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Ratzinger Sacerdocio

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1

PRESENTACIN DEL VOLUMEN XII DE LAS OBRAS COMPLETAS DE JOSEPH


RATZINGER
Juan Esquerda Bifet

Predicadores de la Palabra y servidores de vuestra alegra. Teologa y Espiritualidad del


Sacramento del Orden (Madrid, BAC, 2014).

Las Obras Completas de Joseph Ratzinger abarcan 16 volmenes y recogen


prcticamente todas sus publicaciones, salvo los documentos magisteriales como Papa
de Roma. Los volmenes del quinto al duodcimo recogen todos los temas de la
teologa sistemtica.1

El volumen doce, objeto de nuestra presentacin, est dedicado al sacerdocio ministerial


y tiene como ttulo Predicadores de la Palabra y servidores de vuestra alegra. Queda
distribuido en tres partes o secciones muy diferenciadas. La seccin A recoge estudios y
reflexiones teolgicas sobre el sacramento del Orden. La seccin B est dedicada a
meditaciones sobre la espiritualidad sacerdotal, con el ttulo de servidores de vuestra
alegra, que era el lema de su primera Misa. La seccin C es un ramillete de homilas
sobre temas sacerdotales.

En este mismo volumen, el prlogo del Editor (G.L. Mller, obispo de Ratisbona, ahora
Prefecto Congregacin de la Fe) es ya una presentacin sinttica y ptima sobre los
contenidos. Pero luego, al final de los documentos, en el apndice del volumen, dentro
de las Advertencias Editoriales, se hace una presentacin muy amplia y detallada de
cada parte y de cada documento (pp.810-831).

El volumen doce termina con las Referencias bibliogrficas originales (pp.831-845),


donde se anota con precisin dnde y cundo ya se ha publicado cada uno de los
documentos. Son referencias muy tiles para el estudioso, tambin con vistas a
comparar textos y traducciones.

Mi presentacin, pues, podra parecer una repeticin de lo que ya se ha dicho. Pero


me cio principalmente a los contenidos sobre el ministerio y la vida sacerdotal.
Releyendo los documentos publicados en el volumen XII, se pueden descubrir dos
lneas que se entrelazan estrechamente: la sacramentalidad del sacerdocio ministerial
(como expresin y prolongacin del sacerdocio de Cristo) y la alegra de un
seguimiento evanglico generoso como sucesores de los Apstoles. De hecho, los dos
lneas se postulan mutuamente, puesto que las dudas o inexactitudes sobre el tema
1
Sus famosas Disertaciones teolgicas sobre San Agustn y San Buenaventura forman
parte de los volmenes primero y segundo. Los temas sobre fe y razn, van incluidas en
el volumen tercero. La Introduccin al cristianismo (del ao 1968) est en el volumen
cuarto. Los temas de teologa sistemtica abarcan del volumen quinto al duodcimo. En
el contexto de la cristologa, Jess de Nazaret se inserta en el sexto volumen. La
Teologa de la liturgia est en el volumen once. El volumen doce versa sobre la teologa
y espiritualidad del sacramento del Orden. El volumen trece recopila sus entrevistas. El
amplio campo de las homilas (plticas y mediaciones) estar en el volumen catorce. Su
autobiografa (Mi vida, de1997-1998), con otras notas biogrficas, en el volumen
decimoquinto. El volumen decimosexto abarcar la bibliografa completa de todas sus
obras, incluyendo los ndices sistemticos de los dems volmenes.
2

sacerdotal provienen en gran parte de la poca vivencia de sus exigencias evanglicas. Es


lo que intento presentar.

Como dira despus el Papa Benedicto XVI, el sacerdocio no es un simple oficio,


sino un sacramento de Dios (11 de julio de 2010, al finalizar el ao sacerdotal). El
sacerdocio ministerial se recibe tal como es y se vive con gozo cuando se sirve con
coherencia evanglica. Precisamente por tratarse de una participacin especial en el
mismo sacerdocio de Cristo, el elegido est llamado a vivir el sacerdocio con el gozo de
la donacin total al estilo del Buen Pastor.2

A mi entender, los estudios ms teolgicos y sistemticos de la parte o seccin A del


presente volumen XII, trazan las lneas de soporte para las aplicaciones y vivencias del
sacerdocio, descritas en las partes o secciones B (Meditaciones) y C (Homilas).3

El primer estudio del presente volumen puede considerarse programtico, en cuanto


que, a mi parecer, resume toda la enseanza de Joseph Ratzinger sobre el tema
sacerdotal. Tiene como ttulo La esencia del sacerdocio (pp.3-21) y corresponde a la
Alocucin en la apertura de la VIII Asamblea del Snodo de los Obispos (1 de octubre
de 1990).4

En este texto fundamental y programtico afloran los temas bsicos de los otros
estudios de este mismo apartado. El sacerdocio del Nuevo Testamento no nace de unos
conceptos, sino de una realidad que es el mismo Cristo como persona y acontecimiento:
Cuando preguntamos por el centro del Nuevo Testamento nos encontramos con Cristo
mismo. Lo nuevo en aqul no son propiamente nuevas ideas, lo nuevo es la persona.
Dios se hace hombre y atrae hacia s a los hombres (p.7).5

2
En el prlogo del Editor se recalca la sacramentalidad del sacerdocio ministerial,
como expresin de la divinidad y humanidad de Cristo, participacin de la misma
misin de Cristo y relacin estrecha con los Doce Apstoles. La recuperacin de la
identidad sacerdotal en la relacin con Cristo implica la disposicin a comprenderse a s
mismo como servidor de la palabra y como testigos de Dios en el seguimiento de Cristo
as como vivir en comunin con l (p.XXII).
3
Los estudios de la parte A (Teologa del sacramento del Orden) consisten en anlisis
minuciosos de las cuestiones fundamentales (esencia del sacerdocio), para pasar luego a
otros estudios sobre cuestiones de actualidad, teologa del ministerio episcopal, teologa
del presbiterio y formacin sacerdotal. Recurdese que estos estudios son tambin
respuesta a una realidad de crisis o de duda sobre el sacerdocio (especialmente desde
1968).
4
El texto se public el mismo ao en lengua alemana. En lengua espaola queda
recogido en: La Iglesia, una comunidad siempre en camino (Madrid, San Pablo, 1994).
5
Es una afirmacin que a nosotros nos recuerda el inicio de la primera encclica de
Benedicto XVI: No se comienza a ser cristiano por una decisin tica o una gran idea,
sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo
horizonte a la vida y, con ello, una orientacin decisiva (Deus Caritas est, n.1).
3

Sobre la sacramentalidad del sacerdocio ministerial recuerda que el sacerdocio


neotestamentario tiene su fuente en el mismo Cristo y, por tanto, no queda a merced de
opiniones o dudas subjetivistas, ni tampoco tiene origen en la comunidad eclesial:

Sacramento significa: yo doy lo que yo mismo no puedo dar; hago lo que no


procede de m; estoy en una misin y me he convertido en portador de lo que
otro me ha confiado. Por esto nadie puede declararse a s mismo sacerdote, por
eso tampoco puede una comunidad con sus resoluciones hacer sacerdote a
alguien. Slo del sacramento se puede recibir lo que es de Dios, accediendo a la
misin que me convierte en mensajero e instrumento de otro (p.9-10).

Segn los evangelios, Cristo mismo ha transferido la estructura de su misin y


su existencia misional a los Apstoles, a los que traspasa su poder y vincula a su
poder. Esa vinculacin al Seor, que permite al hombre hacer lo que l no puede,
pero que hace el Seor, es sinnimo de estructura sacramental Al mismo
tiempo ha quedado patente que aqu se trata de un tipo de servicio
completamente nuevo que no puede derivarse del Antiguo testamento, sino que
slo se puede explicar cristolgicamente. El ministerio del servicio sacramental
de la Iglesia es expresin de la novedad de Jesucristo y del mantenimiento de su
presencia a lo largo de la historia (p.10).

El tema de la sacramentalidad se relaciona tambin con la realidad de los Doce


Apstoles, como receptores y transmisores del sacerdocio sacramental:

El hecho de que Jess haya creado la nueva figura de los Doce, que luego,
despus de la resurreccin, pasa al ministerio de los Apstoles, de los enviados.
Jess confiere a los Apstoles su poder, estableciendo as su ministerio en
estrecho paralelismo con su propia misin. El que recibe a vosotros, me recibe
a m (Mt 10,40) Como el Padre me ha enviado, as o envo yo (Jn 20,21)
(p.8-9).

Solamente se transmite el sacerdocio ministerial cuando hay sucesin apostlica. Los


dos grados (presbteros y epscopos) se circunscriben como el ministerio unitario
de la sucesin apostlica. Se verifica que el Espritu Santo instituye en este ministerio.
No es delegacin de la comunidad (p.14). La potestad fundada cristolgicamente, de
la reconciliacin, del pastoreo y de la doctrina, se transmite inalterada a los sucesores,
pero ellos son sucesores, en el recto sentido, slo si y porque perseveran en la doctrina
de los Apstoles (Hech 2,42) (p.15).6

La conclusin a que llega el autor me atrevera a calificarla de sntesis sapiencial de


todas sus reflexiones:

Lo esencial y fundamental para el servicio sacerdotal es, de acuerdo con todo


esto, una profunda vinculacin personal con Cristo. En esto radica todo El

6
Esta realidad de la sucesin apostlica no se reduce a la etapa histrica cuando
vivan los Apstoles. Lo que all se dice sobre el ministerio apostlico se refiere, por
tanto, no slo a la historia del comienzo; es tambin un reflejo de la interpretacin del
ministerio apostlico en la Iglesia naciente (p.11).
4

sacerdote tiene que ser una persona que conozca a Jess, desde dentro, que se
haya encontrado con l y que haya aprendido a amarlo (p.18).
Cuando hoy se angustia tanto el sacerdote, cuando se siente cansado y
frustrado, eso se debe a una crispada bsqueda de resultados De la interna
unin con Cristo nace por s misma tambin la participacin en su amor por los
hombres, en su voluntad de salvarlos y ayudarlos (p.19).

Estas perspectivas de relacin personal con Cristo, de sacramentalidad y de sucesin


apostlica, son las que iluminan los restantes estudios de esta primera parte (parte A).7

De estos estudios, sobre temas teolgicos y cuestiones actuales, quiero destacar algunos
contenidos clave de gran importancia para la evaluacin de la realidad sacerdotal de los
aos de postconcilio.

Al hablar de las enseanzas del concilio tridentino sobre el sacerdocio y de sus decretos
de reforma sobre la vida sacerdotal, se constata primero un aspecto muy positivo de
repercusin en la historia posterior. En el estudio La enseanza eclesial sobre el
sacramentum ordinis (pp.39-53), se concluye: Puede afirmarse que en los decretos de
reforma de Trento, la episcopalidad del sacramento del orden y la comunin del
presbiterio con el obispo han pasado a ser el elemento central de la visin del
sacramento del orden, de donde se sigue espontneamente la concepcin pastoralista del
ministerio sacerdotal (p.49).

Pero, al mismo tiempo, y en otro estudio, Sacrificio, sacramento y sacerdocio en la


evolucin de la Iglesia (pp.55-76), comenta el decreto tridentino de 15 julio di 1564 y
afirma: En virtud de la palabra del Seor, todos los pastores de almas reciben la misin
de conocer bien a sus ovejas, ofrecer sacrificio por ellas, apacentarlas mediante la
predicacin de la palabra de Dios, la administracin de los sacramentos y el ejemplo de
las buenas obras; deben preocuparse como un padre, por los pobres y pos otras personas
necesitadas y desempear todas las restantes tareas de un pastor. En el canon 14 se
establece que slo puede ser admitido al ministerio sacerdotal aquel que se haya
acreditado al menos al menos durante un ao de diaconado y haya demostrado ser capaz
de ensear al pueblo y administrar los sacramentos y del que se espere una vida que
pueda servir de ejemplo e instruccin (p.72).

Y luego se llega a esta conclusin sorprendente: La gran ventaja de los decretos de


reforma respecto a las definiciones dogmticas, es que, sin recelos antirreformistas,
tendan a introducir renovaciones positivas. Por desgracia, este aspecto tan importante
del trabajo de Trento desapareci casi por entero del campo de visin de la posterior
teologa de la escuela. Hay que aadir tristemente que slo muy poco a poco se pusieron

7
Se trata de los siguientes estudios: El ministerio espiritual y la unidad de la Iglesia; la
enseanza eclesial sobre el sacramentum ordinis; sacrificio, sacramento y sacerdocio
en la evolucin de la Iglesia; el sacerdote como mediador y servidor de Cristo a la luz
del nuevo testamento; el sacerdocio masculino; lmites de la autoridad eclesial; el
celibato del sacerdote catlico; democratizacin de la Iglesia?; sin un ministerio, libres
para el mundo; a cada uno su tarea. Siguen luego algunos estudios sobre la teologa del
ministerio episcopal, la teologa del presbiterado y la formacin sacerdotal.
5

por obra sus ideales. Segua siendo muy fuerte el peso de las costumbres y de las
instituciones (p.74).8

Como reflexin conclusiva de este estudio al que estamos aludiendo (Sacrificio,


sacramento ), se invita a recuperar la nota esencial del sacerdote ministro como
servidor si quiere ser un signo creble: La humanidad no necesita de sacerdotes
que disputen por sus derechos y sus emancipaciones, pero que, en realidad, slo se
apacientan a s mismos; necesita servidores de las catedrales , cuya existencia pura y
desinteresada hace a Dios creble y, por ello, hace de nuevo crebles a los hombres
(p.76).

En otro de los estudios teolgicos de esta parte A, El sacerdote como mediador y


servidor de Cristo a la luz del nuevo testamento (pp.77-99), recuerda de nuevo que los
presbteros son considerados ya como sucesores de los apstoles (p.92). Y al
recordar la expresin petrina sympresbteros (1Pe 5,1-4), dice: Segn esta frmula, el
ministerio apostlico tiene el mismo significado que el ministerio del presbtero (p.93).

Esa doctrina no conlleva privilegios, sino que acenta su condicin de servidor, ya


que el sacerdote slo es mediador en cuanto servidor de Cristo (p.95). Esta actitud
sera imposible sin la entrega plena a Cristo hasta la inclusin en l: El gran
problema de la vida eclesial y, sobre todo, de la sacerdotal, ser siempre entregarse
plenamente a la inclusin en Cristo en la prestacin real de los servicio eclesiales, no
construir y ser junto a l, sino slo en l (p.96).9

De esta realidad de pertenecer a la sucesin apostlica, deriva la perteneca total a


Cristo expresada en seguimiento evanglico, al estilo de los Apstoles: nos sentimos
invadidos por aquellos mismos sentimientos que ellos tuvieron cuando advirtieron por
vez primera el alcance de aquel seguimiento que haban emprendido. Las palabras de
Jess al discpulo rico les hicieron entender de hasta qu punto debe hacerse pobre
un hombre que se deja incluir en la exclusividad de Jesucristo (p.96).10

En el estudio Democratizacin en la Iglesia? (pp.130-158) se aporta una indicacin


importante sobre la realidad del presbtero y del presbiterio en relacin con el propio
obispo: No se es presbtero a solas, sino en el presbiterio de un obispo. Y, a su vez, no
se es obispo a solas, sino dentro del colegio episcopal que encuentra su punto de unin

8
Joseph Ratzinger llega a afirmar que Juan XXIII, por medio del concilio Vaticano II,
intentaba renovar justamente aquel mpetu de reforma que haba prendido en Carlos
Borromeo y en el que las palabras del concilio Tridentino se convertan en hechos
(p.74).
9
Aadir todava: El sacerdote malogra siempre su misin cuando renuncia a ser
servidor, un enviado que sabe que no se trata de l, sino de aquello que tambin l
mismo slo puede recibir. Slo en la medida en que acepte ser insignificante puede ser
verdaderamente importante (p.99).
10
La cuestin con la que nos enfrentamos repitmoslo una vez ms debe progresar
en primer trmino slo como un experimento vital. Toda formulacin terica tiene un
carcter secundario. Con todo, no es posible renunciar a esta reflexin (p.96).
6

en el obispo de Roma. Y, en fin, tampoco se es Cristiano a solas, sino como miembro de


una ecclesia concreta que encuentra su unin en el presbtero responsable (p.156).

En los estudios sobre la teologa del episcopado se insiste de nuevo en la actitud de


servicio, de suerte que el protagonismo recaiga slo en Cristo. As se afirma en el
estudio Primado, Episcopado y sucesin apostlica (pp.184-204): La sucesin no es
un traspaso de los poderes propios del ministerio, que quedan as a disposicin del
titular, sino que consiste en un ser tomado al servicio de la palabra, en un ministerio de
testimoniar el bien confiado, que est por encima del titular, de modo que l queda
totalmente en segundo plano - imagen de Isaas y de Juan Bautista una voz que
hace audible la palabra en el mundo (p.192) .11

Entre los estudios sobre la Teologa del presbiterado, destaca el dedicado a La cuestin
del sentido del ministerio sacerdotal (pp.324-361). Se recalca la entrega total del
sacerdote ministro, a imitacin de la entrega de Cristo Sacerdote segn la carta a los
Hebreos: la sangre, de la que aqu se habla (9,12) su sangre no es una cosa junto a
otras , sino la expresin de que l no ofrenda una cosa, sino precisamente a s mismo, la
totalidad de su existencia. Es el gesto del amor que lo da todo, que da, nada ms y nada
menos, que a s mismo la hora de la cruz fue el da de la reconciliacin csmica
(p.327).12

En este mismo estudio aflora el tema de la eleccin para el sacerdocio, tomando como
punto de referencia la eleccin de Cristo: Jess se concibe a s mismo ms bien como
alguien que cumple una misin: ni se ha llamado a s mismo (cf. Heb 5,4s) ni debe su
designacin a una eleccin democrtica (p.330).

Por esto, el sacerdote ministro no puede estar centrado en s mismo, sino en Cristo. De
este cristocentrismo autntico nace la confianza en medios de las debilidades y defectos:
Yo creo que en realidad este desplazamiento del sacerdote a un segundo lugar, no es
algo slo muy penoso, sino, al mismo tiempo, algo que ayuda mucho y sirve de
consuelo nosotros slo somos representantes del sacerdote propiamente dicho l
acta a travs de nuestras deficiencias l mismo tiene las cosas en mano no somos
nosotros los que llevamos a cabo la salvacin del mundo, sino l, y que l quiere que
vayamos por nuestro camino sin miedo y contentos (pp.338-339).

Un punto concreto del ministerio es el de la predicacin, que involucra al mismo


ministro en un proceso de transformacin: Desprendimiento de s mismo en la
predicacin quiere decir, pues, que nosotros tambin nos aplicamos la predicacin a
nosotros mismos y que nos dejamos podar por ella (p.345).

11
En el estudio sobre El obispo propagador y custodio de la fe (pp.304-321) se aporta
un principio que suscita la vivencia de la fe con vistas a evitar que surjan conflictos: La
finalidad propia de esta custodia es positiva: mantener la fe tan viva que no se llegue a
la situacin conflictiva (p.319).
12
De acuerdo con la unnime conviccin de toda la tradicin eclesistica, la exigencia
humana del ministerio presbiteral es de tal envergadura que implica al hombre de forma
irrevocable y le aferra de un modo total (p.358).
7

La relacin con el propio obispo resulta inherente al mismo ministerio: Al ministerio


presbiteral le corresponde estar referido al ministerio episcopal El presbtero remite
de tal forma ms all de s mismo, que por medio de su actuacin hace presente al
obispo (p.349).

La predileccin por los pobres es una consecuencia del ministerio sacerdotal: Aunque
los sacerdotes se deben a todos, deben recibir ante todo a los pobres y a los pequeos
(p.352)

En la parte B, como ya se ha indicado, se recogen algunas meditaciones bblicas sobre


el sacerdocio. Aqu la perspectiva cambia en el sentido de partir del mismo texto bblico
o del momento que se est celebrando. Cada tema de estas meditaciones es muy
sugestivo y va acompaado de su correspondiente texto bblico.13

En el estudio Entregarse a su voluntad, sgueme (pp.450-457), se describe la nota


caracterstica del seguimiento evanglico, a modo de dejarse abrasar por el fuego de
Cristo: Hay en Orgenes una sentencia atribuida a Jess: Quien se acerca a m est
cerca del fuego. Quien no quiera ser quemado debe alejarse de l. No hay un
sacerdocio a media jornada ni a medio corazn En el s al seguimiento se incluye el
valor de dejarse abrasar por el fuego de la pasin de Jesucristo, que es tambin, al
mismo tiempo, el fuego salvador del Espritu Santo (p.456).14

Las homilas de la parte C se refieren a ordenaciones sacerdotales, diaconales, primeras


Misas y celebraciones jubilares. En todas ellas sobresale la nota de esperanza y alegra
por ser instrumentos de Cristo Sacerdote.15

Resumo ahora mi impresin general despus de haber ledo con atencin todos los
estudios del volumen XII. La base teolgica de la parte A es el fundamento de las
orientaciones pastorales y vivenciales de las otros dos partes (B y C): relacin con
13
El ttulo de la parte B es: Servidores de vuestra alegra. meditaciones sobre le
espiritualidad sacerdotal. El elenco de las meditaciones es el siguiente: Siempre hay
semillas que llegan a sazn: Sali el sembrador; Entregarse a su voluntad:
Sgueme; Confiarlo todo a l: Y muchos se alegrarn; Sin l todo es en vano: Voy
a pescar; El servicio del testimonio: Es el Seor; En el principio est la escucha:
Llam a los que quiso; Espiritualidad sacerdotal: En tu palabra.
14
De esta actitud ministerial de entrega y seguimiento de Cristo, nace la alegra de
servir: Anunciar la alegra: por eso a los servidores del Evangelio los llama Pablo,
servidores de vuestra alegra (2Cor 1,24) (p.457).
15
Los ttulos son sugestivos y cada uno de ellos resume todo el contenido de la homila:
Indicador en el camino, Paz, el camino hacia la profundidad del misterio de Cristo,
estar ah para la misericordia de Dios, estar cerca del hombre, el gran desafo del
servicio sacerdotal, hacer lo nico necesario, ser testigos del dbil poder de Cristo, un
portador de reconciliacin, conversin hacia la luz, el centro ntimo de la vida
sacerdotal, preparar a los hombres para recibir a Jess, ensear y aprender el amor
del Seor, tomados al servicio para que el envo de Jess contine vigente, el servicio
del obispo, la Iglesia vive de su permanencia junto a Cristo de la adhesin a l, llevar a
Cristo a los hombres y a los hombres a Cristo.
8

Cristo, seguimiento apostlico (como los Doce), gozo de servir como Cristo. En las
meditaciones y homilas, se prefiere partir de la realidad litrgica y del hecho que se
celebra, para instar al gozo de seguir a Cristo como los Apstoles en comunin eclesial.

El gozo de ser sacerdote brota de la amistad e intimidad con Cristo, de su seguimiento,


de la dedicacin humilde al servicio Las inexactitudes sobre la identidad sacerdotal,
que han surgido en estos ltimos aos, nacen de intentar elaborar una teora sobre el
sacerdocio, que no corresponde a la realidad sacramental. Joseph Ratzinger aclara ideas
y ofrece motivaciones para redescubrir la alegra del seguimiento al estilo de los
Apstoles. No se trata principalmente de una exigencia tica, sino de una relacin
ntima con el mismo Cristo. No consiste slo en un estilo de vida, sino tambin de la
naturaleza el ministerio, que es idntico al de los Apstoles. No se trata, pues, de
inventar los ministerios al margen de la voluntad de Cristo, sino anclarse en la
novedad del mismo Cristo. Son ministerios que, en su ejercicio y en su estilo, no
derivan de suposiciones o teoras, sino del mismo Cristo. No es principalmente una
experiencia de tipo psicolgico, sino una gracia del mismo Cristo, quien no es abstracto,
sino real, que sigue presente en su amada Iglesia.

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