Historia General de Las Indias Tomo IV Bartolome de Las Casas
Historia General de Las Indias Tomo IV Bartolome de Las Casas
Historia General de Las Indias Tomo IV Bartolome de Las Casas
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HISTORIA
i
DE i
LAS INDIAS
HISTORIA
DE
LAS INDIAS
ESCRITA POR
OBISPO DE CHIAPA
POR
TOMO IV.
MADRID
IMPRENTA DE MIGDEL GINESTA
calle de Campomanes, nm. 8.
1876
J> C^Cebrn,
IbUt.Ocavi.Sr,
4AN ^RANOiaCC^ - CirU.
4,
ADVERTENCIA PRELIMINAR.
238026
YI
DE LAS INDIAS.
LIBRO TERCERO.
CAPITULO XXY.
CAPITULO XXVI.
del cual hay harto que referir abajo. Este, con su cuadrilla
flechera, fu bien rescibido de Diego Velazquez, aunque mal-
dito el provecho de su venida result los indios, y luego les
otra echaba las piernas de tal manera que pareca tirar gran-
des coces. Aposentronse todos los espaoles en cierto pueblo
de indios, y como habian odo sus nuevas de la quema del
cacique Hatuey las muertes y corrimiento de los vecinos y
gente de la provincia de Mayci, que no esperaban que menos
haran en ellos, y las importunidades que cada hora les ha-
can,y los ojos las mujeres y las hijas, y por ventura las
manos, que en alguna dellas ponan, porque sta es costumbre
en los nuestros usada y en estas tierras antigua, acordaron
todos los indios de la provincia de ahorrar dellos,
si pudiesen,
algn indio.
10 HISTORIA
CAPTULO XXVII.
estaba tan contento con ella como si fuera hija de una Du-
quesa.
DE LAS INDIAS. 15
CAPITULO XXYIII.
isla, y llegado all, como sabia aquel puerto y traa muy per-
dido el navio, dejlo all, y tres pipas de vino y cuatro es-
paoles que las guardasen, y embarcse en la canoa con los
espaoles marineros que traa, que serian 12 15, y vnose
donde Diego Velazquez estaba, el cual muy graciosamente
recibilo. Bien pudieran los indios de Xgua matarlo l y
los suyos, sin que dellos memoria hobiera, pero no lo hicie-
CAPITULO XXIX.
que ello fu, nunca quiso parecer el Cacique, hasta que los
espaoles se fueron, por la seguridad de su imagen. Era ma-
ravilla la devocin que todos tenan, el seor y subditos, con
Sancta Mara y su imagen. Tenan compuestas como coplas sus
motetes y cosas en loor de Nuestra Seora, que en sus bailes
y danzas, que llamaban areitos, cantaban, dulces, los oidos
bien sonantes; finalmente, lo mejor que se pudo haer, deja-
dos los indios contentos y pacficos como los hallaron, se par-
tieron los espaoles para ir adelante. Entraron en la provincia
de Camagy, que es grande y de mucha vecindad de gente,
que estara de la Cueyba 20 leguas ms, los vecinos de la
cual, en los pueblos donde llegaban los espaoles, tenan de la
comida, pan cagab, de la caza que llamaban guaminiqui-
najes, aparejado segn ellos podan, y pescado tambin, si lo
alcanzaban. El clrigo Casas, luego, en llegando al pueblo, ha-
cia juntar todos los nios chiquitos, y tomaba dos tres espa-
oles que le ayudasen, con algunos indios desta isla Espaola,
ladinos, que consigo llevaba y alguno que haba l criado,
gente de los pueblos que estaban los lados del camino , cu-
t de ver gente tan nueva, y en especial por ver tres
iciosa
40, y vnse matar los cinco donde los otros mataban; y como
el Clrigo se detuvo en estorbar la muerte los 40 que haban
venido cargados , cuando fu, hall hecha una parva de muer-
tos que haban hecho en ellos, que era cosa, cierto, de espanto.
Gomo lo vido Narvaez, el Capitn, djole: qu parece vuestra
merced destos nuestro espaoles, que han hecho? Respondi
el Clrigo, viendo ante si tantos hechos pedazos, de caso tan
cruel muy turbado: que os ofrezco vosy ellos al diablo.
Estaba el descuidado Narvaez siempre viendo hacer la ma-
tanza, sin decir, ni hacer, ni moverse ms que si fuera un
mrmol, porque si l quisiera, estando caballo, y una lanza
24 HISTORIA
CAPTULO XXX.
bin verdad, que si sobre 2.000 indios, que all pareci que
haba, hobiera otros 10.000, slo Narvaez, con su yegua,
todos los matara, como pareci n los indios de Baymo,
cuanto ms estando con l otros tres cuatro caballo, con
sus lanzas y adargas en las manos. La causa no fu otra,
sino su costumbre que siempre tuvieron en esta isla Espao-
,
isletas, que por aquella costa del Sur hay infinitas, que diji-
mos haberles puesto nombre el Jardin de la Reina, el Almi-
rante; y tanto miedo cay en ellos, y con tan justa razn ,
que
no slo esconderse quisieran en las isletas, pero, si pudieran,
debajo de las aguas, por huir de gente que con tanta razn
juzgaban por crudelsima ms que inhumana. Salidos los es-
paoles del pueblo ,
que dejaron tan sangriento , y baado en
sangre humana, llamado el Caono, asentaron Real en una
roca grande , donde habia mucha de la yuca para hacer el
las buenas nuevas, que por entonces se tenian por tales, por-
que no se deseaba otra cosa ms que haber algn indio de los
de la tierra, para lo halagar y enviar por mensajero los de-
mas desterrados, asegurndolos que se viniesen sus pueblos
y que no rescibirian ms dao; holgse mucho el Padre, por
el fructo que se esperaba hace llamar al indio, abrzalo, ase-
,
CAPITULO XXXL
cual venia las dos mujeres, desnudas, en cueros, como las pa-
rieron sus madres, con ciertas hojas cubiertas solamente las
partes que suele siempre cubrir la honestidad humana; la una
era de hasta cuarenta aos, de obra de diez y ocho
y la otra
I
34 HISTORIA
suelo como los indios, y hacia con la boca y con las manos to-
dos los meneos que los indios acostumbraban', en lo cual no
poca risa en los espaoles causaba. Creo que se entenda del
que habia tres cuatro aos que all estaba ; y despus, algu-
nos das andados, que de su lengua y nuestra materna se iba
acordando, daba larga relacin de las cosas que por l haban
pasado. Andando por aquella provincia de la Habana, de pue-
blo en pueblo, los espaoles, y pasando de la costa del Sur la
del Norte, como frecuentes veces llegaban, por ser la isla por
all muy angosta, que de 15 leguas no pasa, hallaron un da
en la costa de Sur, donde agora est la villa de la Habana,
por un gran pan de cera amarilla dentro del arena, que
all,
cial, mucha pez que la misma mar sobre las peas y ribera
echaba, no saban de dnde viniese, cmo la mar la criase,
CAPITULO XXXII.
todos, sirvindoles los indios como Dioses cuanto les era posi-
ble. En este tiempo envi descubrir minas, por un rio arriba,
grande y muy gracioso en su ribera, llamado Arimo, la penl-
tima luenga, que sale la mar, media una legua fuera del
puerto; hallaron muy ricas minas y de oro muy fino, como el
CAPITULO XXXIII.
con sus provisiones esta isla y cmo puso por obra su pa-
,
CAPITULO XXXIV.
uno de presentado y
los destruidores della, y otro diablo; del
bear , como quiera que all hubiesen ido mandados por la obe-
diencia de su Prelado, y por causa de la predicacin de la fe
enviados y ellos otro fin no pretendiesen; y esta causa d for-
ma propiamente al martirio, puesto que los indios no los ma-
taron por la fe, sino como espaoles de quien sospechaban
haber tenido parte arte en la injuria, injusticia y dao que
se les habia hecho llevndoles su seor por haberse fiado
dellos,. como
y personas de aquella nacin contra
parte
quien tenan ya justa guerra, ya que los predones injuria-
dores no podan haber. Finalmente, cuanto la razn del
martirio de parte dellos toca, ellos fueron muertos por la fe
CAPTULO XXXY.
ni los que ellos con l hicieron, pero l procedi con sus cen-
suras contra ellos, como pertinaces desobedientes, lo mis-
mo hicieron ellos, con harta temeridad y desvergenza, por-
que ,
por escarnio y haciendo burla del, lo descomulgaban
ellos; quitbanle, alo que yo me acuerdo, la comida parte
della, en lo que ellos podan, hicironle grandes desacatos y
molestias, en tanto grado, que, como era manso y humilde,
no pudindolas sufrir no sabiendo darse manos con ellos,
acord de se ir Castilla quejarse al Rey, tornarse Sala-
manca, su canonga. Estuvo en Castilla tres cuatro aos, y
no faltando quien le acusase la consciencia, y tambin quien
le nombrase para Inquisidor en esta isla, hbose de tornar, y
ron ser pariente del Rey, con todos estos adminculos y favo-
res, y no haber en esta isla entonces letrados, sino los frailes
de Sancto Domingo, y stos, viviendo en su pobreza y humil-
dad, haciendo poco estruendo de lo que saban, el doctor don
Carlos, cierto, daba de s en los sermones grandes y claras
seales de arrogancia y presuncin; entre otras era, que los
briales de su madre venda para estudiar en Pars, y los estu-
dios y trabajos que en adquirir las letras que sabia haba pa-
sado. Alegaba muchas veces su maestro Joanes Majoris en el
pulpito, y cuando lo alegaba tiraba el bonete, diciendo con
gran reverencia: esto dice el tal doctor Joanes Majoris;
subi ms su presuncin, mostrar tener en poco la doctrina
de Sancto Toms, y hablar del Santo con una manera de me-
nosprecio, diciendo as cuando tractaba de materias perdone :
los primeros que habian traido la Orden ac, que fuese fijar
dao rogando
, importunando mucho al padre fray Bernardoi
le impidieron que las conclusiones no fijase ; el cual, visto que
aunque porfiase fijarlas no podria salir con ello, porque
por bien por mal no lo dejaran , acord tornarse su casa
sin hacer ms; lo que pudieron hacer los religiosos fu, reco-
ger las ms proposiciones que pudieron haber, que D. Carlos
habia , era fama entre los seglares que habia predicado, y en-
viarlas Espaa al Provincial, para que all las viesen, y lo que
conviniese remediasen. Desde algunos dias, acuerda D. Carlos
irse Espaa ; y mud la color del hbito, vis-
lleg Sevilla
tindose de pao humilde y pardo. Comienza predicar en
muchas iglesias y lugares, y vse toda la ciudad tras l, donde
quiera que predicaba por el aviso que de ac los religiosos
;
CAPITULO XXXVI.
donde se puso la cruz que dura hasta hoy, con la cual toda
esta isla tiene gran devocin ; esta fortaleza era de tapias y
madera, la cual ,
para se defender pocos espaoles de indios
desnudos, en cueros, sin armas; como stos eran, era ms
fuerte, mucho, que Salsas para contra franceses. En este tiempo
de que vamos en este libro hablando, ya la fortaleza se iba
era muy deudo del licenciado Zapata, que, segn arriba queda
DE LAS INDIAS. 65
crdito para con el Rey, y cuasi todo lo que por entonces ha-
ba por estas partes poblado de espaoles se gobernaba en
Castilla por su parecer. Tam.bien queda dicho en el segundo
libro, como cuando vino el dicho tesorero Pasamonte esta
isla, que fu el ao de 508, hablan quedado en ella de las mul-
titudines de vecinos y gentes que habla, 60.000 indios, no ve-
cinos, sino chicos y grandes, mujeres y nios, y el ao de 509,
cuando vino el Almirante segundo, D. Diego, habia 40.000; pero
cuando vino este Rodrigo de Alburquerque por repartidor el
ao de 51 4, habia hasta 1361 4.000 indios, por manera que, por
estos grados , iban matando y destruyendo estas gentes nues-
tros espaoles, con la priesa que les daban, echndolos las
CAPITULO XXXVII.
hizo. Como se dijo que habia vendido los repartimientos.Los clamores y quejas que
dieron del. Cmo rezaba la Cdula de la Encomienda y lo que provey el Rey sobpe
,
60 HISTORIA
peores pueden ser, hacen hacer los Reyes algunas veces los
de sus Reales Consejos , de lo cual se quejaba aquel gran
rey Artaxerxes, como parece en el captulo final del libro de
Esther. Los defectos de aquel repartimiento fueron muchos
contra razn y ley natural como fu aquel general de dar los
,
CAPTULO XXXYIIL
Pedro habia oido harto pocas segn las infinitas que despus
por todo este orbe se cometieron, respondi el Gaetano: Et tu
dubitas Regem tuum esse in inferno? Estas palabras formales me
certific m, que sto escribo, el dicho padre fray Hierni-
mo de Peafiel, siendo Prior de Sant Pablo de Valladolid el
Tomo IV.
66 HISTORIA
CAPTULO XXXIX.
Sancta Mara del Antigua, por cierto voto que habia prome-
tido. Refirise ms, como los espaoles que all estaban le qui-
taron la obediencia, y eligieron Alcaldes y Regidores de entre
DE LAS INDIAS. 67
I
72 UISTOKIA
CAPITULO XL.
Darien, y para los que all venan; responde Careta, que las
veces que por su casa cristianos hablan pasado les habla ,
ta, dice Juan Alonso Vasco Nuez, que finja quererse luego
tornar con su gente al Darien y vuelva aquella noche dar
en ellos desque estn durmiendo, descuidados, y que l tra-
bajar de mirar por el Cacique para que de sus manos
y pri-
sin no se escapase. Hzolo as Vasco Nuez, y trnase con su
gente por el camino donde haba venido, del Darien, muy di-
era muy
hermosa, y que para que su gente tuviese lugar de
hacer labranzas y sementeras para le proveer, que le ayudase
contra el seor y cacique Ponca ,
que era su enemigo Acept .
CAPITULO XLI,
tenia sus muertos, que deba tener por orculo por templo;
el hijo mayor de ios siete, que dijimos ser mancebo prudente,
dijo all, digna cosa es estos hombres ex-
que regocijemos
tranjeros, hagamos todo buen tratamiento, porque no
y los
ltima aguda), que abunda deste oro que tenis por riquezas,
y dista desta nuestra tierra, de andadura, obra de seis soles,
(que son seis dias), y sealaba entonces hacia la mar del Sur,
que es al Mediodia, con el dedo, la cual decia que verian
pasando ciertas sierras, donde navegaban otras gentes con
navios barcos poco menos que los nuestros con velas y re- ,
CAPITULO XLII.
que se dice, que en casa del tahr poco dura la alegra. Vindose
as frustrados de sus sementeras en que tenan toda su espe-
,
CAPITULO XLIII.
que con la tercia parte dellos subiese por el rio Grande arriba.
Este rio Grande es mayor dos veces que el del Darien , y dista
de aquel nueve leguas, lo que creo, hacia la parte del
Oriente ; Vasco Nuez sigue por otro camino, por ribera de
otro rio arriba, segn le decan las guas que poda llegar la
tierra de Dabayba, pero porque el Cacique y seor del Darien,
Cemaco que Anciso y Vasco Nuez y
, los dems habian des-
baratado, y hecho dejar su tierra por huir dellos, como en
el cap. 63, del libro II, fu declarado, se hobiese ido y escon-
dido en la tierra de Dabayba, y le hobiese informado de la
vida ejemplar y obras de aquellos que llamaban cristianos,
y
tuviese siempre Dabayba sus espas, sintiendo que venia, toda
la tierra, Dabayba y sus gentes naturales, desampararon. Vasco
UE LA3 INDIAS. 85
des para pescar, puso nombre al dicho rio, el rio de las Redes.
Tomaron all dos canoas grandes y otras muchas menores, ha-
llaron en las casas, que habian sus moradores por huir dejado
vacas, cien arcos y muchos haces de flechas; en joyas y pie-
zas de oro 7.000 castellanos. Con estos 7.000 castellanos, y
con alguna comida que hallaron muy alegre Vasco , salise
Nuez del rio la mar;
mar, digo, que se contiene dentro
la
y que cubran las aguas la tierra, tenan sus casas, iQpc mo-
donde
raban, sobre rboles grandsimos y altsimos, nuev^ nunca
DE LAS INDIAS. 87
CAPITULO XLIY.
res, sus hijos, sus deudos, sus vasallos, y de todo cunto po-
sean ser privados? A m aun no han llegado, pero, qu puedo
yo esperar de m y de mi y de todo lo que poseo, sino
casa,
una grande canoa que habian tomado, la cual era para tantas
personas capaz; los indios lastimados, gente del cacique Ge-
maco seor
, del Darien, el primero de aquella tierra agravia-
do, que coman talega tras tomallos descuidados, como quie-
ra que los hallasen acaballos, salieron con cuatro canoas en
pos de aquella, bien esquifadas, y dieron en ella con sus lanzas
tostadas y macanas, que usan en lugar de porras. Mataron
parte dellos y los dems todos en el rio, sino fueron dos solos,
se ahogaron; stos dos se escaparon en dos palos que traia el rio
riendo entre los indios que consigo presos tenian, y quiz algu-
nos atormentando sobre que les dijesen lo que sabian de la gente
de la tierra dnde andaba, y qu intencin traia qu ordena-
ban, hallaron quien les dijo, que los cinco Reyes Caciques,
conviene saber, Abibeyba, cuya mujer y hijos le tomaron
92 HISTORIA
CAPITULO XLV.
tuvo del castigo, que sinti merecer por la repulsa que dio
Diego deNicuesa, y lo que contra el bachiller Anciso cometi
con los agravios de ambos, pero todos sus amigos y enemigos
le fueron la mano, no queriendo condescender que saliese
de la tierra y los dejase, alegando que, como de los indios
fuese tan temido que su persona estimaban ms que ciento,
saliendo l quedaban desmamparados. Algunos sospechaban
que pretenda no estar all aislado para ser punido^ si el Rey
de los crmenes susodichos lo sentenciaba por no padecer ,
DE LAS INDIAS. 97
CAPITULO XLYl.
'
ron aquel dia, por concierto jurado que hobo que soltase
Vasco Nuez Alonso Prez, y no pasase la reilla ms ade-
lante; pero como andaban sin Dios, segn sus pecados *in
grandes, djose que no depusieron el odio que se tenian, ni
guardaron el juramento, al menos la una parte, lo cual que-
brantado, acuerdan de prender otro dia los contrarios Bar-
tolom Hurtado, puesto que, por algunos medianeros que hobo,
aquel dia lo soltaron. No par aqu la maraa de su ceguedad,
porque aquel, cuya voluntad en todo seguian, andaba solcito
para que se matasen ; acordaron de prender al Vasco Nuez
allegando por causa que no reparta, segn los merecimientos
de cada uno, oro y los esclavos que robaban y captivaban,
el
reconocer superior, sino ser ellos los que aquesta isla y las ,
cibi Vasco Nuez, con poco que le rogaron que por al-
bricias los presos soltase, lo concedi, y fueron sueltos y
reconciliados con l los que le querian mal ; no sabr decir
si la reconciliacin era ficta, de verdad, porque los hombres
mundanos y que andan en pecados, no teniendo paz con Dios,
pocas veces la suelen tener dentro de sus corazones, por ms
que la finjan y la quieran en la esterior conversacin mostrar.
Luego, desde pocos das, segn creo, se le agu Vasco Nu-
ez aquel grande placer que con su capitana general y con
lo dems hobo, y, por ventura, le vino en aquellos dos mismos
CAPITULO XLYII.
ellosy hacerles las obras que dellos habian rescibido sus ve-
cinos y comarcanos. Este Quarequa les ocurri con muy mu-
cha gente de guerra armada de sus arcos y flechas y unas
,
,
Todas estas obras, que por aquella tierra Vasco Nuez y sus
compaeros hacan era disponer aquellas gentes para que ama-
,
CAPITULO XLYIIL
y porque siempre
veinticinco das, por la aspereza de la tierra,
padecan penuria de comida, y el poco descanso que de con-
tino tenan. Finalmente, llegaron la cumbre de las ms altas
sierras 25 dias de Setiembre de dicho ao de 1513, donde la
mar del Sur se pareca. Avisaron los indios de Quarequa, un
poco antes que cumbre subiesen, Vasco Nuez, como es-
la
agua de la mar por buena media legua. Visto las canoas nadar,
entra luego Alonso Martin en una, y dice sus compaeros,
el
Tomo IV.
114 HISTORIA
CAPTULO XLIX.
bajar la mar, van ver sus canoas, de las cuales hallan al-
gunas hechas pedazos, otras abiertas por muchas partes, y
todas llenas de arena y de agua salada, y en ninguna hato ni co-
mida, de todo lo que en ellas tenian, hallaron. No hay mucho
aqu que dudar de cunta miseria, angustia, y tristeza estaran
llenos y sobrepujados; vindose as tan cercanos del todo
perecer, comenzaron socorrerse, desollando cortezas de los
arbolillosmarinos que all estaban y majndolas, y con ellas y
con hierbas, tajaban y tupian las hendiduras de las canoas que
no estaban del todo quebradas, y, como mejor pudieron, torn-
ronse embarcar con muy grande peligro, y padeciendo ter-
rible hambre. Van en demanda de la tierra de un seor llama-
do Tumaco, que est en un rincn del mismo golfo, y ste
hallaron, para resistilles, aparejado, el cual les dio una bata-
Huela de las que los desnudos, donde no tenian hierba pon-
,
porque no viene alguno dellos por aquel fin ac, y sto, cierto,
se dijo que trujeron desde cuatro dias, dellas tantas que pe-
,
saron 12 marcos. Todo sto era naateria para que los nuestros
no pudiesen tragar la saliva de gozo, tanto les crescia la espe-
ranza de su desideratsima felicidad. Todos los espaoles y
indios estaban en grandsimo regocijo; los espaoles, por los
argumentos que juzgaban serles todo aquello de su bienandanza,
y los indios, mayormente los Caciques, por el amistad de los
cristianos, creyendo que aquella leshabia de durar, y que
los espaoles estimaban en mucho el oro y perlas que ellos
tenian en nada, y que se contentaran con lo que les daban y
no quisieran dellos ms, y mayormente se holgaba Chiapes
por haber sido medianero de la paz y amistad de Tumaco y
los cristianos. Certificaron Chiapes y Tumaco Vasco Nuez,
estar una isla distante de all obrado cinco leguas, segn por
seas sealaban, dentro en aquel golfo, donde seoreaba un
#
118 HISTORIA
CAPITULO L.
CAPTULO LI.
*^
DE LAS INDIAS. 131
CAPITULO LII.
sangre acometa sin habelle hecho ms que los otros por qu,
CAPITULO Lili.
de las Indias, y aun en las del reino de Castilla, solia dar gran
crdito al obispo Fonseca, determin de conrmar el nombra-
miento de Pedrrias, y cometi y mand al Obispo que lue-
go le despachase como mejor le pareciese, y sealase el n-
mero de la gente que habia de llevar, con todo lo dems que
al buen despacho de la armada fuese necesario. Determin el
Obispo, con los que llam del Consejo, que fueron el licencia-
do Zapata y el licenciado Santiago, y el licenciado Sosa y el
corte y cuando
,
hombres nobles y
lleg Sevilla hall 2.000
mancebos, tan bien dispuestos, lucidos y ataviados, que se le
ofrecieron ir con l su propia costa y sin sueldo alguno, que
le hizo dolor no poder llevar tantos, y aunque tenia limitado
elnmero de la gente por el Rey, que no pasasen de 1 .200, no
pudo estrecharse tanto, que, por ruegos, favores y importuni-
nidades, 1 .500 no llevase. Gast el Rey en el armada 54.000
ducados, segn yo despus supe, y lo que en aquel tiempo se
hizo y supli con 54.000 ducados es cierto que hoy no se su-
pliera con 158.000 castellanos.
DE LAS INDIAS. 139
CAPITULO LIY.
En el cual se contiene la Instruccin que el Rey mand dar Pedrrias cmo se haba de
,
haber con los indios , atrayndolos por bien la fe y no consintiendo que se les hiciese
,
mal alguno.
char, y por todas las otras vas y formas que se pudiere tener
algunas esperanzas que se podr hacer, atraer con buenas
obras que los indios estn con los cristianos en amor y
amistad, y que por esta va se haga todo lo que se hubiere de
hacer con ellos, y para que ello mejor se haga, la principal
tiempo que all os pareciere que ser mejor los remudar, porque
hasta acostmbranos cuanto ms breve se remudaren parece
mejor, y as se remudando lo sufrirn mejor, y ternn menos
peligro de morir. Y si agora en los principios bebiese tanto
que hacer en coger oro en los ros, como ac dicen que lo
hay, que no fuese tan necesario meterlos cavar en las mi-
nas, parece ac que sera bueno comenzarlos ocupar en lo
142 HISTORIA
CAPITULO LV.
casa, como
dicen, y por consiguiente claro est que haban de
ignorar los retretes; y supuesto aqueste error tan pernicioso, y
no poco culpable para ellos, fundaban la ms horrible y da-
ada de las tiranas, conviene saber, que les podan hacer
guerra solamente si no quisiesen venir la obediencia y su-
jetarse los reyes de Castilla, sin otra causa ni otro ttulo;
Tomo IV. 10
146 HISTORIA
tro y cinco y ms, mil leguas, que por la misma estn despo-
bladas, quin de nosotros, ni alguno que fuera muy brbaro,
tuviera cara de redargillos increpallos, si reusaran, con
piedras y armas, someterse tal obediencia, puesto que aun
supieran y les coriStara ser someterse obligados? Qu bestias
hobiera en el mundo, que vindose asi entrar y tractar no co-
mieran bocados, y debieran con razn comer, los que ans
los tractaban,y para as tractarlos los querian sujuzgar?; y lo
que ms es, que matallos y despedazallos eran obligados de
ley natural. Por lo dicho se ver con qu consciencia tenian
los que tenian por esclavos, y la misma Informacin lo declara
BE LAS INDIAS. 147
148 HISTORIA
CAPITULO LYI.
bian entendido los del Consejo el derecho que los Reyes te-
nian estas Indias, y cul era la justicia que debian de guar-
dar los Reyes y seores naturales de estos reinos, y los
pueblos y sus vecinos indios. Sigese ms en lo que aidi el
Rey, y esta causa parece que sera mejor, que por va de paz
y de concierto, que los que quisieren estar en paz etc., nos
sirviesen con cierto nmero de personas conviene saber, en ,
mnima.
154 HISTORIA
CAPITULO LVl.
CAPITULO LYIII.
norancia del Consejo del Rey, y plega Dios que les haya sido
remisible, y cuan injusto, impo, escandaloso, irracional y ab-
surdo fu aquel su requerimiento. Dejo de decir la infamia de
Ja fe y religin cristiana, y del mismo Jesucristo, que de aquel
requerimiento era necesario salir, ha salido; y cosa es de
reir, de llorar por mejor decir, que creyesen los del Con-
sejo del Rey que estas gentes fuesen ms obligadas rescibir
al Rey por seor, que por Dios y Criador Cristo, pues para
rescibir la fe no pueden ser forzadas y con pena ser reque-
ridas, y que para que diesen la obediencia al Rey ordenaban
CAPTULO LIX.
CAPITULO LX.
CAPITULO LXI.
dos, por no tener fuerzas para los enterrar los que eran sanos
y tenan que comer algo; en todos los casos dichos poco cui-
dado haba de hacerles obsequias, como ni lo haba de amor-
tajarlos. Aqu vieron todos bien la clara, cmo el oro con
redes se pescaba. En estas angustias puestos, y no menos Pe-
drras y su casa, dio licencia algunos principales caballeros
que so volviesen Espaa , de los cuales vinieron parar
su final dao.
Dl LAS INDIAS. 175
CAPTULO LXIl.
ron las espadas los perros. Dej all Juan de Ayora en aquella
fortalecilla un Hernn Prez de Meneses, con 60 hombres, para
tener las espaldas seguras, y para los yentes y vinientes, para
enviar de s nuevas y sabellas de Francisco Becerra, y volvi-
se Garci- Alvarez ,
que le esperaba con los navios en un rio
riqueza que estimaba que tenia; pero como sus obras fuesen
ya por toda la tierra estendidas, y en los oidos de todas las gen-
armas, estaban todos heridos; pero como las armas de los in-
CAPTULO LXIII.
indios de los que por sus obras y de los dems andaban ahu-
yentados, y otros que estaban en sus pueblos con temor cada
da esperndolos. Fuese por la tierra de Abrayba la provincia
nombrada Ceracan, la ltima luenga, que vivan en las bar-
bacoas casas sobre los rboles que estaban en el agua, los
cuales, sintiendo los espaoles, se defendieron con sus varas
un buen rato, pero no les aprovech porque los espaoles,
cielo y la tierra y que era Seor de todo, que les pareca bien
Dios que les hacia saber era Trino y Uno, y asi de las otras
particularidades de tu requerimiento? Bastabas tu, quiz,
con gente armada, que venias robar su oro, sus haciendas,
sus mujeres y hijos, y su libertad, por testigo? Y qu sabian
qu cosa eran frailes, ni clrigos, que nunca jams habian
visto ni oido; fe, ni Cristo, ni qu era ser cristianos, y los de-
mas que habian de ser entre ellos por disparates tenidos, pues-
to que en s fuesen margaritas divinas? Aunque yo para m
por cierto tengo, que mucho de lo que Anciso aqu dice fu
CAPITULO LXIY.
rio Grande del Darien, por l arriba, tenia nuevas que habia
grandes riquezas de oro por estar por dios dolo de all el
miento del mar del Sur, que haba perlas oro en mucha
abundancia. Rescibida la Provisin hzose apregonar. Comin-
zase Vasco Nuez y los que le amaban llamar con regocijo
Adelantado, no dejando de haber murmullo corrillos, dellos
en bien, dellos en mal, porque, segn se dijo y pareci, de la
cretas , cesaron.
188 msTOiiA
CAPTULO LXY.
de paz, y les dio de todo lo que tenia, y les hizo todo buen
hospedaje en su casa. No tenia ms de cuatro canoas, segn
pareci, aparejadas, en las cuales no pudieron caber todos los
espaoles y su aparato que siempre llevaban, por cuya causa
DE LAS INDIAS. 189
CAPITULO LXYI.
entre los espaoles que nunca andaban sin ella, para prender
indios y hacer esclavos, y en ella iban los que les llevaban
las cargas porque no se huyesen, porque aquellos eran sus
quin venca, pero al cabo habia de caer sobre los tristes, como
suele, por la ferocidad del perro, y por las ballestas, y por las
espadas que los desnudos cortaban por medio, y as huyeron;
viendo Gaspar de Morales que aquel Cacique y sus vasallos
era gente recia, no os esperarlos ms, sino volverse al pue-
blo de Chiruca, dejado, as como est dicho, predicado el
ms que de paso; los indios, que tanto como ellos velaban, se-
guan su alcance , hiriendo siempre los espaoles , aunque
ellos, con el perro, y con las ballestas y ratos con las es-
padas, dellos mataban. Estaban ya los espaoles tan cansados,
hijos que all les traan. Aprovechles poco crueldad tan ini-
cua, porque siempre los indios los seguan y lo que ms los
,
marea por all los tomaba, todos sin remedio perecan, di-
ronse gran priesa subirse en un cerrillo; yendo con este temor
CAPTULO LXYII.
les sobraba. Llegados hacia los ranchos que hoy dicen de Ba-
dillo (otro que mejor baila), que distan tres leguas de Ura-
b, dando sobre ellos, segn su costumbre, al cuarto del alba,
algunos cordeles ,
que siempre consigo solian llevar para tales
necesidades, de camo, que por all hay; estas balsas, con el
miedo y la priesa que tenan por salvarse, no fueron bien ata-
tuvieron esta industria: que en los caminos que iban por mon-
tes, cortaban los rboles y embarazaban los caminos con ellos,
dios, porque los espaoles por ella son atados, y los indios,
como desnudos, ligersimos, y as no podan
seguillos. Spose
ms, que llegados al rio del Cen, que pasa junto con el
principal pueblo, hallaron la gente disimuladamente pacfica,
poderoso, que, con este mal fin, todos los que mal ha-
cian y han hecho los indios, ante el Divino juicio hayan
pagado.
DE LAS INDIAS. 203
CAPTULO LXYIll.
i
DE LAS INDIAS. 205
cora, la media breve ; holgronse todos mucho con el mucho
oro que llevaban, y de all acordaron de se volver al Darien
ofrecer su parte Pedrrias y al seor Obispo, y los
dems que habian de haber sus partes por los criados que en-
viaban. Yendo su camino, y llegados Tubanam, que tantas
veces habla sido corrido, robado y agraviado, vieron mucha
gente de guerra que los estaba esperando con algunas bande-
ras de camisas de lienzo, ensangrentadas de los espaoles que
habian muerto, y con gran gritera, que as los habian de ma-
tar, como los que la villa de Sancta Cruz habian poblado, de
que arriba se dijo algo; los cuales, como venian cansados, y
quiz porque Dios los acobardaba, tuvieron gran temor, y todos
desmayados no curaron ms que de huir haciendo acome-
,
CAPITULO LXIX.
ban y ellos declaraban era por los seores y por sus casas,
,
corona Real ,
por ttulo que el Papa, quien Sant Pedro dej
en su lugar, le dio dellas; pudiera confirmar lo que el ciego
tirano deca, con los milagros hecho, y por los que haban
que hicieron adelante. Respondiles aquel (que no enten-
da de sus desvarios ms de algn vocablo, que diria Cas-
tilla hombre de Castilla, otra semejante palabra), que
otro hombre ninguno no haban visto por aquella tierra, sino
CAPITULO LXX.
CAPITULO LXXI.
ron tierra del cacique Chame, que como estaba de sus obras
informado, les ocurri con su gente desnuda y desarmada,
puesto que con sus armas de varas y piedras, y hizo una raya
jurando y protestando que los haba todos de matar si de
CAPITULO LXXII.
todos los del Darien, y que deseaban. Ntese aqu, por los
prudentes y que fueren cristianos, con qu ttulo y causa se
podia decir ser Pocorosa y sus gentes y los dems rebeldes,
siendo seores naturales de aquellas tierras y no se haber so-
metido ninguno del mundo, ni aun pudindolo hacer sin
voluntad de sus pueblos, ni consentimiento dellos, que cual-
quiera de las partes, sin aceptacin de la otra, si lo hicieran,
caan en mal caso como arriba se ha declarado; y en sto
han errado enormsimamente los Consejos del Rey, despa-
chando algunas provisiones contra los indios, que, sin haber
oido palabra, estando de guerra, defendindose de los espa-
oles y de sus crueldades, de rebeldes los notaban , teniendo en
sus mismas leyes comunes y en sus doctores legistas que nin-
guno que no haya sido subdito puede ser dicho rebelde, ni de
rebelin notado. tem, se debe notar, que aunque fuera cierto
que aquellas gentes se hobieran jurdicamente sometido al im-
DE LAS INDIAS. 221
perio de los reyes de Castilla (lo cual nunca en todas las Indias
fu verdad), habiendo rescibido el rey Pocorosa y sus gentes,
y madera y ,
l mismo era el primero que los trabajos ponia
222 HISTORIA
serian hasta 3.000 desnudos, con sus palos por armas, los que
salieron resistillos, pero desque vieron los caballos que
DS LAS INDIAS. 223
Tomo IV. 15
22& HISTORIA
captulo LXXIIl.
aqu referir las palabras que Tobilla dice, seglar, y uno dellos,
que anduvo despus en aquellos pasos, como dije, y que
asaz favorece aquellas entradas, en una historia que quiso
hacer y llam Barbrica, y que parece haber muerto en aque-
lla simplicidad no snela. Este dice as hablando de Espinosa
en aquella jornada, y tocando de los esclavos: Traia largos
2.000 captivos, que, para llevarlos los mercadantes la
Espaola, valan entonces muchos dineros, de donde nasci
la tan presta como miserable cada que estas infinitas gentes
dieron, pues, con la cudicia del mucho oro que por ellos en el
Darien los tractantes les daban, todo el tiempo que fuera de
sus muros se veian , as al de paz como al de guerra ponian
en hierros andando tan sin freno esta osada entre los com-
;
CAPTULO LXXIY.
mar del Sur. Todos aquellos que se sentian ricos de los gran-
des robos que habian perpetrado, y destruido aquella tierra,
siempre aspiraban y sospiraban por ser cabezas por s, no
tener quien acatar sobre s y de stos era Diego Albitez;
,
que hiciese una casa donde descansasen los que haban de lle-
var cuestas la madera labrada , y las anclas y jarcias de los
bergantines, y se tuviesen los bastimentos y comida y armas y
lo dems para su defensa. Y es de saber aqu, que nunca sa-
lan los espaoles de una parte otra que no llevasen muchos
indios cada uno, que les llevaban las cargas de su ropa en que
dorman, y sus armas y la comida, y hasta los negros esclavos
eran de los indios servidos y llamados perros aporreados y
,
CAPTULO LXXY.
aserrdola ,
ya que queran poner en astillero, que es co-
menzar los bergantines, vinieron de sbito tan grandes ave-
nidas que les llev el rio parte de la madera y parte soterr ,
isla mayor de las de las Perlas. Y entre tanto que los dems,
pocos pocos, los bergantines los traan, trabaj de robar y
allegar cuanto bastimento en la isla pudo, lo uno, diz que,
para subjetar las gentes della por hambre, y lo otro para
tener con qu los que all estuviesen sustentarse. Dijese que,
andando en sto VascoNuez, rescibi una carta del arzo-
bispo de Sevilla, D. Diego de Deza, de quien hobmos en el
primer libro hablado que fu alguna parte para
,
el descubr-
DE LAS INDIAS. 237
CAPTULO LXXVI.
ez, hombre que por ver mundo habia venido estas partes, le
dijo, estando en el Daren, que el ao que viese cierta estrella,
que sealaba, en tal lugar, correra gran peligro su persona,
pero si de aquel peligro escapaba sera el mayor seor y ms
rico que hobiese por todas estas tierras indianas ; y pocos das
antes desto, dijeronque una noche vido la estrella en aquel lu-
gar, y comenz mofar de lo que le habia dicho micer Codro,
CAPTULO LXXVIl.
el Factor no habian
maltractados venian, que, pues con lle-
viviesen ,
que servan al diablo. Esta era la espiacion que
CAPITULO LXXVIIl.
diezmo vivos.
DE LAS INDIAS. 253
CAPITULO LXXIX.
que senta ser obligado para desengaar los que en tan pro-
fundas tinieblas de ignorancia estaban, fu un dia al gober-
nador Diego Velazquez, y .djole lo que senta de su propio
estado, y delmismo que gobernaba y de los dems, afirman-
do que en l no se podan salvar, y que, por salir de peligro
y hacer lo que deba su oficio entenda en predicarlo, por
tanto determinaba renunciar en l los indios, y no tenellos su
cargo ms, por eso que los tuviese por vacuos y hiciese dellos
su voluntad; pero que le pedia por merced, que aquello
fuese secreto y que no los diese otro hasta que Rentera
256 HISTORIA
nuevas como eran decir, que sin pecado no podan tener los
indicien su servicio, como si dijeran que de las bestias del
campo no podan servirse no lo creian.
Tomo IV. 11
258 iiiSTOiviA
CAPTULO LXXX.
uno del otro. Rescibida, pues, la carta del padre Casas, Rente-
ra dise cuanta prisa pudo se partir de la isla de Jamaica
la de Cuba, el cual, llegando una legua dos del puerto donde
acaeci estar el Gobernador y el Padre clrigo con la dems
gente, como vieron venir la carabela, fu luego el Clrigo en
una canoa rescibir su Rentera , y subido en la carabela y
abrazados, como personas que bien se queran, dijo Rentera:
Qu fu lo que me escribistes de ir Castilla? no habis de
ir vos sino yo Castilla, porque lo que yo he determinado
de ir es cosa que desque yo os la diga holgareis que yo tome
aquel camino. Dijo el Clrigo: Ahora bien, vamos tierra y
desque yo os descubra cul es el fin por qu deliber ir
Castilla, yo se que vos temis por bien de no ir, sino que yo
vaya. Idos tierra y rescibido Rentera del Gobernador, y de
todos visitado con mucho placer, porque de todos era muy
amado, llegada la noche, quedando solos, acordaron de des-
cubrirse la causa que cada uno pretenda de su jornada, y, con
una amigable contienda sobre quin dira primero, concedi
Rentera, como era muy humilde, descubrir su intento y el fin
todas las de los Lucayos, y para sto, allende que los mismos
efectos que de nuestras obras han salido y cada dia salen,
condenan nuestra tirana y maldad, pues tantas gentes ino-
centes habemos echado en los infiernos sin fe y sin Sacra-
mentos con tan grandes estragos, tengo esta razn y sta, y
ved aqu sta y stas autoridades, y baste decir, en suma que ,
presentis al Rey
todos los males y perdicin destas gentes,
que ac pasan, y pidis el remedio necesario, pues sabris
mejor fundar lo que dijredes como letrado, y para ello to-
mad nuestra hacienda y de todo lo que yo en esa carabela
traigo, y hganse dineros los que se pudieren haber y llevad ,
con que podis estar en la corte todo el tiempo que fuere ne-
cesario para remediar estas gentes, y Dios, nuestro Seor, sea
el que siempre os encamine y mampare. Traia en la cara-
bela muchos puercos y puercas, y pan cagab, de que habla
entonces, como arriba est dicho, en aquella isla gran nece-
sidad, y, de maz y que
otras cosas valian, harto;
y de lo cual
CAPTULO LXXXI.
mingo y ,
lo otro ,
por autorizar su doctrina en lo que habia
predicado contra la opresin y servidumbre que padecan
aquellas gentes, que por muy nueva y rigurosa se tenia, y
esperaba que, como letrados y de mucha autoridad, se la
favoreceran y aprobaran y si mucho gozo el dicho Padre
,
recan, con todo lo dems que al mal estado que la isla tenia
tocaba. Fules aquesta informacin del padre Casas, como de
quien lo habia todo bien visto, los religiosos grande ayuda para
en breve conocer haber sido de su fin, que rala predicacin y
264 HISTORIA
ba, as los del Consejo del Rey que tenan indios en estas
islas, como todos los espaoles que vivan en ellas, y por
CAPTULO LXXXII.
CAPTULO LXXXIII.
ltima aguda y ,
los dominicos fueron asentar 1 leguas abajo,
al pueblo de Chiribchi, la penltima luenga, al cual nom-
braron Sancta Fe. Los indios los rescibieron con grande con-
tentamiento y alegra todos ellos ; los dominicos , en espe-
cial, estuvieron sobre aviso de no ser onerosos en cosa al-
guna los indios, y as fu admirable el trabajo y trabajos
que padecieron en hacer su monasterio , cortando la madera
y traycndolas cuestas, haciendo hornos de cal, y
las vigas
maz les daban los indios, los cuales se holgaban con la com-
paa de los frailes, por el pescado que del chinchorro haban,
y por el poco enojo que les daban y ningn trabajo en que
los ponan ; llevaron el camino de Sant Pablo que manda Je-
,
CAPITULO LXXXIY.
que haba predicado contra los que tenian indios que favo-
recian las cosas del Almirante (lo cual yo ms creo, y en ello
mostraba su desagradecimiento si sto escribi, pues el Almi-
rante lo envi aquella isla, y le hizo della su Teniente), de
donde sucedi no ser grato al Obispo y Conchillos tambin,
aunque lo disimul mejor Conchillos que el Obispo, el dicho
clrigo Bartolom de las Casas. Entre tanto acord de hablar
al confesor del Rey, fraile de Sancto Domingo, llamado fray
Toms de Matiencio, como arriba queda declarado, y dalle
parte de la opresin y tirana que padecan los indios, y de sus
calamidades, juntamente de la contradiccin que tema que el
CAPITULO LXXXV.
CAPITULO LXXXVi.
Memoria en que puso las calidades que las personas que poner
en ejecucin aquella orden haban de ir debian tener, conviene
saber, que fuesen cristianas, religiosas, prudentes y experi-
mentadas, rectas y amadoras de justicia, y de las angustias
de los pobres y desmamparados compasivas, y porque fcil-
mente su reverendsima seora cognoscera mejor las tales
286 UISTORIA
que se vaya por otra parte porque por aquella puerta no po-
da entrar. Trnase por donde haba descendido, y finalmente
DE LAS INDIAS. 289
por medio del coro donde estaban todos los seores y gran-
des sentados, el cual fu de todos bien mirado, y es de creer
que obispo de Burgos lo miraria ms, y quiz con harto
el
CAPITULO LXXXYII.
y cresci tanto este crdito que los frailes tuvieron de lo, que
aquellos, para en favor de sis cudicias y tiranas, les decan,
que cuando hablaban los frailes con otros no era menester
para su defensa que estuviesen ellos presentes, y as, acae-
ci un dia, que, yendo los frailes hablar al doctor Palacios
294 HISTORIA
CAPITULO LXXXVIil.
Enel cual se contiene la Instruccin que llevaron los frailes Hiernimos, cerca de lo que
haban de hacer para poner en libertad los indios, y primero se puso cierto prembulo.
lomar algn buen medio, con que Dios y Sus Altezas sean
servidos, y ellos y los indios aprovechados, y las islas reme-
diadas,que aquel se tomar. Por tanto, que ellos y los otros
hombres, principales pobladores, se junten y hablen y plati-
quen en ello, y piensen ms sobre ello, y con lo que acor-
daren vuelvan los Padres y se lo digan sto y todo lo que ;
298 msToiuA
lo que estos Padres les dijeren, deben, al tiempo que los ho-
bieren de hablar, tener consigo algunos otros religiosos de los
que all estn cognoscidos, de quien ellos tienen confianza
que les dicen verdad y procuran su bien, y tambin porque
entienden su lengua.
Aqu es bien que se diga ,
que como el Clrigo viese tan
hasta aqu por las personas que los han tenido encomenda-
dos, y por los Gobernadores y justicias y otros ministros; lo
que cerca dello hallaren hganlo poner por escripto, para que
sobre ello se provea lo que convenga. Otros, los dichos reli-
Dios mediante; este trmino debe ser repartido entre los veci-
nos del lugar, dando de lo mejor, cada uno dellos, parte de
tierra donde puedan plantar rboles y otras cosas, y hacer
montones para l y para toda su familia mas menos, segn,
que haya bien tractado los indios que tuvo encomendados, que
sabr bien regir gobernar y hacer lo que conviene su
oficio. Lo que ste ha de hacer es, que ha de visitar el lugar
lugares que le fueren encomendados y entender con los Caci-
ques, especialmente con de cada lugar, para que
el principal
vendan sus cosas, ni las den ni las jueguen , sin licencia del re-
gos sean obligados decir misa cada fiesta , y entre semana los
dias que ellos quisieren , y provean como se digan misas en
las estancias, las fiestas, en la iglesia que all se ha de hacer,
y hayan por su trabajo de los diezmos del dicho pueblo la
parte que les cupiere, y ms pi de altar y las ofrendas,
el
y que la penitencia que les dieren sea pblica porque los otros
escarmienten. Haya un sacristn, si se hallare suficiente de los
indios, sino de los otros, que sirva en la iglesia, y muestre los
nios leer y escribir hasta que sean de edad de nueve aos,
especialmente los hijos de los Caciques y de los otros prin-
cipales del pueblo, y que les muestren hablar romance
castellano, y que se trabaje con todos los Caciques y in-
dios, cuanto fuere posible,que hablen castellano. tem, que
haya casa en medio del lugar para hospital, donde sean res-
cibidos los enfermos y hombres viejos que no pudieren tra-
bajar, y nios que no tienen padres que all se quisieren
recoger, y para el mantenimiento dellos hagan de comn un
conuco de 50.000 montones, y que lo hagan desherbar en
sus tiempos, y est en el hospital un hombre casado con su
mujer y pida limosna para ellos, y mantnganse dello; y que
304 nisToniA
do podan hacian en
, ellos lo que vian que hacian los pac-
uno que entr en este Consejo, que, cerca deste artculo, err
y fu harto engaado los tiempos pasados, dando crdito los
salteadores y tiranos que aquellas gentes alborotaron y pusie-
ron con sus crueles obras en odio del nombre cristiano, segn
que en el libro II desta Historia hemos declarado. Y porque
todava estaba, en alguno algunos de los que en este Consejo
entraron, asentado el dicho pernicioso error que estas gentes
no eran para vivir por s, ni tenan ni eran hbiles para tener
polica, como si las hallramos como brutos por las montaas
esparcidos, y las monteramos, y no en sus pueblos, y grandes
pueblos, pacficos y quietos, y en toda justicia natural, con
sus Reyes y seores, ordenados y regidos segn su manera
natural y polica, harto mejor que en otras muchas naciones.
:
oro que se saque, sino que les den cierto jornal y soldada y
sean juramentados por los Visitadores que no hagan trabajar
los indios demasiadamente, y que sean hombres, los mineros de
buena consciencia, y no los que hasta agora han sido que han
agraviado los indios. La ley 27 dbese enmendar, que por
agora no se traigan los indios de otras islas de los Lucayos, hasta
que sobre ello sea ms visto. La ley 29 y la ley 30 se deben en-
mendar, que los Visitadores ni otros oficiales algunos no tengan
indios, sino que se d salario por Sus Altezas y no por los
les
CAPITULO XC.
hemos de fiar? all vais, mirad por todo. Con sto, besadas
las manos y rescibida su bendicin, se parti para Sevilla el
(1 ) En blanco en el original.
320 HISTORIA
CAPITULO XCI.
con sus espadas sacadas, y Joan Bono con ciertos dellos entran
por la puerta con las suyas desenvainadas, dicindoles que
no se moviesen sino que los mataran. Los indios desnudos,
en cueros, viendo las espadas, temiendo menos la muerte
que el captivero , arremeten con gran mpetu la puerta,
CAPTULO XCII.
CAPITULO XCIII.
cia,y por los oficiales del Rey, cuyo principal era el tesorero
Miguel de Pasamente, de quien arriba hobimos dicho ser
persona de mucha prudencia y autoridad. Todos, los unos y
los otros, eran personas muy entendidas, marcadas y rega-
tadas, y as supieron con lisonjas y artificio de palabras ganar
la voluntad de Padres, y, entendido lo que venan, re-
los
y dorar y excusar
referia, la crueldad inhumanidad de los
tiranosque la obraban. El clrigo, que pareca bueno y de
compasin pura venido haba, al menos mostrbalo, avi-
sar al clrigo Casas , entendiendo que para procurar por los
indios haba sido enviado, respondi los Padres algo libre-
mente, ms que oir quisieran: sabis Padres reverendos, que
voy viendo? que no habis de hacera estos tristes indios, ms
bien que los otros Gobernadores. Dichas stas palabras, sali-
se, y ellos quedaron, lo que pareci, harto tristes y an con-
fusos. Como el clrigo Gasas insistiese con los Padres que se
quitasen los indios los Jueces y oficales los dems, y y
pusiese en ello todo su conato para que consiguiesen su liber-
tad, como traan mandado, pareci que padeca peligro de su
persona por los muchos, enemigos que por esta causa cobra-
ba ;
por temor de lo cual los religiosos de Sancto Domingo
se movieron con caridad rogalle que se viniese posar su
monasterio, y l lo acept, donde le dieron un buen aposento,
834 HISTORIA
CAPITULO XCIY.
Tomo IV. 22
338 HISTORIA
est aparejado para los tales absolver, que est en mal estado;
pues muchos confesores, y aun todos en aquel tiempo, absol-
van los gobernadores y los comenderos, y los mineros
y estancieros, sin escrpulo alguno, cuantas veces queran,
sin los unos ni los otros tener propsito ni pensamiento de se
enmendar, luego los confesores pecaban mortal-
de los tales
mente y estaban en estado de pecado mortal. Todo sto trujo
el dicho padre fray Bernardo para cumplir con la primera
,
CAPITULO XCV.
navios quien las fi, por industria sin ella de los Hierni-
mos, las vendi y entreg que llegaron Castilla y
ellos,
CAPITULO XCYI.
sino que all los irian convertir de la manera que en esta Es-
paola, 'y en aquella, y en las otras, l y los dems lo hicie-
ron, hacindoles antes blasfemar el nombre de Cristo, ma-
tndolos en los trabajos dichos , y por ellos y en ellos,
como los indios del vieron que los espaoles iban hacia all,
salieron recibillos muchas canoas llenas dellos, todos faja-
dos por la cintura,y de all abajo cubiertos con unos paos
mantas de algodn, y con sus armas, arcos y flechas y ro-
delas llegando las barcas comenzaron hablar por seas
;
dems de los nueve iban en los navios, los indios dijeron por
sus seas que desde tres dias se lo traeran. Volvieron al
tercer dia en una canoa y trujeron como media
seis indios
los cuales dijeron que otro dia volveran por los otros indios
si sabia que en aquella isla hobiese oro (que era toda su pre-
dicacin y ansia de convertir aqudlas gentes, como todos
nuestros hermanos siempre pretendieron), respondi el indio
que lo habia, dello labrado como anieles para los dedos, y ca-
denas tan gruesas como una de hierro que all en el navio
vido, y que habia otras joyas grandes y diversas.
Tomo IV. 23
354 HSTOIIIA
CAPITULO XCYII.
una bandera pequea; estaba cerca del dicho rbol una mesa
ancha de y canto de tres cuatro gradas en alto, y enci-
cal
CAPTULO XCYIII.
poco alegres los nuestros con ver las buenas muestras de oro
que hallaban, y de lo mucho que la esperanza les prometa y
multiplicaba. Hicironse la vela el mircoles en la tarde, el
jueves de maana, antes de la Semana Santa, dejando los
indios de Campeche muy contentos y ellos saliendo bien pa-
gados; fueron de all la costa abajo, 10 12 leguas, otro
puerto y pueblo muy grande, llamado Champotn, la ltima
luenga, muy adornado de casas de piedra, con sus mrmoles
della misma, bien sealados, como podian ser en Espaa. Salt
el capitn Francisco Hernndez en tierra con la ms gente que
sino con sus arcos y flechas clavan los espaoles, y luego die-
ron un flechazo uno, que iba sin rodela, por la barriga, del
cual luego all muri; adelantse otro espaol algo de los
otros, por sealarse , al cual tambin mataron, y hirieron
todos los dems. Vindose los espaoles todos, Tos ms, he-
ridos y mal, comenzronse retraer hacia las barcas, lo cual
fuera mejor hacer al principio, cuando vieron venir los in-
dios determinados echallos de sus tierras, pues ya les ha-
bian consentido tomar beber su agua, por que pregunta- la
CAPITULO XCIX.
CAPITULO C.
gran favor que con el Rey Catlico tuvo, se le haba del todo
acabado, acord de para siempre dejar la corte y se ir To-
ledo, donde y porque tenia muchas rentas en
tenia su casa ;
las Indias, sin los indios, como eran escribanas, y creo que
en la verdad, tenia ms partes que otro por ser muy bien dis-
puesto de gesto y cuerpo, y en su aspecto mostraba ser pru-
dente y asosegado, era eso mismo en la voz y habla suave, y
as era amable, y ayudle tambin la noticia y experiencia
que tenia de todos los negocios del reino, como quien de mu-
chos aos atrs en la expedicin dellos se habia criado), ste
vino con el Rey, y, como dije, Mosior de Xevres tan alle-
gado, que ninguna cosa con otro sino con l despachaba,
mayormente de las tocantes al Real Estado ; con parecer deste
Francisco de los Cobos, se sali de la corte Lope Conchillos,
y creo que pidi luego Mosior de Xevres y al Gran Chanci-
ller el oficio de secretario de las Indias, para servillo en
lugar de Conchillos, hasta que otra cosa el Rey determinase,
y bien sabia l que no le habia de salir de las manos, quiz
DE LAS INDIAS. 371
CAPTULO CI.
t^aia con el Fiscal real, sobre pretender derecho por sus pri-
que en el mar Ocano se descu-
vilegios todas las tierras
briesen, no podia elRey hacer merced semejante de ninguna
dellas; cuanto ms que habia sido informado que la isla
de Cuba, de que ninguna duda se tenia pertenecerle la go-
bernacin della, y cuya posesin pacfica ya tenia, no pudo
concederla otro sin su gran perjuicio. Y qued el
as se
CAPTULO ClI.
tierras, de que
las oian; y porque algunos de los espaoles
los
CAPITULO CIII.
que ella tenia para sus hijos, y lloraba y tenia por gran peca-
do que el Clrigo cometa, en procurar que se le quitasen los
desventurados indios cuya sangre ella y su casa beban. Con-
valecido ya el Obispo, despus de veinticinco das, y estando
para juntarse con el Gran Chanciller y los dems, que eran los
CAPITULO CIV.
y que los escndalos y daos cada hora los esperaba ver por
all, mayormente por el concurso de los navios que iban las
CAPITULO CY.
y estaba con el Clrigo tan bien, djole, anda, ios vos slo
y
haced que con lhabades dehacer. Respondi, seor, no
lo
puedo hacer nada sin l, porque la Cdula que tengo, reza que
vaya con l
y que haga lo que l me dijere. Manda luego el
CAPITULO CVI.
todas las cosas que pensaba hacer sentia que los del Cabildo
no habian de seguille, llamlos todos su casa la noche
que lleg, y quitles las varas y oficios. No por eso dej la
gente de importunar Pedrrias que sealase al licenciado
Espinosa, en su ausencia, por Capitn general; finalmente, se
lo hobo de conceder, aunque no de alegre voluntad. Amaban
todos la capitana del Espinosa ms que las de los otros,
los unos y los otros, Pedrrias torn tractar de que por all
brar el resto del oro que Badajoz habian los indios tomado.
Fueron de buena gana , y, saltando en tierra , entraron en las
canoas, subiendo por el rio de Pariba de Pars, de que ar-
riba hemos hablado, y metironse en una espesura de monte,
y cundo esclareca dieron en el pueblo, y matando y cap-
tvando los que hallaban llegaron la casa del rey Cacique,
llamado Cutara, que estaba muerto, y al rededor de l habia
puesto, en piezas de diversa hechura, ms de 30.000 pesos de
oro que tenan aparejado para enterrallo con l, dello de lo
que habia perdido Badajoz, y delo de lo suyo, y aqu ces
la tentacin y ansiaque Pedrarias y todos tenian de recobrar
el resto de aquella gran prdida que todos lloraban, y no
menos el obispo de Burgos, haber Badajoz causado Casti-
lla, perdiendo por su culpa indiscrecin, segn ellos decian,
eloro que con tan execrables pecados, robado sus propios y
legtimos dueos y poseedores, habia. Recogise luego Espinosa
CAPITULO CYII.
CAPITULO CVIII.
haba de hacer, cada uno de los del pueblo, como eran mu-
chos, deca su decidero con libertad, entre los cuales un Re-
gidor de la ciudad le dijo, ms libremente que l quiz qui-
siera: Que aunque l era el menor de los de aquel pueblo,
timentos, que muchas veces los indios della haban los es-
paoles hartado la hambre, sali luego el Cacique y seor della,
Tomo IV. 27
418 HISTORIA
vio de hacer mucha agua, sin podella vencer, se les iba fon-
vamos ella.
DE LAS INDIAS. 421
CAPITULO CIX.
CAPITULO ex.
CAPITULO CXI.
CAPITULO CXII.
CAPITULO CXIIl.
tanzas, que est cerca del pueblo que agora se diz de la Ha-
bana, por otro nombre Sant Cristbal, donde hall Grijalva
una carta de Diego Velazquez, en la cual decia que se diese la
444 nisToniA
tenia ,
que llamaban Estancia.
w
BB LAS INDIAS. 445
CAPITULO CXIY.
Tomo IV. 29
450 HISTORIA
CAPITULO CXV.
Rey tenia cierta hacienda, y est ocho diasen los cuales mand
hacer todo el pan cagab que pudieron hacer todos los indios
indias del pueblo grande que de indios all habia, que sera
ms de 300 cargas de pan cada una de las cuales tiene de peso
,
CAPITULO CXYI.
der, harto provechosa para Corts y para todos los que con l
iban, y fu sta: que envi la tierra firme de Yucatn, que
dista de la isla un golfo de cuatro cinco leguas, ciertos men-
CAPTULO CXVII.
y surgi all toda la flota. De all torn alzar las velas para
seguir su camino hacia el cabo de Cotoche, y navegando
aquel dia, descubrise un agua en uno de los navios que no
podan con dos bombas agotalla; hizo seal de tener necesidad,
tirando un tiro de plvora, acudi Corts cou su nao y todos
socorrelle, y viendo que crescia el agua y que no tenia re-
medio sino entraba en algn buen puerto, y por all no lo
habia, determin Corts de tornarse al puerto de la isla de
donde haban salido. Salieron todos los indios de la isla con
gran regocijo rescibillos y servillos; adobaron all el navio,*
, ya que queran tornarse embarcar, revolvise la mar de
merlos, como
Gomara, yo creo que no es verdad, porque
dice
siempre o que en aquel reino de Yucatn ni hobo sacrificios
de hombres, ni se supo qu cosa era comer carne humana, y
decirlo Gomara, como ni lo vido ni lo oy sino de boca de
Corts, su amo, y que le daba de comer, tiene poca autoridad,
como sea en su favor y en excusa de sus maldades, sino que
sto es lenguaje de los espaoles y de los que escriben sus
horribles hazaas, infamar todas estas universas naciones para
excusar las violencias, crueldades, robos y matanzas que les
6.*^
y 7.**, con muchos prrafos, cuyo De nico vo-
ttulo es,
CAPITULO CXVIII.
que trabajasen de los tener de paz, por bien, etc., pero pa-
rece, y es cosa de escarnioy barbarsima, que las matanzas
y destrucciones que hacan los tranos representaban ante el
Consejo por servicios hechos al Rey , y el Consejo por tales
los admita, y daban armas, insignias y privilegios de bien
DB LAS INDIAS. 469
servidos. Qu mayor
insensibilidad pudo ser otra que aques-
ta,, no que dndoles insignias, y armas, y privilegios
sentir
por las muertes violentas, robos, estragos y tiranas que co-
metan, las aprobaban, y, por consiguiente, las hacan pro-
pias suyas, como si ellos mismos las cometieran? Entre otras
mercedes que se les hacan, era comunmente hacellos Ade-
lantados, y porque se adelantaban en hacer males y daos
tan gravsimos gentes pacficas, que ni los haban ofendido,
ni algo les deban con los mismos Adelantamientos que pro-
curaron hallaban y hallaron su muerte, como la gallina es-
carbando el cuchillo.
470 HISTORIA
CAPITULO CXIX.
les trujesen mucho ms, porque traia mucha gente. Los in-
dios, desque vieron que ponian denuedo los espaoles que-
rer entrar en el pueblo, dijronles que esperasen hasta otro
dia, porque ya era tarde, y que volveran con ms comida;
Corts salt con su gente en una isleta que hacia el rio,
donde aquella noche estuvieron hasta que fu de dia. Los in-
dios, temiendo que los espaoles haban de entrarles por
fuerza en el pueblo, y que padeceran peligro, toda aquella
noche gastaron en poner en cobro sus alhajas, y mujeres, y
hijos, y aparejarse para resistilles. Corts tampoco dorma
toda la noche, antes mand salir toda la gente de los navios
y envi algunos que fuesen rio arriba ver si hallaban vado;
hallronlo no lejos de proveen que vaya gente y pase de
all,
CAPITULO CXX.
unos los otros, comenzaron pelear, y los indios con tan gran
476 HISTORIA
que dan los indios cuando son muchos, que es cosa de grima,
se sonase por los montes, oyronla los de las otras cuadrillas,
ocurrieron al sonido, y llegaron tiempo, cuando ya los apre-
tados tenian perdida la esperanza de vida; llegados, descerc-
ronlos, y juntos todos, dan muy fieramente en los indios, pero
los indios aunque vieron el socorro de fresco venir sobre
ellos, que serian por todos, los espaoles, cerca de 200, no
CAPITULO CXXI.
hombres, que hicieron all cerca sus chozas, para servir los
espaoles, y otros, ms de 1.000, que los proveyesen de los
CAPITULO CXXIl.
fiidos, que parecen como una taza de plata, y con los rayos de
las estrellas lucan y relumbraban, creyeron que los suelos
DB LAS INDIAS. 493
CAPITULO CXXIII.
acept ,
porque no deseaba otra cosa por entonces. Estas son
sus palabras. Pudiera tambin decir que no habia procurado
PigBM.
Advertencia preliminar v
Libro tercero. Caplulo XXV 1
Cap . XX VI 5
Cap. XXVII 10
Cap. XXVIII 15
Cap. XXIX 19
Cap. XXX 26
Cap. XXXI 30
Cap. XXXII 36
Cap. XXXIII 40
Cap. XXXIV 45
Cap. XXXV 49
Cap. XXXVI. . 54
Cap. XXXVII.- En el cual se contiene cmo se hobo el repar-
tidor Alburquerque en el repartimiento que hizo.- Como se
Pginan.
Cap. LV 143
Cap. LVI 148
Cap. LVII 154
Cap. LVIII 158
Cap. LIX 164
Cap. LX 169
Cap. LXI 172
Cap. LXII i75
Cap. LXIII 180
Cap. LXIV 185
Cap. LXV 188
Cap. LXVI 192
Cap. LXVII 198
Cap. LXVIII 203
Cap. LXIX 207
Cap. LXX 211
Cap. LXXI 216
Cap. LXXII 220
Cap. LXXIII 226
Cap. LXXIV 230
Cap. LXXV 235
Cap. LXXVI 240
Cap. LXXVII 245
Cap. LXXVm 249-
Cap. LXXIX 253
Cap. LXXX 258
Cap. LXXXI 262
Cap. LXXXII 268
NDICE. 503
Pginas.
Pginas.
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