coordinadora del Cono Sur. Otro aspecto importante que
hemos incorporado es la presencia de cristianos en la lucha revolucionaria, de
cmo fueron desalojando de sus conciencias las anclas conservadoras y semi
medievales del cristianismo catlico. Es una forma de explicarnos la presencia de
insignes militantes miristas que profesaban creencias cristianas e incluso
estrictamente catlicas. Basta recordar a Germn del Jess Corts Rodrguez4, a
Antonio Llid Mengual5; a Rafael Maroto6, a Blanca Rengifo7 y a decenas de otros
militantes annimos que asumieron la violencia popular mirando el rostro de Cristo
hecho hombre y sufriente. Adems y en conformidad con las crticas (bastante
cidas por lo dems) de mi querido, respetado e insumiso profesor Luis Vitale,
profundizamos (en la medida de lo posible) la formacin del MIR. Para ello
viajamos ms all del ao 65 (fecha del parto mirista) para enterarnos de las
fuentes originarias del constructo poltico del MIR. Por ltimo, quisimos republicar dos documentos miristas: su declaracin de principios y su posicin ante
la invasin sovitica a Checoeslovaquia. A estos le sumamos otro, de
conocimiento relativamente restringido, se trata la propuesta poltica denominada
Estrategia Insurreccional de 1968.
No puedo concluir esta invitacin a la lectura, sin antes agradecer a Alejandro
Nez quien generosamente comparti algunas entrevistas. Hago extensivo mi
agradecimiento a aquellos compaeros y compaeras que entregaron sus
testimonios. Tambin va mi gratitud a Editorial Quimant, una editorial
independiente y al servicio del futuroun abrazo fraterno a todas y todos.
El autor

Seminarista y dirigente del MIR asesinado el 18 de enero de 1978 por efectivos de la CNI.
Sacerdote espaol y dirigente del MIR secuestrado el 1 de octubre de 1974 por efectivos de la DINA. Permanece desaparecido.
6
Sacerdote, militante del MIR, integrante del Comit Central y vocero pblico bajo la dictadura. Vivi la persecucin, la crcel y la
relegacin.
7
Monja superiora del Hogar de Cristo, integrante del Comit Central del MIR.
5

15

CAPITULO I
EL CONTEXTO INTERNACIONAL
HACIA LOS AOS SESENTA

16

Trazos ideolgicos y polticos de Amrica Latina. La guerra como forma de


resolucin de los problemas. Los Vietnam deseados?

La construccin de relaciones sociales no siempre son pacificas y racionales. La


mayor parte de las veces se edifican aplicando la coaccin, la represin e incluso
el aniquilamiento. Desde que la aristocracia hispano-nativa decidiera constituir
nichos propios de dominacin social y poltica, us la violencia como forma de
cristalizar aquel objetivo. A este proceso, que fue ms o menos generalizado en
las sociedades hispano-parlantes, se ha llamado guerra independentista en la
historiografa clsica, sea sta marxista, liberal o conservadora. Una vez disuelto
el nudo colonial, el problema de los grupos fue la necesidad establecer claramente
la hegemona social y poltica en cada uno de sus territorios. Para zanjar la
situacin se embarcaron en una fuerte disputa interna que acarre conflictos
armados (interclase) en toda Latinoamrica. Mltiples son los ejemplos. Desde las
iniciales tiranas caudillistas hasta los

intentos frustrados

de gobiernos

representativos son algunos de los experimentos polticos, sucedidos durante


gran parte del siglo XIX. Sin entrar a una lata relacin debemos mencionar desde
el persistente Antonio Lpez de Santa Anna en Mxico hasta el hbil comerciante
Portales en Chile, pasando por el electo dictador Justo Jos Urquiza en
Argentina.
Qu tuvieron de comn estos prceres que construan Estado en Sudamrica? A
pesar de obedecer a signos polticos distintos, ninguno de ellos descart la
violencia armada para conseguir sus objetivos y, para su utilizacin se respald en
andamiajes jurdicos, explcitamente construidos para legitimar este ejercicio de
poder. Esta caracterstica --- el uso de las armas ---es consustancial a la historia
decimonnica en todo el continente hispanoparlante. El mexicano Santa Anna
recurri pertinazmente a la fuerza (avalado por el pronunciamiento electivo) para
oponerse a la gobernabilidad de la alta aristocracia azteca. En cambio, como lo
explica el profesor Salazar Vergara, el mercader Diego Portales us el golpe de
Estado para llevar al poder a su alianza secretista y darle un orden a Chile que
respondiera a su lgica de negociante.

17

Una vez instalado el orden,

los nichos geogrficos de explotacin, dominio y

enriquecimiento relativamente consolidados y con el fin de apuntalar un modelo


econmico que favoreciera plenamente los intereses de la nueva clase social
dominante, sta recurri a la violencia armada. Lo hizo principalmente para
disciplinar a miles de individuos en el trabajo y de este modo obtener el mayor
lucro posible. Leyes, tribunales de justicia y creencias religiosas fueron los medios
pacficos. Prisin, polica y ejrcitos concurrieron como herramientas de castigo
para regresar a los levantiscos a la norma o restaurar el orden pblico.
La intimidacin social deba ser legtima o, ms bien, hecha aparecer como tal y
apara tal efecto se montaron complejos andamiajes legales que hablaban del
progreso, del orden pblico y del bien comn. Pero una cosa es dictar la norma y
la sancin correspondiente para el que no la cumple y, otra es hacerla cumplir.
Este objetivo, bsico en un sistema de dominacin social minoritaria, exige una
estructura de fuerza con sus correspondientes herramientas de ejecucin. Esta
necesidad del nuevo orden (pos colonial) es satisfecha con la constitucin de los
poderes del Estado a saber el ejecutivo, el legislativo y el judicial.
Independiente del tipo de gobierno que se existiera prcticamente todos los pases
latinoamericanos, siguieron este camino organizacional. Su entramado fue
concebido (y as ha sido siempre) con mltiples elementos de reciedumbre
coercitiva hacia la llanura social. Indiscutiblemente estos elementos restrictivos
tuvieron una eficacia mayor durante gran parte del siglo XX porque resolvieron a
sangre y fuego, las crisis socio-polticas en favor de los sectores dominantes. Las
luchas obreras, campesinas y de los pobres de la ciudad han sido contenidas (y lo
siguen siendo) por medio de la cooptacin (o freno a la conciencia) y por la
represin cuando la primera no lograba sus objetivos plenamente.
De tanto en tanto, en Amrica Latina se instalaron gobiernos autoritarios. Fueron
estos de corte civil o castrense; a veces fueron combinados pero el objetivo fue
siempre el mismo: contener y reprimir la demanda social. Casos como el gobierno
de Pern que, siendo de origen electivo, de raz democrtica y con propuesta de
cambios sociales, se fue convirtiendo en autoritario-populista. No obstante la razn

18

de sus reformas fue prevenir la radicalizacin de los conflictos y la propagacin


del comunismo8. Chile, en la dcada del treinta tambin tuvo sus experiencias de
gobierno

populistas-autoritarios;

uno

de

emergencia

democrtica:

Arturo

Alessandri Palma; el otro claramente golpista: Carlos Ibez del Campo. El


primero de corte civil y el segundo indiscutiblemente castrense. Ibez accede al
poder deponiendo a Alessandri y ste debe salir al exilio. A primera vista
impresionan como enemigos irreconciliables; no obstante el uno como el otro
tienen un piso comn: contener el avance de los trabajadores que para entonces
ya contaban con una organizacin de clase a escala nacional. Y, para este
objetivo (que le es comn) usaron el balance perfecto entre la ley y el ltigo. Un
testigo de la poca lo recuerda de este modo:
La FOCH continuaba su lucha contra la legalizacin de los sindicatos, porque tal
cosa, en tales momentos, equivala a una domesticacin de los elementos obreros
y nosotros estbamos entonces, y estamos ahora, por una clase trabajadora
erguida, revolucionaria, capaz de conquistar por s misma su propio bienestar. Por
cuestiones tcticas, la FOCH peleaba contra las leyes 4054, de seguro obligatorio,
4055, 4056 y 4057, que preconizaban la legalizacin de los sindicatos. Pero el
desprecio del gobierno por la clase obrera no haba variado gran cosa y esto
qued al desnudo cuando se produjeron, a comienzos de junio de 1925, los
sucesos de "La Corua". Una huelga en esta oficina salitrera adquiri de pronto,
debido a la accin de las fuerzas armadas, caracteres de masacre.9
Estas formas de gobierno y de objetivo tambin se sucedieron en otras partes del
continente. Getulio Vargas, para fines de la dcada del veinte (plena crisis del
capitalismo) emerge como salvador nacional del profundo trance econmico que
viva Brasil producto de la depreciacin del caf, hecho que provoca convulsiones
sociales. El populismo de Vargas no tuvo grandes diferencias de otros
regmenes latinoamericanos en cuanto a la necesidad de contener el avance del
reclamo social, de darle cursos a la demanda popular a travs de leyes sociales
y, de este modo, evitar que se reclame legtimamente, obligando a negociar
legalmente. Es la bipolaridad compuesta por la legitimidad social versus la
8
Historia de Amrica Latina. El cono sur desde 1930. Argentina, 1946c-1990. Captulo 2, pgina 60. Leslie Bethell. Ed. Crtica. Barcelona.
En http://www.fcp.uncu.edu.ar/upload/Torre,_Juan_Carlos_y_Liliana_de_Riz_Argentina,_(1946-c.1990)_.pdf.
9
Vida de un Comunista. (Pginas Autografiadas) Elas Lafertte. Pgina 2. Santiago de Chile. Ao 1961. Documento pdf. Ver en
http://www.luisemiliorecabarren.cl/files/La_vida_de_un_comunista_2da_parte.pdf

19

legalidad institucional. En otra forma de decir, se busca disciplinar el mundo social


crendole (desde arriba) una camisa (de fuerza) legal que permita el
mantenimiento de orden pblico. As es cmo Vargas regula los salarios, busca
mejorar las condiciones laborales, coadyuva a estructurar una maquinaria sindical;
pero lo ms significativo de su trabajo fue la creacin y legitimacin de la lgica de
bienestar social a cargo del Estado, lo que hasta esos instantes era absolutamente
inexistente.
Algo similar ocurre en Per, pas que vive la experiencia del APRA, encabezado
por Vctor Ral Haya de la Torre. Per, para inicios de los aos treinta es asolado
por la crisis del capitalismo y por la expoliacin minera a que es sometido por los
capitales privados de norteamrica.
Esta situacin despierta el reclamo de vastos sectores de la juventud la que,
despus de dotarse de una organicidad poltica y de un Programa bsico de
transformaciones, se hizo del poder para colocar en marcha un conjunto de
reformas como la nacionalizacin de las tierras (fin al latifundio) colocar las
industrias bajo la conduccin del Estado peruano y se declama la solidaridad hacia
sojuzgados del mundo (proletarios del mundo, unos rez el Manifiesto
Comunista) A su vez consideraron que Estado deba resguardar el bienestar social
y por ello promovieron reformas laborales, sociales y educacionales. Para todas
estas pretensiones el APRA no hizo otra cosa que fortalecer un Estado que
alberg a todas las clases sociales, tratando que sus contradicciones de intereses
se resolvieran en el marco de la institucionalizad vigente. Y, quien o quienes se
salieran del curso institucional se le aplicaba la fuerza suficiente y necesaria para
restaurar el orden pblico. Es decir ahogando con la violencia legal a la demanda
social legtima; esto no es otra cosa que la violencia institucionalizada que replica
a la fuerza social desatada.
Pero cuando los gobiernos tarambanas nativos no cumplieron su cometido o lo
hicieron a medias, el propio gobierno norteamericano procedi con mano propia a
corregir la situacin. La historia de varios pases latinoamericanos registra no slo
la intervencin hipcrita de los gobiernos norteamericanos, sino tambin la

20

intromisin directa a travs de la invasin con sus tropas. Aquella correccin era
motivada por supuestos momentos de caos10 y desgobiernos que vivan algunos
pases latinoamericanos, lo que eran superados con la intervencin armada y con
el legado de una dictadura que, a sangre y fuego, defendiera aquel orden
pblico, que no era (es?) otra cosa que mantener un escenario propicio para las
estratosfricas ganancias de las empresas norteamericanas. Era el tiempo en que
el imperialismo capitalista tena rostro y bandera. Era la poca del To Sam y de
los marines. Estas misiones restauradoras no fueron otra cosa que, las
purulencias de la guerra fra; poca histrica marcada por el juego bipolar
(Washington versus Mosc) de reparticin de pases para colocarlos bajo el influjo
de una u otra potencia.
Para el caso de Latinoamrica

su responsable, prcticamente su tutor era

(es?) Estados Unidos. As desde los albores de las nacientes sociedades


latinoamericanas los gobiernos norteamericanos se hicieron presente de forma
tremendamente activa. En un breve recuento de intervenciones militares e
inteligencia para el perodo de la bipolaridad tenemos acciones y expediciones
como inaugurar (en 1946 en Panam) la malmirada Escuela de las Amricas, con
el fin de formar y adoctrinar a oficiales militares del hemisferio. En paralelo a esta
preocupacin educativa el presidente Harry S. Truman inici el proceso de
imposicin de Tratado Interamericano de Asistencia Recproca (TIAR)
Los primero frutos de esta poltica reparadora se vieron en Centroamrica.
Cuba cae en manos de Batista, la democracia en Guatemala sucumbe ante una
invasin patrocinada por Estados Unidos y se instala en el poder una seguidilla de
Juntas Militares hasta que Carlos Castillo Armas se hace del poder abriendo un
perodo oscuro para las fuerzas progresistas guatemaltecas. A su vez Nicaragua
vive la sucesin de Anastasio Somoza Debayle, quien solo fue desalojado del
poder nicaragense por la insurreccin popular sandinista.

10

El senador norteamericano Beveidg en el ao1900 expres: Dios nos ha hecho maestros organizadores del mundo para establecer el
orden donde reine el caos. l nos ha dado el espritu del progreso para vencer las fuerzas de la reaccin en la tierra si no fuera por las
fuerzas como stas, el mundo se vera inmerso en la barbarie y la oscuridad. Citado por Yancarlos Ypez en su intervencin en el I
encuentro campesino antiimperialista. Pueblo Nuevo de la Sierra Falconiana: 17 de agosto de 2006.

21

Ya iniciada la dcada del sesenta y con la revolucin cubana en pleno desarrollo,


nuevamente la agresin yanqui las re-emprende contra un pas latinoamericano,
en este caso la isla de los barbudos. Lo ocurrido con la Cuba revolucionaria es
probablemente una situacin que resume todas las acciones norteamericanas
contra un pas. El despliegue yanqui va desde el espionaje y la promocin del
magnicidio hasta la invasin militar y el bloqueo econmico. No ha escatimado
esfuerzo alguno. Ha desplegado ingentes iniciativas polticas como impedir el
ingreso cubano a organismos internacionales. Ha emprendido y sostenido por
dcadas el bloqueo econmico. Y, por cierto, ha concurrido con apoyo tcnicomilitar y financiero a empresas invasoras a la isla caribea. Los gobiernos
norteamericanos, sin distincin alguna, han mantenido todas y cada una de las
iniciativas que hemos mencionado. La necesidad de inhibir cualquier intento,
contrario a los intereses estadounidenses, hizo (hace) que las administraciones
del gigante capitalista, asuma conductas impdicas para contrarrestar las
iniciativas revolucionarias y liberadoras. Los ejemplos no son pocos. En el ao
1960 Eisenhower autoriz las acciones encubiertas para derribar el gobierno de
Fidel Castro. Luego vino, en 196,1 la invasin de mercenarios a Baha de
Cochinos. Tal fue la pertinacia yanqui en sus intentonas desestabilizadoras, que la
humanidad estuvo al borde de una guerra nuclear por la llamada (en la poca)
crisis de los cohetes11.
Pero estas acciones que podramos llamar directas contra el proceso cubano, no
fueron suficiente para los estadounidenses. Tambin se concurri contra todos
quienes simpatizaran con la revolucin cubana. Este es el caso de Ecuador, pas
donde el ao 1961 los aparatos de inteligencia norteamericana impulsaron
(aprovechando las seriecsimas dificultades internas) el derrocamiento (en su

11

En octubre de 1962, aviones norteamericanos habran descubierto la instalacin de rampas para lanzar cohetes. Adems estas
instalaciones habran estado supervisadas por militares soviticos. El 22 de octubre, Kennedy (Presidente demcrata) responde
militarmente a travs de la llamada "cuarentena defensiva", lo que no fue otra cosa que sitiar la isla. Este bloqueo se hizo desplegando
un poder militar consistente en varias unidades navales y aviones de combate. La idea febril del momento fue que al intento de
desplazarse las naves soviticas, stas tendran la respuesta suficiente y necesaria como para impedirlo. En tres palabras estallaba una
guerra (probablemente nuclear) entre las dos superpotencias. La lucha por la paz se coloc en la primera pgina de las agendas
individuales y colectivas. El conflicto larvado slo pudo disolverse por la propuesta del mandams sovitico, Kruschev, de retirar los
cohetes rusos de Cuba a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la isla. En parte fue cumplido el convenio. Solo que las
acciones contrarrevolucionarias de los yanquis continuaron a travs de otros caminos.

22

cuarto perodo) del presidente de Ecuador Velazco Ibarra, quien para entonces se
haba mostrado muy apegado al rgimen cubano. Pero sera en Brasil la
intervencin ms emblemtica de Estados Unidos en asuntos latinoamericanos o
sudamericanos. Para el ao 1964 Joao Goulart como presidente propuso una
reforma agraria y nacionalizar el petrleo, lo que vena a daar intereses
capitalistas de sectores pudientes locales estrechamente ligados al coloso
capitalista. Ello suficiente motivacin para que se convirtiera en una vctima de un
Golpe de Estado realizado por los militares brasileos, los que fueron apoyados
irrestrictamente por Estados Unidos.
Con el advenimiento de los cuerpos castrenses al poder se inaugura el periodo
poltico que la izquierda (especialmente la revolucionaria) denomin gorilismo
porque los mandamases representaban los intereses polticos y econmicos ms
retardatarios. Asimismo el gorilismo llev a la prctica, con el fin de neutralizar la
resistencia de los revolucionarios, la prisin y la tortura. Los casos de asesinatos
polticos y el inicio de la prctica de hacer desaparecer a los opositores no son
pocos. Por cierto que no llegaron a los niveles a que llegaron ms tarde otras
dictaduras como la argentina (dcada del setenta y parte del ochenta) o la chilena
encabezada por Augusto Pinochet.
Esta es parte de la historia intervencionista de Estados Unidos y que centenas de
revolucionarios la consideraron como uno de los motivos que justific ampliamente
la lucha armada a escala local. Dicho de forma distinta slo habra revolucin
social y poltica, si y solo si se derrotaba en todos los planos al imperialismo
norteamericano. De ah se entiende de mejor forma aquello de crear dos, tres
Vietnam.
La discusin armada o el asunto de las vas.
La discusin en torno a las vas hacia la revolucin es mucho ms amplia y
compleja que la polmica entre electoralista y vanguardistas armados o, entre
etapistas y ultraizquierdistas. Y, probablemente, en el devenir de las
sociedades sudamericanas este presente (una y otra vez) esta cuestin la que
debera ser tomada como un ejercicio de democracia entre los revolucionarios.

23

Ocurri ayer, ocurre hoy, obviamente que seguir sucediendo. Por ello que se
hace muy necesario observar, aunque sea sucintamente, lo ocurrido respecto de
las caminos durante el siglo XX y las enseanzas que podramos sacar.
A medida que el camino de las armas, por uno u otro lado, se fue convirtiendo en
la verdad de los revolucionarios --- contingente de hombres y mujeres
fundamentalmente jvenes -- se abri simultneamente una fuerte, profunda y
prolongada polmica en las izquierdas latinoamericanas. La cohorte revolucionaria
de los aos sesenta, hija de la gesta de Sierra Maestra, coloc en entredicho la
propuesta de antiguos militantes comunistas, estrechamente ligados a las
directrices moscovitas. Esta situacin a veces intensa, otra superada con
eufemismo, no hizo otra cosa que estorbar uno de los aspectos gravitantes en la
lucha contra el imperialismo y la construccin de una sociedad ms justa como es
la unidad poltica del pueblo y los revolucionarios. Y, por cierto, el resultado fue el
esperable: derrota en prcticamente todas las empresas guerrilleras y el paso
lento pero inexorable de los sobrevivientes hacia formas tolerables de hacer
poltica, como fue (es) el camino electoral.
El asunto de las vas se torn en un problema estratgico. El problema fue si el
camino deba ser por el carril institucional, por la va electoral; es decir de forma
pacfica y gradual; o, por el contrario, si el sendero escogido tena que ser
revolucionario o armado. En trminos concretos se trataba de escoger entre lo que
la democracia representativa ofreca (y permita) y la lucha directa armada.
Para la dcada del sesenta con los recurrentes golpes militares y el triunfo de los
barbudos isleos, la discusin se hizo ms intensa, a tal extremo que se empez a
teorizar respecto de las vas a escoger. Un pequeo grupo de revolucionarios
chilenos, a travs de su prensa escrita se pregunt insistentemente sobre el
camino a escoger. En su publicacin indagaban sobre el tema diciendo que ellos,
marxistas, dejaban en manos de los trabajadores el dilucidar el problema
planteado. No obstante dejaron abierta la pregunta si exista algn pas, en donde
los trabajadores hubieran accedido al poder pacficamente12. La respuesta fue
12

El Rebelde. Nmero 4 del 31 de marzo de 1962. Santiago de Chile.

24

obvia: slo en aquellas sociedades en las que el proletariado (conducido por una
vanguardia) haba usado la violencia la posibilidad revolucionaria se haba
concretado. Los ejemplos nombrados fueron Rusia, China y Cuba.
En el marco de la polmica por las vas, podramos arriesgarnos a decir que en
la historia sudamericana del siglo XX encontramos, como antpodas a la va
electoral o pacfica, dos grandes formas de emprender la rebelin revolucionaria.
Una, que apreciable como un atajo a la historia, como es el putschismo cuya
presencia es detectable en varios pases sudamericanos durante la primera mitad
del siglo XX. La otra, el vanguardismo o conductor de masas, tuvo su punto de
origen en la Revolucin cubana, expandindose por gran parte de Sudamrica.
El putschismo o rebelin elitista.
El putschismo13, es decir el hacerse del poder sin las masas, sin la participacin
consiente de los explotados, terminaba en un gobierno de derecha. No obstante
los putsch no fueron, en opinin de Regis Debray, patrimonio de la derecha. La
historia del movimiento tenentista14 de Brasil registra un triste episodio de
putschismo, en el que estuvo involucrado el Partido Comunista y que le signific la
clandestinidad por ms de una dcada, a raz del fracaso ms rotundo de la
intentona putschista15. Este fenmeno poltico castrense fue ms o menos
generalizado en Amrica Latina. Es posible detectarlo en, adems de Brasil,
Argentina, Venezuela, Per e incluso Chile16.
La explicacin recurrente y probablemente ms ajustada a la realidad es que la
composicin social de la oficialidad joven y la suboficialidad (soldados y clases)
del Ejrcito corresponda a sectores bajos y medios. Este hecho avalaba la
teorizacin de que los cuerpos castrenses (al menos el Ejrcito) como
13

Tambin se us el trmino de cuartelazo porque por lo general estaban involucrados los militares de baja graduacin.
El Tenentismo fue un movimiento de oficiales jvenes, mayoritariamente tenientes, del ejrcito brasileo (principio de los aos
veinte) que estaban fastidiados con la situacin brasilea. Carecieron de ideologa pero fueron pertinaces para exigir cambios polticos
en el pas. Una de las exigencias fue instituir el voto secreto y reformar la educacin pblica. Ver el artculo Las miradas desde afuera a
la izquierda latinoamericana. Un desafo, pginas 6 y 7 de los profesores Mario Toer, Pablo Martnez Sameck y Juan Antonio Diez, en
http://www.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/10-Toer.pdf
15
Revista Punto Final. Seccin Documentos. Edicin N 30. Pgina 3. p. Cit.
16
La historia oficial castrense de Chile reconoce que durante la dcada de 1920, la situacin social, econmica y poltica de la Nacin
se manifest en una sucesin de crisis, que tendran como protagonistas a oficiales de Ejrcito. Algunos integraron las Juntas de
Gobiernos de 1924 y de 1925, entregando esta ltima el poder a don Arturo Alessandri el 20 de marzo de ese mismo ao. Ver en
http://www.ejercito.cl/historia.php?periodos=siglo-xx
14

25

microcosmos

de

la

sociedad

reflejaba

las

contradicciones

sociales

macroescala, es decir a nivel nacional de un pas. Esta suerte de indisciplina


militar de los subalternos se debera en la ausencia de una formacin profesional y
al debilitamiento sostenido del modelo de dominacin fruto de la decadencia
oligrquica. Ya no bastaba el enganche o el heroicismo de algunos oficiales
(ligados a la aristocracia independentista) para mantener la cohesin y disciplina
en los cuerpos armados. Se necesitaba un proyecto y una doctrina. En el caso
chileno sera la aplicacin del concepto prusiano lo que permitira recuperar un
Ejrcito disciplinado y (supuestamente) apegado a la institucionalidad vigente.
El putschismo representara una de las vas no pacfica, por las que se optaron
durante la primera mitad del siglo XX, para generar transformaciones en
Sudamrica. Se vio y utiliz en Venezuela con la participacin de toda la dirigencia
de Accin Democrtica en el derrocamiento de Isaas Medina; lo mismo ocurri
en Per con el APRA que particip directamente en las insurrecciones militares
de Trujillo y Callao en 1930 y 1948 respectivamente. No muy distinto fue lo
ocurrido en Chile, aunque es necesario rescatar los matices. Por ejemplo que la
FOCH no fue enteramente partcipe de arrestos levantiscos de los uniformados;
salvo, por cierto, lo ocurrido con la sublevacin de la Escuadra en la primavera de
1931.
La vanguardia: otra forma de rebelin elitista?
El francs Regis Debray17, fue quien por primera vez teoriz respecto de la
propuesta liberadora de Fidel Castro; ste camino fue difundido como el
castrismo y tuvo gran impacto entre los jvenes revolucionarios sudamericanos.
En un extenso artculo titulado El Castrismo: La Gran Marcha de Amrica
Latina18 busc explicar y validar el Castrismo. Segn su anlisis y advirtiendo que
an no era un modelo triunfante o una estrategia estricta19 pero que si exista
17

Debray, periodista, fue capturado por el Ejrcito boliviano en el marco de la lucha del Che en el pas altiplnico. Fue condenado a 30
aos de prisin, pero slo estuvo poco ms de dos aos detenido gracias a la intervencin y rogativas de decenas de intelectuales y
polticos como Andr Malraux, Franois Mauriac y Jean Paul Sartre. Incluso el propio Charles De Gaulle aport en la defensa del
periodista galo. No ocurri lo mismo con otro sobreviviente de la guerrilla guevarista, el argentino Ciro Busto, por quien prcticamente
nadie intercedi. Ms grave an, mientras el europeo fue presentado como un hroe, al trasandino se le tild de traidor por la Oriana
Fallaci. Ver ms en http://www.pagina12.com.ar/2001/01-10/01-10-28/pag21.htm.
18
Revista Punto Final. Seccin Documentos. Edicin N 30. Primera quincena de junio del ao 1967. Santiago de Chile.
19
Revista Punto Final. Seccin Documentos. Edicin N 30. Pgina 2. p. Cit.

26

en todos aquellos lugares donde luchaban (segn su palabras) millares de


combatientes. En pocas frases el castrismo era el mtodo de lucha preferido por
los revolucionarios de los sesenta. Su expresin concreta fue el foco guerrillero,
mtodo de lucha que habra venido a constituirse en la negacin de los golpes de
Estado o el putschismo.
Pero no slo se trat de la guerrilla rural. Tambin se experiment con otras
variantes de vanguardismo como la guerrilla urbana (MNL-Tupamaros de
Uruguay) o la combinacin de lo rural con lo urbano (ERP-PRT de Argentina) ello
sin excluir la alternativa mirista de Chile de constituir los grupos poltico-militares
que, sin descartar escenario geogrfico, impulsasen la lucha armada de masas y
la constitucin del poder popular.
La ms grfica de las definiciones de esta va la encontramos en uno de los
movimientos revolucionarios argentino ms gravitante durante las dcadas del
sesenta y parte del setenta como fue el PRT (Partido Revolucionario de los
Trabajadores). En una de sus publicaciones se explic que los obreros y
explotados no superaban por si solos los trminos del reformismo. Ello era de esta
forma por cuanto la explotacin y opresin a que se ve sometida su clase no se
limita nicamente al terreno econmico. Abarca ntegramente todos los aspectos
de su vida. A la clase obrera le est vedado el acceso a la cultura, la posibilidad de
viajar y conocer las experiencias de otros pueblos, el manejo directo de los
elementos tericos del socialismo20. Por consiguiente la teora revolucionaria
deba llevarse a los obreros desde fuera de su clase, al menos en la primera
etapa de su formacin poltica21.
Su inspiracin poltica no es difcil de rastrear. El vanguardismo sesentero
suramericano encuentra su matriz en el pensamiento de Lenin, quin explic que
la vanguardia implicaba convertirse en un destacamento avanzado que obligaba a
actuar de tal modo que todos los otros destacamentos vean y estn obligados a
reconocer que marchamos a la cabeza. Y, en este afn por ser legitimados como
20

Pequea burguesa y Revolucin. Su autor es un destacado cuadro del PRT. artculo publicado en EL COMBATIENTE N 54 y 55.
Enero y febrero de 1971. Ver en http://www.cedema.org/uploads/Pequena_burguesia_y_revolucion.pdf
21
Ibdem.

27

vanguardia (conductores) la tarea principal de los militantes era incitar a quienes


estn descontentos nicamente del rgimen universitario o del zemstvo, etc., a
pensar que es malo todo el rgimen poltico22, es decir llevar al resto de los
segmentos sociales a superar el reformismo, cualquiera fuera su sello.
Lucha armada en el cono sur de Amrica Latina: Chile, Argentina, Uruguay
y Bolivia los Vietnam anhelados?
Cuando Ernesto Guevara de la Cerna proclam su exigencia liberadora de crear
un, dos, tres Vietnam, la lucha guerrillera ya estaba instalada en Amrica Latina.
Pero en esta epopeya blica (como en el sudeste asitico) no estuvo involucrado
un pueblo-nacin luchando blicamente contra potencias imperialistas y sus
sirvientes nativos. Si bien las acciones armadas en Latinoamrica se orientaron a
combatir el imperialismo norteamericano, quienes las llevaban adelante no podran
considerarse integrantes de un pueblo-nacin. Por el contrario, las filas guerrilleras
estuvieron formadas principalmente por jvenes provenientes de la llamada
pequea-burguesa que accedieron a una ideologa revolucionaria y de liberacin
no tanto por su cotidianeidad sino por fuentes tericas. La mayor parte de este
contingente fueron estudiantes destacados, hijos de dirigentes del tronco histrico
de protagonistas de alzamientos sociales y polticos que introdujeron, con distintos
resultados, reformas a un Estado que impresionaba como autoritario.
Las incubadoras de estas guerrillas no fueron nicas, ni uniformes. Hubo toma de
las armas en un contexto de democracia representativa ms o menos
consolidada (como el MIR de Chile y el MNL-Tupamaros de Uruguay) y tambin
las hubo bajo gobierno fuertemente represivos como en Brasil (VAR-Palmares).
Pero varias de ellas tuvieron de comn una fuerte crtica al llamado reformismo
comunista-estaliniano y su alegato de estar regresando a la esencia misma del
marxismo como es la revolucin. Y esa reversa hacia la revolucin los hizo
volcarse a los clsicos, tanto de esfera mundial, como continental. Marx fue
estudiado no tanto por su voluminosa obra (El Capital) sino por un panfleto
dirigido a obreros (El Manifiesto Comunista) o por su experiencia directa en una
sublevacin social (La Comuna de Pars) a Lenin lo encontraron buscando
22

Qu hacer? Lenin

28

entender las herramientas de la opresin (El Estado y la Revolucin) o procurando


hacerse de los instrumentos revolucionarios (EL Que Hacer). Pero sus
aprendizajes tericos tambin se dirigieron a los revolucionarios locales de
primera hora o tempranos, constituyndose Maritegui como el ms influyente,
especialmente en Per.
De esta forma en la dcada de los sesenta --- con las guerrillas --- se inauguraba
un nuevo perodo revolucionario para el marxismo latinoamericano que, tal como
seala Michael Lwy (1999), recuperaba algunas de las ideas del comunismo
original de la dcada de los aos veinte23.
Uruguay y los Tupamaros: habr Patria para todos o no habr para nadie.
Cmo entender que en un pas considerado la Suiza de Amrica hubiese
surgido, a su vez, una de las organizaciones poltico-militares ms activa de la
regin? Pocos, para la dcada del sesenta, dudaron del clima de paz y desarrollo
que se viva en Uruguay; desde la izquierda hasta el derechismo se conformaban
con la teora de pas isla en Latinoamrica24 y que a excepcin del resto de los
pases sudamericanos, que empezaban a vivir propuestas revolucionarias, entre
los uruguayos no haba espacio para alternativas al camino electoral y al
Parlamento.
Adems la economa, el sistema econmico, cumpla con todas y cada una de las
expectativas de la familia uruguaya. Incluso, se crey, que los avatares blicos del
mundo capitalista terminaban favoreciendo al desarrollo uruguayo que, incluso,
permita abrir paso hacia el industrialismo. El ex dirigente del MNL Jorge Zabalza
explic esta situacin diciendo:
El Uruguay era la Suiza de Amrica en esa poca. Igual que la Argentina,
medrbamos de las guerras mundiales, de la guerra de Corea, le vendamos
carne, cuero, para los equipos militares, lana, para los equipos militares, un gran
23
Organizaciones armadas y dictadura institucional. Nercesian Ins. FERMENTUM, pgina 448. Ao 16 - N 46 Mayo a agosto del
2006. Mrida - Venezuela - ISSN 0798-3069
24
Jorge Zabalza habla de excepcionalidad diciendo Uruguay era una excepcin en Amrica Latina. Cuando toda la Amrica de los aos
'60 empezaba a agitarse, las posiciones oficiales en el Partido Socialista, en el Partido Comunista sostenan que el Uruguay era un caso
excepcional, no haba condiciones para que ocurriera ningn tipo de rebelin popular, menos an lucha armada. La poltica y los
cambios pasaban por el Parlamento y por la lucha electoral. Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara.
Las Revoluciones en Amrica Latina. Correspondencia de Prensa. Dossier N 28, junio 2006. Ver en
http://www.cedema.org/uploads/zabalza_tup.pdf.

29

ingreso. Adems, como haba guerra en el mundo capitalista, en Uruguay se dio la


necesidad de un desarrollo industrial para abastecer el mercado interno y tambin
eso dio trabajo. As hubo redistribucin del ingreso y eso haca que la vida en el
Uruguay pareciera que iba a ser para siempre un remanso de paz.25
En otras palabras era una democracia representativa consolidada y un sistema
econmico incluyente y satisfactorio para la mayora, en la que se destaca una
clase media creciente e influyente. No obstante esta excepcionalidad era ms
aparente que real. Desde la perspectiva legal existan pocas posibilidades de
derechos sindicales para los trabajadores rurales. Sin instrumento de defensa
(sindicato) para el campesinado resultaba extremadamente difcil asumir la
defensa de sus derechos. Y, por consiguiente las manifestaciones de resistencia a
los abusos patronales fueron ms bien espontneas y por tanto fciles de aislar,
controlar o derechamente reprimir. A su vez en el mundo urbano, en este caso en
Montevideo, tambin se sucedan conflictos y protestas de los trabajadores.
Clebre fue el caso de los trabajadores ligados a la industria de exportacin y que
el mismo Zabalza recuerda en los siguientes trminos:
en esos aos, se dieron una serie de conflictos sindicales de los trabajadores
de la carne, de los frigorficos, de trabajadores de vidrio y de los trabajadores
portuarios, que, paradjicamente, algo inesperado en aquellos tiempos del
Uruguay, terminaron enfrentndose con el ejrcito que los encerr en el Cerro, un
barrio aislado de la ciudad por el arroyo Pantanoso. Se los encerr y se ocup el
Cerro militarmente y ah en el puente, que viene a ser como el puente Pueyrredon,
ah se enfrentaron los trabajadores con los militares26
Sin embargo, poco creyente de la mentada excepcionalidad de su pas, Ral
Sendic prefiri abandonar sus cargos (muy cmodos por lo dems) en el
institucionalizado Partido Socialista para aventurar cambios en la ruralidad
uruguaya y desde all empujar hacia arriba, hacia la epidermis social, los conflictos
del campesinado. Ral Sendic, en su condicin de abogado, hizo un trabajo
organizacional entre los trabajadores agrarios. All se top con dos factores que
influiran en su quehacer como revolucionario. Por una parte se enfrent
directamente con el capital norteamericano, invertido en grandes empresas
25

Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 1. Dossier N 28, junio 2006. Ver en http://www.cedema.org/uploads/zabalza_tup.pdf.
Ibd. Pgina 2.

26

30

agrcolas, que usaba y abusaba de los trabajadores aprovechando las condiciones


de indefensin en que se encontraban. Por otra vereda hubo de resistir y combatir
(incluso fsicamente)

un sindicalismo coadyuvantes

de los

empresarios,

debilitando los movimientos reivindicativos del resto de los trabajadores27.


En esta lucha social se sabe que la fortaleza del empresario (y adems su inters
principal) est en la propiedad de la tierra. Es el carcter de latifundista el que
permite al empresariado rural influir en todos los recodos del Estado, sean stos el
Gobierno, los legisladores, los Tribunales de Justicia, la Polica, el Ejrcito e
incluso algunas organizaciones sociales (como los gremios de profesionales y los
sindicatos <amarillos>) y con ellos tejer una potente malla de proteccin que le
abrigarse de las inclemencias de una protesta social. Por tanto, le pareci a
Sendic impostergable levantar la reivindicacin por la tierra, por la propiedad de
ella, impulsando la Reforma Agraria, bajo la consigna de tierra para el que la
trabaje28.
Sendic abandon el socialismo uruguayo para instalarse en las arroceras, a las
plantaciones de remolacha, a la caa de azcar en el norte, a organizar sindicatos,
a explicar al trabajador sus derechos29. Crea en un camino de lucha de masas,
de usar los medios legales (en este caso la legislacin laboral) para reivindicar las
demandas de los trabajadores. Sin embargo, en este oasis social como era
considerada la sociedad uruguaya, la presin de los trabajadores fue repelida con
fuerza por el Estado. Cuenta uno de los testigos de la poca que pareca inslito
que hubiera tanta represin para un reclamo sindical pero el objetivo de los
amortiguadores batllistas30 era se, poder aislar y combatir con tranquilidad
cualquier expresin de la lucha de clases31. Esta situacin llev a los trabajadores
a idear herramientas que neutralizaran la accin represiva. As fue como nacieron
los grupos de autodefensa de los obreros en conflicto; organizaciones que no solo
27
Ral Bebe Sendic en la historia de las luchas caeras 45 aniversario de la creacin de la Unin de Trabajadores Azucareros de
Artigas (UTAA) 1961 septiembre 2006. Mario Rossi Garretano. Pgina 5. En www. mro.nuevaradio.org.
28
Ibd.
29
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 2. Dossier N 28. p. Cit.
30
Batllismo: corriente del Partido Colorado que sigue ideas y lnea poltica propuesta por Jos Batlle.
31
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 2. Dossier N 28. p. Cit.

31

estaban dispuesta a utilizar la fuerza contra los cuerpos policiales, sino adems se
preocuparon de desatar una dinmica de estudio y discusin de la realidad poltica
tanto a escala nacional, hemisfrica como planetaria. En aquellas discusiones,
estuvo activamente presente Ral Sendic, aportando su conocimiento y capacidad
poltica. Lo visto hace pensar que Sendic opt por la lucha armada despus de
haber agotado la exclusiva preferencia por el trabajo social y poltico. No lleg a
la guerra revolucionaria directamente, por contrario, su aproximacin fue sucesiva
y descubrindola desde la llanura social.
Esto ocurra a inicios de los aos sesenta. Pero, el escenario nacional e
internacional

presentaba experiencias

de todo tipo (culturales,

militares,

econmicas e incluso doctrinarias) que seran caldo de cultivo para pensar y crear
nuevas formas de organizacin poltica, a su vez, nuevas maneras de demandar
los cambios polticos y sociales. La paz social del Batllismo dio paso a una nueva
faz del Estado uruguayo: el pachequismo.
En el ao 1967 Jorge Pacheco Areco asume la presidencia de Uruguay. Desde all
se puso como primera prioridad el velar por la seguridad interna del pas,
eufemismo poltico para referirse a la necesidad de reprimir cualquier
manifestacin de descontento social y neutralizar a las organizaciones polticas
que estuviesen en condiciones de hacerle frente. Pacheco no disimul a favor de
quien gobernara y menos demor mucho tiempo en hacerlo. A los das de haber
asumido censur la prensa progresista e ilegaliz varias organizaciones polticas
de izquierda; busca controlar la inflacin congelando los sueldos y salarios, o sea
dejando caer en las espaldas de los pobres la solucin de la crisis del capitalismo
local; adems baja los gastos del Estado eliminando varios programas sociales,
por ejemplo el trmino de la gratuidad para el transporte estudiantil. La reaccin
social no se hizo esperar y fueron los estudiantes los primeros en salir a las calles
y, por cierto, tambin los primeros en sufrir la represin asesina.
El mpetu de Pacheco y la impotencia de la izquierda formal e institucional, hizo
realidad el llamado golpe tcnico, que no fue otra cosa que un golpe de Estado
que consolid a Pacheco Areco como un gobernante autoritario. Este sera, sin

32

perjuicio de haber desarrollado antes algunas acciones armadas, el momento que


los Tupamaros consideraron propicio para desarrollar una abierta guerrilla urbana.
Esta es una parte de la explicacin: los Tupas responden con violencia a la
violencia del Estado. Es decir, se convierten as, con la lucha armada, en
defensores de la ley, transgredida por los golpistas.
Sin embargo otros ex militantes sostienen que un alegato as nace de las
necesidades polticas actuales, se origina en un realismo poltico; del hambre por
aggionarse y no quedar fuera de la historia. El apremio por continuar vigente, por
estar en la poltica, por pensar con realismo poltico llevara a los viejos
guerrilleros a quitarse las vestiduras de revolucionarios, limpiarse de haber
ejercido la violencia revolucionaria32.
La verdad (cree Jorge Zabalza) sera totalmente distinta porque no habran nacido
defender las instituciones democrticas; sino todo lo contrario porque en
realidad lo que queramos era tumbarlas de una vez para siempre33 y, se trataba
de tumbarlas para sustituirlas por una institucionalidad que se diera el pueblo. No
hubo disposicin alguna defensa de la democracia representativa (y burguesa),
sino que el objetivo (y as lo dijeron sus documentos) era tomar el poder y destruir
el Estado (burgus)
De todo lo dicho se desprende que a los ojos y pensamiento de los Tupamaros, la
democracia representativa de la Suiza sudamericana careca de legitimidad y
con ello, su modelo econmico, el capitalismo careca de valor y eficacia para
satisfacer los requerimientos del pueblo. Todo esto obligaba a hacer la revolucin
y el camino surga casi espontanea y consecuentemente: la lucha armada.
Es quizs, la experiencia tupamara, la ms novedosa de las guerrillas. Vista por
muchos por su audacia y limpieza en sus acciones armadas como un ideal de
lucha guerrillera. Es, probablemente, la ms importante y gravitante accin
guerrillera urbana de Latinoamrica. Sus responsables fueron los integrantes del
MLN-Tupamaros comandado por Ral Sendic. Para los Tupamaros el camino de
32

Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 11. Dossier N 28. p. Cit.
33
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 10. Dossier N 28. p. Cit.

33

la lucha no poda ser otro que la guerrilla urbana; lo que constitua una irreverencia
poltica porque estaba en boga (desde la Sierra Maestra) la guerrilla rural.
Uruguay era un pas esencialmente citadino, por tanto era all donde se
concentraban las mayores e insalvables contradicciones sociales con el
capitalismo. La montaa qued absolutamente descartada como escenario para
originar y desarrollar la lucha armada.
De acuerdo a sus tcticas, los Tupas no tuvieron, mejor dicho respondieron
claramente a quienes vean contradiccin entre el llamado foquismo y la
constitucin de un Partido para la revolucin. Para ellos el foco era el mtodo de
lucha y el partido constitua la organizacin revolucionaria: No se puede
contraponer una cosa que se refiere a organizacin con otra que se refiere al
mtodo de lucha, o de accin. El partido es una organizacin poltica y el foco
armado es un mtodo de lucha34. Consideraron que este equivoco se originaba
en la tradicional forma de concebir al partido como organizacin poltica. Los
Tupamaros defendieron su posicin alegando que exista una idea pre-concebida
de relacionar a la organizacin poltica exclusivamente con la propaganda y con la
militancia que en nada se haba renovado. Obviamente que esta defensa estuvo
dirigida a quienes se localizaban en la vereda reformista de la izquierda uruguaya.
Esta equivocacin de la izquierda tradicionalista la demostraron alegando que
tanto los bolcheviques como en la lucha maosta el Partido existi siempre, sin
perjuicio de haber emprendido acciones armadas35. En cambio en la guerrilla, en
la accin armada, se daba la sntesis entre la concepcin tradicional de partido
(propaganda y militancia) y lucha armada (el foco). Es decir, para el MNL este
mtodo sera una etapa superior en la organizacin y conduccin de la lucha
revolucionaria.
El modelo de guerrilla surgi de las caractersticas geogrficas uruguayas. Es
sabido y as lo recuerdan algunos dirigentes que Uruguay no tiene cerros ni
montes que permitieran albergar un destacamento guerrillero. Es un pas
34

Uruguay: la estrategia de los Tupamaros. Partido o Foco: un falso dilema. Pgina 8. Los Libros. Para una crtica Poltica de la Cultura.
N 24. Enero de 1972. Argentina.
Ibd.

35

34

esencialmente urbano. Por esto que era imposible seguir el camino de


revolucionarios cubanos o aplicar el esquema que apareca en los libros de
Debray, en Guerra de guerrillas del Che Guevara. Irse a las sierras y ah instalar
un foco36. Tuvieron que innovar y para ello estudiaron otras experiencias de
lucha, especialmente aquellas que se verificaron en las ciudades. Un histrico
dirigente recuerda que analizaron la resistencia francesa anti-nazi, la guerra de
liberacin israelita ante los britnicos; la rebelin en el gueto de Varsovia; la
guerrilla chipriota contra los griegos y; por cierto, las batallas urbanas sucedidas
en la revolucin cubana. En definitiva, los tupamaros, optaron por la guerrilla
urbana, sin inventar nada, sino que sistematizando y adaptndose a la realidad de
Montevideo37.
Pero el mtodo no lo es todo. Estos revolucionarios tuvieron el mismo problema
que otras organizaciones revolucionarias: cmo ganarse a las masas. Una cosa
fue (es) generar simpatas entre los explotados y otra es captarlos para la lucha
armada. Una cosa es el Robn Hood38 (moderno) y la otra que los de abajo
legitimen el uso de la violencia armada. Para ninguna organizacin revolucionaria
es un desafo simple. Los trabajadores, sean estos campesinos u obreros
industriales, empleados o profesionales, tienen mochilas sociales difciles de
remover (familia, hijos, trabajo, etc.) y sentirse libres para emprender una guerra
de la que se termina muerto, preso, exiliado o triunfante. El factor ms complejo es
que el pueblo comprenda la necesidad poltica de la violencia. Y es ms dificultoso
cuando la organizacin revolucionaria se considera vanguardia y por tanto (auto)
autorizada para transportar a los pobres hacia lo (supuestamente) correcto.
Cmo entrar en contacto con los frentes sociales, no fue (es) una cuestin balad.
Los Tupamaros creyeron resolver este asunto generando un puente entre las
masas y la organizacin. Dijeron: hay que crear una telaraa entre las
estructuras tupamaras y el pueblo39. Con estos puentes y telaraas la
36

Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 5. Dossier N 28. p. Cit.
37
Ibd.
38
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 4. Dossier N 28. p. Cit.
39
Ibd.

35

organizacin tupamara se comunicara con el pueblo, le hara llegar a los


explotados la adecuada lnea poltica y el correcto camino de lucha. Graficar de
mejor forma el concepto de vanguardia resulta prcticamente imposible.
Los tupamaros vivieron (sufrieron) la violencia extrema de la lucha revolucionaria
de la poca. Ella --- la violencia --- se explica tanto por el perodo (Guerra Fra,
Seguridad Nacional, Dictadura, Perodo Pre-Revolucionaria) como por el tipo de
militancia (poltico-militar) que se exiga. Fue una violencia que cay en sus
espaldas, tanto para sufrirla como para hacerla sufrir. Es la lgica de la guerra, en
la que nadie debiera

detenerse en los costos sino fijar la mirada slo en el

objetivo. Esta forma de pensar tuvo mltiples expresiones, pero quizs la que
mejor sintetiza la idea es la frase: son costos de la revolucin. Probablemente
cuando explicaron el uso de la fuerza extrema (causando muerte) result ms fcil
si se trat del enemigo: militar, delator, agente norteamericano, etc. Pero no
siempre la vctima fue enemigo; hubo ocasiones en que los cados (castigados)
fueron hombres de las filas tupamaras. Estos lmites tuvieron mltiples razones y
explicaciones, por ejemplo el vicio burgus de robar, como fue la historia de
Roque Arteche, un Tupa ejecutado por sus compaeros. Supuestamente Arteche
habra cometido el delito de robarle a la organizacin40 y por esto la direccin
poltico-militar tupamara decidi ajusticiarlo41. El final de Arteche es poco
conocido. Slo se comunic que haba sido ajusticiado.
Este tipo de hechos ha sido evaluados como poco contributivo y algo inexplicable
por los ex dirigentes; sin embargo (se alega) sera fruto de las circunstancias
extremas que envolva a la militancia, a la lucha y el destino de la revolucin. Sin
perjuicio de lo dicho constituye un problema tico para los revolucionarios que solo
se puede explicar (no necesariamente justificar) desde una perspectiva guerrera.
El ex dirigente David Cmpora recuerda que fue informado cortito42 y que no se
preocup ms porque despus que se fug, no pens ms en esas cosas43.

40

Mal Paso. Entrevista con el ex dirigente tupamaro David Cmpora. En http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_63765_1.html


La Direccin poltico-militar estaba constituida, entre otros, por David Cmpora y Eleuterio Fernndez Huidobro
42
Mal Paso. Entrevista con el ex dirigente tupamaro David Cmpora. En http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_63765_1.html
43
Se refiere a la fuga de Tupamaros prisioneros del recinto carcelario Punta Carretas. Ibd.
41

36

Podra entenderse el ajusticiamiento del ex guerrillero Arteche en el marco de un


conflicto armado. Fue evidente que da a la organizacin y, en un contexto de
guerra declarada toda accin daina para el destacamento (de cualquiera que sea
la inspiracin) tendra que ser castigada severamente. Al menos as piensan
cientficos de la guerra.
Hay otros casos que podramos llamar ajusticiamientos tcticos o por necesidad
superior y que algunos Tupamaros lo han catalogado de horrible. Pascasio
Bez, campesino, casado y con hijos. Nunca haba militado en poltica. Y se
mantena gracias a trabajos diversos, era algo as como conocemos en Chile un
gaan. A fines del ao 1971 perdi un caballar y sali en su bsqueda. En su
afn se top con uno de los cuarteles tupamaros y fue detenido por la guardia
guerrillera. Estas instalaciones eran extremadamente importantes para los
Tupamaros, lo que complic la situacin de Bez: saba mucho y podra
delatarlos. Se hizo necesario remediar lo ocurrido. Para ello se manejaron tres
alternativas:

detenerlo

indefinidamente

(es

decir

convertirlo

en

un

secuestrado/prisionero de guerra); llevarlo al exterior (una forma de exilio) y;


ejecutarlo. El anlisis de inteligencia militar de los tupamaros, dijo que mantenerlo
prisionero era inconveniente porque peligro de fuga era permanente; y adems, la
prisin revolucionaria de un campesino era inexplicable (no era lo mismo que
apresar a un asesor extranjero) Llevarlo fuera de Uruguay no aseguraba el retorno
de Bez al pas y quedaba latente su venganza entregando la informacin a la
polica. Por tanto la nica opcin fue la ejecucin del campesino, sera una muerte
preventiva, y as se hizo.
Cul es la evaluacin de este suceso? El mismo David Cmpora explica que
situaciones como la del campesino Bez o la de Arteche son, desde todo mbito,
errores brutales y que en nada contribuyen a la lucha popular, ms an; en nada
se compadecen con el concepto de justicia revolucionaria o de la verdadera tica
militar. Cmpora es categrico diciendo:
Desde el punto de vista humano es horrible, por ejemplo el caso del pen rural
Pascasio Bez y desde el punto de vista poltico es un error tremendo. En ese
momento ests razonando polticamente siempre, toda tu vida es poltica, pero

37

desde ese punto de vista tambin es incorrecto, est mal, son soluciones que a
veces parece que las imponen las circunstancias. Un preso comn, como les
decamos nosotros un preso social, que tiene una formacin humana, limitada y
deformada, que se integra a la organizacin, donde hay un gran respeto por los
compaeros y una disciplina cerrada que te da la confianza entre unos y otros, es
un error incorporarlo sin antes conocerlo profundamente y cuando el hombre se
resbala porque est acostumbrado a resbalar. Desde el punto de vista de la
"Justicia revolucionaria" no lo pods aplicar, desde el punto de vista militar, se
pasa por encima de una cantidad de normas ticas, sociales por el peligro, el
riesgo y la imposibilidad de aplicar otras medidas44

En definitiva el asunto tico de la guerra revolucionaria se convirti en una


compleja situacin y que cuando no se supo abordarlo correctamente, termin
contribuyendo a la derrota.
El razonamiento belicista nace y desarrolla en la confrontacin con el gobierno de
Pacheco Areco. El MNL-Tupamaros respondi con acciones militares a cada
hecho represivo que sufran los trabajadores.

As, por ejemplo, cuando los

obreros electricistas fueron reprimidos por su conflicto, los guerrilleros tupamaros


secuestraron al jefe mximo de la compaa elctrica estatal. Cuando los
empleados bancarios fueron militarizados para evitar los conflictos. Los Tupas
apresaron al presidente de la asociacin de banqueros. Fueron acciones que
buscaron la simpata de los trabajadores agredidos. Los guerrilleros tupamaros
actuaron como justicieros sociales. Y, esto, como ya lo dijimos despert simpatas,
pero no necesariamente adhesin. Probablemente este habra sido otro de los
elementos polticos que contribuyeron a la derrota de la lnea poltico-militar del
MNL-Tupamaros; lo que no significa su derrota estratgica (poltica) que los
hubiese llevado a su divisin y disolucin: Nosotros consideramos que tuvimos
una derrota militar, no poltica. Si hubiera sido una derrota poltica, el movimiento
hubiera desaparecido, como desaparecieron otros en el continente45.
Por lo corriente los fracasos de las organizaciones poltico-militares se explican
colocando la atencin en el enemigo y sus acciones, muchas de ellas reidas con
44

Ibd.
Siempre hice poltica para no regalrsela a los que nos fundieron. Entrevista a Julio Marenales Senz, realizada por Luis Bruschtein.
Marenales
es
un
carpintero
y,
uno
de
los
fundadores
de
los
tupamaros
uruguayos.
Ver
en
http://www.archivochile.com/America_latina/JCR/MLN_T/tupa_sobre/tupasobre0004.pdf
45

38

el respeto ms bsico de los Derechos Humanos. Es recurrente atribuirle al


enemigo conductas insanas, olvidando que responde exclusivamente a una
formacin profesional, poltica y doctrinaria. Pero es poco frecuente encontrar
balances poltico-histricos que incluya los factores endgenos que contribuyeron
al fracaso. Se olvidad, algunas veces, incluir los baches propios en los anlisis y
re-cuentos del quehacer organizacional. Por ello, en este caso, sabiendo que el
pachequismo (as como otros regmenes autoritarios) no quiso (no pudo) hacer
otra cosa que utilizar todos los medios de una guerra soterrada (tortura,
secuestros, desapariciones, asesinatos, etc.) no preocuparemos de aquellas
opiniones que consideran los factores internos del movimiento para entender y
explicar las causas de la derrota.
Existen varias tesis sobre la derrota del MNL. Los sobrevivientes han sido
prolferos en heredar, a las nuevas generaciones, su experiencia y la evaluacin
de ella. Probablemente en ello radica la fortaleza que tuvieron para re-inventarse
en la poltica uruguaya. Para unos el descalabro est en el influjo que tuvieron el
ERP y el MIR chileno en las filas Tupamaras. Ese influjo se tradujo en la decisin
de convertir al movimiento en un partido, que sera el partido del proletariado y
por consiguiente era imprescindible re-caracterizar el tipo de militancia, haciendo
que los integrantes del MNL iniciaran un proceso de proletarizacin porque en su
mayora eran pequeo-burgueses. Esta re-caracterizacin del militante exigi la
creacin de Escuelas de Cuadro (que funcionaron en Chile hasta el Golpe de
Estado) en las que se habra buscado la homogeneizacin ideolgica46. En este
proceso aplicara el marxismo leninismo, herramienta terica que mutara total y
absolutamente al militante pequeo-burgus. Se crey que el aprendizaje del
marxismo-leninismo era muy apropiado para la clase obrera y para transformar la
recua de pequeoburgueses en Ciclpea falange de hoplitas proletarios47. Esta
proletarizacin (peludizacin se llam entre los Tupas) habra implicado vestir,

46
Historia de los Tupamaros. Eleuterio Fernndez Huidobro. Citado por Daniel Santis. Entre Tupas y Perros. Carta abierta a Eleuterio
Fernndez Huidobro a propsito de la experiencia guerrillera en Amrica Latina. Pgina 23. Documento pdf. Ver en
http://eltopoblindado.com/files/Articulos/09.%20Organizaciones%20de%20origen%20marxista/De%20Santis,%20Daniel.%20Entre%20
Tupas%20y%20Perros.pdf.
47
Historia de los Tupamaros. Eleuterio Fernndez Huidobro. Citado por Daniel Santis. Entre Tupas y Perros. Carta abierta a Eleuterio
Fernndez Huidobro a propsito de la experiencia guerrillera en Amrica Latina. Pgina 24. p. Cit.

39

comer, cortarse el pelo de cierta manera, en especial las compaeras, realizar


mucho trabajo fsico y de ser posible vivir en colonias anaerobias48. Todo lo
anterior, se insiste, habra sido fruto de la colonizacin ideolgica del PRT y el MIR
sobre el MNL-Tupamaros. Sin embargo, esta teora es rechazada por otros ex
miembros del movimiento como Jorge Zabalza, quien alegando la enorme
capacidad de elaboracin terica de los dirigentes, opina a la salida de la
dictadura, hubo 43 ponencias sobre autocrtica de la derrota presentada para el
primer congreso en la legalidad permitida. 43 ponencias que despus se fueron
agrupando y quedaron en 2, pero hubieron 43, cifra que revela que haba mucha
vida poltica, que los compaeros piensan y elaboran. Entonces, no me vengan
con colonizacin ideolgica a compaeros que tenan esa capacidad de pensar
crticamente. Creo que eso es una explicacin de derecha49.
Otros ex Tupamaros, de gran presencia interna, criticaron el carcter aparatista
del movimiento, dejando de lado o dedicndole muy poco esfuerzo, a un elemento
estratgico en toda revolucin como es el pueblo. El aparatismo no haca (hace)
otra cosa que apartar a los revolucionarios de la sociedad. La gente por la que
lucha el movimiento los ve desde lejos, aunque con mucha simpata. Es el costo
de ser vanguardia. Este sector claramente se inclina por impulsar un smil a la
propuesta mirista de crear poder popular. Esta lnea toma distancia de la idea de
ganarse a las masas; por el contrario es haber pensado en un pueblo uruguayo
armado y organizado, apostando al desarrollo de la autoorganizacin del pueblo,
al crecimiento de la conciencia a travs de la experiencia del propio pueblo50.
Sin perjuicio de todo lo dicho, constituye un error atribuir slo a uno u otro
elemento (poltico, tcnico, endgenos, externo, etc.) Para configurar una derrota
estratgica de los revolucionarios y de los afanes por una sociedad solidaria, es
necesaria la confluencia de todos estos elementos; de lo contrario siempre queda
en la memoria colectiva la reminiscencia de lucha y organizacin que sirve de
fertilizante para nuevas embestidas contra la dominacin y la injusticia social.
48

Ibd
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Ctedra Libre Ernesto Che Guevara. Las Revoluciones en Amrica Latina.
Correspondencia de Prensa. Pgina 10. Dossier N 28. p. Cit.
50
Uruguay, los Tupamaros ayer y hoy. Jorge Zabalza. Pgina 9. Dossier N 28. p. Cit.
49

40

Los Perros de Argentina: trazos de una lucha.


Paradjicamente, la lucha guerrillera argentina (marxista-leninista) naci bajo una
dictadura militar e inici su ocaso bajo un gobierno civil-electo.
En la historia oficial del PRT-ERP se escucha decir que fueron diez aos (1966 a
1976) el escenario temporal que vio crecer el movimiento de masas y con l se
acrecienta la izquierda marxista. Despus de esto habra venido un perodo de
reflujo, muerte y dispora de los movimientos revolucionarios. Los antecedentes
histricos del PRT-ERP (Perros) se remontan, al igual que sus hermanos del
Cono Sur (MIR, MNL-Tupamaros y ELN) a inicios de la dcada del sesenta. En
una breve y flexible cronologa podemos establecer que los Perros nacieron de
dos grupos polticos. Uno es el Frente Revolucionario Indoamericano Popular
(FRIP)51, el otro el grupo trotskista Palabra Obrera. Ambas organizaciones se
fundieron en el Frente nico (1963) para luego en 1965 (25 de mayo) constituir el
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)52. En 1968 el PRT se divide, la
corriente liderada por Santucho se decide por la va armada, dando paso a varios
aos de enfrentamiento directo con los aparatos policiales y militares de Argentina,
con todas y cada una de las consecuencias que conlleva este tipo de decisiones.
En Argentina las corrientes revolucionarias no nacen de motu proprio o por la
simple voluntad de un grupo de individuos. El pensamiento y la accin por
profundos cambios estructurales, asimismo el camino escogido para alcanzar los
objetivos emergieron desde un escenario concreto. El desarrollo de la lucha social
y revolucionaria, amn de la pugna por la democracia, se configur en el marco de
una profunda crisis econmica (agotamiento del modelo industrialista) que los
sectores dominantes (y obviamente con el apoyo norteamericano) busc e intent
resolverla por el recurrente medio de la fuerza castrense.
51

El FRIP naci en julio de 1961 en Santiago del Estero. En su fundacin se fij su lnea poltica que en lo sustantivo denunci la
opresin econmica, el peso de los intereses imperialistas, la complicidad de los grupos dominantes con el imperialismo, que la
democracia representativa es una farsa y por tanto los partidos polticos que participan del sistema son cmplices de la clase
dominante. Por ello el deber de las nuevas generaciones era asumir la lucha por las transformaciones revolucionarias, aqu, como en el
resto de Amrica Latina. FRIP N 1. Octubre de 1961. Boletn Mensual del Frente Revolucionario Indoamericanista Popular. A Vencer o
Morir PRT ERP. Documentos. seleccin de Daniel De Santis. Tomo I, pgina 22. Editorial EUDEBA. Ver en
http://catedracheguevara.com.ar/books/librosydoc/sobrelalucha/Tomo%20I.pdf
52
Roberto Santucho en una entrevista sita la creacin del PRT en el ao 1964. La lucha armada es el nico camino para la liberacin
de Argentina. Habla el ERP. Entrevista Mario Roberto Santucho Jurez y a Enrique Haroldo Gorriarn Merlo realizada por Hernn Uribe
Ortega., pginas 2 a 5. Revista Punto Final N 165. Agosto, 29 del ao

41

La conflictividad social de Argentina hizo sntesis en la asonada popular de


Crdoba en las

postrimeras de la dcada del sesenta. Centenas de obreros

industriales, pobladores pobres e incluso los bamboleantes sectores medios


cayeron en una potente irritacin volcndose a las calles con inusitada (pero
recurrente) violencia popular. En la ocasin muchos jvenes universitarios, futuros
militantes y/o combatientes del ERP-PRT, hicieron sus primeras experiencias en el
enfrentamiento directo con las fuerzas policiales y/o militares. All aprendieron que
en la lucha por una sociedad ms justa y solidaria se triunfa o se pierde la vida.
Para el PRT el Cordobazo fue la puerta de entrada a la guerra revolucionaria.
Para quienes participaron de aquella asonada social y popular y; que ms tarde
pasara a formar parte de las filas de los perros, la experiencia los llev
convicciones polticas que se apartaban francamente de caminos pacficos y
realista. Para muchos jvenes no haba otro camino que el enfrentamiento
continuo. Un excombatiente recuerda que en realidad lo que en ese momento me
qued fue la impresin de que haba que pelear con esos tiposlo nico que yo
tena claro en ese momento es que haba que agarrar los fierros, entonces a m
me da lo mismo cualquier organizacin de las que haba Lo determinante era
si tenan los fierros, ese era el elemento que. . . y la oposicin a la dictadura53
Si bien durante su IV Congreso (1968) la organizacin caracteriz cientficamente
la situacin del pas54, no fue sino hasta la asonada popular de Crdoba que
visualiz con claridad el desarrollo de la lucha armada. Esa perspectiva llev a los
perros a participar activamente en el rosariazo55 con incursiones directas contra
un puesto policial y agitando desde una radio (tomada por una unidad de perros)
a las masas que se haban volcado a las calles en protesta contra la dictadura de
Ongana:

53
Historia de Perros. Entrevistas a militantes del PRT-ERP. Pablo Pozzi. Pginas 30 y 31. 1a ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012. 416
p. 22x15 cm ISBN 9789507931260 1. Historia Poltica Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.
54
Resoluciones
del
V
Congreso.
Partido
Revolucionario
de
los
Trabajadores.
Pgina
3.
Ver
en
http://www.slideshare.net/alfredozitarrosa/resoluciones-del-quinto-congreso-del-prt
55
Protesta social y popular contra la dictadura militar de Ongana. El detonante fue la condicin de impagos que se encontraban los
trabajadores azucareros y el descontento por la eliminacin de algunos programas sociales. El Rosariazo: una historia silenciada. Ver
en http://www.busarg.com.ar/rosariazo.htm

42

Para nosotros, el comienzo del proceso de guerra revolucionaria en nuestro pas


arranca desde las grandes movilizaciones de masas en 1969 en las principales
ciudades56
Recordemos que el General Ongana se alz contra el gobierno Arturo Illa,
acicateado por el rechazo (del empresariado local y capitalistas extranjeros) que
ste se gan por algunas decisiones de carcter socio-econmico, que
perjudicaron relativamente a este sector social, como terminar con las
concesiones de la explotacin petrolferas; establecer un salario mnimo y fijar los
precios a los medicamentos. Adems entorn las puertas democrticas para que
el peronismo (no Pern) se visibilizara en el escenario nacional.
Este tablado poltico-econmico facilit la emergencia de una creciente agitacin y
politizacin social. Los sindicatos adquieren mayor presencia y fuerza; los
estudiantes, especialmente los universitarios, asumen mayor protagonismo. Las
discusiones y propuestas de cambios se hicieron recurrentes y crecientes; todo lo
cual vino a dar una imagen de agitacin social que, especialmente los sectores
refractarios a Illa, analogaron a la presencia del comunismo y, por cierto, un
riesgo creciente para la integridad de la patria y sus instituciones.
A este marco poltico, considerado por los sediciosos como atentatorio a los
intereses de Argentina, lleg el general Ongana prometiendo, por cierto, una
revolucin, la que incluso fue reglada a travs de un Estatuto. Esa revolucin
castrense no tuvo otra misin que cercenar los dbiles beneficios sociales que
dispona el Estado para su poblacin. Y, para ello barri los obstculos polticos
que estaban en su camino. Por ejemplo disolvi el Congreso; el carcter
federalista se vio afectado por la omnipresencia del poder central en las
provincias, se constri al mximo el ejercicio del poder creando un exclusivo
crculo de oficiales de alto rango en torno al presidente y, probablemente lo ms
paradojal, se destituy a todos los integrantes de la Corte Suprema. En definitiva
se elimin cualquier traza de vida poltica democrtico-representativa. A este tipo
de gobierno, basado ms en sus conductas musculosas y objetivos retardatarios
se le empez a llamar gorilismo.
56
La lucha armada es el nico camino para la liberacin de Argentina. Habla el ERP. Entrevista Mario Roberto Santucho Jurez y a
Enrique Haroldo Gorriarn Merlo realizada por Hernn Uribe Ortega., Revista Punto Final N 165. p. Cit.

43

La reaccin contra las polticas gorilas, especialmente las de corte social, trajo
como consecuencia una fuerte y creciente reaccin popular. Al inicio fueron solo
los estudiantes universitarios, pero luego se sumaron trabajadores y sectores
medios urbanos. Las revueltas sociales de Crdoba y Rosario son ejemplos
palmarios de la reaccin social anti-Ongana que comentamos y que el PRT
consider una seal histrica para iniciar su guerra revolucionaria. El desprestigio
del gobierno de Ongana, el descontento social y popular, sumado a la creciente
actividad guerrillera57 hizo que el Ejrcito (principalmente) se inquietara por buscar
una salida racional y pacfica. Esto hizo que se pasara del la gran revolucin a el
gran acuerdo nacional. As fue como desde el gorilismo de Ongana, se pas al
gobierno de transicin (pactada como siempre ocurre en una salida elitista) de
Lanusse.
El general Alejandro Lanusse crey que el gran acuerdo relajara la crisis porque
contemplaba una gradual apertura poltica. Trat de disculparse por el gobierno de
Ongana alegando lo que siempre los uniformados esgrimen: que las Fuerzas
Armadas se dejan caer en el poder solo en determinadas y precisas
circunstancias, slo cuando la Patria es asolada por conflictos sociales y polticos
que ponen en riesgo el alma de la nacin. Que jams lo hacen para quedarse en
el poder (tambin argumento recurrente en los militares) o para usarlo en beneficio
propio.
El Gran Acuerdo Nacional, en definitiva, busc la mejor salida para los militares:
con garantas e inmunidad. Esta estrategia pretendi una transicin pacfica,
ordenada y racional. Por cierto que Lanusse, como gestor de esta lnea de accin,
pretendi ser l el que condujera el proceso. Pero la veleta de los hechos
apuntaba hacia otro norte. El pueblo argentino miraba reivindicativamente a Pern
y las fuerzas de la izquierda armada y el peronismo radicalizado no pretendan
desactivarse con acuerdos palaciegos. Adems las luchas sociales continuaron
adelante; la demanda por mejorar las condiciones de vida, por participacin y la
57

En mayo de 1970 Ongana vivi su peor momento ante la oposicin armada. Los Montoneros hacen su aparicin pblica ejecutando
al General Aramburu por, entre otras cosas, haber sido cmplice en el robo del cadver de Evita Pern. Ver en Como muri
Aramburu. Artculo escrito por Mario Ferminich y Norma Arrostito publicado en revista La Causa Peronista. Ao 1, nmero 9. Martes 3
de septiembre de 1974.

44

lucha anti-imperialista sigui adelante. Latinoamrica estaba convulsionada, el


planeta estaba trastornado, Argentina no poda restarse a la historia.
Este ambiente de agitacin social trajo consigo una crisis poltica en el devenir del
PRT que se encontraba empantanado en una discusin poltica. En opinin un
sector (conducido por Santucho) subsista al interior del Partido sectores
fuertemente influidos ideologa pequeo-burguesa que no entendan (o no queran
hacerlo) lo que estaba ocurriendo en el pas. Y, tal como sucedi en el MIRchileno la corriente que reconoci cuna doctrinaria en el marxismo-leninismo
escogi desembarazarse de los elementos no proletarios que an conservaban
peso importante en la direccin58 de la organizacin, para reestructurase bajo una
estricta mirada leninista, crear el ERP, decidir el tipo de estructura armada que se
dotaran y dar paso a la propaganda armada.
Entrando con mayor profundidad en las resoluciones de aquel evento partidario
encontramos novedosas consideraciones como hablar de lucha de clases al
interior de la organizacin. En ese minuto aseguraron que la intensificacin de las
contradicciones de clases en la sociedad argentina, haca que stas se reflejaran
en su organizacin; y aquello no era algo anormal porque ningn partido poltico
(que no fuera marxista-leninista) dejaba de estar influido por lo acontecido en su
entorno. La resolucin de esta pugna intestina adquiri (en opinin de la corriente
de Santucho) una importancia estratgica porque su resolucin estaba dirigida a
resolver dos de los problemas ms importante en el camino de la revolucin: a) la
creacin por parte del proletariado (industrial) y la intelectualidad revolucionaria
(marxista leninista) del Partido Revolucionario, con lo cual se aseguraba el triunfo
posterior de la revolucin y; b) la adopcin de la lnea correcta para un
determinado perodo59 que en este caso era la lucha armada. Pero si acudimos a
recuerdos de excombatientes, las resoluciones del V Congreso no son del todo
ajustadas a la realidad. El anlisis que habran hecho los delegados al evento fue
ms bien forzado. Recientemente se ha dicho que ciertas acciones armadas

58
59

Resoluciones del V Congreso. Partido Revolucionario de los Trabajadores. Pgina 4. p. Cit.


Resoluciones del V Congreso. Partido Revolucionario de los Trabajadores. Pgina 8. p. Cit.

45

emprendidas por el ERP se efectuaron para sostener empricamente las


creaciones analticas de los asistentes.
Leyendo a un histrico cuadro medio colegimos que no toda la militancia
concord con los postulados del V Congreso, que no todo pensaban o vea una
guerra revolucionaria desatada en Argentina y; probablemente lo ms complejo y
que desat cidas polmicas fue la opcin por el monte y no por las calles y
avenidas de las metrpolis argentinas:
El Quinto dice ya estamos en guerra. Entonces, el asunto era ligarlo a la prctica.
Y como nosotros estbamos de acuerdo en hacerlo lo hicimos (. . . ). La discusin
con el PRT tambin empezaba por ah. Para nosotros todava no haba empezado
la guerra. La guerra empezaba en el monte. Cuando se largara en el monte. Y
nosotros queramos estar all60.
Esta discusin, que no fue en el nico grupo que se dio, estaba marcada
fuertemente por el influjo que tena la gesta de Castro y, especialmente para los
argentinos, la empresa que el Comandante Guevara haba emprendido en el
altiplano boliviano. Para nada estuvo ausente la lectura del Che, tanto en lo que
haba escrito, como en su accionar revolucionario. Textos como el hombre y el
Socialismo en Cuba o Consejos al Combatiente era imprescindible en los
estudios de formacin poltica y militar.
En lo que no hubo discrepancias (entre los perros) fue en el camino escogido: la
lucha armada en la forma de guerra revolucionaria. Y, ellos entendieron su
militancia tal como lo explicaba Carlos Mariaghela diciendo que el guerrillero
urbano es un hombre que pelea en contra de una dictadura militar con armas,
utilizando mtodos no-convencionales. Un revolucionario poltico y un patriota
ardiente, el es un luchador por la liberacin de su pas, un amigo de su gente, y de
la libertad61. Y, siguiendo la lgica de Mariaghela la creacin del ERP (julio de
1970) obedeci a la exigencia marxista-leninista de tener una organizacin que
reflejara el binomio Partido-Ejrcito (popular) o la collera revolucionaria de lo
poltico-militar.
60
Historia de Perros. Entrevistas a militantes del PRT-ERP. Pablo Pozzi. Pgina 201. 1a ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012. 416 p.
22x15 cm ISBN 9789507931260 1. Historia Poltica Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.
61
Mini-manual del Guerrillero Urbano. Una definicin de Guerrillero urbano. Carlos Mariaghela. Pgina 3. Ao 1969. Ver en
http://www.bsolot.info/wp-content/uploads/2011/08/Marighela_Carlos-Mini_manual_del_guerrillero-urbano.pdf

46

La naturaleza del ERP fue actuar como una herramienta aglutinadora e inclusora
del mayor nmero de argentinos. En este aspecto se diferencia el PRT del ERP
porque ste ltimo tiene un carcter ms amplio y por consiguiente deba dotarse
de un programa con mayores exigencias, las que se definiran de acuerdo al
objetivo de liberacin nacional. En cambio el PRT es un partido marxista-leninista
(por definicin y prctica) cuyo papel deba era conducir al ERP y a las masas
explotadas en el camino de la revolucin; aspectos que confirman el concepto de
vanguardia que tuvieron los perros en su operar poltico-militar.
El PRT resolvi lo poltico-militar y el sentido de clase de la organizacin creando
las llamadas casas operativas. stas fueron, por decirlo de algn modo el
campamento urbano o lugar de acantonamiento de los grupos operativos. Se
ubicaban de preferencia en poblaciones obreras, cerca de fbricas e industrias. En
estas viviendas habitaba una clula compuesta por tres a cinco integrantes, de los
que uno de ellos era designado como jefe o encargado del grupo. La vida en
este lugar fue con serios rasgos castrenses, casi espartanos. De gimnasia diaria y
lectura obligatoria para cumplir con los planes de formacin terica y poltica; por
las noches eran frecuentes las reuniones de discusin y cuentas de tareas. La
vivienda de los perros se converta en el puente para la proletarizacin de stos.
Era obligatorio para todos (en algunas ocasiones se hizo excepcin con el
encargado) el trabajar, tanto para su propia mantencin, como para ir asimilando
las caractersticas culturales de los trabajadores. Sin perjuicio de estos esfuerzos
la comentada proletarizacin no tuvo todos los resultados que esper la direccin
mxima del ERP.
Muchos militantes (provenientes de la clase media) llevaron su cultura, sus
costumbres y su actuar hacia la poblacin (los pobre de la ciudad) esperando que
se diluyeran en el contacto diario con los trabajadores y sus familias. Cultura de
clase media (pequeo-burguesa) criticada por sus devaneos ideolgicos y, por
cierto, por su indisciplina social, especialmente entre los jvenes. Se esper una
mutacin sociolgica en los militantes; se crey posible que los valores superiores
que solo el proletariado posea pasaran a ser patrimonio de estos los muchachos
reclutados para la revolucin. Ello no fue plenamente logrado; probablemente fue

47

un experimento difcil de lograr. No obstante hubo centenas de militantes que si


efectiva y abnegadamente ingresaron al ejrcito de explotados en fbricas e
industria y, probablemente, su disciplina social fue vigorizada con el sistema
organizacional de la industria: horario, uniforme, colaboracin recproca en la
produccin, asociatividad sindical, solidaridad de clase, etc.62
Con esta idea de organizacin enfrentaron el perodo que ellos pensaron como de
guerra revolucionaria. Para el cuerpo policial y de inteligencia militar el ERP
estaba constituido por 17 clulas, distribuidas en 6 provincias; siendo Crdoba y
Rosario las que habra reunido el mayor nmero de guerrilleros63. Una brevsima
clasificacin de las acciones guerrilleras diramos que una primera fase (1969 a
1971, invierno) se dividieron en tres grandes categoras: de acopio; de
propaganda de visibilizacin e insercin en la sociedad popular y; estrictamente
militares.
El acopio estaba destinado a crear condiciones de infraestructura para la
clandestinidad. En esta categora estaban las acciones expropiatorias de dinero a
Bancos e instituciones financieras. Parte de esos dineros se destinaron a financiar
algunas carencias en las poblaciones populares (Villas Miseria) y el resto al
mantenimiento de la organizacin.
Las acciones de visibilizacin e insercin (ligazn con las masas) se
caracterizaron por la limpieza y audacia en su ejecucin. Se incursion en
asambleas sindicales y universitarias para vocear las polticas revolucionarias y
manifestar solidaridad con aquellos sectores sociales que se encontraban en
conflicto. Por ltimo, las militares obviamente correspondieron a una etapa inicial
de la lucha guerrillera. Una de las tareas recurrente fue el llamado desarme (una
clula operativa llegaba a hacer dos o tres por mes) de los policas (canas) Estos
operativos se justificaban no slo militarmente (acopio de armas) sino adems
poltica y ticamente. Polticamente porque el enemigo entraba en una curva
ascendente de temor y desmoralizacin: en cualquier instante podan ser atacado
62

Historia de Perros. Entrevistas a militantes del PRT-ERP. Pginas 34 y 35. 1a ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012. 416 p. 22x15 cm
ISBN 9789507931260 1. Historia Poltica Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.
63
El extrao caso del ERP. Revista Confirmado, pginas 15 a 17; nmero 311 de junio de 197. Ver en www.elortiba.org. Los archivos
originales pertenecen al CAMENA Centro Acadmico de la Memoria de Nuestra Amrica de la Universidad Autnoma de Mxico
www.selser.uacm.edu.mx/Sitio_Camena/sitioCamena.html

48

en las calles que ellos deban resguardar. Se les haca sentir intiles en su misin:
resguardar el orden pblico.
Desde lo tico se aleg que un polica desarmado dejaba de ser un peligro para el
pueblo y para los luchadores sociales. As visto fue del todo correcto que los
combatientes

del

ERP

(as

como

de

otras

organizaciones

armadas-

revolucionarias) emboscaran y desarmaran a la polica.


Igualmente incluimos en la tercera categora (lo militar) la decisin de fuga, cuyo
destino final era recuperar un combatiente para la lucha revolucionaria. La
represin (riesgo permanente) encarnaba un nuevo escenario de lucha. La
primera reaccin que deba tener un guerrillero detenido era idear y planificar la
fuga o, en su defecto, aportar a que otros compaeros abandonaran el centro de
reclusin. Y los ejemplos de esta disposicin permanente son mltiples. Slo se
recuerdan algunos, como el de Trelew, por su espectacularidad. Sin embargo la
suma de fugas exitosas, intentos frustrados y preparaciones son mucho ms. Solo
por nombrar algunas recordemos las ocurridas en El Buen Pastor, la huda de
Santucho desde un hospital, la escapada de Vctor Fernndez desde Villa Devoto,
etc.64
Los efectos negativos de las detenciones han sido re-significados por unos excombatientes. Al principio, de forma rpida (por no decir temeraria) y llevado por
los infaustos acontecimientos que desencadenan una detencin, se calificaba de
delacin e incluso de traicin si alguien cantaba. Por muchos es sabido que los
interrogatorios policiales se enfrentaban (enfrentan) con historias construidas
previamente y, si eventualmente, no daban resultado y se entregaba informacin
sensible de la organizacin (que significara la cada de otro compaero o
compaera) esta situacin era vista como soplonaje. No obstante, algunos
sobrevivientes explican estos hechos imputndoselos a la falta de preparacin
(tcnica y poltica) de los militantes involucrados. Es decir, en esta re-significacin

64

Historia de Perros. Entrevistas a Humberto Tumini, militante del PRT-ERP. Pgina 57. 1 ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012. 416
p. 22x15 cm ISBN 9789507931260 1. Historia Poltica Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.

49

se evala la situacin desde un rincn rigurosamente poltico y no moral65. Lo


mismo ocurri con el exilio o el auto-exilio. Fueron tasadas como acciones de
orden poltico. Salir fuera del pas era construir la posibilidad de regresar para
continuar con la lucha. As se entiende la fuga de Santucho y un grupo de
dirigentes que se refugian temporalmente en Chile para, luego, salir hacia Cuba.
El resultado final del quehacer de los perros, ms all de la enseanza poltica;
tica y militar que dejan, es smil al de otras organizaciones revolucionarias: una
derrota traducida en miles de vctimas, prolongados encarcelamientos, exilio y
dispora. Evidentemente que la receta, con y sin adaptaciones, proporcionada por
algunos tericos (entre otros, Regs Debray) no trajo los resultados esperados o
deseados: edificar una sociedad socialista.
Los elenos del altiplano: de ancahuaz al Puente de Dios (Teoponte)
Una de las experiencias guerrilleras difcil de abordar historiogrficamente es la
del Ejrcito de Liberacin Nacional. La razn ms potente?: haber sido iniciada
por el ms carismtico de todos los luchadores latinoamericanos: el Comandante
Che Guevara. Difcilmente se puede explicar la instalacin de una guerrilla de
inspiracin marxista en un pas donde los partidos polticos de mayor influencia en
la sociedad y en especial en la sociedad popular no son marxistas, ni menos
leninistas o castristas (como se sola decir en la poca). Bolivia a la fecha contaba
con dos (relativamente) grandes organizaciones polticas; una era el Partido
Revolucionario de Izquierda Nacionalista, escisin del Movimiento Nacionalista
Revolucionario. El primero creado por Juan Lechn
Decir, por ejemplo, que en esta experiencia se cometieron profundos errores, es
arriesgar un sinnmero de rplicas, algunas de ellas con escaso sustento, pero si
con bastante lealtad al Che y mucha emotividad. Hablar (escribir) de los elenos es,
de otra forma, deslizarse tambin por la historia de uno de los partidos polticos
ms importante e influyente del siglo XX: el Partido Socialista; el que no slo fue
65
En entrevista concedida por el Zurdo a Pablo Pozzi recuerda que su detencin se debi a que dos compaeros apresados lo haban
cantado (entregado). Pero esto (explica el entrevistado) se deba exclusivamente a la falta de preparacin para enfrentar un
interrogatorio policial: Los dos que me conocan, menos la piba, me cantaron. Me cantaron el lugar de trabajo y todo. Cae casi toda
la guita que se haba hecho. Cantada. Los dos que cantaron, cantaron todo no estaba preparada para nada. Y menos para semejante
paliza que nos dieron. Historia de Perros. Entrevistas a militantes del PRT-ERP. Pgina 203. 1a ed. Buenos Aires: Imago Mundi, 2012.
416 p. 22x15 cm ISBN 9789507931260 1. Historia Poltica Argentina. En Red Latinoamericana de Historia Oral.

50

co-partcipe de la primera experiencia (y nica) marxista-electoral que permiti la


instalacin de la Unidad Popular en el gobierno, aportando con el ms destacado
de sus militantes, el doctor Salvador Allende, como presidente Chile, sino adems
fue un decidido integrante de la Concertacin de Partidos por la Democracia y por
consiguiente tambin co-responsable del tipo de transicin a la democracia que
afect (afecta?) a la sociedad chilena. As es, porque hablar de los elenos es
hablar de una de las corrientes del socialismo chileno e ineludiblemente del
Presidente Allende, quin si bien no fue parte de aquella corriente, particip
directamente en el auxilio a los combatientes que sobrevivieron a la gesta del
Comandante Che Guevara.
El nacimiento de los elenos o del Ejrcito de Liberacin Nacional no pudo ser ms
auspicioso. En su primer comunicado pblico, da cuenta de un cruento y exitoso
enfrentamiento con las fuerzas regulares del Estado boliviano. El 23 de marzo
(da de acontecimientos guerreros dice el Che66) de 1967, una treintena de
soldados son emboscados por las fuerzas de Guevara, dando como resultado,
segn el comunicado de los guerrilleros, la recuperacin de dos de docenas de
armas largas y abundante municin.
Pero lo ms significativo fue el nmero de bajas del ejrcito (siete); los prisioneros
que hicieron los guerrilleros: (14) y la conducta de los combatientes del ELN
traducida en que todos los prisioneros fueron puestos en libertad previa
explicacin de los ideales67 del movimiento. Esta forma de tratar al enemigo
(armado) obedeci no slo a una concepcin (un tanto caballeresca) que tena el
guerrillero del combate: este terminaba al momento que el enemigo se renda y, se
pasaba a otra expresin de la lucha que era difundir las ideas y proyecto que los
motivaba a la lucha y que no era otra cosa que la construccin de una nueva
sociedad, ms justa y libertaria. Pero asimismo puede entenderse como un trabajo
poltico que pretenda penetrar en las fuerzas armadas del Estado burgus,
denunciar las injusticias sociales que tambin afectaban a los soldados

66
67

El diario del Che en Bolivia. Ernesto Guevara de la Serna. Pgina 77. Latina Editores. Ao 2001. Bolivia
Primer Comunicado Pblico del Ejrcito de Liberacin Nacional. Ver en http://chehasta.narod.ru/comm1.htm

51

(especialmente los de baja graduacin y la oficialidad joven) y ganarlas para el


proyecto revolucionario. Este proceder de los combatientes, fue indudablemente
una expresin del trabajo poltico de la tctica foquista.
La guerra de guerrilla del Che signific, probablemente, la derrota militar ms
emblemtica de los aos sesenta. No slo porque el Ejrcito boliviano y la obvia
participacin de los norteamericanos (va asesoras en inteligencia y combate)
diezm el destacamento elenista, sino porque muri en el intento el paradigma de
la poca: el Comandante Ernesto Guevara.
Pero, adems, esta derrota del foquismo reflot con ms intensidad las profundas
diferencias entre la izquierda armada y la izquierda electoral de masa o, llamada
tambin, reformista. La actitud reticente de uno de los principales lderes del
comunismo (Mario Monje) con la iniciativa de Guevara y de varios militantes del
Partido Comunista Boliviano, dej de manifiesto el abismo que exista entre las
partes. Pero no slo se trat de este desprecio poltico del PC hacia la iniciativa
de Guevara; tambin quiso, como sola ocurrir (suele?) aprovechar la
oportunidad de asumir el total protagonismo de la guerrilla, sujetando un confuso
apoyo siempre y cuando se le entregara el mando poltico-militar. Obviamente que
Guevara no accedi. Los argumentos de Monje (en representacin del Partido
Comunista) fueron desde no aceptar que un extranjero dirigiera la guerrilla en
Bolivia (olvidando el internacionalismo proletario) hasta alegar que las condiciones
(objetivas y subjetivas) no estaban dadas68.
A los argumentos de Monje se opusieron firmemente los comunistas enrolados en
la guerrilla, especialmente el miembro del Comit Central, Inti Peredo y terminaron
por abandonar las filas de la organizacin comunista para mantenerse, a
sabiendas de la gravedad que el PC boliviano no se sumara a la gesta guerrillera.
Estas desavenencias marcaron fuertemente las relaciones entre las izquierdas de
Latinoamrica, convirtindose en una verdadera piedra de tope para cualquier
iniciativa revolucionaria que no naciera de los delineamientos del Kremlin. En
cualquier caso ni a Guevara, ni a los combatientes cubanos y, por cierto, a los
68

Los ltimos das del CHE. Que el sueo era tan grande. Juan Ignacio Siles del Valle. Pginas 31 a 33. Editorial sudamericana. Ao 2007.
Argentina.

52

rebeldes bolivianos poda sorprenderles la reaccin del alto dirigente del PC


boliviano. Para entonces se tena antecedentes de la desercin de la plana mayor
del comunismo venezolano, de la guerrilla emprendida por Douglas Bravo y
Amrico Martn69
El descrdito comunista por la campaa guerrillera implic la disminucin extrema
de una plataforma de apoyo urbano. Es decir, debilit la construccin de redes de
aprovisionamiento, informacin y comunicacin (elementos gravitantes en la
guerra) y; el aporte de combatientes que subieran al monte.
Un reportaje de la poca, realizado por el periodista chileno Augusto Carmona,
describe esta situacin diciendo que ningn partido apoy orgnicamente a los
guerrilleros. Lo curioso (agreg Carmona) es que la mayora de los combatientes
eran militantes, en especial comunistas y del Partido Revolucionario de Izquierda
Nacionalista70. Y, por consiguiente el aparato urbano de lucha clandestina nunca
tuvo medios materiales ni organizacin suficientes. De tal modo que no pas de
ser una red de enlaces que necesariamente mantena toda su labor en las
sombras71, es decir en una extrema y rgida clandestinidad, lo que trae consigo
serios obstculos al desarrollo del proyecto revolucionario por las dificultad de
diseminar las ideas en la llanura social.
El producto concreto del accionar revolucionario en la ciudad, especficamente en
La Paz, fue esmirriado. En el mismo artculo se reporta que fueron muy escasas
las expresiones externas de la organizacin elena en la ciudad: tres nmeros del
peridico del Ejrcito de Liberacin Nacional (ELN)y dos comunicados sobre los
fines programticos del movimiento y un llamado al pueblo a sumarse a la
lucha72. Padeca una precariedad extrema en las vas de comunicacin, ni
siquiera posean una imprenta que les permitiera multiplicar sus comunicados
pblicos o mantener publicaciones (diarios, revistas o propaganda volantes) ms o
menos peridicas. Esta carencia los obligaba a recurrir a terceros por el servicio
69

Apoyo del MIR de Chile a la carta del Che Guevara. Revista Estrategia. Pgina 1. N 9 de julio de 1967. Santiago de Chile.
La guerrilla boliviana: experiencia sin derrota. Augusto Carmona. Documentos. Pgina 3, Revista Punto Final N 43. Diciembre, 5 del
ao 1967. Santiago de Chile.
71
La guerrilla boliviana: experiencia sin derrota. Augusto Carmona. Documentos. Pgina 2, Revista Punto Final N 43. Diciembre, 5 del
ao 1967. Santiago de Chile.
72
Ibdem.
70

53

de impresin, lo que rebotaba en precios inusualmente altos, especialmente


porque deban costear el silencio y la discrecin de los dueos de imprentas73. Y,
esta carencia comunicacional con las masas paceas, cochabambinas o
santacruceas se agrav por el cerco comunicacional y la distorsin informativa
impuesta por el gobierno.
Es decir, considerando la carencia de recursos (humanos y materiales) la
creciente e inflexible apata del comunismo boliviano y la formidable represin
gubernamental, el destino de la guerrilla del Che estaba sellado: la derrota. Y, as
fue como ocurri: no slo cost la vida del Comandante Guevara, sino adems los
daos colaterales salpicaron Chile fruto de la fuga de los sobrevivientes cubanos
hacia este pas. La llegada, aunque desarmados, de los combatientes cubanos no
dej de generar tensin poltica. El gobierno de Frei Montalva estaba trabado para
impedir el ingreso de los revolucionarios a territorio nacional. La izquierda
parlamentaria

reaccion

prestamente.

Se

hizo

presente

por

medio

de

delegaciones oficiales (del Partido Socialista y Comunista) en La Moneda, para


exigir garantas y seguridad de refugio para los ex compaeros de Guevara.
Los militantes socialista (identificados con la corriente de los elenos) mostraron
una actitud francamente solidaria con los combatientes cubanos. Y, de las
autoridades polticas relevantes fue el presidente del Senado, el doctor Salvador
Allende, quien plant una intensa solidaridad con los guerrilleros cubanos. El
Partido Comunista, nombr delegados de su Comisin Poltica para consensuar
con los socialistas la mejor forma de interceder en defensa de los sobrevivientes.
Propuso, entre otras cosas, que una delegacin de parlamentarios (de ambos
partidos) viajara al norte con el fin de recibirlos y de una u otra forma evitar que los
expulsaran del territorio nacional74.
Una guerra revolucionaria, planeada para un decenio o ms, slo dur once
meses y algunas horas. En la indmita selva boliviana quedaron decenas de
hombres muertos, una mujer los acompa en ese viaje a la eternidad de la

73
74

Ibdem.
El Siglo. 18 de Febrero de 1968. Santiago de Chile.

54

historia, ninguno de ellos se fue con alguna duda en el proyecto del Comandante
de Amrica Latina.
A pesar de los hechos, que hablaron de derrota, irrefutable incluso por un pertinaz
defensor del plan guevarista, otros hombres y mujeres, con el mismo espritu
libertario de la primera jornada, subieron al monte para caminar por senderos y
recovecos selvticos al encuentro de una sociedad ms justa y solidaria; sin
embargo Teoponte (Puente de Dios) los hizo arribar junto a sus antiguos
camaradas.
El monte recibi, probablemente, un destacamento que mostr el mayor apego a
uno de los principios elementas del marxismo y de los revolucionarios: el
internacionalismo; es decir la idea del Comandante de luchar en cualquier lugar de
Amrica Latina, era lucha por la patria propia. La composicin del destacamento
de guerrillero fue la de ocho chilenos (solo tres sobrevivieron) dos argentinos, un
brasileo, un colombiano, un peruano e incluso un espaol-norteamericano. El
resto fueron bolivianos. Al monte subieron 67 combatientes; slo siete
sobrevivieron.
La gesta de Teoponte fue una fugaz y cruenta experiencia guerrillera altiplnica.
Se mantuvo parcamente tres meses y medio; quedando como resultado decenas
de muertos regados en pendientes y quebradas del altiplano.
Si hubiese sido solo por la voluntad de combate desplegada, habra sido un xito.
El guerrillero y poeta Luis75 al anunciar su enrolamiento escribi "faltan pocas
horas para que se haga realidad el momento que tanto nosotros como el
continente hemos esperado por mucho tiempo. Han pasado tantas cosas que creo
nuestros ojos se han vuelto ms perspicaces y ahora vemos que el momento de
nuestro alzamiento es el mejor. Todo est bien. Las condiciones son
insuperables"76.
Las frases picas de Luis se referan a que la guerrilla haba madurado y que la
crisis boliviana se haba profundizado permitiendo un mayor margen de xito para
75
76

Testimonio de Carlos Navarro Lara. Poeta y guerrillero del ELN. Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm
Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm

55

la empresa de liberacin. El resultado, al menos de las ltimas palabras de Luis


resultaron del todo ciertas: las condiciones son insuperables, y fueron
insuperables para los guerrilleros.
Cuando el sol aun no calentaba las espaldas bolivianas, el 17 de junio de 1970,
abrigados con el pretexto de ir a alfabetizar a los campesinos, 67 combatientes
elenos subieron al Puente de Dios para caminar hacia la nueva sociedad o a la
infinitud histrica. Y as qued registrado en sus anotaciones de vida. El espritu
de los guerrilleros teopontinos desbordaba compromiso y confianza en la empresa
liberadora que iniciaban. Frases como "mientras haya hambre y miseria, los
revolucionarios no tenemos derecho a la felicidad"77 o nos ha tocado una poca
de grandes acontecimientos y siento la obligacin y la necesidad de no huir a mi
responsabilidad. Lo contrario sera mi fracaso como hombre"78 nos vienen (desde
el pretrito) a dar cuenta del grado de conviccin entre los expedicionarios.
En esta aventura se produce la fusin ms cristalina entre el cristianismo
sesentero y el marxismo revolucionario. Nstor Paz Zamora, joven cristiano y
guerrillero que tambin subi al monte, entreg las provisiones que le
correspondan a sus compaeros, prefiriendo morir de hambre antes que sus
compaeros sufrieran el debilitamiento por carencia de alimentos79. Este enorme
sacrificio y amor hacia sus compaeros fue posible de adivinar cuando apunt
deseando que su capacidad de amar creciera cada vez ms a la par con su
capacidad

guerrillera

(porque)

nica

manera

de

mejorar

cualitativa

cuantitativamente el impulso revolucionario"80


De l, su hermano que aos ms tarde llegara a ser presidente de Bolivia,
escribi el amor dialctico en un contexto de conduccin cientfica de los
procesos sociales dar nacimiento a nuevas visiones de la sociedad y del universo
en donde emanarn naturalmente comportamientos y posiciones distintos de la

77

Anotaciones del Diario de Jorge Ruiz Paz ("Omar") Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm


Anotaciones del Diario de Enrique Farfn Mealla ("Adrin") Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm
79
Jaime Paz Zamora. El pragmtico que venci al idealista. Campero, Ana M. Ver en Nueva Sociedad N.118 Marzo- Abril 1992 , PP. 8088
80
Anotaciones del Diario de Nstor Paz Zamora ("Francisco") Ver en http://www.lafogata.org/recuerdos/rec_lara.htm
78

56

persona ante la familia, el trabajo, la poltica y ante la nueva sociedad colectivista


en general...81.
Tres fueron, hasta bien avanzada la dcada del setenta, las experiencias
guerrilleras en tres de los cuatro pases que formaran la Coordinadora
Revolucionaria del Cono Sur. Estas tres empresas liberadoras, por cierto,
recibieron el influjo del pensamiento, poltico y militar, del guerrillero heroico. Y,
estos tres intentos, unos antes otros despus terminaron de la peor forma: con
muertos, presos, desparecidos y el desbande total de los combatientes. Las
interrogantes que se descuelgan son muchas y acicateadas por los costos que
debieron pagarse. An no existe una nica respuesta y no podra ser de otra
forma: los factores que intervienen en estos resultados son mltiples y diversos.
Algunos son puntuales, de visin y evaluacin del momento que se viva y; otros a
nuestro entender dicen relacin con la concepcin estratgica de la lucha
libertadora. Sin embargo, aunque los de coyuntura y los de largo aliento,
impresionan como corriendo por separado, en realidad son parte de un todo para
ir generando un proyecto revolucionario.
Existe un piso comn a las tres experiencias: la rigidez, verticalidad y represin de
un gobierno dictatorial. Esta condicin no necesariamente termin estimulando a
las masas a rebelarse contra los abusos. Es decir, creer (como lo creyeron
aquellos combatientes) que las tropelas de un gobierno engendran rebelda de los
oprimidos no pas de ser una quimera.

y por consiguiente se convierten en

combatientes. No resulta ser una constante que la llanura social en estas


circunstancias opte por las armas; probablemente no lo hace porque le asigna el
uso exclusivo de stas a los agentes del Estado.
Pas en Uruguay donde Bordaberry logr desarmar y neutralizar al movimiento
popular y acorral a los Tupamaros; ocurri en Bolivia, donde Barrientos, Ovando
y Banzer, acallaron (con la fuerza de las armas) al movimiento obrero minero
(esperanza de base social para la guerrilla) y al campesinado, destartalando los

81

Jaime Paz Zamora. El pragmtico que venci al idealista. Campero, Ana M. Ver en NUEVA SOCIEDAD NRO.118 MARZO- ABRIL 1992 ,
PP. 80-88

57

intentos guerrilleros ms serios y tal vez ms organizados (ancahuaz y


Teoponte); por ltimo Estelita, Videla y sus aliados, lisa y llanamente ahogaron a
decenas de organizaciones sociales, populares y gremiales, para luego dar paso
al exterminio (un verdadero holocausto) de miles de luchadores por una sociedad
ms justa y solidaria. Y cabe una breve consideracin, en el fenmeno argentino
no solo la masacre alcanz a los hombres y mujeres en armas, tambin lleg a
quienes slo luchaban contra los atentados a la vida.
Asimismo detectamos elementos especficos como la constitucin de los
destacamentos guerrilleros. Un grupo en formacin, cualquiera, necesita cumplir
con requisitos bsicos para cohesionarse, como la confianza recproca; no basta
con compartir ideologa u objetivos. Asimismo es necesario la existencia de una
irrestricta igualdad de condiciones en deberes y derechos de los integrantes. La
nica diferenciacin tolerable es el desempeo de papeles en una organizacin;
ms aun cuando se trata de una guerra implacable como la declarada contra el
capitalismo expoliador. No obstante, cuesta encontrar estos componentes en la
constitucin de los destacamentos guerrilleros de ancahuaz. Hubo, como relata
un ex combatiente eleno, diferencias y desconfianzas en el grupo, las relaciones
no fueron igualitarias entre los guerrilleros cubanos y los bolivianos82; los primeros
tuvieron mayores prorrogativas; probablemente por la confianza que el
Comandante Guevara les dispensaba. Lo que no poda ser de forma porque varios
haban luchado y triunfado en la Revolucin cubana lo que probaba la capacidad y
entrega de estos combatientes ante los ojos de un jefe revolucionario83.

82

Los ltimos das del Che, que el sueo era tan grande. Daro, oficial de polica (en off). Juan Ignacio Siles del Valle. Pginas 40 y 42.
Editorial Sudamericana S.A. Ao 2007. Argentina.
83
Algunos de estos cubanos fueron Harry Villegas Tamayo (Pombo) Daniel Alarcn Ramrez (Benigno) y Leonardo Tamayo Nez
(Urbano)

58

SEGUNDO CAPITULO
ENTRE EL EVANGELIO Y EL
MATERIALISMO HISTRICO

59

Los cristianos armados: con la cruz y el fusil.


Para los aos sesenta del siglo XX, hablar de revolucin entre los marxistas no
poda ser novedad. La prctica del pensamiento de Marx, de una u otra forma,
estaba encaminada a cambiar las estructuras sociales, polticas y econmicas. En
cambio hablar de revolucin entre los cristianos y especialmente al interior de
catolicismo, constitua un desafo enorme el que incluso se le consideraba
obsceno. Pero ms extravagante y fuera de escena fue denunciar la injusticia
social, los abusos de poder, asimismo que proclamar la impostergable decisin de
entrar en los caminos de la liberacin del yugo capitalista.
Los hechos histricos nos guan a valorar la actitud de muchos cristianos
sumndose a la izquierda y participando decididamente de opciones lucha que
desbordaron los lmites legales. Los sacerdotes catlicos y cristianos en general
que lucharon contra las injusticias sociales fueron (son?) lo suficientemente
numerosos como para descartar que fueron casos aislados y espordicos.
Pero qu ocurri en la Iglesia Catlica, qu sucesos detonan esta irrupcin
revolucionaria y levantisca de algunos curas y monjas?
Una primera aproximacin a las interrogantes la encontramos en las enormes
convulsiones sociales, polticas y militares que estropeaban a buena parte de la
llamada sociedad occidental (por lo dems cristiana). La emergencia de
frmacos anticonceptivos que permitieron controlar la natalidad y separarla de la
actividad sexual de las parejas, lo que represent golpear los valores catlicos
(los hijos los manda Dios) y, naturalmente, liberar a la mujer (especialmente la
perteneciente al sector popular) de la enorme carga que significaba la maternidad.
Asimismo las mutaciones en el grantico pensamiento evolucionista del
cristianismo (en general y catlico) introducidas por el jesuita Pierre Teilhard de
Chardin84 permearon a buena parte de los sacerdotes de base, especialmente a
los jvenes y seminaristas en mayor contacto con la sociedad. Previamente

84

Religioso jesuita, paleontlogo y filsofo francs. Elabor una visin propia de la evolucin.

60

surgen los aportes del filsofo cristiano Emmanuel Mounier85 que colocaron en
ristre la preocupacin por el ser humano y su valoracin como tal.
Por su parte el pensamiento laico con su creacin intelectual y filosfica, tambin
sirvi de fermento para erosionar la disciplina catlica. Muchos sacerdotes (y
tambin monjas) en su vida universitaria fueron tocados por profesores inspirados
en el marxismo y otras corrientes de pensamiento que negaban o colocaban en
duda la propuesta catlica y adems cuestionaban la conducta histrica del
Vaticano y de la curia en general. El contacto cotidiano con jvenes y sus
problemas mundanos como la guerra, la injustica social que exige solucin aqu y
ahora (sin tener que esperar en un ms all) las restricciones a la libertad, el
derecho al amor y expresarlo donde fuera necesario, signific agrietar el muro del
alma catlica, apostlica y romana.
El industrialismo, sus secuelas sociales (detectadas ya en la encclica Rerum
Novarum) y las recurrentes conflagraciones armadas hicieron un almcigo de
conflictos y contradicciones sociales que desataron entre los jvenes fuertes
expresiones de compromiso y deseos cambiar esta realidad. Probablemente el
peligro nuclear aliment potentemente la aspiracin de paz. La crisis de los
cohetes en Cuba hizo temblar a gobernantes y gobernados en gran parte del
planeta. En los pases del tercer mundo la cesanta, la pobreza, la desnutricin
infantil, los embarazos indeseados; la ausencia de polticas destinadas a los
jvenes; los preocupantes ndices de morbilidad y mortalidad eran acicates para
una juventud cada vez ms sensible a los problemas de la sociedad. Y, los
seminaristas, los sacerdotes y monjas jvenes, muchos de ellos destinados a
poblaciones y barrios empobrecidos, se toparon con aquella realidad. Surge as el
cura obrero y la monja de barrio que rpidamente asume un compromiso radical
que se convirti en militancia poltica revolucionaria.
Desde la perspectiva doctrinal, pensamos, y es recurrente decirlo, que la llegada
del Papa Juan XXIII vino a marcar un giro en el devenir de la Iglesia Catlica. Tal
85

Filsofo francs, impulsor del pensamiento cristiano conocido como personalismo, cuya esencia es el nfasis en la persona
humana, considerndola como un ser permanente, dotado de autonoma (para tomar decisiones) y fundamentalmente de carcter
social y comunitario, amn de gozar de la libertad, poseer trascendencia y poseer valor en tal impidiendo considerarlo un objeto. Dicho
de forma distinta vio al ser humano como dueo de su destino.

61

como lo denuncia el sacerdote Jaime Snoek86, citando a Merleau-Ponty87, jams


se vio a la Iglesia tomar posicin a favor de una revolucin por la simple razn de
que fuera justa88 y, aunque la frase fue custica, no dej de ser cierta. La iglesia
catlica por decenios, quizs por siglos, estuvo de lado del orden, o sea del poder
instituido. Haba sobrevivido, como institucin, abrigndose con la autoridad
poltica o (co)fundindose en ella. En cambio con Juan XXIII y sus opiniones de
esta nueva cuestin social vino, adems de airear los vetustos mrmoles del
Vaticano; hubo quienes aseguraron que Juan XXIII haba abierto las ventanas de
la Iglesia.
La Encclica Mater et Magistra, escrita por el mencionado Papa, trajo a la
conciencia de millones de cristianos algunos conceptos considerados como
rupturistas o novedosos. Por ejemplo, dice el alto dignatario, que la Iglesia
aunque tiene como misin principal santificar las almas y hacerlas partcipes de
los bienes sobrenaturales, se preocupa, sin embargo, de las necesidades que la
vida diaria plantea a los hombres, no slo de las que afectan a su decoroso
sustento, sino de las relativas a su inters y prosperidad, sin exceptuar bien
alguno y a lo largo de las diferentes pocas89. Es decir la preocupacin de los
cristianos ya no se centraba en salvar el alma, sino tambin por obtener un mejor
bienestar en la tierra. Obviamente que esta visin dej atrs la sempiterna
resignacin pobres y se pas (poco a poco y por poco tiempo) a la lucha por la
dignificacin de los necesitados.
Esta especie de pasaporte de conciencia permiti a que clrigos de base y
estrechamente contactados en los desposedos se sintieran autorizados para
transitar en los caminos de la lucha social y de saltar a posiciones francamente
revolucionarias. En Colombia se escuch la prdica y el llamado de Camilo Torres;
en Teoponte empu la esperanza Nstor Paz Zamora, guerrillero que muere de
hambre en los montes bolivianos, acosado por la derrota: En la Paz boliviana, el
86

Sacerdote perteneciente a la Congregacin de Los Redentoristas. Doctor en Teologa.


Maurice Merleau-Ponty, francs, filosofo fenomenlogo influido por Edmund Husserl. En ocasiones se le clasifica como un
existencialista. Fue cercano a Jean-Paul Sartre y su mujer Simone de Beauvoir. Muri en 1961 a la temprana edad de 53 aos.
88
Tercer Mundo: Revolucin y Cristianismo. Revista Cristianismo y Revolucin. Jaime Snoek. Pgina 8. N 1 de septiembre de 1966.
Buenos Aires. Argentina.
89
Carta encclica Mater et Magistra. La Iglesia se preocupa del bien temporal de los pueblos Papa Juan XXIII. Sobre el reciente
desarrollo de la cuestin social a la luz de la doctrina cristiana.
87

62

sacerdote Claudio Lefebvre, ofrend su vida ayudando a un herido, durante los


enfrentamientos que llevaron al derrocamiento del General Juan Jos Torres. Y,
en Chile, Rafael Maroto90, Blanca Rengifo91 y Germn Corts92 son militantes
revolucionarios que supieron enfrentar dignamente los embates de la dictadura
pinochetista.
Fue, aparentemente, en los dos colosos sudamericanos donde mejor plasm esta
rebelda cristiana: Argentina y Brasil. Detectamos tres grandes expresiones de
este tipo de cristianismo aggiornado. Una es la toma de posiciones de algunos
sectores de la jerarqua catlica latinoamericana;

la otra es la agrupacin de

sacerdotes de base conocida como sacerdotes tercermundistas; y, la ltima la


constituye el centro de difusin de ideas cristianas renovadas y post-conciliar
como fue la revista Cristianismo y Revolucin93 a cargo de Juan Garca Elorrio94.
Fue un grupo95 de obispos encabezado por Dom Helder Cmara, obispo de Olinda
y Recife, el que escribi un cido de los manifiestos sociales cristianos de la
dcada del sesenta. Concurrieron a la iniciativa no solo clrigos latinoamericanos,
sino de varios pases pobres y sometidos al dominio de una potencia mundial.
Sus ideas (avaladas y referidas a encclicas como Paz en la tierra y El progreso
de los pueblos) constituyeron una batera de argumentos esgrimidos por miles de
catlicos para justificar (y justificarse) su participacin poltica desde la izquierda.

90

Rafael Maroto (coloquialmente muchos jvenes miristas ochenteros se referan a Maroto como El Tata), integrante del Comit
Central del MIR y vocero pblico de esta organizacin durante la dictadura; sufri la persecucin, la crcel y la relegacin bajo el
gobierno pinochetista.
91
Blanca Rengifo, monja de poblacin, conocida en las filas miristas como Carlota y Magdalena. Fue integrante del Comit Central del
MIR. Fund el Comit de Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU)
92
Germn Corts, ex seminarista fue asesinado por la CNI el 16 de enero de 1978.
93
Revista ligada a un centro de cristianos laicos. No represent nunca la opinin oficial de la Iglesia catlica argentina. Por el contrario
fue tremendamente crtica con la jerarqua de la curia local. Alberg en sus pginas a tericos de la teologa de la liberacin, cristianos
disidentes y especialmente a organizaciones guerrilleras como la FAR y el ERP-PRT.
94
Catlico, ex seminarista que abandono los estudios de sacerdocio por no estar de acuerdo con el tipo de enseanza. Nunca dej de
ser catlico y como tal se convirti en un frreo defensor del Concilio Vaticano II, para ello organiz el Centro de Estudios Dilogos
para estudiar la teologa conciliar. Admir a Camilo Torres por su enorme consecuencia, asumiendo el pensamiento del sacerdote
colombiano. En septiembre de 1966 fund la revista Cristianismo y Revolucin. Apuntes sobre la vida de Juan Garca Elorrio
Por Gustavo Morello s.j. Ver en http://www.academia.edu/2112675/Apuntes_sobre_la_vida_de_Juan_Garcia_Elorrio
95
Firmaron el documento los siguientes sacerdotes: Helder Cmara (Brasil), Jean-Baptiste Da Mota e Alburquerque (Brasil) Luis
Gonzaga Fernandes (Brasil) Georges Mercier (Argelia) Michel Darmancier (Oceana) Armand Hubert (Egipto)
Angel Cuniberti (Colombia) Severino Mariano de Aguiar (Brasi) Frank Franic (Yugoeslavia) Francisco Austregesilo de Mesquita (Brasil)
Gregoire Haddad (Lbano) Manuel Pereira de Costa (Brasil) Charles Van Melckebeke (China) Antonio Batista Fragoso (Brasil) Etienne
Loosdregt (Laos) Jacques Grent (Indonesia) David Picao (Brasil).

63

Incluso hubo organizaciones de clrigos (monjas y sacerdotes) que expresaron


abiertamente su opcin por el socialismo como fue en Chile96.
Sumariamente diremos que los obispos y arzobispos plantearon, entre otras ideas,
que los trabajadores tenan el derecho y el deber de unirse en verdaderos
sindicatos con el fin de exigir y defender sus derechos: justo salario, licencias
pagadas, seguridad social, viviendas familiares, participacin en la gestacin de la
empresa97. Es decir, adems de la reivindicacin tradicional, los obreros deban
luchar por incorporarse a la direccin de las empresas o industrias y, por
consiguiente, tomar para s parte de la propiedad:
Si los obreros no llegan a ser de alguna manera propietarios de su trabajo, todas
las reformas a las estructuras sern ineficaces. Incluso si los obreros a veces
reciben un salario ms alto en algn sistema econmico, ellos no se contentarn
con estos aumentos de salario. Ellos, en efecto, quieren ser propietarios y no
vendedores de su trabajo. Actualmente los obreros son cada vez ms conscientes
de que el trabajo constituye una parte de la persona humana. Pero la persona
humana no puede ser vendida ni venderse. Toda compra o venta del trabajo es
una especie de esclavitud98
Obviamente que esta argumentacin se alej de la sacrosanta propiedad privada
para avanzar (tmidamente) hacia el concepto de propiedad social. Estos derechos
no slo deban estar consagrados en las leyes, sino que adems se consider
obligacin de los gobiernos protegerlos y promoverlos.
Para estos sacerdotes la lucha de clases no naca de los trabajadores o de
quienes se rebelaban ante las injusticias, sino que eran los opresores, los dueos
del dinero y el poder quienes (por largo tiempo) promovan este fenmeno social,
ante el cual los gobiernos deban desplegar el mximo de los esfuerzos para
terminar con l:
Los gobiernos deben abocarse a hacer cesar esa lucha de clases que,
contrariamente a o que de ordinario se sostiene, han desencadenado los ricos
con frecuencia y continan realizando contra los trabajadores, explotndolos con
96
Nos referimos a Cristianos por el Socialismo. Ms antecedentes los encontramos en Cristianos por el socialismo en Chile (19711973) Aproximacin histrica a travs del testimonio oral de David Fernndez F. ver en Studia Zamorensia, ISSN 0214-736X, N 4. Ao
1997. Pginas 187-202. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=297155
97
Manifiesto
de
Obispos
del
Tercer
Mundo.
Basta
de
Explotadores.
Punto
22.
Ver
en
http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/
98
Manifiesto
de
Obispos
del
Tercer
Mundo.
Una
Nueva
Humanidad.
Punto
15.
Ver
en
http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/

64

salarios insuficientes y condiciones inhumanas de trabajo. Es una guerra


subversiva que desde hace mucho tiempo lleva a cabo taimadamente el dinero a
travs del mundo, masacrando a pueblos enteros99.
Salta a la vista, los sacerdotes no percibieron (o no lo quisieron hacer) que los
gobiernos no eran (no son) necesariamente (salvo excepciones histricas)
representante de los desposedos y menos tenan signo alguno de democrticos.
Por ejemplo Brasil fue gobernado por manu militari desde 1964 hasta el ao 1985.
A su vez, Argentina estaba acostumbrada a vivir bajo autoritarismos (civil y/o
militar) desde antes de los sesenta (con breves interregnos) prolongndose hasta
muy avanzado el siglo XX. Paraguay, pas pequeo pero importante, luca la
sempiterna dictadura de Alfredo Stroessner. Lo mismo ocurra con Uruguay, pas
en el que Pacheco Areco (democrticamente elegido) instal un gobierno
extremadamente represivo y atentatorio a los intereses de los trabajadores.
Estos gobiernos ejercieron la fuerza para impedir la instalacin del marxismocomunista y subversivo. Este mandato emanaba de la doctrina de seguridad
nacional, de la guerra fra y de los pasillos del poder norteamericano. Para esta
cruzada contra el atesmo sovitico el enemigo que deba ser aplastado los
constituan todos aquellos que reclamaban por sus derechos sindicales,
econmicos,

sociales

polticos.

Difcilmente,

entonces,

podran

estos

gobernantes hacerse eco de las exigencias de los obispos tercermundistas.


En cuanto a las alternativas de capitalismo versus socialismo, que para entonces
equivala a decir Washington versus Mosc, los suscriptores del manifiesto
explicaron que la Iglesia desde haca cien aos que toleraba al capitalismo con el
prstamo a inters legal y sus otros usos que estaban poco conformes con la
moral de los profetas y del Evangelio100. En cambio ante el socialismo la situacin
fue distinta. La Iglesia no poda menos que regocijarse al ver aparecer en la
humanidad otro sistema social menos alejado de esta moral101; pero que era un
deber de todo cristiano era proclamar que que el verdadero socialismo es el

99

Ver en http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/

100

Manifiesto
de
Obispos
del
Tercer
Mundo.
Hacia
el
Socialismo.
http://www.ruinasdigitales.com/cristianismoyrevolucion/cyrmanifiestodeobisposdeltercermundo66/
101
Ibdem.

65

Punto

14.

Ver

en

cristianismo integralmente vivido, en el justo reparto de los bienes y la igualdad


fundamental102; por consiguiente el socialismo no poda contrariarlos; al revs,
deba adherirse al socialismo con alegra, como a una forma de vida social mejor
adaptada a nuestro tiempo y ms conforme con el espritu del Evangelio103; as se
impedira que algunos confundieran a Dios y la religin con los opresores del
mundo de los pobres y de los trabajadores, que son, en efecto, el feudalismo, el
capitalismo y el imperialismo104. O sea se declararon anti-feudal, anti-capitalista y
por supuesto anti-imperialista; una proclama con estas ideas los ubic en la
vereda de la izquierda latinoamericana.
A su vez, los sacerdotes de base, en lnea con lo dicho en el Manifiesto de los
obispos, expresaron:
Nosotros, hombres cristianos y sacerdotes de Cristo que vino a liberar a los
pueblos de toda servidumbre y encomend a la Iglesia seguir su obra ello
implica ineludiblemente nuestra firme adhesin al proceso revolucionario de
cambio radical y urgente de sus estructuras y nuestro formal rechazo del sistema
capitalista vigente y todo tipo de imperialismo econmico, poltico o cultural; para
marchar en bsqueda de un socialismo latinoamericano que promueva el
advenimiento del Hombre Nuevoque s incluye necesariamente la socializacin
de los medios de produccin, del poder econmico, poltico y de la cultura105.
Estas frases retratan la posicin, de centenas de sacerdotes y monjas, respecto
del proceso poltico, abierto en Sudamrica a partir de la revolucin cubana. No se
poda esperar ms, el llamado era claro de adherir inmediatamente a las luchas
sociales y populares porque los cambios estructurales no podan esperar ms. El
camino escogido fue irse a la baja sociedad latinoamericana; se fueron a vivir a las
villas y poblaciones perifricas que albergaban a obreros, desocupados, a sus
familias y a muchos que venan llegando del mundo rural. Surge la figura del cura
obrero y de la hermana. La misin fue involucrarse directamente en los
problemas sociales que afectaban a los pobres: era estar con Dios hecho hombre.

102

Ibdem.
Ibdem.
104
Ibdem.
105
Citado en MOYANO, Sara Alejandra. Iglesia y poltica en Crdoba: la busqueda de una sociedad catlica. Dilogos rev. electr. hist
[online].
2011,
vol.12,
n.2
[citado
2013-04-10],
pp.
98-112
.Disponible
en:
<http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-469X2011000200005&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1409-469X.
103

66

Cuando entr a trabajar con un grupo de obreros del surco, con obreros de
frigorfico y compaeros metalrgicos en Reconquista, comenc a penetrar en la
vida real de los que sufre. Yo crea conocer esa vida y me di cuenta que estaba
totalmente al margen y que no conoca nada. Estas fueron mis primeras
experiencias en el MOACque me sirvieron para ir tomando conciencia y para ir
despertando a una mayor y ms real participacin en la vida de los pobres106

Este franco contacto con la pobreza extrema que asolaba a los habitantes
perifricos caus profundo impacto en estos hombres y mujeres, que haban sido
formados en la ideas de amor al prximo. Otro sacerdote lo recuerda de este
modo:
Comenc a visitar suburbios de San Lus. Yo, en mis andanzas, conoca la
pobreza, pero no la miseria absoluta. Vi aquellas casas de palafito, personas sin
trabajo. Comenc a ayudar en la organizacin de Asociaciones de Vecinos y
acab gustando de aquello107.
Asumir como propio los problemas terrenales de los pobres, signific (en muchas
ocasiones) enemistarse con la jerarqua conservadora del catolicismo, la que
procedi punitivamente. Algunos no aceptaron imposiciones y simplemente
optaron por abandonar la institucin, pero en ningn caso abjuraron de su
condicin cristiana. Otros optaron por mantenerse dentro de la Iglesia, aceptando
la sancin, pero sin abandonar la lucha.
De los sacerdotes que terminaron por emigrar encontramos a Alipio de Freitas que
al prohibrsele el ejercicio del sacerdocio respondi al Cardenal brasileo Jaime
Barros Cmara diciendo:
Innecesaria se torna esta nota, ya que no ejerzo, nunca ejerc y jams ejercer
actividad ministerial en la Arquidicesis por cuanto la considero incapaz de dicho
ejercicio, dada la orientacin pastoral que la preside. Por qu, supuestamente, se
me ha retirado el uso de las Sagradas rdenes en la Arquidicesis de Ro de
Janeiro? Simplemente, y esto la Curia malvola omiti afirmarlo, porque
integrndome en la lucha del pueblo brasileo fui a la plaza pblica a luchar por
las reformas de base necesaria para la emancipacin socio-econmica del
Brasil108.

106

Padre Rafael Yaccuzzi. Dar la vida por el pueblo. Revista Cristianismo y Revolucin. N 14. Pgina 3. Segunda Quincena de 1969.
Un hombre de gran firmeza - Entrevista con Alipio de Freitas. A Nova Democracia. Marzo del 2010. Ver en
http://www.anovademocracia.com.br/edicion-en-espanol/121/2778-un-hombre-de-gran-firmeza-entrevista-con-alipio-de-freitas
108
Carta del Padre Alipio de Freitas al Cardenal Jaime Barros Cmara. Revista Cristianismo y Revolucin. Pgina 4. Septiembre de 1966.
107

67

Los que acataron las sanciones no fueron pocos; la lista es enorme y solo por
nombrar algunos, probablemente el ms destacado es el poeta Ernesto Cardenal
y el ms conocido nuestro, el padre Rafael Maroto.
Existe un caso potente de sacerdotes castigados como fue el Gaido y Delaferrera
en Crdoba109. Resulta ilustrativo el ambiente interno de la Iglesia Catlica, al
menos

argentina,

en

aquellos

aos.

Los

clrigos

mencionados

fueron

drsticamente penados al considerarse que su pastoral era ruidosa, chocante,


revolucionaria110. La rplica de los capellanes no fue la tradicional, llena de
arrepentimientos y splicas de misericordias; por el contrario la respuesta fue
polmica e incluso desafiante. Ellos dijeron:
si por ruidosa, chocante y revolucionaria se entiende una pastoral que se
esfuerza por romper la milenaria barrera que separa lo sacro de lo profano, que se
preocupa por llevar el fermento evanglico a todas las realidades del hombre de
nuestros tiempos, que confa con optimismo inquebrantable en todos los hombres
rociados indiscriminadamente por la sangre de Cristo, que encuentra en ellos
respuesta entusiasta porque la ven aparecer ms que como un cdigo represivo
como un factor positivo de construccin, nos sentimos muy honrados de que
nuestra experiencia pastoral haya sucumbido por lanzarse a tal empresa.111

El trabajo pastoral de Gaido y Delaferrera estuvo centrado en el estudiantado


cordobs. Para junio del ao 66 los militares irrumpieron violentamente (una vez
ms) en la vida poltica de los argentinos. Esta nueva incursin --- para algunos
investigadores --- tuvo caractersticas diferenciadoras de las otras experiencias
golpistas.
Los nuevos rasgos del movimiento castrense fueron su grado de programacin, la
actuacin por primera vez y en conjunto de las tres fuerzas armadas como
corporacin, y el objetivo de desterrar y suprimir la poltica del escenario
nacional112. Ya no se trataba slo de ordenar al pas o erradicar la tradicional

109
Carta de Despedida. Padres Gaido y Delaferrera. En Revista Cristianismo y Revolucin. Pginas 10-12. Nmero 2-3. OctubreNoviembre de 1966. Editado por Signos. Buenos Aires
110
Ibdem.
111
p. Cit. Pgina 10.
112
El movimiento estudiantil cordobs durante el onganiato: Una aproximacin a las divergencias entre el Reformismo y el
Integralismo. Emilse Pons. CEA-CONICET. Ver en http://www.ffyh.unc.edu.ar/archivos/modernidades_a/IX/DEFINITIVOS/articulopons.htm

68

corruptela de los polticos. Para entonces, en esta misin, las Fuerzas Armadas
actuaban como bloque y dispuestas a sustituir a la clase dirigente tradicional. En
otras palabras, los militares argentinos, encabezados por Ongana, buscaban ni
ms ni menos despolitizar total y absolutamente la vida argentina. Y para tal
objetivo necesario neutralizar (o cooptar) los organismos intermedios (sindicatos y
resto de organizaciones sociales) entre la sociedad y el aparato burocrtico
pblico que pasaba (en ese momento) a ser dirigido por los uniformados.
En este cometido despolitizador fue (como siempre ocurre) necesario establecer
prioridades y la principal fue representada por los estudiantes porque
simbolizaban, como en otras latitudes, el sector social ms organizado, de
prcticas avanzadamente democrticas y dispuestos siempre a defender la
convivencia civilizada y democrtica ante las amenazas verticalistas y autoritarias.
Ongana concret su amenaza aplicando medidas que dieron por el traste la
organizacin universitaria y su autonoma. Amn de otras medidas coercitivas que
fueron aplicadas y que dieron origen a una creciente reaccin de rechazo y
protesta de los universitarios.
En este marco poltico los jvenes estudiantes cordobeses optaron por enfrentar al
rgimen a travs de acciones que, para la poca, resultaron novedosas como la
huelga de hambre, ausentismo a clase, paralizacin general, mtines relmpagos
(que por cierto estaban prohibidos) incipientes expresiones de autogestin en la
puesta en funcionamiento de comedores estudiantiles propios113. En estas
visibilizaciones, los sacerdotes mencionados mantuvieron un irrestricto apoyo y
presencia en las actividades de resistencia, impulsadas por las organizaciones
estudiantiles. Esta forma de hacer sacerdocio no estuvo ausente otros lugares de
Latinoamrica.
Los cristianos-catlicos revolucionarios no slo observaron las profundas
desigualdades en la sociedad; tambin las vivieron intensamente. Ms an,
denunciaron que las desigualdades sociales se proyectaban en el interior de la
113

El movimiento estudiantil cordobs durante el onganiato: Una aproximacin a las divergencias entre el Reformismo y el
Integralismo. Emilse Pons. CEA-CONICET. Ver en http://www.ffyh.unc.edu.ar/archivos/modernidades_a/IX/DEFINITIVOS/articulopons.htm

69

Iglesia diciendo que (a propsito de la Iglesia brasilea) era difcil encuadrar en


una misma categora social al acomodado sacerdote de las zonas de Sud del pas,
socio de cuantas industrias y negocios surgen en sus distritos, con el sacerdote
nordestino casi tan miserable como todas sus ovejas114. Y, esta absoluta
inequidad social, vivida por los sacerdotes de la llanura, radic exclusivamente en
el sistema econmico imperante: En el rgimen capitalista tampoco el clero
consigue salvarse de los desastres econmicos. La inflacin, el alto costo de la
vida, la creciente pauperizacin del pueblo alcanza tambin al clero, con
excepcin de los que estn directamente al servicio de las minoras
privilegiadas115.
Salta a la vista la mirada clasista que tena, al menos, un grupo de sacerdotes
catlicos respecto de su realidad social e institucional; pero adems se descubre
en las frases citadas la intencin de coincidir en los padecimientos con los
sectores empobrecidos de la sociedad.
Resumiendo, la presencia de los sacerdotes y monjas en las filas revolucionarias,
algunas de ellas armadas, fue un fenmeno poltico, ideolgico y tico que golpe
fuertemente a la sociedad y a la Iglesia. En algn instante se pens en un nuevo
cisma catlico; ello no ocurri y tampoco lo pens algn clrigo o monja rebelde.
No fueron ellos los que buscaron el camino de la divisin. Fue un cura
fundamentalista que prefiri construir Iglesia aparte antes de aceptar la lnea oficial
del Vaticano116.
La adhesin de muchos sacerdotes y monjas tercermundista a la Iglesia Catlica
fue importante; pero mucho ms trascendente fue el irrestricto apego a sus
convicciones cristianas a pesar de su aggiornamiento.

114

La Situacin de la Iglesia. En Revista Cristianismo y Revolucin. Pgina 3. Nmero 1. Septiembre de 1966. Editado por Signos.
Buenos Aires.
115
Ibdem.
116
El 30 de junio de 1988 se produjo el cisma lefebvriano; una divisin inspirada y ejecutada por el ultraconservador arzobispo Marcel
Lefebvre. El comienzo de la ruptura data de 1969, cuando este cura inici la primera accin de cmo conceba la Iglesia. Cre la llamada
Fraternidad de San Po X, a la que se unieron decenas de sacerdotes y monjas, arrastrando a miles de fieles. Ver en
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:XqVvtHL2DvwJ:www.elmundo.es/magazine/num204/textos/hereje1.html+ci
sma+obispo+lefebvre&cd=4&hl=es-419&ct=clnk&gl=cl

70

La tercera vertiente cristiana-latinoamericana de nuevo tipo fue la revista


Cristianismo y Revolucin, considerada un importante centro (probablemente del
Cono Sur) de difusin de las ideas revolucionaria de y para los cristianos. Aos
ms tarde el sacerdote jesuita Gustavo Morello hizo una interesante y precisa
sntesis del pensamiento irradiado por la mentada publicacin.
Segn Morello Cristianismo y Revolucin plante, por ejemplo, que el verdadero
socialismo era la vivencia completa del cristianismo. Era en el socialismo,
entendido como un sistema en el que haba un justo reparto de los bienes (a cada
cual segn sus necesidades) y una igualdad entre los individuos que desalojaba
cualquier injusticia, donde los cristianos podan sentirse plenamente realizando la
obra de Dios. Pero, para llegar a esta especie de situacin divina, era necesario
erradicar totalmente el germen de las desigualdades: la propiedad privada. Al
sentido de igualdad (que encierra la justicia social) se suma la posibilidad de
participacin real de los desposedos en el manejo del poder. Dicho de forma
distinta, el socialismo aseguraba la construccin democrtica plena. El camino en
la consecucin de este nuevo estadio de desarrollo humano era uno solo: la lucha
armada. Pero no cualquier tipo de gesta, sino una en la que se funda o se
co(funda) la actividad de la organizacin poltico-militar con la actividad de las
clases populares con el fin de incorporar gradual y crecientemente elementos
polticos construidos en las fbricas y barrios donde yacan los desposedos.
Por lo dicho, el ideario del cura guerrillero Camilo Torres, era el que ms se
ajustaba a la lnea ideolgica que defenda la revista. Este ideario tena tres
vrtices. Primero, sin la conquista del poder, difcilmente podra darse los cambios
estructurales que Amrica Latina necesitaba; segundo, el camino electoral era
estril y; por ltimo, la lucha armada era la opcin correcta para lograr los
objetivos predispuestos. La razn o justificacin tica de asumir la violencia
armada como herramienta para edificar una sociedad ms justa y solidaria, es
decir el socialismo, era que si no se enfrentaba un sistema violento, como era el
capitalismo, al final de la jornada se terminaba siendo cmplice de l117.

117

Ibdem.

71

El repliegue y la invisibilizacin de esta corriente cristiana coincidi con la accin


descarnada de las dictaduras militares, la hegemona creciente del neoliberalismo
y, por cierto, la re-orientacin de la ms encumbrada jerarqua eclesistica
emprendida por el cura Karol Jzef Wojtyla118 desde su Papado; cuyo sello fue un
marcado anti-comunismo y una tenaz lucha contra la teologa de la liberacin.

118

Conocido mundialmente por el nombre de Juan Pablo II .Asumi como Papa de la Iglesia Catlica y mandams del Estado del
Vaticano entre el 16 de octubre de 1978 hasta el ao 2005 cuando fallece.

72

TERCER CAPITULO
CAMINO A UNA PROPUESTA
REVOLUCIONARIA DE IZQUIERDA:
NACIMIENTO DEL MIR119.

119
En la versin inicial se titul La prehistoria del Movimiento de Izquierda Revolucionaria: la hegemona trotskista; expresin que
motiv al compaero Luis Vitale a construir una crtica aportativa.

73

El mirismo de primera hora


A diferencia de la primera versin120, cuya lectura llev a muchos ex - militantes a
plantear correcciones. En esta ocasin nos haremos cargo de ellas. De inicio
queremos situar el nacimiento de una Izquierda Revolucionaria chilena ms all de
la dcada de los sesentas. Sus races se visualizan en la dcada del cincuenta,
incluso con
revolucionaria

poco esfuerzo encontramos


a

mediados

de

los

afanes

treinta.

Por

por

construir

consiguiente

izquierda
una

lnea

revolucionaria, es ms antigua y mucho ms amplia que el Movimiento de


Izquierda Revolucionaria; el que surge en agosto del ao 1965.
El profesor Vitale, con su trabajo Contribucin a la Historia del MIR (1965-1970), y
en calidad de investigador-testigo de la poca coloc el alumbramiento del MIR a
inicios de la dcada del sesenta. Afirma que el proceso de unidad revolucionaria
se desat bsicamente por la convergencia de factores externos y, en menor
grado, por sucesos polticos internos121. Vitale sin mezquindad ni sectarismo
alguno, atribuye a un no marxista, en este caso un cristiano como Clotario Blest la
toma de iniciativa unitaria diciendo que el primer paso hacia la unidad de las
fuerzas revolucionarias lo dio el presidente de la CUT, Clotario Blest, al formar el
M3N -sigla surgida a raz del gran Paro general y la Concentracin del 3 de
noviembre de 1960122.
Sin perjuicio al aporte del profesor Vitale al establecer y dejar historiado que el
MIR tiene races que se extiende ms all de la fecha emblemtica: 15 de agosto
de 1965; deberamos aceptar que la izquierda revolucionaria (como corriente de
pensamiento y accin poltica distinta a la izquierda institucionalizada o de
tradicin) tiene otro pi de inicio que lo podramos asentar en la dcada de los
treinta.
Ello no significa que (para entonces) la lucha armada, concebida y organizada
como estrategia para acceder al poder hubiese estado encima de la mesa
marcando la tctica y estrategia de la organizacin. En este sentido hay que
120

MIR: una Historia. Carlos R. Sandoval Ambiado. Editorial Trabajadores Adelante. Julio de 1990. Santiago.
a
la
Historia
del
MIR
(1965-1970).
Luis
Vitale
Cometa.
Captulo
http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/sys/bchi/h.pdf
122
Ibdem.
121

74

I.

Ver

en

diferenciar la violencia de las masas123, en ms de una ocasin de carcter


espontneo, con la violencia asumida por una organizacin poltica de izquierda.
La violencia popular, como expresin del movimiento social, es un recurso de
visibilizacin del conflicto y de presin extrema a la poliarqua para que acceda a
negociar. Es decir, aplicando la violencia busca abrir espacios pacficos de
construccin de soluciones. Pero en el imaginario de la dirigencia y la base social
no siempre est presente el aplicar la fuerza; por el contrario es utilizado como
uno de los ltimos recursos ante la dejadez del poder formal para responder a sus
demandas. Por el contrario, la violencia (ya lo dijimos) forma parte de la estrategia
de los revolucionarios de izquierda en la dcada de los sesenta.
Pero no es slo este factor (la violencia armada como estrategia) el que hace a
una izquierda revolucionaria. De hecho, slo desde fines de los sesenta del siglo
pasado, la izquierda revolucionaria chilena se hizo presente organizando
sistemticamente y como parte de su estrategia poltica acciones armadas e
intimidantes. Es de conocimiento histrico las expropiaciones a Bancos y
amedrentamientos a patrones que realizaron los miristas. Ms an, es solo el MIR
donde encontramos una concepcin organizativa que incluye lo militar: los
G.P.M. (Grupo Poltico-Militar) Antes del desarrollo del M.I.R. cuesta encontrar
organizaciones polticas que no slo hubiesen hablado de la lucha armada sino
adems que se hubiesen dotado de una estructura para desplegarla en la lucha
poltica.
En la historia de las izquierdas chilenas detectamos el origen de la corriente
revolucionaria a los pocos aos de fundado el Partido Comunista. Ya en 1930
surgi organizadamente en el PC chileno un grupo intestino que se hizo llamar
Oposicin Comunista124. El objetivo que tuvo este grupo disidente (dscolo se
dira hoy) fue exigir a sus dirigentes mayor democracia interna que conllevara la
posibilidad de discutir la lnea poltica del partido y, que sta no fuera elaborada en
el extranjero. Adems se presion para los efectos que las directrices partidarias
123

En esta materia existen interesantes aportes de dos historiadores sociales: Mario Garcs Durn y Gabriel Salazar Vergara. El primero
en su libro Crisis Social y Motines Populares (Capitulo Cuatro. Ediciones Documentas-ECO) y el segundo en la obra La violencia
poltica popular en las <Grandes Alamedas> (Editorial LOM)
124
Historia del movimiento obrero chileno. Humberto Valenzuela. Pgina 76. Coleccin Papeles para armar. Editorial Quimant,
Santiago de Chile. Ao 2008.

75

se elaboraran en apego a la realidad nacional y no en base a lo que la Direccin


crea o conceba como imagen objetiva del escenario poltico125.
Poco ms tarde y en correlato a como se agudizaba la lucha intestina en el PC
ruso (pos Lenin) surgi desde el PC chileno la Izquierda Comunista126. Esta
organizacin proclam nutrirse del pensamiento de Len Trostky; cont entre sus
iniciadores a Humberto Valenzuela y a otros militantes que aos ms tarde daran
o aportaran al nacimiento del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Este grupo
se convirti en la organizacin poltica ms crtica del Partido Comunista,
especialmente en lo referido a la relacin partido-organizacin obrera.
Le sucede a la Izquierda Comunista el Partido Obrero Revolucionario (P.O.R.).
Por acuerdo de mayora de los comunistas de izquierda se decidi ingresar al
naciente Partido Socialista de Chile, ello motiv que la minora optara por un
camino distinto como fundar otra organizacin. Lo hizo porque consider que
incorporarse al Partido Socialista liquidar la lnea revolucionaria. La ruptura con el
comunismo fue total. No slo se levant como alternativa a los dos partidos de
izquierda (comunista y socialista) sino adems cort ligadura con su referente
internacional: la III Internacional, pasando P.O.R. a adquirir la condicin de
seccin chilena de la Cuarta Internacional127.
Pero la historia de divisiones y subdivisiones, atomizacin y dispersin, en las filas
de la Izquierda chilena se repite en esta nueva organizacin de izquierda. A fines
del ao 1954 la mayora del P.O.R. decidi (al igual que la Izquierda Comunista)
ingresar al Partido Socialista, no obstante hubo un pequeo grupo que resolvi no
irse al socialismo chileno y mantener la bandera del P.O.R.128. El P.O.R. es
probablemente el afluente ms caudaloso de la izquierda revolucionaria chilena, el
que tiene la raz histrica ms lejana y el que provee la mayor carga cultural al
M.I.R.
Hubo otros pequeos grupos y organizaciones que tambin contribuyeron a la
formacin del M.I.R. Todos ellos importantes, al igual que quienes como personas
125

p. Cit. Pgina 77.


p. Cit. Prologo de Luis Vitale Cometa. Pgina 10.
127
Ibdem.
128
p. Cit. Pgina 11.
126

76

(individualmente) se sumaron a la conformacin en el ao 1965 del Movimiento de


Izquierda Revolucionaria. Algunas de estas referencias orgnicas de la izquierda
revolucionaria son la llamada Oposicin Socialista de Izquierda, una seccional del
PS coquimbano, otro pequeo sector del socialismo talquino. Todas estas
organizaciones del abanico de la izquierda revolucionaria se unieron al P.O.R.
para dar origen al Partido Socialista Popular (PSP)
Paralelo a este proceso jvenes militantes del socialismo chileno de Concepcin
abrieron fuerte crtica de fondo (lucha doctrinaria dice Julio cesar Jobet) a la lnea
poltica oficial. Acusan ellos que la opcin sancionada en el vigsimo congreso del
Partido Socialista haba liquidado doblemente las pretensiones del pueblo. Por un
lado, haba liquidado poltica y orgnicamente al sector de izquierda del Partido y,
por otro impeda una rectificacin (hacia la izquierda) de la lnea del socialismo
chileno129.
En la ocasin, estos jvenes militantes de la Federacin Juvenil Socialista,
criticaron cidamente el hecho que el Partido Socialista hubiera sustituido la
adopcin de una lnea autnticamente revolucionarla por otra oportunista130
utilizando como argumentacin la va pacfica como la pantalla revisionista para
encubrir la colaboracin de clases, el sometimiento a las instituciones
democrtico-burguesas y la seguridad de un gobierno no socialista, sumiendo de
este modo al movimiento popular en un cretinismo electoral"131. Una vez voceada
la crtica, algunos fueron expulsados y otros abandonaron las filas del Partido
Socialista, despus de lo cual pasaron a formar parte de la Vanguardia
Revolucionaria Marxista (Rebelde)132.
Estos jvenes estudiantes fueron, entre otros, Miguel H. Enrquez Espinoza, su
hermano Marcos, acompaados de sus amigos y condiscpulos Bautista van
Schouwen, Claudio

Seplveda, Marcelo Ferrada, Jorge Gutirrez C., Pedro

129

El Partido Socialista de Chile, Tomo II. Julio Csar Jobet. Pgina 100. Coleccin Doctrina Sociales. Editorial PLA. Ao 1971. Santiago de
Chile.
130
ibdem
131
Ibdem
132
De este modo lo identifica uno de los contemporneos y compaero de curso de los expulsados del PS en Bautista van Schouwen.
Antecedentes Biogrficos de Martn Hernndez Vsquez. Tambin lo afirma en entrevista a Martn realizada por el autor.

77

Valds y Ral Jara; todos ellos alumnos de la Universidad de Concepcin133 y, por


consiguiente de acuerdo a la poca, pertenecientes a la elite intelectual penquista.
Probablemente este rasgo socio-cultural permiti que se estigmatizara al MIR
como un movimiento pequeo-burgus de jvenes intelectual. No obstante, ello no
podra ser de este modo porque en el crisol revolucionario del ao 1965
terminaron fusionndose, diluyndose, amalgamndose con sectores sociales de
indiscutido sello obrero.
De la Vanguardia Revolucionaria Marxista, como parte de la izquierda
revolucionaria de Chile, se tiene antecedentes que se remontan a inicios de los
aos sesenta. Para el invierno de 1962 dos grupos de la izquierda revolucionaria
deciden fusionarse: la Vanguardia Nacional Marxista y el Partido Revolucionario
Trotskista y de este modo dar paso a una organizacin de mayor envergadura. Su
fue Vanguardia Revolucionaria Marxista134 y (se dijo para entonces) que con este
evento se iniciaba el arduo (y, obviamente, necesario) proceso de unificacin de
la izquierda revolucionaria. Para los participantes de esta unificacin la experiencia
cubana, la gesta de la Sierra Maestra, actuaba como fuerza centrpeta135. El
solemne acto fue refrendado firmando un documento de titulo Acta Revolucionaria
de Santiago, al que concurrieron con su firma la alta dirigencia de los
fusionados136.
En aquella ocasin y despus de una intensa y amplia discusin en la que
participaron tanto militantes como dirigentes. La primera declaracin fue reconocer
que los militantes eran discpulos de Lenin y Marx y que el camino obligado de
nuestra revolucin Chilena era la va revolucionaria y por consiguiente exclua
todo tipo de va pacfica para alcanzar el poder e instalar un Gobierno de Obreros
y Campesinos137. Ya de entonces el asunto de la va se coloc en la discusin.
Para los verremistas los acontecimientos polticos de Argentina138 enseaban
que la va pacfica era estril porque el imperialismo y sus domesticadas
133

Ibdem
El Rebelde. Ao I, pgina2, nmero 10 del 25 de julio de 1962. Santiago
135
Ibdem.
136
Ibdem
137
Ibdem
138
En marzo de aquel ao se sucedi un golpe de Estado por medio del cual se desplaz del gobierno al radical Arturo Frondizi.
134

78

burguesas criollas haban demostrado claramente sus propsitos de aplastar


impunemente los restos de democracia burguesa de forma que era necesario
implementar un camino que garantizara no solo el acceso al poder, sino la
seguridad de mantenerse en l.139
Desde la perspectiva estrictamente doctrinaria, ya se dijo, abrazaron el marxismoleninismo para la inspiracin revolucionaria y por consiguiente, ya en el mbito de
la poltica internacional, declararon su adscripcin al internacionalismo proletario y
por

tanto

su

decidida

(apasionada,

dijeron)

defensa

de

los

procesos

revolucionarios de la Unin Sovitica, de Chino Popular y de aquellos pases que


estuvieran regidos por una democracia popular, as como su decidida actitud de
enfrentar las agresiones que el imperialismo norteamericano intentara dejar caer
sobre aquellos pases.
En el 1 Congreso de la Vanguardia Revolucionaria Marxista, realizado durante los
tres primeros das de mayo de 1964, el que fue precedido por una convocatoria
publicada semanas antes, se discutieron las principales lneas polticas de la
Izquierda Revolucionaria para enfrentar el momento poltico que se avecinaba y
cuyo rasgo principal era el enfrentamiento electoral entre Salvado Allende y
Eduardo Frei por la primera magistratura.
En la preparacin de este Primer Congreso se busc superar las formas
tradicionales para realizar estos eventos. Se procur dibujar un estilo cuyo sello
sera la autenticidad democrtica y la plena participacin de las bases. Los
convocantes creyeron y alegaron que lo hacan para diferenciarse del modo usado
por el Partido

Comunista (motejado por la VRM como revisionista) el que

realizaba ...Congresos y Conferencias Nacionales, como una simple frmula, en


que los delegados designados (nunca elegidos) ratifican un informe preparado de
antemano por el Secretariado antiguo del Partido140. En este sentido, los
verremistas fueron an ms cidos en su crtica al comunismo chileno. En el
marco de la disputa Mosc-Pekn (o Stalin v/s Mao) la Vanguardia Marxista
Revolucionaria tom clara y decidida postura pro-China y desat una virulenta
139
140

El Rebelde. Ao I, pgina2, nmero 10 del 25 de julio de 1962. Santiago


Vanguardia. N 1, junio de 1964. Santiago de Chile.

79

crtica a los comunistas chilenos a quienes lleg a tratar de socialdemcratas que


con sus acciones no haca otra cosa que parar el movimiento revolucionario
mundial de los trabajadores.
En el plano estrictamente interno la actitud del PC, en opinin de los verremistas,
haban llevado a los trabajadores chilenos y al movimiento sindical al pantano del
economicismo siendo la principal causa por la que sufran derrotas constantes; a
su vez los campesinos, uno de los ms importantes aliados de los trabajadores y
que constituan alrededor de un tercio de la poblacin chilena estaban entregados
a su dramtica suerte y, como carecen de una direccin proletaria que los guie,
vegetan en medio de una miseria espantosa

141

. Adems el PC chileno, en

opinin de la VRM, haba dejado de lado un aspecto estratgico en la lucha


revolucionaria como incentivar y cuidar la alianza obrero-campesina. En buen
romance, los padecimientos de los trabajadores chilenos y la miseria del
campesinado se deba esencialmente a la actitud pacifista, revisionista y
socialdemcrata del Partido Comunista de Chile.
La VRM declar que esto ocurra con los explotados chilenos, mientras en paralelo
la direccin oportunista del PC chileno viva plcidamente una existencia
electorera, cretinismo que se difunda a raudales entre los trabajadores chilenos
tratando de convencerlos que en el torneo electoral de septiembre de 1964 se
conquistara el poder en forma idlica142. Y, con este tema se entra de lleno al
problema de las vas para la conquista del poder o para hacerse del poder para
los trabajadores.
La disyuntiva engaosamente planteada por otras organizaciones de izquierda,
habra sido lucha armada o va pacfica. No obstante en la rigurosidad histrica,
tanto documental como emprica, la izquierda revolucionaria no plante caminos
excluyentes. Por el contrario, desde un principio la VRM plante (haciendo suya la
tesis del PC Chino) que los revolucionarios deban dominar todas las formas de
lucha, fueran ests violentas o pacficas, armadas o electorales.

141
142

El Rebelde. Ao I, pgina2, nmero 18 de octubre de 1963. Santiago


Ibdem.

80

La VRM, en ese camino, incentiv el trabajo de masas, especialmente en


pobladores,

estudiantes

trabajadores.

Particip

con

sus

sindicatos

(especialmente los municipales) de todos y cada uno de los torneos de la Central


nica de Trabajadores; acudi con su denuncia y anlisis de las precarias
condiciones en las que se debatan los pobladores del cinturn de miseria que
rodeaba a Santiago y apoy los primeros pasos organizativos del Movimiento
Universitario de Izquierda en algunas escuelas de la Universidad de Chile,
especialmente la de medicina143. Pero adems, esta opcin de todas las formas
de lucha vino a resolverle una no menor dificultad como era la contienda electoral
de 1964, apoyando explcitamente la candidatura de Salvador Allende porque de
ese modo no quedaran aislados de las masas. Esta era, para ellos, la adecuada
manera de combinar y dominar todas las formas de lucha.
Y, en todos estos avatares la VRM, con el afn de dar la lucha ideolgica en todos
los mbitos, buscaba diferenciarse crecientemente de las posiciones del resto de
la izquierda, especialmente de lo que ellos denominaron revisionistas, es decir del
Partido Comunista. Este marcado cuo de ser insumiso a las prcticas polticas
del PC chileno, acompa a la izquierda revolucionaria durante todo el tiempo de
gestacin unitaria, de expansin nacional y proyeccin internacional.
Habida cuenta de los prrafos precedentes se puede concluir que el MIR result
de un proceso unificador de pequeos grupos escindidos, preferentemente del
Partido Comunista y en grado menor del socialismo chileno. El profesor,
historiador y luchador internacionalista Luis Vitale Cometa, uno de los fundadores
del MIR, explica este hecho poltico en los siguientes trminos: el MIR fue el
resultado de la fusin de dos organizaciones que haban unificado previamente a 8
grupos que venan trabajando desde haca varios aos en el movimiento
obrero144. As se lleg, probablemente, al punto de partida del mayor desarrollo
que haya tenido --- hasta el momento --- la izquierda revolucionaria chilena: la
fundacin del M.I.R.

143

El Rebelde. Ao II, nmero 17. Septiembre de 1963. Santiago


Historia del movimiento obrero chileno. Humberto Valenzuela. Pgina 12. Coleccin Papeles para armar. Editorial Quimant,
Santiago de Chile. Ao 2008.

144

81

El MIR y su congreso inicial: fundidor de la izquierda revolucionaria?145


El acariciado objetivo por constituir una Direccin Revolucionaria, se hizo menos
esquivo desde las postrimeras del ao 1964 en adelante. Diez meses les tom a
los gestores de la iniciativa para acelerar y profundizar el necesario proceso de
unidad de los revolucionarios.
Una de las seales importante de este proceso unitario fue el Congreso
convocado por militantes socialistas, que haban renunciado a su partido,
realizado los das 21 - 22 de mayo de 1965; al que asisti un importante nmero
de dirigentes juveniles, tanto del Regional Norte como del Regional Sur del Partido
Socialista. En calidad de delegados fraternales asistieron miembros de la naciente
Vanguardia Revolucionaria Marxista y del Partido Socialista Popular.
El objetivo de esta reunin fue buscar mecanismos para fortalecer la causa
unitaria. En funcin de esto se constituy el Partido Socialista Revolucionario que,
como primera cosa declar: ...importantes ncleos, ideolgicamente bien
armados, con larga y fructfera experiencia, trabajan seriamente. Nuevos y jvenes
contingentes se suman constantemente a este batallar y sabrn buscar la ruta del
entendimiento. Ms que nunca su unidad debe realizarse sobre una plataforma de
mxima claridad ideolgica y poltica146.
Conocida esta resolucin la VRM que ya haba planteado la necesidad constituir
una organizacin partidaria que realizara la tarea histrica de derribar las viejas
estructuras econmicas capitalistas construyendo sobre sus ruinas un rgimen
socialista147 y el PSP, sumada la Comisin Organizadora de la Izquierda
Revolucionaria148, invitaron al flamante Partido Socialista Revolucionario a
participar en la creacin del partido unido de las fuerzas revolucionarias149.
Con el afn que esta gesta fundacional fuera lo ms democrtica posible se dio
paso a constitucin de Comits de base pro-constituyente. La idea o,
polticamente ideado era que los acuerdos fueran legtimos a toda prueba. Los
145

En la primera versin este apartado fue titulado El proceso de unidad revolucionaria.


El Rebelde. N 28, pgina 4. Septiembre de 1964. Santiago de Chile.
147
El Rebelde. N 31, pgina 3. Julio de 1965. Santiago de Chile.
148
La que era presidida por el destacado dirigente obrero Clotario Blest Riffo
149
El Rebelde. N 31, pgina 3. Julio de 1965. Santiago de Chile.
146

82

gestores de la iniciativa unitaria deseaban diferenciarse de las prcticas del resto


de la izquierda, a la que criticaban su burocratismo y carencia de democracia
interna. As fue como en Quinta Normal, Barrancas (actual comuna de Pudahuel),
uoa, Puente Alto y Las Condes se crearon los formulados comits. Un
fenmeno semejante ocurri en provincias. Por ejemplo se comunic que el
Comit Regional del Partido Socialista Popular de Coquimbo estaba impulsando
unidad revolucionaria; que en Concepcin la VRM asuma la responsabilidad, en
toda la zona sur de formar comits de base para el Congreso de Unidad y para tal
efecto se pona contacto con militantes de Temuco, Osorno y Llanquihue.
Asimismo se tension la actividad unificadora en el PSP y la VRM de Valparaso,
Talca y OHiggins. La dinmica aglutinadora lleg al clmax con la convocatoria
congresal emanada de la Comisin Constituyente del Congreso de Unidad
Revolucionaria para julio de 1965.
En el documento convocante se fijaron los objetivos de la reunin y que fueron
cuatro. En primer lugar se precis el deseo de que esta izquierda revolucionaria
sea soberana e independiente, poltica y organizativamente, frente a los partidos y
grupos marxistas leninistas de toda la tierra. Luego se plante que esta nueva
izquierda deba levantar audazmente, la bandera de la transformacin
ininterrumpida de nuestra revolucin, en revolucin socialista. Adems que ella
restaure el camino de lucha intransigente y revolucionaria que Recabarren ense
a los trabajadores chilenos y; por ltimo que esta izquierda revolucionaria se
abocara a defender con un criterio democrtico amplio, como condicin orgnica
para una profunda y viril vida ideolgica, poltica y actuante del Partido
revolucionario.150. A partir de estos objetivos podemos avanzar en desentraar
algunos misterios del gnesis mirista.
Qued manifiestamente establecida la separacin de aguas con la directriz
moscovita tanto en el mbito poltico, como en el organizativo. Este rayado de
cancha fue un buen gancho para buen nmero de jvenes que sintindose
revolucionarios buscaban diferenciarse de las izquierdas instaladas en el pas,
fuera esta nacional (socialismo) o internacional (comunista).
150

El Rebelde. N 31, pgina 3. Julio de 1965. Santiago de Chile.

83

Otro elemento distintivo es la aseveracin que la nueva izquierda (revolucionaria)


deba comprometerse con un tipo de revolucin que fuera un proceso
ininterrumpido, dejando de manifiesto el influjo trotskista. As, solo con estas dos
frases qued sellada la imagen que construira el resto de las izquierdas del
mirismo: al no tener como eje al comunismo internacionalpasara a ser
ultraizquierdistas y adscritos al trotskismo traidor.
En este mismo hito resalta la inquietud del mirismo de primera hora por rescatar la
herencia ideolgica de la izquierda chilena. Por ello invocan al padre del
proletariado nacional (Recabarren) e introducen el concepto de democracia interna
(entendida como centralismo democrtico) en la prctica poltica del nuevo
partido poltico.
El acto congresal e inicio de un proceso de formacin partidista.
Casi un centenar de delegados, provenientes de distintas partes del pas, se
reunieron en Santiago durante los dos das 14 y 15 de agosto de 1965. Solo se
ausentaron los delegados del PSP y de la VRM nortinos, el mal tiempo climtico
conspir en su contra y no alcanzaron a llegar al encuentro. No obstante esta
enojosa situacin la delegacin nortea hizo llegar el ms caluroso saludo y la
ms irrestricta adhesin a la jornada constitutiva.
La evaluacin que hicieron lo involucrados del evento fue promisoria. Se asegur
pblicamente que el mentado Congreso se haba desarrollado con un despliegue
de ponencias y propuestas polticas de alto nivel terico y poltico.151. As fue
como se aprob un conjunto de tesis (que trataremos ms adelante) y se eligi
una la Directiva nacional que conducira a la naciente organizacin. Esta novel
direccin fue encabezada por el doctor Enrique Seplveda acompaado de un
Comit Central integrado por 21 militantes, los que asumieron inmediatamente sus
funciones creando diferentes comisiones de trabajo.
En comunicado pblico la nueva organizacin expuso sus objetivos. El documento
que plasm las intenciones de sus integrantes fue, por decir lo menos,

151

El Rebelde. N 32, pgina 1. Septiembre de 1965. Santiago de Chile.

84

grandilocuente: Chile en el camino de la revolucin socialista152. Y, tambin, con


mucho nfasis, los congresales se dirigieron a la nacin y al pueblo trabajador
para decirles que EL MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA (MIR)
se organiza para ser la vanguardia marxista leninista de la clase obrera y de las
masas oprimidas y explotadas de Chile, que buscan romper sus cadenas de ms
de 150 aos, luchando por la emancipacin nacional y social que las conducir al
socialismo y al comunismo153. Los miristas constituyentes evaluaron que
instituidos como marxistas leninistas cubran una necesidad histrica: dotar a los
explotados de Chile de una vanguardia. Ese era el requisito indispensable para
impulsar la destruccin de las formas de dominacin existente, del capitalismo.
Obviamente que esta declamacin irrit a las dems izquierdas; de una plumada
se desconoca el papel jugado hasta esos instantes.
En este desplante poltico reconocieron que su lucha era parte de un proceso
iniciado en tiempos de la Independencia anti-colonialista, tratando de darle un
sentido histrico a la creacin del MIR pero que a todas luces reflej
desconocimiento de la historia popular chilena por la participacin de los
explotados en la lucha poltica, al menos hasta las postrimeras del siglo pasado,
fue inconsciente. No se necesitaba ir muy lejos ni menos hacer mucho estudio
historiogrfico para concluir de este modo. Muy por el contrario es el propio
profesor Vitale154 y cuya participacin en la fundacin del MIR fue destacada e
incluso se le atribuye la redaccin de la declaracin de principios. La presencia y
participacin de un historiador como Vitale contradice lo dicho en el comentado
manifiesto. Por ello es fcil concluir que la prisa y la conveniencia poltica primaron
en los deseos del mirismo de primera hora.
En otro de los acpites de expres que el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR) se eriga para condenar la traicin histrica de la oligarqua, que afirm la
venta de la soberana y de la independencia nacional al imperialismo con el
prlogo sangriento de la contrarrevolucin de 91. Y que, posteriormente, a travs
de su dominacin de clase, remach con su entreguismo anti-nacional, de socio
152
153
154

Ibdem.
Ibdem.
Ver Interpretacin Marxista de la Historia de Chile. Tomo II.

85

menor155, al convertir al pas en una semi-colonia latinoamericana oprimida por el


imperialismo norteamericano. Nuevamente encontramos desprolijidad en los
trminos acuados y puede confundirnos. Primero diremos que el perodo,
acotado entre el ao 1828 (abdicacin de B. OHiggins) y 1891 (derrota de J. M.
Balmaceda en la guerra civil) el pas vivi el influjo creciente del imperialismo
ingls. Un dato histrico (y de conocimiento escolar) fue el prstamo dado a Chile
por la corona inglesa al asumir OHiggins la direccin del pas; por consiguiente no
es desde de la conflagracin del 91 que Chile se muestra como un pas
dependiente, sino con mucha anterioridad (sin considerar la poca colonial).
Era sabido que a partir de fines del siglo pasado el capital ingls rein en la
economa nacional; particularmente en la explotacin salitrera. Asimismo era de
amplio y pblico conocimiento que la actividad agrcola, de papel determinante en
el perodo anterior, haba cado fuertemente. El mundo rural estaba en cada libre
y la emigracin a la ciudad y centro mineros era cada vez ms intensa. Una clase
dominante era sustituida por otra. Los herederos de las encomiendas, dieron
paso a los aventureros de las minas (salitre y carbn) y a los calculadores
prestamistas financieros. Ninguna de estas clases senta cierto tipo de identidad
con los objetivos de los pobres del campo y la ciudad. Ninguno de estos sectores
sociales hegemnicos tuvo alguna sensibilidad por los que sufran. Ms aun la
idea de nacin no estaba lo suficientemente desarrollada en la sociedad chilena;
sea en el sector dominante o en el sirviente. Por consiguiente cuesta atribuir la
aristocracia chilena alguna traicin histrica. No existe traicin cuando no hay
objetivos comunes. La conducta de la clase dominante fue consecuente con sus
objetivos: arrebatarle el poder poltico a los colonialistas espaoles y colocar al
pas en la rbita de Inglaterra, pas que detentaba la hegemona mundial, fruto de
revolucin industrial. La aristocracia criolla en su lucha contra el dominio espaol,
no se pronunci por una liberacin nacional que la llevara a enfrentar y desarrollar
un proyecto de avance democrtico y liberacin econmica. Condiciones de
conveniencia internacional motiv a la aristocracia nativa a destetarse de la corona
hispana; puesto que sta perda gradualmente hegemona mundial ante el avance
155

El Rebelde. N 32. Septiembre de 1965. Santiago de Chile.

86

del capitalismo liberal ingls. Resultaba ms conveniente para los negocios estar
cerca de Londres que de Madrid. No muy distinto ocurri con la burguesa criolla
de principios de siglo. La decadencia indesmentible del podero ingles y la
consolidacin progresiva de la economa norteamericana llev a las clases
dominantes criollas a volver sus ojos hacia el pas del norte.
Ms adelante, los miristas manifestaron organizarse, ni ms ni menos, que para
dar la batalla final que liquidar de raz nuestro atrasado y estancado
capitalismo, tarea que ser impotente para realizar la democracia cristiana
burguesa reformista, y que se sostiene en cuatro pilares carcomidos: a) la
dominacin imperialista yanqui, b) el latifundio, c) la existencia de una rapaz
oligarqua monoplica y d) el poder burgus156. La consigna Vencer o Morir
empezaba a configurarse como el eje de la militancia mirista. El fatal destino de
decadencia capitalista era inexorable y los miristas se aprestaban a darle el tiro
de gracia. El MIR naca para liberar definitivamente a las masas empobrecidas,
los pobres del campo y la ciudad del estado ignominioso en que las mantena el
capitalismo fracasado. Imposible no ver la enorme autoestima poltica del mirismo
naciente que, por momentos, impresiona como mesianismo. No obstante esta
directriz, la de batalla final, permiti construir una potente mstica entre los y las
militantes, que a muchos y muchas llev a jugarse por entero en cada accin
poltica.
Asimismo el MIR proclam ante la conciencia de los trabajadores que es una
(ilegible en texto original) de hierro la que conduce al imperialismo y a las clases
dominantes al atropello contrarrevolucionario armado de la independencia de los
Estados, de su derecho a la auto-determinacin nacional, de la propia democracia
burguesa, en defensa de sus privilegios y de sus intereses poltico-econmico.
Santo Domingo, Vietnam, Cuba, Corea, Nicaragua, Puerto Rico, Guatemala, etc.
prueban esta brutal realidad objetiva. El Presidente Johnson, de los Estados
Unidos, ha transformado en principio esta poltica intervencionista armada contra
Amrica latina en su conjunto157. Con estas frases los noveles miristas se
156
157

Ibdem
Ibdem

87

alinearon tras las posturas de los pases no alineados y que luchaban por su
independencia y declararon su irrestricto combate al imperialismo norteamericano;
lo que se reconfirma cuando proclaman que de justicia y legitimo derecho
enfrentar la intervencin militar de Estados Unidos en pases como Santo
Domingo, en Cuba, en Puerto Rico y Vietnam; para lo cual se deba implementar
una audaz poltica revolucionaria capaz de oponer a esta cnica violencia
imperialista una viril y altiva respuesta de las masas armadas. Si una conducta
anti-imperialista vigilante y consecuente, si la consigna de armamento universal
del pueblo con demandas urgentes de autodefensa nacional frente al reto del
imperio del norte, la defensa de los derechos democrticos, as como los intereses
inmediatos y permanentes de los trabajadores, queda asegurada, como garanta
de la democracia158. En todos estos avatares anti-imperialista, el mirismo se
declar abiertamente admirador del proceso cubano. Dijo que los trabajadores
chilenos deban considerar las enseanzas de la revolucin cubana159. La que
debi pasar, desde los objetivos econmicos y democrticos ms elementales,
hasta tareas que transformaron la isla en lo que dijera Lenin: el fusil sobre el
hombro del obrero es la mejor garanta en una Repblica Socialista; y en forma
acelerada e ininterrumpida160. Esta haba sido (y no otra) la forma de alzar la
bandera de la emancipacin nacional y social con firme audacia revolucionaria
frente a la desvergonzada intervencin poltica, econmica y militar de los Estados
Unidos y a la contrarrevolucin interna161. La forma de enfrentar la agresin
norteamericana, con las masas cubanas insurrectas, con su Gobierno
revolucionario al frente, con sus Milicias obreras y populares y su Ejrcito
Rebelde162 demostraban que defender la autodeterminacin y la independencia
nacional, as como la conquista de los derechos democrticos de los trabajadores
y de su exigencia de organizar la vida social y econmica de un pas (en este caso
Cuba) formaban parte de un proceso nico, global e ininterrumpido, de carcter

158

Ibdem
Ibdem
160
Ibdem
161
Ibdem
162
Ibdem
159

88

revolucionario, que culmina con la transformacin socialista del pas163. Esta


leccin haba sido aprendida por los insurgentes de Per, de Venezuela, de
Colombia y a Guatemala. Por consiguiente la revolucin cubana abra un nuevo
perodo de lucha sudamericana, el que fue signado con la accin el mensaje de
conviccin y de fe revolucionaria que ha dado a nuestra Amrica latina la
SEGUNDA DECLARACION DE LA HABANA.
Ms adelante los acuerdos congresales puntualizaron las prioridades de la
revolucin chilena. Aseguraron que triunfara un proceso revolucionario si
incorporaba y confirmaba las ms elementales reivindicaciones por el salario y el
sueldo, por el pan y la habitacin, por el vestuario y la salud, por la educacin y los
derechos democrticos; derechos que deban ser incorporados a un proceso
nico, global e ininterrumpido con las conquistas nacionales y democrticorevolucionarias (liquidacin del latifundio y reforma agraria, nacionalizacin de las
empresas en manos del imperialismo y de los once clanes latinos, control obrero
de la produccin y los precios, monopolio estatal del Comercio Exterior, reforma
urbana etc. etc. y con los objetivos que pondrn en marcha hacia el socialismo la
republica. Lucha revolucionaria combinndola con la lucha reivindicativa fue la
frmula poltica planteada por el MIR, pero adems se deba tener conciencia que
este proceso llevara a enfrentar la encarnizada contraofensiva del imperialismo
norteamericano y de la contrarrevolucin interna.
Por lo dicho se evalu como insoslayable la necesidad de conquistar el poder por
los trabajadores, organizados en una

democracia popular directa, y en la

dictadura revolucionaria transitoria del proletariado, abrir la ruta a una autntica


revolucin social que destruya nuestro atrasado y estancado capitalismo, enfermo
de una inflacin crnica, liquide nuestro status semi-colonial y ponga fina al poder
burgus con su aparato represivo. En esta tarea el MIR declar su voluntad de
ser la vanguardia consciente de esta lucha revolucionaria nacional y clasista
sellando por siempre el carcter que tendra la naciente organizacin,
separndose del concepto de partido de masas.

163

89

Aunque se defini como vanguardia poltica el MIR se consider legtimo y


autntico heredero de las tradiciones democrtico-revolucionarias y nacionales de
la incipiente burguesa chilena del siglo pasado, que fuera aplastada en la lucha
civil y en los campos de batalla por la vieja oligarqua terrateniente y comercialbancaria, en contubernio repudiable con el imperialismo ingls164. Precisamente,
por auto considerarse heredero asuman el papel de continuador de la historia, de
las luchas y de las tradiciones revolucionarias de la clase obrera chilena, las que
alcanza su ms alta expresin en la Federacin Obrera de Chile y el joven
Partido Comunista orientados y dirigidos por el maestro Luis Emilio Recabarren
Serrano, y que fueron vilmente traicionados por el oportunismo cobarde y
colaboracionista que se entroniz en los grandes partidos obreros (P. Comunista y
P. Socialista)165.
Indiscutiblemente que esta encarnizada, virulenta e irrespetuosa crtica le granje
al mirismo una potente malquerencia en el resto de las izquierdas. Este ataque se
hizo ms evidente al momento que declaran:
que la izquierda obrera tradicional, dirigida por los burcratas encaramados en
los Comits Centrales Comunistas y Socialista la que ha prostituido la esencia
revolucionaria de clase del marxismo leninismo, y ha conducido a los trabajadores
al pantano electorero y parlamentarista, mediante el cual se ha justificado la ms
inicua colaboracin de clases con la burguesa progresista, para mayor gloria de la
subordinacin de Chile al imperialismo norteamericano y para mantener la
estructura capitalista, bajo la pantalla de una democracia burguesa castrada e
hipcrita. Ha sido esta misma izquierda la que ha culminado su fracaso con la
derrota electoral en las elecciones presidenciales de 1964, manteniendo su
concepcin cretinista electoral de la socialdemocracia166.

Como si lo dicho hubiese sido poco, los miristas inaugurales denunciaron que
repitiendo una larga experiencia entreguista, el Comit Central del P.
Comunista167 haba ofrecido pblico apoyo al gobierno de Frei, situacin que los
dirigentes socialistas aplaudan, a pesar que era sabido que la Democracia
Cristiana y su gobierno constituan la expresin poltica de la burguesa semi164

Ibdem
Ibdem
166
Ibdem
167
Ibdem
165

90

colonial reformista y que estn empeados en salvar al pas mediante el


expediente de mantener en pie el rgimen capitalista y nuestra subordinacin
semi-colonial de socio menor frente a las Compaas del Cobre, que son el
espoln de ataque del imperialismo168. Por ltimo declararon su opcin por la
insurgencia tanto nacional como internacional porque era el nico camino que
barrera hacia el basural de la historia a esta podrida izquierda tradicional y
entregar su confianza irreductible a la nueva izquierda insurreccional organizada
bajo las banderas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria169. No puede
dejarse de comentar, la confianza imperturbable que tuvieron los miristas, en el
devenir de la historia bajo una lgica del materialismo histrico.
El MIR, la revolucin cubana y la legitimidad de lucha armada
Cuesta imagina a un MIR no incondicional con el proceso revolucionario de Cuba.
Sin embargo, la historia escrutada con mayor detenimiento y precisin nos depara
sorpresas. Pero lo que no cuesta mucho es la adscripcin mirista a la lucha
armada como nico y autntico camino de liberacin para los pueblos explotados
de Latinoamrica.
Ya, a bastante tiempo de la formacin del MIR, los grupos escindidos de la
izquierda clsica tenan como preocupacin o tema de discusin el problema del
uso de la violencia armada. Los registros de la prensa pre-mirista, en este caso El
Rebelde como rgano de la Vanguardia Revolucionaria Marxista, dan cuenta de
esta inquietud al preguntarse si exista algn pas en el planeta donde los
trabajadores hubieran llegado al poder por una va distinta a la del uso de las
armas170. Pero el uso de las armas por el pueblo y los revolucionarios no slo
permita acceder al poder, sino adems era un potente muralln que impeda
cualquier intentona golpista de parte del gorilismo.
Esta ansiedad se fue acrecentando con el tiempo. Las elecciones presidenciales
de 1964 fueron una coyuntura propicia para colocar a prueba la validez de la
opcin de los fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Pero,
probablemente conscientes de su poco peso en el pas, escogieron no abrir un
168
169
170

Ibdem
Ibdem
El Rebelde. Nmero 4. Marzo de 1962. Ao I. Santiago de Chile.

91

debate radical en torno a la candidatura del Frente Popular y se limitaron a advertir


que la disyuntiva era estar con Frei (cara visible de la burguesa nacional y proimperio norteamericano) o con Allende que, aunque por un camino (electoral)
demostrado mltiples de veces como inviable, segua representando a las masas
populares las que se vean obligadas a concurrir a las urnas electorales. Pero esta
opcin no obligaba, segn los militantes de la VRM, a abandonar el nuevo surco
que se haban trazado: la lucha armada.
Para el MIR la revolucin cubana, adems del impacto que caus en el
imperialismo norteamericano, vino a colocar una lpida a las polticas
conciliadoras del reformismo que soaba con generar cambios en y desde el
marco de la democracia burguesa. La enseanza de los barbudos de la isla
caribea fue (para el MIR) evidenciar la obsolescencia de la va pacfica que
haban escogidos buena parte de las izquierdas latinoamericanas; los guerrilleros
triunfantes establecieron claramente que la va armada era el ms acertado de los
caminos a la liberacin para las masas populares.
Pero igualmente aclar que la cercana geogrfica con Estados Unidos, no era
obstculo para generar los cambios necesarios, que pavimentaran el camino a
una sociedad ms justa. Pero lo valioso para los miristas fue la confirmacin que
solamente arrasando con el mundo decrepito del capitalismo parasitario171 era
posible liberar fuerzas autnticamente creadoras sobre las cuales edificar la
nueva sociedad172; es decir el uso de la violencia garantizaba la construccin de
la sociedad socialista. Por consiguiente, desde la perspectiva ideolgica, no se
llegara al socialismo recorriendo el camino trazado por las izquierdas
tradicionales.
Estas razones los hicieron creer que el destino de Cuba estaba estrechamente
ligado al porvenir revolucionario de los latinoamericanos. Y, por consiguiente, los
revolucionarios chilenos, en este caso los miristas en sus primeros tiempos,
deban estar atentos a lo que ocurriera en Cuba y realizar evaluaciones
recurrentes del proceso cubano.
171

Resolucin de la III sesin plenaria del Comit Central del MIR chileno, verificada el 17 de abril de 1966. Ver en Estrategia N 4 Pgina
1. Junio de 1966. Santiago de Chile.
172
Ibdem.

92

Apoyarla, si ms ni ms, era un riesgo para el mirismo. Para entonces la


hegemona del trotskismo era evidente en la incipiente organizacin y, una
eventual alineacin de Castro a la Unin Sovitica, sera indudablemente un
problema grave para el MIR. A los ojos del MIR-Trotskista la URSS representaba
lo ms concentrado de estalinismo y por consiguiente enemigos claros de una
autntica revolucin socialista.
Sin perjuicio de esta cautela, el proceso cubano fue evaluado como positivo para
el reordenamiento ideolgico de las fuerzas populares. Para la lupa analtica del
MIR, haca tiempo que la izquierda haba abandonado las posiciones realmente
marxistas-leninistas (que permitiran conducir de buena forma la revolucin) para
caer en manos de una hipertrofiada burocracia (propio de estalinismo) partidista.
Con el ejemplo de los <barbudos> se gener un fuerte proceso de radicalizacin
de las fuerzas populares (especialmente en el sector juvenil) iniciando un
rupturismo con las antiguas direcciones de los partidos de la izquierdas
tradicionales. En este proceso de ruptura emergieron mltiples movimientos
insurreccionales, en las ciudades y en los campos, ajenos a la direccin reformista
y que173 entraron en conflicto creciente con aquellas antiguas direcciones
polticas. Esta nueva realidad de las izquierdas latinoamericanas deba ser vista y
evaluada por el Partido Comunista cubano, cuyos dirigentes tomar conciencia que
las propuestas de los nuevos grupos (insurreccionales) estaban mucho ms cerca
de la revolucin cubana que las consideraciones y expresiones de los partidos de
tradicin en la izquierda latinoamericana. Dicho de forma distinta, los miristas
<invitaban> a los cubanos, a la dirigencia comunista cubana, a evaluar y tomar
posicin junto a las nuevas alternativas revolucionarias. Cuba no poda, segn el
anlisis del MIR, tener una actitud indiferente ante estos nuevos movimientos.
Hacerlo era desconocer una realidad en marcha que, por lo dems, permita darle
seguridad

al

proceso isleo

porque

eran

estas

nuevas

organizaciones

revolucionarias las nicas que llevaran adelante una verdadera campaa antiimperialista. Adems, si Cuba, el gobierno de Fidel Castro, ignoraba esta nueva
situacin poltica sudamericana, corra el serio riesgo de ponerse a merced de
173
Resolucin de la III sesin plenaria del Comit Central del MIR chileno, verificada el 17 de abril de 1966. Ver en Estrategia N 4 Pgina
2. Junio de 1966. Santiago de Chile.

93

las direcciones reformistas para impulsar una poltica revolucionaria, o sea caer en
el centrismo que vive de las amenazas pero que rehye sistemticamente el
enfrentamiento174.
Con estas expresiones, el MIR (de primera hora) se coloc una lnea poltica que
lo alejaba o al menos corra el riesgo de alejarse de la nica revolucin socialista
exitosa en Latinoamrica. Y, como consejo doctrinario los miristas <recordaron> a
los revolucionarios cubanos que la revolucin en Amrica Latina solo sera
impulsada por las masas explotadas que estuvieran dirigidas por los partidos
revolucionarios marxistas-leninistas y no por direcciones reformistas que lo nico
que hacan era frenar el impulso de las masas y cualquiera que contemporizara
con esta tendencia solo lograra una estruendosa derrota y una no menor
desmoralizacin por eso que los tratos de los revolucionarios cubanos con tales
elementos implican una contradiccin fundamental175.
La conferencia Tricontinental en la Habana: las dudas del MIR
Pero el MIR avanz an ms en su crtica y advertencia. Puso en duda una de las
polticas internacionalistas ms importante impulsada por los revolucionarios
cubanos: la Conferencia Tricontinental diciendo que sta poda acarrear una
peligrosa confusin176.
Recordemos que la Conferencia Tricontinental se realiz en la Habana en enero
del ao 1966. En aquella ocasin se cre la Organizacin de Solidaridad de los
Pueblos de Asia, frica y Amrica Latina. El objetivo de este evento
internacionalista fue procurar la coordinacin solidaria de los movimientos
revolucionarios y anti-imperialista de los tres continentes pobres: Asia, frica y
Amrica Latina. Fue la esa ocasin en que el comandante Che Guevara regala
uno de los mensajes ms denunciantes de la agresividad imperialista y de la
hipocresa de una paz que se construa en las espaldas de pueblos pobres y
sper-explotados como Vietnam.

174

Ibdem.
Ibdem.
176
Resolucin de la III sesin plenaria del Comit Central del MIR chileno, verificada el 17 de abril de 1966. Ver en Estrategia N 4 Pgina
3. Junio de 1966. Santiago de Chile.
175

94

No obstante el MIR (de primer momento) no tuvo filtro para afirmar que esa
Conferencia haba reunido a partidos nacionalistas burgueses y pequeoburgueses, a revisionistas de diversos matices, a delegados chinos o cercanos a
su posicin y a unos pocos grupos y partidos revolucionarios177. Ante lo cual el
anlisis mirista hizo una diferenciacin entre un encuentro de partidos
revolucionarios marxistas-leninistas de composicin y objetivos homogneos y,
otro evento al que concurren grupos heterogneos con finalidades diversas. Este
ltimo adquira, al ojo mirista, el carcter de Frente nico smil a los constituidos
a mediados de siglo en la lucha anti-fascista. Y, una organizacin de este tipo
poco o nada ayudara a los movimientos revolucionarios de Latinoamrica
Por consiguiente el anlisis de la dirigencia mirista consider adecuado abordar la
reunin de la Habana como una instancia estrictamente anti-imperialista y,
adems, no caer en la confusin de asimilar al proceso cubano con la
Tricontinental porque el Partido Comunista de Cuba haba construido en aquella
reunin posiciones fuertemente anti-reformista.
En sus reflexiones los miristas advirtieron que no caeran en los extremos en la
apreciacin de la reunin de La Habana: no seguiran el camino oportunista de los
comunistas pro-soviticos que ensalzaban sin pudor alguno el evento; ni menos
transitaran el sendero sectario de las organizaciones pro-china178.
En esta toma de posiciones los dirigentes miristas, porque este anlisis naci en el
Comit Central de la organizacin, revelan una posicin poltica atractiva por
enarbolar la independencia partidista respecto de influjos poltico-ideolgicos
venidos desde el extranjero.
Rechazando las expresiones del grupo Espartaco el MIR dijo que esta postura
sectaria, era fruto de su subsumisin a las polticas de Pekn y que esa reaccin
era ms fruto de los ataques que Fidel Castro haca al proceso chino, que por una
reflexin tranquila y objetiva que les permitiera observar y evaluar las enormes
contradicciones que se verificaban en la revolucin cubana. De lo cual se
177

Ibdem.
Uno de los grupos pro-China (maostas) ms acido en su crtica a La Tricontinental fue El Espartaco de Chile. En uno de los
exabruptos polticos ms recordados est la calificacin que hicieron de Fidel Castro al expresar pblicamente que Fidel Castro se haba
convertido en la nueva cara del revisionismo sovitico y, adems hicieron un paralelo entre Eduardo Frei Montalva y el lder de la
revolucin cubana diciendo que as como Frei y la Democracia Cristiana son el nuevo rostro del imperialismo, Fidel y el castrismo es el
nuevo rostro del revisionismo en Amrica Latina. Revista Combate N 20, citado en Estrategia N 4 Pgina 4.
178

95

desprenda claramente que una organizacin revolucionaria deba tener una


potente independencia en su anlisis poltico: Queda una vez comprobado que un
partido revolucionario no puede edificarse correctamente cuando su lnea poltica
est subordinada a los intereses de un Partido o de un Estado extranjero179.
De vuelta a la visin mirista, respecto de la Tricontinental, la organizacin
revolucionaria opin que para entender la trascendencia de esta reunin se deba
tener en cuenta que era la constitucin de un Frente nico de Fuerzas Antiimperialistas, en el que coexistan corrientes moderadas y otras ms radicales.
Ese era el rasgo central: fuerzas polticas que esencialmente luchaban contra los
abusos imperialistas; pero en ningn caso era un evento en el que participaban
partidos polticos de reconocida esencia marxistaleninista.
Por qu el MIR defini La Tricontinental como la constitucin de un Frente nico
de Fuerzas Anti-imperialistas? Razones hubo varias. En primer lugar (ya se dijo) el
evento fue variopinto porque participaron en l movimientos y organizaciones
potentemente dismiles. Participaron los comunistas pro-soviticos y la burocracia
moscovita cuyo rasgo principal fue la defensa irrestricta de la llamada coexistencia
pacfica;

adems

estuvieron

presente

algunos

partidos

socialistas

tanto

reformistas como socialdemcratas. A este ya heterogneo grupo se sum el


nacionalismo de todas las modalidades: burgueses, pequeo-burgueses, centroderechistas y anti-imperialistas. Pero tambin concurri el nacionalismo rabe que
haba proscrito al Partido Comunista. A tal extremo lleg la diversidad de los
concurrentes que arribaron al encuentro delegaciones de la monarqua de
Cambodia.
En el contexto analtico del mirismo, la izquierda revolucionaria latinoamericana
estuvo representada por Cuba, el MIR de Per y Venezuela, el Movimiento
Popular Dominicano y los guerrilleros de Colombia. Sin embargo no quedaron
satisfechos porque que hubo discriminacin hacia varias organizaciones polticas
de la regin y de otros continentes como Asia y frica como el FNLA (Frente
Nacional de Liberacin de Angola) que conduca la lucha armada desde inicios de
la dcada del sesenta. Pero, tambin fueron excluidos de la magna reunin
179

Estrategia N 4 Pgina 4. Junio de 1966. Santiago de Chile.

96

casi todos los marxistas revolucionarios de Amrica Latina y los grupos prochino. Pero lo ms sensible para el MIR fue la exclusin del MR-13 (Movimiento
Revolucionario 13 de noviembre de Guatemala) que en agosto de 1964 haba sido
propuesto por la propia Cuba y eliminado posteriormente en una reunin
preparatoria de El Cairo celebrada en septiembre de 1965180.
Tal como lo haba advertido el MIR, la Conferencia Tricontinental fue un escenario
de contradicciones. Por un lado fue positivo que se re-confirmara que el camino
legtimo para los pueblos sojuzgados era la lucha armada, pero por otro no se dijo
claramente cul sera el carcter de la revolucin. Solo se limitaba la lucha a un
carcter anti-monoplica, lo que estaba muy lejos de ser enteramente anticapitalista. Tambin fue positivo --- para los miristas --- que la Unin Sovitica no
impusiera su lgica de la coexistencia pacfica; pero consideraron fue altamente
negativo que no se expresara claramente el carcter contrarrevolucionario que
tenan las burguesas nacionales y que se insistiera (aunque por omisin) en ello
sin sacar ningn aprendizaje de la traicin de Sukarno, que a pesar del apoyo que
haba recibido de los comunistas, termin reprimindolos a tal extremo que le
caus miles de muertos.
A estos vacios y aciertos de la reunin el MIR sum una fuerte crtica a las
declaraciones de Fidel Castro que, a pesar de haber sido hechas despus de
terminado el evento, no dejaba de causar dao y confusiones en las filas de los
revolucionarios. As, por ejemplo, consideraron que las palabras de Castro eran un
ataque al movimiento guatemalteco y a los trotskistas lo que para nada ayudaba a
la revolucin latinoamericana pues abra la puerta para que los revisionistas,
adoradores de la va pacfica intensificaran las calumnias contra todos los
grupos autnticamente marxistas181.

Estas palabras del Comandante Fidel

Castro, esta posicin poltica del jefe de la revolucin cubana, no representaban


otra cosa que una transaccin con el sovietismo y que Fidel, como poltico
pragmtico (dice la declaracin mirista) supo hacer bien. Para nada consideraron
que Fidel Castro se hubiese pasado a las filas revisionistas (como lo acus el
grupo pro-chino Espartaco) sino que deba transar, negociar, con los soviticos
180
181

p. Cit. Pgina 5
p. Cit. Pgina 7

97

porque Cuba necesitaba de la ayuda (econmica) de Rusia para lograr enfrentar el


bloqueo imperialista de Estados Unidos.
Pero, al parecer, todas las declaraciones de la reunin en La Tricontinental
impresionaron como letra muerta porque no bien terminada la conferencia, los
soviticos, el gobierno de Mosc, se apur en declarar que su delegado haba
formulado declaraciones representativas de organizaciones sociales de la Unin
Sovitica y no la postura oficial. Por ello que la delegacin comunista de Chile
declar que la Conferencia no obligaba a todos los partidos a seguir la misma
lnea (de insurreccin armada) sino que en Chile continuaba vigente la va pacfica
y electoral182.
La movida de Castro fue considerada slo una transaccin, una jugada poltica,
pero en ningn caso poda ser catalogada de una traicin o un paso hacia el
revisionismo. De ello, segn el MIR, haba bastantes pruebas. Algunas de ellas
eran las publicaciones chinas que aplaudan el hecho que el revisionismo (es decir
el sovietismo) no haba logrado imponer totalmente sus criterios polticos. Otro
antecedente contundente que recordaban los analistas del MIR fue la crtica que
los yugoeslavos (seguidores de Tito) hicieron a Castro respecto de la validez y
legitimidad que le haba otorgado a la insurreccin armada. Y, por ltimo, como
otra prueba del no revisionismo de Castro estaba la reaccin histrica de la OEA,
organizacin a la el MIR llamaba Ministerio de Colonias de USA183, que
consensu una declaracin condenando La Tricontinental y todos y cada uno de
los acuerdos logrados, especialmente aquel referido a la lucha armada como
autntico camino para liberar los pueblos latinoamericanos del oprobio
imperialista. Estas tres pruebas desmentan cualquier acusacin de revisionismo
atribuido a Fidel Castro. Una cosa era transar algunos puntos y la otra era
claudicar. Y, para el MIR, Fidel Castro no haba claudicado ante el Partido
Comunista ruso, solo haba construido condiciones econmicas favorables para la
revolucin.

182
183

p. Cit. Pgina 9
Ibdem.

98

La cuestin agraria: los primeros acuerdos


Prcticamente desde el minuto que se fund el MIR estuvo presente la
preocupacin por lo que ocurra en el campo. Es decir, los primeros militantes
miristas fijaron posicin ante el problema del latifundio, del campo y de la
explotacin campesina.
Por ello que en la 2 Sesin Plenaria del Comit Central realizada el 19 de
diciembre de 1965; es decir a slo tres meses de su acto fundacional, se discuti
la reforma agraria propuesta e iniciada por el gobierno de Eduardo Frei Montalva y
su relacin con la revolucin socialista.
Para el MIR la reforma de la propiedad de la tierra era principalmente un problema
de principios. Es decir deba enfrentarse desde una perspectiva esencialmente
ideolgico-doctrinario y no como lo estaba haciendo la otra izquierda, asumiendo
una actitud practica (practicismo la llam el MIR) para ceder frente a las
propuestas venidas desde el gobierno y la burguesa184.
Como se trataba de enfrentar el asunto desde un ngulo ideolgico se recurri,
para los efectos criticar el llamado practicismo a los escritos de Lenin quien habra
alegado que la burguesa siempre trataba de obtener de los obreros apoyo a sus
premisas exigiendo respuestas concretas ante los problemas del pas.
Esta forma, el practicismo, de enfrentar las proposiciones de la burguesa
encerraba (encierra) una trampa que suele ser fatal. La respuesta concreta a los
problemas del hoy lleva por lo normal a preocuparse por lo inmediato y por
consiguiente de lo posible de hacer postergando indefinidamente los reales
intereses de las clases pobres colocndose a la zaga de las filas de las fuerzas de
la clase dominante185.
Teniendo en cuenta esta reflexin previa, el mirismo aleg que la Reforma agraria
era solo una parte del problema; que ms bien este proceso est inserto en un
marco ms general y que es todas las dificultades que agobiaban al pas. Y que

184

La Reforma Agraria y la Revolucin Socialista. Resolucin aprobada en la 2 Sesin Plenaria del Comit Central. Pgina 2, Estrategia
N 2. Enero de 1966. Santiago de Chile.
185
Ibdem.

99

para los mirista chilenos este proceso, la reforma agraria, era parte consustancial
de la revolucin socialista en Chile y que por lo tanto no puede desglosarse del
proceso revolucionario que conduce a los trabajadores a la conquista del poder y
al socialismo186.
Dicho lo cual, la reforma agraria era un asunto de carcter poltico; en este caso
formaba parte de la poltica revolucionaria de carcter histrico-econmico que,
si creemos interpretar adecuadamente, significara que tiene directa relacin con
la reivindicacin de la clase popular campesina, al regresarle la propiedad de la
tierra; es decir la tierra para el que la trabaja.
Esta condicin da por el traste el carcter esencialmente tcnico-administrativo
que le daba (a entender del MIR) la propuesta democratacristiana dirigida desde el
gobierno fresta.
Para el proceso reformista era necesario tener en cuenta los mltiples efectos que
causaba cualquier cambio en la realidad agraria del pas. De partida las
transformaciones en el campo, en la propiedad y administracin de la tierra, era
(es) un asunto que le importaba (importa) a toda la sociedad; introduce cambios
en la economa nacional y no slo en la agraria; afecta la estructura y relaciones
de la clase dominante y; especialmente alterara la estructura de las clases
sociales y la correlacin de fuerza entre ellas. Esta reflexin compleja y extensa
hizo concluir a los miristas que:
La Reforma Agraria forma parte de un proceso global e indivisible que se llama
revolucin chilena socialista. Si ella no triunfa como tal revolucin socialista ser
incapaz de asegurar la conquista de la tierra y de los derechos democrticos a las
masas campesinas. No habr revolucin agraria masiva, drstica y acelerada sino
como parte del proceso que conduce a la transformacin de la estructura
econmico-social del pas. Es decir como objetivo democrtico-revolucionario de
la revolucin socialista chilena187.
Ahora lo que resultaba curioso en el alegato mirista, fue que para validar sus
dichos, no slo opt por ideas leninistas, sino tambin apel a expresiones de los
enemigos de clase. Lo hace seguramente, para demostrar que existe ofuscacin

186
187

Ibdem
Ibdem.

100

y auto-engao en la otra izquierda al caer en practicismo que a la luz de los


hechos surge como una forma de inmediatez poltica.
El MIR record las palabras de un alto dirigente del latifundio, Recaredo Ossa,
ante las proposiciones reformistas democratacristianas. Resulta altamente
interesante leerlas con atencin porque reflejan la actitud de los latifundistas ante
el cambio de propiedad de la tierra: como parte de los empresarios libres de
Chile [asever Ossa] creemos que es un problema que afectar a todo el pas,
pues su articulado constituye una liquidacin al derecho de propiedad188.
Obviamente que las palabras empresariales presagiaron la tormenta social que se
aproximaba en el pas, cuyo desenlace sera probablemente el ms funesto para
las capas pobres de la sociedad y, naturalmente, para todas las izquierdas
chilenas.
Y, aqu, en estas ltimas palabras dichas por Ossa, es donde encontramos la real
y efectiva dimensin de la propuesta del MIR en lo referido al mundo agrario pues
se trataba (trata?) de que cualquier cambio que se hubiese querido (quiera?)
introducir en la estructura econmica, deba necesariamente terminar con el
concepto de derecho de propiedad burgus; es decir el liquidar la propiedad
privada. Pero esta situacin no sera (es) producto de u n mero acto o de la
aplicacin de la voluntad personal, sino que se trataba (trata) de un proceso
ininterrumpido, global e indivisible [cuya]culminacin es la transformacin del
pas en una Repblica Socialista189.
Ya situado en la cosa ms especfica, en la propuesta democratacristiana para
reformar el mundo agrario, el MIR centr su crtica en la incapacidad de la
izquierda (practicista) para salir del enredo legal a que era sometida en el
Parlamento por parte de la Democracia Cristiana.
Cabe recordar que para entonces (ao 1965) la izquierda chilena estaba
organizada en el FRAP (Frente de Accin Popular) y que haba sido derrotada

188
189

Ibdem.
p. Cit. Pgina 2

101

estruendosamente por la coalicin del socialcristianismo apoyada por la derecha


chilena y (obviamente) el gobierno y capital norteamericano.
Pero la diatriba tambin se dirigi a la propia DC por los miristas vieron que el
proyecto reformista de marras estaba condenado al fracaso porque era un
proyecto tmido, vacilante y sobre todo inconsecuente (probablemente con lo que
se haba prometido) que en definitiva abrira inexorablemente la posibilidad para
que los latifundistas tomaran fuerzas, se organizaran y las emprendieran contra
los jornaleros agrcolas, contra las masas campesinas pobres, contra la
pequea burguesa agraria190 alegando estar en contra de todo tipo de
colectivismo que (para la derecha chilena y mundial) es atentatorio a la liberta del
individuo de tener lo propio.
A partir de esta situacin el MIR consider necesario explicitar cul sera su
posicin. Dijo entonces que el partido estaba obligado a asumir una lucha abierta
contra la oligarqua terrateniente y enfrentar la poltica burguesa transaccionista e
inconsecuente de la DC y el parlamentarismo estrecho de la va pacfica del
revisionismo191.
O sea la tarea auto-asumida por los miristas no fue menor. Y probablemente en
esta audacia e irreverencia (que por ratos fue verbal exclusivamente) radic el
enorme xito en los sectores juveniles de la sociedad chilena y, por cierto, de
capas populares que no se sentan o derechamente no eran representadas por la
izquierda practicista.
Se trataba, ni ms ni menos, a pocos meses de haber nacido, de combatir al peso
hegemnico poltico-cultural de la derecha que elevando la propiedad privada a la
calidad de derecho sacro haba construido un Estado y configurado un tipo de
sociedad que sacralizaba el derecho a la propiedad. Pero, adems deba enfrentar
a decenios de tradicin de lucha popular que resuman los partidos comunista y
socialista. Todo ello sin dejar de lado lo difcil que sera confrontar a un partido,
quizs el ms exitoso del siglo XX, que buscaba cambiar el orden de cosas pero

190
191

p. Cit. Pgina 2
p. Cit. Pgina 2

102

bajo una racionalidad que era aceptada incluso por instituciones tan respetables
como la Iglesia Catlica.
Pero la confianza mirista en sus convicciones los llev a disear una estrategia
(considerada novedosa) para excelsa tarea y sta estara configurada por la
movilizacin revolucionaria y extra-parlamentaria de las masas campesinas,
sobre la base de la firme conviccin de que solo la respuesta violenta podr
detener la contra ofensiva oligrquica y conducir a la conquista de la tierra y de los
derechos democrticos192.
En el mismo marco analtico, esta segunda Sesin Plenaria de la instancia
mxima del MIR, se preocup de esclarecer las razones del atraso socioeconmico en que estaba sumido el pas. En este razonamiento identificaron lo
que llamaron las cuatro trabas bsicas y identificndolas con el imperialismo
norteamericano, la existencia del latifundio, el capitalismo monoplico y el poder
burgus. Como era usual entre los miristas para resolver o superar estas cuatro
trabas se recurri a los escritos clsicos del marxismo-leninismo y recogiendo las
experiencias histricas de las revoluciones triunfantes de Rusia, China y Cuba.
Esta opcin de anlisis del MIR no deja de llamar poderosamente la atencin
porque, a pesar de su clara corriente hegemnica trotskista e influida por la novel
experiencia cubana, coloca a la par a Rusia estaliniana con la Cuba castrista. Pero
lo que resulta ms intenso es que no transparentan las dificultades polticas e
ideolgicas que comprometan a los dos colosos revolucionarios.
De las fuentes mencionadas, los miristas extrajeron respuestas a sus inquietudes.
Una de ellas fue que:
los objetivos nacionales (nacionalizaciones, medidas anti-imperialistas, etc.) y
democrtico-revolucionarios (especialmente la Reforma Agraria) as como
reivindicaciones democrticas y econmico- sociales de las masas populares,
forman parte de un solo proceso revolucionario ininterrumpido y permanente
mediante el cual el proletariado y el pueblo caminan a la conquista del poder
poltico y a la transformacin del pas en una Repblica Socialista193

192
193

p. Cit. Pgina 2
Ibdem.

103

En la reflexin del mirismo incipiente se dijo que estos objetivos, todos de carcter
histricos, no podan ser alcanzados en aquellos instantes por la clase dominante,
a la que denominaron (en una conceptualizacin muy curiosa) burguesas
coloniales sino exclusivamente por el proletariado revolucionario (que se supone
el obrero industrial) sector social de los explotados que le correspondera el papel
de conducir a las dems capas de pobres, fueran estas del campo o la ciudad.
En esta etapa corresponda destruir el poder (Estado) burgus el que sera
sustituido por una democracia popular directa, como soporte de la dictadura
revolucionaria transitoria del proletariado194. Resulta relevante el hecho los
acuerdos del mirismo tenga cuidado de sealar y recordar que dicha dictadura (la
del proletariado) sera slo transitoria. Probablemente fue una forma de
diferenciarse y criticar solapadamente la situacin ruso-sovitica. No olvidemos
que el influjo trotskista en el mirismo de primera hora fue notable y notorio, por
consiguiente haba que diferenciarse no slo de la izquierda practicista, sino
adems tomar posicin a nivel internacional.
Este tipo de sistema revolucionario (democracia directa) era (al entender mirista)
el garante de la revolucin que, entre otras cosas, liquidara al poder burgus e
impedira la ilusin aliarse con supuestas burguesas progresistas para los
efectos de cumplir con la estrategia de la revolucin por etapas. Obviamente que
esta aseveracin constituy una abierta crtica al Partido Comunista y a todas las
izquierdas nativas que apostaban por ensanchar la alianza hacia sectores de la
clase dominante que supuestamente tenan contradicciones insalvables con el
imperialismo.
A ella se les lleg a llamar burguesa nacional para diferenciarlas de la clase
propietaria venida desde el extranjero (especialmente en el rea minera) y con
quienes aparentemente sostenan contradicciones. A medio camino de sus
elaboraciones tericas, los miristas entraron a preocuparse de las capas medias
(citadinas y rurales) chilenas. Y, siguiendo casi linealmente el materialismo
histrico, sealaron que as como la burguesa exitosa haba destruido el poder
medioeval y elimin la servidumbre agraria, en aquellos aos, es decir en la
194

p. Cit. Pgina 2

104

poca del capital financiero y de los trust, en la poca del imperialismo195 las
capas medias eran vctimas del capitalismo financiero que las estrangulaba con
las deudas y el monopolio las ahogaba y en una especie de concertacin tcita las
mantena en el retraso tecnolgico industrial de forma que sus formas productivas
se convirtieron en anti-econmicas. No obstante, desde un sector de la burguesa,
supuestamente progresista, se proponan reformas, aparentemente estructurales,
que vendran a satisfacer las demandas de este sector medio. El dulce que
ofreca (segn el mirismo) esa burguesa supuestamente progresista era incentivar
el minifundio y defender la propiedad familiar sobre la tierra como forma de parar
cualquier intento de nacionalizar el suelo (presumiblemente pasndolo a propiedad
del Estado) y colectivizar el trabajo agrario. El MIR reconoci que este gancho
del gobierno fresta a los campesinos medios, estaba dando los resultados
esperados, porque haba entre los pobres del campo cierta ilusin que su
condicin de miseria, sera superada con las medidas que se estaban
implementando en el proceso reformista del campo.
Sin embargo el MIR aleg que ms pronto que tarde, lo precario de los
resultados, la lentitud de su curso, el transaccionismo democristiano con la
oligarqua, los problemas de pago de las tierras expropiadas o por expropiar,
demostraran nuevamente la insolvencia de la burguesa semi-colonial para realizar
una tarea que ella, en cuanto a burguesa en ascenso histrico, abord en forma
jacobina196.
Cmo, desde una perspectiva histrica podemos interpretar esta sentencia? El
MIR estableci que el carcter negociador inherente a la Democracia Cristiana y la
incapacidad financiera del Estado eran los dos principales elementos corrosivos
de cualquier reivindicacin para los pobres del campo. Adems, por el carcter
de la clase social a la que representaba polticamente (la burguesa industrial ms
dinmica) la obligaba a mantenerse ferviente defensora del sistema capitalista.
El MIR tampoco olvid el carcter pro-imperialista de la Democracia Cristiana,
porque ste partido estando en el gobierno mantena la dependencia financiera,
195
196

p. Cit. Pgina 3
p. Cit. Pgina 3

105

militar y comercial con los Estado Unidos de Amrica, para lo cual se refugiaba en
la poltica internacional (iniciada por John Kennedy) conocida como la Alianza
para el Progreso. Para reforzar la acusacin de pro-imperialista a la DC, los
miristas alegaron que el gobierno de Frei haba entregado o (mejor dicho)
prolongado por veinte aos ms el dominio norteamericano sobre las riquezas
bsicas, lo que constitua en un atentado al desarrollo de las fuerzas productivas
del pas y por consiguiente condenndolo a la pobreza y dependencia con el
extranjero.
La actitud genuflextora de la Democracia Cristiana ante el pas del norte era aun
ms grave porque esta forma de pararse ante el gobierno estadounidense
coincida con la decisin norteamericana de intervenir militarmente en cualquier
lugar de Amrica Latina si vea que sus intereses estaban siendo amagados por el
peligro de la subversin castrista. No olvidemos que en esos aos el carcter de la
revolucin

cubana

represent

un

ejemplo

para

muchos

izquierdistas

sudamericanos y en un peligro evidente para los Estado Unidos y sus aliados.


Por otra parte, el MIR crey que cualquier intento de cambiar la situacin en los
campos chilenos, adems de la resistencia de los latifundistas, el entreguismo y
complicidad de los democratacristianos, exista lo que llam el cretinismo
parlamentario del FRAP197. Es decir la estupidez del juego parlamentario y el
retraso ideolgico de los partidos de las izquierdas chilenas, se conjugaban para
que la oligarqua latifundista pudiera seguir adelante con sus planes de trancar
cualquier cambio en el campo.
Ante este panorama de polticas para los trabajadores del mundo agrario, en que
la iniciativa poltica corra por los demcrata-cristianos, con el apoyo poco
condicionado de la izquierda parlamentaria, los miristas disearon su tctica. Se
reconoce que podra darse coyunturalmente que ellos y los campesinos, al igual
que el resto de los trabajadores, caminen en el mismo sentido que lo estaba
haciendo el gobierno con sus planes reformistas en el campo, pero que deba
mantener una profunda desconfianza de clase y desarrollar una tctica que
197

p. Cit. Pgina 4

106

implicara recalentar el suelo198 bajo los pies de la oligarqua aumentando la


intensidad de los conflicto al interior de este bloque social, sacar al pizarrn al
gobierno para que de cara ante las masas diera cuenta o explicara sus puntos de
vista y analizar paso a paso las transacciones y debilidades del proceso. Pero
aquello

de

marchar

en

el

mismo

sentido

que

lo

haca

el

gobierno

democratacristiano no significaba que los revolucionarios y el proletariado


asumiera como propio dichas reformas. Muy por el contrario, los miristas se
encargaban de aclarar que bajo los marcos del capitalismo nunca se podra llevar
adelante una reforma agraria que favoreciera los intereses de los campesinos, de
los trabajadores y del pas. Muy por el contrario, una reforma agraria solo era
posible a travs de un proceso revolucionario insurreccional global e indivisible
que conduzca a la conquista del poder por los trabajadores (dictadura
revolucionaria transitoria del proletariado) y a la revolucin socialista199.
Entonces cmo explicar aquello de transitar en el mismo sentido que el
gobierno? Porque la discusin, tramitacin y aprobacin de las leyes tocantes al
proceso reformista sera un buen perodo para movilizar y educar a las masas
populares urbanas y rurales200 tras los problemas campesinos y la oferta
gubernamental. Se trataba entonces de aprovechar la coyuntura para ampliar
hacia los pobres del campo y de la ciudad la discusin e ir formulando las polticas
revolucionarias del MIR. La idea fue sacar la discusin de los estrechos pasillos
del palacio legislativo. Se trataba de golpear a la oligarqua terrateniente
aprovechando

que

la

Democracia

Cristiana

inconscientemente

estaba

causndoles dao a los latifundistas. Pero tambin se trataba de enfrentar a los


revisionistas (PC y PS) que no queran sacar el problema de la arena
parlamentaria y del rbol podrido de la va pacfica201.
Para el MIR una justa, correcta y nica poltica agraria consista en empujar a los
campesinos a tomar la tierra con sus propias manos, a conquistar sus derechos
democrticos, su pan y sus salarios mediante la accin directa (huelgas,
198

p. Cit. Pgina 7.
p. Cit. Pgina 8.
200
Ibdem.
201
Ibdem.
199

107

ocupaciones de fundos, creacin de Milicias Campesinas para defenderse de la


represin terrateniente y estatal capitalista)202
Se colige, entonces, que la poltica mirista de una gran corrida de cerco
encuentra raz histrica en las reflexiones de aquella lejana 2 Sesin Plenaria del
Comit Central, cumplida el 19 de diciembre de 1966. Fue el pensamiento inicial,
aun por redondear, pero sin duda conectado con la poltica del Movimiento
Campesino Revolucionario, frente intermedio creado por el MIR en el campo.
La U penquista: cantera de rebeldes y revolucionarios.
Una de las cargas que vivi el mirismo, fue la acusacin (?) de que era un
movimiento de estudiantes pequeo-burgueses, que no conocan los rigores de la
explotacin; que vivan a expensas de los padres y que solo hablaban desde la
teora. Ms all de esta ofensiva caricatura no se puede negar que un fuerte
contingente mirista vino desde el mundo estudiantil. Al decir MUI o FER en el
mundo estudiantil se estaba evocando al MIR.
Del Movimiento de Izquierda Universitaria se tiene rastros ya a fines del ao 1963.
Y, esto ocurre en Concepcin. En esta ciudad, especialmente en su Universidad,
existan varios grupos polticos. Adems de las juventudes socialistas y
comunistas estaban, por ejemplo, el GRAMA y la Vanguardia Revolucionaria
Marxista. Entre ellos no exista coordinacin, ni menos una iniciativa de unidad.
Muy por el contrario, las disputas poltico-ideolgicas tenan una doble cuna. Por
una parte estaba la polmica internacional entre los dos colosos socialistas: La
URSS y China; y, por otro, la desconfianza juvenil respecto del camino escogido
por el FRAP: el exclusivo camino electoral y el pacifismo, relegando casi hasta el
olvido la necesidad de un proceso revolucionario.203
Aquella desconfianza juvenil hizo que el partido socialista y el comunista, entraran
en fuerte contradiccin con estos grupos, porque stos ltimos planteaban la
necesidad de convergencia y unidad de toda la izquierda estudiantil para enfrentar
a la democracia cristiana en la Universidad de Concepcin. Aunque las directivas
202
203

Ibdem.
El MUI de Concepcin. Revista Punto Final, pgina 9, n 14 de la 2 quincena de octubre de 1966. Santiago.

108

partidistas locales hicieron lo imposible para impedirlo, sus bases juveniles


impusieron de facto el ansiado proceso de convergencia constituyendo el
Movimiento de Izquierda Universitaria (MUI)204
Los principios que declar el nuevo movimiento fueron, entre otros, expresar la
irrestricta solidaridad con el campo socialista, sin hacer mucho distingo de
moscovitas o pekineses. Apoyo militante a la revolucin cubana y a cuanto
movimiento de liberacin que estuviera actuando; impulsar un consecuente antiimperialismo; creer ineludible la revolucin chilena y; ya en el plano estrictamente
universitario luchar por la reforma estructural de la Universidad penquista205.
Creado el instrumento el paso siguiente fue emprender una encarnizada lucha
contra los enemigos de clase, en este caso el gobierno democratacristiano.
Durante el ao 1965 los militantes del MUI desplegaron mltiples movilizaciones
callejeras, levantaron reivindicaciones sociales y tambin gremiales. Por ejemplo
lucharon abiertamente contra el alza de las tarifas del transporte (a la sazn de
propiedad estatal) defendieron con la fuerza fsica la autonoma territorial de la
U penquista ante los continuos intentos de Carabineros por ingresar al barrio
universitario y, quizs lo ms relevante, fue el acto de repudio que recibi el
senador Robert Kennedy, hecho que perfil como un nuevo lder al joven
estudiante de medicina, Miguel Enrquez.
A fines del ao 65, Robert Kennedy visit nuestro pas; para la poca aquel
apellido representaba un nuevo tipo de dominacin imperialista: la Alianza para el
Progreso. Por ello, la visita provoc irritacin en la izquierda y particularmente en
la izquierda revolucionaria aglutinada en el MUI. Por eso Miguel Enrquez, Bautista
van Schouwen y Luciano Cruz encabezaron un numeroso grupo de estudiantes y
marcharon hacia el lugar universitario donde el senador norteamericano daba una
conferencia. Segn record de don Edgardo Enrquez Frden --- destacado
mdico, rector de la Universidad penquista, ex -ministro de Estado y padre de
Miguel --- el visitante habra bromeado refirindose al auditorio, lo que caus
hilaridad en la comitiva del legislador yanqui. Miguel al percatarse de la insolencia
204
205

Ibdem.
Ibdem.

109

del congresista, se levant de su asiento y lo espet en un perfecto ingls,


sorprendiendo a los norteamericanos.
El dilogo entre Kennedy y Enrquez continu en la lengua de Shakespeare,
asombrado an ms a los presentes. Concluy la discusin con la extensin,
recproca de invitaciones: Robert Kennedy sugiri a Miguel visitar Estados Unidos
y ste lo insisti a que visitara Lota y Coronel, la poblacin Agita de la Perdiz y
el Barrio Norte de Concepcin. Miguel le sentenci que esa sera la nica forma
que conociera la realidad de Chile. Adems, el joven lder recomend a su
interlocutor abandonar el campo universitario; de lo contrario se vera expuesto al
repudio de los estudiantes.
Desafortunadamente, el sabio consejo no lo acogi el visitante. Al da siguiente se
atrevi a insistir en otro local de la Universidad; ante esto los estudiantes,
liderados

por

Luciano,

Miguel

Bautista,

efectuaron

una

categrica

contramanifestacin; en la que, ms de algn huevo lleg a la pulcra vestimenta


de Robert Kennedy. Aquella audacia y los contenidos del discurso calaron hondo
en decenas de estudiantes, despertando fuerte simpata por las posiciones de esta
nueva izquierda, la izquierda revolucionaria.
Retornando

a la conformacin

del

MUI, los

convocados

definieron

el

funcionamiento orgnico como el de una democracia revolucionaria; es decir el


poder mximo estara sustentado en la Asamblea de universitarios de izquierda,
de donde saldran las decisiones, quedando para un Comit Ejecutivo solo la
responsabilidad de ejecutarlas. Esta fue la forma de evitar que las cpulas (ya
existentes para en aquel tiempo) tomaran decisiones a espaldas de la masa206
No obstante la creciente visibilizacin del MUI, cuando se trat de la disputa por la
Federacin de Estudiantes de Concepcin, rpidamente se evidenci la postura
que tendra el resto de las izquierdas. Con el fin de evitar que el MUI accediera a
la presidencia de los estudiantes de la U, tanto el PC como el PS ordenaron a
sus bases universitarias que presentaran candidaturas propias. Esta grave
decisin no hizo otra cosa que dividir a la izquierda y le allan el camino a la
206

Ibdem

110

democracia cristiana. Los resultados de la eleccin fue: 1.100 votos para la DC;
820 para el MUI; 196 para el PC y; 130 para el PS.207. Para toda la izquierda, pero
con mayor nfasis para el MUI, la Universidad y los cambios estructurales que ella
necesitaba era uno de los principales desafos polticos del ao 1967.
La U penquista haba experimentado una reforma a partir de 1964. Para este
proceso cont con ingente recursos proveniente tanto de negocios propios como
de ayuda internacional, especialmente de fundaciones norteamericanas208.
Aquella transformacin de la actividad universitaria implic, entre otras muchas
medidas, la creacin del llamado ao bsico o Propedutico. Este hecho
gener, en opinin de los estudiantes, una verdadera anarqua y sobrecarga de
trabajo. El dato relevante de esta situacin habra sido la relevacin de una
encuesta aplicada a los alumnos de la Escuela de Qumica y Farmacia en la que
se constat el uso extendido de drogas para soportar el ritmo apremiante de
controles, trabajos de laboratorio y exmenes209. Adems con escandalosas
caractersticas, pero puntualmente, los estudiantes se enteraron del despido de
dos profesores del Instituto de Filosofa, Francisco Ugarte y Ramn Menanteaux,
ambos militantes de la izquierda local. La razn que esgrimi la superioridad fue
que no estaban en posesin de sus ttulos correspondientes; sin embargo para los
estudiantes este era inusual porque era usual la prctica de contratar profesores
que no estaban titulados. Sin perjuicio de esta supuesta discriminacin con los
mencionados docentes, qued al descubierto cierta desprolijidad en la formacin
de los profesionales universitarios penquistas.
Pero, probablemente lo que ms irrit a los estudiantes fue el verticalismo en la
conduccin de la casa de estudios. Los estudiantes, funcionarios y buena parte de
los docentes no eran tomados en cuenta para fijar el rumbo de la Universidad.
Exista un intocable directorio que comandaba la institucin en virtud de ser una
Corporacin de Derecho Privado. Este directorio (indiscutido e inapelable en sus
decisiones) estaba compuesto por once miembros, de los cuales ocho eran
207

Ibdem
Nos referimos a la Lotera de Concepcin y a los aportes de las fundaciones Ford; Kellogg; Rockefeller; y Fullbright. Revista Punto
Final. N 29. Pgina 17. Segunda quincena de mayo de 1967. Santiago.
209
Ibdem
208

111

masones y radicales, los otros tres militaban en las filas de la democracia


cristiana.
En esta batalla el objetivo de un sector de la izquierda (MUI y socialista) fue lograr
establecer el co-gobierno, instancia en la que concurriran tanto los nombrados
por la autoridad universitaria como aquellos elegidos por los estudiantes, los
funcionarios y los profesores. El resto de las organizaciones polticas (PC,
democracia cristiana, radicales y Juventud del Partido nacional) se alinearon con
la autoridad universitaria.
En un breve balance Miguel Enrquez seal que en 1965 los universitarios
penquistas mantuvieron una huelga de varias semanas repudiando la reforma del
ao bsico impuesta por prstamos norteamericanos condicionados. Adems,
bajo la idea de combatir el imperialismo haban expulsado violentamente del
recinto universitario al senador Robert Kennedy y repudiado por todos los medios
la Operacin Unitas VI. En ese mismo recuento el futuro Secretario general del
MIR record que los estudiantes universitarios, despus de combatir ms de una
semana, tambin secuestraron un carabinero, canjendolo por estudiantes
detenidos210. Enseguida agreg que el 66 hubo una huelga de dos meses
presionando por un cambio en las estructuras universitarias que implicara el
cogobierno; reivindicacin a la cual se sum la exigencia de expulsar de la
Universidad a los Cuerpos de Paz (agencia federal yanqui). Pero no todo fue
lucha; tambin se constituyeron espacios de reflexin y construccin de
conocimientos.

Precisamente

aprovechan

la

larga

ocupacin

de

las

dependencias universitaria se realizaron dos importantes eventos. Uno fue el


Congreso de la Federacin de Estudiantes universitarios y el otro fue el Congreso
Latinoamericano de Sociologa, conducido bajo el poder estudiantil.211
Sin duda que las contradicciones entre las aspiraciones estudiantiles de mayor
democracia universitaria, de abandonar el influjo norteamericano (va fundaciones)
y los deseos de mantener el statu quo por parte de las autoridades tena que
estallar. El epicentro del conflicto se ubic en la escuela de sociologa. All el
210
211

Balance de una lucha. Revista Punto Final, pginas 36 y 37, n 40. Martes 24 de octubre de 1967. Santiago.
Ibdem.

112

centro de estudiantes, que estaba dirigido por el MUI-MIR, se lanz en un potente


movimiento huelgustico que incluy la toma del local e involucr a los docentes.
Esta contienda probablemente fue la ms espectacular vista en la zona penquista.
Las refriegas callejeras entre el tristemente clebre Grupo Mvil de Carabineros
y los estudiantes sucedan prcticamente todas las semanas del mes de
septiembre. Decenas de detenidos, estudiantes heridos, invasin policial al
campus universitario, asambleas en los patios y en las Escuelas, solidaridad activa
de sindicatos carbonferos y textiles; desorientacin de los partidos del FRAP y
desconcierto en la democracia cristiana universitaria y juvenil. Hechos nunca antes
visto como captura de carabineros por parte de los estudiantes y negociaciones
para canjear prisioneros. De estas escaramuzas es la ancdota de Luciano Cruz
que escap de la ms importante Comisara de Concepcin donde se encontraba
detenido. As fue que como el ao 67 se puso a prueba el mpetu insurrecionalista
de esta nueva izquierda universitaria. Reyerta poltica y lucha callejera fueron
templando el acero de algunas decenas de jvenes penquistas. Nuevos lderes se
visibilizaron no solo con encendidos discursos de cambios, sino asimismo
ocupando las calles y enfrentando a quienes queran invisibilizarlos. Los costos
pagados no fueron menores. Luciano Cruz y Jaime Jana fueron encarcelados y
procesados por la Corte Marcial de Concepcin, despus de 10 das en prisin y
ante la presin de los estudiantes y de organizaciones sindicales, fueron puestos
en libertad y se normalizaron temporalmente las actividades universitarias212.
Consecuentes con la lnea insurrecionalista y anti-imperialista estos jvenes,
rebeldes y revolucionarios, no cejaron de alterar el orden pblico. El triunfo
relativo en su lucha universitaria les daba fuerza para ir por ms. La muerte, ms
bien, el asesinato del Comandante Guevara fue motivo para que dos estudiantes,
ligados al MUI-MIR, hicieran una espectacular accin de repudio en el campo
universitario. La prensa local present como un ultraje a la bandera nacional el
que un grupo de estudiantes (extremistas) la hubiesen arriado hasta media asta,
para enseguida izar la bandera cubana cruzada con un crespn negro
homenajeando la muerte del guerrillero internacionalista. En paralelo, dos
212

Diario El Sur. Sbado 7 de Octubre de 1967. Ao LXXXV. N 28817.

113

estudiantes --- segn la polica --- miristas se haban dedicado a lanzar (como
avance de propaganda armada) petardos y arrojar panfletos213. Los involucrados
en el agravio a la bandera nacional fueron Edison Barra Brevis y Jorge Arturo
Grez, los que fueron suspendidos por acuerdo del Consejo de la Universidad.
Asimismo, la Federacin de estudiantes sali pblicamente a repudiar lo que llam
actitud anti-universitaria214.
En este escenario, que segn algunos acadmicos consultados por la prensa, era
de extrema politizacin215 se abri el proceso electivo de la Federacin de
Estudiantes. La Democracia Cristiana haba dominado durante varios aos esta
organizacin estudiantil; la izquierda, tanto la perteneciente al FRAP como a la
que transitaba por fuera de este pacto, se mantena dividida y con fuertes
resquemores entre ellos.
Enfrentar estos comicios represent un verdadero desafo. Especialmente para el
MUI-MIR, organizacin poltica en la que descollaban varios dirigentes
estudiantiles como Enrquez, Bautista van Schouwen, Luciano Cruz Aguayo,
Arturo Villavela, etc. Este grupo poltico tuvo como objetivo desbancar a los
democratacristianos del poder en la FEC y, para tal cosa hicieron alianza con la
Brigada Universitaria Socialista (BUS). El resto de los partidos, incluyendo a las
Juventudes Comunistas, tuvieron escassimas posibilidades. Lo que s qued en
evidencia y que ms tarde desembocara en un trgico suceso, fue el constante
ataque del comunismo juvenil a los miristas.
El ambiente electoral fue intenso. El barrio universitario adquiri un rostro
totalmente agitado. Al medioda, durante varios das, el foro de la U penquista
estaba ocupado por estudiantes de distintos sectores polticos, los que agitaban a
las masas con consignas y folletos con el fin de seducir a los lectores hacia sus
candidatos y posiciones polticas. De los edificios colgaban afiches y en las
murallas se pintaban eslganes y proclamas revolucionarias, a la vez que jvenes
de mirada rebelde y taciturna rasgueaban una guitarra cantando canciones de
213

Diario El Sur. Jueves 19 de Octubre de 1967. Ao LXXXV. N28829.


Diario El Sur. Viernes 20 de Octubre de 1967.Ao LXXXV. N 28830.
215
Diario El Sur. Viernes 10 de Noviembre de 1967.Ao LXXXV. N 28851
214

114

protesta. La rplica a esta propaganda vino de la DC que intent re-editar una


mini campaa del terror voceando lo peligroso que sera para el normal
desarrollo de la vida universitaria, que la izquierda marxista-leninista asumiera el
control de la FEC. Aleg que los paros, tomas, marchas y permanentes conflictos
dificultaran el normal desarrollo de las clases y por consiguiente desmejorara la
formacin profesional o, en caso extremo, el perodo acadmico se acortara o
cancelara216. Paradjicamente a la cabeza de la DCU estuvo quien aos ms
tarde sera uno de los centenares hroes (mrtires?) del MIR: Arturo Hillerns y
que adems es ejemplo de la mutacin de centenas de cristianos que
desembarcaron en las filas de una organizacin marxista-leninista.
Arturo Hillerns Larraaga, Interno del 7 Ao de Medicina en 1967, si mal no
recuerdo, estaba en el mismo curso de Miguel y el Baucha y me parece que
primitivamente tambin Luciano; todos ellos se conocan bien. Eran amigos,
contrincantes y amigos y despus, todos estaban en lo mismo. Arturo era
entonces, desde haca algn tiempo, Presidente de la Accin Catlica
Universitaria de Concepcin y fund una comunidad de estudiantes cristianos que
se denominaban Alfa Omega, la CAO. Por ese entonces, arrendaron una gran
casa para vivir los 12 integrantes en forma sencilla y en comn. Arturo era catlico
y siempre sigui sindoloen 1967, Arturo particip como candidato a Presidente
de la FEC por la democracia cristiana para el perodo de 1968, l era simpatizante
y para esa denominacin, le exigieron que se inscribiera en el Partido, no s si era
para la Juventud Democratacristiana o para el PDC directamente. A m me pidi
colaboracin y yo se la di, desde retrica hasta otros medios de comunicacin,
manejo de escena, etc.217

Conocer algunos trazos de la vida juvenil de Hillerns y de sus contemporneos


nos ayuda a comprender las razones de la radicalizacin de estos jvenes. En
esta tarea nos ayudan los recuerdos de Enrique Peebles218.
El centro socializador y generador de complicidades fue la Universidad de
Concepcin y la parroquia del barrio Nongun. Hasta all llegaron y se encontraron
decenas de jvenes estudiantes provenientes de familias catlicas. En este nicho
del saber y lugar de encuentro con Dios colisionaron con los grandes
acontecimientos nacionales e internacionales del siglo XX: la sictica bipolaridad
216
217
218

La Crnica. Jueves 16 de Noviembre de 1967. Ao XIX. N 5611


Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic al autor. 05 de mayo del 2013
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic al autor. 05 de mayo del 2013

115

planetaria y la agresividad e intervencionismo descontrolado del imperialismo


norteamericano; las dictaduras de Brasil y de Argentina; la provocativa revolucin
en libertad y la tibia chilenizacin del cobre eran, entre muchos hechos, hechos
sometidos a sesudos y latos anlisis.
A estas preocupaciones se sum otras de mayor seduccin para el joven cristiano.
Se enter, cuestion y admir la decisin del sacerdote Camilo Torres de
enmontaarse y en esos montes colombianos vio nacer una cruz pero no de
madera, sino de luz219. Aquellos jvenes cristianos-catlicos dirigieron sus ojos
hacia Roma para ver cmo el Concilio Vaticano II abra las ventanas de la Iglesia,
para que entrara el aire fresco de una sociedad que buscaba alterar su
cotidianeidad, salir de la modorra y construir horizontes ms justos.
Pero su agitada vida por los cambios choc con el marco de una Universidad que
chillaba conservadurismo en todos sus rincones y, obviamente las contradicciones
afloraban en cada minuto y en cada adoqun de la cotidianeidad. Estos jvenes
comprendieron que para iniciar los cambios, deban transitar de lo inmediato y
simple a lo ms lejano y complejo. Entonces se acoplaron a quienes buscaban
reformar la Universidad para terminar con la funcin de la educacin superior
como fbrica de profesionales para el sistema220 y progresivamente se fueron
vinculando solidariamente con los pobres de la ciudad para testimoniar que la
Iglesia deba trabajar con los desposedos. Uno de estos muchachos fue Arturo
Hillerns, quin adems haca policlnico para el Hogar de Cristo221.
Se hicieron parte de la Iglesia Joven, un movimiento catlico que cuestionaba el
boato, las riquezas vaticanas, la colusin con el poder y la clase dominante222.
As, de esta forma, en contacto directo con los desposedos estos jvenes
catlicos fueron cambiando su cosmovisin y radicalizndose. Y, para aquellos
das la radicalizacin poltico-ideolgica se haca en el mirismo por ello que la
mayora de los integrantes de mi comunidad cristiana de Villa Nongun

219

A Camilo o Cruz de Luz. Poema de Daniel Viglietti. Homenaje al cura guerrillero Camilo Torres Restrepo.
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic al autor. 05 de mayo del 2013
221
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic. p. Cit.
222
Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic. p. Cit.
220

116

empezaron a militar en el MIR y otro tanto, mis compaeros de curso de


medicina223 entre los que estaba el antiguo rival de Luciano Cruz.
Regresando a las elecciones de la FEC, los resultados fueron los esperados.
Luciano Cruz triunf en las elecciones. No lo hizo por un amplio margen de votos;
pero no dej de ser significativo. No slo se desaloj a la DC de la FEC, sino que
arrib a la jefatura mxima, un estudiante procesado por secuestro de
Carabinero

militante

de

una

fraccin

izquierdista

auto-calificada

de

insurrecionalista. Un nuevo perodo poltico para los universitarios se inici con el


ascenso del MUI-MIR a la testera de la FEC.
El Instituto Pedaggico: otra vertiente de indocilidad juvenil.
La organizacin estudiantil de la Universidad de Chile desde los primeros aos
sesentas. La prensa filo-izquierdas reporteando esta situacin titul Le falta
eque a la izquierda universitaria224. La historia de la FECH, anclada en las
primeras dcadas del. Siglo XX, hablaba de una camada de estudiantes que
estaban dispuestos a ir de frente contra los abusos y la decadencia poltica.
Muchos recordaban que tuvieron un papel protagnico en la cada de Carlos
Ibez; asimismo se aoraba e mpetu que tuvieron en el ao 1952 para rechazar
el Pacto Militar con Estados Unidos y era muy fresco en el recuerdo cmo se
alzaron contra el alza tarifaria del transporte colectivo225. Sin embargo la FECH,
como pre-estreno de lo que vendra ms tarde, cay en manos de los jvenes
democratacristianos. Desde el ao 1957, con un par de excepciones, hasta el ao
70, esta instancia universitaria estuvo en manos de la Democracia Cristiana.
Desde este ao hasta la irrupcin dictatorial fue la Juventud Comunista quien
dirigi a los estudiantes de la casa de Bello. La izquierda revolucionaria nunca
pudo acceder a la presidencia ni a cargos de importancia dentro de la FECH.
La explicacin construida para entender la hegemona de la DC fue la
composicin de clase del estudiantado universitario. A mediados de la dcada se
asegur que lo oneroso de la educacin superior permita que solo los hijos de
223
224
225

Carta (e-mail) de Enrique Peebles Skarnic. p. Cit.


Revista Punto Final. 1 quincena de agosto de 1966. Santiago
Revista Punto Final, pgina 16. Primera quincena de agosto de 1966. Santiago

117

familias acomodadas o de la pequea burguesa accedieran a la Universidad.


Quedaban fuera los hijos de campesinos y obreros. Por razones financieras las
universidades, particularmente la Universidad de Chile, no estaban en condiciones
de becar a los estudiantes de escasos recursos. Y se crea que los chilenos
pobres se identificaban con la izquierda, obviamente que el mundo universitario
deba ser esquivo para el socialismo, comunismo u otras organizaciones
izquierdistas226. Naturalmente que la explicacin quedaba corta porque las
presidenciales del ao 64 favorecieron a la democracia cristiana y la alta votacin
obtenida por Eduardo Frei no eman exclusivamente de la derecha o de las clases
pudientes.
Asimismo se aleg que la hegemona democratacristiana, se nutria de la
demagogia, prometiendo cambios profundos que de una u otra forma ilusionaba a
jvenes de real espritu revolucionario que terminaban apoyando las propuestas
de la falange. Sin embargo, en la prctica se produjo un fenmeno inverso.
Jvenes iniciado a la vida poltica como democratacristianos, a raz de los
desaciertos, la incapacidad de realizar los cambios esperados y de la brutal
represin (Salvador y Puerto Montt) del gobierno fresta, caen en seriecsimas
contradicciones con el partido, se radicalizan y terminaron militando en
organizaciones revolucionarias. En la eleccin del ao 1965 la democracia
cristiana obtuvo ms de cinco mil votos pasando a controlar 25 de 32 escuelas; en
cambio la sumatoria de votos socialistas y comunistas lleg slo a las 3754
adhesiones. El MIR obtuvo apenas 505 votos, nueve sufragios menos que los
conservadores. Es decir, la izquierda revolucionaria era absolutamente minoritaria.
Dicho lo cual es fcil percatarse que la tarea de las filas miristas no sera fcil.
Escuelas como la de Derecho o Medicina, le seran recurrentemente esquivas. No
obstante exista el Instituto Pedaggico, escenario ms amistoso para el desarrollo
de las ideas polticas revolucionarias.
Las instalaciones fsicas y condiciones naturales del establecimiento universitario;
las caractersticas de las carreras impartidas y el tipo de estudiante que llegaba a
226

Revista Punto Final, pgina 16. Primera quincena de agosto de 1966. Santiago

118

este campus de estudio, facilitaron la asociatividad y complicidad grupal para


echar las races del mirismo universitario santiaguino. Entre los muchos cuadros
estudiantiles empezaron a destacarse futuros dirigentes miristas como Sergio
Prez Molina y poco ms tarde Lumi Videla.
El primero es recordado por su tarea visibilizadora en el Parlamento. Corra el
mes de mayo y el presidente de la Repblica, Eduardo Frei Montalva, deba leer el
mensaje anual inaugurando las sesiones ordinarias del Parlamento. En los
instantes que iniciaba su intervencin, desde la tribuna reservada al pblico, se
alz Prez gritando Abajo la mano dura contra los obreros. Viva el MIR! A la vez
que desde varias manos estudiantiles volaban cientos de panfletos sobre las
cabezas de diputados y senadores. Las pretensiones de los universitarios miristas
fue denunciar y repudiar la masacre de trabajadores cuprferos del mineral El
Salvador, acaecida en febrero de 1966. Era la forma de fijar el insurreccionalismo
que los embargaba y su clara posicin contra el gobierno fresta.
Gradualmente se fueron aglutinando. No fue un acto, ms bien un proceso. Los
jvenes rebeldes vivan (y sufran) la dispersin consuetudinaria de la izquierda
revolucionaria. Y, para superar (o tratar de hacerlo) esta equivocacin poltica se
debi concurrir con recia voluntad e intensas discusiones. Todo ello afirmndose
en el prestigio de algunos jvenes por su actuar en la lucha poltica pblica y
callejera.
Todos los del FER tenemos una orientacin insurreccional227 declar sin
ambages Ral Zohr. El joven dirigente buscaba establecer las enormes diferencias
que existan entre la naciente organizacin y todas las que le precedan.
El FER, sigla del Frente de Estudiantes Revolucionarios, naci a mediados del ao
1966 en el Instituto Pedaggico de la Universidad de Chile. En opinin de Zohr
con el nacimiento del FER se rompa una tradicin. Era costumbre en el mundo
universitario, especialmente en la Universidad de Chile que los dirigentes juveniles
de los distintos grupos polticos se reunieran, conversaran, discutieran hasta
trasnoches para enseguida levantar o crear frentes estudiantiles o movimientos
227

En el Pedaggico se matricul la rebelda. Revista Punto Final N 12. Pgina 6. 2 Quincena de septiembre de 1966. Santiago.

119

para exigir, como mximo objetivo, reformas a la anquilosada dinmica y


estructura universitaria nacional. Con el naciente FER ello no sera igual --- opin
Zohr --- por ellos se haban planteado un objetivo aun mucho mayor; ni ms ni
menos que buscaban impulsar un movimiento, que adems de ser insurreccional,
tena una clara orientacin socialista. Cmo haba nacido esta organizacin
estudiantil tan pretenciosa? Para los aos sesenta el conflicto Mosc versus Pekn
atravesaba a todas las organizaciones marxistas del planeta. Chile y sus
izquierdas no podan estar ajenos al comentado fenmeno. No olvidemos que la
poltica chilena recurrentemente est siendo influida desde el exterior. Las
referencias poltico-ideolgicas de entonces se encontraban en Washington,
Roma, Bonn, Mosc, La Habana y Pekn.
La informacin periodstica dice que habra un gran lo entre los jvenes
socialistas y los comunistas, a raz de la campaa Sangre para Vietnam, el que
llev a los elementos ms conscientes se dieran cuenta que ese no era el
camino228, de disputas intra-izquierda el que permitira desplegar una eficaz lucha
antiimperialista. Esos elementos, entindase como estudiantes, convocaron a una
asamblea de Escuela para los efectos de debatir sobre el rumbo que seguiran. El
acuerdo no pudo ser otro que la creacin de una comisin coordinadora de todas
las fuerzas polticas existentes en el Pedaggico. As es como la comisin fue
conformada por delegados del Partido Socialista, el MIR, Espartaco, el Partido
Socialista Revolucionario (trotskista) y dos independientes. Los nicos que por
opcin quedaron afuera de la novel organizacin fueron los jvenes comunistas.
De la crisis de la Revolucin en Libertad surgir la revolucin socialista:
tesis nacional aprobada en el II Congreso del MIR.
Para el ao 66, mes de noviembre, el MIR realiz su II Congreso de la
organizacin. Se aprobaron en el evento congresal varias tesis. Siendo la ms
importante la relativa a la situacin poltica nacional. Para el mirismo inicial no
exista ningn tipo de revolucin; por el contrario, el gobierno de Frei Montalva era
la continuacin de los gobiernos radicales de los aos treinta:

228

Ibdem.

120

en las nuevas condiciones histricas y polticas, el reformismo burgus


democristiano, no ha podida ocultar, tras la demagogia de la revolucin en
libertad, la misma impotencia de clase del Radicalismo que comenz con Pedro
Aguirre Cerda y culmin con Gabriel Gonzlez Videla229
Para el MIR aquel continuismo se traduca en mantener las injustas estructuras
capitalismo nativo y la defensa irrestricta de los intereses imperialistas, lo que
conllevaba la mxima explotacin y pobreza de los trabajadores y campesinos
chilenos. Aleg el mirismo que pesar de todas las promesas de cambios, estos no
ocurran, por el contrario, mantuvo el latifundio minimizando al mximo la quimera
de reforma agraria; la desigualdad en la distribucin de la riqueza continuaba
inalterable; la deuda externa (por tanto la dependencia) se increment
aceleradamente y lo que era gravsimo echaba mano a la represin
perfeccionando el aparato policial230.
Pero lo dicho no signific que el gobierno estuviese atravesando por una crisis
poltica. Muy por el contrario; y el MIR se apresur en aceptarlo. La alegacin se
afirm en los dispendiosos prstamos norteamericanos; en la abrupta subida de
precio del cobre; se increment la exportacin de hierro y la produccin de carbn
haba aumentado. A su vez el comercio internacional con la regin pasaba por un
buen momento gracias a las leyes y las visitas diplomticas del gobierno chileno.
Pero todo este auspicioso panorama que Frei y su partido lo achacaban a una
supuesta capacidad creadora y gestin poltica, estaba muy lejos de serlo. Para el
MIR existan potentes factores externos que influiran, con o sin revolucin en
libertad, en un auge temporal de la economa chilena:
la existencia de un perodo de expansin de la economa norteamericana,
favorecida por la criminal agresin de Vietnam, no es un mrito propio de la
democracia cristiana, ni se debe al genio creador del presidente Frei. Tampoco
ellos han intervenido en el aumento de la demanda mundial del cobre. Ni en el
producir perturbaciones en la produccin del metal rojo en el frica convulsionada.

229

De la crisis de la Revolucin en Libertad surgir la revolucin socialista:.Tesis nacional aprobada en el II Congreso del MI el 4 de
septiembre de 1966 en su 5 Sesin plenaria del Comit Central. Publicada en Revista Estrategia N 7, pgina 2. Enero de 1967.
Santiago de Chile.
230
Ibdem.

121

Ni es producto del bombo de la revolucin en libertad el aumento del precio del


metal rojo en el mercado de Londres231
No obstante este repunte econmico absolutamente transitorio no llegaba a las
mayoras, no era extendido a los trabajadores del pas, sino que favoreca
exclusivamente a las clases pudientes, a los sectores que el MIR llam burguesa
nacional232. Ms an, ni por muy auspicioso que fuera, siempre resultaba
mezquino para los intereses nacionales porque la riqueza bsica principal (el
cobre) segua controlado por empresas norteamericanas. La Chilenizacin del
cobre, emprendida por el fresmo, no daba el ancho para rescatar la totalidad de
los intereses nacionales comprometidos en la minera cuprfera.
Pero una golondrina no hara verano. Aquel re-nacimiento econmico estaba
sujeto a decisiones externas. Y la involucin tambin. Los miristas avizoraron
nubarrones financieros porque el Congreso norteamericano haba resuelto
disminuir la ayuda a Latinoamrica y por tanto para Chile233. Esta nueva situacin
traera una contraccin en la economa chilena y el camino gubernamental sera
dejar caer en las espaldas de los pobres del campo y la ciudad la solucin de la
crisis. Y estos problemas econmicos ya, al finalizar el ao 66, se estaban
empezando a vivir.
As la inflacin al mes de septiembre bordeaba el 21% lo que estimulaba (a los
capitalistas extranjeros y nativos) a empujar por una devaluacin del peso
afectando el poder adquisitivo de la masa laboral; asimismo huiran algunas
reservas nacionales porque al caer sostenidamente la produccin agrcola, el
gobierno estaba obligado a importar alimentos. Como las iniciativas habitacionales
estaban en manos del Estado, ste deba invertir enormes sumas de dinero en
construccin de viviendas; obras que sufriran una disminucin porque la
reduccin del gasto fiscal. Este hecho no slo afectara la posibilidad de viviendas
dignas para los trabajadores, sino tambin generara una colosal cesanta que los
miristas la calculaban en unos veinte mil desocupados234. A su vez y en el mismo

231

p. Cit. Pgina 5.
p. Cit. Pgina 1.
233
p. Cit. Pgina 11.
234
p. Cit. Pgina 12.
232

122

sentido de la reduccin del gasto fiscal, los sueldo seran reajustado por debajo de
los ndices inflacionarios contrayndose la demanda interna y por tanto afectando
a la produccin de la industria nacional la que, a su vez, estara obligada a reducir
los costos y qu mejor que despidiendo a trabajadores.
Pero no sera fcil para el gobierno democratacristiano enfrentar esta oteada
crisis. Los trabajadores, los explotados, del pas venan poco a poco saliendo del
mazazo que signific la derrota presidencial235. Y, ante el avance de las medidas
anti-obreras la resistencia crecera. De hecho, argument el MIR, el ao 66
registraba un crecimiento en la conflictualidad sindical: de febrero a Septiembre
de 1966 se han registrado 229 huelgas campesinas, algunas con carcter
provincial (Colchagua) y en las cuales la vanguardia ha estado en manos del
proletariado agrcola.236 Pero la tensin y movilizacin trascendera hacia otros
sectores medios de la sociedad chilena: las huelgas estudiantiles (Concepcin
y Universidad Tcnica del Estado), la de profesores y del Banco de Chile,
testimonian cmo las clases medias responden al deterioro de su situacin237.
Todos estos hechos implicara que se estaban creando (crean los miristas) las
condiciones para dar un salto cualitativo en la lucha poltica, pasando de una fase
puramente defensiva a una de ofensiva clasista ms dura238. Esta ofensiva
debera hacerse afirmndose en las organizaciones de masas (sindicales,
organismos de pobladores, partidos obreros)239 porque ellas haban mantenido
sus organizaciones y estaban empujando la resistencia.
Este cuadro llev al mirismo a elaborar tareas polticas que implicaran no slo
colocarse al frente de las luchas populares, sino adems lograr crecimiento
partidista aprovechando las condiciones de lucha en que se enfrascaban los
sectores populares y medios.

235

p. Cit. Pgina 13.


Ibdem.
237
Ibdem.
238
Ibdem.
239
Ibdem.
236

123

Las tareas revolucionarias acordadas en el II Congreso del MIR:


Tres fueron los frentes sociales definidos para el trabajo poltico del MIR: el frente
sindical, el frente campesino y el frente de pobladores. Curiosamente la
documentacin oficial (la Tesis) no habla del frente estudiantil, a pesar que era el
sector ms activo en el perodo.
El frente sindical. Develando la composicin dirigencial, esencialmente de
trabajadores, las tareas sindicales acapararon la mayor preocupacin en el
planeamiento del futuro trabajo poltico. Siguiendo la tradicin marxista-leninista
vincul la lucha reivindicativa con la lucha poltica; para tal efecto el mirismo
consign en sus tesis que la militancia deba .combinar el trabajo en el frente
de masas por los problemas concretos e inmediatos de los trabajadores con los
fines revolucionarios, del socialismo, mediante una tctica adecuada que sepa
combinar la propaganda con la agitacin y accin legal o semi-legal240. Los
dirigentes miristas estaban conscientes que no sera una tarea fcil convencer a la
militancia de esta concepcin del trabajo.
Reconocieron que implicara revolucionar a los propios militantes tratando que
comprendiera que el trabajo marxista-leninista es uno solo, realizado en
diferentes sitios241. Esta era la nica forma que el mirista de base fuera capaz de
llevar adelante la lucha por la ms modesta reivindicacin conjuntamente con las
tareas de la educacin revolucionaria de los trabajadores, con la aplicacin de
nuestra estrategia insurreccional y la captacin de militantes242. Dicho de forma
distinta, era el camino adecuado tanto para influir en las masas y expandirse
como organizacin al interior de ellas.
Ya, en la cosa concreta, en la prctica misma de la militancia se exigi que deba
adherir a la propuesta de aumentar el 100% de los salarios en relacin al costo
de la vida, la fijacin de un salario vital obrero y campesino igual al del empleado

240
241
242

De la crisis de la Revolucin en Libertad surgir la revolucin socialista. p. Cit. Pgina 23.


Ibdem.
Ibdem.

124

particular; una asignacin familiar igualitaria243, la defensa de las conquistas


previsionales244.
Esta tarea revolucionaria involucr, pese a su carcter reducido y estrecho245
apoyar la plataforma de reajustes que impulsaba la Central nica de
Trabajadores. Toda esta actividad deba estar estrechamente ligada al impulso de
un Paro Nacional que contemplaba, adems de la paralizacin de faenas, la
ocupacin de los lugares de trabajo. Esta ltima disposicin partidista (ocupacin
de los centros productivos) tena como fin ltimo ser consecuente con la
conviccin que la lucha deba centrarse en la accin directa y revolucionaria de
las masas y no en la trinchera del parlamento burgus246.
Aunque su crtica fue sostenida contra la burocracia y el reformismo que primaba
en la CUT, ello no los llev a equivocaciones promoviendo otras alternativas que
no fueran la ms irrestricta unidad sindical. No obstante la detraccin era colosal.
Se planteaba algo que para la conduccin comunista247 de la CUT: elaborar un
Programa y una Declaracin de Principios esencialmente clasista. Esto irritaba a
los dirigentes del PC chileno porque consideraban una provocacin desconcer que
la CUT ya era una organizacin clasista porque representaba a los trabajadores
chilenos. Pero el mirismo crey que no era de ese modo porque no se
resguardaba la representacin de todas las tendencias poltico-ideolgicas
existente entre los explotados del pas. Los miristas alegaron que la CUT deba
erigirse como un organismo clasista que se pronunciara claramente contra el
poder burgus y planteara la destruccin del sistema capitalista. Es decir que se
armara con la lgica de la lucha de clases.
Pero esta vinculacin no sera real sin la instancia orgnica partidista que
cumpliera la tarea definida. Por eso, el II Congreso de miristas decidi constituir la
Comisin Nacional Sindical, tanto a nivel nacional como a escala regional.

243

La legislacin estableca una odiosa discriminacin al establecer una asignacin familiar de superior monto para los hijos de
empleados.
244
De la crisis de la Revolucin en Libertad surgir la revolucin socialista. p. Cit. Pgina 22.
245
Ibdem.
246
Ibdem.
247
Su presidente era Luis Figueroa Mazuela.

125

El frente campesino. Revelando escaso inters en el trabajo poltico campesino


(en sus tesis no le dedica ms de nueve lneas) acuerdan acelerar y organizar (se
deduce que no tenan trabajo poltico en el campo) el trabajo en este frente
dedicando particular atencin al trabajo en el sector del proletariado agrcola248 y
para llevar adelante esta tarea se imprescindible conocer los problemas del
campo, tener conciencia de la estructura social campesina, ligarse con los
trabajadores de este sector, analizar y estudiar sus problemas, enviar compaeros
abnegados a ayudarlos en sus luchas249. Esta misin deba ser permanente,
especialmente en las provincias agrarias. No se registra ninguna disposicin de
orden orgnico, ni tampoco instruccin a militantes. Es decir la preocupacin
poltica por el mundo campesino no pasa ms all de una bien intencionada
declamacin,

lo

que

resulta

de

extrema

gravedad

para

las

polticas

revolucionarias, especialmente porque para entonces se viva la Reforma Agraria


que impulsaba la revolucin en libertad. Esta falencia vino a ser corregida un par
de aos ms tarde con la constitucin del Movimiento de Campesinos
Revolucionarios.
El frente de pobladores.
No muy distinto a lo ocurrido con los campesinos fue la preocupacin por el sector
poblacional. Breves frases bien intencionadas fueron las resoluciones de los
congresales del mirismo. Se plante que el gobierno fresta estaba dispuesto a
crear instancias policlasistas entre los pobladores. Y, para tal cosa, se dispona
a promulgar la ley sobre Juntas de Vecinos. Por ello el MIR declar que ellos
estaban dispuestos a apoyar organismos poblacionales con inspiracin de clases
y que si haba Ley de Juntas Vecinales su trabajo estara orientado hacia hacia
los sectores proletarios pauperizados, a fin de sostenerlos en su inevitable choque
con la burocracia gobiernista, con su estructura burguesa legalista y con sus
amarras gubernamentales afianzadas por subvenciones250.

248
249
250

De la crisis de la Revolucin en Libertad surgir la revolucin socialista. p. Cit. Pgina 24.


Ibdem.
Ibdem.

126

No obstante, Humberto Valenzuela, fundador y dirigente del MIR, aport al


Congreso un anlisis de la iniciativa gubernamental para organizar legalmente en
Juntas de Vecinos a los pobladores. Lo hace porque consider que la constitucin
de Juntas de Vecinos era motivo de una importante discusin en el seno de las
organizaciones obreras, tanto polticas como sindicales, centros de madres y
comits de pobladores251. La visin de Valenzuela es clara. El dirigente consider
que con la comentada ley el gobierno fresta buscaba un apoyo social ms ancho
que el que poda brindarle su partido. Pero no slo esto era su objetivo. La mirada
gobiernista estaba dirigida a controlar una gran masa inorganizada, agrupndola
en las Juntas de Vecinos252 tratando de impedir que cayeran dentro de la rbita
de los partidos obreros y fundamentalmente en la rbita del proceso
revolucionario253.
Valenzuela, con su interpretacin de la intencionalidad fresta, pone en evidencia
que exista un frente social que resultaba de inters por manejarlo y por
consiguiente deba ser preocupacin de las organizaciones populares (polticas y
sociales) pero lo era an con ms intensidad para los revolucionarios. Y, no poda
ser de otra forma. Las caractersticas del tipo de capitalismo existente para la
dcada de los sesenta, haba generado un fenmeno socio-demogrfico que se
evidenciada en el cinturn de miseria que apretaba a la capital. Miles de
inmigrantes, campesinos o de provincias, llegaron a la gran ciudad con la
expectativa de mejorar su calidad de vida. Sin embargo, la expectativa colisionaba
brutalmente con la realidad. No existan las plazas de empleo que acogiera a esta
fuerza de trabajo; por el contrario, el desempleo, a partir del ao sesenta (con un
par de excepciones) tuvo un alza creciente254; a esta situacin deba sumarse la
carencia de viviendas, de modo que el fenmeno de allegados se convirti en un
drama social. Pobreza, hacinamiento, cesanta, morbilidad y mortalidad infantil
creciente, etc. con converta al sector poblacional en un segmento social
251

La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Pgina 34. Revista Estrategia N 6. Septiembre de 1966. Santiago.
La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Pgina 35. p. Cit.
Ibdem.
254
Una interpretacin del desempleo en Chile. Francisco Rosende Ramrez. Pgina 71. Documento pdf. Ver en
www.cepchile.cl/dms/archivo_1625_1450/
252
253

127

altamente explosivo. Las experiencias de tomas de terrenos que dieron origen a


poblaciones populares era algo que los demcrata-cristianos queran canalizar
racional y legalmente.
Ms an, Valenzuela le atribuy intenciones malvolas a la decisin de gobierno:
pero esto no es todo (asegura) adems pretende utilizar a las Juntas de Vecinos,
como un verdadero cinturn defensivo de la poltica econmica y social de su
gobierno y, a la vez, como fuerza de choque en contra de las luchas reivindicativas
de los trabajadores255 . Viendo este espectro poltico, el tesista congresal
provocando a la discusin planeo que todas estas consideraciones podan llevar a
concluir que lo correcto polticamente era rechazar tenazmente la creacin de las
Juntas de Vecinos. Pero no fue tan as. Ms bien, Valenzuela que este camino no
era el ms adecuado. Esto no constitua un problema de principios. Ms bien eran
pasos tcticos porque los trabajadores de vanguardia tenan la obligacin de
aprovechar cualquier forma de organizacin de la clase trabajadora para impulsar
desde dentro y desde fuera, no slo sus luchas reivindicacionistas, sino lo que es
fundamental, su lucha por la toma del Poder256; por consiguiente, la propuesta
resultaba clara, era obligatoriedad en la lucha de los explotados aprovechas todos
los espacios, por tanto desde este punto de vista clasista era necesario que el
MIR impulsara la organizacin de Juntas de Vecinos, dndole una estructura
orgnica y programtica, y tcticas de lucha en consonancia con los intereses de
clase de los trabajadores257 . En opinin del dirigente esta opcin de trabajo
vecinal permita enfrentar y disputar al gobierno la conduccin de los pobladores,
pero tambin llevaba a los pobladores a acelerar su experiencia despojndose de
muchas ilusiones reformistas y burguesas y estarn ms cerca de tomar el camino
de la revolucin socialista258; es decir, se acelerara la toma de conciencia y la
identificacin de clase de los pobladores. La propuesta de Vaslenzuela impresiona
como una aproximacin a una poltica dirigida a los pobladores que dista bastante
a la desarrollada posteriormente por el mirismo.

255

La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Pgina 35. p. Cit.
La comuna obrera y las Juntas de Vecinos. Humberto Valenzuela. Pgina 36. p. Cit.
257
Ibdem.
258
Ibdem.
256

128

III Congreso mirista: continuidad y cambio. La crtica y los cambios internos


La formacin del MIR se debi, en gran parte, a la crtica que hizo el trotskismo
chileno a la izquierda. Por ello estimamos que viejos dirigentes obreros,
intelectuales y profesionales trotskistas tuvieron un papel protagnico en la
conformacin del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Es un mrito que debe
ser reconocido en la historia de este partido. Sin la batera ideolgica del
trotskismo, sin la presencia social aunque escasa- y la experiencia poltica de
comunistas disidentes, habra sido ms dificultoso que naciera y desarrollara el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Estos hombres, estos militantes
revolucionarios creyeron ineludible la misin de constituir una nueva organizacin,
de sesgo particular y diferenciador. Aquella peculiaridad fue imprimirle cierto sello
de autonoma e independencia respecto a Mosc y Pekn. Conjuntamente de se
declar como una organizacin profundamente democrtica y no un Partido
monoltico, en el que todos pensaran igual259.
No obstante estas buenas intenciones fundacionales varios problemas afectaban
a la izquierda revolucionaria; unos por causas externas, otros por disputas
internas. Uno de los factores exgenos fue la represin aplicada por el gobierno
democratacristiano. El ministro del Interior, Bernardo Leigthon, present en julio
de aquel ao, una denuncia ante los tribunales proceso judicial que fue caratulado
como ...del Teatro Roma. La consecuencia inmediata fue la suspensin del
peridico mirista El Rebelde y el sometiendo a causa judicial de varios dirigentes
miristas. Semanas ms tarde, se descubri una escuela de guerrillas en
Nahuelbuta, implicando la detencin de varios dirigentes miristas y, una estricta
vigilancia policial en la zona de Arauco. Ms all del escndalo periodstico, no
deja de tener veracidad. Aos ms tarde, un dirigente mirista recuerda lo sucedido
diciendo al principio pensbamos en la guerrilla rural, incluso fuimos a hacer
instruccin, hacamos prcticas de tiro, fuimos a hacer un recorrido a la cordillera
de Nahuelbuta, en el 68 fuimos tambin a la zona de Villa Rica donde est
Coburga a hacer una exploracin260. No obstante, estas expediciones no
259
260

Convocatoria a la Asamblea Constituyente. El Rebelde, pagina 3, julio de 1965


Andrs Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.

129

alcanzaban a convertirse en escuelas de guerrillas, no pasaban ms all de


exploraciones y reconocimiento territorial. Incluso con indisimulada intencionalidad
poltica las autoridades penquistas declararon estridentemente que se haban
recibido:
denuncias en el sentido de que elementos del MIR, celebran reuniones en
diferentes residencias particulares de Curanilahue, en las cuales incitan a los
trabajadores a tomar las armas contra el rgimen establecido. Adems han
programado cursos sobre el movimiento obrero chileno y la liberacin de Amrica
latina que no les han dado resultados. Por estas circunstancias han recurrido a
otros mtodos. Se renen en viviendas particulares, donde realizan sus
actividades subversivas261.
Lo que si ocurra e impresionaba como subversivo era la agitacin causada por
centenas de estudiantes universitarios, dirigidos por la FEC, al momento de
realizar las llamadas escuelas de verano. Estudiantes de medicina, de
pedagoga, de antropologa, de sociologa, etc. se instalaron en poca estival a
efectuar un trabajo social in situ. Numerosos integrantes del MUI-MIR viajaron a
la zona para penetrar en el frente social. Se efectuaron tareas de alfabetizacin,
organizacin, operativos de salud y, obviamente, que intensas discusiones y
proclamas polticas revolucionarias. Se trabajaba polticamente para que las
masas tomaran conciencia de su condicin; fue una de las mltiples expresiones
del concepto de vanguardia poltica, de llevar al pueblo las posiciones correctas,
de echar las bases para conducir a los oprimidos a su liberacin hecho que, en
ocasiones, se hizo sin respetar los ritmos sociales. Fue una de las mltiples
formas de ir por el atajo de la historia.
Entre los factores internos, que no fueron pocos, concurrieron algunos de potente
relevancia interna. Edgardo Enrquez (considerado como el ms impetuoso y
apegado a la lnea) al referirse al perodo 1965 y 1967en una entrevista a
mediados de 1972 dijo que el MIR ...no logr superar la debilidad que haba
aquejado a los otros grupos que... haban precedido en el intento de construir un
partido revolucionario en Chile. Durante...dos aos, el MIR no logr ir ms all de
un crculo de propaganda y discusin ideolgica, sin lograr una base poltica de

261

Declaraciones del Intendente de Arauco Pablo Estrada a diario La Crnica. Mircoles 14 de Febrero de 1968. Ao XX. N 5685

130

masas...262. En estas lapidarias palabras sintetiz la crtica al ideologismo


impuesto por el trotskismo que termina siendo un sello de la historia inicial del
mirismo. Recordemos que los acuerdos del II Congreso, despus de un
exhaustivo anlisis de la situacin poltica, hablaron de una fuerte, progresiva y
ascendente penetracin en los frentes sociales, colocando mayor nfasis en los
trabajadores, relegando relativamente a otros sectores sociales como pobladores
y campesinos.
Empero se tuvo conciencia y as se acord de la juiciosa necesidad poltica y
partidaria de ligarse estrechamente en las luchas sociales por medio de
herramientas y acciones legales e ilegales. Sin embargo ello no ocurri como se
esperaba. Los sectores juveniles, concentrados en nichos estudiantiles, con
lderes visibilizados y legitimados; encabezando organizaciones legales y
desplegando relaciones y alianzas con otros sectores sociales como pobladores y
campesinos (ambos plidamente considerados en el II Congreso) se fueron
haciendo cada vez ms fuertes para enfrentar polticamente el peso histrico que
representaban los compaeros trotskistas que, adems de ser fundadores del
movimiento, tenan una larga tradicin en las luchas sindicales. A estos miristas
les favoreci el clima poltico, especialmente en el mbito universitario y rural que
vivan situaciones transformadoras como los cambios estructurales universitarios y
la sindicalizacin campesina respectivamente:
no haba una realidad organizativa muy grande, salvo esta influencia que tenan
algunos dirigentes sindicales, fundamentalmente eso, entonces el grupo que entra
al MIR, estudiantil que venamos en su mayor parte del PS y algunos del PC es el
grupo ms dinmico por el contexto en que se da, es un momento en que hay una
efervescencia alrededor de los temas del movimiento estudiantil universitario viene
el proceso de reforma universitaria despus, con un gran debate, ya haba una
activacin a mediados de los 60, cuando se funda el MIR, luego es un grupo que
va tomando influencia primero en Concepcin en la FEC y luego va ganando
influencia en el pedaggico y as se va extendiendo hacia fines de los 60 a travs
del pas, entonces eso permite un crecimiento del sector juvenil del MIR,
estudiantil fundamentalmente, pero que vena dndose antes del III Congreso del
MIR, no es que a partir del III Congreso se de esa situacin, no, porque ya
vena dndose una dinmica, porque ya reclutbamos bastante para el MIR y eso

262

Edgardo Enrquez Espinoza. Documentos Internos. Ao 1972

131

es lo que permite ganar el III Congreso, si no. no hubiese habido la mayora para
ganar ese Congreso263.
A su vez, estos viejos cuadros poltico-sindicales, con ascendencia y legitimidad
en su frente natural, miraban con relativa desconfianza el mpetu juvenil. Incluso,
algunos se sintieron agredidos por la irreverencia con que fueron tratados por los
nveles militantes miristas. Uno de los fundadores del mirismo, Humberto
Valenzuela, record que .uno de los principales cargos que Enrquez me haca
personalmente, era que yo me haba pasado 48 aos metido en los sindicatos y
no haba conseguido hacer la revolucin264. Pero no solo fueron las formas en
el trato poltico lo produjo el quiebre. Se colige de las palabras del citado
Valenzuela que hubo contenidos polticos que gravitaron con ms fuerza:
El esquematismo por un lado, y empirismo por otro, fue lo caracterstico en la
colaboracin poltico de la mayora acaudillada por Miguel Enrquez. Esta mayora
convirti en su Biblia el libro de Regis Debray, Revolucin en la Revolucin y
lleg a la conclusin de que la estrategia de la lucha armada en Chile, tena que
darse sobre la base de las guerrillas campesinas con las guerrillas urbanas y
mucho menos con movimientos de masa. Incluso se lleg a sostener que el MIR
no estara all donde estn las masas, sino en las montaas, en las guerrillas
campesinas.265.
No muy distinto opina, pero desde la otra vereda, un ex dirigente, Lautaro Videla,
quien afirm que con el trotskismo hubo:
una diferencia sustancial, que ellos la hacan ver, lo que hace que ellos finalmente
se desliguen. Porque no haba caso de hacerles entender a este grupo que toma
la direccin el ao 67, que el rol de la clase obrera, de la lucha urbana, la
perspectiva del desarrollo de huelgas, que la herramienta fundamental sea la
huelga para llegar a una huelga general a partir de la cual se llegara a condiciones
insurreccionales, y el trabajo en otros sectores de la sociedad para unirse al
movimiento obrero en una lucha insurreccional, eso no caba en el esquema que
nosotros estbamos materializando, ni en la prctica que del ao 67 para adelante
empieza a llevar la direccin nueva del MIR encabezada por Miguel Enrquez266
As, en esta disputa se conformaron dos tendencias. Una, llamada en la poca
como los tradicionalistas (agrupando a trotskistas y ex comunistas) y; la otra, los
263

Andrs Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.


Historia del Movimiento Obrero. Humberto Valenzuela. Pgina 135. Editorial Quimant, coleccin Papeles para armar. Diciembre del
2008. Santiago de Chile.
265
Ibdem.
266
Lautaro Videla Moya. Ex-dirigente del MIR entre 1969 1975 Miembro del Comit Central y de la Comisin Poltica. Entrevista
12/12/2012.
264

132

no tradicionalistas, conformada por un por jvenes socialistas y comunistas,


marginados de sus partidos a inicios de la dcada del sesenta y, que algunos
antiguos militantes denominan viriatismo267 en alusin al nombre poltico
utilizado por Miguel Enrquez, Viriato.
Probablemente, aquella concepcin de partido --- atribuida al trotskismo --- cuyos
elementos constitutivos eran la autonoma, independencia, democracia interna y
rechazo al monolitismo, y que el mirismo-viriatista rechazaba, fue lo que motiv a
Edgardo Enrquez a decir que el MIR (en sus primeros aos) se haba
transformado en ...una bolsa de gatos, de grupos, fracciones, sin niveles
orgnicos mnimos, con predominio del ms puro ideologismo, carente de
estrategia y tctica y, aislado de las masas...

268

. Tan profundo lleg esta visin

que un antiguo militante (aos ms tarde) recordaba este caos creativo, diciendo
haba miristas viejos que venan del trotskismo, otros pocos tenan alguna
admiracin a Mao y su Larga Marcha, algn anarquista a la espaola conoc
tambin; los ms jvenes eran ex comunistas, ex socialistas e incluso ex
radicales, ms adelante habra gente que vendra de la democracia cristiana e
incluso de la derecha.269. Este multicolor espectro de vertientes daba origen a una
multiforme expresin de quehaceres y relatos polticos, a veces encontrados y
otras convergentes. A este fenmeno (mosaico poltico en sus orgenes) le
atribuyeron la responsabilidad de los serios obstculos para homogeneizar las
lneas de accin. A ello se sum (segn la crtica a la Direccin) el desinters por
iniciar las acciones armadas. Para la corriente viriatista el camino de la guerra
revolucionaria habra estado en el discurso (muchas veces encendido) y no en la
prctica que transitara en el camino a la revolucin.
En cambio el objetivo de la nueva generacin era construir un tipo de partido o
de organizacin poltica, que tuviera mayor rigurosidad militante; donde existiera
mayor compromiso, ms entrega, de dedicacin total a la organizacin; o sea
buscaban constituir una vanguardia conformada por profesionales de la
267

Lautaro Videla Moya. Entrevista 12/12/2012.


Antecedentes del MIR. Miguel Enrquez. Documentos Internos, pgina 175.
269
Un recado para Javiera. Carta enviada a la Red Charquicn por un ex militante del MIR bajo el seudnimo de Gonzalo/Rodrigo
fechada el 28 de enero del ao 2004.
268

133

revolucin. Con este diagnstico, los jvenes miristas, tanto de Concepcin como
de Santiago, en estrecha relacin con pobladores que para entonces mostraban
iniciales sntomas de radicalizacin, se fueron al evento congresal dispuestos a
resolver el conflicto. Un paso fundamental para esta decantacin era ineludible
hacerse de la conduccin partidaria.
Tomando en cuenta los problemas internos, el proceso poltico y las
caractersticas que asuma la lucha de clases, los no tradicionalistas se decidieron
superar los moldes polticos-orgnicos, impuestos en con congreso fundacional. El
momento poltico (deterioro creciente del prestigio democristiano) y los ribetes que
tomaba la lucha social, sumado a la potente visibilizacin de algunos dirigentes
jvenes, fue un marco favorable al recambio en la direccin partidista. Todo, mejor
expresado, el proceso innovador en el MIR se inici en el Tercer Congreso
realizado en diciembre de 1967. En aquel evento, fue derrotada la posicin de los
tradicionales, asumiendo la direccin de la organizacin el grupo encabezado por
Miguel Enrquez, Bautista van Schouwen y Luciano Cruz (provenientes, todos de
Concepcin) a ellos se unieron dirigentes estudiantiles del Instituto Pedaggico
como Sergio Zorrilla Fuenzalida y Jorge Fuentes Alarcn. La vieja guardia sufri
no slo la derrota, sino adems la divisin. Algunos se marginaron y otros se
organizaron como oposicin a la lnea oficial.
La fuerza de los jvenes oper devastadoramente. De los 15 integrantes del
Comit Central, 10 quedaron en manos de los no tradicionalistas; la Direccin
Nacional pas a ser dominada ntegramente por el viriatismo y, por ltimo Miguel
Enrquez asumi la Secretara General. Pero estos cambios dirigenciales, la
emergencia de Enrquez, Cruz, van Schouwen al plano nacional del mirismo, no
fue fruto de una casualidad o de alguna mquina montada. Al contrario, fue
producto de una larga, costosa e incomprendida lucha poltica. El liderazgo
obtenido por los no tradicionales tuvo un fundamento probado: trabajo de masa y
construccin de partido. E incluso estos noveles dirigentes se advertan con un
incipiente reconocimiento internacional, especialmente de Cuba.

134

En Concepcin los miristas haban alcanzado un buen desarrollo y prestigio en las


contiendas universitarias. Incluso, para el momento del III Congreso Luciano Cruz
haba alcanzado la testera de una de las organizaciones universitarias ms
importantes del pas como era la FEC. Y, lo hizo con dos importantes seales. Su
lista fue unitaria sumando hasta la representacin socialista. Y, su xito implic el
desplazamiento de la democracia cristiana universitaria. El MUI-MIR en Santiago
se haba hecho fuerte en algunas plazas universitarias como el Instituto
Pedaggico. Adems, el MUI-MIR haba iniciado relaciones en la zona del carbn,
en las industrias textiles de Tom, en algunas poblaciones de Concepcin,
Talcahuano y Chiguayante; en definitiva la expansin social de la influencia mirista
permiti ganar el III Congreso:
el grupo que entra al MIR, estudiantil que venamos en su mayor parte del PS y
algunos del PC es el grupo ms dinmico por el contexto en que se da, es un
momento en que hay una efervescencia alrededor de los temas del movimiento
estudiantil universitario viene el proceso de reforma universitaria despus, con un
gran debate, ya haba una activacin a mediados de los 60, cuando se funda el
MIR, luego es un grupo que va tomando influencia primero en Concepcin en la
FEC y luego va ganando influencia en el pedaggico y as se va extendiendo
hacia fines de los 60 a travs del pas, entonces eso permite un crecimiento del
sector juvenil del MIR, estudiantil fundamentalmente, pero que vena dndose
antes del III Congreso del MIR, no es que a partir del III Congreso se de esa
situacin, no, porque ya vena dndose una dinmica, porque ya reclutbamos
bastante para el MIR y eso es lo que permite ganar el III Congreso, si no. no
hubiese habido la mayora para ganar ese Congreso, ahora desde un comienzo,
ese trabajo estudiantil que nosotros desarrollbamos permiti incluso antes que
estuviramos en el MIR cuando estbamos en la Juventud Socialista, vnculos con
sectores sociales y esos vnculos fueron fundamentalmente con sectores
campesinos cuando hacamos trabajos de verano..entonces haba una
preocupacin de este sector estudiantil de vincularse con la realidad social, y por
tanto con otros sectores, por ejemplo haba un trabajo en Concepcin donde
estaba Luciano y otros compaeros, que iban a trabajar al Carbn, establecer
vnculos a repartir peridicos agitacin y vinculacin o ya desde antes cuando
estaban en la JS, Miguel por ejemplo, haca trabajo en el sector poblacional que
haba en ese tiempo en las mrgenes del BIO.BIO, o en la poblacin que haba al
lado de la Universidad de Concepcin, y tambin en Santiago, por ejemplo
nosotros bamos en trabajos de verano a San Felipe, a Rinconada, y tenamos
vnculos con gente campesina, ninguna influencia muy grande, bsicamente se
hicieron CONTACTOS, aprendamos, entonces ya haba una dinmica de
acercamiento a esos sectores.270
270

Andrs Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.

135

Estrategia mirista de 1967: la va armada


La crtica a la anterior conduccin partidista estuvo centrada en la poca atencin
prestada al desarrollo del camino definido (lucha armada) hacia la revolucin
socialista. El marco poltico latinoamericano, como hemos visto en captulo
precedente, mostraba varios focos de lucha armada. Aquel ao los miristas
tuvieron un palmario y cercano (geogrficamente) ejemplo de la necesidad de
iniciar la lucha armada: el Che y su empresa guerrillera.
A su vez, en el plano nacional, la clase trabajadora y otros segmentos sociales
daban muestras de una re-animacin atractiva para los intereses de los
revolucionarios. Ms an, el MIR dijo que durante el ao 1967 el movimiento de
masas iniciaba un alza en sus luchas y que los militantes revolucionarios estaban
insertos en aquel auge. Luis Vitale uno de sus militantes fundadores y dirigente en
aquel ao dice: La reanimacin de las luchas obreras de 1966 se transform en
1967 en un franco ascenso, tanto cuantitativo como cualitativo, expresado en
nuevas formas de lucha. De 723 huelgas en 1965 se pas a 1.142 en 1967, luchas
que culminaron en el Paro General del 3 de noviembre de 1967271. Y, esta nueva
situacin fue una oportunidad aprovechada por la militancia revolucionaria,
especialmente por parte de los miristas:
El ascenso, aunque desigual e incoordinado, continu en 1968, ao en el que se
registraron los combates de los textiles, metalrgicos (CAP), Papelera y,
sobretodo, la combativa huelga de Saba, con ocupacin de fbrica y apresamiento
de obreros. La huelga de Saba marca un hito no slo porque expresaba un
sntoma de la combatividad proletaria sino porque signific un paso decisivo en la
unidad obrero-estudiantil cuya vanguardia revolucionaria comenzaba a realizar
una praxis real de solidaridad con un segmento del proletariado en lucha. En 1968,
los trabajadores del Estado tambin entraron en combate a travs de las huelgas
de profesores, de Correos y Telgrafos que impactaron por su combatividad; en
enero de 1969, se produjo la huelga general de 48 horas de todos los trabajadores
del sector pblico272

271

Y despus del 4, que?: perspectivas de Chile despus de las elecciones


http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/obras.htm.
272
Y despus del 4, que?: perspectivas de Chile despus de las elecciones
http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/obras.htm.

136

presidenciales

(1970).

Ver

en

presidenciales

(1970).

Ver

en

El anlisis de la realidad nacional de Andrs Pascal, destacado militante e


integrante de la camada joven, coincide con Vitale (trotsko y tradicionalista) al
decir que:
a partir del 67 viene un agotamiento del encanto con la Democracia Cristiana, con
la revolucin en libertad, se empiezan a ver los lmites de la promocin popular, de
la reforma agraria, la propia DC haba generado una expectativa de incorporacin
de inclusin social, en el campesinado en los pobladores que haban crecido
mucho alrededor de las ciudades, la gente allegada que no tena lugar donde
vivir, entonces comienza a generarse una dinmica de movilizacin, y ah el MIR,
principalmente a travs de los jvenes del MIR, se inserta el MIR en esos
sectores, se sigue creciendo en los estudiantes, pero a partir del 67 lo que toma
fuerza es la poltica de ir de la universidades a los frentes sociales, al campo,
incluso muchos dejan de estudiar273

Al nacer el MIR hizo un diagnstico crtico de la Izquierda chilena; en l se


sealaron tres grandes problemas: programa y estrategia, mtodos de lucha y, la
construccin del Partido Revolucionario. Despus de dos aos de vida, en opinin
de los no tradicionales, la dirigencia de la organizacin se mostraba incapaz de
resolver aquellas dificultades. Entonces la tarea prioritaria de la nueva direccin
era resolver estas dificultades. No se trataba solamente (como lo crey la antigua
direccin) el temor a iniciar la lucha armada, de instalar las guerrillas rurales con
apoyo urbano. Por el contrario no exista mucho convencimiento de seguir el
camino de otros destacamentos revolucionarios de Latinoamrica, adherir a los
planteamientos de Regs Debray o copiar el modelo cubano.
muchos compaeros estuvieron en Cuba, Miguel Luciano, yo el 62 y el 63
estuve all trabajando en el campo, y comparbamos esa realidad con la nuestra,
al principio pensbamos en la guerrilla rural, incluso fuimos a hacer instruccin,
hacamos prcticas de tiro, fuimos a hacer un recorrido a la cordillera de
Nahuelbuta, en el 68 fuimos tambin a la zona de Villa Rica donde est Caburgua
a hacer una exploracin, y las conclusiones a que llegbamos eran fatales, no era
repetir la experiencia cubana, era ver otras experiencias, ramos bastante crticos
a los textos de este francs, Regis Debray y del foquismo274.
O sea, para el ao congresal no hubo plan pre-concebido de lucha armada;
tampoco una opcin intelectual por otro tipo de experiencias en la lucha por el
273
274

Andrs Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.


Ibdem.

137

socialismo. Ms que una definicin hubo un afn de estudio y bsqueda en el que


ninguna prctica de lucha qued fuera. Trataron de comprender la revolucin rusa;
las acciones de la Revolucin francesa e incluso se explor en el proceso
independentista chileno, construyndose una crtica al carcter oligrquico que
tuvo y, de algn modo rescatando el papel de Manuel Rodrguez como expresin
de los sectores medios de la sociedad chilena275. Otro ex dirigente precisa que no
recuerda que se hubiesen estudiado experiencias locales, por la simple razn de
que:
en Chile no haba antecedentes de una guerra de guerrillas, no se us como
precedentes las guerras de Arauco, estara en mi memoria si eso hubiese sido una
argumentacin sustancial, no tiene que ver con la historia de los pueblos
originarios, y lo que uno puede recordar de las luchas chilenas, tienen ms que
ver con las luchas del movimiento minero, del movimiento obrero, del movimiento
estudiantil de lo que s hay precedentes en el siglo pasado, el siglo XX, no hay
antecedentes de guerra urbana, ni antecedentes de guerrilla276

En esta misma construccin, segn recuerda Andrs Pascal Allende, tambin fue
preocupacin el tema regional o, visto desde un ngulo opuesto, el centralismo.
As lo recuerda el antiguo dirigente: otro tema que nos impactaba sobre todo a
Miguel, era el tema regional, la crtica al centralismo, al Chile central versus las
regiones277.
Pero en estos anlisis, estudios y discusiones se continu pensando en los
obreros como la clase social revolucionaria. Lo que era una contradiccin con la
prctica poltica diaria. El MIR se desarroll velozmente, tanto orgnicamente
como en influjo, en sectores sociales como pobladores marginales, campesinos
desprovistos de tierra y estudiantes. Es decir, aunque se pensaba a los
trabajadores, obreros en general, como la clase motriz de los cambios sociales y
polticos, el trabajo poltico que ms les reditu fue entre los pobres del campo y
la ciudad. A ms factores contradictorios con el pensamiento oficial del mirismo

275
276
277

Ibdem.
Lautaro Videla Moya. Entrevista 12/12/2012.
Andrs Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.

138

hay que agregar el enorme contingente de cristianos, muchos derechamente


catlicos, que pasaron a engrosar las filas del MIR.
A la luz de estos antecedentes se colige que el giro del MIR no obedeci
estrictamente a una planificacin, fra y calculada. Qu hubo un cambio en la
orientacin no hay muchas dudas. Pero ste obedeci al perodo histrico que
viva el capitalismo chileno. El modelo de acumulacin estaba agotado, la
poliarqua nativa era incapaz de contener las demandas populares, aunque fuera
empleando la represin. A esta situacin el MIR denomin (aos ms tarde) auge
del movimiento de masas. En este cuadro, se inici el largo camino de convertir al
MIR en un Partido Poltico Revolucionario. Un hito importante en este proceso
fueron los acontecimientos del ao 1969: alejamiento del trotskismo; redefinicin
del tipo de militancia y la clandestinidad (forzada?).
Las cuentas entre tradicionalistas (trotskistas) y no tradicionalistas (viriatismo) no
quedaron saldadas en el III Congreso. Habra de pasar varios meses para que al
menos este conflicto se resolviera. Porque no fue el nico que vivi el MIR, al
menos hasta iniciado el gobierno de la Unidad Popular.
Sin perjuicios de las tensiones internas, no reconocidas por algunos dirigentes278,
el MIR haba avanzado en su relacin con los frentes sociales. Si bien en la CUT
su representacin era exigua, hubo sectores poltico-sindicales que apoyaron sus
propuestas en el V Congreso de la multigremial. Lo que revela un relativo influjo
en el mundo sindical. No obstante esta situacin tambin puede atribuirse al
trabajo poltico que los antiguos dirigentes miristas haban realizado en el sector.
Tambin se detecta un progreso entre los estudiantes. Por segunda vez la FEC es
ganada por el MUI-MIR llevando a Nelson Gutirrez a la testera de la
278

Luis Vitale asegura que despus del III Congreso El Comit Central funcion durante un ao y medio en un ambiente fraterno y sin
diferencias polticas. Por consiguiente, es falsa la afirmacin -hecha a posteriori por algunos- de que el III Congreso signific el
desplazamiento total de los antiguos dirigentes y de la poltica anterior. Por el contrario, los de ms larga militancia tuvimos mayores
posibilidades de comunicacin diaria, entendimiento y comprensin respecto de los anhelos de la nueva generacin que asumi la
conduccin del MIR. Ver en Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Al parecer esta relacin
cordial con los no tradicionalistas corresponde a una experiencia estrictamente personal.
La opinin de Humberto Valenzuela es diametralmente opuesta a la de Vitale. Valenzuela considera que Enrquez (y su fraccin) no
respetaron la autonoma de los pobladores. Al respecto denuncia hasta antes de la divisin del MIR, las directivas de los campamentos
eran elegidas por las bases; despus, la fraccin de Enrquez opt por imponerlas. Generalmente el MIR, designaba un Jefe,
nombramiento que recaa siempre en elementos universitarios; esto lo pudimos comprobar en los campamentos "La Unin", "Ranquil",
"Fidel Castro" y otros. De esta manera, no eran los pobladores quienes designaban a sus dirigentes, sino el MIR. Historia del
Movimiento Obrero chileno. Humberto Valenzuela. Pginas 138 y 139. Coleccin Papeles para armar. Editorial Quimant. Ao 2008.

139

organizacin. En lo poblacional, el profesor Vitale, citando a otro dirigente


(Humberto Valenzuela) asegura que la influencia del MIR en los pobladores se
consolidaba, hecho supuestamente consignado por el aludido Valenzuela, el que
habra escrito Nuestro trabajo se centr en el campamento que se levant en San
Miguel, en la Gran Avenida. Despus fue Santa Adriana y Santa Elena.
Posteriormente, en el Campamento "26 de enero", donde se destaca Vctor Toro,
extendindose la influencia del MIR en el seno de los pobladores sin casa279.
Aparentemente nuestro profesor Vitale incurre en un error. No as Valenzuela
porque ste dice que desde antes de la divisin, el MIR empez a actuar en el
seno de los pobladores sin casas. Nuestro primer trabajo se centr en el
Campamento que se levant en San Miguel, en la Gran Avenida, casi frente a la
Municipalidad. Despus fue el de Santa Adriana, donde uno de los elementos
nuestros ms destacados fue una compaera elegida dirigente por la masa de los
pobladores. Despus fue la poblacin Santa Elena, donde igualmente destac la
compaera Geo. Posteriormente, fue el Campamento "26 de Enero", donde
empieza a destacarse Vctor Toro y a extenderse la influencia del MIR en el seno
de los pobladores sin casa280.
Sin perjuicio de esta precisin y de acuerdo a investigaciones recientes la
poblacin Santa Adriana se fund en 1961 a partir de la toma de terreno en la ex
chacra Santa Adriana y fue realizada por 300 familias que venan de poblaciones
como La Victoria, Lo Valledor, La Legua, Matucana, Germn Riesco y Quinta
Normal. Junto a estas primeras familias, luego se sumaron 1.500 que venan de
una toma realizada en el sector de Estrella Polar y grupos familiares organizados a
travs de comits de allegados, que haban postulado a la vivienda propia a travs
de la Corporacin de Vivienda de la poca y que provenan de diferentes comunas
de Santiago281. Para el ao indicado (1961) el MIR como organizacin an no
exista, por consiguiente difcilmente pudo participar en la creacin del
279

Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale.
Historia del Movimiento Obrero chileno. Humberto Valenzuela. Pginas 138 y 139. p. Cit.
281
Mario Garcs Duran. Pgina 199. Ao 2002. Citado por Graciela Alejandra Lunecke Reyes en Violencia urbana, exclusin social y
procesos
de
guetizacin:
La
trayectoria
de
la
poblacin
Santa
Adriana.
Ver
en
http://revistainvi.uchile.cl/index.php/INVI/article/view/604/1010
280

140

campamento. Probablemente lo que hicieron los miristas fue penetrar en el frente


social, en este caso en la poblacin Santa Adriana y de esta forma ir configurando
el concepto de vanguardia poltica.
El trabajo poltico en pobladores continu en intensidad y extensin. La actividad
del MUI-MIR se hizo ms visible y legtima. Las malas condiciones de vida de los
pobladores motivaron a los estudiantes a desplegar fuertes acciones de
solidaridad. Esta situacin hizo que el contacto con el frente social se hiciera ms
permanente, cotidiano y armonioso. La desconfianza (a veces natural) de los
pobres de la ciudad se hizo menos intensa hasta casi desaparecer. Ayud a este
proceso de acercamiento la decisin de algunos jvenes de irse al frente a vivir.
Pero no slo los pobladores fueron preocupacin del mirismo pos III Congreso.
Tambin lo fue el campesinado; especialmente quienes militaban en el mundo
universitario de la ciudad penquista. Estando la FEC en manos del MUI-MIR se
program y ejecut el trabajo de verano del ao 1968. Para ello se dispuso una
re-orientacin de las tareas y el lugar escogido fue la provincia de Lebu. Hasta all
llegaron los universitarios penquistas dando inicio a la actividad de verano el 5 de
febrero. El acto inaugural se realiz en el teatro municipal con la intervencin del
Alcalde de la comuna, Aldo Pinto Miranda, y el presidente de la Federacin, el
estudiante de medicina y dirigente mirista Luciano Cruz.
Los estudiantes penquistas coincidiendo en sus actividades con los universitarios
de La Catlica, llegados desde Santiago. Y con dos grupos (numeroso) de
jvenes frente a frente, en el marco de la situacin poltica de esos das, el debate
no se hizo esperar y el tema fue el carcter o la concepcin (no poda ser otro) de
los trabajos de verano. Los jvenes de la ponticato defendieron con ardor la idea
que los trabajos de verano deban ser la proyeccin de las diferentes tareas
realizadas por el gobierno demcrata cristiano en materia de accin social. A tal
frontera se llegaba con esta subsumisin que consideraban que deba ser el
Ministerio de Educacin quien determinara las obras y tareas que se efectuarn en
los trabajos de verano.

141

En cambio los dirigentes miristas estudiantiles consideraron necesario terminar


con el asistencialismo que otras directivas (ligadas a la democracia cristiana)
haban practicado en las tareas estivales. La nueva impronta deba ligarse
estrechamente al objetivo revolucionario. Por ello lo importante era dar claridad
(trazas de vanguardismo) a los trabajadores de la necesidad de cambios
profundos en el pas. Los estudiantes de Concepcin pensaban que lo mejor para
los campesinos (visos de vanguardismo) hacerles conciencia de clase, que sin
sta era imposible reivindicar sus derechos; estaban convencidos de la inutilidad
en construir una escuela o una sede social si Chile era un pas capitalista
subdesarrollado282.
Esta propuesta de trabajo (poltico) en el frente (campesino) en que lo central fue
la toma de conciencia, empez a ser vista por las autoridades polticas como una
alteracin

al

orden

pblico

de

la

seguridad

interna.

Con

mucha

espectacularidad titul un matutino: Guerrillas en Arauco283. Fundndose en


informacin de inteligencia el Intendente de Arauco declar a la prensa:
Hemos recibido denuncias en el sentido de que elementos del MIR, celebran
reuniones en diferentes residencias particulares de Curanilahue, en las cuales
incitan a los trabajadores a tomar las armas contra el rgimen establecido.
Adems han programado cursos sobre el movimiento obrero chileno y la liberacin
de Amrica Latina que no les han dado resultados. Por estas circunstancias han
recurrido a otros mtodos284.
Adems agreg la autoridad provincial que los estudiantes (miristas) haban
montado tres exposiciones fotogrficas en sendos paneles colocados en la va
pblica en los que se distribua material sobre el movimiento estudiantil; el otro
con referencias al movimiento obrero y, el ltimo respecto de la liberacin para
Amrica Latina. La meta de los activistas era visibilizar, en la llanura social, los
reales problemas que la aquejaban. La exhibicin de este material fue una
herramienta en la perspectiva de crear conciencia entre los campesinos. Era el
prembulo de las campaas de agitacin y propaganda.

282
283
284

La Crnica, Viernes 9 de Febrero de 1968. Ao XX. N 5681


La Crnica. Mircoles 14 de Febrero de 1968. Ao XX. N 5685
Ibdem.

142

Las denuncias polticas de agitacin y guerrillas de las autoridades entroncaron


las discrepancia internas en el MIR. La antigua dirigencia temi que la corriente
mayoritaria (viriatismo) impusiera la idea del foquismo; as se desprende de lo
escrito por Humberto Valenzuela, quien expres en el Tercer Congreso Nacional
del MIR en 1967, la tendencia mayoritaria lleg a plantear la necesidad de abrir el
foco guerrillero. El foco activara a la clase obrera, sera la chispa que encendera
la Pradera285. No obstante la dirigencia viriatista estuvo lejos de tentarse con el
camino guevarista:
muchos compaeros estuvieron en Cuba, Miguel Luciano, yo el 62 y el 63
estuve all trabajando en el campo, y comparbamos esa realidad con la nuestra,
al principio pensbamos en la guerrilla rural, incluso fuimos a hacer instruccin,
hacamos prcticas de tiro, fuimos a hacer un recorrido a la cordillera de
Nahuelbuta, en el 68 fuimos tambin a la zona de Villa Rica donde est Caburgua
a hacer una exploracin, y las conclusiones a que llegbamos eran fatales, no era
repetir la experiencia cubana, era ver otras experiencias, ramos bastante crticos
a los textos de este francs, Regis Debray y del foquismo286

Dicho de forma distinta, entre el III Congreso y la ruptura definitiva con el


trotskismo o tradicionalista (mirismo de primera hora o de origen) y a pesar de las
enormes tensiones internas, la organizacin revolucionaria logr acelerar su
ligazn con las masas. Pero esto impresiona ms como resultado del momento
poltico que se viva en el pas que por la eficacia de un plan poltico previamente
concebido y ejecutado. Probablemente la agudizacin de la lid social empuj al
MIR, llev de forma natural a sus militantes a involucrarse con los frentes sociales
en movimiento, ganar en legitimidad, captar adherentes y por resultado alcanzar
un crecimiento e influjo ms o menos considerable.
La tensin interna (as lo deja ver Vitale) se debi esencialmente en el sello que le
imprimi a la conduccin partidaria la nueva direccin encabezada por Miguel
Enrquez. Para el antiguo militante (quien tena excelentes relaciones personales
con el viriatismo) esa impronta caus serios problemas internos, hecho que se vio

285
286

Historia del Movimiento Obrero chileno. Humberto Valenzuela. Pgina 135. p. Cit.
Andrs Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012.

143

cruzado por las elecciones presidenciales del ao 70 y la propuesta de la direccin


para hacerle frente:
Las bases seguan discutiendo el controvertido artculo de Miguel titulado No a las
elecciones. Lucha armada nico camino. No podra afirmar qu cantidad de
delegados al IV Congreso Nacional, convocado para agosto de 1969, estaban por
esa posicin o por la necesidad de participar apoyando crticamente la candidatura
popular de Salvador Allende; lo que s puedo sostener es que exista un apreciable
nmero de dirigentes de base y de direccin que estaban disconformes por la
tendencia verticalista abierta en la clandestinidad, a raz de las consecuencias de
la "operacin Osses", impuesta sin discusin por el Secretariado Nacional
integrado por Miguel, Edgardo, el Tito Sotomayor, el chico Prez y Sergio
Zorrilla287.

A escala de dirigentes la convivencia interna se hizo insostenible. Hubo dos


corrientes o percepciones para enfrentar la lucha poltica que difcilmente
construiran un piso comn y definir acciones de consuno. Varios hechos
precipitados por el viriatismo se sucedieron. La toma de una radio penquista para
romper el bloqueo y la manipulacin comunicacional y hablarle al proletariado288
hasta la publicacin de los documentos Elecciones, no; lucha armada nico
camino y Solo una revolucin entre nosotros pueden llevarnos a una revolucin
en Chile, pasando por el controversial secuestro y castigo al periodista Hernn
Osses Santa Mara.
El caso Osses contribuy a tensionar intensamente la situacin interna. Lo
ocurrido con el periodista lleg a ser rechazado por prensa simpatizante del
mirismo. La revista Punto Final editorializ sobre el tema diciendo PF condena el
asalto el periodista de Talcahuano que en ningn caso pudo ser cometido por
revolucionarios, como pretendieron el gobierno y la prensa reaccionaria, y se
suma a la exigencia nacional de que se esclarezca el asunto289. Empero el
secuestro del periodista oblig a los paradigmticos dirigentes. Miguel Enrquez y
Luciano Cruz, conceder una entrevista a la revista Punto Final para dar a conocer
su versin. Cruz aleg una coartada relativamente consistente. Le relat al

287
288
289

Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. p. Cit.
Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. p. Cit.
Revista Punto Final, N 81. Editorial. 17 de junio de 1969. Santiago.

144

periodista y director de la Revista Punto Final, Mario Daz, que acompaado por
un integrante del Instituto chileno-cubano haba viajado hasta Chilln el da cinco
de junio y permanecido all hasta el da domingo 8 por consiguiente l jams pudo
haber participado en los hechos que se le acusaban. A su vez Enrquez, despus
de analizar la situacin poltica nacional e internacional, concluy que los ilcitos
podan ser un montaje de la polica poltica, del gobierno y de la derecha porque
slo los favoreca a ellos, toda vez que los estigmatizaba como violentistas y
terroristas. A mayor abundamiento Cruz agreg que a los revolucionarios no los
favoreca, que el secuestro poda ser obra de una venganza porque el periodista
de marras y el diario mismo se dedicada a explotar el morbo y que en esa lnea
haba publicado y hecho reportajes involucrando a delincuentes comunes y
homosexuales.
La prueba esgrimida por Cruz (de haber permanecido en Chillan) era un tanto
frgil. Si bien haba viajado hasta la ciudad de OHiggins (y de ello hubo testigos)
ello no descart la posibilidad que regresara por algunas horas a Concepcin,
efectuado el operativo Osses y retornado. Tiempo hubo suficiente porque el
secuestro fue realizado el da seis de junio (viernes) por la tarde/noche.
Difcilmente para un profesional de la prensa y con la fijacin que tena Osses
Santa Mara en los dirigentes del MIR y con la apariencia fsica de Luciano Cruz
(de fcil recuerdo) se pudo haber equivocado al reconocerlo como parte del
comando.
La polica, con el tiempo y los recursos que dispona (y siempre dispone) no poda
errar el tiro en atribuirle a los miristas y en especial a Luciano Cruz la
responsabilidad en los hechos. De hecho, un poco reconocido militante y dirigente
mirista de Concepcin, Marcelo Ferrada Noli, reconoce en Cruz Aguayo la autora
intelectual y material del secuestro de Osses:
El 6 de Junio de 1969 una unidad formada por Luciano en estricta clandestinidad,
e integrada por una militante de Santiago y el resto de Concepcin/Talcahuano,
toma prisionero a Osses luego de un trabajo de inteligencia puesto en accin por
la compaera venida de Santiago, la legendaria militante - tambin de la segunda
generacin - Ingrid Ximena Sucarrat Zamora. Ingrid vino a ser una de las primeras
militantes mujeres del MIR declarada "fuera de la ley" y perseguidas en Chile, y la

145

que por durante ms tiempo tuvo que permanecer en la clandestinidad. Luego de


llevarlo a una casa destinada para los efectos en Talcahuano, e interrogarlo, lo
embardunan con alquitrn, sobre el alquitrn le echan plumas de gallina, y en esa
forma sueltan a Osses a la salida de la Casa del Deporte de la Universidad de
Concepcin mientras una gran multitud de estudiantes haca su salida luego de
una reunin festiva general. Era el tiempo de la semana mechona290.
Para Ferrada, estos hechos fueron de exclusiva responsabilidad de Cruz Aguayo y
no del Secretariado Nacional, toda vez que esto no haba sido informado por el
equipo especial y porque Luciano Cruz previamente haba sido instruido para que
estructurara una instancia organizativa, destinada a realizar operaciones
clandestinas concebidas como acciones directas. Este habra sido, adems, el
argumento exculpatorio utilizado por el viriatismo ante las acusaciones del resto de
la direccin, es decir por la antigua camada dirigencial de orientacin trotskista. No
obstante el relato de Vitale sobre lo ocurrido contradice a Ferrada:
Recuerdo que un mes antes fui invitado a una reunin donde se discuta qu
hacer frente a las calumnias que lanzaba Osses: "Luciano Cruz es un extremista
alocado", que Bautista van Schouwen "es un maquiavelo" y que el tal Vitale "se las
da de profesor de la Universidad de Concepcin, cuando la verdad es que es un
jugador de ftbol, venido de Argentina, cuyo pase se lo disputan Deportes
Concepcin y el equipo de Talcahuano". Casi todos los asistentes aprobaron la
idea de raptarlo, cortarle los "pendejos" y luego tirarlo desnudo al patio de la
Universidad durante la fiesta de "los mechones". Les dije que eso era un error
porque acusaran al MIR de atentar contra la libertad de prensa; y agregu: "lo
mejor es que t, Luciano, lo empujes a la pileta que hay en la Plaza, donde la
gente da todos los das "la vuelta al perro" y con el ridculo que har el tal Osses
chapaleando, basta hermano". No obstante, hicieron la operacin291
Ms all de las anecdticas contradicciones de la historia, por lo dems
recurrentes en el devenir mirista, lo concreto fue que el caso Osses tuvo un
doble efecto. Por una parte se desat una fuerte represin policial-judicial contra el
MIR y por otra una organizacin socio-estudiantil importante para los objetivos
miristas, la FEC, fue descabezada al ser detenido su presidente, Nelson Gutirrez.
La represin policial/judicial (que qued en manos del juez Jos Cnovas Robles)
trajo como consecuencia la persecucin de militantes capitales para el trabajo
290

Nelson Gutirrez. In memoriam. Notas sobre la Historia del MIR. Marcelo Ferrada-Noli Stockholm, 2008. Ver en
http://ferradanoli.files.wordpress.com/2010/08/marcello-ferrada-noli-nelson-gutierrez-historia-del-mir.pdf
291
Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. p. Cit.

146

poltico; entre otros fueron requeridos, no todos capturados, los miristas Jos
Bordas Paz, M. Isabel Crcamo, Luciano Cruz Aguayo, Miguel Enrquez Espinoza,
Marcelo Ferrada Noli, Jos Goi Carrasco, Fernando Krauss Iturra, Sandra Lidid
C., Oscar Lynch Gaete, Lily Rivas; Anbal Matamala Vivaldi, Marcia Merino V.,
Juan Saavedra Gorriateguy, Bautista Van Schouwen, y Arturo Villavela Araujo.
Varios de estos requeridos terminaron detenidos y encauzados al igual que otros
simpatizantes y filo-miristas santiaguinos como Gastn Salvatore, su mujer Giselle
Groenewold, Patricio Figueroa, Patricio Daz y Alejandro Dorna que para entonces
ocupaba el cargo de presidente del Centro de Alumnos del Instituto Pedaggico.
Pero las acciones represivas no detuvieron la elaboracin terica. Tanto Vitale
como Miguel Enrquez entregaron sus elaboraciones tericas a la militancia y, por
supuesto, al pueblo de Chile. El profesor Luis Vitale derram tinta configurando un
anlisis de la situacin poltica nacional como aporte al IV Congreso del MIR,
evento que para entonces no pudo verificarse y que aos ms tarde sera exigido
con mucha intensidad por militantes provincianos que cuestionaban la conduccin
de Miguel Enrquez. El documento de marras circul bajo el titulo La presente
Coyuntura poltica de Chile y, segn los dichos de Vitale Cometa, se iniciaba la
redaccin con una sentencia: "Es deber de la vanguardia revolucionaria analizar
las potencialidades que caracterizan la actual coyuntura"292, lo que vino a
representar un llamado de atencin a los militantes ms audaces; una especie
de cable a tierra para aquellos miristas que tenan como intencin precipitar los
hechos en busca del atajo a la historia.
La idea central de Vitale era denunciar la estrechez de las polticas del gobierno
reformista burgus de Frei, demostrar su ineficacia para resolver los problemas del
pas y, especialmente, de los trabajadores chilenos. Una vez develada la
inoperancia del gobierno, levantar con fuerza las polticas antiimperialistas del
MIR. Era el camino para hacer conciencia a los trabajadores que la chilenizacin
era insuficiente y que era necesario ir por ms, es decir la nacionalizacin no
solo del cobre, sino adems otras riquezas como el servicio telefnico (a cargo de

292

Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. p. Cit.

147

la infausta ITT293) y elctrico. Para Vitale agitar banderas anti-imperialistas


implicaba ligarlas con las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores y,
adems ligar todo este accionar con operaciones de solidaridad y apoyo a
organizaciones latino-americanas revolucionarias294.
El viriatismo con sus dos propuestas (Elecciones, no; lucha armada nico camino
y Solo una revolucin entre nosotros pueden llevarnos a una revolucin en Chile)
quiso enfrentar la polmica en el IV (frustrado) Congreso. Lo que favoreci la
emergencia de estos planteamientos fue el contexto internacional con la
proliferacin de la guerrilla y el estrado nacional que mostr un incremento del
movimiento y conflictualidad de masas. Adems estuvo la justificacin histrica:
desde su nacimiento la preocupacin por la lucha armada y el desprecio por las
vas pacficas fueron la marca del MIR. Y, para ser consecuente con estas
definiciones era necesario introducir concepciones distintas. Una tena que ver con
el tipo de partido y militante y, por la otra el camino a la revolucin. En ambos
conceptos se proyect un futuro y se critic el pasado de la organizacin.
El tiempo transcurra inexorablemente y las exigencias polticas apremiaban.
Desde el ltimo evento congresal (en que poco se resolvi) el mundo interno del
mirismo se agit en mltiples discusiones y descalificaciones. Para quienes
resultaron elegidos en la mxima direccin se hizo necesario poner orden y
definir asuntos que permitieran avanzar. Es decir era necesario desprenderse del
lastre y se consider una buena forma colocar en las deliberaciones un concepto
nuevo de militante, que estuviera acorde con la tctica y estrategia definida (una y
otra vez) por el MIR. Para ello sali a circulacin el documento mencionado, el que
pretende dar luces sobre lo necesario de hacer.
El documento de marras sintetiz la atmsfera interna diciendo que la
organizacin contaba con un apreciable crecimiento tanto en aspectos orgnicos
como polticos, a lo que se sumaba la situacin poltica nacional, la que
presentaba nuevos desafos que ameritaban un acortamiento en los plazos y a
293

Sigla de la International Telephone Telegraph que a inicios de la dcada de los setentas fue denunciada pblicamente por su
vinculacin con acciones conspirativas en contra de la posibilidad de xito electoral de la Unidad Popular.
Contribucin a la historia del MIR. Captulo V Poltica y prctica del MIR (1968-70). Luis Vitale. p. Cit.

294

148

pesar que exista relativos acuerdos internos en lo referido al Programa y la


Estrategia del Partido, subsistan confusiones, insuficiencias y diferencias en la
proyeccin concreta del qu hacer, persisten y se tornan cada vez ms agudas,
pudiendo llegar a impedirnos cumplir con el nico objetivo que justifica nuestra
existencia como organizacin y que es a la vez el nico vnculo que nos une:
hacer la Revolucin y para ello iniciar la lucha armada al ms breve plazo
posible295.
Estas confusiones tenan que ver (segn el viriatismo) con el carcter
organizacional, las proyecciones polticas que existan y cules eran los plazos.
Pero ms grave era la confusin en torno a las tareas coyunturales y del que
cumplira cada militante, cada estructura y cada tarea en relacin a la perspectiva
general y la Estrategia296. Ms an, las confusiones se extendan acerca de cul
era la Estrategia, pero no como generalidades y definiciones, sino que en su
aplicabilidad. Esta escenario llevaba a enredarse en relacin a qu formas
tcticas y etapas encerraba la Estrategia y de cmo hacerla aterrizar en la
situacin poltica y de lucha que atravesaba el pas. Todo esto haca vivir al MIR
varios problemas polticos. Uno de estas dificultades era la mezcla de la
militancia entre los verdaderos militantes y los aficionados o cooperadores297.
Era necesario establecer una mnima calificacin o seleccin para el ingreso a la
organizacin. Otra dificultad era el tipo de estructura partidaria, caracterizada por
no tener un nmero suficiente de estructuras intermedias y que ofrecieran la
posibilidad de participacin; tampoco exista una adecuada coordinacin entre los
aparatos polticos, intermedios y especiales298 lo que se agravaba si se trataba de
las distintas regiones del pas299.
A esto se sumaba la persistente presencia de las tendencias internas, hecho que
llevado al terreno poltico, orgnico y psicologista300 no haca otra cosa que
introducir mayor desconcierto entre la militancia. Una cuarta debilidad era la
295

Solo una revolucin entre nosotros pueden llevarnos a una revolucin en Chile.
Ibdem
297
Ibdem
298
Ibdem
299
Ibdem
300
Ibdem
296

149

ausencia de discusin y formacin poltica; este hecho debilitaba al MIR y adems


terminaba desfigurando la realidad poltica de la organizacin, trasladando las
soluciones y/o crticas al plano de lo tico, lo moral, lo personal, los caudillismos,
la impunidad tendencial lo que confera fuero para no hacer nada301.
La ltima falencia alegada fue el discurso pblico de la opcin por agudizar la
lucha de clase por medio de mtodos y acciones directas y combativas, pero que,
no por falta de capacidad operativa sino por ese lastre de cuadros pblicos y de
falta de medidas de clandestinidad302 que impeda actuar. Toda esta situacin
deba ser resuelta rpida y eficientemente. Quedaba, entonces claro el futuro del
partido: habra ruptura con los miristas de primera hora y esos fueron los
trotskistas.
Toda esta renovacin poltica o superacin de viejas prcticas significaban una
revolucin interna, la que sera llevada adelante al costo que fuera necesario
porque la historia as lo exiga. Y, aquellos cambios se haran afirmndose en tres
aspectos fundamentales: a) la situacin poltica nacional; b) las ideas bsicas
comunes de la organizacin y; c) los nuevos caminos303.
El viriatismo crey que la situacin poltica se caracterizaba por Chile presentaba
un profundo proceso de deterioro y estancamiento econmico304 trayendo como
consecuencia una marcada y persistente movilizacin de obreros, campesinos,
pobladores, empleados y estudiantes, especialmente de 1967 adelante. Este
ascenso del movimiento de masas era lo que daba la impronta al perodo poltico
que se viva. Auge de las lucha populares que --- segn el anlisis --- el
reformismo (entindase a todos quienes en la izquierda optaban por el camino
electoral) pretenda amarrar a las elecciones presidenciales. Pero que el MIR
deba estar dispuesto (y para ello organizarse adecuadamente) ofrecer un camino
distinto, una salida revolucionaria. Desde un ngulo estrictamente poltico los
autores del diagnstico estimaron que los partidos de centro estaban en pleno
301

Ibdem
Ibdem
303
El documento de marras cuenta con un cuarto punto denominado Qu ha sido y en qu estado estaba el MIR que trata del
desarrollo de la organizacin entre su momento fundacional y el instante de efectuar la propuesta de cambios. No se incluye en este
apartado porque (en buena medida) el tema est desarrollado a lo largo de este estudio.
304
Solo una revolucin entre nosotros pueden llevarnos a una revolucin en Chile.
302

150

proceso de descomposicin, entre otras cosas, porque se desconfiaba del camino


electoral. Afirmacin que avalaron citando cifras creciente de abstencin electoral.
Otro elemento caracterstico del momento poltico era la reagrupacin de los
grupos derechistas305 y los xitos electorales obtenidos306. Esta progresin
tambin favoreci a la izquierda agrupada en el socialismo y el comunismo,
subiendo de un 10,3% en 1965 a un 12,2% en 1969 (el primero) y de un 12,4% en
1965 a un 15,9% en 1969 (el segundo). Quienes vieron caer su votacin fueron los
democratacristianos. El PDC cay de un 42,3% en 1965 a solo un 29,8% en 1969.
No obstante en el documento visto no se reflej este indiscutible ascenso en la
votacin de quienes el MIR motejaba de partidos reformistas electoreros. El MIR
dijo que a pesar de haber fracasado el FRAP como alternativa al ascenso de la
lucha de masa y al derrumbe democratacristiano, logr mantener su votacin307,
afirmacin, como lo hemos registrado, estuvo muy lejos de la realidad por cuanto
el Partido Socialista como el Comunista haba subido en su votacin entre 2 y 5
puntos porcentuales respectivamente. Pero no se equivoc el anlisis al decir que
se evidenciaba una polarizacin (agudizacin de la lucha de clases) y que se
debilitaban las posiciones centristas (PDC y PR)
Aunque en la realidad los partidos de izquierda haba mejorado sus votaciones,
resultaba imposible que cmo tales se impusieron en el prximo torneo electoral
(presidenciales de 1970) por lo consiguiente el viriatismo pens que para llegar al
gobierno tendran establecer alianzas espurias, a espaldas de los principios;
impidindoles as presentar una alternativa electoral ntida, como relativamente lo
consiguieron Allende y Frei en 1964; y abriendo ahora en lo concreto el desarrollo
para un Frente electoral de colaboracin de clases308.
A partir de estas consideraciones el viriatismo (y no el MIR en su totalidad)
imagin las elecciones presidenciales de 1970 enmarcadas en tres procesos: un
305

Este reaglutinamiento se logr al fusionarse tres corrientes derechistas representadas por el Partido Liberal, el Conservador y la
llamada Accin Nacional. Se registr su creacin en mayo de 1966 con el objetivo de revertir el desgaste electoral.
306
El Partido Nacional para 1969 representaba alrededor del 20% del electorado, constituyndose en la tercera fuerza poltica del pas
eligiendo a 33 diputados. Ver Historia de Chile. 1891-1994. Cristin Gazmuri. Pgina 260. Instituto de Historia, Pontificia Universidad
Catlica
de
Chile
y
Ril
Editores.
Ao
2012.
Santiago
de
Chile.
Ver
tambin
http://historiapolitica.bcn.cl/partidos_politicos/wiki/Partido_Nacional
307
Solo una revolucin entre nosotros pueden llevarnos a una revolucin en Chile.
308
Ibdem.

151

ascenso persistente del movimiento obrero, campesino y estudiantil, un


escepticismo generalizado en las elecciones como camino y por la colaboracin
de clases en las combinaciones postulantes309.
De consecuencia, este escenario poltico demandaba a los revolucionarios una
tarea. Todas aquellas debilidades (segn el analista, en este caso Miguel
Enrquez) representaban una oportunidad para el MIR por se configuraba un vaco
de poder y ante la combatividad obrera y campesina, el escepticismo en las vas
legales, la crisis de los partidos centristas y reformistas, y los procesos represivos
se necesitara con urgencia una respuesta, una direccin y un camino que diera
una salida a este atolladero pero apuntando a un nivel superior de lucha que
significara estar junto a las masas, a la espera de un relativo retroceso
posterior310.
Con esta afirmacin el viriatismo entraba de lleno al problema que consider
determinante en la lucha por la revolucin socialista: el carcter de partido y (por
tanto) del tipo de militante que se requera para la etapa y nivel que se debata la
lucha de clases. Y, en este marco no tenan cupo quienes optaban exclusivamente
por el camino electoralista, ni menos aquellos que tenan un revolucionarismo
verbal porque ni uno ni lo otro podran conducir al movimiento obrero y campesino
en su ascenso. Lo que caba plenamente era una alternativa que tome a la lucha
de clases en el punto alto que hoy se encuentra, y la empuje ms adelante an,
cada vez agudizndola ms y ms, por medio de acciones ligadas a la lucha de
clases hasta hacerla madurar a condiciones que permitan iniciar la guerra
revolucionaria propiamente tal311. Es decir que actuara como vanguardia poltica
de los explotados, que fuera sealando el camino apropiado por el cual canalizar
sus luchas, siempre con la vista en un punto superior (la revolucin socialista) y
por tanto acentuando cada vez ms la lucha de clases.
Para dar un salto adelante en la concepcin de partido y de militante era
necesario fijar pisos comunes que apaaran a la militancia. Uno de esos pisos
309
310
311

Ibdem.
Ibdem.
Ibdem.

152

comunes era el carcter que tena la organizacin social y poltica de Chile. Para
tal cosa se afirm que nuestro pas era viva un perodo semi-colonial, con un
modelo capitalista atrasado, desigual y combinado (idea del trotskismo) pero que
posea una industria y minera ms o menos desarrollada; a diferencia de lo que
pasaba en el campo donde subsista un capitalismo agrario atrasado312, por tanto
se descart totalmente la posibilidad de un feudalismo agrario. En este marco
econmico quienes detentaban el poder era una alianza entre el Imperialismo y
las burguesas industriales, financiera y agraria313, concluyendo que no exista en
Chile un sector de la burguesa antiimperialista o nacional susceptible de
aliarse para una revolucin314. Con esto descart de plano la idea de una
revolucin democrtico-burguesa en la cual se agotaran las tareas del capitalismo
para, luego dar inicio a la perspectiva socialista. De este colofn se desprendi la
idea-fuerza que la revolucin, la que el MIR deba emprender, era de un carcter
de antiimperialista y anticapitalista a la vez, esto es, ser fundamentalmente
socialista y en este proceso las clases motrices de la Revolucin en Chile son los
obreros y campesinos315.
En busca de este objetivo en la propuesta del viriatismo se defini la estrategia
revolucionaria, la que indudablemente deba ser a travs de la lucha armada: el
Socialismo en Chile solo podr ser instaurado por medio de la lucha armada. No lo
podr ser por medio de la va pacfica, se sentenci con fuerza y conviccin en el
comentado documento.
Ser en esta sentencia donde quede inscrito el futuro del MIR y de centenas de
sus militantes. La lucha armada era el camino apropiado, pero esa guerra de
clases no sera de cualquier tipo. Esta lid entre los de arriba y los de abajo no
adoptara la forma de insurreccin de masas o de levantamiento general. No
ser a travs de una huelga general, con movilizacin campesina, ocupacin de

312

Ibdem.
Ibdem.
314
Ibdem.
315
Ibdem.
313

153

las ciudades por las masas y levantamientos en el ejrcito reaccionario, que en


pocas horas derrumbar al rgimen316.
Por el contrario, se defini aquella futura conflagracin como una guerra
Revolucionaria cuyas caractersticas seran: en primer lugar tendra un sello
esencialmente poltico porque las acciones (armadas) estaran dirigidas no a la
conquista de territorio sino de poblacin. Sus acciones estarn guiadas por las
lneas programticas antes enumeradas y sus objetivos, adems del aparato
represor, sern el imperialismo y la burguesa317.
En segundo orden el enfrentamiento (o la guerra) sera de largo aliento
(prolongada) porque sostendra todo el tiempo necesario para invertir a favor
nuestro la correlacin de fuerzas relativamente desfavorable para nosotros de los
inicios de la guerra, desde el punto de vista poltico y militar318.
El tercer rasgo de la beligerancia fue entendido como de irregular o guerrillera, o
sea la dispersin de las fuerzas predominar por sobre la concentracin en
trminos estratgicos, pero tcticamente nos concentraremos en fuerzas
superiores al enemigo, rehuiremos los combates desfavorables, slo daremos los
favorables, mantendremos la iniciativa y movilidad constante319.
La cuarta propiedad fue que se desarrollara tanto en el campo como en la ciudad.
Pero en este binomio de conflagracin la prioridad estratgica estara en el mundo
rural porque (segn el anlisis) aseguraba la estabilidad y permanencia a la lucha
armada y permita la constitucin de un Ejrcito y el Poder revolucionario y en
determinada etapa admitira concretar reformas en el territorio liberado320 o sea
ir avanzando sobre el pas en la construccin del socialismo.
A su vez se desarrollara en la ciudad slo desde una perspectiva tctica pues por
un lado existen dificultades inherentes a este tipo de lucha (por la naturaleza de
las ciudades, concentracin del poder represivo en ellas, etc.) pero por el otro es
en las ciudades donde reside la clase obrera, y es a ella a la que movilizaremos a
316

Ibdem.
Ibdem.
318
Ibdem.
319
Ibdem.
320
Ibdem.
317

154

travs del contenido anticapitalista de nuestras acciones.321 Todo lo anterior no


descart otros medios de lucha, especialmente aquellas que fueron definidas
como de masas, de trabajo poltico en las Fuerzas Armadas (el llamado trabajo
en F) y las huelgas reivindicativas y generales.
Todo lo descrito no se verificara en un solo acto. Muy por el contrario era
necesario que se dieran tres importantes condiciones.
En primer lugar la existencia real de un aumento en la lucha de masas y,
obviamente, que no exista un repliegue del movimiento obrero y, por cierto lo ms
importante, vean la lucha armada como una de las posibles salidas, y que sta
pueda expresar un sentir de mayora322. Luego, que la organizacin --- o sea el
MIR --- posea un adecuado desarrollado poltico y que contara con presencia
plano nacional y poseyera una base orgnica pequea pero fuerte entre sectores
sociales que nos interesan, que est unida a ellos por cordones umbilicales
orgnicos323.
Estos sectores sociales prioritarios eran los obreros, especialmente en 25 a 30
sindicatos considerados importantes324; los campesinos en las zonas donde se
quiere operar despus y los pobladores de ciudades como Santiago, Valparaso y
Concepcin. La ltima de estas prioridades fueron los estudiantes.
En ltimo lugar, pero no por ello menos importante que las anteriores condiciones,
se consider como trmino ineludible que el MIR hubiera formado polticamente a
los cuadros325; que se hubiera elaborado claramente el tipo de propaganda para
cada sector social; que hubieran ejecutado suficiente agitacin entre los sectores
sociales prioritarios; que la mayora de la militancia tuviera instruccin militar
(intermedia)

y que

la clandestinidad

(a la que se estara

expuesto

constantemente durante la guerra) no frenara al accionar poltico.


Para alcanzar este estadio en la lucha revolucionaria era necesario cumplir con
determinadas tareas y plazos. Plazos para darle una conduccin (vanguardismo) a
321

Ibdem.
Ibdem.
323
Ibdem.
324
Ibdem.
325
Ibdem.
322

155

la lucha social y poltica de los chilenos explotados. Las tareas para que los
militantes se formaran y pudieran conducir adecuadamente la lucha revolucionaria.
Era todo un desafo poltico que difcilmente podemos verificar en otros actos
inaugurales de organizaciones polticas de izquierda chilena.
En trmino de plazos exista el deseo de apurar la causa. Queremos (dijo el
viriatismo) iniciar la guerra al ms breve plazo posible. Un deseo, y as lo
reconoce el documento, que chocaba con la realidad porque la situacin poltica
no est an madura para ello326. Pero si haba expectativas que se iniciara un
proceso de madurez, de profundizacin de la lucha de clases, de radicalizacin de
las posturas, que terminaran exigiendo acciones directas por parte nuestra. Pero
este tipo de tareas, especialmente por las consecuencias que acarrearan,
demandaran al MIR tener una organizacin slida, eficiente y clandestina pero
que (viendo la realidad) estaba muy lejos de serlo. Por consiguiente el primer e
intenso esfuerzo tendra que dirigirse a reforzar la organizacin, para enseguida
lanzarse a realizar acciones que permitieran (ms adelante) iniciar la guerra.
Todo este proceso lo conceptualizaron en tres etapas: de preparacin directa, de
acciones directas y de guerra327.
Para una precisin de los plazos recurrieron (termin siendo prctica extendida y
consuetudinaria) a analizar la situacin poltica. Creyeron estos noveles analistas
estar viviendo un perodo favorable para el momento electoral que se avecinaba,
pese (segn lo que haban dicho) al escepticismo generalizado hacia el
electoralismo. Por consiguiente el torneo presidencial terminara arrastrando
masa. Lo que no quedaba claro en aquellos momentos era a cunta masa
arrastrara la dinmica electiva. Por tanto se evalu como importante iniciar la
construccin de una alternativa revolucionaria adelantndose a la relativa fiebre
electoral. Por ello definieron como objetivo poltico iniciar el perodo de acciones
directas antes de 1970 y preparar las condiciones necesarias para el inicio de la
guerra328. Esto ltimo entendido como el comienzo del enfrentamiento regular o

326
327
328

Ibdem.
Ibdem.
Ibdem.

156

irregular entre dos ejrcitos329. Estas definiciones exigan otras tantas en otros
aspectos. Por ejemplo era necesario precisar las formas concretas que adquirira
la guerra330; no se trataba solamente de decir que habra guerra, sino adems era
necesario anunciar, de forma ms o menos certera, cmo se mostrara esa
conflagracin de clases. As es como asever el viriatismo que la guerra de clases
en Chile se afirmara en cuatro grandes columnas, que le entregarn
permanencia, presencia poltica nacional, provocarn dispersin al enemigo y
entregarn un camino a las masas, a la vez que las organizarn. Estos pilares
son: los focos guerrilleros rurales, los focos guerrilleros urbanos, los focos de
dispersin urbana y rural y la organizacin poltica clandestina331. Cada uno de
estos ncleos tendra su impronta y su tarea especfica. La guerrilla rural estara
compuesta por unidades militares slidas que operaran en zonas polticamente
adecuadas, adems de geogrficamente aptas332 y su tarea sera afianzar la
continuidad estratgica del camino armado, combatir y guiar polticamente a los
sectores influenciables333. Se echa de menos, en esta propuesta de instalar
guerrillas rurales (al estilo guevarista) una explicacin de qu significaba unidades
militares solidas; tampoco se caracteriz (aunque fuera elementalmente) una zona
apta polticamente para que actuara la guerrilla y, menos se indic cul sera el
trabajo preparatorio para activar un foco guerrillero. Probablemente fue con la
intencin de dejarles la misin a los estrategas militares de la organizacin; los
que (segn el propio diagnstico de los analistas) no los tena.
Los ncleos urbanos, vistos como tcticos, tendran como misin principal la de
visibilizar ante la sociedad que algo estaba pasando en el pas. Es decir les
cabra principalmente el papel de propaganda y agitacin. Adems asumiran el
papel de hostigar permanentemente al enemigo, es decir al Ejrcito y a la polica:

Los focos guerrilleros urbanos sern lo fundamental desde el punto de vista


tctico; sern los encargados de darle presencia a la lucha armada haciendo sentir

329

Ibdem.
Ibdem.
331
Ibdem.
332
Ibdem.
333
Ibdem.
330

157

a la poblacin que una Revolucin se desarrolla en el pas, adems de cumplir el


334
rol de combatir en la retaguardia del enemigo .
Luego se propuso crear un tipo de unidades poco conocido para entonces. Fueron
a las que se llam focos de dispersin urbanos y rurales335 cuya misin (ni ms
ni menos) sera provocar la dispersin al enemigo, golpendolo fuertemente y en
muchas partes336. Seran muchas unidades pequeas, autnomas, de poca
logstica y liberadas de cualquier quehacer poltico, probablemente para preservar
un estricto clandestinaje. Por ltimo, para complementar las acciones guerrilleras
estara una orgnica poltica cuyo objetivo sera explicar previamente a una accin
(guerrillera) la necesidad de sta, explicar el problema que se resolva con este
tipo de acciones y darle formacin (poltico-militar) a quienes desearan
incorporarse a las huestes guerrillera, amn de publicitar la estrategia y desplegar
la propaganda correspondiente. Dicho de forma distinta, la organizacin poltica
cumplira un papel de apoyo a los focos guerrilleros.
No obstante el acabado planeamiento, la situacin poltica an no estaba lo
suficientemente propicia para iniciar las mentadas tareas. Pero ello no poda
paralizar o desviar el camino de los revolucionarios y postergar an ms tiempo la
revolucin socialista. Por eso que se planteo, adems de todo lo ya explicado y
recordado, una nueva etapa. Se trat de la poco inteligible (probablemente por un
problema de redaccin al ser transcrita) preparacin directa que, segn el
anlisis, ya la estaba viviendo el MIR. El fin de esta fase era colocar a la
organizacin en condiciones para iniciar un perodo de acciones directas, a la vez
que ya sienta las bases para el posterior inicio de la guerra337; esto implicara
varios cuidados previos como reforzar internamente al MIR; elaborar programas
para cada sector social; limpiar (purga) internamente a la organizacin de los
aficionados porque no puede iniciar un perodo de acciones y menos una
guerra, una organizacin a la que ingresa el que lo desea en la que un aficionado
a la revolucin tiene los mismos derechos que un verdadero militante338; adems
334

Ibdem.
Ibdem.
336
Ibdem.
337
Ibdem.
338
Ibdem.
335

158

era ineludible terminar con las tendencias a travs de la discusin poltica; pasar
prontamente a la clandestinidad e iniciar el trabajo (en serio y no discursivamente)
en los asuntos militares (especiales le llamaron internamente)
A todo lo anterior se sumara el trabajo poltico amplio y pblico, especialmente en
las llamadas zonas o sectores prioritarios.
De esta etapa (preparacin directa) se pasara a la segunda (accin directa) que
no sera otra cosa que el inicio de la guerra. Una vez emprendida la guerra se
dara un salto cualitativo; lo que implicaba definir el tipo de acciones directas.
Una sera efectistas nacionales ligadas a la situacin poltica que vive el pas; la
otra tendra carcter de efectistas locales estrechamente ligadas a las
reivindicaciones

de

cada

sector339

social.

stas

fueron

consideradas

fundamentales porque a travs de ellas se podra ir agudizando la lucha de


clases y por consiguiente elevando la intensidad de la guerra revolucionaria. La
ltima de las tareas definidas estara orientada al aprovisionamiento de todo
tipo340, entindase por tal a la recuperacin de armas y expropiaciones bancarias
destinadas al financiamiento de la organizacin. Todo este accionar guerrillero
debera ser firmado para legitimar la presencia y estrategia del MIR.
Dicho y explicado lo anterior, el viriatismo crey necesario explicar el concepto de
partido que estaba acuando. En trminos generales consider que un partido
(poltico) de izquierda (naturalmente) era la vanguardia del proletariado
compuesta por hombres (y no mujeres?) que se organizan para hacer la
Revolucin, para cumplir con sus etapas (preparacin, conquista del poder y
consolidacin de ste)341.
Esto fue en cuestiones generales; en lo especfico se pens que el partido tena
como tareas esenciales la preparacin de los cuadros (poltico-militar), la
penetracin en los frentes de masas, la propaganda y la agitacin, adems de las
tareas militares que su estrategia le asignaba. Algunos militantes haban
escasamente asumido estas tareas porque se era poco rgidos en la concepciones
339
340
341

Ibdem.
Ibdem.
Ibdem.

159

de Partido, poco fieles en la estrategia, democratoides en la organizacin,


heterogneos polticamente, herederos de una estructura originada de una
federacin de grupos342. Por varios aos (se dijo) operaron con esas
concepciones y con ese tipo de organizacin blanduzca343.
Si bien en aquel perodo construyeron acuerdo en un programa, en concepciones
estratgicas generales344 llegando a crecer territorialmente y generar influjo en
varios sectores sociales; adems reconocen preocupacin por una infraestructura
especial (militar) todo estos aspectos eran reconocidos como logros; no obstante
las exigencias de una guerra (que por lo dems la deseaban) presionaban por
forjar

cambios

transformaciones

profundos
se

en

justificaban

la

organizacin
plenamente

revolucionaria.

porque

las

tareas

estas
seran

absolutamente distintas, al menos en intensidad. Sera necesario que lo poltico


estuviera estrechamente relacionada con lo especial (lo militar) por consiguiente
los cuadros especiales tendrn que ser polticos, y lo poltico pasar muchas
veces por lo especial345. Sin duda que en esta idea de militante encontramos el
origen del G.P.M. (Grupo Poltico-Militar) como organizacin partidista. El militante
deba tener una doble funcin: preocuparse de la construccin poltica y militar.
Esta forma de concebir la militancia jams nunca haba sido propuesta en alguna
organizacin de izquierda; era entonces una propuesta revolucionaria e3n el
sentido de romper con la tradicin. Pero no slo fue una ruptura con el pasado.
Tambin lo fue en tiempo presente porque la idea era generar una simbiosis
entre lo poltico y lo militar, ya fuera en trminos individuales como de estructuras.
Esta concepcin de militante no permitira la existencia de tendencias internas; las
diferencias polticas intestinas escasamente se toleraran porque para tener el tipo
de militante deseado era necesaria una relativa homogeneidad poltica, donde
slo matices y diferencias menores puedan existir, pero que, despus de

342

Ibdem.
Ibdem.
344
Ibdem.
345
Ibdem.
343

160

discutirlas, la minora ocasional se someta a la mayora y una fuerte disciplina


asegure aquello346.
De la disipacin de las tendencias se avanzara a una relacin altamente
jerarquizada (casi castrense) de forma que los principios de democracia interna y
centralismo democrtico exigiran del militante una mayor delegacin del poder
de decisin, por un mayor plazo, a las estructuras superiores e intermedias347.
Con esta proposicin se dejara establecido que no habra eventos congresales
peridicos (anuales o bianuales) y ms an, el militante entregara mayor
capacidad de decisin a sus dirigentes. La idea fue acercarse cada vez ms a u n
tipo de militante que se caracterizara por su escasa o nula posibilidad de
deliberacin partidista.
Esta forma de militancia sera producto de la clandestinidad a que se sometera el
MIR en el marco de la guerra (insisto: deseada) revolucionaria. Una ocultacin
llena de ritos forzosos como usar falsa identidad (chapas o nombre poltico),
depsitos (barretines); tener casas de refugio (o de seguridad), asumir
cuidados en las reuniones (chequeos y contra chequeos) establecer
desconexiones entre las distintas estructuras (compartimentacin) generar
comunicaciones impersonales (con enlaces) y manejos de mensajes encriptados
(claves)
En pocas palabras se buscaba mutar totalmente a los militantes, debe ser otro,
se sentenci. No slo deban ser purgados los llamados aficionados, tampoco
sera suficiente cumplir pasivamente con los horarios de reunin348, se peda
mucho ms. Pero, quizs lo ms intrigante del documento fue la afirmacin de que
no slo no ingresar el que quiera, sino que tampoco se ir nadie cuando
quiera349. Probablemente esta frase dio origen a la vulgaridad de que del MIR
nadie puede salirse. Por ello que la entrega al partido tendra que se total, a tal

346

Ibdem.
Ibdem.
348
Ibdem.
349
Ibdem.
347

161

extremo que sera la organizacin quien decidira si se profesionaliza o no, si


trabaja, estudia, donde vive, etc.350.
Ocioso sera un comentario al respecto, pero tentador de hacer: el militante
deseado deba estar fronterizo a la interdiccin mental.
Se discurri que slo de esta forma se tendra una organizacin slida,
disciplinada y eficiente, capaz de discutir menos y entrar a operar, en plena
clandestinidad, resistiendo la furia desatada de una represin que ser a fondo y
permanente. Esa ser la organizacin que realizar acciones e iniciar despus la
guerra de clases en Chile351.
El MIR dejaba as de ser un movimiento para pasar a convertirse en un partido
poltico-militar, altamente jerarquizado, compartimentado, ejecutor de tareas preconcebidas y de poca (o nada) discusin poltica. Este sera el MIR que traera la
liberacin a los oprimidos y conducira (al menos as lo plante) la construccin de
una sociedad ms justa y fraterna: el socialismo.
Pero una cosa es la elucubracin y la otra es la realidad. En poltica el no
establecer esta diferenciacin suele resultar contraproducente para los objetivos
partidistas y genera (asimismo) confusin entre sus adherentes o militantes. Eso
ocurri con el MIR en la coyuntura poltica de aquellos das.
Poco tiempo transcurri entre el instante de elaborar y discutir la propuesta del
viriatismo para dar inicio a su aplicacin. La medida inmediata fue sacarse de
encima a los aficionados y eliminar las tendencias que en este caso result ser
principalmente la corriente trotskista. A ella se sumaron otros militantes como
aquellos que dieron origen al Movimiento Revolucionario Manuel Rodrguez.
MR2; otros que pasaron a constituir la Vanguardia Organizada del Pueblo. VOP
y, no pocos, que regresaron a sus antiguas cunas partidistas. Todo por cierto
expresado en un proceso que podra denominarse de decantamiento el que
sigui por aos, probablemente finalizado en la dcada de los ochenta, perodo en

350
351

Ibdem.
Ibdem.

162

que se inicia la dispersin no slo del mirismo, sino de toda la izquierda


revolucionaria.
Todos estos aspectos no fueron discutidos en alguna instancias ms o menos
democrtica (ampliados o congreso) por el contrario, fueron los hechos mismos
(algunas acciones directas) y el mpetu poltico del viriatismo, especialmente de
Miguel Enrquez los que permitieron una resolucin por arriba; es decir discutido
y decidido en el Comit Central352.
La evidencia prctica de los cambios internos en el MIR fue el inicio de las
acciones armadas. Algunas de ellas, en el contexto de la nueva estrategia,
estuvieron encaminadas al aprovisionamiento y al financiamiento, siendo
probablemente estos ltimos los que tuvieron mayor espectacularidad e impacto
meditico. Asimismo ocurri con los sucesos del secuestro del periodista Hernn
Osses Santa Mara que, no podramos enmrcalo en la nueva estrategia, pero que
pueden ser ledos como parte de la presin a la antigua direccin para cambiar el
rumbo.
Tambin se intensific la penetracin en las Fuerzas Armadas, fruto del trabajo de
inteligencia e informacin de Luciano Cruz353. Pero lo ms significativo fue el
aumento del trabajo partidario en algunos sectores sociales definidos como
prioritarios como campesinos y pobladores. Menos resultados positivos tuvo entre
los trabajadores, salvo en algunas industrias que, ms tarde, pasaran a manos
del control estatal. La sntesis de este proceso la podemos encontrar en las
palabras de un protagonista de la poca:
yo creo que hubo diferencias de contenido, pero tambin empezaron a haber
diferencias prcticas, si uno tena una estrategia poltica con una mirada ms
vinculada a la ciudad, obviamente que las formas de organizacin, que haba que
adoptar eran distintas, y en esa poca la estructura del MIR era en general
pblica, aunque se dijera otra cosa. Cost mucho convencer a Miguel a lo mejor
tena pensado hacerlo de otra manera- lo que pasa es que uno hinchaba para
hacerlo uno, entonces se dio formacin a las bases clandestinas, por primera vez
se empez un reclutamiento que no fue pblico, sino que fue una decisin que se
le tuvo que imponer a la direccin, porque ya se estaba haciendo de todas
352

Contribucin a la historia del MIR. Captulo VI La divisin del MIR (27 de julio de 1969). Luis Vitale.
Ver en Movimiento de Izquierda Revolucionaria. 1970-1973: vivencias, coyunturas y documentos. Carlos Sandoval Ambiado.
Editorial Escaparate.

353

163

maneras, eso tiene consecuencias prcticas. La concepcin estratgica diseada


para el campo, haya credo o no Miguel en ella, pero eso era lo que estaba escrito,
o la concepcin ms urbana te obligaba a cambiar cuestiones ms organizativas y
te obligaba a cambiar cuestiones polticas haba que generar un marco de
vinculacin con los movimientos sociales distintos, eso que yo ahora lo puedo,
explicar y abstraer en que no me demorara un minuto, fue un proceso largo, que
en ir y venir, entre lo prctico y lo terico354
Las operaciones armadas, el electoralismo y los cambios tcticos en el
marco de lo estratgico.
No se puede entrar a historiar el giro que tuvo el MIR, sin antes recordar el
contexto social y poltico, que viva el pas en las postrimeras del gobierno fresta.
Efectivamente el pas, mejor dicho la sociedad, viva un proceso de radicalizacin
de posiciones. La derecha no estaba dispuesta a nuevamente convertirse en
furgn de cola de la Democracia Cristiana, no estaba dispuesta a escoger el mal
menor declinando sus posibilidades poltico-electoral. De hecho contaba con una
candidatura que podra darle el triunfo, Jorge Alessandri, y a partir de esta
situacin intentar una refundacin del modelo capitalista.
Pero no slo puso su mirada en el camino electoral; tambin algunos sectores
derechistas se preparaban para la confrontacin directa o desplegando
conspiraciones que estimularan a los militares a intervenir en la poltica nacional.
Por consiguiente la Democracia Cristiana, difcilmente podra jugar el papel de fiel
de la balanza en las contradicciones sociales. Estaba siendo abandonada por la
derecha, por el gobierno de norteamrica y por el empresariado. Segn estos
ltimos el gobierno de Frei no haba satisfechos sus expectativas de contener y
neutralizar las demandas populares; por el contrario haba entreabierto algunas
exclusas del sistema que permitieron fortalecer posiciones de la izquierda. No era
gratis el apodo que se le colg a Frei, llamndolo el Kerenski chileno. El recuerdo
de la Reforma Agraria y la muerte de Hernn Mery Fuenzalida, funcionario de la
CORA, en la que se vieron involucrados varios personeros derechistas vinculados

354

Entrevista a Rafael Ruiz Moscatelli. 01/ 2013. Santiago

164

al Partido Nacional355 era una clara notificacin de ruptura para las pretensiones
de

la

Democracia

Cristiana.

su

vez,

Radomiro

Tomic,

abanderado

democratacristiano por estos hechos y por los avances (aunque por debajo de las
expectativas) del gobierno de Frei en materias sociales, laborales, educacionales
e incluso (aunque relativamente) en cuestiones de la dignidad nacional
(chilenizacin del cobre) estaba obligado a ofrecer un programa de mayor sentido
social y reivindicacin nacional. El panorama poltico-social no era halageo para
sus pretensiones electorales y aunque se jugase por conquistar voto popular (con
la idea de unidad popular por la base) era prcticamente imposible seducir a una
mayora para obtener un triunfo. A su vez, la izquierda representada en el bloque
electoral, que se convertira en Unidad Popular, no poda ofertar algo que
estuviera por debajo de la Revolucin en Libertad del fresmo.
El mundo popular, campesinos, pobladores, estudiantes y trabajadores, viva una
fuerte crispacin desde el ao 1967. Sucesivos conflictos los haba llevado a
enfrentarse con el gobierno y su cuerpo policial con resultado de decenas de
muertos, heridos y encarcelados.
En Puerto Montt, un pequeo grupo de pobladores se tom unos terrenos baldos
en un lugar llamado Pampa Irigoin. Como pampa surea la calidad de terreno no
era la mejor. La mayor parte de estas personas venan del campo buscando
mejores perspectivas de vida que creyeron encontrar en la ciudad. Vivan en una
pobreza extrema, las fuentes laborales eran ocasionales y por tanto sus ingresos
bajsimos y tambin fortuitos. Al principio tuvieron dificultades con las fuerzas
policiales, pero por el escaso valor del terreno y la mediacin de un diputado de la
zona, pudieron recibirlos en propiedad bajo la promesa de pagarlos. Pero esta
inicial experiencia, poco cruenta y de buenos resultados, motiv a otros tantos
pobladores que en dos sucesivas oleadas llegaron a ocupar el resto del sitio. As
fue como a fines de febrero e inicios de marzo los ocupantes de Pampa Irigoin
355 Dagoberto Ortega Glvez, dirigente campesino en el fundo La Piedad y testigo de los hechos relat a la prensa que "se hallaban los
dueos de fundos Carlos Montero Schmidt, dirigente del Sindicato de los empleadores agrcolas. Alheo Benavente Palma, Alcalde de la
Comuna de Longav, miembro del Partido Nacional y hermano del dueo de La Piedad: Joaqun Garca Huidobro; Atiliano Parada,
Regidor del Partido Nacional de la Municipalidad de Linares: Patricio Arbou: Reinaldo Muoz y los hermanos Juan y Roberto
Irribarren. Diario La Nacin 05 de mayo de 1970. Santiago, Chile

165

superaban el medio millar y tenda a subir en nmero. Las autoridades polticas no


permitiran aquello y por tanto ordenaron a Carabineros que mantuvieran un
permanente acoso sobre los pobladores instndolos a abandonar el lugar.
Refriegas menores se sucedieron. Meses antes (octubre de 1968) un confuso
incidente termin con varios pobladores detenidos, tres de ellos heridos a bala y
ms de dos decenas de Carabineros con lesiones menores. A medida que el
tiempo transcurra la tensin, la tirantez, entre la polica y los pobladores se
agudizaba. Se presagiaba lo peor y as ocurrira.
De madrugada el Ministro del Interior, el inefable Edmundo Prez Zujovic, orden
al Intendente, el tambin militante demcrata cristiano, Jorge Prez Snchez, a
que transmitiera a Carabineros la decisin gubernamental de desalojar el lugar.
Muy temprano, alrededor de las 7 de la maana, alrededor de dos centenas de
efectivos del Grupo Mvil avanzaron sobre las dbiles instalaciones de los
pobladores; el oficial a cargo estaba confiado en sorprender a los ocupantes y por
tanto no tema a resistencia alguna. Pero ello no ocurri del modo pensado. Los
pobladores, con ayuda de jvenes estudiantes, haban organizado la defensa del
lugar implementando, entre otras cosas, medios de deteccin de invasores, de
forma que apenas haban avanzado algunos metros los uniformados fueron
detectados, la alarma se hizo generalizada y la defensa se activ plenamente.
Carabineros haciendo uso de los implementos que la ley le permite empez a
repeler los ataques. Pero el nmero y decisin de los defensores del ligar pronto
llevaron al contingente policial a sentirse sobrepasados y, probablemente en la
peor de las decisiones, el oficial dio orden para usar las armas de fuego. El
resultado fue diez pobladores muertos, varios de ellos tenan los impactos en sus
espaldas (lo que hace suponer que huan) y un pequeo infante fallecido por
intoxicacin con los gases utilizados en la refriega.
Nunca ha quedado claro qu era lo defendido por la autoridad gubernamental.
Probablemente solo protega el sentido de autoridad, el acatamiento a la ley,
porque para nada podra pensarse que estaba defendiendo la propiedad privada
(aunque crean irrestrictamente en ella) porque el dueo del lugar, un agricultor y
comerciante, nunca tuvo la intencin de llevar adelante acciones judiciales, slo se
166

haba limitado a dejar constancia ante Carabineros de lo sucedido en su


propiedad. Ms an, para aquellos das, exista ya pleno acuerdo para expropiar
(comprar por parte del Estado) el terreno y construir all una poblacin.
En el mundo rural, emblemtico result el conflicto huelgustico de los campesinos
del fundo San Miguel, agrupados en su sindicato comunal de nombre Alianza.
Estos trabajadores agrcolas presentaron durante el verano su pliego de
peticiones, iniciando de este modo el largo camino legal fijado por las leyes
laborales de la poca. Por cierto que no obtuvieron respuesta de parte de la
patronal vindose obligados a votar la huelga el da de junio de 1968. Contaban
para los efectos de hacer fuerza con el apoyo y asesora de la senadora
socialista (eran tiempos que los honorables se involucraban en los conflictos
sociales) Mara Elena Carrera. A pesar de estar paralizadas las faenas, los dueos
del fundo no dieron respuesta alguna a las demandas de los trabajadores. Ms
an, no aceptaron ni siquiera conversar con la contraparte. Pasada cinco semanas
de sordera empresarial alrededor de un centenar de trabajadores agrcolas, a los
que se sumaron algunos estudiantes universitarios, se encerraron en las
dependencias del fundo reteniendo en la casa patronal al dueo del fundo. La
huelga gremial sectorial se convirti en un conflicto social en que a los campesinos
se les acusara no slo de ocupacin ilegal, usurpacin, sino de un delito aun ms
grave: secuestro. De ello estuvieron muy conscientes los trabajadores, por tanto
durante la toma, los campesinos se dieron una organizacin bsica para
sostenerla. Saban perfectamente que la ausencia de dialogo sera sustituida por
la represin. Por ello levantaron barricadas, confeccionaron algunas molotov y
echaron mano a su escopetas de caza, medios de defensa escasamente
comparables a los utilizados por las fuerzas policiales.
Nuevamente la mano dura del Ministro Prez Zujovic caera sobre los osados
campesinos que atentaban contra la sacrosanta propiedad privada. La madrugada
del ltimo da de julio orden la movilizacin del Grupo Mvil hacia Los Andes. El
momento escogido era aun ms favorable para el gobierno. Los campesinos,
despus de la intervencin de autoridades polticas, haban accedido a liberar al

167

latifundista de forma que el escudo humano supuestamente protector ya no


exista. El contingente policial y el dispositivo persuasivo, segn relato de un
periodista, resulta impresionante:
constaba (la fuerza de Carabineros) de seis buses de transporte del Grupo Mvil,
seis tanquetas Mowag de la misma unidad y dos destacamentos de caballera. En
total 600 hombres. Fuerte armamento moderno, incluyendo ametralladoras. Por
aadidura, un eficiente equipo de comunicaciones permiti al General Araya
(Humberto) dirigir las acciones a buen recaudo356.
La estrategia policial fue simple pero eficaz. Se rode el predio y se lanz tanto a
la tropa de infantera como motorizada sobre los campesinos. La defensa de stos
fue ms que nada simblica. Desconocan los efectos de los gases y de cmo
enfrentarlos, por tanto rpidamente apareci una bandera blanca en seal de
rendicin. Pero el ataque policial continu obligando a los trabajadores a huir
desordenadamente por los potreros, situacin que fue aprovechada para
detenerlos. El orden pblico y el derecho a la propiedad fueron eficazmente
restablecido; las reivindicaciones campesinas (reajuste y trato digno) fueron
aplastadas con las humillaciones y encarcelamiento de los dirigentes. El fin ltimo
de esta accin poltico-policial del gobierno fresta fue notificar a quienes se
tentaran con medios de presin no contemplado en la ley, seran drsticamente
castigados. La mxima portaliana de irrestricto respeto a la autoridad se cumpla.
Tanto as que llev al periodista-testigo a reflexionar en los siguientes trminos:
cualquier intento de convertir la experiencia del fundo San Miguel en una tctica
de lucha generalizada para la izquierda revolucionaria, parece estar destinado al
fracaso. Sin embargo, la actitud de franca rebelda de los campesinos contra la
injusticia de su situacin, inyect una corriente de accin que necesitaba la
izquierda. La experiencia de San Miguel ha de ser analizada para buscar un mejor
aprovechamiento de las nuevas posiciones tcticas en la lucha social chilena357.

Otro espacio social irritado era el de los trabajadores industriales. Decenas de


huelgas y paralizaciones se verificaban en Santiago y otras ciudades. Para 1967
hubo, probablemente, el paro general nacional (convocado por la CUT) ms
importante y exitoso. Estuvo dirigido contra una de las polticas econmicas del
356
357

La Batalla del fundo San Miguel. Artculo del periodista Augusto Carmona. Revista Punto Final N 61.
La Batalla del fundo San Miguel. Artculo del periodista Augusto Carmona. Pgina 29. Revista Punto Final N 61.

168

gobierno fresta y que en lenguaje popular se le llam los chiribonos. Lo que


buscaba el gobierno de Frei Montalva era instalar un pacto social entre
trabajadores y empresarios. Era como abrir espacio a una tregua en la lucha de
clases que para aquellos das (ao 1966 a 1967) estaba crecientemente
agudizada. Una herramienta para esta paz social era el crear un fondo de
capitalizacin con un ahorro obligatorio tanto para los empresarios como para los
trabajadores, a la vez que se decretaba la suspensin de los ms elementales
derechos sindicales (el de negociacin y huelga)
Poco se saba del destino de este fondo de capitalizacin. Lo que se manejaba
superficialmente era que estaba destinado a resolver el grave problema de la
previsin social de los trabajadores.
Pero la situacin econmica de los obreros y trabajadores en general no era la
mejor. Sus salarios se vean cada vez ms deteriorados por la creciente inflacin.
El nico instrumento que ellos tenan era la negociacin y la presin huelgustica.
Por tanto la propuesta gubernamental (de suspender derechos sindicales bsicos)
fue tomada como una provocacin. Por ello que la CUT (ms varias federaciones
obreras y de trabajadores) convocan a un paro nacional de 24 horas a fines de
noviembre de 1967. La adhesin al movimiento fue enorme y tuvo una fuerte
repercusin poltica y meditica. Incluso el propio gobierno reconoce que haban
paralizado ms de cien mil obreros y empleados. Los sectores ms dinmicos en
la jornada fueron los mineros (cobre, salitre y carbn) lo mismo ocurre en
Huachipato y otras faenas ligadas al acero. Con menos intensidad pero no
despreciable concurrieron trabajadores de industrias textiles, obreros de la
construccin, trabajadores bancarios y de la administracin pblica. Los
pobladores tampoco estuvieron invisibles el da del paro. Ellos, como expresin de
rechazo salieron a calles y avenidas a obstruir el paso de la locomocin colectiva.
Los incidentes fueron mltiples y dispersos en todo Santiago. El resultado no
poda ser otro, el mismo ya conocido por decenios: mueren cuatro trabajadores y
un nio, a la vez que dos dirigentes de la CUT son detenidos y condenados a 61
das de relegacin.

169

Pero tambin se dieron luchas obreras particulares y radicales. Una de ellas fue la
protagonizada por los obreros de la industria Wagner, Stein y Ca. Conocida como
SABA. El 1 de junio del ao 68 iniciaron la huelga legal los trabajadores de esta
industria. Esta paralizacin de faenas se efectuaba en el marco de la legalidad
vigente, toda vez que haban agotado todos los caminos legales. Por varias
semanas (como era de costumbre) los empresarios guardaron silencio ante las
peticiones obreras. En silencio, pero no inmovilizada la parte patronal realiza una
accin que tuvo un carcter provocador. A mediados del desarrollo de la huelga el
empresario-administrador de la planta orden sacar un sinnmero de materiales
de las bodegas. Ello significaba que varios trabajadores tuvieran que realizar esta
labor, lo que en la prctica los converta en rompe-huelgas (krumiros) situacin
que el sindicato y dems trabajadores lo impediran porque era un derecho legal el
que estaban ejerciendo. Esto fue suficiente para que el dueo de SABA
denunciara ante las autoridades del Trabajo y solicitara la prdida del fuero y
autorizara la caducidad de los contratos para los dirigentes.
La exasperacin cundi entre los peticionarios procediendo a tomarse la industria
el da 22 de julio. A la cabeza de este movimiento estaba el joven sindicalista
Pedro Gonzlez Rosales. No obstante la llegada de sangre al ro no impeda que
las negociaciones, presiones y conversaciones se retomaran y suspendieran,
como un rito religioso. Ms an, no faltaba la ocasin en que se hablara de un
avenimiento.

Pero tambin hubo rumores de mayor reaccin de parte del

empresario, quien (se dijo) habra pedido el desalojo de los trabajadores. Ello llev
a los dirigentes a entrevistarse con las autoridades del trabajo, quienes les
aseguraron que nada de aquello era cierto, que no habra intervencin policial
para sacarlos de la industria. Tranquilos los sindicalistas se dirigieron a la planta
tomada para reunirse con sus compaeros que estaban de guardia y comunicarles
los dichos de la autoridad. An no terminaban de hacer cuando un contingente de
cerca de 200 efectivos policiales del tristemente clebre Grupo Mvil, se present
conminndolos a abandonar las dependencias de SABA. Al resistirse los
ocupantes, Carabineros rompi las puertas iniciando el desalojo. Pero en los
instantes que se verificaba el operativo policial (con toda la parafernalia represiva)

170

estall un incendio en las instalaciones. Este hecho fue motivo suficiente para
apresar a los involucrados (incluyendo a todas la dirigencia sindical) y acusarlos,
adems de las leyes sobre orden y seguridad pblica, del delito de incendio.
Varios meses encarcelados estuvieron los 28 obreros, era otra forma habitual de
imponer la autoridad en democracia.
Por ltimo tenemos a los estudiantes cuyas luchas ya hemos relatado
exhaustivamente en pginas precedente. Basta recordar que estn en plena lucha
contra el vetusto andamiaje universitario. Era tambin otra forma de asumir la
lucha por el ensanchamiento de la democracia. De la poca es la consigna escrita
en un lienzo universitario El Mercurio miente. Era la denuncia contra un
consuetudinario poder fctico de la clase dominante en Chile. A su vez los jvenes
secundarios avanzaban en organizacin y radicalizacin, pruebas al canto: se
constituy la Federacin de Estudiantes Liceanos del Sur (FELISUR) organismo
que agrup a los Centros de Alumnos de los establecimientos ubicados entre las
provincias de Osorno y Chilo. La directiva qued exclusivamente en manos de la
izquierda expresada en militantes del MIR (FER) y las juventudes socialistas. La
testera de esta novel organizacin fue ocupada por Miguel Cataln Febrero. Una
relevante decisin poltica de los estudiantes fue la creacin de una secretaria
destinada a la difusin obrero-campesina que, segn explicacin de Miguel
Cataln, cuya primersima tarea fue tomar contacto con los cesantes con el fin de
constituir un comit para luchar por sus problemas. A cargo de esta nueva
instancia qued el estudiante Hugo Crcamo358. En la constitucin de este nuevo
organismo estudiantil sus gestores ofrecieron una declaracin de principios con
un ntido sello analtico marxista, expresando a su vez el compromiso de no
permanecer neutral. Era la expresin de orientar una lnea poltica de unidad
obrero-estudiantil.
Nuestra sociedad est profundamente dividida en clases, en grupos. Est llena de
contradicciones y antagonismos, pero nosotros los estudiantes, no
permaneceremos como meros espectadores de esta situacin, sino que sabemos
perfectamente que nuestra responsabilidad ser medida por la preocupacin que
358
Liceanos a la Lucha. Revista Punto Final, N 84. Pgina 10. Julio de 1969. Santiago de Chile. Tanto Cataln Febrero como Hugo
Crcamo llegaron a ocupar cargos de relevancia en la estructura mirista nacional.

171

tengamos frente a nuestra sociedad y sta no puede ser otra que tomar una
actitud crtica frente a una sociedad burguesa que se sustenta en una estructura
econmica que genera explotadores y explotados359

En esta atmosfera socio-poltica los miristas iniciaron las operaciones armadas,


algunas de ellas con bastante espectacularidad e impacto en el mundo social y en
los partidos formales (de derecha, centro e izquierda) y por supuesto en el propio
gobierno. Las expropiaciones a los ladrones del pueblo, es decir a los bancos
no dejaron indiferente a nadie. Todos, de una u otra forma, mostraron simpatas o
animosidades. Hubo prensa, como el matutino El Clarn (siempre junto al pueblo)
que lleg a titular Los cabros del MIR pasaron a buscar la mesada.
Ms all de la espectacularidad de las operaciones, de las ancdotas juveniles de
los participantes, estn las razones y explicaciones que se dieron. Tambin por
cierto es necesario tener en cuenta la reaccin y opinin del gobierno y la
Democracia Cristiana; asimismo del resto de la izquierda chilena; especialmente
por las circunstancias electorales que se estaban viviendo en la que estaban
comprometidos fuertemente los partidos socialista y comunista.
El gobierno tuvo expresiones de total rechazo y descalificacin sobre los
protagonistas de las expropiaciones. Juan Achurra, democratacristiano y
Subsecretario del Interior los calific de gnster cnicos rechazados por toda la
izquierda. En el

mismo tenor y lenguaje lo hizo el inefable parlamentario

comunista Orlando Millas quin los reput de grupsculos anticomunista de la


ultraizquierda; El Mercurio editorializ el hecho como una burla a la autoridad
misma del Estado y a la dignidad del gobierno, as como el ataque ms
implacable al estilo y mtodo y mtodo de los partidos de la izquierda tradicional.
No muy distinta fue la voz oficial del comunismo criollo que, a travs de su diario
El Siglo, tach de aventureras las acciones del MIR360.
La explicacin mirista vino de boca de su Secretario General. Dijo que lo ocurrido
en Chile no era distinto a lo que pasaba en el resto de Amrica Latina, donde las
359
360

Ibdem
Citados en Revista Punto Final N 87. Pginas 2 a 5.

172

diferencias de clases, la explotacin y la miseria de la poblacin era una constante


ya por aos. Que lo que aconteca en el pas no era diferente a lo que acaeca en
el resto de Amrica Latina donde el imperialismo yanqui y las clases pudientes se
enseoreaban en opulencias provocadoras. Que todo esto, especialmente en
Chile, se topaba con el ascenso sostenido de las luchas obreras a las que se les
responda con brutales acciones represivas como en Puerto Montt, en El Salvador
y en la comuna de San Miguel. Por tanto qu otra cosa podan hacer los
revolucionarios,, qu otro camino podan escoger que organizarse (militar y
polticamente) y prepararse. Este bsico objetivo de los militantes revolucionarios
requera financiarse por medio de expropiaciones revolucionarias.
Para Enrquez exista un factor tico que los diferenciaba de la clase dominante; y
por consiguiente no eran delincuentes o gnster juveniles:
El MIR a diferencia de los patrones de fbricas y fundos, no ha robado nunca a
los obreros o a los campesinos. El MIR a diferencia del Ministro del Interior,
Carabineros e Investigaciones, jams ha asesinado a obreros y pobladores, ni ha
torturado a hombres indefensos. Al contrario, las expropiaciones que hacen los
revolucionarios en Amrica latina no son para su lucro personal, sino para
organizar la defensa de los trabajadores del robo de los patrones y de las balas de
los gobernantes361

El trabajo militar y las tareas pre y pos-electorales


La situacin no era fcil para el mirismo. En conjunto con sortear la represin
(policial y judicial) deba resolver asuntos polticos de envergadura. Y uno de ellos
era explicar y dar orientacin a su militancia y adherentes ante la coyuntura
electoral que se acercaba velozmente. Y este asunto no era un tema menor, de
una u otra forma entrababa la puesta en prctica de la nueva estrategia, fue la
coyuntura electoral de las presidenciales del ao 1970. El MIR por razones obvias
deba pronunciarse al respecto y aquello volvera a tensionar la vida interna; se
tendra que tener mucha habilidad poltica para explicar una postura que resultara
ms o menos coherente. El MIR arrastraba por aos la impronta de ser anti-

361

Jefe del MIR habla en la clandestinidad. Revista Punto Final N 87. Pginas 30

173

electoralista y, naturalmente, no estaba dispuesto para pronunciarse de forma


distinta.
A ms de un ao del evento electoral el MIR se pronunci y fue bastante
categrico diciendo elecciones, no; lucha armada nico camino. Las razones de
este rechazo eran mltiples; pero esgrimi algunas que tenan mayor peso
histrico e ideolgico. Seal que las elecciones no eran otra cosa que un
mecanismo para perpetuar un modelo de explotacin capitalista a travs de un
renovacin formal de las partes constitutivas de esas estructuras362; por
consiguiente se adscriban a este camino legal, el de las elecciones, quienes
tenan limitaciones serias en sus aspiraciones, circunscribindolas a combatir al
imperialismo y a un feudalismo agrario inexistente en Chile363 por medio de un
gobierno Popular, en alianza con sectores de la burguesa364.
Pero aquellas organizaciones polticas cuyas aspiraciones iban ms all de
eliminar el capital extranjero, combatiendo a sus ms ntimos aliados y
representantes nacionales: las burguesas industrial y agraria365.
Adems el sufragio (universal, informado y obligatorio) representaba un
instrumento de coaccin y conduccin de las capas medias de la sociedad para
los efectos que se pronunciaran polticamente, ya que de forma espontnea jams
lo haran. Por eso es que en todos los pases es sancionada duramente la
abstencin electoral366.
Pero lo ms significativo de la proposicin electoral del mirismo fue sentenciar que
las revoluciones mundiales jams se haban hecho dirigidas por las capas sociales
motrices y no por la sociedad en su conjunto. En aquellos das, las clases
propulsoras consideradas por los marxistas (y lo miristas as se declaraban) eran
los obreros y los campesinos. Es esta la razn por la que las revoluciones no se
someten jams a votaciones; es por eso tambin que los actos ms democrticos
como son las revoluciones, son realizados por los medios menos democrticos
362

Elecciones no, lucha armada nico camino. Suplemento a la Edicin N 74 de la revista Punto Final. Febrero de 1969. Santiago de
Chile.
363
Ibdem.
364
Ibdem.
365
Ibdem.
366
Ibdem.

174

imaginables367. Despus de esta sentencia ideolgica era obvio que el MIR tena
que rechazar cualquier alternativa electoral.
En trminos sintticos Miguel Enrquez aclara an ms esta impugnacin a
participar en las elecciones presidenciales del ao 1970. En septiembre del mismo
ao declar a la prensa que la tarea de la izquierda no era estar haciendo clculos
electorales o pelearse por quin ser el candidato, cuando las fuerzas que
enfrentaran estaban reprimiendo al pueblo en las calles y torturando a los presos
polticos368. El alto dirigente agreg que n crean en el camino electoral para la
conquista del poder para obreros y campesinos porque no pasaba de ser un
circo que cada cierto nmero de aos montan los que gozan del poder y la
riquezas para entregar falsa ilusiones a quienes esquilman369. Miguel Enrquez
aleg que el sendero de lo electoral haba sido muchas veces transitado,
resultando totalmente estril. Los trabajadores, los desposedos de Chile por aos
haban sufragado por aos, han elegido decenas de diputados, senadores y
Presidente de la Repblica, y cada vez son ms pobres y ms explotados370.
Pero no slo descalific el sistema; tambin invalid al conglomerado de izquierda
que competa en el torneo electoral. El dirigente mirista que menos crean en una
candidatura seudoizquierdista que agrupe a los promulgadores de la Ley de
Defensa de la Democracia y a otras fuerzas tecnocrticas y reformistas
burguesas371.
A pesar de estos dichos, el MIR suspendi las acciones a mediados del ao
setenta. Lo hizo pensando en las posibilidades que ofreca el proceso electoral;
toda la desconfianza en el sistema continuaba, pero no era tan utpico un triunfo
de Allende. Lo ms gravitante en esta tregua fue el deseo de no colocar a la clase
trabajadores en la disyuntiva de estar con el MIR o estar con Allende372 lo que
era visto como una contradiccin de la poltica mirista: en el MIR, se daba una

367

Ibdem.
Jefe del MIR habla en la clandestinidad. p. Cit.
369
Ibdem.
370
Ibdem.
371
Ibdem.
372
Antecedentes del MIR. Escrito por Miguel Enrquez. Documentos Internos, pgina 179.
368

175

ambigedad, en el sentido que van a ir en la direccin de la lucha armada y no


van373.
Qu tan contradictoria era la situacin en el MIR? Supuestamente no hubo
mayor contradiccin, sino ms bien una flexibilidad poltica y un relativo sentido de
la realidad poltica. La candidatura de Allende no se vio como perdida
irremediablemente; por el contrario, al estar dividida la clase dominante en dos
candidaturas, aumentaban las posibilidades de la Unidad Popular y, haba fuerte
entusiasmo en las capas populares. Un ex integrante de la Comisin Poltica y
seguro debatiente de entonces explica:
en un ao pasan muchas cosas, sobre todo en un ao electoral, entonces lo
que nosotros fuimos percibiendo justamente porque el MIR se expanda en
distintos sectores sociales, Ptas. Es que las propias bases sociales estaban
entusiasmadas con Allende!!...y que el Allendismo estaba prendiendo y de que era
posible de que Allende ganara y que tena un programa que en muchos aspectos
era el mismo del MIR374.
Sin embargo otros militantes tienen una percepcin distinta de esta historia. Para
ellos la discusin en torno a la cosa electoral, en relacin a la postulacin de
Allende a La Moneda, se hizo hasta el ltimo minuto. No estuvo en el anlisis
mirista la claridad de que tendra xito la empresa poltico-electoral de la Unidad
Popular. As lo reafirma otro destacado dirigente:
yo creo que hasta el 4 de Septiembre, el MIR hace una discusin, frente al
proceso electoral, vamos al proceso electoral, apoyamos a Allende o no, que
actitud tomamos frente a la eleccin, pero no una estrategia en el sentido de ante
la eventualidad de que gane Allende que posicin llevamos, yo creo que esa
discusin se debe haber hecho el 4 de Septiembre tipo 2 de la maana, porque
haba una conviccin de que no era viable un triunfo de Allende375.
Esta es la percepcin histrica de la dirigencia mirista, con contradicciones ms o
menos de fondo. En cambio la de algunos militantes de base impresiona como
distinta. En ellos oper el sentido comn y un apegado sentido a la realidad
373

Entrevista a Rafael Ruiz Moscatelli. 01/ 2013. Santiago


Andrs Pascal Allende. Entrevista. 07/12/2012. Santiago
375
Lautaro Videla Moya. Ex-dirigente del MIR entre 1969 1975 Miembro del Comit Central y de la Comisin Poltica. Entrevista
12/12/2012.
374

176

inmediata que estaban viviendo. El recuerdo de uno de estos miristas, que


adems es provinciano, no habla de contradicciones; por el contrario, su opcin
poltica estaba francamente configurada:
compadre yo tena clarita la pelcula, para mi Allende no era enemigo, para m
era un socialista que se las vena jugando haca aos, que los comunistas, los de
mi pueblo, tampoco eran enemigos; algunas veces tenamos discusiones ms o
menos fuertes, pero de ah a ser enemigos o traidoresno puheso si que no.
As es que yo igual iba a ir a votar por Allende, igual tena esperanzasy me
pregunt ms de una vezy qu pasa si gana el Chichoigual le vamos armar
el cuento de la guerra o lo vamos a apoyar? Pami que haba que apoyarlo, votar
por el Chicho y si no resultababuenoah le dbamos al cuento de los
fierros376.
Pero que se suspendieran las acciones armadas no implic abandonar el trabajo
militar. Meses ms tarde (marzo 1971) le correspondi al mismo Enrquez explicar
el cmo haban amalgamado en el perodo lo poltico y lo militar.
Explic Miguel Enrquez que una de las preocupaciones centrales del mirismo fue
la defensa de un eventual triunfo de Salvador Allende en las elecciones
presidenciales. Para tal cosa despus de suspendidas las acciones armadas (pero
no las directas) procuraron constituir un frente de izquierda, colocando extremo
nfasis en estrechar vnculos con otros grupos del campo de los revolucionarios.
En segundo trmino desplegaron esfuerzos polticos para vincularse con lo que
llamamos sectores revolucionarios, refirindonos a grupos fraccionales o
tendenciales que existen dentro de la izquierda tradicional377, especialmente con
corrientes del Partido socialista como los elenos y los MR2; el tercer paso dado
fue formalizar los contactos con altos dirigentes de la Unidad Popular; toda vez
que stos se vean desarrollando desde haca al menos siete meses. Una cuarta
iniciativa fue estrechar la relacin con el PS, especialmente con el sector de
izquierda, no ocurriendo lo mismo con el Partido Comunista, pero s con el
MAPU a nivel de Direccin Nacional. Pero no slo del mundo poltico se
preocuparon, no era la prioridad, as se haba establecido.

376
377

Entrevista a Vctor militante de base en Concepcin. Concepcin, invierno del ao 2007.


Antecedentes del MIR. p. Cit.

177

Para el MIR (segn el anlisis de Enrquez) lo gravitante era el espacio popular


porque se ligaba a la estrategia de guerra revolucionaria; ms en aquellos
momentos de necesidad por construir una herramienta que contuviera un golpe
militar contra el triunfo de la Unidad Popular. Aquella defensa hara partiendo de
dos bases: primero, que el objetivo era resistir frente a un posible golpe militar o
por lo menos asegurar el desarrollo de una guerra revolucionaria de largo alcance,
si no se obtena el primer objetivo; y segundo, una estrategia que contemplara dos
niveles de accin: el conspirativo y el de masas378.
Dicha estrategia deba tener cuatro reas. La primera, de carcter operativa (en su
forma de conspirativa) contemplaba instruccin militar (especial) a mayor nivel a
las unidades operativas y a las Jefaturas de GPM y comisiones; adems deba
desarrollarse un acopio ms rpido de automviles para las estructuras e iniciar el
estudio de situaciones operativas y de objetivos considerados importantes379.
En el mbito de masas se orientaba el trabajo en los frentes sociales para
constituir milicias y en paralelo considerar a las organizaciones intermedias
(FTR, MUI, MCR, JPR, etc.) para aumentar el grado de conduccin,
fundamentalmente

orgnico

en

los

frentes

de

masa

as

entregar

adecuadamente las tareas de defensa en una situacin de golpe de estado las


que seran, entre otras, la toma de fbricas y construccin de las barricadas en las
calles. Tambin se decidi la fabricacin de artefactos caseros380.
El trabajo de clandestinizacin mayor (no olvidemos que la dirigencia ya era
clandestina) del partido se pens como de primersima prioridad ante la
eventualidad del golpe de Estado. Por esto se hizo un trabajo de red con el fin de
conectar velozmente a las distintas provincias, el desarrollo de una red de casas
de seguridad para una clandestinizacin masiva, y la conexin entre los distintos
sectores dentro de cada ciudad381.
Una vez electo Allende, inhibido el golpismo de primera hora y ratificado por el
Congreso, la tarea principal fue definirse ante el xito de Allende (y de la Unidad
378

Ibdem.
Ibdem.
380
Ibdem.
381
Ibdem.
379

178

Popular) al escoger el camino electoral. No sera fcil para los dirigentes del MIR.
Pero el argumento fue de peso y diluy la incertidumbre de muchos militantes de
base. Se explic que una cosa era llegar al gobierno y otra conquistar el poder
para los trabajadores y explotados de Chile: Inmediatamente despus del
resultado electoral las tareas se centraron en definir nuestra actitud frente al triunfo
electoral, plantear la lucha por avanzar desde el triunfo electoral al gobierno y de
all al poder, y contra la ofensiva reaccionaria cada vez ms evidente382.
El mismo mes de septiembre, pocos das del triunfo allendista, se elabor una
poltica definiendo tres aspectos fundamentales. Obviamente que se reconocera
el triunfo de Allende. Se reconoci la victoria electoral de Allende porque constitua
una conquista de los trabajadores que abra enormes posibilidades al proceso
revolucionario383. Por tener esta caracterstica se le brindara todo el apoyo
necesario para defender aquel xito, lo que implicaba tareas de lucha contra la
sedicin en los planos polticos (otorgamiento de reivindicaciones, denuncia
pblica de la conspiracin etc.), de masas (movilizacin de ellas en
concentraciones, mtines de apoyo al gobierno de repudio a la conspiracin etc.),
econmico (destruccin de la base econmica del poder de la clase dominante) y
militar y anti conspirativa (reivindicaciones a las FF.AA. trabajo de seguridad); de
profundizacin y radicalizacin (apoyo en capas ms pobres, rechazo a las
garantas constitucionales pedidas por la DC)384
Qued claro que los miristas defenderan a Allende, frenaran cualquier intento
golpista y desataran tareas revolucionarias solo afirmndose en la movilizacin de
las masas.
Este esclarecimiento poltico lo debieron defender en la calle, de cara a las masas;
no pudo ser de otra forma porque las acusaciones desde la vereda tradicional o
electoralista les imput oportunismo.
De este perodo data tambin el reforzamiento (a cargo de Luciano Cruz) y
reorganizacin del equipo de informacin, gracias al cual se pudo obtener con
382
383
384

Ibdem.
Ibdem.
Ibdem.

179

antelacin las intenciones, preparativos y acciones conspirativas de la derecha,


especialmente los ocurridos en los das previos a la ratificacin del triunfo de la
Unidad Popular por el Congreso. Se desprende entonces que las tareas militares
del mirismo, estuvieron orientadas especialmente a la defensa del gobierno de
Salvador Allende.
Y, ser en el prximo perodo en que el MIR tendr su mayor desarrollo orgnico.
Ser bajo el gobierno de la Unidad Popular (sin participar de l) el momento que
los miristas tendrn el mayor influjo social y poltico hasta convertirse en
protagonistas de la historia nacional.

180

DOCUMENTOS
DECLARACIN DE PRINCIPIOS DEL MIR385
I
El MIR se organiza para ser la vanguardia marxista-leninista de la clase obrera y
capas oprimidas de Chile que buscan la emancipacin nacional y social. El MIR se
considera el autntico heredero de las tradiciones revolucionarias chilenas y el
continuador de la trayectoria socialista de Luis Emilio Recabarren, el lder del
proletariado chileno. La finalidad del MIR es el derrocamiento del sistema
capitalista y su reemplazo por un gobierno de obreros y campesinos, dirigido por
los rganos del poder proletario, cuya tarea ser construir el socialismo y extinguir
gradualmente el Estado hasta llegar a la sociedad sin clases. La destruccin del
capitalismo implica un enfrentamiento revolucionario de las clases antagnicas.
II
El MIR fundamenta su accin revolucionaria en el hecho histrico de la lucha de
clases. Los explotadores, por un lado, asentados en la propiedad privada de los
medios de produccin y de cambio; y por otro, los explotados, mayora aplastante
de la poblacin, que slo cuenta con la fuerza de trabajo, de los cuales la clase
burguesa extrae la plusvala. El MIR reconoce al proletariado como la clase de
vanguardia revolucionaria que deber ganar para su causa a los campesinos,
intelectuales,

tcnicos

clase

media

empobrecida.

El

MIR

combate

intransigentemente a los explotadores, orientado en los principios de la lucha de


clase contra clase y rechaza categricamente toda estrategia tendiente a
amortiguar esta lucha.
III
El siglo XX es el siglo de la agona definitiva del sistema capitalista. El desarrollo
de la tcnica no ha servido para evitar las crisis peridicas, los millones de
desocupados y la pauperizacin a causa de que en el rgimen capitalista la
385

Aprobada en el Congreso Constituyente de 1965

181

produccin es social, pero la apropiacin es individual. El sistema capitalista es su


etapa superior, el imperialista, no puede ofrecer a la humanidad otra perspectiva
que no sea el rgimen dictatorial y la guerra como un intento ltimo para salir de
su crisis crnica de estructuras. Pretende ocultar en determinados perodos, su
rgimen de dictadura burguesa, ejercido a travs del Estado opresor, hablando en
abstracto de la libertad, pero sus contradicciones lo llevan inevitablemente al
fascismo.
IV
El rasgo ms sobresaliente de este siglo es el carcter mundial que ha adquirido el
proceso revolucionario. Todos los continentes han sido sacudidos por la historia y
la relacin de fuerzas entre las clases ha cambiado en un sentido desfavorable al
imperialismo. Un tercio de la humanidad ms de mil millones de personas- ha
salido de la rbita del capitalismo y est construyendo el socialismo. El triunfo de
la revolucin en numerosos pases atrasados ha demostrado que todas las
naciones tienen condiciones objetivas suficientes para realizar la revolucin
socialista; que no hay proletariados maduros e inmaduros. Las luchas por la
liberacin nacional y la reforma agraria se ha transformado, a travs de un
proceso de revolucin permanente e ininterrumpida, en revoluciones sociales, de
mostrndose as que sin el derrocamiento de la burguesa no hay posibilidades
efectivas de liberacin nacional y reforma agraria integral, tareas democrticas
que se combinan con medidas socialistas.
La revolucin en los pases coloniales y semicoloniales no ha resuelto an los
problemas bsicos del socialismo. Mientras la revolucin no triunfe en los pases
altamente industrializados siempre estar abierto el peligro de una guerra nuclear
y no se podr alcanzar la sociedad sin clases. El imperialismo no ser derrotado
con la mera competencia econmica entre los regmenes sociales opuestos en un
mundo formal de coexistencia pacfica, sino por medio de la revolucin socialista
en los propios bastiones del imperialismo.

182

V
Las condiciones objetivas estn ms que maduras para el derrocamiento del
sistema capitalista. A pesar de ello, el reformismo y revisionismo siguen
traicionando los intereses del proletariado. De ah que la crisis de la humanidad se
concretiza en la crisis de direccin mundial del proletariado. Sin embargo, el
proceso revolucionario de las ltimas dcadas ha producido una crisis en los
partidos polticos tradicionales de izquierda y han comenzado a surgir movimientos
revolucionarios nuevos que abren la perspectiva histrica para la superacin de la
crisis de direccin del proletariado.
VI
Chile se ha convertido en un pas semicolonial, de desarrollo capitalista atrasado,
desigual y combinado. A pesar de su atraso, Chile no es un pas agrario sino
industrial y minero. En 150 aos de desgobierno las castas dominantes han
retrasado la agricultura, la minera y la industria, han entregado nuestras
principales fuentes de produccin al imperialismo, hipotecando la independencia
nacional con pactos y compromisos internacionales; han convertido Chile en uno
de los pases con ms bajo promedio de vida, de ms alta mortalidad infantil, de
mayor analfabetismo, dficit alimenticio y habitacional. La trayectoria de las clases
dominantes desde la declaracin de nuestra independencia en el siglo pasado
hasta el presente, ha demostrado la incapacidad de la burguesa criolla y sus
partidos

para

resolver

las

tareas

democrtico-burguesas

que

son,

fundamentalmente, la liberacin nacional, la reforma agraria, la liquidacin de los


vestigios semifeudales. Rechazamos por consiguiente, la teora de las etapas
que establece equivocadamente, que primero hay que esperar una etapa
democrtico-burguesa dirigida por la burguesa industrial, antes de que el
proletariado tome el poder.
Combatiremos toda concepcin que aliente ilusiones en la burguesa progresista
y practique la colaboracin de clases. Sostenemos enfticamente que la nica
clase capaz de realizar las democraticas combinadas con las socialistas, es el
proletariado a la cabeza de los campesinos y de la clase media empobrecida.

183

VII
Las directivas burocrticas de los partidos tradicionales de la izquierda chilena
defraudan las esperanzas de los trabajadores; en vez de luchar por el
derrocamiento de la burguesa se limitan a plantear reformas al rgimen
capitalista, en el terreno de la colaboracin de clases, engaan a los trabajadores
con una danza electoral permanente, olvidando la accin directa y la tradicin
revolucionara del proletariado chileno. Incluso, sostienen que se puede alcanzar el
socialismo por la va pacfica y parlamentaria, como si alguna vez en la historia
de las clases dominantes hubieran entregado voluntariamente el poder.
El MIR rechaza la teora de la va pacfica porque desarma polticamente al
proletariado y por resultar inaplicable ya que la propia burguesa es la que
resistir, incluso con la dictadura totalitaria y la guerra civil, antes de entregar
pacficamente el poder. Reafirmamos el principio marxista-leninista de que el nico
camino para derrocar al rgimen capitalista es la insurreccin popular armada.
VIII
Frente a estos hechos hemos asumido la responsabilidad de fundar el MIR para
unificar, por encima de todo sectarismo, a los grupos militantes revolucionarios
que estn dispuestos a emprender rpida, pero seriamente, la preparacin y
organizacin de la Revolucin Socialista chilena.
El MIR se define como una organizacin marxista-leninista, que se rige por los
principios del centralismo democrtico.

Septiembre de 1965

184

EL MIR Y LOS SUCESOS DE CHECOSLOVAQUIA386


A nuestro entender, los recientes sucesos checoslovacos deben ser analizados a
partir de los orgenes histricos del problema. En el origen del socialismo checo
gravitaron dos factores:
1.- Este no fue un proceso revolucionario cabal, sino que pes en gran medida la
presencia del ejrcito sovitico, lo que no permiti que se creara una movilizacin
de masas, una conciencia y una moral socialista, etc.
2.- Naci en pleno perodo stalinista, cuando las libertades se hacan aparecer
como antagnicas con el socialismo, cuando se reduca el socialismo a la
planificacin econmica y al aumento de la produccin en toneladas de acero,
cuando ejerca el poder y una capa de funcionarios y militares, la burocracia y no
la clase obrera y el campesinado.
La antigua direccin checa (Novontny) mantuvo todo aquello, y adems permiti el
traspaso a la URSS de parte del excedente econmico checo, toler la
prostitucin, estimul el mercado negro de dlares, corrompi a sectores del
pueblo checo en la bsqueda del confort, en la no solidaridad internacional, etc.
Sobre estas bases se produjo el cambio de direccin en el PCCH. De all que
desde los inicios aparecieron dos corrientes distintas en el proceso checo: una,
constituida por la capa de burcratas, hijos del stalinismo y depositarios de la
riqueza material que les dio el socialismo, corriente que pretendi orientar el
proceso por la derecha (relaciones con los EE. UU., con Alemania Occidental,
parlamento burgus, subestimacin del partido de vanguardia, etc.), esta corriente
era fuerte: estaba en la direccin del partido, en la prensa, en el gobierno, etc. En
este sector se afirmaban las maniobras de la CIA y del imperialismo. La otra
corriente, constituida por jvenes obreros y estudiantes, era la base social de las
tendencias que buscaban la democratizacin del socialismo en trminos marxistas
y revolucionarios, entendido como un efectivo gobierno obrero y campesino. Pero
esta tendencia, siendo mayoritaria, era dbil, an sin expresin poltica y recin
386

EL Rebelde, septiembre de 1968. Santiago de Chile.

185

formndose. Si lo que la tendencia de derecha quera era la restauracin del


capitalismo, y si sta no era otra cosa que devolver las fbricas a sus anteriores
dueos y los campos a los antiguos terratenientes, los obreros y campesinos, que
ya haban vivido el socialismo, de inmediato habran reaccionado defendiendo sus
anteriores conquistas.
La evolucin natural de los hechos habra llevado a dos precisas alternativas: o el
triunfo de obreros y campesinos salvan el socialismo y adems conquistan la
democratizacin revolucionaria, o la tendencia de derecha crece y cuestiona
realmente el socialismo. Slo en este caso habramos apoyado una intervencin
sovitica, que en ese caso habra tenido dos precisas caractersticas que no tuvo
la actual: 1.- habra contado con el apoyo de grandes sectores sociales checos en
la lucha y 2.- habra tenido que respetar los procesos de democratizacin
socialista.
La burocracia dirigente de la URSS, frente al ascenso de cualquiera de las dos
tendencias perda su influencia, poder y beneficio econmico. Entonces decidi
inflar las tendencias de derecha, la intervencin yanqui y de la CIA, para justificar
as la intervencin militar y lograr el aplastamiento de ambas corrientes.
Repudiamos enrgicamente la intervencin militar sovitica en Checoslovaquia.
Esta intervencin no fue a la defensa del socialismo, que habra estado bien
salvaguardado por obreros y campesinos checos, sino en defensa de los intereses
de la burocracia de la URSS, y con claro contenido contrario a los procesos de
democratizacin socialista. La repudiamos no en base al trasnochado principio de
no intervencin sino a su contenido. Nos habra parecido perfectamente legtima la
intervencin sovitica si el socialismo hubiera estado efectivamente amenazado
en Checoslovaquia, pero este no es el caso; ms bien eran los intereses de la
capa burocrtica de la URSS, los cuestionados.
Hay contradicciones en todo esto que deben ser aclaradas. Mucho de lo que los
pases invasores daban como desviaciones de derecha en Checoslovaquia y que
entregan como justificacin, son caractersticas que tambin tienen ellos:

186

a) La acusacin a los checos de querer abrir relaciones con Alemania


Occidental, la URSS y los pases, socialistas de Europa no tienen relaciones con
el ms criminal de los pases, los EE. UU., no mantienen la URSS y el campo
socialista relaciones diplomticas y ayudan con crditos a las oligarquas
criminales en Amrica Latina, que masacra obreros y campesinos, y combaten a
los revolucionarios?
b) Los crditos que quiso obtener Checoslovaquia en los EE. UU. no son los
mismos que obtuvo ya Polonia, uno de los invasores?
c)

Las medidas de descentralizacin de la economa de estmulos materiales y

de no estmulos morales,

de disminucin de planificacin socialista, la

valorizacin del mercado etc., no son las mismas existentes en varios de los
pases invasores y que la URSS emplea?
Creemos que todas las desviaciones de derecha deben ser combatidas, pero no
slo en Checoslovaquia sino en varios de los pases socialistas, y no por medio de
una intervencin militar por parte de aquellos pases que impulsan las mismas
medidas y actividades.
Hay tambin contradicciones en el Partido Comunista chileno:
a) Por aos, Jorge Inzunza y todos los dirigentes comunistas, mostraron a
Checoslovaquia como un ejemplo de cmo un pas poda llegar al socialismo por
la va pacfica. A qu socialismo se llega, que segn el PC chileno se justifica
que a 20 aos despus sea necesario invadirlo para defender ese socialismo?
b) La URSS justifica su invasin por querer el PC checo esta intervencin. En
qu quedan las afirmaciones comunistas en la revista Principios de luchar en
Chile por un gobierno popular pluripartidista?
Nosotros siempre hemos afirmado y credo que ste es un camino errado, pero y
el PC?
Sabemos que este rechazo a la intervencin ser utilizado por la reaccin y el
imperialismo. Esta es responsabilidad de la URSS. Ya se escucha el gritero del
imperialismo y sus secuaces radicales, nacionales, democratacristianos, etc., que

187

rasgan sus vestiduras por el principio de la no intervencin. Son los mismos que
nada dijeron para las criminales intervenciones yanquis Santo Domingo, Vietnam y
Cuba. Pretenden descalificar as el camino socialista. No lo conseguirn. Es tarea
de las izquierdas revolucionarias del mundo demostrar que ese no es el socialismo
por el cual combatimos, sino que esa es una desfiguracin heredada de los
perodos ms negros de las primeras repblica socialista del mundo.

188

ESTRATEGIA INSURRECCIONAL

MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA


1968
ESTRAEGIA INSURRECCIONAL
Antes de desarrollar las ideas bsicas de nuestra estrategia insurreccional
debemos aclarar que sta no corresponde exactamente al perodo que vive
nuestra organizacin.
No es exactamente el quehacer actual sino, ms bien la va, el camino y el plan
que se propone el MIR, como va fundamental de toma del poder poltico. ES por
eso que la enunciacin de estos temas, enunciacin breve por razones de espacio
y de tiempo, aparece un tanto abstracta. Muy diferente sera si estuviramos ya
ante una lucha armada en nuestro pas y nuestra labor consistiera en sistematizar
lo que ocurriera. Trataremos, de todas formas de dar ante cada afirmacin un
hecho concreto que la corrobore para hacer nuestra exposicin ms comprensible
y ms ligada a la problemtica concreta y diaria que est viviendo el militante de
nuestra organizacin.
Dividiremos en tres partes nuestra exposicin:

189

I)

Necesidad de la violencia y necesidad apremiante de la lucha armada

como objetivo predominante del actual perodo.


II)

Posibilidad de la lucha armada en Chile.

III)

Carcter de la lucha armada en Chile.

a)

Lucha de masas o insurreccin corta.

b)

Guerra revolucionaria prolongada e irregular.

I NECESIDAD DE LA VIOLENCIA
1.- Esta discusin se ha planteado en todos los tonos y en todas las partes donde
alguien se dice de Izquierda y se plantea como (necesidad) fundamental de la
accin poltica revolucionaria. Sobre todo en nuestro pas sta discusin ha
tomado caractersticas que van ms all de los puros militantes de la izquierda,
participando en ella amplios sectores sociales, y, apareciendo en la sociedad, en
su conjunto, como una alternativa clara y concreta que exige una definicin. Unos
en pro, otros en contra, esta discusin no ha pasado de ser solo eso, una
discusin.
Creemos que para los sectores desposedos de esta sociedad, los
eternamente oprimidos,

este tema no corresponde en modo alguno a una

discusin, sino que, por el contrario, es un hecho diario, fcilmente reconocible y


elemento principal de aplastamiento que obliga a estos sectores sociales a
permanecer en el actual orden de las cosas, a aceptar por imposibilidad de otro
camino, la explotacin, la sumisin frente a ella.
Pero ante la explotacin diaria del obrero y el campesino, quin es el que
ejerce la violencia como mtodo de sumisin y aceptacin de su condicin de
explotado? Ser puramente el patrn, el gerente, el explotador directo?

190

La dominacin de la burguesa se basa en la violencia burguesa (el Estado).


Cuando ms arriba decamos que la violencia para el explotado es un hecho
diario, constatable fcilmente, presente diariamente en su vida, aludamos a
aquella violencia ejercida principalmente a travs de la explotacin, a travs del
trabajo que desarrolla el explotado en la infraestructura, en la base econmica del
rgimen burgus. Porque la apropiacin del patrn del producto que el crea y
produce, porque la expropiacin diaria y permanente de mundo material cread por
su propio esfuerzo involucra desde ya una forma de violencia visualizada
diariamente por el trabajador.
Porque cuando reclama de esa situacin es expulsado de su lugar de trabajo,
cuando se organiza y constituye junto con sus compaeros organizaciones
permanentes de defensa de sus interese (sindicatos) es perseguido o
chantajeado, cuando su opresin se traslada al lugar en que vive en miseria
permanente, y con la imposibilidad prctica de alcanzar otro status, cuando es
reprimido por tomar sitios, cuando es encarcelado por robos de luz o lea, cuando
es acosado por la polica en sus lugares de diversin y cuando finalmente reniega
de este orden social creado para explotarlo, se alza y rebela, cuestionndolo,
tratando de liquidar a sus opresores y destruir el sistema entero; se encuentra con
el ejrcito y la polica que lo asesinan o masacran, en fin, cuanto todo esto
constituye su vida y cuando se desenvuelve en esta situacin permanente,
absolutamente nadie puede afirmar que su posicin frente a la necesidad de la
violencia y a la violencia en general constituya un juicio terico, una afirmacin
alcanzada despus de estudiar o de aprender.
Ms an, hemos visto anteriormente que el proletariado una vez constituido como
clase trata permanentemente de imponer sus intereses a aquella otra clase
explotadora-la burguesa- empezando por pequeas cosas, pequeas acciones,
obligndole a conceder pequeas mejoras, se van organizando y concientizando
para adoptar en una situacin especial que hemos denominado, como crisis

191

general del sistema, adoptar decamos, como reivindicacin fundamental, la toma


del poder poltico y la construccin de una nueva sociedad, bajo su direccin.
Aquella clase explotadora, trata a su ve de imponer sus intereses, trata de obtener
la sumisin y la aceptacin de la explotacin que ella ejerce sobre el proletariado.
Una sociedad estructurada de esta forma, basada en una pugna de intereses, en
una lucha de clases, tendra lgicamente un destino: el aplastamiento de la
minora y por ende, e triunfo de los intereses de la mayora, la creacin de una
nueva sociedad que respondiera al sentir de los dems.
La situacin evidentemente no es tan sencilla. Planteado ya le problema, ubicando
la lucha de clases como elemento fundamental de la sociedad actual, aparece el
inters lgico de la clase burguesa por sostener y mantener su dominacin.
All es donde encontramos la idea del estado, esa gigantesca mquina, esa
superestructura poltica que crea la burguesa para que la defienda, ese elemento
tcnico militar creado para reprimir, estructurado nica y exclusivamente para
impedir el triunfo del proletariado. Mquina estatal que asegura la dominacin
burguesa, arma de explotacin de la clase oprimida, es el componente principal de
esta sociedad.
De all, entonces, y para explicarlo fcilmente, cada vez cada oportunidad en que
la clase oprimida salte, cuestione el sistema, que no acepte seguir en esta
situacin, se ver enfrentada al brazo armado burgus y no habr triunfo obrero
sin antes haber barrido, aplastado o destruido aquellos aparatos.
De ah, entonces, como revolucionarios, como militantes de un partido que es
vanguardia de los oprimidos y que se plantea como objetivo nico y principal la
toma del poder poltico. Establecemos como nica manera de tomar el poder, (la
destruccin de aquel brazo armado; ejrcito, polica).

192

Es decir, mediante el ejercicio de la fuerza, de la violencia revolucionaria, ser


como tomaremos el poder, construiremos una nueva sociedad. Las clases
opresoras, magnficamente bien resguardadas, por sus organismos represivos, no
nos imponen la violencia como una de las salidas, como una posibilidad entre
varias, sino como la nica salida y posibilidad. Lo dems sera engaarnos a
nosotros y engaar al proletariado, hacindole esperar una posibilidad que nunca
ha existido, ni existir.
Resumiendo lo dicho anteriormente y respondiendo a la pregunta que nos
hacamos al empezar este punto diremos; a) la clase oprimida (obreros y
campesinos) no recitan discutir o estudiar, s la violencia es necesaria o no. Ellos
la viven diariamente ejercida por sus patrones y opresores. b) Toda lucha de
clases que aspira a constituir al proletariado como clase dominante tendr como
tarea principal la destruccin del ejrcito, la polica y en general del estado
burgus, cuerpos creados por la burguesa para defenderla de las mayoras
oprimidas que desean salir de su situacin.
c)

La necesidad de la violencia, es pues, el nico camino de toma del poder

Poltico. La antigua, discusin violencia o no violencia ha sido ya superada por la


prctica.
2.- No obstante lo que decamos anteriormente, la sociedad burguesa basada en
la expropiacin forzosa y violenta de los ms por parte de los menos, no podra
vivir permanentemente en un estado de guerra civil, de lucha armada entre las
clases, de aplastamiento y destruccin fsica de una clase por otra. La prctica
que vivimos nos demuestra as. A pesar de reconocer en nuestra sociedad los
elementos

descritos

anteriormente

(violencia

permanente,

expropiacin

permanente forzosa de los bienes materiales que producen las mayoras por parte
de las minoras, aparato armado, militar de los opresores en contra de los
oprimidos) no evidenciamos ni constatamos una guerra civil ni una lucha armada,

193

entre las clases poseedoras y desposedas de nuestro pas. Ms bien nos


proponemos como objetivo inmediato crear esa situacin, iniciar una lucha armada
entre la clase proletaria y el ejrcito represor burgus. Por qu?
S reconocemos que la dominacin burguesa existe en base a la
explotacin y a la violencia, tendremos que reconocer que cualquier mecanismo
que asegure a la burguesa supervivencia del actual orden de las cosas, lo
aplicara. Cualquier mecanismo que asegure que la clase oprimida permanecer
por un buen tiempo en esa situacin ser usado en beneficio propio de la
burguesa. Si le interesa mantener su dominacin tendr pues que evitar los
choques frontales con la clase dominada y hacerles de una forma u otra ms
llevadera su situacin de explotados. Durante ese tiempo se enriquecer ms,
oprimir ms, ejercer ms la violencia. La no existencia de un proletariado
rebelde le asegura su impunidad. Estos mecanismos los hemos denominado
mediatizaciones. Es decir, elementos coadyudantes de la dominacin burguesa
que trata de mantener a los oprimidos en su situacin de tales, sin lanzarlos a un
choque frontal con los burgueses.
Estas mediatizaciones utilizadas por la burguesa son variadas y algunas
muy sutiles que hacen particularmente difciles para los revolucionarios
demostrarlas como mediatizaciones a los obreros. Unido esto al dominio por parte
de la burguesa de los medios de prensa y propaganda explican en buena
mediada la pasividad que han observado nuestras clases proletarias durante un
buen tiempo.
Solo por nombrar algunas empezaramos por la Moral. Le plantea al
explotado la necesidad de trabajar (para la burguesa) y subir peldaos dentro de
su labor. Asimismo a no codiciar o envidiar las riquezas de otros (riqueza que l
produjo).Segn la religin debemos resignarnos y aceptar los sufrimientos
calladamente. As solamente alcanzaremos una vida mejor que por supuesto no
esta en la tierra. La Cultura (somos pobres porque somos tontos o ignorantes). El

194

Trabajo (somos pobres porque somos flojos). Las Elecciones (si votan por cual o
tal candidato su situacin mejorar), etc., etc.
La tarea para el revolucionario consistir entonces en demostrar al obrero,
que nos e trata de ser ms o menos explotados sino por el contrario dejar de serlo.
Que el responsable de sus situacin es el sistema y contra l y la forma temporal
que adopta (Gobierno y Estado) deber luchar.
3.- Si determinbamos anteriormente que el arma de dominacin de la burguesa
lo constituye el estado, y que el Estado es el resultado del carcter irreconciliable
de los intereses de las clases en pugna. Si al mismo tiempo calificabamos de
estril la discusin de Violencia o no Violencia, tenemos un segundo elemento de
extraordinaria importancia para el tema que nos ocupa. Lo constituye la presencia
del imperialismo en nuestro pas.
La Historia de Amrica Latina y del tercer mundo en general nos demuestra
sin lugar a dudas que el imperialismo acudir a cualquier pas o lugar donde vea
sus intereses amenazados.
Analizando las clases dominantes en Chile, hemos llegado a la conclusin
de que no es puramente le burguesa chilena engendrada y desarrollada por el
imperialismo, la que domina en nuestro pas.
Por otra parte Chile, no es una colonia yanki con presencia de tropas
extranjeras y un gobierno forneo.
Evidentemente si la responsabilidad principal de gobierno, y la dominacin
principal la ejerce el imperialismo a travs de un gobierno lacayo y una burguesa
ttere. De todo esto se desprende, que para calificar exactamente el tipo de
dominacin que existe y para determinar correctamente quin lo ejerce, lo
atribuiremos a lo que hemos denominado como complejo social dominante.

195

Este complejo social dominante formado por las burguesa dependientes es


el que se opone a cualquier tipo de transformacin revolucionaria en nuestra
sociedad. Si antes tenamos un Estado burgus nacional con su componente
principal, el ejrcito, y los aparatos militares en general como armas de represin
del proletariado, tenemos necesariamente que aadir la presencia de otro Estado,
de otro ejrcito, de otra gigantesca maquinaria militar represiva; la imperialista.
La realidad de Amrica Latina en estos ltimos aos, asimismo como la
experiencia mundial de este perodo caracterizada principalmente por la guerra en
Vietnam, plantea entonces a las clases revolucionarias de nuestro pas un nuevo
enemigo (que o es tan nuevo) una nueva maquina militar que aplastar, un nuevo
ejrcito represivo que destruir: el yanki.
No se trata tampoco de tomar la maquina estatal nacional, derrotando al
ejrcito nacional y, a partir de aqu luchar con el imperialismo (como se dio en
Cuba), tesis planteada por el Partido Comunista, que le sirve como argumento y
justificacin de las vas pacficas que sostiene; sino por el contrario y la prctica
misma lo demuestra, este complejo social dominante que se caracteriza por una
militarizacin creciente acta desde las races del proceso revolucionario.
Cualquier proceso revolucionario, cualquier forma de amenaza al orden vigente
engendrar inmediatamente la contrarrevolucin armada con presencia, desde ya,
del imperialismo, es decir, este no se reserva hasta el momento que el Estado
nacional est a punto de caer por el empuje popular, cunado su intervencin solo
podra momentneamente calmar la situacin ya incontenible.
El ejemplo ms claro de esto lo tenemos en

Vietnam donde la sola

debilidad del rgimen de Diem que no tena en sus inicios resistencia armada de
parte del pueblo vietnamita, lo impuls a establecer bases militares e intervenir
con tropas. Actualmente el ejrcito represivo del gobierno de Vietnam del Sur, as
como su maquina estatal en general no resistiran un minuto sin la presencia yanki

196

(la creciente experiencia guerrillera boliviana lo confirma an ms). Desde el


momento en que se abri la lucha armada, se hicieron presentes los asesores y
militares yankis; que plantearon a los guerrilleros la necesidad inmediata de luchar
contra ambos; el ejrcito boliviano y el ejrcito yanki.
Concluyendo lo expuesto aqu reafirmamos lo dicho en el punto primero. La
creciente militarizacin del complejo social dominante (burguesa-imperialismo)
chileno plantea el problema militar y el uso de la fuerza y la violencia
revolucionaria no ya como posibilidad sino como la solucin urgente de cada
momento. Es decir que no solo tomaremos el poder usando la violencia en contra
de los enemigos nacionales, sino que tambin y desde los comienzos contra los
enemigos extranjeros. De ah que la antigua discusin (violencia o no violencia)
pierde una vez ms razn de ser.
Pero a parte del papal de la violencia como el ms poderoso y nico para el
cambio social, la violencia tiene adems numerosos papeles que jugar.
4.- La prctica y la realidad social en nuestra sociedad hace aparecer a la
violencia no ya como la prolongacin de la poltica por otros medios sino parte
inherente en ella que reacciona sobre la poltica en general. Cuando el ejrcito
mata 8 personas en el Salvador, cuando mueren 6 pobladores durante el ltimo
paro Nacional cuando los campesinos son desalojados del fundo San Miguel,
cuando Frei denuncia que cualquier intento subversivo ser aplastado por la
fuerza de las armas, no esta actuando ah una forma particular de violencia
ocasional que constituye una prolongacin de la poltica verdadera pacfica del
gobierno. Por el contrario esta evidenciando que la esencia de la poltica burguesa
es la violencia, que tanto para mantener, sostener, y ejercer el gobierno y su
poltica, precisa la violencia. Que no es un elemento al margen de la tranquila y a
la vez estril poltica diaria sino que se mantiene como sustrato permanente y
vigilante como amenaza pendiente sobre cualquier tipo de peligro al orden vigente.

197

De all que la violencia como elemento ligado ntimamente con el accionar


poltico reacciona y debe reaccionar sobre el desarrollo, orientacin y formacin
del partido revolucionario.
5.- Al margen que en la sociedad capitalista la dominacin de la minora se
mantenga por el uso que ella hace de la violencia mediatizada a veces pero como
trasfondo permanente y listo a actuar al margen que las clases revolucionarias
necesiten el uso de ella como nica manera de conquistar el poder al margen de
todo aquello, la construccin de una nueva sociedad por parte de las mayoras
precisa como elemento importantsimo la utilizacin de la violencia como
instrumento fundamental de supervivencia.
La resistencia armada que hacen las clases poseedoras una vez que han
sido expulsadas del poder poltico solo puede ser respondida por la utilizacin a
fondo de la violencia revolucionaria de parte de las nuevas clases que han tomado
la direccin de una nacin.
Lo que se denomin terror Rojo en Rusia durante la guerra civil; la caza de
espas y agentes y la represin a la invasin yanki en Cuba responden a la
necesidad de defender el nuevo orden social de los embates de la reaccin que
pretende reconquistarlo.
6.- Asimismo para creacin misma de una sociedad socialista el proletariado
necesita de la destruccin de la antigua maquina estatal represiva creada en
beneficio de la minora para sostener su dominacin. Ya Marx planteaba como
necesidad de la nueva revolucin proletaria que se avecinaba la destruccin, el
aplastamiento de aquella mquina burocrtica y militar parasita como condicin
previa a cualquier intento de desarrollar una nueva sociedad.
De otra manera el proletariado victorioso se encontrara atrapado en tal
maraa mecanismos ligados por el orden antiguo que haran imposible su intento
de crear una sociedad de nuevo tipo.

198

Conclusin:
1.- La dominacin burguesa se basa en la violencia y es por lo tanto la nica
manera de conquistar el poder poltico.
2.- La dominacin burguesa utiliza mediatizaciones para evitar el choque frontal
entre las clases. Estas mediatizaciones le sirven naturalmente a ella para sostener
con menos problemas su dominacin.
3.- La presencia del imperialismo la impone aun ms como solucin vigente a
cada momento.
4.- Variable permanente de la poltica, por otros medios, ni la prolongacin de
estos, sino parte inherente de ella.
5.- Elemento fundamental de supervivencia del nuevo orden social.
6.- Papel de catalizador social es decir, instrumento de cambio y transformacin
social.
II.- POSIBILIDADES DE LA LUCHA ARMADA EN CHILE
Pasaremos revista a las llamadas excepcionalidades de Chile que segn los
reformistas negaran o haran hipottica la posibilidad de iniciar y desarrollar una
lucha armada en nuestro pas que condujera al xito a las clases revolucionarias.
Es frecuente or de boca de estas personas como argumentos irrebatibles
que ellos no impondrn un estilo de lucha que la poblacin no capta; que las
condiciones, lase situaciones revolucionarias no estn dadas en Chile que
todava falta mucho para que la gente se de cuenta, etc., etc.
Aduciendo que las contradicciones generales de la sociedad capitalista no
haban madurado, que la gente solo luchaba ya por mejorar un poco su situacin y
que haba que dar cauce a la satisfaccin de este objetivo, deduca ellos, de que
el papel de revolucionario que comprenda el error debera esperar a que la

199

situacin llegara, generando con ello un salto cualitativo de la conciencia


revolucionaria ya no se luchara por mejorar un poco este sistema.
Ahora se pretendera destruirlo. Al decir de Trosky consiste que los
problemas objetivos implcitos en las contradicciones de la industria y de las
clases, penetren en la conciencia de las masas vivientes y crean nuevas
correlaciones de fuerzas humanas.
Frente a esto nosotros introducimos nuevas variables. No creemos en
primer lugar que las situaciones, ese proceso de penetracin progresivo de las
contradicciones objetivas en la conciencia de las masas sea un elemento
independiente del quehacer de una vanguardia.
Que el papel de la vanguardia sea esperar este desarrollo, que los
acontecimientos sigan su curso natural espontneo y actuar en el momento
justo.
Por el contrario una vanguardia poltico revolucionaria organizada, slida, y
madura puede actuar de tal modo sobre dichas contradicciones trasformndolas
en su reflejo y expresin e imprimindole el curso que ella estime conveniente. Se
transforma as en un elemento dinamizador que posee la facultad de transformar
activamente dichas circunstancias. Evidentemente que dicha vanguardia se cre y
fortaleci como reflejo de una situacin en la cual ella no tuvo nada que ver: el
triunfo de la burguesa sobre el antiguo rgimen feudal y consecuencialmente la
aparicin del proletariado. Pero una vez creada dispone de capacidad y posibilidad
de intervenir en el desarrollo social y en sus inherentes contradicciones internas.
Ya no ms pues, el esperar que las situaciones revolucionarias se
desarrollen en Chile, ya no es ms el papel de espectador atento al proceso social
sino por el contrario esas situaciones las crear la vanguardia cunado lo estime
conveniente y cuando exista una mnima base material que lo posibilite. Tampoco

200

el proceso social se desenvolver independientemente de ella; podr manipularlo


y desarrollarlo en el sentido correcto.
El papel de la vanguardia es ms relevante aun, cuando nosotros
distinguimos dos etapas en el proceso revolucionario. Etapa del inicio de la
insurreccin y etapa del asalto y destruccin del poder Burgus.
Nuestro quehacer actual es entonces el que hacer que se fij la vanguardia
para abrir la insurreccin y ya no tanto la expresin espontnea de las masas en
este perodo. Un hecho insurreccional que se produzca en este perodo, no ser
una accin espontnea de las masas que en l intervienen sino que servir a
propsitos agitativos y propagandsticos de la vanguardia. Una manifestacin
callejera y un enfrentamiento violento con la represin corresponder a la
necesidad poltica de a vanguardia en ese momento y no tanto a la posibilidad de
enfrentamiento callejero que hubiera.
Ambas alternativas se han dado hipertrofiadas en la historia. Por un lado
esta la experiencia de Rusia en 1905. Una revolucin, la participacin mayoritaria
en ella de las masas populares, el poder burgus temblando, una situacin
expectable para la Toma del Poder Poltico por el proletariado, pero ninguna
vanguardia actuando, ningn dirigente revolucionario presente (a excepcin de
Trosky) el sentido del proceso revolucionario confuso para las masas, sus
objetivos indeterminados, ignorancia de los mtodos de lucha, etc.
La falta de la vanguardia se tradujo en derrota de la revolucin, en el
encarcelamiento de los dirigentes de ella, un enorme retroceso posterior de la
lucha de clases con un terror reaccionario implacable.
La Revolucin de Febrero de 1917 en Rusia fue aun ms clara, ya que lleg
a derrocar el poder absolutista del Zar. Una revolucin proletaria mayoritaria que
puso el poder en manos de la burguesa sin esta haber tenido ninguna

201

participacin en el proceso. En aquella oportunidad no se hallaba absolutamente


ningn dirigente revolucionario en Rusia y la revolucin espontnea de las masas
entreg el poder a sus enemigos teniendo la capacidad de tomarlo directamente
en sus manos. La falta y la falla de la vanguardia condujo a esta situacin. En la
revolucin de Octubre el partido bolchevique se cuidara mucho de repetir el error.
Fuera de estos ejemplos estn dotados las revoluciones europeas de antes
de la segunda Guerra Mundial fracasadas por la ineptitud e incapacidad poltica
del estalinismo. Es decir falta nuevamente de las vanguardias.
De all entonces que el accionar espontneo de las masas nos basta, es
insuficiente al no existir una organizacin que controla los acontecimientos y les
imprima un desarrollo lgico.
El otro extremo no es menos peligroso y desde ya la desechamos.
Constituye la llamada conspiracin, es decir, la vanguardia que al margen de
cualquier situacin revolucionaria no tomando en cuenta las contradicciones
objetivas y subjetivas se lanza a actuar creyendo que con ello va a suplir la falta
de las contradicciones. De esta forma se asla y frecuentemente combate y es
aplastada solo ante la indiferencia popular.
La historia guerrillera en Amrica Latina proporciona abundantes pruebas
en este sentido.
Continuacin:
PROBABILIDADES DE LA LUCHA ARMADA EN CHILE
Las Excepcionalidades Chilenas:

202

A pesar de existir una gran variedad de argumentos e impregnaciones que


supuestamente cuestionaran la posibilidad de una lucha armada en Chile,
tocaremos solo aquellos, que por ser de uso corriente, el militante de nuestra
organizacin tiene que enfrentar diariamente. No creemos que esto se resuelve
puramente en un choque de ideas, refutacin de argumentos, ni por la posicin
ms clara al respecto. Fuera de toda consideracin terica esta realidad prctica y
concreta, determinante final de toda discusin o concrecin de posibilidades; es
decir, la prctica misma, y la posibilidad que tengamos de influencia es la que
abrir o cerrar el paso a quienes plantean la lucha armada como necesidad
apremiante del actual perodo:
1.- Se conoce en primer trmino que Chile es una democracia y no una dictadura;
las posibilidades legales estaran aun abiertas. No habindose entonces agotado
las posibilidades de lucha cvica sera estupidez o conspiracin plantear en el
actual perodo la lucha armada como camino fundamental. Por otra parte, la
estructura democrtica de la sociedad chilena abra posibilidad al chileno de
solucionar sus problemas mediante estas vas. Rechazara la violencia y afirmara
constantemente este estado de cosas que le asegura tantos beneficios y
garantas. Reformistas y reaccionarios mezclados argumentan de esta forma
aunque con sentidos diversos. Estas argumentaciones se afirman sobre un
supuesto bsico, el chileno estara obteniendo ms prerrogativas de la
democracia. De ah su inters de mantenerla y defenderla de los intentos que
pretendan romperla. Creemos que a partir de esta enunciacin dicha afirmacin
comienza a derrumbarse. Porque para el obrero y el campesino explotado la
democracia significara algo slo en la medida en que la puedan usar, que
signifique beneficios concretos y le ayude de una forma u otra a salir de su
situacin. En las fabricas, en las minas, en los campos, en las poblaciones, ellos
vivencian una realidad que no se parece en nada a la democracia que parece
contradecirle a cada paso. Porque cuando ve al patrn poseedor de los bienes
materiales que l ha creado y que le han sido expropiados forzosamente, no esta
viendo democracia sino explotacin. Porque si protesta, lo expulsan del trabajo no

203

pudiendo hacer nada

no teniendo nada que lo defienda, no esta sintiendo la

democracia sino la opresin; si por el contrario, no quiere ser cesante, tendr que
aceptar esta situacin y someterse a ella; l no esta comprobando entonces
democracia sino humillacin. Si en su casa no tiene lo elemental para vivir no
significa aquello democracia sino miseria y si su explotacin significa la
democracia evidentemente que no significa nada para l. Si anteriormente
veamos que bajo la idea de democracia iba explicita la idea del uso diario y
permanente que el explotado deba hacer de ella, contamos por el contrario que
en la vida diaria del trabajador no esta presente ni mucho menos la democracia ni
la libertad. No pudiendo entonces determinar a la democracia como algo til, que
rinde beneficios concretos, pierde esta todo su valor, independiente de su valor
filosfico o moral. No porque existan instituciones fsicas, legales, creemos que el
trabajador tema romper con ella, de lo que se trata es que participe y usufructe de
la democracia y veamos que no lo hace. Si vamos ms all del anlisis
comprobaremos que la democracia en ltimo termino esta utilizada en la sociedad
como mediatizacin que pretende suavizar los choques de las clases. La reaccin
del

explotado

es

evidentemente

una

reaccin

negativa,

cuestionndola

constantemente y tratando de romperla aunque sea mediante pequeos logros al


principio, comprueba que la democracia es algo como un muro donde cualquier
intento de revolucionar la sociedad se estrella. As es, como una derivacin lgica
de la lucha revolucionaria del proletariado implicar necesariamente el
cuestionamiento de la democracia burguesa, que en su accin real esta sirviendo
a la clase opresora. As como el proletariado revolucionario destruir a su paso los
conceptos de moral, honor burgus, de igual modo pasar por encima de esta
pseudo-democracia creada para explotarlo mejor Por otra parte, esta no es
ninguna afirmacin gratuita ya que la historia de la clase obrera revolucionaria lo
comprueba. Detrs del empeo estn las armas de la burguesa para afirmarlo. El
que lo comprenda tendr que luchar ahora con lo nico que es propio de la
sociedad capitalista, del nico fundamento de su dominacin, la violencia.
Tambin es falso que el chileno tema cuestionar la pseudodemocracia existente,
lo que ha hecho repetidas veces, y lo esta haciendo a cada paso. La larga lista de

204

muertos esta para comprobarlo. Aun la clase opresora ha cuestionado y cuestiona


esta forma sutil de mantener narcotizadas a las masas, e impone medidas de
fuerza cada vez ms estrictas. La larga lista de golpes militares en Amrica Latina,
asimismo el abandono de posiciones demoburguesas que han sustentado en el
pasado, de modo que podemos comprobar que hoy en Amrica Latina hay una
represin generalizada y constante contra las clases oprimidas. Que no hay que
prepararse y para el enfrentamiento violento y vivir slo el da. Creemos que dejar
al azar el momento ms agudo y dramtico de la lucha de clases, es decir, cuando
esta planteada la cuestin del poder, y entregar el proletariado inerme tanto
polticamente como militarmente, constituye en el mejor de los casos una idiotez y
en el peor una traicin.
La democracia no es pues un obstculo real para iniciar y desarrollar una
lucha armada en Chile. El momento actual esta incluso cuestionado.
2.- El gran peso de las clases medias, su apego a las normas democrticas, su
gran desarrollo y estabilidad constituira- para algunos un freno a la lucha armada.
De la partida es necesario dividir en tres sectores a las clases medias:
a)

Clase media alta

b)

Clase media propiamente tal, y

c)

Clase media baja

La primera con altos niveles de ingreso, coexistiendo con los actores proletarios
efectivamente no estar como clase al lado de un proceso revolucionario armado.
Su peso cuantitativo es mnimo. Y los dos ltimos aunque relativicemos su peso
cuantitativo (poblacin activa y fundamentalmente urbana ya que la rural
constituye solo un 0.4%) sufre aunque de un modo diferente el deterioro social. No
siendo una clase que produce bienes de produccin no esta afectada por la
expropiacin directa de ellos. Sus bajos niveles de ingreso que le mantienen en un
estado de angustia econmica esclavizada por los crditos, los impuestos, las

205

dificultades que debe enfrentar para educar a sus hijos, constituyen sus mayores
problemas y la transforme en una clase (no en el sentido clsico) que
potencialmente ayuda al proceso revolucionario. Grandes sectores de las clases
medias (profesores, S. N. S., etc.) han luchado activamente y continan
hacindolo. Llevan a veces incluso, el peso de la lucha de clases (como lo
constatamos a principios de este ao) y estn entregando diariamente sus
exponentes

jvenes

las

filas

revolucionarias,

lugar

donde

adoptan

completamente la ideologa proletaria.


Lejos de ser un obstculo para la lucha armada tiene grandes papeles que
desempear en ella.
3.- Demografa: Se dice que existiendo un 70% de la poblacin urbana lo que se
impondra entonces la lucha de masas. Fuera de las dificultades militares que
presenta en s la lucha armada urbana (asunto a analizar posteriormente) tenemos
que entender que en una revolucin la demografa no constituye un elemento
definitorio. Es un antecedente importante, pero no definitorio ya que lo bsico es lo
poltico y programtico. Las revoluciones rusa, china; habindose desarrollado en
lugares distintos geogrficamente, estuvieron determinadas ambas por el peso
social y poltico que presentaban las clases sociales y no porque en determinado
lugar exista ms gente. Lo importante es el grado de conciencia y combatividad de
las clases motrices de la revolucin. Aquello es lo definitorio.
Ms aun, urbano-rurales no son excluyentes entre si sino complementarios.
La revolucin se debe entender como un proceso general, totalizante, y
englobante, que integra realmente. Y no por influencia distante, desde un punto
focalizado en el pas, comprometiendo, envolviendo a un mismo ritmo su vida
entera. Es evidente adems que la imposibilidad prctica de poder triunfar a travs
de una insurreccin generalizada y repentina impone a los revolucionarios nuevas
formas de accin. No se trata de repetir mecnicamente experiencias pasadas que
aplicadas a esta forma en Chile, haran imposible la toma del poder poltico,

206

alguna vez. En todo caso lo urbano adquiere enorme importancia, por el peso
poltico y social de los sectores obreros. Es justamente este factor el que imprime
a

la

revolucin

chilena

el

carcter

de

socialista,

es

decir,

luchando

permanentemente con los enemigos directos e inmediatos de los obreros: los


capitalistas. Ser la nica forma de vincularlos orgnicamente a una lucha armada
que surge a partir de la problemtica vital que la clase obrera vive y no como
injerto extrao. Lejos de ser un factor negativo, la demografa es un elemento
importante, necesario de valorar, pero no definitorio sobre todo en la nueva
concepcin de la revolucin que sostenemos.
4.- Supuesto gran desarrollo orgnico y poltico con enorme influencia en las
masas de la izquierda tradicional (PC) que se opone a la lucha armada. Es
necesario aclarar en primer trmino que la accin de cualquier partido, reformista
o no, no acta directamente sobre las bases materiales de la sociedad. Estos
tienen su propia mecnica y en la sociedad capitalista ms bien determinan que
son determinadas por la voluntad de los hombres. Es as como la lucha de clases
determina ella sola acontecimientos como los de los campesinos en San Miguel,
de los obreros de Saba, etc. El agudizamiento de estas situaciones impondr a la
clase obrera la necesidad de definirse ante alternativas nuevas, al comprobar la
esterilidad de las antiguas. Ningn partido por fuerte que sea puede torcer
eternamente el desarrollo histrico de los hechos. Si a esto aadimos el
extraordinario xito del MIR que esta teniendo en los sectores obreros, su
vertiginoso crecimiento, la receptividad general que encuentra a cada paso frente
a sus planteamientos, comprobados estar ya frente a una solucin. Las
alternativas reformistas estuvieron y estn siendo cuestionadas, desvirtuadas
(quizs inconscientemente) por los mismos sectores que dicen representar. En
realidad son dbiles tanto poltica como orgnicamente; su militancia en s es
escasa y su actividad diaria descansa en el activismo rentado. Su control y esfera
de influencia es difuso, blando, e incoherente, puesto que expresa (y este aun lo
esta haciendo como imposicin, donde no surge un espontanesmo que les de la
razn ms bien que el espontanesmo les contradice teniendo que luchar con l)

207

ms, que movilizan. Creemos finalmente, que aunque la presente etapa se


repetirn los choques con la desesperacin que sienten al ver como grandes
sectores los aleja. Su trabajo poltico no excluye para las masas, una salida
armada. La esterilidad del juego poltico que han mantenido hasta ahora, hace
concluir para muchos que solo queda el camino de la violencia, la violencia
revolucionaria; conclusin y disputa que afecta incluso a sus militantes. De todas
maneras creemos que el elemento definitorio lo aportar la lucha armada en (sic)
que superar las polmicas e introducir un nuevo orden de definiciones.
PAPEL DE LA BURGUESA ROGRESISTA:
Creemos que a travs de nuestra exposicin, como asimismo lo visto en
oportunidades anteriores se nos aclaran estos problemas. Cuando a cualquier tipo
de burguesa quiere condenrsele un papel de aliado como clase junto a los
obreros, campesinos, evidentemente esta aprovechar la oportunidad para
atenuar lo ms que pueda los antagonismos de clase, la clase obrera no tiene
porque aceptar las condiciones que sus patrones les imponen. Su tarea consiste
ahora en destruirla. Cualquier maniobra que haga la burguesa no afectar ya ms
el frente interno de la revolucin. Obligar a los obreros y campesinos a unirse y
cohesionarse y a dar ms duro contra sus enemigos. Perdiendo su papel de aliada
en el proceso revolucionario y no teniendo ya que adaptarse a sus condiciones
desaparece la dificultad.
LAS ELECCIONES
Aunque no corresponda directamente a nuestra materia trataremos muy
sucintamente de abordarlo, debido a la hipertrofia que se ha hecho de ello y la
gran importancia que adquiere en nuestro pas en el actual perodo.
Es necesario antes de determinar una poltica para l enunciar brevemente
nuestra concepcin desmitificando de una vez por todas su supuesta calidad de

208

camino posible. Estando de acuerdo los marxistas que la eleccin constituye un


arma de dominacin de clase, arma que descalificaba ella misma cunado la vea
en manos del proletariado; la solucin se planteaba el determinar en que grado
podra servir a las clases revolucionarias participar en procesos eleccionarios
Lenin fue flexible en relacin a ellos. Usndolos siempre dentro de los organismos
de masas con una condicin que la clase dominante no pretendiera salvarse
traduciendo en votos los hechos insurreccionales que desarrollaba en las calles el
proletariado. Posteriormente le concedi un papel a las elecciones en la medida
en que sirvieran solo como ndice del grado de madurez de la clase obrera, idea
expresada anteriormente por Engels. Esto podra llevar a muchos a decir en la
actualidad que tras esos mismos objetivos, nuestra participacin en elecciones
estara justificada desde el punto de vista revolucionario. Sin embargo s nos
fijamos ms en las ideas de Engels y Lenin, comprobaremos que estaban dichas
en otro contexto y bajo supuestos radicalmente diferentes a los actuales. En un
plano general como concepcin totalizante de una eleccin le concedemos 3
caractersticas principales:
a)

Hace participar con las mejores posibilidades a sectores sociales que no

constituyen fuerzas dinmicas y motrices de la sociedad; dichos sectores no


teniendo intereses en dirigir a la sociedad y no constituyendo una clase aglutinada
tras intereses comunes, no constituyendo un enemigo- directo de la estructura
dominante ni siendo directamente antagnico de la clase obrera, fluctuando
permanentemente de acuerdo a las condiciones que satisfagan un inters
intermediario (conseciones que se multiplican durante un perodo electoral) no
creadora de bienes de produccin ni movidas por el inters de recuperarlos al ser
metidos en un saco comn con el proletariado; son usados cuantitativamente para
votar en contra de l. Esa gran masa amorfa, inerte desinteresada retaguardia de
todo proceso social termina pronuncindose contra la clase obrera, siendo fcil
presa de la demagogia burguesa y adoptando finalmente la posicin de la clase
opresora. En periodos de crisis y tensiones sociales, cunado van afectando
tambin sus intereses adoptan generalmente la ideologa proletaria. Reconoce la

209

lucha de clases, pero durante un acto electoral contribuye con sus votos a impedir
el triunfo obrero. La retaguardia inconsciente somete as a la vanguardia
consciente.
b)

Es por lo que anteriormente veamos que la vanguardia revolucionaria,

expresin genuina de los intereses de la clase obrera, representando siempre los


intereses del movimiento en su conjunto, no puede permitir la castracin de su
accin ni la limitacin de su actividad insurreccional; a veces, por respeto a la
superestructura legal y jurdica burguesa, por la supuesta ratificacin de ella por la
voluntad mayoritaria de la nacin. Es precisamente lo que quiere la burguesa. Ese
supuesto cauce que abre a los anhelos populares tiene como primera intencin
aislar la vanguardia y hacer aparecer sus mtodos de accin como ajenos a la
problemtica miseria del explotado, obliga al mismo tiempo a respetar y considerar
los procesos eleccionarios como la autntica expresin popular. Todo aquello a
quedado comprobado numerosas veces. Un ejemplo concreto lo tenemos en
Santo Domingo luego que el pueblo luch, combati y muri por poner a Juan
Bosh en la presidencia, al llegar la hora de la eleccin fue derrotado. No hay
equivalencia entre las acciones insurreccionales y los votos. Otro ejemplo
encontraremos en el caso francs, cuando el poder burgus se derrumbaba por
los embates revolucionarios de la clase obrera, estudiantes, y el gobierno propuso
ir a elecciones donde el clamor popular quedara traducido en votos. Obviamente
no cuestionaron la superestructura poltica de Francia sino la reafirmaban. El
gobierno francs triunf en las urnas y la vanguardia revolucionaria se vio obligada
a detener a su accin ante la concrecin de los anhelos populares que creyeron
haber obtenido las masas francesas. En las dos oportunidades se

salv el

sistema y la superestructura continu gobernando.


c)

Con respecto a la afirmacin de Engels en el sentido de que el proletariado

poda medir el grado de madurez que haba alcanzado participando del sufragio
universal, creemos que Engels lo haca bajo un supuesto que no se da en el caso

210

actual. En efecto para Engels la participacin en elecciones deba cumplir los


siguientes requisitos previos:
A)

en ningn momento detener o amainar la lucha de clases en aras de una

eleccin.
B)

conciencia de todos que solo la insurreccin armada podra conducir al

socialismo y no una eleccin.


C)

demostrar ampliamente a la clase obrera el papel de una eleccin en el

sentido de que provena de una superestructura poltica que le esta explotando.


D)

amplia conciencia de que la tarea no era cambiar hombres que

determinados por un sistema iban a desarrollar una labor igual a las anteriores.
E)

el grado de madurez se obtendra completamente solo a travs de hechos

insurreccionales que crearan las masas.


Es obvio que el planteamiento de los reformistas ante una eleccin es
radicalmente diferente. El papel del estado burgus ha adquirido otro carcter: se
vota por mejorarlo, por hacerle conceder ms cosas. Se confunde a las masas
en el sentido en que un cambio de hombres solucionar su situacin. No se
plantea al sistema como el principal enemigo sino a un gobierno determinado,
expresin temporal de l, etc. Por estas razones es que nosotros determinamos
las elecciones como mtodo.
En un plano ms coyuntural, relacionado con las prximas elecciones creemos
que nuestra participacin estar determinada por los siguientes objetivos:
a)

ratificar una superestructura legal y jurdica que rechazamos, cuya funcin

nica es mantener el orden de explotacin y miseria.

211

b)

es confundir a las masas ensendoles a esperar todo del orden y la

legalidad que justamente son quienes aseguran su explotacin y sumisin.


c)

es mezclarse y confundirse en el gastado juego ya tan desprestigiado de la

poltica tradicional que a espaldas de la masa viene realizndose por dcadas sin
que las masas obtengan nada.
d)

contribuye a abandonar a sectores escpticos de las elecciones y

frustrarlos al no presentarles una alternativa nueva y diferente, es decir,


abandonar a la vanguardia ofensiva en virtud de esperar a la retaguardia, cosa
que es inaceptable.
e)

no frenar las aspiraciones de la carrera poltica; slo una organizacin ya

combatiendo donde los hombres tengan decididos su destino a travs de la lucha


armada, donde los procesos son irreversibles es la que puede equilibrar la
participacin de los hombres en ella y an as es difcil.
III.- CARCTER DE LA LUCHA ARMADA EN CHILE
Vista ya la necesidad de la violencia revolucionaria como nica manera de
conquistar el poder, elaborando una poltica frente a los mecanismos de
institucionalizacin que lanza la clase dominante, determinando que las
posibilidades para la lucha armada estn abiertas en Chile, corresponde ver ahora
de qu formas de lucha concreta nos valdremos para destruir el poder burgus y
construir una nueva sociedad, qu caractersticas concretas asumir en CHILE,
por qu etapas pasar, etc.
A.- GUERRA DE MASAS O INSURRECIN GENERALIZADA:
Es la forma clsica de la insurreccin armada en Rusia, en la revolucin
alemana de 1923 y 1919, en las republicas soviticas de Hungra, Baviera, los

212

soviets chinos de Canton y Shangai, etc. Tomaremos como ejemplo las


revoluciones rusas de 1905 y 1917.
Se caracteriza en primer lugar por un levantamiento simultneo y total de la
poblacin que destruye en un momento el ya dbil y agnico poder burgus.
Cunado Lenin y Trosky largaron la insurreccin lo hicieron para conquistar
definitivamente el poder. La sistematizacin de la insurreccin de masas esta en la
carta denominada El marxismo y la insurreccin que envi Lenin desde el exilio
al comit central del partido bolchevique; concede 3 condiciones para que la
insurreccin pueda triunfar:
1.- la insurreccin no debe apoyarse en una conjuracin, un partido, sino en la
clase ms avanzada.
2.- debe apoyarse en el auge revolucionario del pueblo.
3.- la insurreccin debe apoyarse en aquel momento de viraje de la historia de la
revolucin ascensional en que mayores sen alas vacilaciones en las filas de los
enemigos y en las filas de los amigos dbiles, indecisos de la revolucin.
Este tipo de levantamiento general de masas era eminentemente urbano;
comienza a travs de una crisis econmica, que determinaba a su vez un
movimiento ascendente del proletariado que pasa a travs de una lucha
reivindicativa, de huelgas, etc. Empezaban con pequeas acciones que iban
preparando el terreno para un levantamiento masivo; propaganda revolucionaria,
intensiva agitacin, que era llevada tambin a los campos, con incendios de
casas, linchamientos, tomas de tierras, etc., se entrenaban agitadamente los
cuadros militares, se provocaba desercin en el ejrcito, todo esto a vista y
paciencia del gobierno incapaz que desprovisto ya de su arma fundamental; el
ejrcito, vea acercarse el da de su destruccin casi impotente de defenderse.
Llega el da acordado; en las noches se movilizan las secciones militarse
revolucionarias junto a los soldados desertores; se toman los puntos vitales de la
ciudad, y se emprende los primeros combates contra las tropas adictas al

213

gobierno; en l, las calles se cubren de barricadas y el pueblo sale armado para


conquistar el poder y dar comienzo al gobierno obrero. La lucha se da
simultneamente en todas partes, pero es interesante recordar la pugna que se
diera en el partido bolchevique antes de comenzar la insurreccin: por una parte
Zinoviev y Kamenev opuestos a la idea de la insurreccin hasta incluso traicionarla
(denunciar pblicamente el da en que se iba a realizar) y por otra parte Lenin y
Trosky, al apoyar la idea de la insurreccin fundaban su optimismo en el triunfo de
esta, en la apariencia de fuerza que le confera el rgimen de Kerensky y el mero,
hecho de su existencia. Es decir, mientras Zinoviev y Kamenev teman arriesgar la
revolucin a un aderrota tremenda de la cual no se repondran despus de largos
aos que supona la destruccin fsica de sus dirigentes, Lenin y Trosky
argumentaban que no habra tal derrota por la sencilla razn de que no haba
nada slido que la provocara. S intentaremos definir en una sola frase este tipo de
insurreccin, usaramos los argumentos que uso Trosky en el tribunal militar que
los juzgaba despus de la derrota de la revolucin en 1905.
Un levantamiento de las masas no se hace; se l mismo. Es el resultado de
condiciones sociales y no de un plan formulado en el papel. Una insurreccin
popular no se puede montar; solo se puede prever.
Todo esto ya nos ubica en el terreno preciso que pretendemos alcanzar. Cunto
de aquello tiene validez en el caso chileno y latinoamericano? Qu presupone
este tipo de levantamiento de masas? Cules son las circunstancias que existen
y que posibilitan aquello? Qu supuestos bsicos implica?, etc.; esto lo veremos
a continuacin.
1.- En realidad este tipo de insurreccin al decir de Trosky no es algo que se
pueda montar, planear ni preparar. El papel del revolucionario consiste en estar
preparado para el momento del estallido social y actuar cunado el estallido se
produzca, asegurndolo y dirigindolo. Es efectivamente lo que se produjo en
Rusia; el partido bolchevique esperaba que una situacin externa diera lugar a su

214

accionar, que una crisis social y econmica en la cual ellos no iban influir echara
las bases y posibilitara realmente la toma del poder poltico por la clase obrera, al
margen de desear ellos intensamente la revolucin; no podan prepararla y su
papel consista en esperar que otros mecanismos la prepararan. Vivan
claramente la contradiccin entre las condiciones objetivas que planteaban y
hacan necesaria la revolucin a cada paso y las condiciones subjetivas que
hicieran real la posibilidad de aquella. Fue as como la revolucin de 1905 se
produjo estando todos ellos en el extranjero (a excepcin de Trosky). Cuando la
accin espontnea de las masas cuestion el poder, a partir de una serie de
hechos que fueron concientizndolos, y preparndolos para el momento. La
revolucin de febrero de 1917 derroc al zar y puso a la burguesa en el poder,
tuvo la misma mecnica como asimismo la de octubre, donde ah si la accin del
partido bolchevique en Rusia haya sido innecesario, y que los mismos hechos se
habran producido sin haber existido este. Ms bien sostenemos lo contrario. No
creemos que ninguna toma del poder poltico ni ninguna revolucin socialista
hubiera tenido lugar en Rusia sin la actuacin del partido bolchevique; ni que se
hubiera constituido un gobierno obrero, ni que se llevara a cabo una guerra civil
triunfante, sin la existencia de este. Pero la revolucin misma ye l estallido y la
eclosin social que conlleva tuvo lugar en el momento en que la situacin poltica
no creada por los bolcheviques as la posibilito. Cul era esa situacin que en
primer plano se plante en la revolucin Rusa? Fundamentalmente la primera
guerra mundial y las consecuencias que trajo. Las grandes derrotas que sufri el
ejrcito ruso; la pobreza y miseria de los soldados que estaban en el frente, la
gran cantidad de desertores que exista, la conversin de los regimientos del zar
en los planteamientos socialistas, etc., que fueron las grandes determinantes de
las dos revoluciones rusas. All entones exista un rgimen social agnico con una
extrema debilidad de las clases dominantes que se derrumbo con un pequeo
embate y empujan a las clases revolucionarias.
Para terminar diremos que la revolucin rusa verificada a travs de un
levantamiento general de masas, constat una extrema y casi nica debilidad de

215

las clases dominantes rusas con un sistema capitalista que agonizaba (recurdese
que antes de la toma del poder poltico por el proletariado este ya haba
consolidado su control a travs de los soviets y los sindicatos sobre los
industriales y la produccin. Asimismo recurdese que la clase dominante rusa no
cont con ningn ejrcito que la defendiera, fuera de los exiguos guardias del
palacio de invierno.
2.- En segundo lugar, el grado de organizacin y combatividad de las masas era
inmenso. La existencia de los soviets de por s, crea en la sociedad rusa dos
poderes (el llamado poder dual) con sus propias leyes, economa, justicia, polica,
etc.; poder que era evidentemente un abierto desafo al poder burgus el cual no
cont nunca con la capacidad orgnica de destruirlo. Es evidente asimismo que
los soviets eran la organizacin ms representativa de Rusia y haca necesaria la
existencia de ese otro poder gubernamental (de ah naci la frase de Lenin: todo
el poder a los soviets). El pode sovitico era hasta tal punto real y completo que
en los das que precedieron a la revolucin de octubre este form el comit
revolucionario, dirigido por Trosky y fue l quien dirigi la insurreccin, con el
poder sobre todos los regimientos de la guarnicin de Petrogrado que declararon
no obedecer las ordenes de Kerensky y que al nico organismo que obedecera
sera a dicho comit. Y efectivamente as fue: la insurreccin la hicieron los
regimientos que estaban creados para defender a la clase dominante.
3.- Fuera de la organizacin propia de las masas, estaba tambin la propia
organizacin de partido bolchevique que era un gran partido de masas, que
contaba con cerca de 300 mil militantes en el momento de la insurreccin con
cerca de 30 peridicos repartidos por toda Rusia y con un control total y completo
(al momento de la insurreccin) de los frentes y organizaciones de masas, que lo
hizo capaz de movilizar ala gran mayora y encausarla hacia la toma del poder.
CONCLUSIN:

216

La revolucin rusa y cualquier otra organizacin que usa el levantamiento general


de masas como va de toma del poder, precisa de las caractersticas siguientes:
a)

crisis agnica del sistema capitalista, con gran debilidad de las clases

dominantes, incapaces a de sostener su dominacin como consecuencia de una


situacin sumamente explosiva.
b)

Alto grado de organizacin y combatividad de las masas, concrecin del

poder dual.
c)

Gran partido de masas con gran nmero de militantes, peridicos, etc., y

que supone el control de la mayora de los organismos de masas y en general de


la nacin.
Hasta aqu hemos descrito las caractersticas que asume esta forma de
insurreccin. Comprobar cuanto de aquello puede repetirse

el caso chileno y

latinoamericano que es lo que veremos a continuacin:


1.- No encontraremos en general en Chile y Amrica Latina un tan alto grado de
combatividad suficiente y uniforme. El contexto sobre el cual se dio la revolucin
rusa creemos ya no es posible de repetirlo ac; si bien es cierto, en las sociedades
latinoamericanas hay posibilidades de que lleguen a existir crisis econmicas y
sociales, eso no implica la debilidad de las clases dominantes ni una agona del
sistema. Todo ello es producto de que nuestras clases nacionales

son

supranacionales, dependientes en lo econmico y en lo poltico del imperialismo,


quien ya no teme imponer regmenes de fuerza que ya no cuentan con el ms
mnimo apoyo popular; es decir, a pesar de que las economas latinoamericanas y
chilenas estn deterioradas y continen permanentemente por este camino que
trae como consecuencia un ascenso del movimiento obrero campesino con brotes
de alta combatividad a veces, ello no implica que el sistema y la sociedad
capitalista en su conjunto en todos sus planes, este agonizando y baste solo un
empujn para derribarlo. La experiencia latinoamericana demuestra que los
aparatos militares de la burguesa sobreviven a estas crisis y son posteriormente

217

los pilares fundamentales de los nuevos regmenes de fuerza. Asimismo la


presencia del imperialismo puede ayudar a que dichas economas se repongan
momentneamente de la crisis, por medio de prstamos econmicos de ltimo
momento por ejemplo, lo que suaviza a ratos el antagonismo social.
En resumen, las sociedades latinoamericanas no pueden llegar a crisis agnicas
del sistema capitalista, que afecte a todos sus puntales, y que sean permanentes.
Asimismo esto determina que no verificamos un tal alto grado de combatividad
permanente y uniforme.
2.- Todo aquello platea como conclusin que ya en Amrica Latina en general no
se teme imponer un rgimen que no cuente con el ms mnimo apoyo popular,
gobiernos que sostienen la dominacin a base de la ms indiscriminada represin
y violencia contra los sectores desposedos; la historia latinoamericana esta llena
de estos hechos. Es por ello obvio que un alto grado de organizacin de las masas
al estilo de los soviets, jams ser permitido por el complejo dominante
(burguesa, imperialismo). Menos an sera permitida la existencia de un gran
partido revolucionario de masas, con enorme poder de difusin y propaganda que
llamara a la insurreccin armada y se preparara efectivamente para ello. Adems
la historia de las revoluciones fracasadas al estilo del levantamiento de masas,
destruyo por largo tiempo a las vanguardias y a los cuadros ms lucidos y
preparados, hecho que se dara y se esta dando en la historia de Amrica Latina.
Por el contrario creemos que la emancipacin del proletariado se plantea antes de
que se alcance tan alto nivel de organizacin en resumen creemos:
a)

una organizacin de masas revolucionaria que se prepara a la insurreccin

armada no sera permitido y por el contrario, destruido incluso ante de que llegara
a formarse.
b)

Sin contar con tan alto grado de organizacin la posibilidad de una

revolucin se plantea muy hipotticamente con un levantamiento de masas con


posibilidades de represin militar mucho ms avanzadas que en la revolucin

218

rusa; la evolucin del armamento permite que pequeos contingentes puedan


derrotar a grandes masas, y aunque todo el ejrcito nacional se pasara al lado de
los revolucionarios el enorme podero blico del imperialismo aplastara un
levantamiento masivo. Adems es poco probable que el ejrcito burgus se pase
al bando de los revolucionarios. Un ejemplo de seto lo es Santo Domingo; all el
pueblo estaba armado, el ejrcito casi en su totalidad al lado de los
revolucionarios, un gobierno nacional casi indefenso, y sin embargo, desembarcan
40.000 infantes de marina y arreglaron en una semana la situacin.
EN RESUMEN:
1.- la poltica yanqui demuestra que sus mtodos de represin no se quedan a
medio camino y por el contrario se hacen masivos y generalizados y afectan a la
totalidad de la poblacin civil.
2.- es imposible crear un ejrcito revolucionario en las narices mismas del
imperialismo y de la burguesa; este para crearse y para impedir su destruccin lo
tiene que hacer combatiendo desde la partida.
3.- es ms fcil dado la calidad del armamento derrotar a grandes masas mal
armadas con pequeos contingentes de topas.
4.- levantamientos de masas ocurrieron separada y aisladamente en los pases de
Amrica Latina, concentraron sobre cada uno de ellos el peso del imperialismo a
partir incluso de los dems pases latinoamericanos. Las revoluciones en cada
pas seran derrotadas, estando la posibilidad de liberacin de Amrica en su
conjunto, es decir, a travs de una revolucin continental; la nica manera ahora
de derrotar el imperialismo. La consigna de vietnamizar a Latinoamrica sera
imprctica a travs de dichas formas insurreccionales. Por el contrario la manera
de que la revolucin continental se verifique es en trminos de una guerra

219

prolongada puesto que al cabo del tiempo los movimientos revolucionarios podran
encontrarse.
CONCLUSIN:
Creemos que en Chile ni en Latinoamericano tomar la insurreccin forma de
levantamiento general de masas e insurreccin generalizada.
GUERRA PRLONGADA E IRREGULAR:
No porque los criterios se nos aparezcan como imposible quiere decir que
las posibilidades de lucha armada en Chile estn cerradas o condenadas al
fracaso de antemano. De lo que trata es de organizar un partido revolucionario en
las difciles contingencias que se presentan. Es por ello que el definir el carcter
que tomar nuestra guerra no es una forma prctica de realizarla, adaptndola a
nuevas circunstancias. A partir de esta declaracin desarrollaremos nuestra
estrategia insurreccional.
1.- La guerra revolucionaria ser esencialmente poltica y social, cuyo objetivo
fundamental ser la toma del poder. De partida establecemos claramente que la
forma principal de lucha ser la armada; que signifique una lucha de clases
elevada a un nivel cualitativamente superior, diferente armado, que no ser
utilizada como mecanismo de presin o de autoridad hacia otras formas de lucha
armada.
La guerra civil en CHILE inminentemente poltica, se definir, por sus
objetivos polticos primordialmente; a la saga quedarn los acontecimientos
militares. Las acciones tendrn fines polticos sin una clara distincin entre lo
poltico y lo militar. Se levantarn planteamientos revolucionarios y la lucha
ramada cmo nica alternativa ante las masas populares. El revolucionario
armado no es un militar revolucionario sino un poltico, el representante de una

220

nacin oprimida por la cual estn luchando. Su tarea principal es hacer


propaganda, agitacin, diseminar las ideas revolucionarias, cuyo elemento de
agitacin ms importante es la lucha armada en s. La guerra es entonces el
agente del cambio social y poltico revolucionario. Lanzar a una parte de la
nacin contra las fuerzas represivas y las clases dominantes. Ser de una clase
social contra otra que luchar en contra de la burguesa dominante tratando de
destruirla, que ejercer el antiimperialismo no enfrentando a la nacin como un
todo sino a travs de la lucha de clases, contra sus aliados nacionales, es decir,
enfrentando obreros y campesinos contra la burguesa nacional o extranjera. La
destruccin del imperialismo como de su aliado interno, conllevar entonces la
creacin de un gobierno obrero que realizar una revolucin socialista en Chile. Si
anteriormente decamos que la lucha armada es el agente del cambio
revolucionario, la cabeza, el brazo derecho de la revolucin, pretender realizar
este cambio sin el apoyo de las masas es el preludio de un fracaso inevitable. Sin
el apoyo y la ayuda del pueblo, la guerrilla sera un simple grupo de bandidos
incapaz de sobrevivir. Es por ello que la guerra revolucionaria es a la vez popular;
es una guerra de masas expresada en formas tcticas diferentes de la
insurreccin generalizada. Por ende la tarea central de la guerra revolucionaria es
lograr que la poblacin se transforme en militante. La guerra revolucionaria no es
otra cosa que la capacidad de despertar en otros ese estado de nimo que los
lleve a adoptar la salida revolucionaria y armada como la nica; por lo tanto, su
tarea inmediata ser ir ganando formalmente a la poblacin, la derrota militar del
enemigo, el desconcierto del gobierno, son tareas derivadas que vienen despus.
Su objetivo central es elevar el nivel de madurez revolucionaria de la poblacin
hasta llegar a un punto en que la revolucin se generalice y las masas destruyen
el orden existente y al ejrcito que lo defiende. Se crea un poder dual, y se
cuestiona al poder burgus; funciona en las armas de los revolucionarios ya que
no es fijo, ni establece ni funciona como una institucin fsica al estilo de los
soviets. Ya no se trata ms de esperar a crisis externas al quehacer revolucionario
que venga a derrumbar en burda medida ellos solos el rgimen burgus. Tampoco
se trata de esperar que aquellas crisis produzcan en la conciencia de los hombres

221

la necesidad del cambio revolucionario. Se tratar de derrumbar ahora nosotros el


rgimen burgus, acelerando la concientizacin de las masas. Todo esto bajo el
papel tremendamente dinamizado de la guerra revolucionaria en s (es evidente
que antes iniciada hay que completar ciertos requisitos previos, como asimismo
que la madurez revolucionaria se alcanza siempre despus de la infancia
revolucionaria, pero eso no es materia de nuestra exposicin por lo que no lo
detallaremos ahora).
2.- Ser Prolongada:
Su carcter de prolongada no esta determinada por el tiempo fsico que
toma, sino por el tiempo que demora, ganarse a la poblacin. S anteriormente
decamos que el objetivo predominante durante todo el perodo de lucha armada
era transformar a la poblacin en militante y elevar el nivel de madurez
revolucionaria del pueblo y en consecuencia la participacin popular hasta llegar a
un punto en el cual la revolucin se generalice a las masas y destruyan el poder
burgus, evidentemente aquello se consigue a travs de un largo perodo (China
27 aos, Cuba 2 aos, Argelia 8 aos).
De partida entonces, dos perodos en nuestra lucha armada:
a)

inicio de la lucha armada (con un trabajo previo que es el que estamos

realizando actualmente).
b)

asalto y destruccin del poder burgus. Es diferente entonces, de las

etapas de la revolucin Rusa. En efecto cuando Lenin y Trosky realizaban la


insurreccin, es decir, daban inicio a la lucha armada y a la guerra civil, lo hacan
esperando que el poder gubernamental se derrumbara al cabo de horas o das, a
consecuencia de la insurreccin popular, es decir, asaltaban el poder (la carta que
anteriormente citbamos de Lenin contiene en efecto las premisas para que una
insurreccin de masas generalizada triunfase al asaltar el poder). Todo aquello
estaba posibilitado por un largo perodo de agitacin poltica y propaganda
revolucionaria,

unido

la

crisis

externa

que

debilitaban

mermaban

considerablemente la fuerza del poder gubernamental. Al iniciar la insurreccin los

222

bolcheviques tenan una correlacin de fuerzas tremendamente volcada a su


favor. La situacin en Amrica Latina y Chile es radicalmente diferente. La
correlacin de fuerzas es favorable a los reaccionarios, a los yanquis y el poder
burgus no se derrumbar por s solo (las razones las dbamos anteriormente al
realizar la crtica al tipo de insurreccin caracterizada como levantamiento de
masas). De ah entonces que los revolucionarios inician la lucha armada con una
correlacin de fuerzas, relativamente desfavorables en sus inicios con el propsito
a travs de la guerra misma, de invertirla. Crear a travs de la lucha armada las
condiciones para asaltar el poder. Ya no hay entonces, un largo perodo de
agitacin y propaganda revolucionaria con creacin de un poder Dual (agitacin y
poder dual que no podra ser defendido de la represin burguesa). Sino un largo
proceso de lucha armada que en su curso y fin va definiendo la correlacin de
fuerzas a favor de los revolucionarios. Luego de desgastar al ejrcito burgus
desangrar su economa, destruir su propaganda la lucha armada finaliza en un
levantamiento de masas, con un ejrcito revolucionario con unidades regulares
(milicias), que se enfrenta al agonizante rgimen capitalista y de una plumada lo
barre. Todo aquello se logra despus de haber transformado a la poblacin en su
conjunto en militante revolucionario.
A su vez este tipo de guerra prolongada posibilita convertir en realidad la
continentalidad de revolucin Latinoamericana, puesto que al cabo del tiempo los
movimientos podrn encontrarse
3.- Ser Irregular:
Quiere decir esto que predominar estratgicamente en su conjunto, la dispersin
sobre la concentracin de fuerzas. A su vez tcticamente en cada lugar donde las
fuerzas enemigas se atreven en combate con los revolucionarios, predominar la
concentracin sobre la dispersin de fuerzas.
De acuerdo como Mao Tse Tung plantea: Nuestra estrategia es enfrentar uno a
diez y nuestra tctica es enfrentar diez a uno. Derrotamos a muchos con pocos,
decimos refirindonos a las fuerzas gobernantes en su conjunto. Pero tambin

223

derrotamos a pocos con muchos, decimos refirindonos a cada parte de las


fuerzas enemigas con la que luchamos en el campo de batalla.
Se trata por lo tanto, de lograr la dispersin de las fuerzas enemigas sobre el
campo de batalla para luego atacarlas concentradamente. Es la guerrilla (fuerza
irregular) la que cumplir esta misin de desgaste del potencial blico adversario
mediante el mtodo de aniquilar cada vez pequeas unidades enemigas.
Qu es lo que permite los xitos militares a los polticos de la guerrilla?
En primer lugar su gran movilidad que le impide ser cercada por el enemigo. No
preserva territorio ni tiene establecimientos militares costosos o molestos, ni
tanques que perder en batalla, ni guarniciones sujetas a cerco, ni buques de
guerra vulnerables al ataque areo o aeroplanos propios que sean derribados, ni
formaciones

que sean

bombardeadas,

columnas

motorizadas

que

sean

sorprendidas o bases y depsitos que no se puedan abandonar en el lapso de una


hora. Presenta al enemigo un blanco muy invulnerable con su presencia constante
pero huidiza e incorprea.
En segundo lugar y debido a su movilidad permanente, puede presentar batallas
solo en

condiciones favorables. Cuando el terreno es favorable para sus

acciones, cuando los puntos dbiles del enemigo han sido descubiertos, cuando
esta cansado y desmoralizado y han sido inducidos a cometer errores, como
asimismo las fuerzas revolucionarias estn concentradas, slo ah presenta
combate. Si estas condiciones no se cumplen puede retirarse o evadirse y esperar
que aquellas se hallan reunido. Al decir de Mao; cuando el enemigo avanza,
retrocedemos, cuando se detienen lo hostigamos, cuando se fatiga lo atacamos,
cuando se retira lo perseguimos.
En tercer lugar es capaza de mantener una ofensiva tctica permanente cuando la
guerra estratgicamente y en su conjunto es defensiva. Ella es lo que decide en
virtud de lo visto anteriormente, en virtud de desenvolverse en amplias zonas,
generalmente inaccesibles para grandes columnas o vehculos blindados, cuando
y donde hay que atacar. La defensiva tctica de la guerrilla es su muerte ya que le

224

impide dar batallas en condiciones favorables y se le concede al enemigo. Esta


ahora puede concentrar grandes fuerzas ante una pequea guerrilla, puede
realizar tranquilamente un cerco, etc., etc. Ser obligacin por lo tanto, de la
guerrilla, amagar constantemente las fuerzas enemigas, para atacar all donde sea
ms dbil.
En cuarto lugar tiene la iniciativa que es la que le permite realizar ofensivas
tcticas constantes. Es ella quien comienza la guerra y quien decide donde y
cuando hay que atacar. Su contrincante militar esta obligado esperar y mientras
espera tiene que estar en guardia en todas partes. Asimismo tiene un gran recurso
de mtodos dictados principalmente, por su pobreza material, lo que le hace
improvisar a cada paso, sorprendiendo con cada uno de ellos a su enemigo militar.
Es decir, mantiene constantemente la flexibilidad.
En quinto lugar la guerrilla no se empear jams en batallas decisivas. Siendo la
guerra de naturaleza prolongada destinada a crearle al enemigo una situacin tal
de desgaste que haga relativamente fcil su destruccin final, no arriesga jams
todo su potencial blico (muy pequeo al principio) ni tampoco destinar sus
esfuerzos solo a derrotar militarmente al enemigo. Siendo esto importante su
objetivo primordial ser el de aniquilar pequeas fuerzas (al principio) y pequeas
unidades militares enemigas.
Son todos estos factores militares principalmente los que permiten la superioridad
creciente de las fuerzas guerrilleras como asimismo la debilidad e inferioridad
creciente del enemigo. No obstante repitiendo lo anteriormente dicho, estos
factores no son los nicos ni mucho menos, los que permiten el triunfo
revolucionario. Todos estos factores se vendran abajo sin el apoyo de la
poblacin, sin que la poblacin sobretodo los del lugar prestaran su apoyo y su
ayuda a los combatientes revolucionarios. En efecto no se podra escapar a un
cerco

sin saber donde estn ubicadas las fuerzas enemigas y para esto se

necesita informacin. Para descubrir los puntos dbiles del enemigo tambin se le

225

precisa. Para huir ante un ataque enemigo se necesita la colaboracin. Una


guerrilla no podra sostenerse un minuto sin los abastecimientos que le provee la
gente del lugar, y depender de zonas urbanaza sido lo que ha hecho fracasar
guerras anteriores. De all es donde la guerrilla dar sus futuros combatientes,
etc., etc. La poblacin es para usar la metfora de Mao, ese mar donde la
guerrilla nada como un pez.
Debe quedar muy claro entonces, que la poblacin y la ayuda que esta presta es
la clave de toda lucha y es lo que hace prcticamente invulnerables las fuerzas
revolucionarias.
El papel y los hechos del contrarrevolucionario o contrainsurgente como suele
llamarse es radicalmente diferente de la guerrilla. Aun cunado estos suelen
adoptar y existen tropas especializadas para ello casi la totalidad de las tcticas
guerrilleras, incursiones nocturnas, emboscadas pequeo peso material y
armamento especializado y no intil no contando con el apoyo popular y siendo
repudiados por este, manteniendo un orden social de injusticia, su labor es de todo
punto de vista infructuoso, siendo ms bien agente del cambio y no opositores a
l. En efecto para luchar contra la insurreccin inevitable tienen que aplicar la
violencia contra el pueblo, aadiendo el odio popular como factor de cambio.
Mantiene permanentemente un aposicin defensiva tcticamente ya que esta
obligado a proteger la propiedad pblica y privada. Es necesariamente costosa ya
que la necesidad de mantener el orden le obliga disponer de un enorme aparato
material, constituyendo esto, en un embarazo, que le hace aun ms vulnerable.
Asimismo

debe

preservar

fortalecer

el

sistema

poltico

amenazado

permanentemente por los revolucionarios. Hace por ello su labor impopular a los
ojos del pueblo.
Finalmente diremos que este tipo de insurreccin que no precisa aquel tremendo
partido de masas que aludamos anteriormente, como factor dinamizador en s
precisa de toda una labor previa donde su aparicin se inserte en los anhelos del

226

proletariado, como medio ante todo, fundamentalmente del cambio social y no


injerto injusto a las masas, cuya problemtica esta ajena a este tipo de lucha. Por
ltimo y aun cuando corresponda a nuestro tema, diremos que aunque el apoyo
de la poblacin es lo fundamental no es necesario que en sus inicios esta se
constituya de hecho en lucha armada, labor que con el paso del tiempo ir
cumpliendo la guerrilla, sino que efectivamente manifiesta su simpata y acuerdo
con esta ltima. De ah la no necesidad del partido de masas.
4.- Se dar estratgicamente en el campo, tcticamente en las ciudades. Quiere
decir esto que considerada en su conjunto la guerra ser en las zona rurales
donde se formar principalmente el ejrcito Revolucionario, donde estar situada
la direccin revolucionaria y que la lucha urbana aunque de gran importancia,
tendr un papel subordinado en relacin a la lucha en el campo.
Las razones de esto son obvias. Si anteriormente decamos que la movilidad de la
guerrilla rural, su capacidad de entrar en el combate solo esta en condiciones
favorables, era lo que le permita mantener la ofensiva y la superioridad creciente,
nada de esto lo verificaremos en la lucha de guerrillas urbanas. En efecto la no
existencia de un territorio amplio e inaccesible, donde una guerrilla pueda moverse
libremente hace que en la ciudades, un pequeo territorio y fcilmente controlable,
un cerco equivalga casi a la muerte. Si en la guerrilla rural era posible elegir los
puntos dbiles del enemigo y dar batallas en superioridad de condiciones, en las
ciudades el enemigo es tcticamente ms fuerte en todos los lados. S en la
guerrilla rural el apoyo de la poblacin era fundamental y la existencia de
confidentes enemigos no significaba un peligro tan grande, ya que la guerrilla
poda ocultar sus movimientos a los habitantes del sector y aun el peligro de la
infiltracin de un espa enemigo en el seno de la guerra no equivale a su muerte,
en las ciudades la infiltracin de un espa en una unidad revolucionaria equivale a
su captura. Adems la poblacin aunque preste su apoyo masivo a los
combatientes revolucionarios, siempre es vulnerable a las torturas y presiones del
enemigo, donde una delacin tambin es fatal para los revolucionarios. Por ltimo

227

la existencia del bando revolucionario en las ciudades, queda a la larga


descubierta y sus componentes capturados con las grandes consecuencias que
aquello implicara. En resumen el gran riesgo de vidas humanas y de material que
la guerra de guerrillas urbana implica; su falta de movilidad, la gran vulnerabilidad
frente a los espas, su existencia basada en el silencio de la poblacin que tarde o
temprano puede ser quebrada, etc., nos hace afirmar que aunque su papel sea de
gran importancia, no adquirir predominancia en relacin a la guerra en las zonas
rurales. Es el campo el que entrega estabilidad, seguridad, permanencia, mayor
libertad de maniobras y movilidad que son las bases para la creacin del futuro
ejrcito revolucionario.
5.- No obstante aquello no implica que la lucha armada urbana deber
abandonarse por completo ni mucho menos. Teniendo en cuenta que es all donde
reside la clase obrera, sus lugares de trabajo y sus enemigos; los capitalistas; que
es en las ciudades donde estn ubicados los centros de utilidad pblica y las
guarniciones ms importantes, que es donde reside la mayor parte de la poblacin
que posee condiciones urbanas de lucha, la importancia de la lucha armada es
enorme. Aunque no se puede pasar de la lucha regular al cuestionamiento efectivo
del Poder, impide que el foco insurreccional y las guerrillas rurales sean cercadas
tanto polticamente, propagandsticamente como militarmente. Tiene gran
importancia adems ya que entrega apoyo de masas, ayuda material, distraccin
de la retaguardia enemiga y aunque las dificultades son inmensas, la necesidad
de cumplir estas tareas las deber operar. Contribuye con sus acciones de gran
efecto, a crear un clima de guerra al que nadie puede sustraerse, ms aun cuando
la poblacin es la que frecuentemente sufre el peso de la represin. Por ltimo
creemos que la lucha urbana para tener una aceptacin y ligazn con la mayora
de la poblacin.
Deber ligar sus acciones constantemente a la lucha de clases, nica forma de
ganar aquellos; lesionando y castigando permanentemente a los enemigos de

228

clase del pueblo, lo que permitir que luego de una etapa de simpata de la
poblacin esta se entrega orgnicamente a la guerra.
6.- La lucha armada en Chile envolver las ms amplias formas de lucha
supeditadas siempre si, a su forma superior, la armada. Es decir, que no por la
necesidad de mantener una lucha armada irregular con participacin de un
relativamente

poco

nmero

de

personas,

olvidaremos

otros

tipos

de

movilizaciones populares que han constituido formas tradicionales de lucha de


nuestro pueblo. As la lucha por reivindicaciones econmicas, huelgas legales e
ilegales, toma de fbricas y escuelas, etc., las apoyaremos y ms aun las
produciremos en la medida de nuestras posibilidades de tal forma que supeditado
inteligentemente a la lucha armada aparezca como hitos ms del largo del proceso
que se esta verificando. Asimismo a las luchas callejeras como todo tipo de
enfrentamientos masivos con las fuerzas represivas sern apoyadas, como
medios de ligazn cada vez ms creciente con la lucha armada y no como fin en s
mismo, asimismo este tipo de enfrentamientos se deber realizar sobre las bases
de la seguridad de sus participantes, ya que masacres que sobrevengan
(enfrentamientos callejeros con gente desarmada es una gran oportunidad de
reprimir que se le brinda al rgimen) pueden engendrar grandes retrocesos en la
conciencia de los hombres.
Asimismo no descartamos la posibilidad de levantamientos en el ejrcito
burgus, aunque si como posibilidad

a la cual no subordinaremos nuestro

accionar. El ejrcito revolucionario cumplir, en todo caso, el rol fundamental.


Aunque estar en todo momento ligada a la lucha de clases no tender a la
autodefensa como mtodo. Este tipo de lucha insurreccional, en la cual sectores
populares se apoderan de su trabajo o de una porcin del territorio nacional y
hacen una defensa armada que no engloba la nacin en su conjunto en la
situacin insurreccional a un mismo nivel e intensidad y que por el contrario esta

229

en un territorio donde reina la tranquilidad y la paz social, presente dificultades


obvias que por ser conocidas por todos, nos limitaremos solo a enunciar:
a)

Hay una confusin entre el inicio de la lucha armada y el asalto al poder.

b)

Arriesga a la poblacin a una represin que no puede resistir o impedir.

c)

Le arrebata iniciativa y movilidad al combatiente.

d)

No ataca efectivamente al representante de todos los capitalistas, el Estado

Burgus y su brazo armado.


Los ejemplos ms claros de autodefensa los tenemos en la zona campesina de
Merquelche en Colombia y en Bolivia en 1952 (ambas derrotadas).
7.- Esta forma de lucha armada no ser obra de un grupo militar conspirativo, que
aislado de la situacin social y poltica pretende iniciar la lucha armada queriendo
ser con ello el agente principal del proceso y de la movilizacin popular. El MIR se
pronuncia decididamente a favor de la revolucin en los pases coloniales.
Muy por el contrario creemos que el inicio de la lucha armada como su desarrollo y
fin, ser obra de un partido poltico revolucionario entendiendo este, como de
nuevo tipo y no como una maquina burocrtica y reformista institucionalizada.
Existiendo en Chile un nivel creciente la politizacin acostumbrados eso s a
una poltica estril realizada a espaldas de las masas, creemos que la adhesin
popular del proceso revolucionario se verificar luego de un perodo de
maduracin y de posterior aceptacin de los planteamientos revolucionarios. Es
as como la difusin, la propaganda y la agitacin de las ideas revolucionarias
cumplir dicho papel. No ser una determinada accin armada lo que demostrar
la justicia de la lucha, s su necesidad, sino que por el contrario la discusin y el
convencimiento demostrar aquello. Los hechos armados en s no impulsarn las

230

luchas de una clase obrera organizada, ni radicalizar sus objetivos. Entendiendo


la guerra revolucionaria como un fenmeno esencialmente poltico es preciso la
existencia de una organizacin, polo de atraccin popular, vanguardia poltica
efectiva, en torno al se den las luchas y se funda la adhesin. Posteriormente la
magnitud y conformacin definitivas se entregar a dicho partido, la lucha armada
misma como asimismo esta ltima confirmar la doctrina y sealar con su
ejemplo, las vas del cambio revolucionario.
Aun en dicho instante de la vanguardia poltica ser precisa.
8.- En sntesis de lo anteriormente dicho, la lucha armada en Chile tendr las
siguientes caractersticas:
a)

ser esencialmente desde sus inicios antiimperialistas y anticapitalista a la

vez.
b)

tomar desde sus inicios el carcter de guerra social y de liberacin a la

vez, siendo sus clases motoras obreras y campesinas. Asimismo no habr cabida
a alianzas con una supuesta burguesa progresista.
c)

tendr un carcter prolongado e irregular o guerrillero ligado en su

desarrollo, y permanentemente a la lucha de clases.


d)

se desarrollar en el campo y en la ciudad teniendo mayor importancia

estratgica la lucha en las zonas rurales.


e)

tender siempre a la formacin del ejrcito revolucionario y del poder

revolucionario.
f)

la clase obrera tomar tambin desde sus inicios un papel relevante y su

participacin en la lucha armada urbana no tendr solo el carcter de apoyo o

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diversin de recursos enemigos, sino que canalizar todo un proceso social que
se expresar en su forma armada, siempre sobre la base de la importancia
estratgica de la lucha guerrillera en el campo.
g)

envolver las ms amplias formas de lucha revolucionaria sin exclusin de

ninguna.
h)

se

entender

siempre

como

parte

de

la

Revolucin

Continental

Latinoamericana.
i)

desde sus inicios tomar gran importancia la estructuracin de un partido

revolucionario de un nuevo tipo.


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