LESMES, La Partición de Las Artes
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las artes (p. 337). Desconfiar de esa reduccin supondra desde entonces para
Nancy desconfiar del propio discurso filosfico sobre el arte, en la medida en
que trata de cifrar un sentido sobre las obras, hacindoles decir lo que el propio
discurso busca expresar sobre ellas. Cmo hablar entonces de arte? Esa dificultad, que sera compartida de inmediato con Lacoue-Labarthe, puede entenderse
tambin como un profundo rechazo a una conformacin premeditada de lo que
las obras de arte supuestamente querran decir y, por ende, un rechazo a cierta
forma de entender lo que ha de ser una interpretacin. El impulso de Nancy
habra de compartir entonces ese impulso o pulsin del sentido que ni se aade a las obras ni est supuesto en ellas, sino que es su ocurrir, su venir. Pues tal
como dice en el artculo que aqu dedica a su amigo Lacoue-Labarthe, hablar de
arte pasara por ese mismo impulso que pone a la obra en el mundo y hace as
un mundo (p. 175).
Cuando los dos profesores de Estrasburgo firmaron El absoluto literario: teora de la literatura del romanticismo alemn en 1978, ya se pona de percibir el
arranque de lo que iba a ser la reflexin nancyniana sobre el arte. De esa misma
fecha data, por cierto, Las razones de escribir, otro de los artculos que aqu se
presentan, y donde tambin queda remarcado su inters por el romanticismo al
afirmar que suya es la poca del libro (p. 112). Nancy nunca ha ocultado su
deuda con los primeros romnticos alemanes, y an se podra entender la temprana atraccin de un joven estudiante de teologa, como l lo haba sido, hacia
un pensamiento capaz de captar el modo en que la modernidad tal vez esa
unerfreuliche Modernitt de Heine concentr en el arte cuestiones y exigencias
que ya no podan tomarse desde el punto de vista teolgico. Estas cuestiones,
por cierto, habran de estar imbricadas en el propio hecho de que los romnticos concentraran las bellas artes en el Arte, como un singular que, en efecto, no
cesar de ser nunca un plural: Singular plural, ha dicho Nancy, donde arte no
dejar de ser la poesa, el teatro, la danza, la pintura, la arquitectura y la escultura,
como ms tarde tambin lo han sido la fotografa, el cine y, desde luego, toda la
inmensa variedad de prcticas con que el arte contemporneo ha efectuado una
autntica destruccin creativa de su propia tradicin.
Es de notar que el inters de Nancy por el arte surgiera precisamente cuando ste pareca cumplir los predicados romnticos, sustrayndose a cualquier
forma final, efectuando esa especie de fin infinito que pondra de relieve el
proceso frente a la obra acabada. Empero, se fue tambin el momento en que
el arte rebas los lmites de un pensamiento romntico que no poda ser sino
pensamiento de la culminacin, y lo hizo, por cierto, asumiendo de lleno lo que
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Walter Benjamin haba llamado su reproductibilidad tcnica. Ese giro nos obligara
desde entonces a pensar en una no culminacin definitiva del arte, o incluso
en un dsuvrement de las artes que indefectiblemente desestabiliza la figura del
agente o del productor de la obra. El trabajo de Nancy en torno al arte arranc,
en definitiva, en el tiempo de consolidacin de lo que Arthur Danto llam el
mundo del arte, siendo, sin embargo, el muy distinto arte de hacer un mundo
lo que habra de imantar su pensamiento. Pues es ah donde se sorteara cualquier
esteticismo en la obra de Nancy, por no tomarse el arte como objeto sino como
ese lenguaje diferente en el que su propio intrprete ya est arrojado.
Ni que decir tiene que en un planteamiento como ste, donde el arte no se
contempla como objeto representativo que se tiene delante sino como un venir
a presencia de cuanto acontece, se dejara sentir la conversacin que Nancy ha
mantenido y sigue manteniendo con Heidegger. Porque tambin para l la cuestin del arte aparece imbricada en el ser-en-el-mundo y trata, de hecho, con la
presencia en un mundo que no es sino la disposicin dinmica de presencias que
lo espacian indefinidamente. En este sentido, el arte sera, para Nancy, la tcnica
de acceso a la inaccesible composicin del mundo y, al mismo tiempo, la prueba
de su apertura. Esa suerte de conversacin a veces tornada en discusin con
Heidegger comenz a ser verdaderamente intensa para Nancy con la publicacin
de La particin de las voces (1982) una obra, por cierto, tambin traducida al
castellano por Cristina Rodrguez Marciel, a quien en este caso apoya el buen
hacer de Jordi Mass Castilla. Recordemos que en aquel libro Nancy trataba
de rearticular el giro que Heidegger le haba dado a la hermenutica, tras haber
sido sta derivada a la idea de una comunidad racional donde todo dilogo habra
de desembocar en un completo consenso. El concepto de particin, que Cristina
Rodrguez Marciel ha escogido como ttulo para este libro tena all su punto de
inflexin: tal es la relevancia de este trmino en pensamiento nancyniano dice
ella en una nota a pie de pgina que si el libro que el lector tiene en sus manos
hubiera debido llevar un ttulo en francs habra sido La partage des arts (pp.
133-134). Esta nota que, dicho sea de paso, muestra la perfecta imbricacin
del libro en la investigacin que Cristina Rodrguez Marciel lleva a cabo, desde
hace aos, sobre el pensamiento de Nancy remite directamente al texto de
1982, donde Nancy se adentraba en la hermenea potica de Platn para encontrar en ella una methexis en la mimesis, es decir: una participacin del intrprete
en aquello que, desposeyndole de s, est igualmente desposedo y le permite
compartir y comunicar lo que se le da como don. Hay, por tanto escriba
entonces Nancy, una particin, una diferencia originaria de los gneros o de
las voces poticas y quizs, bajo mano, un compartir de los gneros potico y
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