Los GRAPO y La Huelga Más Larga
Los GRAPO y La Huelga Más Larga
Los GRAPO y La Huelga Más Larga
x Pablo Kundt
La existencia en Espaa de un volumen muy importante de presos antifascistas es una constante desde hace dcadas y ha generado
importantes experiencias de lucha, as como una tradicional corriente de solidaridad, apoyo y colaboracin hacia ellos y sus familiares
por parte del pueblo que nunca ha cesado.
Los presos polticos entraron en las crceles en tres oleadas sucesivas. Primero fueron los republicanos derrotados en la guerra; luego
los opositores al franquismo y, finalmente, los que se enfrentaron a la reforma que llev a cabo el rgimen para simular su cambio. Esta
evidencia se ha venido imponiendo, por ms que desde las esferas oficiales se haya negado siempre su existencia. Y naturalmente, un
problema que no existe no se puede solucionar; por eso, lo mejor es liquidarlo, eliminarlo. La lucha por la amnista en Espaa no ha sido,
pues, ms que una lucha por impedir el exterminio silencioso de los presos polticos.
Durante la transicin, algunos presos polticos salan por una puerta aclamados como antifascistas, mientras otros entraban por la otra,
vituperados como "terroristas". Slo entre militantes del PCE(r) y de los GRAPO, la polica poltica detuvo a unas 3.000 personas, que en
su mayor parte pasaron largos periodos de crcel. Aunque resumida, sta es la historia.
A finales de 1974 existan unos 2.500 presos polticos aproximadamente en Espaa. Por aquellas fechas, a las luchas obreras que
venan desatndose por todos los rincones desde haca diez aos, vino a sumarse la lucha por la liberacin de los presos polticos. El
detonante es la huelga de hambre de 154 presos polticos vascos el 24 de noviembre de 1974.
El gobierno no tarda en dar muestras de su debilidad. El 26 de noviembre de 1975, tras la muerte de Franco, se ve forzado a promulgar
un indulto limitado; con cuentagotas, salen de prisin 235 presos, menos del 10% de los antifascistas encarcelados. Fraga, sin embargo,
declar que dentro slo quedaban 500, que no podan ser liberados porque estaban implicados en "delitos de sangre". Este principio,
muy aireado durante la transicin, descubra claramente la esencia del cambio poltico: mientras los antifascistas eran tachados de
"criminales", no eran considerados como "delitos de sangre", por ejemplo, los 350.000 fusilados despus de la guerra, cuyos
responsables se quedaran sin sancionar y, lo que es peor, sin depurar. El mismo Presidente del gobierno que Franco dej a su muerte
no era otro que Arias Navarro, fiscal en los consejos de guerra de los aos cuarenta, apodado "el carnicerito de Mlaga". Todos los
crmenes del fascismo no slo quedaban impunes sino que los criminales estaban en las ms elevadas instancias del "nuevo" Estado.
El gobierno confirm que no habra ms indultos porque los presos "verdaderamente polticos" ya haban salido. Tras el indulto, ABC
proclama que "se ha dado satisfaccin a muy amplios sectores nacionales y tambin a reiteradas peticiones de caridad y perdn
surgidas de la Iglesia Catlica. Desaparece con ello, y a travs de tan generosa medida, un tema enormemente conflictivo". El Ya
defenda sus puntos de vista de la forma siguiente: "Estamos contra los que piden una amnista que ponga en la calle a todos [...] La
naturaleza de los delitos de terrorismo exige que se los trate con tanto ms rigor cuanta ms benevolencia merezcan los delitos
genuinamente polticos".
Con algunos de los presos que salen en libertad, los viejos dinosaurios del PCE como Marcelino Camacho, Simn Snchez Montero,
Luis Lucio Lobato o Francisco Romero Marn, el rgimen organiza montajes publicitarios de altos vuelos, lo que demostraba el verdadero
significado de las "medidas de gracia" fascistas: los reformistas eran puestos en libertad para predicar la reconciliacin y silenciar a los
que an permanecan dentro de las mazmorras fascistas. El mensaje de estos conciliadores era claro: a partir de entonces en las
crceles se viva muy bien y la polica ya no torturaba. El dirigente del PCE(r) Jos Balmn coincidi en el Hospital Penitenciario de
Carabanchel con Carrillo en diciembre de 1976, pero mientras l se recuperaba de las graves lesiones padecidas en los interrogatorios
policiales, Carrillo pasaba unas breves vacaciones a la sombra a cuerpo de rey. Al tiempo que lavaban la fachada del rgimen, los viejos
oportunistas denuncian las acciones resueltas de las masas y, por supuesto, las de las organizaciones armadas. Mientras ellos salan
por la puerta, los revolucionarios seguan llenando las celdas de los penales. Sacaron a sus presos y se olvidaron de los dems: ese era
su ejemplo de solidaridad.
Pero los planes les salieron mal, tanto a Fraga como a Camacho. Sus llamamientos a "mantener la calma" no tienen ningn eco, y son
cada vez sectores ms amplios los que se lanzan a la lucha, realizan asambleas, convocan manifestaciones y se enfrentan a la polica
en la calle sin ningn complejo. El pueblo comenz a organizarse de forma independiente para una larga batalla por la amnista: se
fundan las Gestoras Pro-Amnista en Euskal Herria, Socorro Rojo, AFAPP, ACPG y numerosos colectivos antirrepresivos.
As se deslinda de forma definitiva el campo entre el fascismo y su leal oposicin, por un lado, y la clase obrera y el pueblo, por el otro.
Las divergencias radicaban, por un lado, en la concepcin general de la amnista, porque los reformistas consideraban las "medidas de
gracia" como parte integrante de su "reconciliacin nacional" con el rgimen fascista; como deca un editorial de Gaceta Roja (n 36, 1
de enero de 1977) "el fascismo se mostraba clemente y a cambio el pueblo y sus hombres y mujeres de vanguardia renunciaban a la
lucha, mientras los pacifistas y legalistas aparecan como los artfices de la victoria". En sus comunicados, los GRAPO exigan la
liberacin de los presos polticos, y no hablaban para nada de gracia ni de clemencia.
Por el otro lado, las divergencias tambin afectaban a los mtodos de lucha, pues mientras los conciliadores preconizaban los encierros
en las iglesias, los pliegos de firmas y el pacifismo, las organizaciones populares desarrollaron las asambleas, las barricadas, las
manifestaciones y el enfrentamiento directo con la polica con todos los medios de defensa que podan tener a su alcance. As lo
expona un artculo titulado El insulto real de la revista Aurora (n 8, agosto de 1976) rgano del Comit Local de Madrid del PCE(r):
"Al igual que el fascismo, el revisionismo sabe, mxime despus de haber pasado por la escuela de la Guerra Nacional Revoluci onaria
del 36-39, que uno de los puntos sensibles en la conciencia popular, es la salida de los mejores hijos del pueblo de las mazmorras
fascistas, aquellos que lucharon por lograr la autntica libertad y democracia para los diversos pueblos del actual Estado espaol, as
como el reconocimiento y homenaje a aquellos que ofrendaron como hroes sus vidas a la causa sagrada del pueblo en su lucha contra
el fascismo y el retorno de los exiliados polticos.
"Es a partir de este hecho conocido y a travs de la delineacin de la poltica de reconciliacin nacional por parte del partido revisionista
de Carrillo, como empieza ste a cada determinado tiempo a montar campaas de amnista por medio de manifestaciones pacficas,
cartas a distintas autoridades eclesisticas y polticas, manifiestos y comunicados a la prensa, con el nico fin, pues lejos de ellos estaba
lograr las autnticas libertades populares (entre ellas la amnista), de aparentar el control del movimiento popular antifascista a ojos del
capital monopolista y encalar as la fachada del edificio estatal bastante manchado de sangre, con los colores de las falsas libertades
burguesas". [Los reformistas] "han conseguido al fin lo que estaba ya pactado de antemano: la amnista para los revisionistas y la
libertad de actuacin para estos y sus socios los platajunteros, mientras los autnticos luchadores siguen siendo torturados en las
comisaras y pudrindose en las crceles".
El indulto no enga a nadie. Las movilizaciones por la amnista se recrudecieron a finales de 1975 con la campaa "para Navidad todos
a casa", que obligan al gobierno a reiterar su negativa a liberar a todos los presos antifascistas. El presidente del Gobierno, Arias
Navarro, expuso oficialmente: "Una amnista general vendr como culminacin de nuestro proceso de normalizacin, cuando la
democracia est lista para funcionar. Nosotros no vamos a poner en libertad a gentes que meramente vayan a subvertir lo que nosotros
estamos tratando de edificar". Quedaba claro que la libertad se limitaba a los colaboradores y aduladores del rgimen fascista; los
dems eran "terroristas" que haba que mantener encerrados.
Pero las masas no se dejaron intimidar por las amenazas de los jerifaltes del rgimen ni por las exhortaciones de los conciliadores,
cuyas declaraciones son ampliamente difundidas por la prensa fascista de nuevo cuo que aparece por aquellas fechas (Diario 16, El
Pas). En marzo de 1976, adems de las luchas que culminan en Vitoria con el asesinato de cuatro obreros, se convoca una nueva
semana pro-amnista en Euskal Herria.
Esta nueva medida sirve para que la oposicin domesticada intensifique sus criticas hacia la lucha resuelta contra el fascismo y,
especialmente, hacia la lucha armada guerrillera, mientras encubren los crmenes y las torturas de la polica. Haban conseguido sacar a
sus presos para que alabaran el maravilloso cambio que se estaba produciendo en Espaa y ya slo quedaban dentro los "terroristas",
unos 180 antifascistas a los que el gobierno se neg a liberar porque representaban a aquellas organizaciones que no se rindieron a sus
pies.
Pero no consiguieron embaucar a las masas; antes de que Surez inaugurara su nuevo gobierno, el 8 de julio de 1976 comenz una
nueva semana pro-amnista, con manifestaciones, charlas y movilizaciones que culminaron en una impresionante concentracin de
100.000 personas en Bilbao, seguidas de la explosin de ms de 40 bombas por los GRAPO el 18 de julio dirigidas contra monumentos
fascistas. Durante ese verano, en las fiestas populares, la reivindicacin de la amnista estuvo omnipresente en todos los actos a travs
de pancartas, carteles, pegatinas y concentraciones, exigiendo la liberacin de los ltimos 180 antifascistas que permanecan an
encarcelados.
2. La Operacin Cromo
Durante el invierno de 1976, mientras el gobierno preparaba su campaa de referndum para inaugurar la farsa de la transicin, las
organizaciones populares convocaron una nueva campaa "Para Navidad todos a casa" y, una vez ms, a las luchas populares se unira
la lucha guerrillera de los GRAPO, que el 11 de diciembre ejecutaran uno de los operativos armados ms ambiciosos de toda la historia
de la lucha antifascista: el secuestro de Oriol y Villaescusa, denominada en clave "Operacin Cromo". Era el primer secuestro mltiple y
enfilado, adems, contra dos de las personalidades ms sealadas del rgimen fascista: Oriol Urquijo, presidente del Consejo de Estado
y Villaescusa Quilis, presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar. A cambio de su liberacin, los GRAPO exigan la libertad de 15
presos polticos de distintas organizaciones antifascistas, lista que se compuso siguiendo el criterio de pertenencia a organizaciones que
hubieran practicado la lucha armada contra el fascismo, o al menos se hubieran planteado la cuestin con un mnimo de seriedad.
Tambin se incluyeron a algunos otros que haban sido condenados a muerte por el rgimen o bien en procesos judiciales de gran
resonancia pblica porque, de alguna forma, resultaban emblemticas en la lucha por la amnista. El objetivo de los GRAPO era
expresar su voluntad unitaria en la lucha por la amnista en contra del enemigo comn, acumular fuerzas y romper el sectarismo
imperante entre las distintas fuerzas antifascistas. Slo uno de los presos cuya libertad exigan era miembro de su propia Organizacin.
Como siempre, el gobierno trat de confundir y lanzar mensajes equvocos a travs de los medios de intoxicacin. Slo 48 horas
despus de comenzar el operativo, un portavoz de la presidencia del gobierno aseguraba que "bajo ningn concepto" liberaran a los
presos incluidos en la lista, y que el gobierno no estaba dispuesto a claudicar frente a la Organizacin guerrillera. Entonces los GRAPO
decidieron apurar al mximo, anunciando la prxima ejecucin de Oriol si el da 17 de diciembre no se cumplan sus condiciones.
Urgentemente el Ministro del Interior, Martn Villa, fue trasladado a Prado del Rey en un helicptero; presa de un patente estado de
nervios, apareci en televisin tres minutos antes de que expirase el ultimtum de los GRAPO volviendo a hablar de medidas de gracia:
"Ha sido y es propsito del gobierno llegar a un uso generoso de la clemencia que haga restaar viejas heridas. El gobierno n o tienen
ningn inconveniente en decir pblicamente lo que es cierto a nivel de sus trabajos internos de que realmente estaba preparando una
serie de disposiciones que procuren ampliar el campo para la aplicacin de medidas en las que pueda ser incrementada la posibilidad
integradora entre los espaoles". Ante esta declaracin, los GRAPO por su parte anunciaron: "Ante la promesa, aunque vaga, hecha por
el gobierno de una amnista, creemos que la nica seguridad que tenemos de que tales promesas lleguen a hacerse realidad, es retener
a nuestro prisionero".
Con Oriol a buen recaudo, diversas organizaciones antifascistas, entre ellas el PCE(r) y los GRAPO, convocaron una huelga general
para el 10 de enero de 1977, en el transcurso de la cual falleci el joven Jos Manuel Iglesias en Sestao (Vizcaya). Adems de los
operativos guerrilleros, en Madrid se multiplicaron las movilizaciones populares pro-amnista a comienzos de 1977, ocasionando la
polica una orga de sangre al reprimir las manifestaciones con saa y asesinar a Mari Luz Njera y Arturo Ruiz en plena calle.
Pero el secuestro se prolong durante dos meses y, finalmente, la polica consigui localizar a los comandos que mantenan retenidos a
Oriol y Villaescusa, abortando el operativo guerrillero que, sin embargo, no fue un fracaso, porque no transcurri un mes antes de que se
convocara otra nueva semana pro-amnista que forz al gobierno a sacar ms presos de las crceles el 14 de marzo. Como escribi el
periodista vasco Portell: "A la vista de los hechos, es un error pensar que el proceso de la amnista se ha alargado por culpa de la
violencia. En cierto modo, la amnista ha sido un triunfo de la violencia armada o callejera porque el gobierno no ha sabido sacar a todos
los presos a la calle a tiempo". En efecto, la lucha por la amnista demostr que la lucha guerrillera no paralizaba (y mucho menos
suplantaba) la lucha de masas; por el contrario, la combinacin de ambas formas de lucha es lo que permiti obtener que ms presos
antifascistas salieran a la calle. Justo el da anterior al secuestro de Oriol, el Ministro de Justicia Landelino Lavilla haba anunciado que
ya no habra ms amnistas: "Hoy por hoy no hay nada. Los lmites con que se dio la amnista son amplios. Se ha discutido mucho si la
aplicacin se haca bien o no. Y dira que se ha hecho, en trminos generales, bien. El lmite final de los delitos de sangre es un lmite
sustantivo. En resumen, no estoy preparando ningn otro decreto-ley sobre amnista". Despus de las movilizaciones populares y las
acciones armadas de los GRAPO, tendran que volver sobre sus pasos y promulgar otras dos leyes de amnista.
Pero tampoco salieron todos; dentro quedaron 27, entre ellos los militantes de los GRAPO que haban cado en la "Operacin Cromo"; el
gobierno segua queriendo mantener rehenes para amenazar y chantajear al movimiento popular. Una vez ms, no consiguieron sus
objetivos; las movilizaciones continuaron por los pueblos y barrios, muy especialmente en Euskal Herria, culminando en abril en una
nueva semana pro-amnista, reprimida salvajemente por la polica, que asesina a cinco manifestantes en Euskal Herria y hiere a otros
300 en una orga de sangre sin precedentes. La dursima represin no consigui paralizar las movilizaciones populares, por lo que
continuaron las asambleas, las concentraciones, los sabotajes y las manifestaciones masivas a lo largo de todo el verano, hasta que en
octubre de 1977 el gobierno se vio obligado a conceder el ltimo indulto, saliendo todos los presos antifascistas, excepto los militantes
de los GRAPO. Por tanto, en Espaa nunca se promulg una verdadera amnista, no hubo un solo da sin presos polticos a lo largo de
toda la transicin. En este punto tampoco hubo ningn cambio respecto al rgimen franquista, por lo que los GRAPO no se pueden
sentir vinculados por la nueva Constitucin ni por ninguna de las innovaciones introducidas y estn plenamente legitimados para
continuar con la lucha guerrillera.
De hecho, este ltimo indulto de octubre de 1977 lo redact el gobierno pensando precisamente en dejar dentro a los militantes de los
GRAPO, que jams salieron de la crcel y cumplieron a pulso ms de 20 aos de condena. El Tribunal Supremo promulg tres
sentencias el 26 de junio y 8 de noviembre de 1978 y el 30 de marzo de 1979 confirmando que la amnista no alcanzaba a los GRAPO.
En la primera de ellas justificaba la negativa al indulto porque los GRAPO "oponen a la poltica de reconciliacin nacional, la violencia
popular servida por comandos especiales" y porque, adems, no luchaban por la autonoma de las nacionalidades oprimidas sino por la
autodeterminacin. La ltima sentencia aada que "en los GRAPO no se aprecia un mvil de restablecimiento de las libertades pblicas,
que no pueden entenderse lcitamente realizadas por medio de la lucha armada desestabilizadora de la democracia".
Esta resolucin del Tribunal Supremo era muy significativa porque se refera a un comando de los GRAPO que haba sido sorprendido
en el metro de Barcelona repartiendo octavillas, lo que trat de impedir un polica, que result acribillado por el comando. Es un ejemplo
de cmo la polica "defenda las libertades" y cmo los GRAPO se tenan que proteger con armas para difundir sus posiciones polticas.
Es importante destacar que alguno de los magistrados del Tribunal Supremo que dictaron estas resoluciones, como Hijas Palacios, eran
los viejos verdugos del Tribunal de Orden Pblico que el nuevo rgimen ascenda en pago a sus servicios. Incluso su Presidente, Adolfo
de Miguel, era un fascista redomado que acab defendiendo como abogado a los golpistas del 23-F. Entre los jueces, como entre los
dems cuerpos represivos del Estado, tambin destacaban por encima de todos, los fascistas de la vieja escuela de la guerra civil.
Por otro lado, el mismo mes de octubre de 1977 en que se arranc el ltimo indulto, se encarcel a todo el Comit Central del PCE(r)
mientras celebraba un Pleno en Benidorm. Es otro de los detalles que ilustran la transicin y el cambio de fachada del fascismo. En una
declaracin inmediatamente posterior a su ingreso en prisin, los dirigentes del PCE(r) afirmaban:
"Al mismo tiempo que ramos conducidos a la prisin [...] fue aprobada la ley sobre la amnista. Esta es la tercera o la cuarta de las
leyes que han cocinado en poco tiempo y, como las otras, lleva el sello inconfundible del fascismo, de los llamados 'poderes fcticos' y,
adems, ha sido negociada en el pacto vergonzante de la Moncloa a cambio de un nuevo proyecto de ley 'antiterrorista' que ser gemelo
a los anteriormente aprobados por las Cortes a quin pretenden engaar?
"Esta ley, que aparentemente est dirigida slo contra el PCE(r) y otras organizaciones 'violentas', es en realidad un duro desafo que
lanza el gobierno, los monopolios y todos sus criados contra el movimiento obrero y popular; una advertencia en el sentido de que en el
futuro no permitirn las luchas de las masas y de sus organizaciones de vanguardia para la defensa del pan y la libertad; es adems una
carta blanca para la actuacin de los cuerpos represivos y de la polica paralela que oculta el gobierno bajo la denominacin de 'grupos
paralelos'.
"Por supuesto a esos grupos la polica no los detiene ni los va a detener, no pregona sus monstruosos crmenes, como el de la calla del
Correo, el de la calle de Atocha o el ms recientemente cometido en la revista 'El Papus', no los van a desarticular, cmo podrn
hacerlo si son ellos mismos y cuentan con al apoyo y la complicidad del gobierno?".
No conformes con esto, los fascistas y sus lacayos reformistas redactaron por aquellas mismas fechas una Constitucin en cuyo artculo
62 se prohibi para siempre volver a promulgar amnistas o indultos generales. Por eso la lucha por la amnista conduce hoy al
enfrentamiento directo con el Estado fascista.
Al mismo tiempo que la Constitucin, se aprob tambin una nueva ley antiterrorista, que prorrogaba indefinidamente el estado de
excepcin, sancionaba la privacin de los ms elementales derechos, favoreca la prctica de torturas a los detenidos, y permita luego
juzgarles ante la Audiencia Nacional, un tribunal especial de tipo poltico que asuma las competencias de los consejos de guerra y el
Tribunal de Orden Pblico para encarcelar a los revolucionarios con largas condenas.
En 1977 los reformistas han salido de la crcel y no solamente se integran para lavar la cara del rgimen, sino que, en pago a sus
servicios, les nombran diputados y les ofrecen elevados cargos pblicos en la vieja burocracia fascista para que continen con su tarea
embaucadora y servil. El nmero de presos polticos va creciendo con bastante rapidez y la continuacin de las viejas prcticas
carcelarias (torturas, brutalidad, castigos) les convierte en cmplices cada vez ms activos de los fascistas.
Inicialmente el gobierno junt en las mismas crceles a presos polticos y sociales, para aparentar que todos eran iguales y que ya no
haba presos polticos. Pero influenciados por los presos polticos y por las movilizaciones por la amnista, los presos comunes
comenzaron a organizarse y crearon la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha) reivindicando sus derechos, la derogacin de la Ley
de Peligrosidad Social y unas mejores condiciones de vida en la prisin. Los presos polticos, con su ejemplo y experiencia,
contribuyeron a organizar a sus compaeros, a elaborar las reivindicaciones y a defenderse de los carceleros, luchando codo con codo.
Al mismo tiempo, la experiencia de la lucha por la amnista, sirve de acicate para reclamar un indulto general a favor de los presos
sociales, estimulando su combatividad. Segn datos oficiales de la Fiscala, durante 1977 se produjeron ms de 50 motines de presos
comunes por todas las crceles espaolas, 9 de ellos con grandes destrozos e incendios. El PCE(r) apoy siempre la lucha de los
presos sociales y, con relacin a los motines de aquel ao manifest: "Nuestra posicin al respecto es muy clara: el Partido y sobre todo
nuestros camaradas presos en las crceles apoyan las numerosas luchas y motines protagonizadas por los presos comunes contra las
brutales condiciones a que son sometidos; adems el Partido sostiene que los verdaderos delincuentes, mafiosos y gangsteres son el
gobierno, los banqueros, la polica, el ejrcito, los Carrillo, los Felipe Gonzlez, etc. Ahora bien, lucharemos para impedir que se ponga
en el mismo plano a los presos polticos, todos ellos privados de libertad por luchar por la libertad del pueblo, y a los presos comunes,
aunque est en nuestro Programa Mnimo la elaboracin de un Cdigo Penal sobre una base democrtica y revisin de las causas de
los presos sociales" (Gaceta Roja n 57, 15 de noviembre de 1977). En la Gaceta Roja n50 de 1 de agosto del mismo ao tambin se
deca:
"Los presos comunes son vctimas de la sociedad capitalista y en las crceles se les somete a una situacin verdaderamente
desesperada, por lo que nuestro Partido considera justa su lucha, la apoya y la estimula; tal es lo que hacen nuestros camaradas
encarcelados. La COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha) est demostrando llevar una lucha antifascista; no cabe duda de que ah
hay elementos honrados; por esa razn, repetimos, nuestro Partido les apoya, como lo prueba el hecho de que camaradas y
simpatizantes hayan participado activamente en las manifestaciones de las proximidades de la crcel de Carabanchel cuando la polica
estaba realizando tan salvajes masacres contra los presos. "Sin embargo, algunos anarquistas y otros elementos estn tratando de
confundir al pueblo hablando de los presos comunes como si fueran igual que los presos polticos, pidiendo 'amnista para los presos
sociales' y olvidndose de los antifascistas encarcelados. Eso mismo le conviene al fascismo para que cunda la confusin y no se pueda
ver la represin contra los luchadores antifascistas.
"Por esta razn, queremos dejar claro que entre la COPEL y el movimiento organizado de la clase obrera va un abismo y que entre los
presos comunes (muchos de los cuales no reparan en robar el sobre a un obrero) y los comunistas y antifascistas cados en la lucha, no
se puede establecer comparacin alguna. Por liberar a estos camaradas no cejaremos en la lucha".
Los levantamientos y motines obligan al rgimen a maniobrar a su viejo estilo. El autor de la nueva ley penitenciaria, Carlos Garca
Valds, explic con claridad sus planes: ya no habra ms indultos, por lo que slo quedaba poner en marcha la reforma de las crceles.
El gobierno no tard en dar muestras evidentes de que esa reforma sera como todas las dems que se estaban poniendo en march a:
un lavado de cara del viejo rgimen fascista, que para nada cambiara su esencia terrorista. El propio Garca Valds en una entrevista
prevea su fracaso y, ante tal eventualidad, amenazaba con levantar campos de concentracin con alambradas, porque "no queda ms
por hacer". Y as sucedi.
Frente a los motines de los presos sociales, la Direccin General de Prisiones reaccion aislando a los miembros ms conscientes de la
COPEL, incomunicndoles y sometindoles al permanente hostigamiento de los carceleros en los celulares. Necesitaba sofocar el
interior de las crceles, y en ello se empe a lo largo de 1978, periodo en el que fueron sentando las bases de la reforma penitenciaria,
aprobada en setiembre de 1979, apoyndose en los viejos carceleros fascistas, que la transicin asciende a directores y jefes de
servicios, por su amplia experiencia represiva. Las fuerzas antidisturbios se instalan permanentemente en las galeras de las crceles y
sofocan a sangre y fuego cualquier protesta.
La represin contra los presos comunes result brutal: apaleamientos, "suicidios", celdas de castigo, traslados nocturnos y, finalmente,
las drogas, que comienzan a entrar a raudales en las prisiones a partir de aquel ao. Mientras la Constitucin abola la pena de muerte,
los presos comunes ms conscientes eran asesinados por docenas en los penales. En Espaa uno de los silencios mejor guardados es
el del nmero de muertos en las crceles. Jams se han proporcionado cifras oficiales, pero se sabe que superan los 200 al ao. En
este marco es donde se produce el asesinato del preso poltico anarquista Agustn Rueda Sierra el 13 de marzo de 1978, apaleado
hasta la muerte por el director, los jefes de servicios y otros carceleros de Carabanchel. Nueve das despus, un comando de los
GRAPO ejecuta al Director General de Prisiones Jess Haddad Blanco como represalia. El 10 de abril del siguiente ao, los GRAPO
tambin intentaron ejecutar al responsable mximo de la reforma penitenciaria, Carlos Garca Valds, Director General de Prisiones en
sustitucin del anterior, que salv la vida gracias a que en el ltimo momento se le encasquill el arma al miembro del comando que iba
a disparar contra l. Garca Valds haba amenazado a los presos de los GRAPO dicindoles pblicamente que tambin saba construir
crceles para "fieras".
El primer y ms importante problema que enfrentaron los presos del PCE(r) y de los GRAPO tras su ingreso masivo en prisin a
comienzos de 1977, fue el de preservar su condicin de presos polticos y llevar una vida colectiva y organizada en el interior de las
crceles. Era la nica posibilidad de sobrevivir en las duras condiciones que trataban de imponerles. Dentro de la crcel, las presas
forman la Comuna Carmen Lpez Snchez y los presos la Comuna Carlos Marx.
La comunas de presos polticos del PCE(r) y de los GRAPO surgen tras las primeras detenciones masivas en 1977 en las crceles de
Carabanchel y Yeseras, con el objetivo de convertir la crcel en una escuela de formacin poltica, en un ambiente de trabajo y de
disciplina que permita a los comunistas y antifascistas presos frenar los intentos carcelarios de sumirles en la ociosidad, la
desesperacin, y la degradacin que todo presidio impone. Un papel fundamental han desempeado siempre la limpieza, la seried ad y
el orden, porque la lucha no acaba con la detencin, sino que slo cambia de forma al llegar a la crcel y hay que mantener bien alta la
vigilancia y no relajarse, porque entonces la crcel devora al recluso.
Se crea un comit dirigente y varias clulas o comandos, cada uno de ellos con tareas especficas a desempear, dentro de un plan
general trazado por el comit de direccin. Las comunas de presos polticos expresaban los ideales de sociedad por los que lu chaban:
solidaridad, igualdad y propiedad colectiva. Pero no se trataba slo de poner en comn los recursos de cada cual; no se trataba slo de
unidades de consumo colectivo, a travs de la cuales se reparta la ayuda proveniente del exterior, sino fundamentalmente unidades de
produccin. Por ello, el centro de la actividad de las comunas era el trabajo productivo, consistente en la fabricacin artesanal en lana u
otros materiales, de bolsos, tocas, mantones, bufandas y otros artculos, as como la confeccin de tarjetas y carteles con dibujos de
contenido poltico. El objetivo es la financiacin completa de los gastos de toda la comuna, para evitar que el encarcelamiento suponga
un gasto aadido a las familias.
Por otro lado, por esa va, se consiguen difundir consignas polticas, continuar la labor de propaganda y complementar la labor del
Partido en la calle.
Otro de los objetivos fundamentales es el estudio y la discusin poltica de todos los militantes, para lo que se fue formando una
biblioteca muy completa, con la ayuda de amigos, de distribuidoras y de libreras. Los libros sirven de material fundamental para el
estudio y la elaboracin de anlisis de lo ms diversos, no solamente sobre cuestiones polticas, sino tambin econmicas, culturales,
histricas, etc. Un material de trabajo fundamental es la prensa, que aportan las visitas de todos los rincones del pas, e incluso del
extranjero. Tambin se elaboran murales y dazibaos en los que se resumen las discusiones o se plantean crticas para sean con ocidas
por todos.
Sin embargo, no todo es el trabajo; los fines de semana se utilizan para la expansin y la diversin, especialmente las de carcter
colectivo. Aqu juegan un papel fundamental el aprendizaje de canciones revolucionarias, los actos culturales, recitales de poesas y
representaciones teatrales, concursos de dibujos, juegos de mesa, competiciones deportivas, etc.
5. El aislamiento penitenciario
La reforma penitenciaria de Garca Valds estaba directamente enfilada contra estas comunas de presos polticos en el interior de las
crceles. Para destruirlas, esta reforma mantiene los viejos hbitos represivos, mientras desarrolla otros nuevos, como la supresin de la
entrada de paquetes, admitiendo nicamente la distribucin del psimo rancho carcelario, lo que acarrea a los reclusos graves
enfermedades, especialmente cuando la pena a cumplir es prolongada. A los presos se les priva de todas sus pertenencias y se les
obliga a redactar instancias permanentemente para demandar los objetos de uso cotidiano, como una forma de tenerles continuamente
sometidos a sus expensas. Otro de los inventos introducidos son las porras elctricas, que adems del golpe proporciona descargas de
alto voltaje.
Pero la verdadera innovacin que comienza a imponerse como mtodo de aniquilamiento de los presos, es el aislamiento. En palabras
de Andrs Mrquez, que fue Director General de Prisiones con el PSOE, "la mxima seguridad se consigue con el mximo aislamiento"
(Ya, 16 de abril de 1986). La reduccin del espacio disponible es la esencia de la incomunicacin; del sistema de galeras se pas al
sistema de mdulos, verdaderas crceles dentro de las crceles. En un espacio reducido las posibilidades de control son mayores y se
le hace sentir al preso todo el peso del rgimen penitenciario de una manera mucho ms individualizada.
El aislamiento penitenciario exigi la construccin de nuevos presidios calificados de "mxima seguridad", de nuevos espacios
arquitectnicos diseados para la incomunicacin absoluta del recluso: incomunicacin con sus compaeros, incomunicacin con sus
familiares y, finalmente, incomunicacin tambin con el exterior, materializada en intervencin de comunicaciones, censura de
correspondencia y privacin de prensa, radio y televisin. Para reforzar la incomunicacin, los nuevos penales se edifican en lugares
aislados y deshabitados, de difcil acceso, obligando a que las visitas sean espordicas. Las viejas prisiones enclavadas dentro del
casco urbano son demolidas progresivamente y con los rditos de la especulacin de los terrenos urbanos se construyen las nuevas. La
incomunicacin es la garanta de la impunidad, de que el carcelero puede cometer cualquier crimen en la ms absoluta indefensin.
La incomunicacin penitenciaria en Espaa tuvo un nombre propio: Herrera de la Mancha, una prisin terminada de construir en febrero
de 1979 e inaugurada el 22 de junio de ese mismo ao con la llegada de los primeros presos. Herrera fue la primera crcel de nuevo tipo
construida en Espaa. Aislada a 200 kilmetros de Madrid, en medio de la meseta castellana, sin posibilidad de acceso en transporte
pblico, con una estructura modular para los presos, con viviendas unifamiliares al lado para los funcionarios y un cuartel de la Guardia
Civil a la entrada: era el laboratorio de la reforma penitenciaria, en el que se iba a ensayar inmediatamente el rgimen de exterminio de
los presos polticos. "La reforma penitenciaria no es Herrera, pero pasa por Herrera", dijo Garca Valds, resumiendo su obra. Los
GRAPO estuvieron a punto de volar esta prisin al poco de su construccin. A mediados de 1978 consiguieron apoderarse de los planos
y reunieron suficiente informacin para derribarla con explosivos, pero la polica detuvo en octubre de aquel ao a un comando en
Barcelona cuando cargaba en varios vehculos los explosivos dispuestos para transportarlos hasta Herrera y la accin no prosper
lamentablemente.
De modo que el gobierno pudo inaugurarla en el verano de 1979 en el ms absoluto de los sigilos. Entonces fueron recluidos all algunos
de los ms importantes dirigentes de la COPEL que quedaban con vida y que se haban destacado en la convocatoria de las protestas y
motines. Al llegar en el furgn de la Guardia Civil, les esperaban los carceleros armados con porras y distribuidos en dos hileras, que los
presos tuvieron que atravesar para entrar en prisin entre golpes, patadas y puetazos. Mientras esto suceda en la primera crcel de la
"democracia", los parlamentarios aprobaban por unanimidad la nueva ley penitenciaria, y aplaudan puestos en pie a Garca Valds, que
reciba su correspondiente dosis de gloria en la tribuna del pblico.
As fue la inauguracin de este presidio, por lo dems a tono con las dems reformas fascistas. En el interior comenz a experimentarse
un rgimen de vida basado en la humillacin del preso, principio elemental para que el carcelero pueda expresar su omnipotencia:
cacheos con desnudo integral, controles nocturnos, recuentos en fila, instancias para obtener lo ms elemental, censura de
correspondencia, intervencin de comunicaciones, andar pegado a la pared mirando al suelo, recuentos permanentes, msica militar
para ambientar, videocmaras por todas partes, etc.
Pero el aislamiento no era un invento espaol sino un sistema de destruccin cientfica de los revolucionarios encarcelados largamente
preparado en diversos pases occidentales. Fue ensayado por primera vez a finales de los aos cincuenta en los Estados Unidos en el
marco de los planes de la CIA conocidos por los nombres clave de "Artichoque", "Pjaro Azul", "M.K.-Ultra" y "M.K.-Delta", que se
conocieron al ser publicados por el presidente Carter en 1977. Una de las fundaciones de la CIA, la "Sociedad de Investigaciones sobre
Ecologa Humana" era quien llevaba a cabo tales experimentos psiquitricos de privacin sensorial, estudiando los efectos que produca
el aislamiento humano, as como las posibilidades de llevar a cabo lavados de cerebro y operaciones quirrgicas de lobotoma.
Fue Alemania quien desarroll en Europa estos experimentos en 1971 cuando los primeros militantes de la Fraccin del Ejrcito Rojo
fueron detenidos. Se llevaron a cabo en la Clnica Psiquitrica y Neurolgica de Hamburgo-Eppendorf, bajo la direccin del doctor Jan
Gross. Esta Clnica estaba regida por el Departamento Especial de Investigaciones 115, a su vez financiado por la Asociacin Alemana
de Investigaciones con muchos millones de marcos. El instrumento principal de los experimentos era una "cmara de silencio", una
habitacin completamente insonorizada y desprovista de cualquier estmulo ptimo o acstico, y equipado con aparatos dispuestos para
registrar las reacciones humanas ante el aislamiento ms completo.
Tras estos primeros experimentos, los planes de aislamiento e incomunicacin fueron llevados a las prisiones para someter a todos lo
que se negaran a acatar las normas impuestas por el Estado. Desde un principio estos planes fueron por todos como una forma de
tortura blanca, sin hullas visibles. As, el "programa Start" puesto en prctica en Estados Unidos en 1973 fue prohibido en febrero de
1974; el 4 de julio de 1978 una resolucin de la Comisin Europea de Derechos Humanos deca, en referencia a la crcel de
Stammheim, en Alemania: "La doctrina cientfica, fonolgica y psicolgica internacional, mantiene que la incomunicacin puede
perjudicar gravemente, por s misma, la constitucin fsica y psquica: apata crnica, fatiga, debilidad emocional, perturbaciones de
concentracin, disminucin de las aptitudes intelectuales y perturbaciones en el sistema neuro-vegetativo". En el mismo sentido se
pronunciaba Amnista Internacional en un Memorndum presentado al gobierno alemn sobre el aislamiento en las crceles de mxima
seguridad de los presos de la Fraccin del Ejrcito Rojo.
Justamente cuando los planes de aislamiento penitenciario comenzaban a ser destapados como una forma de tortura y destruccin
psquica, se inauguraba la prisin de Herrera de la Mancha, a la que seguira en 1982 la de Meco y luego todas las dems: Nanclares de
la Oca, Daroca, Topas, Villanubla, etc. Como dijera Enrique Galavs, que sucedi Garca Valds en la Direccin General de Prisiones, a
los presos de los GRAPO haba que encerrarles en cajones de hormign armado (Radio Nacional, 11 de febrero de 1980). En torno a la
construccin de nuevas crceles, empresas constructoras como Huarte se enfangaron en un escndalo de corrupcin de muchos
millones de pesetas con el PSOE e incluso exportaron el prototipo, construyendo centros de exterminio en Per y otros pases
latinoamericanos.
La inauguracin de Herrera en junio de 1979 fue un ensayo general para recluir luego all a los presos polticos del PCE(r) y de los
GRAPO. Tras la fracasada experiencia de mezclarles con los presos sociales, los presos del PCE(r) y de los GRAPO son agrupados en
la prisin de Soria en enero de 1978. El gobierno rompa as su anterior poltica de mezclarlos con los presos comunes; reconoca su
estrepitoso fracaso y se vea forzado a dar marcha atrs, recuperando el carcter "especial" de los presos polticos. En agosto de 1978
los presos se ven obligados a organizar un motn en la crcel de Soria frente a la excarcelacin de dos de ellos para entregarles de
nuevo a la polica. Los antidisturbios asaltan la crcel, acompaados de los bomberos, para aplastar la revuelta. Esto sirvi de excusa
para tratar de introducir el rgimen de aislamiento que luego implantaran en Herrera de la Mancha. Para impedirlo los presos tuvieron
que iniciar su primera huelga de hambre "a tumba abierta".
Por aquellas fechas los GRAPO propusieron pblicamente por vez primera un programa de cinco puntos, entre los que se contaba la
amnista, para cesar en sus actividades armadas que serva a la vez para que el movimiento de resistencia tuviera claros los objetivos
polticos ms importantes de la lucha, y para negociar con el gobierno una tregua. Pero en aquellos momentos, el gobierno no haba
apurado an todas las posibilidades represivas y sus planes se centraban en las detenciones masivas y loa asesinatos selectivos. El
nmero de presos polticos creca por ello de manera imparable y su situacin empeoraba progresivamente. Una constante de la poltica
penitenciaria fue siempre la consideracin de los revolucionarios encarcelados como rehenes a travs de los cuales pretendan
atemorizar al movimiento popular, por un lado, y presionar a las organizaciones revolucionarias, por el otro. Dentro de las crceles los
presos polticos experimentaban, en su propia forma de existencia, todos los vaivenes de la lucha poltica: la debilidad o fo rtaleza del
gobierno y la debilidad o fortaleza de las masas.
A cada momento poltico, el gobierno responda con medidas penitenciarias de lo ms variadas: celdas de castigo, palizas,
reagrupamiento, dispersin, traslados etc. En la noche del 26 al 27 de diciembre de 1978, de improviso, los 36 presos que el PCE(r) y
los GRAPO tenan entonces en la crcel, son sacados de la cama a punta de metralleta, esposados y trasladados a la prisin de
Zamora, ocupando los de ETA la de Soria y los dems presos polticos son trasladados a la de Segovia. Inicialmente estas tres prisiones
se convierten en los centros especiales de reclusin de todos los presos polticos, cuyo nmero aumenta sin cesar ao tras ao.
En la prisin de Segovia, un preso comn enviado por la direccin intenta asesinar al militante de los GRAPO Fernando Silva
acuchillndole varias veces. En la de Zamora los presos se vieron obligados a emprender tres huelgas de hambre de duracin superior a
los 20 das, en enero, noviembre y diciembre, reclamando una mejora en las condiciones de vida y un trato digno de los carceleros. En la
huelga de hambre de 1980, a los presos se les prohibi comprar agua mineral, ordenando el director "que beban agua del ro". Olegario
Snchez Corrales padeci una grave infeccin a causa del mal estado del agua. El caso trascendi a los medios de comunicacin, y la
poblacin exigi la instalacin de una depuradora, que obtuvieron.
Los asaltos de la polica poltica a la prisin son peridicos: mientras recluyen a los presos en el patio durante horas, abren sus celdas,
las registran, destrozan los objetos personales y se llevan las pertenencias ms insospechadas.
En la prisin de Zamora comienza la preparacin de la espectacular fuga de cinco dirigentes de los GRAPO, que logran evadirse el 17
de diciembre de 1979. En represalia, el gobierno divide la comuna de presos polticos en tres grupos: 22 de ellos son trasladados a
Herrera de la Mancha y Puerto de Santa Mara, y el resto queda en Zamora.
En la prisin de Herrera de la Mancha a los 26 presos trasladados, sin mediar palabra, se les asla, se les desnuda completamente, se
les encierra en sus celdas, y luego se les viste con un mono para apalearles brutalmente y no dejar huellas de sangre en la ropa.
Joaqun Vieites, uno de los presos trasladados, pierde el conocimiento de los golpes que recibe y se le tienen que practicar varios puntos
de sutura.
Se inicia una dura batalla, un forcejeo en el que los carceleros quieren imponer un rgimen de exterminio para que los presos claudiquen
y se arrepientan, y los presos defienden su dignidad como personas y como revolucionarios en la nica forma que disponen: con la
huelga de hambre. Las huelgas comienzan a hacerse intermitentes (10, 20, 30 das) con cortos periodos de recuperacin que apenas
son suficientes para superar la debilidad fsica. Durante 1980 los presos realizan tres huelgas de hambre, con un total de 50 das de
ayuno.
Pero poco a poco, a travs de las organizaciones de solidaridad, los presos consiguen dar a conocer la verdadera situacin en el interior
de la prisin de Herrera, el rgimen de exterminio que all trataban de implantar los carceleros, hasta el punto que el gobierno se vio
obligado a constituir una Comisin parlamentaria para tapar el escndalo.
Finalmente los presos consideraron que no podan continuar el desgaste fsico, porque los carceleros tenan todas las de ganar. La
disyuntiva estaba entre la aniquilacin silenciosa o la muerte en la lucha. Era necesaria una postura firme y definitiva. Se idea un nuevo
mtodo de huelga de hambre, consistente en el escalonamiento, con el fin de presionar al mximo, y prolongar la situacin para romper
el muro de silencio que el gobierno haba urdido. El 14 de enero comienza una huelga de hambre de dos presos en Herrera, a lo s que
poco a poco y en grupos de dos se les van uniendo presos y presas de otras crceles, como Yeseras, Carabanchel, Zamora y Puerto
de Santa Mara.
Desde la crcel de Carabanchel, los presos difunden el 21 de febrero un comunicado anunciando que los objetivos se haban cumplido,
pero avisaba al mismo tiempo de la posibilidad de que todo fuera una trampa: "Esperamos de estos carceleros todo tipo de
componendas, pero no nos van a engaar", advertan. Y no les falt razn. Las mejoras no duraron mucho. Dos das despus se produjo
el golpe de Estado y el gobierno estim que, ante la amenaza militar, los presos no reanudaran la huelga.
Durante la noche del golpe de Estado, la columna militar al mando del general Pardo Zancada, despus de asaltar la sede de la
televisin, se encamin hacia la prisin de Carabanchel, con objeto de llevarse a los presos polticos all recluidos y fusilarlos. No
pudieron penetrar al interior del recinto y, durante un tiempo, se entabl una fuerte tensin con la guardia civil que custodiaba la crcel,
hasta que, finalmente, desistieron en su intento.
El gobierno contaba con esta amenaza implcita, as como tambin con el agotamiento de los presos que, segn sus clculos, no
tendran capacidad para responder a una nueva agresin en ese momento. Los meses de verano se avecinaban y esperaban conseguir
la complicidad silenciosa de los medios de comunicacin.
Los presos aguantaron como pudieron las nuevas provocaciones que siguieron inmediatamente al acuerdo: volvieron las humillaciones,
los cacheos arbitrarios, los desnudos integrales, etc. Las exigencias para cumplir los acuerdos se convierten en sanciones en celdas de
castigo y largos periodos de aislamiento, acompaados en algunos casos de brutales palizas. Una nueva huelga se haca inevitable,
pese a que las condiciones no eran favorables, por la amenaza permanente de los militares con el golpe de Estado.
El 14 de marzo de 1981 comienza la huelga de hambre de los presos polticos del PCE(r) y de los GRAPO contra el rgimen de
exterminio impuesto en la crcel de Herrera de la Mancha. Es Juan Jos Crespo Galende quien la inicia y a l le siguen
escalonadamente ms presos de Herrera y otras crceles. Las exigencias son bien simples: un trato digno y humano y la salida de la
crcel de Herrera de la Mancha, exigencias que deberan ser garantizadas por un organismo de solvencia.
Esta huelga, segn expresin de Emilio Tavera, Inspector General de Prisiones, y personaje de confianza del gobierno, era un "pulso"
entre los GRAPO y el gobierno, con su actitud absolutamente intransigente, confiado en que los presos se hundiran rpidamente. Como
todas las huelgas "a tumba abierta" se convirti en una batalla prolongada en la que los presos tuvieron que sortear infinidad de
obstculos, presiones y trampas en las condiciones ms duras que se pueda imaginar.
El 28 de abril Crespo Galende comienza a padecer vmitos de sangre en medio de grandes dolores, mareos y malestar general. A
causa de los vmitos apenas puede tomar agua mineral, ya que le produce nuseas. No obstante su deterioro fsico, se le traslada a
Madrid para asistir a juicio e ingresa en la prisin de Carabanchel y de ah, a los 40 das de huelga, al Hospital Penitenciario, donde es
aislado completamente, prohibindole la compaa de sus camaradas. A merced de los carceleros, es presionado y coaccionado por
todos los medios posibles para que deje la huelga. Poco a poco son numerosos los presos en huelga que van llenando el Hospital
Penitenciario, sometidos a las mismas presiones e incluso alguno de ellos es apaleado por los carceleros. El Ministerio de Justicia enva
al Hospital Penitenciario a grupo de psiclogos para que logren que los presos desistan de la huelga.
Ante la grave situacin de Crespo, el 2 de junio el Ministro de Justicia Fernndez Ordez accede a recibir a una comisin de abogados
de los presos, que remite al Director General Enrique Galavs, que hasta ese momento se haba negado a recibirles. Accede a que los
presos en huelga sean examinados por un mdico independiente, porque los presos sospechan que el agua mineral que beban estaba
tratada y contena vitaminas. Y en efecto, el mdico confirma las sospechas, porque concluye que, dentro de la gravedad, Crespo poda
continuar otros 150 das en huelga de hambre. Por ello los presos se declaran tambin en huelga de sed el da 5 de junio. Crespo reitera
una y otra vez que no volver vivo a Herrera de la Mancha "a recoger colillas del suelo". Mantuvo una lucidez extraordinaria, incluso en
los peores momentos, y acu la frase que definira a esta huelga: "Morir para sobrevivir"; para poder vivir dignamente dentro de las
crceles haba que luchar hasta la muerte y demostrar al Ministro del Interior Rosn y a toda su guardia pretoriana, que los presos
polticos no estaban dispuestos a dejarse aplastar ni a arrastrarse como gusanos por los mdulos de sus presidios.
La campaa de intoxicacin en la prensa no cesa ni un solo da. En declaraciones a la prensa, el Director del Hospital Penitenciario llega
a decir que Crespo Galende se encuentra perfectamente, y que incluso come golosinas. Sin embargo, el Ministro de Justicia, Fernndez
Ordez, amenaza pblicamente con la alimentacin forzosa de los presos, ante el peligro inminente de un fatal desenlace.
La Declaracin de Tokio de la Asociacin Mdica Mundial, celebrada en 1975, estableci expresamente al respecto: "El preso no ser
forzado a tomar alimentacin artificial cuando rehuse tomar alimentos y, segn el mdico, sea capaz de sopesar racional y realistamente
las consecuencias de esa decisin voluntaria. Tal opinin del mdico sobre la capacidad del preso para sopesar su decisin deber ser
corroborada por, al menos, otro mdico independiente. Las consecuencias de negarse a tomar alimentos sern explicadas por el mdico
al preso". En fin, la decisin no era distinta que en cualquier otro caso en el que un enfermo no quiere seguir los consejos de su mdico,
estando ste obligado a respetar la decisin de aquel.
Pero el gobierno trat de imponer sus intereses polticos por encima de todo y de todos, no vacilando en el momento de emplear la
violencia ms brutal, tanto contra los presos en huelga como contra quienes se negaban a la alimentacin forzada. Los presos del
Hospital Penitenciario fueron atados a la cama y alimentados a la fuerza con suero por va intravenosa. Crespo entra en un estado de
semi-inconsciencia, con momentos de delirio; pierde la consciencia repetidas veces en un espacio muy corto de tiempo. El 8 de junio
entra en coma y es trasladado al Hospital de La Paz. Los mdicos aseguran que su estado es gravsimo y que hay que temer un
desenlace inminente en un breve plazo de tiempo. El gobierno desmiente la noticia y habla de recuperacin y mejora. A pesar de su
grave estado y de las protestas de los mdicos, Crespo es rodeado de una nube de policas que ocupan la planta del Hospital, le atan a
la cama de pies y manos y le inyectan suero para prolongar su agona.
El 19 de junio, tras 97 das en huelga de hambre, Crespo Galende muere. Haba comenzado a militar en la organizacin de Euskal
Herria del PCE(r), y cuando fue detenido, perteneca al aparato central de propaganda de este Partido. Como a sus dems camaradas,
no se le aplic la amnista ni los jueces tuvieron en cuenta tampoco el carcter poltico de la actividad por la que result condenado. Le
detuvieron antes de aprobarse la Constitucin y le asesinaron en nombre de esa misma Constitucin antidemocrtica. Era la primera vez
que en Espaa mora un preso poltico en huelga de hambre: ni siquiera en tiempos de Franco la barbarie haba llegado hasta esos
extremos.
Pero la huelga no acaba ah: otros presos se siguen sumando a la huelga y son varios los que se debaten entre la vida y la muerte.
Desde la muerte de Crespo todos los presos que siguen en huelga se niegan a ser visitados por los mdicos, a recibir cualquier forma de
tratamiento y a ser trasladados a hospitales para impedir la prolongacin de su agona artificialmente. Pero el gobierno comienza a
trasladar por la fuerza a los presos a las Unidades de Cuidados Intensivos de los hospitales para sacar al problema del mbito
carcelario, como si se tratara de una cuestin meramente sanitaria, inyectarles suero y prolongar indefinidamente su agona. Ante esta
situacin, los presos se declaran tambin en huelga de sed.
Los trabajadores de los hospitales se niegan a colaborar con el gobierno en la alimentacin forzada, ante lo que tuvieron que
presionarles, prohibindoles hablar con los huelguistas y amenazndoles con procesarles por colaboracin con "banda armada". El
Colegio de Mdicos de Madrid y el Grupo de Mdicos Vascos contra la tortura se pronuncian a favor de los presos y en contra de la
alimentacin forzosa.
En la calle son numerosas las luchas y muestras de solidaridad, lo que sita al gobierno de Surez en una posicin de debilidad; carece
de solidez para mantener la huelga indefinidamente y se ve obligado a negociar. Sus planes han vuelto a fracasar, pero intenta
maniobrar y confundir hasta el final: utiliza de intermediario al ex-ministro franquista Enrique de la Mata, entonces Presidente de la Cruz
Roja, para que negocie. El ex-ministro presenta un documento a los abogados de los presos en el que se reconoce alguna de las
reivindicaciones, pero no se menciona la salida de la crcel de Herrera. Los presos rechazan el documento, e incluso en algunas
prisiones se suman en masa a la huelga.
El gobierno est en una situacin tal de debilidad, por el empuje de las movilizaciones de solidaridad, que no puede admitir una nueva
muerte. Intenta nuevas vas de aproximacin. El 25 de junio convoca a los abogados de los presos a una reunin en la Direccin
General de Prisiones, en la que reconoce que tiene que terminar la huelga como sea y que estn dispuestos a hacer concesiones . El
punto fundamental es la exigencia de los presos de salir de la prisin de Herrera de la Mancha, su reagrupamiento en otra crcel en
unas condiciones de vida dignas y con garantas pblicas de que los acuerdos se cumplirn esta vez. El Director General, Enrique
Galavs, firma el documento y anuncia pblicamente a travs de los medios de comunicacin su compromiso de respetar los acuerdos y
de reagrupar a los presos fuera de Herrera de la Mancha en el plazo de seis meses.
La victoria de los presos en la huelga hubiera resultado impensable sin el amplio movimiento de solidaridad y apoyo desplegado durante
los tres meses que se prolong. El gobierno no contaba para nada con unas muestras de simpata tan extensas y decididas. Calc ulaban
que la campaa de intoxicacin desatada en los medios de comunicacin durante los aos anteriores, les dara buenos dividendos, y
hasta el final jugaron esa baza. Incluso trataron de aprovechar la huelga de hambre para continuar su campaa de tergiversaciones y
embustes. Pretendan transmitir la falsa imagen de una accin a la desesperada de los presos, en la ms absoluta de las soledades.
Pero en su editorial, el diario Ya se mostraba sorprendido por las muestras de apoyo recibidas por los presos de todas las partes del
mundo y de los mbitos sociales ms dispares. "Qu pasa?" se preguntaba el editorial, alarmado ante el repudio de la poltica de
exterminio del gobierno y la ola de protestas desatadas en numerosas ciudades y pueblos. El peridico no se lo poda explicar y el
gobierno tampoco. Fracas el aislamiento de los presos y se hundi el muro de silencio. Las luchas desencadenadas mostraron que
quien se encontraba aislado y desprestigiado era el gobierno. Fueron ellos los primeros sorprendidos por esas muestras de aliento,
procedentes de sectores sociales tan diversos y alejados entre s. Haban filtrado a la revista "Intervi" que no cederan aunque
falleciesen todos y cada uno de los presos, pero su actitud intransigente se vino abajo rpidamente, ante la imposibilidad de conseguir el
aislamiento social de los presos.
Fueron las movilizaciones populares de todo tipo las que rompieron ese cerco de complicidad con la poltica de exterminio del gobierno,
incrementando el prestigio y la influencia del PCE(r) y los GRAPO entre amplios colectivos populares, especialmente entre los obreros.
Al impresionante despliegue contribuy tambin la coincidencia de la huelga de los presos polticos del PCE(r) y de los GRAPO con la
del IRA en Irlanda del norte.
Todo ello contribuy a romper el silencio cmplice urdido entre el gobierno y la prensa. Los teletipos acabaron fundindose. Fueron muy
numerosas las declaraciones y artculos de intelectuales y personalidades progresistas apoyando las reivindicaciones de los presos. El
valor cualitativo de todas estas muestras de solidaridad hacia los presos polticos es enorme. Hoy los presos polticos en Espaa son,
fundamentalmente, militantes de organizaciones armadas, lo que exige una conciencia ms elevada y un compromiso tambin mayor,
porque todos los movimientos de solidaridad han sido objeto de persecucin, detenciones y torturas, en un desesperado intento de aislar
a los presos de la poblacin trabajadora.
En Euskal Herria, cuna natal de Crespo Galende, donde la lucha de resistencia es ms consciente y extendida, se manifest ms
contundentemente la amplitud del apoyo popular a la causa de los presos polticos. El diario Egin public un comunicado de apoyo y
solidaridad de los presos de ETA llamando al pueblo trabajador vasco a sostener las reivindicaciones de sus compaeros encarcelados.
Las presas polticas de ETA y otras organizaciones recluidas en la crcel de Yeseras, tambin publicaron comunicados de condena
contra el gobierno.
El 28 de abril se celebr una encartelada ante el consulado britnico en Bilbao, gritando consignas a favor del IRA y los GRAPO. Pocos
das despus, familiares de presos y miembros de las Gestoras Pro-Amnista y de la AFAPP se encadenan en el Ministerio de Justicia
en Madrid, resultando detenidos varios de ellos. El 23 de mayo una gran manifestacin recorri las calles de San Sebastin, cortando el
trfico en varias calles, hasta que los antidisturbios la disolvieron con dureza. El 1 de junio la ACPG organiza un encierro en el consulado
de Francia en Vigo. El 6 de junio la AFAPP organiza otro encierro en la catedral de San Isidro en Madrid, procediendo la polica al
desalojo tres das ms tarde, por lo que el encierro continu en la sede de la Cruz Roja.
Las muestras de apoyo arreciaron tras la muerte de Crespo Galende. El 19 de junio, nada ms conocerse la noticia del fallecimiento, se
celebraron espontneamente manifestaciones en Portugalete y Mondragn y, al da siguiente, la izquierda abertzale convoca
manifestaciones por toda Euskal Herria. En Hernani se celebr una asamblea a la que acudieron unas 1.000 personas y otras similares
se convocaron en Ondrroa y Rentera, que acabaron en otras tantas manifestaciones. Bilbao y San Sebastin aparecen ocupadas por
policas antidisturbios para impedir las concentraciones. Almera, Albacete, Lugo, Alcal de Henares y otras localidades aparecen
envueltas en pancartas exigiendo al gobierno que acceda a las reivindicaciones de los presos polticos. En Cdiz la polica desaloja un
encierro convocado en los locales de una asociacin de vecinos en apoyo a la huelga.
Numerosos colectivos convocaron al funeral de Crespo Galende celebrado el 27 de junio en Las Carreras (Vizcaya), donde se produjo
una impresionante manifestacin de duelo que ocup toda la carretera nacional que atraviesa el pueblo. Tambin se convocaron
manifestaciones en Pamplona, Bilbao, Eibar y Rentera, extendindose las muestras de solidaridad. Los trabajadores de Lemniz y de
reparaciones mecnicas de Altos Hornos de Vizcaya difundieron comunicados de apoyo a los presos polticos. En Cdiz se celebr una
manifestacin el da 14 y la polica impidi otra el da 23, provocando saltos y barricadas en varias calles del centro de la ciudad. El 5 de
julio tambin se record la muerte de Crespo Galende en la concentracin anti-OTAN celebrada en la Casa de Campo de Madrid. Otro
mitin se convoc en Vigo, tras finalizar la huelga, en el que intervinieron los abogados de los presos polticos y miembros de la ACPG.
Los apoyos continuaron durante la manifestacin del Dia da Patria Galega el 25 de julio en Santiago de Compostela, que la prensa
calific como "A manifestacin pola amnista".
Al ao siguiente de la muerte de Crespo todava se siguieron celebrando numerosas conmemoraciones. En Las Carreras (Vizcaya), un
homenaje con intervencin de Eva Forest y otros ex-presos polticos convocaba a unas 800 personas, que acudieron hasta el
cementerio a inaugurar una placa en su memoria. En Madrid el 20 de junio se celebr un mitin en el antiguo cine Olimpia de La vapis,
convocado por MC, LCR y AFAPP, en el que se leyeron numerosas muestras de adhesin al acto de distintos colectivos.
Se pag un altsimo precio: la muerte de Crespo Galende y varios otros con secuelas indelebles en su estado de salud. Angel Collazo
perdi la razn a consecuencia de la huelga, y Luis Rodrguez inici tambin a partir de entonces una crisis que le llev al suicidio tres
aos despus. Pero los planes de exterminio de Rosn fracasaron estrepitosamente; en las condiciones ms difciles que cabe imaginar,
un grupo de presos, aislados y amordazados, obtuvieron sus exigencias. Y no menos importante fue su victoria moral, ganndose la
admiracin y el apoyo de millones de personas, en Espaa y en todo el mundo. Nada ms ponerse en prctica, la reforma penitenciaria
quedaba al descubierto, como el resto de las que pusieron en prctica desde 1975. Por el contrario, el prestigio y la influencia de los
presos polticos se elev hasta cotas antes desconocidas. Demostraban que an en las condiciones ms precarias era posible
enfrentarse con xito a la poltica terrorista del gobierno y hacerle retroceder.
Los presos polticos no fueron reagrupados a los seis meses, como se acord en las negociaciones con el Director de Prisiones, Enrique
Galavs. Tardaron ms de dos aos, ya que la salida de Herrera de la Mancha no se complet hasta octubre de 1983, cuando los presos
del PCE(r) y GRAPO son concentrados de nuevo en la crcel de Soria. Entre medias, la UCD haba cedido los trastos de gobernar al
PSOE.
Para las organizaciones de solidaridad hasta entonces se luchaba sobre todo para denunciar, especialmente, que seguan existiendo
presos polticos en Espaa; a partir de entonces se plante claramente el problema de su liberacin.
Desde 1983 hasta 1987 los presos pueden convivir en comuna y realizar una vida colectiva en unas condiciones de vida aceptables, sin
que se plantearan problemas graves con los carceleros. Tras la huelga los presos polticos pasaron a constituirse en una realidad
asumida a regaadientes en los medios oficiales; una realidad con la que, si no se poda acabar, haba que negociar. En el verano de
1983 delegados del gobierno se entrevistan con presos del PCE(r) y de los GRAPO por vez primera y cuatro aos despus, se inician
las conversaciones de Argel con militantes de ETA. En todas ellas, la existencia de presos polticos se convierte en un punto esencial.
Pero la estrategia antisubversiva del gobierno del PSOE dar un giro en 1987, intensificando todas las medidas represivas e incluyendo
a los presos polticos como rehenes para poder doblegar a las organizaciones revolucionarias. En 1987 se frena la escalada de
asesinatos de los GAL contra refugiados vascos, que Francia comenzar a expulsar masivamente hacia Espaa, el Tribunal
Constitucional, presidido por Toms y Valiente, legitima la ley antiterrorista, que se incorpora definitivamente al Cdigo Penal comn y,
finalmente, todos los partidos parlamentarios se ponen de acuerdo, y de su consenso surgen los pactos antiterroristas de Ajuria Enea y
Madrid. Dentro de esta ofensiva, los presos polticos desempeaban un papel de primer orden, y el gobierno iniciar su dispersin para
tratar de que claudiquen y se arrepientan, introduciendo una cua que divida al movimiento de resistencia.
Hasta entonces el rgimen ensay el exterminio, la claudicacin pura y simple de los presos y, a travs de ellos, de las organizaciones
revolucionarias; a partir de entonces, la estrategia es ms modesta, ya que slo persigue "gestionar" el problema que para l supone la
persistencia de unos 800 presos polticos de muy distintas organizaciones antifascistas, libertarias, comunistas e independentistas.
Reconoce la existencia de un colectivo importante de presos polticos, pero tata de lograr su arrepentimiento, al tiempo que su escisin,
el fomento de rencillas permanentes entre ellos. En una entrevista concedida en 1990 a la revista "poca", Mgica reconoca que las
dispersin tena por objeto "impedir que los presos se organicen o reciban continuamente visitas de abogados y familiares". La
dispersin y el arrepentimiento eran las dos caras de la misma moneda. La dispersin inaugurada ese ao trataba de forzar su
claudicacin.
Dos personajes son claves en esta estrategia. Por un lado, el Director General de Prisiones, Antoni Asuncin, posteriormente ascendido
a Ministro del Interior del PSOE. Por el otro, un personaje siniestro que entonces no era conocido, ya que ocupaba un cargo annimo
como mximo responsable de seguridad dentro la Direccin General de Prisiones: el comandante de la guardia civil Rafael Masa
Gonzlez, que vena de dirigir los comandos parapoliciales de los GAL en la etapa ms criminal de la guerra sucia, directamente
implicado en el asesinato de Brouard y en las torturas a Linaza. Quedaba claro, por tanto, que la dispersin no era ms que una
continuacin de la misma guerra sucia dirigida por el Estado contra las organizaciones revolucionarias e independentistas.
Al tiempo que la dispersin, los arrepentidos empiezan a ser utilizados en los medios de comunicacin, lo mismo que en los comienzos
de la transicin lo fueron los conciliadores y reformistas. Bajo la batuta de la polica poltica se inicia una campaa de guerra psicolgica
en la que los arrepentidos colaboran para tratar de engaar, tergiversar y confundir a los trabajadores y al pueblo en general. Se les
pone en libertad para realizar entrevistas, difundir comunicados en vastas campaas publicitarias de amplia repercusin en prensa, radio
y televisin, tratndoles como expertos conocedores de las organizaciones a las que traicionaron.
La maniobra de los arrepentidos fue un fracaso absoluto. No consiguieron ms que rendir a un puado insignificante de presos polticos.
En noviembre de 1984 fueron 14 los miembros de los GRAPO en prisin que abandonaron la Organizacin en bloque, de los que slo
uno de ellos se prest a redactar un infamante libro.
Los presos de ETA fueron dispersados primero, en enero de 1987, y el 24 de julio le toca el turno a los del PCE(r) y GRAPO, previa
destruccin de las comunas que venan manteniendo en las crceles de Soria, los hombres, y de Carabanchel, las mujeres. Sin previo
aviso, los hombres son trasladados a las crceles de Almera, Ocaa y Daroca, y las mujeres a las de Crdoba, Castelln y Basauri. Al
llegar a los nuevos destinos muchos presos tuvieron que declararse otra vez en huelga de hambre ante las lamentables condiciones de
vida que se les trat de imponer. Aprovechando la dispersin, los carceleros se cebaron con saa para doblegar a los presos polticos.
El 18 de abril de 1989 Aurora Cayetano, Alicia Artmez y Eva Alonso Arce, presas en la crcel de Castelln, fueron apaleadas e
introducidas en celdas de aislamiento tras protestar por el recorte arbitrario en el tiempo de comunicaciones con las visitas. Un grupo de
carceleros entr en sus celdas y la emprendi con ellas a patadas y puetazos en el estmago. Como consecuencia de la paliza, Alicia
perdi la sensibilidad en el brazo derecho y falta de movilidad desde los dedos de las manos hasta el pectoral y una lesin en el nervio
cubital a la altura del codo.
El 21 de agosto de 1989 dos militantes de los GRAPO presos en Almera inician una huelga de hambre contra el aislamiento que venan
padeciendo desde haca un ao, exigiendo unas condiciones dignas de reclusin, as como el cese de las vejaciones y provocaciones
continuas por parte de los carceleros. Los dems presos anuncian que irn incorporndose semanalmente a la huelga en grupos de dos.
Para alejarles del problema y ocultar la situacin existente dentro de la prisin de Almera, el gobierno ordena el traslado de los dos
primeros presos. El 1 de setiembre, durante su traslado al Hospital Penitenciario, los presos son brutalmente maltratados por los
carceleros. El da 5 la huelga se extiende, declarndose en huelga de hambre otros cuatro presos polticos de la crcel de Soria en
solidaridad con sus camaradas de Almera. Un mes despus estn ya en huelga 25 presos en las prisiones de Madrid, Soria, Basauri,
Daroca y Castelln.
El 14 de setiembre la AFAPP de Madrid organiza el primer acto de solidaridad con los presos en huelga y, dos das despus, la polica
carg brutalmente contra varios familiares que se manifestaban encartelados ante el Ministerio de Justicia. El da 19 otros familiares
ocupan la sede de la Cruz Roja en Bilbao.
Ante el cariz que empezaban a tomar los acontecimientos y la proximidad de las elecciones convocadas por el PSOE para el mes de
octubre, la Direccin General de Prisiones comienza a maniobrar para ganar tiempo, dividir a los presos y desmoralizar al movimiento de
solidaridad. La subinspectora de Sanidad Penitenciaria, Maria Angeles Granados, se compromete formalmente ante el director del
Hospital Penitenciario Jaime Vinuesa y la juez de Vigilancia Penitenciaria Manuela Carmena, a trasladar en un plazo breve a los siete
presos del PCE(r) y de los GRAPO presos en la crcel de Almera a otra crcel, en unas condiciones normales y con la posibili dad de
poder desarrollar vida en comn entre ellos. Los presos, entonces recluidos en el Hospital Penitenciario, aceptan la oferta y anuncian el
fin de la huelga.
Pero celebradas las elecciones generales, el PSOE incumple sus promesas, y el 10 de noviembre dispersa a los siete presos que se
encontraban en el Hospital Penitenciario. Adems de ellos son dispersados otros nueve presos del PCE(r) y de los GRAPO. En uno de
aquellos traslados, el 12 de aquel mismo mes, Carmen Cayetano, presa poltica de los GRAPO, es objeto malos tratos al llegar a la
crcel de Sevilla II, donde se le ata a la cama y se la desnuda a la fuerza por las carceleras.
El da 30 de noviembre los presos polticos responden a la nueva maniobra de dispersin con otra huelga de hambre, exigiendo su
reagrupamiento en una misma prisin. En el comunicado que difunden para dar a conocer sus reivindicaciones, denuncian el
aislamiento, que comenz con la dispersin y la prohibicin de contactos entre ellos, as como su incomunicacin respecto del exterior,
con la que buscan un exterminio silencioso que oculte las torturas permanentes, los "suicidios" provocados o la innovacin de los fondos
reservados para crceles, tras los que se camuflaba el "GAL carcelario", un plan para liquidar a los presos polticos aprovechando
provocaciones o a presos comunes cmplices de sus planes.
Un mes despus son sesenta los presos en huelga de hambre por su reunificacin, entre los que destaca el preso anarquista Pablo
Serrano, que se haba unido a la comuna de presos polticos de la crcel de Soria.
Como sucedi en la huelga anterior, de nuevo el Fiscal General del Estado, Javier Moscoso, amenaz con la alimentacin forzosa y
orden a los fiscales que se opusieran a los jueces de Vigilancia Penitenciaria contrarios a forzar la voluntad de los huelguistas. Idntica
postura manifestar posteriormente su sucesor en el cargo, Leopoldo Torres. El Ministro de Justicia, Enrique Mgica califica las
posiciones contrarias a alimentar a los presos a la fuerza como "colaboracin al suicidio". Finalmente, en contra de todas las normas
deontolgicas de la Medicina, el Tribunal Constitucional en pleno, presidido una vez ms por Toms y Valiente, aprob la medida del
gobierno de alimentacin por va intravenosa en sus sentencias de 27 de junio y 19 de julio de 1990. En lugar de defender los derechos
de los presos, como era su deber, el Tribunal Constitucional los eliminaba definitivamente, e incluso impeda que los presos por s
mismos pudieran luchar por conseguirlos, tratando de quebrar su voluntad de una manera total y definitiva. Como deca un preso en una
carta: "No nos dejan morir, pero tampoco vivir".
Una vez recabado este imprescindible apoyo, el Director General de Prisiones, Antoni Asuncin, ordena a sus carceleros que vigilen da
y noche a los presos en huelga de hambre que estn ya dentro de los hospitales para obligarles a la alimentacin por sonda, atndoles a
la cama de pies y manos e introducindoles tubos de plstico en la nariz o jeringuillas en las venas. A los presos les ataban a la cama de
pies y manos, bien con vendas en los hospitales, con esposas (en Meco) e incluso con correas de cuero, como en Yeseras o en
Logroo. Luego a la fuerza les introducan sondas, bien para alimentarles son suero por va intravenosa, pinchndoles en los brazos,
bien introducindoles una sonda por la boca o por la nariz. Este ltimo mtodo era el ms doloroso, ya que exige una gran relajacin, de
manera que hubo casos en los que les causaron graves desgarros en las vas respiratorias a los presos. A pesar de ello, en una nota
oficial difundida el 1 de junio, el Ministerio de Justicia negar la evidencia, desmintiendo que se estuviera alimentando a los presos.
Josefina Garca Aramburu, presa en la crcel de Basauri (Vizcaya), describi as la alimentacin forzosa en una carta fechada en enero
de 1990: "A los 45 das decidieron alimentarnos a la fuerza. A m me daban 48 horas de vida, como mximo, y a Carmen poco ms.
Total, que hemos estado nueve das con la alimentacin, aunque boicotendola como hemos podido. Carmen no bebi una gota de
agua en todo el tiempo, aparte de que invent una serie de tcnicas para impedir la entrada de la alimentacin. En cuanto a mi, durante
los cinco das que estuve en la UCI me violaron por todas partes: vena yugular, sondas por la nariz y por todas partes [...] Te aplican una
sonda que garantiza un alimento con todo tipo de vitaminas, hierro, potasio, calcio, etc.; se llama Precitene. Si te llevan a la UCI,
empiezan por suero en vena y el Precitene. Luego te abren la yugular y te meten otro suero distinto. Un poco ms tarde, te quitan el
suero de la yugular y te meten lo que llaman alimentacin parenteral (una bolsa con una pasta blanca, con todos los ingredientes de una
comida), tres kilos en 24 horas. El suero que te desconectan de la yugular, te lo aaden con el otro por la vena. A las 48 horas te quitan
la alimentacin de la yugular y te vuelven a meter suero. Y ya, para rizar el rizo, aparte de la medicacin que consideran necesaria,
albmina por la yugular y hierro por la boca. Toda yo era un complejo de sondas y cables, porque tambin est lo de los electrolitos, o
como se llame, conectados a una pantalla que te controla el corazn. Y para colmo, las sondas y los sueros, conectados a bombas que
pitan cada vez que hay una anomala o se acaba la comida o el suero. Y lo peor del caso es que en la UCI, atada o no, no tienes opcin
de quitarte nada. Para cuando has logrado quitarte el primer engendro, ya tienes a todo el personal encima".
El traslado a centros hospitalarios y la alimentacin forzosa tenan tambin otros objetivos secundarios: aparentar que se trataba de un
problema sanitario y no poltico, desviar la atencin y enfrentar a los presos con los mdicos y no con el gobierno. Eso mismo trataron de
hacer con los jueces de vigilancia penitenciaria, siempre con la pretensin de poner al gobierno en un segundo plano, fuera de la
polmica. A eso contribuyeron muchas de las polmicas, artificialmente infladas desde la prensa, que presentaban el problema desde
una perspectiva seudohumanista como un "suicidio" como un ejercicio de "libertad personal" y no como una forma de lucha contra el
exterminio en las prisiones. Una vez rotos todos los diques del silencio, la intoxicacin pasaba a primer plano, con la colaboracin de
toda clase de sesudos universitarios y columnistas.
La juez Manuela Carmena, sin embargo, reconoci pblicamente que el gobierno era el responsable de la huelga de hambre por haber
incumplido las promesas que en su presencia transmiti a los presos.
Las movilizaciones populares se sucedieron desde el primer momento sin descanso. Convocadas por la AFAPP, un grupo de personas
se concentraron ante el Ministerio de Justicia para protestar por la dispersin de los presos y sus condiciones de vida en las crceles. Al
da siguiente, otras cien personas repiten la misma concentracin ante la prisin de Soria. El 11 de enero se celebran manifestaciones
en Vitoria, Bilbao, San Sebastin y Pamplona en apoyo a los presos en huelga, convocadas por AFAPP, Salhaketa, LKI, EMK, CNT,
ESK-CUIS y CGT. En Vigo se celebra un concierto en solidaridad con los presos en la Asociacin de Vecinos Val do Fagoso. En Eibar,
un sabotaje en solidaridad con los presos, suspende las emisiones de televisin para la zona. En Madrid, el 19 de enero se celebra una
manifestacin convocada por AFAPP, LCR y MC a la que acuden varios cientos de personas en apoyo a los presos. El 31 de diciembre
varias organizaciones (LCR, MC, PCOE, PCV y libertarios) convocan una concentracin en Valencia pidiendo el reagrupamiento de los
presos. El 2 de febrero unas 500 personas se manifiestan en Madrid en apoyo a las reivindicaciones de los presos y, en Bilbao, otra
manifestacin de unas 300 personas, es disuelta por la polica. En sendos comunicados pblicos, tanto el Grupo de Abogados Jvenes y
como la Asociacin contra la Tortura apoyan las exigencias de los presos, critican las medidas del gobierno y responsabilizan a Mgica y
Asuncin de la vida de los huelguistas. En otro comunicado pblico, Herri Batasuna mantiene esa misma posicin, as como las Madres
Unidas contra la Droga. En Bilbao y San Sebastin se celebran concentraciones convocadas por AFAPP, LKI, EMK, CNT, IT y Kemen.
Las Gestoras responsabilizan al PSOE, y en concreto a Enrique Mgica, Ministro de Justicia, de la vida y del estado de salud de los
presos.
En Vigo se crea la Plataforma de Solidaridad con los Presos Polticos, integrada por diversos partidos polticos y movimientos de
solidaridad, convocando a una manifestacin en Santiago el 18 de marzo, a la que asistieron unas 500 personas.
El "Heraldo de Aragn" informaba el 2 de febrero de la formacin de un Comit Pro-Reunificacin que haba apedreado la sede del
PSOE en Zaragoza, accin que reivindicaron, advirtiendo que proseguiran con los sabotajes si el gobierno no acceda a las
reivindicaciones de los presos. Tambin informaba de un documento redactado por 65 escritores e intelectuales aragoneses exigiendo al
gobierno que negociara con los presos, a lo que se ofrecan en su comunicado, y exigiendo un trato digno en las crceles a todos los
presos.
En Catalunya, seis organizaciones, Crida a la Solidaritat, Lliga Comunista de Catalunya, Moviment de Defensa de la Terra, Partit dels
Comunistes de Catalunya y Confederaci General del Treball, se pronuncian conjuntamente a favor de los presos en un comunicado
enviado al delegado del gobierno en Barcelona, criticando la actitud del gobierno.
Tambin del exterior llegan muchas muestras de solidaridad, entre ellas, la del Partido Comunista de Hungra (marxista-leninista) y del
Partido Comunista de Turqua (marxista-leninista). En Hamburgo grupos de manifestantes ocupan las oficinas del Parlamento Europeo y
el Consulado espaol, mientras en Frankfurt asaltan la sede del Partido Social-Demcrata y la Fraccin del Ejrcito Rojo llev a cabo
una accin armada que reivindic el comando "Jos Manuel Sevillano". En Zurich se producen concentraciones y sabotajes ante el
Consulado espaol en protesta por las condiciones de vida y la dispersin de los presos polticos, y se atacan reiteradamente las
oficinas de Iberia. En Bruselas grupos de saboteadores destruyen varias delegaciones de bancos espaoles y el 5 de febrero miembros
del Comit de Apoyo a los Presos Polticos de Espaa se encadenan ante el Consulado, difundiendo un comunicado contra el gobierno
espaol. Algunos das despus ocupan el Consulado en Lieja y cuatro resultan detenidos en el desalojo posterior de la polica. El Grupo
de Mujeres Marxistas-Leninistas de Zurich manifiesta su solidaridad con los presos y publica un comunicado, en el que afirma: "Vuestra
lucha en las crceles es nuestra lucha, podis contar con todo nuestro apoyo solidario, porque con vuestro ejemplo transformis las
oscuras mazmorras de la burguesa en trincheras de combate". Los presos polticos belgas de las Clulas Comunistas Combatientes y
los franceses de Accin Directa se pusieron en huelga de hambre en solidaridad con sus camaradas espaoles. Tambin todos los
presos polticos alemanes de la Fraccin del Ejrcito Rojo se declararon rotatoriamente en huelga de hambre en solidaridad con sus
compaeros espaoles el 22 de enero: "Con nuestra accin solidaria, queremos expresar que hacemos frente comn contra el mismo
adversario. La victoria o derrota en Espaa significa la victoria o derrota en toda Europa occidental", afirman en su comunicado. El
colectivo alemn de abogados de presos polticos envan una carta a Mgica exigindole que cumpla con las reivindicaciones de los
presos. Tambin se constituye una Comisin Internacional en apoyo a los presos en huelga de hambre, compuesta por unos 100
abogados y mdicos de Holanda, Alemania, Suiza, Francia, Italia y Espaa, difundiendo un comunicado en el que llaman a defender a
los presos polticos en su lucha contra la tortura fsica y psquica, y por su reagrupamiento. Otra Comisin Internacional similar se
constituy en Mxico.
Progresivamente el estado de salud de los presos se va deteriorando. El 27 de diciembre son ya ocho los presos hospitalizados a causa
de su grave estado, esposados a sus camas y alimentados a la fuerza. Sin embargo, la Ministra Portavoz del Gobierno, Rosa Conde,
afirma desconocer el estado de salud de los presos. El Director General de Prisiones, Antoni Asuncin, trata de criminalizar a la abogada
Francisca Villalba, acusndola de coordinar la huelga de los presos, a otro abogado, Juan Manuel Ruiz, se le impide la visita a los
presos hospitalizados en Guadalajara y a Juan Manuel Olarieta a las presas de Castelln y Bilbao. Las quejas ante el Colegio de
Abogados de Madrid se multiplican, por lo que sus corruptos dirigentes, en colaboracin con "El Pas" y la Direccin General de
Prisiones, desatan una provocacin para tapar el escndalo, especialmente aprovechando la ejecucin del mdico torturador. En lugar
de atender la queja y defender a sus afiliados, los jerifaltes del Colegio de Abogados de Madrid orquestaron una campaa de calumnias,
en plena sintona con el gobierno, acusando al colectivo de abogados de presos polticos de formar parte integrante de la Organizacin
antifascista, transmitir las rdenes de la direccin a los presos y colaborar en la ejecucin de los mdicos torturadores.
Los abogados de los presos Angel Elas, Jos Esteban, Francisca Villalba, Juan Manuel Ruiz y Fernando Burillo envan el 6 de febrero
un escrito al Parlamento Europeo para que interceda ante el gobierno espaol y uno de ellos, Jos Esteban Armentia, se entrevist con
el diputado laborista Ken Coates, responsable de la Subcomisin de Derechos Humanos. Como era previsible, esta gestin no sirvi
para nada, salvo para poner de manifiesto, por si caban dudas, que los "derechos humanos" de que tanto alardean son slo para ellos,
y no para los obreros y el pueblo trabajador.
El 7 de febrero uno de los presos en huelga, F.J. Ros Daz, hospitalizado en Guadalajara, tras setenta das en huelga de hambre, se
declara tambin en huelga de sed. Al mismo tiempo se refuerzan las medidas de intervencin y censura de correspondencia para aislar
a los presos. Varios de ellos son trasladados en ambulancias de una crcel a otra. En enero ya son 24 los presos hospitalizados. Ante la
negativa de los presos, la direccin del Hospital Penitenciario solicita al juez de Vigilancia Penitenciaria autorizacin para proceder a
reconocer a los presos y hacerles pruebas mdicas. La Direccin General emite una circular para que los traslados de los presos a los
hospitales vayan acompaados de una autorizacin del juez de Vigilancia Penitenciaria para que puedan ser inmediatamente
alimentados contra su voluntad. La AFAPP pone los hechos en conocimiento de Amnista Internacional y el Colegio de Mdicos de
Madrid, solicitndoles que impidan la alimentacin forzada, considerando que es una forma de tortura y de prolongar su agona
innecesariamente. La Asociacin Mdica Colegial ratific el criterio de la Asociacin Mdica Mundial en contra de la alimentacin
forzada. Por su parte, la Federacin de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pblica difunde un comunicando dando la ra zn a
los presos y oponindose a su alimentacin forzosa. Pero una organizacin supuestamente humanitaria, como Amnista Internacional,
puso de manifiesto a lo largo de esta huelga su naturaleza falaz y rastrera, al oponerse a la alimentacin forzosa en Marruec os, pero
apoyarla en Espaa. Demostraban as su naturaleza imperialista, pretendiendo aparentar que slo existen violaciones de los derechos
humanos en los pases tercermundistas, pero no dentro de la misma Europa.
El 30 de enero el Ministro de Justicia, Mgica Herzog, manifiesta pblicamente que el gobierno no negociar con los presos en huelga
de hambre, porque la considera un chantaje. El Ministro del Interior, Corcuera, manifiesta su pleno apoyo al Ministro de Justicia y apoya
su poltica de dispersin. Por su parte, Antoni Asuncin asegura que los familiares estn coaccionando a los presos para que continen
con la huelga indefinidamente. En el colmo de la frivolidad y la desfachatez, lleg al extremo de comparar la huelga de hambre con las
"anorexias nerviosas" que suelen padecer los adolescentes con su obsesin por las dietas y el adelgazamiento (El Mundo, 2 de octubre
de 1990).
El 27 de enero, un grupo especial de la Guardia Civil secuestra para interrogarle a Jess Cela en Corua, que acababa de sali r de
prisin en huelga de hambre. Los jefes de este grupo encubierto eran el Ministro del Interior, Corcuera, el Secretario de Seguridad,
Rafael Vera, y el Director de la Guardia Civil, Luis Roldn. Le intimidan, le presionan y finalmente le anestesian para trasladarle a Burgos
en un coche, donde le abandonan.
El 29 de enero, dos mdicos de Zaragoza desafiaron pblicamente las resoluciones del juez de Vigilancia Penitenciaria y propusieron
alimentar a la fuerza a los presos polticos por su cuenta, alinendose descaradamente con las posiciones del Ministerio del Interior. El
27 de marzo de 1990 el mdico del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, Jos Ramn Muoz Fernndez (primo del fiscal general de l
Estado y ex-ministro Javier Moscoso), uno de los responsables de la alimentacin forzosa a los militantes de los GRAPO en huelga de
hambre, es ejecutado de varios disparos en su consulta privada. En el comunicado subsiguiente reivindicando la accin, los GRAPO
calificaban la huelga de hambre de sus presos como "la ms larga sesin de tortura que conoce la Historia" para descalificar a los que
hipcritamente hablaron de "respeto a la vida" como excusa para atar a los presos a las camas y colocarles sondas en los brazos y la
nariz, alargando as de forma indefinida una agona macabra "que hace palidecer los experimentos mdicos de los nazis". El
comunicado manifiesta tambin que su Organizacin "jams ha hecho poltica con el sufrimiento de los presos ni dems vctimas de la
represin del Estado. En todos los casos, nos hemos limitado a denunciar y a enfrentar las arremetidas que el Gobierno ha dirigido
contra nosotros y las dems organizaciones populares de la manera que ha sido posible hacerlo segn las circunstancias. Esto es
particularmente cierto respecto a las condiciones que vienen padeciendo todos los presos polticos. Como es sabido, en ningn
momento hemos promovido en las prisiones otra cosa que no fuera preservar un rgimen de vida interno mnimamente aceptable; los
presos del PCE(r) y los GRAPO nunca han creado situaciones que pudieran servir de argumento a gobernantes y carceleros para
justificar la dispersin ni otro tipo de represalias contra ellos". Los GRAPO afirman que "no existe otra alternativa a esa situacin que
proseguir la huelga hasta el final, hasta lograr la reunificacin: o esto o tendramos que resignarnos a verles morir lentamente, aislados
en un agujero inmundo, asesinados en silencio. No creemos que esta ltima alternativa pueda ser aceptada por ninguna persona
honrada y sensata". Reconocen que el Gobierno haba conseguido hacer recaer el mayor peso de la huelga de hambre sobre los propios
presos, "de modo que, dadas las condiciones generales existentes, el movimiento organizado popular no ha podido reemplazarlos en el
lugar que ocupan en este duro combate. En esto consiste, fundamentalmente, la poltica socialfascista, criminal, del felipismo: en la
utilizacin que vienen haciendo de los presos polticos como autnticos rehenes en manos del Estado, a fin de debilitar al movimiento
popular e intentar chantajearlo".
El comunicado apunta tambin a una de las claves de la terrible prolongacin de la huelga de hambre: intentar llevar a los GRAPO al
terreno de las respuestas inmediatas "para as distraer nuestras fuerzas, acorralarlas y destruirlas fcilmente". Los GRAPO no entraron
en la provocacin del golpe por golpe, ni en una escalada de acciones desesperadas en apoyo a sus camaradas presos, aunque durante
la misma ejecutaron a dos guardias civiles, a un polica nacional, hirieron de gravedad a dos altos mandos del ejrcito y, finalmente, el 7
de septiembre dos militantes armados con pistolas entraron en la consulta privada de otro mdico, Jose Luis Casado Martnez, tambin
en Zaragoza, y otro de los responsables de la alimentacin forzosa. Pero ste ya haba abandonado la consulta y se salv de su
ejecucin. El 7 de junio de aquel mismo ao, los GRAPO volaron el chalet de Galavs con l dentro, pero aunque destrozaron la casa y
el coche, el ex-Director General de Prisiones salv su vida. Con esta accin los GRAPO lograban alcanzar a tres de los ms significados
dirigentes del exterminio de los presos desde la Direccin General de Prisiones, acabando con uno de ellos y demostrando que estos
criminales tan destacados nunca van a quedar inmunes.
15. La muerte de Jose Manuel Sevillano
A Jose Manuel Sevillano le conducen desde la crcel de Soria al Hospital Penitenciario en la primera semana de enero de 1990 por su
situacin de extrema debilidad. El 25 de enero le trasladan de nuevo desde all al Hospital Gregorio Maran de Madrid, donde ya se
encontraban Milagros Caballero, Carmen Muoz, Rosario Narvez, Jos Antonio Ramn Teijelo, Buenaventura Garca, Ramn
Foncubierta y Antonio Lago. Permaneci all hasta el 1 de marzo y durante todo ese tiempo fueron alimentados a la fuerza. Teijelo tuvo
una gravsima infeccin general (asepsis) y le tuvieron que sacar lquido de la columna vertebral y medicarle con antibiticos. El 1 de
marzo los presos consiguieron arrancarse la sonda y, en represalia, todos ellos son trasladados de nuevo al Hospital Penitenciario. La
orden parte de la polica, una vez informados del hecho, ya que los mdicos se vieron obligados a informarles de todas las incidencias.
En el Hospital Gregorio Maran no se les respet su intimidad, ya que deban estar en su habitacin con la puerta abierta para que la
polica pudiera vigilarles permanentemente, y en ocasiones entraban dentro de ella, a pesar de la oposicin de los mdicos.
La polica se adueaba cada vez ms de los hospitales y comenzaron a centrarse en Jos Manuel Sevillano casi desde un principio,
dada su firmeza en seguir con la huelga hasta sus ltimas consecuencias: en lugar de trasladarle en ambulancia fue conducido en un
furgn de la guardia civil, en las peores condiciones imaginables.
En el Hospital Penitenciario a los presos se les vuelve a enchufar la alimentacin forzosa hacia mediados de marzo, aunque consiguen
negociar con los carceleros la forma de administracin. Para evitar permanecer atados a la cama con la sonda de plstico introducida
por la nariz, acuerdan que la alimentacin se les suministre por va oral: un ATS penitenciario les llevaba un vaso de plstico con un
suero lquido llamado Pentaset; en presencia del funcionario, Jose Manuel Sevillano aparentaba que se lo tomaba y cuando se
marchaba, escupa su contenido en el lavabo.
En Zaragoza la alimentacin tambin era por va nasogstrica, lo que le produjo a Olegario Snchez Corrales una fuerte gastroenteritis.
Por ello, en unin de sus otros dos compaeros (Jos Balmn y Francisco Cela) se la quitaron el da 13 de marzo en el Hospital; en
represalia, fueron trasladados a las crceles de Daroca y Torrero. El regreso a las crceles provocaba numerosas infecciones, ya que a
la extrema debilidad del preso se le una la suciedad propia y caracterstica de las prisiones. Y sin embargo, la intoxicacin
propagandstica no cesaba ni un momento, tratando de minimizar la gravedad de la situacin y desacreditar a los presos en huelga. Por
ejemplo, Diario 16 de Aragn narraba el 23 de marzo los hechos como si los presos volvieran a la huelga despus de un parntesis,
comindose "un estofado" el da de su "despedida" del Hospital Miguel Servet.
El desenlace se acelera cuando en un anlisis mdico, los carceleros detectaron la extrema debilidad de Jose Manuel Sevillano y le
introdujeron a la fuerza una sonda por la nariz para alimentarle y reanimar su estado general. El 18 de abril, junto con los dems presos,
Jose Manuel Sevillano vuelve a rechazar la alimentacin forzada y consigue arrancarse la sonda. La direccin del Hospital Penitenciario,
en lugar de enviarles al Hospital Gregorio Maran, traslada a Sevillano a la crcel de Meco, donde ingresa en la enfermera. Era una
medida de fuerza para presionar y agotar todas las posibilidades represivas: a pesar de la gravedad de la situacin, los que rehusaran la
alimentacin forzosa no seran ya trasladados a hospitales sino a las crceles. Tambin a Buenaventura Garca le trasladaron a
Segovia, a Juan Manuel Prez Hernndez a Ocaa, a Josefa Alarcn y a las dems presas a Avila.
A las pocas horas de ingresar en la enfermera de Meco, a Jose Manuel Sevillano le da un primer ataque cardiaco, que el gobierno se
preocup de silenciar para que no trascendiera; le reaniman con urgencia y se ven obligados a trasladarle de nuevo al Hospital
Penitenciario el 25 de abril, donde se le alimenta a la fuerza por va nasal. All es recluido en una habitacin conjuntamente con Juan
Manuel Prez Hernndez, Fernando Fernndez y Luis Cabezas Mato; en otras habitaciones se concentraban ya la mayor parte de los
presos, pero sin poder comunicarse entre ellos.
El 12 de mayo le da a Sevillano un segundo ataque cardiaco y los mdicos le consideran muerto, pese a lo cual le trasladan
urgentemente al Hospital Gregorio Maran para reanimarle. Estaba en coma y en el Hospital le mantienen artificialmente con vida, para
que el gobierno ganara tiempo y se preparara para la muerte, que slo se producira cuando ellos lo consideraran oportuno. Al mismo
tiempo filtraron la noticia de su muerte para desmovilizar y desorientar al movimiento en la calle.
En el pueblo de Jose Manuel Sevillano, Marchena, localidad andaluza de jornaleros y trabajadores del campo, tropas especiales de la
guardia civil tomaron posiciones y entraron en las viviendas de las personas ms luchadoras para atemorizarlas ante el prximo
desenlace y presentar un funeral en silencio con la sola presencia de los familiares ms allegados.
Muri Sevillano y el gobierno no pudo impedir que numerosas personas se concentraran en el cementerio de Marchena para rendirle
homenaje, sucedindose tambin las manifestaciones, concentraciones y otras formas de protesta en muchas ciudades y pueblos de
toda Espaa.
Tras la muerte de Sevillano y la posterior ejecucin por los GRAPO de un coronel del Ejrcito en Valladolid, el gobierno logra imponer el
silencio ms absoluto en todos los medios de comunicacin, y el movimiento de solidaridad, agotado despus de tantos meses de lucha,
tambin entra en un reflujo. Se pierde la iniciativa, aparece el cansancio e incluso la desmoralizacin ante la intransigencia del gobierno
y la falta de perspectivas. Pero la huelga seguira an durante varios meses ms. Los presos continuaban al borden de la muerte. A
Juan Manuel Prez Hernndez tambin le dio un ataque y entr en coma, consiguiendo reanimarle los mdicos. Sin embargo, la muerte
clnica le paraliz el riego del cerebro, que qued seriamente daado. Los hechos fueron entonces cuidadosamente silenciados por los
carceleros. Fueron sus propios compaeros quienes se apercibieron de las lesiones cerebrales que empezaba a padecer. Un informe
mdico-penitenciario elaborado varios aos despus en la prisin de Tenerife, describa as su situacin: "Permaneci en la unidad de
cuidados intensivos incluso en estado de coma y bajo nutricin parenteral. Dicha nutricin parenteral se mantuvo a su reingreso en el
Centro Penitenciario de Madrid II, y fue necesaria la utilizacin de sujecin mecnica para mantener la alimentacin parenteral. Sin
embargo, el propio interno se retiraba la sonda de alimentacin, por lo que se produjeron, dada la mala alimentacin, trastornos
bioqumicos y neurolgicos. Esta situacin se prolonga hasta marzo de 1991". Desde entonces, Juan Manuel Prez qued con secuelas
indelebles y debi continuar en prisin porque la Direccin General de Prisiones, incumpliendo sus propias leyes, se neg a su
liberacin, pese a que la enfermedad es progresiva y se acentuaba con el solo transcurso del tiempo, las malas condiciones de reclusin
en la crcel y la falta de tratamiento mdico. Padece una encefalopata de Wernike-Korsakov por dficit de vitamina B1. Otros presos
que siguieron la huelga hasta el final quedaron en silla de ruedas con enfermedades idnticas o parecidas, como Milagros Caballero,
Ramn Foncubierta, Luis Cabezas y Sebastin Rodrguez Veloso. Ante la gravsima situacin de todos los presos, el 8 de febrero de
1991 la direccin del PCE(r) les ordena el cese de la huelga de hambre que venan manteniendo desde haca 14 meses. La resolucin
final de la huelga tena que llegar desde fuera de la crcel. A causa de su estado y de la dispersin, los presos polticos no podan tomar
por s mismos la decisin. Sobre ella pes tambin el agotamiento del movimiento de solidaridad, que deba recuperar la iniciativa de
nuevo bajo otras condiciones que la propia continuacin de la huelga no permitan abrir. El gobierno slo estaba dispuesto a ceder ante
la muerte de varios de los presos "precio demasiado alto, que no estbamos dispuestos a pagar de ninguna manera", dijo este Partido.
Pero adems, la alimentacin forzada mantendra con vida a verdaderos cadveres, postrados para siempre con padecimientos fsicos
muy graves: "Haba un lmite -expuso el PCE(r)- que no debamos rebasar: el sacrificio no se poda convertir en algo estril y hasta
contrario a los fines que se perseguan desde el comienzo de la huelga no poda conducir a una muerte asegurada de antemano".
En marzo el Comit Central publica un comunicado en relacin con la huelga de hambre. El balance inicial que en aquel momento
realiza la direccin de este Partido es el siguiente:
"No se ha conseguido arrancar nada al Gobierno, hemos perdido al camarada Sevi y la salud del resto de los camaradas se halla
bastante quebrantada. Pero el Estado y las fuerzas reaccionarias que lo respaldan no han logrado destruirnos ni llevar a los camaradas
presos al terreno de la desmoralizacin, la claudicacin y el arrepentimiento, tal como se haban propuesto. Su derrota poltica y moral
es ms que evidente. En cambio, los presos conservan su moral y su espritu de combate intactos. Adems, a lo largo de esta lucha han
ganado el reconocimiento y el apoyo de gran parte de los trabajadores. "No obstante, tenemos que reconocer que ese apoyo an no es
suficiente, pues no se traduce en una lucha poltica consciente y organizada para imponer al Estado las reivindicaciones de los presos,
la amnista y otras muchas reivindicaciones y derechos. Este es el sentido de nuestra lucha, en este camino estamos y en l seguiremos
batallando sin desfallecimientos. La huelga de hambre recin finalizada ha supuesto un paso muy importante dado en esa direccin, y
aunque momentneamente, el enemigo de clase se haya impuesto por la fuerza, no nos ha vencido en ningn terreno. Por el contrario,
ha perdido la batalla de la opinin pblica, ha sido desenmascarado en su verdadero carcter socialfascista ante los ojos de todo el
mundo, se ha visto obligado a tener que mostrar su absoluta falta de moral y su impotencia frente a los que se atreven a luchar".
Despus, se abrira un debate pblico en la prensa del PCE(r) para analizar las experiencias y hacer balance. En octubre de 1991 el n
16 del rgano "Resistencia" publica un artculo titulado "Un debate necesario" en el que resume las discusiones, en las que participan
tanto de los presos, como de los militantes de la clandestinidad, pasando por los que se haban solidarizado, e incluso organizaciones y
amigos del extranjero. As por ejemplo, la Redaccin de "Il Bolletino" difundi una declaracin en la que conclua: "Los presos polticos
espaoles han conseguido concluir esta batalla manteniendo intacta su identidad poltica de clase y su firmeza revolucionaria,
contribuyendo as a desenmascarar la naturaleza real del Estado espaol".
Por su parte, en su balance, el PCE(r) comienza exponiendo que el momento de iniciacin de la huelga no fue elegido deliberadamente
por ellos, sino que vino impuesto por la provocacin del gobierno, que fue quien tom la iniciativa. De ese modo pretendan desviarles de
los planes que tenan trazados de reorganizacin y acumulacin de fuerzas. Una vez los ms los presos polticos no eran ms q ue
rehenes que trataban de utilizar para entrar en un "cuerpo a cuerpo" en el que el Partido se vera obligado a volcar todas sus energas y
as tendran la oportunidad de liquidarles en una batalla desigual.
Pero si el Partido no poda caer en la trampa, tampoco poda dejar abandonados a los presos a su suerte, porque eso significaba dejar
manos libres al gobierno para que se ensaaran con ellos. Pero al mismo tiempo el grueso de la lucha debi recaer sobre las espaldas
de los propios presos. Los planes del gobierno rebasaban el estrecho marco de las crceles: se trataba de un proyecto estratgico en el
que estaba en juego toda la poltica antiinsurgente de reinsercin y exterminio masivo. Para inclinar la balanza a favor de los presos se
requera un amplio movimiento de solidaridad de la clase obrera y otros sectores populares de abierto carcter poltico y con perspectiva
de sacar a los presos de las crceles.
Debido al carcter mismo de la lucha, el gobierno no poda retroceder, ya que ello hubiese tenido graves repercusiones polticas para
todo el sistema. En primer lugar, les hubiese forzado a ponerse a la defensiva; el ejemplo de firmeza y resistencia por parte de los
presos y la constatacin de que es posible obligarles a recular, sirviese de ejemplo y estmulo para la clase obrera y dems sectores
populares apabullados por la poltica explotadora y represiva del Estado. Eso hubiera significado arrojar por la borda todo lo que haban
logrado recuperar en ms de diez aos, les hubiera retrotrado otra vez a 1977. Lo que pona de manifiesto la intransigencia del gobierno
no era una posicin de fortaleza sino de debilidad y crisis. Pero al tiempo, no saldran de la crisis retrocediendo ms que como ltimo
recurso; antes agotaran todo el arsenal represivo a su alcance. De ah lo que se produjo: el ms absoluto cierre de filas de todos los
grupos parlamentarios en torno a unas reivindicaciones de lo ms simples y sencillas. Estaban dispuesto a pagar todos los costes
polticos que fuesen necesarios antes que ceder a los presos lo ms mnimo. No bast la firmeza de los presos, ni tampoco las acciones
guerrilleras: slo un poderoso movimiento de masas de carcter poltico les hubiera obligado a ello.
El gobierno intent arrepentir y dividir a los presos, pero todos sus intentos acabaron volvindose contra ellos mismos. El fracaso de sus
planes represivos acab con el consenso y con todos los pactos antiterroristas, enfrentndose entre s el PP con el PSOE, y e stos a su
vez con los partidos nacionalistas. La guerra sucia tambin se volvi contra sus propios patrocinadores, envueltos en varios procesos
por asesinato, pertenencia a banda terrorista y malversacin de fondos pblicos. El PSOE acab hundido y enfangado en un mar de
corrupcin y escndalos de todo tipo.
El 31 de marzo de 1992, despus de varios intentos fallidos en las crceles de Meco y Cartagena, se fuga de la prisin de Granada el
militante de los GRAPO Fernando Silva Sande.
Una de las ltimas hazaas de los socialfascistas consisti en la reorganizacin de toda la burocracia carcelaria. Trasladaron las
crceles del Ministerio de Justicia al de Interior, rematando as la labor que iniciaron en 1987 con la dispersin. La polica se adueaba
de las prisiones para perseguir a los revolucionarios hasta el mismo interior de sus mazmorras. Se cumplieron as los vaticinios de
Garca Valds: fracasada la reforma penitenciaria, habra que poner a un militar, un guardia civil o un teniente coronel de la polica al
frente de la Direccin General de Prisiones. Tambin elevaron el rango administrativo de la Direccin General de Prisiones,
transformndola en una Secretara de Estado, lo que la converta en un departamento directamente dependiente del gobierno y
sometido a una clara orientacin poltica, imprescindible para gestionar el papel de rehenes de los presos polticos frente a las
organizaciones revolucionarias a las que pertenecen. Dentro del nuevo organigrama carcelario, se ha constituido una "clula poltica"
para la direccin de la represin, de la que forman parte policas, guardias civiles y agentes secretos del CESID especializados en la
lucha contrasubversiva. Esa "clula poltica" est en contacto permanente con el subdirector de seguridad de cada crcel, cargo de
nueva creacin y verdadero comisario poltico de las prisiones.
Inmediatamente despus de la huelga de hambre, Antoni Asuncin cre el FIES (Fichero de Internos de Especial Seguimiento) en el que
se registran pormenorizadamente todos y cada uno de los movimientos de los presos sometidos a l: cartas, visitas, situacin familiar,
condenas, evolucin personal, etc. Todos los presos sometidos a este rgimen estn en un aislamiento absoluto, trasladados
peridicamente de celda y de penal, registradas sus pertenencias con frecuencia, etc. En una de las circulares que envi durante la
huelga de hambre, el comandante Masa ordenaba lo siguiente: "En relacin con las comunicaciones de los presos del GRAPO orales
sujetas a intervencin, se viene observando, al traducir las cintas, que los comunicantes se pasan mensajes por escrito, obstaculizando
de esta forma el control audiotcnico de la comunicacin. En consecuencia, sera aconsejable que se impidiese a los comunicantes
introducir en los locutorios papeles, bolgrafos, lpices o cualquier instrumento que pudiera utilizar a tal fin" (Cambio 16, n 958, 2 de abril
de 1990). Luego estas instrucciones concretas fueron complementadas con todas las Circulares oficiales de 28 de mayo y 13 de
setiembre de 1991, 28 de febrero de 1995 y 21/96, en las que se organiza y regula todo el rgimen especial FIES, que supone el ingreso
en departamentos especiales de la crcel, aislados y separados de los dems presos, en celdas de las que son cambiados
peridicamente, con slo dos horas de acceso al patio, siempre en solitario, comiendo dentro de la misma celda, sin disponer de ropa,
que le suministra un carcelero, esposados cada vez que salen de la celda, cacheados y registrados sistemtica y humillantemente,
incluso por rayos X y con desnudo integral, etc.
La huelga de hambre tambin sirvi para que el PSOE elaborara un plan de construccin de 18 macrocrceles, con un presupuesto de
160.000 millones de pesetas, capaces de albergar a unos 20.000 nuevos presos. Para llenar estas nuevas crceles, los socialfascistas
elaboran un nuevo Cdigo Penal en 1995 que eleva considerablemente las penas y establece nuevas figuras de delito, especialmente
dirigidas contra el movimiento de resistencia popular: insumisos, okupas, saboteadores nocturnos, etc. Aprueba tambin la "ley
Corcuera" por la que se establece una control absoluto sobre la poblacin, extendiendo a todos las normas que haban venido
experimentando desde haca aos en la ley antiterrorista. El PP no hara luego ms que completar esta labor con otras dos medidas: la
ley de videovigilancia y el plan de "Polica 2000" para la invasin represiva de las calles y barrios. Al tiempo, a escala europea se han
puesto en marcha los "Pactos de Schengen" y la Europol. Con todas estas disposiciones, el nmero total de presos en las crceles ha
alcanzado casi los 50.000, frente a los menos de 10.000 que haba en los aos sesenta, en pleno franquismo. El nmero de carceleros
tambin se ha multiplicado por cuatro desde 1979 en que se promovi la reforma penitenciaria.
Antes de hundirse, el PSOE tuvo que enfrentar otra huelga de hambre en enero de 1996, que se prolong durante 15 das. El gobierno
se vio obligado a sentarse a negociar, aunque a las dos semanas la huelga se reanud durante otros 38 das ms. Con ella se obtuvo un
reagrupamiento parcial de los presos, una cierta mejora en las condiciones de vida dentro de las crceles y la liberacin de dos de los
presos que enfermaron gravemente durante la huelga de hambre: Milagros Caballero y Juan Manuel Prez.
La crisis del PSOE favoreci la victoria electoral del PP en marzo de 1996. Estos haban expuesto en su programa electoral dos claves
fundamentales de su estrategia: la negativa a cualquier clase de negociacin y el cumplimiento ntegro de las penas. Al da siguiente de
la toma de posesin ya estaba desdicindose de todas sus bravatas.
Mientras, los presos de los GRAPO empezaban a salir en libertad despus de ms de 20 aos de condena, con numerosas luchas y
huelgas de hambre sobre sus espaldas. Todo el enorme peso del aparato represivo carcelario no haba podido con ellos y son el mejor
ejemplo de que contra el fascismo se puede resistir y vencer. As se lo vienen reconociendo en los numerosos homenajes populares que
cada uno de ellos ha recibido de sus vecinos y compaeros de trabajo, en los que miles de personas de diferentes localidades les han
expresado su simpata y reconocimiento. Se lo tienen bien merecido, sin duda.