Jose Luis Romero
Jose Luis Romero
Jose Luis Romero
La historia es quiz la nica enseanza que no puede ni debe aburrir jams, porque, por debajo
de toda vocacin, hay un fondo humano comn a todos, al que alude esta gran aventura del
hombre sobre la Tierra. Y no podr fatigar su estudio si sabemos descubrir su palpitacin viva y
sealar su estrecha conexin con nuestra propia existencia, que slo es eslabn en la cadena de
los tiempos. Jos Luis Romero: Historia Moderna y Contempornea, 1945
... es claro que la simple enseanza de los hechos polticos no ensea a pensar histricamente. Y
esto es en lo que, en la medida conveniente, debe empezar a hacerse. Qu es pensar histricamente,
es cosa difcil de explicar en pocas lneas. Pero an a riesgo de caer en un simplismo yo dira que
consiste principalmente en acostumbrar a examinar el revs de la trama. Jos Luis Romero: Revista
Crisis, n 8, diciembre de 1973
Introduccin
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Dossier. Los manuales de Historia
Este hombre, cuya tesis doctoral es sobre historia antigua, que ocupa fugazmente la
ctedra de historia de la historiografa, que estudia historia medieval con Claudio Snchez
Albornoz, que en los aos 40 comienza a publicar trabajos sobre historia argentina y
que escribe ensayos interpretativos de historia contempornea (ambas cuestiones liga-
das tambin a sus preocupaciones y militancia poltica), es el autor de los dos manuales
que nos ocupan.
Se trataba slo de una preocupacin ocasional, relativamente interesada por la
enseanza? Por el contrario, Romero contaba ya por ese entonces con una prolongada
experiencia como docente primario y secundario. Maestro primero y luego Profesor
Normal en Letras egresado de la Escuela Normal Mariano Acosta ttulo que obtuvo
en 1929, ya desde 1928 comenz a trabajar como maestro de grado, tarea que prolon-
g hasta 1937, o sea, que la ejerci paralelamente a sus estudios universitarios de grado
y posgrado. Desde 1934 se desempe simultneamente como profesor de historia en
el Colegio Nacional de Adrogu, donde continu luego de haber abandonado la ense-
anza primaria. En 1940, intensifica su labor en el nivel medio al tomar horas de
ctedra (que gana por concurso) en el recin creado Liceo Militar General San Mar-
tn y en el Colegio Nacional de la UNLP, institucin sta que tambin abandona con la
intervencin de la universidad en 1946.7
Su experiencia docente, cuando emprende la redaccin de los dos manuales, no es
escasa: unos diez aos en el primer nivel y alrededor de ocho en el segundo, paralelos a
su formacin como historiador.8
En el lapso de 1945 a 1950, escribe adems tres obras fundamentales en su pers-
pectiva de la historia y de las relaciones pasado-presente: Las ideas polticas en Argentina,
su primer trabajo de envergadura sobre historia argentina vinculado a sus preocupa-
ciones polticas del momento9 (FCE, 1946); El ciclo de la revolucin contempornea
(Losada, 1948) una interpretacin de la historia mundial hacia el fin de la segunda
Guerra Mundial y La Edad Media en 1949 el Breviario del FCE que fue la puerta de
entrada casi obligada de los estudiantes de historia que comenzaban a estudiar esa
poca, por ms de 30 aos.10
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Tanto en la escuela primaria como en la secundaria la historia no se ensea como una ciencia sino
como una disciplina destinada a crear, o a fortalecer, o a negar, una imagen del pasado que conviene
a la orientacin predominante en el presente.
... el nico consejo que podra darse muy difcil de seguir, por lo dems sera tratar de internalizar
el principio de que pertenece a la tradicin del pas todo lo que el pas ha hecho, sin exclusiones, y
que conviene ser moderado en la divisin maniquea entre buenos y malos.
Lo importante es que se le d al adolescente algo ms: algo que lo incite a buscar qu hay detrs del
puro episodio (el revs de la trama de nuestro epgrafe). Esto supone que los profesores y los autores
de textos partan del principio de que el anlisis histrico debe referirse a procesos, no a hechos.
Y agregaba, ms adelante:
... llegar a entender que los episodios espectaculares de la historia no pueden comprenderse sin
entroncarlos 11 en lentos y oscuros procesos subterrneos que se refieren a la vida de las sociedades,
a su organizacin econmica y a su creacin cultural, es cosa a la que puede ayudar un buen profesor
sin requerir de sus discpulos un excesivo esfuerzo de abstraccin. No dudo de que tambin se puede
caer por esta va en un simplismo escolar; pero no es un simplismo deformante, sino una forma
elemental de los planteos que hoy hace la ciencia histrica.
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Dossier. Los manuales de Historia
dan estrecha relacin con las que expresara en el prefacio de sus manuales (el mismo en
ambos). All expone un plan a la vez simple y ambicioso:
Nuestro propsito ha sido, tan slo, combinar una exposicin clara y sucinta, de firme y coherente
unidad a travs de toda su extensin, con algunos recursos que contribuyan a familiarizar al alumno
con los testimonios directos de la poca y de la cultura que estudia. Esto es todo y, con ser poco,
podra significar cierto progreso en la didctica de la historia, demasiado viciada todava por un
verbalismo que fatiga ms que instruye.
El autor se propone bsicamente un libro para leer y pensar, pero sin desdear
otros recursos, como la inclusin de lminas, de textos transcriptos en letra bastardilla
y de fuentes originales que permitan, a la vez, ensayar, en pequea escala, el camino de
la investigacin histrica. El libro, entonces, es tambin un libro para el profesor y
puede, as, transformarse... de mero cuaderno de apuntes, en un instrumento de traba-
jo susceptible de ser usado en clase... De este modo, el estudio de algunos perodos
uno o dos en el ao podra hacerse con cierta intensidad, para dejar grabado el crite-
rio metdico.
Abandonar la fra memorizacin para desarrollar las posibilidades personales de
observacin y juicio, constituyen, para Romero, principios bsicos de la enseanza de
la disciplina en la escuela, con un mtodo anlogo al universitario13
La utilizacin de fuentes
Actualmente, hay un consenso generalizado acerca de que las fuentes permiten una
variedad de usos didcticos la profundizacin de conocimientos, la multiperspectiva,
etc. y que, por ello mismo, deben cumplir una serie de requisitos para ser significati-
vas en el aula.14
Como vimos, estos criterios ya estaban en el pensamiento de Romero, tanto como
resultado de su formacin como historiador, cuanto por su actividad docente, por sus
estudios en el Mariano Acosta, por su ttulo de grado en la Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Educacin y por su prolongada prctica en distintos niveles de la
enseanza.
Para la valoracin de los recursos grficos, deben tenerse en cuenta las condiciones
editoriales de la poca, donde las ilustraciones en blanco y negro eran exclusivas y su
seleccin provena de los archivos editoriales, lo que restringa las posibilidades de
eleccin de imgenes o limitaba su aprovechamiento.
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En este contexto, las fuentes pictricas son importantes en cantidad: 144 figuras en
la Historia de la Antigedad y de la Edad Media (462 pgs.) y 90 en la Historia Moderna
y Contempornea (366 pgs.). En este ltimo caso, en su totalidad se trata de reproduc-
ciones de obras de la poca o fotografas de monumentos u obras arquitectnicas. Esta
tnica se mantiene en la Historia de la Antigedad... que es posterior en su publicacin,
pero algunas veces se incorporan dibujos (por ejemplo: hacha de piedra, pg. 7; dol-
men, pg. 15; un zigurat, pg. 55; los rdenes de la arquitectura griega, pg. 154; vista
de la Acrpolis de Atenas, pg. 159, etc.).
En todos los casos las figuras estn acompaadas de epgrafes significativos que
agregan informacin y posibles relaciones con el cuerpo del texto y siguen un criterio
que podramos considerar inusual para ese momento. Un ejemplo entre muchos puede
encontrarse en la figura 30 de la Historia de la Antigedad... de la pgina 71. El epgrafe
dice: La imagen representaba a la diosa Astart, pero el tipo que los talleres fenicios
proporcionaban a la diosa permita que fuera vendida en comarcas lejanas como repre-
sentando indistintamente otras divinidades, vinculando de esta manera la religin a la
industria y al comercio.
Muchas de las fuentes pictricas tienen valor en el refuerzo de algunas descripcio-
nes crticas o como punto de vista alternativo o controversial. Es el caso de la fig. 67
(La eleccin, de Hogarth) referida a la venalidad poltica en tiempos de Jorge III; el
de la fig. 68 (Un taller, del mismo autor) en este caso acerca de las condiciones de
vida de los obreros a comienzos de la revolucin industrial, ambos en la Historia Mo-
derna..., pgs. 242 y 243. Tambin podemos incluir en este grupo las ilustraciones de la
pg. 89 (fig.29, Lienzo de Tlaxcala), de la 227 (fig. 65, Los fusilamientos del 3 de
mayo, de Goya) y de la 253 (fig. 69, El tumulto de Daumier), todas en el mismo
manual. Estas fuentes estaran sugiriendo una visin crtica de determinados aconteci-
mientos que otros manuales canonizan como, por ejemplo, la revolucin industrial
ilustrada con imgenes que reproducen las mquinas, sin ninguna referencia a los efec-
tos sociales de su empleo como en los textos de Ibez.
Otra cuestin interesante es la combinacin de fuentes pictricas y escritas. Estos
casos de ilustraciones comentadas con epgrafes de autores de la poca son numerosos.
Citaremos un ejemplo. En la fig. 25 de la Historia de la Antigedad (pg. 55), debajo del
dibujo de un zigurat, el epgrafe dice:
Herdoto describe el monumento diciendo: En medio se ve fabricada una torre maciza que tiene un
estadio de altura y otro de espesor. Sobre sta se levanta otra segunda, despus otra tercera y as
sucesivamente hasta ocho. Alrededor de todas ellas hay una escalera por la parte exterior, y en la
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Dossier. Los manuales de Historia
otra mitad de ella un rellano con asientos donde pueden descansar los que suben. En la ltima torre
se encuentran una capilla y en ella una gran cama magnficamente dispuesta, y a su lado una mesa
de oro. No se ve all estatua ninguna, y nadie puede quedarse de noche, fuera de una sola mujer.
Estos casos responden al objetivo que Romero expresara en el prlogo: el autor del
manual se omite para que los alumnos escuchen a Herdoto.
Esta tcnica de reemplazar descripciones que podra hacer directamente Romero
por la voz de autores clsicos o reconocidos, es un procedimiento didctico reiterado.
Una de sus modalidades recurrentes es unir con fines ilustrativos retratos de la poca de
personalidades destacadas a las que se hace referencia, con descripciones de contempo-
rneos o autores cercanos en el tiempo a esos mismos personajes (caracterizacin de
Temstocles por Herdoto, Carlomagno por Eginardo, Locke por Voltaire, Byron por
Shelley, etc.). Una particularidad de estas descripciones es que no se apela a la conven-
cional exaltacin patritica de los manuales, sino que se apunta a darle carnadura hu-
mana a los personajes con los que debe familiarizarse el alumno. Si nos centramos en la
Historia Moderna y Contempornea, no hay ms que dos mapas en todo el libro y el resto
de las imgenes son retratos de personajes representados por pinturas de poca, refor-
zadas con el relato de algn poeta, escritor, bigrafo o estadista contemporneo.15 Al no
preocuparse por transmitir una imagen ejemplar, Isabel de Inglaterra puede ser presen-
tada por Lytton Strachey con un toque de algo siniestro... Pero era un toque y no ms.
En general, aunque fue infinitamente sutil, no fue cruel: fue casi humana para su tiem-
po (pg. 131); o Enrique VIII definindose a s mismo en sus propios versos:
Pasar el tiempo en buena compaa, ser mi anhelo hasta el postrer suspiro. Que rabie quien quiera,
pero que nadie me lo vede; y sea grata a Dios esta vida que amo para mi pasatiempo: caza, canciones
y danza (pg. 78).
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Fuera de su inters literario, los poemas homricos poseen un inmenso valor como testimonio de la
poca heroica, pues nos conservan multitud de datos sobre la organizacin social y poltica, las
costumbres y las creencias.16
Lo que est desapareciendo es la preocupacin por la cultura general! Es una cosa tremenda..., y
segua: Y usted, no cree (Flix Luna) que muchos de los historiadores contemporneos adolecen de
ese defecto tambin? Averige usted qu inters tienen por la literatura o por las artes o por la filosofa,
y descubrir que es escaso; en consecuencia el horizonte del historiador se achica. 18
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Dossier. Los manuales de Historia
ideas polticas, econmicas y sociales en el siglo XVIII hasta el XXII con La civilizacin
contempornea y la primera guerra mundial; ste tal vez podra considerarse, con el
complemento del siguiente, el final del libro ya que el cortsimo captulo final dedicado
muy someramente a la segunda guerra mundial parece un agregado posterior.
La obsesin de Romero por la explicacin del proceso histrico se manifiesta clara-
mente en esta obra que tiene la estructura de un ensayo, de un brillante ensayo para
adolescentes en el que escribe, como en cualquier otro de sus libros, para comprender
y hacer comprender,19 para dar sentido a la masa catica de hechos pasados que, de este
modo, parecen integrarse naturalmente en la lgica global de los dos grandes procesos
que cuenta a los alumnos. Para Romero existe algo que l denomin el armado lgico
de la narracin. Como le deca a Flix Luna:
... el historiador tiene que encontrar una lgica del relato que sea ajustada a lo que el relato de por
s exige, puesto que el relato est impuesto... El historiador no inventa el tema de que se trata, pero
tiene que inventar la lgica del relato para un tema que le es dado.20
Desde este punto de vista, es muy significativa la importancia que Romero le otor-
ga en estas pginas a la relacin cultura-sociedad para construir una imagen coherente
del proceso histrico, articulando esta obra sobre la base de tres captulos explicativos
que, naturalmente, arman una periodizacin que cobra sentido en el conjunto cuando
el autor vuelve una y otra vez sobre sus explicaciones que continuamente matiza y
complejiza, algo poco comn en los manuales escolares. Un ejemplo, aunque hay miles
de esto ltimo, es la interesante caracterizacin de Bonaparte que Romero ofrece en
La poca de Napolen, momento en el que la historia de ste se confunde con la de
Francia y, por qu no, con la de Europa. Su significacin es presentada en ms de un
captulo y con varias caras: difusor de los principios de la Revolucin Francesa por toda
Europa y, a la vez, negador de estos mismos principios por sus pretensiones imperiales;
un guerrero superior al estadista; el agente o apoderado de la clase media de la socie-
dad moderna, de la muchedumbre que llena los mercados, los comercios, las oficinas y
los bancos del mundo moderno, con la esperanza de hacerse ricos... Era el dolo de los
hombres vulgares (Emerson, pg. 218) y hasta nos dice que fue llamado Comedian-
te! por el pintor David (pg. 222).
La insercin de esos captulos que tienen casi exclusivamente una funcin explica-
tiva no le impide a Romero incluir, adems, una variedad de explicaciones a lo largo del
camino, no slo en las introducciones y finales de la mayora de los captulos, sino en
los epgrafes de la diversidad de fuentes que ofrece al lector. De este modo, no describe
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los cambios en las formas de vivir y de pensar que es lo que caracteriza el paso de una poca
histrica a otra no se producen en un instante y, en consecuencia, no pueden fecharse con tanta
exactitud. Estos hechos no tienen, pues, ms valor que el de simples smbolos que representan
circunstancias trascendentales destinadas a modificar las condiciones existentes, y sus fechas slo
indican una divisin convencional en el ininterrumpido correr de la historia. El paso de una poca
histrica a otra se produce mediante lentas transformaciones espirituales y materiales, que ocurren,
pues, no en breves lapsos, sino en perodos de transicin que a veces se extienden a lo largo de
muchos aos. Puede afirmarse que la transformacin de las formas de vivir y de pensar propias de
la Edad Media se produce en el curso del siglo XV, y acaso podra agregarse que, en ciertos lugares
de Europa, haba comenzado ya antes (P. 1).
el hecho trascendental del siglo XV (porque) el saber, restringido hasta entonces a ciertas clases
sociales y a ciertos centros de cultura, se generaliz entre la burguesa naciente y fue motivo de
profundas transformaciones espirituales... (pg. 11).
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Dossier. Los manuales de Historia
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El hecho trascendental del siglo XVIII es que apareci entonces un conjunto de hombres de
pensamiento que crey que las graves cuestiones de la poca no podan resolverse siguiendo los
caminos sealados por la tradicin (pg. 181).
Y sigue:
La novedad de estas ideas consiste, pues, en que se apartan de las que eran tradicionalmente
admitidas hasta entonces; pero reside tambin en que estn orientadas hacia el logro de una
transformacin inmediata de la realidad social (pg. 181).
Fueron los filsofos polticos quienes encarnaron ese sentimiento colectivo (pg. 185).
Una de las particularidades del pensamiento del siglo XVIII es que est orientado hacia la accin... y
por eso todos los escritores de la poca... compusieron obras de apariencia amable para que llegaran
al gran pblico, con las que se proponan generalizar sus opiniones (pg. 187).
... durante algunos aos, todo hizo suponer que la obra de la revolucin de 1789 estaba
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Dossier. Los manuales de Historia
definitivamente aniquilada... Pero bien pronto se advirti que la semilla mantena su vigor y... As, al
cabo de no muchos aos, las ilusiones de una restauracin absolutista se vieron deshechas por el
impulso de las fuerzas renovadoras. Ms an, las conquistas sociales y polticas no solamente se
salvaron, sino que se afirmaron y se acrecentaron en el curso del siglo XIX (pg. 234).
Mas an, al promediar el siglo, ya el liberalismo comenz a ser rechazado por algunos sectores polticos
ms radicales como un sistema demasiado tibio, y aparecieron los primeros grupos que comenzaron
a llamarse socialistas...
el mundo ha sufrido desde mediados del siglo XIX una transformacin tan profunda, como no hubo
otra en el curso milenario de la historia (pg. 309).
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clases medias y trabajadoras pero, a la vez, la era maquinista suscita tambin algunas
graves cuestiones sociales: el obrero fabril, la lucha por la jornada de trabajo, los sala-
rios, las condiciones de vida se traducen en convulsiones revolucionarias por el choque
de ideales polticos y de intereses inmediatos.
Traza un desarrollo de las ideas democrticas durante todo el siglo XIX hasta des-
pus de la gran guerra cuando aparecen los regmenes dictatoriales, mostrando a los
principios democrticos que resisten ese embate y se mantienen indemnes en otros
pases, logrando conservar apasionados defensores all donde los partidos dictatoriales
llegaron al gobierno.
En un captulo muy matizado habla de capitalismo, socialismo y clase obrera expli-
cando sus desarrollos; la obra de Marx, su influencia en el movimiento social y poltico
en la formacin de los partidos socialistas en muchos pases y tambin como inspirador
de ciertas ideas del nacional socialismo y del fascismo italiano. Por otra parte, marca su
influencia en el plano doctrinario en la consideracin de los problemas histricos:
que se enriqueci con un punto de vista hasta entonces olvidado: las fuerzas econmicas haban
sido mal comprendidas y no se reparaba en la influencia que ejercan en los distintos procesos histricos;
a partir de entonces, cualquiera fuera la posicin social del historiador, fue necesario tener en cuenta
ese aspecto de la historia, y es innegable que muchos fenmenos encontraron entonces su explicacin
ms clara y cierta (pg. 316).21
Cinco aos despus aparece la Historia Antigua y Medieval, que comparte con el
texto anterior las caractersticas referidas al mtodo expositivo pero que, a su vez,
presenta algunas diferencias.
No cabe duda de que en la elaboracin del manual estn presentes los esfuerzos de
sntesis sobre la sociedad medieval que haba realizado en los aos anteriores y que
culminan en La Edad Media, obra que como afirma Halpern:
... en menos de cien pginas traza con rasgos seguros un escorzo de un milenio de historia europea,
sin ninguna concesin a la elementalidad
... una amplia y larga popularidad entre los estudiantes de historia y el pblico culto.22
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Dossier. Los manuales de Historia
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libro) era una investigacin sobre El fin de la repblica romana: los Gracos y la recepcin
de la concepcin imperial helenstica en Roma.
En el captulo XXVII del manual Romero se ocupa de este tema. Las diferencias en
su tratamiento con el de otros manuales es notable. A diferencia de las explicaciones
que aparecen en el libro de Ibez, que relaciona la crisis de la repblica con la disolu-
cin de las costumbres y la proliferacin del divorcio,26 Romero (ver anexo) la explica
por las transformaciones sociales que se han producido en Roma y por el contacto con
las ideas griegas acerca del rechazo de la esclavitud por deudas. Ambas transformacio-
nes eran consecuencia del nuevo escenario que supona el predominio en el mar Me-
diterrneo. La accin de los Graco y las luchas posteriores se presentan como resultado
de la necesidad de lograr un nuevo equilibrio social y poltico ante las condiciones de la
realidad que haban transformado a Roma de una ciudad en un imperio de hecho. Esta
perspectiva es clara en la misma secuencia propuesta para el estudio. A diferencia de
otros textos, el captulo incluye el gobierno de Augusto y el Principado como el resulta-
do de esas luchas y el encuentro de una nueva lgica de funcionamiento, donde lo viejo
se articula con lo nuevo dando como resultado una configuracin poltica distinta que
permita una respuesta adecuada a los cambios que en todos los rdenes haban experi-
mentado los romanos. El captulo XXIX, dedicado al Imperio, comienza no con Augus-
to (como lo hacen los dems manuales) sino con sus sucesores.
Romero est escribiendo, entonces, simultneamente para sus pares, para el pbli-
co culto y para la escuela.
Conclusiones
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Dossier. Los manuales de Historia
la inmensa riqueza de lo histrico, en cuanto al repertorio de posibilidades que nos ofrece, no consiste
en los hechos en s, sino en la variedad de sus relaciones, con la infinita cantidad de actitudes posibles
ante los seres, los marcos culturales, las modalidades colectivas, los caracteres todos de una realidad.
Es, pues, imprescindible que la formacin histrica abarque la historia universal: no hay otra manera
de podernos asegurar la captacin de los ritmos con que se ha movido lo humano.32
De ah que sus manuales sean textos sin campaas militares (ni siquiera las de
Bonaparte en el de historia contempornea) o slo con los datos indispensables en la
Historia Antigua...; sin problemas geopolticos, ni descripciones atiborradas de fechas
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Dossier. Los manuales de Historia
Notas
1
Pensando en un pblico adolescente, tambin escribi la Historia Universal y el Diccionario de
Historia Universal, para la Editorial Atlntida. Por Luis Alberto Romero, supimos que stos fueron
reeditados hacia 1970. En 1972, los libros de texto pasaron a Editorial Huemul y all se hizo una
revisin, sobre todo de la parte de Oriente en la que colaboraron Ral Mandrini, Juan Carlos Grosso
y el mismo Luis Alberto, y se le agregaron actividades, segn la costumbre de la poca que con stas
pretenda atacar el verbalismo.
2
Maestro Gonzlez, P.: Historiografa, didctica y enseanza de la Historia (La concepcin de la
Historia enseada) en Clo & Asociados, N2, UNL, 1997, pgs. 10-11.
3
En su texto La formacin histrica de 1936 ya nos adverta sobre la dimensin poltica de la
conciencia histrica, al rechazar a la historia como mero saber. En La Vida histrica, Buenos Aires,
Sudamericana, 1988.
4
El ttulo de grado era en esa poca de Profesor de Enseanza Secundaria en Historia y Geografa.
5
Datos tomados del legajo de JLR en el Departamento de Personal de la FHCE de la UNLP.
6
Halperin Donghi, T.: Jos Luis Romero y su lugar en la historiografa argentina en Halperin
Donghi, T.: Ensayos de historiografa. Buenos Aires, Ediciones El cielo por Asalto, 1996.
7
Datos tomados del legajo de JLR, obrante en el Departamento de Personal del Colegio Nacional de
la UNLP.
8
En un curriculum abreviado de 1942 incorporado a su legajo de personal en la FHCE, figuran las
siguientes publicaciones: notas bibliogrficas en siete nmeros de la revista Nosotros (de 1928 a
1931); Los hombres y la historia en Groussac, Nosotros, N 242; Biografas de ayer, vidas de hoy
(ensayo sobre la biografa), Clave de sol, N 1; La formacin histrica, folleto, UNL,1934; Imagen
y realidad del legislador antiguo, Humanidades, N 25; Sobre el espritu de faccin, Sur, N 33,
1937; El estado y las facciones en la antigedad, Buenos Aires, 1938; El testimonio bblico para las
caracterizaciones del espritu helenstico (indito), 1939; Sobre la previsin histrica, Nosotros, N
42-3, 1940; La revolucin francesa y el pensamiento historiogrfico, folleto, 1940; El problema de
los contactos de cultura, La Nacin, 31/12/39; Rostovtzeff en espaol, Nosotros, N 46-7, 1940;
La concepcin griega de la naturaleza humana, Humanidades, N 38; El concepto de lo clsico y la
cultura heleno romana, Labor de los Centros de Estudio, UNLP, 1941; Las ideas revolucionarias y la
revolucin, Boletn de la Comisin de Bibliotecas Populares, 1941. Figuran en prensa un folleto, El
pensamiento historiogrfico en el siglo XIX y su tesis doctoral, El fin de la repblica romana: los
Gracos y la recepcin de la concepcin imperial helenstica en Roma, a publicarse por Losada. En el
programa correspondiente a Historia de la Historiografa de 1945 figuran tres artculos nuevos:
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Clo & Asociados. La Historia Enseada / nmero 5
Crisis y salvacin de la ciencia histrica, De Mar a Mar, N 3; Sobre los tipos historiogrficos,
Logos, N 3 y Las concepciones historiogrficas y las crisis, Revista de la UBA, N 14.
9
Un anlisis polmico de esta obra puede encontrarse en la discusin planteada en dos artculos
recordatorios a los cincuenta aos de su publicacin. Trmboli, J.: Jos Luis Romero o la Argentina
como drama y Acha, J.: Jos Luis Romero como tradicin (para una discusin historiogrfico-
poltica), en El rodaballo, Revista de poltica y cultura (2 poca), N 5 y N 6/7, Buenos Aires,
1997, respectivamente.
10
En este panorama podemos agregar una obra posterior que responde tambin a ese inters por la
sntesis y la globalidad que a priori podramos vincular a la redaccin de los manuales: La cultura
occidental, publicado por Editorial Columba en 1953.
11
Entronque es el ttulo que Ruggiero Romano le pone a su prlogo al libro de JLR Quin es el
burgus? y otros estudios de historia medieval, compilados por L.A. Romero, CEDAL, 1984, expresin
con la que el historiador italiano resume la enseanza recibida de Romero.
12
Todas las citas fueron extradas de la respuesta de J.L. Romero a Crisis pregunta: se ensea en la
Argentina la historia real del pas?, en revista Crisis, N 8, diciembre de 1973, pgs 16 - 17.
13
Romero, J.L.: Prefacio a la primera edicin en Historia Moderna y Contempornea, Buenos Aires,
Editorial Estrada, 1965, 5 Edicin.
14
Un detalle de estos requisitos puede consultarse en Riekenberg, M.: El trabajo con fuentes y la
enseanza de la historia, en Propuesta educativa, N 8, 1993, pgs. 16.
15
Ejemplos de esto lo constituyen Caupolicn, presentado por Alonso de Ercilla, Len X por Rafael
Sanzio, Lutero por Lucas Cranach, Enrique VIII por Hanz Holbein y por sus propios versos, Felipe
II y Carlos V por Tiziano, Isabel de Inglaterra por Lytton Strachey, Napolen por Emerson, el duque
de Wellington por Tennyson, Washington por Manuel Belgrano, el triunfo cristiano en Lepanto por
Fernando de Herrera, Beethoven por Bourdelle (de quien adems advierte que puede verse la estatua
que hizo de Alvear en Recoleta), el Conde-duque de Olivares por Velzquez y Quevedo, Molire por
Voltaire y as, sigue una larga lista...
16
Romero, J.L.: Historia de la Antigedad y de la Edad Media, Buenos Aires, Estrada, 1962, pg. 109.
17
En su trabajo Los Annales en la historiografa argentina de la dcada del 60, en Punto de vista, N
39, 1990, J. C. Korol ubica la influencia de esta corriente a partir de una renovacin en nuestra
historiografa en esa dcada. Es significativo que Romero recomendara la coleccin mencionada,
donde escribieron los primeros annalistas ya en 1945. En 1949, tambin, Fernand Braudel visita
Buenos Aires y vena preparado para que su interlocutor local fuera Romero.
154
Dossier. Los manuales de Historia
18
Luna, F.: Conversaciones con Jos Luis Romero, Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1986.
19
Comprender es una expresin muy utilizada en la obra romeriana. Valga esta cita para identificar
una preocupacin permanente: ...Comprender es palabra que tiene ya un sentido tcnico preciso, y la
operacin intelectual que define constituye la aspiracin superior del investigador..., Romero, J.L.:
Reflexiones sobre la historia de la cultura (1953), en La vida histrica, Buenos Aires, Sudamericana,
1988, pg. 130.
20
Luna, F.: op. cit., pg.32.
21
En otras partes del libro, Romero tambin hizo referencia a los historiadores y al desarrollo de la
historiografa desde el captulo dedicado a Luis XIV cuando menciona a Bossuet y a su Discurso sobre
la historia universal despus, en el Romanticismo, donde menciona, incluso, a Vicente F. Lpez y a
Bartolom Mitre y luego, al final del siglo XIX, a Benedetto Croce y a los historiadores alemanes y
franceses, particularmente a Mommsem, Taine y Renan.
22
Halpern Donghi, T.: op. cit., pg. 96.
23
Romero, J.L.: La Edad Media, Mxico, FCE, 1949. Aqu citado en su 10 reimpresin de 1977.
24
Cfr. JLR: Historia Antigua y Medieval, pgs. 394-395, con Ibez. J.C. Historia antigua..., op. cit.,
pg. 431.
25
Cfr. Halpern Donghi, T.: op. cit., pgs. 95 - 96.
26
Cosmelli Ibez, J.: Historia Antigua y Medieval, Buenos Aires, Troquel, 1975 (1 ed. 1956), pgs.
246 -47.
27
Chevallard, Y.: La transposition didactique, Pars, Editions La pense sauvage, 1985. La transposi-
cin didctica resume Graciela Frigerio se refiere al proceso de transformaciones adaptativas por el
cual el conocimiento erudito se constituye en conocimiento a ensear y ste en objeto de enseanza
o conocimiento enseado. Tales transformaciones pueden ser o bien deformaciones, o bien sustitucio-
nes o nuevas creaciones que se apoyan en el conocimiento erudito. Frigerio, G.: Curriculum presente,
ciencia ausente, T. I., Buenos Aires, Mio y Dvila, 1991, pg. 32.
28
Lanza, H.: La propuesta oficial y la propuesta editorial para la enseanza de la Historia en la
escuela media en Lanza, H. y Finocchio, S.: Curriculum presente, ciencia ausente, Tomo III, Buenos
Aires, Mio y Dvila, 1993, pg. 81.
29
Braslavsky, C.: Los libros de texto en su contexto: Argentina 1975-1989 en Riekenberg, M.
(Comp.): Latinoamrica: Enseanza de la Historia, libros de texto y conciencia histrica, Buenos Aires,
Alianza, 1991, pg. 63.
30
Entel, A.: Conocimiento y cultura en el escuela media Sin lugar para las dudas?, en Curriculum
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Dossier. Los manuales de Historia
Anexo
A partir del siglo XII, la Europa feudal comenz a reconstruir su vida urbana,
prcticamente destruida por las invasiones. En efecto: de las antiguas ciudades, slo
muy pocas se haban conservado y aun as estaban muy debilitadas.
Cuando desapareci el peligro de las invasiones normandas y se acallaron las gue-
rras entre los seores, los habitantes prefirieron abandonar la estrechez de los lugares
fortificados y se dirigieron a las ciudades que fueron reconstruidas y repobladas.
Al mejorar las comunicaciones, el comercio y la industria adquirieron rpido desa-
rrollo, todo lo cual benefici a los burgueses, es decir, a los habitantes de los burgos o
ciudades.
De este modo, surgi en la Europa feudal una nueva clase, la burguesa, formada
por hombres libres que vivan del comercio y la artesana, y cuyo rpido enriqueci-
miento les permiti enfrentar con xito al feudalismo agrario que se opona al renaci-
miento urbano.
La burguesa, junto con la Iglesia, favoreci la decadencia del rgimen feudal y el
resurgimiento de la realeza.
Las invasiones y las luchas de la alta Edad Media paralizaron la industria y el comer-
cio y provocaron la decadencia de las ciudades. Pero en el siglo XII, como ya se ha
sealado, renacieron esas actividades y despert la vida urbana del letargo en que estuvie-
ra sumida durante siglos. Numerosas ciudades comenzaron a enriquecerse por el comer-
cio y la industria. Tal fue el caso de las del litoral mediterrneo, especialmente las del
norte de Italia, Gnova, Pisa, Venecia, favorecidas por el intenso trfico martimo con
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Bizancio y el mundo musulmn. Tal fue tambin la situacin de las ciudades de Lombarda
y de Flandes, cuya industria textil las convirti en grandes centros manufactureros.
Gradualmente, nuevas rutas comerciales unieron, a travs del Rin y de sus afluen-
tes, a la Europa mediterrnea con las regiones del mar del Norte y del Bltico, donde los
puertos alemanes de Hamburgo, Lubeck, Bremen, enviaban sus barcos hacia Rusia y
Escandinavia en busca de madera, pescado y pieles.
De este modo, resurgi en todo el Occidente una intensa vida urbana que estimul
las energas de los burgueses.
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Dossier. Los manuales de Historia
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Las ideas del socialismo griego se difundieron en Roma por intermedio de algunos
de los muchos filsofos que estaban por entonces en Italia y arraigaron, precisamente,
en algunos miembros de las familias ms distinguidas debido, sobre todo, al prestigio
de su origen helnico. As fue como Tiberio Graco, nieto de Escipin el Africano y
perteneciente a un ilustre tronco patricio-plebeyo, se decidi a ponerlas en accin
cuando, en 133, fue elegido tribuno de la plebe.
As diciendo, el esclarecido Hctor tendi los brazos a su hijo, y ste se recost, gritando, en el seno
de la nodriza de bella cintura, por el terror que el aspecto de su padre le causaba: dbale miedo el
bronce y el terrible penacho de crines de caballo que vea ondear en lo alto del yelmo. Sonrironse
el padre amoroso y la venerable madre. Hctor se apresur a dejar el refugente casco en el suelo,
bes y meci en sus manos al hijo amado, y rog as a Zeus y los dems dioses:
Zeus y los dems dioses! Concededme que este hijo mo sea, como yo, ilustre entre los teucros y
muy esforzado; que reine poderosamente en Ilin; que digan de l cuando vuelva de la batalla: es
mucho ms valiente que su padre!; y que, cargado de cruentos despojos del enemigo a quien haya
muerto, regocije a su madre el alma.
Esto dicho, puso al nio en los brazos de la esposa amada, que al recibirlo en el perfumado seno
sonrea con el rostro todava baado en lgrimas. Notlo Hctor y compadecido, acaricila con la
mano y as le habl: Esposa querida! No se acongoje tu corazn en demasa, que nadie me enviar
al Orco antes de lo dispuesto por el hado; y de su suerte ningn hombre, sea cobarde o valiente,
puede librarse una vez nacido. Vuelve a tus labores del telar y la rueca y ordena a las esclavas que
se apliquen al trabajo; y de la guerra nos cuidaremos cuantos varones nacimos en Ilin, y yo el
primero. (Ilada, canto VI).
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Dossier. Los manuales de Historia
Cuadro I
Fuentes utilizadas en Romero, J. L. Historia de la antigedad y la edad media.
Buenos Aires, Estrada, 1962, pp. 462.
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162
Dossier. Los manuales de Historia
Cuadro II
Fuentes utilizadas en Romero, J.L. Historia moderna y contempornea.
Buenos Aires, Estrada, 1965, pp. 366
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