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Historia Del Diablo de La Catedral de Arequipa

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Historia del diablo de la catedral

de Arequipa

Leyendas

Turismo

Apr 11, 2012


0 1296

La satnica figura, familiar para los arequipeos de varias generaciones, pero


motivo de asombro para los extraos, cumple mas de 130 aos de permanencia en
la Catedral mistiana. El Endriago constituye parte del magnfico plpito que se
levanta en el lado derecho -entrando- cerca del altar mayor.
El plpito, confeccionado en rica madera de encina, presenta a Lucifer con
escamoso cuerpo de serpiente enroscado a la columna que sostiene el antepecho
y el tornavoz de la sacra tribuna. Belceb est en actitud de levantar la vista hacia
lo alto y su antebrazo izquierdo, musculoso y fuerte, se apoya sobre la frente como
queriendo protejer sus ojos de la luz multicolor que penetra por los vitrales. Su
vientre desnudo se apoya sobre carbones que aunque apagados, parecen dar
tormento al Maligno. Del poderoso torso de Satn salen gruesas alas armadas de
filosos garfios, cual gigantesco vampiro. El rostro del Demonio es duro, de labios
gruesos, nariz recta y las definidas cejas enmarcan los siniestros ojos que tienen
por iris dos glidos agujeros.
En el pulpito, por encima del satnico conjunto se levanta el antepecho donde en la
parte central se halla una hermosa talla de Jesucristo, sentado con la Ley en una
mano. Lo flanquean las imgenes de los cuatro Evangelistas. Por debajo de estas
figuras asoman regordetes ngeles y las flores de Liz , en buen nmero y
distribuidas de forma armoniosa. La escalera que conduce a la plataforma
presenta primorosos calados en las barandas. Unos pasos arriba se bifurca en dos
escalas. Al frente y en el medio destaca la imagen de San Pedro, de cuerpo entero
y en proporcin al conjunto.
El Diablo vino de Francia para quedarse en la Catedral de Arequipa. La magnfica
talla fue trabajada en los talleres de Buisini-Rigot, en Lille, en el ao de 1879, por

encargo testamentario de la dama arequipea doa Javiera Lizarraga de lvarez


Comparet, tal como reza en el testimonio tallado al pie del plpito y que a la letra
dice:A. M. D. C. (Plpito construdo para la Catedral de Arequipa, a expensas y
por mandato testamentario de la seora Doa Javiera Lizrraga de lvarez
Comparet. Ao de 1879.). Perpetuando as el nombre y la devocin de la dama
que don el plpito de tan singular factura.
El diablo burla la guerra, a fines de 1879, estando el Per en plena guerra con
Chile, lleg el Diablo a aguas peruanas. Los puertos bloqueados, las rutas marinas
extrictamente vigiladas por el enemigo y con todo el fragor de la guerra encima, el
barco francs con el Diablo a bordo burl al enemigo y logr,tranquilamente,
atracar en un puerto peruano, tal vez Islay, y descarg su diablica carga. El 16 de
diciembre de 1879, una colmena de diligentes artesanos arequipeos, en la
Catedral, desclavaban los cajones, estudiaban los planos del rico conjunto del
plpito y comenzaron a armar las doce partes que constituan el hermoso
monumento hecho en madera tallada. Despus de varios meses de trabajo qued
listo el plpito, pero parece que no hubo inauguracin, debido a la guerra que
libraba el Per contra Chile.
El Diablo que vino de Francia cost la suma de 25.000 francos de la poca. El
contrato con los talleres Buisine-Rigot fue firmado por Don Juan Mariano de
Goyeneche y Gamio, caballero arequipeo, quien en esa poca se desempeaba
como ministro plenipotenciario del Per en Francia. Segun datos de la poca, los
trabajos de tallado del plpito demoraron quince meses a los maestros talladores
franceses. Una vez terminado, el Diablo fue embarcado con destino a puerto
peruano y luego fue trasladado a la Catedral de Arequipa.
Desde su afincamiento en la Catedral, el Diablo ha observado calladamente
solemnes Te-Deum, ha visto pasar por la nave central a presidentes de la
Repblica, altos personajes de muchos gobiernos. Prefectos, alcaldes, jueces y
vocales de la Corte lo han mirado de reojo durante los solemnes oficios de
Semana Santa celebrados por los Arzobispos de Arequipa. Ha sido testigo de
odas de revoluciones y de gloriosas gestas republicanas libradas por el pueblo
de Arequipa, en el espacio de un siglo y pico en la histrica Plaza de Armas de la
Blanca Ciudad.

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