Mitos y Leyendas de Colombia
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Mitos y Leyendas de Colombia
El Mohn
Esto daba origen a muchas confusiones, en las que a una persona resultaba
estar en dos partes o no estar en donde se aseguraba lo contrario; con esto los
campesinos caen en la cuenta de que, el mechudo estaba con nosotros
anoche, compadre.
Tena muchas alhajas en los dedos, de puro oro, y con piedras preciosas que
brillaban en la inmensidad de las aguas. Habitaba un magnfico palacio
construido de oro puro, en las moyas profundas, en los remolinos tenebrosos.
La Madre de Agua
Pero en el fuego de sus ojos hay hipnotismo, una fuerza de atraccin que es
imposible resistir; el nico defecto en su angelical figura es que tiene la
caracterstica de tener los piecitos volteados hacia atrs, por lo cual deja los
rastros en direccin contraria a la que ella sigue.
Persigue nicamente a los nios, sobre los cuales ejerce una influencia
perniciosa. Se puede decir que hay nios que nacen con esa lisin,
predispuestos a la persecucin de la Madre de Agua y desde bebs son
atrados y molestados por ella.
El nio perseguido por la Madre de Agua habla siempre de una nia linda que
lo llama, suea con ella, se despierta asustado y vive predispuesto siempre a
ausentarse solo, atrado por algo extrao.
Cuando se lleva a la orilla de las aguas se ve intranquilo, cree ver flores muy
bellas flotando en la superficie; se abalanza sobre lo que cree ver dentro del
agua e insiste en que tiene que irse, pues una nia lo llama con sus blancas
manecitas; le da fiebre y diarrea y la conmocin lo enferma perniciosamente,
y muchas veces muere, fuera de otras, que por un ligero descuido, se pierde o
se ahoga, raptado por la Madre de Agua.
Para librar a un nio de esa fuerza malfica hay que rezarlo, llevrselo al cura
para que lo bendiga, colgarle escapularios, medallas, azabaches o abalorios
indgenas del cuello; frotarlo con ajo, chicote o yerbas aromticas como la
ruda y la albahaca. Ofrecrcelo en presentacin a las Animas Benditas y
procurar no llevarlo a la orilla de las aguas, por lo menos mientras crece y ya
no es perseguido por el espritu maligno.
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La Madremonte
Eso jue esa vieja yerbatera e la Madremonte que hizo esta jugada.
La imagen o figura de la Madremonte muy pocos la han visto, y aquellos que
la han llegado a ver, es slo por un instante y mientras no estn bajo su
influencia.
Por lo regular, la vctima que est bajo los efectos de los ataques de la
Madremonte, no la ve, slo siente ese extrao sopor y divagacin que lo hace
fracasar; se puede decir que este mito de los montes huye de las miradas
humanas.
La Candileja
La leyenda relata que era aquella una seora demasiado indulgente con sus
dos nietos, a quienes perdonaba toda clase de travesuras sin hacerles la ms
mnima represin.
Su alcahuetera lleg al extremo que un da se les antoj ensillarla y montarla
como si fuera una bestia; y ella, como si tal, los dej obrar y los muchachos la
cabalgaron todo el tiempo que quisieron sin recibir ninguna protesta por parte
de la anciana.
A los viajeros de a caballo se les aparece en la orilla del camino, los sigue y
se les monta en la grupa para atormentarlos, araarlos y privarlos del sentido.
Persigue a los borrachos, a los malos padres, a los enamorados banales, a los
que andan en malos pasos, a los que acostumbran viajar a altas horas de la
noche, a los perjuros y a los masones.
Algunos han confundido su lumbre con la llama de alguna guaca, pero los
grandes conocedores campesinos la distinguen inmediatamente, pues la luz
de una guaca que arde es blanca o azulita, segn sea de oro o plata, y es
mansa y de un bello matiz; mientras que la de la Candileja es rojiza, que echa
chispas como si fuera un tizn azotado por la brisa; es, adems, inquieta y se
mueve como un fantasma, se aparece de repente y desaparece en la misma
forma.
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La Patasola
La leyenda reza que la Patasola fue una mujer muy bella, codiciada por todos,
pero perversa y cruel que se dio al vagabundeaje y la disipacin. Andaba y
andaba haciendo males con su hermosura pervertida. Para acabar con su
daino libertinaje, y en horrendo castigo, le amputaron una pierna con un
hacha, y el miembro fue luego quemado en una hoguera hecha contusas de
maz.
Para protegerse uno de los ataques de la Patasola hay una oracin especial, la
cual todo campesino que tiene que atravesar la montaa o que ejecuta alguna
faena en ella, debe aprenderse al dedillo, y esa oracin es la siguiente:
si alguna persona a m
La Muelona
Muy similar es sta a la Patasola y con las mismas caractersticas. Solo que la
Muelona se presenta siempre como una mujer muy hermosa, aunque provista
de una enorme dentadura.
Persigue a los hombres incautos, enamoradizos, en los caminos solitarios,
presentndose incitadora como una mujer normal y bonita.
Caen en esa forma en sus redes y son arrastrados por ella, maliciosamente,
hasta un lugar ms apartado, en donde los devora triturndolos con su fuerte
dentadura.
El Cazador
Otra leyenda bastante curiosa rodea la vida de este personaje que ms bien es
un espritu, un fantasma, una maldicin que flota en el aire de los montes, en
las hondonadas, en las caadas y en las soledades donde abunda la caza. La
figura del Cazador no tiene forma fsica o, mejor dicho, nadie lo ha podido
ver; slo se ha escuchado en la mansa soledad de la montaa el melanclico
grito azuzando a su perro y luego el latido del can, ms triste todava; se
siente despus un influjo misterioso, un presentimiento avieso que hace poner
los pelos de punta.
rase un asiduo cazador empedernido, que todo lo dejaba por los deleites y
trabajos de la caera y que toda su vida estuvo consagrada a perseguir los
venados por los breales a la puesta del sol (el sol de los venados), a los
cafuches entre los guayabales, a la boruga por entre el guadual, a la orilla de
los ros, a los conejos, en los pajonales; a lasa chilacoas, las chorolas y las
guacharacas, en los montes ribereos. Viva en un pintoresco y colonial
pueblito, cerca de Ro Grande, rodeado de grandes llanos cuajados de
pajonales y matojos, empinadas lomas encrespadas de grandes arboledas y
regadas por inquietas y cristalinas quebradas; grandes y hermosas colinas,
crestas y caadas en donde bulla la caza por doquier.
Porque el Tunjo come como un ser viviente y defeca asimismo todos los das,
pero valiosos trocitos y trocitos de oro macizo, con el cual se va haciendo
inmensamente rico su dueo.
El guando era transportado por cuatro personas, una en cada uno de los
extremos de las dos varas sobre las cuales se haca la barbacoa en donde se
balanceaba el muerto en medio de espeluznantes chirridos de amarres y
maderas. Los cargadores se turnaban a cortos intervalos, dicindole a uno de
los acompaantes ms cercanos:
Una vez muerto, los vecinos, olvidando viejos rencores y para cumplir con su
deber de cristianos, se reunieron en la casa del finado, voluntariamente
Desde entonces est rondando por el mundo esta alma en pena con el fatdico
nombre del guango tenebrosa aparicin de ultratumba que se presenta por
los caminos reales que van al pueblo o por las calles suburbanas que van al
cementerio, a altas horas de la noche, con preferencia la vspera de Todo
santo o el da de las Animas, en la forma de un muerto transportado en una
barbacoa por cuatro hombres, alumbrado por cuatro cirios y seguido de una
larga y lgubre procesin, vestidos todos de negro, portando velas encendidas
y rezando en un murmullo bronco y medroso. En su lento y acompasado
avance, el guango va chirriando horriblemente con un chiquichi qui,
chiqui chiqui, que pone los pelos de punta.
La vctima, como es natural, se queda paralizada de terror a la vera del
camino mirando avanzar el fantasmal entierro a esas horas de la noche; y es
as como el ttrico guango pasa junto a l un aire fro le da en el rostro, un
olor de azahares y a mirto lo invade, el corazn le salta, cuando por encima
del ronco y apagado orar dela espectral comitiva oye una voz an ms
cavernosa y lgubre que le ordena:
El silbador
Es esta una creencia y supersticin exclusiva del sur del Tolima. El silbador
es un espritu maligno, una aciaga prediccin, una siniestra profeca
representada en el fatdico cantar de un pjaro de mal aguero invisible,
siniestro y muy temido.
Es un ave del demonio y compaero de las brujas que slo predice desgracias
con su ttrico silbido. Aseguran que en su forma es un pjaro corriente, de
color gris terroso, muy semejante al Tres pies, hasta en su canto: un silbido
largo, lastimero y lgubre. pero ninguno de los que han escuchado su triste
aviso lo ha podido ver, pues casi siempre su canto es lejano, misterioso, se
oye en la inmensidad del llano, de las montaas o de los ros, entre las
lbregas tinieblas de la noche o en la bruma lejana del espacio.
El terrible aviso que da son tres silbidos prolongados y tristes, con algn
intervalo entre cada uno.
Brujas y duendes
Pero por ejemplo, la bruja tolimense es original. Sus formas, sus andanzas y
leyendas son propias del Tolima. La bruja universalmente conocida es
aquella vieja desdentada, de boca grande, mejillas flcidas, con un sombrero
puntiagudo, fumndose un largo tabaco y montada en una escoba, volando
por los aires.
Para ello hay que ir en silencio, con la brisa de frente y ni por nada del
mundo, ir a mencionar una oracin. As se podrn ver sus danzas profanas,
sus hechiceras, sus ritos infernales, y sus macabros festines de cadveres y
or sus risas, sus maldiciones y blasfemias.
Cuando se nota que est siendo atacado por una bruja, de noche, u oye su
fatdico, o escucha sus risas en la oscuridad y se quiere conocer en persona
para descubrirla, no hay ms que convidarla de la siguiente forma:
Al otro da, sin falta, viene en persona a la casa a prestar sal, y as ser
reconocida.
Cuando charlan con el novio, por ejemplo, la tocan, la llaman, le hacen ruidos
extraos. le esconden los utensilios de cocina o de costura, hasta que
fastidiado ste por lo que cree un filimisco de su novia, se va enojado, y
muchas veces rompe con ella.
Una muchacha perseguida por los duendes casi nunca se puede casar porque
ellos lo echan todo a perder. De noche las llaman las tocan, les ocasionan
pesadillas y malos sueos y muchas veces los padres las han detenido en el
patio, arrastradas misteriosamente por los duendes.
Los campesinos tenan un medio muy eficaz para curar una casa infestada de
duendes. Con tal fin, y exclusivamente para ello, se construan unos
triplecitos especiales, ms o menos como un requinto, de ocho ruedas, sin
agrupacin de orden como el tiple.
Esta persona sola ser siempre un anciano muy antiguo que por lo regular se
sabia todas las artes y triquiuelas del pasado.
Otras veces se templaba el tiple y se tocaba una cuerda poco a poco, sin ser el
son de las vacas, y los duendes desaparecan.
Los Kogi
Los Kogi habitaban en La Sierra Nevada de Santa Marta. Dicen haber llegado
all en pocas remotas, del otro lado del mar, del pas de Mulkuaba. All el
sol no pasaba tan alto y un da Mulkuaba se incendi, la tierra ardi y los que
trataban de escapar debieron cruzar ros de fuego. Los antepasados Kogi
huyeron al mar y se embarcaron en nueve canoas. Los guiaba Kukulyxa, el
Seor Jaguar.
Los Kogi, fundados en sus creencias y mitos, han elaborado una clara
filosofa del respeto al otro, a la naturaleza y a la comunidad: Ellos se sienten
los hermanos mayores de los hombres, porque ellos guardan el gran secreto
del saber, la Ley de la Madre que sostiene la tierra. Por eso bailan y cantan y
hacen ofrendas. Por eso estn siempre enfermos, por eso pelean tanto y se
hacen siempre la guerra y se matan unos a otros.
Primero estaba el mar. Todo estaba oscuro. No haba sol, ni luna, ni gente, ni
animales, ni plantas. Slo estaba la Madre mar. Y ella era agua y agua por
todas partes. Era ro, laguna, quebrada, y mar. As ella estaba en todo lugar.
La Madre no era gente, ni nada, ni cosa alguna. Ella era Alna. Era espritu
de lo que iba a venir. Era memoria y pensamiento. Y cuando la madre existi
slo Alna, se formaron arriba los nueve mundos.
Cuando se formaba el noveno, el ms alto, surgi una inmensa ceiba del mar
transparente. Alrededor de ella cuatro dioses construyeron el primer templo,
Alnua.
Luego los cuatro seores empezaron a sacar la tierra y a empujar lejos el mar
circundante al final cantaron en el templo:
La Madre tena nueve hijas cada hija era una calidad diversa de tierra para
cultivar: arenosa, gredosa, amarilla. Pero todas estriles, infecundas. Y los
cuatro seores dijeron a la madre:
El Duende
Espritu como es, duerme en las puntas de las agujas, en los huecos de las
tinajas, en los rincones oscuros. Para seguir su elegida, vela en los pajonales,
en los aleros de los ranchos, en el filo de las sementeras. Puede permanecer
en los tejados, en la mugre de los gallineros, encima o detrs, abajo o distante
de los rboles, ah donde empieza la nada o crecen los sembrados.
Las suposiciones lo hacen descender, tal vez con mucho fundamento, del
cielo, padre de misterios. All oy las arengas de Satans y luch contra Dios
hasta caer, sin perder los atributos, en el valle del mundo. Vino por ser liebre,
por moverse a sus anchas en estos andurriales que domina con malabares y
humo, con temor y espanto, con promesas y requiebros malsanos que
perturban los sentidos.
Una mujer tocada por el Duende se torna irritable, sin sueo, inapetente.
Comienza a perder peso. En ocasiones habla y canta, reza y maldice. Llora
por causas irreales o re ante sucesos funestos. Falta de memoria y con la
voluntad debilitada, olvida sus obligaciones, juega a la imitacin, para
terminar huyendo a las serranas ms altas, donde danza desnuda. En esta
soledad acontece la posesin, entre alaridos que estremecen.
Si se desea aplacar tantas maldades hay que poner la contra, el ensalmo que
lo destierre. Para ello basta con vestir la escogida con trapo rojo o colocar en
el lugar de los acontecimientos un instrumento meldico. Bautizar de nuevo a
la que sufre, conjurar la vivienda. Puede ahuyentarlo el casamiento de la
infeliz, lo mismo que pasarla bajo un anillo que haya llevado un sacerdote, o
darle tres tomas de agua bendita cuando corren las estrellas.
Hombres y mujeres estarn vestidos de rojo, sealadas las frentes con cruces
de carbn. Acta como principal el padrino de la endemoniada, y, en su
defecto, la madrina. Los padres de la cuitada permanecern de rodillas,
mientras se rezan las palabras que dicen:
Oh gloriosa piedra imnque entre la arena comisteen el ro Jordn.
Luego te dijo San Juanque virt deba tener, y que el corazn ms durolo
debas de vencer.
Arrenuncio, Satans,Arrenunciooo!
La Tunda es una cosa misteriosa que toma forma de mujer. Vive en las
cavernas rodeada de moscos que pican, garrapatas que asaltan y araas
gigantescas que acometen. En su escondrijo, escoltada por pantanos y
hormigas, no hay fuego ni luz. Puesto que no duerme jams, se entretiene
volteando la cabeza sobre el hueso del cuello y apartando con las manos
mezquinas los abejorros y los grajos.
Dios la conden a hacer lo que es, por mala madre. Un da dej a su nico
hijo perdido en los caminos para que lo devorasen los tigres uones. Pero,
aunque desfigurada y vencida, tiene rasgos maternales que pone en prctica
con los que arrastra a su encierro.
Sea que llore su crimen o hunda sus piernas sin pie en el barro de las
travesas, ama, por minutos, las criaturas que roba, hasta que aparecen en ella
los instintos bajos y groseros. Entonces vuelve a ser la bestia, el endriajo
maldito que se solaza matando.
Transformada la madre en la de la madre del nio que desea perder, baja a los
ranchos de los trabajadores silenciosamente, como los ladrones. Conquistada
la presa, la conduce a su madriguera medio tonta con los olores ingratos que
exhala por el rabo. Antes de exprimirla entre sus dedos, la eleva a los rboles,
la sienta en los pajonales, hace tintinear las hebras de su cabello, canta y
baila.
La caza de la alimaa se ataca con perros que ladran y con escopetas cargadas
con plvora nicamente. Al lado de estos van ltigos y tambores, agua
bendita y hombres que golpean los montes y macanas. Para aplacar la
tempestad, si se levanta, se reza la oracin de Santa Brbara:
Santa Brbara, santa flor, en la cruz del Salvador. Cuando retumbe el trueno,
Santa Brbara nos guarde; por la virt que ella tieneque nos libre de los
rayos.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Dios imortal. Librnos, Se, de toro mal...
El Ribiel o Ribereo
Es un ser chiquitn, desmirriado, pobre. No tiene el cuerpo hermoso, aunque
el que lo soporta es fuerte y poderoso. Moralmente est lleno de malicia
como el mono, de astucia como el zorro o el tigre, de terquedad como las
ratas. Hijo de las sombras, odia la luz solar y las piedras que arden,
alcanzando en la natacin los trofeos de las sardinas o cangrejos, de las
almejas o los sbalos.
Las plantas menudas y torcidas hienden las playas, cavan las rocas, en tanto
que el pelo de la testa se muestra recio como dientes. En la cabeza va siempre
un sombrero de paja trabado, roto por la ventisca o por el tiempo, o bien por
las tormentas de las noches vividas en los acantilados.
Das hay en que sube a las habitaciones de los hombres. Lo hace cuando la
tiniebla es absoluta.
Se aloja en las aldeas golpeando las paredes, venteando agua bendita por los
puntos cardinales, haciendo rechinar los plomos de las atarrayas. Al volver a
su canoa, sube el agua palmos considerables.
Su origen es brumoso. Se dice que vino de una aldea donde los hombres
vivan como hermanos. Una noche naci. En la prueba de la paternidad
result ser un fraude. Como castigo fue arrojado al mar. Se discute todava si
es el alma de los caminantes muertos sin bautizar o en pecado, o si es el
espritu de los grandes capitanes que erraron por la costa. Pero la verdad es
que ah est como espanto en medio de los surcos siniestros, subiendo y
bajando como las gaviotas y las nubes.
Porque el mar es su teatro. entre las arrugas ondeantes suelta su maldad sobre
viajeros menores, sobre pescadores solitarios. Lo hace jugando, riendo,
frotndose las manos con extraa alegra. Cuando va a perder a alguien, su
luz es alta, ntida, perfecta.
Para dejar su presa basta un grito, con rascar un fsforo, con un sombrero
boca arriba y colocado en la popa de la embarcacin, con golpes de canalete
sobre el agua. Pero los hombres no recuerdan.
Se dejan llevar por su estrella lejana que festeja con su brillo los ojos de los
otros muertos.
La canoa del diablillo choca con la del viajero. El golpe es seco, recio,
incalculable. Se dira una descarga elctrica. La piragua pescadora salta,
tambalea, se hunde.
Es la hora en que el Ribiel cae sobre su presa, la atrapa con gusto y la cubre
con su viejo champn. Sobre ella se divierte. La levanta y la palpa, la arroja y
la zambulle, la tira ms all. Cansado del juego, se pregunta con socarrera:
Si ser casado...Si ser viudo...Si ira a ver los hijos...Si habr comido...
Sin responder los interrogantes sigue adelante, por las bahas y resacas, con
su luz que es un humo, aprisa, como el viento...
Las Arquillas
Esta era una vieja que tena una hija y una hija y una hijastra, hurfana de
padre y madre, a la que odiaba ciegamente. Si en la casa haba un pltano, era
para la hija, que estaba obligada a comrselo y a botar al ro lo que no le
cupiera. Si haca fro, la hurfana se arrimaba al fogn para calentarse, en
tanto que la otra se regodeaba entre mantas finas y pesadas.
Una vez la vieja se ingenio la manera de salir de la huerfanita. Para ello, les
dio a las nias, al borde de un pozo profundo, una aguja a cada una para que
cosieran un pao que el rey necesitaba. Las agujas haban sido enhebradas de
la siguiente manera: la de la hija, con hilo resistente y fino que no se
reventaba, y la de la otra, con un cordel fcil de romper. La vieja advirti que
a la primera que se le partiera la hebra la arrojara al pozo que tenan a sus
pies.
Muy adelante tuvo sed. Al tocar la pared del socavn, salt el agua fresca.
Con un jarro de plata que encontr en un rincn tom hasta saciarse. Al da
siguiente lleg a la vivienda de una vieja que le dio posada. Haba caminado
mil aos, y estaba todava como cuando haba salido de la casa de su
madrastra.
Otro da fueron unos gatos los que le pidieron las migajas del pan que haba
comido en el camino. Ya casi olvidada de stas, las busc pacientemente y se
las dio en su propia mano.
Otra vez la vieja la mand a lavar una madeja de hilo negro en el mar, hasta
que se volviera blanca. En esta ocasin los muchachos que haba alimentado,
le indicaron el sitio donde debiera restregar el hilo para que alcanzara el color
de la nieve. La patrona qued maravillada de la sabidura de la nia.
La vieja, al ver esto, envi a su hija a la cueva para que regresara ms rica
que la chucha muerta de su hijastra.
Sometida a las pruebas, no dio bola. Los gatos no le dieron la arena para
cubrir el cedazo, ni los muchachos le indicaron donde deba lavar el manojo
de hilo, ni tampoco le indicaron la alquila que deba tomar.
Ya en su cuarto, con las puertas bien cerradas, madre e hija abrieron el bal.
En lugar de riquezas sali una inmensa culebra que las envolvi por el cuello,
ahogndolas para siempre.
Tuvo muchos hijos bonitos, y fue feliz con su marido hasta hace pocos das.
Esta explicacin se considera necesaria para relacionar estos peces con una
creencia del pueblo y dos leyendas cuyo origen puede encontrarse en estos
animales.
b) La leyenda de la Yara
La Yara, es una sirena, mitad mujer y mitad pez, con su cuerpo esbelto,
cubierto de escamas doradas en su parte inferior; tiene una voz muy suave y
arrulladora que le sirve para adormecer a los jvenes, que se encuentran cerca
del ro, o viajan solos en sus canoas. Una vez dormidos, le obedecen
ciegamente y entonces los conduce hasta la parte ms profunda del ro, donde
tiene sus palacios encantados, a y all los convierte en esclavos y son el
consuelo para sus instintos amorosos.
Como puede verse las relaciones entre la existencia del manat y sus
costumbres es posible es posible que en una u otra manera hayan servido de
fuente de inspiracin para estas leyendas, pero que anan el salvajismo de la
selva con la placidez del lento Amazonas.
Leyenda de la Boiuna
Es una extraa polacra de macabro aspecto. Los mstiles, las mesanas, los
palos, todas las arboladuras estn hechas de huesos humanos, de costillas, de
fmures, de canillas y perons; en el palo de proa se re una calavera, y las
velas y las gavias estn hechas de sudarios y de mortajas. La muchedumbre
despavorida de hombres y bestias huye a travs de los esteros y de las
mrgenes anegadizas para esconderse en las partes secas de la selva, sin
atreverse a mirar hacia atrs porque el que se fija un instante en la horrible
nave queda ciego.; el que oye el ruido de la proa que singla los remansos
queda sordo; el que se moja en las aguas rizadas por la quilla queda hinchado
y tembloroso para siempre. La Boiuna es la madre de las aguas que estn
construyendo inmenso escenario contradictorio y cambiante, de gleba
movediza, de tierras que se deslen y se hunden entre borbollones que surgen
en surtidores inagotables, invadiendo y sumergiendo todo. Es la madre de los
inmensos ofidios, de los enormes saurios que pueblan las maraas como
suprstites de una fauna descomunal de otras edades.
El Buque Fantasma
Entra en los puertos sin ruido, como las estrellas en el agua. Aunque su porte
es descomunal, cala muy poco. En Cajambre estuvo hace diez aos con sus
calderas humeante. Arrimara por aceite, por cometer nuevos crmenes, por
hacerse sentir? Tal vez para que la tripulacin se desembarazara del fro o
disfrutase de un poco de libertad? Lo hara por reparar tuercas o meter
tornillos en las hondonadas de las gras? Nadie lo sabe. De ah sigui con
rapidez ultrafsica por los bajos y las barras.
Cada veinte aos se sabe quien viaja en este odre siniestro. La leyenda dice
que son viejos bandidos, asesinos, tipos astutos, rencorosos y vengativos.
Polticos sectarios, religiosos extraviados, comerciantes ladrones. Es el teatro
de las brujas y traidores, de gentes de casacas y polainas
Cada quien oye el nombre de alguien en ese bergantn que viaja sin descanso
estirando las piernas de sus maquinarias, estremeciendo los bosques y los
perros que allan, sin importarle los temporales ni la trabazn de la neblina.
Por eso l mismo deja rastros o huellas de su pezua pero los coloca en
sentido inverso para despistar a los cazadores y proteger as a los animales
que l tutela.
Las Patasolas
Las Patasolas a pesar de su anatoma unpede (una sola pierna en que se unen
los dos muslos) no corresponden a las deidades egipcias (tipo Annubis) sino
ms bien, por su carcter vegetal, a las Driadas o Hamadriadas griegas,
personificaciones de las encinas y rboles, o a las Vriksadvatas hindes,
pero no risueas como stas, sino macabras.
Las Vriksadvatas eran doncellas que representaban colocadas de pie,
apoyadas en el tronco de un rbol, un pie sobre el suelo y el otro
graciosamente apoyado en el tronco, con los brazos levantados y entrelazados
a las ramas floridas de los rboles.
La violenta labor del hachero termina con la cada del rbol que aqu
simboliza a la selva como hembra dominada y vencida pero, a veces,
trgicamente vencedora.
Los mineros de la regin del Carare dicen que la Patasola anda gritando por
los montes llamndoles y que el minero que se deje llevar por su reclamo
nunca vuelve a encontrar la salida de la selva, o bien se halla ahogado en
algn ro o muerto en algn paraje retirado.
El Patas
La Llorona
Este es otro mito de gran importancia y corresponde a las muchas
imaginaciones y divagaciones a que da lugar un grito macabro, un plaido
espeluznante que se oye en la selva en ciertas noches de luna.
Siempre en noches de luna, cuando los monteros slo temen a dos cosas: el
tigre, que en tales noches sale a cazar, y el grito gemebundo y horrendo de la
Llorona.
El Poira
Estos fenmenos ocasionados por los resabios naturales de los mulares al bro
y maas de los caballeros (o a la presencia en el aire del olor de las fieras)
que ventean al tigre por ejemplo, son atribuidos a la presencia de un
pequeo personaje que, cuando quiere divertirse a su amao, escoge de
vctima a cualquier jinete y acomodndose a horcanadas sobre las ancas de la
bestia, comienza a hostigarla hacindola encabritar; naturalmente el personaje
es invisible y los nativos lo llaman en nio Poira.
La Mancarita
Algunos afirman que es tmida y huye apenas percibe algn ruido de gente o
de perros; otros afirman que se roba a los nios y an a los hombres.
Los Santandereanos creen que existi una Rita manca que distraa a las
gentes inventando cuentos, haciendo chismes y atizando discordias.
Esta se dedic a vagar los montes como un salvaje, crecindole los cabellos y
las uas de un modo extraordinario; coma races y frutas silvestres y hua
velozmente a la vista de la gente.
Tan solo de lejos se perciban sus alaridos, que eran una extraa mezcla de
llanto de mujer y aullidos de perro en pena. Por la noche, cuando la oscuridad
era intensa, la Mancarita se converta en el terror de los desolados caminos,
con su horroroso grito que helaba la sangre de los viajeros.
La Madre de Agua
Es una verdadera ninfa de las aguas, aunque sus pies son volteados hacia
atrs por lo que deja los rastros en direccin contraria a la que sigue.
Los nios flechados por la Madre de Aguas se enferman, suean con la bella
rubia que los adora y la llaman con frecuencia. Cuando estn cerca del ro, los
nios escuchan su voz y la siguen tirndose a las aguas con gran peligro.
Los campesinos creen que la Madre de Aguas surgi de una bella joven
espaola que se enamor de un apuesto joven indgena, con quien tuvo un
nio. Cuando el padre de la joven tuvo conocimiento del amao indgena-
hispnico, hizo ahogar al nio frente a sus padres, y ante la bella espaola,
mat al amante indgena.
Cuando el galn se acerca mucho y est listo para abrazarla, Mara se alarga y
se alarga hasta el infinito, infundiendo gran espanto.
El mito de Mara la larga es contado por las gentes de los pueblos, de acuerdo
con sus lugares, calles, casas y ubicacin del templo y del cementerio; y en la
misma forma, con el anecdotario propio de nuestros pueblos que hacen de los
mitos una tradicin que se transmite de generacin en generacin.
La Viudita
En Pasto segn las referencias del historiador Sergio Elias Ortz en su estudio
Consejos y creencias de tipo folklrico de la regin de pasto, la Viuda
tena el papel de conducir a los borrachos que encuentra en sus paseos
nocturnos hasta el cementerio de la localidad y dejarlos all muertos de
miedo; en otros casos se contenta con asustarlos.
Era una mujer muy bien emperifollada, que hacia mucho ruido con las
enaguas. Cuando se ve de cerca a la Viudita, la cara es una calavera que
arroja fuego por las rbitas huecas y la boca desdentada.
La Cabellona o Mechuda
La Cabellona dicen los hombres que tiene una bellisima cara, pero se oculta
con la inmensa cabellera que se cubre hasta los pies.
Cuando la ven por las calles de los pueblos aparece caminando muy rpido y
a veces anda por el aire, aparece y desaparece.
En la ciudad del Socorro ( Santander), este mito es conocido con el nombre
de la Mechuda, que tiene la particularidad de que solamente asusta a las
mujeres.
La Rodillona
Es un mito menor de los pueblos de Antioquia que aparece en forma de una
mujer atormentada por sus enormes rodillas; por ello la llaman La
Rodillona.
La Dama Verde
Es un mito de las costas del Pacfico colombiano, que segn las gentes del
Tumaco, es la reina del mar y le gusta salir por las noches de sus palacios
marinos a divisar las costas y a mirar de cerca a los hombres. Los pescadores,
a veces encuentran la Sirena del Arco, como una bella mujer abandonada en
la playa.
Este mito del pacfico est bien relacionado con el mito griego de las sirenas,
las hijas de Melpmente y Aquelao, que personificaban los encantos y los
peligros del mar.
Los artistas personificaban las sirenas como bellas mujeres con cuerpo y alas
de pjaro, cabeza y senos de mujer y tocando la lira o la flauta.
La Vieja Colmillona
Esta Colmillona gusta arrimarse a los fogones, coger las brasa sin arderse y
comer los pltanos asados. La Colmillona llega y sale sin hablar y sin causar
dao a las personas.
El Sombreron
Es un mito folklricos del Gran Tolima que aparece como un ser infernal que
lleva un sombrero gigante que abarca desde la cabeza hasta las pantorrillas.
Dicen los campesinos que el Sombrern alcanza a los borrachos por las
noches y les dice: si te alcanzo, te lo pongo, lo cual infunde terror a los
caminantes.
El Sombrern gusta de los jovencitos que empiezan a fumar; por ello los
persigue con frecuencia.
Cuando es encontrado en el camino El Sombrern no habla, ni contesta
preguntas; solamente camina, pasa y sigue.
En Antioquia lo han visto como un jinete en una noche negra con un gran
sombrero y ruana negra.
SIMALAG
Y en Panagan broto, la flor mas linda: Era hija del cabecilla o jefe de la
parcialidad, cuya esposa era asimismo un portento de belleza indiana. Tenan
varias hijas todas igualmente hermosas y agraciadas, pero por quien todos los
mozos suspiraban, altercaban y se peleaban a diario era por Silamag, y ella,
desdeosa, por ninguno de sus pretendientes pareca inclinarse.
Las pequeas hendiduras que luchan por no descolgarse hacia los abismos del
Sapuyes, llevan los nombres de Talag y Almag cuyo significado no se ha
descifrado todava.
PILCUAN
Sin embargo sucedi un da que un indio- de los que habitaban donde hoy se
llama El Ato de la Cruz- bajo corriendo como loco y cayo muerto a la
sangradera de la choza del cabecilla.
Esto se repeta un da y otro con los indios e indias. Los brujos y curanderos
del lugar fueron llamados, pero ninguno poda explicar la causa de esa rara
enfermedad. Las muertes eran cada vez mas frecuentes. Y el remedio no se
descubra.
Tomla con gozo Pilcuan el Valiente y parti con paso resuelto. Desde el
Alto diviso al monstruo.
Pero el monstruo en sus estertores, dio un tremendo golpe al hroe con la cola
y lo arrojo al abismo.
El ro lo recibi en un manto de espumas y dejo su cadver a la orilla, en el
paradisiaco lugar que lleva su nombre.
CAMBUTES
Hubo una poca cuando Imues sobrevivi una gran sequa, y las gentes
echaban cabeza para encontrar la manera de remediar tan grave situacin.
Y cuando vieron que todo era vano, resolvieron enviar a los jvenes y robarse
una nube, as como una oveja de un rebao, para que tras esta vinieran otras y
hubiera lluvia en la regin.
Mas entre todos, uno solo logro esta hazaa , Cambutes no regresaba a su
rancho. Por fin una nubecilla blanca apareci en el pedregal. Y lentamente
suba por la cresta de las montaas.
Todos se hacan aguas las vistas por ver quien era el que con tanta maa,
pasito a paso y con tanta delicadeza, arrastraba la nebecilla, cuesta arriba
como una tierna corderita.
Subi Cambutes a lo alto del cerro que ahora lleva su nombre con la nubecita.
La tomo coral, guardar la ropa que se seca al sol y meter al alar la lea que ha
de servir para el fogn.
CHIRRISTS
Esta vez tambin se le antoj irse a pesar del mal tiempo. Y sali con la suya
por encima de las prohibiciones de sus padres y de la mofa de sus hermanos.
Camin y camin solitario, y se perdi tras la loma. Y ya sea por alcanzar
algo que le llam la atencin, o por librarse de sus hermanos que lo tenan
achilado y aburrido, o sencillamente, porque la tierra fall bajo sus plantas y
lo sepult, lo cierto es que no volvi nunca ms.
CHIPUD Y MAIG
Pisaron tierras de Imbued y ste los tom de la mano, y los llev hasta pasar
la quebrada y les dijo: Hasta aqu son mis linderos, ms adelante podris
quedaros.
Construidas unas hachas de piedra, fue Caragab con toda su gente (con todos
sus peones dicen ellos) a derribar el Genen, pero les sobrevino la noche sin
haber logrado su intento. Volvieron al da siguiente y encontraron el rbol
misterioso sin ninguna seal de las incisiones del da anterior.
No por esto quedaron vencidas todas las dificultades. Genen qued enredado
en unos bejucos que impidieron se derribara en tierra y fertilizara el mundo
con sus aguas. Caragab se vio en otro conflicto. Llam a varios animalitos
que entonces an eran seres racionales, para que se encarnaran por las ramas
de Genen, a fin se cortar bejucos que impedan la cada del rbol. Todos
ellos haban de subir con una fruta en la boca, y el que cayera antes que la
fruta al suelo, sera el poderoso que haba de tumbar definitivamente el
gigantesco rbol.
El primero que subi fue un mico llamado Yerr, pero no pudo. Sucedile el
mono llamado Zra, el que tampoco obtuvo resultado, subi una ardita, que
llaman nuestros indgenas Chidima, que desenredo las ramas del Genen y
como era tan minsculo este animalito, cayo a una con la fruta que llevaba y
con el rbol que contena la tan codiciada agua.
Al brotar las aguas del Genen se inundo todo la tierra y arrastraron sus ondas
todos los vivientes, menos a Caragabi y diez personas mas que se salvaron en
una elevada pea a donde no alcanzaron las aguas .Un ao duro de
inundacin, al fin del cual Caragabi mando a una garza que averiguara si
haba quedado algn punto bueno para vivir.
Fue as: que tiene como cuerpo el sol, se caso con la luna, que es una mujer, y
tuvieron muchos hijos.
All hizo Euandama una laguna de lache y luego mando a su familia, que eran
todos los vivientes, a baarse a la laguna. Unos vinieron prontamente y se
baaron, quedando blancos: es la raza blanca.
Otros vinieron con mas parsimonia, y como ya la leche no estaba tan pura
resultaron convertidos en indios.
Parece que la luna le atendi un poco, y de sabido esto por el dios blanco se
enfureci y prohibi que le invocaran unidos a los negros; se disgusto con la
luna, decreto para ella una serie de males y la orden que por tiempos tienen
que ir al mar a baarse. Desde que esto ocurri Euandama quedo resentida
con la luna. De all se deriva la costumbre de los hombres se arreglaran mas
que las mujeres, porque el sol brilla mas que la luna.
Cuando van a rogar (oracin) tienen que colocar la proa de la canoa hacia el
oriente.
Los negros dicen que ellos no saben para donde irn porque no brillan y se
dan muchos la muerte entre si: lo mas probable es que van a Egare (infierno).
Comn a todas las tribus de la selva amaznica, es tan fantstica leyenda que
es el corazn del indgena; para el hombre su poder y para la mujer su
inquietud y la muerte. Dice as la leyenda:
Un da TUPANA resuelve matar a yurupari por ser este quien tenia mas gente
en su bando. Se hicieron a una hoguera grandsima y all quemaron al
yurupari con quien haban tenido tantas dificultades y enemistades. una vez
hecho ceniza vinieron sus seguidores con gran tristeza y quedaron silenciosos
ante semejante realidad; y no pudieron encontrar un solo hueso; todo l haba
sido hecho ceniza.
Pasaron muchos das, y en las cenizas retoo una palma llamada Pachuba (en
lengua guaran), y fue ella muy bonita por lo alta y recta. Vinieron al lugar
mujeres y al mirar la palma hermosa, llamaron a los hombres para convenir
con ellos tumbarla y formar con ella un instrumento que imitara la voz de
Yurupari Este era el recuerdo viviente de Yurupari Tres pedazos de palma
fueron suficientes para formar el antedicho instrumento que imito
perfectamente la voz de Yurupari.
Desde entonces las mujeres fueron poseedoras del gran Yurupari. Ellas lo
tocaban cuando iban al bao en las maanas; al orse de lejos se deca que era
Yurupari que estaba vivo. Y era oficio de las mujeres traer pepas del monte
para los hombres que hacan los oficios domsticos.
Con el correr de los aos se aburrieron por ser ellos los llamados hacer los
quehaceres del hogar. Adems Yurupari era hombre y las mujeres decan no
estar con l. Una sola reunin fue suficiente para que los hombres acordaran
nicamente el ir a la maana siguiente a donde las mujeres acostumbradas al
bao en el ro, para quitarles el Yurupari.
Todos ellos armados con adavi (bejuco rodeado de fibra que venia a
constituir un verdadero azote, y palabra guaran), fueron hasta el lugar en
donde se encontraban las mujeres bandose, y azotndolas con los adavi, las
obligaron a entregar el yurupari a poder de los hombres.
LEYENDA DE GUATAVITA