Detalles y Colores para Una Ciudad de Ladrillo y Gris
Detalles y Colores para Una Ciudad de Ladrillo y Gris
Detalles y Colores para Una Ciudad de Ladrillo y Gris
Y GRIS
2
PRESENTACIN
Detalles y colores para una ciudad de ladrillo y gris, libro que con orgullo y
satisfaccin entrega la Secretara de Educacin y Cultura de Medelln, recoge
aspectos de una investigacin que, en el marco del proyecto Memoria Cultural, se
realiz en el barrio Prado, y cuyo fin es rescatar los aspectos y valores que hoy
hacen parte de la identidad de este sector de la ciudad.
El Prado, como fue llamado hermosamente por Olano, forma parte del patrimonio
cultural de la ciudad. En sus esquinas y recodos, en sus guayacanes - muchos de
ellos ya casi centenarios -, en los envejecidos y bellamente decorados muros de
3
sus casas, en los recuerdos de los descendientes de las primeras familias que lo
habitaron, y en la cotidianidad de quienes hoy lo habitan, ha depositado este barrio
toda su incontenible fuerza de hito urbano.
Pero para que Prado siga teniendo y conservando ese legado histrico, requiere
de la accin conjunta y coordinada del Estado - representado en las distintas
entidades responsables de la proteccin del patrimonio cultural -, de la empresa
privada, las organizaciones no gubernamentales que trabajan en este campo, y de
la comunidad en general.
Este libro se erige, entonces, como uno de los tantos esfuerzos que el municipio
de Medelln, a travs del Proyecto de Memoria Cultural de la Secretara de
Educacin y Cultura, viene realizando para lograr que Prado contine su proceso
de consolidacin como sector de conservacin arquitectnica y urbanstica; para
que se respete, de manera armnica e integral, su trazado vial, su espacio pblico,
su tipologa arquitectnica y su calidad ambiental y paisajstica.
PRLOGO
Cada vez parece desvanecerse ms de prisa esa centenaria dicotoma que bajo
los registros del buen gusto hizo de las experiencias estticas de fines del siglo
XVIII el tribunal para erigir las esferas de la llamada cultura (culta, se debe
suponer, por oposicin de contrarios) y de la cultura popular en las dos
instancias a veces irreconciliables pero en todo caso antagnicas de la vida en
sociedades. Y tiende al desvanecimiento acelerado no porque los confines de
ambos universos se mezclen hoy en nuestra experiencia global de la civilizacin
-al decir de ms de una de esas voces amplificadoras de los lugares que ya se
convirtieron en comunes cuando de tales fenmenos se trata-, sino porque la
misma dicotoma se ha revelado como una construccin terica ms, que
camufl bajo la terminologa de la esttica esa fragmentacin social propia de los
dispositivos tecnoeconmicos de la sociedad moderna. No en vano poca distancia
separa a ese pblico de los espectculos del arte , del llamado vulgo, pueblo
o modernamente hablando- masa. Digmoslo al revs: si fue la esttica la que
legitim esas categoras sociolgicas de las diferencias sociales, este
desenmascaramiento nos ha de exigir plantear en otros terrenos tales
socialidades.
Tal es el terreno movedizo en el cual nos debatimos hoy: a medio camino entre
unos saberes que hace rato luchan por des-sustancializar sus campos de trabajo
y por des-esencializar sus conceptos, el ejercicio de comprensin de estos
fenmenos exige otros registros y otras estrategias: atencin ms fina que busque
6
Los trabajos que componen este libro son una buena muestra de lo que hemos
dicho. Si algo en comn tienen, es ese dilogo que, cada uno a su manera, quiere
entablar con la disciplina antropolgica, mejor an con algunas de las derivas
que esta disciplina ha ido desbrozando en los ltimos aos y que la han
conducido irremediablemente hasta los nuevos espacios antropolgicos de lo
urbano. Si algo los diferencia entre s, es justamente la forma particular como
realizan sus anlisis: el trabajo etnogrfico; el rastreo de indicadores o de
encuestas; el ejercicio interpretativo de textos, de objetos o de prcticas; en fin el
juicio cualitativo sobre ciertos fenmenos, cobran presencia en un esfuerzo
conjunto por encontrar huellas de una memoria colectiva en un espacio (el barrio
Prado Centro), que se empecina en no perder su condicin fantasmal justamente
porque los autores han apostado con todas sus fuerzas a seguirle dando
existencia. Si all puede estar la paradoja del trabajo, all tambin est su mrito:
tras las marcas de una identidad, las investigaciones dejan entrever unas
memorias que (se) mutan continuamente entre los embates de los procesos
amnsicos ms diversos y los intentos de una recordacin a veces nostlgica, a
veces irnica.
1 Andr Leroi Gourhan. El gesto y la palabra. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1971, p.
7
216
8
BARRIO PRADO.
1
Por LUZ AMPARO SNCHEZ MEDINA .
2 Dicho proyecto fue realizado por un equipo de profesionales de la Secretara de Educacin y Cultura
Municipal de Medelln.
3 Las 178 respuestas, pueden consultarse en el Archivo Histrico Municipal, el cual est bajo la
direccin de la Secretara de Educacin y Cultura Municipal. Cada respuesta tiene un nmero, que es
el que aqu aparece como nmero de Registro.
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sitio de un pasaje a otro, intocable porque esta lejos, y sin embargo, reconocible por su
estabilidad relativa; ni ntimo ni annimo: vecino.4
El barrio es el espacio de una relacin con el otro como ser social, y la prctica del
barrio, desde la infancia, es una prctica de reconocimiento del espacio en
calidad de espacio social, pero tambin del lugar propio.
El barrio es un espacio pblico que conjuga una cierta funcionalidad con una carga
simblica innegable. Cada barrio tiene una atmsfera a partir de lugares y
situaciones que le imprimen una coloracin y un olor particulares.
Para acercarse a las diferentes percepciones que coexisten hoy sobre el barrio
Prado, habr de tenerse en cuenta que, como lo advierte Michel De Certeau.
La vida de una cultura y de una sociedad esta hecha de un incesante vaivn entre
realidades, representaciones y su memorizacin, el porvenir y el presente dependen de
una arqueologa de gestos, objetos, palabras, imgenes, formas y smbolos, repertorio
de mltiples entradas a partir del cual se compone el paisaje de la comunicacin, se
inventan las proposiciones de la innovacin.5
El autor ayuda a comprender que la vida no se inventa cada da, que tanto las
repeticiones como las innovaciones tienen su materia prima en el repertorio
cultural tangible e intangible socialmente construido y compartido. Porvenir y
presente con anclajes en diversos soportes de memoria, que en el caso del barrio
Prado, son especialmente evidentes. Soportes de memoria que dialogan; calle,
casa, rbol. Son soportes de memoria fotografas, textos escritos, recetas
Lugar donde viven bisabuelos, abuelos, padres, donde he vivido la mejor parte
de mi vida (Registro N.18)
La prctica del barrio es desde la infancia una tcnica del reconocimiento del espacio,
en calidad de espacio social; a su vez, hay que tomar su propio lugar: uno es de la
Croix- Rousse o de la calle Vercingtorix, como uno se llama Pedro o Pablo. Firma que
da fe de un origen, el barrio se inscribe en la historia del sujeto como la marca de una
pertenencia indeleble en la medida en que es la configuracin inicial, el arquetipo de
todo proceso de apropiacin del espacio como lugar de la vida cotidiana pblica.7
En las afirmaciones anteriores es visible y comn un eje temporal a travs del cual
se seala un antes, tiempo pasado caracterizado por riqueza y distincin.
Hoy, la funcin imaginal del nfasis del lugar por las notabilidades, destacando la
riqueza y la importancia de los roles de algunos de sus habitantes, visibles en la
vida pblica de la ciudad (alcaldes, gobernadores), puede entenderse por la
naturaleza de los mitos vigentes. Los arquitectos Gilberto Arango, Hilda Wolf y
otros, dicen que los mitos que de manera ms decisiva han acompaado los
17
Podra afirmarse que en el caso del barrio Prado, desde antes, desde la primera
mitad del siglo, encarnaba el prestigio y la distincin aunque colocaba en obra otro
mito predominante, el mito de la salud y del cuerpo sano. Desde ste se pueden
entender las prcticas de higiene incorporadas a la vivienda, las cuales fueron
presentadas como rasgos propios de la vida moderna.
8Arango, Gilberto y otros. La vivienda futura y las nuevas formas de habitar. Universidad Nacional de
Colombia. Sede Medelln. Facultad de Arquitectura, Centro de Estudios del hbitat popular-CEHAP.
Comit de Investigacin y apoyo cientfico-CINDEC. Marzo de 2000.ps.14-15.
18
Los mejores lotes se los vendieron a los amigos y parientes de don Ricardo Olano:
Joaqun Cano, yerno de don Ricardo Olano. Hijo de Fidel Cano fundador del
Espectador.
Oscar Duperly, yerno de Fidel Cano, representante de Kodak en Medelln. Helena
Cano y hermano, hijos de Fidel Cano.
Guillermo Jaramillo Villa, comerciante.
Germn Olano hijo de don Ricardo Olano.
Juan Francisco Jaramillo, gerente de Roselln.
Luis Alfonso Correa, ingeniero que fue gerente de Ferrocarril.
Tulio Medina, uno de los fundadores de la Fbrica de Tejidos Unin.
Nicanor Restrepo, comerciante de caf.
Lisandro Ochoa, comerciante.
Ms adelante vendieron lotes en Balboa y Belalcarzar a Bernardo Restrepo, alto
funcionario de la Colombiana de Tabacos.
Jorge Ortiz Rodrguez, abogado (ex - gobernador de Antioquia).
El 5% del total de las respuestas destacan de Prado una vinculacin histrica con
la naturaleza.
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Buen manejo del medio ambiente por rboles, zonas verdes, sin fbricas
(Registro N 168.
9 El modelo de trabajo en Memoria cultural y que en ste caso se denomin, Visitar el pasado, actuar
en el presente, construir la memoria futuro de Prado, supona un proceso de participacin creativo e
interactivo para la definicin de contenidos y formas de actuacin para avanzar en el
autodescubrimiento de sus memorias y proyectos. Una primera mirada a distancia de su entorno, les
condujo a la conformacin de los grupos de trabajo anotados.
21
A partir de la percepcin del barrio Prado como valor arquitectnico y verde vital,
se mira hacia fuera y se piensa en relacin con la ciudad.
Para otros habitantes, Prado es ante todo bueno para vivir este atributo se
sustenta en la importancia que le dan a su localizacin central, a los servicios de
MI hogar, lugar para vivir. Lstima que se estn terminando las residencias.
A las pocas que quedan que nos rebajen los impuestos, resulta muy costoso.
Aydenos para que no desaparezcan las pocas que quedan. (Registro N 55).
Querido lugar de vivir muchos aos. Deseo que sea diferente. Grato para el
recuerdo de los descendientes recuperando el ambiente que alguna vez
tuvimos (Registro N 172).
12 Maffesolii, Michel. El tiempo de las tribus. Icaria, editorial. S.A. Barcelona 1999. ps.230-231
25
El abandono del barrio y en consecuencia tambin del proyecto que haba llevado
a efecto la lite social recibe una suerte de reclamo, en el que se sanciona el
abandono de lo que fue querido. Abandonar, preservar o recuperar son
respuestas frente a las cuales se presentan divergencias. As se expresa un
habitante:
Se presenta aqu un ellos implcito de quienes se dice han cometido un error, son
responsables de la prdida, de ah que se refiera a recuperacin.
Coexiste con la anterior, una memoria que da impulso al devenir, que acta como
una bisagra de sentido y de accin. El Martes de Prado13, es una memoria
futuro. Innovacin resultado del autodescubrimiento del propio territorio. A decir
de Renato Ortiz, Buscar lo que conocemos es otra definicin de memoria.
Efectivamente, esto fue lo sucedido, pero con una condicin, fue una mirada de
extraamiento que permiti reconocer lo que estando all, permaneca invisible.
13Iniciado como el encuentro de unos cuantos habitantes motivados por el Proyecto de Memoria
Cultural, durante 1998, contina an, consolidndose como un espacio para la palabra, el disfrute, el
reconocimiento de los valores y problemas del barrio, en el contexto de la ciudad. Es una estructura
dada por el encuentro mismo, de carcter abierto y en tal sentido acerca libremente a pobladores y
amigos del barrio. Esta dinmica persistente , sin mas presiones que el deseo y en correspondencia con
sus necesidades y particularidades, evidencia una innovacin en su socialidad. La asistencia es variable,
100, 50, 15 personas, pero el Mates de Prado contina. En este espacio se crearon los grupos de trabajo
antes anotados. Actualmente coexiste con la Accin Comunal, que lo reconoce e impulsa como un
espacio vital.
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puede entenderse como una respuesta a las amenazas que tiene el barrio en su
conjunto ante el predominio de otros paradigmas diferentes a los que inspiraron su
fundacin, cuando las cualidades del espacio permitan definir los parmetros de
confort. Segn el estudio citado de Gilberto Arango y otros, hoy predominan son
los atributos que se le agregan a los entornos urbansticos en los cuales se
localizan, los cuales sirven para vender su imagen ante la gente, aunque en la
mayora de los casos no obedezcan a necesidades habitacionales, mas bien,
obedecen a las estrategias de mercadeo o de acomodo a las tendencias de la
moda.
Volviendo al titular de la Hoja, habra que decir, que El Prado diverso de hoy,
vive con la presencia de anteriores y nuevos vecinos, de anteriores y nuevas
prcticas culturales y con las contradicciones que tambin le son propias.
Prado entonces, con su diversidad y con las contradicciones que le son propias,
a la prctica del barrio, y a situaciones de cambio, internas y externas, se
alimenta del vigor del pasado y expresa desde las contemporneas
manifestaciones de sociabilidad, formas creativas de continuidad social.
30
1
Por ASTRID DEL PILAR ALVAREZ HIGUITA
"El Interior de Prado y sus Habitantes", tuvo como referente terico y metodolgico
el trabajo filosfico del autor francs Paul Ricoeur, quien enuncia la propuesta de
la Mimesis como una manera de entender la produccin del fenmeno del arte, en
tres momentos que se disponen e interactan y que se explicitan como la Mimesis
I, II, y III, dnde se parte de la temporalidad y los motivos que generaron la obra o
el acontecimiento esttico, es decir, se incluye todo el contexto en el que se
enmarca la creacin de sta, las ideas del momento, las normas, las
convenciones, las situaciones polticas, econmicas, as como los dems aspectos
que integran una cultura, Mimesis I. En la Mimesis II, se presenta la construccin
de la trama de una obra que inicialmente naci como una idea de progreso y que
con el concurso de los hechos, los medios, los recursos, las circunstancias y las
interacciones; se convierte en una construccin urbana y arquitectnica o de otro
tipo, dependiendo del arte para el cual se extrapole esta conceptualizacin.
La Mimesis III est caracterizada por la recepcin de la obra por parte del pblico,
quien la asimilar, se apropiar de ella, la transformar o la rechazar; todo lo
anterior de acuerdo con el nivel de comprensin que ste pueda tener sobre las
proposiciones artsticas. En este caso concreto se plantea un proceso mimtico
entre autor- obra y pblico, para describir en una forma ms que historiogrfica la
trascendencia del barrio Prado en la transformacin arquitectnica, cultural, social,
econmica, poltica e histrica de la ciudad de Medelln, desde el periodo de 1890
cuando se presentaba como un discurso importante aquel que involucraba los
conceptos de progreso y de crecimiento citadino por importacin de las tendencias
europeas de la poca, que se ponan en escena a travs de los tres principios
bsicos del City Planning: Higiene, Confort y Esttica.
Esta obra arquitectnica deba ser asumida por quienes habran de ser sus
habitantes y seran ellos quienes le asignaran sus contenidos simblicos y sus
significados especficos, al convertirse sta en una obra de carcter colectivo y ser
reafirmada por un pblico ms extensivo, el que no slo la aceptaba y reconoca
en su valor intrnseco, sino que adems intentaba emularla. Algunos de los
elementos que conformaron las casas de Prado fueron posteriormente imitados y
llevados a otros lugares de la ciudad por las personas que tuvieron alguna
participacin en la construccin de la trama de esta obra.
Estos espacios presentan una singularidad de acuerdo con los pares de oposicin:
Arriba - abajo, Dentro - fuera, Adelante - atrs. As, se observa como en una casa
de dos plantas la distribucin social de los espacios se presenta de la siguiente
manera: Arriba, los dormitorios y todo lo concerniente al rea ntima o privada y
abajo, el rea social o pblica que contiene el recibidor, la sala, el comedor, etc.; la
distribucin tambin se daba desde el gnero de sus habitantes, las mujeres en el
primer piso y los hombres en la segunda planta, de esta forma subir o bajar
escalas representaba algo ms que el simple cambio de piso o espacio, para
convertirse en un dejar la compaa de otros o sumarse a ella.
[] Esas galeras tenan unos cuartos que yo los llamo cuartos confesionales, porque
usted oye cualquier ruido, cualquier cuchicheo, cualquier conversacin se oa en los
34
cuartos; se escuchaba totalmente todo lo que suceda en ellos, o sea que haba una
vigilancia y eso daba la posibilidad del control3.
Aunque tambin esta distribucin en galera, implicaba para los hijos la sensacin
de proteccin frente a la indefensin de la intemperie, por la posibilidad de
desplazarse por varios lugares de la casa sin abandonar el interior para finalmente
llegar al bao.
Es como un lugar mgico, por los secretos y los tesoros que parece albergar su
hermeticidad, un lugar soado y fantaseado que representa los ideales de clase
aristocrtica propios de las familias tradicionales de ese lugar.
Estas casas suelen contar con dos comedores, uno de los cuales es el "comedor
auxiliar", usado de forma ms informal y cotidiana. En ocasiones sirve como lugar
adicional cuando en el comedor principal no es suficiente el espacio para toda la
familia.
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"El patio principal", ubicado enfrente de las habitaciones en galera y del comedor,
marca la distribucin jerrquica de los lugares de la casa
Todas las casas que yo conozco como originales, siempre en el patio principal hay un
adorno de una fuente, siempre estaba el agua fluyendo. De todas maneras hay un
reflejo en la arquitectura y es el sonido del agua como deleite, como armona, como
tranquilidad. El sonido del agua siempre est localizado donde se escuche en la mayor
parte de la casa: En los patios centrales.4
A grosso modo puede observarse que tanto el interior como las fachadas de estas
casas se han ido articulando con la dinmica de la ciudad y por esa misma
dinmica, puede plantearse que all permanecen hoy, entre algunos de sus
habitantes unas prcticas culturales de otrora, que conservan su significado y
desde lo formal no han cambiado aunque se hayan dado cambios en la cultura
material, estas formas de vida coexisten a la vez con otras formas de uso de los
lugares que muchos de los nuevos habitantes han ido resignificando y
democratizando (como la sala), favoreciendo que los nios puedan acceder a
ellos. Por ello,
Prado no puede pensarse como un barrio museo, como un barrio que no se ve alterado
de una u otra forma por todos aquellos elementos urbanos y sociales que se vienen
dando en la ciudad, no puede considerarse como una existencia del pasado, sino que
contina siendo vital para lo contemporneo y para el futuro"; puesto que cada objeto
de la casa contina teniendo un significado dentro de ella misma, y dentro de la vida de
los que la habitan. 5
Los nuevos elementos incorporados en las casas, han dado como resultado una
nueva Mmesis donde el gusto por lo eclctico no tiene ningn problema en
mezclarse de manera armnica con las nuevas "poticas espaciales", permitiendo
adems contemplar la trama de sus memorias y toda la obra en general.
Podemos admirar las fachadas y los interiores de las casas en Prado, pero este
escenario sin actores y sin contexto histrico no tendra mucho sentido. En este
caso muchos de sus actores son propositivos y se encuentran en la bsqueda de
nuevas propuestas que les permita seguir siendo, aunque no sean los mismos.
40
El barrio Prado de Medelln se manifiesta como un todo, que puede ser pensado
desde la esfera ms pblica como su participacin en los POT y Planes parciales,
Normatividad para su uso, constitucin de organizaciones barriales como la JAC,
etc. Pero tambin puede entenderse "ms a fondo", mirando sus escenarios
interiores como las habitaciones, los patios, la decoracin, las vidas, las relaciones
y los ritmos que en ellos tienen lugar y por qu no... en sus cocinas.
Las relaciones establecidas entre los vecinos, los trayectos recorridos, los
intercambios sociales, comerciales y econmicos (como la venta por dcadas de
"[] el libro de recetas de Elvira, yo creo que lo tiene Leonor [] pues ellas cuando
empezaron a cocinar, cocinaban era con ese libro de recetas, ese era como el arranque
y recogan las recetas de las cosas que les gustaban en las casas de las amigas de
ellas"5
Regresando a mediados del siglo XIX, Estrada seala como el acontecimiento que
en ese momento marca desde lo social y gastronmico la alta sociedad
Medellinense, la llegada en 1869 de la familia del general Herrn..."[] que con
elegancia y modernismo impone lo que en su momento se denomin 'Los recibos
de la familia Herrn', caracterizados por el ofrecimiento de viandas y licores,
servidos con amabilidad y buen gusto, los cuales dieron mucho que comentar []
y, por ende, mucho que imitar7".
Elvira Santamara (nace principios del siglo XX y muere entre 1953 y 1954)
recibi de su madre la tradicin culinaria, que deja en un soporte de memoria "El
libro de recetas", que heredan sus sobrinas Matilde y Leonor Santamara:
"En la actualidad, por fortuna, hemos llegado al justo medio apetecido. El buen guisar y
el buen comer es apreciado, pero tampoco vivimos para comer. A nuestras familias y a
nuestros invitados les gustar en extremo encontrar en nuestra mesa alimentos sanos,
bien preparados y bien presentados; por esto debemos esforzarnos en aprender un arte
y una ciencia tan propios y tan indispensables para la mujer [] Los aeroplanos, los
rascacielos, todo nos muestra el cambio rpido, prctico y moderno de hacer las cosas
y este mismo cambio se ha efectuado en las cocinas. La ciencia ha venido a ella; ha
variado la manera de cocinar y ha trado nuevos materiales y nuevos procesos que
pueden ser controlados debiendo ya la mujer moderna saber, en vez de adivinar como
nuestras abuelas14".
Para las primeras dcadas del siglo XX, las hijas mayores de Peter Santamara
heredan el saber culinario de su ta y lo practican para recibir los invitados de otros
pases que venan a concretar los negocios con la importadora "Universal".
Al mirar la rama familiar por el lado de los lvarez, se encuentra una familia que
vivi un tiempo en El Salvador en el siglo XIX, donde hizo parte de la lite
econmica y poltica de aqul pas. Esteban lvarez y Josefa Gallo regresaron a
Colombia, trayendo ella y sus hijas frmulas originarias como las Papusas
Salvadoreas15 y los pancitos Salvadoreos. Adems, reciben tambin de la
familia de su madre la frmula del "vinagre de los Gallo", que durante algn tiempo
fue utilizado como medicina y vendido en Medelln por la botica de los Gallo.
Puede verse entonces para la primera mitad del siglo, la generacin de Matilde y
Leonor Santamara como la aglutinadora de un saber que vena de otras
generaciones y lugares y que adems la practican e introducen nuevos saberes.
14 R. de Restrepo, Isabel. Olano Moreno, Emilia. La cocina, la mesa y el servicio domstico; Bedout,
1950. 3 ed. 496 p. p.10. En efecto, Ivn Saldarriaga afirma que hasta los 50's, las cocinas no reciban
un cuidado esttico. En esta dcada, sus dueos comenzaron a transformarlas "remodelando" y
embellecindolas, ya que son abiertas a la entrada de personas ajenas a la familia.
15 "...es una simple arepa plana, partida, untada las dos paredes con mantequilla y rellenas con queso y
se vuelven a juntar las paredes y se calienta otra vez, y en las calles de San Salvador venden papusas...".
Saldarriaga, Ivn. Entrevista, marzo 6 de 1998.
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De esta manera vena dndose para la ciudad de Medelln, en una familia (pero
que poda ser el caso de muchas) la "acumulacin cultural" a lo largo de casi un
siglo, retomando costumbres alimentarias de diferentes regiones y pases,
transmitindolas de una generacin a otra y adaptndolas a las condiciones
locales: "[] realmente es un trabajo simplemente de recoger cosas de mucho
tiempo, yo creo que en un sentido amplio eso es lo que se llama acumulacin
cultural, eso es cultura17".
Una acumulacin que adems recibi de las recetas de las empleadas del
servicio, de las abuelas y tas, que reciban como bautizo el nombre de su autora y
as quedaban en la memoria de la familia como las empanadas de Elosa, las
recetas de Josefa o de Trnsito, los helados de Tina, al lado de las de las 'seoras
de la casa' como el cocktail Matilde, o el arequipe Leonor, bizcocho Adelaida, la
Maria Luisa, etc.
Para los aos 1960 y 1970 se encuentra en Prado una transmisin del saber
culinario que sale del crculo familiar hacia otros espacios, que siguiendo los
movimientos sociales del momento, se ubican desde la 'misin religiosa' en las
labores sociales de beneficencia. Es as como surge la Residencia Social del
Espritu Santo, donde seoras del barrio con saber culinario como Teresita
Santamara de Pea, dan clases, especficamente sta de culinaria a mujeres
'pobres' y trabajadoras del servicio domstico:
Se les preguntaba 'a ustedes qu les provoca aprender?, y ellas le decan a uno 'hoy
quiero aprender carnes' y se les daba (...) carnes, otras veces papas, sopas, como para
que ellas pudieran ir cambiando (...) que fuera una cosa buena (...) algunas trabajaban
en las casas y les gustaba, seguro en la casa les pedan aprender18.
"[] es que son cosas muy coincidenciales, mi ta la que los vesta [a los santos] se
muri y nadie pens, ella se muri el primero de marzo, a quince das haba que
sacarlo, mi mam saba hacer algunas cosas, pero no, que cosa tan angustiosa fue eso
y abrimos una cajita de estas y nos encontramos esa lista y con esa orientacin
pudimos vestirlo, como haciendo una receta y si no era imposible"20.
[] esta muchachita, antes de morirse mi ta, le haba dicho a mi mam 'Maria Teresa
no me la abandones'... le preguntaron a sta (empleada del servicio) 'usted con quin
quiere trabajar?', 'yo si trabajo lo hago con la seora Teresita', ah, bueno, yo me iba a
quedar aqu entonces asumamos todo de una vez22
[] el plato fuerte es todos los aos lo mismo [] tortas de macarrones con alcaparras,
dos quesos de atn, una canastica con pie de limn, tajada de bizcocho negro y
ensalada de papa, huevo, tomate, lechuga, cebolla. Por la noche, para cambiar se les
hace un arroz espaol, que es con repollo, con atn, con pimentn, con cilantro, con
cebolla junca, grandsimo, como un arroz con legumbres, con hierbas y el atn, eso
queda como una paella, con pan, bizcocho y coca-cola.23.
All, en esa casa de Prado, tambin recibi el saber la auxiliar de cocina Nohemi,
encargada hoy del funcionamiento de la cocina y de la produccin. No obstante,
existe inquietud entre algunos por saber quin podr recibir para el futuro tantos
saberes que hoy tienen en especial las mujeres de la familia aunque ya algunos
hombres han ingresado a este proceso de recepcin de los saberes.
En este momento puede plantearse para la poca actual un manejo del saber
culinario que recibe, mantiene y experimenta apoyndose en la formacin
universitaria como la experimentacin en procesos fermentativos y el estudio de
profesiones como la Ingeniera de Alimentos, por uno de los miembros de las
ltimas generaciones. Vienen los nios, quienes a travs de las tareas escolares
van ingresando a los saberes culinarios de su familia y se constituyen en la
esperanza de los adultos para su preservacin en el futuro:
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(caso la Iglesia Catlica) tuvieron que hacer para ajustarse a las nuevas
condiciones.
Los nuevos estilos copiados en la ciudad por una lite que necesitaba una
simbologa de poder, expresaban la identificacin personal de sus dueos, que
para el caso del barrio Prado pertenecan a la clase que particip en el desarrollo
econmico del pas en las primeras dcadas del siglo XX.
2JOAOB. Libanio. Modernidad y desafos evangelizadores. SJ. Brasil. 1975, p 95 JOAOB. Libanio.
Modernidad y desafos evangelizadores. SJ. Brasil. 1975, p 95
58
Los cambios a los que se vio abocada la Iglesia Catlica, contribuyeron para que
las estructuras fsicas de las parroquias se transformaran, la monumentalidad que
haba caracterizado a la Iglesia desde el siglo pasado y cuya obra ms
representativa fue la construccin de la Catedral Metropolitana, es desplazada por
la funcionalidad de la nueva arquitectura.
Las parroquias en Prado operan como un lugar antropolgico, como un sitio para
el intercambio, que posibilita las relaciones, como un lugar de reunin que
adems de brindarles la posibilidad de recibir los sacramentos y participar en el
ritual de la Eucarista, les ofrece espacios de reunin para asuntos que involucran
a creyentes y no creyentes, los cuales tambin reconocen la posibilidad, desde
otra esfera, de relacionarse con los dems; afirmaciones como "yo no voy a misa
pero voy a las reuniones sobre el barrio en la iglesia" dan cuenta de ello.
60
Jaramillo Sierra), contribuy para que los llamados proferidos por los sacerdotes
fueran respondidos con contribuciones en dinero o en alhajas. El Sagrario y la
Custodia de la parroquia El Espritu Santo fueron hechos con objetos de plata
donados por los vecinos.
"La gente se desprendi de todas las copas de plata, charoles, bandejas, anillos que
entreg hasta la persona ms humilde. Esa custodia y ese sagrario son patrimonio de
todos los vecinos que lo entregaron a su parroquia en donacin"3
Monseor Tulio Botero Salazar cre en 1957 para los habitantes de Prado la
parroquia de Los Doce Apstoles, cuando ya exista en el barrio la del Espritu
Santo. Esta parroquia se convirti para los pradianos en una posibilidad de
aprehender diferentes saberes (cine, msica, costura, etc.), as como contar con
espacios ldicos y artsticos (cine-foro, teatro, etc.), que fueron claves en la
formacin de buena parte de sus habitantes.
Las parroquias como centros religiosos construidos por sus habitantes, definen un
espacio y unas fronteras que los identifican y los diferencian de otros lugares de
memoria. Segn Manuel Delgado
"Los lugares no son sino justamente la manera como una cierta memoria se aposenta a
ellos, se amarra a ellos y los escoge para significar. Los sitios slo existen si existe un
dispositivo de enunciacin que puede decir o que puede pensar de ellos alguna cosa. 4
La accin social era una vaina como de encuentro, de ir a caminar por el barrio y
conocer la gente
All se impulsaron grupos como las Residencias Sociales, la Accin Catlica, los
grupos juveniles, El Movimiento Familiar Cristiano, La Legin de Mara, el
Movimiento de Formacin para las Empleadas del servicio domstico, las
Celadoras de las Manzanas, entre muchas otras. Estas fueron algunas de las
formas organizativas que funcionaron en Prado y a travs de ellas se buscaba
darles instruccin moral, religiosa, intelectual y civil a los diferentes sectores de la
poblacin. Estas adems fueron integradas en su mayora por mujeres.
Las organizaciones parroquiales fueron uno de los medios utilizados por las
mujeres de la lite para desarrollar obras benficas y una posibilidad de estar en
el afuera sin ser sancionadas moralmente por la sociedad. Adems signific
para ellas la posibilidad de compartir con personas de su misma clase social y con
las de otros estratos, quienes tambin participaban de estas organizaciones,
generalmente bajo la direccin y orientacin de aquellas que tenan ms influencia
social.
Varias razones haca que las mujeres de estrato social alto pudieran dedicarse a
obras benficas: en primer lugar, el tiempo disponible les facilitaba participar con
ms soltura y entrega; en segundo lugar, la capacidad econmica y educacional
les posibilitaba comandar con eficacia las obras de caridad.
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"Las mujeres de los estratos altos que participaron activamente en "La caridad", lo
hicieron no slo por convencimiento religioso, sino por reforzar su estatus y en la
bsqueda de oportunidades de trascender el espacio domstico (...) A ellas, el hecho
de haber tomado tan seriamente su papel de misioneras sociales, les permita salirse
del espacio domstico y liberarse parcialmente de la carga de su propio hogar"5
La obra social de las residencias El Espritu Santo y Los Doce Apstoles estuvo
dirigida a aquellas personas "ms necesitadas" econmicamente. La primera de
ellas ubicada en Prado, buscaba captar a aquellos habitantes de escasos
recursos, pero tambin a algunas personas de los barrios vecinos entre los cuales
se hallaba Manrique. Ambas residencias enfocaron su labor de igual modo, hacia
las empleadas del servicio domstico que vivan en el barrio.
5REYES CARDENAS, Catalina. "Imgenes femeninas en Medelln a principios del siglo XX". En:
Seminario una mirada a Medelln y al Valle de Aburr . Memorias 1993.
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Las residencias sociales, fueron dirigidas por asistentes sociales, pagadas por las
seoras que impulsaban esta obra. Dichas residencias, eran el conducto ms
adecuado, no slo para cumplir adecuadamente la funcin de asistencia caritativa,
sino tambin para cultivar entre los necesitados normas de conducta cristiana,
amor al trabajo y a la educacin.
Con todas y cada una de las actividades desarrolladas por el Club Juvenil, se
buscaba influir positivamente en cada uno de sus miembros y ofrecerles la
oportunidad de adentrarse en ese mundo que para la dcada de 1960 comenzaba
a abrirse, lleno de posibilidades, ideas y libertades.
Muchos de los jvenes que vivieron esta experiencia y que hoy son hijos de la
poca de las revueltas y las manifestaciones de 1960, cuentan con alegra,
nostalgia y agradecimiento como esas experiencias les sirvieron para llegar a ser
lo que hoy son.
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Los costureros funcionaron como otra de las formas organizativas adscritas a las
parroquias en Prado, que sirvieron como obra benfica y como forma de
relacionarse e integrarse socialmente, especialmente para las mujeres.
Las labores de mano tales como bordar, tejer, zurcir, remendar, etc., constituan
una parte especial dentro de los quehaceres femeninos que eran incentivados y
promovidos en algunos colegios de la ciudad.
La labor de los costureros fue en ciertos casos tan significativa que algunos
lograron constituirse en entidades de gran alcance. Bajo esquemas bien
organizados con reglamentos y estatutos, realizaban adems de las tradicionales
reuniones de costura otra serie de actividades. Es el caso del Centro Misional
Santa Teresita, que tiene su sede en Prado y en el que algunas mujeres del barrio
realizan su labor de costura para ayudar a las Misiones de Colombia.
paternalista y asistencial pero eficiente en lo que tuvo que ver con la constitucin del
tejido social, de la cohesin y de la identidad local"6
6URIBE, Mara Teresa. "Estructura Social en Medelln en la segunda mitad del siglo XIX". En:
Historia de Medelln. Tomo I, 1996 p 215
71
MARSHALL BERMAN.
Para cualquier antroplogo al igual que para otros profesionales de las Ciencias
Sociales usar un epgrafe antes de entrar a detallar sus sospechas, idilios,
problemticas y experiencias, en cualquier texto que exponga, es tambin una
reiterada costumbre. Tal vez se deba a la ilusin de sentir el respaldo patronal de
un sabio, profeta o doctor, quien en proposiciones magnficas, dilucide nuestras
conjeturas, las que se ocultan en nuestro fuero interno y que explotan por su
medio. Las revelaciones de este epgrafe consisten en sostener que nosotros,
contemporneos habitantes de esta ciudad latinoamericana, hacemos parte de la
llamada Modernidad (espritu, edad, estado u otros conceptos ms), la misma que
hemos aceptado o rechazado. Hemos asimilado esta propuesta moderna de tal
manera que hemos vivido entre las vicisitudes ms profundas y contradictorias,
como ninguna otra sociedad actual puede sospechar, y as, entre las confusiones
y las paradojas que coexisten entre los modos de vida de estos tiempos, nuestros
grupos sociales apostaron al juego modernizante de comienzos del siglo XX, y
finalmente durante su resto. La fuerza de este huracn incontrolado nos ha
empujado hasta la multiplicidad de sus retos.
As es que esta ciudad con una historia muy particular, en el contexto de la historia
general del pas, construye un proyecto sociocultural, econmico y poltico que
caracterizar a sus pobladores dentro de una sociedad que puso en juego una
manera de vivir explcitamente definida y caracterizada como propia. De tal suerte
que construyeron una regin y una ciudad capital bajo una cosmovisin que
estimulaba las acciones concretas sobre el mundo, y que se retribuyeron de modo
generoso, en trminos de productos tangibles como las nuevas edificaciones, las
canalizaciones de las quebradas, la construccin de vas de comunicacin entre
otras.2
La ciudad de Medelln de finales del siglo XIX y comienzos del XX, se propuso
construir un proyecto de vida particular con la sociedad que la habitaba, impulsado
desde la generosa visin que ofreca la modernidad y la modernizacin del globo
en tal momento.
El barrio Prado form parte de este proyecto y es hoy un dispositivo y una huella
de la memoria y la identidad de nuestra ciudad, que es necesario elevar, a la luz
de la mirada actual de algunos ciudadanos, al rango de patrimonial por sus
caractersticas arquitectnicas, paisajsticas, ambientales y culturales.3
2 BOTERO GMEZ, Fabio. Historia del Transporte Pblico de Medelln. Medelln : Secretara de
Antioquia, ms conocida como La Candelaria o Comuna del Centro. Administrativamente sus limites
estn definidos de la siguiente manera: Por el norte: Desde el cruce de la carrera 51 con la CL. 67 y
continuando por sta hacia el oriente hasta la carrera 48, por sta al sur hasta la CL. 66, por sta al
oriente hasta su unin con la CL. 65G a la altura de la carrera 45. Por el oriente: tomando la calle 65G
desde su punto de unin con la CL. 66 hacia el suroccidente hasta la carrera 46, por sta al sur hasta la
CL 59, por sta al occidente hasta la carrera 47, por sta al suroccidente hasta la Calle 58. Por el sur:
siguiendo la calle 58 hacia el occidente hasta la carrera 51. Por el occidente: se contina por la carrera
51 hacia el norte hasta su cruce con la CL. 67, punto de partida. Decreto nmero 997 de 1993. Por
medio del cual se ajusta el inventario de barrios de la ciudad de Medelln, se actualizan sus limites y se
dictan otras disposiciones
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Prado se hizo sin prisas. Con planos y estudios, con mucho dinero y con grandes
espacios. Con calles y carreras amplias y arborizadas, amable y bello. Sueo y
fruto de un progreso que prometa al comienzo de este siglo, en La Villa de la
Candelaria, el paraso citadino de un Medelln futuro del que se pretenda fuera
muestra.
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Se pueden diferenciar varias etapas en la evolucin del barrio5. Una primera etapa
comprendera el perodo que va de 1925 a 1930 en el que se construyen las
primeras edificaciones, tal y como fue planeado inicialmente el barrio, con grandes
casas de una y dos plantas, con estilos muy europeos y que en ese momento
caracterizaban la arquitectura republicana. Se construyeron palacetes de estilo
francs, italiano, ingls y californiano.
En los aos 1960 se inicia un nuevo perodo, con una arquitectura moderna o
internacional, que era lo importante en la arquitectura de ese momento, y a partir
de 1965 el barrio empieza a perder su atractivo como zona residencial, empiezan
a tumbarse las casas y los habitantes del barrio, sus propietarios, comienzan a
mudarse a otros sectores de la ciudad como Laureles y El Poblado, sobre todo los
profesionales jvenes hijos de las familias tradicionales.
Uno de los motivos para abandonar a Prado fue el rpido crecimiento de la Zona
Nororiental de la ciudad, que alent el paso de vehculos de transporte pblico por
el interior del barrio, disminuyendo su atractivo de sitio tranquilo y de zona
residencial. Adems, se incrementaron los factores de inseguridad fruto del
deterioro paulatino del centro y de las condiciones socioeconmicas de Medelln.
A partir de los aos 1980 en Prado aumentaron los usos diferentes al residencial,
muchos de los cuales ni siquiera son compatibles con aqul. Existen muchos
negocios clandestinos con procesos industriales o similares cuya existencia se
prueba con tocar accidentalmente a la puerta de una casa cualquiera y
encontrarse que ha sido adaptada para nuevos fines.
5 El arquitecto Jorge Humberto Cano plantea algunas de las etapas que aqu se mencionan.
77
Como sector Prado tiene la estratgica posicin de estar ubicada muy cerca tanto
del centro de la ciudad como de dos centros universitarios importantes como la
Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional. Los estudiantes de estos
centros educativos han encontrado en las grandes casonas, lugares de habitacin
a bajo costo, con las posibilidades espaciales que ofrecen. El nmero de estas
residencias ha aumentado considerablemente en los ltimos aos, aumentando
igualmente el nmero de pobladores flotantes.
A finales de los aos 1990, con base a lo establecido en la Ley 388 de 1997, la
Secretara de Planeacin Municipal realiz el Plan de Ordenamiento Territorial
POT-, adoptado mediante Acuerdo 62 de 1999, en el cual se identificaron
edificaciones y sectores con caractersticas especiales que ameritaban ser
considerados patrimonio cultural de la ciudad.
Entre los sectores identificados como patrimoniales se reconoce parte del barrio
Prado como de Conservacin Urbanstica, especficamente el delimitado entre las
carreras 50D (Neiva) y 49 (Venezuela) y calles 59 (Cuba) y 66 (Manizales), por
constituir un conjunto de alto valor urbanstico y paisajstico con edificaciones de
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Ahora luego de muchos aos el barrio Prado visto en otros tiempos como aquello
que configur para la ciudad el smbolo del progreso generoso del City Planning,
se ve amenazado por esta doble condicin: es el mismo progreso el que lo
7 Ibid.
80
Por ello a Prado le ha tocado asumir su parte en la dinmica de esta ciudad que
se mueve vertiginosa y gil en medio de las barreras naturales, por entre las
colinas y a lo largo de las faldas ahora cubiertas por cintas asflticas trepadoras,
paredes de ladrillos de malabarismo, y techos aerodinmicos. Por ser parte de la
ciudad y de su indefinido y difuso proyecto, Prado comparti con sus vecinos, para
muchos poco gratos, la suerte de la ciudad. Este barrio est ah sobreviviendo,
seguro por la gran inercia que sufren los proyectos de ciudad, tocados por el poder
de la modernidad y por el impulso de la modernizacin.
Por ello el contraste entre lo que hoy es an Prado y sus vecinos de la comuna
Nororiental, que parecen pertenecer a otra ciudad. No la ciudad proyectada en los
planos del Medelln Futuro de comienzos de siglo. No la de Olano, ni de los Cano,
ni de los Jaramillo o Echavarra, ni de los Santamara, ni de ninguno de sus
descendientes y habitantes contemporneos.
deseado y lo imaginado por sus habitantes actuales, viejos y nuevos, o de los que
lo miran cuando pasan por sus calles, o por quienes lo abandonaron por no llenar
sus nuevas perspectivas y propuestas de habitar la ciudad.
Lo que sucede en Prado hoy debe pensarse entendiendo que este es un proyecto
moderno de ciudad, un proyecto modernizante, en el que muchos de sus
elementos han sobrevivido a setenta aos de avances y golpes de la idea de
progreso que lo fund, pero que tambin se ha venido transformando.
8LEN PELEZ, ngela Mara. Habitar La Polka, Construir Sobre Las Cenizas. Imgenes De La
Vida En Un Barrio Obrero En Los Albores Del Siglo XX. Prez Triana, 1913-1926. Medelln.
Universidad de Antioquia. Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. Departamento de Antropologa.
Monografa de Grado. 242 p.
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Prado es hoy el resultado de una mezcla cultural y social que se manifiesta en los
actuales usos del suelo complementarios a la vivienda. Ahora es comn
encontrarse con organizaciones no gubernamentales, sedes de instituciones
culturales y polticas, clnicas y consultorios, oficinas, tiendas de esquina,
graneros, ebanisteras, panaderas, entre otras, que si no se controlan pueden
constituirse en una amenaza a la vocacin residencial del barrio.
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Pero Prado, luego de perder el encanto prstino, sufre hoy un estado parecido al
que se sufrira en el estado de Purgatorio Medieval: aqul de estar y no estar al
mismo tiempo, de no poder delimitar su condicin, el de perder autonoma y poder
de decisin sobre su propio destino. El de no ubicarse en ninguno de los
extremos. Permanecer, luego de la expulsin del proyecto original, en un estado
lmbico, en el que mientras la ciudad terrenal crece desmedida, estrecha, pobre,
de altas pendientes, incierta e incontrolada; l permanece expuesto al saqueo de
los brbaros que amenazan con tomrselo.
ANEXO
EL CONCEJO DE MEDELLN
ACUERDA
Las culatas, es decir, las partes de estos muros que son visibles desde el
exterior y las propiedades vecinas, constituyen las fachadas laterales y
traseras de las edificaciones. Por lo tanto todas ellas debern llevar un
acabado que sea como mnimo en ladrillo a la vista encalado. No se permite,
entonces, acabado en ladrillo, adobe o bloque con tipo de pega revitada o
sucia.
El modo de pago del impuesto predial podr reducirse hasta el 80%, sin prejuicio
de los inmuebles que actualmente gozan del 100% de sta exencin.
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BIBLIOGRAFA
ENTREVISTAS
MUNICIPIO DE MEDELLN
SECRETARA DE EDUCACIN Y CULTURA
SUBSECRETARA DE CULTURA Y DIVULGACIN CIENTFICA
PROGRAMA PATRIMONIO E IDENTIDAD CULTURAL
PROYECTO MEMORIA CULTURAL
MEDELLN
2001