02 - Filosofia - La Injusticia en Platon Por Antonio Gomez Robledo PDF
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LA JUSTICIA EN PLATN
piradora del buen consejo en las asambleas. Los orculos de Delfos son
llamados 0|Aicrceg, dando con ello a entender que all mismo, en el san-
tuario de la Pitia, estaba, como en su propio hogar, la diosa consejera
de la divinidad. Ms tarde an, fueron tambin designadas con el mismo
nombre (Sniores) las sentencias de los jueces, por ms que a la postre
haya prevalecido el segundo (OXT)). Mientras, en conclusin, se vio un
origen divino en la legislacin humana, Temis fue la diosa del derecho,
como lo es an hoy para los juristas modernos, quienes, por lo visto,
tenemos an necesidad de invocar estos nmenes.5
Dike, por su parte, es hija de Temis (y de Zeus, nada menos), pero
tiene para los hombres un rostro ms severo que la madre. Mientras
que Temis es el "buen consejo", Dike es el decreto divino, y en el mundo
humano, la sentencia judicial. Al racionalizarse esta concepcin, llega
a ser entre los hombres es ya Aristteles quien lo dice el orden
de la comunidad poltica.6
Pero no slo entre los hombres reina Dike, sino tambin en los in-
fiernos, donde acaba por convertirse en diosa de la venganza. En el
cielo, Temis; en la tierra, Nomos, y en el mundo subterrneo, Dike; as
lo dice Jmblico, en razn de que en todo lugar, segn aade luego, debe
haber justicia.7
Como quiera que sea, Dike es por mucho tiempo, por lo menos hasta
Hesodo inclusive, el trmino y la representacin ms adecuada de la
justicia. Y subrayamos el nombre de Hesodo, porque el gran poeta
encarna una moral que no es ya la moral de la poca heroica, sino de
otra cuyos valores fundamentales no son ya los de la guerra, sino los
del trabajo y la virtud, y como virtud suprema, Dike, la justicia. Cono-
cidsimo es aquel clebre pasaje de Los Trabajos y los Das: "Las bestias
y los peces y las aves se devoran entre s. Pero el hijo de Cronos dio a
los hombres la justicia (Dike), y es con mucho lo mejor que tienen.8
5
Al igual que todos los tratadistas modernos que se ocupan de la cuestin,
seguimos aqu a Rudolf Hirzel en su clasica obra: Themis, Dike tind Verwandtes,
(Leipzig, 1907), con toda la reverencia que merece este monumento de erudicin
filolgica.
c
f| yo.Q 5XT| JtoXiTixite xoivtova; t^ig ioxv.
7
5TI T&tog uta? jtooofieTai Sixcuoavns. V. P. 46.
T\ D. 253.
16 MEMORIA DEL COLEGIO NACIONAL
Por todo esto ha podido decirse con razn que entramos en una
poca del todo nueva cuando, hacia el siglo vi, Foclides y Teognis
enuncian que "toda la virtud se resume en la justicia". Aunque todava
por voz de los poetas, estamos ya en los primordios de la reflexin
filosfica, la cual, en el siglo de oro de la filosofa, va a aplicarse, con
manifiesta preferencia, al estudio de esta virtud que peryade ahora por
completo el individuo y la ciudad.
II
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IV
de nacer, y una vez nacidas, las conserva" (Rep. 433b). Pues "esta
fuerza de cumplir cada uno su trabajo en la ciudad, y que concurre
a su perfeccin no menos que aquellas otras virtudes termina dicien-
do es la justicia". (Rep. 43 3e).
Extraa configuracin y extrao destino el de la justicia! Parece
estar en todo y no ser, a la vez, nada concreto y tangible; en el mo-
mento en que vamos a apresarla, se nos disuelve y esquiva. La concep-
cin anterior, en efecto, tiene mucho parecido con aquella otra del alma
como armona, que Scrates mismo, y precisamente en el da de su
muerte, ha impugnado en el Fedn, con la energa que le presta su
conviccin de que su alma habr de sobrevivir, en unas cuantas horas
ms, a la ruina del cuerpo, en lugar de extinguirse del todo con las
funciones vitales cuyo acuerdo armnico, y no otra cosa ms, sera,
segn el otro interlocutor, el alma humana. Pues la misma insustancia-
lidad, la misma aparente falta de contenido propio no cabra predicar
de esta justicia, simple concierto y acuerdo del resto de las virtudes
cardinales? Y de dnde o por qu han stas menester de esa otra
misteriosa fuerza (dyrumiis) que sera la justicia, para nacer y conser-
varse?
Queden por lo pronto apuntadas estas aporas que suscita luego esta
nocin de la justicia como virtud social, y veamos si se desvanecen o se
dilucidan en algo con la consideracin que en seguida pasa a hacer
Platn de la justicia como virtud personal. A Platn, en efecto, le pa-
rece que el examen macroscpico de la justicia, en el ms amplio
cuadro del Estado, ha sido lo suficientemente concienzudo como para
permitirnos ahora proceder a su examen microscpico en el interior
del individuo mismo. "Y si apareciere an aade alguna diferencia
en el individuo, volveremos de nuevo a la ciudad como a su piedra de
toque; y aun podr ser que frotando una con otra las dos nociones,
pueda brotar resplandeciente la justicia, como el fuego del frotamiento
de la yesca; y una vez que nos sea manifiesta, la afirmaremos slida-
mente en nosotros" (Rep. 435a). Es la clebre comparacin, como lo
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