Documento Prepsynod Arrieta ESP
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sale al encuentro
y regala preguntas de Vida
para andar el camino
Lola Arrieta. CCV. Equipo Ruaj
Simposio CCEE. Barcelona. Marzo 2017
Aquel que acompaa sale al encuentro y regala preguntas de Vida para andar el
camino (apuntes provisionales).
Ponencia en el Simposio CCEE. Barcelona. Marzo 2017
NDICE
3 Introduccin
4 I. Enmarcando mi aportacin
32 Conclusiones
36 Notas bibliogrficas
Aquel que acompaa sale al encuentro y
regala preguntas de Vida para andar el camino
[Aquel que acompaa. Qu es necesario para un buen acompaamiento? Cmo podemos
acompaar a los jvenes respetando la libertad humana?]
Necesitamos hermanos y hermanas expertos en los caminos de Dios, para poder hacer lo
que hizo Jess con los discpulos de Emas: acompaarlos en el camino de la vida y en el
momento de la desorientacin y encender de nuevo en ellos la fe y la esperanza mediante
la Palabra y la Eucarista (cf. Lucas 24,13-35). Esta es la delicada y comprometida ta-
rea de un acompaante (Papa Francisco. Plenaria de los Institutos de Vida Religiosa.
28.01.2017)
Esto es lo que pretendemos con nuestra reflexin de hoy: mostrar cmo el acompaamiento
est llamado a ser mediacin para liberar la libertad de cada persona y alcanzar la vida plena
en Cristo. Que lo sea o no depende, en parte, de la disposicin y habilidad del acompaan-
te: a) su decisin y capacidad para salir al encuentro, no interferir a la accin del Espritu y
acertar a ocupar el lugar que le corresponde; b) su disposicin a respetar libertad e iniciativa
del acompaado. Para escuchar y profundizar con l todas aquellas situaciones que vive y
expresa, hasta poder procesarlas conectado con lo profundo del corazn (en sentido bblico);
c) su saber ser testigo fraterno, respetuoso y lcido, al mismo tiempo, para captar y discernir
los movimientos que acontecen all donde el Espritu deja sus seales.
En el desarrollo hemos seguido las preguntas que se nos han ofrecido desde la organizacin
del Simposio teniendo en cuenta el instrumento de reflexin: Qu creemos es necesario para
un buen Acompaamiento? Cmo podemos mantenernos abiertos en el acompaamiento, respe-
tando la libertad humana?
Cuando leo la pregunta, me brota decirme para mis adentros, hay tantos y tan buenos
Acompaamientos en la tradicin cristiana En la prctica misma del acompaamiento
subyace una conviccin creyente: Creemos en un Dios que habla y escucha, porque en s
mismo, nuestro Dios es Trinidad, Dios comunin, que alienta prcticas de dilogo y de reci-
procidad en el amor, de acogida y potenciacin de la diversidad como riqueza; de interaccin
emptica y de despliegue en el amor, alcanzando a todos y a todo; de reconocimiento del
papel mediador que los distintos miembros de la comunidad tienen a la hora de escuchar qu
quiere Dios de cada uno y de la comunidad eclesialII
En Jess, Dios mismo encarna constantemente este dilogo en la historia de las relaciones
humanas. Jess mismo se hace cercano y compaero para comunicarse como Vida y Luz. Las
historias de la Biblia son relatos de Acompaamiento de nuestro Dios a lo largo del tiempo.
En la frontera de los dos testamentos, Juan el Bautista surge como el primer acompaante
espiritual de los Evangelios. El acompaante Juan el Bautista pudo dar testimonio de Jess y
desarrollar su proyecto vocacional de ser mediador y preparar el camino porque Dios le haba
hablado al coraznIII. La forja fundamental de un acompaante espiritual es la experiencia
fundante de haberse encontrado con l.
El acompaamiento espiritual aparece como tal con el Monaquismo de Oriente. Entre los
Padres y las Madres del desierto surgen grandes maestros y maestras que guiaban a quienes
acudan a ellos buscando luz para vivir el evangelio de forma radical. La dinmica de la rela-
cin entre acompaante y acompaado es de maestro discpulo. El discpulo slo obedece,
al maestro se le reconoce el don del discernimiento.
Francisco de Ass ha vivido la libertad del evangelio e invita continuamente a sus hermanos a
vivir con la creatividad del Espritu, asumiendo la responsabilidad del propio discernimiento
De Teresa de Jess hablamos a continuacin. Lo que aqu resaltamos es cmo en los siglos
siguientes, muchos testigos de la fe y fundadores de instituciones resaltan la importancia
de contar con personas experimentadas para la ayuda espiritual, y sealan para ello distin-
tas modalidades de acompaamiento: personal, grupal, en tiempos intensivos, en tiempos
ordinarios, etc. La mayora de los que estamos aqu sabemos de la importancia decisiva que
ha podido tener en su da un dilogo de acompaamiento para clarificar la propia vocacin y
adentrarnos en el camino del seguimiento de Jess.
En la segunda mitad del siglo XX, y por los abusos de poder cometidos, por el riesgo de la
alienacin de conciencias y otras causas, la direccin espiritual se fue deteriorando, porque
lleg a vivirse como una obligacin no comprendida ni asumida. Fue el Vaticano IIVI quien
nos anim a reavivar su prctica y discernir los signos de los tiempos. Tardamos en entender
y asumir la propuesta del Concilio, pero poco a poco, con el paso de las dcadas, parece que
va prendiendo esto que hoy llamamos acompaamiento espiritual.
Hoy en da, siguen conviviendo muy diversos enfoques, de entre todos ellos resaltamos en
Europa: la aportada por Jean LaplaceVII en una lnea ms esencial, de centrarse especfi-
camente en lo espiritual. El afirma que, a pesar del significado ordinario de la palabra, la
direccin consista ms en seguir que en dirigir, aunque sostiene que la relacin prxima a
la direccin sera semejante a la paternidad. Tambin reconoca que director poda ser
cualquiera que tuviera el carisma de la direccin, pero l prefera al sacerdote como director.
La escuela francesa de la direccin espiritual se fundamentaba en la patrstica y en la tradi-
cin.
Al acompaante, aqu se le pide una relacin muy cercana a la de la vida diaria, pero con
mucha calidad de escucha emptica y de discernimiento.
Nos unimos a todos aquellos que encuentran en el icono de Emas un paradigma para el
acompaamiento hoy, puesto que en el proceso de la pareja que camina se refleja la expe-
riencia de fe de todos nosotros. Pero de ellos hablaremos al final de nuestra exposicin.
Percibimos a Teresa como una acompaante testigo. Tambin a ella la incluimos en mu-
chos de nuestros cursos para aprender de su estilo y olfato de discernimiento. A Teresa se
le nota la influencia del Acompaante Misterioso que sale al encuentro de los suyos en el
camino de Emas! Por qu Teresa?
Porque ella misma, cuando comunica su experiencia lo hace ponindose en el lugar del acom-
paado, no como la maestra que ensea; en todo lo que escribe reconoce al Espritu como al
verdadero acompaante. Ella, acompaante de sus hermanas, siempre busc para s misma
el acompaamiento. Habla desde la experiencia, pero no trata de imponer dicha experiencia
a los dems, ella comunica de forma discreta (cuando habla de su experiencia siempre lo
pone en la boca de una tercera persona), comparte, sugiere
Con la distancia en el tiempo que nos separa es asombrosa la actualidad con la que resuenan
hoy sus reflexiones y lo tiles que nos resultan, teniendo en cuenta su contexto y el nuestro.
Santa Teresa de Jess no reconoce a cualquiera como buen acompaante, no. Y al tiempo,
lamenta muchsimo la desorientacin de tantas personas por falta de acompaamiento. De
ah la importancia que le da al perfil.
Dice as: Es muy necesario el maestro (acompaante) si es experimentado; que, si no, mu-
cho puede errar y traer un alma sin entenderla, ni dejarla a s misma entender Y yo he
topado con almas acorraladas y afligidas por no tener experiencia quien las enseaba, que
me hacan lstima y alguna no saba ya que hacer de s, porque no entendiendo el espritu,
afligen alma y cuerpo y estorban el aprovechamiento
Y desciende ms an, sealando ella misma las caractersticas que desea de un buen acom-
paante: as que importa mucho ser el maestro (acompaante) avisado, digo de buen en-
Me gusta mucho la lucidez de esta mujer al describir el perfil del acompaante, sabiendo
que le preocupaba, sobre todo, la gente que se inicia, es decir los jvenes. E insiste en que el
acompaamiento no es aconsejable exclusivamente para momentos puntuales de la vida o
para los que estn en periodos de especial formacin, sino que lo recomienda a lo largo de
todo el itinerario vital. Ella misma as lo vivi y as nos anima a hacerlo a nosotros mismos
como acompaantes. Todo ello avisando a sus monjas de los tiempos recios que les tocaba
vivir y la necesidad de hacerse amigos fuertes de Dios para afrontar estos tiempos, es de-
cir, ya contaba con los contextos. Por ah encontramos muchas intuiciones importantes en
nuestro Equipo para plantearnos el Acompaamiento.
Escuchar es el punto de partida de todo acompaamiento. Escuchar lo que pasa en los con-
textos, escuchar a los jvenes con los que tratamos, escuchar. A ello me puse como punto de
partida de mi reflexin.
Con ello no pretendo generalizar sobre los jvenes, bien sabemos que hoy en da los procesos
de crecimiento no son lineales ni generalizables, sino plurales, complejos y diversos. Lo que
quiero con ello es realizar el ineludible ejercicio, que a cada uno nos toca, de conocimiento
nico e intransferible de la realidad que pisamos cada da.
Los jvenes con los que tratamos, en general no demandan acompaamiento. Se acercan
movidos por la necesidad cuando tienen: dudas, aprietos, los, conflictos, tensiones, su-
frimientos, decisiones que tomar, necesidad de servicios o papeles que la parroquia ofrece,
etc. Respecto a la fe, llama la atencin que, sobre todo, plantean dudas sobre lo aprendido y
vivido con antelacin respecto de Dios porque ste no responde a las expectativas creadas,
por situaciones de sufrimiento o prdidas. Muchas veces expresan rechazo a lo religioso
mezclado con sentimiento de culpa, tambin confusin porque alguna materia estudiada en
la universidad est cuestionando sus principios y ya no saben qu creer.
Casi todos los acompaantes insisten en la idea siguiente: se acercan si t mismo haces
algn gesto de acercamiento, si te interesas por ellos, si sales a su encuentro, si te perciben
accesible (esto se nota mucho comentando con los compaeros). Y otra idea importante:
a veces, estas conversaciones fortuitas, pueden ser la puerta de entrada para el acompaa-
miento, slo decir: La sorpresa es que, si se hacen estos gestos, los jvenes se abren a fondo
para compartir.
Utilizan el recurso, algunos de aquellos a quienes se les ofrece desde las diversas plata-
formas y se les motiva previamente: el por qu, qu y para qu del acompaamiento (llama
la atencin cmo crece el aprecio por el acompaamiento en algunos colegios cristianos de
enseanzas medias). Jvenes de colegios mayores, parroquias, servicios de pastoral univer-
sitaria, movimientos varios, pastoral de jvenes, etc.
Los acompaantes aaden: Piden acompaamiento algunos de aquellos que ya estn inte-
grados en grupos o movimientos cristianos, pero no buscan un proceso continuado, al menos
al principio. Se animan a ello por el testimonio de algn compaero que le ha ido bien. Algu-
nos acuden con la intencin de poner orden a su vida: sufrimientos vividos con familia, ami-
gos, estudios, trabajo, algunas adicciones, dificultad para organizarse su tiempo, etc. Otros
se plantean la necesidad de descubrir qu hacer con su vida, en sentido vocacional, ms all
de la profesin. Los jvenes que padecen ms exclusin presentan problemas concretos de
necesidades bsicas no cubiertas. Hay quien, despus de una experiencia fuerte (EE, retiro,
camino de Santiago, etc.) acuden buscando profundizar en la experiencia de fe vivida. Y to-
dos, todos, anhelan y buscan sentido para su vida, este sera el denominador comn, porque
en general se encuentran bastante perdidos de cara al futuro y sienten ansiedad.
Lo conocen y lo quieren. Nos referimos sobre todo a jvenes ya ms mayores: con expe-
riencias fuertes ya vividas en otras etapas, con opciones vocacionales ya hechas, viviendo
procesos de formacin en seminarios, instituciones religiosas, movimientos laicales e in-
cluso otros que ya han hecho sus compromisos. A veces esta demanda surge a partes de
experiencias intensas de Ejercicios, retiros, voluntariados entre excluidos. Aquellos que son
ms jvenes les surge el deseo de adentrarse en el camino de la oracin personal y del en-
cuentro con Jess. Llegan abiertos y receptivos. Sin prejuicios. Se dejan acompaar. Los ms
mayores sienten necesidad reformular su situacin y orientar su vida. Algunos llegan con un
cansancio vital muy fuerte. Con una vida muy cargada de trabajo, tareas, responsabilidades,
xitos o fracasos Se han ido apagando, se sienten des-fondados, des-orientados, des-pa-
rramados. Vienen buscando descanso, con sed de conectarse, con miedo de hacerlo, con la
esperanza de un reencuentro con Algo/Alguien que en otro momento de su vida le atrajo,
le sedujo y le dio sentido.
A partir de esas experiencias intensas, es ahora precisamente, cuando anhelan vivir a fondo
su vida y su fe e incluso afrontar temas oscuros que hasta el presente no se haban atrevido
con ellos por miedo, culpa, vergenza, o muchos otros sentimientos.
Nos piden escucha en la bsqueda de su identidad, lo cual supone una dinmica in-
cmoda para nosotros, los adultos que les esperamos desde nuestras dinmicas ya
estructuradas, pidindoles que estn pero que no las desestabilicen ms de la cuenta...
Vivimos la contradiccin entre la exaltacin de lo joven y el rechazo a los jvenes. Los
buscamos para los voluntariados, pero no toleramos que cuestionen las normas o que las
rompan, nos quejamos de su no participacin en misa o en ms actividades eclesiales.
Hemos de reconocer que fuera de la iglesia tienen muchsimas ms ofertas que encajan
con sus lenguajes, formas de hacer o necesidades ms inmediatas.
En estos ltimos aos he aprendido que los jvenes son, -no deben ser- lo que proyecta-
mos en ellos. Es decir, slo a ellos les corresponde decidir cmo vivir y configurar su vida.
Los dems somos mediacin en su proceso, nada ms y nada menos. Para complejizar un
poco ms su situacin, los jvenes asisten a una falta de identidad de la propia sociedad.
Desde el proyecto de persona que les ofrecemos desde la Iglesia, o desde los movimientos
cristianos, somos conscientes de que la construccin de la identidad personal es compleja
y dinmica y de que es menos objetivable y evidente que hace unas dcadasXI.
Eso es lo que pretendemos con el Acompaamiento en nuestro grupo Ruaj: salir al encuen-
tro, regalar preguntas, escuchar, profundizar las situaciones, releer lo vivido a la luz de su
Palabra, todo esto que acontece mientas vamos de camino, como aprendemos incesante-
mente del buen Acompaante en el camino de Emas (Lc 24,13-35), con el tiempo pasarn
muchas ms cosas, lo que anhelamos es permanecer pacientemente en el proceso.
El acompaamiento nos gusta definirlo, ante todo, como modo de ser en relacin. Un modo
de relacin inclusiva, solidaria, humana y humanizadora. Una conversacin cara a cara. Me
gusta lo que la norteamericana Sherry Turkle escribe al respecto:
Reconocemos abiertamente que nos resulta ms sencillo enviar un WhatsApp que lla-
mar por telfono. Esta nueva vida indirecta de comunicacin nos est acarreando pro-
blemas. La conversacin cara a cara es el acto ms humano, y ms humanizador, que po-
demos realizar. Cuando estamos plenamente presentes al otro, aprendemos a escuchar.
Es as como desarrollamos la capacidad de sentir empata (). Adems, la conversacin
impulsa la introspeccin, esa conversacin con nosotros mismos que constituye la piedra
angular de nuestro desarrollo temprano y que contina durante toda la vida XV.
Este modo de relacin genera frutos porque contribuye a dar cualidad de existencia a la re-
lacin, a cada persona y en todos los nieles y dimensiones que nos constituyen. Tiene con-
secuencias en la vida de los acompaados.
As lo definimos, segn los derroteros por los que nos va llevando la vida: encuentro de
mediacin entre compaeros/as para acoger la Vida acompaando la vida, tratar de descubrir
la voluntad de Dios para cada uno (vocacin), para asentir a ella en el compromiso y vivirla
en la comunidad e Iglesia de Jess participando de su Misin en favor del Reino. Glosamos
un poquito esta definicin.
Compaeros/as tambin, porque la dignidad humana es la esencia comn a todas las perso-
nas que nos hace merecedoras de respeto y sujetos con capacidad para los mismos derechos.
La dignidad humana se define tambin como la inviolabilidad de cada persona. O el recono-
cimiento de que no puede ser utilizada por los dems como un mero instrumentoXVII.
Pero por decirlo no nos libramos de actuar como no queremos. Saber estar como compae-
ros/as tiene consecuencias prcticas en cada encuentro: cada uno aporta lo que le es propio,
el acompaado lo que quiere profundizar, el acompaante la escucha atenta con lucidez
de discernimiento. No con relaciones verticales arriba- abajo, no con relaciones de domi-
nio-dependencia; si con el modo de relacin propia de discpulos-compaeros, sabindolos
cada uno en un tramo de la vida, en una situacin diferente, pero ambos, en el camino de
Jess y necesitados de Acompaamiento igualmente (aunque de forma diversa).
Como acompaantes compaeros se nos pide ser testigos y anunciadores de la accin del
Espritu en el acompaado, como Juan hizo con su compaero Pedro en el Lago Es el Seor
(Jn21,7) pero con mucho respeto y con mucha discrecin, colocarnos al lado no delante,
ni de frente, acertando a ocupar nuestro lugar y reconocer al acompaado el suyo. Y se nos
invita a recordar, igualmente, que slo hay un Padre, el del cielo, y un Maestro, Jess, ellos
nos dan el Espritu
para acoger la Vida. Esta es la finalidad ltima del Acompaamiento, sean cuales sean
nuestras coordenadas de situacin en el camino. Buscar a Dios hasta encontrarlo o, mejor di-
cho, descubrir la manifestacin de Dios en lo que vivimos hasta sorprendernos encontrados
por l. Con este modo de acompaar secundamos la misin de Jess: He venido para que
tengan vida y vida en abundancia (Jn 10,10).
Dios nos crea por amor. Dios es dando la vida, hacindola posible. Todo cuanto existe hunde
sus races en Dios, como dira Zubiri. El libro de la sabidura lo expresa con mucha belleza:
T, Seor, amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que has hecho. Y cmo sub-
sistiran las cosas si t no lo hubieses querido? Cmo conservaran su existencia si t no lo
hubieses llamado? Pero a todos perdonas porque son tuyos, Seor, amigo de la vida (Sab 11,
24-26)
Sin embargo, la creacin no es un acto de magia de un Dios manipulador. Hasta poder vivir-
nos arraigados en la Fuente que nos da de ser hay un largo camino de crecimiento y decisin
en libertad responsable. Crecemos separndonos, dice la psicolog a; de este proceso de so-
cializacin/personalizacin del que nos habla Berger, y que dura toda la vida, llegamos a ser
lo que estamos llamados a ser, en el lento proceso de la reconciliacin y reunificacin con
nosotras y nosotros mismos, con los otros, con Dios.
El dinamismo creador nos lleva a re-conocernos como imagen suya y a entender que la rea-
lizacin plena slo puede darse en la alteridad; es decir, prolongando ese dinamismo creador
hacia los dems y hacia todo lo que existe.
Revelacin. La palabra revelacin remite a des-cubrir, quitar un velo para manifestar algo
oculto o revelar un secreto. La afirmacin del creyente es que Dios no slo est dndonos
de ser, sino que Dios est habitando todo lo que existe, todo est habitado por l. Por el Dios
Trinidad
el Dios comunin. La iniciativa de amor de Dios siempre nos precede. San Pablo alude
tambin a esta inhabitacin de Dios, pero para l la expresin ms correcta no es que Dios
est en las cosas, sino que todas las cosas estn en l, porque en l vivimos, nos movemos
y existimos (Hec 17,28). Nos resulta muy sugerente el comentario de R. Panikkar a estas
palabras: el cristiano no tiene esperanza del futuro, sino de lo invisible, es decir, todo nos
ha sido ya dado desde el principio. Slo tenemos que reconocerlo.
Todo eso lo descubrimos en Jess. Despus de hablar Dios muchas veces y de diversos
modos en estos das ltimos nos ha hablado por el Hijo (Heb 1,1). l nos lo muestra en su
relacin con el Padre y se verifica en su misin con los discpulos y con todas las gentes.
Por eso, tambin a nosotros, que estamos rodeados de tal nube de testigos, corramos con
constancia la carrera que se abre ante nosotros, fijos los ojos en Jess, el que inicia y consu-
ma la fe (Heb 12, 1-2) y ojal que nos animemos, como El, a embarcarnos en la apasionante
tarea del acompaamiento espiritual para despertar ms y ms ese deseo de Dios, en quien
podemos alcanzar la verdadera libertad y alentar la aventura de peregrinacin con Cristo
hacia el Padre (cf. EG, 170).
A decir de BaumanXIX, una de las lneas emergentes en culturas como las nuestras es vivir
sin referencias y siempre en movimiento, como consecuencia en parte de la diversidad y la
pluralidad existente. En esta situacin los virus de la incertidumbre, el miedo y el malestar
flotan en el aire y nos afectan a todos an sin darnos cuenta tomando posturas reactivas -
incluso en el acompaamiento- que nunca llegamos a explicarnos del todo. Todo eso como
influencia del contexto. Consideramos indispensable contar con l.
El contexto es todo lo que alude a la realidad de la vida y a las culturas, la historia y el mundo.
Y aunque creemos que los contextos no determinan absolutamente reconocemos lo mucho
que condicionan. Los contextos empaan, dificultan o facilitan los procesos de crecimiento y
el reconocimiento de la presencia del Espritu en ellos; los contextos singularizan cada situa-
cin: el estilo de vida cotidiano, la calidad con la que vivimos, el carcter dramtico o gozoso
de lo que acontece, todo influye.
Acompaar la vida es interesarse por todo lo que acontece en ella, sabiendo que esto no
se da en las nubes sino inscrito en coordenadas de: espacios en los que nos respiramos y
aprendemos los significados de las cosas (contextos, culturas, mbitos concretos), los tiem-
pos (edad cronolgica, momento histrico, coyuntura social), la tendencia al continuo mo-
vimiento. Como acompaantes nunca podemos escuchar los relatos desconectados de esa
realidad, cules son las referencias desde las que se comunican o la ausencia de ellas. Las
creencias que subyacen en esos continuos movimientos y vaivenes tan presente en nuestro
mundo globalizado.
La imagen de ser humano que subyace en nuestro enfoque nos lleva a concebirnos
uno unidad en la tridimensionalidad que nos constituye
Cules son los rasgos bsicos de lo humano que hacen viable la relacin de la persona con
Dios? Esta es nuestra afirmacin antropolgica de partida: Somos unidad en la tridimen-
sionalidad que nos constituye: somos cuerpo, psiquismo (alma) y corazn (espritu). Este
enfoque subyace en la Biblia y en la patrstica. La carta a Tesalonicenses lo expresa con mu-
cha claridad: Que l, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el
espritu, el alma y el cuerpo se conserven sin mancha hasta la venida de nuestro Seor Jesu-
cristo (1 Tes 5,23) Tambin la carta a los Hebreos lo expresa: La Palabra de Dios es viva
y eficaz y ms cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el
alma y el espritu, hasta las junturas y mdulas; y escruta los sentimientos y pensamientos
del corazn (Heb 4,12)
a) El cuerpo. Los biblistas nos ensean la procedencia de este trmino: basar (en hebreo) y
soma en griego. La experiencia originaria del ser humano es la de un yo encarnado, so-
mos cuerpo, somos en el cuerpo, podramos decir. El Verbo se hizo carne (Jn 1, 14) con
la encarnacin de Jess el Hijo, podemos recuperar el cuerpo, darle carta de ciudadana
y con l, superar dualismos, fragmentaciones, sesgosXX. Reconociendo al cuerpo como el
primer contexto que nos contiene, recuperamos -con l- las coordenadas que nos per-
miten comprendernos como humanos: el tiempo, el espacio, y por ello, el mundo y la
historia. El mundo es nuestra casa, el viaje de la vida slo podemos vivirlo insercin en
nuestro mundo. El cuerpo nos liga a la tierra, al mundo y a la historia. Cmo plantearnos
desde ah ningn tipo de acompaamiento que subraye exclusivamente espiritualidades
b) El psiquismo o el alma, dicho con la expresin bblica, nefesh, en hebreo y psyqu en grie-
go. Al reconocer la existencia del alma estamos afirmando que el ser humano vale ms
que cualquier otra realidad humana. El alma nos permite la consciencia y el contacto, y
por ello, establecer dilogo con nosotros mismos, con los dems, con Dios. El alma ex-
presa la capacidad de referencia del ser humano a la verdad, al amor eterno (Benedicto
XVI). Es imprescindible contar con la existencia del alma. No podemos vivir como se-
res des-almados, tampoco como seres des-cerebrados, eso niega nuestra condicin
humana. En este enfoque tripartito el alma asume todas las funciones que tienen que ver
con la inteligencia, la afectividad, la voluntad, la imaginacin, todas nuestras facultades
y relaciones, pero deja al espritu las cuestiones ms relacionadas con DiosXXI. Nosotros
preferimos referirnos a esta dimensin como psiquismoXXII. En l se generan todo tipo de
explicaciones y significaciones de lo ocurrido. Es decir, desde el psiquismo se concibe,
compone, forma y configura la identidad y la motivacin; el psiquismo revela sentido en
los nuevos significados que emergen y facilita que el yo personal asuma las riendas de la
vida de manera reconciliada, integrada y unificada XXIII. La tarea del psiquismo (alma) no
es slo animar al cuerpo material y darle vida, sino sobre todo organizarlo, unificarlo y
prepararlo para recibir el espritu.
c) El corazn o el espritu humano (en sentido bblico), ruah (en hebreo), pneuma (en grie-
go). El espritu es la facultad ms noble que tenemos como humanos. Desde ella todo
puede unificarse. El espritu humano entra en comunin con el Espritu Santo (Rom 8,16)
y transforma el resto de la persona. Desde el espritu podemos coordinar todas las otras
dimensiones que nos constituyen. Es aqu donde se da la relacin con Dios, el contacto
con l y se hace posible la unin. Por eso nos gusta mucho hablar del corazn en el sen-
tido bblico, para referirnos a este nivel de hondura. El corazn se convierte en la sede
del espritu. Desde el corazn podemos pensar en totalidad, contactar con la propia con-
ciencia, decidirnos con alegra, voluntad y libertad a seguir la llamada de Dios, el proyecto
de amor para cada uno, descubierto como vocacin personal. Todo ello se siente en los
movimientos sentidos por la accin misma del Espritu de Dios. Es decir, en el encuentro
con Dios se integra y convoca a todas las otras dimensiones de la persona. De ah la im-
portancia de vivir conectados con el corazn. Acoger la Vida es semejante a decidir llegar
al lugar del corazn, habitar la casa que se nos da como don.
Varias imgenes sirven para presentar este enfoque, Santa Teresa de Jess habla del castillo
interior, la zona noble de la casa donde habita el Seor. Tambin ella misma nos regala otras
imgenes como son el palmito, un vegetal que es el tallo de las ramas de las palmeras. Otras
imgenes alimenticias tambin son muy sugerentes: la cebolla, esa verdura tan comn en la
cocina. Hoy nos gusta fijarnos en la almendra, formada por varias capas: la piel exterior, la
cscara, la semilla. Entre ellas existe un vnculo profundo, pero tambin se distingue clara-
mente cada una. En el proceso de maduracin de la semilla, todas las capas van cambiando,
as ocurre en nuestro proceso de crecimiento hasta la plenitud en Cristo.
La tarea principal del acompaante es alentar el viaje hacia lo profundo del corazn. Y en esta
tarea es indispensable el discernimiento. De l hablaremos en otro punto.
La idea de proceso tiene mucha fuerza en la tradicin espiritual cristiana: itinerario, camino,
carrera, peregrinacin, crecimiento, progreso, escalas, estadios etapas, subidas, moradas,
etc. Mltiples imgenes para expresar una realidad comn: la vida cristiana se vive de modo
progresivo, en distintos grados de profundidad o de plenitud y est permanentemente abier-
ta a un crecimiento siempre mayor.XXV El proceso siempre aspira al crecimiento pleno que
es la configuracin en Cristo Rom 8,29.
Nos gusta de manera especial la imagen de los Sabios de Oriente (Mt,2) como icono de reve-
lacin, bsqueda, movimiento. Nos alienta muchsimo la conviccin experienciada de Agus-
tn de Hipona, de entre los muchos testimonios de la tradicin espiritual. Viene a decir,
estamos preparados para la itinerancia por esa ansia de plenitud existente en cada uno de
nosotros que continuamente nos impulsa al movimiento, a trascendernos, a ir ms all de
nosotros mismos. A todos nos resuena de memoria su grito: Nos hiciste Seor para ti y
nuestro corazn est inquieto hasta que descanse en ti (confesiones 1,1).
Lo que cuenta en los procesos es la actitud de buscar. La fuente de todo proceso se encuentra
en el corazn de la experiencia de cada persona y realidad: Como los zahores, tenemos que
estar atentos a esta evolucin, lejana o prxima, de la fuente viva. Atento al pozo secreto que
cada uno lleva en lo ms profundo de s mismoXXVI.
Al acompaante le toca atender a lo que se mueve por dentro, a partir de las miles de si-
tuaciones de la vida cotidiana y de la relacin misma con Dios. Esto no ocurre de repente,
aunque en un determinado momento se caiga en la cuenta de ello; se intuye poco a poco, se
vislumbra entre imgenes ntidas y deformadas, se va haciendo actitud configurada y confi-
guradora de un peculiar estilo de vida.
Una clave para explicar el proceso nos la ofrece el dicho de E. Schillebeeckx, todo empez
en un encuentro, referida a la vida nueva que comienza para los discpulos al encontrarse
con Jess. Todo proceso espiritual comienza con un encuentro de amor que nos da el ser,
que nos sostiene y alienta hasta que lleguemos a la plenitud, la unin completa con quien es
nuestro origen y destinoXXVII.
Para que un proceso espiritual se haga proceso vital hace falta tomar conciencia de dicho
proceso y hacerse cargo de l. El Espritu es quien lo desencadena en cada uno. Decidirse a
vivirlo supone asentir en libertad. Crecer en conciencia de proceso lleva a adoptar una actitud
de itinerancia y bsqueda; tratar de vivir cada da y en cada circunstancia intentando hacer
Lo esencial de una existencia cristiana es esto: he despertado por una palabra voca-
tivo, he sido llevado por una mano amorosa, he sido sostenido con una fuerza con la que
yo no contaba y que contaba conmigo, he marchado hacia una meta que yo no haba
avistado y que me esperaba. El da en que lo descubr me dirig agradecido y suplicante
al SeorXXVIII
Este tipo de pedagoga de procesos, pide unas prcticasXXIX especficas en aquel que acompa-
a. En los encuentros de acompaamiento:
a) Son ms importantes las preguntas que las respuestas. La pregunta genera siempre un
movimiento concientizador y personalizante que lleva directamente al fondo. Adn:
Dnde ests? Qu quieres que haga contigo?. Quin decs que soy? De qu ha-
blis mientras vais de camino?
b) Tiene prioridad el dilogo sobre los discursos. En un momento marcado por la intercul-
turalidad el dilogo parte del reconocimiento de la pluralidad, que nada tiene que ver con
el relativismo. En el dilogo siempre nos abrimos a expresar nuestros puntos de vista y
nuestras convicciones, pero igualmente nos abrimos para acoger los de los otros, cami-
nando juntos hacia la construccin de convergencias.
Hasta aqu nuestro modo de entender el acompaamiento. Cada acompaante podemos de-
ducir todas las consecuencias que se derivan de ello. Ahora focalizamos ms an la persona
del acompaante, buscando un posible esbozo de perfil. Nos preguntamos:
Lo expresamos con tres rasgos o tres dinamismos, tomados como un todo. Pretendemos, con
ello, sugerir algunos caminos de integracin para andar por la vida con confianza y respeto.
Confianza porque la madurez nos regala el poder afrontarla con una cierta serenidad. Respe-
to por su carcter de misterio, no sabemos el futuro, la vida en cualquier momento nos sita
en los lmites de la vulnerabilidad.
Nos identificamos con Ruiz de la Pea cuando dice define a la persona que llega a la madurez
y libertad como aquella que dispone de s para hacerse disponible XXX. Nos gusta tambin
la imagen de habitar la casa que la misma Teresa de Jess utiliza en las segundas Moradas
de su Castillo interior, para animar a cada buscador de Dios a no andar por casas ajenas, sino
llegar a vivir arraigados en los cimientos del amor de Dios y avanzar en el proceso de cono-
cimiento, estima, reconciliacin y unificacin de s. Esto hace posible habitar la propia casa,
es decir, vivir con seguridad y confianza bsica; desarrollar sentido de autonoma e interde-
pendencia suficiente como para salir al encuentro de los otros sin manipularlos ni tratar de
dominarlos. estando ya mi casa sosegada escribe Juan de la Cruz en el comienzo de su
poema Noche Oscura del alma
Esto permite tomar postura con ms seguridad y responsabilidad teniendo en cuenta la rea-
lidad y la limitacin humana. La importancia de esta capacidad radica en que no nos queda-
mos en la periferia de lo que ocurre, al contrario, se nos capacita para adentrarnos a profun-
dizar y descubrir
qu pasa en todo esto que pasa? cules son los mensajes de fondo de un fragmento de
cosas? Se trata de pasar del mensaje al meta-mensaje de los relatos, como dicen algunos
tericos de la comunicacin.
Este modo de entender el crecimiento explica cmo a lo largo de la historia, muchos hom-
bres y mujeres nos hayan transmitido el mensaje de Jess por el testimonio de su estar, su
decir-bien, su escuchar-bien, su hacer-bien sern los acompaantes experimentados
que dice Teresa de Jess? Este era su secreto: posean el fuego del Espritu. Es El y, -El en
todas las cosas-, el que libera, enraza la madurez humana en la fe cristiana.
Cmo es posible sentir eso? Por la fe. Puro don, fuente real de todo acompaamiento. Fe
que se siente, cuando en el correr de los aos, al tiempo que se experimenta ms pobreza
humana, acompaa la sorpresa de la sabidura, entendimiento, fortaleza, .... amor de Dios.
Cunto ayuda a todo ello suplicar los dones del Espritu! Y vamos con el segundo dinamismo
del perfil:
Les motiva diciendo: Yo quera a su madre, se lo digo sin tapujos. Ella me habl a menudo
de ustedes Y ante las resistencias de Simn, uno de los gemelos, el notario, con toda liber-
tad y respeto, le confronta as a Simn:
Calma Simn, calma. Quiz esto no me concierne, pero reconozca que Ud. plantea tambin
las cosas a su conveniencia no s, esto no me concierne, tiene Ud. razn, pero y si lo
que les pide su madre no es fruto de un acto de locura sino un regalo que ellas les haca?
() Por supuesto ustedes tienen la libertad de hacer lo que quieran, tienen la libertad de
no responder a las voluntades de su madre! No estn obligados a nada. Pero no pueden exi-
gir lo mismo de los dems. De m, de su hermana. Los hechos estn ah: su madre pide una
cosa a cada uno de nosotros tres, son sus voluntades, y cada uno hace lo que quiere. Hasta
los condenados a muerte tienen derecho a la ltima voluntad. Por qu no su madre? Y as se
comienza una impresionante historia de amor.
A lo largo de toda la historia, la presencia del acompaante notario es discreta pero incisiva.
Qu le permite actuar as? La integridad con la que se le percibe, la libertad para actuar
segn sus hondas convicciones, aun cuando este modo de actuar tiene consecuencias en su
carrera profesional. No s por qu, al escribir sobre este punto me ha venido la imagen del
notario, pero ah est. Si, sus convicciones y la experiencia de querer a esta mujer, lo lleva a
actuar con tanta libertad y tacto, qu no ser posible para aquellos que tratamos de vivir tras
las huellas del Resucitado y al aire del Espritu en su Iglesia?
Qu nos ayudara a no suplantar al mismo Espritu? Slo una cosa, vivir conectados con lo
profundo del corazn Vivir a su aire! Vivir -tambin nosotros mismos- este proceso de
crecimiento en la fe que pretendemos acompaar a otros.
La vida en el Espritu es la misma vida teologal, creo que en esto estaremos todos de acuerdo,
no consiste en prcticas y doctrinas sino en:
Una nueva forma de ser desde Dios, de acogida y consentimiento a su Presencia que lle-
va a reorientar la mirada, a convertir el corazn, a rehabilitar el deseo, a transparentar
en la propia vida la Vida de Dios. Por eso, la vida en el Espritu es tambin cultivar una
atencin alerta a la gente y a los acontecimientos de cada da, que revelan as lo sagrado
presente en ellos. Significa escuchar y no impedir que el Misterio que late en nuestra
existencia como Uno y Englobante, como Abismo que origina y fin que polariza (Martn
Velasco) se manifieste y lo haga en la profundidad de nuestro ser y en la vida cotidiana,
en el rostro de los hermanos, en quien su Rostro brilla de manera ms perfecta.XXXII
Esta viva teologal va generando en el acompaante diversas actitudes que le ayudan a l mis-
mo, a liberar su libertad, y a vivir con libertad de discernimiento la relacin con los dems,
a) Acoger y reconocer con agradecimiento todo lo recibido de Dios, cmo su amor nos consti-
tuye y nos hace crecer, de reconocer confesando cunto nos ha dado Dios en Cristo, y de
reconocer adorando su presencia en el interior de la historia y en la propia vida.
d) Compromiso que se verifica en la vida cotidiana, energas que se unifican y centran todas
ellas en torno al proyecto salvador y liberador de Dios. Slo quien cree en otro no slo
en teora, sino tambin en las decisiones prcticas- y conforme a l orienta su vida, logra
rebasarse a s mismo, de suerte que ya no gire nicamente en torno a su propio ingenio,
para acabar no comprendindose ni a s mismo (Karl Rahner, meditaciones sobre los
EE de san Ignacio, 227)
Cuando cultivamos esta disposicin permanente para vivir al aire del Espritu, se nos da la
certeza humilde de saber que, ms all de nosotras y nosotros mismos, de nuestras torpezas
y balbuceos, siempre est el verdadero Acompaante. Pablo de Tarso saba bien de esta expe-
riencia. A nosotros nos toca acoger y consentir a su accin, pero es el Espritu de la libertad
el que, escudriando todo, intercede por nosotros ante Dios, mientras nos acompaamos en
el camino (cf. Rom 8,26-27).XXXIII
Encarnado en la realidad que estn viviendo y sabindose caminando con otros herma-
nos y hermanas en la fe
Me llega mucho algo que he ledo preparaba esta lo que he ledo uno de estos das: El hecho
mismo de contemplar las esperanzas de nuestro mundo ya lo est haciendo diferente, inclu-
so para transformarlo, de ah que resulte clave el hecho mismo de la forma de mirarXXXIV.
Abierto a las diferentes culturas y contextos. Nadie puede vivir al margen de sus contextos,
al margen de los otros. La insercin en la realidad pide un dilogo constante con ella, di-
logo de ida y vuelta puesto que la realidad misma, es decir, los contextos y las culturas nos
modelan y somos modelados continuamente por ellos. Atencin a los contextos de los jve-
nes, atencin a nuestros propios contextos. Esa es la Misin eclesial ms apremiante en este
momento.
Termino este punto. El fundamento teolgico de todo esto que decimos lo encontramos en
la comunidad misma de Jess: La comunidad de Jess se constituye con aquellas y aquellos
que, convocados por el Dios de la Vida, han acogido su misericordia entraable derramada
en Jess y se han sentido provocados a vivir la fraternidad, y a ser fermento y sal en medio
de las realidades histricas. La imagen por excelencia para hablar de la Iglesia es la de ser
familia donde nos reconocemos en una experiencia comn de filiacin que se transforma
en fraternidad. Los primeros seguidores y seguidoras de Jess se sintieron, en primer lugar,
hijos en el Hijo y, por ello, comenzaron a tantear las sendas que conducen al sentirse her-
manos en el HermanoXXXV.
Qu entendemos por libertad desde el punto de vista cristiano? Cmo podemos no respe-
tarla si es Dios mismo quien nos ha hecho libres? Juan Luis Ruiz de la Pea, repeta apasio-
nadamente en sus clases: ser persona es ser libre y ser libre es ser persona si negamos
la libertad individual de una u otra forma, negamos igualmente las libertades sociales y las
consecuencias seran imprevisibles. Nuestra fe cristiana no reconoce el mundo como un es-
cenario en el que Dios mueve a su gusto los hilos de la trama, hace l slo su monlogo y
dicta a su antojo su voluntad sobre nosotros. La fe cristiana concibe la relacin con nosotros
como el dilogo entre dos libertades, la suya y la nuestra. El anuncio de la buena noticia, la
llamada a la conversin, la llamada vocacional de Jess a sus discpulos es, en s misma, una
llamada en libertad que espera una respuesta, tambin en libertad. Una respuesta en la que
est en juego los derroteros que seguir la vida. Por eso, dicen los antroplogos, que creer y
hacer la experiencia de la libertad son una misma cosa.
La libertad se vive con distintos grados de cualidad , en eso tambin vamos creciendo. Ayuda
mucho en la prctica concreta del acompaamiento saber dnde est cada uno para salirle
ah a su encuentro. En un nivel perifrico, la libertad podemos reducirla a tomar una decisin
ante varias alternativas posibles (aunque no es poca tarea sta para algunos de nuestros j-
venes). En un nivel ms reflexivo, la libertad hace posible dar una orientacin a la vida segn
determinados valores. En el nivel del corazn la libertad lleva a poder descubrir la vocacin
personal y vivir la vida como misin, cmo se realiza este proceso desde la libertad? No en-
tendiendo esta voluntad de Dios como un mandato externo, arbitrario o providencialista, que
alguien aconseja o impone desde fuera. S descubriendo que captar y acoger la voluntad
de Dios es el camino que lleva a la plena realizacin de nuestra identidad; dicho con otras
palabras, somos libres para llegar a ser lo que se nos ha dado ser, imagen de Dios en Jess.
Pablo y Juan oponen esclavitud a filiacin, no a libertad, po rque la libertad humana alcanza
su ms alta forma de realizacin en la filiacin adoptiva (Rom 8,15.21; Gal 4,3-7; Jn 8,32ss)
Y porque todos somos hijos de un mismo padre, las decisiones son tanto ms libres cuanto
ms construyan la sociedad fraterna soada por Dios.
Crecer en libertad es esencial para actuar con conciencia recta y verdadera en la vida . Lo
expres muy bien el Vaticano II. La autntica libertad es una esplndida seal de la divina
imagen en el hombre, ya que Dios quiso dejar al hombre en manos de su propia decisin, de
modo que sepa buscar espontneamente a su Creador y llegar libremente a la plena y feliz
perfeccin, por la adhesin a l (GS 17). Llegar a ser imagen de Dios y responder a su volun-
tad pide de cada uno, segn esto, obrar en libertad y autonoma, vinculndose plenamente
a Dios, porque es l quien con su accin creadora y sostenedora de todo cuanto existe, es el
En esta formulacin del Concilio hay una autntica paradoja, porque la autonoma hu-
mana se afirma a la vez conjugando la libertad y la gracia divina, y supone articular
la razn y la voluntad humana con la sabidura y la providencia de Dios (Veritatis
Splendor, 41). Esa dinmica paradjica la expresa muy bien el apstol Pablo cuando afir-
ma que todo lo puedo en aquel que me conforta (Flp 4,13), y supone haber comprendi-
do que la dependencia radical de Dios no crece en proporcin inversa, sino directa, con
la verdadera autonoma ante l (K. Rahner)XXXVII.
La libertad es sobre todo la capacidad y posibilidad que Dios concede a todo ser humano de
abrirse a l como origen y meta de su ser, y crecer en el amor o de rechazarle, y no es, por
consiguiente, indiferencia, ni independencia, ni mirar la vida desde s y para s, ni hacerse
dueos de las cosas y de los otros. Y esto implica crecer en libertad interior, en capacidad de
autotrascenderse, y en confianza en un Dios comunin que nos invita a crecer en todo hacia
l por medio de Cristo, viviendo con autenticidad el amor (cf. Ef 4,15).
Pero, adems, Dios nos ha hecho libres con una libertad que implica la capacidad de respon-
sabilizarse de todo hombre y de toda mujer, de toda realidad humanaXXXVIII.
Qu podemos hacer en la prctica del acompaamiento para tamaa tarea? La vida nos va
enseando que lo nuestro es: crear condiciones de posibilidad para que puedan surgir expe-
riencias de crecimiento y liberacin en los acompaados. Es condicin sin la cual reconocer
la iniciativa al acompaado y al Espritu que trabaja en l. Acertar a ocupar nuestro lugar y
Tomar conciencia de todo eso que pasa es el primer paso para hacernos cargo de la vida y
asumir la autora de lo que hacemos. Poner nombre ayuda mucho solemos escuchar. Y
nosotros apostillamos, poner nombre ayuda mucho, pero lo que importa es ponerle nombres
autnticos a las cosas y eso no se hace cuando el acompaante no deja hablar al acompaado,
se anticipa y corta con frecuencia su expresin diciendo: lo que te pasa a ti es.
Crecer en consciencia es caer en la cuenta uno mismo de lo que pasa, prestar atencin. Esta
es la primera condicin de posibilidad para liberar la libertad. aprender a ser nosotros mis-
mos ante el otro; esto ayuda muchsimo a expresarse en verdad y comprometerse cada vez
ms con la comunicacin. Tomas Merton invita a los acompaados a cultivar este tipo de
atencin:
Debemos ser muy abiertos y claros, sin prejuicios y sin teoras artificiales acerca de noso-
tros mismos. Hemos de aprender a hablar en conformidad con la verdad que llevamos den-
tro, tanto como la podamos percibir. Hemos de decir lo que realmente sentimos en el fondo
de nuestra alma, y no lo que pensemos que otros quieren que digamos, o lo que cualquier
otro acaba de decir. Hemos de estar preparados a tomar total responsabilidad de nuestros
deseos y aceptar todas las consecuenciasxl.
Las preguntas pueden surgir por una situacin concreta que despierte entusiasmo o te-
mor- o por la acumulacin de un malestar sordo pero persistente que se hace inaguantable.
Esta situacin puede suponer la irrupcin de una gracia que nos viene a colocar de nuevo en
nuestro autntico lugar: la interioridadxli.
Performativo es aquello que al enunciarse realiza la accin que significa Los verbos per-
formativos son aquellos que, por el mero hecho de enunciarse producen un efecto en el
mundo, es decir, que no se quedan en meras palabras, sino que tienen consecuencias reales.
Quien desempea la tarea de acompaante slo puede hacerlo desde la absoluta modestia
de sentir que se le permite la entrada; desde la humildad de quien sabe que se le invita a
participar, y slo como acompaante, en el camino del Espritu que recorre la persona acom-
paada.
Y como se trata de participar en la obra del Espritu, ha de avanzar con profundo respeto,
como de puntillas. Ser, sobre todo testigo de la accin de Dios y ayuda a distinguirla de la
que slo es aparienciaxliii.
Mostrar un modo de acogida que vincula sin crear dependencias, sin intencin de poseer
ni dominar. Un modo de acogida respetuoso que abre espacio para el encuentro porque el
acompaado recibe aceptacin de quien escucha.
Mostrar empata al estilo de Jess para saber compartir alegras y sufrimientos de los acom-
paados sin juicios ni reproches. Con ello haremos camino de libertad ambos, el acompa-
ado descubrir que no hay ningn tipo de fingimiento en el acompaante y se har ms
posible adentrarnos en los caminos del discernimiento.
Este modo de estar al lado del acompaado evangeliza al propio acompaante. Se le concede,
poco a poco, como dice el Papa Francisco, la capacidad del propio corazn que hace posible
la proximidad, sin la cual no existe el verdadero encuentro espiritual.
Con este modo de hacer, actualizamos en cada encuentro, el objetivo hondo del acompaa-
miento espiritual, alentar es ese proceso de peregrinacin hacia el Padre, con el desarrollo
pleno de nuestra vida, siguiendo a Jess e identificndonos con l. Es decir cultivar el anhelo
permanente para que nada haya ms importante en nuestra vida y en la vida de los que
acompaamos, que secundar su sueo de amor con todo lo que somos y hacemos- sobre
nosotros y sobre el mundo (JA Garca)
Despus de todo lo dicho, cmo no vamos a priorizar la imagen de mistagogo, para expresar
la actividad principal que se espera del acompaante? Lo ms importante del acompaa-
miento, como dijimos al principio aludiendo a Juan el Bautista, es preparar el camino para el
encuentro con Jess y alentar el proceso de vivir con alegra en su seguimiento.
Mistagogo es aquel que ayuda a conducir a cada uno desde lo que todava no es hasta lo que
est llamado a ser. Cultivar la mirada del corazn para ver a Dios incubndose en el corazn
de cada personaXLIV.
Como dijimos en el comienzo, en los siglos IV y V, existieron las Amms del desierto. A es-
tas mujeres se les denominaba parteras de la sabidura, verdaderas madres espirituales, no
menos pneumatforas (portadoras del Espritu) que sus homlogos, los varones, mujeres
capaces de escuchar los corazones de quienes las rodeaban, de modo que el Espritu daba
a luz a Cristo en el corazn y la vida de estas personas. Y as, como parteras, respaldaron
la experiencia de una dimensin -que, a medida que se desenvolva, se tornaba ms y ms
plena- del Cristo que habitaba en el corazn de las mujeres y los varones a quienes servan
y escuchabanxlv
Se nos invita a ser acompaantes mistagogos, todas y todos acompaando, sabiendo que
lo mistaggico se despliega a partir de la irrupcin del Misterio de Dios. Esto se percibe en
cambios concretos en la vida, en el dinamismo espiritual que se genera: la transformacin
de su horizonte vital y la reorientacin de su existencia. Benedicto XVI nos lo record en una
de sus encclicas: no se comienza a ser cristiano por una decisin tica o una gran idea, sino
por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la
vida y, con ello, una orientacin decisiva (DCE,1)
Para esto necesitamos una Mistagoga, como dijo Rahner. Una iniciacin a la experiencia que
nos ayude a descubrir y acoger nuestra vida y existencia referida al Misterio que llamamos
Dios. No es tarea fcil por la situacin actual que vivimos, en medio de la indiferencia y des-
afeccin de muchos ante las mediaciones religiosas. Pero no se agota ah el anlisis. Tambin
percibimos en otros el retorno a lo sagrado, un creciente inters por lo espiritualxlvi.
La situacin actual es todo un reto para nosotras y nosotros. Una oportunidad para la re-
composicin de la fe autntica en Dios. En dilogo con la realidad de nuestro mundo, con
las generaciones ms jvenes, hacen falta nuevas formas para la transmisin y propuesta
de la fe, entre esas nuevas mediaciones el acompaamiento espiritual resulta especialmente
valioso.xlvii.
Cuenta un relato de los Padres del Desierto que haba un anciano con el don de la cardiog-
nosis y que tena un discpulo ansioso de este mismo don para poder ayudarlo. Al anciano le
pareca que el joven discpulo no estaba an preparado, pero tanto insisti el discpulo que el
Anciano rez por l y le fue concedido el don. Pocos das despus, un hombre se acerc a la
ermita para recibir la bendicin del venerable Anciano. El joven discpulo lo recibi y qued
escandalizado de los pecados que vio en su interior. Entonces, indignado con aquel hombre,
lo ech del recinto, recriminndole que se hubiese atrevido a presentarse en aquel estado
moral deplorable. Advertido por los gritos, el Anciano sali de su celda y al punto lo com-
prendi todo. Llam al joven novicio y le dijo: te das cuenta de que no estabas preparado
para ver? Este hombre ha venido a nosotros en busca de misericordia y de ti slo ha salido
juicio. Parece que el mismo discpulo le pidi que lo liberase de aquella carga que no estaba
preparado para llevar.
El Acompaante mistagogo, pneumatfora- , es aquel que sabe mirar como Dios nos mira,
es decir, desde lo que estamos llamados a ser y llegaremos a ser. Y poner ese don al ser-
vicio del acompaamiento, sin por ello pretender ponernos por encima o guiar las concien-
cias de los acompaados. Esto sera contradecir de manera performativa, tambin, el don.
Los contextos y la sensibilidad actual nos piden un ejercicio de la mistagoga acorde con los
tiempos que vivimos, sin desvirtuar el discernimiento.
Impacto. Se han interesado por mi, me han escuchado, me han tomado en serio en lo que
deca, no me he sentido etiquetado. Los adultos me han respetado, me he sentido tratado
con mucha dignidad en mi edad y situacin. Nunca haba imaginado que haya adultos que
me entiendan, que se pongan en mi piel, que no se escandalicen de lo que me pasa.
Sorpresa: Nunca hubiera imaginado que me ayudara tanto hablar con alguien as, profun-
dizando, interiorizando. Estoy sorprendido/as de cuantas cosas descubro de m mismo/a.
Agradezco que no se me den recetas, que me acompaen para buscar mi vida, Pero prefiero
bucear en mi interior en compaa, slo me da miedo.
Deseo. Quiero ms. Vena buscando luz para una decisin puntual que tena que tomar y he
encontrado un horizonte para andar tras l. Vena con una pregunta pequeita y ahora se
me ampliado muchsimo, tiene mucho ms valor del que yo me haba imaginado., esto me
anima y me hace sentirme mejor, mucho ms yo y ms dispuesto a andar por este camino
de conocerme, responsabilizarme, vivir con un proyecto.
Si no llega a ser por un amigo, que me ha dicho lo bueno que puede ser el acompaamiento,
no me hubiera animado.
Ahora entiendo. Una cosa es tener experiencia de Dios y otra saber que se haba tenido ex-
periencia de Dios. Sin el acompaamiento.me lo hubiera perdido! Gracias.
Que sorpresa poder hablar con alguien que siento tan distinto/a mi. Yo no soy
creyente, t s. Yo creo que tengo unos valores distintos que los tuyos y e interesas por lo
mio. Esto de compartir este proyecto de voluntariado me ha hecho un regalo impresionante
contigo.
Me siento buscador de Dios. Que el acompaamiento me sirva para buscar a Dios, para
Me siento reconfortado. Yo que estaba a punto de abandonarlo todo, y estos ejercicios, este
acompaamiento me ha hecho recuperar la energa, conectarme de nuevo, conectar con
Dios, retomar el camino. Gracias!
Se me ha cambiado totalmente la imagen del acompaamiento. Antes cre que era, pues
eso, resolver problemas , recibir consejos, y la verdad, ahora me doy cuenta que es como
tener una buena compaa para madurar mi fe, mi compromiso, mi relacin con Jess.
Gracias
Y lo mejor de todo es que no es solo personal, tambin comunitario. Desde que he descu-
bierto el acompaamiento noto que me tomo con ms inters escuchar yo mismo en los
grupos, aportar, yo que viva la comunidad casi como un deber ahora he descubierto que
es otro modo tambin de acompaamiento.
Eso del discernimiento Que bueno! Me alucina un poco. Yo tena una idea mgica de la
voluntad de Dios, me doy cuenta ahora, con el discernimiento se puede llegar muy lejos.
El acompaamiento es como una luz larga para el camino. Cmo plantearme mi vida como
proceso sin ello? Cmo mantenerme en el seguimiento de Jess, vivir el compromiso sin
esta ayuda?
Y un largo etc. Ante todo esto que escuchamos se nos suscitan preguntas: Si no ofrece-
mos este servicio de acompaamiento en las diferentes plataformas educativas y pastorales
Dnde estamos los adultos? Si no estamos acompaando la vida de nuestras generaciones
ms jvenes, quin lo har? Quin se ocupar de ellos? Cmo harn esta transicin a la
vida adulta si no tienen adultos que sean referencia en su vida? Es primordial hoy estar y
ofrecer estos espacios a jvenes si no queremos ser responsables de generaciones perdidas
acompaadas exclusivamente la virtualidad de las redes, sin que se me interprete con ello
que estoy desestimando lo valiosos que pueden resultar las redes y medios de comunicacin
utilizamos al servicio de la vidaXLVIII
Me pregunto:
Qu podemos ofrecer como Iglesia a estos jvenes que tienen estas demandas y valoran
estas propuestas?
1) Los itinerarios de los jvenes hoy son tan diversos que la prctica del Acompaamiento
personal es modo de Evangelizacin privilegiada.
Por el Acompaamiento podemos pasar de vivir fragmentados a una situacin de existencia
ordenada y unificada. Por el Acompaamiento podemos conectar con el corazn y abrirnos
a la manifestacin del Dios que clama por mostrarnos su amor. La prctica del acompaa-
miento es una forma de creer en el poder de la Palabra y de las palabras como mediacin,
puesto que no slo de pan vivimos (cf.Mt 4,4). Nuestro Dios cristiano es el Dios de la Pa-
labra, a travs de ella nos da nombre, vocacin. Nos fortalece con su Espritu para decidir la
inclusin en la comunidad eclesial y recibir misin. En cada persona la vocacin es singular.
Acompaar y discernir el proceso de cada cual para aportar la riqueza de cada uno en la co-
munidad e Iglesia.
2) Otras formas de Acompaamiento que tambin expresan el mensaje del evangelio: todas
aquellas que surgen en experiencias de voluntariado, insercin entre los pobres, trabajo
por la vida y la dignidad de las personas, etc.
Muchos de estos jvenes no se hacen preguntas sobre Dios, ni siquiera se interesan por l,
pero s se hacen preguntas desde los acompaantes testigos. Por qu? para qu? qu
buscas?
Aqu se suscitan tambin muchas preguntas de sentido, conectan con sus fondos personales,
aquellos que son poco o nada visitados y siempre anhelados. Tambin Dios puede emerger
de otro modo en el cultivo de las hoy llamadas espiritualidades sin Dios, que aglutinan a
muchos jvenes con un profundo sentido del compromiso con las grandes causas de nuestro
tiempo y en el ejercicio de la ciudadana activa.
Como dicen nuestros Obispos espaoles en la Instruccin pastoral del 2015: Si realmente los
pobres ocupan ese lugar privilegiado en la misin de la Iglesia, nuestra programacin pas-
toral no podr hacerse nunca al margen de ellos; han de ser no slo destinatarios de nuestro
servicio, sino motivo de nuestro compromiso, configuradores de nuestro ser y de nuestro
hacer (Iglesia servidora de los pobres)
Final
El paradigma de Emas emerge como icono en creciente fertilidad para aprender de nue-
vo- de Aquel que acompaa: cmo salir al encuentro, cmo regalar preguntas de Vida, cmo
acompasar el ritmo, cmo hacer el camino al corazn para descubrirlo ardiendo.
Abre espacios seguros desde donde poder plantearnos la sanacin y reconciliacin de nues-
tras sospechas, sufrimientos y desesperanzas Las plataformas que tenemos son espacios
seguros?
Nos provoca para elegirlo, de nuevo a l, cuando, tambin en esta situacin de los jvenes,
podemos reconocerlo. Mueve nuestro testimonio suscita preguntas?
Nos sentimos consolados por su Palabra y por compartir su mesa. nos ofrecemos consuelo
mutuo en la comunidad eclesial?
El encuentro con el Seor Resucitado y el compartir el pan, nos impulsa y mueve para
acompaarnos mutuamente y vincularnos a la misin de la Iglesia. es as?
El acompaante de Emas nos invita sin descanso a ponernos en camino como Iglesia en
salida para acompaar en el mbito del servicio de la misin evangelizadora.
Hoy los jvenes, como nosotros mismos, lo hemos dicho anteriormente, vivimos en contex-
tos plurales. Pero especialmente para los jvenes el paradigma de la pluralidad es el marco
en que sus vidas se desenvuelven cotidianamente, se identifican como buscadores que pue-
den emprender varios caminos, que estn preparados para estar siempre en movimiento
aunque no tengan claro hacia dnde o cmo.
La Iglesia puede ofrecer acompaamiento en esas bsquedas que les hacen moverse en dis-
tintos contextos, en los viajes diferentes que emprenden, abrindose a experiencias variadas
y no siempre articuladas ni, por supuesto, estables.
Los jvenes son buscadores que en el fondo de s mismos, estn o no bautizados, desean y
se preguntan por el sentido de sus vidas, que bucean entre distintas experiencias, buscando
algo que les llegue, que colme su sed, como veamos al principio.
Todo esto supone que quienes acompaan a los jvenes recreen la prctica del acompaa-
miento saliendo a los caminos como Dios sigue saliendo a su encuentro.
Y esto les pide salir al encuentro de las bsquedas, dialogando con ellas, estando dispuestos
para abrirse y prepararse para entrar en dilogo con los otros diferentes.
II
Elisa Estvez (2011) Hgase en mi segn tu palabra. Fundamentacin carismtica de la
relacin obediencia, discernimiento, autoridad. Documento interno para la IT. Gentileza
de la autora. P.1
III
Cf. Jean Barnier (2005) Acceder al Misterio de Jess a travs del Evangelio de Juan. Edit.
Sal Terrae. Santander.
IV
Cf: Marisa Moresco y Lola Arrieta (2010) Sentido y actualidad del acompaamiento espiri-
tual en la vida cotidiana. Materiales Ruaj. Salamanca. En dicho texto aparece toda la bi-
bliografa de referencia utilizada. Sealamos: Diccionario teolgico de la Vida Consagrada
(1989). Voz: Direccin espiritual. Edic. Claretianas. Madrid; Garca Colombas (1969), La
espiritualidad del monacato primitivo en: Historia de la espiritualidad I.
V
Piet Van Breemen (1996) Acompaamiento Espiritual hoy. Revista Manresa. Vol. 68. P.
363.
VI
Algunas aportaciones del Vaticano II al Acompaamiento: decreto Optatam totius (OT, 3 y
19) habla de la direccin espiritual para la formacin sacerdotal. Presbyterorum ordinis,
11 y tambin el 18. Pero en realidad, los aportes del Vaticano II al tema del acompaa-
miento vendran ms en la lnea del subrayado que el concilio hace a la accin del Espritu
Santo, que habla en la Iglesia y en los corazones de los creyentes como en un templo
(LG 4); el desarrollo de la dimensin carismtica de la Iglesia y los subrayados a la digni-
dad del ser humano, especialmente aquellos que aparecen en los nmeros 15 (Dignidad de
la inteligencia, verdad y sabidura), 16 (Dignidad de la conciencia moral) y 17 (Grandeza
de la libertad), que encontramos en esos nmeros de la constitucin pastoral Gaudium et
Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual. El Vaticano II abri tambin el camino hacia el
uso de otras ciencias humanas, como la psicologa de cara al acompaamiento: Gaudium
et Spes,36 y en Apostlicam actuositatem, 32
VII
Jean Laplace (1967) La direccin de conciencia: el dilogo espiritual. Edit. Hechos y di-
chos. Zaragoza.
VIII
William Barry y William Connolly (1982) La prctica de la direccin espiritual. Edit. Sal
Terrae. Santander. Traducido al espaol en 2011.
IX
Santa Teresa de Jess Libro de la Vida. Captulo 13, 8. En: Obras completas. Edit. Apos-
tolado de la Prensa. 196. 9 edicin. Madrid. P. 94 y 95
x Quiero hacer constar mi agradecimiento a todos los compaeros y compaeras que han
aportado su reflexin sobre las demandas y valoraciones que los jvenes con los que
tratan hacen sobre el acompaamiento: Maria Rita Martn Artacho (Servicio de Pastoral.
XI
Jos Luis Sainz de Rozas. Laico. Acompaamiento en Parroquia. Adsis. 2017
XII
Mara Jos Cancelo (2008) La sed de Dios en.: Slo Dios basta. Revista Sal Terrae.
Santander. N 1.124. P. 447.
XIII
San Juan de la Cruz. Cntico espiritual B 1,14:
XIV
Dolores Aleixandre y JA Garca (2000) Seis imperativos, un aviso y un deseo. Cuadernos
CONFER. Madrid. N 17.
XV
Sherry Turkle (2017) En defensa de la conversacin. Edit. tico de los Libros. Barcelona.
P. 16-17. Agradezco a mi compaero Guenther Boelhoff, por el que he conocido este libro.
XVI
Cf. Martn Buber (1966) Yo y t. Edit. Nueva Visin. Buenos Aires.
XVII
Jonan Fernndez (2008) Vivir y convivir Cuatro aprendizajes vitales. Una bsqueda de
lo humano para encontrarnos en lo universal. Alianza Editorial. Madrid. P. 146
XVIII
Pilar Wirtz (2013) La fe en la revelacin hoy. Apuntes Seminario sobre Acompaa-
miento en clave de mujer y en dilogo con la espiritualidad ignaciana. Materiales Ruaj.
Salamanca
XIX
Cf. Zigmunt Bauman (2006) Vida lquida. Edit. Paids. Madrid
XX
Cf. Juan Luis Ruiz de la Pea (1993) Creacin, gracia, salvacin. Edit. Sal Terrae. San-
tander.
XXI
Cf. Fernando Rivas (2008) Terapia de las enfermedades espirituales en los Padres de la
Iglesia. Edic. Paulinas. Madrid
XXII
Cf. Vctor Frankl Logoterapia y anlisis existencial. Edit. Herder. Madrid. 2011 ao de
esta edicin
XXIII
Tener en cuenta el nivel del psiquismo es indispensable en un enfoque integral de acom-
paamiento. No se trata de jugar a psicoterapeutas, se trata, si, de tener unas ideas claras
y respetuosas del ser humano que nos permiten maniobrar adecuadamente. En esa lnea
nos interesa saber que todo lo que configura nuestro psiquismo, es decir, las acciones
mentales, lo que sentimos, pensamos, deseamos, necesitamos, percibimos, desempean
un papel esencial en el funcionamiento adaptativo de cada uno de nosotros, y, por ende,
XXIV
Cf. Jean Claude Lachet (1991). Thrapeutique des maladies spirituelles. Una intro-
ductin asctique de lglise orthodoxe. Edit. Del Ancre. Pars.
XXV
Stefano de Fiores (2004) Itinerario espiritual Voz en.: Nuevo Diccionario de Espiritua-
lidad. Ediciones Paulinas. Madrid. P. 755
XXVI
Obispos del Quebec (2000) Proponer hoy la fe a los jvenes en: www.gazteok .org
XXVII
Elisa Estvez (2011) La dinmica de proceso en el Acompaamiento Espiritual Semi-
nario de Acompaamiento. Salamanca. Trabajo personal. Alude a Schillebeeckx, E (1982)
Cristo y los cristianos. Gracia y liberacin. Ediciones Sgueme. Madrid. P. 13.
XXVIII
Olegario Gonzlez de Cardedal (1996) Experiencia cristiana y experiencia religiosa,
en.: Revista Communio III IV. P. 214
XXIX
En este punto retomo lo que ya hemos escrito en otro lugar: Lola Arrieta (2007) Itinera-
rios en la formacin. Edit. Frontera -Heguian. Vitoria -Gasteiz. En la reflexin nos ins-
piramos en: VVAA (1992) Ejercicios y antropologa: Implicaciones mutuas. En.: Ejer-
cicios Espirituales y mundo de hoy. Edit. Mensajero-Sal Terrae. Bilbao. Santander. Pps.
311- 322
XXX
Juan Luis Ruiz de la Pea (1988) Imagen de Dios. Antropologa teolgica fundamental.
Edit. Presencia Teolgica. Sal Terrae.
XXXI
Wajdi Mouawad (2011) Incendios, Edit. KRK. Oviedo
XXXII
Elisa Estvez (2015) Teologa. Comunidad. Espritu. Apuntes Programa Monte Car-
melo. Formacin en acompaamiento para agentes de Pastoral. Materiales Ruaj. Sala-
manca. En este mismo texto la autora alude a Juan Martn Velasco (1999) El fenmeno
mstico. Estudio comparado. Edit. Trotta, Madrid 475. Tambin alude a P. Imhof
H. Biallowons (eds.) (1989) La fe en tiempo de invierno. Dilogos con K. Rahner en los
ltimos aos de su vida, DDB, Bilbao
XXXII
El rostro de Dios vuelto hacia los hombres exige de quien lo busca con sinceridad, como
condicin indispensable para encontrarlo, dirigir la mirada hacia los hermanos como
aquellos en quienes se refleja de la forma ms perfecta. JUAN MARTN VELASCO, El fe-
nmeno mstico. Estudio comparado, Trotta, Madrid 1999, 462.
XXXIII
Cf: Karl Rahner (2004) De la necesidad y el don de la oracin. Edit. Mensajero, Bilbao.
P. 37-38. Nosotros no sabemos pedir convenientemente, el Espritu lo sabe, y esto bas-
ta. El grito de nuestro corazn puede parecernos que se ahoga sin ser odo en el silencio
mortal del Dios que calla; el Espritu, en cambio, clama seguro y perceptible por encima
de los abismos de la nada que nos separan del Eterno y esto basta. Si el nico escudriador
de las ltimas profundidades escudria nuestros corazones y penetra con su mirada hasta
XXXIV
Jos Luis Segovia y Luis A. Aranguren (2017) No te olvides de los pobres. Notas para
apuntalar el giro social de la Iglesia. Edit. Sal Terrae. Presencia Teolgica. P. 103
XXXV
Elisa Estvez (2015) convocados a vivir tras las huellas del Resucitado. Programa Mon-
te Carmelo. Apuntes provisionales. Materiales Ruaj. Salamanca
XXXVI
Olegario Gonzlez de Cardedal (2004) Dios. P. 287 36
XXXVII
Karl Rahner (1961) Estudios de Teologa, I Madrid. P.183
XXXVIII
Elisa Estvez (2011) Fundamentacin teolgica y carismtica de la relacin obedien-
cia-discernimiento- autoridad. Documento interno para la Institucin Teresiana. Apun-
tes. Gentileza de la autora.
XXXIX
Joaqun Garca Roca (2004) Llevarse las races consigo. Ecosistema humano y espiri-
tualidad. POLIS. Revista Latinoamericana. p. 17
XL
Merton, T (2005) Direccin espiritual y meditacin. Edit. DDB. Bilbao. 2 Edicin. P. 38.
XLI
Kaufmann, C (2004) Interioridad y mstica cristiana en.: La interioridad: un paradig-
ma emergente. Edit. PPC. Madrid. P. 54.
XLII
Henri Nouwen y otros (2014) El discernimiento. Cmo leer los signos de la vida diaria.
Edit. Sal Terrae. Santander. P.40
XLIII
JM Rambla (1997) No anticiparse al Espritu. Variaciones sobre el acompaamiento
espiritual. Sal Terrae.
XLIV
Juan Martn Velasco (2015) Mstica y Pastoral Juvenil. La Mistagoga. Revista de Pas-
toral Juvenil.
XLV
Mary Forman OSB (2007) Orar con las madres del desierto. Edit. Mensajero. Madrid. P.
26
XLVI
Ros Garca, S (2007) La experiencia de Dios en.: La experiencia de Dios en mitad de la
vida. Edit. De Espiritualidad. Madrid. Pginas 21 69
XLVII
Marisa Moresco y Lola Arrieta (2015) Acompaar para anunciar a Jess. Programa de
Formacin de Pastoralistas en el Acompaamiento. Materiales Ruaj. Salamanca