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cesario, por tanto, no sera objeto del libre arbitrio, aunque ste re-
quiera de elementos de necesidad y certeza como fundamento de su
ejercicio.
La insuficiencia inherente a dicha argumentacin tan habitual
en nuestro tiempo es que identifica libertad con capacidad de ele-
gir. Obviamente, si slo fusemos libres cuando elegimos, no ca-
bra querer libremente un objeto necesario, porque carece de alter-
nativa. Pero este presupuesto, la identificacin de la libertad con el
libre arbitrio o facultad de eleccin, no slo permanece infundado;
tambin lleva a consecuencias contrarias a bienes tales como el sa-
ber estricto y la verdad cierta, porque, segn dicha premisa, a ma-
yor certeza habr menor libertad. El ignorante sera libre de pensar
como quisiera, mientras que al sabio slo le quedara la verdad
demostrada. Anlogamente, en el plano tico, el inconsciente sera
libre de actuar de cualquier modo, mientras que la certeza tica
sera una pesada obligacin. Un rgimen de libertades exigira el
relativismo escptico, pues cualquier saber equivaldra a un riesgo
de imposicin. En ltimo extremo, la naturaleza salvaje, donde no
hay ciencia, sera el mbito de la libertad, como sostuvo el Roman-
ticismo. O incluso ms radicalmente, como defiende el libertaris-
mo, la eliminacin de cualquier orden natural equivale a una libe-
racin. En suma, como apunt Hegel, sostener la incompatibilidad
de necesidad y libertad conduce al nihilismo19.
Pero tal incompatibilidad presupone lo que quiere demostrar:
lgicamente, si partimos de que la libertad equivale a la capacidad
de elegir, donde hay necesidad no hay libertad. Si se identifica la
libertad con la libre eleccin, entonces slo cabe ser libre ante lo
contingente. Pero es esa identificacin la que habra que demos-
trar20. El hecho es que, habitualmente, los objetos de nuestra expe-
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pp. 517-527; y D. WIDERKER; M. MCKENNA (eds.), Moral Responsibility and
Alternative Possibilities (Ashgate, Burlington, 2003).
21. Seala H. G. FRANKFURT, The Importance of What We Care About,
Synthese 53/2 (1982) p. 267: The idea that being rational and loving are ways
of achieving freedom ought to puzzle us more than it does, given that both require
a person to submit to something which is beyond his voluntary control and which
may be indifferent to his desires.
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22. Por ello, no me parece rigurosa la tesis de que each of us, when we act,
is a prime mover unmoved. In doing what we do, we cause certain events to
happen, and nothing or no one causes us to cause these events to happen.
R. M. CHISHOLM, Human Freedom and the Self, en On Metaphysics (Univer-
sity of Minnesota Press, Minneapolis, 1989) n. 11, p. 12. Anlogamente R. KANE,
The Significance of Free Will (Oxford University Press, Oxford, 1996) p. 4.
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De hecho, igual que slo hay esencias reales, porque los nicos
caballos que son caballos son los que existen31; as tambin slo
son plenamente bienes los que se dan, pues nada es deseable sino
como siendo real. En efecto: resulta imposible considerar que algo
es un bien si no se quiere que exista. Incluso cuando elegimos un
mal en lugar de algo bueno, es porque consideramos que, aqu y
ahora, tal mal es un bien o, mejor dicho, ser un bien que se d,
que exista, que tenga ser.
Podemos, as, establecer una comparacin: la inteligencia cono-
ce lo que es; la voluntad quiere que algo sea. Inteligencia y volun-
tad pueden tener una diversidad de objetos, ms o menos diversos
y contingentes; pero lo relevante para conocer es conocer lo que es;
y lo relevante para querer es querer que algo sea.
As como el fundamento de la verdad, objeto de la inteligencia,
es el ser; as tambin el fin de la voluntad es el ser de algo. El fin
propio de la inteligencia, el conocimiento de la verdad, no se fun-
damenta en la ndole quiditativa de los objetos, en su manera de
ser, sino en la realidad, en el ser de las cosas; y el fin propio de la
voluntad, el querer un bien, no consiste estrictamente en querer
cierta ndole quiditativa, sino en querer que aquello se d, en que
sea.
Si lo conocido no es, tampoco constituye propiamente conoci-
miento; y si lo querido no es, ser un fin, pero no un bien pleno
mientras no se realice. Una proposicin slo es verdadera cuando
la realidad es as; y un fin slo llega a ser el bien querido cuando
existe.
El mal, a su vez, no estriba en lo que es, sino en la ausencia del
bien debido o, en otras palabras, de lo que querramos que fuese y,
sin embargo, no es. Si el mal existe, es porque lo bueno, lo desea-
ble, no siempre es un bien presente, algo real, sino un fin a realizar,
pero ausente.
En suma, el fin de la inteligencia y el fin de la voluntad coinci-
den en un objeto metafsicamente necesario, el ser.
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Enrique Alarcn
Universidad de Navarra
ealarcon@unav.es
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