PH Cuaderno Patrimonio Cultural y Comunicación
PH Cuaderno Patrimonio Cultural y Comunicación
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PH cuadernos
Patrimonio cultural y medios de comunicacin
CONSEJERA DE CULTURA
Presentacin
Desde el Instituto Andaluz del Patrimonio Histrico trabajamos para las personas. El
patrimonio es nuestro espacio y mensaje para acercarnos a su pasado, a su recuerdo, a su futuro.
Nos importa valorar, investigar, documentar, conservar, avanzar, formar, y por supuesto
comunicar. Hemos transferido el conocimiento de todas nuestras actuaciones a la
sociedad; ese se ha convertido en un objetivo bsico, que nos ha dado incluso una razn
de ser y de continuidad.
Desde que existimos como institucin la extensin social del patrimonio ha estado en
nuestras reflexiones. Ya en 1996 publicbamos Difusin del Patrimonio Histrico, y
con ello una promesa, y una definicin del proceso comunicativo y patrimonial que
abra caminos.
Ahora han pasado ms de diez aos, y la sociedad se replantea a s misma ante los retos
que presenta la mediacin global. Nuestro legado -su delimitacin y expectativas, su
mbito y pensamiento- es configurado, definido, compartido y hasta transformado por los
medios de comunicacin e industrias de la cultura.
Las instituciones pblicas tienen el deber de hacer a estos desafos e interrogantes desde
el espacio conceptual y tambin mediante sus polticas y modos de gestin. La publicacin que editamos bajo el ttulo genrico Patrimonio cultural y medios de comunicacin
recapitula las lneas de investigacin hasta ahora prioritarias en este campo de actuacin
e incorpora de fondo la vocacin transversal del Instituto Andaluz del Patrimonio Histrico
por la sociedad, valorando y enfatizando el proceso de la comunicacin pblica no como
simple acto, sino como compromiso cultural y pacto patrimonial.
ndice
004 Presentacin
010 Teoras
130 Construcciones
132 Polticas de comunicacin en los espacios culturales
068 Visiones
164 Arqueologa a diario
070 Patrimonio y pblico. La labor de sensibilizacin a
patrimonio arqueolgico
Ana Mara Mansilla Castao
200 Autores
Index
004 Presentation
010 Theories
012 Cultural Industries and Processes of Reading.
Media to Mediation
Beatriz Sanjun Ballano
130 Constructions
132 Politics of Communication in Cultural Spaces
(A)Temporal Experience
Rafael Vidal Jimnez
Network Communication
Jos A. Gmez Hernndez y Toms Saorn Prez
068 Views
(A)Temporal Experience
Monica Ardemagni
080 Insights into Cultural Heritage. Visual Constructions of
Archaeological Heritage
Ana Mara Mansilla Castao
in the Media
Juan Snchez Gonzlez
200 Authors
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El ltimo tercio del siglo XX ha venido marcado en el mbito de la investigacin sobre comunicacin por un
viraje decisivo que ha trastocado buena parte de los conceptos y esquemas que hasta ese momento parecan indiscutibles. De este modo, y coincidente con una revalorizacin del sujeto destinatario y del acto de consumo o recepcin dentro del proceso de comunicacin, surge una nueva manera de comprender la ligazn
meditica, las mediaciones que permiten imbricar lo social con unas industrias culturales en plena expansin. Estamos, en efecto, ante un enfoque ms humano y social, ms complejo y, sobre todo, radicalmente
cultural. Tal visin culturolgica y centrada en los sujetos y grupos sociales como partcipes negociadores y
productores de significados es hoy el nico punto de partida posible para una comprensin de lo patrimonialcultural en la sociedad actual y para cualquier investigacin o acercamiento que desde el sector patrimonial
se desee vehicular hacia el terreno de lo informacional. El presente artculo constituye una gua de enfoques
clave, territorios de conceptos ineludibles, lecturas imprescindibles. Aqu se despliega, pues, una suerte de
mapa con el que partir sobre el complejo terreno de las industrias culturales.
Cultural Industries and Processes of Reading. Departure Points for Engaging Communication from the Vantage Point
of Heritage
In the realm of communication research, the latter third of the 20th Century has been marked by a decisive turn which has shaken up
most of the concepts and patterns which had hitherto seemed indisputable. Thus, and coinciding with a re-evaluation of the receiving
subject and the act of consumption or reception within the communication process, a new understanding of the media liaison surfaces.
"Mediations" which allow the weaving of the social into the fully-expanding culture industries. We are, indeed, facing a more human,
more social, and, above all, radically cultural focus. This culture-, subject- and group-centred vantage point as negotiators and producers of meaning is, nowadays, the only possible departure point for an understanding of the cultural heritage in contemporary society, and
for any research or approach which might be formulated towards the realm of information. The present essay is a guide to key focus
points, unavoidable conceptual territories, essential readings. This, what unfolds here is a kind of map, a guide to a travel into the complex land of the culture industries.
Leyendo el magazine. MR + G
13
Valga para empezar este itinerario terico una ancdota minscula, pero que al mismo tiempo resulta profundamente reveladora para presentar el empeo que gua
el presente artculo. La tomo del profesor Martn-Barbero, quien, discutiendo en torno a los retos de la investigacin en comunicacin, refiere el episodio que le contaba un colega acerca de su etapa profesional en Radio
Sutatenza, clebre emisora de Colombia consagrada a
la accin cultural popular. Relataba este comunicador que los directivos de dicha cadena quisieron en un
momento dado evaluar el resultado de dicha accin
sobre la poblacin campesina colombiana y encargaron
la realizacin de una encuesta entre estos radioyentes.
De tal investigacin se desprendi una conclusin que
dej atnitos a dichos directivos: La abrumadora mayora de los campesinos afirmaba que, entre toda la parrilla de Radio Sutatenza -cargada de emisiones formativas, de informacin agrcola, de entretenimiento, etc.-,
su programa preferido no era otro que el rezo del rosario. Ante esto, los encargados de la emisora, convencidos de que todo se deba a un error en la labor de los
encuestadores o en el diseo de las preguntas, exigieron que se repitiera la encuesta entre los campesinos.
Las respuestas de estos, empero, seguan contradiciendo empecinadamente las expectativas de los directivos,
al sealar el rezo del rosario como el programa de
mayor calado entre aquella poblacin.
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De entrada, y en un plano general, las obstinadas respuestas de la poblacin rural colombiana nos sitan cara
a cara con algo que hoy no podemos ya reducir a una
mera intuicin: Por un lado, la asuncin de que existe
una discontinuidad fundamental en los procesos comunicativos que no cesa de invalidar nuestras ms acabadas preconcepciones acerca de los efectos que a ellos
presuntamente se les atribuyen. Por ms frrea que nos
parezca la cadena de produccin y difusin meditica en
distintos momentos histricos, una observacin minuciosa nos revela la invariable presencia de eslabones perdidos que sitan una fractura constante en el mbito de
los destinatarios. Y ello se trate de radios populares acon-
Industrias culturales
Para orientar las pesquisas en torno a recepcin, consumo y cultura, es necesario delimitar el foco de estudio
precisando en qu sentido se emplea el concepto de
industrias culturales. No conviene pasar por alto, en
efecto, que este trmino ha experimentado una notable
evolucin desde que a finales de la dcada de los cuarenta, y en el nuevo contexto poltico surgido tras la
Segunda Guerra Mundial, fuera puesta en circulacin
por dos de los representantes de la Escuela de Frankfurt,
Theodor Adorno y Max Horkheimer.
Muy esquemticamente, la produccin moderna de la
cultura entraa, para estos autores, la irrevocable degradacin de esta a la categora de mercanca, en virtud de
la imbricacin plena de dicho proceso en la lgica industrial. En efecto, dicha lgica implica, por una parte, una
inversin de capital y una divisin del trabajo (gestionadas mediante las refinadas tcnicas de management) y,
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Esta conviccin, fraguada por interesantes esfuerzos previos procedentes fundamentalmente de disciplinas vinculadas a la Historia (nouvelle histoire, grass-roots history,
microstoria), culmina en el periodo inmediatamente posterior a la revuelta de mayo del 68 con la confluencia intelectual de diferentes autores, entre los que destacar tres:
Pierre Bourdieu, Michel Foucault y Michel de Certeau.
Cada uno de ellos, desde diversos ngulos, se aventura
en esta etapa en los difusos contornos de lo cotidiano.
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Por lo que concierne a Bourdieu, va a consagrar ampliamente su labor sociolgica a la crtica a las teoras sobre
la accin y el sujeto dominantes en aquel momento
mediante la nocin de reproduccin. A partir de aqu,
Bourdieu bucea con agudeza en las prcticas cotidianas
para extraer de ellas elementos con que sustentar su teora de la accin basada en el habitus de clase, que define como un conjunto de disposiciones duraderas basadas en la incorporacin de la experiencia del agente, disposiciones que habilitan a este para posteriormente trasponerlas con el fin de interpretar y afrontar las diversas
exigencias del mundo social. Ms all de este esquema
analtico donde dichas prcticas cotidianas son insertas
y sistematizadas, el esmerado y minucioso estudio etnolgico que, especialmente en Esquisse dune thorie
des pratiques (Bourdieu, 1972), lleva a cabo sobre la
organizacin del hogar o las estrategias matrimoniales y
reproductivas de la Cabilia o el Barn, supone una cumbre en el (re)descubrimiento del espesor y la complejidad
de las tramas sociales que habitan en lo cotidiano.
Ser este espesor y complejidad de lo cotidiano el que
atraiga tambin la atencin de Michel Foucault, si bien
desde una ptica sensiblemente distinta. As, este filsofo sacude los cimientos de la concepcin clsica del
poder como algo localizable en estructuras, en instituciones o en el Estado, defendiendo que se definira ms
bien como una relacin de fuerzas que se desprende de
una situacin estratgica en un contexto social concreto,
relacin de fuerzas para la que acua el trmino biopoder. Y si, segn l, el poder no es sino una relacin,
entonces este se hace presente en todas partes, atravesando a los sujetos en su interaccin social, no slo en
la clsica forma de la represin, sino como produccin
de una suerte de invasin y gestin de la cotidianeidad
humana. Uno de sus ms clebres e influyentes anlisis
de esta microphysique du pouvoir lo constituye sin duda
la obra Surveiller et punir (Foucault, 1975).
Mayo del 68 tambin marcara el devenir intelectual y
vital del historiador francs Michel de Certeau, profundamente conmocionado por la sacudida cultural que por
entonces recorre Francia y otras zonas del mundo. Sus
consideraciones sobre la vida cotidiana han sustentado y
animado profundamente la travesa por el territorio de la
recepcin, el consumo y la cultura que se analiza en este
artculo. A partir de 1968, en efecto, algo (mucho) de la
forma de concebir la cultura y de actuar en ella es dejado atrs para siempre y se abre una aguda crisis en la
que son numerosos los interrogantes que se le plantean
a este pensador.
Dichos interrogantes lo conducen finalmente a reconsiderar de raz la perspectiva sobre la que se fundaba su reflexin anterior y a hacer borrn y cuenta nueva para partir
en pos de un terreno de investigacin desde el que poder
dar cuenta de tales mutaciones culturales. He aqu el
punto de partida de su apasionada apuesta por la vida
cotidiana, que en l adquiere un cariz sensiblemente
divergente de aquella atencin que veamos que le dedica Michel Foucault. Pues all donde este acude a descubrir y descifrar la expansin de los procedimientos minsculos y penetrantes que constituyen aquella microfsica
del poder, de Certeau, sin ignorar el calibre de tal movimiento opresor, no deja de asombrarse al detectar la multiplicidad diseminada de signos que apuntan, en una
dimensin igualmente micro, a la resistencia y la creatividad de gente ordinaria que burla el control del poder en
una porfa nmada por (re)conquistar una libertad que
siempre es provisional. Y ello ya desde sus primeros trabajos de los setenta, fundamentalmente el citado La culture au pluriel, del que las conclusiones nos adelantan
algunas pistas decisivas de su orientacin posterior.
En dicha obra el historiador francs hace notar cmo
los mecanismos de disciplinamiento que despliega el
sistema para encasillar lo social son incesantemente
puestos en jaque por prcticas cotidianas que desafan
la planificacin autoritaria en el urbanismo, en los
media, en la educacin formal, en el trabajo asalariado
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de lo cotidiano, metfora con la que de Certeau adverta ya de que aquel anlisis que intentara abarcarla y
reducirla a sus generalizaciones se topara con la frontera de un silencio (Certeau: 1993:211) de la que slo
extraeran signos muertos. Y si se abran estas consideraciones con la apuesta por la desterritorializacin
que Martn-Barbero lanzaba en De los medios a las
mediaciones, concluyen aqu con su recreacin de la
metfora de De Certeau en esa misma obra, donde
defiende que si alguna reterritorializacin cabe, esta
habr de venir de la mano de un mapa nocturno:
pero la ms secreta tendencia parece ir en otra direccin: la de avanzar a tientas, sin mapa o con slo un
mapa nocturno. Un mapa para indagar no otras cosas,
sino la dominacin, la produccin y el trabajo, pero
desde el otro lado: el de las brechas, el consumo y el
placer (Martn-Barbero, 1987:229).
Walter Benjamin
18
una liquidacin (de ndole inconfundiblemente igualitaria) de las distinciones y privilegios ligados a ella. Y
dichas operaciones, subraya Benjamin en otro giro
cardinal, no las pone en marcha un receptor individualizado, sino que tienen por actor a la masa que
sumerge en s misma la obra artstica en lugar de
entregarse a ella.
Dimensin colectiva, tendencia a la supresin de la distancia, sentido igualitario y orientacin emancipatoria, he
aqu algunas caractersticas originales y frtiles que Benjamin conjuga con las novedades tecnolgicas y con las
que contribuye tempranamente a una conceptualizacin
de la recepcin ya plenamente desde los mrgenes.
De entrada, Martn-Barbero seala la preocupacin fundamental de Benjamin por los mrgenes, la cual le vendra dada por su percepcin de la discontinuidad de la
realidad, que lo empuja a un movimiento intelectual
centrfugo y a un constante entrecruzamiento de disciplinas en busca de relaciones histricas que hicieran posible articular las mutaciones culturales con las de orden
productivo y econmico. A partir de aqu enfatiza el profesor de vila la trascendencia que para Benjamin mereci la experiencia como eje de anlisis de aquellas relaciones, nocin que el filsofo alemn rescat del rechazo que inspiraba entre sus colegas y que lo empujara a
la investigacin sobre los espacios de percepcin (estuvieran estos localizados en la fbrica, en el cine, en los
nuevos trazados urbanos, en la literatura marginal o en
los folletines) como mediacin clave para analizar cmo
construyen las masas su cultura al margen de y en oposicin a la cultura elevada.
19
Comenzando por el propio Harold Lasswell, este distingua ya en 1948 tres funciones primordiales de los
medios, como ndices de las satisfacciones que en
ellos encuentran los receptores: la de vigilancia del
entorno, la de interrelacin entre los miembros de la
sociedad y la de transmisin de la herencia cultural y
social (Lasswell, 1948), a las que Charles Wright
(1960:605-620) aadira en los aos sesenta una
cuarta, la de entretenimiento, que supona ya la entrada de lo afectivo en estas clasificaciones. En 1972
McQuail, Blumler y Brown distinguen en su estudio los
siguientes usos que los televidentes realizan de su consumo meditico: informacin, integracin e interaccin
social, identidad personal (reforzamiento de los valores, seguimiento de pautas de comportamiento, autoconocimiento, etc.) y entretenimiento (McQuail y otros,
1972:135-165). Casi dos dcadas despus, James Lull
complementara este anlisis con su investigacin
etnogrfica acerca del consumo televisivo. La tipologa
que de ah extrajo Lull contempla dos clases de usos
sociales de la televisin, los estructurales y los relacionales. Los primeros se refieren a su empleo como
fuente de compaa (ruido de fondo) y entretenimiento, o bien como reguladora del horario familiar, de las
actividades domsticas o de los modos de expresarse.
En cuanto a los relacionales, se destaca la televisin
como facilitadora de la comunicacin, las relaciones y
el aprendizaje sociales, as como proveedora de competencias y de autoridad (Lull, 1990:36).
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que no cuestiona el propio esquema meditico y legitima la vuelta de tuerca neoliberal del consumidor
soberano al hacernos pasar de la concepcin determinista de un consumidor abstracto, sin voz propia, a
un receptor tan concreto que se ha llegado a olvidar en
qu sociedad viva, ocultando, a la vez, el rbol y el
bosque (Mattelart, 1993:270).
21
22
En este sentido, remarcan Mattelart y Neveu la insoslayable influencia que en los Cultural Studies ejerci
la obra de dos importantes pensadores britnicos crticos del marxismo, Raymond Williams y el mencionado Edward P. Thompson. En cuanto al primero, consagr buena parte de su obra terica a un anlisis de la
cultura que deja atrs tanto el reduccionismo marxista, que la desdea por considerarla totalmente sometida a los determinantes econmicos (y en ello muestra su deuda con Antonio Gramsci y su concepto de
hegemona cultural), como aquel otro reduccionismo literario que entenda la cultura y el arte como
algo al margen de (y ello equivala a por encima de)
la sociedad y la historia, coto privilegiado de artistas,
intelectuales y especialistas.
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Es, pues, en este convulso contexto social y poltico britnico que aparece en 1957 la que se considera obra
pionera de los cultural studies, The uses of literacy (literalmente, Los usos de la alfabetizacin), escrita por
Richard Hoggart. Estamos ante una obra audaz y sutil,
cuya lectura asombra por el riesgo de su propuesta
tanto como por el de su enfoque metodolgico, ambos
decididamente pioneros. Todo lo que en la teora comunicativa, pero tambin en las literaria, lingstica y
semitica, se puede identificar como una carencia generalizada, esto es, la contemplacin de la comunicacin
de masas desde la multitud de circunstancias que se
entretejen en lo cotidiano y la atencin por la recepcin
a travs de la experiencia de sujetos y grupos concretos,
lo encontramos en este trabajo con un grado de elaboracin y minuciosidad extremado.
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geracin de ambas tendencias (sintetizada por GarcaCanclini en la siguiente cita), nos demuestra hasta
qu punto la investigacin de este profesor ingls
marca una ruptura fundacional:
... se insisti tanto en la contraposicin de la cultura subalterna y la hegemnica [...], que ambas fueron pensadas como exteriores entre s. Con el
supuesto de que la tarea de la cultura hegemnica es
dominar y la de la cultura subalterna es resistir,
muchas investigaciones no parecen tener otra cosa
que averiguar fuera de los modos en que una y otra
cultura desempean sus papeles en este libreto
(Garca-Canclini, 1984:70).
As pues, Hoggart estructura The uses of literacy en
dos partes bien diferenciadas, que reflejan la oposicin
clave en torno a la que gira su estudio. En la primera,
An older order (Un orden ms antiguo), nos brinda un rico retrato de la experiencia cotidiana de la
clase trabajadora de determinados barrios obreros del
norte de Inglaterra, describiendo minuciosamente su
atmsfera vital desde muy diversas perspectivas
(moral, cultural, socioeconmica, familiar, barrial,
laboral, festiva, etc.). Con ello pretende ofrecer una
caracterizacin suficientemente detallada de su vida
ordinaria que le permita sostener una de sus tesis centrales, la de la continuidad histrica de la cultura tradicional de estas clases populares (y ello, apostilla,
para bien y para mal). Es as cmo llega a definir un
conjunto de rasgos fundamentales de la poblacin trabajadora, entre los que destaca el marcado sentido de
clase y su consiguiente solidaridad (la diferencia entre
ellos y nosotros, them and us, ttulo del tercer
captulo), los fuertes lazos familiares, la tolerancia, el
apego a lo concreto y las relaciones personales, el
escepticismo, el inconformismo, la capacidad de resistir (relacionada con cierto sentido vital trgico) y la alegra de vivir, que es disfrute del momento.
Sobre tan elaborado trasfondo social Hoggart aborda
en la segunda parte de la obra, Yielding place to new
(Cediendo terreno a lo nuevo), la poderosa implantacin de una cultura de masa que supone que
las apelaciones de los publicistas de masas se realizan hoy, por numerosas razones, ms insistentemente, con ms efectividad y de una forma ms comprensiva y centralizada de lo que se haca previamente (Hoggart, 1977:24, traduccin del autor). Esta
expansin de la cultura industrializada, que el autor
estudia en las publicaciones escritas, conlleva para l
25
26
los discursos comunicativos o las subculturas juveniles), pero tambin referidas a discusiones ideolgicas
de fondo. En concreto, en Encoding/Decoding (Hall,
1973; Hall y otros, 1980:128-138) adapta esquemas
previos, aplicados hasta el momento exclusivamente
en literatura o en procesos de comunicacin interpersonales, al mbito de la comunicacin masiva. En
este sentido, subraya la importancia de la posicin
social de la recepcin, proponiendo tres posibles cdigos interpretativos de los textos mediticos: una lectura hegemnica, por la que el lector asume por completo el cdigo del texto y reproduce la lectura preferente; una lectura negociada, que, como apunt previamente, supone que el lector maneja alternativamente tanto el cdigo del texto como otros propios
que reflejan sus intereses; y una lectura contrahegemnica, la de aquellos cuya situacin social los sita
en clara contradiccin con el cdigo dominante y, consecuentemente, lo rechazan y lo interpretan desde
cdigos alternativos de diferente ndole.
studies y de asumir los nuevos retos que suponen la fragmentacin de las identidades sociales o los fenmenos
migratorios (Hall, 1990:222-237).
Para concluir considero indispensable apuntar las crticas principales que los mencionados Mattelart y
Neveu, en su obra citada, dirigen a esta corriente, sin
por ello dejar de reconocer sus decisivas aportaciones. En primer lugar, echan de menos en muchos de
estos estudios, sobre todo a partir de Hoggart y
Thompson, un mayor conocimiento de los fundamentos de las ciencias sociales, particularmente de la
sociologa cultural, resaltando que ello podra haberlos alejado de ciertas desviaciones populistas que
tienden a sobrevalorar determinados aspectos. Pero
sobre todo les van a achacar un abandono de la historia y de la economa que proviene, segn ellos, del
rechazo extremo al reduccionismo econmico y de
la obsesin por el pequeo objeto, por la trivialidad
de las pequeas historias en la amnesia de los mecanismos sociales que determinan su produccin (Mattelart y Neveu, 2004:148). Por lo que respecta concretamente a la historia, si bien reconocen las aportaciones de Thompson y Williams, echan claramente de
menos una consideracin de los procesos sociales y
polticos en su densidad temporal y una atencin por
la incorporacin de las tradiciones culturales que permitiran dotar de mayor base a sus anlisis. Junto a
ello, les inquieta el rechazo hacia la dimensin econmica que determina la produccin cultural y meditica (ms an cuando uno de los principios que esta
escuela reivindic en sus orgenes fue el de la necesidad de un enfoque transdisciplinar) y sobre todo su
reciente incorporacin, acrtica en buena medida, de
los paradigmas de la globalizacin.
27
Entre estos autores destacan especialmente el brasileo Renato Ortiz, con su trabajo sobre la moderna tradicin (Ortiz, 1988) y la expansin de lo internacional popular (Ortiz, 1994); el chileno Jos Joaqun
Brunner, preocupado por las transformaciones sociales
recientes y su influencia en el sistema cultural, no
slo de Chile, sino de toda Amrica Latina (Brunner,
1997); o el mexicano Jorge Gonzlez, con su enfoque
de lo cotidiano desde los frentes culturales, en su
propsito por conocer de qu manera se conforman
los pblicos de las industrias de la cultura (Gonzlez,
1987). Ahora bien, dos son los autores de esta escuela que ejercen una influencia sobresaliente en el presente estudio, el argentino Nstor Garca-Canclini y,
sobre todo, el abulense Jess Martn-Barbero.
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Por lo que respecta a Garca-Canclini, resulta ciertamente destacado su esfuerzo por reflexionar sobre el consumo desterrando la herencia funcionalista de la separacin tajante entre medios y audiencias (especialmente
aquella variante que reduce a estas a la mera docilidad)
y contemplando la comunicacin como un espacio
donde tambin se dan relaciones de colaboracin y
transaccin a travs de los dispositivos hegemnicos.
Ms all, resulta igualmente inspiradora su insistencia en
superar el reduccionismo y la compartimentacin que
caracterizan este tipo de estudios y su propuesta de enfocarlos desde una ptica multidisciplinar que atienda a
sus dimensiones simblica, sociopoltica y tambin econmica. Desde esta perspectiva, el consumo es definido
por el autor argentino como el conjunto de procesos
socioculturales en que se realizan la apropiacin y los
usos de los productos, subrayando el carcter colectivo
de dicha apropiacin para distinguirla ntidamente de la
mera posesin individual de objetos aislados (GarcaCanclini, 1995:58-59 y 69).
Por otro lado a partir del desplazamiento sugerido en
su obra De los medios a las mediaciones, MartnBarbero sostiene que dichas mediaciones (definidas
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restringe los derechos morales del autor. Ms informacin en:
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Bibliografa
29
132
Museum and cultural centre visitors no longer want to limit their options to the reception of information about a new exhibition, but,
rather, they also want to interact with new communication media, and to become part of the informational process. In order to achieve
this, heritage spaces need to adapt to the times by integrating advanced communication areas of a better quality, and better suited
to professional activity, that can complement their cultural communication model with technological applications which can allow
them to become referents for exchange, for the stimulation of dialogue and opinion, for participatory communication.
133
El despegue econmico de Espaa desde los aos ochenta no puede entenderse sin analizar el papel que est
jugando la industria cultural en el desarrollo social y cultural de nuestro pas. Los gobiernos centrales y autonmicos,
los ayuntamientos y las empresas se han dado cuenta de
que la cultura vende, crea miles de puestos de trabajo y
atrae importantes ingresos tursticos. En este contexto no
es de extraar la fuerte apuesta realizada por las principales ciudades espaolas por crear una amplia y permanente oferta cultural a travs de la apertura de museos de arte
contemporneo, centros culturales, fundaciones, etc.
Hasta hace unas dcadas, la cultura era una exquisitez apreciada por unos pocos privilegiados, mientras
que hoy en da la cultura de la toda la vida, junto con
la de masas, constituyen una de las principales industrias de la economa mundial; el 11% del PIB mundial
se genera a travs de actividades culturales. No cabe
la menor duda de que esta evolucin cultural es positiva, pero varios expertos opinan que la oferta cultural
que se est ofreciendo en muchos de estos nuevos
espacios culturales es poco arriesgada, con planteamientos y enfoques muy clnicos.
134
El papel de la comunicacin en la
gestin de espacios culturales
Con el fin de analizar cmo afectan a los museos tradicionales y nuevos centros de arte contemporneo los
Contemporneo de Vigo (MARCO) llev a cabo recientemente un ensayo de dilogo con artistas como testimonio de un proceso, a travs del blog Yo, museo.
La mayora de las entidades culturales analizadas no
llevan a cabo actividades concretas de comunicacin
para atraer el inters de aquellos segmentos de la sociedad que se sienten ajenos de los discursos artsticos,
como los inmigrantes o los jvenes adolescentes, etc.
No se detectaron campaas de comunicacin con mensajes y contenidos concretos dirigidos a estos pblicos,
mientras que cuentan con multitud de campaas de
carcter institucional.
# Pocos
# Por otra parte, ninguna de las entidades culturales analizadas siempre a fecha del estudio- inclua en sus pginas web las reseas (positivas o negativas) publicadas
sobre sus exposiciones en los medios de comunicacin
tradicionales (prensa, radio y TV), ni establecan enlaces
directos con estos medios con el fin de facilitar su lectura al visitante de la exposicin.
# En la misma lnea, ninguna de las entidades culturales analizadas publica en sus pginas web una relacin de las principales galeras de arte ubicadas en su
ciudad, ni establece enlaces con sitios web (como portales y revistas especializadas en arte, portales de promocin de turismo cultural, etc.) que faciliten esta
informacin a los visitantes de centros y galeras de
arte contemporneo.
# La
mayora de los espacios culturales analizados poseen tiendas especializadas donde venden catlogos y
diversos artculos de merchandising, pero sorprendentemente pocas entidades (Marco de Vigo y CCCB de Barcelona) cuentan en sus pginas web con un listado de
libros relacionados con las exposiciones en curso, ni
establece enlaces con libreras especializadas donde el
visitante pueda conocer ms a fondo al artista o la temtica expuesta a travs de libros publicados.
# Para
135
# Cerca del 65% de los sitios web de los espacios culturales analizados cuentan con un archivo de imgenes,
audio y video de las exposiciones para facilitar la labor
periodstica de los medios de comunicacin. Este porcentaje desciende al 15% cuando analizamos la disponibilidad de archivos con fotografas de los propios artistas,
comisarios de la exposicin o de los propios gerentes del
espacio cultural.
Rueda de prensa Biacs. Pedro Jimnez y Beatriz Rodrguez
# Aunque
136
71%
64%
57%
57%
57%
50%
50%
50%
50%
50%
43%
43%
36%
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36%
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29%
29%
29%
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21%
21%
21%
21%
21%
14%
14%
14%
14%
14%
7%
7%
7%
7%
7%
nicacin enviadas a travs de correo electrnico. Consideramos que esta falta de respuesta conlleva no slo
una prdida de oportunidad de presencia en los
medios, sino tambin, y lo que es ms importante, la
prdida de confianza de ese medio de comunicacin
ante esa institucin.
137
actuales y archivo de las anteriores, bsqueda por palabras clave, bsqueda por actividades, agenda, etc.).
# Sindicacin de contenidos RSS
Este estudio indica que menos del 8% de las entidades
culturales analizadas ofrecen sus noticias/notas de prensa a travs de aplicaciones de sindicacin de contenidos
(RSS, Atom, etc.).
138
En ningn otro momento de nuestra historia las empresas han dedicado anualmente ms dinero a sus actividades de mecenazgo cultural y accin social. No entendemos por qu la mayora de las entidades culturales de
Espaa no publica en Internet sus polticas de patrocinio,
ni permiten publicidad de sus patrocinadores en sus
pginas web, ni establecen enlaces directos a los sitios
web de sus patrocinadores, ni publican las condiciones
de alquiler de salas, etc.
Sin el apoyo del patrocinio y mecenazgo de las empresas, muchas de las exposiciones, becas, apertura de
centros culturales, no se llevaran a cabo en nuestro pas.
Los museos y centros culturales deberan ser ms conscientes de la necesidad de poner en prctica polticas de
patrocinio ms transparentes para garantizar su futuro
desarrollo y crecimiento.
139
140
Las bibliotecas estn transformando cada da con ms xito sus servicios y dinmicas, pero sus acciones de
difusin y promocin en la era de la comunicacin, de la web social y el espectculo cultural se mueven en
un contexto ambivalente entre la atona y la adhesin. Ante la sobreinformacin y el ocio apresurado que vivimos, la biblioteca defiende sus valores diferenciales, que aportan equilibrio, matices y sistema. Ciertamente,
la vida de las bibliotecas no es algo noticiable, pero juntas generan capital social. La modernizacin imparable de las bibliotecas pasa tambin por asegurar que sus logros son vistos, y pasan a formar parte del conglomerado complejo de percepciones que forman la opinin y la agenda pblica. La comunidad bibliotecaria
est recorriendo el camino para que su voz participe en el murmullo constante de los medios de comunicacin y est activa en los foros de opinin y decisin.
Nowadays libraries are increasingly refactoring their services and dynamics, but these acts of popularisation and promotion in the era of
communication, the semantic web and the cultural spectacle are situated in an ambivalent context, somewhere between atonality and adherence. With regards to the information overload and the rushed leisure we live in, the library defends its own differential values, which provide balance, nuances, and system. Library life is certainly not newsworthy, but together they generate social capital. The unstoppable modernisation of libraries also involves that their achievements be visible, and that they be incorporated into the complex conglomerate of perceptions which inform public opinion and public agendas. The librarian community is walking the path towards its inclusion into the constant
murmur of media, and the permanence of its voice in the opinion and decision fora.
141
142
143
144
catlogos, los cursos de iniciacin en Internet o la conexin interbibliotecaria comienzan a ser una realidad. Y en
el caso regional, no hablamos de grandes centros autonmicos o territoriales, hablamos de las bibliotecas municipales diseminadas por el territorio regional tal y como
recogen algunas de las noticias con las que hemos trabajado. El discurso de las () TIC aparece incorporado al
contexto de la biblioteca, y lo hace hasta ocupar el tercer
lugar por el nmero de frecuencia en sus artculos. ()
No cabe duda de que quienes hasta ahora se han dedicado a su clasificacin y acceso, parecen haber tomado
conciencia de los cambios que se avecinan (). Hemos
encontrado numerosas noticias donde sus fondos se
ampliaban () de soportes multimedia (). A este ritmo
es ms que probable que en apenas una dcada la asociacin Libro igual a Biblioteca no sea tan mimtica como
lo es para nuestra generacin.
145
Frente a todo esto, si vamos ahora a la realidad de los servicios y la presencia de las bibliotecas, veremos su intensa accin meditica y su compromiso, que las ha llevado
a crecer y mejorar en los ltimos aos. Mencionamos
ejemplos reales significativos sin pretensin de exhaustividad, tanto espaoles como internacionales:
146
# Fomentan ms que nunca la lectura a travs de clubes, ferias del libro, concursos literarios, talleres de
escritura, encuentros con autores, maratones de lectura, ciclos culturales coincidentes con efemrides o
temas de inters local
# Desarrollan o participan en actos pblicos de carcter
social: Organizan manifestaciones a favor de los usuarios, defienden la gratuidad, participan en Maratones
Solidarios de estudio, recogiendo un euro por hora de
trabajo de cada usuario, como se hizo hace unos meses
en diversas autonomas. Un ejemplo internacional: la
biblioteca pblica de Houston, que tiene campaas
anuales a travs de las cuales procuran que todos los
ciudadanos lean a la vez un mismo libro como elemento
de cohesin y participacin ciudadana.
# Abordan nuevos retos, como contribuir a reducir la brecha digital a travs de servicios de alfabetizacin tecnolgica e informacional de los sectores con menos formacin, para que logren apropiarse la informacin y los nuevos medios de acuerdo a sus necesidades.
# Crean y mantienen bibliotecas digitales de textos completos abiertas al conjunto de la sociedad, o se incorporan a proyectos cooperativos de acceso al conocimiento
de mbito europeo, hispnico o internacional, apoyando
las licencias de Creative Commons.
# Tambin
147
# Salen de sus mbitos esperados, como cuando se vinculan a los hospitales materno-infantiles para que ya los
recin nacidos tengan un carn de usuario, como hacen
en Andaluca o en Guadalajara, o se hacen presentes en
las farmacias con recetas de lectura para promover el
valor de leer para la salud psquica y anmica, como se
hace en Extremadura.
# Colaboran
# Luchan
# Se
148
Interaccin. Yusunkwon
Se podra seguir, y quizs esta seleccin es algo arbitraria, pero pretende reflejar los esfuerzos de adaptacin,
innovacin, difusin y capacidad emprendedora de
muchas bibliotecas, en una mezcla de posibilismo, supervivencia, gestin, adaptacin a los cambios y compromiso con los derechos ciudadanos, en la que siguen una
tendencia tanto local como internacional. As, IFLA destaca temas como la alfabetizacin continua, el apoyo a
libertad de acceso a la informacin y la actuacin frente
a la brecha digital, como hizo en los Seminarios realizados en la Cumbre Mundial para la Sociedad de la
Informacin. Y adems IFLA promueve grupos de trabajo
y secciones orientados a desarrollar normas y proyectos
que posibiliten el aprovechamiento de las bibliotecas por
parte de personas con dislexia, pacientes de hospital,
ancianos y discapacitados en centros de atencin de
larga duracin, comunidades multiculturales, personas
ciegas o con gran deficiencia visual, personas sordas, personas recluidas en el hogar, reclusos, personas con baja
alfabetizacin, habitantes de zonas rurales, parados, personas con retraso mental o dificultades lectoras, minoras
ticas y personas excluidas En suma, las bibliotecas
combinan en la actualidad tanto iniciativas que acreditan
un compromiso obvio, que hay que hacer llegar a la sociedad, como otras de carcter llamativo o meditico.
Trabajando. Yusunkwon
149
materiales grficos para distribuir en el entorno (carteles, sealadores o marcapginas, trpticos informativos,
pgina web...) as como de espacios pblicos de nueva
planta o histricos rehabilitados, que se convierten en
lugares simblicos en la morfologa urbana de la ciudad,
creadores de una nueva visibilidad de la biblioteca.
Destacan en este sentido las bibliotecas autonmicas y la
propia Biblioteca Nacional, que al ser un smbolo de identidad cultural se han ubicado en edificios muy representativos: desde la biblioteca regional de Castilla-La
Mancha en el impresionante marco del Alczar de
Toledo, al traslado de la Biblioteca Valenciana al restaurado Monasterio de San Miguel de los Reyes. La inauguracin de sus edificios o de la reforma de stos ha dado
lugar a grandes exposiciones conmemorativas (caso de la
Biblioteca de Catalua o la Biblioteca Nacional), a libros
conmemorativos (como el de la Biblioteca Valenciana,
San Miguel de los Reyes, de Biblioteca Real a Biblioteca
Valenciana o el editado con motivo de la inauguracin
de la biblioteca regional de Castilla-La Mancha, bajo el
lema Nuestro saber ya ocupa su lugar).
150
Tambin evolucionan los logotipos, desde las clsicas figuras usando libros y otros soportes documentales, a los
basados en el perfil del edificio (Biblioteca Regional de
Castilla y Len, o Castilla-La Mancha), la tipografa
(Biblioteca Nacional de Catalua, Red de Bibliotecas del
Ayuntamiento de Murcia), la combinacin de soportes
documentales, de los cuales los ms significativos podran
ser el CD-ROM y el libro (Castilla-La Mancha), y a veces
imgenes ajenas a las bibliotecas y los libros, como foto-
151
152
Algo en la forma de organizar los mensajes en la red permite a las bibliotecas apoyarse en uno de sus factores
diferenciales: su extensin y diversidad. Un buen nmero de bibliotecas y usuarios puede generar un caudal de
informacin usando las potencialidades de la Web 2.0,
trmino que recoge las transformaciones que se estn
produciendo tanto en la manera en la que se crean los
contenidos como en la forma en la que stos se distribuyen y consumen. Los usuarios comparten, colaboran en
la creacin y surgen modos de reelaborar y reestructurar
la informacin de mil maneras y en versiones que recomponen y redifunden la informacin. La comunicacin
alternativa y aumentada de los blogs, wikis, foros y plataformas de agregacin son un contrapunto potente frente al marketing tradicional y los canales convencionales.
La comunicacin caminar a hombros de lo que los propios servicios generan por s solos en imagen positiva o
negativa. Que la imagen existe sola y que nuestro papel
puede ser tan slo conducirla suavemente, porque ella
traza tercamente su propio rumbo.
Grandes campaas pagadas por la industria editorial, o
guerrilla urbana? El tejido de la biblioteca es una artesa-
Conclusiones
Las bibliotecas son muy activas en su propia comunicacin, quizs porque son conscientes de la necesidad de
ello en un contexto competitivo, de poco conocimiento
Bibliografa
ALA. Manual para promotores de bibliotecas.
2004
[www.ala.org/ala/advocacybucket/manual_
biblio_final.pdf]
BENTON FOUNDATION. The Futures in the
Balance: A Toolkit for Libraries and Communities
in the Digital Age, 15, 1998
[www.benton.org/publibrary/future-balance/
toolkit.pdf]
153
154
El archivo, espacio pblico de acceso a la informacin y el conocimiento del patrimonio documental, se sostiene por la utilidad de la funcin social que cumple como institucin. Sin embargo, su supervivencia en la
sociedad meditica -la que nos da hoy las razones del ser y el existir- se mantiene a duras penas. El archivo
es soso y su profesin, invisible. En el siguiente texto se aboga por una labor desde la satisfaccin, profesional y rica en valores sociales y culturales que aproxime la realidad cotidiana de los archivos a la realidad desplazada que reinventan los medios. Apostar en comn por una identidad institucional ms cercana y promover un trabajo de colaboracin con prensa, cine o televisin -que sobrepase el ejercicio de la mera transmisin- son algunas de las claves que se otorgan aqu a modo de sencilla gua, de necesarias prcticas, de recetas de la abuela para alcanzar una mejor imagen, una complicidad mayor.
Life without and Index. How to Live to Tell the Everyday Life Experience of the Archive in Media
The archive, a public space for the access of information and knowledge of the documentary heritage, is sustained by the utility of the social
function it fulfils as an institution. Nevertheless, its survival in media society - the one which nowadays provides us with a reason to be and
to exist - is hardly sustainable. The archive is boring, and its job is invisible. The following text is a call for an effort based on professional
satisfaction, and rich in social and cultural values, which can ease the gap between the everyday reality of the archive and the displaced reality invented by the media. A call to a common commitment to a more approachable institutional identity, and to a promotion of a collaboration with the press, film or television which can overcome the mere practise of transmission - these are some of the keys offered here as
a simple guide of necessary practises, of recipes for a better image, and a better complicity.
155
156
# Mejora
de las instalaciones de los archivos. Si mejoramos en otros aspectos, pero continuamos ofreciendo
nuestros servicios en un subterrneo oscuro y cerrado,
no nos vamos a quitar el estereotipo de encima.
del usuario tradicional del archivo, al cliente-contribuyente (es el que nos paga el sueldo), que busca productos que se ajusten a sus necesidades. Esto va a suponer un cambio cualitativo de concepcin del servicio.
La imagen de marca: La imagen de marca ha de derivar naturalmente de la identidad institucional. Nos tenemos que sentir orgullosos de nuestro trabajo como
cuando nuestra madre comenta a sus amigas: Es que
mi hijo trabaja en el Ayuntamiento! Si no tiene esta sensacin, cambie de trabajo. Si la tiene, empiece a buscar
una imagen de marca. Haga un simple ejercicio. Defina
el archivo en forma de smbolo grfico o de logotipo. Hay
que dar notoriedad a la marca Archivos. El cliente consume marca y los archivos no la tienen. El archivo es un
servicio nico con productos nicos. Hay que diferenciarse de otros servicios y productos, y reforzar los valores de
la imagen que proponemos del archivo.
Rentabilidad social y cultural: No se corresponde el
poder e influencia de la documentacin de los archivos
en la vida de los ciudadanos con la valoracin pblica de
la institucin. Aqu falla algo. Nosotros ya sabemos que
el archivo no deja de ser un medio slido aunque lento
de mejora de la Administracin y en definitiva de las relaciones humanas: transmitimos valores de accesibilidad,
transparencia, testimonio de carcter probatorio, somos
parte importante del patrimonio cultural e identitario del
pas. Utilicemos de forma ms ambiciosa y diversa nuestro patrimonio documental. Esto nos llevar sin duda
alguna a una mejora en la percepcin que los ciudadanos tienen de los archivos y de su funcin en la sociedad
actual (Alberch, 2003: 130) Qu les interesa a nuestros
ciudadanos? A ellos, no a nosotros El pasado ms
reciente de la transicin, la guerra civil, la genealoga?
Hay que saber aprovechar el inmenso potencial que ofrece la utilizacin de los documentos para incidir en nuestra poblacin ms joven dentro del sistema educativo
reglado, diseando actividades con finalidad pedaggica
y educativa. En definitiva, dinamizar los fondos documentales para normalizar una accin cultural.
157
158
A partir del conocimiento mutuo se puede crear una relacin, si no fluida, s compensatoria:
159
# Tertulias y reuniones de opinin: Como manera de conseguir publicidad directa o indirecta de la institucin a la
cual representamos, y una manera de efectuar relaciones pblicas. Poco regladas, muy participativas e interactivas con los oyentes.
160
# Confeccin
# Buscando
Cine: La estetizacin banal de la vida pasa por la creacin de un mundo de apariencias donde nada de lo que
161
# Cada
162
Bibliografa
ALBERCH, R. La dinamizacin cultural en el
archivo, un reto de futuro. En REY DE LAS
PEAS, R. Aprender y ensear con el archivo
[Actas de las Sptimas Jornadas Archivsticas de
la Villa Turstica de Fuenteheridos]. Huelva:
Archivo, Diputacin Provincial de Huelva, 2004
ALBERCH, R. CRUZ, J.R. Archvese! Los
documentos del poder. El poder de los
documentos. Madrid: Alianza Editorial, El libro de
bolsilllo Comunicacin, 1999
GARCA RIBAS, C. Claus per a una
comunicaci efica. Lligall. Revista Catalana d
Arxivstica, Associaci d Arxivers de Catalunya,
n 23, 2005, pp. 11-16
GMEZ INGLADA, M. Els arxius i el cinema,
ombres i llums duna relaci difcil. Lligall.
Revista Catalana d Arxivstica, Associaci d
Arxivers de Catalunya, n 24, 2005, pp. 91-120
163
164
Arqueologa a diario
Ignacio Rodrguez Temio, Consejera de Cultura, Junta de Andaluca
La representacin del patrimonio arqueolgico en los medios de comunicacin adopta a menudo un tinte
de banalizacin, habitual en la informacin periodstica actual. Indagar en los pretextos y razones de este
proceso es justamente el inters que mueve la publicacin del siguiente artculo. Lo arqueolgico-banal se
recoge aqu por supuesto como una expresin fetiche de la posmodernidad, esta era de la imagen que no
deja de seducirnos e hiperrealizar nuestra propia realidad. Junto a las excepciones de no trivialidad informativa (ejemplos de los media como vehculos de concienciacin social), se analizan principalmente en
estas pginas los modos vacuos de presentacin, con especial hincapi en el contenido de la prensa local,
verdadera plataforma poltica difusora natural de las incidencias derivadas de la tutela del patrimonio
arqueolgico. De fondo, se denuncia la escasa implicacin de profesionales de la arqueologa (universidades, administraciones pblicas y profesionales) en estos debates, y se aboga por una responsabilidad compartida entre arquelogos y periodistas.
Everyday archaeology
The representation of archaeological heritage in communication media often adopts a banal tone, typical of contemporary press reporting
in general. The publication of the present article explores precisely the pretexts and causes for this process. "Banal archaeology" is used
here, of course, as a fetish expression of post-modernity, the age of the image which keeps on seducing us and hyper-realising our own reality. Aside from the rare cases of informational non-triviality (examples of the media operating as a vehicle for social awareness), what is analysed in these pages are mainly the void forms of presentation, with a special emphasis on the contents of the local press, a true naturallybroadcasting political platform of accidents derived from the monitoring of archaeological heritage. As a subtext, there is an accusation of
the insufficient implication of professional archaeologists (universities, the public administration, the professionals) in these debates, and
there is a call for a shared responsibility among archaeologists and journalists.
165
166
En segundo lugar, existen dos planos en los que es factible buscar las causas de la banalizacin del discurso
periodstico. Uno, profundo, instalado en el propio estatuto ontolgico de la accin performadora que tienen
los medios sobre la realidad. Otro, superficial, que
resulta de analizar el anterior a una escala de detalle.
En el primero, la metonimia que supone conocer algo
por su tratamiento noticioso produce ya un adelgazamiento y delimitacin contingente del propio suceso,
que facilita su eventual trivializacin. Aceptado ese
tropo como inevitable, son los propios actores sociales
que producen y transmiten el hecho, quienes pueden
aumentar o no el sesgo superficial. Es decir, si en el primer plano es inevitable; en el segundo, no.
En tercer lugar, aunque volver sobre ello ms abajo,
debo dejar claro que no todo tratamiento del patrimonio
167
168
La arqueologa y el patrimonio
arqueolgico en los papeles
Reportajes nada banales
cia entre polticos y periodistas ha suplantado una democracia deliberativa basada en la sociedad por otra, en la
opinin; y el debate poltico por la pugna meditica.
Advierte tambin Snchez Noriega de dos aspectos de
este cuarto poder de inters para esta exposicin: uno, la
funcin que juega este nuevo instrumento en manos del
poder econmico y financiero ha dejado de ser la de servir de contrapeso a los otros tres poderes, para convertirse en el medio para entablar un dilogo con el poder poltico. Pero sobre todo, resulta relevante una segunda consideracin. Se trata de la derivacin de la informacin al
entretenimiento. Los medios estn ganando en espectacularidad y capacidad de sorprender, haciendo hincapi en
lo novedoso, extico o inslito; no solo es que se hayan
difuminado las fronteras entre el ocio y la informacin, es
que el predominio de uno se hace a costa de lo relevante
o de lo que (debera) importa(r) a los ciudadanos. Esta
transformacin va acompaada de otra, no menos llamativa: los antiguos usuarios, conformantes del ncleo de la
habermasiana esfera de lo pblico, cuyas piezas clave
haban sido la aparicin de la prensa peridica y los centros de socializacin, se van convirtiendo en individualistas
consumidores hednicos, que picotean entre una abundante oferta. Opulencia comunicacional que no se tradu-
169
Poca duda cabe de que este tipo de crnicas y reportajes ha sido un magnfico vehculo para la concienciacin
social, y tambin para combatir esta suerte de depredacin cultural por el aislamiento en que esta concienciacin va dejando a quienes practican tales conductas.
Solo es preciso ver el efecto causado por el reportaje de
El Semanal entre los foros internuticos de usuarios de
estos aparatos para comprender su alcance.
170
No puede tampoco silenciarse que, en muchas ocasiones, los medios recogen las noticias suministradas por
los propios arquelogos a travs de ruedas de prensa.
Estas llamadas no se hacen tanto para presentar las conclusiones de sus investigaciones, cuanto para mostrar el
hallazgo de tal o cual pieza espectacular. Se ofrece as
una imagen de la arqueologa basada en tesoros, que
retroalimenta esa idea tpica de nuestra profesin. Sin
duda es ms fcil llenar una rueda de prensa presentando un objeto singular, que llame sin dificultad la atencin
del pblico en general, que las conclusiones de un estudio concienzudo, pero eso no es razn para justificar que
caigamos reiteradamente en ese error. Usando un smil
deportivo, podra decirse que los hallazgos son como los
goles en el ftbol: son sin duda lo ms vistoso. Sin
embargo, si fomentamos ese reduccionismo de nuestra
tarea (la arqueologa no es igual a excavacin y, mucho
menos, a hallazgo sorprendente), no podremos quejarnos de la falta de inters que suscitamos en los medios
de comunicacin cuando no se marcan goles, que es lo
habitual en la mayora de nuestros partidos.
En un ameno artculo, Carmen Lavn, Ana Yez y Mercedes Lan (1996) hacen un repaso de las noticias referidas
a arqueologa y a patrimonio arqueolgico, distinguiendo
entre ambas de forma anloga hecho aqu, durante el
periodo 1990-1995. Sobre arqueologa, son los hallazgos
los que acaparan mayor inters, frente a las investigaciones, a pesar del enorme tirn que, desde el otorgamiento del premio Prncipe de Asturias al equipo de Atapuerca
(Burgos), tienen en la actualidad los temas referidos a la
evolucin humana. En el mbito del patrimonio arqueolgico, la noticia que atrae ms titulares es la denuncia del
mal estado en que se encuentran los vestigios arqueolgicos, debido al expolio provocado por el uso no autorizado
de aparatos detectores de metales y la destruccin por
obras. No obstante, el tratamiento sobre estas cuestiones
-en opinin de estas autoras- es bastante deficitario, limitndose la noticia a comentar el hecho. Lgicamente especial preocupacin les produce la forma en que, en ocasiones, se dan noticias referidas a hechos calificables como
infraccin administrativa, o incluso delito o falta penal. En
lugar de advertir lo antisocial de esos comportamientos,
suele revestirse de aventura a la caza del tesoro. Un
aspecto de inters queda reflejado en la actitud de los
arquelogos, que suelen ser los principales denunciantes
de situaciones que afectan por dejadez, desidia, descuido
o ignorancia administrativa a yacimientos.
Este trabajo fue contestado, en forma de carta abierta
(Manfredi, 1996), en la que su autor, director de informativos de Canal Sur Televisin, reivindicaba la necesidad de
aunar esfuerzos de comprensin y respeto mutuos entre
arquelogos y periodistas en aras de hacer llegar un mensaje claro al pblico, pero sin renunciar a la labor mediadora del periodismo, aunque en ocasiones conllevase la
trivializacin del mensaje, a juicio de los arquelogos.
En todo caso, en la actualidad se ha mejorado considerablemente la atencin prestada por los medios a la
arqueologa, entendiendo por ella la alusin a hallazgos
o avances de la investigacin. Las fuentes de informacin son ahora los propios equipos de investigacin, bien
La mediacin periodstica
De todo el amplio conjunto de medios, me centrar en la
prensa escrita de carcter local, incluidas las ediciones
regionales o locales de peridicos generalistas de mbito
estatal, por dos razones. En primer lugar, prefiero la prensa escrita frente a las radios y televisiones porque, al no
poder competir los diarios con ellas en inmediatez, a la
hora de dar la noticia, debera primar el anlisis y la contextualizacin, ms difcil de conseguir en los otros
medios. Que sea la local se debe sobre todo a que las incidencias derivadas de la tutela del patrimonio arqueolgico
tienen escasa repercusin fuera de esa escala, mientras
que las noticias de arqueologa suelen ser difundidas por
agencias a todos los medios, casi sin excepcin.
La prensa local presenta, por otra parte, diversas caractersticas que influyen de forma notable en el tipo y los
modos de publicar la informacin. Posiblemente, la ms
importante de todas sea la falta de independencia con
respecto a los poderes polticos. Con esa contundencia
lo recoge Ana Tamarit (2006: 135): Estamos en condiciones de afirmar que la mayora de los medios locales
actan (sic) como verdaderas plataformas polticas, no
tanto por las buenas relaciones que mantienen periodistas y polticos, que las tienen, como por pura supervivencia, hasta el punto de enmascarar los objetivos del
periodismo entendido como una profesin imprescindible para el sistema democrtico.
Otro factor que esta autora considera relevante para
entender el periodismo local es que la mayora de las
cabeceras, aunque se autocalifiquen de independientes,
no solo tienen dependencia econmica de los poderes
pblicos, sino que casi todas tienen un marcado sesgo
conservador (Tamarit, 2006: passim). Sin embargo, tambin debe advertirse que este alineamiento ideolgico no
suele ser un factor determinante de los profesionales a la
hora de buscar trabajo en uno u otro medio. Segn las
encuestas realizadas por Tamarit en medios locales, ...
171
172
En el caso que nos ocupa, debe tenerse tambin presente que las redacciones de los medios locales o regionales suelen estar muy ajustadas de profesionales y no
cuentan siempre con especialistas en un tema tan especfico como el de patrimonio histrico, sobre todo cuando las noticias y la crnica de actualidad referidas a l se
encajan en las secciones de local y no en las de cultura.
Esta especializacin tiene un claro resultado. Un vistazo
atento a la prensa diaria refleja que un porcentaje altsimo
de noticias viene de fuentes interesadas, ya sea mediante
comunicados o ruedas de prensa. Es obvio que tales
comunicaciones son sesgadas y cuentan solo una parte
de lo sucedido o del problema tratado, cuando no son
pura propaganda cifrada en futuros proyectos o meras
intenciones de hacer. Es lo que se conoce con el trmino
ingls de spin, tctica usada por todos los partidos polticos y gobiernos, consistente en llenar el ciclo informativo
de verdades a medias o mentiras a medias, todas servidas
con el sello de oficiales, que los medios reproducen sin
apenas contrastar porque no tienen capacidad de hacerlo
y, al mismo tiempo, porque consideran que son mucho
ms independientes cuando ofrecen las noticias a pelo,
publicando sin ms lo que dicen los polticos e incluso, a
veces, lo que dicen que dicen los polticos (Snchez,
2006: 78). Esta extendida prctica es la responsable de
que en la mayora de los diarios todas las noticias se
parezcan y haya poca variedad. Sin embargo, en los diarios que cuentan con personal especializado aparecen,
con mayor frecuencia que en el resto, noticias frescas o
crnicas, ya sea denunciando una situacin, ya dando a
conocer el resultado de una intervencin arqueolgica,
que marcan la diferencia entre unos y otros.
Para analizar los titulares de prensa es necesario ver en
qu medida se aprecia la mano de los profesionales, ms
all de lo expuesto sobre la sincdoque en que se resume
su labor e, incluso, de un aceptable punto de vista personal que resulta ineludible. Es decir, conviene ver si nos
encontramos ante un periodismo neutral y objetivo, o bien
est claramente decantado hacia una u otra posicin.
173
construir el hotel (El Pas, 18 de octubre de 2002 y Diario de Sevilla, 15 de junio de 2004), hubo importantes
disensiones dentro de la propia Delegacin Provincial,
sobre si era conveniente proseguir o no las excavaciones
y la construccin de un hotel en semejante enclave. Tal
divisin cre una situacin de suspensin de las excavaciones y titubeo por el rgano que deba adoptar la decisin que, segn el Reglamento de Actividades Arqueolgicas vigente en la comunidad autnoma andaluza, era
la persona titular de la Delegacin Provincial de Cultura.
Situacin que se alarg durante muchos meses, provocando un deterioro para el yacimiento realmente escandaloso, siendo injustificable que se tardase ms de un
ao en instar del propietario y promotor de las excavaciones la adopcin de medidas de conservacin pertinentes, ni que en ese tiempo no las hubiese adoptado, de
forma subsidiaria, la administracin cultural.
De todo esto se da cuenta en los medios de comunicacin, especialmente en Diario de Sevilla (29 de agosto,
20 y 29 de octubre de 2003, entre otros) que con toda
la razn, en mi opinin, reprocha ese estado de cosas.
Sin embargo, en ellos no se plantea ni un momento la
posibilidad de que, en efecto, la construccin de un hotel
sobre un yacimiento tan emblemtico sea una barbaridad. Amn de razones relativas a la singularidad de ese
enclave, no de menor peso seran que ese lugar figura
como zona verde en el PGOU vigente en Camas; o que,
al estar situado en la cornisa del Aljarafe, su impacto
sera enorme en un entorno ya de por s bastante castigado. O, incluso, que era perfectamente posible realizarlo fuera del yacimiento. En este sentido, la crtica hacia
la administracin, prctica saludable sin lugar a dudas,
no puede significar necesariamente dar por bueno todo
lo que proviene del sector privado, incluidos informes
contratados por la parte interesada.
174
175
La injerencia poltica
176
La intervencin arqueolgica previa a esta obra ha ofrecido ms ejemplos de noticias de este sesgo a raz de la
destruccin de unos hornos almohades, la consiguiente
paralizacin de las obras, al parecer incumplida por el
Ayuntamiento, y, sobre todo, el conocimiento por los
medios de comunicacin de que la consejera de Gobernacin haba amonestado al delegado provincial de Cultura por haber paralizado las obras municipales (El
Ayuntamiento incumpli la orden de Cultura que paralizaba las obras del tranva; Cultura alaba las obras del
tranva tras la `bronca de Evangelina Naranjo [consejera de Gobernacin]; Torres [consejera de Cultura]
respalda la actuacin de Bueno [delegado provincial de
Cultura] con el tranva y dice que slo ha cumplido su
obligacin, Abc, Sevilla, 4, 15 y 17 de mayo de 2006,
entre otras). Estas noticias reflejan los efectos de la personalizacin en la gestin de la arqueologa urbana,
especialmente cuando afecta a estas grandes obras,
sometidas a fuertes presiones polticas. Su resultado
neto arroja el cuestionamiento, cierto o supuesto, de la
imparcialidad de la actuacin administrativa y, de paso,
el propio patrimonio arqueolgico tutelado, que siempre
queda en un segundo o tercer plano.
La polmica suscitada por la aparicin de enterramientos en ese y otros lugares velazqueos, sumida en una
vorgine periodstica que dur cuatro o cinco meses,
eluda no solo cualquier rigor cientfico, sino los principios ms elementales de la arqueologa contempornea,
del sentido comn y hasta del ridculo. Se derrocharon
Coincidiendo con la celebracin del centenario de Velzquez, se aprovecharon las excavaciones en la plaza de
Ramales de Madrid, donde se alz la iglesia en que se
enterraron el famoso pintor y su esposa, Juana Pacheco,
para buscar sus restos mortales.
177
La voz ausente
178
Lo ms significativo de esta ausencia es que, como ocurre en los nichos ecolgicos cuando una especie dominante los abandona, su lugar se ocupa por otras oportunistas que pasan a ser dominantes. Es el caso de asociaciones culturales regidas por personas carentes de
conocimientos suficientes como para ser capaces de sustentar una opinin fundada sobre la valoracin o conservacin de unos restos. Ante la falta de una opinin experta, los medios dirigen su atencin a quien no tiene empacho en alzar la voz, aunque sea de manera impertinente.
Es de suyo evidente que no puede generalizarse a todas
las asociaciones conservacionistas, por ello muestro un
ejemplo que ocup cierto espacio en los diarios locales
hace unos aos: las Reales Almonas excavadas en Sevi-
Bibliografa
179
180
La diversidad cultural, ese continuum de las diferencias, representa en la actualidad uno de los ejes ms
potentes para la evolucin del pensamiento patrimonial. En su faceta de la inmaterialidad, de la intangibilidad -en algn sentido de lo incorpreo y lo casi espiritual-, la reflexin sobre patrimonio se despliega cada
vez ms liberada de paternalismos, homogeneidades, esencialismos... La interculturalidad nos propone miradas nuevas sobre fenmenos pasados y actuales, sobre intercambio y enriquecimiento permanente de las
identidades. Y aqu, paralelamente, los medios de comunicacin, por medio de su produccin simblica, van
creando representaciones que nos inculcan valores, normas de comportamiento; llevan a cabo procesos de
creacin identitaria. Todo tipo de informacin instituye un "espacio mental" y un "espacio sentimental", que
son el anverso y el reverso de una misma construccin cultural: la que nos une y la que nos separa de los
dems. El avance del pensamiento patrimonial pasa por un cambio de mentalidad en la sociedad.
Cultural diversity, that continuum of differences, nowadays represents one of the most powerful axes of the evolution of heritage-related
thought. In its dimension of immateriality, intangibility - in a sense akin to that of disembodied, almost spiritual - the reflection on heritage develops along a path which is increasingly free of paternalism, homogeneity, essentialism... Interculturality proposes new insights
into past and current events, into the permanent interchange and enrichment of identities. And it is here that, in parallel, communication media, through symbolic production, create representations which instill values and norms of behaviour. They trigger processes of
identity construction. All kinds of information posit a "mind space", and an "emotional space", which are the heads and tails of the same
cultural construction: the one which unites us and separates us from the others. The way forward goes through changing society's mind.
181
En esta modernidad lquida que nos ha tocado vivir tenemos que aprender, en palabras de Bauman (2006: 155169), a caminar sobre arenas movedizas. La realidad
social, tecnolgica, cultural, poltica, etc. es tan cambiante que las dificultades para adaptarse a los cambios parecen ser cada vez mayores, a menos que se produzca un
cambio de actitud ante los nuevos retos. La interculturalidad es uno de estos retos que el siglo XXI nos plantea. Los
medios de comunicacin, que son los nervios de las sociedades modernas, no son ajenos a este reto. El dilema es
si seremos capaces de estar a la altura del envite.
Qu es interculturalidad?
182
De Indonesia. Sauseschritt
Los medios de comunicacin, por medio de su produccin simblica, crean representaciones que transmiten
valores, identidades, normas de comportamiento, etc.
Por mi parte me referir a los discursos informativos,
pero no hay que olvidar que estas representaciones tambin se dan en la publicidad y en el entretenimiento. Hay
que reconocer, por otro lado, que es en el mbito del
periodismo donde hay una mayor preocupacin por el
tratamiento de los aspectos multiculturales e interculturales de sus relatos.
183
184
Otro elemento que condiciona el trabajo de los periodistas es que suelen tener frecuentes contactos, en primer
lugar, con su empresa periodstica y, en segundo lugar,
con otros periodistas que cubren los mismos acontecimientos. Es cierto que hay una competencia entre los
distintos periodistas, pero tambin hay cooperacin. Adems, el periodista recibe, en relacin con su produccin
interpretativa de la realidad, una respuesta bastante rpida, por un lado, de sus superiores y colegas y, por otro,
de la audiencia. Esto le permite ir ajustando su trabajo a
las expectativas de ellos. Es decir, el periodista al hacer
determinadas informaciones debe plantearse si aquello
interesa a sus lectores y si sus superiores compartirn
embargo, lo que querra apuntar es que para los periodistas no siempre es fcil construir una alteridad exenta de connotaciones negativas. Pensemos que, de
forma ms o menos explcita, en muchas ocasiones en
el imaginario cultural el otro es construido como un
ser incompleto. De alguna manera, el diferente se nos
muestra como un ser deficiente. Por ejemplo, en ocasiones, detrs del adjetivo tnico uno tiene la sospecha de que se est construyendo la dicotoma etnocntrica: normales versus tnicos. Es decir, los dems son
los tnicos mientras nuestro propio grupo es el normal
o, mejor dicho, el que establece la norma de todas las
cosas. Por esto cuando se dice que alguien es diferente se suele olvidar en relacin a qu se es diferente. As
implcitamente, por defecto, se construye una normalidad desde la que se interpreta. No caer en la trampa de cierto etnocentrismo es uno de los retos principales del periodismo actual, para ser mucho ms respetuoso con las otras culturas.
185
2. Hay que evitar las generalizaciones, los maniquesmos y la simplificacin de las informaciones. Los residentes extranjeros no comunitarios son tan poco homogneos como los autctonos.
186
tivo cuando los medios de comunicacin de la sociedad receptora los denomina los ilegales? Quizs, en
lugar de inmigrantes ilegales sera mejor hablar de
inmigrantes ilegalizados. Puesto a hacer puntualizaciones, por qu se habla de inmigrantes y no de inmigrados? Si inmigrante es aquel que llega a un pas
que no es el propio para establecerse en l, cunto
dura esta accin de llegar? Despus de un ao todava se est llegando o al cabo de pocas semanas uno
ya se ha establecido? Con la palabra inmigrante se
transmite el subtexto de que su condicin de recin llegado jams finaliza. Incluso, como una especie de
cdigo gentico, esta condicin se transmite a las
generaciones venideras. As se habla de inmigrantes
de segunda o tercera generacin, cuando en realidad
estas personas no se han trasladado jams y, si es que
fuera necesario identificarlas de alguna manera, seran
espaolas y andaluzas de primera o segunda generacin, respectivamente. Una persona que ha inmigrado
es ms un inmigrado que un inmigrante, porque la
accin de inmigrar ya ha concluido.
3. No se han de potenciar las informaciones negativas ni
las sensacionalistas. Hay que evitar crear intilmente
conflictos y dramatizarlos. Se ha de potenciar la bsqueda de noticias positivas.
Veamos un ejemplo bastante claro de un titular que
peca de sensacionalismo y de dramatizacin, aunque
sea cierto. Se trata de una informacin sobre un estudio
sociolgico de la poblacin carcelaria extranjera en Lleida. Aunque una de las conclusiones a las que llega el
socilogo, autor de la investigacin y que recoge la informacin, es que el delincuente se hace, no nace, el
titular es El extranjero preso en Lleida es negro y traficante, o magreb ladrn o violador (Segre, 3/XI/1996:
39). Seguramente nos encontramos ante un titular
impactante, pero no es el ms feliz.
Como es frecuente que determinada alteridad se asocie, en las informaciones periodsticas, al conflicto y a
la negatividad, se propone, por ejemplo, que se destaque la riqueza que aporta la inmigracin. El Pas
(16/XI/2006: 77) titulaba, a cuatro columnas, en su
primera pgina de economa: La inmigracin ha elevado 623 euros la renta por habitante en cinco aos. En
este intento de positivizar a determinados colectivos se
puede llegar a aplicar la discriminacin positiva y as
entrar en contradiccin, por ejemplo, con la primera
propuesta de este manual. Veamos el siguiente ejemplo
de un titular de El Pas (31/V/2005: 31): Dos magre-
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6. Militancia periodstica: hacia una multi-interculturalidad enriquecedora para todos. La potenciacin de las
informaciones en positivo.
producto que se est haciendo permanentemente, a partir de la mezcla de elementos de distinto origen. Una
mirada desprejuiciada a la historia nos da algunas pistas. Por ejemplo, nuestra gastronoma tradicional no
puede entenderse sin tener en cuenta los alimentos que
vinieron de Amrica o sin la herencia rabe que se manifiesta en palabras como alfajor o albndiga. La cultura
islmica, tan denostada actualmente, ha tenido tambin
un papel importante en la cultura europea (Vernet,
2006). Este olvido, o este esfuerzo de ocultacin, va contra la propia historia porque no tiene en cuenta que las
culturas se han formado a partir de los contactos interculturales. El esencialismo identitario es tambin miedoso porque siempre ve la relacin entre culturas como una
prdida. En seguida se plantea qu voy a perder relacionndome con el otro? Cmo se va a pervertir mi cultura? A qu voy a tener que renunciar? Es cierto que de
los contactos interculturales, an en las situaciones ms
espordicas, ninguna de las dos partes quedan intactas
del encuentro. Pero si se considera que nuestras identidades culturales tambin se enriquecern con las aportaciones culturales y religiosas de las personas de otras
culturas, esto es mestizaje. Si se toma conciencia de que
nuestra propia cultura no es ms que el producto de una
combinacin, singular y nica, de todas las culturas con
las que se ha tenido y se tiene contacto, esto es mestizaje. Por todo ello, la crtica al mestizaje es, en el fondo, un
ejercicio de autoodio, mientras que su elogio es una
defensa de nuestros orgenes y de nuestro futuro.
Bibliografa
189
190
Los individuos se asoman al mundo y se acercan y perciben la realidad que les condiciona a travs de los
medios de comunicacin. Al tiempo que transmiten e informan de los acontecimientos, los media son instituciones generadoras de discursos sociales, constructores de la realidad social. Pero, frente a un slido
anclaje en el presente -se que se construye como lugar de confluencia entre el pasado y el futuro, y en
el que el patrimonio alcanza importancia primordial- la lgica actual de la globalizacin impone a los
medios de comunicacin una atencin preferente sobre la cambiante, efmera y voluble actualidad. Con lo
que cuando los medios proceden a la reactualizacin del pasado desde el presente, la historia, la memoria y el patrimonio, como parte de esa memoria, se ofrecen al gran pblico a travs de modos tan eficientes como perniciosos: mercantilizacin, sensacionalismo, banalizacin, etc. Sin embargo, otros enfoques
son posibles y deseables.
When the Past is Projected onto the Future. Heritage in the Media
Individuals peek into the world and approach and perceive the reality which conditions them through the media. Rather than simple tools
which broadcast and distribute facts, the media are institutions that generate social discourses, true builders of social reality. Nevertheless,
set against a solid rooting in the present - that present which is constructed as a place of confluence between past and future, and also the
place where heritage gains its transcendental importance - the current logic of globalisation imposes on the media a preferential focus on
the changing, ephemeral and fickle novelty. And it is through these current affairs that history, memory, and heritage as part of memory,
reach the general public as a torrent, through the most efficient paths possible - marketing, sensationalism, trivialisation - the media can provide in order to update the past from the vantage point of the present.
191
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Sin embargo, a esta concepcin predominante podramos contraponer la consideracin de que en realidad lo
que nos sucede a los individuos es que vivimos instalados en un presente consistente que se dilata en el tiempo, en lugar de desvanecerse con el tiempo, en un presente conformado por un contenido de memoria y condicionado por un futuro incierto hacia el que se proyecta y con el que interacta. Y as, al diferenciar el presente de la actualidad, es como fcilmente se alcanza la
conclusin de que la genuina dimensin temporal es la
del presente, mientras que, en puridad, los que no existen son ni el pasado, que ya fue, ni el futuro, que an
no ha llegado. El presente, ese tiempo que, en palabras
de Michel Trebish (Trebish, 1998) se estira y se contracta, se engrumece o se disuelve.
Y todo ello, sin menoscabo de que efectivamente tengamos que reconocer que cotidianamente, en los planos
individual y colectivo, asistimos, percibimos e incluso, a
veces hasta intervenimos en una sucesin de acontecimientos y de circunstancias cambiantes, imprevisibles,
deseables, temibles, ineludibles -sigan poniendo los
calificativos que consideren oportunos- que constituyen
el entramado y el contexto en el que se desenvuelven
nuestras vidas, y que suelen presentrsenos en vertiginosa secuencia y con escasa y decreciente inteligibilidad. Al conjunto de todo ello, y a sus elementos singulares, es a lo que en sentido estricto, cabe denominar
actualidad, la cambiante, efmera, voluble, tornadiza y
caleidoscpica actualidad. El presente necesariamente
tiene que ser otra cosa, porque la naturaleza intrnseca
del individuo y de los grupos sociales de los que forma
parte, esta concebida para combinar de manera dialctica y complementaria el cambio con la permanencia,
la evolucin con la identidad. Evolucionamos porque
tenemos identidad, y cambiamos porque esencialmente permanecemos, pues de otra manera, ni siquiera
nos reconoceramos.
Resulta obvio que los individuos y las organizaciones
sociales adquieren y son conscientes de su identidad,
gracias a que estn instalados en un presente necesariamente consistente, un presente que puede adquirir
mayor o menor densidad, y cuyos contornos se presentan imprecisos y borrosos, difcilmente mensurables.
Ese presente, en el que confluyen necesaria y dialcticamente pasado y futuro, exige la consideracin y el
estudio tanto de la memoria como de la incertidumbre,
y esa es la verdadera razn por la que suele caracterizarse al tiempo presente como el de la memoria, y
tambin el de la prospectiva (Snchez Gonzlez,
2004:153-163). Desde esta concepcin nos planteamos la tarea de reflexionar sobre la labor que los
medios de comunicacin pueden desempear en relacin con la proteccin y difusin del patrimonio en el
mundo en que vivimos.
El lector que haya llegado hasta aqu habr reparado en
la importante dimensin que concedemos al pasado en
la configuracin de los sucesivos presentes. Un pasado
que otorga consistencia e identidad al presente, y que lo
condiciona en un constante dilogo bidireccional que
resulta interesantsimo analizar en todas sus ramificaciones. Y un presente desde el que tambin se revisan y
reactualizan las percepciones e interpretaciones que se
hacen del pasado.
Si la consistencia del presente tanto en el plano individual como en el colectivo depende de la identidad
adquirida a lomos del pasado, la consciencia de esa
identidad y la manera en que se alcanza esa consciencia se revela como un elemento fundamental para
entender percepciones y actuaciones de personas y
organizaciones sociales. Est claro que sin mencionarlos todava, estamos desembocando en conceptos tan
interesantes y complejos como los de Memoria histrica, mejor memoria colectiva, y Patrimonio, que en su
acepcin ms amplia es el que aqu fundamentalmente nos interesa; conceptos, los de memoria y patrimonio, que, por otra parte, estn ms unidos e imbricados de lo que comnmente se piensa, como subrayaremos ms adelante.
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patrimonio o la memoria. El pasado, tanto en su vertiente memorialstica como patrimonial, no puede modificarse, pero s debera servir, al menos, para reflexionar
sobre l en clave de presente y sobre todo de futuro. La
existencia o el intento de fijacin de una determinada
memoria colectiva no presupone ni exige su correspondiente transformacin en una memoria compartida. En
algunos casos coexisten memorias confrontadas que,
ciertamente, pueden provocar y a veces con ms frecuencia de la deseable tensiones y conflictos indeseables, pero tambin es cierto que de otra manera encauzadas podran interpretarse como interesantes manifestaciones de pluralidad cultural.
universal, con el que toda la humanidad podra identificarse; aunque, por otra, se perfila un panorama preocupante en lo que se refiere a la confrontacin y convivencia intercultural y a la preservacin de la inconmensurable diversidad cultural, que podra suponer la prdida o
el desconocimiento efectivo de un ingente patrimonio
intangible que la humanidad ha ido conservando a lo
largo de los siglos. Los propios organismos internacionales, y fundamentalmente la Unesco1, han emprendido
desde hace tiempo una interesantsima labor no me
atrevera a juzgar si suficiente o exitosa orientada a preparar un escenario aceptable y sostenible, compatible
con la imparable convergencia cultural que impone la
globalizacin, y donde no tengan cabida o queden muy
atenuados los efectos ms perniciosos de un proceso tan
atractivo como preocupante.
195
Ocho imgenes sobre la representacin en televisin de un acontecimiento histrico: la misin Apolo 13. Serie "we interrupt this program" (Boston, 13 de abril de 1970). Nick DeWolf
cuestiones. As pues, no abriremos ms frentes, e intentaremos cerrar los que ya estn abiertos, desde la perspectiva de los medios de comunicacin.
196
como pudiera ser conmemoraciones, aniversarios, obituarios, etc.; si bien es cierto, que ocupan una parte
digna de consideracin para valorar la manera en que
desde los medios de comunicacin se contribuye, aunque sea de una manera deslavazada e inconexa, a la
fijacin y transmisin de la memoria colectiva.
Se suele necesitar, pues, un enganche en la actualidad
para que el pasado interacte con el presente, o mejor
para que desde el presente se proceda a la reactualizacin del pasado en los medios de comunicacin. Pero
ese enganche con la actualidad obedece a motivos de
la ms diversa naturaleza, relacionados con otras caractersticas de los medios que inciden indudablemente en
la relevancia que pueden alcanzar las cuestiones referidas a la memoria y al patrimonio en los medios de
comunicacin. Nos referimos al sensacionalismo informativo, la mercantilizacin de las noticias, y a otras cuestiones sobre las que tambin nos hemos pronunciado en
diversas ocasiones (Snchez Gonzlez, 2004).
Los medios, sobresaturados de informacin inconexa,
han contribuido de manera clara a producir esa situa-
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198
cin de amnesia colectiva que caracteriza a las sociedades occidentales, cada vez ms conservadoras y acomodaticias, ante un presente sin contenido de memoria, donde predomina la fugacidad y espectacularidad
de las noticias, concebidas como productos de consumo perecederos, que se deben ser inmediatamente
reemplazadas por otras ms impactantes, ms espectaculares, donde se rompen las conexiones con el pasado, donde predomina la impresin sobre el razonamiento, la forma sobre la idea, la emocin sobre la lgica, la
imagen sobre la palabra. Un presente donde el deseo
de saber es reemplazado por el deseo de ver, con el
inconveniente de que en el deseo de verlo todo va implcita la imposibilidad de comprender nada.
Nos enfrentamos de esa manera con el problema de la
sobreabundancia de informacin, y de los criterios subjetivos que se adoptan en la fijacin de las agendas
informativas, en los que se observa una tendencia clara
hacia la mercantilizacin de la noticia y la espectacularizacin de la realidad, y que se traduce en una feroz
competencia para captar la atencin de los medios, en
la medida en que son ellos los que cuando seleccionan,
incluyen, excluyen y jerarquizan, otorgan presencia y
visibilidad, que es tanto como decir existencia, en un
mundo como el que vivimos en el que la realidad slo
puede ser mirada e interpretada a travs de la imgenes que ellos proporcionan. La mayora de los expertos
en comunicacin estn convencidos de que la mayor
influencia de los medios de comunicacin no radica
tanto en lo que el pblico tiene que pensar, sino en
sobre lo que tiene que pensar.
Ante este panorama, la funcin que los medios de comunicacin pueden desempear en relacin con el patrimonio se revela fundamental, pero sus efectos, dependiendo de la manera en que se conciba esa tarea, pueden
resultar extraordinariamente beneficiosos o perjudiciales.
El predominio, como suele suceder, de la concepcin de
la noticia como mercanca, la competencia por alcanzar
presencia meditica y reclamar la atencin de la opinin
y de un pblico multitudinario puede conducir a la consideracin del patrimonio como espectculo, y a desviar
la atencin hacia aspectos curiosos y sensacionalistas,
de muy escasa densidad e importancia intrnseca. Y consiguientemente, a la relegacin de otras cuestiones fundamentales cuyo correcto tratamiento meditico podra
contribuir a una mejor valoracin y disfrute de un patrimonio y una identidad que, en un una sociedad globalizada como la actual, podran ser tan universales como
respetuosos con la diversidad y la pluralidad.
Bibliografa
BORDIEU, P. Sobre la televisin. Barcelona:
Anagrama, 1997
COLOMBO, F. ltimas noticias sobre el
periodismo. Manual de periodismo
internacional. Barcelona: Anagrama, 1997
CUENCA, J.M. El patrimonio en la didctica
de las ciencias sociales. Anlisis de
concepciones, dificultades y obstculos para
su integracin en la enseanza obligatoria.
Universidad de Michigan, 2004
GONZLEZ REQUENA, J. El espectculo
informativo o la amenaza de lo real. Madrid:
Akal, 1989
Notas
1
Entre otros documentos interesantes, destacamos las Directrices prcticas
sobre la aplicacin de la Convencin para la Proteccin del Patrimonio Mundial (Revisin aprobada por el Comit del Patrimonio Mundial en su 22a reunin, diciembre de 1998. Primera impresin: marzo de 1999), el Informe del
Seminario Internacional Medios de Comunicacin y Patrimonio Inmaterial
(Ministerio de Cultura, Repblica de Colombia. Presentado al Director General de Unesco. Pars, febrero de 2003) y el documento Memoria del Mundo.
Directrices para la Salvaguardia del Patrimonio Documental (Edicin revisada, 2002. Preparado para Unesco por Ray Edmondson).
199
Autores
MONICA ARDEMAGNI
monica.ardemagni@email.it
Monica Ardemagni curs estudios de Historia de la Antigua Grecia en la
Universidad La Sapienza en Roma. Tras diez aos dando clases de letras clsicas en bachillerato superior, ha colaborado durante otros quince aos con
el ICCROM en la elaboracin de proyectos relacionados con la sensibilizacin
del pblico. Ha sido responsable de varios proyectos dirigidos a las escuelas,
como La citt sotto la citt (La ciudad bajo la ciudad) o La campagna
contro i graffiti (Campaa contra los graffiti), y coordinadora de las cuatro
ediciones del Premio para periodistas Media Save Art.
200
201
El patrimonio es una herencia, pero una herencia social, construida. Como sujetos re-construimos nuestro
patrimonio y el de los dems de forma permanente y compleja, en interaccin, dentro de un determinado
marco histrico, social y cultural que calificamos como sociedad global. Aqu, la informacin, los mensajes
infinitos, conforman nuestra realidad, el conocimiento que tenemos del patrimonio, su valor, su sentido, sus
modos de apreciacin y apropiacin. El presente artculo apuesta por reinterpretar y recuperar las mediaciones que producen los medios de comunicacin como espacios valiosos para la identificacin cultural, el reconocimiento, la salvaguarda y autenticidad patrimonial.
Heritage is inherited, but this is a social, constructed inheritance. As subjects, we permanently re-build our heritage and that of others, in a
complex manner, interactively, within a certain historical, social and cultural context which we call global society. Here, information, an infinity of messages, inform our reality, our knowledge of heritage, its value, its meaning, the means of appreciating and appropriating it. The
present essay chooses to reinterpret and recuperate the mediations produced by communication media as valuable spaces for cultural identification, recognition, and the protection and authenticity of heritage.
31
32
situarse desde una visin culturolgica en la informacin supone apostar por un paradigma alternativo, por
un horizonte diferente en el estudio y concepcin de la
comunicacin de masas.
Este paradigma cultural, que termina por romper el cerco
psicosociolgico y mediocntrico de la comunicacin
hasta ahora dominante, abre la teora de la informacin
al contexto, y entiende los procesos de orden y desorden
informativo, de reproduccin y cambio social, como
constitutivos de la cultura; integra textos, discursos y
medios en relacin a lo cultural y a los mundos de vida
por los que deambulan y negocian o modifican su identidad los sujetos sociales (Sierra, 1999:155). En definitiva, presenta un desplazamiento, el de la informacin
como problema de los medios a la informacin como
una cuestin de cultura.
As expresado, el trnsito de los medios a las mediaciones resulta a primera vista una alternativa compleja, pero
su complejidad no deja de dar muestras al mismo tiempo de su sencillez. Encauzar el pensamiento terico
sobre comunicacin desde un posicionamiento regenerado, independiente, comprometido y cultural es en el
fondo tan natural como partir de una visin radicalmente humana y social de los procesos de informacin que
tienen lugar a escala planetaria- en nuestra sociedad.
La consolidacin del patrimonio histrico como gran referente cultural, expresivo de los testimonios de la accin
del hombre y portador tambin de significados ha penetrado en la sociedad, que tiene una mayor conciencia
sobre los respectivos legados culturales. Las ganas de
pasado, ha expresado J. Ballart (1997:37), constituyen
hoy en da el impulso primordial que mueve el inters de
tanta gente por descubrir y conservar retazos del pasado,
ante al conciencia de prdida de continuidad cultural
que ha provocado la velocidad y escala del cambio que
afecta al entorno fsico y cultural de las sociedades.
De un tiempo a esta parte, la finalidad y modos de
actuacin en lo patrimonial estn siendo trastocados,
pero tambin sus posibilidades de percepcin e interaccin. En esta tardomodernidad que acontece, el patrimonio se une al desarrollo de la vida urbana para crear una
y otra vez nuevos significados (Waisman, 1994) y, mientras se convierte en testimonio de las vidas y experiencias, evoca y afirma memorias colectivas, historias
comunes, paisajes sociales Ante una realidad efmera
e inconexa, en la que nada permanece eterno e inmutable, el patrimonio genera la estabilidad no de la permanencia y la tradicin, sino sobre todo de la posible construccin de un futuro (Morente, 2006).
Junto el desarraigo de las culturas y la desaparicin de
fronteras el ltimo reducto del patrimonio se levanta como
modo de evasin hacia un pasado glorioso. Los medios de
informacin en tanto que aparatos ideolgicos del Estado
asumen esencialmente una concepcin cohesionadora
del patrimonio que neutraliza arbitrariedades y heterogeneidades histricas, que tambin conservan ritualmente,
33
sin discusin o revisin, y difunden verticalmente, sin vinculacin a la cotidianidad de los ciudadanos1.
El patrimonio es una herencia, pero una herencia social,
construida, no una herencia fija sino que se reconstruye
en privado, en comn, en el tiempo. Como sujetos reconstruimos nuestro patrimonio y el de los dems en
modo constante y en el marco de un determinado contexto histrico y social; los dems realizan a la inversa
similar procedimiento.
Entre la red social y el yo, en la aldea que habitamos
bien alejada de la sociedad sin muros que pregonara
McLuhan en los sesenta- se producen infinitas inconexiones, permanentes intercambios, profundas mediaciones
culturales. Los medios conforman hoy la trama de la cultura, de las formaciones sociales y las estructuras del
sentimiento, de memorias e imaginarios que revuelven lo
indgena con lo rural, lo rural con lo urbano, el folclore
con lo popular, lo popular con lo masivo2.
Nuestra existencia, que viene a ser la de nuestro patrimonio, nuestra historia, nuestro recuerdo, lo que somos y
seremos, lo que creemos y hasta lo que experimentamos
resulta da a da modificado, tocado, reinterpretado. De
forma a veces consciente y otras involuntaria, la realidad,
nuestra realidad, es generada, determinada por los
medios de comunicacin de masas.
34
Superar la hegemona
En el camino de construccin de este legado de futuro,
sensible y estable, la definicin de informacin como instancia cultural desde la que los sujetos producen significado y sentido es imparable. Sin embargo, durante gran
parte del siglo XX y todava en nuestros das, la teora de
35
modelo patrimonial de exhibicin-atencin8, cuyo objetivo primario no ha consistido, como hubiera sido deseable, en unir a una audiencia masiva en expresiones
compartidas de la cultura, creencias o valores, sino sencillamente en captar y cautivar la atencin de la misma.
La comunicacin de masas se ha manifestado y escogido como un espectculo, y el pblico se ha concebido
como un espectador del show. El hecho de la atencin
ha prevalecido sobre la calidad y, en este sentido, se ha
medido pblicamente el xito o fracaso de los mensajes
y productos emitidos9.
Podr ser de otro modo en la interaccin didctica del
patrimonio o en sus versiones interpretativas, pero escasamente en su vinculacin meditica. Aqu vienen interrelacionando hbrida y controvertidamente mecanismos
del marketing y la economa de la cultura, expectativas
psicolgicas y sociolgicas, posibilidades polticas junto a
conciencias patrimoniales.
esperanza el que nos han enseado, el que aprendimos, el que asume indefectiblemente que los medios
degradan nuestra cultura. Apuntarse a la visin apocalptica que lleva a resignarse una y otra vez ms ante
los modos de interpretacin tergiversada o banalizada
que hacen los informadores acerca de ese mbito frgil
y especializado del patrimonio.
Realmente, el ideal que se plantea el de unos medios al
servicio los ciudadanos y con fines educativos, culturales
y sociales- es difcilmente compatible con el conglomerado meditico existente, que impone duras exigencias de
diverso tipo, adems de unos muy definidos hbitos y
rutinas profesionales, marcados por estrictas limitaciones de espacio y tiempo. Pero no es para perder de vista,
si creemos en aquellos fines que compartimos, que, en
buena medida, en nuestra sociedad de la informacin,
somos ms la televisin que hemos visto, que la historia aprendida o los monumentos visitados o las artes
consumidas, y que esa es justamente la vitalidad y
potencia simblica de la informacin (Rincn, 2006:17).
Salir de la dualidad
Desde el vaco, en la ausencia de reflexin sobre una
(no-) relacin, la de los medios y el patrimonio, resulta
mecnico, casi instintivo, para un campo profesional
forjado en el alto humanismo elegir como camino sin
36
A menudo esta posicin entraa un acostumbrado chantaje culturalista11, del que participan sectores culturales y
tambin periodsticos y sociomediticos12. Las clebres
tesis de J. Baudrillard (1998:91) acerca del centro
Pompidou como monumento de disuasin cultural
demostraban ya hace unas dcadas cmo las instancias
culturales y periodsticas se prestaban cada da a hacer
de ciertos productos comerciales un simulacro cultural y
a vender a las masas simulacros de alta cultura, cuando
en realidad exista una separacin tajante entre una
oferta cultural de informacin significativa, para una
minora cultural, y una oferta uniforme y espectacular
destinada al consumo de los sectores populares
(Martn-Barbero, cit. Sierra, 1999:71). Umberto Eco y
con mayor decisin los tericos latinoamericanos en los
ltimos aos han analizado esta situacin perversa que
se reproduce cotidianamente en nuestros medios, una
situacin por la que una masa consume un modelo cultural burgus creyndolo y hacindolo expresin autnoma propia, y una burguesa identifica el producto como
una subcultura con la que nada le une, sin advertir que
las matrices de esta cultura de masas son las de la cultura tradicional superior.
Justamente en la superacin de esta dualidad, que es
tambin la consideracin del sentido cultural de la informacin cotidiana, se halla una importante lucha patrimonial. Nadie lo expresa mejor que Martn-Barbero
(1999) cuando aconseja: Necesitamos dejar de oponer
lo que pasa en el mundo de las culturas tradicionales a
lo que pasa en el mundo de las culturas urbanas y las
industrias culturales que constituyen hoy los medios
masivos, normalmente vistos como una especie de mundos irreconciliables: por un lado el mundo de las culturas tradicionales como el mundo de nuestra autenticidad, de autoctona, de nuestra verdad profunda versus el
mundo de los medios masivos como el mundo de la frivolidad y de la pura actualidad instantnea.
De no avanzar, el encontronazo con el reflejo meditico,
en ausencia o presencia dada o construida, nos seguir
devolviendo una imagen del patrimonio que se aleja de
sus motivaciones profundas sociales y culturales. Pero la
maquinaria informativa y del entretenimiento no dejar
37
38
Los Estudios Culturales marcaron el camino de las ltimas dcadas. Y un regreso de cierto optimismo para el
estudio de la comunicacin y la cultura. Su herencia ha
sido retomada por la denominada perspectiva latinoamericana de las mediaciones, que representa hoy la ms
importante esperanza en el estudio y relaciones entre
patrimonio, cultura y medios.
En este terreno, los ms significativos avances tericos
han surgido de autores como Jess Martn-Barbero o
Nstor Garca Canclini, que han dado una vuelta de
tuerca al anlisis que nos interesa. Sus respectivas
obras, De los medios a las mediaciones. Cultura, hege-
39
40
El trabajo cotidiano e insistente con los medios de comunicacin locales, ms cercanos y sensibilizados con la
creacin de patrimonios de vida y la concienciacin de
los ciudadanos, as como las posibilidades creativas y de
interaccin que estn ofreciendo las tecnologas de la
informacin actuales pueden ser dos opciones reales y
abiertas a los fines aqu sugeridos. Medios locales e
internet18 se estn despejando como dos opciones de
futuro, como dos promesas informativas. En ellos es
posible, todava, hacer viable la creencia en un periodismo originario, un quinto poder 19 al lado de los ciudadanos, en defensa de sus necesidades e intereses.
El ideario de la teora de la informacin en este sentido, en toda su dimensin utpica, representa una perspectiva adecuada para trabajar la heterogeneidad y
la informacin es el control del conocimiento, y la distribucin del conocimiento supone el reparto, imposicin e invasin de la-s cultura-s.
Ante esta situacin absolutamente constatable, parece
casi una ingenuidad hablar sobre las ventajas o desventajas que ofrecen para la difusin del patrimonio las
industrias culturales, los medios de comunicacin o las
tecnologas de la informacin si desde la teora patrimonial no se actualizan y superan antiguos modelos y enfoques comunicativos y desde la profesin periodstica no
se protege una informacin libre y comprometida con los
ciudadanos, pero tambin, y fundamental, si desde las
instituciones patrimoniales no se potencia una incorporacin, en sus polticas y programaciones, de los medios
de informacin en tanto que asuntos de Cultura, y no
slo como asuntos de comunicacin22.
Difcil e importante interiorizacin esta ltima, que no
parte de la cultura hacia la comunicacin, como en
dcadas precedentes, sino de la informacin hacia la
cultura. Estaremos dando entonces un salto de gigante.
Mientras tanto, y otra vez, como planteara Benjamin a
propsito de la fotografa, los mandarines de la Cultura
seguirn preguntndose si acaso la televisin puede ser
considerada cultura mientras, nos guste o no y para bien
o para mal, es la nocin misma de cultura, su significacin social, la que est siendo modificada por lo que se
produce en y el modo de reproducir de la televisin23.
Notas
1
Sobre estos aspectos ha profundizado Jess Martn-Barbero en El museo:
un pasado con futuro (El futuro que habita la memoria), 2000.
Por qu elegir y profundizar, entonces, en este esquema de partida, simplificador y equivocado? De alguna manera, todo ello es consecuencia de que
el modelo lineal de Lasswell (para el que no hay retorno, feedback o respuesta posible del receptor) y con l la incipiente ciencia de la comunicacin de
masas encuentran el sustento cientfico que necesitaban en las aportaciones
de otras disciplinas en auge de su momento. En este sentido es determinante el cimiento de la Teora Matemtica de la Informacin que Shannon y
Weaver desarrollan para los Laboratorios Bell. Esta raz unidireccional pensada realmente para la transmisin de cdigos y seales- proporcionar una
premisa para la investigacin equivocada, de importantes consecuencias
para el estudio de la comunicacin y la informacin que aqu nos interesa. El
modelo unidireccional, tcnico-operacional, ser muy til para la ingeniera,
la industria militar o la informtica en dcadas venideras, pero muy bsico,
aparte de ineficaz, para el estudio de las comunicaciones humanas.
5
Los campesinos mexicanos pobres que viven en las cercanas de los volcanes de Colima, regularmente se renen despus de la misa catlica de los
domingos para disfrutar sus equipos favoritos de ftbol por televisin va satlite, comparando los equipos mexicanos con los italianos y los ingleses que
juegan en otro canal, y ms tarde asisten a conciertos locales de msica ranchera con amplificadores de sistemas de sonido japoneses. Mientras tanto sus
esposas y novias se renen en la casa vecina para rer y llorar por las telenovelas mexicanas y programas repetidos de la serie estadounidense Friends,
mientras preparan enchiladas verdes y beben Coca-Cola (Lull, 2007).
3
Como evolucin de la voltil teora de los efectos ilimitados de los medios,
tambin denominada hipodrmica o de la bala mgica, este modelo comunicativo es incorporado a la Teora de la Informacin por Harold Lasswell, en
su clebre artculo Estructura y funcin de la comunicacin de masas. Este
modelo tiene su base en el aristotlico quin-qu-a quin, pero completado
con dos elementos estratgicos para los intereses econmicos y polticos
estadounidenses: el canal o medio por el que se transmite el mensaje y, fundamental, los efectos o consecuencias de la comunicacin de masas.
9
Sin lugar a dudas las grandes exposiciones temporales constituyen hoy
el arquetipo de la exhibicin-atencin. En nuestro pas, Velzquez en el
Museo del Prado (1990) significara un antes y un despus en los modos
de concebir y difundir masivamente los grandes eventos culturales. Ejerci
de primera gran experiencia y actu con xito; su efecto de emulacin pervive hoy en da. En tres meses, el Museo del Prado recibi 800.000 visitantes movidos por el inters de la muestra. Velzquez ense por primera vez en Espaa, y de forma incontestable, que los museos haban dejado de ser meros contenedores patrimoniales, y que se haban convertido
en productos manipulables en los que confluan intereses polticos, tursticos y econmicos, pero tambin necesariamente mediticos, adems de
culturales y sociales. El diario El Pas, en su editorial del 2 de abril, tras
el da de clausura, reconoca su influencia en la creacin del acontecimiento: La muestra se ha convertido en un hecho social y cultural espectacular que merece ser resaltado. Si inicialmente sorprendi el enorme
afn por contemplar una exposicin de la que la mayor parte de los cuadros se exhibe permanentemente en el propio museo, la insistencia de
41
11
12
Los propios medios han utilizado tradicionalmente la seccin y suplementos de Cultura como marca de calidad y prestigio. Tambin la cuestin cultural se aprovecha como marchamo de apertura y libertad social en documentos normativos de la sociedad de la informacin. As, por ejemplo, en la
Declaracin de Principios de Ginebra - Cumbre Mundial sobre la Sociedad de
la Informacin en 2003 (La diversidad cultural es el patrimonio comn de
la humanidad. La Sociedad de la Informacin debe fundarse en el reconocimiento y respeto de la identidad cultural, la diversidad cultural y lingstica,
las tradiciones y las religiones, adems de promover un dilogo entre las culturas y las civilizaciones La preservacin del patrimonio cultural es un elemento crucial de la identidad del individuo y del conocimiento de s mismo,
y a su vez enlaza a una comunidad con su pasado. La Sociedad de la
Informacin debe aprovechar y preservar el patrimonio cultural para el futuro) o en la Agenda de Tnez para la Sociedad de la Informacin, de 2006
(Nos comprometemos a la promocin del uso de medios de comunicacin
tradicionales y nuevos a fin de fomentar el acceso universal a la informacin,
la cultura y el conocimiento en favor de todas las personas, sobre todo tratndose de las poblaciones vulnerables y de pases en desarrollo, mediante
la utilizacin, entre otras cosas, de la radio y la televisin como instrumentos
educativos y de aprendizaje).
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15
Desde la gestin y la poltica, destacan lamentablemente escasas experiencias que hayan atendido la dimensin ms humana de la informacin.
Sobresale la trayectoria del ICCROM (Centro Internacional de Estudios para
la Conservacin y la Restauracin de Bienes Culturales) en los aos noventa
centrada en la valoracin de los medios de comunicacin como espacios de
sensibilizacin (Premios Media Save Art).
16
17
18
A la pregunta cmo se ocupan los medios de la informacin cultural?, Nstor Garca Canclini, contesta: Una de las novedades que presentan los diarios en la ltima dcada es que se ha expandido el campo
cultural () reformulacin del concepto de cultura, asociada a su nuevo
papel en procesos socioeconmicos y polticos donde no estbamos
habituados a encontrarla () las diferencias derivan de los modos de
organizar lo local, lo nacional y lo global en diversos campos culturales
(). Las estrategias manejadas en las distintas secciones parecen colocar a los diarios en una disyuntiva: en la medida en que se expanden
hacia lo global considerndolo como espectculo y como lugar de negocios espectaculares, debilitan su razonamiento sobre lo pblico, o lo
limitan a la cultura de lite y a su repercusin domstica. No es un problema exclusivo de los peridicos, pero tal vez sea el campo comunicacional en que se percibe con ms fuerza la tensin entre la cultura como
elaboracin crtica y como entretenimiento.
21
Dentro de estas lneas de Unesco, son tambin de inters los resultados
del Foro Internacional de Comunicacin y Expresin Cultural Local (Santo
Domingo, Repblica Dominicana, 2003), centrados en la recuperacin de
identidad de la regin del Pacfico, en el marco del programa ICT4ID (ITCs for
Intercultural Dialogue: developing communication capacities of indigenous
people); el proyecto Oral Testimony. Life History Radio, que tuvo como fin producir 12 documentales de radio producidos por 300 estaciones de radio
comunitarias de frica, a modo de registros de identidad; o el evento Open
Frame 2004 en Delhi, donde se presentaron 50 documentales y cortometrajes sobre la cultura de frica, Europa y Asia.
14
La prensa escrita, la radio, la televisin, el cine son, entre otros, poderosos e imprescindibles medios para la difusin de la riqueza de la cultura
tradicional y popular de los pueblos. Es menester nuestro contribuir a la
elaboracin de polticas y estrategias en este campo que reflejen la diversidad cultural respetando las aspiraciones y reforzando los valores que forjan
la identidad cultural de los pueblos (Mounir Bouchenaki, Subdirector
General para la Cultura de UNESCO, en el Seminario Internacional sobre
Medios de Comunicacin y Patrimonio Inmaterial. Ministerio de Cultura de
Colombia, 2003).
23
22
Bibliografa
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44
Resolver lo patrimonial en la sociedad actual conduce sin remedio a la lnea del tiempo, del presente y del
pasado, del futuro, la memoria, el recuerdo y el olvido. En nuestro ecosistema social, eficazmente informacional, asistimos a una vivencia del momento histrico fragmentada, a una experiencia del pasado atemporal y amnsica. El pasado se reduce a un pasado-pantalla, absorbido e integrado en el presente mediante el
almacenamiento informtico de lo acontecido. La informacin, los medios, las tecnologas paralizan el proyecto histrico, y van devaluando el pasado como referencia para nuestra accin presente. Otros tiempos quedan encapsulados en vitrinas, en las rejas del territorio arqueolgico, en polticas de la exhibicin y la contemplacin que museizan lo cultural y lo patrimonial, y la vida en todas sus dimensiones. En este contexto,
es necesario preguntarse qu tipo de memoria, de pasado, en definitiva de gestin del patrimonio, podra ser
afn a una des-espectacularizacin de la experiencia histrica.
Lo que nos cautiva en el espectculo de las ruinas, incluso en aquellos casos en que la erudicin pretende lograr que nos relaten la historia, o en aquellos en que el artificio de una
escenificacin de luz y sonido las transforma en espectculo, es su aptitud para hacernos percibir el tiempo sin resumir la historia ni liquidarla con la ilusin del conocimiento o de la
belleza, su aptitud para adoptar la forma de una obra de arte, de un recuerdo sin pasado. La historia venidera ya no producir ruinas. No tiene tiempo para hacerlo (Marc Aug)
The solution of the heritage issue in contemporary society leads inexorably towards the time-line of present and past, of future, of memory, of remembrance and oblivion. In our social ecosystem, which is so efficiently informational, we are witnessing a fragmented experience of the historical moment. The past is reduced to a screen, absorbed and integrated in the present through the informational storage of what has taken place. Information, the media, technologies, all paralyse the historical project, and gradually devalue the past as
a reference for our present activity. Past times are shelved in glass cabinets, behind the bars of archaeological sites, in exhibition policies and an act of reception which turns the cultural and heritage experience, and life in all its dimensions, into a museum. In this context, it is necessary to ask ourselves what kind of memory, past, and, finally, what kind of heritage policy could bring about a de-spectacularisation of historical experience.
45
46
manencia y la duracin; y, en relacin con ello, toda preocupacin sobre las relaciones de identidad o diferencia
que se puedan establecer entre el horizonte (pasado) de
la(s) experiencia(s) y el horizonte (futuro) de la(s) expectativa(s)1. Sobre todo, cuando admitimos, en un plano psicolgico-social, que el futuro y el pasado se identifican -a
travs de la espera y la memoria, respectivamente-, con
modalidades del presente de nuestra atencin tanto a lo
que fuimos como a lo que podramos llegar a ser.
En el libro XI de sus Confesiones, San Agustn -desde su
teologa de la salvacin- nos da las clases psicolgicas
para desentraar la doble apora de la totalizacin del
tiempo y de su irrepresentabilidad a partir de la pregunta
ontolgica acerca de la naturaleza de su existencia2. La
cuestin de fondo est, para empezar, en que el tiempo
parece carecer de ser ya que el futuro an no es, el
pasado ya no es y el presente no permanece. Qu es
esa realidad se pregunta Gadamer- que en ningn
momento se puede identificar realmente consigo misma
como aquello que existe? Porque incluso el ahora ya no es
ahora en el momento en que lo identifico como ahora. El
decurso de los ahoras en un pasado finito, su llegada
desde un futuro infinito, deja en el aire la pregunta de lo
que es el ahora y lo que es propiamente ese ro de tiempo
transitorio que llega y que pasa (Gadamer, 2002: 135).
Paradjicamente, aludimos al tiempo como si dispusiese
de ser. Es en s el lenguaje el que impone resistencia a
esa tesis del no-ser del tiempo. El lenguaje, esa materia
prima de la que estamos hechos en nuestra lingisticidad
e historicidad radical (Gadamer, l997), permite hablar del
futuro (que ser), del pasado (que ya fue) y del presente
(que nos pasa). Ello, a pesar de que se pueda afirmar que
ese pasar no tiene sustancia ontolgica.
La especulacin agustiniana culmina, de esta forma, en
una articulacin de una tesis del triple presente, que
resuelve el enigma del ser de un no-ser, con la teora de
la distentio animi: la solucin (psicolgica) al problema
de la extensin de algo que no tiene extensin. Es en el
paso mismo del tiempo donde habr que buscar simultneamente la multiplicidad y el desgarramiento del presente, de modo que ste ya no es entendido como un
punto, ni siquiera como un mero lugar de paso. La atencin que presta el presente al pasar las cosas se hace
activa en tanto provoca ese trnsito de las cosas. En
tanto la medida del tiempo no responde a un movimiento exterior, pudiendo ser sta remitida a la huella, a la
impresin que dejan las cosas a su paso, el presente, se
convierte, a la vez, en una intencin presente. Resume
repetitiva) entre pasado y futuro, basta con que no exista una construccin social e individual del cambio como
tal para que ste se haga fenomenolgicamente imposible. Como ya he sealado en otros lugares, la conciencia
del no-cambio es el no-cambio real de los patrones de
interaccin dominantes, que retroalimentan el Orden
resultante de dicha retraccin social.
Como recalca Agamben en su particular revisin del presunto pensamiento histrico marxiano, el hombre no es
un ser histrico porque cae en el tiempo, sino todo lo
contrario, nicamente porque es un ser histrico puede
caer en el tiempo, temporalizarse (Agamben, 2003:
145). Pero, en desde un prisma hermenutico-fenomenolgico de lo histrico-temporal, no toda sociedad histrica toma necesariamente conciencia (actualizadora) de
esa historicidad efectual que le transciende en su propia forma de existencia colectiva, y, por tanto, en una
determinada diferenciacin positiva o negativa entre
pasado y futuro. Frente a una conciencia especficamente histrica, es posible -as lo ha sido durante la mayor
parte de la Historia- subjetivizarse, de manera reactiva,
en una negacin (eternizadora) de la propia temporalidad histricamente determinada3.
Para valorar su potencial transgresor, es decir, su capacidad para inspirar proyectos de cambio de los diagramas
relacionales que ejercen su hegemona en el mbito sociocultural de la actual Sociedad (Disciplinaria) de Redes,
parece pertinente poner en directa relacin la Memoria
con el modo en que pueda encajar en una nueva epistemologa (activa y operativa) del cambio social, enfocada
hacia la distincin entre dos nociones habitualmente concebidas de manera sinonmica: el Cambio y el Movimiento. Insisto, slo as podremos precisar hasta qu punto
ciertos tipos de Memoria puede constituir bien un mecanismo de bloqueo del(os) discurrir(es) histrico(s), o bien
un autntico activo patrimonial de transformacin social,
responsable tica y polticamente.
En la prctica fenomenolgica, todo lo relativo al movimiento -formas de interaccin como la coercin, la conformidad, la competencia, el intercambio y el conflicto;
movilidad en la rutina diaria; o diversidad y variedad en
la adopcin de posiciones sociales- es constitutivo necesario de toda sociedad histrica. Pero ello no debe necesariamente corresponderse con el cambio como supuesta constante universal. De ello se desprende la posibilidad de una historia inmvil. Siempre es asumible una
historia sin cambios porque siempre existe el movimiento, el movimiento recurrente o estacionario (Arstegui,
Por consiguiente, Ricoeur, preguntndose por la compatibilidad de la distensin con la pasividad de la impresin, concluye que la disociacin entre estos tres objetivos temporales acontece en la medida en que la accin
intencional tiene como reverso la pasividad derivada de
dicha actividad, lo que se designa como imagen-huella: no son slo tres actos que no coinciden, sino la
actividad y la pasividad que se contraponen, por no decir
nada de la discordancia entre las dos pasividades, una
de ellas vinculada a la expectacin y la otra a la memoria. Por lo mismo, cuanto ms se convierte el espritu en
intentio ms sufre de distentio (Ricoeur, 2000: 64).
47
48
La propia imposibilidad de seguir concibiendo el presente como instancia transitoria entre un pasado y un futuro realmente diferenciados en ello consiste la crisis de
la Idea moderna de Progreso- encuentra su reflejo en
esa percepcin vertiginosa de la mera intensificacin del
movimiento en la que suceso y cmara (o micrfono) se
enlazan en una perfecta sincrona instantnea. Esa es
una de las grandes paradojas de nuestro tiempo presente. La ralentizacin paulatina del proceso histrico universal es directamente proporcional a la ilusoria percepcin de la aceleracin de la historia, la cual ser en lo
sucesivo objeto de creencia bastante comn. Ms evocada que analizada, lleva consigo una sutil enfermedad,
ligada a la conviccin de que todos los fenmenos
observables se desarrollarn en lo sucesivo a velocidades siempre crecientes. En un caso lmite, si esta impresin correspondiese a la realidad, el cambio tendra
lugar en todos los instantes y sta sera la nica velocidad de evolucin que hara imposible toda orientacin
(Jeannire, 1979: 134).
La rareza radical de este aqu y ahora arrojado
ms all de la modernidad- respecto a los momentos
precedentes de la historia consiste en esa citada prdida de la referencia mvil de pasado y de futuro, que
conlleva esa patologa autorreferencial amnsica, reducida a la vaca e hipntica contemplacin de un presente esquizofrnico, incapaz de reconocerse a s mismo
mediante enlaces contextuales entre diferencias, y, en
consecuencia, no pensable en trminos temporales
(Jameson, 1991). Como se insistir en adelante, las
antinomias del postmodernismo slo conducen a la
ausencia de todo sentido del futuro inmediato, a la
incapacidad de pensar el cambio, de imaginar otros
mundos posibles (Jameson, 2000).
Ciertamente, esta incapacidad de imaginar el cambio
(que tiene ella misma que ser imaginada como la parlisis de un lbulo del cerebro colectivo) es tambin, tanto
como la causa, la alegora misma de los dilemas que
hemos esbozado aqu: la Identidad de un presente que
se enfrenta a la Diferencia inmensa e impensable de un
futuro imposible; estos dos globos oculares coexistentes
que registran cada uno un tipo de espectro diferente. Es
espaciales basadas en limitadas relaciones combinatorias en torno a un punto de referencia fijo: el Modelo
(ideal) frente a las copias (sensibles) de un Orden Social
anclado en el afuera desfuturizador y no-temporal de la
Eternidad, de lo dado desde siempre y para siempre en
la retencin repetitiva y a-histrica del Recuerdo Futuro.
49
La consuncin mediocrtrica de la
memoria
Interrogndose por el modo en que los medios tecnolgicos afectan a la estructura de la memoria, a la forma en
que percibimos y vivimos la temporalidad, Andreas Huyssen deduce la existencia de un pasado-pantalla, absorbido e integrado en el presente mediante el almacenamiento informtico de lo acontecido. Coincide, as, con
la alusin de Manuel Castells a esas orillas de la eternidad en las que slo sobrevive un tiempo autosostenido e
incurrente, basado en la perturbacin sistmica del
orden secuencial mediante la condensacin de los acontecimientos en la instantaneidad, y la generacin de discontinuidades aleatorias (Castells, 1997):
50
acuerdo con una turbulenta recurrencia de lo (no)-acontecido, por previsible, en conformidad con el guin
meditico de una existencia fabulada. En efecto, la anticipacin y prediccin tecno-cientfica comporta el fin de
la experiencia en tanto saber a posteriori.
La paralizacin del proyecto histrico desde su propio autobloqueo informacional, desde su imposibilidad de seguir
siendo tal, se convierte en esa ilusin del fin en la que la
inexistencia de futuro concuerda con una autntica patologa del tiempo que produce un estrechamiento progresivo
del horizonte temporal del hombre en la misma medida en
que la historia ya se ha adelantado- presume acelerar.
Esto desemboca en una devaluacin del pasado como
referencia para la accin (selectiva) presente: el valor que
en otro tiempo se otorg a la experiencia se atribuye hoy a
la posibilidad de manejar efectivamente una enorme cantidad de informacin (Jeannire, 1979: 136-137).
Semejante dislocacin perturbadora de la temporalidad
lineal moderna se concreta, pues, en la aptheia como
la paralizacin cientfista transformadora del exceso
(inasimilable) de informacin en pos de un nuevo nihilismo negativo, de un desierto socio-afectivo-cognitivo
donde la realidad culturalmente construida no alcanza
un mnimo de densidad interpretativo-comprensiva. Paul
Virilio advierte que la repeticin de la informacin (ya
conocida) perturbar cada vez ms los estmulos de la
observacin extrayndolos automticamente y rpidamente no slo de la memoria (luz interior) sino, ante
todo, de la mirada, hasta el punto de que, a partir de
entonces, la velocidad de la luz limitar la lectura de la
informacin y lo ms importante en la electrnica informtica ser lo que se presenta en la pantalla y no lo que
se guarda en la memoria (Virilio, 1998: 51).
En nuestros mercados libres de la memoria-cach se
compra y se vende (en-red) el modo de recuperar y eliminar el recuerdo excedentario, molesto, inoperante de los
archivos temporales (diariamente borrados al comps
de los comandos digitales) de una vida desechable, peligrosa y pesada en cuanto vida, en cuanto experiencia
impredecible de s mismo, de los dems y del mundo. Esa
memoria tecnocrtica, slo instrumentalmente til, ese
contenido sin conexin que se almacena local y temporalmente como huella o registro del efmero trnsito de lo que
es para olvidar, ese (no)-fue de usar y tirar, sin fondo ni
trasfondo evocador, es el que comienza a constituirnos
como extensiones post-orgnicas del ordena-(dor), del
Gran Ordinator de la vida humana y no humana, de la
existencia en la que lo artificial y tecnolgico ejercen un
En nuestro (no)-tiempo post-humano, en nuestras crceles tecno-cientficas del recuerdo encadenado, la superacin de los obstculos biolgicos que limitan la ambicin
terminal del fin de la muerte -en la necesaria adaptacin del cuerpo humano a los nuevos entornos cibernticos y tardo-evolutivos-, el ltimo obstculo para superar lo
constituye la misma dimensin temporal de la existencia.
La digitalizacin de sta slo es posible mediante la suspensin de las bases temporales del ir siendo. De ah
que, con el fin de romper esa barrera impuesta por la
temporalidad humana, el arsenal tecnocientfico se puso
al servicio de la reconfiguracin de lo vivo, en lucha continua contra el envejecimiento y la muerte (Sibilia, 2005:
52-53) ms all del tiempo humano. Por eso defiendo
que el tema del consumo postmoderno de la memoria es
una cuestin fundamental de biopoder, de control absoluto de la vida humana en todas sus dimensiones transversalizadas en los afueras-adentros de la Red como
nueva forma de Ser a partir de la consumacin del olvido
metafsico de la diferencia ontolgica del(os) ente(s).
51
52
entregados en la entrada, etc. son, entre otros, mecanismos de autorreproduccin del espectador-modelo.
El museo -sepulcro del pasado y lugar de resurreccin de
su muerta simulacin-, en todas sus modalidades de
conservacin y coleccionismo patrimonial, de estereotipacin de otredades enterradas y despreciadas en la
defensa del capital cultural occidental, de legitimacin,
en suma, de los intereses de las bases sociales hegemnicas -esas que nunca pierden la oportunidad de aparecer en la fotografa de su festiva inauguracin oficial-, no
son ms que un nuevo espacio hbrido, mitad feria de
atracciones y mitad grandes almacenes (Huyssen,
2002: 44); un Disneyworld de piedra, tela y madera,
podramos aadir, destinado a ese sujeto adulto? que,
en su compulsivo hedonismo insolidario, se vanagloria
de su sensibilidad esttica sin reparar en que la imagen
en conserva anestesia poco a poco la creatividad individual de la imaginacin (Durand, 2000: 136).
Pero esta celebracin meditica de la memoria consumida posee otra vertiente complementaria de consecuencias polticas muy importantes. A la preocupacin
por la restauracin de centros histricos, ncleos rurales
y paisajes hasta hacerlos museos, el auge del mercado
de antigedades, el gusto por la moda retro, la aficin
por la fotografa digital, el video y otros medios electrnicos para el registro empaquetado del recuerdo, el xito
de la literatura autobiografa y testimonial etc., se le
suma en nuestros das un memorialismo poltico vido
de conmemoraciones, el cual enlaza con fenmenos
ligados a las reivindicaciones de las minoras tnico-lingsticas, religiosas, de gnero, de un lado, y los sentimientos nacionalistas, de otra, en el contexto de las reacciones locales-identitarias a los procesos de globalizacin
econmica-social, poltica y cultural, sustentados en la
primaca ontolgica de las Redes de Informacin.
Se trata, por consiguiente, de otro uso tica y polticamente perverso de la memoria: la memoria abusiva de la que
habla Tzvetan Todorov al analizar el papel que, en su opinin, debiera tener el pasado en la constitucin abierta y
dinmica del presente. No oponiendo, de manera simplista, la memoria al olvido, sino considerando el contraste
entre la supresin (el olvido) y la conservacin, para considerar la memoria como fruto de la interaccin de
ambos, el autor insiste en el carcter selectivo del proceso de memorizacin, con lo que ello puede suponer en
una u otra direccin. Ello se complementa, pues, con otra
distincin fundamental entre la pretendida recuperacin
del pasado y la instrumentacin que pueda hacerse de
53
esa tarea recuperadora. Como consecuencia, su reivindicacin del derecho del olvido siempre que ello signifique
prevenirnos de la explotacin de los sufrimientos pasados
como fuente de legitimacin de privilegios y acciones de
dominacin, explotacin y exclusin actuales.
En sntesis, Todorov propone la distincin primordial
entre un uso literal, de una parte, o ejemplar, del otro, del
recuerdo. En el primer caso, la bsqueda opresiva de
una estricta identidad entre lo pasado y lo presente lleva
a una peligrosa represin de ste por parte de aqul: sin
duda, todos tienen derecho a recuperar su pasado, pero
no hay razn para erigir un culto a la memoria por la
memoria; sacralizar la memoria es otro modo de hacerla estril (Todorov, 2000: 33). Sobre todo, quiero recalcar, cuando ello sirve al ejercicio violento de la justicia
como un obstculo para la reconciliacin y re-encuentro
enriquecedor entre diferencias enfrentadas.
54
55
56
Desde esta perspectiva temporal descolonizadora, la mirada al museo debera ser una mirada viva, reposada, reflexiva, inteligente; una mirada al s mismo consciente de que
su extranjera constituyente, de que su complejidad interna
necesita del otro no-objetivado, de la diferencia, respetada
en su propia lgica cultural. Esa nueva mirada, que requiere, por supuesto, nuevas polticas culturales que incluyan
en el fondo y la forma estrategias alternativas de conservacin y exposicin ms transitivas, ms mediadoras, podra
ser una recuperacin de la memoria, y, por tanto, del futuro abierto e indeterminado, basado en el olvido creador,
liberado de las constricciones interpretativas impuesta por
los sistemas de almacenamiento masivo de objetos y de
datos. Al fin y al cabo, insistiendo en lo ya dicho,
lo que hay que captar y teorizar hoy es precisamente de
qu manera la cultura del museo y de la exposicin, en
su ms amplio sentido, suministra un terreno que pueda
ofrecer narrativas de significado mltiples en un momento en que las metanarrativas de la modernidad, incluidas
las inscritas en el propio museo de panorama universal,
han perdido la persuasividad que tenan; en un momento en que hay ms gente vida de or y ver otras histo-
rias, de or y ver las historias de los otros; en que las identidades se configuren en negociaciones estratificadas e
incesantes en el yo y el otro, en lugar de ser fijas y previstas en el marco de la familia y la religin, la raza y la
nacin (Huyssen, 2002: 74).
Por ltimo, invito a preguntarnos: qu tipo de memoria
ser afn a este programa renovador y des-espectaculizador de la experiencia histrica, en un sentido afectivocognitivo? Y, qu modelo de sujeto se constituir a travs de esa recuperacin de una memoria viva y desprogramada? En cuanto a lo primero, habra que abandonar
el ejercicio generalizado de una memoria prctica e instrumental, una memoria tecnolgicamente til en la
seleccin anticipada e inducida de slo aquello que
sirve, en el instante eterno, para la aplicacin de un acto
desconectado y descontextualizado de cualquier otra
experiencia, as imposible como saber a posteriori.
Habra que desechar, en consecuencia, esa memoria sin
memoria, sin pasado, esa memoria amnsica, incurrente en el vaco hiperreal del espectculo simulador de la
nada. Frente a ello, pienso que deberamos tender hacia
una memoria evocadora, vinculada a la experiencia singular del s-mismo, y, por con siguiente, imprevisible,
inesperada, slo acontecida en la contingente interpelacin de lo que nos sale al camino de nuestro ir siendo en
la actividad creadora, no exenta de un profundo sentido
esttico, de nosotros como siempre otros.
En relacin con el segundo interrogante, este sujeto -evocador de mltiples pasados futurizadores- debera abandonar las masas disciplinadas y organizadas con respecto al
Modelo de pensamiento, discurso y accin hegemnicos.
Debera dejar de ser mayora inautntica y trivial, o sea,
tcnicamente predecible en sus comportamientos. Y, a
cambio, (des)-integrarse en las nuevas multitudes como
multiplicidad de sujetos irreductibles (Altamira, 2003:
82); desenvolverse, en lo presencial y lo distal, en las nuevas redes descentralizadas de individuos minoritarios,
autnticos, no-triviales, ajenos a cualquier orden de horizonte existencial limitado al mero reajuste homeodinmico. Pero, por esto mismo, sujetos-proceso, auto-gobernados, dispuestos a formas cualitativamente diferentes de
cooperacin social; nuevas formas de asociacin (dis)-asociadoras en el que el pensar global y el actuar local sea
fruto de la puntual y accidental utilizacin (intelectual) de
segmentos autnomos de recursos ante fines comunes.
Sujetos, en definitiva, (des)-alojados de los Medios Globales en la bsqueda de alternativas socializadoras, re-creados en relaciones comunicativas verdaderamente transitivas, corporeizadas en un t a t Por qu no mediar
Notas
1
3
Koselleck convierte el tiempo histrico en una estructura trascendental de la existencia histrica, as como de la propia escritura de la historia. La determinacin de la diferencia entre el pasado y el futuro, entre
experiencia y expectativa esto es, en s el tiempo histrico- es el marco
insoslayable desde el que se hacen posible el tratamiento historiogrfico
de las fuentes y nuestra misma forma de actuar. De semejante modo,
esta dimensin trascendental de la ciencia histrica y de la historicidad
constituida por el tiempo histrico condiciona la existencia histrica, por
cuanto la diferenciacin entre pasado y futuro da su peculiar forma de
ser al presente; condiciona, pues, el modo de existir en el tiempo como
paciente y agente. En esto se basa la configuracin de la finitud humana (Koselleck, 1993).
4
Bibliografa
57
58
Las identidades, como ltima reserva de la modernidad -Occidental-, han estallado. Su crisis es la de todo
un proyecto civilizatorio y de la representacin que sostena su relato en la comunidad imaginada. El tradicional enfoque binario entre las identidades y las alteridades, que ha sido uno de los dominantes, ha transformado esas dos nociones en esenciales, lo que se ha convertido en un primer obstculo para las polticas
de la diferencia cultural y ha profundizado el conflicto entre las culturas diferentes. En los ltimos aos, las
redes de comunicacin (medios, tcnicas de la digitalizacin, imgenes sin referencias, etc.) estn potenciando adems la visibilidad de un otro que ya no es extico sino una alteridad sin referencia de identidad.
Communication and the Death of Identities: from the Cultural Exotic to Difference
Identities, as the last stand of (Western) Modernity, have gone up in pieces. Their crisis is that of the whole civilising and representational
project which sustained the narrative of the "imagined community". The traditional binary understanding of identities and otherness, which
has been a dominant trend, has turned these twin notions in essentialisms, which has become the main obstacle for the politics of cultural difference, and has deepened the conflict between different cultures. In the last few years, communication networks (media, digital technologies, un-referenced images, etc.) have also empowered the visibility of an "other" which is no longer exotic, but is, rather, an otherness
with no identity referent.
59
60
Al conformar los relatos sobre las identidades y las alteridades, hay dos tpicos sobre los que parece fcil ponerse de acuerdo, el primero de ellos es que ambas nociones mantienen entre s estrechas relaciones. El segundo
punto de acuerdo es que todas las identidades son producidas. El carcter relacional se asume tanto desde la
identidad como desde la alteridad, porque los otros tambin piensan sus relaciones con la mismidad. Lo que
nosotros llamamos instituciones, orden social, filiacin y
alianza se inscribe en el pensamiento de la identidad, de
la alteridad y de la relacin (Aug, 1996: 21). Como
segunda caracterstica fundamental, al abanico de conocimientos y saberes (sociolgicos, histricos y antropolgicos), hay que sumarle los medios de comunicacin y
las nuevas tecnologas de la simulacin, que acentan la
diseminacin de las identidades. Las tecnologas actuales de la virtualidad, a su vez, desde un punto de vista
histrico, nos emplazan de forma novedosa frente a los
Otros. Hay que considerar que los medios tecnolgicos
difunden, para informarnos tanto positiva como negativamente, relatos sobre los Otros que antes eran impensables que fueran contados. Por otro lado, crecen en las
pantallas televisivas y en las redes informticas, las miradas hbridas y mestizas, esos intermediarios complejos,
que profundizan la violencia simblica, al desactivar las
relaciones binarias entre la identidad y la alteridad.
Se podran citar mltiples relatos sobre la importancia
que adquieren contemporneamente las narraciones
sobre las identidades culturales, considerando como en
61
62
63
cio en las universidades y en las agencias gubernamentales. Esta accin afirmativa ha servido para corregir y
compensar formas institucionalizadas de discriminacin que condujeron a desigualdades crnicas (Garca
Canclini, 1999: 110).
64
Pero el procedimiento que se sigue consiste en hacer predominar a los grupos a los cuales se pertenece por nacimiento, por el peso de la biologa y de la historia, sobre
los grupos de eleccin y sobre las mezclas, es decir,
sobre el mestizaje. En ese contexto hasta la lengua los
ayuda, porque en ingls no existe un trmino equivalente a la nocin de mestizo. Mientras que en francs, espaol y portugus las palabras mtis, mestizo y mestio tienen un uso extendido. Relatos de antroplogos e historiadores de Estados Unidos, que se ocupan de otras sociedades, incorporan la palabra en francs o en espaol, y
el diccionario de Oxford la incluye como sinnimo de
half-caste, en el caso de que exista la intencin de referirse a espaoles o portugueses. Con sentido despectivo
hay relatos que utilizan los trminos: miscegenation, halfbress, mixed-blood. Nstor Garca Canclini (1999: 109)
cita otro dato de inters: Algunos antroplogos y lingistas () emplean creolization para designar las mezclas
interculturales, palabra que alude a la lengua y a la cultura creadas por variaciones a partir de la lengua bsica
y de otros idiomas en el contexto del trfico de esclavos.
Se consideran, al aplicar creolization, las mezclas que el
francs ha tenido en Amrica y el Caribe (Hait,
Guadalupe, Martinica) y en el Ocano ndico (las Islas
Reunin y Mauricio), o el portugus en frica (Guinea,
Cabo Verde), en el Caribe (Curazao) y Asia (India, Sri
Lanka). Como la palabra creolization presenta tensiones
paradigmticas entre los pares oralidad y escritura, sectores ilustrados y sectores populares, centro y periferia,
en un continuum de diversidad, Ulf Hannerz (1992 y
1996, 1997) recomienda extender su uso en el mbito
transnacional para denominar los procesos de confluencia cultural que se caracterizan por la desigualdad de
poder, prestigio y recursos materiales. Mientras que
douard Glissant propone denominar criollizacin al
incremento de las mezclas culturales propiciadas por la
diversidad entre culturas.
Garca Canclini (1999: 109) utiliza este aspecto lingstico para sealar que esa ausencia de la palabra mestizo
en ingls (nocin que designa las mezclas en sentido
positivo y que se encuentra en las lenguas latinas), es un
sntoma del modo en que se tratan y se relatan estos
asuntos en Estados Unidos. Es conveniente diferenciar
la metfora del melting pot [teora que se origina en el
65
66
Un mundo siguiendo ahora a Marc Aug (1992, 1993)que se ha encogido y estrechado, donde las imgenes y
las informaciones circulan aceleradamente, y por lo tanto,
se borra la dimensin mtica de los dems. Suele afirmarse que la industrializacin de la cultura es la que est
contribuyendo con ms fuerza a homogeneizar el mundo.
Hay que tener en cuenta, en ese contexto, la creacin de
formatos industriales, aun para algunas artes tradicionales y la literatura; la difusin masiva gracias a las tecnologas de la reproduccin y comunicacin; el reordenamiento de los campos simblicos bajo un mercado que controla unas pocas redes de gestin, casi todas transnacionales; todas esas caractersticas tienden a la formacin de
pblicos-mundo con gustos semejantes.
Nos encontramos con una figura extraa que ya no es el
Otro de los Nuestros (la alteridad de la identidad) sino un
Otro sin ms correlato identitario. Es decir, son los Otros
sin ms. Como esa extraa figura del extranjero que no
es una alteridad propiamente dicha, ni tiene una identi-
Pero ya no nos encontramos en el mundo de los exotismos en el que vivi Vctor Segalen, porque India,
Japn, China, Hong Kong se han vuelto destinos tursticos, de inversiones y de viajes comerciales para
millones de occidentales. Por lo tanto, el Oriente se
pliega con el Occidente.
Ulf Hannerz (1998: 27-28) menciona como caracterstica actual la inexistencia del otro como algo distante,
seala que no hay Hombre primitivo, sino una mezcla y un continuum de compromisos directos y negociados. James Clifford (1995: 29) expresa que este siglo
ha visto una drstica expansin de la movilidad incluyendo el turismo, el trabajo migratorio, la inmigracin y
el crecimiento urbano. Cada vez se incrementa el
nmero de personas que viajan, con la ayuda del trnsito masivo, los automviles, los aviones. Poblaciones
extranjeras se encuentran en las ciudades de los seis
continentes, mezclndose casi siempre en modas parciales y especficas. Lo extico est incmodamente cerca.
Recprocamente, no parecen quedar lugares distintos
en el planeta donde no se pueda sentir la presencia de
los productos, los medios y el poder modernos. La vieja
topografa y las experiencias de viaje han estallado. Ya
no nos alejamos de casa seguros de encontrar algo radicalmente nuevo, otro tiempo, otro espacio.
Bibliografa
67
70
Para comprobar el espacio que la prensa dedicaba a la conservacin del patrimonio cultural, el ICCROM
investig en 1989 las ediciones de dos importantes diarios franceses (Le Monde, Le Figaro) e italianos (Il
Corriere della Sera, La Repubblica). El estudio concluy que ese porcentaje no superaba el 5% respecto al
total de informacin, pero sobretodo revel la falta de dilogo entre responsables de la conservacin y de la
comunicacin. Con el propsito de cubrir estas lagunas, el ICCROM ide el Media Save Art; durante una
semana el patrimonio fue el protagonista absoluto de la informacin, y a partir de entonces se inici una destacada andadura en materia de concienciacin. Ninguna institucin como el ICCROM ha acercado tan sensiblemente el patrimonio y los medios de comunicacin.
Crecer con los medios. Museo Arqueolgico de Sevilla. Juan Carlos Snchez de Lamadrid
71
72
No son slo noticia las catstrofes o los acontecimientos sensacionales como la destruccin de los Buda de
Bamyan en Afganistn, el derrumbamiento de la cpula de la Baslica de San Francisco de Ass o la restauracin del Cenacolo de Leonardo da Vinci en Miln, aunque continan protagonizando las portadas de los
peridicos. Los artculos recibidos en la ltima edicin
del concurso hacan hincapi, de hecho, en problemas
concretos como el trfico ilegal de obras de arte3, excavaciones clandestinas, el desarrollo urbano y la ausencia de planes reguladores, el vandalismo y la gestin
del turismo. Algunos reportajes de investigacin tenan
el aspecto de verdaderas campaas de prensa con
capacidad para movilizar a la ciudadana contra determinadas disposiciones normativas, o para recaudar
fondos para la recuperacin de un monumento en riesgo4. Estos ejemplos son esperanzadores y demuestran
que la colaboracin entre el mundo de los medios y el
de los bienes culturales es posible.
A pesar del creciente inters de los medios por el patrimonio, los responsables de la conservacin continan
alimentando cierta reserva en relacin con la prensa y
reprochan a los periodistas:
El gusto excesivo por lo sensacional, la polmica y el
escndalo. Todava slo es noticia lo que va mal o los
grandes eventos mediticos.
#
Artculos
Diarios
Periodistas
Pases
1991
1997
1999
2001
291
101
88
15
150
53
54
23
338
92
102
46
395
123
132
56
Haciendo balance de las tres ediciones ms bien, cuatro, teniendo en cuenta la edicin de 1991- se puede
afirmar que en diez aos la relacin entre bienes culturales y medios de comunicacin de masas sin duda ha
mejorado. En todos sitios se ha producido un progresivo aumento de los artculos sobre patrimonio en correspondencia con un mayor inters del pblico por las iniciativas culturales.
73
# La ausencia de informacin peridica sobre los problemas reales de la conservacin y la gestin del patrimonio. Su inters es fragmentario y discontinuo.
# La
# El prejuicio existente de que la tutela de los bienes culturales y del territorio es un tema aburrido para el pblico. Esto vale sobretodo para la televisin donde rige la
frrea ley de las audiencias, y donde la mayor parte de
las retransmisiones de carcter cultural se emiten en
franjas horarias de menor audiencia.
Por su parte, los periodistas reprochan a los profesionales del patrimonio:
74
75
vencin y entrar en contacto con los restauradores. Particularmente interesante es el proyecto Abierto por restauracin llevado a cabo durante la restauracin de dos centauros de bronce conservados en el Museo Capitolino de
Roma. La intervencin realizada por el Centro de Conservacin Arqueolgica (CCA) tena como prerrogativa el dilogo con el pblico. Para permitir una participacin
amplia, se construy una tarima en torno a las esculturas
sobre las que trabajaban los restauradores ante las miradas de los visitantes. Alrededor de la tarima se haban instalado paneles con textos breves en italiano e ingls que
ilustraban el conjunto de operaciones e investigaciones
necesarias antes de una intervencin de conservacin.
Un reloj, actualizado cada semana, informaba sobre el
estado de los trabajos, midiendo el tiempo que restaba
para su culminacin. Paralelamente, se haban organizado actividades destinadas a favorecer la mejor comprensin de la complejidad de la labor de conservacin7, y dos
concursos, uno literario y otro grfico, dirigidos a las
escuelas, con la intencin de suscitar emociones y consolidar el recuerdo de la visita al museo.
# Promover
iniciativas que pongan de manifiesto la vulnerabilidad del patrimonio y animen a la participacin activa del pblico en su defensa. Es ste el objetivo ltimo
de la sensibilizacin, que es un proceso que se desarrolla en tres fases: aprendizaje, toma de conciencia y reaccin. En la primera fase se adquiere la nocin de unicidad y valor del patrimonio; en la segunda se toma conciencia de su fragilidad y en la tercera se acta para protegerlo. Por ejemplo, si la administracin local ha autori-
0%
0%
0%
0%
0%
0%
0%
0%
76
Bibliothque du voyager
(Gallimard)
0%
5%
0,3%
1,9%
Le Guide du Routard
(Hachette)
0%
3,6%
Handbook (Footprint)
0,3%
0%
Lonely Planet
1,5%
4,8%
Porcentaje de
patrimonio cultural
Porcentaje de
patrimonio natural
# Las estatuas, los monumentos y los viejos muros no son paredes rocosas para escalar. Han sobrevivido a siglos, son antiguos
y frgiles y podran daarse bajo vuestro peso. Evitad subirse
sobre ellos para hacer fotografas o ser fotografiados.
# Es verdad que el deseo de inmortalidad es innato en la naturaleza humana. Sin embargo, resistid a la tentacin de grabar vuestro nombre o de manifestar vuestros pensamientos sobre las
columnas, paredes y monumentos de los lugares que estis visitando.
77
El objetivo del encuentro era examinar juntos la posibilidad de introducir un mensaje de sensibilizacin
sobre la vulnerabilidad del patrimonio cultural en sus
publicaciones. Los editores, que no se haban detenido nunca en este aspecto, mostraron inters expresando su voluntad de colaborar con el ICCROM y la
UNESCO.
Un ao despus de la celebracin del encuentro se
haban obtenido resultados concretos. Lonely Planet
Francs, Michelin Guide Vert y Touring Club Italiano
redactaron un texto de sensibilizacin (ver adjunto)
siguiendo las indicaciones del ICCROM10 para introducirlo en las siguientes publicaciones y reediciones.
Despus del xito obtenido, el ICCROM decidi probar
con otros sectores del turismo. Un segundo seminario,
siempre sobre el mismo tema, fue organizado en septiembre de 2005 en colaboracin con la UNESCO11.
Esta vez los participantes eran los representantes de los
Oficinas Nacionales de Turismo en Roma y algunos
operadores tursticos encargados de promover el turismo sostenible. Se pretenda comparar las distintas
experiencias y examinar el modo ms idneo para
difundir un mensaje de sensibilizacin.
Particularmente interesante fue la intervencin del operador turstico I Viaggi del Ventaglio sobre la evolucin
del perfil del turista medio durante estos ltimos diez
aos. El nuevo turista no busca slo el placer de tipo
sol, mar y arena para tumbarse. Desea conocer y comprender mejor el pas que visita y se documenta antes
de la salida. Quiere vivir nuevas experiencias y est
preparado para renunciar a cierto confort a cambio de
encontrar lugares intactos, no arruinados por el turismo de masa.
78
Conscientes de esta nueva tendencia, algunos operadores tursticos ofrecen paquetes de viajes que incluyen,
adems de las prestaciones habituales, actividades de
proteccin del ambiente natural para llevar a cabo junto
a las comunidades locales.
La UNEP (United Nations Environment Programme)
apoya una asociacin de operadores tursticos TOI
(Tour Operators Iniziative)- encargados de promover un
turismo sostenible, compatible con la defensa del
medio ambiente. No sera difcil, por tanto, implicar a
esta asociacin en nuestra campaa, e incluir tambin
informacin relacionada con la conservacin del patrimonio cultural.
Los operadores tursticos adheridos a TOI estn dispuestos a colaborar con nosotros, pero condenan la
ausencia de informaciones claras y precisas sobre este
tema. Depende de nosotros, por tanto, responsables
de la conservacin del patrimonio cultural, ofrecer
informaciones de fcil comprensin sobre la fragilidad
del patrimonio y sobre el significado de la conservacin. Los profesionales del turismo encontrarn el
modo y los instrumentos ms apropiados para difundir
este mensaje entre los viajeros, convirtindose en
nuestros mejores aliados.
Notas
Bibliografa
El ICCROM (Centro Internacional para el Estudio de la Conservacin y Restauracin de Bienes Culturales) es una organizacin intergubernamental creada por la UNESCO en 1956 con el objetivo de preservar el patrimonio cultural en todo el mundo. Desarrolla su actividad a travs de cinco funciones
establecidas en su estatuto: Informacin, Investigacin, Cooperacin, Formacin y Sensibilizacin. Para una informacin ms detallada puede visitar su
web www.iccrom.org
El tema del trfico ilegal de las obras de arte ha sido tratado especialmente por los periodistas de pases africanos donde este fenmeno est muy
extendido gracias a la complicidad de los comerciantes de arte y algunas
casas de subasta.
El cartel, creado en 1996, est por todas partes en el Louvre y es distribuido sistemticamente al alumnado que reservan la visita del museo.
6
9
Le Guide du Routard ha introducido en sus textos La charte du Routard,
que consiste en una serie de recomendaciones sobre el comportamiento del
turista en el extranjero. En 1997, Lonely Planet, junto a un grupo de operadores tursticos, como Atalante, Grands Reportages, Aigle e Trek, ha creado una
Charte thique du voyageur, disponible tambin en su web.
10
El texto del ICCROM distribuido a los editores fue redactado a partir de una
investigacin desarrollada entre los responsables de los sitios arqueolgicos
ms visitados, como Pompeya, el Coliseo y Petra.
11
El seminario Developing Tourism and Protecting Cultural Heritage: a Challenge for the Twenty-First Century fue financiado en parte por la oficina de la
UNESCO en Venecia.
8
La seleccin de las guas se ha realizado en funcin de su popularidad
entre los viajeros y a la diversidad de polticas editoriales. Las guas preseleccionadas fueron: Fodors, Footprint, Gallimard, Guides Bleus y Guide du Routard (Hachette), Lonely Planet, Guides Verts y Guide Nos (Michelin), y Touring Club Italiano.
79
80
La presentadora de Mucho Viaje lo repite siempre al final de cada programa: viajar os har ms felices. Con
ste y otros argumentos, la prctica turstica se ha convertido en nuestras sociedades modernas en una
obligacin vital para buena parte de la poblacin. Sabemos que los procesos de patrimonializacin no permanecen al margen de esta tendencia, y que los lugares ms inverosmiles se envuelven de autenticidad al
servicio del desarrollo turstico. Padecemos la enfermedad contempornea de la nostalgia... y para ella los
medios de comunicacin recrean una imagen del mundo, validan significados sobre otros pueblos y culturas,
generan visiones sobre ellos. Los lugares se eligen para ser visitados porque hay una experiencia anticipada,
aqulla que a travs de fantasas y sueos construidos y sostenidos por prcticas no tursticas, como son el
cine, la televisin, la literatura, revistas, discos o vdeos, fabrican y refuerzan la mirada del turista.
Insights into Cultural Heritage. Visual Constructions of Tourist Destinations in the Media.
The Mucho Viaje TV host repeats it at the end of each show: travelling will make you happier. With arguments like these, in our modern
societies tourist practises have become a vital imperative for a large part of the population. We know that the processes of cultural inheritance are not free from this trend, and that even the unlikeliest places are suddenly lit by an aura of authenticity in order to better serve
tourist development. We suffer the contemporary illness of nostalgia... and, in order to cure it, contemporary media recreate an image of the
world, they validate meanings about other nations and cultures, they generate specific visions of them. Places are chosen as destination
because there is an anticipation about them, which, through fantasies and dreams constructed and sustained by non-tourist practises, such
as cinema, TV, literature, magazines, records or video, construct and reinforce the tourist gaze.
81
Introduccin
Nos aproximamos al estudio de las relaciones existentes entre medios de comunicacin, turismo y patrimonio a travs de un doble objetivo: por un lado, analizar
cmo se configura y transmite una imagen del patrimonio y las culturas en los medios de comunicacin de
informacin convencionales, y su vinculacin con la
experiencia, la prctica y el mercado tursticos; para
ello, y en segundo lugar, abordamos un estudio comparativo entre dos canales de comunicacin caracterizados por su potencial en la construccin de imgenes
visuales: prensa y televisin. La observacin centrada
en la presencia y el tratamiento dado al patrimonio
desde ambos tipos de medios, as como en los discursos predominantes, ha sido la herramienta fundamental para alcanzar dichas finalidades.
Metodolgicamente hemos elegido una serie de programas televisivos y diarios de la prensa nacional
para analizar y comparar los discursos existentes en
funcin de distintas variables, diferenciando entre
productos elaborados especficamente con la temtica viajes, fundamentales para acceder de forma
ms directa a las imgenes y discursos predominantes, respecto a otros espacios de inters general,
donde la presencia del patrimonio y otras culturas se
diluye en la generalidad de un producto de caractersticas y objetivos muy diferentes, y que no han sido
objeto de este artculo.
82
De manera que los productos mediticos seleccionados han sido los siguientes: por un lado, dos espacios
televisivos de mbito regional, Canal Andaluca Turismo (Canal 2 Andaluca), de inters por su alto componente institucional, y Viaje al sur, emitido los sbados
por la maana en Canal Sur TV. La eleccin de estos
programas permite realizar una comparacin con otros
analizados de similares caractersticas pero de difusin
nacional, que han sido Muchoviaje, Meridianos y Pilot
Guides (los tres del canal 2 de TVE). Por su parte, del
medio impreso se han analizado dos suplementos
especiales del diario El Pas y El Mundo: El Viajero (de
periodicidad semanal) y Viajes (mensual), editados
respectivamente por estos peridicos nacionales.
Como se ha comentado, todos son productos creados
con una temtica muy definida, que encuadramos en
una categora que podramos denominar viajes.
Tres hiptesis de partida sostienen la motivacin y
desarrollo de nuestra reflexin:
de comunicacin permiten el desplazamiento en trminos fsicos y virtuales. Pero el turismo es, ante todo,
una experiencia visual, condicionada por las imgenes
socialmente construidas que configuran una mirada
cultural determinada por el contexto y, por tanto, cambiante en funcin de la sociedad, el grupo social y el
periodo histrico. De manera que el turista, en sus
visitas, se aproxima a los destinos con una mirada
aparentemente personal y subjetiva, pero sta es casi
siempre colectiva, modelada por la cultura (Hernndez
Ramrez, 2004).
Esta mirada socialmente organizada (Urry, 1990: 1) de
los lugares y de las gentes a travs de imgenes anticipadas hace que uno de los objetivos primordiales del
viaje consista en ver lo que anteriormente fue presentado como significativo por los distintos medios y agentes
sociales de comunicacin, ya que la anticipacin del
lugar no es slo resultado de la labor promocional de
los sectores tursticos. Como ya se ha dicho, los medios
de comunicacin de masas en general son los principales constructores de la imagen del mundo, difundiendo
representaciones que producen significados sobre otros
pueblos y culturas, generando una mirada sobre ellos.
La constante presencia e influencia que ejercen los
medios de comunicacin en la experiencia e imaginario
colectivos ha llevado a algunos autores (Lash y Urry,
1994: 348) a proclamar el fin del turismo, aludiendo al
hecho de que todas las personas son turistas la mayor
parte del tiempo, en su cotidianeidad, ya sea experimentando una movilidad literal o slo una simulada por
medio del flujo continuado de signos mltiples e imgenes electrnicas. Desde estos planteamientos, se sostiene que la mirada turstica est presente y relacionada
con otras prcticas sociales y culturales de los individuos
en nuestras sociedades, de manera que forma parte de
la experiencia contempornea (Urry, 1990: 74).
Estemos de acuerdo o no con esta afirmacin, no cabe
duda de que una proporcin sustancial de poblacin de
las sociedades modernas participa en/de la prctica
turstica, y los lugares se eligen para ser mirados porque hay una experiencia anticipada, especialmente a
travs de fantasas y sueos construidos y sostenidos
por prcticas no tursticas, como son el cine, la televisin, la literatura, revistas, discos y vdeos, que construyen y refuerzan la mirada del turista (Urry, 1990: 3-4).
As aprendemos qu, cmo, cundo y dnde tenemos
que mirar. Para John Urry, el modo de mirar es una prue-
83
A lo paparazzi. Vic G.
84
85
86
El viajero-turista. La des-diferenciacin
en la postmodernidad
Prueba de que el turismo sea una prctica social,
asociada al valor del movimiento y desplazamiento,
que configura la identidad del hombre moderno, es el
debate viajero versus turista, que refleja dos miradas,
dos formas de concebir/representar las motivaciones
que conducen a viajar, aparentemente diferentes y
contrapuestas, debate presente de manera ms o
menos expresa en todos los espacios mediticos analizados, a travs del propio formato del programa (por
ejemplo, con la presencia o ausencia de presentador
en los espacios televisivos, su esttica y comportamiento) hasta el tratamiento dado a los contenidos,
con alusiones directas a ambas figuras, viajero y
turista, caracterizadas y evaluadas siempre en trminos de contraposicin.
Para Lash Urry (1990: 59) la mirada turstica puede
tomar dos formas: la romntica y la colectiva, correspondientes a las formas de organizacin posibles de la
industria turstica. Mientras que el viajero responde a una
visin romntica de bsqueda de experiencias nicas e
individualizadas, alcanzando en la alteridad autntica
el desarrollo personal, el turista masificado depreda consumiendo estereotipos, siendo acusado de superficialidad, gregarismo y amenaza. En los textos mediticos
analizados, la mirada turstica de corte romntico parece
en alza alinendose con la figura del viajero intrpido,
con iniciativa propia, que se pierde en busca de lo excepcional y singular, frente al turista masificado, que deteriora la belleza del lugar. En este sentido, son continuas
las referencias de los suplementos de viajes citados de
los diarios El Pas y El Mundo: Siguiendo el camino hacia
Camelle se encuentra el pueblo pesquero de Santa Maria, con su pequea playa an sin conquistar por el turismo (El Viajero, 1 de julio de 2006)
frusleras. ste es un claro ejemplo de rechazo al turista estereotipado como forma institucionalizada organizada que anula toda posibilidad de experiencia individual excepcional y nica. Para Urry (1990: 79), precisamente, una de las caractersticas del postmodernismo es el rechazo a aceptar el trato como parte de una
masa indiferenciada. La gente desea ser tratada de
manera singularizada, sentimiento potenciado por la
industria publicitaria que incita la bsqueda de un estilo de vida personalizado que oferta la diferenciacin
como estrategia para fomentar el consumo. Sin embargo, no nos sorprende cmo en un recuadro inserto en
el mismo texto comentado de Xavier Moret, aparece
una Gua prctica con informacin de touroperadores
que ofrecen, por ejemplo, un paquete llamado Paisajes
de Laos: 11 das siguiendo el curso del Mekong, que
incluye billetes, alojamiento con pensin completa, traslados y guas de habla castellana. La Gua prctica es
un recurso que acompaa a la mayora de los textos
publicados en el suplemento El Viajero de El Pas.
En los programas de televisin analizados se encuentran algunas diferencias entre los que son conducidos
87
por presentadores y aquellos que slo estn comentados por una voz en off. Meridianos (emitido todas las
tardes en la 2 de TVE) no tiene presentador; una voz
en off apoya la narracin con las imgenes. Es un
recorrido por los lugares y sus gentes, por escenas cotidianas seleccionadas sin ningn criterio aparente, sin
ruta, adoptando el programa forma de encuentros
fruto de la casualidad. Por tanto, transmite una idea
consistente en mostrar un lugar a partir de la vida diaria y las ancdotas de sus habitantes, en contraste con
los recorridos planificados-guiados realizados en
otros programas a travs de los sitios/iconos emblemticos de cada lugar. El modo de mostrar un lugar
de Meridianos corresponde con las frmulas del viajero que transita sin rumbo determinado. Al mismo tiempo, el estilo narrativo documental potencia los valores de objetividad y neutralidad, con funcin informativa, que caracterizan a este gnero.
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90
Casa Arza. Abstnganse quienes gusten de casas rurales de diseo pensadas slo para los huspedes, y
sean bienvenidos los que busquen la autenticidad del
espritu primigenio del turismo rural, el de convivir con
la gente que vive y trabaja el campo (...) para disfrutar
de un fin de semana de inmersin rural.
(...) Se puede colaborar en trabajos de la huerta y la
granja; por ejemplo, ordeando vacas, o haciendo quesos o jabn.
(El Viajero, 1 de julio)
Pero la idealizacin y venta del mundo pasado no significa la exclusin de lo nuevo, que tambin encuentra cabida en la oferta. En este mismo extra sobre
Galicia (El Viajero del 1 de julio), aparece una seccin Agenda: Santiago actual, que promociona una
visita guiada que explora y explica arquitecturas
actuales que conviven con el esplendor romnico y
La construccin de escenarios
mitificados. Imgenes para las
imgenes
El turismo requiere ciertos mitos para atraer visitantes
sacralizando personajes y espacios como objetos de
culto y peregrinacin. La literatura y el cine, en el discurso meditico que promociona los destinos tursticos, son
importantes fuentes de imgenes y mitos construidos.
Es frecuente, por ejemplo, que los autores de los textos
analizados de la prensa escrita acudan a referencias de
obras literarias para la descripcin de lugares. Tambin
son importantes aquellos que han servido de escenario
o fuente de inspiracin de obras literarias, del mismo
modo que se usan como reclamo turstico las biografas
de grandes escritores y los lugares escenarios de sus
vidas. En un reportaje titulado Viaje de autor. Nadando
con Kafka (El Viajero, 1 julio), Csar Antonio Molina
(director del Instituto Cervantes) asume el papel de viajero romntico que bucea en la memoria de la ciudad de
Praga a travs de la memoria personal de Kafka (sus diarios). El escritor selecciona y reconstruye una imagen de
la ciudad a partir de otra, la construida por Kafka, material para la recreacin propia de cada lector.
En ocasiones, la belleza de los textos les otorga entidad
de producto de consumo; es decir, an siendo instrumentos de promocin, la lectura y viaje virtual podra
convertirse en ltimo objetivo. La forma y estilo cuidado
que adoptan los textos los aproxima a la literatura. En
algunos casos sus autores son escritores, tendencia
generalizada en el suplemento El Viajero de El Pas, aunque, el estilo literario es generalizado.
Las imgenes de la industria cinematogrfica tambin sirven a los intereses de la promocin turstica. El cine modela una novedosa perspectiva del lugar que nace cuando el
espectador se identifica con la temtica, los personajes o
el sitio visto en la gran pantalla (Hernndez, 2004). El que
fue espectador y luego turista percibe y aprecia el destino
de un modo particular. De esta forma, se promocionan
destinos que han sido escenarios de pelculas:
alseor. Mercedes lvarez ambient en el entonces deteriorado casern varias escenas de su hermosa pelcula.
(El Viajero, 1 de julio)
En un fragmento citado ms arriba sobre el Hotel de las
Hadas (en Colima, Mxico) comprobamos el uso de las
estrellas de la gran pantalla para la promocin del
lugar. Las instituciones y administraciones pblicas
buscan la promocin de los destinos facilitando localizaciones para el rodaje de pelculas. Los lugares se
transforman, se adaptan y adquieren significados distintos, que condicionan la experiencia del visitante,
transmutndose en escenarios que estimulan sus fantasas, una realidad espectculo sin conflicto. Para
Manuel Jorge Lombardo (2005: 88-89), difuminadas
las fronteras entre realidad y espectculo, los lugares
son espacios invadidos por la imagen donde el referente es siempre otra imagen, otro discurso que se interpone en un gran palimpsesto audiovisual que tapa y obstruye toda posibilidad de acceso al referente original.
En esta dinmica, los lugares, cualquiera que sea el
destino promocionado, aparecen reflejados desde su
lado ms dulce, eludindose los aspectos que puedan
oscurecer la experiencia del viaje para adaptarse a las
actividades propias de la mirada del turista. Los recuerdos de Sancho Gracia, que narra sus vivencias en una
seccin del suplemento El Viajero titulada Trotamundos, son reelaborados para ajustarse al discurso de la
aventura. En Un largo viaje a Uruguay narra la experiencia de su infancia cuando emigr con su familia; el
texto aade tintes de aventuras (su primer gran viaje,
una odisea) a lo que pudo ser un momento traumtico
en la vida del actor, contribuyendo a su banalizacin.
En uno de los programas de Meridianos, Las fiestas
de Ro, se muestra la cara ms alegre de la ciudad
brasilea: playas, mujeres, tangas... porque en Brasil la jornada laboral acaba siempre con buen humor.
Cualquier pretexto es bueno para una samba al final
de la jornada. Sin embargo, dice el narrador, la
vida no es siempre fcil en Ro, especialmente en las
favelas. Esta parte de la ciudad se muestra a travs
de la vida de un chico que ayuda a los nios a no
entrar en el mundo de las drogas mediante la prctica de surf. El reportaje vuelve a recuperar la msica
y el tono desenfadado con escenas de chicos divirtindose en la playa, ofreciendo la imagen ms agradable (la solidaridad, la amistad), aunque se nutran
de los tpicos, retroalimentndolos. El turista no ve
cosas, sino reconoce signos, clichs tursticos (URRY,
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Este discurso hace que los lugares sean iguales, aunque se presenten como singulares. Todos los sitios son
equivalentes como lugares potencialmente visitables
(Coleman y Crang, 2003: 23). En Galicia podemos
encontrar naturaleza, aventura, playas, historia, tradicin, gastronoma, ciudades, ruralidad... Tambin en
Asturias y en cualquier otro sitio que se promocione. En
esta dinmica, cada lugar comprime el mundo. As lo
expresa muy bien la promocin institucional de la
Comunidad de Madrid: Madrid, tu mundo. Sea cual
sea tu mundo, tu mundo est en Madrid. Para Lash y
Urry las tcnicas contemporneas son tales que cualquier lugar se puede fabricar de manera que las personas se ven envueltas en una red de signos cada vez
ms semejantes que se fabrican y se tornan a fabricar
En el suplemento El Viajero de El Pas hay una apartado titulado Tendencias. El da 1 de julio apareca
publicado en esta seccin Ciudades en el escaparate.
Los ayuntamientos buscan iconos para crear imgenes
de marca acompaado del siguiente texto: De Tokio a
Valencia, la ltima tendencia en promocin turstica y
cultural se llama city marketing. Estrategias para
crear sellos de calidad en los que caben logos o monumentos (...) De Sydney a Singapur, pasando por Barcelona o Valencia, las ciudades compiten a golpe de
lemas y logos que consigan vender iconos arquitectnicos, identidad cultural y un estilo de vida atractivo.
Junto a esta informacin, en esta misma seccin, bajo
la rbrica Destinos de temporada. Paisajes que quitan
el hipo, se analiza la importancia de los folletos en el
marketing y la creacin de imgenes: Es una de las 52
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Bibliografa
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96
La divulgacin del patrimonio arqueolgico en los medios de comunicacin ha aumentando y se han diversificado ms las temticas abordadas. Sin embargo, el tipo de discurso presente en los medios de comunicacin, principalmente diarios y semanarios, difiere bastante del utilizado por la comunidad arqueolgica.
Ante el creciente inters del pblico por la arqueologa es cada vez ms necesaria una reflexin sobre las
prcticas discursivas en el mbito arqueolgico, de cara a facilitar un mayor entendimiento con quienes directamente difunden el conocimiento arqueolgico fuera del mbito acadmico y contribuyen a un mayor acercamiento de la disciplina a la sociedad.
The popularity of archaeological heritage in the media has grown, and the subject matters engaged have diversified. Nevertheless, the
kind of discourse present in media - chiefly newspapers and weeklies - differs to a large extent from the one used by the archaeological
community. Given the increasing public interest in archaeology, it is ever more necessary to draw a reflection on discursive practises in
the archaeological realm, in order to provide a better dialogue with those that directly broadcast archaeological knowledge outside the
academic field, and who contribute to reduce the gap between this discipline and society.
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Introduccin
Cuando nos estamos acercando ya al final de la primera dcada del siglo XXI, las principales caractersticas
del discurso divulgativo del patrimonio arqueolgico en
los medios de comunicacin no difieren demasiado de
las observadas a finales de la dcada de los 90
(Ascherson, 2004; Finn, 2003; Ruiz Zapatero, 1996a y
1996b; Ruiz Zapatero y Mansilla, 1999). Si bien, se
pueden apreciar algunos matices diferenciales, como la
mayor incorporacin de los soportes digitales y el creciente protagonismo del discurso visual. El objetivo de
este artculo es reflexionar sobre el hecho de que siguen
vigentes dos diferentes tipos de discurso divulgativo del
patrimonio arqueolgico, el que se circunscribe al mbito acadmico y aqul que est presente en los diferentes medios de comunicacin. Por tanto, para lograr una
adecuada divulgacin del patrimonio arqueolgico es
fundamental una mayor aproximacin entre estos dos
tipos de discurso. Para ello hace falta en primer lugar
una mayor sensibilidad y conciencia de la relevancia de
la divulgacin en s y en segundo lugar una reelaboracin de los discursos acadmicos. Esto hace referencia
no tanto a una banalizacin de los contenidos, como a
la bsqueda de formas ms eficaces de comunicacin.
Lo que supone tener en cuenta el referente y la experiencia de otros mbitos profesionales tradicionalmente
orientados al pblico como el periodismo, la literatura,
la publicidad y la mercadotecnia.
Hoy, como a finales de la dcada de los 90 (Ruiz Zapatero y Mansilla, 1999), el discurso sobre arqueologa en los
medios de comunicacin presenta las siguientes caractersticas: (1) ofrece una visin positiva de la arqueologa;
(2) refleja el aumento de la sensibilidad social hacia el
patrimonio arqueolgico; (3) muestra que los cambios en
el tipo de discurso han sido ms superficiales que profundos en cuanto al tratamiento dado al tema.
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rios, egiptomana y algn otro. En relacin con esta temtica destaca el trabajo de Funari (2006) que, ante el atractivo que ejerce Egipto en la sociedad y entre los escolares
en particular, realiza una interesante recopilacin de informacin relativa a las ideas sobre Egipto y su aplicacin en
la enseanza de la historia en Brasil. Un tema, el de la
egiptomana, que ha suscitado el inters de los investigadores, especialmente en los mbitos donde ha tenido una
mayor repercusin como son la publicidad (Talalay, 2004;
Ucko, Quirke y Sully, 2006) y la pequea pantalla (Schadla-Hall y Morris, 2003). Un ejemplo ms de estas tendencias es Revista de Arqueologa la publicacin espaola de
divulgacin arqueolgica ms veterana, con ms de veinte aos (Mansilla 2003), y que a partir del ao 2000 da
un giro radical a su lnea editorial, por el cambio de editor,
y opta por un planteamiento ms light y una orientacin
hacia la Egiptologa siguiendo los intereses personales de
su nuevo director (www.ciao.es/Revista_de_Arqueologia_del siglo_XXI__Opinion_1019474).
En Espaa la arqueologa ha ganado mucho espacio en
el terreno de los medios de comunicacin durante los ltimos aos. Basta pensar en la abrumadora presencia de
Atapuerca en todos los medios, la atencin prestada a
hallazgos punteros de los ltimos tiempos como el Hombre de Flores o recientemente la Hija de Lucy, los numerosos documentales de TV, empezando por el propio Atapuerca de Javier Trueba, La Especie Humana (Bourdial,
2002) y la impactante Caminando entre Caverncolas de
99
100
Cul ha sido la contribucin de los medios de comunicacin a la divulgacin del patrimonio arqueolgico?
Es evidente que los medios de comunicacin desempean un destacado papel en la visibilidad de la
arqueologa como ciencia y del patrimonio arqueolgico. Si bien con una focalizacin en los aspectos ms
llamativos, los grandes hallazgos, los resultados espectaculares y en el contexto espaol, el caso de Atapuerca como yacimiento paradigmtico. Por ello, la labor
pendiente es lograr transmitir la conexin entre los
hallazgos, los resultados, incluso entre los titulares
impactantes del tipo canibalismo en la Prehistoria, y
el proceso que lleva a esos hallazgos e interpretaciones, es decir, la investigacin en s. Un tema que es
especialmente importante en relacin con la prensa
local donde se aprecia una concentracin mayor de las
informaciones sobre arqueologa en determinadas pocas del ao. Principalmente el verano, que coincide
con las campaas de excavacin, frente a los otros
meses en los que se produce un silencio, una desatencin, pues en teora no se producen noticias, por lo
que sucede entre una campaa de excavacin y otra.
Un tipo de referencia y explicacin que ayudara a
reducir la desconfianza del pblico tanto sobre el destino de los hallazgos, como sobre las propias interpretaciones arqueolgicas (Antn, 2000).
La arqueologa ha comenzado a interesarse por el
anlisis del discurso visual recientemente, prestando
atencin a determinados temas, principalmente las
formas de representar al otro prehistrico (Molyneaux, 1997; Moser, 1998, 2001). Una temtica que
est ntimamente relacionada con la creacin de imgenes sobre la otredad, tanto relativa a grupos distantes geogrficamente, principalmente poblaciones indgenas y aborgenes (Mansilla, 2004), como a las
representaciones de las mujeres en diversos contextos
(Russell, 2001). Sin embargo, poco a poco el abanico
de temas objeto de inters en relacin con la dimen-
tillo (2002) que destacan por la riqueza de recursos discursivos, introduciendo el estilo dialogado, la irona y la
subjetividad, incorporando tambin el sentido del humor
al optar por la colaboracin de dos conocidos dibujantes para realizar las ilustraciones de su trabajo. Cabe
destacar el trabajo sobre el papel del humor en el discurso arqueolgico en Espaa (Fernndez Martnez,
1997; Ruiz Zapatero, 1997), una temtica que se publica a finales de la dcada de los noventa algunos aos
despus de que este tema suscitara inters en el contexto anglosajn (Sillar, 1992).
101
102
Conclusiones
La divulgacin del patrimonio es una preocupacin
reciente dentro de la comunidad arqueolgica, especialmente en el contexto espaol donde puede situarse en torno a la dcada de los 90. Por ello sus efectos tardarn an en ser visibles en muchos casos.
Este creciente inters por la divulgacin se ha notado
principalmente en el mayor nmero de iniciativas etiquetadas como divulgativas, que se han concentrado
en las etapas finales de la investigacin arqueolgica,
103
Forma
#
Escribir textos de una sola pgina con una extensin de unas 200 pala-
investigacin.
# Ofrecer
104
# Utilizar
# Evitar
la forma activa.
# Escribir
# Reducir
# Incluir
el nmero de palabras.
ms ilustraciones.
# Modificar
Finalidad
# Captar
# Ofrecer
# Hacer
un resultado ms atractivo.
# Ofrecer
# Ofrecer
del pblico.
# Hacer
Estilo
nicacin.
Una vez ms, es importante tener en cuenta la perspectiva de quien trabaja pensando en el pblico, por lo
que no deben desdearse las sugerencias que hace un
editor de bestsellers al arquelogo Lovata (2005) sobre
qu puede llegar y qu no, as como los criterios de
seleccin de trabajos arqueolgicos para incorporar en
Bibliografa
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106
107
108
Large exhibitions, the opening of museum buildings designed by top architects, or celebrations of cultural capitals fill up the non-critical space
reserved for "heritage issues" in the mass media. This essay engages, first of all, the relationship of culture and mass media, through a
review of the references, subject matters and the common media coverage of the heritage-museum field, which is increasingly turning into
the explanatory narrative of the current cultural and media complicities, of their shared discourses and operational modes. Once the implications have been analysed, the essay expands further on the attention (or, rather capitulation) granted by the media to the large cultural
events, in the sense of them being events organised in the context of a strategy of urban marketing geared towards tourism. In a press environment which lacks a critical attitude, it is necessary to position the voice of a critical museology which can call for educational values, for
true communication and transmission of knowledge and ideas, against the reasoning of propaganda.
109
Antes de redactar este artculo, que versa sobre la crtica de los eventos culturales de carcter celebrativo, he
realizado un pequeo ejercicio consistente en repasar
grosso modo las notas de prensa que sobre museos he
ido acumulando en los ltimos aos. La primera conclusin ante este examen ha sido la impresionante
abundancia de referencias a museos, exposiciones y
grandes eventos culturales contenidos en la prensa
tanto nacional como local. Y es que son muy numerosos los aspectos del Patrimonio Histrico que la prensa
escrita considera de inters.
110
111
que desemboc en la intervencin ministerial para erigirse como mediadora en el conflicto y en la redaccin consensuada de un cdigo de buenas prcticas.
En el mismo orden de cosas llamaron poderosamente
la atencin las reivindicaciones centrfugas para despojar a los grandes museos madrileos de obras que se
considera deberan estar en sus lugares de origen. Aunque las exposiciones ya estaban latentes, la oleada fue
desatada por el traslado de los llamados papeles de
Salamanca del Archivo General de la Guerra Civil al
Archivo General de Catalua. Como si de un maremoto
se tratase comenz a reivindicarse el traslado de la
Dama de Elche o la de Baza a sus respectivas localidades de aparicin. Y as con otras muchas piezas. Y tambin, cmo no, la polmica por la titularidad de los
museos estatales actualmente gestionados por las
Comunidades Autnomas con mayor relevancia en
aquellas comunidades donde estos centros son ms
abundantes, como en Andaluca.
Los cierres prolongados de importantes museos, que pueden alcanzar los diez o incluso los quince aos, no suelen ser noticia salvo que un movimiento ciudadano acuda
en protesta ante la situacin. Este fue el caso inslito- del
Museo de Mlaga, en que una plataforma ciudadana promuseo consigui movilizar a la ciudadana a favor de la
concesin del Palacio de la Aduana como nueva sede de
la institucin, tras numerosas recogidas de firmas y adhesiones de instituciones y personalidades y la realizacin
de tres notables manifestaciones que recorrieron las
calles de la capital de la Costa del Sol.
112
Pero no podemos afirmar que haya sido as exactamente. Es cierto que los fascistas se enorgullecan gritando
viva la muerte y muerte a la inteligencia. Pero esto
no supone que las sociedades cultas hayan estado
alejadas del genocidio y la explotacin. Cada da se confa menos en que la cultura sea camino seguro hacia
la libertad de los pueblos, como rezaba el prembulo
de la Ley de Patrimonio Histrico Espaol de 1985. Ya
Erich Fromm nos explicaba cmo el hombre moderno
haba pasado a ser conformista en el contexto del miedo
al tiempo libre no alienado, del miedo a la libertad. Y
Luis Racionero, ya a principios de los ochenta, nos sealaba cmo en la sociedad postindustrial al proceso de
lucha de clases revolucin lo haba sustituido el de
no colaboracin marginacin. De modo que el consumo cultural no conduce automticamente al cambio
social y sigue estando socialmente orientado.
trada- de que los conflictos humanos se veran reducidos gracias al consumo de bienes culturales.
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De lo que estamos hablando, en definitiva, es de la dificultad para delinear autnticas polticas culturales ms
all de una instrumentalizacin inmediata y ms all de
la creencia ya comentada- en la bondad intrnseca de
las iniciativas culturales por aisladas que stas sean. En
los ltimos aos, Pau Rausell, que dirige en la Universidad de Valencia un rea de investigacin de Economa
Aplicada a la Cultura, ha propuesto un marco de actuacin para un nuevo contrato cvico en poltica cultural
(Rausell, 2003 y 2005). Contar con unos criterios objetivos universalmente reconocidos para evaluar la calidad
de las iniciativas culturales y la eficiencia en su gestin
nos aportara sin duda innumerables ventajas. Y por evaluacin entendemos la aplicacin sistemtica de procedimientos de investigacin social para valorar la concepcin, diseo, implementacin y utilidad de los programas
pblicos. Necesitamos unos criterios de uniformidad en
la publicacin de los presupuestos de las instituciones de
patrimonio, de las estadsticas de visitantes a los museos
y exposiciones, del nmero de excursionistas en los destinos culturales, de las pernoctaciones tursticas, etc.
Tambin en la evaluacin de exposiciones que debera
estar inspirada por la mejor metodologa estadstica.
Y esta sera, desde luego, la primera tarea de una Museologa Crtica que sustituyese a la prensa en sus carencias
y su renuencia a determinar la excelencia y la orientacin
ideolgica de las polticas culturales. Pero an no ha
logrado definirse esta supuesta corriente museolgica
con cierta precisin a pesar de que las primeras mencio-
Bibliografa
BIANCHINI, F. The relationship between cultural
resources and urban tourism policies: issues from
European debates. En Dodd, D. y van Hemel, A.M.
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Boekman Foundation, 1999
CALLE VAQUERO, M. DE LA La ciudad histrica
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HERNNDEZ HERNNDEZ, F. Planteamientos
tericos de la Museologa. Gijn: Trea, 2006
LORENTE LORENTE, J.P. Foros artsticos de
revitalizacin urbana, espacios para el
sincretismo. En Espacios de arte
Notas
1
Datos ofrecidos por Greg Richards en conferencia pronunciada ante la III
Feria Internacional del Turismo Cultural celebrada en Mlaga en 2006.
2
Segn A. de la Morena, en su intervencin del seminario realizado por la
Organizacin Mundial del Turismo en el marco de la II Feria Internacional de
Turismo Cultural de Mlaga (Mlaga, 2005). Sin embargo, no todos los especialistas aportan los mismos datos, pues Greg Richards tambin en la III Feria
Internacional de Turismo Cultural afirmaba que la media en el incremento de
pernoctaciones era de tan slo un 12% y que incluso haba capitales como
Luxemburgo que incluso descendieron en pernoctaciones en un 67%.
Obviamente, las declaraciones institucionales tienden a la exageracin. En el
caso de Salamanca se habl de un impacto econmico de 800 millones de
euros que en realidad eran tan slo 375, segn datos aportados por el propio Richards.
3
117
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La propagacin de museos y centros de arte en Espaa en las ltimas dcadas ha venido marcada por
supuesto por la descentralizacin autonmica, pero tambin por la generalizacin de la comunicacin y la
cultura de masas. La simple multiplicacin de televisores es sintomtica de los actuales modos de recepcin
y consumo cultural de los ciudadanos, que se ven sometidos, por parte de la informacin periodstica y de
los medios, a decidir y participar en asuntos artsticos y patrimoniales de forma ajena a su praxis cotidiana,
a su capacidad de sentir o percibir. En este sentido, en la actual sociedad informacional y espectacular, tambin el museo -como los media- se transforma en aparato ideolgico del Estado. Discursos de dominacin,
fetichismo, ausencia de crtica, temticas fastuosas, automatismo, fragmentacin... son algunas operaciones
y consecuencias del discurso meditico del arte. De la modernidad a la posmodernidad, se presentan aqu
reflexiones estticas en torno a estas y otras cuestiones.
Nine Reflections on the Reception of Art. The Ideological Apparatus of Museums and Media
The propagation of museums and art centres in Spain in the last decades has been, of course, determined by the administrative decentralisation of the autonomous regions, but also by the popularisation of communication and mass culture. Even the multiplication of TV sets is
a symptom of the population's current modes of cultural reception and consumption. A population that is subject, due to press and media,
to decide and take part in artistic and heritage affairs far removed from its everyday practise, or its capacity to feel and perceive. In this
sense, the contemporary information society, a society of the spectacle, the museum - just like the media - is also transformed in an ideological apparatus of the State. Discourses of domination, fetishism, lack of criticism, ostentatious subject mater, automatism, fragmentation... are some operations and consequences of art's media discourse. From Modernity to Post-Modernity, what is presented here are a
series of aesthetic reflections on these and other issues.
119
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de los desnudos femeninos de Botticelli con el carnaval, o remite los Caprichos a la fantasa de Goya -disminuyendo su importancia poltica-, tambin asla al visitante de sus tensiones cotidianas, de su experiencia
contradictoria, invitndolo a entrar en un mundo superior en el que slo cabe contemplar y admirar. Al enfrentarlo con la obra de arte, el museo le ofrece la identidad de individuo libre y, como tal, interlocutor del artista. Pero es una identidad imposible. Aislados ambos, la
obra y el espectador, de la praxis, la primera, al presentarse como creacin del genio, tiene todas las de ganar
y el visitante se convierte slo en espectador que mira
y se emociona. Ese es precisamente el pblico que es,
dice Flix Duque (2001:107), la mala conciencia del
individuo privado, privado de toda posibilidad de expresin personal, de ser l mismo.
121
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Duchamp, por esas mismas fechas, aborda el problema ms radicalmente. El ready-made no es mera provocacin: responde a la pregunta que l mismo se
haca en 1913, se pueden hacer obras que no sean
de arte?8. Son objetos de cada da que el artista
toma, separa de su funcin y de su engarce utilitario, y
los declara obra de arte sin apenas intervenir en ellos.
El ready-made no se hace (make) sino se toma (take)9,
con lo que pertenece a la esfera de lo cotidiano, suprime la idea de una destreza especial llamada arte y a la
vez combate la nocin de obra nica y original. Pero el
gesto de Duchamp, aun negando el medio institucional
del arte, separa al objeto de la trama ordinaria de significados y en ese sentido le confiere una extraa presencia: eso que est ah no es un secador de botellas
ni una pala de nieve, puesto que estn separados de
sus funciones, ms bien es algo que alude a esos objetos: esta ambigedad es la que hace traspasar al objeto la frontera del arte10 porque abre caminos al pensamiento y a la fantasa. Pero ocurre que ese objeto, en
su nueva situacin, no invita a la contemplacin ni
siquiera propone algo en positivo al espectador. Ms
bien parece interrogarlo11 sobre qu alcance tiene el
arte en las instituciones artsticas y cul puede tener en
su propia praxis cotidiana. As, el ready-made sugiere
aquello que oculta el museo (y permite, espero mostrarlo, una nueva visin del mismo): relaciona arte y experiencia (uniendo y separando ambas esferas), muestra
Benjamin (1988:147) cree que el arte de Baudelaire consiste en evitar la reduccin que practica la conciencia y
conservar as la inmediatez del trauma. El shock entonces no se integra a posteriori en la experiencia mediante
racionalizacin (esto ha ocurrido por tal y tal razn,
suele pasar, no tiene importancia, etc.), sino que se vive
de forma inmediata. Es vivencia, experiencia vivida y no
racionalizada. As conserva su fuerza iluminadora. El
123
124
125
An son frecuentes crticas que oscilan entre la referencia histrico-formal y el trmino filosfico gastado, completadas con notas biogrficas del artista. Se recurre a
algunas caractersticas formales -sin relacionarlas con la
ejecutoria del autor ni el contexto cultural- para encuadrar la obra en algn movimiento o estilo, y dejarla as
prendida como insecto en el alfiler del entomlogo. A
esto se aaden alusiones filosficas poco claras, para
irritacin del lector, y se aaden pinceladas biogrficas
que encierran dos defectos: psicologizan el arte y reiteran los rasgos del genio.
126
da31, por lo que puede que muchos espectadores la vieran slo como un conjunto de cuadros excelentes.
les para docentes, informadores, y necesarios para formar interlocutores de las iniciativas artsticas27.
La informacin artstica, que ha evolucionado en
Espaa con rapidez, queda limitada sin embargo por la
estructura de los medios: poco espacio disponible y, en
la televisin, horarios muy nocturnos. Adolece, quiz
por la escasez de espacio, de clichs, como he sealado antes. El esfuerzo para renovar el lenguaje puede
verse auxiliado por la abundante documentacin disponible en la red que, si se sabe utilizar, es un excepcional medio de reflexin.
9.. Puede el museo promover una recepcin de la obra
ms all de su discurso tradicional? Puede impulsar al
espectador a ser intrprete? En 1994, el Museo de Boston
organiz la muestra titulada Label Show: cada cuadro
expuesto poda tener hasta tres etiquetas que lo estudiaban desde diversos puntos de vista; los textos los recogi
un catlogo muy sencillo porque el objeto de la muestra no
eran las obras sino los diversos discursos que las rodeaban28. Fue un modo de suavizar la estructura discursiva
del museo que podra tener sitio en sus pginas web.
Puede haber otras iniciativas de inters. Por ejemplo una
exposicin que presentara ciertas obras en el entorno
social y cultural en el que se produjeron, reconstruido
documentalmente, y con la presencia de otras obras, de
menor inters29 que ayudaran a comprender la eleccin
del tema, la iconografa y la estructura formal de las
obras ncleo de la muestra. Algo as busc la exposicin
De Herrera a Velzquez, que pudo verse en Sevilla y
Bilbao entre 2005 y 200630. La exposicin, sin embargo,
insista sobre todo en los aspectos formales e iconogrficos y su instalacin en Sevilla no fue la ms afortuna-
127
so a los vecinos de las viviendas Albinet, donde abundaba la poblacin inmigrante, abrir un museo precario. Al
local, levantado entre todos y dotado de una breve
biblioteca, llegaron sucesivamente obras de Duchamp,
Lger, Mondrian, Dal, Malevitch y Warhol, cedidas por
el Centro Pompidou. Fueron, ms que expuestas,
comentadas y debatidas. Iniciativa ms modesta fue la
del Centro Andaluz de Arte Contemporneo al exponer,
en su sede y en tres barrios de Sevilla, fotos y documentacin relativa a tales barrios. Los vecinos aadieron
apuntes personales y objetos que completaban la semblanza y la memoria del barrio36.
Notas
1
3
Quatremre de Quincy, A. Chr. Cartas a Miranda. Caracas: Instituto del
Patrimonio Cultural, 1998. Ver al respecto Sherman, D. J. Quatremre/Benjamin/Marx: Art Museums, Aura, and Commodity Fetishism, en
Sherman, D. J. and Rogoff, I. (eds.), Museum Culture. Routledge: London, 1994, pp. 123-143.
4
128
Para esta cuestin, Duncan, C. Civilizing Rituals inside Public Art Museums.
London and New York: Routledge, 1995.
6
Ese breve paso de Duchamp es el que seala Richard Wollheim como minimal art, denominacin que ms tarde se aplicara al llamado minimalismo.
Wollheim, R. Minimal Art en Battcock, g. (ed.), Minimal Art: a Critical
Anthology. New York: Dutton, 1968.
11
12
13
14
Ibid., p. 151.
15
Los conceptos manejados se hallan sobre todo en Ms all del principio
del placer, Introduccin al simposio sobre la neurosis de guerra y El yo
y el ello. FREUD, S. Obras Completas, tomo VII [trad. L. Lpez Ballesteros,
rev. J. Numhauser]. Madrid: Biblioteca Nueva, 1972.
16
Vase el epgrafe 4 de BENJAMIN, W. (1973a:103 y ss.) y comprese con
cuanto se dice en Breve historia de la fotografa, en las pp. 74 y ss. de la
misma publicacin.
17
Juan A. Ramrez hace, aunque en otro sentido, una lectura conjunta del
ready-made, el Gran Vidrio y el tant donns : Duchamp, del amor y la
muerte incluso. Madrid: Siruela, 1992.
19
29
Ver al respecto Crimp, D. On the Museums Ruins (with photographs by
Louise Lawler). Cambridge (Mass.)/London: 2000, pp. 44 y ss.
20
As Barbara Rose en Express. Rauschenberg a toda velocidad, en el citado Rauschenberg Express.
30
Comisariada por A. E. Prez Snchez y B. Navarrete Prieto. Existe catlogo con el mismo ttulo de la muestra: Madrid, Fundacin FocusAbengoa/Museo de Bellas Artes de Bilbao, 2005.
21
Crimp, D. The End of Painting, On the Museums Ruins (with photographs by Louise Lawler). Cambridge (Mass.)/London (UK): 2000, p. 122.
Pueden verse otras observaciones de Crimp en Imgenes en Guasch, A. M.
(ed.) Los manifiestos del arte postmoderno. Textos de exposiciones, 19801993. Madrid: Akal, 2000, pp. 87-95.
23
Sobre esta cuestin, Foster, H. El retorno de lo real. La vanguardia a finales de siglo [trad. A. Brotons]. Madrid: Akal, 2002, pp. 150 y ss.
24
Celebrada a inicios de 2006 en el Centro Andaluz de Arte Contemporneo
y antes en el MACBA.
25
26
Que, dentro y fuera de Espaa, no suele ser el mejor dotado del museo.
Cfr. Zolberg, V., An Elite Experience for Everyone: Art Museums, the Public
and Cultural Literacy, en Sherman, D. J. and Rogoff, I. (eds.) Museum
Culture. London: Routledge, 1994, pp.49-65.
31
El espacio expositivo era insuficiente para las obras expuestas, por lo
que stas aparecan acumuladas y sin el orden apropiado. La informacin dada de cada obra era ilegible desde la distancia impuesta por razones de seguridad.
32
33
Se denominaron, respectivamente, Goya. Los Caprichos, dibujos y
aguafuertes [catlogo. Madrid: Banco Central Hispano/Calcografa
Nacional, 1994] y Estampas de la Guerra de la Independencia
[catlogo. Madrid: Ayuntamiento de Madrid/Caja Asturias/Calcografa
Nacional, 1996].
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35
28
Revisar Bernier, Ch. LArt au Muse. Paris/Budapest/Torino: LHarmattan,
2002, p. 67.
36
Sevilla 3 x 2, fue comisariada por Claudio Zulin. Existe catlogo (Sevilla:
Consejera de Cultura, 2005).
Bibliografa
ADORNO, TH. W. Prismas. La crtica de la
cultura y la sociedad [trad. M. Sacristn].
Barcelona: Ariel, 1962
ADORNO, TH. W. Y HORKHEIMER, M.
Dialctica de la Ilustracin. Fragmentos
filosficos [ed. J. J. Snchez]. Madrid:
Trotta, 1994
ALTHUSSER, L. [1969] Ideologas y Aparatos
Ideolgicos de Estado en Theoria, Universidad
Complutense, ww.ucm.es/info/eurotheo/
e_books/ index.html [consulta: diciembre 2006]
BENJAMIN, W. Historia y coleccionismo:
Eduard Fuchs, ep. 3, Discursos Interrumpidos I
[ed. Jess Aguirre]. Madrid: Taurus, 1973
27
129