Beckmann
Beckmann
Beckmann
Max Beckmann
1997
www.march.es
Fundacin Juan March
MAX BECKMANN
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Fundacin Juan March
MAX BECKMANN
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Fundacin Juan March
N D 1CE
Pg.
PRESENTACIN .......... .. 5
ESCRITOS DE BECKMANN
SOBRE MI PINTURA 17
AUTOBIOGRAFA 24
PINTURAS ......... .. .. 25
BIOGRAFA. 95
IBERIAic
. B E=
Con lo colaboracin de
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Fundacin Juan March
Con lo exposic in Mox Beckmonn (Leipzig, 18 84 - N uevo York, 19 5 0) lo Fundac i n
Juan Morch ofrece por primero vez en Espaa uno muestro de lo obro pictrico de es-
te arti sta a lemn q ue abarco desde 19 0 5 hasta 1950 y que contiene obras significa-
tivos de cod o uno de los etapas relacionados con los estancias del p intor en los c iu-
dades de Berln, fro ncfort, Amsterdom , St. Louis y N uevo York.
Tra s haber recibido, an muy joven, lo influencio del im pres ionismo, de Picosso y de
Moti sse, Beckmonn pronto destoc como uno figu ro personolsimo sin mi li tar en ni ng n
g rupo concreto . C ultivador de todos los grandes gneros pictri cos - retra to, au torre-
trato, desnudo, bodegn, escenas mitol g icos y de lo vida cotid iano ... - trot siempre
de plasmar su rea lidad con profundo dramatismo . Lo fuerzo de sus figuras, lo dec isin
de su trozo, lo vigoroso composicin de sus escenas, lo expres ividad de sus persona-
jes, lo ob jetividad de sus temas y lo riqueza de su colo ri do sealan o Mox Beckmo nn
como uno de los gra ndes p intores alema nes de este sig lo y como un artista de uno con-
tinuado influencio en los generac iones posteriores
Poro poder ofrecer esto expos icin, lo Fundacin Jua n Morch ha co ntado con el ase-
soram iento del Prof. Dr. Klous Go llw itz cuyo ayudo ha sido fundamental poro co nfi gu-
rar lo presente muestro. Deseam os agradecer ta mbin lo co laborac in de los siguien-
tes personas e instituciones:
A todos ellos, as como a cuantas personas han hecho pos ible la presentacin de es-
ta exposicin en Madrid, la Fundacin Juan March desea expresar su sincero agrade-
cimiento.
A
lo largo de toda su vida, Max Beckmann, aleLado de con formismos y rutinas,
fue un solitario entre los pin tores, un outsider. El expresionismo y la nueva ob-
jetividad le traan tan sin cuidado como el cubismo, el su rrealismo y la pintura
abstracta. Pin tar era para l una confrontacin con el color, una permanen te lucha por
dominarlo. Lo que el filsofo Ernst Bloch escribe en su estudio "Subjekt-Objekt", publi-
cado en 1962, tambin es apl icable, plenamente, a toda la obra pictrica de
Beckmann: Rora vez transcurre mucho tiempo hasta que el color peculiar resulto reco-
nocible. Si est presente de un modo latente en un pensamiento, suele manifestarse,
por lo general, en la temprano uventud.
Algunos contemporneos y las pocas personas que permanecieron prximas a l no
tardaron en reconocer el color peculiar del pintor, primero en Berln, luego en Francfort,
ms tarde en Amsterdam y Am rica. Beckmann se muestra activo duran te casi cincuenta
aos. Su obra se extiende a lo largo de toda la primera mitad de este sig lo, pero s-
lo hoy se comprende el precoz talan te rad ica l que, generalmente, no se crea poder
apreciar en sus trabajos posteriores a la primera guerra mundial. Porque ya poco des-
pus de la muerte de Beckmann, acaecida en 1950, vino a resu ltar que el primer
Beckmann, incardinado en el Berln imperia l de Guillermo 11, estaba casi tan oculto a
nuestra vista como el Beckmann tardo de Amrica tras la segunda guerra mund ial. Para
los aos de emigracin, sus d iarios, puestos al da regu larmen te desde 1940, abrie-
ron una nueva perspectiva. En tre tan to ha ido crec iendo la d istancia que nos separa
de los aos berlineses de la poca imperial, que slo paulatinamente pueden com-
prenderse mejor gracias a la publicacin de anotaciones fragmentarias, exposiciones
de las imgenes precoces y, recie ntemente, por el estud io y la publicacin exhausti va
de sus cartas. Sin embargo, el color caracterstico del joven arti sta slo recien temente
es redescubierto y objeto de a tenc in en Aleman ia.
Una causa de este estado de cosas fue , durante mucho tiempo, la relativa inaccesibi-
lidad a su obra temprana, y an ms el hecho de que, debido al crec iente xito del
pintor en la dcada de los aos vein te, esa obra quedase relegada a un segu ndo pla-
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Fundacin Juan March
no. La proscripcin y emigracin no tardaron en con tri bu ir a que la poca de ante-
guerra y el precoz renom5re de Beckmann se eclipsaran, siendo ob jeto de atencin
preferente su pintura cls ica . Prec isamen te porque sus energas artsticas y humanas pa-
reca n no estar quebrantadas y se afirmaban contunden temente en los aos del exilio,
los cuadros de los aos berlin eses, entre 1904 y 19 14, quedaron re legados . Su ca li-
dad no de jaba de suscitar dudas, y la marcada actua lidad de muchos de sus motivos
causaba la im presin de ser exces iva y grand ilocuente . Beckmann mismo observaba
cierta reserva consc iente de que el tiempo para esas obras estaba todava por llegar.
Las ca lidades an ticipa ti vas de sus primera s imgenes se manifiestan ahora vigorosa-
men te. La lectura de los escritos, diarios y cartas de Beckmann confirma el ju icio sobre
la seg uridad y el carcter forzoso a que alude la siguiente observacin de Ernst Bloch:
Es sabido que o todo tipo creador -y sobre todo al filos fico- se le revel en su juven-
tud uno imagen que deba realizar y o lo que deba atenerse. A este postulado,
Beckmann se someti interiormente de modo muy consecuente.
Los autorretra tos caracteri zaron el estado de conc iencia del artista . Desde su juventud
jalonaron en gran med ida toda la obra de su vida: Me resulto ms cmodo dibu-
jar que hablar. Con estas palabras defin i en cierta ocasin su necesidad de comuni-
cacin. La imagen refle jada en un espejo le brindaba la pos ibi lidad de una observa-
cin exacta y de la represen tacin ms con tundente. Con esa misma radicalidad con-
cibe el tema, y viste su retrato con variados atuendos que le permiten un juego de roles
d ivergentes. La semeja nza del arti sta con Dios, entendida por l como dol ien te y de-
safiante, le inspira vers iones incesantemente renovadas de su propio yo. Tambin en
ellas se manifiesta la ruptura que separa al estilo beckmanniano de carcter secesio-
nista, en que haba consegu ido su prim era y precoz maestra, de sus traba jos poste-
riores. El prometedor talento de Berln , ca lificado como un Delocroix alemn en la o-
ven y boyan te capital del Re ich, ga lardonado y promovido muy temprano, se haba
adaptado, a l menos exteri ormente, al ambiente de la ciudad desarrollando una pintu-
ra pastosa del gusto de la poca. Sus pinceladas eran suaves, la pa leta terrosa Pero
a pesar de esa sin tona con su ti empo, se manifiesta ya en los primeros au torretra tos y
en las imgenes de grupos, en los paisa jes y desnudos y en las colosa les pinturas his-
tricas y de catstrofes pintados por un Beckmann que an no ha cumplido treinta aos,
el doble fondo, la duplicidad de la realidad <;jUe l percibi como traumtica, e inter-
pretara tambin, en el futuro, como un desafo a cuyo encuentro haba que sa lir con
los recursos de la pintura como ofi cio. Tanto la perfeccin de su tcn ica como la es-
pectacularidad de su temtica disimu laban, para muchos con tempor neos, los inq uie-
tantes problemas que planteaba. La fl uidez de la factura y los con tornos ms o menos
difuminados ocu ltaban superfi cialmen te una intencin abismal que, puesta luego al des-
cubierto por la guerra, exista, no obstan te, desde el principio.
Los dibujos y aguafuertes rea lizados durante la guerra son, lmina tras lmina , otros
tan tos ejemplos de un consecuente desmonta je oe conquistas artsticas an teriores. El
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Escena del hundimiento de M essino , 1909.
leo sobre lien zo,
St. Loui s, M orton D. Moy.
glorificado vitalismo de cuo nietzscheano es reemp lazado por e/ misterio del cadver.
En lugar de p intar gra ndes cua dros, los recursos del cam illero mili tar se reducen cas i
exclusivamen te a lpiz y papel. Coincid iendo con el cambio de estilo se opera un cam-
bio de tcnica. La pluma y el afilado diamante de los grabados de pun ta seca son los
til es de la nueva lnea expresiva, de los contornos esquinados y la precisin en la ob-
servacin de los detalles. Beckmann reorganiza sus recursos a travs de la pin tura va-
lindose del d ibu jo.
Dibujando prepara, selecciona y retoca las nuevas imgenes. En una carta dirigida a
su esposa desde el fren te, escribe : Muchos de estos detalles figurativos no me sern
tiles, pero poco a poco el ambiente se le va infiltrando o uno en lo sangre y me do
seguridad poro realizar los cuadros que, en el fondo, yo antes he contemplado en mi
mente. Quiero interiorizor todo esto poro poder hacer los cosos despus con entero li-
bertad y casi intemporalmente. ese negro rostro humano que miro desde lo foso y los
muertos silenciosos que salen o mi encuentro son lgubres mensoes de lo eternidad y
como toles los pintar despus .
El nfasis de estas frases ya no tiene una base ambienta l en el sen tido de la especta-
cular pin tura histrica, sino que es fro y proftico. Al mismo tiempo aflora en esta mi-
siva su profunda d isposicin y receptiv idad para los lgubres mensoes de lo eternidad.
En un primer tiempo, la tran sposicin de los dibujos a la pintura fracasa casi inevita-
blemente. Su licencia miento como soldado en 1915 y el subsiguiente alojam iento en
casa de sus amigos Battenberg , en Francfort, que altruistamente ponen a su d isposicin
un estudi o, le sugieren nuevamente la idea de repetir, esta vez como visin apoca l pti-
ca, su primera Resurreccin solemne de la poca de anteguerra, que l haba pinta-
do en brmato alargado com o lo hic iera Rubens. Durante los aos 1916 a 19 18 di-
buja , pinta y raspa en el enorme lienzo, que finalmente queda inacabado, un memen-
to sobre la incompa ti bilidad de las ideas artsticas por las que se haba gu iado hasta
entonces y los horrores de la guerra de los que acababa de escapar. Entre las figu-
ras, preparadas por l en su total idad como dibujos de desnudos, se leen en un lugar,
escritas con lpiz por su propia mano, estas palabras: Zur sache (ir al grano). Esas
dos palabras son la confes in aplicable a todas las imgenes que Beckmann qu iso pin-
tar despus de 19 18, imgenes que interpreta dibu jando y g rabando. La produccin
pictri ca de esos pri meros a os pasados en Francfort fue, pues, muy modesta: apenas
ms de tres a cinco cuadros por ao figuran en el registro de sus obras.
contra el propio yo-, obetividod en las visiones internos .. . stas son sus lacnicas sen-
tencias que, sin embargo, continuarn siendo determinantes para su traba jo futuro .
Las caractersti cas de una alienacin provocada por la guerra y la postguerra son do-
cumen tadas inexorablemente tan to en los objetos como en las personas: Precisamente
ahora, an ms que antes de lo guerra, siento lo necesidad de permanecer entre la
gente. En lo ciudad. Precisamente aqu est ahora nuestro puesto, declaraba Beckmann
en 1920 en una colaboracin, ca liticada de "confesin", para Tribne der Kunst und
Zeit (Tribuno del arte y del tiempo), de Kasim ir Edschm id. La c iudad le aportaba los
decorados para su trabajo reve lndole sus interiores fros , neu rticos y violentos. Con
perseverancia, Beckmann, el sol itario, se negaba a en tregarse a una de las utopas li-
beradoras que entonces eran ensalzadas por algunos. Su compleja concepc in de la
rea lidad se interpona impidindole tomar partido unilatera lmente por determ inados ma-
nifiestos polticos, filosficos o artsticos. A d iferencia de O tto Dix y George Grosz, no
buscaba la verificacin de la rea lidad sino el misterio mismo de las cosas, los impu lsos
que ponen y mantienen en movimiento al grotesco tea tro del mundo .
En este perodo de transicin de su pintura, el lenguaje corporal asuma una func in es-
pecial que se manifestaba en exageraciones grotescas, distinguindose una y otra vez
A mediados de los aos veinte, el artista vue lve o ser el pin tor que traba jo ante el ca-
ballete y tambin el c iudadano con tro je de calle y cigarrillo. En lo Escuela Superior de
Arte se ha encargado de un curso magistral , gozo de reputacin socia l, registro xitos
crecien tes y contrae segundos nupcias con Mothilde von Koulboch, su "Quoppi" .
Exacto, pagado de s mismo y distanciado, Beckmonn adopto uno actitud expectan te .
El informador ha retrocedido al papel de observador meditabundo. Lo fo se de estabi-
lizacin ha terminado. Durante algunos aos, Beckmonn mantiene un estudi o en Pars
y trabajo in situ proponindose que sus cuadros sean vistos all. Ha posado lo poca
de lo ntido descripcin de los detalles. En cambio, busco los grandes formatos .
Tambin lo aplicacin de los colores revelo el acabado domin io de su manejo
Al pintor con co lores en lugar de co lorear, se obre poro Beckmonn el acceso o un len-
guaje lapidario de imgenes. Lo pluralidad narrativo ha ido perdindose codo vez
ms, y el demiurgo, a l que c ito en su ensayo "El artista en el Estado", aparece en es-
ceno; un escenario del que se han retirado los tullidos y los duendes. El juego de los
mscaras carnavalescos, un leitmotiv de su arte, se desprende paulatinamente de los
atributos de carnava l y va pla smndolo en un desfile de gra ndes comparsas que opa-
recen traeodos con los atuendos de lo sociedad . Lo estti ca mente demonaco de lo
gente de montn se ha eclipsado ante el paso comedi do, el gesto hero ico y lo ex-
presivo retri co del individuo moderno. Lo crtico no se muestro mezquino con l. j ulius
Meier-Groefe escribe por aquel entonces: De nuevo tenemos a un maestro entre no-
sotros; Dios sabe cmo lo hemos conseguido. A esto aclamacin del maestro respon-
de la ideo que Beckmonn tiene de s mismo cuando define su posicin: N o buscar en
la leana -ahora, en este momento- lo que somos: tal es la sensacin de eternidad.
Con lo seg uridad de lo conseg uido, Beckmonn haba posado o proyector sus cuadros
sobre el fon do rojo del lienzo, renunciando en gran porte o estudios, bosquejos y es-
bozos de composic in. De este modo, el dibujo quedaba liberado y adquira uno au-
tonoma que le comunicaba carcter plstico . Lo diviso para el tratami ento libre del ma-
terial y del medio rezo as: En la cabeza se mueven las imgenes ... Lo que buscaba
ero dejar o lo realidad sus propiedades literales y tras ladarlos al mismo tiempo, por lo
aplicacin de lo formo y del co lor, o otro vertiente de su apariencia figura tivo que l
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ca lificaba de vertiente metafsica. En este proceder, del que se sirvi hasta las postri-
meras de su vida, radica lo en igmtico de sus imgenes. En su dilog a o ambigedad
se sustraen a toda explicac in simple. Sus conteniaos son tan difciles de aprehender
como sus ob jetos .
Con o rgul lo haba aceptado un form idable desafo, confesando a su amigo y ed itor:
En mis cuadros reprocho a Dios todo lo que ha hecho mol. Con esta contes i n abra
la jugada del co ntrari o, al que ha observado y controlado, sin interrupc i n, hasta sus
ltimas anota ciones. Sin embargo, su men talidad de di rector de escena e intrprete
apenas era la de un jugado r de fortuna. Saba lo que se jugaba. Los sa lo nes munda-
nos de los lugares en que se diverta la burguesa, los fo yers de los hoteles y los res-
taurantes de lujo, eran sus puestos de observa ci n. Le gustaba andar por los cas inos
de Baden-Baden y Monte Cario. El rastr illo de la mesa de juego, la bola sa ltarina y el
rien non va plus los empleaba como posibles metforas para las escenas de su gran
tea tro del mundo. En el infatigable trabajo a nte el caba llete intentaba hacer su juego
y visibilizar sus ideas sobre la infinita profundidad del espacio, a l q ue llamaba el po-
lacio de los dioses . Slo cuando aba ndonaba el estudio, rendido de cansancio, cre-
a haber traba jado bien.
A su marchante Curt Va lentin , que se interesaba por una interpretacin del tr ptico
Partido, el pmtor le con test, en 1938, en una carta desde Amsterdam : Paro m, la
imagen es una especie de rosario o un anillo de figura s incoloros que a veces, cuan-
do hay contacto, puede adquirir un intenso brillo com unicndome verdades que no
puedo expresar en palabras e incluso ignoraba antes. Slo puede hablar a personas
que, consciente o inconscientemente, llevan en s aproximadamente el mismo cdigo
metafsico .. Pero esto, a la postre, es aplicable a todos mis cuadros .
El afianzam ien to de la forma y la liberac in del color ism o , convi rtindose en color, de-
muestran ser la quintaesencia del obstinado trabaj o de Beckmann en los aos ve inte y
treinta. Su posicin la describe en una conferencia, "So bre mi pintura", pronunc iada
como em igra nte el 2 1 de julio de 1938 en Londres . Hac ia el final de su exposici n se
refiere cau telosa mente al co lo r: Como pintor, para m es naturalmente hermoso e im-
portante el color, como la extraa y grandiosa expresin de un inexplicable espectro
de lo eterno. Luego reduce su papel afirmando que el co lor queda subordinado al tra-
tamiento de la luz y sobre todo de la formo. Mas sus palabras revelan la importancia,
impos ible de pasar por a lto, que tiene el color en sus cuad ros. El aqu ietami ento de las
fuentes de lu z y la consolidacin de las formas fueron li berand o su pintura proporcio-
nalmente a sus funciones atributivas. Poco a poco, aqu lla fue asumiendo el modela-
do de las su perfic ies y la definic in del espacio El negro, hasta en to nces genera lmente
un co lo r loca l como los dems, aparece en g randes reas. El espac io, ese "agu jero"
tan temido durante mucho ti empo y que era necesario obtu rar, es f?resentado en neg ro
con una nueva ca lidad sensoria l, amplindolo hasta dimensio nes festiva s o abisma les .
Beckmann no tardar en emplear el color neg ro co mo si fuera un trofeo, manten indolo
a su disposici n para el desarrollo de su obra tarda, caracteri zada por sus ca lidades
g rfi cas. Hasta en los lti mos trabaj os, el contorno, genera lmen te negro, tra zado a pin-
ce l, expresar que el ms abstracto de los colores aco mpaa de modo co ntinuo -la
apariencia sensorial de las cosas. Con el neg ro, form a y co lor vienen a ser idnticos
para visib il izar y hacer comp rensibles las vertientes ocul tas de la rea lidad. La fuerza y
tambi n el esplendor del co lor franquean a Beckmann el acceso a un simplificado len-
guaje gestual del pin ce l. Las propias imgenes han crecido a l ti em po que sus fo rmatos
vuelven a aumentar.
En las anotac io nes diarias y en las cartas, no tan frecu entes, de los ti empos de guerra
vividos en Amsterdam, la actitud del arti sta ante su trabajo queda expuesta del modo
ms rotundo y co nciso . Si bien los apuntes desde 1941 slo abarcan los ltimos diez
aos de su vida en Amsterdam y Estados Unidos, al leerlos en segu ida se cae en la
cue nta de que se trata de manifestaciones directas sobre su pintura, de sucintos info r-
mes para un ejercicio escrito a puerta ce rrada. N inguna palabra sobra, ninguna ex-
presin es demasiado a ltisonante frente a la proli jidad de las reflexiones de Delacro ix
o de otros diarios de pintores, Beckmonn se explico sin rodeos, renunc iando general-
mente por completo o especulaciones tericos o de contenido. Con uno prosa exacto
y conciso hace balance de su o bro diurno y nocturno. Se permite sentencias mordaces
reveladoras de lo mezclo expl osivo que inspiraba la contemplacin de su quehacer en-
tre uno vasto interpretacin del mundo y el incmodo trabajo menudo.
Tambin hay cartas, escritos y discu rsos de Beckmonn en los que predomino un tono
diferente, que trotan sobre la pintura, el arte y el destino hu mano. En estos c;Jifciles, o
veces poco giles , elucubracio nes no se refiere paro nodo o sus cuadros . Estos sola
ocultarlos en el estudio con la superficie pintado mirando hacia la pared, segn la f-
rreo norma que se haba impuesto. Y cuando, uno tras otro, los sacaba paro mostrar-
los o un visitante y los coloca ba en el caballete, acompaaba lo operacin con un la-
cnico No est mol, verdad? Se regoc ijaba observando las reacciones del visitante,
su sorpresa y aprobacin. Poco ms deca al respecto. Dejaba la interpretac in al cui-
dado de otros, acogindolo entre divertido y tolerante Guardaba los distancias con
respecto o sus obras y tambi n consigo mismo. Estaba convenc ido de que slo por la
rer.resen tocin el arte puede ser llevado o la contemplacin perfecto. Es, o lo postre,
el fiable hilo de Ariodno que nos guo o travs del laberinto de los imgenes.
Beckmonn tena cuarenta y ocho aos cuando en 1932 empez o trabajar en el pri-
mero de los 'diez trpticos. La Partido rezaba su ttulo originario Un da an tes de su
muerte, acaecida en N uevo Yo rk en 1950, termino, o la edad de sesenta y seis aos,
el l timo, Los Argonautas. Tonto en esto obro como en aquel lo se representan, efecti-
vamente, uno partida, un pon erse en movimiento; entre ambos estaban los movimien-
tos sociales y polticos de los aos treinta y cuarenta: las masas de parados, uno gue-
rra civil, los procesos-espectculo y la puesto en escena de desfiles y asambleas en mu-
chos lugares de Europa. Con los dictaduras lleg la oleado de emigrantes, en la que
tambin Beckmann qued inmerso. Luego vinieron los conquistas y deportaciones y el
torrente de refugiados y expul sados. Los ofensivos y los movimientos blicos se apode-
raron de los hombres en el Este y Oeste. En tre su desti tucin como docente en Froncfort
y su repen tino muerte en el C entral Park neoyorkino, fueron escenarios de lo vida de
Beckmonn las sigu ientes ciudades: Berln, Amste rdom y, desde 1947, St. Louis. Sola
firmar sus cuadros anteponiendo al ao la letra inicial de la ciudad en que se encon-
traba.
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En las imgenes de esa poca, que se cuentan en tre las de su obra tarda, la dia lc-
ti ca de las relac iones internas con trasta bruscamen te con los med ios y recursos fami-
liares de su arte. Se hace ms difcil descifrar estas obras. Por buenas razones,
Beckma nn pone en clave los contenidos de sus obras. juegos de rol y rea lidad, apa-
rienc ia y ser, lo cotid ia no y lo mtico, se compenetran en ca mb ian tes constelac iones e
irrita ntes ambig edades. La plen itud rica en citas y la conciencia de oscuras a lusiones
resu lta n, sin embargo, necesaria consecuencia de los nexos d ifc il mente interpretables
que Beckmann tena presente al describir la realidad como el verdadero misterio de la
existencia.
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Holanda ocupada. C uando las tropas a lemanas penetraron en este pas en el mes de
mayo de 1940, Beckmann quem todos los d iarios y apuntes escri tos por l hasta esa
fecha y encabez un nuevo borrad or con esta fra se : Este cuaderno lo inicio en una si-
tuacin de absoluta incertidumbre en lo que se refiere a mi existencia y al estado de
nuestro planeta.
Beckma nn era un entusiasta afic io nado al c ine, visitante asid uo de bares, amigo del te-
atro de variedades, le gustaban las novelas policacas y, adems, era lecto r empe-
dern ido. Lo mismo que en tre los pintores antiguos, tena sus am igos predilectos en li-
teratura. Entre stos tiguraba n Dostoyewski y j ea n Paul, Calder n y Goethe. Su inters
por la fil osofa se co njuga de modo muy variado, y en ocasiones enrevesado y cur io-
so, con sus conoc imientos de la cba la, las doctrinas g nsticas sobre la redenc in y
las prcticas relig iosas hindes . Amaba a Gustave Flaubert. En un e jemplar de "La ten-
tm::in de San An to nio" que le haba regalado un mecenas, anot al margen : No es
el descubrimiento, sino la intensificacin del pensamiento, lo que hoce lo infinidad.
Muchos cuadros de la obra tarda son el equ ivalente artstico de un recrecido ed ificio
mental en el que Beckmann se mueve con segu ridad gracias a sus conoc imientos .
El hombre discipli nado y sensible que desarrollaba las ideas de sus cuadros cada vez
ms en su mente -y poco a poco van formndose los imgenes, leemos en su diario-
no gustaba en sus aos de madurez recordar tiempos pasados. Su fa nta sa pictrica,
que se mova incesa ntemente en los con fin es de la realidad, obviaba los recuerdos
cuando stos le estorbaban. He reflexionado sobre toda suerte de imgenes. Esta ma-
nifestac in testimon ia hasta qu punto, en los aos tardos de su vida, el pintor pro-
yectaba sus creaciones partiendo exclus ivamente de su imaginac in, comb inando los
motivos y amalgamando las impresiones reg istradas en su memoria sin recurrir a cro-
qu is ni bocetos oe compos ici n. As las cosas, el dibujo ya no juega ningn papel esen-
cial en su obra a la hora de expresar su realizacin. La noticia, el deta lle, un concep-
to o una idea: todo es elaborado poco a poco en su imag inacin y depositado en el
li enzo mediante un trabajo generalmente penoso que incluye co rrecc io nes y retoques.
A pesar de ello, efecta ocasi o nales revis iones . Segn la divisa beckmann iana de pre-
sentar a los hombres una imagen de su destino, esta s versiones guarda n una muy es-
trecha relacin con acontecim ientos hi stricos de la poca . El 9 de mayo de 1945,
un da despus de la te rminacin de la guerra, volvi a exam inar las viejas carpeta s:
Dedico la tarde o vieos trabaos grficos y dibuo. Me siento satisfecho.
Cua ndo en la postguerra se abren paso nuevas corrientes artsti cas y nuevos impulsos
y el arte abstracto e informa l rompe con las tradiciones legadas por el pasado,
Beckmann se despide considerndose old fashioned. Este jui cio formulado sobre s mi s-
mo por el propio pintor es una in fravaloracin, pero al mismo tiempo es la afirmacin
de su pos ici n conservadora . Ser hio de su tiempo slo lo cons igui como outsider,
co mo un solitario ajeno a tod a claudi cac in que gustaba de guardar las distancias con
relacin a sus contemporn eos . Precozmente haba vuelto la espa lda a la vanguardia.
Las ideas de la Bauhaus le eran tan ajenas como la filosofa del surrealismo de Breton.
Su obses iva coercin obetivisto, que parece pun to menos que rab iosa, le hizo entrar
en col isin con el espritu de su tiempo. Por eso, las divisiones de la historia del arte
no pasaban para l de ser co nceptos ms o menos divertidos y sobre todo muy su-
perticiales. Entre los artistas a lemanes de su generacin fue, con Max Ern st, cas i el ni-
co y, cie rtam en te, el ms importante en declarar abiertamente y sin claudi cac io nes la
guerra a los totalitarism os en Europa, hacindolo de un modo artsticamente co m-
petente y con resuelta decisi n. Estaba preparado para el advenimiento de los mons-
truos mejor que otros muchos de su generacin, opon indose a ellos con los recursos
superiores de la pintura
Para los jvenes estudiantes del Nuevo Continente, por el que siempre se sinti atra-
do, resumi su credo artstico en las "Tres cartas a una pintora ", presentadas en una
conferencia en el Stephans College de Columbia en 1948. La juventud america na se
haba apoderado de su fantasa aflorando con fuerza y seductores rasgos demonacos
en sus nuevos cuadros. En el trptico Los Argonautas encon tr una leyenda a la medi-
da de esa juventud que le desafiaba de muchas maneras. Los jvenes d ioses volvan
a sa lir a su encuentro como al principio de su carrera los jvenes junto al mor tocando
sus flautas. La mitologa volva a alcanzarle.
Siendo alumno de bachillerato, Friedrich Nietzsche haba titulado a sus diecisiete aos
un manifiesto suyo "Hado e historia". En l se lee -y estos pensamientos suenan como
un testimonio del pin tor Beckmann sobre su propio arte-: Tan pronto como fuera posi-
ble que una fuerte voluntad echara por tierra todo el posado del mundo, no tardara-
mos en incorporarnos a la fila de los dioses independientes y la historia universal no
sera para nosotros otra cosa que un soador arrobamiento. Cae el teln y el hombre
se reencuentro como un nio jugando con los mundos, como un nio que se despierta
a la luz rojizo del amanecer y, riendo, destierra de su frente los terribles sueos.
Y an en otro mbito coincide Beckmann con Nietzsche : el de la msica. Los instru-
mentos musicales figuran en muchas de sus imgenes y el espectador percibe los soni-
dos que producen. Las voces de los metales, saxfonos, cornos y flauta s pueblan el o-
do del pintor. La msica trasciende los objetos y espacios. Poderes subterrneos y su-
praterrenos se sirven de sus aturdidores recursos. Los instrumentos musicales de
Beckmann emiten desde el principio un sonido universal. En las imgenes tardas ha-
cen temblar el tiempo y la historia.
SOBRE MI PINTURA
Mox Beckmonn
A
ntes de que empiece o daros uno explicacin, uno explicacin prcticamen te imposi-
ble de dar, me gusta ra subrayar que nunca he intervenido en ningn tipo de actividad
poltico. Lo nico que he intentado es rea li zar mi concepc in del mundo lo ms inten-
samente posi ble.
Lo pintura es coso harto difcil Absorbe tota lmente al hombre en cuerpo y olmo, as que he po-
sado como un ciego po r delante de muchos cosos pertenecientes o lo vida rea l y poltico.
Creo sin embargo que existen dos mundos: el mundo de lo vida espiritua l y el mundo de lo rea-
lidad poltico. Ambos son ma nifestaciones vitales o veces coincidentes, pero que d ifieren mucho
en sus principios De jo o vosotros decidir cul de esos mundos es ms importa nte.
Lo que yo quiero mostrar en mi traba jo es lo ideo que se esconde detrs de lo que llamamos "lo rea-
lidad". Busco el puente que conduce de lo visible o lo invisible, como do uno vez el famoso cabalis-
ta "Si quieres atropar lo invisible, debes penetrar lo ms profundamente que puedas en lo visible. "
Mi objetivo es siempre captor lo mgico de lo rea lidad y trasladar sto o lo pin tu ra. Hacer vi-
sible lo invisible o travs de lo real idad . Puede que suene pa rad ji co, pe ro, de hecho, lo rea-
li dad es lo que conformo el misterio de nuestro existenc ia.
Lo que ms me ayudo en esto toreo es lo penetracin del espac io. Peso, anchura y profundi-
dad son los tres fenmenos que debo trasladar o un plano poro formar lo su perficie abstracto
del cuad ro, proteg indome as de lo infini tud espacial. Mis figuras van y vienen, evocados por
lo suerte o lo desgracio. Tro to de forlos despojados de su aparente cualidad occiden tal
[*) Ledo por primera vez en alemn por Beckmonn, el 21 de julio de 1938, con ocasin de lo exposicin sobre Arte alemn del siglo XX, en las N ew
Bu rl ington Golleries de Londres. El presente texto procede de lo traduccin inglesa llevado a cabo por Mothilde Q. Beckmann, publicada por vez primero en:
Robert L. Herbert, Modern Artists on Art [Englewood C lilfs, NJ : Prentice Hall, 1964). pgs. 13 1-37. Un ejemplar meconogroliado del texto origrnal alemn
se encuen tra en la librera del Museo de Arte Moderno de Nueva York .
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Fundacin Juan March
Uno de mis problemas es encontrar lo mismidad, que slo ti ene uno forma y es inmortal ; en-
contrarla en animales y hombres, en el cielo y en el infierno que, jun tos, conforman el mundo
en que vivimos.
Espacio y ms espacio es la divin idad infini ta que nos rod ea y en la que nosotros mismos es-
tamos con tenidos.
Esto es lo que trato de expresar a travs de la pintura una func in diferente de la poesa y de
la msica, pero, para m, una necesidad predestinada
A menudo, muy a menudo, estoy solo. Mi estudio de Amsterdam, un enorme y antiguo alma-
cn de tabaco, vuelve a llenarse en mi imag inacin con figuras de los viejos y de los nuevos
tiempos, como un ocano agi tado por la tempestad y con el sol siempre presente en mi s pen-
samientos. Entonces las formas se convierten en seres y me parece n comprensibles en medio de
un gran vaco e incertidumbre espacial al que yo llamo Dios.
A veces encuentro ayuda en el ritmo constructivo de la cbala, cuando mis pensamientos diva-
gan desde Oannes Dagn hasta los ltimos das de los continentes sumergidos. De igual sus-
tancia son las ca lles, con sus hombres, mu jeres y nios, grandes seoras y prostitutas, criadas
y duquesas. Me parece encon trarlas, como sueos de doble sign ifi cado, en Samotracia y
Piccadilly y Wa ll Street. Son Eros y el anhelo de olvidar.
Todas estas cosas acuden a m en blanco y negro como la virtud y el delito S, blanco y negro
son los dos elementos que me afectan. Por suerte o por desgracia no puedo verlo todo en ne-
gro o todo en blanco. Una visin nica sera bastante ms se ncilla y clara, pero entonces no
sera real. Muchos suean con ver slo lo blanco y autnti camente hermoso, o lo negro, feo y
destructivo. Pero yo no puedo dejar de percibir ambos, pues slo con los dos, el neg ro y el
bla nco, puedo ver a Dios como una unidad que crea una y otra vez un gran d rama terrestre
eternamente cambiante.
As, sin quererlo, he avanzado desde el principio hacia la fo rma, hacia las ideas trascenden-
tales, campo ste que no es de ninguna manera el mo, aunque esto no me avergenza.
A mi modo de ver, todas las realidades artsticas importantes, desde la ciudad caldea de Ur,
desde Tel l Halaf y Creta, han sido siempre originadas a partir del ms profundo sentimiento
acerca del misterio del Ser La autorrea li zacin es el impulso de todos los espritus objetivos. s-
ta es la mismidad que ando busca ndo en mi vida y en mi arte.
Mi forma de expresin es la pintu ra; existen, por supuesto, olros medios como la literatura, la
filosofa o la msica, pero como pintor que soy, maldecido o bendecido por una sensualidad
terrible y vital, he de buscar la sabidura con mis o jos. Lo repito con mis ojos, porque no hay
nada ms ridculo e insignificante que un "concepto filosfi co" pintado de forma puramente in-
telectual, sin que la terrible furia de los sentidos haga presa en cada forma visible de belleza y
fealdad Si de esas formas que he hal lado en lo visible resultan temas literarios -como retratos ,
paisajes o compos iciones reconocibles-, todos el los han sido orig inados por los sentidos, en es-
te caso por los ojos, y cada motivo intelectual ha sido nuevamente transformado en forma, co-
lor y espacio.
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Fundacin Juan March
En lo pintura, lo intelectual y trasce ndental se unen entre s gracia s a la ininterrumpida labor de
los ojos. Cada somb ra de una flor, un rostro, un rbol, un fruto, un mar, una montaa, es per-
cibida sin vacilaciones por la intensidad de los sen tidos, a lo que se aade, de una manera in-
consciente, el trabajo de la mente y, finalmente, la fuerza o debilidad del a lma. Este genuino y
eternamente inmutable cen tro de fuerza es el que capacita a la mente y a los sen tidos para ex-
presar realidades persona les. Es la fu erza del a lma la que obl iga a la mente o un constan te ejer-
cicio para ensanchar su concepcin del espac io.
La vida es difci l, !=Omo quiz todos sepan ya. Precisamente para hui r de estas dificultades prac-
tico yo la placentera profesin de pintor. Ad mito que ex isten maneras ms lucrativas de huir de
la s. as ll amadas dificultades de la vida, pero me concedo a m mismo mi propio lujo particular
la pintura.
Desde luego es un lujo crear arte, y ms an insistir en expresar la propia opinin artstica N o
hay nada ms lujoso que esto. Se trata de un juego, y de un buen juego por lo menos para m;
uno de los pocos juegos que convie rten esta vida,a veces difcil y deprimente, en algo un po-
co ms interesante.
El amor, en sentido animal, es una enfermedad, pero tambi n una necesidad q ue uno tiene que
superar. La poltica es un juego extrao no exento de peligro -seg n me han d icho-, pero a ve-
ces ciertamente divertido. Comer y beber son hbitos que no hay que despreciar, pero que a
menudo entraa n consecuenc ias desafortuna das. Circunnavegar la ti erra en noventa y una ho-
ras debe de ser algo muy in tenso, como participar en uno carrera automovilstica o esc indi r el
tomo. Pero lo m s agotador de todo es el aburrimiento.
Dejadme, pues, parti ci par en vuestro aburrimiento y en vuestros sueos mientras vosotros parti-
cipis en los mos, que podran muy bien ser los vuestros.
Para empezar, ya se ha hablado bastante de arte. Despus de todo, debe resultar siem-
pre insatisfactorio tratar de expresar los propios actos con palabras. Tenemos que seguir y
seguir, conversan do y pin tando y ha cie nd o msica, aburrindonos, exci tnd o nos, hacien-
do la guerra y la paz tonto como dure lo fue rzo de nuestra imaginac i n. Lo ima ginac in
es tal vez la caracterstico m s decisivo de la humanidad. Mi sueo es la imaginacin del
espacio, ca mbiar la im presin ptica del mundo de los objetos mediante una trascenden-
tal progresin aritm ti ca del mundo del ser ntim o ste es el precepto. En princip io, se ad-
mite toda alteracin del objeto que teng o a sus espaldas un pod er c reat ivo lo sufic iente-
mente fuerte. Oue esto a lteracin cause exc ita c in o aburrimiento en e l espectador es asun-
to vuestro.
La aplicacin uniforme de un princ ipio de forma es la que me gua a la hora de a lterar imogi-
nativamente un ob jeto. Una cosa es seguro: tenemos que transformar el mundo tridimensional
de los ob jetos en el mundo bidimensional del lienzo
Si el lienzo se llena tan slo de una concepc in bidimensional del espacio, tenemos el arte apl i-
cado, el arte ornam ental . Esto puede cierta mente produci rnos placer, si bien yo persona lmente
lo encuentro aburrido, ya que no me proporciona una sensacin visual sufic iente. Transformar
tres dimensiones en dos es paro m una exper ienc ia mgica en la que vislumbro por un momento
eso cuarto dimensin que busco con todo mi ser.
En principio, siempre he estado en con tra de que el artista hable de s mismo o de su obra Hoy
no me ca usa ni vanidad ni ambicin el hablar de asuntos que por regla general no se deben
expresar ni siquiera o uno mismo . Pero como el mundo se encuentro en un estado tan catastr-
fico y el arte est tan desorientado, yo, que llevo trei nta aos vivien do prcticamente como un
ermitao, me veo forzado a salir de mi guarida para expresar estas pocas id eas que, con har-
to esfuerzo, he llegado a comprender en el transcu rso de los aos
Hay que restablecer la afinidad y la comprensin humanas. Existen muchos modos y maneras
para consegu irlo . La luz me es muy til, por un lado, para dividir la superficie del lienzo, por
otro para penetrar con profund idad en el objeto.
De todas formas, todo esto slo son teoras y las palabras son poco significativas para definir
los problemas del arte. Mi primera impresin ntima,lo que me gustara conseguir, puedo con-
vertirlo en real idad a travs de una visin ebria.
Una de mis figuras -tal vez una de las de mi obra Lo tentacin- me cant una noche esta extra-
a cancin:
Vuelve o llenar de alcohol tus arras y ofrceme lo ms grande.. En xtasis encender poro ti
los grandes velos ahora en lo noche, en lo noche profundamen te negro.
jugamos al escondite, ugomos al escondite o travs de mil mores nosotros los dioses ... cuando
los cielos estn roos o medioda, cuando los cielos estn roos por lo noche. Vosotros no po-
dis vernos, no; vosotros no podis vernos pero vosotros sois nosotros mismos.. Esto es lo que
nos hoce rer con tonto alegra cuando los cielos estn roos en medio de lo ooche, roos en lo
ms negro de los noches.
Los estrellas son nuestros oos y los nebulosos nuestros barbos.. Nuestros corazones son los
olmos de lo gente. Nos escondemos y vosotros no podis vernos, que es precisamente lo
que queremos cuando los cielos estn roos o medioda, roos en lo ms negro de los no-
ches.
Nuestros antorchas orden incesantemente ... , plato, prpura, violeto, verde-azul y negro Los lle-
vamos en nuestro danzo por encimo de los mores y los montaas, o travs del tedio de lo vi-
do. Dormimos, y en nuestros cerebros danzan sueos oscuros .. . Nos despertamos, y los plane-
tas se congregan poro lo danzo entre banqueros y locos, putos y duquesas.
Y entonces me despert y sin embargo segu soa ndo.. La pintura se me apareca consta nte-
men te como el solo, nico logro posib le. Pensaba en mi gran viejo am igo Henri Rousseau, ese
Homero en la garita de Consumos cuyos sueos prehistricos me han transportado a veces ce r-
ca de los dioses. Le sa lud en mi sueo Cerca de l vi a William Blake, noble emanac in del
gen io ingls. Me d iriga con las manos amistosos saludos como un patriarca supraterrenal. Ten
confianza en los obetos, me deca. No te dees intimidar por el horror del mundo. Todo est
ordenado y corryclo, y debe cumplir su destino poro alcanzar lo perfeccin. Busco este comi-
no y alcanzars, dentro de tu propio mi smidad, uno an ms profundo percepcin de lo eter-
nq belleza de lo creacin; conseguirs uno liberacin creciente de todo aquello que ahora te
parece triste o terrible.
23 de septiembre de 1947
Seoras y seores
Les doy las gracias por haberme mostrado sus trabajos, que han resultado ser muy interesantes
para m. Y dicho esto podemos em pezar. Ojal no esperen de m que -como un mago pode-
roso- les vaya o infundir rpidamente el espri tu gneo de la creatividad ! A mi entender tendran
que aprender muchsimo para olvidarse posteriormente de la mayor parte de lo aprendido. Es de-
cir, quisiera que ustedes descubriesen su propio "yo", y para conseguir esto hay que recorrer mu-
chos cam inos y dar no pocos rodeos.
Difcilmente cabe esperar que esto se produzca en la juventud. Debern estar al acecho del ins-
tan te oportuno y, llegado ste, hacerse tantas ideas de la realidad como les sea posible, ideas
que ms tarde podrn utilizar seg n su propia y libre voluntad. Debern permanecer conscientes
de su propio va ler y libres, aunque siempre vinculados a su propia ley interior, partiendo del su-
puesto de que esto ley exista en cada uno de ustedes. Bien, ya han iniciado la aventura. Cada
uno lo har bajo su propia responsabilidad.
Tratar de ayudarles en la medida que me sea posible. Pero no olviden que son ustedes a quie-
nes incumbe asumir la princ ipal carga de trabajo ... Y no esperen demasiado de m, pues con-
tino buscando mi verdadero yo.
Las cosas ms importantes tiene que aprenderlas uno mismo, si bien es evidente que puede ha-
ber sugerencias tiles o este fin.
Les ruego que siempre tengan presente este principio, el ms importante que puedo comu nicarles.
Si desean reproducir un objeto, son necesarios dos elementos en primer lugar, debe ser perfecta
su identificacin con ese ob jeto y, en segundo trmino, debe intervenir un elemento completamen-
te diferente. Este segundo elemento es difcil de explicar, casi tanto como encontrar el propio yo.
Lo cierto es que, efectiva mente, todos buscamos este elemento de nuestro propio yo.
Para iniciar este juego y desarrollarlo -una vez me haya familiari zado con el trabajo de ustedes- les
confrontar de vez en cuando con problemas o les pedir que busquen para s tales problemas.
Quiz pasar mucho tiempo junto a ustedes, pero tambin podr haber temporadas en que me
parezca ms conven iente dejarles solos con sus trabaj os.
Como artista estoy convenc id o de que no debo impartirles clases en un sentido estrictamente
acadmico. Es mi deseo ms sincero, y tengo el propsito de mostrarles y facilitarles el camino
hacia un trabajo independiente propio.
Comencemos:
Primer problema Bodegn con frutas que cada uno de ustedes puede realizar segn le venga en
gana, pero a condi cin de que todos los ob jetos presentados sean representados en el lienzo.
Segundo La composic in y las interpretaciones deben ser, desde el principio, idnticas entre s
Tambi n en los dibujos al natural debern ustedes cu idar desde el principio la distribucin del
espac io.
Tercero Diferencia entre pintura y dibujo. Al pintar, la composici n debe efectuarse hasta llegar al
ltimo rincn de la imagen a travs de la disposicin del espacio y la divisin de la superficie. En
el dibujo, el espacio puede estar improvisado, a veces por omisin y en ocasiones por alusin.
Mucho me agrada volver a encontrarme al cabo de tanto tiempo en los lugares y cr-
cu los de amigos en que, trabajando, recib mis primeras impresiones americanas.
Cuando la silvercoscode se precipita con estruendo sobre el puente del Mississippi re-
surgen en mi mente los recuerdos de cuando llegu por primera vez a St. Louis.
El Gran Ro Amarillo (no olvidemos a G. Catli n y sus hermosos cuadros de esta gi-
gantesca corriente de agua) ... , aparece Down town y ya montamos en el automvil que
nos lleva raudo al Chace Hotel. .. Y poco a poco viene todo lo dems .. . : el hermoso
parque , el Museo jefferson-Lindberg, la Escuela de Arte, la Universidad y el bel lo City-
Art-Museum ... El tiempo ha pasado ve loz como un sueo y recuerdo con gratitud el
amor y la ayuda de los fi eles am igos a quienes debo que mis primeros tiempos de emi-
grante fuesen hermosos y f ciles Difcilmente pueden ustedes imaginar el cambio ro-
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Fundacin Juan March
dicol que, interiormente, supuso poro m llegar o este hermoso pas despus de los
atroces destrucc iones que hube de presenciar en Europa. Por esto rozn y otros mu-
chos , el tiempo posado en St. Louis quedar poro siempre grabado en mi memoria.
Pero as como todo en lo vida evoluc iono de modo ineluctable, tambin este hermoso
tiempo tena que ser limitado, aunque precisamen te por eso lo tengo ton firmemente
grabado en el recuerdo. Ah ora bien, siempre y en todos los aspectos, el arte fue el
eterno lazo de unin. Tambi n vuelven o resurgir todos los pros y contras de aquel en-
tonces. Mucho he pensado en esto mientras en los ltimos das deambulaba entre los
rboles primaverales de Central Pork, ton cuidadosamente custodiados por los gigan-
tes de Monhotton.
A[gunos am igos me propusieron que, con ocasin de este primer encuentro, volviese o
hablar sobre arte. Rea lmente debemos desempolvar este viejo temo que nunca llevo
o uno conclusin comp letamente satisfactorio, yo que nadie puede hablar sobre l si
no es "pro domo"2 Esto vale espec ia lmente poro el artista que, por mucho que lo inten-
te, no puede de jar de ser el que es.
No ser mejor pasear y volver o sentir el nuevo y joven sueo de lo tierra que perderse
en ridos teoras que desemboquen en conclusiones deficientes2 Por m, podis celebrar
orgas del subconsciente o de w hisky -amad lo danzo , lo alegra , lo melancola y lo muer-
te-. S, tambin lo muerte como ltimo transicin hacia lo grandiosamente novedoso. Pero,
sobre todo, amad , amad , amad; no olvidis que todo ser humano, todo rbol, todo flor,
es un individuo que merece ser estudiado y representado minuciosamente.
Y cua ndo volvis o preguntarme cmo debo hacerlo, slo puedo deciros uno y otro
vez que en el arte todo es uno cuestin de tacto y delicadeza, sin que importe si se
troto de arte moderno o no moderno.
Lo obra debe enunciar lo verdad , la verdad por amor o lo naturaleza y por frreo ou-
todisciplina. Si realmente ten is algo que decir, ese algo se manifestar de algn mo-
do; por eso no temis o los lgrimas y o lo desesperacin ni al suplicio del trabajo,
pues, pese o todo, no hoy ms hondo satisfaccin que lo producido por lo obro bien
logrado, y por eso merece lo peno sudor algo.
Esto es lo que habra que decir sobre pintura. Sin embargo creo que, poco ms o me-
nos, es el mismo problema en todos los artes y tam bin en los ciencias.
Intencionadamente he evitad o referi rme o los diversos cons ignas de lucho, pues soy
enemigo declarado de todo clasificacin por rbricas. Me parece que ha llegado lo
hora de poner punto final o los "ismos" y dejar al criterio del espectador que un cua-
dro le parezco hermoso, molo o aburrido.
Con los ojos debis ver, no con los odos l En todo formo de arte es posible alcanzar lo
inusual , y descubrirlo depende nicamente de lo fantasa productivo del espectador. Por
eso digo no slo al artista sino tambin al espectador: amad o lo Naturaleza de todo co-
razn y cosos nuevos e insospechados se plasmarn en vuestro arte, porque no otro coso
es el arte sino acabado naturaleza ... Los torres de Monhotton se inclinaban circunspecta-
mente aprobando mis pensamientos . . Algunos se alzaban incluso ms altivos que antes.
"Cierto -decan-, cierto. Tambi n nosotros nos hemos hecho natura leza formados por lo
mono del hombre y ms all de ste ... " Y poco o poco fueron hund indose en el c-
lido y gris atardecer primaveral. .. Desde siempre, junto o lo relig in y lo ciencia, el ar-
te ha sido el protector y liberador en el comino de lo humanidad. Con los formas re-
suelve muchos d isonancias de lo vida y nos permite, o veces, mirar detrs del oscuro
teln que ocu lto los espacios invisibles en los que algn da estaremos unidos.
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Fundacin Juan March
AUTOBIOGRAFA
El cuadro ofrece la visin de dos burgueses: el matrimonio formado por Max y Minna
Beckmann-Tube. Ambos han estudiado pintura en la Escuela de Arte de Weimar, llevan
tres aos casados, residen en Berln y tienen un hijo de un ao. Minna, o riunda de la
familia de un pastor protestante, abandona la pintura y educa su voz para actuar co-
mo cantante. Max Beckmann est a punto de hacerse un nombre con grandes cuadros
de motivos religiosos y visiones catastrficas, como el terremoto de Mesina y el hundi-
miento del Titanic.
La relac in que une a estos dos jvenes queda perfectamente plasmada en la imagen
La .... laxitud te ida de melancola y no exenta de una pose altanera de las dos figu-
ras, fugazmente recostadas entre s, forma parte de la elegante representacin pict-
rica. Llama la atencin la distancia guardada intencionadamente -tambin frente al es-
pectador-, es decir, una cierta afectacin. Con la incidencia lateral de la luz sobre las
cabezas, Beckmann anticipa muchas modalidades posteriores de sus autorretratos . El
espacio a espaldas de la pareja refleja con su carcter anod ino una determinada si-
tuacin anm ica. La oblicuidad del rodapi se corresponde con la labilidad del senti-
miento vital de toda una generacin del perodo de anteguerra .
El motivo para la realizacin de este primer retrato doble fue ms bien casual . En su
diario, el pintor anota el 26 de dic iembre de 1908 su intencin de traba jar an te el ca-
ballete a ltima hora de la maana del sbado. En esto que se anuncia una visita y el
artista consulta con su esposa ...dnde recibirlo, si en el bien calentado estudio, en el
sof delante del espeo colocado poro pintor autorretratos. Fue entonces cuando me vi-
no lo ideo de un gran autorretrato doble.
De un gran cuadro representando una calle -cuyas dimens iones origin ales eran de 200
x 17 1 cm- slo ha llegado hasta nosotros un fragmento, el tercio izqu ierd o de la ima-
gen. En 1928, Beckmann, ni corto ni perezoso, recort del formato apaisado con su
muchedumbre de figuras una estrecha fran ja vertical que incluy en su exposicin en
la Kunsthalle de Mannhei m. Parece que coment en aquella ocasin a Ouappi (su se-
gunda esposa) Ahora ha quedado bien, ahora puedo dar la cara por l. El cuad ro
fue firm ado a posteriori y fechado errnea men te en 191 3, cuando en realidad fue pin-
tad o durante la primera mitad del ao en que estall la guerra.
El t tulo primitivo, La calle, no fue modificado, ya que el recorte expresa en los movi-
mientos divergentes de las personas el incesante desasosiego de la gran urbe que es
Berln. Entre el gento descubrimos al pintor, a su izq uierda su esposa, Minna
Beckmann-Tube y, de la mano del artista , a su hijo Peter, nacido en 1908. Beckmann
se senta a trado por este lugar, pintando playas solitarias, reportajes histricos y vi-
siones bbl icas. Con su familia se convirti en testigo ocu lar de una catstrofe coet-
nea, la primera guerra mundial, que lo cambiara todo, incluida su pintura. Igual que
en aquella cal le, se lanza en medio de la vorgine de los acontec imientos. Aqu, pre-
cisamente aqu, est ahora nuestro sitio. Tenemos que hacernos partcipes de toda la
miseria que ha de venir Nuestro corazn y nuestros nervios debemos sacrificarlos a los
espantosos gritos de dolor de las pobres gentes engaadas, escribe Beckmann como
"Confesin" en 19 18, aun an tes de que termine la guerra.
Beckmann, soldado vo luntari o de Sanidad , fue licenciado del ejrcito despus del de-
rrumbamiento de Alemania . Su primer autorretrato, pintado en Francfort, lo muestra ra-
dicalmente cambiado, tan cambiado como su modo de pintar. Los ojos muy abiertos,
con expresin de espanto, el gesto exaltado, la camisa abierta y con un pauelo anu-
dado al cuello, est sentado delante del caballete: un rebelde perseguido por sus vi-
siones. La fa ctura es sutil y de inmaterial dureza, sin encubrir ni disimular nada. De los
macilentos tonos mezclados con blanco desta can vigorosamente los escasos colores lo-
cales. La rgida mirada dirigida hacia la derecha y la mano que pinta avanzando ha-
cia el borde de la imagen, al encuen tro del caballete, perfilan la aguda tensin entre
realidad y arte.
Durante cuatro aos hemos estado mirando frente o frente lo coro del horror, confiesa
el artista. En noviembre de 1917 formu la en pocas y escuetas fra ses los postulados que
l mismo se plantea: Ser hio del tiempo en que se vive. Naturalismo contra el propio
yo. Obetivismo de los visiones interiores. Un astro apocalptico se ha situado sobre la
flecha puntiaguda de la vecina iglesia de la Trinidad. Su luz se proyecta sobre el lien-
zo invisible en que est trabajando el pintor.
En aquel en ton ces, Alfred Kubin comentaba refirindose a Beckmann: Debi ser uno te-
rrible presin lo que oblig o Beckmonn ... o dar al traste con su hermoso saber hacer
adquirido y recrear su arte con fuerte e inflexible determinacin ... Efectivamente, nues-
tro poca se ve forzado o destilar su belleza partiendo del horror
Lo mi smo que Durero y Cranach, Beckmann recoge el tema cl sico del pecado origi-
nal en el paraso para interp retarlo de manera enteramente diferente. Del rbol del bien
y del mal slo son visi bl es sus races y el tronco desnudo, ceid o en doble espira por
la serpi ente de cabeza afilada. Ni frutos ni follaje ilustran la escena en el sentido del
relato bblico. En lugar de esto, la desnudez de Adn y Eva est forzada intenciona-
damente. Vista desde abaj o, con duros con tornos y plida encarnacin, la pareja -ex-
trada del mundo de las prostituta s y los rufianes- posa como ante la farola de una gran
ciudad en med io de la noche . Eva ofrece su pecho -en lugar de la manzana bblica-,
Adn reacciona con gestos extticos, las manos alzadas y tendidas en un ademn de
bendic in y su frimiento. Algunos gladiolos de fl ores amarillas son las nicas plantas que
aparecen en la imagen, ms sm bolos sexuales que del paraso.
Para los gestos extremad os, el modelado de los cue rpos con tcnicas de dibujo y el es-
pacio de la imagen abstrado, Beckm ann se inspir en obras pictri cas de la Baa
Edad Media. Mas en la concepc in del tema se revela su escepti cismo en lo concer-
niente a l reparto de los roles entre los sexos y a su profundo apocamiento, que refleja
su estado de n imo pesi mista al final de la primera guerra mundial, muy influido por
Schopenhauer.
En un aguafuerte de -aquel mismo ao, Beckma nn dramatiza el tema con jugndolo con
la expulsin del paraso despus del pecado origin al.
La repeti cin de pinturas en obra s grficas sobre papel de aquellos aos -en todos los
casos, lgicamente, invertido el sentido- delatan qu motivos eran considerados por el
artista como particularmente importan tes, siendo seleccionados por l para reprodu-
c irlos grfica mente .
El escenario infernal, iluminado fantasmalmente desde el fondo por dos siniestras lumi-
narias esfricas con un halo en los colores del espectro, podra proceder de una vis in
del Bosco, por quien Beckmann senta gran veneracin contndolo en tre los "vie jos ma-
gos". Una y otra vez los invoco en cuesti ones de pintura, y la reordenacin de sta era
lo que le interesaba a la sazn. Para desterrar los demonios que dominaban sus sue-
os tena que representarlos en todas las formas en que aparece la criatura deforme y
martirizada.
Lo coro del pintor y lo expresin de sus ojos respiran uno manifiesto e intencionado va-
guedad. Tonto ms intenso es lo impresin que produce el contraste entre el penoso
disfraz del payaso y sus utensilios. Estamos en presencio de un hombre disfrazado ri-
dcu lamente y colocado sobre un silln que no encojo en el conjunto: Beckmonn como
clown, visto desde la indiferente distancio del espectador. Es un cuadro entroncado con
la antiguo tradicin del Eccehomo. Del escenario de Cristo con el cetro de rey soste-
nido por su mono est copiado la palmeta sostenido con el mismo gesto. El demos-
trativo ademn del brozo izquierdo sealo con la oscuro palmo de la mono el estigma
del Crucificado: el artista en el papel de bufn y mrtir. Esto funcin no tiene lugar en
pblico, sino en un interior pequeoburgus donde todo aparece desordenado. No
hoy lneas rectos y se echan de menos uno quieto visin de los objetos y de todo la
perspectivo Solapamientos de todos cla ses expresan ur1o muda y radical autorrevela-
cin.
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8. PUENTE DE HIERRO, 1922
El puente de hierro, una pasarela para pea tones construida en 1 869, comunica el cas-
co antiguo de Frandort con la barriada de Sachsenhausen en el lado opuesto del
Meno. Lo que se ofrece a la mirada es la ribera de este arrabal con la iglesia de los
Reyes Magos . j unto a la pi ntura de la Sinagoga, de 19 19, El puente de hierro es el
motivo urbano ms conoc ido de la obra de Beckmann, que repetidamente se interes
por el ro, sus riberas y puen tes.
A su colecc ionista y ed itor Reinhard Piper, en M nich, le coment por esa poca Es
probable que me quede en Francfort. El continuo viajar no tiene sentido porque, real-
mente, uno slo llega a comprender a las personas entre las cuales se vive. De todo lo
dems se puede disfrutar igualmente en reproducciones. En Francfort todo est muy jun-
to, el vrtigo de la gran ciudad moderna y la estrechez de los tiempos antiguos.
El pa isa je urbano, en fo rmato largo y estrec ho, responde a esta experiencia del ar-
tista . Con vita l pu janza -mucho ms moderna que su modelo rea l-, la acerada dinmi-
ca del puente corta la composicin. Con su audaz perspectiva desde arriba domina el
ro y su penosa laboriosidad: el remolcador, las barcas y la gra mecn ica, entre los
que a n queda el apretado espacio para un d ique de estacas. Persona jes minsculos
aparecen perdidos en la composicin. El puen te de hierro dom ina ta mbin la pinto-
resca variedad en la otra orilla, donde, en el horizon te, la chimenea, con su oscuro pe-
nacho de humo, viene a ser la res puesta a la hu mareda que desprende el remo lcador.
Qu ietas, como sacadas de una caja de juguetes, las casas y la iglesia forman un or-
denado y si lenc ioso decorado sobre el que discurre el haz de los hilos del telgrafo,
mensa jeros de la era tcn ica.
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9. PAISAJE PRIMAVERAL EN EL PARQUE LOUISA, 1924
Las minsculos personas, que parecen enanos, senta dos en el banco y los nios que
juegan junto a las ra ces de un rbol, observados desde lo alto como vistos desde un
escondite oculto, contribuyen a que sur ja lo impresin de uno fantasmal ausencia de
vida propia de un cuen to de hados. El redondo cenador rosa en el claro y los entre-
lazados y luminosos ca minos comp letan esto tendencia alienante.
Esta esce na , tan poco primaveral y slo co ndi c io nad a men te paisajista, ti ene un se-
gundo ttulo: Parque Louisa . Se trata de un terreno boscoso parecido a un parque en-
tre Sachsenhausen y Niederrad , arrabales de Frandort que Beckmonn co noca por
sus paseos. An hoy da , este paraje es un conocido lugar de excursin al sur de la
ciudad.
Cuando este retrato fue pintado en el estudio de Froncfort un ao antes del divorcio del
artista, M inno Beckmonn-Tube ( 188 1-1964) actuaba como contante en lo pera de
Groz. Lo mismo que antes en Berln, Beckmonn lo visit repetidos veces en eso ciudad.
En 1928, Minno regres o Berln instalndose en su coso de Hermsdorf; en los ltimos
das de lo guerra se refugi en Gouting , donde se reunira con su hio. A lo largo de
su vida, Mox Beckmonn mantuvo contactos con ello , aunque no volvieron o verse des-
pus de lo emigracin del pintor En lo postguerra estuvieron unidos por uno intenso co-
rrespondencia epistolar.
En lo listo de pinturas autgrafo del arti sta , el cuadro figuraba como Retrato de mi mu-
er. Yo en 1925 fue adqu irido por el Museo Folkwong de Essen, siendo all mismo in-
cautado en 1937 como "arte degenerado". El coleccionista y marchante de arte de
Beckmonn consigui hacerse con lo obro en 1940 y lo entreg, con uno fundacin, o
su actual propietario
Pese o uno concepcin punto menos que convencional del temo, lo obro revelo in me-
d iatamente el grado de perfeccin consegu ido. Ningn detalle distrae lo a tencin del
conjunto de lo formo. Uno silla de guardarropa y un espe jo en que se refle jo un pe-
sado te ln de escenario: el artista no necesito ms poro dotar o este retrato de su oca-
boda presencio sensorial. Atav iado con un vestido de terc iopelo neg ro sin mo ngos,
Minno aparece sentado con gesto con centrado y pensativo, los piernas li geramente
cruzados, el escote profundo, los brazos redondos y desnudos descansando uno sobre
otro, presencio y ausencia o un mismo tiempo El gris y negro son dominantes. El vio-
leto, roso, morrn y rojo sa lmn en el abanico vienen o sumarse como voces secun-
darios de acompaamiento.
Pocas semanas antes de que el pintor contrajera matrimonio con su segunda esposo re-
aliza el doble retrato de Max y Mothilde O. Beckmann en los meses de junio a agos-
to de 1925. Ouappi, como la llamaba Beckmann, era la ms joven de las hijos del
pintor Friedrich August van Kau lbach. En Mnich y Viena, donde Beckmann la conoci
en 1923 en coso de uno am iga de ello, haba estudiado canto. Tocaba el violn y, a
diferencia de Beckmann, hablaba ingls . Dieciocho aos ms joven que l, supo ase-
gu rar con circunspeccin y clarividencia su com ino comn o lo largo de los aos de
xi to en el exilio, en Amsterdam y en Estados Unidos. A sus sorprendidos amigos,
Beckmonn lo presentaba en el ao en que se casaron en estos trm inos Fijndose ms
en ello, gano.
Apenas nada de esto se aprecio en lo imagen que el artista haba titulado Doble re-
troto mo y de Ouoppi. No es un retrato de boda sino una tenso yu>!:tapos icin de ca-
racteres mi sntropos y melanclicos. La parejo aparece ante un cortinaje fes toneado
cuya rendija en forma de cua muestro un fondo de profunda negru ra. l, en el papel
del pierrot desamparado inspirado en el Gil/es de Watteau, un arlequn con cigarri llo
maquillado con colores claros, lo mirada perdida. El la, con gesto paralelo de las ma-
nos, tocada con sombrero de tres picos y luciendo un elegante vestido, resuelta o do-
minar al caba llo po . Un paso adelante. Ouapp i ha tomado lo iniciativo protegiendo
al arlequn pasivo y meditabundo contra las oscuros hendiduras de la vida.
En otro plano, Beckmonn ya haba pintado el doble retrato con su mujer de un modo
parcialmen te disonante al retratarse en 1909 con Minkchen, Minna Beckmann-Tube,
ante un espejo d ispuesto convenientemente.
En 1928, Beckmann pint en su estud io de Francfort seis paisaes de playa que guar-
dan todos relacin con las estanc ias estivales del pintor en la ciudad holandesa de
Scheveningen, donde pasaba temporadas de descanso. La hilera de altas lmparas de
arco que a lo largo de dos kilmetros alonaban el paseo martimo aparece todava en
vieas posta les. Hacia el fondo, algunas ed ifi cac iones del puerto pesquero que se
aden traban en el mar limitaban el horizonte.
Los motivos de Scheveningen enc ierran c ierto desasosiego y una secreta tensin que
los diferencian claramente de los convencionales paisa es de ocio. Beckmann combi-
na en esta imagen, audazmente, dos perspectivas. Vista desde un plano ligeramente
inferior, esboza en el lado izqu ierdo la mu er sentada en un au tomvil mientras el es-
pectador con templa a la derecha, desde un punto muy elevado, la nuca de un hom-
bre con gorra de visera y a dos transentes. Los colores entre blanco, pardo y verde
tienen un carcter lvido e irrea l que comunica al conunto -u nido a los breves arcos y
a la luz del agua, la cal le y el atuendo de la mu er- una di mensin cuasi fantasmal.
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l 3. EL SOLDADO PERUANO QUIERE BEBER, 1929
Beckmann era muy aficionado a res idir en lugares exclusivos. En ellos volva a en-
con trarse con la soc iedad que poblaba el hall del hotel Frankfurter Hof, donde le gus-
taba detenerse como observador en tregado a la caza de espec ies humanas. Tambi n
rea lizaba viaes de recreo a Rmin i, Baden-Baden, Pars, St. Moritz y Abano para re-
cobrar las fu erzas desgastadas por su perman en te sobrecarga de traba o, genera l-
mente en compaa de su segunda esposa, Mathi lde Q Beckmann. Durante unas va-
cac iones en el invierno de 1928-29 en St. M oritz, descubri en una orquesta de bai-
le con indumentaria exti ca a un clarinetista que le in sp ir este cuad ro, terminado en
el estudi o de Francfort el 27 de febrero de 1929.
Cinco aos despus de divorciarse de su primero esposo, Beckmann pint este retrato
en Pars. El lienzo permaneci en poder de Minna Beckmonn-Tube hasta su muerte,
acaecida en 1964. El gran formato y la excelente ca lidad de la facturo sugieren que
Beckmann conceda a l tema un alto ran go y que estaba totalmente segu ro de sus re-
cursos artsticos y del domin io de los mismos.
Desde mediados los aos ve in te viajaba regu larmente a Pars, donde sus estancias se
prolongaban durante semanas y meses. Los pinturas producidas en Pars las signaba
ufanamente con la letra P. Amigos y marchantes de arte se esfo rzaban en darle o co-
nocer en lo capital de Francia y abrir pa so a su arte. El artista se vea confrontado con
su "riva l", Pi cosso, y buscaba en su pintura un modo para enfrentarse al reto del colo-
rista Motisse.
El magistral retrato informa tambin sobre estos extremos. Lo que recuerda a Motisse es
el predominio de extensas superficies en su estructura, el decorado de papel p in tado,
la reduccin del colorido a blanco, azul y amarillo y tambi n, de modo espec ial, el
empleo forma l de arabescos. Los elementos cubistas en la imagen, el uso de distintos
perspectivas -visibles en las vistos fron tal y lateral del silln- y la segu ridad en la con-
cepcin del espacio recuerdan o Picosso. Beckmonn se siente ahora igual o ambos pin-
tores .
En un retrato dibujado con carbonc illo negro que representa a la retratada de perfil ,
Beckmann haba anotado en el margen izqu ierdo de la hoja "llonka Wien 12. 10.31".
Por esta razn, en el subttulo del retrato figura el nombre llonka. En un sa ln de bai le
de Viena donde sala a escena, la g itana , sentada en un pa lco, haba atrado la aten-
cin de Beckma nn. Ouapp i recuerda que mien tras d ibu jaba, aqulla se le acerc ines-
peradamente y le espet: "Dnde est mi retrato?"
En tre 1929 y 1932, Beckmann contaba con un estudio en Pars adems de su domi-
cilio de Francfort. No siempre es posibl e determ inar en cu l de los dos lugares fueron
realizadas las obras creadas en esos a os, cuando no consta en las mismas ninguna
indicacin al respecto de manos del artista. El Gran paisae tormentoso tambin ero
conocido como Paisae con leadores y estaba expuesto como prstamo, desde fi-
nales de 1932 hasta agosto de 1933, en lo Sola Beckmann de la Noti ona lgalerie,
en el que fue ra Kronprinzenpalo is en Berln . Las obras de arte moderno que se mos-
traban all fueron retirados por los noc ionalsocialistos. Tambin los cuadros de
Beckmonn fueron incluidos en los li stas del "arte degenerado alemn" . En 1950 el cua-
dro fue expuesto, como prstamo procedente de la coleccin de su agente Gn ther
Franke, en lo Bienal de Venecia con untomen te con otros trece pinturas suyos, siendo
galardonado con el Premio Cante Volpi.
Con su segunda y joven esposa Beckmann frecuent repetidas veces las playas de
Italia. En la vivienda del matrimonio en Frandort, Ouappi tena un acuario que, ade-
ms de un pez dorado, con tena un siluro enano.
El pececillo fue adquirido en 1933 por el Museo de Arte Moderno de Pars, cuando
Beckmann luchaba todava en fti camente por su aceptacin en la capital francesa, pro-
pic iada clara y decididamente por el crtico Ph ili ppe Soupault con la misma vehemen-
cia con que defenda a Marlene Dietri ch.
Mathilde Q . Beckmann escri ba en 1963 sobre esta imagen A veces, uno prendo de
vestir inspiraba o Mox Beckmonn un retrato mo .. . Poro este cuadro fue un suter roso
entreteido de gris acero e hilo metlico y el sombrero realizado con el mismo material.
Recuerdo perfectamente que el retrato lo pint en Froncfort. El suter y el sombrero los
compr en uno tiendo cerco del hotel Fronkfurter Hof y de inmediato pint el cuadro.
Hay noticias de que una foto de este retrato rea liza do en 1932 y firmad o por el pin-
tor se encon traba en poder de Stephan La ckn er. En Berln volvi a exam inarlo deteni-
damente retocando algunas partes de los labios y la cabeza; qu iz tambin el fondo.
Hecho esto, estamp sobre la fi rma primitiva, todava reconocible, otra nueva, fe-
ch ndolo en 1934.
Entre los muchos retra tos de O uappi , ste es de los "mundanos" . En los fros co lores ro-
sa, azu l, marrn, violeta y neg ro, al igual que en la altiva postura de la fi gura sen ta-
da, se tras luce el estudio de las representaciones femenina s de Matisse . El cigarrillo y
los dedos exces ivamente largos de las grandes manos acentan la irradiacin erti ca
de la retratada.
El loro y otras aves exticas sim ilares aparecen una y otra vez en imgenes que apun-
tan hac ia una especia l significacin alegrica o mitolgica, donde los inmanen tes men-
sajes de libertad y ca utiverio estn muy prximos entre s.
En un espacio angosto parec ido o un camarote y que slo aparece fragmentar iamen-
te, recordando el interior de un carromato de circo, aparecen apretadamente varios
obetos de gran tamao sobred imensionodos. Por el lodo izquierdo asomo lo porte de-
lantero de un telescopio. A lo derecho, sobre uno meso de modelar est colocado uno
figuro de aire siniestro totalmente cubierto. En primer plano aparece lo exuberante flor
de uno orqudea metido en un orrn panzudo decorado con uno serpiente. Mirando
hacia el fondo de lo imagen aparece bo o el negro vorillo e del techo abombado, que
recuerdo lo obertura de un planetario, uno ventano con su ntido morco rectangular.
Detrs de un cristal neg ro se perfilan dos cabezos semeon tes o calaveras.
Los obetos representados ti enen distintos significados y estn concebidos en clave, co-
mo era costumbre del artista. Interpretaciones unvocos no llevan o ninguno porte. Lo fi-
guro embozado debe su presencia a los trobo os escul tricos de Beckmonn iniciados
pocos aos antes . El telescopio es un recu rso poro explorar lo infinito y desconocido.
En su "Teora de lo Pintura", Beckmon n escribe: Lo que pretendo mostrar en mi trabajo
es la idea que se oculta tras la llamada realidad. Trato de encontrar el puente que con-
duce desde lo visible a lo invisible, com o el clebre cabalista que dijo en cierta oca-
sin: "Si se quiere comprender lo invisible hay que penetrar lo ms profundamente que
se pueda en lo visible."
De lo primero versin de esto pintura, de 1931, se aprecian todava los restos de una
firmo sobrepintado en el ngulo inferior izquierdo. En Amsterdom, lo imagen fue reto-
codo en 1938 y firmado de nuevo.
En la repisa de una chi menea, en uno de sus lados, estn yuxtapuestas la sesgada bo-
tella de aguardiente, especie de porrn , y la enigmtica efigi e de un Buda como si se
tratara de una constelacin predetermin ada. Dos ca ndiles antiguos comp letan este bo-
degn. Un gran espejo enmarcado pomposa mente se apoya sobre la chimenea . En su
oscuro cri stal se reflejan , en c lidos tonos ro jizos, un perfi l de mujer y la pantalla de
una lmpara elctri ca que ilum ina parcia lmente el anti <!:uado sa ln recargado de ador-
nos en que nos encontramos con el .pintor. Con pinceladas rpidas estn trazados el
veteado del mrmol y el dibujo del papel p intado. Delante del impenetrable Buda y
del transparente fra sco pende un ejemplar del diario Poris Soir, cuyos titulares inverti-
dos pueden leerse ante el hueco de la chimenea. La s palabras, segn parece, hacen
referenc ia al momento -m s an a la crepuscular poltica de Europa en vsperas de lo
guerra- y al imperio de la vio lencia , cuyos presagios se va n acumu lando.
Este cuadro, realizado junto con otros durante el invierno de 1939 en Pars, donde
Beckmann haba alquilado durante algun os meses una vivienda, quedando deposi-
tado all durante la guerra, fue fi rm ado en el ltimo ao de vida del pintor en Milis
College en 1950, siendo fechado errneamente en 1937.
El mayor cuadro de esto serie muestro uno visto del mor tal como el pintor lo amaba,
reproduciendo con colores cloros finam ente aplicados lo vastedad del horizonte im-
pregnado de luz. Lo balaustrado en primer plano morco lo distancio frente al panora-
ma decorado con escarpados acantilados y floro merid ional. Lo s letras en el peridico
doblado sobre lo barandilla es probable que corresponda n o LE TEM(PS), referencia
utilizado por Beckmonn uno y otro vez o circunstanc ias personales de su vida que l
inscriba en uno comparacin temporal metafrico.
i
f.l
f
Retrato extrao y alienante pintado con unos pocos colores oscuros de los que desta-
can lvidamente las partes claras. Ante un fondo distribuido inquietamente con ventana
y visillo, Beckmann, como hac iendo muti s, reposa la mirada un instante en el especta-
dor. El con traluz y la luz lateral provocan a primera vista una irritan te vaguedad en la
expresin intensificada por la cabeza, sorprendentemente estrecha, asentada sobre la
ancha espalda opuesta al espectador. La cara est modelada en forma de mscara a
travs de la cual nos miran los ojos del pintor El color azul en el cue llo y occ ipucio re-
fue rza la impres in de retraimi ento y ens imi smam ien to que Beckmann provoca sugesti-
vamente con esta imagen.
A juzgar por los pentimenti existentes, Beckmonn comenz o pintar este cuadro como
retrato frontal. El ca mbio responda o su estad o de nimo, perfectamente justificado an-
te su situacin como emig rante en un pas ocupado.
El cuadro est ded icado de su puo y letra a su hijo, el Dr. Peter Beckmann ( 1908-
1990), que en aquel entonces, como md ico de la aviacin alemana, tena facilidad
para vi sitar a su padre en Amsterdom y transportar en un vehculo algunos de sus cua-
dros a Al emani a.
Como un gran o jo de cerradura, el espe jo sobre el tocador perm ite una vista recorta-
da del anchuroso mar adornado de veleros y penachos de espuma, mxima imagen
de una vida en libertad. junto a la contraventana abierta aparece una mu jer, de la que
vemos su cabeza como si estuviramos situados detrs de ella. La afortunada sugeren-
cia encuentra su contrapunto en la habitacin real con la ventana cerrada y ennegre-
cida, las afi ladas hojas falciformes de la planta de maceta delante de aqulla, el des-
lustrado espejo de mano sobre el tocador, as como otros utensi lios de uso diario.
Beckmann no volver a ver su amado M editerrneo hasta la primavera de 19 47 .
Antes de que el cuadro de una pareja de baile posara en 1957 a engrosar los co-
lecciones del Museo Wal lrof-Richortz de Colonia, perteneci o amigos ntimos y pro-
tectores del artista. Fue terminado el 5 de noviembre de 1941 y, transportado desde
Amsterdam a Mnich, pas de inmediato a manos de Gnther Franke, el eficaz y fia-
ble marchante de Beckmann en Alemania , quien le representaba incluso despus de
que el artista fuero proscrito por los naciona lsoc ialistas, mostrando y vendiendo en su
galera obras de aqul. El hijo del pintor, el mdico Dr. Peter Beckmonn, logr en va-
rias ocasiones llevar pinturas desde el estudio a Alemania pasndolas por la aduana
y otros controles . La difci l situacin econmica de Beckmann converta este tipo de tran-
sacciones en apremiante necesidad.
De la galera Gnther Franke, el cuadro fue adquirido hacia 1942 por Georg
Hortmann en Francfort, quien durante la guerra encarg al artista ilustraciones poro el
"Apocalipsis" y "Fausto 11 ". Despus de lo muerte de Hortmonn en 1954, el cuadro, o
ttulo de legado, pas a ser propiedad de Lilly von Schnitzler-Mallinckrodt, lo colec-
cionista de Beckmann en sus das de Francfort. A este respecto escribi: .. . el cuadro
Tango, el baile de uno poreo mexicano .. , me ha sido regalado.. en prendo de la
compenetracin que existe entre nosotros y poro incorporarlo a un conunto de obras
de Beckmonn.
Yo el ttulo remite o los colores dominantes negro y amarillo. Ambos ocupa n un lugar
preferente en lo paleto de Beckmonn, y en su obro tardo los empleo o menudo co n
estridentes contrastes . Esto es particularmente as en sus interiores, como, por eemplo,
en el fondo del Doble retrato, 194 1, y cuando Beckmonn represento o artistas de va-
riedades en so los con lu z artificial. Otro ttulo del cuad ro de los bailarinas rezo
Cobareteros. Estos motivos los descubra Beckmonn en los pocos bares y cl ubes noc-
turnos que du ran te lo guerra permanecan abiertos en Amsterdom, del mismo modo que
gustaba de frecuentar los grandes restauran tes que quedaban.
El 28 de moyo de 194 3 el cuad ro fue esbozado unto o otros dos en el estudi o y ter-
minado el 27 de octubre de aquel mismo ao. Los dos bailarinas, retocados a fon-
do ... , se lee en el diario.
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28. QUAPPI EN AZU L Y GRIS, 1944
De los 13 retratos de Ouappi, en nada menos que cinco el color azul se menciona en
el ttulo. Es el color que predomina en sus retratos desde la temprana vers in de 1926,
cuando Beckmann dot a toda la imagen de un fondo azul. Tambin en este cuadro
Ouappi es presen tada de modo ri gurosamente frontal an te el espectador, sosegada y
con c ierto aire de superioridad , sosten iendo en sus manos un libro cuyo con ten ido,
desconocido, es probable que guarde relacin con su expres in a la vez grave y se-
rena. Las blancas tapas de aq ul, las mangas rasgadas y el blanco encaje del esco-
te, el collar y el blanco de la toca guardan muy estrecha relacin con la visin que
Beckmann tiene de su modelo, que, debido al recurso pictrico del m.arco que corta la
imagen , parece cercano en la parte inferior de la misma, pese a lo cual la figura se
mantiene muy distante. Un ramo de grandes rides jun to al hombro de Ouappi se ase-
meja al atributo de una san ta y parece tener una funcin interpretativa. Sus colores
constituyen una tran sicin hacia los transparentes tonos g ri ses, verdes y marrones de las
reas contiguas, que hacen que el fro azul del vestido aparezca como desplazado
al primer plano de la imagen.
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29 . DOS ACTRICES EN EL VESTUARI O, 1946
Los colores estn aplicados o las partes a que corresponden con ligereza y sin mez-
clar, desl indados como colores loca les de las reas y los contornos negros, dejando
que cas i en todo el cuadro se trasluzca el fondo. De la intimidad sensua l del interior se
apodero, as, un desasosiego cambiante que es acentuado por los evocadores acce-
sorios y los oscuros campos sombreados que recuerdar'l siluetas recortadas. Beckmann
expres en breves palabras la intencin de esta imagen y la d ialctica de su conteni-
do cuando, al rec ibir la noticio de su venta el 20 de mayo de 194 6 , anota en el d ia-
rio : Dos actrices preparndose para salir a escena.
El cuad ro fue adq uirido por Morton D. Moy ( 19 14-1983), propietario de una cadena
de gra ndes a lmacenes en St. Louis, con stituyendo la base de lo mayor coleccin par-
ticular de pi nturas de Beckmann, que ms tarde sera legada al Sa int Louis Art Museum.
Con cuaren ta pintu ras, este museo posee hoy da el mayor acervo de cuadros del ar-
tista o escala mundia l.
El cuadro se conoce tambin con el ttul o holands Huis ter Duin (Lo casa en la du-
na} Se tra ta de un conocido hotel en la playa de N oordwijk, donde Beckmann se alo-
j del 4 al 9 de septiembre de 194 6: tena tanta necesidad de relajarme que el
mircoles cog el coche como quien huye de Amsterdam .. , reza una anotacin del dia-
rio fechada el 9 de septiembre. Al da siguiente inicia el traba jo con varios esbozos
para esta obra, que quedara terminada definitivamente el 9 de mayo de 1947. Es
probable que, ya en una fecha anterior, firmara el cuadro asignndole el ao 1946.
Ante las ventanas de la terraza del hotel, separadas por macizas ambas, dos mujeres
estn sentadas junto a una mesa; desplazada hacia el centro de la imagen, una joven
hermosa; en el borde derecho, sem ioculta por la camarera, una seora de edad en ac-
titud rgida. La cabeza de un hombre, tambin de perfi l, que pasa por delante de la
terraza se aleja hacia la izquierda. La sencilla d r a m a t t . ~ r g i a de esta pieza con cu atro
personajes est cargada de inexplicable tensin. El mar, que se ve a travs de todo el
ancho de los ventanales cubierto de crestas de espuma, casi rebasa con su alto hori-
zonte las cabezas de los personajes Su presencia domina el enmudecido di logo en-
tre las dos mujeres. Una agitada y artificial calma precede a algo inesperado. Para es-
te estado cu idadosamente equil ibrado, el pintor emplea los colores complementarios
amarillo y violeta, rojo y verde.
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32. AUTORRETRATO CON CIGARRI LLO, 1947
Sobre esto nos informo el retrato. Lo estrecho mono con el cigarr il lo sealo demostrati-
va mente el o jo en un gesto de apariencia ritual. Lo boca cerrado resulto despejado.
Los ojos, como es frecuente en Beckmonn , parecen rasgados por forzar lo visto. As lo
indican los dos dedos que sostienen el c igarrillo: tengo que buscar la verdad con
los oos . Y recalco que, sobre todo, con los oos, porque nado sera ms ridculo y f-
til que una visin cerebral del mundo sin el desatado furor de los sentidos ... , manifest
en 1938 en su con ferenc io de Lond res.
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33. HOMBRE CAYENDO AL VACO, 1950
Lo concepcin es simple y o primero visto cas i ilustrativo. El cuerpo musculoso del hom-
bre, envuelto en un pao verde, se precipito de cabezo en el abismo con el gesto apor-
tado del espectador. Lo postu ra y los contornos del personaje, trozados vigorosamen-
te, le prestan cierto expres ividad emblemtico. A izqu ierdo y derecho saltan llamara-
dos de los ventanos abiertos en los fachados de cosos de gran al tura. En formo de
ruedo fragmentario se distingue en el lado izqu ierdo, visto desde arribo , lo barandilla
de un ba lcn. El fondo es de un azul unifo rme, de suerte que los elementos aguo y cie-
lo no se diferencian. Algunos nubes blancos acortan lo distancio entre lo que est cer-
co y lejos. Lo vasto superficie simbol izo el espacio infinito que sirve de morado o los
seres alados en su nove flotante. Son los ngeles o que se refiere Ouoppi en su corto.
Backstage, como rezo el contundente ttulo que recibe esto imagen en Nuevo York,
donde fue pin tado, conduce al espectador detrs de los decorados escn icos, o un es-
pacio desierto con perspectivos desconcertantes. Lo meso redondo en primer plano,
visto desde arribo , viene o ser un bodeg n dentro del con junto cuyos enigmticos ob-
jetos encierran los conceptos-clave poro los restantes accesorios. Se en uncian y, o lo
vez, se retiran palabras-clave : as, lo velo apagado, lo corono dejado de lodo, sorti-
jas de oro y ob jetos todava ms extraos.
A diferencio de lo visto desde arribo de lo meso, el espacio tras los bastidores est dis-
puesto desde uno perspectivo centrado y conduce abruptamente hacia el fondo. Ante
lo visto se obre uno espacioso cmara de lo que los actores han hecho mutis. Slo un
dolo femenino clavado en uno estaco o cruz do lo medido de lo total soledad de ese
espacio Los utensilios amontonados y abandonados forman porte del siniestro inven-
tario que se sumo o los objetos alegricos en lo meso. En uno de los esquinas asomo
uno jabalina que sale de un abeto como si fuero uno romo ; al lodo, el cuerpo sobre-
dimensionado de uno mandolina cuyo mongo es uno espado. Ojos de buey y conde-
labros anudados con cabos de anclo cierran el in terior hacia arribo. A lo derecho, un
fragmento de dintel de ventano ofrece lo visin de los aspas de un molino de viento
que giran simbol izando lo ruedo de lo vida.
Sobre el entablado que conduce hacia abajo se tambal ean cuatro pequeos abetos .
Al final de lo angosto perspectivo espacial se ve, cub ri endo algunos peldaos, un ro-
do teln que dejo abierto uno rendija. Detrs aparece un fondo negro. Lo imagen es-
t constru ido centr ndolo en este pu nto de fugo . Hacia l se dirige el espectador des-
pus de haber recorrido los hitos y decorados del mundo de los bastid ores . Backstage
est iluminado por uno fro luz ind irecto. Tambin Beckmonn usaba tu bos de nen co-
mo fuente de luz en su estud io neoyorquino El verde y pardo son .los colores domi-
nan tes. Pero slo el calculado empleo del negro hoce que lo imagen adquiero su irre-
al nitidez y expresividad.
Un mes antes de su muerte, Beckmonn real iz un primer bosquejo del cuad ro; un da
an tes de fallecer lo menciono ante su esposo como cas i terminado excepto algun os
puntos al pastel que se propona borrar y rep intar al leo al da sigu iente Estos "pun-
tos" del cuadro no completa men te acabado y sin firmar aparecen hoy da como ele-
mentos fijos e inseparables del mismo, como si el pintor todava estuviese trabajando
"tras el escenario". Algn tiempo antes de trabajar en este su ltimo cuadro declaraba
que el arte resuelve a travs de la forma las muchas discrepancias de la vida, permi-
tiendo o veces mirar tras el oscuro teln que esconde las espacios invisibles.
1884 12 de febrero Nace Max Beckmann en Conoce la obra de Czanne, que influir
Leipzig, en el seno de una familia acomodada, fuertemente en su pintura.
siendo el ms joven de los tres hijos del Viaja a Amsterdam, donde se encuentra con
matrimonio Carl Heinrich Christian Beckmann y Minna Tube.
Antoinette Henriette Bertha.
Se insta la en Berln y alquila un estudio en
Schoneberg. Reencuentro con M inna.
1895 Muerte de su padre. Pinta sus primeras marinas.
La familia se traslada a Braunschweig, donde el
pequeo Max ingresa interno en un colegio. All
realiza sus primeros dibujos, sirvindole como 1905-07 Pinta en jutlandia Pantaln.
modelo sus compaeros de clase. Rec ibe en Weimar el Premio de la Asociac in
de Artistas Alemanes.
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Fundacin Juan March
191 1-1 2 Se creo el grupo de artistas Der Bloue Reiter en 1925 Participo en lo expos icin Nuevo Objetividad
Mnich. Beckmonn se enfrento- al formalismo de de Monnheim.
Der Bloue Reiter. Pinto en Froncfort Doble retrato en Carnaval.
Exposiciones en Amsterdom, Berln y Viena. Separacin amistoso de Minno Tube, con lo
cua l mantendr contacto hasta su muerte.
191 3-17 Primero retrospectivo de su obro en lo galera Firmo un contra to en exclusivo de tres aos con
Poul Cossirer. el goleristo l. B. N eumonn.
Pinto en Berln Lo calle. Contra e matrimonio con "Ouoppi" en Mnich y
fijan su residencio en Froncfort.
En 1914 comienzo lo primero guerra mundial.
Es nombrado profesor de lo Stadelschule de
Abandono lo Sezession de Berln junto con Mox
Froncfort.
Li ebermonn y se fundo lo Li bre Sezession de
Berln, en cuyo comit participo. Tambin Escribe "El artista dentro del Estado". Expone en
participo en lo Nuevo Sezess ion de Mnich. Zrich y Londres.
1918-21 Fin de lo primero guerra mundial. 1928 Recibe el Premio de Honor del Reich y lo
Minno es contratado como contante en lo Medalla de Oro de lo ciudad de Dsseldorf
pera de Groz. Beckmonn realizo varios viajes Exposiciones retrospectivos en Monnheim,
o Groz poro visi tar o su familia. Berln, Mnich y Stuttgort.
Residencio provisional en Froncfort. Viajo o Scheveningen, en Holanda, Berln y
Miembro fundacional de lo Sezession de Pars.
Dormstodt. A travs de su exposicin retrospectivo en lo
Escribe "Bekenntnis", uno confesin sobre lo Stadtische Kunstholle de Monnheim se reconoce
actividad artstico como trabajo creativo. oficialmente lo importancia de su obro.
Pinto en Froncfort Poseo martimo en
Pinto en Froncfort Bao de mueres y
Autorretrato como Arlequn. Scheveningen
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Fundacin Juan March
CATLOGO
2. Doble retra to de Max Beckman n y M inna 1O Retrato de M inna Bec kma nn-Tube, 1924
Beckmann-Tu be, 1909 leo sobre lienzo
leo sobre li enzo 92,5 x 73 cm
142 x 109 cm Bayeri sc he Staatsge maldesa mmlungen, M ni ch,
Staa tliche Galerie Moritzburg, Halle, Alemania Aleman ia
Staa tsgaleri e Moderner Ku nst
G. 109
G. 233
3. La calle, 19 14
1 1. Doble retrato en Carnava l, 1925
leo sobre lienzo
leo sobre lienzo
171 x 72 cm
160 x 105,5 cm
Berlinische Galerie. La ndesmuseum fr Moderne Kunst,
Kunstm useum, Dsseldorf, Alema nia
Photog raph ie und Arch itektur, Aleman ia G. 240
G. 180
12. ~ a s e o ma rtimo en Scheveningen, 1928
4. ~ u t o r r e t r a t o con pa uelo ro jo, 19 17 O leo sobre lienzo
O leo sobre lienzo 85 x 70,5 cm
80 x 60 cm Kunsthaus, Zu ri ch, Suiza
Staatsgaleri e, Stuttgart, Alema ni a G. 295
G. 194
13. ~ 1 soldado perua no qu iere beber, 1929
5. ~ d n y Eva, 1917 O leo sobre lienzo
O leo sobre lienzo 80 x 45,5 cm
80 x 56,5 cm Staatsgaleri e, Stuttgart, Alemania
Staa tliche Museen zu Berl in, N atio nalgaleri e, G. 30 1
Alemania
Adquirido con la ayuda del Fondo Artstico Ernst von 14 Retrato de Minna Beckmann-Tube, 1930
Siemens leo sobre lienzo
G. 196 160,5 x 83,5 cm
Pfa lzga leri e, Kaiserslautern , Alemania
6. ~ a o de mujeres, 19 19 G. 337
O leo sobre li enzo
97,5 x 66 cm 15. Gi ta na 11 . llonka, 1932
Staa tliche M useen zu Berlin , N ati onalga lerie, leo sobre lienzo
Alemania
136,5 x 102 cm
Museum Ludwig, Coloni a, Alema ni a
G. 202
G. 360
7. ~ u t o r r e t r a t o como Arlequn, 192 1
16. Pais\) je con leadores (Gran pa isaje tormentoso),
Oleo sobre li enzo
1932
100 x 59 cm leo sobre li enzo
Von der Heyd t-Museum , W upperta l, Alema ni a 100,5 x 135 cm
G. 2 11 Bayerische Staatsge mo ldesa mmlun gen, M nich,
Alema ni a
8. Puente de hierro, 1922 Staa tsga lerie Moderner Kunst
leo sobre li enzo G. 364
120,5 x 84,5 cm
Kunstsa mmlung Nord rhein-Westfalen, Dsseldorf, 17. ~ 1 pececil lo, 1933
Alemania Oleo sobre lienzo
G. 2 15 135 x 115,5 cm
G ~ Collogo razonado de M:Jx Beckmonn, rea lizado por Erhord Gpel y Barbara Gpel.
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Fundacin Juan March
Muse Notionol d 'Art Moderne, Centre Georges 26. ~ongo (Rumbo), 1941
Pompidou, Pars, Francia Oleo sobre li enzo
Atribucin del Estado ( 1933) 95,5 x 55,5 cm
G . 373 Museum Ludwig, Colonia, Alemania
G. 580
18. 9uoppi con suter roso, 1932-34
O leo sobre lienzo 27. ~oilorinos en negro y amarillo, 1943
105 x 72 cm Oleo sobre li enzo
Fundacin Colecc in Thyssen-Bornem iszo, Mad rid , 95 x 70 cm
Espaa Stad ti sc hes Kunstmuseum, Bonn, Alemania
G. 404 G. 644
19. 9 uo ppi con loro, 1936 28. 9 uoppi en azu l y gris, 1944
Oleo sobre lienzo Oleo sobre lienzo
111 x 65 cm 98,5 x 76,5 cm
Stadti sches Museum, Mlheim on der Ruhr, Alemania Kunstmuseum, Dsseldorf, Alemania
G. 431 G. 673
20. Taller (Nocturno), 193 1-38 29. Dos actrices en el vestuario, 1946
leo sobre li enzo leo sobre lienzo
110 x 70 cm 165 x 121 cm
Deu tsche Bonk AG Kun sthous, Zurich, Suizo
G. 5 10 G. 728
2 1. Bodegn con Budo y con botella incl inado de 30. Interio r con muchachos (Siesta), 1947
~guordiente, 1939 leo sobre lienzo
Oleo sobre lienzo 140,5 x 130,5 cm
6 1 x 46 cm Stootliche Museen zu Berli n, No tionolgolerie,
Sprengel Museum, Honnover, Alemania Alemania
G . 5 16 G. 739
22. C?uerrero y mu jer-p jaro, 1939 3 1. Dos domos en el hotel al borde del mor, 1947
O leo sobre lienzo leo sobre li enzo
8 1 x 60 cm 76 x 130 cm
Deutsche Bonk AG Coleccin particular
G. 522 G. 740
23. C?ro n paisaje de lo Costo Azul, 1940 32. -0utorretroto con cigarril lo, 1947
Oleo sobre lienzo O leo sobre lienzo
106,5 x 22 1,5 cm 63,5 x 45,5 cm
Coleccin particular Museum om Ostwoll, Dortmund, Alemania
G. 543 G 752
24 . Au torretrato con vis illo verd e, 1940 33 . fj ombre cayendo al vaco, 1950
leo sobre li enzo O leo sobre li enzo
75,5 x 55,5 cm 142 x 89 cm
Sprengel Museum, Honnover, Alema ni a Notionol Go llery of Art, Washington, E.E. U.U
G. 55 4 Donacin de lo Sra. de Mox Beckmo nn
G. 809
25 . ~odegn con tocador, 1940
O leo sobre lienzo 34. Detrs del escenario, 1950
90 x 70 cm leo sobre li enzo
Stootsgo lerie, Stuttgort, Aleman ia 1O1,5 x 127 cm
Prstamo perma nen te de coleccin particular Stadelsches Kunstin stitut, Froncfo rt, Alemania
G. 561 G. 830
Diseo cotlogo:
Jord i Teixidor
Crditos fotogrficos:
Fundacin Coleccin ThyssenBornemiszo, Madrid
Kunsthous Zurich
Kunstmuseum Bonn
Kunstmuseum Dsseldorf
Kunstsomm lung N ordrhei n-Westfolen, Dsseldorf
Muse N otionol D'Art Moderne, Cen tre Georges Pompidou, Poris
Museum der Bi ldenden Knste, leipzig, Gerstenberger 1996
Pfolzgolerie Koisersloutern
Pinokothek Mnchen
Rhein isches Bildorchiv Ki:iln
Sprengel Museum, Honnover
Stootliche Museen zu Berlin, Notionolgolerie
Stootsgo lerie Stuttgort
Sti:id tisches Museum Mllheim on der Ru hr
Sprengel Museum, Honnover
Von der HeydtMuseum Wupperto l
Ji:irg P. Anders, Berlin
Richard Corofelli
Ursulo Edelmonn, Fronkfurt o. M.
Hermon n Kiessling
Helgo Fietz
J Roymond
Vegop Beckmonn
Traduccin:
Francisco de A Caballero
Pablo Herrero Hernndez
Fotomec nico:
Jomogor, Msto les (Madrid)
Fotocomposicin e impresin:
Jomogor, Mstoles (Madrid)
Encuadernacin:
Romos
1977 More Chag~ll, * Arte USA, * 11 Expos icin de Becarios de Artes Pl stica s,
con textos de Andr Malraux y Louis Aragon con texto de Harold Rosenberg. 1976-1977. *
Pablo Picasso, * Arte de Nueva G uinea y Papa* Arte Espa ol Contemporneo.*
con textos de Rafael Alberli, con texto del Dr. B. A L. Cranstone.
Vicen te Aleixandre, Jos Camn Aznar,
Gerardo Diego, Juan An tonio Gayo N uo,
Ricardo Gulln, Enrique Lafuenle Ferrari,
Eugenio d'Ors y Guillermo de Torre.
111 Exposicin de Becarios de Artes Pl sticas,
1977- 1978. *
1979 De Kooning , * Maestros del sig lo XX . Naturaleza muerta,* IV Expos ici n de Becarios de Artes Pl sticos,
con texto de Diane Wa ldman. con texto de Reinhold Hohl. 1978- 1979. *
Braque, * Arte Espaol Contemporneo, *
con textos de Jeon Paulhan, Jacques Prverl, con texto de Julin Gllego.
Christian Zervos, Georges Salles,
Pierre Reverdy y Andr Chostel.
Gaya , grabados (Caprichos, Desastres,
Di sparates y Tauromaquia),
con texto de Alfonso E. Prez-Snchez.
1981 Poul Klee, * Mini mol Art, * VI Expos icin de Becarios de Artes Plsti cos*
con textos del propio artista. con texto de Phylis Tuchmon .
Mirrors ond Windows: Fotografa
americana desde 1960, *
Cat logo del MOMA,
con texto de John Szorkowski .
1982 Piel Mondrian, * Medio Siglo de Escu ltura : 1900-1945,* Pintura Abstracto Espaolo , 60/70, *
con textos del propio artista. con texto de Jeon-Louis Pral. con texto de Rafael San tos Torroel lo.
Robert y Sonia Delounay, *
con textos de Juan Manuel Bonel,
Jocques Domase, Vicente Huidobro,
Ramn Gmez de lo Serna,
Isaac del Vondo Vil lar y Guillermo de Torre.
Kurt Schwitters, *
con textos del propio artista,
Ernsl Schwi llers y Werner Schmolenboch.
* Ca tlogos agotados.
* Catlogos agotados.
1990 Odilon Redon . * Cubismo en Pra ga,* Col lecci March Art Espanyol Contemporani.
Coleccin Ion Woodner, Obras de la Galera Nacional, Palma de Mallorca,
con textos de Lawrence Gowing y con textos de Jiri Kotalik. con textos de Juan Manuel Bonet.
Odilon Redon.
Andy Warhol,
Coleccin Daimler-Benz,
con texto de Werner Spies.
Rauault,
con textos de Stephan koa.