Hobbes, Locke y Rousseau
Hobbes, Locke y Rousseau
Hobbes, Locke y Rousseau
Las guerras civiles que se produjeron en Gran Bretaa entre los aos 1639 a 1651, en
las cuales se discut si el rey o el parlamento deban gobernar, brindaron la oportunidad a sir
Thomas Hobbes de exponer una nueva teora sobre la poltica.
La verdad sea dicha, las ideas de Hobbes podan muy bien ser interpretadas como lo
fueron (en favor de cualquier soberano que concentrara en s el poder de manera absoluta). La
razn de ello es el carcter cientfico que impregna toda su teora. Se trata de un anlisis
desapasionado que mira a las cosas como son segn la ciencia de su poca: la naturaleza en
general y la humana en particular pueden ser descritas en trminos geomtrico-matemticos
dada la estructura mecnica de la realidad (cada movimiento en la naturaleza genera una
reaccin que puede ser deducida matemticamente de la observacin de los hechos).
En este horizonte Hobbes cree que es posible e incluso necesario explicar todos los
fenmenos naturales conforme a un principio explicativo cientfico: el de causalidad. El
principio de causalidad (si a, entonces b) nos ayuda a establecer la relacin de necesidad
material que existe entre los eventos del mundo natural, relacin que luego, por cierto,
podemos expresar simblicamente en frmulas matemticas.
Ahora bien, si esto es as, el arte del gobierno no es otro que el arte del control de la
"maquinaria humana". Y sta trabaja trabaja en trminos de atraccin y rechazo, movimiento
en el cual los deseos juegan un importante papel al determinar "lo bueno". Con todo, a
diferencia de los hedonistas griegos, Hobbes no piensa que los seres humanos trabajen bajo la
diada placer-dolor, aunque las ms de las veces el deseo se inclina hacia el placer y la
aversin se relaciona con el dolor. Pero Hobbes advierte que no hay dificultad en pensar que
algunas veces deseamos cosas que no son placenteras (por lo menos inmediatamente).
En este afn por asegurar su vida, los hombres buscan obtener el mayor nmero de
seguridades de que sean capaces. Se trata de una bsqueda constante e ininterrumpida de los
medios para asegurar su autoconservacin, de una verdadera voluntad de poder. Sin embargo,
como todos los seres humanos tiene la misma naturaleza, el resultado de las empresas
individuales por la autoconservacin no puede ser otro que un estado de "guerra de todos
contra todos". Por desgracia, los hombres advierten (incluso los poderosos) que nadie es tan
fuerte como para poder asegurar su autoconservacin, debido a que incluso el ms fuerte
puede ser muerto por el ms dbil (en algn momento incluso los fuertes duermen, recordar el
ejemplo que vimos en clases).
"De esta igualdad de capacidades surge la igualdad en la esperanza de alcanzar
nuestros fines. Y, por lo tanto, si dos hombres cualesquiera desean la misma
cosa, que, sin embargo, no pueden ambos gozar, devienen enemigos; y en su
camino hacia su fin (que es principalmente su propia conservacin, y a veces
slo su delectacin) se esfuerzan mutuamente en destruirse o subyugarse. Y
viene as a ocurrir que, all donde un invasor no tiene otra cosa que temer que el
simple poder de otro hombre, si alguien planta, siembra, construye, o posee
asiento adecuado, puede esperarse de otros que vengan probablemente
preparados con fuerzas unidas para desposeerle y privarle no slo del fruto de
su trabajo, sino tambin de su vida, o libertad. Y el invasor a su vez se encuentra
en el mismo peligro frente a un tercero. La naturaleza ha hecho a los hombres
tan iguales en sus facultades corporales y mentales que, aunque pueda
encontrarse a veces un hombre manifiestamente ms fuerte de cuerpo, o ms
rpido de mente que otro, an as, cuando todo se toma en cuenta en conjunto,
la diferencia entre hombre y hombre no es lo bastante considerable como para
que uno de ellos pueda reclamar para s beneficio alguno que no pueda el otro
pretender tanto como l. Porque en lo que toca a la fuerza corporal, aun el ms
dbil tiene fuerza suficiente para matar al ms fuerte, ya sea por maquinacin
secreta o por federacin con otros que se encuentran en el mismo peligro que
l". Leviathan Captulo XIII
En este contexto Hobbes introduce un principio de racionalidad de la accin humana.
En efecto, en el estado de guerra prontamente los hombres advierten que es imposible
garantizar su seguridad (autoconservacin). Por ello parece ser una buena idea que la razn
"modere la pulsin natural" a efectos de que esta morigeracin de los instintos pueda permitir
algn grado de "colaboracin y paz" entre los sujetos. Pero ntese que para Hobbes la razn
sigue a la pulsin y su valor estriva en poder sealar los medios para su satisfaccin.
"No hay para el hombre ms forma razonable de guardarse de esta inseguridad
mutua que la anticipacin; y esto es, dominar, por fuerza o astucia, a tantos
hombres como pueda hasta el punto de no ver otro poder lo bastante grande
como para ponerla en peligro. Y no es esto ms que lo que su propia
conservacin requiere, y lo generalmente admitido. Tambin porque habiendo
algunos, que complacindose en contemplar su propio poder en los actos de
conquista, los que van ms lejos de lo que su seguridad requerira, si otros, que
de otra manera se contentaran con permanecer tranquilos dentro de lmites
modestos, no incrementasen su poder por medio de la invasin, no seran capaces
de subsistir largo tiempo permaneciendo slo a la defensiva. Y, en consecuencia,
siendo tal aumento del dominio sobre hombres necesario para la conservacin de
un hombre, debiera serle permitido". Leviatn, cap. XIII.
3
Llegados a este punto, Hobbes indica que la justificacin del Estado radica en la
capacidad que pueda tener el soberano poltico de producir condiciones de "paz y
colaboracin"; aunque siempre se trate de una colaboracin precaria pues se da entre sujetos
naturalmente egostas (selffisch). De lo anterior se deriva sin ninguna dificultad que la
sociedad para Hobbes no es otra cosa que la "suma de los intereses particulares".
para poner trmino a los conflictos entre la clase poltica del Reino Unido. Con el
advenimiento de Jacobo II y su errtica conduccin poltica que oscilava entre su aprobacin
al culto protestante y su progresivo acercamiento a los catlicos ms conservadores, sus ideas
y vueltas entre los conservadores Tories y los progresistas Whig, sumado a su ambigua
relacin con la Casa de Orange (especialmente con su yerno Guillermo (luego Guillermo III),
dieron como resultado la llamada "revolucin gloriosa" de 1688. A partir de este momento
qued claro que los poderes de la corona britnica quedaban reducidos a una mnima
expresin mientras que el parlamento acrecentaba de forma inversamente proporcional su
poder poltico. Desde la revolucin gloriosa el Reino Unido ha sido una monarqua
parlamentaria y, en la actualidad, aunque el jefe de estado es la reina la verdad es que se trata
de una figura menor en la toma de decisiones polticas.
John Locke fue uno de los que apoyo la revolucin y lo hizo desde la perspectiva
filosfica que le brindaba la tradicin: toma algunas ideas de Hooker, pero sobre todo de la
tradicin escolstica tomista que le permite formular una nueva teora poltica que, a
diferencia de Hobbes, concibe al hombre y la sociedad desde otro ngulo. Con todo, se puede
decir que en el pensamiento de Locke hay algo de sincrtico, pues a la renovacin de las ideas
aristotlico-tomistas expresadas por Hooker le suma, en algn sentido, la gran idea
hobbesiana del "autointers" de los sujetos y de que la poltica tiene como principal objetivo
la promocin de tales intereses, que en el caso de Locke sern derechos previos a toda
sociedad poltica.
Lo anterior es as por la sencilla razn de que los hombres no son egostas por
naturaleza y en un hipottico estado de naturaleza previo a la consolidacin del poder
soberano las cosas seran muy diferentes a como cree Hobbes. En efecto, los hombres ms
que egostas son "autointeresados" (selfconserning), es decir, aunque no buscan directamente
el bien de los otros no tienen problema en entrar en sistemas de cooperacin para el "mutuo"
beneficio. Adems, en un estado de naturaleza los hombres seran, muy probablemente,
buenos. En ese estado natural los hombres son colaboradores, de buena voluntad y persiguen
la paz.
Para comprender bien en qu consiste el poder poltico y para remontarnos a su
verdadera fuente, ser forzoso que consideremos cul es el estado en que se
encuentran naturalmente los hombres, a saber: un estado de completa libertad
para ordenar sus actos y para disponer de sus propiedades y de sus personas
como mejor les parezca, dentro de los limites de la ley natural sin necesidad de
pedir permiso y sin depender de la voluntad de otra persona. Es tambin un
estado de igualdad, dentro del cual todo poder y toda jurisdiccin son recprocos,
en el que nadie tiene ms que otro, puesto que no hay cosa ms evidente que el
que seres de la misma especie y de idntico rango, nacidos para participar sin
distincin de todas las ventajas de la Naturaleza y para servirse de las mismas
5
por la intervencin de su trabajo. As las cosas en la sociedad poltica nadie debe perturbar mi
legtimo ejercicio a los derechos que me son propios, salvo que algn justo ttulo lo autorice.
"Siempre que cierto nmero de hombres se une en sociedad renunciando cada uno
de ellos al poder de ejecutar la ley natural, cedindolo a la comunidad, entonces y
solo entonces se constituye una sociedad poltica o civil. Ese hecho se produce
siempre que cierto nmero de hombres que vivan en el estado de Naturaleza se
asocian para formar un pueblo, un cuerpo poltico, sometido a un gobierno
supremo, o cuando alguien se adhiere y se incorpora a cualquier gobierno ya
constituido. Por ese hecho autoriza a la sociedad o, lo que es lo mismo, a su poder
legislativo para hacer las leyes en su nombre segn convenga al bien pblico de la
sociedad y para ejecutarlas siempre que se requiera su propia asistencia (como si
se tratase de decisiones propias suyas). Eso es lo que saca a los hombres de un
estado de Naturaleza y los coloca dentro de una sociedad civil, es decir, el hecho
de establecer en este mundo un juez con autoridad para decidir todas las disputas
y reparar todos los daos que pueda sufrir un miembro cualquiera de la misma.
Ese juez es el poder legislativo, o lo son los magistrados que l mismo seale.
Siempre que encontramos a cierto nmero de hombres asociados entre s, pero sin
disponer de ese poder decisivo a quien apelar, podemos decir que siguen viviendo
en Estado de Naturaleza". Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil.
Todas estas ideas nos son bien conocidas e incluso hoy, a cuatrocientos aos de
distancia, ya son parte del acervo cultural de occidente. Sin embargo, por conocidas que sean
estas ideas no siempre son bien entendidas, pues como ha advertido alguno a Rousseau se le
cita ms que se le estudia, se le utiliza para ilustrar o defender posiciones ya tomadas ms que
para interpretarle como un pensamiento unitario, pese a sus aparentes e incluso reales-
dislocaciones[5].
En las ideas de Rousseau se advierte una crtica a la sociedad de su poca. El
problema, cree Rousseau se halla en la clase de proceso civilizatorio de alienacin e
hipocresa que se ha verificado en Occidente, desde Atenas hasta Roma, y en su tiempo,
desde Ginebra hasta Pars. Este proceso comporta dos elementos, uno de naturaleza
estructural tiene que ver con los diferentes estadios de alienacin en la desigualdad que han
sido propiciados por la prctica poltica. Si seguimos el proceso de la desigualdad escribe
Rousseau- a travs de estas diversas revoluciones, hallaremos que el establecimiento de la ley
del derecho de propiedad fue su primer trmino; el segundo, la institucin de la magistratura;
el tercero y ltimo, la mudanza del poder legtimo en arbitrario; de suerte que el estado de
rico y de pobre fue autorizado por la primera poca; el de poderoso y dbil, por la segunda; y
por la tercera, el de seor y esclavo, que es el ltimo grado de la desigualdad y el trmino a
que conducen en fin todos los otros, hasta que nuevas renovaciones disuelven por completo el
gobierno o le retrotraen a su forma legtima[6].
El otro elemento presente en el nefasto proceso civilizatorio de Occidente es de ndole
personal, y socava la virtud individual anteponiendo la apariencia a la rectitud moral. Las
ciencias y las artes en su afn de civilizacin han contribuido a este estado de cosas y
extienden guirnaldas y flores sobre las cadenas de hierro de que los hombres estn cargados,
ahogan en ellos el sentimiento de libertad original para la que parecen haber nacido, les
hacen amar su esclavitud y forman lo que se llama pueblos cultos[7]. Por ello, el filsofo
9
exclama indignado: pueblos civilizados: cultivadlos. Felices esclavos: les debis ese gusto
delicado y fino de que os preciis, esa dulzura de carcter y urbanidad de costumbres que
hacen entre vosotros las relaciones tan ntimas y tan fciles, en una palabra, las apariencias de
todas las virtudes sin tener ninguna[8].
En resumen, Rousseau critica la sociedad de su poca en cuanto considera que ella
propicia la hipocresa en desmedro de la rectitud de nimo y fomenta la desigualdad entre los
hombres de manera artificial, todo lo cual constituye el ncleo del mal moral.
Pero tan importante como la crtica social que realiza Rousseau es el diagnstico de la
situacin y la solucin que propone. Frente a la pregunta unde male, con Rousseau se
inaugura una nueva forma de concebir el origen del mal; por lo menos del mal moral.
Susan Neiman y Jean Pierre Dupuy sugirieron no hace mucho que el terremoto, el
fuego y el maremoto que en concierto y rpida sucesin- destruyeron Lisboa en 1775
marcaron el inicio de la filosofa moderna del mal. Los filsofos modernos separaron los
desastres naturales de los males morales, estableciendo la diferencia precisamente en el
capricho de los primeros (ahora refundidos en ceguera) y la intencionalidad o determinacin
de los segundos De acuerdo con Depuy, el protagonista que dio con el tono ms moderno
en el debate fue, paradjicamente Rousseau, quien por su celebracin de la sabidura prstina
que albergaba todo lo natura, muy a menudo fue tomado por un pensador irremediablemente
premoderno o antimoderno[9].
La posicin de Rousseau sobre este punto est expresada en la carta a Voltaire de 18
de agosto de 1776 en la cual, a propsito del desastre de Lisboa, se puede leer lo siguiente:
No entiendo que pueda buscarse la causa del mal moral en parte alguna fuera del
hombre libre, perfeccionado y por tanto corrompido Continuando con su tema de Lisboa,
convendr usted, por ejemplo, en que la naturaleza no haba reunido all veinte mil casas de
seis a siete pisos, y en que, si los habitantes de esa gran ciudad hubiesen estado distribuidos
por igual y alojados ms livianamente, el dao habra sido mucho menor y hasta puede que
nulo[10].
As las cosas, con Rousseau la cuestin sobre el mal moral que afecta al hombres deja
de ser un problema irresoluto endilgable a fuerzas celestes o naturales para convertirse en una
cuestin de absoluta responsabilidad de los sujetos morales. Pero si esto es as, de inmediato
se levantan, a lo menos, dos cuestiones a las que el filsofo moral debe responder. Primera,
cmo ha de estructurarse una sociedad civil congenial con la naturaleza humana que pueda
minimizar la ocurrencia del mal moral (el dao intencional o premeditado que los hombres se
infringen recprocamente) y, segunda, tomando a los hombres como son y a las leyes como
pueden ser, cul es el tipo de instruccin ms adecuada al desarrollo social de dicha
naturaleza.
Para Rousseau ambas cuestiones se encuentran indisolublemente ligadas, lo que
explica por qu defendi hasta su muerte el carcter unitario de su obra, ms all de las
aparentes contradicciones. As, por ejemplo, en una carta fechada el 12 de enero de 1762,
dirigida a Chrtien-Guillaume de Lamoignon de Malesherbes, Rousseau, relatando las
circunstancias en que recibi la inspiracin para escribir su primer discurso, indica que si
alguna vez pudiera escribir la cuarta parte de lo que vi y sent bajo aquel rbol, con cunta
claridad habra mostrado todas las contradicciones del sistema social, con qu fuerza habra
expuesto todos los abusos de las instituciones, con qu sencillez habra demostrado que el
hombre es bueno por naturaleza y que slo por esas instituciones se hace malo. Todo lo que
pude retener de aquella profusin de grandes verdades que en un cuarto de hora me
iluminaron bajo ese rbol ha sido bien dbilmente esparcido en mis tres principales escritos, a
10
saber, ese primer discurso, el otro sobre la desigualdad y el trabajo sobre educacin, tres obras
inseparables que forman juntas un todo[11].
Otro tanto se puede decir del ncleo terico del Contrato Social. En las Confesiones,
Rousseau nos dice que todo lo que hay de atrevido en el contrato social se hallaba ya en el
Discurso sobre la desigualdad; todo lo que hay de atrevido en el Emilio se hallaba igualmente
en la Julia. Ahora bien, estos atrevimientos y osadas no excitaron ninguna crtica ni clamor
contra las dos primeras obras; por consiguiente, tampoco pudieron excitarlos contra las
ltimas[12].
Pues bien, si hemos de creer al propio Rousseau toda su obra (moral, poltica y
literaria), como hemos dicho, tiene por objeto sentar las bases de una nueva sociedad capaz de
minimizar la ocurrencia del mal moral mediante un adecuado diseo poltico
institucionalizado y un tipo especfico de educacin que permita transformar a los sujetos
morales en ciudadanos (esto es, hombres libres e iguales bajo una misma repblica)[13]. Esto
explica por qu el Emilio culmina, en el acpite dedicado a los viajes, con la eleccin que
Emilio debe realizar sobre la sociedad en que quiere vivir, dada su naturaleza y la instruccin
que ha recibido conforme a ella.
Un campo que sea vuestro, querido Emilio. Y en qu pas lo escogeris? En qu
rincn de la tierra podris decir: Aqu soy dueo de m mismo y del terreno que me
pertenece? Sabemos en qu lugares estn los parajes donde enriquecerse es fcil, pero,
quin sabe dnde se puede vivir libre careciendo de riquezas, dnde con independencia y
libertad no tendrs que perjudicar a nadie ni temers que se le haga ningn dao? Si hay
algn medio legtimo y seguro para poder vivir sin intrigas, sin negocios ni dependencia,
debo decir que es el de vivir de su trabajo y cuidando su tierra. Pero, cul es la situacin en
que uno puede decir que la tierra que pisa es suya? Antes de elegir esta magnfica tierra,
debis aseguraros de que en ella encontraris la paz que buscis; tened presente que lo mismo
un Gobierno violento que una religin perseguidora con perversas costumbres pueden
perturbaros[14].
A la pregunta por el mejor esquema poltico de participacin congenial con la libertad
e igualdad individual, Rousseau responde sealando que es el sistema republicano,
consistente con el contrato social, el que da mejor cuenta de la dimensin moral de los
hombres en sociedad, esto es, su carcter de ciudadanos[15].
A la cuestin sobre el tipo de educacin que corresponde a los hombres dada su
naturaleza, Rousseau responde afirmando que el ncleo de la misma ha de consistir en el
desarrollo de la libertad y la autodeterminacin.
En tal direccin, apenas comenzado el Emilio se puede lee que el espritu de estas
reglas es conceder a los nios ms verdadera libertad y menos imperio, permitirles que acten
ms por su cuenta y exijan menos de los dems. Acostumbrados desde muy pequeos a
regular sus deseos con sus fuerzas, poco sentirn la privacin de lo que no est en su mano
conseguir[16].
Luego continua, el nico que acta segn su propia voluntad es el que para realizarla
no precisa del auxilio ajeno, de donde se deduce que el ms apreciable de los bienes no es la
autoridad, sino la libertad. El hombre verdaderamente libre solamente quiere lo que puede y
hace lo que le conviene. Esta es mi mxima fundamental; trato de aplicarla a la infancia, y
observaremos cmo se derivan de ella todas las reglas de educacin[17].
Criado en absoluta libertad se refiere a Emilio-, el mayor mal que concibe es la
servidumbre. Compadece a esos miserables reyes esclavos de todo lo que les obedece, a esos
fingidos sabios esclavizados con la vana reputacin, a esos necios ricos esclavos de su
11
opulencia, y a esos que alardean de su sensualidad, viviendo siempre sometidos a sus excesos.
Tendra compasin de un enemigo que le daara porque en su maldad vera su miseria, y se
dira: Cuando este hombre se ha propuesto hacerme dao, ha hecho que su suerte dependa
de la ma[18].
Y casi al final Rousseau concluye, Es intil aspirar a la libertad bajo el amparo de las
leyes. Leyes! Dnde las hay? Y dnde son respetadas? En todas partes slo has visto el
inters particular y las pasiones humanas. Pero hay las leyes eternas de la naturaleza y del
orden, que para el sabio sustituyen la ley positiva; estn escritas en lo ms ntimo de nuestro
corazn por la razn y la conciencia; para poder ser un hombre libre es preciso que primero
uno se haga esclavo de ellas, y no hay ms esclavo que el que obra mal, pues siempre va
movido por fuerzas contrarias a las de su voluntad. La libertad no est en ninguna forma de
Gobierno, pero est en el pecho del hombre libre y la lleva consigo a todas partes, mientras
que el hombre vil lleva a todas partes la esclavitud. El uno sera esclavo en Ginebra y el otro
lo sera en Pars[19].
As, para Rousseau, la educacin debe orientarse a fomentar de manera inteligente y
juiciosa la libertad de los sujetos morales y su capacidad de autodeterminacin. Este proyecto
encuentra en la sociedad civil republicana y congenial con el contrato social la mejor forma
de realizarse. El mejor modelo poltico es as el que se deriva del contrato social congenial
con la libertad y la autonoma.
Rousseau piensa que slo estas modificaciones estructurales (sociedad civil) y
personales (una educacin adecuada a la naturaleza de los hombres) pueden legitimar el paso
del estado de naturaleza a la sociedad civil y con ste la eventual supresin del dao moral
(unde male). En efecto, la trasformacin del hombre natural en ciudadano, en el contexto de
una repblica, supone no slo el abandono del estado de naturaleza sino la superacin de
mismo.
La transicin del estado natural al estado civil produce en el hombre un cambio muy
notable, sustituyendo en su conducta la justicia al instinto y dando a sus acciones la moralidad
de que antes carecan. Es entonces cuando, sucediendo la voz del deber a la impulsin fsica,
y el derecho al apetito, el hombre, que antes no haba considerado ni tenido en cuenta ms
que su persona, se ve obligado a obrar basado en distintos principios, consultando a la razn
antes de prestar odo a sus inclinaciones. Aunque se prive en este estado de muchas ventajas
naturales, gana en cambio otras tan grandes, sus facultades se ejercitan y se desarrollan, sus
ideas se extienden, sus sentimientos se ennoblecen, su alma entera se eleva a tal punto que, si
los abusos de esta nueva condicin no le degradasen a menudo hasta colocarle en situacin
inferior a la en que estaba, debera bendecir sin cesar el dichoso instante en que la quit para
siempre y en que, de animal estpido y limitado, se convirti en un ser inteligente, en
hombre[20].
El trnsito de un estado a otro, con todo, no siempre es fcil y supone, con el debido
tiempo y educacin, una verdadera transformacin de los afectos y las ideas. Es preciso una
prolongada modificacin de los sentimientos y de las ideas para poder resolverse a tener por
jefe a un semejante, y sobre todo para lisonjearse estar de de ello satisfecho.[21]
Esta modificacin de los sentimientos y las ideas es posible porque unos y otras no
son fenmenos naturales, sino sentimientos morales. En efecto, aquel que, en el orden civil,
quiere conservar la primaca de los sentimientos naturales, no sabe lo que quiere. Siempre en
contradiccin consigo y fluctuando entre sus propensiones y sus deberes, no ser jams ni
hombre ni ciudadano, ni ser bueno para l ni para los dems. Ser uno de los hombres
actuales, un francs, un ingls, un burgus; no ser nada[22].
12
Ahora bien, estos sentimientos morales, en el caso de Rousseau, son necesarios para la
realizacin efectiva del trnsito del estado de naturaleza a una sociedad civil compuesta por
ciudadanos, pues estos son sentimientos sin los cuales es imposible ser buen ciudadano ni
sbito fiel[23].
Lo interesante del planteamiento de Rousseau es la relacin que establece entre la
configuracin social, la educacin que dicha configuracin reclama para su mantenimiento en
el tiempo, y el desarrollo de ideas y sentimientos congeniales con uno y otra. En otras
palabras, una sociedad polticamente bien estructurada, junto a una educacin congenial con
el principio de la libertad, han de conducir a la adhesin de los sujetos morales al sistema y a
un desarrollo progresivo de los afectos y sentimientos morales de los mismos, justificando as
el abandono del estado de naturaleza.
En todo caso conviene advertir que el proyecto de Rousseau es viable dentro de los
supuestos que l mismo establece: la sociedad civil es perfectible en la medida que, como ya
hemos sealado, el mal moral no tiene causas naturales ni celestiales; y los sujetos morales
pueden ser educados en la libertad en la medida en que los sentimientos que el sistema
poltico puede modelar no son meros afectos o pulsiones sensibles, sino verdaderos deberes.
Estos deberes tienen, adems, una gnesis progresiva (de ah la importancia de la educacin
dentro del sistema poltico). Primero esta la pulsin bruta de satisfacer la necesidad; luego el
amor propio como expresin de la autoconservacin; ms adelante y bajo las felices
circunstancias, aparecen los sentimientos referidos a la alteridad (compasin por el
sufrimiento, conmiseracin). Finalmente en un estadio ulterior y con la intervencin de la
razn aparece el sentimiento moral propiamente tal bajo la forma del imperio de una
voluntad libre[24].
ceremonia entre la obediencia y la libertad, y porque las palabras sbdito y soberano son correlaciones idnticas
cuya idea est contenida en la de ciudadano. ROUSSEAU, J.J., Contrato, not. n 5, p. 86.
[14] ROUSSEAU, J.J., Emilio, not. n3 , p. 320-321.
[15]En el caso de Rousseau, con todo, la significacin del vocablo repblica tiene un sentido un tanto distinto al
que habitualmente se le da. Para l, la repblica es simplemente la forma de gobierno en la que el soberano
poltico es el pueblo y la actividad nomottica se encuentra condicionada por el bien del propio pueblo, sea que
el gobierno ejecutivo en cuestin adquiera una forma democrtica, aristocrtica o monrquica.
[16] ROUSSEAU, J.J., Emilio, not. N3, p. 31.
[17] ROUSSEAU, J.J., Emilio, not. n 3, p. 42.
[18] ROUSSEAU, J.J., Emilio, not. n 3, p. 165.
[19] ROUSSEAU, J.J., Emilio, not. n 3, p. 332.
[20] ROUSSEAU, J.J., Contrato, not. n 5, p. 19.
[21] ROUSSEAU, J.J., Contrato, not n 5, p. 121.
[22] ROUSSEAU, J.J., Emilio, not. n 3, p. 9.
[23] ROUSSEAU, J.J., Contrato, not. n 5, p. 130.
[24]Cuando me dejo llevar de las tentaciones, obro segn el impulso de los objetos externos; cuando me
reprocho por esta debilidad slo escucho mi voluntad; soy esclavo por mis vicios y soy libre por mis
remordimientos; slo cuando me depravo y cuando se levante la voz del alma contra la del cuerpo queda borrada
en m la conciencia de mi libertad. ROUSSEAU, J.J., Emilio, not. 3, p.192.