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JUAN 18,28-19,16a

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Lectura continuada del evangelio de Juan abp Dicesis de Vitoria

Adaptacin del comentario de F. J. Moloney

JUAN 18,28-19,16a

TEXTO

28As que conducen a Jess de [la casa de] Caifs al pretorio. Era de madrugada y ellos no
entraron en el pretorio para que no se contaminaran sino que comieran la Pascua.
29
As que sali Pilato fuera hacia ellos y dijo: Qu acusacin hacis contra este hombre?.
30
Respondieron y le dijeron: Si ste no fuera un malhechor, no te lo habramos entregado.
31
As que les dijo Pilato: Tomadle vosotros mismos y juzgadle segn vuestra ley.
Le dijeron los judos: No nos est permitido matar a nadie.
32
(Para que se cumpliera la palabra que Jess haba dicho mostrando el tipo de muerte con
que iba a morir).
33
As que entr de nuevo Pilato en el pretorio y llam a Jess y le dijo: T eres el rey de los
judos?.
34
Respondi Jess: T dices eso por ti mismo o te lo han dicho otros de m?.
35
Respondi Pilato: Acaso yo soy judo? Tu nacin y los sumos sacerdotes te han entregado a
m; qu has hecho?.
36
Respondi Jess: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis
guardias lucharan para no ser entregado a los judos; pero mi reino no es de este mundo.
37
As que le dijo Pilato: Luego t eres rey?.
Respondi Jess: T dices que soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al
mundo, para que testimonie la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.
38
Le dice Pilato: Qu es verdad?.

Y, habiendo dicho esto, sali de nuevo hacia los judos y les dice: Yo no encuentro ningn
delito en l. 39Pero tenis la costumbre de que os libere uno en la Pascua; as que queris que
os libere al rey de los judos?.
40
As que gritaron de nuevo diciendo: No a l, sino a Barrabs!.
(Pero Barrabs era un bandido).

191As que entonces Pilato tom a Jess y [lo] azot. 2Y los soldados, trenzando una corona de
espinas, la colocaron sobre su cabeza, y le vistieron un manto de prpura; 3y se acercaban a l
y decan: Salve, el rey de los judos!, y le golpeaban con sus manos.
4
Y sali de nuevo fuera Pilato y les dice: Mirad, os lo traigo fuera para que sepis que no
encuentro ningn delito en l.
5
As que Jess sali fuera, portando la corona de espinas y el manto prpura.
Y [Pilato] les dice: He aqu el Hombre.
6
As que, cuando le vieron los sumos sacerdotes y los guardias gritaron diciendo: Crucifcale,
crucifcale!.
Les dice Pilato: Tomadle vosotros y crucificadle, porque yo no encuentro ningn delito en l.
7
Le respondieron los judos: Nosotros tenemos una ley, y segn la ley tiene que morir, porque
se ha hecho a s mismo Hijo de Dios.
8
As que, cuando oy Pilato esta palabra, se asust ms 9y entr de nuevo en el pretorio y dice
a Jess: De dnde eres t?.
Pero Jess no le dio respuesta.
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Adaptacin del comentario de F. J. Moloney
10
As que le dice Pilato: No me hablas? No sabes que tengo autoridad para liberarte y tengo
autoridad para crucificarte?.
11
Le respondi Jess: No tendras ninguna autoridad sobre m si no te hubiera sido dada de lo
alto; por eso, el que me ha entregado a ti, tiene un pecado ms grande.
12
Desde entonces Pilato buscaba liberarlo, pero los judos gritaban diciendo: Si liberas a ste
no eres amigo del Csar; todo el que se hace rey a s mismo se pone en contra del Csar.
13
As que, al or Pilato estas palabras, condujo fuera a Jess y se sent en tribunal, en un lugar
llamado Enlosado, y en hebreo, Gbbata. 14(Pero era el da de la preparacin de la Pascua,
sobre la hora sexta). Y dice a los judos: Mirad a vuestro rey.
15
As que ellos gritaron: Fuera, fuera! Crucifcale!.
Les dice Pilato: A vuestro rey voy a crucificar?.
Respondieron los sumos sacerdotes: No tenemos otro rey que el Csar.
16
As que entonces se lo entreg para que fuera crucificado.

COMENTARIO

.- En el relato jonico el tema del estatus regio de Jess domina el interrogatorio de Pilato (cf.
18,33.37.39; 19,3.12.14.15) y contina en la escena de la crucifixin (cf. 19,19.21). El
proceso consta de una introduccin (18,28), siete escenas breves que tienen lugar dentro o
fuera del pretorio (18,29-32.33-38a.38b-40; 19,1-3.4-7.8-11.12-15), y una conclusin (19,16a).
El narrador utiliza verbos de movimiento para mostrar que Pilato y/o Jess entran o salen. Hay
dos procesos en desarrollo: uno se sigue del encuentro entre la autoridad romana, Pilato, y
los judos, y otro del encuentro entre Pilato y Jess (cf. 18,33-38a; 19,8-11). La cuestin
decisiva es cmo responden Pilato y los judos al estatus regio de Jess. Hay solamente una
escena, 19,1-3, en la que no hay verbos de movimiento ni dilogo alguno. Esta escena central
(la cuarta en una serie de siete) tiene lugar en el pretorio. Jess es coronado, vestido como rey
e irnicamente saludado con la frase Salve, el rey de los judos! (v. 3).

.- Introduccin (v. 28): La escena se ubica en el pretorio y se presenta a todos los personajes:
Jess, Pilato y los dirigentes judos. Al romper la primera luz del alba, los dirigentes presentan a
Jess, el Cordero de Dios (cf. 1,29.34), para ser juzgado, mientras que ellos permanecen fuera
del pretorio para evitar la impureza ritual en la vspera de la Pascua (v. 28). El despuntar del da
puede ser un sutil indicio de que est inicindose una victoria irnica. Mientras que los
judos luchan por mantener su pureza ritual con ocasin de la Pascua (cf. 11,55-57), buscan la
muerte del Cordero de Dios.

.- Fuera (vv. 29-32): Sali Pilato (v. 29a). En respuesta a la pregunta que hace Pilato sobre el
delito de Jess (v. 29b), los judos indican que ya han llegado a la conclusin de que es un
malhechor (v. 30) y que debe morir segn la forma romana de ejecucin: levantado
mediante la crucifixin (v. 31). El narrador recuerda las palabras anteriores de Jess sobre el
modo en que iba a morir: Cuando sea levantado desde la tierra, atraer a todos hacia m
(12,32). Jess no muere para s mismo, sino para atraer y reunir a otros.

.- Dentro (vv. 33-38a): Pilato entr en el pretorio (v. 33a). Pilato no consentir ninguna de
las historias judas sobre reyes y mesas (vv. 33-35), pero se le habla de la naturaleza de la
realeza mesinica de Jess: l ejerce su realeza dando a conocer a Dios al mundo, dando
testimonio de la verdad y atrayendo a su reino a todos los que son de la verdad (vv. 36-37).
Aunque Pilato pregunta a Jess sobre su estatus real, Jess no habla de s mismo, sino del
reino. Jess ofrece gratuitamente la verdad al interrogador romano al decirle a Pilato que l
revela la verdad y atrae a todo el que es de la verdad al reino de verdad cuando escuchan su
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voz. El trmino reino slo se ha utilizado otra nica vez en el relato: A Nicodemo se le dijo
que era necesario nacer de nuevo de lo alto por el agua y el Espritu para ver y entrar en
el reino (3,3-5). El reino es un lugar donde Dios reina, una comunidad, y los que son de Dios, de
la verdad, responden a la voz de Jess y ven y entran en ese reino. Pero Pilato rechaza la
invitacin-revelacin de Jess con su brusca negativa a la palabra de Jess: Qu es verdad?
(v. 38).

.- Fuera (vv. 38b-40): Volvi a salir hacia los judos (v. 38b). A pesar de la incapacidad de
Pilato para entrar en el reino de verdad de Jess, l va hacia los judos, proclama la
inocencia de Jess y, segn la costumbre, les propone liberar a Jess, el rey de los judos (v.
39). Pero los judos piden a Barrabs, un bandido, un hombre violento y falso pretendiente
mesinico.

.- Dentro (19,1-3): No hay ninguna indicacin de que cambie el lugar, pero Pilato toma a Jess
y le azota (v. 1), y los soldados lo coronan con espinas y le ponen un manto prpura (v. 2).
Justo despus de que Pilato proclamara a Jess como el rey de los judos (18,39), los
soldados le visten para mofarse de l y lo proclaman el rey de los judos (v. 3). No aparecen
aqu muchos elementos del relato sinptico sobre el azote y la burla: vendarle los ojos, los
puetazos, los escupitajos, las inclinaciones burlescas y golpearle la cabeza con una caa (cf.
Mc 14,65; 15,16-17; Mt 26,67-68; 27,27-30; Lc 22,63-64). El relato jonico ha simplificado este
proceso. En l se destacan la coronacin, la vestimenta y la proclamacin irnica de la verdad:
Jess es el rey de los judos. A pesar del rechazo que est implicado en la escena, Jess es
coronado, vestido y aclamado como el rey de los judos.

.- Fuera (vv. 4-7): Pilato sali de nuevo (v. 4a). Saliendo del pretorio, Pilato declara una vez
ms que Jess es inocente (v. 4b). Jess, vestido y coronado como rey, sali; no es
llevado, pues sigue siendo el dueo de su propio destino. l porta los signos de su estatus
regio (v. 5a). A diferencia del relato paralelo de la tradicin sinptica (cf. Mc 15,20; Mt 27,31),
a Jess no se le quitan los adornos regios de la corona y el manto para sustituirlos por su
propia ropa. Jess va hacia la cruz vestido como un rey. ste es el contexto en el que Pilato
presenta a Jess: He aqu el hombre (v. 5b). En paralelo a su anterior declaracin de la
inocencia de Jess y la presentacin que de l haba hecho como el rey de los judos
(18,38b-40), Pilato le declara inocente de nuevo y le da otro ttulo de honor: el Hombre
(19,5). Pero al igual que antes de su coronacin e investidura, los judos le haban pedido
que liberara a Barrabs (cf. 18,40), ahora piden que Jess fuera crucificado (v. 6a). Esta
secuencia de acontecimientos evoca 8,28: Cuando hayis levantado al Hijo del hombre,
sabris que yo soy. Se est cumpliendo la primera parte de esta profeca: se atreven a
levantar en crucifixin al personaje real que Pilato les ha presentado como el Hombre.

Cuando los griegos se acercaron a Jess, l les anunci: Ha llegado la hora de que sea
glorificado el Hijo del hombre (12,23), y, posteriormente, clarific sus palabras: Cuando sea
levantado de la tierra, atraer a todos hacia m (12,32). El narrador explica lo que se entiende
por levantamiento: Dijo esto para mostrar de qu tipo de muerte iba a morir (12,33). Los
judos exigen que el inocente Hijo del hombre sea levantado. Afirman que est en contra de
su Ley al decir que es Hijo de Dios. La autntica razn por la que rechazan a Jess, que est tan
obviamente presente a lo largo de todos los choques entre Jess y los judos en 5,1-10,42,
aparece finalmente: no pueden aceptar que Jess proceda de Dios.

.- Dentro (vv. 8-11): Entr de nuevo en el pretorio (v. 9a). Pilato est atemorizado, ms
asustado ante la sugerencia de que Jess es el Hijo de Dios (v. 8). As, en su segundo
encuentro con Jess (cf. 18,33-38), hace la pregunta fundamental de la cristologa jonica:
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De dnde eres t? (v. 8), pero no recibe ninguna respuesta (v. 9). En el encuentro anterior,
Jess revel abierta y gratuitamente a Pilato la posibilidad de ser atrado al reino de verdad:
Todo el que es de la verdad escucha mi voz (18,37). Pero este ofrecimiento fue rechazado
con brusquedad (cf. 18,36-38). En este segundo encuentro privado, dentro del pretorio, la
respuesta de Jess se corresponde con su rechazo a hablar a los judos en 18,20-21. Ya les
haba hablado abiertamente a lo largo de su ministerio (v. 20). Tambin ha dado testimonio
de la verdad a Pilato (18,37), pero este testimonio fue rechazado (v. 38). Por tanto, Jess se
opone a autorrevelarse una vez ms a Pilato (19,9), que hace su pregunta desde una posicin
meramente humana de autoridad, pero sin fe alguna. Pilato fanfarronea contra Jess
alardeando de su autoridad poltica y su poder sobre la vida y la muerte (v. 10), pero la
respuesta de Jess suena a cierta. El que lo ha entregado a l tiene una culpa mayor, pero
Pilato tiene que reconocer que toda autoridad sobre la vida y la muerte procede de lo alto.
Jess ha respondido de muchos modos a la pregunta de Pilato del v. 9: De dnde eres t?.
Jess posee todo de lo alto porque es de all de donde l es (cf. v. 11).

.- Fuera (vv. 12-15): Hizo salir a Jess (v. 13b). Independientemente de cmo el soldado
romano hubiera entendido las palabras de Jess, trata de ponerle en libertad (v. 12a)
solamente para poner al descubierto que los judos, irnicamente, intentan dar una leccin
al procurador romano sobre la autoridad universal del emperador (v. 12b). La acusacin de
que el intento por soltar a Jess indica que Pilato no es el amigo del Csar, le lleva a hacer salir
a Jess, bien para sentarse o (menos probablemente) para que Jess se sentara en la sede del
tribunal (v. 13). En el da de la preparacin para la Pascua, Pilato proclama a Jess como rey:
Mirad a vuestro rey (v. 14), pero los judos piden la crucifixin, y Pilato expresa su
sorpresa de que quieran crucificar a su rey. Hacia la hora sexta, precisamente en el
momento en que los corderos de la Pascua se sacrificaban ritualmente en el templo, los
judos gritan a favor de la muerte de Jess, el Cordero de Dios (vv. 14-15; cf. 1,29.35). A pesar
del rechazo inicial de Pilato a escuchar la verdad (18,38), el posterior rechazo de Jess a
responder a su pregunta sobre sus orgenes (19,8-9), la peticin de los judos de la cabeza de
Jess (v. 6) y la amenaza relativa a su alianza con el Csar (v. 12), Pilato sigue insistiendo en la
realeza de Jess (v. 14). Esto puede impedirnos que entendamos la coherencia psicolgica de
Pilato si lo juzgamos con criterios modernos, pero hace posible que el autor utilice la
insistencia sorprendente del oficial romano sobre el estatus regio de Jess para proclamar
irnicamente la verdad sobre Jess. Al final Pilato capitula ante los judos, quienes
traicionan la tradicin mosaica que tan tenazmente han utilizado para acusar a Jess a lo largo
de la ltima parte de su ministerio (cf. especialmente 5,1-10,42) y durante el proceso (cf. 19,7:
Nosotros tenemos una ley, y por esta ley tiene que morir). Ahora proclaman: No tenemos
ms rey que al Csar (v. 15).
Los judos reniegan de todo acercamiento al reino prometido de Dios y piden que se utilice
una forma romana de ejecucin para eliminar a su rey.

.- Conclusin (v. 16a): El relato de la comparecencia de Jess ante Pilato comenz con los
judos llevando a Jess a la autoridad romana (v. 28). Concluye con la entrega que la
autoridad romana les hace de Jess para que puedan levantar al Hijo del hombre (v. 16a; cf.
8,28; 19,5). El relato ha vuelto al punto de partida. Jess ha sido proclamado rey antes
(18,38b-40) y despus (19,4-7) de su coronacin (19,1-3), pero los judos han respondido
eligiendo unas falsas esperanzas mesinicas (18,40: Barrabs; 19,12-15: Roma) y anhelando la
crucifixin de su rey (18,29-32; 19,4-7.13-15). El proceso de Jess ante Pilato ha sido en
realidad un proceso de Pilato y los judos. Ninguno de los dos ha estado a la altura de las
circunstancias, y la irona de su fallo reside en que Pilato entrega a Jess a los judos para
que le crucifiquen, para levantarle (19,16a).
Lectura continuada del evangelio de Juan abp Dicesis de Vitoria
Adaptacin del comentario de F. J. Moloney

Pero el final violento de la vida de Jess haba estado gestndose desde los primeros das de su
ministerio (cf. 3,14; 8,28; 12,32; 7,39; 11,4; 12,16.23; 13,31-32; 17,1-5). La crucifixin que debe
seguir ahora ser un momento de gloria real, un levantamiento (3,14; 8,28; 12,32), una
glorificacin (12,23), la entronizacin de Jess como rey de los judos.

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