Visillos Fragmento PDF
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Tres das.
Mujeres vistas por mujeres: textos literarios para trabajar la coeducacin en el aula de ELE
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Elvira las escuchaba sin entrar en la conversacin, con los ojos vagando
por la repisa de su cuarto. Tena los pmulos salientes, las manos nudosas.
Jugaba sobre su falda negra, quitndose y ponindose un anillo de
aguamarina.
Te debas pintar un poco estos das, Elvira. Ests muy plida.
Plida? Yo la noto como siempre.
Adems, mujer, no se ha pintado nunca, se va a pintar ahora?
Parecera que estaba celebrando algo en vez de estar de luto.
Claro, pero es que lo negro come tanto. Tiene mala cara, no lo notis?
Yo deca una cosa discreta.
Qu ms da. Yo estoy bien. No lo hago por lo que digna, si tuviera
ganas de pintarme, me pintara.
El cuarto era pequeo, con cretonas de colores, bibelots y dibujos. Se vean
por la ventana los rboles del jardn de las monjas, unas puntas oscuras.
Y el estudio, Elvi, no lo pones?
Se ha cado el techo con la lluvia. Ya esperar a que pase el invierno
para arreglarlo.
Mujer, no des la luz, se ve bien todava.
Es que me pone triste esa media llovizna, qu tarde tan fea qu
pelcula vais a ver?
Una de piratas.
Elvira se levant a echar las persianas y se acord de que estara por lo menos
ao y medio sin ir al cine. Para marzo del ao que viene, no. Para el otro
marzo. Eran plazos consabidos, marcados automticamente con anticipacin y
exactitud, como si se tratase del vencimiento de una letra. Con las medias
grises, la primera pelcula. A eso se llamaba el alivio de luto. (113-114)
..
Elvira se qued sola. Se revel el runrn de una charla en el cuarto de al
lado. La voz de su madre. La de otra seora. Se tumb en la cama turca. Yo
las envidio, Luca, a las que son como usted- deca la visita-. Yo, cuando se
muri mi hijo, ya ve la desgracia tan grande que fue aquella, pues nada, ni un
da perd el apetito, fjese, y cada vez me pona ms gorda. Que era una
desesperacin aquello. Pareca que no sufra una.
Elvira se fue al despacho de su padre. Anduvo un rato mirando los lomos de los
libros a la luz roja de la lmpara. Ola a cerrado. A la madre le gustaba que
estuvieran los balcones cerrados, que se notara al entrar de la calle aquel aire
sofocante y artificial. Es una casa de luto, haba dicho. Elvira se asom al
balcn y respir con fuerza. Se haba levantado un poco de aire hmedo. Mir
los rboles, la masa oscura de los rboles a los dos lados de la calle estrecha,
iluminados de trecho en trecho por una luz pequea y oscilante que quedaba
debajo de las copas. Ya era casi de noche. El aire arrastraba algn papel por
las aceras. Enfrente estaba la tapia del jardn de las clarisas, alta y larga,
perdindose de vista hacia la izquierda: un poco ms all blanqueaba el puesto
de melones. Cerr los ojos, descansndolos en las palmas de las manos.
Luego los escalones, el cao, la casa donde est la carnicera, la iglesia de la
Pilar Iglesias Aparcio
Asesora Tcnica de la Consejeria de Educacin de la Embajada de Espaa
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Se inclin hacia ella, y Elvira se dej besar otra vez con un beso fugaz,
medio mojado. Luego le vio volver la espalda y sinti la puerta de la calle que
se cerraba. Se qued un rato largo sin moverse, sin pensar en nada, mirando
los libros de la biblioteca. Luego por la calle pas alguien y el taconeo de sus
suelas en el asfalto llen la habitacin. Todava estaba el balcn entornado y
se volvi a asomar, antes de cerrarlo. Los rboles, la tapia, la tienda del
melonero, por qu no se alzaban como una decoracin? Era un teln que
haba servido demasiadas veces. Le hubiera gustado ver de golpe a sus pies
una gran avenida con tranvas y anuncios de colores, y los transentes muy
pequeos, muy abajo, que el balcn se fuera elevando y elevando como un
ascensor sobre los ruidos de la ciudad hormigueante y difcil. Y muchas chicas
venderan flores, seran camareros, mecangrafas, seran mdicos, maniques,
periodistas, se pararan a mirar las tiendas y a tomar una naranjada, se
perderan con sus compaeros de trabajo entre los transentes, iran a tomar
un tranva para llegar a su barrio que estaba muy lejos. (pgs. 128-129)
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FICHA DE TRABAJO
Pre-lectura: Decimos al alumnado que vamos a leer sobre Elvira y sus amigas, un
grupo de chicas de unos veinte aos, que viven en una ciudad espaola. Pero no
estaremos en la poca actual, sino en los aos cincuenta del siglo XX. Les pedimos
que pregunten a sus abuelas, u otras mujeres mayores de su entorno, sobre cmo era
su vida en su juventud: horarios, actividades, libertad, qu diferencia exista entre lo
que les estaba permitido a ellas y lo que estaba permitido a sus hermanos, etc., qu
obligaciones tenan, etc.
Lectura: Cmo era la vida de Elvira cuando era pequea?
A qu jugaba?
Jugaban juntos nios y nias? Qu recuerdos de infancia evoca Elvira desde el
balcn del despacho de su padre?
Cmo es la vida de Elvira en el presente (de la historia)? De qu habla con sus
amigas?
Por qu no puede ir al cine? Trabaja? Tiene alguna profesin?
Estudia? Cul es su porvenir?
Se podra realizar un proyecto de trabajo con esta lectura de fragmentos de Entre
Visillos, de Carmen Martn Gaite, y el relato La ta Cristina, de ngeles Mastretta. Las
dos protagonistas viven en sociedades similares: pequeas ciudades, muy
tradicionales, en que el nico porvenir para una muchacha de clase media, es el
matrimonio, bajo la aprobacin de la familia. Elvira se siente descontenta, pero acepta
esta situacin sin encontrar ninguna otra salida. Cristina toma las riendas de su
destino.