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Etapas y Periodos en Arqueología. John H. Rowe PDF

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ETAPAS Y PERIODOS EN LA INTERPRETACIN ARQUEO LGICA

JOHN H. ROWE

ETAPAS Y PERIODOS EN LA INTERPRETACIN ARQUEOLGICA


JOHN H. ROWE

John Howland Rowe


{10 de junio de 1918 -1 de mayo de 2004}

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ETAPAS Y PERIODOS EN LA INTERPRETACIN ARQUEOLGICA


JOHN H. ROWE
1

ETAPAS Y PERIODOS EN LA INTERPRETACIN ARQUEOLGICA

JOHN H. ROWE
Las etapas y los periodos son diferentes clases de unidades utilizadas para organizar los
datos arqueolgicos con la finalidad de poder estudiar cambios culturales a travs del tiempo. Las
etapas son unidades de semejanza cultural, mientras que los periodos son unidades de tiempo
que agrupan fenmenos ms o menos contemporneos. Dentro de un rea pequea, las unidades
culturales son parecidas, son comnmente contemporneas tambin, asi que las etapas son
equivalentes a periodos. Sin embargo, cuando se t rata de problema de apaliar las secuencias
locales de reas distantes, las etapas generales, establecidas con criterio uniforme darn un
apareamiento diferente del de los periodos, por los efectos de la difusin. Un examen de los
problemas que se presentan en la organizacin de las secuencias arqueolgicas, sugieren que los
periodos ofrecen una base mas til que las etapas para la interpretacin cultural, siempre y
cuando se definan los periodos con referencia a una sola secuencia local mas o menos completa

Como dijimos, las etapas son unidades de semejanza cult ural. Se atribuye las unidades
culturales a una misma etapa porque t ienen en comn uno o mas rasgos seleccionados como
diagnostico de aquella etapa, y carece de otros rasgos que se consideran como diagnsticos de
otras etapas. Lo que distingue las etapas de otras clases de unidades clasificatorias definidas por la
semejanza, es que las etapas deben seguirse una a la otra en un orden fijo. Algunas personas
todava siguen determinando el orden de las etapas del modo tpico de los siglos XVII I y XIX,
deducindolo de la teora del progreso, pero los arquelogos comnmente tratan de ordenas sus
etapas ut ilizando secuencias estrat igrficas.
Hay dos clases de etapas que se utilizan para relacionar las secuencias locales de
diferentes reas entre si, vamos a llamarlas "etapas sencillas" y "et apas complejas". Las primeras
se definen en base a la presencia o ausencia de un solo rasgo. Por ejemplo, es posible, encontrar
que en todas partes de un rea dada las unidades culturales con cermica siguen otras unidades
sin ella. En esta situacin, podemos hablar de una etapa pre cermica (o mejor acermica) y otra
1

Esta transcripcin es un esfuerzo conjunto de Hernn Hurtado y Alex Cacha en 2012 (estudiantes de

arque ologa de la Universidad Nacional Federico Villarreal) de la Revista Inca, Segunda poca, Vol. 111. N!l 6,
junio 1979, CEAR UNMSM.
2

Este trabajo es una nueva versin en castellano, hecha por le autor, de un artculo publicado originalmente
en ingles (Rowe, 1962}.
La versin inglesa, en forma mas breve, fue leda en la quinta reunin anual de la Kroeber Antrophological
Society, Berkeley, California, 13 de mayo de 1961. Fue producto de estudios de arqueologa peruana
financiados por la National Science Foundation y me es grato reconocer el apoyo de esta inst itucin.
Agradezco a los consejos de Theodore D. McCown, Dorothy Menzel, John Murra, Mildred Dickeman y
Thomas C. Patterson en la elaboracin del argumento original. He hecho esta versin castellana a pedido de
la Dra. Rosa Fung Pineda para reemplazar una traduccin defectuosa de Jos B. Villarn, que circula en Lima
a mimegrafo. Es un placer agregar mis agradecimientos a Patricia J. Lyon y Elizabeth Kuon Arce por su
revisin cuidadosa del castellano.

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cermica. No hay necesidad de suponer que otros rasgos cultura les deben aparecer junto con la
cermica, las relaciones de otros rasgos con el que sirve para identificar la etapa, pueden
investigarse por separado.
Las etapas complejas son las que se definen por la presencia de rasgos culturales mltiples
que se suponen deben aparecer juntos. Si por ejemplo, en un rea que venimos estudiando,.
Notamos una correlacin frecuente de la cermica con evidencias de la practica di cultivo, de la
ganadera, y del tejido con telar, se nos puede ocurrir la ideas de utilizar estos cuatros rasgos
juntos como criterios para una sola etapa cultural.
Las dificultades creadas pro el uso de etapas se ponen de manifiesto cuando examinamos
las relaciones entre las dos clases de etapas y lo que sabemos de los cambios cu lturales. En los
numerosos casos de cambios culturales para los cuales tenemos una documentacin histrica
adecuada, es evidente que cada cambio tiene como origen una accin o idea nueva de un solo
individuo y se difunde por un proceso de imitacin. Existen casos en que diferentes individuos
inician el cambio independientemente, pero no son muy comunes. Una vez que una nueva manea
de actuar o una nueva idea existe, sin embargo, hay la posibilidad de que muchas personas lo
imiten simultneamente y el cambio puede difundirse con cualquier velocidad. Generalmente, los
cambios se difunden con lentitud suficiente para permitirnos detectar la demora en su trasmisin
cuando se trata de una distancia algo grande.
La situacin se complica porque los cambios en un rea dada empiezan en diferentes
sitios, sea como resultado de una invencin local o de transmisin de un rea vecina. Los cambios
con diferentes puntos de origen se difunden naturalmente en diferentes direcciones.
Cuando uno quiere estudiar los cambios culturales que aparecen en el registro
arqueolgico, entonces, es importante determinar en que direccin se difundi cada cambio y,
con toda precisin posible, su punto de origen dentro del rea estudiada.
Usar un esquema de etapas sencillas para relacionar las secuencias arqueolgicas locales
permite al investigador estudiar el orden de los cambios, pero no determina r las diferencias de
origen ni las diferencias de difusin. El lmite entre las etapas, es el elemento constante que tiene
que aparecer como una lnea recta en el grafico de relaciones entre secuencias. Esta dificultad
puede evadirse, por supuesto, si el investigador tiene su alcance una cronologa absoluta, es decir
en aos, o un esquema independiente de periodos relativos para controlar la contemporaneidad
de los acontecimientos. Empero, en cualquiera de estos casos, no hay necesidad de recurrir a
etapas para relacionar las secuencias locales y nada se gana introducindolas.
Las etapas complejas funcionan como las etapas sencillas sin los rasgos que se suponen
caractersticos de una misma etapa en realidad han sido introducidos al mismo tiempo y en el
mismo punto y se han difundido juntos. Si los rasgos que definen una etapa tienen diferentes
orgenes y se difunden independientemente, como sucede con bastante frecuencia, el
investigador que utiliza etapas complejas termina con transacciones ms o menos largas entre
etapas en las cuales se encuentran algunos de los rasgos determinantes, pero faltan otros. Las

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desventajas de esta situacin, sobretodo cuando las transiciones tienen una duracin de varios
siglos, son tan evidentes que no exigen comentarios.
Por qu se producen situaciones tan incmodas? Lo que pasa generalmente es que los
arquelogos quienes adoptan un sistema de etapas complejas para organizar sus datos, lo hacen
en sus principios de investigacin del rea en estudio. A lo mucho, disponen de una sola secuencia
ms o menos completa, compuesta de unidades con una duracin de 360 a 500 aos. Se
encuentran frente al problema de relacionar con ella varias unidades culturales aisladas,
provenientes de otras partes del rea. Las unidades de la secuencia conocida son demasiado
largas para manifestar diferencias de uno o dos siglos en la aparicin de los rasgos nuevos,
mientras que la falta de otras secuencias que puedan compararse con la primera, elimina la
posibilidad de observar que los rasgos que definen las etapas aparecen en un orden diferente en
distintas partes del rea.
Las desventajas del uso de las etapas complejas en la interpretacin no aparecen sino
mucho ms tarde, cuando se ha logrado ms precisin en la cronologa relativa y se han formulado
otras secuencias locales. Desgraciadamente, para entonces todo el mundo se ha acostumbrado a
pensar en trminos de las etapas ya tradicionales y no es nada fcil abandonarlas y volver a
empezar con un sistema ms fructfero.
Si resulta que, cuando el testimonio arqueolgico se conoce mejor, existen efectivamente
varios rasgos culturales que se encuentran siempre asociadas en el rea estudiada, de manera que
se sugiere que todos se introdujeron juntos, este hecho puede ser muy significativo para la
interpretacin cultural. Esta clase de asociacin de varios rasgos diferentes tiene poca
probabilidad de producirse en el rea donde los rasgos del conjunto fueron invitados, aun en el
caso de que todos fueran inventados en el mismo lugar, porque la invencin es un proceso
relativamente lento. La situacin normal es que las invenciones se producen una a una. Empero,
una vez que se ha producido una serie de invenciones y estas se han difundido en un rea
bastante grande, pueden llegar a asociarse a uno al otro como elementos de un solo patrn
cultural, como ha ocurrido en el caso del cristianismo, la monogamia, y los pantalones. En tales
casos, es muy probable que todo el juego de rasgos asociados, se transmita como una unidad a
otras reas. Por esta razn, la sucesin de varios rasgos deberan sugerir al investigador que se
encuentre frente a un patrn introducido desde un punto ext erior.
Sguese de este argumento que un sistema de etapas complejas debe resultar ms
efectivo en un rea que ha recibido fuertes influencias del exterior en varias oportunidades. Si el
registro arqueolgico de la prehistoria europea concuerda mejor con el famosos sistema de las
tres edades (es decir, las etapas de piedra, bronce y hierro) que el registro arqueolgico del

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cercano oriente. La explicacin bien puede ser que europea recibi repetidas influencias del
cercano oriente y que estas influencias llegaron en dosis relativamente masivas3
La explicacin de la buena acogida extendida durante tanto tiempo a las etapas complejas
como formulas para la interpretacin arqueolgica, se encuent ra en la eterna esperanza de la
humanidad de obtener de balde algo provechoso. El mtodo ofrece dos clases de alicientes. En
primer lugar, si podemos suponer que el cambio cultural si se produce en realidad en la forma de
una serie de etapas que son uniformes dentro de un rea grande, esta suposicin justifica el uso
de la primera secuencia arqueolgica establecida como modelo del desarrollo cultural de todo el
rea, ofreciendo al investigador la ilusin de saber mucho mas de los que sus datos justifican

No

hay necesidad, entonces, de buscar otras secuencias si no es por un afn de conocer los
pormenores, y se ahorra el trabajo de mucha investigacin penosa. Naturalmente, si se acepta el
ahorro y la investigacin no se hace, la debilidad de la suposicin original no se descubrir nunca.
En segundo lugar, el uso de las etapas complejas parece prometer un atajo hacia una
interpretacin ms amplia. Esto pasa no por una peculiaridad de las etapas complejas en su
calidad de etapas, sino por la existencia de una asociacin antigua, pero persistente con la teora
de la evolucin cultural, una herencia de la filosofa social del siglo XVIII. La teora de la evolucin
social parte de la suposicin de que toda cultura humana se desarrolla a travs de una serie mas o
menos uniforme de etapas complejas, hasta llegar a la mas avanzada la que corresponde a la
cultura occidental de hoy. Las culturas actuales diferentes de esta, corresponde a etapas menos
avanzadas del mismo desarrollo. Se supone que a cada etapa corresponde cierto patrn de
instituciones, de tal modo que cierta tecnologa se encuentra siempre pro asociada a cierta clase
de organizacin social y a ciertas ideas econmicas, polticas y religiosas. Es este ltimo aspecto
de la teoras evolucionista que tiene un atractivo especial para los arquelogos que andan
buscando una interpretacin cultural mas amplia, porque ofrece un mtodo para reconstruir los
aspectos de la cultura de los cuales los restos arqueolgicos no ofrecen un testimonio directo.
Como ejemplo transparente e ingenuo del uso de la combinacin de etapas complejas y teora
evolucionista para la interpretacin arqueolgica, podemos citar las observaciones siguientes, que
aparecen en un trabajo general referente a la arqueologa del este de los Estados Unidos:
"el curso general del crecimiento cultural en el este de los Estados Unidos ser el
conocimiento de todos los que poseen un conocimiento de la historia de la
humanidad (debe leerse: de la evolucin cultural) ...
De nuestro conocimiento de la etapa cultural general de estas gentes del arcaico
temprano, podemos suponer que vivan en grupos o bandas de personas
estrechamente emparentadas, que probablemente contaron su descendencia por el

Aun en Europa parece que la concordancia no es muy buena. La exposicin del problema por Childe es
especialmente interesante (Ver Childe, 1951, sobretodo el captulo XII). La situacin europea sufre de una
confusin crnica entre etapas y periodos, de la cual Glyn Daniel ha protestado repetidas veces desde 1943.
4
Por ejemplo, Gordon R. Willey una vez explic al autor que al terminar el famoso "Proyecto del valle de
Vir" de 1946, el pensaba que ya se haban solucionado los problemas de la arqueologa cronolgica
peruana y se haban establecido las etapas del desarrollo de la cultura en esta rea (Nota agregada 1978).

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padre y tuvieron la residencia patrilocal. .. las bandas locales fueron generalmente
exgamas..." 5

Los sitios de los campamentos de la gente referida naturalmente no ofrecen ningn


testimonio directo de las normas de la descendencia y residencia, ni de las costumbres
matrimoniales. Toda esta informacin proviene, como bien lo explica el autor de los supuestos de
la teora evo lucionista relativos a la clase de organizacin social que debe acompaar a los
patrones de subsistencia y la tecnologa que se observa en los restos arqueolgicos.
La idea evolucionista de et apas complejas caracterizadas por la asociacin de costumbres,
instituciones o ideas especficas no es el producto de ningn estudio arqueolgico, pertenece mas
bien a la teora sociolgica y etnolgica. Su validez es un problema mas que todo etnolgico y la
manera ms obvia de someterlo a un examen cientfico, es de preguntar si las asociaciones
pretendidas realmente aparecen con cierta regularidad en las culturas para las cuales tenemos
informacin etnogrfica disponible. La esencia de la crtica dirigida a la teora evolucionista de
Franz Boas y sus discpulos, es que tales asociaciones no aparecen con regularidad suficiente para
just ificar la t eora y los evolucionist as nunca han presentado una contestacin adecuada a esta
crtica, simplemente no hacen caso de ello.
Las desventajas y tentaciones del uso de las etapas como punto de partida para las
interpretaciones arqueolgicas pueden evitarse utilizando periodos para esta finalidad. Algunos
autores han querido lograr las ventajas del uso de periodos con un simple cambio de nombre,
estableciendo lo que es en realidad un sistema de etapas, pero llamado "periodos" a sus etapas y
suponiendo que las unidades culturales que corresponden a una misma etapa son ms o menos
contempor neas. El resultado, naturalmente, es una confusin mas embarullada. Para evitar este
error, es necesario tener siempre presente la diferencia del significado de los dos trminos.
Al comienzo de este ensayo define los periodos como unidades de contemporaneidad.
Segn esta definicin, se atribuyen dos fenmenos arqueolgicos y dos unidades culturales al
mismo periodo cuando hay algn motivo para creer que son contemporneas, no importa cual
diferente sean. Si hay algn motivo para pensa r que una unidad sin cermica es una parte del rea
es contempornea con una unidad con cermica en otra parte de la misma, hay que atribuirlas al
mismo periodo, a pesar d contraste de sus inventarios. En trminos histricos, la cultura de los
ltimos habitantes indgenas de Tasmania pertenecen al mismo periodo de la cultura victoriana
temprana de Inglaterra, a pesar de las diferencias entre las dos culturas.
La idea de actualizar periodos de tiempo relativo, en lugar de etapas como base para la
interpretacin arqueolgica no es una novedad en la arqueologa, pero ha tenido un uso bastante
limitado. La idea fue lanzada pro primera vez por W. M. F. Petrie a principios del siglo XX para
solucionar el problema de organizar los datos arqueolgicos para el Egipto predinstico6 El
5
6

Griffin 1952, pp. 352- 354.


Petrie, 1900; 1901.

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esquema de Petrie se compuso de una serie de periodos numerados que el llamaba "fecha de
secuencia". La base de este esquema fue una seriacin de una gran nmero de grupos de tumbas
predinsticos, segn la seleccin del tipo de cermica que contenan. Otros monumentos se
atribuyeron a una u otra fecha de secuencia por sus asociaciones con los tipos de cermica
establecidos por Petrie.
Pero despus de la publicacin del mtodo de las fechas de secuencia de Petrie, Max Uhle
trat de organizar los resultados de sus exploraciones arqueolgicas en el Per y Bolivia en un
esquema de seis periodos. La presentacin mas clara de este sistema de Uhle se encuentra en un
artculo popular aparecido en Harper's Monthy Magazine en 1903, el texto describe las culturas
de la costa peruana en su orden por periodos, pero no utiliza ni nombres ni nmeros para
denominar los periodos. En las leyendas de las ilustraciones, sin embargo, se denomina los
periodos por nombres o nmeros: "periodo ms temprano", "tercer periodo", "sexto periodo",
etc. es muy posible que Uhle se inspirar en el trabajo de Petrie de 1900, porque Uhle cita a Petrie
en otro artculo que public en 1902.
El fechado relativo reciproco de las secuencias locales en el sistema de Uhle con referencia
a dos "horizontes cronolgicos", como Uhle los llamaba, periodos en los cua les un estilo artstico
relativamente uniforme se extendi por toda la zona estudiada. Estos periodos los denominaba "el
horizonte cronolgico de la cultura Tiahuanaco" y "el horizonte cronolgico de la cultura Inca" y
correspondan al "segundo periodo" y al "sexto periodo" del sistema de periodos numerados. Uhle
suspuso que la expansin de los estilos de sus "horizontes cronolgicos" se produjo con suficiente
rapidez para permitirle pensar que todas las manifestaciones de un mismo estilo de un "horizonte
cronolgico" podan considerarse como ms o menos contemporneos

7
.

Despus de su experimento con la numeracin de periodos en 1903 Uhle abandon la


idea, en sus trabajos posteriores prefiri tratar de las relaciones cronolgicas con referencia a
fechas absolutas aproximadas, aun cuando sus fechas absolutas no fueron ms que simple
8

conjeturas

La obra temprana de Uhle tuvo una actualidad nueva en 1922 cuando A. L. Kroeber, primero con la
ayuda de W. D. Strong y despus de otros estudiantes, empez a estudiar las colecciones que Uhle
haba formado para el museo de antropologa de la Universidad de California. Como parte de este
estudio Kroeber ley los informes de Uhle y recogi muchas de las ideas del pionero alemn. Una
de las ideas corregidas fue la de los "horizontes cronolgicos", con sus estudios correspondientes.
A base de los "horizontes" de Uhle, Kroeber elabor su propio esquema de cuatro periodos. El
tercer periodo de Kroeber corresponde a los periodos tercero, cuarto y quinto del esquema
utilizado pro Uhle en 1903. El esquema de cuatro periodos de Kroeber fue publicado por primera
vez en 1924, en un informe escrito en colaboracin por Strong sobre las colecciones reunidas por
7

El primer uso por Uhle de la frase "horizonte cronolgico" se encuentra en un articulo suyo publicado en
1913 (p. 341), pero ya estaba utilizando la idea de hacer el fechado reciproco por parecidos estilsticos por lo
menos en 1899, cuando empieza su correspondencia con la Sra. Phoebe Hearst.
8
Ver, por ejemplo, Uhle (1920) y comparar con Daniel (1951).

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Uhle en Chincha. En este informe, los periodos son denominados "horizontes generales" o
simplemente "horizontes", y aparece nombres de "pre- Tiahuanaco", "pre-inca", e "inca"9 En el
informe de Kroeber sobre la cermica de Moche publicado en el ao siguiente, estos periodos
aparecen denominados "periodos generales" o "eras", pero con los mismos nombres
11

10

El uso de

11

los trminos horizontes", periodos" y "era" como equivalentes en estos dos informes sugieren
que Kroeber estaba pensando en la periodizacin corriente de la geologa. En el informe sobre la
cermica de Moche, Kroeber llam la atencin de sus lectores a la importancia de mantener una
diferenciacin sistemtica entre tiempo y estilo, y l utiliz su esquema de periodos como
instrumento para hacerlo11. Su exposicin sobre este punto tiene una importancia terica bien
grande.
En 1929, Kroeber dio nuevos nombres a sus periodos, tal vez por insinuacin M. O' Neale, con
quien el estaba trabajando sobre tejidos peruanos. Los nuevos nombres fueron: "periodo
temprano", "periodo medio" u 11horizonte tiahuanco -epigonal", "periodo tardo" y "periodo (u
12

horizonte) lnca"

El cambio de los nombres no implic ningn cambi en la definicin de los

periodos. El esquema de Kroeber, con los nombres adoptamos en 1929, tena una difusin
bastante amplia entre los arquelogos peruanistas de habla inglesa hasta que el mismo Kroeber lo
abandon en 1943

13

Otro sistema de periodos fue inventado en 1924 por V. Gordon Childe como un esquema
para interpretar la arqueologa de Europa Central

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Childe elabor una secuencia arqueolgica

generalizada para la zona de Morabia, Silesia, Hungra, y el norte de Serbia, y llam las unidades
culturales de esta secuencia Danubiano 1, 11, 111 y IV. Entonces estableci cuatro periodos
correspondientes a estas unidades culturales, a las que denomin periodos 1 a IV. En un estudio
posterior publicados en 1929, Childe aument el nmero de periodos a siete, al mismo tiempo que
redujo el nmero de las unidades de la secuencia cultural danubiana a dos. Es evidente, por la
forma en que Childe utiliza las denominaciones de los periodos, en estas publicaciones, que el
estaba tratando conscientemente de mantener una distincin entre semejanza cultural y tiempo.
En su testamento profesional, publicado en 1958, Childe afirm que su esquema de
periodos para Europa central fue inspirado por la periodizacin de la arqueologa de Tesalia,
publicada por Wace y Thompson en 1902, y por el sistema de "periodos" de Arthur Evans para la
11

Creta minoana" publicado por primera vez en 1905 y 1906. Sin embargo, en los trabajos de los

autores citados, no se encuentra en realidad una distincin entre semejanza cultural y tiempo.
Ambos esquemas se refirieron a areas pequeas en las que no haba necesidad de hacerlo. La
distincin hecha por Childe en 1924 fue algo nuevo en la arqueologa europea. Como Glyn Daniel
ha sealado Childe no hizo nada para llamar la atencin de sus lectores a su sistema de periodos,
9

Kroeber y Strong (1924: 53)

Kroeber (1925: 231- 232)


11
1

Kroeber (1925: 229- 231)


O' Neal y Kroeber (1930: 24), Kroeber (1930: 108- 113)
13
Kroeber (1944: 105 - 106)
14
Childe (192Sa, 1925b)
12

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es fcil pasarlo por alto en la lectura de sus exposiciones de los detalles de la arqueologa de la
Europa Central 15
El uso de periodos resulta algo ms en el estudio posterior de Childe sobre la arqueologa
prehistrica de Britania

16

Esta obra abarca un lapso mas largo, y por consiguiente el autor ha

aumentado hasta nueve el nmero de periodos usados, sin embargo, mientras otros autores han
empezado por lo general en etapas, para luego confundirlas con periodos, Childe empez con
periodos y termino confundindolas con et apas. Sus periodos se definen como referencia a
cambios en la cermica de las tierras calizas del sur de Inglaterra. Y l se queja de no haber
encontrado "contrapartes" de algunos de ellos en Yorkshire y Escocia

17

Es evidente que en este

caso Childe estaba pensando en t rminos de semejanza cultural y no de contemporaneidad.


En 1935, J. A. Ford inici otra tradicin se usar periodos en Luisiana y Misisipi. El esquema
de Ford fue aplicado a la arqueologa del Caribe, con algunas modificaciones, por lrving Rouse

18

Ford tom como base de su esquema de periodos la frecuencia de los tipos de cermica y las
secuencias que le interesaban, mientras que Rose utiliz la frecuencia de los "modos" (rasgos
seleccionados y definidos de manera taxonmica). Tanto Rose como Ford aluden a sus sistemas
como "escalas de tiempo". Un sistema periodos derivados de la prctica de Ford fue utilizado en el
Per de forma limitada por los arquelogos que participaron en el proyecto del valle de Vir de
194619 . Sin embargo, las interpretaciones cultu rales derivadas de este proyecto se expresaron
conforme a esquemas de etapas, en general bastantes ingenuos20
Kroeber haba abandonado su esquema de periodos para la arqueologa peruana en 1943,
porque nuevos descubrimientos, principalmente los de Julio C. Tello, Rafael Larco Hoyle, habran
extendido las secuencias culturales hasta tal punto que los nombres de periodos que Kroeber
vena usando ya no le parecan apropiados. El "pe riodo temprano" se haban alargado demasiado
y "periodo medio" ya no estaba cerca del medio de la secuencia. Yo nunca me sent cmodo con
los esquemas de et apas propuesto en 1946, y en 1955 me puse a pensar que la arqueologa
peruana haba perdido un instrumento de trabajo muy valioso con el abandono de sistema de
periodos. Kroeber lo haba abandonado no por una consideracin de fondo, sino por un leve
problema de nomenclatura para salvar los periodos, entonces, bastara un ligero cambio de
nombres. Segu los criterios que Kroeber haba utilizado al formular el esquema original se
debieron distinguir seis periodos en lugar de cuatro, y los dos nuevos correspondan a un tiempo
anterior a los periodos reconocidos por Kroeber. Adems, la cultura Chavn que corresponda al
segundo periodo nuevo, marcaba un "horizonte cultural" en el mismo sentido que las culturas inca
y "Tiahuanaco- epigonal". Propuse entonces los nombres de "periodo inicial", "horizonte
temprano", "periodo intermedio temprano", "horizonte medio", "intermedio tardo" y "horizonte
15

Childe (1925a) y ediciones posteriores (1925b, 1929). Ver Daniel (1951: 35)
Chlde (1940)
17
Childe (1940: 89) ver grfico en pp. 11. Tambin Childe (1956: 101- 102)
18
Ford (1935, 1936), Ro use ( 1939)
19
Por ejemplo Ford (1949)
20
Por ejemplo Strong (1948), Bennet y Bird (1949)
16

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tardo" para los seis periodos del esquema expandido

21

La experiencia ha confirmado la utilidad

de este esquema.
Bien pronto se vea, sin embargo, que los periodos de este esq uema tal como los haba
definido Kroeber, tuvieron el carcter de periodos verdaderos nicamente porque estbamos
trabajando con una cronologa relativa bastante imprecisa. Los "horizontes" se reconocieron por la
aparicin de las influencias respectivament e de Chavn, Tiahuanaco o Huari, e Inca en las
secuencias locales. Esto vale decir que en el fondo se trataba de unidades de semejanza cultural, o
sea de etapas, segn la definicin arriba propuestas. Sin embargo Uhle y Kroeber haban supuesto
que las influencias unificadoras que utilizaron para definir los periodos que yo estoy llamando
"horizontes" se difundieron con una rapidez suficiente para permitirles tomar la aparicin de estas
influencias en las secuencias locales, como indicios de contemporaneidad. Esta suposicin de
contempora neidad pareca defendible, porque la duracin de las divisiones cronologas que se
reconocan entonces fue tan grande que ocult cualquier demora en la transmisin de las
influencias estilsticas. A la medida que se establece subdivisiones ms a menudas de las
secuencias locales, el problema de demoras en la transmisin se ha presentado en forma cada vez
mas aguda. Nuestros "periodos" estaban convirtindose evidentemente en "etapas".
El problema puede ejemplificarse con referencia a la propagacin de la influencia Inca. Los
incas, segn sus propias transiciones histricas, haban conquistado la mayor parte de lo que
ahora es el Per (menos la selva tropical) en un lapso mas o menos de cuarenta aos

22

Kroeber

poda considerar la aparicin de influencias incas como un acontecimiento contemporneo en


todas partes del rea, para los fines de la arqueologa, porque no haba en el Per ninguna
secuencia local con divisiones suficientemente precisas para reflejar una diferencia temporal de
cuarenta aos. Los estudios ms recientes de Dorothy Menzel sobre los estilos tardos de la
cermica de la costa sur han convertido esta evidencia en algo significativo para la zona referida,
sobretodo cuando se trata de relacionar las fechas relativas de la costa sur con las de la zona
Cusco.
Lo que ha pasado es que hemos alcanzado un grado de precisin en nuestra cronologa
relativa ya que sobre pasa el punto donde la presencia de un "horizonte estilstico" puede
aceptarse como una indicacin adecuada de contemporaneidad. Estamos frente, entonces, a la
necesidad de encontrar una base nueva para definir los periodos. La solucin de este problema
result ser la de formular las definiciones de los periodos del sist ema general con relacin a la
secuencia local de los estilos de un solo valle. La secuencia de este valle se convierte as en la
secuencia maestra en la cual se refieren todas las fechas relativas del rea. La idea de relacionar
un sistema general de periodos a una sola secuencia maestra, es nueva y constit uye la nica
contribucin realmente original que el presente t rabajo aporta a la teora de los periodos
arqueolgicos. Childe se aproxim muy de cerca a esta idea, sobretodo cuando quiso basar sus
"periodos" britnicos en la secuencia del sur de Inglaterra, pero la dejo escaparse, porque volvi al
21
22

Rowe (1960)
Rowe (1945)

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concepto de las etapas al tratar de extender sus "periodos" a otras zonas, hablando de semejanzas
culturales en lugar de contemporaneidad.
El uso de una secuencia maestra para controlar un sistema de periodos puede explicarse
con ms claridad utilizando datos peruanos. Al aplicar esta idea al Per, escog el valle de lea como
punto de referencia mas conveniente, porque conocamos la cronoliga de los estilos de cermica
es este valle con mas detalle que la de ninguna otra. Pudimos entonces decir que el periodo inicial
comienza con la introduccin de la primera cermica en el valle de lea. El horizonte temprano
corresponde al tiempo desde la primera aparicin de la influencia de Chavn en lea hasta el
reemplazo de la pintura de resina (post-coccin) por la pintura polcroma de engobe en la
cermica iquea. El horizonte medio es el tiempo desde el principio de la fase 9 del estilo lea hasta
23

el comienzo de la fase 10 del mismo estilo

Puesto que creemos que el comienzo de la fase 9 del

estilo lea coincide con el comienzo de la ocupacin del valle de lea por los Incas, le asignamos al
comienzo del horizonte tardo a la fecha tradicional de la conquista Inca de esta zona, alrededor
de 1478 d. C.
El nuevo procedimiento llama la atencin del investigador al problema de l fechado relativo
reciproco entre diferentes zonas y le impone la consideracin sistemtica de la teora de la
contemporaneidad. Este tema merece une estudio aparte.
Para los fines del presente trabajo, es suficiente indicar que hay varias maneras de
establecer la contemporaneidad entre unidades culturales de diferentes zonas.
l.

El mtodo ms obvio es por referencia a fechas absolutas. Para muchas reas hay cierto
nmero determinaciones de radio-carbono disponibles y estas aveces ofrecen un control
del fechado reciproco de las unidades culturales. En la arqueologa peruana, se ha
utilizado determinaciones de radio-carbono como parte de un argumento para fijar la
fecha relativa del estilo de Pucar

2.

24

Las piezas cambiadas en comercio proporcionan datos de especial valor para establecer la
contemporaneidad de las unidades culturales. Generalmente hay algn intercambio de
cosas entre reas vecinas aun en condiciones de relativo aislamiento regional. El
argumento mas convincente para la contemporaneidad es el suministrado por la
asociacin repetida y constante de piezas importadas de une estilo caracterstico, con
piezas de fabricacin local de estilo conocido, como por ejemplo la asociacin de piezas de
estilo Inca tardo con otras del estilo lea 9 en los entierros en lea.

23

En la presente versin, he utilizado la terminologa mas reciente (Ver Menzel 1976). La versin original
utiliz los trminos corrientes en 1961: Chulupaca A por lea 1, Tacaraca A por lea 9 y Tacaraca B por lea 10
(Nota agregadas en 1978).
24
Segn la interpretacin de las determinaciones de radio-carbono que prevalecan en 1961, el estilo Pucar
pareca tener una fecha que caa hacia fines del horizonte temprano. Una interpretacin mas reciente de los
mismos datos asigna a este estilo a las primeras fases del periodo intermedio temprano (Rowe, 1967). (Nota
agregada en 1978).

111

ETAPAS Y PERIODOS EN LA INTERPRETACIN ARQUEO LGICA 112


JOHN H. ROWE
3.

La influencia de un estilo loca sobre otro es generalmente una indicacin de


contemporaneidad, aunque la posibilidad de arcasmo puede complicar el argumento. El
caso mas favorable es el que ocurre cuando dos estilos muestran la misma combinacin
de rasgos organizados en la misma forma, pero cuando la forma de organizacin no
persiste mucho t iempo en ninguno de los estilos.
Un argumento alegando contemporane idad utiliza a menudo una combinacin de

diferentes tipos de datos. Cada problema de fechado reciproco t iene sus propios problemas y la
solucin debe juzgarse por sus propios meritos.
El uso de una secuencia maestra para mantener el control cronolgico sobre un sistema de
periodos tiene varias consecuencias. En todo el rea a la cua l se aplica el sistema de periodos, la
precisin del fechado relativo que el sist ema permite, queda limitada por la precisin de la
secuencia maestra. Entonces, el mtodo es mas efect ivo si los estudios de la secuencia maestra
proceden de una manera continua, de modo tal que esta secuencia sea siempre la mejor conocida
del rea. A la medida que se enlazan ot ras secuencias locales firmemente a la secuencia maestra,
estas pueden utilizarse como normas de referencias secundarias, pero es importante seguir
buscando oportunidades de establecer relaciones directas con la secuencia maestra para evitar la
acumulacin de errores.
Los periodos bsicos del sistema peruano son bastante largos, con la excepcin del
horizonte tardo, que duro apenas unos 58 aos. Los periodos anteriores varan en su duracin de
300 a 700 aos, y posiblemente hasta 1000. Es conveniente en cualquier rea poder referirse a
unidades de tiempo de duracin tan larga para indicar fechas relativas aproximadas. Para
determinar fechas mas precisas, conviene hacer subdivisiones y de estas se pueden hacer tantas
como las subdivisiones estilsticas que se distinguen en la secuencia maestra. En el sist ema
peruano, por ejemplo, el periodo intermedio temprano corresponde al lapso representado por las
fases 1 a 8 del estilo Nazca en lea. Por consiguiente, podemos dividir el periodo intermedio
temprano en ocho subdivisiones o "pocas", cada una de las cuales corresponde a una de las fases
del estilo Nazca. As, en la poca 7 del periodo intermedio temprano (abreviada PI Temprano 7) es
el lapso que corresponde a la fase Nazca 7 en lea. Si el periodo intermedio temprano duro unos
950 aos, como parece probablemente ahora, el promedio de duracin de cada una de sus pocas
es de mas o menos 119 aos. Cuando logremos conseguir unas asociaciones arqueolgicas mas
precisas, deber ser posible subdividir algunas de las pocas mas largas. Podemos designar tales
subdivisiones con letras maysculas. Por ejemplo, PI Tempano, PI Temprano 7B, etc.
El uso de un sistema de periodos en lugar de uno de etapas para organizar los datos
arqueolgicos es una ayuda inestimable al pensamiento claro cuando se trata de las
interpretaciones culturales. Tiene dos ventajas principales. La primera es que ofrece un control d 1
fechado relativo que permite al investigador identificar las demoras en al difusin de los rasgos
culturales y as determinar la direccin de la expansin y al fin el rea de origen de los rasgos

ETAPAS Y PERIODOS EN LA INTERPRETACIN ARQUEO LGICA


JOHN H. ROWE
estudiados. Los datos conseguidos sobre la naturaleza de las influencias culturales y la direccin
de sus efectos, a su vez, arroja nuevas luces sobre las relaciones de prestigio, puesto que las
personas imitan de preferencia a quienes lo respet an.
Algunas conclusiones novedosas e interesantes respecto a las influencias culturales estn
apareciendo en el Per como resultados del refinamiento de nuestros fechados relativos derivado
del uso del sistema de periodos. Los datos disponibles son bast antes incompletos todava, pero
sugieren que al cermica lleg a la cost a del Per desde el norte, el maz fue introducido a la costa
desde la sierra central y la metalurgia del cobre vino del sur, tal ves desde un punto de origen en
Chile o en el noroeste de Argentina. El maz aparece en la costa central al comienzo del periodo
inicial, o aun antes, pero no aparece en otras partes de la costa hasta haca los fines del periodo
inicial. En cambio, la cermica probablemente aparece antes del comienzo del periodo inicial en la
costa norte, pero lleg a la costa central despus del maz. La metalurgia del cobre exista en al
costa sur antes del final del horizonte temprano, pero no aparece en el centro y norte de la costa
hasta el periodo intermedio temprano. Cada uno de estos rasgos culturales se difudi por una
buena parte del rea andina dentro de un lapso de pocos siglos, as que se necesita un control
cronolgico bastante preciso para seguir el proceso

25

La segunda ventaja del uso de periodos en lugar de etapas para organizar los datos
arqueolgicos, es que el investigador corre menos peligro de presumir lo que debe de estar
comprobando. Como resultado de la asociacin estrecha que ha persistido entre las et apas y la
teora de la evolucin cultural, casi todos los arquelogos que utilizan las etapas para organizar sus
datos, a la vez introducen ciert as suposiciones relativas al desarrollo cultural sin darse cuenta de lo
que estn haciendo. Despus, cuando hacen sus interpretaciones culturales, descubren los
patrones del desarrollo cultural, que ellos mismo haban introducido como suposiciones en su
sistema de organizacin, y piensan que los estn sacando empricamente de sus datos. El
argumento se hace perfectamente circular. El peligro de construir un argumento circular se
disminuye cuando los datos se organizan por periodos, puesto que el sistema de periodos no
implica suposiciones referentes a los procesos culturales. Existe por lo menos la posibilidad de que
un investigador pudiera sacar nuevas conclusiones que no se le hubieran ocurrido al principio de la
investigacin.
El mtodo de utilizar un esquema de periodos relacionados a una secuencia maestra local
podra utilizarse en otras partes del mundo con el mismo provecho que en el rea andina. En
Europa, por ejemplo, valdra la pena fijar el elemento de etapas del sistema de "periodos"
propuest o por Childe, escogiendo una secuencia local apropiada en el sur de Inglaterra como la

25

Las interpretaciones citadas se hicieron en base a los datos d isponibles en 1961. Los datos acumulados
desde entonces no exigen revisiones fundamenta les en las conclusiones sugeridas. Subrayas mas bien su
carcter provisional. Para los fines del argumento de este trabajo, la valides de las conclusiones es menos
importantes que la naturaleza de las mismas. (Nota agregada en 1978).

113

ETAPAS Y PERIODOS EN LA INTERPRETACIN ARQUEO LGICA 114


JOHN H. ROWE
secuencia maestra, y refiriendo las unidades culturales de otras zonas britnicas a esta secuencia a
base de argumento de contemporaneidad 26.

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26

La periodificacin de los datos arqueolgicos europeos que sugiri Daniel en 1951 constituyen una
solucin diferente del problema. Los periodos de Daniel son periodos de tiempo absoluto, mientras que los
mos son periodos de tiempo relativo que pueden constituirse sin referencia a fechas absolutas alguna. Los
dos sistemas salvan los inconvenientes de los esquemas de etapas. El mo tiene la ventaja adicional de
separar el problema de determinar las fechas relativas, del determinar las fechas absolutas.

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